Evangelizar 036 - Agosto de 2016

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Agosto

Revista de Ayudas Pastorales Diócesis de Sonsón-Rionegro

NUESTRO

PLAN ITINERARIO PASTORAL

ETAPA 2016-2020

2016 N° 36


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A LOS SACERDOTES

PLAN RENUEVA (PRIMERA PARTE) HORIZONTE PASTORAL (ESQUEMA GENERAL)

LITURGIA DEL DOMINGO

Pbro. Javier Arturo Marín Carvajal XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

FORMACIÓN DOCTRINAL Pbro. Edwin Yair Hidalgo Giraldo LA IGLESIA FAMILIA DE DIOS LA IGLESIA PUEBLO DE DIOS LA IGLESIA CUERPO DE CRISTO

Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín

CONTROVERSIAS RELIGIOSAS

Director P. John Jairo Olaya Ballesteros

Pbro. Óscar Chalarca ¿SERA VERDAD QUE LAS UNIVERSIDADES HAN DEJADO DE LADO LA FORMACION INTEGRAL DE LOS PROFESIONALES EN LAS AREAS HUMANISTICAS ?.

CAMBIO DE ACTITUD Pbro. Carlos Mario Gómez Gómez ¿QUIENES FORMAN PARTE DE UN TRIBUNAL ECLESIASTICO?

NUESTRA REALIDAD

Mons. Gilberto Muñoz Ospina PASTORAL DEL POST-CONFLICTO

VIDA FAMILIAR LA NUEVA FAMILIA DE JESÚS

ESPACIOS PARA CRECER

PLAN RENUEVA (SEGUNDA PARTE) HOJA DE RUTA

Diagramación Silvia Giraldo Consejo editorial Delegados de Pastoral Coordinador general Vicaría de Pastoral Impresión Periódico El Mundo Dirección Diócesis de Sonsón-Rionegro Curia Episcopal Calle 51 No 47-31 Tel: 531 5252 www.diosonrio.org.co Fotografía Diócesis de Sonsón-Rionegro Sugerencias vipastoral@diosonrio.org.co


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“El Evangelio Fuerza de Dios”. (Rm. 1, 16)

JESUCRISTO

O

N

EN

O TIEM S TR P UE

N

S TR UE

S SI

Nuestra IDENTIDAD

MISIÓN FINALIDAD CRITERIOS

A DIOC E

Un

RETO

para todos

RENOVAR LA VIDA CRISTIANA

LAMPARA

es tu Palabra para mis pasos

Ordenados Consagrados Laicos

SAN PABLO

Un

AGENTES

CAMINO

para recorrer juntos

ESTRUCTURAS

PUEBLO DE DIOS FAMILIA

GRUPOS P.

SECTORES E

Hogar (Esposos - Hijos)

Niños Jóvenes Adultos Adultos mayores

Telecomunicaciones Público Educativo Económico Artístico Lúdico deportivo

Familia extensa (Abuelos, tíos, primos)

Un

IDEAL común

DISCÍPULOS MISIONEROS EN COMUNIDADES

Evangelizadas & Evangelizadoras

Creer Seguir Anunciar

Institucionales Logísticas


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XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Evangelio según San Lucas (12, 35-40)

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.” Palabra del Señor.

Pautas de reflexión El Evangelio nos enseña que la espera del Señor no es una espera ociosa, sino llena de trabajo, no hay que estar esperando con los brazos cruzados hasta que llegue el fin del mundo. Hay que construir el Reino de Dios en este mundo, la salvación eterna comienza en esta tierra, o no comienza nunca.

poder… Aunque al hombre no le guste escucharlo, el Evangelio nos recuerda que habrá un final para el que debemos estar preparados, en vigilancia para que no nos sorprenda como ladrón; debemos asumir los criterios del Evangelio, para que al final recibamos la corona de la Gloria.

El hombre de hoy no quiere pensar en que esta vida va a terminar. No le gusta que se le recuerde que si la vida la vive y la termina en la bondad, habrá triunfado para siempre. Y que si la vive y la termina en la maldad, habrá fracasado para siempre.

