Inauguración Semana por la Paz 2015

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1 ARQUIDIOCESIS DE CALI Inauguración de la Semana por la paz 2015 “SIN GUERRAS HAGAMOS DE COLOMBIA NUESTRA CASA COMÚN – hacia la cultura del encuentro” +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Hace 28 años se realiza en Colombia la Semana por la Paz, promovida por la Conferencia Episcopal, con la participación de las distintas organizaciones que han asumido en sus proyectos de acción el compromiso con la paz y el desarrollo de Colombia. Doy la más cordial bienvenida a todos los que durante estos días participarán en los distintos actos programados en Cali con ocasión de esta Semana por la Paz, la cual tiene como título: “Sin guerras hagamos de Colombia nuestra casa común - hacia la cultura del encuentro”. La Arquidiócesis de Cali, como es habitual, realiza esta Semana con el deseo de hacer un aporte sustantivo a la obtención de la paz que tanto necesitamos. Esta vez hemos querido tener como referencia documental la carta Encíclica del Papa Francisco LAUDATO SI’ sobre el cuidado de la casa común. Para alcanzar la paz, si bien es cierto que se requieren consensos y acciones concretas, a veces complejas, también es cierto que ésta se construye a través de pequeños signos. Por eso se ha querido hablar de guerras, en plural, porque son variadísimas las manifestaciones de la violencia. Estas guerras brotan, en muchas ocasiones, de pequeños actos de desamor. Para este año 2015, la Conferencia Episcopal ha propuesto que se tenga también como referencia temática para la Semana por la Paz, el saludo, como medio para seguir construyendo la cultura del encuentro. Para contextualizar mejor esta propuesta, en el número 230 de la Laudato Si´, el Papa “nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad”. Por esto mismo, el saludo, incluso al desconocido, es capaz de romper el hielo y hacer sentir al otro como persona, que cuenta, que su presencia no es indiferente al que con él se encuentra. Además, como lo reitera el Papa, “el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo


2 mejor” (LS, 231). Esta ha de ser la forma de vida de la sociedad que ayude a la sana convivencia de quienes la conforman. Para la mayoría, la encíclica Laudato Si´, es una encíclica papal novedosa, en cuanto tomó como tema central el asunto ecológico, la naturaleza. Ahora, cuando abrimos oficialmente esta Semana por la Paz, les digo que no es nuevo el abordaje del tema de la ecología por parte de la Iglesia; el Papa lo que hizo fue, con su propio estilo, recoger todo lo que durante los últimos años, se ha dicho al respecto. Por otra parte, motivado por la urgente necesidad de cuidar la creación, o como lo dice, la casa común que es el mundo, tampoco se centró exclusivamente en el tema de la ecología, sino en el hombre. Podemos decir que esta encíclica es profundamente antropológica y ofrece grandes lineamientos de doctrina social; por eso dice que “la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo” (LS, 79). Vista así, la encíclica recoge en no pocos lugares el tema de la paz. De hecho, por ejemplo, ante el gran riesgo de guerras futuras, afirma que “Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones. La guerra siempre produce daños graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas biológicas (LS, 57). Y esto no es sólo para los demás, pensemos en las crisis que ha generado en nuestro país, y en Cali, la falta de agua potable y los problemas de la energía eléctrica en varios de nuestros barrios y comunas, o lo que ha representado la situación del jarrillón del rio Cauca, que si no se atienden con atención y prontitud, pueden generar dolorosas manifestaciones de violencia. El Papa Francisco ha planteado que es necesario apropiarnos de lo que significa una ecología integral, dentro de la cual, se encuentra el hombre. Tanto Juan Pablo II como Francisco, han profundizado el significado de la ecología humana. De esta forma, el tema de la paz, de la que es gestor el ser humano, ocupa un lugar especial en esta encíclica. Veamos algunas referencias. Dice el Papa que “ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no está en paz consigo mismo. Parte de una adecuada comprensión de la espiritualidad consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común, porque, auténticamente vivida, se refleja en un estilo de vida equilibrado unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad de la vida” (LS, 225) Cuando somos sensibles ante el mundo creado en el que vivimos, somos capaces de descubrir que “la naturaleza está llena de palabras de amor” (LS, 225) como lo


