Directo Bogotá # 12

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Número 12 Marzo-abril 2006 Facultad de Comunicación y Lenguaje Pontificia Universidad Javeriana Distribución gratuita

Girando

por un sueño

El break dance en la localidad de San Cristóbal: tendencia que acoge a bailarines, grafiteros, raperos y poetas.


Felipe Corredor Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

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* sueltos Cabos

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Cartas * del LECTOR

[ ] esta * ciónCENTRAL

Cuenta regresiva para los carreteros: informe sobre los carreteros que comenzarán a rodar con todas las de la ley

Bar Escobar Rosas: una antigua farmacia de La Candelaria transformada en bar

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Directora del Departamento de Comunicación Maritza Ceballos S.

38] Retro * visor

Entrevista con Enrique Carrizosa: recuerdos de un caricaturista bogotano de los años 50

* patriMonio

E SPECIAL **

* patriMonio

Los últimos residentes de Santo Domingo: un edificio que no llegó a clasificar como patrimonio, sobrevive del arriendo

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20]

Break dance en San Cristóbal: rap al parche

E SPECIAL **

La otra fachada de Villa Adelaida: recuerdos de la histórica casa de Agustín Nieto Caballero

Decana del Medio Universitario Doris Réniz C.

42] COLONias

Entrevista con Érika Dientes, fotógrafa de los judíos que llegaron a Colombia huyendo del holocausto nazi.

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TELE visión *

Ciudad X: una crítica sobre la tercera temporada

}}

E SPECIAL

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* patriMonio

* taJE 25] [repor

gráfico

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Las doñas de "La Perse"

48] (*) libroS

Reseña de La mujer en el umbral, novela de Mauricio Bonnet.

RED 50] Bogotá

##

en la

Sitio recomendado: www. bogowiki.org

* 52] [repor taJE

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23]

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Edificio Manuel M. Peraza, en alto riesgo: el que fue el edificio más alto de Bogotá, frente a la Estación de la Sabana, se cae a pedazos

Pontificia Universidad Javeriana Carrera de Comunicación Social

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Decano Académico Jürgen Horlbeck B.

Informes y distribución Trasversal 4ª No. 42-00, piso 6 Teléfono 3 20 83 20, ext 4587 Fax 3 20 83 20, ext 4576 Escríbanos: directobogota@gmail.com y maryluz.vallejo@javeriana.edu.co

[ ] esta * ciónCENTRAL

El sueño de Estefanía: Del abuso sexual a la prostitución infantil

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Corrección de estilo Gustavo Patiño Díaz gustavo_patino_diaz@yahoo.com

Director de la Carrera de Comunicación Social José Manuel Pereira

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Diseño y diagramación Angélica Ospina angelikaos@gmail.com

Impresión Javegraf

El templo de Salomón: la doble devoción católica y pagana a Santa Marta

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Fotografía Felipe Corredor, Ivonne Chávez, Andrés De La Cuadra, Valeria Gómez, Ailín Martínez, Catalina Torres.

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Fotografía de carátula Natalia Torres Abadía

Opinión en cápsulas

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Reporteros en esta edición María Alejandra Cardona, Natalia Abadía, Pilar Bolívar, Valeria Gómez, María Cristina Hernández, Verónica Benedetti, Carlos Andrés Rodríguez, Juan Carlos Vanegas, Valentina Román, Nashry Zahgui, Melissa Serrato, Lina Leal, Ana María González, David Linares.

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Asistente editorial Melissa Serrato

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Asesor Editorial Mario Morales

gráfico

Basura política


{Personajes de ficción Según el Estudio Colombiano de Valores que se divulgó el pasado 5 de abril, el 95% de la población encuestada afirma sentirse orgullosa de ser colombiana. La pregunta es, qué entienden por "ser colombianos" quienes hicieron parte de la muestra, porque, según las conclusiones del estudio, parece que no somos lo que decimos. De otro modo no podría explicarse que más de la mitad de los encuestados asegure ser feliz, mientras el 60% de los colombianos viven en la pobreza y bajo el conflicto armado. Igual de extraño resulta que ocupemos el segundo lugar en el mundo por manifestar un alto grado de satisfacción con la vida, cuando el trabajo es visto como un modo de garantizar el bienestar material, independientemente de lo gratificante que pueda resultar.

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El estudio evidencia que somos más premodernos de lo que pensamos. Según los resultados, Dios es el elemento que nos articula, de ahí que en lo cotidiano se siga apelando a los designios divinos. Y después de Dios, obviamente, está la familia, por lo que el 80% de los encuestados actúa con el propósito de que sus padres se sientan orgullosos. Prioridades que no operan como tales, en cuento que el mismo estudio demuestra la falta de correspondencia entre las palabras y los hechos: cada vez es menor el número de católicos practicantes y mayor el de familias disfuncionales. Sin duda, los hallazgos de este estudio serán interpretados por muchos como un motivo más para sentirnos orgullosos de ser colombianos. Sin embargo, sería interesante revisar qué tan representativas fueron las 1.215 encuestas en las que se basó el estudio realizado por las empresas Napoleón Franco, Raddar y la agencia de publicidad McCann Ericksson. Vanessa Rodríguez

{La capital de las guías

Con la revista Bogotá, que comenzó a circular en abril y que tendrá periodicidad bimestral, podemos decir que se satura la oferta de publicaciones guía de la capital. y se pregunta el lector —que ya conoce otras como La guía del ocio GO, Plan B, Cartel Urbano, la tradicional Agenda Cultural, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la excelente revista Horas, sin descontar el suplemento Eskape, de El Tiempo, y las páginas web que promocionan la ciudad (las cuales venimos recomendando en esta revista sin guía)— ¿para qué más de lo mismo? Teniendo en cuenta, además, que la revista la editan Santore Editores y la subdirección de Turismo del Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT) , organismo que ya cuenta con Cultura Viva, periódico mensual gratuito de amplia circulación (más de 100 mil ejemplares) cuyo fuerte es la agenda de eventos culturales, y en el que figura como directora, al igual que en la revista Bogotá, Martha Senn. Se entiende que todo hace parte de la campaña '¿Qué sabe usted de Bogotá?', pero no pensamos que crear un medio tan ostensiblemente publicitario —cuya lujosa impresión se echa a perder con el diseño y unos contenidos de mediocre calidad periodística— sea una prioridad de la administración local. Mejor le habría dejado esa iniciativa al sector turístico, en últimas, el más interesado en vender la imagen de la capital y que tampoco ofreció una significativa pauta publicitaria en esta primera edición (que salió a la luz con el infaltable coctel y la farándula criolla). La mayoría de los contribuyentes tampoco pagarán $8.900 por una revista que sólo muestra la Bogotá de postal, no la real con sus inéditas rutas de descubrimiento para propios y extraños con espíritu aventurero. Maryluz Vallejo M.

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* su Cabos


{Robo al parque Bogotá se da el lujo de tener más de 600 hectáreas de parques con valores históricos, culturales y recreativos. Uno de ellos es el Parque Nacional —menos conocido por su nombre: Enrique Olaya Herrera—. ofrece a su distinguida clientela, además de aire puro, servicios de prostitución y variedad de atracos. Este pulmón con 283 hectáreas de bosque y canchas para practicar hasta hockey, padece el cáncer de la delincuencia común. A cualquier hora roban ante los ojos de todo el mundo, con golpiza incluida y hasta puñalada para que la víctima suelte rápido la maleta. Y es que el parque se encuentra al sur de las universidades Javeriana y Distrital y al norte de la Escuela de Diseño Arturo Tejada y de varios colegios, por lo que es paso casi obligado de muchos estudiantes, las principales víctimas.

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ueltos

En medio de eucaliptos, acacias, urapanes y cipreses, caminan hombres solitarios, esperando un encuentro lujurioso entre la naturaleza (encuentros que a menudo se definen por Internet). Algunos gratis, otros pagando. ¡Y, qué casualidad!: lo primero que se observa a la entrada al parque, por la carrera séptima, es la escultura de Rita, la prostituta en minifalda de Negret.

{Ganancia de pescadores Por supuesto que a muchos les habría gustado que la historia del hijo de Clara Rojas no se hubiera publicado. Es su exorcismo contra la terca realidad que aquí, como suele suceder, superó la ficción. Negar es una forma de conminar y de condenar a la no existencia aquello que no podemos controlar. El hecho tiene, entre muchas, tres aristas que al analizarlas no se deben mezclar. La primera, la editorial, que reclama el derecho de todo libro a promocionarse y a hacerlo en los momentos pertinentes, como sucedió en este caso, en plena antesala a la Feria del Libro; éxito de ventas asegurado. La segunda, la política, que reclama una mirada aparte por las connotaciones ideológicas que implica. La tercera, la periodística, que plantea, como una moneda, caras y sellos que se contradicen. Que era noticia, no cabe duda. Por novedad, impacto e interés de su protagonista, que era candidata a la Vicepresidencia de la República. Pero, además, por ser el símbolo de la fusión de quienes aspiran a llegar al poder por los caminos del derecho y por quienes optaron por las vías de hecho.

El Parque Nacional se encuentra en Chapinero. Sin embargo, agentes de la estación de policía de esta localidad dicen que la vigilancia le corresponde a Santa Fe; ésta le tira la pelota a Germania y ésta, a su vez, a Teusaquillo. Algunas veces se ven auxiliares bachilleres caminando por el parque y, si se corre con suerte, una patrulla que pasa esporádicamente. Algunos acusan de los robos a los habitantes de barrios aledaños a la avenida Circunvalar, otros le echan la culpa a reinsertados, varios sólo se la adjudican a la desigualdad social, y otros, como yo, culpamos a la poca seguridad que se ofrece en el lugar. Por ahora, sólo queda seguir el sabio consejo que me dio uno de los policías que me auxilió, después de que me robaran la maleta y me rompieran la cara: "No den papaya y aprendan a cuidarse solos, porque nosotros no podemos estar en todo".

Acierta el periodista al indigestarse dos años con el tema, comprobando, investigando y esperando el momento oportuno. Se equivocan él o su editorial cuando se confunden al presentarlo como un trabajo periodístico y sustentarlo como un relato con apartes de ficción. El derecho de todo lector es saber a ciencia cierta a qué se enfrenta para poder elegir. Esa ambigüedad empantanó la discusión del contenido y la llevó a los terrenos de las prácticas periodísticas. Si era una estrategia, fue falaz. Si fue equivocación, gallardo era reconocerlo y reencauzarlo. La cortina de humo de la donación de las regalías a una ONG fue desesperada y fallida. Así no quedó espacio para la reflexión periodística ni para la crítica literaria. El resultado: confusión en la opinión pública, ante la cual el narrador tiene que salir a defenderse, en vez de permitir que la discusión la diera su obra. Y entonces volvieron a ganar, a su manera, aquellos que con otro tipo de intereses querían que no se publicara. Porque los debates sobre el acuerdo humanitario, el olvido estatal e institucional hacia los secuestrados y el drama de la guerra quedaron aplazados.

Nashry Zahgui Arib-Ah-Rib

MARIO MORALES

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Cartas * del LECTOR

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Sobre el perfil de antonio ibáñez Bogotá, febrero 18 de 2006

Soy una asidua oyente del Programa Radial Habitantes de la Noche que conduce el gran periodista Antonio Ibáñez en la Cadena Todelar de Colombia. Le he seguido los pasos desde que él trabajaba en Caracol Radio, hace bastantes años, he dialogado personalmente con él, he asistido a la cabina y tengo algunos conocimientos de su vida y su modo de pensar. Con gran extrañeza me encontré con el artículo que ustedes le hicieron en su revista por Carolina Mila, en la edición Número 10, de julio a septiembre de 2005, el cual contiene bastantes errores tanto en los datos de sus familiares como en algunas de las apreciaciones que de él se hacen: 1. El nombre de su ex esposa no es Fanny sino Blanca, es importante que en una entrevista los datos sean correctos y no invenciones del periodista.

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2. En el articulo señalan que Antonio vive en una "pieza" arrendada, lo cual no es cierto pues tengo entendido que él vive en un apartaestudio en el barrio Polo al norte de Bogotá, como si ustedes quisieran dar la impresión de que el señor Antonio es un personaje extraño que vive en condiciones paupérrimas y que le fía a los taxistas, cuando eso nunca ha sucedido. 3. Ustedes señalan: "Cuando era muy joven, solía mandarse antes de cada emisión dos aguardienticos para infundirse valor, y aunque hoy asegura que ya no los necesita porque no siente miedo, no desaprovecha la oportunidad de tomar cuando llevan alguna botella al programa", lo cual no es cierto pues hace aproximadamente dos años le diagnosticaron enfisema pulmonar y, por ello, él no se toma ni un solo trago de licor. Como si la imagen que se quiere presentar de él es de un periodista vaciado, borracho, malgeniado y loco. A lo anterior considero que la periodista Carolina Mila consignó aspectos erróneos del modo de vida de su personaje y pareciera que no ahondó en información veraz y tuvo que imaginarse estos aspectos de su vida, lo cual me parece poco profesional de su parte y más teniendo en cuenta que esta publicación es de una de las Universidades más prestigiosas de este país. Me parece delicado dar a los lectores una imagen de una persona que no es real ni clara y más teniendo en cuenta que él vive de su pauta publicitaria y de la imagen ante los medios y sus invitados. Quisiera saber a que clase de género periodístico pertenece este artículo si es una nueva modalidad de ciencia ficción o algo por el estilo. Agradecería se hiciera las correcciones del caso públicamente como lo indica la ley. En espera de sus comentarios y su respuesta.

Edna Riaño Heredia


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Respuesta de carolina mila Señora Edna Riaño:

La información que aparece en el reportaje sobre Antonio Ibáñez la obtuve directamente de él, de mis conversaciones con él y de ninguna otra fuente. El nombre de su ex esposa me lo dio él, y no desconfié de que se llamara diferente, no ví por qué hacerlo. Es posible que me lo haya dicho así a propósito; pero, en ningún momento decidí inventármelo. Por otro lado, tengo grabada de su voz la siguiente afirmación: "Cuando era muy joven, solía mandarme antes de cada emisión dos aguardienticos para infundirme valor", y una de las veces en que estuve en el programa los invitados llevaron una botella de licor y Antonio nos convidó a todos, incluyéndose. Sin embargo, en ningún momento digo que Antonio se haya emborrachado, o se emborrache, o sea un borracho, como usted reclama en su carta. La historia del taxi también me la contó él, al igual que lo de la pieza arrendada donde vive. La imagen que traté de presentar de Ibáñez no es la de un "periodista vaciado, borracho, malgeniado y loco". A lo largo del perfil trato siempre a Antonio con cariño y respeto por lo que es y por su trayectoria periodística Definitivamente Antonio Ibañez es un personaje excéntrico y digo excéntrico en el mejor de los sentidos, por no ser una persona convencional, del montón, un intelectual académico y acartonado que responde a patrones establecidos, sino un individuo con un poderoso mundo interior. Él mismo me advirtió antes de empezar nuestras conversaciones que para él el mundo de los sueños y de la imaginación constituía un universo poderoso en su vida diaria, y que por eso mismo era posible que en el recuerdo de sus vivencias mezclara fantasía y realidad. Y esto también lo tengo grabado. El género al que pertenece este texto se llama "perfil" y constituye antes de ser un listado de datos biográficos y profesionales (aunque también los incluye, y no me los inventé) un relato en el que se descubre un aspecto más humano del personaje. Claro está, enfocado desde la perspectiva del periodista. Y Antonio Ibáñez es una persona muy especial, teniendo en cuenta que se ha movido siempre según sus propios parámetros y que ha creído en su labor más allá de la fama y del interés económico. Quisiera señalar también que el texto fue enviado a Antonio a su programa y no hizo ningún reclamo; según tengo entendido, se mostró muy complacido con el perfil que apareció publicado en la edición No. 10. Pero si para él he malinterpretado alguna de sus palabras no tendré ningún reparo en corregirlas.


