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de una crónica poética del Alto Aragón»

Apuntes de un landán, de José Damián Dieste Arbués: lectura de una crónica poética del Alto Aragón

M.» Ángeles Ciprés Palacín

José Damián Dieste Arbués ha publicado un libro en colaboración con Ángel Delgado Pérez titulado El Rey Monje. Crónica de Ramiro II de Aragón.' Su presentación en Huesca, en San Pedro el Viejo, el 23 de septiembre de 1999 y en la Biblioteca de Aragón de Zaragoza el 27 del mismo mes, supuso un acontecimiento cultural de primer orden, después de haber quedado entre los finalistas en el I Premio Adriano de Novela Histórica convocado por la Editorial Apóstrofe de Barcelona.

José Damián Dieste hace ya tiempo que dedica su tiempo libre a la tarea de la escritura. Según nuestras noticias, en 1979 era premiado un estudio suyo titulado «Sobre dichos y apodos en el Alto Aragón».2 Su primer libro, editado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses en 1994, lleva por título Refranes ganaderos altoaragoneses.3

Respecto a sus colaboraciones con la prensa regional, tenemos constancia de la publicación de una primera serie de artículos con el título de Tradiciones que aparecieron desde junio hasta septiembre de 1995 en el Diario del Alto Aragón de Huesca. Para nuestro trabajo hemos escogido la segunda serie de artículos: los Apuntes de un landán, cuya presencia en el mismo Diario del Alto Aragón se ha extendido desde el 6 de junio de 1997 hasta el 26 de septiembre de 1999.

Los motivos de nuestra elección han sido varios: en primer lugar, su lectura no nos dejaba indiferentes y en su compañía hemos recorrido estos dos años y tres meses los itinerarios propuestos; en segundo lugar, nos llamó la atención la lengua utilizada; todos sabemos que no es frecuente contar con espacios en la prensa destinados a colaboraciones escritas en aragonés, sin embargo allí estaba el landán domingo tras domingo desgranando palabras y expresiones de nuestra lengua para componer un lenguaje poético único donde, como ya veremos, los límites de la gramaticalidad o de la selección léxica los pone la poesía.

Dieste, J. D.; Delgado, Á. (1999), El Rey Monje. Crónica de Ramiro II de Aragón, Barcelona, Ediciones Apóstrofe, 438 páginas. 2 Cuadernos de Zaragoza, n.° 43 (1979), Comisión de Cultura del Excelentísimo Ayuntamiento de Zaragoza, pp. 41-61. < Huesca, IEA (Colección «Cosas Nuestras», n.° 13) (1994), 135 páginas.

En tercer lugar tenemos que decir que ha sido precisamente el sentimiento de este autor, incansable poeta-itinerante, expresando de modo admirable las ausencias en los paisajes altoaragoneses, el que nos ha cautivado en el deseo de que el eco del lector pueda aliviar su caminar en soledad.

Hemos escogido el título de crónica por lo que éste conlleva de recopilación y divulgación de aconteceres que tienen lugar en un espacio determinado.

Para la descripción de las narraciones, hemos establecido unas prioridades cuyo esquema presentamos a continuación:

I. El carácter itinerante del relato II. La palabra escuchada (voz) y leída III. El espacio IV. El tiempo V. La presencia trascendente VI. La lengua

I. El carácter itinerante del relato

Generalmente el landán en su caminar describe minuciosamente sus recorridos. El lector sabría, con el mapa en la mano, los lugares por donde se desplaza gracias a las numerosas precisiones que proporciona el autor: «antes de llegar a Linás de Marcuello, se ve [el castillo] tras la revuelta de Carramayor / desde Campo por el esbarre de Troncedo».

Las acciones emprendidas por el poeta-caminante están casi siempre en relación con el referente primero: el verbo landaniar, caminar de un lado a otro. De este modo ponemos de relieve la frecuente utilización de verbos como ir I irse (va - iba - irá - se irá - se'n fue - venía - al i-se-ne). En este tipo de relatos, generalmente en tercera persona, el autor puede desdoblarse en ese otro yo del landán. Sin embargo en alguna ocasión hemos encontrado la fusión de ambos y por consiguiente el uso de la primera persona de la enunciación: yo me'n fue. Otro procedimiento, más frecuente en los primeros textos, es el de involucrar al lector en la acción: «hoy iremos a la jurisdicción de un castillo inolvidable / si vais desde Huesca [...] id por Ayerbe [...], tomad la carreterita que atraviesa la Galliguera y llega hasta Biel».

Otras veces, la segunda persona del singular recoge a veces el monólogo del enunciador, cuyo receptor es él mismo: «cuando landanias lau par d'otro te s'emplena el fornido morral de la memoria».

Sinónimos de ir I irse son los verbos siguientes: marchar - echar o cuerpo par - partir - peduquiar - candiletiar - atravesar - landaniar - caminar - paxariquiar - zancarriar - pasar - garroliar, de los que damos algún ejemplo significativo: «garroliaba el landán por a endrezera d'ajedrea / Hoy peduquiaremos enta una bal».

Otros muchos verbos predican acciones relacionadas con el movimiento: llegar - venir - proseguir - endrezar - salir - perderse - ascender I subir I puyar - bajar I baxar - entrar - retacular - plantarse - fer dintel - acercarse - fer fuineta.

Los sentimientos que acompañan los itinerarios del landán son expresados con las acciones siguientes: ser/estar - sentir I sentirse - presentir - pensar I perpensar - comprender - escuchar - contemplar I mirar I beyer - llorar I plorar habituarse - emocionarse - ceroliar metaforas - ensoñar I soniar - recordar intuir - besar - rodillarse - fer genuflexión - pedricar - deseyar. El verbo ser va generalmente completado con un atributo: «o landán yera tan goyoso que le

parezeba que teneba a Dios d'a garra / pero lo landán yera un reiseñor [...] yera una punza chelada».

