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LAGUNITA • BEBIDAS

Té, relax y energía en una sola bebida

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La infusión es la excusa perfecta para conseguir momentos de calma, que se comparten y disfrutan con alguien a quien se aprecia. Los aromas y sabores que emanan de la humeante taza permiten hacer una pausa repleta de energía y beneficios para la salud

Por Cecilia Torres Fotos: Cortesía

Cuando se saborea un buen té, la memoria gustativa se activa y hasta las neuronas agradecen a la naturaleza ese instante de placer con el que se disfruta el aroma y el sabor que emanan de la deliciosa infusión que, por lo demás, también regala momentos de calma y relax.

Una taza de té invita a la serenidad, lo que quiere decir que en estos tiempos de estrés lo mejor es tener alguno de los cuatro tipos en la despensa: blanco, rojo (oolong y pu-erh), verde y negro. Hay tal variedad de mezclas que se puede llenar un libro.

Los tés provienen del arbusto Camelia sinensis y la forma de procesarlos da lugar a las variedades y matices en cuanto a sabor y aroma. Una de las diferencias está en el contenido de polifenoles, antioxidantes que protegen de los radicales libres. El verde tiene más clorofila y polifenoles que el negro.

El tiempo de oxidación origina los colores y no afecta el contenido de cafeína, que es la misma molécula de la teína y destaca por sus efectos estimulantes. La diferencia con el café es que el té contiene L-Teanina, aminoácido que relaja sin producir somnolencia. La L-Teanina se combina con la cafeína y estimula la mente, pero no tensa el cuerpo.

La realeza se relaja

La historia del té está poblada de leyendas que habitan en la memoria de pueblos milenarios, y todos están agradecidos con esa humilde planta de cuyas hojas se extraen bebidas que invitan a la paz y la serenidad.

Cuentan que en 2737 a.C., el emperador Shen-Nung se sentó a la sombra de un arbusto para hervir agua y unas hojas cayeron en la cacerola. Debe haber sentido curiosidad, porque probó el líquido y casi de inmediato se sintió reconfortado. Así nació, en China, el primer aficionado al té.

Los japoneses, en cambio, relatan que el descubrimiento ocurrió porque el príncipe Bodhi-Dharma soñó con todas las mujeres con las que había estado. La pesadilla debe haber sido aterradora porque prometió no volver a dormir, lo que le hacía sufrir, hasta que mascó las hojas del arbusto que lo

ayudaron a mantenerse despierto. En India tienen otra versión del mismo príncipe, que enferma mientras estaba peregrinando y se curó con la infusión de la planta.

Las leyendas coinciden en que el té se consumía hacia el siglo XXVII a.C. y en la actualidad compite con el café como la bebida más consumida del mundo, después del agua y por encima de la cerveza y la Coca-Cola.

Después de reinar en el sur de China como planta medicinal, se comercializa en Japón y el Himalaya. Con las aventuras de Vasco de Gama, el té avanza a la conquista de Europa.

A Estados Unidos llega en 1650, pero el precio y los impuestos dificultaban su comercio. En el siglo XIX, India comienza a cultivarlo y los costos se reducen. Los árabes llevan la planta a África. En España tuvo menos arraigo porque ya se habían acostumbrado al café y al chocolate.

Sistema laborioso

Antes de que llegue a su mesa, las hojas pasan por un proceso de secado y los ácidos grasos se convierten en compuestos aromáticos. El aroma es más intenso cuanto más larga sea la fase de marchitado. A continuación se someten a oxidación, que dura más o menos tiempo. Por ejemplo, en el té verde o blanco es corto. En el verde se aplica calor para que sus principios activos no se oxiden. Seguidamente se dejan fermentar. Las condiciones de humedad y temperatura también son diferentes.

Los aromas y colores distinguen cada variedad. Los rojos ofrece una tonalidad anaranjada y su aroma floral y frutal se asemeja al del té negro. El blanco nos regala un aroma dulce. El costoso pu-erh, un rojo que se cultiva exclusivamente en Yunnan, China, da una impresión aromática que incluye madera, paja, tierra y cuero.

El té se produce principalmente en India, China, Sri Lanka, Indonesia, Turquía, Japón y algunos países de África como Tanzania y Kenia, donde se cosechan los tés orgánicos de Lipton, la empaquetadora más grande del mundo.

Bueno para la salud

Se ha demostrado que el té tiene múltiples beneficios. Es capaz de relajar sin causar somnolencia, acelerar el metabolismo, reforzar el sistema inmune y combatir el envejecimiento celular. Sin embargo, no crea que puede beber cantidades

Siete reglas de etiqueta

1. Nunca tome la taza con el meñique extendido 2. No choque la cuchara contra la taza al revolver el azúcar 3. Si toma té sentado, no levante el plato, solo la taza 4. Al tomar un sorbo no vea a los otros comensales 5. Mantenga la servilleta plegada en diagonal sobre las piernas 6. La taza se llena hasta la mitad, luego puede añadir azúcar, leche o limón. 7. La cucharita se mueve desde las 12 hasta la 6 en línea recta, dos o tres veces

Otros tés populares

El té matcha se consume bastante y tiene muchos beneficios. Los arbustos de Camelia sinensis se cubren para protegerlos del sol semanas antes de la cosecha. Gracias a ello tiene un mayor contenido de aminoácidos y L-Teanina. Se obtiene moliendo las hojas hasta convertirlas en un polvo fino. El Rooibos es popular porque no tiene cafeína, pero no es té porque no se obtiene de la Camelia sinensis, como los verdaderos, sino del Aspalathus linearis.

infinitas de té, aunque el negro sea tan hidratante como el agua. La cafeína estimula el sistema nervioso central y eso puede alterarlo hasta varias horas después de su consumo, por eso es mejor evitar tomarlo en exceso.

El té verde es más consumido en los países asiáticos porque previene algunos tipos de cáncer y la obesidad, ayuda a regular el colesterol, evita enfermedades neurodegenerativas y retarda la diabetes.

Cómo prepararlo

Para disfrutar el real sabor de su té, evite el agua con carbonatos de calcio, magnesio y cloro. Caliéntela sin que hierva. Si es un oolong, negro o pu-erh, deje que llegue a los 95ºC. El verde y el blanco requieren de 60ºC a 85ºC.

Para hacer la infusión use la tetera o la taza, y si son de cerámica, vidrio o porcelana, mejor. Puede precalentarlas para evitar que baje la temperatura al servir. Al tener la taza y la tetera preparadas, eche las hojas y vierta el agua caliente. Hay que tener en cuenta las proporciones de té y agua. Los que saben recomiendan calentar 300 ml de agua y poner 4 o 5 gramos de té para 2 tazas. Si le agrega limón, facilitará que los antioxidantes sean absorbidos, aunque los puristas prefieren tomarlo sin azúcar, sin limón y, sobre todo, sin leche.

El té se debe guardar en un lugar alejado de la humedad, del calor y de otros alimentos que puedan contaminar su aroma y sabor.

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