Libro de confirmación

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LA NOSTALGIA DE INFINITO

a. ¿Qué es lo que buscamos? ¿Dónde queremos llegar?

Idea Fuerza Todos queremos ser felices. Este es un anhelo que está muy presente en nuestra vida, es por ello que constantemente buscamos respuestas.

Es por eso que buscamos cosas que llenen ese deseo de felicidad. En lo cotidiano se nos presentan múltiples alternativas: Ejemplo: el reconocimiento de los demás, un título (el más lindo, el más mosca etc…) La diversión (cada vez algo más original de lo que ya hayamos hecho), la moda etc... Ponemos todas nuestras esperanzas en estas cosas, pero al final nos damos cuenta que todo esto es insuficiente para saciar nuestra hondura.

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Cuando entramos en nosotros mismos confirmamos que tenemos muchos sueños y aspiraciones sin cumplir descubrimos contradicciones y sentimientos confusos. Nos asaltan miedos, inquietudes, preguntas que a veces no hallan respuesta. Al mismo tiempo tenemos un profundo anhelo de amor, de libertad, de paz y felicidad. Esperamos vivir una vida con sentido que logre realizar esos anhelos que llevamos dentro.

Si miramos sinceramente en nuestro interior descubrimos que la felicidad que queremos sobrepasa todo esto. Descubrimos como las realidades más cercanas, los éxitos o los momentos de diversión son insuficientes para saciar ese anhelo profundo. Sin embargo en nuestra vida diaria buscamos 3 llenarlo con cosas que no llegan sino hasta la superficie. 2017


Siempre queremos más y cuando llegamos a una meta descubrimos que no nos basta. Buscamos algo que vaya más allá de nosotros mismos y nos proyecte a un horizonte sin límite. ¿Percibes tú también este anhelo por ser infinitamente feliz?

b. ¿Es fácil conseguir ese tipo de felicidad? Idea Fuerza La felicidad auténtica no se encuentra en lo superficial y pasajero, sino en Dios.

Miremos la dinámica que acabamos de hacer. Para casi todos fue fácil descubrir que para ser felices necesitamos de los amigos, la familia, los valores, que debemos conocernos a nosotros mismos y que quizás también necesitamos a Dios. En nuestra vida cotidiana casi ninguna de estas cosas está en nuestras prioridades. Es por ello que para conseguir esa felicidad que tanto anhelamos debemos optar por lo que dura para siempre. Si nuestro anhelo, nuestra nostalgia de felicidad es algo que va más allá de lo que sentimos, de lo que tenemos materialmente; si ella es una realidad que no debe pasar, una realidad infinita, entonces ¿Quién o qué cosa la puede saciar? Al hacernos esa pregunta, la única respuesta suficiente es que, esa nostalgia que todo ser humano posee de ser auténticamente feliz es, un profundo "hambre de Dios", una nostalgia de infinito. Es como cuando tenemos mucha hambre, tanta como para comernos 5 hamburguesas, pero en vez de hacerlo comemos un caramelo. Este nos deja tranquilos por un segundo pero después es como si no hubiéramos comido nada. De la misma manera sucede con nuestra hambre de Dios, es decir, nuestros anhelos de infinito son tan grandes que de ninguna manera podremos saciarlos de forma parcial con las ilusiones de felicidad que el mundo ofrece. El ser humano tiene un anhelo infinito, y este sólo podrá ser saciado por a Aquel que es Infinito. Sólo Dios es infinito, no pasajero, inmaterial. Sólo Dios puede saciarnos de verdad. Él puede colmar todas nuestras expectativas, Él nos puede saciar

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totalmente. Él nos creó y nos conoce más que nosotros mismos, conoce el sentido de nuestra existencia. Él es fuente de nuestra vida, sólo Él puede responder a mis cuestionamientos más profundos, Él es quien puede resolver mis dudas y aspiraciones. Juan Pablo II nos dice; “Solo Él es capaz de saciar la nostalgia de infinito que anida en lo profundo de vuestro corazón. Solo Él puede colmar la sed de felicidad que lleváis dentro. Porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida. En Él están las respuestas a las interrogantes más profundas y angustiosas de todo hombre y de la historia misma.... No busquéis en otros lugares lo que solo Cristo puede dar”.

c. ¿Qué es lo que realmente me impide ser feliz? Idea Fuerza Tengo que luchar por ser feliz, dejando de lado lo que me impide serlo y lanzarme en búsqueda de la auténtica felicidad.

Si reconozco que tengo un profundo hambre de felicidad y que este hambre es, en realidad, el anhelo de un corazón que quiere encontrarse con Dios, debe haber alguna manera de encontrarle, de orientar rectamente nuestra búsqueda.

Es por ello que debemos durante este periodo de preparación esforzarnos por conocer a Dios, encontrarnos con Él. El deseo de conocerlo está inscrito en lo más hondo de nuestros corazones. Conociéndolo y amándolo es de la única forma por la cual seremos real y auténticamente felices.

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Para esto debemos dejar a un lado las dudas y los temores. Tenemos que luchar por nuestra felicidad, debemos dar prioridad en nuestra vida a aquello que nos va a permitir alcanzarla, no podemos aspirar llegar a la meta sino llevamos los elementos necesarios para el camino.

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¿QUIÉN SOY? ¿QUIÉN ES DIOS? Idea Fuerza Necesito responder a la pregunta "¿quién soy?”. Para ello es importante conocerme más profundamente.

¿Quién soy yo? Nos encontramos con una pregunta que muchas veces no nos hacemos: ¿Quién soy? Hoy empezaremos a responderla, aunque durante toda la preparación de la confirmación iremos profundizando en eso. Nos conocemos muy poco. Nos quedamos muchas veces en lo superficial: nuestros gustos, en la apariencia externa que tenemos, nuestro nombre. Nos cuesta encontrar aunque sea 5 virtudes que nos caractericen. No es fácil encontrar una respuesta honda, auténtica sobre QUIÉN SOY. Sin embargo, necesitamos esa respuesta para ser felices. A lo largo de la confirmación, trataremos de profundizar en esa respuesta. Para comenzar, veamos 2 cosas importantes:

a. Cuerpo, alma y espíritu: Idea Fuerza Soy una unidad conformada por tres dimensiones: cuerpo, alma y espíritu.

Si comenzamos por mirarnos desde afuera, nos damos cuenta que cada uno de nosotros tiene un cuerpo. Somos materiales y distintos unos de otros. Es innegable que pienso y me doy cuenta de las cosas. Además tengo sentimientos y emociones. Tanto lo racional como lo emotivo se encuentran en nuestra alma. 2017


Pero hay muchas cosas que van más allá de los pensamientos y sentimientos. Son experiencias de nuestro ser que nos hablan de una dimensión más profunda, como, por ejemplo, el deseo de la felicidad auténtica, el anhelo de ser eternos, el hambre de Dios, el querer realizarnos plenamente, el impulso a amar y entregar nuestras vidas, etc. Esta dimensión más profunda del ser humano, y a la vez, misteriosa se llama espíritu. Ahora bien, no es que el cuerpo, el alma y el espíritu estén separados. Son tres dimensiones que conforman una unidad: el ser humano. Esto es sencillo entenderlo, pues experimentamos que si una dimensión anda mal, las otras también tendrán problemas. Por eso decimos que somos una unidad bio-psico-espiritual.

b. Somos creados a “imagen y semejanza” de Dios Idea Fuerza Soy creado a imagen y semejanza de Dios, es decir, tengo la huella de Dios en mi corazón y eso me lleva a buscar encontrarme con Él y amarlo.

¿Qué tiene el hombre que lo hace único y especial? ¿Qué hay en lo más profundo de su ser?

Somos imagen de Dios porque llevamos en nuestra naturaleza de seres humanos la huella de Dios, algo que nos lleva a anhelar estar con Él. Eso significa haber sido creados a imagen de Dios. Un ejemplo: Es como un artista que crea una obra de arte y le pone su firma, algo que identifica de dónde viene esa obra. Dios sería el artista, el creador. Nosotros somos la obra, la creación. Y lo que nos identifica, lo que muestra que somos de ese artista es la imagen. Dios nos creó además a semejanza suya, porque nos llamó a estar en comunión con Él, a vivir muy cerca suyo. Uno no puede conversar con una piedra, ni amar profundamente a un sapo, porque no son semejantes a nosotros. Dios nos creó semejantes a Él para vivir con Él en una comunión 2017

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La característica más fundamental del hombre, que lo hace incomparable con todo el resto de lo que existe, es el hecho de que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza.

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continua. Ser semejantes a Dios significa que compartimos lo más importante: el amor. ¿Qué importancia tiene para mí el ser “imagen y semejanza” de Dios? Eso es como una brújula: siempre apunta al norte. En nuestro corazón hay una brújula que apunta siempre a Dios. Eso significa que estamos impulsados hacia Dios. Todos nuestros anhelos más profundos de felicidad, de trascendencia, de grandeza e infinito, todo nuestro deseo de permanecer para siempre, así como otras experiencias humanas, se originan en el hecho de que entre Dios y nosotros, los hombres, hay una íntima unión, somos realmente imagen y semejanza de Dios. Pero si le ponemos otras cosas que interfieren (tipo imanes), la brújula va a apuntar a otros lugares o hasta incluso puede malograrse. ¿Quién es Dios? La otra pregunta que nos acompañará durante todo el año es: ¿QUIÉN ES DIOS? a. Dios es importante para mi vida y por eso debo esforzarme por conocerlo Idea Fuerza Dios está presente de muchas maneras en mi vida, y tengo que aprender a darme cuenta de eso.

A veces nos contentamos con ir a Misa, y no entendemos qué pasa. Sabernos cómo se llama el Papa, pero no estamos atentos a lo que dice. Tenemos una Biblia en nuestra casa, pero nunca la leemos. Quiero hacerles una pregunta: ¿Cuántas frases conocen de Jesús? ¿Cuántas parábolas sabes? ¿Los nombres de los 12 apóstoles? Conocemos muy poco a Dios. Está muy poco presente en nuestra vida. En este año, la idea es conocerlo más, acercarnos a Él. Y cuando lo conozcamos, podremos amarlo más porque “Nadie ama lo que no conoce”. Veamos la dinámica: ¿Cuánto espacio le damos a Dios en nuestras vidas? ¿No les parece que Dios es importante? Es importante porque es Quien nos ha creado, Quien mejor nos conoce, es Quien ha venido al mundo para salvarnos, es Quien siempre está a nuestro lado con su gracia, es Aquél que siempre es fiel y verdadero, bueno y misericordioso. También es 2017


importante porque al final de nuestra vida terrena estamos llamados a estar con él en el cielo. b. Dios sale a mi encuentro porque me ama Idea Fuerza Dios sale a mi encuentro, con su amor, con su gracia, para que llegue a ser feliz.

Dios hizo muchas cosas por ti. ¿Sabes cuáles son? ¿Eres capaz de reconocer lo que Dios te ha dado? Dios te creó, simplemente porque te ama. Dios te dio una familia, porque quiere que te ayuden, acompañen, amen. Dios te dio dones, virtudes, habilidades. Lo hizo para ti, para que tú Seas feliz con eso. Dios te dio amigos, enamorado(a) para que puedas amar y compartir tu vida. También muchas cosas materiales que te sirven y te hacen la vida mejor. Sobre todo, Dios mismo se dio a ti. No sólo te amó cuando te creó, sino que siempre te ama: Tanto te ama que murió en la Cruz. Tanto te ama que siempre está contigo, y te hizo a su imagen y semejanza. Aunque muchas veces no me doy cuenta o no quiero estar con Dios, Él sale a mi encuentro, me busca, toca la puerta de mi corazón (Ap 2, 20). En este tiempo estamos llamados a abrirle nuestro interior. Idea Fuerza En el fondo, la auténtica respuesta a la pregunta QUIÉN SOY, es decir, al hambre de Dios y de felicidad que tengo,

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sólo será posible si respondo a la pregunta QUIÉN ES DIOS para mí.

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DIOS TRINIDAD

Dios Padre y Dios Hijo Idea Fuerza El Padre y el hijo son 2 personas distintas de la Trinidad unidas profundamente por el amor.

Dios Padre nos ama tanto que ha sacrificado a su único Hijo, al Señor Jesús, por nosotros. Imagínense lo difícil que fue para el padre de la historia sacrificar a su único hijo, aunque esto le causara mucho dolor, él sabía que era la única forma de salvar la vida de miles de personas. De igual manera, Dios sacrificó a su único Hijo, lo entregó para que muriera por nosotros, para perdonar nuestros pecados, y para que de nuevo pudiéramos estar cerca de Él. A Dios no sólo le basto que su Hijo muriera, sino que permitió que muriera en una cruz y derramara hasta la última gota de su sangre por amor a nosotros. ¡“Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene, en envió al mundo a su único hijo para que vivamos por Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros amado a Dios, sino que Él nos amó y nos envió a su perdonarnos nuestros pecados” (Jn 4, 8-10).

es Amor. que Dios medio de hayamos hijo para

“En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (Jn 3,16). El Padre ama a su Hijo; así como nos ama a nosotros. Pensemos cuantas cosas hace Dios por nosotros. Podemos conocer a Dios viendo el gran amor que nos tiene y cómo nos ama, y podemos conocer a Jesús viendo cómo ama a su Padre y cómo nos ama a nosotros. “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por los amigos” (Jn 15,13).

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El Espíritu Santo Idea Fuerza El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es el enviado por Dios para mantenernos y acompañarnos en nuestra vida cristiana

“Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Espíritu; pero si yo me voy, os los enviaré; y cuando Él venga convencerá al mundo.... Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa...” Jn 16,7-8; 13.

El Espíritu Santo es el que nos da la gracia, que es la fuerza que proviene de Dios, para despertar en nosotros la fe y para que todas nuestras acciones sean guiadas al bien y a la verdad. El Espíritu Santo está siempre presente en nuestra vida. Él viene en ayuda de nuestra flaqueza, Él es quien nos asiste en los momentos difíciles en especial cuando no vemos las cosas claras y es difícil hallar una solución. Él es quien nos enseña a rezar e intercede por nosotros ante Dios. La prueba de que somos hijos de Dios, es que Él ha enviado a su Espíritu a nuestros corazones, pues todos los deseos de amar, de hacer el bien y ayudar a los demás provienen del Espíritu que se hace presente en nuestros corazones por el amor, pero este no es cualquier amor, sino es el mismo amor de Dios que Él nos regala a través de su Espíritu.

Sabiduría: Nos hace fijar nuestra mirada en el fin para el que fuimos creados y conforme a él, juzgar las cosas del mundo y familiarizarnos con las cosas del Señor. Ejemplo: Cuando aprendes a distinguir las cosas esenciales e importantes de las accesorias, aunque sean más atractivas.

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El Espíritu Santo también se hace presente en nuestros corazones por medio de sus 7 dones:

Entendimiento: ilumina nuestra inteligencia para captar las verdades reveladas por Dios. 11 2017


Ejemplo: Cuando estamos frente a una verdad del Evangelio que no hemos entendido y le pedimos a Dios la gracia para poder comprenderlo y logramos entender un poco más. Ciencia: Ilumina nuestra inteligencia para juzgar rectamente la realidad de las cosas creadas de acuerdo al Plan de Dios. Ejemplo: Muchos santos por ejemplo que no se caracterizaron por haber sido muy hábiles en asuntos intelectuales y dadas diferentes circunstancias desarrollaban capacidades impresionantes. Francisca Javier Cabrini, fundadora de una Congregación de religiosas, era profesora de escuela en un pueblito en Italia, y sin estudiar tuvo grandes dotes de administradora y diplomática. Temor de Dios: Es el profundo respeto y reverencia que tenemos frente a Dios que nos lleva a amar y cumplir su Plan apartándonos del pecado. Ejemplo: Cuando estás a punto de cometer un pecado y “algo” en tu interior te dice que “no” y te hace retroceder. Consejo: Nos ayuda a entender con prontitud lo que se debe hacer en circunstancias concretas, sobre todo en las más difíciles de discernir. Ejemplo: Cuando un amigo(a) viene a solicitar tu ayuda y de repente tú nunca pasaste por una situación así y lo aconsejas de manera correcta. Fortaleza: Nos da fuerza y energía para poder luchar el «combate de la fe», combatiendo contra las tentaciones y las inclinaciones que nos conducen al pecado y viviendo en la gracia de Dios. Ejemplo: Cuando no tienes ganas de ir a Misa el domingo y le pides a Dios que te dé fuerzas y vas. Cuando sufres tentaciones, y las vences con la ayuda de Dios. Piedad: Enriquece nuestro amor a Dios como el de un hijo para con su padre. Nos hace clamar: “¡Abba, Padre!”

