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LA GUERRILLA EN EL ALTO ARAGÓN
LA GUERRILLA EN EL ALTO ARAGÓN
Aragón no es una excepción. El Alto Aragón especialmente va a ser tierra de muchos guerrilleros, algunos famosos, otros no tanto, pero todos merecedores de nuestro recuerdo.222 Gómez de Arteche no los olvidó. En el capítulo dedicado a las guerrillas encontramos los nombres de Renovales, Sarasa, y con él Perena, Pedrosa, Baget y el padre Teobaldo, Gayán, Villacampa, y luego Espoz y Mina.223 Tampoco los olvidó Canga Argüelles cuando presentó en las Cortes una Memoria el 10 de agosto de 1811 y la recogió en 1829:
En esta época de apuros y de zozobras, Aragón mantuvo la lucha en los últimos confines de su territorio, quedando desiertos los pueblos y manteniéndose sus habitantes «de yerba, como las bestias; siendo tan inhumanas y tan atroces las vejaciones del enemigo que arrebataban al paisano hasta el último puñado de harina que le quedaba».224
Aunque en 1829 pensaba en el conjunto de Aragón, en 1811 se refería sobre todo a los partidos de Albarracín y Teruel.225
De momento, Suchet, comandante del III Cuerpo y gobernador de Aragón, se proponía controlar efectivamente el territorio. Todavía en mayo de 1809 había sido vencido en Alcañiz, como hemos visto, pero ya en junio cambió el signo. Derrotó a Blake en María el 15 de junio de 1809 y en Belchite el 18 del mismo mes, con lo que al día siguiente ocupó Calanda, Alcañiz y Caspe. Unos días después, el 23, atravesó el Ebro, llevó a cabo un reconocimiento de Mequinenza, llegó hasta Fraga, Monzón y Barbastro, pasó por Huesca, y el 1 de julio de 1809 hizo su entrada solemne en Zaragoza. Era el jefe indiscutido de Aragón.
Pero quedaban las guerrillas. El 8 de febrero de 1809 el coronel Rouelle, que había salido de Fraga al mando de dos batallones, atacó a Felipe Perena en Tamarite, pero este, reforzado por tropas venidas de Alcampell y por alguna caballería llegada de Lérida, rechazó el ataque y puso en fuga a los enemigos, los cuales dejaron 50 muertos en el terreno. Los franceses repitieron el ataque al día siguiente con doble número de soldados, pero el resultado fue el mismo, incluso peor para los franceses, pues toda una compañía cayó prisionera de los españoles. Perena hizo valer ante la Junta sus éxitos del 8 y el 9 de febrero de 1809, no por motivos de vanidad, sino para conseguir vestuario, ya que eran lamentables las condiciones en que sus hombres tenían que luchar. Se le concedió efectivamente parte del vestuario primitivamente hecho para los Fieles Zaragozanos, lo
222. Guirao (2000). 223. Gómez de Arteche (1891: VII, 24-36). 224. Canga Argüelles (1811). 225. Ibídem, pp. 41-42.
que alivió un poco la situación. Lo malo es que las camisas no son prendas eternas, en campaña se gastan rapidísimamente y acaso en otra ocasión no habría Fieles Zaragozanos a mano para hacer el cambio.
El hecho de que Suchet concentrase sus energías en la conquista de Valencia llevó a Perena a pensar que había llegado el momento de entrar en Monzón, no tanto para quedarse cuanto para apoderarse de los víveres que la plaza encerraba. Bien informado por sus espías de la disminución de las tropas francesas en la región, comunicó su intención al gobernador de Lérida, quien le ordenó que se retirase a la izquierda del Noguera Ribagorzana y esperase a que Habert se hubiera marchado. Juntos, Perena y Pedrosa se apoderaron el 25 de febrero de 1809 de los puestos de vigilancia franceses en Monzón, con lo que pudieron ocupar la ciudad. Resultado de esta acción fueron 60 soldados franceses hechos prisioneros y 4500 cabezas de ganado lanar, 150 cargas de trigo, 300 raciones de pan, y toda la carne, vino y aguardiente que había en los almacenes. Después de esto, Perena y Pedrosa volvieron a sus posiciones de Tamarite y Albelda.
Síguese una divertida operación que demuestra la superioridad y el ingenio de los métodos guerrilleros. El general francés Verges salió de Fraga el 2 de marzo de 1809 con su regimiento y 150 húsares, y por Alcolea se dirigió hacia Monzón en busca de Perena. Este fue informado en Albelda de los pasos de Verges (como se ve, el espionaje tuvo gran importancia en esta guerra). Perena, dando un rodeo, con una hábil maniobra, se situó detrás de Verges en el camino de Fraga. Tuvo tiempo de apoderase del puente de madera sobre el Cinca que existía en esta ciudad, y que Habert había fortificado, y de destruirlo. Con ello Perena había destruido la comunicación directa entre Lérida y Zaragoza por la orilla izquierda del Ebro, forzando a Suchet a utilizar la otra vía, que por Alcubierre llegaba a Monzón.
En cuanto comenzó la guerra de la Independencia, Mariano Renovales, que se hallaba en el Río de la Plata, regresó a España, y el 14 de junio de 1808 se presentó en Zaragoza. Defendió la ciudad en los dos sitios, y al final fue hecho prisionero. Al ser llevado a Francia, se escapó al llegar al Roncal (Navarra) y organizó una guerra de guerrillas en los valles pirenaicos de Navarra y Huesca. El 18 de agosto de 1809, el mariscal Suchet, que estaba muy preocupado por el futuro de Jaca, hizo salir de Zaragoza al general Louis-François-Felix Musnier con 1800 hombres de infantería, 250 de caballería, dos cañones y otros dos de montaña, con la misión de aprovisionar la plaza pirenaica. Conseguido el objetivo, llevaba el encargo de acabar con las bases guerrilleras de San Juan de la Peña y del Roncal. El 23 de agosto llegó Musnier a Jaca. El mismo día Sarasa aniquiló a un destacamento francés de 70 hombres en Bernués. Musnier fue contra él, pero Sarasa, que tenía unos 1000 hombres, se escapó. Musnier se dedicó a destruir San Juan de la Peña, sin tocar las sepulturas reales.226
El gobernador francés de Navarra, el general Louis-Annibal de Saint-Michel d’Agoult, había enviado contra los guerrilleros al jefe de batallón Puisalis, o Pui-
226. Incendió el llamado Monasterio Nuevo. Cf. Madoz (1845-1850: s. v. Peña, San Juan de la).
zalis, con 150 cazadores y granaderos de la Guardia Nacional y 8 húsares y cazadores a caballo, cometiendo el error inicial de muchos de los militares franceses, que es de no darse cuenta de la categoría del enemigo. Mientras tanto, Renovales se había puesto al habla con Miguel Sarasa y con los vecinos de Echo y Ansó para interrumpir entre todos las comunicaciones entre Jaca y Pamplona. Miguel Sarasa, natural de Embún, era un guerrillero importante, que en su propia familia personificaba la división entre partidarios de José y patriotas, o sea, la guerra civil entre sus miembros. Era sobrino del corregidor de José I en Jaca, lo que no impidió que en julio de 1809 se lanzase a la guerrilla en Aragón y Navarra, por el influjo y vecindad de Mariano Renovales. En ese mes obligó a los franceses a evacuar Sangüesa, y en agosto apareció en San Juan de la Peña. Unos meses después, el 6 de noviembre de 1809, protagonizó desde Biescas un rasgo humanitario: dirigió una carta a Suchet, al paso que le envió un soldado francés al que no podía cuidar. El 16 de noviembre de 1809, desde Boltaña, escribió otra carta, esta vez a su pariente el afrancesado Juan Azcón, en la que rechazaba pasarse al enemigo y se titulaba con cierto orgullo comandante militar en las montañas del norte de Aragón. Al acabar el año se encontraba en Novales, y en 1810, en Benasque.
Puisalis salió de Pamplona el 17 de mayo de 1809, llegó a Sangüesa el mismo día, y el 20, dejando de guarnición en Sangüesa a la compañía afrancesada de José Chacón, emprendió la marcha para cumplir la misión que tenía encomendada. Cometió el error de dividir sus fuerzas en tres columnas, las cuales por caminos diferentes se reunirían en el Roncal. Al tanto de estos movimientos, Renovales envió a Ansó a dos de sus oficiales, Fermín Ornat y Juan Blas Gastón, a quienes se unió Sarasa. Cuando la tercera columna francesa llegó a Ansó el día 21, fue aniquilada completamente. Puisalis, que se encontraba en Roncal con las columnas primera y segunda, recibió la falsa información de que se estaba aproximando la tercera. Mandó algunos hombres para ayudarla, creyendo que existía, a encontrar su camino, pero cayeron en una emboscada. Solo 6 hombres consiguieron salvarse, e informaron de lo sucedido a Puisalis. Chacón no pudo apoyarle porque, cuando se dirigía al Roncal, se le sublevaron la mayor parte de los hombres, entre ellos 40 rusos que combatieron después a las órdenes de Renovales. Puisalis trató de ganar la frontera francesa, pero, acosado por los guerrilleros y por los paisanos armados, tuvo al fin que rendirse. Unos cuantos prisioneros fueron asesinados en el acto y a los demás se les envió a Lérida escoltados por Andrés Ochotorena, conocido como Buruchuri, quien, tras fugarse del presidio en el que estaba recluido, había formado en el Roncal su propia partida. Al llegar a Fago, el día 23, Ochotorena degolló a la mayoría de sus prisioneros y arrojó al resto a una sima (aunque hay variantes en esta información).227
Renovales continuó la lucha en el Roncal. Los franceses trataron de atraérselo. El 2 de agosto de 1809, D’Agoult le remitió una carta conciliadora, y Plicque
227. Guirao (2007: 116-118). Iribarren (1965: 61-65).
el día 4 le prometió conservarle el grado militar si entraba al servicio del rey José. Como Renovales no aceptó, el 21 de agosto el gobernador de Aragón, Suchet, y el de Navarra, D’Agoult, decidieron acabar con él. De Zaragoza salió una columna de 4000 granaderos y cazadores de montaña, al mando de Plicque, y de Pamplona otra. Con ellas se coordinó Musnier, mientras que Lomet envió 450 hombres a Berdún y 1200 a Biescas y Broto, a fin de impedir que los guerrilleros del Roncal escapasen al Alto Aragón. Del 23 al 29 de agosto de 1809 la lucha fue épica en San Juan de la Peña y Ansó, en la Foz de Salvatierra de Escá, en los montes de Burgui y en la Foz de Labochuela, en la que un grabado muestra a los guerrilleros roncaleses arrojando grandes pedruscos sobre los imperiales. El 27 de agosto Musnier conquistó Ansó y la arrasó. La lucha fue de una crueldad impresionante. Los franceses procedieron a incendiar todos los pueblos en los que encontraron alguna resistencia. Los tres, Lomet, Musnier y Plicque, practicaron el terror a conciencia. Desde un punto de vista puramente técnico, llevaron la operación coordinándose perfectamente. Renovales no supo o no pudo reaccionar. En opinión de Alexander, era un oficial de carrera que, a pesar de que ya llevaba tiempo en la guerrilla, no supo actuar como lo harían sus sucesores, Espoz y Mina por ejemplo, poco después. En estos valles los cambios son muy rápidos, porque dependen de las circunstancias. Una delegación ansotana, horrorizada, ofreció la rendición y se comprometió a entregar a los franceses el grano y el ganado que necesitasen, y al mismo tiempo ofreció dejarles rehenes como garantía de lo pactado. Renovales también se sometió, con la sola condición de que se le permitiese marchar libremente a Lérida. Lomet consiguió también que los habitantes de Biescas y de Broto reconociesen a José I. El triunfo francés parecía completo, pero arrojaba serias dudas sobre la figura de Suchet, padre amante de los pueblos que el mariscal quería darse a sí mismo. Y, además, no tardó la insurrección en renovarse.228
Esta es la época que Heinrich von Brandt describe en sus Erinnerungen. Siempre formando parte de la brigada Habert, el 5 de marzo de 1809 fue enviado a El Burgo de Ebro, a una milla de Zaragoza. Primera sorpresa: en el pueblo no quedaba absolutamente nadie, excepto una mujer loca y medio ciega que vivía de las limosnas que le daban los soldados, y una enorme cantidad de gatos, que en aquel ambiente parecían reinar a sus anchas. Sabido es que el método de resistencia que consistía en abandonar las poblaciones a la llegada de las tropas francesas fue muy frecuente en la guerra de la Independencia. Después de pasar por Fuentes, completamente destruido, y de recorrer tierras turolenses hasta Alcañiz, en las que pasó un frío digno de Siberia, volvió a Zaragoza. En el valle del río Guadalope (Brandt escribe por error Guadalupe) había tenido otra sorpresa: un día oyó ruido de tambores: era un destacamento de 20 hombres con un oficial que llevaban un prisionero. El lugar les pareció adecuado para fusilarlo, lo que hicieron sin pérdida de tiempo. Se trataba de un desgraciado que, armadocomo
228. Alexander (1985: 24-26).
iba, quiso huir al tiempo que gritaba «Viva Fernando VII». Eso bastó para mandarlo al otro mundo, por supuesto, se supone, sin proceso. A mediados de abril su brigada pasó por Caspe y después, tras cruzar el Ebro por un puente de tablas, por Peñalba, Fraga, Belver y Monzón, ciudad que consideraba importante por su situación a orillas del Cinca y por contar con un imponente castillo. En todos estos recorridos aparece Perena como una referencia constante pero lejana. En ningún momento hay una descripción o valoración de este jefe patriota, solo que estaba allí, y de sus movimientos dependían en gran parte los de la brigada Habert (Brandt escribe siempre Pereña, por un fenómeno de hipercorrección muy frecuente entre alemanes, los cuales, queriendo mostrar respeto por la eñe española, la ponen donde no corresponde. En cambio, al pueblo de Peñalba lo llama Penalva. Pero para que su honor lingüístico quede a salvo hay que decir que en general transcribe bastante bien los nombres españoles, justamente lo contrario de lo que hace el destrozavocablos llamado Napier).
Nueva sorpresa, y esta grande, tuvo Brandt en Monzón. Había llegado a la ciudad como ayudante y mayor de plaza del capitán Solniki, uno de esos viejos soldados a los que Napoleón llamaba «gens non lettrés», pero que sabía cumplir con su obligación. Es difícil fechar exactamente la narración de Brandt. Él no lo hace, y lo único que sabemos es que la ciudad y el castillo cambiaron en este tiempo tres veces de soberanía, pero por lo que se cuenta después creo que se refiere a abril, o incluso mayo, de 1809.229 A diferencia de lo sucedido en El Burgo, los habitantes de Monzón no se habían marchado a la llegada de los franceses. Solniki ordenó que se ocupara del castillo, en el que encontró alimentos para diez días y diverso material de guerra, y, después de cerciorarse de que no había ninguna mina oculta preparada para hacer explosión cuando más confiados estuviesen, llegó el momento de entrar en contacto con los habitantes. A Brandt no le fue difícil ponerse en relación con el alcalde, hombre al que se describe como ni joven ni viejo, en la plenitud de sus años, declarado enemigo de los franceses pero que sabía reaccionar con talento ante el hecho físico de la ocupación enemiga. No nos da el nombre.230 Era fácil para ambos, el alcalde y el mayor de plaza, conversar, e incluso les gustaba. Brandt repitió las visitas varias veces. En una ocasión el alcalde tocó la guitarra e incluso cantó algunas estrofas de canciones populares, auténticamente españolas al parecer, pero que el visitante califica de bastante malas. Ante la pregunta de si él también era aficionado a la música, cogió la guitarra, en la que se había ejercitado ampliamente en sus tiempos universitarios, y cantó un pequeño Lied alemán y algunas coplas polacas de Cracovia. A todos gustó mucho, tanto al alcalde como a sus dos hijas. Con esto la amistad creció, hasta el punto de que Brandt solía ir a la casa del alcalde sin previo aviso, como uno más. Cumplía con sus obligaciones militares, pero cuando podía visitaba a los amigos. Una mañana, después de hacer la acostumbrada ronda por
229. Castillón (1989: 395-403). 230. En las Guías de forasteros de 1807 y 1808 solamente figura el gobernador, no el alcalde.
la ciudad, descubrió una multitud arremolinada ante la casa del alcalde. Sabiéndose persona grata, se metió entre la gente. La puerta de la casa estaba abierta y a través de ella se veía al alcalde, muerto. Había sido asesinado. Alguien llamó a la ventana y, cuando el alcalde abrió, sin decir una palabra le pegó un tiro en el pecho. Nunca se supo quién lo hizo. Las mujeres lloraban, y por la calle se oyó la explicación de que se le tenía por afrancesado. Llegó un cura, pariente del muerto, y se ocupó del cadáver. Al principio Brandt tomó el asunto como algo personal entre el alcalde y su asesino. Pero al día siguiente comprobó que los franceses ya no recibían raciones. Quiso hacer una investigación sobre la muerte del alcalde, y para ello convocó al síndico y al escribano,231 solo para comprobar que ambos habían huido. Al mercado semanal no se presentaron los vendedores, y también se habían ausentado todos los habitantes económicamente prósperos. Por las calles se veía muy poca gente, solo mujeres y niños. El día 6 (no dice el mes, pero sería mayo) llegó la orden de dejar Monzón, lo que hicieron el 7 para dirigirse a Barbastro. Luego, el 13 fueron a Sariñena, pasando por Lastanosa, y el 14 a Sijena, siempre perseguidos por los españoles, aunque con evidente prudencia. Fecha segura es la del 16 de mayo, cuando fueron a Pomar, pero, al no encontrar barcas (las había quitado Perena), tuvieron que seguir por la orilla del Cinca. El 18 llegaron a Barbastro, donde entraron sin problemas. Para que nosotros comprendamos la literatura que la guerra genera, cuenta Brandt que sus jefes le encargaron escribir un relato de lo experimentado por la brigada en los últimos días. Lo hizo a entera satisfacción de todos, salvo en un aspecto: no había resaltado suficientemente el carácter heroico de todas las actuaciones. Tuvo que rectificar la narración para añadirle precisamente ese carácter. Lo cual es algo más que retórica.232 ¿Qué pensar de todo esto? ¿Refleja la realidad o forma parte de esa literatura romántico-costumbrista que tanta difusión alcanzó en la primera mitad del siglo XIX? El tema de la guitarra y de las canciones parece tópico, pero no lo es tanto que a Brandt las canciones que cantaba el alcalde le parecieran malas. Argumentos no faltan. No obstante, en mi opinión, aunque no se excluye que haya intervenido la fantasía, parece que descansa sobre una experiencia vivida.
