La Voz Católica Octubre 2021

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“Somos humanidad e Iglesia en camino, “aprendiendo a caminar juntos”. Somos “compañeros de viaje”: “en la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino, uno al lado del otro”, reza el documento preparatorio para “el Sínodo de la sinodalidad”. † Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali

ISSN: 2462-9979

AÑO XXX

No 254

SANTIAGO DE CALI, OCTUBRE DE 2021

VALOR $1000.00

Tiempo de Sínodo

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” Papa Francisco

Inicio del Sínodo: 17 de octubre de 2021

Unidos pero diversos >> Detalles página 4

Sínodo y asamblea para la renovación pastoral >> Detalles página 8

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones >> Detalles página 11


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Editorial

Santiago de Cali, Octubre de 2021

Aprendiendo a caminar juntos

“ Nuestro plan quinquenal arquidiocesano, con sus previstas asambleas presinodales y el sínodo parroquial quinquenal, recoge, en gran medida, este contenido sinodal y conciliar de la Iglesia.

Año 2021 No. 254 de Octubre de 2021 Publicación Mensual ISSN: 2462-9979 Arzobispo de Cali Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES Delegado Arzobispal Pbro. José Over Gallego Londoño Comunicador Social Periodista Oscar Andrés Orejuela Valero Diseño y Diagramación Bernardo Arcila Parra Impresión Casa Editorial El Tiempo ARQUIDIÓCESIS DE CALI Curia Arzobispal Cra. 4 No. 7-17 PBX: 889 0562 medios@arquicali.org www.arquicali.org

Los escritos de los colaboradores solo comprometen a quienes los firman.

Juntos vamos más despacio, pero podremos llegar más lejos”, reza una popular consigna. La tentación de quedarnos quietos, de instalarnos como seres sedentarios, es contrarrestada por la vocación nómada que convierte el camino, la vía, el sendero, el viaje y las encrucijadas, en metáforas de la existencia. Como seres vivos, el dinamismo interior nos hace buscar la luz y tener ojos que la reciban y nos permitan ver. Todos nuestros sentidos están en función del movimiento, del pensamiento, del horizonte, del crecimiento y del avance. La vida puede ser vista como un proceso de subida hasta el descenso de la vejez y la muerte, o como un progreso hacia la felicidad más plena y eterna. También el vivir puede ser simplemente un coexistir, o tirando a más, una convivencia y, más plenamente aún, una comunión que engendra comunidad y sinodalidad, es decir, un caminar juntos. Desde la fe, tanto la génesis como la escatología, es decir, el inicio y la meta de la humanidad, marcan la existencia como itinerario de vida e historia, pero más profundamente, como “alianza” con Dios, arraigada en la consciencia personal, en la relación interhumana, en el trato con los demás seres vivos, en el dinamismo de toda la creación. Son “los caminos de Dios en la tierra” y el perpetuo caminar de la fe que caracteriza la condición del creyente. Este destino no es un errar por caminos azarosos, sino una perpetua marcha siguiendo la estrella, como los magos de Oriente (Mateo 2,9), como rebaño del Buen Pastor o séquito del Cordero. “Dios es origen, guía y meta del Universo” (Romanos 11,36). “Yo soy el camino la verdad y la vida” (Juan 14,6). “Recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra, cuando llegase el momento culminante” (Efesios1,10), es “el plan de Dios” para el universo. El mismo ser de Dios se ve plasmado en este obrar dinámico del Padre Creador, del Hijo Salvador y del Espíritu Unificador, proyectándolo “al mundo entero y a toda la creación” (Marcos 16, 15). Este gran horizonte entre el mundo, la persona y Dios, llamados “a la perfección del amor”, es el que nos permite percibir también el actuar de Dios en nuestros tiempos, espacios y procesos. Más aún, nos impulsa a comprender “la sinodalidad eclesial” que intentamos despertar entre los creyentes católicos y los de otros credos, también en la humanidad como tal, en los actuales tiempos y acontecimientos. Somos humanidad e Iglesia en camino, “aprendiendo a caminar juntos”. Somos “compañeros de viaje”: “en la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino, uno al lado del otro”, reza el documento preparatorio para “el Sínodo de la sinodalidad”. Este no es un sínodo temático sino un proceso de conversión de la Iglesia, primeramente hacia adentro de ella misma, en tres planos: en el plano de su estilo y naturaleza asamblearia, de sus estructuras comunitarias e institucionales y de sus procesos y procedimientos, basados en la escucha, el ejercicio de la palabra, del diálogo, de la consulta y los consensos. Pero este “hacia adentro” de la comunidad eclesial diocesana, regional y universal, no es auto referencial: no se reduce a ampliar reuniones y conversatorios, ni siquiera a integrar a los creyentes, hombres y mujeres, generaciones y carismas, servicios y ministerios. Es una sinodalidad misionera, ecuménica, espacial y diaconal. Es “la Iglesia en salida” hacia periferias y centros; abierta como espacio de encuentro y de diálogo sociocultural, para diversos y adversos; identificada Por: † Monseñor Darío de Jesús como servidora de la humanidad, desde su sentido más Monsalve Mejía ecuménico, samaritano y profético. Arzobispo de Cali Por todo lo anterior, la sinodalidad no es sólo un método pastoral, sino ante todo un propósito territorial de integrar poblaciones y etnias, culturas y tradiciones. Un compromiso colectivo de cuidar de los más débiles, de los más vulnerables, de las víctimas e indefensos, así como de “la casa común”. Hacia afuera es entonces llegada, conversación, escucha, diálogo e integración de espiritualidades, para suscitar propuestas y llegar a propósitos comunes, a tejer ese “caminar juntos”, indispensable hoy ante los desafíos de las crisis sanitaria, ambiental, migratoria, de seguridad e inclusión social. Y hacia adentro ha de ser, fundamentalmente, de configuración comunitaria, de participación y discernimiento, de respuesta a las preguntas y desafíos que nos plantea el “caminar juntos” hacia afuera, con nuestros pueblos y naciones, construyendo con ellos vida, dignidad humana, convivencia, paz, progreso y futuro. Escribo estas reflexiones con todo el “beneficio de inventario”: la sinodalidad no es una “novedad” sino un aprender a caminar con Jesús y como Él, con la Iglesia Primitiva y con María. Un aprendizaje para estos tiempos y realidades que todos debemos hacer. Necesita hoy la humanidad que la Iglesia la contagie del espíritu de comunidad, del ambiente de concilios y de sínodos, desde el de Jerusalén en los inicios, hasta el Vaticano II. Aún en nuestro continente americano, desde Santo Toribio de Mogrovejo, gran arzobispo de Lima y gigantesco ejemplo de sinodalidad, hasta el Sínodo de la Amazonia, que recién se hizo, marcan este “caminar juntos” que nos urge asimilar y testimoniar. Todo un desafío por afrontar, partiendo siempre del itinerario que ya hemos hecho como Iglesia del post concilio, desde la “Evangelii Nuntiandi” de San Paulo VI, hasta la “Evangelii Gaudium” y el magisterio del Papa Francisco. Nuestro plan quinquenal arquidiocesano, con sus previstas asambleas presinodales y el sínodo parroquial quinquenal, recoge, en gran medida, este contenido sinodal y conciliar de la Iglesia. Una Iglesia Servidora, discípula, samaritana, esponsal, territorial y sinodal, son los trazos de ese rostro comunitario y sinodal que nos hemos propuesto darle a nuestra Iglesia Particular de Cali y que ahora podemos configurar y fortalecer desde las Asambleas Parroquiales de Servidores y la llegada misionera a las gentes de todo el territorio parroquial. Una parroquia sinodal, con esposos, familias. Carismas, servicios y ministerios, con verdaderos espacios de encuentro y de acuerdos dos, con una espiritualidad de participación, comunión y misión. Volvamos consigna nuestra para estos años de aprendizaje en este “caminar juntos”: “desde cada parroquia, nuestra Iglesia se hace sinodal”.


