El misterio de elche y el doctor caro

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EL MISTERIO DE ELCHE Y EL DOCTOR CARO (Diego García Castaño, Catedrático de Matemáticas) Para situar con propiedad a nuestro personaje, o sea, al doctor Caro, haremos un breve introito diciéndoles que aunque no se sabe exactamente el año en que nació, nosotros con la confianza que nos proporciona la Matemática y teniendo en cuenta que se casó y murió, respectivamente en los años 1604 y 1666, la baja esperanza de vida de la época y el intervalo mínimo prudencial de la edad para casarse, intuimos y predecimos que debió nacer en la década de los ochenta del siglo XVI. Nicolás Caro Martí, que es como se llamaba el doctor Caro, se casó con Isabel Malla en 1604, como ya hemos dicho, y enviudó en 1623, ha pasado a la historia como, doctor Caro, porque lo era en Teología desde después de ordenarse sacerdote, a raíz de la muerte, en 1640, de su hijo Nicolás, casado con Jerónima Malla y padre de Isabel, de la nieta del doctor Caro que heredó, en 1666, el vínculo que éste instituyó en 1661. Ahora pondremos de manifiesto algo que suele pasar siempre que se saca a colación la vida y hechos del doctor Caro, como estamos haciendo en estos momentos, y es, que no se puede dejar de pensar que fue en el siglo XIII, concretamente en el año 1265, cuando Jaime I conquistó Elche, pactando previamente con los árabes para sin derramamiento de sangre poder entrar, como así lo hizo, con toda normalidad a la villa de Elche por la Calahorra, rodeado de nobles caballeros, aragoneses, catalanes y navarros, entre los cuales había un miembro de la distinguida familia de los Caro que fue el que prolongó en nuestra ciudad su honorable estirpe foránea. Este Caro fue recompensado por Jaime I, como pasó con otros muchos, con tierras y una vivienda de las que dejaron libres los árabes en el casco antiguo amurallado de la ciudad, al ser obligados a marchar al arrabal, al


caserío o Universidad de San Juan, donde edificaron su mezquita y llegaron a tener más de 500 viviendas. Así pues, el doctor Caro, con antepasados seculares en los dominios del rey Jaime I y en Elche, fue uno de los personajes más relevantes de nuestra ciudad en el siglo XVII, llegando a tener una gran fortuna: casas, huertos de palmeras, como los del Colomer y el Real que abarcaban casi la totalidad del actual Parque Municipal, el huerto del hoy día Colegio Público Ferrández Cruz, olivares en la zona de Candalix, y distintas tierras de labranza en zonas colindantes a las citadas propiedades, además de hilos de agua de la Acequia Mayor. La verdad es que fue mucho lo que tuvieron que agradecerle los cristianos al entusiasmo mariano de Jaime I y de los Caballeros que con él vinieron, por el vuelco religioso radical, de arriba abajo, que se produjo afectando profundamente a la forma de vivir de los ilicitanos, pues nada más llegar la mezquita que había al lado de la Calahorra, en el lugar donde hoy día está la Basílica, la convirtieron en un templo cristiano dedicado a la Virgen María bajo la advocación asuncionista. Por el fervor hacia el Misteri d’Elx de los Caro y, de forma muy especial, del doctor Caro, como miembro destacado que fue de la Cofradía de la Virgen de la Asunción, que era la encargada de todo lo relativo al Misterio de Elche, recordaremos que documentalmente hablando hasta el siglo XVII no aparecieron rastros, o vestigio alguno, sobre el Misteri porque algo así, como una espesa niebla, impedía saber a ciencia cierta, cosas tan importantes como eran, por ejemplo, la fecha de la primera representación del Misterio de Elche, por lo que no es extraño, que unos la situaran en el año 1266, o sea, un año después de que Jaime I conquistara nuestra ciudad, mientras la tradición popular contemplaba su nacimiento, siglo y pico después, en el año 1370, o sea, en el año de la Venida de la Virgen a Elche portando la Consueta, o sea, el libro del Misteri d’Elx, y otros afirmaban que se produjo, otro siglo y pico después, a finales del siglo XV o principios del XVI, al intuir que


