“A todos, hermanos y hermanas, religiosos y religiosas, sacerdotes y diáconos, los bendigo con especial afecto y les auguro un Año Nuevo de muchos y buenos frutos de fe, amor unidad y paz”. † Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali
ISSN: 2462-9979
AÑO XXIX
No 237
SANTIAGO DE CALI, ENERO DE 2020
VALOR $1000.00
Páginas 8 y 9
Año del Señor 2020 >> Detalles página 4
Pedagogía 2020 de cara a una ciudadanía más organizada >> Detalles página 6
Christus Vivit, la amistad es un gran regalo de Dios >> Detalles página 12
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Editorial
Santiago de Cali, Enero de 2020
Iglesia: Escuela de Servidores
Nuestra divisa pastoral del 2020, “HÁGANSE SERVIDORES DE TODOS”, significa el énfasis en la formación, en este “hacerse” con Jesús y como Él. Que, dando especial realce a la procesión de entrada con el sagrado libro el tercer domingo, vivamos todo el año como AÑO DE LA PALABRA que nos forma interiormente, haciendo arder nuestro corazón.
Año 2020 No. 237 de Enero de 2020 Publicación Mensual ISSN: 2462-9979 Arzobispo de Cali Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía Vicario General Pbro. Wiston Mosquera Moreno DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES Directora Magda Luz Arias Leal Comunicador Social Periodista Oscar Andrés Orejuela Valero Diseño y Diagramación Bernardo Arcila Parra Impresión Casa Editorial El Tiempo ARQUIDIÓCESIS DE CALI Curia Arzobispal Cra. 4 No. 7-17 PBX: 889 0562 medios@arquicali.org www.arquicali.org
Los escritos de los colaboradores solo comprometen a quienes los firman.
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El verdadero poder es el servicio”, nos dice el Papa Francisco. “Quien quiera ser el primero entre ustedes, que SE HAGA el último y el servidor de todos”, proclama Jesús (Marcos 10,35). Y se auto entendía con estas palabras: “Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Lucas 22,27). Desde este horizonte evangélico, centrado en el “Lavatorio de los pies” como rito de identidad cristiana, inseparable del sacrificio eucarístico en la última cena de Jesús, todo el ser de Cristo se comprende, principalmente, como SIERVO Y SERVIDOR, como MAESTRO y Esclavo, como ESPOSO y Cabeza de la Iglesia, como PASTOR que da la vida por las ovejas, como ENVIADO que está en medio de todos y nos ENVÍA a servir también en su viña, como CORDERO INMOLADO que se convierte en Pan y cáliz de vida eterna. Estas imágenes son claves para comprender la persona de Jesucristo, y son también trazos indispensables para delinear el rostro de una Iglesia Servidora, discípula de Jesús, Iglesia misionera con rostro samaritano, que va al encuentro de todos, de quien es VÍCTIMA de otro (Lucas 10, 25-37), de la MUJER discriminada (Juan 4, 1-42), de los EXCLUIDOS y descartados (Lucas 17,11-19). Es la IGLESIA “PAN, CASA Y PALABRA”, como la describe Xavier Pikasa, en su libro sobre la Iglesia en Marcos (editorial “Sígueme”, Salamanca 1998). Nuestro Plan Pastoral Arquidiocesano traduce esas mismas claves en una “narrativa eclesial” que parte de lo existente hoy, para restaurarlo en Cristo Jesús, enriquecida esta narrativa con los aportes del Sínodo de la Amazonia: *Una IGLESIA EN CONVERSIÓN INTEGRAL, de pastores, religiosos, esposos y laicado, seducidos por el Amor Esponsalicio entre Cristo e Iglesia; encontrándonos en la “espiritualidad de Amor Esponsal”, común a todo el Pueblo de Dios; a la escucha amorosa, no sólo de la Sagrada Escritura, sino también del grito de los pueblos y del clamor de la tierra, del llanto de los oprimidos. *Una IGLESIA EN CONVERSIÓN PASTORAL, en salida misionera, que sirve y acompaña a los pueblos, que hace discípulos y, como Jesús, los forma e instituye como ESCUELA DE SERVIDORES e Iglesia Diaconal, ejemplo lúcido de servicio y de sagrado respeto por el débil y pequeño, de la que sean sus pastores modelo respetable y creíble. *Una IGLESIA EN CONVERSIÓN CULTURAL, presente y aliada de las poblaciones en los territorios, con rostro intercultural, interétnico, generacional, en diálogo y construcción de paz con todos. *Una IGLESIA EN CONVERSIÓN ECOLÓGICA, casa común de esposos y familias, de comunidades y grupos apostólicos, de migrantes y habitantes de calle, que encarna el cuidado socio-ambiental de la dignidad humana y del equilibrio ecológico, el cuidado del territorio y de la naturaleza como “casa común”. *Una Iglesia en CONVERSIÓN SINODAL que, hacia dentro de ella y en el marco de la parroquia y del territorio diocesano, genera participación, comunión Por: † Monseñor Darío de Jesús y ministerio de esposos, de laicos y mujeres, de vida Monsalve Mejía consagrada y Diaconado permanente, caminando juntos, con presbíteros y Obispo, bajo la guía del Arzobispo de Cali Espíritu Santo. En este año 2020 retomemos la tarea y, bajo la “E” de Evangelización, avancemos con las cuatro “E” que debemos consolidar en cada parroquia e institución: *ENCUENTRO con Cristo (KERIGMA y cultura del encuentro, hacia los “encuentros pre-sinodales). *EUCARISTÍA (KOINONÍA dominical y comunidades). *ESCUELA (DIAKONÍA) de discípulos SERVIDORES: las EPS parroquiales). *ESPONSALIDAD (EKLESÍA, alianza esponsalicia, ministerio de la conyugalidad, imaginada en la CASA familiar, la casa católica y la casa común, ecológica y territorial). El Papa Francisco ha declarado el tercer domingo del Tiempo Ordinario en “Domingo de la Palabra de Dios”, mediante la carta apostólica “Aperuit illis”: (“les abrió el entendimiento” para comprender las Escrituras: Lucas 24,45). Se pretende que este día “haga crecer en el Pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura”. Nuestra divisa pastoral del 2020, “HÁGANSE SERVIDORES DE TODOS”, significa el énfasis en la formación, en este “hacerse” con Jesús y como Él. Que, dando especial realce a la procesión de entrada con el sagrado libro el tercer domingo, vivamos todo el año como AÑO DE LA PALABRA que nos forma interiormente, haciendo arder nuestro corazón. A todos, hermanos y hermanas, religiosos y religiosas, sacerdotes y diáconos, los bendigo con especial afecto y les auguro un Año Nuevo de muchos y buenos frutos de fe, amor unidad y paz.