Santiago de Cali, Octubre de 2021

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Para reflexionar

Bautizados = Misioneros

Opinión † Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Tips Pastorales

Hacia una Iglesia sinodal (3)

Los bautizados estamos convocados a ser reflejo de la luz pascual

Por: Pbro. Germán Martínez R. Vicario Episcopal de Educación

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risto Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte envía a sus discípulos de ayer y de hoy con estas palabras: “Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautícenlos para consagrárselos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enséñenles a guardar todo lo que les mandé; miren que yo estoy con ustedes cada día hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 18-20). Realmente, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y misión constituyen el todo indisoluble que sirve de fundamento a la tarea misionera, ejercicio de la caridad, ya que sin amor puede haber planes pastorales, proselitismo, actividades sociales, pero no misión evangelizadora, pues como dijo Juan Pablo II: “Iluminados por este Evangelio de la vida, sentimos la necesidad de proclamarlo y testimoniarlo por la novedad sorprendente que lo caracteriza” (Evangelium vitae n. 80). Desde el Evangelio hay tres directrices que fundamental animan la misión universal de los que estamos bautizados: 1. El Dios de Jesús es el Dios que invita, acoge y perdona a todos y por eso podemos llamarlo Padre (Lucas 11,2). 2. La concepción del Reino de Dios anunciado e inaugurado por Jesús de Nazaret es inclusiva: elige a los doce de entre el pueblo: zelotes, publicanos, pescadores; no los escoge de entre las elites: fariseos, escribas,

sacerdotes, esenios. Enseña así que el Reino de Dios es un banquete para todos los llamados en los caminos (Lucas 14, 15-24). El criterio del juicio definitivo es el amor al prójimo, no la pertenencia al pueblo elegido. 3. Su visión del “destino humano” es la de una carpa de cuidados intensivos, es decir, ha llegado ya etapa definitiva, final, es urgente la misión, el anuncio del Reino que llega como triunfo de Dios sobre todo mal y toda muerte. Los bautizados, incorporados al misterio pascual, estamos convocados a ser reflejo de la luz pascual: “Un nuevo siglo y un nuevo milenio se abren a la luz de Cristo. Pero no todos ven esta luz. Nosotros tenemos el maravilloso y exigente cometido de ser su “reflejo”. Es el mysterium lunae tan querido por la contemplación de los Padres, los cuales indicaron con esa imagen que la Iglesia dependía de Cristo, Sol del cual ella refleja la luz (S. Agustín, Enarr. In Ps. 10,3) (La cita es de Juan Pablo II en Novo Millennio ineunte n. 54). Sin duda que esa tarea misionera nos hace temblar si nos fijamos en la debilidad que nos envuelve a todos y nos hace muchas veces opacos y llenos de sombras; pero es tarea posible si nos exponemos a la Luz de Cristo y si sabemos abrirnos a la gracia que nos hace hombres y mujeres nuevos. El envío misionero nos empuja en este siglo XXI a tener el mismo entusiasmo (en-Theos = en Dios, es la etimología de esa bella palabra) de los primeros creyentes, para ello podemos contar con la fuerza del Espíritu Santo que enviado en Pentecostés nos anima hoy con la esperanza que no defrauda (Romanos 5,5).

Cuando se habla de sinodalidad eclesial como experiencia en la que caminamos juntos buscando un mismo fin, es necesario tener en cuenta algunas consideraciones. La primera, es que esta concepción no es nueva en la Iglesia. Desde sus mismos orígenes las comunidades cristianas, en torno, primero de su maestro, Cristo, y luego, en torno de los apóstoles, presididos por Pedro, trabajan juntos, hacen discernimiento juntos para resolver conflictos, etc. La segunda, más recientemente, el Concilio Vaticano II, propone la elocuente figura de la Iglesia como Pueblo de Dios, donde se invita a replantear los principios de la Iglesia netamente jerárquica, para apropiarnos de la imagen de una Iglesia servidora, en donde todos los miembros del Pueblo de Dios somos iguales en dignidad, aunque cada uno tiene un papel o una misión en la Iglesia, tanto universales, con el sacerdocio común, y los dones y carismas particulares, como los que surgen por el sacramento del orden (episcopado, presbiterado, diaconado). En los años 80 se promulga la reforma del Código de Derecho Canónico, y allí, en el libro segundo, intitulado “Del Pueblo de Dios”, se dedican 542 cánones al tema de los derechos y deberes de los fieles cristianos en general, luego los derechos y deberes de los fieles laicos, y describe la constitución jerárquica de la Iglesia y los Institutos de vida consagrada. Esto se encuentra en los cánones 204 a 746. En estos cánones ofrece el Código las formas como cada miembro del pueblo de Dios, peregrino en la tierra, puede y está llamado a ofrecer sus aportes para la consolidación del Reino de Dios en el mundo.

A manera de ilustración, veamos algunos de los cánones, que nos permiten entender por qué en la dinámica sinodal, todos estamos invitados a participar activamente. c. 208 “Por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo”. 209 &1 “Los fieles está obligados a observar siempre la comunión con la Iglesia, incluso en su modo de obrar”. &2 “Cumplan con gran diligencia los deberes que tienen tanto respecto a la Iglesia universal como en relación con la Iglesia particular a la que pertenecen, según las prescripciones del derecho”. 211 “Todos los fieles tienen el deber y el derecho de trabajar para que el mensaje divino de salvación alcance más y más a los hombres de todo tiempo y del orbe entero”. 212 &2 “Los fieles tiene la facultad de manifestar a los Pastores de la Iglesia sus necesidades, principalmente las espirituales y sus deseos”. &3 “Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores, y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas”. Son muchos otros cánones que dan pie a la realización de las asambleas sinodales parroquiales y diocesanas. Vale la pena leerlos todos.


Vicaria para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

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Santiago de Cali, Octubre de 2021

Unidos pero diversos Por: Pbro. Dagoberto Cárdenas Vicario Episcopal para el Servicio al Desarrollo Humano Integral

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na de las vicisitudes que activa los odios y las violencias es la no aceptación y no comprensión de la diversidad. Sabernos distintos, con pensamientos variados y hasta opuestos en pareceres, ha sido muy difícil y se convierte entonces en un compromiso prioritario, individual y colectivo si queremos de verdad una Cali de cara al desarrollo humano integral y solidario. Abrazar la diversidad para vivir juntos en armonía y paz es necesario, sin necesidad de que tengamos que ser todos igualitos podemos avanzar como lo afirmó el Papa Francisco a los Jóvenes en Tokio, “El futuro no es monocromático, sino que es posible si nos animamos a mirarlo en la variedad y diversidad de lo que cada uno puede aportar. No nos hicieron a todos en una máquina. Cada uno trae una historia para compartir”. La búsqueda de la paz ha sido una tarea de la humanidad, de todas las naciones, en todos los tiempos. Siempre se habla de ella y eternamente se busca, pero con muchos fracasos y desaciertos. Una de las razones de estas equivocaciones es la pérdida del respeto a la diversidad y la apatía en la búsqueda de la unidad, sin estas, caminar juntos se vuelve imposible, sabiendo que son un camino hacia la promoción humana, social y espiritual. Estamos en un ambiente Sinodal como Iglesia, haciendo camino junto al Padre caminante, Él se ha puesto en marcha con la humanidad diversa, con el pobre y el rico, con los negros, blancos, mestizos, indígenas, con las mujeres, los jóvenes, los adultos y ancianos, los niños, hombres y mujeres que quieren seguirlo. Nos invita a reconocernos distintos y no dispersos, aportando desde cada uno para el desarrollo de todos, puesto que nos une siempre como familia

“Abrazar la diversidad para vivir juntos en armonía y paz”

humana, en la riqueza plural de las expresiones culturales existentes. Este camino sinodal de la Iglesia Universal y particular de Cali, se ha visto y sentido como una oportunidad para desviarnos del camino de la división, causada por los odios, la estigmatización, la polarización, la violencia en sus múltiples manifestaciones, la inequidad, la división de clases, la corrupción y el narcotráfico, puesto que “los acontecimientos sinodales implican el reconocimiento de las propias fragilidades y el pedido recíproco del perdón”, como lo dice la Comisión Teológica Internacional en su documento “La Sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia”. Este camino se traza bajo las características humanas esenciales de hablar y de escuchar. Se trata entonces, de expresar con respeto las ideas y percepciones, al mismo tiempo estar abiertos a las posiciones de los otros, llegar a consensos y disensos, para construir juntos el bien común, lo que necesitamos en últimas, es entendernos, comprendernos, respetarnos y amarnos. Esta misma Comisión Teológica expresa sabiamente que “se trata de ejercitar un modo relacional de ver el mundo, que se convierte en conocimiento compartido, visión en la visión de otro o visión común de todas las cosas”. En la unidad y en la diversidad las necesidades del otro deben no solo ser visibilizadas, sino también resueltas, porque ellas permiten la proximidad fraterna, especialmente a los más ne-

Noviembre En la próxima edición

cesitados. Justo en este mes que se celebra el día internacional de la alimentación, sea esta una oportunidad para que unidos en medio de las diferencias, busquemos conjuntamente acciones que ayuden a quienes carecen de alimentos y promover la esperanza en nuestros hermanos y hermanas más pobres.

Conmemoramos el 12 de octubre, fecha del descubrimiento de América, el día del Respeto a la Diversidad Cultural, también conocido como Día de la Raza, esta fecha nos debe motivar a pensarnos en una ciudad más incluyente, reconociendo a Cali como un territorio diverso, multicultural, abierto a todo aquel o aquella que venga a habitar estas tierras, dispuestos a luchar por una mejor ciudad, ayudar a aquellos más vulnerables, amarnos los unos a los otros, redescubrir la fraternidad que en otrora la caracterizaba, y tener muy claro que somos hermanos, nacidos de un mismo Padre, con culturas, tradiciones diferentes, pero todos hermanos, somos ciudadanos diversos construyendo fraternidad. Unidos pero diversos, como nos lo ha propuesto el señor arzobispo para este año pastoral, es la clave para que encontramos los caminos para un verdadero y sólido desarrollo humano integral.

