Fraternidad
Diciembre 2022-Vol. 26 año 5
“La vocación que nació en cada uno de nosotros con el sacramento del bautismo nos une y nos pone en camino”
Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá
Apreciado lector:
Le invitamos a compartir sus opiniones, comentarios, aportes sobre este producto comunicativo arquidiocesano, a través del correo: fraternidad@arquibogota.org.co
CONTENIDO
Editorial 2
Notas arquidiocesanas
La juventud de la Arquidiócesis de Bogotá se hizo sentir 3
Sembratón Arquidiocesana 6
Fraternidad
Tel.: (+57) 601350 55 11 Ext.: 1096 Revista de la O�cina Arquidiocesana de Comunicaciones
Año 5 No. 26 Issn: 2619-6352 Con autorización del arzobispo de Bogotá
DIRECTOR Monseñor Rafael De Brigard Merchán Correo electrónico: comunicaciones@arquibogota.org.co
EDICIÓN Y FOTOGRAFÍA O�cina Arquidiocesana de Comunicaciones Colaboradores: Diana Álvarez, Doris Hernández y Nicolás Ruiz DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Juanita Isaza juanaisaza@gmail.com
PUBLICIDAD Y CONTRAPORTADA
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IMPRESIÓN
Printer Colombiana Distribución gratuita
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Derechos reservados de la O�cina Arquidiocesana de Comunicaciones
Bendición del Centro Pastoral para el Cuidado de la Dignidad Humana ‘San Gabriel’ 9
“El diaconado permanente es rostro de acogida, son manos tendidas” 24
‘Casa Papa Francisco’ amplía sus servicios 33
Maratón ¡Porque la fe es acción! ¡Gracias por su generosidad! 49
Cuarta promoción de la Escuela de Animadores de la Evangelización 50
Columnistas
Avivar la profecía Pbro. Tadeo Albarracín 8
La fórmula de la evangelización Pbro. Jesús Arroyave Restrepo 48
Arte y cultura Mirador del Arte y las Letras en Monserrate 43
Publicaciones
Libros y revistas 44
En imágenes 46
Desde la Cancillería 51
Asamblea Arquidiocesana
Detrás del pastor
Jubileos
Conversaciones
Monseñor Luis José Rueda "Gracias por el compromiso, es tiempo de levantarnos y continuar caminando juntos"
Obispos auxiliares
Parroquias
Parroquia San Cristóbal, una comunidad participativa, solidaria y en comunión
Nuestros hermanos mayores
Beatificación
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
- 1
¡Caminemos
¡Levántate!,
juntos!
Una Iglesia en misión, que acompaña a su comunidad
Júbilo
sacerdotales 2022 Queridos sacerdotes, gracias por su Sí permanente Seminario Mayor
ante ordenación diaconal
Monseñor Fabio Suescún, padre José Ricardo Gómez y monseñor Octavio Ruiz
testimonio
humildad
Beata María Berenice,
de
y caridad
Balance y proyección
42 4 34 7 10 29 32 20 26
Una iglesia en movimiento
Al terminar el año 2022, no hay la menor duda de que la sensación preponderante en la Arquidiócesis de Bogotá es que hay mucho movimiento dentro de ella. Con fuerza ha entrado en el cuerpo de esta iglesia local el espíritu sinodal, promovido vivamente por el Papa Francisco. Y desde el arzobispo Rueda Aparicio, junto con sus obispos auxiliares, se han abierto plenamente las puertas para que la Arquidiócesis no se quede sin este espíritu del tiempo que, según el mismo Pontífice, es el que Dios quiere para su Iglesia hoy. Espíritu sinodal que ha recordado a todos los miembros de la Iglesia que somos un pueblo en camino y que juntos se hace el camino.
A la vez que es un despertar conciencias adormiladas, es también una propuesta para que la suerte de la Iglesia logre comprometer a todos los bautizados y que en ella nadie se sienta simple espectador y asuma más bien un papel vivo y luminoso.
Para el clero, obispos, sacerdotes y diáconos, el movimiento que se siente hoy en la Arquidiócesis de Bogotá debe ser, por una parte, un aliciente en la misión y, por otra, un llamado para ejercer la misión de un nuevo modo, quizás colegial y muy participativo en cuanto a las comunidades se refiere. En todas las conversaciones internas del clero hoy en día se escucha decir que la misión tiende a ser cada vez más compleja, que los sacerdotes escasean para tantas tareas, que hay lugares y comunidades locales en las cuales no siempre es posible o fácil entrar para llevar el anuncio del Evangelio de Jesucristo. Estas y otras razones han de ser el mejor motivo para que los sacerdotes se abran cada vez más a modelos de pastoreo participativo que, no solo les aliviarán la tarea, sino que con toda seguridad favorecerán una mayor extensión del anuncio del Evangelio. Pero la clave estará en que obispos y sacerdotes vayan asimilando una forma de realizar la misión en la cual la participación de los laicos no se puede ni se debe marginar. Es la Iglesia de todos y en la cual todos pueden y deben hacer algo.
Por fortuna, desde ya algún tiempo, las estructuras parroquiales contemplan la ingerencia grande de los laicos para trabajar armónicamente con los párrocos y demás sacerdotes. Existen comités que deben participar de la labor misionera y de la tarea administrativa de las parroquias. Si un párroco se niega hoy en día a involucrar a los laicos en la tarea directiva de su parroquia podrá experimentar que, de alguna manera, se está quedando del Sínodo; se está quedando del modo como funciona hoy la sociedad, en la cual todos quieren ser partícipes de lo que hace parte de sus vidas, y la Iglesia y la fe son parte muy importante de la existencia de muchísimas personas. El modelo absolutamente reservado, privado, casi que a escondidas de la dirección de las parroquias no tiene sentido hoy y tampoco es recomendable. Y la verdad es que, en los casos de parroquias de puertas abiertas para planear y realizar su misión evangelizadora y el manejo de sus bienes, recursos materiales y económicos con el concurso de los laicos, los resultados tienden a ser esperanzadores. Recientemente la Arquidiócesis de Bogotá realizó unas asambleas vicariales y una asamblea arquidiocesana en la Catedral, la participación de la gran mayoría del clero y de cientos de laicos es muy esperanzadora. Se comienza a sentir un nuevo aire que lleva a la práctica el ideal de caminar juntos. Y esto debe llevar a pensar y reflexionar todos juntos, a tomar decisiones juntos, a realizar propuestas entre todos para acertar cada vez más en la misión. Estas asambleas han tenido un tono de participación y de alegría muy notables y dejan ver que en la mayoría de parroquias los sacerdotes, junto con los diáconos y catequistas, no dejan de ser muy activos y comprometidos en todo sentido. De lo que se trata ahora es de convertir esto en el modo nuevo de ser Iglesia y que viene siendo la respuesta desde el Espíritu Santo para seguir haciendo la misión en una ciudad tan compleja como Bogotá y los municipios de oriente.
Finalmente, no sobra recordar que en todos estos vientos de cambio suelen incubarse también resistencias, y es natural que así sea. Solo un gran sentido de Iglesia, de amor a ella y de amor al pueblo de Dios, así como un profundo acto de fe que ve a Dios actuando en la historia, permitirá la renovación de este cuerpo místico que peregrina en Bogotá. Es hora, entonces, de grandeza de fe y de sentido apostólico, hora de gran libertad para dar los pasos nuevos en compañía de otras personas que quieren sentir el paso de Dios por su vida y la de las comunidades. Es, entonces, la hora de un gran acto de comunión que, por lo demás, debe reanimar todo el tejido eclesial, lo mismo que el ministerio de los obispos, los sacerdotes y los diáconos. El espíritu del tiempo en el hoy de la Iglesia y de la Arquidiócesis de Bogotá está invitando, no a la dispersión ni al heroísmo aislado, sino a una gran reunión de fuerzas para que Jesús sea anunciado, conocido y amado por todos.
Monseñor Rafael De Brigard Merchán Director
Editorial
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La juventud de la Arquidiócesis de Bogotá se hizo sentir
En el marco de la Semana Vocacional Arquidiocesana, que finalizó el domingo 23 de octubre con una jornada por vicarías, cientos de jóvenes se dieron cita, el sábado 22, en el centro de la ciudad para compartir la alegría de una fe joven, misionera y en salida.
Música de alabanza, reflexiones apoyadas en representaciones teatrales, momentos de oración con el rezo del santo Rosario y compartir fraterno, hicieron parte del encuentro, que inició en la tradicional parroquia Nuestra Señora de las Nieves; tuvo su segunda estación en la parroquia de La Veracruz, sobre la carrera séptima con calle 16; y finalizó en la Catedral Primada de Colombia, con un momento de encuentro, música, acercamiento al sacramento de la reconciliación, testimonio vocacional del joven español cantautor y compositor de rap católico Guillermo Esteban, conocido como Grilex; y la celebración de la santa misa, presidida por monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá.
El encuentro contó con la participación del equipo intercongregacional, religiosos y religiosas que desde sus distintos carismas animan el trabajo con los jóvenes y la promoción vocacional; la coordinación de Puente J y de Pastoral Vocacional. También, se unieron los sacerdotes que acompañan las parroquias que acogieron este día a los jóvenes, el ministerio musical Zinahí, centros y servicios de la vicaría de la evangelización.
“Ha sido una tarde de bendición, de música, de unidad ¡Es la alegría de la juventud que quiere seguir a Cristo!”, manifestó el padre Andrés Pérez, coordinador de Puente J-Pastoral Juvenil en esta Arquidiócesis.
El sacerdote agregó que esta es la semilla que se viene sembrando en el corazón de los jóvenes, de la que se esperan grandes frutos. También, destacó la participación en la semana vocacional: “Tuvimos una caminata con 150 jóvenes universitarios el lunes festivo; durante la semana se visitaron colegios en todas las vicarías. Hacemos eso: sembrar la semilla y ya recogeremos los frutos (...) A los jóvenes les digo con convencimiento pleno: ¡Vale la pena seguir Cristo!”.
Notas Arquidiocesanas
Por la tradicional cra. 7, cantando y alabando a Dios.
Finalmente, monseñor Luis Manuel invitó a los jóvenes a reconocer que “el Señor, a lo largo de la vida, nos llama a cada uno de nosotros (…) y anima a no renunciar a lo que se lleva en el corazón”.
“Nunca la oración es desatendida, no dejen de orar insistentemente, Él siempre nos atiende. También, nos invita a orar por nuestros hermanos”, concluyó.
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
galería de fotos y video en: Arquidiocesis de Bogotá Oficial @Arquidiocesisbo Grilex comparte su testimonio de fe
Encuentre
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¡Caminemos
Asamblea Arquidiocesana 2022
Cerca de 2 mil animadores de la evangelización, entre laicos, sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos permanentes y seminaristas, participaron en la Asamblea Arquidiocesana, encuentro de gratitud y proyección pastoral, realizado el 26 de noviembre, en la Catedral Primada de Bogotá.
“La vocación que nació en cada uno de nosotros con el sacramento del bautismo nos une y nos pone en camino”, precisó monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, en desarrollo de la jornada dividida en dos momentos centrales: el primero, acogida, animación y entrega simbólica de las decisiones que marcarán el itinerario pastoral y evangelizador en los próximos años. El segundo, celebración eucarística, anuncio y envío.
El lema ¡Levántate, caminemos juntos!, que acompaña esta propuesta pastoral, es expresión de la voz de Dios discernida y escuchada en estos meses, que se ha sintetizado en el llamado a salir y movilizarse para reconocer su presencia misericordiosa en cada rincón de la ciudad-región.
En esta línea, durante la celebración eucarística, monseñor Luis José animó a vivir tres expresiones que dinamizan la vivencia de la fe a nivel personal, familiar y eclesial: colaborar, proclamar y dar fruto, siempre desde la oración y el discernimiento de los signos de los tiempos, que orientan el transitar hacia una Iglesia en comunión, participación y misión.
Todos con las sandalias puestas, queriendo caminar juntos.
Fraternidad - diciembre 2022
Juntos!
Asambleas vicariales
Como preparación para la Asamblea, el 19 de noviembre, en las 8 vicarias episcopales territoriales, bajo un espíritu sinodal, se conocieron las cuatro grandes decisiones, favoreciendo su profundización y apropiación a nivel parroquial.
Énfasis identificados: cultivar la espiritualidad sinodal; formar a los miembros del pueblo de Dios como discípulos misioneros y ciudadanos; contribuir al desarrollo humano integral; y salir al encuentro de niños, adolescentes y jóvenes.
SAN JOSÉ
SANTA ISABEL DE HUNGRÍA
SAN PEDRO
PADRE MISERICORDIOSO
ESPIRITU SANTO
CRISTO SACERDOTE
SAN PABLO
INMACULADA CONCEPCIÓN
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Notas Arquidiocesanas
S e mbratónA d i o c e nas
“¡Es el momento!, el planeta clama, los pobres claman, y nosotros como Iglesia queremos unir fe y obras concretas de amor a la Casa Común”, agregó el prelado.
Sobre la identificación de los territorios para la siembra, monseñor Ricardo Pulido, vicario episcopal para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, explicó que “se trata de lugares donde se necesita la reforestación, algunos de ellos por restitución”. También, la disponibilidad de los recursos orientó la priorización de las zonas.
Durante septiembre y octubre 2022, la Arquidiócesis de Bogotá lideró esta iniciativa en beneficio del cuidado de la Casa Común. Durante la jornada se plantaron 4.700 árboles nativos, en distintas zonas de la ciudad y municipios de Cundinamarca.
Jóvenes, niños y adultos de las localidades de la ciudad y de municipios aledaños, animados por su párroco y por la Coordinación Arquidiocesana para el Cuidado de la Creación, se unieron a la Sembratón, que permitió apoyar la recuperación de zonas con necesidad de reforestación.
La iniciativa buscó “hacer una pedagogía de amor por la Casa Común, a la luz del mensaje del papa Francisco en la Carta Encíclica Laudato si’ y el mensaje pontificio que permanentemente nos ha dado para que todas las generaciones de nuestra Arquidiócesis, de la Iglesia que peregrina en Colombia, nos comprometamos con el cuidado de la creación”, afirmó monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado colombiano, en desarrollo de la siembra adelantada en el predio Fiscala, en etapa de cierre minero y recuperación morfológica.
En este sentido, agradeció el compromiso de las comunidades parroquiales, de los sacerdotes, de las instituciones educativas, administraciones municipales y de la comunidad en general que ha apoyado esta propuesta de reconciliación con la Casa Común.
“Los recursos con los que compramos los árboles fueron recogidos en las parroquias, en los colegios, en la universidad de la Arquidiócesis; la gente ha sido generosa, se ha dado la posibilidad de ser sensible frente a esto. Nosotros como Arquidiócesis hemos motivado, pero la gente: los niños; los adultos, hombres y mujeres; los ancianos, han dado su aporte para esta siembra”.
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Zonas impactadas
Fruto de esta jornada, que tuvo como lema: “sembremos una semilla de amor y esperanza”, se logró la plantación de 1500 árboles en Chía; 300 árboles en Usme; 250 árboles al pie de la Virgen de Guadalupe, en el Seminario Redemptoris Mater de Bogotá; 650 árboles en Cáqueza; 500 árboles en Choachí; 150 árboles en el Hospital San Carlos.
Dentro de las especies plantadas, de acuerdo a las características de cada territorio, se encuentran: Alcaparro, Arboloco, Nogal, Pino Romerón, Duraznillo, Mano de Oso, Mangle Tierra Fría, Cajeto, Sietecueros, Eugenias, Laurel de cera.
Una iglesia en misión, que acompaña a su comunidad
En el sector de Alfonso López de la localidad de Usme, al sur de Bogotá, la Arquidiócesis de Bogotá, a través del Servicio para el Desarrollo Humano Integral, celebró, el domingo 13 de noviembre, la VI Jornada Mundial de los Pobres, establecida por el papa Francisco en el 2016.
Habitantes vulnerables de los sectores de El Refugio y La Esmeralda cumplieron la cita a primeras horas de la mañana, en la parroquia San Marcelino Champagnat. El inclemente clima de las últimas semanas y las largas distancias no disminuyeron el deseo de compartir con su arzobispo, monseñor Luis José Rueda Aparicio, en esta jornada de solidaridad.
Ha sido una experiencia muy bonita, compartiendo la eucaristía; encontrándonos en el desayuno; y, ayudados por el Banco de Alimentos, llenando de alegría a estos hermanos y hermanas. Es una bendición para todos (…) El Papa nos dice que es importante hacer signos concretos de fraternidad y eso estamos haciendo aquí”, indicó monseñor Luis José.
Cuatrocientas personas participaron en el encuentro, que finalizó con la entrega de 200 mercados.
Detrás
del pastor
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Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
Avivar la profecía
Son varias las reflexiones sobre el cambio de época, sus causas y manifestaciones y la proyección sobre la manera como este cambio va modificando la concepción que las personas tienen sobre la propia existencia y su entorno. Hemos escuchado muchas veces que la embarcación que traía segura a la humanidad ha hecho agua; en este naufragio buscamos asirnos a cualquier resto aun significativo del antiguo maderamen. Nuestros obispos y vicarios episcopales cuidan al presbiterio buscando robustecer la esperanza.
Nuevos escenarios e inéditas situaciones han estimulado la profecía en la historia del cristianismo. Ya en comunidades de la segunda generación de discípulos que comenzaban a seguir el camino de Jesús se fue dando el caso de algunos que habiendo enfriado el fervor contemporizan con el ambiente; para ellos la carta a los Hebreos llama la atención sobre la indolencia (Heb 6, 12), la mediocridad (6, 4-6), la negligencia (6, 11-12), la ausencia a las reuniones (10, 25); pero sobre todo deja ver el esfuerzo por ayudar a comprender que la fidelidad de Dios no depende de la liturgia del templo de Jerusalén ni del oficio del sumo sacerdote. En este contexto de cambio, el autor de la carta nos descubre que, por el sacrificio de Cristo, Dios nos capacita para hacer la ofrenda de la propia vida.
