Kaliope

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Diego Lautaro Barrenechea Villarroel

KALIOPE 2014-2016

ESCULTURA • CERÁMICA


K A L I O P E

serie escultór ica (2014 • 2016) La presente muestra está conformada por las piezas que realicé en mis años de estudiante en la Licenciatura de Artes Plásticas en la Universidad de Chile. Es el proyecto que acompañó mi titulación como artista Pintor en la Universidad de Chile junto a la tesis ‘El arte como práctica espiritual y experiencia trascendental’. Son una serie de obras en las que presento al personaje Kaliope, mujer guerrera, poetisa y bailarina que fusiona a la musa griega de la poesía épica ‘Calíope’ y a la diosa hindú de la muerte y la destrucción ‘Kali’. Se fusionan así los anhelos tanáticos y eróticos por destruir las estructuras corruptas mientras se focaliza la energía en poetizar y crear nuevos mundos, aludiendo con ello a los procesos de destrucción y creación propios de una decadencia cultural autodestructiva que exige el levantamiento de una nueva propuesta civilizatoria, cuyo carácter ha de ser integrativo y armonioso en términos sociales y medioambientales, políticos y espirituales. Se apela así a la recuperación de la dimensión mítica como una vía para reencantar el mundo y resacralizar la experiencia humana a través de la creación y la contemplación artística. Como artista chileno, mi obra se inscribe en una síntesis cultural que en lugar de buscar negar su origen mestizo, se propone indagar en las raíces de las cosmovisiones espirituales y las filosofías artísticas de múltiples culturas y épocas, buscando una integración holística y multidisciplinaria entre el arte, la espiritualidad y la psicología, con una mirada historiográfica de las diversas genealogías del arte en el contexto de la contemporaneidad. En las obras que componen el proyecto Kaliope, se incorporan y relacionan diversos símbolos y elementos de múltiples tradiciones culturales —ya sean los pueblos indoamericanos (araucanos, andinos, amazónicos), las tradiciones orientales (taoísmo, confucianismo, budismo) o la influencia de la mística judeocristiana y la mítica grecorromana, sin olvidar la notable influencia del arte moderno de vanguardias y el arte actual—, expresados mediante formas geométricas, texturas y patrones orgánicos, colores y expresiones corporales de la diosa/musa Kaliope en distintas escenas arquetípicas. Se juega así a recrear el lenguaje de obras religiosas sin enmarcarse en ninguna religión en particular. Más que buscar un sincretismo forzado al estilo del ocultismo o el new age, se explora la síntesis formal y la coherencia simbólica desde el enfoque mítico y psicológico de las religiones comparadas y la psicología junguiana. La serie cuenta de 9 esculturas, 7 de ellas en cerámica, una en bronce y otra en resina (de esta pieza en resina se muestran dos versiones). De las piezas cerámicas, una es un objeto central de uso ritual sobre la que se articulan las restantes ocho piezas, constituídas en relieves para suspensión en muro. Las piezas han sido expuestas en la muestra ‘Memorias de una búsqueda entre el ego y el Tao’ en complemento a mi tesis de grado (Universidad de Chile, Santiago, 2016). Algunas de las piezas han sido exhibidas en la Municipalidad de Santa Cruz (2014), en la Galería 7ZNail (Providencia, 2020) y en la muestra colectiva In Focus, Santana Art Gallery (Madrid, 2020).


Las piezas que componen la muestra son: 1. Incinerador ritual 2. De la sincronicidad convergente (pez, flecha, red de ganchos, lámpara, libro) 3. Círculo mágico 4. Invitación a reemplazar la contingencia trágica por las raíces mágicas 5. Abrazar el infinito en el instante eterno 6. La Ka-ida 7. Psicodanza (vibran las vísceras al vino libar) 8. El ego declara; el Tao permanece 9. Fluir / Plasmar





Incinerador ritual

Cerámica esmaltada con lustre de oro y platino, 33 x 33 x 26cm, 2014 Así como el mito es el despliegue narrativo del símbolo, el rito es el acto performático del mismo: un acto simbólico. Requiriendo ejercer un ritual que disuelva cargas innecesarias, elaboré este cuenco cerámico, esmaltado en blanco, en cuyo interior inscribí en oro mi sello personal rodeado de ocho círculos en platino. Así, el incinerador opera, además de objeto contemplativo, para eliminar objetos cargados negativamente, liberar y activar sellos mágicos, o bien, bajo un contexto expositivo, sahumar previamente la sala de exhibición mediante un acto ritual. El diseño conecta ocho rostros intersectados por los ojos —dos con los ojos abiertos, dos con los ojos cerrados, dos cerrando el izquierdo y dos guiñando el derecho—. Algunos rostros tienen rasgos levemente marcados con expresiones como serenidad, alegría o severidad. Su unión muta en corona de flor. Es arcilla con resistencia a alta temperatura (gres), por lo que soporta incendiar diversos materiales en su interior. *Fotografías con fondo negro por Karen Tabilo.



