Evangelizar 026 - Septiembre de 2015

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Septiembre | 1

Revista de Ayudas Pastorales

Diócesis de Sonsón-Rionegro

Septiembre de 2015 | N°26


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A LOS SACERDOTES Pbro. Luis Carlos Salazar EL SACERDOTE DEBE SER MANSO Y PACIENTE COMO JESÚS.

LITURGIA DEL DOMINGO Pbro. Javier Arturo Marín Carvajal XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

FORMACIÓN DOCTRINAL Pbro. Luis Javier Otálvaro Álvarez CRISTO DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS. …Y AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS. EL SEPULCRO VACÍO.

CONTROVERSIAS RELIGIOSAS Pbro. Oscar Charlarca ¿SERÁ VERDAD QUE A LA IGLESIA Y EL MUNDO LES CONVIENE TANTO “TERNURISMO“ DEL SANTO PAPA FRANCISCO?

CAMBIO DE ACTITUD

Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín Director P. John Jairo Olaya Ballesteros. Diagramación Silvia Giraldo Consejo editorial Delegados de Pastoral Coordinador general Vicaría de Pastoral

Pbro. John Jairo Olaya ALGUNAS ACTITUDES NUESTRAS.

Impresión Periódico El Mundo

NUESTRA REALIDAD

Dirección Diócesis de Sonsón-Rionegro Curia Episcopal Calle 51 No 47-31 Tel: 531 5252 www.diosonrio.org.co

Mons. Gilberto Muñoz Ospina. NUESTRA REALIDAD Y LA “LAUDATO SI”.

VIDA FAMILIAR Pbro. Nelson Patiño Villa SÍNODO DE LA FAMILIA Verdad y belleza de la familia y misericordia para con las familias heridas y frágiles (Ns 23-28)

ESPACIOS PARA CRECER Pbro. Jorge Iván Martínez López FRAILES MENORES RENOVADOS FRANCISCANOS

Fotografía Diócesis de Sonsón-Rionegro Sugerencias vipastoral@diosonrio.org.co


Septiembre | 3

El sacerdote debe ser manso y paciente como Jesús Jesús es una persona que respira una infinita Paz, sosiego, dulzura y dominio aun cuando lo “apretaban”, “asaltaban”, “asediaban” (Mc 3,10; Lc 5,1). Ofrece toda bendición y todo premio a los mansos, pacíficos, a los que sufren con paciencia la persecución (Mt5, 5ss). Como Jesús frente a los acusadores y jueces, con humildad, silencio, paciencia y dignidad. No se defiende, no se justifica. Ante las burdas calumnias no respondió nada ante Caifás (Mc 14,56), ante Pilato(Mt 27,13), ante Herodes (Lsc23,8), produciendo admiración en el uno y desprecio en el otro. Como Jesús, que ante la negación de Pedro “se volvió y le miró” (Lc 26,69): una mirada de acusación pero con amor y perdón. Como Jesús, cuya paciencia en la noche de la Pasión es sometida a duras pruebas cuando lo azotaban, le colocaban un vestido de loco, una corona de espinas en su cabeza, un cetro de caña en sus manos; lo golpeaban en la cabeza, jugaban con Él a la “gallina ciega”. Por toda respuesta, El sufre y calla. No se debe olvidar que Jesús tenía un temperamento muy sensible. Como Jesús, a quien acosan en la cruz hasta el último momento con el sarcasmo. Por toda respuesta, Él pide perdón para ellos (Lc23, 24). Esta mansedumbre y paciencia de Jesús debió impresionar tan fuertemente

a los testigos, que Pablo conjura a los Corintios “por la mansedumbre y bondad de Cristo” (2Cor 10,1); y a Pedro, después de tantos años, se le revuelven las entrañas de emoción cuando recuerda que “siendo injuriado no devolvía injurias, siendo maltratado no lanzaba amenazas” (Pe 2,23). El Sacerdote debe tener predilección por los pobres como Jesús Con el corazón y las manos abiertas a las masas desamparadas (Mt9, 36); Mc 6,34).Como Jesús, que no solo siente pena por las turbas hambrientas, sino que se preocupa de darles de comer (Mt 15,32; Mc8,2). Como Jesús, para el cual los favoritos son siempre los pobres (Lc 6,21).Para ellos es el Reino (Lc 6,20). El signo de que el Mesías ha llegado es que los pobres son atendidos. Para ellos ha venido expresa y casi exclusivamente (Mt11, 5; Lc 4,18). Como Jesús que mira con una viva simpatía a la pobre viuda que depositaba unas moneditas. (Lc 21,3).Esa misma simpatía aparece manifiesta cuando al pobre Lázaro lo coloca en el seno de Abraham mientras hunde al rico epulón en el abismo del infierno. Como Jesús, que no solamente se dedica con preferencia a los pobres sino que comparte la condición social de ellos hasta las últimas consecuencias.