Sea como sea, la narración de Brandt pone de relieve que el poder de Suchet no era tan indiscutido como hemos supuesto. El mismo día de la batalla de María (15 de junio de 1809) D’Agoult lanzó una nueva columna contra los valles pirenaicos. Renovales la esperó oculto en la Foz de Arbayún, con dos compañías compuestas de 100 roncaleses y 100 ansotanos. Ayudado por la sorpresa, venció el español y dejó en el terreno 43 franceses muertos. Los demás se retiraron a Lumbier. El 23 de junio, Renovales, nombrado general interino de los montes de Navarra y Aragón, lanzó una proclama en la que comunicaba su victoria e incitaba a la rebelión. En julio de 1809 Renovales se unió con Sarasa y ejercieron conjuntamente una gran presión sobre Jaca, ciudad en la que llegaron a escasear
231. En castellano en el original. 232. Brandt (1908: 323-334).
los alimentos. Sarasa, cuya partida había crecido y había pasado a llamarse Voluntarios de la Canal de Berdún, actuaba en solitario o en unión con Francisco Sarto, antiguo pastor, o con Andrés Ochotorena. Se estableció en San Juan de la Peña, desde donde amenazaba los caminos de Jaca a Pamplona, Zaragoza y Francia. Suchet no lo podía tolerar. A fin de aliviar la situación de Jaca, concibió el plan de que Habert desde Barbastro mandase una columna al mando de Plicque para que se situara entre Jaca y las Cinco Villas, a fin de que, ayudado desde Navarra por D’Agoult, terminase con los refugios guerrilleros del Roncal. El resto de las tropas se situaría en Huesca para reforzar a su guarnición. Plicque salió de Barbastro con 30 hombres, dos cañones y un rebaño de ovejas, pero en Sarsamarcuello el 6 de julio le estaba esperando Sarasa con 250 voluntarios. El combate duró cinco horas, Sarasa se apoderó del rebaño y se retiró a las Cinco Villas. Plicque entró en el Roncal, aparentemente sin resistencia, pues Renovales había decidido que sus hombres permanecieran ocultos. El 28 de julio Plicque dio una proclama en la que invitaba a los roncaleses a elegir entre la paz y la guerra. Si elegían la guerra, prometía matar a todos los habitantes del valle. Durante mucho tiempo Suchet consideraría que el asunto de las guerrillas en Navarra competía exclusivamente a D’Agoult, pero, aunque esto hubiera sido cierto, de Navarra se podía pasar muy fácilmente al Alto Aragón.
A comienzos de julio de 1809 fray Teobaldo Rodríguez concibió un plan que se llevaría a la práctica el día 5. Consistía en atacar por sorpresa a la brigada Habert, dejada por Suchet en Barbastro, utilizando para ello a los paisanos de la comarca y algunos pequeños destacamentos existentes en Monzón y Estadilla, el batallón de los Pardos de Aragón, mandado por Pedrosa, que ha llegado de Benabarre, y parte del batallón de Huesca, a las órdenes de Domec. La acción fracasó, Pedrosa se refugió en las montañas y Domec se dirigió a Santa Eulalia, donde se encontraba Perena hostigando a los franceses en las inmediaciones de Huesca. El 8 de julio de 1809 los franceses de Huesca querían acabar con él con una fuerza de 800 infantes y 70 caballos. Advertido a tiempo, Felipe Perena envió contra ellos un destacamento dividido en dos columnas, una de 300 hombres al mando de Domec, y otra de 200 dirigidos por Pedro Perena, sobrino de Felipe. Sorprendidos en Apiés, los franceses fueron derrotados y tuvieron que buscar el refugio de la ciudad.
Con la idea de eliminar a Perena, Habert en primer lugar reforzó la guarnición de Huesca y después, el día 18 de julio de 1809, envió en su busca una columna compuesta por 2000 soldados de infantería, 200 caballos y cuatro cañones. Perena sabía que no tenía fuerzas para oponerse a los franceses en tierra llana, por lo que hizo que sus hombres se situasen en las alturas que dominan Santa Eulalia la Mayor y desde allí resistió todo el día a las fuerzas del enemigo. Es la táctica guerrillera, que tan excelentes resultados le dio. El enemigo se retiró al fin, dejando avanzadas en Castilsabás y en Sasa del Abadiado.233
233. Guirao (1999: 119).
Los españoles, a fin de coordinar la guerra en los distintos frentes, crearon la Junta Superior de Aragón, a la que el 20 de julio de 1809 Perena felicitaba por su instalación, al par que se ponía a sus órdenes. Desde Santa Eulalia la Mayor, el día 22 mencionó sus acciones del 8 y 18 julio de 1809 contra los franceses de Huesca y pidió que se le facilitasen fusiles, pues tenía sin ellos a la tercera parte de sus hombres. Esta carencia no tenía solo importancia directamente militar, sino que también la tenía, y grande, desde el punto de vista psicológico, pues el soldado se siente abrumado si carece de armas. Comprendiendo que no contaba con fuerzas suficientes, Perena el 23 de julio se retiró a Biescas, en el valle de Tena. Con la sumisión aparente del valle de Roncal y el apartamiento de Perena, Suchet volvió a dominar la orilla izquierda del Ebro. Dominio inestable, pues en el Roncal seguía estando Mariano Renovales, en San Juan de la Peña se hallaba Miguel Sarasa y en Biescas se había situado Perena con sus Voluntarios de Huesca, a los que se ha agregado el batallón de los Pardos, mandado por Pedrosa.
El día 5 de agosto de 1809 Perena, que se había puesto de nuevo en relación con el famoso fray Teobaldo, convocó en Biescas una reunión, a la que asistieron Sarasa y Renovales, para determinar la conducta que debía seguirse. Resultado de la conferencia, Perena el 6 de agosto atacó y tomó Canfranc, cuya guarnición francesa huyó a Jaca. La respuesta francesa fue inmediata: el día 7 salió de Jaca una columna de 1500 soldados a las órdenes de Lapeyrollerie, y ante su aproximación tuvo que abandonar Canfranc y retirarse a Sallent de Gállego, donde se hizo fuerte con la ayuda de los Pardos, que habían acudido a su socorro. Después de una intensa lucha, Perena tuvo que volver a Biescas. Lapeyrollerie acusó a las autoridades de Sallent de haber ayudado a los insurgentes y mandó quemar y saquear el pueblo, y otros seis más. No persiguió a Perena, sino que se volvió a Jaca, donde entró el día 12 con un botín de 6000 ovejas y 200 vacas. Siempre el abigeato como tema de fondo en la guerra de la Independencia.
Suchet quería librarse de las guerrillas. Mandó al general Louis-François Musnier de la Converserie a Jaca con un convoy de suministros, con la misión de acabar con Sarasa en San Juan de la Peña y colaborar con Plicque en la ocupación de Echo, Ansó y Roncal. El 23 de agosto Musnier sostuvo en Ayerbe un primer combate con Sarasa, y el 25 llegó a San Juan de la Peña, de donde desalojó a la partida de Sarasa, que había sido previamente reforzada con 300 ansotanos enviados por Renovales. Musnier ordenó prender fuego al monasterio, aunque exceptuando de la quema los sepulcros de los antiguos reyes de Aragón. Siguió después su marcha hasta Embún, pueblo natal de Sarasa, defendido por 100 hombres de Ansó, 100 de Echo y otros 150 del batallón de Huesca, a las órdenes del teniente coronel Alonso Escobedo. Los franceses entraron en Embún, mientras los defensores se retiraban a Echo, localidad que el 28 de agosto de 1809 fue también ocupada por Musnier, quien la incendió en sus dos terceras partes. En todas estas acciones Musnier fue guiado por los afrancesados Domingo Brun, Clemente Lapetra y Jerónimo Rocatallada. Este había reconocido al rey José, aunque no había participado en los crímenes que se imputaban a los otros dos.
Se dice que en agosto de 1809 Juan Baget fue hecho prisionero por los franceses, quienes lo llevaron a Zaragoza. Pero, según otra fuente, la detención tuvo lugar en Torres de Segre (Lérida) el 30 de noviembre de 1809. En Zaragoza justificó su anterior conducta de asesino y produjo muy buena impresión (asesino es guerrillero en lenguaje afrancesado). El mismo Suchet lo sentó a su mesa234. Pero, si el texto fuera verdadero, se trataría de otro patriota que acabó colaborando con el poder francés. Las noticias falsas forman parte también de la guerra.
Plicque y Renovales prosiguieron su enfrentamiento en el Roncal, donde el español fue derrotado el 29 de agosto de 1809. En consecuencia, el 30 delegó en Melchor Ornat para que pidiera la capitulación, que se extendía sobre la base de respetar vidas y haciendas, y permitir la salida de los combatientes. Los ansotanos y los roncaleses aceptaron jurar al rey José, se comprometieron a entregar rehenes y a pagar las contribuciones, y a desarmar el valle, enviando las armas a la fábrica de Orbaiceta. Renovales se retiró a Lérida y volvería a unirse en el Cinca con Sarasa y Perena. En noviembre de 1810 se dirigió a Cádiz. Muchos de los derrotados en estas campañas pasarían a engrosar el llamado Corso Terrestre de Navarra. Aparte de la importancia que tuvo en sí misma, esta guerrilla poseía la virtud de haber servido de ejemplo.235
Suchet se movía ahora contra las partidas que operaban desde Jaca hasta el Noguera Ribagorzana, para lo cual utilizó una vez más al general Habert, situó dos regimientos de línea entre Fraga y Monzón, sobre la línea del Cinca, adonde también acudiría Lapeyrollerie, y ordenó al coronel Robert, que se encontraba en Aínsa, que saliera con sus dos batallones contra Felipe Perena, que estaba en Graus. Perena interceptó un correo francés y como consecuencia de su lectura ordenó destruir el puente de Mediano e inutilizar la barca de Ligüerre, y reunió sus fuerzas en Troncedo. En la mañana del 13 de septiembre de 1809, 4000 franceses iniciaron el ataque desde Tierrantona por tres puntos. Al cabo de hora y media Perena cedió y se retiró a una altura cercana, pero, como ni aun así podía resistir, se replegó por el camino de Graus, mientras Juan Domec y Pedro Perena cubrían su retirada. Los franceses, que habían proyectado llegar a Graus a las diez de la mañana, no pudieron hacerlo hasta las cinco de la tarde. Exigieron a los habitantes una contribución de 1500 duros, 50 reses vacunas y lana en gran cantidad. Como los grausinos no pudieron pagar, se llevaron a cuatro de ellos como rehenes; marcharon de Graus el día 14 y después se dividieron: el 15 una columna fue a Barbastro y otra a Naval. Ese mismo día, 15 de septiembre de 1809, Perena llegó a Calasanz. Desde ese punto mandó un parte a la Junta aragonesa para informarla de sus acciones.
En estos días, a iniciativa de Perena, se creó bajo el mando de Miguel Domper, antiguo arriero de Erípol, una nueva partida llamada del valle de Sobrarbe,
234. Diario de Barcelona, 80, 21 de marzo de 1810. 235. Guirao (1999: 120-123 y 2007: 115-128).
cuya misión era molestar a los franceses en el sector del Cinca entre Aínsa y Barbastro. El 22 de septiembre Habert envió una fuerte columna en busca de Perena, Baget y Renovales, este incorporado de nuevo a la lucha después de su salida del Roncal. La columna pasó el Cinca por el vado de Estadilla y se dirigió a Fonz. El día 23 un regimiento de polacos desalojó a Perena de sus posiciones en Estadilla. Los tres jefes, Perena, Baget y Renovales, fueron derrotados y tuvieron que huir hacia el Noguera Ribagorzana. Los franceses entraron en Fonz y lo incendian. Después de la derrota, Perena se retiró a Lérida, donde el 1 de noviembre de 1809 vería incrementada su fuerza con los restos del batallón de los Pardos.236
Miguel Sarasa reapareció en la comarca de Jaca. La ciudad estaba en ese momento bajo la autoridad de Roquemaurel, quien tenía mucha menos fuerza, pues a finales de octubre había sido disuelto un batallón que iba destinado a la guarnición y los soldados que lo componían habían ido a sus respectivas unidades en el III Cuerpo. En consecuencia, Roquemaurel no podía enfrentarse con Sarasa. Suchet se vio obligado a mandarle un batallón de refresco, que era lo que le faltaba. Roquemaurel juntó este batallón con sus propios cazadores del Ariège y puso a toda la tropa a las órdenes de Lapeyrollerie, con la misión de expulsar a Sarasa de Aragón. Aunque lo persiguió varios días hasta Matidero, no se puede decir que tuviera éxito. Entonces decidió dirigirse hacia el valle de Benasque. Dispersó a 1500 insurgentes, de los que mató a 50, y el 23 de noviembre de 1809 llegó a Benasque, que era una importante fortaleza. Los habitantes le enviaron una delegación con el ruego de que no destruyera el pueblo. Lapeyrollerie aprisionó a esta comisión y amenazó con fusilarla inmediatamente si continuaba la resistencia, lo mismo que a toda la guarnición. Esta, intimidada, se rindió sin lucha y entregó al francés el fuerte y nueve cañones. El éxito, no solamente para Lapeyrollerie, sino para todo el mando francés, era muy grande, pues ahora los franceses controlaban todas las plazas fuertes de Aragón, con la única excepción de Mequinenza. Inmediatamente los ocupantes mejoraron las defensas de Benasque, para lo cual derribaron la iglesia parroquial de San Martín, que al parecer les estorbaba.237
Lapeyrollerie siguió hacia los valles de Biescas y Gistaín, desarmando a los habitantes y asegurando las comunicaciones con Francia. El 7 de diciembre de 1809 atacó en Novales a una concentración insurgente de la que formaba parte la partida de Sarasa. Encontró una gran resistencia, en parte porque muchos de esos insurrectos eran polacos desertores de las tres legiones del Vístula que servían en España al mando de Suchet. Encontraron la muerte 30 guerrilleros, y los demás huyeron a Talarn, en Cataluña. Lapeyrollerie creía haber acabado con la partida de Sarasa, pero no fue así, sino que reapareció en el Cinca, y el 24 de diciembre de 1809 luchó en Aínsa contra Plicque. Es verdad que este la obligó a salir del pueblo, pero la partida no fue destruida. Es de advertir que Sarasa había
236. Guirao (1999: 119-127). 237. Madoz (1845-1850: s. v. Benasque, barrios y aldeas).
Restos del fuerte de Benasque (foto: Fernando Alvira Lizano).
tenido grandes problemas en la región para reclutar nuevos combatientes (lo que en el lenguaje de la época se decía sacar los mozos), e incluso tuvo que fusilar a 20. Muchos éxitos para los franceses, pero el fenómeno guerrillero no había desaparecido, y a pesar de todo todavía Perena en este periodo había amenazado Zaragoza.
Por decreto de 28 de enero de 1809 (Gaceta de Madrid del 1 de febrero de 1809) el Estado josefino comenzó a regular la paulatina hispanización de su ejército en España. Ninguna unidad aragonesa aparece en la lista publicada por Alfonso de Ceballos y Almudena de Arteaga,238 por lo que hay que pensar que los cuerpos de que se va a hablar se originaron en Suchet mismo, y no en el Gobierno josefino (siempre a reserva de lo que aporte la investigación). La situación militar francesa, después de la toma de Alcañiz, aseguraba las líneas del Cinca y de la orilla derecha del Ebro. Las fortalezas de Zaragoza, Alcañiz, Monzón, Benasque, Jaca, Tudela y otras fueron puestas en buen estado de defensa, y en febrero-marzo de 1810 llegaron de Francia 4000 hombres de refuerzo, que fueron llevados a Daroca. Parecía que se preparaba un gran operativo, pero como el 1 de marzo de 1810 se conoció en tierras turolenses la orden de poner sitio a Lérida, y Habert estaba ya en Morella, no se hizo nada de momento en esta zona.239
En Navarra, en agosto de 1809 había aparecido Javier Mina.240 Aunque no es mi tema en sí, sus efectos se dejarán notar en el Alto Aragón. En noviembre de 1809 Suchet ordenó a Plicque que entrase en Navarra desde las Cinco Villas con dos batallones, apoyado por 1200 polacos del general Claude-Joseph Buget, que venía de Tudela. La operación, contra Javier Mina y Miguel Sarasa juntos, fracasó, e incluso algunas tropas imperiales se pasaron a las partidas. Estas ocuparon Tudela por unas horas, el 28 de noviembre de 1809, como una demostración de su fuerza. Napoleón estaba furioso. Había ordenado a Junot anteriormente que fortificase la plaza, pero en opinión de Suchet la topografía de Tudela hacía su fortificación y su defensa sumamente costosas. No había más remedio que meter en ella un fuerte contingente. El resultado político de la cuestión llegó el 17 de diciembre de 1809, cuando el emperador destituyó a D’Agoult de su mando en Navarra y se lo dio al mismo Suchet. Unos días después, el 28 de diciembre de 1809, Napoleón mandó una reprimenda a Suchet por no haber desplazado más tropas a Navarra. Es verdad, no se había preocupado. Había dejado a Plicque en Ejea de los Caballeros con un batallón y había confiado en que la llegada a Navarra del general Louis-Henri Loison le resolvería el problema. Efectivamente, Loison llegó, vio y venció, o por lo menos es lo que dijo, que las guerrillas de Navarra habían sido eliminadas. Después abandonó la región.
