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Editorial
Gustavo Isaza Escobar, pss - Rector
la fuerza, el auxilio y el apoyo para enfrentar la tarea que nos ha encomendado, en este bello trabajo de formar pastores según el corazón de Cristo. Estos treinta años de Servicio a la Iglesia, desde la formación inicial y permanente del clero, nos ha llevado a madurar poco a poco el compromiso con las diócesis representadas por nuestros jóvenes (Cali, Palmira, Buenaventura y Guapi), sintiéndonos asistidos por el Señor y acompañados por nuestro pastor, Monseñor Juan Francisco Sarasti. Sabemos que el único camino para el servicio efectivo en la formación es el de realizar la voluntad de Dios y estar atentos a los signos de los tiempos.
En el mes de agosto de 1981 el entonces Arzobispo de la Arquidiócesis de Cali, Monseñor Alberto Uribe Urdaneta, decide reabrir el Seminario Mayor, que había sido cerrado por él mismo en 1976, debido la crisis de vocaciones, característica de la época post conciliar y que afectó a toda la Iglesia.
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l fin de su reapertura es el de formar en su ambiente cultural y social, cercanos a la realidad de las comunidades a las que van a servir, a los futuros pastores que han de construir el reino de Dios en la arquidiócesis y las diócesis vecinas. Esta tarea se la encomienda el señor Arzobispo a la Sociedad de Padres de San Sulpicio, encabezada por el padre Robert Mercier, su primer rector. A partir de este momento, el Seminario continúa formando discípulos de Jesucristo para unas Iglesias con realidades concretas, que hacen cada vez más desafiante el compromiso de responder con fidelidad, a la tarea que se nos ha encomendado para darle a las comunidades cristianas dignos pastores que respondan con fidelidad y compromiso a la construcción del reino de Dios en lo más concreto y existencial de la vida de nuestros hermanos.
El Seminario es el “semillero” donde, con la gracia de Dios, nuestros jóvenes hacen su proceso de discernimiento de vida para descubrir que el Padre celestial los llama a identificarse con su Hijo y dejarse transformar por el Espíritu para llegar a ser otros Cristo, en medio de un mundo que necesita ser redimido del pecado. Esta tarea se transforma en un reto cada vez más difícil, pues, nuestros jóvenes se encuentran constantemente desafiados y amenazados por un mundo que los debilita e intimida con un pensamiento frágil que los conduce a hacer del relativismo la bandera principal para regir su destino y enfrentar la realidad. ¿Cómo formar pastores con esta lógica? Nos alienta la palabra del Señor en Isaías 41,10: “No temas, pues yo estoy contigo; no mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios…” Es de Dios de quien recibimos
Quiero expresar mi gratitud a la Iglesia Arquidiocesana, y en ella, a los señores obispos y a los hermanos sacerdotes, por el amor que manifiestan al Seminario, por su mirada y análisis crítico, con el único fin, de que el Seminario responda a los desafíos que le plantea el momento histórico y a las necesidades concretas de las comunidades cristianas para las cuales forma a los jóvenes, por sus servicios prestados a éste, bien sea como profesores o como formadores, acompañando en los diversos apostolados que nuestros seminaristas prestan a sus parroquias.
“…mi gratitud a la Iglesia Arquidiocesana, y en ella, a los señores obispos y a los hermanos sacerdotes, por el amor que manifiestan al Seminario, por su mirada y análisis crítico…”
Sin esta contribución, el Seminario no podría responder con su compromiso de brindarle a la Iglesia hombres preparados, identificados con la realidad y con espíritu apostólico, dispuestos a dar razón de la fe y sembrar esperanza, en un mundo donde Dios tiene que seguir siendo la única posibilidad para construir una vida en la que todos tengan espacios y oportunidades. El Seminario, corazón de la Arquidiócesis, seguirá dejándose guiar por el Espíritu, leyendo e interpretando, a la luz de la palabra de Dios, los signos de los tiempos y haciendo camino de conversión para poder ser un signo de la presencia de Dios en nuestra Arquidiócesis y en las diócesis vecinas y para hacer de los jóvenes que nos llegan al discernimiento vocacional hombres de Dios, profetas comprometidos con la historia, dispuestos a dejar acontecer a Dios en sus vidas y en las vidas de nuestros hermanos, para poder así constituirse en obreros del Reino. Que Dios nos ayude con esta tarea y ustedes nos apoyen con su oración y cercanía.
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El Pastor nos Habla
Monseñor Juan Francisco Sarasti Jaramillo - Arzobispo de Cali
EVOCACIONES DEL SEMINARIO La instalación del Seminario en Pance está indisolublemente ligada en mi memoria con mi propia ordenación episcopal. En efecto, con ocasión de mi ordenación venía a Cali el Nuncio Apostólico, Mons. Eduardo Martínez Somalo, y el señor Arzobispo Alberto Uribe Urdaneta juzgó oportuno aprovechar esa venida para pedirle que bendijera la primera piedra del nuevo Seminario que se construiría en el lote adquirido en Pance. Así, pues, el viernes cinco de mayo de 1978, hacia las once de la mañana, un reducido grupo de personas nos reunimos ante la entrada del futuro edificio y allí se procedió a bendecir el lote y a colocar la primera piedra; tal como se lee aún hoy en la lápida conmemorativa; al día siguiente fui ordenado obispo auxiliar.
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esde los primeros días de mi ministerio me di cuenta del empeño puesto por el señor Arzobispo en impulsar la construcción de la nueva sede donde habían de formarse los futuros sacerdotes de la Arquidiócesis; junto a él hemos de mencionar y recordar con agradecimiento los desvelos del Doctor Francisco José Moreno, quien se dedicó con todo empeño a plasmar las ideas de Monseñor Uribe Urdaneta, logrando una construcción realmente hermosa y cómoda, bien integrada en el paisaje, y establecida bajo el supuesto de que cada actividad funcionara en un local distinto; por eso mismo la Rectoría y el Salón del Concejo se previeron y tuvieron su sede en el edificio administrativo. Se pensaba entonces optimistamente en que bastaría con dar cabida a unos 40 o 50 seminaristas y así fue proyectado el comedor, la capilla y la casa San Juan. En efecto, se acababa apenas de pasar la gran crisis vocacional de los años ’70 al ’72 que había dejado prácticamente vacío el espléndido edificio de Bellavista, obligando a ir a la diáspora a los escasos candidatos que se presentaban. Lejos, entonces, de pensar que pudiera necesitarse cupo en algún momento para más de cien seminaristas. Tampoco era cuestión de construir “Seminario Menor” como había existido en otros tiempos, no obstante la grata y brillante experiencia de Mons. Uribe en el emblemático Seminario de San Benito, de la Arquidiócesis
“En cuanto al nombre, se lo recuperó del antiguo Seminario fundado por el segundo obispo de Cali, Monseñor Luis Adriano Díaz, quien había puesto bajo el patrocinio del Príncipe de los Apóstoles el Seminario…”
de Bogotá. También esa fórmula había entrado en crisis por los cambios de época, por la masificación del bachillerato de buena calidad y por lo oneroso del mantenimiento de un internado con alta descompensación en la proporción costo-beneficio.
Cali. En mis recuerdos de infancia, aún recuerdo vagamente el vetusto edificio, a donde en ocasiones acompañé a mi madre que acudía allí en busca de dirección espiritual o confesión.
El amplio terreno adquirido daba para completar el equipamiento con canchas para diversos deportes y con piscina de generosas proporciones. Quienes hoy vemos esto tan obvio y natural, es bueno que pensemos en los esfuerzos y sacrificios que todo eso supuso para los responsables entonces de la construcción.
Luego de la triste salida de este sitio por motivos que no es del caso analizar aquí, los “mayoristas” se acomodaron a la buena de Dios en el vetusto edificio de la carrera 4a con calle 7ª (bien diferente, por cierto, de la hermosa construcción actual), mientras el Seminario Menor se trasladaba a la finca de la Curia en Bitaco, con el nombre de “Santa Teresita”. Ambos grupos bajo la dirección de los PP.Eudistas.
En cuanto al nombre, se lo recuperó del antiguo Seminario fundado por el segundo obispo de Cali, Monseñor Luis Adriano Díaz, quien había puesto bajo el patrocinio del Príncipe de los Apóstoles el Seminario creado por Decreto episcopal fechado justamente el 29 de junio de 1931: desde aquel entonces, nuestro Seminario se distingue con el nombre de “San Pedro Apóstol”, aunque por las vicisitudes de su historia fuera más conocido popularmente con indicativos toponímicos.
Tal situación duró seis años, mientras el nuevo Obispo, Monseñor Julio Caicedo Téllez, SDB. logró levantar con infinito esfuerzo y un compromiso muy personal, una amplia y sólida edificación que reuniera ambos Seminarios, la cual, por la región donde se levantó, fue conocida genéricamente como “el Seminario de Bellavista”.
En efecto, a raíz del citado Decreto episcopal el Seminario de Cali, mayor y menor (o sea donde se adelantaban estudios secundarios), se instaló en el edificio denominado “El Amparo” ubicado en el predio que hoy ocupa el Hotel Intercontinental de Cali, aunque de espaldas al río
En aquella época era más frecuente hablar del ‘Seminario del Amparo’.
Allí funcionó el Seminario de Cali hasta que la gran crisis de vocaciones posterior al Concilio (post hoc, ergo propter hoc) condujo a su cierre definitivo y luego a la venta de la edificación al Instituto de los Seguros Sociales… Tales han sido, recordadas a grandes rasgos, las varias ubicaciones del Seminario San Pedro Apóstol hasta su localización en Pance, de la que hoy celebramos, agradecidos con Dios y con los bienhechores, el trigésimo aniversario.
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Arzobispo Coadjutor
Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía
PENSANDO EN NUESTRO SEMINARIO Mi primer sentimiento de Obispo, de cara a la arquidiócesis de Cali, es el de la gratitud al Dueño de la Mies por la obra realizada en estos primeros cien años en cuyas celebraciones finales he participado. Una gratitud engastada en el inevitable peso de los desafíos, del compromiso para mi ministerio y el de las actuales generaciones de esta Iglesia Particular, sobre la continuidad y la fecundidad de la Evangelización en su cuádruple dimensión de misión permanente, itinerarios catecumenales, acciones pastorales y transformación de la sociedad con los valores cristianos.
