DIEGO GARCÍA CASTAÑO
JORGE JUAN y la LÍNEA ROJA TRANSOCEÁNICA
IN MEMORIAM DEL TRICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOR
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Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica. © Diego García Castaño ISBN:Depósito legal: A-204-13
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A Maru, mi esposa: Si el Lucero del Alba es rumboso, porque hasta el Sol le cede el paso, ¿Cómo no voy a estar yo orgulloso contando con tu amor hasta mi ocaso?
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PORTADA: El galeón Santísima Trinidad, 1769-1805, construido según normas de Jorge Juan. Todas las fotografías de naves que aparecen en el libro son del mismo galeón.
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No temáis tanto mal ni tan vergonzoso fin para nuestra España; ella ha sabido siempre, en los supremos momentos, alzarse desde la mayor postración a las mayores glorias, y sabrá ganar el tiempo perdido, conquistando bien pronto honroso puesto entre las naciones de Europa, mientras llega el día, y llegará, en que la patria de Murillo, de Cervantes, de Luis Vives, de Omerique y de D. Jorge Juan dé al mundo “rivales” de Newton y Descartes, y nuevos lauros a nuestra gloriosa historia. José Echegaray
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ÍNDICE
Prólogo……………………………………………………………………………….13 Introducción……………………..……………………….......................... …23 Capítulo I OCÉANO ATLÁNTICO, EXPANSIÓN IBÉRICA……………………………..29 Capítulo II EL RÍO DE LA PLATA: ATASCO HACIA EL PACÍFICO………………….…53 Capítulo III SANCTI SPIRITUS: KILÓMETRO CERO DE LA ARGENTINA……………83 Capítulo IV OCÉANO ÍNDICO: LA ISLA DIEGO GARCÍA…………………………......107 Capítulo V DETERMINACIÓN DE LA LÍNEA ROJA TRANSOCEÁNICA…….……...129 Capítulo VI TESIS DOCTORAL DE JORGE JUAN SANTACILIA………………….…..153 TESIS DOCTORAL DE JORGE JUAN EN DIAPOSITIVAS……………...170 Bibliografía………………………………………………………..……………….183
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DIEGO GARCÍA CASTAÑO
JORGE JUAN y la LÍNEA ROJA TRANSOCEÁNICA
El paje, del Gran Maestre de la Orden de Malta, Antonio Manuel Villena, que hay a la derecha es Jorge Juan. Al nacer Jorge Juan, el día 5 de enero de 1713, “LUCES DE CIENCIA SE VIERON CERCA DEL VINALOPÓ”.
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PRÓLOGO
Jorge Juan y Santacilia (Novelda, 5 de enero de 1713; Madrid, 21 de junio de 1773), en mi consideración, ya señalada en algunas ocasiones anteriores, reúne en su ‘biografía abstracta’ un conjunto de notas caracterizadoras de su vida y de su obra, en su paso por el siglo XVIII pero con una mirada desde la actualidad, que pueden resumirse en las siguientes sintéticas expresiones. Primero. Jorge Juan representa simultáneamente –con lenguaje metafórico- el orto y el cenit de la Ilustración española. Orto, amanecer, inicio, primicia, principio porque hasta él los usualmente considerados como ‘primeros ilustrados de alto prestigio’ – ejemplos: Feijoo, Mayans, Sarmiento- estaban anclados, en lo que respecta a lo primordial –concepción del Universo- a la visión 13
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica cosmológica prenewtoniana –digámoslo sólo así-. Hicieron mucho por la cultura y la inteligencia en aquella España, ¡qué duda cabe!, pero no los pongamos a tanta altura. Los que hemos sido científicos profesionales debemos dejar claro el culmen de las ideas. Y si además sabemos algo de historia de la filosofía española y hemos leído, como corresponde, la obra
de
Ortega,
éste,
en
su
Misión
de
la
Universidad,
deja
meridianamente claro que la responsabilidad del culto, del intelectual, del universitario comienza por disponer de la visión que la física de su tiempo ofrece del mundo. Y en 1748 hacía más de dos siglos que el canónigo Nicolás Copérnico había considerado (De revolutionibus orbium coelestium, 1543) un Universo heliocéntrico y geodinámico frente a la tradición aristotélico-ptolemaica-escolástica de Universo geocéntrico y geoestático; unos 150 años de la muerte en la hoguera de la Inquisición romana de Giordano Bruno (17 de febrero de 1600); y más de un siglo del primer proceso a Galileo y censura de la teoría copernicana (1616) y del segundo proceso y condena (1633) a Galileo. Jorge Juan, en su alegato, escrito en los inicios de la década de 1770, próximo ya a su muerte, y publicado en los instantes finales de su vida, en un breve texto con el título de Estado de la Astronomía en Europa, exhibe con profundo pesar la situación de España, el radical fracaso de la Ilustración española, texto harto significativo para la comprensión de la realidad socio-cultural española de la época, y que por tanto, aunque sea con una selección de párrafos algo extensa, deben reproducirse, lo que se hace con escritura actual: Newton sacó la Física, la Mecánica, la Astronomía y la Filosofía de las tinieblas. Este cúmulo de acertadas predicciones, y demostraciones geométricas (sin otras que se omiten) clama y excluye todo argumento
aparente,
toda
pasión
escolástica,
y
toda
infundada autoridad. Ya no basta decir que puede girar este o el otro cuerpo: es preciso que corresponda a las leyes generales que la Teórica demostrada, y la Observación dictan. 14
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Querer establecer fija a la Tierra, es lo mismo que querer derribar todos los principios de la Mecánica, de la Física, y aun toda la Astronomía, sin dejar auxilio ni fuerzas en lo humano para poder satisfacer. Estas reflexiones se han hecho ya en casi toda la Europa: no hay Reino que no sea Newtoniano, y por consiguiente Copernicano, mas no por eso pretenden ofender (ni aun por la imaginación) a las Sagradas Letras, que tanto debemos venerar. El sentido en que éstas [las Sagradas Escrituras] hablaron es clarísimo, y que no quisieron enseñar la Astronomía, sino darse solamente a entender en el Pueblo. Hasta los mismos que sentenciaron a Galileo [parece obvio, con un siglo largo de distancia, que se refiere colectiva y prioritariamente a los jesuitas] se reconocen hoy arrepentidos de haberlo hecho, y nada lo acredita tanto como la conducta de la misma Italia: por toda ella se enseña públicamente el sistema Copernicano y Newtoniano: no hay Religioso que no lo dé a la prensa: los PP. Lesieur, Jacquier y Boscowich, y aún la Academia de Bolonia no aspiran a otra cosa. ¿Puede haber prueba más evidente de que ya no cabe en ellos ni aun la sola sospecha de herejía, que fue la condenada, y que, lejos de ella, abrazan el Sistema como único? ¿Será decente con esto obligar a nuestra Nación a que, después de explicar los Sistemas y la Filosofía Newtoniana, haya de añadir a cada fenómeno que dependa del movimiento de la Tierra: pero no se crea éste, que es contra las Sagradas Letras? ¿No será ultrajar éstas el pretender que se opongan a las
más
delicadas
demostraciones
de
Geometría
y
de
Mecánica? ¿Podrá ningún Católico sabio entender esto sin escandalizarse? Y cuando no hubiera en el Reino luces 15
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica suficientes para comprenderlo ¿dejaría de hacerse risible una Nación que tanta ceguedad mantiene? No es posible que su Soberano, lleno de amor y de sabiduría, tal consienta: es preciso que vuelva por el honor de sus Vasallos; y absolutamente necesario, que se puedan explicar los Sistemas, sin la precisión de haberlos de refutar: pues no habiendo duda en lo expuesto, tampoco debe haberla en permitir que la Ciencia se escriba sin semejantes sujeciones>>. Cénit, cumbre, figura, porque la Ilustración sin la ciencia no es ilustración por muy ilustrada que se la pretenda. La cultura de la segunda mitad del siglo XVIII es cultura científica o no es cultura, es decir, ya que no cultura, puede considerarse, por ejemplo, ‘política’, ámbito al que pertenecen los considerados, por otros, de manera tenaz y colectiva, “ilustrados”. Y prácticamente escondido y aislado del mundo vive un –uno, sólo uno- científico (atención, físico-matemático) metido a filósofo, Enmanuel Kant. Pero la Ilustración la hacen los Newton, Leibniz, Euler, Juan y Daniel Bernoulli, Linneo, Lavoisier, y demás científicos, y con ellos nuestros Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Fausto y Juan José Elhuyar, José Celestino Mutis, y pocos más. Y desde la cumbre Juan recrea ilustración en los que pueden considerarse colaboradores y discípulos suyos directos o indirectos: Ulloa, Mutis, Tofiño, Bails y Císcar. Segundo. Jorge Juan es la máxima figura de la ciencia española de la Modernidad. Lo decimos así, sólo así, en la consideración, también orteguiana, del mundo de la física clásica o moderna, que “tiembla bajo nuestros pies”, dice él, se derrumba bajo los inicios de la cuántica y la relatividad, podemos decir nosotros, con el inicio del siglo XX, inicio de la postmodernidad científica, en la que se expresan las dos figuras máximas de la ciencia española del siglo XX: Santiago Ramón y Cajal y Leonardo
Torres
Quevedo.
Que
esto
fue
así,
lo
había
dejado
absolutamente claro José de Echegaray, en su discurso de ingreso en la 16
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Real Academia de Ciencias, allá por el año 1866, en su lamento sobre la ausencia de españoles en la historia de la Matemática, dice: […] yo sé que la célebre obra titulada Examen marítimo teórico práctico, obra verdaderamente clásica, ha sido única en Europa por muchos años, y ha recibido el honor de ser traducida y comentada en varias lenguas. Yo pronuncio con orgullo, con legítimo orgullo, el nombre de Don Jorge Juan, y admiro, en fin, esta magnífica figura […] Tercero. Sus obras se difundieron por Europa y América, como se ha indicado, en diversas traducciones y ediciones. ¡Cómo no recordar aquí, al menos, los títulos de los más famosos de sus libros: Observaciones astronómicas y físicas, la Relación histórica y la por él considerada su ‘grande obra’, ya referida, el Examen marítimo teórico y práctico! *** Pues bien, el orto y cénit de la Ilustración española, la máxima figura reconocida con generalidad de la ciencia española de la Modernidad científica y cuyas obras se difundieron por Europa y América nació en Novelda (Alicante) el 5 de enero de 1713. Anécdota, aunque fuera de suma importancia para su biografía, y lo sea para su recuerdo. Pero conviene destacar, en estos momentos de miradas umbilicales geográfico-políticas, que, sobre todo y ante todo, nació español, y como tal vivió y murió. Y siendo español vivió y trabajó en las dos ciudades más representativas de la España de su tiempo: Cádiz (y desde aquí los mares Mediterráneo y Atlántico, y la América española) y Madrid. El Cádiz de mediados del siglo XVIII, y con él la España de la época, no se entienden sin Jorge Juan, que se identifica con aquel Cádiz en correspondencia biunívoca, lo que consideramos el “decenio intelectualmente prodigioso de Cádiz”, Cádiz que hizo él y Cádiz donde él se hizo, 1748-1758, en el que confluyen, con otros, Juan, Ulloa,
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Godin, Virgili, Porcell, Mutis y Tofiño, con Jorge Juan como centro de atracción y de difusión. Y nos encontramos en el año 2013, en una España en crisis financiera,
económica,
política,
institucional,
pero
también
de
desilusión, desánimo, frialdad de valores espirituales y de creciente vacío cultural. Hace trescientos años que nació Jorge Juan. Y, recurriendo
de
nuevo
a
Ortega,
su
vida
y
su
obra
merecen
“conmemoración” que es “recuerdo del pasado sí, pero sobre todo, presentización del pasado con vistas al futuro”. Por tanto, recordémoslo en este año 2013. Bien lo merece. Y hagámoslo en toda España, y desde esta perspectiva del ‘toda España’ también ¡claro está!, ¡cómo no!, en Novelda, en Cádiz y en Madrid. Y desde Novelda, en la perspectiva autonómica de la España actual también en Alicante y Valencia. Por mi parte he contribuido modestamente a esta conmemoración tricentenarial con su recuerdo en dos eventos congresuales de carácter histórico: a) en la 5th International Conference of the European Society for the History of Science, celebrada en Atenas el pasado mes de noviembre de 2012, a modo de prólogo del Tricentenario, con la comunicación “Jorge Juan and the institutionalisation of Mathematics in Spain along 18th Century”; y b) en el Congreso bienal de la Real Sociedad Matemática Española en Santiago de Compostela, el pasado mes de enero de 2013, ya en el umbral de la celebración, con la comunicación
“En
el
tricentenario
de
Jorge
Juan:
el
lenguaje
matemático de los Principia de Newton”; ambas en colaboración con el profesor Francisco A. González Redondo. A comienzos de año recibo del profesor Diego García Castaño, según él la solicitud de un Prólogo para su nuevo libro, según yo, el honor de presentar su obra conmemorativa. Y lo hago como un regalo que se me ofrece, como un nuevo motivo de encuentro entre miembros de la familia juánica en unos momentos de necesaria unidad en el recuerdo común colectivo ante la crisis galopante del último decenio de la renacida Asamblea Amistosa Literaria. Gracias, 18
profesor Diego
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica García Castaño, por este nuevo trabajo que nos ofreces, gracias por colaborar en la conmemoración con este recuerdo. Se abre contigo otra ventana de luz cultural bajo la efigie del marino Jorge Juan. Y dediquemos unas palabras de reconocimiento al autor y de bienvenida a la nueva obra. *** El autor, Diego García Castaño, que nos concede el honor de la presentación de su obra, es Licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid, fue profesor de Cálculo y Geometría Analítica para el Ingreso en la E.T.S. de Ingenieros Industriales de Madrid, en la prestigiosa ‘Academia Peñalver’, y consagró su vida profesional docente como Catedrático de Matemáticas de Bachillerato, siendo director del Instituto de Caravaca de la Cruz, y escribiendo dos libros sobre Matemáticas de Preuniversitario. El personaje Jorge Juan le ha fascinado especialmente y a él ha dedicado
directamente
Biografía
y
Matemática
de
Jorge
Juan,
Trascendencia Científica de Jorge Juan Santacilia e indirectamente lo ha tenido presente en su libro Las Rutas de los Mercaderes y el Alborear de la Matemática. Conocedor, pues, de la riqueza de la vida y de las múltiples tareas científicas e ingenieriles del marino noveldense ha querido unir su nombre a la efeméride tricentenarial del nacimiento del más egregio de los españoles ilustrados mediante esta nueva obra Jorge Juan y la línea roja transoceánica que transfiere precisamente a la citada conmemoración mediante el subtítulo “In memoriam del tricentenario del nacimiento de Jorge Juan”. Por mi parte, me es grato añadir que, dada la naturaleza de su libro, también ‘sirve’ para la conmemoración del Quinto Centenario del descubrimiento del Océano Pacífico, en el recuerdo de tan grande acontecimiento de 1513, en gesta española personificada en Vasco Núñez de Balboa, océano objeto de referencia importante en la nueva obra dado que la ‘línea roja’ meridiana es una circunferencia completa por los polos. Y en su compromiso afectivo con Jorge Juan y efectivo con la conmemoración 19
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica presente ha iniciado una importante tarea de difusión de aspectos de su vida mediante artículos de prensa. *** Unas palabras sobre el contenido del libro que prologamos, Jorge Juan y la línea roja transoceánica de Diego García Castaño. El protagonista de la obra es poliédrico, está integrado por un conjunto de personas y de circunstancias, de distintos momentos históricos, de diferentes naturalezas, de diversas perspectivas. Así, es España, es la línea roja, es nuestro Imperio colonial, es América, es también de manera relevante “su” homónimo Diego García, -por tanto, no Castaño, sino quizás ‘portugués’ aunque se le considere como ‘de Moguer’-, y, eso sí, con un trasfondo de Jorge Juan que transparece cuando se presenta la oportunidad, y de manera concreta y expresa en el ‘tratado’, en este sí, de la ‘tesis doctoral en Matemáticas de Jorge Juan Santacilia’, sobre la “Figura de la Tierra. Matemática de Jorge Juan”, construida por Diego García Castaño. El estilo sencillo, ameno, atractivo, prioritaria y propiamente histórico, narrativo de aconteceres, que se desarrolla no sólo entre los tratados de Alcaçobas y Madrid sino que se presenta hasta nuestros días en el recuerdo de su homónimo Diego García en la consideración de la isla que lleva su nombre “Diego García”, de su breve historia con sus especiales problemas. Desea que el entendimiento sea provechoso y útil y presenta el texto con la “intención didáctica” que caracteriza a los profesores. Así, el lenguaje está dirigido a la “cultura popular”, sí, sin duda, pero no puede obviar, como es lógico y se agradece, su naturaleza profesional de matemático. Recuerdo
mis
obras
sobre
topografía,
astronomía
y,
conjuntamente ambas disciplinas, geodesia, todo aprendido por Juan durante la expedición geodésica al Ecuador. De ésta he tenido la oportunidad de hablar en Cádiz, en Madrid, en Ferrol y en Gandía. Y directamente en la Universidad de Jaén sobre el tema concreto de los 20
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica orígenes de la Cartografía en España, con la obra pionera y trascendental de Jorge Juan, en el marco de un solemne acto de entrega del Premio Internacional Francisco Coello. Esto me permite hacer un modesto juicio de valor sobre la obra de Diego García Castaño: Historia y Geodesia, aunque más cerca de la historia que de la geodesia, precisamente por el objetivo perseguido con el lenguaje empleado para su mayor difusión. La línea roja del meridiano transoceánico constituyó uno de los grandes problemas pendientes a todo lo largo de la Edad Moderna, problema al que se le dieron diferentes respuestas pero del que nunca se encontró la solución, y con el que convivieron, en acuerdos y desacuerdos, portugueses y españoles sin un definitivo interés. Sea bienvenida esta nueva obra del profesor Diego García Castaño en este año del Tricentenario del nacimiento del grande matemático de nuestra historia, prestigioso ingeniero, loado marino y cumbre de la ilustración española.
Francisco González de Posada Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Ldo. Filosofía y Letras. Ldo. Ciencias Físicas Catedrático de Fundamentos Físicos. Universidad Politécnica de Madrid Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
INTRODUCCIÓN
En este libro intentamos en una primera aproximación recordar, divulgar y resaltar, sin academicismos opacos para el lector, el trabajo científico que realizó Jorge Juan, en su libro “Disertación Histórica y Geográfica sobre el Meridiano de Demarcación entre los Dominios de España y Portugal”, que “enmarcamos” en el Capítulo V y, remarcar en el Capítulo VI, como ya hemos hecho en alguno de nuestros libros, por la trascendencia científica que tiene, lo que nosotros hemos dado en llamar Tesis Doctoral de Jorge Juan. Para alcanzar el primer objetivo encuadramos en los cuatro primeros capítulos el entorno histórico que justifica el trabajo científico que realizó Jorge Juan, y que relatamos en el Capítulo V, sobre el Meridiano de Demarcación entre los Dominios de España y Portugal consensuado en 1494 por los dos países ibéricos en el Tratado de Tordesillas. 23
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Este esbozo de cultura popular, sin pretensiones históricas que rebasen la fidelidad del relato histórico que exponemos, pretende simplemente recrear el ánimo del lector con un clímax de entendimiento provechoso y útil. En cuanto al segundo objetivo, en el Capítulo VI, intentamos implicar al lector en la Tesis Doctoral de Jorge Juan, o sea, en las investigaciones que hizo Jorge Juan sobre la forma de la Tierra y que detalló en su obra “Observaciones Astronómicas”, porque pensamos que reflejan de forma clara y nítida la originalidad de los procesos mentales y la singularidad del saber matemático de Jorge Juan, que no en balde fue entronizado por la Academia de Ciencias de París como uno de los más grandes Geómetras españoles del siglo XVIII, por interpretar, como ningún español de su época, las “cosas” del mar, la realidad que le rodeó toda su vida. Por otro lado, lo que nos anima a reponer en este libro la Tesis Doctoral de Jorge Juan, es el de poder explicitar el agradecimiento por la buena acogida de la misma por parte de expertos jorgejuanistas como José Luis Gómez Urdáñez, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de la Rioja que, el año 2002, en la pág. 116 del nº 51 de la Revista Canalobre de la Diputación Provincial de Alicante, en un amplio artículo intitulado El iIustrado Jorge Juan, Espía y Diplomático, págs. 106-127, dijo textualmente que “…También conocemos con detalle el problema matemático y su solución, en lo que ha reparado con bastante intención didáctica Diego García Castaño, aclarando de una vez a los profanos lo que era tan difícil de seguir en los textos de Jorge Juan, nada menos que la comprobación de que el gran Newton llevaba razón cuando de sus teorías se concluía que la tierra era una esfera, sí, pero achatada por los polos…” Bajando al detalle diremos que en el Capítulo I relatamos que el Tratado de Tordesillas obligaba a los portugueses a extender sus dominios por la parte oriental de la Línea Roja del Meridiano de Tordesillas, al igual que los españoles deberían hacerlo por la 24
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica occidental. De este modo, al tratarse de espacios disjuntos, lógicamente, se evitaban los solapamientos en las conquistas que realizaban ambos países
ibéricos
por
el
Océano
Atlántico
y,
por
lo
tanto,
las
desavenencias y confrontaciones entre sus flotas. Recordamos que los primeros europeos en contactar con las costas africanas fueron los mallorquines y los portugueses. Nos referimos a Enrique el Navegante como adalid de la navegación portuguesa, a Sagres como
templo “sagrado” de la ciencia naval
portuguesa de entonces, a las muchas anotaciones que Cristóbal Colón puso en los márgenes en blanco de las obras, El Libro de las Maravillas de Marco Polo y la de la Historia rerum ubique gestarum del Cardenal Pierre D’Ailly, o sea, del que más tarde se convertiría en el Papa Pío II y al planeta Tierra que Colón llevaba en su mente, mucho más pequeño que el que pisamos. Incidimos en los muchos rechazos que cosecharon las propuestas de Colón de ir a las Indias Orientales por el oeste. Hacemos referencia a cómo en 1492, superado el maleficio después de siete años de calvario, Colón firmó las Capitulaciones de Santa Fe y salió al fin hacia América desde el cabo de Palos, el 3 de agosto de dicho año, así como a los otros tres viajes que realizó Colón a América hasta que el 15 de septiembre de 1504, finalizada su cuarta estancia en el Mundus Novus que descubrió, navegó desde Santo Domingo con rumbo a España. En los Capítulos II y III, narramos algunos de los principales acontecimientos acaecidos en la primera mitad del siglo XVI por el Rio de la Plata, porque la verdad es que en dicho siglo este río se puso de moda pues por allí pasaron o se detuvieron, sin saber en qué lado de la Línea Roja de Tordesillas se encontraban, navegantes, desde 1513 a 1541, como Joao de Lisboa, Cristóbal de Haro y Nuno Manuel, Juan Díaz de Solís, Magallanes y Elcano, Rodrigo de Acuña y Cristóbal Jacques, Jofre García de Loaysa, Sebastián Gaboto, Pedro de Mendoza, como primer Adelantado del Río de la Plata, el mismo Salazar que fundó 25
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Asunción, y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, segundo Adelantado del Río de Plata. Diego García de Moguer fue uno de los que más frecuentaron el Río de la Plata, primero acompañando como Maestre a Juan Díaz de Solís, después navegando con Magallanes y Elcano, más tarde al mando de su propia flota, en otra capitaneando un barco de la expedición de Pedro de Mendoza y para los que lo consideraron descubridor del Río de la Plata, estuvo además por allí en el año 1512 al mando de su nave y, como incógnito en el año 1531, según Martín Alfonso de Souza. De ahí su reputación de experto y ducho marino que permaneció activo por esos procelosos mares casi cincuenta años, hasta cumplir setenta años de edad que fue cuando murió en los mares de Madagascar, después de descubrir el Archipiélago de Chagos, en el que la mayor de sus islas lleva su nombre. Por la importancia que le confiere a la isla Diego García ser en la actualidad la mayor base norteamericana en el extranjero, le dedicamos todo el Capítulo IV. Exponemos
también
cómo,
con
el
paso
del
tiempo,
las
confrontaciones entre Portugal y España afloraron por el Pacífico, concretamente en las Islas de las Especias, o sea en las Islas Malucas o Molucas de las Indias Orientales, porque los portugueses al arribar a ellas antes que los españoles pensaron que éstos infringían el Tratado de Tordesillas cuando se aposentaron en Tidore por lo que, para apaciguar los alterados ánimos de los conquistadores ibéricos tuvo que celebrarse, en 1529, el Tratado de Zaragoza, ya que a pesar de que el monarca español había vendido a los portugueses los derechos que, supuestamente, le correspondían sobre las Islas de la Especias, sin embargo, las confrontaciones entre las flotas de ambos países seguían produciéndose. Relatamos también que en este Tratado de Zaragoza, para delimitar sin ambigüedad los futuros dominios de ambos países y ser equitativos en el reparto, se acordó prolongar por los polos
la Línea
Roja del Meridiano de Tordesillas completando así la que llamamos 26
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Línea Roja Transoceánica, como unión del Meridiano de Tordesillas con su antimeridiano. No obstante, la dificultad que existía en aquellos tiempos para calcular la longitud geográfica de un punto de la Tierra hizo que convinieran sin medida alguna, para ser operativos y no desbaratar lo acordado en la comentada venta del monarca español de sus supuestos derechos a las Islas de las Especias, que la Línea Roja Transoceánica pasaba a 297,5 leguas al este de las Islas de las Especias. Con este acuerdo, la Línea Roja Transoceánica que le daba la vuelta a la Tierra y dividía a ésta en dos hemisferios, prohibía a los españoles de modo taxativo realizar la expansión de sus dominios por el hemisferio que contenía a las Islas de Cabo Verde, y por lo convenido sobre esas 297,5 leguas también a las Islas de las Especias. Del mismo modo los portugueses no podían expandir sus dominios en el resto del planeta. Por eso, Jorge Juan, en el siglo XVIII, aprovechando que estaba en el Virreinato del Perú con académicos franceses midiendo el grado del meridiano contiguo al Ecuador, y, viendo que el problema de la determinación del Meridiano de “Tordesillas” no estaba aún cerrado, y por lo tanto tampoco el de la posición exacta de la Línea Roja Transoceánica, disponiendo de métodos más exactos de calcular la longitud geográfica, puso todo su empeño en demarcar el Meridiano de Tordesillas, del que dependía toda la Línea Roja Trasoceánica, piénsese que la antípoda de un punto que pertenece al Meridiano de Tordesillas, o sea, por el que pasa la Línea Roja Transoceánica también está en ella. En el Capítulo V, mostramos la forma precisa y rigurosa como resolvió este problema Jorge Juan y cómo dejó al descubierto que los portugueses infringieron con flagrante desparpajo lo acordado en el Tratado de Tordesillas, aunque algunas veces fuese por no saber a ciencia cierta por donde pasaba la Línea Roja Transoceánica, cuestión ésta que pone de manifiesto, aparte del problema que suponía lo del 27
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica cálculo de la longitud geográfica, la negligencia de Portugal y España en este asunto. Sea como fuere, por una u otra razón, en la zona del Río Amazonas, por ejemplo, Portugal se adentró indebidamente por el occidente del Meridiano de “Tordesillas” casi 400 leguas y, en el margen derecho del Río de la Plata, frente a Buenos Aires, en terrenos que le correspondían a España, se mandó construir por Portugal la Colonia de Sacramento. Por otro lado, en el Capítulo VI, entresacamos de entre sus escritos e investigaciones la Tesis Doctoral de Jorge Juan, adjuntando una preparación para exponerla con diapositivas, porque aunque sea cierto que ella exigirá para su total entendimiento una cierta preparación matemática, no lo es menos que los lectores que eviten el seguimiento razonado de la misma, saltándose alguna de las fórmulas que aparecen en ella, podrán captar la finalidad de éstas y el alcance del aparato matemático que Jorge Juan manejó en la misma. Finalmente, agradecerle a Francisco González de Posada, doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, ex-Rector Magnífico de la Universidad de Cantabria, ex-Presidente Nacional de Cáritas Española, …, el docto y académico Prólogo que le ha dado al libro. El autor
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
CAPÍTULO I
OCÉANO ATLÁNTICO, EXPANSIÓN IBÉRICA.
Sin
olvidar
que
los
polinesios
navegaron,
en
tiempos
inmemoriales, hace medio centenar de miles de años, por el Pacífico, que cientos de años después los vikingos frecuentaron sus andaduras por el Atlántico Norte, que los asiáticos, japoneses, australianos, etc. dejaron su huella, a través del estrecho de Bering, en el continente americano, debemos reconocer que en plena Edad Media, los primeros europeos en contactar con las costas africanas, repitiendo quizás lo que hicieron los fenicios y otros navegantes de menor o mayor enjundia, fueron los portugueses y los mallorquines. Ya, en el siglo XIV, habían alcanzado el Cabo Borjador, el “finis mundi” de aquellos tiempos que, situado al sur de las Islas Canarias conquistadas por los españoles, durante todo el siglo XV, marcaba, a lo largo de kilómetros y kilómetros, con el bullir aparente de sus revueltas y salpicadas aguas, la frontera de lo desconocido en ese Mar Tenebroso, como se conocía por aquel entonces al Océano Atlántico, cobijo de los 29
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica monstruos marinos más horripilantes que haber pudiera, habitáculo de extensos y gruesos sargazos, en los que se enmarañaban los barcos sin poder salir de los mismos, enjambre de pavorosas islas imán que desclavaban los barcos, descuartizándolos y convirtiéndolos en un desparramo de tablas flotantes por el mar-océano. Todos estos fantasiosos temores, de animales existentes en las mentes de los navegantes en lugares ignotos, como el basilisco de la India, los hombres con un solo ojo, con la boca y los ojos en el pecho, pertrechan el valor de los mallorquines al adentrarse, avanzado el siglo XIV, por las costas africanas, sin amedrentarse por lo que se contaba del temido, desconocido y enigmático Mar Tenebroso y sus aledaños, como lo refleja, por ejemplo, el portulano de Dulcert realizado en Mallorca en 1339, que da fe de que conocían la costa africana con más amplitud que la que indicaban los portulanos de otros países como, por ejemplo, los de Italia. Hay que tener en cuenta, por otro lado, que rebasado el Cabo de Bojador, como ya hemos dicho, en una extensión impredecible por entonces de costa, el oleaje provocaba un mar de espuma, que sugería a los navegantes que estaba en plena efervescencia, en ebullición, lo cual no solo les impresionaba sino que les hacía retroceder pensando que a partir de allí no habría posibilidad de vida para el hombre. No obstante lo dicho, parece estar bien documentado que a finales del siglo XII hubo genoveses que llegaron a Guinea y que, por ejemplo, Gil Eanes aunque no lo lograra en su primera tentativa, de 1433, un año después, con todos los temores que albergaba en su cuerpo, rehaciéndose de su primer fracaso, se rehabilitó ante Enrique el Navegante. Navegó, escorándose con decisión, hacia el Este y una vez rebasado el cabo Bojador, inhaló el halo de un final feliz, al comprobar que el tramo de aguas tumultuosas finiquitaba y el oleaje volvía a ser el de costumbre. Esta hazaña significó, según algunos, el aldabonazo de salida de los grandes descubrimientos. 30
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Por todo lo dicho, no es extraño que el hecho histórico más sobresaliente, el que engrandeció a los pueblos ibéricos esparciéndolos por todos los confines de nuestro planeta lo patrocinara con tino y maestría,
desde
Portugal,
el
infante
Don
Enrique,
apodado
el
Navegante, que llevó a cabo la más ambiciosa empresa naviera portuguesa de todos los tiempos abriendo con celo, sigilo y secretismo, las rutas marinas hacia la India, costeando África y, en cierto modo, la que llevaría a Cristóbal Colón a descubrir América y es que, los adalides marinos portugueses, de aquellos tiempos, contaron con el refuerzo cartográfico-astronómico de científicos judíos mallorquines, como Abraham y Jehuda Cresques, que sentaron cátedra como cartógrafos en Sagres, es decir, en el templo “sagrado” de la ciencia naval europea de entonces. Y es que todos estos descubrimientos y conquistas, fueron la cuna donde se meció la ciencia naval europea, de la mano de astrónomos como Regiomontano, que fue requerido incluso por la Santa Sede para reformar el Calendario Juliano; de cartógrafos como Toscanelli o de otros muchos, que apabullaron al mundo entero con los grandiosos progresos que ofrecieron a la humanidad con los raquíticos medios de que dispusieron. Así es como el avance del arte de navegar, de la construcción de las naves y de los mapas, hicieron posible la navegación oceánica de altura. Mirando al cielo podían saber en cada instante donde se encontraban, guiándose por los movimientos de los astros, calculando la latitud, bien a mediodía por la altura del Sol o por la noche por la altura
de
la
estrella
Polar.
Aunque
la
longitud
la
calcularan
burdamente, por medio de la velocidad de la embarcación, con los errores que ello comportaba al no ser ésta constante. Por eso hubo que esperar
hasta
los
siglos
XVII
y
XVIII
en
que
se
inventaron,
respectivamente, el telescopio y el cronómetro. A partir de entonces, por ejemplo, Jorge Juan pudo calcular la longitud, geográfica de un punto
31
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica de la Tierra a través de los frecuentes eclipses de los satélites o lunas de Júpiter. Con Enrique el Navegante y después con su sobrino Alfonso V, Portugal subió a lo más alto del podio áureo del navegar europeo. Así lo atestiguan los descubrimientos, que propiciaron sus conquistas, por la vertiente atlántica de África, adentrándose en el Sahara, Senegal y Gambia, descubriendo el año 1445 las islas de Cabo Verde y el Golfo de Guinea. Portugal puso la guinda a todo lo realizado por las costas africanas, al doblar Bartolomé Díaz, en 1486, el cabo de las Tormentas, o sea, el cabo que más tarde se llamaría de Buena Esperanza, y mostrar al mundo entero que África no se prolongaba, como muchos creían, indefinidamente hasta el Polo Sur. ¿Qué duda cabe que lo que hicieron los portugueses, esquilmando prejuicios y supersticiones, sirvió para que la Astronomía y muchas otras Ciencias adquirieran la importancia que les correspondía, y para que muchos navegantes se animaran a probar fortuna
en empresas
que de otra forma nunca se hubieran llevado a cabo? Con toda esta pléyade de descubrimientos, España con Cristóbal Colón al frente, dio el tono épico de abrir las puertas de un Nuevo Mundo llamado América. Rindiendo tributo a Cristóbal Colón, como se merece por la empresa que llevó adelante, recordaremos que era hijo de Domenico Colombo y de Susana Fontanarosa, que nació, según algunos historiadores, el año 1451, en Cugares, o sea, cerca de la ciudad de Génova, aunque muchos aseguren que era catalán, gallego, mallorquín, extremeño, de Venecia o de Córcega, etc. y si proseguimos de no sabemos cuántos sitios más. Lo que sí es cierto es que murió en Valladolid en 1506. Como sus padres eran tejedores, no es extraño que sus primeras ocupaciones tuvieran mucho que ver, como narran los historiadores 32
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica que se han ocupado del personaje, con los negocios que ejerciera en la tierra que le vio nacer, que provocaran visitas navieras a las colonias genovesas del Mar Egeo, tanto por asuntos propios como por encargos de empresas de su ciudad natal. Se sabe que participó en algún que otro conflicto de los que por aquel entonces tuvieron lugar. Fue en 1476 cuando se quedó en Portugal, tras el naufragio del barco en el que navegaba por las costas de dicho país. En Portugal estuvo
varios años como agente de la casa Centurione de Madeira.
