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GFNY Cozumel 2021

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t: RAFAEL CUÉ f: SPORTOGRAF

Año con año, este evento mejora. Los detalles, las sorpresas y el placer de poder viajar a la isla de Cozumel a pasar unos días, rodar y competir en el Gran Fondo es un lujo. Es evidente y un gran diferenciador el hecho que esta franquicia haya sido creada por ciclistas y licenciada a ciclistas. Todo está pensado en nosotros.

La comunicación previa, vía medios electrónicos, es abundante y precisa. La organización y logística, inteligente. La exposición de patrocinadores es adecuada y hace valer el dinero invertido por parte de las marcas, que entienden que en el deporte se encuentra un nicho de la población que consume con responsabilidad y es ejemplo de vida sana y valores.

Este año se corrió la octava edición. Tras los duros meses de pandemia en que la isla caribeña quedó aislada de su principal fuente de ingresos, que son el turismo deportivo y recreativo con la llegada de cruceros todos los días. La situación comienza a regularizarse, en boca de taxistas, restauranteros, hoteleros y demás ciudadanos isleños que añoran, valoran y atienden al turismo como sólo en México sabemos. 3 LINE LOGO BLACK BACKGROUND

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Las líneas aéreas deben tomar nota de la importancia de tener vuelos directos a la isla, pasar por Cancún hace que el viaje sea prácticamente el doble de tiempo desde la Ciudad de México. Mucho ayudaría a un mayor flujo de viajeros el contar con vuelos directos en semanas de competencia como los medio Iron, los Iron completos y claro el Gran Fondo. Desde Guadalajara, Monterrey, CDMX, León, Querétaro y San Luis Potosí bien se pueden hacer viajes directos, con aviones llenos.

La oferta hotelera es amplia y variada. Al igual que el año pasado, tuve el gusto de hospedarme en el hotel Presidente Intercontinental. Atención y servicio de primera, hostelería de alto nivel. Prácticamente todo el hotel estuvo ocupado por ciclistas y sus acompañantes. Para esta edición viajamos Leonor, mi esposa, que cada año únicamente compite en Cozumel, hace 80 km y desde hace varias ediciones rodamos esa primera vuelta en familia. Iker, mi fiel escudero, que rueda desde que tiene 9 años conmigo; ambos fungimos como gregarios de la patrona. Una vez cruzada la meta en la primera vuelta, ella, se queda en la fiesta que es la zona de premiación e Iker y yo nos seguimos para una segunda vuelta que suele resultar dura y ventosa, pero que se disfruta enormemente.

El viajar a la isla a competir requiere cierta logística. Si decides no viajar con la bici en el avión, que siempre tiene un riesgo para la bici, existen opciones que resuelven el dolor de cabeza. Son varias empresas que ofrecen el servicio. Este año como el pasado mandamos las bicis con Pro Fix Travel, saliendo desde la CDMX. Jorge Luján, mecánico reconocido a nivel mundial, se encarga de tratar, acomodar y transportar las bicis mejor que uno mismo. La bici es revisada, limpiada y ajustada previa entrega a un lado del Centro de Convenciones. El remolque donde las transportan es una “suite” para las bicis. Van perfectamente acomodadas, no se tocan, no se mueven. Con Jorge viaja el famoso “Palomo”, ciclista querido por la comunidad, experto en el tema y brazo derecho de Jorge. La amabilidad, disposición y profesionalismo quedan de manifiesto. Para el 2022, no lo dudes, aparta con tiempo y aprovecha este gran servicio.

Viernes y sábado, bajo el rigor de la responsabilidad social y sanitaria, se entregan los paquetes en la Expo dentro del Centro de Convenciones. La semana previa agendas tu cita vía correo electrónico y, de esa manera, se evitan grandes colas y se garantiza la sana distancia y el poder recorrer la Expo con tranquilidad, sin aglomeraciones. Expositores como las bicis Ventum, unas bellezas que además son patrocinadores del evento y rifan, entre los participantes, una bicicleta de alta gama minutos antes de la arrancada. Suárez, marca colombiana de ropa de la más alta calidad en diseño y materiales textiles con 25 años de experiencia, fue uno de los stands más concurridos. Desde este año podemos ya contar con estos productos en México y son una maravilla. Recomendables al cien por ciento.

