CAPILLA VIRTUAL O R A C I Ó N
P E R M A N E N T E
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C A S A
LA CASA COMO ESPACIO PRIVILEGIADO PARA EXPRESAR LOS VALORES DEL REINO 22 DE ABRIL DE 2020
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CAPILLA VIRTUAL, ARQUIDIÓCESIS DE CALI
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
NIÑOS
EVANGELIO DEL DÍA
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (3,16-21):
PARA COLOREAR
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22 de Abril de 2020
SANTO DEL DÍA, 22 DE ABRIL
ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA INVOCAR EL “FIN DE LA PANDEMIA”
El Papa San Sotero fue Pontífice durante 8 años, cerca de 167 a 175 (Harnack prefiere 166-174). Poseemos un fragmento de una interesante carta dirigida a él por San Dionisio de Corinto, quien escribe: “Desde el principio ha sido tu costumbre hacer el bien a todos los hermanos en diversas formas, y enviar limosnas a muchas iglesias en cada ciudad, aliviando la pobreza de aquellos que manifiestan sus necesidades, o ayudando a los hermanos en las minas; por las limosnas que tú has tenido el habito de proveer desde antaño; los romanos guardando la costumbre tradicional de los romanos; la cual su bendito Obispo Sotero, no solo ha preservado, sino que ha incluso acrecentado, al proveer la abundancia que él ha enviado a los santos, y por el adicional consuelo con benditas palabras a los hermanos que vinieron a él, como un padre ama a sus hijos”. “Hoy, por lo tanto, hemos guardado el santo día del Señor, en el cual hemos leído tu carta, la que tendremos que leer siempre y ser amonestados, así como la carta anterior que nos escribió el ministerio de Clemente” (Eusebio de Cesarea, Historia de la Iglesia, Iv.24). La carta que Sotero había escrito en nombre de
su iglesia está perdida, aunque Harnack y otros han pretendido identificarla con la así llamada “Segunda Epístola de Clemente” (v. Clemente de Roma). Se debe observar la veneración por la paternal carta del Papa. San Dionisio de Alejandría al Papa San Dionisio a mediados del siglo III le hace referencia a la tradicional generosidad de la Iglesia Romana, y Eusebio dice que esto se mantiene aún en su época. No se sabe nada más sobre este Papa. El Papa San Cayo gobernó durante doce años, cuatro meses, y siete días, desde el 17 de diciembre de 283 hasta el 22 de abril de 296, según el Catálogo Liberiano (Harnack, Chronol., I, 155, después Lipsius y Lightfoot); Eusebio no es exacto al darle quince años. El es nombrado en el siglo cuarto “Depositio Episcoporum” (por lo tanto no como un mártir): X kl maii Caii in Callisti. Fue sepultado en la capilla del cementerio de los Papas. Nada en absoluto se sabe de su vida. Vivió en el tiempo de paz antes de la última gran persecución.
Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza. A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos, que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación del pueblo romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que lo concederás para que, como en Caná de Galilea, vuelvan la alegría y la fiesta después de esta prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que Jesús nos dirá, Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo y se cargó de nuestros dolores para guiarnos a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
ORACIÓN DEL DÍA
SAN SOTERO, PAPA
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LA CASA COMO ESPACIO PRIVILEGIADO PARA EXPRESAR LOS VALORES DEL REINO. HECHOS 9, 36-42
ASAMBLEA FAMILIAR
AMBIENTACIÓN Como de costumbre la casa adecuada, las sillas en círculo. No podemos olvidar la Imagen de la Virgen María y también el Cristo. Podemos poner un cirio. Para esta reunión necesitamos hacer coronas, que pueden ser de papel o cartulina. Será muy importante si tenemos acceso a los textos bíblicos y las diferentes oraciones. No olvides preparar las canciones y si no las sabemos, podemos ponerlas en un reproductor de música como ambientación. PEQUEÑO RITUAL DE INICIO Encendemos el cirio, entramos en actitud de contemplación y cantamos “Que detalle Señor”. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. BIENVENIDA A continuación, el coordinador saluda fraternalmente, presenta a las personas que han llegado nuevas o informa de novedades como cumpleaños, buenas noticias o también ofrecer la reunión por una intención de alguno de los participantes. TIEMPO PARA ENTRAR EN ACTITUD DE ORACIÓN Que bendición poder estar aquí, en la presencia de Dios y de ustedes hermanos, entremos en actitud de oración, no nos puede faltar este espacio de diálogo con nuestro Señor. Si no encuentras que decirle, solo basta que le des gracias por las bendiciones que recibiste hoy. Él estará feliz de escucharte. (permitamos dos minutos de oración en silencio, acompañado con música de fondo). INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo se llenaron de valor y sabiduría, vamos a pedir ese poder, vamos a invocar su presencia, dejémonos llenar por El. Somos la Iglesia y lo necesitamos para seguir caminando hacia la santidad. Respondemos a cada letanía: Llénanos de Ti. Espíritu del Señor, Dios de Israel. Espíritu que posees todo poder. Espíritu, fuente de todo bien. Espíritu que embelleces los cielos.