Loison había entrado así en el número de militares franceses que no llegaron a comprender en qué consistía la guerra de guerrillas. El problema seguía exis-
238. Cf. Ceballos-Escalera y Arteaga (1997: 32-43). 239. Napier (1853: II, 302). 240. Cf. Ortuño (2008).
tiendo para Suchet, quien andaba superocupado por tierras de Teruel. Confió en que Jean-Isidore Harispe se lo resolvería. Este preparó una operación contra Mina en Sangüesa en la que se tomarían medidas para que no pudiese escapar por el Carrascal o por Puente la Reina. D’Agoult, más experimentado, avisó de que podría ser un fracaso, y lo fue el 3 de enero de 1810. Los franceses, en realidad los polacos, mataron a 8 guerrilleros, y eso fue todo. Cuando Suchet terminó sus operaciones en Teruel, planeó en Navarra una verdadera ofensiva, ayudado además por la llegada al país del general Jean-Louis Reynier con sus tropas, que venía a encargarse de Navarra como comandante general. El mando de Suchet en Navarra solo duró de diciembre de 1809 a febrero de 1810. El éxito fue completo. La pacificación se había logrado. La única sombra eran las bandas, que parecían no querer enterarse, alimentaban la insurrección y con ello despoblaban las campiñas y organizaban el latrocinio. Desde Zaragoza, el 3 de marzo de 1810 se citó a las guerrillas de Fidel, Mallén, Villacampa, Cubillas, mosén López, Perena y Sarasa, pero ninguno de ellos pudo «hacer cambiar de semblante a los acontecimientos».241 Creo que bajo el nombre de Cubillas se alude al riojano Ignacio Alonso Cuevillas, que de perseguidor de contrabandistas (y aun se dice que a veces él mismo practicaba el contrabando) pasó a guerrillero patriota con la guerra de la Independencia; después fue guerrillero contra la Constitución en 1821 y, finalmente, carlista.242 Una información procedente de Jaca (6 de febrero de 1810) proporciona una lista de facinerosos que había que apresar para que no deshonrasen el nombre español. Eran estos, en los corregimientos de Jaca y Cinco Villas, Miguel Sarasa, Cantarero, Javier Mina, Domper de Erípol,243 Francisco Sarto y Sarasa, Mala Alma. 244 Otra noticia (Zaragoza, 7 de marzo de 1810) habla de las «bandas volantes» de Fidel, Perena, Sarasa, Villacampa y otros, pero precisa que todos encontraron asilo en Lérida, ciudad que era «como la madriguera y refugio de todos los facinerosos que corren nuestra provincia», y de ahí el interés que tenían los facciosos en engañar al crédulo populacho. Pero el desánimo cundió: «Los soldados están rendidos y cansados: murmuran del trato que se les da, pues se reduce a una corta ración de legumbres, y cuando más de abadejo, sin que ninguno vea un ochavo». Y estaban desnudos: solo una chaqueta se les dio a comienzos del invierno. Con estas tropas, no obstante, se alucinaba al pueblo para que no se enterase de la verdadera situación del país. El mismo Mina tuvo que ir a Lérida a buscar refuerzos y apoyos. Los franceses dominaban el territorio apoyados en un fuerte ejército. Quedaba la posibilidad de que la guerrilla renaciese, sobre todo si el mando militar ocupante se veía en
241. Gaceta Nacional de Zaragoza, 21, 4 de marzo de 1810. 242. Cf. Gil Novales (1991: s. v.). 243. Se trata de Miguel Domper. En la misma fecha, 6 de febrero de 1810, Lapeyrollerie ofreció una gratificación a quien lo entregase. Murió fusilado por los franceses en mayo o junio de 1810 (Gil Novales, 2005). 244. Gaceta Nacional de Zaragoza, 31, 5 de abril de 1810. Poco después se dio la noticia de que el 29 de marzo había sido apresado el salteador Mina.
la necesidad de retirar algunas fuerzas. Pero Suchet no lo creía. Nunca perdería de vista algunos movimientos de policía, aunque luego resultara que eran algo más que operaciones de limpieza. En adelante Suchet iba a utilizar el Alto Aragón con el doble propósito de asentar el régimen josefino y de emplear sus recursos para nuevas conquistas.245
Para Napoleón era intolerable perder el tiempo en Aragón contra lo que se estimaba que no eran más que restos guerrilleros cuando una gran parte de España estaba todavía en manos enemigas. Previamente a la ofensiva sobre Valencia, Suchet hizo que varias patrullas recorrieran las Cinco Villas, Tarazona, Calatayud y Montalbán para recoger grano y dispersar a los guerrilleros. El general Anne-Gilbert de Laval entró en Teruel el 10 de febrero de 1810, derrotó a Villacampa el 16, ocupó Albarracín el 18 y permitió el saqueo general. En el Alto Aragón, a los seis batallones de la división de Habert y al 4º regimento de húsares se les ordenó dejar el Cinca y trasladarse a Morella. Quedaban, sin embargo, unas pocas tropas y la guarnición de Benasque con la misión de impedir que los insurgentes catalanes buscasen refugio en el Alto Aragón. El general Musnier recibió el mando de todo Aragón, mientras que Jean-Marie Vergez sería el jefe directo de la orilla izquierda del Ebro y Claude-Joseph Buget de la derecha. La marcha hacia Valencia no fue un paseo militar. Villacampa, en particular, infligió a los franceses grandes pérdidas. En todo Aragón la guerrilla renació: en la orilla derecha, Fidel, Antonio Hernández (capitán del Regimiento de Cariñena) y Benedicto; en la izquierda, Sarasa atacó Benasque, Sarto amenazó Jaca y Perena destruyó en Fraga el puente sobre el río Cinca. Javier Mina pasó de Navarra a las Cinco Villas y atacó Ejea en combinación con Sarto, pero el 29 de marzo fue apresado. Suchet quería ejecutarlo inmediatamente, pero Berthier le salvó la vida enviándolo a Francia. Gran victoria francesa, pero donde estaba Mina estaría Espoz y Mina.
El avance de Suchet por tierras catalanas significó para el Alto Aragón la pérdida de Perena. Este en noviembre de 1809 se había situado en Benabarre, pero de allí a principios de diciembre de 1809 lo expulsaron los franceses, que saquearon no solo esta villa, sino también la de Tolva. En febrero de 1810 volvió a entrar en el Alto Aragón y estableció en Tamarite su cuartel general. Desde esta población envió a la Junta de Aragón informaciones muy alarmantes relativas al marqués de Villora, gobernador del castillo de Benasque, quien habría sido nombrado por los franceses corregidor de Benabarre, aunque se sabe que no había tomado posesión. De confirmarse estaríamos ante una nueva defección de un antiguo patriota, con lo que ello representa. Efectivamente, Villora el 22 de octubre de 1809 rechazó las propuestas francesas, pero después cedió y se puso al servicio del invasor.246 Otra información grave que Perena remitió a la Junta de Aragón fue la relativa al comerciante Armillas, de Barbastro, quien había levantado una compañía de miñones para combatir a favor de los franceses, en contra de
245. Alexander (1985: 35-41). 246. Toreno (2008b: 481).
la causa nacional. Todo lo que pudo decir la Junta fue que se había aprobado dar al batallón de Perena 500 camisas y 6000 reales de vellón.
En los meses siguientes Felipe Perena se vio obligado a operar en tierras catalanas: Balaguer y Lérida. En esta ciudad el gobernador de la ciudad le destituiría por supuesta indisciplina (le sucedió Juan Pedrosa). Tras un mes de asedio, el 13 de mayo cayó Lérida en poder de Suchet, y entre otros Perena fue hecho prisionero y llevado a Zaragoza, y luego a Francia. Se negó siempre a cambiar de bandera, aunque Suchet lo intentó al parecer repetidas veces. Juan Pedrosa, en cambio, se afrancesó y ocupó puestos importantes en la España ocupada. Para los franceses el peligro guerrillero de 1809 parecía conjurado. Suchet pensaba que iba a tener tiempo para desarrollar los decretos imperiales relativos a la administración del territorio. Seguían las partidas (Gayán, Villacampa), no obstante, en otras zonas aragonesas, que requerían la atención de Suchet, pero que de momento no obstaculizaban la política a seguir en el Alto Aragón.247 Suchet había cometido grandes errores en la marcha hacia Lérida, pero de momento la victoria los ocultaba. Sin Perena el Alto Aragón parecía pacificado, y lo mismo Navarra sin Javier Mina.
Napier resalta que en el año 1810 de repente y por sorpresa toda España se llenó de guerrilleros, a la par que desaparecían los ejércitos regulares. Sus explicaciones, aunque válidas, son insuficientes: algunos entraban en las partidas para evitar morirse de hambre, otros para vengar alguna cuestión anterior, otros impulsados por la Regencia. Esta habría creado todo un sistema de almacenes y aprovisionamientos en lugares seguros, bajo el control de inspectores pagados y funcionarios de Hacienda, designados por los generales del ejército regular, los cuales aseguraban la disciplina y la cuestión fundamental de que todos cobrasen, sin que hubiese abusos. Todas las provincias fueron divididas en tres partes, cada una de las cuales fijaba sus propias cuotas en hombres y caballos. Actuaban separadamente, pero cuando las circunstancias lo requerían se unían las unas con las otras. De esta manera, en la interpretación de Napier, se llegó en secreto a la organización de un auténtico ejército regular que solo externamente adoptaba la forma de irregular e insurgente.248 Tan extraña afirmación acaso se base en la legislación española sobre las guerrillas, libremente interpretada. A mi parecer, la Junta Central primero y la Regencia después trataron de establecer cierto control sobre las partidas, cierto orden, pero parece excesivo calificar al conjunto de las partidas como un ejército regular disimulado bajo formas irregulares.249 Lo único cierto era la presencia de las guerrillas prácticamente en todo el territorio español, su aspecto no solamente de realidad militar o de síntoma social, sino también la existencia de cierto control político sobre las guerrillas, o la pretensión de establecerlo, y, cualquiera que fuera el sentimiento de superioridad de los oficiales de carrera respecto de los guerrilleros, la estrecha colaboración que se
247. Guirao (1999: 131-141). Alexander (1985: 26-28). 248. Napier (1853: II, 381-382). 249. Scotti Douglas (1993: 84-90, 2000 y 2001).
estableció entre unos y otros en el curso de esta guerra cuando las necesidades militares en puntos concretos así lo requerían. Pero de aquí a que todo hubiera sido discurrido y planificado de antemano va un abismo. Probablemente en la idea de Napier sobre la guerrilla española influiría también la reorganización y nueva denominación numérica de los ejércitos que la Regencia llevó a cabo en diciembre de 1810. En el II Ejército entró la división de Villacampa y las partidas del Empecinado y de Durán; las partidas del norte, las de Espoz y Mina, Longa, Campillo, Porlier y otras más pequeñas formaron el VII Ejército.250
Afortunadamente para nuestra comprensión, Napier vuelve a explicar su concepción del fenómeno guerrillero al hablar del sitio de Tortosa (marzo de 1811). Mientras este tenía lugar, Villacampa y otros se mostraban muy activos en su lucha contra Aragón (contra el Aragón ocupado por los franceses, se entiende). Estimulado por las juntas secretas, bien provisto en lo material por los ingleses y habiendo ganado en experiencia, este tipo de combate se había vuelto más eficaz. Esto de las juntas secretas requeriría una explicación: entender que cuando planeaban una acción no la hacían pública para que no se enterase el enemigo es demasiado tonto; pero las juntas secretas no han sido inventariadas. Los escuadrones ingleses podían combinar mejor sus operaciones, y gracias a su concurso las partidas habían logrado darse una organización más militar que la que tenían anteriormente. Aunque quizás insuficiente para liberar a su patria,la interrupción continua de la correspondencia del enemigo equivalía para este a una pérdida de 40000 hombres, sin contar los dedicados precisamente a tareas de vigilancia y persecución de las bandas. El efecto en Europa, sobre todo moral, delas hazañas de los guerrilleros fue enorme.
En todo esto Napier tiene razón, salvo quizás en la equivalencia en cifras, siempre opinable, y la reducción de las guerrillas a la función de cortar la correspondencia enemiga. Aunque fue importante en sí misma, algo más hicieron. Es lo que el historiador ha visto en los documentos que maneja. A continuación entra en escena el conservador. Está bien lo que hacían los guerrilleros, lo reconoce, pero el mismo número de hombres bajo estricta disciplina hubiera sido más eficaz, menos molesto para sus conciudadanos y menos subversivo del orden social. Es verdad: había en la guerrilla una posibilidad revolucionaria que no se le escapa a tan cumplido observador como es Napier. En términos militares, cuando un ejército regular está al completo los hombres sobrantes pueden ser desviados a formaciones irregulares, que serán más valiosas cuanto más se aproximen en su organización al ejército regular. Es decir, las milicias son mejores que los campesinos armados, y entre estos son preferibles los que están mandados por oficiales del ejército que los súbitos furores aldeanos. Los ejércitos españoles, en su opinión, nunca estuvieron completos, y nunca bien organizados. Cuando se dispersaban, lo que ocurría con muchísima frecuencia, se podría decir que la guerra habría terminado en España, pero no fue así porque las partidas la mantenían en todo su vigor. Esta fue su contribución moral al combate. Con la llegada
250. Napier (1853: III, 189).
de los ejércitos ingleses, las partidas pudieron atacar continuamente las comunicaciones del enemigo. Esta fue su contribución militar. Sin embargo, el número total de los guerrilleros no pasó nunca de los 30000, y además la mayoría no habría podido subsistir sin la ayuda británica, a no ser que en el país surgiese de repente un espíritu de orden, lo que no ocurrió. Cuando un jefe de partida recibía grados del ejército regular se volvía menos activo, y no solo él, sino las partidas en conjunto. Esto ocurrió en los hombres tanto por su vida sacrificada, por las derrotas continuas, como por el mal ejemplo y mal tratamiento de los jefes, sobre todo los del ejército, más que los suyos propios. El patriotismo no resiste a la humillación continua. Por eso cuando se reunieron las Cortes el patriotismo avanzó al par que lo hacía la esperanza, al mostrar la asamblea su reconocimiento al inmenso esfuerzo del pueblo.251 William Napier es un historiador que puede llegar a irritar por sus prejuicios a favor casi en exclusividad del ejército inglés, pero si uno prescinde, que ya es prescindir, de sus aversiones por otros hombres y pueblos, sus puntos de vista pueden ser objeto todavía hoy de fecundas discusiones, como en este caso.252
Napier recoge algunos nombres de guerrilleros entre los cuales no incluye ningún aragonés, aunque los había. Su idea es que Suchet se hizo el amo indiscutido de Aragón, no tanto por la fuerza de las armas, cuanto por su excelente administración (lo cual es cierto, pero habría que recordar al historiador que la administración no existiría si previamente no hubiesen actuado las armas). Ese panorama de paz y casi de felicidad solo tenía una excepción: Espoz y Mina desde Navarra se comunicaba con las partidas del Moncayo y de Albarracín, ayudadas ocasionalmente por el Empecinado y Durán, con ramificaciones que llegaban hasta Cuenca y Guadalajara, e incluso a las cercanías de Madrid. Mientras tanto, Villacampa desde Albarracín conectaba con el ejército de Valencia, y también con Cuenca.253 La reunión de las Cortes dio nuevo vigor a la resistencia en España, lo que significó mayores problemas para Suchet. Este se encontraba perplejo: todas las medidas que había tomado para asegurar el aprovisionamiento de sus tropas en Aragón habían resultado insuficientes, y además el ejército no podía depender de Francia, sino de los recursos locales. Resolvió profundizar en sus planes de siempre, es decir, la mejora de la administración en toda la provincia, de forma inteligente y mesurada, por lo que Napier no oculta su admiración.254 Ni que decir tiene que la única china en el zapato para este programa, o quizás la más relevante, la constituían los guerrilleros. Napier, en otro momento, a propósito de su admirado Wellington, recuerda un dicho que se atribuye a Enrique IV de Francia: «Los grandes ejércitos en España morirán de hambre, mientras que los pequeños serán derrotados»255 (los ejércitos invasores, se entiende). En
251. Napier (1853: III, 217-218). 252. Cf. Derry (1988). 253. Napier (1853: III, 186-189). 254. Ibídem, vol. III, pp. 202-204. 255. Ibídem, vol. III, 327.
mi opinión, ni siquiera en el siglo XVI ese pensamiento correspondía a la realidad, pero expresa muy bien la idea generalizada en algunos ambientes extranjeros de que toda España, de los Pirineos a Gibraltar, es un inmenso desierto, lo que contrasta fuertemente con el verdor atlántico de Portugal.
Los alcaldes del Roncal el 9 de febrero de 1810 escribieron al jefe de batallón Renouvier asegurándole su lealtad. Renouvier en abril y mayo de 1810 se dedicó a combatir a los guerrilleros del Alto Aragón. Al enterarse los españoles de que nuevas fuerzas salían de Pamplona y que otras se estaban preparando en Oloron, decidieron capitular, sobre la base del respeto a las personas y las propiedades. El valle del Roncal se comprometía a pagar a los franceses una contribución en ganado lanar y los franceses garantizaban su inmediata evacuación.256 Esto era un arreglo fronterizo, necesario probablemente, pero provisional. Por su mismo carácter distaba mucho de resolver los problemas de fondo de España y Francia. No lo pretendía, solo era un acuerdo local; hoy diríamos que se había intentado crear una burbuja. Por ello la guerra de guerrillas renacerá en la zona, bajo los mismos parámetros y con nuevos hombres.
Para la política de Suchet, que deseaba apoderarse de Tortosa y de Valencia, Mequinenza resultaba fundamental. Al día siguiente mismo del asalto a Lérida un destacamento por la orilla izquierda del Segre se situó ante la plaza, mientras que Musnier, descendiendo por la orilla derecha, comenzó el ataque el 20 de mayo de 1810. Para abrir camino a la artillería los ingenieros franceses tuvieron trabajo en los días posteriores. El 30 de mayo llegó el barón Rogniat, teniente general de ingenieros, quien venía directamente de Francia con varios oficiales, al frente de sus compañías de zapadores y mineros, todos los cuales se incorporaron inmediatamente al trabajo. Los defensores intentaron una salida el 31 de mayo, que resultó infructuosa. El 2 de junio 18 cañones, 6 de ellos de 24 libras, fueron llevados a las alturas para eliminar los puestos avanzados españoles. La labor de estas armas, completada con la mosquetería, obligó a los españoles el día 3 a retirarse al castillo. El 7 llegó Suchet. Siguió un formidable bombardeo que acabó con las defensas exteriores y, aunque todavía intentaron los españoles defenderse con sus mosquetes, a las diez de la mañana del 8 de junio de 1810 el gobernador capituló. Fueron hechos prisioneros 1400 hombres, se ocuparon 45 cañones y gran cantidad de pólvora y de hierro colado, y provisiones para un trimestre. Un año después se condenó a muerte al antiguo comandante español de Mequinenza, llamado Carbón, por haber roto su palabra al escaparse de Francia y hallarse capitaneando una cuadrilla de facinerosos. Sería ejecutado en cuanto fuera habido.257 Dos días después de la caída de Mequinenza llegó el turno de Morella, con lo cual el mariscal Suchet logró sus objetivos con vistas a Cataluña y Valencia, es decir, en lo inmediato, Tortosa y Tarragona; pero ya este tema nos aparta del Alto Aragón.258
256. Iribarren (1965: 64-65). 257. Gaceta Nacional de Zaragoza, 66, 11 de agosto de 1811. 258. Napier (1853: II, 326-328).