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El sueño de

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Maria Alejandra Cardona mariaalejandracardona@hotmail.com

Estefanía

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Un menor de edad puede estar en prisión por hurto, porte ilegal de armas, homicidio o venta de drogas. Estefanía lo está debido a su tendencia a la prostitución, a los actos delictivos y al consumo de drogas. Es una de los cientos de víctimas del abuso sexual de menores y de la prostitución infantil en Bogotá. Mientras más de 15 familiares de menores recluidos el 21 octubre de 2005 en la cárcel El Redentor, de Bogotá, intentan desesperadamente sacarlos de allí, hay una mujer que les ruega a los guardias que le ayuden a internar a su hija Estefanía*, de 14 años, "porque ella necesita estar en prisión, necesita reformarse". Para Gloria Nelsy Colmenares que su hija esté tras las rejas no es una pesadilla, por el contrario, es la única manera de ponerla a salvo de los peligros de la calle. Después de ocho días sin haber tenido razón de su hija, la encontró en La Calle del Pecado, del barrio Santa Fe, su sitio habitual de trabajo.

En Bogotá las calles tienen dueño o dueña. Por una esquina en el Terraza Pasteur, en el Restrepo o en el Santa Fe hay que pagar. Y el requisito para apostarse allí son la experiencia, la clientela y el poder. "Estefanía apenas comienza en esto, ella se para en cualquier lado y no tiene en cuenta que siempre hay un líder que defiende el territorio, por eso en varias ocasiones la han herido con armas cortopunzantes", explica Dora Meneses, psicóloga del Centro Especializado del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), que conoce el caso de Estefanía hace más de seis años.

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“Según reza la campaña sobre abuso y maltrato infantil "Los monstruos de los niños son reales", el conteo de casos en las calles de Bogotá resulta estremecedor: hasta marzo de 2006 se registraron 112 casos de menores en la prostitución,”

Según el artículo 217 del Código Penal, "el que destine, arriende, mantenga, administre o financie casa o establecimiento para la práctica de actos sexuales en que participen menores de edad, incurrirá en prisión de seis a ocho años y multa de cincuenta a quinientos salarios mínimos legales mensuales vigentes", pero nada dice sobre los menores que se prostituyen en las calles, los cuales no se pueden judicializar. Además, al ser menores de edad, cualquier tipo de pena recae sobre los adultos, quienes precisamente aprovechan este vacío de la ley.

Cifras que estremecen en la capital

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Según reza la campaña sobre abuso y maltrato infantil "Los monstruos de los niños son reales", el conteo de casos en las calles de Bogotá resulta estremecedor: hasta marzo de 2006 se registraron 112 casos de menores en la prostitución, mientras que en 2005 hubo 180. También se han denunciado 140 casos de menores adictos a sustancias alucinógenas y 270 casos de menores maltratados

En lo que va del año, la Policía Metropolitana de Bogotá ha registrado 106 casos de abuso sexual de menores. Estefanía padece el horror de esta tragedia desde los tres años cuando comenzó a ser violada por un tío. Hoy vende su cuerpo hasta por una "bincha", droga alucinógena que no vale mas de dos mil pesos.

Parecería imposible que un menor de edad estuviera en todas esas listas. Pero Estefanía es víctima del abuso sexual, de la prostitución, de la drogadicción, del maltrato de sus padres, de discriminación y de enfermedades sexuales. Ha pasado 13 veces por centros de rehabilitación y de reclusión. Siempre se escapa, pese a que allí encuentra el techo, la protección y la orientación que no le dan sus padres.

"Estefanía fue abusada sexualmente y nunca le contó a nadie, eso crea un trauma que produce baja autoestima y la lleva a repetir esa situación. La explotación es una forma de evocar el abuso en su infancia, cuando es repetitivo se convierte en un modus vivendi, que al hacerlo con sus clientes se vuelve normal", asegura Meneses.

Hace cinco meses, Gloria Nelsy llevó Estefanía a El Redentor porque le robó dinero para comprar droga. Su primera vez en un centro de reclusión fue el 4 de octubre de 2000, cuando la niña se escapó de su casa por el maltrato de sus padres y fue encontrada en las calles. Dos años después llegó al ICBF por agredir a un niño de tres años.

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El 12 de mayo de 2002 fue detenida en la salida internacional del Aeropuerto Eldorado por explotación sexual. Allí suele ir a conseguir clientes o a veces la contactan amigas para que preste sus servicios a los turistas. "Mis clientes son extranjeros: alemanes, gringos o ingleses", afirma Estefanía con afectación. Según la psicóloga Meneses, "en el aeropuerto consigue clientes por su cuenta, no necesita un representante; allá tiene su clientela porque, según dice ella, a los extranjeros les gustan mucho las niñas, sobre todo las que casi no tienen senos, como ella. Esta es una de las razones por las que Estefanía, mejor dicho, Simón* comenzó a vestirse de niña". En 2003 también estuvo en la casa de campo Carlina, un centro psiquiátrico situado en Cajicá. Según el diagnóstico que le realizaron, Estefanía sufre de problemas psiquiátricos, sumados al consumo de drogas alucinógenas y a la explotación sexual. Se lee textualmente: "La paciente consume marihuana, pegante y bazuco". Como Laisa Reyes En El Redentor, mientras Gloria Nelsy ruega que le ayuden con su hija, Estefanía saluda a los guardias y psicólogos del lugar, quienes le preguntan por su vida en los últimos tres meses, desde cuando escapó del reformatorio. "Vengo a internarme porque estoy aburrida de la calle, no me aceptan en mi casa, yo nací así y ya no puedo hacer nada par cambiar", afirma con contun-

Su padre no la comprende, su madre reza por ella y sus hermanos la amenazan con una escopeta. Tiene pocas amigas y menos amigos. Con los ojos llorosos, su mamá asegura que Estefanía aprendió a maquillarse sola, que ella siempre la vistió como se debía y que la vida del niño cambió desde que fue víctima de la violación. "Al papá le da mucho pesar, a nosotros nos da muy duro, en el barrio todo el mundo lo hace a un lado. Lleva 10 años en la calle". La moda es su pasión, por eso a los cinco años tuvo sus primeras fantasías con el traje de la primera comunión de su hermana, ese vestido blanco que simbolizaba pureza. Fue la primera vez que Estefanía se puso falda. "En las noches me disfrazo, me pongo falda, brasier y encima una esqueleto, así se me ven unas tetas bien lindas. [...] también me gusta salir con este cachetero, con unas botas largas negras, extensiones monas y lentes verdes; me pongo tacones y me maquillo. Esa es la pinta para las fiestas en las discotecas que están de moda, donde van actores y todo". Dinero nunca le falta para comprar la ropa en San Andresito, "donde es bonita y no muy cara, mija". Nunca ha estudiado, pero tiene una maestría en sexo, cárceles y hospitales; no les teme a la muerte ni al rechazo, sólo al anonimato. Admite que lo que más disfruta de su trabajo es termi-

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Cada vez que Estefanía llega a uno de estos centros su historial se torna más dramático.

Un par de brasieres, tres minifaldas, tres blusas, unos tacones puntilla, medias de malla, un labial rojo, pestañina y colorete son las pertenencias que trajo Estefanía en su maletín al ingresar al centro de reclusión. Camina por entre las celdas con sensualidad, manejando diestramente los tacones. De cuerpo delgado, usa jeans descaderados y una camiseta ombliguera. Sus largas pestañas resaltan los ojos negros bajo unas cejas perfectamente delineadas; pero su voz ronca la diferencia de sus compañeras.

esta ciónC


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Como cualquier mujer, Estefanía levanta envidias entre sus rivales, pues son muchos los hombres que se derriten con su mirada, aunque su ojo derecho tiene una cicatriz con puntos que nunca le retiraron. "Fue una pelea con un travesti. Me apuñaló por celos, porque le estaba coqueteando a su esposo, nos revolcamos y nos apuñaleamos; ella era como yo, también menor de edad, pero nos dimos duro", narra.

nar con los bolsillos llenos de billetes: "Desde hace cuatro años me prostituyo en las calles de Chapinero, en el centro y en el aeropuerto, me pagan desde 50 mil hasta 200 mil pesos por noche, depende del cliente [...] Me encantan los hombres mayores, a mí no me gustan los peladitos, y me fascinan los actores". Sus brazos están cortados desde la muñeca hasta los hombros. —¿Qué te pasó?

* CENTRAL [ ]

—Cuando el camión de la Policía nos va a coger, nos toca correr para que no nos alcancen; si nos cogen, nos cortamos para que nos suelten. Sin pelos en la lengua asegura: "Los hombres son muy depravados, les gustan mucho los niños, pero eso me conviene a mí, así que entre más depravados, mejor". Estefanía mueve sus manos y su cadera de un lado para otro, cuenta cada detalle con picardía, mientras su madre le pide que omita algo, pero ella quiere llamar la atención a toda costa y que le siga tomando fotos. Su madre va de un lado a otro oyendo todo lo que dice. Guarda silencio. —Cada rato llega sangrando. —Mamá, no diga eso. —Se la pasa por allá en el barrio Santa Fe, adonde llegó por unos amigos. Se van a echarle cosas en el trago a la gente. Yo no quiero que siga en esas andanzas.

Desde los diez años, Estefanía tiene compañeras con las que comparte intereses, que parecen mujeres de verdad con senos de silicona y sin pelos en las piernas. "Se van a Italia y se operan, se ponen tetas y se quitan los pelos para siempre; por eso mi sueño es ir a Italia, llegar a ese paraíso "molto chic" y operarme para parecerme a Laisa. Laisa es muy chusca, es mi competencia". Todas las noches Estefanía está pendiente de la telenovela Los Reyes para no perderle pisada. —Así que, salúdenmela, pues pronto sabrá quien es Simón, "el gran varón"; mejor, sabrá quién es la gran Estefanía. Cuando la simpática y arrolladora Laisa se entera de esta historia se pone seria. "Es muy doloroso saber del caso de este niño travesti porque sé todo por lo que tiene que pasar: la explotación, el maltrato y la discriminación. Le pido que se cuide, que no se vaya por mal camino, no le recomiendo viajar a Italia, yo que lo viví, sé que le va tocar sufrir mucho, sobre todo en una sociedad como ésta. Como travesti debe tener un espíritu aventurero, pero, sobre todo, carácter, amor propio y tener como eje a su madre. Mi mamá lo ha sido para mí. Sólo espero que este pelado abandone las drogas y la prostitución". A los tres meses de haber escapado del centro de rehabilitación, los psicólogos del ICBF aseguran que no saben nada de Estefanía y al preguntarles por ella contrapreguntan: "Nuestra consentida Estefanía, ¿qué pasó con ella, murió?". Cuentan que cuando se fue, en diciembre de 2005, la vieron bien, "pero necesitaba más tiempo para desintoxicarse; ella siempre recae y vuelve a Bienestar Familiar con una historia peor. No sabemos nada de ella, pero sus amigos la han visto llevada por la droga y prostituyéndose por cualquier peso". *El nombre real del protagonista se cambió por ser menor de edad.

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En julio entrará en vigencia la norma del Código Nacional de Tránsito expedida en 2003 para restringir y regular la circulación de los vehículos de tracción animal, popularmente conocidos como zorras, pero hasta el momento sólo 1.300 de los 3.500 carreteros están legalizados. Aunque el gobierno distrital se tomó su tiempo para ofrecer programas de capacitación y posibilidades laborales a los carreteros y a sus familias, todavía no se concretan.

Cuenta regresiva para Luz Ayda Gómez Durán luzgomez@javeriana.edu.co

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los carreteros


En la segunda mitad del siglo XIX, cuando las carretas eran el medio de transporte más usado, se reglamentó el tránsito de vehículos de tracción animal en Bogotá. A finales del siglo XX sólo se exigía a los carreteros que tuvieran pase y que fueran propietarios del caballo, según afirma Raúl Pérez, funcionario de la Secretaría de Tránsito y Transporte (STT). Ana Mercedes Gutiérrez, quien ha pasado 57 años de su vida montada en una zorra cuenta: "Yo tengo el pase antiguo, el que era como una libretica, como un pasado judicial". Pero en una metrópoli como Bogotá, con vías de circulación rápida y permanente caos vehicular, estas carretas son como vacas muertas atravesadas en el camino. Antes de expedirse la última norma, eran frecuentes las quejas de los ciudadanos ante la administración municipal por causa de los carreteros: accidentes de tránsito, maltrato a los animales, explotación del trabajo infantil, robos de tapas de alcantarilla y rastros malolientes de basura y de excrementos que dejaban las zorras a su paso. Este último problema

tuvo más fácil solución, ya que algunos carreteros comenzaron a cargar con 'micas' especiales o a ponerles pañales a los caballos. A principios del año 2000, con la ayuda del Departamento Administrativo de Bienestar Social (DABS), la Unidad Especial de Servicios Públicos (UESP) y la STT, se iniciaron los acercamientos con la población de carreteros para llegar a un acuerdo que los beneficiara tanto a ellos como a los ciudadanos. A pesar de los numerosos encuentros, no se halló una solución al problema, hasta que el alcalde Antanas Mockus implantó en 2002 el nuevo Código Nacional de Tránsito Terrestre, que en su artículo 98 estableció que las carretas debían salir de circulación. De esa manera, las negociaciones quedaron truncadas y los líderes de las zonas donde se hallaban los carreteros reaccionaron con la creación de asociaciones para reivindicar el oficio. Buscaron firmas, se apoyaron en abogados y movieron palancas. "Tenemos derecho a trabajar libremente, no podemos dejar que nos acaben el oficio", dice Silvino Cárdenas, representante de

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Silvino Cárdenas fue el mayor contradictor de la nueva ley. Presentó una demanda ante la Corte Constitucional argumentando que violaba su derecho al trabajo y a circular libremente por el territorio nacional (artículo 24 de la Constitución Nacional). En 2003 la Corte declaró inexequible la erradicación de vehículos halados por un animal, y estableció que las autoridades locales de tránsito deben buscar los parámetros y medidas necesarias para la circulación de las carretas en la ciudad. Este fallo, entonces, protegió la labor de los carreteros, pero con restricciones especiales para evitar el caos urbano. En cumplimiento de la ley, la STT reglamentó el tránsito de vehículos de tracción animal en el Distrito Capital, mediante el decreto 510, que entrará en vigencia. El tira y afloje de la carreta

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Uno de los puntos clave de la discusión entre las autoridades y los carreteros es la prohibición para transitar en horas pico. "Si no podemos transitar por la mañana, nos quedamos sin qué recoger, porque el camión de la basura se lleva lo reciclable", señala el carretero Guillermo Tovar, quien además considera injusto que tengan restricción los cinco días hábiles de la semana, mientras que los automóviles sólo la tienen dos días. Por esto la STT les permite transitar por las vías, pero cumpliendo el horario de Pico y Placa, como el resto de vehículos, para que no produzcan embotellamientos. Según los carreteros, el otro punto dramático es el analfabetismo de gran parte de sus colegas (población calculada por las agremiaciones de Bogotá en unas cinco mil personas), lo que les impide presentar la prueba escrita para conseguir la licencia de conducción de su vehículo. "Si alguien es carretero es porque no ha tenido oportunidades en la vida, por eso muchos compañeros son analfabetas", asegura Luis Alberto Morales. Pero los censos de la STT de 2001 a 2004 reflejan otra realidad: que la población de carreteros es de 3.508 —concentrados en las localidades de Kennedy, Mártires, Bosa, Ciudad Bolívar y Fontibón—; de los cuales se han legalizado 1.300 y que solamente el 15% es analfabeta.

