Departamento de ministerios ordenados y vida consagrada Hora santa por las vocaciones y la santificación de los sacerdotes JUEVES SANTO 2 de abril de 2015
Monición inicial Cristo Jesús Sumo y Eterno Sacerdote venimos ante Ti para unirnos en oración al Padre celestial, que siga suscitando vocaciones en la Iglesia. Señor Jesús, que te encuentras presente en la Eucaristía, te pedimos que envíes al Espíritu Santo y fortalezcas a los sacerdotes en la fidelidad, la pureza, la fe, la esperanza y la caridad. Que ellos sean administradores solícitos de la comunidad que les has confiado y sean testimonio de amor, entrega y servicio generoso, humilde y desinteresado. Hoy jueves santo, en el que celebramos la institución de la Eucaristía, el Sacramento del Orden y nos regalaste el mandamiento del amor a través del gesto del lavatorio de los pies, venimos porque sentimos la necesidad de personas que trabajen en la educación de tu Reino en medio de nosotros. Suscita, pues, personas que contribuyan en la enseñanza de tu Evangelio en medio de nuestro pueblo colombiano. Canto: “No me habéis vosotros elegido” Presidente: Alabanzas al Santísimo Sacramento Bendito, alabado y adorado sea el Santísimo Sacramento del Altar... (3 veces) Oración: Padre Santo, que llamas a todos a la perfección de la caridad e invitas sin cesar a muchos a seguir más de cerca a tu Hijo en el servicio a los hermanos, concede a quienes has elegido para la vocación ministerial, responder con generosa entrega a tu llamado y perseverar con fidelidad y amor hasta el final. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén Momento de silencio 1
Lectura bíblica: Evangelio según San Juan 1, 35-42 Pautas para la reflexión: En el evangelio que acabamos de escuchar, se nos presentan dos momentos en la vida de Juan y Andrés, discípulos de Juan el Bautista. El primero: su encuentro con Jesús; y el segundo: la respuesta natural que nace de este encuentro. Estos dos hombres, Juan y Andrés, siguen a Jesús por invitación que les hace Juan el Bautista, quien ha reconocido a Jesús como el Cordero de Dios. Luego de un momento de camino y de notar que lo siguen, Jesús se vuelve y les pregunta ¿Qué buscan? Los discípulos le responden con otra cuestión: ¿Dónde vives? Ante este nuevo interrogante Jesús les hace una invitación, lo cual pareciera que no resolviera su solicitud. Sin embargo, la pedagogía de Jesús es diferente a la nuestra. Les invita a que ellos mismos hagan la experiencia de convivir con Él. No los fuerza. Respeta profundamente su libertad. Hasta el punto que ellos mismos vieron dónde vivía y decidieron permanecer con Él. Lo que les atrajo no era tanto el lugar donde vivía el Maestro, eso más bien era un pretexto para acercarse a Él y conocerlo más íntimamente. Su testimonio les impactó tanto que interiormente lo único que deseaban era quedarse a su lado. Nadie puede hacer una verdadera experiencia de Cristo y no quedar con alguna huella visible. En este evangelio, se nos muestra cómo el conocimiento de Cristo les lleva a tener una necesidad muy grande de trasmitirlo a los demás. El mismo Andrés no duda en llevar la buena noticia de que han encontrado al Mesías a su hermano Simón, para después presentarlo con el Señor y que Cristo lo escoja para seguirlo también. El apostolado brota en todo corazón como una exigencia de quien ha experimentado el amor de Dios en su alma y desea ardientemente que los demás también puedan gozar de este maravilloso encuentro. Por lo tanto, cuanto más nos unimos a Cristo, más somos colmados por su Espíritu, por el Espíritu Santo. De ahí que nos llamemos con autenticidad “cristianos”, es decir, “ungidos”, personas que pertenecemos a Cristo y por eso participamos en su unción, somos tocados por su Espíritu. La humanidad de Jesús está insertada, mediante la unidad del Hijo con el Padre, en la comunión con el Espíritu Santo y, así, es “ungida” de una manera única, y penetrada por el Espíritu Santo. Lo que había sucedido en los reyes y sacerdotes del Antiguo Testamento de modo simbólico en la unción con aceite, con la que se les establecía en su ministerio, sucede en Jesús en toda su realidad: su humanidad es penetrada por la fuerza del Espíritu Santo. Por eso, proclamamos a Cristo como el Mesías, es decir, “el Ungido”. San Ignacio de Antioquía, ante este gran misterio del que hacemos parte desde el bautismo y al que estamos llamados todos los días a renovar, nos recuerda: “No quiero sólo llamarme cristiano, sino que quiero serlo”. Por ello, hemos de pedir al Señor para que no sólo nos llamemos cristianos, sino que lo seamos verdaderamente cada vez más, testimoniándolo con nuestras acciones y animando a otros a querer seguir a Cristo, el Cordero de Dios, el Salvador. Momento de silencio Canto: “Pescador de hombres” 2
Oración de los fieles Presidente: Padre santo que has querido salvar a los hombres a través de los mismos hombres, escucha la oración de tu pueblo y ayúdanos con tu gracia para que nos dispongamos a construir la Iglesia de tu Hijo Jesucristo, siendo auténticos testigos de él. Respuesta: Renuévanos con tu Espíritu Señor
Para que la Iglesia universal cumpla su misión de anunciar la salvación a todos los hombres, hasta los últimos confines de la tierra.