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XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Liturgia de la Palabra: Isaías 35, 4-7ª; Salmo 145; Santiago 2, 1-5 Evangelio según San Marcos (7, 31-37)

“En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: —«Effetá», esto es: «Ábrete.»

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. É1 les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: —«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.” Palabra del Señor

Pautas de reflexión Nos presenta el Evangelio un milagro de Jesús a favor de un sordomudo que le presentan; es aquí precisamente donde podemos hacer énfasis en este texto, en los que le presentan el enfermo a Jesús, pensemos en la comunidad, sí, la comunidad que acerca a Jesús, la comunidad que implora a Jesús por el milagro, la comunidad que logra por su intercesión que Jesús actúe, la comunidad que se admira de las obras de Jesús. ¿Sigue siendo hoy la Iglesia la comunidad de los hermanos que llevan a los otros a Jesús? Este enfermo del evangelio necesita de los otros, es llevado a Jesús, los otros son solidarios y lo llevan a Jesús. Hoy también la Iglesia tiene que ser la comunidad de la solidaridad, del amor por los otros en todo momento. Solamente si llevamos los enfermos al encuentro con Jesucristo se podrán sanar. Nuestro país de manera muy especial, aunque todo el mundo,

está enfermo de múltiples maneras y la sanación está solamente en Jesús. ¡Ojalá que todos los que hasta ahora están sordos y no han querido buscar la salud puedan experimentar en nuestras comunidades discipulares que la Palabra de Dios no lastima, sino que por el contrario levanta, anima y sana! Qué bueno que de verdad por nuestro medio muchos puedan encontrarse con Dios, el Dios del amor y de la misericordia absoluta, el Dios que quiere sanar y reparar el corazón partido de todos sus hijos. Que nuestro compromiso para esta semana sea el de hacer experimentar a todos que la misericordia de Dios no está encerrada o destinada para unos cuantos sino para todos, la salvación de Cristo es para todo el que crea en él y quiera dejarse amar hasta el extremo por él.


Septiembre | 5

Cristo descendió a los infiernos ¿Qué eran «los infiernos» a los que Jesús descendió? “Los “infiernos” –distintos del “infierno” de la condenación– constituían el estado de todos aquellos, justos e injustos, que habían muerto antes de Cristo. Con el alma unida a su Persona divina, Jesús tomó en los infiernos a los justos que aguardaban a su Redentor para poder acceder finalmente a la visión de Dios. Después de haber vencido, mediante su propia muerte, a la muerte y al diablo “que tenía el poder de la muerte” (Hb 2,14), Jesús liberó a los justos, que esperaban al Redentor, y les abrió las puertas del Cielo” (Comp. del Catecismo n. 125). Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido. El descenso de Jesús a los infiernos lo encontramos ya en la Escritura: “Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados…”(1Pe 3,18ss)... “Por eso, hasta a los muertos se ha anunciado la Buena Nueva, para que, condenados en carne según los hombres, vivan en espíritu según Dios” (4,6). Al confesar que Cristo bajó a los infiernos, afirmamos que participó de nuestra muerte como soledad, abandono e infierno total, como frustración sin sentido, degustando el amargor del silencio de Dios. Cristo compartió la soledad suprema del hombre ante la muerte sin futuro, recorriendo el camino del hombre pecador hasta la oscuridad sin fin. Así venció para siempre la soledad

Preguntas para el diálogo 1. ¿Qué es el sheol o el hades? 2. ¿A quiénes libera Jesús de la muerte?