Al reiniciar las negociaciones con los representantes de las asociaciones, el Distrito ofreció mil millones de pesos para capacitarlos en variedad de oficios (modistería, panadería, construcción, culinaria, mecánica y alfabetización). Tras ganar una licitación, la Universidad Distrital quedó a cargo del diseño y ejecución de estos programas, pero no ha sido fácil vincular a los carreteros porque en su mayoría se oponen a cambiar de oficio. "Loro viejo no aprende a hablar; una vieja como yo no tiene genio para que otra persona me mande. Soy independiente en lo que hago y este es mi lugar", afirma Ana Mercedes Gutiérrez. Lo mismo opina María Rosalba Rodríguez, la representante de la Fundación Social de Recicladores Carreteros de Colombia (Funsocial) fundada en 2005, que reúne a 250 afiliados: "Para qué queremos capacitación, si no tenemos plata para montar una panadería o un montallantas o cualquier empresa". La Asociación de Carreteros de Bogotá (ACB), ubicada en Ciudad Bolívar, también rechaza la

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Corporación pro Defensa de los Carreteros y Recicladores de Colombia (Coprocarco), creada en 2003, con 120 afiliados.

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+++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ . "Ellos trabajan toda la noche, duermen en la +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ calle y cuando salimos a buscar no encontramos +++++++++++++++++++++++++++++++++ nada. Ahora las cosas están duras, si me va +++++++++++++++++++++++++++++++++ bien consigo 15 mil pesos diarios. Además, no +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ sólo hay que ver qué se encuentra, también +++++++++++++++++++++++++++++++++ hay que estar pendiente del animalito, de su +++++++++++++++++++++++++++++++++ comida, que la vacuna para la diarrea, el +++++++++++++++++++++++++++++++++ herraje, los concentrados, el bulto de +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ zanahoria, el bulto de pasto, la miel…". +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++

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* CENTRAL [ ]

reglamentación y dice buscar la unión, el bienestar y la educación del carretero para que dignifique su oficio y salga adelante. Se estableció jurídicamente en el 2002 y con 400 afiliados es la agremiación más fuerte. La competencia está pesada En el barrio La Igualdad, ubicado en la calle tercera con avenida 68, al lado del caño de Colsubsidio, vive Ana Mercedes Gutiérrez. Gracias a su trabajo sacó a delante a toda su familia, que también se dedica al oficio, y recuerda que hace unas cinco décadas el oficio era muy diferente: "Había libertad para circular de un lado a otro, no existía la represión por parte del gobierno y la ciudadanía, no había señales de tránsito, los costos de los materiales eran más bajos y se les ganaba más. Antes la gente nos llamaba para los trasteos, confiaban en nosotros porque no se les perdía nada. Ahora la gente nos rechaza por la mala fama que han creado algunos". Además, según esta veterana, la actividad de reciclaje se limita porque únicamente dos personas pueden transportarse en estos vehículos. Y lo que es peor, el transporte de material reciclable se les adjudicó a los concesionarios del servicio de aseo y otras empresas. Cuenta que el reciclaje está muy pesado porque hay mucho 'zorrillo', como llama este gremio a las personas que reciclan sin animal. "Ellos trabajan toda la noche, duermen en la calle y cuando salimos a buscar, no encontramos nada. Ahora las cosas están duras, si me va bien consigo 15 mil pesos diarios. Además, no sólo hay que ver qué se encuentra, también hay que estar pendiente del animalito, de su comida, que la vacuna para la diarrea, el herraje, los concentrados, el bulto de zanahoria, el bulto de pasto, la miel…", añade. También le toca cuidar su integridad física, porque los carreteros son víctimas de accidentes, además de causarlos, como le ocurrió a ella: "La semana pasada una volqueta se nos vino encima y Lucero, mi yegüita, que estaba embarazada, perdió su cría y yo me fui con fractura de clavícula para el Hospital de Kennedy. Por eso, además de placas necesitamos un seguro como el de los carros". Esta tunjana sale todos los días a las 5 de la mañana, pero nunca sabe a qué hora terminará su jornada. Se la pasa todo el día de arriba aba-

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Y más negada al cambio de trabajo es La Reina de los Carreteros, una bugueña de 82 años que tuvo que salir de su tierra por amenazas de grupos armados y en Bogotá empezó una nueva vida con el reciclaje. La hora cero Según el gremio, es necesario contar con dinero para obtener la licencia de conducción, la licencia de tránsito, la instalación de la placa reflectiva y las señales luminosas en la parte posterior del vehículo, el uso del chaleco reflectivo, el porte del equipo de seguridad y la carga máxima autorizada, y no alcanzan a reunirlo con el magro salario que ganan.

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Pero la STT no está de acuerdo con estas afirmaciones porque lleva tres años dándoles largas a los plazos para que los carreteros se pongan al día con sus papeles. Raúl Pérez, politólogo de la Universidad Nacional y asesor del Distrito en estas negociaciones con los carreteros argumenta: "No hay plazo límite para legalizarse debido a su posición económica y a su reacia posición a cumplir con la norma". Lo cierto es que los ingresos de los carreteros oscilan entre 15 mil y 20 mil pesos diarios, que corresponden a 500 mil pesos mensuales, y los trámites para legalizarse cuestan aproximadamente cien mil pesos al año, pero muchos prefieren huirle a la autoridad. "Como es tan difícil conseguirse los 78 mil pesos que cuesta la placa —dice María Rosalba Rodríguez—, me ha tocado ahorrar desde hace cuatro meses y todavía no he reunido toda la plata". Para otorgar la licencia, la STT y la Universidad Distrital dictaron cursos a los carreteros acerca del cuidado de los caballos, del respeto a las señales de tránsito y del contenido de los decretos, ya que la mayor parte de la población censada sólo ha cursado hasta quinto de primaria. Del 1º de julio hasta el 16 de agosto la STT impondrá comparendos pedagógicos. A partir de esa fecha comenzarán las multas para quienes no cuenten con documentación, tengan al ani-

mal descuidado y no cumplan con la reglamentación del Pico y Placa. El incumplimiento de estas disposiciones acarreará comparendos por $47.700, la inmovilización del vehículo y el decomiso del caballo. En defensa de los animales Cuando a los animales les llega la hora del examen médico, los dueños les cambian la rutina. No los cargan de escombros, materiales de construcción, cajas de madera ni basura. Tampoco les dan rejo para hacerlos subir puentes vehiculares, con el peso del acarreo, más la familia del dueño y hasta el perro encima. Marlboro, Centavito, Kalimán, Mechas, Lucero, Caperusa y Correcaminos son algunos de los 1.500 animales a los cuales sus dueños les conceden el privilegio de vivir bien. Cumplir con este derecho consiste en aguardar turno para que un veterinario les revise la dentadura, vea que sus cuadriles no presenten flacura extrema, revise sus patas y herraduras y les dé el visto bueno. "Hacer la tarea significa un costo de 20 mil pesos y se certifica con un carné del veterinario, uno de los requisitos de la reglamentación de estos vehículos, que es expedido por la Asociación Defensora de Animales [ADA]", dice Manuel Lancheros, diseñador gráfico y director de

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jo y muchas veces regresa quemada, escurriendo agua, agotada y sin dinero. Ella asegura que la solución está en que el gobierno los organice a todos por igual y tanto ellos como los 'zorrillos', tengan las mismas reglas para trabajar y puedan cumplir con las exigencias.

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* nCENTRAL [ ]

Campaña del ADA. Este carné tiene vigencia por un año y respalda durante este tiempo la revisión del animal.

gunos carreteros toman cerveza mientras hacen negocios con caballos viejos que luego son sacrificados y vendidos como carne "de primera".

Al ver que los carreteros descuidaban a sus animales, la STT hizo una convocatoria amplia para que los interesados presentaran proyectos en beneficio de los caballos, yeguas y burros. El ADA quedó a cargo de esta tarea, por ser la entidad más especializada en Bogotá. Cuenta con un veterinario permanente, medicamentos necesarios, experiencia con los equinos, clínica en Bogotá y una finca en Chía, entre otros recursos.

Debido a estos problemas, Silvino Cárdenas, La Reina de los Carreteros, María Rosalba Rodríguez, Luis Alberto Morales y Ana Mercedes Gutiérrez siguen en la lucha por mejorar su condición, pero se sienten menospreciados y mal vistos en la ciudad.

"No sólo somos la parte sucia de la ciudad" A pocos meses de cumplirse el plazo para la legalización de los carreteros, el problema radica en tres puntos. Primero, la incapacidad de la STT para la pronta aplicación de las normas de regulación, lo que afecta la seguridad de los carreteros y la movilidad en la ciudad. Segundo, no se han terminado las capacitaciones para que las personas que dependen de esta actividad puedan dedicarse a otro trabajo. Tercera, los equinos siguen sometidos a maltratos y, por otro lado, no hay ninguna estrategia para evitar que se vendan a mataderos clandestinos. Según vecinos del sector, en los alrededores de Corabastos, entre relinchos y colas mochas, al-

"Aquí estamos la buena gente, los que no utilizamos la carreta para hacer maldades y estamos dispuestos a cumplir normas. Aunque digan que está prohibido que yo trabaje, lo hago por necesidad, porque toca y me siento orgulloso de eso", apunta Jairo Pérez, un joven carretero de 16 años. También aclara: "Nuestra cara no es sólo nuestra ropa sucia con niños mugrientos encima de la carreta. Somos personas que reímos, sentimos, soñamos, sufrimos; que se den cuenta de que existimos, de que somos gente". Por último, enfatiza: "Si nos quitan ese patrimonio de trabajo, no sé que será de nosotros, porque el gobierno no nos garantiza nada".

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Al momento de partir, el carretero hizo bailar una soga en el aire, descargó un fuetazo en los lomos de su caballo y gritó: "Ahora sí, mijito, ¡a camellar!".

{ En el Diccionario de la Real Academia Española zorrero es aquella persona asalariada que en los bosques reales tenía el cargo de matar las zorras, lobos, aves de rapiña, víboras y otros animales nocivos. Pero en nuestro país esta profesión se define de muchas otras maneras: zorreros, carreteros, carro-coches, carro-burros, burreros; técnica y políticamente hablando, vehículos de tracción animal, y la función del carretero es la de recoger y transportar materiales reciclables y de construcción.

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* patriMonio

En este especial queremos recuperar la memoria de tres inmuebles situados en Bogotá que son o debieron ser Patrimonio Nacional y piden a gritos una restauración antes de caerse a pedazos. Comenzamos por la bella villa construida para la familia de Agustín Nieto {16}

Caballero donde funcionó el restaurante El Gran Vatel, y que pronto quedará anexada a un centro comercial. Seguimos con el edificio Manuel Peraza, de los años veinte, sede del flamante Hotel La Estación y que en su momento fue la torre más alta de Bogotá, pero ahora, pese a su condición de patrimonio nacional, amenaza ruina. Y por último está el edificio de Santodomingo, en la avenida Jiménez, que no alcanzó a clasificar como patrimonio por estar "indocumentado", y que hoy ocupan hasta el quinto piso curiosos locales. De ahí para arriba es un edificio fantasmal que muy pronto "se llevará el ensanche" del Transmilenio.


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La otra fachada de

Melissa Serrato Ramírez Melissa.serrato@gmail.com

Villa Adelaida Fotos: Ivonne Chávez y archivo personal de Gloria Nieto de Arias

Los transeúntes pasan desprevenidos frente a lo que a simple vista parece un parqueadero más de Bogotá; desconocen que Villa Adelaida, la casa de principios del siglo XX que se levanta sobre la carrera séptima con calle setenta, hace parte de la memoria histórica y arquitectónica de la ciudad. A propósito de la polémica en torno a la construcción de un centro comercial en la parte posterior de la villa, vale la pena escuchar la voz de quienes la habitaron y recordar la historia de la que fue sede durante años del famoso restaurante El Gran Vatel.

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Cruz una casa de familia a la que llamó Villa Adelaida en homenaje a su esposa. Gloria Nieto de Arias, quinta hija del matrimonio, vivió allí sus tres primeros años de vida y aunque reconoce que no son muchos los recuerdos que tiene de Villa Adelaida, hay algunos muy claros que a veces le vienen a la mente. "El terreno que comprendía era casi toda la manzana y no quedaba dentro de los predios de la ciudad, por eso para llegar utilizábamos coches de caballos. Era una casa enorme, con habitaciones para cada uno de los niños, cuarto de juegos, de armas, salón de té, una pajarera de once metros de diámetro…"

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Gloria se refiere a Villa Adelaida como el lugar donde nació y en el que pasó sus primeros años, pero más allá de los lujos, asegura que fueron las enseñanzas y lo que compartió con su padre las que marcaron el vínculo con la casa.. "Más que de una casa, puedo hablar de una persona que dejó allí, de una forma u otra, su huella".