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omprendo bien que la persona de Cristo Jesús, “que vive resucitado de entre los muertos” (2Tm2,8) y que se actualiza constantemente en nuestras vidas y en el mundo por la obra del Espíritu, unido con la Iglesia como el alma al cuerpo, es el sujeto y protagonista de la obra. También asumo que estoy y estamos entre Cristo Jesús y el pueblo encomendado a nosotros los pastores, como servidores del Amor de Dios, no solamente para los bautizados, sino para todo hombre y mujer, especialmente para los pobres, las víctimas y excluidos en nuestra sociedad. Somos signos personales e instrumentos eclesiales de la acción de Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor. Esta “ubicación espiritual” es el presupuesto de todo el proceso sacerdotal en la arquidiócesis, desde la pastoral vocacional hasta el cuidado por los sacerdotes ancianos. La Iglesia, servidora del Evangelio al mundo entero, necesita del carisma y ministerio de los pastores. En ellos tiene la representación sacramental de Cristo Jesús, estrechamente unidos al misterio de la presencia eucarística. Presidiendo la Eucaristía, el sacerdote es también cabeza de la Iglesia, identificada en la comunidad y en la comunión como Cuerpo de Cristo. Distribuyendo la
Palabra, el Pan eucarístico y el Cáliz del sacrificio, integrando a los pobres, a las víctimas, a los pecadores y a los excluidos en el seno de la comunidad, el sacerdote hace visible a los fieles su paternidad espiritual. Su estilo de vida es entonces el de darse a sí mismo, hasta dar toda su vida por los demás, identificándose con Jesús: “Esto es MI cuerpo”, “Esta es MI sangre”, proclama en la eucaristía. Allí está la fuente de su Caridad Pastoral y de su castidad sacerdotal en el celibato. Espero y anhelo como Obispo en esta Iglesia de Cali el fortalecimiento de esta ubicación espiritual, desde el candidato que entra al Seminario hasta el anciano que concluye su ministerio en el descanso digno, rodeado del afecto de aquellos a quienes ha servido como pastor. Para ello es indispensable consolidar la formación básica y permanente como “evangelización constante”, sin dar por supuesto el encuentro personal con el Señor y la relación explícita de discipulado apostólico y pastoral que lo configura con la misión de Cristo en el mundo. Más imperativo será introducir esta clave del kerigma en los procesos formativos ahora, cuando entramos con la Iglesia de América Latina y del Caribe en la tónica de
Es necesario romper la neutralidad y el mero carácter especulativo de la formación intelectual, para implicar más al sujeto personal y colectivo en la escucha del Espíritu y en la respuesta del Pastor con su Iglesia a los desafíos de su tiempo
“misión y envío permanente”. Ello podría implicar una nueva formación para los formadores, incluso para los profesores, de manera que los tratados de filosofía y teología no fueran meramente tales, sino aportes desde la razón iluminada y sostenida por la fe, al proceso de ser evangelizados y hacerse evangelizadores en una cultura como la nuestra. Es necesario romper la neutralidad y el mero carácter especulativo de la formación intelectual, para implicar más al sujeto personal y colectivo en la escucha del Espíritu y en la respuesta del Pastor con su Iglesia a los desafíos de su tiempo. Se hace más necesario configurar un proceso de madurez integral de la persona que hace la formación sacerdotal básica y permanente, de modo que la identidad, la intimidad y la misión de paternidad espiritual queden bien cimentadas y gozosamente vividas. Nuestro tiempo reclama del Seminario entonces una más clara articulación con los procesos de Nueva Evangelización y reinserción eclesial en la cultura, de nueva solidaridad con los pobres y excluidos, de nuevo em-
peño por la paz en la conflictividad de las sociedades y generaciones actuales. Todo tendrá que renovarse en un cambio de época tan radical, en una “cultura líquida” como esta, de transición, de un estadio de civilización a otro enteramente globalizado, mercantil y tecnocrático. Ubicados en un marco fuertemente, por no decir totalmente urbano, nos apremia generar una Iglesia más autóctona y más comprometida desde dentro, con proveerse de pastores, integrarse en su formación y proyectarse hacia la Iglesia Universal, dando desde lo que es y lo que posee, más que esperando que alguien venga. Siento que ello implicará también articular mejor la relación de confianza, credibilidad y cercanía entre el Seminario, el Presbiterio y la feligresía, para reivindicar una nueva imagen del sacerdote y del clero, actualmente sometidos al estigma y a la tiranía de la sospecha. Un Seminario más visible, más presente, más abierto desde unas nuevas certezas, desde una espiritualidad más sólida y una naturaleza misionera mejor asumida, será el semillero de la nueva cosecha que el Sembrador, Cristo Jesús, está sembrando en medio de la canícula de estos años de crisis. Que así sea.
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Obispo Invitado
Monseñor José Daniel Falla Robles - Obispo Auxiliar de Cali
ECOS DEL PRIMER SÍNODO ARQUIDIOCESANO
Monseñor Juan Francisco Sarasti, preocupado por responder a los desafíos que plantea la cultura actual a la tarea evangelizadora de la Iglesia, convocó el Primer Sínodo Arquidiocesano, dentro del marco de la celebración del primer Centenario de nuestra Iglesia particular.
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on una gran generosidad de tiempo y buena disposición, los 122 miembros sinodales, representativos de las distintas fuerzas vivas de nuestra Iglesia, nos dimos a la tarea de repensar el caminar arquidiocesano y proponer, dentro de la metodología de la planeación estratégica, nuevos caminos para reorientar los esfuerzos evangelizadores de nuestro quehacer eclesial. Una gran riqueza para todos fue la de reconocer que todos y cada uno, desde los lugares y apostolados donde el Señor nos coloca, debemos contribuir coordinadamente a la única MISIÓN DE LA IGLESIA, la cual no es otra que la de “Evangelizar a los hombres y mujeres que viven en la Arquidiócesis de Cali, para que lleguen a ser plenamente discípulos de Jesucristo y misioneros suyos, que trabajen con el poder del Espíritu Santo y la protección de Santa María Virgen, para establecer el Reino del Padre en el mundo”.
La reflexión serena acerca de la Misión que a todos el Señor nos ha encomendado, nos llevó a soñar con la Iglesia que quisiéramos llegar a ser en el 2020. Diversos planes de acción se propusieron para poder lograrlo; planes que, si bien son ambiciosos, no son irrealizables y mucho menos si en verdad nos proponemos trabajar unidos en la fe, en la esperanza y en el amor, para alcanzar lo que soñamos: Que la Arquidiócesis de Cali sea para el año 2020: • Una Iglesia en Comunión • Evangelizada, Misionera, Profética y Viva • En constante conversión • Animada por miembros coherentes • Que camina con los pobres y excluídos • Comprometida con un plan evangelizador vinculante
• Que asuma con audacia la defensa de la vida y la familia
• Con Comunidades Parroquiales renovadas • Y con líderes capaces de transformar la sociedad • Utilizando las nuevas tecnologías y sus medios para la eficaz evangelización. Con la convicción no sólo de que la Misión es irrenunciable, sino además de que el modelo de Iglesia que nos proponemos es indispensable para poder responder al desafío evangelizador en el mundo actual, las reflexiones del Sínodo giraron inicialmente en torno a cuatro ejes fundamentales: Vida, Familia, Parroquia y Compromiso Social. En el transcurrir de las deliberaciones, sin embargo, y como un testimonio claro de la docilidad vivida en la Asamblea Sinodal a las inspiraciones del Espíritu Santo, se incluyó un quinto eje: la Identidad cristiana de los Agentes de Pastoral. De esta manera, se logró profundizar no sólo en los contenidos, destinatarios y procesos del quehacer de la Iglesia, sino en la necesidad de fortalecer todos los Agentes de pastoral de la comunidad arquidiocesana, desde una clara adhesión a la persona de Jesucristo y a la Iglesia (en el pensar, en el sentir y en el actuar), con el propósito de que, de manera coherente y corresponsable, se visualice la opción sincera por hacer de la Iglesia instrumento creíble y eficaz para la construcción del Reino de Dios. Las propuestas del Sínodo fueron aprobadas por mayoría en la última sesión plenaria de “…el modelo de la Asamblea Sinodal y presentadas Iglesia que nos al señor Arzobispo como sugerenproponemos es cias para desarrollar un nuevo plan indispensable de Pastoral Arquidiocesano. Sin para poder embargo, más allá de haber podido responder aportar algo a la realización de dicho al desafío plan, lo verdaderamente enriqueevangelizador en cedor del Sínodo fue haber tenido el mundo actual, la oportunidad de repensar juntos las reflexiones del nuestra Iglesia, sus fortalezas y deSínodo giraron bilidades, así como las amenazas y inicialmente en oportunidades, y sentir que todos estorno a cuatro ejes tamos involucrados vitalmente para fundamentales: dejar, en el segundo centenario que Vida, Familia, hemos iniciado, una verdadera huella Parroquia y imborrable de nuestro compromiso Compromiso como verdaderos discípulos misioSocial. neros de Jesucristo.
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Obispo Invitado
Monseñor Edgar de Jesús García Gil - Obispo de Palmira
RECUERDOS DEL SEMINARIO Hay experiencias en la vida de cada uno de nosotros que dejan profundas huellas en el alma y en el cuerpo, y que inciden, lo queramos o no, en lo que Dios ha querido tejer para cada uno de nosotros. Yo puedo decirles que el “Seminario Conciliar San Pedro Apóstol de Cali” fue un espacio y un tiempo muy importante en mi vida de niño, de adolescente, y de joven para poder discernir mi vocación cristiana y sacerdotal. Centro Vocacional
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En mi ciudad natal de Roldanillo, Valle, el Pbro. Tobías Henao, párroco durante los años 50 organizó para los niños de 4 y 5 de primaria el centro vocacional con el fin de cultivar y recoger vocaciones para el Seminario Conciliar San Pedro Apóstol de Cali en su sección de bachillerato o seminario menor. Nos reunía todos los jueves por la tarde para el rezo de las vísperas, del rosario y de la salve a la Virgen. Éramos como un grupo de 35 niños entre los 9 y 10 años de edad que pertenecíamos a este centro. Los sábados en la tarde teníamos la reunión semanal en la cual hacíamos oración, cantábamos y nos leía la historia de un santo que luego explicaba para nuestra ilustración y ejemplo. Terminada la reunión podíamos ver un programa llamado tele-circo en el pequeño televisor en blanco y negro de la casa cural, quizás de los primeros televisores que llegaron a Roldanillo en esa época. En las fiestas más importantes nos vestíamos con un pantalón azul oscuro, camisa blanca y una banda atravesada sobre el pecho que tenía las insignias del centro vocacional. Era un privilegio pertenecer al centro vocacional.
Seminario Menor
Recuerdo muy bien que al terminar el quinto año de primaria fuimos seleccionados los niños que podíamos ingresar al Seminario menor de Cali. En una “chiva” de pueblo, todos los seminaristas de Roldanillo, con nuestros familiares, maletas y colchones emprendimos la gran aventura de irnos a
internar al Seminario menor de Cali. Era el 09 de octubre de 1958, día en el cual murió su santidad Pio XII. Fue una experiencia inolvidable ya que por todos los pueblos del camino hacia Cali escuchábamos el canto doloroso de las campanas que doblaban por la muerte del sucesor de Pedro. El Seminario Conciliar estaba construido en el barrio Bellavista de Cali por la carretera que va hasta el monumento de Cristo Rey. Para nosotros los niños que pisábamos por primera vez el majestuoso edificio del seminario todo nos parecía hermoso, grande y acogedor. Eran cuatro pisos; el primero, grandes corredores, salas de acogida, comedor y canchas de baloncesto. El segundo, salones de clases y estudios. La bellísima capilla con un altar principal y pequeños altares para la celebración individual. En ese tiempo no existía la concelebración eucarística. El vitral de la capilla quedó impreso en nuestras pupilas para toda la vida. La luz iluminaba la figura de un sacerdote en el momento de la elevación de la hostia consagrada. En el tercer, los dormitorios y en el cuarto, el teatro del seminario donde presentaban cine, obras de teatro y actos culturales. La coral a cuatro voces dirigida por el P. Justino Revelo, fue durante todo el seminario menor una oportunidad de cultivar nuestras voces adolescentes y convertirlas en preciosos cantos de música gregoriana, religiosa, folclórica y universal. Salíamos a diferentes invitaciones para ofrecer concier-
tos en los tiempos de navidad, semana santa y fiestas principales. El estudio en el Seminario Menor era muy exigente y disciplinado. Aprendimos el arte de estudiar ordenadamente. En las mañanas teníamos las clases y en la tarde dos momentos de estudio para realizar las dos tareas que todos los días nos colocaban los profesores de las áreas fundamentales. En el comedor todos los días teníamos lectura y los domingos y fiestas música clásica. Diariamente teníamos deporte obligatorio después del almuerzo y los miércoles por la tarde paseo obligatorio a las tres cruces, a Cristo Rey o a la finquita como llamábamos un lugar cercano al seminario. Cada mes teníamos un paseo de todo el día casi siempre a un río o una piscina y a grandes espacios de deporte. Todas las tardes bajaba de la cordillera occidental una brisa fresca y fuerte que golpeaba nuestros rostros adolescentes y nos llenaba los pulmones de un aire puro y frío que nos hacía colocar chompas o chaquetas. El ambiente era sencillamente delicioso y acogedor. Los queridos Padres Eudistas que fueron nuestros formadores durante todo el seminario menor y mayor, lo hicieron con la mejor calidad espiritual e intelectual para hacer de nosotros verdaderos hombres, cristianos y ministros del Señor para el Valle del Cauca. Fueron verdaderos testigos del sacerdocio de Cristo y hombres de oración, generosos y abnegados en el acompañamiento de nuestras vidas como formadores y directores espirituales.
