Revista Semayor #22

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Contenido


Editorial Pbro. Gustavo Isaza Escobar, pss - Rector

Misericordiosos como el Padre 4

El Pontificado del papa Francisco, como expresión de su experiencia de fe y su dinamismo pastoral, va dando un nuevo rostro a la Iglesia, respondiendo a la tarea que ha generado para ella el Concilio Vaticano II y que ya los anteriores pontífices han venido trabajando. Este proceso doctrinal y pastoral que ha asumido la Iglesia post conciliar, transforma su rostro y le genera un nuevo tipo de identidad: ha dejado de ser una institución meramente apologética demostrativa, para convertirse en una interlocutora, que entra en dialogo con un mundo que ha cambiado vertiginosamente, proponiéndole no solo doctrinas, sino también, caminos válidos para encontrar soluciones a las problemáticas que se van generando a través de la historia.

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l Pontificado del papa Francisco, como expresión de su experiencia de fe y su dinamismo pastoral, va dando un nuevo rostro a la Iglesia, respondiendo a la tarea que ha generado para ella el Concilio Vaticano II y que ya los anteriores pontífices han venido trabajando. Este proceso doctrinal y pastoral que ha asumido la Iglesia post conciliar, transforma su rostro y le genera un nuevo tipo de identidad: ha dejado de ser una institución meramente apologética demostrativa, para convertirse en una interlocutora, que entra en dialogo con un mundo que ha cambiado vertiginosamente, proponiéndole no solo doctrinas, sino

también, caminos válidos para encontrar soluciones a las problemáticas que se van generando a través de la historia. Cuando hablamos de secularismo y secularización, no podemos referirnos solo al puesto que la Divinidad y las religiones van perdiendo en el mundo y en la vida de los hombres, sino que también, necesariamente, debemos referirnos al puesto que el mismo ser humano va perdiendo en las dinámicas sociales, culturales, económicas, políticas etc. reduciéndolo a un mero instrumento, según sus circunstancias, descartable o no, de dichas dinámicas.

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Editorial Podemos observar en el magisterio de la Iglesia post conciliar, una preocupación grande por los cambios de todo tipo que amenazan con la identidad y la razón de ser de los hombres. El pontificado del papa Francisco no es ajeno a ello. Su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, su Carta Encíclica Laudato Si y su Bula Misericordiae Vultus, convocatoria del año Santo Extraordinario de la Misericordia; reflejan la preocupación del pontífice frente a un mundo que se nos va de la mano, porque estamos acabando con él. Este año, como título para nuestra revista, hemos escogido “Misericordia ante el drama en la creación”, poniéndonos en sintonía con el Santo Padre, para quien no es posible dignificar al ser humano, si no le damos valor al mundo credo en el que este vive, y que en nuestros tiempos padece una situación dramática, ya que se ha convertido en objeto de la explotación indiscriminada del capitalismo y no en sujeto del amor misericordioso de Dios, pues la creación y el hombre mismo, deben ser mirados en una misma perspectiva “Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto” (Rom 8,22).

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Todos los artículos contenidos en esta revista, reflejan la conciencia y la preocupación de quienes los escriben, como personas de fe y de Iglesia, llevándonos a reflexionar y a sentir la necesidad de asumir nuestra condición de actores y no de espectadores, para que busquemos re direccionar nuestras actitudes y comportamientos en relación con los seres humanos y con el planeta tierra, “nuestra casa común”. Descubrimos a través de ellos, en contextos particulares, la necesidad de hacer una reflexión profunda, no solo de la realidad en cuestión, sino también de nuestra responsabilidad y compromiso frente a ella, pues no somos ajenos a la explotación dañina de los recursos naturales, la educación responsable de las nuevas generaciones, las fronteras invisibles y la violencia en la ciudad, el papel de los medios de comunicación en las sociedades, los diálogos de paz que se desarrollan en la Habana y que buscan el fin de un conflicto de más de 50 años, la construcción de un sistema político y económico que no descarte a nadie y que de posibilidades a todos, la generación de dinámicas sociales, donde el valor fundamental sea el poder desarrollar las potencialidades humanas en igualdad de condiciones y con las mismas oportunidades, la administración del planeta de manera que sea sostenible para las futuras generaciones. Todos estos retos planteados, podrían hacernos caer en el error de sentirlos utópicos, frente a la lógica del consumo, del poder y del tener, que desbordan a las sociedades; Pero

“los artículos contenidos en esta revista, reflejan la conciencia y la preocupación de quienes los escriben, como personas de fe y de Iglesia, llevándonos a reflexionar y a sentir la necesidad de asumir nuestra condición de actores y no de espectadores…”

para un verdadero creyente, la utopía, se constituye en una tarea común por alcanzar lo que es realizable. En este sentido es en el que el Papa Francisco apela a la propuesta válida que tiene la iglesia frente a estas realidades que desbordan y ponen al filo de un peligro inminente que no tendría reversa. Es aquí donde la palabra misericordia, adquiere fuerza, para creyentes y no creyentes, pues en el ámbito religioso, tiene rostro propio: el Padre, que es creador y fuente de amor y en el secular, el de una humanidad que existe para construirse y no para destruirse. Recordemos que la palabra misericordia viene del latín misere (necesidad) y cor-cordis (corazón); palabra que no solo refiere a la divinidad, sino también a la humanidad, porque el ser humano es capaz de compasión. ¿Por qué hemos perdido la capacidad de ser compasivos? Porque la modernidad poco a poco nos fue impulsando a construir estructuras y sistemas que nos llevaron a olvidarnos que éramos fundamentalmente personas, con capacidad de relación y compromiso, metiéndonos en la dinámicas del individuo que, con la bandera de los derechos individuales, no condujo a olvidar los colectivos, sumiéndonos en un profundo narcisismo. El tema de la misericordia, planteado por el Santo Padre y trabajado en esta revista, lo que pretende es concientizarnos que el amor es el camino de la reconstrucción personal y social, el perdón, el de la inclusión y aceptación de quien hemos considerado hasta ahora enemigo; y el olvido, el de la reconstrucción de una fraternidad con la humanidad y la naturaleza, fragmentadas por el odio, la explotación y la violencia. Si todos, creyentes y no creyentes, asumiéramos el llamado que nos hace el Santo Padre, podríamos evitar la hecatombe a la que estamos avocados, cambiando el rumbo de nuestras relaciones con el otro y con la naturaleza, haciéndome su hermano. Espero que los artículos contenidos en esta edición, sirvan para iniciarnos en una reflexión y compromiso serios con esta historia que construimos y de la cual somos responsables.

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El Pastor nos Habla

“Todos invitados: hombres y mujeres, esposos, parejas, amigos, amantes, libres y prisioneros, sanos y enfermos, víctimas y victimarios, cercanos y lejanos, sin edades, sexos, razas, con una sola identidad, la de ser humanos y humanados en una dignidad común, la de ser adoptados y hermanados en La Misericordia de Dios”

Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía - Arzobispo de Cali

Para volver a

Amarnos

Estamos en la hora del retorno, del regreso del exilio, de la corrección colectiva y universal, de la reconciliación como gracia de Dios y disposición nuestra. Es hora de regresar del calentamiento global al clima sostenible. De la depredación voraz, al cuidado de la casa común. Del cruce de los umbrales de la violencia entre Occidente y “Estado Islámico”, a una casi imposible salida política. Del bienestar individualista de Europa y USA, a compartirlo con oleadas de refugiados y emigrantes. De destruir la familia para imponer la anti-natalidad a toda costa, a rehacer la vía afectiva y la estabilidad unitiva y procreadora entre hombres y mujeres. Del “todo vale” y “des-limítate”, generadores de corrupción, degradación y graves injusticias, al “todos contamos”, a la inclusión y la trasparencia. En fin, de sostener, como piedras imperturbables, guerras tan eternas y desastrosas como la que aflige a Colombia, a abrir los espacios a la palabra, el acuerdo y los cambios.

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s la hora de la humanidad que ajusta cuentas en todas las áreas de la vida humana, social, planetaria, integrando sus grandes avances a una lógica del sentido, del bien común, de garantizar futuro, de responsabilidad globalizada. Y en esta hora, marcada con esa sensación de celeridad vertiginosa, tan propia de estos tiempos y calendarios, llega la voz universal del Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, convocándonos al AÑO DE LA MISERICORDIA, desde el 8 de diciembre de 2015, hasta el 20 de noviembre 2016. Es el llamado a “experimentar el perdón” como amor de Dios

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al alcance de nuestras manos, de las manos de todos. Es la campana de la historia que convoca a levantarnos de nuestro lugar, a unirnos con los demás y peregrinar juntos para “cruzar la puerta”, pasar por “La Puerta de la Misericordia” como gesto regenerador de conciencias, sanador de sicologías heridas, esperanzador de horizontes nuevos. Y recibir y dar la INDULGENCIA, y abrirle de nuevo la propia vida al prójimo, al que es víctima, quizás mía, al que clama misericordia, solidaridad, alivio, consuelo, luz, descanso.

Es un año para que todos renazcamos a la esperanza y volvamos a amar, porque nos sabemos amados y perdonados, porque nos sentimos acogidos e indultados, porque podemos decir nuestra verdad y escuchar la del otro, porque todo puede ser nuevo, empezando por el amor. Sí, un “amor nuevo”, experimentando a fondo “El Amor Primero”, el de Dios que asume nuestras miserias para transformarlas en “obras de misericordia”, en aquel “misericordiosos como el Padre” (Lucas 6,36). Un amor nuevo que empieza en una nueva conciencia de Dios, en cambiar el dios idolátrico y deformado según nuestras conveniencias y excentricidades, y engendra una nueva conciencia de nosotros mismos: la de personas perdonadas y en proceso de conversión a Dios, de proximidad con nuestros semejantes, de armonía y cuidado con la naturaleza. Un amor nuevo allí donde hemos fracasado en el intento de amar, de construir una alianza, un matrimonio sacramental. Es tiempo para volver a la comunión con la fuente del Amor, Dios mismo, y rehacer nuestras vidas y abrir nuevas páginas, rehacer la vocación al matrimonio fallido, a la familia rota. El Año de la Misericordia tendrá también este signo del “El Señor Jesús, Juez Misericordioso” (“Mitis Iudex Dominus Iesus”), el motu proprio del Papa Francisco, para facilitar los procesos viciados de nulidad en el consentimiento matrimonial. Seguramente, una oportunidad de rehacer la comunión sacramental de muchas parejas que había celebrado ya una anterior unión por vía del sacramento del matrimonio. Todos invitados: hombres y mujeres, esposos, parejas, amigos, amantes, libres y prisioneros, sanos y enfermos, víctimas y victimarios, cercanos y lejanos, sin edades, sexos, razas, con una sola identidad, la de ser humanos y humanados en una dignidad común, la de ser adoptados y hermanados en La Misericordia de Dios, esa que para nosotros tiene el rostro de Jesucristo, sin excluir cómo la vivan otros. Convoco a todos a unirnos al Santo Padre el Papa Francisco que desde el pasado 8 de diciembre hizo la apertura de La Puerta Santa desde Roma, y a congregarnos todos en las Iglesias Parroquiales y Santuarios de la Arquidiócesis, para vivir desde la Iglesia local y la Iglesia Universal este AÑO DE LA MISERICORDIA.

