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Panorámica del tambor coriano Barrio La Guinea. Enzio Provenzano

Cultura Popular El tambor coriano en el barrio La Guinea

Enzio Provenzano

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Previamente al proponer el proyecto que se emprendió en los recintos académicos ya existía una base de tiempo, una base de relaciones de amistad con una serie de hechos que sustentaron ideas para sumarse como colectivo, y aportar desde lo real e imaginario en la construcción del hilo histórico presente en lo etnográfico, identificando pruebas palpables desde las voces con el canal de oralidad. Desempolvar , escudriñar y hacer el papel de “intrépitos” es lo que tocaría hacer como tarea en el argot popular Coriano, dentro del seno de la comunidad. Pues destacar el tema de la identidad sería un argumento apasionante, desde ese centro descubríamos sentires holísticamente conectados por elementos tangibles e intangibles, comprobables para valorarlos, darle una participación protagónica y transversalisar el auto –reconocimiento como tejido social, de grupos intercontinentales, en la qué, lo geográfico juega un papel vital en el amalgamiento genético cultural para la posterior materialización de múltiples formas de actitudes y aptitudes que se implosionarian en diferentes fenómenos fragmentados y asentados por necesidad intrínseca para gestarse en comunidad y en comunión, en este sentido; en un trabajo de antropología Socio cultural confirma José Millet (Coro. Barrio Afrocaribeño la Guinea, 2006, págs. 11-13): “Muchos autores afirman que la célula originaria de la sociedad es la comunidad y que la célula originaria de la comunidad es la familia. Pero, ¿qué es la comunidad? Comunidad es aquello que es común en el sentido de lo que pertenece por entero a los miembros de un grupo de personas afines, en términos de su subjetividad, de la cual hablaremos más adelante. Desde el punto de vista de la Sociología, comunidad es una forma particular de organización social que se logra no por voluntad del individuo, del que ella es independiente y que se caracteriza por el hecho de que sus miembros viven en común, con ayuda de recursos que pueden o no ser de su propiedad. Se trata de un grupo humano orgánico dotado de cierto margen de libertad, en el que se nace o se accede no por contrato o mecanismo jurídico, como el matrimonio, sino por compartir espontáneamente bienes comunes, sean éstos materiales o espirituales, lo cual es su sello más significativo.

Hasta cierto punto, esta visión de la comunidad remite al origen mismo de la especie humana, en el cual no había aparecido el excedente económico, y las relaciones estaban regidas por la ausencia del arte o de las técnicas dirigidas al intercambio interesado, y a la postre, al dominio de quienes no

poseían esos excedentes, por los otros que adquirieron poder con su posesión. No obstante, cuando un grupo humano es capaz de lograr sus propios medios y recursos para la subsistencia, valiéndose de la aplicación de sus energías creadoras, hablamos de comunidad, condición de lo que ahora se denomina desarrollo endógeno, es decir, resultado de la aplicación del trabajo de un grupo que no depende, para lograrlo, de la ayuda o la asistencia del exterior.

La comunidad rural ilustra, como modelo de alto valor expresivo, el peso y la función del factor subjetivo en la cohesión y preservación de los rasgos comunitarios. En ella se conservan en mayor número y con mayor significado la ayuda mutua o mutualidad, la cooperación y la solidaridad entre los miembros del grupo, capaces de sacrificar intereses personales para satisfacer necesidades de otras personas. Estos rasgos pueden ser observados asimismo en los pequeños poblados o en los asentamientos semirurales, donde ellos son menos fuertes, ni tampoco empleados con la constancia y la frecuencia con que se dan en el campo. De modo que, podemos convenir, mientras más alejada de núcleos poblacionales, en particular urbanos, más fuerte será la comunidad, del mismo modo que su capacidad de agenciarse recursos propios, la situará en un grado de mayor cohesión y solidez.