Confirmación

Ejemplo: Cuando en un momento de mucha necesidad buscas un espacio de oración o diálogo con Dios y te reconforta.

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La Trinidad es una Idea Fuerza Los cristianos creemos en un sólo Dios que está conformado por 3 personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estos son distintos entre sí,

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pero a la vez son uno por el amor que los une.

De forma análoga podemos explicar a Dios. Hay 3 personas distintas pero a la vez son un solo Dios. La Trinidad es una Comunión de Personas en el Amor. Siendo un solo Dios, hay una relación de amor y conocimiento entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nosotros estamos llamados a vivir el mismo amor que vive Dios en su interior. Resumen

Los cristianos profesamos nuestra fe en un sólo Dios que está conformado por tres personas distintas: Dios Padre, Dios Hijo (Jesús) y el Espíritu Santo. Estas tres personas son distintas, pero están íntimamente unidas por el amor. Dios Padre ama al hombre infinitamente. Muestra de ese amor es que entregó a su Hijo único, Jesús, para que muriera por nosotros y de esta manera nos reconciliara y nos devolviera la amistad con Dios Padre. Nosotros estamos llamados a amar tanto como Jesús nos ama. La prueba del amor de Jesús es su muerte en la cruz, donde Él vence a la muerte y nos da una vida nueva.

La Trinidad es una Comunión de Personas en el Amor. Siendo un solo Dios, hay una relación de amor y conocimiento entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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El Espíritu Santo, la tercera persona de la trinidad, es quien nos da la gracia que proviene de Dios para fortalecernos en nuestra vida. El Espíritu, que se hace presente en nuestro corazón por el amor, es quien hace que nosotros podamos amar y hacer el bien. Nos enseña a rezar y permite que nos acerquemos a Dios

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CRISIS DEL MUNDO - EL PECADO

El mundo está en crisis porque el hombre está en crisis. Idea fuerza El mundo está compuesto de seres humanos que lo construyen día a día. Si hay algo mal es porque algo han hecho.

Cuando hablamos del mundo, no estamos hablando de una realidad que nos es ajena. Vivimos en un mismo mundo y somos los seres humanos los que con nuestros actos construimos el mundo día a día. Por ello es importante saber que si el mundo está en crisis es porque quienes lo conforman han hecho algo para llegar a esa situación. Quizá algunos han hecho más, otros menos, pero todos hemos colaborado con la situación actual en cada uno de nuestros actos. Así, siendo cómplice o activo ejecutor nos convertimos en los constructores o destructores de nuestro mundo. ¿Qué pasa? Idea fuerza La contradicción existente entre un mundo lleno de injusticias y nuestro ideal de felicidad, nos debe llevar a preguntarnos ¿dónde está el error? ¿Qué hemos hecho mal?

¿Quieren ser felices? ¿De qué tamaño quieres que sea tu felicidad? Hemos visto en clases pasadas cómo anhelamos ser felices plenamente, hasta el infinito.


Pero ¿por qué ese anhelo no se hace realidad? ¿Qué ha pasado? ¿Si el hombre quiere ser feliz, por qué el mundo está como está? ¿Acaso no parece que este mundo está construido contra nuestros deseos más auténticos de ser felices? La crisis nos afecta a todos de diversas maneras, parece que el deseo de ser auténticamente felices es una realidad imposible de realizar. Y lo que es peor, los efectos de la crisis se han vuelto tan numerosos y comunes, que ya nos hemos acostumbrados a convivir con ellos. Así, son comunes las expresiones como: “bueno, así es la vida, no hay nada que hacer” “todo depende de cada uno, si él quiere déjalo...” “lo importante es que te sientas bien con lo que haces” “cada uno construye su futuro con sus acciones libres...”. De esta manera vamos acostumbrándonos a un mundo que destruye nuestros anhelos auténticos de felicidad y que nos impone su ideal de vida. Toda esta situación nos causa un dolor profundo, dolor por sufrimientos causados, dolor por ver que las cosas no son siempre como anhelamos, dolor porque constantemente nos contradecimos con nuestros actos, hacemos lo que en el fondo no queremos hacer y dejamos de hacer lo que verdaderamente anhelamos. El odio, el egoísmo, las peleas entre amigos, los rencores, las traiciones, la desconfianza, las guerras y violencias, la mentira, la soledad, la superficialidad, los problemas familiares y tantas otras manifestaciones de la crisis son realidades que dejan su huella en nosotros. Pero debemos preguntarnos ¿qué es lo que ha pasado? ¿Por qué el mundo no es lo que generalmente soñamos? ¿Por qué si descubrimos en nuestro interior un anhelo de ser felices infinitamente, nos hallamos en una situación distinta a la deseada? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué son frecuentes en mí frases como: “en verdad no pensé que eso sucedería”, “si hubiese sabido lo que iba a pasar no lo hubiera hecho” “te juro que no lo quise hacer, yo pensé....” “si pudiese retroceder el tiempo mi vida sería distinta”, “en ningún momento he tenido el deseo de hacerle daño a alguien”, “en el fondo yo quería que todo vaya bien”, “lo hice por nosotros, pensé que así íbamos a mejorar nuestra vida” “no era mi intención dañarte”. ¿Por qué descubrimos en nuestro interior una profunda y constante contradicción que aparece como por arte de magia? De la nada lo que pensábamos que era lo mejor, una vez realizado, descubrimos que no era como parecía. Así a pesar de ser personas buenas que buscamos ser felices en nuestra vida, muchas veces hacemos mal con nuestros actos y


nos contradecimos. Buscamos el bien y sin embargo obramos el mal, no hay ser humano que no busque lo mejor para sí mismo (Por ejemplo, alguien que se suicida lo hace porque de algún modo percibe un bien para sí; es obvio que está equivocado, pero debemos ser conscientes que lo hace porque busca una situación mejor para sí mismo).

El pecado Idea fuerza La causa última de la crisis es el pecado. El pecado es el acto suicida por el cual rompemos nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con lo creado.

Ante esta experiencia de contradicción nos queda claro que hay un error en nuestro proceder, no puede ser que uno desee lo mejor y termine destruyéndose con sus propios actos; además la existencia de situaciones válidas en las cuales sí obramos rectamente nos señalan que no siempre nos equivocamos.

Confirmación

Es nuestro deber entonces encontrar dónde está la falla cada vez que actuamos en contra de nosotros mismos. Al respecto San Pablo nos explica, a partir de su propia experiencia que el problema se haya en el pecado:

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“Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de carne, vendido al poder del pecado. Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es, buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que 2017


lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Pobre de mí!”. Rom 7,14-24

A la luz de la experiencia de San Pablo ¿Dónde creen que está el problema? ¿Qué es lo que nos lleva a obrar mal? El pecado es la respuesta. Este es un acto suicida que nos deshumaniza cada vez más, es una opción personal, libre y consciente, por buscar vivir según nuestros propios planes, según nuestra propia voluntad. Es pretender vivir "independiente" de Dios y su Plan de Amor. ¿Creen que el pecado se presenta como algo agradable o desagradable? ¿Existe algún ser humano que haga algo por su mal y no por su bien? ¿Creen que pueda existir alguien que no se desee el bien para sí mismo? El pecado se presenta como un bien por medio del cual vamos a poder ir alcanzando ese deseo de felicidad infinito, se presenta definitivamente agradable a los ojos. ¿Creen que el pecado juega con nuestros anhelos de felicidad?

Pero ¿estamos derrotados por el pecado que fue introducido en la raza humana? ¿Esa fuerza, llamada concupiscencia nos domina a tal punto que no podamos obrar rectamente? La respuesta es no, por medio del Bautismo queda borrado el pecado original que nos apartó de Dios, de nosotros, de los demás y de la creación toda. Cristo con su muerte nos libró del pecado. Sin embargo quedan aún sus consecuencias manifestadas en la concupiscencia. A ese pecado original, que no se trata de un pecado "cometido", sino "contraído", se suman nuestros muchísimos pecados personales, realizados con plena conciencia y libertad.

¿Cómo empezó todo? 2017

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Pero ¿Cuándo es que realmente nos damos cuenta del efecto destructivo de pecado? ¿Antes o después de pecar? Ciertamente después. El hombre está vendido al poder del pecado, lo experimentamos al vernos engañados una y otra vez en nuestra vida. Éste ejerce una fuerza sobre nosotros que nos lleva a optar por el mal como si fuera un bien. Esa fuerza es la concupiscencia, sabemos del influjo que posee en nuestras vidas, por ello debemos ser muy astutos para poder descubrir cuál es el verdadero bien que debo obrar para ser feliz.

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Idea Fuerza El pecado cometido por Adán y Eva fue el pecado original. Con ese acto de rechazo a Dios y sus planes se introdujo el pecado y el mal en el mundo.

El pecado cometido por Adán y Eva es llamado pecado original, a partir de este acto el pecado entró en el mundo, "originando" el mal y la muerte. La primera gran consecuencia del pecado fue la pérdida de la comunión con Dios. Luego, la armonía en la que se encontraban se rompió y toda la creación sufrió las consecuencias. El sufrimiento y la muerte entran en la realidad humana. Por el pecado de Adán y Eva, toda la humanidad quedó "marcada" con el sello del sufrimiento y de la muerte. Toda la humanidad "heredó" el pecado original. El hombre se quebró, introduciendo en su ser una ruptura en cuatro niveles. Las cuatro rupturas a.

Con Dios

• El pecado es una ruptura con Dios, pues es una opción radical de rechazar a Dios, sus consejos y enseñanzas, de rechazar su Plan de Amor. • Por eso produce una lejanía de Dios, es el hombre el que se aleja de Dios. b.

Con uno mismo

• Habiendo roto con Dios, no podemos conocernos, entendernos, ni ser realmente felices, pues hemos roto con la fuente de nuestra vida. • Terminamos alejándonos de quien verdaderamente somos cayendo en un mundo lleno de ilusiones y apariencias que nos alejan cada vez más de quienes somos.  c.

Por el pecado, dejamos de orientar rectamente nuestro despliegue y pasamos a “hacer” cosas que no nos conducen a la felicidad. Con los demás

• Una vez apartado de la fuente del Amor y apartado de sí mismo, alienado e incapacitado de vivir bien, el hombre, como consecuencia, 2017


pierde la capacidad de relacionarse bien y auténticamente con los demás. Así, todo pecado, por más personal que sea, trae consecuencias sociales. d.

Con toda la creación y su orden

• Sin la amistad y la cercanía con Dios, alienado de sí mismo y apartado de una recta y justa relación con los demás, el hombre, al pecar, no sabe cómo usar bien la creación. De ahí surgen los desequilibrios ambientales, el uso egoísta de los animales, el mal uso de la tecnología en contra del medio ambiente, etc. Quizás, después de haber escuchado toda esta dramática realidad del pecado en nuestras vidas, uno pueda experimentar la sensación de que no hay esperanza. Sin embargo no todo es pecado, la vida nos enseña que son muchas las veces en las cuales sí optamos bien y podemos construir nuestra felicidad viviendo el verdadero amor. Por eso, es importantísimo saber que luego del pecado original Dios no nos abandonó. Inmediatamente después Dios nos prometió la salvación: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.” (Gén 3,15). Dios ha prometido a nuestros primeros padres la victoria ante el mal y la muerte por medio del “linaje” de la “Mujer” que vencerá la “serpiente”. Esta promesa se convirtió en realidad en el Señor Jesús. Resumen

Nuestros pecados personales, realizados con plena conciencia y libertad se suman a la dinámica del mal introducida por el pecado original. Así, también nosotros somos responsables por la situación actual del mundo y sus grandes problemas. El pecado, por lo tanto, presenta un dinamismo de ruptura: (I) ruptura con Dios; la primera y fuente de las demás rupturas; (II) ruptura con uno mismo; (III] ruptura con los demás; (IV} ruptura con todo lo creado. 2017

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La causa de fondo es el pecado. Ya en el umbral de nuestra historia, nuestros primeros padres, Adán y Eva, usando mal su libertad, desobedecieron a Dios y pecaron, cometieron el pecado original. Como consecuencia, entró el mal en el mundo y la humanidad pasó a ser “marcada” con el peso del “pecado original”.

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Además, el pecado puede ser considerado como un verdadero “acto suicida”, ya que quien peca, va en contra de sí mismo y se esclaviza cada vez más al mal. Experimentamos también en lo más profundo de nuestro ser una “nostalgia de reconciliación”, un deseo de ver recompuesto nuestro corazón herido por nuestros pecados y de poder volver a una auténtica relación de amistad y cercanía con Dios.

Confirmación

Sabemos que Dios no nos ha abandonado a la suerte del pecado y la muerte. Luego del trágico acontecimiento del pecado original de Adán y Eva, Dios les prometió la victoria ante el mal, por el “linaje de la Mujer” que vencería el “linaje de la serpiente” y derrotaría la muerte para siempre. Esa promesa se ha cumplido en el Señor Jesús.

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CRISTO RECONCILIADOR

Introducción (Conociendo al Señor Jesús) Lo primero que una persona se debe preguntar con respecto a este tema es: ¿Quién es el Señor Jesús? ¿Qué tiene que ver conmigo? Aún más, ¿qué tiene que ver un judío de Israel, del medio oriente conmigo? Y, ¿un judío de hace 2000 años atrás? Las respuestas a simple vista son negativas, sin mayor sentido. Sin embargo, veremos como ¡SÍ! tiene que ver y mucho más de lo que pensamos. Sabemos que Dios nos ama y por ello nos crea. Pero como ya habrán visto, el ser humano pecó y se alejó de la comunión con Dios. El hombre mismo optó por separarse de Dios, por separarse de la fuente de vida y, haciendo eso escogió el camino de la muerte. Ante todo esto, Dios no podía quedarse indiferente. Algo tenía que hacer. De eso vamos a hablar hoy. De Dios mismo que salva al ser humano rebelde por amor.

El dolor que sintió el Señor Jesús en la cruz y a lo largo de toda su pasión. Pagando una deuda con Dios que era casi infinita, sólo alguien que sea infinito y a la vez hombre podía pagar la deuda que la humanidad tenía con Dios. Porque si tú quieres tratar de pagar tu parte, ya no lo puedes hacer, así te dediques toda tu vida a hacer el bien, no puedes pagar por todas las cosas malas que has hecho. Y además tu mal se difunde, se expande. Te peleaste con alguien y esa persona se malhumoró y se peleó con otra y así la cadena se ha expandido demasiadas veces. El mal ha crecido y tú has puesto tu parte. Se entiende entonces la razón de la muerte del Señor, ahora Él ya reconcilió al hombre con Dios. Antes las puertas de los cielos estaban cerradas a los hombres, incluso para aquellos que eran buenos y fíeles a Dios. Sólo Él es capaz de abrir lo que el hombre con su infidelidad había cerrado. 2017

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Dios rescatando al hombre

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Pero ¿cómo fue esta muerte de Cristo para salvar a los hombres de lo que ellos por su propia opción habían conseguido: la muerte eterna? ¿Qué lo movió? Definitivamente fue su inmenso amor lo que lo llevó a hacer esta “locura”. Dios infinito Todopoderoso, se hace pequeño y frágil como un hombre para salvar a los hombres. Veamos...