Viajó a Inglaterra y, desde Bristol, partió hacia Islandia. Regresó a Portugal y pronto conocería a la que sería su esposa, a Felipa Muñiz de Perestrello, con la que se casó en 1477. Quizás por asuntos relacionados con la familia de su esposa, que era bastante conocida por la gente del mar, y probablemente por tener que atender las propiedades que su mujer tenía en la isla de Porto Santo, de la que era gobernador su suegro, navegante italiano al servicio de Portugal durante muchos años, residió algún tiempo en dicha isla, en la que nació en 1480 su hijo Diego. Al morir su suegro, su viuda le entregó el legado marino de su esposo, o sea, un conjunto de mapas, diarios e instrumentos de navegación que debieron serle de bastante utilidad para su decisión final de embarcarse con rumbo oeste hacia las Indias Orientales, aunque también debió influirle al respecto los contactos que siempre mantuvo con su hermano Bartolomé, que se ganaba el sustento dibujando mapas y confeccionando cartas náuticas, como cosmógrafo y experto en navegación que era. Es posible que todo esto le abriese, a Colón, puertas que de otra forma difícilmente podría haber franqueado para conformar, plasmar y concretar el proyecto para ir a la Especiería por el oeste. No
olvidemos
que
los
navegantes
portugueses,
por
aquel
entonces, eran los más diestros de Europa por lo que, Colón, tuvo la oportunidad de conocer marinos excepcionales que le ilustraron sobre 33
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica los conocimientos del arte de navegar, que necesitaba para satisfacer sus ansias de hacer algo grande, y la verdad es que las llevó a cabo poniéndole el empeño que hacía falta a todo lo que hizo, dibujó mapas y planos, embarcó de continuo en naves mercantes portuguesas, que sepamos al menos fue dos veces a Guinea, otras muchas a las costas africanas y del Mediterráneo e incluso estuvo, como dijimos, en la misma Inglaterra, donde según algunos contactó con una familia que había estado en las Indias Orientales y que había regresado de allí hacia el Sol naciente, o sea, cruzando el Pacífico y el Atlántico, lo cual nos lleva a intuir que, aunque esto sea difícilmente creíble,
sin
embargo, pudieron ilustrarlo, con pasajes más o menos ciertos pero que a él le resultarían sumamente sugestivos, añorando lo que podría encontrarse por aquellas lejanas tierras que anidaba en su mente. Pensando, por ejemplo, en los largos diálogos que mantendría con su hermano, revisando, una y otra vez, el legado marino de su suegro, que contenía documentos de gran interés, como ya hemos dicho, y noticias sorprendentes, por ejemplo, sobre restos de barquichuelas arrastradas por el mar desde las tierras de poniente hasta parajes oceánicos próximos al continente europeo, podemos sonsacar que su prodigiosa mente concibió la “carta náutica” que utilizó para convencer a sus patrocinadores, entre ellos a los Reyes Católicos,
de que
navegando hacia el oeste arribaría a las Indias Orientales, antes de lo que lo hacían los portugueses navegando hacia el Sol naciente. A pesar de lo dicho debemos considerar, aunque la formación de Cristóbal Colón, tuviera mucho de autodidacta y vocacional, que el soporte de la lectura le fue fundamental, como lo demuestran, por ejemplo, las muchas anotaciones que puso en los márgenes en blanco de las obras, El Libro de las Maravillas de Marco Polo y la Historia rerum ubique gestarum del Cardenal Pierre D’Ailly, del que más tarde sería el Papa Pío II, para alcanzar la elevada cota científica que tuvo, sobre todo para la época que le tocó vivir, como lo corrobora, por ejemplo, Pastor, o sea, el padre de los matemáticos españoles del siglo XX. 34
Rey
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Y es que con sus lecturas dio lugar, por ejemplo, a que su mente se adhiriera prácticamente a las ideas Ptolemaicas sobre la esfericidad de la Tierra pregonada por Parménides, Eratóstenes y tantos otros, como lo demuestra el hecho de que en una de sus cartas a los Reyes Católicos,
refiriéndose
a
Ptolomeo,
dijera
que
las
coordenadas
geográficas del extremo más oriental, o sea del puerto de Catigara, eran de 177º E de longitud y 8º 30’ S de latitud. Él, al estar completamente convencido de que el Océano Atlántico llegaba
hasta
Asia
pensaba,
con
pura
lógica
aristotélica,
que
atravesándolo llegaría a la Especiería. Nunca se imaginó que tropezaría con todo un continente, que le daría fama y trascendencia histórica, aunque le impidiera, por otro lado, llegar a su destino, o sea, a las Indias Orientales. Por eso él, cuando descubrió América pensó, sin dudarlo un momento, que había llegado a las susodichas Indias, en lugar de interrogarse sobre si aquello era o no un Mundus Novus. Por eso no es extraño que confundiera Cuba con Japón, o sea, con el Cipango que buscaba. Y es que el planeta Tierra que Cristóbal Colón llevaba en su mente era mucho más pequeño que el que pisamos, pues su fe en Ptolomeo, le llevaba a considerar círculos máximos terrestres de 28.330 Km., cuando éstos superan en realidad, en algunos metros, los 40.000 Km., o sea, operaba con un error por defecto de aproximadamente el 30%. Como además se basaba en que, según Toscanelli había que recorrer 225º hacia oriente sobre el paralelo de Rodas, que se suponía tenía en total 22.632 Km. cuando realmente tiene muchos más, que eran los grados que separaban, en los mapas de Ptolomeo, al meridiano de San Vicente, como extremo más occidental que se conocía, del que le corresponde al puerto de Catigara, que era el más oriental al que se había llegado, cuando, Marco Polo y algunos otros exploradores que habían estado en el Japón, añadieron a los grados que dio Toscanelli 35
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica 50º más; resulta que los grados entre los susodichos meridianos ascendían a 275º, con lo que Colón supuso que hacia poniente, que era su camino a seguir, solo tenía que recorrer 360º- 275º = 85º, o sea, unos 5.343 Km. Con todos estos errores a cuestas, él suponía que esos 5.343 Km., entre Canarias y el Cipango (Japón), los navegaría en unas cinco semanas, que fueron, por otra parte, las que tardó en atravesar el Atlántico hasta llegar a América, por eso creyó a pies juntillas que había llegado a su destino, a las Indias Orientales, prácticamente a las costas de Asia. Todo esto explica la firmeza de Cristóbal Colón, hasta su muerte, defendiendo que había llegado a su destino, a las Indias Orientales, pues así se lo dictaban sus saberes, provenientes de fuentes tan fiables como eran las de Ptolomeo y Toscanelli. A pesar de que sus cálculos no se ajustaban a la realidad en cuanto a la distancia a recorrer hasta la Especiería, por su aceptación incondicional a lo que decían tan grandes científicos, debemos reconocer que razonó con clarividencia sobre la forma de la Tierra porque, aunque la mayoría de los científicos afirmaban que la Tierra era completamente esférica, por la sombra que arrojaba la Tierra sobre la Luna en los eclipses de este último astro, o por como observaban que se elevaba la estrella Polar, en el hemisferio boreal, cuando caminaban hacia el norte, etc., él afirmaba, por las medidas que tomaba de la altura de la estrella Polar, que tenía forma de esfera, aunque deformada por los polos, con la parte más prominente sobre el Ecuador, lo que, según él era lo que provocaba la alteración de las agujas de marear que él había observado en su primer viaje a América. Por todo lo dicho, es muy posible que Cristóbal Colón hubiera actuado de forma muy diferente si hubiera dispuesto de mejores datos, por eso hay quien afirma que sin los susodichos errores no hubiera descubierto América, porque lo cierto es que las Indias Orientales están más cerca yendo hacia Sol naciente que hacia poniente, por lo que el 36
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica tiempo de navegación que había que emplear para llegar a ellas, en este último caso, tanto existiendo el canal de Suez como en el caso que no existieran era mucho mayor. Muchos piensan, y nos parece completamente lógico, que Colón tuvo suerte de “darse de bruces” con el continente americano, porque de no ser así no hubiera salido bien parado de la empresa emprendida porque, si pensamos que Colombia y Borneo son zonas antípodas, tendría que haber recorrido 180º más, o sea, algo más de 20.000 Kms, o sea, más de 10.800 millas y la verdad es que él no iba preparado, ni podría haber salido airoso del trance que se le hubiera venido encima. Tuvo suerte, porque lo que él hizo, considerado por los entendidos como una de las hazañas más heroicas y célebres de la historia de la humanidad, le llevaron a ser catalogado como uno de los más avezados marinos de todos los tiempos. Cuestión aparte es que fueran muchos los que pensaran, como intuía Fray Bartolomé de las Casas, que iba bien documentado sobre unas tierras y unos rumbos de ida y vuelta a las mismas, por un superviviente de una nave que, después de haber sido arrastrada por los vientos y corrientes del Atlántico hacia el lejano y profundo oeste de este océano, logró, tras ímprobos esfuerzos, regresar a Porto Santo. Según Juan Manzano, esta hipótesis quedó refrendada por la seguridad que mostró Colón, en las Capitulaciones de Santa Fe, respecto a los caminos a seguir para ir y volver a las tierras que iba a descubrir. Aunque todo esto no esté aún totalmente dilucidado al no existir pruebas concluyentes que lo confirmen. Pensamos que esta hipótesis era acertada, porque la convicción de Colón no dejó lugar a dudas, hasta el extremo de que algunos han llegado a pensar, incluso, que Colón había estado antes en América. Lo cierto es que, desde mediada la década de los ochenta del siglo XV, Cristóbal Colón, acarició en su interior la idea de ir a las Indias 37
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Orientales, por lo que ofreció sus servicios primero a Inglaterra, en 1482, y después, entre 1483 y 1485, al monarca portugués Juan II, que aunque llegó a nombrar una Comisión o “Asamblea de Sabios”, presidida por el obispo de Ceuta, Diego Ortiz, ésta no llegó a cerrar un acuerdo que favoreciera las pretensiones de Colón. Los motivos de la no aceptación de la Comisión fueron, ante todo, porque Colón quería navegar hasta el Cipango por el paralelo de Canarias, con el riesgo que ello suponía de que España, por el Tratado de Alcaçovas, (1479), con su Línea Roja Canarias-Borjador, reclamase para ella los descubrimientos que Colón hiciera, también por el exagerado estipendio que exigía Colón y porque la “Asamblea de Sabios” no pensaba lo mismo que él, o sea, que por el Oeste se llegase antes a la Especiería que rodeando África, pues aunque él dijera que la distancia Canarias-Cipango ( Japón) era de 2.888 millas marinas y que podría recorrerlas aproximadamente en poco más de un mes, la realidad era que esta distancia superaba con mucho las 10.000 millas. No logrando que los portugueses aceptaran sus propuesta, Cristóbal Colón , ya viudo, vino a España con su hijo Diego, en 1485, y aunque los comienzos no le fueron demasiado bien, porque a pesar de la influencia
de los monjes de la Rábida, especialmente de fray
Hernando de Talavera, confesor de la reina y del cardenal Mendoza, que intercedieron por él ante los Reyes Católicos, que se encontraban en Córdoba intentando conquistar Granada, o sea, el último baluarte musulmán, sin embargo, al igual que le había pasado en Portugal, la Junta que conformaron, esta vez los Reyes Católicos, rechazó el proyecto que Colón defendía. Colón perdida la “batalla” intentó ganar la “guerra”, se entrevistó de nuevo, en enero de 1486, con los Reyes Católicos en Alcalá de Henares y al mes siguiente en Madrid, y aunque
su proyecto no
acababa de convencer, porque no estaban nada claros los datos en los que se apoyaba, gracias a la intervención de fray Antonio de Marchena
38
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica los Reyes Católicos nombraron, de nuevo, una Junta para estudiar la propuesta de Cristóbal Colón aunque también le negó su respaldo. Pero Colón, terco que terco, no desfalleció de modo que siguió insistiendo en sus pretensiones logrando, al menos, entrevistarse de nuevo con los Reyes Católicos, los cuales como habían hecho siempre designaron otra comisión que nunca dio su visto bueno, al no ver claro este asunto y quizás también por las exageradas pretensiones económicas y honoríficas que exigía Colón. Cristóbal Colón, con la moral por los suelos, llegó a pensar en abandonar, empezando a creer que su proyecto carecía de futuro pero, cuanto mayor era su decepción, apareció la luz al final del túnel, al disponer del respaldo incondicional que le brindó de nuevo el Duque de Medinaceli, que esta vez estaba decidido, si no había otra alternativa, a costear de su propia pecunia el viaje de Colón a las Indias Orientales. Sea como fuere la cuestión es que esto despertó el ánimo de otros muchos destacados personajes de la Corte a favor de Colón, como fueron, por ejemplo, el Cardenal Mendoza o Alonso de Quintanilla, que apoyaron las propuestas de Colón, facilitándole la enésima entrevista con los Reyes Católicos en Jaén, aunque tampoco ésta dio el resultado apetecido. Por eso, los años finales de la década de los años ochenta debieron ser muy duros para Colón, años de dudas, desasosiegos y desengaños, en los que tuvo que vender libros y mapas que él mismo hacía para poder subsistir. Mientras, Bartolomé Díaz, descubría que África tenía fin, o sea, que el cabo de Buena Esperanza era la vía de tránsito hacia las Indias Orientales y, Cristóbal Colón, se hundía más aún pensando que el éxito de Portugal arruinaría su proyecto. Con la merma de las posibilidades para realizar su proyecto, exprimió su mente y mandó a su hermano a negociar con los reyes de Francia e Inglaterra. Con todo en contra, con el desánimo en el cuerpo, 39
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica decidió, por fin, marchar él también a Francia, aunque esto fue el principio del fin porque, desde la Rábida, Fray Antonio de Marchena y Fray Juan Pérez, se movieron con tino por la Corte convenciendo a los que se oponían al proyecto de Colón, hablando con los que podrían aportar recursos económicos para la realización de tamaña empresa e implicando en la misma a los Reyes, de forma muy especial a la Reina Isabel que veía en la empresa colombina un modo de ensanchar Castilla, (principios de 1492). Con todo ello, Colón y los monarcas, concluida la conquista de Granada, (2 de enero de 1492), iniciaron las negociaciones para delimitar los términos de la expedición. Superado lo que parecía un maleficio, en febrero de 1492, después de siete años de deambular Cristóbal Colón por Castilla en pos de conseguir que su propuesta fuera aceptada en Palacio, logró los acuerdos que regirían ya en el primer viaje, en el que Colón descubrió América, (12 de octubre de 1492), efeméride ésta con la que se inicia la Edad Moderna. El día 17 de abril de 1492, bajo la batuta e imposiciones de Colón, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe. Dichas Capitulaciones concedían a modo de graciosa dádiva a Colón privilegios y prebendas sin par, que figuran en un documento de la Real Cancillería de los monarcas de Aragón que contiene los acuerdos a los que llegaron Colón y los Reyes Católicos. De esta carta magna, que son las Capitulaciones de Santa Fe, sólo recordaremos que Colón ostentaría los títulos de Virrey y de Gobernador General, además de ser Almirante vitalicio con carácter hereditario y perpetuo, equiparable al de Almirante Mayor de Castilla, de todas las tierras que se conquistaran. Recordemos, que la mitad del montante económico de la expedición, que era de dos millones de maravedíes más los emolumentos que cobrase Colón,
lo aportó la
Santa Hermandad, una cuarta parte el propio Colón y el resto destacados hombres de negocios.
40
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Sobre los avatares de los cuatro viajes de Colón, por lo conocidos que son, seremos breves y concisos. Con la portentosa ayuda de los hermanos Pinzón, como expertos conocedores de los barcos de la zona, en muchos de los cuales ya habían navegado, se hizo Cristóbal Colón con tres de ellos, una nao, La Santa María, y dos carabelas, La Pinta y, La Niña que era la de menor carga. Cumplimentado el acto protocolario religioso de acción de gracias que se solía hacer, salieron del cabo de Palos el 3 de agosto de 1492. El día 9 estaban ya en las islas Canarias, en la que permanecieron casi un mes, llenando la despensa alimentaria con productos de la tierra a la par que reparaban algunos desperfectos que había sufrido La Pinta. El 6 de septiembre, desde La Gomera y por el paralelo de 28º N para no infringir el Tratado de Alcaçovas, continuaron navegando y, aunque al principio no avanzaron como a él le hubiera gustado, por la calma chicha de los vientos, sin embargo, a partir del tercer día de navegación, gracias al empuje de los vientos alisios, fueron ganándole con facilidad millas al mar, de modo que el día 17, cuatro días antes del equinoccio de otoño, estaban ya en los Sargazos, con la esperanza puesta en
divisar por el horizonte, cuanto antes, la tan ansiada y
desconocida tierra de los confines occidentales del Mar Tenebroso. Ese mismo día, se repetiría un hecho que Colón había detectado, que había descubierto según muchos historiadores pocos días antes, que era la variación de la declinación magnética. Saltos estos, de la aguja, que él atribuía al movimiento de la Estrella Polar alrededor del Polo Norte y a la deformación polar de la Tierra, como ya comentamos, con lo que dio cierta lógica al desvarío de la brújula, o sea, del instrumento que marcaba el rumbo. La verdad es que la Tierra actúa como un imán con sus polos magnéticos, norte y sur, que no coinciden con los polos geográficos de la misma, por lo que la brújula como marca el norte magnético se separa, a veces, de forma significativa del norte geográfico. Este efecto, 41
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica de la declinación magnética, depende de las coordenadas geográficas del punto de la Tierra donde uno se encuentre, pudiendo ser el mismo en puntos muy distantes entre sí. En el siglo XVI, Burroughs, intentó expresar todo esto mediante una fórmula matemática pero no logró dar con ella y la cuestión aún colea porque se da el caso que en la actualidad no se dispone de la misma. De ahí la dificultad de precisar con antelación la dirección de la brújula en cualquier instante y lugar. La declinación, igual que la longitud geográfica, puede ser este u oeste. Su interés es tal que, por ejemplo, en las cartas aeronáuticas, sus valores vienen dados por líneas isogónicas. No es extraño, por lo tanto, que en un viaje hacia lo “desconocido”, como era el que estaban realizando los tripulantes de aquellos viajes pensaran en el viaje de vuelta, en guardarle la espalda a la aventura emprendida, de ahí la preocupación por un hecho que aunque les favorecía, en aquellos momentos, para llegar cuanto antes al destino al que se dirigían, como eran los vientos del nordeste para ir ganándole millas al mar, les ponía de manifiesto, de forma clara, que dicha ruta no sería apta para regresar a España, pues estos vientos les serían constantemente adversos, y sería
prácticamente imposible
regresar por allí. Pero no adelantemos acontecimientos, porque éste era un problema que Cristóbal Colón tenía previsto y resuelto. A finales de septiembre, y también en los primeros días del mes de octubre, hubo brotes convulsivos de la tripulación, el primero se vino abajo, gracias a la altivez y don de mando de Martín Alonso Pinzón y, el segundo, a que Cristóbal Colón, viendo el aletear de unas “nubes” de pájaros, trocó el rumbo y dio en la diana, pues de no haberlo hecho la corriente del Golfo les hubiera impedido tocar costa alguna y les hubiera arrastrado hacia el interior del Océano Atlántico. No obstante, y aunque tuvieron que soportar un Atlántico bravío, la verdad es que la suerte les acompañó con aquel cambio de rumbo, como pudo comprobarse cuando empezaron a ver ramas, cañas, 42
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica hierbas, etc., flotar sobre la superficie libre del mar como preludio de que pronto pisarían tierra firme. Fue al empezar la noche, del 11 al 12 de octubre,
cuando a Cristóbal Colón le pareció ver una luz en la
lejanía, algo que podría ser una especie de fogata, entonces, y para cerciorarse de lo que veía llamó, desde el castillo de popa, a un comisionado del Rey que estaba cerca y , efectivamente, éste aunque no con nitidez también pudo verla, pero al requerir la presencia, donde ellos estaban, de un marinero que deambulaba por cubierta éste dijo que él no veía nada de lo que ellos le decían. No obstante, al pasar las horas, concretamente siendo las dos de la madrugada, Rodrigo de Triana, con voz trémula y desgarrada gritó ¡¡¡ t i e r r a !!!, ¡¡¡ t i e r r a !!!, … con lo que pudieron hacer pié en la isla de Guanahaní del archipiélago de las Bahamas, que Colón bautizó, con el nombre de San Salvador (I. Wating) Debemos destacar, en toda esta historia, que Colón, al igual que otros muchos navegantes, nunca creyó que todo aquello
fuera un
Mundo Nuevo, un continente no citado hasta entonces, sino que pensó hasta que se fue a la tumba, que se trataba de las Indias Orientales. Colón, después de hacer la hazaña de atravesar el Atlántico, descubrió de inmediato otras cuatro islas, a las que bautizó con los nombres de Santa María de la Concepción, Fernandina, Isabela y Juana (Cuba). Como pensaba que estaba en las Indias Orientales, no es extraño que a esta última, o sea a Cuba, la confundiera con la de Cipango (Japón) que había leído en el Libro de las Maravillas de Marco Polo. Con el tiempo y los roces del quehacer diario fueron in crescendo las desavenencias entre Colón y Martín Alonso Pinzón, hasta el extremo que este último acabó separándose del grupo, pues
avanzado
noviembre y al mando de La Pinta, Pinzón se fue por su cuenta. Colón, ya sin su compañía, descubrió la isla que bautizó con el nombre de La Española (Haití), donde advirtió que existía oro. 43
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Perdida La Santa María, al encallarse en La Española y no poderla recuperar, como la Niña no era suficiente para llevar toda la tripulación de las dos naves, Colón no tuvo más remedio que crear en dicha isla, para poder embarcarse, el Fuerte de Navidad, en el que se quedaron 39 de sus hombres bajo el mando de Diego de Arana. Solventada la cuestión, el 4 de enero de 1493, empezaron los preparativos para regresar a España, con la grata novedad de que La Pinta de nuevo volvió con los suyos. Doce días después emprendió el viaje de regreso. El problema primordial, como ya comentamos, no era otro que el de los vientos, pues si en la ida el viento soplaba del Nordeste, si exceptuamos los lapsus de calma de los primeros días, que era el que les llevó en cinco semanas a su destino, ahora, había que buscar un “carril” marino con vientos soplando del Sudoeste. La maestría marina de Colón, que muchos atribuyen a la información recibida en Portugal, como ya dijimos, salió a relucir y fue la clave para escoger la mejor ruta de retorno a España. Navegando hacia la madre patria, esta vez no pasarían por Canarias, pues el trazado de la ruta de regreso se dirigía a las Azores, en cuyo entorno les sorprendió una aparatosa y amenazante tormenta, de la que muchos llegaron a creer que no saldrían con vida. El descontrol de las embarcaciones fue tal que la Pinta acabó en Galicia y la Niña, en la que viajaba Colón, en Lisboa. El viaje se dio por concluido el 15 de marzo de 1493, que fue cuando llegaron al cabo de Palos, o sea, 224 días después de partir. El éxito del viaje fue comentado con generosidad por todas partes y, Colón, se entrevistó en Barcelona con los Reyes Católicos. Toda Europa estuvo expectante del regreso del Descubridor de América. Resonó tanto la hazaña de Colón que habiendo sido recibido triunfalmente en Barcelona, pronto emprendería de nuevo viaje hacia 44
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica América, esta vez con expectativas más amplias que las anteriores. Por lo pronto, decir, que fueron muchas las peticiones para acompañarle, por parte de los hombres de mar del contorno, sobre todo de Sevilla y Cádiz, en cuyos puertos se centralizó la organización del segundo viaje de Cristóbal Colón a las tierras que acababa de descubrir. Todos estos preparativos corrieron a cargo de Juan Rodríguez de Fonseca, del que sería, hasta los albores del reinado de Carlos I, el responsable de todo aquello que tuviera que ver con el Nuevo Mundo. Según recomendaciones de los Reyes Católicos, Colón, debería realizar sus descubrimientos, a partir de entonces, al sur de lo que ya había
descubierto,
para
no
infringir
el
Tratado
de
Alcaçovas,
dedicándose, además, con ahínco a la cristianización de los indígenas. Por otro lado, como los frutos, los beneficios, de estos descubrimientos eran compartidos esencialmente entre Colón y el Estado, los monarcas, en defensa de sus intereses impusieron la presencia en la expedición de un teniente de Contadores Mayores, y el establecimiento de aduanas en las tierras que se descubriesen. Cumplimentados todos los requisitos para la partida, las 14 carabelas y las 3 naos que llevarían a América a los 1.200 hombres seleccionados, entre ellos hidalgos, religiosos, artesanos y labradores, con la finalidad de asentar una sólida colonización, poblando de españoles los territorios que fueran conquistándose, salieron del puerto gaditano, el 25 de septiembre de 1493, bajo la protección de la Flota de Guerra, como aviso a navegantes o acompañamiento disuasorio para la piratería.
Se
detuvieron,
como
era
costumbre
en
los
viajes
intercontinentales de aquella época, en Canarias, donde llenaron sus bodegas de todo lo que podría hacerles falta. Como los rumbos manejados por Cristóbal Colón, en su primer viaje, fueron exitosos, tanto a la ida como a la vuelta, no fueron pocas las especulaciones que se hicieron al respecto, sobre que sabía lo que se hacía porque alguien le había informado previamente sobre los mismos, 45
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica ya que de otro modo no se entendería que la velocidad de crucero que alcanzó no fuera la acostumbrada de aquella época, pues más bien era equiparable
a
la
que
llevaron,
cientos
de
años
después,
las
embarcaciones de los siglos XVI y XVII. No obstante, éstos fueron suavemente corregidos en el ir y venir del segundo viaje, de modo que cuando salió por los 28º N. de La Gomera, trazó un arco escorándose al sur para aprovechar los vientos alisios esquivando de este modo la franja, de calma chicha, que había al norte del paralelo de 28º N. y que él había padecido en el primer viaje, hasta llegar a las Pequeñas Antillas, de latitud 13º 30’ N. La cuestión es que, el 13 de octubre, desde Canarias, se hicieron a la mar y con algo menos de un mes de navegación llegaron a una isla a la que Colón le puso el nombre de La Deseada. A continuación atravesaron las Antillas Menores, se detuvieron en Puerto Rico y fundaron
La
Isabela,
en
la
República
Domenicana,
el
primer
asentamiento español en el Nuevo Mundo, Cuando, el 22 de noviembre, llegó Colón a La Española su sorpresa fue mayúscula al ver que los indígenas habían arrasado el Fuerte de Navidad, y exterminado a todos los que allí había dejado. Recorrió las islas del Caribe, circunnavegó Cuba, pasó por la isla llamada hoy día de la Juventud, por la inmediaciones de las islas Caimán, se imaginó que la isla de Jamaica era la bíblica de Saba y creyó ver los montes de Ofir de Salomón en Haití. Hay historiadores que afirman que Colón descubrió Sudamérica en este segundo viaje, en el que llegó hasta isla Margarita, aunque él lo ocultara, para no tener que repartirse con los monarcas una buena partida de piedras preciosas que aprehendió en la misma. En este viaje Colón tuvo también que apaciguar el malestar de algunos
de
sus
hombres,
porque
había
muchos
que
por
su
inexperiencia marinera o por sus condiciones físicas no lograron 46
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica adaptarse a los esforzados trabajos de la construcción de asentamientos y de la brega diaria que tenían que soportar, teniendo que cambiar además
sus
hábitos
de
comidas
debido
a
que
las
especies
mediterráneas, cereales, vid, etc. no se daban bien en aquellos lugares, por lo que no tuvieron más remedio que adaptarse a las costumbres culinarias de los indígenas si no querían perecer. Por otro lado, a Colón, la “faena” se le amontonaba pues, por ejemplo, el 2 de febrero de 1494, tuvo que atajar un motín que pretendía apoderarse, nada menos que, de los 12 barcos preparados para regresar a España y como, además, en la expedición de retorno iban algunos de los amotinados, estos nada más llegar a España aprovecharon la ocasión que se les presentaba para difamar lo que pudieron a Colón con tal de desprestigiar su labor de gobierno ante los monarcas. Mientras Colón navegaba por América en 1494, Juan II de Portugal exhibiendo la bula Aeternis Regis de 1481que ratificaba el Tratado de Alcaçovas, del año 1479, reclamó a España las islas que Colón iba descubriendo y se encontraban al sur del paralelo de Canarias o de la Línea Roja Canarias-Cabo Bojador, sin tener en cuenta como afirmaban los Reyes Católicos que estas islas por la lejanía de las costas africanas, quedaban fuera del alcance normativo de dicha bula. Éstas, llamémosle ambigüedades, trajeron consigo la necesidad de celebrar el Tratado de Tordesillas del que hablaremos extensamente en el Capítulo V y en el que se estableció como Línea Roja, el Meridiano de “Tordesillas”, situado a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Por el momento solo diremos que el susodicho acuerdo obligaba a los portugueses a descubrir o colonizar territorios navegando por la parte oriental de la Línea Roja de Tordesillas, al igual que los españoles deberían hacerlo por la occidental. Al ser espacios disjuntos, como es lógico, se evitaban los solapamientos en las conquistas que realizaban ambos países por el Océano Atlántico y, con ello, las desavenencias y confrontaciones entre sus flotas. 47
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Con todo este acontecer, con la incertidumbre de las noticias que tenían sobre el Almirante y siendo así que los escasos beneficios de la empresa atlántica no llegaban a compensar el coste de alguna de las expediciones, los Reyes Católicos, procedieron a la liberalización de los viajes y del comercio con el Nuevo Mundo violando, claramente, los términos de las Capitulaciones de Santa Fe. Las protestas de Colón no se hicieron esperar logrando, con ellas, que algunas de las disposiciones citadas fueran derogadas aunque, por otra parte, los Reyes Católicos enviaron al Nuevo Mundo a Juan de Aguado, es decir, a un comisario real, con la misión de fiscalizar el comportamiento del Almirante y pasar los informes correspondientes a la Corona. Las desavenencias de Colón con Aguado fueron inevitables y obligaron al Almirante a emprender la ruta de retorno a Castilla el 10 de marzo de 1496, llegando a Cádiz el 11 de junio siguiente. Colón
se
entrevistó
con
los
Reyes
Católicos
en
Burgos,
organizando una exótica puesta en escena. Apareció rodeado de indígenas antillanos, con vistosas aves tropicales y vestido como un fraile franciscano. Algunos criticaron el comportamiento y la gestión de Colón, quejándose del excesivo gasto y del escaso provecho de las expediciones colonizadoras llevadas por él a cabo, dudando incluso de la existencia de oro en las tierras descubiertas. El Almirante se defendió, como gato panza arriba, haciendo valer en primer lugar la ingente labor misional que había realizado entre los indígenas e intentando demostrar las posibilidades económicas de la empresa, convencido de la abundancia de oro, palo de Brasil e incluso especias allí existentes. Por otro lado, la ruta oceánica proyectada por los portugueses para ir a las islas de las especias, empezó a configurarse cuando el portugués Vasco de Gama, (1497), prolongando el camino iniciado por Bartolomé Díaz, llegó a Calicut. Fue tan exitosa la visita, de Vasco de Gama a la India, que después de convencer a las autoridades locales 48
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica para
que
los
portugueses
tuvieran
un
trato
preferencial,
casi
monopolístico, en el negocio de estas mercancías, las especias que transportó en su barco produjeron unos beneficios netos no inferiores al millón de ducados. Un año después, a finales de mayo de 1498, prosiguieron lo viajes de Colón a América, en esta ocasión era su tercera travesía atlántica hacia el Sol poniente, llevando a bordo de ocho navíos algo más de doscientas personas. Después de salir de Sanlúcar de Barrameda puso rumbo a Porto Santo, pasó por Madeira, cargó viandas, que era lo que solía hacerse, como ya comentamos, cuando se llegaba a las islas Canarias en viajes interoceánicos, y se dirigió al archipiélago de Cabo Verde, desde donde dio el salto al norte de América del sur. Descubrió el delta del Orinoco, pensando que se encontraba en el Paraíso Terrenal, llegando a finales de julio a la isla de Trinidad, se adentró en el Golfo de Paria, bordeó la península, del mismo nombre, hasta llegar a isla Margarita desde donde
se dirigió a La Española, en la que pudo
comprobar el descontento reinante entre los defraudados españoles que no veían por ninguna parte las perspectivas favorables, o sea, las riquezas, que esperaban encontrar por aquellas tierras y, por si esto fuera poco, tenían a los indígenas en su contra por sentirse esclavos y tener que sufrir enfermedades traídas de Europa que acababan con sus vidas. Todo este malestar de los nativos de las tierras conquistadas, en especial lo acontecido en La Española, obligaron a los Reyes Católicos a nombrar Gobernador de la misma a Francisco de Bobadilla y, como consecuencia de esta decisión se precipitó el viaje de regreso a España, con un Colón humillado, bajo arresto, aunque luego fuera resarcido en parte de sus vejaciones nada más llegar a España, perdiendo, eso sí, algunas de las prerrogativas pactadas en las Capitulaciones de Santa Fe.
49
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Teniendo en cuenta la gloria que le había dado a España la gesta colombina, la Corte, además de devolverle alguna de las prerrogativas perdidas, no todas como acabamos de comentar, le dio el visto bueno para que realizara un nuevo viaje, el cuarto, que sería por cierto el más calamitoso de todos. A mediados de abril de 1502, desde Sevilla, embarcó con su hijo Fernando y con casi centenar y medio de hombres en dos carabelas y dos naves. En poco más de media semana alcanzó las Islas Canarias y en unas pocas semanas más llegó a las isla de Santo Domingo, después pasó por las de Guadalupe, San Juan (Puerto Rico), donde le sorprendió una terrible tormenta, a modo de huracán, que le acompañó hasta La Española, dispersando las naves con rumbos inciertos, perdidas en el mar océano con la amenaza de poder perder la vida muchos de ellos. Además como el Gobernador Nicolás Ovando tenía orden de no permitirle entrar en la isla, Colón marchó como pudo en medio de un mar embravecido hasta la isla de Jamaica desde la que, después de un lapsus de mar en calma, aunque con fuertes corrientes, siguió navegando, teniéndose que poner a salvo en la Bahía de las Calderas; después estuvo en Jamaica y en Cuba, y con un tiempo infernal, apenas pudo llegar a las costas de Honduras y de Panamá, desde donde regresó con tiempo también desapacible a Cuba, pasando por las islas Caimán, a las que les dio el nombre de islas Tortugas por la abundancia de estos animales en sus aguas. Por cierto que, a partir de entonces, fueron muchas las naves que desviaron sus rutas, ex profeso, para abastecerse en estas islas de las carnes de dichos reptiles. Las penurias de los hombres que acompañaban a Cristóbal Colón fueron en aumento y hartos de pasar hambre se amotinaron. Con la siguiente anécdota cerraremos prácticamente este capítulo, pues el Almirante resolvió, con brillantez, la embarazosa situación que se le presentó, gracias a que al tener a su alcance unas tablas, de Abraham Zacuto, en las que constaba el hecho de que el día 29 de febrero de 50
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica 1504 habría un eclipse de luna, lo publicitó de tal modo que los indígenas del lugar maravillados, al contemplar el espectáculo del eclipse, creyeron que Colón era un adivino y le suministraron todas las viandas comestibles que necesitaba. Finalmente pasaron por Jamaica y por la Española y, el día 11 de septiembre del mismo año emprendieron, desde Santo Domingo, el regreso a España, tardando casi dos meses en divisar el cielo azul de Sanlucar de Barrameda.