del infierno, es decir, de la muerte como fracaso de la existencia humana. El artículo de la fe en el descendimiento a los infiernos nos recuerda que la revelación cristiana habla del Dios que dialoga, pero también del Dios que calla. Dios es Palabra, pero es también silencio. Descender al infierno es bajar al lugar donde no resuena ya la palabra amor, donde no puede existir la comunión; es la desesperación de la soledad inevitable y terrible. Cristo, dice Ratzinger, pasó por la puerta de nuestra última soledad. En su pasión entró en el abismo de nuestro abandono. Allí donde no podemos oír ninguna voz está Él. El infierno queda, de este modo, superado, es decir, ya no existe la muerte que antes era un infierno. El infierno y la muerte ya no son lo mismo que antes, porque la vida está en medio de la muerte, porque el amor mora en medio de ella. Sólo existe para quien experimenta la «segunda muerte» (Ap 20,14), es decir, para quien con el pecado se encierra voluntariamente en sí mismo. Para quien confiesa que Cristo descendió a los infiernos, la muerte ya no conduce a la soledad; las puertas del Sheol están abiertas. Con Cristo se abren las tumbas y los muertos salen del sepulcro: «Se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de Él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos» (Mt 27,52-53).

Textos para profundizar • • •

Catecismo de la Iglesia Católica – CEC – n. 632-637 http://www.mercaba.org/FICHAS/ORACION/ CREDO/5_descendio_resucito.htm http://www.corazones.org/diccionario/ infiernos_descendio.htm


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XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Liturgia de la Palabra: Isaías 50, 5-9ª; Salmo 114; Santiago 2, 14-18 Evangelio según San Marcos (8, 27-35)

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesárea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: —«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: —«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» El les preguntó: —«Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: —«Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: —«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los

ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: —«¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: —«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.” Palabra del Señor

Pautas de reflexión “Cuenta la historia que un día Jesús se encontró con un líder y le preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo? el líder, queriendo impresionar dijo: “Tu eres la teofanía escatológica que manifiesta antológicamente la intencionalidad de nuestras relaciones subconscientes e interpersonales. Jesús abrió tremendos ojos y exclamó: ¿Qué queeeeeeeeeee? ¿Me lo puedes explicar? Y el líder no pudo responder porque era algo que tenía en la memoria y no en el CORAZÓN”. (Autor Padre Diego Jaramillo).

Sería muy valioso que a partir del Evangelio y de esta historia pensáramos: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué significa él en mi existencia? El papa Benedicto XVI nos decía: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. (DCE 1). Sólo podremos responder a la pregunta por Jesús cuando hayamos hecho la experiencia del encuentro con él. Y sólo así estaremos en condiciones de seguirlo como discípulos suyos.


Septiembre | 7

Catequesis 2

…Y al tercer día resucitó de entre los muertos Cristo, que descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. Es la confesión de la Iglesia desde sus comienzos, según la fórmula que Pablo recuerda a los corintios: “Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado. Resucitó al tercer día, según las Escrituras, y se apareció a Pedro, y más tarde a los Doce”. (1Co 15,3-5). La resurrección de Jesús de entre los muertos, es obra de la acción misteriosa de Dios Padre, que no deja a su Hijo abandonado a la corrupción del sepulcro, sino que lo levanta y exalta a la gloria, sentándolo a su derecha (Rm 1,3-4; Flp 2,6-11; 1Tm 3,16). Cristo, por su resurrección, no volvió a su vida terrena anterior, como lo hizo el hijo de la viuda de Naín (Lc 7,11-15) o la hija de Jairo (Mc 5,35-43) o Lázaro (Jn 11,38-44). Cristo resucitó a la vida definitiva, a la vida que está más allá de la muerte, fuera, pues, de la posibilidad de volver a morir. En sus apariciones se muestra como el mismo que vivió, comió y habló con los apóstoles, el mismo que fue crucificado, murió y fue sepultado, pero no lo mismo. Por eso no le reconocen hasta que Él mismo les hace ver; sólo cuando Él les abre los ojos y mueve el corazón le reconocen. En el Resucitado descubren la identidad del crucificado y, simultáneamente, su transformación. No es un muerto que ha vuelto a la vida anterior. Está en nuestro mundo de forma que se deja ver y tocar, pero pertenece ya a otro mundo, por lo que no es posible retenerlo.