La única actividad guerrillera paralela al sitio de Mequinenza corrió a cargo de Sarto, quien intentó cortar la carretera Jaca-Zaragoza atacando en Ayerbe y en Zuera, pero fracasó. Una columna francesa se desplazó de Jaca a Arén para servir de ayuda a la guarnición de Benasque. Pero el 17 de junio de 1810 Napoleón le quitó a Suchet el mando sobre Benasque y el valle de Arén, los cuales fueron puestos bajo la jurisdicción del 11º Distrito Militar francés y la supervisión del general Armand-Nicolas Vouillemont. Al perder el mando Suchet se desentendió de este territorio, el cual quedó de hecho entregado a su suerte.259 Un órgano patriótico, la Gaceta de Aragón, dice que en unas cartas que fueron interceptadas se hablaba de las dificultades que experimentaron los franceses, que ya no tenían de quién echar mano para sus correos. Su comunicación con Francia pasaba por Jaca, que se hallaba amenazada por las guerrillas, lo mismo que Benasque. Las guerrillas, decían esas cartas, «infestan la montaña, y recorren las Cinco Villas».260
De algunos guerrilleros aragoneses o que operaban en el Alto Aragón solo conocemos su nombre o apodo y la fecha de su muerte. De mosén López únicamente sabemos que actuó en los primeros meses de 1810. Manuel Jiménez (alias Tiroliro de Yeste) y Antonio Barat, de Biescas, fueron hechos prisioneros en 1810 por los paisanos del valle de Tena y ejecutados. Los Corruncuy fueron dos jefes guerrilleros hechos prisioneros por los franceses, con el coronel Manuel Solano, en Blancafort (Lérida) la noche del 14 al 15 de marzo de 1811. Su suerte, probablemente, fue la misma que la del coronel con el que iban. Manuel Solano se había hecho cargo de los Tiradores de Doyle después de la rendición de Jaca el 21 de marzo de 1809. Luego tomó parte en el sitio de Lérida y después en el de Mequinenza (junio de 1810), donde fue derrotado, pero logró huir con unos cuantos hombres. La Gaceta de Aragón lo explica diciendo que el espíritu de libertad no se había extinguido en las montañas del reino, de cuyas rocas salieron en otro tiempo los héroes que lo liberaron del yugo árabe. Todo ello a propósito de un oficio del comandante general, Carvajal (Albarracín, 25 de diciembre de 1810), en el que se alababa la bizarría del teniente coronel Manuel Solano, enviado por Doyle a aquellas asperezas para crear el batallón de su nombre, el cual, uniendo a las suyas las fuerzas de los guerrilleros Francisco Montardit y Anselmo Alegre, Cantarero, marchó sobre Benabarre, mientras Antonio La Oliva atacaba Graus. Los franceses fortificaron el convento de San Agustín, al que Solano puso sitio el 27 de noviembre de 1810, después de ocupar las calles adyacentes. El comandante francés se negó a rendirse, pero lo hizo el 28, con tal que se le condujese a Francia con toda su tropa para ser canjeado. El 3 de diciembre le atacaron los enemigos en el puente de Montañana, que solo cedió con gran pérdida para los atacantes. Entre estos se hallaban muchos españoles, mandados por el infame Chandón. «No tardarán estos miserables en pagar con su sangre el delito con que se han manchado para siempre, sufriendo la misma pena que un espía
259. Alexander (1985: 76). 260. Gaceta de Aragón, 23, 4 de agosto de 1810.
y un gendarme español, que, hallándose confesos y convictos, fueron en el acto pasados por las armas».261 Solano huyó de nuevo, fue por tercera vez derrotado en Arén el 3 de enero de 1811, lo que le obligó a pasar a Cataluña, y finalmente en Blancafort entregó las armas ante los franceses. Para Cantarero, la rendición de Solano, y su consiguiente muerte, fue una humillación, y juró venganza. No hubo ocasión. Los franceses retuvieron preso a Solano durante treinta y ocho meses, y después lo fusilaron. Ignoro las razones de esta conducta. La Gaceta de Aragón, equivocándose respecto al lugar de la muerte, y añadiendo un pathos que se estimaría patriótico, dice que Solano cayó prisionero en las sierras de Benasque y presenció la muerte de varios de sus soldados antes de ser él también atado, arrastrado, punzado, escupido y llevado en triunfo por aquellos que el periódico califica de caribes. 262 Estos casos son tremendamente ilustrativos de las dificultades de la vida guerrillera: penurias de todas clases,263 con el apoyo ciertamente de la población local, pero si este alguna vez faltaba, porque tampoco los habitantes llevaban una vida cómoda, si tomaban a la fuerza lo que no se les daba de buen grado, se convertían o eran considerados enemigos de aquellos mismos a los que con su lucha defendían. Si se rendían a los franceses el peligro se duplicaba: los napoleónicos y los patriotas por igual juraron acabar con ellos.264
Suchet recoge la derrota de Solano en una nueva orden del ejército en la que da los nombres de los que más se distinguieron en la jornada, y entre ellos menciona a Joaquín Ornat. Habla después de luchas contra el Empecinado en los límites de Guadalajara y otras en torno a Teruel y Castellón, concluyendo con algún apresuramiento que a últimos de enero el general Abbé rechazaba «de las fronteras de Aragón las partidas de insurgentes que infestan el mediodía de la provincia». Por su parte, Harispe hizo huir a «Mina Despoz» (sic), que se había infiltrado desde Navarra en Aragón.265
Después de la toma de Lérida y Mequinenza Suchet no alteró la composición de sus tropas en el Alto Aragón. Entre Mequinenza, Monzón, Benasque y Jaca estaban repartidos 1300 hombres, y un batallón más bien débil se hallaba en Huesca. Dos escuadrones de gendarmes vigilaban el Alto Cinca y otros dos protegían la ruta Jaca-Zaragoza. Los dos últimos posteriormente fueron llevados a las Cinco Villas. Coincidiendo con la campaña valenciana, el general Claude-Joseph Buget instaló en Huesca su cuartel general. No encontró mucha resistencia cuando a lo largo de 1810 quiso limpiar (de guerrilleros) el área en torno a Huesca.266
261. Gaceta de Aragón, 1, 2 de enero de 1811. 262. Gaceta de Aragón, 29, 13 de abril de 1811. 263. Alexander (1985: 83). Las terribles penurias por las que pasó Pedro Villacampa por tierras castellanas y turolenses pueden verse en Gil Novales (2003). 264. Las biografías de estos personajes pueden verse en Gil Novales (2005). 265. Suchet, Orden del Ejército, Zaragoza, 6 de febrero de 1811, Gaceta Nacional de Zaragoza, 16, 21 de febrero de 1811, pp. 71-73. 266. Alexander (1985: 79 y 83).
Los franceses intentaron dotarse de unidades españolas a su servicio. En Jaca se creó una compañía de gendarmes españoles, que el 3 de enero de 1811 actuó en la acción de Arén. En ella se distinguió el sargento Joaquín Ornat, quien fue incluso felicitado por Suchet. La idea pareció inteligente y fecunda, y acaso lo era, aunque pronto se vio que sus resultados no eran los esperados. Por lo pronto, el 1 de marzo de 1811 los franceses crearon en Calatayud, Daroca, Teruel y Alcañiz cuatro compañías de fusileros, con las que buscaban que los españoles se asociasen a su lucha y, más específicamente, creyendo que lo propio de los guerrilleros era la aventura y la lucha, sin ideas o sentimientos de carácter político, ofrecerles la oportunidad de desertar, de cambiar de bando, pero no de vida. Al dar este paso los guerrilleros se convertirían en renegados o juramentados, es decir, gendarmes al estilo francés, y a su servicio. Tanto en este terreno como en la vida civil muchos españoles abrazaron la causa francesa de corazón, sin reservas,267 pero muchos otros lo hicieron por táctica, buscando la destrucción de los enemigos desde dentro de sus filas. Propósito arriesgado que confiere un especial dramatismo a este género de lucha. ¿Patriotas hasta el delirio o traidores y patriotas, según les conviniese? La compañía de Jaca, la elogiada por Suchet, dio de repente la campanada. En junio de 1811 se descubrió que Joaquín Ornat conspiraba para secuestrar a los propios jefes franceses de su unidad, y aun asesinarlos si oponían resistencia, y para apoderarse de Jaca en un audaz golpe. Descubierto, fue inmediatamente ejecutado. Con él fueron ajusticiados también Miguel Casanova, Miguel Alategui, Domingo Huesca y Basilio Latorre, todos ellos en Jaca. Solo el dato escueto de su muerte podemos aportar sobre estas vidas, segadas supongo en plena juventud. A pesar del entusiasmo inicial de Suchet por estas compañías de gendarmes aragoneses al servicio de Francia, el fracaso podría haber sido predicho simplemente contando. Únicamente 400 aragoneses se inscribieron en ellas, cuando la población de Aragón pasaba del medio millón.268 Francia podía tener mucha fuerza militar, pero no por ello la población se afrancesaba. Se limitaba a conjugar el verbo sanjorobarse y a lanzar improperios en voz más o menos queda.
El fracaso de las compañías no impidió que Napoleón siguiese con su proyecto de anexión de los territorios al norte del Ebro. Poniendo de momento en sordina los aspectos histórico-geopolíticos del tema, pensaba ahora en su significación fiscal. Quería cobrar directamente los impuestos, a través de su Administración. En lo que respectaba a Aragón, más exactamente a todos los territorios dependientes del mariscal Suchet, nombró intendente general al «maître de requêtes» del Consejo de Estado imperial, el barón Lacuée, con la ayuda de los auditores Combe-Siéyès, Du Mées, Arthenay, De Montigny, D’Hautefort y Victor d’Arlincourt.269
267. Cf. Gil Novales (2002). 268. Alexander (1985: 102-103). 269. Mercader (1959: 21 y 1893: 167-168).
Conviene subrayar el talento de que da muestra Napoleón al designar a los hombres que le van a representar en un punto tan sensible como es la administración económica de unos territorios que quiere anexionar a Francia: JeanGérard Lacuée, conde de Cessac (1752-1841), hijo de un teniente, oficial de infantería él mismo bajo el Antiguo Régimen, procurador general síndico de Lotet-Garonne, consultante de la Asamblea Constituyente, diputado en 1791 a la Asamblea Legislativa y miembro en las dos del comité militar, lo que le permitió influir en la legislación sobre el ejército. Después del 10 de agosto de 1792 fue por breve tiempo ministro de la Guerra. Organizó entonces el ejército de los Pirineos para repeler cualquier agresión española. En octubre de 1792 fue destituido bajo la acusación de federalismo, pero volvió en junio de 1795 como general de brigada al ejército de los Pirineos Orientales. A partir del 16 de octubre de 1795 representó a Lot-et-Garonne en el Consejo de los Ancianos. Miembro del Instituto de Francia, consejero de Estado y presidente de su sección de Guerra en 1801, gobernador de la Escuela Politécnica en julio de 1804, entre 1800 y 1805 se ocupó de redactar todas las leyes relativas al reclutamiento militar. Director general de Reclutamiento y Nóminas en 1806, ambos conceptos a la vez, supo rodearse de personal inteligente y activo. Creado conde en 1808 y ministro de la Administración de la Guerra entre 1810 y 1813, no participó en los Cien Días. Luis Felipe le hizo par de Francia en 1831. Durante mucho tiempo se pensó que Lacuée había sido un mero servidor de Napoleón, pero investigaciones recientes han demostrado que guardó siempre su independencia de criterio y se opuso al emperador en asuntos tan importantes como el matrimonio con María Luisa de Austria o la invasión de Rusia.270
La reorganización política de Aragón quedó plasmada el 6 de marzo de 1811, cuando Berthier redactó sus Instrucciones generales para la Administración de Aragón. 271 Aunque en virtud de ellas Suchet seguía teniendo el poder civil y militar en Aragón, del que el rey José quedaba excluido, de hecho, al ponerle en frente o al lado un intendente general, responsable de toda la administración civil de la provincia, Napoleón había creado un rival para Suchet. Estas Instrucciones fueron la guía por la que se rigió Lacuée en Aragón. Se entendía que el administrador militar del III Cuerpo de Ejército, Bondurand, ejercía solamente funciones de asesoramiento respecto de Lacuée, consagrando así explícitamente la primacía del poder civil respecto del militar. Lacuée confirmó a Luis Menche como intendente general a sus órdenes y no quiso cambiar a ningún funcionario, por miedo a introducir un gran desbarajuste en el ejército. Esto le enfrentó con Suchet, quien opinaba que con Lacuée no se cobraban los impuestos como era debido. El interesado contestaba que los buenos funcionarios franceses no querían servir en España, no solo por los problemas del país, sino por los bajos sueldos que se ofrecían. En el fondo de estas desavenencias había una contradicción
270. Parker (1985b). Tulard (1999: 127). 271. Berthier (1811). Se trata de un documento de los Services Historiques de l’Armée, en el castillo de Vincennes, al parecer nunca publicado (Alexander, 1985: 115).
fundamental: las Instrucciones proclamaban la superioridad del poder civil, pero reservaban a Suchet, un militar, el mando supremo. Suchet podía llamar estúpido a Lacuée, con notoria injusticia, pero las cosas no se arreglaban por eso.272
Incidentalmente, el tema Lacuée plantea la cuestión de la transformación de las instituciones españolas bajo el doble impulso de la Revolución y del Imperio. Aunque esto sea salirnos del marco estricto del Alto Aragón, conviene que le dediquemos un minuto de atención, por su importancia para el futuro nacional. Jacques Godechot afirmaba en 1970 que los ejércitos de la Revolución habían exportado las instituciones derivadas de la propia Revolución a Bélgica, los Países Bajos, la Alemania renana, Suiza e Italia. Lo mismo hicieron los ejércitos napoleónicos en el resto de Alemania, Polonia, España y la península balcánica. Sigue diciendo el autor que todo el Grand Empire presenció la abolición del feudalismo. Pero este principio fundamental sufrió excepciones cuando el propio Napoleón quiso atraerse a la nobleza de Alemania, Polonia y otros países. Los revolucionarios del siglo XIX tendrán como programa la anulación de esas excepciones. Y además siempre queda el Código Napoleón como factor igualitario, que aunque lleva el nombre del Emperador no es una obra personal suya, sino el resultado jurídico de la herencia revolucionaria. No dice nada de España a este respecto.273 Es lo mismo que expresa, sin detalles, en La grande nation, donde la herencia revolucionaria se colorea de nostalgia.274 Otros autores, en ese mismo volumen, completan y modifican los asertos de Godechot. Antoinette Joulia, escribiendo sobre los departamentos hanseáticos, indica que el emperador se ocupaba personalmente del tema, porque conocía las grandes dificultades que presentaba la anexión.275 Muy interesante, porque podría aplicarse a España, es la posición de Walter Markov respecto de los territorios alemanes incorporados a Francia, desde el punto de vista social: continuaba el progreso que se había iniciado con la Revolución francesa, pero ahora con pérdida de su elemento popular.276 El mismo Markov expuso la complejidad del Imperio napoleónico en su libro Grand Empire (1990).277 Heinz Otto Sieburg, tratando de la Confederación del Rin y de Prusia, lleva su tema a las reformas de Stein y de Hardenberg, mostrando su continuidad con lo intentado por Napoleón.278
Comparando estos datos con lo sucedido en España uno tiene la impresión, a la luz de lo que vemos en el Alto Aragón, de que el enfrentamiento de las autoridades civiles con las autoridades militares dentro del campo napoleónico anula en el tiempo corto todo progreso. Queda el ejemplo, evidentemente, queda la desamortización, ya aludida en otro momento, y queda como aportación científica el Código Napoleón, del que Palau cita en castellano una edición de Madrid
272. (Alexander, 1985: 103-105). 273. Godechot (1970). 274. Ídem (1983: 540). Es la última página del libro. 275. Joulia (1970). 276. Markov (1970). 277. Markov (1990). 278. Sieburg (1970).
(1809) y otra de Valencia (1812).279 El bibliógrafo no cita la edición de Barcelona (1839-1842), en la que el anónimo traductor resalta la profundidad de la doctrina, tan necesaria para una intensa revisión de la ciencia legislativa, y la admiración universal que el Código francés ha recibido.280 Al tiempo que aparece la edición barcelonesa del Código Napoleón, Alejandro Oliván Borruel publica en 1842 De la Administración pública con relación a España, «monumento jurídico de la Revolución francesa en su conjunto», primer intento, según la crítica moderna, de introducir en nuestro país los principios de claridad y eficacia que emanaban de la Revolución francesa y del Código Napoleón.281 Importante, desde luego, pero era el tiempo corto el que imponía la guerra.
Suchet podía conquistar Tarragona y Valencia, pero no podía acabar con la resistencia española, por falta de medios, acaso, por no poder resolver las contradicciones también. El ejército francés tenía que vivir sobre el terreno, lo cual creaba las condiciones básicas para que surgiera o aumentara la resistencia. Como consecuencia del decreto de 22 de noviembre de 1810 se efectuó en las Cinco Villas un reparto el 12 de enero de 1811. Conocemos las cantidades asignadas a doce pueblos de los setenta y dos que componían el partido: Ejea, Farasdués, Ribas, Tauste, Paules, Erla, Piedratajada, Puendeluna, Ardisa, Murillo, Concilio, Escorán, Santias, Las Casas de Esper y Sierra de los Blancos. De estos doce pueblos, la cantidad total, que se envió a Lérida, ascendía a 3225 cahíces, 7 fanegas, 4 almudes de trigo y 2483 cahíces de cebada (designada a veces con el aragonesismo de ordio). Y además carne, cabezas de ganado, camas para la guarnición, sábanas, mantas, etcétera. Las remesas de Barbastro se mandaban a Caspe. A finales de 1810 se remitían 300 quintales diarios de cebada, procedentes de Bienes Nacionales, es decir, de los secuestros de conventos y señoríos.282 Y lo mismo ocurría en otras zonas.