Va a venir el Señor. No sabemos si al principio o al final de la noche, un poco más tarde o a la madrugada. Ojalá nos encuentre velando, construyendo un mundo mejor, llenos los ojos de luz, cansadas las manos de hacer misericordia. Aguardemos con ilusión, como se espera la visita de un amigo. Si nos encuentra velando, nos hará sentar a la mesa y su presencia iluminará todas las cosas.

Los criterios que ofrece el mundo son totalmente opuestos a los del Evangelio: dinero, fama, placer,


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LA IGLESIA FAMILIA DE DIOS Con este título el Papa Francisco empezó una serie de catequesis sobre el misterio de la Iglesia. En esta reflexión vamos a retomar algunos aspectos que se formulan a partir de unos interrogantes. ¿Cuál es el plan de Dios? “Es hacer de todos nosotros sus hijos, una sola familia, en la que cada uno se sienta amado por Él”. La Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todas las personas a la comunión con Él, a su amistad, y de participar como hijos de su misma vida divina. La misma palabra “Iglesia”, del griego ekklesia, significa “invitación”. Dios nos llama, nos invita a salir del individualismo, de la tendencia a encerrarse en sí mismos y nos llama a ser parte de su familia. Y esta llamada tiene su origen en la creación misma. Dios nos creó para que vivamos en una relación de profunda amistad con Él; e incluso cuando el pecado ha roto esta relación con Él, con los demás y con la creación, Dios no nos ha abandonado. Toda la historia de la salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor, le acoge. Llamó a Abraham para ser el padre de una multitud, ha elegido al pueblo de Israel para forjar una alianza que abrace a todas las naciones, y envió, en la plenitud de los tiempos, a su Hijo para que su designio de amor y de salvación se realice en una nueva y eterna alianza con la entera humanidad. Cuando leemos los evangelios, vemos que Jesús reúne a su alrededor una pequeña comunidad que acoge su palabra, lo sigue, comparte su camino, se convierte en su familia, y con esta comunidad Él prepara y edifica su Iglesia.

¿De dónde nace entonces la Iglesia? Nace del acto supremo del amor en la cruz, del costado traspasado de Jesús, del que fluyó sangre y agua, símbolo de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. En la familia de Dios, en la Iglesia, la savia vital es el amor de Dios que se concretiza en amarlo a Él y a los demás, a todos, sin distinción ni medida. La Iglesia es una familia en la que se ama y se es amado. ¿Cuándo se manifiesta la Iglesia? Se manifiesta cuando el don del Espíritu Santo llena el corazón de los apóstoles y les impulsa a salir y a empezar el camino para anunciar el evangelio, a difundir el amor de Dios. Incluso hoy en día, alguien dice: “Cristo sí, Iglesia no”. Como los que dicen “yo creo en Dios pero no en los presbíteros”. Pero es la Iglesia la que nos lleva a Cristo y nos lleva a Dios; la Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Por supuesto que también tiene aspectos humanos, en los que la componen; en los pastores y fieles hay defectos, imperfecciones, pecados. Incluso el papa los tiene, y muchos, pero lo hermoso está en que cuando nos damos cuenta de que somos pecadores, nos encontramos con la misericordia de Dios, que siempre perdona.

Para compartir en grupo ¿Cuánto amo a la Iglesia? ¿Rezo por ella? ¿Me siento parte de la familia de la Iglesia? ¿Qué hago para que sea una comunidad donde todos se sientan acogidos y comprendidos, que sientan la misericordia y el amor de Dios que renueva la vida?


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XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Evangelio según San Lucas (12, 49-53)

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.” Palabra del Señor.

Pautas de reflexión El Evangelio, la persona de Jesús, exige seguimiento; con frecuencia nos dice sígueme. Este seguimiento es radical, es decidido, no importa lo que los propios padres o hijos piensen. Jesús necesita seguidores, no le bastan los admiradores. En tiempos del Evangelista san Lucas, hacerse cristiano significó en muchos casos romper con la propia familia y dividirla. Sufrimientos, discusiones y discordia, entraron en una familia por causa de la fe, por causa de Jesús.

De ahí que la división de la que habla Jesús se produce por seguirlo a Él, aceptando su Evangelio entero. No se justifica de ninguna manera las guerras o divisiones al interno de las familias, pero hay que estar preparados porque por Jesús pueden llegar las dificultades. Jesús espera de nosotros que seamos constructores de la Paz. Nos propone el amor como lo primero. Pero nos advierte que aquél que toma en serio su enseñanza, tiene que prepararse para todo, menos para una vida cómoda.