Santiago de Cali, Enero de 2020
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Para Reflexionar
De la Doctrina a la Vida Seamos todos "artesanos de la paz"
Caminar hacia la paz de Cristo debe ser la gran misión de los cristianos
Por: † Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali
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na fecha que normalmente pasa inadvertida por caer en primero de enero es la Jornada Mundial de Oración por la Paz. Es muy importante no dejar pasar por alto esta actividad que cada año convoca la Santa Sede y es animada por algún mensaje del Santo Padre. Aunque al momento de la publicación no se conocía el contenido del mensaje del Papa Francisco para esta fecha, propongo tres (3) puntos que sobre el tema compartió el Sumo Pontífice al Cardenal Carlos Osoro, con ocasión del Encuentro de Oración por la Paz: “Paz sin fronteras”, realizado en Madrid en septiembre del año que acaba de concluir. La paz, brota de la oración En su mensaje a personas de diferentes religiones congregadas en España para este encuentro, el Santo Padre destacó cómo que «como creyentes somos conscientes de que la oración es la raíz de la paz. Quien la practica es amigo de Dios, como lo fue Abraham, modelo de hombre de fe y esperanza». Como discípulos misioneros de Jesús, el “Príncipe de la paz”, debemos entender que la paz va más allá de consideraciones políticas, ideológicas o económicas. En el más hondo sentido, la paz se identifica con nuestra fe en Dios, Creador de todos sin distinción ninguna de condiciones
y que nos invita a ser generadores de sana convivencia y fraternidad respetuosa. El verdadero cristiano reza por la paz, no como la da el mundo, y la pide como un don de Dios. El poder de la oración es innegable; en este sentido, el Papa comentó: «Cayó el Muro de Berlín y se puso fin a esa lacerante división del continente que causó tanto sufrimiento. Desde Berlín a toda Europa del Este se encendieron ese día nuevas esperanzas de paz, que se extendieron por todo el mundo. Fue la oración por la paz de tantos hijos e hijas de Dios la que contribuyó a acelerar esa caída». Y concluye el Papa: «Por eso es necesario rezar siempre y dialogar en la perspectiva de la paz: ¡los frutos vendrán! No tengamos miedo, porque el Señor escucha la oración de su pueblo fiel». La insensatez de la guerra Al constatar la dolorosa realidad de que se multiplican los conflictos en el mundo y las puertas se cierran de unos pueblos para otros, el Papa dice: «Si se busca el bien de los pueblos y del mundo, es insensato cerrar espacios, separar a los pueblos, o más aún, enfrentar a unos con otros, negar hospitalidad a quien lo necesita». Y aprovecha la ocasión para invitar a cultivar la cultura del encuentro y a tender puentes que, antes que generar rupturas, animen los acercamientos, los diálogos, la búsqueda razonable y pacífica de salidas a los conflictos. En fin, es necesario tener «puertas abiertas que ayuden a comunicarse, a encontrarse, a cooperar
para vivir juntos en paz, respetando la diversidad y reforzando los vínculos de responsabilidad». Habitar la morada de la paz Por último, el Sucesor de Pedro destacó que «la paz es como una casa con muchas estancias en la que todos estamos llamados a habitar». No es, pues, justo permanecer en la trampa de los resentimientos, la sed de venganza sin darse la oportunidad para creer, soñar y
luchar por un mundo en el cual todos podamos gozar del derecho a “habitar la paz”. Para el momento de esta publicación el mensaje del Papa para esta Jornada ya será público. Recomiendo vivamente conocer su contenido, leerlo, meditarlo y comprometernos a ser “artesanos de la paz” en nuestros círculos de vida: familia, barrio, amigos, trabajo, estudio, ciudad, región y país.
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Para Reflexionar
Año del Señor 2020
Santiago de Cali, Enero de 2020
Opinión † Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali
Tips Pastorales
Año nuevo, en la esperanza
La continuación del Plan Pastoral debe ser la voz viva de Cristo
Por: Pbro. Germán Martínez R. Vicario Episcopal de Educación
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erminadas las celebraciones navideñas, en la fiesta de la Epifanía del Señor (domingo 5 de enero), se acostumbra hacer el anuncio de las fiestas del año. Se trata naturalmente de las fiestas religiosas, el texto dice así: “La gloria del Señor se ha manifestado entre nosotros, hasta el día de su retorno glorioso. Por eso les anuncio con gozo que así como nos hemos alegrado en estas fiestas de la Navidad, nos alegraremos también en la gran celebración Pascual de la Resurrección de nuestro Salvador. Así pues, recordemos que en este año 2020, la ejercitación de la Cuaresma, que nos prepara para la Pascua, comenzará el día 26 de febrero, miércoles de ceniza, y del 9 al 11 de abril celebraremos con fe el Triduo Pascual de la muerte, sepultura y Resurrección del Señor. El domingo 12 de abril será la Pascua, la fiesta más grande del año. Y al cabo de cincuenta días, el domingo 31 de mayo, celebraremos la solemnidad de Pentecostés, el don que Jesús resucitado hace a su Iglesia: su Espíritu Santo. Cada domingo nos reuniremos para celebrar la Eucaristía, conmemorando la Resurrección del Señor, y veneraremos también la memoria de la virgen María en sus fiestas, la de tantos hermanos santos y santas que nos acompañan en nuestro camino de fe. Y ya al finalizar el año, el domingo 29 de noviembre, iniciaremos un nuevo año litúrgico con la celebración del Adviento de nuestro Señor Jesucristo. “A Él todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén”. En estos días que nos regalan agendas y planeadores, tomemos nota de estas fiestas que marcan el ritmo de nuestro ser creyentes para que podamos también “pla-
near” nuestra fe, vivirla en profundidad y ser testigos ante el mundo del “tiempo litúrgico”, del “tiempo de Dios”. En este año 2020, la Iglesia celebrará 1600 años de la muerte de san Jerónimo, el gran Padre de la Iglesia, traductor y comentador de la Biblia. Precisamente el Papa Francisco, con la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio “Aperuitillis” del 30 de septiembre del año pasado, instituyó el domingo de la palabra de Dios, para “hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esa riqueza inagotable”. Dicha celebración será el tercer domingo del tiempo ordinario, es decir, el domingo 26 de enero. Además, el Papa Francisco, en línea con su gran documento Laudato Si (2015), y con el Sínodo sobre la Amazonía, realizado en octubre pasado, ha convocado a todos los economistas del mundo para el 26 y 28 de marzo a participar en un gran evento en Asís (Italia) buscando un pacto para una nueva economía mundial. Y a los jóvenes, a quienes dedicó la Exhortación Postsinodal Christus Vivit (2019), los llama también a Roma, el 14 de mayo para “reconstruir un pacto educativo global para dar forma al futuro de la humanidad formando individuos maduros que puedan superar la división y cuidar nuestro hogar común. A nivel local, es decir, en nuestra Arquidiócesis de Cali, el 2020 será la continuación del Plan de Pastoral, que tiene su centro en la Eucaristía y su dimensión diaconal, esto es, su prolongación en la caridad concreta con los más necesitados: el pan que se parte y se reparte. Las cuatro zonas pastorales se empeñarán profundamente en esta Ruta Pastoral 2019-2023 que para el presente año pone el énfasis en el lema “Háganse servidores de todos”. He ahí pues el “calendario espiritual” que hemos de vivir, celebrar y ejecutar en este año del Señor 2020.