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Lo que hoy se conoce como el sector financiero de la ciudad era hacia 1917 una vasta extensión de terrenos baldíos, un área rural en la que algunos potentados de la época construyeron lujosos palacetes, quintas y villas que con el tiempo han sido reemplazados por modernos edificios; pero que no por ello han perdido lo que el arquitecto e investigador de la Universidad Javeriana, Camilo Mendoza, denomina valores testimoniales: "Hay construcciones que no sólo encarnan valores arquitectónicos, urbanísticos, paisajísticos y de diseño sino que, además, son en sí mismas piezas que testimonian un periodo histórico; por eso se vuelven monumentos y monumento viene de memoria…Entonces, no sobra preguntarse ¿qué le espera a una ciudad a la que le están acabando la memoria?" Villa Adelaida es una de esas construcciones. Estaba inspirada en el concepto de hotel particular francés y refleja, según Mendoza, "el carácter extranjerizante de quienes eran la élite colombiana; demuestra el deseo de los nacionales por parecerse a los europeos". Su origen se remonta a 1915 cuando Adelaida Cano y Agustín Nieto Caballero contrajeron matrimonio y el recién casado encargó al arquitecto Pablo de la

Agustín Nieto Caballero heredó de su padre una fortuna que le sirvió para fundar el Gimnasio Moderno y para construir Villa Adelaida, principalmente. "Mi padre tenía la costumbre de llevar a los niños más pequeños del Moderno a la casa, porque para ellos eso era como una excursión, teniendo en cuenta que Villa Adelaida quedaba prácticamente en el campo, y tener huéspedes todos los días era maravilloso pues mis hermanos y yo nos poníamos a jugar con ellos". Y aunque fue muy breve el tiempo que Gloria pasó en Villa Adelaida, sus padres y sus hermanos le contaron después anécdotas sobre lo que ocurría en la casa. Recuerda que hacia 1917 su padre mandó traer de Europa una mesa de billar para una de las salas de la casa destinada a este juego. Por esos días fuertes temblores sacudieron a la capital y en una especie de confusión, doña Adelaida le dijo a su esposo: "Agustín, no le dije que ese billar iba a tumbar la casa". Como la verdadera vocación de Agustín Nieto Caballero era la educación, no se desvelaba por administrar los bienes heredados y esa falta de interés por las finanzas lo llevó a vender la casa al mejor postor durante la depresión económica de 1930. Mientras se encontraba en Europa de viaje con su familia recibió una carta de su hermano, el famoso periodista y escritor Luis Eduardo Nieto Caballero, quien le comunicaba que la familia había quedado en la ruina. "Mi padre, le contestó: 'Luís Eduardo, creo que vamos a educar mejor a

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nuestros hijos'". Esa respuesta y la actitud de su padre frente a la pérdida de la casa todavía asombra a Gloria porque "para él estaba muy claro que lo importante no era el dinero ni las cosas materiales y mucho menos la casa, lo más importante era su familia, y el legado, podría llamarse afectivo e intelectual, que pudiera dejarnos."

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* Monio

Gloria cuenta que se mudaron a una casa muy pequeña en Chapinero y aún así nunca oyó una sola palabra de reproche o de nostalgia; por el contrario, considera que fue una etapa que se acabó y que dio paso a una nueva. "Es lo mismo que ocurre hoy en día con el debate del centro comercial: ya no estamos en la época en que la gente vivía en estas mansiones ostentosas, el tiempo va pasando y uno tiene que aceptar que el mundo es otro y no puede ir contra el progreso. Por el contrario, intervenirla es como darle vida de nuevo, siempre y cuando, claro, respeten el estilo de la casa". La última vez que Gloria entró y disfrutó de la casa fue el 17 de agosto de 1989, conmemoración de los 100 años del nacimiento de su padre, entonces la familia Nieto Cano reunió a todos los herederos y parientes y alquiló por esa noche los servicios del restaurante que funcionaba en Villa Adelaida, El Gran Vatel, que recordaba la majestuosidad y el esplendor de los banquetes ofrecidos en la época del rey Sol. "Volvimos a la casa de mi padre el día en que él habría cumplido 100 años". Uno de los sueños de juventud de Gloria era ser muy rica para poder comprar y recuperar Villa Adelaida, pero con el tiempo reconoció que su idea era absurda, pues la casa se había vuelto un "elefante blanco". Pero no niega que en el año 2003, cuando fue declarada Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional, sintió orgullo, "un poco infantil, porque es como si quedara en esas paredes una parte de uno que no va a morir; siento que cuando alguien se preocupa por la casa es como si se estuvieran preocupando por algo nuestro".

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La polémica

En el momento en que Villa Adelaida fue declarada por el Ministerio de Cultura como "Bien de interés cultural de carácter nacional", quedó amparada por el Plan Especial de Protección (PEP), una figura creada por la Ley General de Cultura que brinda la posibilidad de estudiar y desarrollar programas para la restauración conservación y recuperación de los bienes y para definir nuevos usos de los monumentos nacionales. El PEP para Villa Adelaida está basado en un proyecto que presentó Contexto Urbano, específicamente la arquitecta y ex directora del Departamento Administrativo de Planeación Distrital, Nora Aristizábal de Baena, que consiste en construir en la parte posterior de la casa un hotel de siete pisos sobre la carrera quinta, un parqueadero, un centro comercial de unos 6000 metros cuadrados, y el interior de la casa se utilizaría, tentativamente, para dos restaurantes. El plan produjo un choque entre el Ministerio y el gobierno distrital porque el centro comercial que se contempla sobrepasa las dimensiones que permiten las normativas de la ciudad en ese sector (máximo 500 metros cuadrados vendibles). El Distrito asegura que el Ministerio no puede desconocer las normas de la ciudad; mientras que el Ministerio asegura que los PEP no están sujetos a dichas normas. Al respecto, Juan Luis Isaza, miembro del Consejo de Monumentos Nacionales de Colombia, explicó: "Es un asunto de competencias legales e institucionales, pues en el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá claramente dice que lo que tiene que ver con Patrimonio Cultural de la Nación, es decir, bienes de interés cultural de carácter nacional que se encuentran en el territorio de Bogotá, lo determina el Ministerio de Cultura."

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E SPECIAL **

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Los últimos residentes de

Pilar Bolívar rbolivar@javeriana.edu.co

Santo Domingo {20}

El edificio Santo Domingo, ubicado en la intersección formada por la carrera décima y la avenida Jiménez, alguna vez estuvo postulado para recibir el salvoconducto como Patrimonio Nacional por tratarse de una construcción emblemática de la arquitectura moderna bogotana. Entre 50 y 55 años le calcula Nazario Salamanca, actual administrador y apoderado de Inversiones Santo Domingo, firma propietaria del edificio desde 1977, según consta en la escritura pública. La postulación ante el Ministerio de Cultura de este edificio se embolató con la muerte del anterior administrador, Vicente Contreras, a quien en septiembre de 2004 sucedió don Nazario —como se dirigen a él los ocupantes de las oficinas—. Y al parecer metieron en el féretro del señor Contreras toda la documentación del proceso porque "ya no se sabe nada de eso". Las paredes percudidas, los vidrios rotos y el olor a guardado y a húmedo, a pesar de que hace muchos años no cuenta con servicio de agua por problemas en la tubería —situación que se solventa con dos tanques de reserva situados en la azotea y en el sótano—, son muestra del abandono de la edificación que, a pesar de tener


casi diez pisos, sólo tiene nueve oficinas ocupadas hasta el quinto piso. El resto está deshabitado y aislado por una reja que impide el ascenso por escaleras. El suministro del agua funciona como en el siglo XIX: "Llega el carro de la empresa de Acueducto y surte el tanque de abajo. Le toca a uno subirla en baldes, al hombro", cuenta Ángel Alberto Vásquez, director del periódico El Humanitario, que funciona en el local 302. Aunque el edificio cuenta con planta eléctrica y ascensor, los arrendatarios no pagan la cuota de administración —que oscila entre 15 mil y 25 mil pesos— debido a los múltiples problemas que presenta el edificio. En varias ocasiones los copropietarios consideraron la posibilidad de remodelar el edificio. "Pero hace cinco años que tiene reserva de Transmilenio. Entonces no tiene sentido hacer esta inversión si se va a demoler", explica Salamanca. El colectivo de intervención urbana Excusado Printsystem, que tiene su taller en el sexto piso, ha hecho algunas pinturas en los pisos superiores que están desocupados. Sin fines estéticos, más por pura diversión, le han dado un toque moderno a la fachada del viejo edificio. Oficinas ocupadas El ingreso al edificio se hace por una pequeña puerta ubicada sobre la carrera décima. Allí funcionan dos negocios: el de la entrada es Calzado Mercy, donde Wilson Álvarez vende tenis desde hace siete años, y al lado de las zapatillas deportivas se encuentran los pantalones de la señora Carmen Rosa Sosa, que apenas lleva un año en la distribución y comercialización de jeans. En el 201, con ventana a la décima, se encuentra el almacén de lencería para el hogar que atienden su propietaria, Blanca Aurora Páez Sánchez, y su esposo, Ricardo Flórez, vinculado por su familia con el gremio de las cobijas, los cubrelechos, las sábanas y demás ropa de cama. Al lado, también con vista a la Jiménez, está el local de diseño y venta de trajes para quinceañeras y para cocteles, otro negocio familiar. En la oficina 302 funciona desde hace pocos meses el Instituto de Investigaciones Humanísticas Bart Espinosa, encargado de hacer

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Piso 5

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Piso 3

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Piso 2 Piso 1

investigación social y económica. Este espacio mínimo también sirve de sede a la Asociación Colombiana de Confeccionistas. Y allí también se realizan programas radiales —transmitidos en las emisoras Mariana, Punto Cinco y Radio Única—, televisión comunitaria y periódicos comunitarios como El Humanitario. Antes del Instituto funcionó una oficina de reinsertados del M-19. La oficina 303 está destinada a la venta de electrodomésticos. Pero la sede del negocio está en San Victorino; en este local sólo funciona la parte administrativa. La oficina 304 es una Bolsa de Empleo. La oficina 305 da "solución efectiva y garantizada" a los problemas sentimentales desde hace tres años. Está dirigida por Yomara, que lleva 15 años en el mercado de los brebajes, la lectura de cartas, las esencias de

Afrodita, el "llama-clientes" y la "lluvia de oro", entre otros productos exhibidos en su vitrina. En la oficina 405 funciona Representaciones Melo & Cia. Ltda. Corredores, finca raíz, asesorías, arrendamientos, y la 404 está destinada al arrendamiento de oficinas amobladas. Pero las dos permanecen cerradas y sólo tienen una placa y un aviso en la puerta con los teléfonos para los interesados. Desde septiembre de 2005 funciona en el quinto piso el taller de Excusado Printsystem. Allí guardan las latas de pintura, los stickers, carteles y la materia prima para sus intervenciones urbanas y las exposiciones, decoraciones o pintadas que hacen en bares, tiendas de ropa y demás espacios donde los contratan. Y del sexto para arriba es un edificio fantasma.


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Un patrimonio en Carlos Andrés Rodríguez ca.rodriguez@javeriana.edu.co

alto riesgo

El que fue el edificio más alto de Bogotá en los años veinte, el primero que se dio el lujo de tener ascensor, ahora es un patrimonio arquitectónico "pordebajiado". Casi nadie se acuerda del otrora flamante Hotel La Estación y sus planos y su historia no reposan en ningún archivo de la ciudad. Pero ahí sigue en pie, digno con su cascarón.


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La imagen impetuosa del edificio Manuel M. Peraza evoca la alguna vez llamada Atenas Suramericana. Seguramente frente a él pasaron cientos de miles de capitalinos y viajeros que en 1930 llegaban al famoso hotel La Estación, al frente de la estación de La Sabana y alzaban la cabeza hasta abarcar los siete pisos del edificio, el más alto de comienzos del siglo XX y el primero con ascensor en el país. Pero este antiguo símbolo del progreso hoy está relegado a las miradas furtivas de los transeúntes que caminan sobre la calle 13 con carrera 18 y a los vagabundos que arman su cobijo en las frías noches bogotanas frente a su hermosa fachada que aún conserva el estilo republicano de la época. Todavía tiene el aviso original de Edificio Manuel M. Peraza -con una letra de menos-, en memoria del acaudalado comerciante bogotano, Manuel María Peraza, que construyó el hotel. Los marcos de sus ventanas y todos los detalles de la fachada están en buen estado. En el primer piso hay tres locales que funcionan desde hace cuarenta años, pero sólo en uno siguen vendiendo zapatos. Atienden los únicos arrendatarios del edificio que consignan mensualmente el arriendo a los descendientes del

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señor Peraza. Por dentro ya no hay pisos, aunque el ascensor todavía existe. Sólo se escuchan los aleteos de las palomas y las carreras de los ratones, únicos habitantes de este lugar de aspecto tenebroso que ha servido de escenografía a películas de suspenso. De hecho, fuera de unos pocos vecinos que recuerdan que allí ocurrió un suicidio y algunos episodios paranormales, nadie en el sector sabe mucho del edificio. En la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad Colombiana de Ingenieros, Planeación Distrital y el Archivo de Bogotá no se encuentra el más mínimo dato. Como fue declarado Patrimonio Histórico Nacional en 1988, en el Ministerio de Cultura reposa un documento que resume la lucha de los herederos del edificio por conservar este patrimonio, y las trabas que pusieron unos arrendatarios del primer piso para no dejar entrar a los obreros encargados de la costosa reconstrucción. Ni el arquitecto Jorge Valencia, coleccionista de archivos arquitectónicos y fotográficos ni el historiador Fabio Zambrano, que han ayudado a construir la memoria de la ciudad, tienen información sobre el edificio, que tampoco figura en la oficina de Registro de Instrumentos Públicos ni en los atlas históricos de Bogotá. Mejor dicho, si no se restaura pronto, el primer edificio que tuvo el país con ascensor desaparecerá del mapa urbano de la capital y sólo quedará como testimonio de su existencia la placa de Manuel M. Peraza.


[repor * taJE

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gráfico

las doñas de la chicha Texto y fotos: Andrés de La Cuadra a.de@javeriana.edu.co

En las faldas de los cerros orientales de Bogotá, entre los tradicionales barrios La Merced y La Macarena, La Perseverancia mantiene el encanto pueblerino con sus casas de colores, sus calles estrechas, sus caminos de herradura, la pequeña plaza de mercado, la iglesia, como cuando lo fundó Leo Kopp para los obreros de la cervecería Bavaria. Paradójicamente, entre las tradiciones que no han dejado morir sus habitantes está la de la preparación, consumo y expendio de chicha, bebida ancestral —con el regusto de lo prohibido— que ha acompañado todas sus celebraciones y se legaliza durante el festival anual organizado por el Distrito. El resto del año la chicha es el principal sostén de muchas familias que la producen en la clandestinidad. Se vende bajo cuerda, aunque todo el mundo sabe del negocio, comenzando por los policías de la estación vecina. Así ha sido desde cuando a finales del siglo XIX se expidieron los primeros decretos contra la chicha, hasta la última ley, vigente desde enero de 1949, cuando existían en Bogotá 1.200 expendios, 11 fábricas y 90 distribuidores de chicha. Mucho maíz se ha molido desde entonces. Aunque en algunas casas se encuentra el letrero en cartulina, tan discreto como atrevido de "SE VENDE CHICHA", no es fácil dar con los lugares recomendados, por el sigilo y el misterio de los vecinos. Se sabe que las señoras mayores son las artistas del bebedizo. Doña María del Carmen, boyacense, prepara la chicha como se lo enseñaron sus padres en el campo, a la manera de tamales, poniendo

a cocinar el maíz en hojas, mientras que ahora, según dice ella, se cocina igual que la mazamorra: se muele el maíz y se deja varios días en agua. Cuenta que los domingos se vende muy poco porque la gente del barrio prefiere la cerveza. Sus clientes son estudiantes de la Universidad Distrital y uno que otro comprador ocasional que se la encarga. Ella prepara y vende chicha todos los días, pero no la toma. Como una de las líderes del Festival de la Chicha, asiste a reuniones semanales, se hace exámenes médicos y recibe capacitación sobre manejo de alimentos y medidas higiénicas. Con tanto requisito se la he complicado la vida, pero durante el Festival todos los productores se unen y venden en sana competencia las botellas de moscatel con chicha dulce y amarga. Doña Nuncia, otra fabricante reconocida que aprendió el oficio de su mamá, llegó a "La Perse" hace 80 años. Ha participado en los diez festivales que se han hecho, y prepara la chicha por encargo para primeras comuniones, cumpleaños, matrimonios y hasta velorios. Ella cree que la gente ya no compra chicha porque "se está volviendo de etiqueta"; sin embargo, doña Dolores dice que es porque no han probado de la buena chicha, en la que todo es cocinado, con miel bien seleccionada, además de la técnica personal de doña Nuncia, que depende del genio para que espese y no se corte. Aunque doña Nuncia aprendió la receta de su madre; a sus hijas no les interesa mantener la tradición y tan sólo dos de sus nietos le ayudan a moler el maíz. Doña María, otra reconocida preparadora de chicha, vive hace 40 años en el barrio y desde entonces prepara y vende chicha con la receta que aprendió de sus padres boyacenses. Deja en reposo el maíz con miel por un mes, luego lo pone en hojas y lo cocina; después de enfriarlo, lo remuele, lo cuela y lo deja en barriles para su fermentación. Es la única de las doñas que tiene un puesto en la plaza de mercado; por lo tanto, es la más fácil de contactar para los encargos. Doña Lilia vive en el barrio hace 70 años y recuerda con exactitud que prepara la chicha desde 1948, cuando mataron a su ídolo, Jorge Eliécer Gaitán. Afirma que su chicha es bastante famosa y solicitada. Le encanta el Festival porque en él la gente desayuna, almuerza y come con chicha. Mientras el evento llega, ella atiende su almacén de víveres decorado con los afiches de los pasados festivales.