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Catequesis 2

LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS Otro de los términos con los que el Concilio Vaticano II definió a la Iglesia, es el de “Pueblo de Dios” (cf. Constitución dogmática Lumen Gentium, 9, Catecismo de la Iglesia Católica, 782). En esta catequesis el Papa Francisco lo aborda con algunas preguntas a fin de suscitar una profunda reflexión. 1. ¿Qué quiere decir “Pueblo de Dios”? Significa que Dios no pertenece de manera propia a ningún pueblo; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a ser parte de su pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios “quiere la salvación para todos “(1 Tim 2:04). Jesús no dice a los Apóstoles y a nosotros que formemos un grupo exclusivo; un grupo de élite. Jesús dice: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (cf. Mt 28,19). San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia, “no hay ni judío ni griego... porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús”(Gálatas 3:28). 2. ¿Cómo se convierte en miembro de este pueblo? No es a través del nacimiento físico, sino por medio de un nuevo nacimiento. En el Evangelio, Jesús dice a Nicodemo que hay que nacer de lo alto, del agua y del Espíritu para entrar en el Reino de Dios (cf. Juan 3:3-5). Es “a través del Bautismo que nosotros somos introducidos en este pueblo, a través de la fe en Cristo, don de Dios que debe ser alimentado y hecho crecer en toda nuestra vida. 3. ¿Cuál es la ley del pueblo de Dios? Es la ley del amor, amor a Dios y amor al prójimo, según el nuevo mandamiento que nos ha dejado el Señor (cf. Jn 13,34). Un amor, sin embargo, que no es sentimentalismo estéril o algo vago, sino que es el reconocer a Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, aceptar al otro como un verdadero hermano, superando divisiones, rivalidades, incomprensiones, egoísmos; las dos cosas van de la mano.

4. ¿Qué misión tiene este pueblo? La de llevar al mundo la esperanza y la salvación de Dios: ser signo del amor de Dios que llama a todos a la amistad con Él; ser levadura que hace fermentar toda la masa, sal que da sabor y preserva de la corrupción, luz que ilumina. A nuestro alrededor, basta abrir un periódico para ver que la presencia del mal existe, que el Diablo actúa. Pero quisiera decir en voz alta, Dios es más fuerte. ¿Y saben por qué es más fuerte? Porque Él es el Señor. ¡Es el único Señor! Dios es más fuerte. ¡Bien! Quisiera agregar que la realidad a veces oscura signada por el mal puede cambiar. Sí nosotros primero les llevamos la luz del Evangelio sobre todo con nuestra vida. Hagamos que nuestra vida sea una luz de Cristo. Juntos llevaremos la luz del Evangelio a toda la realidad. 5. ¿Cuál es el objetivo de este pueblo? El fin es el Reino de Dios, iniciado sobre la tierra por Dios mismo, y que debe ampliarse hasta el cumplimiento, cuando aparecerá Cristo, vida nuestra (cf. Lumen Gentium, 9). El fin entonces es la plena comunión con el Señor, entrar en su misma vida divina, donde viviremos la alegría de su amor sin medida. ¡Aquella alegría plena! Ser Iglesia es ser pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre; quiere decir, ser el fermento de Dios en esta nuestra humanidad; quiere decir, anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino.

Para compartir en grupo ¿Cómo puedo hacer crecer la fe que he recibido del Bautismo? ¿Cómo hago crecer esta fe que yo he recibido y que el pueblo de Dios tiene? Que debemos hacer para que la Iglesia sea un lugar de la misericordia y de la esperanza de Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio?


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XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Evangelio según San Lucas (13, 22-30)

“En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: —«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: —«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; y él os replicará: “No sé quiénes sois.” Entonces comenzaréis a decir.

“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.” Pero él os replicará: “No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados.” Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.” Palabra del Señor.