algunos versículos en boca de Santo Tomás en la representación del Misteri d’Elx escondían referencias sobre el descubrimiento de América. Ahora bien, lo que sí nos es dado afirmar con rotundidad es que en el siglo XVII, se disipó la espesa niebla que no dejaba ver el discurrir del Misteri pues, en 1623, nos encontramos en el testamento de Isabel Caro pasajes en los que ésta relata que tenía en su oratorio o capilla privada a la imagen de la Virgen de la Asunción y que, cada 14 de Agosto, el clero se la llevaba en procesión a la iglesia de Santa María donde al día siguiente se celebraba con toda suerte de pompa y boato “la gran fiesta” asuncionista de Elche. Por otra parte, este testamento testifica la voluntad, de Isabel Caro, de dejar, al morir, dicha imagen en una casa de su propiedad de la calle Mayor, ubicada en el lugar que ocupa hoy día la ermita de San Sebastián, a modo de beatario de franciscanas para que la custodiaran y se ocuparan de los ornamentos, vestimentas y cuidados a la imagen. De aquellos tiempos, tenemos también otros testimonios sobre el Misteri, uno de ellos es la trascripción de la Consueta, que le pidió Honorato Martí de Monssi, del Santo Oficio de Murcia, a su sobrino Gaspar Soler de Cornellá, el año 1625, y que éste ilicitano le envió, para que fuera revisada e inspeccionada por la Inquisición, de la que dio fe, nada más iniciarse el siglo XX, Teodoro Llorente, en su obra “Valencia. Sus monumentos y artes”. La reproducción más antigua de la Consueta que se conserva hoy día es, sin embargo, la del año 1709 que custodia el Archivo Histórico Municipal de Elche. Otro testimonio de la época nos lo brinda la penuria económica del Misterio de Elche que hizo, en 1632, que algunos nobles, animados porque el Papa Urbano VIII, atendiendo los deseos mostrados por los ilicitanos, concediera vía libre para la representación del Misterio de Elche, se movilizaran para recaudar fondos hasta que se encontraran fuentes de financiación más estables como fueron, al pasar los años, las que proporcionaron l'arrova de l'oli o el Concejo.


Con todo esto, sumidos de lleno en esa parafernalia y explosión de cultura y fe que es el Misteri d'Elx, hoy día, bajo el manto de la Humanidad, que lo protege, como Patrimonio Oral e Inmaterial que es, nuestras últimas referencias sobre la Festa d'Elx, no pueden ser otras que la de la originalidad, no exenta de una suprema calidad artística, que le confieren a la misma las prodigiosas voces de los apóstoles, ángel y demás actores, de la gente llana del pueblo que los encarna desinteresada y fervorosamente y la espectacularidad que le confieren los aparatos y la Granada, al subir y bajar desde el Cadafal al cielo y viceversa y, sobre todo, el apasionado embeleso religioso, a modo de éxtasis teresiano, de los ilicitanos que la sustentan, en el momento cumbre de la Coronación de la Patrona de Elche, con el revolotear del frágil “oripel” por todo el recinto eclesial de la Basílica. Por otro lado, no debemos pasar por alto, esa grave enfermedad contagiosa, esa epidemia de peste, que convulsionó a los habitantes de Elche en 1648, porque la verdad es que la devoción de los ilicitanos hacia la Virgen de la Asunción alcanzó cotas nunca vistas con anterioridad en nuestra ciudad, con cultos especiales, rezos y sacando con periodicidad, de una vez por semana, la imagen de la Virgen en procesión. El hospital, por ejemplo, no dio abasto, y se habilitó, como tal,

el

convento

de

los

frailes.

Murieron

casi

un

millardepersonas. El esfuerzo económico realizado, para atajar la epidemia, dejó exhaustas las arcas municipales, por lo que no hubo más remedio que privatizar el esparto de las sierras del municipio, el pastoreo en los saladares y todo lo que pudiera paliar dicha situación, como era el caso de los préstamos de particulares, entre los cuales hubo uno de 3000 libras del Dr. Caro, del que por cierto aún hoy día recibe rentas la Virgen de la Asunción. A partir de entonces, la Virgen de la Asunción, fue entronizada en el Camerín del altar mayor de Santa María, abandonando su hábitat de la ermita de San Sebastián.