Para que el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes, consagrados y demás personas encargadas de enseñar al Pueblo de Dios apoyen con su predicación y testimonio la conversión a la fe de muchas personas.
Para que los padres de familia y los educadores se responsabilicen de orientar a los niños y jóvenes en los verdaderos valores que dignifican al ser humano y construyan en ellos, sólidas bases de fe y amor.
Para que tú Señor suscites dentro de la Iglesia, nuevas y santas vocaciones que deseen comprometerse con el anuncio del evangelio en nuestras comunidades.
Para que santifiques a todos tus ministros y sean auténticos signos tuyos por medio de sus palabras y obras, de tal modo, que su buen ejemplo nos sigan animando en nuestra respuesta cristiana.
Por todos nosotros aquí reunidos, para que con nuestro testimonio de vida cristiana y oración constante creemos un ambiente propicio para el surgimiento de muchas vocaciones sacerdotales, consagradas y matrimoniales.
(Intenciones personales)
Presidente: Oh Jesús, Buen Pastor, acoge en tu bondad las súplicas que te hemos presentado y suscita en todas las comunidades pastores auténticos que nos guíen en la fe, la esperanza y la caridad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén Momento de silencio Canto: “El profeta”
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Oración por las vocaciones Oh Jesús Buen Pastor, suscita en todas las comunidades parroquiales sacerdotes y diáconos, consagrados, laicos y misioneros según la necesidad del mundo entero, que Tú amas y quieres salvar. Te confiamos en particular nuestra comunidad, crea en nosotros el clima espiritual de los primeros cristianos, para que podamos ser un cenáculo de oración en amorosa acogida del Espíritu Santo y de sus dones. Asiste a nuestros pastores y a todas las personas consagradas. Guía los pasos de aquellos que han escogido generosamente tu llamada y se preparan a las órdenes sagradas o a la profesión de los consejos evangélicos. Vuelve tu mirada de amor hacia tantos jóvenes bien dispuestos y llámalos en tu seguimiento. Ayúdalos a comprender que sólo en ti pueden realizarse plenamente. Confiando estos grandes intereses de tu corazón a la poderosa intercesión de María, Madre y Modelo de todas las vocaciones, te suplicamos que sostengas nuestra fe en la certeza de que el Padre concederá lo que tú mismo has mandado que pidamos. Amén. Padre Nuestro Canto: “Dios está aquí” Oración final: V/ Nos diste el pan del Cielo. R/ Que contiene en sí todo deleite. Presidente: Oh Dios, que bajo este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros, el fruto de tu redención. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. Alabanzas Señor, para custodiar tu honra y gloria. Respuesta: Danos sacerdotes santos. Señor, para aumentar nuestra fe. R/ Señor, para predicar tu doctrina. R/ Señor, para defender tu causa. R/ Señor, para contrarrestar el error. R/ Señor, para sostener la verdad. R/ Señor, para dirigir las almas. R/ 4
Señor, para mejorar las costumbres. R/ Señor, para desterrar los vicios. R/ Señor, para iluminar el mundo. R/ Señor, para enseñar las riquezas de tu corazón. R/ Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo. R/ Señor, para que todos tus ministros sean luz del mundo y sal de la tierra. R/ Alabanzas al Santísimo Sacramento Bendito, alabado y adorado sea el Santísimo Sacramento del Altar... (3 veces) Canto: “Cantemos al amor de los amores”
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