Pautas de reflexión Aparece hoy en el evangelio alguien que hace a Jesús una pregunta: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?» es “alguien” -anónimo- para estar en él representados todos, cualquiera de nosotros. Dice Jesús que la puerta de entrada al Reino de Dios es muy angosta, esa es su respuesta. No responde Jesús directamente, no satisface la curiosidad, sino que, por el contrario, lo que quiere es suscitar en quienes lo escuchan una actitud de conversión. Si hubiese dicho: “Todos o casi todos se salvarán”, la mayoría se quedaría tranquila: “Entonces yo también voy a pertenecer, a los que se salvan. No es necesario hacer ningún mayor esfuerzo”. Si hubiese dicho: “Casi nadie”, la mayoría de desanimaría. Pero Jesús deja claro que hay que luchar, que hay que esforzarse para salvarse. No es suficiente esperar pasivamente. Debemos responder a la gracia de Dios poniendo todo nuestro esfuerzo.

No es la pregunta por el número de los salvados lo decisivo, sino mi respuesta al Amor de Dios. Hay que aprovechar el tiempo presente. Porque “el dueño de la casa cerrará la puerta”, y ya no habrá más posibilidad de entrar para los que llegan tarde. Ellos tendrán que quedarse afuera. Tendrán que escuchar: “No los conozco”. El Señor conoce a los suyos. Para pertenecer a Él, no basta tener la correcta doctrina, no basta con celebrar con él el banquete de la Eucaristía, no basta con que hayamos escuchado la predicación de la Palabra de Dios; no es que todo esto no sea importante, lo es, y mucho; pero nada puede suplir nuestro amor. Al contrario, deben llevarnos a amar de verdad. Lo que el Señor exigirá de nosotros para salvarnos es que de verdad hayamos amado, recordemos “al final de nuestra vida seremos juzgados en el amor”.


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Catequesis 3

LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO En esta catequesis el Papa aborda la expresión con la que el Concilio Vaticano II indica la naturaleza de la Iglesia: la del cuerpo. El Concilio dice que la Iglesia es Cuerpo de Cristo (cf. Lumen gentium, 7). En primer lugar aborda el texto de los Hechos de los Apóstoles donde se narra la conversión de Saulo, que se llamará después Pablo, uno de los mayores evangelizadores (cf. Hch 9, 4-5). Saulo es un perseguidor de los cristianos, pero mientras está recorriendo el camino que lleva a la ciudad de Damasco, de improviso una luz le envuelve, cae a tierra y oye una voz que le dice: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Él pregunta: «¿Quién eres, Señor?»; y la voz responde: «Soy Jesús, a quien tú persigues» (v. 3-5). Esta experiencia de san Pablo nos dice cuán profunda es la unión entre nosotros, cristianos, y Cristo mismo. Cuando Jesús subió al cielo no nos dejó huérfanos, sino que, con el don del Espíritu Santo, la unión con Él se hizo todavía más intensa. El Concilio Vaticano II afirma que Jesús, «a sus hermanos, congregados de entre todos los pueblos, los constituyó místicamente su cuerpo, comunicándoles su espíritu» (Lumen gentium, 7). 1. La Iglesia es un cuerpo viviente con una cabeza: Cristo La imagen del cuerpo nos ayuda a entender este profundo vínculo Iglesia-Cristo, que san Pablo desarrolló de modo particular en la Primera Carta a los Corintios (cf. cap. 12). Ante todo el cuerpo nos remite a una realidad viva. La Iglesia no es una asociación asistencial, cultural o política, sino que es un cuerpo viviente, que camina y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo nutre y lo sostiene. Este es un punto que desearía subrayar: si se separa la cabeza del resto del cuerpo, la persona entera no puede sobrevivir. Así es en la Iglesia: debemos permanecer