Siglos después, el ambiente cultural de la modernidad fundada en el racionalismo impulsó a los teólogos a asentar sus trabajos en la filosofía perenne de Santo Tomás para responder al ambiente de duda y sospecha sobre el más allá. Simultáneamente las descalificaciones de los reformadores llevaron a que pastores y catequistas encontraran y propusieran la eficacia sacramental como prenda segura de la vida eterna y elemento definidor del catolicismo.
El panorama de la civilización en nuestros días puede ser reconocido como el tiempo del silencio de Dios y precisamente por ello son también los días en que esperamos el florecimiento de profetas que nos ayuden a reconocer el camino por el que el hombre de ‘la era de los posts’ -como escribe Leonardo Cárdenas en la revista ‘Faro’- se familiarice con la fidelidad al Evangelio. Nuestro ministerio ha estado centrado en lo litúrgico, desde el medioevo se nos definió a los presbíteros como los ‘hombres del altar’ y la respuesta a la crisis del protestantismo nos resignificó como los que confieren la gracia mediante la eficacia de los ritos sacramentales. Los días del confinamiento
han dejado en evidencia un desafecto de muchas personas por lo sagrado. La sociedad del bienestar y la información llevan a muchos a no sentir la necesidad de salvación.
El profeta mira a su alrededor y valora los signos de los tiempos, sin embargo, su verdadero ministerio consiste en descubrir el horizonte de esperanza. Los signos de los tiempos son aquellos vestigios del Reino adentrándose en nuestra historia, alegran e ilusionan el caminar, pero no son el horizonte. La generosidad de muchos hermanos, la asistencia a través de obras sociales, un mínimo número de formandos en el Seminario son signos del Reino transformando la vida de los creyentes y al mismo tiempo nos llevan a tomar conciencia de lo que aún nos falta para tener una sociedad equitativa y más acorde con el espíritu de las Bienaventuranzas.
Quizá una humana complacencia en las celebraciones multitudinarias y la consideración de la liturgia como un fin nos hizo olvidar que el horizonte de la vida cristiana está más allá. Un elemento que no aparece como debiera en nuestras homilías y propuestas pastorales es precisamente la trascendencia de la fe cristiana.
El renovado concepto de revelación que propone el Concilio Vaticano II nos lleva a reconocer la historia personal y comunitaria como el lugar en donde Dios se revela justificando al ser humano, es decir, haciéndolo justo. La justicia de Dios es la santidad, la plenitud de la caridad.
Podemos entender los relatos de los evangelios como secuencias de escenas en las que el Maestro se acerca a las personas en su situación concreta de lejanía, de enfermedad, de marginalidad… y en estos encuentros enciende el amor de Dios en cada una de estas personas. Solemos insistir en estos casos en el milagro, pero hay algo más hondo que curaciones. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene la capacidad de acoger el amor de Dios y cuando esta realidad del amor de Dios se enciende lo primero que se ilumina es la dignidad de la persona.
Quien era señalado como pecador, al ser iluminado por la gracia descubre su dignidad de ser humano, y cuando este alumbramiento es auténtico, esta persona reconocerá que en su proceder tiene que cambiar porque posiblemente la luz del Evangelio lo hará reconocer que hay muchas cosas que denigran de su dignidad
El profeta mira a su alrededor y valora los signos de los tiempos, sin embargo, su verdadero ministerio consiste en descubrir el horizonte de esperanza
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Tadeo Albarracín ■ Presbítero ■ Doctor en Liturgia
Bendición
del Centro Pastoral para el Cuidado de la Dignidad Humana ‘San Gabriel’
Esta obra hace parte de la red arquidiocesana para el cuidado de la dignidad humana.
Ante la herida humana, social, familiar y personal, que representa las adicciones, la Arquidiócesis de Bogotá en alianza con instituciones y organizaciones lideradas por comunidades religiosas y laicos comprometidos con la vivencia del Evangelio, presentó la red para el cuidado de la dignidad humana, a la que pertenece el Centro Pastoral San Gabriel.
La bendición del Centro Pastoral, liderado por la Coordinación del Cuidado de la Dignidad Humana, se llevó a cabo el 11 de noviembre, con una ceremonia presidida por monseñor Ricardo Pulido, vicario episcopal para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
“Estamos pidiendo a Dios su presencia para que esta obra sea signo constante de su misericordia; de su amor; del buen samaritano, que está listo con un corazón sensible a ayudar a sus hermanos más necesitado, sin discriminación”, señaló monseñor pulido durante el evento.
A su turno, el padre Jorge Eliécer Arias Toro, director de la Fundación Domus Colombia y animador de la Coordinación Arquidiocesana del Cuidado de la Dignidad Humana, señaló que hacen parte de esta red: la Fundación Madre Janer – Casa de la Misericordia, que trabaja con recuperación y rescate de jóvenes en situación de calle; el Modelo Terapéutico Vicentino, con la hermana Nohemy Sánchez, quienes trabajan Pastoral de Calle y Modelo Terapéutico para quienes toman la decisión de recuperarse; Fundación Domus Colombia, que maneja internación, ambulatorio y acompaña el Centro de Resocialización San Gabriel, de la Arquidiócesis de Bogotá.
Esta red por la dignidad humana surge en 2017, con un proceso adelantado con las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel, quienes tienen experiencia en el acompañamiento a personas en consumo problemático y en prevención de las adicciones; y con la organización internacional de fieles ‘Fazenda de la Esperanza’, que posee varios lugares dispuestos para la rehabilitación de las personas en adicciones.
Esta alianza inicial sentó los primeros pasos para la construcción del Centro Pastoral de la Dignidad Humana en Adicciones. En ese momento se convocaron algunos voluntarios de las parroquias, quienes se formaron en herramientas y técnicas (escucha) para la atención y acompañamiento a las personas con adicciones; a ellos se sumaron distintos profesionales en áreas de salud, trabajo social, entre otras. Además, se crearon los grupos ‘Caminar en la Esperanza’, donde se acompañan personas y familias que se encuentran dentro del flagelo de las adicciones.
A partir del 2022, se propuso el proyecto del Centro Pastoral para el Cuidado de la Dignidad Humana ‘San Gabriel’, que corresponde a la tercera etapa centrada en inserción socio-laboral.
Proceso de acompañamiento
Etapa uno: Acercamiento, sensibilización de las personas frente a su enfermedad. Identificación de disposición para seguir el proceso terapéutico de curación desde un enfoque de fe. En esta fase se cuenta con el apoyo de la Casa de la Misericordia; del Centro Ambulatorio ubicado en el Centro Pastoral para el Cuidado de la Dignidad Humana en Adicciones ‘San Gabriel’, en el barrio Puente Aranda; y de la Fundación Domus Colombia.
Etapa dos: Internación. Es una fase de identificación, autodescubrimiento, control de síntomas de abstinencia, terapia ocupacional, consolidación y control de recaídas, proyecto de vida. Se desarrolla con el apoyo de la Fundación Domus Colombia, en Silvania o Nobsa. Etapa tres. Vinculación al Centro Pastoral para el Cuidado de la Dignidad Humana ‘San Gabriel’, apoyo en su reinserción socio-laboral y fortalecimiento de la red de apoyo.
Etapa cuatro. Seguimiento y verificación. Consiste en un acompañamiento realizado de la mano de las diferentes organizaciones asociadas al proceso. Algunas personas que han caminado hacia su recuperación y reinserción social permanecen un tiempo como voluntarios en la obra.
Notas Arquidiocesanas
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
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Jubileos sacerdotales 2022
Queridos sacerdotes, gracias por su Sí permanente
En el contexto de la Fiesta de Santa Isabel de Hungría, testimonio de servicio, de caridad, y patrona de la Arquidiócesis de Bogotá, en solemne eucaristía en la Catedral Primada de Bogotá, el 17 de noviembre, se celebró el jubileo de los presbíteros que han servido al Evangelio y a sus comunidades durante 25, 50 y 60 años.
Gratitud ante su vida y ministerio, ante su compromiso y Sí generoso, marcó la celebración presidida por monseñor Luis José Rueda arzobispo de Bogotá, y concelebrada por el cardenal Rubén Salazar, por los obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Bogotá, por el Consejo Episcopal, el presbiterio arquidiocesano, y obispos del país.
“En el ambiente de la historia doméstica inició esta historia de salvación, por eso oramos por las familias de estos sacerdotes; por los laicos, sacerdotes, obispos, que han acompañado este caminar sacerdotal”, afirmó monseñor Rueda, durante la santa misa en la que, también, se dio gracias a Dios por los sacerdotes incardinados durante el año, y se pidió a Dios Padre, suscite muchas más vocaciones.
Sacerdotes Jubilares
60 años
Monseñor Héctor Gutiérrez Pabón
Monseñor Mauro Serrano Díaz
Padre Saúl Bonilla Bonilla Padre Jaime Eduardo Gutiérrez Pinto Padre Víctor Augusto Mariño Sarmiento Padre Gonzalo Vargas Sierra Padre José Ignacio Gutiérrez Morales Padre Virgilio Zea Gonzáles, S.J. Padre Fabio Francisco Ramírez Muñoz, S.J. Padre Santiago Jaramillo Uribe, S.J. Padre Tarcisio Marroquín Serrato, S.M.M.
50 años
Monseñor José Roberto Ospina Leongómez Monseñor Héctor Salah Zuleta Monseñor Jorge Alberto Ayala López Monseñor Héctor Rodrigo García Galindo Padre Eberto de Jesús Cano Álvarez, S.D.S. Padre Hernando Manuel Gálvez Arango, S.J. Padre Elkin de Jesús Arango Ramírez, S.J.
25 años
Padre Guillermo Gómez López Padre Jorge Orlando Romero Acosta Padre Leonardo Cárdenas Téllez Padre Omar Enrique Cristancho Gómez Padre Manuel Mora Laguado Padre Luis Alfonso Moyano Alvarado Padre Reinaldo Antonio Moncada Torres Padre Domingo García García, M.Id. Padre Jesús María Peña Granados, O.F.M. Padre John Jairo Loaiza Orozco, M.I. Padre Juan Manuel Granados Rojas, S.J. Padre Gerardo Villota Sañudo, S.J.
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Asegura el padre Jaime Eduardo Gutiérrez Pinto, sacerdote emérito, quien por estos días celebra 60 años de ministerio sacerdotal.
“He sido muy feliz”, agrega al dar una mirada a su vida, servicio y compromiso con el anuncio del Evangelio y con la acción pastoral.
“Lo más gratificante ha sido la entrega a mis feligreses, quererlos mucho, tratarlos con amor, con cariño; y confesar, porque en la confesión encontraba ocasión de consolarlos, de animarlos y de perdonarlos en nombre de Jesús”.
Su vocación surgió a temprana edad, en medio de un hogar católico, en el que el testimonio su madre, la señora Julia Inés Pinto, y de su tío, monseñor Agustín Gutiérrez, fueron decisivos.
La asistencia frecuente a la santa misa en compañía de su madre, el rezo del Rosario, la devoción al Santísimo Sacramento y las visitas a su tío sacerdote, acompañándolo en su misión, despertaron en su corazón de niño la inquietud vocacional. “Comencé a sentir: ¿por qué yo no puedo ser un sacerdote?”, señala.
Una anécdota de su infancia, que recuerda con especial cariño y cuyo sentido, ahora, desde la madurez y vivencia de su ministerio, comprende de manera más profunda, se refiere a sus visitas al Santísimo Sacramento, su oración confiada, su alegría, y la tranquilidad que brotaba de este encuentro.
“Recuerdo una cosa muy sencilla, pero muy propia de niño: cuando había alguna necesidad en la casa mi mamá me decía: Jaimito, sube al Sagrario y dale tres golpecitos a Jesús y dile: Jesús tenemos tal necesidad en la casa. Y yo como niño, los niños son sueltos, los niños corren, iba y daba tres golpecitos a Jesús y decía: Jesús, en la casa tenemos tal necesidad, y bajaba corriendo y le decía a mi mamá: «mamita, ya le di los tres golpecitos»”.
Así transcurrió su infancia, entre juegos, risas, oración y estudio. Al llegar a tercero de bachillerato
“Si me volvieran a preguntar qué quieres ser, respondería inmediatamente: sacerdote”
Padre Jaime Eduardo Gutiérrez Pinto 60 años
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Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
manifestó a sus padres y hermanos el deseo de ingresar al Seminario. Inicialmente, lo tomaron como un deseo de niño, pero al ver su insistencia lo apoyaron, precisa.
De esta manera inicia formalmente una historia de amor a Dios, de compromiso con el Evangelio y con las comunidades.
Oriundo de Guateque (Boyacá), realizó sus estudios de filosofía en el Seminario Mayor de Bogotá (1958), y de teología (1962). Fue ordenado presbítero el 22 de diciembre de 1962, por monseñor Emilio de Brigard, para el servicio de la Arquidiócesis de Bogotá.
Servicios pastorales
Inició su servicio pastoral como vicario cooperador en Santa Teresita del Niño Jesús (1963). Luego fue: vicario cooperador en Cáqueza (1964), párroco en san Juan Evangelista (1966), vicario cooperador en san Juan Evangelista (1966), párroco en San Leonardo Murialdo (1970), capellán en el Colegio Helvetia (sección Primaria) (1971), párroco en la Anunciación de Nuestra Señora (1974), vicario ecónomo en la Medalla Milagrosa (1974), párroco en santo Tomás (1974), capellán Colegio San José (1974), capellán del Colegio Eucarístico (1977), párroco en San jerónimo (1978), suplente del representante del arzobispo en la Junta Directiva Hogar Protección a la Joven (1994), arcipreste del arciprestazgo 5.1 (1996), párroco Ad Tempus en la Anunciación de Nuestra Señora (1998). Actualmente es sacerdote emérito.
La celebración de la santa misa diaria en su hogar es fortaleza y gozo para su alma.
“Yo veo imposible que un sacerdote deje de sentir esa felicidad tan grande de poder celebrar la santa misa”, afirma.
Monseñor Mauro Serrano Díaz 60 años
con mi oración!
Yo le digo al Señor: me ordené de 26 años, ya tengo 85 años, pero me siento feliz de haber gastado mi vida en servirte a ti y a mis hermanos
Reconoce lleno de gozo y gratitud, monseñor Mauro Serrano Díaz, sacerdote emérito, canónigo de la Catedral Primada de Bogotá y colaborador en la Comisión Arquidiocesana de Patrimonio y Arquitectura, al celebrar 60 años de ministerio sacerdotal.
“Ha sido un regalo de Dios (…) A pesar de las deficiencias de uno, Él va haciendo su obra”, señala visiblemente emocionado al dar una mirada a estos años de servicio pastoral y compromiso con la evangelización”. Su vocación, surgida en el seno de una familia católica, se cultivó y reforzó con el testimonio para la vida cristiana que encontró en su hogar, pero también con el testimonio que encontró en sacerdotes, afirma al referirse a la importancia de ser coherentes y fieles con la opción de vida tomada.
Esta premisa ha sido fundamental en su ministerio, atravesado por importantes momentos históricos, de transformación y desafíos para la Iglesia católica, como fue el pre-Concilio, tiempo en el que adelantó su formación sacerdotal; el Concilio Vaticano II, época de vivencia de sus primeros años de ministerio, en los que sirvió como formador en el Seminario de la Diócesis de Socorro y San Gil y como delegado de Pastoral Litúrgica; posteriormente, vivió las transformaciones y realidades que enmarcaron las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano (Río de Janeiro – Brasil [1955], Medellín – Colombia [1968], Puebla – México [1979], Santo Domingo – República Dominicana [1992], Aparecida – Brasil [2007]); apoyó la formación
“Los planes de Dios se realizan mucho más allá de nuestras limitaciones y debilidades”
¡Cuenten
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litúrgica desde la CEC y el CELAM, y los procesos de integración y planificación pastoral. Ahora, en comunión con el caminar de esta Iglesia particular, asiste a un tiempo de renovación e influjo misionero con el SínododelaSinodalidad, por una Iglesia en comunión, participación y misión.
“Estoy muy contento de la época que me tocó vivir, aunque uno mismo pasa por muchas crisis y muchas dificultades (…) Dios escribe unas cosas increíbles. Solo Dios sabe cómo hace sus caminos (…) Estos procesos han sido tan ricos, tan valiosos, dan una perspectiva muy amplia sobre lo que ha pasado en la Iglesia, y creo que es una gracia muy grande”.
Síntomas de crecimiento vs desafíos en el campo pastoral y evangelizador
Su servicio y ministerio, consciente y comprometido con el caminar de la Iglesia católica, lo lleva a reconocer que, aunque hay dificultades, también hay síntomas de mucho crecimiento en la parte de reflexión teológica y reflexión pastoral…”.
“Yo creo que se viven momentos de una transición muy fuerte”, agrega al precisar que “la presencia de la Iglesia hoy es muy distinta y tiene nuevos desafíos, porque es una época en la cual el mundo es mucho más laico en sus expresiones, en sus búsquedas, con tendencias hacia el gnosticismo y el relativismo, como los advirtió en su momento el papa emérito Benedicto XVI”.
Ante esta realidad, afirma, que “la Iglesia tiene que ir encontrando nuevas maneras de poner su identidad, poner su marca en cada momento sin desconocer las realidades del mundo de hoy”.
En cuanto al tema vocacional, destaca la importancia “del «anuncio», sobre todo en la época actual en la que muchos niños, niñas y jóvenes, en ocasiones, ni escuchan en su casa el mensaje cristiano. Es muy excepcional que ocurra una vida cristiana si su papá, su mamá, la familia, no muestran una actitud definida (…) De otra parte, la vocación no es una cosa de un día para otro, es una cosa que se madura, es como el amor; eso no es de primer momento, de entusiasmo, sino es un proceso de crecimiento (…) Adicionalmente, el testimonio de los consagrados es muy valioso”.
Finalmente, destaca el valor de la acogida, comunión y fraternidad del clero arquidiocesano, que considera signo de gracia y bendición.
“En este momento la mayoría de los sacerdotes que estamos en Bogotá hemos sido formados en otras partes y la actitud del clero de Bogotá ha sido algo que uno valora muchísimo por la fraternidad, por la acogida, eso vale mucho como testimonio para los fieles, que vean la iglesia de Bogotá como una comunidad abierta a todos”.