51
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
52
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
CAPÍTULO II EL RÍO DE LA PLATA: ATASCO HACIA EL PACÍFICO
El que hombres tan importantes, en los negocios, como fueron Hernando
de
Andrada
(Conde
de
Villalba),
Cristóbal
de
Haro,
representante en España de los poderosos Függer y Factor de la Casa de Contratación de la Especiería que tenía su sede en la Coruña, Alonso de Salamanca, Ruy Basante, y el mismo Rey Carlos I, depositaran su plena confianza en Diego García de Moguer, como Capitán General de la expedición que partió de Finisterre el día 15 de enero de 1526 con rumbo al Río de la Plata, río al que los indios bautizaron con el nombre de Paraná Guazú, o sea, el Gran Paraná, corriendo ellos con todos los gastos que la misma produjera a cambio del monopolio de explotación por ocho años de las tierras que se descubriesen, es una prueba inequívoca de la valía que como navegante tenía este marino llamado Diego García de Moguer, que a pesar de todo lo que descubrió por esos anchurosos mares, casi nadie sabe quien fue ni lo que hizo. Nosotros a partir de ahora nos referiremos a él como Diego García, porque no está suficientemente probado que fuera de Moguer, 53
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica aunque sea cierto que estuvo avecindado varios años en dicha ciudad. Diríamos más, y es, que ni tan siquiera se sabe que era español, ya que es sintomático que empezara y finalizara su vida profesional como marino en la flota portuguesa, aunque entre estas dos etapas de su quehacer naviero, la de su juventud y la de su madurez, fuera al mando de flotas españolas. Según lo expuesto pensamos, como afirma Jorge Juan en su obra sobre la Demarcación del Meridiano de Tordesillas, que lo más probable es que fuera portugués. Diego García nació en 1484 y murió, en 1554, frente a las costas de Madagascar cuando regresaba de la India, a bordo de la nao San Bento y, al frente de una flota de tres naves portuguesas que acababa de descubrir la Isla Diego García. Por el prestigio marino que tenía entre los de su profesión debió ser uno de los mejores y más experimentados navegantes de aquellos tiempos. Desde luego, fue uno de los que más veces estuvo por el Río de la Plata, por ese río-estuario, que no nace en parte alguna, pues el agua que por él discurre la recibe de los caudalosos ríos Paraná y Uruguay, que promedian unos 20.000 m3/s, y del propio océano Atlántico. Este río, por lo tanto, sólo pone su cuenca de 290 Km. de larga, de 40 Km. de anchura mínima y una bocana al Océano Atlántico de unos 300 Km. El agua del Río de La Plata más cercana al mar es, por lo tanto, salobre, la intermedia de escasa salinidad, y la más alejada del mar completamente dulce, motivo por el cual Solís, quizás asombrado por su anchura, lo bautizó como Mar Dulce. Los
que
llegaban
a
este
río,
según
veremos,
además
de enriquecerse, buscaban un paso interoceánico que atravesara el muro, en que se había convertido América para ir a las Indias Orientales, o sea, para alcanzar las riquezas de Catay y el Cipango. Además, por el entorno de la bocana del Río Plata pasaba, aunque no se supiera bien por donde, la Línea Roja de Tordesillas, que permitía a los españoles expandirse por la parte occidental de la misma y a los portugueses por la oriental, con tal de evitar confrontaciones hispano54
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica lusas, aunque esto no se lograra al no haberla determinado aún. Por eso, en el Capítulo V, como ya hemos dicho, alguna vez que otra, expondremos con todo detalle lo que Jorge Juan hizo al respecto en el siglo XVIII. Diego García estuvo por el Río de la Plata en 1516 acompañando, como Maestre, a Juan Díaz de Solís, en 1520 navegando con Magallanes y Elcano, en 1528-1530 al mando de su propia flota, en 1534 al mando de un barco de la expedición de Pedro de Mendoza. Para los que dicen que fue el descubridor del Río de la Plata, estuvo además por allí el año 1512 al mando de su nave y, como incógnito, el año 1531, según Martín Alfonso de Souza. De ahí su reputación de experto y ducho marino. La verdad es que permaneció activo, como marino por esos procelosos mares casi cincuenta años, hasta los setenta años de edad que murió, con las “botas puestas”, valga la expresión, en los mares de Madagascar. Debemos remarcar, algo que ya hemos dicho, o sea, que en la primera mitad del siglo XVI, el Rio de la Plata estuvo muy concurrido, porque por él pasaron o se detuvieron, entre otros, muchos y curtidos navegantes, Joao de Lisboa, (1513-1514), Cristóbal de Haro y Nuno Manuel, (1514), Juan Díaz de Solís, (1516), Magallanes y Elcano, (1520), Rodrigo de Acuña y Cristóbal Jacques, (1521), Jofre García de Loaysa, (1525), Sebastián Gaboto, (1527-1530), Pedro de Mendoza, como primer Adelantado del Río de la Plata, el mismo Salazar que fundó Asunción, (1536), y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, segundo Adelantado del Río de Plata, (1541). Uno de los motivos por el que fueron tantos navegantes al Río de la Plata fue sin lugar a dudas, el de enriquecerse, el de hacer fortuna, aunque
en
sus
capitulaciones
figuraran
otras
metas
y
otras
obligaciones, como lo demuestra el hecho de que nada más escuchar las
fantásticas
historias
que
circulaban,
boca
a
boca,
desde
Pernambuco hasta el Río de la Plata, sobre el Cerro Rico, el lago donde se bañaba el Sol y el Rey Blanco, que no eran otros que el monte que 55
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica albergaba las minas de Potosí, el lago Titicaca y el Imperio Inca del Perú, muchos de ellos se olvidaban de las Indias Orientales y por allí se quedaban
navegando
por
los
Ríos
Paraná,
Paraguay,
Uruguay,
Picomayo, Bermejo o Carcarañá intentando llegar al alto Perú, a las minas de Potosí. Otro de los motivos, por el que los navegantes iban por el Río de la Plata, era que el 25 de septiembre de 1513, o sea, el día en que Vasco Núñez de Balboa, desde las cumbres de la cordillera del Chucunaque del istmo de Panamá divisó el Mar del Sur, el Océano Pacífico, y cayendo de rodillas tomó posesión de sus aguas en nombre de la monarquía hispana, blandiendo el pendón de Castilla y proclamando con voz solemne la nueva condición de soberanía de dichas aguas, quedó al descubierto que, en lugar del continente asiático como muchos esperaban, lo que había detrás de las tierras conquistadas era la masa de agua más grandiosa del planeta Tierra que baña a la vez tierras antípodas, distantes entre sí 20.000 Km., como es el caso de Borneo y Colombia, como ya citamos en el Capítulo I. Y es que Vasco Núñez de Balboa creó la necesidad, que se mantendría incluso después de que se descubriese el Estrecho de Magallanes, de encontrar un paso interoceánico americano, que trasvasase aguas entre los dos océanos más grandes de la Tierra, el Atlántico y el Pacífico, que no sólo permitiera a las naves pasar de uno a otro océano como haría cualquier estrecho y, por lo tanto, el de Magallanes, sino, que “redujera”, el número de millas marinas a navegar entre la Península Ibérica y la Especiería, aproximando la vieja Europa a los tesoros y riquezas de las Islas de las Especias. Porque yendo, por ejemplo, desde los 36º N. de latitud del Estrecho de Gibraltar hasta los aproximadamente 8º N., del Canal de Panamá, construido a principios del siglo XX, atravesándolo y prosiguiendo después por todo el Pacífico hasta las Islas de las Especias, hasta las Malucas o Molucas, en el entorno de los 0º de latitud,
se acortaría en miles de millas el recorrido que hacían los 56
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica barcos que pasaban por el Estrecho de Magallanes, de latitud 52º S, nada menos, para ir a dichos parajes. Y es que desde que Vasco Núñez de Balboa descubrió, en 1513, el Pacífico mostró al mundo entero que entre Europa y Asia existían unas tierras, hasta “entonces” desconocidas. España como otros muchos países se dedicaron, con más esfuerzo e interés que nunca, a buscar el paso navegable interoceánico. Como desde lo más alto de algunas cumbres se divisaban ambos océanos, el istmo de Panamá empezó a tener un gran protagonismo como probable enclave del trasvase de las aguas entre los dos océanos más grandes de la Tierra. Por eso no es nada extraño, por ejemplo, que el gobernador Pedro de los Rios organizara el trasiego de las mercancías que llegaban por el Pacífico, desde las Indias Orientales, hasta las costas atlánticas, a través de la franja de tierra más estrecha del continente americano, construyendo dos naves de almacenamiento en los extremos de la misma y recorriendo el río Chagres desde Panamá hasta su desembocadura. Con el tiempo este río acapararía el trasvase de metales preciosos de las minas del alto Perú. Álvaro de Saavedra, en 1529, empezó ya a hablar de construir el canal de Panamá, aunque años antes Carlos V vendió sus derechos de las Malucas a Portugal, perdió vigor el proyecto. No obstante, en 1732, cuando Francisco Pizarro conquistó el imperio de los incas, la Corona, pensando quizás en Filipinas, ordenó realizar un estudio de viabilidad para construir, con agua del Chagres, una gran acequia de cinco leguas de longitud hasta la ciudad de Panamá. La firme oposición a este proyecto del adelantado Pascual de Andagoya, fundador de esta ciudad hizo desistir del mismo al monarca. Cambiando de escenario recordemos que, Hernán Cortés, buscó el paso interoceánico por Méjico, aunque todo esto se diluyó con la venida de Felipe II, y aún cuando en el reinado de Felipe III se volvió a pensar en el canal de Panamá la verdad es que no prosperó por las 57
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica prevenciones al respecto del Consejo de Indias. Después con el decaimiento del imperio español y las acciones de los corsarios franceses e ingleses impidieron dedicarse de lleno a acomodar adecuadamente las rutas entre los dos océanos y, entre ellas, la del canal. Pero el interés por traspasar navegando la muralla que suponía América para enlazar Atlántico y Pacífico, se mantenía firme en la mente de muchos, así, que no es extraño que, William Paterson, fundador de la Compañía Escocesa para el Comercio con África y las Indias, fuera siempre partidario de que se construyese el Canal de Panamá pensando que, de este modo, su país se convertiría en el magnate mundial del comercio. Por eso, se entiende que, los escoceses pensaran en más de una ocasión, a finales del siglo XVII, apoderarse de las tierras por las que hoy día pasa el canal, aunque no lo lograran porque el gobierno español las defendió con firmeza. Por ejemplo, en el Siglo de las Luces, o sea, en el XVIII, todo lo relativo al canal estuvo en boga. Francia envió, en 1735 un expedición científica al Virreinato del Perú para que midiera la longitud del arco de un grado de meridiano contiguo al Ecuador comandada por Charles Marie La Condamine, en la que figuraban los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa y los académicos franceses Godin y Bouguer entre otros. Como para alcanzar el Pacífico atravesaron el Istmo de Panamá, La Condamine, aprovechó para examinar el terreno e informó a la Academia de Ciencias de Francia lo conveniente que sería para su país construir el canal de Panamá. Por su parte, Jorge Juan y Antonio de Ulloa manifestaron que el Río Chagres sería, con el tiempo, una insustituible
y
grandiosa
vía
comercial
del
Istmo
de
Panamá
destacando, además, la importancia botánica de su vegetación y las maravillosas vistas del entorno. La nota negativa la expuso, en 1744, el ingeniero Verguin, manifestando que el canal no era posible construirlo por Panamá por lo escarpada que era aquella zona, por la enmarañada y frondosa 58
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica vegetación y por el desigual nivel de las aguas del Atlántico y del Pacífico. No obstante surgieron algunas ideas para paliar algunos de esos inconvenientes, por ejemplo, Fer, académico de la Academia de Ciencias de París sugirió que, para soslayar las irregularidades del terreno, debería construirse una esclusa. Estas ideas, fueron tomando cuerpo, especialmente en las postrimerías del siglo XVIII, sugiriendo lo mucho que hacía falta construir un canal en Centroamérica. Además empezaron a proponerse los puntos propicios del Istmo de Panamá por donde debía pasar, preferentemente entre el puerto de Panamá y Gorgona donde habría que construir además una vía férrea y canalizar el río Chagres. Como la obra resultaría ser faraónica, hasta avanzado el siglo XIX no se presentaron proyectos viables sobre esta cuestión, realizables por países interesados en estas obras como era el caso de Francia, Inglaterra, España y EE.UU. Retomando nuestro relato sobre el Río de la Plata, dejaremos por ahora en suspenso todas estas disquisiciones
sobre el Canal de
Panamá, que por la impotencia económica de Francia tuvo que concluir Estados Unidos en los albores del siglo XX. A la espera de disponer de la técnica y el potencial económico que la empresa requería, no hubo más remedio que cambiar el chip y dedicarse a intentar encontrar, por si se diera el caso de que existiera, un brazo de mar que cruzara, de forma natural, en la dirección esteoeste, o sea a lo ancho, el continente americano. De ahí que, desde entonces, todas las miradas confluyeran en ese grandioso estuario, al que vertían sus aguas los ríos Paraná y Uruguay, y que conforma, según dijimos, el Río Paraná Guazú, es decir, el Paraná Grande o, lo que es lo mismo, el Río de la Plata, como se le llama desde mediados del siglo XVI. Por eso, se puso de moda este río y lo frecuentaron tantos navegantes.
59
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica El deseo de los Reyes Católicos de seguir ahondando en las conquistas iniciadas por la costa atlántica de América del Sur, trajo a su corte a los mejores navegantes, entre ellos, a Juan Díaz de Solís, Vicente Yáñez Pinzón, Juan de la Cosa y Américo Vespucio, que fueron los que determinaron, tras ser consultados por los monarcas, que se debía continuar con los descubrimientos hacia el sur de la costa del Brasil. Así pues, en el mes de diciembre de 1499 salieron hacia América meridional Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe, el primero con cuatro embarcaciones, partió del cabo de Palos, pasó por las islas Canarias, desde las que puso rumbo hacia la isla de Santiago de Cabo Verde. Iniciando desde ésta, el día 13 de enero de 1500, el salto hacia el Nuevo Mundo, llegando dos semanas después al cabo de San Agustín, en la costa americana. Yáñez Pinzón estuvo en la boca del Río Marañón y, por las descripciones que se le recuerdan, debió pasar por la desembocadura del Río Orinoco y, después de rebasar las costas del Brasil pasó por los parajes de los 35º S. de latitud, según algunos historiadores, quedó prendado de tal forma de la fascinante y grandiosa bocana del Río de la Plata, en la que el mar se adentraba a modo de golfo en tierra firme, que cuando alcanzó los 40º S., inició el retorno a la bocana que subyugaba su mente. Después de adentrarse, por la costa del Buenos Aires de hoy día, confraternizar con los indios guaraníes que le ilustraron sobre la zona y darse cuenta de que aquellas aguas no tenían la salinidad propia del agua del mar, o sea, que eran bastante más dulces, dedujo y
pudo
comprobar además que se trataba de un río increíblemente ancho y caudaloso, en el que vertían sus aguas los ríos Paraná y Uruguay; aunque pensó en recorrerlo por todo lo que le contaron los indios que habitaban aquellas tierras, sobre las riquezas allí existentes, sin embargo no lo hizo aplazando la inspección de la zona al tener que 60
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica regresar a España para informar sobre los territorios recorridos, no sin antes cargar la nave de palo de Brasil. La verdad es que todos estos viajes, provocaron las quejas del Rey de Portugal, al suponer que la Línea Roja de Tordesillas estaba al oeste del itinerario realizado por navegantes como Yáñez Pinzón. Y es que la dejadez e indolencia de Portugal y España, en la demarcación de dicha Línea Roja fue de las de “armas tomar”, causa ésta por la que Jorge Juan en el siglo XVIII se dedicó de lleno a resolver un problema que estaba planteado desde el siglo XV. En cuanto a, Diego de Lepe, solo citar que con sus dos naves, estuvo también en el cabo de San Agustín, que navegó también hacia el sur, y que al igual que Yáñez Pinzón cumplimentó la toma de aquellas tierras para la Corona de Castilla. Puestos a investigar el descubrimiento del Río de la Plata recordaremos, que son muchos los historiadores que afirman, que la primera expedición que llegó hasta el mismo fue la del portugués Martín Alfonso de Souza que llegó a fundar, en 1506, el puerto de los Santos. Es posible, incluso, que el cosmógrafo florentino Américo Vespucio, (1451, 1512), que estuvo asociado con el armador Berardi, fuera también uno de los primeros en visitar este río, aunque con los documentos que se manejan hoy día nadie puede asegurarlo, porque aunque es cierto que en sus famosas cartas afirma que hizo cuatro viajes a América, algunos historiadores piensan que los que él fecha en los años 1497 y 1503 no los hizo, aunque hay otros que los confirman. Está comprobado, desde luego, que Américo Vespucio marchó, en 1499, en una de las 4 naves españolas, que a las órdenes de Alonso de Ojeda, exploró el norte de Sudamérica, y que cuando llegó a las costas de la Guyana su barco dejó al resto de la flota descubriendo la desembocadura del Amazonas, tomando rumbo sur. Estuvo en el cabo
61
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica de San Agustín en Brasil y, de regreso a España, pasó también frente a la desembocadura del río Orinoco. Por otro lado, los Reyes Católicos fieles acérrimos a respetar la Línea Roja de Tordesillas, le negaron a Américo Vespucio el permiso que él solicitó para volver por la zona del Brasil, por lo que decepcionado marchó a Lisboa, desde donde partió en 1501, con la flota que dirigía Gonzalo Coelho a visitar las tierras que Pedro Álvarez Cabral había explorado como descubridor oficial del Brasil, ( 22 de abril de 1500). Lo que siempre nos ha dado que pensar es que habiendo navegantes que pasaron por esas tierras, llamadas Tierras de la Santa Cruz, antes que Cabral, éste sea el descubridor, oficial claro está, de las mismas. Porque, es cierto que, al menos Joao Coelho, (1493 y 1494), Duarte Pacheco Pereira, (1498), Vicente Yáñez Pinzón y Diego Lepe, pasaron antes que Cabral por estas tierras. Además existen documentos, como la “Primera carta desde el Brasil” de Pero Vaz de Caminha donde se hace referencia a la existencia de portugueses en Brasil, desde antes de 1500. Aunque estos descubrimientos, equivalían a invasiones, a verdaderas
ocupaciones
conquistadores
los
de
tierras
consideraban
ajenas,
como
sin
piadosas
embargo y
los
cristianas
operaciones, para darles a conocer a los nativos el Dios hacedor de todas las cosas y sacar a los nativos del atraso y de la ignorancia en la que vivían. El pique entre Portugal y España era notorio, los portugueses ignoraban, hacían oídos sordos, a todo lo que no les interesaba, a lo que no les favorecía. Lo hecho por Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe, apenas tuvo eco en Portugal, cuando lo de Pedro Álvarez Cabral se ensalzaba con estrépito y se difundía por doquier. Herrera, por ejemplo, al que no se le podía negar crédito y rigor, ya que sus narraciones como cronista siempre se basaron en memorias originales de los hechos, que
62
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica completaba con las que extraía de los Archivos del Reino, apenas era tenido en cuenta en el país vecino. Es posible, como decía Américo Vespucio, en una de sus cartas, que a partir de febrero de 1502, después de recorrer de nuevo las costas del Brasil y detenerse el 17 de agosto de 1501 en la Bahía de Río de Janeiro, llegara a la altura del Río de la Plata y continuara su periplo 500 leguas hacia el sur, hasta un lugar de la costa patagónica que él llamó Cananor, a 50º S., y que el 7 de abril de 1502 llegara, arrastrado por un fuerte temporal, a las Islas Malvinas. El Dr Enrique Gandía, amplia el trayecto que recorrió Vespucio diciendo que: "fue el primer hombre que recorrió las costas americanas del Atlántico, desde los actuales Estados Unidos hasta las Malvinas. Fue el descubridor, el primer extra-americano que pisó tierras del Brasil, Venezuela, Colombia, Uruguay, Argentina y de las islas Malvinas. Los historiadores en la Argentina y en Colombia, salvo alguna excepción, han negado, disminuido o ignorado sus méritos. En Italia tampoco se le ha hecho justicia". Pensamos que todo esto tiene sus sombras y sus luces porque, aunque Roberto Levillier, defienda la veracidad de los escritos de Américo Vespucio, el hecho de no haber en las cartas de éste nada, referente a la sorpresa mayúscula que se hubiera llevado si hubiera presenciado en vivo la fascinante espectacularidad del imponente espacio del estuario del Río de La Plata, siembra de dudas lógicamente mucho de lo que él narra, máxime cuando en los mapas portugueses de Sudamérica de aquellos tiempos no aparecían lugares de latitud sur superiores a los 25º. Y es que no es creíble que no le llamara poderosamente la atención la descomunal bocana
de 300 Km. de
ancha del Río de la Plata, si por ella hubiera navegado, aunque, por otro lado, debamos reconocer, que sus comentarios sobre las muy frías Islas Malvinas fueron tan acertados que, en cierto modo, insuflan algo de razón a Levillier. 63
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Sea cierto o no parte de lo que narró en sus cartas, lo que sí es elogiable es que Américo Vespucio mostró al mundo su gran visión geográfica al darse cuenta, según decía en1503 en su cuarta carta, después de reflexionar sobre las configuraciones de las costas y las dimensiones de los territorios de Asia y los de esa gran masa de tierra que descubrió Cristóbal Colón por el Atlántico occidental, de que estas tierras eran un Mundo Nuevo, distinto de las Indias Orientales como pensaban muchos navegantes de la época, entre ellos, el propio Cristóbal Colón. El premio a tan acertado augurio, confirmado según lo dicho por Vasco Núñez de Balboa, le vino de la mano de Martín Waldseemüller, miembro de la Academia de Saint-Dié, que, en 1507, en su “Cosmographiae Introductio” incluyó un mapa en el que por primera vez aparecía el nombre de América para el Mundus Novus, en honor de Américo Vespucio,. Así pues este cosmógrafo, con todas sus imprecisiones náuticas y sus errores al determinar coordenadas geográficas en sus viajes, le sacó el máximo rendimiento a sus cartas, a sus escritos, como fue el que se le pusiera a todo un continente su nombre, en femenino porque éste era el género de los restantes continentes, como nunca antes se había hecho con el de ninguna otra persona, e incluso se creara ex profeso para él, en 1508, el cargo de Piloto Mayor de la Casa de Contratación de Sevilla, cargo que prácticamente le convirtió en el máximo mandatario de la navegación española. A pesar de todas las críticas que se oyeron por Europa, que fueron muchas, sobre el reparto de Tordesillas, la cuestión es que el mismo, a pesar de los pesares de su indefinición, evitó confrontaciones entre las naciones de la Península Ibérica y, permitió a Portugal, en 1511, hacerse con el dominio de las especias y, a España, acumular conquistas por tierras americanas.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Vistas así las cosas, la historia colonizadora del río de La Plata se inicia, oficialmente, con Juan Díaz de Solís que, con un pasado escabroso ligado a veces con la piratería, era un experto marino que había estado ya por el Caribe, con Vicente Yáñez Pinzón, y que recogió el testigo como Piloto Mayor de la Casa de Contratación de Sevilla de Américo Vespucio. Aunque haya que decir que el que descubrió “oficialmente” el Río de la Plata fue Juan Díaz de Solís, por ser operativo en el argot histórico lo de oficial, sin embargo, para el argentino Manuel Ricardo Trelles y otros historiadores, su descubridor fue Diego García que estuvo en el Río de la Plata en 1512, o sea, tres años antes que Solís, y que navegó por el río describiendo sus costas, tribus y caseríos, como se deduce del comunicado final, de la Memoria de Navegación del viaje, que Diego García le envió a S.M. el Rey Carlos I, argumentando contra los que afirmaban que ese mismo año 1512 Juan Díaz de Solís estuvo en dicho río, que eso no fue así, porque la expedición que tenía proyectada para ese mismo año Solís, no sólo no tenía nada que ver con el Río de la Plata, ya que su destino era el Lejano Oriente a través de la “Ruta del Cabo de Buena Esperanza”, sino que no llegó a realizarse, según lo confirman las órdenes reales que la suspendieron, y que muestran como documento fehaciente Herrera y Medina. No obstante la duda sobre esta expedición subsiste porque,
aunque se anulara la misma
Solís pudo realizarla por su cuenta, máxime cuando el uruguayo Laguardia Trías, ha comprobado documentalmente que en 1512 estuvieron por el Río de la Plata las naves portuguesas bajo el mandato de Cristóbal de Haro, que pudieron muy bien estar al mando de Solís, como afirma Ruy Díaz de Guzmán. Por eso no es de extrañar que Herrera, pensara que el descubrimiento del Río de La Plata fue obra de Solís o de Pinzón, y que Gonzalo Fernández de Oviedo, afirmase que Solís estuvo por dicho río en 1512 del que regresó a España en 1513.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica La verdad es, que en la Memoria realizada en 1526 por Diego García, se pone de manifiesto que fue él quien descubrió el Río de la Plata, pues en ella dice que “esta señal de plata que yo he traído es de las dos o tres arrobas de plata que truxo un hombre de los míos que dexé la otra vez que descubrí, hace quince años, este río, o sea, el Río de la Plata, al perderse en el Río Paraguay una carabela”, por lo que la lógica, asiente esta versión, cuando Trelles afirma con fundamento que “debemos dar crédito a quién dirigiéndose a su soberano, no puede pretender engañarlo, con un viaje de descubrimiento supuesto, pues por el mero hecho de llevarlo a cabo el Rey estaba plenamente informado del mismo”. Con el pensamiento puesto en el Río de la Plata, el 9 de octubre de 1515, Juan Díaz de Solís, con tres naves emprendió el viaje hacia la gran bocana de dicho río, en el que por encargo del rey debía comprobar, por un lado, si esa
enorme apertura era el inicio de un
trasvase de aguas entre los dos océanos más grandes del planeta Tierra, o sea, de un brazo de mar común a los océanos Atlántico y Pacífico y, por otro, la localización exacta de por donde pasaba la Línea Roja de Tordesillas, ya que podría darse el caso de que los portugueses, de forma incorrecta, como así lo demostró Jorge Juan, la hubieran traspasado al haber llegado hasta Cananor que, según el monarca, debía estar al oeste de dicha línea. Una muestra de la desconfianza colonizadora entre Portugal y España se detecta, fácilmente, recordando el hecho de que, aunque la expediciones las sufragaba la Corona, ésta solía advertir a los que las capitaneaban que bajo ningún pretexto se dijera que éstas las costeaba el monarca, para evitar roces y conflictos oficiales con Portugal. Para cumplimentar lo acordado, Díaz de Solís, salió de Sanlúcar de Barrameda con la nao capitana y los dos bajeles que iban al mando de Martín García y Francisco de Torres, cuñado de Solís, figurando como maestre en dicho convoy Diego García. 66
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Después de hacer escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, en noviembre ya estaban en el cabo de San Agustín del Brasil, después pasaron por el cabo de Santo Tomé y entraron en la Bahía del Río Género donde se aprovisionaron de todo lo que les hacía falta y allí había. A finales de diciembre, llegaron a lo que llamaron Cabo de Navidad y al Río de los Santos Inocentes y costearon hasta una isla, en las inmediaciones del Río de la Plata, donde compraron víveres de nuevo. Solís hizo sus cálculos y comprobó, de forma más o menos burda, que por allí pasaba la Línea Roja de Tordesillas, por lo que desde ella hacia el oeste se encontraban las tierras que podían explorar los españoles. El 20 de enero de 1516 estaban ya en las costas de la Isla de los Lobos, en la entrada misma del Río de la Plata, y en las de Punta de Maldonado, en las inmediaciones del actual Montevideo donde, el escribano Alarcón y oficiales de la expedición, llevaron a cabo el acto protocolario de la toma de posesión de aquellas tierras por la Corona de Castilla, con todo lujo de detalles, al clavar la cruz con el toque de clarines, tamborileo, corte de árboles y todo lo concerniente al respecto. Tras un terrible temporal frente a la costa peñascosa de San Gregorio, a finales de marzo, se adentraron por esa enorme bocana, de 300 Km. de ancha, a la que ya nos hemos referido, que les hizo pensar a Díaz de Solís y a los suyos, que se encontraban en la entrada del paso interoceánico que iban buscando. Durante dos meses, siguieron explorando por la orilla norte del Río de la Plata, del Mar Dulce como Solís llamara a esa inmensa masa de agua procedente de las desembocaduras de dos caudalosos ríos. Llegaron hasta el Río de los Patos, 27º S, donde habitaban los indios Carrioces con los que congeniaron, nada más entrar en contacto, y a los que les compraron harina, calabazas y otros muchos productos. Navegaron hasta llegar a la isla San Gabriel y a otra situada algo más al norte a la que bautizaron con el nombre de Martín García, in 67
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica memoriam por el que había ido al mando de uno de los bajeles y que al fallecer había sido allí enterrado. En esta isla, les esperaban con gritos supuestamente de bienvenida unos cuantos indios charrúas, con peces y algún que otro aparente “obsequio”. Díaz de Solís, que pocas veces había permitido a los tripulantes de sus naves descender de las mismas, por miedo a la animadversión que en algunas zonas mostraban los nativos hacia los conquistadores, decidió bajar para agradecerles, a los que con tanto alborozo parecían recibirles, sus muestras de amistad y afecto. Acompañado de unos cuantos hombres de su confianza puso pie a tierra, para unirse a los charrúas. El espectáculo fue dantesco, como para no contarlo, pues los indios charrúas que eran antropófagos, después de descuartizar a Díaz de Solís y a los suyos en el arroyo allí existente, se los comieron, según algunos historiadores asándolos previamente. El único que se salvó, por ser un niño de 14 años, fue el grumete Francisco del Puerto. Dicho arroyo, entre Montevideo y Maldonado, aún conserva el nombre de Arroyo de Solís, por la matanza que en él se produjo. Los que se quedaron en el barco, viendo la cruel y ruin emboscada, hicieron algunos disparos con las piezas de artillería que portaban y huyeron despavoridos, a toda vela, del macabro lugar. Impresionó tanto el suceso que la decisión de volver a España se hizo inaplazable. A mediados de abril, Francisco Torres, cuñado de Solís, tomó el mando de la expedición. En la isla de Lobos hicieron acopio de algo más de
medio centenar de lobos marinos, de cuyas
pieles y cueros, sacaron en España unos 2.250 maravidíes. Nada más salir al Atlántico perdieron una de las naves que se había rezagado y sus 18 tripulantes tuvieron que llegar a nado a una isla que estaba a su alcance, de entre ellos siete de los náufragos volvieron a Europa con un barco portugués que les socorrió, seis se quedaron en el puerto de los Patos, y cinco, entre los cuales se
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica encontraban Melchor Martínez, Enrique Montes y Alejo García, convivieron por los parajes del Río Massiambu con los Guaraníes. Con estos náufragos comienza la leyenda del rey Blanco que vivía en el Cerro Rico. Francisco Torres y Diego García, al mando de sus respectivas naves entraron en la Bahía de Todos los Santos, hoy día puerto de Santos, a cargar medio millar de quintales de palo de Brasil y desde allí navegaron hasta cabo Frío, desde donde con rumbo a España, llegaron a Sevilla el 14 de octubre de 1516. Como algunos de los náufragos, se casaron con familiares del jefe indio Tupá Vera, a partir de entonces, se dispuso de una especie de vínculo de enlace, de amistad, con los Guaraníes, y como esta tribu “andaba dispersa por esta tierra y por otras muchas …”, o sea, formaban una extensa y densa red por Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia, etc., no es extraño que Alejo García, superviviente de la expedición de Juan Díaz de Solís, aprovechara esta plataforma para realizar, en 1521, su arriesgada singladura desde la costa atlántica hasta las proximidades del Cerro Rico, según decía Luis Ramírez en su testimonial carta, de la que hablaremos más adelante. Alejo García, acompañado por más de 2.000 indios Guaraníes, cuatro de sus compañeros y un hijo suyo nacido en América, protagonizó una de las gestas más gloriosas de aquellos tiempos, cruzó selvas, pasó por los ríos Paraná y Paraguay, y con valentía se introdujo en el Chaco, llegando hasta las estribaciones de la cordillera andina, donde pudo hacer acopio de plata y oro, aunque la suerte le fuera adversa pues murió a manos de los indios Payaguáes, junto a muchos otros de los que le acompañaban. Sólo su hijo y unos cuantos más salvaron sus vidas y pudieron llegar hasta el este del Brasil, donde contaron lo ocurrido: que marcharon desde el Brasil al Paraguay, siguiendo la ruta de las cataratas de Iguaçu, y que arribaron hasta el
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica imperio inca donde conocieron al
rey Blanco y contemplaron las
montañas de plata. Por otro lado, de lo dicho por Diego García, sobre que “sirvió en la costa y estrecho que va a la Mar del Sur”, se deduce que formó parte de la expedición de Magallanes-Elcano, (1519-1522), en la que se inscribió con el nombre de Diego García de Trigueros, pues éste fue el único Diego García que se enroló en la susodicha flota. Estuvo recorriendo, junto con Magallanes y Elcano, el Río de la Plata
para
asegurarse de que el Mar dulce de Solís no trasvasaba aguas entre los océanos Atlántico y Pacífico, mientras Hernán Cortés se ocupaba de conquistar el Imperio Azteca y antes de que se encontrase el paso interoceánico del Estrecho de Magallanes. Así pues, Diego García, fue uno de los primeros que circunnavegaron el planeta Tierra, En la más importante de sus expediciones al Río de la Plata, como Capitán General de su flota, (1526-1530), que ya comentamos nada más iniciar este capítulo, principio de nuestro relato, Diego García, coincidió en el puerto de la isla canaria de La Palma con Sebastián Gaboto, después de recorrer las trescientas leguas que separan el cabo de Finisterre de las islas Canarias tras rebasar las islas portuguesas de “Madeira”, a 32º 30’ de latitud, Puerto Santo y la Desierta. Sebastián Gaboto, que vio sus primeras luces en Venecia el 20 de enero de 1479, era el Piloto Mayor del Reino de España y el Capitán General de su expedición. Como acompañante en todo el periplo americano que hizo su padre, Juan Gaboto, cuando descubrió el norte de América, buscando con ahínco, pero sin lograrlo, un paso hacia las Indias Orientales, por esa parte de América. A petición de Sebastián Gaboto y contando con el apoyo de algunos comerciantes sevillanos, el Consejo de Indias no puso reparos a que éste capitanease una flota, que siguiendo la ruta marcada por Magallanes y J.S. Elcano, se hiciese con las islas Ofir, Cipango y cuantas pudiese conquistar por aquellos lares, y trajese los barcos repletos de especias, seda, metales y piedras preciosas. Sólo una vez 70
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica cumplimentado todo lo que se le había encomendado, Gaboto, tendría libertad de acción para hacer lo que creyese conveniente en su navegar. El 4 de marzo de 1525 capituló con el Rey. Durante los preparativos, como veremos a continuación, se produjeron las primeras desavenencias de Gaboto con los que le rodeaban, en esta ocasión con los representantes reales. Y es que en realidad él tenía demasiada prisa en salir, para acallar las perversas habladurías que sobre él decían algunos, con la intención, según él, de usurparle la jefatura que ostentaba de la expedición. Por eso, sin completar todo lo que deseaba partió de Sanlúcar de Barrameda, el 3 de abril de 1526, con una dotación de 210 hombres a bordo, entre los que se encontraban Rodrigo Benavides, Gerónimo y Juan Núñez de Balboa, Hernán Méndez y Nuño de Lara. En el caso concreto de esta expedición contamos con la excepcional información que aporta la Carta de Luis Ramírez, tripulante de la escuadra naval de Gaboto, en la que le cuenta a su padre de forma bastante detallada, el día a día de los veintisiete meses de este viaje al Río de la Plata, y en la que nosotros nos apoyaremos de vez en cuando. La citada carta la localizó el erudito brasileño, Adolfo Varnhagen, en