Durante este período del seminario menor fueron obispos de la diócesis de Cali: 1958, Mons. Julio Caicedo y Téllez y su auxiliar Mons. Miguel Antonio Medina. En 1959 Mons. Francisco Gallego y Pérez y en 1960 llegó Mons. Alberto Uribe Urdaneta quien fue nombrado posteriormente primer arzobispo de Cali en el año 1964. En Junio del año 1962 fue creada por Juan XXIII la diócesis de Cartago y por lo tanto, todos los seminaristas del norte del Valle comenzamos a vivir bajo la orientación sabia y paternal de Monseñor José Gabriel Calderón. También es importante recordar que durante estos años 1962-1965 se celebró en Roma el Concilio Vaticano II que le dio a nuestra Iglesia un nuevo aire de renovación.
Seminario mayor
Filosofía 1964-1966. El Seminario Mayor San Pedro Apóstol comienza para mí en medio del torbellino de una renovación de la Iglesia, gracias al concilio Vaticano II. Crujen en la Iglesia una serie de estructuras y la contestación comienza hacer carrera al interno de la Iglesia. La Filosofía que en ese entonces duraba dos años lectivos fue vivida como una etapa de transición entre el menor y la teología del seminario mayor. La edificación del seminario mayor tenía cuartos individuales para cada seminarista, teníamos nuestros salones de clases, de recreación y de reuniones. El manual de convivencia en esta etapa de la vida nos permitía tener mayor libertad para ejercitar nuestra responsabilidad. El asombro de todo filósofo se nos convirtió en una oportunidad para conocer mejor al hombre, varón y mujer, a la familia, a la comunidad y a la sociedad convulsionada por tantos cambios en lo político, social e intelectual. Estábamos en la coyuntura de cambio entre una Iglesia muy tradicional y una Iglesia que quería abrirse a una conversión en lo pastoral, bíblico, ecuménico y social. La cooperativa del seminario mayor fue una oportunidad de vivir una experiencia de administrativa económica con proyección social que nos sirvió mucho a los que fuimos en su momento nombrados para algunas responsabilidades. Las sema-
nas culturales nos abrió a un diálogo con los artistas y las artes que se manejaban en la ciudad de Cali. El periódico mural comenzó a ser un medio de expresión para compartir nuestras inquietudes y entablar diálogos de crecimiento entre seminaristas y superiores.
Teología 1966-1971
La Teología llega a mi vida como una propuesta hermosa de conocimiento de Dios, de su hijo Jesucristo y de su amada Iglesia. El Concilio Vaticano II nos ha engrandecido el horizonte de la vida pastoral y con mucho entusiasmo emprendemos caminos nuevos para mostrar una Iglesia más humana y más cercana a los más necesitados. Paralelamente sentimos que la crisis de identidad sacerdotal comienza a quebrar la vocación de algunos sacerdotes y varios seminaristas y nuestro seminario comienza a disminuir en número de aspirantes al sacerdocio. Los seminaristas del mayor saliamos los fines de semana a tareas pastorales en las diferentes parroquias de Cali. El Señor Arzobispo de Cali Alberto Uribe Urdaneta creó una serie de centros parroquiales como respuesta a muchas necesidades pastorales y sociales con la ayuda de grandes empresas vallecaucanas que fueron respuesta sobre todo al tema de la educación de las clases menos favorecidas. Por esta época acompañaba al Señor Arzobispo Mons. Augusto Aristizábal como obispo auxiliar de Cali. Fuimos los primeros en recibir las primeras influencias teológicas y pastorales del Concilio Vaticano II y esto nos hacía sentir muy bien porque respirábamos un aire nuevo en nuestro futuro ministerio sacerdotal. Los formadores y profesores del Seminario Mayor fueron competentes para actualizarse y estar al tanto de las nuevas propuestas que las ciencias religiosas y teológicas imponían en la investigación de estos tiempos de “renovación”
Por esta época casi todos los mayoristas teólogos comenzamos a tener un año de experiencia pastoral en nuestras diócesis de origen, de acuerdo a las necesidades que nuestros propios obispos nos indicaran. Yo estuve durante un año en Cartago como profesor del Seminario Menor y los fines de semana colaborando en la parroquia de San Francisco de Asís, corregimiento de Toro Valle con el P. Humberto López.
Ordenación sacerdotal
Durante el cuarto año de Teología recibí el diaconado el 19 de marzo de 1971, terminé mi estadía en el seminario mayor a finales de abril y luego hice cuatro meses de experiencia pastoral en la parroquia de La María de la Diócesis de Cartago, y celebré la ordenación sacerdotal que recibí de las manos de Mons. José Gabriel Calderón el 28 de agosto del mismo año en Roldanillo. La providencia de Dios me ha dado la oportunidad de trabajar como formador del Seminario Mayor San Pedro Apóstol durante su estadía en Cartago, en la sección de Filosofía a finales de la década de los años 70. Luego hice parte del equipo de formadores con los padres Sulpicianos durante los años 82-84 en la nueva sede ubicada en Pance. Posteriormente como obispo auxiliar de Cali, tuve la oportunidad de ser profesor de Teología Dogmática en algunos años lectivos entre 1992- 2002 con Mons. Pedro Rubiano Saénz y Mons. Isaías Duarte Cancino. Ahora, cuando el Santo Padre Benedicto XVI, me ha nombrado obispo de Palmira de nuevo llego al Seminario mayor San Pedro Apóstol de Cali para acompañar a mis 22 seminaristas de Palmira que hacen su proceso de discernimiento vocacional en este semillero de vida sacerdotal.
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Columnista Invitado
Juan Jaime Escobar Valencia, Sch. P.
LA VOCACIÓN: UNA BÚSQUEDA QUE CUESTA «Tres mariposas volaban por el bosque durante una fría noche de invierno. De pronto, a lo lejos, vieron algo que les llamó la atención, y se fueron acercando para ver mejor qué era aquello que las intrigaba. Una se acercó un poco y dijo: —Es luz. Otra se acercó más y dijo: —Es calor. Al fin la tercera mariposa se acercó tanto que el calor la abrasaba y le consumía las alas. Antes de morir gritó: —¡No! ¡Es fuego, es fuego!.» (Narración hindú)
La vocación no es un concepto, no es una formulación filosófica, no es el fruto de una deducción. La vocación es un sentido profundo de la vida. La vocación es algo que se descubre al vivir, al acercarse tanto a la vida que incluso se le pueden quemar a uno las alas.
