de los Evangelios
Los evangelios se escribieron aproximadamente entre los años 65 y 95 d. C. Es decir, después de 40 años del ministerio público de Jesús y de su pasión, muerte y resurrección. ¿Qué pasó durante estos cerca de 40 años? ¿cómo se contaban los recuerdos, palabras y acciones sobre Jesús en estos años? Responder a estas preguntas nos invita a ir a los orígenes del cristianismo y tratar de conocer cómo se formaron los evangelios. Con la muerte y resurrección de Jesús termina su ministerio público y comienza el caminar de los apóstoles como guías de las primeras comunidades cristianas. Así pues, los estudiosos distinguen tres etapas fundamentales en la formación de los evangelios, a saber:
1. EL ORIGEN DE LOS
EVANGELIOS. La vida terrena de Jesús (años 6 a.C. - 30 d.C.):
Sin duda Jesús y los apóstoles son quienes dieron origen a los evangelios, Jesús como el Evangelio mismo y los apóstoles como quienes lo trasmitieron a través de su experiencia de fe. Aunque ninguno de ellos, tomaron nota de lo que fue sucediendo en la vida pública de Jesús, lo cierto es que tanto sus palabras (parábolas, dichos, discursos, etc.) como sus acciones (milagros, signos, exorcismos, etc.) quedaron en la mente y en el corazón de aquellos que vieron las maravillas que Dios obraba en la persona de Jesús y que las trasmitieron a los demás. Esto se conoce como la tradición oral fruto de vivencia de los discípulos con el Señor y del mismo envío que antes de pascua Él les había hecho. Vale la pena señalar, que en la antigüedad la memoria era muy importante por lo que se retenía con
2. LA TRANSMISIÓN DE LOS RECUERDOS SOBRE JESÚS EN LAS COMUNIDA-
DES CRISTIANAS. La generación de los apóstoles (años 30-70 d. C.):
La muerte de Jesús como un delincuente desanimó a los discípulos en un primer momento, pero la experiencia de la resurrección cambió todo, de modo que vieron con una luz nueva lo que habían vivido con Él en la Palestina del siglo I. Ellos se encargaron de ir trasmitiendo el mensaje de Jesús desde la luz de la Pascua y de esta forma nacieron las primeras comunidades cristianas. Primero en Judea, luego en Samaría y hasta los confines del mundo como lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles en 1,8. Tan exitosa fue esta predicación que ya finalizando la década de los 50, en muchas partes del imperio había pequeñas comunidades cristianas, incluyendo Roma la capital. Testimonio de esto nos ofrecen las cartas del apóstol san Pablo. Obviamente esta labor no la hizo solo el grupo de los Doce que compartió con Jesús, sino muchos otros que ellos fueron vinculado al camino cristiano.
3. LA REDACCIÓN DE LOS EVANGELIOS.
La segunda generación cristiana (años 70 a 110 d.C.):
Cuando el Templo de Jerusalén fue destruido desapareció la clase sacerdotal, el judaísmo se centró en
la Ley; acrecentándose las diferencias y tensiones entre los cristianos y la sinagoga judía y dándose una clara ruptura entre ambos grupos, a la vez que, una apertura hacia la cultura griega y hacia el imperio romano que permitía que muchos paganos se hicieran bautizar como cristianos.
Al ir muriendo los testigos oculares de la vida de Jesús se hacía más urgente poner por escrito estos recuerdos. Así nacieron las diversas tradiciones vinculadas a los principales apóstoles; en distintos lugares se fueron conservando estas tradiciones que dieron origen a muchas comunidades cristianas. Los evangelios son el último eslabón de este proceso que los distintos grupos cristianos habían realizado en diferentes ambientes y con diversas formas literarias. Los evangelistas integraron estas tradiciones y después de recopilarlas ejercieron su tarea de redactores seleccionando los distintos materiales. Un ejemplo claro de esto lo ofrece el inicio del evangelio según san Lucas que dice así: “Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lc 1,1-4).
FORMACIÓN BÍBLICA
FOTO: Los Cuatro Evangelistas | Jacob Jordaens
Por: Maria Elizabeth Osorio Zuluaga Psicóloga
La pareja de novios con la que venimos compartiendo esta formación catequética se acercan al sacerdote para continuar con la preparación de la celebración del sacramento.
Hoy queridos hijos compartiremos la primera parte de la liturgia del sacramento del matrimonio a la cual le damos el nombre de interrogatorio o escrutinio.
¡Ay, padre! - exclaman los novios con temor - ¿esto quiere decir que nos harán una investigación pública a los dos?
No queridos novios - contesta el sacerdote. En este momento la Iglesia a través del sacerdote pregunta a los contrayentes de forma individual sobre la libertad, la fidelidad, la aceptación y la educación de los hijos (Ritual del sacramento del matrimonio, prenotanda 66), con la que se acercan al matrimonio, estás cuatro características se consultan a través de tres preguntas claves que hace el
La libertad
¿Vinieron a contraer matrimonio sin ser coaccionados, sino libre y voluntariamente?