La adjetivación que modifica la actividad o la presencia del landán tiene un lugar preponderante en nuestra lectura ya que expresa, al igual que las acciones anteriores, los estados de ánimo y las emociones del poeta. La suavidad del paso y la actitud reverencial con las que el landán contempla los paisajes queridos son expresadas de modo inigualable con adjetivos y determinaciones como los siguientes:

El landán quedo y diríase que eclesial escuchó a un fraxin / el landán, votivo, besó el troncodivino del urmo/urna / el landán todo güellos bobón, se rodillo t el el landán, montadas fusaclas las pisarlos I el landa'n pasaba L..1 con pasetes miclidos I iba o landán amoniquet I o landán, albertiu, puyó botibo / el landán entró rodillau por modoso / venía el landán cochín cochando

El cansancio, la meditación silenciosa, el calor a veces y siempre el paso medido que acompaña la pena del corazón caracterizan el sentir del landánpoeta: «o landán ploró a retorzillons, como bel emigrante maigau qu'ese quedau chafau por la mors immatura de las remeranzas».

II. La palabra escuchada (voz) y leída

El landán está siempre a la escucha en la soledad de los parajes altoaragoneses. Las voces proceden en ocasiones de los escasos habitantes de las localidades visitadas pero en su mayor parte son voces imaginadas cuyos locutores pueden ser de varios tipos: elementos de la Naturaleza, animales, seres fabulosos y divinidades clásicas, elementos inanimados del paisaje o voces reales de otros hombres.

Las múltiples referencias a otros escritores aragoneses o castellanos formarían parte del intertexto, de la palabra leída que se hace escritura en el seno de la creación poética.

La voz de la Naturaleza: el viento, el agua y los árboles

Junto al silencio y a la soledad de los lugares visitados está la voz del aire y del agua principalmente. El murmullo de los árboles y arbustos no es sino el rumor del aire entre sus hojas: «lo dice el viento en los buxos / dicen las ramas del litonero / bajo la mosica atávica del urmo». Este ruido suave y melódico se hace historia en la voz de los árboles y arbustos:

el ramaje del litonero hablaba con el viento de cosas de otro tiempo y el landán tumbado al cielo y con ramos de balluaca amorosiándole la cara, escuchó placenteramente sondormido / el chinebro [...l un día que tenía virtud, narró [...I / escuchó a un fraxín / la minglanera [...) con voz corifea de ruegapornosotros / lo taxo [...] escocando las aromadas leyendas de todalasierra / llegó la sorda voz de la maderasanta (urmo) / una liedrera chobeneta me dizié [...] / os pinars feban salmos / ixe caxico alzaba todas as falordias de Sarrablo

Los árboles que tienen voz y memoria rezan y lloran en su soledad al escuchar los relatos de otro tiempo: «los árboles cuando las sentían (as falordias) ploriconiaban / el urmo esquinazau reza al viento como un lobo de maderas solitarias».

La imagen de las ramas del árbol mecidas por el viento como si escribieran en el cielo es una de las más significativas ya que aproxima la voz recitadora y la escritura: «todo esto lo estaban escribiendo las aceradas hojas del litonero en el claro antifonario del firmamento».

La voz continua del agua proviene de las fuentes, de las acequias o de los ríos:

oyes esa voz de aya sabia que es la ceica o el agua caminando sobre la naturaleza / fuentes de charrar puro; fuentedecidora I la fuente habló y dijo E...] la fuen pública charradera / s'ascuitaba fer romanzes a la fuen / la fuen yera una dibinalla de bersos culteranos I sintiendo la coronica chunguera de las fuens, ixa bozeta fina qu'emplena de romanzas a toda la montaña / fuens espicoleras, homilías de las sierras.

Los ríos Ara, Isábena, Gállego o los barrancos Brotiello y Villar llenan igualmente las tierras de homilías, letanías, odas, memorias, etc.: «Río Isábena, con a suya bozeta fuenchurdanera [...I reloliquiaba. / el río Ara de las nieves decía odas por las arboledas».

La Naturaleza entera o bien otros sonidos relacionados con ella constituyen el marco sonoro que acompaña el caminar del poeta:

el landán, oyendo la voz cautivadora de la naturaleza / el landán comprendió [...] que no le despertaban los gorriones de los granos sino los dedos de miel de los alfalzes forquiaus de los huertos o ese pan de cajón que era el rumor de las obejetas / la voz de la tierra yera una esquilla de poeta / y dizié lo mon trobador: Enguán seré falordiataire y no tronador.

La voz de los animales

La tradición de los pájaros que hablan, presente desde la Edad Media en los textos medievales europeos, es retomada aquí, utilizando en ocasiones el mismo tipo de pájaro que por ejemplo en las novas occitanas del siglo XIV: lo gai,4 que corresponde a un tipo de pájaro capaz de reproducir la voz humana. En nuestros textos aparece simulando el silbido de los pastores:

el chuflador gay de los mil plumajes ya lo había anunciado / el chuflador gay, émulo de los silbos contentos de los hombres / o landán ascuitaba al gay custodio. Aflora o paxariquet gay s'aprendié templan toz os chuflos d'os pastors y d'os pardineros.