Primero: Es común que cada que comenzamos el nuevo año hagamos las cábalas y los vaticinios sobre lo que esperamos para el año al que damos inicio, según el calendario civil. Es posible que cada uno reitere los planes de trabajar mejor, de cuidarse con los alimentos, de rebajar peso, de solucionar las desavenencias, etc. Eso está bien. Lo que produce preocupación es que posiblemente son los mismos propósitos de cada año y que seguramente no se han cumplido. Qué importante es que se haga el propósito de cumplir de la mejor manera posible lo que se ha de alcanzar, poniendo la confianza en Dios con una buena dosis de voluntad personal y disciplina. Segundo: Por otra parte, la Iglesia ha comenzado desde semanas atrás el año litúrgico, con el adviento y la navidad. Un propósito clave debemos buscar alcanzar, de la mano de Dios, y es el que los ángeles cantaron en el portal de Belén, la paz: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a las personas de buena voluntad”. Tercero: Con la fiesta del Bautismo del Señor comenzamos el tiempo llamado Per annum, o tiempo ordinario en la liturgia de la Iglesia. El color verde será el característico. Es el verde la esperanza, de la confianza, de la fe. Es el color también de la florescencia y de la alegría. Así debería ser la vida de los
cristianos católicos; ese debería ser el aporte que como ciudadanos deberíamos dar en momentos de crisis, incertidumbre y dificultades. El Papa Francisco nos dirá: “Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26)” (Exhortación Evangelii Gaudium, 6). Cuarto: El cristiano está llamado no a ser promotor de la desesperación, ni profeta de catástrofes, sino que está llamado a ser testigo de la esperanza, porque sabe muy bien que el Señor es el siempre vivo, el siempre actuante, que está con nosotros, está en medio de nosotros, está adelante mostrándonos el camino, y está atrás para protegernos. Alegría y esperanza, dos palabras que se deben traducir, en un estilo de vida alegre y cargada de la confianza, en los tiempos nuevos que nos han sido prometidos.
Santiago de Cali, Enero de 2020
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Región
Vicaría para la Reconciliación y la Paz arrancando los niños, niñas y adolescentes de la violencia
Fueron beneficiados más de 350 niños, niñas, adolescentes y sus familias
Por: Vicaría para la Reconciliación y la Paz
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Los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: aquella de no considerarnos autosuficientes sino necesitados de ayuda, de amor, de don…” (Audiencia General del Papa Francisco, miércoles 18 de marzo de 2015) La Vicaría para la Reconciliación y la Paz de la Arquidiócesis de Cali desarrolló el programa Arrancando los niños, niñas y adolescentes de la violencia, financiado durante tres años (2016 - 2019) por el cooperante internacional KinderMissionsWerk, que tuvo como objetivo que los niños, las niñas, adolescentes y sus familias inmersos en comunidades violentas en alto riesgo de ser reclutados por grupos armados y bandas delincuenciales tuvieran herramientas para la prevención de la violencia y la no participación en ella, promoviendo la construcción de territorios donde el perdón, reconciliación, paz y convivencia armónica se han la base fundamental. La consecución de cada objetivo fue planificada en conjunto con los profesionales de diferentes áreas de especialización teniendo en cuenta los tiempos y disponibilidad de los participantes y el contexto donde se encontraban. Durante los tres años de ejecución se atendieron, acompañaron y apoyaron a más de 350 niños, niñas y adolescentes y sus familias, en las que se desarrollaron
cinco áreas: artística, recreativa, deportiva, cultural y atención psicosocial, que permitieron hacer presencia en cuatro comunas de la ciudad de Santiago de Cali: Comuna 13, barrio El poblado II La Siri; Comuna 14, barrio Quintas del Sol; Comuna 15, inicialmente en el barrio Mojica en la Institución Educativa Isaías Duarte Cancino, y posteriormente en el Asentamiento de Desarrollo Humano Incompleto El Valladito en el comedor comunitario Pan de Amor con apoyo de la Iglesia Pentecostés Unida Internacional de Colombia; y en la Comuna 21, barrio Potrero Grande. El proyecto surge en la necesidad de generar espacios de transformación para los niños, niñas y adolescentes que inmersos en contextos de violencia no cuentan con las garantías para sus reconocimientos de derechos y deberes. Por tanto, desde el equipo responsable se promovió semanalmente, espacios de
escucha, orientación y compromiso para el mejoramiento de las condiciones de los niños, niñas y adolescentes, que involucró a las familias y la comunidad. Encontramos en el primer año de acercamiento a los diferentes contextos que los niños, niñas y adolescentes se encuentran en medio del conflicto armado urbano en el que son usados y utilizados para acciones delincuenciales, en ocasiones son motivados por sus familias, permanecen el mayor tiempo en la calle, algunos se encontraban desescolarizados, la red de apoyo familiar se debilita por las condiciones socioeconómicas de sus miembros, existencia del trabajo infantil, desinterés y bajo compromiso institucional del Estado para responder a las diferentes problemáticas que afectan a los niños, niñas y adolescentes, entre otras situaciones que se develaron en el proceso de intervención social realizado.
Se trabajó en cinco áreas: artística, recreativa, deportiva, cultural y atención psicosocial
Por tanto, el proyecto que hoy finaliza y que la Iglesia católica abanderó para reconocer garantizar y generar espacios de transformación en los territorios, ahora da cuenta que los niños, niñas y adolescentes participantes en el proceso deben ser reconocidos en sus habilidades y potencialidades, pueden ser generadores de transformaciones en sus contextos, también concertadores entre los actores de violencia permitiendo que estas iniciativas lleguen a sus territorios, las familias de los niños, niñas y adolescentes pueden comprometerse y reconocer sus diversas capacidades, y que un gracias, por favor, permiso, generan en la cotidianidad nuevas formas de relacionamientos dirigidas a construir territorios de perdón, reconciliación, paz y convivencia. Se culminó un programa que la Iglesia católica dirigió, siguiendo las prácticas que Jesús en el compromiso social mostró con sus obras y nos encomendó: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos” (Mateos, 19:14). De este modo, los retos que ahora se gestan, son continuar construyendo un país en donde las familias, comunidades y entes institucionales se comprometan a generar espacios de escucha, atención y orientación a los niños, niñas y adolescentes dándoles garantías para ser gestores y artesanos de paz, viéndolos como agentes fundamentales del cambio y reconociéndolos como sujetos de derechos capaces de construir territorios en paz desde su presente. Los niños, niñas y adolescentes son la esperanza del mundo. ¡Cuídalos, protégelos y dales lo mejor de ti!
