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Conversación con el poeta Darío Medina. María Elvira Gómez
Entrevista con el poeta Dario Medina “En la vida, el primer asombrado soy yo”
María Elvira Gómez
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Por razones familiares, Darío Medina se fue para la Argentina en diciembre de 2019. Ello motivó que Maylen Sosa, Fernando Acosta y mi persona le hiciéramos una entrevista en la ciudad de Punto Fijo para desandar sus pasos y conocer de viva voz algunos pasajes de la vida y obra de nuestro querido amigo. De esa entrevista, tomé algunos aspectos y los combiné con lecturas de sus obras y la experiencia de conocerlo por más de treinta años para realizar este escrito. MEG—¿Dónde y cuándo naciste? DM—Nací en Coro en 1952, pero me críe en Cabure. Cuando nací, era muy débil y flaquito y dijeron que no me iba a salvar. Mi padre decidió entonces que me llevarían a Cabure para enterrarme en la sierra. Allá, el doctor dijo: “este muchacho lo que tiene es hambre”. Me recuperé y pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia allá, entre la neblina. MEG—Darío, en este punto recuerdo tu poema “Árboles”, porque me hace evocar a Cabure. Árboles Por la noche soltaban sus peces en aquel enorme acuario de humo La neblina Yo los oía desnudarse Quedarse en los puros huesos Los sentía a eso de las cinco recoger sus hojas Crepitar en las primeras lumbres Eran ellos Orumos Pardillos Araguanes Cuerpos erguidos saliendo de la noche Poblando la mirada El séptimo día MEG—¿Cómo transcurrió ese tiempo en Cabure? DM—En medio de contradicciones: mi madre, una mujer muy religiosa y sumisa; y mi padre, un señor emplumado, un gallo más. No podía entender la actitud de mi madre, Rosario, siempre sometida a mi padre, sobre todo cuando él tomaba. Mis hermanos también se le sometían. Yo me rebelaba, me le escapaba, e incluso me burlaba de él, como lo hace el venado de piedra del cazador. MEG—¿Te sentías entonces, identificado con ese mito de la sierra falconiana, donde el venado se burla del cazador convirtiéndose en piedra? DM—Completamente. Me sentía muy confundido y ello me llevó a buscar los libros para ver si lograba encontrar respuestas a lo que sentía. MEG—Para escribir tus crónicas, adoptaste el nombre de tu abuelo, Valoís Leal, ¿eso por qué?-- En efecto, mi abuelo materno se llamaba Valoís Leal, era de San Luis y era músico, tocaba trompeta. Él improvisaba versos irónicos para responder en las conversaciones cotidianas. De ahí, creo que surgió la ironía en mí; y de los Medina me viene la sonrisa, la zanganería… MEG—¿Cuándo dejaste Cabure? DM—Cuando comencé el bachillerato. Me vine a Coro y estudié en el Pedro Curiel Ramírez. Allí me gradué de Bachiller Comercial. Luego viajé a Maracaibo donde estudié Letras en la Universidad del Zulia. MEG—¿Cuándo comenzaste a escribir y por qué?-- Desde muy joven sentí que a través de la
escritura podría entender lo que me pasaba. Siempre he escrito muchas notas en cuadernos. Escribir, escribir y escribir para sacar lo que está dentro de mí y verlo en esas notas. Es una forma de vivir y ya lo viví. Esas notas siempre han sido para mí, son una cuestión personal. La publicación es otra cosa. En esos cuadernos fui implacable con autores a quienes incluso admiro. De esas notas, después he publicado algunos textos. MEG—¿La escritura te ha servido de catarsis? DM—Sí, es como una depuración. MEG—El epigrama tiene un espacio relevante en tu obra. ¿Tal vez pudiéramos decir que fue la mejor vía que encontraste para dar salida a tus tempranas inquietudes metafísicas por una parte, y por la otra, a tu actitud satírica ante la vida? DM—Es así. MEG—Recuerdo este epigrama tuyo:
No se puede creer En lo que no existe Sólo Dios desde luego es la excepción