La libertad es la primera característica de la elección matrimonial, casarse es un deseo voluntario, en el que de manera libre eliges con quien compartir tu camino; Sí vine libremente es la respuesta que da garantía de la consciente libertad y voluntad que se tiene para casarse. El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad, por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio dar una respuesta negativa podría indicar una coacción de esta voluntad (Código de derecho Canónico, N°1057- 2, 1983).
La fidelidad y la aceptación
¿Al elegir el estado del matrimonio están dispuestos a amarse y a respetarse mutuamente durante toda su vida?
El matrimonio es una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal como signo imperfecto del amor entre Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional (Amoris laetitia, N°72, 2016). La fidelidad a la elección de este camino vocacional, la perseverancia y la aceptación incondicional del otro nos cuestionan sobre la verdadera disposición que habita en el corazón de los contrayentes para dar el Sí estoy dispuesto, y decidir así a compartir la vida juntos a pesar de nuestra fragilidad humana.
La educación de los hijos ¿Están dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
En esta última parte del interrogatorio el sacerdote pregunta a los contrayentes sobre su apertura al don sagrado de la vida, que se le concede a la pareja humana como copartícipes de la obra creadora de Dios, que es signo también de recibir una herencia como dice el salmista: “La herencia del Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas” (Salmo. 127, 3). Allí nos comprometemos no solo a recibir los hijos que el Señor concede si no a educarlos de manera consciente y amorosa en la fe como cristianos convencidos del anuncio de Cristo a través del testimonio vivo de los padres. Cabe resaltar que, esta pregunta puede ser omitida en casos que así lo requieran como en la ceremonia en que los contrayentes son de edad avanzada (Ritual del sacramento del matrimonio, prenotanda 66).
Ahora queridos hijos les pregunto también a ustedes:
¿La decisión que has tomado de amar a otro es una decisión libre?
· ¿Cuáles son las características y componentes del amor que tienes para ofrecer al otro?
¿Cómo puedes formar de manera comprometida y decidida a los hijos en el amor y la fe?
Diócesis de Sonsón Rionegro | 5 FORMACIÓN CATEQUÉTICA
de Pastoral Familiar
FOTO: Gisela Giraldo Fotografía | Cathopic
¿Qué son los sacramentos?
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina (Iglesia Católica, “Catecismo de la Iglesia Católica” 1131).
¿Qué es la iniciación cristiana?
La iniciación cristiana es iniciativa de Dios, quien, por medio de la Iglesia, nos hace partícipes de su vida divina. Es la inserción en los misterios de Jesucristo.
¿Cuántos y cuáles son los sacramentos de iniciación cristiana?
Son tres: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
¿Qué efecto tienen en nosotros los sacramentos de iniciación?
Estos nos configuran con el Señor y nos hace un signo vivo de su presencia y de su amor. Además, constituyen una unidad convirtiéndose en fundamentos de la vida cristiana, constituyéndose en germen, fortaleza y alimento para el cristiano (DC. n. 70).
¿Cuál es el objetivo de las catequesis de iniciación cristiana?
Promover el conocimiento del misterio de Cristo.
Disponer a la persona para recibir la Gracia de Dios
Hacerlos participes y miembros de la comunidad cristiana.
Nuestro Bautismo
Sabias que… el Bautismo es el primer sacramento de iniciación cristiana y este a su vez tiene unas directrices litúrgicas para su celebración.
¿Quién es el ministro propio del sacramento del bautismo?
El ministro ordinario del sacramento es el obispo o el párroco.
También lo pueden ser los presbíteros.
Los diáconos que colaboran en la parroquia.
Todos aquellos que sean designados por el párroco.
La celebración del Bautismo se utiliza un ritual y que este sacramento tiene un gran valor comunitario, por ende, el lugar de su celebración ha de ser el templo parroquial del domicilio de los padres, aunque en peligro de muerte inminente puede hacerse en clínicas, oratorios, capi llas y domicilios particulares, y en caso de sobrevivencia se completan
¿Cuál es la materia del sacramento del bautismo?
Es el agua verdadera y natural y no puede ser remplazada por otra sustancia.
¿Cuáles son las formas en que puede realizarse el Bautismo?
Puede realizarse por inmersión total, recordando la sepultura mística; también, sumergiendo una parte del cuerpo y derramando el agua sobre la cabeza, para significar el entrar en el vientre de la madre Iglesia, representado en la pila bautismal y, con ello, el nuevo nacimiento.
Finalmente, por infusión, recordando el descenso de la gracia del Espíritu Santo, como fuente de vida que salta hasta la eternidad.