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Región
Santiago de Cali, Enero de 2020
Pedagogía 2020 de cara a una ciudadanía más organizada
Potenciar la inclusión, la diversidad y las oportunidades para todas y todos
Por: Observatorio de Realidades Sociales
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as distintas experiencias de movilización social sucedidas a lo largo de 2019 nos han puesto en evidencia la necesidad de trabajar para construir más puentes de encuentro y de diálogo con lo institucional, que nos facilite ser escuchados, plantear propuestas y hacer llamados en pro de cimentar una ciudad y un país para la vida, a partir de lo cual se potencien la inclusión, la diversidad y las oportunidades para todas y todos. Este fue el sentir expresado por las organizaciones sociales de Santiago de Cali en la pasada cantata del miércoles 11 de diciembre, en la Plazoleta Jairo Varela, de la cual también surgió el llamado a acompañar a la institucionalidad en un ejercicio de veeduría, que permita poner el foco en las necesidades que más nos apremian como ciudad región. A continuación, presentamos tres conclusiones de esta significativa jornada, que nos trazan una importante agenda de trabajo en la formación y el acompañamiento a las ciudadanías organizadas. 1) Reconocer y acompañar la renovación desde las instituciones. Es importante reconocer en el actual momento unas nuevas generaciones comprometidas con la trasformación del servicio público. Más allá de las diferencias de pensamiento y de partidos, converge entre muchos la
convicción de que es fundamental cambiar las prácticas que ponen en entredicho el ejercicio político y público. Se parte entonces de reconocer en las instituciones estatales los espacios y medios necesarios para ordenar la vida social. En ese sentido, se asiste a la necesidad de rectificar malas prácticas en la institucionalidad, avanzando en la conquista de nuevos y mayores espacios para la incidencia, la participación y la toma de decisiones. 2) Priorizar los llamados. Sin desconocer las muchas necesidades que experimentan las comunidades, se hace necesario que desde la ciudadanía organizada se puedan priorizar las demandas, las cuales ayuden a su vez a concretar propuestas y llamados pertinentes, a fin de que no se diluyan en el mar de expectativas o en esperanzas desbordadas. Para esto también es necesario saber dar razón de quién es nuestro interlocutor. De ahí que sea importante conocer las competencias de cada corporación, por ejemplo: ¿Para qué sirve un concejo? ¿Cuáles son las competencias de un alcalde y de sus dependencias? ¿Qué le corresponde al Gobierno nacional y demás entes de Estado? Aunque parezca de conocimiento obvio, lo anterior se evidencia como una necesidad en la formación política de las nuevas ciudadanías y de las organizaciones sociales. 3) Ejercitar el lenguaje propositivo e incluyente. Durante el 2019, en varios momentos de la vida pública, vimos y escuchamos personajes vociferantes que señalaban, estigmatizaban, buscaban descalificar e infundir miedo. Pero
con esto, también ha venido surgiendo formas nuevas de establecer demandas, creativas, incluso artísticas, que de alguna manera cuestionan el estilo desafiante al que nos hemos acostumbrado para comunicar ideas, plantar posiciones y hacer solicitudes. Si algo nos ha dejado este tiempo de construcción de paz es la conciencia, cada vez más robusta en un sector creciente de la sociedad, de poner en desuso ese belicismo que se muestra en gestos y en palabras. Dar el paso del insulto al argumento y de la provocación a la persuasión también hace parte
de un proceso de reconciliación nacional necesario, para que podamos sentar las bases de un diálogo social e institucional, donde quepan todos y todas. En consecuencia, 2020 nos pone de relieve el importante desafío de afinar los instrumentos de formación de nuevos liderazgos, de avanzar en la formación de unas ciudadanías organizadas para la incidencia y de poner en diálogo constante los diferentes sectores de la sociedad en búsqueda de las trasformaciones sociales más necesarias para nuestra Santiago de Cali.
Dar el paso del insulto al argumento y de la provocación a la persuasión
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Educación
II Congreso Internacional y VIII Nacional Bíblico-Teológico: “Biblia, Teología y Construcción de Paz”
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l Congreso Bíblico-Teológico de UNICATÓLICA, que desde el 2011 viene organizando el Programa de Teología y la Especialización en Educación y Sagrada Escritura de la Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades, llegó en el mes de septiembre de este año a su segunda versión internacional y octava nacional. El espacio académico se ha convertido en un escenario en el que docentes locales, nacionales e internacionales realizan el abordaje de temas de interés bíblico-teológico en perspectiva contextual, logrando así que academia, Iglesia y comunidades se beneficien de los distintos aportes propuestos. En esta ocasión, el congreso tomó la categoría “Construcción de Paz” como tarea urgente de la Iglesia colombiana, que requiere un doble esfuerzo; primero, la reflexión bíblico-teológica sobre la misma en términos de reconciliación, reparación
Unicatólica trabaja para posicionar la educación religiosa
y compromiso; y segundo, el trabajo concreto en los territorios junto con las comunidades para avanzar en procesos integrales de construcción de paz. De ahí que tanto los ponentes como las experiencias pastorales invitadas al Congreso tienen en común su decidido aporte a la construcción de la paz a partir de la reflexión teológica, el estudio bíblico y la experiencia de fe. Por tanto, el propósito para este año fue exhortar a que cada asis-
Encuentro Nacional de Biblistas y Teólogos: “La migración, una mirada bíblica, teológica y pastoral”
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raíz de un primer encuentro realizado en el 2018 en la Casa Cultural ‘Tejiendo Sororidades’ de Cali, se propuso tener un espacio para que biblistas y teólogos (as) se encuentren cada año para socializar experiencias de investigación o trabajos pastorales que respondan a situaciones concretas que la comunidad esté afrontando a nivel social y eclesial. Con este propósito se realizó un nuevo encuentro, esta vez organizado por la Especialización en Educación y Sagrada Escritura de UNICATÓLICA y la Fundación Universitaria Bautista de Cali, en el que se realizó una mirada bíblica y teológica al fenómeno de la migración en el país y la ciudad, de tal manera que se articularon experiencias y trabajos académicos y pastorales. El encuentro, que contó con la participación de invitados internacionales de Holanda y nacionales procedentes de Bucaramanga, Bogotá y Cali, permitió hacer una
lectura bíblica y pastoral sobre el tema, reconociendo, en primer lugar, el valioso trabajo de diferentes entidades eclesiales en la atención a los migrantes, destacando de manera especial la articulación que existe actualmente entre diversas iglesias para atender esta problemática. Por otra parte, se presentaron cuatro ponencias en las que se pudieron encontrar nuevos elementos bíblicos y teológicos que aportan al fortalecimiento del trabajo pastoral con migrantes. Al respecto, Jhon Fredy Mayor Tamayo, director de la Especialización en Sagrada Escritura considera que, “del encuentro se destacó la pertinencia del tema y la manera como se abordó, así mismo, la metodología que permitió el diálogo entre investigadores y académicos con pastoralistas y líderes religiosos, los cuales tienen una preocupación común con la migración. Finalmente, se valoró positivamente el trabajo interinstitucional entre UNICATÓLICA y Unibautista para organizar el evento y convocar personas de diferentes partes del país y la ciudad”.
tente, en su condición de creyente y ciudadano, asuma su compromiso con el anuncio y la construcción de la paz, como tarea ineludible que la realidad actual del país exige. El congreso contó con la participación de invitados internacionales procedentes de España y Alemania, como el secretario general de la Federación Bíblica Católica- FEBIC, así como nacionales, entre los cuales se destacan dos profesores de la Facultad de Teología, Filosofía y Hu-
manidades de UNICATÓLICA. La presentación de cuatro experiencias pastorales que a nivel eclesial y social vienen desempañando labores de gran impacto social en la construcción de paz con campesinos, excombatientes, niños, jóvenes y mujeres de las comunidades de San José del Caguán, Ibagué, Trujillo y Cali. También contó con asistentes procedentes de Ecuador, Medellín, Manizales y Cali. La participación significativa de los asistentes, la calidad académica de las ponencias, la presentación de cuatro experiencias pastorales y el conversatorio final entre los ponentes, dejó constancia del compromiso de la Institución, la Facultad y los programas organizadores con la realización de eventos académicos de esta índole que intentan posicionar a UNICATÓLICA, a la Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades y sus programas adscritos, a nivel local, nacional e internacional por el abordaje de temas actuales que interesan a la ciudad, a la región, al país, a la academia y a la Iglesia.