Otras aves parlantes frecuentes son la grana,' la cigüeña, el cuervo, el esparbero,6 el crabero,7 el paxarobarzero,8 la babieca,9 el cocu/o,1° el aguila: Una gralla, al oírme se hizo cielo y luego se desvaneció su voz [...] y cuando llegó a la espalda del tiempo narró una historia / Pasaba la cigüeña y le narraba crotorando / se oye a la babieca prediciendo un tiempo de fuegos apagados I un cuervo misántropo que con voz de sudario examinó de imaginación al landán [...1 con voz de Esfinge formuló una visionaria adibinalla que dejó perplejo al landán / la rayadeta -charradera- se posó en la frenteciega de la espadaña de la ilesieta E...] dijo E...] I ¡Que tu picoabentau se trueque en falordia esparbero de Santolaria! / un crabero prinzipió a charrar con a suya voz de piedra alazetal en completas / una babieca narró una leyenda, dizié E...] / o caculo le dizié al landán / un Coculus canorus que pedricaba pa sietemundos como si tuviera en o papo una milenta de pergaminos continos, de letretas rezién escudilladas pa leyer [...] dizié «landán yo te narraré firme falordias de chamineras sin enzendallar».

El resto de los animales parlantes son la paniquesa (comadreja), el lagarto, la rabosa (zorra) y el esquirgüelo (ardilla). La tradición de los animales que aconsejan al hombre o le sirven de ejemplo con su conducta ya viene de la Anti-

Gai, nombre aragonés del Garrulus glandarius, en castellano arrendajo común, en Vidaller, R. et. al. (1996), Bocabulario aragonés d'abes d'Uropa, Uesca, Publicazions d'o Consello d'a Fabla Aragonesa, p. 46.

Ibídem; gralla, nombre aragonés del Corvus frugilegus, en castellano graja.

Ibídem, p. 23; esparber, nombre aragonés del Milvus milvus, milano en castellano. ' Ibídem, p. 103; crabero, nombre aragonés del Strix aluco, cárabo común en castellano.

Ibídem, p. 92; barzero, nombre aragonés del Hippolais polyglotta, zarcero común en castellano.

Ibídem, p. 113; babieca, nombre aragonés del Tyto alba, lechuza en castellano. 1° Ibídem, p. 48; cuculo/cucut, nombre aragonés del Cuculus canorus, en castellano cuco.

güedad, de modo que el lector no se extraña de estas intervenciones cuyo objeto es explicar al landán el porqué de la ausencia de vida y las historias de los habitantes de esos territorios vacíos en la actualidad.

Seres fabulosos o divinidades clásicas

Junto a la voz de la Naturaleza y de los animales, los itinerarios del landán son pródigos en encuentros con seres sobrenaturales. Entre ellos destacamos los siguientes: la sabina, los druidas, las deidades de la Naturaleza, los duendes (follets), las brujas, el diablo y las lamias: «un diaple panticuto [...] charró L.1 desde allora alzo en un libret parolas de la fabla».

Al lado de estas voces mágicas, el lector se encuentra con la palabra de diosas como Diana Venatrix, la diosa Ceres, Artemis y Atenea (simbolizadas por una zorra y una lechuza, respectivamente), Polifemo, etc.

Elementos inanimados del paisaje

Las ventanas, los campos vacíos o incluso una pila de bautizar interpelan al landán y le ofrecen sus narraciones, con el gozo de encontrar a alguien que les escuche en medio del silencio:

la ventana cuarteada habló con la timidez de la nieve [...] y el landán, religioso, la oyó narrar [...] dicen que la edípica ventaneta se espaldará el día que el buchorno deje de decirle historias de gentes y montes / l'acoquinada pileta de bautismar deciba con tierna voz de cordereta que la zaguer begata que nació un mocet (aquel día que del sol plebieron carambelos y en los prados nació el primer corte de pipirigallo) en Ainielle, los padres ya teneban por el pensamiento la fizadura del abandono. (18.1.98)

La voz humana

Juglares y trovadores son mencionados con frecuencia por el autor. Imaginamos que su relación con las leyendas y con la historia de la Edad Media europea tiene un gran interés para él. También aparecen personajes pertenecientes a la historia de Aragón, los reyes Sancho Ramírez, Pedro I, Alfonso I el Batallador o Ramiro II el Monje. San Roque o el mago Medardo son otras voces que se unen al cortejo de habitantes de los distintos lugares. Entre estos últimos, hay que distinguir los interlocutores reales y aquellos de los que se conoce su existencia a través de los libros y de los recuerdos de otras personas. Son /o/os y lolas (abuelos/-as), tiones, biellos I -as, cazadores, santeros, mairales, pastores, mozés y mozetas, de los que, en algunos casos, se da el nombre y el lugar al que pertenecen o pertenecieron:

la biella le charró al landán con la clásica boz retabillada de la ensoniazión / las lolas montañesas donaban a los popiellos ixos erenzios oraculares que son las primeras parolas / lolos d'evangelios legendarios aprendius por os pulpitos de los traballos / las palabras de los lolos (aquellas palabras lechalas nunca sucarradas) quedón entablilladas en la pirma de la Olbidanza.

La importancia de las palabras primeras transmitidas por los lolos es puesta de relieve en múltiples ocasiones y con imágenes tan hermosas como las que acabamos de reproducir.

Los antropónimos y los nombres de las casas son testimonio de realidad en medio de la crónica poética del landán: Ascensión de casa «Pallás» de Camporrotuno; Julián, el zaguer heredero de casa «Chuan»; tío Hilario de Lucas; Maximino de Servé, besitador; Luis Picardo y su padre, Saturnino, de Ligüerre de Ara; los dos romeros de Albella; tía Sixta de Cabalero, fabladora; lola de

«Josito» de Linás de Marcuello; tío Antonio de casa «Juandorroyo», o Josefa y Eladio de casa «Chuan» de Linás de Marcuello. Son voces unidas a las palabras primeras y ancladas en sus lugares y casas de origen. Son voces venturosas de altoaragoneses, unos todavía vivos, otros redimidos por el recuerdo del landán:

o landán/zagal prexinaba que tía Sixta teneba amagadas a las parolas del aragonés en la seriaza fustaraza y qu'ella misma yera una diosa creyadora de palabras nuestras [...] de las parolas que se lebaba el cierzo.

