Catálogo "Emblema"

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Emblema Del 15 al 30 de octubre de 2016 p Curatoría: Diego Parra Donoso p Artistas: Felipe Rivas San Martín Gabriel Holzapfel Sebastián Calfuqueo Valentina Henríquez Eleodoro Calderón Cristian Rodríguez Galería Metropolitana Ana María Saavedra y Luis Alarcón Félix Mendelssohn 2941 Pedro Aguirre Cerda, Santiago de Chile Diseño, texto y edición: Diego Parra Donoso Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual (by-nc-sa): No se permite un uso comercial de la obra original ni de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.

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emblema Diego Parra Donoso GALERIA METROPOLITANA

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latinoamérica: zona de experimentación

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bandera De banda2. 1. f. Tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a un asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución. 2. f. Nacionalidad a que pertenece los buques, representada por la bandera que ostentan. 3. f. Tela con marcas y colores distintivos que se utiliza para hacer señales. 4. f. Insignia de una unidad militar que lleva incluido un símbolo o distintivo que le es propio. 5. f. En algunos taxis, palanca en forma de bandera con la que se ponía en funcionamiento y se paraba el taxímetro. 6. f. Gente o tropa que milita debajo de una misma bandera. 7. f. Cada una de las compañías de los antiguos tercios españoles, y también actualmente de ciertas unidades tácticas. 8. f. Causa que se defiende o por la que se toma partido. La bandera de la libertad, de la erradicación de la pobreza. 9. f. Persona o cosa considerada como emblema (II representación simbólica). Ese jugador ya no es la bandera del equipo. 10. f. desus. Montón o tropel de gente.

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La bandera y su estrella: lugar de enunciaciรณn y disputa -7-


Emblema es un proyecto curatorial que busca exhibir procesos y obras que trabajan los símbolos patrios, elementos fundamental en el imaginario nacional chileno. La importancia de esta indagación, radica en reconocer aquellos rasgos que dan cuenta de un ser contemporáneo en la práctica artística, donde la cultura y la temporalidad son esencialmente móviles, transferibles o transformables sin limitación alguna. A lo largo de la historia del arte local, la bandera parece tener una gran importancia, puesto que en ella se encapsulan una serie de significantes históricos relacionados con la construcción social del ser chileno. Por ejemplo, el arte producido por los pintores informalistas (Grupo Signo) recurrió a la bandera como representación de lo chileno-popular, en medio de una disputa política donde el patriotismo era un eje fundamental de tal pugna; la tendencia a utilizar este símbolo fue continuada por los grupos que le siguieron, muy especialmente aquellos vinculados a prácticas neovanguardistas durante la dictadura (Carlos Altamirano, Eugenio Téllez, Carlos Leppe, Víctor Hugo Codocedo, Gonzalo Mezza, Alfredo Jaar, Francisco Copello, Las Yeguas del Apocalipsis y Arturo Duclos, entre

otros), quienes en medio de una “cultura oficial” de corte marcial, encontraron en el uso y apropiación de la bandera, el escudo o la estrella una forma de disidencia silente, pero no por ello menos crítica, puesto que muchas de sus reflexiones se situaban en la institucionalidad nacional que a medida que avanzaba la dictadura, mutaba vertiginosamente hasta dar paso a su actual forma, la del Estado neoliberal. Nuestra historia parece estar encapsulada en la bandera de tal modo, que su manipulación directa es también una suerte de manipulación de la historia. Al mismo tiempo, y más allá de las referencias históricas de campo, la bandera sigue siendo objeto de identificación masiva, es de hecho, un símbolo que convive en la cultura popular de modo permanente (pensemos en los “tijerales”, donde es siempre la bandera flameante la que da cuenta del logro conseguido, o en las Tomas de terreno, donde era también la bandera aquello que simbolizaba la conquista de un lugar para vivir), constituyéndose en un significante en disputa tanto para los sectores conservadores como "progresistas", cuestión que reafirma su lugar fundamental en la cultura chilena. En la actualidad, el carácter fuertemente simbólico de