Referimos las mencionadas citas, ya que formé parte del equipo de investigación de campo del Instituto de cultura del Estado Falcón, adscrito al Dpto. de Cultura Popular en el año 2004, junto a Luis Cazorla como Coordinador, pues desde esa trinchera y con el compañero Director del trabajo de Investigación José Millet, sumado como instructor del convenio Cuba Venezuela aportamos con nuestras experiencias hacer simbiosis con la comunidad y establecer empatía con importantes líderes, juntos al compañero y luchador social desde muy joven e identificado como cronista del Barrio, Sr Mario Aular Chirino, a quien reconocemos como investigador y apasionado historiador con un sentido de visión multidisciplinario, ya que maneja datos diversos en el ámbito de cultura, salud, educación, deporte, gastronomía y educación. Siendo estos elementos importantes de consideración como variables en la antropología social, en este sentido compartimos al referir Jacquerline Clarac “Por eso creo fundamental también regresar al trabajo de campo pero concebido como una actividad consciente y realmente multidisciplinaria (no solo a nivel de discurso) pues como dijo Devereux: mientras más enfoques tengamos del mismo problema mejor lo podemos comprender. Estos enfoques han de ser multidisciplinarios, a fin de llegar a comprender lo que es “Ser Americano” en el pasado y en el presente, y en base a esta comprensión de nuestro ser y de nuestros problemas actuales, buscar soluciones a estos. Estoy persuadida de que la antropología en Latinoamérica ha de ser en efecto una práctica social, la cual ha de comenzar con nuestra desalienación cultural, desalienación científica, y desalienación de nuestras poblaciones. Mi práctica me ha hecho tomar consciencia de la urgencia que tenemos de producir conocimientos sobre nosotros y de no caer en modas de la antropología del norte por que estas nos pueden alienar más aún”.

Pensar antropológicamente en las visiones de, ” Ser Americano” Ser “Afrocaribeños”, “Suramericanos” o “Latinoamericanos”; viene a ser entonces parte de las tareas sobre la concreción de términos en cuanto a la identidad , puesto que en los recintos académicos no dejan de cesar las influencias eurocéntricas en cuanto a los procesos interpretados, estamos motivados en la búsqueda consciente del espectro de muchas voces que fueron torturadas , secuestradas y desaparecidas imponiéndose el

carácter de la lengua española y castellana plasmándose en los archivos y crónicas, condicionando el papel de sus protagonistas en los llamados encuentros pacíficos fundacionales.

En el proceso de investigación logramos sistematizar desde diferentes observaciones métodos etnográficos y etnológicos la comprobación y registro, para encontrar variables medibles en el campo científico social e históricocultural.

Es necesario destacar la simbiosis como elemento subjetivo y vinculante de la realidad en los abordajes de campo, ya que unos años antes de emprender la formal investigación del Barrio afrocaribeño la Guinea, el compañero Luis Cazorla y mi persona, desde el Instituto de Cultura, participábamos como promotores culturales en la organización de eventos culturales como festivales y jornadas de reflexión de la cultura popular falconiana, sumándonos en algunas ocasiones como músicos entre algunas agrupaciones, el repique del tambor; actividad que se realiza todos los 30 de noviembre aun hasta el presente año 2019. Dicho encuentro se manifiesta en diferentes escuelas, instituciones y comunidades del Estado con motivo de dar vísperas a la entrada del mes de Diciembre. Este carácter se considera una fortaleza para la investigación, en la que orgullosamente podemos decir nos hace valorarnos en el constrúcto histórico-antropológico generado en la convivencia para comprender una identidad local, regional y supranacional desde las raíces y las tradiciones, en las que se sumaron encuentros internacionales de saberes en torno a la cultura del tambor proveniente de las islas del caribe.

Dentro del marco teórico y conceptual siempre es vital todo tipo de antecedentes, pues como dicen algunos, para comprender el presente debe conocerse el pasado, esto muy bien nos toca ya que somos protagonistas y participes de los hechos históricos cronológicos, como fieles testimonios en lo que a dialéctica materialista se refiere , cuando caminamos por las calles, para identificar el territorio en todas sus expresiones culturales y realizando los correspondientes registros diagnósticos encontramos que en la música, esta uno de los hechos más fervorosos como símbolo identitario y el tambor juega un papel preponderante en los ritos de encuentro y celebración de alegría en espacios y fechas particulares, obedeciendo esto todo a la naturaleza de su asentamiento desde el siglo XVI .