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Obispo Invitado Mons. Héctor Epalza Quintero Obispo de Buenaventura

bienestar de las personas ni de las comunidades, (LS 106-114) El Papa indica que la tecnología que es el abuso indiscriminado de los medios para obtener grandes ganancias, haga un pare en esa carrera loca y desenfrenada e integre valores éticos, culturales, religiosos, para lograr lo que el Papa llama una “Ecología Integral” (LS Capitulo Cuarto).

El abuso de los recursos

Hombres y mujeres de la humanidad estamos llamados a ser sensibles ante la crisis ecológica que ya tiene síntomas alarmantes y preocupantes y que requiere caminos de solución acertada y no equivocada.

naturales y sus

De por sí la simple enumeración de las consecuencias principales que se ocasionan cuando no se respeta, cuida y protege la creación, causa impresión y bastante preocupación.

consecuencias El Papa Francisco ha ofrecido a la Iglesia y a la humanidad, la Carta Encíclica “Alabado seas, mi Señor” con fecha del 24 de mayo de 2015. Esta Carta Encíclica es un valioso y valiente aporte a la doctrina social de la Iglesia. El Papa nos urge al cuidado de la casa común, la creación entera pues “Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados para expoliarla” (L.S.2)

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l Papa Francisco afirma que “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, la humanidad posee aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común” (LS13) e índica por eso que “todo cambio necesita motivaciones y un cambio educativo”. (LS15). El ser humano no puede ser en adelante un depredador salvaje sino un guardián convencido e infatigable de todo aquello que Dios ha creado al servicio de la calidad de vida vegetal, animal y de todo ser humano. Antes de detenerme en los grandes y principales abusos de los recursos materiales, quiero indicar algunos síntomas que manifiesta la paciente creación porque ella como ser vivo “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable de los bienes que

Dios ha puesto en ella”. (L.S.1). “La creación, la casa común es objeto de la violencia humana que se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire, en los seres vivos” (L.S.2). Ya el Papa Beato Pablo VI afirmó que hay “una problemática ecológica que es consecuencia dramática de la actividad descontrolada de la naturaleza por el ser humano que corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación “(LS4) El mismo Papa habló de la posibilidad de una catástrofe ecológica e indicaba la urgencia de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad “. (L.S.4). El Papa Benedicto XVI indica que en esta paciente que es la creación, “el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable”. (LS6).

Es interesante notar cómo el Papa Francisco propone a San Francisco de Asís como el referente y el paradigma que debemos no solo admirar sino imitar, pues este santo “es el ejemplo de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad pues vivió una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza”.(L.S.10) En el capítulo primero de la Encíclica el Papa Francisco se detiene a mirar y a considerar lo que está pasando en nuestra casa común, la creación. Sin que seamos ni técnicos ni especialistas en la materia, son comprensibles los principales abusos que se están dando en esta casa común de la creación. En el fondo de todo ello está la raíz humana de la crisis ecológica expresada en lo que el Papa llama “el modelo tecnocrático, que en su férrea lógica busca el dominio absoluto, la utilidad económica para maximizar los beneficios y no el

El Papa nos apremia a que cambiemos de mentalidad y de comportamientos ante la creación que siempre nos rodea. 1- LA CONTAMINACION Y EL CAMBIO CLIMATICO: Estas realidades o fenómenos están ahí y deterioran el medio ambiente y la salud de las personas y de todos los seres vivos. (LS 20-26) “El clima que es un bien común sufre variantes impresionantes en el planeta tierra” “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar estilos de vida de producción y de consumo. El calentamiento global se debe a la concentración de gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana.”(LS 23-26). 2- LA CUESTION DEL AGUA: Se nota la disminución progresiva de este recurso no renovable. “El acceso de agua es un derecho básico fundamental, universal, porque determina la sobrevivencia de las personas y de todo ser vivo y es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. La escasez de agua provocará el aumento del costo de los alimentos “(LS 27-31) El agua es fundamental para la vida. 3- LA PÉRDIDA DE LA BIODIVERSIDAD: “La intervención humana está al servicio de las finanzas y del consumismo y esto hace que la tierra en que vivimos se vuelva menos rica y bella “(LS 34). “Es urgente el cuidado de los ecosistemas

que son los pulmones del planeta como la Amazonia, se requiere reaccionar y no se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que bajo el pretexto de cuidarlos, atentan contra la soberanía de las naciones”. (LS 38). “A causa de la acción humana los mares, ríos, lagos, que ofrecen alimento a la humanidad, los organismos marinos están amenazados como el plancton, componente importante de la cadena alimenticia marina de las que nos alimentamos”.(LS 41). 4- DETERIORO DE LA CALIDAD DE LA VIDA HUMANA Y DEGRADACION SOCIAL. Hay crecimiento desmedido y desordenado de ciudades, caos urbano, contaminación acústica, polución, exclusión social, crecimiento de la violencia urbana, individualismo, soledad de las personas (LS 43, 44, 45, 46, 47). 5- LA INEQUIDAD PLANETARIA. No se resuelven los problemas de los más pobres. A los países en desarrollo se les presiona a la reducción de la natalidad. Hay desigual distribución de los recursos. Se debe reconocer que el crecimiento demográfico es compatible con un desarrollo integral solidario (LS.48, 52). 6- LA DEBILIDAD DE LAS REACCIONES. Las cumbres mundiales sobre el medio ambiente han fracasado. Se justifica el actual sistema mundial. El medio ambiente indefenso ante los intereses de mercado, regla absoluta. Crece una ecología superficial y una alegre irresponsabilidad. Se requieren decisiones valientes. Se piensa que no es tan grave ni la contaminación ni la degradación del ambiente. (LS 53-59). Hay regiones en riesgo en cuanto al medio ambiente. El actual sistema del mundo es insostenible. (LS 60,61). Ante la crisis ecológica de enormes proporciones y tantas repercusiones, el Papa Francisco propone a la humanidad una ecología integral en que el centro sea la persona humana y todos los pueblos de la tierra. Y es: ecología ambiental, económica, social, cultural, la vida cotidiana y el bien común de la humanidad para que con justicia alcance la paz. Ante la creación llenémonos de asombro, y de gratitud a Dios y en consecuencia vivamos un compromiso para respetarla, cuidarla y protegerla y recuperada su belleza y armonía, responda al sabio plan de Dios. 

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Párroco Invitado

“La Iglesia, entonces, está llamada a ser signo visible del amor de Dios en medio de la humanidad mediada por la tecnología y el poder armamentista”

Pbro. Andrés Mauricio López R. Parroquia del Espíritu Santo

La mentalidad cristiana va en contra de todas estas formas de pensamiento. Jesús de Nazareth rompe todos los esquemas de comportamiento inhumanos y reinterpreta la existencia como un ser para y, desde Dios, que va hasta el más pequeño y humilde de los hombres. No es la indiferencia humana la que debe primar sino la misericordia.

Misericordia:

Sentido de la vida y Posmodernidad

La indiferencia es la actitud hoy, opuesta totalmente a la misericordia. Se es indiferente al sufrimiento, dolor, enfermedad, muerte del otro. Hace falta una manera de pensar, no novedosa, sino que recupere la esencia de lo que es humanidad; Y es que, se es humano, en la medida en que se comparten los mismos sentimientos que tiene Dios para con este mismo hombre. El gran emblema del Evangelio anunciado y proclamado en la persona, vida, muerte y resurrección de Jesucristo es el amor misericordioso de Dios para la humanidad. La misericordia es el signo por excelencia del cristiano pero también del ser humano. El hombre es mise-

ricordioso por naturaleza pero debe aprender a recibir y dar misericordia. Y en esto los cristianos debemos ser ejemplo y pioneros en nuestras sociedades. Leemos en Misericordiae vultus 2: “Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado”. La Iglesia, entonces, está llamada a ser signo visible del amor de Dios en medio de la humanidad mediada por la tecnología y el poder armamentista. Debe seguir apostando por el diálogo, la reconciliación y el perdón que nacen de una actitud de misericordia que viene de Dios y reciben los seres humanos. No hemos venido a este mundo a llenar un espacio vacío ni mucho menos a gastar aire; al contrario, el hecho de ser y estar en el mundo implica un compromiso de dejar huella. Ser indiferente a la existencia del otro, que me interpela, es pasar por la existencia haciéndola efímera y sin sentido. Hemos venido a compartir la existencia con el Otro y los otros. El hombre post-moderno, o asume la misericordia como actitud de su más grande humanidad o, abandonando esta actitud humana se perfila como aquel que dará fin a su misma existencia. 

El siglo inmediatamente anterior estuvo marcado por la más sangrienta historia de horror del ser humano al tener dos guerras mundiales, llevadas a su máxima expresión, en el acontecimiento de Auschwitz. La aniquilación de seres humanos de manera organizada y sistemática por parte del nazismo significó el culmen de la más grande deshumanización.

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uschwitz es el signo de la falta de misericordia y egoísmo humanos llevados a su máxima expresión. El hombre postmoderno está marcado por este signo de bajeza y crueldad. Las propuestas filosóficas, surgidas en la modernidad, condicionaron y crearon un ser humano que se auto-regula y crea reglas propias de convivencia imperando el relativismo, subjetivismo, individualismo como filosofías de vida que llevan a que el individuo piense en sí mismo y en su beneficio, dando rienda suelta al placer, siguiendo una práctica hedonista de la vida. Auschwitz es un acontecimiento que marca el continente europeo afectando la mentalidad y forma de vida de Latinoamérica. Las consecuencias de estas filosofías, ideologías, sistemas políticos, han permeado el pensamiento, vida, cultura y pueblos de nuestro continente. Las distancias que mediaban las relaciones entre pueblos hoy son más cortas que antes. El norte y el viejo continente se erigen como los modelos de los pueblos a seguir, y esto se aplica para todas las dimensiones de la vida humana. Es por esto, que en

nuestras sociedades prima la mentalidad egocéntrica; en este sentido, yo no doy compasión, no soy tolerante, no perdono, pero merezco toda la compasión, tolerancia y perdón que se me pueda brindar. “Yo soy el centro del universo” pareciera ser la afirmación de actualidad. En Latinoamérica la experiencia de Auschwitz se ha vivido en la opresión hacia el pobre, su exclusión, la falta de oportunidades laborales, la falta de educación, de excelente calidad, las condiciones de trabajo injustas, la violencia generalizada que corroe todas las etapas de formación del ser humano desde la niñez hasta la adultez, en su fase final; en Colombia, a lo anterior, hay que agregarle el desplazamiento forzado de familias que, por la violencia en el campo, han tenido que dejar sus tierras e ir a ser generadores de violencia, en las ciudades, desencadenando esto en un círculo vicioso que parece no tener fin. Como lo dice el papa Francisco, estamos en la mentalidad del descarte, en lugar de la mentalidad de la misericordia.