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Lo que celebramos
Santiago de Cali, Enero de 2020
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 53a JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ - 1 DE ENERO DE 2020 La paz como camino de esperanza: Diálogo, reconciliación y conversión ecológica
1.
La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino». En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables. Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos. Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana. Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a
excluirlo y eliminarlo. La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto. Es paradójico, como señalé durante el reciente viaje a Japón, que «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo. La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana». Cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue en la propia condición. La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria. Por lo tanto, no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, en el que se toman decisiones socioeconómicas, que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y de la creación, en lugar de protegerse los unos a los otros. Entonces, ¿cómo construir un camino de paz y reconocimiento mutuo? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente? Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.
2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad Los Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, se encuentran entre quienes mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción: «No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno». Como ellos, muchos ofrecen en todo el mundo a las generaciones futuras el servicio esencial de la memoria, que debe mantenerse no sólo para evitar cometer nuevamente los mismos errores o para que no se vuelvan a proponer los esquemas ilusorios del pasado, sino también para que esta, fruto de la experiencia, constituya la raíz y sugiera el camino para las decisiones de paz presentes y futuras. La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades.
Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades. El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente», un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden cre-
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cer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano. Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza. En un Estado de derecho, la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en la búsqueda continua de la verdad. Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y mundial. Como resaltaba san Pablo VI: «La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática. […] Esto indica la importancia de la educación para la vida en sociedad, donde, además de la información sobre los derechos de cada uno, sea recordado su necesario correlativo: el reconocimiento de los deberes de cada uno de cara a los demás; el sentido y la práctica del deber están mutuamente condicionados por el dominio de sí, la aceptación de las responsabilidades y de los límites puestos al ejercicio de la libertad de la persona individual o del grupo». Por el contrario, la brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en
Lo que celebramos peligro la búsqueda del bien común. En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa. En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5,6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas. 3. La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna La Biblia, de una manera particular a través de la palabra de los profetas, llama a las conciencias y a los pueblos a la alianza de Dios con la humanidad. Se trata de abandonar el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Sólo eligiendo el camino del respeto será posible romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza. Nos guía el pasaje del Evangelio que muestra el siguiente diálogo entre Pedro y Jesús: «“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”» (Mt 18,21-22). Este camino de reconciliación nos llama a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas. Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz. Lo que afirmamos de la paz en el ámbito social vale también en lo político y económico, puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo. Como escribió hace diez años Benedicto XVI en la Carta encíclica Caritas in veritate: «La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y
comunión» (n. 39). 4. La paz, camino de conversión ecológica «Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar». Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica. El reciente Sínodo sobre la Amazonía nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas. Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. De hecho, los recursos naturales, las numerosas formas de vida y la tierra misma se nos confían para ser “cultivadas y preservadas” (cf. Gn 2,15) también para las generaciones futuras, con la participación responsable y activa de cada uno. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor. De aquí surgen, en particular, motivaciones profundas y una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana. Por lo tanto, la conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir. Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida. Para el cristiano, esta pide «dejar brotar todas las con-
39 secuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea». 5. Se alcanza tanto cuanto se espera El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera. En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable. El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial. Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, que renueva a las personas y a las comunidades, nos llama a mantener la mirada en Jesús, que ha reconciliado «todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,20); y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación. La gracia de Dios Padre se da como amor sin condiciones. Habiendo recibido su perdón, en Cristo, podemos ponernos en camino para ofrecerlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Día tras día, el Espíritu Santo nos sugiere actitudes y palabras para que nos convirtamos en artesanos de la justicia y la paz. Que el Dios de la paz nos bendiga y venga en nuestra ayuda. Que María, Madre del Príncipe de la paz y Madre de todos los pueblos de la tierra, nos acompañe y nos sostenga en el camino de la reconciliación, paso a paso. Y que cada persona que venga a este mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo. Vaticano, 8 de diciembre de 2019 Francisco
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Amor Esponsal
Santiago de Cali, Enero de 2020
¿Cómo enseñar a los niños el orden?
El amor debe ser la base esencial para la educación de los hijos
Por: Dp. Diego Fernando Benítez Vicaría para la Familia y la Cultura Fuente: Efeblog
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Feliz año! Será el saludo jubiloso que escucharemos durante todo el mes de enero porque llegó el 2020. Pero esta alegría viene acompañada de un desencanto: Devolverle a la casa el orden tradicional ubicando cada cosa en su lugar. Obviamente no es tarea fácil, ya que luego del gran “alboroto” de la temporada navideña se incrementan los artículos del hogar y pareciera que ya nada cabe en los clósets. Pero esta podría ser una gran oportunidad para convocar a la familia para que juntos reorganicen la casa y todo vuelva a la normalidad, haciendo de esta actividad una hermosa experiencia de trabajo en equipo. Los niños serán los más beneficiados de la jornada de limpieza, puesto que se convertirá en un ejercicio de aprendizaje y buenas costumbres para ellos. Sabemos que los chicos estarán corriendo toda la casa sacando gusto por los nuevos juguetes haciendo un poquitín de desorden. Entonces ¿Cómo lograr que los niños ayuden en el orden? ¿Qué hacer para que sientan la responsabilidad de dejar todo en su lugar? ¿Cómo permitir que disfruten y fantaseen con las cosas de la casa sin que hagan lio? Intentar mantener el orden puede resultar una tarea difícil, pero no imposible. Podemos decir que el orden es un ítem importante
en una casa y enseñar a los niños cómo mantener sus cosas ordenadas es una tarea que puede resultar sencilla siguiendo estos consejos: 1 – El niño debe tener acceso a las cosas que debe ordenar Si buscamos que un niño sea ordenado lo primero es darle acceso a las cosas que debe ordenar, por ello lo importante es su espacio se encuentre organizado de forma tal que el pequeño tenga todo a su alcance. Lo ideal es colocar todo en estantes, cajoneras o perchas y en un comienzo supervisar el orden pero progresivamente dejar que los niños realicen esa tarea de ordenar. 2 – Involucrarlos en el orden de la casa Otra excelente idea para involucrar a los niños en lo importante que es el orden es involucrarlos en las tareas que se realizan en el hogar diariamente. Es importante que el niño se sienta parte de las tareas de orden en el hogar ya que así podrá adquirir la responsabilidad de hacerlas, para comenzar puede ordenar sus ropas o ayudar a quitar las cosas de la mesa después del desayuno. 3 – Predicar con el ejemplo Los padres deben siempre predicar con el ejemplo ya que de nada sirve que los hijos sean ordenados si los padres no lo son. Un ejemplo es que ellos vean que los padres mantienen ordenadas sus ropas, libros y elementos de trabajo, siempre haciéndolo con un orden lógico. 4 – Establecer directivas claras También es importante establecer directivas claras sobre cuál es el lugar que ocupa cada objeto y
procurar no cambiarlo de lugar constantemente. Los libros en las estanterías, los juguetes en cajas o cajones de manera tal que sea sencillo usarlos y volver a colocarlos en el mismo lugar después de haberlos usado. 5 – El orden como actividad lúdica Es más fácil enseñar a un niño a ser ordenado si tomamos el tema como una actividad lúdica y que el pequeño disfrute realizar. Cuando se lo involucra a la hora de ordenar los juguetes o su ropa
se puede pedir al pequeño que lo haga por colores, tamaños, etc. La idea es que el niño se motive a ordenar sus cosas como si fuera un juego de organización, de esta forma el pequeño se verá motivado a hacerlo. Ser concretos a la hora de indicarle al niño lo importante que es el orden en su habitación o en la casa en general es una tarea en la que debe involucrarse toda la familia ya que después de todo el orden ayuda a una buena convivencia. El inicio de este 2020 será de gran ayuda para motivar a los niños al orden, solo bastará desarrollar un calendario con actividades donde se involucren todos y puedan construir este hermoso habito en la familia. ¡Adelante! no será fácil pero con disciplina y mucho amor todo es posible. ¡Feliz año 2020! Que esta nueva vuelta del sol sea llena de muchas experiencias maravillosas y se cumplan nuestras metas siempre de la mano de Dios.