el
monasterio
de
San
Lorenzo
del
Escorial y
aunque
las
transcripciones, primeras que se hicieron de esta extensa carta, dejaron mucho que desear,
sin embargo hoy día tenemos
transcripciones,
como la de Maura, muy ajustadas a lo que escribió Luis Ramírez. La carta en cuestión es un tesoro que contiene ideas claras, una valiosa aproximación, sobre la colonización de América del Sur, las diferentes etnias de indios, la flora, fauna y la forma de vida de los nativos. La capitulación de Diego García era muy parecida a la de Gaboto, porque si este último tenía que socorrer, por ejemplo, a Loaysa, que había salido de la Coruña en 1525 al mando de una flota de cinco naos que se vino abajo en las costas de la Patagonia, dejando tirados a 71
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica muchos de sus tripulantes con el gravamen de que las cuatro naos que lograron cruzar el estrecho de Magallanes, tampoco llegaron a buen puerto, Diego García debía localizar a Juan de Cartagena y al sacerdote Sánchez de Reina que habían sido abandonados en la Patagonia por Magallanes; traerse de las Indias Orientales los mismos productos que hemos citado anteriormente para el caso de Gaboto, aunque en la Capitulación de Diego García se matizaba algo que en la de Gaboto no se hacía y era que estaba autorizado a cambiar el “rumbo” de lo que tenía que hacer, siempre y cuando no abandonase el objetivo principal que era el de la rentabilidad y la cristianización de los indios. Si Jofre García de Loaysa, había tenido sus problemas, también Gaboto tuvo los suyos, aunque fueran de otro tipo y calado, porque aunque contó con el apoyo económico de Francisco Leardo, Pedro Benito de Badignana, Pedro de Robiril, Roberto Thorne y Leonardo Cattáneo, durante los preparativos tuvo desacuerdos, como ya hemos citado, con los armadores y con los oficiales reales, que consideraban que no sería capaz de llevar a buen fin su misión, por lo que le nombraron como Teniente adjunto al mando a
Martín Méndez,
en
lugar del que quería Gaboto que era Miguel de Rifos. Volviendo al encuentro de Diego García con Sebastián Gaboto en La Palma donde fueron muy bien recibidos, decirles que el primero en salir de esta isla, fue Sebastián Gaboto, que dos meses después de dejar Sanlucar de Barrameda ya estaba en el Cabo de San Agustín, en las costas del Brasil. Sin embargo, Diego García, retuvo a los suyos en La Palma durante siete meses porque quería llegar al Río de la Plata entrado el verano, en pro de una navegación más tranquila y segura, además, cuando salió el 1 de septiembre de 1526, después de cargar todo lo que le era menester para el viaje, se dirigió sin prisas a la isla Buena Vista de Cabo Verde antes de poner rumbo hacia el Cabo de San Agustín. Ya en América y por separado, Diego García y Sebastián Gaboto, costearon Brasil hacia el sur, desde Pernambuco, donde parece 72
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica ser que Juan Gómez, les aleccionó sobre los tesoros que podrían encontrar navegando por el Río de la Plata, en el lago donde dormía el Sol y en los dominios del Rey Blanco. Fueron a la Bahía de Todos los Santos, pasaron por los parajes de Abre el Ojo, en los que tuvieron que alejarse de la costa, a lo largo de unas 90 leguas, por los bajos que por allí existían y costearon Cabo Hermoso, 22º S., y Cabo Frío, 22º 59’ S, que están muy próximos al trópico de Capricornio, 23º 27’ S, en cuyo cenit se encuentra el Sol al medio día del 21 de diciembre, o sea, del día más largo del año en todo el Hemisferio Sur, y en el que la gente que en él habita inicia el verano. Siguiendo la ruta, tanto uno como otro, pusieron rumbo a San Vicente, 23º 56’ S, nombre con el que bautizó Américo Vespucio a la primera colonia estable que los portugueses tuvieron en América. Diego García fondeó en este puerto el 15 de enero de 1527. Compró víveres, un bergantín y fletó la mayor de sus naves a un comerciante para llevar esclavos a España, acordando enviársela desde el Río de la Plata. El racionamiento estricto de los víveres impuesto por Gaboto a sus hombres, pensando que podían terminársele, creó, como era lógico, malestar entre su gente, hasta el extremo que le exigieron por escrito que se abasteciera de suficientes víveres durante el trayecto, cosa que no hizo, por la escasez de recursos económicos de que disponía, hasta llegar a una isla a la que le pusieron el nombre de Santa Catalina. Encima en esta isla perdió la mayor de sus naves y se le unieron los náufragos de la expedición de Solís, Enrique Montes y Melchor Martínez, y quince desertores de la nave de Rodrigo Acuña que formaba parte de la expedición de Jofre de Loaysa con destino las Malucas. Así es como la escasez de víveres, el hundimiento de la nave y las informaciones sobre el rey Blanco y el Cerro Rico, que le habían dado los náufragos y desertores, activaron sus ansias de enriquecerse, por lo que en lugar de dirigirse a las Indias Orientales se quedó en el entorno del Río de la Plata, navegando por los ríos Paraná, Carcarañá, Paraguay… en busca del Cerro Rico. 73
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica La oposición a esta decisión de Gaboto, de quedarse por el Río de la Plata, no se hizo esperar por parte de tres de sus capitanes que lo abandonaron y se fueron al Brasil, desde donde escribieron al rey relatándole lo sucedido, o sea, criticando el proceder de su jefe. Algunos historiadores defienden la decisión de Gaboto de quedarse por aquel entorno, afirmando que se atuvo al sentir del Rey Carlos I, en cuanto que podía encontrar por aquellos parajes del Río de la Plata lo que iban a buscar a las Indias Orientales. Mientras pensaba lo que debería hacer, si ir a las Malucas o quedarse por el Río de la Plata, construyó una Galera y, el 15 de febrero de 1527, fondeó en el puerto de los Patos. El 21 de febrero de 1527, o sea, prácticamente un año después de salir de España, Gaboto, estaba ya en el Cabo de Santa María, o sea, en la entrada misma del Río de la Plata, después de haberle abandonado los tres disidentes que, según hemos dicho, no estaban de acuerdo en infringir la capitulación que se había firmado y que él después de oír historias como la de Alejo García no quería dejar escapar. No obstante debemos reconocer que, lo que él hizo, lo hicieron muchos otros, entre ellos, Diego García que ya había participado en la expedición de Solís del año 1516 y, que en lugar de marchar a las Indias Orientales como estaba establecido convivió con Gaboto por el Río de la Plata y sus contornos, buscando, a la par que éste las ansiadas sierras de la plata. Otro tanto de lo mismo hicieron Rodrigo de Acuña, separándose de la expedición capitaneada por García Jofre de Loaysa para la circunvalación marina de la Tierra y, Pedro de Mendoza, primer capitán del Río de la Plata que mandó a Juan de Ayolas al Cerro Rico, el cual perdió la vida en la empresa. Hubo otros muchos fracasos en misiones análogas a la que acabamos de referirnos, como la llevada a cabo por Cabeza de Vaca, o sea, por el sucesor en el cargo de Mendoza. Gaboto, entrando por el Río de la Plata algo más de 30 leguas, se estableció en la isla San Gabriel y mandó a los suyos, con algunos 74
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica botes, a buscar un buen puerto, un refugio donde dejar las naves más grandes, que no podrían navegar por los ríos que iban a explorar. Cumplimentada su orden, el capitán Grajeda llevó dos de sus barcos, la Santa María del Espinar y la Trinidad, siete leguas hacia arriba de un río caudaloso y seguro hasta un puerto, que llamó San Salvador, y en el que construyó un fuerte en el que dejó a unos cuarenta y dos de sus hombres. Desde el puerto de San Salvador, es desde donde escribió Luis Ramírez, el 10 de julio de 1528, la famosísima carta a su padre. Como muestra de esta carta, y a modo de epílogo de este capítulo, incluimos a continuación, unas cuantas páginas, menos de un tercio de la misma. Carta de Luis Ramirez— Escrita en el Puerto de San Salvador, el día 10 de Julio de 1528. (Transcripción de Juan Francisco Maura) “Señor, — Si conforme á mi voluntad las cosas de acá la mano alargase, por muy mas prolixo de lo que soi de vuestra merced seria tenido, según la voluntad que tengo de dar entera y particular quenta de todo: pero no por eso dexaré, como quiera que supiere , de dar alguna relación, ansi de alguna parte de los muchos trabajos que hemos padecido, por ser ya muy hechos á ellos no digo padecemos , como de la mucha alegría que con el mui buen fin dellos placiendo á Dios nuestro Señor esperamos; y suplico á vuestra merced que conforme al amor que me siempre tuvo vea esta carta y lo que en cada cosa puede sentir , y no mire vuestra merced á la mala orden del escribir, que como ha tanto que no lo hago, estando en esta tierra he perdido el estilo. Yo gracias a nuestro Señor al cabo de tantas fatigas y trabajos, como vuestra merced verá por esta por mi han pasado, estoi mui bueno de salud, mejor que nunca estube, lo cual tengo por mui cierto ser la causa las continuas oraciones de vuestra merced, juntamente con las de mi Señora, a la cual suplico no cesen, por que agora son mas menester que nunca, para que Dios nuestro Señor nos dé gracia de acavar esto que tenemos entre manos empezado , que sean 75
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica vuestras mercedes ciertos, si Dios allá me vuelve , volveré de arte con que pueda servir las muchas mercedes que siempre he recibido , y al presente espero recibir , y esto pueden vuestras mercedes tener por cierto según lo que esperamos será ansi como digo, y a todo lo que vuestras mercedes oyeren de la bondad de la tierra, pueden dar entero crédito, porque yo les certifico no pueden decir tanto como es , y por nuestros mismos ojos habemos visto. Señor. — Partidos que fuimos de la Bahia de Sant Lucar y salidos de la dicha barra á tres dias del mes de Abril de 1526 años para seguir nuestro viage llevando nuestra intención y derrotas á la isla de la Palma, una de las islas de Canaria, para alli proveer las naos de aguaje y leña e todo lo que obiesen menester, é proveymos la gente del armada de otros refrescos para proseguir nuestro viage, a la cual entro en 7 dias siguientes llevando muy prospero viento legamos á 10 dias de dicho mes, y luego el Señor Capitán General mandó sacar los bateles de las naos y dio licencia para que toda la gente podiese saltar en tierra: estubo el Sr. Capitán General en esta isla 17 dias, dentro de los quales las naos recibieron su aguaje y leña, la gente de la armada se proveyó de mucho refresco , ansi de carne é vino como de queso , é azucare é otras cosas muchas que lleváramos necesidad, á causa de ser todo muy bueno é barato. Aqui la gente desta tierra nos hizo mucha cortesia, que por Dios el que no llevaba uno de nosotros asu casa no se tenia por honrado. De alli escriyi á vuestra merced todo lo que me habia sucedido fasta entonces , é bien crea las cosas fueron ciertas por ser persona conoscida, que era mi hermano de Cristoval de la Pena; pues Jecho alli todo lo necesario el Sr. Capitán General hizo embarcar toda la gente, y viernes que fueron 28 dias del mes, hizimos vela con mui buen tiempo. Navegamos todo el. mes de Mayo, a las veces con tiempo é otras veces con contrario, é otras con muchos aguazeros que sobre la costa Guinea ovimos , a las vezes venian con tiempo é otras con calmerías, que nos detubieron algunos dias , donde pasamos mucho trabajo de 76
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica sed a causa de ser la ración muy pequeña, é plugo á Dios de nos dar buen tiempo con que pasamos la linea equinocial caminando por nuestra derrota fasta tres dias del mes de Juno que desque vimos tierra, ¿¿¿ vistas por los que sabian, reconocieron estar en la costa del Brasil al cabo de Sant Agustín tierra de Portugal. En este pasage estubimos dos dias , al cabo de los cuales tomamos hacer vela para salimos a la mar y apartamos mas de la costa y seguir nuestro viage. Quando otro dia pensamos haber nabegado adelante, nos hallamos atrás mas de 12 leguas en que por la altura nos hallamos en el parage de Pemambuco en la misma costa junto a tierra y esto lo causó sernos el viento algo escaso, y la corriente mucha ; y el Sr. Capitán General viéndose en la costa , y el viento contrario , acordó de proveer la armada de agua , que tenia mucha necesidad para pasar adelante , y para esto le fué forzado enviar la carabela y con ella al piloto de la nao capitana y un batel, y que fuesen á buscar por la costa algún río dulce ; y estando en esto vino á la nao capitana de esta armada una canoa de indios en la cual venia un christiano , y el Sr. Capitán General fue informado de que la tierra
donde estábamos, e
dixo como se llamaba Paranábuco é quel Rey de Portugal tenia alli una fatoria para el trato del brasil, en la qual habia fasta trece christianos portugueses de nación , de los quales fué bien servido el Sr. Capitán General en las cosas que para la armada tovimos necesidad , que sin que a causa de los tiempos contrarios que siempre tovimos, esto vimos en la dicha costa sin tener una hora de tiempo para poder salir; y en el tiempo que aquí estubimos tomamos algo de la manera de la gente y tierra de ella. Hay en la tierra muchos mantenimentos de maiz, mandioca, que son unas raizes de que se hace mucha harina blanca, comenla como pan hecha harina tostada. Hay otras raizes que se dicen patacaon, comense cocidas y asadas, son muy buenas : muchas calabazas , frisóles, havas , gallinas, papagayos muy buenos : de todo esto llevó la gente mucha cantidad. La gente de esta tierra es muy 77
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica buena y de muy buenos gestos, ansi los hombres como las mugeres son todos de mediana estatura, mui bien proporcionados, de color de cáñamos algo mas oscuros , de todos ellos y ellas se de raer de los pelos del cuerpo todo, salvo los cabellos, que dicen que los que tal no hacen son bestias salvages, ellos son mui lijeros é mui buenos nadadores, sus armas son arcos é frechas , lo qual tienen en mucho; é si cuando van a la guerra toman alguno de sus contrarios, traenlo por esclavo y átanlo muy bien, y engórdanlo y danle una hija suya para que se sirva y aproveche della, y de questá mui gordo é se les antoja que esta mui bueno para comer , llaman sus parientes é amigos aun questén la tierra a dentro , empluman al dicho esclavo mui bien de muchas colores de plumas de papagaios, y traenlo con sus cuerdas atado en medio de la plaza, y en todo aquel dia y noche no hacen sino baylar y cantar, ansi hombres como mugeres, con muchas danzas que ellos usan , y después desto hecho levántase y le dice la causa porque le quiere matar, diciendo que también sus parientes hicieron otro tanto á los suyos , y alzase otro por detras con ima maza que tienen ellos de madera mui aguda y danle en la cabeza hasta que lo matan, y en matándole le hacen piezas é se le comen ; é si la hija queda preñada del , hacen otro tanto de la criatura, porque dicen que la tal criatura también es su enemigo como su Padre , y a la muger danle a comer la natura y compañones del esclavo que ha tenido por marido é no otra cosa : todos estos indios desta tierra no tienen ningún Señor, salvos algunos indios que los tienen por sus capitanes, por ser muy diestros é mañosos en la guerra. Uno destos vino a la nao capitana a ver al Sr. Capitán Greneral, el qual vino muy emplumado como en la tierra se usa quando vienen algunas fiestas quellos hazen : el Sr. Capitán Greneral , le dio cierto rescate, el qual fué mui contento. Estos indios desta tierra se llaman Tu pisnambo , tienen guerra con otros comarcanos ; lo mejor que tienen es nunca tener cuestión unos con otros : su dormir dellos es en una red quellos llaman amaca, ques longa quanto se puede echar un hombre e ancha cuanto se puede bien revolver en ella y cubrirse el cuero; tienenlas colgadas en el aire, y ansi se echan; son de hilo de algodón 78
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica que en esta tierra hai mucho; y no pongo otra cosa particular porque seria cosa prolija, sino que hombres y mugeres todos andan en cueros sin ninguna cultura. El Sr. Capitán General viendo ya el tiempo enderezado y favorable para seguir nuestro viage mandó alzar anclas dia del Sñr. San Miguel que fueron á 29 dias del mes de Setiembre de dicho año, y caminando á las veses con buen tiempo, á las veses con contrario hasta sábado 13 dias del mes de Octubre, questando en la mar nos comenzó á calmar el viento que llevábamos, y comiénzase á levantar por proa un tan gran nublado que era gran espanto de ver, muy oscuro, y con tanto bien que casi no nos dejó tomar las velas á que las hubimos de tomar á gran trabajo, é tras esto vino una aguatan grande que era maravilla, que parecia que todo el mundo se venia abajo, lo cual nos puso gran espanto, principalmente después que las naos comenzaron á jugar por las grandes olas que la mar hacia con el gran viento, á que ponia gran espanto á los que la miraban, por que la nao andaba de tal manera auna parte y á otra, que hacia dentrar en las dichas naos mucha abundancia de agua, que á lo menos para nosotros, las personas que nunca habíamos navegado, nos puso en tanto aprieto é congoja como jamas pensamos ver, y aun los diestros marineros esperimentados en las tales tormentas, pensaron ser esta la postrera que los atormentara, por las naos venir mui embarazadas, y á las naos desicieron algunas obras muertas por darles mas alivio : la nao capitana perdió el batel que traia por popa: esta tormenta de la manera que dicho tengo, y mucho peor, nos duró toda la noche hasta Domingo que amaneció el dia mui claro con mui buen sol, como si no hubiera pasado nada, y asi anduvimos hasta viernes siguiente 19 del dicho mes que llegamos á surgir en una isla tras á una gran montaña, á causa de parecer al Sñr. Capitán General ser aparejada de madera para hacer batel para la nao capitana, porque, como digo, en la tormenta pasadahabla perdido el suyo. Y estando en esto vimos venir una canoa de indios, la cual vino á la nao capitana, y por señas nos dio a entender que habia alli cristianos, lo qual aun no acabamos de entender : el Sñr. 79
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Capitán General les dio á estos indios algún rescate, los cuales fueron muy contentos en que estos indios según parece fueron por la tierra adentro y dieron nuevas de nuestra venida, de manera que otro dia de mañana vimos venir otra canoa de indios y un cristiano de ella, el cual dio nuevas al Sñr. Capitán General como estaban en aquella tierra algunos cristianos que eran hasta 15, los quales habían quedado de una nao de las que iban a la Especería de que iba por Capitán General el mendador Loaysa, y que ellos iban en una nao de que iba por Capitán D. Rodrigo de Acuña, y porque la dicha armada se habia desbaratado en el estrecho, y ellos no quisieron volver a España, su Capitán los habia dejado allí, y también dijo deotros dos cristianos, que se decían Melchor Ramírez, vecino de Lepe y Henrique Montes, los quales dijo habían quedado de una armada de Juan Diez Solís, que en este río donde agora nosotros estamos los indios habían muerto y desbaratado, y que habia mas de trece años ó catorce que estaban en aquella tierra, y que estaban 12 leguas de allí, los quales dichos crístianos, como de los indios supieron estar allí armada de cristianos, y luego el Henrique Montes vino á la nao capitana y hablando en muchas cosas con el señor Capitán General, de como habia quedado en aquella tierra, vinieron á decir lo que dicho tengo, y también la riqueza que en aquel rio donde mataron á su Capitán habia, de lo qual por estar mui informados á causa de su lengua de los indios de la tierra de muchas cosas, las quales diré aqui algunas dellas ; y era que si le queríamos seguir, que nos cargaría las naos de oro y plata, porque estaba cierto que entrando por el rio de Solís iríamos á dar en un rio que llaman Paraná, el cual es mui caudalosísimo y entra dentro en este de Solis con 22 bocas, y que entrando por este dicho rio arriba no tenia en mucho cargar las naos de oro y plata, aunque fuesen mayores, por que dicho río de Paraná, y otros que á él vienen á dar, iban á confinar con una sierra adonde muchos indios acostumbraban ir y venir, y que en esta sierra habia mucha manera de metal, y que en ella habia mucho oro y plata, y otro genero de metal que aquello no alcanzaba que metal era, mas de cuanto ello no era cobre, é que de todos estos géneros de metal habia mucha 80
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica cantidad, y questa sierra atravesaba por la tierra mas de doscientas leguas, y en la alda della habia así mismo muchas minas de oro y plata y de los otros metales”.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
CAPÍTULO III
SANCTI SPÍRITUS: KILÓMETRO CERO DE LA ARGENTINA
A Francisco del Puerto, o sea, al único superviviente de la matanza del arroyo de Solís, le tocó vivir con los indígenas de la masacre, que habitaban circunvalando el Río de la Plata, como si fuera uno más de ellos, por lo que no solo aprendió su habla, la lengua de los nativos, sino que se desenvolvía como pez en el agua por aquellos andurriales y sus aledaños, en los que había adquirido una vasta y valiosa información que le fueron transmitiendo los nativos de aquellos lugares, sobre la plata y riquezas que albergaba el Cerro Rico y poseía el Rey Blanco. Por eso, no es nada extraño que, cuando Francisco del Puerto se enteró de que naves españolas navegaban de nuevo por el Río de la Plata, fuera a cumplimentar a su Capitán General, o sea, a parlamentar
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica con Gaboto, para contarle su afer, su destierro por aquellos territorios y ponerse a su disposición. Gaboto impresionado por todo lo que le contaba, vio el cielo abierto, máxime después del violento ataque perpetrado por los indígenas de los márgenes del río Uruguay contra sus hombres, en el que perecieron varios de ellos cuando exploraban dicho río. Así pues, con Francisco del Puerto como asesor, intérprete y conocedor de aquellos parajes, Gaboto y el capitán Miguel Rifos iniciaron sus exploraciones, con una galera y una carabela, por el Río de las Palmas, o sea, por uno de los ríos que vierten sus aguas al Río de la Plata. Navegaron por el Río Paraná y por algunos de sus afluentes hasta encontrar la boca del Río Caracañá, al que le dieron nombre los indios caracarás. Quedaron
sorprendidos
por
todo
lo
que
veían,
por
las
trasparentes aguas de los ríos, la abundante pesca que ofrecían, las pequeñas islas que en ellos existían y por las fértiles y llanas tierras que los bordeaban y, curiosamente, también porque los indios caracarás que habitaban entre ríos, al igual que los timbúes que vivían algo más arriba eran muy altos, fuertes y navegaban con canoas de más de 25 metros de largas. Se maravillaron por el trato amistoso que recibían de los indios de aquellas tierras, debido en parte a la impagable intermediación de Francisco
del Puerto.
Gaboto
sumamente interesado,
ilusionado
diríamos nosotros, por todo lo que Francisco del Puerto le contaba sobre los ríos de la comarca y, sobre los empalmes fluviales que había que hacer para acceder al Cerro Rico, a los dominios del Rey Blanco, le interrogaba sin parar. También tomó buena nota de la valiosa información que le fueron proporcionando, según pasaban los días, los indios caracarás, los albegüas, timbúes y los querandis, que vivían en poblados situados hacia el oeste, así como los guaraníes, que lo hacían por el norte. Gaboto, entusiasmado con lo de la plata y las riquezas, intuía que todos estos poblados podrían ser los eslabones que le facilitaran, 84
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica que le permitieran, saltar pausadamente, de uno a otro, hasta llegar a los dominios del Rey Blanco. De ahí, el desmesurado interés que mostraba por estos territorios de las tribus indias, tanto de los que habitaban al sudoeste como de los que veía navegar por los ríos de la zona, hasta el extremo que decidió establecerse en ellos, pues pensaba que sería la plataforma de lanzamiento idónea para las frecuentes incursiones y exploraciones que tendría que hacer antes de enfrascarse en la búsqueda del maná plateado que ambicionaba. Así pues, con la ayuda de los indios caracarás, construyó pegado a
la boca del Río Caracañá, el fuerte del Sancti Spíritus, de forma
rectangular, con veinte casas de troncos y paja, con huertas a su derredor de una extensión no excesivamente grande, rodeado por un foso y una empalizada con los ángulos elevados con terraplén. Este fuerte, fue el embrión que daría lugar al pueblo del Sancti Spíritus, o sea, al primer pueblo que hubo en la Argentina, (9 de junio 1527), construido nueve años antes que el de Buenos Aires. Así pues el origen de este gran país está íntimamente ligado a Sebastián Gaboto, y a Diego García, como veremos más adelante. La residencia o vivienda de Gaboto junto con los pabellones militares, estaban cercados por un foso defensivo y común a todos ellos, accesible mediante un puente de entrada; y la residencia de Gaboto construida con tierra presionada y compacta, resultaba suficientemente consistente como para guardar en ella las cosas de valor de la expedición. En el centro de todo lo cercado estaba la plaza con un robusto y elevado mástil en el que se izaba la bandera del Rey Carlos I. Lo más característico del fuerte eran sus dos altas torres vigías, con guardas en lo más alto de las mismas, una para controlar el curso del Río Caracañá y la otra para vigilar los terrenos colindantes al fuerte. Disponían en el fuerte de calabozos y señales externas, como la Cruz de los navegantes, indicadoras de la presencia por aquellos lares de cristianos. 85
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Durante los 823 días que existió el fuerte Sancti Spíritus, Gaboto y los suyos convivieron en mutua avenencia con los indígenas del contorno, aunque el final fuera trágico sin paliativos. Entre los indios de las diferentes tribus de alrededor del fuerte y los que los visitaban hubo innumerables trueques. Los indígenas del lugar aportaron a los mismos patos, miel, pescado molido, perdices, frejoles, cera y pieles, y los conquistadores tijeras, peines, mazas, cuchillos o anzuelos. El “Sancti Spíritus”, la semiolvidada brecha hacia el futuro esplendoroso de la Argentina, en casi tres años de asentamiento limó asperezas entre conquistadores e indígenas, timbúes, caracañás, corondas, chanás, charrúas y guaraníes. Por este fuerte pasaron, invitados por Gaboto, en señal de buena vecindad y para informarle de los caminos a seguir para llegar al Cerro Rico, representantes de todas las tribus del contorno, los caracarás, chanás, charrúas, guaraníes, beguaes, timbúes, corondas, etc. Los querandíes, por ejemplo, además de darle mucha información, a Gaboto, sobre el Cerro Rico y el Rey Blanco le manifestaron que por el otro lado del cerro, refiriéndose al Pacífico, había una mar que crecía y menguaba mucho y súbitamente. No obstante lo dicho, Gaboto temeroso de las nefastas consecuencias que podría provocar el cambio de destino de la expedición, al quedarse por el Río de la Plata en lugar de seguir hacia su destino que eran las Indias Orientales como se hacía constar en la capitulación que había firmado con el monarca, le escribió a éste una carta para darle a conocer su versión de los hechos y explicarle el porqué del abandono, en la isla de Santa Catalina, de los tres capitanes insurrectos, porque pensaba que todo ello sería ya del dominio público y, por lo tanto, conocido por el rey de forma directa a través de los disidentes. Tanto preparó a los que le llevaron la carta al rey, sobre la excelencia de las tierras descubiertas, que estos, al mostrarle al rey los tres o cuatro nativos del entorno del Río de la Plata como muestra de 86
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica los indios que allí habitaban, no se privaron de engalanarlos con planchuelas y otros objetos de plata en las orejas, cuello y brazos. Les salió tan bien la representación y tan encomiable fue la teatralidad de la exhibición, que a partir de entonces, según algunos, el Río de Solís, cambió su nombre por el de Río de la Plata. Pensamos, sin embargo, a pesar de lo que acabamos de comentar, que lo más probable es que el nombre de Río de la Plata le viniera a este río por ser el camino más aconsejado para ir a las tierras del rey Blanco, al Cerro Rico en el que todo el mundo ansiaba saciarse de riquezas. Gaboto, después de enterarse del camino a seguir para alcanzar la plata que buscaba, el 23 de diciembre de 1527, dejó al mando de Gregorio Caro, sobrino del obispo de Canarias, sesenta hombres en el fuerte, y empezó a navegar por el brazo del Paraná que pasa por el Río Coronda con la galera y el bergantín, que acababa de construir, hasta llegar al río principal, bajo la permanente supervisión, más o menos pacífica, de los indios timbúes, guaraníes, colastines, calchaquís, quiloasas… Después de recorrer unas 200 leguas entró en el río Paraguay, y tras navegar varias leguas más por el mismo, llegó a unos caseríos de indios, mitigando su hambre en algunos de ellos. Téngase en cuenta que hubo momentos que era tal la escasez de alimentos que cuando llegaban a una isla saltaban como lobos hambrientos a por la comida, iban de una isla a otra, buscando yerbas de cualquier clase, buenas o malas. El que mataba, por ejemplo, una víbora, de las que había muchas, grandes y ponzoñosas, era un afortunado y se daba un festín comiéndosela. Pasaron tanta penuria que comían gusanos, lagartijas, hormigas y salamanquesas hasta el extremo que un día, además de comerse los ratones que encontraron,
se comieron a uno de los dos perros que
tenían, por comer, comían hasta tierra, madera y todo lo habido y por haber, hasta estiércol de venado. Estas condiciones extremas les 87
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica llevaron un amanecer a cercar las casas de los timbúes, y matar a muchos de ellos y prender a otros cogiendo, por ejemplo, toda la harina que encontraron en sus casas. En un puerto al que le pusieron de nombre Santana, estuvieron treinta días recogiendo alimentos y observando los muchos indios que exhibían orejeras y planchas de plata y oro. Gaboto, envió al lenguaraz, (que es como llamaban a los entendidos en el habla de los indígenas), Francisco del Puerto a que se informase de donde traían tanto oro y plata y quien se lo proporcionaba. Éste después de hacer las pesquisas pertinentes, informó a Gaboto de que el oro y la plata, que exhibían los indios del lugar, provenía de los indios chandules que se lo cambiaban por canoas. Gaboto siguió navegando por el Río Paraguay llegando hasta la misma Asunción, aunque a partir de allí no tuvieron más remedio que retroceder, al hacerles frente unos labradores que les produjeron 25 bajas. Recordaremos también que la incursión del capitán Miguel Rifos por el Río Bermejo, ordenada por Gaboto, no fue mucho más exitosa pues al llegar a la isla de Ñacurutú, los indígenas les obligaron a deshacer el camino que habían recorrido. Cambiando de chip, decirles, que cuando Diego García llegó al Río de la Plata su forma de ser y actuar fue un calco fiel de lo hecho por Gaboto, porque una vez le informaron de la existencia del Cerro Rico y el Rey Blanco, o sea, de las minas de plata del Potosí, del Imperio Inca, dejó de pensar en el Lejano Oriente y encandilado por las riquezas que dichos parajes escondían se quedó por aquellos contornos. Como tenía concertado, llevar a España a unos esclavos que había comprado y quería, además, informar por escrito al monarca de como se desarrollaban los acontecimientos de la expedición por estas tierras, desde la isla San Gabriel envió la carabela, al mando de Gonzalo 88
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica de Acosta, a San Vicente, para que recogiera a los esclavos y los llevara a nuestro país y entregara su escrito al rey. Diego García, dejó sus naves junto a las de Gaboto y, con el bergantín que montó en San Juan, empezó a escudriñar él y sus mejores hombres, leguas y más leguas del Río de la Plata. Después de recorrer gran trecho río arriba, halló dos naos en las que viajaba como teniente de las mismas, Antón Grajeda, febrero de 1528, un antiguo conocido suyo, que pasó a su nave a saludarlo. Allí, como Capitán General de su flota, Diego García, fue cumplimentado por Grajeda, contándole éste el cambio de destino provocado por su Capitán General, o sea, por Sebastián Gaboto, que en lugar de marchar a las Indias Orientales se había quedado por estos parajes. Le informó también de que Gaboto, hacía unos días, había muerto a más de quinientos indios, y que iba victorioso por el río guerreando con ellos. A los pocos días, Diego García con su bergantín, navegando por el Rìo Paraná, se presentó en el fuerte del Sancti Spíritus, dispuesto a disputarle a Gaboto la conquista no sólo del Río de La Plata y sus afluentes, sino, los dominios del Rey Blanco. La entrevista que sostuvo con Gregorio Caro fue tensa, al exigirle con contundencia que se cumplieran las cláusulas de la Capitulación de su viaje, porque según decía de forma bastante elocuente la conquista de aquellos territorios le correspondía única y exclusivamente a él. Al final, como Gregorio Caro no disponía en el fuerte con suficientes hombres para hacerle frente, se puso a disposición de Diego García y éste flexibilizó su postura y se comprometió a hacer, por su parte, todo lo que pudiera para liberar a Sebastián Gaboto y a los suyos, si es que los tenían cautivos los indios como Gregorio Caro suponía. Pero esto no era así porque, Gaboto, regresaba hacia el fuerte desde Asunción al no quedarle alimentos para seguir río arriba con sus hombres. Además su gente estaba harta y diezmada al haber tenido que 89
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica afrontar de continuo, la creciente animadversión y belicosidad de algunos indígenas hacia los conquistadores. Por otro lado, quería ver qué perseguían las naves, (que él no sabía que eran las de Diego García), que habían entrado en el Río de la Plata y estaban junto a las suyas, según le habían informado. Esto último tuvo pronta respuesta porque, según iba navegando por las proximidades de la boca del río Paraguay, vio aparecer las velas de unas embarcaciones que, después averiguaría que pertenecían a la armada comandada, como Capitán General, por Diego García. Tras los primeros contactos entre Gaboto y Diego García y, de las encendidas discusiones sobre la autoría de estas conquistas que acabaron en apacible armisticio, Diego García y sus oficiales comieron en la galera de Gaboto, (7 de mayo de 1528), acordando aunar esfuerzos construyendo media docena de bergantines para subir todos juntos por el río. Por otro lado, recordaremos que en noviembre de ese mismo año salió, del Sancti Spíritus con destino al Cerro Rico, Francisco César al mando de quince hombres, en dos subgrupos, unos que navegarían por el Río Caracañá y otros que atravesarían la selva del Gran Chaco. Todos estos quehaceres, de los primeros conquistadores por el Río de la Plata, conforman, mejor que ningún otro evento, el alma y la forma de ser y actuar de los argentinos que, las tripulaciones de la Península Ibérica de Gaboto y Diego García, imbuyeron en aquellos parajes, según estamos viendo, las que le dieron chance, la oportunidad en
suma,
a
la
pampa
argentina
para
que
desarrollara
sus
potencialidades, aunque también debamos reconocer, por ejemplo, que llenaron de muertos el cementerio del fuerte del Sancti Spíritus. Porque la verdad es que fue, en estas tierras contiguas al fuerte y situadas entre los ríos, afluentes y llanuras en las que brotaron con pujanza, en 1527, la cristianización y la idiosincrasia de los argentinos.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Alrededor de la confluencia de los ríos Paraná y Carcarañá es donde se dieron las primeras cosechas de trigo de toda Argentina, o sea, donde se inició la explosión económica y triguera del granero de Santa Fe, en la cuenca del Río Paraná, que más tarde se expandiría a otras muchas regiones de este gran país. No sería hasta 1603, cuando el Gobernador Hernandarias, introdujera el ganado vacuno y caballar. Entre la veintena de nombres que aproximadamente ha tenido el Sancti Spíritus, a través de los siglos, como pueblo, recordaremos, por ejemplo, los de "Pueblo Sancti Spíritus", "Fuerte Sancti Spíritus", "Torre de Gaboto", “Puerto Gaboto”, "Posta Río Caracañá", "Rincón de Gaboto", y a partir de 1891 y hasta nuestros días, por decreto gubernamental, simplemente, "Gaboto". El Sancti Spíritus, en la boca del Carcarañá, fue, según ya hemos comentado, el “kilómetro cero” del pueblo argentino; allí celebró el padre Francisco García el primer acto religioso de todo el país, y construyó la primera ermita del Río de la Plata. Gaboto y Diego García fueron los primeros evangelizadores, pregoneros de la fe de Cristo, en esta región platense e hicieron, según lo expuesto, que el trigo fuera el cereal que enriqueciera agrícolamente hablando a la Argentina. Podemos pues afirmar, que el centro de gravedad de todo este progreso habitó en la boca del Caracañá, o sea, en el fuerte Sancti Spíritus, desde el que se propagó a todo el país la evangelización, los rasgos culturales y la riqueza agrícola de Argentina. Debemos tener en cuenta que, del fuerte Sancti Spíritus, salieron normas judiciales, se repartieron tierras y se protegió al indio. Se atendieron aspectos sanitarios del fuerte, del puerto y de los tripulantes de las naves que por allí pasaban. El fuerte, además, contó con un rudimentario astillero en el que se construyeron bergantines, barcas y canoas. La existencia del fuerte del Sancti Spíritus, fue como un restallar de augurios, de la grandeza, de una civilización que pedía a gritos un 91