Servicio y compromiso pastoral
Inició su servicio pastoral en la Arquidiócesis de Bogotá como capellán en el Instituto Nacional Lorencita Villegas de Santos (1987); fue director del Departamento de Liturgia en el SPEC (1990-1996); párroco fundador en Jesucristo Redentor (1995 - 2015); capellán en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (2002); arcipreste del Arciprestazgo 5.5 (2008 -2010-2012); canónigo del Capítulo de la Catedral (2012); ratificado arcipreste del Arciprestazgo 5.5 (2014); miembro dela Comisión Arquidiocesana de Infraestructura y Patrimonio de la Arquidiócesis de Bogotá (2015); Maestro de Capilla del Cabildo Catedral (2016); y emérito hasta la fecha. En relación a su formación en música sagrada, se destacan composiciones, como: misa colombiana en ritmos andinos, cuya nueva versión polifónica e instrumental, revisada por él en pandemia, fue estrenada este año por la Schola Cantorum de la Catedral Primada.
También, el himno pascual ‘Cuando la aurora nacía’, que ha sido interpretado a nivel nacional e internacional. Además de mantener su servicio pastoral como Maestro de Capilla y custodio del archivo de la Catedral Primada, monseñor Mauro fue colaborador en la reciente publicación arquidiocesana Elartedelaplateríaenlas colecciones de la Catedral de Bogotá (siglos XVI-XX), en el marco del bicentenario de la consagración de la cuartaCatedralPrimadadeBogotá.
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Padre
Víctor Augusto Mariño Sarmiento 60 años
Al celebrar 60 de años de ministerio sacerdotal, el padre Víctor Augusto Mariño Sarmiento, manifiesta gozo y gratitud al Señor, a su familia, a sus hermanos en el sacerdocio, y a las comunidades que ha acompañado.
Llegar a sus 88 años, haber servido a Dios, a la Iglesia, y aún tener “la mente un poquito despejada, con dificultades de tipo corporal, de tipo biológico, pero que he logrado superar (…) Y poder seguir sirviendo al Señor desde mis espacios”, es su mayor alegría, afirma.
“Soy una persona privilegiada. Dios ha tenido muchísima generosidad conmigo. Nací en una familia muy cristiana, fuimos seis hijos. Mi padre y mi madre eran muy religiosos”, agrega.
Sumado a la vivencia de la fe y al ejemplo de sus padres: José Antonio Mariño y Rosa Sarmiento, señala como determinantes en su vocación: el testimonio de sus dos tíos sacerdotes salesianos y de su hermana religiosa carmelita.
“También, fortaleció mi llamado vocacional otras etapas del proceso formativo en el Seminario Mayor de Bogotá; primero con los padres de la Arquidiócesis y luego con los padres Sulpicianos”, precisa.
Realizó estudios de secundaria en el colegio San Bartolomé, en 1956; filosofía en el Seminario Mayor de Sonsón (Antioquia), en 1957; teología en el Seminario Mayor de Bogotá en 1962.
Fue ordenado presbítero el 22 de diciembre de 1962 por monseñor Emilio de Brigard, para el servicio de la Arquidiócesis de Bogotá.
Servicio pastoral
La creación de parroquia, desde la consolidación de comunidades de fe hasta la edificación; así como el acompañamiento a distintas instituciones educativas, fueron los frentes pastorales desde los que sirvió de manera comprometida en estas seis décadas. Fue: Profesor del preseminario (1964); párroco en Fosca (1965); párroco en Santa Inés (1967); capellán en el Colegio Mayor de Cundinamarca (1967); párroco en San Felipe Apóstol (1969); párroco en La Anunciación (1970); capellán Hermanas de la Anunciación (1977); capellán de la Fundación Universitaria San Martín (1986); capellán de la Escuela Administrativa de Negocios ‘EAN’ (1996); capellán en la Universidad
“Soy una persona privilegiada de Dios”
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Cooperativa de Colombia, durante 15 años, a partir del 2001.
Actualmente, el padre Mariño dedica su tiempo a la lectura y la reflexión: “Trato de leer mucho y tengo muchísimos libros, que espero que algún día le sirvan a la Iglesia. Todo ese mundo de la ciencia y de la cultura es un tema que me llama mucho la atención”.
“Le pido al Señor que me permita, antes que me llame a la eternidad, reeditar y actualizar mi libro El adulto iletrado y la educación en Colombia, esta publicación ha tenido cuatro ediciones, pero se necesita un análisis a partir de las nuevas realidades del mundo, especialmente desde el desarrollo de la informática”.
Otros estudios: sociólogo de la Pontificia Universidad Javeriana (1973; licenciado en Filosofía y Pedagogía de la Universidad Amberes – Bélgica (1985).
Desafío de la Iglesia en la actualidad
Considera que “una de las cosas que más necesita la Iglesia es ver que su papel no se debe limitar a la parroquia (…) El trabajo que yo veo, en el que hay un vacío, es la formación de líderes jóvenes, especialmente, en las comunidades más pobres”.
“Colombia necesita, además de las instituciones enfocadas a ayudar en el campo de la alimentación, la salud, la vivienda, del vestido..., instituciones que promuevan el cambio social (…) En este sentido es importante la educación en talleres y tecnología, que permitan una profesión para el sustento. Necesita entidades como el Instituto San Pablo Apóstol, la Fundación de los Salesianos”.
Padre Jorge Alberto Ayala López 50 años
“Vivo con agradecimiento estos 50 años de vida sacerdotal que dedico a Dios y consagro a Él con todo el corazón con toda mi fe y con toda mi entrega”
Con alegría en el corazón y agradecimiento a Dios, monseñor Jorge Alberto Ayala López, sacerdote emérito de la Arquidiócesis de Bogotá, celebra 50 años de vida sacerdotal.
Su vocación nació desde muy joven, en medio de una familia católica conformada por su padre Carlos Julio Ayala y su madre Barbarita López de Ayala, cinco hermanos: dos mujeres y tres hombres. Familia orante, creyente y respetuosa de Dios.
“La vocación sacerdotal definitivamente es un Don de Dios, es un regalo del Señor, que se va manifestando
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Considero que es muy valioso el principio que dice:
«Es más importante enseñar a pescar que simplemente regalar pescado»
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poco a poco en el camino de la vida y que por medio del discernimiento se va esclareciendo a través de las realidades que se viven”, afirma.
Monseñor Jorge Alberto realizó sus estudios secundarios en el Seminario Menor; filosofía y teología en el Seminario Mayor de San José. En la Universidad Gregoriana, en Roma, obtuvo el título de Licenciatura en Teología Espiritual.
Satisfacción pastoral y gozo sacerdotal
Durante 20 años consecutivos fue formador en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Bogotá, este servicio, señala, afianzó su vocación, amor y entrega a Dios, a la Iglesia y a la comunidad.
Otro servicio que marcó su camino sacerdotal fue asumido en el 2013, cuando el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo en ese entonces de esta Arquidiócesis, lo nombra como Canónigo Penitenciario del Capítulo Catedral, siendo párroco en la Catedral Primada de Bogotá - San Pedro, desde el año 2011.
Su paso por varias parroquias arquidiocesanas como: San Antonio, en el municipio de Fosca, Cundinamarca; San José de Calasanz en el año 2000; San Luis Beltrán en el 2008; y su última parroquia, Dei Verbum, en el año 2015, colmaron sus expectativas de trabajo y entrega a los demás, al servicio de la escucha, y todo lo que implica ser pastor y conformar realmente una comunidad parroquial fraterna y de unión con la gente. Estando en la parroquia Dei Verbum, al norte de la ciudad, se convierte en sacerdote emérito. El 31 de enero del 2021 termina su labor como párroco, y ese mismo año, el 3 de febrero, el señor arzobispo de Bogotá, Luis José Rueda Aparicio y el Consejo Episcopal le rinden un homenaje de agradecimiento por su testimonio de vida sacerdotal, generosidad y capacidad misionera al servicio de esta Iglesia particular.
Gozo y gratitud
Monseñor Ayala López manifiesta alegría, y plenitud por esta vocación sacerdotal que le regaló el Señor y que fue ratificada el día de su ordenación, el 29 de noviembre de 1972, por el cardenal Aníbal Muñoz Duque.
Padre Omar Enrique Cristancho Gómez 25 años
“La mayor felicidad de un sacerdote es la vida parroquial”
El padre Omar Enrique Cristancho Gómez, incardinado a la Arquidiócesis de Bogotá, celebra sus 25 años de vida sacerdotal feliz y agradecido con Dios por su infinita misericordia, al haberlo llamado a esta vocación, que señala: “nació solo por amor del Señor, quien se fijó en él, ya que no tuvo dentro de sus planes, ser sacerdote”.
“Yo no fui acólito ni estuve cercano a la Iglesia, soy de padres católicos, pero no tuve una participación activa en la vida parroquial, al contrario, éramos fríos e
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indiferentes en la fe”, pero los caminos de Señor son un misterio de amor y gracia. Nació en Bogotá, el 12 de julio de 1965, en el hogar conformado por Jaime Cristancho e Isabel Gómez. Estudió filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana en 1994 y teología en la Pontificia Teresiana de Roma en 1997. Realizó una maestría en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Javeriana, en 1999; Licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad Javeriana, en el 2000; y Doctorado en Derecho Canónico en esta misma Alma Mater, en el 2004.
Un feliz carmelita diocesano
Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1997, por monseñor Gustavo Girón Higuita, para el servicio de la Orden de los Carmelitas Descalzos y más adelante incardinado a la Arquidiócesis de Bogotá, el 31 de enero de 2013. En el 2005 le asignaron su primera parroquia: Nuestra Señora del Carmen - Iglesia Santa Teresita. Luego, fue párroco en Nuestra Señora del Monte Carmelo en el año 2012; párroco en Nuestra Señora del Campo, en 2015.
Otros servicios: arcipreste para la Vida Consagrada en la Vicaría Episcopal Territorial San Pedro, en 2016; arcipreste para la Vida Consagrada en la Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso, en el 2017; miembro del Consejo de Formadores del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis de Bogotá en el 2018. Ratificado como arcipreste para la Vida Consagrada en la Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso, en 2020.
Desde el 2021 es párroco en Santa María del Cedro, al norte de la ciudad. También, presta su servicio en el Tribunal Eclesiástico Nacional.
Padre Luis Alfonso Moyano Alvarado 25 años
La mayor felicidad de un sacerdote es la vida parroquial; ese es el ideal de esta vocación, estar en compañía de las personas, de la comunidad. He sido feliz en cada una de las parroquias donde he estado, algunas muy difíciles socialmente, pero han sido muchos aprendizajes que han fortalecido esta elección de vida
Alegría de vivir el ministerio sacerdotal
El padre Luis Alfonso Moyano Alvarado fue ordenado por monseñor Enrique Sarmiento Angulo para el servicio de la Arquidiócesis de Bogotá, el 6 de diciembre de 1997. En el contexto de la celebración de sus Bodas de Plata sacerdotales, manifiesta gratitud y alegría en el corazón. Llamado de amor y servicio Nació en Bogotá, el 24 de mayo de 1970, en el hogar de Luis Alfonso Moyano y María Vitalia Alvarado. Realizó estudios secundarios en la Normal Parroquial Nuestra Señora de la Paz en 1990. Filosofía en 1993 y
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teología en 1997, en el Seminario Mayor de San José. Hizo un postgrado en Sagrada Escritura, en la universidad Minuto de Dios en el 2004.
Inspirado en el ejemplo de compromiso y piedad de sus padres, a temprana edad se vinculó a la vida parroquial sirviendo como monaguillo. Al llegar a su juventud ayudó en la comunidad parroquial como catequista y participó en otros ministerios, siendo cercano y buscando fortalecer su fe, su vivencia como católico. En este ambiente fue surgiendo su vocación sacerdotal.
La oración es fundamental
En el Seminario, la oración y el discernimiento guiaron su madurez vocacional. “El Seminario es el semillero de la vocación, nos da todos los elementos propios para hacer realidad este ministerio. Por ejemplo, el primer año de sacerdocio es una gran experiencia de vida, con la compañía de los otros hermanos sacerdotes que son guía”, afirmó el padre Moyano.
A lo largo de estos 25 años de servicio sacerdotal, su mayor satisfacción es la de ser párroco; ya son cinco comunidades, en diferentes zonas de la ciudad, donde ha vivido a plenitud su vocación. Su primera parroquia fue María Reina de los Apóstoles en el año 1999. Luego, fue párroco en Nuestra Señora de la Sabiduría en el 2002; párroco en Santa María Magdalena en el año 2008; párroco en Nuestra Señora del Rosario - La Calera, en el 2015; desde el 2020 es párroco en Santa María del Prado, ubicada al norte de la capital.
También ha servido como vicario parroquial en San Bernardino - Soacha (1997); fue capellán en el colegio Luis Gonzaga (2000); arcipreste del Arciprestazgo 4.6 (2003); del Arciprestazgo 3.6 (2003); del Arciprestazgo 5.4 (2011-20112-2014); y del Arciprestazgo 5.5 (2021).
En la parroquia Santa María del Prado recibió una comunidad activa, colaboradora, con varios ministerios vigentes y donde la música litúrgica es trabajada e impulsada de manera especial; por esta razón, el padre Luis Alfonso decidió unirse con su guitarra en los momentos que puede hacerlo, acompañando con acordes musicales su trabajo y labor para Dios y para la comunidad.
“Es importante la experiencia como párroco y estar al frente de la comunidad, porque se vive a plenitud el ministerio. Ser párroco lo vivimos a diario, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Cada comunidad marca la vida de los sacerdotes y nosotros también dejamos huella en cada familia parroquial”, concluye el padre Moyano
Padre Leonardo Cárdenas Téllez 25 años
Afirmó el padre Leonardo Cárdenas Téllez al celebrar 25 años de ministerio sacerdotal.
Oriundo de Armero (Tolima), recuerda que su vocación es fruto de la oración de su bisabuela materna. “Hablando con mi mamá me contaba que su abuela, cuando conoció a todos los bisnietos, siempre le decía: «de estos cinco hombres alguno será sacerdote»; oremos para que Dios llame a alguno, era el deseo del corazón de mi bisabuela, ¡y se hizo realidad!”.
Esa oración se unió con la de su mamá. “Después de mi ordenación, me alegró mucho descubrir que había en su librito de oraciones una oración por el hijo seminarista y otra por el hijo sacerdote”.
“Estoy feliz porque me siento realizado como persona”
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Nació el 29 de enero de 1967, en el hogar de Luis Eduardo Cárdenas y Luz Marina Téllez.
Realizó estudios de secundaria en el Seminario Menor de Bogotá; filosofía en el Seminario Mayor de Bogotá (1993); teología en el Seminario Mayor de Bogotá (1994) y en el Seminario Mayor de Medellín (1997). “El Seminario es una experiencia maravillosa, en ese ambiente nos van preparando para responderle al Señor; irlo conociendo, despertando y madurando progresivamente. Y es un lugar donde se hacen amigos para toda la vida”, señaló.
Fue ordenado presbítero el 29 de noviembre de 1997, por monseñor Armando Larios Jiménez, para el servicio de la Diócesis de Magangué. Se incardinó a la Arquidiócesis de Bogotá en 2007.
Realizó estudios de Licenciatura en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana (1999); es magister en Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Javeriana (2010); magister en Jurisprudencia de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2013); Doctor en Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2014).
Servicio pastoral
Sus primeros años de ministerio fueron de experiencia misionera.
Inició su servicio pastoral en la Arquidiócesis de Bogotá como administrador parroquial en Los Santos Reyes (1999).
En estos 25 años de ministerio ha servido como: vicario parroquial en San Toribio de Mogrovejo (2000); administrador parroquial en San Policarpo (2000); vicario
parroquial en San Gabriel Arcángel (2001); administrador parroquial en Santa Inés (2001); párroco en Santa Inés (2002); párroco en Los Santos Reyes (2003); párroco en San Gabriel Arcángel (2008); párroco en la Sagrada Eucaristía (2011); formador del Seminario Conciliar de Bogotá (2014); rector del Seminario Conciliar de Bogotá (2015); miembro del Consejo del Diaconado Permanente en representación del Seminario Conciliar de Bogotá (2015); miembro del Consejo Presbiteral (2015); rector del Seminario Conciliar de Bogotá (2017); asistente espiritual de la Asociación de Fieles Domun Christi, Comunidad Apostólica Servidores del Servidor (2017); coordinador arquidiocesano de Ministerios Ordenados (2018); promotor de Justicia en la Causa de Canonización del Siervo de Dios Enrique Alberto Higuera Barrera (2020); arcipreste del Arciprestazgo 2.2 (2021).
Desde 2018 es párroco en la Basílica Menor de Nuestra Señora de Lourdes.
El mejor servicio que se le puede prestar a la Iglesia no es solo ser sacerdote sino ser un sacerdote santo (…) Cuesta, pero no estamos solos, siempre estaremos acompañados por la Iglesia y por el Señor Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis
Bogotá - 19
de
Seminario Mayor
Júbilo ante ordenación diaconal
Nueve jóvenes seminaristas, formados en el Seminario Conciliar San José y en el Seminario Misionero RedemptorisMater, recibieron el Orden del Diaconado, para el servicio en la Iglesia, a través del culto divino, la predicación y la orientación en la caridad. La solemne eucaristía presidida por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, se llevó a cabo el 3 de diciembre, en la Catedral Primada de Bogotá.
Precisó monseñor Luis José, durante su homilía, en la que exhortó a estos nuevos servidores del Evangelio a vivir en comunidad, con espíritu misionero; estando despiertos y siendo dóciles a la acción del Espíritu Santo; con vocación de servicio y alegría, buscando siempre la santidad”.
Para transitar por este camino, en el ejercicio de su vocación, explicó el arzobispo, cuentan con los medios que la Iglesia les ofrece, que son “el aceite para mantener su lámpara encendida”: la oración; la eucaristía; la Palabra de Dios, orada y meditada personal y comunitariamente, vivida; el sacramento de la reconciliación; y la dirección espiritual.
“Tener la lámpara encendida es signo de disponibilidad para la Pascua y para el servicio, que debe asumirse al estilo del Señor... La espiritualidad del servicio nos enriquece, nos hace crecer... nos libera de la tentación del poder ejercido como imposición o arrogancia. Caminar con Jesús es caminar dispuestos a servir a los enfermos, a los atormentados, a los tristes, a los migrantes, a los presos”, agregó.
