Directo Bogotá #57 by Revista Directo Bogotá

Fotoensayo Rebeca de dĂa Foto: Paula Ruiz

Edición

02 Julio 2017

Directo Bogotá Revista escrita por los estudiantes de la carrera de Comunicación Social

03 05 08

Fundada en 2002

Directora Maryluz Vallejo Asistente editorial Mateo Yepes Reporteros en esta edición Estefanía Zárate Angarita, Irene Littfack, Mateo Yepes Serna, Sara Prada Herrera, Laura Guevara, Mariana Ocampo, Isabela Forero Rubio, Daniela Granados Vargas, Sara Jaramillo Osorio, Nicolás Gómez Osorio, Karla Isabela Martínez, Alejandro Vargas Beleño, Pablo Josué Martínez, Angie Benavides Castro, Ángela María Agudelo, Natalia Sánchez Cortés, Angélica Cifuentes, Luisa Fernanda Martínez, Juan David Olmos, Paula Andrea Ruiz, Nathaly Triana Portada y Contraportada Santiago Forero (serie "Los juegos olímpicos") Diseño y diagramación Angélica Ospina angelikaos@gmail.com Corrección de estilo Gustavo Patiño correctordeestilo@gmail.com Impresión Javegraf Decana Académica Marisol Cano Busquets Director de la Carrera de Comunicación Social Oscar Giovanny Fonseca Director del Departamento de Comunicación Andrea Cadelo Buitrago Informes y distribución Transversal 4ª No. 42-00, piso 6 Teléfono: 3 20 83 20, ext 4587 Escríbanos a: directobogota@gmail.com Consulte nuestro archivo digital en la página: www.issuu.com/directobogota Visite nuestra plataforma digital www.directobogota.co

Notas Ligeras Opinión

Del Pacífico a Guatepeor Atropello policial Aniversario 15

De Bogotá a Aarhus, capital cultural de Europa 2017 Tendencias

Personas en condición de bailar Una banda cristiana que rasga el cielo

15 19 24 27

Colectivo

Doña Bogotá de Palacios

Deportes

Par dos, hoyo en uno Estación central

Parche rabioso Especial Arte

El arte no es un crimen El artista que “compite en los Olímpicos" y “apaga incendios”

36 39

Patrimonio

Todos los caminos conducen a La Romana Divino Rostro

Temple de acero y tripa La gracia de ser yo

Tendencias

Belleza de barrio Un disparo inminente

56 59

Arte

La ciudad vista con el lente de la guerra Libros

Nada extraño en apariencia Sobre la gente mal educada

Humor

Notas Ligeras Fitness en Transmilenio Es sorprendente el ejercicio que quienes usamos Transmilenio hacemos a diario sin necesidad de ir a un gimnasio. ¿Acaso muchos no hacemos pantorrilla cuando nos empinamos y luego descansamos al intentar cogernos de los soportes del articulado para sostenernos? Este ejercicio también demanda mucha fuera en los brazos, la cual con el tiempo va modelando los bíceps y los tríceps. Unos pueden estar haciendo aperturas para espalda, al tratar de moverse para que los demás puedan salir. Mientras otros, generalmente personas de baja estatura, pueden estar haciendo barras, para no ser llevados por la multitud o para esquivar golpes de quienes intentan salir de manera atropellada. Al mismo tiempo, terceros estarán dedicados a las flexiones de pecho, por lo general, quienes van pegados a la puerta y se sienten aprisionados. Esa es su forma de conseguir un poco de espacio, o de aire. La fuerza en las piernas y el equilibrio que se adquieren para quienes no logran sostenerse de nada son impresionantes, sobre todo cuando al conductor se le ocurre frenar violentamente.

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¡Que vivan las plazas de mercado! Las acostumbradas alzas en los precios de los alimentos han hecho que muchos ciudadanos vuelvan a ver las plazas como la opción para mercar y ahorrar un poco. Otros prefieren seguir comprando en grandes supermercados porque menosprecian los mercados populares o porque prefieren ir a Carulla a pagar cifras ridículas, como $50.000 por 18 naranjas o $25.000 por dos cocos, que se llevan, eso sí, en bolsas ecológicas. Los bogotanos aún desconocen el tesoro que tienen en las plazas de mercado, quizá porque muchos prefieren comprar las verduras empacadas al vacío y sin rastro de tierra. Allá el aroma que se percibe no es el de ambientadores que tratan de disimular el olor del campo, sino el de los mangos dulces, la piña madura y las hierbas aromáticas recién cultivadas. El piso no es brillante como el de un hospital y a la hora de pagar las compras no aparece una señorita para decir: “Esta caja está fuera de servicio”. En las 19 plazas de mercado públicas que tiene Bogotá, la calidad de los productos y la atención de los vendedores contrasta con el modelo comercial de los grandes almacenes en los que el campesino que cultiva es borrado del mapa.

El Transmilenio y el gimnasio no son tan distintos, después de todo. En ambos, se inhalan los olores corporales de todos y se suda profusamente; además, antes de todo ese ejercicio se hacen unos cuantos minutos de cardio al correr para lograr alcanzar el bus que se necesita y no ser aprisionado por las puertas en el intento. No olvidemos disfrutar cada momento de esa rutina obligada de fitness en nuestro descontrolado sistema de transporte porque no sabemos cuándo será el último.

Por otro lado, las tirillas de compra de los supermercados son un verdadero desperdicio de papel. El precio de la compra, los cupones de fidelización y la infaltable frase “Tu ahorro fue…” pretenden hacer creer al cliente que acaba de hacer un gran negocio al ahorrar $2.000 en una compra de $100.000. La falsa promesa de ahorro de los supermercados se vuelve real en las plazas, donde es posible recorrer los puestos de frutas, verduras y carnes para recibir degustaciones y elegir el precio más cómodo sin sacrificar calidad, y siempre hay chance de pedir rebaja y obtener la ñapa.

Angélica Cifuentes maria-cifuentes@javeriana.edu.co

Sara Camila Prada Herrera sara.prada@javeriana.edu.co

Opinión

Más de

115.000 afros viven en Bogotá •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

Del Pacífico a Guatepeor Texto: Mateo Yepes Serna mateo.yepes@javeriana.edu.co

A mediados de mayo los habitantes de Buenaventura entraron en paro por la falta de apoyo del gobierno de Juan Manuel Santos a este puerto vallecaucano, y después se unieron otras poblaciones de la costa pacífica. Esta ciudad, que se encarga de mover el 60 % del comercio internacional marítimo del país, tiene 350.000 habitantes, de los cuales 256.000 bordean la miseria. Por ello los bonaverenses y los demás afrodescendientes del país no han tenido más opción que protestar y migrar a las ciudades capitales. Buscando el sueño cachaco llegan a Bogotá con sus corotos en busca de apoyo de las instituciones del Estado para trabajar y vivir digna y tranquilamente. Al menos sin tanto miedo: miedo a morir de hambre o baleados en cada esquina. Y ese sueño, después de años de vivir invisibilizados, casi, casi se cumple con un proyecto de Gustavo Petro llamado Casas para los Derechos Afro. El programa nació en 2011 en una reunión en el teatro Jorge Eliécer Gaitán entre el entonces alcalde y los líderes de la comunidad afro asentada en Bogotá. El propósito era tener 20 casas por los derechos afro en la ciudad, una por cada localidad, pero Petro les concedió solo 12 —algo es algo— y destinó un presupuesto de $10.000 millones para su implementación, de los cuales solo se entregaron $7.261 millones, según líderes y funcionarios de la actual administración En 2015, después de casi cuatro años, las casas empezaron a funcionar. Al frente de ellas estaba Fanny Quiñónez, exdirectora de Asuntos Étnicos de la Bogotá Humana, y se ubicaron en las localidades con más población afro de la capital: Bosa, que cuenta con el 18,7 %; Suba, 15,1 %; Ciudad Bolívar, 10,6 %; San Cristóbal, 9,9 % y Engativá, 8,7 %, entre otras. La totalidad de la población en Bogotá de afrodescendientes,

según una encuesta realizada en 2014 y que sigue vigente, es de 115.088 personas. Sin embargo, después de casi un año de funcionamiento, las casas fueron cerradas por decisión del alcalde Peñalosa. En respuesta a un derecho de petición enviado por este periodista (que, a propósito, se tomaron un mes en responder), se argumenta: “…los resultados en términos de impacto social y calidad de los productos no fueron consistentes con los recursos invertidos”. Por la calidad de los productos se refieren al beneficio que se esperaba dar a la ciudadanía y también a los resultados de esta política pública. Por eso, la ahora Subdirección de Asuntos Étnicos decidió darle un vuelco grande al asunto y proponer otra iniciativa: los Centros de Orientación y Fortalecimiento Integral Afrobogotanos (CONFIA) que, según la misma comunidad, no han funcionado igual, pues no han llegado a la raíz del problema. De estos, dice Luis Nazareno, líder de la comunidad, solo uno está en funcionamiento y se encuentra en La Candelaria. Quedan pendientes, según la respuesta al derecho de petición, tres centros en puntos estratégicos de la ciudad. La virtud de las Casas Afro era que allá, si bien se iba a luchar por los derechos de esta comunidad (había abogados, psicólogos, administradores y trabajadores sociales), también se iba a ser negro, a mantener las tradiciones culturales que pierden día a día las personas de esta raza desplazadas de sus territorios, a participar de los quilombos y de los espacios de medicina y cultura ancestral para mantener la identidad. Hoy están en vilo. Muchos no tienen oportunidad de asistir a los CONFIA porque estos centros no se han implementado en su totalidad, y el único que está funcionando queda en un lugar al que para la mayoría es difícil acceder. De todo les inspiran estos centros, menos confianza. Por esa ausencia del Estado, muchos afros desean devolverse a sus tierras, a Quibdó, a Buenaventura o a Tumaco, para seguir peleando desde allá por sus derechos, para ser tratados como iguales en un país que históricamente los ha apartado. Como dijo Myrust Cabezas, quien participaba en las casas, “no nos dieron las oportunidades para crear un espacio donde pudiéramos ser negros fuera de nuestra tierra”.

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Opinión

Atropello policial Texto: Natalia Sánchez Cortés sanchez_natalia@javeriana.edu.co

A propósito del nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia, este caso ilustra el famoso dicho: y ¿al alcalde quién lo ronda? El 3 de abril último, cuando iba rumbo a mi casa a las ocho de la noche, pasé con mi novio por un parque llamado La Estrella, en el barrio Orquídeas, un sector del norte de la ciudad habitualmente tranquilo. Pero esa noche vimos cómo llegaron 12 policías motorizados buscando a alguien. Pensamos en un ladrón, pero no, buscaban a un expendedor de droga. Para nuestra sorpresa, el blanco era un muchacho del barrio, que suele sacar a sus tres perros schnauzer o trotar por el vecindario. Ante el suceso, los vecinos empezaron a acercarse, y los agentes, de manera ruda, intentaron dispersarlos. Luego vimos cómo un anillo de policías golpeaba al joven, de unos 18 años, quien lloraba y pedía a gritos que lo soltaran, que todo era un malentendido, que él no era un expendedor de droga. Al preguntar qué pasaba, los agentes nos amenazaron; sin embargo, seguimos pendientes de que al joven le siguieran el debido proceso de arresto. Entonces los policías empezaron a volverse más agresivos, hasta que arremetieron contra mi novio, Alejandro, pero a las dos mujeres que estábamos allí no nos tocaron; solo pidieron que nos fuéramos. Al ver que maltrataban a Alejandro, lo despojaban de sus pertenencias, le quitaban la gorra, los cordones y la cédula, fui recogiendo todo para que no se perdiera. En esos momentos me acerqué a un joven policía, quien de forma grosera me amenazó con que se lo llevarían a la Unidad Permanente de Justicia (UPJ). Poco después llegó mi suegra, que al ver que se

llevaban a su hijo, se acercó a la patrulla, desesperada por saber adónde iban, pero ningún oficial respondió; ella siguió insistiendo hasta que la empezaron a empujar y a susurrarle groserías al oído, para terminar rociándola con gas pimienta. A mi novio lo llevaron en la patrulla al CAI de Toberín, pero camino al sitio, a no más de cinco minutos del parque, Alejandro y el sospechoso de tráfico de estupefacientes volvieron a ser rociados con gas pimienta y, acto seguido, les cerraron las ventanas del vehículo. Cuando llegaron al CAI fueron golpeados de nuevo. Una de las oficiales arremetió contra Alejandro y le golpeó el rostro con un vaso; después, de manera abusiva, intentó arrancarle los piercings de las orejas. Al otro joven lo encerraron en un cuarto donde no podía ser captado por la cámara de seguridad y varios policías vulneraron su integridad. Al llegar al CAI, la mamá de Alejandro y yo vimos cómo los policías nos cerraron la puerta. Nos repetían que él pasaría la noche en la UPJ, mientras aseguraban que había usado un lenguaje irrespetuoso con la autoridad. Finalmente, llegamos a un acuerdo y nos fuimos del CAI con una multa pedagógica y con una advertencia; pero con Alejandro. En ese momento no nos percatamos de qué decía la multa, pero luego comprobamos que los agentes habían llenado ese comparendo con mentiras alterando los hechos ocurridos. Según ellos, Alejandro fue arrestado por portar marihuana que le encontraron en la requisa. Lo que nunca ocurrió. Al volver al CAI unos minutos después para hacer el reclamo nos topamos con una sorpresa: los policías ya no estaban. Nos fuimos y anunciamos que al otro día volveríamos. Pero al salir nos dimos cuenta de que una patrulla nos perseguía. Al día siguiente, además de las muñecas lastimadas, los ojos colorados y un moretón en la cara, Alejandro tenía un sentimiento de impotencia difícil de aliviar. *Esta columna nació por iniciativa del periódico El Espectador en 2014 y se publicó de manera intermitente durante los últimos años. Con esta entrega queremos revivirla. Foto: Pía Wohlgemuth. Mural en la carrera 4a con calle 66 bis, cerca al edificio donde fue asesinada Yuliana.

Aniversario

De Bogotá a Aarhus, capital cultural de Europa 2017 Texto: Estefanía Zárate Angarita tefa_zarate91@hotmail.com

Con esta crónica de Estefanía Zárate, que está cursando su maestría en Periodismo en Aarhus —segunda ciudad danesa, que este año es Capital Cultural de Europa—, iniciamos el reencuentro con exreporteros de Directo Bogotá para celebrar los 15 años de la revista impresa, que dio origen a la nueva plataforma digital (https://www.directobogota.com/). La idea es mostrar los contrastes y similitudes de Bogotá con otras capitales del mundo. La biblioteca y centro de servicio al ciudadano DOKK1 es un símbolo de innovación y sostenibilidad urbana de Aarhus.// Foto por: dokk1.dk

En una parada cualquiera, el conductor del bus se levantó y tocó una campana. Sonriente, dijo en danés que estábamos celebrando el nacimiento de una nueva vida en la Capital Cultural de Europa. Así son bienvenidos los bebés que ven la luz por primera vez en Aarhus, Dinamarca. Cada vez que nace un niño en esta ciudad, campanazos de júbilo rasgan el silencio de la moderna biblioteca DOKK1 y la rutina del transporte público. Esos son los detalles que hacen de esta una ciudad mágica.

Aarhus fue nombrada Capital Cultural de Europa para 2017 por la Unión Europea como parte de un programa que desde 1985 busca “destacar y fortalecer la diversidad de la cultura europea” y “dar a los europeos un sentido de ciudadanía”, según la organización. Pero para aquellos que, como yo, no somos ciudadanos del Viejo Continente, la experiencia de vivir en la actual Capital Cultural de Europa es diferente. Desde que llegué a Aarhus, el 24 de agosto del 2016, cientos de estereotipos sobre Dinamarca y su gente se han desmoronado, y otros se han fortalecido. Ante todo, cultura no es lo mismo aquí que allá en Colombia. Esta ciudad-puerto de origen vikingo tiene 330.000 habitantes y es la segunda más grande de Dinamarca, después de la capital, Copenhague. De acuerdo con el Departamento de Estadísticas de Dinamarca, más de la mitad de la gente en Aarhus tiene entre 18 y 30 años y son estudiantes de pregrado, maestría o doctorado. En otras palabras, aquí vive más gente que en la localidad bogotana de Puente Aranda y menos que en Rafael Uribe Uribe, pero hay seis veces más estudiantes que en la Javeriana. ¡Es el paraíso de la juventud!

Y mientras que la inmensa Bogotá tiene algo más de 440 kilómetros de ciclorrutas en su vasto territorio de 1.587 km², la pequeña Aarhus, con una extensión de apenas 91 km², casi alcanza los 700 kilómetros de vías exclusivas para pedalear, pues dos de cada cinco personas usan la bici a diario como medio de transporte. No importa si es de día o de noche, si está nevando o calienta el sol (lo cual no es nada frecuente), siempre, siempre se ve gente en bicicleta. Arriba: Uno de los iconos de Aarhus es el museo ARoS Aarhus Art Museum. Su principal atracción es Your Panorama Rainbow, un mirador a la ciudad con los colores del arcoíris.

Abajo: El Botanisk Have Aarhus es el jardín botánico de la Universidad de Aarhus. Tiene 25,5 hectáreas de vegetación exterior e interior.