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El templo de

salomón Valeria Gómez valeriafriends@hotmail.com Fotografia: Ivonne Sánchez y de Valeria Gómez

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En los tiempos que corren, los cultos paganos se mezclan con los católicos en comunión espiritual y comercial. Y en Bogotá prosperan negocios como el del profesor Salomón, el gurú mediático que en alianza con santa Marta, la de las causas imposibles, atrae multitudes. Esta es la crónica del doble ritual de los martes en Bogotá. Los martes no cabe un alma en la tienda esotérica del profesor Salomón y en la bodega que hace las veces de templo —en la carrera 17 No. 48-59—, en Galerías, se realizan cuatro rituales a diferentes horas. A través de la radio y la televisión este líder espiritual promueve la devoción a la "abogada de los imposibles", santa Marta, cuya iglesia se encuentra a escasas siete cuadras, en la carrera 21 No. 51-41. Las multitudes que llegan desde temprano comienzan a hacer fila siguiendo órdenes de los ayudantes del Templo de Salomón. En la caja pagan diez mil pesos a cambio de una estampa de la santa, una vela y una rosa de pétalos de cristal, un kit que la siguiente semana puede costar cinco mil pesos y contener sal marina y una vela para la limpieza. Luego, cerca de 300


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compradores ingresan a una bodega con aire sacro —gracias al altar y a los santos que la rodean—, donde después de esperar largo rato escuchan una voz familiar que resuena por los altavoces hasta llegar envuelta en una luminosa túnica de seda y sandalias, indumentaria característica del profesor Salomón, que enseña cómo orar y entregarse a santa Marta. Finalizada la oración, la gente sale lenta y ordenadamente, esta vez para obtener la botella de "champaña" especial para los baños que atraerán la prosperidad. La segunda etapa del culto continúa en la iglesia de santa Marta, rodeada de ventorrillos donde los devotos consiguen imágenes, novenas, rosarios y agua para bendecir. Los agentes de la Policía no dan abasto para organizar a la gente que intenta entrar al templo ya abarrotado. Desde la puerta, de pies o sentados en el piso, muchos intentan escuchar al padre Martín Gil Tovar, el párroco desde hace seis años, que ese día oficia nueve misas, y los demás días de la semana sólo dos. Pero el día apoteósico es el de la celebración de santa Marta, el 29 de julio, que convoca a unas cinco mil personas, las cuales realizan diferentes rituales y rezan sus oraciones antes de la misa. Lo que aportan en limosnas los fieles esta parroquia —que abrió sus puertas en 1938— se destina a la educación de un centenar de niños en el Liceo Parroquial Sara Zapata, labor que desarrolla desde hace cuatro décadas.

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es de mal de amores el remedio es un baño ya preparado, una esencia para usar como perfume, un velón rojo en forma de pareja, en fin, lo equivalente a 40 mil pesos que se llevan el mal o el dinero. Para conseguir una entrevista con el profesor Salomón hay que pagar 395 mil pesos que incluyen la lectura del tarot y siete preguntas, y dura de 15 a 20 minutos. Y no es nada fácil concretar la cita porque a la semana el profesor atiende una o dos personas únicamente.

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Alianza salomónica En el año 2000 —cuando se inauguró el templo del profesor Salomón— comenzó el culto multitudinario a la santa. Ahora bien, no todo es armonía y dinero en esta alianza, ya que muchos de los devotos de la iglesia suelen llevar consigo artículos como pirámides, aceites, hierbas y velas comprados en la tienda esotérica del profesor Salomón para que el padre Martín Gil los bendiga; pero él se indigna con tanta superchería. En la tienda esotérica se encuentra desde el "combo" de san Próspero —el santo del triunfo y la prosperidad— hasta las estatuillas de santa Marta, que oscilan entre los 10 mil y los 20 mil pesos, y anillos de metales especiales. Si el caso

El lunes 27 de marzo, el profesor Salomón madrugó para hacer una profecía en Radio Recuerdos. Recordó que, como ya lo había hecho saber a sus oyentes, estamos en el año del perro del calendario chino. Pero como es un perro de fuego: "Se multiplicarán los males del mundo, las guerras y las epidemias, y enfermedades como el sida y el cáncer se agudizarán". Entonces invitó a los oyentes a la jornada de sanación del martes 28 de marzo a las 9 y 12 de la mañana y a las 2 y 5 de la tarde, por la módica suma de 10 mil pesos. Ritual de limpieza que, promete el gurú, contrarresta los efectos del mordisco del perro de fuego. La misma invitación hará a sus seguidores del programa Día a Día, de Caracol Televisión. Y en esos cruces de la fe se encontrarán ese martes en la ruta Salomón-santa Marta que tantos disgustos le está dando al párroco de la iglesia, aunque sus feligreses se han multiplicado.


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las drogas de Valentina Román valentinaroman@gmail.com

escobar

en pleno centro de bogotá

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La Farmacia Escobar Rosas, uno de los epicentros de la rumba en La Candelaria, tiene una de las historias más cándidas de los bares de la capital. Esta crónica recrea desde la época de los frasquitos ámbar con las mezclas curativas del farmaceuta hasta las noches que corren con bebidas sin prescripción médica. En 1946 comenzó a funcionar la reconocida Farmacia Escobar Rosas en la esquina de la carrera cuarta con calle 15. Su dueño, Jorge Escobar, era un respetado boticario que preparaba remedios para todo tipo de afecciones. Durante su ejercicio profesional presenció dos de los hechos más importantes de la historia bogotana en el siglo XX: curó las quemaduras que produjeron los perdigones disparados el 9 de abril de 1948 y ofreció primeros auxilios a los heridos en el Palacio de Justicia el 4 y 5 de noviembre de 1985.

También se hizo famoso en los círculos intelectuales capitalinos gracias a las pequeñas reuniones o tertulias, las llamadas "fiestas Escobar", que se realizaban por las tardes en su droguería, adonde llegaban personalidades que en la época habitaban el centro —médicos, gerentes de bancos y directores de periódicos— para tomarse el tradicional "alguito". Protegido por la imagen de san Martín de Porres, santo de los farmaceutas, Jorge Escobar mantuvo llenas durante años sus estanterías con todo tipo de jarabes, pastillas, químicos y recetas


marcas de diuréticos cambiaron a Club Colombia, Heineken y Corona. En el año 2000, Fernando Castaño y Andrés Andrade, quienes soñaban con abrir un bar, se encontraron con este local en el barrio La Candelaria que, pese al descuido, mantenía la decoración de la antigua droguería con sus objetos invaluables y el nombre Escobar Rosas en uno de los ventanales.

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La enfermera que no da miedo

que él mismo preparaba, como era la usanza. Sesenta años después, se encuentran en el pequeño local esquinero los frascos de vidrio ámbar que alguna vez manipuló con tanta seguridad el boticario, además del mortero, las jeringas, el esterilizador y una camilla de hospital. En 1996 murió Jorge Escobar, y con él se perdió la botica que había funcionado durante 40 años. Quedó en manos de amigos de rumba. De hecho, la farmacia sufrió un cambio que algunos podrían considerar paradójico, pues las medicinas que ahora vendía Escobar Rosas diferían mucho de las tradicionales. Los jarabes dejaron de tener su delicada composición química original y se llenaron de alcohol; de repente la vitaglobina estaba compuesta por brandy, ron y cointreau; las

El ambiente acogedor y novedoso en el medio rumbero, además de la posibilidad de contribuir a la recuperación y salvamento de una pequeña parte del siglo XX bogotano, motivaron a Castaño a quedarse con todo lo que había sido del lugar —los ventanales, las estanterías, las lámparas art-déco y el mostrador—, pero les dio nueva vida. Fue así como el bar Escobar Rosas comenzó a tomar otra forma, y sus creadores aprovecharon al máximo los contrastes del lugar; por ello la carta de bebidas es un juego de palabras que combina la jerga farmacéutica con la rumbera, y la imagen característica del bar es una discreta enfermera dispuesta a tomarse un café con el cliente. Ahora en los estantes los frascos de jarabe comparten espacio con las botellas de ron, whisky y tequila y con las copas para martini; en la barra se mezclan los fósforos y cigarrillos con jabones, cremas y pastillas de utilería. Y la camilla se convirtió en la consola musical desde la cual el DJ da vida al lugar. Las lámparas lucen bombi-

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A primera vista la casa no promete gran cosa, con unas ventanas toscamente protegidas por una reja donde sobresale el nombre del bar y unas puertas de madera con vidrios de diversos colores que no permiten mirar adentro; pero los nuevos dueños sabían lo que había allí escondido. No era tan solo un local, era un lugar con historia, con alma. Su interior no era lo único que había permanecido igual, sino también los habitantes de sus alrededores: desde hace veinte años, Óscar, un habitante de la calle, se sienta en una piedra vecina al lugar y acompaña a los visitantes a golpear en la puerta lateral en caso de que la principal esté aún cerrada; la misma viejita aún atiende la droguería vecina que fue competencia de Jorge Escobar y no faltan los niños que a cambio de una moneda escoltan a los clientes hasta el parqueadero.


llos rojos que dan una atmósfera de intimidad y romanticismo, mientras san Martín de Porres presencia desconcertado las locuras juveniles y vigila que la rumba no se descontrole. Pero el espíritu de las "fiestas Escobar' pervive. Al llegar al pequeño local a eso de las seis de la tarde a tomarse el "alguito", se percibe un leve olor a humedad, tan característico de lo antiguo, que evoca la Bogotá de mitad del siglo pasado, cuando al calor de un aguardiente y unos cigarros se hacía política y poesía en los bares. No es extraño encontrarse a esa hora con señores y señoras que conocieron a Jorge Escobar y regresan de vez en cuando, y también personas notables que pueden tomarse un trago sin ser reconocidos o fastidiados. Ese es el milagro de La Candelaria, barrio donde se juntan, mas no se mezclan, desde el mendigo hasta el ministro.

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Andrade recuerda con especial cariño la historia de un hombre imponente que iba algunas tardes a tomarse su "dosis" personal de whisky Jack Daniels en una mesa apartada; los empleados habían notado que afuera lo esperaban una camioneta de vidrios oscuros y una moto de escolta, pero no imaginaban quién era el ilustre cliente. Hasta un día en que alguien lo reconoció y lo saludó emocionado: "Pláceme verlo, doctor Urrutia". Andrade se apresuró a preguntar quien era el tal Urrutia y la respuesta fue: "Revise un billete de veinte mil pesos", y allí estaba, clara como un sello, la firma del gerente general del Banco de la República: Miguel Urrutia. Escobar Rosas es un bar respetado por sus asistentes; pues como Andrade dice, el universitario que viene a este lugar no es el mismo que sale de clase a buscar cualquier taberna para tomar cerveza. Aún así, cualquiera puede entrar y hasta en una noche de locura puede bailar a la par con personajes de la farándula criolla. Asistentes asiduos son los extranjeros, ya que Escobar Rosas figura en la revista internacional Selecciones, con la guía de los mejores sitios de rumba de las grandes ciudades. El bar comienza a llenarse a medida que se acerca la medianoche, cuando llegan ejecutivos y yuppies con ganas de rumba. Entonces se abre el piso de abajo, donde los jóvenes ávidos de música se encuentran al ritmo del funk house que emana de la camilla de hospital y adquieren sus dosis de alcohol no antiséptico en la botica auxiliar del piso. Arriba permanecen las perso-

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nas que van en busca de una copa y una charla más relajada. Aunque se escucha la misma música en ambas plantas, se siente una diferencia total de ambientes: en el sótano el espacio es restringido, casi no hay donde sentarse, así que las personas bailan, saltan y gritan frenéticamente. Arriba los asistentes procuran quedarse en sus mesas conversando y bebiendo martinis en sofisticadas copas heladas. Y si los aqueja alguna pena o dolor, pueden acudir a un dolorán (brandy, whisky, dos rones, vodka, gin y curazao), un redoxón (vodka, ron, cuatro), un brandyséptico, una whiskycilina, media de Tequilaminofén o pasar toda la noche a punta de agua destilada (aguardiente).


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Rap al parche

Natalia Abadía Torres naty_abadia@hotmail.com

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Lejos de los escenarios de RCN donde se graba el reality Bailando por un sueño, en los cerros surorientales de Bogotá se encuentran jóvenes talentos que luchan para que el movimiento al que pertenecen —break dance— contribuya a la resolución pacífica de conflictos. En la localidad cuarta, el hip hop es una de las actividades artísticas más difundidas, aparte del metal. Se trata de una tendencia musical que acoge a poetas, raperos, grafiteros y bailarines.

La práctica del break dance —que nació en los suburbios de Nueva York en los años treinta como una manera creativa de combatir en las calles con el cuerpo en lugar de hacerlo con las armas—, se ha convertido en un estilo de vida de decenas de jóvenes de la localidad cuarta, que ahora compiten en diferentes escenarios en grupos o individualmente. Allí demuestran su fortaleza física, el manejo del espacio, la coordinación de movimientos, el ritmo y, sobre todo, canalizan la agresividad

mediante una expresión artística que supone el dominio de los spins para luego perfeccionar pasos más difíciles: backspin (giro de espalda), headspin (giro de cabeza), glyde (giro sobre la mano) y freezers (congelados), entre otros. La agresividad está ahí, pero expresada en pasos que simulan un arma, una descarga; se golpea, se humilla, pero sin tocar. No hay ataques físicos ni verbales.

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Tres o cuatro días a la semana, a las cinco de la tarde, en una pendiente de Altos del Poblado —uno de los 236 barrios de la localidad de San Cristóbal—, cuatro jóvenes desafían la gravedad apoyando su cuerpo en una mano, haciendo spins (giros) y audaces piruetas que, mal calculadas, podrían lanzarlos por un abismo de unos 20 metros a la antigua avenida Villavicencio. Debido a que salón comunal del barrio permanece lleno, los bailarines tienen que ensayar en este improvisado y riesgoso escenario.