Respecto a la palabra leída, entre los escritores aragoneses citados están: José Cardús, Antonio Durán Gudiol," Juana Coscujuela," Ubieto Arteta, Ángel Delgado Pérez, el padre Roque Faci, Ramón J. Sender, Inazio Almudévar, Baltasar Gracián, Ana Abarca de Bolea, Braulio Foz y Veremundo Méndez. Retomamos algunas citas:

en un libro rumoroso de Ubieto Arteta sobre la ninona Petronila, la filla de Ramiro II el Monje (según la falaguera literatura de Ángel Delgado Pérez) / a los santos que describía el padre Faci les costaba un sentido que los sacaran del sitio que habían trigau pa que les alzaran santuario / las paxinas idilico-barrocas de Ana Abarca de Bolea, cantautora de Guara en majestad / Almudébar, ixa botiga de ringlas de Braulio Foz / Per a montaña ya no i beyes finestras de nieu, beremundianas.

José Damián Dieste alude igualmente a escritores clásicos como el geógrafo griego Pausanias, el filósofo Virgilio, Tales de Mileto, Píndaro, Homero y a otros escritores castellanos como Cervantes, Miguel Delibes, Juan Ramón Jiménez, Jorge Manrique, estos últimos mencionados a través de la adjetivación: «una pax grana [...] chuanramoniana / tiene tantas remeranzas manriqueñas de tiempos fuyidos». Estas presencias literarias contribuyen a la creación primera del texto, la crónica poética que analizamos es el resultado final de la absorción y transformación de la multiplicidad de lecturas que se conjugan en el momento de la escritura.

III. El espacio

De entre los nombres de lugar, abundantísimos, que figuran en un índice al final del trabajo, extraemos algunos topónimos e itinerarios privilegiados por el autor: a) La zona de la Hoya de Huesca con localidades como Linás de Marcuello, Ayerbe, Riglos, Agüero, Ena, Lobarre, Rasal, Nocito, Bentué de Rasal, Ayera, Casbas. b) Las comarcas del Alto Gállego, denominadas La Galliguera, y de la Jacetania, con nombres de lugar reiterados como Anzánigo, Chabierrelatre, Samianigo, Sodoruel, Ligüerre de Ara, la sierra de Guara, la bal de Tena, Monrepós, Salinas de Jaca, etc. c) Sobrarbe y Ribagorza han sido igualmente testigo de sus andanzas, con lugares como Abizanda, Arcusa, Lecina, Bestué, Fragen, Fiscal y muchos otros lugares de la comarca sobrarbense. En cuanto a Ribagorza destacamos Graus, Gerbe, Griébal, Muro de Roda, Roda de Isábena, Campo, Centenera, Benabarri, etc. d) En último lugar indicamos algunos topónimos correspondientes a zonas menos frecuentadas por el landán como el Somontano de Barbastro y los Mone-

" Se menciona el título de una de sus obras: Arte altoaragonés de los siglos X y XI. " En este caso se cita el título de la obra y el nombre de la autora: A Lasca, de Juana Coscujuela.

gros: Nabal, El Grado, Bastarás y Villanueva de Sigena, cerca ya de los Montesnegros (Monegros).

Una vez localizados los caminos y los nombres de lugar reales que aparecen en los textos, presentamos los espacios concretos que caracterizan las travesías del landán por tierras altoaragonesas. Se trataría, según nuestra propia lectura, de distinguir entre el espacio familiar de las casas, el espacio religiosopolítico de los monasterios y castillos, el espacio de la Naturaleza y el espacio del más allá, al que alude con frecuencia el autor, tal vez para explicarse y explicarnos la ausencia del hombre.

Respecto a las casas, aparecen siempre personalizadas, pueden escapar, correr, subir, bajar o permanecer agolpadas en la quietud de un rebaño. La multitud de imágenes en las que se cumple la metáfora casa - ser animado nos lleva a seleccionar algunos ejemplos significativos:

las casas marchando escapada por el cierzo de los dinteles abiertos / sus casas se acarrazan como gallinas temerosas del sobrevuelo del esparbel / las casas /raíces de Linás [...1 se'n bajaron a cultivar húmedos bancales / sus casas bajan hacia el barranco como una nevada terrosa / el landán entrevió que las casas de Griébal trataban de esconderse I Poleñino: casas pretas y mudadas que nunca bi eban ido ta o monte I pardinas que buscan como lobas la voz de puma madura de las parentallas que se fueron / casas/choto de Ainielle / casaslolas de Sasé / casaonso de Basarán / ese rebaño sin redención que son las terrosas y despulladas casas d'Escó / ixa cohorte de crabitos petrificaus que i-son as lixeras casaspaterfamilias de Rodellar / son as suyas casas (Pirineos) como rabañetes de sarrios radecalzins / las casas yeran pelleta con pelleta, como preparadas para esquillar.