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica futuro espléndido. Incluso, según algunos, fue en el fuerte donde nació la literatura argentina, en 1528, con aquella larguísima carta, ya citada y de la que hemos sacado algunos fragmentos, que Luis Ramírez, extripulante de la expedición de Gaboto, escribió a sus padres, contándoles todo lo sucedido a bordo y, en la que describía la flora y la fauna de los lugares por donde pasaban. En el fuerte del Sancti Spíritus se incubaron leyendas, fábulas, dimes y diretes de la conquista de aquellas tierras por los españoles, como, por ejemplo, el de la ciudad encantada de los Césares, que protagonizó la expedición de Francisco César como, otras muchas, que se realizaron en busca del Cerro Rico. La verdad es que en este fuerte no todo fue positivo, o dicho de otra forma, no todo fue paz y concordia porque, por ejemplo, el 10 de septiembre de 1529, los indios destruyeron el fuerte del Sancti Spíritus, estando Diego García y Sebastián Gaboto, preparando a sus hombres y a las embarcaciones en el asentamiento de San Salvador para los rastreos y observaciones que a diario realizaban; al enterarse estos, a través de Gregorio Caro que fue el primero en comunicárselo, emprendieron de inmediato el regreso al fuerte sin poder presentir lo que les esperaba: una visión agónica de la vida, un espectáculo macabro, porque atónitos pudieron contemplar con estupor como flotaban por doquier los cadáveres de sus compañeros en las aguas. Este fue el punto y final de la estancia de ambas flotas en el entorno del Río de la Plata porque, tanto Diego García como Sebastián Gaboto, decidieron regresar a España. En junio de 1530 lo haría Diego García y, dos meses después Gaboto. Tras la práctica desaparición del fuerte del Sancti Spíritus, del que sólo quedó parte del mástil de la plaza, una de las dos altas torres vigías, (por lo que se le conoció a partir de entonces como Torre de Gaboto), y un recodo de la vivienda de Gaboto, siempre hubo quien habitase en el entorno de este lugar, fueran indígenas de aquellas tierras o conquistadores, además, Gaboto, con la idea de volver a estos 92
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica parajes, dejó en el maltrecho Sancti Spíritu algo más de cien hombres al mando de Nuño de Lara, antes de embarcarse para España a donde llegó el 23 de agosto de 1530. Como se le había adelantado en el regreso, Diego García, éste disfrutaba ya, desde el mes de junio, del fervor patriótico de los españoles, aunque podría ser que fuera portugués. Ahora, recordaremos aquella anécdota que le contaron al historiador Félix
de Azara, porque aunque Nuño de Lara intentase
siempre mantener un trato cordial con los indios del lugar, o sea, con los caracarás y los timbúes, hubo un hecho que, trajo la discordia y la muerte al Sancti Spíritus, ya que uno de los jefes timbúes se enamoró de la esposa de un español del fuerte y, una noche, aprovechando la ausencia de su marido, con su gente escondida alrededor del Sancti Spíritus, se presentó con unos cuantos de sus más fieles compañeros ante la guardia del fuerte, bajo el pretexto de que traían víveres y viandas para los que allí habitaban y, como se daba el caso de que eran conocidos por los que custodiaban el fuerte, los dejaron entrar, momento éste que aprovecharon los que estaban escondidos para salir de sus escondrijos, entrar al fuerte y matar a todos los españoles menos a la mujer deseada por su jefe, aunque éste murió en la refriega. Al llegar el marido y ver lo que había pasado, salió del fuerte en pos de los desalmados raptores de su esposa, pero aunque dio con ellos no pudo hacer nada para liberarla, porque le sorprendieron y atado a un árbol tuvo que presenciar con horror como la quemaban viva. Después, para colmo de males, lo mataron también a él a flechazos. Podemos afirmar, por los pasajes que se dibujan
en nuestro
relato, que Gaboto y Diego García no lograron lo que pretendían, o sea, llegar a los dominios del Rey Blanco, enriquecerse en suma, aunque haya que reconocer que fueron los que protagonizaron las primeras incursiones españolas en la Argentina, descubriendo los ríos Paraná, Paraguay, Bermejo, Picomayo, etc., por los que navegaron, sin conocerlos y sin cartografía alguna, con simples barquichuelas de velas 93
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica y con el peligro añadido de los indios del lugar. Sebastián Gaboto, por ejemplo, como gran marino y cartógrafo que fue, incluyó en 1544 el nombre de estos ríos en su académico planisferio que podemos consultar en la Biblioteca Nacional de Francia. Los que si tocaron con sus manos los tesoros del Cerro Rico fueron César y sus hombres, que al regresar al fuerte pregonaron las grandezas del Rey Blanco, las cantidades ingentes de oro, plata y piedras preciosas que habían visto en el alto Perú, en el Imperio de los Incas. Con sus relatos hicieron famosa la imaginaria y fastuosa Ciudad de los Césares, que aunque para algunos era la ciudad de Cuzco, sin embargo, fueron muchos los que la buscaron por otros lugares. Hay historiadores que afirman que viendo el estado calamitoso en el que había quedado el fuerte, los hombres de César, se volvieron al Perú atravesando un sinnúmero de poblaciones de indios llegando a entrevistarse con su soberano y, poco, después a integrarse en las milicias de Pizarro. Con todo este delirio que se vivió, en el Río de la Plata, por el afán conquistador de las naciones ibéricas, en 1531, Portugal envió a Martín Alfonso de Sousa para que expulsara a los españoles que rondaban por dichos territorios pero cuando, a su llegada a los mismos, se dio cuenta del poderío, de la forma de ser y actuar, de los indios de aquellas tierras,
que
bien
a
las
claras
se
puso
en
evidencia
cuando
desmantelaron el fuerte de San Salvador y de que la zona correspondía a España, por suponerla al oeste de la Línea Roja de Tordesillas puso pies en polvorosa y regresó a Portugal. Tampoco el regreso de Gaboto al Río de la Plata se llevó a cabo, pues se le esfumó la posibilidad de hacerlo cuando, el 21 de mayo de 1534, el Emperador Carlos I firmó en Toledo una Capitulación con Pedro de Mendoza, según la cual éste como Primer Adelantado del Río de La Plata y algunos eclesiásticos, que viajarían con él, tenían encomendado poblar de españoles el entorno de dicho río. 94
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Entre las condiciones que se hicieron constar en la capitulación figuraban, entre otras, la de tener que estar al menos tres años por aquellas tierras, pudiendo después regresar a España, siempre y cuando dejara en su lugar una persona que consolidara la conquista. El montante de su estipendio por la labor que iba a realizar se estableció en dos mil ducados de sueldo, disfrutando además del título de “Adelantado del Río de la Plata”, con jurisdicción desde la isla de Santa Catalina, por la costa hasta darle la vuelta al cabo de Hornos y subiendo por la costa del Pacífico doscientas leguas, o sea, hasta la gobernación de Diego Almagro en Chile. Además, según lo acordado, él o alguno de sus herederos sería alcaide de una de las tres fortalezas que tenían que construir, según mandato de lo firmado en la capitulación, y disfrutaría de la posesión de la vara de alguacil mayor en el pueblo de su residencia. Por su parte, él se comprometía a sufragar de motu proprio, armas, municiones, soldados, cien caballos, ocho frailes, médicos, etc. En esta expedición marcharon hombres de cierto relieve, entre ellos, Diego de Mendoza, hermano del Adelantado, que ostentaba el título de almirante, Carlos de Guevara designado factor-administrador, así como Juan de Ayolas como alguacil mayor, y como capitanes y oficiales aparecían, entre otros, Juan Osorio, Salazar de Espinosa, Francisco Ruiz, Diego García, Martínez de Irala, Jorge Luján, Juan Manrique, Perafán de Rivera, Ramiro de Guzmán, Lázaro Medrano, Bartolomé Bracamonte y Pedro Benavides. Mendoza salió de España el 24 agosto de 1534, con catorce naves y dos mil seiscientos cincuenta hombres. La carabela de la Concepción iba al mando de Diego García que formaba parte de la expedición, como hemos dejado escrito en el párrafo anterior. En las islas Canarias les sorprendió un temporal que pudo con las embarcaciones que, impulsadas por el mismo, se dispersaron por las islas de Tenerife, la Palma y la Gomera. Después de agruparlas de 95
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica nuevo, tras arduos esfuerzos, y de hacer una breve pausa en su navegar, deteniéndose unos días en las islas afortunadas, se hicieron a la mar con rumbo a la isla de Santiago de Cabo Verde, en la que les sorprendió una segunda tormenta que les empujó, a unos, hacia el Río de la Plata y, a otros, los catapultó hasta Río de Janeiro. Como se dio el caso que el Adelantado, por su quebradiza salud nombró maestre de campo a Osorio, en contra de la opinión de los demás oficiales, éstos empezaron a emponzoñar la relación amistosa que existía entre Osorio y el Adelantado, haciéndole ver a éste que el comportamiento de Osorio era desleal. Le atosigaron tanto, y de tal modo, con sus infames insinuaciones que el Adelantado mandó a cuatro capitanes a que lo mataran. Éstos lo arrestaron y al comunicárselo al Adelantado éste les dijo, sin más, que cumplieran lo que les había dicho. Y así fue porque, ajustándose a la orden dada, lo cosieron a puñaladas. El 3 de febrero de 1536, una vez llegaron al Río de La Plata, fundaron la ciudad o fuerte de Santa María del Buen Aire. Los indios guaraníes y querandis que en principio les vendieron víveres y establecieron relaciones amistosas con los que les visitaban, aunque al comprobar que iban a quedarse, a ser sus vecinos por mucho tiempo, cambiaron su forma de comportarse. El Adelantado, entonces, ordenó a uno de sus más fieles servidores, que marchara con unos cuantos hombres, a hacerles ver a los indios que venían en son de paz, para no perder la valiosa relación comercial y la necesaria información que de ellos recibían. Esta, llamémosle avanzadilla pacífica, después de recorrer unas cuantas millas, se topó con un nutrido grupo de indios que se movilizaron en su contra, persiguiéndoles hasta el fuerte de Santa María del Buen Aire e intentando destruir todo lo que encontraron a su paso, hasta que viéndose superados por los residentes en el fuerte huyeron despavoridos hacia su hábitat. 96
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica El Adelantado, para que esto no se repitiera, quiso darles un buen escarmiento a los que les habían atacado y encargó a sus ocho mejores oficiales que salieran
a su encuentro, con unos cuantos cientos de
hombres. Después de algunos días de marcha se produjo el contacto con los indios. Al mandar los oficiales zafarrancho de combate, los hombres del Adelantado, como la zona que les separaba de los indios era bastante pantanosa, se embarraron de tal modo que los indígenas a flechazos mataron a casi todos los oficiales y a una veintena de soldados españoles, aunque los agresores tampoco salieron bien parados porque, perdieron a muchos de los suyos y fueron perseguidos hasta el caserío donde habitaban, que quedó completamente arrasado. En el actual Cerrillos, en las afueras del pueblo que acababan de saquear, construyeron un fuerte, donde dejaron un centenar de hombres, regresando los demás a Buenos Aires. El problema de la escasez de víveres se hizo irresoluble y, el Adelantado, tuvo que enviar a parte de su gente por provisiones a las islas más próximas del Río Paraná y a la costa de Brasil, mientras, a Juan de Ayolas, con más de un centenar de hombres, lo mandó río arriba
para
que
construyera
otro
fuerte
y,
de
este
modo,
ir
cumplimentando los tres que acordó con el rey. También debía abastecerse de los alimentos que precisara. Los que fueron a las islas del Río Paraná, las encontraron desiertas porque los indios, al intercomunicarse con fluidez los movimientos que realizaban los conquistadores y, suponer que los españoles les atacarían se retiraron de las islas, y lejos de ellas empezaron a prepararse para atacar Buenos Aires. El día convenido, la conjunción de los indios en la zona tuvo gran acogida para perpetrar el ataque contra esta ciudad. Quemaron barcos y las casas con sus techumbres de paja ardieron como antorchas, aunque después los españoles controlaron el ataque y expulsaron a los indios de la ciudad. El regreso de Ayolas, del lugarteniente del Adelantado, con abundantes víveres y viandas que los indios timbúes le vendieron, fue 97
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica un alivio para los contendientes en la batalla. Además traía la buena noticia de haber construido el fuerte de Buena Esperanza, en una isla que enfrontaba a Puerto Gaboto, y que visitaría próximamente el Adelantado. No
obstante lo que acabamos de exponer, no todo le salió a
Ayolas a pedir de boca porque, la verdad es que, surgieron problemas con los indios ya que, quizás por el ansia de que los indios les informaran sobre la mejor forma de llegar al alto Perú, Ayolas desembarcó, dejando a unos sesenta de sus hombres en las naves, y se acercó a un grupo de indios para conversar con ellos. La sorpresa fue mayúscula porque mientras él parlamentaba con unos, los otros aprovechaban la ocasión que se les presentaba para atacar con flechas a los que se quedaron en las naves. Cuando Ayolas se dio cuenta de lo que pasaba, volvió raudo con los suyos, organizó la resistencia a lo que se les venía encima y, después, pasó al ataque provocando la estampida de los indios hacia un bosque contiguo a la refriega, y como si éstos lo hubieran previsto de antemano, en el bosque, acorralaron y mataron a decena y media de españoles. Ayolas, indignado, los tuvo acorralados durante tres días hasta que se restableció la paz. Recordaremos ahora, que la misión más importante que se le encomendó a Ayolas fue la de ir al alto Perú. La hazaña de
hacer
realidad, por parte de Ayolas, el sueño plateado de tantos y tantos navegantes de enriquecerse en el Cerro Rico, en los dominios del Rey Blanco, empezó a fraguarse el 2 de febrero de 1537, cuando él y los suyos llegaron al puerto de la Candelaria. Allí unos indios payaguas que eran de la misma nación que los agaces, les llevaron al caserío donde habitaban que estaba cerca de la laguna que, con el tiempo, recibiría el nombre de Ayolas, desde el que iniciarían su andadura hacia el alto Perú, después de cargar a los 300 indios, que irían con ellos, con lo que tenían que llevar y dejar las naves a cargo de Domingo Martínez de 98
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Irala, con la orientativa orden de que les esperase allí durante seis meses. La decisión de Ayolas en cuanto a la encrucijada emprendida, se sostenía más en cumplimentar la contrata firmada, en la capitulación, por el Adelantado que en las riquezas que allí encontrara. A las pocas leguas de iniciarse la marcha, vio indios que vivían en un bosque cercano y se detuvo allí unos días comprándoles víveres y llevándose a dos de ellos como intérpretes. Pasó por zonas habitadas por indios colchaquis, guaraníes, timbúes y caracarás. Los indios abipones, por ejemplo, cuyo territorio estaba por los 28º de latitud sur, lo recibieron a flechazo limpio, obligándole a matar a alguno de ellos. Costeando el rio Ypitá, que atraviesa el Chaco, pasó por el territorio de los indios mocobis y fue atacado, en esta ocasión, por los indios agaces que con sus ligeras canoas lograron matar a quince de sus hombres aunque, a decir verdad, fueron muchos más los indios que murieron. Ayolas pactó con los guaraníes vengarse de los indios agaces y, un amanecer mientras estos dormían mataron a todos los que no eran niños y se llevaron sus canoas. Impotentes los indios agaces suplicaron la paz a los que habían sembrado de muertos su territorio. Impertérrito, Ayolas, siguió adentrándose en el Chaco por la región de las Charcas y, después de muchas penurias, sufrimientos y enfrentamientos con toda clase de indios, que le salían al paso, llegó a las primeras estribaciones montañosas del Perú, donde se hizo con mucha plata y ricos tesoros. Cuando volvió a los 13 meses al fuerte de la Candelaria, no encontró a Irala pero sí la muerte a manos de los indios payaguáes. Mientras tanto el capitán Salazar, que tras sortear múltiples dificultades había llegado, al fuerte de la Candelaria, acompañado del capitán Martínez de Irala navegó río arriba inspeccionando la costa y, al no encontrar rastro de Ayolas, volvió a dicho fuerte y antes de dirigirse 99
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica a Buenos Aires, el 15 de agosto de 1537, con la ayuda de los indios guaraníes construyó la Casa Fuerte de Asunción, sobre el río Paraguay, alrededor de la cual nació la ciudad de Asunción, fundada en 1537 por Salazar, la ciudad que hoy día es la capital del Paraguay, en la que dejó medio centenar de hombres al mando de Gonzalo de Mendoza. Informado Ruiz Galán, jefe de Buenos Aires, de la buena disposición de los guaraníes y de la abundancia de víveres que había en Asunción, dejó Buenos Aires al mando de Juan Ortega y marchó con Salazar a visitar in situ el entorno de Asunción. En su navegar, pasó por el fuerte Corpus Cristi en el que se incorporaron varios soldados a la expedición, con la que se presentó en Asunción. En su retorno a Buenos Aires, con el copioso cargamento de víveres que llevaba, navegó río abajo, al enterarse en el fuerte de Buena Esperanza del malestar de los indios del entorno, por la matanza y robos que el comandante Alvarado había llevado a cabo en sus pueblos, sin pensárselo dos veces, destituyó de un plumazo a Alvarado y a sus consejeros, desterrándolos a Buenos Aires y dándole el mando a Antonio de Mendoza, que al frente de un centenar de soldados bien aleccionados apaciguó a los soliviantados indios. Una vez en Buenos Aires, Galán, se encontró a Alonso Cabrera, que acababa de llegar de España al mando de cuatro embarcaciones con 200 hombres y cuatro religiosos, con el encargo de que regresara, de inmediato, a nuestro país una de sus naves, la Marañona, para que al mando de Felipe Cáceres informara al Rey y al Consejo de Indias de todo lo que acontecía en el entorno del Río de la Plata. Por otro lado, Galán, también tuvo que atender la petición de ayuda de los españoles del fuerte Lujan, enviándoles sesenta hombres para que colaboraran en la defensa del fuerte de Buena Esperanza, ya que sorprendieron a unos indios que arrastraban girones de la vela del bergantín que enlazaba Buenos Aires con el fuerte de Buena Esperanza, e indujeron, como no podía ser de otra forma, que habrían matado a 100
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica todos sus tripulantes. No obstante, poco pudo hacerse porque ese fuerte sufrió los asedios escalonados de los indios, que en sucesivas oleadas lo sembraron de muertos. Por lo que, al final, los pocos españoles que quedaron, al considerarse rodeados de enemigos, se marcharon a Buenos Aires. En cuanto a Martínez de Irala, recordarles que habiendo subido por el río buscando a Ayolas por los puertos de San Fernando y de la Calendaria, sin resultado positivo alguno, desistió de hacerlo y emprendió el regreso. Irala, navegaba con la claridad del día y al anochecer si no encontraba otro refugio, puerto o isla, donde pasar la noche fondeaba en medio del río. Un amanecer, al despuntar el crepúsculo de la mañana, le despertó el canturrear de un indio solitario con el que posteriormente contactó y, al ver que hablaba castellano, entabló conversación con aquel desconocido que resultó haber sido criado de Ayolas. El diálogo, por lo tanto se tornó fluido porque el indio narraba, con todo detalle, todo lo que Irala quería saber sobre Ayolas, o sea, que a pesar de tener que guerrear con distintas tribus de indios, llegó a las estribaciones de la cordillera del Perú, siendo bien recibido por los samacosis y sibicosis que le proporcionaron muchos metales preciosos. Después emprendió el viaje de regreso, con las dificultades lógicas de tener que combatir, con algunas tribus de indios, hasta que los indios Albayas, que estaban confederados con los payaguas, simulando darle la bienvenida le tendieron una emboscada en la que fallecieron él y el resto de sus hombres “menos yo”, acabó diciéndole el indio a Martínez de Irala, que por milagro me libré de la muerte. Allí murieron, entre otros, Juan Ponce de León, hermano del duque de Arcos, y Luis Pérez de Zepeda, hermano de Santa Teresa de Jesús. Una vez confirmada la muerte de Ayolas, su sucesor Martínez de Irala, viendo la imposibilidad, como Gobernador, en 1541, de defender, puntos tan dispersos como eran Asunción, Buenos Aires y Luján, 101
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica agrupó a todos sus hombres en Asunción, por ser los indios guaraníes que habitaban aquella región, más apacibles que los de los otros dos fuertes, los rumbus, caracarás y agaes. En esta ciudad residiría el Gobernador, actuaría el Cabildo y, desde ella, se administrarían todas las colonias de las laderas de los ríos de la Plata, Paraná y Uruguay Irala, cedió terrenos a los españoles alrededor de la Casa Fuerte de Asunción para que construyeran sus casas, cubiertas de paja, con palos verticales como paredes, dándoles tierras de labranza a todos ellos para que con sus cosechas pudieran subsistir. Los indios de Ytá, Yaguaron y Acai ayudaron a sus “amos” en esta construcción masiva de viviendas y en las plantaciones agrícolas. El templo de la Encarnación, el primero que existió en la Argentina, lo construyó Irala y estuvo regido por el sacerdote vasco Juan Gabriel Lezcano. Nombró alcalde a Salazar y, organizó la vida de los indios agrupándolos en pueblos, por ejemplo, los del Río Monday vivirían en los pueblos de la Candelaria, Terecañé, etc., y los de la provincia de Ytati, en los pueblos de Guaranbaré, Atirá, etc… Con la capacidad de mando de Irala, con su arrolladora forma de acondicionarlo todo, circundando incluso la ciudad de Asunción con estacas, los indios estaban exhaustos, no podían más, cansados como no lo habían estado nunca, por eso
prepararon un complot para el
Jueves Santo, en el que se rebelarían contra el poder constituido, pero al enterarse el alcalde Salazar, a través de una de sus sirvientas, ahogó el complot y ahorcó a todos los cabecillas de los indios guicurús y agaces que lo prepararon. Después, para dar ejemplo, dio publicidad de todo lo sucedido y perdonó a los demás. Los indios guaraníes, enemigos de los indios guicurús y agaces, le agradecieron que cortara de cuajo el altercado en cuestión, pues de no haberlo hecho, la matanza de gente inocente hubiera sido inevitable, además, elogiaron la clemencia que tuvo con los restantes. Finalmente, 102
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica entregaron a los españoles cuantas mujeres quisieran, conviniendo que los mestizos que nacieran fueran considerados como españoles. Domingo Martínez de Irala, Gobernador de Asunción, en 1541, hizo historia enterrando al pie de la Cruz de los Navegantes, del Sancti Spíritus, una calabaza con una carta en su interior detallando la destrucción de Buenos Aires. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, viendo el estado de la conquista, que contaba Felipe Cáceres nada más llegar con la Marañona a España, hizo una proposición al Rey por la que aportaría ocho mil ducados y los gastos de transporte de todo lo que se llevara al Río de la Plata. El rey de acuerdo con la propuesta le concedió análogas prerrogativas a las que ofreció a Pedro de Mendoza. Salió, Alvar Núñez, de Sanlucar de Barrameda el día 2 de noviembre de 1540, con tres embarcaciones, cuatrocientos soldados y los correspondientes marineros. Entre los más de veinte oficiales destacaremos a Francisco López, Juan Pabon, Pedro Estopiñan, primo de Alvar Núñez, Felipe de Cáceres y Nuflo de Chaves. Se detuvo veinticinco días en la isla de la Palma en Canarías y desde allí en poco más de una semana llegó a Santiago de Cabo Verde, donde estuvo los mismos días que en la Palma, hasta que dio el salto a Cabo Frío en Brasil y tomó posesión de Santa Catalina, el día 29 de marzo de 1541, como había acordado con el Rey. Buscando su destino que era Asunción, porque era donde se encontraban los españoles, el día 18 de octubre de 1541, con 250 hombres, algunos caballos y muchos indios, inició su navegación por el Río Itabucú. El 2 de noviembre dejaron las embarcaciones a cargo de Felipe de Cáceres, y continuaron a pie por los bosques de las desiertas montañas de aquellos lares. En algo menos de tres semanas llegaron a las llanuras de Ytatuá pobladas de indios guaraníes. Siguieron la gran 103
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica caminata hasta llegar, el 14 de enero de 1542, al Río Pequirí, desde donde escribió a Asunción pidiendo enviasen embarcaciones al Río Paraná. A principios de febrero llegó al Río Yguazú, donde con las canoas que les compró a los guaraníes, navegó hasta el Río Paraná. Pasó por algunos de los pueblos creados por Irala, al que le escribió desde Ybirituzú comunicándole su llegada, por lo que Irala envió al pueblo de Acani a Alonso Cabrera y a dos capitanes más para que le dieran la bienvenida y lo cumplimentaran. Por fin el 11 de marzo de 1542, fue recibido con los honores del cargo que iba a ocupar, de Adelantado del Río de la Plata de aquellos territorios, aunque el protocolo, la oficialidad del acto, tuviera lugar dos días después. La compenetración con Irala fue enorme, hasta el extremo de que lo nombró maestre de campo, y segundo suyo. Leyó a los oficiales y clérigos una cédula sobre el trato suave y justo que había que dispensar a los indios. Después vino la aceptación del nombramiento por parte de la gente, en especial por los indios guaraníes mostrándole obediencia, vasallaje y fidelidad. Las crónicas de la década de los setenta del siglo XVI, hablaban ya del Puerto Gaboto, en lugar de la Torre de Gaboto, como un pueblo timbú y de que éstos habían preparado un atentado contra Juan de Garay que venía, con sus hombres desde Asunción, para llevar a efecto, por ejemplo, la refundación de Buenos Aires el 11 de junio de 1580. Hasta 1617 no aparecerían las dos Gobernaciones, la del Río de la Plata con sede en Buenos Aires y la del Paraguay con sede en Asunción. Como Cabrera, o sea, el fundador de Córdoba, se encontrara de conquista por aquellos lugares, Garay retuvo a sus hombres antes de llegar a Puerto Gaboto, con lo que quizás salvó la vida, lo que le permitió reclamar legalmente en Asunción sus derechos de conquista de aquellos territorios, con resolución favorable. Después fundó Santa Fé.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica A finales de 1543 el Adelantado Alvar Nuñez Cabeza de Vaca ordenó al capitán Hernando de Rivera salir de Paraguay con medio centenar de hombres en busca de los tesoros del alto Perú. Cuenta la leyenda que tras mucho navegar se topó con las tribus de los urtueses y aburunes que le informaron de unos pueblos, guerreros de mujeres, en los que abundaba la plata y el oro, hasta el extremo que los objetos de las casas, asientos, cacharros etc. eran de metales preciosos. Las mujeres de estos pueblos temidas por los indios de los alrededores, sin embargo en cierta época del año, mantenían relaciones sexuales con ellos, de modo que si los que nacían eran varones cuando dejaran de mamar se los enviaban a sus padres. Otra historia fabulada, que animó a algunos conquistadores a salir al encuentro de grandes fortunas, daba cuenta de cómo, el mandamás de las tierras de Bogotá, atravesaba desnudo y espolvoreado de oro una gran laguna sobre una gran plataforma de troncos atados con juncos. Destacaremos finalmente, por la importancia que tuvo, entre los conquistadores de allende las costas del Pacífico, la llamada “Gran Entrada”, al mando de Diego de Rojas, cuando contactaron, (1545), con los de los países ribereños del Atlántico, en la boca del Río Caracañá. La extrañeza de Diego de Rojas fue enorme al
oír a muchos de los
indígenas hablar el español. Así pues, podemos afirmar, que aunque las aguas de los dos océanos más grandes de nuestro planeta no llegaron a juntarse en el Río de la Plata, como se creía, sin embargo sí lo hicieron los conquistadores españoles de una y otra vertiente del Nuevo Mundo.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
CAPITULO IV OCÉANO ÍNDICO: LA ISLA DIEGO GARCÍA
Volviendo con Diego García de Moguer, y a pesar de lo que sobre él narramos, aún le quedaron fuerzas suficientes para que, el año 1554, o sea, días antes de morir frente a las costas de Madagascar descubriera, yendo al mando de una expedición de tres navíos portugueses, el archipiélago de Chagos; por eso la mayor de las 65 islas de dicho archipiélago, todas ellas deshabitadas, a partir de entonces lleva el nombre de Isla Diego García. Esta isla, con su frondosa vegetación tropical y sus 44 Km 2 de extensión, es como un granito de arena en el ombligo del Océano Índico, a 500 kilómetros de las islas Maldivas, a mil millas náuticas de la costa sur de la India y 1.930 Km. de isla Mauricio. Está rodeada por su parte oceánica por unos 20 Km2 de arrecifes poco profundos y tiene en su interior, como atolón que es, una laguna de 124 Km 2 abierta al mar, de 19 kilómetros de larga, con una anchura máxima de 8 km. y una 107
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica profundidad que no supera los 30 metros. En su boquete al mar se encuentran los Islotes Oeste, Medio y el del Este, respectivamente, de 35.000, 60.000 y 117.500 m2. Su contorno, en forma de herradura deformada, con entrones, salientes y con un boquete por el norte al mar-océano, conforma propiamente la isla, que se configura como una tira estrecha de terreno, más o menos arqueada, de unos 60 kilómetros de larga, con promontorios que no sobrepasan los 6,7 metros. Diego García es pues una isla madrepórica, un atolón como ya hemos dicho, que proviene de una isla tropical volcánica. El proceso de cambio, que duró unos 30.000.000 de años fue el siguiente: la isla volcánica tropical, rodeada por un arrecife coralino adherido a la misma, empezó a hundirse. El arrecife a modo de falda circundante a la isla, comenzó a tomar lentamente forma de paraguas invertido por el viento. Ahora bien, como las especies vegetales del arrecife precisan del sol, en el símil que estamos realizando del paraguas identificado con el arrecife, el borde del paraguas, o sea, la parte más alta del arrecife, se mantenía en contacto prácticamente a ras de la superficie libre del mar. Según lo dicho, la parte exterior del supuesto paraguas, o sea, del arrecife, estaba en contacto con el agua del mar en movimiento mientras la interna, quedaba semi-estancada, aunque parte de ella se renovara de vez en cuando, por lo que el crecimiento interior del arrecife se retrasaba respecto al exterior y quedaba dentro de él una oquedad llena de agua, que con el tiempo conformaría la laguna interior. El borde superior del paraguas, del arrecife, se convertiría en el terreno a pisar, o sea, en la propia isla. Por eso la configuración de los atolones se reduce a una hilera de tierra firme, más o menos estrecha, con uno o varios boquetes al mar, en nuestro caso al Océano Índico. Esta tierra firme de la isla protege perfectamente del furor altanero del mar abierto exterior, a las embarcaciones, es un cobijo natural para las mismas que convierte a la isla en un extraordinario puerto natural, 108
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Si a lo anterior le añadimos que la isla, por su distanciamiento de lugares habitados está al resguardo también de miradas indiscretas o del contagio pacifista de una gran mayoría de ciudadanos biennacidos, no es difícil pensar que, la Isla Diego García, hoy día, en lugar de competir con las islas paradisíacas de las Seychelles o las Maldivas, copadas por turistas de alto standing, está fuera del alcance de los trotamundos de parajes ignotos, porque aunque estuvo deshabitada hasta 1776, sin embargo hoy día, es en su totalidad, a lo largo y ancho de la isla, la base militar más importante que los norteamericanos tienen fuera de sus fronteras, Aunque los aproximadamente 5.000 isleños, entre chagosianos expulsados, condición
sine qua non para
que EE.UU. se la “alquilara” a Inglaterra, y sus descendientes, exista la esperanza, como veremos más adelante, de que cuando concluya, en el 2016, el acuerdo anglo-norteamericano sobre la isla se pueda desarrollar en la Isla Diego García un turismo comercial de la caña de azúcar, pesca, aceite de copra, etc. Desde la isla Diego García los americanos observan el paso de los contenedores, procedentes de China, Taiwán, Indonesia y la India que transportan casi la mitad de los productos que se venden en todo el mundo, vigilan el estrecho de Ormuz, la parte oriental de África, etc. Esta base norteamericana está entrelazada, con otras muchas bases militares como, pueden ser, las de Okinawa y Guam, o las existentes en los países de La Península Arábiga, por lo que su valor estratégico es enorme. Pero no adelantemos acontecimientos y hagamos un poco de historia para ver que, la Isla Diego García, estaba predestinada por su configuración y emplazamiento a salir del anonimato, a poblarse y a ser conocida en el mundo entero. Por lo dicho al iniciar este capítulo, la isla empezó siendo de Portugal, (1535-1580), aunque hoy día sea de Inglaterra. Esto es así, porque al ser nombrado Felipe II rey de Portugal, (1580), se produjo un 109
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica resquebrajamiento hegemónico del comercio y navegación portuguesa en el Océano Índico, tan profundo, que Francia pudo hacerse con las islas Maldivas y las de Chagos, (1580, 1815). Con el paso del tiempo, al ser derrotado Napoleón, (1815), este archipiélago pasó a manos de la Corona británica, dependiendo administrativamente de isla Mauricio que también era inglesa, hasta 1965 . El primer mapa en el que aparece la isla con su nombre Diego García, es en el “mapa mundial” de Edward Wright, (1599). La isla Diego García empezó a poblarse en 1776, como ya hemos dicho, cuando unos empresarios franceses se hicieron cargo de la gestión de una colonia de leprosos en la isla, a cambio de poder instalar en ella una fábrica de aceite de copra, o sea, de aceite de médula de coco, que atrajo a indios y a esclavos africanos de Mauricio, que afincaron su descendencia en la Isla, convirtiendo a este atolón en algo entrañable para ellos, porque, según John Pilger, “Diego García era una afable nación con prósperas aldeas, una escuela, un hospital, una iglesia, una prisión, un ferrocarril, muelles y una plantación de copra”. La isla tiene, hoy día, una pequeña carretera que une el puerto con el aeropuerto, y por ella se transita muchas veces con bicicleta. Con el paso del tiempo llegaron a habitarla, más de millar y medio, personas que vivían en los tres caseríos existentes en la isla, el East Point, que se encontraba al este de la isla, a continuación Minni Minni, 5 Km. más hacia el boquete abierto al mar-océano, y Pointe Marianne, al oeste. Todos los asalariados de la isla trabajaban en las plantaciones de cocoteros y en la fábrica de aceite de copra, de médula de coco. La mayor parte de su jornal lo cobraban en víveres y otras especies para ellos necesarias, aunque por la abundancia de peces en la laguna y en las playas, las frecuentes buenas cosechas de las huertas que rodeaban sus viviendas y la cría de sus animales, pollos, cabras, etc. no les faltaban alimentos. 110