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Formador Invitado

Pbro. Víctor Manuel Suárez Formador del Seminario Mayor

Una casa

común para vivir la Misericordia

“El ser humano es imagen de Dios, esto no debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios” (Laudato Si 84)

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l Santo Padre en el año 2015 nos ha hecho dos hermosos regalos, en primer lugar, la Bula Misericordiae Vultus, en preparación para el año de la Misericordia que hemos empezado el 8 de Diciembre pasado y, en segundo lugar la Enciclica Laudat Si’, sendos escritos nos dan pautas para vivir la Misericordia en esta casa común.

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Misericordia es la palabra que revela a la Santísima Trinidad, y es ella, en su comunidad de personas divinas, en el entramado de relaciones, quien ha creado el mundo. Por eso, cuando contemplamos con admiración el universo, en su grandeza y belleza, alabamos a toda la Trinidad. Al contemplar con mirada de fe a la fuente de amor, al adentrarnos en su misterio infinito creador de todos los seres, se nos invita a reflexionar, acerca del cómo es nuestra relación con toda la creación, que ya que fuimos creados por el mismo Principio tenemos que reconocernos hermanos, para poder así vivir la misericordia. Esa mirada que echamos a nuestro alrededor nos muestra que en muchísimas oportunidades los seres humanos hemos cometido un grave error, que ciertamente, necesita de nuestra parte una respuesta inmediata, que para los hombres y mujeres de fe, esa respuesta se traduce en “conversión”. «La actitud básica de auto trascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autor referencialidad, es la raíz que hace posible todo

cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno mismo» (L. S. nº 208). Debemos hacer “sanación de aquella ruptura con la naturaleza”, hemos entendido mal el tema del señorío sobre las realidades creadas, nos hemos creídos dueños, no administradores de la naturaleza, don inmenso de Dios, por lo tanto, la conversión consistirá en cambiar nuestra postura frente a nuestra hermana naturaleza. “No será posible comprometerse en cosas grandes solo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin “unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria.” (L. S. nº 216). La realidad de la conversión no sólo hace hincapié a la realidad interior del ser humano, la conversión nos habla ciertamente, de un cambio profundo en el interior, que comienza a hacerse realidad en la vida del ser humano después del encuentro con la Adorable persona de Jesucristo, que trae a nuestra existencia, una novedad, la de la alegría, la de la Verdadera Vida. Esta noticia que nos enamora, nos atrae, y con su Gracia nos lleva a ver la realidad con ojos nuevos, trasunta nuestra interioridad e individualidad. Por lo tanto ver la realidad con ojos nuevos, no sólo hace referencia a un conjunto de acciones del ser humano, sino al cómo me

relaciono con la realidad circundante, incluso con los seres más diminutos. “Labrar cuidar, expresan una relación de reciprocidad con la hermana tierra, la relación de fraternidad consiste en esto, en custodiar y dejar crecer.” (L. S. nº 68.) San Francisco de Asís, en el Cántico de las creaturas, muestra como el ser humano es capaz de conversión y de convertir sus relaciones con toda la creación a la que reconoce como hermana. Y así, inspirado alaba al Padre, por el regalo inmenso de su amor, mostrado en la creación. No se trata de una poesía romántica, sino del reconocimiento de los trazos del creador en todos los seres, a los que reconoce partícipes también del mismo ser divino, y por lo tanto hermanos suyos. Vivir la misericordia en la casa común consistirá en vivir relaciones sanas de amor, de perdón, no sólo entre los seres humanos, sino con todo lo creado; llegando a comprender que la tierra, el agua, los animales y vegetales, no son sólo seres vivos, sino que son también hermanos, a los que debo cuidar. El hombre nuevo reconoce la riqueza de la naturaleza con ojos renovados. Al comienzo de esta Carta Encíclica, el Santo Padre describe el clamor que la hermana tierra hace al cielo, porque está siendo devastada por todos nosotros, y nos exhorta vehementemente a trabajar por un futuro sostenible. Pensar en ello, es tomar conciencia de la necesidad de acciones concretas para contrarrestar el mal que el ser humano, por una búsqueda desenfrenada de riquezas materiales, hace a la tierra, a los seres humanos, sobre todo a los más pobres, quienes en definitiva son los que siempre sufren. Esas acciones concretas deben surgir de una responsable educación integral y de una profunda espiritualidad ecológicas. “Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida.” (L. S. nº 211). La educación ecológica, no está pensada sólo para los niños y jóvenes en formación escolar, sino para todos nosotros, buscando suscitar la responsabilidad ambiental en cada ser humano, de tal modo que se adopten nuevos hábitos, como frutos de una conciencia que reconoce la gravedad de la crisis cultural y ecológica; Ellos pueden ser: el evitar usar material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado los seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias. Es por eso que el ámbito familiar, el de los medios de comunicación y la catequesis, son lugares propicios para formar conciencia ecológica.

“Vivir la misericordia en la casa común consistirá en vivir relaciones sanas de amor, de perdón, no sólo entre los seres humanos, sino con todo lo creado; llegando a comprender que la tierra, el agua, los animales y vegetales, no son sólo seres vivos, sino que son también hermanos, a los que debo cuidar. ”

Por su parte, una profunda espiritualidad ecológica que tenga su fundamento en Dios creador del universo, debe tener un intenso carácter comunitario, ya que muy poco sirven los esfuerzos aislados, porque todos estamos llamados a ser creativos y austeros, buscando estar conectados, no sólo entre nosotros, sino con las demás criaturas, para vivir en una preciosa comunión universal. “Una tierra que es de Dios implica que el ser humano dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo.” (L. S. nº 68) Una expresión clave que repite Su Santidad a lo largo de toda la Encíclica es, “todo está conectado”, y en esa misteriosa conexión hace que se note mucho más las falencias que realice uno u otro eslabón de esa misteriosa conexión. Es decir, el daño que le hacemos a la naturaleza desde las malas políticas, desde el plano económico, influyen negativamente en la sociedad y lógicamente en el deterioro de la naturaleza. Por eso hace un llamado al diálogo, denunciando esas falencias, para vivir mejor y prever un mejor futuro para las próximas generaciones. “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco”. (L. S. nº 229). Nos hace falta que volvamos la mirada a nuestro Padre Misericordioso, que en su inefable amor nos creó una casa, esta casa, este mundo; es necesario que nos reconozcamos hijos creados por amor, y que “regresemos” a ese hogar, que lo reconozcamos y sintamos nuestro, que lo cuidemos juntos, y que pensemos en los que vendrán, porque también ellos tienen derecho a disfrutar y cuidar de esta “casa” que nos es prestada, para que gocemos en ella, junto con las demás criaturas del amor infinito de nuestro Padre, y juntos lo alabemos, dándole gloria con nuestras vidas. 

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Pbro. José González

Análisis y Actualidad

Vicario Episcopal para Reconciliación y Paz

ha vivido, para que la guerrilla nunca lo repita y para que ninguna persona caiga en ese abismo del odio, del rencor y de la destrucción. Se ama al otro cuando se le conoce y se le reconoce, cuando se le mira como hermano, se le trata como tal y cuando uno llega a colocarse en el lugar de la otra persona. De acuerdo a lo anterior, ¿a quienes consideraremos prójimo una vez negociada y firmada la paz con las FARC, el ELN, las BACRIM y otros grupos al margen de la ley? Seguro que la mayoría respondería que a todos los colombianos de bien, los que conviven con nosotros, los vecinos y los del barrio, los compañeros de trabajo. Desde ahora también en nuestro listado de prójimos se debe agregar a todos estos hermanos que se habían alejado (estaban perdidos) y los hemos encontrado. Los ex guerrilleros que depusieron las armas y desean reincorporarse a la vida civil en paz también son el prójimo y, siguiendo las enseñanzas de Jesús, aquellos que aún están en guerra también son nuestro prójimo.

“Que a todos, creyentes y los alejados, pueda alcanzar el bálsamo de la misericordia como un signo del Reino de Dios, ya presente entre nosotros”.

Pero esta tarea no es nada fácil. Durante todo este tiempo de negociaciones entre el Estado y la guerrilla de las FARC hemos podido ver que tanto las víctimas como la sociedad civil exigimos a quienes conforman este grupo que cambien su accionar, que depuren el odio que los ha llevado a ejercer el mal en nombre de una ideología mal manejada; a gritos se ha hecho esta petición y, por fin, después de 60 años de guerra, se están dando estos pasos de cambio hacia la paz.

“Los ex guerrilleros que depusieron las armas y desean reincorporarse a la vida civil en paz también son el prójimo y, siguiendo las enseñanzas de Jesús, aquellos que aún están en guerra también son nuestro prójimo. ”

Hoy que se avecina el posconflicto, este grito de cambio nos lo debemos hacer nosotros mismos, y acá aplica “primero yo y luego los demás”, es decir, reconocerlos a ellos y a nosotros mismos como personas, bajar los egos y afinar la empatía y la simpatía, evitar los juicios apresurados y pasar de la confrontación a la conversación, del odio al amor, de la guerra a la paz. Es echar abajo los muros para construir puentes. Creo que lo más importante, y ojalá así sea, es tener a nivel personal la disponibilidad de asumir un proceso de cambio, de conversión, en el que se sanarán las heridas. El Evangelio de San Mateo nos dice que hay que amar a los enemigos y a los que nos hacen la vida “a cuadritos”. Viviendo este proceso de cambio personal, podremos ver con ojos misericordiosos al prójimo que ha sido perdonado, como nos ha perdonado nuestro Padre Dios, y juntos construir una Colombia con un cielo y una tierra nuevos. 

Papa Francisco, Misericordiae Vultus.