El Señor, consciente de lo que iba a pasar, llama a sus apóstoles después de la Última Cena a que vayan a rezar con Él. Y de manera especial llama a sus mejores amigos, Pedro, Santiago y a Juan. Él sufría por lo que iba a pasar, pues Él es Dios y sabía exactamente lo que ocurriría, sabía lo que iba a sufrir. Incluso tal era su angustia que sudaba como gotas de sangre, que médicamente está comprobado que puede pasar esto en casos extremos de tensión (se llama hematodrosis), y además de estas angustias, lo acompañaba un ángel que lo consolaba (Lc 22,43). Y sus amigos más cercanos, ¿qué hacían? Dormitaban, tenían sueño, y el Señor les dice: “¿Cómo que estáis dormidos? Levantaos y orad para no caer en tentación”. Sus mejores amigos dormidos, no le acompañan. Y de pronto se aparecen los soldados para capturarlo y Judas, les dijo: “Al que le dé un beso a ese prendedle”, y se acercó y le dio un beso al Señor. Yo les pregunto: ¿ustedes a quiénes les dan beso? Evidentemente es a aquellas personas que quieren y respetan. A cualquier persona no se le da un beso. Un beso es una muestra especial de afecto, cariño, respeto, amor. Y con un beso lo traicionan, sí Judas traiciona a su amigo. ¡Que dolor que te traicionen! ¿Verdad? Pero con un beso... ¡es un exceso! Todas estas cosas van sumando y generando un inmenso dolor en el Señor. Pedro que había jurado que nunca lo iba a abandonar, que iba a acompañarlo hasta la muerte, lo niega tres veces. La manera de la traición es contrastante. Pedro sigue al Señor en la oscuridad de la noche y ve que lo llevan a la casa de Anás y se inmiscuye entre los sirvientes y soldados que estaban afuera esperando. Y una mujer que estaba en el calor de la fogata le dice: “Tú eres uno de ellos” y Pedro lo negó rotundamente. Luego un soldado también le dice que lo ha visto en el momento de la captura del Señor Jesús, y él dijo que se confundía y que no era cierto. El gallo ya había cantado una vez, pero su corazón aún tenía demasiado miedo por lo que podía suceder. Y otra vez la mujer le dice que es de los seguidores de Cristo pues su acento al hablar era de Galilea. Pedro esta vez lo niega con palabras subidas de tono, insultando y diciendo que nunca lo ha visto antes. Al momento canta por segunda vez el gallo y Pedro se va llorando por reconocerse traidor y frágil... Aquel que decía: “yo moriré contigo”, ahora se iba como un niño llorando. ¿Qué habrá sentido el Señor al


escuchar el segundo canto del gallo? Esto debe haber sido muy doloroso para Él. El Señor debe haber visto todas las veces que miles de hombres lo negarían ante otros, todas las veces que tú mismo lo habrías de negar frente a otras personas, que habrías de negar y traicionar tu fe para ser aceptado, para no ser rechazado. Pedro lo traiciona y representa todas nuestras traiciones cotidianas a Cristo... Esa madrugada el Señor nos vio y experimentó el inmenso dolor de todas las traiciones de la historia de los hombres. Pero la Pasión aún está empezando. Luego al Señor lo llevan de un lado a otro, le pegan y se burlan de Él, lo azotan, le escupen. En un momento le preguntaban cosas y Él no respondía, porque los corazones estaban embotados de odio. Los soldados se burlaban de él y le ponían un trapo que le tapaba la cara y le pegaban con palos, diciéndole: “¿Si eres Dios dinos quién te ha pegado” Y era Dios y sabía quién le había pegado, pero de nada servía, igual lo iban a matar. Este es el momento de las tinieblas. Sucede también que en un momento le hacen una pregunta, Él responde y un soldado le tira un golpe en el rostro. El Señor reclama con justicia y dice: "Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” Jn 18, 23. Después de haber pasado por la casa de Anás, Caifás y Herodes, lo llevan donde el procurador romano: Poncio Pilato. Y él no encontró ningún mal en Cristo. Pero sin embargo para apaciguar al pueblo judío lo manda a castigar. Y así el Señor fue mandado a azotar por Poncio Pilato, y los azotes eran particularmente dolorosos, pues lo que más dolía no era el golpe de los pedazos de cuero que ya eran doloroso, sino las bolas de plomo o metal que tenían las puntas de las tiras de los azotes. Que desgarraban su carne al recoger el azote para el siguiente latigazo. Los azotes tenían límites pues había personas que morían sólo con ellos, eran 39 menos 1. A Jesús le dieron aproximadamente 120 azotes. De las cosas quebrantadoras que tuvo que ver el Señor fue a tantas personas que Él ayudo, dio de comer y tal vez curó, gritando “¡crucifícale! ¡crucifícale!”, prefiriendo a Barrabás —un asesino que había matado a un oficial romano— en vez de Él. El Señor preguntaba semanas antes de su muerte a los fariseos: "Ustedes han visto mis obras, que son buenas, ¿por cuál de ellas quieren matarme?". Sin embargo es la hora de las tinieblas y el Señor sufre y calla. Frente a esa multitud de personas gritando exaltadas, dominadas por el mal, cuántos rostros habrá contemplado, cuántos corazones habrá conocido. Y en ese momento de desprecio, de abandono y odio, Él experimentó todo el odio de la humanidad frente a


Dios, el desprecio y rechazo violento del ser humano que quiere construir su vida de espaldas a Dios a pesar de todos los dones, los bienes y cuidados que nos da. ¿Cuántas veces nosotros nos olvidamos de Dios, de que todo lo bueno que tenemos viene de Él? ¿Cuántas veces rechazamos su Plan, lo rechazamos a Él de nuestra vida, queremos construir nuestra vida de espaldas o simplemente prescindiendo de Dios? Cristo vio nuestro rostro en medio de esa multitud diciendo: “Crucifícale”. ¿Hasta cuándo formarás parte de esa turba asesina? Pero continuemos... El Señor no duerme y es llevado de un lado a otro, es insultado, vejado, escupido, los soldados romanos le colocan una corona de espinas en la cabeza, que le hizo como 52 heridas en la cabeza, según documenta la Sábana Santa, le pusieron una tela púrpura a manera de vestidura real y le dieron una caña a manera de cetro, mientras le decían: “Salve, rey de los judíos”. Y con la misma caña le pegaban en la cabeza clavándole las espinas en la cabeza. Así ultrajado, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar. El camino al calvario es tortuoso y doloroso: le amarraron sobre los hombros el madero horizontal de la cruz de tal manera que su cuerpo ya molido de todo lo que había sufrido durante toda la noche se cae por el cansancio y el peso de la madera que llevaba, se estima que pesaba aproximadamente 42kg (lo que pesa una bolsa de cemento). Al caerse no puede poner las manos pues están atadas, así que se cae de cara y se fractura la nariz. Cae tres veces y trata de amortiguar el golpe con las rodillas... éstas le quedan en carne viva. El Señor llega desecho al calvario que era el lugar donde ajusticiaban a los criminales y de hecho había dos con el Señor, que eran crucificados con Él. Al llegar a lo alto del Gólgota, lo echan sobre el madero horizontal y siente el frío de un clavo grueso de 1 pulgada de espesor sobre su muñeca. El Señor siente los primeros hincones de los clavos en su mano, ve como se levanta el martillo antes de atravesarle la mano y luego un dolor insoportable atraviesa el nervio medie, uno de los más gruesos del cuerpo humar o. No termina de sentir este dolor cuando le hacen exactamente lo mismo en la otra mano y luego siguen con los pies. Los dolores son horribles cuando comienza a ser alzado por medios de sogas y escaleras hasta quedar enganchado en el madero horizontal, pues lo levantan de los clavos. Ahí sufre mucho, la muerte de cruz es una muerte de asfixia y de shock general. El cuerpo simplemente deja de funcionar por el grado tan alto de traumatismo. Es una muerte angustiante. En la cruz, el Señor Jesús para


poder respirar se tiene que apoyar sobre los pies atravesados, lo cual debe ser muy doloroso. Mientras sufría esto, uno de los criminales le dice que se baje a sí mismo y a ellos también. El otro criminal se arrepiente y recrimina al malvado y le pide al Señor que se acuerde de él cuando esté en su reino. El Señor Jesús le responde que estará con Él en el paraíso ese mismo día. La única persona a quien el Señor le dice semejantes palabras es un hombre que merecía la muerte por sus pecados y vida mala malvad. Uno que sí era o y se lo merecía, se arrepiente y el Señor lo perdona, y no sólo eso sino que lo ama con amor indecible y le ofrece la felicidad eterna, la que tanto anhelamos. Esta es una de las tantas muestras del amor misericordioso que Dios tiene por sus hijos los hombres. Increíblemente especial. Ése es nuestro Dios, así de amoroso y dispuesto al perdón. Sorprende tanto amor y perdón. El Señor dice muchas cosas al momento de morir, pero algunas no quiero dejar de mencionar: “tengo sed” dice el Señor y le dan vinagre, imagínate esa situación, te mueres de sed, te estas asfixiando y te dan vinagre. Como dice una canción, “Vinagre le daban y amor devolvía”. Otra frase es: “Mujer he ahí a tu hijo, Hijo he ahí a tu Madre”. El Señor nos deja lo más valioso que tiene: su Madre. Es increíble cómo la quiere y nos la deja en la figura de Juan a todos los hombres, aquí se explícita que María es Madre de todos los hombres. Otra frase: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Hay muchas interpretaciones de esta frase, pero me quedo con una que me cuestiona mucho. El pecado es la negación de Dios, es darle la espalda a Dios, y es un acto suicida justamente porque Dios es la causa de nuestra felicidad verdadera. Pero eran tantos los pecados de los hombres que Dios llevaba -acuérdense del ejercicio mental que hicimos hace un momento-. Es demasiada la carga del mal y de la ausencia de Dios que ésta representa que debemos ponernos a pensar que Dios, que muere por nuestros pecados en la cruz, sufre tanto el dolor producido por ellos que llega a sentir la ausencia de Dios, Él que es Dios no se percibe como tal. Es tan grande el dolor- y lo que lleva sobre sí que dice semejantes palabras. ¡QUÉ GRANDE ES NUESTRO MAL! ¿Pasaremos por alto semejante sacrificio? Nuestra maldad se suma a estos dolores del Señor, y esto no es un dato accesorio. No podemos ser indiferentes a tal realidad. Es el momento en que el demonio se ensaña con Dios. Y nosotros cada vez que pecamos decimos: “Muérete en la cruz, no me interesas, eres un estúpido, yo no te pedí morir por mí en la cruz, no es tu decisión, no me interesa, es más sufre por esta nueva maldad que voy hacer”. Ése es nuestro diálogo con el crucificado en el momento de pecar. ¿Te parece justo cuando tú ayudas a alguien y ese alguien te trata


mal y te dice: “que te metes en mi vida, lárgate”. Ese dolor multiplicado por infinito es lo que le hacemos al Señor en la cruz. Al final el Señor decía: “Perdónales porque no saben lo que hacen”, y luego de sufrir inefablemente muere dando un grito... muere. El Señor al tercer día resucitó, pero antes tuvo que pagar por nuestros males, para que tú y yo vayamos al cielo a alcanzar la plenitud de la vida, la felicidad tan deseada.

¿Por qué hizo Dios todo esto? Ante todo esto uno se pregunta ¿por qué lo hizo? ¿Por qué murió de esta manera? La respuesta es clara: lo hizo por amor. Cristo sufre, muere y resucita para reconciliarnos con Dios, para que podamos reencontrarnos con Dios y llegar a la vida eterna. Con el pecado el ser humano había abierto un abismo entre Dios y él mismo. Cristo es el puente que pasa por encima del abismo, que vence al abismo del pecado y nos une nuevamente a Dios. Sólo Dios podía reconstruir ese puente. Pero tenía que ser un Dios que fuese hombre para llevar consigo a toda la humanidad, para que su sacrificio valiese para toda la humanidad. Por ello es que el Señor Jesús siendo Dios y hombre verdaderamente nos puede salvar. Toda la vida del Señor Jesús es una muestra del amor de Dios hacia los seres humanos, desde su Encarnación hasta su Pasión, Muerte y Resurrección. Acogerla Reconciliación No podemos permanecer indiferentes ante tal realidad. No podemos. Ya lo escuchamos y ya lo entendimos. Es necesario retribuir tamaño don y amor. Don que no hicimos nada para merecerlo, pero que el Señor nos lo regala porque nos quiere demasiado, tanto que no escatima en darnos todo lo que tiene a la mano, y entre éstas cosas su propia vida, para que centremos nuestra vida en Él. Quiero terminar respondiendo a la pregunta que hice al inicio: “El Señor Jesús sí tiene que ver mucho conmigo, demasiado”. Ha muerto por mí, para que yo tenga vida, para que yo sea feliz. Pero para que esa reconciliación tenga efecto en mi vida, yo debo acogerla. Cristo ha abierto la posibilidad de volver al Padre, de ser felices nuevamente, de alcanzar la vida eterna. Pero yo debo escuchar su voz, convertir mi vida y seguirlo, pues si no con mi vida haría vano su sacrificio. Tú decides: gritarás “Crucifícale, crucifícale”, o asumirás el camino de la vida cristiana que te

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llevará a la plenitud de la vida. Desde lo alto de la Cruz, Cristo te llama a hacer una opción... ¿Qué vas a hacer? Resumen El ser humano, creado para ser feliz viviendo en comunión con Dios, optó por alejarse de Dios. Decidió rechazar a Dios y así atrajo la muerte y la infelicidad. Pero Dios no se quedó indiferente ante ello. Decidió enviar a su propio Hijo para que nos reconciliara. El Señor Jesús es Dios y hombre verdadero, y por ello mismo puede reconciliar al ser humano con Dios, puede vencer el abismo del pecado que nos separaba de Dios. Con su Pasión y Muerte Cristo nos salva, abre las puertas del cielo, nos da la posibilidad de entrar en la vida eterna en comunión con Dios.

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Pero esa reconciliación debe ser acogida por cada persona, convirtiendo su propia vida. La conversión es la respuesta de amor que podemos dar al don inmenso de la reconciliación y es además lo que necesitamos para ser felices: vivir como vivió Cristo.

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LA EUCARISTÍA

Tornar conciencia de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, y del regalo que eso significa. Comenzar a ir a Misa todos los domingos o fortalecer la participación en la Eucaristía.

Esquema 1.

Oración Inicial (5')

2.

Ver video de “Milagros Eucarísticos” (10']

3.

Preparación de temas por parte de los alumnos (20']

4.

Exposición de los temas y conclusiones (20')

5.

Explicación de “La Eucaristía” (10')

6.

Diálogo sobre las actitudes en la Misa (15')

Oración Inicial 7. Oración Final (posibilidad de que sea en la Capilla, en el caso de que tengan una capilla) (10') + En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. L: Señor Jesús, te damos gracias por reunimos una vez más en nuestra preparación para recibir el sacramento de la Confirmación y te pedimos nos ayudes a comprender y a interiorizar la importancia de la entrega del Señor Jesús por nosotros, así como de su presencia en la Eucaristía. M:

Rezamos juntos el Padre Nuestro.

+ En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 2017


La importancia del domingo Jesús resucitó el primer día de la semana, al día siguiente del sabbat (sábado). Por eso los cristianos nos reunimos ese día con Jesús. Con el tiempo llegó a llamarse el día del Señor, en latín dies domini. De ahí viene nuestra palabra domingo. No debemos confundir la celebración del domingo con el “fin de semana”. La razón de ser del domingo es por la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Ocho días después de la Resurrección, los discípulos estaban nuevamente reunidos cuando Jesús se les apareció y se hizo reconocer por Tomás, mostrándole sus heridas. Era domingo el día de Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo sobre los Apóstoles Aunque el domingo es el día de la resurrección, no es sólo el recuerdo de un acontecimiento pasado, sino que es la celebración de la presencia viva del Señor Jesús en medio de nosotros.

La obligación no es solamente una disposición de la Iglesia o un mandamiento de la Biblia. Esta exigencia tiene su fundamento en una exigencia interior que los cristianos de los primeros siglos sentían con tanta fuerza. Por este fervor que vivían los primeros cristianos, esa exigencia no necesitaba estar escrita, pero ante la tibieza o negligencia de algunos que vivieron en años posteriores, ha debido explicitar el deber de participar en la Misa dominical.

La Eucaristía y la Misa La santa Misa 2017

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Al ser la Eucaristía el verdadero centro del domingo, se comprende por qué, desde los primeros siglos, los Pastores no han dejado de recordar a sus fieles la necesidad de participar en la Misa. La llamada de los Apóstoles ha encontrado generalmente una adhesión fírme en el ánimo de los fieles y, aunque no hayan faltado épocas y situaciones en las que ha disminuido el cumplimiento de este deber, se ha de recordar el auténtico heroísmo con que sacerdotes, niños, jóvenes, hombres y mujeres, han observado esta obligación en tantas situaciones de peligro y de restricción de la libertad religiosa, como se puede constatar desde los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros días.

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Jesús quiso dejar a la Iglesia un sacramento que perpetuase el sacrificio de su muerte en la cruz. Por esto, antes de comenzar su pasión, reunido con sus apóstoles en la última cena, instituyó el sacramento de la Eucaristía, convirtiendo pan y vino en su mismo cuerpo vivo, y se lo dio a comer; hizo participes de su sacerdocio a los apóstoles y les mandó que hicieran lo mismo en memoria suya. Así la Santa Misa es la renovación del sacrificio reconciliador del Señor Jesús. Además de ser una obligación grave asistir a la Santa Misa los domingos y feriados religiosos de precepto, es también un acto de amor que debe brotar naturalmente de cada cristiano, como respuesta agradecida ante el inmenso don que significa que Dios se haga presente en la Eucaristía. La Santa Misa es el mismo sacrificio de la Cruz, pero sin derramamiento de sangre, pues ahora Jesucristo se encuentra en estado glorioso. La Eucaristía La Eucaristía es el sacramento del cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino. Por medio de la consagración, el sacerdote convierte realmente en su Cuerpo y Sangre el pan y vino ofrecido en el altar. Es también banquete sagrado, en el que recibimos a Jesucristo como alimento de nuestras almas. Comulgar es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar, entra en nosotros Jesucristo vivo, verdadero Dios y verdadero hombre, con su cuerpo y sangre.

