7 minute read

La semilla del teatro. Entrevista con Alfredo Medina. Gabriel Jiménez Emán

Diálogo con Alfredo Medina, actor La semilla del teatro ha germinado y seguirá dando sus frutos

Gabriel Jiménez Emán

Advertisement

Alfredo Medina es uno de los personajes emblemáticos del quehacer cultural en Coro, en el estado Falcón. Desde niño tuvo inclinaciones hacia la actuación, y muy pronto buscó la manera de encauzar su vocación innata por el teatro. Nacido en Punto Fijo, estado Falcón, en el año 1955, pasaría allí su infancia; entre el 3er y 6to grado jugó papel importante: la playa, el volantín, el trompo, la perinola, la pelota de goma o de trapo. Su hermano mayor llamado Saúl, lo traslada a la ciudad de Caracas a continuar sus estudios de secundaria. Teniendo la ocasión de iniciar sus estudios, en la Escuela Nacional de Teatro (1971). Ha laborado por largos años en la gerencia del Teatro Armonía de Coro y ha sido organizador de numerosos festivales de cine durante muchos años. Actualmente es docente universitario en Teatro mención “Actuación” en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE)en Coro. Sin embargo, no pierde su humor y es apreciado y saludado con afecto por la gente cuando se desplaza por las calles de la ciudad, donde las personas lo reconocen por su participación en numerosas películas de los años 70, 80, 90 y 2000 bajo la dirección de Clemente de la Cerda, Livio Quiroz, Mauricio Walestein y Román Chalbaud, entre otros, donde hizo varios roles secundarios que le granjearon gran popularidad. Nos acercamos a su sitio de trabajo en la Universidad de las Artes en Coro, a conversar con él. 1.—¿Puedes decirnos cómo se

inicia esa chispa tuya por el teatro y el cine, de alguna experiencia especial en la niñez o la adolescencia que te condujera a ello?

—La chispa y el interés por la actuación comienzan en mi infancia, a los nueve o diez años en Punto Fijo, en el estado Falcón, gracias a la televisión. Recuerdo que mi mamá veía las telenovelas que en blanco y negro se transmitían; lógicamente también las veíamos mi hermano menor Orlando y mi prima Tana, también de mi edad. Recuerdo dos de esas novelas: “Historia de tres hermanas” y “El derecho de nacer”. Al finalizar cada capítulo yo invitaba a Orlando y Tana a jugar al “actuar”, les decía que

imitáramos lo que habíamos visto en la telenovela, buscábamos algún vestuario extra e improvisábamos. Yo realmente lo disfrutaba. Nunca había visto una obra de teatro, lo más era el cine, las películas mexicanas que ocasionalmente anunciaba un señor en su camioneta a través de un megáfono y que proyectaban en la calle. Pero el inicio se produce realmente en la Escuela Nacional de Teatro en Caracas en 1971, bajo la tutela del INCIBA, Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. Durante el periodo de formación José Ignacio Cabrujas lo tuve como profesor de actuación; a Isaac Chocrón en el análisis del texto dramático; a Roberto Colmenares en la expresión corporal y a Rafael Briceño en la voz y dicción…ah, y a un profesor Mastrocola en la vocalización. No recuerdo el nombre de los profesores que nos daban maquillaje, esgrima e historia del teatro; y por último a Armando Gotta que nos daba dirección y montaje. En este sentido considero que con Armando Gotta tuve mi primera experiencia teatral, pues el montaba obras de teatro con nosotros, las cuales se presentaban en el teatro “Alberto de Paz y Mateos”. En dicha ocasión dirigió la “Cantata de Baden Baden” y “Lux in tenebris”, ambas de Bertold Brecht. Fue sumamente emocionante, pues aparte de poner en práctica lo que aprendíamos en nuestra formación, era mi primer contacto con el público, y por lo tanto fue mi primera experiencia en el teatro, en 1972. 2.—¿Y tu experiencia inicial en el

teatro, tienes alguna referencia teatral en especial?