—Y este otro: Me halagas; no para que te escriba un epigrama… Para que no lo haga MEG—Detengámonos un poco en este punto para hurgar en tu afición por el epigrama. En Venado de Piedra tu citas a Ambrose Bierce en su “Diccionario del Diablo” donde define al Epigrama: “Dicho breve y agudo, en prosa o en verso, que a menudo se caracteriza por su acrimonia y a veces por su sabiduría”. Te he escuchado decir que desde pequeño te sentías “un poco malasangrito”. Tal vez por eso el epigrama te resultó una forma muy acorde para tu expresión. DM—Con el epigrama pasa algo: uno no se propone escribirlo, sino que sucede. Por ejemplo: Si la vida es, qué no puede ser. DM—Es la vida, un asombro para mí, el primer asombrado soy yo, y después, a otras personas puede decirle algo también. MEG—Algo que me ha llamado mucho la atención en tus libros Venado de Piedra y De Asombro Iluminado es la casi infinita cantidad de autores que has leído y con los que has interactuado con una actitud, si se quiere, irreverente. DM—Es un diálogo. Hay una actitud que no es irreverente. Simplemente, les exijo que me convenzan, así sea Platón. MEG—Es un diálogo de tú a tú con esos gigantes de la cultura (Epicuro, Cervantes, Nietzsche, Virginia Woolf, Kafka, García Bacca, Borges, Jorge Guillen, Unamuno, Alfonso Reyes…). Has interactuado con tus amigos y muchos autores del ámbito regional, nacional e internacional. También con los grandes de la música clásica, siempre buscando ahondar en la naturaleza humana y sus misterios. MEG—Veamos otro aspecto, la reescritura infinita forma parte de ti, ¿eterno retorno o espiral? DM—Sin duda alguna, espiral. Es volver sobre lo mismo, pero para ir a otra instancia más elevada de comprensión y de expresión. MEG—En Venado de Piedra, que escribiste entre 1996 y 2016 hiciste la reescritura de toda tu poesía previa, es una obra totalizadora. Los cambios de tu vida, de tus lecturas y de tu obra podemos verlos allí en sus cuatro movimientos: Acuario de Humo, Epigramas, De Dios, De la Vida. DM—Venado de Piedra es la metamorfosis de mi vida y mi escritura y —por qué no— plenitud. MEG—Recuerdo que hablabas mucho de Borges, ¿qué fue lo que más te acercó a él? DM—Con Borges he tenido cierta distancia por su manera de ver la vida. Estoy más cerca de Jorge Guillén. Jorge Guillén celebra la vida. Creo que es el poeta más grande. Me ha tocado sufrir, pero Jorge Guillén me ha dicho que la vida es implacable, pase lo que pase, la vida sigue haciendo porque no deja de ser. El malasangrito todavía existe en mí…, pero hay un profundo agradecimiento a la vida. DM—Es la vida, un asombro para mí, el primer asombrado soy yo, y después, a otras personas puede decirle algo también. MEG—Algo que me ha llamado mucho la atención en tus libros Venado de Piedra y De Asombro Iluminado es la casi infinita cantidad de autores que has leído y con los que has interactuado con una actitud, si se quiere, irreverente. DM—Es un diálogo. Hay una actitud que no es irreverente. Simplemente, les exijo que me convenzan, así sea Platón. MEG—Es un diálogo de tú a tú con esos gigantes de la cultura (Epicuro, Cervantes, Nietzsche, Virginia Woolf, Kafka, García Bacca, Borges, Jorge Guillen, Unamuno, Alfonso Reyes…). Has interactuado con tus amigos y muchos autores del ámbito regional, nacional e internacional. También con los grandes de la música clásica, siempre buscando ahondar en la naturaleza humana y sus misterios. MEG—Veamos otro aspecto, la reescritura infinita forma parte de ti, ¿eterno retorno o espiral? DM—Sin duda alguna, espiral. Es volver sobre lo mismo, pero para ir a otra instancia más elevada de comprensión y de expresión. MEG—En Venado de Piedra, que escribiste entre 1996 y 2016 hiciste la reescritura de toda tu poesía previa, es una obra totalizadora. Los cambios de tu vida, de tus lecturas y de tu obra podemos verlos allí en sus cuatro movimientos: Acuario de Humo, Epigramas, De Dios, De la Vida.