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Además, el contacto con el mundo exterior a la isla se lo proporcionaba el barco de la línea marítima regular Mauricio-Diego García, que hacía dos viajes mensuales y que no sólo suministraba a la isla, especialmente a la tienda de la empresa de la fábrica de copra, víveres y otras mercancías sino que les traía noticias de lo que acontecía por otras partes de nuestro planeta. Pero, la verdad es que, todo esto se truncó cuando, en 1971 desaparecieron la fábrica, las plantaciones y los habitantes de la isla y se pobló de miles de militares estadounidenses, algo menos de 2.000 hoy día, y por los más de 1.500 civiles, muchos de ellos filipinos y malayos, que atendían a los uniformados, sobre todo en su tiempo de ocio, en supermercados, peluquerías, centros comerciales, bares, etc. Actualmente la única actividad que hay en la isla es la militar y todas las que a ella van ligadas, porque está prohibido, explícitamente en el contrato de arrendamiento de la isla, que las personas ajenas a la base militar ejerzan actividad alguna. El salto decisivo y de calidad el que marcó el futuro militar de la isla se dio, en 1961, cuando militares estadounidenses consideraron que la Isla Diego García, o sea, la isla más sureña del archipiélago de Chagos, en la que los ingleses ya tenían previamente una base naval con un magnífico puerto natural, era la idónea, como soporte físico y estratégico, como demarcación territorial, para la Base Militar que querían
montar en el Océano Índico, a modo de “torre vigía”, para
detectar los frecuentes tránsitos de mercancías por el Índico, desde los países de China o la India, o sea, desde los países más arraigados con la globalización hacia las más diversas regiones del planeta Tierra y, también, para vigilar los posibles conflictos que afloren en África oriental, como los acontecidos entre Etiopía y Eritrea, el mismo derrumbe y la piratería de Somalia y la inestabilidad de Kenia, Irak, Pakistán o Afganistán, Palestina e Israel. Ahora bien, como en 1965, los ingleses, por las conversaciones que desde 1961 mantenían con los estadounidenses, preveían que estos 111
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica les arrendarían la isla Diego García y que una de sus exigencias sería que no quedase nadie en la isla, ni en sus aledaños, ajeno a la base, empezó a preparar el terreno para la evacuación de sus moradores y separó el archipiélago de Chagos de Mauricio y, Farquhar Desroches y las islas de Aldabra, que es Patrimonio Natural de la Humanidad, de las Seychelles, creando con todas ellas el 8 de noviembre de 1965 el Territorio Británico del Océano Índico, (BIOT), que es reclamado por Mauricio y las Seychelles. Aunque a estas últimas retornaran sus islas, al lograr las Seychelles, en 1976, su independencia, Inglaterra arrendó, el año 1966, la isla al ejército de los EE.UU. por un período de 50 años, o sea, hasta el 2016, aunque algunos creen que habrá acuerdo para prorrogarlo indefinidamente. Los ingleses como propietarios de la misma tienen en ella un destacamento, de un número muy reducido de soldados, por lo que cabría decir que la Isla Diego García es una base militar conjunta
anglo-norteamericana, aunque
prácticamente toda la actividad militar en la isla corre a cuenta de los EE.UU. Sea como fuere, lo cierto es que el impacto militar y estratégico de esta base militar, la más importante de las seis mil que algunos consideran que tienen los norteamericanos fuera de su país, es impresionante, con ella se tuvo a raya, durante la Guerra Fría, a Rusia y a China, y fue básica en las guerras del Golfo, Irak y Afganistán. En el argot militar estadounidense estas bases militares reciben el nombre de “huellas”, siendo la de Diego García, quizás por ser el árbitro de una de las zona más “calientes” de nuestro planeta, la “huella de la libertad”, a pesar de las drásticas críticas que esta isla recibe, llegando a decirse de ella que es el peor Guantánamo que existe, aunque lo cierto es que EE.UU. siempre negó todos estos infundios , e Inglaterra siempre estuvo convencida de la correcta utilización de la base, por parte de los americanos.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Para poder cumplir su cometido, que no era otro que el de pacificar una de las zonas más problemática de planeta, Diego García, con su magnífico puerto natural, cuenta con abastecimiento de combustible, buques de carga, una estación naval de apoyo y una unidad naval de reparación de barcos militares. En él caben
una
treintena de barcos de guerra, más de una docena de barcos del Escuadrón 2 de Posicionamiento, que desempeñan un papel logístico trascendente, porque igual trasladan tropas que armamento, material bélico, hospital móvil o suministran a sus ejércitos todo lo que les es necesario, sobre todo, por sus adelantos técnicos, que les permite hacerlo incluso cuando están en el fragor de la batalla. Diego García, dispone también de un espléndido aeropuerto, con una pista de 3.650 metros de longitud que ha sido considerada apta por la propia NASA, para aterrizajes de emergencia del transbordador espacial, al igual que otras 32 que hay repartidas por todo el mundo. Diego García ha cobijado, aunque haya sido de forma esporádica, o sea, cuando le ha hecho falta, a los temibles superbombarderos B-52 y B-2 Spirit, es decir, a esos aviones triangulares que no perciben ni los radares enemigos. También alberga aviones AWACS con antenas para controlar el espacio aéreo que, igual detectan artefactos existentes en el espacio fabricados por el hombre, basura espacial, que deterioran drásticamente la transmisión de las comunicaciones que maneja el enemigo. Además, el ejército de EE.UU. dispone en la isla de aviones P3, de aviones cisterna de reabastecimiento. Por ejemplo, aviones desplegados en Diego García llevaron a cabo el bombardeo inicial sobre Bagdad el 22 de marzo de 2003, con bombas de unos 2.000 Kg., guiadas por láser y GPS, para ver de matar a Saddan Hussein. La Isla Diego García, por ejemplo, la utilizó Margareth Thatcher cuando atacó las Malvinas en 1982, y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, tanto en 1991, en la Guerra del Golfo, como en el 2001, en la de Afganistán así como en el 2003 en la de Irak. 113
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Desde que Bush hablara del Eje del Mal, no cabe duda que el papel de la Isla Diego García ganó importancia y protagonismo. Según los expertos esta isla y el destacamento militar estadounidense en Incirlik (Turquía), que se encarga de supervisar a los kurdos de Irak y a controlar el suministro energético al Cáucaso y al sur de Europa, serían los únicos que, en un momento dado, abatidas por algún país, de forma rápida y contundente, las bases militares de la Península Arábiga, podrían defender, por ejemplo, el Golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz, que es el estandarte de la zona, por donde pasan más de 15 millones de barriles de crudo al día. Que la isla Diego García está de actualidad, está de moda, nos lo muestra
ese
sinnúmero
de
noticias
que,
sobre
ella,
aparecen
reiteradamente en la prensa, diciéndonos, por ejemplo, que algunos altos cargos de al-Kaeda, antes de ingresar en Guantánamo, fueron retenidos e interrogados en cárceles flotantes, en barcos-prisión anclados fuera de las aguas jurisdiccionales británicas, en las cercanías de Diego García. Comprobado que hay grupos de derechos humanos que pregonan con fervor lo que acabamos de decir; que no hace mucho tiempo salió la noticia de que el general retirado estadounidense, Barry McCaffrey, llegó a manifestar que ”el número de presos que habían en las cárceles de Bagram, Guantánamo, Diego García e Irak, rondaba los tres mil”; que el senador suizo Dick Marty declaró al Parlamento Europeo que “Hemos recibido confirmaciones convergentes de que se ha utilizado Diego García, que es de responsabilidad legal internacional del Reino Unido, en el ‘procesamiento’ de detenidos de alto valor” y que, se comenta que, algunos de los presos que fueron interrogados,
en las
cercanías de la isla Diego García, aunque fuera de sus aguas jurisdiccionales, como acabamos de decir en el párrafo anterior, son, por ejemplo, Abu Zubaydah, Ramzi Bin al-Shibh, Ibn al-Sheikh al-Libi, de quien hay quien dice que no pudiendo resistir más un interrogatorio mintió a posta diciendo que habían conexiones de colaboración entre 114
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Saddam Hussein y al-Kaeda, y que Irak tenía armas de destrucción masiva y Khalid Shaykh Mohamed, es decir, el considerado padre intelectual del 11S. No es extraño que Inglaterra, ante este cúmulo de rumores y acusaciones, aún creyendo los desmentidos de los estadounidenses sobre estas cuestiones, por las “garantías” que estos les dieron sobre que ningún supuesto terrorista había sido interrogado en la isla, no tuvo más remedio que iniciar unas investigaciones sobre estos asuntos, que lleva a cabo la Comisión de Exteriores del Parlamento británico. Porque estos hechos, además, irían contra lo acordado en el tratado firmado por EE.UU. e Inglaterra sobre la Isla Diego García. Por el mismo motivo, el nuevo Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, con el ánimo presto,
está dispuesto a corregir estas
irregularidades, cerrando las cárceles secretas de la CIA si existen, llegando incluso hasta el propio Guantánamo. El problema que acarrea todo lo que acabamos de narrar es inmenso, porque cabría preguntarse sobre ¿dónde acaba la verdad de unos o empiezan las mentiras de los otros?, porque hay cosas que no encajan. Reflexionemos sobre lo que acabamos de decir, sobre la forma como se puede transmitir e interpretar la información, veamos un caso concreto, por ejemplo, lo que aconteció en estos aspectos en el caso del tsunami que se desencadenó el día 26 de diciembre de 2004, a las 0h. 59m. como consecuencia de un fuerte terremoto con epicentro situado al oeste de las costas occidentales de la isla de Sumatra, exactamente a 30 Km. de profundidad en el punto de coordenadas geográficas 3,307º N, 95,947º E, que produjo 230.000 muertos, entre ellos unos 43.000 desaparecidos, y dejó sin hogar a más de un millón de personas. Pues bien destacaremos, en primer lugar, que la ayuda aportada entre todos fue la más generosa de las que se han producido hasta nuestros días para tragedias análogas a las vividas esas navidades, 115
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica gracias a esta solidaridad prácticamente todos los damnificados cuentan de nuevo con una vivienda. El terremoto fue detectado por el Centro de Vigilancia del Pacífico, en Hawái, que quince minutos después del choque de las fallas del Índico, o sea, de que la placa tectónica de la India (parte de la placa Indo-Australiana) fuera subducida bajo la subplaca tectónica, informó a decenas de centros asociados en el Pacífico y a las diferentes oficinas del Departamento de Estado de EE.UU., del que depende, con una nota que decía
“no existe amenaza de tsunami destructivo”, aunque
cincuenta minutos más tarde, o sea, media hora después de que una descomunal ola alcanzase las costas de Phuket, en Tailandia, (téngase en cuenta que el tsunami llegó a alcanzar velocidades hasta de 800 Km/h.), avisó de que había peligro con la siguiente nota: “posibles tsunamis en las proximidades del epicentro del terremoto”. El suelo marino subyacente a la falla de empuje debió levantarse de cuajo varios metros. Con una potencia de 9,15 grados de la Escala de Richer ha sido el terremoto más fuerte después del de 9,5 de 1960 en Chile. Aunque Charles McCreery director del Centro de Vigilancia del Pacífico en Hawái afirmó al New York Times “que no era posible prever tsunamis”, lo cierto es que los expertos dicen que los terremotos de más de 6,5 grados en la escala de Richter, (el de Sumatra fue de 9,15), pueden producir maremotos. En algunas localidades de Banda Aceh, llegaron olas de más de 30 m. de altura que recorrieron tierra adentro más de 6 Km. Los mayores efectos del Tsunami se produjeron en el Océano Índico, con virulencia en Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia, Somalia, Burma, Malasia, Las Maldivas, Las Seychelles, Tanzania, Bangladesh, Kenia y Madagascar. Por la dificultad de calcular la magnitud de los terremotos muy fuertes, como el que estamos comentando, pues la energía total liberada 116
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica por este terremoto fue equivalente a una bomba de 100 gigatones, se pierde un tiempo precioso, en cuantificar su fuerza destructiva, para la seguridad de las personas. El tsunami afectó con toda su intensidad, como ya hemos dicho, a los países que baña el Océano Índico al no existir un sistema de alarma fiable contra tsunamis para dicho océano. En el Pacífico, de la mano de EE.UU. y Japón, por el contrario funcionan sensores en el fondo del mar que cuantifican y transmiten cada 15 segundos la presión del agua, después las boyas que conforman el Sistema de Alerta se encargan de rebotar señales sobre los cambios del nivel del mar vía satélite, para que el Centro de Vigilancia del Pacífico en Hawái emita, cuando la situación lo requiera, una alerta a los países asociados y estos avisen a la población, aunque siempre existirán zonas que al carecer, por ejemplo, de fluido eléctrico, lógicamente no se enterarán. En cuanto a los gigantescos megáfonos que hoy día se ven en las playas más famosas pretenden, ante todo, transmitir al turista la sensación de que existe un planteamiento global, de seguridad, contra tsunamis. Los Estados adscritos al Sistema Internacional de Alerta contra tsunamis en el Pacífico, (1968), son 26: Australia, Canadá, Chile, China, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Estados Unidos de América, Federación de Rusia, Filipinas, Fiji, Francia, Guatemala, Islas Cook, Indonesia, Japón, México, Nueva Zelanda, Nicaragua, Perú, República de Corea, República Popular Democrática de Corea, Samoa, Singapur y Tailandia. Estos fueron en forma sucinta los hechos, ahora analizaremos algunas de las noticias que circularon por la prensa, páginas Web, etc. sobre este drástico suceso. Por ejemplo se dijo que “la alarma dada desde Hawái, llegó a la isla Diego Garcia, varias horas antes de que el Tsunami hiciera acto de presencia por allí y que pudieron tomarse las medidas oportunas para evitar que muriese personal, civil o militar, de la base americana”. Pero esta misma noticia, por otro lado, pudimos 117
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica leerla de la siguiente forma: “la base militar estadounidense en la isla británica de Diego García recibió el aviso del Centro de Alerta de tsunamis de Hawái y su personal fue puesto a salvo mientras la población civil era devastada”. Aunque las dos noticias parezcan igualmente correctas, sin embargo hay matices en la segunda que la distinguen de la primera, porque en la segunda la palabra “personal” equivale a “personal militar” y la palabra “devastada” induce a pensar que el “personal civil” estuvo desinformado, al albur de lo que aconteciera, y eso no fue así porque no murió nadie en la isla y, está más que demostrado, que las costas a las que llegó el
tsunami, sin previo aviso de Hawái, se convirtieron en
camposantos con cadáveres a flor de tierra. Y es que la segunda noticia llevaba un mensaje implícito, político y tergiversador de lo acontecido, tendente a desacreditar a los EE.UU., a los militares americanos, porque da a entender que éstos, habiendo sido informados de que la isla podría ser barrida, como así fue, por un tsunami no avisaron a la población civil, cuando en realidad la colaboración conjunta de civiles y militares evitó que hubieran muertos. Del mismo modo y con la misma intención se dijo que sólo Diego García, Indonesia y Australia recibieron el comunicado de Powel, sin decir lo mucho que Charles McCreery director del Centro de Vigilancia del Pacífico en Hawái intentó contactar, incluso con Estados no adscritos al Sistema Internacional de Alerta contra tsunamis en el Pacífico, como fue el caso de la India y Sri Lanka, que son países del Índico. Si estos países no llegaron a recibir la información en los departamentos adecuados fue porque estos no figuraban en el listín de McCreery, al no pertenecer al Sistema Internacional de Alerta contra tsunamis en el Pacífico, aunque éste intentó por todos los medios informarles.
118
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica A pesar de todo lo dicho, hay quien piensa que no se avisó a los afectados, discute la hipótesis oficial de que lo sucedido fue una catástrofe natural inevitable, insinuando incluso que todo pudo ser generado, debido a la ausencia de las señales que suelen preceder y seguir a un terremoto, por una prueba nuclear subterránea o submarina. Llegan a vislumbrar falsedades porque los epicentros localizados por organismos diferentes no coincidieron, se quejan del protagonismo de la ayuda de los militares americanos en las zonas más afectada por la tragedia porque, según ellos lo que pretenden los americanos con esta ayuda es reponer el prestigio perdido ante el mundo. Critican incluso el que EE.UU. que pensaba ayudar con unas pocas decenas de millones de dólares, al final lo hiciera en varios cientos de millones. Estos contrastes de pareceres, estas diferentes formas de interpretar las cosas son las que desacreditan a veces a las ideologías. Se quiere “machacar” dialécticamente al “diferente” y se aprovechan inoportunamente situaciones que debieran estar fuera de estas discusiones, porque no teniendo nada que ver con las tendencias políticas, de uno u otro signo, necesitan de la comprensión y de la humanidad manifiesta de la gente. Finalizadas nuestras reflexiones sobre lo difícil que resulta a veces separar el trigo de la paja, recordaremos que a veces leemos en la prensa reseñas, sobre la isla Diego García, que ponen de manifiesto las ansias de los expulsados de la misma, en el período 1967 a 1971, por regresar a la tierra que les vio nacer. Lo cierto y lógico es que, tan pronto como se pusieron de acuerdo el gobierno de Harold Wilson y los de Lyndon Johnson y Richard Nixon, se procedió al traslado de sus habitantes a Mauricio y las Seychelles, con promesas incumplidas, según los que con ascendencia en la isla hasta de cinco generaciones salieron de la misma. Fue hecho lo del traslado con tal sigilo y amplitud que el Ministerio de Defensa británico 119
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica en plena década de los 70, llegó a pensar que no llamarían la atención declaraciones suyas como la siguiente “No hay nada en nuestros archivos sobre una población y una evacuación”. Como todo esto llevaba cuantiosos gastos, téngase en cuenta que en una primera apreciación había que abonarles 3; 6,2; 1,35 y 0,65 millones de libras, respectivamente, a Mauricio, Seychelles, a la empresa de la fábrica de copra y a los que se encargaron de trasladar a la población de Diego García a sus puntos de destino. EE.UU., ya que el arrendamiento de la isla le salió gratis, colaboró económicamente con Gran Bretaña haciéndole una rebaja de más de 14 millones de dólares, en una partida de misiles polaris que le vendió al Reino Unido. El Gobierno británico, según consta en un informe del senador norteamericano, John Culver, suavizó el problema diciéndole al Gobierno estadounidense que todos los trabajadores de la isla eran temporeros, por lo que su desalojo no sería conflictivo, ya que ellos cerrada la fábrica de aceite de copra volverían a Mauricio o las Seychelles con los suyos. Aparte de lo más o menos incumplido, que fuera el señuelo inglés de facilitarles en el punto de destino empleo y vivienda con una pequeña huerta para cosechar lo imprescindible para la familia, para que no opusieran resistencia, y evitar de esta forma suspicacias en el Gobierno norteamericano, tan atento siempre a todo lo relacionado con los derechos humanos, lo de la deportación de los aproximadamente 2.000 habitantes de la isla fue escatológica. Que lo dicho, por el Gobierno inglés, era de una inexactitud inaudita pudo comprobarse en casos tan sangrantes como el, que se cuenta, de aquella madre que, en 1969, dejó en Diego García a su esposo trabajando en la fábrica de aceite de copra, cogió a sus hijos enfermos y se los llevó a Mauricio. Allí, tras 144 horas de barco, intentó que los médicos pusieran remedio a sus males y al regresar al puerto se 120
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica topó con la incomprensión de un agente del Gobierno británico que le impidió volver a Diego García. A su marido, uno de los últimos expulsados de la isla lo maltrataron y, con sólo lo puesto, lo transportaron en condiciones inhumanas hasta isla Mauricio, (1971), donde estaba retenida su familia. En total, varios centenares de familias, algo más de 300, o sea, más de millar y medio de nativos tuvieron que abandonar el archipiélago de Chagos y sus propiedades de las islas Salomón, (11 islas 5 Km2), Pero Banhos, (29 islas y 10 Km2) y, de forma muy especial, de Diego García, de donde eran casi todos. El cambio de costumbres y los problemas que se encontraron en los suburbios, por ejemplo, de Port Louis, respecto a su forma de vivir en la isla, fue como para echarse a llorar, algunos dormían en una especie de biombos metálicos, inhabitables cuando salía el Sol, por cómo se recalentaba todo aquello, otros encontraron casas, alguna de ellas medio derruidas en los barrios pobres de Port-Louis, Cassis, Cité La Cure o Pointe aux Sables. De esta forma, encontrar trabajo era una odisea. Los únicos trabajos que estuvieron, en cierto modo, a su alcance era el de peones en los muelles de Port Louis. Al no ver luz alguna en el túnel del retorno a su terruño, éste fue siempre encrespado e intenso, y aún hoy día sigue siéndolo, como se puso de manifiesto, por ejemplo, en el año 2006, cuando un centenar aproximado de chagosianos o ilois, de Isla Mauricio y las Seychelles, pudieron explayar sus sentimientos de reconocimiento y admiración hacia sus antepasados navegando, con el permiso expreso de Inglaterra, hasta sus islas, de las que habían salido por las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo al hacer realidad el Gobierno británico, propietario del archipiélago de Chagos y, por lo tanto de la Isla Diego García, el deseo del ejército estadounidense de construir, en esta última isla, o sea, en la mayor de todas las de Chagos, una base militar a lo largo y ancho de toda la isla. 121
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica El permiso concedido a estos 102 chagosianos para que pudieran visitar el archipiélago británico de Chagos, reclamado por Mauricio y las Seychelles desde su independencia en 1968, fue de tres días y sólo para visitar sus desiertas aldeas y descuidados cementerios. Hubo, no obstante, muchos chagosianos, sobre todo residentes en Gran Bretaña, que expresaron su malestar por no habérseles tenido en cuenta en tan espléndida oportunidad de visitar la tierra que les vio nacer. Esta visita humanitaria al archipiélago de Chagos, que emocionó sobremanera al medio millar de chagosianos que fueron a despedir a sus compatriotas a Port Louis, se inició en la isla de Boddam de las Islas Salomón, participando todos ellos en un acto religioso en una deteriorada iglesia, sin tejado, de la isla. Después atravesando la selva marcharon al cementerio a visitar, adecentar y ponerles flores a las tumbas
de
sus
familiares
y
conocidos
y,
por
último
sellaron
emocionados el episodio histórico de erigir un pequeño monumento conmemorativo en el embarcadero. Con recorridos y actos similares a los ya citados, en la segunda y tercera jornadas estuvieron, respectivamente, en las islas de Peros Banhos y Diego García, o sea, que su visita al archipiélago de Chagos se limitó a las tres islas, donde podían aflorar añoranzas y vivencias de sus antepasados, o sea, a las que estuvieron habitadas en los años en que se vieron abocados al exilio. Otros grupos de islas de Chagos, completamente deshabitados, son, por ejemplo, Eagle Islands, Tres hermanos y Egmont Islands. Los Chagosianos, y entre ellos los de la isla Diego García, han llevado con reiteración a los tribunales británicos sus quejas, sus peticiones, para ver de volver al lugar donde nacieron, ellos o sus padres, y lo cierto es que obtuvieron sentencias favorables, por ejemplo, en el 2000 el Tribunal Superior británico dijo que la expulsión había sido ilegal y anuló la orden de inmigración local que excluía a los residentes del archipiélago aunque apoyó el status militar de la isla, en 122
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica el 2002 el Parlamento Inglés concedió por ley la ciudadanía británica a los chagosianos y dijo que se les permitiría regresar al archipiélago. Pero Tony Blair, en el 2003, echó abajo, las que resultarían ser vanas esperanzas de los chagosianos, apoyándose en un privilegio real contemplado en el régimen jurídico británico. Aunque el Tribunal de Apelaciones, en mayo de 2006, insistió en que los isleños tenían derecho a volver a sus islas. En realidad, fueron tres los fallos del Tribunal Supremo británico, en los años 2000, 2006 y 2007, los que sentenciaron que la expulsión fue ilegal y que los chagosianos tenían derecho a regresar a la tierra que les vio nacer, aunque esto no haya variado en nada el panorama de su existencia pues, los distintos Gobiernos Británicos se han negado a cumplir la sentencia, porque todos ellos pensaron lo difícil que era cumplirla estando allí la base militar norteamericana o lo inimaginable que sería, con el gasto realizado por EE.UU. y las expectativas de futuro que este poderoso país debe tener sobre la base, quitarla de la isla para que vengan de nuevo los que de allí se marcharon. Que los chagosianos recibieron indemnizaciones por su expulsión nos lo confirma el veredicto del Tribunal Supremo y del Tribunal de Apelación, sobre que “las indemnizaciones ya pagadas eran justas y legales
y
que
denegaba
las
peticiones
de
los
chagosianos
de
indemnizaciones adicionales”. A mediados de 2004 el Gobierno Inglés aprobó sendas órdenes estableciendo controles de inmigración y prohibiendo a los chagosianos volver a su archipiélago. El 11 de mayo de 2006 el Tribunal Supremo concluyó que la orden, emitida por el Gobierno en el 2004 prohibiendo a los chagosianos la vuelta a su tierra natal, era ilegal y que, por lo tanto, podían volver a su archipiélago. Esta sentencia fue confirmada por el Tribunal de Apelación el 23 de mayo de 2007 y, el Gobierno inglés recurrió estos veredictos en la Cámara de los Lores, que la revocó el 22 de octubre de 2008.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Alguna de las pretensiones de los chagosianos, podemos sacarlas de las declaraciones que hicieron o del contenido de las pancartas que se exhibieron, en la manifestación, del 12 de noviembre de 2007, en el que ya se sabía que el Gobierno iba a recurrir la sentencia en la Cámara de los Lores, como hemos visto que hizo, al final del párrafo anterior, en la que, por ejemplo, Hengride Permal, presidenta de la Asociación Comunitaria de las Islas Chagos, comentó que en una carta que le dirigió al Primer Ministro Brown, le decía que "la semana pasada el Gobierno presentó un escrito de apelación ante la Cámara de los Lores en contra de la decisión tomada por la Corte de Apelaciones en sesión celebrada el 23 de mayo de 2007, que confirmó, una vez más, nuestros derechos a volver a las Islas Chagos, por lo que le rogamos retire dicho recurso de casación que, de seguir adelante, impediría, una vez más, se cumplan las sentencias que de forma tan rotunda nos permiten regresar a nuestras islas de Chagos”. Permal remarcaba en su carta que " Vd. como nuevo Primer Ministro debería cumplir, y así se lo exigimos, el compromiso que hizo Robin Cook de que el gobierno no
apelaría más la decisión judicial
porque teníamos derecho a regresar a nuestras islas.
Blair, por lo
pronto, no cumplió esa promesa. Y lo que le estamos rogando a Vd. ahora es que retire la apelación de la Cámara de los Lores para que se pueda hacer justicia”. Los chagosianos se quejan, por ejemplo, de las ayudas que reciben del Gobierno Británico a través del de Mauricio, porque "Aunque el Gobierno Inglés dé algún dinero para que el Gobierno de Mauricio lo gestione, muchas personas nunca lo han recibido”. Las pancartas a las que nos referíamos decían, “Hemos perdido nuestra identidad la de nuestro lugar de origen”. “Muchas de nuestras familias se han roto por separar a los hijos de los padres, al cónyuge de su pareja”. “Queremos nuestra isla”. “Queremos que se nos compense por los más de 40 años de dolor y sufrimiento que hemos vivido en el 124
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica exilio”. “Queremos que se nos dé un hogar permanente o que se nos deje regresar a nuestra isla, a nuestra patria". La ONU, y la Unión Europea, aunque hayan hecho alguna declaración al respecto, no han sido de las que se han echado hacia adelante
para
solucionar
el
problema,
sólo
las
encendidas
y
permanentes protestas de los chagosianos, como las que acabamos de comentar, han dado a conocer al universo mundo lo que pasó en Chagos, y aunque han constatado la solidaridad de la gente no han logrado, con el resquemor que este hecho les produce, el beneplácito del Gobierno Británico. Con todo lo expuesto y utilizando la lógica, pero sin tener todos los datos que necesitamos en nuestras manos, aunque estos siempre serían menos exactos que los que disponen cada uno de los implicados en este asunto, según el nivel de sus competencias y responsabilidades en este problema, como son Gran Bretaña, EE.UU., la ONU, Mauricio,
los
chagosianos
y
sus
representantes,
la UE,
haremos
o
plantearemos, además de las dificultades que ya expusimos de cumplir las sentencias estando allí los americanos o la de que estos se vayan, las siguientes reflexiones, de las que la primera es ya irrealizable. ¿Cuando se desalojó Diego García había alguna otra isla, del archipiélago de Chagos, cuanto más alejada de esta mejor, donde la fábrica de copra podría haber seguido funcionando y tener cada trabajador su correspondiente parcela, para construir una vivienda, más o menos grande que la habitual de Diego García? ¿Se prometió algo parecido a lo anterior a las familias exiliadas en Mauricio y las Seychelles y, finalmente se incumplió lo acordado como dice la voz populi? Si admitimos que las pancartas que se exhibieron en la manifestación
que
hemos
comentado,
estaban
más
o
menos
consensuadas ¿porqué no se les compensa, o se les acaba de 125
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica compensar, o se les dice claramente que ya han sido compensados, si así fuere, por lo que tenían en su isla, y no tuvieron en el exilio? Pensamos que los contenidos de las pancartas que dicen “Queremos que se nos compense por los más de 40 años de dolor y sufrimiento que hemos vivido en el exilio” y “Queremos que se nos dé un hogar permanente o que se nos deje regresar a nuestra isla, a nuestra patria". Dan cauces intermedios, que no serán los mejores pero tampoco son los peores, para que pueda resolverse el problema. Hay dudas, que los interesados, el que paga y el que cobra, seguro que no las tienen. Me refiero a ¿qué es eso de que “el Gobierno británico da dinero, para los exiliados de Diego García, al Gobierno de Mauricio, y muchos de los desahuciados dicen que no les llega”? ¿Es que es una asignación que no le corresponde a todos, o que a alguno ya se le satisfizo? Aunque hemos dicho que nuestra primera reflexión era ya irrealizable
porque
era
algo que tendría que
haberse
pensado
cuando se marchó la gente de la isla, sin embargo, hemos sentido la satisfacción de que algo equivalente a nuestra reflexión es lo que expresó en sus sentencias el Tribunal Superior de Inglaterra y Gales al proponer que se les deje vivir en el archipiélago de Chagos, en cualquiera de las 65 islas que allí hay siempre que no sea la de Diego García. Dejando de lado recursos judiciales en curso, habidos y por haber, que los hay y los hubo, según hemos visto, aunque sin resultado práctico alguno, reseñaremos que en Diego García se encuentran hoy día, además de los centros comerciales, campos de golf, baloncesto, futbol, con los
que entretenerse
en los
momentos de ocio
y
esparcimiento los que allí residen, que son aproximadamente unos 2.000 militares estadounidenses, un destacamento de unos pocos soldados ingleses mostrando la bandera de su país, para que no se le olvide a nadie de que son los propietarios de la isla, a la que a veces se 126
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica le llama nación, son ellos: los británicos. Aparte hay algo más de 1500 civiles que les atienden, como ya dijimos. Como sabemos el archipiélago de Chagos es propiedad de Inglaterra, por lo que es administrado desde Gran Bretaña por un comisionado, asistido y representado por un oficial de la Royal Navy residente en Diego García. En cuanto a la justicia se administra desde Inglaterra mediante un fiscal, un magistrado y un abogado. Como territorio del Reino Unido que es el Jefe del Estado es la Reina Isabel II. Durante algún tiempo, el Jefe de Gobierno ha sido el Comisario David Ros MacLennan y el Adminitrador Don Cairns. El abastecimiento se hace de muy diferentes formas, por ejemplo, desde el año 2004 el buque Shuttle DGAR, se encarga de llevar toda clase de alimentos, piezas de repuesto para aeronaves, o sea, todo lo que necesitan en la isla. Son 250 los contenedores que lleva cada mes a Diego García desde Singapur, que se traducen al año en más de 200.000 toneladas de carga. En la isla se encuentran las instalaciones del Comando Espacial con las que coopera EE.UU. en la Red de Vigilancia Espacial. Existe un vertedero nuclear y hay tres radares telescopio Geodss, para detectar, entre otras cosas, los deshechos
que el hombre va dejando en el
espacio. Cuenta, además, con una de las cinco estaciones mundiales de control de monitorización del Sistema de Posicionamiento Global, de la constelación de los satélites del GPS, junto a las que existen en las islas Ascensión (isla británica del Océano Atlántico con un aeropuerto militar norteamericano), Hawái, Kwajalein (perteneciente a las islas Marshall) y la que hay en Colorado Spring. Olivier Bancoult, que fue expulsado de Diego García cuando tenía cuatro años y, hoy día, es presidente del Grupo de Refugiados de Chagos cuando en su primer contacto con la administración Barack, se enteró de que a Barack Obama le podían dar el Premio Nobel de la Paz, comentó: “creo que lo utilizará para resolver el problema de la 127
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Comunidad de Chagos. Respecto a la compensación, por todo lo que dejaron en la isla, en principio ninguna, aunque después de mucho presionar, huelga de hambre incluida, nos compensaron muy poco, porque en Mauricio pagábamos alquiler y no teníamos trabajo, por lo que la compensación no fue suficiente”. La vida en la isla, según Olivier, “se desarrollaba en armonía y paz, porque tenemos nuestra cultura, tradición, especial comida y nuestra música. Todos teníamos una casa, un trabajo. Solíamos trabajar en una plantación de cocoteros y después íbamos a la mar a pescar. Vivíamos como en familia”. David Vine, autor del libro La historia secreta de la base militar de EE.UU. en Diego García, dice que la importancia estratégica de Diego García radica en el control que los estadounidenses pueden ejercer sobre el Oriente Medio, el Golfo Pérsico y el abastecimiento de petróleo y gas natural. Los chagosianos, desde que empezó el exilio han ido logrando cosas, por ejemplo, ganaron el derecho a la plena ciudadanía británica, que incluye el derecho a votar en Gran Bretaña. Un millar largo chagosianos residen en Gran Bretaña, algunos mejoraron algo sus vidas. La mayoría en trabajos poco remunerados, por ejemplo, en el aeropuerto de Gatwick. Mientras persiste la lucha por regresar a su patria y recibir una compensación adecuada por lo que han sufrido en el exilio. David insiste que desde la década de 1980, en esencia, a ningún periodista se le ha permitido ir. A mí se me negó el permiso para ir a las islas para llevar a cabo mi investigación y los periodistas han sido efectivamente excluidos durante más de dos décadas.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
CAPÍTULO V DETERMINACIÓN DE LA LÍNEA ROJA TRANSOCEÁNICA
Para muchos historiadores, el despertar de las conquistas oceánicas se produjo cuando los portugueses descubrieron las primeras islas de su frontal atlántico y, de forma muy especial, cuando el infante Don Enrique, apodado el Navegante, hijo de Juan I de Portugal y de la reina Felipa, conquistó Ceuta, en 1415, que era la “llave del Mediterráneo” y a reglón seguido puso en marcha la Escuela de Sagres, en la que impartieron docencia los más ilustres navegantes y teóricos de las artes de la Ciencia Náutica de aquellos tiempos. La conquista de Ceuta tuvo tal trascendencia que son muchos los historiadores que ven en ella un hito histórico comparable al de la caída de Constantinopla, ya que fue el aldabonazo de salida para la expansión oceánica de los países europeos, entre los que figuraban Holanda, Inglaterra, Francia y, sobre todo, la propia Portugal y España.