¿Cuál es el lugar del templo en cual
6 | Nuestra Misión Evangelizar FORMACIÓN LITÚRGICA
Por: Delegación de Liturgia
FOTO: Leider Mendoza | Cathopic
Por: Pbro. Jesús Alexander Toro Toro Delegado Itinerarios de Evangelización
El SINE, es un itinerario integral que está abierto a todos los fieles que deseen una experiencia de Cristo viviendo en comunidad. Este itinerario no excluye a nadie, por el contrario, invita a todos los hombres y mujeres a participar.
La jornada misionera es la invitación del equipo sacerdotal a todos sus fieles, especialmente a los más alejados, sin excluir aquellos que están de forma activa en la vida parroquial, y a la vez una invitación plena y abierta a todos los miembros de la comunidad. Cada uno escucha la voz del pastor que lo invita a vivir la vida que Cristo ofrece, para que pueda ser gestada en un proceso de preparación en casa de reunión, es decir, que Cristo desea habitar en cada uno, de palabra y de obra “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo” (AP 3:20). Escucharle es sentir que vive muy cerca de todos, más cerca de lo que se cree, ya que lo único que desea ofrecer es vida gestada en la misma comunidad, los hermanos son el reflejo de la vida de Cristo que se hace presente en la propia existencia (Texto del SINE, instituto nivel 1).
El objetivo de esta jornada misionera es poder reunir a un grupo de perso nas que deseen prepararse para vivir el retiro de evangelización o kerigma. Dicho llamado se hace a través de un evangelizador que pertenece al minis terio de evangelización diocesana o del párroco; quienes invitan a experi mentar en sus propias vidas el amor desbordado del Padre. Se suscita en los participantes a que experimenten la voz de Jesús que pregunta: ¿vivo en
tu corazón? Descubrir que Jesús vive en todos es el mayor regalo. Para iniciar una comunidad se debe vaciar el corazón de tantas ataduras que se tienen, darse cuenta que se ha navegado sin rumbo en un mar bravío y hostil, tener conciencia que Jesús vive en el corazón es entender que no se está solo (Instituto nivel 1). Cuando esto se comprende entonces Jesús hace la segunda pregunta: ¿desear continuar este camino de Evangelización, en una casa de reunión? Claro está que no se obliga a nadie, sino que ésta es una decisión personal a vivir la experiencia de compartir la fe.
Es clave dar información clara a quienes ya están motivados para iniciar este camino, la motivación de cada uno para saber que este es un nuevo movimiento del Espíritu Santo y que estando en comunión eclesial el Señor lo hace todo nuevo. El compromiso de permanecer y perseverar, a no dejarse invadir ni por las ocupaciones y mucho menos por los afanes de la vida, Dios da el tiempo cuando se entrega con generosidad.
¿Te han invitado alguna vez a pertenecer al sistema integral de nueva evangelización?
¿En tu parroquia se ha realizado alguna jornada misionera, para
- Abril -
DOMINGO 2
2-9 Semana Santa
VIERNES 7
Colecta para los santos lugares
DOMINGO 9
· Domingo de Pascua Día de la memoria y solidaridad con las víctimas del conflicto armado
LUNES 17
17-21 Catequesis prematrimonial virtual
VIERNES 21
Encuentro diocesano de formación y actualización para animadores del canto litúrgico
MARTES 25
Encuentro con sacerdotes encargados de catequesis
JUEVES 27
· Encuentro virtual con Sacerdotes diocesanos en Misión
VIERNES 28
Taller de formación con profesores de E.R.E y ética
SÁBADO 29
29-30 Catequesis prematrimonial Convivencia de aspirantes al seminario mayor
DOMINGO 30
Dia del Buen Pastor Colecta diocesana para los sacerdotes mayores y enfermos
Diócesis de Sonsón Rionegro | 7 ITINERARIOS DE EVANGELIZACIÓN
FOTO: Itinerarios de Evangelización | Facebook
Domingo de Ramos
Primera Lectura: del libro de Isaías 50, 4-7 Salmo 21: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Segunda Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11 Evangelio: del santo Evangelio según San Mateo 21, 1-11
Cuando se acercaban a Jerusalén, y llegaban a Betfagé, junto al monte de los Olivos. Jesús mandó dos discípulos diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente, encontrareis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo contestadle que el señor los necesita y los devolverá pronto». Esto ocurrió para que sucediera lo que dijo el profeta: «Decid a la hija de Sión: "Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en su asno, en un pollino, hijo de acémila"». Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: Trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: «¡viva el hijo de David!». «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».«¡Viva el Altísimo!». Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada «¿Quién es este?». La gente que venía con él decía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».