unidos de manera cada vez más intensa a Jesús. Pero no solo esto: igual que en un cuerpo es importante que circule la linfa vital para que viva, así debemos permitir que Jesús actúe en nosotros, que su Palabra nos guíe, que su presencia eucarística nos nutra, nos anime, que su amor dé fuerza a nuestro amar al prójimo. 2. En comunión y en unidad Y aquí llego a un segundo aspecto de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. San Pablo afirma que igual que los miembros del cuerpo humano, aun distintos y numerosos, forman un solo cuerpo, así todos nosotros hemos sido bautizados mediante un solo Espíritu en un mismo cuerpo (cf. 1 Co 12, 12-13). En la Iglesia, por lo tanto, existe una variedad, una diversidad de tareas y de funciones; no existe la uniformidad plena, sino la riqueza de los dones que distribuye el Espíritu Santo. Pero existe la comunión y la unidad: todos están en relación, unos con otros, y todos concurren a formar un único cuerpo vital, profundamente unido a Cristo. Recordémoslo bien: ser parte de la Iglesia quiere decir estar unidos a Cristo y recibir de Él la vida divina que nos hace vivir como cristianos, quiere decir permanecer unidos al Papa y a los obispos que son instrumentos de unidad y de comunión, y quiere decir también aprender a superar personalismos y divisiones, a comprenderse más, a armonizar las variedades y las riquezas de cada uno; en una palabra, a querer más a Dios y a las personas que tenemos al lado, en la familia, la parroquia, las asociaciones. ¡Cuerpo y miembros deben estar unidos para vivir! La unidad que es superior a los conflictos, ¡siempre! Los conflictos, si no se resuelven bien, nos separan entre nosotros, nos separan de Dios. El conflicto puede ayudarnos a crecer, pero también puede dividirnos. ¡No vayamos por el camino de las divisiones, de las luchas entre nosotros!

Para compartir en grupo ¿Cómo podemos ser miembros del Cuerpo de la Iglesia siempre unidos a Cristo? ¿Qué debemos hacer para que el Cuerpo de la Iglesia no sufra con nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos? ¿Nos sentimos miembros vivos, unidos unos con otros por una única fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones?


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XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Evangelio según San Lucas (14, 1. 7-14)

“Un sábado, entró Jesús en casa de uno

de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: —«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: “Cédele el puesto a éste.” Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:

“Amigo, sube más arriba.” Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» Y dijo al que lo había invitado: —«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.” Palabra del Señor.

Pautas de reflexión Dos actitudes fundamentales en la vida de un discípulo de Jesús quedan bien marcadas en este Evangelio: La humildad y el desinterés. “Humilde” es el que se mantiene en la sencillez. Por eso sale al encuentro con los demás de igual a igual. Es capaz de aceptar de otro una ayuda con toda sencillez y de brindarla con naturalidad. La humildad hace posible el amor en familia. Acerca a los esposos, los mueve a la comprensión y servicio recíproco. Los capacita para reconciliarse. Los invita a

buscar el gusto del otro y promover su crecimiento. La humildad edifica a la Iglesia. La humildad es necesaria para la construcción de la sociedad. En relación al desinterés, lo que Él quiere mostrarnos hace referencia al tema de la recompensa por las obras que hacemos. Nos dirá Jesús: nunca hagan el bien esperando recompensa en esta vida. Hagan el bien desinteresadamente, en su momento Dios mismo les va a dar, a los que saben compartir sus bienes con los demás la retribución, que será siempre mayor que la que nos puedan dar nuestros amigos en este mundo.


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PASTORAL DEL POST-CONFLICTO Quiero iniciar una nueva reflexión acerca de nuestra realidad: el conflicto social y violento. Para muchos la aceptación de la LEY DE VÍCTIMAS y los diálogos con las FARC en la Habana no es posible por razones que ellos aducen. Quiero demostrar cómo la tarea de la paz no depende meramente de leyes humanas, ni solo de diálogos, porque LA PAZ ES TAREA DE TODOS: Veamos lo que nos dijo el beato Pablo VI en el mensaje de la Jornada mundial por la paz del 1 de enero de 1969: “A todos los hombres de buena voluntad, a todos los responsables del curso de la historia de hoy y del mañana, a los guías por tanto, de la política, de la opinión pública, de la orientación social, de la cultura, de la escuela, a toda la juventud que surge con el ansia de una renovación mundial, con voz humilde y libre, que sale del desierto de cualquier interés terreno… nosotros anunciamos: la paz es un deber de todos” (17-18). Analizando lo dicho por él, nosotros tenemos la obligación de trabajar por la paz, no solo con los creyentes, sino con todos los estamentos de la sociedad. ¿Y cuál es nuestro aporte? () Partir de la realidad en que nos movemos y se mueve el país y el mundo; () del Evangelio y de la perenne moral cristiana, expresados en cada época a través de () la Doctrina Social de la Iglesia. La ley de víctimas se basa en tres realidades: VERDAD. JUSTICIA. REPARACIÓN. Y nosotros tenemos que afirmar que la fe nos lleva a conocer y vivir la VERDAD que es Jesucristo; a vivir la JUSTICIA no sólo humana, sino sobre todo divina, que es hacer la voluntad de Dios; nos lleva no solamente a la REPARACIÓN de lo viejo, lo acabado, sino y sobre todo a la RESTAURACIÓN del ser humano y la sociedad, que la ley de víctimas (Ley 1448 de 2008) acorde con la Doctrina Social implica fundamentalmente la restauración de varios principios y realidades: + LA DIGNIDAD HUMANA: El fundamento axiológico de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, es el respeto a la integridad y a la honra de las víctimas y de todos los seres humanos. “Las víctimas serán tratadas con consideración y respeto, participarán en las decisiones que las afecten. Para lo cual contarán con información, asesoría y acompañamiento necesario y