Esta sangría alimentaba a las guerrillas, que siempre estaban desapareciendo pero siempre volvían a aparecer. Guerrilleros famosos en Aragón fueron Espoz y Mina y el Empecinado. Del primero hablaremos un poco más adelante. El Empecinado fue enviado a Aragón el 15 de septiembre de 1811 para tratar de aliviar la presión que los franceses ejercían sobre Valencia, pero parece que no estuvo nunca en el Alto Aragón. Ya hemos seguido las rutas de Perena, no las de Villacampa porque su destino le apartó en esta época del Alto Aragón A Cubillas se le menciona en los primeros meses de 1810, sin más detalles. El gobernador francés de Jaca, Lapeyrollerie, ofreció el 6 de febrero de 1810 una gratificación a quien entregase al «facineroso» Miguel Sarasa y a otros. Entre ellos se incluía a Anselmo Alegre, Cantarero, que actuó sobre todo por tierras de Teruel y Zarago-
279. Código Napoleón. 280. Curso de Legislación. 281. Oliván (1954). El prólogo se reproduce con modificaciones en García de Enterría (1972: 23-33). Respecto a las contradicciones del personaje cf. Gil Novales (2005: s. v.). 282. Bayod (1979: 41-44 y 48-49). Este artículo, además de ocuparse de las Cinco Villas y Barbastro, lo hace también de Zaragoza, Borja y Tarazona.
Fabricación de balas, de Francisco de Goya (Patrimonio Nacional).
za, hasta encontrar la muerte en Villanueva de Sijena (Huesca) el 10 de julio de 1811. La fama y el recuerdo vivo de Cantarero quedaron incorporados en el himno de Monzón, en el que se dice: «El sublime pendón del Cantarero la senda nos trazó del ideal».283 De momento, a Alegre le sucedió en el mando de la partida su hermano Manuel, quien también fue llamado Cantarero. Mariano Larrodé, Pesoduro, era jefe de una partida de guerrilleros aragoneses dependiente de Espoz y Mina, quien le nombró capitán. Derrotado en Biota (Zaragoza) el 20 de septiembre de 1811 por el coronel Plicque, lo llevó este a Ejea de los Caballeros, donde fue ahorcado en mitad de la plaza.
Suchet no perdió la ocasión. El 25 de agosto de 1811 dio una orden del día que era un repaso general a la lucha contra las guerrillas en los meses de julio y agosto. Salen a relucir en su narración las guerrillas de Cataluña que trataban de pasar a Aragón, deshechas por Chlopicki y Plicque. Una de ellas, de la que no da nombres, fue puesta en fuga el 13 de julio en Luesia (Zaragoza). Pesoduro y el Malcarado fueron heridos el 25 en Castejón de Valdejasa; lograron difícilmente salvarse en las montañas, pero dejaron 50 «salteadores» muertos. Otros 20 fueron pasados por las armas. El 10 de julio en Valpalmas se interceptó a 145 guerrilleros que intentaban pasar de Cataluña a Navarra: 68 insurgentes muertos y 34 prisioneros. Esta vez no se dice nada de que fuesen ejecutados. El 22 julio, cerca de Soler, sobre el río Isábena, la cuadrilla de Oliva tuvo 5 muertos y 15 prisioneros. El 10 de julio Cantarero y otros 25 «salteadores» fueron muertos. Con él desaparece de Aragón «un ladrón famoso». También los dos hermanos Belianés encontraron la muerte en La Garriga y Urgel (Lérida). Sigue refiriendo victorias francesas sobre las bandas en Cataluña y en el Bajo Aragón y otras partes.284
Uno de los «facinerosos» aludidos por Lapeyrollerie era Francisco Sarto, pastor de Ansó y guerrillero después, a quien mató con 14 compañeros el jefe de batallón Renouvier el 20 de abril de 1810. El llamado Fidel actuó a finales de 1809 y comienzos de 1810 en el Alto Aragón, aunque se dice que un destacamento polaco lo derrotó en Illescas (Toledo) el 11 de enero de 1810. Se trata de Fidel Mallén, que antes de hacerse guerrillero era alcalde de Illueca (Zaragoza). La costumbre de llamarlo por el nombre de pila hace que a veces se le haya desdoblado: Fidel por un lado, Mallén por otro.285
Otro Mallén, José, natural de Almudévar, cambió su oficio de labrador por el de guerrillero en el Alto Aragón. Su biografía ofrece rasgos inusuales, como vamos a ver. Comenzó con las tareas típicas de toda guerrilla: interceptar correos, atacar convoyes y arrebatar al enemigo vestuarios, armamentos, toda clase de riquezas y prisioneros, que entregaba a los generales Espoz y Mina, Villacampa y Perena. Al darse cuenta de que Espoz tendría que abandonar la orilla izquierda del Ebro por falta de municiones de guerra, concibió el proyecto de instalar una fábrica portátil de pólvora y balas, que situó en la ermita de Santa Quiteria, entre
283. Buesa (2000: 274). 284. Gaceta Nacional de Zaragoza, 74, 5 de septiembre de 1811. 285. Yo mismo cometí el error en mi Diccionario biográfico aragonés (Gil Novales, 2005).
Alcubierre y Tardienta. Como la ermita estaba emplazada en un alto, José Mallén con 60 partidarios pudo fácilmente prever los ataques franceses, y aguantarlos cuando se producían. Antes de que llegasen los franceses enterraba todos sus instrumentos de trabajo, que eran morteros para picar el salitre, turquesas y otros, y cuando el peligro había pasado los desenterraba y proseguía su tarea. Durante veintitrés meses consecutivos llegó a fabricar tres arrobas de pólvora y doce mil balas al día, y también cartuchos, que después sus hombres por veredas desusadas llevaban a Espoz y Mina. La materia prima la sacaba de los chapiteles de las torres, de los órganos de las iglesias y de cuanto había en los pueblos, que se llevaba siempre con el consentimiento de los alcaldes. Él mismo hizo unos dibujos de su trabajo que regaló años después a la condesa de Mina, y pueden verse en el libro de José María Iribarren Espoz y Mina, el guerrillero. 286
Esto es hermoso, pero en Aragón, tras la derrota de Perena y la muerte de Sarto, entre otros, se observa un gran cansancio ante el hecho de la guerrilla. Las partidas no se renovaban porque nadie quería ir voluntario a cosechar derrotas, y por ello la propaganda insurgente hizo poca mella. Además, los habitantes empezaban a preferir la ocupación enemiga, por más brutal que fuera, a la destrucción. A comienzos de 1811 Plicque desbarató la partida de Baella, lo que permitió a los franceses recaudar las contribuciones sin dificultad.287 Pero acaso la característica de toda esta época estriba en que la desaparición del fenómeno guerrillero, anunciada por los franceses, fue seguida por su resurgimiento al poco tiempo.
El famoso Francisco Espoz y Mina, nacido en Idocin (Navarra) en 1781, se inició como labrador por la muerte temprana de su padre, hasta que en septiembre de 1808 se puso a servir a uno de los generales de Napoleón, Rotlland, o Rostolland,288 con el que estuvo tres meses. El 8 de febrero de 1809 entró como soldado voluntario en los Tiradores de Doyle, que se hallaban entonces en Jaca. Pasó luego a las órdenes de su sobrino Javier Mina, pero, al ser hecho éste prisionero el 29 de marzo de 1810, le sucedió en el mando de su partida y adoptó entonces el apellido con el que se hizo mundialmente famoso, que era también el de su padre (hasta entonces se había llamado Espoz Ilundáin). Con buen criterio los historiadores insisten en que no se pierda el apellido Espoz, para diferenciar al tío y al sobrino, pero las fuentes a partir de esta época abrumadoramente le van a llamar Mina. Su campo de acción fue Navarra y Aragón, casi con más propiedad la frontera entre Aragón y Navarra, y la frontera también entre ambas regiones y Castilla. Figura siempre como jefe de la División de Navarra. Su aparición en Navarra como heredero de su sobrino fue una auténtica calamidad para todos los responsables franceses de la guerra. El general GeorgesJoseph Dufour, gobernador de Navarra sustituido por Reille, acusó a Suchet de ser el responsable de este repentino rebrote de la guerrilla, por no haberle ayudado.
286. Iribarren (1965). 287. Alexander (1985: 77 y 91). 288. General de brigada, según Iribarren (1965: 55-56). No he encontrado más datos sobre este personaje.
Por el contrario, Suchet opinaba que el responsable era Dufour: más iniciativa, no más tropas, era lo que se necesitaba para acabar con el problema. Esperaba que Reille lo hubiera comprendido.289
Repetidamente se acusa a Espoz y Mina de crueldad, lo que parece indudable, pero hay que hacer la salvedad de que también sus enemigos fueron crueles, y volveríamos a estar en el viejo dilema de qué fue antes, si el huevo o la gallina. Napier opinó que la ferocidad de Espoz y Mina obedecía a necesidades de la guerra, pero que sin ellas su disposición natural era siempre viril y generosa. Como militar quizás no era un genio, pero tenía juicio seguro en todas las situaciones, y además sorprendente energía y constancia. Por su origen campesino, no admitía hidalgos en su partida.290 Algunas acusaciones conviene precisarlas: Espoz y Mina no cortaba las orejas de todos los prisioneros, únicamente las de los espías. Y, muchas veces, también era capaz de generosidad. Con frecuencia sus acciones no solo sorprenden, sino que admiran. Firmaba siempre sus partes de guerra en el campo del honor, y si todavía en agosto de 1810 se le mencionaba como tío de su célebre sobrino, muy pronto la celebridad fue suya y bien merecida, y hay que reconocer que él mismo se encargó de que sus hazañas se conocieran. Diríamos que las acciones y la fama se retroalimentan.
En las Cinco Villas Espoz y Mina encontró la manera de vencer la ya mencionada pasividad de los aragoneses. Derrotado, el 26 de marzo de 1811 se retiró a Sangüesa sin que Suchet pudiese hacer nada para evitarlo. Allí el jefe guerrillero descubrió que Suchet tampoco tenía fuerza suficiente para controlar las Cinco Villas. Cruzó entonces el río Aragón con 1500 hombres de infantería (dos batallones) y 200 de caballería, dejando otros dos batallones en Navarra para proteger su retaguardia. El 9º escuadrón francés, situado en Sos, tuvo noticia del movimiento de Espoz y pidió ser reforzado por el 10º, que se hallaba en Ejea. Lo que ocurrió a continuación demuestra el enorme talento militar de Espoz. Maniobró tan rápidamente que se situó entre Sos y Ejea antes de la llegada del 10º escuadrón. El 8 de abril de 1811 en una emboscada en Castilliscar aniquiló al confiado escuadrón de apoyo. Luego volvió a Navarra con los prisioneros, dejando en las Cinco Villas a Cruchaga con la misión de hostilizar a los franceses. La sorpresa de Castilliscar cayó como una bomba en el mando francés, ya que se pensaba que Espoz estaba ya completamente derrotado. Suchet reaccionó rápidamente. Ya el 7 de abril había enviado a Ejea una fuerza de 500 polacos para atacar a Espoz en Sangüesa. Esta vez mandó al general polaco Józef Chlopicki con 800 infantes y 200 caballos, que llegaron a Ejea el 12 de abril. El 13 otro batallón llegó a las Cinco Villas. Chlopicki, con 2200 hombres, liberó Sos y arrojó a Gregorio Cruchaga fuera de la comarca. La cuestión ahora era quién se quedaba en Sangüesa para evitar futuras incursiones de Espoz. Suchet opinaba que esa tarea le correspondía a Reille. Este, por el contrario, pensaba que no tenía sufi-
289. Alexander (1985: 76-77). 290. Napier (1853: II, 143).
cientes fuerzas en Navarra para instalar también una guarnición en Sangüesa, por lo que Suchet debía enviar fuerzas propias expresamente para defender la ciudad. La consecuencia fue que la permanencia francesa en Sangüesa fue esporádica, lo que equivale a decir que Espoz y Mina tuvo en ella una puerta abierta para penetrar en Aragón. Suchet dejó a Chlopicki en las Cinco Villas con 3000 hombres, lo cual le obligó a reducir sus fuerzas en el Alto Aragón, que fueron limitadas a cuatro escuadrones de gendarmes y al batallón de cazadores en Jaca y Benasque. Además, la guarnición de Lérida, 2200 hombres, impediría la entrada por ese lado de nuevas partidas guerrilleras.291
En mayo de 1811 Marie-François-Auguste de Caffarelli du Falga, con 2400 hombres, y Józef Chlopicki, con su brigada, decidieron perseguir a Espoz y Mina, quien se retiró a Aoiz y, viéndose en grave dificultad, disolvió su partida para que cada uno de sus componentes, atravesando las filas enemigas, se reuniera con él en otro paraje. La operación fue un éxito, aunque le costó 800 hombres. Resultado: Caffarelli se cansó de perseguir lo que ya no existía y abandonó Navarra. Después de la caída de Tarragona, Suchet llamó a Chlopicki para que realizase operaciones en el Alto Aragón. Esto era desvestir a un santo para vestir a otro. Lo principal de la lucha se trasladaba a la provincia de Teruel y regiones vecinas. Respecto al Alto Aragón solo se señala que muchos catalanes ingresaron en la partida de Mina y en algunas otras de la comarca. Otros catalanes vendieron sus armas para poder comer, lo que en las terribles condiciones de la guerra fue una fuente inesperada de rearme. Las cosas estaban mal, pero repentinamente resurgieron puntos de esperanza. Entre las partidas se menciona la de Belianés, dirigida luego por Cadet, quien fue arrojado a Urgel, derrotado y decapitado por el populacho. Los vecinos entregaron el cuerpo al coronel Jean-François Henriod, quien exhibió la cabeza en la puerta de Lérida. También Cantarero murió, este cerca de Candasnos el 10 de julio de 1811. Solo Pesoduro continuó con cierta actividad, pero realmente poco importante.292
Pero el 25 de mayo de 1811, en el puerto de Arlabán, entre Mondragón y Vitoria, Espoz tendió una emboscada al mariscal Masséna, que regresaba a Francia, y se apoderó de un convoy que 1800 soldados franceses escoltaban camino de su país. El navarro mató a 800 franceses, liberó a 20 oficiales españoles y 800 soldados que iban prisioneros, y se apoderó de un botín de 12 millones de reales. En la acción se distinguió Joaquín de Pablo y Antón, Chapalangarra, jefe del 1er batallón de Aragón, 6º de la División Navarra, nacido en Lodosa (Navarra), hacia 1785.293 Sobre la acción de Arlabán se han escrito muchas fantasías, que no voy a recoger aquí, ya que no tienen que ver con el Alto Aragón.294 Conviene distinguir entre esta acción y otra anterior en el mismo punto que tuvo lugar el 9 de abril de 1811. Solo añadiré que Gregorio Cruchaga no participó en ella por
291. Iribarren (1965: 234). Alexander (1985: 94-95). 292. Alexander (1985: 95-99). 293. Gaceta de Aragón, 50, 22 de junio de 1811. Madoz (1845-1850: s. v. Arlabán). 294. Cf. Iribarren (1965: 403 y ss.).
encontrarse enfermo.295 Entre los liberados se encontraba el coronel, capitán de Reales Guardias Españolas, Lorenzo Jiménez, quien sería el autor de la Breve noticia del célebre partidario el coronel don Francisco Espoz y Mina, y de la valerosa división de voluntarios navarros que manda, en que se manifiestan las grandes cualidades que adornan a este héroe de la nación española, su modo de hacer la guerra a los franceses y la severa disciplina militar que guardan sus soldados para co[ilegible]varse296 en un país ocupado en todos sus puntos por el enemigo. 297 Un amplio resumen de este opúsculo apareció en El Redactor General, 133 (25 de octubre de 1811), página 513; un aviso (hoy diríamos anuncio), en el Diario Mercantil de Cádiz del 30 de octubre, y también en la Gaceta de la Junta Superior del Reino de Valencia, 118 (26 de noviembre de 1811). No es extraño que el 24 de agosto de 1811 el general Honoré-Charles Reille ofreciese 6000 duros al que prendiera a Espoz y Mina, lo hiciera prender o lo matase.298
La caída de Tarragona planteaba el problema de los prisioneros, una parte de los cuales fueron llevados a Francia por el Alto Aragón y los Pirineos. Tenemos una buena descripción del paso de los Pirineos en las Mémoires de Jacques-Abraham Graindor, cabo de la brigada de Pâris. La ruta había sido Reus, Mora de Ebro, Caspe, Zaragoza y Jaca:
Veíamos ante nosotros los altos picos de los Pirineos, cuyas cimas estaban todavía cubiertas de nieve, a pesar de que nos encontrábamos en julio. Parecían estar a distancia de varias leguas, y que todavía necesitábamos tres largas jornadas para alcanzarlas. Metidos en los desfiladeros que forman las colinas al pie de esos picos, tuvimos que subir durante tres horas para alcanzarlas por un camino que da vueltas continuamente sobre sí mismo, y en el que no se puede marchar más que en fila india, dada su escasa anchura: a un lado teníamos los precipicios, al otro los picos cuyas cimas blancas parecían tocar el cielo. Formábamos con nuestros prisioneros una columna tan larga que parecía no tener fin. Cada cinco o seis prisioneros iba un soldado: si se hubiesen percatado en una vuelta del camino podrían haberse arrojado sobre nosotros, desarmarnos y arrojarnos al vacío. De hecho, algunos se escaparon en esas montañas. Una vez llegados a Jaca,299 plaza fuerte situada en una colina en medio de los Pirineos, Francia está todavía a dos jornadas de marcha. Al salir de la ciudad volvemos a entrar en los desfiladeros pirenaicos, encontramos un pueblecito construido en la roca, y en seguida llegamos a un paraje llamado el Port,300 en el que hay cantidad de cascadas que se precipitan de lo más alto de las montañas. Normalmente durante seis semanas en invierno no se puede pasar por este lugar. Se asciende todavía durante algunas horas, y al final se encuentran dos albergues, uno en territorio español y el otro en territorio francés. Entonces comenzamos el descenso, siempre entre los picos a un lado y
295. Gaceta de la Junta-Congreso deValencia, 58, 28 de junio de 1811. 296. Probablemente, conseguir salvarse. 297. Cádiz, Imp. de don Josef Niel, 1811, 15 pp. Palau resume el título completo en Riaño de la Iglesia (2004: II, 858). 298. Napier (1853: IV, 16-17). Alexander (1985: 206-207). Madoz (1845-1850: s. v. Calatayud). 299. El autor escribe Juka. El editor aclara que se trata de Jaca. 300. El Somport, según el editor.
los precipicios al otro. El único ruido que se escucha es el de las cascadas que seguimos encontrando de vez en cuando. Pasado un día, empezamos a entrever la bella llanura francesa, que se extiende a lo lejos hasta donde la vista puede alcanzar. Este fértil suelo es encantador. Llegamos entonces al Boulou, todavía a dos jornadas de Pau, capital del Béarn. El regimiento se quedó en Oloron, mientras que los cazadores tuvimos que seguir a Pau con los prisioneros.