El Domingo de Ramos o de las palmas, leemos el Evangelio de Mateo que narra el ingreso de Jesús en Jerusalén. Bien podría llamarse el domingo del desengaño y la desilusión para los judíos. El relato -como sucede en muchos lugares del Evangelio- contiene varias citas de la Biblia hebrea, así el evangelista resume la historia del pueblo de Israel. La primera indicación apunta a dos aldeas, una mención no tanto topográfica sino teológica. Betfagé significa la casa de los higos y en Jerusalén Jesús encontrará una higuera seca, figura del templo de Jerusalén.
Jesús envía dos discípulos a las aldeas. Allí hallarán una asna y su pollino, deben desatarlo y traerlos a Jesús. Alude a la bendición de Jacob a Judá: “no se apartará el cetro ni el bastón de mando de sus pies hasta que venga a quien le deben obediencia todos los pueblos, hasta que venga el dueño del cetro. El que amarra su pollino a las viñas” (Gn 49,8-11).
También asoma una referencia a Zacarías: “Alégrate, ciudad de Sión,
canta de alegría Jerusalén. A ti viene tu rey, justo y victorioso, pero humilde, montado en un burrito, cría de una burra” (Zac 9,9-10). Mateo omite la frase “justo y victorioso” alusión a la fidelidad a la Torá y a la victoria militar. La frase “humilde y cabalgando un asno” revela el carácter pacífico del monarca (Is 9,6), pues el caballo era la montura del guerrero (Ex 14,9; Zac 1,7-11).
En Mateo, desde el inicio, Jerusalén es la ciudad de la institución religiosa judía, que mata a los enviados de Dios. El Mesías ingresa en Jerusalén en la cabalgadura de campesinos, personas humildes y sencillas. Jesús recupera una profecía olvidada que no habla de la venganza y el triunfo militar. Los discípulos ponen encima de los animales sus mantos, que en la cultura hebrea indica la realidad de las personas, los discípulos adhieren a este mesías de paz, no violento e indefenso. Pero la gente, al contario de los discípulos, pone sus mantos sobre el camino, sobre la tierra, no quieren un mesías de paz sino un rey a quien servir como esclavos.
“Tomar ramas de los árboles” es traer a la escena la fiesta de las tiendas, fiesta donde algunas tradiciones judías ponen la manifestación del mesías triunfador. La gente va adelante, no es Jesús quien guía a las gentes. Recuerda la tentación de poner a Jesús en lo alto del Templo de la ciudad. La gente le muestra a Jesús el camino: lo tienta con el poder.
Además, la multitud grita: “Hosanna, hosanna (expresión hebrea que significa “sálvanos” Sal 118,25-26) y añaden “hijo de David” (como Salomón, Roboam u otro), en línea militar y política. Por ese motivo, unos días más tarde, la multitud pedirá a Pilato “crucifícalo”, porque Jesús no asume este rol de mesías victorioso. La multitud quiere un mesías hijo de David, al estilo de un monarca, guerrero, rey por medio del baño de sangre, capaz de unificar las tribus de Israel. Cuando descubren que Jesús no asume este estilo, entonces la multitud elige a Barrabás y Jesús irá a la cruz.
8 | Nuestra Misión Evangelizar EVANGELIO DEL DOMINGO Domingo 2 de abril
“Bendito el que viene en el nombre del Señor”
Domingo de Pascua
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37-43
Salmo 117: “Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”
Segunda Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4 Evangelio: del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.
Según el relato del Evangelio, Juan o el discípulo a quien Jesús amaba, observa que todavía estaba oscuro: la luz de la Resurrección ha roto la noche. Pensamos en el Prólogo del evangelio: “La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no lo reflejaron” en el doble sentido del término “reflejar” que quiere decir ‘comprender’ y ‘detener’. Las tinieblas no comprendieron la luz ya que, como dice Jesús en San Juan, “el mundo no fue capaz de acoger el Espíritu de verdad” (Jn. 14, 17); y también: “La luz vino al mundo y los hombres prefirieron la oscuridad a la luz” (Jn. 3, 19). Pero, a pesar de todo, las tinieblas no pudieron detenerla, en el sentido de impedir que brillara; es siempre San Juan quien nos relata la frase que habla de la victoria de Cristo: “¡Estén seguros, yo he vencido al mundo!” (Jn. 16, 33).
Entonces, “mientras estaba oscuro”, María de Magdala ve corrida la piedra de la tumba, corre a encontrar a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, (se supone que es el mismo evangelista) y les dice: “Se han llevado al Señor de su
tumba y no sabemos dónde lo han puesto”. Los dos discípulos se afanan: observamos la deferencia de Juan hacia Pedro; corre más rápido, es más joven quizá, pero deja que Pedro entre primero en la tumba.