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JORNADA ARQUIDIOCESANA DEL POBRE

COLECTA DE ADVIENTO

DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS


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Dirección de Reconciliación y Paz

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“Empoderamiento: Relatos y reflexiones sobre la transformación ciudadana para la disminución de la violencia contra la mujer” Por: Dirección de Reconciliación y Paz

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a Arquidiócesis de Cali y la Universidad Católica lanzaron el libro de historias de mujeres que es el producto de un proceso de ocho años del trabajo de la Dirección Paz y Reconciliación, orientado hasta 2020 por el padre José Gonzales y actualmente por el padre Jolman de Jesús Ávila. Este libro con el título “Empoderamiento: Relatos y reflexiones sobre la transformación ciudadana para la disminución de la violencia contra la mujer” recoge las experiencias de trabajo con mujeres en nueve barrios diferentes de Cali. La primera intervención en el lanzamiento fue por parte de Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali, quien destacó la importancia de este libro sobre la experiencia del trabajo con mujeres desde la espiritualidad. Asimismo, expresó su preocupación por las mujeres de Cali y del mundo. En su comentario invitó a proteger la dignidad de las mujeres, a buscar paz en nuestros territorios y a construir una relación no violenta entre hombre y mujeres. Según Monseñor, el libro es un tesoro de testimonios desde los barrios. En la segunda intervención, el padre Edison Mosquera, Vicerrector Pastoral de la Universidad Católica de Cali, compartió su experiencia en la lectura de este libro. Expresó que ha sido una experiencia de dialogo desde las vivencias de muchas mujeres que, a partir de la apertura de su corazón, quisieron dar un paso para ser más, para empoderarse, y que encontraba la vivencia de un rito de paso colectivo. Este rito de paso consiste en la “separación” de sus vivencias difíciles para resignificar lo que afrontaban y con ello se dio una modificación del estatus ontológico, religioso y social. Llegaron a una nueva vida social que implica un cambio radical en el comportamiento, una nueva actitud ante la vida y el cosmos, todo esto con la esperanza de curar heridas del pasado, trabajar su autoestima, reconocer su dignidad como mujeres. Destacó cuatro elementos del libro: 1. La consolidación de la identidad personal: sin este reconocimiento no habrá un empoderamiento sustancial. 2. La vida como don y derecho:

El libro recoge experiencias de mujeres de diferentes barrios de la ciudad

las experiencias presentan una lucha por su autocuidado y la de sus seres queridos. 3. El camino del perdón, la reconciliación y el dialogo como herramientas para la construcción de la paz: cada mujer después de vivenciar esta ruta logró descubrir el empoderamiento como la herramienta para tejer resiliencia y sororidad. 4. La apertura incondicional al acompañamiento y el deseo profundo por el cambio de cada una de las participantes sufrientes: sin las profesionales la vida de estas protagonistas seguiría siendo la misma, ellas como la samaritana del evangelio dieron apertura a la Palabra del Señor, no en un lenguaje exclusivamente bíblico. En tercer lugar intervino Anna-Lena Diesselmann, doctora de filosofía y especialista en Derechos Humanos que trabaja hace ocho años en Colombia y hace dos años con la ONG Comundo de Suiza en la Dirección Paz y Reconciliación. Como una de las editoras principales de este libro contó que la idea de escribir un libro nació de tres dudas: Primero, ella buscaba una forma de poder realmente describir los resultados de la intervención en los barrios.

Así pretendía romper con la distancia entre la académica y la vida real, pensando que este libro se basa en una investigación popular que se realizó con y para las mujeres en los barrios. Por último, bus-

caba una forma de posicionar el trabajo de mujeres desde la Iglesia dentro de los movimientos feministas sin chocar con las diversidades, sino al contrario intentando a ampliar las perspectivas. Gracias a Adriana Lozada, comunicadora social, que lleva más de 20 años trabajando en la Arquidiócesis, muchas mujeres en Cali lograron salir de situaciones de violencia y aprendieron cuáles son sus derechos fundamentales. Ella compartió uno de los retos principales en el proceso, que fue la necesidad de trabajar de forma intergeneracional, que en los grupos llegaron niñas de 11 años y mujeres mayores de edad de hasta 80 años. Adriana comentó que siempre mantiene las puertas abiertas para todas las mujeres en un solo grupo, recibió mujeres de cada edad y de cualquier color y experiencias. María Fernanda Cifuentes, trabajadora social, actual coordinadora del proyecto de mujeres dentro de la Dirección Paz y Reconciliación, resaltó que el eje transversal y fundamental de la espiritualidad es lo que diferencia la intervención de la Iglesia de otras instituciones. Para muchas participantes, este eje espiritual ha marcado un cambio en sus vidas. Así como la importancia de seguir trabajando en la sensibilización de los hombres, conduciéndolos a reestablecer relaciones más fraternas, libres de violencias. El libro está publicado en la biblioteca virtual de la Universidad Católica.


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Dirección de Reconciliación y Paz

Santiago de Cali, Octubre de 2021

La paz no es un negocio Por: Juan David Bolívar Silva Dirección de Reconciliación y Paz

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a cultura de una sana convivencia se sustenta en endebles esperanzas de paz, pareciese que el desarrollo territorial da cortos pasos a lo largo del tiempo y brotan de las cicatrices provocadas por la violencia. Sus huellas han sido marcadas por el ritmo de las detonaciones, de las injusticias, de la precariedad, del horror de las masacres y del abandono que agobian y maltratan la construcción de una identidad pacífica.

Lo que pretendo es poner en consideración dos dimensiones que deben repensarse: la primera hace referencia a las interpretaciones que incorporamos de las realidades comunitarias más allá del interés que recae en la formulación de un presupuesto, y de ahí, como segunda medida, reflexionar el punto de partida hacia la intervención social, que, al pasar de los años, se percibe más como un uso estratégico para visibilizar una gestión propiciada por manos interesadas en las ganancias del poder, que por un bienestar y progreso de la comunidad en garantía de los derechos humanos. En 10 años de labor, donde he

La paz es libertad y tranquilidad

tenido la oportunidad de caminar, de tener conversaciones inesperadas y de palpar con mis débiles dedos los angustiantes relatos de las bocas hambrientas, de los pies descalzos y del pavimento sobre la tierra, logré ubicar la diferencia entre: lo necesario, lo latente, lo absurdo y el deber ser, expresiones que dejan abierta la posibilidad de ubicarse en el sentido de las diná-

micas sociales más allá de las apresuradas y superficiales acciones, que con la intención de trabajar lo “necesario” (lo que se supone es evidente), olvidan lo “latente”, que no es más que: eso que no se manifiesta directamente, pero (en este caso) está presente en las crónicas de la sabiduría popular. Ha nacido una práctica mediática donde flota la importancia de los números elevados, las fotografías retocadas y las evaluaciones estructuradas sobre la erudición barrial, transformando la calle en indicadores que presentan “resultados” como una radiografía definitiva, crucificando la historia y la trayectoria cotidiana. ¿Hasta cuándo impondremos el ritmo de nuestros proyectos, administraciones o ejecuciones presupuestales al tiempo único de un diálogo territorial de paz? la dramaturgia de la calle en su composición escénica de las raíces históricas tiene su propio cronograma, su propio teatro, sus símbolos requieren una atención desinteresada, unas visitas estrechas y una escucha que permita la acogida, trascendiendo de los parámetros y la estandarización hacia los lazos de la cercanía. Se interpelan procesos de observación aislada, de sobre diagnósticos intensivos y de la pedagogía

acomodada que se hereda del pasado en escenarios estáticos y solo contribuyen a lustrar una imagen institucional. No, la paz no es un negocio, no es rentable, no genera dividendos, al contrario, cuando se concibe como tal, solo crea “lo absurdo”: oportunidades negras para desangrar un recurso. Para entretejer los hilos que dan sentido a la existencia social y al mantenimiento de una paz integral es necesario: 1. Un acompañamiento exhaustivo a la voluntad del rehacer comunitario, de la sostenibilidad y sustentabilidad de prácticas incluyentes que provengan de la colectividad y sean dirigidas a la misma. 2. Fomentar esperanzas en las manos agrietadas de quienes han implementado las palabras en contra de la violencia (palabras saboteadas por procesos con una cercana fecha de vencimiento). 3. Garantizar el pensamiento y los ejercicios dignificadores en resistencia a la muerte. Lo anterior converge entre los deseos comunitarios y el deber de estar presente en el humano dialógico, en la vertiente institucional y en el discurso del estado. La paz no es un negocio, es “un deber ser”.