El comportamiento de los hijos con la comunidad es el reflejo de la educación en casa
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Parroquia del Mes
La Epifanía del Señor Carrera 1° B3 No. 58 a 10, barrio Villas de Veracruz - Zona Episcopal del Norte
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a comunidad Parroquial de la Epifanía del Señor, fue fundada por el Excelentísimo Monseñor Isaías Duarte Cancino, decreto 107 del 24 de febrero 1997, esta comunidad se encuentra en la comuna 5 zona nororiental de la ciudad, entre la Carrera 1° con 52, Droguería Comfandi, al nororiente de la 52 hasta la 62 con chiminangos y, al occidente de la 52d a la 1D y al sur 1 norte hasta la 1D. Es una comunidad que posee características heterogéneas, en sus construcciones, economía, y culturas. En su jurisdicción parroquial alberga tres barrios residenciales Villas de Veracruz, Villa del Parque y la Urbanización Barranquilla, por otro lado, hay una nutrida presencia de construcciones de propiedad horizontal, prevaleciendo las Torres de Comfandi, que llegan a sumar 50 unidades cerradas, siendo este un reto de acompañamiento pastoral que demanda gran esfuerzo para el descubrir de Dios en la ciudad. Los párrocos que han direccionado, acompañado y fortalecido los diferentes procesos pastorales a lo largo de la historia de la comunidad son: Pbro. Onésimo de Jesús Londoño Aguirre (marzo 1997 a febrero 1999, fundador), Pbro. Juan Carlos Vallejo Londoño (marzo 1999 a abril 1999), Pbro. Ramiro Alberto Alvares Arenas (mayo 1999 a junio 2000), Pbro. Héctor Fabio Fernández Ordoñez (julio 2000 a 2007), Pbro. Moisés Navia Rengifo (septiembre 2007 a septiembre 2013) y el Pbro. Albert Madroñero Gutiérrez, quien se encuentra en esta comunidad parroquial desde octubre de 2013. Acerca de las celebraciones eucarísticas de su parroquia, el padre Madroñero nos dice “(…) la Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG 11), esta dinamiza toda nuestra vida comunitaria y pastoral, los horarios establecidos para la celebración son de lunes a sábado a las 7:00 p.m.y los domingos 8:00 a.m., 10:00 a.m. y 7:00 p.m.” “Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión
Fundada en 1997
eclesial. (C.I.C 1446), de ahí que se le brinde a la comunidad el espacio para el Sacramentos de la Reconciliación de lunes a jueves de 5:00 p.m. a 6:30 p.m.”. Respecto a la labor del catequista en su comunidad el padre Albert se refiere al mensaje de El Papa Francisco en su Mensaje a los Catequistas del 22 septiembre 2018, nos dice: “La catequesis no es una lección; la catequesis es la comunicación de una experiencia y el testimonio de una fe que enciende los corazones, porque introduce el deseo de encontrar a Cristo”, En la comunidad se vive esta invitación del Papa todos los sábados de 9:00 a.m. a 12:00 m. con los jóvenes de confirmación y los niños y niñas de 9:00 a.m. a 11:00 a.m. y de 2:00 p.m. a 4:00 p.m. Gracias al esfuerzo de un nutrido grupo de catequistas la Evangelización en una búsqueda constante de encuentro con un Je-
Párroco: Pbro. Albert Madroñero Gutiérrez Despacho parroquial: De lunes a viernes de 2:00 p.m. a 6:00 p.m. Eucaristías: De lunes a sábado a las 7:00 p.m. Domingos: 8:00 a.m., 10:00 a.m. y 7:00 p.m. Sacramento de la Reconciliación: De lunes a jueves de 5:00 p.m. a 6:30 p.m. Catequesis: Los sábados de 9:00 a.m. a 12:00 m. con los jóvenes de confirmación y los niños y niñas de 9:00 a.m. a 11:00 a.m. y de 2:00 p.m. a 4:00 p.m. Correo: parroquialaepifania@ arquicali.org Teléfono: 439 85 25
sús vivo y resucitado que dinamice la vida familiar, por ello, los padres de familia a su vez participan de la Escuela de Fe una vez al mes para lograr este objetivo de crecimiento integral en la fe”. Igualmente, nos cuenta cómo ha sido la implementación del Plan Pastoral 2019-2023 en su parroquia: “(…) siempre ha estado vinculada en los diferentes procesos de formación que la Arquidiócesis de Cali, participa en la construcción e implementación del Plan Pastoral, rescato algunos acontecimientos que ayudaron a la consolidación de la comunidad la Epifanía del Señor como una Iglesia comprometida y dinamizadora en la fe. • Escuela parroquial (agosto 2016 a noviembre 2016). Hacer escuela, esta experiencia de reunirnos todos los martes con los agentes de pastoral parroquial formándonos en los diferentes temas que constituyen los cimientos de una fe firme y comprometida con la acción evangelizadora
fue fundamental y enriquecedora. • La sectorización parroquial, la constitución de la Asamblea Pastoral y el envío de los primeros misioneros, que con su trabajo constante y perseverante, lograron afianzar las primeras ocho casas católicas que a la fecha siguen vinculadas al proceso. • Hoy se cuenta con alrededor de 70 servidores pastorales (hombres, mujeres, jóvenes y niños) comprometidos en los distintos ministerios pastorales que vigorizan con sus trabajos y testimonio de fe la vida pastoral de la Epifanía del Señor durante todo el año litúrgico, de manera especial en los tiempos fuertes de Semana Santa y Navidad. • Gracias al esfuerzo, dedicación, constancia y perseverancia de la Asamblea pastoral y del Diacono Permanente Luis Norbey Duque (Diócesis de Cartago) hoy se cuenta con 11 nuevas casas católicas, que poco a poco se van vinculando a los procesos pastorales de cada grupo.