“Pedro entra en la tumba y ve la mortaja allí y el lienzo con que cubrieron la cabeza, no con la mortaja sino puesto en un sitio aparte”. Su descubrimiento se resume así: la tumba vacía y los lienzos en su lugar; pero cuando Juan entra, dice el texto: “Fue entonces cuando entró el otro discípulo, que había llegado primero a la tumba, vio y creyó”. Para San Juan, estos lienzos son dos piezas que convencen: prueban la Resurrección. En el mismo momento de la ejecución de Cristo, y mucho tiempo después, los adversarios de los cristianos hicieron correr el rumor de que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo; San Juan responde: “Si hubieran tomado el cuerpo, también se habrían llevado los lienzos que lo cubría”.
Estos lienzos son la prueba de que Jesús había sido desde entonces liberado de la muerte; estos dos lienzos que lo envolvían significaban la pasividad de la muerte. Ante los dos lienzos abandonados y ya inútiles, Juan vio y creyó: comprendió todo enseguida. Cuando Lázaro fue devuelto a la vida por Jesús, algunos días antes, salió envuelto, su cuerpo todavía era prisionero de las cadenas del mundo, aún no había resucitado; Jesús sale desligado, plenamente libre, su cuerpo ya no tenía traba alguna.
La última frase es un poco extraña: “Hasta entonces, en efecto, los discípulos no habían visto que, según las Escrituras, era necesario que Jesús resucitara de entre los muertos”. Juan ha advertido varias veces en su evangelio que era necesario esperar la Resurrección para que los discípulos comprendieran el misterio de Cristo, sus palabras y su comportamiento.
Diócesis de Sonsón Rionegro | 9 EVANGELIO DEL DOMINGO Domingo 9 de abril
“Él había de resucitar de entre los muertos”
Segundo Domingo de Pascua
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47 Salmo 117: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9 Evangelio: del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Los discípulos estaban reunidos, y las puertas cerradas. Tenían miedo de los judíos. De improviso, Jesús se pone en medio: “¡La paz esté con ustedes!” Después de mostrarles las manos y el costado dice de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! ¡Como el Padre me envió, así los envío yo!” Y les comunica el don del Espíritu para perdonar el pecado y reconciliar las personas entre ellas y con Dios. ¡Reconciliar y construir la paz! He aquí la misión hasta hoy.
Era la tarde del primer día de la semana”, es decir, el domingo: es no solo una precisión cronológica; sino también un guiño: “¿ustedes por qué se reúnen cada semana?” Esta reunión del domingo es un rasgo distintivo de los cristianos en el mundo judío. Para los judíos, el domingo era el primer día de la semana, un día de trabajo como los otros; pero el séptimo día, el sábado,
era el día de fiesta, del reposo, de la reunión comunitaria, de la oración. Fue un día después del sábado cuando Jesús fue resucitado y varias veces se mostró vivo a los suyos, siempre el primer día de la semana. Este primer día de la semana se convirtió para los cristianos en el primer día de los tiempos nuevos: como la semana de siete días recordaba los siete días de la creación, esta nueva semana iniciada con la resurrección de Jesús fue el comienzo de la nueva creación.
La primera palabra de Jesús resucitado es “La paz sea con ustedes” Era el saludo judío de cada día, pero es un saludo extraño después de cuanto acaban de vivir. El temor, la angustia del último mes antes del arresto de Jesús, el horror de su pasión y de su muerte, la noche del jueves, la jornada del viernes, el silencio del sábado una vez puesto Jesús en la tumba…
¿les permite estar en paz…, como si nada hubiera pasado? Este saludo de paz es una locura, pero a la vez una certeza: Él está vivo… y, para probarlo, el resucitado les muestra sus llagas, o sea las marcas de la crucifixión. Las señales están en las manos, en los pies, y en el costado: la resurrección no olvida la muerte, pero las heridas ya son cicatrices.
Jesús les muestra a los suyos las señales de su pasión. ¡El resucitado es el crucificado! Jesús está con nosotros en la comunidad, y porque está resucitado está metido en la vida de la gente. Jesús resucitado es el mismo encarnado, hecho humanidad y mantiene las señales de su pasión. Incluso él está con nosotros en las señales de sufrimiento de la gente: el hambre, la tortura, las guerras, las enfermedades, la violencia, las injusticias...
Domingo 16 de abril
“Bienaventurados los que crean sin haber visto”
10 | Nuestra Misión Evangelizar EVANGELIO DEL DOMINGO
Tercer Domingo de Pascua
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33
Salmo 15: “Señor, me enseñarás el sendero de la vida”
Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 17-21
Evangelio: del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!”
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”.
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Con base en el relato del Evangelio de la comunidad lucana, luego de la visita de las mujeres (y de Pedro: 24,12) a la tumba abierta y vacía de Jesús (24,2), se sabe que Él está vivo; pero no se sabe dónde y cómo pueda ser encontrado; de ahora en adelante, el Resucitado tomará la iniciativa y se manifestará en circunstancias diversas. La primera de ellas es el encuentro con dos discípulos desilusionados al máximo: ellos esperaban que Él fuera el salvador de Israel (24,21), pero, pasados tres días, se separaron de la comunidad, tal como había hecho Tomás en el Evangelio del Domingo pasado.
