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Un periodismo de paz y para la paz

Por: Adriana Lozada

Vicaría para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

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La desinformación, las noticias falsas, los discursos plagados de odio y violencia están a la orden del día en nuestro país. La descalificación, el racismo, la misoginia abundan en los mensajes que circulan por las redes sociales y los medios de comunicación, convirtiéndose en megáfonos del odio y la polarización.

La desinformación y las llamadas “noticias falsas” constituye una de las mayores preocupaciones de todos los países del mundo porque destruye la democracia y han llegado a generar conflictos como, por ejemplo, el que viven Ucrania y Rusia. Detrás de cada fake news se articulan estrategias de manipulación de la opinión pública para desestabilizar los estados y sus instituciones.

Según Olga Yurkova, fundadora de StopFake, ONG de medios ucranianos, cuyo propósito es refutar la propaganda rusa y las noticias falsas en dicho país, expresa que “la gente ya no sabe lo que es real y lo que es falso, muchos han dejado de creer. Y eso es incluso más peligroso”. Para Alberto González Pascual, Doctor en Ciencias de la Información y de Pensamiento Político, en su libro “Los Nuevos Fascismos. Manipulando el resentimiento” dice que “los creadores de noticias falsas buscan producir ciudadanos irracionales, unidos por el desprecio del entendimiento y la glorificación de una violencia legítima para apaciguar lo que les disgusta de la realidad. ¿Lo peor? Que lo están consiguiendo”.

Estas noticias tienen un trasfondo, por un lado, incentivar el racismo como el que sucede contra la vicepresidenta, Francia Márquez, desprestigiar cualquier acción que vaya en contra de sus intereses, como lo que sucede contra el propio Presidente, acabar con la honra de quienes están en otras orillas ya sea política, económica o social, de manera indiscriminada, porque la consigna es odiar al que no piensa como ellos.

La Iglesia también se ha pronunciado sobre este tema, por ejemplo, en la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2018, el Papa Francisco en su mensaje para este día expresaba que, “el drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio a través de la falsedad”.

Propone entonces el Papa, comenzar hacerles frente a estas falsedades aprendiendo a leer, a valorar el contexto comunicativo y a no ser divulgadores inconscientes de la desinformación, sino activos en su desvelamiento. Pero lo más importante es entender que “el antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad y esta verdad no es solamente el sacar a la luz cosas oscuras, «desvelar la realidad», puesto que la verdad tiene que ver con la vida entera. La verdad, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca”, es decir, en el deseo único del bien común, en no dejar que los egos y el poder consuman a la persona y recurra a las mentiras para sostener lo insostenible.

El Papa nos invita a y nos hace un llamado a promover un periodismo de paz, “sin fingimientos, que sea hostil a las falsedades, a lemas efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos –y son la mayoría en el mundo– que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal”. Construir paz desde los medios es una necesidad y una tarea imperante en nuestra amada Colombia.

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