Finalmente, dirigiéndose a los formadores, a las familias de estos jóvenes, y a la comunidad que los ha acompañado en la vivencia y maduración de su vocación, les agradeció y animó a no desfallecer en la promoción vocacional.
Acompañaron la santa misa el presbiterio arquidiocesano, comunidades religiosas, seminaristas, familiares y amigos.
“Felices los diáconos que se dejan conducir por el Espíritu Santo”
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“Pero vosotros sois…pueblo adquirido, destinado a anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz” (1 Pe 2, 9)
Miguel Arias Mejía
Su vocación es fruto de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid (2011).
“Dice Isaías «mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos», porque yo pensaba en casarme, pero Dios me cogió en un momento de crisis existencial y por medio de esta peregrinación se despertó esta vocación”.
Alegría y compromiso le embargan ante el ministerio recibido.
De izquierda a derecha: Jefferson Echeverry Giraldo, Víctor Alfonso Mosquera Suárez, José Yamid Ramírez Galíndez, Héctor Fabián Benítez Páez, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, Diego Otero Espinel, monseñor Luis José Rueda Aparicio, Erick Joseph Mtey, monseñor Germán Medina Acosta, Miguel Arias Mejía, Yeison Andrés Quiñones Valdés y Andrés Fernando Silva Valero.
“Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal127[126])
Suárez
“Se abrieron inscripciones para el discernimiento vocacional el siguiente año, ¿quiere ir?”, fue la invitación que resonó en la mente y corazón de Víctor y que se convirtió en el primer paso hacia una vida que anhela esté marcada por el servicio y amor al Señor, al Evangelio, y a su comunidad.
Oriundo de Bogotá, manifiesta “gran alegría al ver cómo el Señor sigue dando signos ante la respuesta que se ha dado a lo largo de los años de formación”.
“Todo está bien hecho, porque Dios todo lo ha hecho bien’’ (cf. Mc 7,37)
Diego Otero Espinel
Alegría y paz profunda son los sentimientos que embargan al nuevo diácono, oriundo de Bogotá, quien se encuentra con el llamado del Señor a sus 16 años, en medio de una peregrinación de jóvenes a Garagoa (Boyacá).
“Allí experimenté que la misericordia de Dios no tiene límites y que Él quería hacerme muy feliz”.
“Durante estos 13 años de formación, Dios se ha tomado su tiempo para mostrarme que ésta es una vocación muy importante para el tiempo actual. Como toda vocación, ella significa una renuncia a mí mismo, sobre todo a las comodidades, para poder servir a los demás. Se trata de «dar la vida para ganarla». Este contenido de fe es lo que me ha acompañado durante estos años de formación hacia el sacerdocio”.
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Víctor Alfonso Mosquera
Seminario Mayor
“Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad” (Sal39)
Oriundo de Murillo (Tolima), manifiesta gratitud ante el llamado que Cristo le hace a “seguirle en santidad”. Destaca su disposición al servicio y su anhelo de docilidad ante la acción del Espíritu Santo.
Su vocación surgió en la sencillez y cotidianidad de su familia que, afirma, “con su testimonio de servicio, generosidad, oración y caridad, ayudan y escuchan al prójimo con prontitud; enseñándome a descubrir el rostro de Cristo en nosotros y en los demás”.
Su vocación nace en la misión.
“En diciembre de 2012, junto con mi familia fuimos invitados a vivir una experiencia de misión. Allí me interpeló seriamente la pregunta que una monjita me dirigió: «¿Cuándo piensas responderle al Señor?» Esto me permitió ir descubriendo su llamado”.
Alegría y gratitud embargan a este bogotano al sentir que “Jesús ha hecho Pascua en mi vida”.
Oriundo de Rombo (Tanzania), Erick manifiesta inmensa alegría y deseo profundo de servir a Dios y a la Santa Iglesia. “Hoy mi corazón está dispuesto a decir sí a Dios para que con su gracia y ayuda pueda obrar según su voluntad”.
Su respuesta generosa al Señor surge “desde la necesidad que tienen los feligreses de acercarse a la confesión, a la Eucaristía, a los sacramentos, y ante tantas dificultades que tienen las personas; esto movió mi corazón a entrar al Seminario”.
“Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
“Señor, tú me escrutas y conoces (...) Si subo hasta el cielo, allí estás tú, si desciendo hasta la muerte, allí te encuentro” (Sal139 [138] 1b – 2ª. 8.)
Su vocación nace en el seno de una comunidad cristiana, “en donde he descubierto la llamada de Dios a su servicio, concretamente a amarlo en la gente que sufre”. Alegría, compromiso y expectativa embargan el corazón de este bogotano ante el llamado del Señor y “la obra que paulatinamente ha hecho en mi vida”.
Oriundo de Manizales, Jefferson manifiesta gratitud ante el llamado que el Señor le ha hecho.
Su inquietud vocacional surge en un retiro en el que manifiesta: “experimenté un grandísimo amor de parte de Dios, que produjo en mí dejar todo lo que apreciaba, por el gran tesoro que había encontrado en la Iglesia, que es Cristo”.
Nació en Bruselas (Pitalito – Huila), sintió su llamado vocacional durante la JMJ 2011 de Madrid, con el Papa Benedicto XVI. Hace parte del Camino Neocatecumenal.
Ante el ministerio conferido manifiesta alegría y compromiso.
Benítez Páez
“El sentido de mi existencia es dar vida a los demás en Cristo”
Quiñones
Yeison Andrés
Valdés
“Puedo decir como San Pablo: «Cristo Jesús ha venido a salvar a todos los pecadores; el primero de ellos soy yo»”
(1
Tim 1, 15)
Andrés Fernando Silva Valero
Erick Joseph Mtey
“La fidelidad del Señor dura por siempre y su gracia y misericordia vale más que la vida”
Jefferson Echeverry Giraldo
José Yamid Ramírez Galíndez
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Gozo por nuevo sacerdote para la Arquidiócesis de Bogotá
En la catedral Primada de Bogotá, el viernes 14 de octubre 2022, el diácono Fabián Camilo Herrera Pérez, fue ordenado sacerdote para esta Iglesia particular.
La ceremonia, que inició a las 3 de tarde, fue presidida por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá; concelebrada por monseñor Germán Medina Acosta, obispo auxiliar de Bogotá; y acompañada por monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, arzobispo de Florencia, por el presbiterio arquidiocesano, comunidades religiosas, familiares y amigos.
Tras orar para que “Dios inspire en su corazón los sentimientos de Cristo pastor y haga próspera su obra en sus manos”, monseñor Luis José Rueda Aparicio, durante la homilía, reflexionó sobre el sacerdocio ministerial.
Explicó que “el origen del sacerdocio es en comunidad”, por ello, sea esta la ocasión para agradecer a la familia por el cumplimiento de su misión; al equipo de formadores del Seminario Mayor San José; a las comunidades parroquiales (…) Su ministerio va ser para vivirlo en comunidad, en sinodalidad”.
Al nuevo ministro ordenado recordó:
1. El sacerdocio ministerial se vive con la unción del Espíritu Santo. Con él lo conquista y logra todo.
2. Siempre resuene esta voz en su conciencia sacerdotal: «levántate y da testimonio, que es el primer momento de la evangelización».
3. El clamor de la Casa Común nos llama a defender la obra de Dios, promover la ecología integral.
4. Hay ruinas sociales, familiares, ecológicas, que se pueden superar con la fuerza y guía del Espíritu Santo.
5. Acércate a la oración, a la Palabra, a la Liturgia de las Horas, al silencio, a Jesús en Cruz, este es un llamado permanente en la vida sacerdotal.
6. Acércate a tus hermanos sacerdotes, nunca un sacerdote solo, siempre en comunidad y fraternidad.
7. Acércate al pueblo de Dios, a los alejados, sin prejuicios, con el corazón libre, en todos hay una huella del amor de Dios.
8. Acércate siempre con la alegría de ser sacerdote; de ser Iglesia; con la alegría de la virgen María que se pone en camino para servir, ella es la estrella de la Evangelización.
EL nuevo sacerdote se describe como un “emprendedor y soñador enamorado del Evangelio de Jesucristo y apasionado por mostrar en el mundo actual el rostro de una Iglesia viva e innovadora”. Dentro de los servicios pastorales y experiencia evangelizadora se destaca su participación en el Comité Nacional Movimiento Juvenil Lewe (octubre 2010-diciembre 2016); su servicio como seminarista Año de Inserción Eclesial en la parroquia Jesús Nazareno (diciembre 2015 a diciembre 2016); fundador y director de la Fundación Ignite Colombia (desde marzo 2015); seminarista adscrito en la parroquia San Ramón Nonato (diciembre 2020); diácono adscrito de la parroquia la Sagrada Familia (2022); capellán del Colegio Tecnológico del Sur del SEAB (2022).
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Notas Arquidiocesanas
“El diaconado permanente
Afirmó monseñor Luis José Rueda Aparicio durante la celebración eucarística de ordenación diaconal de nueve servidores de la Palabra, de las comunidades y de la caridad, el 12 de noviembre en la Catedral Primada.
Retomando las lecturas y el Evangelio del día, el arzobispo explicó que el Señor toma la iniciativa para sellar una alianza de amor. “Dios elige y sella una alianza con nosotros” y esa alianza tiene tres características: Es una alianza para caminar en humildad. “El Señor es el punto de referencia, el acompañante y la meta”. La humildad, agregó, es una virtud que se debe cultivar diariamente y el encuentro con el otro, la vivencia en la familia y en la comunidad, son escuela importante para ello. Además, la humildad es misionera y abre puertas. “Queridos diáconos, el papa Francisco hablando de la humildad dice: «encontrar a una persona, hombre o mujer, en cualquier instancia de la vida social y de la vida eclesial, es un tesoro», queremos ser ese tesoro en nombre de Cristo. Y debemos esforzarnos”, enfatizó.
Requiere, por tanto, el ejercicio de la comprensión, de la empatía. La humildad se fundamenta en el amor fraterno.
“En los evangelizadores la vanidad y la vanagloria no pueden caber, antes bien, con humildad, estimándose los unos a los otros, se crea un ambiente de relación no solamente humana sino espiritual, evangelizadora; y es el Señor Jesucristo quien nos da el modelo de un misionero humilde”.
Es una alianza para caminar en unidad. “¡Nunca el individualismo!, estamos llamados a caminar en la unidad. Que el Espíritu nos conduzca a la paz en esa unidad”.
Es una alianza para caminar en el servicio en nombre de Cristo y de la Iglesia. “El Señor nos invita a caminar en el servicio (…) Servir y dar la vida, ese es el modelo de Jesús”.
“Si hay algo que define la misión y la vocación de un diácono permanente es el verbo servir, que es una actitud profética, contracorriente en un mundo que quiere ser servido, dominado (…) Exige ir a las periferias”, no solo geográficas sino humanas: el dolor, la enfermedad, la miseria”.
“El diácono va a buscar, va a encontrar al ser humano perdido, al ser humano herido, al ser humano excluido para ponerse a su servicio. Hoy reciben ese ministerio, esa misión que los acompañará toda vida”.
En la santa misa, también, tuvo lugar el rito de admisión del candidato al diaconado permanente: José Tobías Arias Espinoza; y fueron instituidos para el ministerio de acólitos: Ovidio Arnaldo Díaz Gonzáles y Luis Alfonso Mendoza Muñoz.
Acompañaron la ceremonia los diáconos permanentes de la Arquidiócesis de Bogotá; sacerdotes; religiosos y religiosas; el equipo de la Escuela Diaconal, liderada por monseñor Yoany Cupitra; familiares y amigos.
Por imposición de manos y oración consecratoria, recibieron la sagrada Orden del Diaconado: Juvenal Aldana Bautista Gustavo Adolfo Galindo Acosta Nelson Alfonso Guillén Peñuela Guillermo Gustavo Olarte Páez Rubén Darío Ossa Zuluaga Julio César Rodríguez Rivera Héctor Téllez Arias, Jhon Fredy Vargas Lozano Luis Julián Villanueva Galicia
es rostro de acogida, son manos tendidas”
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Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
Monseñor Luis José Rueda Aparicio
"Gracias por el compromiso, es tiempo de levantarnos y continuar
caminando juntos"
Finalizando “un año de camino y escucha sinodal”, el arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, conversó con Fraternidad sobre el balance y proyección pastoral de esta Iglesia particular, que convoca a todos los bautizados a levantarse y caminar juntos.
Siendo un pastor que da profundo valor al encuentro con las comunidades, en las que habita el rostro de Cristo, misericordioso y cercano; y comprometido con la respuesta al llamado de construir una Iglesia en comunión, participación y misión, el prelado destacó, entre diversos aspectos: la organización y estructura pastoral; el proceso de escucha y discernimiento que se ha vivido; la acción social; el valioso aporte de los laicos en la evangelización; la formación de los bautizados en todos los niveles; y el desafío que enfrenta la animación vocacional.
A continuación, su balance e invitación a seguir construyendo juntos la Iglesia que soñamos.
Monseñor Rafael De Brigard (MRDB): Usted es un obispo al que le gusta recorrer las calles, visitar las parroquias, andar entre los pobres, compartir. En ese recorrido permanente que hace, ¿cómo percibe la Iglesia en Bogotá?
Monseñor Luis José Rueda Aparicio (MLJRA): Que la calle nos gusta, ¡Sí!, porque en la calle está pasando el Señor Jesús, Él es el motivo de nuestra esperanza, de nuestra misión, de nuestra alegría.
Encontramos el rostro del Señor en las parroquias, en las comunidades, donde está la gente, donde viven, donde trabajan.
Yo percibo una Iglesia caminando, una Iglesia buscando al Señor, una Iglesia con sacerdotes, con vida consagrada, con laicos que quieren formarse, que quieren renovarse en el seguimiento a Jesús, ante esto, me llega a la mente la figura de ‘Aparecida’ que nos habla de discípulos misioneros.
Creo que cada vez más profundizamos en eso que significa para
nosotros los bautizados, hombres y mujeres, ser discípulos del Señor Jesús y a la vez ser misioneros. Es decir, estar con Él y ser enviados a anunciar el Reino.
(MRDB): Recientemente en la Asamblea Arquidiocesana, se nos insistía en la frase ¡Levántate! ¿Qué significa esto para los laicos y para el clero?
(MLJRA): ¡Levántate! es una expresión muy bíblica. El profeta Isaías, los profetas en el Antiguo Testamento; el mismo Señor Jesús dice al paralítico ¡levántate! Es un llamado, es una vocación del Señor para todo el pueblo de Dios.
Además, tiene un contexto actual, después de la pandemia toda la humanidad quedó en una especie de pausa, como aplanchada; entonces, es la voz de Cristo Jesús, el Señor, a través de la Iglesia arquidiocesana diciendo: ¡Levántate, caminemos juntos!
(MRDB): Esto, desde luego, es fruto del llamado que nos ha hecho el Santo Padre en el Sínodo, que tiene como lema: ‘Caminemos Juntos’, ¿usted percibe que ha crecido ese sentido de que la Iglesia somos todos, que tenemos que caminar juntos?
(MLJRA): Yo creo que en América Latina, después del Concilio, con todo el trabajo de los sacerdotes de la década de los 60, de los 70 y hasta finales de siglo. Y luego, con los Papas que hemos tenido: Pablo VI, que visitó a Bogotá; san Juan Pablo II; y el Papa Francisco, la Iglesia de Bogotá y la Iglesia general de América Latina ha entendido lo que es la sinodalidad, ha entendido lo que es ser pueblo de Dios, se ha puesto en camino.
Obviamente, el Papa Francisco nos está invitando a profundizar, porque siempre nos faltará más: salir de ciertos encierros clericalistas y ponernos más en camino; sentirnos
CONVERSACIONES
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una sola familia con la dignidad de que todos somos bautizados.
(MRDB): Hoy en día se habla que los Seminarios están un poco escasos de gente, que no hay tanto clero, pero al mismo tiempo en la Arquidiócesis tenemos un grupo grande de diáconos. Recientemente usted acompañó la graduación de personas formadas en la Escuela de Evangelización. Y además, tenemos un número muy grande de ministros extraordinarios de la comunión y de los enfermos, ¿esto nos puede dar la esperanza de que, aunque no haya muchos sacerdotes, hay un laicado muy activo?
(MLJRA): Yo creo que sí. Considero que hay que trabajar todos los aspectos vocacionales dentro del pueblo de Dios. Hay que trabajar lo ministerial, para que haya muchos diáconos permanentes, presbíteros, para que haya muchos servidores de los Sacramentos y de la Palabra, que es lo propio de nosotros los ministros, junto con el pueblo de Dios.
Es fundamental, además, continuar con la formación, el trabajo en la Escuela de Animadores de la Evangelización (ESAE), en la Escuela del Diaconado Permanente; es decir, nosotros estamos llamados a una formación amplia de todas las vocaciones dentro del pueblo de Dios, y esa es una de las 4 decisiones básicas que hemos tomado en este año de camino y escucha sinodal.
(MRDB): También hay una gran acción de la Iglesia a nivel social; esta ha sido una característica de la Arquidiócesis de Bogotá a lo largo de su historia, pero ahora lo hemos acentuado más…
(MLJRA): La acción social de la Iglesia empieza por construir un tejido en torno al Evangelio, en torno a Cristo, a la Buena Noticia, por lo tanto, cada parroquia tiene un impacto en lo social. Pero, además, tenemos todo el trabajo que ha liderado monseñor Ricardo Pulido, con su equipo de trabajo, y se han logrado constituir unos signos concretos de ese amor a los pobres, esa cercanía a las periferias existenciales.
Es así como tenemos una casa recién constituida en el barrio Las Cruces, que se llama ‘Casa de la Esperanza’, donde algunos habitantes del país, de distintas regiones, que traen a sus enfermos a los hospitales y clínicas especializadas de Bogotá, los dejan en el hospital internos, pero ellos no tienen dónde hospedarse. Pues la Iglesia arquidiocesana de Bogotá les dice: «tenemos un lugar limpio, cálido, digno, donde pueden estar unos días mientras acompañan a sus enfermos en sus tratamientos».