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Los intrépidos marinos portugueses, fueron los primeros europeos en “romper el fuego” de los descubrimientos ibéricos al atreverse a navegar, en 1434, por aquellas altivas, temidas y enarboladas aguas del entorno del Cabo Bojador que permitieron a Portugal, una vez traspasadas las mismas, llegar a las islas de Cabo Verde en 1444 y al golfo de Guinea en 1471. Así pues, Enrique el Navegante, fue el que dio el paso adelante en el camino que llevaría a Portugal hacia las Indias Orientales sin tener que cruzar el Atlántico, o sea, escorándose hacia oriente sin separarse demasiado de las costas de los continentes africano y asiático. Por otro lado, los españoles se hicieron con Melilla en 1497, con Mazalquivir en 1505, con Orán en 1509 y con Trípoli en 1510. Debemos, pues, destacar que los mares y océanos de nuestro planeta fueron el hábitat habitual de los envalentonados y audaces marinos portugueses y españoles, o sea, de las más grandes potencias navales europeas de aquella época que eran Portugal y España. Y es que estos países escribieron, diríamos con grana y oro aunque también con esfuerzos no exentos de penurias, páginas inolvidables de la historia de la humanidad. No obstante lo dicho, o precisamente por ello, la realidad es que hubo necesidad de
establecer raíles disjuntos para encauzar los
gloriosos afanes expansivos, de estos dos países, sin tener que colisionar entre ellos, y a esto vamos a dedicarnos en este capítulo. Empezaremos indicando que, en 1479, Portugal y España firmaron el Tratado
de Alcaçovas, que trajo consigo la Línea Roja
Borjador-Canarias que concedía una amplia libertad a los monarcas portugueses para navegar, conquistar y descubrir por los mares más cercanos, Mediterráneo y Océano Atlántico, todo lo que pudieran excluyendo, eso sí, las islas Canarias que era, desde 1402, la plataforma
de
lanzamiento
para 130
las
conquistas
españolas
que,
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica lógicamente, gozaba de las mismas prerrogativas y privilegios. Dicho tratado, ratificado en 1481 por el Papa Sixto IV con su bula, Aeternis Regis, también consolidó el dominio de Portugal en Guinea. Al resultar insuficiente todo lo hecho en pos de la paz entre los máximos protagonistas de la expansión oceánica atlántica, tuvieron que crearse nuevas vías de entendimiento para consolidar la concordia entre ellos, porque lo cierto es que como, en el noroeste de África, se negociaba con esclavos, oro y especias, y las conquistas que realizaban ambos países estaban cerca unas de otras, quiérase o no, persistieron las desavenencias entre sus escuadras navales que navegaban por el Mediterráneo y el Atlántico, con el incomodo que esto suponía para sus respectivos monarcas. Recordemos, para entender lo que acabamos de exponer, que cuando Cristóbal Colón llegó a las Antillas y descubrió América, Juan II de Portugal apoyándose en la Línea Roja Borjador-Canarias reclamó las islas que Cristóbal Colón iba descubriendo y se encontraban al Sur de dicha línea roja, porque según lo acordado le correspondían a Portugal, sin reparar, como se lo hicieron ver los Reyes Católicos, que a estas nuevas islas, por la lejanía de la costa africana, no se les podía aplicar la normativa de la susodicha bula, ya que la línea roja mencionada se estableció para salvaguardar el buen hacer de los
navegantes
portugueses y españoles en el entorno de las costas occidentales de África Mientras Juan II reclamaba lo que creía que le correspondía, los Reyes Católicos mantenían al día al Papa Alejandro VI de todas las novedades que surgían en el descubrimiento del Mundus Novus de Colón. La cuestión se recondujo cuando el Papa después de repensar las informaciones recibidas por los Reyes Católicos valoró positivamente el interés de las mismas para propagar la religión por aquellas tierras. Así pues, bajo el manto de la comprensión, Portugal y España, acordaron abrir, en la primavera de 1493, unas negociaciones que 131
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica desembocaron en la bula Inter Caetera que el Papa Alejandro VI expidió el 4 de mayo de dicho año, y en la que se afirmaba que “todas las tierras o islas descubiertas o por descubrir, que estuviesen al occidente de la Línea Roja Inter Caetera, que pasaba a 100 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, podían ser exploradas por los españoles al igual que con las que se encontraran al oriente de dicha Línea Roja podría hacerlo Portugal”. Pero lo cierto es que con esto no se arregló todo, por lo que al igual que pasó en otras ocasiones hubo que añadir nuevos raíles para que tan apasionados descubridores dejaran de molestarse mutuamente. Así pues, en marzo de 1494, acordaron abrir nuevos cauces para la paz, esta vez en Tordesillas, o sea, cerca de la frontera hispano-lusa, para intentar hacer ajustes complementarios en la normativa imperante hasta entonces, nacida por última vez en la bula Inter Caetera. Lo primero que hicieron, por ambas partes, fue designar interlocutores, comisarios, expertos en las materias a tratar. Entre los cuales figuraban Juan de Sousa y Ayres Dalmada por parte de Portugal y Gutiérrez de Cárdenas y Rodrigo de Maldonado por la de España. Tras arduas deliberaciones, con un tenso y extenso tira y afloja acordaron, forzados por el empecinamiento del monarca portugués de que así fuera, que la Línea Roja de Tordesillas en lugar de estar situada a 100 leguas al oeste de las Islas de Cabo Verde, como pasaba con la Línea Roja Inter Caetera, estuviera a 370 leguas. El cambio de la Línea Roja Inter Caetera por la Línea Roja
de
Tordesillas, siempre hizo pensar a muchos historiadores que los portugueses debían saber algo sobre la proximidad de esa inmensa mole de tierra, que conformaba las Américas y taponaba el paso hacia las Indias Orientales, a las Islas de Cabo Verde bien por informaciones recibidas quizás de navegantes extraviados por temporales y corrientes marinas hacia el oeste, como le aconteció ya en el siglo XVI a Cabral cuando descubrió Brasil al ser arrastrado hacia poniente por vientos 132
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica tempestuosos y corrientes marinas, siendo así que su itinerario por el Atlántico se dirigía, sin separarse demasiado de las costas africanas hacia la India y las Islas de las Especias; o quizás también, por los restos de barquichuelas de los indios americanos que el mar-océano trasportara hasta las Azores porque, en caso contrario, no se entendía el porqué el monarca portugués insistió, tanto y más cuanto, en que la Línea Roja de Tordesillas, en lugar de estar a 100 leguas como la de la Línea Roja Inter Caetera había que ponerla, como así se hizo, a 370 leguas de las islas de Cabo Verde, como si supiera de antemano que con 100 leguas no enganchaba tierra firme alguna y con 370 leguas cogía un buen
“pellizco” del Brasil, del país que se adentraba hasta las
tierras del alto Perú, con costas sobre el Atlántico que se extendían, en aquellos tiempos, por la franja de tierra que hay entre el norteño Río Marañón y el sureño Río de la Plata. El día 5 de septiembre de 1494, Don Juan de Portugal firmaba con satisfacción manifiesta en Setúbal, la copia del convenio, del Tratado de Tordesillas, o sea, del epílogo de la bula Inter Caetera. Incluso se incluyó en el tratado, que solo estaba pensado para el Atlántico, que lo que descubrieran los portugueses por el oeste de la Línea Roja de Tordesillas le correspondería ipso facto a España, de la misma forma que lo que descubriera España al este de dicho meridiano pasaría automáticamente a tener soberanía portuguesa. Introduciéndonos por los entresijos del Tratado de Tordesillas, o sea, viendo los inconvenientes que se presentaron en el mismo, en los cálculos que se realizaron para intentar minimizar las desavenencias, entre las flotas de España y Portugal por el Atlántico, nos daremos cuenta que para darle a dicho tratado el realce que le correspondía, se solemnizó, con todas las prebendas religiosas y de equidad requeridas por estas dos naciones, bajo la supervisión de los Reyes Católicos y de los monarcas de Portugal, Alfonso V y su hijo Don Juan, cuyas relaciones estaban deterioradas por lo de la sucesión de Castilla. 133
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica La concordancia de pareceres y la conformidad por ambas partes, por la paz que el tratado traería consigo, fue lo que animó a ambos Monarcas a solicitar la aprobación del mismo por el Sumo Pontífice. Así, se aseguraban una puntual observancia del mismo, o sea, su más riguroso cumplimiento. Por otro lado acordaron, entre ellos, otras muchas cuestiones, algunas de las cuales por negligencia mostrada por ambas partes resultaron fallidas y significaron una gran pérdida de tiempo. Por ejemplo, se acordó, que antes de que transcurrieran 10 meses, a partir de la firma del Tratado de Tordesillas, deberían ir embarcaciones, de una y otra nación, para situar en su sitio la Línea Roja de Tordesillas como hizo Jorge Juan en el XVIII por la poca efectividad y concreción de los trabajos realizados con anterioridad, porque lo que verdaderamente asombra es que en el Tratado de Tordesillas nadie concretara desde qué punto y en qué dirección había que empezar a medir, desde las islas de Cabo Verde, las 370 leguas hacia el Sol poniente. Así pues según se redactó el texto del Tratado de Tordesillas, quedaba ambiguo el origen a tomar desde las islas de Cabo Verde, y aunque lo lógico, para muchos, era situarlo en el centro de la isla más centrada, o sea, en el centro de la isla de San Nicolás como proponía Castilla, porque esta isla deja cuatro islas hacia oriente y otras tantas hacia occidente, sin embargo como, científicamente, el origen debería ser el punto más occidental de la isla más occidental del archipiélago de Cabo Verde, o sea, de la isla de San Antonio que es lo que requería Portugal seguramente porque era la posición del mismo que más
le
favorecía al poderse adentrar de lleno en el Brasil. Según lo que acabamos de razonar, España tenía todas las de perder, porque para ella el origen más favorable era
el punto más
oriental de la isla más oriental, que era la de la Sal, pero esto era poco defendible.
Por
otra
parte,
también
tendrían
que
dilucidar
ambigüedad existente sobre la dirección a seguir en dichas medidas. 134
la
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Sea como fuere, mejor
o peor interpretadas las ambigüedades
comentadas, lo cierto es que las naves españolas y portuguesas con científicos de ambos países, que debían situar la posición de la Línea Roja de Tordesillas, para iniciar las medidas y cálculos pertinentes, nunca salieron de puerto, debido a que los monarcas no solo aplazaron la operación treinta años sino que después se olvidaron del tema muchos años más, quizás porque ninguna de las dos partes tenía demasiado interés en cumplir lo acordado. No
parece
muy
alentador
que
con
los
incumplimientos
registrados, los portugueses y españoles prosiguieran tan animosos realizando convenios y tratados, consensuando formas de actuar y proceder, para amortiguar los problemas y suavizar las inevitables desavenencias puntuales que fueran surgiendo por el afán de adelantarse los unos a los otros en los descubrimientos a realizar, aunque comprendamos que los enfrentamientos entre ellos se diluyeran muchas veces, por el solo hecho de la relación de familiaridad existente, en ciertas épocas, entre las dos casas reales de la Península Ibérica. Cuando reflexionamos, por ejemplo, sobre las conquistas de los españoles en América, no podemos dejar de pensar que allí vivía gente, y que, por lo tanto, este apoderarse del hábitat que disfrutaban los nativos de aquellas tierras, cuadra más con una invasión que con un descubrimiento porque fueron muchos, los españoles, que fueron a conquistar América buscando primordialmente enriquecerse. Bien es cierto que, para los conquistadores, estos dominios se justificaban éticamente porque no sólo expandían la fe católica sino que sacaban a muchos indígenas de su ignominiosa ignorancia y de su ancestral atraso cultural y cívico. Así, por ejemplo, vemos como Jorge Juan en su libro “Disertación Histórica y Geográfica sobre el Meridiano de Demarcación entre los Dominios de España y Portugal, y…”, afirma que “sacaban a la gente de las tinieblas del gentilismo y de la idolatría en que vivían”, aunque por otro lado, en un informe que 135
envió al
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Marqués de la Ensenada, decía con crudeza que “no era posible tratar el asunto de los indios, por la inhumanidad de algunos corregidores y la explotación de que eran objeto, sin quedar el ánimo movido a compasión y sin dejar de llorar con lástima la miserable, infeliz y desventurada suerte de una gente que sin otro delito que la simplicidad, ni más motivo que una ignorancia natural han venido a ser esclavos y de una esclavitud tan opresiva que comparadamente pueden llamarse dichosos aquellos africanos a quienes la fuerza y la
razón de las
colonias han condenado a la opresión más servil”. La obra citada, escrita por Jorge Juan y Antonio de Ulloa, o sea, por dos
personas de reconocida raigambre hispana, el primero
distinguido, con admiración, por sus colegas europeos
con el
sobrenombre del Sabio Español, constituirá pues el hilo conductor, la traza, que sigamos en todo este capítulo. Formalizando alguna de estas ideas afirmaremos que, a finales de la Edad Media y en un largo tramo de la Edad Moderna, los conquistadores
españoles
y
portugueses
pudieron
hacerse
estrictamente con el dominio de una posesión u ocupación, siempre y cuando, no perteneciera a ningún príncipe cristiano ni lo impidieran las bulas y tratados “bendecidos” por el Papa, como era el caso del de Tordesillas. Téngase en cuenta
que el Papa tenía una autoridad
inmensa, incluso en cuestiones de este mundo alejadas de su misión eclesial. Lógicamente, en el supuesto de la no aceptación al dominio de un cierto territorio por parte de los que lo habitaban, el conquistador se veía obligado a enfrentarse a ellos hasta someterlos. Por eso ahondaremos en hechos concretos sobre las peripecias y desidias que acompañaron, al desarrollo en sí de la regulación de la navegación por el Atlántico, con un mínimo de confrontaciones entre las armadas de España y Portugal, uno de los motivos por el que Jorge Juan, en el siglo XVIII, con Antonio Ulloa de acompañante, intentó deshacer el embrollo acumulado al respecto en su libro, que acabamos 136
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica de citar, lo cual testifica por sí mismo la dejadez existente, desde la última década del siglo XV, en llevar a efecto los acuerdos que se iban adoptando. Ahora bien, como la finalidad del Tratado de Tordesillas, era reglamentar las exploraciones oceánicas de españoles y portugueses, sin tener en cuenta, ni decir nada, sobre otras naciones, porque a ellas el tratado en nada les obligaba ya que lo que pretendía el mismo era que Portugal y España colaborasen con el Papa, en la labor misionera propagando la fe por todos los confines del mundo, y que el empeño conquistador de abrir nuevos horizontes comerciales y territoriales, por parte de estos dos países, se desarrollara de forma cordial y respetuosa, como ya insinuamos, se comprende que algunas naciones hicieran “oídos sordos” al mismo. Hubo juristas, como Hugo Crocio, que sentenciaron de forma tajante que “el mar no puede ser propiedad de nadie, por ser nexo de unión entre Estados”, la misma reina Isabel I de Inglaterra dijo con tono jocoso que “mis súbditos pueden navegar por donde lo hagan los demás, los españoles o los portugueses, porque el mar y el aire son de todos”, y finalmente, por no alargarnos demasiado, con inusitada sorna y original forma de expresarse Francisco I de Francia exclamó “antes de aceptar el reparto de Tordesillas, tendrán que mostrarme la cláusula del Testamento de Adán en la que se estipula que el mundo es propiedad de los españoles y de los portugueses”. Como las desavenencias entre España y Portugal no solo afloraron por el Atlántico, haremos un poco de historia. Recordaremos que la expedición de Magallanes y Elcano, después de navegar largos meses sin divisar tierra firme, por el inmenso Océano Pacífico, atravesó el Ecuador y llegó a las islas Marianas con los dos barcos que les quedaban, de los tres que se adentraron por el Pacífico y de los cinco que habían salido de España y que, después de proseguir su ruta, descubrieron un gran archipiélago entre las Malucas y Taiwán al que 137
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica bautizaron con el nombre de San Lázaro, (1521), (al que años después Villalobos, en 1542, le dio de nombre Filipinas). En este archipiélago perdió la vida Magallanes, a manos de los indígenas del lugar, por lo que Juan Sebastián Elcano tuvo que tomar las riendas de la expedición. J. S. Elcano, tras unos días de navegación, desembarcó en la Isla de Tidore, de las Islas de las Especias donde hacía ya diez años que se habían establecido los portugueses. Él y sus hombres con todas las facilidades del mundo, aunque con el lógico recelo de los portugueses y las quejas del Rey de Portugal, que creía que el Tratado de Tordesillas estaba siendo trasgredido por los españoles, por lo que no hubo más remedio que intentar aclarar con una nueva convención entre ambos países la situación creada, no obstante los españoles después de estar medio mes cargando especias y haberse ganado las simpatías de los nativos, fueron despedidos con alborozo por las autoridades locales y las de las islas adyacentes hasta concluir la primera vuelta a nuestro planeta. Tras la proeza de la primera vuelta a la Tierra, hubo otras muchas expediciones de nuestro país a las Molucas y su entorno más o menos próximo, por ejemplo, Carlos V, envió a las islas Malucas una gran flota, la de Loaysa, para echar de las mismas a los portugueses. Esta expedición salió en 1525 de la Coruña, donde se había establecido, a tenor de la de Sevilla, la Casa de Contratación para las Islas de las Especias. Una vez superado el estrecho de Magallanes, sólo un barco, de los siete que componían la flota, se adentró por las solitarias aguas del océano Pacífico enfilando la isla de San Bartolomé. En esta travesía murió Loaysa, le reemplazó J. S. Elcano que murió a los pocos días, le sustituyó Alonso de Salazar que corrió idéntica “suerte”, teniendo que ser finalmente Martín Íñiguez quien llegase a las inmediaciones de Gilolo, (1527).
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_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Durante muchos meses, los españoles que habían logrado llegar a las Islas de las especias, después de sufrir 300 bajas, tuvieron que soportar el hostigamiento de los portugueses. Según nos cuentan, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, para llevar a efecto nuevas conversaciones que pacificaran todo lo que se les vino encima por el Pacífico, se nombraron como comisarios a tres cosmógrafos, tres pilotos y tres letrados por cada una de las partes, para que estudiadas las escrituras, las pruebas y oído a los testigos dictaminaran con toda legalidad e imparcialidad a quien le correspondía explorar las islas en disputa. Se les dio de plazo desde marzo de 1524 hasta final de mayo del mismo año. Ratificada por ambos Monarcas esta Convención, se nombraron como jueces a Juan Vázquez de Acuña, Pedro Manuel y Hernando de Barrientos, como procurador a Bernardino de Rivera y como letrado Juan Ruiz de Castañeda, yendo además como asociados algunos cosmógrafos y pilotos de alto copete en aquel momento, entre los que se encontraban Sebastián Gaboto, Juan Vespucio y Diego Rivera, y doce personas de las que habían venido en la nave Victoria, como testigos de las informaciones con que se debía instruir la causa de la posesión de las Malucas. Los portugueses nombraron también sus respectivos jueces, procurador, letrado, cosmógrafos, pilotos y testigos. Los comisarios se reunieron en el Puente del Caya, río que separa Castilla de Portugal, en el camino
desde Badajoz a Yelves, y las
conversaciones se desarrollaron alternativamente en dichas ciudades, no llegándose a conclusión alguna porque la desconfianza era mutua. Ya que si unos, por ejemplo, los españoles preferían las cartas geográficas holandesas, las mejores que existían y que lógicamente eran imparciales porque no entraba en la discusión nada relacionado con Holanda, los portugueses, manejaban las suyas, con las suspicacias 139
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica que las mismas provocaban. Si unos querían que las medidas se hicieran recurriendo a la observación de los eclipses de Luna, no tanto por ser el método más proporcionado, sino por ser el más lento, con el ojo puesto en ralentizar el proceso, quedando todo prácticamente paralizado, los otros no estaban conformes con esta forma de proceder. Así es que nada pudo hacerse en aquella Junta. Al final todo se resolvió porque, en 1526, la falta de dinero del Emperador permitió al Rey de Portugal hacerse con todos los derechos a navegar y comerciar en las Islas de las Especias, en las Malucas, porque según Romeu de Armas “España hizo cesión a Portugal de todo derecho, acción, dominio, propiedad, posesión o cuasi posesión, y de todo derecho a navegar, contratar y comerciar en las Malucas por 350.000 ducados de oro, de 375 maravedíes cada uno”. La Carta de venta correspondiente se otorgó el 22 de abril de 1526. Así fue como las Islas de las Especias pasaron a ser exploradas comercialmente por los portugueses. No obstante lo dicho, los españoles siguieron mostrando su bravura con sus frecuentes “correrías” por el Océano Pacífico, a veces, saltándose a conveniencia lo acordado por lo que la indignación del rey de Portugal provocó fuertes enfrentamientos entre portugueses y españoles. Se perdió Tidore y muchos de sus habitantes marcharon a Gilolo, en donde aún quedaban españoles, pero se complicó todo tanto que portugueses y españoles tuvieron que colaborar entre sí para evitar que los moluqueños acabaran con ellos. En 1527, el monarca español le pidió a Hernán Cortés que recabara información cuanto antes sobre la flota de Loaysa. Éste atendiendo el requerimiento de Carlos I, envió desde Nueva España a Saavedra a las islas de las especias, (1527), y éste después de atravesar las islas Carolinas conectó con los españoles en Gilolo, (1528). Solo la llegada de Saavedra, primo de Hernán Cortés, alivió el modus vivendi de 140
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica los pocos españoles supervivientes en las Islas de las Especias aunque, como es lógico, soliviantó a los portugueses. Ese mismo año, cargado de especias, Saavedra emprendió el viaje de regreso a Nueva España; después de bordear Nueva Guinea y viendo que los vientos no le dejarían llegar mucho más lejos decidió deshacer el camino recorrido. A las pocas semanas intentó de nuevo la travesía por el Pacífico hacia Nueva España, bordeando las islas Marshall por el norte, y al fracasar en su segundo intento retrocedió, de modo que al llegar a Malaca se topó con los portugueses, motivo por el cual tardó varios años en llegar a España. Con el paso del tiempo, toda esta brega hispano-lusa, las confrontaciones
que
afloraron
por
el
Pacífico,
obligaron
a
los
conquistadores ibéricos a pactar el Tratado de Zaragoza del año 1529. En este tratado se acordó prolongar por los polos la Línea Roja de Tordesillas, la cual como hemos visto no se sabía exactamente por donde
pasaba
al
no
haberse
dedicado
Portugal
y
España
a
determinarla, completando, de esta forma, la Línea Roja Transoceánica, como resultado de la unión del citado meridiano y de su antimeridiano, que se estimó, como vimos, pasaría más o menos a 297,5 leguas al este de las Islas de las Especias, para saber a qué acogerse, le daba la vuelta a la Tierra y dividía a ésta en dos hemisferios, de modo que en el hemisferio que contenía a África no podían los españoles realizar sus conquistas al igual que les pasaba a los portugueses en el resto del planeta. Lo curioso del caso es que con la estimación realizada, por la dificultad que había en aquellos tiempos para calcular la longitud geográfica de un punto de la Tierra, las Islas de las Especias, estaban en el hemisferio que le correspondía gestionar a Portugal y, por lo tanto, este país podría, de haberlo sabido antes, haberse ahorrado ducados que le pagó al monarca español. 141
los
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica La no determinación de la Línea Roja Transoceánica impedía a los españoles reclamar parte del Brasil, pues aunque España suponía que Portugal la había traspasado hacia occidente, y con mucho, 400 leguas según comprobaría Jorge Juan, sin embargo, por aquel entonces no se podía demostrar que era así. Y todo esto pasaba, lógicamente, por el poco interés de España en aclarar la cuestión ya que, además de tener problemas más urgentes que resolver, la lejanía de aquellas tierras del alto Perú le quitaba importancia al problema. La cuestión fue que por no aclarar esta cuestión, por ejemplo, cuando Villalobos salió de Nueva España, en 1542, para ver de establecer una factoría en Cebú (Filipinas) y resolver, de una vez por todas, el problema del retorno desde el Lejano Oriente a América, por el Pacífico, o sea, del tornaviaje, el incomodo de los portugueses fue in crescendo. Desde Mindanao ordenó a uno de sus barcos regresar a América, pero las tormentas le hicieron volver. Villalobos marchó a Gilolo, repitió sin éxito lo de regresar por el Pacífico a Nueva España y estando de vuelta en Tidore, fue apresado por los portugueses y allí murió con los auxilios espirituales de quien después sería San Francisco Javier. Siguiendo con los conflictos habidos por la no determinación de la Línea Roja Transoceánica, recordaremos uno de los casos más significativos donde hubo que hilar fino, al pasar de los años, por el Río de la Plata, ya que esta zona estaba en el fiel de la balanza, en las proximidades inmediatas por donde pasaba dicha Línea Roja por lo que no es extraño que, en el otoño de 1679, Manuel Lobo, Gobernador de la Capitanía de Río de Janeiro, por mandato del monarca portugués, marchara con una flotilla, de unos 400 hombres, que entrenó en Santos durante unas semanas, a defender la Colonia de Sacramento que había sido fundada incorrectamente, según los españoles, en la Capitanía de San Vicente, frente a Buenos Aires, que era territorio que le correspondía
a
España,
al
estar
142
al
oeste
de
la
Línea
Roja
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Transoceánicas, por lo que las protestas de los bonaerenses no se hicieron esperar. Y es que la parte oriental del Río Uruguay a la que estamos refiriéndonos, era una zona comercialmente envidiable donde Portugal realizaba sus trueques de azúcar, tabaco y algodón “brasileiros” por plata del Potosí. Con el agravante añadido de que, Portugal e Inglaterra, contrabandearon lo que pudieron en Sacramento, sin saber, ni tan siquiera, si la fundación de esta Colonia
infringía la Línea Roja
Transoceánica o no. Como los bonaerenses estaban acostumbrados a utilizar los pastos donde se emplazó la colonia de Sacramento y amamantaban la idea de que todo aquel territorio le pertenecía al Monarca español, instigaron lo suyo a su Gobernador, José Garro, para que defendiese los derechos que le correspondían sobre una zona que consideraban suya. Por eso, una vez se tuvo adecuada información en España de esta supuesta anomalía, desde Castilla salió hacia Lisboa con plenos poderes el Embajador Extraordinario de España cerca del Príncipe Don Pedro de Portugal, Regente por entonces de aquel Reino. No obstante, la impaciencia del Gobernador de Buenos Aires fue tal que,
sin esperar los resultados de dicha misión, envió a Antonio
Vera al mando de algunos hombres de Asunción, Córdoba, e incluso de indios guaraníes de las reducciones de los jesuitas y soldados de Santa Fe, Corrientes, Tucumán y Uruguay, para que se apoderaran de Sacramento. El día 7 de agosto de 1680, entró Vera en la Colonia en zafarrancho de combate ganando Sacramento para los españoles, que pasó a llamarse Fuerte del Rosario. Como
era
presumible,
las
protestas
de
Portugal
fueron
contundentes porque lo cierto es que, hasta que desapareciera la ambigüedad existente sobre cuál sería el origen desde el que se
143
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica empezaran a medir, en las islas de Cabo Verde, las 370 leguas, no se sabría a quien le correspondían estos parajes. Todo ello desembocó en que ambos países tuvieron de nuevo que entablar conversaciones, de modo que, el 7 de mayo
de 1681, se
firmaron los acuerdos del Tratado Provisional de Lisboa que con sus 17 artículos sería ratificado en España por el Rey Carlos II el 25 del mismo mes. Según este tratado los portugueses recuperaron la Colonia de Sacramento, que pasó a llamarse Nueva Colonia del Santísimo y, obligaba a Castilla, a restituir a Sacramento a los que había hecho prisioneros, aunque Portugal debía no obstante permitir a los habitantes de Buenos Aires cazar, elaborar carbón y pastar ganado en el entorno de dicha Colonia. Como es lógico, todo esto se hizo sin perjuicio de los derechos de las dos Coronas a la posesión legítima de aquellos parajes, cuando se determinara por donde pasaba la Línea Roja Transoceánica. Así pues, para ver a quien le correspondía la soberanía de Sacramento, se creó una comisión mixta de modo que si no había acuerdo en la misma el Papa Inocencio XI tendría la última palabra sobre
esta
cuestión.
Por eso, España y Portugal no tuvieron más remedio que aunar esfuerzos para ver si la Colonia de Sacramento estaba al este o al oeste de dicha Línea. Establecido el diálogo entre ambos Estados para averiguarlo, buscaron Comisarios, Secretarios y Cosmógrafos que estudiaran, durante dos meses a partir de la fecha en que se canjeasen los contratos, el problema y dictaminaran sobre el mismo. Si de estas deliberaciones no salía una solución al problema sería, como otras veces, el Papa el que tendría la última palabra.
144
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Las negociaciones se iniciaron el día 4 de noviembre de 1681, en la Ribera de Caya en Extremadura, que separa Portugal de Castilla. La primera Junta se celebró en Badajoz, el 20 del mismo mes, ý la última el 22 de enero de 1682, sin quedar resuelto el problema planteado, por no haber acuerdo entre los Cosmógrafos y los Comisarios, por lo tanto, sin poder dar un veredicto definitivo, por lo que la solución tendría que venir del Papa, aunque esto tampoco fue posible, porque al enfriarse el empeño en que se solucionara, por parte de Portugal y España, se agotó el plazo convenido para una declaración que legitimara la pertenencia. El desacuerdo entre los Cosmógrafos radicaba esencialmente en el punto de las Islas de Cabo Verde, desde el que había que empezar a medir las 370 leguas hacia el oeste y la dirección en la que debía hacerse. Los puntos que se barajaron fueron, como ya comentamos, el centro de la Isla de San Nicolás, algo así como el “centro de gravedad” del archipiélago de las islas de Cabo Verde, y el punto más occidental de la Isla de San Antonio, que era la isla más al oeste de dicho archipiélago y la que más favorecería a Portugal, porque el punto más oriental de la Isla de la Sal, que era el que más beneficiaba a España no tenía, como ya dijimos, argumento alguno que lo defendiera. Por eso las medidas, de las 370 leguas, se hicieron solo sobre los paralelos de los dos primeros puntos citados, o sea, de las islas de San Nicolás y de San Antonio, según decidieron los Comisarios. Por otra parte, como ya comentamos, recordaremos que las cartas que usaron los españoles fueron las holandesas, que para muchos eran las más prestigiosas, mientras los portugueses persistían en las suyas, que no eran tan homogéneas y consistentes. En cuanto a los mapas pasaba lo mismo, por lo que no llegaron a acuerdos. Y es que con esta forma de actuar no se tenían en cuenta los trabajos que realizaron tanto la Academia de Ciencias de París y la Royal Society de Londres que eran los que podrían haber puesto orden 145
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica y concierto en las cartas y los mapas. Realmente aunque con un solo punto como origen bastaba; para limar asperezas, los cálculos se hicieron para dos, según ellos, para de esta forma poder discernir y elegir los Comisarios con cual se quedaban, sin pensar la confusión que esto conllevaba. La forma de proceder fue la siguiente, comprobaron ante todo que el punto más occidental de la Isla de San Antonio pertenecía al paralelo de 18º Sur, y que las 370 leguas recorrían sobre ese paralelo 22º 13’; repitieron lo mismo para el centro de la Isla de San Nicolás que estaba en el paralelo de 16º 36’ Sur, de más longitud por lo tanto que el anterior y por lo tanto con un recorrido angular de las 370 leguas, menor que el anterior, de 22º 5’. En estos cálculos coincidieron, rara avis, los Cosmógrafos de ambas partes, cosa que pocas veces sucedió. Después utilizando cartas holandesas, los españoles, calcularon el ángulo que formaban los meridianos del punto más occidental de la Isla de San Antonio, y el del Cabo San Agustín en Brasil, que tras los desajustes habidos, fue de 4º. Repitieron los cálculos para los puntos del centro de San Nicolás y el Cabo de San Agustín, y sacaron que el ángulo que formaban los meridianos de dichos puntos era de 5º 45’. Hallaron el ángulo de 19º 3’ de los meridianos del Cabo de San Agustín con el del Cabo de Santa María, en la bocana del Río de la Plata, y valiéndose de un derrotero portugués, proporcionado por el Ingeniero Mayor del Reino de Portugal Manuel Pimentel, les permitió, a los españoles, conocer los ángulos 24º 48’ y 23º 3’ del meridiano del Cabo de Santa María, respectivamente, con los de las Islas de San Nicolás y San Antonio. Quitándole a los 24º 48’, los 22º 5’ correspondientes a las 370 leguas sobre el paralelo de San Nicolas, sacaron que la Línea Roja Transoceánica, pasaba 2º 43’ al este del Cabo de Santa María. Y, de modo análogo, quitándole a los 23º 3’, los 22º 13’ correspondientes a las 146
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica 370 leguas sobre el paralelo de San Antonio, sacaron que dicha línea Roja, pasaba 50’ al este del Cabo de Santa María. Lo realizado con el derrotero portugués, lo repitieron los españoles con las cartas holandesas encontrando que dicha línea roja, estaba 3º 47’ más al oriente que el Cabo de Santa María. Así pues, Sacramento, que era la cuestión que se discutía, según estos cálculos, correspondía a España. Y encima la segunda vez salió que la Línea Roja Transoceánica, por el Atlántico, tenía menos longitud geográfica que la obtenida la primera vez, cifrada en algo más de1º, que entre, otras cosas, afectaría a 74 leguas de costa. Por su parte los portugueses, con cálculos análogos y cartas de su propio país, entre ellas, las que el cosmógrafo Juan Texeira había construido, tomando como punto origen, el más occidental de la Isla San Antonio sacaron que la Línea Roja Transoceánica pasaba a 13 leguas al occidente de Sacramento y, por tanto, correspondía a Portugal, y tomando el punto inicial el punto central de la isla de San Antonio a 19 leguas al oriente de dicha colonia por lo que Sacramento era de España. El problema tenía su miga porque si se tomaba como origen, para medir las 370 leguas, el centro de la isla central de las de Cabo Verde, o sea, de San Nicolás, que para muchos era por otro lado lo que parecía más justo, la Línea Roja Transoceánica caía 19 leguas al este de Sacramento y, por lo tanto, Portugal habría infringido el Tratado de Tordesilla; y, si el origen era el científicamente correcto, o sea, el punto más occidental de la isla más occidental, que era la de San Antonio, la susodicha Línea Roja se encontraría, según los portugueses, 13 leguas al oeste de Sacramento, o sea, que este país
no habría infringido el
citado tratado. Ahora bien, para que el lector sea consciente del dislate cometido, recopilaremos los múltiples cambios de pertenencia, de Sacramento, a 147
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica España o Portugal, porque aunque, en 1701, por el Tratado de Lisboa, Sacramento pasó a ser de Portugal y, en 1713, el Tratado de Utrecht lo refrendó, eso no fue óbice para que en 1750, por el Tratado de Madrid, volviera de nuevo a estar bajo soberanía española, al recibir Portugal “Los Siete Pueblos de las Misiones”, de las reducciones jesuíticas. Con la entrada de España, en 1762 en la Guerra de los Siete Años, se interrumpieron las conversaciones, y al finalizar la misma en 1763, por el Tratado de París,
Sacramento volvió a ser de Portugal.