—En concreto se inicia con el montaje de la obra “Búfalo Bill en Credulilandia”, creación colectiva bajo la dirección de Luis Márquez Páez, en 1974, en el Teatro El Triángulo. Permíteme hacer una referencia necesaria. Los estudios en la Escuela Nacional de Teatro duraban cuatro años. A los dos años de mi estadía, cierran la escuela por falta de presupuesto, y a los que queríamos seguir estudiando nos dieron una beca para continuar en la Escuela de Arte Escénico “Juana Sujo”. Al estar culminando mis estudios –duraban dos años—Luis Márquez Páez, quien era mi profesor de actuación, me manifiesta que él tiene una invitación para ir a México a participar en un Festival de Teatro Chicano con la obra “Búfalo Bill en Credulilandia”, pero que un actor se le enfermó y no podía viajar, pero él necesita tener esa obra lista en quince días porque realizará una gira que comienza por Colombia, y él considera que de todos los alumnos en la Escuela, el único que puede hacerlo en tan corto tiempo soy yo. Se planteó que aún me faltaban dos meses para culminar mis estudios. Entonces él me responde que no me preocupe: Considere esta obra como su graduación”, me dijo. “Si es así, acepto”, la respondí, “¿Cuándo nos vamos?, fue mi respuesta.

3.—¿Cuál es el inicio concreto en

estas disciplinas?

—Efectivamente al día siguiente comencé mis ensayos bajo su dirección en el Teatro El Triángulo, situado en la Plaza Tiuna en Caracas. En esta obra actuaban

dos argentinos: Carlos Converso y Carlos Martínez, y el caraqueño Carlos Contreras, quien ya había ganado el Premio Mejor Actor de Teatro; es decir, me tocó estrenarme profesionalmente con actores de alta trayectoria, lo cual contribuyó enormemente al crecimiento de mi formación. Por eso tomo como referencia en mi trabajo profesional esta extraordinaria oportunidad que me ofreció mi querido y bien recordado profesor Luis Márquez Páez, en aquel mes de marzo de 1974.

4.—De los roles que te han en-

comendado ¿Cuáles son los que te han granjeado más reconocimiento?

En el teatro esos roles son Tío Rico Mac Pato en la obra “El Gran Acuerdo Internacional del Tío Patilludo” de Augusto Boal; otro es “Martín”, de la obra “El juicio a Martín Cortés”, autor mexicano. También bajo la dirección de Luis Márquez Páez en el Teatro Universitario de la Universidad Central de Venezuela. Otros que recuerdo son Don Álvaro en la obra “Urupagua” de Agustín García, bajo mi dirección, con el Teatro de la Casa de la Cultura de Cabure. En televisión, he hecho del Comisario Pompeyo Pantoja en la telenovela “Paraíso” también he encarnado al doctor José Gregorio Hernández de la telenovela “Niña Bonita”, ambas de Venevisión. En los trabajos que he hecho para cine te puedo mencionar El Rolero de la película “El reincidente” y el papel de Rosalino Camacho en la película “Compañero de viaje”, ambas de Clemente de la Cerda. También aquí en Coro bajo mi dirección y autoría en encarnado a los generales Francisco de Miranda, a Ezequiel Zamora y a Rafael Urdaneta.

5.—Tengo entendido que tam-

bién haces títeres y dramatizas personajes de la historia de Venezuela, como Bolívar, Miranda, Urdaneta, Zamora…

—¡Efectivamente! Títeres y pantomima. Fundé en Cabure en el año 1980 el grupo de títeres “UNIDOS”. Este nombre se debe a que éramos dos Jeannine Lisinski y yo, y estábamos unidos, aparte de producir y montar obras he dado gran cantidad de talleres de formación en estas disciplinas. En cuanto a dramatizar temas históricos puedo decirte que, en el año 2000, cuando por iniciativa del entonces Presidente Hugo Chávez y a través de la comisión presidencial viene la propuesta de celebrar el 20 de febrero, Día de la Federación. Con una dramatización, fue si se quiere una superproducción, pues se recreó en el estacionamiento de la gobernación. La Plaza Mayor de Caracas, así llamada entonces la actual Plaza Bolívar, como un gran mercado popular de la época, el asfalto se cubrió todo de tierra, se montó una gran cantidad de modestos toldos de lona, donde se ofrecían los distintos productos caseros, artesanías productos agrícolas, hasta un alambique que destilaba el famoso cocuy, y burros, chivos, ovejos, y caballos eran parte de la ambientación. En esa ocasión personifiqué al general de hombres libres: Ezequiel Zamora. Realmente fue una co-producción, puesto que la participación del Instituto de Cultura del Estado Falcón, presidida entonces por Humberto Clark fue vital; tanto así que una semana después me plantea Humberto, con la pasión que lo caracteriza: “Construyamos el Teatro Histórico, vamos, vamos, vamos a hacerlo.” Así, la semilla del teatro traída por Chávez, sembrada por Humberto y regada por mí y todos lo que me han acompañado en los distintos montajes, ha germinado, dio y seguirá dando frutos.◙

This article is from: