NÚMERO 35 ISSN 0122-8331 COLOMBIA $3000
PJ HARVEY AMON AMARTH KYLESA DEVILDRIVER WHITESNAKE THE STROKES
DIRECTOR
MIGUEL EDUARDO RUGET info@disidencia.net
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
MIGUEL RUGET
DIRECTOR DE ARTE
MIGUEL RUGET
INDIcando novedades Como muchos de nuestros lectores ya lo saben, en Disidencia, tenemos el criterio bien definido y la mente bien abierta, de tal manera que en ésta nueva edición quisimos darle un nuevo vuelco al contenido y dedicarle más espacio a otro tipo de géneros y bandas muy relevantes en la movida rockera actual, pero que no necesariamente son metal, para así abrir el abanico de posibilidades sónicas que nos permitan crear una verdadera cultura rockera y no una sesgada masa de entes uniformados y estereotipados. Respetamos los gustos, respetamos las opiniones de cada uno de Uds. pero también queremos generar un interés en que se den la oportunidad de escuchar y conocer otros generos del rock, no menos validos al de su preferencia, para que así puedan decidir con juicios de valor verdaderos si son de su agrado o no, si creen que son interesantes o por el contrario basura, pero no ignorando una verdad que esta sucediendo y creando inovadoras tendencias en cuanto a lo musical se refiere. Una banda como Foo Fighters, se merece el honor de estar en nuestra portada, así como The Strokes y PJ Harvey merecen nuestra atención, por supuesto, sin dejar de lado artistas del metal tan importantes como Amon Amarth, Kylesa o Devildriver, ni mucho menos leyendas como Whitesnake. La misión de Disidencia siempre ha sido difundir el rock mundial en Colombia y con el sentido más profesional y apegado a la realidad, criticar y presentar los lanzamientos discograficos a consideración de Uds. nuestros lectores. Trabajamos en pro de la CULTURA ROCK en Colombia sin sesgos, sin prejuicios, y esperamos que Uds. apreciados lectores también lo hagan. MR
REDACCIÓN
MIGUEL RUGET FABIÁN E. BELTRÁN
COLABORADORES
CHUCKY GARCIA ALEJANDRO BERNAL
PUBLICADA POR
MIGUEL E. RUGET Bogotá D.C - Colombia
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RESEÑAS
Black Keys – Brothers Sexta entrega del dueto conformado por Dan Auerbach y Patrick Carney. Menos rústico que sus predecesores grabados en sótanos al amparo de técnicas de baja fidelidad, y arraigados al blues más acuñado, The Black Keys aparecen en este nuevo disco dotados de un envidiable conocimiento de la música tradicional americana. Brothers sondea paisajes soul y rhythm & blues de manera impecable a la vez que abre todo un panorama compositivo para la banda acostumbrada a formas encantadoramente primitivas. Gnarls Barkley aporta su visión oficiando como productor, en un disco magnífico lleno de desamor y muerte narrados con un lenguaje musical imperecedero. Sin lugar a dudas uno de los mejores discos de 2010. FEB
Florence and the Machine – Lungs Desde Inglaterra tardó en llegar a Colombia este disco editado en 2009. Liderados por la excéntrica vocalista Florence Welch, la banda aprovecha las influencias que ofrece el pop, el soul y el indie rock, por momentos minimalista, por momentos cargado de detalles que requieren más de una pasada para ser notados. Las canciones de Lungs mantienen al oyente a salvo del aburrimiento, toda vez que la rica instrumentación se mueve con habilidad mientras la talentosa vocalista parece siempre estar a punto de salirse de cauce. FEB
