9 minute read
NAPOLEÓN PREPARA LA ANEXIÓN
NAPOLEÓN PREPARA LA ANEXIÓN
Napoleón, considerando que las cosas no iban bien en España, y como medida además para preparar su idea, previa a la guerra, de la cesión a Francia de todos los territorios situados al norte del Ebro, modificó la administración de los mismos dándoles una estructura directamente militar. Conocida es la desfachatez con la que en esta época, que es justamente la del crecimiento de los sentimientos y conciencia nacionales, dispuso a su antojo y como le convino de los territorios ajenos. En el caso de España la idea apareció en las conversaciones del emperador con Eugenio Izquierdo, en febrero-marzo de 1808, con no poco disgusto de este.181 El alcance del pensamiento de Napoleón en esta cuestión se encuentra fielmente recogido en las Mémoires de Montgaillard, corresponsal secreto del emperador. Este se había forjado todo un inmenso cuadro históricogeográfico-geopolítico, según el cual el Imperio era incompatible con la perduración de los Borbones. Golpear en Madrid significaba eliminar cualquier pretensión de restauración en Italia y en Francia.
Comenzada la guerra en 1808, el corresponsal comunica a Napoleón el 9 de diciembre de ese mismo año, con duplicado enviado el 15 de diciembre, que el fenómeno tenía importancia universal. Se trataba del mayor acontecimiento ocurrido en Europa desde el descubrimiento de América. Napoleón comprendió que no podía intervenir en España sin renovar la alianza con Rusia, pero las concesiones que hizo al zar se revelaron insuficientes. Montgaillard fue uno de los que creían en un concepto federativo y colonial del Imperio que la guerra de España vendría a consolidar (en el caso naturalmente de una victoria francesa). El Imperio necesitaba constituir tanto a España como a Portugal de manera que estos dos países no pudieran nunca más ser un peligro para Francia. La unión de nuestro país con el Imperio se entiende como una regeneración moral. Los Pirineos, en ambas vertientes, debían ser parte metropolitana de Francia para que los reyes de España, de Holanda, de Westfalia, de Nápoles sean reyes de colonias de Francia, y no reyes holandeses, españoles, westfalianos o napolitanos. Hablando de España, Navarra poseía la llave continental de las dos monarquías, la francesa y la española. Los Pirineos, como los Alpes, tienen tales recursos y situación naturales que quien los domine dominará todas las regiones meridionales de Europa. La posesión, el derecho político y los intereses de España y de Francia se unen en este punto para que estos territorios sean franceses. Aragón, Navarra y Cataluña hasta el Ebro formaron parte de Francia bajo Carlomagno. Esta precisión geográfica, estimada suficiente, se altera para albergar también a Galicia hasta el Duero. El resto de Portugal quedaría anexionado a España, en compensación por las
181. Remito a Gil Novales (2008b).
pérdidas territoriales de este país más allá del Ebro. La creación de grandes ducados quitaría a los reyes españoles cualquier posibilidad de atentar contra el sistema federativo francés. Si se dejase un reino de Portugal independiente, inevitablemente caería bajo la órbita inglesa, que es lo que había que evitar. Podríamos pensar que todos estos conceptos forman parte de la quimera napoleónica, francocéntrica e imposible. No obstante, la nebulosa mental del emperador se transformó en actos políticos en los que se manifestó la íntima contradicción del sistema, empezando por los propios hermanos de Napoleón, que se resistieron como pudieron a convertirse en reyes ficticios.182
El 8 de febrero de 1810 Napoleón promulgó un decreto que preparaba la anexión a Francia de los territorios situados al norte del Ebro. Por una de sus disposiciones creaba el llamado Segundo Gobierno Militar de Aragón, a cuyo frente puso a Suchet. Entiéndase bien: esto quiere decir que Aragón en adelante ya no dependería del rey José, sino jerárquicamente del ministro de la Guerra francés, Clarke. El decreto era un golpe terrible para José, cuyas ilusiones de consolidarse como rey de verdad se desvanecían.183 Evidentemente, la medida imperial iba contra los intereses elementales de España y solo podría suscitar más resistencia, pero iba también contra los propios proyectos napoleónicos en nuestro país, los cuales dinamitaba. Por ello José se indignó y se entristeció. Una oportunidad perdida. El emperador no lo comprendió así. Acaso nadie le insinuó que no se puede gobernar un país como si fuese un tizón en la chimenea.
