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VÍCTOR PARDO LANCINA
odio, el odio planificado. Podría citar la brutal muerte del médico Alfonso Gaspar Soler, al que le patearon las tripas antes de pegarle el tiro de gracia; al zapatero Antonio Ferrer Escartín, de la CNT, denunciado por un guardia civil al que no quiso venderle su escopeta de caza; el caso de la familia Barrabés Asún, que perdió a sus cuatro hijos. Recién iniciada la guerra, falangistas y guardias fueron a detener a los activos hermanos cenetistas Faustino y Juan Manuel Barrabés Asún, pero no los encontraron en casa, de modo que se llevaron a sus dos hermanas, Rafaela y Victoria, de diecinueve y veintiún años, militantes de base de las Juventudes Libertarias. Fueron fusiladas el 23 de agosto. Juan Manuel moriría en el campo de concentración de Vernet, y Faustino, también en el exilio, en Cammaux, víctima de accidente. Hubo sectores sociales especialmente perjudicados por la saña fascista, como el de los maestros. Era necesario acabar con la cultura, aniquilar el concepto de libertad de cátedra y uniformar las escuelas, militarizarlas. En un listado de 1936 que lleva el sello de la "Dirección General de Seguridad. Dirección de Investigación Social. 2º Brigada Móvil de Huesca" leemos "Relación de los maestros de esta provincia que simpatizan o militan en los partidos del Frente Popular", y hay nada menos que ciento cuarenta maestros, de ellos la mitad afiliados al sindicato FETE-UGT, y entre los otros, simpatizantes socialistas, militantes de Izquierda Republicana, comunistas o gente de izquierda a secas. De ellos, treinta y tres fueron fusilados, la mayoría antes de final de agosto del
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