Confirmación

La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, y también lo es de nuestra vida en Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia; recomienda vivamente la comunión frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participación en al sacrificio de Jesús sea completa.

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Jesucristo está en la Eucaristía verdadera, real y sustancialmente presente, todo entero, vivo y glorioso, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo cada una de especies y bajo cualquier parte de ellas. Es por eso que la Hostia consagrada no es una "cosa", aunque lo parezca; es una Persona Divina, es Jesús vivo y verdadero. La Eucaristía Metodología 2017


El catequista reunirá el grupo y les explicará ciertos contenidos fundamentales sobre la Eucaristía, a modo de una breve plática.

Institución de la Eucaristía En la última Cena, el Señor Jesús instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y su Sangre. La Eucaristía renueva en el altar el Sacrificio de Cristo en el Calvario mediante la consagración del pan y del vino que se transforman en Su Cuerpo y en Su Sangre. Por esto, la Eucaristía es llamada “memorial” del Sacrificio Redentor. La Eucaristía no es otro sacrificio distinto del sacrificio de la Cruz. El mismo Jesús se entrega por nosotros en Él. La única diferencia es que en este Sacramento Él se halla resucitado y glorioso. Así, el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual. En la Eucaristía, Jesús está realmente presente. No es sólo un recuerdo ni tampoco un símbolo de su presencia. Esta presencia singular nos habla del gran amor que el Señor Jesús nos tiene. No sólo nos ha reconciliado por su muerte en la cruz, sino que ha querido quedarse con nosotros para ser nuestro alimento y fortaleza en nuestra vida cristiana.

Preparación para participar del Sacramento de la Eucaristía

Además de la Confesión, es conveniente reservar un pequeño tiempo de oración antes de la Misa para prepararnos adecuadamente para lo que celebraremos.

La liturgia del Sacramento de la Eucaristía La estructura fundamental de la Misa se ha conservado a través de los siglos hasta nuestros días. Hubo algunos cambios en vistas de una mayor participación de todos, pero sin que se cambie lo fundamental instituido por el Señor Jesús. 2017

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La Eucaristía requiere ser acogida en estado de gracia, es decir, libre de pecados mortales y con la conciencia en paz con Dios y los hermanos. Por ello, la Iglesia recomienda la Confesión frecuente.

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Confirmación

La celebración del sacrificio eucarístico está totalmente orientada hacia nuestra unión íntima con Jesucristo por medio de la comunión.

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LA ORACIÓN

Metodología Los contenidos deben dictarse con base en las respuestas de los chicos y a los temas propuestos a continuación.

¿Qué es la oración? Idea Fuerza La oración es ante todo un encuentro con Dios. En ella puedes comunicarte con Él y conocerlo. Este encuentro se da en nuestro espíritu.

En primer lugar podemos decir que la oración es un encuentro entre Dios y el hombre. Dios es un ser con quien es posible comunicarse, entrar en diálogo. La oración es un medio para unirnos a Dios. En este encuentro el Señor Jesús invita al hombre a ser su amigo y a conocerlo. Este conocimiento de Dios es posible y además necesario pues “nadie ama lo que no conoce”.

Esta amistad con Dios se da en un nivel diferente a cualquier otra amistad, se da en el plano de nuestro espíritu, este nivel es más interior. Y es también gracias al Espíritu Santo que Dios nos ha enviado que podemos rezar. El hombre tiene una dimensión espiritual que también tiene, por decirlo así, necesidades. Aquí empezamos a responder la segunda pregunta, ¿por qué rezar? Idea Fuerza El hombre fue creado por Dios y tiende a Él.

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¿Por qué rezar?

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Por eso sentimos la necesidad de comunicarnos con Él.

Solamente Dios va a responder a las inquietudes más profundas del ser humano y a su hambre de infinito. Si quiero responder a mi profundidad, necesito comunicarme con Dios. Él no deja de responder a esta necesidad del hombre con su Gracia que es su misma presencia entre nosotros y que nos ayuda en nuestra debilidad.

Visiones erradas de la oración “Lo oración es sólo repetir palabras sin sentido”. Cuando se dice esto se está muy alejado de la verdadera oración cristiana, pues la verdadera oración nace de lo profundo del hombre y responde a esa misma profundidad “es el corazón el que reza, si el corazón está alejado de Dios, la oración es vana” CEC 2562. “La oración sirve para calmar la conciencia”. Hay quienes piensan que “el que peca y luego reza, entonces, empata”. La oración no es una firma que te pone a paz y salvo con Dios. Si tu corazón en realidad no quiere estar cerca de Dios por más que “reces” no vas a estar realmente cerca de Él. “Pero... me aburro rezando...” Si no rezas con conciencia es fácil aburrirse porque no estás involucrado con la oración. “No siento nada cuando rezo”. Rezar no es un sentimiento, hemos visto que es un encuentro real entre Dios y nosotros. Lo que puede ocurrir es que no estés rezando como se debe rezar, o de repente no estás haciendo el silencio suficiente para escuchar al Señor. A veces puedes sentir y a veces no pero esto no resta la validez de la oración. Cómo estas hay muchas otras visiones erradas como: “es de viejos”, “está pasado de moda”, etc. Las cosas más profundas del hombre como su hambre de Dios y su necesidad de comunicarse con Él son propias del ser humano de cualquier época, esas cosas no cambian.

¿Cómo rezar? Metodología Desarrollar esta parte de la reunión con base al subsidio que tienen sobre la oración. ¿Cuándo rezar? En realidad puedes rezar en cualquier momento; de hecho se trata de que toda la vida sea oración. Hay momentos fuertes de oración, 2017


fechas especiales que la Iglesia propone pero también se trata de rezar siempre y de manera más intensa cuando más lo necesites. Puedes rezar para pedir, puedes rezar para agradecer o simplemente puedes compartir con Dios una alegría, una tristeza, una preocupación, etc. Resumen El hombre fue creado por Dios y tiende a Él. Por eso sentimos la necesidad de comunicarnos con Él. Solamente Dios va a responder a las inquietudes más profundas del ser humano y a su hambre de infinito. La oración es un encuentro con Dios que me invita a ser su amigo y así conocerlo y amarlo cada vez más. En la oración voy a encontrar las respuestas a lo más profundo de mí Dios siempre responde y atiende nuestra oración Por medio de la oración recibo también Gracia que me auxilia en mi vida cristiana. En el mundo hay muchas visiones erradas acerca de la oración que hacen que cada vez las personas recen menos.

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Hay momentos y lugares más adecuados que otros para rezar.

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LA REVELACIÓN

Sugerencia: Esta clase debe prepararse con anticipación, pues se debe pedir a los alumnos que traigan sus Biblias y además se puede hacer modificaciones al juego según la realidad de cada Servicio de Fe.

Explicación de conceptos fundamentales Antes de iniciar el juego, los alumnos deben saber algunas cosas que les permitirán jugar bien. Metodología Usar el tablero para escribir estos conceptos. Se recomienda ya tenerlos escritos. bien.

Explicarles que necesitan entender estos conceptos para poder jugar No entrar en más detalles de los que aparecen aquí. Hacerlo lo más sencillo posible.

La Revelación Dios quiso comunicarnos quién es Él, quiénes somos nosotros y cuál es su Plan de amor para la humanidad entera. Esta comunicación es lo que conocemos como Revelación. Dios se revela por amor a los hombres. Dios la ha realizado mediante palabras y gestos. La Revelación ha sido gradual y llegó a su plenitud en Cristo. 2017


Sagrada Tradición Es la transmisión viva de la Revelación que sigue presente en la Iglesia. Dios ha querido que lo revelado llegue a todos los seres humanos íntegramente. Para ello Cristo instituyó a los apóstoles para que transmitieran todo lo que Él les había enseñado de palabra y de obra. Los apóstoles a su vez encargaron a sus sucesores [los obispos) guardar y transmitir todo lo revelado fielmente con la gracia del Espíritu Santo prometida por el Señor Jesús. Y así muchas verdades reveladas nos han llegado por la vida y nseñanza de la Iglesia. Esto es importante, pues hay que entender que la Revelación no se reduce a lo que aparece en la Sagrada Escritura.

Sagrada Escritura Es la Palabra de Dios puesta por escrito bajo la acción inspiradora del Espíritu Santo. El autor de la Sagrada Escritura es Dios mismo. Dios se valió de personas inspiradas, que empleando sus dones y características personales pusieron por escrito todo lo que Dios les iba inspirando.

La Inspiración

La fe Es una realidad fundamental en nuestra vida que tiene una doble dimensión: Sobre todo, es un don de Dios mediante el cual creemos en Él y en lo que Él nos revela sobre sí mismo y sobre nosotros. Al mismo tiempo, es la respuesta que nosotros damos a ese don. Como respuesta debe ir creciendo e involucra nuestro esfuerzo por conocer cada 2017

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Es la acción del Espíritu Santo mediante la cual los seres humanos que escribieron la Sagrada Escritura pusieron por escrito todo y sólo aquello que Dios sabe que necesitamos conocer para nuestra salvación.

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vez más (mente), por acogerlo en nuestro interior (corazón) y por hacer vida todo lo que Dios nos revela (acción). Resumen Dios en su infinita bondad quiso comunicarnos quién es Él, quiénes somos nosotros y cuál es su Plan de amor para la humanidad entera. Esta comunicación es lo que conocemos como Revelación y Dios la ha realizado mediante palabras y gestos. La Revelación ha sido gradual y llegó a su plenitud en Cristo. La Sagrada Tradición es la transmisión de la Revelación. Para que lo revelado llegue a todos los seres humanos íntegramente, Cristo instituyó a los apóstoles: para que transmitieran todo lo que Él les había enseñado de palabra y de obra. Los apóstoles a su vez encargaron a sus sucesores (los obispos) guardar y transmitir todo lo revelado fielmente con la gracia del Espíritu Santo prometida por el Señor Jesús. Por ello muchas verdades reveladas nos han llegado a través de la vida y enseñanza de la Iglesia. Esto es importante, pues hay que entender que la Revelación no se reduce a lo que aparece en la Sagrada Escritura. La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios puesta por escrito bajo la acción inspiradora del Espíritu Santo. El autor de la Sagrada Escritura es Dios mismo, pero en su redacción se valió de personas inspiradas, que empleando sus dones y características personales pusieron por escrito lo que Dios les iba inspirando. La Inspiración es la acción del Espíritu Santo mediante la cual los seres humanos que escribieron la Sagrada Escritura pusieron por escrito todo y sólo aquello que Dios sabe que necesitamos conocer para nuestra salvación. La fe es una realidad fundamental en nuestra vida que tiene una doble realidad: Es ante todo un don de Dios mediante el cual creemos en Él y en lo que Él nos revela sobre sí mismo y sobre nosotros. 2017


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Y a la vez es la respuesta que nosotros damos a ese don. Como respuesta debe ir creciendo en nuestra mente, nuestro corazรณn y nuestra acciรณn.

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CONFORMACIÓN CON EL SEÑOR JESÚS

¿Cómo era Jesús? Basándonos en lo que narran los Evangelios vamos a tratar de conocer un poco más acerca de cómo era el Señor Jesús. Vamos a tratar de conocer algunos de sus rasgos más característicos: El Señor era un hombre fuerte, recio: de hecho San José le enseño a trabajar en la carpintería o tal vez a ser albañil. Su personalidad era atractiva: Él era manso, espiritual, profundo. Pensemos en el pasaje que acabamos de revisar: Pedro que se encuentra con Jesús y decide dejarlo todo para seguirlo. El Señor era un hombre misericordioso con los demás, cuidadoso. Por ejemplo recordemos el pasaje del leproso: El Señor está caminando y de pronto un leproso aparece entre la gente y se pone a los pies del Señor, ahí este hombre enfermo dice: “Señor si quieres cúrame”. (Mc 1,40] Este hombre no le exige al Señor Jesús que lo cure, se pone en las manos de Dios, confía en el Señor, no tiene la actitud altanera de reclamar algo que se merece. Pero las palabras del leproso son más recias aún, considerando una realidad, un leproso en medio de la ciudad suelto, era considerado como una amenaza para el pueblo, por lo tanto se le debía apedrear para que no contagiará su mal; se jugaba el todo por el todo, además las enfermedades largas eran consideradas maldiciones traídas por los pecados personales. El Señor al ver a este enfermo que se pone a sus pies entre la gente, que confía en el Señor, que tiene fe en él, pero que no le exige nada a Dios, se conmueve y esta compasión es la misma que puede sentir un padre cuando su hijo pequeño, indefenso viene a pedirle ayuda ante una situación que no puede manejar el niño. Se enternece, el Maestro, por su hijo enfermo. Y el Señor lo cura. Continuando con las características del Señor, recordemos que era reverente con los demás: por ejemplo con Zaqueo, con la Samaritana. En estos pasajes se ve el cuidado que tiene para aproximarse a los demás. 2017


El Señor era un hombre que transmitía ternura: Pensemos en el pasaje donde Jesús se preocupa de los niños y juega con ellos. Estos le remiten la experiencia de la pureza que se da en el Cielo. “Dejad que lo niños vengan a mí” y “El que no se hace como un niño no entrará en el Reino de los Cielos” (Lc 18,16).

El Señor Jesús era astuto: Un pasaje muy conocido de la vida de Jesús es de la mujer adúltera (Jn 8,1-11). Se trata de una ocasión en que los fariseos se acercan al Señor trayendo una mujer que habían sorprendido en adulterio. Ellos le dicen al Señor: “Maestro esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?”. Según la ley, esta mujer debía ser apedreada. Pero la pregunta de los Fariseos tenía una segunda intención: se la hacían para hacerle caer, pues sabían que si respondía afirmativamente, estaba yendo en contra de su mensaje de amor y perdón. Y si él decía que “no” estaría desobedeciendo la ley de Moisés con lo cual tendrían de qué acusarle. Sin embargo, la respuesta del Señor que estaba escribiendo con su dedo en la tierra, fue la siguiente: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”. Luego de responder siguió escribiendo. Inmediatamente se fueron retirando desde los más viejos a los más jóvenes. En realidad ninguno se descubría libre de pecado como para condenar a la mujer... El Señor que es astuto como serpiente y manso como paloma (Mt 10,16), le dice a la mujer: “Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Ella respondió: Nadie, Señor. Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno”. El Señor sabía qué había en el corazón de las personas y por eso sabía siempre como responder a las preguntas de los fariseos de la mejor manera posible. Además Él se preocupa por las personas y por eso le hace ver a los fariseos que también eran pecadores como la mujer adúltera. Él le muestra a las personas su pecado y al mismo tiempo les da una alternativa para encontrar el verdadero camino: por esto termina diciéndole a la mujer: “Vete, y en adelante no peques más”. El Señor también era radical y decía a sus discípulos: “y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se 2017

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También tenía un carácter fuerte, era valiente: lo injusto lo denunciaba como se narra en el pasaje del templo y los mercaderes Jn 2,14-17). ¿Tú te pelearías con 30 comerciantes aproximadamente, rompiendo sus puestos y tirando su mercadería por los suelos? ¿Qué crees que te pasaría si haces esto? El Señor sólo se enfrentó con estos mercaderes, y los sacó del templo diciendo palabras fuertes y echándolos del templo, pues lo habían convertido en un mercado. Dice en este mismo pasaje de la Escritura que “el celo por la casa del Padre lo devoraba”.

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salvará” (Mt 10,22). Miren lo fuerte de estas palabras, ¿quién puede asumir una misión así? ¿qué te puede llevar a entregarte a semejante situación? Sólo una cosa: el amor Divino, el amor de Dios por ti y por mí. El Señor también rezaba mucho, era un hombre de oración intensa. Gustaba de enseñar mucho a las demás personas, les predicaba y les enseñaba aquellas cosas que los hombres necesitaban saber para su felicidad y salvación. También se compadecía del dolor humano. Por ejemplo tenemos la multiplicación de los panes, la curación de enfermos de diversos males, las revivificaciones de varias personas. Estos milagros nos revelan el poder del Señor y su cercanía con el Padre. El Señor también era enérgico. Él no tenía miedo de decir lo que pensaba y lo decía con claridad. Esto lo podemos ver en la manera como le hablaba a los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!” (Mt 23,27). Estas palabras fuertes se las decía a aquellos que eran admirados en el pueblo judío porque eran eruditos en la palabra de Dios. Él no les decía esto por humillarlos o por descargarse de la repulsión que le generaban, sino porque buscaba mostrarles su error y ayudarlos a cambiar de vida. El Señor Jesús también comía, dormía, descansaba, se ponía triste e incluso lloraba cómo cuando murió su amigo Lázaro. En esta ocasión lloró porque quien había muerto era muy cercano a Él, mostrándonos que para Él la experiencia de dolor no era ajena. Tanto era el cariño que tenía el Señor a su amigo Lázaro que le devuelve la vida... pide que muevan la piedra, del sepulcro y grita: “Lázaro, levántate y sal afuera” (Jn 11, 43 ss.). Lo más increíble de este pasaje es que los fariseos después de haber visto semejante milagro, decidieron darle muerte cuanto antes. Ese fue el detonante de la muerte del Señor: “ahora sí lo matamos”. Igual te puede pasar a ti: el Señor se presenta delante de ti hoy, pero como tú ya te lo sabes todo... como ya conoces estas historias, cierras tu corazón y no lo aceptas, no dejas que entre en tu vida, lo rechazas. Es más, lo persigues, lo condenas. No seas fariseo, autosuficiente, ¿qué te crees? ¿Ya tienes las respuestas a tu vida? ¿crees que basta con ser buenito? Dale una oportunidad al Señor de entrar en tu vida. Y no lo hagas por Él sino por ti, que deseas ser infinitamente feliz. Deja que el Señor entre en tu vida y arregle el desorden que hay en tu corazón; permítele responder a tus anhelos más profundos. Sabes perfectamente que no eres feliz todo lo que quisieras en lo más hondo de tu ser. Sólo el Señor puede darte aquello que te hace falta para ser verdaderamente feliz.