Pastoral de Catequesis

Catequistas siguen de celebración Por: Pastoral de Catequesis

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arios arciprestazgos continuaron con la celebración del Día del Catequista como un reconocimiento a esos hombres y mujeres que, con su testimonio de vida, ayudan a familias enteras a crecer en la fe en Jesucristo. El arciprestazgo número 9 ubicado en Yumbo reunió a mas de 150 catequistas que tuvieron una jornada de formación, de crecimiento y encuentro con la Palabra y la Doctrina que ellos mismos enseñan a sus niños, jóvenes y padres de familia. De esta manera más de mil cuatrocientos catequistas estuvieron celebrando su vocación de servicio

en los 22 encuentros que se programaron en parroquias y arciprestazgos. Mujeres servidoras de Dios Tres mujeres catequistas de la Arquidiócesis de Cali, de las parroquias de Cristo maestro, Jesús obrero y Nuestra Señora del portal, harán compromisos definitivos en el Instituto Femenino del Prado. El padre Hernando Pinilla fue el asesor espiritual en un acompañamiento que lleva más de diez años, mientras tanto el padre Álvaro Gonzáles se desempeñó como consiliario. Como comunidad de catequistas damos gracias a Dios por estas tres mujeres que han encontrado en la catequesis y en el pobre un estilo de vida que las lleva a consagrarse de por vida al servicio del más necesitado. En la carta enviada por Pilar Queral, responsable del

La Pastoral de Catequesis acompaña a las mujeres que se consagran al servicio de Dios

Instituto Femenino del Prado se reconoce la humildad y obediencia de estas tres catequistas que ejercen su apostolado en medio de nosotros: “Si, el Señor se ha fijado en vuestra pequeñez y ha sido generoso con vosotras llamándonos a entregaros por entero a Él, pobre, casto y obediente, y en fraternidad. Llamadas

a gustar y a testimoniar su amor a aquellos con los que compartís la vida ordinaria, especialmente los más pobres”. De la misma manera, actualmente hay dos mujeres más que están siendo acogidas dentro de este ministerio que poco a poco está empezando a crecer, estas dos nuevas catequistas por

la moción del Espíritu Santo empezarán su primera formación dentro de esta gran familia ‘Pradosiana’, y como familia del Prado se espera que el Señor envíe más. Desde la Pastoral de Catequesis acompañamos con formación y mucha oración a estas mujeres que han decidido consagrarse de lleno al servicio de Dios.


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Observatorio de Realidades Sociales

Cuatro mujeres cuidadoras de la vida en la Semana por la Paz Por: Observatorio de Realidades Sociales

Muchas de nuestras familias han sido levantadas con hilo, aguja y máquinas de coser, esa memoria esta guardada en la vida familiar y barrial… y hoy la retomamos para dar puntadas para el encuentro y el diálogo social” Alma Quiñones, lideresa de la Red Amplia La Colcha Entender el cuidado de la vida como acto y proceso sobre el cual confluyen aspectos asociados a la reparación del vínculo social, la restauración del sentido de comunidad y el encuentro entre lo individual y lo colectivo para la sanación, son prácticas profundamente arraigadas y desarrolladas por las mujeres, madres y abuelas de nuestros barrios y veredas; es inaplazable aprender de ellas. Con este espíritu de aprendizaje, vamos gestando una ruta metropolitana llamada Tejiendo por la vida, que va posibilitando encuentros entre vecindarios de Yumbo, Cali y Jamundí y se detiene en nodos territoriales fuertemente afectados las violencias cotidianas, en los que las primeras puntadas para el diálogo, la escucha y el entendimiento, son dadas por quienes hacen de la costura un ejercicio con contenido social. Durante el mes de septiembre tuvimos valiosos espacios que posibilitaron el intercambio entre diferentes iniciativas de no violencia, gestadas por mujeres desde el hacer de la costura y el tejido, en las que se destacan sus historias de vida y las experiencias comunitarias que se han potenciado alrededor de sus telas por el derecho a la memoria, el esclarecimiento, la sanación y la prevención de violencias. Aquí les compartimos algunas de esas voces que enriquecen la reflexión sobre el país y la ciudad región en busca de un mejor devenir:

Las mujeres fueron protagonistas en iniciativas de no violencia desde su quehacer

La primera de ellas es Marina Salazar, gestora, creadora y coordinadora del proceso Costureo de la memoria de la localidad de Suba (Bogotá), desde donde a través de piezas bordadas plasma eventos dolorosos, pero también las esperanzas y la lectura de quienes habitan territorios cuyas historias han sido golpeadas por la guerra. Ella narra cómo este ejercicio, convertido hoy en lugar de encuentro entre mujeres y jóvenes, tuvo su inspiración en las mujeres de la resistencia contra la dictadura chilena, quienes desde el bordar, llevaron ante la comunidad internacional las denuncias sobre las violaciones a los DDHH perpetuadas por el régimen: “tomamos esta referencia, así como las de las mujeres de Mapiripám, nos dimos cuenta que las mujeres sacan el dolor, por medio de la costura, que empiezan a contar sus historias y empiezan a ser otras”, afirma la lideresa. El Costurero de la memoria se enfoca en fortalecer y conservar la memoria territorial y ancestral. Busca, a partir de ejercicios colectivos, relatar cómo es el territorio en el que se creció, cuáles son los vínculos que allí se tejen y, sobre todo, ser un lugar de apoyo para mujeres víctimas y sus familias. A su turno, Ana Rojas, lideresa del proceso veredal de Monteredondo, Cauca, presentó la urgencia de trabajar en la construcción de paces, el diálogo

social y la reconciliación entre personas reincorporadas y víctimas del conflicto armado. A partir de esta necesidad, ella dirige un grupo de costura en la que se elaboran muñecas de la reincorporación. La apuesta surge como parte de la tarea de conservar un lugar común, de encuentro, entre víctimas del conflicto armado y excombatientes, que buscan un lugar de apoyo y de escucha dentro de su comunidad. Sobre el surgimiento de este proceso expresó que tuvo lugar como parte de las experiencias con mujeres jóvenes que dejaron la guerra: “Ella era una ex guerrillera, de unos 22 años, estábamos sentadas y empezó a quitarle el bolsillo a su camuflado. Con el trozo de tela que arrancó le hizo una muñeca a su bebé, como si estuviera descosiendo el pasado y cosiendo el futuro”. Esta iniciativa ha permitido restablecer los lazos de confianza en el territorio, ser una red de sororidad para las mujeres que buscan autonomía financiera y ha permitido advertir sobre los procesos de reclutamiento infantil en la zona. Otra de las voces, fue la de Paula Villani, profesional de intervención social del Programa Institucional de paz de la Universidad del Valle, que ha acompañado diferentes procesos de formación con personas expuestas a las dinámicas del conflicto armado: “parte de lo que motiva a tejer son las historias, es

la humanidad (…) Somos un conjunto de retazos salvaguardando la vida siempre”. Desde su participación en la Comisión por la vida, también ha podido apoyar las múltiples travesías sobre el territorio caleño y sus zonas aledañas, promoviendo espacios de costura con los que se busca visibilizar iniciativas comunitarias de paz y reparar las fracturas sociales. Por su parte, la lideresa Alma Quiñonez, quién en el barrio Llano Verde al oriente de Cali, tiene una clínica para el alma llamada Metamorfosis y además hace parte de la Red Amplia La Colcha, ha encontrado en las artes de la costura la mejor forma de sanar, movilizar sentidos de paz y enviar mensajes al colectivo social, como este: “coser es vida, buscamos arroparnos como ciudad, como comunidad, ser parte e identificarnos como un retazo: un retazo solo no es nada, un retazo con otro es una pieza de arte, eso es lo que buscamos”. Las lecciones del mes se pueden recoger en las siguientes líneas: 1. La prevención de violencias demanda hacer esfuerzos de articulación entre vecinos, vecinas e instituciones que permitan la construcción y tramitación de agendas comunitarias enfocadas en la transformación de los contextos potencialmente vulnerables: “reconocer qué necesita el vecino, entablar un diá-

logo con la institucionalidad y construir agenda no solo de resolución del conflicto, sino que, también se tejan puentes para salvaguardar la vida por encima de cualquier otra cosa” (Paula Villani). 2. Hoy más que nunca se requieren esfuerzos multilaterales por la construcción de políticas públicas que favorezcan la inclusión y permitan a los niños, niñas y adolescentes de sectores de alta conflictividad construir formas de vida libres de violencias: “el hilo más fuerte para prevenir la violencia es la inclusión” (Alma Quiñonez). 3. Hay que exhortar al gobierno a darle seguimiento y cumplimiento al Acuerdo de paz, para impedir que actores armados vuelvan a expandirse sobre territorios en los que hoy se crean juntanzas, se intercambian saberes y se gestan economías solidarias, como base para la construcción de paces. A modo de cierre, se puede expresar que desde múltiples espacios de nuestro país se gestan iniciativas dotadas de valor social incalculable, en la que ejercicios artesanales y manuales asociados tradicionalmente con el ámbito privado, hoy le hablan a las agendas de ciudad y hacen del cuidado, los actos de habla y la escucha, elementos centrales para la construcción de entornos pacíficos y esperanzadores. ¡Verdad que podemos!