obtendrán la tutela efectiva de sus derechos en virtud del mandato constitucional” (Ley Cap. 1, art. 4). Para nosotros, este es el fundamento último de todo cuanto pensamos y hacemos por la persona: “La dignidad de la persona humana hunde sus raíces en Dios y está iluminada por la realización de su designio de salvación” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. No. 37). + PRINCIPIO DE BUENA FE: “El Estado presumirá la buena fe de las víctimas que podrán acreditar el daño sufrido.” (Ley cap 1 art. 5). Para nosotros “Se conoce como buena fe a la rectitud, sinceridad, honradez en el comportamiento y en el hablar; a veces también se le denomina como principio de probidad (honradez, honestidad, integridad y rectitud de comportamiento). Quien actúa de buena fe no pretende hacer mal, engañar o mentir” (Cartilla Semana por la paz 2012. Pag. 19 A). + PRINCIPIO DE IGUALDAD: “Las medidas contempladas en la presente ley serán reconocidas sin distinción de género, respetando la libertad u orientación sexual, raza, la condición social, la profesión, el origen nacional o familiar, la lengua, el credo religioso. la opinión política o filosófica” (Ley. Art. 6). Para nosotros “Dios no hace acepción de personas porque todos los hombres tienen la misma dignidad de creaturas a su imagen y semejanza. La encarnación del Hijo de Dios manifiesta la igualdad de todas las personas en cuanto a su dignidad. “Ya no hay Judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28; Rom.10,12; 1ª. Cor. 12,13; Col. 3,11)” (Compendio 144). Por tanto, la tarea en búsqueda de la paz, del conflicto armado colombiano nos compete a TODOS, pero a nosotros por razones de humanidad, que es natural y sobrenatural, nos tiene que conducir al humanismo integral. Pero ¿cuál es la tarea que a nosotros fundamentalmente nos compete? La de la RECONCILIACION Y EL PERDON que conduzca a la SANACION INTERIOR de los colombianos, para que se dé la RESTAURACION de la persona, de la sociedad, de la creación, de la relación con Dios. Así podremos construir una civilización nueva: LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR. Seguiremos abordando el tema.


12 | Evangelizar

¿SERÁ VERDAD QUE LAS UNIVERSIDADES HAN DEJADO DE LADO LA FORMACIÓN INTEGRAL DE LOS PROFESIONALES EN LAS ÁREAS HUMANÍSTICAS ?.

Los profesionales de hoy nada saben de griego y latín, algo incomprensible hace 50 años. Hoy se escogen las profesiones de acuerdo con los beneficios desde el punto de vista económico y social. La formación universitaria ha optado por transitar por la senda del mercantilismo y el pragmatismo utilitario del conocimiento. Muchos atacan el capitalismo salvaje y el liberalismo manchesteriano, ¿pero saben lo que dicen?. Otros dicen que “no creen en nada”, sino en la ciencia, pero conocen el método positivista de Comte?. Muchos profesionales de la educación confunden a los alumnos, induciéndolos a que no conozcan el pensamiento filosófico, religioso, antropológico, sociológico e histórico. ¿Saben, por casualidad, quién dijo que la religión es el “opio del pueblo”, o que, “el hombre es lo que come”, o que “a Dios no se le puede conocer a través del método científico”?. En la educación de hoy, hay más interés por lo pecuniario que por lo ético. El mundo de hoy y, por supuesto la educación, es un mundo arrodillado ante el dinero, pues “poderoso señor es don dinero”.