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La amistad de Pedro con el Señor Jesús El relato del primer encuentro de Pedro con Jesús no termina sólo en la pesca milagrosa. Pedro estaba muy impresionado: incluso dice el Evangelio que se quedó casi paralizado al ver lo que había sucedido. Se puso de rodillas frente a Jesús y le dijo: «aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Ante la reacción de Pedro, las palabras de Jesús fueron: “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres”. Al oír estas palabras, Pedro y los demás discípulos llevaron las barcas a tierra, dejaron todo lo que tenían (sus barcas, sus redes, lo que habían pescado...) y lo siguieron. Los discípulos y Pedro siguieron a Jesús desde ese momento... Ahora centrémonos en la vida de Pedro, especialmente durante el tiempo que estuvo cerca de Jesús en todo su ministerio apostólico. Hablaremos ahora de la amistad de Pedro con Jesús. Pedro dedicó toda su vida a seguir al Maestro. Dejó todo lo que hacía por estar con Él, por acompañarlo en todas las cosas que hacía, por aprender de sus enseñanzas. Imagínense todo lo que pudo compartir Pedro con Jesús, con esa persona increíble de la que hemos estado hablando. El Señor Jesús se había convertido en el mejor amigo de Pedro hasta el punto que Pedro estaba decido incluso a dar la vida por Él. En el pasaje de la Última Cena Jesús le anuncia a Pedro que lo iba a negar pero él dice que lo iba a seguir incluso hasta dar su vida. Pero los hechos nos demuestran lo contrario. Pedro, a pesar de haberle prometido a Jesús, a su mejor amigo, que jamás lo iba a abandonar, no solo lo dejó solo en el momento más difícil de su vida, sino que negó tres veces el hecho de que lo conocía y de ser uno de sus discípulos.

Pedro, hundido en la tristeza y en la desesperanza, vuelve a pescar. Jesús cumplió aquello que había dicho en la Última Cena: «Nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos». Jesús le demostró a Pedro de la manera más grande que lo amaba y Pedro, obviamente, se sentía frustrado por haber negado al Señor y por darse cuenta no había podido amar a Jesús con él, mismo amor que Él lo había amado. Imagínense cuánto querría Pedro volver el tiempo atrás para no haberlo negado, para tener de nuevo la oportunidad de mostrarle su amor al Señor... cuántas 2017

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Imagínense el dolor que sintió Pedro cuando asesinaron a Jesús No solo porque habían matado a su mejor amigo sino por el hecho de haberlo traicionado y de no haber podido ni siquiera pedirle perdón luego de lo que había sucedido.

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veces nosotros mismos la darnos cuenta de cosas que hemos hecho mal no anhelamos con todas nuestras fuerzas volver el tiempo atrás?, cuántas veces hundidos en la tristeza por nuestros pecados no deseamos que todo hubiera sido diferente? Pues bien, el Señor, rico en misericordia y apostando de nuevo por Pedro porque lo conocía profundamente, se aparece después de que resucita de nuevo ante Pedro y le da esa oportunidad. Estaban de nuevo pescando pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, mientras regresaban hacia la orilla vieron a un hombre que les pregunta si tenían pescado. Ante la negativa les dice que echen las redes a la derecha de la barca: “La echaron pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quién Jesús amaba dice entonces a Pedro: Es el Señor. Cuando Pedro oyó es el Señor, se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar” (Jn 21, 6-7). El hombre que estaba a la orilla del lago era Jesús. Pedro se llenó de alegría al saber que era el Maestro: se lanzó apresuradamente al agua y nadó hasta encontrarse con Él. Leer Jn 21, 15.19. Jesús le pregunta tres veces a Pedro por su amor y le repite igualmente tres veces la misión que le confía. Es otro Pedro el que responde, es otro Pedro el que acoge en su vida la reconciliación traída por Cristo; es un nuevo Pedro el que no va a temer más a predicar y el que va a dar su vida también en una dolorosa muerte de cruz por el Señor. Este Pedro que va a ser cabeza de la Iglesia en todas las primeras persecuciones, que va a amar hasta la muerte. Así como Pedro pudo cambiar, así también nosotros podemos hacerlo porque el Señor nos conoce bien, sabe quienes somos y lo que podemos dar. Sabe que nuestra vida no está hecha para malgastarla en el pecado sino que nos da constantemente oportunidades para encontrarlo y reconciliarnos con Él.

Jesús, nuestro amigo, nos invita a conformamos con Él Sugerencia En esta parte es muy importante acentuar el tema de la conformación y hablar del propio testimonio de conformación y de amistad con el Señor Jesús. Los confirmandos deben salir con la idea de que es posible ser como Jesús por medio de la conformación con Él. Así como Pedro fue amigo del Señor, nosotros estamos llamados a ser sus amigos. Y ¿quién no quiere tener un amigo así, un amigo que vea en tu 2017


interior, te conozca y te comprenda? En la amistad con el Señor vas a descubrir a Aquel que cumple y supera todas tus expectativas. La mejor manera de ser amigos de Jesús es ser como Él. Para esto debemos conformarnos, cambiar nuestro corazón. ¿Qué significa conformarnos con el Señor Jesús? Significa que tengamos sus mismos pensamientos, sentimientos y acciones, que nuestro corazón ame crino el suyo, significa que podamos decir como el Apóstol San Pablo: “Es Cristo quién vive en mí”. Esta relación de amistad va a dar muchos frutos, primero que todo a la luz de lo que te pide el Señor, vas a darte cuenta de quién eres en realidad porque el Señor que te conoce te lo va revelando. Ya no vas a tener esas confusiones sobre quién eres, vas a poder esclarecer tu verdadera identidad y la misión para la cual has sido creado. En segundo lugar va a dar frutos en tus relaciones con las demás personas porque vas a poder trascender los defectos de las personas como lo hizo el Señor, vas a tener una actitud caritativa ante los demás como hizo el Señor con todos los que se acercaban a Él, pecadores, leprosos, enfermos, etc. Es el Espíritu Santo quien permite que se de esta transformación en nosotros, que nuestra vida se transforme así como se transformó la vida de Pedro. No se trata sólo de una transformación externa sino de una transformación profunda, del corazón. Este camino de amistad y conformación con el Señor Jesús es el único camino por el cual podemos alcanzar la verdadera felicidad, nuestra auténtica realización personal. El Señor Jesús nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida y nos invita a seguirlo como lo siguieron los apóstoles. Hoy, el Señor nos repite las mismas palabras que le dijo a Pedro: “No tengáis miedo”.

Texto 1:

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Estando junto al Señor Jesús podemos hacer cosas grandes: estamos llamados a ser santos, a ser “otros Cristos”.

La impresión extraordinaria que Jesús produjo desde que por vez primera se presentó a las muchedumbres, especialmente ante los enfermos, pecadores y pecadoras, se debía sin duda en parte a la fuerza espiritual y religiosa que se desprendía de su persona, pero también al atractivo 45 irresistible de su figura que conquistaba las multitudes. 2017


De modo particular debió impresionar su mirada, esa mirada capaz de excitar e inflamar a las almas y de hacer sentir los reproches más emocionantes... en sus ojos había algo dominante y arrollador. A la impresión causada por el encanto exterior de su persona se añadía el de su salud y energía, en suma, un equilibrio perfecto. Según el testimonio unánime de los Evangelios, Jesús fue un hombre de gran capacidad emprendedora, resistente a la fatiga y realmente robusto. Sabemos además que toda su vida pública transcurrió en continuas caminatas a través de los cerros y llanuras de su patria, de Galilea a Samaría y Judea y aun hasta la región de Tiro y Sidón (Mt 15, 21). Y estos viajes los hacía sin equiparse, como recomendaba a sus discípulos: “No llevéis nada para viaje, ni bastón ni alforjas y tampoco pan o dinero” (Lc 9,3). Y así el hambre y la sed fueron frecuentemente sus compañeros. Texto 2: Jamás se le ve, en todo su ministerio, ya sea en sus palabras o en su modo de obrar, vacilar, permanecer indeciso, y menos volverse atrás. Jesús pide esta misma voluntad, firme e inflexible a sus discípulos, cuando dice: “Quien tiene la mano en el arado y mira atrás, no sirve para el reino de Dios” (Lc 9,62)... Con ello infunde a sus discípulos su modo de ser. Están muy lejos de Él la precipitación y más aún la indecisión, las claudicaciones y las salidas sin compromiso. Todo su ser y su vida con un “sí” o un “no”. Jesús es siempre el mismo, siempre dispuesto, porque cuando habla y cuando obra, siempre lo hace con plena lucidez de conciencia y con toda su voluntad. Sólo Él puede afirmar con toda verdad: “Que vuestra palabra sea sí, sí, no. Lo demás es un mal” (Mt 5,37). Todo su ser y su vida son unidad, firmeza, luz y pura verdad. Producía tal impresión de sinceridad y energía, que sus mismos enemigos no podían sustraerse a ella. “Maestro, sabemos que eres veraz y no temes a nadie” (Mc 12,14).

Confirmación

Jesús fue plenamente un carácter heroico, la encarnación del heroísmo; y esa disposición y entrega absoluta de su vida por la verdad admitida es lo que exige a sus discípulos; en suma, el heroísmo es algo innato en Él.

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LA IGLESIA

Metodología : Pedir a los alumnos que traigan la Sagrada Escritura.

¿Qué es la Iglesia?

Idea Fuerza La Iglesia fue fundada por el Señor Jesús, santificada por el Espíritu Santo y alimentada con los sacramentos, con la misión de anunciar el Evangelio.

Fundada por el Señor Jesús

“Replicando Jesús le dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre, esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’ ” (Mt 16,17-19.)

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Como hemos visto en la dinámica, la Iglesia no es un invento de los hombres, sino que es una realidad fundada por el mismo Señor Jesús y confiada, luego de su partida, a sus apóstoles. Lo vemos en la siguiente cita:

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Santificada por el Espíritu Santo Debemos también creer en la Iglesia porque ella es una realidad mantenida, vivificada y santificada por el mismo Espíritu Santo. Él es quien la santifica. Por eso, la Iglesia además de humana, es divina. “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho (Jn14, 26). Podemos decir, entonces, que la Iglesia es esa realidad viva, dirá .nica, instituida por Cristo y sostenida por el Espíritu, que nos une íntimamente con Dios, así como también nos hace una sola familia: la familia de los reconciliados por Dios, la familia de un Único y Bondadoso Padre. La Eucaristía Además el Señor Jesús ha querido depositar en ella todos los medios necesarios para que la humanidad se salve y se reconcilie, como por ejemplo la Eucaristía y la Confesión: “Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es (derramada por vosotros’ ” (Lc 22,19-20). “Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’ ” (Jn 20,21-23).

Confirmación

La misión de la Iglesia es evangelizar

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La Iglesia no se busca a sí misma, y tampoco es una ONG de ayuda a los más pobres. Tiene una misión muy clara: hacer que todos conozcan la salvación que nos trajo Jesús. “Id pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20). 2017


Somos miembros de la Iglesia Idea Fuerza La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y cada uno de nosotros es miembro de la Iglesia.

Somos Cuerpo de Cristo ¿Qué descubrimos en esta dinámica? Todas las partes de nuestro cuerpo son importantes. A veces creemos que no son tan necesarios o -relevantes, pero cuando uno se rompe una pierna o le duele el oído, o te pasa algo a alguna parte del cuerpo, se da cuenta que todo en su cuerpo tiene un sentido. De la misma forma, en la Iglesia todos los miembros son importantes y ninguna parte (miembro] del cuerpo puede decir que no pertenece a él. San Pablo afirma que somos “miembros de un mismo Cuerpo, que es la Iglesia, cuya única Cabeza es Cristo”. Es una imagen muy clara. Cada cuerpo sólo tiene una cabeza, quien le da orden y sentido a todo. Ése es Cristo. Cristo está en el centro de la Iglesia. Somos Iglesia de Cristo. Somos una familia Los miembros de la Iglesia, así como los miembros de un cuerpo (brazos, pies, por ejemplo], se respetan, se complementan y se ayudan. Y nunca van en contra de sí mismos. Eso sería una locura. Imagínense un cuerpo donde el brazo no quisiera que el ojo viera, y a la vez la pierna que no permita que el pie avance. ¡Sería una locura! De la misma forma, la desunión es una locura en la Iglesia.

En la Iglesia, de la misma forma, somos una gran familia. No sólo lo decimos de manera simbólica. Realmente somos una familia ya que Dios es Padre de todos y cada uno de nosotros, y Cristo murió por TODAS las personas. ¡Somos realmente HERMANOS en Cristo! Llamados a dar testimonio

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Imaginémonos una foto familiar: los abuelos, los hijos e hijas con sus esposas y esposos, los nietos y algunos pequeños bisnietos. Todos están contentos y orgullosos de estar allí. ¿Por qué? Porque se descubren parte de su familia.

Al pertenecer a la Iglesia, somos responsables por ella. Al ser miembros de Cristo, estamos llamados a testimoniar con nuestra vida que somos 49 cristianos. 2017


¿Estamos obligados a hacerlo? Esa pregunta es innecesaria. Aquellos que nos descubrimos en la familia de la Iglesia, con Cristo como Cabeza de ella, reconocemos que Cristo es quien ha de ser lo más importante en nuestras vidas. Y también en la vida de los demás. Por eso, es natural que seamos testigos auténticos de Cristo todos los días y en todas las situaciones, ya que queremos que más personas se encuentren con Él. Es como si preguntásemos si estamos obligados a decir nuestro apellido al preguntarnos nuestro nombre.

La Iglesia es humana y divina La Iglesia es Divina Idea Fuerza La Iglesia es divina porque ha sido fundada por Jesús, y es permanentemente asistida por el Espíritu Santo.

Decimos que la Iglesia es divina porque fue fundada por el Señor Jesús y porque el Espíritu Santo la asiste con su presencia. No es una simple sociedad y organización de los hombres. También descubrimos que es divina porque la Iglesia administra los sacramentos que nos otorgan la Gracia. Por último, también es divina porque es el camino aquí en la tierra para llegar a ser santos en el cielo. La Iglesia también es humana Idea Fuerza Además de ser divina, la Iglesia es humana porque está compuesta por hombres. Nosotros, hijos de la Iglesia, pecamos y nos equivocamos. Ello es parte de la dimensión humana de la Iglesia, así como también lo es la santidad y fidelidad ejemplar de tantos millones de cristianos a lo largo de toda la historia.

Si vemos las noticias, no será difícil darnos cuentas que casi todo lo que cuentan sobre la Iglesia es tendencioso y negativo: los noticieros hablan de los sacerdotes que rompieron su promesa de castidad, otros critican los bienes que la Iglesia tiene, acusan falsamente al Papa Pío XII de nazi, etc. 2017


Más allá de todas las exageraciones, manipulaciones, mentiras y ataques planificados contra la Iglesia, es importante reconocer que los miembros de la Iglesia también pecamos y cometemos errores. Pero hay que entender esto en su correcta dimensión. Se critica a la Iglesia, cuando en realidad los errores que se cometen son de las personas, de los miembros de la Iglesia y no de toda ella. Es como si en acusaran a tu familia, tu papá, mamá y hermanos, de alcohólicos porque tú te emborrachaste. Una frase muy común hoy en día es: “la Iglesia se equivocó”. En el fondo, es una afirmación imprecisa y tiene una intención de desacreditar a la Iglesia. Una frase más correcta sería “algunos cristianos, hijos de la Iglesia, se equivocaron”. Como hemos visto arriba, TODOS somos miembros de la Iglesia, y de nosotros depende dejar bien el nombre de la Iglesia. Ningún cristiano podría decir “La Iglesia está mal” porque sería ir en contra de su misma familia. La Iglesia es humana porque está compuesta por los hombres. Y los hombres cometemos pecados y errores. Pero también somos capaces de cooperar con la Gracia de Dios y alcanzar la santidad. Hoy en día, podemos ver la fortaleza y el amor del Papa Juan Pablo II, de Madre Teresa de Calcuta, así como de tantos, miles y miles que alcanzaron la santidad. Y tantos millones de católicos que viven una vida esforzada y ejemplar en muchos aspectos. Resumen La Iglesia fue fundada por el Señor Jesús, santificada por el Espíritu Santo, alimentada con los sacramentos, con la misión de anunciar el Evangelio.

