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MENGA 04 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 3 // Número 04 // 2013

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 200 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Recensiones y Crónica. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). La última sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Education, Culture and Sport). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Reviews and Chronicle. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The third section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Figurilla antropomorfa procedente de Marroquíes Bajos (Jaén). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia

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MENGA 04 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 3 // Número 04 // 2013

ÍNDICE 07 EDITORIAL 12 DOSSIER: ENTRE DOS AGUAS. TRADICIÓN E INNOVACIÓN EN LAS SOCIEDADES

NEOLÍTICAS DE ANDALUCÍA

Editado por Dimas Martín Socas y Mª Dolores Cámalich Massieu

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… Y llegaron los agricultores: agricultura y recolección en el occidente del Mediterráneo Leonor Peña-Chocarro, Guillem Pérez Jordà, Jacob Morales Mateos y Juan Carlos Vera Rodríguez

35

Comunidades campesinas, pastoras y artesanas. Traceología de los procesos de trabajo durante el Neolítico andaluz Amelia C. Rodríquez-Rodríguez, Juan Francisco Gibaja Bao, Unai Perales Barrón e Ignacio Clemente Conte

53

Una perspectiva mediterránea sobre el proceso de neolitización de la costa ibérica del Mar de Alborán (Andalucía, España) Joan Emili Aura Tortosa, Jesús F. Jordá Pardo, Pablo García Borja, Oreto García Puchol, Ernestina Badal García, Manuel Pérez Ripoll, Guillem Pérez Jordá,Josep Ll. Pascual Benito, Yolanda Carrión Marco y Juan V. Morales Pérez

79

Las sociedades tribales neolíticas en la zona litoral e interior de Cádiz. Continuidad poblacional y proceso histórico José Ramos Muñoz, Eduardo Vijande Vila, Juan Jesús Cantillo Duarte, Manuela Pérez Rodríguez, Salvador Domínguez-Bella y José María Gutiérrez López

103

Los inicios de Neolítico en Andalucía. Entre la tradición y la innovación María Dolores Camalich Massieu y Dimas Martín Socas

130 ESTUDIOS

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133

Enrique Romero de Torres y el catálogo monumental de Jaén Alberto Sánchez, Juan Pedro Bellón y Arturo Ruiz Rodríguez

149

Estructura territorial y estado en la cultura argárica Borja Legarra Herrero

173

Bronze Age Bone and Antler Working: the Osseous Assemblage from Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real, Spain) Manuel Altamirano García

187

Rock Art and Digital Technologies: the Application of Reflectance Transformation Imaging (RTI) and 3D Laser Scanning to the Study of Late Bronze Age Iberian Stelae Marta Díaz-Guardamino y David Wheatley


204 CRÓNICA 204

Memoria del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera 2012 Maria del Carmen Andújar Gallego

217

Sistematización e informatización del inventario de yacimientos arqueológicos de Tierras de Antequera: la base de datos ARCA María del Carmen Moreno Escobar y Leonardo García Sanjuán

235 Nuevas dataciones radiométricas del dolmen de Viera (Antequera, Málaga). La Colección Gómez-Moreno Gonzalo Aranda Jiménez, Leonardo García Sanjuán, Águeda Lozano Medina y Manuel Eleazar Costa Caramé 249

Secuencias de arquitecturas y símbolos en el Dolmen de Viera (Antequera, Málaga, España) Primitiva Bueno Ramírez, Rodrigo de Balbín Behrmann, Rosa Barroso Bermejo, Fernando Carrer Ramírez y Carlos Ayora Ibáñez

266 RECENSIONES 266

Mariano Ayarzagüena Sanz Olmos, R., Tortosa, T. y Bellón, J.P. (eds.): Repensar la Escuela del CSIC en Roma. Cien años de memoria, 2010

269

Juan Manuel Jiménez Arenas José Ramos Muñoz: El Estrecho de Gibraltar como puente para las sociedades prehistóricas, 2012

273

Ramón Fábregas Valcarce José Antonio Linares Catela: Territorios, paisajes y arquitecturas megalíticas. Guía del megalitismo en la provincia de Huelva, 2011

275 NOTICIAS 275

III Congreso de Prehistoria de Andalucía

276

Actas del II Congreso de Prehistoria de Andalucía

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MENGA 04 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 3 // Número 04 // 2013

DIRECTOR/DIRECTOR Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) EDITORES CIENTÍFICOS/SCIENTIFIC EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY María del Carmen Andújar Gallego (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Dolores Cámalich Massieu (Universidad de La Laguna) Eduardo García Alfonso (Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) Francisca Hornos Mata (Museo de Jaén) Víctor Jiménez Jaimez (Universidad de Southampton) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna) Ana Dolores Navarro Ortega (Museo Arqueológico de Sevilla) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Carlos Odriozola Lloret (Universidad de Sevilla) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada) CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Xavier Aquilué Abadias (Museu d´Arqueologia de Catalunya) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla) Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València) Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Robert Chapman (University of Reading) Miguel Cortés Sánchez (Universidad de Sevilla) Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Silvia Fernández Cacho (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)

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Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) José Luis López Castro (Universidad de Almería) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaíno (Universidad de Jaén) Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París) Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London) Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (Universitat de Barcelona) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Educación, Cultura y Deporte PRODUCCIÓN/PRODUCTION Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Gerencia de Instituciones Patrimoniales Manuela Pliego Sánchez Eva González Lezcano Carmen Fernández Montenegro DISEÑO/DESIGN Carmen Jiménez del Rosal MAQUETACIÓN/COMPOSITION Francisco José Romero Romero (A.A.II.CC.)


IMPRESIÓN/PRINTING Docuimpresión LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN Sevilla FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS Portada/Front cover: Vista de la Peña de los Enamorados y de la Vega de Antequera desde El Torcal (Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Educación, Cultura y Deporte) / General view of Peña de los Enamorados and Vega de Antequera (Photo: Javier Pérez González. Andalusian Government, Ministry of Educaction, Culture and Sport). INSTITUCIONES COLABORADORAS/SUPPORTING ENTITIES Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla). Grupo de Investigación: GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada). Grupo de Investigación: PERUMA. Prehistoric Enclosures Research (Universidad de Málaga). Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna).

ISSN 2172-6175 Depósito legal: SE 8812-2011

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• No Derivative Works. You may not alter, transform, or build upon this work.

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EDITORIAL

EL PAPEL DE LAS INSTITUCIONES MUSEÍSTICAS EN LA ARQUEOLOGÍA ANDALUZA Desde que en el siglo XIX se instituyese su desarrollo como instituciones estrechamente vinculadas a la educación y divulgación de la ciencia contemporánea, los museos han experimentado cambiantes trayectorias en sus roles y proyecciones sociales, siempre conectadas con los procesos sociales y las coyunturas económicas que los han rodeado. En Andalucía, región con un patrimonio arqueológico de excepcional riqueza y diversidad, los museos arqueológicos son en su mayoría veteranos de procesos fundacionales que tuvieron lugar a mediados y finales del siglo XIX. Sus orígenes vinieron determinados por la formación de las colecciones arqueológicas que surgieron al amparo de la creación de la Comisiones Provinciales de Monumentos. A partir de aquí se sucedieron distintos marcos institucionales. La vinculación a otras entidades de carácter local o municipal, su reagrupación años más tarde como Monumentos estatales adscritos a la administración central, y su actual sistema de gestión autonómica mediante convenio, han dotado a las instituciones desde su inicio de un marcado carácter de supervivencia. Con la llegada de la gestión autonómica, a partir de 1985, se conformó y consolidó un nuevo estatus en el que se mantenía la titularidad estatal mientras que la gestión era asumida por la joven comunidad autónoma. El Convenio por el que la gestión de los museos de titularidad estatal quedó transferida a la Junta de Andalucía delimitaba claramente los ámbitos competenciales de cada parte: las reformas integrales y cambios estructurales recaerían en el titular, el Estado Español, mientras que los gastos corrientes, tales como el mantenimiento y la gestión del personal sería asumidos por la Comunidad Autónoma Andaluza. Dentro de este nuevo marco a partir de la década de 1970, algunos museos andaluces conocieron importantes reformas en sus exposiciones permanentes. La introducción de la “Nueva Museología” desechaba las presentaciones ancladas en las tradiciones enciclopédicas de finales del XIX y principios del siglo XX, invitándose a cambio al visitante a conocer las secuencias crono-tipológicas de nuestro pasado a partir de la recurrente asociación vitrinas/paneles, más algunos dioramas que completaban las presentaciones. La década de 1970 constituyó un momento clave en la puesta al día de los museos andaluces, algunos de los cuales aún mantienen las líneas expositivas que se materializaron en proyectos renovadores que verían su final en los años 80 Partiendo de este panorama y desde el inicio de la andadura autonómica en materia cultural, el Gobierno de España y la Junta de Andalucía fueron gestando algunos grandes proyectos para la renovación de los centros, todos ellos una vez más, sujetos a los desequilibrios que los colores políticos provocaban en el difícil flujo de relaciones Comunidad Autónoma-Gobierno. Los museos de Almería, Cádiz o Córdoba, fueron renovados mediante actuaciones integra-

Medalla de Menga. Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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les, que constituyen un referente de la política museística autonómica y que se centraron en el fortalecimiento de las singularidades e identidad propia de cada institución. Actualmente, se encuentran en expectativas de renovación los museos de Málaga y Sevilla, con programas museológicos ya elaborados y pendientes de ejecución en fechas próximas. Desde entonces, la renovación de aquel espíritu de la “Nueva Museología” que marcaba en el ámbito internacional un revulsivo al concepto de Museo se ha visto acrecentada. No ha quedado reflejado exactamente en los aspectos museográficos de todos los centros andaluces, pero sí se ha consolidado de manera indiscutible el modelo de museo educativo, abierto, dinámico, volcado a la ciudadanía y al servicio público, de utilidad social. El marco legal que rige actualmente la gestión de los museos andaluces con colecciones arqueológicas es la Ley autonómica de Museos y Colecciones Museográficas (2007). Mediante esta ley, la Junta de Andalucía quiso sentar las bases de una red museística con principios y pautas comunes. Mediante el Registro Andaluz de Museos, y diversas campañas institucionales, se ha buscado dotar de identidad corporativa a los centros museísticos en la región. Estas campañas, programadas periódicamente y mantenidas a pesar de la precariedad de la situación económica, persiguen mejorar la proyección social de las instituciones. Centros museísticos entre los que se encuentran no sólo los museos propiamente dichos sino también los Conjuntos Culturales. No podemos olvidar que recientemente, y en virtud de la disposición final tercera, punto 3, de la Ley de Documentos, Archivos y Patrimonio Documental de Andalucía (2011), se ha establecido que los Conjuntos Culturales (arqueológicos y monumentales) también se rigen por lo dispuesto en la citada legislación reguladora de museos. Espacios como Itálica, Baelo Caludia, Alcazaba de Almería, Madinat al-Zahra ó Dólmenes de Antequera se presentan como instituciones del patrimonio que cumplen con los requisitos y funciones para ser reconocidos como museos y, como tal, se hallan inscritos en el Registro Andaluz de Museos. Es por ello que cuando nos referimos a los museos como contenedores de elementos patrimoniales con competencias de tutela nos referimos también a éstos Conjuntos Culturales. De hecho, dos de estos espacios cuentan ya con sendos museos de sitio (Baelo Claudia desde 2007 y Madinat al-Zahra desde 2009) y un tercero (Dólmenes de Antequera) tiene ya redactado el proyecto museográfico. En el caso del recientemente creado Conjunto Arqueológico de Cástulo (2011) el procedimiento ha sido al contrario, ya que la existencia del Museo Monográfico era anterior (1956) al nacimiento de ésta única institución, en la que también se integra el yacimiento, y que ahora tiene un cometido común: la conservación y gestión integral del patrimonio de Cástulo. Vista en sus trazos generales la trayectoria casi 30 años de gestión autonómica, a fecha de hoy, el papel de las instituciones museísticas de la Arqueología andaluza se caracteriza por una realidad variada y compleja. Aunque abordar la globalidad de la problemática requeriría un análisis más detallado, hay cuatro cuestiones en torno al papel actual de los museos en la Arqueología andaluza que merece la pena valorar ahora en mayor detalle: la infraestructura material y humana, la organización de las colecciones, la investigación y la museología. 1) En lo que se refiere a la infraestructura humana y material, en los últimos años, debido en parte (aunque no exclusivamente) a la coyuntura de crisis, las circunstancias de los museos andaluces no han sido las óptimas, ni siquiera las deseadas. La falta de personal o la precariedad económica, los continuos traslados de sede, la escasez de espacio para almacenaje, la poca adecuación de los edificios o la dispersión de las colecciones constituyen problemas habituales de estas instituciones. Todo ello ha quedado perfectamente documentado en cientos de informes y solicitudes, en los que durante años los directores y directoras al frente de

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estas instituciones han reclamado a sus estamentos jerárquicos vitrinas, mobiliario, ampliación de espacios, dotación de personal y asignaciones presupuestarias, requerimientos varios cuya misma existencia denota una insuficiente atención hacia los centros. Una nueva dimensión económica tendrá que subsanar la escasa cuantía de los presupuestos o la no adaptación de los mismos a las necesidades reales de los centros. Parece inevitable que en el futuro los museos persigan una gestión económica sostenible en la que la capacidad de autofinanciación de determinados proyectos o la creación de un marco jurídico y fiscal posibilite la incorporación de pequeñas contribuciones, el fomento de los incentivos fiscales, el desarrollo de la gestión del cobro de tasas por cesión de espacios, la promoción del establecimiento de convenios empresariales...etc. Una cuestión que parece fuera de toda duda es que hay mucho margen para que los museos andaluces generen más ingresos propios, empezando por las propias entradas, que son o bien gratuitas de forma universal, o bien excesivamente bajas. Ofrecer el costoso y elaborado producto que los museos arqueológicos ofrecen en condiciones de total gratuidad no parece una política sensata o sostenible a largo plazo, aparte de que es muy cuestionable que ello contribuya a darles la valoración social que se merecen. Otro aspecto a considerar es el de la infraestructura humana. En este apartado es especialmente necesaria la mejora de la adecuación del personal que conforman los equipos laborales de estos centros patrimoniales. El desequilibrio en las plantillas entre personal técnico específico y el asignado a otras áreas, el desajuste de los perfiles y falta de formación junto a la ausencia de motivación son algunos de los puntos a corregir. Durante años, éste ha sido un problema causado por la propia formulación contractual de incorporación a determinados servicios públicos. En algunas ocasiones, se ha intentado solucionar con Relaciones de Puestos de Trabajo mejoradas y adaptadas a las necesidades de centros concretos cuando la coyuntura así lo ha permitido, como por ejemplo en el marco de renovaciones integrales, pero esta no es la realidad general de los museos andaluces. En lo relativo a la formación, son escasos los cursos formativos que desde la Administración Pública se ofertan a los profesionales, a pesar de contar con grandes activos humanos y amplia experiencia en los equipos laborales de los museos andaluces. Además, existe un índice cero de renovación de personal impuesta por la bajada en la oferta de empleo público y por la Ley Orgánica 2/2012 de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. La dependencia jerárquica de las instituciones museísticas con respecto de las Delegaciones Territoriales (anteriormente Delegaciones Provinciales), ha mermado el carácter y singularidad de cada institución. La autonomía y capacidad para establecer lazos o protocolos de colaboración con distintas instituciones están igualmente disminuidas por la falta de agilidad y/o de acuerdos entre Delegaciones Territoriales-Consejería-Museos/Conjuntos Culturales (Arqueológicos y Monumentales) y otras instituciones (convenios, acuerdos, protocolos de colaboración, búsqueda de patronos y mecenas...). Todo ello se ha traducido en una falta de visibilidad y de presencia real de las instituciones museísticas. 2) En lo que se refiere a la organización de las colecciones, aunque el Registro Andaluz de Museos ha tratado de poner cierto orden y estructura en el organigrama de instituciones existentes, lo cierto es que en los últimos 30 años se ha producido en Andalucía una proliferación de museos locales y comarcales, muchos de los cuales han comenzado a recibir materiales procedentes de excavaciones y colecciones, todos con sus exposiciones permanentes. La falta de organización de los criterios y procesos administrativos (o el no cumplimiento de los existentes) en cuanto a los depósitos de colecciones nuevas (producidas, por ejemplo, por el extraordinario número de intervenciones de urgencia habidas en la CAA en los últimos 20 años) ha creado una situación de bastante desorden que afecta a su conservación e investigación. Este desorden es una importante debilidad de la administración responsable de los museos de Andalucía, que hasta la fecha no ha sabido planificar y coordinar un sistema museístico organizado y basado

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en unos criterios coherentemente planificados. La legislación adolece de un Reglamento que impulse, determine y regule algunos aspectos no desarrollados en la Ley 8/2007 de Museos y Colecciones Museográficas de Andalucía. Sin estas herramientas, la ambigüedad o disparidad de criterios interpretativos ante determinados procesos debilitan y limitan la autonomía de los centros. Las campañas de difusión y actividades que refrendan la imagen corporativa se han mantenido, asumidas por los museos, aunque con propuestas dispares, no unificadas. Todo ello fruto del recorte presupuestario y de la ausencia de aportaciones económicas. Factores como la capacidad de gestión y el voluntarismo de los/as profesionales al frente de los museos son determinantes para el éxito de las campañas, pero la administración competente debe reclamar y asumir su papel coordinador ante esta situación, especialmente con respecto a otras instituciones de la administración pública. 3) En el ámbito de la investigación sería recomendable que se procediese a promover un debate sobre el papel que los museos han de asumir. La legislación vigente establece que las funciones del museo como institución han de ser conservar, investigar y difundir el patrimonio, por lo que de forma expresa se reconoce al museo como centro de investigación. En la práctica, sin embargo, existen muchos y serios problemas para que los museos puedan desempeñar su estatutaria función investigadora. Para empezar, siguen sin ser reconocidos como agentes del conocimiento, por lo que no pueden acudir a convocatorias para pedir proyectos de investigación, sin que, además, sus técnicos y conservadores/as sean reconocidos como investigadores/as en esas convocatorias. Por tanto, de entrada sería recomendable que la administración responsable diese los sencillos pasos necesarios para que este preceptivo reconocimiento se produjese. En segundo lugar, los museos arqueológicos, han sufrido en los últimos 30 años un importante desajuste entre los bienes muebles que custodian y la documentación que es inherente a dichos bienes. Son numerosas las intervenciones arqueológicas que hoy día constituyen depósitos de materiales sin contextos conocidos, al menos por el Museo. La documentación técnica de las intervenciones en la mayoría de los casos no acompaña al ingreso de los materiales, lo que genera una situación de lamentable descontextualización de las piezas incluidas en las colecciones. El desequilibrio y falta de normalización en los procesos de ingreso de objetos al museo, junto a la falta de aportación de la documentación técnica oportuna (memorias, planimetrías, fotografías, etc.) obstaculizan la correcta contextualización y ulterior estudio de los materiales depositados en el centro. En este sentido, las instituciones museísticas deben realizar un esfuerzo serio conducente a la recuperación de la base documental y bibliográfica relevante para sus colecciones, para de esta forma unificar una información existente que es imprescindible para la catalogación e investigación de los bienes patrimoniales que albergan. De no actuarse pronto en este sentido, se corre el grave riesgo de que a medio plazo los museos andaluces pasen a albergar colecciones arqueológicas que acabarán transformándose en acumulaciones de material inconexo, con características similares aquellas que, provenientes de expolios y otras actividades ilegales, han ingresado en los centros extraídos del subsuelo sin la recuperación de su contexto arqueológico, que queda irrecuperablemente perdido. Una tercera cuestión es que, para desempeñar correctamente su función investigadora, los museos deben establecer medios eficaces de colaboración y cooperación externa en el estudio de sus colecciones, generando la apertura a proyectos interdisciplinares que, contando con la documentación existente, sean capaces de afrontar el reto de mirar con nuevos ojos los restos arqueológicos de excavaciones antiguas y así evitar que los objetos integrantes de las colecciones pasen a estar de nuevo enterrados, ahora no bajo tierra, sino en las estanterías de un almacén. 4) En lo que respecta a la museología, las intervenciones realizadas en los últimos tres decenios, más aquellas actualmente en proceso, han supuesto un innegable avance. Ello no quiere decir, naturalmente, que haya que desistir ya de pensar en cómo mejorar en el futuro esta

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esencial faceta de las instituciones. En primer lugar, cabe señalar que los museos necesitan disponer de la capacidad suficiente para incorporar a sus desarrollos museológicos y guiones expositivos las líneas interpretativas que la actualidad investigadora genera, corrigiendo. Este aspecto, puede ser bastante dificultoso si no se promueven sinergias en las que los centros museísticos participen de las dinámicas de investigación de los organismos donde actualmente hoy se produce el conocimiento. A esto debe añadirse que, para ser saludable, la relación de los museos con la investigación arqueológica debe ser lo más neutral posible: no es aceptable que un museo se convierta en escaparate de la interpretación dada a un problema por parte de un grupo o equipo de investigación particular. Dado que la investigación arqueológica suele estar caracterizada por la existencia de distintas hipótesis o teorías que compiten por dar explicación a las mismas cuestiones, es deseable que tales debates o controversias sean recogidos en las exposiciones permanentes mediante los adecuados dispositivos museográficos para su traslación al público. El público que visita los museos puede entender la existencia de la controversia científica y de la disparidad de opiniones, y no necesita que se le planteen lecturas del pasado monolíticas que soslayan y ocultan la existencia de una multiplicidad de teorías. En otras palabras: los museos no tienen que “elegir” qué teoría arqueológica explican: deben explicar la riqueza del debate científico en toda su extensión y complejidad. Lo contrario pone a los museos en la imposible posición de actuar de jueces de la investigación científica, posibilita una política de “lobbies” que no es muy recomendable, y fomenta la pereza intelectual en el público. Hay otras cuestiones que considerar. Los criterios museológicos deben tener más agilidad para adaptarse a la cambiante realidad social. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el androcentrismo predominante en numerosas lecturas del Pasado que se ofrecen hoy día en los museos andaluces, y que no encaja ni con la realidad emanada de la investigación científica reciente, ni con la realidad social circundante. La adaptación de textos y contenidos, la incorporación de nuevos objetos o la movilidad de los mismos, necesariamente tienen que matizar el concepto de “permanente” de las exposiciones que visitamos en los museos andaluces. Estos cambios son inviables si los centros no realizan acciones de apertura que, si bien lideradas por las instituciones, responsables, comporten el enlace y la colaboración con equipos de trabajo externos. La coyuntura actual hace especialmente necesario un esfuerzo por repensar el papel de las instituciones museísticas en la Arqueología andaluza. Aunque nunca han disfrutado de grandes recursos económicos y se han mantenido al amparo de distintos marcos legislativos y dependencias administrativas desde su origen, estas instituciones han logrado meritorios avances en los últimos decenios. Ahora, sin embargo, el principal aspecto a considerar ha de ser el de unificar todos los esfuerzos para volver a definir la figura de los museos andaluces en función de su capacidad patrimonial y social. La identidad de estos centros culturales en Andalucía necesita de nuevos marcos que, adaptados a las distintas realidades sociales, permitan potenciar las funciones atribuidas y reconocidas por las diferentes disposiciones legales que conforman su marco administrativo y jurídico. Gran parte de los aspectos anteriormente expuestos se encuentran suficientemente recogidos la legislación y en la definición de los museos como centros culturales. Sin embargo, muchos de ellos han sido desvirtuados y devaluados, lo que ha ocasionado la pérdida del papel y la desvinculación de los centros en su rol de activos sociales y humanos, de lugares generadores-transmisores de nuestro Patrimonio, lugares de custodia de los valores tangibles e intangibles que construyen nuestra identidad. La reflexión y la reafirmación de los valores intrínsecos a la definición de Museo son las herramientas para articular las soluciones en estos momentos de cambio, y así reorientar el papel de los museos en la sociedad andaluza actual.

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DOSSIER ENTRE DOS AGUAS. TRADICIÓN E INNOVACIÓN EN LAS SOCIEDADES NEOLÍTICAS DE ANDALUCÍA Editado por Dimas Martín Socas y Mª Dolores Cámalich Massieu

… Y llegaron los agricultores: agricultura y recolección en el occidente del Mediterráneo Leonor Peña-Chocarro, Guillem Pérez Jordà, Jacob Morales Mateos y Juan Carlos Vera Rodríguez Comunidades campesinas, pastoras y artesanas. Traceología de los procesos de trabajo durante el Neolítico andaluz Amelia C. Rodríquez-Rodríguez, Juan Francisco Gibaja Bao, Unai Perales Barrón e Ignacio Clemente Conte Una perspectiva mediterránea sobre el proceso de neolitización de la costa ibérica del Mar de Alborán (Andalucía, España) Joan Emili Aura Tortosa, Jesús F. Jordá Pardo, Pablo García Borja, Oreto García Puchol, Ernestina Badal García, Manuel Pérez Ripoll, Guillem Pérez Jordá,Josep Ll. Pascual Benito, Yolanda Carrión Marco y Juan V. Morales Pérez


El Torcal de Antequera (Málaga). Foto: Dimás Martín Socas.

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Las sociedades tribales neolíticas en la zona litoral e interior de Cádiz. Continuidad poblacional y proceso histórico José Ramos Muñoz, Eduardo Vijande Vila, Juan Jesús Cantillo Duarte, Manuela Pérez Rodríguez, Salvador Domínguez-Bella y José María Gutiérrez López Los inicios de Neolítico en Andalucía. Entre la tradición y la innovación María Dolores Camalich Massieu y Dimas Martín Socas


Papaver somniferum (en cursiva). Pozuelo del Rey. Madrid Foto L. PeĂąa-Chocarro


DOSSIER

… Y LLEGARON LOS AGRICULTORES: AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN EL OCCIDENTE DEL MEDITERRÁNEO Leonor Peña-Chocarro1,2, Guillem Pérez Jordà2, Jacob Morales Mateos2, Juan Carlos Vera Rodríguez3

Resumen: En este trabajo se explora la explotación de los recursos vegetales durante el Epipaleolítico y el Neolítico en el sur peninsular y norte de Marruecos. El registro arqueobotánico permite caracterizar tanto las especies silvestres recolectadas como la introducción durante la segunda mitad del VI milenio cal BC de una serie de cultivos entre los que destacan distintos cereales, leguminosas y posiblemente el lino. Se plantea, además la posible domesticación local de la adormidera. Para ello presentamos nuevos datos arqueobotánicos procedentes de las cuevas de Nerja (Málaga), de Los Murciélagos de Zuheros (Córdoba) y de Los Mármoles (Córdoba).

Palabras clave: Agricultura, Epipaleolítico, Neolítico, recolección, Andalucía, lino, adormidera.

... AND FARMERS ARRIVED: FARMING AND GATHERING IN THE WESTERN MEDITERRANEAN Abstract: This paper explores the exploitation of plant resources during the Epipalaeolithic and the Neolithic in southern Iberia and northern Morocco. The archaeobotanical record allows outlining the range of wild species used and characterizing the first evidences of farming during the second half of the 6th mil. cal BC. Amongst the first crops, cereals, legumes and most probably flax had a preeminent role. The probable domestication of poppy in this area is addressed. New data from the caves of Nerja (Málaga), Los Murciélagos (Córdoba) and Los Mármoles (Córdoba) are discussed.

Keywords: Agriculture, Epipaleolithic, Neolithic, Gathering, Andalucia, Flax, Poppy.

Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma (CSIC). [leonor.chocarro@csic.it ] GI Arqueobiología. Instituto de Historia. Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CSIC). [guillem.perez@uv.es], [jacobmoralesmateos@gmail.com] 3 Departamento de Historia I. Universidad de Huelva. [vera@uhu.es] 1 2

Recibido: 12/07/2013; Aceptado: 09/09/2013

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1. INTRODUCCIÓN El inicio de la agricultura y su adopción por parte de grupos de cazadores-recolectores constituye uno de los temas más debatidos de la historiografía sobre el Neolítico. Sin embargo, a pesar del interés suscitado por la cuestión, la recuperación sistemática de la evidencia más directa de la agricultura y del uso de las plantas (los restos de semillas y frutos) en contextos Epipaleolíticos y Neolíticos no ha sido una práctica habitual en la Península Ibérica. Esto es especialmente evidente en la mitad sur peninsular y en el norte de África, territorios en los que se centra este trabajo. Así pues, los datos existentes son limitados y especialmente reducidos en contextos anteriores a la neolitización. Estas circunstancias restringen en gran medida las posibilidades de utilizar el registro arqueobotánico en el estudio de los modos de obtención y utilización de los recursos vegetales por parte de los grupos humanos que habitaron en esta región. Sin datos arqueobotánicos suficientes, resulta com-

plicado entrar en la discusión sobre la posible evolución de los grupos de cazadores-recolectores hacia la producción de alimentos de origen vegetal.

2. RECOLECTORES: LOS RECURSOS VEGETALES DEL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO La totalidad de los materiales andaluces analizados proceden de la cueva de Nerja (Fig. 1) (Badal García, 1998; Aura Tortosa et al., 2002, 2005), de la que, además de los conjuntos más recientes, se ha revisado la totalidad de las muestras procedentes de las excavaciones de Francisco Jordà durante las campañas desarrolladas entre 1979 y 1987 en las salas de La Mina y del Vestíbulo (Aura Tortosa et al., en este volumen). El sedimento fue cribado con agua y los materiales botánicos visibles recogidos directamente de la criba, lo que probablemente ocasionó la pérdida de una parte del material, al menos el de menor tamaño, primando los restos de mayores dimensiones. A pesar de estas limitaciones, es por el momento el único conjunto que nos permite apro-

Fig. 1. Ubicación de los yacimientos citados en el texto. 1. Ifri Oudadane; 2. Kaf-That el-Ghar; 3. Grotte de Boussaria; 4. Grottes del Khil; 5. Gorham’s Cave; 6. Roca Chica; 7. Hostal Guadalupe; 8. Cueva de Bajondillo; 9. La Higuera; 10. Cueva del Toro; 11. Cueva de Los Mármoles; 12. Cueva de Los Murcielagos de Zuheros; 13. Los Castillejos de Montefrío; 14. Cueva de Nerja; 15. Cueva de Los Murcielagos de Albuñol; 16. Abric de Falguera; 17. Coves de Sta. Maira.

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… Y LLEGARON LOS AGRICULTORES: AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO

Salas

Mina

Capa

XVIII

XVIIB

XVII

Lathyrus sp.

XVI

XVIA

XVIB

XVIC

XVID

Vestíbulo XVIE

XV

XIV

XIII

XII

XI

X

IX

X

VIII

3b

Cotoneaster sp. Olea europaea

X X

X

X

Pinus pinea, bráctea Pinus pinea, frag. cascara

X

X

X

X

X X

X

X

Rosacea, pomo

X

Quercus sp.

X

X

X

Stipa tenacissima, rizoma

7

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

x

X

X

X

X

X

X

X X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

Tab. 1. Materiales recuperados en los niveles Paleolíticos y Epipaleolíticos de la cueva de Nerja.

ximarnos a la actividad recolectora desarrollada por los grupos humanos de la zona antes de la llegada de los primeros agricultores. Las especies recuperadas (Tab. 1) no son abundantes pero los datos obtenidos en las salas de El Vestíbulo y La Mina señalan la presencia constante de piñones (Pinus pinea) a lo largo de toda la secuencia paleolítica y epipaleolítica. Se han identificado las brácteas (escalas semillíferas) de las piñas y las cáscaras (endocarpos) de los piñones que apuntan a una recolección de las piñas probablemente para extraer los piñones tras su calentamiento al fuego (Badal, 1998). Junto a los piñones se han identificado también restos de otras plantas silvestres comestibles como aceitunas (Olea europea var. sylvestris), bellotas (Quercus sp.) y pomos de rosáceas. Además, se documentan leguminosas y rizomas de esparto (Stipa tenacissima) que apuntan al uso de esta fibra para la elaboración artesanal. Los datos más cercanos geográficamente proceden del País Valenciano, en concreto de las coves de Santa Maira (Aura Tortosa et al., 2005) y del abric de La Falguera (Pérez Jordà, 2006), así como de Marruecos, del abrigo de Ifri Oudadane (Morales Mateos et al., 2013), yacimientos en los que se ha desarrollado un intenso y sistemático trabajo de muestreo que ha proporcionado un conjunto de materiales muy destacado. En estos yacimientos, el registro arqueobotánico presenta similitudes con el de la cueva de Nerja. En todos los casos se han recuperado aceitunas y bellotas, así como algunas rosáceas y leguminosas, sin embargo, a diferencia de Nerja, en el País Valenciano y en Marruecos destaca la ausencia de piñones. En los yacimientos valencianos dicha ausencia se explicaría por la localización de las cavidades en un entorno no favorable al desarrollo del pino, que

prefiere suelos arenosos o suelos sueltos y bien oxigenados. En el Norte de África el único dato sobre la posible presencia del pino piñonero (Pinus pinea tipo) procede del estudio palinológico de la cueva de Boussaria (Tetuán) en niveles del Neolítico Cardial (López Sáez et al., 2013), pero ante la dificultad de diferenciar los distintos pinos a partir del polen hay que ser prudentes. Esta escasa o nula representación de Pinus pinea puede resultar extraña, sobre todo teniendo en cuenta que existen datos que confirman su presencia durante el Paleolítico Medio en Gibraltar (Metcalfe, 1958; Gale y Carruthers, 2000) y, ya durante el final del Pleistoceno e inicios de Holoceno, en la costa de Málaga, puntos muy cercanos a la costa marroquí. Su ausencia podría explicarse por la situación de los yacimientos muestreados en áreas poco propicias para el desarrollo de esta especie. En cualquier caso, en la actualidad, sigue siendo una especie ausente en Marruecos (Fennane et al., 1999) y su presencia no ha sido constatada en contextos prehistóricos. El registro arqueobotánico de los yacimientos del País Valenciano y del norte de Marruecos pone en evidencia la gran variedad de recursos vegetales explotados por las comunidades humanas en un entorno mediterráneo. La diversidad de especies explotadas incluye distintas gramíneas, núculas de lentisco (Pistacia lentiscus), frutos de enebros (Juniperus sp.), endrinos (Prunus spinosa), uvas (Vitis vinifera) o dátiles (Chamaerops humilis) que son especies características del entorno natural que rodea a los yacimientos citados. Si ordenamos cronológicamente los materiales se observa que, en la Península Ibérica, ninguno de los conjuntos estudiados se sitúa en un momento cercano a la llegada de los primeros elementos domésticos. Los materiales de la secuencia de la cueva

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Lám. 1. Materiales de la cueva de los Mármoles: 1. Hordeum vulgare var. nudum, cebada desnuda; 2. Triticum aestivum-durum, trigo desnudo; 3. Triticum monococcum, escaña; 4.Base de espiguilla de Triticum dicoccum, escanda melliza; 5. Vicia faba, haba; 6. Pisum sativum, guisante; 7. Olea europaea, aceituna; 8. Rubus sp., mora; 9. Pistacia terebinthus, terebinto; 10. Pistacia lentiscus, lentisco; 11. Phalaris sp.; 12. Malva sp.; 13. Cyperaceae; 14. Festuca sp.; 15 Plantago sp.; 16. Melilotus sp. Escala 1 mm.

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… Y LLEGARON LOS AGRICULTORES: AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO

indicio que permita pensar en una posible evolución local hacia la agricultura siendo el registro, por el contrario, muy similar al que se observa en momentos anteriores.

de Nerja (Tab. 2) corresponden al Magdaleniense final-Epimagdaleniense, entre el XIII y el X milenio cal BC. Es cierto, sin embargo, que aunque fuera de contexto, aparecen restos que corresponden a una ocupación mesolítica de la cavidad con dataciones de la segunda mitad del VII milenio cal BC (Aura Tortosa et al., en este volumen) que son, en todo caso, sensiblemente anteriores al primer resto doméstico. Tampoco los registros procedentes del País Valenciano son cercanos a la ocupación neolítica. Las fechas más recientes de coves de Santa Maira no pasan del IX milenio cal BC y las del abric de Falguera se sitúan en la segunda mitad del VII milenio cal BC.

3. UN CAMBIO TRANSCENDENTAL: LAS PRIMERAS PLANTAS DOMÉSTICAS El elemento doméstico que ha proporcionado la datación más antigua en Andalucía (5550±43 cal BC), es un hueso de oveja procedente de la sala de El Vestíbulo de la cueva de Nerja (Aura Tortosa et al., 2005). Por otra parte, los datos más antiguos de restos vegetales domésticos de la zona son los procedentes de Los Castillejos de Montefrío (Granada) (Martínez Fernández et al., 2010) datados en último tercio del VI milenio cal BC (5288±47 cal BC) es decir, algo más tardíos que la primera evidencia de animales domésticos. Este ligero desfase cronológico entre los primeros animales y plantas domésticos en la zona que nos ocupa, ha llevado a sugerir que el desarrollo de la ganadería sería anterior al de la adopción de la agricultura tanto en el Norte de África (Roubet, 1979; Marshall y Hildebrand, 2002; Barker, 2002; 2006; Garcea, 2004) como en Andalucía (Acosta Martínez, 1983) aunque por el momento no existen datos que lo confirmen. Sin embargo, la ausencia de restos vegetales domésticos (cereales y leguminosas) en estos

En el Norte de África la situación es distinta ya que las dataciones epipaleolíticas de Ifri Oudadane llegan hasta la mitad del VI milenio cal BC, con fechas próximas a la del primer elemento doméstico de esta cueva o a las que se conocen en Andalucía y en otras áreas peninsulares. Este yacimiento es, por lo tanto, el único caso en el que los datos arqueobotánicos epipaleolíticos se sitúan en cronologías cercanas a la aparición de las primeras plantas domesticadas. Ello ofrece la posibilidad de explorar la relación de los grupos cazadores-recolectores con los recursos vegetales en un momento próximo a la aparición de los distintos componentes del llamado “paquete neolítico” del que forman parte los distintos cereales y las leguminosas domésticas. No existe ningún

YACIMIENTO

Fase / U.E.

