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Miguel del Barco

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ACERCA DEL AUTOR

ACERCA DEL AUTOR

Tras el documentado y voluminoso trabajo del gran pianista e investigador Antonio Baciero que lleva por título El GENIAL ESTEBAN SÁNCHEZ, publicado en Salamanca en el año 2007 bajo los auspicios de Caja Duero, damos la más calurosa bienvenida y el más musical de los aplausos al excelente trabajo biográfico-discográfico que el profesor José Calzado Ruiz dedica a la vida y la obra del gran pianista orellanense. Calzado Ruiz, paisano de Esteban, nos ofrece un minucioso y ordenado trabajo que sintetiza en once apartados de fácil y amenísima lectura, un emotivo recorrido por la vida del más genial de los pianistas españoles de todos los tiempos.

La figura de Esteban Sánchez le dio a Orellana la Vieja, a Extremadura y a España una enorme proyección nacional e internacional de la que hasta la aparición en el panorama pianístico mundial de este genio de la interpretación carecían. Según la crítica especializada nadie ha llegado a superar las geniales versiones de la obra de Isaac Albéniz, Falla y Turina interpretada y grabada por Esteban.

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Actuaba Esteban Sánchez en uno de los homenajes que se me brindó en Llerena; entre los presentes estaban el maestro García Asensio y el compositor Antón García Abril. Al terminar Esteban la interpretación de una de las Bagatelas de Beethoven, el maestro García Abril exclamó entusiasmado: ¡Si Beethoven levantara la cabeza! Desde su adolescencia los numerosos conciertos enardecían al público asistente que, con cálidos e interminables aplausos, premiaban sus geniales interpretaciones.

Mucho es lo que se ha dicho y escrito sobre la inconmensurable figura de Esteban Sánchez, y mucho queda por decir, porque jamás llegaremos a definir su rica y compleja personalidad humana y artística. La renuncia de Esteban Sánchez a continuar su brillante actividad concertista a nivel internacional, no se basó sólo en su amor por Extremadura y su ardiente deseo de volver a la tierra que le vio nacer; tampoco a su deseo, expresado en algunas entrevistas, de liberarse de la esclavitud que suponía una vida entregada al concierto, sino también y muy especialmente, al insuperable pánico que le provocaban los viajes aéreos. Y todo ello motivado, según él me dijo, por un trágico suceso acaecido en uno de sus numerosos viajes del que se libró por la pérdida de un vuelo cuyos pasajeros no pudieron llegar a su destino. El último viaje en avión (el “matachinches” lo llamaba él), que yo recuerde, lo realizó de Madrid a Londres para grabar la obra pianística de Falla.

La Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura solicitó nuestros servicios para que actuáramos juntos, interpretando los Conciertos para dos instrumentos de tecla, del P. Soler representando a nuestra tierra en EUROPALIA 85. El consejero de Cultura y yo hicimos el viaje en avión y Esteban, a pesar de mi insistencia, me dijo que él realizaría el viaje por tierra. Y así fue. Desde Madrid viajó a París, no recuerdo el medio de locomoción; desde París a Bruselas y desde Bruselas, en taxi, a Amberes. Una hora antes de que comenzara el concierto no había llegado lo que provocó el nerviosismo del Consejero y de algunos de los presentes.

De las composiciones de Esteban sólo conocí aquellas que interpretó con motivo de la lectura del discurso de ingreso en la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Discurso al que tuve el honor de contestar. Cuando en un pleno de la Real Academia de

Extremadura de las Letras y las Artes, propuse la conveniencia de que nuestra institución tuviera un Himno y una marcha que se interpretara para acompañar el paso del recipiendario y sus acompañantes, me pareció oportuno que Manuel Pacheco escribiera la letra y Esteban la música. Y así se aprobó.

Esteban y yo hicimos cientos de viajes juntos, tanto en conciertos como en plan turístico, visitando las ciudades y pueblos de nuestra querida Extremadura; contemplando y recreándonos en sus maravillosos paisajes y monumentos; saboreando sus excelentes vinos y disfrutando “a lo grande” de su gastronomía. Yo era el conductor. Él el guía más seguro y preciso que un GPS actual. A veces se quedaba dormido en los trayectos largos, y cuando se despertaba me decía, sin ver los jalones clavados en la carretera, los kilómetros exactos que faltaban para llegar a nuestro destino. Se sabía de memoria las distancias de pueblos, ciudades y aldeas.

La prematura muerte de Esteban frustró algunos proyectos que ambos teníamos entre manos: La revisión de los originales de las Sonatas del P. Soler y la grabación de los Conciertos para dos instrumentos de tecla del compositor en cuya realización había él puesto tanto interés y empeño que, debido a mis muchas obligaciones e ineludibles compromisos, no pudimos realizar y de cuyos originales, muy defectuosos, había hecho yo una cuidadosa revisión que no llegó a publicarse.

La amplia y variada discografía de Esteban, sus geniales y magistrales grabaciones, constituyen un valioso legado que debería servir de ejemplo y estímulo a las presentes y futuras generaciones de estudiantes de piano. Su fabulosa técnica, rayana en la perfección, creaba un inmenso y efervescente mundo de fantasías sonoras inigualables; escuchándolas resonaban en nosotros las bellísimas palabras del P. Feijoo sobre la más excelsa de las Bellas Artes: “La dulzura de la música es el único hechizo permitido que hay en el mundo”. Hechizo, dulzura y también bravura… y sabio gobierno de la música que Esteban interpretaba y que podríamos compararlo con lo que Fray Luis de León nos dice de Salinas en su famosa Oda: “El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Esteban, cuando suena la música extremada, por vuestra sabia mano gobernada”.

La lectura de este excelente trabajo del profesor José Calzado Ruíz, sobre su querido y admirado paisano, ha reavivado en mí los recuerdos de más de cuarenta años de convivencia, en los que Esteban y yo compartimos momentos estelares de una vida entregada y sin reserva, al mágico y sublime arte de la música.

MIGUEL DEL BARCO GALLEGO Organista y compositor. Majadahonda (Madrid) / 23 Junio 2022

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