Mumford and Sons – Sigh No More El debut de los ingleses Mumford and Sons es una valiosa joya del movimiento folk rock moderno. Una exquisita colección de canciones en las que la banda adopta el bluegrass americano, lo reinventa y lo colma de una emoción que se extiende desde los parlantes para quedarse flotando en el ambiente. La expresiva voz de Clive "Marcus" Mumford es inteligentemente acompañada por una variada gama de instrumentos como el contrabajo, el banjo y la mandolina, cada acorde en su oportuno instante y cada cosa en su sitio. FEB
Neon Trees - Habits Universal Music lanzó en Colombia, Habits, el álbum debut de Neon Trees, la nueva sensación mainstream procedente de Provo, Utah que inunda las radios con su pegajoso sonido mezcla de rock de garage, emo-dance y pop de sintetizadores armado con letras orientadas a un público adolescente. La comparación con sus "padrinos" The Killers no se puede obviar, ni mucho menos con The Strokes o Good Charlotte. Con un sencillo tan adictivo como Animal, la banda captura interés en las pistas de baile así como en las radios, y nos lleva a disfrutar de su corto álbum debut compuesto únicamente de 10 temas; todos con un común denominador en su estructura y sonido, pero que maravillosamente se deja escuchar sin problema y disfrutar sin tortura. Temas recomendados Love And Affection, Animal, 1983, e In the Next Room. MR
The Strokes
Muestra sus otros ángulos Trás una larga espera y la incertidumbre del futuro de la banda, The Strokes, finalmente lanzó su más reciente álbum titulado Angles. Cinco años de peleas, de proyectos paralelos, y de declaraciones hóstiles a la prensa, pueden acabar con cualquier grupo y extinguir la posibilidad de un nuevo álbum, pero afortunadamente esto no acabo con The Strokes, la banda que diez años atrás revolucionó la estancada escena del rock, rescatando del pasado los sonidos crudos, y el verdadero espíritu del Rock And Roll, con su soberbio álbum debut Is This It. Hoy The Strokes sigue con sus problemas internos, con declaraciones aquí y allá en todos los medios, pero afortunadamente, ya tenemos su cuarto álbum, Angles, al que muy acertadamente titularon así ya que nos muestra una cantidad de ángulos diferentes a los normalmente exhibidos en entregas anteriores. Esto da para reflexionar ¿qué sería mejor?, ¿una banda que suene cohesionada bajo la dictadura de un líder? o ¿una democracia que muestre varias facetas, de gusto a todos, y al final se quede a medias?.
Si, esa es la impresión que deja Angles, la de un álbum en el que se metieron muchas manos desdibujando el sonido al que nos tenía acostumbrados la banda, pero en ningún momento flaqueando en la composición, y sobretodo en la búsqueda de nuevos lenguajes sonoros, pero tampoco olvidando de dónde vienen, basta escuchar su primer sencillo Under Cover Of Darkness para dar fe de eso. La carga electro pop de los ochenta es evidente y temas como Two Kinds Of Happiness y Games son pruebas contundentes de que The Cars y Devo hicieron parte de las influencias. Por otro lado Taken for a Fool y Call Me Back, bien pudieron ser obviados puesto que desentonan abruptamente, pero en cambio temas como Gratisfaction y Machu Picchu, aún con su toque de seudo-novedad, logran generar emociones positivas. Cabría destacar a Metabolism y Life Is Simple In The Morning, la primera por su oscuridad y la segunda porque finalmente logra amalgamar el sonido clásico de la banda con su nueva visión. Mención especial se merece el guitarrista Nick Valensi, quien realmente sobresale en todos los temas del álbum, no importan si gustan o no, él esta ahí haciendo lo suyo, y de la mejor manera, inundando de buenos riffs todos los ángulos posibles.