Lab. Cod.- Nº

Material

BP

Cal. BC 1s

Cal. BC 2s

Murciélagos ‘93

C / 20

Beta-313474

Triticum aestivum-durum

4670 ± 30

3515 - 3372

3619 - 3367

Murciélagos ‘93

C / 27

Beta-313476

Triticum aestivum-durum

6110 ± 40

5201 - 4960

5208 - 4941

Murciélagos ‘93

B / 28

Beta-313475

Triticum aestivum-durum

5920 ± 40

4836 - 4728

4905 - 4709

Murciélagos ‘93

B / 38

OxA-15649

Hordeum vulgare

6056 ± 35

5005 - 4858

5048 - 4848

Murciélagos ‘93

A / 41

OxA-15648

Hordeum vulgare

6199 ± 36

5216 - 5071

5294 - 5047

Murciélagos ‘93

A / 41

Beta-313477

Triticum aestivum-durum

6140 ± 40

5206 - 5006

5214 - 4982

Murciélagos ‘93

A / 45

OxA-15647

Hordeum vulgare

6192 ± 35

5214 - 5072

5291 - 5035

Murciélagos ‘93

A / 66

OxA-15646

Hordeum/Triticum

6184 ± 35

5211 - 5070

5283 - 5019

Murciélagos ‘93

A / 80

Beta- 316509

Hordeum vulgare

6200 ± 40

5218 - 5068

5296 - 5045

Murciélagos ‘93

“Silo” 1969

OxA-15650

Hordeum vulgare

6170 ± 37

5208 - 5064

5217 - 5009

Mármoles ‘84

“Cabaña”

Beta-313470

Triticum aestivum-durum

6100 ± 40

5194 - 4949

5208 - 4911

Mármoles ‘87

30

Beta-313472

Triticum aestivum-durum

6180 ± 40

5211 - 5066

5285 - 5002

Mármoles ‘87

40

Mármoles ‘87

“Silo Este”

Mármoles ‘87

20

Beta-313473

Triticum aestivum-durum

6180 ± 30

5209 - 5072

5219 - 5038

Wk-25171

Hordeum vulgare

6198 ± 31

5215 - 5074

5290 - 5049

Beta-313471

Triticum aestivum-durum

6250 ± 40

5303 - 5211

5315 - 5071

Nerja (Mina) ‘79

8

Beta-284146

Lathyrus sp.

7150 ± 40

6053-5999

6079-5923

Nerja (Mina) ‘83

11

Beta-284148

Pinus pinea

7500 ± 40

6431-6270

6441-6252

Tab. 2. Dataciones y calibraciones (Reimer et al., 2009) realizadas sobre semillas y frutos en los tres yacimientos estudiados.

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contextos de la mitad del VI milenio cal BC se debe a las estrategias de muestreo y a los sistemas de recogida de los restos arqueobotánicos, que hasta época muy reciente eran inexistentes. De hecho, en aquellos yacimientos andaluces o norteafricanos en los que, de forma sistemática, se han aplicado sistemas de recuperación de restos vegetales se ha comprobado que estos se conservan. Este es el caso de yacimientos como Los Castillejos de Montefrío (Rovira i Buendía, 2007), cueva de Los Murciélagos de Zuheros (Peña-Chocarro, 1999; Pérez Jordà et al., 2011) y de Ifri Oudadane (Morales Mateos et al. 2013). Existe por lo tanto un primer Neolítico en Andalucía contemporáneo al que se desarrolla en el País Valenciano o en Cataluña en torno al 5500 cal BC, que por el momento sólo ha podido constatarse con dataciones en la Cueva de Nerja, y del cual no tenemos datos sobre el tipo de agricultura practicada. Posteriormente, ya en el último tercio del VI milenio cal BC, existe evidencia de una agricultura plenamente desarrollada, basada en el cultivo de distintos cereales, leguminosas y posiblemente lino y adormidera. Los registros más amplios proceden de Los Castillejos de Montefrío (Rovira i Buendía, 2007), de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros (Peña-Chocarro, 1999) y, en menor medida, de las cuevas de El Toro en Antequera (Buxó i Capdevila, 1997; Martín Socas et al., 2004) y de Los Mármoles en Priego de Córdoba (Asquerino Fernández-Ridruejo, 2008; Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010). Por otra parte, existe un grupo de yacimientos situados en la provincia de Málaga, Roca Chica, Hostal Guadalupe y Bajondillo (Cortés Sánchez et al., 2010; Peña Chocarro et al., 2013) situados en el entorno de Torremolinos, o La Higuera (Ardales y Teba) (Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2010), de los que sólo contamos con muestras puntuales. La intención de este trabajo es, por tanto, aportar nuevos elementos a esta discusión a partir de las novedades que han supuesto en Andalucía el análisis de varios yacimientos. Por una parte se presenta el estudio completo de la secuencia del yacimiento cordobés de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros cuyos materiales proceden de las campañas de 1991 (Peña-Chocarro 1999) y 1993, así como la revisión de los materiales recuperados durante las campañas llevadas a cabo por María Dolores Asquerino (Asquerino Fernández-Ridruejo 2008) en la cueva de Los Mármoles, durante los años 1984 y 1987 parcial-

20

mente analizados y nunca publicados por Ana María Arnanz. Para el Norte de África las novedades más destacadas proceden de la secuencia del abrigo de Ifri Oudadane recientemente excavado por Jörg Lindstädter (Linstädter, 2008; Linstädter et al., 2012) cuyos datos arqueobotánicos se adscriben tanto a la ocupación epipaleolítica como a la neolítica (Morales Mateos et al., 2013). A pesar del interés de los resultados obtenidos, la información para la región andaluza sigue siendo parcial no sólo desde el punto de vista cronológico sino también espacial. Los datos disponibles proceden casi exclusivamente de dos áreas, la costa de Málaga y las sierras interiores de Córdoba y Granada. 3.1. LA CUEVA DE LOS MURCIÉLAGOS DE ZUHEROS Durante la campaña de excavación desarrollada en el año 1993 se procedió a la flotación del 100% del sedimento de todas las UEs diferenciadas (Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 1997). Con anterioridad se habían realizado distintos estudios de materiales carpológicos recuperados en la cueva Chica, una pequeña cavidad dentro de la cueva, que confirmaban la presencia de cereales y bellotas (Hopf y Muñoz, 1974; López García, 1980). A principios de los años 90 se inicia el muestreo sistemático de la cueva y se desarrollan los primeros estudios (Peña-Chocarro, 1999; González Urquijo et al., 2000) que se completan en el presente trabajo. Se ha recuperado un total de 1742 restos carpológicos en 107 muestras (Tab. 3), que incluyen fundamentalmente semillas y frutos, así como una discreta cantidad de desechos de trilla. Los materiales están mayoritariamente carbonizados, pero también se ha detectado la presencia de semillas de Papaver desecadas. En total se han flotado 2900 litros de tierra y los materiales corresponden a tres fases de ocupación. 3.1.1. Neolítico A La primera fase se desarrolla durante el último cuarto del VI milenio cal BC y es la que cuenta con un mayor número de muestras que proceden fundamentalmente de la estratigrafía excavada en el llamado Pasillo de la Cueva Grande, si bien se ha recuperado y estudiado una nueva muestra de la concentración de cereales excavada en los años 60 en la cueva Chica. De estos contextos se ha obtenido un total de seis

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… Y LLEGARON LOS AGRICULTORES: AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO

nuevas determinaciones radiocarbónicas directas (AMS) sobre restos carpológicos que han arrojado resultados coherentes cuyas fechas se agrupan entre los extremos 5152±65 y 5107±77 cal BC (Tab. 2).

No se han identificado ni desechos de trilla, ni malas hierbas.

En los contextos estratigráficos del Pasillo, la especie más abundante es el Papaver somniferum y en menor medida los cereales. El número de leguminosas es realmente reducido y sólo se confirma la presencia de Lens culinaris y de Pisum sativum, con dudas en la determinación de Vicia sativa. Entre las plantas silvestres destacan Galium sp., Amaranthus/Chenopodium, Poáceas y Rumex acetosella, especies que forman parte tanto del grupo de las plantas infectantes de campos de cereal como de las ruderales. Entre los frutos silvestres sólo abundan Pistacia y Cistus.

Las dataciones sobre semillas sitúan esta fase en los inicios del V milenio cal BC (4961±47 cal BC y 4793±47 cal BC) (Tab. 2). Se han analizado 20 muestras que proceden del Pasillo de la cueva Grande y todas ellas han proporcionado materiales carpológicos que alcanzan un total de 443 restos. En su mayor parte se trata de cariópsides de cereal, destacando los restos de cebada, que cuando está bien conservada corresponde mayoritariamente a la variedad desnuda, con un solo resto que podría ser de cebada vestida. Los trigos son también abundantes, destacando los desnudos, que al estar sólo representados por cariópsides no se puede confirmar si son Triticum durum o Triticum aestivum. El único trigo vestido es el Triticum dicoccum, un poco más abundante que en la fase A, mientras que los raquis y las bases de espiguilla están prácticamente ausentes.

Las dos únicas especies cerealísticas son la cebada desnuda (Hordeum vulgare var. nudum), que predomina ligeramente, y los trigos desnudos (Triticum aestivum/durum). Aunque la morfología del grano no permite distinguir entre el Triticum durum y el Triticum aestivum hay que señalar que todos los segmentos de raquis han sido identificados como Triticum durum. Triticum dicoccum está representado por un número de restos y una frecuencia muy baja y no se puede confirmar la presencia de Triticum monococcum. Aunque los cereales están representados mayoritariamente por cariópsides el porcentaje de desechos de trilla es también elevado. Destacan los segmentos de raquis de cebada desnuda y de trigo duro, siendo las bases de espiguilla de Triticum dicoccum menos abundantes. La distribución de los materiales en la estratigrafía no es homogénea y la mayor parte de ellos se concentra en la parte superior de esta fase. En el resto, con la excepción de algún conjunto de semillas de Papaver somniferum, el número de restos es reducido. En los estratos superiores, además de las pequeñas concentraciones de adormidera, se documentan cariópsides y desechos de trilla de los dos cereales principales en proporciones similares. La muestra estudiada de la cueva Chica (5129±61 cal BC) presenta una composición muy diferente al resto de los materiales estudiados. Está formada por cariópsides de cereales entre las que destaca el Triticum dicoccum, mientras que la cebada y los trigos desnudos aparecen representados en menor medida.

3.1.2. Neolítico B

Las semillas de Papaver somniferum siguen presentes, aunque con un peso menor y todas las conservadas lo están por carbonización, mientras que en la fase anterior el material desecado era significativo. Las leguminosas ahora son más abundantes aunque la diversidad de taxones es menor y así sólo se confirma la posible presencia de Vicia sativa. Entre los frutos silvestres destacan los de Pistacia lentiscus y Pistacia terebinthus y en menor medida las cúpulas de Quercus sp., semillas de Capparis spinosa y un posible hueso de Prunus spinosa. Las plantas silvestres son más abundantes que en la fase anterior, aunque el número de taxones es más reducido, correspondiendo la mayor parte de los restos a Chenopodium cf. album. Destaca igualmente la ausencia de gramíneas, que constituían el grupo más frecuentes en la fase A. La distribución de los materiales a través de la estratigrafía es más homogénea, aunque es cierto que parecen definirse tres momentos en los que la concentración de materiales es más destacada. Las características de estos tres conjuntos es similar, predominio de cariópsides de los dos cereales principales y un destacado repertorio de plantas silvestres entre las que destacan Pistacia lentiscus y Chenopodium cf. album, siendo la concentración de restos de Papaver somniferum en la fase intermedia el único elemento diferenciador.

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LEONOR PEÑA-CHOCARRO ET AL.

Los Murciélagos Cueva chica

Pasillo A Nº de muestras

Los Mármoles

Pasillo B

C

71

1

20

15

16

69 (13)

32

74 (12)

82 (10)

10764 (16)

3 (3)

141

6 (2)

2 (1)

59 (7)

61

2 (1)

Cereales

Triticum aestivum/durum Triticum dicoccum Triticum cf. dicoccum Triticum diccocum, base espiguilla

1 (1)

Triticum durum, raquis

16 (3)

4 (3) 2 (2)

Triticum monococcum

1 (1)

Triticum monococcum, base espiguilla Triticum monococcum/dicoccum

170 (9) 1 (1)

1 (1)

35 (6)

Triticum monococcum/dicoccum, base de espiguilla

14 (3)

Triticum sp.

11 (9)

115

56 (9)

59 (10)

1248 (16)

Hordeum vulgare cf. var. nudum

76 (16)

64

30 (6)

31 (7)

542 (15)

Hordeum vulgare cf. var. nudum, raquis

41 (7)

1 (1)

1 (1)

Hordeum vulgare cf. subsp. vulgare

56

1 (1)

Hordeum vulgare

121 (12)

102 (13)

1747 (16)

Hordeum-Triticum

8 (2)

1 (1)

3 (1)

394 (18)

416 (14)

29848 (16)

Cerealia, semilla

75 (11)

56

Cerealia, fragmento

573 (44)

90

Cerealia, raquis

33 (3) Leguminosas

Lens culinaris

2 (2)

Olea europaea

3 (1)

Pisum sativum

1 (1)

Vicia/Lathyrus

6 (4) 12 (3)

15 (4) 5 (2)

Vicia faba

4 (3)

Vicia faba frag.

6 (1)

Vicia cf. sativa

1 (1)

Vicia sp.

2 (2)

3 (3)

8 (3)

Oleaginosas

Papaver somniferum, carbonizado

304 (32)

Papaver somniferum, desecado

129 (24)

31 (3)

3 (2)

Frutos silvestres

Capparis spinosa

3 (3)

cf. Ficus carica

2 (1)

Olea europaea frag. Pistacia lentiscus

22

3 (1) 12 (3)

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26 (10)

28 (7)


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Los Murciélagos Cueva chica

Pasillo A

Pistacia cf. terebinthus

B

2 (2)

Los Mármoles

Pasillo C

4 (3)

cf. Prunus spinosa frag.

1 (1)

Quercus sp. cúpulas

6 (1)

13 (3) 1 (1)

Rubus sp.

3 (3) Plantas silvestres

Aegilops sp.

8 (3)

Amaranthus sp.

2 (1)

Amaranthus/ Chenopodium sp.

8 (1)

4 (1)

cf. Artemisia

1 (1) 2 (1)

cf. Astragalus sp.

1 (1)

Avena sp.

2 (2)

Chenopodium cf. album Chenopodium sp.

2 (1) 1 (1)

Cyperaceae

Cistus sp.

5 (2)

17 (3)

Crucianella sp.

1 (1)

cf. Festuca

Galium sp.

6 (2)

40 (5)

207 (5) 30 (6)

2 (2)

6 (3)

Graminea

16 (4)

Lathyrus cf. tingitanus

1 (1)

Leguminosa indeterminada

2 (2)

Leguminosa pequeña

4 (2)

3 (2)

1 (1)

9 (4)

Malva sp.

3 (3)

Medicago cf. sativa

1 (1)

cf. Medicago

1 (1)

Phalaris sp.

8 (2)

182 (14)

Plantago sp.

4 (2)

Poaceae indeterminada

11 (4)

Poaceae indeterminada, nudo

2 (1)

Rumex acetosella

8 (1)

Rubiaceae

1 (1)

cf. Rubiaceae

6 (2)

1 (1)

Umbelifera Indeterminado A Indeterminado, semilla Indeterminado, fragmento

4 (3) 107 (18) 27 (7) 282 (29)

32 10 (4)

7 (3)

22 (3)

1 (1)

Tab.3. Materiales carpológicos de la cueva de los Murcielagos de Zuheros y de la cueva de los Mármoles. Número de restos y entre paréntesis el número de muestras en las que aparecen.

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3.1.3. Neolítico C La tercera fase de ocupación neolítica de la cueva de Los Murciélagos es la peor caracterizada ergológicamente hablando. En este tramo estratigráfico, que abarca las UEs 20 a 27 de la campaña de 1993, los niveles superiores se depositaron durante un periodo de desocupación de la zona del Pasillo propiamente dicha, en el que las actividades en los sectores aledaños del Vestíbulo de la cueva grande debieron ser mucho más esporádicas que en las fases precedentes, en contra de lo que ocurre en los niveles inferiores. La cronología absoluta a partir de la datación de una semilla doméstica recuperada en la unidad más reciente, inmediatamente infrayacente a la denominada “interfacies de los escalones”, un suelo arcilloso y compacto (UE 20) que separa la secuencia neolítica de los posteriores estratos de la Edad del Cobre (Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 1997: 223), proporciona un término ante quem de mediados del IV milenio cal BC cifrado (3451±53 cal BC, Beta-313474). Por su parte, el análisis de otro resto carpológico de la unidad a muro de este tramo (UE 27) ha arrojado una determinación (5079±89 cal BC, Beta-313476), sensiblemente más antigua y acorde con la cronología del paso del Neolítico A al B, por lo que podría tratarse de una semilla errática. Dentro de estos límites absolutos, la cronología más probable de los niveles del Neolítico C de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros se sitúa entre fines del V, como sugieren los materiales cerámicos y dos dataciones sobre carbón (I-17.762: 4173±196 cal BC, e I-17.761: 3873±231 cal BC, procedentes de las UEs 24 y 22 respectivamente) (Vera Rodríguez y Gavilán Ceballos, 1999: 232), y la mitad del IV, donde nos sitúa la fecha del cereal. Las 15 muestras recuperadas en el Pasillo de la cueva Grande han aportado materiales carpológicos, con un total de 349 restos. El predominio de los cereales es incluso superior al de la fase anterior (Tab. 3), y hay un equilibrio entre trigo y cebada, que cuando está bien conservada se confirma que se trata en todos los casos de la variedad desnuda. La mayor parte de los restos de trigo pertenecen al grupo de Triticum aestivum/durum mientras que los trigos vestidos son muy escasos, documentándose tanto Triticum dicoccum como Triticum monococcum, de los que sólo hay cariópsides y no se conserva ningún desecho de trilla.

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Papaver somniferum sigue presente aunque mantiene la reducción progresiva que se observa a lo largo de la secuencia. Las leguminosas presentan un porcentaje similar al de la fase B, aunque, con la excepción de los guisantes, los otros restos no pueden más que adscribirse al género Vicia. Una situación similar se observa entre los frutos silvestres, entre los que sigue destacando Pistacia lentiscus y en menor medida Quercus sp., apareciendo por primera vez Olea europea. Entre las plantas silvestres se observan cambios como la reducción de su peso y la reaparición de taxones como las gramíneas. Además, la presencia de Chenopodium se reduce sensiblemente. La distribución del material carpológico es la más homogénea de las tres fases aunque es cierto que la densidad media es la más baja. La composición de los distintos conjuntos es similar con predominio de cariópsides de trigos desnudos y de cebada y una reducida presencia de leguminosas y conjuntos de Pistacia lentiscus. 3.2. LA CUEVA DE LOS MÁRMOLES En esta cueva, situada en la Sierra de los Judíos a casi 900 m de altitud, el muestreo se limitó a recoger algunas concentraciones de cereales en las campañas desarrolladas en 1984 y 1987 (Tab. 3). El sedimento fue flotado, no se conocen los volúmenes tratados y tampoco se siguió una sistemática en el tratamiento y recuperación de los materiales, lo que puede haber provocado la pérdida, fundamentalmente, de los restos de tamaño más pequeño. Una parte del material aparece en una pequeña cubeta que fue interpretada como una estructura de almacenamiento posiblemente asociada a la cabaña contigua. Entre los materiales de la campaña de 1987 se diferenció un primer paquete que correspondería a un “Neolítico Medio Meridional” (UEs 30, 31 y 40) y una fase más avanzada (UE 20) (Asquerino Fernández-Ridruejo, 2008), aunque las dataciones realizadas con cereales ya publicadas (Carvalho et al., 2010) y las nuevas determinaciones que aquí presentamos (Tab. 2) se sitúan todas ellas en el último tercio del VI milenio cal BC, con extremos comprendidos entre 5220±69 cal BC y 5057± 83 cal BC.

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Junto a los cereales aparecen restos de otras especies. En la zona de la Cabaña, por ejemplo, se documenta la presencia de leguminosas (habas y guisantes), algunos frutos (aceitunas y núculas de lentisco y terebinto) y una sola gramínea.

Se han recuperado 6 muestras en la zona excavada en el año 1984, cuando se interviene en la zona de “La Cabaña” y otras 10 en 1987 en torno a una estructura de almacenamiento. Todas ellas son conjuntos de cariópsides de cereal, fundamentalmente de trigos desnudos (Fig. 2). Sólo en dos se ha conservado un raquis que permite confirmar la presencia de Triticum durum. Los porcentajes de las distintas variedades permiten pensar en la existencia de cultivos monoespecíficos, al menos de trigos desnudos.

Por lo que se refiere a las muestras procedentes de la zona del “silo” destacan las núculas de Pistacia y las semillas de leguminosas así como un importante número de gramíneas (Aegilops, Avena, Phalaris y cf. Festuca) que, junto a otras especies como las Ciperáceas, la Malva, el Medicago, el Plantago y las Umbelíferas, suelen desarrollarse como malas hierbas entre los campos de cultivo.

A pesar del predominio abrumador de los trigos desnudos, todas las muestras contienen cariópsides de otras especies destacando la cebada desnuda y en menor medida el Triticum monococcum y el Triticum dicoccum. Estos cereales están representados de forma prácticamente exclusiva por cariópsides, ya que junto a los escasos raquis de trigo duro, se ha conservado un número igualmente reducido de bases de espiguilla de trigos vestidos. Se trata por lo tanto de conjuntos de cereales ya procesados y dispuestos para el consumo, que posiblemente estaban almacenados en esta cavidad y que por algún accidente acabaron carbonizándose.

4. ¿HÁBITATS Y CORRALES? Las diferentes características de las muestras analizadas en cada uno de estos yacimientos permiten plantear distintos usos de los espacios muestreados a lo largo de las sucesivas fases de ocupación. Hay que tener en cuenta, por una parte, que la ausencia de un muestreo sistemático en la cueva de Los Mármoles no permite una contrastación plena de los materiales de los dos yaci-

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1

2

3

4

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Fig. 2. Porcentajes de los cereales en las muestras de la cueva de los Mármoles.

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mientos y por otra parte, es necesario valorar que las áreas muestreadas en cada uno de ellos son reducidas. Los niveles de finales del VI milenio de ambos yacimientos se pueden considerar prácticamente coetáneos y, en los dos casos, se han detectado concentraciones de cereales formados por cariópsides ya procesadas dispuestas para el consumo. En la cueva de Los Mármoles los cereales aparecen junto a una “cabaña”, por lo que podemos pensar que se trataba de conjuntos almacenados en la vivienda o en su entorno. Más difícil resulta definir el carácter de los materiales recuperados en la cueva Chica de la cueva de Los Murciélagos ya que esta zona de la cavidad no es un lugar de hábitat, sino un espacio en el que parecen acumularse materiales que tendrían su origen en un pequeño abrigo con el que se comunica a través de un cono de derrubios (Vera Rodríguez y Gavilán Ceballos, 1999) y de donde parece proceder la gran cantidad de grano carbonizado que ocupa un espacio de varios metros cuadrados. No hay datos para afirmar si se trata de un vertido puntual de semillas carbonizadas accidentalmente, si es intencional, o si es resultado de la acumulación de diferentes deposiciones. Las muestras del Pasillo de la cueva Grande en la cueva Los Murciélagos presentan unas características distintas. No son grandes concentraciones, se trata de material disperso en el que las semillas de adormidera son el resto más abundante, seguidas en menor medida por los cereales. En la parte superior de esta primera fase se concentra el mayor número de restos, caracterizados por el predominio de cereales y de las semillas de adormidera a los que acompañan un numero destacado de raquis de trigo duro y de cebada desnuda así como un grupo, también abundante, de malas hierbas de pequeño tamaño (Galium sp. y Phalaris sp.), que quizá puedan interpretarse como restos puntuales de una de las fases finales de limpieza del cereal previas a su almacenamiento o consumo. Este tipo de muestras apunta a una utilización de estos espacios como lugares de hábitat en los que se termina de procesar el cereal y se almacenan las cosechas. Este esquema podría sufrir algunos cambios en la fase siguiente, a inicios del V milenio cal BC, con datos que proceden ahora sólo de la zona del Pasillo de la cueva Grande de la cueva Los Murciélagos. No hay concentraciones de cereal, aunque

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son los restos más abundantes en la mayor parte de las muestras y prácticamente sólo aparecen en forma de cariópsides, ya que los desechos de trilla son muy escasos. Al mismo tiempo la presencia de malas hierbas es abundante pero menos diversa que en la fase anterior ya que se reducen prácticamente a semillas de Chenopodium. Estos conjuntos están además acompañados por un número bastante más elevado que en la fase A de núculas de lentisco y terebinto y en uno de ellos se ha podido recuperar algún coprolito de ovicáprido. Estos elementos permiten pensar en la posibilidad de un cambio en la utilización de este espacio ahora quizá convertido en una zona de corral. Es cierto que no tenemos otros elementos para valorar esta posibilidad, ya que el registro antracológico no señala en esta fase diferencias con la anterior (Rodríguez Ariza, 2011) ni se observan valores destacados de especies que pudieran ser recolectadas para el ramoneo de las ovejas o de las cabras. Únicamente se señala una degradación progresiva de la vegetación que se concreta fundamentalmente en un descenso de Arbutus unedo (madroño) y en un incremento paralelo de Cistus sp. que podría estar favorecido por el desarrollo de actividades ganaderas o agrícolas en el entorno de la cueva. Si la hipótesis de la utilización de la cueva como corral de ganado se confirmara, parecería razonable relacionar el aumento de las señales de degradación de la vegetación con la acción del ganado estabulado. Las muestras de la fase C, de finales del V y la primera mitad del IV milenio cal BC, son similares a las de la B. Están formadas básicamente por conjuntos de grano, con muy pocos desechos de trilla. El número de malas hierbas es de nuevo escaso, pero la diversidad de taxones es mayor que en la fase anterior. Siguen apareciendo semillas de Chenopodium, pero reaparecen otros taxones que estaban presentes en la fase A como las gramíneas. Se encuentran de nuevo algunos coprolitos de ovicáprido y esto de nuevo coincide con un peso relevante de las núculas de lentisco por lo que se puede pensar otra vez en el uso de este espacio para la estabulación de ganado. Es posible, sin embargo, que lo que se esté produciendo sea simplemente una diversificación en el uso del espacio. La posibilidad de un cambio en el uso de las cuevas entre el VI y el V-IV milenios es un hecho ya constatado en el País Valenciano. Son conocidos los datos

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5. LAS CUEVAS DE LOS MURCIÉLAGOS Y DE LOS MÁRMOLES EN EL CONTEXTO ANDALUZ

80 70 60 50

Las secuencias más amplias conocidas hasta el momento en Andalucía son las que se presentan en este trabajo y la de Los Castillejos (Granada) (Rovira i Buendía, 2007). El resto de los yacimientos han proporcionado conjuntos mucho más reducidos.

40 30 20 10 0 Zuheros A

Zuheros B

Zuheros C

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Castillejos 1-6

Castillejos 7-11

Castillejos 15-16

Fig. 3. Ubicuidad de los cereales.

de la cova de Les Cendres (Moraira, Alacant) (Bernabeu Aubán y Molina Balaguer, 2009) o de la cova de L’Or (Beniarrés, Alacant) (Badal García y Martí Oliver, 2011; Badal García et al., 2013), que pasaron de ser espacios de hábitat en el VI milenio a ser posteriormente utilizadas como lugares de estabulación. En el País Valenciano este cambio va asociado a la construcción de los primeros poblados con silos en el llano, lo que ha llevado a proponer que este abandono de las cuevas como lugar de hábitat va ligado a una reestructuración económica y social que a nivel agrario supone el tránsito de un modelo de producción intensivo a uno extensivo (García Borja et al., 2011) en línea con el modelo planteado para Tesalia (Halstead, 1987). La extensión de las superficies roturadas para el cultivo podría estar condicionando el traslado del ganado, hasta un momento posterior a la cosecha, a zonas alejadas en las que por una parte, al estar algo más elevadas, existirían pastos de mejor calidad en la época más seca del año y por otra, su alimentación no interferiría con en el desarrollo de los cultivos.

La fase A de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros así como la ocupación de la cueva de Los Mármoles coinciden con un momento avanzado de la fase 1-6 de Los Castillejos (Granada), con la fase IV de la cueva de El Toro (Málaga) (Martín Socas et al., 2004), así como con los niveles de ocupación de las cuevas ubicadas en la costa de Málaga como la cueva de Nerja, cueva de Bajondillo, Roca Chica y Hostal Guadalupe (Aura Tortosa et al., 2005; Cortés Sánchez et al., 2010; Pérez Jordà et al., 2011). Por otra parte, La fase B de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros equivale a la 7-11 de Los Castillejos y a los escasos materiales recuperados en la cueva de Los Murciélagos de Albuñol (Neuweiler, 1935). Finalmente la fase C es contemporánea de la fase 15-16 de Los Castillejos. En todos estos yacimientos (Fig. 3) se confirma el predominio de los trigos desnudos y la cebada desnuda así como un papel mucho menos representativo de los trigos vestidos y la cebada vestida. La única excepción sería el conjunto recuperado en la cueva Chica de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros, donde predomina el Triticum dicoccum. Las leguminosas están sistemáticamente presentes y, aunque presentan una diversidad de taxones importante (lenteja, guisante, haba, veza, guija y yero), su frecuencia es en todos los casos muy reducida. Con todo, el elemento característico de este territorio es el papel jugado por dos plantas oleaginosas como la adormidera y el lino. Son sólo algunas cuestiones de matiz las que permiten establecer diferencias entre distintos yacimientos. En Los Castillejos, entre los trigos vestidos se documenta fundamentalmente Triticum monococcum aunque se constatan también el lino y la adormidera, destacando el primero. En la cueva de Los Murciélagos de Zuheros Triticum dicoccum es más abundante y en la cueva de Los Mármoles predomina el Triticum monococcum y, en la primera, la única

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oleaginosa documentada es la adormidera. Habrá que explorar en un futuro si estas diferencias responden a cuestiones territoriales. Este esquema parece mantenerse en el IV milenio cal BC, tanto en la fase C de la Cueva de Los Murciélagos como en Los Castillejos (fases 15-16), con una reducción del peso de los trigos vestidos. Las diferencias se establecen en las tendencias de los cultivos de oleaginosas, que en la cueva de Los Murciélagos pierden peso y en Los Castillejos aumentan, fundamentalmente la del lino. En anteriores trabajos referidos a la agricultura peninsular (Zapata Peña et al., 2004; Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2014), se ha puesto de manifiesto la gran diversidad de cultivos que define la primera fase de la agricultura. Con posterioridad, se observa una reducción de la diversidad caracterizada por el monopolio de los trigos desnudos y de la cebada en la producción de cereales de estas comunidades. Como ya se ha puesto en evidencia anteriormente, esta tendencia se manifiesta bien en la secuencia de la cueva de Los Murciélagos en la que se observa un creciente predominio de los dos cereales y un papel más reducido de los trigos vestidos. Una lectura de estos elementos ha permitido proponer un modelo explicativo siguiendo las propuestas de Halstead (1996) para Grecia. Así pues, estas primeras comunidades agrarias desarrollarían un sistema agrícola intensivo u hortícola caracterizado por una gran variedad de cultivos (Bernabeu Aubán, 1995; Pérez Jordà, 2005; García Borja et al., 2011). Se trata de comunidades formadas por pequeños grupos de agricultores y ganaderos que se dedican al cultivo de parcelas reducidas en las que, para minimizar el riesgo de malas cosechas, siembran diversos cereales. Los trigos desnudos y la cebada desnuda, las especies mayoritarias, ocuparían las mayores extensiones de terreno, mientras que el resto de especies se cultivaría en superficies menores. Este sistema de producción se basa en la selección de suelos de buena calidad en los que se puede recurrir al abonado como forma de asegurar el mantenimiento de la productividad de los mismos. Es un sistema como el formulado para Centroeuropa (Bogaard, 2004) que en la península es difícil de atestiguar por la parquedad del registro de malas hierbas que no permite contrastarlo.

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La reducción de la diversidad de cereales cultivados que se produce a lo largo del V milenio cal BC, y ya de forma más clara en el IV milenio cal BC, puede interpretarse como señal de un cambio de modelo. En otras zonas de la Península Ibérica esta reducción de especies coincide con otros factores como el desarrollo de los poblados en llano con grandes conjuntos de silos y un posible uso de los bóvidos como fuerza de tiro (Bernabeu Aubán, 1995; Barton et al., 2004) como constatan algunas patologías y el mantenimiento de animales en vida hasta la edad adulta (Martínez Valle, 1993). Estos dos factores también parecen observarse a partir al menos del IV milenio cal BC en Andalucía (Hain, 1982) y podrían, quizás, explicarse como resultado del cambio hacia un modelo de producción extensivo, en el que pasan a cultivarse básicamente dos cereales, ya no en pequeñas superficies, sino en parcelas más grandes aradas gracias al trabajo de los bóvidos (Martínez Sánchez, 2013). Uno de los elementos definitorios de la cueva de Los Murciélagos es la presencia de la adormidera (Papaver somniferum) (Peña-Chocarro, 1999, 2007; Peña-Chocarro y Zapata Peña, 2014). Este taxón presenta en la Península Ibérica una distribución desigual (Zapata Peña et al., 2004). Así, está prácticamente ausente de toda la costa mediterránea, donde sólo se ha documentado en La Draga (5300-5150 cal BC) (Antolín i Tutusaus y Buxó i Capdevila, 2011), a pesar de ser la zona de la península que cuenta con un mayor número de estudios carpológicos. Hay un único resto en el límite norte de la Meseta, en el yacimiento de La Lámpara (Soria) (Stika, 2005), y es en Andalucía oriental donde se encuentran los hallazgos más abundantes que inician su aparición ya desde la segunda mitad del VI milenio cal BC. Además de en la cueva de Los Murciélagos, se ha identificado Papaver en Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007). Posteriormente, esta especie se documenta ya en el V milenio cal BC, en la cueva de Los Murciélagos de Albuñol (Granada) (Neuweiler, 1935) y en el IV milenio cal BC en la cueva de El Toro (Buxó i Capdevila, 1997; Martín Socas et al., 2004). La presencia de este taxón es por tanto una de las características diferenciadoras del registro arqueobotánico de esta región, tanto por el número de yacimientos en los que aparece, todos en los que se ha realizado un muestreo sistemático, como por el volumen de restos. La dificultad de diferenciar entre las semillas de la subespecie silvestre (Papaver somniferum ssp.

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setigerum) y la cultivada (Papaver somniferum ssp. somniferum) (Hammer y Fristch, 1977; Fritsch, 1979), provoca una cierta indeterminación. De esta forma, en la mayor parte de los casos no es posible definir cuál de las dos subespecies está representada, ya que la mayor parte de los restos conservados son semillas. Únicamente, la presencia de cápsulas en la cueva de Los Murciélagos de Albuñol ha permitido identificar la forma silvestre (Neuweiler, 1935). Los restos de Los Castillejos (Rovira i Buendía, 2007) se han interpretado como posibles ejemplos de plantas domesticadas ya en el V milenio cal BC a partir del aumento del número y de la frecuencia de las semillas recuperadas, aunque los individuos con dimensiones que los podrían acercar a formas cultivadas no se documentan hasta el inicio del III milenio cal BC. Independientemente de la diferenciación entre estas dos subespecies, los datos de Andalucía Oriental parecen estar señalando una explotación sistemática de este taxón. En la cueva de Los Murciélagos de Zuheros es el taxón más abundante y más frecuente durante la segunda mitad del VI milenio, y aunque desconocemos la utilización de sus semillas parece evidente que se trata de un recurso importante en la economía de esta comunidad. La forma silvestre es nativa en la Península Ibérica (Zohary et al., 2012) y sus cápsulas, a diferencia de las formas domesticadas, al llegar a la madurez, tienden a liberar las semillas, mientras que las domésticas las retienen. La presencia de semillas en un contexto de cueva sugiere que quizá se trate de la forma cultivada ya que las formas silvestres tendrían menos probabilidad de incorporarse a este tipo de contexto al dispersarse sus semillas al llegar a la madurez. Los usos tradicionales de esta especie son variados. Sus semillas se han utilizado para la extracción de aceite o como ingrediente en la elaboración de panes. Por otra parte, esta especie posee propiedades narcóticas que se concentran en el látex que producen las incisiones realizadas en sus cápsulas inmaduras (Guerra-Doce y López Sáez, 2006). En los últimos años, esta especie ha alcanzado un gran interés y se ha comenzado a discutir sobre su posible origen y domesticación. La subespecie silvestre de la amapola es nativa del Mediterráneo occidental (Zohary et al., 2012) y está ausente en Próximo Oriente, con la excepción de un hallazgo en el yacimiento del PPNC d’Atlit-Yam (Kislev et al., 2004). Los materiales se concentran en Italia en el yacimiento de La Marmotta (Rottoli y Pessina, 2007) con una

datación entre el 5550-5100 cal BC, en Centroeuropa con fechas a partir del 5200 cal BC (Salavert, 2010), y las de la Península Ibérica con dataciones similares a estas últimas. Los datos actuales, con la duda de la Marmotta, señalan por lo tanto una contemporaneidad entre el Mediterráneo Occidental y Centroeuropa. Aurélie Salavert (2010) valora la posibilidad de que este taxón se introdujera en Centroeuropa como una mala hierba junto a los cereales desde el Mediterráneo y que posteriormente se iniciara su cultivo en este área, donde el registro actual es más amplio que en el Mediterráneo. Es evidente que en estos momentos no es comparable la calidad y la cantidad de trabajos arqueobotánicos desarrollados en Centroeuropa, con los del área mediterránea, tanto en el sur de Francia, como en las penínsulas Italiana e Ibérica. El tipo de conservación, en muchos casos materiales preservados por inundación, ha contribuido a que en Centroeuropa se conozcan muchos más casos de la presencia de esta especie. En Andalucía, en los dos yacimientos con niveles del VI milenio cal BC en los que se ha realizado un muestreo sistemático, se ha detectado este taxón, por lo que su presencia no se puede calificar como “esporádica” (Salavert, 2010). A falta de dataciones directas sobre los materiales que lo permitan, no parece factible rebatir la idea que sitúa en el Mediterráneo occidental la zona en la que posiblemente se iniciara el cultivo de la adormidera (Schultze-Motel, 1979; Bakels, 1982; Bakels, 1992; Zohary et al., 2012), donde es evidente su expansión desde finales del VI milenio.

6. CONCLUSIONES A pesar de los problemas de registro que existen, los datos arqueobotánicos disponibles para la mitad sur peninsular y la costa marroquí apuntan a la existencia de una serie de continuidades y rupturas entre el mundo de los cazadores recolectores y el de los primeros agricultores. La explotación de los recursos silvestres del entorno mediterráneo parece el punto común entre ambos mundos. La recolección de las semillas y frutos silvestres utilizados en la alimentación, o bien para otros usos, es una actividad que sólo ha sido abandonada, en parte, por las comunidades urbanas del mundo contemporáneo.