La fe en Cristo Resucitado no nació del corazón de los discípulos. Ellos no pudieron inventarse la resurrección. Es el resucitado quien les busca, quien les sale al encuentro, quien rompe el miedo y atraviesa las puertas cerradas. La fe en la resurrección de Cristo les vino a los apóstoles de fuera y contra sus dudas y desesperanza: En la Palabra y en el Sacramento nos encontramos con el Resucitado. La liturgia nos pone en contacto con Él. En ella le reconocemos como el vencedor de la muerte. La liturgia celebra siempre el misterio pascual. El Señor ha resucitado y es tan potente que puede hacerse visible a los hombres. En Él, el amor es más fuerte que la muerte. La resurrección de Jesús es el hecho histórico en el que Dios confiere la vida a quien ha vivido la propia vida gastándola por los demás. Es la ratificación de la vida como amor y entrega y la condenación de la vida como poder, dominación, placer o aturdimiento, expresiones todas del pecado. Dios no abandona al justo más de tres días (cfr. Os 6,2; Jon 2,1). En Jesucristo, resucitado por Dios al tercer día, aparece cumplida en plenitud la esperanza de salvación de los profetas. Justamente en esa situación extrema y sin salida posible que es la muerte, se afirma el poder y la fidelidad de Dios, devolviendo a su Hijo a la vida, realizando la esperanza de Abraham, nuestro padre en la fe, que «pensaba que poderoso es Dios aun para resucitar de entre los muertos» (Hb 11,19). Al ser vencida la muerte por la muerte acontece en la historia algo que transciende toda la historia.

Preguntas para el diálogo 1. Leer algunos textos bíblicos que hacen alusión a la resurrección de Jesús y comentarlos: Mt 28,1-10; Mc 16,1-8; Mc 16,9-14; Lc 24,1-12;36-49; Jn 20,1-9; 1Co 15,1-58. 2. ¿Cómo será nuestra resurrección?

Textos para profundizar • • •

Catecismo de la Iglesia Católica – CEC – n. 638-658 http://www.mercaba.org/Dominicos/Textos/ cristo_ha_resucitado_aleluya.htm https://w w w.aciprensa.com/noticias/ aleluya-cristo-ha-resucitado-feliz-pascuade-resurreccion-97352/


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XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Liturgia de la Palabra: Sabiduría 2, 12.17-20; Salmo 53; Santiago 3, 16—4,3 Evangelio según San Marcos (9, 30-37)

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: —«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa, les preguntó: —« ¿De qué discutíais por el camino?»

Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: —«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: —«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.” Palabra del Señor

Pautas de reflexión Podríamos pensar con este texto del Evangelio en la “frustración” o “decepción” de Jesús, frente a sus discípulos. Ha estado con ellos, les ha instruido, han visto las obras que realiza, han sido testigos de los milagros; es más, le han reconocido como el enviado de Dios. Pero vaya sorpresa, frente al anuncio de la pasión, muestran que no han entendido nada, más aún, diríamos con una expresión muy nuestra “pelan el cobre”. Frente al anuncio de Jesús de su entrega y pasión, ellos deciden ponerse a discutir sobre quién es el más grande, quién es el primero, diríamos, quién le sucedería en esta nueva empresa. ¡Qué contraste! Jesús no ha hecho otra cosa que dar a sus discípulos testimonio de servicio, su vida y su obra no ha sido otra cosa que mostrarles que Él ha venido

a servir a todos. Con su estilo de vida les ha mostrado que el Mesías no busca poder ni prestigio humano. Por el contrario los discípulos con su reacción muestran estar preocupados por saber quién de ellos ocupará el primer lugar y será el más importante en la nueva comunidad mesiánica. Y vuelve Jesús a decir que el primero será el que se coloque al servicio de todos, el que acoge, cómo Jesús, a los que no cuentan, a los rechazados y despreciados por la sociedad; el que sale a la defensa de los pobres, oprimidos, marginados; el que como Jesús vive de otros valores distintos a los del mundo del poder, del placer y del tener. La única clave que da Jesús para ser el primero es la de colocarse en el último lugar, como el servidor. El primero en el Reino de Dios es el servidor.