Derrochando luz
Por: Fabián Esteban Beltrán
¿En qué momento se volvió Foo Fighters una de las bandas de rock más grandes del planeta? Sí, es extraño, pero es una idea que no se dimensiona hasta que se detiene a reflexionar al respecto, y sin embargo no es difícil de asimilar, y sí bastante complicada de discutir. A base de un trabajo constante Dave Grohl ha construido una muy merecida reputación para él y su banda que regresan en 2011 con Wasting Light, séptimo título de una colección indispensable para todo aquel que pretenda conocer el rock n’ roll moderno, del cual, en este punto, ya es clarísimo que Grohl es pieza clave. Músicos de virtudes técnicas que saltan a la vista y los oídos hay muchos, en toda suerte de proyectos, pero no es aquí donde reside el secreto de Dave, si bien fácilmente puede ser uno de los mejores bateristas del mundo, como bien lo intuyó Kurt Cobain cuando viajó a Washington a verle actuar con Scream para luego proponerle unirse a los definitivos Nirvana. De eso hace ya 20 años, en los que el ahora líder de Foo Fighters conoció los conciertos frente a multitudes colosales; una experiencia que debe ser adictiva pero que nunca ha cegado el criterio artístico de Dave, al punto que la gira de promoción de Wasting Light se inició en los garajes de algunos afortunados seguidores de la banda, para luego emprender el itinerario por las grandes arenas de las que ya son huéspedes habituales. Nadie puede acusar a Foo Fighters de haberse valido del pasado de Dave en Nirvana para treparse al éxito más allá de lo estrictamente inevitable. Dave Grohl le hizo el quite al tema hasta bien entrada la carrera de los Foo, y de hecho demostrar la capacidad de la que muchos dudaron cuando guardó las baquetas para colgarse la guitarra ha sido uno de los obstáculos más espinosos que la banda ha sabido superar. Sin embargo para Wasting Light parece que Dave se da licencia de mirar al pasado en algunos aspectos y sin traicionar lo construido, revive los primeros pasos de su carrera en detalles que sus fieles encontrarán interesantes, apoyado por resultados soberbios. Como primera medida, son varios los nombres conocidos que aparecen en los créditos de esta nueva entrega. Por un lado Pat Smear, viejo conocido de Dave, quien para el momento de la muerte de Cobain ya era parte oficial de Nirvana y que ha militado en las filas de Foo Fighters en varias oportunidades, regresa a la banda de manera permanente, aportando lo suyo en la grabación del álbum. Por otro lado Krist Novoselic, bajista de Nirvana abandona por un momento su retiro musical para colaborar en la genial I Should Have Know, en las cuatro cuerdas y el acordeón. Por su parte Bob Mould, de los clásicos Hüsker Du, aporta guitarras y voces de apoyo en Dear Rosemary.
Pero el regreso más trascendente en términos de impacto para Wasting Light viene de la mano de Butch Vig, el extraordinario productor que ocupó el asiento tras el vidrio 20 años atrás en Nevermind, responsable muchas veces ignorado del éxito del revolucionario álbum, y cuyo sello también ha quedado impregnado en obras maestras como Siames Dream de Smashing Pumpkins y Dirty de los indispensables SonicYouth. La lectura que hace Vig de las nuevas composiciones de Foo Fighters y el equilibrio del que las surte es impecable: El álbum más pesado de la banda hasta la fecha, con canciones musculares como White Limo que recuerdan a la etapa de Queens Of The Stone Age con el salvaje Nick Oliveri a bordo (y de la que por cierto Dave Grohl también hizo
parte); al tiempo que enfatiza la capacidad de Grohl para componer melodías que se quedan rondando la cabeza y obligan a retomar el álbum una y otra vez como ocurre con las estupendas Bridge Burning, Walk o Rope, uno de los primeros sencillos del álbum en ver la luz. El prolífico productor tuvo que vérselas además con la idea del hombre al mando de los Foo de grabar la totalidad de Wasting Light en cintas análogas en su propio estudio casero, construido específicamente para la materialización del álbum. No hubo computadoras involucradas hasta el proceso de post-masterización, un guiño a la vieja usanza que deriva en un sonido muy natural que seguramente funcionará muy bien en vivo. Al hilo de todo lo anterior, podría pensarse en un intento deliberado de los Foo por regresar a lo básico, pero no es una lectura del todo correcta. Por que si bien Dave Grohl atendió el llamado de sus compañeros de hacer un disco más espontáneo y divertido, como en los viejos tiempos,