Al que no le gusta moverse en bici, anda en bus. Para usar el bus en Aarhus, la gente compra una tarjeta con crédito (como en Transmilenio) o los pasajes mediante una aplicación en el celular. Todas las estaciones y vehículos tienen wifi gratis (y del bueno). No hay torniquetes, nadie cobra, todo el mundo paga porque ¡ajá!, ¿por qué no? Muy de vez en cuando entran guardias a los buses para verificar que todo el mundo tenga tiquete, pero muy de vez en cuando, porque prácticamente no es necesario. Y todavía no estoy hablando de cultura. Una de las cosas que más me impresionaron durante mis primeras semanas en Aarhus fue el nivel de organización de los conductores en las intersecciones viales. En Bogotá está prohibido girar a la izquierda y los semáforos tienen

señalización para los cruces a la derecha. En Dinamarca, cuando el semáforo cambia a verde, todos los carros en la fila avanzan, excepto aquellos que desean cruzar a la izquierda, que esperan pacientes hasta que todos los demás pasen para cambiar de dirección. Todos respetan sus turnos, nadie pita ni mucho menos insulta al que está parado en la mitad de la avenida para girar. Las vías fluyen, y no es para menos. En Dinamarca viven 5.748.769 personas y en Bogotá, solo en Bogotá, viven 8.080.734. En Dinamarca hay cerca de 2.500.000 vehículos, casi la misma cantidad que en Bogotá. Aarhus y Copenhague tienen la tasa más baja de carros por familia en el país, lo que quiere decir que son las dos ciudades danesas más progresistas en términos de movilidad porque circulan muy pocos vehículos. Y más con el tráfico. Todos los semáforos peatonales en Aarhus cuentan con guías auditivas para personas ciegas, que hacen parte del sonido ambiente de la ciudad. Cuando la luz roja está encendida, un pito suena cada varios segundos, despacio; cuando el verde da vía libre, el pito suena varias veces por segundo, rápido. Y así, toda la ciudad es amigable con la ciudadanía, sin importar su condición. Sigo sin hablar del significado nórdico de cultura. La sociedad escandinava se caracteriza por su estilo minimalista y algo frío, como el clima. Así mismo es el Vilhelm Kiers Kollegiet, la residencia estudiantil donde vivo actualmente con otros 600 estudiantes de todas partes del mundo, aunque la mayoría son daneses. Cada quien tiene un cuarto de 30 metros cuadrados con baño privado. Nada lujoso, apenas lo necesario. La cocina se comparte entre trece personas y sorprendentemente permanece impecable gracias a la labor de los mismos estudiantes, quienes se comprometen a mantenerla así con limpiezas básicas cada domingo y generales cada semestre. Cartón, vidrio y plástico se reciclan. Casi en todos los supermercados es posible encontrar una máquina que paga una corona danesa por cada lata o botella. Cada corona danesa equivale a 420 pesos colombianos. La máquina da la opción al usuario de cobrar el efectivo,

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recibir un bono para compras en el supermercado por el valor correspondiente o donar ese dinero a causas sociales. Ahora, si en algo nos parecemos en Bogotá y en Aarhus, en Colombia y en Dinamarca, es en los hábitos de consumo de alcohol. La cerveza es fiel compañera del estudiante (y de todos). Tanto Aarhus Universitet como el Danish School of Media and Journalism, donde estudio mi maestría en Periodismo, Medios y Globalización, tienen su propio bar. Sí. Dentro de la universidad. Sin tabúes. Ahora sí, con todo lo anterior, ¿entonces a qué le llaman cultura?

servicio al ciudadano, y el complejo tecnológico Incuba Science Park, donde funcionan salones de clase (a los que tengo el placer de asistir) y oficinas de compañías internacionales. Acá nada está improvisado. La ciudad de Aarhus lleva ocho años preparándose para ser durante 2017 la anfitriona de más de 250 actividades, entre festivales, exhibiciones artísticas, conciertos, instalaciones, obras de teatro y más. El protagonista es el museo ARoS, símbolo de la ciudad, que tiene 1.450 metros cuadrados de galerías y un mirador 360 grados cuyos ventanales reflejan los colores del arcoíris.

La reina de Dinamarca (pero no la de belleza), su majestad Margrethe II, también patrona de la Capital Cultural de Europa, escribió: “En todas sus formas, la cultura nos enriquece como seres humanos: desde las artes visuales hasta la música, desde la literatura hasta el teatro y la danza, la cultura despierta nuestra empatía e invita a la participación”.

Si tengo que hacer un retrato de Aarhus, que desde hace diez meses es mi hogar, lo primero que puedo decir es que veo en ella todo lo que podríamos hacer por el progreso de Bogotá. Soy bogotana, amo a mi ciudad y la extraño segundo a segundo. Me dicen “loca” cada vez que me emociono cuando la calma danesa se altera con el sonido de una sirena (que no es nada común por acá) porque me transporta un poquito a mi tierra caótica.

Para Jacob Bundsgaard, alcalde de Aarhus, este es un proyecto “centrado en desarrollo urbano, sostenibilidad, gastronomía, comida y deportes”, cuyo eslogan “Rethink” (volver a pensar, reformular) invita a la innovación. Y la ciudad en sí misma es innovadora. Son íconos de progreso edificios de vidrio como la biblioteca DOKK1, en pleno puerto y con vista al mar, que también funciona como centro de

Vivir en la Capital Cultural de Europa me hace sentir más ciudadana del mundo y al mismo tiempo más conectada con las necesidades de nuestra capital. Es repensar nuestro concepto de cultura a cada paso. Es saber que tenemos mucho progreso por el cual trabajar en Colombia y... ¿qué mejor motivo que este puedo tener para regresar? Más temprano que tarde nos veremos de nuevo, Bogotá.

La residencia estudiantil Vilhelm Kiers Kollegiet fue fundada en 1970 y aloja a 630 estudiantes daneses e internacionales.

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Tendencias

Personas en

condición de bailar

Texto y fotografías: Nathaly Triana Medina nattriana23@gmail.com

ConCuerpos es una fundación sin ánimo de lucro pionera en el campo de la danza inclusiva en Colombia, que nació en 2007 por iniciativa de las artistas Meghan Flanigan y Laisvie Ochoa. Allí, las

do por estudiantes de la Universidad Nacional en los años noventa, se convirtió en el espacio de encuentro a través de la danza de personas con y sin discapacidad. Actualmente, ConCuerpos tiene una clase permanente abierta a todo el público y una compañía que ha creado seis obras profesionales, las cuales se han presentado en escenarios como el Museo Nacional, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.

personas en condición de discapacidad experimentan

César

por primera vez el movimiento liberador.

A César Vargas la enfermedad de Refsum 330 le quitó la posibilidad de bailar en las fiestas sin sentir pena. Este trastorno genético, que afecta a una persona entre un millón y que ocasiona una disminución de la capacidad de moverse, lo obligó desde niño a desplazarse en una silla de ruedas en una ciudad que no está diseñada para hacerlo.

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En el último piso de un edificio antiguo ubicado en la localidad de Santa Fe los cuerpos se mueven al ritmo de la banda sonora de Searching for Sugarman. Los cuerpos no se mueven al mismo tiempo ni de la misma forma, mientras que algunos danzan guiados por el tacto o por el sonido, otros lo hacen sobre sus sillas de ruedas. Desde hace una década Danza Común, el estudio crea-

César entró a estudiar al Sena con la idea de que la misma institución lo iba a contratar cuando se graduara, pero las humillaciones

que recibía de su profesora lo hicieron desertar antes de culminar el proceso. A pesar de que después recibió el título de Técnico profesional en procesos de talento humano, César nunca ha dejado de ser parte de la lista de desempleados del país. La primera vez que César bailó fue en brazos de Laisvie Ochoa. La fundadora del proyecto lo tomó de los brazos y lo invitó a bajarse de la silla de ruedas para bailar. Una propuesta inconcebible para un hombre que llevaba 24 años sin moverse por sí mismo. Sobre el suelo descubrió otras formas de desplazarse y por medio de ellas su vocación para la danza. La silla de ruedas, que antes era el motivo de que lo trataran como mendigo, dejó ser artificial e inerte. La estructura de metal cobró vida y se convirtió en el elemento para crear a partir del movimiento.

baila sobre el suelo, sus movimientos son más fluidos, más armónicos. Mientras ella baila, en un sofá que está a unos metros de distancia su mamá se queda dormida por intervalos. La música suena fuerte y Estela cierra los ojos para tratar de lidiar con la migraña, pero “¿cómo voy a dejar de traerla si a ella la hace feliz?”. El lado izquierdo del cuerpo de Juliana es débil, tiene una parálisis parcial como consecuencia de una complicación médica que sufrió su madre durante la etapa de gestación,

César es beneficiario de las becas que otorga ConCuerpos desde hace dos años y medio y ahora es parte de la compañía Amateur, que presentó Juntos en este espacio -su última creación- en el XX Festival Universitario de Danza. César quiere vivir de la danza y además crear una empresa de bisutería para enseñar y contratar a personas con discapacidad.

Juliana Juliana Velasco camina con dificultad cuando utiliza su muleta de aluminio; por el contrario, cuando la deja a un lado del escenario y

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conocida como preeclampsia. Aunque Estela sabía los riesgos de quedar embarazada porque había sido diagnosticada como hipertensa, nunca creyó que su única hija tendría una afectación cerebral. A sus trece años, Juliana ya ha pasado por el quirófano cuatro veces, pero sabe que a pesar de las mejorías esta condición la va a acompañar el resto de la vida.

Catherine

Juliana se entusiasmó con la idea de ser bailarina, cuando un familiar les contó qué era la danza inclusiva. Al mismo tiempo, su mamá en silencio se preguntaba que si ni siquiera podía mantenerse de pie cómo iba a bailar. El escepticismo de Estela desapareció cuando vio que su hija por primera vez sentía que pertenecía a un lugar. Sobre el escenario cada uno se movía según sus condiciones físicas o mentales, que más allá de limitar el movimiento exploran otras formas hacerlo.

“Tiene síndrome de Down, ¿cierto?”, esta fue la primera frase que dijo Blanca Mususu Rico al ver a su hija recién nacida. Lloraba y en cada oración preguntaba por qué le había sucedido a ella. No menos dolorosa fue la noticia para sus dos hermanos medios y para su padre. En medio del desconcierto, Blanca entendió que si ella había sido elegida entre todas las mujeres para ser la mamá de Catherine era porque Dios le había puesto una misión. Lo único que tenía claro era que no quería que su hija fuera rechazada.

Juliana lleva seis meses ensayando, y eso ha traído cambios para las dos. Ella ha mejorado su comunicación con los otros y la confianza en sí misma; su mamá, que antes no sabía qué era la danza contemporánea, ahora habla de la conciencia del cuerpo. Sus familiares

Desde los tres meses hasta los cinco años la atendieron en la Corporación Síndrome de Down, donde Catherine aprendió a ser independiente en hábitos de higiene y alimentación, a seguir instrucciones e incluso a leer. Con el correr de los años, Blanca reafirmó cuál

le preguntan cuándo va a aprender a bailar salsa, pero ella quiere dedicarse al teatro o a la psicología. Ahora el mayor reto al que se enfrentan es sobrellevar una etapa de la vida en la que las niñas de su misma edad tienen novio y quieren irse de fiesta.

era su misión en la tierra mientras que a su esposo lo atormentaba la idea de que su vida fuera así. Cuando su hija tenía siete años, él tomó un vuelo con rumbo a España sin avisarle a nadie. La edad cognitiva de Catherine no evitó que sintiera que él la había abandonado. La música suena y los cuerpos empiezan a moverse. El de Catherine se queda quieto, esperando a que otro bailarín le indique los movimientos. A su lado se sienta la profesora que guía el taller, juntas se miran en el espejo y sonríen. Le explica que es una actividad de parejas en la que una persona debe girar sobre la otra para moverse. Quizá Catherine no comprende bien las instrucciones, pero en el momento de danzar lo hace fluidamente, no es su primera vez. A sus 20 años tiene una gran trayectoria artística: pinta, canta y hace parte del grupo de danza litúrgica de la parroquia del barrio.

Más de tres millones • Según la ONU la discapacidad resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación en igualdad de condiciones. • Se calcula que en Colombia hay más de tres millones de personas en situación de discapacidad. Sin embargo, las últimas estadísticas de esta población corresponden al censo del 2005.

Diana Diana León soñaba con ser bailarina pero no logró pasar la audición para entrar a la Academia Superior de Artes de Bogotá. Tenía que buscar otro camino sin alejarse de la danza, así que decidió estudiar licenciatura en educación artística, aunque le huía a la idea de dar clases en un colegio. Durante su formación y su trayectoria profesional se interesó más por los espacios de educación no formal. La Fundación Rafael Pombo, como su eslogan lo dice, fue un lugar para la imaginación. Se necesita ser creativo para fomentar la lectura a través de los lenguajes artísticos. Este acercamiento a la danza en relación con otras disciplinas despertó su interés en investigar la danza como herramienta para construir tejido social. En medio de ese ir y venir de experiencias, que es lo que la hace sentir viva, Diana llegó a ConCuerpos a dictar un taller para formadores con la inseguridad de tener las capacidades para hacerlo. Ese fue el primero de muchos encuentros. Diana es actualmente la coordinadora pedagógica del proyecto que para ella es una constante búsqueda de cómo ser generosos con los demás. La danza no se reduce a la técnica, sino que trasciende al plano de la acción política, donde el encuentro con otros cuerpos enseña a escuchar.

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Tendencias

Una banda cristiana que rasga el cielo Texto: Nicolás Gómez Vergara n.gomezv@javeriana.edu.co

Luego de una larga gira por América Latina y de dos trabajos discográficos, la banda colombiana de spirit hardcore En Mi Lugar se alista para una gira nacional y la promoción de un nuevo disco. Como todos los domingos a las 4:00 de la tarde, la sala 1 de Jam Session se ve invadida por una rara combinación del ruido desgarrador y la energía que irradia En Mi Lugar. Cuando los cinco integrantes entran allí, cierran la puerta al mundo e inmediatamente entran en estado spirit hardcore.

Camilo (arriba) e Iván (abajo) en un ensayo.

Para muchos sería raro escuchar que una banda cristiana dedica el domingo a tocar un género que no es para nada calmado ni evoca lo celestial. Es como si ellos tuvieran su propia manera de celebrar el día santo lejos del templo y del ritual que se lleva a cabo en la iglesia.

“Vengan, síganme…” La misión de En Mi Lugar no tiene nada que ver con seguir los estereotipos del cristianismo, ni con las falsas poses que muchos que se hacen llamar “seguidores de Cristo” asumen para sentirse “santos”. La idea de mezclar música poco ortodoxa con letras inspiradas en el gospel tiene que ver con seducir el oído de quien escuche y entienda que hay esperanza más allá de esta vida. El propósito de la banda se centra en el versículo de la Biblia que se encuentra en el libro de Mateo: “Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres”. Cuando comienza el ensayo, Iván, David, Alejandro, Esteban y Camilo, concentrados en

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sus instrumentos, dedican unos diez minutos para afinarlos y alistar los efectos de las guitarras, el bajo y los micrófonos. En algunos momentos se rompe la concentración y uno que otro chiste o comentario cómico vuela por la insonorizada sala, a lo mejor para romper la tensión. Terminan de probar sonido y lo único que suena en la sala son las aspas del ventilador y la retroalimentación de la corriente en los micrófonos. Iván define por el micrófono la dinámica del ensayo: “Vamos dos vueltas con las canciones y luego miramos el intro”. Camilo cuenta cuatro tiempos con la batería y entran las dos guitarras en perfecta armonía. Aguda, punzante y ruda, pero a la vez melódica y seductora a los oídos. A la pieza que comienza le siguen los versos:

Legiones están huyendo, cielos se están abriendo Somos la nueva generación que se presenta frente a la batalla Hoy declaramos que en ti está la victoriaJunto a los ángeles cantamos: Tú eres santo La canción del inicio del set corresponde a una de las primeras que sacó la banda. Esta pieza hace parte del EP* Revelaciones y es una de las canciones más reconocidas de la banda. La música que hace En Mi Lugar es como estar bajo un derrumbe, pero sentir cada piedra tan liviana como una pluma. La perfecta combinación entre estruendo y aparente rebeldía, pero con letras llenas de clamores de dolor y necesidad de sentirse lleno en un mundo que ya no es suficiente.

Cada frase lleva a una catarsis sobre las tragedias de la humanidad y sobre lo trivial de la vida. A diferencia del primer trabajo discográfico que lanzó En Mi Lugar en el 2012, Digno (segundo trabajo, lanzado en 2015), a pesar de incorporar el mismo tipo de letras, comenzó a cambiar el sonido. Se puede apreciar un estilo más pesado en las baterías y líneas de guitarra que varían más veces dentro de la misma canción. Luego de dos canciones, se eleva el voltaje en la sala 1. Algo que caracteriza a esta banda es su puesta en escena, y aunque estén en ensayo, la puesta es la misma. Las guitarras no solo se coordinan en lo musical, sino también en lo escénico. Los giros y saltos que hace la banda, junto con la enérgica música, son el estilo seductor de la banda en sus “toques”, que llevan a que los espectadores quieran liberar adrenalina mediante el mosh, el pogo o, por lo menos, asintiendo al ritmo de la música. Aunque los cinco integrantes de la banda están en su nirvana de la concentración, la primera vuelta del repertorio presenta varios errores. Es el momento de ajustar la sincronización de los instrumentos y proponer ideas para que el ensamble esté perfectamente montado. Después de unos 45 minutos, la sala vuelve a entrar en un profundo estado de silencio.