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1. LA INSEGURIDAD DE VIVIR Vivimos en un ambiente seguro, en un ambiente capitalista que compra seguridades, que fabrica seguridades, que hace lo que sea para asegurar seguridades. Un ambiente que busca seguridades de la razón. La vida —dice el ambiente—, es algo que hay que pensar detenidamente. Y es verdad, pero para el ambiente pensar detenidamente es calcular los riesgos, es no abandonarse a proyectos improductivos, es no comprometerse con formas de vida que sean ineficaces, es no arriesgarse, es no darse el derecho a equivocarse. El ambiente busca lo lógico, lo estable, lo deducido, la verdad universal e invariable. El ambiente, al mirar la existencia, no piensa en el sentido, no piensa en el amor, no piensa en el otro, no piensa en lo mejor de uno mismo, no piensa en lo que pide Jesús. El ambiente piensa en el proyecto de vida más estable, en lo que sea más asegurado, en lo más confiable económica y socialmente; no importa que eso termine por ahogar a la persona. Vivimos en un ambiente que busca la seguridad de la indiferencia. Nuestro ambiente social no sólo es lógico y calculador, también se evita el problema de amar. El que ama se
compromete y el que se compromete vive en la inseguridad de no saber por qué caminos lo llevará su adhesión al otro. Por eso el ambiente no ama (al menos no con corazón puro), no soporta el amor y por eso crea relaciones seguras. Seguro es el usar a los demás como cosas, porque nunca hay verdadero compromiso con ellos. Seguro es no meterse con nadie, no compartir la intimidad auténtica con nadie. Seguro, es ser indiferente, es no entregarle el corazón a nadie, es dejar que todo —las personas, las actividades, los trabajos—, sean sólo realidades intrascendentes y no "esa" persona, "ese" trabajo, "esa" actividad que para uno son únicas y profundamente significativas. Seguro es hacer del amor un mero sentimiento sin contenido, que cuando se acaba, no duele haberlo perdido. Nuestro ambiente busca la seguridad del bienestar. Desde el principio, el ambiente ha sembrado en todos el deseo de tenerlo todo resuelto. Por eso creemos que el problema del sentido de la vida es cuestión de darle una solución definitiva a las necesidades inmediatas. El ambiente vive sólo para el confort, para tenerlo todo resuelto. Pareciera ser que para el ambiente no importa un sacrificio por los demás, no importa dar la vida por una
causa, no importa una lucha, no importa lo hermoso que es pasar por la incomodidad de servir a los otros. Importa asegurar el bienestar, importa asegurar las cosas y que no nos falte nada. Lo demás, el amor, la justicia, el servicio no dan comodidades, luego, no son importantes. De hecho, hemos construido sociedades que no son más felices (hay más depresión y más angustia y más desdicha), pero son mucho más confortables. Desde Jesús lo que se nos propone es la inseguridad. La inseguridad de la razón: no poder saberlo todo, no poder entenderlo todo, porque lo que importa es comprender con el corazón, con la vida y "el corazón —como decía Pascal— tiene razones que la razón no entiende”. Muchas veces desearíamos saberlo todo de antemano. ¿Cómo deducir el tipo de vida que conviene, del cual nunca nos arrepentiremos, que nos dé pleno sentido?. Desde Jesús esto no se puede saber. Es al vivir como poco a poco se va descubriendo la vida. Desde Jesús no hay más remedio que saltar al vacío y asumir el riesgo de vivir. La inseguridad del amor, lo que supone no ser indiferentes, arriesgarse a dar cariño, a confiar en otros, a entregar la propia vida a
los demás; arriesgarse a confiar los más profundos secretos, sin calcular, sin medir, sin ahorrar, sin miedo a sacrificarse por un ideal, por un sueño o por un amor. La inseguridad de las cosas que es no querer tenerlo todo resuelto, no andar buscando MI comida, MI bebida, MI vestido, sino el Reino de Dios y su justicia, porque lo demás vendrá por añadidura. Es descubrir que las seguridades materiales sólo pueden aportar comodidad, pero no dan la verdadera felicidad. La vocación no es un camino de seguridades. Por eso en el ambiente en el cual vivimos no hay vocación, porque la vocación es un salto al infinito, un paso dado en la incertidumbre de la fe. Cuando nos apegamos a los valores del ambiente dejamos de tener vocación y, a la larga, dejamos también de tener pleno sentido. El ambiente piensa en carreras, en ascensos sociales, en actividades para estar ocupados, en estabilidad económica; pero no descubre vocación, no descubre sentido. La vocación se construye sobre la inseguridad del ir viviendo. Sólo al vivir vamos descubriendo la vocación y vivir es inseguro porque uno puede equivocarse, porque las cosas pueden salir mal, porque se puede errar al andar. 2. VIVIR, CONOCER, AMAR Lo esencial no se descubre por la razón y no se encuentra en las inseguridades. "Lo esencial es invisible a los ojos " —decía el Principito— y en cuanto tal es algo inseguro. Lo esencial se siente, es algo que se sabe que está ahí, pero que no se puede explicar. Lo esencial es algo que se vive. No se sabe qué es la amistad hasta que no se ha amado a un amigo. No se sabe qué es el amor de pareja, hasta que no se ha amado intensamente a una persona. No se sabe qué es el compromiso, hasta que no se vive. No se sabe qué es el amor de Jesús, hasta que uno no se ha sentido inundado por su presencia. Es en la vida donde se conoce. Para la tradición filosófica occidental el conocimiento es un problema intelectual con momentos concretos: Experimentación, intelección, juicio y decisión. Para la tradición hebrea el conocimiento, en cambio, es un problema de vivencia, de descubrimiento en la vida. Conocer a Dios, según los profetas, era vivir a la manera de Dios. Por eso Jesús insiste en que conocer no es decir "Señor, Señor, sino hacer la voluntad del Padre". La lógica y la razón nos suelen dar el deber-
ser de las cosas; pero la verdad es que muchas veces ese deber-ser no concuerda con la realidad. Desde el deber-ser nos hacemos hermosos proyectos irrealizables, o imágenes falsas de nosotros mismos. En cambio la vida nos descubre nuestro ser más profundo, nuestra más auténtica realidad. En la vida descubrimos quiénes somos, cuál es nuestro sentido existencial, qué es lo nuestro. En el vivir se descubre el sentido, al descubrir se conoce y al conocer se ama. Sólo en la vida se conoce. Sólo en la vida aprendemos a amar. Amar es descubrir una cosa, una actividad, un proyecto, una persona como valor radical. Sólo descubrimos lo que ponemos en práctica y sólo al descubrir podemos realmente amar. Por eso la vocación se va descubriendo al hacerla, al vivirla, al llevarla a cabo, al ponerla en práctica cada día. Al vivir se va descubriendo que aquella persona, que esa actividad, que ese trabajo, que ese compromiso son valiosos para mí. Ésto es lo que desconcierta de la vocación, que no es algo hecho, que no la podemos atrapar como si fuera un objeto, que no se puede conocer teóricamente, que sólo en la vida, en el amor, y en la brega de cada día, se le conoce y se le descubre. La vocación supone lanzarse a vivir, sin tener muchas cosas claras, sin tener grandes seguridades, sin la certeza de tener éxito. 3. LA LENTITUD DEL CONOCER Nunca sabremos de una vez para siempre el sentido y la razón de nuestro existir. El mismo Jesús pasó treinta años de su vida intentando descubrir si lo que el Señor le pedía era que fuera un artesano más o un profeta. Y cuando salió a predicar quizá no sabía que su vocación era ser Mesías, y cuando lo descubrió no necesariamente pensó que su camino terminaría en una cruz. Jesús fue descubriendo, conociendo y amando el sentido de su vida al arriesgarse a vivir. Lo que sí sabía con certeza era que Dios era su Padre y que debía seguir fielmente los designios de su corazón, pues allí era donde le hablaba la voz amante y amada de ese Padre. Eso es vivir con vocación. No es quedarse sentado esperando respuestas seguras. Es salir a caminar, es darse el derecho, incluso, de equivocarse, para ir descubriendo, conociendo y amando al vivir aquello que conforma el sentido de todo lo que somos. El hacer cotidiano, el bregar de cada día es el lugar preciso en el que se pueden situar nuestros pequeños compromisos, y la entrega aún imperfecta y oscura a la que nos arriesgamos. Si huimos de ese hacer pequeño y oscuro de cada día, habrá en nosotros buenos deseos, hermosos proyectos, claridades teóricas, pero nunca
habrá conocimiento real de lo que somos y para qué somos, y sin conocimiento no puede haber amor y sin amor, no se puede entregar la vida;... y la vocación es justamente eso, entregar la vida. En este camino lento de descubrimiento hay tres niveles de conocimiento : • PRESENTIMIENTOS: Al vivir, al ir haciendo, al ir amando, al ir escuchando la voz de otros, al ir teniendo pequeños compromisos se pueden descubrir, en primera instancia, presentimientos. Los presentimientos señalan un posible camino y sentido para la vida. Todavía quedan dudas, pero se intuye por qué caminos debe ir la vida. • CERTEZAS: Si se es fiel a lo que se va descubriendo y se va poniendo en práctica aquello que se descubre que se debe vivir, se pueden llegar a descubrir certezas. Las certezas son firmes, no hay duda en ellas: "yo soy para esto, esto es lo mío, en tal cosa se realiza lo mejor de mí". En momentos difíciles se puede dudar de ellas, pero pasada la crisis se vuelven a encontrar. • EVIDENCIAS: Al fin, después de mucho camino, las certezas se pueden convertir en evidencias. Las evidencias son tan firmes que ni siquiera en los momentos más difíciles se puede dudar de ellas: Yo soy para esto... y no hay dudas.” El camino de descubrimiento de la vocación es a su vez camino de ir descubriendo los presentimientos, convirtiéndolos en certezas y haciendo de éstas, evidencias; pero esto no es el fruto de un trabajo intelectual, es el fruto de un trabajo en la vida. Sólo al lento paso de la vida se descubre lo que uno es y para lo que uno es. Es necesario conocer nuestra vocación, conocernos a nosotros mismos, conocer lo que le puede conferir sentido a nuestra vida. Pero sólo se conoce lo que se ama cuando se vive la verdad. Cuando no se ama, la vida no pasa de ser otra vida más entre un montón de vidas y el sentido de la existencia no pasa de ser un sentido más entre muchos sentidos de existir. Es el descubrir el fondo real de la vida, es el conocer, es el amar lo que hace especial nuestra vocación, lo que le da sentido a nuestras vidas, lo que hace especiales a las personas, las actividades, los trabajos que conforman nuestra vida. «—Claro —expuso el zorro—. Tú no eres para mí más que un jovencito parecido a otros cien
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Columnista Invitado mil jovencitos. Y no te necesito. Y tu tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero si me domesticas, serás para mí único en el mundo y yo seré para ti el único zorro en el mundo. No conocemos más que las cosas que domesticamos. Los hombres no tienen tiempo de conocer nada. Compran las cosas hechas en los mercados. Pero como no hay mercados de amigos, los hombres no tienen amigos. —Adiós —dijo el Principito. —Adiós —respondió el zorro. —Oye mi secreto. Es muy simple. Lo esencial es invisible a los ojos; no se ve bien sino con el corazón. —Lo esencial es invisible a los ojos —repitió el Principito a fin de no olvidar.» (Tomado del libro " El Principito" de Antoine de Saint-Exupery) Llegados a este punto nos jugamos el fondo de la vocación. Es fácil hablar de vocación cuando sólo hay que pensar en ideas, sueños y buenas intenciones; pero cuando reconocemos que no hay nada seguro en el futuro, cuando nos damos cuenta de lo que a otros ha costado el ser fieles a su vocación, cuando pensamos en la posibilidad real de equivocarnos y de que las cosas salgan mal, cuando esto sucede, la vocación se vuelve ardua y sólo unos pocos se atreven a vivirla. 4. LAS SALIDAS FALSAS Ante lo difícil de la opción muchos buscan diferentes salidas que, a la postre resultan ser falsas, es decir, no dan respuesta a los hondos interrogantes del ser humano.
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• LA MEDIOCRIDAD BURGUESA: Se ha dicho que la burguesía es lo mismo que la mediocridad, y esto porque no se ha tomado la palabra burgués para designar una clase social, sino para identificar un estado latente en todo ser humano, una manera de vivir, presente como posibilidad en todo hombre. El estilo burgués, el espíritu de la mediocridad burguesa ha sido descrito así por Herman Hesse: «No es otra cosa que el ensayo de una compensación, que el afán del término medio de aveniencia entre los numerosos extremos y dilemas contrapuestos de la conducta humana. El burgués trata de vivir en un término medio, confortable, entre ambas sendas. Nunca habrá de entregarse ni a la embriaguez ni a la santidad; nunca será mártir… Al contrario, su ideal no es el sacrificio sino la conservación del yo. La incondicionalidad le resulta insoportable. Quiere ser virtuoso,
Juan Jaime Escobar Valencia, Sch. P.