Septiembre | 9

Catequesis 3

El sepulcro vacío “Entró también el otro discípulo, que había sido el primero en llegar al sepulcro, vio y creyó” (Jn 20,8). ¿Qué cosa ha visto? Nada en específico: es la ausencia misma que, repleta por el amor, se convierte para él en ausencia evocadora de una presencia. Al respecto el catecismo nos dice: “¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24,5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28,11-15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24,3.22-23), después de Pedro (cf. Lc 24,12). “El discípulo que Jesús amaba” (Jn 20,2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir “las vendas en el suelo” (Jn 20,6) “vio y creyó” (Jn 20,8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío (cf. Jn 20,5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11,44)” (CEC n. 640). Desde hace dos mil años ese sepulcro vacío no es un sepulcro oscuro. Es una fuente de luz. La sencilla losa que besa el peregrino de Jerusalén es como la piedra inconmovible donde se asienta la fe de los cristianos. Nosotros sabemos dónde está el cuerpo físico de Jesús;

nosotros sabemos por qué está vacío ese sepulcro. Hay en el mundo otros importantes mausoleos para la Historia. Profetas de cada época, filósofos, reyes, pensadores, políticos, revolucionarios, yacen bajo las losas de sus respectivos sepulcros. Miles, millones de hombres veneran su recuerdo. Ellos saben que los restos mortales de estos hombres estelares están allí certificando que murieron de verdad y que no han vuelto a sentir el aliento de la vida. En cambio, nosotros sabemos que el cuerpo de Jesús no está ahí, en su sepulcro de Jerusalén, porque “al tercer día resucitó de entre los muertos”. Por eso sabemos también que Jesucristo no era tan sólo un hombre, sino el mismo Hijo de Dios. Todos los años las campanas y el “aleluya” de Pascua nos convocan en torno a este sepulcro vacío, del que brota una luz que no se extingue jamás. Por lo tanto en el sepulcro vació no hay ambigüedad, es más, hay signos que prueban la Resurrección; más que interpretar hay que ver y creer; el sepulcro vació “agrega” mucho a la experiencia apostólica de la Resurrección, es más, es el fundamento histórico; de otro modo, según san Pablo, no subsistiría la fe (cfr. 1Co 15,14). “La Resurrección es un evento histórico del cual son testigos los Apóstoles y ciertamente no los creadores” (Benedicto XVI)

Preguntas para el diálogo •

Leer algunos textos bíblicos que hacen alusión al sepulcro vacío y resaltar sus diferencias y semejanzas, los personajes y demás detalles que evidencia cada evangelista: Mt 28,1-8; Mc 16,1-8; Lc 24,1-10; Jn 20,1-10.

Textos para profundizar • •

http://es.catholic.net/op/articulos/17782/1las-mujeres-acuden-al-sepulcro.html h t t p : / / w w w. c o r a z o n e s . o r g / j e s u s / resurreccion/sepulcro_vacio.htm


10 | Evangelizar

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Liturgia de la Palabra: Números 11, 25-29; Salmo 18; Santiago 5, 1-6 Evangelio según San Marcos (9, 38-43.45.47-48)

“En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: —«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.» Jesús respondió: —«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que

creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.” Palabra del Señor

Pautas de reflexión Este texto nos invita a tener una mirada amplia, no cerrados en nuestras meras seguridades o comodidades, como insiste el Papa francisco. Siempre existe la tentación de creerse solamente los buenos, los santos, los únicos con derecho a la salvación, como pensaban los contemporáneos de Jesús. Y peor aún a tildar a los otros como los “malos”, los equivocados, los que no poseen la verdad. La Iglesia, tenemos la convicción y cómo nos lo recuerda el Concilio Vaticano II “Es el camino ordinario de salvación y que sólo ella posee la plenitud de los medios de salvación”. Pero recordemos también esta enseñanza del Papa Juan Pablo II: “El Espíritu se manifiesta de modo particular en

la Iglesia y en sus miembros; sin embargo, su presencia y acción son universales, sin límite alguno ni de tiempo ni de espacio. El Concilio recuerda la acción del Espíritu en el corazón del hombre, mediante las “semillas de la Palabra”, incluso en las iniciativas religiosas, en los esfuerzos de la actividad humana encaminados a la verdad, al bien y a Dios… Toda auténtica plegaria está movida por el Espíritu Santo, que está presente misteriosamente en el corazón de cada persona”. (RM 28 – 29). Vale la pena que nosotros Católicos pensemos en esta advertencia del Concilio: “No se salva el que no permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia, porque está en el seno de la Iglesia con el ´cuerpo´, pero no con el ´corazón´.” (LG 14).


Septiembre | 11

Nuestra realidad y la “LAUDATO SI” A partir de ésta número voy a trabajar la encíclica del Papa Francisco. En esta entrega me quiero referir expresamente al capítulo 1º. “Lo que está pasando en nuestra casa”,

por las toneladas de basuras y cosas viejas arrojadas a las quebradas y ríos. No hay duda de que estamos haciendo mucho daño por el mal uso del agua.