La siguiente canción en el repertorio es la definición del spirit hardcore: al ritmo neoyorquino se le inyectan palabras de reverencia y de vivencias:

Todos estos años he recorrido los mismos lugares con personas distintas y siempre las mismas mentiras […] ¿Cómo podemos cambiar si siempre terminamos en el mismo lugar? Ya no quiero creer más en mi propia esperanza, necesito algo más

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Iván, el único miembro fundador de la banda. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Segunda vuelta Nuevamente Iván se acerca al micrófono: “Listo, otra vez repasemos el concierto”. Luego de haber repasado los temas que acordaron para el próximo concierto, es hora de hacer un simulacro. En la siguiente vuelta a las canciones ya no se aceptarán errores. Cabe resaltar que en la primera vuelta Esteban (vocalista) aprovechó para calentar, por lo que no cantó de corrido las ocho canciones propuestas. Esta vez deben sonar más completas las canciones y se le agregará un elemento al ensamble: los guturales y rasgueos vocales. En esta segunda vuelta, En Mi Lugar interpreta dos canciones que no son comunes en su repertorio. La primera, titulada “Hasta el final”, del primer álbum de la banda, hace bastante tiempo no la tocaban en vivo, ya que desde que comenzó la banda ha habido varios cambios en la alineación del grupo; de hecho, el único miembro original es Iván. Al principio, el sonido que ofrecían mantenía elementos como voces limpias y guturales más melódicas; sin embargo, ahora se le disminuyeron las líneas vocales limpias y los guturales son más crudos. Aunque los elementos han cambiado, decidieron tocar esta canción y a pesar de que las voces son totalmente distintas a las de la grabación, los actuales miembros de En Mi Lugar lograron interpretarla de manera fidedigna. David se encargó de cantar las partes limpias y Esteban les puso su sello personal a los gritos:

Tú has prometido siempre estar conmigo quiero sentir tu abrigo Es todo lo que necesito Es interesante contrastar las canciones de los dos primeros trabajos discográficos porque no solo se puede apreciar una evolución musical y técnica en la banda, sino también en el spirit hardcore. Al principio se pueden apreciar raíces más cercanas al punk rock y el pop, reflejadas en las baterías y las voces. Luego de que decayera un poco el movimiento del punk rock en Colombia, se reforma la música y se desliga de estos elementos. Actualmente, En Mi Lugar está produciendo un nuevo álbum que añade otros elementos a la mezcla. Aparte del sonido crudo por el cual se decidieron, aplicaron sonoridades de sintetizadores, propias de la música comercial actual. Una de las canciones que hacen parte de este nuevo álbum se ensayó y se escogió para el próximo concierto que tendrá la banda. Aún no se conoce el nombre de la canción, pero el estilo y las letras hacen justicia al sello del género:

Las puertas del infierno no prevalecerán los hijos del trueno se levantan

Extended Play (EP): Especie de acetato de los que usaba antes la industria discográfica. Actualmente un EP se conoce como un trabajo discográfico que contiene entre cinco y ocho canciones.

Colectivo

Doña Bogotá de Palacios

Además de los palacios de Nariño,

Sara Prada sara28prada96@gmail.com Laura Guevara laurav.guevaram@gmail.com Mariana Ocampo marianaocampoforero@gmail.com

mercaderías a los súbditos con

San Carlos, Echeverri y Liévano, Bogotá está plagada de palacios plebeyos que anuncian sus avisos corrientes o de neón.

El Palacio de las Pilas En Bogotá hay palacios que tienen sucursal. En 1977, el Palacio de las Pilas abrió sus puertas en la calle 22 con carrera 10ª, y el negocio tuvo tan buena suerte, que hace diez años inauguró una sede en la avenida Caracas # 54A-43. Allí, en medio de vitrinas llenas de perros y gatos que intentan conquistar con sus miradas a los compradores, el pequeño palacio de las pilas se abre espacio para atender a sus clientes.

El Palacio del Tamal Desde hace 30 años, el olor de los tamales recién preparados ambienta la casa ubicada en la calle 49 # 24-38. Más de tres generaciones se han hecho cargo de esta empresa familiar que compite con otros locales por llevarse el título de los mejores y más auténticos tamales tolimenses y santandereanos.

El Palacio de la Espuma

Las letras amarillas anuncian la llegada a la carrera 24 # 63-36, que es, desde hace 20 años, la única sede de este negocio. Cinco personas están a cargo de un enorme local en el que todo el tiempo hay clientes que acuden para cambiar su colchón o estrenar sofá.

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El Palacio del Aluminio

Desde las 8:00 de la mañana las rejas metálicas de este palacio permiten el ingreso a los clientes interesados en conseguir productos de aluminio, ferretería y construcción liviana. Con tres sucursales en Bogotá, este no solo es el único palacio del sector, sino “el proveedor más completo en productos de aluminio, nacional e importado, en Colombia”, según dice el administrador.

El Palacio de la Greca Un largo pasillo repleto de amasadoras, freidoras y vitrinas industriales hace pensar al visitante que llegó al lugar equivocado; ninguna greca a primera vista. Pero muy al fondo se encuentran las grecas. Este palacio está ubicado en la carrera 27 # 12A-18, donde Nubia Rozo atiende a los clientes desde 1990. De este palacio nadie sale con las manos vacías, por lo menos recibirá una tarjeta.

El Palacio de la Máquina de Coser

En el local abierto hace tres décadas, se exhiben más de 20 máquinas de coser para todas las necesidades, “desde la mesa de corte hasta la máquina más moderna”, pero las máquinas industriales son las más vendidas, dice Cecilia Pinto, la hermana del dueño. En una pared se ubican los pequeños repuestos, y al lado están las consentidas: una máquina Necchi, de origen italiano; la Titán, japonesa, y la infaltable y clásica Singer, “de cabecita negra y una sola puntada”. Resulta curioso el contraste entre las máquinas de coser antiguas y las de última tecnología, a las que “se les marca el número de puntadas y listo”.

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El Palacio de las Telas Ubicado en la carrera 52C # 43-85 Sur, este pequeño pero acogedor sitio ofrece una gran variedad de telas como franelas, perchados, y paño. Una pareja de esposos con gran conocimiento sobre el mundo de las telas atiende este local, reconocido por sus clientes por sus cómodos precios.

El Palacio del Cubrelecho Con sus constantes promociones atraen clientes que compran al por mayor o al detal. La curiosidad de este almacén es un cajón lleno de retazos, que pueden servir, además, como decoración para el hogar. Si usted aprecia la variedad de lencería, los buenos diseños y además busca cortinas, tapetes, juegos de baño y sábanas, vaya a la carrera 52C # 44-20 Sur.

El Palacio de la Licuadora Desde 1977 este local, ubicado en la carrera 9 # 20-51, abre sus puertas a las 9:00 de la mañana para atender a los clientes que tienen el típico problema de la licuadora descompuesta. Las reparaciones no se tardan, la variedad de repuestos asombra y los precios asequibles son aliados. Además, arreglan aspiradoras, hornos y avisos en LED. •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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El Palacio de las Carteras ¿Cansada de usar la misma cartera todos los días? Su solución está en la calle 60 # 9-78, en el edificio Esteljo. Allí quedará abrumada con la variedad de carteras y bolsos. Otro de los fuertes de este local es el cuero utilizado en los zapatos, que también se vende por aparte.

El Palacio de La Esmeralda Con dos sucursales en la ciudad, este palacio lleva 62 años ofreciendo multiplicidad de esmeraldas colombianas. La particularidad de este negocio familiar es que ninguna joya es igual a otra, pues el lema es brindar al cliente una experiencia única con cada gema, cuyo diseño combina el arte tradicional y el moderno. Su sede principal se encuentra en el Centro 93, en el local 210.

El Palacio de las Llaves Ubicado en la carrera 15 # 119-79 y con más de cien diseños para personalizar sus llaves y llaveros, este palacio de 33 años de experiencia lo ayudará a solucionar sus problemas las 24 horas del día. Al negocio familiar que nació en Pereira solo le falta la llave que les entrega el burgomaestre a los visitantes destacados.

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Deportes

Par dos, hoyo en uno

Texto: Isabela Forero Rubio isabela.forero@javeriana.edu.co Daniela Granados Vargas granados.daniela@javeriana.edu.co Fotografías: Cortesía de Felipe Pizano, María Camila Serrano y PGA Tour

En los últimos años, el aumento de los campos para practicar golf, los clubes que fomentan este deporte —55 en todo el país— y la apertura de campos públicos, como el Pitch and Putt en Bogotá, han permitido que más de 15.000 personas estén oficialmente registradas en la Federación Colombiana de Golf, entre ellas, figuras nacionales como los bogotanos Juan Sebastián Muñoz y María Camila Serrano.

276 golpes, un sueño La mañana del lunes 8 de febrero de 2016 fue algo especial para Juan Sebastián Muñoz. El 439, un número que para muchos no significa nada, para él significó ese día estar una posición por encima de Tiger Woods en la clasificación mundial de golf. El Club Colombia Championship, torneo que forma parte del circuito alterno del PGA Tour, se realizó del 4 al 7 de febrero en el Country Club de Bogotá. Juan Sebastián Muñoz logró entrar a la competencia por una invitación de Germán Calle, uno de los directores del torneo, quien semanas antes lo había contactado a él y a su familia, para informarles que Juan Sebastián iba a ser uno de los seis colombianos que integrarían el field del único torneo de la gira alterna del PGA Tour realizado en Colombia. Desde ese momento, el golfista de 24 años se preparó para la tan anhelada fecha.

Llegó la semana del torneo y, como es usual, antes de la competencia se lleva a cabo una rueda de prensa, a la cual Juan Sebastián Juan Sebastián Muñoz adquiere la tarjeta del PGA Tour por primera vez. Portland, Estados Unidos. 28 de agosto de 2016.

276

golpes para la victoria •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

María Camila Serrano, campeona de la edición 87 de la Copa El Tiempo Nacional de Mayores Aficionados. Country Club de Bogotá, 31 de julio de 2016.

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asistió por ser uno de los colombianos participantes; sin embargo, se quedó mirando al techo toda la sesión, pues pocos sabían quién era él y por ello no era de interés para los medios. El jueves 4 de febrero, Juan Sebastián se levantó con muchas ganas de pegarle a la bola de golf, pero no fue posible debido al mal clima: la inminencia de una tormenta eléctrica causó la suspensión del torneo. ‘El Negro’ Muñoz, como le dicen sus amigos, tuvo que esperar hasta el viernes para comenzar el torneo que le cambió la vida. Para el segundo día de competencia, Muñoz se encontraba entre las primeras posiciones y la gente se comenzaba a preguntar quién era él. El 7 de febrero de 2016 salió de su casa, acompañado de su familia, alrededor de las 5:30 a.m. para llegar puntual al hoyo 13 del campo Fundadores del Country Club de Bogotá con el fin de culminar la tercera ronda de juego. A falta de una ronda, Muñoz lideraba por un golpe. Sin embargo, para el último hoyo del torneo, empataba con los estadounidenses Matt Atkins y Richey Werenski. Al caminar a la salida del par 5 del hoyo 18, Muñoz vio la

tabla de posiciones y se dio cuenta de que estaba empatado; sin pensarlo dos veces sacó el drive de su talega, le pegó a la bola, la cual sobrevoló los árboles de más de 20 metros de altura y aterrizó en la parte derecha del fairway* a 217 yardas de la bandera. Con un público de más de 10.000 espectadores, Juan Sebastián pegó su segundo tiro, que aterrizó en la entrada del green*. Con dos putts* y 276 golpes, Muñoz se consagraba como el campeón del Club Colombia Championship de 2016. Desde entonces su vida no volvió a ser la misma. Días antes había hecho con su familia un calendario de los torneos que jugaría a lo largo del año, pero tanto el calendario como algunos de sus planes terminaron en la basura. Muñoz ya no jugaría el PGA Latinoamérica ni el Tour Colombiano; con su victoria había adquirido la tarjeta completa para jugar en el circuito alterno del PGA Tour y el único camino para entrar a este. Decidió mudarse a Dallas, ciudad que le era familiar, pues había cursado su carrera universitaria en la Universidad de North Texas, ubicada en un pueblo universitario llamado Denton, al norte de Dallas.

El primer putt Con palos de plástico y bolas de papel periódico hechas por él mismo, Juan Sebastián Muñoz comenzó a adquirir el gusto por el golf desde muy temprana edad. Su padre le inculcó el amor por el deporte porque desde los cuatro años lo acompañó al campo de golf del club Los Arrayanes en Bogotá. “Mi papá solía ser mi héroe cuando yo era niño, yo quería hacer todo lo que él hiciera, entonces empecé a jugar golf porque él jugaba”, comenta Juan Sebastián al recordar sus inicios en este deporte. Muñoz realizó sus estudios de primaria y bachillerato en el Colegio San Carlos de Bogotá, allí adquirió la disciplina necesaria para llevar una carrera deportiva, y a pesar de faltar innumerables veces a clase, logró graduarse con éxito (claro está, necesitó la ayuda de más de un amigo). Continuó su proceso en la Universidad de North Texas, donde conoció a Carlos Ortiz y Rodolfo Cazaubón (ahora jugadores del PGA Tour). Allí fue donde realmente se dio cuenta de que podía ser exitoso y vivir del golf. “Mis últimos años de universidad fueron un poco complicados, pues no tenía una buena relación con mi coach y no me sentía seguro con mi juego; sin embargo, al ver que Carlos Ortiz había podido llegar al PGA Tour, me comencé a cuestionar si yo podía hacerlo”. Después de ganar su primer torneo universitario y el torneo regional de la NCAA de primera división, Muñoz decidió llamar a sus papás y contarles que tan pronto llegara a Colombia se iba a volver profesional de golf.

Desde muy pequeña, y acompañada de su padre, Bernardo Serrano, quien le inculcó el gusto por este deporte, asistía al campo de golf del Club Pueblo Viejo en Bogotá y al del condominio El Peñón en Girardot. Aunque realizó sus estudios de primaria y los primeros años de bachillerato en el Colegio La Montaña, se graduó del IMG Academy en La Florida, Estados Unidos, y decidió seguir con su carrera profesional en arquitectura fuera del país, en la Florida International University, que le ofrecía la oportunidad de seguir construyendo su historia en el golf. Como es común entre los deportistas colombianos, María Camila viajó con solo 16 años cuando ganó una beca para estudiar en la IMG Academy. Este reconocimiento fue el resultado de la participación en varios torneos, pues formar parte del Equipo Nacional de Golf desde 2011, le ha abierto muchas puertas tanto en Colombia como en otros países. Llegar a ese colegio en La Florida —que cuenta con un programa de selección de deportistas— la impulsó a mantener su pasión por el golf, y también la acercó a la beca que le ha permitido

Jugó su primer torneo como profesional en el Club Pueblo Viejo en Bogotá, donde quedó en cuarto lugar, y tan solo unos meses después ganó en el torneo Club Campestre de Bucaramanga y luego repitió en el Club Campestre de Llanogrande. Dos victorias que lo convencieron de que sí podía ser competitivo.

Una mirada desde adentro “Lo que más me gusta del golf es que es muy parecido a lo que es la vida y cómo hay que afrontarla”, dice María Camila Serrano, quien comenzó su trayectoria en este deporte hace once años, cuando recibió como regalo de cumpleaños sus primeros palos.

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a sus

21 años,

Camila hace parte del equipo nacional •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

Juan Sebastián Muñoz, campeón del Club Colombia Championship. Country Club de Bogotá. Febrero 7 de 2016.

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hacer parte del equipo de su Universidad en Miami, el cual se encuentra en la división 1 de la NCAA de Estados Unidos, es decir, la máxima categoría de competición de la liga universitaria a la que pertenecen las universidades con mayor potencial deportivo de ese país. Y aunque vive fuera de Colombia, a sus 21 años María Camila hace parte del equipo nacional. Entre sus triunfos están el de 2012, cuando ganó el Suramericano de Bolivia, y el de 2014, cuando se coronó campeona en la categoría de equipos del Suramericano de Mayores de Argentina. El año pasado, en el campo Fundadores del Country Club de Bogotá se coronó campeona del Nacional de Mayores Aficionados Copa El Tiempo.

“Este deporte me ha enseñado muchas cosas, pero en especial cómo superar los momentos difíciles porque, así uno esté haciendo las cosas bien, muchas veces los resultados no son buenos y las cosas se nos salen de las manos”, comenta María Camila, que ha aprendido de cada golpe bien y mal dado. Hasta el momento no ha jugado torneos profesionales ni tiene planes para ingresar a las grandes ligas del golf, pero algo de lo que sí está segura es que incluso después de graduarse de la universidad quiere seguir practicando el golf como aficionada y

representando a Colombia en los diferentes torneos nacionales e internacionales. No descarta la posibilidad de empezar a practicar el deporte de manera profesional y encaminarse hacia el Tour Europeo del PGA. Así que no sería raro que dentro de poco tiempo María Camila Serrano empezara a aparecer en los medios y a contar historias como la de Juan Sebastián Muñoz. Es cuestión de tiempo.

Uniendo golpes Muñoz y Serrano son un claro ejemplo de la perseverancia y el amor por el deporte. Su trayectoria en el golf nos muestra la dedicación y pasión que se requieren para llegar a tan alto nivel. “Este deporte es complicado y frustrante, pero a medida que fui viendo que me gustaba más y más, decidí apostarle y seguir entrenando. Cuando empecé a ganar mis primeros torneos me di cuenta de que el entrenamiento estaba dando resultados”, afirma María Camila. El golf es un deporte en el cual la precisión y el entrenamiento mental son las claves del éxito, pues aunque la preparación física es fundamental, el mayor oponente en el campo es el mismo jugador: “Lo que más me gusta del golf es que este deporte te reta más a ti mismo que a los demás; acá tú no ganas si los otros juegan mal, solamente ganas cuando tú juegas bien”, dice Muñoz.

Golpe a golpe

Glosario PGA Tour: Principal circuito estadounidense de golf profesional, fundado en 1929.

• Colombia cuenta con el único campo TPC (Tournament Playes Club) de la PGA en Suramérica.

Drive: Palo utilizado para dar el primer golpe de juego.

• En los campos de golf de Colombia se han jugado torneos del Nationwide PGA Tour, European Challenge Tour, Nation Wide Tour, Tour de las Américas y Canadian Tour, entre otros.

Fairway: Parte del recorrido del hoyo donde el césped es más corto. Green: Zona delimitada dentro de la cual se encuentran el hoyo y la bandera. Putt: Golpe ligero que se le da a la bola dentro del green para meterla en el hoyo.

• Colombia es el tercer país de Suramérica en número y calidad de campos para practicar este deporte.

Par: Número de golpes con los que se recomienda acabar el hoyo (puede completarse en menos o en más).

• Únicamente tres golfistas colombianos han conseguido llegar al PGA Tour masculino (máximo tour del golf en el mundo). Eduardo Herrera quien consiguió entrar mediante la escuela clasificatoria en 2001, Camilo Villegas quien logró entrar a través de la lista de ganancias del Web.com Tour en 2005 y Juan Sebastián Muñoz, quien entró el presente año y aún conserva la tarjeta.

Hoyo en uno: Completar el hoyo en un solo golpe. Equipo básico: Talega con 12 o 14 palos y bolas.