La recuperación de los discípulos por parte de Jesús involucra, al menos, tres acciones: 1) Se les acerca, camina con ellos, les pregunta y los escucha (vv. 15 – 24). En otras palabras: Jesús sale a buscar la oveja perdida, tal como había hecho tantas veces (5, 31
– 32; 15, 1 – 32; 19, 1 – 10). Incluso el mismo método usa Jesús con Pedro, quien lo había negado: no en vano en Lc 24,34 se refiere este encuentro de reconciliación. 2) Jesús resucitado les explica las Escrituras (v. 27): ellos no comprenden y, menos aún, aceptan la humillación del mesías en la cruz, el fracaso de su Maestro; por este motivo, Jesús aclara que los eventos ocurridos no son absurdos, más bien hacen parte del proyecto salvador de Dios Padre desde la clave del amor, amor de agápe que se entrega sin esperar nada a cambio. De esta entrega nace la victoria sobre la muerte. Así, la clave hermenéutica de las Escrituras no es otra diferente a la Resurrección.
3) Jesús parte el Pan con los discípulos que van a la aldea de Emaús (v. 30): y se recuerda, de esta manera la última acción de Jesús con los suyos antes de vivir su última Pascua (22,
14–38). El anuncio testimonial es claro: Jesús ha dado su vida, el Resucitado permanece en medio de quienes, “haciendo esto en memoria suya” (22,19), son capaces de compartir su existencia con las personas de su familia y comunidades.
Ya es de noche, pero los discípulos regresan presurosos a Jerusalén al encuentro con sus hermanos, se reintegran a la comunidad que necesita un testimonio como el de ellos o como el de Pedro (24,34). En este contexto de la Pascua los cristianos tenemos un reto y una responsabilidad: es posible tener un encuentro con Jesús el Cristo vivo, quien sale a buscar sus ovejas perdidas: lo encontramos en el camino de la vida, en las Escrituras, en la Eucaristía y en la comunidad. De este encuentro depende la renovación comprometida de nuestra fe.
Diócesis de Sonsón Rionegro | 11 EVANGELIO DEL DOMINGO Domingo 23 de abril
“Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron”
Cuarto Domingo de Pascua
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 14a. 36-41 Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta” Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20-25 Evangelio: del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Hoy Jesús se revela como la puerta de las ovejas. Ya en el mundo judío los profetas cuestionaron a los malos pastores porque ponen en peligro a las ovejas. Era un asunto de vida o muerte para el rebaño. Jesús habla de la solicitud del pastor hacia las ovejas como del peligro que representan para ellas los malos pastores. Estos temas familiares, los retoma en el texto bajo la forma de dos pequeñas comparaciones sucesivas: el pastor, y la puerta.
La presentación es solemne: “En verdad, en verdad, les digo”. Esta expresión introduce siempre un evento nuevo, si bien, el tema del pastor era muy conocido, entonces, ¿en dónde está la novedad? Por otra parte, el evangelista precisa que ambas parábolas se dirigen a los fariseos: Jesús les contó la primera, pero, nos dice Juan, “no comprendieron lo que Jesús quería decirles”. Por tal motivo, Jesús entrega la segunda imagen.
¿Por qué los fariseos no entendieron la primera? Porque Jesús revela su condición: Él es el pastor bueno, excelente, armónico capaz de dar felicidad a su pueblo; y ellos, los adversarios de Jesús quedan en el rango de los malos pastores. Ellos entendieron bien lo que Jesús quiso decir, pero no lo podían aceptar. Sería admitir que el Galileo es el Mesías, el Enviado de Dios, pero no concuerda con el mesías esperado por los judíos.
Jesús tiene cuidado de decir “En verdad, en verdad, les digo”. Cada vez que introduce un discurso con estas frases hay que estar atentos; el equivalente de estas frases se encuentra en los profetas: cuando el Espíritu de Dios les sopla palabras duras de comprender o de aceptar, siempre tienen cuidado de comenzar y, a veces, de terminar su predicación con fórmulas como “oráculo del Señor”, “Así habla el Señor”. Aún advertidos, los fariseos no entendieron o no quisieron entender la revelación que hace Jesús.
Pero Él insiste: “Por esto Jesús retoma la palabra”; adivinamos la paciencia de Jesús que le inspira esta nueva tentativa para convencer a su auditorio: “Yo soy la puerta de las ovejas; si alguien entra pasando por Mí, será salvado”. Es decir, Él es el Mesías, el Salvador. Por Él, el rebaño llega a la vida verdadera. “Yo he venido para que las personas tengan vida y la tengan en abundancia”. Es como una confidencia: ¡Jesús nos dice por qué ha venido! Es el motivo de su encarnación.
