Oficios 3
ESCRITOR, PELUQUERO Y
MENTIROSO J. J. Muñoz publicó el año pasado su primera novela, Lo que le diga es mentira, y con ella nos ofreció a los lectores una historia intensa, acompañada de una voz fresca y mucho sentido del humor. Conversamos con este escritor que en su vida ha sido de todo: recogebolas, vendedor de empanadas, peluquero y profesor. Y quien hoy, con su trabajo, se ha convertido en una muy buena noticia para la literatura nacional. Julian Isaza isazajulian@javeriana.edu.co Fotos: Archivo particular
Se llama Jhon Jairo, pero dice que para su fortuna nadie lo llama así, sino que es conocido por sus iniciales: J. J. Nació en 1976 en Soacha, en medio de una familia caleña. Y su vida parece tan intensa como sus ficciones: fue recogebolas de tenis, ayudante de jardinero, mensajero en bicicleta, vendedor de empanadas y de chance y, a los 20 años, se convirtió en peluquero y, más adelante, estudió para ser pedagogo. Sin embargo, la literatura lo atrajo desde muy joven, por lo que se inscribió en varios talleres literarios del Distrito y terminó publicando uno de sus cuentos en una antología, lo que le dio el impulso para dedicarse con más fuerza a la literatura. Con el tiempo ha publicado varios de sus cuentos en distintas colecciones y algunas crónicas en revistas. Con la llegada de la pandemia creó un pódcast llamado Los Relatos Ñeros, en el que a través de breves sketches retrata la vida cotidiana y a veces sórdida de los barrios populares en los que él creció. Sin embargo, fue en el 2017 cuando J. J. decidió escribir Lo que le diga es mentira, una novela violenta, divertida, excesiva e intensa, en la que a través de dos personajes —Camacho y Loredana— va armando una historia que rebosa de calle, de punk, de muerte y de un sentido del humor bastante oscuro. Por eso, la escritora Melba Escobar escribe en la contraportada que “sumergirse en esta novela es como hundirse en una pelea callejera hasta quedar sin aliento”. Y la también escritora Margarita Posada comenta en Twitter que J. J. “es como un Andrés Caicedo (pero más cutre) o como un Guy Ritchie latino, diría yo”. Estas poco más de 100 páginas transcurren con la velocidad y potencia de un recto a la mandíbula, en una historia feroz en la que los personajes no solo viven en una Bogotá cargada de sordidez, sino que además son muy poco confiables, porque, ya se sabe, aquí lo que le diga es mentira.