Cien años de golf El Campo Fundadores del Country Club de Bogotá vio nacer, desde 1917, el golf en Colombia, de la mano de

• Solo una mujer, María José Uribe, ha alcanzado el PGA Tour femenino.

golfistas argentinos, franceses e •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

ingleses. No mucho tiempo después, en 1946, y por iniciativa del golfista Carlos Castillo de la Prada, nació en el Club Campestre de Cali la Federación Colombiana de Golf (Fedegolf) para convertirse en el ente regulador y unificador de este deporte en el país. Durante mucho tiempo, el golf fue considerado un deporte de élite, ya que solo podían practicarlo quienes eran socios de clubes privados del país. Y esto no ha cambiado. Hoy en día adquirir un buen equipo básico necesario cuesta mínimo $800.000, y sumado a esto cada jugador debe pagar un derecho de juego (greenfee) que oscila entre los $120.000 y $350.000, dependiendo del campo.

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24 Parche rabioso

Estación Central

Texto: Alejandro Vargas Beleño alejandrovargas@javeriana.edu.co Ilustraciones: Pinturas al óleo de David Yesid Urazán Figueredo

La banda Rabia es uno de los principales grupos que organizan peleas de perros en el norte de Bogotá. Además, esta banda hurta mascotas con el fin de entrenar a los animales, dopados por medio de diuréticos y anabolizantes. Aunque las peleas de perros se encuentran prohibidas por la Ley 84 de 1989, en los últimos tres años se han multiplicado en el sur y en el norte de la capital.

El piso y las paredes del cuarto de pelea se encuentran manchados de sangre y de tiza negra, esta última para que las patas de los perros tengan mayor agarre. Esta tarde de abril de 2017 hay cuatro perros: dos pitbull red noise, un dogo argentino y un presa canario. Se trata de una pelea random —como la denominan los dueños de los perros—, es decir, todos se enfrentan contra todos. Después del combate solo queda un sobreviviente en la tercera ronda, que se desarrolla durante 43 minutos. Los jóvenes que asisten al evento gritan eufóricamente, al mismo tiempo que se llevan a cabo las apuestas y el tráfico de estupefacientes, donde los perros son untados con jabón Rey, para imprimirle velocidad al contacto físico de los animales a la hora de luchar. Por cada pelea que se lleva a cabo esa tarde hay por lo menos un perro muerto, ya sea por las heridas causadas por su adversario, o por el castigo del dueño, que le cobra su derrota. Esa tarde, el pitbull red noise fue una de las víctimas mortales de sus contendientes; se llamaba Juanito y unos segundos después del final de la pelea murió a causa de una fractura en su cráneo y de su posterior desangramiento. El presa canario no fue víctima directa de los otros perros, pero salió lastimado, con una pata rota y parte de sus mejillas colgando a raíz de las mordeduras. Los asistentes estábamos seguros de que no tenía que morir en ese instante; sin embargo, el dueño, visiblemente frustrado, acabó con su vida rompiéndole el cráneo con un extintor. Aquella tarde se supo que el gran patrocinador del evento fue la cocaína, gracias a la cual se ha financiado la banda durante el último año. La asistencia es de 25 a 30 personas por pelea; los paquetes de cocaína, éxtasis y marihuana se entregan en la entrada y se consumen en cualquier lugar de la casa, principalmente en los jardines exteriores y en los baños. La entrada al “espectáculo”, como lo denominan

varios asistentes, es de $83.000, con derecho a dos “pasaportes” por persona, o sea, dos esnifadas de cocaína peruana. Al salir del cuarto de pelea nos encontramos unas escaleras que conducen a un sótano oscuro donde se pueden ver secciones divididas por alambres de púas donde concentran a los perros. Del sótano, en total oscuridad, emana un fuerte olor a fármacos y a cianuro que de inmediato produce irritación severa en los ojos y congestión nasal. Estas sustancias se les dan a oler a los perros durante 24 horas antes de la pelea para producir mayor reacción química en su cerebro.

Batistuta y el “saco de boxeo” Al término de la pelea, otro de los principales jefes de la banda, apodado Visa, examina a los perros sobrevivientes —el pitbull red noise y el dogo argentino— con el fin de conocer el grado de agresividad y de violencia por medio de carnadas, llamadas en este mundo “sacos de boxeo”, que normalmente son perros robados. Para medir la fuerza del luchador, se decide entre el pitbull red noise (Brad Pitt) y el dogo argentino (Batistuta). Se decide, después de la muerte de Juanito, quién puede matar en el menor tiempo posible a un perro criollo de tamaño mediano, de aproximadamente 19 kilos de peso, del cual se hace cargo el dogo argentino, Batistuta.

El saco de boxeo de Juanito fue la víctima mortal y Brad Pitt el sobreviviente. Este último, el red noise, es un siberiano de siete meses. Según la Policía Ecológica, un pitbull puede desarrollar una fuerza de 540 kilogramos en su mandíbula. Además, algunos veterinarios sostienen que, dada la forma de su mordida, una vez muerde a su oponente es muy difícil que lo suelte de inmediato (se queda prendido de este, por extensos períodos, hasta que lo desgarra). A estas pruebas solo podemos asistir aquellos espectadores que compramos el pasaporte “Las Islas Canarias”, la boleta más costosa del evento, de $195.000, además de los dueños de los perros y Visa, el encargado de internacionalizar a los mejores perros de pelea colombianos en los Emiratos Árabes desde 2013. El ganador de la sangrienta contienda es Batistuta, que agarró al criollo desde los genitales y los arrancó en siete segundos; posteriormente, ya débil, el criollo fue sometido y asfixiado por el cuello durante 54 segundos. Por el otro lado, Brad Pitt logró arrancarle al siberiano la oreja derecha.

Un ‘Bimbo’ incomible Uno de los líderes principales de la organización es Bimbo, seudónimo del que se siente orgulloso debido a su afición por engordar de

La entrada más costosa al "espectáculo" cuesta

$195.000 El pitbull puede desarrollar una fuerza de

240 kilogramos en su mandíbula. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Las apuestas oscilan entre

$100.000 y $1.500.000 La banda Rabia tiene unos

140

perros de razas potencialmente peligrosas •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

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manera mórbida a sus guerreros. Residente en un barrio de alto estrato en el norte de la ciudad, no supera los 18 años, su estatura es de 1,70 metros aproximadamente, y tiene una cicatriz que le atraviesa el cuello, producida por la mordida de uno de sus perros, Constantino. La madre de Bimbo, según cuenta su primo Giovanny, fue la encargada de cultivar al joven en este proceso de aniquilamiento de animales. Su primera mascota es un doberman de cinco años llamado Damián, de color rojizo. Sus colmillos naturales fueron extraídos para insertarle colmillos de metal liso con el fin de mejorar su potencial de luchador. Damián fue adquirido por la mamá de Bimbo en un famoso criadero de Monterrey, México. A los ocho meses de edad lo iniciaron en el mundo de la pelea, y se convirtió en uno de los campeones locales. Bimbo no solo es conocido por la pelea de perros, también es famoso por producir entre $150 y $200 millones a la semana por medio de actividades ilícitas, entre las que se encuentran la extorsión, la prostitución de menores de edad, el tráfico de drogas y de animales. Según funcionarios de la Policía Ecológica, en una pelea de perros se apuestan grandes cantidades de dinero, que oscilan entre $100.000 y $1.500.000. En torno a estas peleas se han montado lucrativos negocios. Algunos veterinarios cobran entre $200.000 y $400.000 por atender a un perro de combate. Así mismo, desde 1996 se han multiplicado los criaderos especializados en pitbull, especialmente en la sabana de Bogotá y en Medellín.

Por Giovanni supe que el valor de la entrada para poder ver a Damián en acción estaba en $200.000. Uno de los espectáculos de este animal se realizaría la semana siguiente en un lote del humedal La Conejera, ubicado en la calle 170 con avenida Boyacá.

Campeones de exportación Según la Asociación de Protectores de la Fauna Colombiana (Aprofac), lo más peligroso es que algunas personas están haciendo híbridos con otras razas, como el rottweiller, y no se sabe qué tipo de animal pueda resultar en estos experimentos. Como cualquier boxeador que se desplaza para combatir por su título, algunos perros que pelean en la capital son traídos para ese fin desde Medellín y otras ciudades. Actualmente, la banda Rabia posee alrededor de 140 perros de razas potencialmente peligrosas entrenados para pelear en torneos clandestinos locales donde existen varios tipos de clasificaciones para que los ganadores puedan pelear en el país. Uno de los principales encargados de organizar las peleas de perros en Bogotá afirmó la tarde de la pelea que los mejores canes nacionales participarán por primera vez en el sorteo para competir mundialmente en los países asiáticos, donde la pelea de perros es legal en varios lugares, como Tailandia.

* Por razones de seguridad se cambiaron varios nombres de las personas y se omitió el sitio exacto de la pelea.

Diseño: Isa bela For er o y Daniela Gr anados Text o y fo t o s : I s a b e la Fo r e r o y D a nie la G r ana dos I sa b ela. fo r er o @ ja v e r ia n a . e d u. c o g r anad o s. d anie la @ ja v e r ia na . e d u. c o

G r a f it i Av B oy a c á - C a lle 1 1 6

D e sde med iados de los años oc henta, el gr afiti se convir tió en u n e lemento in dispensa ble de l p ais aje d e B o go tá, una de las ca pitales mundiales del a r te u rba no con más de 150 cole cti vos ar tísticos. Lo p ar ad ó jico es q ue p ar a muc hos colombianos el gr afiti es sinónimo de v anda lismo — “don de hay gr a fit i hay inse gurid ad, eso tr ae cr iminalidad”, dijo el alca lde mayor de Bo gotá, Enrique Peña losa —, mie nt r as q ue par a los extr anjer os es uno de los pr incipa les a tr acti vos turísticos de la ciuda d, ha sta el punto d e exis t i r “Bo go tá Gr af fiti Tour ”, un r ecor rido de casi tr e s hor as por e l bar rio La C ande la ria que ofr e ce un aus t r alia no. Las o br as q ue pr esentamos en este especial cor r e spon den a la ca te goría de crítica socia l y e s t án ubicad os en cinco zonas de ar te urbano de la ca pita l, dife r e ntes a la s tr adicionale s.

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1 Av. Boyacá

¡Jus t icia! es el con ce pt o r ec u r r ent e en las obr as u rbanas que s e encuen t r an en es t e s ect or, y no s in fu ndament o. L a Av eni d a B oyacá con cal le 116 se co nv i r t i ó hac e cas i s eis añ os en es cenario r e p r es ent at i v o d e l a in ju s t i ci a con t r a l os ar t is t as d el aer o s o l cu an do un poli cía l e dis p aró a D ie go Fel ip e B ecer r a. Tr as es t e h ec ho s e emit ió en 2013 el D ecr et o 75 par a r e g ul ar el ar t e u rb ano en l as calles de la ca pi t al .

El i nc o nfo r mis m o fr ent e a l a p o lí t ic a es o t r o t ema r ec u r r ent e d el ar t e c all ejer o, s o b r e t o d o en es t o s t iemp o s d e p o s co nf li c t o. Es t as im ágenes p ued en s er in t er p r et ad as c o m o una c rít ica a la p o lí t i ca co lo m b iana. Par a go b er nar en es t e p aís es i nd is p en s a ble c o nt ar c o n u n amp l io c l ó s et d e an t if aces ; u n as car as p ar a m o s t r ar a la s o ci ed ad c i v il y a la c o m u nid ad in t er nac i o nal, y o t r as p ar a es co nd er l a c o r r u p ció n y l a i ne p t i t u d .

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Av. Suba

Calle 80

Car r er a 7 a

Una de las pri nci pales v ías d e acc es o a la ca p i t al es un o l o s es c en arios es co gidos por l o s ar t i s t as u rb an o s p ar a p l as mar l as co ns ecuen ci as de l a guer r a. Muc has gen er aci o nes han c r eci d o c o n la vio l en cia y par a la mayoría de lo s c o lo m b i an o s es t e fenó men o es p ar t e d e l a vid a cot i diana, además d e s er un a d e las p ri nci p ales caus as d e d es p laz ami en t o y t r a baj o inf an t il y ad o l es c en t e.

A unque la mu lt icult ur ali d ad y la di ver s i dad r e pr es e n t an n ues t r as r aíces y nues t r a cu lt u r a, n o s cu es t a r econ ocer es t a d i v er s i d ad como un a for t alez a. Ai s l am o s y mar gin amos a gr up o s s o ci ales, fr a gmen t ando el tej id o s o ci al , pu es nos ne g amos a r ec o n o c er a qu ien con s ider amo s “ d i fer en t e” .

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Calle 72

5 L a l uc h a por l os der ec hos, s ob r e t o d o de l as mu jer es y las min orí as, es uno d e los element os pr es ent es en el ar t e ur bano de la f ac h ada s ur de l a U ni ver s i da d Peda gógi ca. Gr an n úmer o d e cas o s de viol en cia y a bus os e vi dencian l a inf eriori dad de l a muj er en l a s o c ied ad colombi an a, donde l os femin icid i o s de jar on de s er not i cia.

Or f a na to es un colect i vo de ar t i s t a s q u e ex i s t e d es d e 2004 y q ue maneja di ve r sa s t écn i cas. Además de r eali z ar m últ ip l es ex p o s i cio nes, t r a b aja d e la ma no con ot r os colect i vos como la Al ian z a Fr anc es a y ATC (Co c a r e gula da paz g ar ant izada), haciend o p r es en c i a en e vent o s co m o Es t ér eo Picnic y Roc k al Par qu e. En l a expo s i c i ó n r eali z ad a en el Mus eo d e Ar t e C onte mp orán eo Min ut o de D i os (que es t á cum p l ien d o 50 año s ), s e p ued e a pr e cia r el ar t e de Leel a, qu ien h a bl a acer ca d e las muj er es r el e v ant es e n e l siglo XX en Lat i noamérica y en t o d o el m u nd o ; Zenil , cuy as o b r as son una expr es i ón cont es t at aria; Co nd e r e p r es en t a u n a fuer t e crí t ica al ca pita lismo, ent r e ot r os.

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M AC

Especial Arte

El artista que

“compite en los Olímpicos" y “apaga incendios” Texto:Karla Isabela Martínez C. karlaisabelamartinez@hotmail.com Fotos: Karla Martínez y cortesía del artista

Russian Nuclear Plant Action Heroes

“Usted no es bueno para matemáticas, no es bueno para física, no es bueno para química, pero es bueno para otras cosas”, le dijeron un día en su colegio a Santiago Forero. Así decidió convertirse en artista y su obra fotográfica ha ido escalando reconocimientos nacionales e internacionales. Santiago Forero Ramírez es un bogotano de 37 años que escucha música ambiental para concentrarse y organiza siempre sus tareas en una lista que escribe en un tablero siempre visible en el apartamento donde vive solo. Es una persona con una fijación por las cosas que tiene que hacer, según Alejandro Sánchez, su amigo desde 1999 y quien, como él, estudió artes visuales y la misma maestría que Santiago hizo en la Universidad de Texas, en Austin.

De estudiante a docente Santiago estudió artes visuales en la Universidad Javeriana y al final de su carrera escogió el arte de la fotografía. Santiago se graduó en 2005, pero desde 2002 empezó a dar clases sobre revistas y páginas web en el colegio Los Nogales, donde se graduó y también donde una

vez, en una orientación académica, le dijeron que lo suyo podría ser un programa de artes. En el mismo colegio también empezó a sentir el gusto por enseñar. Esa primera experiencia como profesor duró hasta 2006. Al año siguiente hizo maletas y se fue a Estados Unidos. Entró a un programa de artes con énfasis en fotografía, donde el centro era la producción de obra artística y la docencia. Además de ser estudiante de nuevo, también fue asistente de profesores de fotografía y tuvo la oportunidad de dar una clase de primer semestre en la Universidad de Texas. Después de graduarse se quedó viviendo un año más en Texas, para trabajar su propia obra.

¿Qué pasaría si…? Algo particular de Santiago es que realizar un proyecto artístico fotográfico siempre le da pie para que nazca uno nuevo. Así, su obra termina siendo un solo trabajo cuyas partes, aunque hechas en tiempos y espacios diferentes, al final terminan interconectadas. Una particularidad de varias de ellas es que han surgido del ejercicio de preguntarse a sí mismo: “¿Qué pasaría si…?”. Los juegos olímpicos. Equitación.

I want to live in America.

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“Cuando uno ve a los gringos haciendo una película sobre Colombia, uno como colombiano se da cuenta de que hay muchas cosas que no cuadran”, dice Santiago para referirse a los estereotipos, exageraciones y la falta de documentación de ciertas producciones cinematográficas de Estados Unidos cuando intentan representar a Colombia. A partir de esa idea le surgió la duda: ¿qué pasaría si se pone esa situación al revés?, ¿cómo se vería una representación de ese tipo, pero de Estados Unidos? A esa exposición fotográfica la llamó I Want to Live in America y consta de diez fotografías con varios escenarios. En ella están las representaciones de, por ejemplo, un estudiante que llega con un rifle a su colegio a matar a sus compañeros de clase. Las fotografías hablan del imaginario que se tiene del terrorismo, del inmigrante, de la cultura, del capitalismo y el racismo. Santiago reunió esos temas y los representó en una serie de imágenes ficticias, algunas con símbolos oscuros de Estados Unidos, como una que recrea una escena ficticia de la organización de extrema derecha Ku Klux Klan. Admite que en

su momento se alejó un poco del tema, ya que estaba entrando demasiado en el mismo juego de algunas películas de Hollywood que hablan de Colombia sin ningún conocimiento. Un curador lo invitó a llevar esa exposición a Houston y así logró exponer en el Station Museum of Contemporary Art, un museo que trabaja con artistas que cuestionan temas sociopolíticos. Santiago vivía en Austin, que es una ciudad universitaria y, por ende, muy diversa. Allí se encontró con curiosos escenarios. Justo el día que Obama entró a la Casa Blanca en 2008, él estaba estudiando en el laboratorio de fotografía, donde era uno de los encargados. En las escuelas de artes de Estados Unidos se inscriben muchas mujeres blancas y adineradas que suelen pertenecer a fraternidades (sororities). A una estudiante de esas, en ese momento le sonó el celular y empezó a reírse. Acto seguido dijo: “Me enviaron un chiste: ¡Se acaba de meter una rata a la Casa Blanca!”. “Uno sabe que eso no es un chiste”, concluye Santiago. Ese tipo de vivencias le han servido como referentes para sus fotografías. Por ejemplo, en esa misa serie hay una fotografía que habla del bid day, el día en que una aspirante es puesta a prueba y finalmente aceptada o rechazada en la fraternidad. En esa fotografía hay una mujer caucásica tapando el rostro de otra porque esta es china. De esa manera trata de construir imágenes que si bien no son reales, buscan abrir espacios de reflexión porque, aunque son como una obra de teatro, están hablando de cuestiones actuales, de raza, de poder… “Lo que hoy está pasando de manera más evidente con la era Trump”, apunta el artista. Después de I Want to Live in America quiso trabajar nuevamente los estereotipos. Pensó en algo que llamara la atención en Colombia, como la escena común de gente orinando en la calle. En ese momento, él se encontraba en Boston visitando a su hermana, así que también pensó en algo distintivo de esa ciudad, como sus universidades. Luego vino la pregunta: en Colombia ver a alguien orinando en la calle puede ser normal, pero ¿qué pasaría si se orinara en la fachada de universidades prestigiosas de Estados Unidos? Curiosamente, a Santiago no le pasó nada. Realizó este

Illegal Immigrant Action Heroes

I want to live in America.