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La adopción de la agricultura en ningún caso implicó el abandono de estos recursos. Probablemente, su importancia global en la dieta descendería, pero las comunidades agrarias siguieron recolectando los recursos silvestres como se refleja en el registro arqueobotánico. Los primeros grupos de agricultores proceden de entornos similares a los que se van a encontrar en el occidente mediterráneo. Se trata de grupos que conocen y, por lo tanto, explotan los recursos vegetales del entorno bien como alimento bien para otros usos (artesanías, remedios medicinales, etc). Intentar diferenciar a partir de este criterio ambas poblaciones, resulta imposible por la falta de registro, pero no parece que pueda existir una diferencia clara en la relación que mantendrían estas comunidades y el medio que les rodea. De hecho, la continuidad que se observa en las especies vegetales documentadas apunta a una preservación, al menos, del conocimiento etnobotánico a lo largo del tiempo. La recolección exige un profundo conocimiento no sólo de las especies recolectadas sino también de los lugares en los que estas se desarrollan, de los tiempos de maduración así como de otros factores. El elemento de ruptura que permite distinguir estas comunidades a partir del registro arqueobotánico es la presencia o ausencia de plantas cultivadas. Los datos sobre el inicio de la actividad agraria se sitúan hacia la mitad del VI milenio cal BC en la costa de Málaga, asimismo, los datos con los que contamos del último tercio de este milenio, revelan la existencia de comunidades agrarias con unas prácticas similares a las desarrolladas en otros ámbitos de la Península Ibérica. Cultivan un grupo amplio de cereales y leguminosas, aunque parecen desarrollar un elemento particular como puede ser el cultivo del lino y el de la adormidera. Son especies presentes de forma puntual en otros ámbitos peninsulares, pero en ningún caso parecen tener un desarrollo tan destacado como el que se observa en las sierras subbéticas. Falta definir, en todo caso, si se trata de una realidad regional o si, por el contrario, es propia también de otras zonas de Andalucía. De igual forma habrá que valorar en el futuro si las diferencias que se observan entre unos yacimientos y otros pueden permitir la diferenciación de grupos o comunidades. En todo caso no parecen existir elementos, como se ha propuesto (Arteaga Matute y Hoffmann, 1999; Ramos Muñoz, 2000), para defender un modo de producción agrícola al margen de los cereales. Por el momento el regis-

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tro andaluz coincide con el del resto de la Península Ibérica en señalar la irrupción de un mundo nuevo del que forman parte los cultivos de cereales y de leguminosas. Más problemático será definir si la interacción entre agricultores y cazadores-recolectores provocó o no el intercambio de conocimientos sobre el cultivo o sobre la recolección de plantas.

AGRADECIMIENTOS El trabajo de los autores forma parte del Proyecto AGRIWESTMED (Origins and spread of agriculture in the western Mediterranean region) financiado por el ERC (European Research Council) a través de un Advanced Grant (ERC-AdG-230561. La investigación de L. Peña-Chocarro se inserta además en el Programa Consolider TCP-CSD2007-00058. Agradecemos a A. Uriarte del Laboratorio de Arqueología del Paisaje y Teledetección (LabTel, Instituto de Historia CCHS - CSIC) la elaboración del mapa.

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Mango en cuerna con ranura en su base para insertar piezas lĂ­ticas procedente de la cueva de El Toro ( Antequera, MĂĄlaga). Foto: don Hilario.


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COMUNIDADES CAMPESINAS, PASTORAS Y ARTESANAS. TRACEOLOGÍA DE LOS PROCESOS DE TRABAJO DURANTE EL NEOLÍTICO ANDALUZ Amelia C. Rodríquez-Rodríguez1, Juan Francisco Gibaja Bao2, Unai Perales Barrón3 e Ignacio Clemente Conte2

Resumen: En este trabajo se presentan los resultados de veinte años de análisis funcionales efectuados sobre materiales líticos tallados del Neolítico, procedentes de diversos yacimientos andaluces. Los datos se ofrecen con una perspectiva diacrónica, individualizando dos periodos: Neolítico Antiguo y Reciente. Con independencia de su situación geográfica y de la naturaleza específica de cada asentamiento, destaca la relativa homogeneidad de las actividades que se documentan en el periodo más antiguo, centradas fundamentalmente en la explotación de los recursos de origen animal, quizá por la importancia de las prácticas ganaderas. En la siguiente etapa se observa una mayor diversificación de los procesos de trabajo representados en las huellas de uso, así como la especialización de algunos sitios en ciertas actividades.

Palabras clave: Neolítico, Andalucía, Análisis Funcional.

COMMUNITIES OF FARMERS, SHEPHERDS AND ARTISANS. USEWEAR ANALYSIS OF THE WORKING PROCESSES IN ANDALUSIAN NEOLITHIC Abstract: In this paper we present the results of twenty years of functional analysis carried out on lithic industries from Neolithic Andalusian sites. Data are presented from a diachronical perspective, individualizing two periods: Ancient and Recent Neolithic. Independently of their geographical situation and the specific nature of each settlement, we must stress the relative homogeneity of the activities documented in the ancient period. They are especially oriented to the exploitation of animal resources, perhaps because of the importance of livestock practices. In the following period the use-wear analysis shows a wider diversification of the working processes, together with the specialization of some sites in certain activities.

Keywords: Neolithic, Andalusia, Use-wear Analysis.

Grupo de investigación Tarha. Departamento de Ciencias Históricas. ULPGC, [arodriguez@dch.ulpgc.es] CSIC-IME, Departamento de Arqueología y Antropología, [jfgibaja@imf.csic.es] [ignacio@imf.csic.es] Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología, Universidad del País Vasco (UPV-EHU) [perales.unai@gmail.com]

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Recibido: 18/04/2013; Aceptado: 06/11/2013

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AMELIA C. RODRÍQUEZ-RODRÍGUEZ ET AL.

1. INTRODUCCIÓN El espacio geográfico que hoy ocupa Andalucía, compone un escenario lleno de contrastes donde todavía no existe una representación clara y unánime de cómo y quiénes protagonizaron los fenómenos inherentes a los procesos de neolitización y su posterior desarrollo a lo largo de tres milenios. En este volumen se podrán consultar muchos datos empíricos, interpretados desde posicionamientos teóricos diferentes, que intentan ilustrar esos procesos. El objetivo de nuestra aportación es presentar veinte años de estudios funcionales realizados en la región, intentando ofrecer una perspectiva diferente a otros trabajos de síntesis en los que también se ha tratado este tema. En efecto, fue en 1994 cuando se publicaron las primeras aportaciones sobre Andalucía (González Urquijo et al., 1994; Rodríguez-Rodríguez, 1994) y desde entonces se han abordado cuestiones de diverso calado y objetivos, que han determinado una notable asimetría en lo que se refiere a la disponibilidad de información según los territorios y la cronología específica. Así, la mayoría de los análisis traceológicos efectuados se han insertado en programas de investigación determinados por un marco cronológico muy concreto, el Neolítico Antiguo, y/o por unos procesos de trabajo también muy delimitados: las técnicas de recolección de los cereales (Ibáñez Estévez et al., 2008; Gibaja Bao et al., 2010). Por ello, en este caso se intentará ampliar la perspectiva diacrónica a todo el periodo, así como ilustrar mejor el conjunto de actividades documentadas en cada lugar. Se propone, por tanto, seguir el rastro de aquellos hombres y mujeres que cambiaron para siempre el paisaje andaluz con sus campos de cultivo, sus dehesas, sus poblados y sus cementerios, centrándonos en los procesos más directamente ligados al uso de las industrias líticas talladas, desde la captación y producción de recursos alimenticios al desarrollo de elaboradas artesanías, a través de las trazas que dejaron en algunos de esos instrumentos de trabajo. La tarea es complicada, sobre todo porque contamos con conjuntos poco homogéneos y, por tanto, difíciles de comparar entre sí. Las razones de estas asimetrías ya se han comentado anteriormente (Gibaja Bao et al., 2010) y pueden resumirse en tres tipos de circunstancias.

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A) Los estudios traceológicos han puesto en evidencia los problemas postdeposicionales propiciados por el tipo de sedimentos de una parte significativa de los yacimientos bajo estudio, sobre todo los situados al aire libre y en zonas litorales o próximas a cursos fluviales. Este detalle es especialmente significativo en Andalucía Occidental (yacimientos de La Esparragosa y La Mesa en la provincia de Cádiz), pero también se ha documentado en la zona Oriental (Cabecicos Negros en Almería y La Loma en Granada). El resultado es un alto número de posibles instrumentos líticos no analizables o con estigmas difíciles de interpretar, sobre todo aquellos ligados al trabajo de materias que se caracterizan por dejar huellas de uso poco desarrolladas. Las dificultades de observación también están ligadas a las novedades tecnológicas del periodo: el tratamiento térmico del sílex para mejorar sus prestaciones en los procesos de talla por presión. En efecto, las piezas tratadas presentan lustres intensos, cuyo brillo oculta en muchas ocasiones las huellas de uso menos desarrolladas, por lo que a veces sólo se puede afirmar que la pieza está usada pero sin poder determinar sobre qué (Rodríguez-Rodríguez, 2004, Clemente Conte y García Díaz, 2007; Gibaja Bao et al., 2010). B) Existen pocos yacimientos analizados con secuencias amplias, adscritas a varias de las fases propuestas para el Neolítico andaluz, lo que dificulta realizar un análisis diacrónico significativo. En este sentido, es cueva del Toro (Málaga) el sitio que ofrece los datos más importantes, tanto desde el punto de vista cuantitativo, con un porcentaje de piezas analizadas aceptable, como por el marco temporal que ilustra, que abarca la mayoría del periodo que nos ocupa. En las cuevas de Los Murciélagos de Zuheros (Córdoba) y de Nerja (Málaga) también se han analizado materiales pertenecientes a tres conjuntos cronoculturales diferentes, aunque los del Neolítico más reciente suman menos ejemplares. Otros yacimientos como los poblados de Los Castillejos (Granada) y Cabecicos Negros (Almería) también han proporcionado un número significativo de piezas analizables, aunque todas son del Neolítico Antiguo-Medio (Rodríguez-Rodríguez et al., 1996; Goñi Quinteiro et al., 1999; Carvalho et al., 2012).

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COMUNIDADES CAMPESINAS, PASTORAS Y ARTESANAS. TRACEOLOGÍA DE LOS PROCESOS DE TRABAJO DURANTE EL NEOLÍTICO ANDALUZ

C) Por último, destaca la circunstancia de que unos pocos sitios, adscritos al periodo del Neolítico Antiguo, sólo han sido objeto de un estudio selectivo de determinados morfotipos, sobre todo los elementos de hoz, caso de La Mesa (Cádiz) (Clemente Conte y García Díaz, 2007); Castillo de Doña Mencia (Córdoba) y Bajondillo (Málaga) (Gibaja Bao et al., 2012) (Fig. 1). Una cuestión igualmente importante, si se pretende ofrecer una visión diacrónica del conjunto de actividades productivas documentadas mediante los análisis traceológicos, es la definición de las diversas fases del Neolítico de esta región. La compartimentación clásica en tres periodos: Antiguo, Medio y Final, ha experimentado una profunda revisión en la última década, sobre todo gracias al incremento y mejor documentación estratigráfica de las dataciones (Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 2001; Martínez et al., 2009, Aura et al., 2010; Aranda et al., 2012). Como nuestro objetivo no es participar en ese debate, hemos considerado que es más certero presentar los datos subdivididos en dos grandes fases únicamente. Así, por una parte se considerarán los materiales datados en contextos antiguos (aproximadamente entre el 5400 y el 4000 cal ANE) y por otra los adscritos a un periodo más reciente (4000 al 3300 cal ANE).

2. EL NEOLÍTICO ANTIGUO El estudio de cómo se produjo el proceso de neolitización en Andalucía ha centrado el interés de varios grupos de investigación, lo que se ha traducido en una mayor abundancia de datos para este periodo antiguo. Hay que resaltar, sin embargo, que existen pocas aportaciones sobre los momentos que precedieron a los fenómenos implicados en los cambios económicos, culturales y quizá poblacionales que entrañaron esos procesos. Así, son escasos los yacimientos mesolíticos que han sido investigados y, en consecuencia, tampoco son abundantes los datos funcionales derivados de alguna de esas intervenciones. De hecho, sólo se ha publicado el estudio de las industrias líticas del yacimiento del Embarcadero del río Palmones (Clemente Conte y García Díaz, 2007). Se trata de un asentamiento al aire libre, emplazado en un contexto sedimentario de arenas, por lo que la mayor parte de las piezas no son apropiadas para el estudio funcional. Los resultados fueron pobres, ya que sólo se determinaron 36 filos como de uso posible, destacando la importancia del trabajo sobre madera, relacionado fundamentalmente con soportes con muescas. También se documentaron elementos de proyectil, elabora-

Fig. 1. Situación de los yacimientos mencionados en el texto.

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AMELIA C. RODRÍQUEZ-RODRÍGUEZ ET AL.

dos sobre armaduras geométricas, mientras que el resto de actividades es casi testimonial. La asociación significativa entre las muescas y los trabajos de raspado de madera, vegetales o materias animales duras en este periodo, ya ha sido señalada recientemente para otros contextos mesolíticos de Francia, Norte de África y varias zonas peninsulares, sobre todo en el País Valenciano y la Cuenca del Ebro (Gassin et al., en prensa). Centrándonos ya en las secuencias adscritas al Neolítico Antiguo, debemos destacar varios yacimientos, todos situados en Andalucía Oriental, que se caracterizan por tener una ocupación dilatada en el tiempo, aunque con intervalos de abandono. La presentación que se realizará de cada uno de ellos será somera, ya que existen publicaciones específicas. Se centrará en la cantidad y tipo de instrumentos analizados y en los resultados obtenidos, para efectuar luego una discusión general. La cueva de Los Murciélagos de Zuheros (Córdoba) es un yacimiento de larga ocupación, con unos niveles del Neolítico Antiguo muy ricos. Presenta unas condiciones estratigráficas difíciles, que han llevado a sus excavadores a proponer que no se trata de una zona de habitación, sino que se documentan otras actividades, sobre todo en torno a los hogares. El registro se ha dividido en tres conjuntos bien contextualizados desde el punto de vista cronológico, los dos primeros atribuidos al Neolítico Antiguo (Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 2001, Carvalho et al., 2012). Así, el conjunto A ha librado varias dataciones radiocarbónicas de las que aquí destacamos las realizadas sobre semillas de cebada y que arrojan una horquilla de ocupación entre el 5300 y el 5010 cal ANE. El conjunto B tiene una datación sobre semilla muy ajustada a la continuidad de la ocupación: 5010–4850 cal ANE. En ambos se observa una gran similitud cultural, aunque existe una mayor diversificación en la producción agrícola en el conjunto B. Por último, el conjunto C, fechado sobre carbones entre el 4450 y el 3600 cal ANE, pertenece a una fase posterior, peor identificada en razón de la escasez de las evidencias detectadas, pero perteneciente también al Neolítico. Por su datación, este conjunto C lo vamos a clasificar dentro de lo que consideramos reciente. Este yacimiento, junto con cueva del Toro, constituye el primer ejemplo de aplicación de la traceo-

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logía en Andalucía. Los trabajos pioneros de Jesús González Urquijo y Juan José Palauosé Ibáñez Estévez (González Urquijo et al, 1994, 2000; Ibáñez Estévez y González Urquijo, 1996) sirvieron de preámbulo a un análisis más extenso realizado por uno de nosotros, en el que se han estudiado 166 soportes -63 del conjunto A, 75 del B y 29 del C(Carvalho et al., 2012). En esta síntesis hemos unido los datos de los conjuntos A y B, ya que ambos estarían incluidos en la etapa antigua. Entre los dos se detectaron 66 piezas usadas, con 95 zonas útiles. De ellas la mayoría eran láminas o laminillas sin retocar, muchas con tratamiento térmico, que se usaron fundamentalmente en labores de carnicería (31), destacando también el alto porcentaje de piezas que cortaron materia no determinable (23). Sólo una lámina retocada se usó para el tratamiento de las carcasas animales. La piel es la segunda materia más representada, con 20 filos usados. En este caso, para cortar se emplearon láminas retocadas o no, mientras que para raspar se prefirió usar lascas retocadas. Las materias óseas están escasamente representadas en un fragmento de lámina retocada y una lámina que se usó por un lado sobre piel y por otro sobre hueso, en movimientos de raspado. Completa el panorama de explotación de recursos de origen animal la presencia de un geométrico usado como elemento de proyectil. Los soportes que sirvieron para transformar las materias vegetales son muy diversos, adaptados a cada tipo de acción. Lo más llamativo es que no se detecta el trabajo de la madera, sino que se trata de acciones sobre vegetales no leñosos (13), para cortar o raspar. De ellas sólo hay tres elementos de hoz, laminillas que debieron de insertarse de forma oblicua en el mango, aunque en un caso las huellas de uso no están lo suficientemente desarrolladas para poder afirmarlo. En cueva del Toro (Málaga) también se han realizado estudios traceológicos de toda la secuencia neolítica, e incluso calcolítica (Rodríguez-Rodríguez, 1994, 2004; Rodríguez-Rodríguez et al., 1996). El equipo de trabajo ha individualizado tres fases de ocupación, pertenecientes al Neolítico Antiguo (entre el 5320 y el 4950 cal ANE), Reciente (dividido en dos subfases, que van desde el 42503366 cal ANE) y el Calcolítico (a partir del 3100 cal ANE) (Martín Socas y Camalich Massieu, en este volumen; Égüez Gordon et al., en prensa).

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El estudio funcional se realizó sobre la totalidad del material del sector E3/E4, analizándose de visu 228 piezas del nivel del Neolítico Antiguo, a las que hay que sumar otros seis geométricos que se recuperaron después y que no están reflejados en las publicaciones. De ellas 109 podían ser objeto del estudio traceológico, con el resultado de que 55 artefactos presentaban huellas de uso en 82 de sus filos. El tipo de soporte más importante son las laminillas sin retocar, muchas con tratamiento térmico. Estos útiles se emplearon mayoritariamente para labores de carnicería (21) y, como en Los Murciélagos, hay que llamar la atención sobre el alto número de estos productos que cortó materia no determinable (13). También fueron 13 los soportes que trabajaron la piel, concurriendo la misma circunstancia de que los filos brutos se usaron mayoritariamente para cortar y los retocados para raspar, con una fuerte asociación entre las lascas y este tipo de acción. Las materias duras animales tienen una escasa representación, ya que sólo se documentan seis filos repartidos a partes iguales entre el serrado y el raspado. Por último hay que llamar la atención sobre un conjunto de siete geométricos, la mayoría con una morfología tendente al segmento, de los que cuatro presentan evidencias de haber sido empleados como proyectiles, seguramente insertados de forma paralela como barbas o puntas (Lám. 1). La transformación de materias vegetales tiene una representación mucho más escueta. Sólo siete filos, pertenecientes a láminas y a una lasca, con y sin retoque, presentan huellas de uso de madera, provenientes del serrado (2), raspado (3) y movimiento complejo (2). Otras seis trabajaron vegetales no leñosos, mediante raspado (3) y corte (3), entre las cuales sólo una laminilla se usó como elemento de hoz de inserción oblicua. Por último hay que destacar el empleo de seis filos para trabajar una materia mineral que podría ser la arcilla. Otra cueva de dilatada secuencia es la de Nerja, con una interesante estratigrafía adscrita a diferentes momentos del Pleistoceno y el Holoceno. El yacimiento ha sido objeto de estudio por parte de varios equipos de investigación (Aura Tortosa et al., 2010), pero los materiales analizados desde el punto de vista funcional proceden de las excavaciones realizadas por los profesores Arribas Palau y Jordá Cerdá en las campañas en la Sala de la Mina de 1965-67 (Gibaja Bao et al., 2010). En aquellos momentos se realizó una subdivisión del material

neolítico en tres fases, que los autores del estudio correlacionan cronológicamente con fechas sin calibrar: Antiguo (mediados del VIII milenio BP), Medio (2ª mitad del VII milenio BP) y Reciente (mediados del V milenio BP). En nuestro caso, procederemos también a unir los datos de las dos primeras fases, considerándolas Neolítico Antiguo y dejar la tercera como Neolítico Reciente. Todo ello siendo conscientes de los problemas de interpretación estratigráfica que tiene el sitio. Del periodo más antiguo se estudiaron 82 piezas, de las que 43 se usaron, contando con 59 filos con huellas de uso. En este caso se repite el patrón que privilegia las labores de carnicería, efectuadas casi siempre con laminillas (20 filos), aunque también hay un soporte que parece un geométrico procedente del nivel 3-4. El resto de útiles realizó funciones variadas sobre piel (siete láminas, una de ellas retocada y otra que presenta una reutilización sobre piel después de haber trabajado en una materia vegetal). Sólo un fragmento de lámina se empleó para raspar hueso, mientras que un geométrico sirvió como proyectil. En el trabajo sobre vegetales no leñosos hay cinco elementos de hoz, uno usado por los dos lados. Aunque en algunos casos el nivel de fragmentación es importante, es muy probable que todas tuvieran un tipo de inserción oblicua. También hay cuatro piezas que trabajaron otros vegetales no lígneos. En el nivel 2 se localiza la única lámina que pudo trabajar una materia mineral. Por último, existe un grupo de piezas que sirvieron para cortar o raspar materias no determinadas. Junto a las cuevas, es cada vez más significativo el número de yacimientos al aire libre, conformando poblados de diversa entidad, adscritos a este periodo antiguo. Por el momento en sólo dos de ellos se han efectuado análisis funcionales. Los Castillejos (Granada) constituye un asentamiento muy complejo, entre otras cosas por su extensión y el dilatado lapso de ocupación que muestra. En él se han identificado fases de Neolítico Antiguo, Medio y Reciente, aparte de otras ocupaciones posteriores. Sus excavadores destacan en las últimas publicaciones el estrecho margen que existe entre las fechas del Neolítico Antiguo (aproximadamente entre el 5400 y 5000 cal ANE) y el Medio, que se restringe prácticamente a un siglo

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Lám. 1. Conjunto de geométricos de la fase IV (Neolítico Antiguo) de cueva del Toro. Todos presentan fracturas diagnósticas de proyectil y dos de ellos también muestran huellas de uso de corte de materia blanda, posiblemente carne.

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(aproximadamente entre el 5000 y el 4900 cal ANE). Luego se detecta un hiato de dilatado abandono de unos 700 años, antes de volver a documentar el Neolítico Reciente, aproximadamente hacia el 3200 cal ANE (Martínez Fernández et al., 2009, 2010). El estudio funcional se ha realizado únicamente sobre las fases estratigráficas del Neolítico Antiguo (1 a 6), que corresponden a un momento de ocupación, para el que se sugiere que las poblaciones despliegan patrones de asentamiento semisedentario, ocupando abrigos y sin estructuras de habitación evidentes, aunque se piensa que se realizaron diversas actividades de producción. Las industrias líticas son especialmente numerosas (Sánchez Romero, 2000; Martínez Fernández et al., 2010), por lo que se tuvo que efectuar un muestreo de 265 piezas que atendiera a la diversidad y densidad de los morfotipos existentes. En todo caso, se detectaron huellas de uso en 134 soportes, con 184 filos empleados. El grupo más numeroso lo constituyen las láminas/laminillas sin retocar (106), seguidas por las retocadas (36). Las actividades que se han documentado son similares a las de otros yacimientos del periodo, dominando todos los trabajos vinculados al tratamiento de las materias animales, carnicería (36 láminas sin retocar, tres retocadas y cuatro lascas) y piel en diferentes estados (11 láminas sin retocar y cinco retocadas) (Láms. 2 y 3). El tratamiento de materias duras animales sólo se documenta en las láminas retocadas (6), a las que hay que añadir dos muescas, dos raspadores, un buril y dos raederas con muesca complementaria. Por el contrario, las labores vinculadas a la transformación de materias vegetales tienen una incidencia mucho menor. Así, las láminas con o sin retoque trabajaron vegetal indeterminado o leñoso con ocho y 12 filos respectivamente, mientras que los elementos de siega ascienden a dos láminas retocadas y dos sin retocar. Por último, la madera se trabajó con soportes diversos (6): muesca, buril o raspador sobre lámina ancha y espesa. Cabe destacar que no se han detectado elementos de proyectil, ya que sólo se ha documentado un geométrico sin rasgos diagnósticos. El otro poblado analizado en Andalucía Oriental es Cabecicos Negros (Almería), que en el periodo que nos ocupa se situaba en la misma costa y estaba

compuesto por pequeñas estructuras de paredes de piedra y barro con cubierta vegetal. El sitio se caracteriza por la presencia de muchas manufacturas en piedra y concha, sobre todo brazaletes y cuentas, en ocasiones en proceso de fabricación (Camalich Massieu y Martín Socas, 1999). En este mismo volumen se publican las series de dataciones inéditas del poblado (Martín Socas y Camalich Massieu, en este vol.). Todas las efectuadas sobre concha pertenecen al Neolítico Antiguo, en una horquilla que oscila entre el 5910-5700 y el 49904760 cal ANE. Además existe otra sobre hueso quemado, procedente del sector 5, que arroja unas fechas más recientes: 3700-3630 cal ANE. El estudio funcional se efectuó sobre un total de 297 artefactos, aunque la presencia de severas alteraciones postdeposicionales determinó que sólo pudieran analizarse 89 (Goñi Quinteiro et al., 1999; Rodríguez-Rodríguez, 1999). De ellas 50 tenían huellas de uso interpretables. En este caso el tratamiento de las materias de origen animal tiene una mejor representación en la piel que en la carnicería. Esto debería achacarse a las alteraciones, que suelen enmascarar los rastros del contacto con la carne o la piel fresca. Las labores de raspado de piel se desarrollaron con diversos tipos de instrumentos: lascas sin retocar (2) y retocadas (1), un raspador, dos laminillas retocadas y dos sin retocar. Las láminas siempre se emplearon por múltiples filos laterales, sumando 14 zonas usadas. Otras cuatro laminillas sin retocar sirvieron para cortar cuero. Por el contrario, en sólo un caso se ha podido identificar la carnicería. El raspado de hueso también se circunscribe a una única pieza, concretamente el filo de una lasca. Entre las piezas retocadas destacan tres geométricos, que sirvieron como elementos de proyectil. El trabajo de materias vegetales está representado por un único instrumento de siega, consistente en una laminilla retocada y usada mediante una inserción oblicua. Además, tres laminillas retocadas y una sin retoque trabajaron la madera mediante serrado o raspado. Sin embargo, lo que destaca en Cabecicos Negros es la importancia que tienen distintas acciones sobre materias minerales: se usaron ocho perforadores para horadarlas; dos núcleos, dos laminillas retocadas, dos sin retocar, una lasca retocada y tres sin retocar para rasparlas, una laminilla retocada para ranurarlas y tres lascas para serrarlas, además de otra lasca usada como cuña.

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Lám. 2. Dos láminas del Neolítico Antiguo de Los Castillejos con huellas de uso de corte de materias cárnicas.

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Lám. 3. Dos soportes laminares del Neolítico Antiguo de Los Castillejos que presentan un trabajo de raspado de piel.

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3. EL NEOLÍTICO RECIENTE Como se ha expresado en el apartado introductorio, una serie de circunstancias de la historia de la investigación en la región han determinado que existan muchos menos datos que puedan vincularse con la última fase del Neolítico. Por lo que se refiere a los yacimientos en cueva, sólo Toro y Nerja presentan un número suficiente de piezas analizadas que, por lo tanto, sirvan como referencia comparativa. Por el contrario, en la cueva de Los Murciélagos de Zuheros sólo se identificaron nueve piezas usadas, de manera que el elenco de actividades documentas no puede servir para ilustrar realmente la variedad de procesos potencialmente desarrollados. En cuanto a los asentamientos al aire libre, se incorporan a nuestra revisión dos nuevos: La Esparragosa (Cádiz) y La Loma (Granada), aunque también en este caso la amplitud cronológica que ofrecen las dataciones, así como la desigual presencia de útiles relacionados con estructuras concretas dificulta establecer comparaciones significativas. Así pues, es Cueva del Toro el lugar que ofrece una información más completa para el Neolítico Reciente, que en este yacimiento está representado por la fase III. De ella se estudiaron 161 elementos líticos, aunque sólo 87 resultaron analizables. Hay que destacar que en esta fase se detectó una mayor incidencia de las alteraciones postdeposicionales, sobre todo en la subfase IIIb, por eso es más bajo el porcentaje de piezas con huellas de uso, que asciende a 43 con 78 filos útiles. El trabajo de las materias cárnicas tiene en esos momentos una importancia menor que en el Neolítico Antiguo, ya que sólo dos laminillas se usaron para cortarlas, mientras que otra se empleó para la misma acción sobre una materia indeterminada. Las láminas, retocadas o no, realizaron trabajos variados: corte de materia no determinada (1), serrado de hueso (1), corte de piel (3) y raspado de piel con abrasivos (6). Esta última acción produjo unas huellas particulares en cinco de ellas, presentando un desarrollo muy grande, ya que los filos activos exhiben un desgaste o redondeamiento tan espectacular que puede ser observado de visu (Rodríguez-Rodríguez, 1994). Destaca también que los tres geométricos identificados no hayan conservado huellas interpretables. Por último, las lascas tienen estigmas de uso para labores diferentes: raspado (4) y corte (1) de

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materia no determinada y raspado de piel con abrasivo (4). Las materias vegetales también se trabajaron con láminas retocadas o no: serrado (3) y raspado (2) de madera; corte (1) y raspado de vegetales no leñosos (2).Tres lascas rasparon madera, y dos cortaron vegetales no leñosos, mientras que otra raspó una materia no determinada. También se detectó el raspado de la arcilla con láminas (2) y otro soporte presenta desgastes muy desarrollados asociados a ocre, lo que permitiría relacionarlo con una transformación del propio mineral o con su empleo en el tratamiento de piel. Asimismo hay tres taladros que perforaron una materia dura no determinada. Una lasca sirvió para serrar mineral. También se identificó un soporte usado como mechero. Por último, se documentaron dos láminas que se usaron en múltiples acciones: una sirvió para raspar piel, hueso y madera y para serrar madera; la otra para raspar piel y hueso y cortar vegetal no leñoso y una materia no determinada (Lám. 4). En la cueva de Nerja, las piezas usadas adscritas al Neolítico Reciente sólo ascienden a 19, con 34 filos con huellas interpretables. El tratamiento de materias animales se efectuó con cuatro láminas para carnicería; dos para raspar piel seca y otra para raspar hueso. Un geométrico se usó como elemento de proyectil. Las materias vegetales se documentan en cuatro elementos de hoz sobre lámina, aunque fragmentados. Su estado impide realizar una apreciación clara del modo de inserción, aunque parece que en un caso también fue oblicua. Otro fragmento distal de una lámina de mayores dimensiones también tiene huellas de uso de siega en sus dos filos laterales. Asimismo es muy probable que una laminita serrara una materia mineral. En esta cueva malagueña también se documentan piezas que han realizado trabajos múltiples. Una de las láminas ya mencionadas, que se usó para cortar carne, cortó igualmente una materia muy abrasiva. Otra cortó vegetales no leñosos y luego piel; una tercera raspó y serró madera, además de usarse para cortar vegetales no leñosos. Por último, un soporte empleado previamente para segar cereales por sus dos filos luego fue configurado como perforador para horadar una materia mineral. Por último, ya se ha mencionado la escasa incidencia de piezas usadas (9) procedente del conjunto C de los Murciélagos de Zuheros. La mayoría de sus 13 filos

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Lám. 4. Conjunto de soportes de la fase III (Neolítico Reciente) de cueva del Toro. Aa: Raspado de piel, Ab Trabajo complejo de madera; B: Raspado de materia blanda muy abrasiva, posiblemente piel; C: Corte de vegetal; Da: Raspado de materia animal remojada, posiblemente asta, Db y Dc: Corte de materia vegetal no leñosa, posiblemente cereal; E: Serrado de materia mineral.

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útiles efectuaron trabajos sobre materias no determinadas, mientras que cuatro filos se dedicaron a labores de carnicería y otros dos se usaron como elementos de proyectil. Como contrapunto a estos datos escasos destaca el poblado de La Esparragosa (Cádiz), con una horquilla de dataciones muy amplia: MAD-3961: 5255±433 BP y MAD-3962: 5129±476 BP. Se trata de un asentamiento agropecuario situado en la campiña, en una plataforma amesetada sobre el río Iro. El área excavada se corresponde con un campo de silos, cuyos rellenos son atribuidos por los autores al IV milenio ANE (Pérez Rodríguez et al., 2005; Ramos Muñoz et al., 2008). Los estudios funcionales se llevaron a cabo sobre un número muy significativo de piezas líticas y se han publicado en diversas ocasiones (Clemente Conte y García Díaz, 2007; Ramos Muñoz et al., 2008; Clemente Conte et al., 2010). Así, se analizaron unas 79 piezas que en su mayoría fueron usadas por los dos filos. El tipo de soporte que se empleó con más profusión fue el de láminas fracturadas intencionalmente. La particularidad de La Esparragosa es que se ha llegado a un nivel de determinación muy específico en la categoría de tratamiento de materias animales blandas, pues, de los 68 filos que realizaron este trabajo, en 57 ocasiones se pudo especificar que se trataba de la manipulación de pescado. El resto se usó sobre materias cárnicas o corte de piel fresca, mientras que una lámina que sirvió para segar luego se usó para raspar piel. Además se identificaron cinco elementos de proyectil: dos geométricos con fracturas claras de impacto y tres puntas con retoque plano bifacial. Otros útiles sirvieron para el tratamiento de materias vegetales no leñosas (19) de los que 15 eran elementos de hoz. Cuatro se emplearon para trabajar la madera. Por último, tres piezas perforaron materias minerales. En seis ocasiones no se pudo determinar la materia de contacto. Quedan por abordar los datos procedentes de otro yacimiento caracterizado por la presencia de estructuras negativas: La Loma (Granada). En este sitio se han identificado dos momentos cronológicos diferentes. El más antiguo (4300-4000 cal ANE) se documenta en dos de las estructuras (E02 y E09), ubicándose por tanto en los márgenes más recientes del Neolítico Antiguo. El posterior (3600-3200 cal ANE) correspondería a las fosas E03, E04 y E08 (Aranda Jiménez et al., 2012).

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El estudio traceológico se circunscribe a muy pocas piezas, pues del total de 37 documentadas en todo el yacimiento sólo 9 tenían huellas de uso, destacando un alto porcentaje de soportes afectados por alteraciones postdeposicionales. Existe además el problema de que no todos los útiles con huellas de uso proceden de estructuras datadas, por lo que resulta más complicado adscribirlos a uno u otro de los periodos convencionales en los que hemos dividido nuestro estudio. Con todo, parece que la mayoría del material procedería del Neolítico Reciente. Así en la E01 una lasca raspó madera y dos láminas serraron este material; cuatro fragmentos de lámina cortaron una materia no determinable con varios filos, y también se documenta su hendido en una lasca. En E05 hay una sola lámina usada, aunque de forma múltiple y consecutiva. Uno de sus filos cortó piel, mientras que el otro primero serró madera y luego sirvió para raspar una materia abrasiva no determinable. Otra lámina sirvió para serrar materia mineral.

4. CONCLUSIONES La revisión realizada en este trabajo ha puesto de manifiesto unas regularidades, pero también unas particularidades que a la vez homogeneizan al conjunto de actividades que se documentan en cada uno de los dos periodos analizados y destacan algunos aspectos que deben vincularse a la especialización funcional de ciertos asentamientos. Para comprender mejor esta circunstancia se han elaborado dos gráficos donde se muestran de manera sintética los porcentajes de uso sobre las diversas materias trabajadas en cada sitio. Es necesario aclarar, sin embargo, que los datos que aquí se ofrecen pueden ser ligeramente diferentes a los que aparecen en los diversos trabajos originales. Esto se debe, fundamentalmente, a que se ha realizado una suma de los datos de los soportes para los que se sugieren dos posibles alternativas de uso, que se han integrado en la columna de las materias no determinables. También se han unificado en una sola columna los datos referidos al trabajo de materias vegetales no leñosas y los elementos de siega, un aspecto que sí se ha diferenciado en el texto que aparece más arriba. Se trata en este caso de ofrecer un panorama sintético que ayude a dilucidar si el cambio tecnológico que se observa en las industrias líticas talladas entre los dos

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periodos considerados también tiene su reflejo en el elenco de actividades en las que participaron como instrumentos de trabajo. En el gráfico 1, solo se sintentizan los datos de los sitios con más piezas. Destaca la relativa homogeneidad de los yacimientos de Toro, Los Murciélagos de Zuheros, Los Castillejos y Nerja. Dejando aparte la columna de las materias no determinables, se observa el predominio de las de origen animal, con un claro protagonismo de las orientadas al tratamiento carnicero, aunque también es importante el trabajo de la piel, que sólo en el caso de Nerja se ve superada por las labores sobre vegetales no leñosos. Por otra parte, son muy escasos los elementos de proyectil, con lo que la procedencia de las carcasas y las pieles debe ser muy probablemente doméstica, es decir, de un contexto ganadero dominante. Este hecho también se ve refrendado por la rareza de los elementos de hoz, reflejo quizá de unas actividades agrícolas poco desarrolladas. Esta homogeneidad no parece deberse a un determinismo geográfico, ya que los sitios se emplazan en diversos ecosistemas, por lo que debe tener un carácter más cultural, vinculado a los cambios inherentes al modo de producción que se producen con el advenimiento del Neolítico.

La excepción de Cabecicos es notable, aunque ya se ha justificado en parte la ausencia de huellas de uso sobre carne por la alta incidencia de alteraciones postdeposicionales. Sin embargo la segunda materia de contacto más representada sigue siendo la piel. Además, tampoco en este poblado se ha documentado una alta incidencia de las labores más directamente vinculadas a las prácticas agrícolas, ya que sólo se recuperó un elemento de hoz. En Cabecicos se ha registrado la existencia de claros procesos de manufactura de diversos tipos de objetos de piedra y concha, como los brazaletes o las cuentas. Esto ha tenido su correlato en la alta representatividad de las huellas de uso sobre materias minerales. Quizá esa especialización funcional ayude a explicar las diferencias con el resto de sitios más o menos coetáneos. En el gráfico 2 ha bajado el número de yacimientos implicados, e incluso alguno, como los Murciélagos tiene muy pocas piezas, lo que no contribuye precisamente a contrastar las semejanzas o diferencias entre los conjuntos. En todo caso, lo que más llama la atención es las diferentes pautas que se asocian a cada uno, es decir, la falta de homogeneidad. Sería pues tentador considerar que en estos momentos se asiste a una mayor diversificación y especializa-

50 45 40 carnicería

35

piel

30

mat óseas

25

proyectil

20

madera

15

siega/vegetales

10

mineral no determinable

5 0 Cabecicos Negros

Cueva del Toro Murciélagos

Castillejos

Nerja

Gráf. 1. Incidencia del tipo de actividades durante el Neolítico Antiguo por yacimientos.

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65 60 55 50

carnicería

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piel

40

mat óseas

35

proyectil

30

madera

25

siega/vegetales

20

mineral

15

no determinable

10

mechero

5 0 Cueva del Toro

Murciélagos

Nerja

La Esparragosa

Gráf. 2. Incidencia del tipo de actividades durante el Neolítico Reciente por yacimientos.

ción de los asentamientos. Unos más orientados a las prácticas de captación de recursos alimenticios, con el ejemplo más claro de El Retamar, donde sólo se documenta el tratamiento de materias animales blandas y las labores agrícolas. Éste también podría ser el caso de Nerja, ahora más orientada a la agricultura. Otros, como cueva del Toro, con una gran diversidad de materias de contacto, quizá más volcados a la elaboración de manufacturas de distinta naturaleza. ¿Significa esto que las redes de intercambio están más desarrolladas y permiten la circulación de alimentos y otros bienes producidos en exceso en unos lugares para abastecer otros? El estudio de otros elementos del registro material nos inclina a dar una respuesta afirmativa. Este es quizá el cambio más importante que se registra en el periodo, preludiando nuevas formas de gestión del espacio y sobre todo nuevas formas de regular las relaciones sociales de producción.