Camilo Restrepo dice que el break en San Cristóbal ya alcanzó un nivel profesional, por lo que los practicantes aspiran a que el gobierno distrital lo reconozca como una actividad cultural y financie la participación de los grupos en el próximo Encuentro Panamericano, cuya sede no se ha definido. Pero estos deseos se quedan en el aire —donde Camilo suele mantener los pies—, porque el apoyo que reciben por parte de la Alcaldía Local es nulo: tienen que luchar por los espacios para ensayar, hacer ollas comunitarias para financiar los viajes a los encuentros regionales, recurrir al trueque para conseguir mú-


sica, libros, letras, videos y artilugios del break que sólo se encuentran en los suburbios de la ciudad. El trueque representa para ellos la oportunidad de adquirir artículos importados y de colección, que enriquecen su cultura. El salón comunitario del barrio La Victoria es uno de los lugares más solicitados, pues hay proliferación de grupos culturales de la localidad; por eso muchos bailarines prefieren practicar en la calle aunque se exponen más a accidentes y a que les plagien los pasos, como asegura Alfredo Ramírez, quien lleva bailando más de ocho años. B-boy Wallo, el veterano Uno de los pocos grupos que ha logrado sobresalir y ganar el apoyo económico del Instituto Distrital de Cultura y Turismo —IDCT— es el de Daniel Bustos, que demostró su talento en los eventos patrocinados por la Alcaldía Distrital. Daniel Bustos, de 28 años, más conocido en el medio artístico como B-boy Wallo, llegó al break a los 18 años y desde entonces se ha encargado de difundir la cultura del hip hop en la localidad. Durante diez años recorrió diferentes escuelas hasta llegar a Style Force Crew, el grupo al cual pertenece, pero sueña con crear su propio grupo de hip hop. En un comienzo lo señalaban como loco o drogadicto, pero en su barrio, San José, ya es reconocido como un bailarín con talento. Simpático y expresivo, emana calidez humana y tiene muy claras sus metas en la vida. Es un líder nato que se ha propuesto "demostrar que esta cultura es una forma de vida legal, que no es propia de delincuentes ni de gamines, como suelen encasillarnos, sino que somos artistas".

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Su inquietud lo ha llevado a trabajar en varios proyectos, como el que hizo con la Universidad Distrital, que aportó herramientas para que niños y jóvenes de la localidad pudieran aprovechar el tiempo libre y contrarrestar así los factores de riesgo a los que están expuestos, como las drogas o la delincuencia. También dicta seminarios en varios barrios y colegios de Bogotá, donde explica los orígenes y la evolución del break. Aunque estos seminarios no tienen un público masivo, ayudan a cambiar la mentalidad de adultos y docentes influenciados por la visión distorsionada que dan los medios sobre estos movimientos artísticos, una imagen "que

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no refleja lo que es la danza, el baile, el arte como una posibilidad para aminorar el conflicto", comenta Daniel. En 1998 conformó un grupo de niños bailarines de break llamado The b-d boys, que contribuyó a la eliminación de fronteras en San Cristóbal, donde los sectores están claramente estratificados según su grado de conflictividad: en la parte baja se ubican los barrios menos problemáticos, como el Veinte de Julio y Villa de los Alpes; en la parte media están San Martín, Las Malvinas y San José, entre otros, y en la parte alta se encuentran los sectores más afectados por la violencia, las drogas, las pandillas y la pobreza, como Juan Rey y Tiguaque. Por eso el grupo se reconocía como una especie fusión que demostraba la necesidad de integrar la localidad. "Estos niños de estrato uno son difíciles de manejar, no se quieren dejar mandar de nadie, le dicen '¿Usted quién es para dar órdenes?'. Entonces fue necesario eliminar del grupo a


aquellos que no lo asumían como un estilo de vida, sino como una forma de llamar la atención o de levantarse a una niña", comenta Daniel.

Pero Wallo buscaba algo más para sí mismo. Su idea era conformar un grupo equilibrado que tuviera dos MC o cantantes, dos writters o grafiteros, al menos dos B-boys o bailarines y un DJ. Inicialmente quiso realizar todas estas funciones solo, pero pronto se dio cuenta de que era imposible; así, cuando ingresó a Style Force Crew, aprendió a delegar funciones y a compartir labores con los demás artistas para poder perfeccionar la técnica. Ahora es B-boy la mayoría del tiempo, aunque en los ratos libres se encarga de producir, editar, a veces "rayar un rato" (grafitear) y, sobre todo, estudiar +++++++++ +++++++++ para cultivarse.

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De cabeza hacia la cima Después de varios años de trabajo, Style Force Crew pasó de ser un pequeño grupo a convertirse en una organización con ocho integrantes que logró el apoyo del Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT). Todo comenzó con el Torneo Distrital de Danza Urbana del cual fueron campeones. Al principio buscaron financiación mediante el proyecto 'Acciones para la convivencia'; sin embargo, el grupo debía aportar el 20% del dinero, y el talento apenas se les reconocía. No podían realizar sus propios festivales debido a los inmensos gastos que acarrean, como sonido, luces, espacios y premios, que en últimas es lo que estimula la asistencia. Además, la comunidad tampoco se interesaba mucho por este tipo de actividades. Por ello, a pesar de las buenas actuaciones, Rap al Parche fracasó en su primera versión de 2005. Tras ganar en el Torneo Distrital de ese mismo año obtuvieron el apoyo no sólo del IDCT, sino de la Familia Ayara, un grupo textil dedicado a la fabricación de prendas y accesorios para los hopers (los que pertenecen a la cultura del hip hop). La empresa se encarga de la dotación de uniformes para los espectáculos, a cambio de que los bailarines hagan presentaciones en almacenes, en lanzamientos de ropa y en la ciclovía para promocionar la marca. Antes del concurso, Wallo se encargaba de diseñar el vestuario del grupo, gracias a que su mamá, costurera, le enseñó a coser. Él recuerda con nostalgia un buzo

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gris de satín que llevaba una aerografía con el nombre del grupo. Ahora le toca lucir lo que diseñan sus patrocinadores. En cuanto a los accesorios y zapatillas, los compran al por mayor para obtener descuentos. Consiguen parte de la música y de los videos en el mercado de las pulgas o en Internet y con los amigos que viajan. En la séptima versión de Hip Hop al Parque obtuvieron el primer lugar, y en el Torneo Distrital de Danza Urbana, recibieron 3,5 millones de pesos, dinero que se repartieron equitativamente los ocho integrantes y, precavidos, guardaron un porcentaje en caja menor. Realizan los ensayos de lunes a jueves en el Club Juvenil Activos, de La Victoria. En este espacio los integrantes se encargan de conseguir nuevas presentaciones y patrocinio. Rodrigo Gómez llegó a Style Force Crew hace seis años por invitación de Daniel, y luego de haber participado en varios eventos comenta que lo que más le gusta es el asombro de la gente, "sobre todo porque al que más aplauden es a mí", dice entre chanzas. En cambio, Miguel Walteros es un muchacho algo tímido y a la vez tierno. Lleva cinco años en el grupo y tiene gran facilidad para el break. Aún está en el colegio, pero siempre encuentra tiempo para ensayar y, por supuesto, para hablar con algunas niñas que, según dice, "no dejan de llover". Daniel, Miguel y Rodrigo son amigos a pesar de la brecha generacional porque comparten el gusto y la dedicación por el break dance. Los dos primeros suelen encargarse de contactar a otros grupos, buscar presentaciones, crear pasos y hacer las propuestas de vestuario; a la vez, Rodrigo se encarga de las aerografías en muros y calles para publicitar las presentaciones. También realizan sesiones fotográficas en varias locaciones de San Cristóbal, donde capturan los mejores pasos. Style Force Crew se ha encargado de difundir el movimiento no sólo en la localidad cuarta, sino en toda la ciudad y ha demostrado que se trata de un movimiento artístico que integra la danza y el teatro. Y no sólo eso, sino que el género evoluciona constantemente. Wallo cuenta: "Se hacen cosas que antes eran increíbles, ya no hay límites, es como dice Adidas: Imposible is nothing".

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Retro * visor

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Enrique Carrizosa: del lápiz al pincel mágico A los 17 años se inició en el periódico Jornada y desde los años cincuenta se consagró como uno de los mejores caricaturistas políticos del país. Publicó en El Tiempo, El Espectador y El País. También escribió columnas para Cromos y en 1980 se vinculó a la revista Elenco, donde trabajó hasta mediados de los años noventa. Hoy está dedicado a la pintura y en esta entrevista recuerda la época en que los caricaturistas capoteaban la censura y sobrevivían con la publicidad. Un homenaje al maestro.


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A sus 78 años sigue manteniendo una sonrisa pícara y todavía se parece a la autocaricatura que hizo en sus años de gloria. Vestido como todo un cachaco, atendió la entrevista en la poltrona de la sala, acompañado de su esposa alemana, Ángeles, pero de un momento a otro desapareció para luego enseñarnos un lienzo de 1,70 x 1,50 metros con un Quijote de color púrpura. Ángeles cuenta que una de las pinturas de esta colección, muy similar a la que nos muestra, que tanto impacta por la inmensidad del lienzo, el manejo del color y la perfección de los trazos, se subastó a un elevado precio en octubre pasado, en el evento "Pintemos juntos por Colombia". También afirma que no tiene idea de dónde sacó Enrique semejante talento, pues en su familia no hay más artistas. Lo cierto es que desde el colegio se burlaba de los profesores y le llegaban quejas a la mamá porque les hacía caricaturas. ¿Cómo entró al mundo de la caricatura? Empecé a trabajar en publicidad. Llegué como ayudante a Atlas y a Época, y Roberto García-Peña me dijo que me sentara en un módulo y me pusiera a dibujar. Entré al periódico gaitanista Jornada a los 17 años, y allí me cogió el 9 de abril de 1948. También trabajé en McCann Erickson con Max Henríquez (que hacía portadas de la revista Semana) y Santiago Martínez Delgado (cotizado dibujante de El Tiempo). Alguien me dijo que por qué no enviaba caricaturas a El Tiempo y así empecé. Recuerdo que en 1950 dibujé la portada de la revista Semana sobre un artista bogotano que se llamaba Julio Torres, famoso por componer Los camarones, una canción de moda en la época. Un día se fue a la costa a conocer el mar y se ahogó porque no sabía nadar. Pensó que la cosa era simplemente meterse al agua. ¿Qué temas trabajó en sus caricaturas de esa primera época? Hacía caricaturas políticas, sociales y también internacionales. Algunas veces traté temas de deporte. Y ¿qué artistas lo influenciaron o en quién se inspiró para dibujar? Empecé a dibujar por la publicidad, y la técnica que usábamos era derramar tinta en el papel y luego lo raspábamos; así se iban obteniendo las imágenes. La publicidad era diferente, las imágenes no eran hechas en computador, sino que todo era ilustrado a mano. Y en la caricatura no me inspiré en nadie.

¿Qué reconocimientos importantes obtuvo como caricaturista? El más significativo fue el Tercer Premio del XI Salón de Artistas Colombianos de 1958, cuando el oficio comenzaba a ser reconocido. De las caricaturas que ha hecho, ¿cuáles recuerda más? Recuerdo en los años cincuenta unas elecciones en las que los conservadores no dejaron participar a los liberales. Entonces hice una caricatura en El Tiempo titulada "El atleta solitario": un conservador corriendo solo. Causó mucha polémica. Además de trabajar en publicidad y en medios impresos, ¿ha participado en algún otro medio? Sí, en 1954 durante la dictadura de Rojas Pinilla, realicé con Chapete y Merino un programa de televisión que se llamaba el Lápiz Mágico.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ {39} +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ Fue el primer programa de la televisión colombiana, así muchos digan lo contrario. En esa época la televisión era en vivo; si uno la embarraba, ya no había vuelta atrás. Yo concebía el programa y escribía los guiones y luego los comentaba con ellos dos, que llegaban cinco minutos antes de la grabación para que les contara qué íbamos a hacer. La presentadora era Gloria Valencia de Castaño, que se robaba todo el show. A veces nos burlábamos de ella diciéndole que íbamos a tratar algún tema, salíamos al aire y cuando lo presentaba, nosotros anunciábamos otro. Entonces ella quedaba toda despistada y nosotros nos tomábamos el programa, que trataba sobre temas de política y actualidad. ¿Era costoso producir un programa de televisión en esa época? Sí, pero el programa lo patrocinaba el Banco Popular, que gerenciaba Luis Morales Gómez,


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amigo de Rojas, quien luego sería ministro de Hacienda. Por eso, cuando nos cerraron el programa, él permitió que lo volvieran a abrir. ¿Por qué Rojas les cerró el programa? Creamos un personaje que se llamaba José Dolores. Era como un reflejo de toda la sociedad colombiana: un campesino de sombrero y ruana que sufría con todos los problemas que ocurrían en el país. Representaba al pueblo oprimido. También nos burlábamos de los "chafarotes", así le decíamos a la Policía. Eso no le gustó a Rojas; por eso mandó cerrar el programa. Y al día siguiente salimos al aire con una venda tapándonos la boca y se nos armó un problema. Recuerdo que nos llamaron del banco y nos preguntaron qué nos estaba ocurriendo. Y contamos que no podíamos hablar. Pero como el dueño era el ministro, pudimos continuar con la condición que no hablaríamos sobre política. ¿Entonces sobre qué hablaban? Empezamos a hablar de música, de deportes, de temas internacionales y de artistas. El programa perdió un poco el sentido que tenía. ¿De qué manera afectó la censura a los periódicos? En cada periódico había un censor oficial que revisaba todo el material antes de que se fuera a impresión. Iba tachando lo que no le gustaba o lo que iba en contra del gobierno. En esa época teníamos que usar la inventiva, el doble sentido, para que el censor no se diera cuenta de las críticas, por ejemplo, Lucas Caballero Calderón, Klim, era experto en escribir cosas de doble sentido que los censores no descubrían. ¿Tenían las caricaturas la misma influencia y poder que una columna de opinión? Claro, porque las caricaturas eran directas, controversiales y generaban gran impacto.