Por otro lado, en el mismo barrio Las Cruces, que se ha convertido en un centro de irradiación del compromiso de lo social, se encuentra la ‘Casa de Paso para los Adultos Mayores’, que brinda alimentación, acompañamiento espiritual y psicosocial.
También se acoge, de manera interna, a mujeres mayores en estado de vulnerabilidad.
Además, en la localidad Puente Aranda, se puso en marcha un Centro de Atención para las Adicciones, de tal manera que podemos ofrecer a las personas que tienen esta situación de vida y a su familia, una voz de aliento, una mano que los soporta, un proceso interdisciplinar que los puede ayudar.
En línea con el amor a la Casa Común, que es tan propio del Papa Francisco, a través de Laudato si’, la Iglesia arquidiocesana ha asumido una tarea que es bellísima, que se tradujo en la plantación de cerca de 5 mil árboles en la sábana de Bogotá.
Entonces, estamos hablando de un despliegue de las fundaciones, de todo el trabajo, del Banco de Alimentos, de la búsqueda de encontrar en los pobres la posibilidad de servicio al mismo Cristo.
(MRDB): Una acción muy amplia y fructífera. Hablando, ahora, de la dinámica de los Seminarios San José y Redemptoris Mater ¿cómo se encuentran?
(MLJRA): Los Seminarios, si los miramos por cifras, tenemos que decir que a nivel nacional han disminuido las vocaciones sacerdotales, también en Bogotá. Sin embargo, actualmente tenemos dos pequeñas comunidades formándose, una en el Redemptoris Mater y otra en el Seminario Conciliar San José.
Vivimos pidiéndole al Señor que nos dé más vocaciones; a las familias, que nos den a sus hijos, para que puedan ellos consagrarse en el ministerio sacerdotal; estamos apoyando a todos los jóvenes que a través de la Pastoral Juvenil y la Pastoral Vocacional empiezan a manifestar su inquietud y deseo de formarse para el sacerdocio.
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Aprovecho para hacer un llamado a todos para que nos comprometamos en la promoción de las vocaciones, pero también le digo directamente a los jóvenes: Nosotros estamos dispuestos a acogerlos, a formarlos, a acompañarlos, para que un día puedan ser enviados al ministerio sacerdotal.
(MRDB): Ante esta realidad donde las vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, no son tan abundantes, pareciera que el Espíritu Santo ha respondido con otras vocaciones como la de los catequistas, la de los diáconos, los Ministros de Eucaristía, movimientos como Emaús, etc, ¿usted ve también en esto una fuente de esperanza para nuestra Arquidiócesis?
(MLJRA): Sin duda, es una obra del Espíritu Santo en la diversidad de las vocaciones y eso nos llama a mirar la vida cristiana como una vocación.
No solamente la vocación al ministerio sacerdotal, sino que los laicos que se están formando, los diáconos permanentes, los movimientos apostólicos, son una expresión de la llamada del Señor y de la respuesta de hombres y mujeres de todas las edades.
Por lo tanto, si miramos la vocación más ampliamente, la vocación como una llamada sinodal a todo el pueblo de Dios, nos enriquecemos con todas las vocaciones que el Espíritu está suscitando sobre todo en la vida de los laicos.
Pero, también, vivimos de la esperanza de que haya nuevas generaciones de ministros, que logren entender a los laicos y que logren acompañarlos en la búsqueda de la santidad.
(MRDB): Cambiando de tema, mucha gente habla de la misa de monseñor, en el canal RCN, que se ha celebrado por cerca de dos años, ¿qué frutos cree que se han recogido con esta transmisión desde
la capilla del Sagrario, con un monseñor que pone tareas –dice la gente-?
(MLJRA): Que pone la tarea del Catecismo, porque estamos empeñados en que conozcamos algunas partes, semanalmente, del Catecismo de la Iglesia Católica, que es una gran riqueza.
Esta experiencia nació cuando estaba el cardenal Rubén Salazar, a comienzos del 2020, en el momento en el que a causa de la pandemia se cerró la ciudad, el país, y fue necesario transmitir la Eucaristía. En este momento, el canal RCN se puso al servicio, vino y habló con el señor cardenal. Cuando llegué ya llevaba unos tres meses esta transmisión.
Para mi es una alegría poder llegar, a través del canal, a veredas donde no puede llegar el sacerdote; a hospitales; a los que están privados de libertad, y no solamente en Colombia sino en América Latina.
Me motiva mucho saber que llaman, que escriben, tanto al canal como a nosotros, a la Arquidiócesis y mí personalmente, agradeciendo y pidiendo no desistir de este servicio, porque esto los motiva. Nos dicen que no dejan de ir a la parroquia, pero también atienden la propuesta que hace la Arquidiócesis de Bogotá a través del canal RCN.
(MRDB): Retomando el bicentenario de la construcción actual de la Catedral Primada, se ha escuchado la intención de dar mayor significación a la Catedral de Bogotá ¿de qué se trata?
(MLJRA): Estamos pensando en que la Catedral sea centro poderoso de irradiación de la evangelización en todos los aspectos, por ejemplo: que podamos hacer al año una celebración con jóvenes; otra solo con niños y niñas; otra con esposos; una celebración con pequeños grupos que están en las parroquias sirviendo; con los laicos
comprometidos, de tal manera, que todas las vocaciones encuentren en la Catedral una casa, un hogar, de donde salen alimentados con la Palabra de Dios, con el encuentro y con el Pan de Vida que es Jesús en el Altar.
(MRDB): Monseñor, ¿cuáles cree que son los grandes retos que hoy tiene la Arquidiócesis de Bogotá como Iglesia evangelizadora en esta época?
(MLJRA): Yo tomo los retos a partir de las cuatro decisiones que hemos asumido desde la Asamblea Arquidiocesana, las cuales estamos poniendo en nuestra mente y corazón, para su implementación.
Entonces, los retos son: formar en la espiritualidad sinodal, es decir, formar para que nos sintamos pueblo de Dios; impactar, aportar, contribuir al desarrollo humano integral; y salir al encuentro, para acompañar con las familias a los niños, jóvenes y adolescentes; de tal manera que podamos sembrar la semilla del Reino, y que, en los siguientes años, comprometidos con los jóvenes, en los distintos escenarios, podamos tener una historia de salvación, que ellos liderarán.
(MRDB): Finalmente, quisiera preguntarle ¿cuál es su valoración ante la presencia de los religiosos y las religiosas en nuestra Arquidiócesis, que es una presencia muy grande?, ¿cómo los percibe en su encuentro con ellos?
(MLJRA): Es un tesoro, están dedicados al servicio en distintos ámbitos de la evangelización, en diversos territorios, con obras sociales muy concretas, están en el ambiente parroquial, hospitalario, en la educación, en la cultura. Creo que la vida consagrada tan rica que tiene la Arquidiócesis es un gran aporte para Bogotá y es un gran aporte desde Bogotá para toda Colombia.
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Afirmó monseñor Germán Medina Acosta, obispo auxiliar de Bogotá, vicario episcopal de Evangelización, y vicario episcopal para el Servicio de Anuncio, Formación en la Fe y Diálogo con la Cultura, al referirse al balance de su servicio y a la acción pastoral y evangelizadora en esta Iglesia particular.
Tras manifestar gratitud hacia los sacerdotes, animadores de evangelización, comunidades religiosas y laicos comprometidos, el prelado destacó la oportunidad de encontrarse con los párrocos y sus comunidades, de conocer y valorar su trabajo, compromiso y fraternidad.
Obispos auxiliares Balance y proyección
También, resaltó el proceso de revisión, reconocimiento y proyección de la acción pastoral y evangelizadora en la Arquidiócesis de Bogotá, que durante el año entró en sintonía con la Asamblea Eclesial Latinoamericana, que tomó la iniciativa de adelantar un proceso de escucha y consulta al pueblo de Dios. “Luego, asumimos con gran entusiasmo el llamado del santo padre Francisco a participar del Sínodo sobre sinodalidad y específicamente a hacer la fase diocesana de escucha”, explicó.
“Estos procesos nos permitieron hacer una revisión interna e identificar lo que llamamos asuntos vitales, asuntos que tienen que ver con la vida de la Iglesia y con la misión de la Iglesia (…) Tras el discernimiento de estos asuntos, llegamos a cuatro grandes decisiones, que orientarán nuestra marcha en los próximos años”.
“Reconocemos el llamado a levantarnos y a caminar juntos”
Reconociendo y respetando las realidades, los distintos contextos, y movidos por el Espíritu Santo, en actitud de apertura, diálogo y cooperación, se definieron “como grandes
Monseñor Germán Medina Acosta, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá.
decisiones, que nos ayudarán a aunar esfuerzos, recursos, a trabajar y a caminar juntos”:
Cultivar la espiritualidad sinodal como forma de vida que integra y vuelve concretas la comunión, la participación y la misión.
“Queremos una espiritualidad que desemboque en la praxis y una praxis que se constituya en hábito, en forma de vivir y de proceder. Tiene que ver con la espiritualidad de la comunión y con la espiritualidad del buen samaritano”.
Formar a todos los miembros del pueblo de Dios como discípulos misioneros y ciudadanos, de modo que reflejemos formas sinodales de vivir y proceder; fomentemos los diversos carismas, vocaciones y ministerios; y demos testimonio de fraternidad, capacidad de diálogo y discernimiento, como servidores del Reino, en los diversos contextos de nuestra Bogotá-región.
Contribuir al desarrollo humano integral de todas las personas, de manera especial, de los más pobres y vulnerados.
“Hay muchos rostros sufrientes en la ciudad: los migrantes, los marginados, la pobreza, el hambre… Sentimos un llamado a cooperar.
Estoy muy contento y agradecido, me sorprende positivamente lo que he encontrado, a veces creemos que no se hace y resulta que ¡se hace mucho!
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis
“Ha sido un año muy positivo a nivel de acompañamiento como obispo y de proyección pastoral arquidiocesana”
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de Bogotá
Obispos auxiliares
Nosotros no somos los únicos sujetos del desarrollo humano integral, pero como Iglesia, como testigos del amor solidario de Jesús, de su praxis samaritana, sentimos que debemos hacer presencia en la ciudad como cristianos-ciudadanos”.
Salir al encuentro de niños, adolescentes y jóvenes en sus ambientes (familiar, escolar, universitario, digital) para proponer y experimentar, junto con sus familias, el encuentro con Cristo vivo.
“Los jóvenes son el presente, pero fundamentalmente son la esperanza y con ellos necesitamos construir lo que el Papa llama el puente humano (…) No más muros, sí a la cultura del encuentro”.
Estos énfasis, señaló, se materializarán en un proceso de planificación
diferenciado y contextualizado, que partirá de la base, es decir, desde las comunidades parroquiales; luego se trabajará con las vicarías y, de manera paralela, “la vicaría de evangelización estará atenta a acompañar el proceso y a diseñar el Plan, que estará al servicio de lo que se va descubriendo en las bases”.
“El mundo ha cambiado, es cada día más volátil y tenemos que estar atentos a esas realidades (…) Los planes que diseñemos tienen que ser más flexibles, desarrollar las capacidades de adaptación”. Además, en el contexto de finalización de los 10 años de Plan E, se presenta una oportunidad de diálogo con este proceso, a partir de los aprendizajes, aciertos, bondades y frutos logrados.
Finalmente, al referirse a los desafíos para la evangelización en el
mundo actual, tras la pandemia y ante la compleja realidad social que vive el país, las condiciones de la capital, su pluralidad, y diversos factores que han generado cierto distanciamiento con la Iglesia, monseñor Germán afirmó que “no podemos desconocer que todos venimos de tiempos difíciles, hay cambios sociales, políticos, y también la Iglesia siente la necesidad de una transformación”.
“De ahí el llamado del Santo Padre a asumir un estilo sinodal”, agrega, al precisar que el gran reto es “comprender esto, asumirlo y vivirlo (…) Cómo ser, cada día más, una Iglesia pueblo de Dios, abierta a reconocer los carismas; las vocaciones; los ministerios, particularmente, de los laicos. De tal manera, que toda la Iglesia, como un sujeto de evangelización, asuma la misión”.
La Iglesia católica en Colombia, a nivel nacional y local, vive un momento de gracia, revisión y proyección a la luz del llamado del papa Francisco a ser un Iglesia en salida, en comunión y participación.
Desde esta óptica, el reconocimiento del camino recorrido, del aporte de sacerdotes, religiosos, religiosas, animadores de pastoral y fieles laico, es un imperativo que anima y desafía en la misión de anunciar el Evangelio.
Llamado que, como lo afirma monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá y secretario general del episcopado colombiano, pasa por la conciencia de la necesidad de articular la acción pastoral, formar redes, que se enriquezcan y proyecten con las distintas iniciativas, surgidas en la realidad de cada territorio.
“Lo que falta todavía en el tema de la evangelización es hacer red,
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Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá
hacer redes, porque no podemos trabajar como llaneros solitarios (…) ¡Extiende tu tienda!, es lo que nos invita esta fase continental del Sínodo”, precisa.
Se trata, agrega, “de valorar todo eso que se tiene, pero articularlo, saber que no somos repúblicas independientes. La bendición tan grande que tenemos es que creemos firmemente que el Señor es quien nos ayuda y nos invita a ser Iglesia «una, santa, católica y apostólica», y eso se tiene que ver en la diversidad”.
Otro de los temas que aportaría al fortalecimiento de acción pastoral y evangelizadora de esta Iglesia, explica el obispo, es la participación activa y comprometida de los bautizados en las dinámicas de Iglesia, pero también en los escenarios sociales, desde su condición de ciudadanos católicos.
“Desde hace tiempo la Iglesia dejó de caer en la tentación de los partidismos políticos, pero tenemos la responsabilidad de ser agentes políticos, somos ciudadanos de una nación, por eso no podemos ser ajenos” a las distintas realidades, máxime cuando tocan la dignidad humana (…) Desde los grupos, los territorios, las pequeñas comunidades, estamos llamados a alzar la voz”.
Camino sinodal y cultura del cuidado, aspectos profundizados durante el año
Dos grandes frentes marcaron el itinerario pastoral, tanto a nivel arquidiocesano como nacional, procesos en los que monseñor Luis Manuel, desde su doble servicio a la Iglesia católica en el país, participó y lideró.
El primero: la consolidación del documento que sintetiza la participación de las 78 jurisdicciones eclesiásticas de Colombia en el camino
sinodal, el cual fue entregado a la Oficina del Sínodo en Roma.
El segundo: el fortalecimiento de la cultura del cuidado y de los entornos protectores en las iglesias particulares.
Sobre estos dos temas, compartió con Fraternidad los principales frutos:
Proceso sinodal
“Ver cómo las comunidades se apropian de este camino sinodal, de esta propuesta, es sumamente interesante. Uno se da cuenta que esto no es un papel, sino que tiene piel, que se encarna, que se vive (...) Muchas comunidades, muchos fieles laicos, son los que realmente vivencian lo que significa ser una Iglesia sinodal, en comunión, en participación y en misión”.
Cultura del cuidado y entornos protectores
“Desde el 2013, cuando se presentaron, por parte de la Conferencia Episcopal de Colombia, las Líneas guía para la redacción de los decretos diocesanos de protección de menores, aplicadas, en su momento, en cada jurisdicción eclesiástica, se ha venido trabajando en este tema, con el apoyo de un grupo de laicos que hicieron parte de la primera comisión de protección de menores.
Pero, desde hace un año este proceso se ha revitalizado con la conformación del Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado, con quienes se está trabajando muy juiciosa y seriamente en unas líneas guía preventivas”.
Las líneas guía: ‘Cultura del cuidado en la Iglesia católica colombiana’, fueron aprobadas en la 113 Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano y presentadas el 15 de agosto 2022. Entrarán en vigor el 1 de enero de
2023, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.
El documento presenta “orientaciones generales para que las distintas jurisdicciones eclesiásticas del país implementen políticas, protocolos, procedimientos, acciones y estrategias en el marco de un Sistema para la Cultura del Cuidado”.
Para su implementación se han iniciado talleres por provincias eclesiásticas. El primero fue en la Arquidiócesis de Florencia, con la participación de representantes de la Diócesis de Mocoa y del Vicariato Apostólico de Leticia; se espera realizar un total de 14 encuentros formativos e informativos, en un periodo de dos años.
“Es una alegría muy grande ver dinamizar esta propuesta de hacer nuestra Iglesia un hogar seguro, desde una cultura del cuidado que nos involucra a todos (…) Es necesario que el catequista, la encargada de la infancia misionera, el encargado del grupo de acólitos, la persona que esté animando unos campamentos de adolescentes, nuestros animadores de la evangelización, todos, como Iglesia, asumamos estas líneas guía”.
Finalmente, al dar una mirada personal y de balance a este año, manifestó alegría por la oportunidad de servir a esta Iglesia, de conocer los territorios y aportar en la tarea evangelizadora.
Destacó la posibilidad de compartir los fines de semana con comunidades parroquiales y encontrarse con sus hermanos sacerdotes. “Esto para mí es un bálsamo espiritual”.
Y animó a continuar fortaleciendo el camino sinodal, la articulación pastoral, y a vivir plenamente el tiempo de Adviento como preparación para la Navidad, tiempo central de nuestra fe.
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Bogotá
de
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Parroquias
Parroquia San Cristóbal:
Esta parroquia hace parte de la Vicaría Episcopal Territorial San José, se encuentra ubicada al suroriente de Bogotá. Acompaña pastoralmente una parte de los barrios San Cristóbal y Santa Ana. También, 11 conjuntos residenciales.
Desde 1905 fue un centro de culto dependiente de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Las Cruces. Pero, el 7 de diciembre de 1937 fue erigida parroquia según Decreto Arzobispal No. 68. Su primer párroco fue el sacerdote Benjamín Galindo.
El templo actual fue inaugurado en agosto de 1968, siendo párroco el presbítero Luis Piñeros Dávila, quien con la ayuda de la comunidad llevó adelante la construcción de esta majestuosa obra, reconocida patrimonio arquitectónico de Bogotá, por Decreto 606 del 26 de junio de 2001 del Departamento Administrativo de Planeación Distrital.
El templo plasma la identidad obrera, refleja la labor de las grandes ladrilleras reconocidas en el sector y de una arquitectura contemporánea.