De la sincronicidad convergente (pez - flecha - red de ganchos - lámpara - libro) Cerámica esmaltada con lustre de platino, 51 x 29,5cm, 2014

Kaliope nacía por el 2012 en una unión entre la diosa Kali y la musa Calíope. Se fusionaban así el impulso para destruir las estructuras corruptas junto a la inspiración profunda para la creación consciente. En la presente escultura se aúnan los elementos que el gran artista Xul Solar captó en uno de los viajes astrales que efectuó a partir de los distintos hexagramas del I Ching: pez para la fluidez, flecha para la constante dirección, red de ganchos para atrapar y reunir, lámpara para iluminar y libro, para concluir la obra. Desnuda, irradiando el brillo del platino, amalgamación integrativa entre el oro y la plata, el sol y la luna, al centro de la mandorla como el pantocrator, sus aros llevan la estrella guñelve, ocho puntas al igual que la estrella de Ishtar: Venus. Con una lanza emplumada como las de los indios norteamericanos, posa su pie sobre algunas alegorías simbólicas propias de los masones: sincronicidad es sin-cronos, es decir, más allá del tiempo y la muerte, aquel eterno presente—. La lámpara del hermitaño con la merkaba (vehículo de luz); los brazos extra de Kali. La red con los peces (multiplicados; piscis cual yin yang engendrando las diez mil cosas en su giro eterno). Importante resultan las dos serpientes: la vara de Hermes, Ida y Pingala, Fu Xi y Nu Wa entrelazados, las mismísimas Kai Kai y Treng Treng. Artesana guerrera, poetisa y bailarina, Kaliope reúne en sincronía símbolos trascendentes de diversas culturas. Jung y Pauli nos hablaban de la sincronicidad como una correspondencia entre fenómeno y sentido —un evento constante para quienes logran percibirlo—. Es la sincronicidad, de hecho, el principio que opera en toda instancia oracular. La superación del tiempo y la muerte, la integración de nuestros fragmentos, nos permite anclarnos en el eterno presente y enraizar nuestra cotidianidad en la riqueza sapiencial resguardada en toda tradición espiritual, patrimonio de una humanidad en transición desde la parcialidad hacia la totalidad. En los procesos que atravesamos se vuelve necesario sostener firmes nuestra integridad, integrando también a nuestro prójimo, para juntos transformar la realidad cotidiana. Las instituciones basadas en el ego, la competencia sagaz y el miedo como estrategia ya no tienen lugar ante la crisis sistémica global que se asoma en cada intersticio. La destrucción y el caos son la cara visible de una transformación profunda y silenciosa que late en el interior de los corazones de un pueblo que exige paradigmas dignos y armoniosos. *Esta pieza no se halla disponible para ser exhibida de manera presencial.



Círculo mágico

Cerámica esmaltada con lustre madreperla y bola de cristal, 41 x 29cm, 2014 Para efectuar rituales, es común la elaboración de mandalas en los que se evoque a los cuatro elementos. En la obra presente, encontramos una referencia a ellos mediante los cuatro palos del Tarot, una espada en reposo, un toroide polarizado al estilo del yin yang con una estrella ascendente y una descendente en cada polo, una copa para contener el elixir ritual -vino, soma o yagé-, una pipa sagrada. Kaliope se manifiesta como Sacerdotisa. Los cuatro heptagramas hacen alusión a los ciclos lunares de cuatro semanas de siete días (cada día asociado a uno de los 7 planetas del septenario astrológico tradicional). Hallamos también otros elementos simbólicos como el lauburu, en sus dos direcciones (nacimiento y muerte) inscrito en la guñelve mapuche, la Flor de la Vida —en una cabida incubadora destinada a una bola de cristal, otra clásica herramienta visionaria—, y la estrella del eneagrama. Todo esto mientras Kaliope, sentada y levitando sobre un medio loto de cinco pétalos, con los ojos medio cerrados y la mirada absorta, en posición meditativa, gesta el nacimiento de un lagarto/fénix, a modo de Quetzalcoatl o Basilisco que emerge desde las llamas de su cabello. El esmalte blanco está cubierto con un lustre llamado madreperla, el cual permite que de cerca se vea un brillo marmoleado tornasol.