Algunas veces El Tiempo abría en primera página con alguna caricatura, y era un gran honor para el autor. ¿Qué piensa de la caricatura que se hace hoy? Los caricaturistas han perdido interés por la caricatura. No estoy diciendo que lo hagan por la plata, porque ni antes ni ahora han pagado bien. Sino que antes uno dibujaba por convicción, porque le gustaba. Hoy les dicen a muchos qué dibujar y ellos lo hacen. Claro que también hay buenos artistas, como Osuna o Vladdo. Y de los caricaturistas con los que trabajó, ¿a quién recuerda especialmente? Recuerdo bastante a Chapete (Hernando Zurriago Riaño). Era muy buen artista. Pero tenía un problema muy grande con el alcohol. Podían pasar varios días sin que él apareciera. A veces llegaba borracho al programa gritando: "¡Viva el Partido Liberal!". Nos tocaba quitar el audio del programa, para evitar la censura. Como era en vivo no se podía editar las imágenes y la gente se quedaba viendo la cara de él hablando, pero sin sonido. Muy chistoso. Chapete era un buen artista y un buen publicista; también trabajó en Atlas y en Época. A mí no me censuraban tanto como a él o a Merino porque no tocaba temas tan dramáticos y polémicos. Prefería temas más internacionales, cosas que pasaban en la ciudad, en la vida cotidiana; hacía de los ciudadanos mis personajes. A diferencia de muchos de mis colegas, buscaba más el humor que la crítica tan seria. Los artistas solían llevar una vida de bohemia, ¿acudía usted a los cafés de moda? Yo iba al café El Automático que quedaba en la Jiménez, al lado del Rosario. Ahí se daban cita importantes escritores, pintores e intelectuales. En cualquier momento uno se podía encontrar con Gabriel García Márquez o con Fernando Botero. También iban el maestro Alejandro Obregón —cuando venía de la costa—, Armando Villegas, Enrique Grau, León de Greiff y Ómar Rayo, a quien le gustaba hablar mucho de sí mismo, cosa que incomodaba a los demás. El dueño del café era Fernando Jaramillo. Era como un mecenas de los artistas, nos daba consejos y muchas veces nos prestó plata. ¿Cuándo y por qué abandonó el oficio de caricaturista? Realmente yo nunca estuve dedicado totalmente a la caricatura, siempre la alterné con la publi-

Retro *v


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visor

cidad. Había meses en los que publicaba caricaturas, y otros en que no sacaba nada. La verdad es que dejé la caricatura por la publicidad. Y ¿conserva archivos de lo que dibujó en El Tiempo? Mi mamá tenía archivado todo, ella siempre recortaba lo que salía en las revistas y periódicos y lo pegaba en un álbum, pero ella murió y no sé qué se hicieron esos archivos. Conservo algunas cosas de la Revista Elenco, pero no todo porque con los trasteos se han perdido muchas cosas. ¿Cuáles fueron las últimas publicaciones en las que trabajó? En la revista Elenco, desde 1985 hasta mediados de los años noventa, publiqué una columna semanal de temas de actualidad en la que siempre intenté buscar el humor. También publiqué en Cromos columnas y caricaturas que se llamaban Autopsias. En El Tiempo hice otra sección que se llamaba Autopsias a palo seco, que salía en un formato más grande que el de Cromos y Elenco y con algo más de color. En mis trabajos siempre mezclé el humor escrito y gráfico. ¿A qué se dedicó después de dejar la caricatura? Entre las cosas más recientes que he hecho está la colección de libros infantiles Julián el ángel guardián: veinte libritos que yo mismo escribí e ilustré y que le vendí a la editorial Migema. Se trata de cuentos didácticos que les hablan a los niños de los animales, de las vocales, de la ciudad, de las razas, de la Biblia, de las figuras de papel, de los relojes, etc. Cada libro aborda un tema diferente y trae en su interior un rompecabezas e ilustraciones para colorear. ¿A qué se dedica actualmente? Ahora estoy dedicado a la pintura. Tengo algunos bodegones, retratos de mujeres y estoy haciendo diferentes pinturas del Quijote, con su caballo y Sancho Panza, y también estoy trabajando en una serie abstracta.

¿En qué exposiciones ha participado? En varios salones de artistas. Un hijo que vive en Marbella, España, tiene tres almacenes de arte, entonces le envío las pinturas y él las vende allá. Lo que hago para que no ocupen tanto espacio es quitarles el bastidor y mando las telas enrolladas. ¿Por qué terminó dedicándose a la pintura? Lo que pasa es que yo me asocié con Beatriz Lee de Galeano, una señora que trabajaba en ferias. Le ayudaba a decorar y así me fui metiendo en el mundo del arte. También hacía planos de arquitectura, aunque nunca estudié esa carrera. En su madurez, este artista rebosante de vitalidad que ha exhibido sus pinturas en galerías norteamericanas y europeas, y promociona su obra en una página web, lo que jamás hubiera imaginado hace cincuenta años, cuando ganaba tres pesos por una caricatura y divertía a una minoría de lectores.

Sus trompos de poner

Criticó la impunidad, la corrupción, el erotismo de la mujer, las promesas electorales, las vacaciones de los colombianos, la pobreza, la lobería, los nuevos ricos, las solteronas, la cotidianeidad de las calles, los buses capitalinos, el fútbol y la televisión (en especial, los programas culturales e infantiles, los animadores y a los héroes televisivos). También escribió sobre temas familiares, como el matrimonio, los hijos, el baile, la noche de bodas, el divorcio. En sus columnas escribió cartas al director de Inravisión, ministros, artistas y personajes de la farándula, entre otros, siempre con un tono crítico. Parodió cuentos infantiles, como Caperucita Roja, Cenicienta, Blancanieves y La Bella Durmiente, e historias bíblicas, como la del pecado original, Caín y Abel, la Torre de Babel y el Arca de Noé. También caricaturizó películas del oeste e hizo una lista de los empleos heroicos en el país: árbitro, defensor del presidente López, guardaespaldas de un guaquero. Así mismo, introdujo una modalidad de escribir etimologías con vocabularios burlescos, nuevas palabras del diccionario criollo y columnas en inglés macarrónico.

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[ COLONias "Siempre he tratado de develar al ser humano para saber qué rayos somos?", afirma la fotógrafa Erika Diettes, cuya más reciente obra, denominada Silencios, dejó sobrecogidos a los espectadores del remodelado Teatro Faenza donde en octubre de 2005 presentó tanto la exposición como el libro de su trabajo, que recogen 86 fotografías de los sobrevivientes del Holocausto en Colombia. Después de una larga gira, la exposición podrá verse nuevamente en la capital a fin de año.

El silencio de los Lina Leal Villamizar xotanitaox@yahoo.com

judíos

Erika Diettes usa tenis y bluyines habitualmente, pero en las fotos de las páginas sociales siempre luce elegante. Vive en un apartamento cercano a la Plaza de Toros de Bogotá, donde existe la mayor concentración de artistas por metro cuadrado, y entre cuadros y objetos artísticos se adivinan sus gustos y sus afectos, incluida la gata que les huye a las cámaras. Erika nació en Cali por casualidad. Su padre, un general retirado de la Policía Nacional, viajaba de un lado a otro y cuando la artista iba a nacer, en 1978, su familia estaba radicada en Cali. Bogotana por el lado materno y santandereana por el paterno, lleva el apellido de los inmigrantes alemanes que se establecieron en Santander en el siglo XIX. Cuando tenía 15 años, la familia tuvo que radicarse en Estados Unidos. Como llegó al colegio en la mitad del año lectivo, solo encontró cupo en las clases de coro, teatro y fotografía. "Yo no hablaba inglés, pero en fotografía lo entendía todo. Era como un lenguaje natural y mágico para mí. Apenas pude ver el laboratorio, empecé a fascinarme y obsesionarme, hasta el punto de aprender el idioma para comprender todo lo relacionado con la fotografía". Así Erika decidió que quería ser fotógrafa. Al regresar a Colombia, en 1995, la artista se dedicó a estudiar fotografía en Taller Cinco, al tiempo que validaba el bachillerato. Posteriormente, comenzó a estudiar en la Universidad Javeriana artes visuales y comunicación social, y en 2004 obtuvo los diplomas de grado. Desde esta época Erika comenzó a realizar exposiciones, entre las que destacan Invisibles y Datos Personales. La primera reunía imágenes de artistas que Erika no conocía, pero


que intentaba descubrir a través del entorno de cada uno. Para Datos Personales convocó a gente común y corriente que quisiera ser fotografiada desnuda. Según ella, "la idea era tratar el concepto de belleza real vista a través del lenguaje publicitario. Cuando se le decía a una persona que se sintiera bella, adoptaba una pose reconocida que los artistas de televisión o publicidad ejecutaban con frecuencia". Y agrega: "Todo mi trabajo gira en torno a develar al ser humano. Siempre me he preguntado qué rayos es lo que somos. Por eso realicé Invisibles, Datos Personales y Silencios". Silencios es un compendio de 86 fotografías, donde reconstruye la historia de 29 judíos radicados en Colombia que sobrevivieron al Holocausto. ¿Cuándo empezó el proceso de Silencios y cómo fue? A comienzos del 2005 murió la abuela de mi esposo, que pertenece a la comunidad judía. Entre sus cosas encontré una fotografía que me llamó la atención: era una imagen antigua que capturaba el momento en que ella y su esposo tomaban el barco que los traería a Buenaventura. Por detrás estaba la fecha: julio de 1938. Me dije: "¡Aquí en Colombia también hay sobrevivientes!", y entonces comencé a decirle a mi suegra que me gustaría hablar con esas personas. Mi suegro tomó el teléfono, marcó y dijo: "Ahí hay uno". Gracias a eso hablé con Max Kirschderg, un periodista que me permitió tomarle fotografías, pero no quiso contarme nada sobre su historia, "'No hay nada que yo le pueda decir sobre la guerra", me dijo. Decidí que valía la pena buscar a los sobrevivientes e intentar realizar una muestra fotográfica con ellos. Realicé todo el proceso el año pasado y el 25 de octubre presenté el libro con la exposición en el Teatro Faenza. Carlos Alberto González, mi galerista, pensó en ese teatro porque evocaba un ambiente en ruinas que era perfecto para la propuesta. ¿El Holocausto le había interesado antes? El Holocausto y los judíos nunca habían sido temas para mí. No era algo que me quitara el sueño. Decidí involucrarme por la imagen de los abuelos que mencioné. Y, claro, tener a sobrevivientes tan cerca fue el detonante perfecto.

¿Cómo consiguió tantos testimonios? Un contacto me fue llevando a otro hasta que en el tercer personaje el proyecto tomó forma de libro. Hablé con los rabinos y cada uno me contactó con los sobrevivientes de su grupo. Viajé a Cali, Medellín y México para fotografiarlos. Además, había un vínculo que facilitaba las cosas. Pero no todos me hablaron porque mi esposo perteneciera a la comunidad judía. Fue un proceso muy difícil, muchos de ellos no querían recordar nada. Varias personas me dijeron: "Solo me dejo fotografiar, no me entreviste". Y esa fue la condición para obtener las imágenes. ¿Por qué la llamó "Silencios"? Además de las fotografías del rostro, decidí agregar las imágenes de un objeto valioso que cada uno tuviera de la guerra. Por eso se llama Silencios, ya que se refleja la historia de cada personaje por medio de la imagen. No tengo vocación de periodista en ese sentido, porque no pregunto; era durísimo para mí. Siempre pensaba: "¿Qué pregunta inteligente puedo hacer?".

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ {43} ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ El señor Lustgarden se acordaba de una carta ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ que le había escrito un tío a su papá con ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ destino a Barranquilla, Colombia. En el ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ momento en que los rusos llegaron a liberarlos, ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ él gritaba: "¡Barranquilla!, ¡Colombia!"... Por ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ eso lo trajeron al país. Gracias a ello se ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ encontró con su hermano, quien se había ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ venido a Colombia por la misma razón. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

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¿Cuál fue el testimonio que más la impactó? Todos fueron muy duros, pero el señor de la carátula no está ahí gratuitamente. Haber fotografiado a este señor es de las experiencias fuertes que he tenido que vivir. Su nombre es Mario Lustgarden. Estuvo en un gueto, el papá era sastre, y los nazis le pusieron la tarea de hacer uniformes. Así, cuando veo la imagen de sus dedos con la aguja sobre un saco me inspira muchas cosas... A él lo llevaron a un campo de trabajo donde no había muros. Hicieron un grupo para fugarse. Al huir, él se cayó. Los nazis lo capturaron y, como castigo, lo llevaron a Auschwitz. Por eso tiene el sello del campo de concentración.


El señor Lustgarden se acordaba de una carta que un tío le había escrito a su papá con destino a Barranquilla, Colombia. En el momento en que los rusos llegaron a liberarlos, él gritaba: "¡Barranquilla!, ¡Colombia!"... Por eso lo trajeron al país. Gracias a ello se encontró con su hermano, quien había venido a Colombia por la misma razón. Para mí eso fue mágico, y me mostró la importancia del proyecto. Esas personas pasan completamente inadvertidas en las calles del país y uno no podría imaginarse jamás que fueron testigos y víctimas del Holocausto. ¿Por qué las fotografías en blanco y negro? Mi lenguaje es el blanco y negro. Creo que era el apropiado para esa exposición. Le da nostalgia y dureza al mismo tiempo, algo que se necesitaba comunicar. ¿Ha experimentado con formatos diferentes al retrato?

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En mi deseo por develar al ser humano me fui perfilando como retratista. No fue una cosa del todo consciente ni intencional. Sí he fotografiado escenarios y paisajes, pero no es algo que me detenga a mirar en el mundo. Para mí el ser humano se volvió una obsesión: siempre estoy tratando de develar a alguien a través de una imagen. ¿Siempre fue así, desde niña se detenía en las imágenes, en los rostros de las personas? Por la vida que tuve de niña, siempre moviéndome de un lado a otro, me acostumbré a lo nuevo. Eso me hizo observar el mundo con detenimiento. Hoy, cuando miro hacia atrás, creo que eso influyó muchísimo en mi carrera como fotógrafa. ¿Qué maestros de la fotografía la han influenciado? Olga Lucia Jordán es mi gran maestra en la fotografía. Cuando tenía 16 años, vi en la carátula de una revista la imagen de una gota sobre una reja, y allí se reflejaba toda la ciudad. Era una imagen perfecta. Quise conocer a esa persona que tenía la sensibilidad de ver una gota de agua y la contacté a través de la revista. Luego fui a sus clases durante dos años y ella se convirtió en mi mamá artística. Aún hoy, es una jueza importante de mi trabajo. Soy una artista


un poco anticuada porque, como en el Renacimiento, tengo maestra y galerista; figuras que hoy en día se han perdido. ¿Cómo ve la fotografía actualmente en Colombia? El oficio del fotógrafo atravesó una etapa crítica. Por las cámaras digitales, los rollos fotográficos han perdido su valor, y la figura del fotógrafo, como aquel personaje que era contratado para hacer las fotos de ocasiones especiales, ha ido desapareciendo. En cambio, desde finales de la década de los ochenta, se están abriendo en Colombia los espacios para la fotografía artística, como los fotomuseos que se ubican en las calles. Así, la fotografía artística no se queda en exposiciones cerradas, que son visitadas por unos pocos fotógrafos y artistas. En el proceso se ha ido abriendo campo a la fotografía, pero dentro de las artes. Los espacios, concursos y premios están hechos para los artistas en general, no sólo para los fotógrafos. Quizás, sí hace falta esa exclusividad; pero, insisto, se ha dado un gran paso. Además de Bogotá y Cali, ¿en qué otros lugares estará la exposición? En este momento, la exposición está en Cali, en el Museo de Arte Moderno. Luego va a Barranquilla y a Medellín. Gracias a que la Cancillería se interesó en el trabajo, Silencios estará en Miami y New York. A finales del año vendrá de nuevo a Bogotá, al Museo de Arte Moderno. ¿Silencios la cambió de algún modo? Sería insensible si afirmara que Silencios no me hizo algo. Silencios hay muchos. Así como guerras. Y cito a Germán Arrubla cuando vio la exposición: "Una persona de estas es toda la humanidad". Esta frase define mejor mi proyecto, porque en los sobrevivientes se advierte el inmenso dolor que un ser humano es capaz de inflingirle a otro. Pero también se ve la capacidad de sobrellevar eso. Todos padecemos guerras. Pero a veces se nos olvida que cuando alguien sufre en una guerra, sin importar del bando que sea, siempre va a haber alguien llorando por esa persona. Mi idea no fue mostrar una posición semita, sólo quise mostrar un espejo de lo que somos como seres humanos: mostrar lo equivocada que está la humanidad.