Así, lo que inicialmente parecía un hermoso pesebre, se fue convirtiendo en una belleza arquitectónica religiosa gracias al trabajo arduo
de su comunidad. Hoy su fachada se asemeja a las manos orantes y es orgullo de los habitantes de la localidad. Actualmente su párroco es Luis Carlos Rodríguez Riveros.
La parroquia de San Cristóbal cuenta con varios grupos pastorales: Acólitos, Grupo Juvenil, Catequistas, Ministros Lectores, Ministros de la Sagrada Comunión, Pastoral Familiar, Guardias de Honor del Sagrado Corazón, Pastoral Social, Apóstoles, Legión de María, Coral Parroquial, Pan Partido y Compartido, Grupo de Oración de la Divina Misericordia, Grupo de Oración Fuentes de Misericordia. Todos ellos, como verdaderos discípulos misioneros, trabajan arduamente por servir a nuestra Iglesia católica.
Así mismo, la parroquia continúa fortaleciendo su Pastoral Social para ayudar a las personas y familias más necesitadas: “Hay un equipo formado por 10 personas, que están constantemente colaborándonos en las actividades que vamos proyectando; cada mes entregamos unos 100 mercados a las personas más necesitadas del sector”, afirma el padre Luis Carlos.
Una comunidad participativa, solidaria y en comunión
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El padre Luis Carlos Rodríguez Riveros, se encuentra muy feliz de estar en este cargo pastoral: “Le doy gracias al Señor por el tiempo que he podido estar aquí en esta comunidad, muy acompañado y con gente muy buena, que lo motiva a uno a seguir adelante y ayudado con la presencia de Dios y la protección de la Virgen María”.
‘Casa Papa Francisco’ amplía sus servicios
La Arquidiócesis de Bogotá junto a la Caja de Auxilios para el Clero construyó la ‘Casa Papa Francisco’, en el municipio de Anapoima; en primera instancia para sacerdotes eméritos, adultos mayores o con alguna enfermedad, con la finalidad de que encuentren un lugar adecuado para vivir, descansar o continuar con sus tratamientos de salud.
Pero, tras su inauguración en el 2018, se empezó a ofrecer sus servicios a todos los sacerdotes arquidiocesanos que deseen pasar allí unos días de descanso, compartir con su núcleo familiar, que tengan reuniones de trabajo por arciprestazgos o comunidades sacerdotales.
La casa cuenta con una capilla; habitaciones amobladas con estudio, baño privado, televisión y balcón; una biblioteca; zonas húmedas terapéuticas con sauna y jacuzzi; y servicio de alimentación.
Por su buen clima, cercanía a Bogotá y por contar con servicios médicos en la zona, se eligió este municipio para la construcción de la casa.
Anapoima (Cundinamarca) se ubica a 87 km de la capital. Se caracteriza por su bella flora y un clima cálido muy agradable.
Informes:
Para acceder a los servicios de esta casa, los sacerdotes deben comunicarse en la Curia Arzobispal con la Caja de Auxilios para el Clero; allí, podrán reservar la fecha para la estadía. Las tarifas dependen de los días y de los servicios solicitados.
Conmutador: (57) 601 350 55 11 Ext.: 1423 asistentecaja@arquibogota.org.co
Notas Arquidiocesanas
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Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
Nuestros hermanos mayores Monseñor Fabio Suescún
Gratitud hacia Dios y hacia cada persona con la que ha caminado en esta opción de vida, es el sentimiento que embarga a monseñor Fabio Suescún Mutis, obispo emérito castrense de Colombia, quien fue obispo auxiliar de Bogotá, obispo de Pereira, y, por 20 años, obispo castrense.
“Hay un enfrentamiento de sentimientos, uno se siente feliz porque su vida no fue vacía, se le encontró sentido, todo lo digo en la óptica de Dios; me sentí muy bien, siempre hubo optimismo en el corazón y trabajo (…) Pero, en este momento hay un sentimiento duro, el de quedarse uno un poco al margen (…) Le hace a uno falta esa vida de Iglesia, ese comunicar ideas, ese recibir enseñanzas, ese poder aportar algo, poder decirles: miren, por favor, yo, después de 80 años, les quiero decir, con todo el cariño, que salgamos de nuestra comodidad, tenemos un mensaje muy lindo que dar, tenemos un tesoro que la gente lo necesita”, afirma en medio de la tranquilidad de un ministerio vivido a conciencia, con compromiso y entrega.
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Señor soy tuyo y me ha ido muy bien contigo, esa es la alegría de la vida
Consciente de los grandes desafíos que enfrenta la evangelización en el mundo actual, monseñor Suescún mantiene en su mente y corazón la convicción frente a la necesidad de fortalecer la acción misionera de la Iglesia, su opción preferencial por los más necesitados, además, de adelantar las reformas necesarias en coherencia con la vivencia del Evangelio. “Tener una experiencia profunda de Jesús y de su llamado”, “romperse el alma siendo sacerdote”.
“Uno es uno de tantos, pero con una responsabilidad: ser los hombres de Dios, de Cristo, los discípulos, apóstoles misioneros. La misión es muy importante”, insiste.
“No basta con decir la Iglesia evangelizadora, la Iglesia misionera, la Iglesia en salida, tiene que de verdad ser eso, ser Iglesia de pequeñas comunidades, Iglesia en camino; ahí hay que hacer mucho, yo creo que el reto es ser verdaderamente sal de la tierra, luz del mundo, y trabajar para que Cristo sea conocido, amado e imitado ¡Hay que volver a Jesús!
“Hay que hacer una Iglesia distinta, ya no la de las mayorías, no la Iglesia meramente institucional, de conservación, hay que ser una Iglesia más alegre, más sencilla, menos complicada, más acogedora, que no mueva el miedo, que muestre al Cristo de esperanza, al Cristo sonriente, que nos abraza. Acordémonos esas palabras del Evangelio: «Te agradezco Padre, porque esto lo has revelado no a los sabios y poderosos sino a los sencillos»”.
“La Iglesia es para los sencillos, para vivir en comunidad … Otro espíritu distinto: más cerca al corazón de Cristo, y más lejos de una institucionalidad rígida”.
Con esta óptica buscó ejercer su ministerio sacerdotal: 56 años de sacerdocio, 36 años como obispo.
Una respuesta generosa al Señor, que nace en el corazón de un niño
Oriundo de Bucaramanga (Santander), su vocación se gestó en medio de una familia
tradicional, de clase media, trabajadora, que siempre apoyó su opción de vida, en medio de la libertad ante cada paso dado.
“La verdad es que en mi familia no había religiosos, yo no conocía religiosas o sacerdotes allegados a nosotros, entonces el proceso fue ajeno a haber recibido alguna inclinación vocacional en mi familia”, recuerda.
“El primer encuentro con Dios, yo diría que fue un encontrón. Era un niño como de 12 años, ingresé al colegio una tarde, vi que en la sala había una cantidad de flores, me acerqué de curioso y encontré un ataúd, un hermano había muerto, no era del colegio, pero lo estaban velando ahí. Y dijéramos que fue mi primera experiencia de la muerte… nunca la había tenido, y ahí se me vinieron a la cabeza, cabeza de niño, una cantidad de preocupaciones: ¿qué va a ser de mí? ¿qué va a ser de este hermano? ¿se va a condenar o se va a salvar?
Porque en eso nos insistían mucho, en la salvación, que no fuéramos a morir en pecado, que el infierno era terrible y que por lo tanto no podíamos malgastar la vida para terminar en el infierno”.
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Nuestros hermanos mayores
“Esto me llevó a comenzar un proceso de conocimiento: ¿qué hago para salvarme? Estoy hablando en categorías de niño, no en categorías teológicas, y entré a un grupo vocacional, porque decidí que lo mejor era entregarme a Dios, si me quería salvar. Que desde ahora lo mejor era ir por esos caminos y busqué el camino del sacerdocio”. Sumado a la anterior experiencia, mientras adelantaba sus estudios en el liceo de La Salle, un colegio de Los Hermanos de las Escuelas Cristianos, el joven Fabio vivió otro momento decisivo en su despertar vocacional: “Nos dieron una serie de películas muy bonitas, pero también en la misma línea: ¿qué va a pasar con nosotros? Recuerdo una película que se llamaba “Con las manos vacías”, esa fue muy determinante, porque era la historia de una actriz famosísima, no era Marilyn Monroe, pero era una especie de ella. Se narraba su vida como actriz famosa, estrella de los años 50, tenía todo: novio, carro, prestigio, todo… y un día yendo por una autopista se estrelló y se mató.
vacías (…) Es decir, lo que presenta de su vida a Dios son unas manos vacías. Eso me impactó y me hizo pensar – en lenguaje de niño -:Yo no puedo llegar a donde Dios con las manos vacías. Tengo que hacer algo por Dios, por los demás, todo eso fue llevando a que yo tomara la decisión de entrar al Seminario”.
Sobre su formación sacerdotal y servicio pastoral
Cursó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Bogotá.
Fue ordenado sacerdote en Bogotá, el 19 de noviembre de 1966, para esta Arquidiócesis. Promovido al episcopado, como obispo titular de Giomnio y obispo auxiliar de Bogotá, el 3 de mayo de 1986. Su primer encargo pastoral fue como vicario en la parroquia Santa Bibiana; luego, fue nombrado párroco en La Epifanía, “esta fue mi primera parroquia, la recuerdo con gran amor, fue una experiencia muy linda. Esos feligreses eran los que Dios me había dado para acercarlos a Él”, precisa.
Luego, fue enviado por el arzobispo Aníbal Muñoz Duque a estudiar teología moral en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma. A su
regreso sirvió en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, del barrio Olaya. Fue rector del colegio de la Universidad del Rosario, capellán del colegio Emilio Valenzuela, profesor en el Seminario Menor y en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis.
Monseñor Mario Revollo lo nombró vicario episcopal territorial en el sur, VET Espíritu Santo.
Fue nombrado obispo de Pereira el 20 de noviembre de 1993 y trasladado al Ordinariato Militar para Colombia el 19 de enero de 2001 (obispado castrense).
Otros servicios Secretario ejecutivo de la visita del Papa Juan Pablo II a Colombia y director ejecutivo de la visita del papa Francisco al país en el 2017; fue vicario general de la Arquidiócesis de Bogotá; asistente eclesiástico, a nivel nacional, del Movimiento Familiar Cristiano; su último cargo, como presbítero, fue la vice-rectoría de la Universidad del Rosario.
El 7 de diciembre de 2020 el papa Francisco acepta su renuncia al cargo pastoral.
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36 - Fraternidad - diciembre 2022
Padre José Ricardo Gómez Alzate
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Gozo ante la valiente y comprometida respuesta dada al Señor, es el sentimiento que embarga al padre José Ricardo Gómez Alzate, oriundo de El Peñol (Antioquia), quien en sus años de retiro agradece a Dios más de 6 décadas de ministerio, el fortalecimiento y la guía en la vivencia de su fe.
“Pienso que no merecía este final tan feliz (…) ¡Que misterio! ¡Que maravilla!, sinceramente lo que le duele a uno es no haber sido más generoso con el Señor, después de ver lo que es Él con uno”, señala visiblemente emocionado en la tranquilidad del espacio que, desde hace cuatro años, es su hogar: ‘La Casa Sacerdotal Papa Francisco’, ubicada en la provincia del Tequendama , en Anapoima (Cundinamarca).
Una vocación temprana, gestada en su hogar
Hijo de Manuel Gómez y Amalia Alzate, sus primeros años de vida estuvieron marcados por la piedad, valentía y testimonio de su madre, quien al quedar viuda se dedicó al cuidado de él y de sus cuatro hermanos. La oración permanente y el ejemplo de vida fueron definitivos en su despertar vocacional.
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá - 37 una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
años de vida sacerdotal, compromiso pastoral y servicio a los más vulnerables
Nuestros hermanos mayores
Sumado a ello, recibió el acompañamiento de una tía religiosa, perteneciente a la Comunidad de las Hermanas Teresitas.
“Cuando terminé la primaria mi tía me escribió una carta diciéndome que ella estaba en un pueblo, en una tierra de misión, y que allí habían fundado un Seminario en el que no exigían pensión y me podrían recibir. Yo me entusiasmé y me fui para ese Seminario de los padres Misioneros del San Jorge, misioneros de Burgos, en el Vicariato Apostólico de San Jorge”, recuerda. De esta manera inicia su formación para el sacerdocio, permaneciendo interno por 5 años, hasta completar primero de filosofía.
Este tiempo lejos de su familia, en una zona de compleja realidad social, sumamente pobre, un pueblo formado por indígenas mezclados con descendientes africanos, forjaron su carácter y reafirmaron su vocación.
“Para mí es un misterio, veía semanalmente que mis compañeros se retiraban y siempre me decía: yo he sufrido lo mismo que están sufriendo ellos y no siento ese deseo, solo quiero permanecer aquí.
Pensaba dentro de mí: este es el signo de mi vocación”.
Fue ordenado presbítero el 31 de octubre de 1954, por monseñor Buenaventura Jáuregui Prieto, para el servicio de la Diócesis de Sincelejo.
Su primer servicio pastoral lo brindó en un pueblito del Bajo Cauca llamado Achí; luego fue trasladado a San Marcos, cabecera del Vicariato; posteriormente, acompañó otras parroquias de la zona.
Realizó estudios de Sociología Pastoral en 1964.
El 14 de diciembre de 2000, mediante Decreto No. 664, es incardinado en la Arquidiócesis de Bogotá.
Su llegada a esta Iglesia particular se da tras ser amenazado por grupos al margen de la ley.
“En el año 88 yo estaba en la Normal de Sincelejo como capellán, en ese tiempo la guerrilla empezó a molestar a los sacerdotes, les quitaba dinero. A mí me quisieron obligar también a proporcionarles dinero y yo me negué, ni lo tenía, ni sentía que esa era una actitud ética, financiar a la guerrilla,
entonces se me hizo imposible vivir allá y mi obispo me autorizó buscar otra Diócesis, por eso me vine a Bogotá”.
Servicios pastorales en la Arquidiócesis
Inició su servicio pastoral como administrador parroquial en Nuestra Señora del Rosario de Fátima (1989), capellán en el Ancianato “Mi Casa” (1989), administrador parroquial en San Sebastián (1990), administrador parroquial en San Martín de Porres (1990), administrador parroquial en San Benito Abad (1990), párroco en San Simón Stock (1994), administrador parroquial en San Ezequiel Moreno (2000), arcipreste del Arciprestazgo No. 8.1. Actualmente, goza de su retiro por edad.
Sus días transcurren entre la oración, la lectura, el desarrollo de actividades para el fortalecimiento mental y físico. Mantiene comunicación constante con su familia, con quienes diariamente reza el santo rosario. Además, celebra la santa misa todos los días en la capilla de la Casa Sacerdotal, con la participación de la comunidad de la zona.
Terminó sus estudios de secundaria en el Seminario San Benito Abad (1948), Filosofía en el Seminario San Benito Abad (1950), teología en el mismo Seminario en (1954).
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38 - Fraternidad - diciembre 2022
Monseñor Octavio Ruiz
Siento gozo por haber aceptado esta vocación
Afirma el obispo emérito de Villavicencio, al hacer memoria de su vida, ministerio y servicio en la Iglesia católica, tanto en Colombia como el Vaticano.
“Cuando han pasado 53 años de vida pastoral, y uno mira hacia atrás, lo primero que se viene a mi mente es darme cuenta que he sido agraciado por parte del Señor. He recibido tantos cargos que no los merecía, que no hice ningún esfuerzo ni ambicioné para llegar a ellos”, pero que Él, con su misericordia y amor de Padre, me confió.
“Yo vengo de una familia muy cristiana, mis padres desde niño me enseñaron el valor de la Eucaristía”, esa guía y ejemplo en su hogar marcó el inicio de una vocación temprana.
“Los familiares, que me conocieron de niño, me decían que desde que tenía dos años y medio comencé a decir que quería ser cura y ciertamente me apoyaron en esa idea.
A Dios gracias por concederme ese anhelo”.
Fraternidad,
Monseñor Octavio realizó estudios en el Seminario Mayor de San José, en Bogotá. Luego, ingresó a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (1977-1979), obteniendo la Licenciatura y el Doctorado en Teología Dogmática. Dentro de las anécdotas que recuerda y que han representado momentos de afianzamiento en su vocación se encuentra lo ocurrido a puertas de recibir el orden sacerdotal, a los 22 años, cuando tuvo que retirarse del Seminario durante dos años, debido a que era muy joven y posiblemente no le iban a dar la autorización para ser ordenado. Este tiempo lo aprovechó para un mayor discernimiento de tipo vocacional y para involucrarse en actividades pastorales como la organización del Congreso Eucarístico Internacional, que se celebró en Bogotá en el 1969; también, trabajó en Cáritas diocesana de Bogotá.
En aquella época, con la crisis del pos Concilio Vaticano II, - agrega- muchos sacerdotes se retiraron y los Seminarios se empezaron a vaciar. “Cuando regresé al Seminario en el año 1968, mi curso había
desaparecido completamente. Yo siempre me preguntaba y decía ¿por qué fui el único? ¿por qué el Señor me escogió a mí? había tantas personas tan apostólicas, tan inteligentes, tan comprometidas y, sin embargo, fui el único que tomé ese camino”, recuerda visiblemente emocionado.
Tras este periodo, fue ordenado como sacerdote el 29 de noviembre de 1969, por el cardenal Aníbal Muñoz Duque. Ante esta bendición para su vida, y comprometido con su ministerio, se dispuso a servir con alegría y fidelidad al Señor y a las comunidades que acompañó.
Justamente, su primer encargo pastoral es otro de los recuerdos anecdóticos que le acompañan.
“Hay una anécdota muy simpática, cuando yo estaba terminando teología y nos estábamos preparando para la ordenación, se me vino a la mente pensar en el lugar en el que me gustaría que me enviara el arzobispo; en ese instante, llegó a mi cabeza
un recuerdo de niño cuando nos llevaron a la Iglesia de Soacha, aún existía el templo antiguo y el párroco era un sacerdote que vestía sotana, ya más o menos anciano. Era una iglesia muy oscura y como niño se metió a la cabeza que allí enviaban a los sacerdotes castigados. Eso hizo que yo dijera - cualquier cosa menos que me envían a Soacha-, y mi primer nombramiento fue precisamente en Soacha. Lo acepté lógicamente, ya al segundo día estar allí estaba feliz, estuve dos años y recuerdo con inmenso cariño el trabajo que hicimos”.