Invitación a reemplazar la contingencia trágica por las raíces mágicas Cerámica esmaltada y bolita de vidrio, 30 x 28cm, 2015

Detengamos un momento esta maquinaria de automatismos replicantes, esta locura esclavizante y sus guerras absurdas. ‘Los hombres perdieron las raíces y se aferraron a las ramas’, menciona el clásico de alquimia taoísta ‘El secreto de la flor de oro’. La sabiduría chilena de tradición oral (recopilada y comentada por Gastón Soublette) concuerda: ‘vivimos sobre nuestras raíces, no sobre nuestras ramas’. Hemos de templar la inteligencia y las razones de la mente saboreando el fruto de la sabiduría -el conocimiento del corazón-, resguardado por las múltiples tradiciones espirituales. ‘Sacar la historia de la memoria’: recuperar nuestra identidad, la vitalidad y armonía natural. Esta invitación nos llama a recobrar un bio-ritmo en frecuencias libres de la constante liberación de cortisol a causa del agobiante estrés de la vida moderna. Podemos vincularlo al no-obrar (wu wei) del taoísmo y a los no-haceres del chamanismo tolteca. En el hermetismo, el símbolo de la estrella de cinco puntas invertida hace referencia a la preservación de la materia —el lado animal, instintos y pasiones— mientras que la estrella ascendente refiere a la evolución espiritual. La vía descendente de los materialistas se ha de equilibrar con la vía ascendente de los idealistas: he allí la vía del medio. Conciliando y asimilando ambos polos, disfrutamos la conexión con nuestro cuerpo sin descuidar nuestro progreso consciencial. El color verde oscuro viene a invocar a la vitalidad de la naturaleza en conjunto a la sabia oscuridad implícita en su belleza. Los bordes y ramas están cubiertos de una capa delgada de estaño envejecido.



Abrazar el infinito en el instante eterno

Cerámica esmaltada con aplicación de lustre de oro, 37 x 26cm, 2015 Oculto bajo el velo, arde el fuego, arde el fuego. Podemos entender y concebir el orgasmo como un estado de plenitud y de elevación espiritual, como se plantea en el tantra y la alquimia sexual. En esta pieza, la pose de la cruz reemplaza el dolor por la dicha. Hermann Hesse describía en su libro Narciso y Goldmundo la coincidencia, la similitud entre ambos estados en la expresión facial femenina de las representaciones escultóricas religiosas: parto y muerte, agonía y éxtasis. Al ser la sexualidad un acto consciente y amoroso, establecemos coherencia entre sensualidad y espiritualidad. Reivindicar el sagrado femenino exige corregir lo echado a perder por el patriarcado y el neoliberalismo con su exaltación egótica y su materialismo exacerbado. El placer y el éxtasis pueden elevar nuestra consciencia en forma apasionada y radiante, librándonos de culpas represivas u obsesiones enfermizas.




La Ka-ida

Cerámica esmaltada, 32 x 32cm, 2016 En la visión egipcia, el Ka corresponde a la porción de divinidad que habita en nuestro interior: el poder creativo de la vida, modelado en arcilla por el dios Nun. En el mito universal de la caída, el humano ha perdido su semejanza con Dios, persistiendo en él su imagen. Hemos de recuperar la bendición original y ser partícipes de la co-creación. ‘Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos son hijos del Altísimo’ ‘Dioses sois, mas lo habeis olvidado’ Así como el Fuego se eleva desde la Tierra, el Agua cae desde el Cielo; fecunda la Tierra y nutre a todos los seres. Esta recorre los peligrosos abismos, desde los más recónditos rincones, abordando todas las fisuras, paso a paso; supera todos los obstáculos sin dar marcha atrás; así, del peligro se obtiene experiencia, aprendizaje que permite la enseñanza. La suavidad del agua vence la dureza de la piedra. ‘Sé como el agua, amigo mío’. Tal como el arcano XII, El Colgado, estamos sujetos a fuerzas externas que a veces impiden nuestra acción directa. El destino, la causalidad, el curso ineluctable de los astros, el devenir y sus configuraciones entramadas, el karma operando en sus inmanifiestas jugadas. Celestial, el Agua tráslúcida refleja la profundidad del Cielo, con sus cabidades oscuras, sus azules, cyanes, añiles. El Icosaedro es el sólido platónico asociado al elemento agua, visto desde cierto punto, es como un hexágono., tal como las múltiples configuraciones del agua en punto de nieve, con sus dibujos fractálicos cristalinos de estrellas y mandalas. La pieza se inspira también en una experiencia que viví entre el estado de sueño y el de vigilia, donde me percibí cayendo —o elevándome— suspendido en el espacio y acercándome a un paisaje que actualizaba los datalles de su textura a medida que se aminoraba la distancia que nos separaba, de tal modo que a cada momento iban apareciendo nuevos detalles y texturas, actualizádose la distancia al generarse nuevos patrones y colores sobre las superficies, como al observar a través de una lupa caleidoscópica. *Fotografías de esta pieza por Karen Tabilo.