Según Jesús, las ovejas siguen al pastor porque conocen su voz. Detrás de esta imagen pastoral, leemos una realidad de la vida de fe. Nuestros contemporáneos no seguirán a Cristo Jesús, no serán sus discípulos, si nosotros no hacemos eco a la voz de Cristo, si no hacemos conocer la Palabra de Dios. Escuchamos aquí, una vez más, un llamado a hacer resonar por todos los medios “el sonido de su voz”.
12 | Nuestra Misión Evangelizar EVANGELIO DEL DOMINGO
Domingo 30 de abril
“Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará”
Es una expresión del común de la gente:
Pues, ellos con su espontaneidad, energía e imaginación llenan los lugares de una forma indescriptible, y aparte de ello, dan esperanza a un mundo que se encuentra enfermo por la proliferación de ideologías, caminando al abismo, ya que ha perdido su horizonte.
La infancia, no solo la podemos reducir a una etapa del desarrollo evolutivo en el ser humano, ya que el mismo Jesús mencionó:
Es de seres humanos valorar el regalo de la vida desde el momento de la concepción, y con mayor fuerza en las criaturas que inician su período de párvulos, pues ellos son el potencial para un mundo que necesita cambios drásticos para poderse salvar, puesto que en ellos se gestan las ilusiones de un planeta diferente, cargado de color y, con ello, de esperanza. De hecho para ellos no hay distinción de credo, raza, nacionalidad o posición social, y ese es el inicio clave para la auténtica alegría y transformación del entorno.
mente captan la información, se afinan en principios y modelan su personalidad. Podríamos compararlos a unas “esponjas” que absorben, y que aún no distinguen con facilidad lo bueno de lo malo; por lo que es sumamente primordial saber qué se les brinda, luego eso los marca para siempre; de manera analógica podría usarse el compararlos como unas grabadoras de sonido que reciben información y la guardan, para posteriormente reproducirla. Así que, es una delicada labor la formación de los niños.
18, 3-4).
Por tanto, no se puede reducir a una etapa, sino que se debe configurar como un estilo de vida, o un estado del alma; es decir, es necesario hacernos como niños para alcanzar la verdadera felicidad y vivir sin complicaciones.
Los niños son un regalo providencial de Dios, por tanto deben ser valorados, amados y respetados. También debe existir una urgencia por la formación que se les brinda, por consiguiente, debe ser efectiva, eficaz y amplia. Por ende, es el momento propicio, con que en ese lapso de tiempo, es cuando mayor-
Esta reflexión y muchas otras que pudiéramos hacer entorno a los niños, son justas y necesarias para entrar en razón de la responsabilidad que tenemos, además, el evitar que su reconocimiento se reduzca a una celebración. La invitación es a sensibilizarnos en lo cotidiano a que los niños merecen toda atención, protección y respeto.
Diócesis de Sonsón Rionegro | 13 EVANGELIZACIÓN
Por: Pbro. Sebastián Sánchez Rojas Delegado de Infancia, Adolescencia y Juventud
“de los que se hacen como niños, es el Reino de los cielos” (Mt.
FOTOS: Diócesis de Sonsón Rionegro
Por: Mons. Darío Gómez Zuluaga Párroco el Perpetuo Socorro, Rionegro
El desafío de la pastoral urbana exige cambios radicales en la mentalidad, los métodos y las acciones relacionadas con la forma como los evangelizadores nos acercamos a las realidades de lo urbano. Siendo un nuevo paradigma, la ciudad nos plantea “un estilo pastoral adecuado a la realidad urbana con atención especial al lenguaje, a las estructuras y prácticas pastorales, así como a los horarios” (Aparecida, 2007).
La tentación de mantenernos en los estilos que ya no funcionan, en las prácticas que ya no dicen nada o en mensajes que son descontextualizados, se debe superar, sin miedos ni prevenciones; pues la misión del testigo, no solo debe ser en autenticidad y coherencia sino también en eficacia. Una mirada autocrítica a nuestras prácticas de religiosidad popular o de costumbres en la evangelización, nos vendría bien, para que demos el paso a nuevas expresiones pastorales y espirituales, pues no se trata de “quitar sin poner”.
El esfuerzo por una pastoral que sea más acorde con los tiempos moder-
nos y con los desafíos de las realidades emergentes, exige, también, un claro compromiso con la creatividad pastoral, la toma de riesgos, aun con la posibilidad del aparente fracaso pastoral, ya que se necesitan “estrategias para llegar a los lugares cerrados de las ciudades como urbanizaciones, condominios, torres residenciales o aquellos ubicados en los así llamados tugurios y favelas” (Aparecida, 2007). Sí, se trata de las dos realidades de la urbe: la urbanización irreversible y la pauperización de las comunidades. Ser pastores para la ciudad y emprender acciones de pastoral urbana, incluye las dos manifestaciones del desafío evangelizador: la gran ciudad y la gran pobreza. Está bien que los cambios necesitan tiempo y no hay que presionar procesos, pero sí debemos apretar el paso, pues el tiempo apremia y no hay vuelta atrás.