AGRADECIMIENTOS Los autores quieren agradecer especialmente a los responsables de las intervenciones arqueológicas en el yacimiento de Los Castillejos, José Afonso Marrero, Juan Antonio Cámara Serrano y Gabriel Martínez Fernández, su generosa disposición para la publicación de los datos funcionales, que aún permanecen inéditos.

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COMUNIDADES CAMPESINAS, PASTORAS Y ARTESANAS. TRACEOLOGÍA DE LOS PROCESOS DE TRABAJO DURANTE EL NEOLÍTICO ANDALUZ

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Cueva de Nerja. Sala de la Mina. Vaso 2 (Nº Inv.: NM82, G8 IX-79); diámetro máximo: 7,7 cm, altura: 8 cm (Foto: P. García Borja).


DOSSIER

UNA PERSPECTIVA MEDITERRÁNEA SOBRE EL PROCESO DE NEOLITIZACIÓN. LOS DATOS DE LA CUEVA DE NERJA EN EL CONTEXTO DE ANDALUCÍA (ESPAÑA) Joan Emili Aura Tortosa1, Jesús F. Jordá Pardo2, Pablo García Borja3, Oreto García Puchol4, Ernestina Badal García1, Manuel Pérez Ripoll1, Guillem Pérez Jordá5, Josep Ll. Pascual Benito6, Yolanda Carrión Marco7 y Juan V. Morales Pérez1

Resumen: Este trabajo ofrece un balance sobre la neolitización de las costa meridional de Andalucía (España). El estudio de los materiales recuperados en las excavaciones dirigidas por el profesor Francisco Jordá Cerdá entre 1979-87 en la cueva de Nerja y la obtención de nuevas dataciones radiométricas sobre especies domésticas permiten una valoración sobre la transición Mesolítico-Neolítico. Los datos paleoambientales y paleoeconómicos (estratigrafía y bioarqueología) y arqueológicos (producciones líticas, óseas, adornos y cerámica) son valorados a la hora de plantear un análisis sobre la expansión del Neolítico con una perspectiva mediterránea. Los resultados indican que existe un vacío de datos de 500 años entre los últimos cazadores mesolíticos y los primeros agricultores y que nada indica que el Neolítico fuera un proceso local. Nuestra perspectiva asume un proceso de difusión del Neolítico.

Palabras clave: Mesolítico, Neolítico, Mediterráneo occidental, Andalucía, España, secuencia arqueológica, radiocarbono, datos bioarqueológicos.

A MEDITERRANEAN PERSPECTIVE OF THE NEOLITHIZATION PROCESS. THE CAVE OF NERJA IN THE CONTEXT OF ANDALUSIA (SPAIN) Abstract: This paper offers an overview for the Early Neolithic of the southern coast of Andalusia (Spain). Analyses of materials recovered during the 1979-87 excavations in Nerja cave by professor Francisco Jordá Cerdá, including new radiocarbon dates on domestic taxa, allow us to examine the Mesolithic-Neolithic transition. Paleoenvironmental and paleoeconomic data (stratigraphy and bioarcheological data) combined with archaeological data (ornaments, bone tools, lithics, and ceramics were analysed) to provide a regional perspective on the neolithisation of the western Mediterranean. There is an apparent 500-year gap between occupations by the last coastal foragers and the earliest Neolithic farmers, and no evidence is found to suggest a local Neolithization. Our approach assumes a diffusion process of the Neolithic.

Keywords: Mesolithic, Neolithic, Western Mediterranean, Andalusia, Spain, Archaeological Sequence, Radiocarbon Dates, Bioarchaeological Data. Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València, [jeaura@uv.es], [ernestina.badal@uv.es], [manuel.perez@uv.es], [juanvimorales@gmail.com] 2 Laboratorio de Estudios Paleolíticos, Dpto. de Prehistoria y Arqueología, Universidad Nacional de Educación a Distancia, [jjorda@geo.uned.es] 3 Investigador independiente, [paucanals@hotmail.com] 4 Departament de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València. Investigadora Programa Ramón y Cajal (Ministerio de Economía y Competitividad ref. RYC-2010-07106 ), [oreto.garcia@uv.es] 5 GI Bioarqueología, IH, CCHS, CSIC, [guillem.perez@uv.es] 6 Servei d’Investigació Prehistòrica, Museu de Prehistòria de València, [Josep.Ll.Pascual@uv.es] 7 Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), [yolcarrion@valencia.uned.es] 1

Recibido: 12/07/2013; Aceptado: 17/10/2013

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JOAN EMILI AURA TORTOSA ET AL.

1. INTRODUCCIÓN Se nos invita a aportar una perspectiva mediterránea al análisis de la formación de las primeras sociedades neolíticas del litoral sudoriental de Andalucía. Profundizar en esta cuestión no puede depender de un solo yacimiento, pues su análisis requiere de una cartografía neolítica regional, hoy basculada en exceso hacia los sitios en cueva, y de una documentación arqueométrica y radiométrica resolutiva. Nuestro planteamiento asume una difusión–colonización de grupos plenamente neolíticos procedentes del Mediterráneo (Bernabeu Aubán, 1996; Martí Oliver y Juan-Cabanilles, 1997; Martí Oliver, 2008; Zilhâo, 2001 y 2011) como elemento central para explicar la “neolitización” de las costas ibéricas del mar de Alborán (Fig. 1). En este proceso pudieron intervenir varias tradiciones culturales cuya definición se plantea a partir de la cerámica (Impressa, Cardial, Impresa-Almagra), ligadas siempre a las primeras pruebas de una economía de producción y a un claro incremento del número de yacimientos. Esta perspectiva abarca el Mediterráneo occidental, incluidas todas sus orillas, aunque por ahora es difícil superar las importantes asimetrías de documentación entre el sur de Europa y el norte de África.

2. LA CUEVA DE NERJA DURANTE EL HOLOCENO Los yacimientos con una larga secuencia de ocupaciones y sobre los que han actuado diferentes equipos de investigación, con objetivos diversos, no suelen concertar consensos. Los datos tecnoeconómicos, apoyados en la arqueoestratigrafía, la bioarqueología y la cronología radiométrica, recuperados en los trabajos dirigidos por F. Jordá Cerdá entre 1979 y 1987 en la cueva de Nerja permitirán avanzar en una mejor definición del Mesolítico, la cronología de primer Neolítico y su contextualización regional. 2.1. PALEOAMBIENTE Y ESTRATIGRAFÍA La secuencia arqueológica de la cueva de Nerja (Maro, Nerja, Málaga) está estrechamente ligada a los cambios registrados en la posición de la línea de costa (Jordá Pardo et al., 2011). Al inicio del Holoceno, el nivel del mar se situaba a -23 m y la posición media de la línea de costa quedaba alejada unos 400 m respecto de su posición actual. Existía una franja costera más amplia, inmersa en un proceso transgresivo y con breves momentos de estabilidad. Los sondeos realizados en la desembocadura de los ríos de este tramo de la costa andaluza reflejan un incremento

Fig. 1. La costa ibérica del mar de Alborán con la localización de los sitios mencionados en el texto. 1: El Retamar; 2: Palmones; 3-5: Roca Chica, Hostal Guadalupe, Bajondillo; 6-8: Higuerón, Hoyo de la Mina, C. Humo; 9: Cueva de Nerja; 10: Cueva del Toro; 11: Los Murciélagos (Zuheros); 12: Los Mármoles; 13: Los Castillejos; 14: La Carigüela; 15: Valdecuevas; 16: El Nacimiento; 17: C. de la Sarsa; 18-20: Cova de l’Or, Benamer, Mas d’Is; 21: C. de les Cendres; 22: Cocina.

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UNA PERSPECTIVA MEDITERRÁNEA SOBRE EL PROCESO DE NEOLITIZACIÓN. LOS DATOS DE CUEVA DE NERJA EN EL CONTEXTO DE ANDALUCÍA (ESPAÑA)

de aportes durante el Holoceno (Hoffman, 1988). Esta colmatación se ha relacionado con la actividad antrópica, aunque sus mayores tasas se datan en fechas más recientes a las aquí manejadas. La secuencia estratigráfica sintética del Holoceno ha sido obtenida a partir de la correlación de las secuencias litoestratigráficas de las salas de La Mina (NM) y El Vestíbulo (NV) (Jordá Pardo et al., 1990; Jordá Pardo, 1996; Jordá Pardo y Aura Tortosa, 2009). La sala de La Torca (NT) también conserva registro de las ocupaciones humanas epipaleolíticas, mesolíticas y neolíticas (Pellicer Catalán y Acosta Martínez, 1986, 1997). Una columna de fechas obtenida para NT y procesada con el acelerador de espectrometría de masas (AEM), permite su correlación radiometrica pero no arqueoestratigráfica (Sanchidrián Tortí y Márquez Alcántara, 2006). La secuencia holocena se compone de dos unidades litoestratigráficas, Unidad 5 y Unidad 6, que corresponden a otras tantas etapas sedimentarias (Nerja 9 y Nerja 11) separadas por una discontinuidad estratigráfica (etapa Nerja 10). En NM y NV, la Unidad 5 descansa sobre la Unidad 4 (etapa Nerja 7), sedimentada durante el Dryas reciente (GS 1) en los últimos momentos del Pleistoceno Superior, de la que se encuentra claramente separada por una discontinuidad estratigráfica, definida por una cicatriz erosiva y por la ausencia de sedimentación (etapa Nerja 8) durante buena parte del Holoceno Inferior. La Unidad 5 (etapa Nerja 9) está constituida en NV por los niveles NV3, NV2 y NV1 y en NM por NM 12 a NM7. En su base presenta restos del Mesolítico geométrico datado en pleno óptimo térmico del Holoceno Medio, en la base de la cronozona Atlántico. La parte media y alta de esta unidad contiene los materiales del Neolítico Antiguo impreso, dentro de la cronozona Atlántico. En la zona excavada del Vestíbulo, la secuencia se interrumpe en el techo de NV1, que constituye un suelo artificial generado durante las labores de acondicionamiento de la cavidad para las visitas turísticas (Fig. 2). En La Mina, sobre la Unidad 5 se detecta una nueva superficie de erosión, de pequeña intensidad, que corresponde a la etapa Nerja 10 y que apenas hace desaparecer registro. Sobre esta superficie se emplaza la Unidad 6, formada en su parte basal por los niveles NM6, NM 5 y NM4 (etapa Nerja 11), cuya cronología se extiende a caballo entre la cronozona Atlántico y la Subboreal. Finaliza la secuencia con la

unidad 7 (etapa Nerja 12), formada por una brecha coronada por un espeleotema bandeado desarrollado al final del Subboreal o al inicio del Subatlántico, durante una pulsación templada, bien representado en NM y con apenas vestigios en NV. Los depósitos de la secuencia holocena pueden ser relacionados con procesos de baja energía, básicamente de arroyada difusa, producidos en unas condiciones climáticas cálidas y húmedas. Sin embargo, hacia el techo se detectan procesos de alta energía, como arroyadas y coluviones que se desarrollan en un clima cálido y más seco con lluvias de carácter torrencial. La estacionalidad marcada, con momentos húmedos y otros secos con precipitaciones esporádicas, coincide con la ocupación neolítica de la cueva de Nerja. Existen inferencias que relacionan la consolidación de las prácticas agrarias con la antropización, favoreciendo los arrastres de sedimentos desde el exterior, el retroceso de la visera y la penetración de bloques y materiales hetereométricos. La vegetación local la conocemos por la leña utilizada por las comunidades de Nerja. La flora recolectada en los niveles estudiados corresponde con el máximo desarrollo de las formaciones cálidas y esclerófilas de Olea y Pistacia (Fig. 3). Se trata de unas condiciones medioambientales de tipo termomediterráneo seco, similares a las actuales, con una temperatura media anual alta (17-19ºC), práctica ausencia de heladas a lo largo del año y un régimen de precipitaciones estacional y seco (300-600 mm). La Figura 3 muestra un claro dominio de formaciones arbustivas altas dominadas por el acebuche (Olea europaea) y seguidas por fabáceas leñosas y Pistacia. El grupo de Arbustos y Matas está compuesto por todos los géneros que tienen porcentajes pequeños pero comparten ecología y porte. Este grupo es muy diverso y reúne a más de 10 taxones, entre ellos cabe destacar el madroño, el boj, las jaras, el romero, los enebros, los brezos y los frutales silvestres del grupo de las rosáceas como cerezos o servales, etc. Los Quercus (carrascas o encinas, robles y coscoja) tienen pocos restos, pero se documenta tanto el grupo de los caducifolios como el de los perennifolios. Finalmente, hay dos especies de pinos: el pino piñonero y el pino carrasco, también con pocos restos carbonizados. Hay que subrayar, una vez más, que los pinos piñoneros eran protegidos y no utilizados como leña porque los habitantes recolectaban sus piñas para obtener y consumir sus frutos.

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Fig. 2. Cueva de Nerja. Planimetria de las salas con indicación de la procedencia de los materiales y correlación litoestratigráfica del tramo estudiado en las salas de la Mina y del Vestíbulo.

Fig. 3. Cueva de Nerja: vegetación leñosa identificada en los niveles arqueológicos holocenos con una cantidad de carbón suficientemente representativa.


UNA PERSPECTIVA MEDITERRÁNEA SOBRE EL PROCESO DE NEOLITIZACIÓN. LOS DATOS DE CUEVA DE NERJA EN EL CONTEXTO DE ANDALUCÍA (ESPAÑA)

Este tipo de vegetación debió instalarse al final del Tardiglacial y está plenamente constituida en el Holoceno antiguo, siendo la vegetación climax de la zona (Badal García, 1990). Las actividades agrarias en Nerja traen una nueva gestión del bosque que se puede ver por el progresivo desarrollo de arbustos y matas heliófilas en los últimos niveles neolíticos de la cavidad cuando se reducen las formaciones de Olea-Pistacia. Los muestreos realizados para la recuperación del polen ofrecieron escasos resultados, a pesar del trabajo de A. Guillen Oterino y M. Dupré Ollivier. En otras zonas de Andalucía, los análisis polínicos muestran el dominio de Quercus caducifolios y perennifolios desde principios del Holoceno, incluso en zonas áridas de Almería, mientras que en las zonas de montaña predominan los pinos (Pons y Reille, 1988; Carrión, 2002; Pantaleón-Cano et al., 2003; Fletcher y Sánchez-Goñi, 2008). Estos datos contrastan con la poca presencia de encinas y pinos en las muestras de Nerja, lo que puede ser explicado teniendo en cuenta que: 1) el carbón refleja una escala local porque en gran medida son los humanos los que generan el aporte, mientras que el polen refleja una escala regional, al ser transportado por distintos agentes; y 2) las propias condiciones bioclimáticas de costa de Málaga y Granada, pues es la zona más cálida de la región, con formaciones vegetales más xéricas y termófilas y, por tanto, menos presencia de Quercus sp. (Aura Tortosa et al., 2010b). En cuanto a los pinos las especies presentes son termófilas (Pinus pinea y Pinus halepensis). Es difícil evaluar la importancia del pino piñonero en el paisaje, pues desde el Paleolítico se está haciendo una gestión del pinar para obtener piñones y casi no se utiliza para leña (Badal García, 1998). En todo caso, esta especie aporta un rasgo de carácter edáfico, pues está ligado a suelos arenosos litorales y, aunque es un marcador térmico, es posible que su presencia haya sido constante, independientemente de los cambios climáticos. El pino carrasco está presente desde inicios de Holoceno pero no es predominante en los conjuntos antracológicos de Nerja, probablemente, porque la competencia de las angiospermas lo reducen a las áreas marginales. La fauna identificada en los depósitos holocenos configura unas condiciones bioclimáticas similares a las actuales. En las ocupaciones posteriores al Younger Dryas termina la referencia de especies marinas frías y el pargo (Pagrus pagrus), la breca (Pagellus

erytrinus), los mugílidos y el mero (Epinephelus guaza) muestran incrementos, al igual que Patella sp. Rasgos holocenos son también cierta diversificación de especies (jabali, cabra montés, ciervo, lince, gato salvaje, zorro) y la identificación de las actuales especies ibéricas de galápagos (Emys orbicularis y Mauremys leprosa); la incorporación de especies domésticas coincide con el Neolítico (Jordá Pardo et al., 1998). Los datos disponibles para el resto de sitios mesolíticos y neolíticos no son muy diferentes a los descritos en Nerja. 2.2. DATACIONES RADIOMÉTRICAS En este trabajo solo se han considerado las dataciones que ofrecen una desviación estándar menor de 100 años para el rango comprendido entre 11000 y 5000 BC (11000-6000 años BP). Las 22 fechas proceden de las tres salas: 20 están obtenidas mediante AEM y 2 son de 14C convencional; 15 se obtuvieron a partir de muestras singulares de vida corta (Fig. 4 y Tab. 1). Solo éstas muestras son pertinentes en relación con las cuestiones que estamos analizando. Las tres salas presentan ocupaciones epimagdalenienses datadas al final del Younger Dryas (109909850 BC) (Aura Tortosa et al., 2011) y a techo se registra un contacto discordante que queda reflejado también en un largo hiato cronológico (NV: 94106600 BC); sobre esta discordancia se sedimentan NM12 y NM11 y NV3. Los materiales y dataciones de NM11 y NV3 constituyen un tramo sedimentario complejo, que hemos denominado fosas (NV) e intrusiones (NM) y cuya evaluación es clave para valorar la presencia de los primeros elementos neolíticos. Dos muestras obtenidas sobre vegetales silvestres (Pinus pinea) proceden de NV3c y NM11, a las que se podría añadir otra de Lathyrus sp., procedente de una cuadrícula excavada en 1979 y en un contexto asimilable a NM11; las tres se agrupan entre 6590-5900 BC (7600 y 7150 años BP). Por su parte, las obtenidas sobre fauna doméstica (1 resto de Ovis aries de NVfosa y otro de Ovis/Capra del NM12 intrusión) quedan agrupadas entre 6080-5360 BC (65906466 años BP). Por encima de este tramo, las fechas obtenidas a partir de restos domésticos muestran sucesión estratigráfica entre NM10 y NM6. En definitiva, la cronología radiométrica constata que existen unos 500 años de separación entre ambos

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Fig. 4: Cueva de Nerja. Curvas de probabilidad acumulada obtenidas a partir de la calibración de las fechas de la Tabla 1 (Weninger et al., (2007), comparadas con 2 proxies de alta resolución: GISP2 (variación18O / O16) (Grootes et al., 1993; Meese et al., 1994; Sowers et al., 1993) y SST del Mar de Alborán (Cacho et al., 2001).

tipos de muestras, pues están datando elementos neolíticos (cf. cerámica, talla por presión, industria ósea, adorno y fauna doméstica) y mesolíticos (cf. trapecios, utillaje microlítico y recursos silvestres). Nuestra lectura de estos resultados es que en Nerja existieron ocupaciones del Mesolítico, que se vieron afectadas por las primeras ocupaciones del Neolítico (NV3 fosas y NM11 intrusión), que han proporcionado las fechas más antiguas sobre fauna doméstica del sur de Iberia. La separación temporal entre las muestras de recursos silvestres y de fauna doméstica indica que no existe una “transición”, pues es más bien un hiato. Una cuestión pendiente a nivel regional es la mayor antigüedad de las muestras de fauna doméstica respecto de las de cereales, pero quizás se trata de un simple sesgo de muestreo (cf. Carvalho et al., 2010b).

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2.3. LAS PRODUCCIONES LÍTICAS Las secuencias holocenas de NM y NV reposan sobre unos potentes niveles epimagdalenienses cuya caracterización permite entender algunos palimpsestos de materiales. De la sala de La Mina se han analizado un total de 4461 objetos líticos entre las capas NM6 y NM12, pero aquí sólo se describen 1636 correspondientes a las campañas 1982-83 (Tab. 2). De la sala del Vestíbulo se han estudiado 875 objetos líticos tallados, de las capas NV1, NV2 y NV3 (Aura Tortosa et al., 2005). Las dataciones han orientado nuestra atención a la caracterización de los niveles previos al neolítico en las dos salas. La discriminación de las producciones líticas mesolíticas y neolíticas se ha planteado a partir del análisis de los sistemas de producción laminar, lascar y del componente geométrico.

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Yacimiento

Sala / Nivel

Adscripción

Lab. Nº.

Fecha BP

SD

Cal BP (p 95%)

Cal BC (p 95%)

Material

Cueva de Nerja

NT 11k

Neolítico

Beta-193268

6000

40

6950 - 6750

5000 - 4800

Carbón

Cueva de Nerja

NM 5

Neolítico Antiguo

Beta-284147

6050

40

7020 - 6780

5070 - 4830

Cereal

Cueva de Nerja

NM 7techo

Neolítico

Beta-270019

6040

40

7010 - 6770

5060 - 4820

Cueva de Nerja

NT 13

Neolítico

Beta-193269

6180

40

7200 - 6960

Cueva de Nerja

NM 7

Neolítico Antiguo (Pleno)

OxA- 26080

6196

31

Cueva de Nerja

NM 6

Neolítico Antiguo (Pleno)

OxA- 26079

6207

Cueva de Nerja

NM 8

Neolítico Antiguo (Pleno)

OxA- 26082

Cueva de Nerja

NM 7

Neolítico Antiguo (Pleno)

Cueva de Nerja

NM 8

Cueva de Nerja

Muestra

Tipo

Referencia

AMS

Sanchidrián y Márquez, 2005

AMS

Este trabajo

Carbón

AMS

Aguilar et al., 2011

5250 - 5010

Carbón

AMS

Sanchidrián y Márquez, 2005

7210 - 6970

5260 - 5020

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

32

7250 - 6970

5300 - 5020

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

6214

35

7280 - 6960

5330 - 5010

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

OxA- 26081

6219

33

7290 - 6970

5340 - 5020

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

Neolítico Antiguo (Pleno)

X-2457-57

7255

65

8220 - 7940

6270 - 5990

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

NM 9

Neolítico Antiguo (Pleno)

OxA- 26083

6252

33

7280 - 7120

5330 - 5170

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

Cueva de Nerja

NM 9

Neolítico Antiguo (Pleno)

OxA- 26084

6254

33

7280 - 7120

5330 - 5170

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

Cueva de Nerja

NM 7base

Neolítico

Beta-270023

6330

40

7360 - 7160

5410 - 5210

Carbón

AMS

Aguilar et al., 2011

Cueva de Nerja

NM 10

Neolítico Antiguo (Inicial)

OxA-26085

6342

37

7380 - 7180

5430 - 5230

Hueso

Singular

AMS

Jorda y Aura, 2008

Cueva de Nerja

NV 2 (II-b, C4)

Neolítico Antiguo (Inicial)

Ly-5218

6420

60

7470 - 7230

5520 - 5280

Carbón

Agregado

14C

Aura et al. 1998

Cueva de Nerja

NM 12 (intrusión)

Neolítico Antiguo (Inicial)

OxA- 26086

6466

33

7460 - 7300

5510 - 5350

Hueso

Singular

Ovis / Capra

Corta

AMS

Este trabajo

Cueva de Nerja

NV 3 (Fosa)

Neolítico Antiguo (Arcaico)

Beta-131577

6590

40

7580 - 7420

5630 - 5470

Hueso

Singular

Ovis aries

Corta

AMS

Aura et al., 2005

Cueva de Nerja

NM VIII(79)= NM 11

Mesolítico geométrico

Beta284146

7150

40

8040 - 7920

6090 - 5970

Semilla

Singular

Lathyrus sp

Corta

AMS

Jordá y Aura 2008

Cueva de Nerja

NV 3c (III a/c, C4)

Mesolítico geométrico

Ly-5217

7240

80

8230 - 7910

6280 - 5960

Carbón

Agregado

14C

Jordá y Aura 2008

Cueva de Nerja

NM 11

Mesolítico geométrico

Beta-284148

7490

40

8420 - 8180

6470 - 6230

Piñón

Singular

Pinus pinea

Corta

AMS

Este trabajo

Cueva de Nerja

NV 3-c (IIIc, C4)

Mesolítico geométrico

GifA-102010

7610

90

8610 - 8250

6660 - 6300

Piñón

Singular

Pinus pinea

Corta

AMS

Jordá y Aura 2008

Cueva de Nerja

NT 14

Mesolítico geométrico

Beta-193271

7620

40

8480 - 8360

6530 - 6410

Carbón

AMS

Sanchidrián y Márquez, 2005

Cueva de Nerja

NV 4c

EpiMagdaleniense

Beta-156020

10040

40

11820 -11300

9870 - 9350

Hueso

AMS

Aura et al., 2005

Cueva de Nerja

NT 16

EpiMagdaleniense

Beta-195996

10890

50

12950 -12710

11000 -10760

Carbón

AMS

Sanchidrián y Márquez, 2005

Singular

Singular

Especie

Hordeum sp.

Ovis / Capra

Capra pyrenaica

Vida

Corta

Corta

Corta

Tab. 1. Cueva de Nerja. Listado de dataciones radiocarbónicas utilizadas en este texto (NM: sala de La Mina; NV: sala del Vestíbulo; NT: sala de La Torca).

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I lam tec

I lam ret

IR

I M-D

I Geom/D

I Geom/A

I HD

T Pres

TTco

NM 6

NM 82-83

33,3

71

14.7

14.2

0

0

0

21

7

4

32

X

X

NM 7

67,2

60

10

10

0

0

0

61

10

14

85

X

X

NM 8

51,6

40

0

0

0

10

0

53

10

8

71

X

X

NM 9

44,3

26

13.3

0

6.7

6.7

0

79

15

21

115

X

X

NM 10

36

7,7

2.5

3.8

2.5

7.8

23.0

147

39

236

422

X

X

NM 11

11,9

5,5

11.1

27.8

11,1

0

33,3

95

18

230

343

X

X

NM 12

29

8,9

6

16

6,7

0

17,8

244

50

274

568

700

149

787

1.636

TOTALES

MNR

MR

Restos

Total

Tab. 2. Cueva de Nerja. Industria lítica de NM 1982-83. Valores del I lam tec: índice laminar técnico (núcleos, avivados y soportes); I lam ret: hojas/ hojitas con retoques marginales o irregulares; I R: índice de raspador; I M-D: índice de muescas-denticulados; I Geom/D: índice de geométricos con retoque directo; I Geom/A: índice de geométricos con retoque alterno; I HD: índice hojitas de dorso; MNR: material no retocado; MR: material retocado; Restos y Total. Se indica también la presencia de talla por presión (T Pres) y el tratamiento térmico (TTco).

En las capas NM12 y NM11 se identifica una producción de láminas por percusión directa a partir de núcleos prismáticos, acompañada de una talla de láminas cortas y una numerosa talla de lascas, expeditiva y mediante percutor duro. Los núcleos piramidales, pequeños cantos con talla bipolar y algún núcleo gratoide están vinculados a la producción de microlaminitas. Un segundo elemento es el componente geométrico. En NM12, NM11 y NV3 se han clasificado 6 trapecios de retoque abrupto directo, algún microburil y láminas denticuladas, cercanas al estilo Montbani (Fig. 5: 11-13). Estos rasgos permiten plantear que en Nerja existe la fase de trapecios del Mesolítico geométrico. El utillaje microlítico (hojitas-puntas y elementos sauveterroides) siempre lo hemos relacionado con las series epipaleolíticas, pero lo cierto es que desconocemos la composición de los conjuntos de armaduras del Mesolítico del sur. Raspadores cortos, algún buril, muescas-denticulados y piezas esquirladas completan el inventario. El conjunto lítico del primer neolítico de cueva de Nerja (NM10-NM6) comparte rasgos descritos para el Neolítico Antiguo de Andalucía (Martínez Fernández, 1985; Sánchez Romero, 2000; Martín-Socas et al., 2004; Martínez Fernández et al., 2010; Morgado y Pelegrin, 2012) y también de Portugal (Carvalho, 2010). Se trata de una industria lítica marcadamente laminar obtenida mediante presión y tratamiento térmico sobre materias primas seleccionadas. La producción de lascas desaparece, al igual que la talla de pequeños cantos y núcleos-gratoides para la obtención de microlaminitas. Estos datos coinciden con los publicados por A. Cava Almuzara (1997) sobre el material lítico de las excavaciones de M. Pellicer Catalán y P. Acosta Martínez.

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Están presentes los parámetros distintivos de la técnica de talla por presión (Tixier, 1976 y 1984; Binder,1984; Pelegrin, 1984; Gallet, 1998), aplicada a núcleos de morfología carenada, de cuidada preparación, destinados a obtener láminas de marcada regularidad y pequeño tamaño, puesto que en raras ocasiones superan los 12 mm de anchura (Lám. 1: 1-10). Se ha reconocido tratamiento térmico en núcleos, productos de acondicionamiento y soportes, a partir de la presencia de superficies mates y pátinas brillantes, siguiendo criterios ya descritos (Binder y Gassin 1988). Este sistema de producción es muy similar al descrito en Los Castillejos (Montefrío, Granada) y cueva de La Carigüela (Píñar, Granada) (Martínez Fernández et al., 2010; Morgado Rodríguez y Pelegrin, 2012). Sobre estos soportes se han elaborado los útiles neolíticos característicos: taladros, algunas piezas con lustre de cereal y un conjunto destacado de láminas con retoques marginales, irregulares o sin rastro aparente de uso. Estas producciones se identifican a partir de NM10, aunque existen elementos en una banda de las cuadrículas de NM11, coincidiendo con la intrusión de cerámica y fauna doméstica. Los trapecios (9) dominan sobre los segmentos (2) en Nerja y en otras series de Andalucía oriental —cueva de Los Mármoles (Priego de Córdoba) o los sitios cordobeses al aire libre— en contraste con lo descrito para los registros portugueses (Carvalho, 2010). Otro aspecto a retener es que la mitad de los geométricos neolíticos de Nerja presenta retoque abrupto alterno (Lám. 1: 7,9 y 10) — también en los sitios citados: Los Mármoles (Gavilán Ceballos, 1987: fig. 2), las colecciones cordobesas (Asquerino Fernández, 1987, fig. 2: nº 3, 6, 8, 9, 20, 24), e incluso en la cueva de Hoyo

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Fig. 5. Cueva de Nerja. A la derecha, posición estratigráfica de las producciones líticas descritas en el texto. A la izquierda, evolución de algunos índices recogidos en la Tabla 2 y frecuencia de fauna doméstica.

de la Mina (Totalán, Málaga) (Fortea Pérez, 1973: fig. 60, nº 7). Esta combinación no se encuentra en los contextos mesolíticos, dominados por retoques directos: El Retamar (Puerto Real, Cádiz) o El Embarcadero del río Palmones (Algeciras, Cádiz) (Ramos Múñoz y Lazarich González, 2002; Ramos Múñoz y Castañeda Fernández, 2005), tampoco en cueva de La Cocina (Dos Aguas, Valencia) (Fortea Pérez, 1973; García Puchol, 2006) o Bernàmer (Muro d’Alcoi, Alicante) (Jover Maestre, 2011). Las tendencias que describen las principales variables de las industrias líticas muestran que NM11 contiene un agregado de rasgos mesolíticos y neolíticos, marcando un punto de inflexión que distancia ambas producciones (Fig. 5). 2.4. LA CERÁMICA Las producciones cerámicas pertenecientes al Neolítico Antiguo permiten distinguir varias fases en su evolución. En las iniciales, existen materiales que podrían vincularse a un momento arcaico cuya diferenciación resulta compleja. La escasa documentación disponible a escala peninsular dificulta su discriminación respecto de los posteriores, si bien a a la mayor parte de los restos cerámicos de NV3 les atribuimos una cronología anterior al 5450 BC. El origen de estas producciones puede relacionarse con el mundo impresso antiguo, anterior al cardial clásico en Liguria, SE de Francia o País Valenciano

(Manen, 2000; Binder y Maggi, 2001; Maggi, 2002; Guilaine y Manen, 2002; Guilaine y Manen, 2007; Bernabeu Aubán et al., 2009; Binder y Sénépart, 2010) o con una vía de neolitización meridional, bordeando la costa norteafricana (García Borja et al., 2010, 2011). El primer horizonte neolítico de Nerja se caracteriza por una mayoría de labios redondeados, seguidos de planos, biselados y engrosados. Dominan los bordes no diferenciados, documentándose al final los rectos y salientes. Las bases son convexas, apareciendo también bases planas de talón. Los elementos de sujeción están dominados por los cordones, acompañados de lengüetas y asas de cinta, atestiguándose la antigüedad de las asas pitorro en el Neolítico andaluz. Las técnicas decorativas documentadas en NV3 están dominadas por la impresión, en cordones y en el cuerpo del vaso, con una gran variedad de matrices. Las impresiones con una punta roma en posición horizontal son las más numerosas, seguidas de las de concha no dentada (rocker), punzón afilado en posición oblicua y instrumento de dos puntas. La segunda técnica en representación es el baño a la almagra, seguido de las incisiones, incrustaciones de pasta roja y cordones lisos. En los estratos asociados a la fase inicial (NV2, gran parte de NV1, NM11 y NM10) las técnicas decorativas también están dominadas por la impresión, apareciendo las realizadas con instrumento curvo o concha no dentada (rocker) y también algún fragmento cardial. La almagra ocupa el segundo lugar en porcentaje y la utilización del color rojo está representada también por la téc-

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Lám.1: Cueva de Nerja. Industria lítica tallada del Neolítico antiguo, 1 y 5: Núcleos laminares para la talla a presión y con tratamiento térmico; 2-4: Laminitas talladas mediante presión y tratamiento térmico; 6: Taladro; 7-10: Trapecios, los nº 7, 9 y 10 con retoque alterno. Industria lítica del Mesolítico geométrico, 11-13: Láminas de estilo Montbaní; 14,15 y 17: Trapecios con retoque abrupto directo; 16: Microburil. {Neolítico: 2 y 4: NM7; 1, 8, 10: NM8; 3: NM9; 5: NV2; 6: NV (III/C-4); 7: NV2; 9: NV1. Mesolítico: 11-14 y 17: NM12; 15: NM11; 16: NM10/11}.

nica del relleno de impresiones e incisiones. La incisión ocupa porcentajes elevados, pero en contadas ocasiones se combina con la impresión (Lám. 2). El horizonte pleno del Neolítico Antiguo (NM9 a NM6), no presenta grandes cambios en labios y bordes, aunque se registra una presencia testimonial de bordes vueltos. Las bases son en su mayoría aplanadas, con algún ejemplar de base plana de talón y perduración de bases convexas. Casi la totalidad de los vasos presentan elementos de sujeción: cordones, asas de cinta verticales, algunas con resalte basal y anulares. También están presentes mamelones, lengüetas, asas de túnel y asas pitorro. A nivel tipológico, los momentos iniciales se caracterizan por una numerosa Clase C: ollas (C.13), cubiletes (C.11), jarros (C.10), contenedores (C.14 y C.15), cántaros

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(C.12) y jarras con asa pitorro (C.10.III) (García Borja y Pérez Jordá, 2012);; además de cuencos (B.6), microvasos (D.18) y botellitas (D.16). En los momentos plenos se mantiene una elevada presencia de la Clase C (C.13, C.14, C.12 y C.11), acompañada de cuencos (B.6) y botellitas (D.18) (Fig. 6). La técnica decorativa más utilizada es la impresión. Los instrumentos utilizados son variados: espátulas, tubos, dedos, uñas y diferentes tipos de punzón aplicados de forma diversa, no documentándose las realizadas con concha. Una de las matrices que resulta es el punto y raya, técnica que no debe confundirse con el boquique y sus derivados (Alday Ruíz y Moral del Hoyo, 2011), pues en la mayoría de casos se trata de una matriz en lágrima. Se documentan por primera vez las impresiones realizadas con gradina. Los por-

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Lám. 2: Cueva de Nerja. Selección de fragmentos cerámicos decorados. 1-6: NM6; 7-12: NM7; 13-18: NM8; 19-26: NM9; 27-30: NM10; 31-33: NM11; 34-41: NV3 y 42: NV4fosas.

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JOAN EMILI AURA TORTOSA ET AL.

Fig. 6. Cueva de Nerja. Resumen de la evolución de la tipología cerámica.

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UNA PERSPECTIVA MEDITERRÁNEA SOBRE EL PROCESO DE NEOLITIZACIÓN. LOS DATOS DE CUEVA DE NERJA EN EL CONTEXTO DE ANDALUCÍA (ESPAÑA)

centajes de tratamientos a la almagra y de relleno de pasta roja en la decoración se mantienen elevados, documentándose en algún caso relleno de pasta blanca. Destacar la existencia de algún caso de decoración pintada formando bandas con colorante negro (Tab. 3). 2.5. LA INDUSTRIA ÓSEA Y EL ADORNO Una buena parte de los equipos de hueso que caracterizan el Neolítico Antiguo del Mediterráneo peninsular quedan registrados en Nerja (Lám. 3). Los punzones sobre metapodios de Ovis-Capra son el tipo más numeroso, fabricados mediante fractura y abrasión, técnica común en el Neolítico. Los utensilios romos se limitan a un par de alisadores, uno de cuerna de Cervus elaphus y otro sobre diáfisis, destacando un bruñidor elaborado sobre un húmero humano, que procede de NM10/11 (Adán Álvarez, 1988). Merece también referenciarse una cuchara de mango corto sobre costilla de Bos sp. y varios tubos, uno de ellos sobre radio de ave de gran talla (águila o buitre) y una gradina de ocho dientes sobre diáfisis de tibia de Cervus elaphus. Un útil poco habitual en el sur de Iberia es el anzuelo curvo, del que en Nerja se documenta un fragmento procedente de NM7 que tiene un paralelo en la cercana cueva de Hoyo de la Mina (Such Martín, 1920: 78, Lám. XIX: 8). En NM11 y NM12 se documenta algún fragmento de biapuntado corto, o anzuelo recto, similar a los descritos en las ocupaciones epimagdalenienses (Aura Tortosa y Pérez Herrero, 1998) que sí están fabricados sobre pequeñas diáfisis obtenidas mediante doble ranurado, una técnica de tradición paleolítica.