Pbro. Albert Madroñero Gutiérrez con su comunidad
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Actualidad
Santiago de Cali, Enero de 2020
Christus vivit, la amistad es un gran regalo de Dios
Tener un amigo nos enseña a amar
Por: Vatican News
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n año después del Sínodo sobre los jóvenes, chicos y chicas de todo el mundo se confrontan con la “Christus vivit”, la Exhortación Apostólica del Papa Francisco. «Ya nos los llamo siervos, sino amigos», dice Jesús a sus discípulos. La amistad, escribe el Papa, no es una «relación fugaz y pasajera”, sino una sólida «relación de afecto que nos hacer sentir unidos». 150. Por más que vivas y experimentes no llegarás al fondo de la juventud, no conocerás la verdadera plenitud de ser joven, si no encuentras cada día al gran amigo, si no vives en amistad con Jesús. 151. La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. A través de los amigos el Señor nos va puliendo y nos va madurando. Al mismo tiempo, los amigos fieles, que están a nuestro lado en los momentos duros, son un reflejo del cariño del Señor, de su consuelo y de su presencia amable. Tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a cuidar a otros, a salir de nuestra comodidad y del aislamiento, a compartir la vida. Por eso «un amigo fiel no tiene precio» (Si 6,15). 152. La amistad no es una rela-
ción fugaz o pasajera, sino estable, firme, fiel, que madura con el paso del tiempo. Es una relación de afecto que nos hace sentir unidos, y al mismo tiempo es un amor generoso, que nos lleva a buscar el bien del amigo. Aunque los amigos pueden ser muy diferentes entre sí, siempre hay algunas cosas en común que los llevan a sentirse cercanos, y hay una intimidad que se comparte con sinceridad y confianza. 153. Es tan importante la amistad que Jesús mismo se presenta como amigo: «Ya no los llamo siervos, los llamo amigos» (Jn 15,15). Por la gracia que Él nos regala, somos elevados de tal manera que somos realmente amigos suyos. Con el mismo amor que Él derrama en nosotros podemos amarlo, llevando su amor a los demás, con la esperanza de que también ellos encontrarán su puesto en la comunidad de amistad fundada por Jesucristo[80]. Y si bien Él ya está plenamente feliz resucitado, es posible ser generosos con Él, ayudándole a construir su Reino en este mundo, siendo sus instrumentos para llevar su mensaje y su luz y, sobre todo, su amor a los demás (cf. Jn 15,16). Los discípulos escucharon el llamado de Jesús a la amistad con Él. Fue una invitación que no los forzó, sino que se propuso delicadamente a su libertad: «Vengan y vean» les dijo, y «ellos fueron, vieron donde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39).
Después de ese encuentro, íntimo e inesperado, dejaron todo y se fueron con Él. 154. La amistad con Jesús es inquebrantable. Él nunca se va, aunque a veces parece que hace silencio. Cuando lo necesitamos se deja encontrar por nosotros (cf. Jr 29,14) y está a nuestro lado por donde vayamos (cf. Jos 1,9). Porque Él jamás rompe una alianza. A nosotros nos pide que no lo abandonemos: «Permanezcan unidos a mí» (Jn 15,4). Pero si nos alejamos, «Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo» (2 Tm 2,13). 155. Con el amigo hablamos, compartimos las cosas más secretas. Con Jesús también conversamos. La oración es un desafío y una aventura. ¡Y qué aventura! Permite que lo conozcamos cada vez mejor, entremos en su espesura y crezcamos en una unión siempre más fuerte. La oración nos permite contarle todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos, y al mismo tiempo nos regala instantes de preciosa intimidad y afecto, donde Jesús derrama en nosotros su propia vida. Rezando «le abrimos la jugada» a Él, le damos lugar «para que Él pueda actuar y pueda entrar y pueda vencer». 156. Así es posible llegar a experimentar una unidad constante con Él, que supera todo lo que podamos vivir con otras personas: «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20). No prives a tu
juventud de esta amistad. Podrás sentirlo a tu lado no sólo cuando ores. Reconocerás que camina contigo en todo momento. Intenta descubrirlo y vivirás la bella experiencia de saberte siempre acompañado. Es lo que vivieron los discípulos de Emaús cuando, mientras caminaban y conversaban desorientados, Jesús se hizo presente y «caminaba con ellos» (Lc 24,15). Un santo decía que «el cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, de prohibiciones. Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una Persona que me amó tanto que reclama mi amor. El cristianismo es Cristo». 157. Jesús puede unir a todos los jóvenes de la Iglesia en un único sueño, «un sueño grande y un sueño capaz de cobijar a todos. Ese sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz y el Espíritu Santo se desparramó y tatuó a fuego el día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer, en el corazón de cada uno […]. Lo tatuó a la espera de que encuentre espacio para crecer y para desarrollarse. Un sueño, un sueño llamado Jesús sembrado por el Padre, Dios como Él –como el Padre–, enviado por el Padre con la confianza que crecerá y vivirá en cada corazón. Un sueño concreto, que es una persona, que corre por nuestras venas, estremece el corazón y lo hace bailar».
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CURSO COLECCIONABLE SOBRE EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Creo en el perdón de los pecados Por: Pastoral de Catequesis Arquidiócesis de Cali
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l poder de perdonar los pecados. Al dar el Espíritu Santo a sus Apóstoles, Cristo resucitado les confirió su propio poder divino de perdonar los pecados. “Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos” (Juan 20. 22-23). Jesús, vinculó el perdón de los pecados a la fe y al Bautismo, que es el primero y principal Sacramento del perdón de los pecados; porque nos une “a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación” (Romanos 4, 25), a fin de que “vivamos una vida nueva”. “Tus pecados te son perdonados”. No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. Cristo que ha muerto por todos los seres
humanos quiere que en la Iglesia estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva arrepentido de sus pecados. Un día, “se acercó Pedro y le preguntó a Jesús: ¿Señor: Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando me ofenda? ¿Siete veces? Jesús le respondió: No te digo siete veces sino, setenta veces siete” (Mateo 18,21 –22). La Iglesia tiene el poder de perdonar los pecados. Lo ofrece de manera habitual en el Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación, por medio de los Obispos y de los Presbíteros que son instrumentos de los que quiere servirse el Señor, único autor y dispensador de nuestra salvación para borrar nuestros pecados y darnos la gracia de nuestra justificación (Catech, R. 1,11-6). Si en la Iglesia no hubiera perdón de los pecados no habría ninguna esperanza, ninguna expectativa de vida eterna. Demos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia este don extraordinario (San Agustín. Serm. 213 – 8).
Creo en la resurrección de la carne. El término carne. Designa al ser humano en su condición de debilidad y mortalidad. “La resurrección de la carne” significa que después de muestra muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros cuerpos mortales volverán a tener vida. La fe en la resurrección de los muertos ha sido desde los comienzos de la Iglesia un elemento fundamental de nuestra fe en Cristo quien nos dice: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11,25). El Señor resucitará a quienes hayan creído en Él y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre (Juan 5, 54). ¿Cómo resucitaremos?. Así, como Cristo resucitó con su propio cuerpo, también nosotros resucitaremos, pero nuestro cuerpo será transformado en cuerpo glorioso (Filipenses 3,2), en cuerpo espiritual. Los que hayan hecho el bien, resucitarán para la vida y los que hayan hecho el mal, para la condenación. (Juan 5,29). Morir en Cristo. Para resucitar
con Cristo, es necesario morir con Cristo. Jesús, el Hijo de Dios sufrió también la muerte propia de su condición humana; la asumió en un acto de aceptación total a la voluntad de Dios. La obediencia de Jesús, transformó la maldición de la muerte en bendición (Romanos 5,19-21). El sentido de la muerte cristiana. En la muerte Dios nos llama hacia Él. Es el paso del tiempo a la eternidad y el fin de nuestra peregrinación terrena. Cuando ha llegado a su fin nuestra vida, ya no volveremos a otras vidas terrenales. Los hombres mueren una sola vez (Hebreos 9,27). No hay reencarnación después de nuestra muerte, (Cf. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica Nos. 200 – 206) 1. ¿Cuál es el sentido de la muerte cristiana? 2. ¿Cómo se ejerce en la Iglesia el perdón de los pecados y quiénes son los Ministros de este Sacramento? 3. ¿Qué entiende por resurrección de los muertos?