La metáfora casa - ser animado se explicita hasta el punto que el poeta puede hablar de la mirada, del rostro o de la sonrisa de las casas:

Linás de Marcuello era de casas pardas con cara de granero / la casa miraba con tez humanísticamente retrospectiva / todas las casas teneban ese gesto de soledad que campa por ixos lugares que se quedaron sin cofadrias / entonces las casas tenían reíres de clavelinas y cardoneras / se biaba en el sentido mirar de puertas y bentañons -!ixos paxaros desvergonzados de todos nuestros pueblos! / as suyas casaslinosas, ampulosas como mozascantareras I as casas d'Onzins, ninonas de trementina, yeran candils.

La explicación de la tristeza infinita de las casas solas es expresada de forma extraordinaria en algunas frases como las que siguen:

la caratriste de las aldeas nace de no poder remerar las voces de verdor de los mocés y el olvido de sus canciones / las casas empiezan a tener querada la ilusión y la memoria / As casas de La Atiart teneban as gorgas cutias y muitisma amielca por a luenga y los Lares yeran en completas.

Como las personas, las casas también esperan su final, la muerte, y tienen sus herederos: el viento que se adueña de los espacios familiares del hogar y de las cadieras y al mismo tiempo de las palabras que en ellos quedaron prendidas para siempre:

Isas casas que s'en van [9.11.971 Isas casas que parecen caras, rostros nuestros se caen por toda la antigüedad de la montaña y también por los royos sasos de los semontanos [...1 antes yeran fogar, Corpus y fuego, hoy son chelo, cenisa y muerbo. / las casas se estaban espaldando como si fueran palabras en el viento / una d'ixas aldeas/osamentas / o landán bido [...1 que las casas de Centenera se feban fosar güembro con güembro / ¿cuántos de lugars de casas rotas abrán d'hereu al cierzo?

Los relatos, las historias y tradiciones que, a través de la palabra, tuvieron su sede en las casas puede que sobrevivan en sus ruinas; de allí la actitud del landán, siempre alerta y dispuesto a escuchar a quien quiera contarle algo en medio de la soledad de los pueblos y campos deshabitados: «cada persona un uniberso, cada casa un palazio de falordias».

Terminamos esta evocación de las casas con unas citas muy especiales. En ellas se puede sobreentender la idea clásica del culto a las divinidades domésticas, los lares y las almas buenas de los antepasados, entendiendo así la casa como lugar de culto y permitiendo la metáfora casa-templo: «Las casas de Escapa son como un templo / Las casas que podeban estar cántaros de almetas son altares tresplantaus y dolorosas boiras en seco».

El espacio religioso-político estaría representado por las ermitas, las iglesias, los monasterios y los castillos. Las ermitas constituyen esos pequeños espacios de lo religioso que acercan la fe a los habitantes de los pueblos; son lugares de romería en común muy relacionados con las fiestas de cada lugar y con sus patronos. En los textos aparecen innumerables nombres de ermitas con las que se topa el landán en su caminar y a veces, hasta tiene ocasión de conversar con alguna imagen albergada por ellas:

la Virgen de Concilio / la Virgen de Marcuello / la Virgen de los Ríos / la Birchen de la Peña / la Birchen de las Eras / la Birchen d'o Castiello / la Virgen d'o Camín / Santa Quiteria / Santa Isabel de Centenero / Santa Águeda / Santa Brígida / Santa Orosia / San Juan de Rasal / San Esteban (monasterio de Orrastre) / San Salvador de Charo / San Hipólito / San Vicente / San Martín de Riglos / San Quíliz / San Úrbez / San Climén / San Belián / San Alejandro de Larraín / San Fertús / San Benito / San Beturián d'Abizanda / San Alejandro de Bernués / Santos Cosme y Damián / San Chinés de Isarre / San Miguel de Foces.

En la descripción de las ermitas hay escasas comparaciones; destacamos algunas de ellas:

la crabiteta I ermiteta de la Birchen de la Peña / la bentiscosa ermiteta / ramo de la Birchen de las Eras / ermita de San Úrbez, bel truexo de pan blanco contra la gazuza de los mons / 0 landán fazié tragolasdiez por la ermita-santuario-incensario de Santos Cosme y Damián / la ermiteta/arqueta de Sescún.

Las torres-campanario de las iglesias señalan la presencia de los pueblos y aldeas ya desde la lejanía. Por ello el autor las personaliza al igual que las casas o las asemeja a diferentes animales:

El campanario de Grustán, ixe mosen sin feligresía / el campanario como un cudiador dulero / La torre / allaguera de Grustán, parellana a una misacha de piedrapicada / Los vanos del campanario, ixos tristes ojos de betiello / la ilesia (de Lluzás) pareceba un onso bendemando.

Otras imágenes eligen un referente distinto e innovador: «La torre-campanario terrosa como un vuelco de arcilla sobre el cielo joven / una torreilesiera sobrarbense d'ixas parellanas a los abetes en celo».

Los monasterios no son tan numerosos: Villanueva de Sigena, San Felices, Orrastre, Leyre (en Navarra) y el de San Beturián, del que destacamos la descripción siguiente:

San Beturián pareceba un rolde de hastials aparateros, bel codize ratoniau, una angunia presbiterial. Las columnas se feban roleos de miel tresbatida y los arcos ya sólo yeran un siñal de zierzo litúrgico. (21.3.99)

El abandono en que se encuentra este monasterio, lugar emblemático de la historia del reino de Aragón, es ciertamente incomprensible.

Los castillos, situados en lugares destacados de la geografia altoaragonesa, aparecen igualmente comparados a seres animados:

el castillo de Sibirana se amaga como el señor alevoso [...] o como el pastorcillo introvertido que ha esnucau una res del amo / el castillo reza sobre una roca [...1 el castillo todo es un San Jorge legendario. (13.6.97)

Otros castillos son los de Yéquera y Artasona. En ellos dominan los ecos de las guerras a las que sirvieron de escenario, siempre con una vinculación estrecha con los países más cercanos.