Sigue contando luego que tuvieron que volver a España, a Zaragoza el 16 de julio y a Calatayud el 19, porque Villacampa amenazaba la ciudad, y porque la comarca estaba infestada de guerrillas, a las que tenían que eliminar.301
Suchet a lo largo de 1811 se preparaba para su gran operación valenciana y no se preocupó demasiado por las partidas. Él mismo debilitó su posición al reducir el ejército de Aragón a 5000 infantes y 300 caballos, aparte de 1800 gendarmes y cazadores en la orilla izquierda del Ebro. No solo era la fuerza más pequeña destinada en Aragón, sino también la peor. Parece lógico que Valencia se llevase la mejor parte. Pero de esos 5300 dejados en Aragón, más de 4000 eran polacos e italianos, y de ellos 2700 soldados porque les tocó serlo, incluidos los de los tres batallones italianos, sin preparación, mal dirigidos y desconocedores de Aragón y de los métodos de la guerrilla. El III Cuerpo, puesto por Suchet bajo la autoridad del general Musnier, ocupaba veinte puntos en la derecha del Ebro y otros tantos en el Alto Aragón. Suchet tenía 800 hombres en Calatayud, guarniciones en los ríos importantes, 300 hombres en las Cinco Villas bajo el mando de Plicque y los escuadrones de gendarmes seguían como antes: uno en Ejea de los Caballeros, otro en Zuera, dos en la línea jacetana de comunicaciones, uno en Huesca y otro en Barbastro. Suchet pensaba que tendría tiempo de conquistar Valencia antes de que los guerrilleros aprovechasen la debilidad en que había dejado Aragón. Algo falló en este cálculo, y ese algo fue la división italiana del general Philippe Severoli (6000 hombres), con la que Suchet contaba para cubrir el vacío. Por diversas razones, Severoli se retrasó y no llegó a Zaragoza cuando se le esperaba. Cumpliendo las órdenes de Blake, el Empecinado y Durán se presentaron ante Calatayud. La lucha comenzó el 17 de septiembre de 1811 y, después de varias incidencias, terminó el 4 de octubre con la rendición de la ciudad. Todos los intentos franceses de socorrerla llegaron tarde.
Más o menos por las mismas fechas en las que aparecía el elogio de Lorenzo Jiménez, Espoz y Mina hizo una incursión por Ejea de los Caballeros, Huesca y Ayerbe.
Estas operaciones se inscriben en un contexto más amplio, el de las órdenes dadas por el general Blake a José Joaquín Durán y Barazábal y al Empecinado en septiembre de 1811 para que invadieran Aragón, pero la Junta secreta del territorio disentía de la idea (lo de «secreta» es cosa de Napier). El Empecinado se encontró en dificultades, sobre todo cuando sus hombres fueron dispersados por Jean-Barthélemy D’Armagnac, que procedía de Cuenca. El Empecinado
301. Graindor (2002: 61-62).
recogió a su gente, se unió a Durán y juntos, con una fuerza de 6000 infantes y 2500 caballos, marcharon contra Calatayud. De acuerdo con ellos, Espoz y Mina pasó de Liébana a Navarra al mando de 5000 hombres, y al mismo tiempo las pequeñas partidas se mostraron muy activas, todos ellos socorridos con ropa y munición por el cónsul inglés en Valencia, Pedro Tupper. El 1 de octubre de 1811 el Empecinado se apoderó de El Frasno, lo que, como ya se ha dicho, permitió a Durán entrar en Calatayud, plaza en la que los ocupantes italianos y franceses no se entendieron demasiado bien.
Aunque mucho menos conocido que el Empecinado o Espoz y Mina, el palentino José Joaquín Durán y Barazábal (nacido en Cervera hacia 1755) no fue una figura sin importancia. Ascendido a brigadier como consecuencia de su participación en la batalla de Bailén (19 de julio de 1808), en los años siguientes se le encuentra combatiendo sobre todo por tierras sorianas.302 Su nombre va ligado al problema moral del respeto de la vida de los prisioneros tanto en 1811 como en 1812; no los prisioneros extranjeros, sino los españoles colaboracionistas. Durán, en su parte de Deza (Soria) del 27 de julio de 1811, comunicó al marqués del Palacio que le mandaba 86 prisioneros napolitanos y polacos, hechos en las acciones de Ariza (15 de julio de 1811) y Calatayud (24 de julio de 1811). Además, en esta última acción se apresaron 16 gendarmes, un oficial y un tambor, todos españoles,
a los que me he visto en la precisión de mandar pasar por las armas, excepto el último por su corta edad, falta de reflexión en su conducta, y no ser plaza de armas, a la fuerza de los clamores de los oficiales y tropa, y de los pueblos que han sido sacrificados por ellos, pero habiendo precedido sin embargo, una junta de jefes que acordaron la imposición de aquella pena, y con presencia también de los reales órdenes.303
Es decir, buscaba toda clase de argumentos para acallar su conciencia, ya que, si hemos de creerle, el crimen procedía de otras instancias. Luego tuvo otras cuestiones de esta naturaleza, por las que dijo asumir su responsabilidad. Se encuentra a Durán en nuevas acciones en Tarazona, La Almunia, Ricla y Calatayud.304
Mientras tanto, Espoz y Mina en septiembre de 1811 había reorganizado su partida y recibido órdenes del general Gabriel Mendizábal para que invadiese Aragón. Efectivamente, el 10 de octubre de 1811 entró en las Cinco Villas con dos batallones y su correspondiente caballería, o sea, entre 1500 y 1700 hombres. La guarnición de Ejea se rindió al día siguiente, el 11, aunque el general Louis-Henri Loison pudo escapar con su caballería. Espoz cogió abundante grano en Ejea y se valió de 700 aragoneses para llevarlo a Navarra. Reille se enteró
302. Cf. Gil Novales (2005: s. v.). 303. Texto publicado en la Gaceta de la Junta Superior del Reino de Valencia, 75, 23 de agosto de 1811. 304. Sus partes a Joaquín Blake (Calatayud, 27 y 30 de septiembre de 1811) se publican en la Gaceta de la Junta Superior del Reino de Valencia, 95, 11 de octubre de 1811, de donde los toma la Gaceta de Aragón, 83, 16 de octubre de 1811.
el 14 de este movimiento y mandó a las Cinco Villas al 9º de húsares, pero cuando supo que Espoz había entrado en Ejea lo hizo regresar a Navarra. La Gaceta de Aragón, cuya máxima esperanza eran los guerrilleros, y aún querría que hubiese más, trae a colación a los franceses de La Almunia de Doña Godina, fuertemente estrechados por Antonio Hernández (a estas horas ya habrían caído prisioneros); todo el partido de Calatayud y el señorío de Molina estaban libres, el «comandante Mina» (sic), después de la acción de Ayerbe, se dirigió a Huesca, donde «tuvo otra función no menos feliz que la anterior, batiendo, degollando o aprisionando todas las tropas francesas derramadas por aquel partido».305 Estas informaciones se amplían en el número siguiente.
En Huesca bastó el nombre de Mina para que la mayoría de los franceses se entregasen prisioneros, y solo unos pocos huyeron. Lo mismo habría ocurrido en Sos.306 Efectivamente, Espoz se había dirigido a Ayerbe con dos batallones y habría entrado en la ciudad el 16 de octubre, mientras la guarnición se refugiaba en un convento previamente fortificado. El navarro comenzó a minarlo. El mismo día, Cicopieri, jefe del recientemente llegado 7º regimiento italiano, recibió la orden de ir a Huesca, y desde allí, reforzado con la caballería de Loison, que había salido de Ejea, el 17 se presentó en Ayerbe. Surgió un problema inesperado: el comandante de Ayerbe no quería abandonar la ciudad porque creía que tenía elementos suficientes en su convento para resistir un largo asedio, y Cicopieri no quería quedarse en Ayerbe. Al dejar la plaza, este último fue atacado en Plasencia de Gállego (o del Monte) por Espoz y Mina. Después de tener 200 muertos y 271 heridos, Cicopieri tuvo que rendirse. Espoz no pudo continuar el sitio de Ayerbe, porque la guarnición aprovechó su marcha a Plasencia para destruir todo lo que él había hecho para minar el convento. Tras la batalla de Plasencia del Monte (17 de octubre de 1811), Espoz entró en Huesca el día siguiente, 18, pero su intención no era quedarse, sino atraer hacia esta zona a las tropas francesas que se hallaban en Navarra, o a parte de ellas.307 Y también sacar dinero. Exigió al Cabildo una fuerte cantidad, fijada posteriormente en 1500 duros, a título de donativo. (Era difícil que en esta época se devolviesen los préstamos, pero por lo menos quedaba la esperanza). Y también 114000 reales, que pagaron los habitantes. Luego volvió a Sangüesa, adonde llegó el 27 de octubre.308
Incidentalmente, la brevísima ocupación de Huesca por Espoz y Mina, el 18 de octubre de 1811, había producido un hecho singular: la huida a Zaragoza del chantre Dionisio Bardají de Azara, futuro cardenal, quien alegó la inseguridad que dominaba en la ciudad mientras las tropas imperiales no consiguieran acabar con las partidas. Es decir, para este miembro del alto clero, de antigua familia aragonesa, el peligro venía en forma de partidas guerrilleras, y no de la ocupación francesa. No había nada de ideología o, si se quiere, de patriotismo en
305. Gaceta de Aragón, 90, 9 de noviembre de 1811. 306. Gaceta de Aragón, 91, 13 de noviembre de 1811. 307. Marcén (2000: 106). Espoz (1962: I,79, col. 2). 308. Alexander (1985: 127).
esto. Lo que se imponía era la terrible realidad de tener que pagar. Como Espoz y Mina abandonó Huesca, la ciudad volvió a ser francesa. La ocupó de nuevo en diciembre de 1811. Para ello recurrió al expediente de minar lo que llamaba el fuerte (y otros, el castillo, es decir, Montearagón), ante lo cual los gendarmes se rindieron. En sus Memorias publica las principales capitulaciones, firmadas por Nicolás Úriz, en su nombre, y por el comandante André, pero omite la fecha. Abandonó Huesca, por la necesidad de ir a Sangüesa con los prisioneros, a fin de reconocer a Gabriel (Álvarez) Mendizábal como general en jefe del VII Ejército.309 Sin pérdida de tiempo, en enero de 1812 exigió que se le entregase el dinero procedente de las contribuciones del clero, y para hacer más fuerza se llevó prisioneros a tres canónigos. Recibió 55709 reales de vellón y4 maravedíes. A los pocos días Sarasa exigió otros 40000 reales de los fondos de la catedral, de los cuales responderían los canónigos que se llevó Espoz y Mina. Lo que por lo menos indica que colaboraban. Después de arrestar a otros seis prebendados, Sarasa obtuvo 20000 reales. Todos los guerrilleros volvieron a marcharse de Huesca, y en consecuencia otra vez pasó a la jurisdicción imperial. En abril de 1812 fueron los franceses los que exigieron al Cabildo dinero para alimentar a sus soldados. El deán Lorenzo López entregó 4000 reales que tenía en su poder, y otros 12804 de vacantes reales. En mayo fue el corregidor interino Mezquida310 el que pidió y obtuvo dinero (no consta la cantidad), y además medio cahíz de trigo o de harina, o su importe en moneda, a raíz de 5 duros por fanega. El Cabildo aceptó el pago, tanto en nombre de los canónigos presentes como de los ausentes. Parece que esta nueva pensión se repartió entre todos los vecinos de Huesca.
Los españoles habían abandonado Calatayud con sus prisioneros antes de la llegada de Louis-François Musnier de la Converserie el 6 de octubre de 1811. Pero los franceses abandonaron la plaza y los españoles volvieron a ocuparla. Esto proporcionó una vía de comunicación directa con Espoz y Mina. Entonces se habló de un plan conjunto, pero Espoz y Durán no se entendieron, por lo que cada uno actuó por su cuenta. Philippe Severoli llegó a Zaragoza procedente de Italia el 9 de octubre y, junto con Musnier, entró en Calatayud y desplazó a los españoles hacia Molina de Aragón, Daroca y Medinaceli. La guerra continuaba con Suchet haciendo un gran esfuerzo para recuperar la iniciativa y pacificar Aragón, pero también con los guerrilleros reagrupándose en los últimos meses de 1811. El 13 de diciembre de 1811 Caffarelli entró en Zaragoza con tres batallones, más otros dos y un regimiento de caballería que había dejado en Alagón. Podría disponer de otros cuatro batallones, que estaban en Tudela y Logroño, en cuanto el general Abbé tomase el relevo. En total, Suchet disponía de 24000 hombres en Aragón. La misión de Caffarelli no era la de pacificar la provincia y acabar con las partidas, sino la más elemental de no
309. Espoz (1962: I, 87-88). 310. Carezco de datos sobre él.
dejarse vencer. Mientras Reille empujaba al conde de Montijo por tierras del suroeste aragonés y Caffarelli buscaba a Durán en Calatayud, Espoz y Mina de repente entró otra vez en Aragón. A pesar de que Reille había advertido de que no se permitiese de ninguna manera que Espoz se acercase a Aragón, la marcha de Caffarelli a Calatayud fue algo así como abrirle la puerta.
Espoz en diciembre de 1811 pudo reorganizar tranquilamente su partida en las cercanías de Sangüesa. Con ella se presentó en Sos, donde la guarnición no aceptó ningún combate fuera de las murallas; después se situó a 3 millas de Zaragoza, y a continuación se dirigió a Huesca. En el anterior mes de octubre la guarnición francesa había abandonado la ciudad, pero ahora el gobernador del puesto fortificado,311 André, con 200 hombres, decidió resistir. Espoz y Mina comenzó a minar ese puesto (no se trata de jugar con el apellido). Caffarelli entonces dispuso que tres batallones cruzasen el Ebro en Alagón con la idea de cortarle la línea de retirada. Los batallones marcharon a Ejea, donde el 3 de enero de 1812 se les juntó con otro batallón procedente de Tudela. La fuerza resultante, una columna de 3000 hombres, fue puesta a las órdenes del general Jean-Antoine Soulier, quien llevaba al coronel Plicque como experto en la geografía de la región. Pero Abbé tuvo que dejar Sangüesa al ser amenazado por varias partidas de guerrilla enviadas por Gabriel Mendizábal, que se hallaba en Navarra. La expedición, no obstante, seguía teniendo el sentido de socorrer a la guarnición de Huesca. Plicque estaba más interesado en aislar a Espoz que en socorrer a la guarnición. Antes de que llegase Soulier, el 7 de enero de 1812 André se rindió. Espoz volvió a Navarra, pero los 200 prisioneros dificultaban su marcha. Caffarelli cometió un gran error al disponer que Soulier actuase contra los ladrones que pululaban por la región, en lugar de perseguir a Espoz. En enero de 1812 Suchet entró en Valencia. La noticia es importante, evidentemente, pero se puede decir que tan gran acontecimiento le había costado el Alto Aragón.312
Para remediar esta situación Suchet puso al general Reille al frente de un nuevo Ejército del Ebro, formado con 20000 reclutas, de ellos 16000 listos ya para el combate. Reille se dirigió a Lérida, ocupó con su división el Alto Aragón, hizo que Severoli se situase entre Lérida y Zaragoza, Bernard-Georges Frère entre Lérida, Barcelona y Tarragona, y Palombini entre Soria y Calatayud para mantener la comunicación de Suchet con Caffarelli du Falga, que entonces mandaba el Ejército del Norte. La guerra siguió por las actuales provincias de Zaragoza, Soria, Guadalajara y Teruel, y, mientras Abbé perseguía a Espoz, como hemos visto, Durán por sorpresa entró en Tudela, donde destruyó el parque de artillería. Se produjo una situación de órdenes contradictorias: Palombini, que se hallaba cerca de Madrid, se lanzó en persecución de Durán, pero cuando estaba preparando barcas para cruzar el Ebro le llegaron órdenes del rey José de que se
311. Se trata probablemente del convento de Nuestra Señora del Carmen Calzado, o acaso del de Santa Clara. Cf. Guirao y Sorando (1995: 171n). 312. Alexander (1985: 117-140).