Wasting Light también contiene el material más maduro de la banda, que ha sabido poner sus más de 15 años de experiencia en su más notable colección de canciones a la fecha. Un festín que incluye piezas punk-rock, algún guiño heavy metal, canciones con ganchos melódicos fantásticos y toda la habilidad compositiva de Grohl, secundado por Nate Mendel al bajo, el siempre efectivo Taylor Hawkins en los tambores, Chris Shiflett y el hijo pródigo Pat Smear en las guitarras. Adicional a todo esto, el nuevo disco de los americanos también sirvió como excusa al director James Moll, ganador del Oscar por The Last Days, para lanzar Foo Fighters: Back and Forth, un documental que da un vistazo a la vida del líder de los Foo Fighters desde sus inicios, la formación de la banda y su brillante presente. Un testimonio fiel de las luchas de alguien que nunca se dio por vencido. Los tiempos en que Dave Grohl componía canciones a escondidas de sus compañeros de Nirvana han quedado perdidos en el infinito anecdotario del rock n’ roll. Luego de un disco genial de heavy metal firmado como Probot en el que contó con nombres de la talla de King Diamond, Lemmy Kilmister (quien parece disfrutar del papel de chofer en el video de White Limo y Running Wild de los australianos de Airbourne), Tom Guarrior, Cronos y Max Cavalera; pasando más adelante a servir como baterista ocasional de nada menos que su majestad Paul McCartney y del gran Tom Petty, de invitar en un histórico concierto a compartir tarima con Jimmy Page y John Paul Jones de Led Zeppelin frente a una multitud que abarrotó el estadio de Wembley, y de editar junto a este último y Josh Homme uno de los mejores discos de rock de 2009 bajo el nombre de Them Crooked Vultures, resulta increíble que todavía haya quienes se atreven a levantar el dedo para culpar a Dave Grohl de usufructuar el legado de Nirvana, o endosarle antipatías rezagadas por el trío de Seattle, incluso de ser un títere de premeditados intereses comerciales. Llegó la hora para esos pocos de aceptar que se equivocaron de blanco para su odio prejuicioso y ridículo. Ya sea con lo que el futuro reserve para Foo Fighters, una segunda parte de Probot, una nueva producción de Them Crooked Vultures o cualquier otro proyecto en que Dave Grohl quiera involucrarse, desde las páginas de Disidencia estaremos prestos a celebrar, con la objetividad de siempre, que con más de 50 años a cuestas, el rock n’ roll todavía nos premie con héroes de la talla de Dave Grohl y los Foo Fighters.
Por Fabiรกn Esteban Beltrรกn
Por Miguel Ruget
WHIT
TESNAKE Para siempre
Resulta sorprendente que una banda de Rock and roll que se ha caracterizado por la inestabilidad en su nĂłmina continĂşe apegada a la calidad y sobretodo, que siga en el frente de batalla como Whitesnake. Para nadie es un secreto que su lĂder David Coverdale es la materia primigenia de esta serpiente, que como todas las de su especia cambia su piel y se renueva para saltar de nuevo a la arena y brillar con luz nueva.
Forevermore
Pensar que el nuevo álbum de Whitesnake re-inventaría la rueda del Rock and roll, mas que ingenuo resultaría un ejercicio estúpido. Afortunadamente para los que amamos esos sonidos crudos de guitarras, la influencia del blues y la energía del Hard rock, al poner a rodar Forevermore y enfrentarnos cara a cara con la primera canción, Steal Your Heart Away, no nos decepcionamos, ya que sin aviso, nos patea con su fuerte sonido bluesy marca de la casa y nos teletransporta a épocas de glorias pasadas. Forevermore, el onceavo trabajo en estudio de la banda es un conjunto de temas que vuelan la tapa de los sesos, moviéndose entre el blues, el rock, el soul y las baladas, aunque, tal vez falla un poco al incluir algunos temas que pueden sonar repetitivos y simples, y que fácilmente podrían haber sido obviados para así simplificar a un álbum mucho más redondo y contundente. Composiciones del calibre de My Evil Ways y la canción que da título al álbum, Forevermore, con claras reminiscencias Zepelianas bastarían para decir que es un gran álbum, porque se pasan de buenas, pero afortunadamente, All Out Of Luck, Dogs In The Street, y Love Will Set You Free, alcanzan altas calificaciones moviéndose entre novedad y reminiscencia a discos como Slip Of The Tongue y 1987, fortaleciendo así este trabajo. Afirmar que las baladas incluidas en esta placa (Easier Said Than Done, One Of These Days, Fare Thee Well) son malas, sería otra insensatez, ya que poseen ese aire Coverdale que tanto gusta, pero su marcada tendencia acústica y algo de sonido sureño desinflan al compararlas con las muy logradas Is This Love y The Deeper The Love.