El domingo desde las seis de la mañana, la costera es una fiesta. Organizadamente los participantes van llenando los corrales perfectamente señalizados con códigos de colores, que corresponden a la pulsera que se entrega con el kit de participante que incluye la revista oficial del evento, con llamativa

portada y contenido útil para los corredores. El jersey confeccionado en Italia es de muy buena calidad y diseño.

En punto de las 7.30 am con gran ambiente y mucha ansiedad, natural en cualquier evento, se dio la arrancada y desde el primer metro la adrenalina fluye a tope. Son los primeros kilómetros, quizá, los de más riesgo para los menos experimentados que pueden ser presa de la ansiedad y cometer alguna imprudencia que provoque una caída.

El clima estuvo espectacular, la vista es una belleza, rodar a metros de la costa, luego cambias y te metes en un túnel de vegetación recto, que es una chulada, y es donde la carrera comienza a tomar el ritmo natural de la selección por velocidad.

Grupos numerosos pasan por la izquierda con mejor ritmo, algunos no los vuelves a ver y a otros los alcanzas y dejas en el tramo del KOW. Es importante tener un plan de carrera, saber si vas a parar, en qué zona de abastecimiento y estar consciente del ritmo para el que estás preparado. Muchos se truenan por ir más rápido en los primeros 35 km y luego la pagan penosamente en la zona del viento y en el trayecto de regreso a la ciudad.

En familia nos ajustamos al plan que era llevar a rueda a Leonor, un poco más forzada de lo que ella rodaría, pero sabiendo que puede hacerlo. Detrás se alinearon muchos al descubrir que yo iba marcando un tempo estable, sin cambios de ritmo ni maniobras “audaces” alrededor de los 35 km/h.

La carrera en sí se divide en cientos de carreras y objetivos. Me encanta ir descubriendo grupos que van aplicados a su plan. Uniformados en bibs o calcetas te puedes dar cuenta que el ciclismo une corazones y almas. Sigo entusiasmado al ver que cada vez hay más mujeres rodando. Las novatas

son respetuosas y como esponjas aprenden y reciben cualquier consejo, bien intencionado, referente a técnica de rodar. Los hombres no dejan o dejamos de tener el gen del “macho alfa” que por lo general poco aporta hasta que el pavimento nos recuerda que la prudencia es la mejor compañera sobre la bici.

Los rostros de esfuerzo y satisfacción que se pueden ver en los abastecimientos valen el boleto. Obviamente los punteros no paran, salen desde el primer kilómetro a tope y no se les vuelve a ver. Sin embargo, detrás hay cientos de historias maravillosas. Hombres y mujeres nacionales en su mayoría, obviamente, pero también un gran número de ciclistas de Estados Unidos, Colombia, Costa Rica, Alemania, Ecuador, Brasil, Canadá… en sí son 50 países distintos en esta fiesta deportiva.

La primera pasada por el tramo del KOW es realmente bonita. Son alrededor de las 8.30 de la mañana y el mar seduce con los tonos azulados del Caribe Mexicano. No sopla tanto el viento y la numerosa afluencia de ciclistas permite siempre entrar o rodar en algún grupo. Este año tuvimos lunch gratis dada la enorme cantidad de bichos que pegaban en los lentes, se aferraban en brazos y piernas, que si abrías la boca, engullías de un solo bocado durante ese tramo costero.

Dada la curva a la izquierda, el camino de regreso a la población suele rodarse en fila india o de dos en fondo, ya quedó atrás la ansiedad, el ritmo es parecido entre los ciclistas, no deja de haber rebases, pero ya la diferencia en velocidad no es mucha.

Al entrar a la zona urbana es una fiesta. Niños y locales al lado de la carretera están constantemente animando a los ciclistas. Da gusto ver la manera en la que la gente se involucra y disfruta del evento.

La primera vuelta es la meta de muchos, se alzan los brazos y la sonrisa es grande, el objetivo cumplido y la satisfacción mucha.

Ahí comienza la segunda parte, por la hora el viento es más fuerte, los ciclistas menos y la posibilidad de trabajar en grupo se reduce a encontrar en el camino compañeros que traigan el mismo paso y deseen rodar en grupo.