uniese al Ejército del Centro. Los preparativos de Wellington inspiraban al rey gran temor por su propia capital. También Caffarelli volvió a Vitoria. Todos estos movimientos salvaron a Espoz.313
Tras los reveses guerrilleros en el Alto Aragón, Miguel Sarasa a finales de 1811 y comienzos de 1812 tuvo que reagrupar los restos de las partidas de Cantarero y Pesoduro. Con la fuerza resultante fue a Salas, Graus y Barbastro. El comandante francés de Barbastro, Halmont, jefe de la gendarmería, solo tenía 127 hombres, por lo que su única opción fue encerrarse en la fortaleza. Sarasa siguió hasta el Cinca y el Segre en febrero de 1812, junto con Eroles. Mandaba entonces 1000 hombres, con el título de Tiradores de Ribagorza. Este cuerpo se había creado en diciembre de 1808, pero había sido reorganizado en julio de 1810. Desde Graus, el 27 de enero de 1812 escribió una carta a Luis Lacy en la que le detallaba sus operaciones. Llegó a bloquear Benasque y a hacer alguna incursión en Francia. Reille, que tenía problemas para alimentar a sus tropas, solamente pudo trasladar desde Cataluña al Alto Cinca dos batallones italianos, al mando de Paulini. Este ni siquiera se atrevió a enviar destacamentos a cobrar los impuestos y, ante la presión de Eroles, Reille le autorizó a retirarse a Monzón si fuese necesario, y permitió también que Halmont evacuase Barbastro si no tenía otro remedio. En realidad, según confesó, no conocía el terreno en que se movía. No hizo falta. El 25 de febrero de 1812 Paulini obligó a Eroles a volver a Cataluña, mientras que él, por falta de alimentos, hubo de retirarse a Graus. Eroles consiguió llegar a Benabarre.314
Por su parte, Joaquín Ibáñez Cuevas, barón de Eroles, en febrero de 1812 levantó y armó una nueva división, con la que entró en Aragón procedente de Cataluña. Le siguió Pedro Sarsfield, conde de su apellido. Eroles, futuro absolutista, nacido en Talarn (Lérida) en 1794, era contrario a los privilegios de los catalanes en materia de quintas; se sentía portador de las glorias españolas, que ejemplificaba en las hazañas de Roger de Lauria en Grecia al frente de catalanes y aragoneses, de Hernán Cortés en México, de los tercios de Castilla en Flandes y en Italia o conduciendo prisionero a Madrid a Francisco I de Francia.315 Se mostraba durísimo con los afrancesados y con los prisioneros. Con gran satisfacción, él mismo calificaba de carnicería una de sus acciones.316 Ni que decir tiene que se trata de un personaje del Antiguo Régimen. En la ocasión, después de pasar por Graus, Eroles amenazó la zona entre Fraga y Huesca, pero en estas ciudades se habían situado sendos destacamentos de la brigada Bourke del Ejército del Ebro, y además llegó Severoli de Valencia. Eroles entonces se situó en las alturas de Roda, después de haber dejado 500 hombres en el valle de Benasque. Le quedaban 1000 infantes, 3 cañones y 200 caballos. Jean-RaymondCharles Bourke se dirigió a toda prisa de Benabarre a Benasque. Eroles com-
313. Napier (1853: IV, 172-175). 314. Alexander (1985: 149-151). 315. Gaceta de Valencia, 68, 26 de enero de 1810. 316. Noticiero de Vique, 6 de octubre de 1812. Gaceta de Barcelona, 280, 7 de octubre de 1812.
prendió su situación: podría perder los 500 hombres de Benasque o aceptar batalla. Confiando en la ayuda de Sarsfield, que por cierto no llegó, se colocó en una posición, flanqueado por precipicios y con el concurso más que oportuno de las partidas de guerrilla. Bourke, dejando dos batallones de reserva, atacó con el tercero, pero, después de perder 150 hombres (Eroles perdió 100), optó por la retirada. Eroles celebró su victoria con palabras harto fantasiosas. Ante la proximidad de Severoli, Eroles se retiró a Talarn. Con estos protagonistas, y otros, Luis Lacy, por ejemplo, la guerra prosiguió en Cataluña.317
No tuvieron éxito los intentos de Reille de acabar con la guerrilla en el Alto Cinca. Reforzó los dos batallones de Paulini con soldados que ya sobraban en Valencia y ordenó al general Bourke que se uniese a Palombini en Monzón. Así Bourke dispondría de una fuerza de 2100 hombres, de ellos 200 de caballería. Su misión era arrojar a Eroles más allá del río Noguera Ribagorzana. Después se le uniría Severoli, con tres batallones, para avanzar hacia Talarn, empujar a Eroles, cuanto más lejos mejor, y reunir todo el alimento que fuese posible, a fin de crear, a modo de tapón, una zona desértica entre Cataluña y Aragón. El plan comenzó a cumplirse. Eroles, con 3000 hombres aproximadamente, ocupaba una fuerte posición en Roda, al norte de Benabarre. Bourke llegó a Roda el 5 de marzo de 1812 y empezó el ataque a las once de la mañana. Pero no consiguió su objetivo y, dejándose llevar por el temor de que si se comprometía más el resultado podría ser funesto, se retiró a Monzón. Llevaba consigo 203 heridos. Dejó 60 muertos. Reille se puso furioso al conocer la noticia: si Bourke hubiese aguardado tan solo unos días hasta la llegada de Severoli, el resultado de la batalla de Roda habría sido muy diferente. Suchet estuvo de acuerdo en que la derrota se había debido a que Bourke no había esperado a Severoli, y añadió que Bourke había demostrado en la ocasión mucho valor pero poca inteligencia. Sea como sea, el resultado fue que Eroles dominaba el Alto Cinca. Los franceses tuvieron que alterar todos sus planes. Reille ordenó a Severoli que, en lugar de dirigirse al Noguera Ribagorzana, se uniese a Bourke en Monzón. Su intención era reforzar a Severoli con otras dos divisiones. Había que buscar la forma de parar a los insurgentes, no solo al marqués de Eroles, sino también a Pedro Sarsfield, del que se decía que estaba avanzando hacia Balaguer. Reille ordenó a Claude-MarieJoseph Pannetier, recién llegado de las Cinco Villas, que se dirigiese a Huesca con cuatro batallones a fin de que se constituyese en fuerza de reserva para todo el Alto Aragón. Suchet pensaba además en que los movimientos insurgentes podrían aislar de Francia a las tropas de su mando. Por ello autorizó a Reille para que dispusiera de los dos batallones que Pannetier había dejado en el Jalón.
En febrero de 1812 Espoz y Mina rechazó un ataque cerca de Lodosa (Navarra), llevó a Motrico a los prisioneros hechos en Huesca y tuvo bloqueada a Zaragoza, aunque a distancia. Siendo como era antiguo gobernador de Navarra, para Reille fue muy penosa la decisión de trasladar a Pannetier de las Cinco Villas a
317. Napier (1853: IV, 177-178).
Huesca, porque comprendió en seguida que esto era como dejar la puerta abierta para que Espoz y Mina volviese a Aragón. Abrigaba no obstante la esperanza de que Caffarelli impidiera al jefe guerrillero invadir Aragón. Cuando se supo que la insurgencia catalana no había aumentado, Reille el 19 de marzo de 1812 ordenó a Pannetier que volviese a las Cinco Villas. Pero esta orden cayó en manos de los insurgentes, y Reille no la renovó hasta el día 23. Severoli reanudó sus operaciones contra Eroles el 1 de abril de 1812. El 5 entró en Talarn y en Tremp y siguió algo más, solo para descubrir que Eroles se había marchado, pues su táctica era la de no aceptar combate. También los habitantes habían huido, llevándose consigo todos los alimentos que pudieron y el dinero. Severoli tuvo que regresar al Cinca con tan solo 2 prisioneros. La frontera entre Aragón y Cataluña a finales de abril permanecía en la misma relación de fuerzas que en febrero.
Como Reille había previsto, la marcha de Pannetier a Huesca favoreció a Espoz y Mina, porque dejó sin defensa las Cinco Villas. Jean-Marie Dorsenne tenía en marzo de 1812 cuatro columnas en el valle del Roncal cuya misión era acabar con el famoso guerrillero, pero este pudo escapar a las Cinco Villas. En ese mismo mes de marzo de 1812 Espoz se situó con un destacamento en Pina y capturó uno de los convoyes que Suchet enviaba a Mequinenza. Esta vez la persecución corrió a cargo de Claude Pannetier, quien salió de Huesca dirigiéndose al Gállego y luego siguió hacia Jaca, pero cometió el error de creer que Dorsenne impediría la marcha del guerrillero a la región del Gállego. De hecho, no hubo cooperación entre los generales franceses, y Mina pudo llegar también hasta allí. La circunstancia de que Espoz tan pronto estuviese en una provincia como en otra obligó a los franceses a una rotación a la que no estaban acostumbrados.
Era natural, o casi natural, que los responsables franceses no acertasen a colaborar. Según algunas fuentes, Espoz, sorprendido por la repentina llegada de Pannetier, estuvo a punto de perder la vida, pero escapó a la Rioja, donde también se le perseguía, y con su habilidad inaudita reapareció cerca de Vitoria al frente de 5000 hombres, quienes hicieron 17 leguas (90 kilómetros) en veinticuatro horas.318 En Arlabán (9 de abril de 1812) derrotó a un regimiento polaco que se dirigía a Francia escoltando un gran convoy compuesto de tesoros, 400 prisioneros españoles, bagajes, los acostumbrados acompañantes de los ejércitos y varios oficiales franceses. Esta fue la segunda acción de Arlabán. Espoz ganó, según se dice, un millón de francos, además de equipajes, armas, provisiones y plata de las iglesias, que previamente habían robado los franceses. Puso en libertad a los prisioneros, los cuales eligieron entrar en su partida. Como dice Alexander, en Arlabán Espoz convirtió la persecución de que era objeto en un desastre imperial. Después de la batalla, Espoz a mediados de abril se unió en Sariñena con la banda del Malcarado, y en seguida se retiró con el botín a Robres, en la sierra de Alcubierre. Los afrancesados avisaron a Pannetier de la presencia
318. Iribarren (1965: 307).
de Espoz en el pueblo, con la consecuencia de que el 23 de abril aquel sorprendió al navarro, quien tuvo que escapar a la desesperada, y conservó su vida solamente gracias a la fidelidad y sacrificio de alguno de sus hombres. Pannetier no persiguió al fugitivo y se volvió a Huesca. Con ello, en opinión de Reille,perdió una ocasión única de matarlo o de apresarlo. Tan grave incidente sirvió a Espoz y Mina para acusar de traición a José Tris, el Malcarado, quien fue inmediatamente ejecutado. Su partida fue incorporada a la de Espoz. Algunos autores españoles han aceptado esta versión de la traición de Tris, que partió del propio Espoz,319 aunque de ella no existe ninguna evidencia documental. El 28 de abril apresó un convoy que iba de Valencia a Francia, pero en seguida, dejando los alrededores de Huesca, el 1 de mayo de 1812 se dirigió contra Barbastro; sin embargo, ante la resistencia que encontró, el 2 de mayo tuvo que desistir del ataque. No obstante el fracaso, la suerte le deparó otro éxito cuando el 3 de mayo pudo poner una emboscada a Halmont, que había salido de Barbastro camino de Zaragoza, con 29 caballos, por el camino más peligroso.
El 6 de mayo de 1812 Espoz se marchó a Sangüesa, abandonando de momento a Aragón. El balance, para los franceses, fue muy negativo. Entre el 14 de enero de 1812, fecha de la creación del Ejército del Ebro, y el 6 de mayo, día de la marcha de Espoz a Sangüesa, los franceses en el Ebro, tanto en Aragón como en la Baja Cataluña, perdieron 2500 hombres, es decir, 24 por día (cálculos de Alexander). El propio Ejército del Ebro sería disuelto en junio.
El general barón Louis Abbé, recién nombrado gobernador francés de Navarra, decidió acabar con el navarro por medio de operaciones basadas en Pamplona, Sangüesa y Huesca, tanto que a finales de mayo de 1812 Espoz y Mina tuvo que escapar otra vez a la Rioja (hay que decir, no obstante, que José María Iribarren lo niega, y tampoco entra esta cuestión en la narración de Alexander).320 De momento esto pareció descorazonar a las guerrillas del norte de España, pero, ya fuera por su efecto o, más probablemete, por la retirada de tropas francesas con destino a Rusia, el movimiento guerrillero reanudó sus actividades con gran vigor en todo Aragón, y en Cuenca, Guadalajara y Soria, y hacia Morella en la región valenciana.
Para la ciudad de Huesca la situación realmente era muy apurada, tanto que la Junta Municipal el 11 de mayo de 1812 solicitó de los franceses una moratoria en el pago de la contribución mensual de 8000 duros que se le exigía en el término de veinticuatro horas. El aplazamiento que se pedía era solo hasta que pudiera ser levantada la cosecha. La Junta dijo que había cumplido con todas sus obligaciones hasta ese momento, pero que últimamente la situación se había vuelto penosa. Los asedios de Lérida y de Mequinenza la habían desequilibrado porque había tenido que acudir al abastecimiento especial de las tropas francesas. Desde enero de 1812, todos los prisioneros que habían pasado por Ayerbe, procedentes
319. Espoz (1962: I, 111-113). 320. Iribarren (1965: 425). Alexander (1985: 157-167).
de Murviedro y de Valencia, habían sido socorridos con víveres por Huesca. La llegada de la brigada del general Pannetier le había supuesto más de 700 duros diarios en trigo y forrajes. Ante la nueva petición de 8000 duros en veinticuatro horas, la ciudad pedía clemencia. Las autoridades superiores francesas de Zaragoza comprendieron estas razones. Acaso a este resultado contribuyó a la llegada a finales de mayo de 1812 del nuevo gobernador de Huesca, el entonces subteniente Desbœufs, ascendido a teniente el 4 de septiembre de 1812.321 De momento la situación no mejoró.
El 18 de junio de 1812 los escribanos de la ciudad solicitaron que se les rebajase el cupo impositivo de 1400 libras, alegando que habían desaparecido las escribanías de la curia eclesiástica, la maestrescolía, los espolios, el subsidio, la cuarta, la décima y el excusado. Evidentemente, todos estos eran gravámenes de origen feudal. Por dolorosa que fuese su desaparición para quienes se veían privados de ellos, su mera enumeración es un testimonio de los profundos cambios por los que estaba pasando la ciudad. A todo ello se añade que las escribanías de la Universidad y del Ayuntamiento se hallaban exentas de contribución por orden de 5 de febrero de 1812. Tampoco pagaban nada los pósitos, en cuanto al panadeo. La argumentación de los escribanos se basaba en esas desapariciones y en «la notable decadencia de la profesión». En su virtud la cuota se redujo a 950 libras jaquesas. El 1 de julio de 1812 se exigieron 600 duros al Cabildo y, como se resistiese, se puso preso en el fuerte de Santa Clara al canónigo Acisclo Lacasa y Suelves, el cual fue liberado muy pronto y sin problemas. Poco después llegó una carta del mariscal Suchet por la que pedía al Cabildo 625 cahíces de trigo y 4 fanegas para entregar antes del 15 de agosto, y además 250 cahíces y 2 fanegas de cebada para el ejército. En septiembre de 1812 se reclamaron a la ciudad, en el plazo de tres días, 40000 duros, 1000 de ellos a cargo del Cabildo.
En el verano de 1812 los problemas de Reille en relación con el Alto Aragón eran, por una parte, la partida de Espoz y Mina, a la que había que mantener fuera del territorio; por otra, el batallón aragonés de Joaquín de Pablo, Chapalangarra, que el propio Espoz había organizado, independientemente de su partida, para que operase en las Cinco Villas y a lo largo de la ruta Zaragoza-Jaca. En el Alto Cinca estaba la antigua partida de Sarasa, ahora mandada por Gallán,322 cuya fuerza ascendía a 1000 ó 2000 hombres. Aunque las fuentes francesas llaman a esta partida el 7º batallón de Mina, en realidad este no la controlaba. Subordinado suyo, en cambio, era Pablo Cabaños Guerra, que al mando de 200 hombres interceptaba también la ruta Zaragoza-Jaca. El coronel Louis-Pierre-Alphonse Colbert, que mandaba provisionalmente en la orilla izquierda del
321. Cf. Grandmaison (1910). 322. También llamado Galland. El 24 de mayo de 1812 se presentó ante Barbastro: según una fuente francesa, los gendarmes del 12º escuadrón le mataron a dos hombres y le hirieron a cuatro (Gaceta de Valencia, 39, 16 de junio de 1812). Podría ser Ramón Gayán, aunque Alexander cree que se trata de dos personas diferentes.
Ebro, discurrió una acción para evitar que Espoz y Mina completase su reorganización. El 30 de mayo de 1812 dos compañías de infantería, apoyadas por 62 cazadores de Berdún, dejaron Sos para atacar lo que se suponía la base de Espoz en Tiermas. Una vez en este pueblo, no encontraron a Chapalangarra y trataron de regresar a sus bases, pero no llegaron, porque este se deslizó por detrás y destruyó al destacamento francés. Solo 4 cazadores escaparon con vida y pudieron contar la magnitud del desastre. Se dice que Suchet se quedó lívido. Chapalangarra completó su victoria destruyendo la fortaleza de Berdún. Esta no era otra que la Casa Consistorial y la cárcel, las cuales, según Madoz, fueron quemadas en 1812.323
El general Ruggieri fue nombrado sucesor de Colbert. Dejando uno de sus batallones en Sádaba, avanzó con otros tres a Sos y Sangüesa, pero inmediatamente Reille le avisó de que era muy aventurado lo que había hecho, ya que en caso de que se presentase Espoz y Mina necesitaría más tropas. En lo mismo insistió el mariscal Suchet: Napoleón les había encomendado la defensa del Alto Aragón, y no meterse en una política aventurera en Navarra. De esta forma, Suchet impedía que los franceses llevasen a cabo una política coordinada contra Espoz. Intervenía en esto la vieja rivalidad entre los generales franceses, increíble pero cierta. Suchet no quería ayudar a sus colegas Abbé, Decaen o Hugo, aunque esta negativa significase la imposibilidad de aniquilar a las guerrillas. Ruggieri tuvo la fortuna de derrotar a Espoz en las Cinco Villas el 21 de mayo de 1812, y el mismo caudillo fue herido, lo que le obligó de momento a suspender las actividades de la partida en Navarra. En cuanto lo supo Reille, quiso aprovechar la ocasión. Dispuso que Ruggieri pusiese cuatro de sus compañías a las órdenes de Renouvier, a fin de que este acabase con la partida de Gallán. Ruggieri con sus otras veinte compañías fue de Sos a Luna, bien advertido de que volviese todo al estado anterior en el caso de que Espoz y Mina se moviese en las Cinco Villas.