Aunque todo cambió, en 1777, cuando por el Tratado de San Ildefonso, Sacramento formó parte del Uruguay español, que abarcaba desde el Río Negro hasta el Río de la Plata, sin embargo la tornadiza trama hizo de nuevo acto de presencia cuando, en 1807, los británicos libraron a Sacramento del dominio de los españoles y, aunque en 1818, pasó a ser otra vez portuguesa, finalmente acabó formando parte de la soberanía del Estado Oriental del Uruguay. Vistos razonadamente los problemas, habidos y por haber, que se crearon por no saber por donde pasaba la Línea Roja Transoceánica, y la desidia de las dos naciones para resolverlo, no es extraño que Jorge Juan, en el siglo XVIII, aprovechando que estaba en el Virreinato del Perú con académicos franceses midiendo el grado del meridiano contiguo al Ecuador, pensara resolver el problema aún abierto de la determinación
del
Meridiano
de
“Tordesillas”
que
conllevaba
el
posicionamiento de su antimeridiano y, por lo tanto, de la Línea Roja Transoceánica. Piénsese que la antípoda de un punto que pertenece a la Línea Roja Transoceánica también está en ella. Ahora mostraremos con todo detalle, de forma precisa y rigurosa como Jorge Juan resolvió este problema y dejó al descubierto que los portugueses infringieron con flagrante desparpajo lo acordado en el Tratado de Tordesillas, aunque algunas veces fuese por no saber a ciencia cierta por donde pasaba la Línea Roja Transoceánica, cuestión
148
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica ésta que pone de manifiesto, como venimos repitiendo, la negligencia de Portugal y España en este asunto Veamos, pues, el proceso seguido por Jorge Juan para averiguar por donde pasaba la Línea Roja Transoceánica. Ante la diversidad de resultados que obtuvieron los cosmógrafos portugueses y españoles, no sólo no se aclaró por donde pasaba la Línea Roja Transoceánica sino que se dejó peor que estaba, no pudiéndose corregir el deterioro de los derechos del Rey de España, en la colonia de Sacramento, o en el Río Amazonas donde la Corona de Portugal se introdujo según veremos en territorio del Pará, de forma incorrecta, casi 400 leguas más de lo que le correspondía. Con este fin, desde Cuenca, provincia de Quito, escribió Ulloa al Virrey de Santa Fe, o sea, al Teniente General de los Reales Ejércitos Sebastián de Eslaba, pidiéndole permiso para hacer las observaciones correspondientes, por el Río Amazonas, aunque después surgirían asuntos más apremiantes, de carácter militar ya que ambos eran Tenientes de la Marina Española, que les impidieron llevarlas a cabo. No
obstante
pudieron
realizar
lo
que
querían,
gracias
a
las
observaciones publicadas, por la Academia de Ciencias de París, y realizadas por Charles Maríe de la Condamine al regresar a Europa por el Amazonas, pues en ellas se encontraban los datos que ellos necesitaban para situar el corte de la Línea Roja Transoceánica con dicho río, con la fiabilidad y la precisión que emanaba del proceder de tan gran científico, y con la imparcialidad que implicaba, en el litigio entre España y Portugal, el que la Condomine fuera francés, pues de esta forma se evitaba el peligro de sujetarse a derroteros con errores en las distancias o a mapas imprecisos con las prolijas discusiones que por todo ello se entablaban. El problema, pues, era disponer de Cartas marítimas fiables, sin sesgos
nacionalistas,
correctamente
las
en
las
longitudes
que
se
geográficas 149
hubieran de
los
determinado parajes
más
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica significativos, para no tener que recurrir a diarios o derroteros impregnados, muchas veces, de parcialidades e imprecisiones. Para ser consecuentes, eligieron la Carta Francesa, que ordenó realizar el conde Maurepas, Ministro de Marina francés, que se construyó apoyándose en las observaciones que los miembros de la Academia de Ciencias de París y los astrónomos de las demás nacionalidades realizaron durante más de cincuenta años, por todo el mundo, y en las que se mezclaban las observaciones astronómicas hechas en ciertos parajes singulares con las correcciones realizadas por los
náuticos
en
sus
viajes,
costeando,
midiendo
distancias,
comparándolas con las que realizaron otros, y detectando la mejor entre aquellas que se hicieron como más acreedoras. En 1682, por ejemplo, tres miembros de la Academia de París, MM. Varin, Deshayes y de Glos, habían hallado que la latitud de Gorea, pequeña isla de Cabo Verde, era 14º 39’ 51” norte y que estaba 19º 30’ de Equinoccial al occidente de París, y a 31º 30’ al oriente del Pará brasileño Vieron que San Nicolás, en la Carta Francesa, se hallaba a 17º 2’ de latitud norte, y a 6º 7’ hacia occidente de la isla Gorea, con lo que restándole este último dato a 31º 30’ del Pará, sacaron que San Nicolás estaba al oriente del Gran Pará a 25º 23’. Como las 370 leguas de Tordesillas, por el paralelo de 17º 2’ equivalían a 22º 9’ de Equinocial, sin más que retárselos a los 25º 23’ que el Gran Pará está al occidente del centro de la Isla de San Nicolás sacaron que la Línea Roja Transoceánica pasaba 3º 14’ al oriente de la ciudad del Gran Pará y que le correspondería, por lo tanto, a España, así como toda la Capitanía del Pará, por la banda del norte del Brasil, y por la del sur, la de San Vicente. Repitiendo los cálculos, de forma análoga, en este caso con el punto más occidental de la Isla de San Antonio, la más occidental de las Islas de Cabo Verde, sacaron que la Línea Roja Transoceánica pasaba 150
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica escorada hacia oriente, respecto a la ciudad de Parà, a 1º 50’ dejando a la Capitanía del Pará en la parte norte del Brasil, y por la del sur mucha parte, o casi toda la de San Vicente. La ciudad de San Pablo, se encuentra al occidente de dicha Línea Roja Transoceánica algo más de 15m., y las minas de oro cercanas a la laguna de Xarayes hasta donde se habían introducido los portugueses por aquella parte, adueñándose de terrenos que distan de dicho Meridiano hacia el poniente casi 11º distancia tan grande que, por sí sola, desautoriza el comportamiento de Portugal frente a las conclusiones del Tratado de Tordesillas. Navegando Mr. de la Condamine por el Marañón, desde una isla de latitud 3º 24’ sur que enfronta a la desembocadura en él de su afluente Napo y a la isla San Gabriel, observó y anotó, una emersión de un eclipse del primer satélite de Júpiter, la noche del 31 de agosto de 1743. Como la diferencia horaria con París le salió de 4h. 48m. la diferencia de las longitudes geográficas entre este punto y París era de 72º (recuérdese que cada hora el Sol en su movimiento aparente recorre 15º sobre su paralelo de declinación, lo que implica que dos puntos de la Tierra cuya diferencia horaria sea de una hora, tienen longitudes geográficas que difieren en 15º) . Por otro lado, como la isla de Gorea está al lado oeste de París 19º 30’, y al centro de San Nicolás a 6º 7’ sacaron que al occidente de meridiano de París de los 72º habían 25º 37’ hasta la Isla de S. Nicolás, por lo que al restar estos dos datos quedaban 46º 23’, y sacándole a éste los 22º 9’ correspondientes a las 370 leguas de Tordesillas, sobre el paralelo de San Nicolás, aún quedaban 24º 14’, por lo que la desembocadura del Río Napo en el Marañón cae al occidente de la Línea Roja Transoceánica y, valiéndose del mapa, que la Condamine construyó, vieron que la diferencia entre la boca del Río Napo y el Gran Pará era de 21º 2’ que sustraídos de los 24º 14’ les dio que dicha Línea Roja caía 3º 12’ al oriente de la ciudad del Gran Pará, que es lo mismo a diferencia de 2’ de lo que se ha encontrado antes por las observaciones hechas en el Pará. 151
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica En cuanto al punto más occidental de Cabo Verde, de la Isla de San Antonio, el cual está 26º 56’ más al oeste que el meridiano de París, tenemos que restándoselos a los 72º que la boca del Napo está al occidente del de París, quedarán entre el de la Isla y la boca de Napo 45º 4’ y restándole a continuación los 22º 14’ que le corresponden a los 370 leguas de Tordesillas, en el paralelo de San Antonio, quedan 22º 50’ entre la Línea Roja Transoceánica y la boca del Río Napo. Hallándose esta por el mapa de la Condamine, obtuvieron que estaba a 21º 2’ al oeste del meridiano del Gran Pará, lo que implica que la Línea Roja Transoceánica cae a 1º 48’ al oriente del Pará. Por lo que el Pará correspondía a España. Veamos, finalmente, los cálculos relativos a la Isla de la Cayena. La latitud de esta isla, según Mr. de la Condamine, es de 4º 56’ norte, y por tres observaciones de los satélites de Júpiter obtuvo que la diferencia horaria de dicha isla con París era de 3h. 38m. 20s., a la que le corresponden 54º 35’ de Equinocial (por aquello de los 15º por cada hora). Con lo que la isla de la Cayena está 3º 35’ al Oeste del meridiano del Pará, y la Línea Roja Transoceánica teniendo en cuenta que el Pará está 31º 30’ al oeste de la isla Gorea, y la Isla de la Cayena a 54º 35’19º 30’ = 35º 5’ de la Isla Gorea, por lo que la Isla de la Cayena está a 35º 5’ – 31º 30’ =3º 35’ a occidente del meridiano del Pará y como la Línea Roja de Tordesillas pasa a 3º 14’, a oriente del de Pará caerá este Meridiano a 6º 49’ al oriente de la Isla de la Cayena; con razonamiento análogo a través de la Isla de San Antonio, la Línea Roja Transoceánica caerá 5º 25’ al oriente de la Isla de la Cayena, en ambos casos, sacaron Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que la Isla de la Cayena estaba en el hemisferio que le correspondía a España.
152
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
CAPÍTULO VI
TESIS DOCTORAL DE JORGE JUAN SANTACILIA (Nominada y construida por Diego García Castaño)
En su obra Observaciones Astronómicas Jorge Juan Santacilia resuelve el problema de hallar la razón entre el eje Polo Norte-Polo Sur y el diámetro del Ecuador, que sería su punto de partida para averiguar la forma de la Tierra. En dicha obra sienta las bases para poder calcular las longitudes del radio del Ecuador y del eje de la Tierra. Comienza con una alusión a las longitudes de los arcos correspondientes a un grado de meridiano en las proximidades del Polo Norte, paralelo de 45º de latitud y del Ecuador, dando, respectivamente como valores de los mismos: 111,946 Km., 111,190 Km. y 110,640 Km. También hace referencia a la tabla de valores de otros muchos grados que Cassini y el Abate de la incluyeron en su obra "La Meridienne de París verifièe".
153
Caille
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Sus reflexiones sobre estas longitudes, le llevaron a la siguiente conclusión: "Los grados de meridiano terrestre no siendo iguales, la Tierra no puede ser perfectamente esférica, y hallándose menores al paso que están más próximos al Ecuador, ha de ser precisamente Lata: esto es, el Diámetro del Ecuador mayor que su eje". Como preámbulo al problema que va a resolver en este capítulo manifiesta que "M. de Maupertuis supuso que la curva, por cuya revolución se produce el esferoide o Figura de la Tierra es una elipse, que fue lo mismo que hice yo en Quito ignorando su trabajo. Al ser distintos los procedimientos matemáticos que empleamos para llegar a la solución del mismo problema, no es de extrañar que el de Maupertuis resultara más corto y el mío más general. Sopesando lo dicho anteriormente me decidí por mi método al escribir Observaciones Astronómicas". Comienza
la
exposición
del
problema
diciendo
que
"La
proposición, y la forma en que yo lo resolví se reducen a lo siguiente". PROBLEMA:
"Dados dos grados, o minutos de la periferia de
una elipse, hallar la razón de sus Diámetros" o seno de latitud del punto I y EG=x la abscisa de G.
154
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica En la Fig.1, H e I son dos puntos o lugares de la Tierra donde se ha medido un minuto o grado de meridiano, DE=R es el radio del Ecuador. La unidad de longitud que eligió fue el propio semieje BD por lo que BD=1, HF= y0 es la ordenada o seno de latitud del punto H, IG= y1 la ordenada o seno de latitud del punto I y EG=x la abscisa de G.
Por todo esto la elipse tiene como centro el punto D(R,0), y las longitudes de sus semiejes son R y 1, por lo que su ecuación será: y en paramétricas, siendo la latitud: ( x− R )2 + y 2 =1 R2
no obstante Jorge Juan Santacilia la expresó como sigue:
x=R+ R co s ϕ ; y= s en ϕ Para demostrar la fórmula ( 2 ), que veremos más adelante, como hizo 2
2
2
R y =2 R x −x
Jorge Juan Santacilia, podríamos siguiente
pensar, por
( 1)
ejemplo, de
la
forma: Como cualquier pareja de ángulos centrales iguales
de una circunferencia interceptan, sobre la misma, arcos de la misma longitud y esta
propiedad no se verifica en la elipse interesa, de ser
posible, asimilar los arcos UT y PO, de la Fig.2, correspondientes a un minuto o grado de meridiano de longitudes m y
y puntos medios
H e I, de la Fig.1, respectivamente, a arcos de circunferencias que se adapten lo más posible a la elipse en dichos puntos. Como este ajuste será tanto mejor cuanto más pequeños sean dichos arcos UT y PO, Jorge Juan Santacilia los tomó de un minuto de meridiano desde el mismo enunciado del problema, aunque siga nombrando los grados. Así
155
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
pues la primera cuestión a resolver es encontrar en el entorno de cualquier punto de la elipse una circunferencia que se adapte "lo que más pueda ser" a la misma, o sea, la de hallar las coordenadas del centro y el radio de dicha circunferencia. Como son tres las incógnitas a calcular
impondremos
la
condición
de
que
el
contacto
elipse-
circunferencia en dicho punto sea, al menos, de segundo orden. Lo que nos permitirá encontrar un sistema de tres ecuaciones con dichas tres incógnitas, igualando los valores de las funciones que definen la elipse y la circunferencia, así como sus primeras y segundas derivadas en dicho punto. El centro y el radio de esta circunferencia, conocida como circulo osculador y que coincide con el círculo de curvatura, son el centro y el radio de curvatura de la elipse en dicho punto. Cada uno de estos centros de curvatura se encuentra sobre su normal correspondiente y todos ellos describen la curva KLN, de la Fig.2, llamada evoluta de la elipse que, por otro lado, es la envolvente de dichas normales. Como en la Fig.2 el ángulo formado por XU,XT
y el de lados
YP,YO son iguales, por ser ambos de un minuto, tendremos que las longitudes de los arcos que los mismos interceptan sobre sus respectivos círculos de curvatura serán proporcionales a los radios de 156
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica curvatura de los mismos, y como los contactos entre estos arcos de circunferencias y los arcos UT=m y PO= de la elipse son al menos de segundo orden, pueden sustituirse unos arcos por otros, llegando de esta forma con Jorge Juan Santacilia a que "las longitudes de los minutos m y son proporcionales respectivamente a los radios de curvatura
rh
y
ri
en H e I (puntos medios de UT y PO
respectivamente)", o sea:
La fórmula del radio r de curvatura, en un punto de una línea
rh ri
r=
m μ
=
( 2)
3 22
(1+y' ) y} } ` ` ` ` `;` ` ` ` `r= { { \( ` x' rSup { size 8{2} } +y' rSup { size 8{2} } \) ` rSup { size 8{ { {3} over {2} } } } } over {x'` y−y' x} } ` ` ` ` `;` ` ` `r= { { \( ρ rSup { size 8{2} } +ρ' rSup { size 8{2} } \) ` rSup { size 8{ { {3} over {2} } } } } over {ρ rSup { size 8{2} } +`2ρ' rSup { size 8{2} } ` - ` ρ`ρ
plana, depende de la forma en que venga dada la ecuación analítica de la misma: por ejemplo estas tres expresiones corresponden respectivamente a las formas explícita y = f(x), paramétrica x=x(t), y=y(t) y polar =(). Sin embargo, Jorge Juan Santacilia la aplicó con diferenciales, o sea:
r=
2
2
( (d x) + ( d y ) )
3 2
2
−d x d y
(3)
Por lo que para hallarlo, a partir de la ecuación (1) de la elipse, tuvo que encontrar todos los valores contenidos en la fórmula (3), para ello empezó diferenciando la (1) y obtuvo: de donde: 2
R y d y =R d x −x d x 2
R y dy d x= R−x 157
(4)
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica como le interesaba que esta diferencial viniera sólo en función de despejó la x de la (1): R −+
x=
"y",
1 2 2
R ( 1− y )
y la sustituyó en la (4), encontrando:
=− +
d x
2
R y d y ( 1− y )
1 2
(5)
consideró que dx fuera constante, por lo que la diferencial segunda sería nula:
d ( d x ) = d2 x = 0 y teniendo en cuenta esto, al diferenciar esta vez en (5) sacó:
2
2
R (d y ) ( 1− y )
1 2
2
1 2
2
+ R y d y ( 1− y )
2
2
2
+ R y (d y ) (1− y )
3 2
=0
después dividió ambos miembros por 2
R ( 1− y )
1 2
y obtuvo:
− d2 y =
( d y )2 y ( 1− y 2 )
(6)
por otro lado y apoyándose en (5) encontró:
(d x )2 + ( d y )2 =
2
2
2
2
( d y ) + (R − 1) y ( d y ) 1− y 2
158
(7)
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica y sustituyendo en (3) los resultados obtenidos en ( 5 ), ( 6 ) y ( 7 ) calculó el radio r de curvatura de la elipse en un punto de ordenada "y":
r=
2
2
( 1 +( R − 1) y ) R
3 2
a partir de esta expresión de r y sin más que sustituir en ella "y" por y0 y después por y1 encontró los valores
rh
y
ri , que necesitaba,
para poder aplicar (2) quedando ésta en la siguiente forma: 3
( 1+ ( R 2 − 1 ) y 20 ) 2 ( 1+ ( R2 − 1 ) y 21 )
3 2
=
m μ
de donde despejó R: 2 3
m
R=( μ
2 3
−μ
y 20 − m
2 3 2 3
1
+ 1 )2
(8)
y12
dando solución al problema propuesto de "dados dos minutos de meridiano, m y , hallar la razón
grados o
entre el eje BC y el
diámetro 2R del Ecuador", pues encontró que:
BC 2 1 ℜ = = = = ( 2R 2R R
La
fórmula (8)
2 3
m − μ μ
2 3
y 20 −
m
2 3
2 3
+ 1)
1 2
( 9)
y 21
le permitía calcular el radio R del Ecuador,
expresado en semiejes de la Tierra, conociendo los valores m y de dos grados de meridiano, en dos
puntos H e I, y sus respectivas
ordenadas o senos de latitud y0 e y1.
159
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Hagamos una aplicación concreta de éstas fórmulas (8) y (9), considerando que H está en el Polo e I en el Ecuador, tendremos: m=111,946 Km. ; = 110,640 Km. ; y0= 1 ;
y1= 0
que sustituidos en (8), nos da: R = 1,0039193 semiejes de la Tierra por lo que el exceso del radio del Ecuador respecto al semieje de la Tierra es =0,0039193. Como la razón entre el eje y el diámetro del Ecuador es la inversa de R, fórmula (9), sacamos que su valor es: =0,996096. La fórmula (10) relacionada con las longitudes del péndulo que bate segundos, que veremos más adelante, junto a las consecuencias prácticas o corolarios de la (8), suministran recursos suficientes para calcular en kilómetros, entre otros, los valores del radio R del Ecuador y del eje de la Tierra.
Corolarios Corolario I .- Si
PO = es la longitud de un minuto o grado de
meridiano contiguo al Ecuador y1 = 0 por lo que de ( 8 ) sacamos: 2
R =(
2
m3 − μ 3 μ
2 3
y
0
+ 1 )
1 2
( I )
2
siendo m la longitud de un minuto en un lugar
del meridiano de
ordenada y0 .
Corolario II .- Si además UT = m es un minuto o grado de meridiano medido en las cercanías del Polo y0 = 1 quedará la (I) en la siguiente forma:
R3 = 160
m μ
( II )
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica donde es la longitud de un minuto o grado de meridiano contiguo al Ecuador. Los cálculos que realizamos, aplicando la fórmula (8),
para
encontrar R=1'0039193 semiejes de la Tierra, resultarían más cortos utilizando la (II).
Corolario III .- Para calcular el exceso del radio R del Ecuador respecto al semieje, basta poner:
R = 1+ δ
es decir: 2
R = 1+ 2 δ + δ y despreciar 2
2
cuyo valor es menor que 2 cienmilésimas según los
cálculos realizados a partir de la fórmula (8)
por considerar que el
radio del Ecuador excede en muy poco al semieje; por (8) encontramos: 2 3
m −μ
R2 =1+ 2 δ = μ
2 3
2 3
2 2 y 0 −m 3
+1 y 21
En esta fórmula m y son los valores de los grados de meridiano medidos respectivamente en puntos del mismo de ordenadas y 0 e y1 , de aquí:
2 3
m −μ
δ= 2( μ
161
2 3
2 3
y 20− m
2 3
( III ) y 21 )
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Corolario IV .- A partir de (III) podemos demostrar la siguiente fórmula de Maupertuis:
δ=
ε 3 μ ( y 20 − y 21 )
( IV )
en la que = m - ; podemos escribir: 2 3
2 3
( ) 2 3
2 3
( ) 2 3
1 3
( ) 2 3
4 3
m = ( μ+ε ) = ¿ 0 μ + ¿ 1 μ ε + ¿2 μ ε 2 + ρ y despreciando , o sea, el resto de esta serie nos queda: 2 3
2 3
1
4
2 1 m = μ + μ 3 ε − μ 3 ε2 3 9 que sustituida en (III) nos da (IV), después de despreciar de nuevo pequeñas cantidades. Corolario V .- Tomando en (IV) la como la longitud del grado contiguo al Ecuador y1 = 0
tenemos:
δ = siendo
y0
ε 3 μ y 20
(V )
la ordenada o el seno de latitud del punto donde se ha
medido el grado de longitud m. Corolario VI .- Si en (V) meridiano en el Polo
m es la longitud del minuto o grado del
y0 = 1 obtenemos:
δ =
donde
P
εP 3 μ
( VI )
es el exceso del grado del Polo respecto al contiguo al
Ecuador.
162
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Comprobamos con esta fórmula el valor de = 0,0039193 que calculamos aplicando
(8),
P = 111,946 - 110,640 = 1,306
como
y =110,640 sacamos que = 0,0039346831, por lo que el error cometido, respecto al anterior cálculo, es menor que una diezmilésima del semieje de giro de la Tierra.
Corolario VII .- Como en (V) tanto = R - 1 como
= 110'640
son constantes, también lo será el siguiente cociente:
y 20 =K ε
⇒
y 22 y2 = 3 ε2 ε3
( VII )
por lo que encontramos que hay proporcionalidad entre los cuadrados de los senos de las latitudes,
y i2
( i=2,3 ),
y los excesos
i
correspondientes a los minutos o grados de estas mismas latitudes sobre el del Ecuador.
Corolario VIII .- Si tomamos
m = 111,190 Km., que es lo que
mide el grado de meridiano en las proximidades del paralelo de latitud 45º, la (V) se convierte en:
δ=
ε 3 μ sen 2 450
δ=
⇒ δ=
ε 1 3 μ 2
=
2 ε 3 μ
( VIII )
0,550 x 2 = 0,0033140516 3 x 110 ,640
y como = 111,190 - 110,640 = 0,550
y
= 110,640 por ser la
longitud de un grado contiguo al Ecuador, aplicando (VIII) encontramos:
con un error menor que una milésima respecto a los resultados obtenidos anteriormente. 163
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica
Corolario IX .- La (VIII) la podemos escribir de la siguiente forma:
μ 1 = ε 3 δ 2
( IX )
Por lo que " el grado de meridiano contiguo al Ecuador es a lo que el grado de 45º excede al anterior, como el semieje de la Tierra es a vez y media el exceso del radio del Ecuador respecto al semieje de la misma".
Corolario X .- Como los grados de meridiano
m
son
proporcionales a sus radios de curvatura y el grado del propio Ecuador lo es a su radio R, sacamos:
m R ( 1 + ( R 2 − 1 ) y2 )
3 2
=
κ R
de donde obtenemos: 2
2
( 1 + ( R − 1) y ) m = 2 κ R
Corolario XI .- Si le damos a meridiano contiguo al Ecuador
y=0
m
3 2
(X )
el valor del grado de
y entonces la (X) se convierte
en:
μ 1 = 2 κ R haciendo uso del Corolario (III).
164
⇒
μ 1 = κ 1 +2 δ
( XI )
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Corolario XII .- Como una proporción se conserva al restarle a cada consecuente su antecedente, de (XI) obtenemos:
μ 1 = εE 2 δ
siendo
E el exceso del grado
( XII )
del propio Ecuador respecto al grado
contiguo al Ecuador.
Corolario XIII .- Por (VI) podemos poner:
μ 1 = εP 3 δ
⇒
εE εP
=
2 3
( XIII )
después de apoyarnos en (XII), es la longitud de un grado contiguo al Ecuador y
P el exceso del grado del Polo respecto al contiguo al
Ecuador.
Corolario XIV .- De (XIII) y (VII) sacamos: 2
εP yP 3 1 = = 2 = 2 2 εE yE sen ϕ
( XIV )
siendo la latitud del lugar donde la longitud del grado de meridiano coincide con el grado del propio Ecuador y como:
sen 2 ϕ =
2 3
165
⇒
ϕ = 54 º 44 ' 8 .2 } { ¿
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Del mismo modo que nosotros calculamos la razón del eje al diámetro del Ecuador, mediante la fórmula (8), conocidas las longitudes de los minutos o grados de meridiano próximos al Polo y al Ecuador y obtuvimos como resultado 0'996096, Jorge Juan Santacilia dijo: " Yo he hecho varias veces esta operación, y siempre la he concluido distinta, valiéndome de distintos grados; lo que prueba, que no están estos entre sí en la razón que pide el Corolario VII. Según éste es preciso que las cantidades 0'5500311 Km., 1'3060483 Km. en que los grados de latitudes 45º
y
66º
31' exceden respectivamente al contiguo al
Ecuador, sean entre sí como los cuadrados de los senos de dichas latitudes, lo que no se hallará si se examina". En efecto tenemos que
y2 = sen 45º ,
y3 = sen 66º 31' , 2 =
0,5500311 y 3 = 1,3060483 por lo tanto:
sen 2 45º = 0 ,9090395 0,5500311
sen 2 66 º 31' = 0, 6440894 1 ,3060483
;
que se diferencian en algo más de dos décimas. Y continúa diciendo Jorge Juan Santacilia: "Por este motivo quieren algunos, que no sea exacta la suposición hecha, de que la curva, por cuya revolución se produce el esferoide de la Tierra, sea una elipse. Pero muy lejos de creer yo, que las disparidades, que se hallan en los excesos de los grados, procedan de la suposición hecha, de que la curva sea una elipse, discurro no nacen más, que del corto yerro, que indispensablemente se debe cometer en las medidas de los grados, como se verá en el libro siguiente" (refiriéndose al Libro VIII " De las Experiencias del Péndulo simple, y conclusión de la Figura de la Tierra" de su obra Observaciones Astronómicas). En
este
libro
VIII
destaca
la
concordancia
entre
sus
investigaciones y los resultados correspondientes a que llega la obra Theori de la Figure de la Terre tirée des principes de l'Hydrostatique de 166
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica Clairaut. El cual demuestra que la Tierra tiene forma de elipsoide, tanto si es homogénea como si no lo es, porque lo único que varía, de un caso al otro, es la razón de sus ejes que en el primero es de 230 a 231 y en el segundo algo menor. Siguiendo la forma de proceder de esta obra confirma la validez de todas sus fórmulas
y
corolarios,
del
capítulo
VI
del
libro
VII
de Observaciones Astronómicas, y hace uso de la fórmula que en él se incluye relativa a los péndulos:
que es análoga a la que él obtuvo en el corolario VI para grados de
δ = 2 ε −
LP − L E
( 10) LE meridiano; es el exceso del radio R del Ecuador sobre el semieje de la Tierra, elegido este último como unidad de medida; L P y LE son las longitudes del péndulo que bate segundos en el Polo y el Ecuador respectivamente
siendo
,
la
elipticidad
de
la
Tierra
supuesta
homogénea, o sea, el exceso del diámetro del Ecuador respecto al eje dividido por el mismo eje, por lo que = R - 1 = (231/230) - 1 = 1/230 . Jorge Juan Santacilia refiriéndose a la igualdad (10) manifiesta que: "Si aplicamos esta fórmula a los péndulos observados, se hallará la razón de los diámetros de la Tierra, que después se verá no convenir con la que dieren los grados medidos; es pues preciso, que las suposiciones hechas no sean exactas, o que haya algún yerro en las medidas, que ya notamos en los corolarios. No podemos asegurar lo uno ni lo otro; pero siempre que los yerros no salgan fuera de los límites en que están encerrados, parece que debemos aceptarlos prudentemente, y más cuando con ello conviene todo lo operado".
167
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica A través de sus muchas experiencias con el péndulo en Quito calculó LE=0,96838 m., y por los trabajos de Maupertuis en Laponia sabía que LP= 0,97326 Con todos estos datos aplica la fórmula (10) y saca =0,0036 considerándola como 1/265, por la coincidencia de ambas hasta las milésimas, redondea la longitud del grado
de meridiano contiguo al
Ecuador que había medido 110,64042Km. y que él toma como 110,7032 Km. , o sea, lo incrementa en
62,78 m. A partir de aquí
puede calcular, por ejemplo, el exceso 45º del grado de meridiano en las proximidades del paralelo de 45º respecto al grado contiguo al Ecuador por la fórmula (IX), encuentra: 45º= 3/2 = 0,6266218
45º = 111,32982 Km.
por lo que la longitud 45º del grado de meridiano en las cercanías del paralelo de 45º de latitud, por la fórmula (IX), sale 139,37 m. más largo que el medido por los astrónomos franceses que fue de 111,19045 Km. A través, por ejemplo, de la fórmula (VI) se puede calcular la longitud del grado de meridiano mP en el Polo, pues: P= 3 = 1,2532438
mP = 111,95644 Km.
resultando que esta longitud es 10,44 m. superior a la que obtuvieron en Laponia que fue de 111,946 Km. Mediante la fórmula (XII) calcula la longitud del grado del propio Ecuador: K = 2 = 0,8354958
= 111,5387 Km.
La fórmula siguiente:
2
3 sen ϕ m=( +1) μ 265 168
(11 )
_____________________________Jorge Juan y la Línea Roja Transoceánica sacada de la (V), puede reemplazar a las (VI), (IX), y (XII) que acabamos de aplicar, sirve para todos los casos, incluso para calcular el grado del propio Ecuador poniendo = 54º 44' 8,2" como vimos en el corolario XIV,
en ella m es la longitud del grado de meridiano en las
proximidades del paralelo de latitud , y =110,7032 Km. la longitud del grado contiguo al Ecuador. Aplicando (11)
calculamos m66º29' =111,75691 Km. cuando al
medirlo su longitud fue de 189,752 m. más, o sea, 111,94666 Km. Estos desajustes, por no ser demasiado significativos, hicieron que Jorge Juan Santacilia afirmase: "Según todo esto las observaciones convienen en que la Tierra es un elipsoide lata, y su razón de diámetros = 265/266 aunque en esto último se podrían admitir algunas cortas alteraciones, según los yerros, que se quisieren suponer en las observaciones". Establecido esto, como el valor del grado del Ecuador hemos visto que tiene 111,5387 Km., la longitud de la circunferencia del Ecuador será de 40.153,932Km. y su radio R = 6.390,6968 Km. luego: longitud del eje = 2 x 6.390,6968 x 265/266 = 12.733,343 Km., por lo que podemos decir que el centro de la Tierra dista 24,0253 Km. más de los puntos del Ecuador que de los Polos. Ahora hagamos todo esto esquemáticamente, para exponerlo mediante diapositivas.
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TESIS DOCTORAL DE JORGE JUAN EN DIAPOSITIVAS
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FIN DE LA EXPOSICIÓN
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EL PALMERAL DE ELCHE, CIUDAD DONDE NACIERON LA MADRE Y EL HERMANO DE JORGE JUAN
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BIBLIOGRAFÍA 1.- Observaciones Astronómica……………………………..Jorge Juan Santacilia 2.- Noticias Secretas de América………………………………..Jorge Juan y Ulloa 3.- Meridiano de Demarcación de Tordesillas………………..Jorge Juan y Ulloa 4.- Biografía y Matemática de Jorge Juan…………………Diego García Castaño 5.- Trascendencia Científica de Jorge Juan Santacilia…Diego García Castaño 6.- Las Rutas de los Mercaderes y el Alborear de la Matemática..
”“
7.- Historia de España………………………………………..Manuel Tuñón de Lara 8.- El libro de Las Maravillas……………………………………………….Marco Polo 9.- Libro Privilegios de Cristóbal Colón……………………...C. Pérez Bustamante 10.- Expansión del Imperio Español…………………………………..M. Ángel Avilés 11.- El Papado en la Edad Media………………………………Geoffrey Barraclough 12.- La expedición geodésica al Virreinato del Perú………F. González de Posada 13.- La Ciencia en la España Ilustrada………….. Francisco González de Posada
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Esta obra de Diego García Castaño es Historia y Geodesia, aunque está más cerca de la historia que de la geodesia, precisamente por la “intención didáctica” empleada para una mayor difusión de la misma. El protagonista de la obra es poliédrico, está integrado por un conjunto de circunstancias, de distintos momentos históricos, de diferentes naturalezas, de diversas perspectivas y de personas, con un trasfondo de Jorge Juan que trasparece cuando se presenta la oportunidad, y de manera concreta y expresa en el ‘tratado’, en la ‘tesis doctoral de Jorge Juan’, sobre la figura de la Tierra, construida ex profeso por Diego García Castaño. Así es España, la línea roja, nuestro Imperio colonial y es América. El estilo prioritario y propiamente histórico, narrativo de aconteceres, abarca no sólo desde el tratado de Alcaçobas al de Madrid sino que se expande hasta nuestros días con el recuerdo de la isla Diego García, o sea, de la mayor Base Militar de EE.UU. en el extranjero, que fue descubierta por Diego García de Moguer, al que debe su nombre, que fue uno de los marinos que más veces atravesó la Línea Roja Transoceánica, sin saber que lo hacía, en sus numerosas y sucesivas estancias en el entorno del Río de la Plata.
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