Textos Bíblicos “Jesús contestó. no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados” (Mt 5, 6). “No amontonéis tesoros en la tierra, en donde el orín y la polilla los corroen y en donde los ladrones se los roban. Más bien, amontonen riquezas en el cielo. En donde la polilla no las destruye ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones entran a robar. Pues, en donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6, 19-21). Pero buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura” (Mt 6, 33)

Si se quiere una renovación pastoral (como insinúa el nuevo plan de pastoral), no solo se necesitan posesiones y abundantes cuentas bancarias. Hay necesidad de hombres llenos de fe, esperanza y amor. No se puede estar condicionados por razones puramente económicas. Lo que da un dividendo inmediato no debe ser lo único que importe. Las tecnologías ofrecen una información ingente e inmediata, indiscriminada. Esto puede hacer pensar que no es necesario el educador. Rampante equivocación. Sería como creer en una Iglesia sin pastores. El alumno de hoy debe convertirse en un ser pensante, preocupado por los problemas de su país; necesita las disciplinas humanísticas (interdisciplinariedad), especialmente la ética y la estética. Hay masas que, inconscientemente, están eligiendo la prosperidad antes que la solidaridad. Hay que aprender a leer y a escribir, pues “escribir educa” (proverbio chino).


Agosto | 13

¿QUIÉNES FORMAN PARTE DE UN TRIBUNAL ECLESIÁSTICO?

Un tribunal eclesiástico puede ser constituido por el obispo, como un tribunal colegiado, reservado a tres jueces o un tribunal con juez único que sea clérigo y dos asesores de vida íntegra, experto en ciencias jurídicas o humanas aprobados por el Obispo para esta función. (Canon 1763,4) del M.P: “Mitis Iudex Dominus Ieús” (el señor Jesús, juez elemente) Papa Francisco, Agosto 15/ 2015. Conforman el tribunal eclesiástico las siguientes personas: 1. VICARIO JUDICIAL (Canon1420,1-2) Tiene la misión de representar al Obispo en el ejercicio de la potestad judicial y la responsabilidad del funcionamiento del Tribunal. Es el instructor o ponente de las causas en lo posible. 2. LOS JUECES Y ASESORES DIOCESANOS (Cánones 1421 y 1673,4) del M.P del Papa francisco de Agosto 15/2015 Tienen la misión de emitir el concepto y el voto con certeza moral de la validez o no del matrimonio; pueden ser clérigos o laicos idóneos para este oficio.

3. EL DEFENSOR DEL VÍNCULO Y EL PROMOTOR DE JUSTICIA (Canones 1430 y 1432) El defensor del vínculo está llamado a colaborar en la búsqueda de la verdad objetiva respecto a la nulidad del matrimonio en los casos concretos. Es obligatorio la presencia del defensor del vínculo en el proceso de nulidad matrimonial, si no ha sido citado, son nulos los actos. (Canon 1433) El promotor de justicia actúa en las causas contenciosas en el que está implicado el bien público. (Canon 1430) 4. EL NOTARIO/A (Canon 1437) En todo proceso debe intervenir un notario de manera que las actas son nulas si no están firmadas por él. Las actas redactadas por un notario hacen fe pública. La función del tribunal eclesiástico es impartir justicia en nombre de la Iglesia a los fieles que lo pidan oportunamente.


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LA NUEVA FAMILIA DE JESÚS (Mc 3,33-35) Al hacer lectura de este texto bíblico podemos calificar a Jesús de descortés o maleducado con su familia carnal, quienes están afuera y quieren hacer salir a Jesús de la casa, tratando de desvincularlo de la misión que está realizando con aquellos hombres y mujeres que lo escuchan con agrado. Por ello, frente a quienes no comprenden su actuación, Él mismo reacciona identificando a su verdadera familia. Frente a la familia carnal que quiere imponerle sus normas, Jesús reacciona con un gesto y unas palabras. Primero mira a quienes estaban sentados a su alrededor, su gesto es de acogida, de escucha, de discipulado. Todos estos que están en posición de igualdad, en el que ninguno se destaca o impone sobre los otros, son llamados por Jesús como su madre y sus hermanos. Una afirmación fuerte que niega todo valor a los lazos de sangre, frente a los lazos de la fe, estableciendo con sus discípulos y seguidores una casa, una familia, que se rige por valores nuevos. Jesús precisa aún más esta afirmación, cuando dice que lo propio en su nueva familia es “hacer la voluntad de Dios”. Algo que Jesús buscó durante toda su vida y que podía interpretarse de diferentes maneras: los escribas se centraban en el cumplimiento riguroso de la Ley, y la familia de sangre de Jesús se mantenía fiel a las costumbres sociales de la época, seguros de que eso era lo que Dios quería. Pero Jesús lo entiende de otra manera. Cumplir la voluntad de Dios es acoger la buena noticia del reino y formar una nueva fraternidad