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Vicariato Apostólico de Guapi
Santiago de Cali, Enero de 2020
El abandono estatal, una razón para que el Pacífico se una al paro Pbro. Ariel Viáfara Hurtado Párroco San Miguel Arcángel - López de Micay
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as marchas del 21 de noviembre, que se han prolongado durante varios días, han sido una señal latente de que las cosas no van bien. Algo está fallando. Y si hay fallas hay que expresarlas, reconocerlas y resolverlas. En distintas ciudades se ha expresado, de diferentes formas, el inconformismo con las políticas que el gobierno de Iván Duque ha implementado o quiere imponer en materia económica, educativa, pensional, laboral, entre otras, con las cuales un gran sector de la ciudadanía colombiana no se siente identificado. Personas de diferentes gremios, sectores políticos, credos, identidad étnica y estrato socioeconómico se han unido para exigir que la gobernanza en este país sea una realidad, ante la crisis social y el panorama desalentador en el que viven los municipios. Por eso, uno de los territorios que ha sufrido el abandono histórico por el gobierno: la Costa Pacífica Caucana, no se quedó atrás y se sumó a este paro nacional, expresando su desacuerdo por la inoperancia del Estado en las comunidades afro e indígenas que habitan en esta región del litoral. Es triste que todavía estas poblaciones sigan siendo objeto de exclusión y se les siga dando la espalda ante tantas problemáticas que les aquejan. En López de Micay, Guapi y Timbiquí, se han hecho plantones, marchas, cacerolazos, encuentro de expresiones artísticas y se ha cerrado el comercio por algunos días en señal de protesta por la falta de intervención social por parte del gobierno actual en este territorio. El proceso de paz no ha sido implementado en esta zona del país, una de las más afectadas por la violencia. Muchas personas viven en medio de hambre, no hay fuente de empleo, no hay acceso a la educación superior, el sistema de salud es precario y el acceso a bienes y servicios fundamentales es bastante limitado. Si bien, esta zona ha sido abandonada por los jefes de estado a lo largo de su historia, con el actual presidente no se ha logrado avanzar. Se evidencia que la presencia estatal solo se hace concreta con presencia militar, pero esa no es la solución que el pueblo necesita (hasta puede ser más problema que solución). Más que soldados, la gente necesita educarse; necesita poder realizarse libremente; tener empleo; movilización a menor costo y apoyo para emprender iniciativas empresariales.
La dignidad humana debe ser la principal bandera del paro nacional
Estas poblaciones negras e indígenas que viven rodeadas de los ríos y del mar; que cuentan con una riqueza en biodiversidad y que cultivan manifestaciones ancestrales en medio de la guerra, hoy claman por un Pacífico mejor. Un Pacífico donde su gente cuente para los gobernantes y no sean, simplemente, objeto del utilitarismo lectoral. A los alcaldes de estos municipios les ha sido difícil su ejercicio gubernamental, porque el respaldo de los gobernadores del departamento, desde períodos precedentes, ha sido nulo. No han cooperado lo suficientemente significativo para gestar el progreso de esta región. Por eso hay muchas razones para que los moradores de este territorio se unan al paro y marchen para que sus derechos sean promovidos antes que vulnerados. El Pacífico marcha por la educación de los jóvenes. De cada 100 jóvenes
que terminan el bachillerato, solo el tres logran estudiar una carrera universitaria o tecnológica. Además, deben desplazarse a Buenaventura, Popayán o Cali, con todo lo que implica el sostenimiento en materia de vivienda, alimentación y estudio. El Pacífico marcha por un mejor servicio de salud. Centenares de personas han fallecido al no contar con un sistema de salud eficiente. Hay poblaciones rurales en López de Micay que para acudir al hospital del municipio, nivel uno, deben viajar durante cinco horas en lancha, otros deben caminar por trochas hasta cinco horas. El Pacífico marcha porque el proceso de paz no se ha implementado en esta zona. El gobierno no ha llegado a promover el campo, la pesca, la cultura y el ofrecimiento de cultivos alternativos a los campesinos para que abandonen los ilícitos.
El Pacífico marcha porque sus habitantes carecen de empleo formal. El gobierno no ha incentivado la creación de empresa para que las familias tengan un sustento mejor y condiciones de vida digna. Este territorio, que también es Colombia, exige ser mirado, intervenido y promovido. Un territorio que le aporta al país su riqueza cultural y natural, merece que el presidente ejecute políticas que susciten esperanza, esa esperanza que la guerra ha arrebatado y despedazado con el paso del tiempo. Es necesario que el gobierno tenga autonomía del territorio con iniciativas sociales que generen bienestar integral. Mientras eso no pase, siempre habrá razones para marchar. Ojalá no haya necesidad de salir a las calles a alzar la voz para exigir lo que por derecho les corresponde a esta gente.
“El Pacífico marcha porque el proceso de paz no se ha implementado en esa zona”
Santiago de Cali, Enero de 2020
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Actualidad
Santos del Mes Santa María, Madre de Dios
01 de enero
La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma. La doncella de Nazareth, la llena de gracia, al asumir en su vientre al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí para su Hijo; vemos pues que todo en ella apunta a su Hijo Jesús. Es por ello, que María es modelo para todo cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre Santa María encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos con Él y poder decir como el Apóstol “vivo yo más no yo, es Cristo quien vive en mí”.
San Francisco de Sales San Francisco nació en el castillo de Sales, en Saboya, el 21 de agosto de 1567. Fue bautizado al día a siguiente en la Iglesia de Thorens, con el nombre de Francisco Buenaventura. San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte. En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: “Las controversias”(contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota” (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales “Doctor de la Iglesia”, siendo llamado “El Doctor de la amabilidad”.
24 de enero
Santo Tomas de Aquino
28 de enero
Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino. Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia. Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.
San Juan Bosco “Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y en la eternidad”, dejó escrito a sus jóvenes el gran San Juan Bosco, fundador de la Familia Salesiana y declarado “padre y maestro de la juventud” por San Juan Pablo II. Don Bosco nació un 16 de agosto de 1815 en I Becchi, Castelnuovo, Piemonte (Italia). A los nueve años tuvo un sueño profético en el que vio una multitud de chiquillos que se peleaban y blasfemaban. Él trató de hacerlos callar con los puños, pero se apareció Jesús y le dijo que debía ganarse a los muchachos con la mansedumbre y la caridad. Asimismo, Cristo le mostró a la que sería su maestra: la Virgen María. Poco a poco fue creciendo en Juan un gran interés por los estudios, así como su deseo de ser sacerdote para aconsejar a los pequeños. Recibió el orden sacerdotal en 1841 y buscando prevenir que los muchachos se pierdan en malos pasos, entonces inició el oratorio salesiano que desde sus inicios reunió a cientos de jóvenes.
31 de enero
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NiĂąos
Santiago de Cali, Enero de 2020