Coordinado Por el equipo diocesano de pastoral sacerdotal
DIÓCESIS SONSÓN-RIONEGRO
No 76 Nov. de 2012
fe
EDITORIAL
LA
Hace un par de semanas, conversando con una señora me decía: “Padre fui a la misa, a tal lugar…, y salí tan contenta, sabe: ese sacerdote celebró la santa misa con unción, lo note con mucha fe, lo sentí cercano a Dios y a su comunidad”. Qué bueno, cuando expresiones como estas y otras similares se escuchan de los fieles, que ciertamente esperan de sus sacerdotes que sean “hombres de fe”. La fe es un don y como tal crea una relación nueva con Dios, con los demás y aún consigo mismo; por eso, vale la pena resaltar y aplaudir la convocatoria que a buena hora ha realizado nuestro pontífice para celebrar un “Año de la fe”, en el cual, lo que se busca con seguridad es que la iglesia entera renueve su adhesión incondicional a Jesucristo como “Señor” de la historia. Como somos herederos, por bondad de Dios, de esta nuestra fe, tiene sentido caer en la cuenta que no estamos inventando la fe, la fe viene de Dios y como tal ya es, ya ha sido creada; ahora lo que corresponde es recrearla, y, si algunos somos responsables de semejante tarea somos precisamente nosotros los
P. Omar de Jesús Mejía G. Rector Seminario Nacional Cristo Sacerdote
sacerdotes, quienes por bondad divina hemos sido ungidos precisamente para ser los maestros de la fe. El sacerdote debe ser, por lo tanto, un “laboratorio” andante de la fe, un comunicador espontaneo de la fe, en la cual ha nacido, se ha formado y esa fe que lo ha recreado desde siempre, pero sobre todo desde el día de su ordenación sacerdotal.
Si algunos somos responsables, en gran medida, de la renovación, de la “re-creación” de la iglesia somos los sacerdotes, en nuestras manos, como instrumentos del Espíritu Santo, está la clave de la “Nueva Evangelización” de la cual el papa Juan Pablo II y ahora Benedicto XVI han insistido con vehemencia. Los contenidos de la Evangelización ya están (han sido dados por Dios): La Palabra, los sacramentos, el Magisterio; ahora corresponde a nosotros los consagrados recrear, desde luego con la gracia de Dios, estas herramientas que están en nuestras manos para hacer que nuestra fe sea hoy al igual que la de ayer creíble y fortalezca las nuevas relaciones entre todas las personas.
CREA Y RECREA LA RELACIÓN
La invitación es pues, a que vivamos este año de la fe como un tiempo de gracia espiritual en el cual nos renovemos, nos “re-creemos” y desde esta experiencia, renovemos también nuestras parroquias e instituciones.
Finalmente, hermanos sacerdotes: que este año de la fe, sea la gran oportunidad para que en pequeños grupos de vida, promovamos el estudio de la fe, intensifiquemos la reflexión, anunciemos con alegría la vida de fe, mostremos las dos alas que conducen a la verdad: la fe y la razón. Que este año de gracia que estamos comenzando reavive en nosotros sacerdotes el don recibido el día de nuestra ordenación sacerdotal, que sea además la gran oportunidad para intensificar la formación permanente ordinaria (aquella formación constante, la de todos los días), y la formación permanente extraordinaria (aquellos espacios diocesanos y otros en los cuales se nos invitará a congresos, asambleas, seminarios…). Que la gente diga de mí…, de ti…, de nosotros… “Ese sacerdote es un hombre de fe, se le nota su buena relación con Dios y con los hermanos”.