Nos parece muy importante la información y el enfoque que nos ofrecen Rafael Sánchez y José Pero* en su libro Coro, aspectos históricos, en el que afirman que, “para el año 1575, en el Sur de Coro existía un barrio de negros

--africanos o loangos-- denominado barrio de Guinea, en recuerdo a los pobladores procedentes de las islas de Curazao, Aruba y Bonaire, inmigrantes a quienes estos autores atribuyen su fundación. Por ello a continuación vamos a glosarla a fin de que los lectores tengan la oportunidad de evaluar lo expresado por estos acreditados autores. Explican, Sánchez Rafael y José Pero: Coro, aspectos históricos (volumen II), Coro, ediciones corianidad [1991]

En 1575 existía un poblado de igual nombre en la serranía de Coro. Conforme a real cédula del 27 de abril de ese mismo año, el asentamiento se extendió desde Curimagua hasta Coro. En tiempos del adelantado Heredia, predominaban unas casitas con forma de ranchitos de paja y otras construidas de bahareque, o sea, de paja, bejucos y barro en forma cuadrada tipo panela. Los referidos negros serranos visitaban el cantón de Coro los fines de semana en que tenían lugar bailes y canturías con predominio del ritmo del tambor entrelazado por lánguidas canciones en “lengua primitiva”. A fines del siglo XIX existió en Coro una colonia curazoleña, procedente de esa isla neerlandesa, donde también se repicaba el tambor y se cantaba en papiamento”.

Sin duda alguna ni prejuicio histórico sobre la referencia citada; colocamos como evidencia geográfica y documental el encuentro Africano y Caquetío en el que se fusionan genéticamente, para que posteriormente surjan distintas virtudes culturales en ritmos identificados que llamamos complejo golpe de Tambor, y en la que por trascendencia al pasar algunos siglos por herencia aparecen reconocidas mujeres en su ejecución; la oralidad comunitaria recuerda a María Chiquitín, Trina Curiel, la Negra Leonor, la Negra Catricnhe, Carmen Yánez y Olga Camacho como ultima exponente de mayor importancia y proyección en la que ya se identifica el Tambor Coriano, como también en el campo masculino los Stekman, los Faneite, los Arión, los Penso, los Curiel, Jacobo Arion, Francisco Polo, el Negro Yulio, Camilo Pirona, Victoriano Gutiérrez, Miguel Camacho, Panchón Faneite, “Chinto”, Miguel Lugo, y el popular José Luis Estevez ( Joche). Esta es la historia con sus protagonistas de primera fuente y en la que se reconocen todos por tradición en torno a un símbolo y este es el Tambor, el cual da paso a la creación de nuevas generaciones enclavadas y fundidas en lo geográfico que tiene su vistosidad rítmica y particular y que hoy en día es un ejemplo como “orgullo de encuentros étnicos”.

En el transcurso del siglo XX, los curazoleños asentados en Coro desempeñaron un papel muy importante en la reafirmación del tambor como signo emblemático de la expresión artística de la cultura tradicional popular, que había sido negada y excluida durante mucho tiempo. Hemos mencionado los nombres de algunos de los personajes más destacados en esta labor. Ellos posibilitaron que en la memoria colectiva del barrio La Guinea de la ciudad de Coro, se mantuvieran presentes algunos

elementos que remitían al pasado ancestral, en particular aquellos que siempre quisieron borrar. Volvamos a recordar los bailes del tambor que tenían lugar en La Guinea en el período de la insurrección de José Leonardo Chirino, nunca olvidemos cómo se dejaba traslucir en sus cantos lo que se estaba gestando en la sierra coriana en relación con la insurrección encabezada por aquel hombre mestizo (zambo), pero que contaba con la adhesión de esclavos, negros, mulatos libres y de parte de la población aborigen.

Es importante mencionar que nuestra apreciada cultora Olga Camacho, como fiel exponente de su tambor, también deja un legado que continua su hija Zoyla Pachano con sus hijos y familiares, demostrando de esta manera una continuidad del tambor desde su núcleo familiar, atendiendo estudiantes y comunidad en general manteniendo la escuela viva en honor a “la Camachera” espacios que están abiertos siempre para expresar el significado del golpe de tambor Coriano, así como también están presentes una generación de cultores que participaron en la formación del tambor que acompañaron a Olga en sus recorridos musicales, ellos hoy en día representan una escuela de promoción ya que transmiten la tradición a las jóvenes generaciones en pleno siglo XXI. Entre ellos destacamos a los grupos Guanahani, Son Chango, Cantar Coriano, Sierra y Canto, Cantores de la sierra, todos ellos forman parte del legado compartido y que siempre en sus presentaciones ejecutan el golpe de tambor coriano como símbolo de reconocimiento de la identidad coriana.