Ser pastores con olor a ciudad es una exigencia para todos, sacerdotes, consagrados, laicos. Para lograrlo, se requiere apertura mental, creatividad en las propuestas, formación en nuevas disciplinas
pastorales (redes, virtualidad), trabajo en equipo, dejarse ayudar; pero sobre todo, conocer la ciudad, el ambiente, las personas y las dinámicas de la sociedad. Como le ordenó el Señor a Jonás: “vete a la gran ciudad”, pero éste, malhumorado, en lugar de viajar de Jope a Nínive (hacia el oriente), viajó de Jope a Tarsis (hacia occidente), lejos del Señor y de la ciudad. (Jon 1,2-3)
Las ovejas de la ciudad tienen un olor especial: a ciudad. Los pastores de esas ovejas, si queremos “oler a oveja”, debemos “oler a ciudad”.
1. ¿Cuáles actitudes pastorales no son adecuadas, porque no “huelen a ciudad”?
2. ¿Hay en tu parroquia una sensibilidad real por los excluidos (por ej. los nativos) del progreso y del urbanismo?
14 | Nuestra Misión Evangelizar
EVANGELIZACIÓN
FOTO: PICJUMBO | Pexels
Toda vocación elegida, es una opción del máximo en cuanto debe vivirse bien, pues no se nos llama para arrastrar la vida, o improvisar, o ensayar; se nos invita a una vocación específica para perfeccionarnos en ella, y contribuir también nosotros al engrandecimiento de esa opción que hemos tomado, de tal manera que, se vuelva atrayente no sólo para quien la tomó, sino para quien piensa o se dispone, tal vez de modo inmediato, a tomar esa, misma opción de vida.
Pero vivir bien la vocación tomada ciertamente es exigente, implica capacidad de lucha, creatividad, resciliación, tesón, mentalidad positiva para volver a empezar de nuevo, por ello para llevar a feliz término (Fil 1,6) la obra que Dios ha iniciado en la persona, se necesita la ayuda divina y el apoyo de los hermanos, y aquí entra la familia, ella es SOPORTE de la vocación. Si del llamado a la vocación sacerdotal o religiosa se trata, la familia, la propia familia de aquel que Dios ha llamado se convierte para él o para ella en una bendición por varias razones.
1. Es en la familia donde el que ha sido llamado, aprendió los valores humanos, cristianos y la forma concreta de practicarlos (2Tim 1,5). Por ello, la familia seguirá siendo guardián de esos valores y para el vocacionado, que ama y valora lo aprendido, siempre será preocupante ir en contra de lo aprendido en la familia.
2. Es la familia la que sintiendo a su hijo e hija parte de un nosotros, un prójimo cercano (Francisco, s.f.). Ora por quien se dispone a seguir al Señor, refugia, acepta, cobija, ama y protege el don de Dios. No en pocas ocasiones, es la misma familia la que le hace sentir al vocacionado la confianza y la plenitud en el don recibido. La familia hace amar el don de la vocación y ama y hace sentir amado a quien lo recibe.
3. Es la familia, “el hospital”, en palabras del Papa Francisco, donde llega el sacerdote, la religiosa, el religioso, no solamente cuando está enfermo físicamente, sino cuando está enfermo del corazón por incomprensiones, por renuncias, por el rechazo, por el dolor moral, entonces es
cuando, gracias a la familia, experimenta compañía.
Me atrevería a decir que, el secreto de la perseverancia en seguir generosamente a Cristo, se entiende desde esa relación íntima con la familia, en la que se siente que ella es bálsamo y ungüento, cuando llegan palabras como “no estás solo (a)”, “ánimo”, “estámos contigo”, “esta es tu casa”, “eres nuestro”, “aunque todos te abandonen nosotros no, estámos para ti”.
4. Es realmente la familia la que, llorará, sentirá la ausencia y guardará como un tesoro en un cofre sagrado la obra que hicimos en el mundo, y es la que, con toda seguridad, orará y visitará los despojos mortales cuando nos hayamos ido a la casa del Padre.
¿Conversas, es decir, escuchas y te escuchan en tu familia?, ¿pasas tiempo con tu familia?, ¿realmente conectas con tu familia, hay estrecho vínculo en palabras, sentimientos, apoyo y sueños?
Diócesis de Sonsón Rionegro | 15 VOCACIONES Y MINISTERIOS ORDENADOS
Por: Pbro. Ovier de Jesús Galvis Sánchez Delegado para la Vida Consagrada