La intensa religiosidad que el mariscal Suchet quiso imprimir a su Gobierno de Aragón, acaso siguiendo el cínico pensamiento de Voltaire de utilizar el fervor religioso del pueblo para que se deje gobernar, le hizo aprovechar sentimientos auténticos como el del padre Suárez de Santander y recurrir incluso a la exaltación de la Virgen del Pilar. Esto es perfectamente compatible con el ejercicio por los franceses de una política secularizadora, es decir, desamortizadora. Poco sabemos sobre esta materia. Un decreto de 1 de mayo de 1809 ordenaba a todos los clérigos que se encontrasen fuera de sus destinos que volvieran a ellos en el plazo de veinte días. Si no lo hacían perderían sus prebendas y se les confiscarían los bienes. La medida, equivalente a una desamortización por vía penal, se intensificó con otra de la misma fecha por la que se decretaba la supresión de todos los conventos situados en una zona donde hubiese sido asesinado un soldado francés, a no ser que apareciese el culpable. El sistema josefino quería suprimir sobre todo las órdenes religiosas económicamente independientes, que eran las que podían tener más influencia sobre la población. Actuaban también causas
182. Montgaillard (1896: 370-396). El personaje no es muy de fiar: agente secreto de la diplomacia francesa, de increíble venalidad, a la que él mismo se refería bajo la expresión de haber pasado por todas las vicisitudes humanas. Hizo doble juego en 1792, avisando a Robespierre de los movimientos realistas; mientras seguía a su servicio, entregó al Directorio los secretos realistas; luego fue empleado por Bonaparte, al que traicionó en 1814, reconociendo a Luis XVIII. Si esto es cierto, creo que lo que se dice en el texto sobre el Imperio y las anexiones contaba con el beneplácito del emperador. 183. Cf. Díaz Torrejón (2008: 348-352).
meramente económicas, como en el Ayuntamiento de Binaced, que el 21 de noviembre de 1809 tomó el acuerdo de vender «los campos comunes, casas y demás fincas que hubieran propias del común», obligado a ello por «la necesidad que padece este pueblo y la miseria y pobreza de sus vecinos y siendo imposible poder cumplir con las cargas tan excesivas que se imponen».184
Desamortización eclesiástica pura y dura encontramos en 1810, cuando se decretó la extinción de los agustinos calzados de Loreto, en Huesca.185 Juan Mercader Riba no halló nada sobre Aragón en las medidas desamortizadoras de José I, excepto sobre Monzalbarba en Zaragoza y algunas alusiones imprecisas, pero esto se debe a que la mayor parte de Aragón está en la orilla izquierda del Ebro, para la que se reservaba un régimen especial, como hemos visto.186 En Barbastro quedaron suprimidos los conventos de Santo Domingo de la Merced, el de los trinitarios calzados, el de los padres capuchinos, franciscos y paúles y el de Santa Fe. Las Escuelas Pías entraban también en el decreto de expulsión, pero recibieron un trato especial, y de hecho continuaron bajo la denominación de colegio de la Madre de Dios de las Escuelas Pías.