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idea de los Juegos Olímpicos y a qué pasaría si hiciera unos juegos olímpicos para él. Buscó una persona que trabajara con vestuario para invitarla a participar en su nuevo proyecto fotográfico. Una estudiante de la Universidad de Texas se interesó, Santiago le propuso pagarle todo el material para confeccionar el vestuario, y darle el crédito en las fotografías. Ella aceptó y el proyecto arrancó. La idea era crear unos juegos olímpicos piratas de manera que las fotografías al ser vistas superficialmente se vieran como campañas de Nike o de Adidas, pero que al verse detalladamente, se notaran muchos errores en ellas, “como que el personaje es muy bajito”, dice Santiago, o que la ropa se hizo con costales y con recursos como las botas de un disfraz de Papá Noel, o que el logo de los juegos olímpicos está al revés.

El artista en su estudio. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

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trabajo en invierno, una estación del año en que la gente sale poco a la calle. Casi nadie lo vio orinando y fotografiándose en ninguna de las diez universidades a las que fue para realizar esa nueva exposición que llamó Ambiguos Pisser.

“Yo nunca me había fotografiado de espaldas”, dice Santiago, y lo menciona porque verse de espaldas en sus fotografías le pareció raro. Sintió que al no poder ver su cara no se podía identificar si se trataba de un adulto o de un niño. Ese fue el detonante para empezar a fotografiarse a sí mismo y utilizar el cuerpo para seguir hablando de los mismos temas que había desarrollado en sus obras, pero ahora de una forma más aguda y personal.

Sus juegos olímpicos Siguiendo con la idea del cuerpo y de contraponer ideas, creó otra serie de fotografías llamada Action Heroes. “La obra habla de varios personajes de acción que yo, por mis características físicas, no podría personificar”, dice Santiago. A partir de lo anterior, pensó otro tipo de imaginarios que hablan del cuerpo y llegó a la

Alejandro, su amigo, fue asistente de esta serie llamada Olympic Games y recuerda que en el momento en que Santiago estaba posando para hacer las fotografías en un estudio cerrado, se lastimó la espalda porque alzó unas pesas enormes. A pesar de la molestia, continuó haciendo las fotografías. “Trabajando como su asistente en ese proyecto miré al personaje meticuloso y consecuente que es con su quehacer”, cuenta Alejandro.

De vuelta a Colombia Al volver a Colombia ya no tenía claro lo que quería hacer, así que empezó a probar varias cosas. Cubrió una gira del cantante colombiano Fonseca y creó un blog llamado Fotocopias colombianas en el que hace una recolección, con ayuda de los mismos lectores del blog, de varias portadas de revistas colombianas que son la copia o la “fotocopia” de otras revistas. En el blog enseña lo que es una inspiración, lo que es una apropiación y lo que definitivamente es una copia. Por ese trabajo ganó, en 2012, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar a mejor trabajo periodístico hecho exclusivamente para Internet. Fue un momento de su vida en el que empezó a trabajar fotografía editorial, aunque al final descubrió que no era de su interés. No le gustó la idea de tener que limitar su trabajo, sobre todo cuando entró a trabajar

para un medio y el diseñador gráfico empezó a decirle cómo debía tomar las fotos para armar los artículos. Para Santiago, el artículo es el que debe adaptarse a la fotografía y no al revés. Los trabajos que realizó en ese campo son, entonces, solo algo paralelo a su obra. Después lo llamó el director de la carrera de Artes de la Universidad Javeriana para invitarlo a dictar una clase. Él aceptó y trabajó ahí hasta 2016. Ahora es profesor de fotografía en la Universidad de los Andes. Y cuando no está cámara en mano o posando para una foto, estará dando clases o quizá cenando, tomándose un café o unos tragos con sus amigos, disfrutando de una película o compartiendo con su familia, como dice su amigo Alejandro. Una de las exposiciones que ha trabajado en Colombia es Cell-Portraits. Para ella utilizó un celular de 40 megapixeles. La razón de este trabajo fue encontrarse con un baño que le gustó estéticamente y quiso tomarle una foto. Intentó hacerlo como muchas personas que suelen tomarse selfies con ayuda de espejos, solo que a Santiago no le interesaba salir en ella. Obtuvo así su fotografía y se dio cuenta de que contaba algo interesante. Así comenzó a hacer esas mismas fotos en varios baños “chéveres” de Bogotá. Ese trabajó le tomó dos años. ¿Habrá algún mensaje detrás de esa obra? Santiago responde que tal vez sí, que ¡en Bogotá hay unos baños increíbles! A veces preguntarle a un artista por el significado de sus obras es como preguntarle a una persona tatuada por el significado de sus tatuajes. El pasado 1º de mayo lanzó una pieza gráfica de colección, con Artefacto Corporación y Lemoine Comunicación, para conmemorar los doce años de su primera investigación y serie fotográfica titulada El Sureño Americano. “Celebramos la vida de todos los sureños americanos que atravesaron la frontera entre México y Estados Unidos, en busca del anhelado Sueño Americano”, cuenta Santiago sobre esta pieza que además se exhibió en la Feria del Libro junto con un performance realizado por el actor Hernán Cabiativa. Así, mientras el presidente Donald Trump se obsesiona con levantar un muro en la frontera mexicana, este artista, cuya obra gira en torno al cuerpo, la identidad y el poder, se deleita derrumbándolo de manera provocadora.

Cell portrait No. 13

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Patrimonio

Todos los caminos conducen a

La Romana Texto: Luisa Fernanda Martínez P. lufemarpul@hotmail.com

El restaurante italiano La Romana, fundado por César Ianini en 1964, mantiene la tradición italiana de la familia en las tres sedes que tiene en Bogotá. En ellas conserva intactas su decoración y su carta de platos caseros, que sabe apreciar la clientela fiel. La primera sede de La Romana en Bogotá, en la calle 13 # 6-64, se fundó en 1964. Con este restaurante empezó la historia del señor César Ianini después del legado de su padre propietario del restaurante Internacional creado en 1935 en Bogotá.

En 1935, Antonio Ianini llegó a Bogotá proveniente de Italia a trabajar con un primo dueño del Restaurante Internacional, ubicado en la calle 13 con carrera 7ª. Décadas después, en 1964, su hijo César fundó La Romana, que llegó a tener cinco sucursales, de las que actualmente quedan tres. “Mi hijo comenzó en el negocio hace diez años, así que va a haber Romana para rato”, comenta César Ianini, refiriéndose a cómo su hijo Héctor le heredará el restaurante, con lo que ya serían tres generaciones dedicadas al negocio. El restaurante de la avenida Jiménez sobresale por su fachada roja, sobre la que cuelga un letrero grande con letras doradas que dice: “La Romana. Desde 1964”. Entrar es teletransportarse a la década de los sesenta. Las sillas y las paredes son de madera, y el piso, como ajedrez de baldosas blancas y negras. Al fondo se ven varios espejos que le dan amplitud al lugar. Cada mesa está decorada con una margarita roja, que contrasta con la base de mármol negro; de igual forma, se observan individuales con una fotografía antigua del restaurante en la cual todavía transitan carros particulares por la avenida Jiménez. La Romana recoge la tradición culinaria italiana con distintos tipos de pastas, pizzas, sopas, entre otros platos. “En esa época todo era novedad, y no existía la costumbre de comer pasta. En 1935, en Bogotá había varias colonias extranjeras, por lo que la comida del restaurante era de origen europeo”, comenta César Ianini. Antes de La Romana llegó San Marcos, en 1943, cuyos fundadores fueron Carlo y Barbarina Ianini. Aunque no son parientes, ella, que tiene más de 90 años, ha sido cercana a César, quien nació en Maratea (Italia), el mismo pueblo de su padre.

Otras sedes de La Romana La primera sede del restaurante es la que actualmente queda en la calle 13 con carrera 6ª. “Se ubicó en unas casas republicanas. Eran dos casas y era un restaurante muy grande”, dice César. En 1974 fundaron Salerno en la carrera 7ª con calle 19, que sigue funcionando. Por último, apareció La Bodega Moderna, en la carrera 13 con calle 54. También hubo otro que se llamó Sorrento y quedaba en la Plazoleta del Rosario (antes Pasaje Santafé). Los primeros restaurantes se ubicaron en el centro de Bogotá, donde estaban los principales bancos y empresas de la ciudad. “Luego el norte era Chapinero, el límite de la ciudad, y por eso nos vinimos para la calle 54”. Todos los restaurantes tenían razones sociales diferentes porque eran de distintos socios, aunque conservaban el estilo de la decoración y la misma carta. “Con el tiempo les fui comprando a los socios y se unificaron todos con el nombre de La Romana. Esa unificación tiene como siete años. Aunque en el caso de Salerno, todavía le conservo el nombre”. El señor Ianini comenta que la unificación no fue fácil, ya que la clientela se molestó porque pensó que lo habían vendido a personas ajenas. Actualmente, La Romana cuenta con cien empleados, entre los que se encuentran meseras, cocineros, panaderos y personal administrativo. Y es que todas las sedes venden, además, panes, salsas y pastas frescas marca La Romana para que el comensal pueda llevarse un pedacito del restaurante a su casa.

tostada de mantequilla; para untar se ven dos trozos de mantequilla y una mermelada de frutos rojos. No puede faltar el chocolate como bebida acompañante o, para otros gustos, el té. Ellos los llaman “chocolate completo” o “té completo”. César Ianini, el propietario, cuenta la historia de su incorporación en el menú:

“En una época alcancé a sentir la presión de la competencia y no hallaba qué cosa poner en el horario de la tarde, porque estando en el centro hay vida todo el día; entonces había que sortear las horas de la mañana y las horas de la tarde; tocaba servir onces. Así que un día fui a Chocontá y en un restaurante de la plaza, que ya no está, me sirvieron una canasta de panes monstruosamente grande con una taza de chocolate monstruosamente grande, y me llamó mucho la atención; compré de esos panes, reduje todo a colaciones y empecé a vender los completos. Entonces a la gente le gustó y seguí ofreciéndolos”.

La ambientación de las tres sedes de La Romana no ha cambiado desde 1964. Foto tomada en la sucursal de la carrera 7a # 19-48, conocida como Salerno.

El toque de la canasta El menú muestra una amplia variedad de pastas y pizzas, cuyo precio oscila entre $20.000 y $35.000, pero el plato más vendido es la lasaña. Cabe resaltar, que hay menús para el desayuno, el almuerzo y, como decimos en Bogotá, las onces. Después de las 4:00 de la tarde se aprecia en la mayoría de las mesas algo particular: una canasta de colaciones en miniatura envuelta en un papel plateado marcado con el nombre del restaurante, donde se asoman un croissant del largo de un dedo índice, un corazón de hojaldre, una galleta polvorosa de azúcar redonda, una achira, un palitroque, una mantecada de 4 por 4 centímetros y una

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Izquierda arriba: La pizza Napolitana o pizza Margarita es el plato más reconocido e histórico de la cocina italiana. Sus ingredientes son: Tomate, queso Mozzarella, queso de búfala, albahaca y aceite de oliva; que simbolizan los colores de la bandera de Italia. Izquierda abajo: Antigua foto de La Romana de la calle 13 # 6-64, que muestra cómo se veía esa zona de Bogotá antes de la construcción de la Plazoleta del Rosario, que hoy en día se encuentra allí. Derecha abajo: La Romana ofrece todo tipo de pastas, pizzas, panes y sopas que oscilan entre los $25.000 y los $40.000.

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De la copa a la botella de vino Toda la comida que sirven es elaborada por ellos mismos con ingredientes frescos y naturales, lo cual le da un sabor característico, además de que no lleva ningún tipo de conservante y se hace de forma artesanal. La fábrica se encuentra en la sede de la carrera 13 con calle 54, donde se amasa y prepara cada pan, pasta y pizza que se ofrece en los tres restaurantes. La gente que frecuenta La Romana varía desde estudiantes universitarios y trabajadores de oficina hasta adultos mayores que no pierden la ocasión para sentirse como en el siglo pasado. Con tantos años de funcionamiento, hay una anécdota que llama la atención:

“A mí se me ocurrió, recién empecé con La Romana de la Jiménez, regalarles a todas las niñas que iban, que en esa época eran secretarias de los bancos en su mayoría, una copa de vino; era una cortesía, y en esa época era casi una ofensa mandarle a una mujer un trago, entonces muchas se sonrojaban, otras no sabían qué hacer, pero con el tiempo les fue gustando y decían: “Camine pa’La Romana”. Luego eso trascendió, y pusimos las botellas de vino en las mesas. A mí se me ocurrió y gustó mucho. Ahora todo es distinto, la clientela, la gente que hay en el centro es población flotante; esto se desocupa los viernes. El sábado y el domingo ya es clientela totalmente distinta y se ven algunos turistas”, dice César Ianini. Los empleados de La Romana comentan que el restaurante ubicado en la avenida Jiménez con sexta es frecuentado por muchos senadores y empleados del Senado, debido a su cercanía, pero entre todos destacan a los exsecuestrados Sigifredo López y Alan Jara, clientes fijos de esa sucursal. De igual forma, por la cercanía con las oficinas del canal CityTv, es muy común ver presentadores, periodistas y figuras de la farándula. También han visitado el lugar el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, y el cantante de música romántica y tropical Galy Galiano. Por otro lado, muchos de los empleados llevan más de 20 años trabajando, incluso, hay varios que ya se han pensionado.

Divino rostro

Temple de

acero y tripa Texto y fotos: Nicolás Gómez Osorio gomez_nicolas@javeriana.edu.co

Emmanuel Rivera es uno de los siete músicos que actualmente interpretan en Colombia uno de los instrumentos más complicados y menos entendidos en la historia musical: el arpa clásica. Además de tocar en la Orquesta Filarmónica de Bogotá, se dedica al teatro, a la investigación y a la enseñanza, por lo que hablamos de un artista integral.

“Yo quería ser pianista, pero las circunstancias no permitieron que lo fuera. Entonces quería un instrumento que fuera polifónico, un instrumento que pudiera generar muchas voces, pero que no fuera la guitarra o el órgano. Entonces descubrí que el arpa es un instrumento poco común, con escasos intérpretes y encontré una comunidad de arpistas que me atrapó”. Así relata Emmanuel Rivera, de 22 años, su acercamiento al arpa, que se convirtió en su pasión y su carrera. Aunque no tenía influencia de su familia ni formación musical temprana, a los once años de edad, mientras estaba terminando la primaria en el Gimnasio Pascal con excelencia académica, decidió estudiar música de forma profesional

Tiene una altura de 1 metro con 80 centĂmetros Tiene 47 cuerdas, unas de acero, otras de nylon y algunas de tripa Pesa alrededor de 56 kilogramos A diferencia del arpa llanera, esta se toca con la piel, no con las uĂąas Tiene un costo de aproximadamente $ 30 millones Las hace la fĂĄbrica Salvi, de Italia

Cuenta con 7 pedales que corresponden a cada una de las notas de la escala musical y permiten cambiar la nota y el sonido que producen ciertas cuerdas

luego de una visita a la Fundación Universitaria Juan N. Corpas. Pasar de un ambiente en el que sobresalía a uno de anonimato y alta exigencia, influido por la academia clásica rusa, representó para Emmanuel un momento crítico en su vida. “Dio un salto tremendamente fuerte y demandante en términos de que no tuvo la adolescencia normal y cuando empezó a estudiar música, eso le costó lágrimas. Cuando decidió retirarse, cayó enfermo y hubo que hospitalizarlo porque le dio neumonía. Entonces empezamos a conocer en él esa parte luchadora”, cuenta su mamá, Beatriz Ángel. En su proceso académico, en el cual no tendría la ventaja de muchos prodigios de la música, que inician su formación desde muy temprana edad, Emmanuel, como dice su papá, “empezó a demostrarnos una virtud que lo ha caracterizado desde entonces: la resiliencia, la capacidad de enfrentar traumas fuertes, poderlos superar y mantener su equilibrio”. Como ejemplo de esto, tanto Gonzalo Rivera como Beatriz Ángel cuentan que cuando inició el bachillerato acelerado junto a algunas clases de música en la Corpas —la cual se encuentra ubicada al pie de los cerros de Suba—, Emmanuel se escapaba en algunas ocasiones, subía la montaña y se sentaba a mirar su antiguo colegio desde la distancia y cuando los directivos de la universidad lo encontraban y llamaban a sus papás, él continuaba, se mantenía firme en seguir ese camino, por duro que fuera.