El espacio de la Naturaleza recopila los nombres y las apariencias de los montes, montañas, bosques, campos, barrancos y ríos que sirven de marco a los plurales espacios familiares que son las casas y las iglesias de los pueblos y aldeas. En su descripción hay un componente religioso que domina junto con las personalizaciones:

bajo el altar papitieso de los mallos [...] ixos cálices royos 1...] arcángeles sin estremauncillo [12.10.971 / As Tres Serols, ixos blanquiaus campanarios / Tres Serols eban güembros d'alabastro / retablos encunestrius que i son los Pirineos / púlpitos sin pleitesía de las sierras / monte Turbón, polimentau relicario de las boiras / Turbón pantocrático como bel molimento commemorativo / las sierras azurencas como siempre, parezeban sitiales de dioses contemplativos / Guara, con coda de golondrina como bela abadesa / Guara [...] abadesa blanqueta [...] güelladora de dembas, etc.

La Naturaleza se transforma igualmente en ser animado en sustitución de los que se fueron para siempre:

los congostos, esos hombros gigantes que llegan desde detrás de la sierra / los montes oreados que se van ent'Arguis como carboneros consumidos I Peña Montañesa, ixa lola perenne mater de los manantiales / Guara, la cudiadora de las boiras y la sumahacedora de tronadas / ixa lola cubillada de gallín que ye a sierra de Guara / la Cinca [...] se tornaba lola de calzero mullau / la Maladeta-mozeta chiganta y ribagorzana / Peñarruaba, molón pajentador d'ixe rabaño esnucau de miel que yeran los tellaus de Murillo / La Peñarruaba pareceba un pastor I mairal.

La simbiosis hombre-Naturaleza se expresa en frases inéditas como ésta: «los mons baxan a minchar sopas de puchero con os biellos». Por otra parte, las comparaciones con el mundo animal sirven también para montes y ríos:

montañas como crabas furas prebaban los güensbocaus del zielo / Mascún, ixe lupo de las glerizas / los mons se tornaron onsos / Mallos de Riglos, izas crabetas royas / o río escaldafrío Ara [...] culebra de chelo [...] sarrio coflau / Mon Espaldadero, mostín d'o rabaño de casas de Linás.

Los campos desiertos y en muchos casos descuidados de la mano del hombre son testigos mudos de la intensa tristeza de la tierra: «jcon qué palabras en la punta de l'alma se poderba fegurar la graniza tristeza de la yerba difunta?». En muchos lugares la única mirada que se posa en tierras altoaragonesas es la de las aves que las atraviesan desde la altura: «sus campos le habrían parecido extensos como el mirar del esparbero».

El espacio del más allá ofrece al landán-poeta la posibilidad de crear expresiones de una gran ternura. Son imágenes que pueden orientar al lector hacia una esperanza en la otra vida, que sería muy similar a la vivida aquí: «los que

se fueron a la florida peana del cielo, a los dejados sasos del olvido / a los tácitos niedos del fosar / solicadas dembas de la bienaventuranza [...] por las barandillas de la aurora / o lolo [...] se fazié zaguán de eternidad». Los sasos, los niedos, las dembas, el zaguán son lugares propios del espacio aragonés. Entre estas citas hay imágenes llenas de emoción como las siguientes:

tía Sixta se'n fue a los leraus de la bienaventuranza 1...] Sixta de «Cabalero» bi-ye por las tascas eliseas, charrando-lis parolas d'aragonés á toz os mozets que se'n fueron d'iste tiempo en las albas caxetas del mortichuelo / lola de casa «Josito» feba sopas de pucheros con os trabillancos eliseos / tío Antonio [—] ahora está de coronista en la Casa del Zielo.

El tiempo

La mayor parte de los textos, al ser narraciones en tercera persona, utilizan el esquema temporal propio del relato, en el cual dominan los tiempos del pasado. Sin embargo hay algunos ejemplos en los que el autor muestra el anclaje del texto en un aquí/ahora sustentado por la primera persona: «Hoy peduquiaremos enta una bal / Hoy estamos, casi de noches, y entre la oreada sudor de los robledales [...]».

Las fórmulas más frecuentes para indicar el tiempo en que se suceden los acontecimientos de la narración son las siguientes: a) La palabra día I diya precedida de un determinante: bel diya / aquel diya / ixe diya / istos diyas, y seguida generalmente de una expansión determinativa que precisa el tiempo en el que el día está inscrito:

por istos diyas de las advocaciones trayedoras de la primavera / el landán acudió a Ola bel diya que los sillares se turraban / bel diya qu'o sol languidezeba d'agüerro / Iba lo landán aquel diya, en o mes qu'esbotaban los presigos, cuando las nueys y los diyas andan en una mesura y so sol y la luna fan chuntero y güenbrazau.

b) Otros procedimientos son los de marcar el momento del día en que sucede algo o precisar la estación climatológica a partir de las actividades propias de la vida rural: «el landán llegó por la chelada albarca del crepúsculo / el landán acudió a Centenero por el prieto tiempo d'esbiellar».

Otras veces interesa concretar el clima que hacía en el momento de suceder una acción: «aquel diya milagrero plebeba a monestires [...] a gregoriano en piedrapicada». En este caso la metáfora auditiva es un hallazgo literario muy certero sobre todo si tenemos en cuenta la estructuración semántica que propone nuestra lectura: Aragón-monasterio.