Ninguno de los objetos mencionados en párrafos anteriores se documenta en los niveles mesolíticos. Se han empleado una gran diversidad de materias como adornos, destacando varias especies de moluscos (Columbella rustica, Conus mediterraneus, Stramonita haemastoma, Bucinum undatum, Trivia monacha, Cerithium vulgatum y Nassarius reticulatus) (Jordá Pardo, 1986). Los más numerosos son los ejemplares de Columbella rustica, en los que se constatan dos tipos de perforación, una apical, con eliminación de toda la columela interior y la parte inferior de labio, y otra lateral. La presencia de Theodoxus fluviatilis perforados, una especie abundante en la secuencia paleolítica-epipaleolítica, queda concentrada en gran medida en NM11, formando quizás un contexto único. Los bivalvos se limitan a una pequeña valva de Glycymeris muy rodada; también se documenta algún escafópodo recortado (Antalis sp.) y en algunas conchas se observan restos de colorante rojo. Otros adornos en los que se identifica la morfología anatómica del soporte son dos colgantes sobre canino de Sus scropha, uno de ellos de gran tamaño y con varias perforaciones en los dos extremos. Las cuentas discoidales de piedra y concha son las mejor representadas, destacando las confeccionadas a partir de valvas de cardíidos, cuyo proceso de fabricación está documentado en NV (Pascual Benito, 2005). También se constata la fabricación de cuentas a partir de discos apicales de Conus y un disco de mayor tamaño de hueso. Entre los colgantes, algunos imitan el canino atrofiado de ciervo, confeccionados en hueso o en caliza; otros de morfología oval con perforación central o curva se obtienen a partir de fragmentos rodados de Glycymeris sp.

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NM VII

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NM VIII

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NM IX

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NM X

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NM XI

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1

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Derrumbes

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100 3.335

Tab. 3. Cueva de Nerja. Evolución de las técnicas decorativas aplicadas a la cerámica en NM. Mamelones (1); Cordones lisos (2.1) Cordones impresos (2.2);Impresiones (3/4); Incisiones (5); Peinada (7); Almagra (8); Pintada bandas negras (9); Labios impresos (10); Rellenos, de colorante rojo o blanco.

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Lám. 3: Cueva de Nerja. Industria ósea de NM. 1-9: Punzones sobre metapodio y puntas; 10: anzuelo curvo; 11: cuchara; 12: gradina, 13-15: tubos; 16-17: alisadores; 18: bruñidor. {Nº. 9: NM6; 2,3, 8,10 y 13-16: NM7; 4-7 y 12: NM8; 1 y 17: NM9; 18: NM10/11; 11: DL}.

Los anillos de hueso son de dos tipos: lisos y con un resalte de diversa morfología. Existe un gran número y diversidad de brazaletes de piedra, con ejemplares estrechos y lisos fabricados en esquisto negro y en mármoles claros. Los anchos de mármol blanco están decorados con estrías paralelas rellenas de pasta roja (series de 3, 4, 5, 6 y 8 estrías). Los brazaletes de pectúnculo tienen una presencia menor y están mejor documentados en niveles del Neolítico medio (Lám. 4). Salvo los adornos fabricados sobre gasterópodos, ninguno de los objetos mencionados se documenta en niveles mesolíticos. 2.6. LOS RESTOS CARPOLÓGICOS El registro no es muy abundante, pues a pesar de haber lavado los sedimentos con agua no se realizó su flotación. En los niveles paleolíticos, junto a los piñones (Badal García, 1998) se documentan huesos de acebuche, bellotas, pomos de rosáceas y legumi-

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nosas. Se trata de productos silvestres comestibles que pueden relacionarse con la recolección. Es un registro similar al recuperado en otros contextos de grupos caza-recolectores de Iberia (Aura Tortosa et al., 2005, 2006) o en el Norte de África (Morales Mateos et al., 2013). Los únicos materiales que podrían corresponder a la segunda mitad del VI milenio cal BC son las cebadas desnudas de NV2 inicial (Hordeum vulgare var. nudum) (Aura Tortosa et al., 2005), ya que la cebada de NV2 se data en los inicios del IV milenio cal BC. La documentación se incrementa a partir de NM5, en el tránsito entre en VI y el V milenios cal BC, identificando cereales y leguminosas. El taxón más frecuente es la cebada desnuda, aunque hay cariópsides también de cebada vestida (Hordeum vulgare subsp. vulgare), de trigos desnudos y posiblemente de escanda menor (Triticum cf. dicoccum). Entre las leguminosas sólo se puede confirmar la presencia de habas.

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Lám. 4: Cueva de Nerja. Adornos de NM (1979–84). 1-4: Cuentas sobre malacofauna; 5-15: adornos sobre gasterópodos perforados; 16: Glycymeris perforado; 17-18: colgantes sobre canino de Sus scropha; 19-26: colgantes sobre hueso, piedra y concha; 27: disco de hueso; 28: brazalete de pectúnculo; 29-32: anillos de hueso; 33-35: brazaletes anchos de mármol con estrías paralelas rellenas de pasta roja; 36-38: brazaletes estrechos y lisos en esquisto negro y mármol. {32: NM5; 6,7,19, 20, 24, 28 y 33: NM6; 5, 8, 22, 36 y 37: NM7; 1,2, 4, 15, 26, 35 y 38: NM8; 14, 23 y 25: NM8/9; 10, 12, 13, 16: NM9; 11, 29: NM10; 21: NM10/11; 3, 27, 30 y 32: DL)

Buena parte de los datos sobre la agricultura andaluza durante el Neolítico Antiguo se concentran en su mitad oriental y corresponden en su totalidad al último tercio del VI milenio cal BC (Buxó i Capdevila, 1997; Peña-Chocarro, 1999; Rovira i Buendía, 2007; Pérez Jordà et al., 2011) y se ha definido a partir del cultivo de los trigos desnudos y de la cebada desnuda, con un papel mucho más reducido de los trigos vestidos y de la cebada vestida. Estos van acompañados por un conjunto de leguminosas diverso, pero poco numeroso, y quizás el elemento más diferenciador es el peso de dos posibles cultivos, el lino (Linum usitatissimum) y la adormidera (Papaver somniferum). Se trata de un esquema agrícola similar al que se detecta en el País Valenciano (Pérez Jordà, 2005), con una amplia diversidad de cultivos de cereales y leguminosas, lo que hace pensar en un

sistema de cultivo intensivo u hortícola, similar al propuesto en Grecia (Halstead, 1996) o en Centroeuropa (Bogaard, 2004). 2.7. LA FAUNA DE VERTEBRADOS Cuatro componentes concentran buena parte de la variabilidad de la fauna holocena de cueva de Nerja. La fauna salvaje se reparte entre la cabra montés, el ciervo y unos pocos restos de jabalí. El predominio de la cabra montés está relacionado con la orografía del entorno de la cueva. Los restos de conejo suponen un 2,1% en los niveles del Neolítico Antiguo, el 26% en NM11, el 39,6% en NM12 y superarán el 80% a partir de NM13. El tercer elemento a considerar es la presencia puntual de carnívoros (lince, gato salvaje y zorro), un rasgo común con tendencias descritas en otros yacimientos mesolíticos (Aura Tortosa et al., 2009).

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El cuarto elemento son las especies domésticas que en el Neolítico Antiguo (NM10 a NM6) suponen el 91,6% (bovino, cabra, oveja, cerdo y perro). La denominación Ovis/Capra se emplea para restos de ovejas y cabras domésticas, cuando no es posible determinar la especie (Ovis aries o Capra hircus).

representativas de un proceso regional. El resto de sitios sobre la costa del mar de Alborán no va más allá de una cartografía de lugares, de los que se conoce una breve referencia de materiales y algunas dataciones (Cortés Sánchez et al., 2010, 2012). 3.1. EL FINAL DE UN MUNDO

La fauna doméstica supone todavía el 62% en NM11, pero este valor queda matizado cuando se recuentan juntos los restos identificados y los fragmentos de diáfisis, separándolos según la matriz adherida a los restos (Lám. 5). Así, los restos con matriz blanquecino-amarillenta se asocian a especies domésticas, mientras que los que ofrecen una matriz negra se corresponden con especies salvajes, incluido el conejo y la ictiofauna (Aura Tortosa et al., 2010). Los restos domésticos suponen un 8,6% en NM12, por una intrusión puntual desde NM11 que ha sido datada (Tab. 1).

3. PROCESOS REGIONALES La escasez de datos sobre sitios al aire libre del primer Neolítico ha propiciado perspectivas continuistas, amplificadas por los problemas arqueoestratigráficos que toda “transición” merece tener. La larga secuencia de cueva de Nerja ha ocupado un lugar destacado en esta discusión y como ha quedado descrito, se trata de un yacimiento complejo -tanto como el resto de cuevas-, y la cuestión es si las tendencias señaladas son

El relato se inicia al final del Pleistoceno, cuando la conservación de los sitios costeros de Andalucía oriental ha permitido plantear un proceso de diversificación e intensificación económicas ligado a recursos marinos y vegetales (Aura Tortosa et al., 2002, 2009, 2010, 2011, 2013). En Nerja las producciones líticas están orientadas a la obtención de láminas y microlaminitas mediante percusión directa, mientras que las lascas son más numerosas a medida que nos adentramos en el Holoceno; también se ha identificado una macroindustria lítica elaborada a partir de cantos (Aura Tortosa y Jardón Giner, 2006). La industria ósea se ha fabricado sobre hueso (puntas finas y agujas) y asta (alguna punta, arpones y cinceles) y son los anzuelos rectos el objeto más numeroso. Los elementos de adorno han sido fabricados sobre malacofauna marina y dulceacuícola, destacando el binomio Cyclope sp.-Theodoxus fluviatilis. Para el Holoceno antiguo (9650-6350 BC) existe un vacío documental que será rellenado en parte por cuatro situaciones arqueológicas muy diferentes:

Lám. 5: Cueva de Nerja. El tramo sedimentario del contacto entre el Neolítico Antiguo y el Mesolítico presenta intrusiones. Los restos de fauna doméstica y salvaje del cuadro F5 de NM11 muestran la existencia de dos matrices sedimentarias diferentes.

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las cuevas interiores (Valdecuevas, Cazorla-Jaén y El Nacimiento, Pontones-Jaén), los sitios de la campiña cordobesa (Asquerino Fernández, 1987), los costeros (cuevas de Nerja, Hoyo de la Mina o Bajondillo) y los concheros del Estrecho de Gibraltar (Embarcadero del Río Palmones o El Retamar). El Mesolítico queda silueteado, que no perfilado, a partir de estos contextos. Se trata de la fase con trapecios de retoque abrupto directo que ofrece un nuevo vacío entre 6020 y 5490 BC, en paralelo a la Fase B de armaduras triangulares tipo Muge-Cocina. Es razonable pensar que existió una continuidad en la explotación de los recursos marinos hasta el Neolítico. 3.2. LA EMERGENCIA NEOLÍTICA: EL CONTEXTO MEDITERRÁNEO Lo que ahora sabemos sobre el Mesolítico condiciona su aportación a esta trayectoria. Una intensa explotación de los recursos marinos sirvió para plantear si la estabilidad residencial de sitios como Franchthi y Grotta dell’Uzzo -añadimos Nerja- favoreció una rápida asimilación de la agricultura primitiva (Jacobsen, 1981; Piperno, 1985; Aura Tortosa et al., 2001). Esta situación pudo establecer desiguales expectativas de interacción entre los grupos neolíticos y los pescadores costeros por un lado y los cazadores de las tierras interiores por otro. El origen de las nuevas técnicas y materiales, de los agriotipos domésticos y el marco radiométrico son los elementos que permiten trazar relaciones regionales mediterráneas (Bernabeu Aubán, 2005; Martí Oliver, 2008; Zilhâo, 2011). En cuanto a las técnicas, la talla por presión ha sido uno de los rasgos citados a la hora de relacionar el Capsiense africano y el Castelnoviense del sur de Europa (Tixier, 1976; Inizan, 1984; Rahmani, 2004; Rahmani y Lubell, 2012; Binder et al., 2012). En Iberia se menciona en las producciones mesolíticas de El Retamar y Embarcadero del Río Palmones (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002; Ramos Muñoz y Castañeda Fernández, 2005), pero no se ha descrito ni en el Algarve ni en el País Valenciano (García Puchol, 2005; Carvalho, 2010). Se ha propuesto que esta técnica asociada al tratamiento térmico, que no se identifica en ninguno de los contextos mesolíticos, constituye un rasgo neolítico que relaciona el Sur de Iberia y el Norte de África (Manen et al., 2007; Marchand y Manen, 2010). La industria ósea y el adorno también marcan diferencias entre el Neolítico y los niveles anteriores.

Las primeras producciones cerámicas de Nerja presentan ciertas particularidades dentro del conjunto de cerámicas impresas que conforman el Neolítico mediterráneo, con elementos que ofrecen escasas afinidades con los conjuntos arcaicos del sur de Francia y Península Ibérica, o los definidos para el cardial franco-ibérico. Dos hipótesis de perspectiva mediterránea podrían contextualizar estos rasgos cerámicos en Nerja: relacionarlos con la tradición impressa ligur o retomar la vía de neolitización costera norteafricana desde el centro-sur de Italia (García Borja et al. 2010, 2011). Esta última opción explicaría las semejanzas de parte del conjunto con otros existentes al sur de Italia (Fugazzola et al., 2002 y 2004). La escasa información de conjuntos y secuencias situados sobre la costa africana, que son los que deben permitir un gradiente este-oeste, aconseja cierta prudencia a la hora de manejar esta hipótesis. La identificación de especies de fauna doméstica en cueva de Nerja también puede ser contextualizada en el proceso de expansión neolítica. No se dispone de datos directos sobre muestras de Nerja, pero el origen de estas especies ha sido establecido a partir de los datos de ADN de muestras arqueológicas procedentes del Próximo Oriente y Europa. Los datos disponibles indican que la introducción de las ovejas desde el Próximo Oriente (Ovis orientalis-Ovis gmelini) se produjo a través de las vias de neolitización mediterránea y danubiana (Bruford et al., 2003; Zeder, 2008, 2009). Igualmente, los haplotipos de Capra aegagrus del Próximo Oriente están presentes en las cabras domésticas actuales (Naderi, 2008; Luikart et al., 2001) y también los dos haplogrupos encontrados en las muestras neolíticas, lo que es coherente con su difusión (Gerbault et al., 2012; Larson y Burguer, 2013).

Bos primigenius primigemius es el agriotipo de Bos taurus. El ADNmt recuperado en muestras arqueológicas señala que los uros europeos pertenenecen al haplogrupo P, mientras que los del Próximo Oriente pertenecen al haplogrupo T, donde está el centro originario de todas sus variantes actuales (Edwards et al., 2007; Bollogino et al., 2008; Achilli et al., 2008). El análisis del haplogrupo T1 ha revelado la presencia de seis sub-haplogrupos, que se configuraron en el Próximo Oriente y desde allí se dispersaron siguiendo las rutas migratorias de los grupos neolíticos (Bonfiglio et al., 2012).

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El agriotipo Sus scropha scropha se encuentra en toda Eurasia. Las muestras neolíticas procedentes de Anatolia han revelado la presencia del clado NE2, lo que parece indicar que esta región fue un centro originario de domesticación del cerdo, registro que es coincidente con los estudios arqueozoológicos (Vigne et al., 2009; Vigne, 2011; Larson y Burguer, 2013). En muestras neolíticas de Balcanes y Europa occidental (Rumania, Alemania, Croacia y Francia) se han encontrado los mismos haplotipos que en Anatolia (Larson et al., 2007; Ottoni, 2012).

4. CONCLUSIONES Los depósitos del Holoceno Antiguo y Medio de Nerja muestran intrusiones de origen antrópico, discontinuidades laterales y contactos discordantes. La identificación de elementos mesolíticos coincide con los resultados de varias dataciones de vida corta que quedan separados unos 500 años de las más antiguas dataciones obtenidas sobre muestras de fauna doméstica neolítica, lo que descarta que puedan ejemplificar un proceso de transición. No existen bases para proponer una domesticación autóctona -los agriotipos proceden del Mediterráneo oriental-, ni procesos de inculturación-aculturación lo suficientemente dilatados como para ser reconocidos arqueológicamente. La expansión por vía marítima del Neolítico se produjo en unas condiciones medioambientales muy similares a las actuales, según indican los datos bioarqueológicos. Una navegación costera, discontinuidades geográficas, vacíos poblacionales seguidos de una expansión demográfica y un gradiente este-oeste de las dataciones son elementos a retener (Martí Oliver, 2008). Por su cronología y materiales, el registro Neolítico de Nerja formaría parte de las ocupaciones pioneras de la costa ibérica del mar de Alborán. Desconocemos la procedencia de estos grupos neolíticos, pero existen dos alternativas meridionales y otra abierta a las relaciones con el grupo Cardial. Sobre las primeras, la filiación impresa mediterránea puede ser tenida en cuenta, mientras que la vía de neolitización a través del Atlas (Daugas et al., 2008, Daugas y El Idrissi, 2008) se basa fundamentalmente en la presencia del haplogrupo T1, actualmente predominante en el norte de África, pero no demostrado con material genético antiguo (Bonfiglio

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et al., 2012). Los sitios cercanos a la costa africana del mar de Alborán podrían incluso invertir la dirección de la vía de neolitización, puesto que las dataciones sobre elementos domésticos del norte de África y Portugal fechan contextos de cerámicas impresas y almagras posteriores a las de Nerja. Por tanto, no es posible descartar ninguna posibilidad. En la primera publicación de la secuencia neolítica de NV relacionamos sus materiales con el horizonte Epicardial (Aura Tortosa et al., 2005). Sin embargo la correlación entre salas, componentes, evolución y cronología radiométrica no permiten mantener esta propuesta (Aura Tortosa et al., 2010; García Borja et al., 2010, 2011). Es cierto que persisten incertidumbres, pero los materiales descritos como arcaicos de Nerja pueden considerarse una referencia del primer horizonte de la tradición cerámica denominada en su día como Cultura de las Cuevas (Bosch Gimpera, 1932, 1956; Muñoz Amilibia, 1975; Acosta Martínez, 1987; Pellicer Catalán y Acosta Martínez, 1997; Gavilán Ceballos, 1997; Asquerino Fernández, 2004; Gavilán Ceballos y Escacena Carrasco, 2009). Sus tendencias evolutivas muestran diferencias significativas con respecto a la tradición cardial y una cronología muy similar. De hecho, los conjuntos de referencia de este complejo con dataciones directas sobre restos domésticos están situándose en el rango cronológico del Neolítico Antiguo-Pleno de Nerja (NM9-NM6). Las producciones líticas neolíticas también abren algunas cuestiones. En primer lugar, la talla por presión con tratamiento térmico se ha descrito tanto en el grupo Cardial (La Carigüela y Los Castillejos), como en el Impreso-Almagra (cuevas de Nerja, El Toro de Antequera o Murciélagos de Zuheros). Otro elemento a considerar es que durante el Neolítico Antiguo de las cuevas de Nerja o Los Mármoles, los trapecios dominan sobre los segmentos, al igual que ocurre en la tradición cardial. Además, los geométricos neolíticos están elaborados en una proporción significativa (25-50%, según series) mediante retoques alternos, un rasgo técnico y estilístico a añadir a la variabilidad de armaduras neolíticas. Las producciones óseas y los adornos también permiten una relación con el grupo cardial (punzones, cucharas, tubos, gradinas…). Antes de asentarse estos elementos que constituyen el proceso de formación de las sociedades neolíticas, existe un apagón de datos que limita el

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análisis de una posible interacción entre las poblaciones costeras de cazadores-recolectores-pescadores y los agricultores primitivos. Esta situación no puede simplificarse, considerando la difusión como un cambio episódico de sustitución, al margen de procesos demográficos y de escenarios involucrados en la interacción, pues el más sencillo de los objetos de adorno fabricado sobre Columbella rustica transita entre el Mesolítico y Neolítico antiguo (Álvarez Fernández, 2008) en las dos orillas del mar de Alborán.

AGRADECIMIENTOS Los nuevos análisis radiométricos han sido financiados por la Fundação para a Ciência e Tecnologia, Ministério da Educação e Ciência, República Portuguesa (SFRH/BD) y el proyecto Origins and Spread of Agriculture in the Western Mediterranean region (ERC-2008-AdG 230561); nuestro agradecimiento a H. Martín y L. Peña-Chocarro. También a J.E. Ferrer Palma (Universidad de Málaga) por atender las consultas planteadas. Las comparaciones regionales de las producciones líticas han sido posible gracias a MESO COCINA: los últimos caza-recolectores y el paradigma de la neolitización en el mediterráneo occidental (HAR 2012-33111), Ministerio de Economía y Competividad, Gobierno de España. Por último, la actualización de los datos de las excavaciones dirigidas por F. Jordá en Cueva de Nerja ha sido realizada, una vez más, gracias al esfuerzo de los autores.

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Vista de las dos orillas del estrecho de Gibraltar. Foto: JosĂŠ Ramos MuĂąoz.


DOSSIER

LAS SOCIEDADES TRIBALES NEOLÍTICAS EN LA ZONA LITORAL E INTERIOR DE CÁDIZ. CONTINUIDAD POBLACIONAL Y PROCESO HISTÓRICO José Ramos Muñoz1, Eduardo Vijande Vila2, Juan Jesús Cantillo Duarte2, Manuela Pérez Rodríguez3, Salvador Domínguez-Bella4 y José María Gutiérrez López5

Resumen: Se ofrece una síntesis del estado actual del conocimiento de las sociedades tribales neolíticas en la zona de Cádiz entre el VI y el IV milenios ANE, incluyendo la transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a los inicios de la neolitización. En este sentido, se presentan las últimas aportaciones sobre la captación de recursos marinos, los asentamientos en el entorno litoral, la construcción de dólmenes en el piedemonte de la sierra y de la distribución de productos exóticos a larga distancia.

Palabras clave: Sociedades tribales neolíticas, región geohistórica, Estrecho de Gibraltar, banda atlántica de Cádiz.

NEOLITHIC TRIBAL SOCIETIES ON THE COAST AND INTERIOR OF CÁDIZ AREA. POPULATION CONTINUITY AND HISTORICAL PROCESS Abstract: This paper presents a synthesis of the current state of knowledge of Neolithic tribal societies in the Cádiz area between the 6th and 4th millennia BC, including the transition of hunter-gatherer societies into the early neolithisation. Towards this end, we discuss the most recent contributions in the study of catchment of marine resources, megalith-building at the piedmonts of the mountains and long-distance distribution of exotic products.

Keywords: Neolithic Tribal Societies, Geohistorical Region, Strait of Gibraltar, Atlantic Coast of Cádiz.

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Área de Prehistoria, Universidad de Cádiz [jose.ramos@uca.es] Grupo PAI-HUM-440. Universidad de Cádiz [eduardo.vijande@uca.es], [jesus.cantillo@uca.es] Grupo de investigación AGREST. Departament de Prehistòria. Universitat Autònoma de Barcelona [manuela.perez70@gmail.com] Departamento de Ciencias de la Tierra, UGEA-PHAM. Universidad de Cádiz [salvador.dominguez@uca.es] Museo de Villamartin, Cádiz [museovillamartin@hotmail.com]

Recibido: 27/06/2013; Aceptado: 22/10/2013

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JOSÉ RAMOS MUÑOZ ET AL.

1. INTRODUCCIÓN Un equipo interdisciplinar de la Universidad de Cádiz, desde una posición teórica de la Arqueología Social, trabaja en el conocimiento del dilatado proceso histórico, desde las comunidades cazadoras-recolectoras-pescadoras del Pleistoceno, hasta las sociedades clasistas iniciales de la Prehistoria Reciente, pasando por las tribales-comunitarias del Holoceno, en la región geohistórica del Estrecho de Gibraltar (Vanney y Menanteau, 2005), con su componente atlántica-mediterránea (Arteaga Matute, 2002; Arteaga Matute et al., 2008). Así, en los últimos años el interés ha sido el de superar la perspectiva normativa tradicional del tránsito Epipaleolítico al Neolítico, mediante una nueva valoración histórica de la etapa comprendida entre los milenios VI-IV ANE en la región atlántica del Suroeste de la Península Ibérica (Ramos Muñoz, 2000, 2004). Como alternativa social, nos interesa profundizar en el modo de

producción y los modos de vida de estas formaciones sociales (Arteaga Matute, 2002; Arteaga Matute y Roos, 2009), en un medio natural definido. También hemos incidido en las relaciones sociales de filiación, en el parentesco y en la división sexual del trabajo (Pérez Rodríguez, 2011). Aunque recientemente se han documentado nuevos yacimientos vinculados a la ocupación de las sociedades neolíticas desde San Fernando a Tarifa1 (Fig. 1) (Ramos Muñoz, 2008), este objetivo se ha apoyado en los resultados de las excavaciones, que han permitido la determinación estratigráfica, la ordenación histórica de los productos arqueológicos y sus analíticas. Entre ellos, destacan El Estanquillo (Ramos Muñoz, 1993), dolmen de Alberite (Ramos Muñoz y Giles Pacheco, 1996), La Mesa (Ramos Muñoz et al., 1999), El Retamar (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a, 2002b), Embarcadero del río Palmones (Ramos Muñoz

Fig. 1. Mapa con situación de yacimientos del V y IV milenios ANE en banda atlántica de Cádiz.

1 En el marco del proyecto Las ocupaciones prehistóricas de la campiña litoral y banda atlántica de Cádiz, autorizado y subvencionado por la Junta de Andalucía.

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LAS SOCIEDADES TRIBALES NEOLÍTICAS EN LA ZONA LITORAL E INTERIOR DE CÁDIZ. CONTINUIDAD POBLACIONAL Y PROCESO HISTÓRICO

Fig. 2. Mapa con situación de yacimientos de los últimos grupos cazadores-recolectores y del V y IV milenios ANE en cuenca del río Guadalete y sierra de Cádiz.

y Castañeda Fernández, 2005), La Esparragosa (Pérez Rodríguez et al., 2005; Ramos Muñoz et al., 2008), Campo de Hockey (Vijande Vila, 2009, 2010), Armas de Santiago (Pérez Rodríguez y Cantillo Duarte, 2008; Pérez Rodríguez et al., 2010; Cantillo Duarte, 2013), SET Parralejos (Villalpando Moreno y Montañés Caballero, 2009) y dólmenes de El Juncal y de Las Rosas (Gutiérrez López, 2007) (Figs. 2 y 3). Y, a ellos se han de añadir, los resultados obtenidos en la zona sur del Estrecho de Gibraltar (Ramos Muñoz et al., 2008, 2011). Fruto de esta investigación son, por un lado, varias síntesis que ofrecen el estado actual del conocimiento de estas sociedades (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2003; Ramos Muñoz et al., 2006, 2010a, 2010b) y de sus implicaciones en los procesos de transformación del medio (Ramos Muñoz y Pérez Rodríguez, 2008), y por otro, estudios más particularizados, mediante tesis doctorales entre las que destacan las siguientes: Cáceres Sánchez, 2003; Pérez Rodríguez, 2004; Vijande Vila, 2010 y Cantillo Duarte, 2012.

2. EXISTE CONTINUIDAD. LA TECNOLOGÍA LÍTICA COMO ELEMENTO TÉCNICO DE PRODUCCIÓN. DE EMBARCADERO DEL RÍO PALMONES A EL RETAMAR La difusión démica se ha considerado como un paradigma y en su defensa se llega a utilizar la ironía y el desprestigio personal de quienes han expresado opiniones diferentes a partir de registros que aportan variaciones al modelo (Zilhâo, 2011). Reconocemos la complejidad del problema, donde no caben soluciones simples, pero queremos cuestionar los modelos que cierran toda discusión, pues si se valora sólo como neolítico lo relacionado con ancestros genéticos de plantas y animales (Zilhâo, 2011: 47), resultaría imposible aceptar cualquier desarrollo local. Desde este tipo de explicaciones, el trabajo humano y las relaciones sociales no existen y sólo caben explicaciones naturalistas, que tienen un gran matiz comptiano y spenceriano. Evidentemente, estamos ante un problema muy complejo, con muchas vías de análisis, como demuestra el interesante compendio de la reunión de Faro de noviembre de 2009 (Gibaja Bao y Carvalho, 2010).

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JOSÉ RAMOS MUÑOZ ET AL.

Fig. 3. Mapa con situación de yacimientos excavados con evidencias de ocupación de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras y tribales neolíticas, en el área del Estrecho de Gibraltar.

La experiencia acumulada nos ha demostrado que las tecnologías líticas propias del Neolítico mantienen interesantes tradiciones de grupos cazadores-recolectores previos, ya documentados en la zona (microlitos geométricos y utillaje con bordes abatidos). Esta tecnología no conforma solamente “facies culturales”, pues representa básicamente instrumentos de producción que ayudan a explicar prácticas productivas, como medios de producción. Nuestra hipótesis de partida es que las últimas comunidades de modo de producción cazador-pescador-recolector tienen una continuidad histórica con las ocupaciones previas en la región, como sugieren los estudios en las bahías Atlántica y Mediterránea (Algeciras y Cádiz), o el análisis de asentamientos como Embarcadero del río Palmores (Algeciras) (Ramos, 2003, 2004; Ramos Muñoz y Castañeda Fernández, 2005) y El Retamar (Puerto Real) (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a, 2002b). La Transgresión Flandriense incidió en la transformación del litoral, de ahí que muchos asentamien-

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tos de la época estén sumergidos (Arteaga Matute y Hoffmann, 1999), explicando la limitación de registros en zonas bajas y litorales. Debido a esta escasez de yacimientos, se ha acudido a la perspectiva difusionista en el intento de explicar la llegada a la zona de nuevos grupos humanos. Sin embargo, estos yacimientos de las bahías de Algeciras y Cádiz han ofrecido novedades en la ocupación de nuevos territorios litorales, aportando información de arqueofauna, arqueobotánica, análisis de materias primas, tecnología lítica y estudios de funcionalidad de los productos líticos (Ramos, 2008; Clemente Cano y García García, 2008). La secuencia estructural del registro lítico tallado del corte 2 de Embarcadero del Río Palmones queda así definida como : A/1S B D (Laplace, 1972), de donde se infiere la significativa entidad de los productos con retoque abrupto (destacando la presencia sincrónica de láminas con borde abatido y de geométricos). Por tanto, no encajaría en sentido estricto en las ordenaciones normativas de la llamada facies geomé-

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trica del Epipaleolítico (Fortea Pérez, 1973; Fortea Pérez et al., 1987), demostrando la conveniencia de revisar las visiones normativas tradicionales (Zilhâo, 2001, 2011), pues la realidad, como se ha expresado, parece ser mucho más compleja. A partir de su análisis, se han podido identificar procesos de trabajo vinculados con la explotación de moluscos marinos, fundamentalmente del bivalvo Chamelea gallina, cuyo registro en el cómputo global del yacimiento ha sido de 297 restos, de al menos 119 individuos, por lo que la recolección se llevó a cabo en un medio de estuario cercano y de playa con amplio dominio de sustratos areno-fangosos. A nivel micro-espacial, ha sido posible relacionar muchos de estos restos malacológicos con pequeños cantos termoalterados, posiblemente fruto de su consumo tras un proceso de exposición al fuego, como se derivan de los análisis tafonómicos. Embarcadero del río Palmones evidencia la presencia de asentamientos situados al aire libre en la bahía de Algeciras, cuyas comunidades desarrollan un modo de vida basado en la caza, recolección y marisqueo (Ramos Muñoz y Castañeda Fernández, 2005). La continuidad tecnológica con registros de períodos más recientes, documentados en El Retamar (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a), la consideramos fruto de los procesos de trabajo y de la propia continuidad antropológica de estas comunidades. Este último yacimiento, situado en la Bahía de Cádiz, constituye un asentamiento al aire libre vinculado a sociedades tribales (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a, 2002b). Se ubica actualmente en una altura de 18 msnm pero durante el Holoceno, y debido al máximo transgresivo Flandriense, se encontraba más cercano a la línea de costa, permitiendo la realización de trabajos de pesca y marisqueo. La excavación permitió el registro de 98 estructuras: 62 hogares, 10 concheros, 2 enterramientos y 24 concentraciones de piedras. Y en él se han obtenido tres dataciones absolutas: • Beta-90122, Hogar 18, 6780±80 años BP; 52254810 cal ANE 2σ (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a: 172). • Sac-1525, Hogar 18, 7280±60 BP, 5937-5913 cal ANE 2σ (Ramos Muñoz et al., 2005: 515). • Sac-1676, Conchero 6, 7400±100 BP; 6069-6037 cal ANE 2σ (Ramos Muñoz et al., 2005: 515).

Fue un asentamiento estacional, ocupado por una comunidad que realizó trabajos de pesca y marisqueo, en el que tendrían lugar, también, el procesado, la transformación y el consumo de los productos. La tecnología lítica (con importante presencia de microlitos geométricos y utillaje laminar), cerámica y las áreas de actividad y consumo detectadas, tendrían que ver con procesos de trabajo relacionados con la producción y el consumo de alimentos. Los enterramientos serían una manifestación de la frecuentación del territorio inmediato, sin que se hayan apreciado productos que indiquen una diferenciación social del trabajo ni distinción social alguna en los inhumados. El análisis de los moluscos marinos (Soriguer Escofet et al., 2002) demuestra su importancia en los modos de producción de estos grupos. Este componente natural vino reflejado por la documentación de un total de 4164 restos, de un número mínimo de 2483 individuos. De ellos, 1850 pertenecían a bivalvos, 589 a gasterópodos y 44 a crustáceos, con una variabilidad taxonómica compuesta por 25 tipos de especies. Desde el punto de vista cuantitativo, las más recolectadas fueron los bivalvos Solen marginatus (2405 restos de un número mínimo de 1175 individuos) y Ruditapes decussatus (882 restos de un mínimo de 557 individuos) junto a los gasterópodos Hexaplex trunculus (403 restos de un número mínimo de 350 individuos) y Bolinus brandaris (120 restos de un mínimo de113 individuos), por lo que se evidencia un patrón de recolección encaminado hacia la búsqueda de especies de sustratos blandos de arena-fango. El estudio de la ictiofauna demostró el consumo de la dorada (Sparus aurata), sobre otras seis especies que serían de consumo puntual: Galeorhynus galeus, Thunnus thynnus, Argyrosomus regius -otolitos-, Dentex sp., Diplodus sp., Lithognatus mormyrus. Destacamos que Lithognathus mormyrus habita aguas litorales de fondos arenosos y que Thunnus thynnus se capturaría en otoño durante la migración de vuelta. Y en este contexto, a tenor de las evidencias, se plantea una relación directa de los microlitos geométricos con los arpones y las actividades de pesca. Con respecto a la fauna terrestre, destaca el predominio de los animales de caza sobre los domesticados, estando destinados estos últimos exclusivamente para el autoabastecimiento (Cáceres Sánchez, 2003).

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El estudio antracológico indica la presencia de Quercus de hoja caduca, Olea europaea, Phillyrea sp. (Filaria) y Leguminosas t. Cytisus (Retama). En menor medida Pistacia lentiscus (Lentisco) y Quercus t. Ilex (Encina) (Uzquiano Ollero y Arnanz, 2002), lo que supone la utilización de maderas de ignición junto a las de combustión lenta en los hogares, lo que podría relacionarse con el ahumado de algunas especies de peces. Un análisis espacial de los productos arqueológicos (industria lítica y cerámica) en relación con las estructuras documentadas, nos han permitido conocer la existencia de diferentes áreas de actividad para el desarrollo de procesos de transformación y consumo de fauna terrestre y marina. En consecuencia, se trata de un yacimiento vinculado a una ocupación estacional, de una sociedad con un modo de vida semisedentario, en tránsito hacia una formación social tribal, con indicios de animales domesticados, pero dedicado básicamente a la explotación de los recursos marinos y que posiblemente fuera dependiente de las aldeas situadas al interior (Ramos Muñoz, 2008). Recientemente, se han incorporado nuevas evidencias de esa continuidad en el marco atlántico. Es el caso de los yacimientos de Pozo Nuevo y Punta Candor, en la orla litoral de Rota (Giles Pacheco y Giles, 2010). El primero de ellos, cuenta con una industria de producción laminar microlítica, con variabilidad de prismáticos y procesos de preconfiguración de tipo centrípeto y recurrente. Las bases positivas de tipo laminar serán los soportes para la conformación de la mayoría de los morfotipos, principalmente las microlaminillas con bordes abatidos y otros retoques. La secuencia estructural de esta industria lítica, A/ S B P (Laplace, 1972), se inclina claramente a los modos de retoque abrupto sobre simple, con existencia de buriles y puntual de planos. Se insertaría, con matices, dentro del criterio normativo de la llamada facies microlaminar del Epipaleolítico (Fortea Pérez, 1973). Por su parte, Punta Candor es otra localización estratigráfica próxima, ya con cerámicas lisas de decoración plástica aplicada y un pequeño conjunto lítico tallado (Giles Pacheco y Giles, 2010). A esta misma etapa, vinculada con los últimos grupos de cazadores-recolectores a partir de las series de láminas y laminillas con borde abatido y micro-

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litos geométricos, podrían asociarse los registros documentados en la Sierra de Cádiz, como La Escalera 1 (Arcos de la Frontera) (Gutiérrez López et al., 1994) y Los Frailes (Espera) (Giles Pacheco et al., 1998). Ambos son yacimientos al aire libre, registrados estratigráficamente, que se ubican en los glacis de piedemonte con amplias visibilidades sobre ambas márgenes del valle medio del rio Guadalete. En el caso de los Frailes, el análisis de categorías estructurales líticas parece indicar que este establecimiento formó parte de una red más compleja y organizada de poblamiento, con itinerancia entre puntos de captación de recursos y explotación del medio. Los interesantes datos de enclaves como La Dehesa (Lucena del Puerto), excavado por investigadores de la Universidad de La Laguna (Vera Rodríguez et al., 2011: 121), junto a El Retamar (Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a) destacan por la significativa presencia de geométricos. Ambos asentamientos muestran actividades productivas incipientes, con ocupaciones estacionales y/o periódicas, donde se percibe una estrategia de captación de recursos amplios (Vera Rodríguez et al., 2011: 121). Estas explicaciones abren nuevas vías históricas para avanzar en los estudios, desde planteamientos socioeconómicos, sobre las etapas iniciales de la transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a las tribales comunitarias.