Con el tiempo, Bibiana empezó a notar cambios en él: vio que se empezó a volver más sociable, que se empezó a preocupar más por su cuerpo y su salud. “Casi nunca encuentras esa conciencia en una persona tan joven”, recalca mientras cuenta que esta capacidad de cambio, junto a una disciplina y trabajo personal excepcionales, son lo que siempre ha caracterizado a Emmanuel como alguien multifacético, capaz de desarrollar herramientas y técnicas para expresarse musicalmente en varios ámbitos de su vida. “Ahora Emmanuel es para mí un apoyo. Cuando estoy muy angustiada, a veces le pido que me aconseje, porque es una persona que me da respuestas muy neutrales. Es el apoyo que a veces necesito profesionalmente”.

En Colombia se han graduado

25 arpistas

Salir de la concha Bibiana Ordoñez, de 41 años de edad, además de ser profesora de la Universidad Nacional desde 2008 y arpista de la Orquesta Filarmónica de Medellín desde 2013, ha sido maestra personal de diez de los 25 arpistas que se han graduado en el país, entre los que se encuentra Emmanuel, quien fue su alumno entre 2009 y 2015, cuando culminó sus estudios: “Cuando lo conocí, él era muy joven, para mí era una persona muy particular. Siempre noté su inteligencia, pero también que era una persona muy tímida y metida en su mundo. En ese tiempo llevaba el pelo largo, pero no lo hacía por seguir la moda, sino que tenía una razón para todo lo que hacía, pero eso lo llevaba a aislarse un poco”.

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Sobre la relación con su maestra, Emmanuel comenta: “Pienso que pocas personas en el mundo, fuera de lo musical, entienden lo que es una relación entre maestro y estudiante. Es una relación muy particular porque es una persona que a usted lo va a acompañar durante muchos años en un proceso muy íntimo. Yo tengo la fortuna de que ella es una excelente maestra que entrega todo de sí, y creo que todos los que nos hemos graduado con ella nos sentimos muy satisfechos. Ella es un punto medio entre profesora, madre y hermana, se vuelve casi familiar. Uno con ella muestra sus lados más débiles, y ella lo ayuda a uno a salir adelante”.

De arpas y arpistas Tanto Bibiana como Emmanuel hacen parte de una comunidad de músicos bastante reducida y que hasta hace diez años no era tan reconocida como hoy. Parte de esa consolidación se ha dado gracias a la gestión cultural de Julia Salvi, quien preside la Fundación Salvi, organización sin ánimo de lucro que desde 2007 desarrolla anualmente el Festival Internacional de Música de Cartagena. Entre sus programas se encuentra la Cátedra Salvi de Arpa, que se ha posicionado en Latinoamérica para formar a los arpistas de la región con el acompañamiento de profesores de talla mundial, en clases magistrales durante una semana al año, y de la cual se ha beneficiado Emmanuel.

“Como ese proyecto lleva diez años, existían muchos registros e informes sueltos, pero nunca se hizo un trabajo de análisis de la experiencia. Yo hice ese trabajo de documentación, de entrevistas y de análisis, tratando de concentrar en un texto único el proyecto de la Cátedra Salvi, el cual unió a todas las escuelas del país [universidades Nacional, Corpas y Javeriana en Bogotá; del Valle en Cali y de Caldas en Manizales]. La Cátedra empezó a crear en nosotros un sentido de unidad y de grupo”, dice Emmanuel al hablar de su trabajo de investigación, que ha resultado crucial para hacer escuela en torno al arpa en Colombia.

Nuevos horizontes Emmanuel llegó al teatro por una crisis durante su carrera: “En un momento me dije que odiaba esta carrera y me quería ir a estudiar teatro, ese era el plan b”, comenta entre risas. Esto daría pie a que en octubre de 2015, por medio de su novia, Pamela, Emmanuel se vinculara al grupo de teatro La Caja Blanca, dirigido por uno de los fundadores del Teatro Libre de Bogotá, Hernán Pico, para hacer parte del montaje de una adaptación de Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Aunque ingresó inicialmente en calidad de actor e intérprete de arpa, las circunstancias se dieron para que se transformara en uno de los compositores de la música, tanto de esta obra —la cual se presentó en la pasada edición del Festival de Teatro de Bogotá—, como del siguiente proyecto del grupo.

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En La Caja Blanca también se ha desempeñado como profesor de música de sus compañeros actores. Laura Guayara, actriz del grupo, cuenta cómo percibe a Emmanuel en este rol: “Aunque no había enseñado antes, es un excelente profesor. Es muy paciente y trata siempre de sacar lo mejor de nosotros. Las clases han sido importantes para mi proceso porque nunca antes había intentado cantar y él me ha ayudado a mejorar la manera de usar mi voz y mi oído”. Gonzalo hace hincapié en la manera en que la incursión de su hijo en múltiples ámbitos lo ha distinguido de otros artistas: “Desde el colegio ya Emmanuel había dado signos de una multidisciplinariedad en las artes. Esa intuición le dio a entender que, como artista, él podía abrirse y buscar distintos caminos”.

En las grandes ligas Otro de los grandes logros de Emmanuel es haber ingresado mediante una convocatoria a la Orquesta Filarmónica de Bogotá —que, por cierto, en este 2017 está celebrando sus 50 años—, en reemplazo de Martha Liliana Bonilla, quien fue la arpista de planta de la orquesta durante más de diez años y que viajó a Alemania para realizar estudios de posgrado. Este trabajo, aunque temporal, le ha dado la oportunidad a Emmanuel de mostrarse en eventos como el Festival Internacional de Música de Bogotá.

Emmanuel siente que pertenecer a la orquesta representa una responsabilidad y una exigencia muy grandes. “Las personas que están ahí llevan muchos años en la práctica orquestal, y yo estoy recién graduado y apenas estoy afrontando esta responsabilidad. Ha sido un desafío, pero me siento con mucha apropiación de ese papel”. Entre las piezas favoritas de Emmanuel a la hora de tocar con la orquesta se encuentran las de compositores franceses como SaintSaëns, Ravel, Satie y Debussy. Para tocar como solista, su compositor favorito es Johann Sebastian Bach, “en especial porque él no conoció el arpa que nosotros tocamos, pero siento que la versión actual del instrumento se adapta muy bien a su música. Disfruto mucho escuchando a Bach en el arpa”. También cuenta que entre sus intereses musicales están el jazz y la música electrónica, “muy importantes en el desarrollo del arpa porque dan la posibilidad de salirnos un poco de lo más común”. En relación con la dificultad e incomprensión que siempre han existido frente a su instrumento, dice que la Orquesta Filármonica respeta el papel del arpista. “Martha, mi compañera, tiene un contrato y todos los beneficios que vienen con ser un músico de planta. Muchas otras orquestas no le dan esa seguridad al arpista. Mientras los violinistas siempre tocan, el arpista no; eso significa que muchas veces una semana, dos semanas, no tengamos que tocar, y eso para algunos directivos significa que somos prescindibles”.

La Orquesta Filarmónica de Bogotá, que cumplió

30 años, respeta el papel del arpista •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Divino Rostro

La gracia de ser yo Texto y fotografías: Sara Jaramillo Osorio jaramillosara@javeriana.edu.co

Entre los nuevos oficios de la era digital se cuenta el del digital influencer, esa persona que goza de credibilidad en un tema específico y se vuelve legitimadora de marcas en redes sociales. Un modus vivendi del mundo virtual que produce ganancias contantes y sonantes, como lo testimonia la influenciadora aquí retratada.

Son las 2:06 p. m. y va tarde. Camina rápido por la Zona G de Bogotá, lleva unos tenis Nike, unas gafas Mr. Boho, un pantalón negro y una chaqueta de Ela. Se detiene y señala a una mujer vestida con ropa de gimnasio que, sentada en una banca, posa mientras alguien le toma fotos con un celular. María Alejandra sonríe y dice: “Mirá, así tal cual soy yo”. Hace una hora ella misma subía una foto a Instagram posando sentada en el estudio de la marca de sus gafas —de la que es embajadora hace un año—. Ahora esa foto tiene 411 likes. A sus 22 años, María Alejandra Velilla puede decir que tiene cinco años de experiencia laboral, que ha trabajado con más de diez marcas y que es económicamente independiente. Ella es una digital influencer, sus ingresos surgen del interés de las marcas que constantemente le piden que suba fotos a sus redes sociales mostrando sus productos. En su cuenta de Instagram @mariaalejandravelilla tiene 13.900 seguidores. “Soy una persona de mucho movimiento —dice mientras chasquea sus dedos—, para mí tener un momento libre en la semana significa que estoy siendo obsoleta”. Cuando cursaba segundo semestre de su carrera de comunicación social en la Javeriana, quiso visitar a su novio —ahora ex— que vivía en otro país. Para financiar su viaje, encontró un trabajo en RedBull en el que repartía volantes y productos. Después, gracias a una recomendación de su jefe, Hatsu —marca de tés de frutas exóticas— la contrató. Pero cuando Postobón compró la marca, María Alejandra supo que su vida cambiaría para siempre. Pasó de ser un simple conejillo de Indias del pequeño negocio de tés, a embajadora de marca de una de las más grandes distribuidoras del país. Desde ahí, su número de seguidores en Instagram no ha parado de crecer; en un año ha conseguido unos mil seguidores por mes.

Ha trabajado para marcas como American Eagle, Step Ahead, SenseBox y Gef Colombia. Poco a poco, se ha convertido en una influenciadora muy atractiva en la moda bogotana, tanto que ahora ni sabe para quién trabaja: “Para poderte decir cuáles marcas, me toca sentarme y hacer una lista a mano, porque de memoria no me las sé”.

Sus socios, los followers Conseguir una cita con María Alejandra no es tarea fácil porque se pasa el día entre reuniones de trabajo, universidad, gimnasio y eventos. Espera sentada en un reconocido restaurante de la capital, pero esperar no es lo suyo. Mira la hora con frecuencia. Seguro podría estar en otro lugar, pero me recibe con una sonrisa amable. Ser influenciadora parece de otro mundo, y cuando ella empieza a hablar de likes y followers, se entiende que son sus aliados laborales, y gracias a estos su negocio se vuelve más fructífero. Cuando alguien como María Alejandra muestra un producto, llama la atención, y a pesar de que no cuenta con el mismo número de seguidores que una modelo profesional, sus fotos pueden llegar a tener un alcance que se multiplica con cada like, y es lo que las marcas buscan. “Uno como influenciador no quiere ser modelo de nadie, aunque puede llegar a serlo, sino que quiere sentar precedente a partir del propio estilo de vida para que otra gente lo adopte a su manera”, dice mientras muestra algunas de sus fotos más populares en Instagram.

es una persona muy creativa y que sus captions surgen de lo que haya sentido cuando llegó al lugar donde se tomó la foto. Sin contar con un equipo profesional, cuando entra a un sitio cuyo entorno es de su agrado, le pide a quien esté cerca que empiece a tomar fotos mientras ella cambia de pose. “De un solo lugar pueden salir 100 fotos y alguna de esas me va a gustar, entonces después me pongo a escoger y la subo. Pero uno es influenciador porque está haciendo algo diferente, no porque se está tomando una foto con las amigas, todo tiene un objetivo”. Para de comer y sonríe. Comienza a hablar de su hermana, quien en los últimos días le dijo que tenía unas amigas que estaban obsesionadas con ella. Cambia su tono de voz, y adopta un tono de orgullo: “Yo le dije a mi hermana: ‘¡Pero si yo no hago nada! —se ríe—, solamente estoy subiendo fotos todo el tiempo’”.

Influenciador de estilo de vida En el mercadeo digital se sabe que cada influenciador tiene un tema por el que se

De un solo lugar pueden salir

100 fotos

Aunque ella no quiere ser modelo, se comporta como tal. En sus fotos se aprecia cómo cambia de pose y busca los mejores ángulos. Las primeras palabras que dijo cuando vio su comida fueron: “Yo vivo en dieta”, señalando un plato lleno de vegetales y proteína. Incluso, menciona que le hacen una pasta especial de zucchini porque no come arroz. Después, frunce el ceño; con cara de arrepentimiento, saca un brownie de su bolso y aclara que no se pudo controlar, que va a romper su estricta rutina alimenticia. Saca su celular —un iPhone 6 dorado, su herramienta de trabajo—, abre Instagram y en los últimos minutos la han empezado a seguir tres personas y tiene 48 likes nuevos. Comienza a mostrar cada una de sus fotos y a explicar su inspiración para subirlas. Dice que

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En su cuenta de Instagram @mariaalejandravelilla tiene

13.900

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destaca. Pueden existir de moda, cocina, deporte, estado físico, entre otros. Lo curioso es que María Alejandra no resalta en ninguno de estos, y dice que ella vende su estilo de vida: “Mi tema es lifestyle; mi estilo de vida es nunca estar quieta, voy a eventos todo el tiempo y hago cosas constantemente, entonces busco marcas que se adapten a este estilo de vida”. Mientras sale del restaurante y camina rápido, dice que cualquier persona puede ser influenciador, pero no todas están preparadas para tener una vida agitada. Cuando se habla de lo que factura y de si es posible vivir de ello, María Alejandra explica que todo depende del contrato. Hay marcas que en vez de dar dinero en efectivo, ofrecen un determinado número de productos al mes o un bono mensual para gastarlo en productos de la marca: “Así es el contrato de Gef, me dan $500.000 en lo que yo quiera y hago tres posts al mes y eso es todo”. Cuenta que tiene un contrato a tres meses que se va renovando, ya que las marcas prefieren hacer contratos a corto plazo por efectividad. Una semana antes de la reunión con María Alejandra, ella fue la imagen de una fiesta promocionada por Crimson Crazed —una agencia de fotografía que cuenta con un grupo de modelos que se autodenominan army—. A ella la contratan para promocionar la fiesta por medio de fotos en Instagram y por llevar gente, así que el pago fue un porcentaje de la boletería, en este caso, un millón de pesos. Durante la fiesta, María Alejandra no tenía que hacer nada específico, fue una rumba cotidiana con sus amigos y simplemente tenía que estar ahí. Sin embargo, hay marcas que pagan por un único post y, dependiendo del impacto que este tenga, vuelven a contactarla para un contrato con mayor plazo. El sueño de María Alejandra es tener su propia agencia de relaciones públicas, dice que su modelo es Samantha de la serie televisiva Sex and the City y que su gran pasión es organizar eventos. Con marcas como Hatsu y Crimson Crazed ha podido encargarse de la logística del evento: “Con Hatsu, si faltaba una mesa, me tocaba salir corriendo a mi casa a coger la que sirviera y llevarla al sitio”.

Cuando tenía 18 años, y empezó a trabajar con RedBull, les dijo a sus papás que no le mandaran más plata: “Obviamente me pagan la universidad y el arriendo del apartamento, que comparto con mi hermana, pero yo pago todo el resto”. Debido a su horario, todos los días almuerza por fuera. Teniendo en cuenta que al mes recibe entre cinco y seis millones de pesos, dice que lo que hace le alcanza y le sobra para vivir bien.

“Más vale tener contactos que plata”, repite, porque más allá de conseguir dinero, prefiere conocer gente. Justamente, esta es una de las razones por las que va a eventos para relacionarse con personas del medio, ya que en

algún momento pueden ayudarla. Intenta ser lo que ella denomina “genuinamente interesada”, y a lo largo de la conversación menciona que conoce a dueños de bares y restaurantes destacados, presentadoras, modelos, youtubers e influenciadores. Resalta que su papá es diseñador de relojes y que su mamá —Annie Velasco— fue la primera mujer presentadora de noticias de deportes en el país.

“Durará lo que tenga que durar” Cuando María Alejandra termina su plato, mira para otro lado y es imposible volver a tener contacto visual. Su tono de voz se suaviza y comienza a hablar más despacio. Ya no se ve como

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la persona acelerada que quiere decir mil cosas por minuto, ahora no sabe muy bien qué decir, hasta que por fin salen de su boca estas palabras: “Yo no tengo novio hace bastante tiempo, no porque no quiera, sino porque no se ha dado la vaina, y lo cierto es que si yo estoy con alguien jamás va a poder cambiar mi estilo de vida”. Ha tenido dos novios, pero dice que solo amó al primero. Por él empezó a trabajar, y ahora agradece que le haya dejado esa disciplina y la costumbre de mantenerse activa. A pesar de que fue una relación de cuatro años y medio, dice que no está acostumbrada a depender emocionalmente de otra persona. Su vida en la universidad no es fácil de manejar. Estudia los énfasis de periodismo y comunicación organizacional. Cuando salga de este almuerzo debe ir a clase de 2:00 de la tarde, pero se saldrá antes porque a las 4:00 tiene una reunión con una nueva marca que desea ingresar en el mercado colombiano.

Aunque le avergüenza confesarlo, admite que ha llegado a presentar parciales sin haber estudiado, y que sus profesores de periodismo no entienden su estilo de vida, mientras que los de organizacional están orgullosos de que lleve sus estudios a la práctica. María Alejandra es consciente de que no puede ser influenciadora toda la vida; compara su trabajo con el de una modelo y dice que “va a durar lo que tenga que durar”, pues cada generación va trayendo nuevos retos y nuevas maneras de llegar a las personas. Según ella, actualmente los youtubers están mandando la parada porque han cautivado al público infantil, que ahora en vez de ver televisión prefiere navegar por YouTube. Sin embargo, este campo no le llama la atención. Nuevamente mira la hora en su celular, el cual no para de recibir notificaciones de WhatsApp, Instagram y Facebook. Va de afán, como de costumbre; se despide de los dueños del restaurante —parecen amigos— y sale rumbo a clase.

La estrella del mercadeo digital Eduardo Gómez, experto en mercadeo digital de Olmeca, dice sobre el perfil del influenciador: “La gente no es boba: si ven a Carolina Cruz promocionando televisores, saben que no tiene ni idea de lo que está hablando; pero si ven a una persona que puede ser más cercana promocionando una marca, lo tomarán como una recomendación”. Esa es la principal razón por la que las marcas están acogiendo a una variedad de influenciadores. Es una estrategia que, según él, va más allá de promocionar un producto, ya que cuando alguien se convierte en influenciador es porque tiene la capacidad de tener una conexión con las personas de una manera diferente y directa, además de convertirse en inspiración para ellas.