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Espíritu de sabiduría e inteligencia. Espíritu de consejo. Espíritu de fortaleza. Espíritu de ciencia. Espíritu de piedad. Espíritu de temor del Señor. Espíritu, inspirador de los santos. Espíritu prometido y donado por el Padre. Espíritu de gracia y de misericordia. LEAMOS EL TEXTO BÍBLICO EN VOZ ALTA (HCH 9, 36-42) RESONANCIA Ya hemos hablado en anteriores reuniones la Iglesia creció en las casas, en reuniones como las nuestras, se reunían no para tener cultos privados, sino abierta a todas las personas que querían recibir la buena noticia. Sus reuniones eran auténticos espacios de fraternidad y comunidad. La Iglesia de casa respondía a tres aspiraciones acompañadas por la presencia del Espíritu Santo: la participación voluntaria, el espacio para la relación interpersonal y la aspiración de una fraternidad sincera. Estos tres elementos no solo generaban atracción, sino que abrían a la esperanza. En este texto se relata otro milagro realizado por Pedro, y en esta ocasión abunda en detalles. La resurrección de un muerto no es simplemente explicable suponiendo que obrara una fuerza de “sugestión”. La resurrección queda fuera del dominio de toda capacidad humana.” “Estamos en presencia del primer relato de resurrección en la nueva Iglesia. La descripción es tan precisa y concreta, que bien pudiera proceder del mismo Pedro. Aunque sin duda el hecho alcanzó una gran difusión en las comunidades cristianas.” El texto hace un elogio a esta persona “era rica en buenas obras y las donaciones que hacía”. Qué bella manera de decir que había seguido al pie de la letra la enseñanza de Jesús de hacerse un tesoro en el cielo compartiendo sus bienes con los necesitados (ver Lc 12, 33). Después de la muerte invita a los apóstoles “no tardes en venir” los discípulos que los mandan a llamar son personas movidas por la fe, una fe tan fuerte que como lo decía Jesús, es capaz de mover montañas. Conmueve la actitud de Pedro que ante esa fe tan fuerte, inmediatamente responde con su presencia, es la presencia de la comunidad que abriga y se hace solidaria con el dolor y la perdida. La escena de dolor muestra dramáticamente la realidad de la pérdida y la prueba que en muchas ocasiones nos pone la vida.
“Pedro hace salir a todos”. Probablemente necesita esta soledad para poder entrar en profunda oración. Se arrodilla en señal de humildad, de súplica, de reconocer que todo le viene de Dios. Se pone a orar. “Pedro sabe que no tiene facultad para devolver la vida a los muertos por su propia virtud. Conoce, en cambio, la omnipotencia de Dios. Y de ella solicita el milagro orando de rodillas.” La misma fe de los discípulos mueve a Pedro a dar una orden en nombre de Dios “Levántate”. El verbo ‘levantar’ se relaciona a la resurrección: a ‘levantarse’ de la muerte. Cuando el Señor entra en nuestra vida, lo primero que nos pide es que nos levantemos de la postración en la que solemos estar, que dejemos atrás el pecado, la inercia...El Señor nos ofrece una vida nueva no sólo en el otro mundo, sino ya desde ahora. Por el poder que Jesús le ha concedido a Pedro hace que esta mujer se levante, que abra los ojos, que recupere su vida perdida. Esta mujer ha tenido un encuentro con el Señor que da la vida. El que recupera hasta de la misma muerte. La persona que ha tenido un encuentro con el Señor a través de la Iglesia, ya no puede quedar como estaba, postrada, atada, muerta. La acción misericordiosa y de poder por parte de Pedro hace que muchas personas creyeran en el Señor. Esto demuestra de qué manera crece la fe en Jesucristo gracias no sólo
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a la predicación de los apóstoles sino a que acompañan esta predicación con hechos, con señales que hablan más elocuentemente que las palabras, acerca de que el Reino de Dios se ha hecho verdaderamente cercano. (Ponemos música de fondo y dejamos dos minutos de silencio). REFLEXIÓN El pasaje que hemos reflexionado es maravilloso, cuanto poder podemos reconocer en los apóstoles, tienen hasta la capacidad de devolver la vida, sanar, liberar, recuperar a tantas personas que sufrían. Sabemos que no lo hacían por sus propias fuerzas, lo hacen porque han recibido ese poder de Jesús y por la fe que los rodea. Este maravilloso milagro nuevamente se realiza dentro de la casa, es Dios entrando por medio de los discípulos con todo su poder a un hogar, llenándolo de vida. Si reflexionamos con detalle podemos notar que lo acontecido en esta casa nos muestra los valores del Reino de Dios actuando en la misma Iglesia doméstica. La fe que mueve a los discípulos, la de los apóstoles que actúan en nombre del Señor, el dolor ante la pérdida de un miembro de la comunidad, la reciprocidad ante la generosidad de alguien, la atención a los últimos, a los enfermos, la solidaridad ante el que sufre y el que ha perdido, la unidad de la comunidad que se apoya en los momentos de dificultad.