3. CONSOLIDACIÓN DE LAS SOCIEDADES TRIBALES La prospección desarrollada en el litoral atlántico de Cádiz situado entre las dos bahías de Cádiz y Algeciras, ha permitido documentar en el territorio 52 yacimientos con enmarque neolítico amplio. Su adscripción cronológica exacta resulta difícil, pero deben quedar encuadrados entre el V y IV milenios ANE (Ramos Muñoz, 2008). También son numerosos en otras zonas del interior de Cádiz, como en el sector centro-septentrional de la campiña gaditana, que se vincula con las cuencas medias de los ríos Guadalete y Majaceite, y forman el terreno de piedemonte de los relieves calcáreos de tipo subbético de la serranía de Grazalema que dibujan al oriente un flanco abrupto con orientación general norte a sureste. Aquí, en las últimas déca-

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das, se han venido incorporando nuevas evidencias de yacimientos en cueva, asentamientos al aire libre y megalitos que se sitúan entre el VI y IV milenios ANE (Ramos Muñoz, 2013). En el caso de las cuevas, el registro arqueológico detectado se empeña en mostrar evidencias del desarrollo de rituales relacionados con aspectos ideológicos, fundamentalmente funerarios, como es el caso de la cueva VR-15 (Villaluenga del Rosario) o la Cueva del Fantasma (Benaocaz) (Gutiérrez López et al, 2000). Éstas, junto al repertorio de las conocidas anteriormente en esta vertiente de la Serranía (Guerrero Misa, 1985), fundamentalmente caracterizadas por su desarrollo vertical y dificultoso acceso, mostrarían que se continúa con la explotación de estos territorios de montaña y sus recursos (Pellicer Catalán y Acosta Martínez, 1982; Acosta Martínez y Pellicer Catalán, 1990). No obstante, el hábitat, de carácter seguramente estacional, se reduciría a unas pocas cavidades que reúnen las condiciones físicas adecuadas para su habitabilidad. Por tanto, en la mayor parte de ellas se produce un cambio integral de uso, sustituyéndose los ritos de agregación de los cazadores-recolectores por otros relacionados con las nuevas relaciones parentales por filiación en el seno de sociedades tribales (Vicent García, 1991; Arteaga Matute, 2004; Pérez Rodríguez, 2008). Se han documentado, también, nuevos yacimientos al aire libre correspondientes a pequeñas aldeas en estas campiñas altas de la cuenca del rio Guadalete y sus tributarios. Su localización es resultado de programas de catalogación patrimonial llevados a cabo desde los museos locales e intervenciones más puntuales de la praxis de la arqueología preventiva. Su número es bastante significativo y todos tienen registros entre el VI-V milenios ANE, caso de El Yugo, fase neolítica de El Jadramil (Arcos de la Frontera) (Gutiérrez López et al., 2000; Lazarich González, 2003), Esperilla (Espera) (Gutiérrez López et al., 1996, 2000), y Cantera de Hortales (Prado del Rey) (Gutiérrez López et al., 1996, 2000). En el entorno de la necrópolis megalítica de Alberite se conocen otras aldeas como El Convento, Las Arenosas, Cerro de la Gloria y Torrevieja (Villamartín) encuadrables en el V-IV milenios ANE (Gutiérrez López et al., 2000; Gutiérrez López, 2003; Bueno Ramírez et al., 2010).

De los datos preliminares existentes, se desprende la existencia de variados patrones de ubicación sobre el territorio y en algunos casos una vinculación de proximidad con surgencias y manantiales salobres, como en el caso de Cantera de Hortales y Esperilla. No obstante, la explotación de ese recurso para estos momentos queda pendiente aún de contrastación. En el Jadramil y Cantera de Hortales, se ha documentado la presencia de fosas y pequeños silos para un almacenamiento muy restringido, en cuyo registro cerámico aparecen las típicas decoraciones que habían servido para la definición desde criterios arqueográficos del Neolítico Medio andaluz, a las que acompañan de forma puntual los motivos cardiales (Gutiérrez López et al., 1996). La industria lítica tallada, como la de Cantera de Hortales (Gutiérrez López et al., 2000), viene caracterizada por un alto índice laminar y la presencia recurrente de los productos retocados del sustrato, como las laminillas de borde abatido y los geométricos obtenidos a partir de microburiles. Igualmente, se documentan actividades artesanales sobre materiales óseos y pétreos autóctonos para la elaboración de pulimentados, además de manufacturas ornamentales. En esta zona destaca la excavación del Dolmen de Alberite (Villamartín, Cádiz), que ofreció interesantes perspectivas sobre el megalitismo occidental, confirmando su atribución neolítica en el tránsito entre el V y IV milenio ANE y abriendo nuevas líneas de investigación, con importantes aportaciones, entre otros aspectos, sobre la distribución de productos a larga distancia (Láms. 1, 2, 3 y 4) en el marco de la sociedad tribal (Domínguez-Bella y Morata Céspedes, 1995; Ramos Muñoz y Giles Pacheco, 1996; Domínguez-Bella et al., 2002). Desafortunadamente, su importancia para el conocimiento científico no ha ido acompañada de una socialización del monumento, aún inconclusa y al parecer hasta la fecha relegada de las iniciativas patrimoniales de la administración autonómica (Gutiérrez López, 2008). La continuación de los trabajos en el dolmen de Alberite ha corrido a cargo en los últimos años del Museo Histórico Municipal de Villamartín, en colaboración con diversos equipos y proyectos2, añadiendo datos para su inserción en un conjunto más amplio de necrópolis y lugares de hábitat (Gutiérrez López

2 PAI-HUM 440 y Arte Megalítico en Andalucía-CICYT.

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Materiales del Dolmen de Alberite I: Lám. 1. Láminas de sílex. Lám. 2. Pulimentos. Lám. 3. Paleta con pigmentos. Lám. 4. Collares de variscita y concha. Detalle de cuentas de variscita.

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et al., 2000). Las prospecciones definen la ubicación de seis sepulcros megalíticos junto a otras arquitecturas no funerarias, en una línea norte-sur bastante compacta y asociada al valle del río Alberite (Gutiérrez López, 2003; Bueno Ramírez et al., 2010). En el año 2012 hemos excavado otro de los monumentos de esta necrópolis, el Dolmen de Las Rosas (Lám. 5), situado en el tramo superior del río Alberite. Actualmente en estudio, se define como una pequeña galería muy compartimentada por varias jambas y clausurada tras recibir sepultura una decena de individuos, acompañados de un modesto ajuar que no excluye elementos de marfil y pulimentados sobre rocas alóctonas. En el marco de la cuenca del río Majaceite y perteneciente a la necrópolis de El Juncal (Lám. 6) (Ubrique), se excavó un sepulcro de corredor de la primera mitad del IV milenio ANE, compartimentado por jambas, decorado y clausurado ritualmente, que acogió la inhumación de unos pocos individuos. Aunque el estudio definitivo aún no está finalizado, se pueden adelantar algunos datos. La tumba fue inaugurada con el enterramiento, en la célula terminal del dolmen, de un individuo adulto maduro segregado del resto y acompañado por un significativo ajuar que reunía todos los objetos “exóticos”: cristal de roca, marfil, ámbar, etc. Al resto de cadáveres, que incluye a un individuo infantil que mantenía dentición decidua, sólo se asociaba algún ítem aislado, fundamentalmente láminas de sílex (Gutiérrez López, 2007). Los novedosos registros en construcciones megalíticas vienen a refrendar la primera propuesta de reconstrucción social realizada para Alberite I (Ramos Muñoz y Giles Pacheco, 1996). Los diversos grupos parentales, con diferentes niveles de inversión de trabajo en los enterramientos erigidos a través de un trabajo comunal y un acceso desigual a los elementos destacados de ajuar, legitiman la apropiación del territorio con la presencia sobre el mismo de sus tumbas y la de los ancestros del linaje. Pero a la vez, hechos tales como la existencia de un individuo infantil, que posee por nacimiento el derecho de acompañar a otros miembros del linaje, marcan una clara disimetría y ponen de manifiesto las contradicciones que llevarían a una rápida desestructuración de la formación social tribal comunitaria (Pérez Rodríguez, 2003, 2004).

Lo importante de esta situación documentada en los últimos años, es el potencial investigativo que ofrece, comprobación que también hemos realizado en las prospecciones llevadas a cabo en la Península Tingitana del norte de África (Ramos Muñoz et al., 2008, 2011) y en la cueva de Benzú (Ramos Muñoz et al., 2013). Podemos afirmar que hasta el IV milenio ANE no se consolidan unas prácticas agropecuarias y se mantienen las actividades tradicionales de caza, pesca y marisqueo. Se aprecian por tanto, en relación a una gran variedad de recursos, el desarrollo de prácticas económicas y modos de trabajo diversificados para esta zona (Arteaga Matute et al., 2001; Pérez Rodríguez, 2004, 2005; Ramos Muñoz, 2004). Igualmente, a partir del IV milenio es cuando la transformación del paisaje se hace más evidente, lo que se comprueba en una mayor erosión y sedimentación observada en los registros geoarqueológicos (Arteaga Matute y Hoffmann, 1999; Arteaga Matute et al., 2008). Esta se debe a la deforestación que comienza a producirse, bien por la necesidad de la madera como materia prima o por el acondicionamiento de los campos para suelo agrícola y zonas de pasto. Hemos comprobado que en el IV milenio ANE había testimonios de poblados y asentamientos característicos de comunidades tribales de modo de vida aldeano. Estas aldeas presentaban zonas de hábitat, áreas de almacenaje con campos de silos, así como espacios y lugares de producción para la conformación de las herramientas líticas. Es el caso de Cantarranas-Las Viñas (Ruiz Gil y Ruiz Mata, 1999), La Mesa (Ramos Muñoz et al., 1999) o La Esparragosa (Pérez Rodríguez et al., 2005; Ramos Muñoz et al., 2008). La tribalización se consolida, como hemos indicado, en estas comunidades que han sido propietarias y poseedoras de los elementos del proceso de producción, generando específicas relaciones sociales (Arteaga Matute, 2004: 152). Y para que se entienda mejor el razonamiento, exponemos sucintamente la información ofrecida por algunos yacimientos, enmarcados en esta fase entre el V y IV milenios ANE, que hemos tenido oportunidad de estudiar.

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Lám. 5. Dolmen de Las Rosas. Excavación 2012.

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Lám. 6. Dolmen de El Juncal. Excavación 2005.

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3.1. CAMPO DE HOCKEY Situado en San Fernando, constituye una de las mayores novedades de los últimos años para abordar el estudio de los primeros poblados estables en el Neolítico andaluz. Se ubica en un territorio rodeado en la actualidad por salinas y esteros, si bien hace 6 mil años era una de las diversas islas que componían el Archipiélago Gaditano (Arteaga Matute et al., 2008). Los registros más significativos de este yacimiento corresponden a finales del V milenio ANE y principios del IV milenio ANE. Hemos detectado tres áreas bien diferenciadas dentro del poblado. En la más elevada se han localizado dos estructuras, interpretadas como fondos de cabaña, mientras en la media presenta un total de cinco estructuras excavadas en la marga terciaria, a las que por su tipología y dimensiones hemos denominado “pozos” (asociadas probablemente al almacenamiento). Por último, en la zona baja del solar se ha hallado una necrópolis de gran extensión y singularidad (Vijande Vila, 2009, 2010). Esta necrópolis es uno de los pocos testimonios de enterramientos en fosa registrados en la Baja Andalucía para estas cronologías (Lám. 7). Destaca por el elevado número de tumbas localizadas y por el buen estado de conservación de los restos óseos. Ello nos va a permitir la obtención de importantes datos relativos a la edad, sexo, condición social, enfermedades, dietas, tipo poblacional, etc. Del mismo modo, al tratarse de enterramientos individuales en conexión anatómica, a lo sumo alguno doble o triple, podemos efectuar un estudio macroespacial donde la propia ubicación de cada individuo aporte información sobre el parentesco, jerarquización, etc. La presencia de ajuares, en un porcentaje muy reducido del total de los enterramientos documentados, aporta también información relevante. Así, la documentación en las tumbas de mayor monumentalidad de “productos exóticos” (variscita, ámbar, turquesa, pulimentos alóctonos…), es decir, productos que no son necesarios en la vida cotidiana, pero que detentan un valor de tipo socioeconómico, evidencian incipientes procesos de desigualdad social y la existencia de auténticas redes de distribución (Domínguez-Bella et al., 2002, 2008).

Hemos localizado un total de 83 individuos3, si bien conviene tener en cuenta que un tercio de la misma fue destruida por el rebaje mecánico, previo a las labores arqueológicas, y que otro tercio se ha mantenido intacto bajo el césped del actual estadio deportivo como área de reserva arqueológica. La tipología de las tumbas es variada y va desde los enterramientos más sencillos en fosas simples a los túmulos o construcciones de mayor monumentalidad (Lám. 8). Sorprende la planificación de la necrópolis, pues las estructuras funerarias no suelen realizarse sobre enterramientos anteriores y los propios túmulos servirían como elementos señalizadores, así como las lajas verticales de muchos de estos enterramientos que funcionarían a modo de estelas. El ritual de enterramiento viene dado por la presencia de inhumaciones individuales (aunque existen algunas dobles e incluso triples), con los cuerpos depositados en posición encogida, recostados sobre uno de los lados y con las manos a la altura del pecho o bajo el rostro. Como son conjuntos cerrados y no se produce una reutilización de las tumbas en diferentes fases históricas, se pueden inferir perfiles socioeconómicos precisos, al asociarse los ajuares a individuos concretos (Lám. 9). Hasta el momento sólo se dispone de dos dataciones absolutas correspondientes a sendos enterramientos del Sector Oriental (Cortes 14 y 15). Una, procede de la tumba de mayor monumentalidad (E11 Corte 14, de tipo megalítico), de un fragmento de Monodonta lineata: CNA664, 5650±40 BP, 4221-3990 cal ANE 2σ (Vijande Vila, 2009). La otra, de una muestra de hueso humano de una tumba en fosa simple que contenía dos individuos en posición abrazada (E10 Corte 15): CNA360, 5020±50 BP, 3948-3708 cal ANE 2σ (Vijande Vila, 2009, 2010). Dada la similitud del ritual funerario, consideramos que las tumbas pertenecen a un mismo contexto cronológico. Así, los productos arqueológicos documentados se muestran en consonancia con estas dataciones absolutas. La industria lítica se caracteriza por su reducido tamaño, con raspadores, buriles, taladros, láminas de borde abatido, trapecios, truncaduras, segmentos, etc. La presencia de microlitos geométri-

3 El estudio antropológico lo están desarrollando Lidia Sánchez-Barba, Miguel Botella e Inmaculada Alemán del Departamento de Antropología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. La cifra es orientativa y será precisada en dicho estudio.

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Yacimiento de Campo de Hockey:

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Lám. 7. Vista aérea de algunos de los enterramientos en fosa del Corte 15. Lám. 8. Enterramiento en fosa delimitada en uno de sus lados por dos grandes piedras (Enterramiento 6 del Corte 15) (Vijande, 2010). Lám. 9. Enterramiento 4 del Corte 13A y detalle in situ del colgante de ámbar rojo (Vijande, 2010).

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cos puede ir asociada a prácticas de caza menor y de pesca, sirviendo estos elementos para la armadura de arpones y flechas. Por otro, la elevada presencia de lustre de cereal refleja la importancia de la actividad agrícola para esta comunidad (Vijande Vila, 2010).

cotas entre 27 a 30 msnm. Geológicamente está en un cerro formado por un conjunto detrítico de arenas amarillas del Plioceno. Sobre dicho material se documentan arenas rojizas asociadas a un glacis-terraza del río Iro.

En cuanto a la cerámica, señalar que está muy fragmentada y corresponde a una gran diversidad de formas: ollas, cuencos, platos, vasos, etc. Entre la decorada destaca, porcentualmente, la de tipo incisa, de la presencia de impresas, acanaladas, cordones aplicados, así como de mamelones o asas (Vijande Vila, 2010).

Es un yacimiento caracterizado por silos, con forma subcircular en planta con sección variada, de tipos acampanados y cilíndricos, cuyo diámetro oscila en la base entre 1 y 1,20 m y con una profundidad que varía de 1 a 1,40 m. Estas estructuras estaban compuestas por un nivel de relleno que contenía fauna, malacofauna, industria lítica tallada y cerámicas a mano. Se corresponden en realidad con un nivel de abandono del poblado y presentan una deposición estratigráfica muy homogénea. También hemos excavado una estructura de más de 2x2 m, con un enterramiento asociado a numerosos productos líticos, cerámicos, fauna terrestre y malacofauna (Lám. 10). Contamos con dos dataciones obtenidas sobre muestras cerámicas de TL procedentes de la estructura AV, asociadas a enterramiento (MAD-3961: 5255+433 BP y MAD-3962: 5129+476 BP.

La fauna marina se caracteriza por su gran variabilidad taxonómica, con presencia de hasta 48 especies distintas, entre bivalvos, gasterópodos, crustáceos, cefalópodos y cnidarios (Cantillo Duarte, 2012). Se llegó a registrar 4118 restos pertenecientes a un total de 1256 individuos, destacando la caracola Osilinus lineatus y la almeja Ruditapes decussatus como las más representadas, lo que apunta a una recolección encaminada a cubrir aspectos alimenticios. Sin embargo, un análisis pormenorizado del conjunto ha servido para poner de manifiesto la importancia que estos recursos tuvieron para las formaciones sociales neolíticas del lugar. En este sentido, cabe indicar el doble uso dado a la especie Ruditapes decussatus, primero como alimento y tras ello como instrumento de producción expeditivo en tareas de raspado de pieles (Cuenca Solana et al., 2013). En otras, caso de la Zonaria pyrum, Cerithium vulgatum o Hinia reticulatus, han servido como elementos de adornos en collares, mientras que ejemplares de Murex brandaris u Osilinus lineatus han aparecido junto a los cráneos adultos. Como complemento de la explotación de recursos marinos, está la aparición de restos de peces, en forma de otolitos, vértebras y algún diente. En líneas generales podemos hablar de un poblado estable, con desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas en el que, además, y dado su carácter insular, la explotación de los recursos marinos tendrían una gran importancia (Cantillo Duarte, 2012). 3.2. LA ESPARRAGOSA El yacimiento de La Esparragosa (Chiclana de la Frontera) (Pérez Rodríguez et al., 2005; Ramos Muñoz et al., 2010b), ocupaba una plataforma destacada sobre el río Iro y marismas inmediatas, con

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Los productos arqueológicos han sido muy uniformes, con fragmentos de cerámicas a mano y algunos escasos ejemplares completos. Corresponden a recipientes de acabados generalmente alisados, de texturas compactas y desgrasantes locales, formados por arenas y fragmentos de doleritas, unas rocas subvolcánicas. Las formas son homogéneas, típicas para el consumo, con cuencos variados de casquete esférico o semiesférico, escudillas, además de ollas de paredes entrantes y fuentes carenadas. Son características de los contextos históricos de sociedades tribales del IV milenio ANE en Andalucía (Nocete Calvo, 1989; Martín de la Cruz, 1994). Entre los productos líticos se aprecian hojas de sílex, con retoques de uso, vinculadas con prácticas agrícolas y con tratamiento del pescado (Clemente Conte et al., 2010), además de herramientas asociadas al trabajo doméstico, como perforadores, microlitos -trapecios y triángulos- y también puntas foliáceas, utilizadas como proyectiles. Se han registrado además fragmentos de molinos y moletas que indican prácticas agrícolas. El mantenimiento de la caza se evidencia en restos de ciervo en los silos y en los proyectiles foliáceos. Entre la fauna, además de la salvaje indicada, se ha

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Lám. 10. Esparragosa. Enterramiento en estructura AIV cubierto por conchas de Ruditapes decussatus.

documentado la presencia de animales domesticados: vacas, ovicaprinos y cerdos4. El estudio de la industria lítica demuestra su estrecha relación con la producción y consumo de mariscos y peces, refrendados por el desarrollo de las analíticas de funcionalidad (Clemente Conte y García Díaz, 2008; Clemente Conte et al., 2010) a través de los cuales se ha podido establecer la utilización de láminas, posiblemente enmangadas, como “cuchillos para pescados”, con rastros de usos que denotan el empleo de los mismos en el proceso de despiece, detectándose el escamado y fileteado de los mismos. Llama la atención que aún empleando una correcta metodología en la fase de excavación con la criba de todo el sedimento con distintos tamices, no se documentaron restos de ictiofauna. De la fauna marina se han encontrado restos de un número mínimo de 2235 individuos, pertenecientes

a un total de 29 taxones (Cantillo Duarte, 2012). De ellos, 16 son bivalvos, constituyendo el grupo dominante, 6 gasterópodos, una especie de bivalvo dulceacuícola, y restos de caparazones de cangrejos y púas de un erizo de mar. La especie que presenta mayores índices de dominancia y constancia, con 477 ejemplares de gran tamaño y muchos de ellos aún con las valvas conexas, es la Ruditapes decussatus, destacando su presencia en la estructura AV asociada al enterramiento. A ellos se añaden restos de un individuo de Pecten maximus y otro de Chlamys sp. El análisis polínico de 3 silos y del enterramiento realizado por B. Ruiz Zapata y M.J. Gil Gil (Ramos Muñoz et al., 2010b), evidencia un paisaje muy abierto de tipo estepario, dominado por elementos herbáceos como Asteraceae tipo tubuliflorae, junto a una buena representación de Chenopodiaceae. El conjunto arbustivo está representado por Juniperus y Rosaceae y puntualmente se detectan presencias de Eri-

4 El estudio de la fauna de La Esparragosa ha sido realizado por J.A. Riquelme.

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caceae que, a pesar de carecer de peso específico importante en la vegetación, su desarrollo muestra claramente las etapas de degradación del bosque. La evidencia arbórea se documenta por Quercus tipo perennifolio, acompañado por presencias puntuales de Pinus, Alnus y Ulmus. Por lo que se refiere a muestras vinculadas con actividades agrícolas, destacan las familias Apiaceae y Fabaceae, mientras que las asociadas a la presencia de ganado la confirman los taxones nitrófilos, como Plantago, Rumex y Urtica. También destaca la documentación de elementos de ribera que denotan la humedad, como es el caso de las Juncaceae y las esporas de helechos. De toda esta información, se deriva que era un yacimiento situado en zona de marisma y un buen reflejo de la importancia que tenían en las sociedades tribales neolíticas los procesos de trabajo vinculados a la explotación del medio marino y de las prácticas de pesca y marisqueo. Y, todo ello, en paralelo con el desarrollo y consolidación de las prácticas agropecuarias. 3.3. POBLADOS CON CAMPOS DE SILOS En la misma línea que La Esparragosa estarían yacimientos como El Trobal (González Rodríguez y Ruiz Mata, 1999: 46-50), Cantarranas y Las Viñas (El Puerto de Santa María), con una cronología absoluta de dos dataciones de conchas del interior de silos (UGRA 370: 4950+60 BP, 3369-3293 cal ANE 2σ y UGRA 369: 4800+90 BP, 3350-2890 cal ANE 2σ) (Giles et al., 1993-1994). En ellos se han documentado silos y si bien se ha señalado la importancia de la continuidad de las actividades de pesca, marisqueo y caza, la presencia de láminas retocadas, con lustre de cereal y elementos de hoz, denotan la relevancia que adquiere la agricultura en este momento (Valverde Lasanta, 1993). En Las Viñas se excavaron una serie de silos, algunos con enterramientos colectivos en posición fetal

(Ruiz Fernández, 1987), y se vincula con el poblado de Cantarranas (ubicado a 1 km de distancia), que tiene un instrumental similar y demuestran unas mismas actividades económicas (Ruiz Gil y Ruiz Mata, 1999: 227; McClellan et al., 2003). 3.4. SÍNTESIS DE PRODUCTOS EXÓTICOS DOCUMENTADOS EN YACIMIENTOS NEOLÍTICOS En los últimos años hemos realizado un estudio continuado en yacimientos neolíticos y de la Prehistoria Reciente de la región del Estrecho de Gibraltar, en el marco de diferentes proyectos de investigación5, analizando la distribución de materias primas de carácter alóctono o exóticas en distintas regiones de Europa. Éstas han sido utilizadas, en algunos casos, para la elaboración de herramientas u objetos de uso cotidiano, aunque por lo general, se les confiere, por su rareza o poder simbólico, un alto valor añadido y fueron utilizados por estas sociedades como bienes de prestigio, de un alto poder ideológico y de estatus social (Domínguez-Bella, 2011). Dentro de estos objetos o materiales, se documenta una amplia gama de sustancias minerales, caso de los pigmentos rojos (cinabrio y hematites), utilizadas en los enterramientos (Domínguez-Bella y Morata Céspedes, 1995; Domínguez-Bella et al., 2008; Domínguez-Bella, 2011). Desde 1993, venimos realizando en el dolmen de Alberite y en otros yacimientos del Neolítico de la región geohistórica del Estrecho de Gibraltar (Querré et al., 2012), análisis arqueométricos sobre las diferentes materias primas6. De sus resultados se deduce que en muchos de los yacimientos, y en especial los estudiados en el suroeste peninsular, hay una gama de rocas exóticas, asociadas a ajuares funerarios neolíticos, que aparecen de forma casi generalizada en diferentes zonas geográficas, evidenciando movimientos de distribución que pueden llegar a alcanzar grandes distancias.

5 PB 96-1520. Caracterización mineralógica y petrológica, áreas fuente de las materias primas y tecnología de uso, de las industrias líticas de las comunidades prehistóricas de la banda atlántica de Cádiz; HAR2008-06477-C03-02/HIST. Sociedades Neolíticas y uso de materias primas líticas en la región del Estrecho de Gibraltar; IGCP 442. Raw materials of Neolithic-Aeneolithic polished stone artefacts: Their migration paths in Europe. International Geological Correlation Programme (IGCP) / UNESCO. 1999-2002; Origin and long distance transport of Neolithic variscite ornaments in Western Europe. (CALLAÏS), CHARISMA Project. UE. 2010 y proyecto JADE, Grandes haches alpines du Néolithique européen. Ve au IVe millénaires av. J.-C. 2010, coordinado por P. Pétrequin, S. Cassen, M. Errera, L. Klassen, A. Sheridan and A.-M. Pétrequin. 6 Se han empleado técnicas como la estereomicroscopía, la microscopía óptica de luz polarizada, la microscopía SEM-ESEM, la difracción de Rayos X, el análisis químico por Fluorescencia de rayos X y, ocasionalmente, la espectroscopía de ICP-MS-LA, la espectroscopía IR, Raman, etc. Para el estudio de joyas neolíticas elaboradas en fosfatos, como la variscita y la turquesa, se incorporan, también, las técnicas de PIXE y PIGE.

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El dolmen de Alberite I (Ramos Muñoz y Giles Pacheco, 1996), constituye un buen reflejo de lo señalado en cuanto a la variabilidad de las litologías presentes en contextos funerarios megalíticos del V milenio ANE. Así, en el conjunto de pulimentados aparecen diferentes tipos de gran interés como la gran hacha-reja de dolerita, la gran hacha votiva de anfibolita, la gubia de toba volcánica, la paleta de piedra para moler pigmentos y el ídolo betilo, en dolerita. Igualmente, destacan las grandes láminas de sílex o el gran monocristal de cuarzo de origen alóctono (Domínguez-Bella y Morata Céspedes, 1995). En el caso de la sillimanita-fibrolita, que puede tener sus orígenes en varios puntos peninsulares, parece que la localización más probable se encuentra en la zona central de la Península Ibérica, Sierra de Guadarrama. Sin embargo, otras rocas, como las anfibolitas y las tobas volcánicas, sobre cuyos análisis arqueométricos seguimos trabajando, pueden tener un origen en el Alentejo portugués o la zona de Ossa-Morena española. En clara conexión con esta presencia de materias primas alóctonas, están la variscita y el ámbar, que se ha identificado entre el millar de cuentas de collar realizadas, fundamentalmente, en moluscos marinos. Por lo que se refiere al ámbar, y atendiendo a la variedad de sus características composicionales presentes en los ejemplares arqueológicos y de su fuerte grado de alteración, no se puede determinar un origen preciso. Los resultados analíticos de los ejemplares del dolmen de Alberite I, muestran un ámbar de tipo simetita, inicialmente solo conocido en la cuenca del rio Simeto, Sicilia. No obstante, no se puede descartar que éstos, igual que otros ejemplares de los yacimientos neolíticos que estamos estudiando, procedan de la Península Ibérica. Lo que sí es seguro que en ninguno de los casos, se trata de ámbar de procedencia báltica, lo que coincide con los resultados obtenidos en otros yacimientos peninsulares (Murillo Barroso y Martinón Torres, 2012). Todas estas sustancias minerales exóticas, unidos a otros materiales de origen orgánico como el marfil, demuestran, por un lado, que aparecen de forma casi generalizada en diferentes zonas geográficas, y por otro, la existencia, en esos momentos, de amplias redes de distribución de productos, con rutas de hasta varios miles de kilómetros. Este es el caso de las hachas de jadeíta y otras rocas verdes

de los Alpes italianos, que se distribuyen por toda Europa, desde las islas británicas y la Bretaña francesa a la Europa del este (Guilaine, 2002; Petrequin et al., 2012; Cassen et al., 2012) y, en el caso de la Península Ibérica, hasta Andalucía, como hemos descubierto recientemente. Otro ejemplo sería el de los collares de variscita (Domínguez-Bella et al., 2001; Querré et al., 2012), con movilidades confirmadas arqueométricamente, desde su extracción en sitios como las minas neolíticas de Encinasola (Huelva) hasta la Bretaña francesa, entre otras (Querré et al., 2014). Estas materias primas han sido utilizadas, en algunos casos para la elaboración de herramientas u objetos de uso cotidiano. Sin embargo, por lo general, y debido a su rareza o poder simbólico, se les dota de un valor añadido y fueron utilizados por estas sociedades como bienes de prestigio de un alto sentido ideológico y de estatus social (Domínguez-Bella, 2011). Recientemente, se ha ampliado la muestra de este tipo de registros en enterramientos excavados en el entorno de Alcalá de los Gazules (Lazarich González, 2007).

4. BALANCE Y PERSPECTIVAS DE LA INVESTIGACIÓN Ante la defensa de la necesidad de seguir trabajando en la ordenación del proceso histórico, desde propuestas basadas en los análisis de las formaciones sociales, planteamos la necesidad de valorar los registros del sur de la Península en sí mismos, y en su relación con los documentados en el Norte de África (Ramos Muñoz, 2012). Igualmente, defendemos la existencia de alternativas históricas a los modelos de la difusión démica y de la ola de avance dominantes. En este sentido, llamamos la atención de la importancia que en todo este proceso debieron tener los recursos marinos (Cantillo Duarte, 2012). Y valoramos la necesidad de considerar la ubicación de los yacimientos neolíticos del litoral y la campiña interior en relación a su posible vinculación con la explotación de la sal (Ramos Muñoz et al., 2013). Parece evidente que, entre el V y IV milenios cal. ANE comienza a gestarse un proceso de jerarquización social. Así, en estos momentos de intensificación de

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las prácticas agrícolas y ganaderas se asiste al origen de las formas de vida aldeanas sedentarias (Vargas Arenas, 1987), apreciándose una manifiesta propiedad sobre el suelo (pero también sobre los recursos cinegéticos, territorios de pesca o marisqueo, de recolección, etc.) por parte de estas formaciones sociales tribales. Ello supone, un control sobre la fuerza de trabajo que permite aumentar la producción y con ello los excedentes (Vijande Vila, 2010). Una de las consecuencias de los cambios que se van a producir en la sociedad es la transformación del medio. Poblados como Campo de Hockey testimonian no sólo la “territorialización” definitiva del grupo sino, también, la aparición de unas nuevas relaciones de producción y reproducción. Asistimos a nuevas manifestaciones funerarias que sólo son posibles por la existencia de una nueva estructura social que tenga capacidad de producir excedentes. De esta manera, la utilización de los ajuares de prestigio legitima diferencias sociales y consolida las relaciones que se establecen para la apropiación diferencial de los excedentes de la producción (Arteaga Matute, 2002; Cámara Serrano, 2004). El desarrollo de fuerzas productivas y la producción de excedentes centralizados, como muestran La Esparragosa (Ramos Muñoz, 2008) o Cantarranas-Las Viñas (Ruiz Gil y Ruiz Mata, 1999), son indicativos de unos procesos de redistribución al interior de la formación social que llevan a la apropiación de los mismos por parte de algunos de sus miembros. Esto representará, en definitiva, la disolución de la formación social tribal comunitaria y el establecimiento de nuevas relaciones sociales en la sociedad clasista inicial.

AGRADECIMIENTOS Parte de este trabajo se ha financiado dentro del proyecto HAR2008-06477-C03-02/HIST. Sociedades Neolíticas y uso de materias primas líticas en la región del Estrecho de Gibraltar, del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Financial support by the Transnational Access to Research Infrastructures activity in the 7th Framework Program of the EU (CHARISMA Grant Agreement n. 228330) is gratefully acknowledged. A Purificación García por la traducción del título y palabras claves al inglés.

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JOSÉ RAMOS MUÑOZ ET AL.

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LAS SOCIEDADES TRIBALES NEOLÍTICAS EN LA ZONA LITORAL E INTERIOR DE CÁDIZ. CONTINUIDAD POBLACIONAL Y PROCESO HISTÓRICO

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Vista desde el interior de la entrada a la cueva de El Toro (Antequera, Mรกlaga). Foto: David Wheatley.


DOSSIER

LOS INICIOS DE NEOLÍTICO EN ANDALUCÍA. ENTRE LA TRADICIÓN Y LA INNOVACIÓN María Dolores Camalich Massieu1 y Dimas Martín Socas1

Resumen: Se aborda el análisis del desarrollo de las primeras formaciones sociales productoras de alimentos en la región andaluza que tiene lugar, a partir de los yacimientos con cronologías más precisas, entre la segunda mitad del VI y primer cuarto del V milenios. Igualmente, se analiza cómo estas comunidades activarán un modelo de ocupación estacional y/o periódico, con importantes diferencias entre los distintos entornos biogeográficos. Esto, unido a las estrategias de explotación de sus recursos, dará lugar a una variabilidad de mayor complejidad de lo tradicionalmente reconocido. El alto nivel de desarrollo tecnológico y su economía agrícola y pastoril han sido esgrimidos para explicar un origen foráneo, mientras el control exhaustivo del terreno circundante y la pervivencia de algunas tradiciones técnicas, han servido para defender la fuerza de las poblaciones de sustrato epipaleolíticas-mesolíticas.

Palabras clave: Neolítico Antiguo, Cronología, Territorio, Andalucía.

THE BEGINNINGS OF NEOLITHIC IN ANDALUSIA. BETWEEN TRADITION AND INNOVATION Abstract: We address the development of the first food-producing social formations of Andalusia, which, according to the currently best-dated sites, emerged between the second half of the 6th and the first quarter of the 5th millennia BC. Likewise, we discuss how these communities developed a seasonal settlement pattern with major differences according to bio-geographic environments. This, together with strategies for resource exploitation, gives place to a greater variability than hitherto acknowledged. The high technological development and the agro-pastoral economy have been argued to explain their foreign origin, whereas the exhaustive control of the surrounding territory and the continuity of certain technical traditions have been used to advocate the strength of the Epipaleolithic and Mesolithic substrate.

Keywords: Early Neolithic, Chronology, Territory, Andalusia.

Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología e Historia Antigua. Facultad de Geografía e Historia. Universidad de La Laguna. [dmassieu@ull.edu.es], [dsocas@dll.edu.es]

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Recibido: 25/11/2013; Aceptado: 10/12/2013

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MARÍA DOLORES CAMALICH MASSIEU Y DIMAS MARTÍN SOCAS

1. INTRODUCCIÓN Andalucía es una región con una acusada personalidad geográfica, donde la unidad hay que buscarla más en el desarrollo histórico que en el marco físico, de ahí que su delimitación no administrativa sea problemática. Así, mientras su extremo septentrional queda bien definido por Sierra Morena y el meridional lo determinan el Mediterráneo y el Atlántico, sus límites occidental y oriental son menos precisos. En efecto, al oeste el río Guadiana se constituye como frontera administrativa pero su entidad biogeográfica va más allá, mientras que al este es difícil establecer la línea divisoria real entre Andalucía y Levante. Esta misma personalidad singular se va a percibir con los inicios de la producción de alimentos, a pesar de que en la actualidad todo intento de aproximación a su conocimiento se enfrenta con una documentación fragmentaria, confusa e inconexa, que no permite establecer una imagen definida de cuándo, cómo, por dónde y quiénes activan las estrategias que van a dar lugar al proceso general de neolitización en las distintas zonas de este ámbito regional. En síntesis, la discusión se centra fundamentalmente en tres aspectos de contenido general. En primer lugar, la ausencia de un programa de investigación sistemático en el marco de proyectos generales sobre el Neolítico en Andalucía, a excepción de la cueva de El Toro (Málaga) (Martín Socas et al., 2004), La Dehesa (Huelva) (Vera Rodríguez et al., 2010; Martín Socas et al., 2014), Zájara y Cabecicos Negros-Pajarraco (Almería) (Camalich Massieu y Martín Socas, 1999; Goñi Quinteiro et al., 2002). El resto de los estudios se han abordado a partir de intervenciones puntuales o de emergencia, caso, por ejemplo, de Los Castillejos de Montefrío (Granada) (Afonso Marrero et al., 1996; Martínez Fernández et al., 2010), cuevas de Nerja (Jordá Pardo, 1986; Acosta Martínez y Pellicer Catalán, 1997; Pellicer Catalán y Acosta Martínez, 1997; véase en este Dossier el trabajo de Aura Tortosa y otros para una completa bibliografía sobre las investigaciones realizadas en este yacimiento), Bajondillo (Cortés Sánchez, 2007; Cortés Sánchez et al., 2010, 2012), Las Ventanas (Málaga) (Riquelme Cantal, 2002), o Los Murciélagos de Zuheros (Córdoba) (Vicent Zaragoza y Muñoz Amilibia, 1973; Gavilán Ceballos et al., 2010). En otras ocasiones, la investigación ha sido fruto de la evaluación de los materiales depositados en los museos de la región.

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Esta situación es aún más confusa para el período Epipaleolítico, pues no se han excavado de forma regular en etapas recientes yacimientos que ofrezcan una secuencia correspondiente al mismo. Sin embargo, su presencia está documentada en una serie de cuevas, caso de Ambrosio (Almería) (Jiménez Navarro, 1962; Suárez Márquez, 1981), La Carigüela (Granada) (Pellicer Catalán, 1964; Vega Toscano, 1997), Nerja (Málaga) (Jordá Pardo, 1986; Acosta Martínez y Pellicer Catalán, 1997; Pellicer Catalán y Acosta Martínez, 1997), Hoyo de la Mina (Málaga) (Such Martín, 1996 [1920], con prólogo de Ferrer Palma), Bajondillo (Málaga) (Cortés Sánchez, 2007), o el Abrigo 6 del Complejo del Humo (Málaga) (Ramos Fernández, 2004; Ramos Fernández et al., 2005), y en yacimientos al aire libre, como El Duende (Málaga) (Aguayo Hoyos et al., 1989-90, 1990), del que se ha sugerido una adscripción cronocultural más antigua (Aura Tortosa, 1995), o el conchero de Cañada Honda (Huelva) (Borja Barrera et al., 1994; Martín Gómez y Campos Jara, 1997), entre otros. Todos ellos han sido parcialmente publicados a excepción de Bajondillo (Málaga) (Cortés Sánchez et al., 2007). Salvo para este último, al que habría que sumar el yacimiento murciano de Cueva Higuera (Martínez Andreu, 1983; Martínez Andreu y Sánchez Gómez, 2005), ninguno ha sido reconocido de forma plena como sustrato sobre el que se va a activar este proceso de cambio (Fig. 1). En segundo lugar, por una lectura histórica excesivamente ligada a la organización tripartita tradicional de la Prehistoria, lastrando la interpretación de las evidencias materiales. Esto ha provocado que hasta época reciente se asumieran, de forma generalizada y acrítica, diferentes modelos explicativos sobre la neolitización a partir del reconocimiento de determinados fósiles directores, unido a la ausencia significativa de dataciones absolutas. Y, cuando se cuenta con ellas, en muchas ocasiones, se evalúan y utilizan sin dar a conocer de manera pormenorizada los contextos a los que se asocian. Además, la información se presenta de manera incompleta, pues no se indica el laboratorio, tipo de la muestra, nivel de recogida, etc., lo que impide una contrastación y valoración adecuadas. En tercer lugar, y si exceptuamos algunos recientes y destacados trabajos (Peña Chocarro, 1999; Rodríguez Ariza, 1996; Rovira Buendía, 2007), no se dispone de estudios especializados planteados con una perspectiva de carácter amplio o regional que supere el marco tipométrico, sea cerámico, óseo o lítico.