pero al mismo tiempo quiere pasar en la tierra un poquito bien y con comodidad. Sacrificando la intensidad de la vida alcanza seguridad y conservación; en vez de posesión de Dios, cosecha sólo tranquilidad de conciencia; en lugar de placer, bienestar; en vez de libertad, comodidad; en vez de fuego abrasador, una temperatura agradable. El burgués es consiguientemente miedoso, una criatura débil vitalmente.» Hay tres actitudes que definen claramente el estilo burgués: La Dispersión: El burgués se llena de cosas, de personas, de pasatiempos, de realidades secundarias que terminan llenándole la vida. Así, escapa a la reflexión, se ahorra el dolor de pensar la vida, huye de la radicalidad del vivir y se mantiene, a la vez, entretenido, creyendo ser feliz. Debajo de todo, sólo le queda —y ése es el problema—, miedo, inseguridad o sinsentido; pero todo bien disimulado, bien oculto y bien enmascarado. El Afán de Seguridad: El burgués no soporta la inseguridad. Todo lo quiere seguro, no quiere nunca arriesgarse. Por eso busca seguridades de todo tipo: seguridades económicas, sin importar cuánto cueste conseguirlas o defenderlas; seguridades teóricas, por eso no soporta que le lleven la contraria y suele construir sus propios sistemas de opiniones personales para todo; seguridades personales, por eso no acepta críticas; seguridades sobre el futuro, por eso sólo da un paso cuando sabe que efectivamente ganará algo con ello. El burgués se rodea de seguridades, no arriesga su vida. Debajo de tanta seguridad sólo le queda, —y ése es el problema—, miedo, inseguridad y sinsentido. Al fin y al cabo, por buscar seguridades, nunca se da el derecho de ser él mismo, el derecho de existir. La Incapacidad de ser Incondicional: Es este el mejor rasgo que describe al burgués. Por incondicionalidad se entiende la actitud del hombre o de la mujer que son capaces de entregarse por completo a una causa, sacrificándolo todo, aún su propia vida. La incondicionalidad es gratuita, es darse por entero, sin condiciones ni intereses egoístas. Para el burgués no existe la incondicionalidad: quiere seguir a Jesús,
pero sin dejar sus comodidades; quiere hacer algo por los que sufren, pero sin renunciar a sus comodidades; quiere vivir el amor, pero sin sacrificarse por los que ama; quiere encontrar el sentido de su vida, pero sin pasar por el dolor de conocerse a sí mismo; quiere llevar una existencia profunda, pero sin renunciar a la vida trillada de todos; quiere luchar contra su mal, pero no es capaz de hacer el bien. Debajo de todo sólo hay en el burgués un miedo terrible a perder lo poco o mucho que tiene, y ese miedo lo paraliza y no lo deja ser incondicional. La Mediocridad Burguesa es una salida falsa. Se conserva lo mucho o poco que se tiene, no se arriesga nada o casi nada, se logra un cierto "status" en la vida; pero nunca se es uno mismo. «Esto dice el Espíritu, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:—Conozco tus obras y sé que no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.» (Apocalipsis 3, 14b-16). • LA HUIDA: La huida es una segunda salida falsa. Ante el hondo problema de la vida se puede optar por asumir la radicalidad de la existencia, o se puede optar por huir. Huir es querer quitarse de encima el problema de la vida, es distraerse, es preferir no construir comprometidamente la propia existencia para poder tener "tranquilidad". El que huye ha olvidado que la angustia es el precio de ser uno mismo; que construirse como persona implica destruir las caricaturas que el ambiente capitalista ha hecho de la vida humana, de la felicidad y de la juventud; que existir de verdad cuesta, porque en esta sociedad a todo el que se diferencia de la masa se le persigue o se le hace víctima de burlas y críticas. Formas de huir hay muchas, pero en el fondo todas buscan lo mismo: distraer, esconder el problema de la vida, ocultar angustias, masificarse. El trago como vicio cotidiano, la droga, el idealismo sin piso, el pedirle a Dios que nos solucione lo que nosotros debemos solucionar, son todas huidas, formas diferentes de escapar a la responsabilidad de vivir. «A uno que pasaba Jesús le dijo :— Sígueme. Él respondió:— Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre. Jesús le replicó:— Deja que los muertos
entierren a sus muertos; tú vete por ahí a anunciar el Reino de Dios.» (Lucas 9, 59-60) • LA DESESPERACIÓN: La última salida falsa es la desesperación, es reconocer trágicamente que no se puede hacer nada, que la vida no tiene sentido, que no queda más remedio que dejarse arrastrar por el río de la vida. La desesperación es la frustración tajante, es decidir no vivir. Hay varias formas de desesperación: La resignación, que implica asumir que la vida es así, que la injusticia y el dolor son así y que no se puede hacer nada; el aburrimiento, que implica quedarse quieto, no hacer nada, sobrevivir, vegetar; que sean los otros y el ambiente los que dicten nuestra vida; y la autocompasión, que supone sentir lástima de uno mismo y considerar que la vida sonríe para los demás, pero es un fracaso para uno. El culmen de la desesperación es el suicidio. Hay gente que da la vida por amor a una causa, pero hay otros que desean morir para quitarse de encima el problema de vivir. En el que se suicida por desesperación se conjugan tres salidas falsas: El desespero, como incapacidad de hallarle sentido a la vida; la huida, como deseo de escapar del problema de vivir y como abandono de la responsabilidad de construir la propia existencia; y la mediocridad, como incapacidad de existir con valor y compromiso. Además de los que se suicidan efectivamente, muchos se suicidan en vida, muchos sólo viven aparentemente, son como muertos que caminan, que se dejan arrastrar por la vida, pero que hace mucho renunciaron a construir su propia existencia. «Esto dice el que tiene los siete espíritus de
Dios y las siete estrellas: — Conozco tus obras; nominalmente vive, pero estás muerto. Anda vigilante y consolida los restos que van a morir, pues no he encontrado obras tuyas acabadas a los ojos de mi Dios.» (Apocalipsis 3, 1b-2) 5. EL RIESGO DE OPTAR Ciertamente la vocación se enfrenta a obstáculos muy fuertes: el miedo, el deseo de comodidad, las presiones de los otros, el ambiente capitalista. Tomar las salidas falsas implica aparentemente derrotar estos obstáculos. Jesús, el pobre de Nazaret, nos propone otra salida : Seguirlo a Él. El seguimiento de Jesús implica toda una inversión de valores, implica tomar este mundo que está de cabeza y enderezarlo. Desde Jesús la vocación se puede vivir aceptando el riesgo de optar hasta las últimas consecuencias. Jesús, a pesar de su condición divina se despojó de todo y se hizo esclavo para anunciar la Buena Nueva a los pobres, para dar la vista a los ciegos y la liberación a los cautivos. Pasó por el mundo haciendo el bien y amó hasta el extremo. Con dolor y con llanto aprendió a dar la vida siendo siempre fiel. Fue paciente y acogedor, de nadie tuvo envidia, no se jactó ni se ensoberbeció, decía que sólo había venido a servir, no fue grosero, no luchó sólo por lo suyo, no llevó cuentas del mal, despreciaba la injusticia, simpatizaba con la verdad. Perdonó siempre, aguantó siempre, confió siempre, esperó siempre. Jesús fue fiel a su vocación. Para ello vivió unos valores totalmente contrarios a los del ambiente social que le rodeaba. El Evangelio nos dice que muchas veces
no entendió todo, que sintió miedo, que tuvo deseos de abandonar lo empezado…; pero añade que supo ser fiel hasta el final y que por eso, justamente por eso, alcanzó la vida plena. El mediocre prefiere ganar trozos de vida. Jesús, en cambio, quiere toda la vida. El mediocre se contenta con un poco de sentido. Jesús busca el total sentido. Al mediocre le basta con unas migajas de amor. Jesús ama hasta el extremo. La vocación es, pues, vivir plenamente, con sentido, con la plenitud del amor, de un amor desprendido que es capaz de entregarse sin límites. La vocación es vivir la vida Jesúsmente, es asumir el riesgo de la vida con la radicalidad de Jesús. Obviamente todo esto es inseguro. Como a Jesús las cosas nos podrían salir mal (humanamente hablando). Jesús comenzó un día anunciando el Reino y terminó luego colgado en una cruz. Pero con eso alcanzó la plenitud de la vida. A esta plenitud estamos llamados y el camino pasa por donde pasa el amor. Y el amor, el verdadero amor, siempre es un riesgo. «Quien quiera salvar su vida la perderá pero quien la pierda por amor la salvará.» (Lucas 9, 24).
Pues bien, tener vocación es un riesgo. Vivir con vocación es un riesgo. Seguir a Jesús es un riesgo. Pero es un riesgo maravilloso, un riesgo que vale la vida entera, la vida entera entregada por amor, la vida entera ganada por plenitud de amor
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Director Año propedéutico
Pbro. Álvaro González C.
LA EXPERIENCIA DEL AÑO PROPEDÉUTICO En los últimos años, los formadores del Seminario, hemos descubierto que los candidatos que llegan al Seminario son jóvenes con buenas intenciones y con características muy especiales. Los seminaristas que ingresan a la formación tienen mucha experiencia apostólica, porque han estado vinculados a las comunidades parroquiales como catequistas o líderes juveniles; pero tienen poca formación cristiana (no conocen elementos fundamentales de la fe católica). SITUACIÓN DE LOS JÓVENES QUE LLEGAN AL SEMINARIO
Los bachilleres que llegan al Seminario tienen abundantes conocimientos tecnológicos (y en algunos casos son dependientes de los avances de la técnica), pero tienen poca experiencia de Jesucristo (creen en Él pero poco se relacionan con Él). Muchos candidatos llegan al Seminario habiendo conocido lo que conocen los jóvenes en las calles de nuestros barrios (el flagelo de la droga, una visión distorsionada de la sexualidad, el fenómeno de las pandillas, etcétera).
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Ante ese panorama, y por insinuación del señor Arzobispo, los formadores del Seminario Mayor de Cali, hemos visto la necesidad de afinar los procesos de formación que se tienen en nuestra institución. Por eso, en este año lectivo (2010 – 2011), el Consejo de Directores, tomó la decisión de iniciar la experiencia del año propedéutico (antes de iniciar la etapa de estudios filosóficos) con el fin de hacer una mejor iniciación de los candidatos al ministerio y de prepararlos adecuadamente a las etapas siguientes de la formación sacerdotal.
OBJETIVOS DEL AÑO PROPEDÉUTICO
Los objetivos de esta etapa de la formación son tres. El primero es ayudar a los estudiantes que entran al Seminario de Cali, a reconocerse (desde el principio de la formación) como discípulos del Señor Jesús. La profundización de esta convicción de fe es fundamental, porque el Seminario Mayor de Cali quiere formar sacerdotes que tengan conciencia de que han sido llamados por Dios para ser sus testigos. La vocación, implica tener conciencia de que la Iglesia quiere sacerdotes que vivan
para Dios en el servicio de las comunidades cristianas. La Iglesia tiene claro que únicamente formando discípulos es como se pueden formar buenos pastores. El segundo objetivo del año propedéutico es ayudar a los estudiantes en el proceso personal de conversión personal. Los estudiantes que llegan al Seminario traen “vicios”, “mañas” y “modos de vida” que son contrarios a la opción de vida que quieren hacer. Durante la primera etapa de la formación se quiere ayudar a los candidatos a entender que muchos de sus comportamientos y modos de pensar son contrarios a la fe y, que por lo mismo, deben ser cambiados. El tercer objetivo es ayudar a los nuevos estudiantes a descubrir la grandeza de la vocación sacerdotal para que descubran que viviendo como personas consagradas a Dios pueden vivir una vida plenamente feliz y plena.
LA EXPERIENCIA DEL AÑO PROPEDÉUTICO
El 8 de Agosto de 2010 empezamos la experiencia del año propedéutico en el Seminario Mayor de Cali. Ese día iniciaron su formación sacerdotal 26 estudiantes de la Arquidiócesis de Cali, de la Diócesis de Palmira, Buenaventura y del Vicariato de Guapi. Al frente de esa responsabilidad han estado: un sacerdote formador del Seminario y dos estudiantes de teología. Durante el primer día las insistencias formativas han sido las siguientes: • Aprender a actuar en todo momento con madurez. • Aprender a vivir con alegría las exigencias de la vida comunitaria.