Fue en 1661, como ya hemos comentado, cuando el doctor Caro aunó todas sus propiedades, incluso las de aquellas 3.000 libras que prestó al ayuntamiento, como si de una única finca se tratara y fundó un vínculo, con la prohibición expresa de enajenarlo, para que disfrutara de sus rentas, al morir él, su nieta Isabel Caro que podría transmitirlo a sus descendientes. En el caso de que estos no existieran o pertenecieran a una orden religiosa, las rentas que se sacaran del mismo deberían repartirse, a partes iguales, entre su nuera Jerónima Malla, su sobrino Diego Estaña, que contrajo matrimonio con Isabel Caro, y su biznieta Francisca Estaña. Una vez muertos estos tres beneficiarios del vínculo, éste debía pasar, según voluntad expresa del Dr. Caro, a Nuestra Señora la Virgen de la Asunción, o sea, a la Patrona de Elche. En 1665 a Felipe IV le sucedió su hijo Carlos II. Un año después murió el Dr. Caro y su nieta Isabel recibió el vínculo. Al morir ésta, en 1697, tras casarse tres veces y tener solo una hija, Francisca, fruto de su primer matrimonio con Diego Estaña, que con el tiempo profesó como monja en el convento de Benigamin y habiendo fallecido los otros dos beneficiarios del vínculo, se entabló un largo proceso judicial por el vínculo del doctor Caro entre el clero de Santa María, que defendía los derechos que sobre el mismo tenía la Virgen de la Asunción, y el tercer esposo de la difunta, Antonio Soler de Cornellá Malla, que esgrimía el derecho que le asistía al considerar que dicho vínculo formaba parte de la dote que su esposa aportó al matrimonio. Antonio Soler de Cornellá, al serle favorable la sentencia, en 1699, se hizo cargo del Vínculo del doctor Caro, aunque poco más pudo disfrutarlo a partir de entonces porque, en julio de 1706, en plena Guerra de Sucesión, invadieron Elche

los ejércitos del Archiduque

Carlos de Austria a los que él se adhirió con prontitud de forma activa, por lo que cuando a los tres meses se presentaron en nuestra ciudad las tropas borbónicas, al mando de Berwick, fue encarcelado en Murcia, donde murió un año después.


Por eso, a partir de 1707, quedó como heredera universal del Vínculo del doctor Caro la Virgen, Nuestra Señora de la Asunción, aunque no fuera hasta 1710, cuando la Real Audiencia de Valencia autorizara que

las rentas que proporcionaba este vínculo podían

dedicarse, como constaba en el testamento, a costear los adornos de la Capilla de la Virgen, a colaborar en los gastos de los actos, conmemoraciones o festividades relacionadas con la Mare de Déu de l’Assumpció y a misas perpetuas por el alma del Dr. Caro, aunque eso no fue óbice para que se destinaran 800 libras del mismo para la Capilla de la comunión de Santa María o para otros menesteres no contemplados en el susodicho testamento. Nos sorprende, y mucho, que habiendo transcurrido ya más de tres siglos desde su muerte, aún podamos leer, en un panel situado en la sacristía de la Basílica de Santa María de Elche, a la entrada misma de la antigua capilla de San Pedro, una relación de las fechas y festividades en las que se celebrarán misas, por el alma del Dr. Caro. La colaboración económica, hoy día, del "vínculo" a los gastos de actos, conmemoraciones o festividades relacionadas con la Virgen de la Asunción resulta poco significativa porque el Ayuntamiento como arrendatario, desde 1940, del huerto del Parque Municipal, paga anualmente sólo una cantidad simbólica debido al enorme desembolso que le supone su mantenimiento. En estos momentos, entre las propiedades del "vínculo", encontramos una casa, la del Centro de Catequesis del Dr. Nicolás Caro en la calle Mayor, y desde hace algún tiempo la Fundación Dr. Caro, constituida con "propiedades" de la Virgen, o sea, del "vínculo" del Dr. Caro, de la que prácticamente ningún ilicitano tiene conocimiento de su existencia y mucho menos, por lo tanto, sobre su actividad o funcionamiento.


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