Pero como no podemos vivir de reminiscencias y gracias al nuevo corazón de esta alineación de la Serpiente Blanca, debemos introducirnos de lleno en estos nuevos “sonidos del pasado” con sabor a presente, compuestos por Coverdale, junto a su guitarrista, y ya mano derecha, Doug Aldrich, quienes empalmados con precisión con los nuevos integrantes Michael Devin en el bajo y Brian Tichy en la batería, junto a Timothy Drury en los teclados y al otro genio de la guitarra Reb Beach, nos entregan una buena dosis de grandes canciones. La banda se encuentra próxima a lanzar un nuevo CD/DVD en vivo, titulado, Live At Donington, con material del legendario concierto realizado en el Festival Monsters Of Rock, en Inglaterra en 1990. Como si fuera poco, se ha confirmado la presentación de la banda en Bogotá, Colombia, para el próximo 23 de Septiembre en el Coliseo El Campin, junto a la legendaría banda Judas Priest, en su gira de despedida.
DEVILDRIVER El Bestial conductor del diablo
El más reciente lanzamiento de la agrupación Devildriver se convierte en uno de los álbumes más esperados por la escena metalera internacional en este comienzo de 2011. Los “chicos demoniacos” capitaneados por el otrora Coal Chamber, Dez Fafara, regresan pisando fuerte y dispuestos a sentar su brutal precedente. Por: Hugo Alejandro Bernal
Beast es quizás uno de esos discos que anhelan los fans de una banda y seguidores de un género por mucho tiempo, tal vez, porque se convierte en una directa muestra de agresión y de pesadez dentro del espectro sonoro. Devildriver quiso tirar todos sus cartuchos con esta nueva grabación, una de las más sólidas y contundentes de su discografía. Conformada en el año 2001, esta banda proveniente de Santa Bárbara, California, está compuesta por Bradley Fafara, más conocido en el medio como Dez, ex líder de Coal Chamber (uno de los estandartes de lo que se denominó new metal a mediados de la década de los noventa), quien decidió encaminarse hacia un sonido más oscuro y potente que tuviera influencias de Death y Black Metal, tras sentirse en desacuerdo con la intención musical de su anterior proyecto. A nivel conceptual, la nueva orientación se hace evidente desde el mismo nombre de la banda ya que Devildriver es la denominación que le daban las brujas a las campanas que usaban para manipular la maldad cuando efectuaban sus hechizos, de esta forma, consolidando una alineación con John Boecklin en la batería, Jon Miller en el bajo (quien salió de la banda hace unas semanas), Dez Fafara en la voz y la dupla de guitarristas constituida por Mike Spreitzer y Jeff Kendrick, este grupo cuenta hasta la presente con cinco discos dentro de su repertorio entre los cuales se hallan el autotitulado Devildriver del 2003, The Fury of Our Maker's Hand (2005), The Last Kind Words (2007) y Pray for Villains (2009). Su última producción llamada Beast fue estrenada el 21 de febrero bajo el sello mayor Roadrunner Records, la cual nos presenta un ácido cóctel de guitarras devastadoras acompañadas de baterías machacantes y categóricos gritos que hacen de esta placa un golpe directo a los oídos. Temas como Hardened (brutal postura vocal de Fafara), Bring the Fight (caótica, estruendosa e inmisericorde) y la poderosa You Make Me Sick, atrapan de inmediato en la propuesta de este álbum.
Se hace evidente en Devildriver la intención de borrar cualquier duda sobre su Groove Death Metal, como lo denominan los especialistas. “Es una grabación brutal que te ataca de principio a fin. Si te gustó The Last Kind of Words, esto es como inyectarle esteroides e ir conduciendo un Buick Skylark a 200 millas por hora hacia Las Vegas”, manifestó el frontman de la banda, Dez Fafara en entrevista concedida a Revolver Magazine. La trepidante atmósfera del disco toma diversos matices violentos a medida que se va reproduciendo con temas como Black Soul Choir, la aplastante Blur (impecable labor de John Boecklin en los tambores) o la demoledora Talons Out (Teeth Sharpened) de brillante conjunto de riffs en las guitarras por parte de la dupla Kendrick, Spreitzer. La potencia y densidad consignada en Beast, es definida por el baterista de la banda como: “tiene un gran contraste de riffs oscuros, complejos tandems en los tambores y una entrega vocal excepcional por parte de Dez, que lo lleva más allá del enfoque promedio del metal. No estoy hablando de reinventar la rueda o nada. Creo que la nueva grabación tiene su propio rincón entre cualquiera de nuestros otros discos”. Con una campaña de expectativa muy bien lograda sumada al adelanto de un par de temas en Internet y el lanzamiento del video de la canción Dead to Rights, Devildriver supo dar el punto exacto a un trabajo discográfico que se convierte en una de las producciones más importantes del primer trimestre del año en curso; uno de los registros musicales claves del momento.