• Aprender a descubrir la importancia de hacer bien las cosas (lo que significa luchar constantemente contra la mediocridad). • Aprender a tener sentido de pertenencia con el Seminario cuidando de la casa y trabajando para que ella sea cada día más hermosa. • Aprender a tener una relación seria y profunda con Dios a través de la participación activa en las celebraciones litúrgicas. • Aprender a tener trato de amistad con Dios (y con Nuestro Señor Jesucristo) a través de la práctica de la oración personal y del Estudio del Evangelio. • Aprender a utilizar inteligentemente el tiempo. En el primer semestre, los estudiantes del curso propedéutico tuvieron tres experiencias formativas muy importantes. La primera fue el retiro espiritual de una semana en Pichindé (en absoluto silencio). En esos días se trabajó fuertemente el tema del discipulado ( Jesús es el Maestro que tiene Palabras de Vida Eterna. El discípulo es quien deja todo y le sigue). La segunda experiencia fue un curso de formación sobre la afectividad dirigido por una psicóloga. El tema que se trabajó fue el de la madurez humana (que se manifiesta en la capacidad de tener relaciones interpersonales satisfactorias con las personas con las que nos relacionamos). La tercera experiencia fue el trabajo de navidad en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Robles. Los seminaristas estuvieron trabajando en 7 veredas con mucha alegría y generosidad.
Durante el primer semestre del año propedéutico, no hubo mucha insistencia ni en la formación intelectual ni en la formación pastoral de los estudiantes. Los cursos que los seminaristas recibieron tuvieron un carácter formativo y no recibieron ningún tipo de calificación por parte de los profesores. El texto sobre el que se trabajó fue el Catecismo de la Iglesia Universal. En el segundo semestre del año propedéutico, los seminaristas, tendrán cursos calificables (Inglés, Introducción a la filosofía, Sistemas y Lógica Matemática). También tendrán cursos no calificables (Introducción al Misterio de Cristo, Introducción a la Sagrada Escritura, Cultura General y Seminario sobre la Familia). Además, los estudiantes, empezarán a hacer su práctica apostólica. Irán a trabajar en el Hospital Departamental (acompañados por los Padres Camilos), al Ancianato de San José (acompañados por las Hermanitas de los Pobres), al Hogar Cristo de la Paz (acompañados por las Hermanas de Teresa de Calcuta) y al sector de Polvorines (acompañados por el párroco. En esa parroquia, el trabajo de los seminaristas, será de visiteo de las familias pobres del sector). Esperamos, que el esfuerzo que está haciendo el Seminario Mayor de Cali por ofrecer una mejor iniciación de los seminaristas (con la implementación del año propedéutico) produzca frutos. Lo que deseamos es tener candidatos al ministerio ordenado, que vivan con mayor radicalidad su condición de discípulos de Nuestro Señor Jesucristo y que sean perseverantes en los largos años de formación que les esperan.
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Delegado Pastoral Vocacional
Pbro. José Olmes Mondragón
de Jamundí: El presbítero Joaquín Gómez Rendón. La zona 4 es animada en la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria por los presbíteros: Jhon Freddy Gallego, Otoniel Cortés y Jesús Eduardo Mena.
4. ¿Qué resultados esperan? y ¿Qué otros procesos acompañan? Los resultados obedecen a procesos, la pastoral vocacional está articulando con el Seminario, el poder responder con objetividad a estas necesidades que los jóvenes tienen.
APRENDIENDO A ACOMPAÑAR LA EXPERIENCIA DE DIOS El camino que hace todo ser humano requiere de “procesos” para afirmar su proyecto de vida y realizarse como ser humano. El camino de fe no es ajeno a este postulado antropológico, “el cristiano no nace, se hace”, lo decía Tertuliano.
T
anto la experiencia de fe como de vida requieren “procesos”, la pastoral vocacional y juvenil han venido realizando un proyecto de “apostar” por los procesos formativos.
En el acompañamiento de los “jóvenes” hemos abierto una experiencia, para este 2010 tomando como referencia las zonas.
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1. ¿Por qué ésta nueva experiencia del preseminario, del acompañamiento por las zonas? La necesidad de un acompañamiento personalizado afín a la estructura familiar, social, económica y religiosa. Cada zona tiene unos rasgos característicos que ayudan a que las parroquias tengan fisonomías parecidas que permiten un acompañamiento directo, cercano y acorde a las necesidades de la zona, sin separar, ni discriminar; se constata que hay zonas que requieren más proceso de acompañamiento.
2. ¿Cuáles son y qué dificultades han percibido? Creemos que la zona norte y sur requieren mayor asistencia y promoción, ésta es la oportunidad de animar éstos sectores y tener vocaciones.
Comenzar algo nuevo es un reto, pero frente a un caminar que se ha tenido, era un resultado que se quería y esperaba. Una de las dificultades grandes, es que los mismos agentes pastorales no animamos, creemos que es solo del o de los promotores. También ha habido descuido, algunas parroquias tienen resistencia al acompañamiento de jóvenes, y no hay ni grupos juveniles ni procesos vocacionales.
3. ¿Qué parroquias están acompañando el proceso de preseminario por zonas y qué agentes tiene? La zona 1 es animada en la parroquia San Fernando Rey, por los presbíteros: Otoniel Rangel y José Olmes Mondragón. La zona 2 es animada en la parroquia Santa Filomena por el presbítero Carlos Alberto Ribadeneira y en la misma zona en el área rural de Yumbo, por el presbítero Norbey García. La zona 3 es animada en la parroquia Santa María Reina por el presbítero Luis Mario Montenegro y el Diácono Oscar Henao, en la misma zona, en el área rural
Entre los procesos que tenemos están: Para los niños: La infancia vocacional. Para los adolescentes: un proceso mixto de discernimiento para jóvenes y señoritas y es llamado “Juventud vocacional” y el proceso de preseminario por zonas.
5. ¿Cuál sería la invitación para las comunidades de la Arquidiócesis de Cali? “La vocación es compromiso de todos”, qué bueno percibir que nos unimos a una causa en común de acompañar el discernimiento de muchos de nuestros jóvenes para servir a Dios y a las comunidades. Una comunidad CRISTIANA es madura cuando forma vocaciones, los anima y acompaña, este es el reto, siempre buscando el método para hacer posi-
ble esto, seguimos invitando a los colegios públicos, privados, de cobertura o arquidiocesanos, los grupos juveniles, catequistas, movimientos, comunidades parroquiales para que sigan en este proyecto que requiere la participación de todos.
6. ¿Qué retos ven en su camino? El trabajo con las familias de los candidatos. La formación y acompañamiento de las vocaciones adultas. Mejor articulación del proyecto propedéutico del seminario con la pastoral vocacional y su proceso de preseminario.
7. Cuál ha sido la dinámica de trabajo y los frutos? En los procesos de la pastoral vocacional hemos creado competencia en la calidad del acompañamiento, a través de las conferencias, misiones, convivencias, retiros, compromiso parroquial, acompañamiento del párroco, de los animadores vocacionales, el psicólogo y el compromiso de su familia en su discernimiento. Hemos podido ver en nuestros jóvenes, que han tomado en serio su proceso vocacional, que han encontrado un lugar para madurar en sus decisiones y trabajar sus vacíos en aspectos familiares, culturales, intelectuales y afectivos, logrando en cada uno de los aspirantes, confianza, transparencia, sinceridad en su discernimiento y así mismo proyectan seguir creciendo en estos ámbitos.
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IMÁGENES HISTÓRICAS DEL SEMINARIO
En estas 2 fotografías podemos apreciar el día de la siembra por parte de su santidad Juan Pablo II en Julio de 1986 y el presente, del árbol de Chiminangos ubicado frente a la capilla del Seminario.
Mural Semayor
IMAGENES DEL SEMINARIO Y SU HISTORIA
1982
Panorámica del Seminario en la que podemos apreciar la ausencia del edificio de Filosofía
1912 - 1917
Monseñor Heladio Posidio Perlaza Fundador En ese entonces el seminario funcionaba en el “Edificio viejo o Casa de la Libertad” actual Curia arzobispal
1982
Primeros Formadores y Seminaristas de la sede de Pance
1931
Primeros formadores en la casa del Amparo
1953 - 1971
Monseñor Julio Caicedo Téllez inaugura el Edificio de Bellavista
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1978
Vitral de Nuestra Señora de Chiquinquira instalado en la fachada de la capilla
Vitral con Escudo Pontificio, ubicado en la capilla privada de Chestokova
Placa conmemorativa de la Bendición de la Primera Piedra de la Sede de Pance
1982
Ceremonia inaugural de la sede de Pance presidida por Monseñor Alberto Uribe Urdaneta
Vitral de San Agustín y Santo Tomás de Aquino ubicado en la Biblioteca del Seminario
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En el Corazón de los Laicos
Connie Cruz Cruz
bello y lo que nos libera. Él no quita nada y lo da todo.” (Homilía 24 de abril 2.005 inauguración del Pontificado Benedicto XVI.)
Rueguen por tanto al dueño que envíe obreros a su cosecha
¡Oración! La olvidada. Ha faltado oración… en familia con nuestros hijos. Quien reza no tiene miedo; quien reza nunca está solo; quien reza se salva.
RESPONSABILIDAD DEL LAICO EN LA IGLESIA
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Me han invitado a escribir esta columna que acepté además, con mucho cariño y gratitud. La responsabilidad de nosotros los laicos en la Iglesia es inmensa. Ejercemos un rol único y especialísimo en las actividades a nosotros encomendadas o de nuestra propia iniciativa por difíciles que nos parezcan; comprenderemos mejor esto cuando ligados a Ella seamos capaces de comprometernos por un amor apasionado a Cristo y a María en llevar a cabo todo lo que se nos plantea con humildad y obediencia.
La cosecha es abundante
La importancia de los laicos en la Iglesia es ayudar dentro del mundo, a promover la acción y el compromiso en el anuncio del Reino. También debemos promover la amistad con Jesús Eucaristía. Ser testigos de Él; invitar a los demás a conocerlo para poderlo Amar. Adorándolo en la Eucaristía para Almas enamoradas de Él, capaces de estar largo tiempo como escuchando su voz, para asi hacerle amar de todos y que podamos decir: “Para mí la Vida es Cristo”. Fil. 1,21.
Los obreros son pocos
En el interior de nuestras familias, que deben ser el pri-
mer seminario, hemos de ser testigos y ejemplo de Fe y apoyar a nuestros hijos, si Dios los llama a este “Oficio de Amor” como dice San Agustín. ¡Animarlos! que no se sientan solos, estando al lado de nuestro Párroco, haciéndole partícipe de nuestra vida diaria, nuestros hijos verán si escogen ser sacerdotes, que no están solos en este camino y no tendrán miedo a la soledad, su familia serán sus feligreses. “Quien deja entrar a Cristo en su vida no pierde nada, absolutamente nada, antes hace la vida libre, bella y grande. Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida; sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana; sólo con esta amistad experimentamos lo que es
Pidamos por nuevas vocaciones sacerdotales y por la santificación y perseverancia de los seminaristas y sacerdotes, pues “el sacerdocio es el amor del corazón de Jesús” como repetía con frecuencia el santo Cura de Ars, es decir, los sacerdotes constituyen el interés privilegiado del Señor y son un verdadero regalo para los hombres. Ante todo lo anterior, nos hemos puesto a pensar: ¿qué sería de nosotros si no hubieran sacerdotes? Imaginémonos por unos momentos todos los instantes de nuestra vida y en todos ellos encontraremos la presencia amorosa de ellos desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte.
CENTRO DE CAPACITACION EN SALUD MARIA AUXILIADORA Aprobado Concepto Favorable 273/09 Ministerio de la Protección Social / Ministerio de Educación Nacional
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Los 13 años de experiencia y la gran tradición con la que cuenta esta institución han hecho que empresas públicas y privadas de salud y del sector empresarial prefieran patrocinar a los estudiantes del Centro de Capacitación en Salud María Auxiliadora.