Sin lugar a dudas estamos cerca de terminar con un conflicto que por más de 60 años ha desangrado al país y a las puertas de iniciar una nueva etapa llamada Posconflicto, que no es otra cosa que un nuevo período que permitirá lograr la inserción a la vida pública y civil de los guerrilleros desarmados y las reincorporaciones al orden institucional de estos en el territorio nacional. 16

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ste periodo ha sido mal interpretado por el común de las personas, entendiéndolo como un proceso solo entre el Estado y los integrantes del grupo guerrillero, siendo que es una etapa que tendrá que vivir y asumir todo el país. Por supuesto que no será fácil la confraternidad entre la sociedad civil y los ex guerrilleros, debido a las heridas físicas, las masacres, los asesinatos inmisericordes, las torturas llevadas a cabo por todos los grupos y los sufrimientos en el alma de los desplazados y el incontable número de víctimas inocentes del conflicto armado, pero sí se tiene la esperanza de lograr la fraternidad y la convivencia. Se podrá decir entonces que se avecina un periodo de cambio, de pasar de una violencia ejercida por grupos armados a una construcción conjunta de la paz sostenible y una oportunidad de reintegración de quienes un día empuñaron las

armas. Por lo tanto en este periodo debemos ir pensando y re-pensando, ¿cuál es el papel de cada uno, de cada ciudadano, de cada persona, ante la prominente firma de la paz? Ahora bien, es el momento de sacar de nuestro corazón y de nuestra cabeza el odio, el rencor, la venganza y llenarnos de perdón, diálogo, escucha, en definitiva, de amor. El amor lo transforma todo, transforma al amado y muy especialmente a quien ama. Para quien cree, el amor al prójimo es la acción y la virtud por excelencia para este momento que vive Colombia, es el ambiente propicio para que vengan a nosotros la reconciliación y la convivencia. En últimas, para que la misericordia de Dios se experimente en cada colombiano. No se trata de perdón y olvido, las cicatrices quedan y es muy bueno que queden para que nunca se repita lo que se

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Iluminación Bíblica

Pbro. William Palomeque Angulo Párroco de Nuestra Señora de los Andes

Misericordiosos como el Padre,

historia de Salvación Iniciemos este texto presentando un poco la etimología de la palabra Misericordia: La palabra misericordia es una palabra que la encontramos muchas veces y bajo diversos tonos en los textos bíblicos. Ella toma diversos matices. La palabra misericordia procede del latín misere (miseria, necesidad, falta de algo, etc.) y cor/cordis (corazón), y el sufijo ia que indica cualidad o virtud, es decir, desde la etimología latina, la misericordia se comprende como la capacidad de tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad.

En efecto, para el pueblo de Israel la misericordia surge a partir de la confluencia de dos corrientes de pensamientos: la compasión, con la piedad que comporta, y la fidelidad, con el amor como exigencia” (Las obras de misericordia espirituales y corporales del pontificio consejo para la promoción de la nueva evangelización. Ed San Pablo: 2015).

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En el texto bíblico aparece la palabra οἰκτιρμos que a la vez este procede de ~xr que es traducido al piel (piel es un aspecto del verbo hebreo, ya que en el hebreo no existe propiamente tiempo ni modo simplemente aspectos del verbo) como compadecerse, apiadarse, enternecerse; sentir compasión, piedad, cariño. Pero encontramos otros términos que nos indican lo mismo y por ello la traducción habitual del termino griego es ἔλεος y que pasa al latín como elemosynam de donde procede el termino castellano limosna que en nuestro lenguaje cotidiano denota una palabra peyorativa pero que en realidad tiene una profundidad grande pues indica una acción de misericordia, es decir, dar limosna es propiamente una acción misericordiosa La temática que abordamos es Misericordiosos como el Padre. Y aquí me remito a la bienaventuranza que encontramos en Mateo μακάριοι οἱ ἐλεήμονες, ὅτι αὐτοὶ ἐλεηθήσονται. (Mat 5,7).

En el evangelio de Mateo, cada bienaventuranza (5,3-10), consiste en 3 partes: la proclamación del ser bienaventurados como tal, la caracterización de los hombres a los que se refiere la proclamación y la descripción de lo que, ya ahora, vale para ellos (5,3.10) o de lo que les espera en el futuro (5,4-9). En el NT, el término bienaventuranza se utiliza especialmente para designar la alegría singular que mana para el hombre por la participación en la salvación del reino de Dios. En esta bienaventuranza, la actitud humana y la acción divina son expresadas en términos que tienen la misma raíz. Teniendo en cuenta que las bienaventuranzas son el programa de Jesús, son la columna vertebral para aquellos que queremos ser discípulos suyos, esto nos indica que hay un tratamiento de parte nuestra a como Dios nos trata. El papa Francisco en Misericodiae vultus, nos ha dicho que “donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre… de este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida” (MV 12.13). Esto nos va indicando que la misericordia se convierte en una actitud, un comportamiento, una manera de vivir, en otras palabras es una manera de ser para aquel que se convierte en discípulo de Jesús.

Miremos este texto: ὅτε δὲ ἦλθεν τὸ πλήρωμα τοῦ χρόνου, ἐξαπέστειλεν ὁ θεὸς τὸν υἱὸν αὐτοῦ, γενόμενον ἐκ γυναικός, γενόμενον ὑπὸ νόμον, 5 ἵνα τοὺς ὑπὸ νόμον ἐξαγοράσῃ, ἵνα τὴν υἱοθεσίαν ἀπολάβωμεν. (Gal 4,4-5). Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. (Gal 4,4-5). Tengamos en cuenta lo que el papa Francisco en su homilía del primero de Enero de 2016 pronunció acerca de la plenitud de los tiempos “Para la humanidad, la plenitud de los tiempos tiene lugar en el momento en el que Dios establece que ha llegado la hora de cumplir la promesa que había hecho. Por tanto, no es la historia la que decide el nacimiento de Cristo; es más bien su venida en el mundo la que permite a la historia alcanzar su plenitud. Por esta razón, el nacimiento del Hijo de Dios señala el comienzo de una nueva era en la que se cumple la antigua promesa…” La plenitud de los tiempos es, pues, la presencia en nuestra historia del mismo Dios en persona. Ahora podemos ver su gloria que resplandece en la pobreza de un establo, y ser animados y sostenidos por su Verbo que se ha hecho «pequeño» en un niño. Gracias a él, nuestro tiempo encuentra su plenitud. Volviendo al texto griego, nos encontramos que hay dos partículas que expresan la finalidad de la venida en carne del hijo de Dios, esas partículas son ina que se muestra de manera clara en el segundo versículo del texto que hemos citado. Esto nos indica que la encarnación no solo obedece a su aspecto de redención, sino a su aspecto de filiación. Con la encarnación Dios quiere llevar la humanidad a la plenitud y esa plenitud es Cristo Jesús que será en el lenguaje de Pierre Teilhard De Chardin el punto omega donde la existencia toma su sentido y a donde toda ella debe converger o apuntar. Porque en la persona del verbo encarnado, el nuevo Adam, “en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación… El que es imagen del Dios invisible (Col 1, 15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a

“…la misericordia es la capacidad que Dios tiene de agacharse para levantar al que está caído, derrumbado, sin ánimo, sin fuerzas.”

la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado”. GS, 22 Si la misericordia es el actuar de Dios hacia nosotros (MV 9). Esto indica que no es en un momento determinado donde le pedimos a Dios que nos envíe su misericordia sino que ella se ha hecho concreta con cada uno de nosotros desde el momento de nacer hasta el morir. Dios no ejerce en el último momento de nuestra existencia, la misericordia sino que ella es la manera de comportase de Dios, inclusive podría ser su nombre, ya que el nombre en la biblia expresa no solo una simple voz sino su propio ser que se expresa en su hacer. De esto definimos que la misericordia es la capacidad que Dios tiene de agacharse para levantar al que está caído, derrumbado, sin ánimo, sin fuerzas. En fin, es la manera de actuar para hacer posible que el hombre no continúe en el fango del mal sino que sea incorporado a su amistad, a ser lo que Dios siempre pensó desde el principio de la creación para el: hijo de Dios. (Ef 1, 3-10). Si esta es la manera de comportarse de Dios para con el ser humano, no queda otra del ser humano de comportarse a la manera de Dios para ser auténticamente hombre. Por ello, en nuestro decir no podemos continuar con la expresión, “peco porque soy humano”, sino que se debe cambiar. Si peco es porque aun no soy humano, puesto que si Cristo es el hombre perfecto, el verdadero humano, el hombre en el que Dios proyectó toda la humanidad, indica esto que hacia allá es donde debemos ir. Y no podemos actuar de otra manera distinta si de verdad hemos experimentado su amor y misericordia. 

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Diácono Invitado

Diác. Juan Carlos Pérez Ramos IV de Teología

la dulzura del amor. La manera como Jesús salió de la trampa, tendida por sus acusadores, demuestra que ni su actuar ni su predicación se contraponen a la ley de Moisés. De modo que creer en Él no significa transgredir esa ley, sino cumplirla a cabalidad. Es descubrir en ella que ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona (cf. MV n° 3).

Jesucristo es

el Rostro

de la Misericordia del Padre Hay que tener como punto de partida, o como brújula para el camino de este año de la misericordia, lo que el papa Francisco nos dice en la bula de convocación del jubileo extraordinario de la misericordia, Misericordiae Vultus (MV). El mismo pontífice inicia diciendo desde el primer párrafo las siguientes palabras “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.

E

l misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra (MV n° 1). Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. Él mismo con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios.

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El ser humano es un ser carente de misericordia ante lo cual el mismo pontífice nos dice: “siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado” (MV n° 2). En referencia a lo anterior podemos recordar que el Evangelio de Lucas es denominado por los expertos en exégesis bíblica como el evangelio de la misericordia, en especial el capítulo 15 donde encontramos las parábolas de la oveja y la moneda perdida, y también el texto clásico sobre la misericordia la parábola sobre el hijo prodigo o el Padre misericordioso. Textos que nos permiten meditar y contemplar sobre la misericordia. Ciertamente cada que queremos hablar sobre misericordia nos ubicamos en estos textos. De

los cuales encontramos demasiada literatura, reflexiones teológicas, y ensayos, entre otros, que nos permiten utilizar este material en nuestra praxis pastoral. En las líneas siguientes he querido resaltar un texto no de la teología lucana pero sí que aparece el evangelio de Juan y es el capítulo 8, el de la mujer adúltera que en mi opinión parce expresar lo que es Jesucristo como el rostro de la misericordia. La escena que encontramos es la de una mujer sorprendida en adulterio y que de acuerdo a la ley tenía que ser lapidada, el mismo texto resalta la mala intensión que llevaban los judíos no por la mujer sino contra Jesús, sus gestos y sus palabras revelan su rostro de misericordioso, pero también pone en evidencia el corazón de los letrados y fariseos (cf. Jn 8,1-11) que por tener un corazón cerrado, legalista, y de piedra, se niegan a ver el rostro de la misericordia que se ha hecho carne ( Jn 1,14) El relato de la mujer adúltera presenta a Jesús que, de frente a una trampa tramada por sus adversarios, debería hacer una opción ya sea por la ley de Moisés, que en este caso ordena la muerte, o por la vida de una mujer sorprendida en pecado. Por medio de las dos sentencias que Jesús pronuncia en este relato y los signos que las acompañan, se subrayan dos virtudes presentes en Él y que se pueden hacer extensivas a cada cristiano: la verdad y el amor; en esta sección Jesús no desconoce la verdad, sino que une a ella