Sin embargo creemos que la distinción más relevante y que subyace en todos los relatos es la oposición entre el tiempo del landán y otro tiempo anterior. Los recorridos del poeta constatan la ausencia de vida en una geografía antaño repleta de ella:

Era un tiempo maravillento de nunca acabar / en aquel tiempo en que las gentes conversaban por los campos / aquellos días que se cosechaba luminosamente 1...] esclafaban claros 1...] todo luz de cereal, todo fragancia de gleba pagadera [...] todo camaradería con la sacerdotal naturaleza [22.2.98] / ¡Días dionisiacos en que los mocés aún poblaban el mediodía noches trovadorescas del alfalcegüelto! / en istos lares roturaus de ayeres / o landán prexinaba que las eras alegorizaban bels tiempos de ruecas plenas / isto fue en una epoca de sieglos panzarriba.

El tiempo pasado puede tener una continuidad en el presente, como cuando el autor evoca el tiempo de las fiestas:

ixos días de mojar pan en junto que son las fiestas, chicas y grandes / los días de los cielos estrelláus de las romerías / las mañanadas de las fiestas, chicas o grandes, nacían suaves como de cebada tierna.

El momento exacto en que cambiaron las cosas y se pasó del tiempo anterior al hoy del Alto Aragón es expresado poéticamente por el autor con una serie de imágenes irrepetibles:

Cuando lo pastormairal no enroyó las güellas fue sitial de que toz es de casanuestra nunca tornarían pas a beyer ixa cesteta blanca que ye la primabera de la chen y que la esistenzia se mascararía como ixos ibiernos grans en que se tresbatieron los mastines.

V. La presencia trascendente

Ya hemos hablado de la recreación de un espacio religioso junto al espacio familiar y al de la Naturaleza. En relación con la temporalidad hemos de hacer notar que se utilizan las festividades religiosas como marcas de tiempo, tal y como sigue ocurriendo sobre todo en el ámbito rural:

por la Purísima bajaban nevadas [...] por la Santa Cruz subían la rama florida / la noche pesadera de almas de la sanmiguelada / día de San Clemente, el cancelador de simientes / por los nebusquiados días de San Antón, el cudiador de cochinas / cuando pal Pilar de la primeras güebras acucutaderas [...] hasta que terminaban por Tozossantos / par de las calandras de San Mateo / los diyas de San Ramónparizón / cuando pico de Guara se mete ziñidor de nieu (par de San Mateo y dica San Matías/umbrías) / San Miguel de mayo / i benié lo diya de Santa Agueda / plegó la nuey de San Chuan / lo diya de San Gregorio Nazianzeno / ya oraban a San Miguel feriante / estamos por las calandras de San Climén.

Esta interrelación entre el santoral y la vida diaria responde no sólo a la tradición sino también a una vivencia distinta de la religión. En otro tiempo se conocían no sólo las festividades que marcaban la vida y el trabajo, como la Sanmiguelada, época en que las personas que trabajaban para una casa podían cambiar, sino también otras fiestas ligadas a la religiosidad de los distintos lugares. La presencia de la religión en la vida cotidiana de los habitantes del Alto Aragón está reflejada en los relatos de diversos modos, ya sea recordando la piedad popular de una romería: «todo el lugar en junto íbamos a la cruz de San Marcos a fomentar las letanías», ya sea mencionando la oración a algún santo con distintas motivaciones:

¿es que ya no le oran a San Martín en la capilla de casa? / ¡Santa Lucía abogada, sácame la busca y tórname la vista! / San Úrbez, cudiador de aguas, rebaños y lluvias / San Roque ye un santo cadanero, pasejante, pelegrino / [Planillol aquí teníamos de patrón a Izisclo. La religiosidad era necesaria. Para vivir en estas montañas se necesitaba fe. Ponían una veleta encendida y oraban un salmo en un libret antiguo/rogativas.

Los santos toman la palabra, como el de los pies plebidetes de Bernués dirigiéndose al landán:

el intemporal San Alejandro, oráculo en larraín charró reiseñor: yo escorrié las gurroneras del zieloentero y plebió si Dios tienequé. Desde ixe tiempo los feligreses de Bernués me mullaban —zeremoniosos— las patetas con auguas de fuenseternas.

Los dioses de la Antigüedad y otras divinidades y personajes mágicos tienen un lugar en la escritura de José Damián Dieste. Ceres, Démeter, Cronos,

Orfeo, Liber, Gea, Apolo, Proserpina, Vulcano, Hestia, Atenea, Eros, Juno, Proteo, Perséfone, Jano... son en unos casos objeto de comparaciones y en otros son interlocutores que interfieren en los monólogos del landán. Lo mismo sucede con druidas, hadas, ninfas, mitos, adivinos, brujas, trasgos y duendes. Todo tipo de espíritus habitan este Alto Aragón falto de hombres y lo hacen como cronistas y testigos de su marcha:

O lugar [...] como manes mandauscallar eba malinconía / Dica las Keres tubión pena y estión caridaderas pues cudiaban templadas al pastortión que teneba l'arca de o cuerpo como una cañabla escruixinada.

VI. La lengua

En múltiples ocasiones hemos aludido a la riqueza poética y expresiva de una lengua como la aragonesa, que custodia cuidadosamente en sus palabras la esencia de las cosas nombradas por primera vez. En el caso que nos ocupa, se añaden a este valor una serie de hallazgos inéditos que proporciona la lengua de poesía utilizada por el autor, como son las denominaciones numerosísimas en las que una parte del sintagma nominal, el nombre y el adjetivo, aparecen aglutinados: ramaspródigas, malasyerbas, solponiente, casacadiera, pilarsmaestres, güellasmorras, etc. Otras veces el nombre va acompañado y unido a otro nombre que le servía de determinativo: colorárbol, o el adverbio se une al adjetivo: casiconsortes. Otra de las particularidades sobresalientes es la utilización de los dos términos de las metáforas separados por una barra inclinada; en este tipo de selección, el autor añade al mismo un componente rítmico al elegir términos que muchas veces riman, dando a la lectura del texto una entonación de salmodia o de letanía que se une a las propias imágenes desprendidas del texto: buchornera /adormidera, luna I carrilana, chungos I paulencos, desamueblau I despelletau, grillos I poquillos, nublaus I sarrios, carasol I girasol, etc.