Otros servicios pastorales Profesor en el Seminario Menor de Bogotá (1973-1974); vice-párroco de la parroquia de Egipto en Bogotá (19741975); vicario ecónomo en la parroquia Nuestra Señora de Las Aguas (1976). En 1980 fungió como rector del Seminario Menor de Bogotá. Entre 1981 y 1984 integró el grupo de Formadores del Seminario Mayor de la misma ciudad.
40 - Fraternidad - diciembre 2022
Nuestros hermanos mayores
Cargos en la Santa Sede
En 1984 se realizó en Bogotá la primera reunión de los Departamentos Doctrinales de América Latina de las distintas comunidades episcopales, con el cardenal Joseph Ratzinger que era el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Allí, participó un número grande de cardenales y de arzobispos.
El cardenal Ratzinger, escribió al CELAM solicitando un sacerdote teólogo que acompañara la reunión. “El CELAM llamó al Seminario y allí me dijeron que como a mí me gustaba mucho las cosas de América Latina era la persona indicada. Acepté y tuve la oportunidad de trabajar con el cardenal Ratzinger. En esa ocasión él me dijo que si tenía disponibilidad de ir a Roma a trabajar en la Congregación para la Doctrina de la Fe y así fue como llegué a trabajar 11 años, que fueron de gran experiencia en mi vida”.
El 8 de marzo de 1996, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Troina y auxiliar de Bogotá. Recibió la consagración el 13 de abril de ese mismo año. Al regresar a Colombia, monseñor Pedro Rubiano lo encargó de la zona pastoral de la Sagrada
Eucaristía, con la visión de que se empezará la fundación de una nueva diócesis, que en este caso sería Engativá.
Posteriormente, el 16 de julio de 2002, fue nombrado obispo de Villavicencio; y el 3 de julio de 2004, al ser elevada la Diócesis de Villavicencio a Sede Metropolitana, fue nombrado primer arzobispo de esta jurisdicción.
El 31 de mayo de 2007, el papa Benedicto XVI, le pidió a monseñor Octavio que regresará a Roma para ser el vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina: “Fueron 3 años y medio en donde tuve la oportunidad de visitar muchos países, las 22 Conferencias Episcopales, y de involucrarme en la Curia Romana, porque una de las tareas de la comisión era que sirviéramos de canal con los demás Dicasterios para el estudio, reflexión y búsqueda de soluciones de las problemáticas pastorales de América Latina”.
Pasados tres años, fue nombrado por el papa Benedicto XVI, el 13 de mayo de 2011, como secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización: “Fue una oportunidad muy grande de estar en el corazón mismo de
lo que se movía en la Iglesia; y de ver su tarea fundamental, que es la evangelización. Tratábamos de impulsarla con ese nuevo ímpetu misionero”. Cuando monseñor Octavio Ruiz cumplió los 75 años, presentó su renuncia al papa Francisco, el 21 de diciembre del 2019. A finales del año 2020 el Papa aceptó su renuncia.
Siendo obispo emérito continuó trabajando como miembro de la Congregación de Obispos, en la que había sido nombrado desde el 2007.
“Pensé en volver a Bogotá, a donde pertenezco, no solamente por mi familia, sino porque me siento en casa en el clero de Bogotá, donde comparto con muchos sacerdotes que fueron alumnos míos. Pero al mismo tiempo sigo muy ocupado, porque me han invitado a muchas Diócesis a dictar conferencias de temas como la nueva evangelización y la catequesis”.
Vea entrevista completa en:
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de Bogotá
Beata María Berenice
Testimonio de humildad y caridad
Como “un edificio de santidad construido sobre la humildad”, fue descrita la Madre María Berenice Duque por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, durante la ceremonia de beatificación realizada en la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María (Medellín), el 29 de octubre 2022.
La religiosa colombiana se destacó por las virtudes de la humildad y la caridad, teniendo como modelo a la Virgen María de la Anunciación.
“Tenía un particular amor por los niños más pobres, a los que consideraba los favoritos del Señor”, recordó el cardenal.
Ardiente celo apostólico al servicio de la evangelización
En 1943, fundó la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación, que se dedicó especialmente a la niñez, la juventud y la familia.
En 1957, creó la fundación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús y María, quienes se dedican a la labor pastoral en los lugares de misión.
En 1964, la Madre Berenice fundó a los Hermanos Misioneros de la Anunciación, rama masculina, que trabaja en lugares vulnerables de la sociedad con niños sin hogar, presos y marginados.
Alegría y compromiso ante el legado de la Madre Berenice
Las Hermanitas de la Anunciación, en los cuatro continentes donde se encuentran (Europa, Asia, África y América); las comunidades fundadas por la religiosa; y quienes tuvieron la gracia de conocer su obra y recibir apoyo, celebran su beatificación y se esmeran por seguir su ejemplo.
En Colombia, las Hermanitas de la Anunciación sirven en jardines infantiles, sala cunas, internados; trabajan con la juventud y las familias. Están presentes en las parroquias, colegios y escuelas, a lo largo y ancho del país.
“Me siento muy feliz porque tenemos un ejemplo de santidad muy cercano, es un modelo a seguir en la Iglesia y en nuestra comunidad”, señaló la hermana María del Carmen Hernández, ecónoma de la Casa Provincial en Bogotá.
En su mirada reflejaba santidad
En medio de la enfermedad la hermana Berenice siempre sonreía, recuerda la hermana María del Carmen, quien mantiene en su mente y corazón las palabras que su fundadora les repetía en la cotidianidad: esforzarse por: “Amar, sufrir, callar y sonreír, todo por amor”. La madre Berenice falleció 25 de julio de 1993.
Ejemplo e intercesora
El milagro que llevó a la beatificación de la religiosa Berenice se da a través de un joven llamado Sebastián Velásquez, quien tenía una enfermedad degenerativa, catalogada por los médicos como pandisautonomía: afectación del sistema simpático, parasimpático, digestivo y urinario.
El joven recibió la oración de la Beata María Berenice, oró con fe y confianza y alcanzó la curación por mediación de la Beata ante Dios.
Beatificación 42 - Fraternidad - diciembre 2022
Proceso de Canonización
Etapa Diocesana del proceso: En la Arquidiócesis de Medellín se da inicio al proceso de Canonización el 14 de agosto de 1998.
Sierva de Dios: El 12 de octubre de 2001, la Congregación para la causa de los Santos informa que no tiene ningún obstáculo para introducir la Causa de Canonización y se le da el título de Sierva de Dios.
Reconocimiento Virtudes Teologales: El 12 de febrero de 2019, el papa Francisco reconoce que la Sierva de Dios practicó las virtudes teologales y cardinales heroicamente y le otorga el título de Venerable Sierva de Dios.
Aprobación del Milagro: El 13 de octubre de 2021, el papa Francisco firma el decreto con el cual aprueba el milagro concedido por Dios y atribuido a la intercesión de la Venerable María Berenice. Este milagro es concedido al joven Sebastián Vásquez Sierra, quien después de sufrir una Pandisautonomía es curado milagrosamente.
Beatificación: El 22 de agosto de 2022, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín, comunica que el 29 de octubre de 2022 se realizará la ceremonia solemne de Beatificación de la Venerable Sierva de Dios María Berenice Duque Hencker en la Catedral Metropolitana de Medellín.
Mirador del Arte y las Letras en Monserrate Arte y cultura
Este espacio se creó para generar historia, arte, cultura y sentido de pertenencia (…) La idea es presentar artistas como: ilustradores, escritores, autores. Contaremos con lanzamiento de libros y exposiciones. Tenemos, también, la librería Oso de Anteojos, con una temática de literatura colombiana, literatura universal; objetos, postales y curiosidades
Patricia Acuña, colaboradora de la Librería Oso de Anteojos.
Informes:
Conozca detalles sobre esta propuesta cultural y sobre el Santuario del Señor Caído de Monserrate en: Youtube Arquidiócesis de Bogotá Oficial
La apuesta liderada por la Librería Oso de Anteojos y La Galería Flexible (Photo Art & Books), en alianza con el Santuario de Monserrate y el Teleférico de Monserrate, se trata de un espacio cultural que busca brindar, a propios y turistas, una experiencia única para conocer, reconocer y disfrutar diversas exposiciones artísticas, talleres y jornadas de promoción de lectura. El ‘Mirador de Arte y Cultura’ abrió sus puertas con la obra fotográfica y de libros “Bogotá Histórica y Colombia Histórica”, del fotógrafo Tito Julio Celis, deleitando al público con una muestra de gran valor histórico, que combina una colección inédita de imágenes en color original de época, con una serie de sus imágenes más populares en blanco y negro, muchas de ellas aún desconocidas.
“Tenemos a ‘Foto Tito’, que es un archivo familiar que está desde los años 30 a los años 70, son más de 100 mil imágenes mostrando: arquitectura, países, retratos y, bueno, detalles que uno se encuentra en la fotografía”, afirmó Acuña.
Ubicado a 3.152 metros sobre el nivel del mar, en el Cerro de Monserrate, este espacio espera consolidarse como un punto de encuentro para el arte, la cultura y la historia, que se sume al sentido de oración y recogimiento que motiva a miles de peregrinos a visitar este lugar, de manera especial, la Basílica Menor, llevando sus intenciones al Señor Caído de Monserrate.
Cada 7 semanas se hará una rotación, presentando nuevas exposiciones, con el fin de mantener una agenda cultural diferente y permanente para sus visitantes.
Publicaciones
Catedral Primada / Bogotá Colombia
Primada, Basílica Metropolitana de la Inmaculada Concepción de Bogotá y su Capilla del Sagrario, fue editada por Consuelo Mendoza Ediciones, bajo la dirección general del padre Edison Sahamuel Ortiz.
Para la elaboración de esta guía, desarrollada en el marco del bicentenario de la cuarta Catedral 1823-2023, se consultaron fuentes documentales en el archivo histórico de la Catedral y diversa bibliografía.
Se encuentra disponible para su venta en la tienda de la Catedral Primada.
‘El Arte de la Platería (siglos XVI – XX). Bicentenario de la Consagración de la Cuarta Catedral de Bogotá’
La obra busca destacar, reconocer y dar a conocer la riqueza artística que se conserva en nuestra Catedral. Esta publicación pertenece a la Arquidiócesis de Bogotá y fue editada por Consuelo Mendoza Ediciones.
Fue dirigida por el padre Edison Sahamuel Ortiz, magister en restauración de patrimonio arquitectónico de la Universidad Javeriana; especialista en conservación y restauración de patrimonio arquitectónico y urbano de la Universidad Politécnica de Madrid; y especialista de conservación científica del patrimonio del Ministerio de Cultura de España. Conocedor y custodio de la riqueza cultural de esta Arquidiócesis.
“El arte expresa la espiritualidad, la belleza, la profundidad del Creador, del artista por antonomasia, que es el mismo Dios que todo lo hace (…) Y el arte que nosotros tenemos nos permite también orar, profundizar y reconocernos como hermanos. También, ser testigos de la belleza de la obra del Creador y su Plan de Salvación”: monseñor Luis José Rueda, durante el lanzamiento del libro, en el salón Santa Bárbara, del Palacio Arzobispal.
Libro Libro 44 - Fraternidad - diciembre 2022
¡Cuand te puse en primer lugar! Una experiencia del encuen
En el marco de la Feria Interna cional del Libro, FILBO 2022, la comunicadora social y periodista, egresada de la Universidad de La Sabana, integrante del equipo de comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá, Doris Jeanet Hernández Monguí, lanzó esta publicación, su primer libro, el cual cuenta con el aval Nihil Obstat e Imprimátur por parte de monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá.
El prelado escribió la introducción de la obra y el prólogo estuvo a cargo de monseñor Rafael De Brigard.
La autora, relata de manera amena y bajo una experiencia propia, la forma de limpiar el corazón para poder escuchar, ver, sentir, amar y caminar con Dios, en la cotidianidad de la vida, y cómo lograr que ocupe siempre el primer lugar de nuestra existencia.
La publicación se encuentra disponible, en versión física y digital, en librerías Paulinas Colombia: www.paulinas.org.co
Renovar la vida desde la esperanza
La publicación digital es presen tada por la coordinación de Vida Litúrgica y Oración de la Arquidiócesis de Bogotá.
Lea aquí
teniendo en cuenta los temas de los encuentros virtuales denominados ‘Diálogos en la Ciudad’ e investigaciones adelantados entre los años 2019 al 2021.
Disponible en Plataforma Issuu:
2022 -
Octubre de
Número 4 - ISSN 2954-7369
Far Revista Observatorio Arquidiocesano de Evangelización Octubre de 2022 - Número 4 - ISSN 2954-7369 Renovar la vida desde la esperanza
Revista Revista
una revista
clero
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Libro
Fraternidad,
para el
de la Arquidiócesis de Bogotá
2022 en imágenes
Apertura del Año Jubilar. El 17 de abril 2022, bajo el lema: ‘Catedral de Bogotá, epicentro de la evangelización y la cultura’, se dio apertura al Año Jubilar por el bicentenario de la actual edificación y consagración de esta Catedral.
Arquidiócesis de Bogotá activa ‘Líneas Blancas para la Atención Hospitalaria’. Funcionan en distintas zonas de la ciudad, brindando un servicio de cercanía y cuidado al enfermo, a su familia y al personal de salud en instituciones sanitarias públicas y privadas.
Finaliza curso ‘Comunicación en la Iglesia’. La formación fue adelantada a través de la alianza Arquidiócesis de
e instituciones de Iglesia.
Bogotá - Universidad de La Sabana, participaron 50 profesionales vinculados a la gestión comunicativa en las parroquias
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Bendición del Centro Pastoral para el Cuidado de la Tercera Edad ‘Hermano Ettore’. La obra arquidiocesana, ubicada en el barrio Las Cruces, acoge a adultos mayores en estado de vulnerabilidad. Entregada en comodato a la Fundación Domus Colombia, inició su servicio el 23 de abril 2022.
Vicarios Episcopales Territoriales de la Arquidiócesis de Bogotá (septiembre 2022)
De izquierda a derecha: monseñor Rafael De Brigard, monseñor Jaime Alberto Mancera Casas, monseñor Daniel Arturo Delgado Guana, monseñor Yoany Cupitra Díaz, monseñor Alberto Forero Castro, monseñor William Casas Velázquez, monseñor Julio Hernando Solórzano, monseñor Nelson Enrique Ortiz Rozo V.E.T. Cristo Sacerdote
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis
V.E.T. Padre Misericordioso V.E.T. Inmaculada Concepción V.E.T. Espíritu Santo V.E.T. San Pablo V.E.T. Santa Isabel de Hungría V.E.T. San Pedro V.E.T. San José Monseñor Rubén Darío
Perdomo Monseñor
Díaz
Monseñor
Monseñor
Territoriales
de
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Hernández
Alejandro
García
Darío Álvarez Botero
Julio Hernando Solórzano Nuevos Vicarios Episcopales
Bogotá
nuestros días asistimos a una era de deshielos, que nos desafía a volver a proponer la fe a masas descristianizadas
La fórmula de la evangelización
Aunque se pueda buscar y, en algunos casos, creer tener, lo cierto que ni el mismo Señor la entregó. Hubo mandato de anunciar, consejos para los apóstoles, porque se sugirió la prudencia de las serpientes y la sencillez de las palomas. En san Pablo vinieron el arrojo, se nos enlistan las armas de la luz, pero hasta él mismo experimentó el fracaso del anuncio. En definitiva: nadie tiene la fórmula de la evangelización. Ninguna clave, ninguna frase mágica que abra todos los corazones de todos los tiempos: el kerigma, la Buena Nueva, no se pasma, no se deja acorralar: viene vivida, asumida y luego entregada.
Cada siglo, con sus vicisitudes, ha marcado en la Iglesia un ritmo distinto, empujando a encontrar cauces por los que pueda proponerse, con mayor fuerza, la alegría de la fe. Para eso sí hace falta entrega, creatividad, recursos, pero sobre todo sumisión al Espíritu, que es el que propone e inspira. Es así como, por ejemplo, los cursillos de cristiandad, las reducciones jesuíticas, las universidades eclesiásticas, los predicadores itinerantes, etc., respondieron a su contexto.
En nuestros días asistimos a una era de deshielos, que nos desafía a volver a proponer la fe a masas descristianizadas. Y alguno puede objetar que la masa sigue siendo cristiana, aunque con una fe incipiente. Ese es precisamente el inconveniente, que tras la masa puede esconderse el intimismo. Además, dar por supuesta la fe nos corta las alas para proponerla y madurarla.
A propósito, hace unos años, el papa Benedicto XVI decía: “la fe es siempre y esencialmente creer junto con los otros. Nadie puede creer por sí solo. Recibimos la fe mediante la escucha …y la escucha es un proceso de estar juntos de manera física y espiritual”. Si bien esta tampoco es la fórmula, nos puede dar luces de cómo vivir la fe hoy, porque del cómo se vive depende el cómo se propone.
Sinteticemos. La fe tiene un paradigma: la fe como Camino. El pueblo de Israel caminaba -como lo hizo Abraham- y unido fue conociendo a Dios cada vez más íntimamente.
En el camino la fe avanza y se acompaña. ¿Cómo sostener el avance y la compañía? ¿cómo proponer, frente a una religión que termina siendo herencia de prácticas, la iglesia como pueblo peregrino que va madurando las certezas del amor de Dios? La respuesta podría estar en las pequeñas comunidades de iniciación cristiana, cualquiera de ellas, pero -hablo de lo que conozco- sobre todo en el catecumenado. Ojo, no me limito a hablar del Camino Neocatecumenal, pero también hay que decir que es una aplicación acorde con lo que la Iglesia consideró prudente ante las mareas de paganos pidiendo el bautismo.