Dentro del relato es importante la escena en la cual Jesús se inclina para escribir, en primer lugar, ilustra la imperturbabilidad de Jesús que no tiene nada que temer y, en segundo lugar, se puede ver en esa acción el librar el corazón de cualquier tipo de sentimiento que pueda perturbar la imparcialidad del mismo Jesús, sin alejarse por ello de la realidad y de su percepción del pecado.1 Jesús es el único que tiene la autoridad formal y moral para condenar y, sin embargo, no lo hace, pues Él no vino a condenar sino a salvar, aunque por su actuar tenga que ser condenado. Su actitud traza una pauta de comportamiento misericordioso del cristiano, que no ha de confundirse jamás con la tolerancia al pecado, pues éste debe ser denunciado al mismo tiempo que el pecador acude comprendido y respetado en su dignidad como persona. Lo cual indudablemente como lo decía el papa san juan XXIII marca un prototipo de comportamiento para la Iglesia: “En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella”.2 Experimentar a Jesús como el rostro de la misericordia, desde de la perspectiva del capítulo 8 del evangelio de Juan, es ver como Jesús, el enviado del Padre, ofrece la salvación a quienes creen en Él y nos muestra a través de este texto que esta salvación no

“Jesús nos invita a actuar más desde la compasión para vencer el pecado y acoger al pecador, y no actuar solamente desde un presupuesto de normas morales y jurídicas…”

viene del rigorismo, puritanismo, formalismo de la moral, sino del encuentro con la misericordia divina; toda la ley y la doctrina moral son las que se ponen al servicio del ser humano. Que precisamente respetando su libertad y su dignidad hacen de él una verdadera persona capaz de levantarse del pecado y movido por el perdón compasivo de Dios, poner en práctica el verdadero amor que nace de un corazón reconciliado. Hay una frase de la sabiduría popular “El que tiene techo de cristal no le tira piedras al vecino” y es precisamente lo que este texto de Jn 8, 1-11 nos permite observar. Este texto de la mujer adúltera es de gran riqueza en la actividad pastoral de la Iglesia en la actualidad, donde el mismo Jesús con sus gestos y forma de actuar invita a ser misericordiosos. En un mundo que excluye, juzga, discrimina, como Iglesia, Jesús nos invita a actuar más desde la compasión para vencer el pecado y acoger al pecador, y no actuar solamente desde un presupuesto de normas morales y jurídicas, establecidas en un código. Queda claro que el texto nos invita a tener las mismas actitudes de Jesús frente al pecado, y a ser misericordiosos con todo ser humano que se equivoque, y que se muestre necesitado del amor y compasión divina. Nos estimula a vernos como hermanos que estamos en las mismas condiciones frente a Dios, que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad.” 1Tim 2, 4 todos tenemos los pies de barro por eso no debemos burlarnos de los pies del vecino cuando nosotros los tenemos del mismo material. 

1 SÁNCHEZ, Castelblanco, Wilton Gerardo Jesús y la mujer adúltera Análisis exegético-teológico. Págs. 35 2 Discurso de apertura del Conc. Ecum. Vat. II, Gaudet Mater Ecclesia, 11 de octubre de 1962, 2-3.

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mundo más humano, como lo consideraron muchos filósofos personalistas, sino que son, en la visión más optimista, un instrumento mío, que es manipulable, que ha sido cosificado, que no tiene sentimientos… un ingrediente más de una receta personal de comodidad, un accesorio que es posible conservar o desechar, como se hace con un objeto que ya no representa utilidad alguna para su dueño. Y digo en la visión más optimista, porque, al menos en esa degradación, “eso” aún me representa un valor, aunque ya no como persona. Pero esta cultura del descarte no solo se ha quedado en lo socio-económico, sino que también se ha extendido a lo político, a lo ecológico, e incluso a lo religioso… pareciera que entre más confirmamos una superioridad imaginaria sobre el otro, que es el pobre, y la naturaleza, más se mitiga nuestro temor de ser como ellos: residuos.

Seminarista Invitado

Esteban Sánchez - Seminarista III de Filosofía

La Cultura del descarte y propuesta de un nuevo estilo de vida

La cultura del descarte no es nada nuevo, puesto que cuando en el hombre surge la capacidad de dominio sobre otros, surge también en la sociedad la clase dominada; aquella que, en boca de Zygmunt Bauman, será vista como los “residuos humanos”, víctimas de un progreso económico cuyas consecuencias socio-económicas se han hecho más palpables desde la modernidad: “Ellos siempre son demasiados. “Ellos” son los tipos de los que debería haber menos o, mejor aún, absolutamente ninguno. Y nosotros nunca somos suficientes. “Nosotros” somos la gente que tendría que abundar más”.1

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Ellos”, son precisamente aquellos que no tienen la capacidad de consumir o generar la cantidad de productos que el sistema económico espera, viéndoseles incluso como “parásitos” o, como este sociólogo los llamaría, “consumidores fallidos”, pero no solo a nivel económico sino también a nivel social. Por ejemplo, “ellos” abarca a las personas que están tiradas en la calle, porque no le generan ningún progreso económico a la ciudad; “ellos” se refiere a los desplazados que han sido despojados de sus bienes y cuya presencia incomoda; “ellos” son aquellos trabajadores que por una u otra razón ya no significan ganancia para una empresa y que despiden sin más; “ellos” son los ancianos que desplazan al último rincón de la casa, pues ya no generan ingresos; “ellos”, en últimas, son el martirio de una sociedad que, según ella, los tiene que mantener y soportar. Esto, en otras palabras, es a lo que el papa Francisco se refiere cuando nos habla de una cultura del descarte. Cultura, como lo diría en la entrevista exclusiva que concedió

a Henrique Cymerman, el 12 de junio del 20142, “promovida por una economía que se mueve por el afán de tener más y en donde se descarta a los jóvenes cuando se limita la natalidad, a los ancianos porque ya no sirven, no producen, es clase pasiva […] Descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios”, y en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium nos dice: “hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no solo hay un fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en que vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’” (53). Así, pues, estamos hablando de un conjunto de comportamientos a nivel global en donde el otro ha dejado de significar algo en sí mismo; ya no es un otro-yo que me interpela, con quien puedo realizarme y trabajar para construir un

1 Bauman, Z. (2005). Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias. Buenos Aires: Paidós. 2 Cymerman, H. Entrevista al papa Francisco: "La secesión de una nación hay que tomarla con pinzas". Recuperado el día 27 de octubre de 2015, del sitio web: http://www.lavanguardia.com/mobi/internacional/20140612/54408951579/entrevista-papa-francisco.html

Ahora bien, cabría preguntarnos cómo responder a una cultura que nos presenta a los demás como la mayor antítesis de nuestra voluntad de poder y a quienes debemos dominar si queremos realizarnos. Y la respuesta la encontramos en la propuesta de un nuevo estilo de vida centrado en el amor. Sí. No en un amor gaseoso sin remitente ni destinatario, sino en un amor que se manifiesta en hechos concretos. Dice Joseph Gevaert en su obra El Problema del Hombre: “no basta con que se nos ame objetivamente, es preciso también que lo sintamos” (Gevaert, 2008, p.51). Y con esto no quiero reducir el amor a una facticidad sin más, sino que pretendo, en un movimiento ascendente, resaltar su carácter trascendental y sagrado, pero partiendo desde la promoción integral de la otra persona y desde una responsabilidad en la administración de los recursos naturales que, además, han sido creados para todos. Ante esta necesidad de apertura, Francisco, no en vano nos presenta en su carta encíclica3 cómo puede ser este nuevo estilo de vida: Debe estar orientado por una opción por el bien, “no todo está perdido, los seres humanos […] pueden

“Estamos ante una crisis de identidad que buscamos solucionar en un afán excesivo de afirmar nuestro ego, aunque sea pasando sobre los demás.”

sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los comportamientos mentales y sociales que les impongan”. También, por una toma de conciencia ecológica, “comprar es siempre un acto moral, y no solo económico. Por eso, el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de nosotros” y por un “despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por una lucha por la justicia y la paz –y en fin– por la alegre celebración de la vida” (cf. LS 205-207). En conclusión, no cabe duda de que la raíz de esta problemática es antropológica. Estamos ante una crisis de identidad que buscamos solucionar en un afán excesivo de afirmar nuestro ego, aunque sea pasando sobre los demás. No obstante, “siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de sí hacia el otro”. Solo cuando podamos vencer nuestro temor de abrirnos sin límites a los demás y de sentirnos iguales a ellos, solo entonces, podremos descubrir la grandeza de la otra persona y llegar a identificarnos con sus sufrimientos. En ese momento, “ellos” ya no serán los utilizados y descartados cuya situación no amerita nuestra atención, sino que se convertirán en aquellos que con su sola presencia confrontarán cada actitud y cada decisión nuestra, pues tomaremos conciencia de que su destino está en gran parte determinado por nuestras acciones. Así, de esta superación del individualismo brota la capacidad de “desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad” (cf. LS 208). 

3 Papa Francisco. (2015). Laudato Si: Sobre el cuidado de la casa común. Bogotá: Paulinas.

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Profesor Invitado

Ramiro Ovalle Llanes - Dr. en Filología

“…Si los docentes no comprendemos lo que es enseñar en la misericordia, no podemos cumplir con el principio básico de la educación, que es el de enseñar y formar. ”

cender en el pensamiento de la humanidad.

Educar con Misericordia

La educación ha sido el motor de toda la evolución y transformación de la humanidad, hasta el punto de establecer, que el grado de progreso y desarrollo de un país, se mide por el tipo y apoyo que tiene su modelo educativo. Como motor de una sociedad, es la que determina la formación de sus ciudadanos desde tempranas edades y como protagonista esencial de la educación tenemos al maestro. Maestro que también forma parte de esa sociedad y a la vez, es fruto de la formación y de las directrices éticas y morales que le impartieron desde su hogar y luego en las aulas escolares de su tiempo.