Tras la foto cruzando la meta en familia, Iker y yo aceleramos el paso y fuimos encontrando el ritmo para rodar los 80 km restantes. Fuimos solos casi los siguientes 35 kilómetros, haciendo cambios cada kilómetro, alcanzando grupos y solitarios compañeros. Algunos se pegaron al grupo y otros mantenían su ritmo que es lo que se debe hacer. Poco antes de llegar al KOW, comentábamos que quizá el paso era un pelín más de lo que deberíamos, andamos por los 39 km/h. Decidimos aflojar sólo un par de kilómetros por hora, sin saber que el viento nos tenía un plan en el que no tendríamos posibilidad de opinión.

Giramos a la izquierda para comenzar el sector del KOW y lo que pasamos en la primera vuelta a 30 km/h casi sin esfuerzo, ahora eran 26 km/h con esfuerzo. Ahí alcanzamos a un grupo del que se despegaron y unieron tres compañeros, dos hombres y una mujer. María José, costarricense, buena ciclista que nunca dijo no a trabajar al frente de esta grupeta y dos colegas con los que pudimos trabajar organizadamente durante todo este tramo. Decidimos pasar todos al frente y quitarnos, una vez rebasado, al compañero que se acababa de mover. De esta forma rodamos fluidamente, compartiendo el esfuerzo de manera equitativa y logrando esa placentera satisfacción de ser un grupo unido como una especie de convoy. Alcanzamos y dejamos atrás a varios grupos que sólo iban en montón sin trabajar organizadamente.

A falta de un kilómetro para cruzar el KOW, la compañera avisó que pararía por agua, lo mismo que Iker, así que los tres hicimos una parada rápida para recargar agua y seguir adelante, los otros dos colegas se nos fueron y no volvimos a verles.

Con agua cargada y menos de 40 km por rodar, mantuvimos el orden y volvimos al kilómetro por persona al frente, lo que nos dio buen ritmo por lo que comenzamos a alcanzar y pasar tanto a grupos como a solitarios.

Al llegar a la ciudad, los tres comenzamos a sentir el trabajo y con la mirada fue suficiente para entender que bajaríamos la intensidad. Así fue como nos mezclamos con un grupo al que alcanzamos y, al pasarlos, todos se unieron y pese a que no hubo mayor orden, sí hubo cooperación para ir al frente. Este tramo en lo personal siempre me cuesta mucho trabajo, del aeropuerto al hotel Cozumeleño se me hace pesado. Decidí irme a rueda de quien quisiera pasar por lo que tuvimos que, descaradamente, hacernos a la derecha a que pasaran otros al frente.

Sin ritmo y dando acelerones innecesarios, los que pasaban al frente hicieron el ir detrás una pesadilla; además que el riesgo aumenta considerablemente. Para no llevarnos a todos detrás, entre la “Tica”, Iker y yo, decidimos que aceleraríamos unos cien metros antes de la curva a la izquierda, que desde la costera se toma para ir ciudad dentro hacia la meta.

Llegado el momento, aceleré pensando que María José e Iker venían a rueda. Tras la curva hay un minichipote y luego otro, donde si se ejecuta bien la estrategia los que van de media grupeta para atrás, irremediablemente, se quedan.

¿Cuál fue mi sorpresa?, que la compañera no era María José sino una colombiana que se aferró, leyó el movimiento y se vino con nosotros. “La Tica” se quedó al ser bloqueada de manera peligrosa por otro compañero al que no quito mérito ya que peinaba canas, un hombre mayor, que venía dándole lo mejor que podía, pero cuya falta de experiencia en grupo era evidente y peligrosa.

Los tres dimos el máximo esfuerzo para la meta, son unos 4 km y le dimos para vaciar el tanque.

Cruzamos la línea en 5 horas diez minutos, habiendo hecho tres paradas, dos con Leonor y la antes relatada. Al minuto llegó María José, nos platicó el episodio y coincidimos que había sido un placer rodar, entendernos como grupo y haber hecho casi 60 km juntos.

Los ganadores habían llegado “solamente” una hora 23 minutos antes. Alucinante. La meta es una fiesta, llegan y llegan ciclistas. Los que hicieron 80 km llevan ya una “chela” (o más), pasta y la sonrisa con la brillante medalla al pecho, son la muestra de lo grande que es este deporte.

Todo es buena vibra, sonrisas, anécdotas y comentarios. Si nunca has hecho este Gran Fondo es una experiencia que no te puedes perder. Ya están a la venta los registros para el 2022. ¡Ahí nos vemos!

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