El 10 de junio de 1812 Renouvier reunió en Zuera 300 soldados de infantería y 105 gendarmes a caballo, y con ellos fue a Huesca, donde tomó otros 30 gendarmes montados, y continuó a Barbastro. Además de luchar contra la guerrilla, llevaba la misión de cobrar contribuciones y coger rehenes si encontraba resistencia. La partida de Gallán, que los franceses llamaban banda, estaba de momento dirigida por Molina.324 Al principio Renouvier obtuvo algunos éxitos, puesto que el 18 de junio había expulsado a Molina más allá del Noguera Ribagorzana. Pero no llegó ninguna de las columnas de apoyo que se habían previsto para consolidar lo ganado. Henriod desde Lérida no hizo nada. Suchet envió al regimiento 14º, del coronel Étienne Esteve, pero apenas había comenzado a desplazarse ya lo llamaba otra vez, porque lo necesitaba en Valencia. Debido a las contraórdenes y a la
323. Madoz (1845-1850: s. v. Berdum [sic]). 324. No sabemos su nombre de pila. La Gaceta de Valencia, afrancesada, habla de él sin dárselo. Dice que fue un jefe guerrillero perseguido entre Barbastro, Alquézar y Adahuesca el 6 de junio de 1812, y derrotado, aunque consiguió escapar. (Gaceta de Valencia, 43, 30 de junio de 1812).
lentitud de las comunicaciones siguió a continuación una especie de comedia de las equivocaciones en la que cada uno de los jefes franceses creía que los otros estaban donde no estaban. Renouvier recibió la orden de volver a Huesca, y en consecuencia en julio la actividad guerrillera en el Cinca aparecía tan grande como siempre. Tuvo que regresar a Huesca debido a las actividades de otra guerrilla, la de Pablo Cabaños Guerra, que estaba impidiendo el cobro de contribuciones en las cercanías de la ciudad. A esto se refiere Desbœufs,325 aunque desgraciadamente no da nombres ni fecha precisa. El 11 de julio de 1812 Suchet fusionó los trece corregimientos de Aragón en cuatro intendencias: Zaragoza, Huesca, Teruel y Alcañiz. Las intendencias fueron cubiertas con subordinados de Lacuée, con la triple misión de asegurar el cumplimiento de las leyes, cobrar impuestos y cuidar de la logística militar; pero este cambio, acaso bien pensado, no fue capaz de influir en la suerte de las armas.326 Renouvier tuvo una escaramuza con Chapalangarra en la que perdió 18 soldados de caballería, y otra acción, más importante, el 25 de julio de 1812, en la que se dice que hizo 100 bajas a su enemigo, el cual volvió tranquilamente a Tiermas.
Reille ordenó a Renouvier que se encargase en Huesca de cuatro compañías de reserva de Zaragoza, que operarían en torno a la capital altoaragonesa, y de un batallón italiano, anteriormente en Tortosa, que se ocuparía de recaudar impuestos en Barbastro y Benabarre. El esquema no pudo cumplirse debido a la resistencia patriótica, en la que se incluye la explosión del polvorín de Lérida el 16 de julio de 1812, con su fuerte contingente de soldados franceses muertos (y también de población civil). Hubo que dedicar el batallón italiano a reconstruir las murallas, a pesar de que Suchet insistía en que fuese llevado a vigilar la ruta Zaragoza-Jaca. La llegada de un gran convoy con ropas, a finales de julio de 1812, obligó a hacer algunos movimientos para protegerlo. La infantería de Ruggieri fue escalonada en el Gállego y, con la caballería en Huesca, Renouvier volvió al Cinca. Al abandonar Ruggieri las Cinco Villas, Chapalangarra avanzó en el Gállego. El 9 de agosto de 1812 Ruggieri dejó Ayerbe para alejar al español de la línea Zaragoza-Jaca, pero resultó que los italianos no conocían el terreno y además se quedaron sin munición, y tuvieron que abandonar. Y, por si fuera poco, Renouvier, que ya había comenzado a operar en torno a Barbastro y había causado 80 bajas al enemigo, pero apenas había podido cobrar alguna contribución, el 15 de agosto de 1812 recibió la orden de volver a Zaragoza, ya que la situación en la orilla derecha del Ebro lo exigía. Es decir, al final, las operaciones francesas en el Alto Aragón habían sido un completo fracaso.327
El ya citado Desbœufs, que había sido nombrado comandante de Fuentes de Ebro (Zaragoza), cesó en esta plaza el 25 de mayo de 1812, al ser destinado a Huesca con igual cargo. En sus Souvenirs328 ofrece algunos datos interesantes,
325. Véase más abajo. 326. Alexander (1985: 193). 327. Alexander (1985: 175-180).
tanto sobre su nueva jurisdicción como sobre las condiciones de la guerra en la ciudad y en gran parte del Alto Aragón. No consta en ellos la fecha exacta de su llegada a Huesca, ni tampoco la da Geoffroy de Grandmaison.329 El puesto lo debía Desbœufs al general de brigada Marie-Auguste Pâris, barón de Pâris, el cual a su vez había sido nombrado por Suchet comandante general de Aragón, bajo la autoridad del propio mariscal, bien entendido. Desbœufs cree recordar las palabras exactas que le dijo Pâris cuando lo llamó a Zaragoza para comunicarle su nuevo destino. Preceden a esas palabras otras del autor sobre que «la más grande miseria reinaba en Zaragoza. Esparcidos por las calles había muchos pobres que morían de hambre, mientras que los soldados, convertidos en esqueletos, morían a centenares en los hospitales». Desbœufs se presentó a Pâris, quien lo acogió muy bien y le dijo: «Señor teniente,330 os he escogido para jefe de la guarnición de Huesca, la segunda ciudad de Aragón, en la que no hace mucho se rindieron cobardemente dos guarniciones de gendarmes a pie».331 Esperaba que no ocurriera lo mismo bajo Desbœufs. En la ciudad había un batallón italiano, 40 gendarmes a caballo y un destacamento de 100 hombres del mismo regimiento de Desbœufs, mandados por 2 oficiales más jóvenes que este. Le ordenó que saliera al día siguiente con los soldados de Fuentes (que eran todos polacos) y con 50 convalecientes del 81º regimiento que se encontraban en la Casa Blanca. En cuanto llegasen a Huesca, el batallón italiano regresaría a Zaragoza. La intendencia de Huesca correría en el futuro a cargo de un viejo capitán de Estado Mayor, mientras que la parte estrictamente militar era el cometido deDesbœufs.
En cuanto llegó a Huesca se instaló en «el castillo», situado a 30 pasos de la ciudad. Nunca da el nombre de este castillo, pero no puede ser otro que el de Montearagón, a pesar de eso de los 30 pasos, que tendrían que ser de gigante. Lo describe como un convento332 cuadrangular, almenado y con una torre en cada esquina, pero sin artillería. Dotado de dos puertas, una en la fachada principal y la otra en la opuesta. Todo el edificio estaba circundado por un foso seco y ofrecía en el interior un vasto patio cuadrado. Desbœufs colocó sus soldados en las cuatro esquinas, tomó las medidas de seguridad pertinentes y dispuso todo lo relativo al servicio y a la disciplina. Las relaciones con la ciudad quedaban aseguradas por medio de un puesto de 20 hombres, situado en un lugar conveniente, y por otro de 4 soldados colocados en el campanario más
328. Desbœufs (1901). Recogeré de este libro solamente sus datos sobre el Alto Aragón. 329. Grandmaison (1910). 330. Desbœufs ascendió a teniente el 4 de septiembre de 1812. Habrá que suponer que lo era interinamente en la fecha de la entrevista. 331. Se refiere probablemente a las sucesivas ocupaciones de Huesca por Espoz y Mina en octubre y diciembre de 1811. 332. Cf. el esplendor de la iglesia colegial de Montearagón, de canónigos regulares de San Agustín, en Madoz (1845-1850: s. v. Huesca), que termina con la frase, a modo de epitafio, «Un millón de reales en papel sin interés ha producido a la Hacienda pública el magnífico edificio cuya breve reseña terminamos con este dato».
alto, con víveres y municiones: su misión era la de avisar de la aproximación del enemigo, e inquietarlo si acaso entraba en la ciudad. Estos dos puestos se levantaban por la noche.
Después Desbœufs pasa a describir en cuatro líneas la ciudad de la que era gobernador. Nos dice que, aunque muy extensa, Huesca solo llegaba a los 8000 habitantes. Antes de la guerra contaba con 2000 estudiantes, destinados a las órdenes religiosas. El retablo mayor de la catedral es una obra maestra. Desde el punto de vista militar, la plaza de Huesca era muy importante por estar situada en una llanura, lo que nosotros llamamos Hoya de Huesca, que ofrecía grandes recursos en comestibles. Esta minidescripción revela que Desbœufs era un hombre práctico, probablemente de pocas letras. Geoffroy de Grandmaison lamenta que no haya recogido el tema de la Campana de Huesca,333 pero ni siquiera da el nombre del escultor Damián Forment. Se supone que los estudiantes lo son de una universidad, y tampoco es cierto que todos estuviesen destinados a las órdenes religiosas.
La guerra había dejado a los soldados franceses en la miseria, algo que suele decirse nada más de los españoles. Al llegar Desbœufs a Huesca, encontró en el castillo medio centenar de heridos y enfermos. Es cruel decirlo, pero el caso es que con los efectos de los que murieron pudo vestir a los hombres de su destacamento. Detalle curioso: los habitantes se negaban a pagar las contribuciones, y solo lo hacían mediante el empleo por los franceses de comisionados de apremios (garnisaires, especie de «cobradores del frac» de aquel tiempo), a los que se pagaba un franco al día. Desbœufs logró al fin que su tropa tuviese buen aspecto. Muestra su satisfacción: simple subteniente, tenía 300 hombres a sus órdenes, en cuyo número entraban los gendarmes y los convalecientes, pero había muchos capitanes que únicamente tenían 60 hombres por compañía, en el estado más deplorable. No todo va a ser guerra: Desbœufs supo encontrar un rinconcito de paz en la guerra. Solía comer con el comandante de la plaza, algunos oficiales, el cirujano y el recaudador de contribuciones. Después de comer dieron en la costumbre de jugar a la veintiuna, un juego de naipes en el que se las arregló para ganar mientras estuvo en el castillo 3270 francos. Cuenta la divertida escena de un capitán napolitano llamado Neri que, habiendo perdido todo su capital, comenzó a insultar en italiano a todos los santos, comenzando por san Pedro y acabando por san Genaro, el patrón de su ciudad. El hábito de las cartas debía de ser muy frecuente entre las tropas. Daudevard menciona dos juegos de naipes, la mosca y el berlanga, en los que empleaban sus ocios, a veces noches enteras, muchos sitiadores de Zaragoza, y que solo se interrumpían por los desaforados juramentos que lanzaban los perdedores.334 Pocos años después Carlo Beolchi, en la época del Trienio Liberal, señala en los soldados españoles el mismo vicio, ahoraya llamado del tapete verde, tanto en tierra como a bordo de embarcacio-
333. Grandmaison (1910). 334. Daudevard (1908: 26).
Castillo-abadía de Montearagón (Huesca) (foto: Fernando Alvira Lizano).
nes en las que partían para el exilio.335
Desgraciadamente la felicidad no dura siempre, y el diablo en esta ocasión se llamaba Francisco Espoz y Mina. Las tropas de Aragón, o sea, las imperiales, se hallaban muy debilitadas por los combates que debían sostener a diario contra los insurgentes. La situación obligó al mando francés a reducir el número de los soldados de guarnición, lo que para Desbœufs supuso quedarse con solo 100 hombres, los convalecientes aparte. Un destacamento que había ido a tomar rehenes en un pueblo cercano a Huesca que se negaba a pagar las contribuciones se vio sorprendido por un centenar de soldados de Espoz y Mina, la mayoría a caballo, y de momento tuvo que renunciar a su misión. Desbœufs sabía que los hombres de Mina, situados en un pueblo a una legua de Huesca, estaban allí para proteger un cargamento de géneros coloniales de contrabando, sobre el que cobraban derechos a modo de Hacienda. Con razón o sin ella, los franceses creían que los productos coloniales eran siempre contrabando inglés, y por tanto quedaban prohibidos. Desbœufs dirigió un ataque contra ese pueblo con 60 hombres y con métodos aprendidos en la lucha contra la guerrilla.336 El resultado fue que los españoles, sorprendidos, no opusieron resistencia pero, como no llevaban uniforme, desaparecieron sin dejar rastro. Los franceses cogieron un buen botín, compuesto de bacalao, cacao, azúcar y café, suficiente para cargar cinco carros. Pero acaso Desbœufs no comprendió que esa desaparición de los enemigos era una de las características de la guerra de guerrillas, capaz de sobrevivir a la desgracia lo mismo que a la fortuna. En la sorpresa ganaron los franceses 3980 francos, que se repartieron de la siguiente manera: 600 para el comandante, otros tantos para Desbœufs, otros 600 para los dos oficiales y 20 para cada uno de los soldados, con los que se compraron pantalones blancos y todo lo que les faltaba. Aún quedó algo para los suboficiales y para los convalecientes. Se enteró después de que la guerrilla había vuelto a reunirse y juraba exterminarles. Desbœufs decidió bajarles los humos. Fue hacia ellos… Aquí describe el autor una típica operación guerrillera contra los de Espoz y Mina, señal de que había aprendido bien la lección. Pero los españoles prefirieron retirarse. Espoz no cuenta nada de esto en sus Memorias. Reseña, sí, algunos encuentros con los enemigos, en octubre de 1812, difíciles en ocasiones, pero en los que siempre sus hombres salieron victoriosos.337
En los meses siguientes la actividad principal se trasladó a la orilla meridional del Ebro, y el Alto Aragón contaba sobre todo por la necesidad de guardarlo o perderlo, en relación con la suerte de Calatayud o Soria.338
Cuando Reille, en noviembre de 1812, dejó Aragón por haber sido transferido al ejército de Portugal, se puede decir que abandonaba una provincia en la que Francia había perdido la guerra contra las guerrillas.339 Espoz y Mina el 13 de
335. Beolchi (1853: 131 y 173). 336. Véase más arriba su posición en este sentido. 337. Espoz (1962: I, 130-131). 338. Alexander (1985: 186-189).
noviembre de 1812 entró en las Cinco Villas, atacó en Ejea de los Caballeros y a continuación en Ayerbe, poniendo así en peligro las comunicaciones entre Zaragoza y Jaca. Un batallón italiano enviado desde Zaragoza para socorrer a Ejea, reforzado con la guarnición de Zuera, lo que daba un total de 1100 infantes y 60 caballos, siguió a Espoz y Mina hasta Ayerbe, pero este, dándose la vuelta en una rápida maniobra, sorprendió a sus perseguidores y los mató o los hizo prisioneros. Reille y Musnier se dirigieron con sus columnas a interceptarlo, pero se les escapó. El 22 de noviembre de 1812 Espoz y Mina sorprendió, e hizo que regresase a Zaragoza, un gran convoy que pasaba a Francia. Unos días después, el 27 noviembre de 1812, los españoles ocuparon Huesca340 y pusieron sitio al castillo. El ya teniente Desbœufs intentó una salida con 30 hombres y otros 20 que dio al oficial Lejeune. El castillo mismo quedaba bajo las órdenes de otro teniente, Kéroulas. Llegados a la gran calle del centro de Huesca, es decir, al Coso,341 Desbœufs tomó por la izquierda y Lejeune por la derecha, disparando sin cesar y atreviéndose a favor de la sorpresa con las fuerzas enemigas, muy superiores en número. Los habitantes de Huesca estaban sorprendidísimos. Al declinar el día Desbœufs decidió volver al castillo, sin atreverse a penetrar en la casa que había sido de Espoz y Mina en las incursiones precedentes, por temor a caer prisionero. Tampoco Mina intentó asaltar el castillo: lo dejó para mejor ocasión. Se limitó a pedir la rendición, que fue rechazada, y se marchó hacia Barbastro. El resultado de esta acción fue mucha fama para Desbœufs y los suyos, y tres heridas de bala, afortunadamente ninguna mortal. Desbœufs esperaba una condecoración, pero no llegó, solo promesas. Su acción quedó reseñada en la orden del ejército (Valencia, 26 de diciembre de 1812),342 en los Fastes de la gloire, 343 en Victoires et conquêtes344 y en el segundo volumen de las Mémoires de Suchet. Mucho fasto, sí, pero la realidad es que Espoz y Chapalangarra ponían en peligro las comunicaciones entre Zaragoza y Francia, se esfumaban y reaparecían poco después.345
Lo que no dice Desbœufs, porque no es su tema, es que en su breve ocupación de Huesca en noviembre de 1812 Espoz y Mina se llevó 50 cahíces de ordio y 40 de trigo, esta vez con la promesa de pronta devolución.
Por lo que hace a Barbastro, el 27 de septiembre de 1812 entró Pedro Sarsfield Water en la ciudad, y se marchó el 28. En junio Sarsfield había sido nombrado comandante general de Aragón, bajo la inmediata dependencia de José O’Donnell. A su entrada en Barbastro dio un bando terrible, si es auténtico:
A todos los vecinos de esta ciudad se hace saber que inmediatamente desalojen sus
339. Ibídem, pp. 186-197. 340. Según Desbœufs. Yo tenía la fecha del 24. 341. Desbœufs no da el nombre, que solo consta en la Orden del ejército. 342. Reproducida en Desbœufs (1901: 182). 343. Les fastes de la gloire, cit. por Sepúlveda (1926). 344. Victoires, conquêtes, désastres, revers et guerres civiles des Français, de 1792 à 1815, cit. por Brunet (1864). 345. Napier (1853: IV, 392).
casas con todos sus efectos más preciosos. La casa en que a las diez de la noche haya un habitante será reducida a ceniza, y esto se ejecutará mientras tanto Barbastro sea ocupado por los enemigos.346
Auténtico o no, lo que no tiene duda es que impuso a Barbastro una contribución de 4000 duros en plata. En sus Memorias, Espoz y Mina eleva la cifra a 50000 duros, al paso que no ahorra críticas contra la conducta de Sarsfield. Incluso llegó a detener a alguno de sus agentes.347 Pero Barbastro tuvo que pagar. Para ello el Cabildo de la ciudad se endeudó tomando prestada una cantidad de los señores Manuel Palacín y Ramón Español. No bastó, porque Sarsfield se llevó a estos señores a Estadilla como rehenes y exigió 2000 duros para el rescate. Al mismo tiempo insistió en los otros 2000 de la contribución. Los canónigos adelantaron el dinero del rescate. Les tocaron 278 duros de plata a cada uno, incluida la parte del deán. Todavía el 4 de noviembre de 1812 se seguía tratando de esta cuestión. El 5 de diciembre de 1812 entró en Barbastro Espoz y Mina, quien usó en la ocasión un lenguaje eminentemente constitucional.
346. Publicado por Gaceta Nacional de Zaragoza, 80, 4 de octubre de 1812. Se trata de un periódico afrancesado, por lo que el bando podría no ser auténtico. 347. Espoz (1962: I, 133).