Tenemos también que pedir ayuda divina para preservar las vocaciones y es encomendando a nuestros jóvenes a la protección de los Santos Ángeles, espíritus poderosos del reino sobrenatural que siempre están prontos para ayudarnos. Para terminar, no dejemos sólo a los sacerdotes en el trabajo por la Iglesia, todos estamos llamados a ser sacerdotes. El Concilio Vaticano II define el ejercicio del sacerdocio de los laicos de la siguiente manera: “Los fieles ejercen su sacerdocio en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, en el testimonio de una vida santa” (Lumen Gentium 10). Por lo tanto “La cosecha es abundante, pero los obreros pocos. Rueguen por tanto, al dueño que envíe obreros a su cosecha”. Lucas 10,2
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Presbitero Invitado
José Octavio Lara
LO QUE ES EL SEMINARIO PARA MÍ…
L
os editores de la Revista institucional de nuestro Seminario Mayor San Pedro Apóstol de Cali me han pedido, con motivo de la celebración de los primeros treinta años de esta institución arquidiocesana, que escriba mi testimonio de lo que ella es para mí. Esta petición ha producido en mí una gran alegría. Pensé que se trataría de una tarea fácil… pero al sentarme a pensar y a tratar de escribir “mi experiencia” las cosas se han complicado … no sabía por dónde empezar ni qué decir… Después de muchos intentos fracasados de poner por escrito mi experiencia se me fue haciendo claro un hecho que me ha ido pareciendo cada vez mas significativo: recordé que una de las primera imágenes que me hice del Seminario al salir de mi casa y de mi barrio y al estar frente a la puerta del Seminario con una maleta en la mano fue la de una gran edificación material cubriendo un amplio espacio… y, en ese instante de recuerdo, tomé conciencia, además, de que lo que en un primer momento se me manifestó como un espacio físico se me había transformado, en el hoy de mi vida, en una entelequia, en una Idea… ¡El estático Edificio material del Seminario se había transmutado con el paso de los años en un exigente Ideal
de vida que no cesa de inquietarme y de moverme! ¡El Seminario que habité se ha convertido en el Seminario que me habita! ¡El edificio material que ocupé se ha transformado en una fuerza interior que me reta a procurar ser lo que él es y significa!
Gustavo Isaza Escobar, pss
Álvaro González Carrasquilla
Alejandro Enrique Gallardo
Rector
Director Año Propedéutico
Director Segundo de Filosofía
Hernando Chitiva León, pss
Efraín Montoya Flórez
William Palomeque Angulo
Director Tercero de Filosofía
Director Primero de Teología
Director Segundo de Teología
… hoy al escribir este testimonio no puedo sino reconocer con agradecimiento que el Seminario me invitó a poner en el centro de todo a Dios y a salir del individualismo para acceder a ese extraordinario misterio de la vida en Común…. … dos tareas por hacerse plenamente en medio de un “Mundo” que, dominado por la Cultura Moderna, presenta como ideales de vida precisamente las antípodas de las del “Seminario”: el secularismo… un mundo sin Dios y sin trascendencia…; y el individualismo… un mundo de individuos aislados luchando por el logro de sus intereses particulares… Agradezco mucho a los encargados de la Revista por invitarme a poner por escrito mi testimonio. Les pido disculpas por lo poco que contiene… el Seminario se merece mucho más…
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Norberto Flórez Rincón, pss
Director Tercero de Teología
Hernando Pinilla Rey
Director Cuarto de Teología
Ramiro Gutiérrez Vieira, pss Profesor
Arlex Javier Torres
Fabián Andrés Insuasty Parra
Carmen Alexis Sinisterra Ruiz
Carlos Rafael Borja Mosquera
Anderson Ruales Cartagena
Brayan Leonardo Varela Gonzales
Rubén Darío García Chichiliano
Gustavo Adolfo Márquez Zuluaga
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Juan Camilo Galviz Corrales
José Raúl Zarate Mancilla
Esteban Cáceres Cerón
Nelson Andrés Casallas Valdes
Wilmer Martínez Muñoz
Anderson Gutierrez Labrador
Johan Alexis Gómez Acosta
José Antonio Bermúdez Gómez
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
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29 Jarinton Banguera Granja
John Edinson Delgado Urbano
Deiner Saa Hurtado
Alvaro Iván Yaima Capote
Deiby Joan Delgado Alegría
Eiser Lucumí Chará
Diego Hernán Castro Mendoza
Gildardo Cuero Duran
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Faber Cuero Ibarbo
Jorge Luis Arboleda Perea
Uberney Guarín Cardenas
Jesús Eduardo Meneses Ramos
Idel Nuñez Nuñez
Jorge Enrique Gutierrez Morales
Miller Lorenzo Salazar Montaño
Jhonny Miguel Rojas Portilla
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Año Propédeutico
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Ricardo Torres Paz
David Galarza Alegría
Jaminton Javier García Anizares
Victor Alexis Rivera Montaño
Salvador Jaimes Celis
Fabián Alexander Cuarán Cuarán
Clímaco Antonio Cuero Orobio
Jorge Eduardo Castañeda
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Segundo de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Carlos Esneider Ramos Mosquera
Miguel Ángel Sinisterra Amu
Pablo Andrés Piza Velandia
Juan Carlos Pérez Ramos
Nicolas Ruiz Viveros
Luis Alonso Mejía Salazar
Jhonatan Agudelo Valencia
Kener Darío Minotta Bravo
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
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31 Diego Edinson Quiñonez Angulo
Jhonatan Domínguez Lozada
Harold Arias Ortíz
Rubén Darío Castro Giraldo
Fredd Alexander Martínez Delgado
Miltón Óscar Rodríguez Chauza
Robi Nelson Osorio Ardila
Diego Fernando Muñoz Escobar
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Yerson Mauricio Marmolejo Borrero
Brajan Fernando Meza Ortega
Fabio Bladimir Olave García
Duvan Mauricio Marín Lasprilla
Diego Fernando Guzmán Ruiz
Victor Hugo López Valencia
Luis Ernesto Unigarro Estrada
Giovanny Gómez Amezquita
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Johnattan Andrés Riascos Cortés
Héctor Gonzalo Ortiz Cuartas
José Gustavo Hernández Rincón
Fredy Cuero Pipicano
Diacono Fredy Alberto González Mercado
Diacono Oliver Santacruz Valencia
Diego Armando Rivera Hurtado
Héctor Fabio García Posada
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Primero de Teología
Cuarto de Teología
Cuarto de Teología
Cuarto de Teología
Cuarto de Teología
Alexander Agudelo Barrera
Alonso Salcedo Gómez
Wilmar Jair Ramos Mosquera
Alexander Matabajoy Matabajoy
Julian Andrés Florez Jaramillo
Francisco Javier Ortiz Dávila
Jhon James Tello Martínez
Mauricio Andrés Preciado
Segundo de Teología
Segundo de Teología
Segundo de Teología
Segundo de Teología
Cuarto de Teología
Cuarto de Teología
Año de Pastoral
Año de Pastoral
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33 Dian Farney Betancourt Cardona
Jaminton Ivan Rico Olaya
Ariel Viafara Hurtado
Anderson Caicedo Oliveros
Franklin Miguel Hurtado Riascos
Diego Fernando Gaspar Puerta
Samuel Alexander Villa Fernández
Jorge Andrés Segura Ordoñez
Segundo de Teología
Segundo de Teología
Segundo de Teología
Segundo de Teología
Año de Pastoral
Año de Pastoral
Año de Pastoral
Año de Pastoral
Andrés Felipe Díaz
Bernardino Escobar Toloza
Diego Fernando Ospina Sánchez
Johanny Núñez Quiceno
Andrés Alonso Buriticá Zapata
José Ricardo Gúzman Aguirre
Jaminton Jesús Chauza Ordoñez
Juan Sebastian Zuluaga López
Tercero de Teología
Tercero de Teología
Tercero de Teología
Tercero de Teología
Año de Pastoral
Año de Pastoral
Año de Pastoral
Año de Pastoral
Noticias Semayor
NUEVOS FORMADORES PARA EL SEMINARIO Agradecemos al Señor el regalarnos dos nuevos formadores para nuestro Seminario de Cali: El padre Hernando Chitiva León, de la compañía de san Sulpicio, nacido en Gachetá, Cundinamarca. Hizo sus estudios en el Seminario San José de Zipaquirá y ordenado el 26 de Noviembre de 1988. Es Licenciado en Filosofía Sistemática de la Universidad Gregoriana de Roma y Doctor en Filosofía de la Universidad Urbaniana de Roma. Le damos la bienvenida también al padre Alejandro Gallardo de nacionalidad Argentina, quien hizo sus estudios filosóficos en el Seminario Mayor San José (La Plata) y sus estudios teológicos en el Seminario Nuestra Señora de Guadalupe y San José en San Juan. Ordenado el 30 de junio de 2006 para la diócesis de San Juan de Cuyo (Argentina). Para ellos nuestra cordial bienvenida, a esta casa y escuela de comunión.
BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II Después de 25 años de haber visitado nuestro Seminario de Cali, el Papa Juan Pablo II, “el Apóstol de la Misericordia” a quien recordamos con alegría, por su sencillez y espíritu evangélico, será beatificado este primero de mayo por el Papa Benedicto XVI.
NUEVO ARZOBISPO COADJUTOR Hace ya cerca de seis meses recibimos con gran alegría la noticia del nombramiento de nuestro nuevo Arzobispo coadjutor de Cali a Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía. Quien nació en Valparaíso (Antioquia) el 15 de marzo de 1948. Estudió filosofía y teología en los seminarios de Jericó y Bogotá y fue ordenado sacerdote el 17 de octubre 1976. Entre 1986 y 1989 se especializó en Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue profesor y director del Seminario diocesano y responsable para la pastoral juvenil y vocacional, párroco en diversas ocasiones y director para el Laicado de la Conferencia Episcopal Colombiana. Posteriormente fue profesor en el Seminario Mayor de Jericó y luego rector del mismo. El 7 de octubre de 1993 fue nombrado Obispo auxiliar de Medellín. Recibió la consagración episcopal el 15 de noviembre. El 25 de julio de 2001, fue nombrado obispo de Málaga-Soatá y el 03 de junio de 2010 el Papa Benedicto XVI lo nombró Arzobispo Coadjutor de nuestra Iglesia particular de Cali. Oramos al señor para que continúe bendiciendo su ministerio pastoral.
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NUEVO RECTOR El Padre Gustavo Isaza Escobar, pss quien desde Agosto de 2007 hace parte del grupo de formadores del Seminario ha asumido como nuevo rector de nuestro Seminario Mayor San Pedro Apóstol de Cali. Fue ordenado sacerdote el 23 de enero de 1993 en la Diócesis de Palmira; es Bachiller en Teología y Teólogo Civil, en la Pontificia Universidad Bolivariana; Licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas, en la Universidad Lumen Gentium en el año 2000; Licenciado en Ética y Doctrina Social de la Iglesia, en la Pontificia Universidad Gregoriana en 2007. Oramos al Señor para que lleve a feliz término este nuevo servicio el cual le ha sido confiado.