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49 Belleza de barrio

Tendencias

Texto y fotografías: Pablo Josué Martínez pmartineza@javeriana.edu.co

Las industrias del acondicionamiento físico, entre estas los gimnasios, están en auge. Un estudio del Concejo de Bogotá señala que en Bogotá hay 614 locales dedicados a la rentabilidad del sudor.

David arroja al suelo un par de mancuernas de 20 kilogramos, contempla en el espejo sus bombeados bíceps y de reojo se fija en una joven trigueña de cuerpo delgado que se le acerca y le estampa un beso sonoro en la mejilla, a manera de saludo.

—Holaaa Deivid, ¿cómo estás? —pregunta la chica. —Qué más, Carito. Ahí vamos, y ¿tú? —responde el fornido. —Bien, bien. Y ¿ese milagro? —Jajajá, ¿yo? Usted es la que no viene. —Ay, es que he tenido muchas cosas. Ven, ¿adónde me vas a invitar? —Es que con unas amigas como que vamos pa’la octava ese día. ¿Vamos? La conversación entra en el plano de la privacidad y yo me siento un fisgón. A quince escalones de respirar el aire denso de la vanidad, del esfuerzo físico y la compañía, en el segundo y tercer piso de una casa cualquiera del barrio La Camelia, en Puente Aranda, se encuentran casi a diario los vigas, los vanidosos y los solitarios, múltiples personalidades que con algo de sudor desean liberarse de las tensiones que los estigmatizan. A un costado mujeres brincan como saltamontes; en otro, personas se empinan y encorvan como lagartijas; al lado, hombres levantan el doble de su peso; y en frente, todos ejercitan la lengua. En la recepción, Raúl, robusto y de estatura media, recibe entusiasmado con un fuerte apretón de manos a todo el que se atreve a romper la monotonía diaria con rutinas de ejercicio. Junto a sus dos hermanos dio vida al espacio que no duda en considerar patrimonio familiar. Raúl, Mónica y Jorge, un 29 de julio de 2003, se dieron cuenta de que con algo de sacrificio en esta vida todo es posible. Hoy ya

$50.000 al mes y

$340.000 al año

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son 73 los clientes que indican que el enano se les creció.

“Ahí de a poquitico se ha ido creciendo —comenta Raúl orgulloso—; empezamos con las bicicletas, luego compramos unas maquinitas sencillas, después cambiamos toda la maquinaria, y así, trabajando duro crecimos, gracias a Dios”. Los emprendedores del lugar agradecen a una voluntad divina, pero la mano invisible del dinero también ha hecho lo suyo. Los costos de la mensualidad se ajustan al presupuesto de estudiantes, amas de casa y desempleados. Son $50.000 los que motivan a rascar el bolsillo cada mes, aunque solo será la promoción que cubre todo el año la que incitará a romper el marranito, bajarles a las salidas o hacer ojitos en la casa para completar los $340.000 que cuesta.

Camisillas de gladiadores En la antigua Grecia surgieron los primeros gimnasios. Funcionaban en pro de la instrucción física y espiritual, por lo que se asumían como un espacio para socializar. Dado este origen, la palabra gimnasio data del griego gymnos, que remite a desnudez, producto de las justas

olímpicas en las que los atletas competían sin ropa con el fin de dar realce a la belleza de sus figuras como un tributo a los dioses. Hoy, cientos de años después, sería descabellado asistir así. Lo más próximo a continuar la tradición son los tops de las mujeres o camisillas pegadas al cuerpo de los hombres. A uno de los que nunca les faltan indumentarias de este tipo es a David, joven, fornido, de piel blanca y copete elevado, para quien es importante ir bien vestido, porque eso ayuda a “levantar nenas”.

“Ay, parcero, a un sitio al que viene como hartica vieja toca aprovechar, ¿sí, o qué? ¡Cómo todo! Hay unas que uno dice: ‘¡Uy paila!, no alcanzo’, pero hay otras que sí”, David sonríe como Chaplin, “¡usted me entiende!”, dice como si fuéramos cómplices. Quizá él es una de las tantas personas que asisten al escenario en el que continúa la tradición de exhibir el cuerpo, aunque ya no como tributo a Hermes o Afrodita, sino a la vanidad. Las mujeres, como si tuvieran un radar, detectan la presencia de los que coinciden en llamar en los gimnasios “chulos”, acusados de solo querer entablar una relación fugaz, nada serio.

Desde el más corpulento hasta el más flaco comparten motivaciones que aceleran caminadoras, pedalean bicicletas, empujan barras y levantan mancuernas; formas físicas de sujetar los alivios y expulsar los vacíos. Camilo Cárdenas, con cuerpo de pera y anteojos, está entre los que asumen el desafío de quitarse esos kilitos de más.

“Bueno, vine acá para bajar de peso y no sabe cuánto me alegra que me digan ya varias personas que voy bien; eso me motiva”, dice Camilo, levantando sus cejas cuando saluda de lejos a Raúl. “Desde que entré siempre, siempre, he tenido a alguien que me sugiere qué hacer, créame que a uno le da pena no saber cómo usar una máquina, pero aburre más que nadie lo ayude”.

Sudar con calor de hogar El esfuerzo se traduce en los baberos sudorosos de las camisetas y la transpiración multimodal de la cebolla, de la sardina, del albaricoque y las fragancias refundidas que embriagan el olfato. Mientras en un Bodytech y otras sucursales de la economía del sudor lo típico es escuchar gruñidos del esfuerzo y el aullido de una fatiga, aquí van a ser conversaciones que ligan, que claman consejos, que cuestionan partidos de fútbol. Un sinfín de temas imprevistos. Aunque para el menor de los hermanos, Jorge, de espalda ancha y brazos de Popeye, la diferencia trascendental parte del ambiente familiar.

camisetas de equipos de barrio y remeras Everlast. Todo lo proyectan los espejos horizontales en los que rebotan las miradas perdidas. La temperatura del lugar está en los cuerpos: los acalorados son los que hacen los ejercicios regulados y constantes, y palidecen aquellos a los que se les va la mano en el entrenamiento. En todo caso, el aire es espeso, escasea, son varios los que tragan bocanadas para levantar el peso, a lo que se suma el sonido de la música que retumba en los bafles. Raúl y Jorge parecen emocionarse cuando suenan The Tiger y Gonna Fly Now, y quieren contagiar con su entusiasmo a los demás, que se esfuerzan en lo suyo. La verdadera rumba está en el tercer piso del gimnasio. Esteban Carrillo, de ojos saltones, piel rojiza y cabello rizado, prepara la rutina que todos deberán seguir. Si las ventanas se empañan y las paredes se humedecen habrá logrado su propósito: “sacarle la leche” a todo el mundo. El “querido por las mujeres”, el “motivador” o el “consejero” son algunos de los apelativos que se le acomodan al hombre que acompañó a los tres hermanos desde que se instaló la primera caminadora del lugar. Hasta se

“Aquí lo que tenemos es calor de hogar. Recibimos a la gente como un amigo, se busca esa familiaridad. Hay un ambiente muy sano, en el que afortunadamente no hay discordias, no hay peleas. Hay colaboración, hay amistad”, dice Jorge y me mira como si me conociera de hace años. Mañana, tarde y noche son testigos del sudor que humedece los enseres de People 56 Gym. Desde que sale el sol hasta casi la medianoche, avalanchas de personalidades recubren la goma negra tendida sobre el piso que evita que se desportillen los baldosines. Caras de recién levantados y de recién arreglados; pintas de cachaco en tierra caliente y portadores de la última indumentaria lanzada por Adidas;

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convirtió en el “Cupido” del baile desde que flechó a una pareja que luego se casó: “Eso fue hace como siete años. Se conocieron aquí, en mi clase de la noche —dice Esteban mientras rasca sus churcos—. Ese día yo tenía separado un grupo de mujeres y uno de hombres, entonces coloqué salsa para formar parejas, y bueno, ahí bailaron. Ya después comenzaron a llegar siempre juntos, yo supongo que pasó lo que tenía que pasar”. Mónica, la hermana mayor, con cuerpo de reloj de arena, también conoció a su exesposo en un lugar de estos, donde conseguir pareja parece ser más eficaz que en Tinder. Son sinfín de blogs e incluso notas periodísticas, como un artículo de Publimetro: “¿Está buscando pareja? Le decimos ocho lugares donde podría

conseguirla y no creería”, que ubican a los gimnasios como uno de los epicentros de la pasión y del amor. ¡Qué decir de People 56 Gym que cuenta con su propio “Cupido”! Todo es un reguero. Mancuernas, discos y barras se encuentran fuera de su milimétrica posición. El volumen de los estruendosos parlantes baja junto al flujo de personas. Solo es cuestión de horas para que el establecimiento de curvas perfectas recupere la viveza con el repertorio musical de los tres hermanos y los corazones acelerados que nunca faltan. People 56 Gym cierra su pequeña compuerta con un pitido electrizante. Los alientos profundos vuelven a la normalidad, mañana será otro día para quemar las calorías ganadas en el puesto de empanadas de la esquina.

Tendencias

Un disparo

inminente Texto y fotografías: Angie Stephania Benavides Castro angie.benavides@javeriana.edu.co

Letras que se deslizan formando palabras. Palabras que se diluyen evocando sentimientos. El poeta transpira su energía, destila su presente. Y en medio del público, usted. Hace 32 años nació en Estados Unidos la poesía slam, movimiento que llegó a Bogotá en 2015 y que aquí presentamos por medio de Adrián, de 21 años de edad, amante de este tipo de poesía.

Se avecina un disparo inminente. No es una corazonada: es una certeza. Adrián ama la poesía. Estoy advertida, sus palabras serán como balas que perforarán mi alma. Así que espero. Espero oír los pasos que retumban. Espero escuchar su voz áspera. Espero y nada pasa. La persona que está frente a mí no corresponde con lo que imaginaba, su escaso metro con sesenta no se ve imponente, su ropa ancha parece absorberlo y su sonrisa tímida es acompañada de un gorro de lana que le otorga un aspecto infantil. ¿Es esa la persona que dispara las balas? En 1985, en un club de jazz de Chicago (Estados Unidos), Marc Smith inaugura un recital de poesía con dos peculiaridades: el público se ve implicado y se realiza a micrófono abierto. El sentimiento que Smith imprime a la presentación adquiere tal magnitud, que se transforma en un personaje más, dando lugar al slam. Frente a este movimiento poético surgen dos bandos: quienes lo atacan y quienes lo

defienden. Lo atacan al definirlo como una simple estructura; lo defienden al caracterizarlo como un tipo especial de poesía. Como estructura, el slam es preciso: diez participantes, tres rondas, tres poemas. Tres minutos. Cada participante debe estar listo para declamar tres poemas de su autoría que no excedan tres minutos cada uno. Cada segundo es primordial. Si se pasa, tendrá una penalización. El poeta es el único protagonista, sus acompañantes son su voz y sus gestos, y el público elige al ganador. Como un tipo de poesía, cobra especial importancia la interpretación: sobre el escenario los participantes no declaman un poema, se convierten en el poema, inhalan el sentimiento y transpiran las palabras, empapan al público que clama por aquel sudor que, a pesar de ser salado y arder, refresca. En septiembre de 2015 tuvo lugar el primer slam de poesía en Bogotá. A un bando intermedio pertenecen Julie y Xisco, los organizadores. Julie por presión, Xisco por convicción.

interesado la poesía. Empecé a escribir como a los diez, once años… A leer poesía, quizá desde los ocho. Pero me la tomé en serio por ahí desde los quince”. En medio de la plaza, mientras él habla, mira un punto fijo en el panorama y se acomoda su gorro de lana. “Antes de cada presentación, me vuelvo mierda. Soy una persona muy ansiosa, y cuando voy a presentar algo me da de todo y siento que me voy a cagar y me tiemblan las manos, pero igual me obligo porque al final vale la pena”, afirma.

Adrián Mullen. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

10 participantes, 3 rondas, 3 poemas

poesía slam •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Convicción al provenir de un país donde la poesía es una forma de vida. Presión por la insistencia de Xisco: “Él se preguntaba cómo era posible que en Colombia no hubiera un espacio para ello, y decidió crearlo”. Xisco es un español que llegó a Colombia en 2014 y para él el slam es vida; sin embargo, no demerita las normas: “El slam poético tiene unas normas muy precisas en todo el mundo; el que las cambia ya no está haciendo slam, y si funciona en todo el mundo, es porque las reglas precisas hacen que funcione”. *** En aquel momento el método de difusión del slam fue el voz a voz, un método efectivo pero excluyente: la voz solo llegó a la Universidad de los Andes: “En la primera implementación llegaron unas 70 personas, más de la mitad era de los Andes, y la otra parte, extranjeros que estaban perdidos”, comenta Julie. De esa primera presentación, Julie recuerda con fervor a un chico que declamaba en inglés: “Adrián Mullen es todo un personaje, uno nada más viéndolo quiere saber cada cosa que hace”, afirma. Adrián tiene 21 años y es estudiante de literatura y estudios culturales en los Andes. De madre colombiana y padre estadounidense, nació en Estados Unidos y reside en Colombia desde hace 12 años. La poesía ha sido una constante en su vida, como comenta él: “Desde siempre me ha

Horas después, tiene el celular en la mano, intenta abrir su drive para releer el poema que ha escrito y debe declamar. Lo hace para un proyecto en especial, uno que dirige Canela, una estudiante de los Andes que quiere crear una plataforma que albergue la producción artística de los estudiantes. Así que él se mueve por el espacio, sus zapatos repiquetean, sus manos tiemblan. Cuando menos lo espera, está parado en medio de dos cámaras que lo graban desde distintos ángulos y un micrófono que le apunta desde abajo; hace bromas sobre la situación y su risa tiene un tinte nervioso que lo delata. Sigue sin parecer la persona que dispara las balas. Así que cuando la primera atraviesa mi coraza, me toma desprevenida: ha cambiado. Cuando habla, se transforma. Su voz adquiere seguridad, sus matices pululan y yo estoy ahí, observándolo, dejándome envolver, no le hago ningún comentario, no me da, lo más acertado sería decirle: “Sublime”, pero me abstengo. Así que solo sonrío, asumiendo que él en realidad no alcanza a entender el golpe que me han dado sus palabras: “Are you a boy or a girl? I don’t know… ”, ¿Será consciente de su poder? Yo no soy la única que lo ve. *** Horas más tarde, tengo la fortuna de ver su transformación de nuevo. María también lo ve. María es una estudiante de psicología y exnovia de Adrián. Estamos en una sala, en medio de la reunión del grupo de poesía de los Andes. A este grupo pertenece cualquier persona, independientemente de su carrera, que tenga algo que compartir, puede ser una producción propia o un texto que le guste. Adrián ha decidido

compartir algo, mira a María y le dice: “Este poema lo escribí para ti y nunca te lo mostré”. Pasa, lo declama y ante su grandeza, María se encoge en su puesto, escucha las palabras atravesar sus tímpanos y en el momento en que logran llegar a su corazón, las lágrimas se desprenden. Adrián mantiene la fuerza, su voz no se quiebra, su mirada no abandona al público, mientras María sigue llorando. *** Aunque el inglés sea su lengua paterna, tiene la facilidad de escribir en los dos idiomas; sin embargo, suele declamar en inglés por un asunto de forma y de valor. “Cuando declamo en español la gente no me entiende porque me pongo nervioso y se me sale lo gringo, el acento se apodera de mí; además, el inglés tiene unas características que a mi parecer funcionan más con el slam: es más directo y tiene una cadencia particular”. El inglés también permite que su poesía abarque un público más amplio, sin importar la distancia. Adrián comenta: “Uno de los poemas que presenté fue grabado y lo subieron a redes sociales, y hay gente, hasta en Estados Unidos, con la que hablé porque lo había visto, y eso fue muy bonito”. En ese sentido, la poesía para Adrián es universal. Él no comparte la idea de que la poesía sea algo de élite; de hecho, recalca que la mayoría de participantes en los slam a los que asistió en Oregón era gente de escasos recursos. Una idea paradójica, considerando que los Andes es una de las universidades más costosas de Bogotá; sin embargo, es una paradoja que se va diluyendo ante la afirmación de Julie: “Ellos la quieren sacar de la burbuja”. Aquello se traduce en acciones, dos particularmente. Primera, al abrir los micrófonos, “lo hacemos en espacios públicos, al lado de la universidad, la plazoleta por donde puede pasar cualquiera. La idea es que sea ahí para que gente de afuera también pueda ver y participar”. Segundo, en 2015 Adrián decidió participar en el primer slam de poesía en Bogotá, que se realizó en La Aldea Nicho Cultural, pues le pareció una buena idea para trasladar lo que hacía en el espacio universitario a un nuevo ambiente; sin embargo, aclara: “Hicieron como

dos slam que quedaron bien y luego al tercero todo el mundo ya estaba cansado, a mí ya no me interesaba mucho porque organizaban muy mal y luego empezaron a cobrar por entrar y no, yo no iba a hacer que mis amigos pagaran por entrar a verme. Luego se murió”. Aquello es algo que para Adrián fue fundamental. Xisco comenta: “Yo quería cobrar porque ya me cansé de trabajar gratis”. Al respecto Adrián dice: “Es que el slam no debe ser para ganar dinero; cuando voy a Portland, en Oregón, hay un grupo que se reúne una vez a la semana, llevan mucho tiempo haciendo eso sin esperar ganancia. A veces piden donaciones a la entrada, pero lo hacen para mantenerlo: para darle un premio al ganador o para alquilar el espacio”. *** A pesar de estos avatares, Adrián se ha mantenido firme con este tipo de poesía, poco difundida en Bogotá y que, aún tras la iniciativa de Xisco y Julie, ha logrado despegar. Xisco afirma: “No tuve mucha paciencia, lo que me faltó fue constancia”. La constancia que Adrián sí ha tenido. Aunque le duela, aunque le cueste. En mi mente quedó grabado el semblante radiante de María y sus palabras, a la salida del grupo de poesía: “Me siento sanada, volveré más seguido”. Es esa la razón por la que Adrián dispara las balas gratuitamente. Balas que no destruyen, impactan y, lejos de destrozar, sanan.