La Iglesia es divina porque ha sido fundada permanentemente asistida por el Espíritu Santo.

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Además de ser divina, la Iglesia es humana porque está compuesta por hombres. Nosotros, hijos de la Iglesia, pecamos y nos equivocamos. Ello es parte de la dimensión humana de la Iglesia, así como también lo es la santidad y fidelidad ejemplar de tantos millones de cristianos a lo largo de toda la historia.

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La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y cada uno de nosotros es miembro de la Iglesia.

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EL FINAL DEL CAMINO ¿Qué es la muerte? Idea Fuerza La muerte es una realidad que marca el final de la vida terrena y entró en el mundo como consecuencia del pecado de nuestros primeros padres.

La muerte es una realidad que marca el final de la vida terrena del hombre, es un paso a la vida eterna. La muerte es consecuencia del pecado de nuestros primeros padres. Por el pecado se nos cerraron las puertas de la eternidad. Sin embargo, desde los inicios, Dios prometió un Salvador para el hombre y nos envió a su Hijo amado que se hizo hombre. Cristo, gracias a su sacrificio redentor, nos abrió las puertas de la vida eterna liberándonos de las ataduras de la muerte. Así, la muerte humana se constituye en el tránsito de la vida terrena a la vida eterna. No sabemos el día ni la hora de morir, por lo tanto es conveniente estar preparados para este momento tan importante, de ello depende nuestra felicidad eterna. ¿Qué viene después de la muerte?

Todos seremos juzgados según nuestras obras y resucitaremos para la vida eterna en comunión con Dios o para el infierno en alejamiento completo de Dios. ¿Qué viene luego del juicio? Idea Fuerza Luego del juicio particular, según la orientación que hayamos dado a nuestra vida iremos al cielo,

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Después de la muerte natural, viene el juicio particular.

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al purgatorio o al infierno

Unos irán a la vida eterna, otros a la muerte eterna. Dios respeta nuestras opciones libremente tomadas acá en la tierra para que las vivamos por la eternidad. En la eternidad veremos con claridad todo lo verdaderamente bueno y lo malo. El mal será claramente malo, ya no se mostrará con apariencia de bien. El cielo Idea Fuerza El cielo es el estado de vida de comunión eterna con Dios donde el hombre se halla plenamente feliz.

Aquellos que han muerto en estado de gracia lo largo de sus vidas terrenas se desplegaron intensamente el amor y la conformación recompensa la participación eterna en la Santísima Trinidad.

y en amistad con Dios; que a dando gloria a Dios, viviendo con Cristo, recibirán como Comunión de amor de la

A este “estado” de vida en Comunión eterna con Dios, de felicidad eterna, lo llamamos “cielo”. El purgatorio Idea Fuerza Es el estado de purificación en el que se encuentran las personas que han muerto en estado de gracia y amistad con Dios, pero imperfectamente purificados.

Aquellos que han muerto en estado de gracia y en amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, viven una “nueva purificación”, para participar de la Comunión Eterna con Dios Amor. 2017


Este estado de “nueva purificación” se le llama “purgatorio”. Los que están en el purgatorio, irán al cielo definitivamente. El infierno Idea Fuerza El infierno es vivir eternamente sin la presencia de Dios y de su amor, es un estado en el cual uno está perpetuamente excluido de la comunión divina, de la esperanza, el amor y la felicidad.

Aquellos que en su vida terrenal vivieron conscientemente de espaldas a Dios, rechazándolo incondicionalmente y que murieron en pecado mortal, sin estar interiormente arrepentidos ni acogerse a la misericordia divina, se encontrarán en la condenación eterna. Dios no condena a nadie, es el mismo ser humano el que se condena. Dios no puede “forzar” a nadie a que le ame. El infierno existe y no hay forma de salir de allí una vez que nos hemos condenado. La creencia en que las almas penan no es algo cristiano. Cuando una persona muere sólo puede ir al cielo, al purgatorio o al infierno como el Señor nos lo revela. Dios no permite que esa persona se quede “dando vueltas por ahí”.

Cuando se juega a la “Ouija” o cualquier rito de invocación de personas muertas, lo que en realidad estamos haciendo es comunicarnos con demonios. ¿Qué es la resurrección y cuándo resucitaremos? Idea Fuerza La resurrección es el momento en el que Dios nos dará un cuerpo inmortal y la unidad del ser

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Cuando se perciben fenómenos extraños, que la gente suele atribuir a “almas que penan”, pueden ser distintas cosas las que lo generen. Desde sugestión, hasta fuerzas naturales de la mente, o demonios, u otras razones.

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humano quebrada por la muerte, llegará a un estado pleno.

La resurrección es el momento en el que Dios nos dará un cuerpo inmortal, de manera que todo nuestro ser se transforme y se adecúe a ese nuevo estado de vida. Ya no dependeremos del "tiempo" ni del "espacio", seremos incorruptibles e inmortales. En el día marcado desde toda la eternidad por el Padre, el Señor Jesús volverá para “juzgar a vivos y muertos”. Será el fin de los tiempos, el llamado Juicio Final. Cuándo y cómo será el Juicio Final, nadie lo sabe. Por eso hay que estar “vigilantes”, combatiendo el pecado y cumpliendo con el Plan de Dios diariamente. Dios pondrá fin al curso terrestre de la humanidad, habiendo terminado con el tiempo de salvación y reconciliación. La resurrección de los muertos precederá al Juicio Final. Lo sabemos por fe: todos resucitaremos. Algunos para vida eterna, otros para muerte eterna. Nuestra actitud ante la muerte Idea Fuerza La muerte es un paso, debemos confiar, cumplir la misión que nos ha dado Dios, tener esperanza y sobre todo estar vigilantes para no dejarnos vencer por el pecado.

El cristiano sabe que la muerte no es el fin de su existencia. Por los méritos del Señor Jesús, todos estamos invitados nuevamente a participar de la vida eterna en comunión con la Santísima Trinidad. Así, la muerte es un paso a la vida eterna. Algunas actitudes que debemos tener con respecto a la realidad de la muerte son: 1.

No tener miedo.

Confiar en las promesas del Señor Jesús. Debemos creer firmemente que, si correspondemos a la Gracia que Dios derrama abundantemente sobre nosotros, seremos salvos y alcanzaremos la felicidad plena. 2017


La muerte no puede ser causa de angustias y miedos, debemos creer firmemente que si con Cristo morimos, también con Él viviremos como dice la Sagrada Escritura. 2.

Esforzarnos por ser santos.

Dios nos ha llamado a la vida para que cumplamos una misión, una obra enmarcada en su Plan de Amor y para ello nos ha dado una serie de dones. El no cumplir ese Plan va directamente en contra de nuestra propia felicidad, pues cuanto más despleguemos nuestros talentos en el cumplimiento del Designio divino, más nos realizaremos como personas y más preparados para el día final estaremos. 3.

Estar vigilantes.

Recordar que la muerte puede venir en cualquier momento nos ayuda a mantenernos en Gracia de Dios y constantemente esforzados por alcanzar la santidad. Resumen La muerte es una realidad que marca el final de la vida terrena y entró en el mundo como consecuencia del pecado de nuestros primeros padres. Sabemos que un día moriremos, pero que la muerte para el cristiano no es el fin, sino el tránsito a un nuevo estado de vida, según nos lo ha revelado el Señor Jesús.

Aquellos que murieron en estado de gracia, en amistad con Dios y purificados de sus pecados por su esfuerzo de santidad, entrarán al cielo, en la comunión divina con Dios, para siempre, y alcanzarán la felicidad plena. Aquellos que murieron en amistad con Dios pero no se purificaron del todo, irán al purgatorio para purificarse y estar listos para la entrada gozosa en el Reino de los Cielos.

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Luego de nuestra muerte viene el juicio particular, en el que seremos juzgados por todas nuestras obras, lo bueno y lo malo que hemos hecho. Y según nuestras obras, según la orientación que hayamos dado a nuestras vidas iremos al cielo, al purgatorio o al infierno.

Aquellos que en su vida dieron conscientemente la espalda a Dios y rechazaron su amor y que además murieron en pecado mortal, sin 57 arrepentimiento y sin confiar en la misericordia divina se condenan a sí 2017


mismos al infierno, donde vivirán alejados eternamente de Dios, comunión de Amor. En el fin del mundo vendrá Cristo por segunda vez, en toda su gloria e instaurará el Reino de los Cielos. En el fin del mundo también resucitarán nuestro cuerpo inmortal y se dará el Juicio Final determinando el final del curso terrestre de la humanidad y separando a los que vivirán eternamente de los que se condenarán eternamente. La muerte para los cristianos debe ser una ocasión de mirar el futuro y aguardar, con paciencia, esperanza y confianza, las promesas hechas por el Señor Jesús: “Yo los resucitaré en el último día”. La muerte no debe generarnos miedos o angustias. Debemos aprovechar muy bien nuestra vida terrena para que, viviendo según el Plan de Dios, alcancemos, por la Gracia de Cristo, los méritos de poder participar en la vida eterna y gozar de la felicidad plena.

GUIAS PARA EXPONER La Muerte “Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron...” (Rm 5,12). Esta cita nos muestra que la muerte no estaba en los planes que Dios tenía para el hombre. El ser humano había sido creado por Dios para la vida eterna en comunión con Él, que es la Fuente de la Vida. Pero el hombre, desobedeciendo a Dios, pecó y se alejó de Él y de sus planes. Al optar por vivir lejos de Dios trajo como consecuencia inevitable la muerte a su existencia. La muerte pasó entonces a ser una realidad inevitable que aflige a todo ser humano. Se trata de una realidad dolorosa que introduce la ruptura en la unidad que es la persona, frustrando el anhelo profundo de permanecer viviendo que todos tenemos. Esta situación de ruptura permanecerá hasta que la persona puede nuevamente alcanzar la unidad en la resurrección. 2017


“Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: ‘De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él morirás sin remedio’ ” (Gén 2,15-17). Esta cita se encuentra en el Génesis, al comienzo de la Biblia, y muestra que, desde el principio, Dios había hecho al hombre responsable de las cosas que Él creó. El hombre debía hacer buen uso de la creación, y llevarla a su plenitud. Dios no obligó al hombre a que hiciera lo que tenía que hacer, sino que depositó su confianza en él para que lo hiciera libremente. Dios no nos obliga a hacer lo que tenemos que hacer, sino que espera que nosotros lo hagamos como una respuesta de amor a la bondad que Él tiene para con nosotros. También en ese sentido, Dios hizo libre al hombre para que pudiera decidir sobre su vida y su muerte, su bien o su mal. La muerte no es querida por Dios, pero hay la posibilidad de que el hombre la quiera. Por eso, Dios puso un mandamiento (manifestado con el árbol). El amor del hombre a Dios se manifiesta en su obediencia. Obedecer a Dios es el camino de la vida; la desobediencia es el camino de la muerte. Por la desobediencia entraría el mal y la muerte en el mundo. Juicio particular

“Y del mismo modo que está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego el juicio”.

En esta cita el Espíritu Santo por medio de San Pablo nos enseña que la vida es una sola, que no existe la reencarnación. Por eso, ya que tenemos una sola oportunidad para vivir bien, nuestros actos tienen un valor muy grande, porque determinan la cualidad de nuestras vidas.

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Hebreos 9, 27

Así, cuando nos encontremos con Dios después de la muerte vamos a ser 59 juzgados según el tipo de vida que hayamos llevado. 2017


Pero no se trata de un juicio arbitrario de Dios sino sencillamente que ahí se va a manifestar la verdad de nuestras obras y de las intenciones de nuestro corazón, y cada uno va a seguir el camino que haya escogido. Aquellos que sean dignos van a vivir para siempre con Dios, mientras que los que hayan vivido mal van a ser coherentes con la vida que llevaron aquí en la tierra y se van a apartar de Dios para siempre. “Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal” (2 Cor 5,8-10). En esta cita de una de las cartas de San Pablo, está presente una verdad muy importante: la verdad de lo que hacemos y de lo que no hacemos. Muchas veces pensamos que nadie juzgará nuestras acciones, y que incluso, podemos cometer pecados que “nadie ve”, como si eso bastara para dejar la conciencia tranquila. Incluso, bajo esa excusa de que “nadie se va a dar cuenta”, dejamos de hacer muchas cosas que eran nuestra obligación. Pero el Espíritu Santo afirma que todos vamos a ser “puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo”. En el momento que nos encontremos cara a cara con el Señor Jesús, en el juicio, no bastarán las apariencias y caerán todas las máscaras. Por lo tanto, hay que tomar conciencia de que, al terminar nuestra vida, en el juicio cada uno de nuestros actos, palabras, omisiones, pensamientos, sentimientos, tendrán un peso. Somos responsables de lo que hacemos y eso determinará nuestro destino eterno: el cielo o el infierno. Hay que aprender a tomar el peso de lo que hacemos o no hacemos mientras vivimos, para no sorprendernos en el momento del juicio.

Confirmación

El cielo

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“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono” (Ap 3, 20-21). 2017


Esta cita está tomada del libro del Apocalipsis, donde San Juan nos cuenta las visiones que Dios le ha manifestado y que simbolizan lo que va a ocurrir en la vida futura. En este pasaje el que habla es el Señor Jesús, quien dice que toca constantemente a la puerta de nuestra casa. La casa para los judíos representaba lo más íntimo, el lugar donde sólo entran los amigos, representa incluso el interior mismo de la persona. Lo que dice Jesús es que toca constantemente a la puerta de nuestros corazones y que el que le abra entrará en comunión íntima con Él. La cena era también para los judíos la manifestación más propia de la amistad, del compartir sus bienes con un amigo con gran alegría. Jesús, a éstos que le abren la puerta de su corazón los llama “vencedores”, porque han triunfado sobre el mal en sus vidas. A éstos que han vencido con Él los invita a sentarse a su lado en su Reino y a vivir para siempre con Él. Aquellos que han muerto en estado de gracia y en amistad con Dios viviendo el verdadero amor como el Señor Jesús, recibirán como recompensa la participación eterna en la Comunión de Amor con Dios. Llegarán así a poseer lo que en la tierra tanto buscaban: la perfección y felicidad eternas. En el cielo veremos a Dios tal cual es, lo veremos cara a cara y viviremos con Él para siempre en eterna felicidad.

En la cita que meditamos, San Juan habla de una visión: él mira cómo será el Cielo. En el cielo hay una multitud de personas que vienen de la “gran tribulación”. Por esa “tribulación” (o también “tormento”), se puede entender el martirio de los cristianos de la época y de épocas futuras. Al final de sus vidas, esa multitud se acerca a Cristo (el “Cordero”, porque fue inmolado en la cruz para el perdón de los pecados). Cristo está sentado en el “trono” y esas personas se acercan con una ropa blanca y con palmas en las manos, símbolo de victoria, fiesta y alegría. Esas personas han vencido el mal y el pecado en sus vidas en la tierra, porque “lavaron” sus vestiduras antiguas en la sangre de Cristo.

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El libro del Apocalipsis fue el último libro de la Biblia en ser escrito y es una “Revelación” acerca de .las cosas que acontecerán en el futuro.

En la cita, esas personas también son aquellos que tuvieron que soportar muchos sufrimientos: hambre, sed, calor, desprecio por el Nombre de 61 Cristo. 2017


En el Cielo, nos acercaremos a Cristo y Él nos dará consuelo, guiándonos a un “Río de Agua Viva”. El Cielo es un lugar verdadero, el lugar que todos anhelamos: allá no habrá sufrimientos y se realizarán todas nuestras expectativas. Será la recompensa de nuestra fidelidad total a Dios. El Purgatorio “Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego” (1 Co 3,15). En esta cita, tomada de una carta de San Pablo, hay dos palabras que vale la pena subrayar: “daño” y “fuego”. San Pablo está comparando nuestras vidas con una construcción: si en el momento de una catástrofe, la obra que construimos no es suficientemente sólida, sufrirá daños. Así también en nuestra vida, si no está suficientemente sólida, al morirnos no iremos directamente al cielo. Ese será nuestro sufrimiento después de la muerte. Pero el Espíritu Santo no está hablando aquí de los que se condenarán, pues dice a continuación que nuestra persona se salvará por la misericordia divina, no sin antes pasar por el “fuego”. La Sagrada Escritura está dejando clara la posibilidad de que en esa catástrofe en que se quema la casa, uno se salve... aunque pasando por las llamas. Esa comparación es una manera simbólica para explicarnos la realidad del purgatorio: hay la posibilidad de que uno se libre del Infierno, pero que no vaya directamente al Cielo.