Psicodanza

(vibran las vísceras al vino libar) Cerámica esmaltada, 37 x 37cm, 2016 Inspirado en las figuras cimáticas que se generan en la arena al ser sometida a distintas frecuencias sonoras -semejantes a caparazones de tortuga-, las secciones cónicas y los orbitales atómicos, elaboré este mandala con tonalidades que varían entre en rojo y el violeta. Kaliope danza como otros dioses lo han hecho: en un éxtasis dionisíaco que está por sobre la intelectualización y es más bien un fluir directo que sinestésicamente transforma al cuerpo en una masa vibrante, rítmica y expresiva. La vida es un trabajo duro y una constante superación de obstáculos. También es un regalo y una bendición. Tras la siembra, la cosecha y la fermentación, podemos entregarnos al gozo, cual lago sereno y alegre: venerar dichosos el reino de la creación, la naturaleza y sus maravillas, el deleite estético, las delicias sensoriales, la sensualidad y el juego, la pureza, creatividad e inocencia que de niños teníamos, su flexibilidad y fascinación en la mirada. Entre el infrarojo y el ultravioleta: el infinito, el vino tinto, bonito, bonito. *Fotografías de esta pieza por Karen Tabilo.




El ego declara, El Tao permanece

Bronce fundido con pátina de sulfuro de amonio, 42,5 x 42,5cm, 2016 La sangre fluye, el fuego sube El traro vuela, la musa acecha El ego claro dice Oculto, el Tao queda En el camino heroico del autoconocimiento, hemos de diferenciar para luego integrar nuestro aspecto condicionado -nuestro yo y nuestro cuerpo- de aquel incondicionado -nuestro ser original, nuestra alma y su conexión con el espíritu primordial-. No se trata de matar al ego, pues renacerá de una y mil formas, sino de ponerlo al servicio de nuestra alma, encausarlo para recuperar nuestro Tao, e instruyéndolo para pulir sus asperezas y transmutarlo alquímicamente. Kalíope, diosa aguerrida y musa inspiradora, cabalga un capricornio mientras carga la cabeza endemoniada y viva de su autor, mientras un traro -halcón patagónico- se posa en su mano emprendiendo el vuelo. El octógono en que se enmarca la pieza es otra forma de observar la cuadratura del círculo, el dominio humano que constituye la intersección entre el Cielo y la Tierra.



Fluir / Plasmar

Escultura orgónica en resina, 58 x 34cm, 2016 ‘Todo pasa y todo queda’. En la presente obra se observan alusiones a diversos elementos de pares complementarios, como Sol y Luna o espermio y óvulo; estructuras fractales como neurona y árbol; formas orgánicas y geométricas, espirales y pirámides. Kaliope flota duermiendo por el aire, en plena ataraxia anímica dejándose llevar mientras las formas se acomodan a su alrededor y todo entra en su lugar en el momento preciso de manera cabal. La corriente del destino arrastra nuestras existencias en una cadena de acción y reacción, condicionamientos, caracterizaciones, limitantes, ineluctabilidades, misterios que riman y dramas distintos. Lanzados a la vida, fluimos por la existencia hasta desvanecernos, dejamos obras y nos llevamos experiencias. El sueño de la materia adormece el alma, cuyo sentido ha de despertar. Conscientizar es sembrar consciencia. Hemos de transformarnos en una estructura abierta, virtuosa, capaz de integrar nuestras polaridades, conciliar nuestra naturaleza con nuestro espíritu, adaptarnos al cambio y al presente anclarnos, forjando una atención focalizada y expansiva, activa y receptiva. *Fotografías de la versíon de esta pieza en tonalidades rojos por Karen Tabilo. *De esta obra sólo se halla disponible pasa ser exhibida de manera presencial la versión en tonalidades rojizas.




DIEGO LAUTARO BARRENECHEA V I L L A R R O E L

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