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sí las cosas, parece que la responsabilidad máxima, la tiene el maestro, que es el encargado de reproducir la ideología que tiene el gobierno de turno. Ideología marcada por los avances tecnológicos y sociopolíticos que establecen el rumbo de la educación, reflejado en la expedición de leyes, decretos y documentos que a última hora reproducen lo dictaminado por los países que van a la vanguardia en aspectos educativos. Vanguardia medida e instaurada por intereses políticos, sociales, económicos, culturales y éticos, que responden a un mundo movido por lo material y alejado totalmente de lo espiritual y en nuestro caso cristiano – católico, ajeno a toda reflexión y guía de los preceptos establecidos por Jesús de Nazareth y la Sagrada Escritura. Ante este planteamiento, el maestro se pregunta, ¿qué debo hacer? Quizá movido por el vacío que deja una educación materialista, que como caso curioso, al llegar un nuevo ser al mundo, lo primero que exige y lo primero que le debemos dar es: Misericordia. Misericordia, porque llega a este mundo desprotegido, llega sufriendo, llega necesitado de una ayuda, ayuda que debe ser permanente para poder superar las vicisitudes que le presenta la vida, que poco a poco le van

enseñando el camino difícil que tendrá que soportar. Centrándonos en la educación y propiamente en el rol que le corresponde desempeñar al maestro, podemos notar que en las leyes y decretos educativos, todo se centra en desarrollar la sabiduría en sus alumnos, hacer alumnos sabios, en donde el conocimiento de las cosas y los porqués que le surjan, sean alimentados por una fuerte dosis de materialismo. En consecuencia, atiborrar su cerebro de conocimientos, así tenga fallas en su ética y moral. Como quien dice: un sabio sin valores, ni principios. No sería mejor: una persona bien formada moralmente y no tan sabia. Aquí es donde radica la misión del maestro: Hallar el equilibrio entre la educabilidad y la enseñabilidad. Educabilidad en cuanto a la formación como ser, como persona, educación en el saber ser, y enseñabilidad en cuanto al saber, al saber hacer en el conocimiento de las artes y la ciencia. Para los que profesamos verdaderamente la religión cristiana y somos maestros, nos queda relativamente fácil el comprender y ejecutar en nuestras aulas de clase, una formación integral, basada en la entrega misericordiosa, en donde la sabiduría se nutra de una espiritualidad, que le permita tras-

Si los docentes no comprendemos lo que es enseñar en la misericordia, no podemos cumplir con el principio básico de la educación, que es el de enseñar y formar. Formar al ser, comprometerse con él, solamente lo podrá hacer, un docente que tenga como guía personal el pensamiento de Jesucristo, la persona de Jesucristo, conociéndolo en sí y aplicando su doctrina en cada una de las clases que dicta como maestro. ¿Cómo hacer esa educación eficaz? ¿Podemos educar sin espiritualidad, sin conocimiento de Dios como ser supremo? ¿Cómo llegar a las zonas apartadas y abandonadas por el Estado colombiano? ¿Cómo hacer una misión especial para obrar misericordiosamente con todas estas personas marginadas?

difícil de tratar y transformar. Cuando se nos presentan estos casos, que son diarios y muchos, es cuando obra la misericordia, de enseñar a ese que no sabe y desea saber, o mejor que tiene que saber; de darle las competencias para que supere las duras pruebas que le da la vida, de brindarle una mano amiga que le indique el camino que debe seguir para llegar a cumplir los ideales soñados.

Los maestros cristianos – católicos, no podemos concebir una educación, en donde haya ausencia de evangelización, porque la educación es enseñarle el camino correcto a aquel que llega ávido de saber la verdad, y quien nos dio esas pautas fue Jesucristo Nuestro Señor y así como lo hizo ÉL, educar a todos por igual, sea en el lugar más cercano o el más alejado.

Cada día los maestros estamos cumpliendo con el ejercicio magisterial, como si fuera una obra de misericordia, alimentados con la presencia de Jesucristo, como guía para este ejercicio y así como procedería ÉL, los maestros no miramos ningún aspecto diferente al que la persona quiera alimentarse del saber, que para nosotros es científico y divino. Me atrevo a decir, que si el maestro ha escogido esta profesión con toda la vocación, así no se diga ser cristiano, Dios cada día obra en él este milagro, porque el hecho de que todos los días, ese niño o ese joven aprenda algo nuevo, comprenda el porqué de las cosas, obra el espíritu divino y trasciende a ese alumno. Concluiríamos diciendo que los maestros somos la vía, somos el instrumento del cual se vale Dios para transmitir su palabra.

La persona que quiere educarse, llega a la escuela, llega al maestro, con el sufrimiento de querer superar las duras pruebas, que en muchos casos, a pesar de cortas edades, los niños y las niñas son conscientes de lo que padecen. Solamente con este conocimiento, podemos comprender el funcionamiento de la espiritualidad, base principal de la educación, porque la educación es espiritualidad, y mediante este conocimiento los maestros nos prodigamos a nuestros alumnos misericordiosamente, e incluso con la premisa, de dedicarle más tiempo, tener más paciencia, con aquel o aquella alumna, que consideramos es más

La reflexión que tendríamos que hacer, es hasta qué punto estamos educando misericordiosamente, sin pensar, que este tipo de educación estaría regido por el facilismo y la falta de autoridad. Considero que este tipo de educación, que debemos promover en este tercer milenio y en siglo XXI, debe ser de alta calidad educativa, de gran ejemplo por parte de los maestros hacia sus alumnos, de investigación constante, de puertas abiertas para todos las personas, de seriedad y disciplina en el trabajo escolar y de una gran presencia del pensamiento cristiano en cada una de las clases, así seas el maestro de Química. 

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Padre de Familia Invitado

más equitativo y de mejores relaciones humanas, un mundo en paz y fraternidad.

Jimmy Barona Viveros

Misericordiae

Vultus y

Laudato Si

Faro y guía para las familias Es muy importante para nosotros como padres de familia, educar a nuestros hijos y poder evangelizar a nuestro prójimo con la ayuda de la bula del papa Francisco: “Misericordiae Vultus” y la encíclica: “Laudato Si “. Dicha bula nos habla del amor misericordioso del padre con el rostro de su hijo Jesús, además nos hace un llamado al amor, perdonando a nuestros seres queridos y al prójimo en general, practicando así las obras de misericordia espirituales y corporales. También nos insta a sentir compasión por los demás (Mt 18,33) para que a su vez el señor sienta compasión por nosotros (Mt 18,35).

E

l papa Francisco nos exhorta a que es necesario dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza como condiciones necesarias para nuestra felicidad, además, hace énfasis en la educación con amor a nuestros hijos, enseñándoles la importancia de cuidar el medio ambiente con nuestro propio testimonio. Las familias son fuente de amor, son la primera Iglesia doméstica y por ello la relevancia para nosotros como padres de familia a la hora de sembrar esas semillitas de amor y perdón en nuestros hijos.

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En este caminar como padre de 3 hijos y una esposa ejemplar, tuve una experiencia con mi hija de 9 años, la cual en su semana de receso estudiantil, decidió salir a caminar con una amiga que nos visitaba por una zona boscosa cerca a nuestra casa; fue en ese entonces cuando vio una yegüita que estaba amarrada a un árbol, ella al ver el estado en que se encontraba, decidió regresar a la casa y optó por llevarle maíz ya que era lo único que había para ofrecerle al animalito. En la noche cuando yo llegué, me contó muy triste que le daba pesar de aquel animalito que estaba amarrado. Sucedió pues que al día siguiente, mi hija volvió al lugar acompañada con la amiga y un vecino del lugar, cuando llegaron al sitio, encontraron que el animalito no se paraba por lo que decidieron llevarla a la casa. Mi hijita muy contenta decidió llamarme para contarme lo ocurrido y para que le llevara alimento. Finalmente en horas de la tarde, integrantes de la policía decidieron recoger el animal mientras mi hija se había quedado llorando mucho gracias a que se había encariñado con el. Para toda la familia fue

un episodio muy triste, que nos deja como reflexión que los niños nos enseñan a amar y a sentir compasión por el que sufre, con obras de misericordia tan sencillas pero tan nobles como estas. La misericordia de Dios debemos enseñarla los padres de familia en nuestros hogares, haciéndola vida en nuestras familias. En esa primera Iglesia doméstica que es nuestra casa, amando y perdonando a nuestros hijos, corrigiéndolos con fraternidad, para que asi mismo ellos puedan interiorizar el amor de Dios en sus vidas, sirviendo a nuestro prójimo y también en nuestras respectivas parroquias apoyando a nuestros sacerdotes, quienes requieren la ayuda de las familias para anunciar de manera conjunta el reino de Dios, compartiendo el pan con el necesitado, este es el verdadero ayuno que yo quiero, dice el Señor (Isaías 58 6-7) . Cuando en nuestros hogares se practican las obras de misericordia, se reza el rosario en familia, se asiste a la eucaristía y se hace oración, pueden llegar a existir muchos frutos de hijos espiritualmente sanos. Con fortalezas para enfrentar los diferentes retos en el plano social, educativo y laboral, buscando siempre el reino de Dios y su Justicia (Mt 6,33). Acción contraria a buscar cosas materiales y pasionales que solo satisfacen nuestros deseos consumistas y carnales que con el correr del tiempo nos terminan llevando a una vida vacía y sin luz, sin pensar que en la búsqueda del Señor, muchas cosas se nos darán por añadidura; debemos anunciar lo que es de Dios y denunciar lo que no es de Él como verdaderos profetas, y así ayudar a conformar un mundo

A la luz de la carta encíclica “Laudato Si” podemos encontrar que en su aspecto fundamental trata de los múltiples problemas que enfrenta y ha enfrentado el hombre para poder producir y consumir de una manera responsable sin dañar el medio ambiente. Además, vemos que no se trata de crecer económicamente sino de crecer sin abusar de los bienes que Dios nos ha regalado. Se debe pensar que lo que consumimos hoy de manera desmedida, afectará a nuestros descendientes. De aquí que valga la pena preguntarnos: ¿qué dejaremos a las futuras generaciones? ¿Agua?, ¿vegetación?, ¿alimentos?, ¿oxigeno? No podemos olvidar que desde la creación, en el libro del Génesis, Dios nos legó este mundo y nos lo entregó para que nos alimentáramos de toda clase de plantas, semillas, árboles, animales, aves y de todo ser viviente que se mueve sobre la tierra, (Génesis 1- 31) y Dios vio que todo cuanto había hecho “era muy bueno”. Nos entregó y nos confirió así autoridad sobre estos bienes, sobre ésta, nuestra casa común como dice San Francisco de Asís. Nuestra madre tierra gime con mucho dolor ese deterioro ambiental que hemos ocasionado por acción u omisión, es por ello que el verdadero desarrollo humano tiene que tener un carácter moral y sostenible. Niños y adultos estamos llamados a realizar un frente común en el cuidado de la naturaleza para que este gran regalo que Dios nos ha dado, nuestra madre tierra, se pueda conservar. Porque no son argumentos válidos las teorías maltusianas que afirman que la

“Nuestra madre tierra gime con mucho dolor ese deterioro ambiental que hemos ocasionado por acción u omisión, es por ello que el verdadero desarrollo humano tiene que tener un carácter moral y sostenible.”

población en el mundo crece geométricamente, mientras que los alimentos crecen aritméticamente, lo cual ocasiona según Malthus un desequilibrio global entre población y alimentos, justificando de esta manera las guerras en el mundo. Estos argumentos han sido tenidos en cuenta para tomar decisiones en los planes de desarrollo de muchos países, en vez de preocuparse por una mejor redistribución de la riqueza para un mejor desarrollo sostenible. Se han preocupado y lo siguen haciendo por controlar la natalidad con múltiples métodos abortivos degradando las condiciones humanas, ocasionando de esta manera una ruptura entre Dios y el hombre, el cual desobedece los mandatos de las leyes divinas y las leyes de la naturaleza. Ánimo familias, llevemos con amor las diferentes dificultades que enfrentamos en nuestras vidas, cargando con humildad y amor la cruz que nos corresponde, como falta de empleo, deudas, hijos drogadictos, familiares enfermos, etc… Que la gracia del señor Jesús permanezca en cada uno de ustedes. 