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Vicaría para la Evangelización

Santiago de Cali, Octubre de 2021

Sínodo y asamblea para la renovación pastoral

Caminemos juntos como Iglesia sinodal

Por: Pbro. Omar Arturo López Pérez Vicario Episcopal de Evangelización

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n los ultimos meses nos hemos ido familiarizando con palabras como sínodo y sinodalidad. El deseo de caminar juntos como pueblo de Dios en nuestras comunidades es una tarea que involucra a todos los bautizados. El Santo Padre nos motiva a reflexionar sobre cómo podemos ser una Iglesia sinodal con más participación, comunión y misión. De eso se trata el sínodo de los obispos, donde todos somos parte activa en la escucha, discernimiento y decisión. En el documento preparatorio para el sínodo, el Papa Francisco reconoce que en muchas Iglesias particulares se ha venido desarrollando procesos sinodales de gran calado, con profundidad en la capacidad de escucha, discernimiento y participación de los bautizados y la comunidad en general. Este es el caso de nuestra Arquidiócesis de Cali que ha desarrollado toda su estructura de plan pastoral sobre la base de la Eucaristía, mesa de todos. Dentro del elenco de espacios de sinodalidad del proceso evangelizador de la Arquidiócesis está la asamblea pastoral de servidores que, se ha venido constituyendo en cada una de las parroquias e isntituciones de nuestra Iglesia particular. La Asamblea es el lugar privilegiado de oración, escucha, discernimiento, acción y evaluación del actuar pastoral de cada comunidad. La asamblea pastoral es la reunión de todos los servidores de la parroquia que, presidida por

el párroco y abierta a todos los fieles, programa la acción pastoral para un determinado periodo de tiempo analiza las necesidades y exigencias evangelizadoras, evalúa las principales tareas de la comunidad, y, generando un ambiente de armonización y convergencia espiritual y social que concreta anhelos y esperanzas colectivas. Es un momento oportuno para el encuentro de toda la comunidad con el Señor y Padre de la Iglesia, para que se dé una articulación que logre que los miembros de la comunidad se sientan y sean discípulos misioneros de Jesucristo en comunión. Un espacio muy importante, en el que la comunidad en su conjunto, puede disponerse en actitud de escucha de su Señor y en correspondencia con la Iglesia arquidiocesana a la cual permanece unida. ¿Quiénes conforman la asamblea? La asamblea pastoral reúne de forma directa a todos los agentes que sirven activamente en la parroquia: sacerdotes, religiosos y religiosas, consejo pastoral, coordinadores de grupos, catequistas, integrantes de los grupos pastorales, jóvenes, servidores de la pastoral social, cantantes. Pero además, se puede invitar a los fieles que quieran participar informándoles debidamente en las misas dominicales o a través de otras formas de comunicación. En este grupo pueden participar docentes de colegios cercanos y otros servidores comunitarios. La asamblea pastoral se puede construir por etapas. Contar en una primera reunión con los laicos de los grupos parroquiales y los más cercanos que tengan responsabilidad pastoral. Siempre abierta La asamblea pastoral de agentes no se cierra con los servidores más

cercanos, estará siempre abierta a recibir todos aquellos hermanos en la fe que quieran participar con alegría y compromiso en esta tarea evangelizadora. A medida que se abran espacios de preparación, convocación y actividades en los sectores, crecerá el número de participantes. Decálogo de tareas específicas de la asamblea pastoral 1. Animar las diferentes actividades de evangelización de la parroquia. 2. Organizar con el párroco la división por sectores de la parroquia. 3. Localizar y motivar a nuevos servidores que se unen a la misión. 4. Preparar la misión en los diferentes sectores. 5. Realizar la misión arquidiocesana. 6. Ser los animadores y respon-

sables de los diferentes sectores de la parroquia. (Misión permanente). 7. Servir y promover la casa católica. 8. Formarse y servir de formadores. 9. Orar continuamente por la acción evangelizadora de la comunidad. 10. Servir de instrumento de lectura de la realidad social y religiosa de la parroquia. La fuerza del Espíritu Santo sigue soplando en nuestra Iglesia y este tiempo de sinodalidad se convierte en un Kairós, tiempo de salvación y tiempo oportuno para escucharnos, discernir y actuar como pueblo de Dios convocado para escuchar y comunicar la buena noticia. Te invitamos a hacer parte de esta caminada, en asamblea, compartiendo todos de la mesa del Señor.

Sínodo 20 21 20 23 Por una Iglesia sinodal comunión

participación

Inicio del sínodo: 17 de octubre de 2021

misión


Santiago de Cali, Octubre de 2021

Vicaría para la Evangelización

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Es tiempo de escucharnos

Toda la asamblea guardó silencio y escucharon a Bernabé y a Pablo, que contaron las señales milagrosas y prodigios que Dios había realizado entre los paganos a través de ellos. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo: «Hermanos, escúchenme: Simeón acaba de recordar cómo Dios, desde el primer momento, intervino para formarse con gentes paganas un pueblo a su nombre.” Hch 15, 13-114. Este trozo de los hechos de los apóstoles nos cuenta lo que la Iglesia ha llamado el concilio de Jerusalén. El encuentro se desarrolló seguramente entre apóstoles, discípulos, representantes de las pequeñas comunidades y familias convertidas. El punto de discusión involucraba un tema complejo dentro del proceso de la comunicación del evangelio y los nuevos convertidos. La asamblea reunida desarrolla como método la escucha, luego el discernimiento y al final las decisiones. La escucha atenta de todos los participantes y del mismo accionar del Espíritu, les permitió responder de manera acertada para el acompañamiento y crecimiento de la Iglesia. Cerca de 2000 años después como Iglesia hemos sido convocados a reunirnos para atender temas de capital importancia en circunstancias desafiantes, pandemia, guerras, crisis económicas, abusos, dificultades en la comunicación del evangelio, crisis ecológica. Ya no somos la pequeña comunidad reunida en Jerusalén, pero si mantenemos la misma fuerza del Espíritu que nos reúne desde todos los continentes a Escuchar, discernir, actuar y celebrar, siendo una Iglesia servidora de la humanidad. El sínodo de los obispos convocado para el 2023 y en el cual todos como Iglesia estamos llamados a participar, se convierte en una maravillosa oportunidad para pensar sobre la vocación de la Iglesia en este siglo XXI. La metodo-

“Uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo”

logía propuesta para estos tres años de camino es inédita, pone la escucha de todas las comunidades como base fundamental para desarrollar los presupuestos de discernimiento y acción. No es un dato menor, volvemos a recuperar la escucha de todos, siempre con los oídos atentos a lo que nos susurra el Espíritu como signo de los tiempos. En Jerusalén, con paciencia, amor y valentía escucharon a cada uno de los participantes. Escucharon no para responder sino para entender cómo el Espíritu Santo se expresaba por medio de ellos. También nosotros en este camino sinodal podremos escucharnos sin prejuicios, con humildad, a todos, conectando el oído con el corazón para comprender que Dios sigue caminando con su pueblo y sigue indicando las coordenadas de la marcha. Una Iglesia que escucha muestra interés por lo que pasa en el mundo, abre su corazón a las alegría y esperanzas, a los dolores y angustias de la sociedad. La comunidad que escucha con sencillez se hace cercana y compañera de camino, no autorreferencial y dictadora, pasa a ser servidora como lo indica Jesús al lavarle los pies a los discípulos “Ustedes también deben hacer lo mismo”. La dinámica de la escucha dentro del proceso sinodal hace visible la co-

rresponsabilidad de todos los bautizados en el proceso de comunicación del evangelio. La triple dimensión de sacerdotes, profetas y reyes otorgadas por

la fuerza del Espíritu en el bautismo, permite a toda la comunidad ser instrumento de la voz de Dios que habla a los pueblos. El proceso sinodal en la

Iglesia universal y en nuestras Iglesias particulares nos motiva a escucharnos todos, es decir, los cercanos y alejados, los creyentes y los que no lo son, al mundo de la política y los empresarios, a los jóvenes que nos muestran el presente y el mañana, a los consagrados y todos aquellos de diferentes confesiones, a los ancianos con su sabiduría y los niños con sus anhelos, los últimos y los que están en las periferias, los artistas e internos de las cárceles. A cada persona que está leyendo, quiero invitarlo a que nos acompañe en la primera etapa de nuestro sínodo. La escucha atenta de lo que Dios pone en Tu corazón será muy valioso para un discernimiento oportuno y poder leer los signos de los tiempos. Más adelante encontrarás un artículo donde daremos todas las indicaciones de cómo puedes ser parte del proceso.