() “La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro sobre la salud, especialmente de los más pobres…se enferman a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o calentarse” (No. 20) No hay duda de que muchos de nuestros pobres y campesinos, tienen que hacer de comer con leña, ACPM o petróleo, porque los altos precios de la energía eléctrica o del gas les imposibilita hacerlo con dichos medios y dichos combustibles producen humo tóxico que afecta su salud.

() Y ni qué decir del problema urbanístico, sobre todo en el Oriente cercano: “en algunos lugares rurales y urbanos, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. Se crean urbanizaciones ecológicas solo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una tranquilidad artificial…” (No. 45). Sobran las palabras! Estamos acabando con los campos para el cultivo y la agricultura y llenándonos de urbanizaciones y parcelaciones, que como dice el Papa, son lugares de tranquilidad artificial.

() Al referirse al clima como un bien común, y al tremendo daño causado por el calentamiento global, nos dice que “también ha incidido el aumento en la práctica el cambio de usos del suelo, principalmente la deforestación para agricultura” (No. 23). Recordemos que en nuestro medio se hacían gigantescas quemas de montes y aún bosques, para dedicar dichos terrenos a la agricultura o la ganadería. Puede que ahora no se hagan dichas quemas, pero sí se deforesta lo cual perjudica la producción de agua, las especies animales y microorganismos necesarios para el buen funcionamiento del ecosistema (Cf. 34).

() Y qué decir del problema del empleo causado por la tecnocracia; “Entre los componentes sociales del cambio global se incluyen efectos laborales de algunas innovaciones tecnológicas; la exclusión social, la inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y otros servicios, la fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de nuevas formas de agresividad social, el narcotráfico y el consumo creciente de drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad…” (No. 47). Qué terribles efectos nos señala el Papa que no podemos negar se dan en nuestro medio.

() Al respecto del agua el pontífice afirma: “El agua potable y limpia, representa una cuestión de primera importancia para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos…los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares… se advierte un derroche de agua…el problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres… ” (Nos.27, 28,29,30). Estas denuncias están presentes en nuestro medio; pero sigue siendo grave la contaminación

No podría terminar sin decir una palabra sobre los resultados del CENSO RURAL dado a conocer el día 12 de agosto por el ministro de agricultura. Entre tantas cosas que refirió el ministro oigan esto: + La pobreza rural alcanza al 50% de la población del país. + El 0.4% de los ricos propietarios rurales, poseen el 46% de las tierras. + El 70% de los campesinos, sólo poseen el 5% del territorio rural y en muy pequeñas parcelas. + El 89% de los pequeños propietarios no tiene acceso al crédito. Qué horror !!! Y Nos quejamos del conflicto porque no conocemos los factores y causas que lo


12 | Evangelizar

¿Será verdad que a la

Iglesia y el

mundo les conviene tanto

“ternurismo“ del santo Papa

Francisco? •

El mundo se encuentra encantado con el estilo descomplicado y sin protocolo del Santo Padre. El Papa no se ha querido enfrentar a los gobiernos abiertamente opuestos a la iglesia y a su ordenamiento • jurídico. Parece que el Papa no acierta a encontrar el justo medio entre lo que es el mensaje de la misericordia y una normatividad elemental, que debe haber en toda institución que se respete. El Papa es un gran teólogo, pero da la sensación de que el • aspecto doctrinal no fuera lo más importante para él.

En la Edad Media se dio una larga controversia entre el Racionalismo e intelectualismo de Santo Tomás de Aquino (Dominico), y el voluntarismo de Dum Scotto (franciscano) sobre si la primacía de la relación de Dios con el hombre era el entendimiento, -doctrina Tomista), o si era la voluntad (Scottismo). Las dos escuelas, al presentar sus cuestiones, tenían conclusiones diferentes. El Tomismo decía que para amar a Dios era necesario, primero, conocerlo. Esto se llamó el racionalismo tomista. Scotto y su escuela decían: “que a Dios era mejor amarlo que conocerlo”. Estos conceptos llevaron a dividir el pensamiento teológico entre racionalistas y voluntaristas.