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Voces de la Arquidiócesis

Magda Luz Arias Leal Directora Departamento de Comunicaciones Arquidiócesis de Cali

Medios de comunicación: Desafíos y compromisos

Estamos en un contexto particular, un nuevo año litúrgico en la Iglesia Católica, no se trata de cualquier año más, sino un año “jubilar”, un año dedicado por el Papa Francisco a vivir y compartir la misericordia. De forma simbólica el Papa abrió la puerta santa de la Basílica de San Pedro, en Roma. También el Arzobispo de Cali, y los obispos en sus diócesis en todo el mundo, abrieron las puertas de la catedral para significar el comienzo de un año en que la Iglesia quiere que se experimente y se comparta la misericordia enseñada por Jesús con sus actos y palabras, esa que lo llevó hasta entregar su vida por amor en la cruz.

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on este año jubilar de la misericordia, el Papa Francisco ha querido que se reavive en el pueblo católico el espíritu del Concilio Vaticano II, finalizado hace cincuenta años. En este contexto “jubilar” hay que pensar el papel que tienen los medios de comunicación en la Iglesia. Cabe recordar entonces que el Concilio Vaticano II promulgó un documento sobre los medios de comunicación denominado Inter mirifica (IM). En las primeras líneas de este importante documento se puede leer: “La madre Iglesia sabe que estos medios, si se utilizan rectamente, proporcionan valiosas ayudas al género humano, puesto que contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios; sabe también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana” (IM n° 2).

Ese es el horizonte con el cual el Papa San Juan XXIII pensó a la Iglesia de la segunda mitad del siglo XX y con el que la piensa el Papa Francisco al comenzar este siglo XXI: una iglesia que haga suyos los gozos y las esperanza de los seres humanos, sobre todo de los pobres y los que sufren, como lo dice otro documento del Concilio Vaticano II llamado Gaudium et Spes. La misericordia así entendida es la clave de la comunicación, por una razón de fondo: lo que hizo Jesús, lo que quiso San Juan XXIII y lo que está pregonando el Papa Francisco al hablar de una Iglesia en salida, no es otra cosa sino la invitación a asumir una actitud de escucha, de atención al mundo, de apertura a los sufrimientos de la gente. Así como la misericordia divina hizo que Dios Padre enviara a su Hijo al mundo, quien vivió como “un hombre cualquiera”, “pasando por uno de tantos” (Flp, 2, 6-11), así la misericordia en la Iglesia es una invitación a escuchar con el corazón la situación del mundo de hoy.

El rostro de la misericordia es un punto central en la predicación del evangelio de Jesús, en su vida, en sus gestos. Jesús invita a ser “misericordiosos, tal como el Padre del Cielo es misericordioso” (Lc 6, 36). Jesús dijo también que Él no había venido a condenar sino a salvar ( Jn 12, 47). Jesús, según lo describe Mateo, era “amigo de pecadores” (Mt 11, 9), a quienes, en lugar de juzgar, trató de liberar con amor y paciencia. Jesús no fue un indiferente ante el sufrimiento ajeno, su bienestar individual no fue el motor principal de su comportamiento. Más bien, tal como lo dice Pedro en los Hechos de los Apóstoles, “pasó haciendo el bien” (Hech 10, 38). La misericordia de Jesús se puede definir entonces como una actitud de cercanía (“El Verbo se hizo carne y puso su tienda entre nosotros”, Jn 1, 14) hacia nosotros.

Escuchar para poder comunicar mejor. Escuchar aquí no es sólo estar informado o bien enterado. Eso sería ya muy importante, sin embargo no basta. Porque puede suceder que muchos católicos tengan su conciencia formada sólo por lo que aparece en el periódico o en los noticieros; y que no hayan diversificado sus fuentes de información sobre la realidad que acontece en el mundo. Entonces, como lo dice el decreto Inter mirifica, su visión podría estar parcializada o manipulada por los medios, que no pueden tener una mirada total sobre la realidad. Entonces, la práctica de la misericordia habrá que tomarla en un sentido más amplio y radical, tal como lo dejan entender las primeras palabras que el Papa Francisco pronunció cuando expuso su programa en el primer encuentro con la prensa. Allí explicó por qué había escogido el nombre de Francisco y dijo: ¡Ah,

cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! Esto lo ha corroborado en la exhortación apostolica Evangelii Gaudium cuando escribe: “El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo «se hizo pobre (2 Cor. 8,9)” (EG n° 197) o cuando enfatiza: “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5). Inspirada en ella, la Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia»” (EG n° 198). Desde este punto de vista de la misericordia, la comunicación de la Iglesia con el mundo debe pasar prioritariamente por una escucha compasiva y cuidadosa de las necesidades de los más pobres. Esto implica, organizar las formas de comunicación en la Iglesia, utilizar mejor todos los recursos tecnológicos que están a la disposición en el mundo de hoy. Pero para que la acción comunicativa sea eficaz tiene que estar movida por un aliento espiritual que haya puesto la mirada en “Dios rico en misericordia” (Ef 2, 4). Querer la misericordia en lugar de los sacrificios (Mt 9, 13) constituye el mayor desafío para una Iglesia que busca una mejor comunicación con el mundo y las sociedades contemporáneas. Aunque la justicia no se opone a la misericordia, la misericordia, insiste el Papa Francisco, es la principal característica de Dios, porque su esencia es el amor (1Jn 4, 8.16; EG 37). Hablar con todos porque no se considera a nadie perdido totalmente; darle a toda persona otras oportunidades para comenzar de nuevo, esa debe ser el alma de la comunicación en la Iglesia, tanto al interior como hacia el exterior. Y como lo decía San Juan XXIII, esto tendría que producir un

“Necesitamos ejercitar la paciencia, nos dice el Papa Francisco, evitar la tentación de ocupar y conquistar espacios. Se trata de buscar presentar a un Dios que por su belleza y su amor se hace deseable en lugar de temible.”

cambio en los modos de comunicación: “la Iglesia, antes que seguir utilizando las armas de la severidad, debe aplicar en la actualidad la medicina de la misericordia” (Citado por el Cardenal Walter Kasper1). Y no se trata de un permisivismo barato que impida a la Iglesia predicar las exigencias radicales del Evangelio, se trata de abandonar cualquier forma de comunicación que reflejara dominio, voluntad de control, juicio inmisericorde. Necesitamos ejercitar la paciencia, nos dice el Papa Francisco, evitar la tentación de ocupar y conquistar espacios. Se trata de buscar presentar a un Dios que por su belleza y su amor se hace deseable en lugar de temible. Así, pensar la comunicación en la Iglesia, más allá de los importantes trabajos que requiere la organización de una pastoral de las comunicaciones en cada Diócesis, implica algo esencial: imitar al Dios que se predica. El Papa Francisco lo ha tenido claro desde su ordenación episcopal, cuando eligió como lema de su episcopado la frase de un santo del siglo VII llamado San Beda el Venerable: “Miserando atque eligendo: Mirándome con misericordia, me eligió”. Si los obispos, si los sacerdotes, si los padres de familia, si las religiosas, si los religiosos, si los jóvenes, si cada católico o católica, si cada ser humano de buena voluntad pudiera experimentar al Dios misericordioso que lo mira y lo elige, seguramente iría hacia los demás con esa mirada misericordiosa que ha conocido en el rostro del Padre de las misericordias (2Cor 1, 3). 1 Kasper Walter (Cardenal). El Papa Francisco. Revolución de la ternura y el amor. Raíces teológicas y perspectivas pastorales. Santander, Sal Terrae, 2015, p. 56.

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La Visión del Laico

Adriana Lozada Vicaría Reconciliación y Paz

humanización del país, es decir, para la sensibilización de todas las personas ante el sufrimiento y el dolor causado por la violencia. Pero además para exigir y garantizar el respeto a los derechos de todos, especialmente de las víctimas a conocer la verdad sobre los hechos, para contrarrestar la impunidad, ser reparados integralmente y tener la seguridad de que no se repetirá esta historia de sangre y dolor. También será un periodo para superar las desigualdades sociales, mejorar las condiciones y la calidad de vida de la población colombiana. Será una época difícil, porque habrá muchas tareas por realizar: darle trabajo a los desmovilizados, educación, salud, seguridad, recreación, oportunidades para progresar. De igual manera, será necesario la restitución de las tierras a los campesinos desplazados, garantizar un desarrollo equitativo para todos, especialmente a los menos favorecidos como son las comunidades negras y los indígenas quienes han sido en su mayoría los que han sufrido las consecuencias del conflicto, en fin es una tarea ardua no sólo para el Estado, sino también para los empresarios y los líderes gremiales del país.

La Misericordia, el mejor camino para la paz "Con sentimientos de sinceridad le pido perdón de corazón. Lo sucedido con su familia fue una equivocación”. Palabras de ‘Iván Márquez’, alto mando de las FARC, a Constanza Turbay, quien perdió a toda su familia a manos de este grupo guerrillero, en el primer encuentro con las víctimas en La Habana.

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l 14 de agosto del año pasado se realizó el primer encuentro de las víctimas del conflicto armado con el Secretariado de la Guerrilla de las FARC en La Habana, el cual generó muchas expectativas por poner frente a frente a víctimas y victimarios. En rueda de prensa, Constanza Turbay expresó que “no fue un perdón mecánico, fue un perdón de corazón” y una muestra del compromiso por la paz y la reconciliación en el país. De esta manera lo referenció el periódico El Heraldo en su edición online.

cada colombiano conozca y experimente el amor de Dios en su corazón y así evite que los deseos de revancha, desquite o venganza hacia quienes han ejercido por años la violencia, crezcan y generen nuevos enfrentamientos.

Y es precisamente cuando Colombia está buscando de manera acelerada la paz que el Santo Padre proclama el Año de la Misericordia que se inició el 8 de diciembre y terminará el 20 de noviembre de 2016, como un momento especial para que cada persona viva y sienta de manera profunda el amor del Padre. Coincidencia o no, este gran Jubileo es un verdadero regalo del cielo para nuestro país, teniendo en cuenta que el mismo Papa Francisco nos dice que “la misericordia es una gran luz de amor y de ternura, es la caricia de Dios sobre las heridas de nuestros pecados”, es decir, una caricia del Padre para los colombianos.

Erradamente se ha pensado que la violencia que ha padecido el país solo compete a las fuerzas armadas, a los grupos guerrilleros y a las víctimas, y a su vez se cree que, al firmarse los acuerdos de paz en La Habana, el posconflicto será para los directamente implicados. Pero lo cierto es que todos los colombianos, hombres, mujeres, niños y jóvenes han sido afectados por la guerra de manera directa o indirecta. Como lo afirmó monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, en entrevista con Vangaurdia.com: “No nos damos cuenta de que esta guerra nos ha afectado a todos, pensamos que las víctimas y victimarios son los únicos afectados y no, todos, de una u otra manera, hemos sido más que espectadores”.