La identidad es mutable, se enriquece o transforma, incluso puede llegar a perderse por un proceso de globalización y de falta de memoria histórica. Los símbolos, la tradición oral, la cultura tradicional popular, el reconocimiento de la historia y la lucha por la soberanía e independencia son componentes consustanciales de lo que llamamos identidad nacional. La identidad nacional no es un resumen ni suma de identidades locales, sino más bien una asociación de estas identidades particulares, en términos que caractericen a los sujetos individuales y colectivos que se reconocen miembros de esa nación o Estado. Es por ello que expresa Canclini (2005) “Si tomamos en serio las críticas de científicos sociales que se multiplican hoy a la globalización hecha a la neoliberal (Beck, Bourdieu, Castells, Habermas), y de los movimientos sociales y políticos que buscan reencontrar niveles de justicia social y económica, de empleo y seguridad, de desarrollo educativo y cultural alcanzados por las mayorías en la modernidad (Seattle, Washington, Quito, etc.), repensar estas cuestiones parece decisivo. Porque no se trata apenas de construir movimientos de resistencia, sino de refundar la modernidad. Aparece, entonces, como indispensable la tarea cultural: repensar los significados, el sentido moderno, aceptando la complejidad de las interacciones globales. Rediscutir la autonomía de los campos culturales, políticos, económicos, y sus necesarias interconexiones”.

En este sentido podemos sentir orgullo étnico en la perspectiva de Canclini, desde este territorio Geogistorico conocido como Barrio la Guinea de Coro en el Estado Falcón, el cual venimos recorriendo hace un tiempo, vamos al paso refundando esa pragmática modernidad globalizante sin desplazar las identidades, las raíces y la historia, pues para nosotros la historia se mantiene viva con esos elementos subjetivos, inculcándose colectivamente con ese imaginario que definitivamente lo hace resistente, rebelde, heroico y humano tras el andar de cientos de generaciones.

Fuentes escritas y orales comprobadas • Aular, Mario (compilador): La

Guinea, documentos. Coro, 2004.

• Domínguez, Angel S: “Los Corianos de 1.806”, p.78 –82, en Luís

Alfonso Bueno: De Coro y de Corianos. Caracas, 1.976.

• García, Jesús: Aprendamos de la historia y la cultura afrovenezolana. Venezuela, 2003? Fondo de Canadá para iniciativas locales (FICL)

• González Acosta, Arcadio: “El barrio La Guinea”. Periódico La

Prensa, Coro, Falcón.

• Instituto Nacional de Estadísticas (Capítulo Falcón): Multimedia.

• Documentos de la insurrección de José Leonardo Chirino. Caracas. Fundación Historia y Comunidad. 1ª. Edición, 1994.

• Millet, José; Manuel Ruiz Vila y

Rafael Brea: Barrio, comparsa y carnaval santiaguero. Santo Domingo, República Dominicana,

Editora de la UASD, 1997.

• James, Joel; José Millet y Alexis

Alarcón: El vudú en Cuba. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1998.

• Libro de resoluciones y decretos de la gobernación del Distrito

Miranda Años 1903-1906. Documento II, folio 11-12. Alcaldía Miranda. Archivo Histórico. Coro,

Falcón.

• Lugo, Juan Ramón: A propósito de Doscientos años de olvido.

Caracas, Fondo Editorial IPASME. 2006. Sánchez, Rafael: Curiana / Instituto de Cultura del Estado

Falcón/ 1970. • Sánchez, Rafael y José Pero:

Coro, aspectos históricos (volumen II.) Coro, Ediciones Corianidad [1991].

• Fuente digital internet. 6 Norman

Whitten (1964) La cultura negra en el litoral Pacífico ecuatoriano y colombiano, en: Revista del ICAN, mayo 20, p.100. 7 Fernando Ortiz (1991) Estudios Etno sociológicos, Editorial ciencias sociales, La Habana, Cuba.

• Fuente digital internet. García

Canclini, Néstor. (2005) Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas/ desarrollo cultural; artes; arte; intelectuales; espacio público; política cultural; cultura; promoción cultural;

América Latina. ◙

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