en una nueva casa. Es una familia que tiene como único padre al Dios bueno y misericordioso del cielo, en la que no hay varones-jefes de familia que imponen su ley y su yugo. En la nueva familia de Jesús no hay diferencia discriminatoria entre sexos. Frente a la mentalidad de la época, y la distinción judía del momento, donde las mujeres eran minusvaloradas, Jesús presenta una nueva comunidad con nuevas relaciones. Porque todos son “hermanos y hermanas”, rigen relaciones de fraternidad y solidaridad; porque hay “madres”, se valora ante todo las relaciones en las que se genera vida, acompañamiento, ayuda, ternura. Los seguidores del Maestro están aprendiendo a vivir en una nueva casa, la familia del reino soñado por Dios para hacernos felices. Evidentemente, esto no significa que se desprecie la figura de autoridad, sino que se redimensiona orientándola claramente hacia el servicio. La familia humana, pues, aun cuando responde a un maravilloso plan divino tiene sus límites. No solo porque presenta una gran variedad de formas y estructuras según las culturas y las épocas, sino también, y especialmente, porque la familia de sangre no se agota en sí misma. Está llamada a generar en su convivencia y crecimiento la semilla del reinado de Dios, que se caracteriza por unas relaciones paternales, filiales y fraternales nuevas, donde se haga visible que Dios es amor-en-relación. De este modo, la familia será levadura que fermente la masa de la vida social.

Para compartir en familia o en grupo ¿Qué significa sentirse llamado a cuidar con amor la vida de las familias, porque ellas «no son un problema, son principalmente una oportunidad»? (Cfr. Amorsi Laetitia n° 7)


Agosto | 15

“El Evangelio Fuerza de Dios”. (Rm. 1, 16)

El Plan de Pastoral contempla ocho programas para la renovación de la vida cristiana en la diócesis. PROGRAMAS PARA LA RENOVACIÓN DE LOS AGENTES PASTORALES

PROGRAMAS PARA LA RENOVACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS

1. SERVIDORES DE CRISTO Objetivo: Renovar la IDENTIDAD de los agentes ordenados, consagrados y laicos, para garantizar un mayor crecimiento humano y espiritual.

5. PROCESOS DE EVANGELIZACIÓN Objetivo: Fortalecer los PROCESOS DE EVANGELIZACIÓN en todas las parroquias de la diócesis, para impulsar la experiencia discipular en pequeñas comunidades.

2. ¡AY DE MI SI NO ANUNCIO EL EVANGELIO! Objetivo: renovar el QUEHACER PASTORAL de los agentes para pasar de una pastoral de conservación a una pastoral más misionera.

6. El PAN DE CADA DÍA Objetivo: Renovar la VIDA ESPIRITUAL de las comunidades, para favorecer una mayor madurez en la fe.

PROGRAMAS PARA LA RENOVACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS 3. IGLESIA EN SALIDA Objetivo: Renovar las INSTITUCIONALES, para eficientes y misioneras.

ESTRUCTURAS hacerlas más

4. COMPAÑEROS DE TRABAJO AL SERVICIO DEL EVANGELIO Objetivo: Renovar los ORGANISMOS al servicio de la actividad pastoral, en orden a su implementación, cualificación y eficiencia.

7. PASTORAL DE LA MISERICORDIA Objetivo: Renovar la CARIDAD y el COMPROMISO SOCIAL de los fieles, en orden a una mayor solicitud por los pobres y excluidos. 8. CULTURA CRISTIANA Objetivo: Fortalecer en nuestras comunidades los VALORES EVANGÉLICOS, para garantizar un desarrollo social en mayor sintonía con el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.


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