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Así la poesía. Miguel Márquez

Poesía Así la poesía

Hay algo más claro que el deseo de ser libre: El escribir lo que pasa o nos ocurre sin velos Ni distancias oscuras, apegado a las preguntas Que permanecen encendidas día tras día, apegado:

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Al enredo emocional que nos impulsa Sin ápice de tregua cada vez que despertamos, A la valentía para entender que fuimos lo que somos, Un dolor que ya no es joven pero que no envejece, La memoria afectiva como sustrato del génesis, Las pasiones que te han desgastado y te desgastan Por andar tras ellas con una linterna en la mano, El misterio invicto de estar vivos cada amanecer, Las conjeturas que tejes como manera de pensar Para estar entre las cosas con el hilo y la aguja, Los cuadernos donde trazas hipótesis y sientes Que lo que dejas al margen es lo que importa, El vivir tratando de atrapar las imágenes justas, La decepción que sufres al terminar un poema, El tremendo trabajo para dar por fi n contigo, El humo que te contempla sobre el escritorio Al intentar rostros que te aproximen al corazón, Al vértigo de tu parentesco con las paredes rotas, La paciencia para seguir ensayando perfi les Y una profusa red de fi lamentos esenciales, La escritura que lleve en la tinta los labios bellos Que mordiste o quisiste hacerlos tuyos, El sanatorio donde convives con gente de fi ar, El arpón del ofi cio para andar erecto en el mundo, Las mentiras que utilizas para disfrazar agresiones, El campo donde quisieras dormir por años y años, La rebeldía para andar por los bosques tupidos de la vida, Las ganas de componer canciones que atiendan A cada una de las partes y las seduzcan para tomar partido, El desafío para estar metido en las contradicciones Con la resuelta convicción de que es posible ir juntos, El afán de entender y de estudiar y de saber y defender Que todo puede ser distinto y la verdad celestial no existe, Las frases que debería decir alguien como tú al considerar El valor testimonial de la experiencia como algo supremo, El verso como un resumen y el ritmo como una metáfora, La fl echa musical de las ideas y las ecuaciones sonoras, La interpretación aguda de los signos de la inmediatez En el laboratorio sensorial de un pintor matemático,

La rebeldía para andar por los bosques tupidos de la vida, A cada una de las partes y las seduzcan para tomar partido, Que todo puede ser distinto y la verdad celestial no existe, Las frases que debería decir alguien como tú al considerar El valor testimonial de la experiencia como algo supremo, El verso como un resumen y el ritmo como una metáfora,

Miguel Márquez

Las heridas de la memoria y las pieles húmedas del tiempo, Los errores que forman parte de tus huellas dactilares Y en ellos a los que conservas con esmero y predilección, La alegría de hablar sin vigilantes ni carceleros, La dicha del entusiasmo que te baña los ojos igual que ayer: Cuando viste aquel mandala en la grafía profunda de los colores, La rabia ante las pequeñeces que abruman con insectos, Las miradas terribles de quienes quisieran matarnos, El sudor aceitoso que lleva la envidia en la cara, La psicología adquirida en el eterno retorno Que nada puede contra el estupor y el estupro, La errancia insólita de los astros en las arenas del cielo, El desprendimiento y la generosidad como prendas Sin cuyo brillo la opacidad gobernaría a su antojo, La risa y el humor como un par de ases perfectos, La plenitud ritual de los licores y la celebración del instante, La contemplación abismada y la sabiduría de los sentidos, La curiosidad de un jugador al buscar los naipes afortunados, El poderoso e insatisfecho anhelo de apagar las luces del barco, De aquietarnos en una gélida dimensión del horizonte infinito, La maldad que necesitas para escribir un verdadero diario, Las aclaratorias de las que eres responsable y te duelen Todavía porque a lo mejor si otra hubiera sido la cuestión, La rivalidad inevitable porque también somos animales, Lo que no hiciste cuando debías por temor o debilidad, Aquello que lograste y solo muy pocos lo advierten, El sufrimiento enciclopédico que has ido coleccionado, La facilidad proverbial para las lágrimas y el disimulo, Las peleas que cazaste a muy temprana edad, Las vergüenzas donde reparaste con náusea, La exaltación que pone los acentos más altos, Las ganas de vivir con los instintos claros y despiertos, Las temperaturas subterráneas que ascienden a la piel Al entrar en contacto con un desorden magnífico, La atracción la rotación y el cosmos de la abundancia, Los árboles que se hunden en la noche y penetran la tierra.

La admiración por quienes han alcanzado el tono lúgubre O jubiloso o cínico de su inspiración intransferible. Se trata de aquellos que entroncan la sed con las ramas, Las manos con la respiración de los comediantes, La fiebre con una trascendencia que poco a poco se desnuda Y de mendiga que está reparte su elocuencia y sus manjares, La musicalidad en cada frase del espíritu y la carne de las estrellas, Los colores con las presencias nobles del alma o las paletas Violentas del sarcasmo y las retaliaciones, La nostalgia con una muchacha drogada y hermosa que habla De tú a tú con el futuro y sabe que su riqueza es interior, La soledad con un bar viejo donde alguien borracho está más solo Que aquel amor remoto en el universo espectral del abandono, Las caricias con un seno muy joven que se tensa al tacto y a las caricias, El jadeo del sexo al sentirla abierta y palpable en una estampa inolvidable, La ira con aforismos incandescentes y meteoritos rojos por la impugnación, El amor con muchas formas del pasado en un piano de cola loco y solitario, La alegría con cantidad de seres que viven en el aire y brillan y respiran,

La tristeza con ese hombre que va de espaldas al mar sin dirección alguna, La venganza con una ristra de trapos sucios que alguien cuenta y espera, La mezquindad ruin con una mujer avara que murió en una novela rusa, El asombro con un capitán misterioso que lanzó sus ojos radiantes al agua, La religiosidad con una prostituta que ama el sol diurno de su sacramento, La creación con un sentimiento de malestar que precede a los poemas, El suicidio con una culebra picada en dos que todavía se mueve y enfurece, La enfermedad con una silla devorada por las ruinas inexorables.

Algo entonces decía más claro que el deseo de ser libre: Lograr que la escritura adquiera ese poder de ser alguien más Entre los seres vivos, Una fuerza una fl uidez una energía palpable y tangible Que alguien logró después de darle muchas vueltas al asunto, Después de pasar por el deslastre y atender a los signos que le pertenecían, Luego de ensayar con las sensaciones primordiales y con el tono y el ritmo En ese desafío inconcluso donde fue encontrando piezas y señales De algo que de algún modo le pertenecía y se mostraba en ocasiones Para abandonarlo de nuevo a su feroz y trabajosa orfebrería.

Eso que leemos y leemos sin conocer las fuentes ni los nacientes Pero donde gozamos con sus aguas sus lagos sus ríos y sus mares, Donde escuchamos las voces y preguntas de una real anatomía Que todavía hace sentir su paso con un peso fi rme y humano, Donde vemos los dibujos que un viajero celoso dejó antes de partir, Allí en el entrecruce de las dudas con las palabras sollozantes, En el legendario andar y los encuentros con la luz y la sombra, Siempre a medio camino entre la satisfacción y el hastío, Entre las redes que sostienen a la materia mientras gira perfecta En un circuito admirable y los abismos de ir perdido hacia nadie, Entre la afi nación y la neurosis o entre la piedra y la locura, Tal como un poeta sentado que deja abrir su cerebro por los alquimistas Y que ignora sus dones como tantos. Así la poesía.

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