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Vicaría para la Evangelización

Santiago de Cali, Octubre de 2021

Queremos escucharte

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n el artículo titulado “Es tiempo de escucharnos” nos proponían participar como Iglesia sinodal en la primera etapa de este ejercicio de caminar juntos. La escucha de todos es necesaria para identificar los signos de los tiempos, la voz de Dios que sigue aconteciendo en nuestra historia. A continuación, presentamos las preguntas para la escucha y una muy breve explicación de qué hacer. Pregunta fundamental En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”? Diez núcleos temáticos para profundizar: I. Los compañeros de viaje Cuando decimos “nuestra Iglesia”, ¿quiénes forman parte de ella? ¿quién nos pide caminar juntos? ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están fuera del perímetro eclesial? ¿Qué personas o grupos son dejados al margen, expresamente o de hecho? II. Escuchar ¿Hacia quiénes se encuentra “en deuda de escucha” nuestra Iglesia particular? ¿Cómo son escuchados los laicos, en particular los jóvenes y las mujeres? ¿Cómo integramos las aportaciones de consagradas y consagrados? ¿Qué espacio tiene la voz de las minorías, de los descartados y de los excluidos? ¿Logramos identificar prejuicios y estereotipos que obstaculizan nuestra escucha? ¿Cómo escuchamos el contexto social y cultural en que vivimos? III. Tomar la palabra ¿Cómo promovemos dentro de la comunidad y de sus organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos? ¿Y ante la sociedad de la cual formamos parte? ¿Cómo funciona la relación con el sistema de los medios de comunicación (no sólo los medios católicos)? ¿Quién habla en nombre de la comunidad cristiana y cómo es elegido? IV. Celebrar ¿Cómo inspiran y orientan efectivamente nuestro “caminar juntos” la oración y la celebración litúrgica? ¿Cómo inspiran las decisiones más importantes? ¿Cómo promovemos la participación activa de todos los fieles en la liturgia y en el ejercicio de la función de santificación? ¿Qué espacio se da al ejercicio

La Iglesia sinodal debe ser de escucha, aprendiendo los unos de los otros

de los ministerios del lectorado y del acolitado? V. Corresponsables en la misión ¿En qué modo se convoca a cada bautizado para ser protagonista de la misión? ¿Cómo sostiene la comunidad a sus propios miembros empeñados en un servicio en la sociedad (en el compromiso social y político, en la investigación científica y en la enseñanza, en la promoción de la justicia social, en la tutela de los derechos humanos y en el cuidado de la Casa común, etc.)? ¿Cómo los ayuda a vivir estos empeños desde una perspectiva misionera? ¿Cómo se realiza

el discernimiento sobre las opciones que se refieren a la misión y a quién participa en ella? VI. Dialogar en la Iglesia y en la sociedad ¿Cuáles son los lugares y las modalidades de diálogo dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones, los conflictos y las dificultades? ¿Qué experiencias de diálogo y de tarea compartida llevamos adelante con los creyentes de otras religiones y con los que no creen? ¿Cómo dialoga la Iglesia y cómo aprende de otras instancias de la sociedad: el mundo de la política,

Hagamos que la escucha sea la verdadera “conversión pastoral”

de la economía, de la cultura, de la sociedad civil, de los pobres? VII. Con las otras confesiones cristianas ¿Qué relaciones mantenemos con los hermanos y las hermanas de las otras confesiones cristianas? ¿Qué frutos hemos obtenido de este “caminar juntos”? ¿Cuáles son las dificultades? VIII. Autoridad y participación Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable. ¿Cómo se ejerce la autoridad dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cuáles son las modalidades de trabajo en equipo y de corresponsabilidad? ¿Cómo se promueven los ministerios laicales y la asunción de responsabilidad por parte de los fieles? ¿Cómo funcionan los organismos de sinodalidad a nivel de la Iglesia particular? IX. Discernir y decidir ¿Con qué procedimientos y con qué métodos discernimos juntos y tomamos decisiones? ¿Cómo se pueden mejorar? ¿Cómo promovemos la participación en las decisiones dentro de comunidades jerárquicamente estructuradas? ¿Cómo articulamos la fase de la consulta con la fase deliberativa, el proceso de decisión? X. Formarse en la sinodalidad ¿Cómo formamos a las personas, en particular aquellas que tienen funciones de responsabilidad dentro de la comunidad cristiana, para hacerlas más capaces de “caminar juntos”, escucharse recíprocamente y dialogar? ¿Qué formación ofrecemos para el discernimiento y para el ejercicio de la autoridad? ¿Qué instrumentos nos ayudan a leer las dinámicas de la cultura en la cual estamos inmersos y el impacto que ellas tienen sobre nuestro estilo de Iglesia?


Santiago de Cali, Octubre de 2021

Lo que celebramos

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Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones

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ublicamos a continuación el Mensaje del Santo Padre Francisco para la 95ª Jornada Mundial de las Misiones que se celebrará el domingo 24 de octubre de 2021: Mensaje del Santo Padre «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20) Queridos hermanos y hermanas: Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído. La relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de redención no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión: «Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren» (Mt 22,9). Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión. La experiencia de los apóstoles La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15,12-17). Los apóstoles son los primeros en dar cuenta de eso, hasta recuerdan el día y la hora en que fueron encontrados: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros, identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener. Como decía el profeta Jeremías, esta experiencia es el fuego ardiente de su presencia activa en nuestro corazón que nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrificios e incomprensiones (cf. 20,7-9). El amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes. Él inauguró, ya para hoy, los tiempos por venir recordándonos una característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: «Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor» (Carta enc. Fratelli tutti, 68). Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas

y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social (cf. ibíd., 67). La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero (cf. 1 Jn 4,19). Esa «predilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro —por su propia naturaleza— no podemos poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. […] Sólo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento» (Mensaje a las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020). Sin embargo, los tiempos no eran fáciles; los primeros cristianos comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado. Historias de postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas que parecían contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los llevara a replegarse o ensimismarse, los impulsó a transformar todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión. Los límites e impedimentos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador. Tenemos el testimonio vivo de todo esto en los Hechos de los Apóstoles, libro de cabecera de los discípulos misioneros. Es el libro que recoge cómo el perfume del Evangelio fue calando a su paso y suscitando la alegría que sólo el Espíritu nos puede regalar. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la «convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y entrega a Dios por amor seguramente será fecundo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 279). Así también nosotros: tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Pero nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2 Co 4,5). Por eso sentimos resonar en nuestras comunidades y hogares la Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y nos dice: «No está aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24,6); Palabra de esperanza que rompe todo determinismo y, para aquellos que se dejan tocar, regala la libertad y la audacia necesarias para ponerse de pie y

buscar creativamente todas las maneras posibles de vivir la compasión, ese “sacramental” de la cercanía de Dios con nosotros que no abandona a nadie al borde del camino. En este tiempo de pandemia, ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de encuentro, de cuidado y de promoción. «Lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), la misericordia con la que hemos sido tratados, se transforma en el punto de referencia y de credibilidad que nos permite recuperar la pasión compartida por crear «una comunidad de pertenencia y solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes» (Carta enc. Fratelli tutti, 36). Es su Palabra la que cotidianamente nos redime y nos salva de las excusas que llevan a encerrarnos en el más vil de los escepticismos: “todo da igual, nada va a cambiar”. Y frente a la pregunta: “¿para qué me voy a privar de mis seguridades, comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?”, la respuesta permanece siempre la misma: «Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 275) y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo. Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros decimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Como los apóstoles que han visto, oído y tocado la salvación de Jesús (cf. 1 Jn 1,1-4), así nosotros hoy podemos palpar la carne sufriente y gloriosa de Cristo en la historia de cada día y animarnos a compartir con todos un destino de esperanza, esa nota indiscutible que nace de sabernos acompañados por el Señor. Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación. Una invitación a cada uno de nosotros El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20), es una invitación a cada uno de nosotros a “hacernos cargo” y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad de la Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y gratitud en el aislamiento personal o encerrándose en pequeños grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar y abrazar a todos. Los primeros cristianos, lejos de

ser seducidos para recluirse en una élite, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva que ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían visto y oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la generosidad, la gratitud y la nobleza propias de aquellos que siembran sabiendo que otros comerán el fruto de su entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que «aun los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 239). En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición. Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe trabajadores para su cosecha» (Lc 10,2), porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión. Y es un llamado que Él

nos hace a todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana de ensanchar nuestros círculos, de llegar a aquellos que espontáneamente no los sentiríamos parte de “mi mundo de intereses”, aunque estén cerca nuestro (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 97). Vivir la misión es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de compasión despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros. Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras (cf. Mt 5,13-14). Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021, Solemnidad de la Epifanía del Señor. FRANCISCO


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Vicaría para la Familia y la Cultura

Santiago de Cali, Octubre de 2021

7 claves para desarrollar la inteligencia emocional en niños

El desarrollo de las habilidades personales desde la infancia aporta al bienestar de los niños y niñas

Por: Vicaría para la Familia y la Cultura Fuente: www.bebesymas.com Lola Rovati

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a inteligencia emocional se desarrolla en la medida en que se practica, y tiene grandes beneficios. Entre otras cosas, les ayuda a ser personas más empáticas y sociables, a tener mayor confianza en sí mismos y eso, muy probablemente contribuirá a que sean personas más felices. Atentos a estas claves: 1) Conecta con tu bebé El cerebro del bebé es completamente moldeable durante los primeros años y se alimenta de las experiencias que recibe de su entorno. Los abrazos y las caricias que damos (y las que no damos), la forma en que nos dirigimos a ellos y hasta las palabras que usamos generan conexiones neuronales que van trazando su mapa cerebral. Por eso, la inteligencia emocional se enseña desde la cuna, o, mejor dicho, desde el útero materno. Si estás embarazada o tienes un bebé recién nacido, conectar con tu bebé y hacerlo sentirse querido es la base de un vínculo afectivo seguro. Gestos sencillos como mirarle, hablarle y reaccionar a sus emociones son formas de empezar a desarrollar su inteligencia emocional. 2) Escucha a tu hijo Una cuestión clave en la educación emocional es que el ejemplo lo es casi todo. Así como trates a tus hijos, ellos tratarán a los demás. Todo lo empático que seas con él, él lo será con los demás. ¿Cómo queremos hijos que escuchen a los demás, si nosotros mismos no les escuchamos?

