Capilla Virtual - 02 Abril

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CAPILLA VIRTUAL O R A C I Ó N

P E R M A N E N T E

E N

C A S A

PIDAN, BUSQUEN, LLAMEN 02 DE ABRIL DE 2020


EVANGELIO DEL DÍA

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CAPILLA VIRTUAL, ARQUIDIÓCESIS DE CALI

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (8,51-59):

NIÑOS

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».

Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

PARA COLOREAR


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SANTO DEL DÍA, 02 DE ABRIL SAN FRANCISCO DE PAULA

Se retiró a la montaña, y ahí permaneció durante cinco años, rezando, meditando y alimentándose solamente de agua y de yerbas silvestres y durmiendo sobre el duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Pronto, varios hombres siguieron su ejemplo. Francisco tuvo que fundar varias casas para sus religiosos y, en todos sus conventos puso una consigna o ley que había que cumplir siempre. Decía así: “Cuaresma perpetua”. Esto quiere decir que en la alimentación se debían hacer las mortificaciones que antiguamente se hacían en cuaresma con el fin de fortificar la voluntad. El Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un verdadero modelo para los que tienen que llamarles la atención a los gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor

de los pobres. Por muchos años nuestro santo recorrió ciudades y pueblos llevando los mensajes de Dios a las gentes. Y en aquellos tiempos (como ahora) había alcaldes, gobernadores, ministros y hasta jefes de Estado que abusaban de su poder y gastaban los dineros públicos para enriquecerse o para hacer gastos inútiles y conseguir lujos, en vez de socorrer a los necesitados. A ellos les iba recordando San Francisco que a cada uno le dirá Cristo en el día del juicio aquellas palabras que dijo en el Evangelio: “Dame cuenta de tu administración” . El santo logró convertir a Luis XI antes de su muerte. Este quedó tan agradecido que nombró a Francisco de Paula como director espiritual de su hijo, el futuro Carlos VIII, rey de Francia. Murió el Santo, 2 de abril de 1507. El pueblo empezó inmediatamente a proclamarlo como santo y los milagros empezaron a sucederse. Doce años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo Pontífice León X , en 1519.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA Oh Virgen, Madre de Dios, Inmaculada María, nos ofrecemos y consagramos a ti, bajo el título de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que esta Medalla sea para cada uno de nosotros, prenda del amor que nos tienes, y nos recuerde nuestros deberes para contigo. Que siempre que la llevemos nos bendiga tu amorosa protección, y nos conserve en la gracia de tu Hijo. Oh Virgen poderosa, consérvanos siempre a tu lado en todos los instantes de nuestra vida. Concede a estos hijos, la gracia de una buena muerte, para que en unión contigo podamos gozar para siempre de la eterna felicidad. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Nació en un pueblecito llamado Paula, en Italia, en 1416. Cuando tenía unos pocos años se enfermó gravemente de los ojos. Se encomendó junto con sus padres a San Francisco y este santo le obtuvo de Dios la curación. En acción de gracias se fue a los 14 años en peregrinación a Asís, y allá recibió la inspiración de convertirse en ermitaño, dedicado a rezar y a hacer penitencia.


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PIDAN, BUSQUEN, LLAMEN

LUCAS 11,9-13 Ambientación Como de costumbre. Tener el cuadro del hijo pródigo. Pequeño ritual de inicio Se disminuye la intensidad de la luz. Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.

ASAMBLEA FAMILIAR

Bienvenida Tiempo para entrar en una actitud receptiva Música suave (2 minutos aproximadamente). Invocación al Espíritu Santo Proclamación del Evangelio LUCAS 11,9-13 Pues yo les digo: Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra, y al que llama, le abren. ¿Qué padre entre ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez le va a dar una culebra? ¿O si le pide un huevo le va a dar un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? Resonancia La confianza de Jesús es absoluta. La quiere contagiar a sus discípulos con fuerza. No sabemos exactamente cómo se expresó, pero los evangelistas han acogido sus palabras de forma lapidaria: «El que pide, está recibiendo. El que busca, está hallando. Y al que llama, se le abre». Esta es la experiencia que vamos a vivir junto a Jesús. Los giros que usa al hablar sugieren que está hablando de Dios, aunque evita nombrarlo. Por eso se puede traducir así: «Pidan y Dios se los dará. Busquen y Dios se dejará encontrar. Llamen y Dios se les abrirá».

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Aunque las tres invitaciones de Jesús apuntan a la misma actitud de fondo, parecen sugerir matices algo diferentes. «Pedir» es suplicar algo que hemos de recibir de otro como regalo, pues no podemos dárnoslo a nosotros mismos; es la actitud ante Dios: «Todo lo que pidan al Padre en mi nombre lo concederá». *Buscar» es rastrear, indagar algo que se nos oculta, pues está encubierto o escondido; es la actitud ante el reino de Dios: «Busquen ante todo el reino de Dios y su justicia». «Llamar» es gritar, atraer la atención de alguien que no parece escucharnos; es la actitud de los salmistas cuando sienten a Dios lejano: «A ti grito, Señor, inclina el oído hacia mí, no te quedes lejos, respóndeme, ven en mi ayuda». Pero Jesús no solo desea despertar estas actitudes en sus discípulos. Quiere sobre todo avivar su confianza en Dios. No les da explicaciones complicadas. Jesús es «sencillo y de corazón humilde». Les pone tres comparaciones que rueden entender muy bien los padres y las madres que hay entre sus seguidores. También en este grupo le podemos entender. «¿Qué padre o qué madre, cuando el hijo le pide un pan, le da una piedra de forma redondeada, como las que a veces ven por aquellos caminos? ¿O si le pide un pez le dará una de esas culebras de agua que, en alguna ocasión, aparecen en las redes de pesca? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión?» Una madre o un padre no se burla así de su hijo pequeño, no le engaña, no abusa de él, precisamente porque es pequeño y no sabe distinguir todavía lo que es bueno de lo que es malo. Es inconcebible que, cuando su hijo le pide algo bueno para alimentarse, le dé otra cosa parecida que puede hacerle daño. Al contrario, le dará siempre lo mejor que tenga. Jesús saca rápidamente una conclusión: «Si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos cosas buenas, ¡cuánto más el Padre del cielo, en el que no hay sombra de maldad, dará cosas buenas a sus hijos! ¡Cómo no va a ser Dios mejor que ustedes!». Lucas nos indica que este fue el recuerdo que quedó de Jesús en los que lo conocieron de