3 dice hermosamente el Papa, y si escuchamos estas palabras, asumimos el compromiso de vivir en paz. De esta forma, “una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo” (LS, 230). Por otra parte, de nuevo nos dice el Papa Francisco, que “hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos” (LS, 229). Es así como se construye la paz, es así como podemos dar espacio a una sociedad fraterna y justa, que sea capaz de tutelar el don maravilloso de la paz. Es muy diciente el clamor que nos hace el Papa para que vivamos en paz y para que cesen las “guerras”, así como la conclusión a la que llega, que sin duda es la experiencia de vida nuestros pueblos. Él dice con dolor que “ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco” (LS, 229). Queridos amigos, llegó la hora de la paz. A mi manera de ver, una de las principales actitudes que debemos corregir en el conjunto de las relaciones humanas, es la indiferencia ante el sufrimiento del hermano, ante las angustias y necesidades de los demás. Sólo basta que revisemos nuestra actitud ante los llamados habitantes de calle: unos se han acostumbrado a su presencia y hacen ya parte de su paisaje, otros los rechazan, otros se compadecen, pero nada hacen, y otros se esfuerzan para devolverles la dignidad que han perdido. Son varias las personas e instituciones en nuestra Ciudad y en la Arquidiócesis comprometidas con esta causa. A este respecto, el mismo Papa Francisco en el cuadragésimo octavo mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año 2015, que tuvo como tema NO ESCLAVOS, SINO HERMANOS, exhorta a tomar conciencia de las múltiples formas de esclavitud que existen en los tiempos actuales que llevan, sin duda a la generación de múltiples guerras y a romper toda indiferencia humana para consolidar lo que ha querido llamar, la globalización de la solidaridad. Para terminar este saludo introductorio, permítanme también referirme a este mensaje que poco se ha difundido, pero que considero es también clave para lograr la paz que anhelamos, porque no podemos negar que en Cali hay un sinnúmero de situaciones de esclavitud humana, esclavitud que clama al cielo y que se convierte en una realidad que obstaculiza el logro de la paz. En este mensaje el Papa hace “un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea, para que no sean cómplices de este mal, para que no aparten los ojos del sufrimiento de sus hermanos y hermanas en humanidad, privados de libertad y dignidad, sino que tengan el valor de tocar la carne sufriente de Cristo, que se hace visible a través de los numerosos rostros de los que él mismo llama


4 «mis hermanos más pequeños» (Mt 25,40.45). La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les dé esperanza y los haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestras manos”. Cuidar la naturaleza, defender la dignidad humana, salvaguardar el bien común, incentivar la cultura del encuentro y propiciar la globalización de la solidaridad, son algunas pautas que si ponemos en práctica, nos ayudarán a alcanzar la paz que buscamos, la paz de los corazones y la paz de las sociedades. Que las distintas actividades de la Semana de la Paz en Cali y en todo Colombia, nos ayuden alcanzar la paz, y para los cristianos, nos ayuden a descubrir nuevamente a Cristo, que es nuestra paz, “pues Él vino a anunciar la paz: paz a los que estaban lejos, y paz a los estaban cerca” (Ef., 2, 17). Muchas gracias.


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CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA ORACIÓN POR LA PAZ DE COLOMBIA

Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo este don, y lo siembras en nuestro corazón por medio de la conversión y la reconciliación. Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos de la paz, para construirla con “pasión, paciencia, experiencia y tesón”. Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos, acojamos y te sigamos mejor y, así germinen palabras y gestos de perdón, escucha, diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en protagonistas de un futuro de paz. Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social, política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien común. Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y otórgales valentía para ofrecer el perdón. Que María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del amor. Amén.


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