Jesucristo dijo muy claramente: “Yo no he venido a abolir la ley y los profetas, sino a darles su cumplimiento, antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última jota o tilde de la ley” (Mt. 5,17-18 ). La iglesia es, a la vez, una institución jerárquica y carismática. La iglesia es el amor infinito del Padre y lleva la Cruz de Cristo, Palabra de Dios. Este Santo Padre, no es que piense acabar con la doctrina y ordenamiento jurídico de la Iglesia, sino enfatizar en el mundo “justicialista”, la bondad y misericordia de Dios. “Es más fácil que Dios contenga su ira que la misericordia” (San Agustín).


Septiembre | 13

Algunas actitudes nuestras En su encuentro con los sacerdotes y religiosas, el Papa Francisco reflexionó el texto de san Marcos donde se narra la curación del ciego Bartimeo. Dos realidades aparecen con fuerza, se nos imponen. Por un lado, el grito del mendigo y, por otro, las distintas reacciones de los discípulos. Tres son las respuestas frente a los gritos del ciego. 1. Primera palabra: “Pasar”. Pasar de largo. No escuchaban. Pasar es el eco de la indiferencia, de pasar al lado de los problemas y que éstos no nos toquen. No es mi problema. No los escuchamos, no los reconocemos. Sordera. Es la tentación de naturalizar el dolor, de acostumbrarse a la injusticia. Acostumbrarse. Es el eco que nace en un corazón blindado, en un corazón cerrado, que ha perdido la capacidad de asombro y, por lo tanto, la posibilidad de cambio. Pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en sus vidas, en su tierra, es como escuchar la Palabra de Dios sin dejar que eche raíces en nuestro interior y sea fecunda. Una planta, una historia sin raíces es una vida seca. 2. Segunda palabra: “Cállate”. Es la segunda actitud frente al grito de Bartimeo. A diferencia de la actitud anterior, ésta escucha, ésta reconoce, toma contacto con el grito del otro. Sabe que está y reacciona de una forma muy simple, reprendiendo. Y pobre Pueblo fiel

de Dios, cuántas veces es retado, por el mal humor o por la situación personal de un seguidor o de una seguidora de Jesús. Es el drama de la conciencia aislada, de aquellos discípulos y discípulas que piensan que la vida de Jesús es sólo para los que se creen aptos. 3. Tercera palabra: “Ánimo, levántate”. Y este es el tercer eco. Un eco que no nace directamente del grito de Bartimeo, sino de la reacción de la gente que mira cómo Jesús actuó ante el clamor del ciego mendicante. “Levántate, te llama”. Es un grito que se transforma en Palabra, en invitación, en cambio, en propuestas de novedad frente a nuestras formas de reaccionar ante el santo Pueblo fiel de Dios. A diferencia de los otros, que pasaban, el Evangelio dice que Jesús se detuvo y preguntó: ¿Qué pasa?. Se detiene frente al clamor de una persona. Sale del anonimato de la muchedumbre para identificarlo y de esa forma se compromete con él. Se enraíza en su vida. Y lejos de mandarlo callar, le pregunta: Decíme, “qué puedo hacer por vos”. Tan solo le pregunta, lo identifica queriendo ser parte de la vida de ese hombre, queriendo asumir su misma suerte. Así le restituye paulatinamente la dignidad que tenía perdida, al borde del camino y ciego. Lo incluye. Apartes del discurso del Papa Francisco con los sacerdotes, religiosos y religiosas y seminaristas. Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Jueves 9 de julio de 2015.


14 | Evangelizar

Verdad y belleza de la familia y misericordia para con las familias heridas y frágiles (Ns 23-28)

23. Con íntimo gozo y profunda consolación, la Iglesia mira a las familias que permanecen fieles a las enseñanzas del Evangelio, agradeciéndoles el testimonio que dan y alentándolas. Gracias a ellas, en efecto, se hace creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre. En la familia, «que se podría llamar Iglesia doméstica» (Lumen Gentium, 11), madura la primera experiencia eclesial de la comunión entre personas, en la que se refleja, por gracia, el misterio de la Santa Trinidad. «Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1657). En esto la Santa Familia de Nazaret es el modelo admirable, en cuya escuela «se comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual, si se quiere seguir la doctrina del Evangelio y llegar a ser discípulos de Cristo» (Pablo VI, Discurso en Nazaret, 5 de enero de 1964). El Evangelio de la familia, alimenta también estas semillas que todavía esperan madurar, y tiene que hacerse cargo de los árboles que han perdido vitalidad y necesitan que no se les descuide. 28. Conforme a la mirada misericordiosa de Jesús, la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto o de una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a quienes han perdido el rumbo o se encuentran en medio de la tempestad. Conscientes de que la mayor misericordia es decir la verdad con amor, vayamos más allá de la compasión. El amor misericordioso, al igual que atrae y une, transforma y eleva. Invita a la conversión. Así entendemos la enseñanza del Señor, que no condena a la mujer adúltera, pero le pide que no peque más (cfr. Jn 8,1-11). 24. La Iglesia, maestra segura y madre atenta, aunque reconozca que para los bautizados no hay otro vínculo nupcial que no sea el sacramental, y que toda ruptura de éste va contra la voluntad de Dios,