DM—Venado de Piedra es la metamorfosis de mi vida y mi escritura y —por qué no— plenitud. MEG—Recuerdo que hablabas mucho de Borges, ¿qué fue lo que más te acercó a él? DM—Con Borges he tenido cierta distancia por su manera de ver la vida. Estoy más cerca de Jorge Guillén. Jorge Guillén celebra la vida. Creo que es el poeta más grande. Me ha tocado sufrir, pero Jorge Guillén me ha dicho que la vida es implacable, pase lo que pase, la vida sigue haciendo porque no deja de ser. El malasangrito todavía existe en mí…, pero hay un profundo agradecimiento a la vida. MEG.—Y eso es lo que muestras en De Asombro Iluminado, tu último libro, que concluyes así: Asombro iluminado. ‘Aire nuestro’ que en el cosmos respira. El gran sí, La Vida. MEG.—Creo que Asombro Iluminado es poesía del hombre que se busca en la complejidad de su ser, con la duda perenne que mueve al filósofo, la certeza que alcanza el teólogo y la expresión del sentimiento que encarna la poesía. Veo que el filósofo García Bacca te marcó en este libro y a través del diálogo con muchos autores, vas depurando una convicción: el sí a la vida en el aquí y el ahora. En otro orden de ideas, tengo una curiosidad con respecto a los epigramas de 7 palabras, ¿cómo llegaste a ellos, Darío? DM.—Dicen que en la cruz, Cristo dijo 7 palabras; y un día, tratando yo de ironizar, escribí un epigrama de 7 palabras, y desde entonces, con frecuencia vienen a mi mente epigramas que tienen 7 palabras. MEG.—De ser así, creo que lo podemos considerar como un hallazgo de tu escritura. DM.—Hay otro aspecto de tu vida que me gustaría abordar. Se trata de tu desempeño en el área laboral, tanto en el Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF), como en la Dirección de Cultura de la Universidad Francisco de Miranda. En ambas instituciones tuviste una actuación destacada como gerente. DM.—Un gerente es el que le da paso a lo que está bien y esto no es fácil. Las cosas van mal cuando no eres complaciente. Hay que armarse de valor y coraje, además de sentido estético. MEG.—Y de sentido ético también. Los años de gestión cultural te deben haber inspirado muchos epigramas. DM.—Efectivamente… MEG.—En el INCUDEF destacó la Colección de Libros Blancos, donde muchos autores vieron la luz, pintores como Nicasio Duno, Emiro Lobo, Roberto Chirinos, Wilmer Gutiérrez y muchos otros fueron respaldados, así como el fotógrafo Fernando Acosta. DM.—Tuve la suerte de que el Conac estaba funcionando muy bien a nivel central. José Antonio Abreu desarrolló una excelente gestión y me apoyó mucho. MEG.—En la UNEFM, siendo rectora,me sentí muy satisfecha con tu trabajo. Se dio como una especie de renacimiento: la música en diferentes manifestaciones, la danza y la poesía fueron impulsadas, y se realizaron publicaciones de libros altamente novedosos en el ámbito científico. Destacaron el libro de Entomología del profesor Rodolfo Bastidas, primer libro de entomología que se publicaba en Latinoamérica, el libro de cocina del maestro Chento Cuervo y Tesoros Paleontológicos de Venezuela del profesor Orangel Aguilera. DM.—Algo que tuve presente fue que si no sabía algo me asesoraba. MEG.—Y, finalmente, Cabure, Maracaibo, Coro, han sido escenarios de tu vida. Ahora lo será Argentina. ¿Cómo te sientes, Darío, ante el hecho inminente de vivir en los espacios que cobijaron a Borges? DM.—También viví en San Cristóbal donde me sentí muy bien. Yo sé que me voy por razones familiares, pero no sé qué va a pasar. MEG.—De seguro te va a ir muy bien. Dios te acompañe.
Nota: de las obras de Darío Medina, las siguientes fueron publicadas en físico: Neblina y Otros Cuerpos (1987), Crónicas de Valois (1988), Cuentos y demás Crónicas (1991), Sombra Gastada del Verbo (1991), Acción de Gracias (1994), El sol de barro de la casa del sol (1994). Venado de Piedra (2016) fue publicado en forma digital y se puede bajar de su página web (www. dariomedina.com.ve) y De Asombro iluminado puede ser obtenido a través del mismo Darío por su correo electrónico: deepigramasdm@gmail.com . ◙