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Los invito en esta reunión a que imaginemos si nosotros que nos reunimos como ellos se reunían en las casas, por un momento los invito a pensar qué pasaría si tuviéramos los mismos valores que tenían las primeras comunidades cristianas. Qué tal si tuviéramos esa fe tan fuerte, si fuéramos tan cercanos con los que sufren o tan solidarios con las personas que tienen alguna necesidad. Imaginemos que pasaría en nuestro sector si fuéramos tan unidos como esos primeros discípulos y si todos nos apoyáramos los unos a los otros en situaciones límites, si nadie se sintiera excluido o solo, pueden imaginarse, ¿qué pasaría? Los invito a que compartamos y respondamos a esa pregunta ¿Qué cambiaría en nuestra comunidad con esos valores del Reino? (Momento para compartir algunas respuestas de los participantes). La misma gracia que recibieron los primeros discípulos la hemos recibido nosotros por la fuerza del Espíritu Santo desde el Bautismo. No hay ninguna diferencia entre ellos y nosotros, eso significa que estamos capacitados para hacer las mismas cosas que ellos hacían. Seguramente no podremos levantar a una persona que ha muerto, pero si podemos hacer tanto bien con los talentos que hemos recibido, si solamente tuviéramos la misma fe que ellos tuvieron y la misma disposición de servir y amar a los demás, podríamos cambiar todo lo negativo que nos rodea, cambiaríamos no solamente personas, seriamos capaces de cambiar estructuras; pero necesitamos voluntad, deseo de querer hacerlo. Si la fe nos mueve a ayudarnos mutuamente, a no rechazar a nadie y hacernos solidarios con la persona que sufre haríamos la diferencia. Muchas veces no tenemos la solución al problema de las personas, pero nuestra presencia y solidaridad hacen la diferencia. Si somos capaces de compartir nuestros bienes, no habría hambre, si compartimos nuestra misericordia, no habría juicios, si compartimos nuestro tiempo, no habría depresión, etc. Es así como se edifica el Reino de Dios, ese espacio de justicia, misericordia y tolerancia para todos lo podemos hacer nosotros, pero necesitamos creer y crecer: creer que todo es posible para aquel que lo mueve la fe en Dios, como dice San Pablo “para el que cree nada es imposible”. Y crecer en comunidad, en fraternidad, en tratarnos como hermanos, sin ofensas, incluyendo, buscando pacificar
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las relaciones, tratándonos bien, siendo solidarios. Y esto hará como lo veíamos en el texto que muchas otras personas crean y se acerquen nuevamente al amor de Dios en la comunidad. Entonces estamos invitados a vivir los valores del Reino al servicio de nuestra comunidad y de seguro que notaremos maravillosos cambios, no solo por nuestras fuerzas, sino por el incomparable poder de Dios. SIGNO Ahora los invito a que nos pongamos una corona. No queremos sentirnos reinas, ni reyes de belleza, queremos sentirnos parte del Reino de Dios. En el bautismo nos dicen que somos reyes para servir a los demás como lo hizo Jesús. Y los invito a hacer un momento de oración dándole gracias a Dios por los valores que hemos recibido y ponerlos al servicio de nuestra comunidad. ORACIÓN DE INTERCESIÓN POR LAS NECESIDADES DEL GRUPO Creemos en el poder de la oración, pidamos unos por otros, oremos por los integrantes de nuestra casa católica. Los invito a que a cada oración podamos responder: Dios de amor escucha a tu Iglesia. (Permitimos las intervenciones espontáneas). ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA No podemos olvidarnos de nuestra madre María, ella en las bodas de Caná, intercedió cuando el vino se acabó, pidámosle que interceda ante Cristo Jesús por nuestras necesidades. Digamos: Oh Señora nuestra, Mediadora nuestra, y Abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a tu Hijo, preséntanos a tu Hijo. Haz, oh Bienaventurada, por la gracia que hallaste ante el Señor, por las prerrogativas que mereciste y por la misericordia que engendraste, que Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro, bendito por siempre y sobre todas las cosas, así como por tu medio se dignó hacerse participante de nuestra debilidad y miserias, así nos haga participantes también por tu intercesión de su gloria y felicidad. Amén CANTO FINAL Terminemos alegres, cantemos al Señor por su perdón y amor, cantemos ¡Alma Misionera! COMENTARIOS FINALES DESPEDIDA
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