Confirmación

Esa “segunda posibilidad” es el Purgatorio, donde “pasamos por el fuego” de la purificación, donde sufriremos el “daño” para, así, entrar finalmente al Cielo.

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“Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos 2017


resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado” (2 Macabeos 12, 43-46). La cita que meditamos habla de una colecta que hizo un tal Judas jefe de los judíos —es bastante anterior a Judas Iscariote o a San Judas Tadeo, apóstol del Señor—. Esa colecta alcanzó 2.000 dracmas, moneda de la época. Ese dinero fue recaudado para que se hiciera un “sacrificio expiatorio”, o sea, para pagar un “rescate” muy diferente de los rescates de unos “rehenes”, por ejemplo. Se trataba de rescatar a los muertos. Judas y los israelitas tenían fe en la posibilidad de liberar a los muertos de las penas que estaban pagando por culpa de sus pecados. Para los israelitas, bastaba con saber que todavía esos muertos no estaban del todo condenados. Tenían fe también en que esa ofrenda serviría para que Dios se compadeciera de los soldados muertos y les hiciera pasar de las penas y sufrimientos a la vida eterna en la resurrección. Más allá de la diferencia entre este sacrificio del Antiguo Testamento y lo que Cristo nos revela y deja en su Iglesia, esta cita muestra cómo Dios desde el Antiguo Testamento había revelado la realidad del purgatorio, es decir un estado en el que los muertos, si bien no estaban condenados tampoco estaban en comunión plena con Dios.

Aquellos que en su vida terrenal vivieron conscientemente de espaldas a Dios, rechazándolo y que murieron en pecado mortal, sin estar interiormente arrepentidos ni acogerse a la misericordia divina, irán a la condenación eterna. El infierno es vivir eternamente sin la presencia de Dios y de su amor, estar perpetuamente excluido de la comunión divina y por lo tanto de toda posibilidad de amar, de ser feliz, de tener esperanzas. Dios no condena a nadie, es el mismo ser humano el que se condena. Dios no puede “forzar” a nadie a que le ame. La persona va al infierno, porque ella misma ha elegido estar lejos de Dios y Dios no puede obligarlo a estar 2017

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“Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre que es la muerte segunda” (Ap 21,8).

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con Él. Quien está en el infierno no puede pasar al cielo, ni viceversa y menos aún puede venir a la tierra. “Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden” (Jn 15,5-6). Jesús solía utilizar muchas imágenes de la vida del campo para hablar a los discípulos. En este momento, les habla de sí mismo comparándose a una vid. Jesús es como una vid, y nosotros somos los sarmientos. Para que un sarmiento viva, es necesario permanecer unido a la vid para recibir de ella la savia que da vida. Si se separa, ese sarmiento se cae y se seca. Una vez que un sarmiento se cae el proceder de los campesinos es recogerlos y echarlos al fuego. Ese es el destino del que se separa de Cristo. Todo bien verdadero viene de nuestra unión con Cristo. Si no nos unimos a Él, somos tan solo una rama tirada por el camino. Ya no somos capaces de hacer el bien ni de evitar el mal. La vida de Dios se va “secando” en nosotros. Si en el juicio nos encontramos “secos”, seremos recogidos por nuestro Enemigo, que nos acusa de nuestras faltas, y entonces arderá el fuego de nuestras culpas y pecados y se sentirá el dolor por haber hecho lo que hicimos. Todo esto, lejos de Dios eternamente: así es el Infierno. La resurrección “Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día” (Jn 6,39 – 40). En el día marcado desde toda la eternidad por el Padre, el Señor Jesús volverá para “juzgar a vivos y muertos”. Será el fin de los tiempos, el llamado Juicio Final. Cuándo y cómo será el Juicio Final, nadie lo sabe. Pero, como nos ha enseñado el Señor Jesús, “vendrá como un ladrón en la noche”. Por eso hay que estar “vigilantes”, en constante actitud de lucha contra el pecado y tratando de ser como Cristo realizando lo que Dios quiere de nosotros.

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En esta cita el Señor Jesús nos enseña que el Plan de Dios es que todos se salven y que Él nos resucite en el Juicio Final. Está hablando de la resurrección del cuerpo inmortal y por lo tanto de la resurrección y plenitud de la persona en unidad: cuerpo, alma y espíritu. “Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas” (Flp 3,20-21). La resurrección es el momento en el que Dios dará a nuestros cuerpos mortales, la inmortalidad, de manera que todo nuestro ser se transforme y se adecúe a ese nuevo estado de vida. Ya no dependeremos del “tiempo” ni del “espacio”, ya no seremos corruptibles ni mortales, sino seremos incorruptibles e inmortales. “No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (Gál 6, 9 1). Se dice que cuando nacemos, la única cosa que debemos tener por cierto es nuestra muerte. Nada más está asegurado al hombre. En la cita que meditamos, San Pablo recomienda a los cristianos de Galacia que aprovechen el tiempo para obrar el bien, venciendo todo cansancio y desánimo que eso muchas veces pueda significar. Quien siembra cosas buenas, cosechará cosas buenas.

“Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!” Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras

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Por eso, no debemos desistir de hacer el bien para así ganar la recompensa al final de los tiempos. Siempre hay la oportunidad para optar por lo bueno y evitar el mal, viviendo con Cristo. Y de esa manera, se logra alcanzar la vida eterna.

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lámparas se apagan”. Pero las prudentes replicaron: “No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora. “Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda (Mt 25,1-14).

Frente a la muerte debemos tener una actitud de expectativa, porque va a ser el momento en que nos encontraremos con el Señor Jesús. Debemos esperarlo ansiosamente como quien espera al novio que llegará a la fiesta de matrimonio que estamos invitados, poniendo todos los medios para estar listos para participar de la gran fiesta celestial, la mayor de todas las fiestas, pues es la única que nunca se acaba. Para ello debemos también ser prudentes para alejarnos de todo aquello que puede tornarse un obstáculo para que estemos listos. Debemos, sin dejar de estar en el mundo y disfrutar de las cosas buenas que Dios pone en nuestras vidas, alejarnos de las cosas malas, de nuestros malos hábitos, de las malas compañías, de las cosas que hacen daño a nuestra vida interior...

Confirmación

Y debemos también acercarnos a todo aquello que nos ayuda a estar preparados y viviré como vivió Jesús: la oración, recibir frecuentemente los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, las buenas amistades, etc. De esta forma el Señor nos acogerá alegremente junto a sí en su banquete eterno.

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LA LIBERTAD

La libertad Idea Fuerza La libertad es la capacidad que tenemos para optar por el bien. Es un don de Dios para que podamos realizarnos plenamente como personas, pero mal usada nos puede llevar a deshumanizarnos.

¿Qué se suele entender, hoy, cuando hablamos de libertad? Hoy, la palabra “libertad” es una especie de palabra mágica, que parece contagiar de bondad a todo lo que se relaciona a ella: “libertad de prensa”, “amor libre”, “libertad para escoger el propio sexo”, “libertad de la mujer para decidir sobre su cuerpo”, “libertad para la ciencia”, “libertad de conciencia”.... Algunas personas que practican los deportes de aventura dicen que experimentan la sensación de una “libertad” que nunca sintieron… Son innumerables los comerciales que usan la palabra «libertad» como talismán para vender cualquier cosa... Muchos piensan que “ser libre” es “hacer lo que me da la gana, cuando y como yo quiero”. Y cualquier tipo de autoridad o exigencia la ven como una imposición, como un recorte de su libertad.

Ahora bien, se plantea una pregunta: ¿Cómo podemos hacer para saber cuáles son las buenas opciones y cuáles las malas? En un caso como el que hemos visto puede ser sencillo darse cuenta, sin embargo la vida presenta muchas veces situaciones más complicadas. ¿Qué me indica lo que está bien y lo que está mal? Todo lo creado tiene una naturaleza. Para darle un buen uso a algo y que cumpla su fin se lo debe usar de acuerdo a su naturaleza.

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Entender así la libertad va en contra de la dignidad del hombre y del bien que buscamos naturalmente. La verdadera libertad es un don de Dios para realizarnos cada vez más como seres humanos.

El ser humano para ser feliz debe actuar respondiendo a su naturaleza. En 67 ello consiste actuar libremente. 2017


Pero nosotros podemos hacer un mal uso de nuestra libertad. Y así podemos hacer cosas que no van de acuerdo al fin para el cual fuimos creados por Dios. La consecuencia de hacer un mal uso de nuestra libertad es que nos alejamos de Dios, de nosotros mismos, de los demás y de la creación toda. Y ese es el motivo de fondo de porqué el mundo está como está y porqué nosotros mismos no somos felices. Pero ¿cómo puedo conocer mi propia naturaleza para saber qué cosa está bien y qué cosa está mal?

El Señor Jesús, modelo de libertad Idea Fuerza Es el Señor Jesús, el modelo de plena humanidad, quién nos muestra cómo ser verdaderamente libres.

Metodología Se puede leer cada una de las citas explicadas a continuación o alguna de ellas. Las citas deben ser bien expuestas por el catequista para que los alumnos comprendan de manera sencilla y cercana a sus vidas cómo el Señor sí es modelo de libertad para ellos. Al ver que somos libres y que tenemos una responsabilidad con nosotros mismos porque lo que está en juego es nuestra propia vida y felicidad surge una pregunta: ¿Cómo hacer buen uso de mi libertad según el fin para el que he sido creado? El mejor modelo que tenemos es el del Señor Jesús. Veamos algunas situaciones de la vida de Jesús y comparemos nuestras opciones con las suyas. Las tentaciones en el desierto: (Lucas 4,1) Jesús sabe que todo lo que le ofrece el Maligno es ilusorio y pasajero y que nada vale comparado con su misión en este mundo. Por más que en ese momento se presenta como algo muy bueno y atractivo, Él lo rechaza porque sabe que al final esos supuestos bienes son cadenas que tiende el Maligno tiende para esclavizarnos. ¿Cuántas veces nosotros si optamos por lo que es bueno sólo en apariencia? ¿Cuántas veces no tenemos la libertad de decir un fuerte y decidido NO ante las propuestas que sabemos que son tentaciones? Jesús come con pecadores y publicanos: (Mateo 9,10-13) Jesús no teme ser signo de contradicción con tal de cumplir lo que tiene que hacer. En este caso Él sabía que tenía que buscar a los que más lo necesitaban que eran 2017


los pecadores. Sabía que iba a tener que ir contra la corriente muchas veces. ¿Cuántas veces nos hemos dejado arrastrar por lo que dicen los demás aún sin estar de acuerdo? ¿Cuántas veces desperdiciamos ese don de poder optar por el bien que es la libertad por no “caerle mal a nadie”? La cruz: Incluso en este momento de intenso dolor cuando el Señor se encontraba más indefenso, más pobre y sufriente que nunca, no perdió su libertad, sino que, por el contrario, la hizo plena. Allí el Señor Jesús nos enseñó lo que significa no tener límites para amar. Ni llevándole a la muerte pudieron arrebatarle la libertad, porque Él entregaba su vida, con los brazos abiertos. “Doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy libremente” (Jn 10,17-18). Por todo eso, mirando al Señor Jesús aprendemos a ser auténticamente libres, a “poseer” nuestra libertad y aprender a ser “señores de nosotros mismos”, haciendo de nuestra vida una constante opción por cumplir el Plan de Dios. Podemos ser libres porque el Señor ha vencido al pecado que nos esclavizaba y nos ha dado la posibilidad de seguir su ejemplo para empezar a vencerlo en nuestra propia vida y conquistar la libertad que tanto anhelamos. Resumen La libertad es la capacidad que tenemos para optar por el bien. Es un don de Dios para que podamos realizarnos plenamente como personas, pero mal usada nos puede llevar a deshumanizarnos. La verdadera libertad que me hace optar por el bien es aquella que responde a mi naturaleza más profunda.

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Es el Señor Jesús, el modelo de plena humanidad, quién nos muestra cómo ser verdaderamente libres.

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LOS MANDAMIENTOS

¿Cómo ser feliz? Idea Fuerza Dios me enseña cómo ser feliz, cómo orientar rectamente mi libertad. Ese camino tiene como primer paso la vivencia de los mandamientos. Ya hemos visto cómo todo ser humano anhela, desde lo más profundo de su corazón, ser auténticamente feliz (si es necesario recordarles la reunión2). También vimos en la reunión anterior cómo sólo somos verdaderamente libres cuando hacemos el bien, es decir, cuando actuamos según nuestra naturaleza humana. Aquel que hace el mal, en el fondo no es libre. Vimos también cómo esa felicidad no la encontramos sin Dios, en las cosas que pasan, en la ilusión y el engaño, sino que, plenamente, sólo la encontramos en Dios. Vimos que ese “anhelo de felicidad” es “hambre de Dios”, “nostalgia de infinito”. El joven rico La cita del Joven rico que busca a Jesús para preguntarle por su felicidad es muy ilustrativa: “Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: ‘Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?’ Jesús le dijo: ‘¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre’ ” (Mc 10,17-19]. El joven experimenta un profundo “hambre de felicidad” y sabe, por su experiencia de búsqueda, que lejos de él no la encuentra. 2017


Entonces, sale a buscar en el camino correcto: en el Señor Jesús. Sólo en el Señor encontramos la respuesta a la inquietante pregunta: “¿Qué he de hacer...?” La primera respuesta del Señor Jesús a aquel joven fue muy clara: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. ¿Qué nos dice todo eso? Más allá de todo el desenlace que ya conocemos de esta cita, hay un mensaje muy claro: alcanzaremos la felicidad, cumpliendo los mandamientos porque éstos responden a nuestra naturaleza. Con esta respuesta, el Señor Jesús señala como paso fundamental para alcanzar la felicidad y la vida eterna el cumplimiento de los mandamientos.

Los 10 mandamientos Idea Fuerza Los mandamientos son el camino concreto por el cual nos hacemos más personas, más libres y aprendemos a amar a Dios sobre, todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

Los mandamientos son normas establecidas por Dios que buscan proteger la vida humana, encausar rectamente su libertad y mantener las condiciones mínimas para que se vivan el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Los mandamientos no son “represivos”, sino todo lo contrario, son profundamente liberadores y plenifícantes.

Así, al revelarnos los “mandamientos”, Dios sale a nuestro encuentro para ofrecernos un sendero concreto, un “camino de vida” por el cual pudiéramos alcanzar la felicidad. Pues solos, por nuestra propia cuenta, sería muy difícil vivir bien. El amor a Dios y el amor al prójimo son las dos claves de lectura para vivir auténticamente el “espíritu” de los 10 mandamientos. Pues, quien ama de verdad, ama a Dios y no hace maldad a su prójimo. El que no ama a Dios, no tiene por qué amarse a sí mismo ni al prójimo.

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Dios nos conoce plenamente y sabe cuáles son nuestras debilidades e imperfecciones como consecuencia del pecado.

La vivencia de los mandamientos nos hace más personas, nos hace más 71 libres. 2017


Cumplir los mandamientos es vivir en libertad, ya que usamos nuestras facultades para obrar el bien, que va de acuerdo a nuestra naturaleza humana y a las coordenadas del Plan de Dios. Viviendo los mandamientos Idea Fuerza Es importante que conozca, entienda y viva cada mandamiento.

Confirmación

Metodología Esta parte debe exponerse usando el cuadro explicativo de los 10 mandamientos, sobre todo la parte que enseña sobre ¿Qué vivir? ¿Qué evitar? Aquí se presenta un guion de preguntas para el diálogo, que es un complemento al cuadro. Los alumnos seguirán el cuadro que se encuentra como anexo, al final del cuadernillo.

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SANTA MARÍA

c.