Respecto de los conventos de monjas, los franceses adoptaron el criterio de que ellas mismas solicitasen su desaparición. Las hijas de la caridad de San Vicente de Paúl abandonaron su convento en cuanto entraron los ocupantes, por lo que sus bienes pasaron a ser nacionales. Por el contrario, la comunidad del convento de Santa Lucía de la Orden de Santa Clara, reputado como uno de los más ricos de la ciudad, continuó existiendo a lo largo de toda la ocupación, pero inevitablemente para subsistir tuvo que ir vendiendo sus propiedades, y al final del periodo la situación de las clarisas era francamente precaria.187
Por unas razones o por otras, los estragos debidos a la guerra fueron numerosos en el Alto Aragón. Jaca, decía Espoz y Mina, «apenas tiene un edificio sano y cuenta con casas enteras arruinadas por el bombeo».188 Luis María Cistué y Martínez menciona en su Relación de los méritos la destrucción en septiembre de 1809 de su casa de Fonz,
saqueada y quemada por el enemigo, perdiendo en ella todos los muebles, ganados de labor, y gran cantidad de frutos, cuyo valor y el que con el mismo motivo experimentó en la villa de Monzón asciende a más de diez y siete mil duros según justificación jurídica, sin contar el del producto de las haciendas que han estado secuestradas por espacio de cuatro años por su notorio y acreditado patriotismo y por su constante adhesión a la dinastía reinante.
Destrucción que el autor relaciona con el saqueo de la casa de Estadilla padecido en la guerra de Sucesión, cuando la familia se manifestó a favor de
184. Cit. por Otaegui (2001: 1209). 185. Cf. Lozano y Zaragoza (1986: 41), cit. en Gil Novales (1992: 101). 186. Mercader (1972: 600-601). 187. Arcarazo y Lorén (1994: 111-112). 188. Cit. por Buesa (2001: 333-334).
Felipe V.189 Se sabe que el mariscal Suchet, siempre con problemas económicos, vendió parte de las propiedades expropiadas en Aragón, pero no sabemos el alcance de estas ventas ni su distribución geográfica. Lo único que quedó claro es que siempre fue capaz de alimentar a sus tropas.190 Esta es la preocupación que le llevó a imponer a la provincia el 20 de noviembre de 1810, desde Mora de Ebro, una contribución extraordinaria de 36 millones de reales, cuyas modalidades comunicó a los aragoneses Francisco Larregui, secretario del Gobierno de Aragón. Aquellos pueblos que satisficieran esta contribución con puntualidad quedarían exentos de la ordinaria. Todos los bienes y rentas nacionales que no se hubiesen arrendado hasta el 15 de diciembre siguiente se entregarían a los pueblos, excepto en Zaragoza, donde no se alteraría el régimen existente. La medida era de orden fiscal, pero tenía alcance desamortizador. Los monasterios y conventos de las Fuentes, Veruela, Piedra, Rueda, Desierto de Calanda, Sijena, San Victorián, Montearagón y San Juan de la Peña se cedían a la ciudad capital de partido en que estuvieran situados. No estaban comprendidos en la cesión los edificios de los conventos que no fueran fábricas ni se necesitaran para la agricultura o la conservación de frutos, y los muebles de los mismos y de las casas confiscadas, que seguirían perteneciendo a la Administración general. Hasta que se terminase la liquidación, y reparto, de los 36 millones, seguirían los pueblos pagando como hasta entonces. Para mejor asegurar el suministro de las tropas se establecieron almacenes de reserva de trigo en Zaragoza, Huesca, Barbastro y Cariñena.191
Aunque teóricamente toda la desamortización josefina fue abolida a la vuelta de Fernando VII, en Barbastro concretamente se sabe que las hijas de la caridad de San Vicente de Paúl solicitaron en septiembre de 1813 la devolución de su convento, y en agosto de 1814 ya estaban trabajando con normalidad. El 19 de marzo de 1814 los padres franciscos pidieron la devolución de su huerta para poder vivir. Los mercedarios el 17 de octubre de 1814 solicitaron que se les entregase, de manera provisional, la ermita de Santa Bárbara y anexos, para el culto. Se les concedió, pero a condición de que las obras necesarias corriesen de su cuenta.192
189. Cistué (1815). 190. Alexander (1985: 100). 191. Francisco Larregui, Gaceta Nacional de Zaragoza, 104, 29 de noviembre de 1810. 192. Arcarazo y Lorén (1994: 118).