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LOS INICIOS DE NEOLÍTICO EN ANDALUCÍA. ENTRE LA TRADICIÓN Y LA INNOVACIÓN

Figura 1. Ubicación de los yacimientos citados en el texto. Diseño: Dimas Martín Socas y María Dolores Cámalich Massieu.

Aunque no vamos a entrar en un análisis historiográfico, conviene hacer una breve presentación de cómo se ha planteado la investigación sobre el Neolítico en Andalucía para entender la situación actual. En términos generales, se puede afirmar que la primera estructuración general del Neolítico hispano se debe a Pedro Bosch Gimpera, quien establece la existencia de cuatro grupos culturales, denominados, respectivamente de las cuevas, Almería, megalítica portuguesa y Pirenaica, de los que los dos primeros tendrán su desarrollo fundamental en Andalucía (Bosch Gimpera, 1920). El grupo de la “cultura de las cuevas” venía definido por una ocupación de carácter troglodita, de desarrollo tardío y con una entidad cultural muy enraizada en la tradición, lo que explicaba su larga perduración. Pero sobre todo, estaría caracterizado por la presencia de cerámicas a la almagra decoradas con una gran variabilidad de técnicas y motivos, lo que le llevará años más tarde a redefinirlo como “cultura de las cuevas con cerámica decorada”, término que se generalizará en la literatura especializada desde entonces. El segundo grupo, que Bosch Gimpera denomina como “cultura de Almería”, se entendía asociado a una población que vivía al aire libre, en pobla-

dos dispuestos en altura, fortificados o no, y circunscrita al sureste peninsular. Junto a ellos se articulaban las necrópolis, donde las estructuras de enterramiento eran básicamente fosas excavadas en el suelo y cubiertas por un túmulo, con un ajuar caracterizado por cerámica de formas simples y sin decorar, microlitos geométricos, puntas de flecha, ídolos cruciformes y brazaletes de pectúnculo. Si bien es cierto que desde los primeros momentos van a surgir varias propuestas para explicar la dinámica del poblamiento Neolítico peninsular, en unos casos con orientación africanista y en otros orientalista, el esquema de Bosch Gimpera se mantendrá en líneas generales hasta 1946. En este año Bernabó Brea publicará los resultados de las excavaciones realizadas en el yacimiento italiano de Arene Candide, donde se definía por primera vez un armazón explicativo para todo el Mediterráneo occidental, en el que el Neolítico Antiguo estaba determinado por la presencia de cerámicas impresas (Bernabó Brea, 1946). Esto venía a llenar el vacío existente en la sistematización de la escuela catalana para la fase inicial del Neolítico, al mismo tiempo que consolidaba la hipótesis del Próximo Oriente como foco difusor, propuesta que, en líneas generales, se mantiene en la actualidad.

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MARÍA DOLORES CAMALICH MASSIEU Y DIMAS MARTÍN SOCAS

Será a partir de los años 60 y 70, cuando comience a observarse un cambio sustancial en la investigación andaluza, como resultado de los trabajos fundamentales de Antonio Arribas Palau en Montefrío (Arribas Palau y Molina González, 1971), y Manuel Pellicer Catalán en Nerja (Pellicer Catalán, 1963), o La Carigüela de Piñar (Pellicer Catalán, 1964). Estarán orientados a la búsqueda de nuevos yacimientos con el objetivo de obtener secuencias estratigráficas que permitieran una clara ordenación y correlación de los diferentes periodos históricos de la región, entendidos como complejos culturales. En este contexto, un trabajo clave será el de María Soledad Navarrete Enciso, quien revisa y realiza el inventario de los materiales cerámicos de las cuevas de la zona centro y oriental, ofreciendo la primera visión de conjunto de la problemática del Neolítico andaluz y punto de partida para la investigación de este período prehistórico (Navarrete Enciso, 1976). Sin embargo, el fuerte impulso que va a recibir la investigación arqueológica en este territorio se produce durante los años 80 y 90. Desde una perspectiva interdisciplinar y a través de proyectos a medio y largo plazo, se va a orientar a la interpretación de la dinámica general de las formaciones sociales de la Prehistoria Reciente, en especial de sus fases finales. El interés se centrará, esencialmente, en las dinámicas territoriales de las comunidades objeto de estudio, de ahí que se haya investigado de forma prioritaria la estructuración poblacional, económica y organizativa, precisando en todo momento su contexto cronológico. Fruto de ello será, a grandes rasgos, la secuencia postpaleolítica que se reconoce en la actualidad y donde las últimas sociedades de cazadores-recolectores y primeras comunidades productoras de alimentos, no han tenido

la aceptación y promoción de la investigación en comparación con otros períodos de la Prehistoria Reciente, como las Edades del Cobre y Bronce. Todo esto explica la situación actual con una importante controversia para los momentos iniciales del Neolítico, centrada en el problema del origen, cronología, expansión y relaciones inter e intrarregionales, a la que se intenta dar algunas respuestas en este Dossier de Menga 4.

2. TIEMPO: CUÁNDO El análisis de las diferentes dataciones obtenidas en los yacimientos adscritos a los inicios de la producción marca una tónica generalizada de haber sido ocupados entre la segunda mitad del VI y el primer cuarto del V milenios. Así, se puede señalar que 11 de ellos podrían vincularse con los primeros momentos de la implantación de las sociedades productoras de alimentos en esta región. No vamos a presentar la relación detallada de las dataciones disponibles para cada uno de ellos, pues ya han sido publicadas en diferentes trabajos, e incluso en este Dossier se presentan las más destacadas y recientes. A ellas se incorporan las nuevas fechas radiocarbónicas de AMS de Cabecicos Negros y de la cueva de El Toro, realizadas sobre muestras de vida corta, y presentadas aquí por primera vez (Tabla1). Eliminadas aquellas que ofrecen una desviación estándar superior a 100 años, se comprueba que estamos en una franja cronológica precisa entre la segunda mitad del VI y el primer cuarto del V milenios. En concreto, entre el 5490 y el 4800 cal BC, aproxima-

Yacimiento

Período

Fase

Muestra

Laboratorio

Fecha BP

Fecha BP (Corregida efecto oceánico

Fecha 1σ cal BC

Fecha 2σ cal BC

Cabecicos Negros

Neolítico Antiguo

I

Cerastoderma edule

Beta-347630

7280 ± 40

7300 ± 50

5870-5740

5910-5700

Cabecicos Negros

Neolítico Antiguo

I

Cerastoderma edule

Beta-347627

6530 ± 30

6550 ± 50

5190-5040

5220-4980

Cabecicos Negros

Neolítico Antiguo

I

Cerastoderma edule

Beta-336255

6470 ± 30

6490 ± 50

5100-4970

5190-4920

Cabecicos Negros

Neolítico Antiguo

I

Cerastoderma edule

Beta-336258

6340 ± 30

6360 ± 50

4930-4810

4990-4760

Cueva de El Toro

Neolítico Antiguo

IV

Triticum aestivum

Beta-341132

6150 ± 30

5210-5040

5210-5000

Cueva de El Toro

Neolítico Antiguo

IV

Hordeum vulgare

Beta-341131

6110 ± 30

5050-5000

5200-4950

Tabla 1. Listado de dataciones radiocarbónicas utilizadas en este texto, correspondientes a Cabecicos Negros (Vera, Almería) y Cueva de El Toro (Antequera, Málaga). Agradecemos a la Dra. Leonor Peña-Chocarro la realización de las dataciones Beta-341132 y Beta-341131, obtenidas en el marco del Proyecto AGRIWESTMED (Origins and spread of agriculture in the western Mediterranean region) financiado por el ERC (European Research Council) a través de un Advanced Grant (ERC-AdG-230561. La investigación se inserta, además, en el Programa Consolider TCP-CSD2007-00058.

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damente. De ellas, las procedentes de Los Castillejos, Cabecicos Negros y El Retamar, aportan las fechas más antiguas, mientras que a partir del 5250, y hasta el 4800 cal BC se asiste a la normalización y vigencia de la habitación en todos los yacimientos datados. Ahora bien, hasta ahora y ante la carencia de fechas radiométricas precisas, se ha identificado el Neolítico Antiguo por la presencia y/o ausencia de determinados indicadores materiales, y por un modelo de ocupación característico de sociedades seminómadas o itinerantes. Por tanto, la única diferencia que se establecía con el Epipaleolítico se sustentaba en la presencia de cerámica decorada con impresión cardial.

3. ESPACIO: CUEVA VS AIRE LIBRE Esta generalización de los primeros momentos del Neolítico en la región, se confirma, entre otros, en los datos aportados por la cueva de El Toro (Málaga) (Martín Socas et al., 2004), donde, desde finales del VI milenio (5210 cal BC) -Fase IV de la secuencia-, se identifica una economía agrícola y ganadera plenamente desarrolladas, aunque la recolección y las actividades cinegéticas siguen teniendo una presencia destacada. Si bien los datos carpológicos de los niveles de base son escasos y manifiestan, fundamentalmente, el cultivo de distintos cereales y leguminosas, no ocurre así con los abundantes restos faunísticos que, desde los primeros momentos, reflejan una cabaña ganadera formada básicamente por ovicaprinos, en la que prima la oveja frente a la cabra en una proporción de 2:1. El patrón de matanza/mortandad marcaría una producción orientada a la obtención de carne y al aprovechamiento de algunos derivados de los animales, caso de las pieles o el hueso, como confirman los resultados de los análisis traceológicos de los diferentes conjuntos líticos tallados. Entre ellos destaca el instrumental destinado al fileteado de la carne, para la obtención de un excedente, enfatizando la orientación ganadera propuesta para esta comunidad (Martín Socas et al., 2004). No obstante, la presión de estas prácticas económicas sobre los recursos vegetales del entorno del Torcal, donde se localiza la cueva de El Toro, tendrán escasa incidencia, al contrario de lo que ocurre en la cueva de Los Murciélagos, donde se ha propuesto un primer estadio de degradación de la vegetación (Rodríguez-Ariza, 1996).

En cuanto a la cultura material, se registra un el alto grado de control de los procedimientos técnicos y de manufactura que van estrechamente vinculados con un intenso aprovechamiento de la materia prima, como se observa en las industrias ósea (Lám. 1) y lítica tallada; una acentuada normalización de algunas de las artesanías, caso de las laminillas de sílex o de los brazaletes de pectúnculo, caliza o mármol (Lám. 2); cuando no de una notable variabilidad en el acabado final de los productos, como se establece en las técnicas de fabricación y decoración cerámica, o de algunos elementos de adorno personal (Lám. 3). Una proporción importante de las materias primas fueron obtenidas del entorno. En el caso específico de la alfarería, destaca el predominio de la cerámica decorada (82%), ya sea mediante el uso de la almagra exclusivamente (Lám. 4), o con un repertorio de técnicas que incluye la incisión (Lám. 5), el relieve (Lám. 6), y diferentes tipos de impresión (donde destacan matrices como las conchas o las dentadas tipo peine), y de gestos diferenciados en su ejecución, que se aprecia de manera particular en el caso del llamado boquique (Alday Ruiz y Moral del Hoyo, 2011) (Lám. 7). Además, es recurrente la presencia de pasta roja como relleno de los negativos resultantes de las incisiones e impresiones. La almagra aparece también estrechamente conectada con los elementos de adorno personal, que en su mayoría están impregnados con esta sustancia (Láminas 2-4; 3), bien por su empleo como material abrasivo en el proceso de elaboración, por su utilización como elemento decorativo, o como resultado de transferencias directas por su aplicación en la decoración corporal, de acuerdo con diferentes ejemplos proporcionados por la etnoarqueología. Por tanto, en este tramo cronológico, e independientemente de cómo sea asignado en la secuencia general del Neolítico de la región, se va a producir la confluencia de manifestaciones económicas, modelos de comportamiento, expresiones técnicas o de conjuntos de materiales, con unas características bien definidas. Entre ellas destaca, en la línea enunciada para el caso concreto de la cueva de El Toro, la producción cerámica, caracterizada no solo por una extraordinaria variabilidad formal, sino, también, por una diversidad de técnicas y de motivos decorativos. Esto evidencia una experiencia y maestría excepcionales si se compara con la de otros contextos similares de Europa o del Norte de África.

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Lám. 1. Industria ósea de la Fase IV de cueva de El Toro. 1: metacarpo en proceso de transformación; 2: uso indeterminado; 3-4: instrumentos utilizados para perforar pieles; 5: alisador de materias blandas. Fotografía: don Hilario.

Lám. 2. Elementos de adorno personal de la Fase IV de cueva de El Toro. 1: brazalete de pectúnculo; 2-3: brazaletes de caliza decorado con líneas grabadas y sin decorar; 4: cuenta de collar con impregnaciones de almagra en la hendidura perimetral. Fotografía: don Hilario.

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Lám. 3. Cuentas de collar y colgantes sobre concha y hueso. Fase IV de cueva de El Toro. Fotografía: don Hilario.

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Lám. 4. Recipiente cerámico con decoración pintada. Fase IV de cueva de El Toro. Fotografía: don Hilario.

Lám. 5. Recipiente cerámico con decoración acanalada y rellena de pasta roja. Fase IV de cueva de El Toro. Fotografía: don Hilario.

Lám. 6. Recipiente cerámico con decoración de cordones en relieve e impresiones. Fase IV de cueva de El Toro. Fotografía: don Hilario.

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Lámina 7. Cerámicas con decoración impresa de la Fase IV de cueva de El Toro. 1 y 4: peine; 2: concha; 3,5-7: diferentes impresiones tipo boquique con relleno o indicios de pasta roja. Fotografías: don Hilario y María Dolores Camalich Massieu.

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Pero, además, viene a demostrar que la división tripartita característica en la lectura del Neolítico en Andalucía no se puede seguir manteniendo desde los mismos parámetros, pues, como se ha señalado (Martín Socas y Camalich Massieu, 2014), no es posible determinar diferencias entre el llamado Neolítico Antiguo y el Neolítico Medio o Pleno, ya sea desde la perspectiva técnica, económica, social o radiométrica. Esta conclusión también se obtiene en otro de los trabajos presentados en el presente Dossier (Rodríguez Rodríguez et al.), donde las actividades identificadas a través de los análisis traceológicos del instrumental lítico tallado de diferentes yacimientos no permiten establecer diferenciaciones. En consecuencia, lo que se puede afirmar es la existencia de una fase inicial de establecimiento, crecimiento y consolidación de las primeras estructuras organizativas ligadas a la producción de alimentos. Y, otra, más tardía, de desarrollo y configuración de la sociedad sustento de las transformaciones vinculadas a las primeras formas aldeanas y a la construcción de los primeros monumentos megalíticos en la región. Esta última, y frente a la lectura realizada de manera general por quienes hemos trabajado sobre el Neolítico en la zona, no es inmediata en el tiempo, sino que media un importante lapso temporal. En efecto, en la mayoría de los yacimientos, se asiste a un hiatus que oscila a nivel general entre 600 y 700 años, como es el caso de Los Castillejos, cuevas de El Toro y de Los Murciélagos de Zuheros, a las que se pueden unir también las fechas proporcionadas por La Loma (Aranda Jiménez et al., 2012), si bien el lapso marcado es superior. Sin embargo, no se ha determinado en la cueva de Nerja, en la de Los Murciélagos de Albuñol, ni en Cerro Virtud. Esto podría entenderse, en una primera aproximación, como resultado de una realidad diferenciada entre aquellos yacimientos donde no se detecta ese vacío ocupacional, ubicados en la zona costera, frente a los que se localizan al interior que ofrecen un periodo de abandono. Estas recurrencias expuestas deberán ser evaluadas y explicadas a partir del análisis de toda la documentación proporcionada por los diferentes yacimientos donde se ha intervenido, aunque se cuenta con el problema de que algunos no están publicados.

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En esta fase más reciente, desarrollada, de acuerdo con las dataciones, entre el 4370-3850 cal BC, se asiste a un cambio importante en la estructuración de estas poblaciones, que conlleva una transformación sustancial de los modos de vida, con el desarrollo de un nuevo modelo de organización territorial, consecuencia principal de la sedentarización. Ello deriva de un proceso general, caracterizado tanto por la concentración poblacional como por un nuevo marco de relaciones interpersonales y con el medio circundante. Al mismo tiempo, se produce el desarrollo de estrategias de explotación vinculadas con la consolidación de la economía agropecuaria, su especialización, estructuración sociopolítica, y evidencias de las primeras manifestaciones de disimetrías intracomunitarias. Su reflejo se puede encontrar, como se ha señalado, en la construcción de las primeras estructuras megalíticas, entre las que habría que mencionar las postquem del dólmen de Menga (Ua-36216, 3639-3384 cal BC 2σ; Ua-24582, 3790‐3690 cal BC 2σ y Ua-24582, 3760‐3530 cal BC 2σ: García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2014), cuya construcción pudo tener lugar en el segundo tercio del IV milenio cal BC (Aranda Jiménez et al., 2013), o Alberite (Beta 80598, 4345-3960 cal BC 2σ: Ramos Muñoz y Giles Pacheco,1996), expresión de una acusada concentración de fuerza de trabajo, unida a una cohesión de tipo identitario y simbólica, de las que las manifestaciones rupestres esquemáticas (Acosta Martínez, 1968; Mas Cornellá, 2000; Maura Mijares, 2011, entre otros), que ahora adquieren un nuevo impulso, son igualmente un buen reflejo. Pero, además, estas transformaciones vienen determinadas por cambios tecnológicos profundos, así como por la consolidación y desarrollo de distintas artesanías, entre las que destaca las primeras evidencias del cultivo del lino (Rovira Buendía, 2007) y de instrumental asociado a la textilería (Martín Socas et al., 2004). En el caso de la cerámica, se evidencia un aumento de la volumetría de los diferentes conjuntos, parece advertirse una importante normalización en la producción y una relevante disminución de la decoración y de las técnicas aplicadas en la misma. En el caso del material lítico tallado, se asiste a un incremento generalizado de las dimensiones de los soportes, a la talla mediante percusión indirecta y de la presión, la configuración prismática de los núcleos, de crestas laterales, asociada con la aparición de los talones diedros agudos, en un claro proceso de estandarización o normalización de los productos (Morgado Rodríguez et al., 2009).

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En definitiva, con las nuevas dataciones se está produciendo una lectura del desarrollo de este período prehistórico más ajustada para abordar el análisis de las primeras sociedades productoras de alimentos, a la vez que se identifica la inconsistencia del esquema general utilizado en la estructuración del Neolítico, hasta ahora no detectada ni evaluada, y que deben abordarse para explicar las transformaciones reseñadas. Como se ha señalado, hasta la década de 1980 las primeras sociedades productoras de alimentos en la región fueron consideradas casi exclusivamente trogloditas, siguiendo la explicación de las primeras propuestas sobre el Neolítico andaluz. Las excepciones venían determinadas, fundamentalmente, por los resultados de hallazgos puntuales, caso de La Molaina (Pinos Puente, Granada) (Sáez Pérez y Martínez Fernández, 1981), Las Catorce Fanegas (Granada) (Carrasco Rus et al., 1987), El Judío o La Dehesa (Huelva) (Piñón Varela y Bueno Ramírez, 1985), y de la revisión de la documentación de los trabajos realizados por Luis Siret a fines del siglo XIX o principios del XX, como es el caso del poblado Almizaraque (Almería) (Martín Socas y Camalich Massieu, 1986). Por otro lado, la práctica totalidad de los yacimientos, fueran en cueva o al aire libre, proporcionaban unos conjuntos materiales que se identificaban directamente con la denominada Cultura de las Cuevas con cerámica decorada que, tras las propuestas de B. Brea (1946), se interpretaban como tardíos, del Neolítico Medio o Pleno, pues se reservaba para los momentos más antiguos aquellos contextos que aportaran cerámica cardial. Al mismo tiempo, se aceptaba que los inicios de la producción de alimentos en la Península Ibérica comenzaba y se expandía, desde el Mediterráneo oriental, a partir de la zona del Levante, alcanzando Andalucía en un momento posterior indeterminado o correspondiente a la facies epicardial. Con el cambio de la investigación que se va a producir en Andalucía a partir de la década de 1980, donde se potenciará el estudio del territorio y con ello el desarrollo de prospecciones superficiales, se asiste a la identificación de un conjunto de asentamientos al aire libre correspondientes a los momentos iniciales del Neolítico. Su presencia en los diversos entornos biogeográficos de la región ofrecerá un nuevo panorama sobre la ocupación general de estas socieda-

des, más complejo y alejado de la lectura uniforme y simplista tradicionalmente expresada. No obstante, conviene precisar que el conocimiento de este modelo de poblamiento es fragmentario y de reducida entidad, al estar condicionado por dos factores fundamentales. Por un lado, la escasa envergadura de los asentamientos que dificulta su localización superficial. Por otro, los propios planteamientos de los trabajos de prospección, al estar dirigidos al conocimiento exclusivo de la ocupación del territorio en periodos históricos concretos, a la vez que por la incidencia divergente de estas intervenciones con carácter sistemático en las distintas áreas (García Sanjuán, 2005). Igualmente han sido importantes los resultados de las emergencias o la adecuación de yacimientos clásicos para su puesta en uso público, como ocurre en el caso de la cuevas de Ardales (Ardales, Málaga) (Ramos Muñóz et al., 1992), o la de Las Ventanas (Piñar, Granada) (Riquelme Cantal, 2002). Un caso particular lo representa el poblado de Los Castillejos (Montefrío, Granada), que ha permitido disponer de una amplia serie de dataciones absolutas y de algunos importantes estudios específicos (Sánchez Romero, 2000; Rovira Buendía, 2007). Destacable en este panorama han sido los trabajos en diferentes yacimientos de la zona costera de Cádiz cuyos resultados, de gran relevancia para plantear el proceso de neolitización en la banda atlántica peninsular, han sido ampliamente publicados, como queda patente en la colaboración de Ramos Muñoz y otros en este Dossier. Todo ello ha ido en paralelo con la revisión de los registros procedentes de los yacimientos en cueva, conocidos de antiguo o a partir de las excavaciones realizadas en las últimas décadas del siglo XX, y centradas en el estudio de las diferentes producciones y las variables tecnológicas que definen su desarrollo posterior. Ahora bien, es preciso destacar el esfuerzo de estos últimos años por disponer de series amplias de dataciones, sobre muestras de vida corta, para fijar cronológicamente la antigüedad del proceso neolitizador y su correlación con otros contextos intra y/o extrapeninsulares. Así mismo, van posibilitando concretar las secuencias en los distintos yacimientos, explicar cómo se origina y desarrolla, cuáles son los indicadores del

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sustrato -con una documentación exigua, fragmentaria y heterogénea-, así como el ritmo de la transformación en las diferentes áreas del territorio andaluz. Su conocimiento es esencial para apoyar, matizar o refutar alguna de las hipótesis explicativas planteadas en la actualidad sobre el tránsito de las sociedades cazadoras-recolectoras a las productoras de alimentos. Por lo que se refiere a los trabajos efectuados en el marco de Proyectos Generales de Investigación aprobados y subvencionados por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, destacan los planteados en diferentes áreas de la región y que han supuesto la identificación de un conjunto de yacimientos al aire libre, cada vez más numeroso, y correspondientes a las fases iniciales del Neolítico, de los que sólo han sido objeto de excavación sistemática Cabecicos Negros (Vera, Almería) y La Dehesa (Lucena del Puerto, Huelva). En el caso de la investigación programada en Almería, el objetivo esencial de estudio se orientó al análisis de las formaciones sociales desde una perspectiva diacrónica en un sector preciso de este territorio, el de la depresión de Vera y cuenca baja del río Almanzora. Suponía activar las estrategias de intervención de campo mediante el diseño y articulación de diferentes campañas de prospección y excavación sistemáticas (Camalich Massieu y Martín Socas,1999). Los resultados obtenidos, demuestran, frente a lo establecido hasta entonces a partir de los trabajos realizados por Luis Siret, que la zona mantiene una intensa y compleja dinámica de ocupación desde la fase más antigua del Neolítico. Esto ha supuesto rechazar la propuesta tradicional de que el poblamiento se inicia en un momento tardío del Neolítico y en relación con la llamada “cultura de Almería”. El criterio general había sido aceptar como válidas unas circunstancias del entorno similares a las actuales, con un dominio del clima árido o semiárido, un paisaje desforestado y una acción erosiva muy activa (Gilman y Thornes, 1985). Esta lectura se había traducido, por un lado, en considerar que el patrón de ocupación se dirigía a minimizar los esfuerzos productivos subsistenciales, de forma que la variable determinante en la elección de la unidad geomorfológica de asentamiento iba a estar marcada por la potencialidad de los suelos inmediatos

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(Román Díaz et al., 1996), y/o por la captación de los recursos hídricos (Chapman, 1991). Por otro, se defendía que un medio tan hostil no disponía de las condiciones necesarias para favorecer una colonización agrícola temprana, pues requeriría del soporte tecnológico imprescindible para su desarrollo, frente a la realidad medioambiental de Granada y Málaga, con unos índices de humedad más elevados (Chapman, 1991). En definitiva, se proponía que la ocupación de las tierras bajas del sureste peninsular tenía lugar en el Neolítico Final, con una orientación económica focalizada hacia la explotación agrícola y resultado de un movimiento migratorio colonizador desde el hinterland. Esta lectura va a ser cuestionada tras los trabajos realizados en la depresión de Vera y cuenca del bajo Almanzora. La nueva documentación contradice la visión tradicional de vincular las primeras sociedades productoras de alimentos en la zona con el Neolítico Final y con la Cultura de Almería (Fernández Miranda et al., 1993; Román Díaz y Martínez Padilla, 2005), pues las evidencias más antiguas la circunscriben a los inicios del Neolítico, a partir del VI milenio cal BC. Así, tanto por los resultados de las dataciones radiocarbónicas como las evidencias de las diferentes producciones artesanales, con la presencia de cerámica impresa cardial (Láms. 8 y 9), elementos de ornamentación personal (Láms. 10 y 11), o el instrumental lítico tallado en Cabecicos Negros (Vera) o Llano Manzano (Mojácar), entre otros (Goñi Quinteiro et al.,2002; Camalich Massieu et al., 2004), permiten establecer la correspondencia de la ocupación de este sector de las tierras bajas del sureste con la fase más antigua del Neolítico. En efecto, las dataciones sobre muestras de concha obtenidas en Cabecicos Negros, indican que el yacimiento se encuentra ocupado principalmente a finales del VI y principios del V milenios cal ANE, coincidiendo con Cerro Virtud (Cuevas del Almanzora), que sus investigadores relacionan con el inicio de la producción metalúrgica en el sureste. En este último, su desarrollo habría tenido lugar entre mediados del VI y el primer tercio del V milenios cal ANE (Beta-101424, 6160 ±180 BP, 5440-4690 cal. BC 2σ) (Delibes de Castro y Montero Ruiz, 1997:25; Montero Ruiz y Ruiz Taboada, 1999), si bien hemos de tomarla con la precaución debida al presentar una desviación estándar muy amplia.

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Lám. 8. Cabecicos Negros. 1: decoración incisa e impresa; 2 impresa boquique; 3: impresa cardial. En todos con relleno de pasta roja y en el nº 3, también, con engobe de almagra. Fotografías: don Hilario, Dimas Martín Socas y María Dolores Camalich Massieu.

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Lám. 9. Cabecicos Negros (1-3) y Llano Manzano /4-5). 1-2 y 4-5: decoración impresa cardial; 3: incisa y puntos impresos. La 1 con engobe de almagra y los negativos de la decoración rellenos de pasta roja. Fotografías: don Hilario, Dimas Martín Socas y María Dolores Camalich Massieu.

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Lám. 10. Elementos de ornamentación personal de Cabecicos Negros. Conjunto de cuentas de collar de concha en proceso de transformación y finalizadas. Fotografia: Andrés Solana y Dimas Martín Socas

Lám.11. Brazaletes en caliza de Cabecicos Negros. Fotografía: Dimas Martín Socas.

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Igualmente, como se ha indicado, las fechas de Cabecicos Negros se asimilan a las obtenidas para el Neolítico Antiguo en diferentes yacimientos, caso de las Fases A y B de Los Murciélagos (Zuheros), (Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 2001), cueva de Los Mármoles (Priego) (Cortés Sánchez et al., 2007), en Córdoba; las Fases 1-11b del poblado de Los Castillejos (Montefrío) (Cámara Serrano et al., 2005; Martínez Fernández et al., 2010), o la Fase antigua de Los Murciélagos de Albuñol (Cacho Quesada et al., 1996), en Granada; Fase IV de la cueva de El Toro (Martín Socas et al., 2004), Roca Chica y Hostal Guadalupe (Torremolinos) (Cortés Sánchez et al., 2007), o cueva de Nerja (Aura Tortosa et al., 2013). La ocupación en este yacimiento se articula en pequeños núcleos habitacionales, distribuidos en la planicie central y en las lomas que conforman la margen izquierda de la desembocadura del río Antas (Camalich Massieu et al., 1999; Goñi Quinteiro et al.,

2002). Los análisis traceológicos y de las características en la manufactura de las diferentes producciones, en especial del conjunto lítico tallado y del de ornamentación personal, permiten establecer una actividad artesanal excedentaria en detrimento de otras relacionadas directamente con la subsistencia (Lám. 12). Esta confluencia de tipo de asentamiento y estrategia productiva no se puede entender si no se evalúa en el marco de un modelo de explotación de un territorio, con un conocimiento exhaustivo de su potencial, que garantice el acceso a las áreas de aprovisionamiento/explotación de los diferentes recursos abióticos. Así mismo, los análisis territoriales efectuados en esta zona nos indican un patrón de ocupación particular definido por la coexistencia de dos unidades orográficas de emplazamiento. Una, en pequeñas lomas inmediatas a los cursos fluviales o a las bahías de las desembocaduras de los ríos,

Lám. 12. Brazaletes de pizarra en distintos momentos del proceso de transformación de Cabecicos Negros. Fotografía: Dimas Martín Socas.

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Lám. 13. Vista aérea del yacimiento de la Loma del Campo (Mojácar, Almería). Fotografía: Dimas Martín Socas.

de acuerdo con la delimitación costera establecida para ese período (Arteaga Matute et al., 1987; Schubart et al., 1988). Es el caso de Almizaraque, Llano de Las Palas o La Era Alta, en el río Almanzora; Cabecicos Negros-Pajarraco, en el Antas; La Isleta, La Loma del Campo (Lám. 13), o Llano Manzano, en la cuenca del río Aguas. El otro tipo se articula en cerros individualizados y con claro dominio orográfico, donde hay una acusada interrelación entre ellos, de forma que constituye un sistema de control exhaustivo de un amplio territorio, pues se visualiza toda la depresión. Este es el caso, entre otros, de Cerro Virtud, Zájara, Raja Ortega, Cuartillas, Moro Manco, Cerro Guevara, Cerro del Cortijo de Gatas (Camalich Massieu et al., 2010) (Figura 2). Un panorama similar se observa en otras áreas, si bien de forma algo difusa. Quizá, la explicación sea, como se ha señalado, que no se han desarrollado estrategias de estudio del territorio donde la atención se haya dirigido a su análisis diacrónico, sino hacia la identificación de las evidencias correspondientes a períodos históricos concretos. Porque es evidente que cuando se han abordado desde esa

perspectiva, sí han sido reconocidos, caso de los trabajos realizados en Ronda (Aguayo de Hoyos, 1985; 1986), o en Huelva (Martín Gómez y Campos Jara, 1996; García Rincón et al., 1996; Nocete Calvo, 2001). En el caso de La Dehesa (Lucena del Puerto, Huelva) (Vera Rodríguez et al. 2010; Martín Socas et al., en prensa), el asentamiento se establece sobre una meseta de estructura arenosa, delimitada en su frente nororiental por el arroyo de Pasadera, mientras que por la vertiente occidental y suroccidental se va disgregando hacia la marisma del río Tinto y el arroyo del Horcajo. Por sus características, y en el estado actual de los conocimientos, se puede determinar que acoge a una pequeña comunidad semisedentaria, orientada a la captación, transformación y consumo de productos alimenticios, fundamentalmente vinculados con las actividades cinegéticas, a tenor de las características del instrumental lítico tallado. Sin embargo, esto no supone descartar el aprovechamiento de las posibilidades que ofrece el pequeño valle fluvial próximo y el potencial de las arenas para las actividades de tipo agropecuario.

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Figura 2. Ubicación de los yacimientos de la depresión de Vera y bajo Almanzora, citados en el texto. Diseño: Juan Carlos Mejías García.

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A tenor de la información provisional que se deriva del conjunto de las materias primas analizadas parece existir una dinámica que apuntaría hacia la autosuficiencia, con una posible complementariedad a través de la circulación a mayor distancia de algunos productos específicos, como podría ser el caso de los sílex del subbético. La matriz arenosa de la sedimentación de este tipo de emplazamientos impide la conservación de la materia orgánica lo que supone un problema esencial en el conocimiento general de esta comunidad, así como de su definición cronológica. En estos momentos, por las características de la ocupación y de la tecnología de las diferentes producciones exclusivamente, más su contraste con la documentación de yacimientos próximos con dataciones precisas, es posible establecer una aproximación al momento de su habitación.

Hay dos rasgos que van a determinar la producción lítica y la cerámica. Así, en la primera, deriva de la fuerte tradición mesolítica que se observa en la alta tasa de geométricos, de cuyo análisis morfométrico se deduce un acusado equilibrio entre trapecios y segmentos (Lám. 14). Característica que, como han definido A.F. Carvalho (1998; 2008) y G. Marchand (2001) al constatar los puntos comunes entre ese Mesolítico Final y el Neolítico más antiguo en la zona, se asociaría con la fase más reciente del mesolítico del sur de Portugal. En la segunda, la identificación de un conjunto cerámico que presenta una importante variedad tecnológica en la decoración, mediante impresión, incisión, cordón en relieve (Lám. 15), o la combinación de incisión e impresión, algunas con almagra, entre los que se encuentran ejemplares con decoración impresa cardial (Lám. 16).

Lám. 14. Conjunto de microlitos geométricos (trapecios y segmentos) de La Dehesa. Algunos con fracturas macroscópicas resultado de su uso como flechas transversales. Fotografía: Miguel del Pino Curbelo.

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Izquierda: Lám. 15. Cerámicas e impronta de barro de La Dehesa. 1: con decoración impresa cardial; 2: con decoración en relieve e impresa cardial; 3-4: con decoración incisa y tratamiento de las superficies de almagra; 5: impronta de barro. Fotografía: don Hilario.

Abajo: Lám. 16. Recipiente con decoración incisa e impresa de La Dehesa. Fotografía: don Hilario.

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Por tanto, indicadores de una cultura material asociada a los primeros momentos del Neolítico Antiguo que, de acuerdo con las fechas disponibles en yacimientos de la región suroccidental, como los de la Bahía de Cádiz (Ramos Muñoz, 2004) y los del área comprendida entre el estuario del Tajo y el Algarve, en Portugal (Carvalho, 2011), con los que La Dehesa guarda estrechas similitudes, se situaría a partir de mediados del VI milenio cal ANE.

patrón reconocido para las comunidades cazadoras-recolectoras y, por tanto, diferente al que con carácter general se ha interpretado como característico de las primeras sociedades neolíticas. En consecuencia, es necesario determinar qué se ha de entender por sedentarización y, en línea con lo que plantean, entre otros M. Rojo Guerra et al. (2008), desde qué protocolos se ha de homologar su interpretación.

Por la documentación descrita, se evidencia un período productivo muy incipiente, del tipo prueba y error (Zapata Peña et al., 2004), que, unido al mantenimiento de las tradiciones de sustrato, obliga al desarrollo de una estrategia de captación de recursos amplia. Ello genera una movilidad, con ocupaciones estacionales y/o periódicas, similar al

Esta realidad, en Huelva, no parece ser excepcional. Por el contrario, sería un patrón bastante generalizado y explicaría el elevado índice de yacimientos al aire libre atribuidos a estos momentos iniciales del Neolítico (Campos Carrasco y Gómez Toscano, 2001; Nocete Calvo, 2001).

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3. DISCUSIÓN Como se ha comentado, la investigación realizada sobre las primeras sociedades neolíticas en Andalucía se ha orientado a la interpretación de la dinámica general de éstas y a la incidencia de sus estrategias en el medio ambiente, a través del análisis de la estructuración secuencial, territorial, económica y organizativa que las definen. Fruto de ello ha sido, a grandes rasgos, la articulación de los períodos postpaleolíticos que se reconocen, no exentos de polémica y de interpretaciones divergentes, como es el caso del proceso de cambio que origina los inicios de la producción de alimentos. A comienzos de los años 80, el panorama se distorsiona por la obtención y valoración de algunas dataciones muy altas que generaron una fuerte controversia sobre el origen, cronología, expansión, relaciones y entidad del Neolítico Antiguo. Su interpretación, se va a apoyar esencialmente en su antigüedad, su vinculación con el sustrato epipaleolítico y a la realidad tecno-económica que se deriva de la documentación publicada. Así, y a este respecto, se plantean dos hipótesis contrapuestas. Por un lado, la que partiendo de los trabajos en las cuevas de La Dehesilla y El Parralejo, en Cádiz, y la Chica de Santiago en Sevilla, defiende el carácter autóctono de los inicios de la producción, con su foco originario en las Sierras de Cádiz a comienzos del VI milenio, en fechas sin calibrar, de donde se expandiría por toda la región y Murcia. Se definía básicamente por la cerámica, entendida como característica de la Cultura de las Cuevas con cerámica decorada. En Andalucía oriental conectaría con el Neolítico mediterráneo cardial, más tardío, que llegaría a la zona occidental y Portugal, probablemente por vía marítima. Fruto de esto será la configuración de dos grandes facies del Neolítico, la oriental y la occidental, donde sería posible establecer diversas subfacies o subcírculos, de carácter territorial. Así, se interpretaba que el Neolítico Antiguo perduraría hasta la segunda mitad del V milenio, mientras que el Neolítico Medio llegaría hasta comienzos del IV milenio. A partir de inicios del III milenio se desarrollaría el Neolítico Reciente que enlazaría en los momentos finales con la Edad del Cobre (Acosta Martínez y Pellicer Catalán, 1990; Acosta Martínez y Pellicer Catalán, 1997; Pellicer Catalán y Acosta Martínez, 1997).