Algunas características de María

María es modelo de vida humana. Todo su ser nos enseña mucho en nuestro camino como cristianos. Al acudir a María descubrimos una santidad impresionante, un ejemplo a seguir para ser como Cristo. María fue bendecida en vistas a la gran Misión que iba a cumplir dentro del designio divino de Salvación de Dios. Ella no fue irresponsable con sus talentos como muchas veces lo somos nosotros. Inmaculada Concepción Para que el Señor Jesús asumiera plenamente nuestra condición humana y se encarnara, Dios quiso la libre cooperación de María, una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea. Y para que pudiese cumplir con esa vocación altísima, ser la “Madre del salvador”. Dios le concedió un grande don: la Inmaculada Concepción. Eso significa que María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano. Virginidad perpetua Además, María también es la “Siempre Virgen”. Concebida inmaculada y santa, amada por Dios desde todos los siglos y llamada por vocación divina a ser la “puerta de nuestra reconciliación”, María permaneció por toda su vida en estado de consagración total al Señor. Por eso, ha permanecido por siempre Virgen. María fue llamada por Dios en estado de “virginidad”, concibió a Jesús, “por obra y gracia del Espíritu Santo”, sin la participación del hombre, y permaneció así, virgen y consagrada a Dios, antes, durante y después del parto. Aunque desposada con José, ambos permanecieron, con el auxilio


de la gracia, por siempre castos y puros, cumpliendo perfectamente la misión de educar a Jesús, el Hijo de Dios. Respondió a su ser María respondió a los dones que Dios le otorgó. Hemos visto cómo ha sido bendecida de manera especial. Ella se conoció profundamente para poder ser coherente con su interior. Así cuando el ángel la visita no duda en obedecer a Dios. Esa coherencia entre su interior y sus actos, hacen de María una joven libre. La magnitud de su respuesta nos habla de una persona que estuvo preparándose para obedecer a Dios. Nos toca ahora a nosotros preguntarnos ¿qué talentos me ha dado Dios y para qué me los ha dado? ¿Estoy preparado para ponerlos al servicio del plan de Dios? ¿Qué quiere Dios de mi vida? ¿Cómo voy a ser verdaderamente feliz? Fue generosa con Dios La respuesta de María a lo que Dios le pide nos muestra una generosidad inmensa de la Virgen. María no es egoísta, no piensa en sus propios planes, Ella sabe que el plan de Dios para ella es lo que realmente la va a llenar. No se deja guiar por falsas ilusiones, por ídolos baratos, sabe que la respuesta a su ser es Dios. María ama y al amar, obedece a Dios. Vemos en su vida una constante actitud de generosidad, un ejemplo de ello es cuando, luego de haber recibido a Cristo en su seno, María va presurosa a la casa de su prima Isabel a servirla. La Virgen recibe a Cristo en su seno y no duda en ir a entregarlo a los demás. Ella no piensa en lo que tiene que hacer, ella sabe que ha recibido a Cristo y que lo debe ir a anunciar sí o sí. ¿Cuántas veces hemos recibido a Cristo y se lo hemos dado a los demás? ¿Creo importante anunciar a Cristo luego de haberme encontrado con Él? Recibir a Cristo en el corazón nos debe mover a anunciarlo así como lo hizo María. Profundidad Que haya respondido no es algo que viene de la nada. Sin duda, María era joven, pero con mucha madurez espiritual. Ella era una judía fiel y piadosa que fue preparando el terreno en su corazón para estar a la altura de lo que dios le pidiese. Los evangelios nos muestran como María meditaba todas las cosas en su corazón. Ante las situaciones difíciles, ante las cosas que no llegaba a

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comprender bien no se quedaba en la superficie de la realidad. Ella rumiaba los acontecimientos meditando las cosas en su corazón. María es un modelo de profundidad en un mundo donde son cada vez más las personas que se preocupan por lo externo, sin ir a las realidades profundas de la existencia. Hoy son pocos los que se preguntan por el sentido verdadero de su vida haciéndose preguntas como: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el fin de mi existencia? Etc. Valdría la pena preguntarnos: ¿Somos como la masa que vive en medio de las cosas como si fuéramos una cosa más? o ¿somos como la Virgen María que meditamos en el corazón lo que nos sucede? Pureza María fue concebida inmaculada, sin pecado original. Al ver el corazón de la Madre, vemos unas rosas blancas que simbolizan su pureza. María fue pura y se MANTUVO PURA. Ella respondió a su ser más íntimo. ¡Qué difícil es ser puro en este mundo! Mirar con la mirada de Dios, con pureza es todo un horizonte hermoso que se nos presenta como un desafío hoy. Vivimos en un mundo dónde las personas ya no valen por lo que son sino por lo que muestran o tienen. Al mirar a una mujer o a un hombre es común quedarse en las apariencias, tener segundas intenciones y buscar provecho a costa del otro. ¿Cómo cuidas tu pureza? ¿Ves a las personas como imagen y semejanza de Dios de tal forma que las respetas en lo profundo su ser? ¿Cómo crees que mira la Virgen a los demás? ¿Qué es lo primero que ves en una persona cuándo la conoces? Al ver la imagen de la Virgen constatamos que está pisando la serpiente. Ella nunca se dejó engañar por las seducciones del Demonio. María es la mujer fuerte que aplasta la cabeza del demonio con sus pies firmemente. Además de ser fuerte en el Señor, María fue astuta. Nunca se dejó engañar por el demonio que busca separarnos de Dios con sus engañosas tentaciones. Madre de Dios y Madre nuestra 2017

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Fortaleza

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María cumplió con su misión de ser Madre. Ella concibió, cuidó, educó y sirvió a su Hijo. Desde los inicios también cuidó, educó, sirvió a la Iglesia y a los cristianos, y sigue haciéndolo hoy. Cristo sabe de nuestra debilidad y sabe que necesitamos una Madre que nos guíe hacia Él. Es por ello que antes de morir nos dejó a María como Madre (Jn 19,25-27). María recibió el encargo de cuidar y velar por todos los hermanos de Cristo para siempre. Ella intercede por nosotros ante el Padre. María recibe la misión de guiarnos hacia su propio Hijo, por eso siempre nos escucha y acoge en nuestra oración. Su vida es un ejemplo para nosotros. Al verla somos llevados, por su mano, a Cristo, pues toda su vida es reflejo de Cristo. Respondiendo al amor de María Ahora que hemos comprendido el papel fundamental que tiene María en nuestra vida, no debemos permanecer con la misma actitud pasiva de antes. Para nosotros María no debe ser un mero recuerdo. Ella es mucho más que eso. Desde el momento en que concibe a Jesús, ella se ha convertido en nuestra Madre y frente a todo el amor que nos tiene, ¿cómo nos sentimos invitados a responder? ¿cómo no querer a Nuestra Madre? Responderle con nuestro amor de hijos Frente a sus cuidados maternales, nuestra respuesta debe ser de profundo amor filial, de hijos agradecidos. Por ello debemos rezarle. ¿Cómo no conversar con nuestra madre? Debemos recurrir a su auxilio, decirle que la queremos, dejarnos acompañar por ella. El amor de hijos engendra confianza. A ella debemos confiar toda nuestra vida, hacer lo que ella nos dice, dejar que cumpla su papel de Madre con nosotros. Responderle con nuestra conversión Lo que ella más quiere es que seamos felices. Y sabe perfectamente que su Hijo el Señor Jesús es modelo de plena humanidad. Por lo tanto lo que nos pide y lo que más quiere es que seamos como su Hijo. Por ello nos dice: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5). Responderle con nuestra ayuda María es madre de todos los seres humanos. Y lo que desea es que todos sean plenamente felices, es decir que todos sean como su Hijo.

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Jesús mismo, desde lo alto de la cruz, le encomendó la misión de cuidarnos y llevarnos hacia Él.

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Nosotros como hijos de María, debemos ayudarla en su misión. Debemos hacer apostolado para que las personas conozcan al Señor Jesús y se conviertan.

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EL ESPÍRITU SANTO Y LOS SACRAMENTOS Pentecostés “Después de la muerte del Señor Jesús los discípulos se llenaron de angustia y de tristeza, pensaban que el Señor los había abandonado, que ya no había ninguna esperanza. Algunos perdieron la fe y llegaron a creer que la felicidad que habían experimentado a lado del maestro había sido pasajera...., que había terminado. Llenos de miedo se escondieron, pensado que ellos también iban a ser perseguidos para ser asesinados por haber sido seguidores de Cristo. No entendieron que al tercer día resucitaría y que en la cruz había vencido a la muerte y por eso ellos podían también vencer y tener esperanza.

Confirmación

A los tres días el Señor resucitó y los apóstoles renovaron su fe y su esperanza. Y por 40 días el Señor Jesús los estuvo acompañando por momentos, ayudándolos a entender el significado de sus vidas y la misión que ahora ellos teman. Sin embargo los discípulos aún no estaban listos para salir a evangelizar. Cristo mismo les dice que esperen la Fuerza que vendrá de lo alto para que así puedan ser sus testigos en todo el mundo.

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Diez días después de que Cristo subió a los cielos, estaban reunidos los discípulos en torno a Santa María, en ambiente de oración. De pronto vino un ruido como una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa en la que se encontraban. Ellos no sabían de qué se trataba, estaban asustados.... y al instante se les aparecieron como unas llamas de fuego que se posaron sobre cada uno y todos quedaron llenos de una gran paz, seguridad y fortaleza.... Ya no tenían miedo y su mente se había aclarado, ahora comprendían todo lo que había significado el tiempo que habían estado con Jesús... Esas llamas de fuego era el Espíritu Santo que había venido como lo había prometido Jesús cuando les dijo que no los dejaría solos, que enviaría a su Espíritu. 2017


Inmediatamente después los discípulos empezaron a hablar en otras lenguas, dando testimonio de lo que habían vivido con Jesús y de lo que les había enseñado. Salieron a la plaza y empezaron a proclamar con valentía el Evangelio, ya no tenían miedo de ser encarcelados o asesinados, pues el Espíritu de Dios estaba con ellos. En la plaza, miles de peregrinos de muchas razas y países, comenzaron a escucharlos hablar cada uno en su propia lengua y estaban asombrados de lo que sucedía, y fue así como ese día se convirtieron a Cristo más de cinco mil hombres” (Hch 2,1-13).

Démonos cuenta de la actitud de los discípulos. ¿Cómo estaban antes? Y ¿cómo estuvieron después de la venida del Espíritu Santo? ¿Qué sucedió con ellos? Así también en nuestras vidas, Dios sale al encuentro de nuestra fragilidad, de nuestro miedo y de todas nuestras inseguridades. Él obra en nuestras vidas cosas que parecen imposibles. Y lo hace por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es Dios mismo que sale a nuestro encuentro y nos da su Fuerza, es quien nos santifica, quien nos anima en nuestra vida cristiana. Pentecostés marca el inicio del llamado “tiempo del Espíritu Santo”, el tiempo en que Cristo envía al Espíritu Santo para santifique y guíe la misión de la Iglesia. Y la principal manera como Dios nos da su Fuerza, su Gracia, es mediante los sacramentos. ¿Qué son los sacramentos? Idea Fuerza Dios nos transmite su Gracia y por ello debemos acudir a ellos. Son signos sensibles y eficaces mediante los cuales Dios nos transmite su Gracia y se encuentran en la Iglesia.

Parroquia Santa Helena

Los sacramentos son la manera ordinaria como

Signos sensibles, pues todos los sacramentos se valen de una “materia”, y podemos percibirlos mediante los sentidos. Por ejemplo en el sacramento 79 del Bautismo, la materia es el agua, en la Eucaristía, es el Pan y el Vino. 2017


Son eficaces, pues nos transmiten eficazmente la Gracia de Dios, es decir, aquello que dicen que hacen, realmente lo hacen: en la Eucaristía Cristo se hace realmente presente. ¿Dónde los encuentro? En la Iglesia, pues Cristo dejó a sus discípulos el poder de celebrar los sacramentos. ¿Cuáles son? 1. Bautismo: Nos convertimos en hijos de Dios y miembros de la Iglesia. 2. Eucaristía: Unión con el Sacrificio redentor de Cristo que nos une íntimamente con Él. 3.

Reconciliación o Confesión: Nos alcanza el perdón de Dios.

4. Unción de los enfermos: Fortalece física y espiritualmente al enfermo. 5. Sacramento del Orden: Convierte a una persona en otro Cristo para celebrar los sacramentos. 6.

Confirmación: Recibimos la plenitud del Espíritu Santo.

7.

Matrimonio: Une indisolublemente a un hombre y una mujer.

El Bautismo Idea Fuerza El Bautismo es la “puerta de entrada” a la vida de Gracia. Perdona el pecado original, nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Metodología El Bautismo y la Confirmación son los sacramentos que se explicarán más exhaustivamente. El Bautismo es el primero de los sacramentos. Es la “puerta” de entrada a la vida de gracia, a la vida en el Espíritu. Es el fundamento de toda la vida cristiana. Los efectos del bautismo son fundamentalmente 3: 1.

Perdona el pecado original: 2017


Por ser miembros de la familia humana, heredamos el pecado original de nuestros primeros padres. Con el bautismo ese pecado es perdonado, así como todo otro pecado cometido. 2.

Nacemos a una vida nueva

Mediante el bautismo somos hechos hijos de Dios. Hijos en Cristo, pues Él se hizo hombre para que nosotros siendo Hijos, participáramos en el cielo de la naturaleza divina. Somos hijos del Padre, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo 3.

Somos incorporados a la Iglesia

Mediante el bautismo nos hacemos miembros de la Iglesia. Por ello se dice que es la puerta de entrada a la vida de Gracia, pues es el primer sacramento que se recibe y nos permite tener acceso a los demás. El Bautismo es indeleble, o sea, no se pierde, no se borra. Somos para siempre sellados con el Espíritu Santo y para siempre somos hijos de Dios. Por eso, el Bautismo es dado una sola vez en la vida.

La Confirmación Idea Fuerza En el Sacramento de la Confirmación recibimos la plenitud del Espíritu Santo, confirmamos nuestra fe y nos comprometemos a ser testigos de Cristo. ¿Qué es?

Este sacramento se le llama también “crismación”, pues el símbolo fundamental es la unción hecha con el llamado “santo crisma”. El crisma es un óleo especial, perfumado, consagrado y bendecido. El símbolo de la unción con el crisma quiere significar que la persona ha sido “sellada” con el Espíritu Santo y “ungida”, así como Cristo — palabra griega que significa “Ungido”— y ha quedado lista para la misión. Son 3 los elementos mediante los que se confiere este sacramento: 1. 2017

La unción en la frente del confirmando

Parroquia Santa Helena

Es el sacramento en el que recibimos la plenitud de la gracia bautismal.

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2.

La imposición de manos del Obispo sobre los confirmandos.

3.

Finalmente las palabras del Obispo dirigidas a cada confirmando.

Así como el bautismo, este sacramente es indeleble, no se borra. ¿Cuál es la gracia recibida en este sacramento? 1.

Recibimos la plenitud del Espíritu Santo:

Al igual que los apóstoles en Pentecostés, recibimos la Fuerza de lo alto, que nos permitirá ser auténticos cristianos y proclamar el Evangelio 2.

Nos fortalecemos para ser apóstoles:

Así como los apóstoles en Pentecostés, nosotros también necesitamos al Espíritu Santo para proclamar con ardor a Cristo en medio de nuestro mundo. El Espíritu Santo recibido a plenitud en la Confirmación nos dará esa fuerza para ser testigos del Señor. Por ello decimos que nos convertimos en soldados de Cristo. 3.

Confirmamos nuestra fe y opción de vida cristiana:

Es importante entender que al querer recibir este Sacramento, estamos confirmando que nuestra fe es la fe de la Iglesia.

Confirmación

Y además que confirmamos de manera madura nuestro deseo y compromiso por vivir una vida cristiana.

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LA PERSEVERANCIA CRISTIANA EN LA VIDA

Medios para perseverar en mi vida cristiana Para perseverar en la vida Cristina, necesitamos poner algunos medios. Si no, no pasaremos de tener buenas intenciones. Hay en la Iglesia algunos medios que nos ayudan a perseverar en mi opción por ser auténtico cristiano: Los sacramentos son los medios por los cuales recibimos la gracia de Dios para perseverar en nuestra Vida Cristiana. Debo tener presente sobretodo los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación. También debemos buscar rezar mucho. La oración es uno de las principales medios que tiene el cristiano para perseverar. La comunidad es un medio privilegiado que tenemos para perseverar en nuestra Vida Cristiana. El que está solo, si cae, no tiene quien lo levante, pero el que camina acompañado, siempre tendrá a su lado quien lo ayude. Por eso lo mejor es caminar formando una comunidad de amigos en el Señor.

No importa cuántas veces caiga. Siempre tengo que levantarme y seguir luchando. En medio de las dificultades, debemos confiar en la eficacia de la gracia de Dios que nunca nos abandona.

Parroquia Santa Helena

Si nos reunimos como un grupo de amigos en el Señor, además de ayudarnos entre nosotros en nuestras dificultades y de compartir nuestras alegrías, también podremos ayudar a que más personas puedan acercarse al Señor y que vivan la misma experiencia de alegría que vivimos nosotros.

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PARROQUIA SANTA HELENA


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