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TELE visión *

Tercera temporada de Juan Carlos Vanegas

Ciudad Equis:

Políticamente correcta

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Aunque para muchos seguidores de Ciudad equis, —al aire en City Tv desde finales de 2004—, esta tercera temporada del polémico espacio es la mejor, nuestro comentarista opina todo lo contrario. Las polémicas, las denuncias y, sobre todo, los moralistas hundieron a Ciudad X, la original. Una propuesta cargada de contenidos crudos difíciles de digerir para televidentes pasivos. Una idea monstruosa, que asustaba, pero producía curiosidad. Precisamente fue esa curiosidad la que hizo que muchos la sintonizaran por lo menos para distraerse. Personajes caricaturescos de la ciudad

llenaban la propuesta temática, complementada con un fuerte, pero real, contenido sexual. Tan sólo seis meses después y ante una avalancha de quejas, el programa salió del aire, y con él, todo el combo que corrompía la noche colombiana. No fue suficiente con el cierre del programa, las represalias continuaron, incluso con una exorbitante multa impuesta por la Comisión


Nacional de Televisión. El debate se puso sobre la mesa: ¿qué es pornografía?, ¿cuál es el límite entre el erotismo y la pornografía?, en fin, las mismas preguntas aburridas. Así se hundió la primera y, quizá, mejor "venida", retomando el lenguaje de los presentadores. Otros seis meses fueron necesarios para replantear el programa y tomar las medidas necesarias para no cometer más "infracciones". El remedio: la autocensura, con el argumento de que la noche bogotana no giraba alrededor del sexo. Totalmente válido, la noche bogotana no depende sólo del sexo… pero casi. La propuesta, igual, sonaba atrayente: Jorge Alí Triana en la

historias ocultas. Además, Sanint y la Helo algunas veces lograban enganchar. Algo monótona se tornó la segunda venida. Sin embargo, no se terminó el impulso para una tercera y, parece, última venida. Con un menor presupuesto, Moure intenta de nuevo revivir Ciudad equis. Ya no hay ni teatro ni estudio, ahora quedaron literalmente en la calle; tampoco se ve a la Helo, a Sanint y, mucho menos, a la Rueda; ahora Moure, la Vargas, Teto y su Virus Urbano están solos y aburridos. Así se ven ellos cuando presentan: aburridos, solos y perdidos. La razón es simple, están grabando todas las presentaciones de la semana en un solo día.

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dirección; Moure y De Francisco de nuevo juntos, Antonio Sanint con su fino humor; la desconocida Natalia Helo y una Vicky Rueda afanosa de mostrar al mundo sus nuevas "amigas".

Pero este no es el problema, sino que ese día sea un domingo; entonces salen los dos con una cara de sueño y trasnoche tan contagiosa, que se convierten en un efectivo remedio para el insomnio.

El formato cambió, nada de teatros y lugares con público; por el contrario, la frialdad de un pequeño estudio que intentaba presentar un set tipo cabaret, con un fallido tono irreverente, que recuerda al tío borracho en año nuevo. La dupla Moure-De Francisco no fue la misma; la frescura de El Siguiente Programa ahora contrastaba con una crítica televisiva libreteada y clichesuda. Se comenzaba a extrañar la primera venida, de la cual la única sobreviviente era la paisa, Marcela Vargas.

La parte periodística continúa siendo atrayente, sin embargo, ahora las crónicas son más extensas y lentas. Experimentar más seguido con crónicas de inmersión, como la realizada por Moure el día de las elecciones, podrían hacer más personal, dinámico e interesante el programa. Por su parte, Teto, ese excelente músico, hace una sosa y chichona banda sonora para las presentaciones.

De esta segunda versión se salvan sus crónicas, que se mantenían intactas, mostrándonos esa realidad que tenemos en las narices y nunca queremos ver: aquélla plagada de lugares históricos, personajes que sobrepasan la ficción e

Lo importante de Ciudad equis es que es una propuesta original, es un banco de historias, pero da lástima verla así. Quizás esta crítica no sea muy objetiva y se mueva más por una nostalgia de lo que fue, pudo ser y ahora es. Es como ver al hijo ideal convertirse en mendigo. Nos vendieron el programa por temporadas… degenerativas.

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( ) libroS

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Atravesando líneas Ana María González Sanz anamariagonza@gmail.com

Mauricio Bonnett ha escrito y dirigido los documentales Mario Vargas Llosa, la biografía (2003-2004), El paraíso está en la otra esquina (2002-2003) y Children of the Sun (2001).

conflictos de intereses y ambiciones. "Rosa Tulia. Un nombre campesino, un nombre de sirvienta, como dirían las nefastas amigas de mi madre", dice Diego. Sin embargo, me atrevo a decir que la novela se dedica más a explorar los encuentros, los desfogues entre categorías sociales, el traspaso de los umbrales.

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La mujer en el umbral

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Mauricio Bonnett Editorial Alfaguara, Bogotá 2006 325 páginas $ 39.000

Leí La mujer en el umbral como si tuviera alguna clase de pegamento en las manos y no pudiera soltarla. Y no era para menos, cuando una novela empieza con la llegada de un personaje en la misma fecha de la visita de Pablo VI a Colombia, vaticinando una historia de magnitud beatífica. En ésta, su primera novela, Mauricio Bonnet, bogotano de 46 años, cuenta el drama que se desata luego de que Rosa Tulia, una muchacha campesina, viaja a Bogotá y comienza a trabajar como empleada doméstica en la casa de Diego y Sebastián, un par de niños burgueses de la sociedad bogotana. Con este avance resulta evidente que la novela trata el tema de las barreras sociales, de las diferencias entre las zonas rural y urbana, de los

Diego, un adolescente al que le gusta la música clásica, virgen y abierto a cualquier experiencia sexual, se enamora de Rosa Tulia, pero lo acosa el fantasma de la clase social. Al mismo tiempo, a Rosa Tulia la atormenta un pasado de sufrimiento y falta de afecto. Ambos tienen limitaciones que pesan sobre sus conciencias. En esa medida Mauricio Bonnett se empeña en mostrar cómo muchas veces en las relaciones humanas la obtención del objeto de deseo se ve obstaculizada por miedos creados por nosotros mismos, frustrando nuestros propósitos y enterrando una posibilidad de ser felices. Y es que prácticamente todos los personajes de la novela imponen líneas, fronteras ante los demás y se esconden detrás de sus territorios conocidos, como soldados detrás de sus trincheras. Está la madre de Diego, Inés, la típica ama de casa de clase media y carácter fuerte; el padre que viaja constantemente sin tiempo para estar con sus hijos; Sebastián, un joven mimado que se empeña en desarrollar exóticos juegos como el de simular el viaje del Pablo VI a Colombia con un avión miniatura de plástico. Pero es la llegada de Rosa Tulia la que estremece esas estructuras, la que hace despertar algo,


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así fuese tragedia y lágrimas, porque hasta ese momento vivían en un letargo cotidiano donde el tiempo parecía pasar ligero y sin complicaciones, casi somnoliento. "Habíamos vivido sedados por la felicidad mediocre; esa felicidad de la clase media que consiste en negar cualquier evidencia de conflicto", dice Diego. Muchos podrán decir que el tema del niño rico que se enamora de la campesina pobre está más que trillado. Sin embargo, como cualquier tema en la literatura, depende de cómo se cuente, porque, finalmente, ¿no es la literatura una eterna repetición? El estilo es la variación de la repetición, es la apropiación del escritor, su as bajo la manga. En esta novela se alcanza a notar un estilo propio repleto de imágenes y de lenguaje irreverente. La formación del escritor como cineasta le ayuda a tener una narrativa cinematográfica, ya que la evocación de imágenes es incesante; sin embargo, Bonnet tiene bien claro que la literatura es más que imágenes y descripción, y que aunque el cine y la literatura se retroalimentan, se trata de lenguajes diferentes. Cuando leemos "Rosa Tulia entraba al baño con el vestido de baño en la mano, húmedo y flácido, como un amante exhausto", nos damos cuenta de que conoce el poder del lenguaje, llegando en ocasiones a imágenes sublimes. Por otro lado, el autor —quien reside desde 1987 en Inglaterra, dedicado al cine— se esmera en retratar la Bogotá de esa década del sesenta no sólo para darle al lector una ubicación espacial, sino para mostrar el impacto vi-

vido por esa jovencita del campo al entrar al reino urbano. La casa de Diego, situada en el barrio Santa Bárbara, no podía ser más opuesta a su antigua vivienda. "No sólo la casa era nueva. También lo era el barrio: Santa Bárbara Nueva. Novísima. Recién inventada. Las casas, bajas y grandes, se levantaban entre lotes vacíos donde pacían unas vacas melancólicas sin dueño visible". Ese cambio para Rosa Tulia es también un traspaso de otro umbral. "Rosa Tulia se iluminó al ver la vasta planicie salpicada de torres que se recortaban como menhires contra el verde de los cerros". La mujer en el umbral es una novela de lenguaje ágil, divertida, llena de humor negro. La manera de narrar, unas veces desde lo que acontece en la casa en Bogotá (el narrador cuenta su adolescencia desde la adultez) y otras desde el pasado de Rosa Tulia en su pueblo, le da ritmo a la novela y la llena de vitalidad. Lástima que desde el comienzo el autor literalmente nos anuncia una tragedia; y el anuncio se vuelve tan constante, tan repetitivo (casi al final de cada uno de los 21 capítulos), que en vez de ayudar a conservar la tensión, nos prepara demasiado, casi que nos da un escudo y una armadura para suavizar el golpe en vez de sugerirlo y confiar en que el lector cuidadoso sabrá que viene algo y que cuando le explote en su cara, recordará que el autor ya lo había advertido y se alegrará al verse vencido ante el certero knock out.

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Bogotá ## en la RED

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www. bogowiki.org Creación colectiva de la capital

David Linares dlinares13@yahoo.com

Bogowiki es el resultado parcial de un ejercicio de construcción virtual incesante: la posibilidad latente de que usted, yo o cualquier persona pueda construir el universo de detalles únicos de la capital en la red.

Basta con acceder a un servidor wiki (algunos lo llaman wiki wiki web, por la correspondencia —medio forzada, eso sí— con el universal world wide web) para que uno, desde la comodidad de la casa, pueda transformar a su antojo los documentos allí alojados, agregarles hipertexto e imágenes, y todo ello facilitado por la inmediatez. Bogowiki es eso, pero enfocado en Bogotá. Entonces, uno imagina un esfuerzo mancomunado por recorrer los parajes capitalinos con todo detalle, pasando por museos, universidades, centros comerciales o los mejores bares; la guía del próximo evento de teatro, las posibilidades de transporte o la oferta de lugares y hechos que evocan la nostalgia o el orgullo. El ejercicio de

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Wiki no es, ni mucho menos, el nombre de la mascota de algún mundial de fútbol, una nueva marca de gelatina o un suburbio australiano. El neologismo, acuñado por Ward Cunningham, designa un tipo de aplicación que permite al usuario, tan sólo con el uso de su navegador (normalmente, el ejercicio requeriría software especializado), crear, escribir y editar páginas web en forma descaradamente sencilla.

coautoría brinda la posibilidad de que, en teoría, nada puede pasarse por alto y se reseñará absolutamente todo. Un ejemplo ilustra mejor: "Especie de pan de maíz y queso de origen boyacense, ampliamente consumido en paseos de piqueteadero en las cercanías de Chía y Cota". Y hablando de almojábanas, el autor se toma el atrevimiento de recomendar las de Pan Pa'Ya, sitio que, por supuesto, tiene su propia descripción —"cadena de panaderías y pastelerías ampliamente difundida en la ciudad"—, con las direcciones física y virtual. Igual pasa con boyacense, piqueteadero, Chía y Cota… pero hay más; el hecho de que sea wiki —lo cual de alguna manera simboliza una democracia utópica—, permite estar en desacuerdo. Entonces, usted prefiere las almojábanas de cualquier otro lugar, considera que sean de un tipo de consumo distinto al del piqueteadero o tiene otra receta, basta con que dé un par de clics, y en unos cuantos segundos la información que ha digitado estará al alcance del mundo. Por supuesto, hay un mínimo de normas y conductos —que parten del respeto por los otros


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Y es que los límites están restringidos apenas por los alcances del usuario. Eso, sumado al registro de esas pequeñas cosas que a uno le dan identidad, lo hacen más de acá (barrios, lugares tradicionales, léxico, planes por hacer y un largo etcétera) y menos del territorio estandarizado de Internet, resume el encanto general de la página. Sin duda, un wiki es un universo lingüístico y conceptual inagotable, paraíso del semiólogo. En Bogowiki, lo mejor es hacer de ese universo el mismo del día a día, el que nos acompaña a las estaciones de Transmilenio o nos invita a los eventos Al Parque. Pocas ciudades en el mundo presumen de tener un sitio similar.

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Y sí, hay que aceptarlo: el proyecto todavía está en pañales. Falta diseño, faltan contenidos, falta estilo, mejor organización interna y, por Dios santo, falta un buscador (inconcebible su ausencia en una herramienta de tipo enciclopédico). Pero más allá de estas carencias, está la base para que cualquier capitalino haga de Bogowiki lo que presupone su exorbitado potencial: la posibilidad de construirnos como ciudad en la virtualidad.

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usuarios y de los alcances comunitarios de la propuesta— que deben seguirse para el correcto funcionamiento del sitio, así como una pequeña jerarquía encargada de fiscalizar que los graciosos o los maniacos de la autopromoción hagan de las suyas. No obstante, la censura se atisba apenas como una posibilidad muy, muy lejana. En la Ilustración, el lenguaje se estandarizó en las enciclopedias y los diccionarios; se desecharon unas palabras y se aceptaron otras. En wiki son bienvenidas todas.

Sitio del mes

Dirección: www.bogowiki.org Tema: Bogotá D.C. Secciones recomendadas: Bogotanismos, Museos, Rumba, Barrios. **½ Diseño: Fotografía: * * Contenido: * * * Estructura: * * * Concepto: * * * * ½

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[repor * taJE

En víspera a las elecciones para el Congreso de la República muchos bogotanos encontramos atiborrada la ciudad de rostros alegres, frases sonoras y miles de volantes, ya que los candidatos querían ser recordados por sus votantes. Pero en esa carrera de sobresalir ellos y opacar a otros no se dieron cuenta del basurero en el que estaban convirtiendo a nuestra ciudad. Bogotá quedó sucia después de las elecciones, porque no se tomaron la tarea de desempapelar nuestras calles. Es por eso, que aún hoy nos encontramos con basura política.

Basura Política

gráfico

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