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la bandera y la iconografía patria en general, no ha dejado de tener vigencia entre los artistas más jóvenes, que a partir de sus propias problemáticas “de época” resignifican el gesto de apropiársela. A su vez, en la medida que la sociedad chilena vive una crisis política iniciada con la explosión social de los pingüinos en el 2006 y que llegó a su punto más álgido con las movilizaciones estudiantiles del 2011, pareciera que trabajar con el emblema patrio constituye una forma natural y directa de operar sobre aquellas zonas sensibles que constituyen precisamente la institucionalidad política republicana y el ser chileno. Los artistas contemporáneos encuentran en la bandera una de las tantas formas de situarse en el centro de la contingencia social, trabajando la actual crisis de representatividad y representaciones del que adolece el sistema, esto mediante un objeto que justamente es un signo abstracto y no representacional. Si bien, ninguna de las obras presentadas remite estrictamente a un conflicto social “en desarrollo”, ni tampoco a un tipo de mensaje literal e ilustrativo de lo que ocurre en Chile, el trabajo de signos que aquí opera permite cuestionar en un sentido amplio aquello que normalmente asociamos a la chilenidad y su propia

historia. La obra “Cal Viva” (2015) de Eleodoro Calderón es un ejemplo de aquellas reminisencias históricas que plantean una forma de repetición o de calce y descalce con el pasado, ya que podemos relacionarla con la obra “Cal Cal Viva” (1978) de Roser Bru, donde ambas recurren a la “cal” como figura que simboliza el encubrimiento propio de la historia, donde algunos personajes y procesos son “saneados” y otros definitivamente sepultados. “labandera” (2010) de Felipe Rivas San Martín, busca trabajar sobre la imagen higienizada e idealizada de la chilenidad, esto mediante la referencia cruzada por un código QR (que ocupa el lugar de la estrella en la bandera que cuelga en el muro) al cuadro de Mauricio Rugendas “El Huaso y la Lavandera” (1835), imagen típica del acervo visual de la nación. Rivas, en el video al que redirige el QR, replica al personaje que lava, sin embargo este remedo se da para decolorar una bandera, evidenciado lo frágil que es la identidad que representa este símbolo. Esta acción se da en una performance que inevitablemente nos recuerda al trabajo de Francisco Copello en “El Mimo y la Bandera” (1975) y a Víctor Hugo Codocedo con “Intervención a la Bandera” (1979), donde vemos cómo el pabellón nacional es manipulado física-

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mente mediante la interacción de un cuerpo humano, que des-sacraliza tal signo al volverlo un elemento maleable (tanto como la cultura en la que se inscribe). Gabriel Holzapfel, con “Efemérides” (2016) satiriza al ícono de la bandera, al igual que Rivas, mediante la decoloración de esta; Holzapfel borra aquello que es identificable en tal símbolo, despojándolo así de su pregnancia y reconocibilidad, la borradura como procedimiento es usual en la historia del arte chileno, pero a través de la bandera borrada vemos un vínculo con la obra de Codocedo “Entre cordillera y mar” (c. 1979) –parte de la misma serie que la obra antes mencionada–, donde es el mar el encargado de borrar un dibujo de la bandera hecho en la arena. “Edén” (2016) de Sebastián Calfuqueo, recupera la extraña y desconocida historia del primer escudo nacional, diseñado durante el gobierno de José Miguel Carrera, en el que tradicionalmente se han representado a una pareja de mapuche, a pesar de que los documentos históricos nunca han afirmado tal cuestión, de modo que desconocemos la apariencia real de esta representación a pesar de ser un elemento clásico en la enseñanza sobre historia de Chile; Calfuqueo convierte a estas figuras desconocidas (un hombre y una

mujer) en una “Barbie” y un “Ken” negros, atendiendo al componente idealizador que operaba sobre la construcción imaginaria de “lo indígena” presente en el escudo de nuestra primera república, pero subvirtiéndolo en una pieza kitsch; tal trabajo sobre la imagen de lo originario, si bien es una modalidad propia de lo contemporáneo, podemos vincularla con la recurrente presencia que tiene el escudo nacional actual en la obra de Carlos Altamirano, junto con los retratos de indígenas que Eugenio Dittborn también trabaja. Las dos obras restantes, “Cabeza de Ganado” (2016) de Cristian Rodríguez, y “No remendaré tu nombre” (2016) de Valentina Henríquez, establecen un diálogo mutuo, donde la deformación progresiva del signo de la bandera llevan a su paulatina distorsión, desafiando así la pregnancia propia de una imagen tan simple y sobreexpuesta cotidianamente; su soporte (el video) lo proyecta mucho más hacia el presente que en las otras obras, donde el vínculo con el pasado se genera de un modo mucho más fluido, sin embargo, basta recordar la obra “Deshielo Venus” (1980) de Gonzalo Mezza, o “Las Cantatrices” (1980) de Carlos Leppe, para reconocer el trabajo audiovisual que también se ha situado desde la desestructuración del emble-