Xisco, quien introdujo el slam en Bogotá. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Arte

La ciudad vista con

el lente de la guerra Texto: Irene Littfack irelittfack@gmail.com Fotos: cortesía de la artista

Ciudades desoladas es un retrato de las poblaciones bombardeadas a lo largo de la historia. Esta obra de la joven artista bogotana María Jimena Herrera es un recordatorio de lo único que deja la guerra: muerte, soledad y desolación. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Una serie de cuadros blancos cuelga sobre la pared. Cada uno es una especie de caja recubierta por una pantalla borrosa que, si se ve desde cualquier ángulo que no sea el frontal, no permite ver lo que se encuentra adentro. Mirando de frente los cuadros, el espectador logra un hallazgo: dentro de ellos hay una maqueta de ciudad en tercera dimensión, pero vista desde la perspectiva aérea. Cada una de las cajas contiene una ciudad blanca, una ciudad fantasmal y borrosa que ha sido arrasada por la guerra. María Jimena Herrera se planteó un reto con el arte: hacer que las imágenes hablen de su tiempo, pero que perduren y permanezcan en la memoria de quien las ve para que se conviertan en parte de la historia. Desde los materiales de la obra hasta su más profundo significado, Ciudades desoladas es una prueba de ello.

Una sucesión de lugares fríos… Todas las maquetas están construidas con materiales que caracterizan nuestra época: desechos electrónicos y piezas internas de computadores. Las pantallas que recubren las ciudades como si fueran una especie de velo o de atmósfera sombría que deja la guerra, son filtros internos de computadores o televisores que ahora son basura. Pero más allá de la técnica, la obra es un retrato del mundo que habitamos y una mirada a la historia que, hasta el momento, no es muy diferente al presente; es un espejo de aquellas ciudades que han sido bombardeadas y destruidas; un recordatorio de lo que deja la guerra y que bastaría observar con tan solo un ejemplo: una sucesión de lugares fríos, vacíos. Un territorio desolado, una cartografía de muerte y soledad. Para María Jimena, todas las ciudades en guerra se ven iguales a pesar de la distancia entre

ellas o el momento de la historia en que fueron bombardeadas. Son solitarias, tristes y frías. La perspectiva aérea es la perspectiva de guerra porque las bombas más destructivas caen desde el cielo. La artista obliga al espectador a mirar desde el ángulo del bombardero, a ver las ciudades como maquetas en las que se desconoce la vida. Por eso, el filtro que recubre los cuadros juega varios roles en la obra: reflejar a quien mira, que podría ser quien bombardea; distorsionar la imagen de la ciudad para representar ese ambiente fantasmal en el que quedan las ciudades tras la guerra, y forzar

al espectador a verla únicamente desde una perspectiva que no es cotidiana y que lo obliga, por tanto, a reflexionar.

“Las imágenes de prensa o televisión sobre lo que sucede en el mundo no tienen recordación. Una masacre tapa la anterior y así se nos va olvidando o nos vamos acostumbrando a la tragedia, pero no queda en la memoria. Mi objetivo, como el de muchos otros artistas colombianos que admiro, es crear imágenes que queden en la cabeza, que no sean literales, sino objetos nuevos que perduren y hagan reflexionar”, dice María Jimena Herrera.

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El estudio de la artista, que es su propia casa, está repleto de hojas y flores secas, de piezas electrónicas, marcos de madera, óleos de todos los colores y libros de arte. Su perro, Odiseo, sale a saludarla con la misma emoción con la que ella lo recibe. El interés de María Jimena por resignificar materiales la llevó a explorar lo que desechan los humanos o la misma naturaleza, pero que conserva una gran riqueza pictórica o visual. Por eso, su casa está llena de tesoros que, para la mirada simple de cualquier transeúnte, son apenas desechos, pero que para ella constituyen su materia prima favorita. Sus obras surgen de un proceso de investigación que indaga técnicas y temas que reflejan la condición humana: la guerra, la soledad, la locura o el olvido.

Obra posplebiscito “Pablo Picasso dijo que no existe la inspiración, existe el trabajo, y ese fue un gran aporte al inicio de mi carrera”, afirma María Jimena y lo demuestra con los reconocimientos que ha acumulado a sus 25 años. Con Ciudades desoladas, la artista ha ganado dos premios internacionales (en Roma y Macedonia) y un galardón en Colombia. También ha expuesto sus obras en Nueva York, Milán y Bogotá. Pero tal vez uno de sus más grandes triunfos es el reconocimiento que le hizo un curador en Roma: “Necesitamos más artistas como tú. Artistas que se preocupen por lo que está pasando en el mundo”.

La artista es una mujer de 25 años, blanca como cada una de sus ciudades desoladas y tan delgada como una niña. Su estilo formal para vestir y su madurez artística es lo único que delata su verdadera edad. Sus manos y todos los movimientos que hace con ellas cuando habla, son delicados y precisos. Lleva un anillo dorado en el dedo anular que se destaca entre todo lo demás, como si así quisiera realzar su más poderosa arma. Sus ojos son del mismo color que su pelo castaño y miran fijamente con ternura y firmeza. Habla pausado y con las palabras precisas. Sonríe más de una vez por minuto y jamás deja de mover sus manos.

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Ciudades desoladas es, para María Jimena, la obra que une sus dos etapas artísticas. La primera fue aquella donde experimentó con distintos recursos pictóricos para crear objetos estéticos. La segunda nace del interés por construir memoria histórica a través del arte; una etapa que la artista asumió desde que los acuerdos de paz entre las FARC y el Gobierno nacional fueron rechazados en el plebiscito del 2 de octubre. Un interés que la llevó a iniciar su maestría en Construcción de Paz. Una motivación por hacer del arte un documento histórico, una imagen que perdure y que, a través de la apropiación que hace cada quien, contribuya a transformar o, como dice María Jimena, a recordar para nunca repetir.

Libros

Nada extraño

en apariencia Texto: Ángela María Agudelo Urrego agudelo.angela@javeriana.edu.co

Cada vida tiene una dosis de crisis y angustia. Crisis acompasada por el tic-tac del reloj y angustia que muta en la ciudad. Esa dosis, la de Jorge, sobrepasa el límite.

Declive Antonio García Ángel Penguin Random House, 2016

Declive, una novela urbana con toques de surrealismo, relata la vida de un joven bogotano que trabaja en un call center. Vive solo en un apartamento de Chapinero y hasta usa Transmilenio. Hasta ahí, normal. Normal hasta que a sus pies se les ocurre crecer más de lo debido. ¡Qué mal! ‘Pie Grande’ Jorge, era deforme por tener los pies enormes. Había perdido un zapato al subirse al articulado y trataba de buscar un reemplazo. Ahí ya había hecho clic. Jorge ahora me entendía: conseguir zapatos no era nada fácil. Encontrar calzado de mujer talla 39-40, bonito y sin tacón es algo poco menos que imposible, así como es casi inverosímil que Jorge comprara unos Reebok pirata en San Victorino y a los tres días ya perdieran la horma. Con un título en tipografía Impact, la portada anuncia al autor. Antonio García Ángel, escritor caleño, ha vivido en Bogotá más de la mitad de su vida. Por esto su novela es una muy buena representación de esta capital caracterizada por los vendedores ambulantes, las calles inundadas de casas y edificios, grafitis y el típico “no veo nada extraño. Vamos a hacerle unos exámenes a ver qué” (p. 42) de los médicos. Una buena representación, tanto así que ofrece hasta una miniguía de rutas de Transmilenio: que algún J sirve para llegar a Las Aguas, que el D20 para en la estación de la calle 26 y que en la de Mundo Aventura los bicitaxistas son como moscas amarillas.

“Quien padece la ciudad es el que la recorre en transporte público o a pie”, dijo el autor en una entrevista que publicó la revista Semana, haciendo referencia a esta obra, publicada en el 2016. Y sí que sus personajes padecen la

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ciudad. Trabajan y son esclavos del horario, ven como el F23 llega en ocho minutos y hacen cuentas para estirar el sueldo. El comunicador y literato sabe que uno de los recursos más útiles en la escritura es la evocación, y por esto las imágenes que trae de esa Bogotá gris en los días de lluvia, con olor a jugo de naranja recién hecho, y los sofás rellenos de las salas de espera son punto clave de su estilo. La hoja ahora no solo pesa por su gramaje, también lo hace por su contenido. García Ángel, también editor del programa Libro al Viento, a través de una estructura narrativa sencilla refleja lo efímero de las relaciones interpersonales, lo frágil de las familiares y lo volátil del aspecto personal. Soledad. Esa es una de las palabras que resumen esta historia con tono kafkiano que, mediante el lenguaje y la puntuación, usa o no el acelerador y cambia el ritmo de lectura. ¡Gracias, Antonio. Esta obra se sale del molde y de los límites geográficos de la conocida ciudad! Estos personajes saben lo que es la cerveza a $1.500, la “musiquita crossóver” y el sabor celestial de un perro caliente después —o antes— de la rumba, ojalá en Cuadra Picha, el sitio popular por excelencia, como debería saberlo cualquier bogotano promedio o cualquier habitante de la capital. Su obra no se dedica a crear imaginarios sobre una ciudad idealizada, sino a resaltar lo normal, eso que en otros libros ni se toca, eso que a simple vista no produce literatura. Eliminar del Facebook es el nuevo “no eres tú, soy yo” y no tener plan de datos en el celular es motivo de burla entre los amigos. Las líneas de las 129 páginas, si bien resumen la carrera de Jorge, son tan dinámicas como una buena conversación. Entre el “turno vampiro” del call center, l a salsa de los rumbeaderos y la paranoia, Jorgito, el enfermero hipocondríaco, lidia con los constantes reclamos de su papá, don Carlos. Quejas por el asilo, quejas por el olor a kumis de los otros ancianos y quejas por la soledad. Soledad, de nuevo.

Declive no deja de lado esos rasgos que han marcado el sello del autor a lo largo de sus

obras: el humor negro y aquel tono melancólico y existencialista de los siete relatos en Animales domésticos (2010), o la prisa del protagonista y la faceta cosmopolita de nuestra Bogotá de Su casa es mi casa (2008). En sí, su escritura está marcada por la sospecha y el hábito. García Ángel logra narrar esa zozobra que produce lo cotidiano y, de manera inesperada, le halla a lo común una faceta única. ¿Cómo no destacar una escritura que perfila la vida de un oficinista como algo interesante? Si en Su casa es mi casa (2008), en algunas ocasiones la música —aprovecho para aplaudir la buena selección de artistas y canciones— hablaba por Martín Garrido, Jorge se encuentra en la televisión y las películas del Fear Channel que alcanza a ver en sus recesos laborales. Las historias de la caja mágica, que a simple vista no tienen relación, exploran de otra manera a ese protagonista y se ajustan perfectamente a lo narrado en esos renglones. El epígrafe es todo un acierto. El caleño recurre a Cotidiano, un poema de Rómulo Bustos, escritor nacido en el caribe colombiano, para contextualizar y, sobre todo, para darle a la historia una atmósfera de incertidumbre:

Como sucede con los cuadros que cuelgan en las paredes cada mañana sorprendes una leve inclinación de tu adentro Cada mañana crees corregir este desnivel Pero entre la primera posición y la segunda Queda siempre un residuo Una brizna de polvo que se acumula Sobre esta oscura aritmética se edifica tu alma. Es esa misma inclinación del adentro, el desnivel que desea corregirse y ese residuo siempre existente el que abre las puertas a la trama de Declive, la de un joven bogotano cuyo conflicto inicia con una deformidad y termina con el ataque de una plaga. García Ángel es talentoso. Confunde al lector hasta el punto de cuestionarse si ha conocido a algún Jorge o, incluso, si él mismo puede llegar a serlo.

Libros

Sobre la gente

mal educada Texto: Angie Stephania Benavides Castro angie.benavides@javeriana.edu.co

Gestos de mala educación es una novela gráfica, ganadora de la Beca de Cómic del Programa Distrital de Estímulos 2016, que narra la desaparición de dos colegios públicos de Bogotá, en parte por corrupción, en parte por desidia. Gestos de mala educación Texto de Raúl Piamonte Ilustraciones de Santiago Guevara Fundación Gilberto Alzate Avendaño 2016, 84 páginas

El centro no es un lugar simple. Su figura se asemeja a la de un gigante: imponente, se echa a andar con paso firme; cambiante, se muestra a cada ciudadano de una forma distinta; irreverente, un desfile de rutina y extravagancias. Sin embargo, en estas páginas el gigante disminuye la fuerza de su andar, acalla sus pasos, se hace pequeño hasta convertirse en un manojo de vulnerabilidad. ¿Qué pasó con el centro? Se llenó de gente mal educada. Aquí

la mala educación trasciende, no atañe a pequeños hábitos que dificultaron la convivencia, sino a acciones que arrasaron con dos colegios en el centro de la ciudad. A través del texto de Raúl Piamonte y las ilustraciones de Santiago Guevara, el lector es transportado al antiguo centro y luego a los colegios; todo en orden cronológico, dividido en tres partes: “Había una ciudad donde todo estaba cerca”, a manera de preámbulo; “El martirio de Santa Inés”, donde narra la desaparición del Colegio Santa Inés; “Y del Panamericano, ni el aviso”, que aterriza en el presente del Colegio Panamericano. A las 6 de la tarde del 27 de febrero, en el Colegio Panamericano, sobre la calle 26, tiene lugar la presentación de este libro. Quienes toman asiento en las primeras filas son parte del barrio: de la junta comunal o egresados. Cada uno ayudó con la construcción de la novela que, como comenta Raúl, “no es la verdad, sino una parte de ella, la que logramos reconstruir”. Luego llegan los alumnos de la jornada nocturna: los chicos que fundamentan la historia porque son el presente, a los

Raúl Piamonte y Santiago Guevara.

que atañe lo que sucedió. Cuando participa un egresado de aspecto cuidado —camisa blanca, sombrero, pantalón y chaqueta negra—, queda evidenciado el punto de Raúl ante su contundente afirmación: “Esta es una historia que es de todos”. Así lo que se despliega en el libro es un sinfín de historias entrelazadas que se organizan para denunciar un viejo problema.

En el 2016, las autoridades realizaron una inspección de rutina a la infraestructura del Colegio Santa Inés, fundado en 1925. Solo así descubrieron que la última estela de ruido que recorrió aquellos pasillos fue del 2010. En la actualidad, del colegio solo queda la fachada: los ladrillos habanos que Mockus decidió conservar al considerarlos patrimonio arquitectónico y que hoy están anexionados a Medicina Legal. Pasaron seis años para que el Ministerio de Educación se pudiera enterar de la desaparición de este colegio. El olvido es feroz en este país, en el que se puede cometer un crimen a plena luz del sol, dejar el cuerpo en la superficie y que el cadáver solo sea encontrado seis años después. A esto llama Raúl un gesto de mala educación y son este tipo de gestos a los que planta denuncia a través de su narración; la historia del Santa Inés es solo un punto de referencia para los cambios que se gestaron en el centro de la ciudad y de los que hoy no se tiene conocimiento. Aquí hay una primera hazaña: palabras e ilustraciones articuladas para convertirse en una vacuna contra el olvido. El Colegio Panamericano, antes la escuela Bavaria, es la víctima que logró conservar su vida y que decidió contar su historia de lucha. En el 2008, cuando se concedió a los Nule el contrato para la troncal de Transmilenio de la calle 26, los estudiantes del Colegio Panamericano fueron trasladados al Camilo Torres y recibieron clases allí, temporalmente.

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Transcurrieron varios años y varias hazañas: se descubrió el negociado de los Nule, el colegio fue cerrado para revisión y pretendieron tomar sus instalaciones y construir apartamentos. Se investigó sobre la cesión del colegio (cesión 2.330 de mayo de 1954) y se descubrió el salvavidas del plantel: tenía destino exclusivo para educación pública. Sin embargo, solo hasta que la personera protestó (cubriéndose con cadenas) y su protesta se volvió mediática, la Secretaría de Educación, en 2013, readecuó la sede.

lleve a amar y resistir”. La tercera hazaña: el arte como herramienta.

Esclarecedora resulta la postura de Santiago, que en la charla comentó cómo unió retazos del pasado a través del conocimiento de Raúl. Una historia de la que él no fue partícipe, pero que lo interpela como ciudadano y, más allá, como ser humano. Aquí una segunda hazaña: la historia convertida en narración.

Con Santiago, el lector viaja por la Bogotá de antaño y la contemporánea, sus ilustraciones no necesitan del color para hablar, cada trazo obedece al momento; detallados y fluidos en las escenas del pasado; fragmentados en el presente. De esta forma, los elementos gráficos se vuelven un personaje más en la novela gráfica. Así lo demuestra también la elección tipográfica: letras con serifas y en cursiva para el pasado y redondas y a palo seco para el presente.

La historia que Raúl tiene en su cabeza, Santiago la reconstruye con un lápiz HB que le sirve para delinear la silueta de aquella ciudad que él considera “fría y resquebrajada”. El uso del lápiz no es una elección al azar, él enfatiza la versatilidad de este elemento y su potencialidad creadora: si las palabras se escapan, unos trazos también pueden hablar, y eso es lo que desea para los estudiantes del Panamericano, que se atrevan si tienen una historia que “quieren y necesita ser contada”. Lo deja por escrito cuando firma un libro: “Que el arte nos

Los trazos que va dejando Santiago sobre el papel son fieles a la historia. Detrás de cada ilustración se esconde una revisión exhaustiva de archivo histórico: recreaciones de fotos icónicas de fotógrafos como Saúl Orduz y Gumersindo Cuéllar, hasta ilustraciones hechas a partir de planos de la película Rhapsody en Bogotá (1963), uno de los primeros filmes no comerciales en color.

Varias hazañas han sido expuestas aquí; hazañas que terminan por convertir a esta novela gráfica en una heroína. En mi mente aún permanece el eco de una de las asistentes a la presentación del libro, una mujer bajita y delgada que afirma que proyectos como este “dan valor a la escuela y a la comunidad porque la educación es la base del ser humano”.

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Humor / Juan David Olmos La revocatoria de PeĂąalosa

Metro bajo tierra

"" Fotoensayo Rebeca de noche Foto: Paula Ruiz