JORNADAS CULTURALES 2011 Del 22 al 25 de Febrero, celebraremos nuestras ya tradicionales Jornadas Culturales, que tendrán como tema central “30 años Semayor en Pance”. Dicho evento tiene como objetivo integrar, fortalecer y destacar las diferentes expresiones culturales, deportivas e ideológicas, que enriquecen nuestra vida durante toda nuestra formación. Nuestro agradecimiento a todos los sacerdotes, seminaristas y colaboradores que han trabajado en el desarrollo de las mismas.
A UN PASTOR ADMIRABLE Es un dolor profundo el que invade nuestra alma cuando un ser humano es abrazado por la muerte y abandona este mundo. Pero, es más profundo el dolor cuando se pierde a alguien que ha influido positivamente en nuestra vida y la ha marcado con una serie de hechos significativos que nos proporcionan crecimiento. Esta es la realidad que está viviendo el Vicariato Apostólico de Guapi, con el fallecimiento de Monseñor Hernán Alvarado Solano, el pasado 31 de enero, quien con mucha entrega y amor orientaba pastoralmente esta Iglesia y se preparaba con mucha alegría para celebrar los diez años del Vicariato y al mismo tiempo su décimo aniversario en su ministerio episcopal. Es una situación que inunda de tristeza a todos los fieles, seminaristas, religiosas y sacerdotes de esta comunidad, porque ha perdido a un gran ser humano. Un pastor que con su entrega y sacrificio conducía a sus fieles hacia una evangelización nueva y orgánica.
GRUPO DE EMPLEADOS
Monseñor Hernán Alvarado Solano q.e.p.d.
Hemos perdido el pastor que por mares y ríos, entre sol y lluvia, selvas y montañas, acompañaba a las comunidades indígenas y afro-descendiente de estos municipios caucanos y nariñense. Ha partido el pastor alegre, cercano, sencillo y jocoso. El hombre inteligente y trabajador. El que con su gran capacidad para predicar iluminaba la vida de esta Iglesia y se preocupaba por promover una vida nueva en todo el Vicariato. Un padre y amigo, comprometido con el proceso formativo de sus seminaristas. Un gestor incansable del bienestar integral de esta Iglesia particular. Queda un vacío en nuestros corazones, pero queda la gran satisfacción de haber compartido y haber sido guiados por una persona admirable, con una calidad humana impresionante, que supo trabajar por Guapi. Por eso, a este pastor entregado a la misión y dedicado a pastorear estos pueblos, lo recordaremos siempre por todo lo que le regaló a esta comunidad, sencilla, dinámica y alegre que implora prontamente un nuevo pastor que siga anunciando el Evangelio. Sem. Ariel Viáfara Hurtado - II de Teología
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Seminarista Invitado
Diego Fernando Guzmán Ruiz - I Teología Licenciado en Ciencias Sociales
FORMÁNDONOS PARA SER SAL Y LUZ DEL MUNDO En los inicios de una nueva década de este afanoso siglo XXI, con los efectos marcados de las ideologías económicas imperantes del momento y con los fenómenos propios de una sociedad globalizada, es conveniente hacernos la pregunta por el tipo de pastor que debe formarse en el Seminario, pero antes de plantear algún tipo de respuesta a tan fundamental cuestionamiento, cabe resaltar algunas realidades que por el momento nos desbordan y para muchos son tan complejas, que se hace difícil pensar en una propuesta que realmente colme las necesidades de una sociedad tan marcada por las dificultades.
H 36
ay conciencia de todo lo bueno que existe en nuestra región y sobre todo en las realidades locales. Es indudable que la cultura y las dinámicas sociales que se mueven en nuestra comarca vallecaucana nos haga pensar en positivo, ya que con una cuenca hidrográfica tan rica, tierras fértiles aprovechadas para la producción de caña, que al comienzo con el azúcar y ahora con el etanol, nos convierten en región de oportunidades comerciales, situada en una posición astronómica y geográfica envidiable, con salida al mar, por el puerto de Buenaventura que maneja el 70% de las actividad comercial que entra y sale de nuestro país, se nos presenta como un departamento que debería tener unos niveles de desarrollo y proyección que nos posicionarían como una de las regiones vanguardistas a nivel nacional. Sin embargo la realidad nos muestra otra cosa, pues el departamento está sumido en una cantidad de dificultades que hacen de nuestra región, un territorio de frustraciones más que de avances. Con las instituciones políticas y la clase dirigente de nuestra región con problemas de índole legal, los problemas que presenta el puerto de Buenaventura por falta de proyectos de modernización que lo pongan a la altura de los requerimientos actuales, el distanciamiento que existe entre los entes gubernamentales, locales y departamentales que generan una
falta de gestión que beneficie a la población, la reciente ola invernal que azotó al norte del departamento y que acentuó la pobreza que existe en nuestra tierra, nos hace pensar que las salidas a las dificultades por lo pronto, no se ven claras. En este punto de la reflexión es preciso preguntarse por el papel de la Iglesia ante estas problemáticas y particularmente nosotros, los que nos estamos formando en el Seminario Mayor San Pedro Apóstol. Se hace necesario que a la luz del Evangelio, teniendo a Jesucristo como modelo de hombre que hace la voluntad del Padre, nos vayamos configurando de un modo particular y definitivo en personas con deseos de hacer un camino de discipulado. Lo anterior debe verse concreto en unas actitudes que muestren a hombres con una profunda sensibilidad social, con una conciencia clara de su realidad inmediata, que pueda leer muy bien su entorno y otros ambientes más universales, para con ello poder dar respuestas pastorales a los desafíos que se presentan en las comunidades donde trabaja. El seminarista debe ser un hombre holístico, que pueda tener vision de conjunto que le brinde elementos que, conjugándolos con su temperamento y las características propias de la persona de Jesús que va interiorizando, lo
faculten para poder ser un referente real para las comunidades a donde vaya. Para una región con tantas dificultades como la nuestra, es necesario hacer más vivo el anuncio de Jesucristo, sobre todo el llamado que nos hace a que seamos luz y sal de la tierra (Mt 5, 13-15). Cumplir con ese llamado significa que debemos ser hombres generosos, de arraigada vida en el espíritu, dedicados a brindarnos de lleno a las comunidades, sin ambages de ningún tipo y procurando generar en las personas actitudes de generosidad, cooperación y ayuda mutua, que hagan visible la palabra de Dios cuando dice: “No se olviden de hacer el bien y de compartir sus bienes con los demás; estos son los sacrificios que agradan a Dios”. (Hb 13, 16) Nuestra vida apostólica debe estar repujada con las marcas de un verdadero camino de santidad, que se note en los actos concretos que hagan visible la intervención continua de Dios en la vida de los hombres y mujeres que diariamente procuran hacer de sus historias algo digno y propio de un hijo de Dios. Nuestra comarca vallecaucana y de la cuenca del pacífico deben tener pastores comprometidos con las necesidades materiales y espirituales de nuestros pueblos y que tanta mella hacen en el carácter y el modo de vida de nuestros hombres y mujeres del suroccidente colombiano. El reto está ahí, delante de nosotros, conviene que lo tomemos en serio y el Seminario debe seguir siendo un escenario de promoción de los valores cristianos para hacer de la Palabra una realidad concreta y visible que ilumine los procesos históricos, sociales y políticos de nuestra comarca. “Así debe brillar su luz ante los hombres, a fin de que vean el bien que ustedes hacen y glorifiquen a su Padre que está en el cielo”. (Mt 5, 16)
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20 AÑOS AL SERVICIO DE NUESTRA CASA Todos los días en la portería del Seminario, sentada en una silla azul está Ismary Escobar o “Mary” como le decimos cariñosamente. Una mujer sencilla, madre de seis hijos y quien ha soportado la pérdida de dos de ellos, pero que cada año adopta más y más seminaristas como si fueran hijos suyos. En esta edición de la revista, queremos resaltar su servicio, su trabajo, pero ante todo su cercanía y gran cariño con todos los que habitamos esta casa. ¿Mary, cómo llega usted al Seminario? Gracias a Berta, una amiga mía que me trajo a trabajar. Empecé haciendo turnos, porque no me gustaba trabajar interna. El entonces seminarista José González me insistía que no desperdiciara el tiempo y trabajara jornada completa para ingresar al sistema de pensiones. En ese entonces no le prestaba mucha atención.
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¿Qué ha sido el Seminario para usted? Lo ha sido todo, después de Dios y la Virgen Santísima. Me ha formado como persona y me ha enseñado que Jesús es mi todo. Aquí aprendí a orar de rodillas ante el Santísimo, eso es lo que me ha dado fuerzas para seguir adelante y vivir en paz. ¿Qué piensa de los que estamos formándonos para ser sacerdotes? Todos son unos muchachos buenos, son los mejores, porque para estar aquí se necesita vocación y entrega continua. ¿Cuando ve a un seminarista desubicado, qué hace? Le llamo la atención, porque de cierta manera yo también soy formadora de ellos y me siento responsable de su proceso.
¿Qué siente cuando un seminarista se va? Tristeza y en especial si ha sido un muchacho cercano al que yo le veía vocación. Porque los quiero mucho, les tengo mucho cariño y siento su vocación como si fuera mía. ¿Es verdad que usted es el “paño de lágrimas” de muchos seminaristas? (Risas) Muchas personas creen que la vida en el Seminario es un paseo, algo fácil, pero esto requiere esfuerzo y mucho sacrificio. Viven momentos difíciles, a veces en su familia o aquí dentro y algunos de ellos me buscan para que yo los escuche… yo lo hago con mucho amor. ¿De las experiencias que ha vivido con los seminaristas cuál la ha marcado más? La muerte inesperada de Liley Calvache (q.e.p.d), un gran deportista y ser humano a quien quería mucho por su humildad, cursaba Tercero de Teología. Recuerdo que estando enfermo lo visite en su casa y me dijo: “Mary, en
el cielo Dios también necesita quien evangelice.” ¿Qué persona de las que han pasado por el Seminario recuerda con cariño? Muchos, algunos son ya sacerdotes, pero especialmente recuerdo a uno que en cierta ocasión, siendo seminarista, llegó al Seminario sin camisa porque se la había dado a un habitante de la calle y otro día llegó sin zapatos porque también los había regalado. Además ha sido mi guía espiritual y el de mis hijos. ¿Qué le ha dejado el Seminario? Mas que el Seminario, diría que han sido los seminaristas los que me han enseñado con su humildad, su fe y su oración a caminar de la mano de Jesús. Me ha fortalecido el ver en ellos a unas personas que luchan por salir adelante a pesar de las dificultades. Fueron ellos, mis muchachos, mis seminaristas, los que me dieron valentía para afrontar la muerte de mis dos hijos.
La vocación al ministerio sacerdotal es un compromiso que involucra a toda la comunidad eclesial, por tal motivo es muy urgente, sobre todo hoy, que se difunda y arraigue la convicción de que todos los miembros de la Iglesia, sin excluir ninguno, tienen la responsabilidad de cuidar las vocaciones. Pastores Dabo Vobis 41
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¡Oh Jesús que vives en MarÃa! Ven a vivir en nosotros tus siervos: Con tu EspÃritu de santidad, con la plenitud de tu poder, con la perfección de tus caminos, con la verdad de tus virtudes, con la comunión de tus misterios. Domina en nosotros sobre todo poder enemigo, con la fuerza de tu EspÃritu y para gloria del Padre. Amén Jean-Jacques Olier, Pbro
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