La utilización de estos dobletes no se limita a las metáforas u a otras figuras de sentido presentes en las narraciones. La barra inclinada puede separar el nombre y el adjetivo: madera I muerta; o se incluye toda una predicación, como en el caso del topónimo Chabierre I filio /de I Latre.

Estas particularidades de la enunciación en los textos de José Damián Dieste proporcionan al lector el gozo de leer a un tiempo la descripción real y la ensoñada. El autor de estos textos orienta la lectura en todo momento con indicios tan claros que permiten recrear el universo nuevo surgido de la contemplación de la realidad a través de la mirada-palabra del autor.

De este modo y a través de la tupida red de metáforas que han permitido tejer estas narraciones, el lector debería estar en condiciones de interpretar la creación semántica que las sustenta. Los términos pertenecientes al campo semántico de la religión abundan y recrean el Alto Aragón en el sentido de un gran templo que desde la Antigüedad hasta nuestros días ha dado cosechas y por lo tanto vida. La presencia de lo religioso en el espacio se corresponde con su realidad en el tiempo. Las fotografías que acompañan cada texto están llenas de restos de ermitas, iglesias y monasterios, testigos desde la religión de un tiempo de abundancia y alegría. Todo ello puede conducir a esa metáfora Aragón - monasterio vacío en el que la abadesa puede ser la sierra de Guara y los grandes retablos las montañas pirenaicas.

Por otra parte está el campo semántico del trabajo del campo: agricultura y ganadería. En la ausencia humana las casas se hacen rebaños y las torres sus pastores. Los campos yermos viven en el recuerdo de tiempos mejores, de grano

y cosechas, de fecundidad en la tierra y en las familias. En la ausencia de juventud, los montes y las fuentes ocupan el lugar de los mozés y mozetas que ya no están.

Hay algo sin embargo que puede redimir la soledad y el silencio del Alto Aragón: la palabra. En este empeño lleva José Damián Dieste muchos años, en la recuperación de la voz del Alto Aragón. Por ello en estos relatos, como ya se ha dicho, todo son voces que le interpelan y cuentan la verdadera y añorada vida que llenó estas tierras en otros momentos de la historia. La magia de esta palabra ofrecida por el autor es, según nuestra opinión, el lenguaje elegido, repleto del léxico aragonés más rico y de las expresiones más nuestras. Tenemos la certeza de que una reescritura de estas ciento dieciséis narraciones en lengua aragonesa normalizada constituiría una de las obras en prosa poética más significativas de nuestros días.

Índice de nombres de lugar

A Caparra Abizanda Agüero Ainielle Albella Alcalá de Gurrea Almazorre Angüés Aniés Ansó Anzánigo Aragón Araguás Arcusa Ardisa Arguís Arro Artosa Arués As Cesper Asba Asín de Broto Asque Ayera Bacamorta Bail Bal de la Galocha Balbastro Ballibió Balzals Banastón Bandaliés Barbenuta Barluenga Barrichón Basarán Bastarás Bataraguá Belarra Bellvé Benabarri Benás Bentué de Rasal Berdún Bergosa Bergoto Bernués Besians Bestué Betorz Biel Bielsa Bierge Birque Biscarrués Bisús del Pueyo Boleya Bubal Muro de Roda Buesa Cacabiello Campo Campo de Chaca Camporrotuno Cancias Casbas Castejón de Sos Castellazo Castilgaleu Castillo Mayor Castilsabás Centenera Centenero Charo Chavierrelatre Concilio Cotiella Dulcis El Sobrepuerto Ena Erés Es Lucás Escapa Escuaín Espierre Fiscal Fontellas Fragén Fueba/Fueva Fuencalderas Gerbe Gorgas Negras Gratal Graus Grustán Guara Guarguera Guaso Huértalo/Güértalo Huesca Ibieca Ipas Jánovas Junzano L'Abadiau L'Aínsa La Almunia del Romeral La Bal de Tena La Galliguera (Galligo) La Peña La Sotonera Labal Lacorbilla Lacos Laguarta

Las Pedrosas Onzins Sarabillo

Laspuña Orba Sarrablo

Lecina Osia Sasa

Leyre Panillo Sasé

Ligüerre Pano Semontano

Linás de Marcuello Pardina Bail Sibirana

Llert Pedruel

Sieste Lluzás Petilla de Aragón Sinués Lobarre Piedetaja Sobrarbe Los Corrales Piedrafita Suelves Lusera Planillo Susín Majones Plasencia d'o Mon Tardienta Marcuello Poleñino Tella Monegros/Montesnegros Puxilibro Tiermas Monesma Rapún Tierrantona Monlora Rasal Toledo Monrepós Ribagorza Tolosa Montañano Riglos Tronzedo Morrano Roda de Isábena Turbón Murillo de Gállego Rodellar Turuñana Sigena Nabaín Sádaba Villanueva de Sigena Nabal Salinas de Jaca Yaso Nocito Salinas de Trillo Yebra de las Basas Nuebo Samianigo Yéquera Ola San Chulián de Basa Yesa Olbena San Felices Yeste Oliván Santolaria Olsón Saqués

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