Hacerles sentir que les escuchamos y estamos allí para atender a sus necesidades es muy importante. Desengánchate del celular y pon en práctica el método de escucha activa, con el cual nos ponemos a la altura del niño y le miramos a los ojos para establecer contacto y escucharle de forma abierta y positiva. 3) Ayuda a tu hijo a identificar sus emociones Es esencial que los niños desde que son muy pequeñitos entrenen la capacidad de identificar y darle nombre a sus sentimientos, y que puedan expresarlos y aceptarlos. Empieza por los sentimientos más simples como el enojo, la tristeza o la felicidad y luego ve añadiendo emociones más complejas como frustración, decepción, etc. Puedes hacerlo a través de juegos o libros, y poco a poco, ir poniéndolo en práctica en situaciones de la vida cotidiana. 4) Ayuda a tu hijo a expresar sus emociones A veces ni ellos mismos saben lo que realmente les está pasando y reaccionan a través del llanto o la rabieta porque es la única forma que conocen de expresar sus frustraciones. Por eso, es importante que, de la mano de lo anterior, enseñarles a identificar sus emociones, también trabajemos en la forma en que las expresan. Indistintamente, si se trata de niños o niñas, deben saber que no pasa nada por llorar, sentirse vulnerable, tener miedo o sentirse frustrado. Así como la felicidad, las emociones negativas son sentimientos normales que los niños experimentan ante determinadas situaciones y es nuestra labor como padres ayudarles a que las expresen con libertad. Jamás debemos minimizar o menospreciar sus emociones, y mucho menos burlarnos de ellas. La con-

fianza y el respeto son fundamentales para poder acompañar a nuestros hijos como ellos necesitan. 5) Enséñale y muéstrale empatía Otra vez volvemos al ejemplo de los padres. La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y aquí más que nunca, está claro que si somos empáticos con nuestros hijos, ellos lo serán con los demás. Las personas empáticas son capaces de comprender al otro, conmoverse y compartir emociones sin juicios. Empatiza con tu hijo, haz gestos de asentimiento con la cabeza y ponte en su lugar, hazle saber que comprendes su problema, aunque podamos estar o no de acuerdo con su visión. Independientemente de que validemos o no su reacción, siempre conec-

tamos con sus necesidades. 6) Bríndale apoyo siempre Al contrario de lo que pueda creerse, el apego emocional en la infancia no es un signo de flaqueza, sino todo lo contrario. Los niños con una rica educación emocional en la infancia, niños que han sido abrazos, cogidos en brazos, que han recibido caricias y han sido escuchados, tendrán mejores herramientas para desenvolverse en la vida adulta cuando suelten la mano de mamá y papá. Mientras tanto, (y aunque crezcan no se dejará de hacer) mostrarles a los hijos nuestro apoyo incondicional es una gran manera de educar seres emocionalmente sanos. Debemos educarles para que sean autónomos y tomen sus propias decisiones, mostrándoles siempre nuestro apoyo. 7) No olvides el contacto físico La teoría está muy bien, pero la inteligencia emocional no se educa sin la práctica del contacto físico. Las caricias, los besos, los masajes y los abrazos son alimento que nuestros hijos necesitan tanto como comer o dormir. Nuestra cercanía, ser cariñosos con ellos les da seguridad y confianza, le proporciona sensación de bienestar y genera en ellos emociones positivas.


Santiago de Cali, Octubre de 2021

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Pastoral Afro

Más de 20 años de historia e incidencia en Cali Por: Pastoral Afro Cali

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a Pastoral Afro nació, muy probablemente, antes de que los pueblos africanos llegaran a América. El rey católico del Congo, Afonso I, le solicitó en 1526 al de Portugal detener la esclavización, pero no sirvió de mucho. Ya en América, desde Cartagena, el Pbro. Alonso de Sandoval escribió en 1647 un tratado donde detallaba la cultura de los pueblos traídos forzadamente y las formas de evangelizarlos. Su discípulo, san Pedro Claver, se declaró “esclavo de los esclavos” y nadie en la Arenosa puso en duda su santidad a la hora de morir. San Martín de Porres, en la Lima colonial, vivió la fe de forma sencilla y humilde, como afrodescendiente que era. Estos dos santos tuvieron en común un singular anhelo de servir al pueblo desde lo que era. Mucho tiempo pasó para qué la Iglesia y el estado colombiano reconocieran que los pueblos afrodescendientes merecían destacarse en la vida nacional, que sus aportes eran mucho más valiosos de lo que se nos enseñaba hasta entonces. Las luchas de los Biohó, de Barule y La Negra Casilda, los trabajos de Candelario Obeso en la poesía, Luis Antonio Robles y Diego Luis Córdoba en la política, son apenas una muestra de una pléyade de estrella negras en su historia y su cultura. Las grandes ciudades desconocen todavía mucho de lo que los pueblos negros compartieron con la nación desde sus luchas por la libertad y en contra de la pobreza, a pesar de los trabajos de gente como Manuel Zapata Olivella y su hermana Delia -que trabajó en el Instituto Popular de Cultura en Cali-. Todo lo nuestro, no solo el folclor, se enriqueció con la presencia afro. Muchas investigaciones y expresiones multi-dimensionales actuales permiten ver que “el pueblo afrodescendiente” tiene dentro muchos más que el palenquero y el raizal. Los pueblos afrocaleños, sus parientes del norte del Cauca, la gran familia del Pacífico chocoano, vallecaucano, caucano y nariñense, viven aquí y se unen a los más recientes, que vienen de la costa Caribe y al pueblo afrovenezolano, hoy vergonzosamente invisibilizado. Todos juntos han luchado porque se les reconozca también la propiedad de las tierras que trabajan hace siglos, el derecho a que se les repare la honda desigualdad de sus condiciones de vida y las terribles consecuencias en

La Pastoral Afrocaleña ha incidido eclesialmente en los municipios de la Arquidiócesis

ellos del desplazamiento forzado, la marginación y el racismo. Cali, la misma que “tiene más población afro en el continente, después de Salvador, Bahia, en Brasil”, todavía tolera instituciones que actúan como si no la hubiera o fuera muy pequeña. La Iglesia, en cabeza del arzobispo Isaías Duarte Cancino, nombró, en 1998, al Pbro. fray William Riascos como director de la Pastoral Afro. Hace poco pensábamos que su constitución oficial era en 2001, cuando se encargó a los misioneros de la Consolata atender a esta población. Los testimonios de nuestras mayores, los recuerdos de quienes vivieron esa época y, en especial, el trabajo de su nuevo equipo de investigación permitió a la Pastoral Afrocaleña reconocer la verdadera fecha de su inicio, hace 23 años. Así que en octubre 19 de este año celebraremos los 20 años de trabajo continuo de los misioneros de la Consolata y, en marzo 6 de 2023, sus 25 años de existencia como pastoral arquidiocesana. Nuestra Pastoral ha incidido en la vida de los municipios de la Arquidiócesis desde su labor eclesial. Su primera gran incidencia fue un Encuentro de Pastoral Regional en 1998 que llamó la atención sobre la situación social del pueblo afro en Cali y los municipios vecinos. Luego organizó el XII Encuentro de Pastoral Afro nacional en 2003, con “Fe y política” como tema central. Estos encuentros y su participación en los nacionales e internacionales pusieron a Cali en la brújula del continente. Muchas organizaciones afro y parte de la institucionalidad local reconocieron su importancia celebrativa y empezaron a ver en ella su sentido más profundo. La misa afro es la verdadera acción de gracias a Dios desde el pueblo y su cultura, no es para “adornar” un evento. La apuesta a fortalecer procesos en vez de proyectos, a atender al pueblo afro sin exclusiones y de forma integral, tiene un impacto a

largo plazo: los proyectos pasan, los pueblos perduran. Su acontecimiento más grande fue el XIV Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña, que se celebró en julio de 2018 en la ciudad, con el lema “Nuestra espiritualidad, fuerza transformadora de la realidad”; es, hasta ahora, el evento continental afro-eclesial con más

asistentes. Se pudo ver la capacidad de la Iglesia local, y de muchas organizaciones que colaboraron, de hacer realidad una Cali como “casa continental de las poblaciones negras” y centro de reflexión de sus temas más importantes. La colaboración con organizaciones étnico-territoriales, educativas y de defensa de los Derechos Humanos se ha construido poco a poco, de forma constante, al servicio del pueblo que es su razón de ser. Pero su aporte más grande, durante más de dos décadas, ha sido el de sus agentes de Pastoral, en cada familia y comunidad. Una gran mayoría de mujeres acompañó parroquias y capillas, organizó reuniones, enseñó cantos inspirados con ritmos afro y dio a conocer la riqueza y la belleza de la herencia africana. Sus frutos se ven en una Evangelización con Rostro Propio, la Pastoral Afro Juvenil, varias parroquias con semilleros infantiles, liturgia y cantos desde la cultura y todo un trabajo organizativo. Se espera que la formación permanente, desde el desarrollo humano integral, la comunicación y la investigación, asegure todavía más un futuro mejor.