cerca: «Ungido por Dios con Espíritu Santo y poder, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con El» (Hch 10,38). Lo más grande que podemos pedir en este grupo es ese «Espíritu Santo» que Jesús recibe de su Padre y le hace vivir «haciendo el bien» y «curando a los oprimidos». Ese Espíritu nos va a ir transformando y convirtiendo. Dios nos lo va a regalar, porque es con nosotros el mejor de los padres y de las madres. Además, el mismo Jesús lo prometió a sus seguidores: «Ustedes recibiràn la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes y seràn mis testigos...» (Hch 1,8). Resonancia personal guiada • ¿Tengo yo la experiencia de que, cuando pido a Dios, estoy recibiendo algo... que, cuando busco, estoy encontrando algo en mi interior... que, cuando llamo, ya no estoy tan solo? ¿Se me hace Dios presente en esa oración, aunque mis rezos no sirvan para resolverme mis problemas concretos?

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• ¿He descubierto que necesito pedir a Jesús su Espíritu Santo? ¿Por qué no introduzco esta costumbre en mi vida? ¿Empiezo a pedir desde ahora el Espíritu de Jesús para mis hijos e hijas, para mis amigos, para la gente más olvidada, para la Iglesia, para el mundo entero? ¿No es hermoso que haya una voz más pidiendo a Dios su Espíritu alentador y dador de vida? Invitación a verbalizar la oración personal y a apoyarla con la respuesta colectiva Animador: ■ Ahora es el momento en que quien quiera puede expresar de viva voz su oración dirigida al Padre. Tiempo para las intervenciones personales. Sugerencias para la oración • Un miembro del grupo proclama en un clima de silencio las palabras de Jesús: «Pidan y recibiràn. Busquen y encontraràn. Llamen y se les abrirán. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama,

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se le abre». Las meditamos en silencio. Luego, quienes lo deseen, van pidiendo al Padre cosas buenas para sus hijos e hijas más olvidados, recordando a tantas personas por las que nadie reza. El que preside concluye la oración: «Gracias, Padre del cielo, porque eres mejor que nosotros con nuestros hijos». • La persona señalada invita al silencio y pronuncia las palabras de Jesús: «Si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?». Después, cada uno en silencio, y luego todos juntos a una sola voz, oramos: Ven, Espíritu de Dios, luz que penetras el alma, fuente del mayor consuelo...

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descanso en nuestro esfuerzo, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Para orar en el silencio del corazón: Jesús, misterio de Dios encarnado, aunque somos frágiles queremos seguirte por el camino que nos conduce a amar como Tú nos amas. Oración para decirla a solas o todos juntos: Día tras día, Señor, voy a pedirte lo que Tú sabes: verte más claramente, amarte más tiernamente, gozarte más alegremente, esperarte más vivamente y seguirte más fielmente. Canto final Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes Avisos

La celebración del misterio cristiano La Liturgia

CATEQUESIS

En la tradición cristiana, Liturgia significa que el pueblo de Dios toma parte “en la obra de Dios” (cf. Juan 17,4). Por la Liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo sacerdote, continúa en la Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. La Liturgia, fuente de vida, obra de Cristo, es también una acción de la Iglesia, es signo visible de la comunión entre Dios y los hombres por Cristo. Introduce a los fieles en la vida nueva de la comunidad e implica una participación consciente, activa y fructífera de todos. La liturgia, debe ser precedida por la evangelización, la fe y la conversión. Sólo así puede dar frutos en la vida de los fieles: vida nueva según el Espíritu y compromiso en la misión de la Iglesia Catequesis y Liturgia. La Liturgia es el lugar privilegiado de la Catequesis del Pueblo de Dios. La Catequesis está unida a toda la acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos y sobre todo en la Eucaristía donde Jesucristo actúa en plenitud para la transformación de la humanidad (CT.23). La Liturgia de la Iglesia. Cristo manifiesta, hace presente y comunica su obra de

salvación mediante la Liturgia de su Iglesia, “hasta que venga” (1 Corintios 11,26). Cristo está siempre presente en su Iglesia: en el sacrificio de la Misa, no sólo en su Ministro sino sobre todo en las especies Eucarísticas, en los Sacramentos, en su Divina Palabra. (Cf. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica Nos. 207 – 220) 1. ¿Qué entiende por vida eterna? 2. ¿En qué consiste el juicio particular? 3. ¿Qué es el Cielo y qué es el Purgatorio? 4. ¿Por qué la Liturgia es fuente de vida?


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