también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos, a los que les cuesta el camino de la fe. «Por lo tanto, sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día. […]. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades. A todos debe llegar el consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que obra misteriosamente en cada persona, más allá de sus defectos y caídas» (Evangelii Gaudium, 44). 25. Respecto a un enfoque pastoral dirigido a las personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, compete a la Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos. Siguiendo la mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre (cfr. Jn 1,9; Gaudium et Spes, 22) la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan.

Reflexionemos en familia o en grupo •

¿Cómo ayudar a entender que nadie queda excluido de la misericordia de Dios y cómo expresar esta verdad en la acción pastoral de la Iglesia para con las familias, en particular las heridas y frágiles? ¿Cómo pueden los fieles mostrar, con las personas que todavía no tienen una plena comprensión del don de amor de Cristo, una actitud de acogida y acompañamiento confiado, sin renunciar nunca al anuncio de las exigencias del Evangelio?


Septiembre | 15

Frailes Menores Renovados Franciscanos Teniendo en cuenta las palabras del Santo Padre Francisco, donde afirma que los religiosos “son hombres y mujeres que pueden despertar al mundo”, queremos darles a conocer esta comunidad que en su pobreza y silencio trabajan arduamente en lo que tiene que ver con la evangelización.

Origen Esta comunidad fue constituida el 29 de Noviembre de 1223, fecha en la cual se aprobó de manera definitiva la regla que tenía por nombre “forma de vida” de San Francisco de Asís, su fundador; ésta regla hacía énfasis en la predicación del Evangelio y en el despojo de las cosas materiales para vivir en pobreza. Con el transcurrir del tiempo, se unieron a San Francisco doce hermanos, quienes vieron la necesidad de poner sus estilos de vida a los pies de la Iglesia Romana ya que en ella encontraban esa mediadora del encuentro del hombre con Dios. Su expansión por todo el mundo no se hizo esperar, en Colombia hacen presencia desde el año 1510 principalmente en las ciudades de Armenia, Barranquilla, Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Cali, entre otras; desde el año 2014 son acogidos por nuestra diócesis en la vereda el Chuscal que pertenece al municipio de El Retiro.

Carisma de la comunidad Esta comunidad enfatiza mucho en lo que tiene que ver con la pobreza, no poseen absolutamente nada de dinero, cuando se desplazan hacia determinado lugar lo hacen caminando y al momento de alimentarse dependen de la generosidad y caridad de las personas; por eso cuando celebran la Eucaristía en lugar de recoger ofrendas, recogen alimentos. A través de la pobreza, los Frailes llevan a la práctica con el prójimo la fraternidad, minoridad (sencillez), apostolado y la oración; aspectos que identificaban a San Francisco.

Tarea evangelizadora en nuestra diócesis En esta Iglesia particular, los Frailes Menores Renovados Franciscanos, con responsabilidad, entrega y humildad, se proyectan desde el ámbito espiritual en lo que tiene que ver con la oración, la celebración diaria de la Eucaristía, la abstinencia de lo material; desde el ámbito pastoral, actualmente se proyectan en lo que concierne apoyar las diferentes actividades de la parroquia de Emaús en el municipio de La Ceja como son la catequesis para niños, jóvenes, adultos, la visita a los enfermos, la dirección en los retiros espirituales, entre otras. De igual manera, ofrecen un horario de atención amplio con el fin de dialogar, orientar y ayudar a las personas más necesitadas. Damos gracias a Dios por su presencia y testimonio en nuestra iglesia particular.


16 | Evangelizar

“El amigo fiel

es refugio seguro�.


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