PJ HARVEY
De Inglat
terra con Odio Un nuevo acierto de la artista de 41 años, responsable de decantar la música alternativa gringa desde principios de los 90 en formas siempre impredecibles y magníficas. Un álbum en el que Harvey compone, co-produce y toma lo mejor de sus viejos colaboradores para facturar una verdadera obra maestra.
Por Fabián Esteban Beltrán
Despreciando los convencionalismos Polly Jean Harvey se mueve escurridiza entre los etéreos sonidos que hacen de su trabajo un botín fascinante; música para todos, y para nadie. Let England Shake, sin duda el mejor de sus 8 registros a la fecha, atrapa sin que el oyente pueda hacer nada al respecto: hipnotiza, enamora y desaparece dejando un aroma a Pixies perdido en el viento, y en la boca un gusto a sangre. El sucesor de A Woman a Man Walk By (2009), expone a la reina del rock alternativo en un pico creativo que colmadamente se extiende a una producción brillante, una instrumentación original y una solidez compositiva categórica. Grabado en su totalidad en la Iglesia de St. Peter en Dorset al sur de su natal Inglaterra, Let England Shake es un álbum conceptual cuya obsesión gira en torno a la Primera Guerra Mundial, un tema poco común para el Rock n’ roll, que aquí se entrelaza a conflictos modernos, y cimentan una relación amor-odio entre P.J. y su patria que condimenta cada uno de los 12 cortes a lo largo y a lo ancho. Sin duda P.J. Harvey ha encontrado en el multi-instrumentista John Parish la horma de su zapato. Su disco anterior apareció firmado por ambos, compañeros de aventuras musicales desde Dance Hall at Louse Point (1996) y en esta ocasión surte las canciones con sonidos que van desde el melotrón, pasando por el xilófono, hasta vientos que parecen ecos extraviados de London Calling, todo en permanente órbita a la fenomenal voz de Polly: melancólica, imperfecta, majestuosamente bella y con un sentido melódico capaz de dibujar vívidas imágenes de angustia y desesperanza.
El encanto principal de Let England Shake radica en la espontaneidad que despunta de la manera en que fue grabado, bajo la supervisión de Flood en la producción. Partiendo de ideas sencillas, muchas de las canciones fueron registradas en una sola toma, para agregar luego toda suerte de teclados y la estupenda percusión, llenando el disco de momentos imposibles de falsear en el estudio. La magia que apareció, fue capturada y vertida en la totalidad del álbum sin que se derramara una sola gota. Lejos de los clichés de los productos artísticos con temáticas bélicas, P.J. Harvey explora de manera poética, poderosa y descarnada las muertes de combatientes en el campo de batalla, los sombríos pensamientos de los soldados al dejar su hogar y cuestiona, sin caer en baratos discursos moralistas, el papel de Inglaterra en esta carnicería a lo largo de la historia. La terca determinación de Polly Jane en no auto-plagiarse la ha llevado a transitar caminos inhóspitos, en donde la claridad de sus ideas y su vasto talento son lo único seguro. Let England Shake es una lección, una invitación para cientos de artistas a abandonar la comodidad en busca de sonidos inexplorados. De P.J. Harvey siempre podremos esperar trabajos en los que lo único que no vale la pena es tratar de clasificarlos, ese es su gran mérito.
Revista Rock para leer a todo volumen
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Por: Chucky Garcia Disidencia recomienda en esta edición, a KYLESA, la banda de Georgia que este 2011 cumple diez años de trayectoria y que sin duda tiene una de las discografías más sólidas y emocionantes en el panorama del nuevo metal. Sus tres álbumes más recientes, Time Will Fuse Its Worth (2006), Static Tensions (2009) y Spiral Shadow (2010) se pueden comprar por encargo o descargar de Internet a ojo cerrado; y la razón es haber creado un estilo bastante diferenciable y donde convergen el rock progresivo, el hardcore punk y el death metal clásico; y tener una base rítmica con
dos baterías, dos guitarras y dos voces (una femenina y una masculina que se mueven entre lo desgarrado, lo melódico y por momentos en lo gutural). Aunque denso y oscuro, su sonido en general resulta brillante y detallado, punzante y al mismo tiempo atmosférico, y sin duda representa al movimiento subterráneo de heavy metal de esa región de los Estados Unidos, Georgia; que de una forma modesta y con un perfil relativamente bajo se ha venido forjando en los últimos años y a la sombra. Escuche a KYLESA en www.myspace.com/kylesa.