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ma nacional, cuestionando así las codificaciones que ordenan nuestra visualidad. El trabajo de Rodríguez, si bien posee una dimensión estrictamente audiovisual, su primera fase contempló la generación de una instancia participativa, donde los espectadores fueron invitados a destruir la imagen de la bandera, al pisar la tierra de color con que se construyó esta réplica a gran escala, tal acción encuentra su condición temporal precisamente en la contemporaneidad, puesto que transforma la experiencia estética en un acontecimiento único e irrepetible, anclado en el presente de los espectadores. Toda la obra, con su vestigio del proceso en el revoltijo de tierra y también con el video que lo acompaña, están permanentemente hablando de ese momento pasado único, traspasando así las temporalidades impuestas por la experiencia del espectador.

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Es importante rescatar que los lenguajes utilizados en las diferentes obras que tienen lugar en Emblema, remiten permanentemente a diversos sentidos, ya sea en su individualidad aislada, como en su conjunto, planteando así un espacio de lecturas abiertas y no excluyentes que dan cabida y valor a cada obra por separado, resguardándolas de los discursos

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curatoriales totalizadores que tienden a clausurar la discursividad de las obras en torno a retóricas autorales limitadas centradas únicamente en la figura controversial del curador-autor. Es por eso que esta exposición, desde el intento y el instinto, busca originar nuevas formas de desarrollar la labor curatorial, donde lo más relevante sean los procesos de obra individuales o colectivos, y al mismo tiempo, la generación de espacios de discusión que den cuenta de tales fenómenos. Finalmente, la selección de estas obras y artistas, si bien responde a la manipulación de los emblemas patrios, también tiene como criterio el exhibir diferentes medios y soportes de trabajo propios de la contemporaneidad. Desde lo pictórico, pasando por lo performático, lo audiovisual, hasta lo instalativo y relacional se dan lugar en Galería Metropolitana, que en el actual ciclo de exposiciones Latinoamérica: Zona de Experimentación, busca precisamente indagar en las expresiones de vertienente crítica que aspiran a cuestionar, tanto los presupuestos sociológicos que organizan el funcionamiento del circuito, como los culturales que producen el actual ordenamiento de lo simbólico, donde “lo latinoamericano” aparece preci-

samente como un sinónimo de “crítica” y “cuestionamiento”, y no como un esencialismo identitario folclórico. Esta curatoría, entonces, se propone como un ejercicio de reconocimiento en proceso y no tanto, como una enunciación teórica articulada, puesto que ninguno de los procesos exhibidos tiene necesariamente su fin en esta exposición, y al mismo tiempo, es labor de la curatoría contemporánea trabajar sobre aquellas obras que están ocurriendo actualmente, para así darles un sentido desde la comunidad de acciones, ya sea con la contingencia, el pasado o las otras obras que están siendo producidas en este momento.

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ELLOS SON CHILENOS

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1 RIVAS SAN MARTÍN la.bandera 2 CALDERÓN cal viva 3 HOLZAPFEL efemérides 4 CALFUQUEO edén 5 HENRÍQUEZ no remendaré tu nombre 6 RODRÍGUEZ cabeza de ganado -19-


★ La presente publicación es una adaptación para web de la primera versión del catálogo/objeto de edición limitada, y fue realizada durante octubre de 2016 para la exposición “Emblema” en Galería Metropolitana. Las tipografías utilizadas fueron Adobe Caslon Pro y Univers LT std. Santiago, Octubre de 2016 Diego Parra Donoso diegoparrad@gmail.com

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DIEGO PARRA DONOSO 2016 -21-


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