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Vicariato Apostólico de Guapi

Santiago de Cali, Octubre de 2021

Fiestas patronales de Santa Rosa, un patrimonio para la región Pacífico

Estas fiestas patronales representan la historia, cultura y fe de las comunidades

Por: Pbro. Ariel Viáfara Hurtado Administrador parroquial Santa Rosa de Lima

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n las profundidades del río Saija, en el municipio de Timbiquí, en el Cauca hay una imponente población que ha sobresalido con el pasar del tiempo por las fiestas patronales que allí se celebran en honor a Santa Rosa de Lima. Esta comunidad que lleva su mismo nombre y que ha sido centro académico, económico, religioso y comercial de los pueblos aledaños es un signo de fe y de comunión en la región del Pacífico colombiano. Sus fiestas patronales son un patrimonio para el Pacífico por el significado que han tenido durante siglos. Aunque no se conocen detalles desde cuándo se comenzaron a celebrar las patronales, se cree que desde más de dos siglos se ha sostenido esta manifestación de fe. Estas fiestas que se llevan a cabo desde el 30 de agosto hasta el 8 de septiembre, tienen un valor superlativo porque han sido de las de más renombre en el territorio, debido a la multitudinaria participación de las personas durante este tiempo. De las comunidades del río la gente se desplazaba con toda su familia a establecerse de tiempo completo en Santa Rosa. Se movilizaban con los productos de pancoger que con anticipación preparaban para esta fecha, el pescado, gallinas y toda la alimentación posible para dedicarse

estos días a celebrar la vida y la fe. Comunidades enteras se venían a animar y a integrarse de manera pacífica en estas festividades. Los eventos culturales y deportivos han sido espacios propicios para fortalecer la fe y la fraternidad que a ejemplo de la patrona se impulsan de una manera determinante. Sus celebraciones litúrgicas cargadas de alegría, folclor y colorido son el reflejo de la esperanza y la paz en la que vivían las poblaciones de este territorio. Estas fiestas tienen un carácter histórico porque, además surgen con la inspiración de su imponente templo de origen colonial, construido en ladrillo cocido, de estilo románico, que impresiona por su amplitud y su belleza arquitectónica, única en la zona del Pacífico Caucano.

Algunas prácticas caracterizan estas fiestas. Cada día inicia a las 5:00 a.m. con la alborada, en la entrada del templo, en la que cada mayordomo del Santo del día anima. En ella se reza el Ángelus, se repican las campanas de una manera especial, durante tres momentos, alternados con una juga o bambuco tradicional, al son del bombo, el cununo y el guazá. Se da una vuelta al pueblo cantando y armonizando el amanecer. A las 12:00 m. se desarrolla el mediodía del Santo del día siguiente, de la misma manera como la alborada, pero después de la vuelta al pueblo los asistentes permanecen horas cantando y bailando los ritmos tradicionales en la casa del mayordomo o en una caseta construida para estas celebraciones.

Las fiestas inician con la patrona y finalizan con la Natividad de la Virgen María, pero cada día se celebra la Eucaristía en honor a un santo o Celebración del Señor, debido a que en décadas anteriores, los sacerdotes solo podían venir una vez al año, por tanto se aprovechaba para celebrar los santos más representativos para la comunidad durante el año. Estas fiestas representan la historia, la cultura, la fe, la fraternidad y la vida de las comunidades del río Saija. Son una manifestación viva de la alegría y la identidad de los pueblos. Por eso es necesario seguir fortaleciéndolas para que aquello que los ancestros han edificado y trasmitido generación tras generación no se decaiga.

Estos espacios han sido propicios para fortalecer la fe y la fraternidad entre sus habitantes


Santiago de Cali, Octubre de 2021

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Unicatólica

El rosario, un acto salvífico de piedad y fe cristiana Por: Vicerrectoría Pastoral UNICATÓLICA

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a meditación y rezo del “compendio de todo el Evangelio” o como se le llama comúnmente, el rosario, es un acto de piedad muy difundido en la vida de la Iglesia, es la oración de los sencillos que se acogen a la misericordia del Señor por mediación de la Santísima Virgen María; cada uno de los misterios de esta oración concentra el mensaje del Evangelio y así el pueblo descubre la profundidad de la acción salvífica de Cristo y experimenta su infinito amor. Esta oración lleva al creyente a contemplar a Cristo desde María, la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae expresa que “el primero de los ‘signos’ llevado a cabo por Jesús –la transformación del agua en vino en las bodas de Caná– nos muestra a María precisamente como maestra, mientras exhorta a los criados a ejecutar las disposiciones de Cristo (cf. Jn 2, 5)”, es por eso que recorrer los misterios del rosario de la mano de María posibilita la apertura del corazón para leer a Cristo, ahondar en el querer salvífico de su mensaje, ya que María, de quien el Señor tomó la naturaleza humana, se nos conecta con la inmensidad de su amor. Esta oración ha adquirido gran importancia en la vida de la Iglesia, la jerarquía eclesiástica ha motivado a una vigilante atención promoviendo su rezo constante, además de favorecer su difusión para que se ahonde en los misterios cristológicos desde un acto de piedad que tienen a María como motivo de esta acción. Es importante tener presente que el culto y la devoción a la Santísima Virgen María son actos muy antiguos en la vida de la Iglesia, estos están dados de la maternidad divina y el papel que Cristo le reservó en la economía salvífica. La Virgen es Madre de Dios, la Theotokos, a este respecto, el Catecismo de la Iglesia en el numeral 495 enseña que: María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como “la madre de mi Señor” desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y, además, es también madre nuestra por ese don ofrecido por Cristo en la cruz, donde María por esa aceptación expedita del discípulo amado la hizo madre de todos los discípulos del Señor (Cf. Jn

“El Rosario es de todas las oraciones la más bella, la más rica en gracias y la que más complace a la Santísima Virgen”

19,26-27). Por ello, meditar y rezar el rosario es unirse a la madre santa en la alabanza de los discípulos y misioneros que desean reconocer la acción salvífica del Redentor. Se puede decir que, en esta unión -creyente, Cristo, María- se propicia una conversación de amor que tiene como tema central a la segunda persona de la Trinidad, desde la contemplación y meditación de los contenidos que la fe propone para ahondar en el Señor. Teniendo presente esto, queda claro por qué la Iglesia propone la práctica del rosario, este es -como expresa la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae- “un medio sumamente válido para favorecer en los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano” y descubrir la acción de Dios en sus vidas, en las vicisitudes del mundo que les ha tocado vivir. Son muchas las experiencias meditativas y contemplativas de los grupos y comunidades en torno al rosario lo que hace que este tenga fuerza y su promoción sea creciente, ya que, como expresa la Exhortación Apostólica Marialis Cultus, “la misión maternal de la Virgen empuja al Pueblo de Dios a dirigirse con filial confianza a aquella que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora”, los fieles laicos encuentran en la asistencia de la Santísima Virgen la ayuda necesaria para acercarse de manera confiada al Señor, ella, a través del rosario, es la voz para que el creyente le hable al Dios sin miedos y condicionamientos. Para la Vicerrectoría Pastoral de UNICATÓLICA, la contemplación y fomento del rosario debe llevar al redescubrimiento que en esta oración sencilla existe una profunda reflexión teológica que une enseñanza doctrinal y acción pastoral en un ejercicio oracional, que

expresado en palabras de la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, el rosario “conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda espiritual y pedagógica para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva

evangelización”, es menester entonces invitar a todos sus colaboradores y a la comunidad en general, a una vivencia objetiva y comunitaria de esta oración, para que con ella los fieles caminen en el descubrimiento de Cristo y la verdad a la que nos llama.

INSCRIP CIONES


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Actualidad

Santiago de Cali, Octubre de 2021

Celebración del Mes Bienaventurada Virgen María del Rosario 07 de octubre

El 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de dirigirnos a Nuestra Madre a través del rezo del Santo Rosario. Fue la misma Madre de Dios quien nos pidió que lo recemos y lo difundamos para que, a través de esta oración, podamos obtener gracias abundantes. Rosario significa “corona de rosas” y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor”. Su fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios. Oración del Beato Bartolomé Longo a Nuestra Señora del Rosario Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo. Amén.


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