Amon Am
Que inicien los saqueos, lo
marth
os vikingos están de vuelta! Directo desde las heladas tierras nórdicas, los Suecos de Amon Amarth regresan con Surtur Rising, su octava placa en estudio, un disco efectivo y potente que si bien contiene todo lo que un fan de Johan Hegg quiere escuchar, bordea peligrosamente la comodidad al tratarse prácticamente de una continuación sin mayores variaciones de su predecesor, el genial Twilight of the Thunder God de 2008. Por: Fabián Esteban Beltrán
Esto por supuesto tiene pros y contras, como a continuación trataremos de explicar. No es que Amon Amarth haya perdido los papeles en esta nueva entrega: por suerte, hablar de una secuela de su trabajo previo supone un logro importante en traer de vuelta el sonido pesado y de producción cuidadosamente dirigida a favorecer la solidez compositiva con la que cuentan los vikingos de mucho tiempo atrás. Sin embargo es inevitable que canciones como el corte de apertura War of the Gods o Destroyer of the Universe, se hagan un tanto predecibles aun cuando bien podrían llegar a convertirse en clásicos de la banda. Dicho esto, debemos cuestionarnos: ¿Hasta qué punto la fidelidad a un estilo se convierte en la cómoda repetición de una fórmula? Hay algunos aspectos a tener en cuenta para acercarnos al caso específico de Amon Amarth. Pocas son las bandas de metal extremo europeas que gozan de alguna popularidad en Norte América, un mercado codiciado por la cada vez más escasa venta de discos y por las posibilidades de un territorio extenso para las giras y los festivales. Bandas grandes en Europa y Suramérica pueden ser sencillamente ignoradas en Estados Unidos, dada la reticencia del mercado gringo hacia bandas extranjeras, más aun si la mitología y algún otro idioma entran en la mezcla. Amon Amarth han contado con los buenos oficios suficientes para posicionarse en Estados Unidos, y ser un nombre recurrente dentro del circuito de festivales anuales que se realizan allí. Su carácter directo e ineludible calidad en vivo les ha reportado una base de fans importante en el país de las hamburguesas y la música enlatada. Es más que probable que haya una intención clara por parte de Johan Hegg y su séquito de conservar los privilegios en una tierra donde la innovación no siempre es bien recibida.
Prueba de ello es un curioso cover de Aerials, original de System of a Down que se ha incluido como bonus track en la edición americana y para iTunes de Surtur Rising, mientras que la versión europea lleva a Balls to the Wall de los clásicos alemanes de Accept en el track list. Pero complacer al público gringo no quiere decir que estos rudos vikingos que beben en cuernos de buey ahora canten sobre bikinis, carros veloces, o bravucones escolares, afortunadamente. Amon Amarth vuelve al nicho que ha sido su fuente de inspiración a lo largo de su carrera entera: La mitología nórdica, encarnada esta vez en Surtur, el más antiguo de los gigantes en Muspelheim, el reino del fuego, aunque lo épico de las letras no se traduzca en lo musical, como ya es costumbre. Las armónicas y vigorosas guitarras de Olavi Mikkonen y Johan Söderberg cabalgan decididas, y continúan empeñadas en un carácter frontal e intenso, siempre apoyadas por la robusta base rítmica a cargo de Fredrik Andersson en la batería y Ted Lundström al bajo. Sumado lo anterior a los rugidos del enorme Johan Hegg, Surtur Rising es un álbum agradable en muchos aspectos, aunque desprovisto de toda sorpresa a nivel de producción y composición. Esperamos que Amon Amarth encuentre la manera de equilibrar su sonido, el mismo que los ha hecho una nuestras favoritas de la escena Sueca, con perspectivas diferentes que lleven a la banda a nuevos niveles. Un poco de riesgo para trabajos futuros no vendría mal, por ahora Surtur Rising deja claro que Amon Amarth es una banda igual de buena que siempre…o igual de mala, según sea su gusto.