Necesariamente es la misericordia una de las herramientas básicas que debemos tomar en primera instancia para emprender el camino hacia la paz. Para ello se necesita que

Sentimientos de dolor, un pasado que continúa vivo en la mente de quienes no pueden olvidar las atrocidades vividas, heridas que no cierran, deben ser sanados y superados para dar paso a la reconciliación y la paz.

El posconflicto y la misericordia para Colombia

El posconflicto será entonces una oportunidad para la re-

Para el colombiano de a pie, el posconflicto será una ocasión para valorar la vida, para generar una mejor convivencia en los barrios, en las cuadras, en los sitios de trabajo y estudio. Y para quienes empuñan las armas, este periodo será una oportunidad para desarmar las manos y el corazón, para pedir perdón y perdonar y para hacer un cambio de mentalidad y de corazón.

¡Con cuánto amor nos mira Jesús! ¡Con cuánto amor cura nuestro corazón! (Misericordiae Vultus) Ángela María Giraldo, hermana del diputado del Valle Francisco Javier Giraldo, asesinado por las FARC, también asistió a La Habana y manifestó que “nuestra misión en este encuentro cara a cara es sensibilizar a los miembros de las FARC frente al dolor, al drama, a las lágrimas, que nos ha causado la guerra e invitarlos a la reconciliación”. Este gesto solo es posible en un corazón lleno del amor de Dios y precisamente el Papa Francisco nos recuerda que una de las actitudes fundamentales para alcanzar la Misericordia es “no juzgar y no condenar, sino perdonar y donar”. Como cristianos católicos vemos con esperanza el fin del conflicto y nos preparamos para un futuro donde la tarea es la paz, por tanto, este Año de la Misericordia será la gran oportunidad para abrirnos al amor de Dios, que no se cansa de perdonar. Así lo afirma el papa Francisco: “Cuando Dios perdona, olvida. ¡Y es grande el perdón de Dios!”. Y este perdón es para TODOS, víctimas y victimarios, siempre y cuando muestren un verdadero arrepentimiento de los pecados cometidos, pues ninguno puede ser excluido de la misericordia de Dios. Que sea este año de la Misericordia una oportunidad para tomar conciencia de la necesidad de orar mucho por la paz de nuestro país y de colaborar en todo lo que se pueda para sacar verdaderamente adelante el posconflicto. 

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Semana Bíblica

Noticias Seminario Mayor

El pasado mes de septiembre en nuestra casa y escuela de formación se realizó la Semana Bíblica, que tuvo como lema: “Conocer la Palabra, es practicar la Misericordia”, en la que contamos con la participación de Monseñor José Roberto Ospina, obispo de la diócesis de Buga, quien nos enriqueció, con su experiencia de biblista y pastor, también gozamos de la visita de los hermanos del seminario de San Juan Eudes de la diócesis de Jericó, los cuales estaban cumpliendo 100 años de fundación.

Bingo del Seminario

Remodelación de la cocina

Como ya es costumbre el pasado 1 de noviembre de 2015, nuestra casa vivió un día lleno de alegría y compartir en familia en el tradicional BINGO PRO-SALUD Y BIENESTAR. El cual acoge las diferentes comunidades parroquiales, no sólo de la Arquidiócesis de Cali sino también a las comunidades de las diócesis de Palmira, Buenaventura y Guapi, con las cuales estamos inmensamente agradecidos de su participación, integración y generosidad. Los seguimos invitando a que cada año nos sigan acompañando.

Después de 30 años nuestra casa se goza con la remodelación de la cocina, que fue transformada en su totalidad, dotada de nuevos equipos para un mejor servicio y comodidad de todos los que nos servimos de ella. Toda esta remodelación se dio gracias a las donaciones de los benefactores de nuestra casa, el fondo de salud y bienestar fruto de los bingos anuales y la contribución de la Arquidiócesis de Cali. Lo que también nos dio la alegría de compartir y engrandecer nuestro proceso de formación con el nuevo chef Virgelio Urbina Dávila.

Nuevo Obispo Auxiliar para la Arquidiócesis de Cali

Visita Canónica del Provincial

Nuestra arquidiócesis de Cali, esta de fiesta por la llegada del nuevo obispo auxiliar, el Excelentísimo Monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro, de la diócesis de Cartago, quien el pasado 25 de julio de 2015 recibió su Ordenación Episcopal en la Catedral de dicha diócesis. Nos regocijamos de su presencia en nuestra Iglesia partícular.

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Del 18 al 22 de enero de 2016, nuestra casa acogió la visita canónica del superior provincial la Sociedad de Padres de San Sulpicio, el padre Jaime D’arcy. Quienes están a cargo de la dirección de nuestra casa. Su visita nos fue de mucho provecho y nos llenó de júbilo y esperanza, para continuar enriqueciendo nuestra formación como futuros pastores. Agradecemos su visita y le deseamos éxitos en su ministerio sacerdotal.

Nuevos Presbíteros

Jornadas Culturales

Nuestra casa y escuela de comunión se llena de alegría porque el año pasado fueron ordenados presbíteros nuestros hermanos: Nicolás Ruiz Viveros (ordenado el 12 de junio), Fred Alexander Martínez y Harold Arias Ortiz (ordenados el 19 de junio), Víctor Hugo López (ordenado el 15 de agosto) y Diego Alejandro Montes (ordenado el 5 de diciembre). Quienes por la gracia de Dios fueron llamados por su Obispo, para servirle al Señor con alegría entre los más pobres de nuestra sociedad y anunciar el mensaje de salvación en cada comunidad.

Durante los días 21 al 24 de Febrero de 2016, celebramos las XXX jornadas culturales del Seminario Mayor San Pedro Apóstol, esta edición de nuestras jornadas culturales coinciden con el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, y las cuales tuvieron como lema LA MISERICORDIA ESTA VIVA, estos días se vivieron con intensidad basados en el capítulo 15 del Evangelio según San Lucas. Fueron días privilegiados para celebrar nuestras fiestas patronales y experimentar la Misericordia del Padre.

Arquidiócesis de Cali

Diócesis de Palmira

Diócesis de Buenaventura

Nuevos Diáconos

Una gran Mujer al servicio de la Casa

Nos sentimos alegres al saber que nuestra casa cuenta con 6 diáconos ordenados al servicio del anuncio de la Palabra en cada uno de los contextos que nos ofrece el mundo de hoy. Ellos son: Carlos Esneider Ramos Mosquera (ordenado el 12 de junio), Jhon Fredy Carmona, Brajan Fernando Meza Ortega y Juan Carlos Pérez Ramos, (ordenados el 19 de junio), Duvan Mauricio Marín Lasprilla (ordenado el 15 de agosto) y Kener Darío Minotta (ordenado el 5 de diciembre).

Con sentimientos de gratitud nuestra casa de formación se despide de la señora Aura Ligia Escobar, quien por más de 30 años prestó su servicio en la casa como jefe de cocina. Le damos gracias a Dios por su dadivosa entrega, que aportó mucho a nuestro proceso de formación, ahora va a disfrutar de su merecida pensión con su familia, el buen Dios lleno de misericordia ilumine y bendiga esta nueva etapa para su vida al lado de su familia.

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Religiosa Invitada

Hna. Francel Elizabeth Marulanda Hermanas de Caridad de Santa María

La Misericordia

nos hace Hermanos La Misericordia de Dios es infinita, el Señor no rechaza a su pueblo, por el contrario nos lleva a descubrir su amor creador que se revela y se recrea en cada ser humano.

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ios en su amor supremo se diviniza a través de la humanidad creada para amar y ser Feliz; qué paradoja: el pensamiento de un Dios amor con un mundo que se revela contra lo auténtico, lo leal, lo verdadero, lo sincero. La miseria del corazón del hombre engrandece la fuerza de la Misericordia, hoy no queremos creer en nada, ni en nadie y aún así, nos revelamos contra nosotros mismos, desesperados por no caer en un sin sentido de vida, al que estamos llegando en todos los aspectos y en todas las edades. Pero cuando encontramos que la Misericordia viene a rescatar el vacío del corazón humano, nos damos cuenta cómo es importante reconocer nuestra propia miseria y la necesidad de ayuda de quien nos ha creado para amar.

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Todo ha sido creado en un orden perfecto y todo y todos encajamos en un universo infinito, que trasciende al más allá de todo y de todos: todo se armoniza y se equilibra entre fortaleza y fragilidad. Mi fragilidad me lleva a entender la fragilidad del hermano en todas sus dimensiones: del hermano cielo, de la hermana tierra, del hermano sol y de cada una de las creaturas, acentuando la mayor capacidad de armonía en nuestra propia especie: el hermano ser humano, y es allí donde la misericordia aplicada a mi propio ser, prevalece para que mis sentimientos y pasiones, hallen aptitudes de misericordia con el hermano que ha sido también creado para armonizar conmigo. Mientras más miseria me envuelve, mayor misericordia encuentro a mi favor, más difícil se hace mi relación con mis hermanos y crezco en mayor forma en el Amor Misericordioso de Dios.

Tenemos más de 2000 años de experiencia en medio de la justicia humana y divina, revelada en el amor que rescata a través de Abraham la fe, a través de Moisés la perseverancia y a través de David la alianza para encaminarnos al reconocimiento de la Misericordia Infinita sobre la humanidad. En los momentos más difíciles de la humanidad, más grande es la Misericordia. Así, podemos darnos cuenta del acto de Misericordia que Dios tiene con cada uno y cómo se manifiesta en nuestras relaciones; ahora nos deberíamos preguntar: Jesús en sus relaciones manifestó la Misericordia hasta el extremo y El, vino a ser escuela de relación, para con mi hermano “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” y cómo nos amó, hasta el punto de entregar no sólo su vida, sino la fuente inagotable de su amor. Y antes de esto, nos enseñó “Ama a tu prójimo como a ti mismo”; en esta transición del año de la vida consagrada, al año de la misericordia, cómo no descubrir cuánto me ama que he dicho si al llamado porque este amor que he descubierto, no puede quedarse sólo en mi corazón, debe trascender y hacer de las almas consagradas, una muestra de la Misericordia de Dios humanizada y al servicio de la humanidad; cada bautizado es un consagrado y un privilegiado de la ternura de Dios. Todos somos llamados a trascender desde el Amor Misericordia que nos hace todo en todos y se expresa, en la reconciliación de mi propia historia y la historia de Dios, en todas las personas que me rodean, a quienes estamos llamados a impregnar de Misericordia Infinita. Somos actos de la Misericordia Infinita de Dios. Seamos coherentes a este gran llamado de este tiempo. 

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