El catecumenado en pequeñas comunidades sintetiza un esfuerzo, condensa una práctica pedagógica de la Iglesia: para llegar a ser cristianos es necesario ser ayudado. Entonces, ¿ante las masas entrando a la Iglesia, catecumenado? ¿ante las masas
saliendo de la iglesia, catecumenado? Si, de modo que la Iglesia adulta vaya introduciendo al hombre progresivamente, como una inmersión, en lo que ella confiesa de Cristo.
Para poder entender la iniciación cristiana en pequeñas comunidades hace falta superar una concepción triunfal de la evangelización, concentrada en las conversiones súbitas; las asistencias dominicales, aquella que en vez de contar cristianos cuenta bautizados. Es entrar en una visión humilde de nuestros esfuerzos, confrontados aún con el fracaso, y la verdad es que los curas, (no todos por supuesto) estamos poco formados para eso.
No se forman pequeñas comunidades para que en una parroquia resulten catequistas y demás agentes de pastoral. Nace una comunidad que tendrá que ser alimentada en su niñez, con paciencia y discernimiento, porque vienen y necesitan ser formados antes de formar. Al principio no se ve ganancia, todo es inversión.
En pequeñas comunidades la familia deja de ser el target de una campaña publicitaria-evangelizadora. La transmisión de la fe a los hijos es garantizada por las herramientas que le entrega la Iglesia a los padres: la catequesis antes de ir a la eucaristía, la introducción paulatina a los niños en la liturgia, la dignidad de la vivienda, etc., van garantizando no solo vivir la paternidad como vocación, sino también el que los niños vayan asumiendo las riquezas del Evangelio.
No se trata de que la catequesis de primera comunión sea la iniciación cristiana, se trata de que la fe sea el ambiente en el que crezca.
En esta misma línea, puede entenderse la vida como vocación: al matrimonio, al sacerdocio, a la vida consagrada…, quien crece en la escucha de la Palabra, quien entiende su realización como ofrecimiento, puede también disponerse a vivir su vida según los designios de Dios.
En otras palabras, la vocación es la respuesta que debe ir madurando, y la familia cristiana propicia su escucha humilde.
Por último, es necesario centrar la formación desde la Palabra de Dios. En ocasiones corremos el riesgo de pautar la formación con recursos demasiado ajenos a la vida de las personas, con cartillas que por su número sepultan, y que en ocasiones nada saben de la vida interna de la comunidad. Es necesario poner en medio de las pequeñas comunidades la antorcha de la Palabra de Dios, con celebraciones litúrgicas en las que los cristianos puedan escuchar la voz del pastor, de modo que vayan alineando su vida, sin violencias, con la voluntad de Dios.
Las comunidades cristianas serán, ¡ya lo han sido para muchos!, como un Templo, allá donde se reúnan, brillarán como un faro que llama y antoja a los extraviados … Sus hijos serán, no el futuro de la Iglesia, pero sí la Iglesia futura. Serán, en últimas, apóstoles, si logran hacer exclamar a quienes los miran: “¡mirad cómo se aman!”
Jesús Arroyave Restrepo ■ Presbítero Párroco en Santa María Micaela y San Mario y capellán del Liceo San José
En
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Notas Arquidiocesanas
Bajo la premisa ¡Porque la fe es acción!, se llevó a cabo el 17, 18 y 19 de noviembre, en las instalaciones del canal Teleamiga, la segunda versión de la maratón arquidiocesana, que busca recaudar fondos para financiar las obras de los servicios sociales, educativos y evangélicos que realiza la Iglesia católica en la capital.
Gracias a la generosidad de comunidades parroquiales, familias, empresas públicas y privadas, instituciones educativas y distintos sectores de la ciudad se logró recaudar 674 millones de pesos, con los que se apoyará:
La pastoral de las adicciones: Esta ayudará a personas afectadas por una adicción. El apoyo se traduce en tres etapas: acompañamiento (acogida), rehabilitación e inserción a nivel social y laboral. Inicialmente, se espera beneficiar a 25 personas anualmente, incidiendo de manera indirecta en 75 personas.
La Casa de La Esperanza: Brindará atención a las personas que provienen de diferentes lugares del país en busca de servicios hospitalarios para familiares o allegados y no cuentan con un lugar para dormir y alimentarse.
También, se dispondrá un espacio para las mujeres que sufren violencia intrafamiliar. La casa se ubicaen el sector Las Cruces y se espera beneficiar a 550 personas de manera directa y a 1.650 personas de manera indirecta.
Fortalecimiento del Centro Pastoral para el Cuidado de la Tercera Edad ‘Hermano Ettore’: ubicado en el barrio Las Cruces, esta iniciativa busca atender a 20 adultos mayores en residencia permanente y apoyar diariamente a 40 personas de paso itinerante, a través del programa ‘Hogar Día’ para ancianos, que presta acompañamiento integral en los componentes psicosocial, nutricional y fisioterapéutico.
Fondo Becas Arzobispo de Bogotá: Buscará fondos para la educación primaria, secundaria y universitaria, con el objetivo de prevenir la deserción escolar y apoyar procesos educativos para estudiantes con méritos académicos, morales y de servicio a la sociedad.
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“La maratón es una expresión de amor, una ola de amor que se mueve en Bogotá”
¡Gracias por su generosidad!
Notas Arquidiocesanas
Cuar ta promoción de la Escuela de Animadores de la Evangelización
El 3 de diciembre, en el coliseo Santa Isabel de Hungría, la Escuela de Animadores de la Evangelización (ESAE), celebró la graduación de 560 personas que hacen parte de diferentes parroquias de la Arquidiócesis de Bogotá, y terminaron los cuatro módulos del programa general de la escuela.
La ceremonia contó con momentos de oración, reflexión, reconocimiento a los coordinadores de grupo, testimonios e intervención musical y, finalmente, se adelantó la entrega de certificados.
Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá saludó y felicitó a las personas que terminaron su formación con éxito: “Hoy es un día de celebración gozosa por el camino de formación que ustedes asumieron y que hoy están llevando a feliz término; de antemano mi felicitación a todas y a todos por este esfuerzo en el discipulado misionero. Le agradezco también a quienes acompañan la ESAE, a monseñor Yoany Cupitra, quien se encuentra al frente como director y a todos los que de una u otra manera han contribuido para que este grupo numeroso de hermanos y hermanas puedan llegar hoy al culmen de su proceso”, precisó.
A su turno, monseñor Cupitra dirigiéndose a los presentes los invitó a “hacer de la ESAE un proyecto permanente”, recordó que la evangelización es una tarea propia de la Iglesia y requiere, cada vez con mayor urgencia, que todos sus miembros se formen de la mejor manera.
Ante esta realidad, explicó que “no solo buscamos saber cosas, sino que los grupos de estudio se van constituyendo en pequeñas comunidades de fe, esos lazos que se han ido tejiendo entre ustedes no los podemos perder, los debemos cuidar, fortalecer, potenciar”, insistió.
Actualmente, la Escuela de Animadores de la Evangelización con el proceso formativo de este año ha certificado a 2785 animadores, comprometidos con la misión de anunciar a Jesucristo en diferentes espacios eclesiales, para motivar a otros con el testimonio y acompañarlos en su formación en la fe.
50 - Fraternidad - diciembre 2022
Desde la Cancillería
COMUNICADO No. 034/2022
Vicarios Episcopales
Al señor vicario Rubén Darío Hernández Perdomo, en la Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor vicario Alejandro Díaz García, en la Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al señor vicario Darío Álvarez Botero, en la Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor vicario Julio Hernando Solórzano Solórzano, en la Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Bogotá, 10 de noviembre de 2022.
COMUNICADO No. 036/2022
Párroco
Al señor presbítero Rafael Leonardo Bernal Niño, en la parroquia Santa María Goretti, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Al señor presbítero Jorge Eliécer Arias Toro, en la parroquia San Pedro Claver, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Facundo Medina Blanco, en la parroquia Madre Teresa de Calcuta, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor presbítero Edward Francisco Cristancho Vásquez, en la parroquia San Ramón Nonato, Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al reverendo padre Víctor Hernán Zuluaga Ramírez, S.S.S., en la parroquia Corpus Christi, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Al reverendo padre Juan Pablo Villamizar Jaimes, M.I., en la parroquia Hospital San José y capellán del Hospital San José, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Administrador Parroquial
Al señor presbítero Julio Hernando Castillo Guerrero, en la parroquia Nuestra Señora de Begoña, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor presbítero Juan Felipe Garzón Gutiérrez, en la parroquia Nuestra
Señora del Lucero, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor presbítero Pedro Antonio Prado López, en la parroquia Santa María de la Esperanza, Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al Ilustrísimo monseñor Nelson Enrique Ortiz Rozo, en las parroquias María, Madre de la Divina Misericordia y Cristo Salvador, Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Nombrar al reverendo padre José Lorenzo Gómez Sánchez, I.M.C., en la parroquia Nuestra Señora de la Consolata, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Vicarios Parroquiales
Al Reverendo padre Yorman José Carrillo Camargo, C.Ss.R., en la parroquia Santísimo Redentor, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al Reverendo padre Óscar Andrés Páez Díaz, C.M., en la parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al reverendo padre Quynh Hoang Van, C.S., en la parroquia María Reina, Vicaría Episcopal Territorial de la Inmaculada Concepción.
Al Reverendo padre Franki Javier Penagos Caicedo, M.I., en la parroquia Basílica Menor La Inmaculada Concepción –Cáqueza, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al reverendo padre Geovanny Felipe Colorado González, C.J.M., en la parroquia Jesús y María y en la parroquia La Ascensión del Señor, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor presbítero Fabián Camilo Herrera Pérez, en la parroquia La Sagrada Familia, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Otros Cargos
Al señor presbítero Juan Felipe Garzón Gutiérrez, capellán del Colegio parroquial San Luis Gonzaga – SEAB, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Gonzalo Arias Cárdenas, capellán en el Colegio de la Presentación Sans Façon, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero Miguel Ángel Leguizamón Velásquez, capellán en el Colegio Champagnat, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Ángel David Agudelo Mesa, capellán de la Línea de Atención Espiritual para las URI.
Al Ilustrísimo Monseñor Álvaro Vidales Bedoya, adscrito en la parroquia San Maximiliano Kolbe, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al señor presbítero Dayvis Alexander Cárdenas Carrillo, adscrito en la Parroquia María Auxiliadora (Convenio Interdiocesano), Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al reverendo padre Jean Beauduis Joseph, O.M.I., capellán en el colegio parroquial Nuestra Señora de la Valvanera, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al diácono transitorio Fabián Camilo Herrera Pérez, adscrito en la parroquia La Sagrada Familia y capellán en el Instituto Tecnológico del Sur., Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Abelardo Gómez Serrano, delegado del señor arzobispo de Bogotá en el Comité Directivo de la Confederación Católica de Educación CONACED Bogotá y Cundinamarca, para un periodo de tres (3) años.
Al señor presbítero Julio Hernando Castillo Guerrero, arcipreste del Arciprestazgo 8.2., Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor presbítero Edson Joan Pino Romero, arcipreste del Arciprestazgo 8.3, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al señor presbítero Tomás Acevedo Porras, arcipreste del Arciprestazgo 8.4., Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al reverendo padre Álvaro Duarte Torres, C.J.M., capellán en el Palacio de Nariño, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Paul Hyoung–Moon Park para la atención de la Comunidad Coreana en Bogotá.
Al reverendo padre José Manuel De Freitas Solís, Asistente Eclesial del Movimiento Familiar Cristiano.
Al señor presbítero Wilfran Oyola García, arcipreste del Arciprestazgo 3.7., Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al reverendo padre Aníbal Vásquez Ochoa, M.I., capellán en la Clínica Palermo, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis
de
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Bogotá
Al señor presbítero Orlando Alfonso Aguilar Barrios, arcipreste del Arciprestazgo 6.1., Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al señor presbítero Pedro Antonio Prado López, arcipreste del Arciprestazgo 6.4., de la Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al reverendo padre Jorgy Lugo Macías, M.I., capellán en el Hospital de la Misericordia (HOMI), Hospital Santa Clara y en el Centro de Bienestar del Adulto Mayor, Fundación San Pedro Claver.
Licencia Pastoral
Al señor presbítero Jorge Armando Ruiz Ampudia, por cuatro (4) meses.
Ratificaciones
Al Ilustrísimo monseñor Daniel Ferreira Sampedro, representante del señor arzobispo de Bogotá en la Junta Directiva de la Fundación para la Asistencia de la Niñez Abandonada – FANA, por un periodo de dos (2) años.
Al señor presbítero Angelino Sanjuanés Flórez, representante legal y director general de la Fundación Casa de Ejercicios de Emaús, para un periodo de dos (2) años.
Al señor presbítero Fabián Camilo Herrera Pérez , capellán en el Instituto Tecnológico del Sur – SEAB, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Consejo Presbiteral
Al señor presbítero Pablo Enrique Pinzón Pérez, en representación de la Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Rafael Hernández Arévalo, en representación de la Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Institución Ministro Acólito “Seminario Misionero Arquidiocesano RedemptorisMater”
Al seminarista Yeisson Andrés Quiñones Valdes
Admisión al sacramento del Orden en el grado de presbítero “Seminario Conciliar de Bogotá”
Al diácono Fabián Camilo Herrera Pérez.
Admisión al sacramento del orden en el grado de Diáconos “Seminario Misionero Arquidiocesano RedemptorisMater”
A los ministros acólitos Yeisson Andrés Quiñones Valdes, Miguel Arias
Mejía, José Yamid Ramírez Galindez, Diego Otero Espinel, Erick Joseph Mtey y Jefferson Echeverry Giraldo. Admisión al sacramento del orden en el grado de Diáconos “Seminario Conciliar de Bogotá”
A los ministros acólitos Héctor Fabián Benítez Páez, Víctor Alfonso Mosquera Suárez y Andrés Fernando Silva Valero
Admisión al Sagrado orden del Diaconado Permanente
A los señores Juvenal Aldana Bautista, Gustavo Adolfo Galindo Acosta, Nelson Alfonso Guillén Peñuela, Guillermo Gustavo Olarte Páez, Rubén Darío Ossa Zuluaga, Julio César Rodríguez Rivera, Héctor Téllez Arias, Jhon Fredy Vargas Lozano y Luis Julián Villanueva Galicia
Diáconos Permanentes
Al diácono permanente Héctor Julio Reyes Ballén, miembro del equipo de la Línea de Atención Espiritual para las URI.
Al diácono permanente Javier Ciodaro Pereira, miembro del equipo de la Línea de Atención Espiritual para las URI.
Al diácono permanente Reinaldo Motta Quibano, adscrito en la Parroquia San Pablo VI, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al diácono permanente Víctor Edgar Arcila Cruz, adscrito en la Parroquia San Maximiliano Kolbe, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al diácono permanente Tobías Alfonso Linares Jiménez, adscrito en la Parroquia San Vicente de Paúl, Vicaría Episcopal Territorial Cristo Sacerdote.
Al diácono permanente Jorge Enrique Suárez Albarracín, adscrito en la Parroquia Madre del Salvador, Vicaría Episcopal Territorial Cristo Sacerdote.
Al diácono permanente Jaime Arturo Cárdenas Mendoza, adscrito en la Parroquia Santa Rafaela María del Sagrado Corazón de Jesús, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Al diácono permanente Camilo Alberto Rojas Rodríguez, adscrito en la Parroquia Dei Verbum, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al diácono permanente Gustavo Alonzo Carrillo León, adscrito en la Parroquia La Asunción de Nuestra Señora, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Al Diácono Permanente Fabio Alfonso Salazar Otero, adscrito en la Parroquia San Nicolás, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Licencias
Conceder la debida licencia por un (1) año para que, en el Oratorio de la Casa Madre de la Asociación Privada de Fieles Hijas del Amor del Niño Jesús de Praga, ubicado en la Carrera Calle 180 No. 54 – 60 de Bogotá, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro, se mantenga la Reserva del Santísimo Sacramento, sin embargo, en este Oratorio no se autoriza la celebración de los demás sacramentos y no habrá culto público, sino exclusivamente privado.
Conceder la debida licencia por un (1) año para que, en el Oratorio de la Casa Pastoral de la Asociación Privada de Fieles Hijas del Amor del Niño Jesús de Praga, ubicado en la Calle 176 No. 54 – 28 Barrio Nueva Zelandia de Bogotá, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro, se mantenga la Reserva del Santísimo Sacramento, sin embargo, en este Oratorio no se autoriza la celebración de los demás sacramentos y no habrá culto público, sino exclusivamente privado y autorizar a la Asociación Privada de Fieles Hijas del Amor del Niño Jesús de Praga realizar en la Casa Pastoral jornadas de oración y adoración con los beneficiarios del apostolado.
Conceder la debida licencia por un (1) año para que, en el Oratorio de la casa ubicada en la Calle 12 No. 2 – 88 de Bogotá de la Congregación Siervas de Cristo Sacerdote, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción, se mantenga la Reserva del Santísimo Sacramento, sin embargo, en este Oratorio no se autoriza la celebración de los demás sacramentos.
Conceder la debida licencia por un (1) año para que, en el Oratorio del Centro de Desarrollo Comunitario Altos de San Jerónimo de la Orden de los Clérigos Regulares Somascos, ubicado en la Diagonal 74 Sur No. 27F – 12 de Bogotá, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría, se mantenga la Reserva del Santísimo Sacramento, sin embargo, en este Oratorio no se autoriza la celebración de los demás sacramentos y no habrá culto público, sino exclusivamente privado.
Bogotá, 17 de noviembre de 2022.
Desde la C ancillería
Desvelamiento del retrato del arzobispo emérito, cardenal Rubén Salazar Gómez
El cuadro fue hecho por el maestro – arquitecto cordobés, Gabriel Atencio, bajo la técnica dei macchiaioli , técnica renacentista de Florencia (Italia), “que consiste en ir manchando la tela con las mezclas de colores para ir dando las texturas a la imagen, que el autor desea. La técnica permite realismo sin buscar exhaustivamente el detalle”, explicó el padre Nicolás Garzón, delegado para el Patrimonio de la Arquidiócesis de Bogotá. Es óleo sobre tela y fue expuesto el 21 de diciembre, con motivo del cumpleaños del señor cardenal, quien fue arzobispo de Bogotá en el periodo 2010 -2020.
La ceremonia fue acompañada por el Consejo Episcopal e invitados especiales.