Por otra, la que valora que el Neolítico en Andalucía tiene su origen general en el Próximo Oriente, si bien no existe acuerdo a la hora de identificar en qué momento y cuáles son los agentes que intervienen en el proceso de neolitización. En efecto, para unos, se incardina con las tradiciones del Mediterráneo Occidental, asociado al Neolítico Antiguo o Cardial, en un momento avanzado del VI milenio y con una evolución rápida hacia las estructuras socioeconómicas y tecnológicas que se reconocen como del Neolítico Medio o Pleno. Para otros, estaría en una vía intermedia independiente de la levantina, norteafricana, con claras diferencias entre las áreas mediterránea y atlántica, que tendrán incidencias diferenciadas en el sur peninsular. Así, en los últimos años se va definiendo un Neolítico Antiguo Pre-cardial (Cortés Sánchez et al., 2012), representado por la cerámica decorada con impresión continua de un instrumento apuntado, del tipo boquique, con su origen extrapeninsular en la zona ligur italiana (Bocquet-Appel et al., 2009), el estilo sillon d’impressions (Alday Ruiz y Moral del Hoyo, 2011), y que en el Levante se correlaciona con los registros y las dataciones de El Barranquet y Mas d’Is (Molina Balaguer et al. 2001; Bernabeu Aubán et al., 2009; Aura Tortosa et al., en este mismo Dossier). Este período constituiría el sustrato del Neolítico Antiguo cardial, de origen mediterráneo, y casi simultáneo con el del sur de Francia, del Levante y del Sur peninsular, así como con el del norte de Marruecos (Guilaine y Manen, 2007; Linstädter et al., 2012). Por ello, algunos autores defienden la existencia de redes de intercambio intercontinentales, que facilitarían una transmisión fluida de los avances del neolítico cardial, entre el sur de la Península Ibérica y el norte de Marruecos, de acuerdo con el modelo capilar (Linstädter et al., 2012). Al mismo tiempo, en el norte de África, se modificarían algunos de los elementos tradicionalmente asociados al paquete neolítico, y se incorporarían otros particulares, generando un segundo complejo técnico, económico y cultural, circunscrito al llamado modelo de Recomposición del Paquete Neolítico de origen africano (Manen et al., 2007; Cortés Sánchez et al., 2012). En esta explicación de los orígenes y conexiones con el norte de África, pero reivindicando la acción de las poblaciones de sustrato de la zona atlántica

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de Marruecos y el sur peninsular, se han centrado los trabajos de J. Ramos Muñoz, defendiendo que la variedad y diversidad de la neolitización, en gran medida, es resultado de ello (Ramos Muñoz et al., en este Dossier, que aporta una relación bibliográfica amplia). A tenor de lo expuesto, es evidente que para comprender la complejidad del proceso de neolitización en la región andaluza se debe contemplar el nivel de intervención del sustrato poblacional y determinar los ritmos de su asunción/consolidación en el VI milenio. Así, a partir de los avances en la investigación producida en los últimos años –con la importante ampliación de las series cronológicas y los análisis tecno-económicos-, se revela una vinculación estrecha con el norte de África, afianzada por los paralelismos que se van manifestando en todos los aspectos, incluidos el modelo de ocupación del territorio y los patrones de asentamiento (Mikdad y Eiwanger 2000). Sin embargo, esto no puede extrapolarse como un fenómeno de carácter general y uniforme, pues es evidente que, en función de las fechas radiométricasy de las distintas producciones, existen diferencias sustanciales entre el este y el oeste del territorio andaluz. Es más, si se tienen en cuenta las producciones cerámicas como uno de los indicadores para evaluar e interpretar la cronología y procedencia de estas sociedades, las identificadas en el yacimiento de Cabecicos Negros adquieren especial significación, máxime si se valorara la datación más antigua proporcionada, pues sería de las más antiguas del sur peninsular. Aquí, además, el elevado índice de decoraciones impresas -cardiales, del tipo boquique y puntilladas-, asociadas al tratamiento técnico de las superficies con almagra y/o con el relleno de los surcos resultantes de estas técnicas decorativas, marcan la diferencia principal de este yacimiento en relación con los del Levante peninsular. Al mismo tiempo, lo vincula con algunos contextos del Neolítico Antiguo en otras áreas de Andalucía Oriental. Ahora bien, esta realidad no se circunscribe exclusivamente a los conjuntos cerámicos, sino, que se hace extensivo también a las diferentes producciones, caso de la tecnología lítica o de los elementos

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de ornamentación personal, tan recurrentes y normalizados en estos contextos antiguos de la región. En el caso de los fabricados en pizarra, tienen una presencia singular en la zona levantina, que algunos autores conectan con talleres especializados del sureste, como el documentado en Cabecicos Negros (Harrison y Orozco Köhler, 2001; Thomas, 2011). En la zona occidental, y a pesar de no disponer de dataciones radiométricas, el poblado de La Dehesa parece responder a otros contextos y dinámicas diferentes. En efecto, por el material lítico tallado y sus elevados índices de geométricos, las cerámicas impresas cardiales y el uso del engobe de almagra, se asocia a los registros identificados en algunos yacimientos de la bahía de Cádiz y área portuguesa entre el Tajo y el Algarve, con cronologías de la segunda mitad del VI milenio cal BC. Igualmente, presenta conexiones con yacimientos de la banda atlántica marroquí. El modelo que refleja es el de comunidades muy vinculadas con la tradición epipaleolítica, tanto en la tecnología lítica y en la explotación de los recursos subsistenciales, como en el patrón de ocupación. En consecuencia, la variabilidad expuesta responde, como ha sido valorado, a los ritmos que se marcan en el proceso de neolitización, a la intervención de las poblaciones del sustrato, y a las conexiones derivadas del área mediterránea y atlántica norteafricana. Y, en este sentido, consideramos que la propuesta de un Neolítico inicial pre-Cardial, en virtud de la mayor antigüedad de la cerámica impresa tipo boquique, aunque sugerente, demanda una base empírica más amplia y contrastada que permita establecer la necesaria correlación temporal entre las diferentes técnicas decorativas impresas. Pero, también, para caracterizar la organización social y tecno-económica. En cualquier caso, sólo cuando toda la documentación derivada de las intervenciones realizadas en las últimas décadas y no publicadas esté disponible, al mismo tiempo que haya un decidido apoyo institucional que concite una mayor atención de la investigación sobre el Neolítico, estaremos en condiciones de abordar un problema histórico como el de referencia, máxime si tenemos en cuenta la fragilidad que caracteriza a los yacimientos de las fases iniciales.

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AGRADECIMIENTOS Este trabajo se ha realizado en el marco de los proyectos de I+D+i HAR2011-29068 y HAR2012-38857. Las actividades de excavación y prospección asociadas a cueva de El Toro, La Dehesa y Cabecicos Negros, han sido subvencionadas por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, en el marco de los correspondientes Proyectos Generales de Investigación.

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MARÍA DOLORES CAMALICH MASSIEU Y DIMAS MARTÍN SOCAS

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ESTUDIOS

Vista área del yacimiento arqueológico de El Argar. Cortesía de Dimas Martín Socas.


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Enrique Romero de Torres y el catálogo monumental de Jaén Alberto Sánchez, Juan Pedro Bellón y Arturo Ruiz Rodríguez Estructura territorial y estado en la cultura argárica Borja Legarra Herrero Bronze Age Bone and Antler Working: the Osseous Assemblage from Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real, Spain) Manuel Altamirano García Rock Art and Digital Technologies: the Application of Reflectance Transformation Imaging (RTI) and 3D Laser Scanning to the Study of Late Bronze Age Iberian Stelae Marta Díaz-Guardamino y David Wheatley


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ESTUDIOS

ENRIQUE ROMERO DE TORRES Y EL CATÁLOGO MONUMENTAL DE JAÉN Alberto Sánchez Vizcaino, Juan Pedro Bellón Ruiz y Arturo Ruiz Rodríguez1

Resumen: El Catálogo Monumental y Artístico de España es una obra de referencia para nuestra historiografía reciente y constituye el primer inventario oficial -a nivel estatal- de nuestro Patrimonio Histórico y Arqueológico. Dividido por provincias, supuso una empresa cualitativa y cuantitativamente dispar. Aquí presentamos un primer análisis de la trascendencia que para la historia de la arqueología de la provincia de Jaén implica la monumental obra realizada por Enrique Romero de Torres en 1913. Nuestra intención ha sido la de contextualizar al autor y su obra en el dinámico marco institucional de inicios del siglo XX. Igualmente se ha realizado un análisis más detallado del tratamiento que recibió el patrimonio arqueológico y en particular el relacionado con la cultura ibérica. Se destacan especialmente las informaciones originales e inéditas que pueden extraerse de las aportaciones de Romero de Torres, así como los ruidosos silencios que notamos en el tratamiento de otros sitios emblemáticos como Toya o Collado de los Jardines.

Palabras clave: Historiografía, Prehistoria, Protohistoria, Arqueología, Catálogo Monumental, Jaén, Enrique Romero de Torres, Toya, Mogón, Collado de los Jardines.

ENRIQUE ROMERO DE TORRES AND THE CATALOGUE OF MONUMENTS OF JAÉN Abstract: The ‘Catálogo Monumental y Artístico’ of Spain is a landmark in contemporary historiography. Arranged by provinces, it is also the first nationwide inventory of the Spanish historical and archaeological heritage. This is a preliminary analysis of Enrique Romero de Torres’ 1913 work and of the relevance of such a quantitative and qualitative uneven work for the province of Jaén. This analysis is intended to set the author and the work in their context, namely the dynamic institutional framework of the early 20th century. This is also a detailed description of the study of the archaeological heritage contained therein, especially as regards the Iberian culture. Emphasis is laid on Romero de Torres’ original and unpublished data and on the clamorous disregard for such major sites as Toya or Collado de los Jardines.

Keywords: Historiography, Prehistory, Proto-History, Archaeology, Catálogo Monumental, Jaén, Enrique Romero de Torres, Toya, Mogón, Collado de los Jardines.

1

Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén [vizcaino@ujaen.es]; [jbellon@ujaen.es]; [arruiz@ujaen.es]

Recibido: 01/03/2013; Aceptado: 02/09/2013

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ALBERTO SÁNCHEZ VIZCAINO, JUAN PEDRO BELLÓN RUIZ Y ARTURO RUIZ RODRÍGUEZ

1. INTRODUCCIÓN En 1913, por Real Decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes a propuesta de la Comisión Mixta de las Reales Academias de la Historia y San Fernando, Enrique Romero de Torres recibió el encargo de catalogar los monumentos históricos y artísticos de la provincia de Jaén. Ya desde las primeras líneas del Catálogo, en el Preámbulo, Romero de Torres dejó bien claro que “(…) ha resultado imposible tan importante y delicada misión por no haber tiempo suficiente para recorrer y estudiar uno por uno todos los numerosos pueblos y parajes de esta región andaluza, dentro del plazo concedido de doce meses, si se ha de tener en cuenta la gran extensión que ocupa esta provincia, sus difíciles y primitivos medios de comunicación y toda la paciencia y lentitud que requiere tan pesada labor”1. Se entiende perfectamente esta declaración inicial, y que en realidad se invirtiera más tiempo del concedido, porque el trabajo no sólo incluía la catalogación de los 153 pueblos que contabilizaba el autor, sino que a ellos debía añadir los “(…) despoblados o ruinas, los castillos enclavados en parajes lejanos y otros sitios donde dejaron su huella civilizaciones antiguas (…)”2, así como los trabajos preparatorios llevados a cabo en la Biblioteca Nacional, en el Archivo Histórico Nacional y Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando. El resultado final quedó inédito pero propició la catalogación de la riqueza patrimonial de 48 pueblos y su entorno, quedando fuera del trabajo los partidos judiciales de Cazorla, Huelma y Orcera y pueblos como Villanueva de La Reina, Espeluy, Villargordo, Jabalquinto, Santa Elena, Marmolejo y Baños de la Encina. El caso de Santa Elena y Baños de la Encina resulta contradictorio ya que ambas poblaciones sí aparecen citadas en la obra aunque sólo como referencia para las pinturas rupestres localizadas en esa zona de Sierra Morena. El área más trabajada se centró en el oeste y suroeste de Jaén y a ella deben añadirse otras dos: la zona delimitada por La Carolina, Baeza y Castellar, y una parte de Sierra Mágina comprendida entre Pegalajar y Jódar con una extensión hacia Cabra de Santo Cristo.

El método de trabajo seguido queda de manifiesto también en el Preámbulo y en la propia estructura de la obra al encuadrar en primer lugar el monumento a partir de los factores cronológico y geográfico y continuar después con la descripción detallada de todos los pueblos catalogados. Finalmente, el trabajo se vio también limitado por la imposibilidad de revisar el archivo de la Catedral y el archivo de Protocolos de Jaén, por la falta de facilidades en la consulta de los archivos notariales y por la resistencia a colaborar de algunos curas párrocos (Fig. 1).

2. EL PASADO GIENNENSE ANTES DEL CATÁLOGO (SIGLOS XVII AL XX) Sin duda alguna la importante presencia romana en la provincia de Jaén y la construcción del pasado desde las fuentes clásicas y desde la epigrafía mediatizaron desde un principio la visión sobre los orígenes del poblamiento en la provincia de Jaén. Esa vinculación romana se vio reforzada con el desarrollo en el siglo XVII de la Arqueología Sacralizada en España en el contexto histórico de la Contrarreforma. La realización de excavaciones en la provincia de Jaén como las de Arjona o Baeza que trataban de buscar los restos y reliquias de los mártires cristianos de época romana fueron ejemplos de estas actividades. En diversas ocasiones ese deseo y necesidad de sacralizar el poder al modo tridentino y de mitificar el pasado en beneficio del presente condujo al desarrollo de falsificaciones y escritos de dudosa veracidad para fundamentar la santidad de los personajes y las raíces del cristianismo (Ruiz Rodríguez et al., 1986). Sobre la base de los planteamientos anteriores, pero con la referencia de las propuestas de Ambrosio de Morales en el siglo XVI consistentes en la observación directa de las antigüedades y la cronología rigurosa, destacaron en la provincia de Jaén Francisco de Rus Puerta, Martín Ximena Jurado y Juan Fernández Franco. Al primero de ellos se atribuye la elaboración del primer corpus de epigrafía giennense antigua con su manuscrito Chorographía antigua y moderna del reino y obispado de Jaén. El segundo, a través de diversos trabajos entre los que destaca el Manuscrito 1180 de la Biblioteca Nacional, elaboró

1 Romero de Torres, E. (1913): Catálogo Monumental y Artístico de la Provincia de Jaén, Inédito. Preámbulo, I-II. 2 Ibid. preámbulo, II-III.

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ENRIQUE ROMERO DE TORRES Y EL CATÁLOGO MONUMENTAL DE JAÉN

Fig. 1 . Provincia de Jaén. Sitios arqueológicos más relevantes citados en el texto.

también un corpus epigráfico de la provincia de Jaén, otro numismático, informó sobre la existencia del Vaso de Torres con inscripción (ya conocido desde 1618), destacó la riqueza arqueológica de Los Villares de Andújar, y dio cuenta de las citadas excavaciones de Arjona y Baeza (Mozas, 2005). Por su parte, Juan Fernández Franco se mostró especialmente preocupado por la topografía antigua y las fuentes escritas como medio para identificar la ubicación de las antiguas ciudades, haciendo referencia en su trabajo a epígrafes y textos sobre Castulo y Tucci (actual Martos) (Salas Álvarez, 2004).

El inventario de antigüedades romanas siguió incrementándose notablemente con la obra de Juan Agustín Ceán Bermúdez escrita en 1832 y denominada Sumario de Antigüedades Romanas que hay en España en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. La obra se centró como era habitual en la riqueza epigráfica de la provincia, si bien menciona sin aportar detalles la existencia de ruinas romanas en numerosos pueblos de la provincia, destacando por su mayor riqueza Cástulo, Alcaudete, Porcuna, Lopera, Los Villares de Andújar y Alcalá la Real (Ceán Bermúdez, 1832 [2003]).

El protagonismo romano siguió siendo fuerte durante el siglo XVIII como lo demuestra el hecho de que Cástulo continuara como sitio arqueológico de referencia. En 1782 Francisco Pérez Bayer incluyó en su Diario del viaje desde Valencia a Andalucía y Portugal una descripción de las ruinas de Cástulo, y en 1788 el Deán José Martínez de Mazas escribió Descripción del sitio y ruinas de Cástulo y noticias de esta antigua ciudad en el reino de Jaén, obra en la que resaltaba el origen griego de Cástulo muy al modo difusionista de los ilustrados.

El panorama arqueológico giennense amplió su marco temporal cuando Manuel de Góngora y Martínez finalizó en 1860 su Viaje literario por las provincias de Granada y Jaén, y publicó en 1868 Antigüedades prehistóricas de Andalucía. Por primera vez aparecen citados restos arqueológicos adscritos a época no romana que amplían el pasado de la provincia de Jaén a los tiempos prehistóricos. Junto al descubrimiento de una cueva situada entre Torres y Albanchez con restos humanos y útiles fabricados en sílex, destacan las construcciones megalíticas de

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ALBERTO SÁNCHEZ VIZCAINO, JUAN PEDRO BELLÓN RUIZ Y ARTURO RUIZ RODRÍGUEZ

Ibros, del Puente de Mazuecos y el recinto o torre de Los Corralejos, estructuras todas ellas que hoy en día son reconocidas como de factura ibero-romana. Manuel de Góngora y Martínez se hace eco de nuevo, al igual que ya lo había hecho anteriormente Ambrosio de Morales, de la riqueza de restos arqueológicos romanos procedentes de Cástulo utilizados en la fabricación del Puente de la Quebrada (Góngora y Martínez, 1868 [1991]). De especial interés resulta la adscripción de las supuestas murallas megalíticas de Ibros a los iberos, si bien identificados estos como poblaciones prehistóricas. Para el pionero prehistoriador, en Andalucía Oriental, los monumentos megalíticos como los dólmenes de Montefrío en Granada y las construcciones ciclópeas como la muralla de Ibros en Jaén eran obra de los mismos autores: los iberos. Coincidía Manuel de Góngora y Martínez en esta apreciación con Salvador Sanpere i Miquel que proponía en 1881 la misma lectura, mejor sostenida si cabe, por ejemplos del área catalana-balear, de tal modo que los dólmenes de Lérida y Gerona o las taulas de las Baleares y la muralla ciclópea de Tarragona se adscribían también a los iberos. Se oponía con esta lectura a la opinión tradicional que atribuía el megalitismo a los celtas y que enfrentaba el área de estos sistemas constructivos a la correspondiente a la arquitectura ciclópea, de la que serían autores los iberos. El caso escondía un problema político que se hizo patente cuando Antonio Cánovas del Castillo encargó la protohistoria de la primera Historia de España colectiva a Juan Vilanova y Piera y a Juan de Dios de la Rada y Delgado, que fue publicada en 1893 y que tenía como claro objetivo construir una lectura panibérica de la historia nacional, a la que tampoco escapaba Portugal (Ruiz Rodríguez et al., 2006a, 2009). Es muy sintomático el texto que la Historia de España recoge de Salvador Sanpere i Miquel, “los portugueses se han enamorado de un principio erróneo de Rongemont, quien, trabajando con datos incompletos, asegura que los dólmenes y las construcciones ciclópeas se excluyen, sirviendo tan liviano fundamento para establecer la famosa teoría de las nacionalidades ibéricas, para los tiempos primitivos”, y termina, “nosotros que creemos y tenemos por evidentemente demostrada la unidad ibérica, sentimos hoy la mayor satisfacción al destruir la preocupación de los arqueólogos y antropólogos portugueses, solo con reunir los Dólmenes y otras construcciones megalíticas de esta parte de España” (Vilanova y Rada, 1893: 552).

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El repertorio arqueológico se vio incrementado en 1877 con la publicación por José Amador de los Ríos y Serrano de las cabezas ibéricas de bronce de Maquiz (descubiertas en 1860) en el Boletín de la Real Academia de la Historia, y en 1882 con la publicación por Gabriel-Augusto Daubrée del bajorrelieve romano de Palazuelos (descubierto en 1872). Trabajos posteriores de Manuel Rodríguez de Berlanga y Horace Sandars volverán a publicarlo de nuevo, e incluso en 1950 H. Winkelmann, director del Museo de Bochum (Alemania) donde actualmente se encuentra depositado, volvió a publicar un nuevo estudio sobre el mismo (Winkelmann, 1950; Baena del Alcázar y Beltrán Fortes, 2002). La adquisición del bajorrelieve por Karl Plock, ingeniero encargado de la mina de Palazuelos, y su posterior salida de España es tal vez uno de los primeros ejemplos de exportación al extranjero del patrimonio arqueológico español. Supuso el preludio de lo que después serían las actuaciones de los arqueólogos franceses y que tantas críticas generaron entre algunos arqueólogos e investigadores españoles (Lucas, 1994). En 1888 Emil Hübner publicó Arqueología de España, obra de gran calibre que incorpora alguna nueva información sobre la provincia de Jaén si bien incluyendo en ella de nuevo el bajorrelieve de Palazuelos y los bronces de Maquiz. El resto de las referencias son en su mayoría de filiación romana y así, junto a información relativa a epigrafía y numismática, Emil Hübner presta especial interés a las localidades de Martos y Úbeda. En el primer caso llamando la atención sobre un sitio de culto, esculturas, las murallas y puertas, y en el caso de Úbeda destacando los hallazgos de una cabeza de Minerva y de un mosaico representando una loba y sus gemelos (Hübner, 1888). A la anterior publicación hay que sumar las dos obras del investigador alemán referentes fundamentales para el estudio epigráfico latino e ibérico: el volumen II del Corpus Inscriptionum Latinarum y Monumenta Linguae Ibericae. No debe cerrarse el siglo XIX sin citar la presencia en tierras de Jaén hacia 1889 de Joaquín Costa Martínez que, en 1891 en sus Estudios Ibéricos, defendía que el sudeste de la Península Ibérica había sido tomado por los tartesios que huían del Bajo Guadalquivir tras la invasión cartaginesa, ubicando en Mastia, Cartagena, su capital (Costa Martínez, 1891-1895, 1889). Estudió una inscripción romana de Jódar y, aunque realizó una lectura errónea de la misma, propuso la primera interpretación de las

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relaciones sociales entre los iberos, que lamentablemente pasó desapercibida a pesar del gran interés que tenía. Joaquín Costa Martínez creyó reconocer a partir de aquella inscripción la existencia de un tipo de señor feudal primitivo que imponía servidumbre a colectivos humanos, a veces a ciudades, para lo que se ayudó de su profunda erudición en el conocimiento de las fuentes (Ruiz Rodríguez, 2000). También el umbral del siglo XX está marcado en la provincia de Jaén por los diversos trabajos publicados sobre exvotos de bronce, todos ellos presumiblemente procedentes de los santuarios ibéricos de Collado de los Jardines en Despeñaperros (Santa Elena) y de los Altos del Sotillo (Castellar). Con los antecedentes de Miguel Pérez Pastor (1760) con su obra Disertaciones sobre el dios Endovélico y las referencias de Emil Hübner, fue José Ramón Mélida y Alinari uno de los autores que destacó en sus primeros estudios y quien propuso una autoría todavía poco definida como obra de los iberos “por lo bárbaro de su arte y lo tosco de su trabajo” (Mélida y Alinari, 1897), y los interpretó como divinidades de origen oriental como Astarté, (Mélida y Alinari, 1902) o deidades romanas como Minerva o Marte (Mélida y Alinari, 1900). La obra de Pierre París Essai sur l’art et l’industrie de l’Espagne primitive publicada en 1903-1904 incorporaba también un capítulo titulado Les figurines de bronze en el que se seguía tratando el tema de los exvotos si bien, y en la línea que ya esbozara José Ramón Mélida y Alinari, tratándolos de rudos, groseros, caricaturescos, obscenos, monstruosos, horribles, etc. En 1906 Horace Sandars publicaba Pre-Roman bronze votive offerings from Despeñaperros, in the Sierra Morena, Spain, en donde concebía los exvotos de bronce como receptores de claras influencias de arte oriental anterior a la conquista romana de la Península, alejándose de aquellas interpretaciones que los concebían como deidades, planteando incluso ciertos paralelos etnográficos de los exvotos ibéricos con culturas del Norte de África (Sandars, 1906). Como antecedente de los estudios sobre pintura rupestre en la provincia de Jaén debe citarse la obra de Manuel Gómez-Moreno Pictografías Andaluzas publicada en 1908 en el Anuari del´Institut d’Estudis Catalans. Centrada en la cueva de La Graja de Jimena, el detallado estudio del investigador granadino fue más allá de la mera descripción esti-

lística de las figuras y signos representados, para proponer su interpretación como signos de época neolítica de procedencia egea en el marco de una escuela peninsular oriental en la que se incluían signos similares procedentes del norte de África (Gómez-Moreno, 1908). Un personaje clave en la construcción del pasado prehistórico de la provincia de Jaén fue Juan Cabré Aguiló. Más conocido por sus intervenciones en el santuario ibérico de Despeñaperros y en la cámara de Toya, desarrolló entre 1909 y 1914 junto a Henri Breuil, Eduardo Hernández Pacheco y en solitario una importante labor de investigación sobre el arte rupestre peninsular en la que se incluyen sus descubrimientos de pinturas rupestres en la provincia de Jaén: concretamente en Aldeaquemada, Santa Elena, Andújar y Santisteban del Puerto (Breuil, 1912; Breuil y Obermaier, 1914; Cabré, 1915). El conjunto de estos descubrimientos quedó reflejado en su obra publicada en 1915 y titulada El arte rupestre en España y a la que tuvo acceso Enrique Romero de Torres antes de su publicación.

3. APORTACIÓN AL CONOCIMIENTO DE LA RIQUEZA ARQUEOLÓGICA DE LA PROVINCIA DE JAÉN 3.1. EL MODELO ARQUEOLÓGICO Cuando en 1913 Enrique Romero de Torres recibió el encargo de llevar a cabo el Catálogo Monumental el panorama arqueológico español había empezado una nueva fase caracterizada por el desarrollo de un nuevo marco institucional y jurídico dentro de una estrategia de reconstrucción nacional. La promulgación de la Ley de Excavaciones y Antigüedades en 1911, el Reglamento para su aplicación en 1912 y la creación de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades en 1912, son ejemplos de ese nuevo marco jurídico-institucional al que la arqueología española (y la de la provincia de Jaén) debía adaptarse (Ruiz Rodríguez et al., 2006). El proyecto global del Catálogo Monumental de España fue el ejemplo de un proyecto que necesitó de las nuevas bases políticas e institucionales insertas en el marco de las transformaciones de comienzos del siglo XX. Su complicada y desigual ejecución aún manifiesta las desigualdades territoriales y la

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escasa profesionalización existente en todo el territorio nacional. Sin embargo, es un claro marcador del intento de superación de la tradición anticuaria, y un modelo de los nuevos marcos de gestión e investigación que asumen el paradigma positivista y la sistematización y edición de todos los datos existentes como su base primordial, todo ello en el ámbito de los ideales de la Institución Libre de Enseñanza. Fue un proyecto de Estado en el que la iniciativa o el apoyo de los ministros de Instrucción Pública y Bellas Artes, en un periodo de alternancia política entre liberales y conservadores, fue básico para llevarlo a cabo y en el que los institucionistas jugaron un papel esencial gracias al prestigio de algunos de sus impulsores como Juan Facundo Riaño o Giner de los Ríos (Ordieres, 1995; Tortosa y Mora, 1996; Beltrán Fortes, 2002; Díaz-Andreu, 2004; López Trujillo, 2006).

Había publicado artículos y monografías sobre diversos pintores, era correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, creador de la Sección de Arte Moderno del Museo de Córdoba y director del Museo Provincial de Córdoba. En definitiva, contaba con una sólida formación en el campo de las Bellas Artes, aunque cuando llegó a Jaén no era un principiante en el campo de la arqueología como podría suponerse.

Todas las limitaciones que arrastraba el modelo tradicional y la falta de cumplimiento de la legislación relativa a la gestión del patrimonio arqueológico se dejan notar a lo largo del Catálogo cuando se relata la intervención de particulares en diversos yacimientos arqueológicos. El caso del yacimiento de Cabeza Baja de Encina Hermosa en Castillo de Locubín es ejemplificador a este respecto, y no sólo por ilustrar un procedimiento habitual, sino porque además el autor no muestra la menor sorpresa ni expresa crítica alguna sobre este proceder: “Hace veinticinco años que el culto vecino de Alcalá la Real Don Fernando Montijano, hizo excavaciones en Cabeza Baja y tuvo la suerte de hallar muchos objetos interesantes, que forman parte de la colección que ha dejado a sus herederos. Pero lo más importante de aquellos trabajos de exploración arqueológica, fue el descubrimiento de la planta de un edificio romano, quizás dedicado a casa de comercio, por lo varios utensilios que se encontraron, como piezas y medidas para líquidos (…) De estos bellos y curiosos ejemplares de pesas y medidas, no existen en nuestro Museo Arqueológico Nacional y debían ser adquiridos con destino al mismo, aprovechándose la oportunidad de estar en venta dichos objetos, que forman parte de la colección arqueológica de los herederos del señor Montijano conservada en Alcalá la Real” (Romero de Torres, 1915e: 565-571).

A pesar de lo anterior, fue sin duda alguna la realización del Catálogo Monumental de la Provincia de Cádiz entre 1907 y 1910 lo que le otorgó la experiencia definitiva. Gracias a este trabajo se publicaron estudios sobre epigrafía romana y visigótica, y sobre las ruinas de Carteia, Canja y Bolonia. Posteriormente, de vuelta en Córdoba, trabajó sobre sepulturas visigodas, disertó en la Real Academia sobre el yacimiento de Décumo, situado en el itinerario de la Vía Augusta, trató de salvar, sin resultado positivo, los mosaicos romanos del ex Convento de Jesús Crucificado, publicó nuevas inscripciones romanas de Córdoba… (Palencia Cerezo, 2006). Una actividad toda ella que simultaneó con su trabajo de difusión de grandes maestros de la pintura andaluza y que denotaba un concepción arqueológica enraizada en la historia del arte, la epigrafía y en las fuentes clásicas.

3.2. ANTECEDENTES Y LLEGADA Era ya en 1913 Enrique Romero de Torres, tanto por tradición familiar como por su carrera, un hombre de sólida formación artística centrada en la pintura.

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Había comenzado sus contactos con el ámbito arqueológico ejerciendo de secretario de la Comisión Provincial de Monumentos en 1896, publicando un artículo sobre epigrafía romana y visigoda de Almodóvar del Río en 1897, y siendo nombrado correspondiente de la Real Academia de la Historia en 1899.

El encargo del Catálogo en opinión de José María Palencia Cerezo (2006) no debió sentarle muy bien, y parece que lo aceptó a regañadientes, ya que por entonces trataba de iniciar la restauración de la fachada del antiguo Hospital de la Caridad de Córdoba. Si esto fue así por parte del autor, su nombramiento fue en cambio muy bien recibido en el entorno intelectual de la provincia de Jaén. En concreto Alfredo Cazabán Laguna, director de la Revista Don Lope de Sosa, se alegraba en dos artículos publicados en la citada revista de la presencia en Jaén del investigador cordobés y valoraba en el segundo de ellos respecto a los primeros hallazgos reseñados que “Los datos adquiridos (….) son en tal cuantía y

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de tal importancia las comprobaciones y los hallazgos, que han de merecer la atención de los eruditos y han de atraer las miradas de aquellos que estudian cuanto es notable en la vida retrospectiva” (Cazabán Laguna, 1913: 370). 3.3. ESTRUCTURA DE LA OBRA Y APORTACIONES FUNDAMENTALES Dejados a un lado los bienes inmuebles del Patrimonio Artístico entre los que destacan sobre todo la descripción de la Catedral de Jaén, existen en el Catálogo dos partes claramente diferenciadas: la dedicada a los tiempos prehistóricos y la que hace referencia a la época romana. En este último caso, la exposición se lleva a cabo separando la descripción geográfica de la Bética y de las vías romanas de la revisión pormenorizada en cada pueblo de las inscripciones y antigüedades romanas allí existentes. En ambas partes los datos recogidos tuvieron una doble procedencia: aquellos consecuencia de las visitas realizadas por el propio autor, y los derivados de las fuentes escritas clásicas y contemporáneas. Es evidente que Enrique Romero de Torres se informó de manera profunda sobre el conjunto de obras escritas sobre el patrimonio arqueológico de Jaén desde el siglo XVII y en muchos aspectos la obra está construida sobre el trabajo ya realizado por otros autores. De igual manera aprovechó su relación con prestigiosos investigadores del momento para tener acceso directo a sus investigaciones o para elevarles consultas sobre materiales determinados. Las aportaciones al enriquecimiento del patrimonio arqueológico prehistórico y romano de la provincia de Jaén pueden seguirse no sólo en el Catálogo mismo, sino también a través de las publicaciones que, a raíz de este trabajo y simultáneamente, se realizaron en el Boletín de la Real Academia de la Historia y en la revista Don Lope de Sosa entre 1913 y 1916. Fueron realmente estas publicaciones las que sirvieron para difundir en aquel momento los logros del Catálogo, ya que éste nunca llegó a publicarse y quedó almacenado en 1916 en la Dirección General de Bellas Artes. Allí lo vio Ramón Espantaleón Molina en 1917 e intentó impulsar de nuevo su publicación sin resultado alguno, quedando el original depositado definitivamente por decreto de 9 de marzo de 1940 en el Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Madrid. A partir de aquel momento, y especialmente desde 1950 con la creación del Instituto

de Estudios Giennenses, comenzaron nuevos intentos no ya de publicarlo sino de completarlo. Rafael Laínez Alcalá, J. Hernández, J. Pita, y Lorenzo Polaina Ortega fueron algunos de los investigadores encargados de esta tarea hasta que, definitivamente, Juan Higueras Maldonado, Pedro Galera Andreu, Manuel López Pérez y Luz de Ulierte Vázquez retoman el proyecto publicando, aunque limitándose a la ciudad de Jaén, el Catálogo Monumental de la ciudad de Jaén y su término (Higueras et al., 1985). En la llamada época prehistórica se englobaron prácticamente todos los restos arqueológicos no romanos. Enrique Romero de Torres, siguiendo las fuentes clásicas, entendía que los primeros pobladores de la Península Ibérica fueron los iberos y los vascones, correspondiendo a los primeros el honor de ser los más primitivos habitantes de la provincia de Jaén. Con esta visión de los orígenes en mente, la época prehistórica fue abordada en el Catálogo a través de las siguientes secciones: yacimientos, armas e instrumentos de piedra y bronce, monumentos megalíticos, piedras inscritas, escultura, orfebrería y cuevas inexploradas. Es interesante destacar que el apartado al que más atención se presta en los tiempos prehistóricos está relacionado con la pintura rupestre, elaborado con la información recibida de Juan Cabré Aguiló, quien en esos momentos preparaba su libro El arte rupestre en España. Junto a la relación de cuevas y abrigos, Enrique Romero de Torres prestó especial atención al debate suscitado por la interpretación de una de las figuras de la cueva de La Graja (Jimena) copiando íntegramente los textos de dos investigadores con visiones distintas del arte esquemático al que pertenecen las pinturas de la citada cueva: Manuel Gómez-Moreno y Henri Breuil. Para el autor del Catálogo el problema principal era saber si esa figura podía ser identificada con un pulpo tal y como proponía Manuel Gómez-Moreno (1908), o por el contrario con una figura humana con disfraz ceremonial como defendía Henri Breuil. No le interesó o no supo ver que esa discusión introducía temas más importantes como el propio origen del arte esquemático y su significado. Frente a la explicación orientalista de Manuel Gómez-Moreno apoyada en los trabajos de Louis Siret en Los Millares se oponía la opinión de Henri Breuil: “Esta interpretación tiene al menos la ventaja de no permitir una suposición inverosímil y de no introducir en un conjunto que no evoca abso-

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lutamente influencia oriental, influencia que nada justifica y que en la época paleolítica superior o en parte protoneolítica a donde estamos en el derecho de colocar las pintura de Jimena y sus analogías, es un verdadero anacronismo” (Breuil, 1912: 29).

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existe un bajo relieve de piedra de asperón con media figura varonil que sujeta con ambas manos unidas una larga espiga de trigo (…). Su ejecución es torpe y ruda” (Romero de Torres, 1915c: 464).

El mismo trabajo de Manuel Gómez-Moreno citado anteriormente fue aprovechado en parte en la sección dedicada a las armas e instrumentos de piedra y bronce para describir el sepulcro neolítico de El Chorro en Torres, aunque en este caso Enrique Romero de Torres obvió la parte más interesante dedicada a la interpretación sobre su origen. En los demás lugares referidos, los materiales catalogados suelen ser hachas de sílex o de piedra pulimentada.

En la sección dedicada a la época romana, la reconstrucción histórico-geográfica y de las vías de comunicación de Andalucía y de la provincia de Jaén se diseñaron de acuerdo con la información suministrada por las fuentes clásicas (Estrabón, Plinio, Polibio, Tito Livio, Itinerario Antonino), y con la ayuda de las reconstrucciones parciales de carácter local o provincial propuestas por autores como José Sabán y Blanco, Joaquín Ruiz Jiménez, Juan Agustín Ceán Bermúdez, Martín Ximena Jurado y J. González Sánchez.

El siguiente apartado dedicado a los supuestos monumentos megalíticos (en realidad ibero-romanos) como el castillo de Ibros se basó directamente en la obra de Manuel de Góngora y Martínez Antigüedades Prehistóricas de Andalucía, mientras que la información sobre las piedras inscritas de Sierra Morena fue recogida del artículo de Horace Sandars Notas sobre las Piedras Letreras que se encuentran en Sierra Morena, al poniente de Baños de la Encina, en la provincia de Jaén. A estos elementos patrimoniales se unieron otros materiales ya conocidos y emblemáticos de época ibérica: el santuario de Castellar (gracias a las informaciones de Tomás Román Pulido, Juan Cabré Aguiló e Ignacio Calvo y Sánchez), el tesoro de Mogón a través de Horace Sandars (1916), los vasos con inscripciones de Fuensanta y de Torres y el relieve de Palazuelos (atribuido a los iberos pero hoy en día reconocido como de origen romano).

El trabajo de catalogación sobre los materiales romanos se fundamentó en la descripción y en la revisión, a veces, de la epigrafía procedente de lápidas, pedestales, basas, fragmentos indeterminados, etc. (Lam. 2). En esta parte del trabajo las referencias al volumen II del Corpus Inscriptionum Latinarum de Emil Hübner son continuas, y cuando se incorporan o se revisan nuevas inscripciones se recurre al juicio e interpretación de la Real Academia de la Historia por boca de Fidel Fita Colomer. La abundancia de inscripciones se deja notar en lugares emblemáticos de la presencia romana en la provincia de Jaén como Linares, Martos, Porcuna, Arjona y en menor medida Torredonjimeno, Vilches, Úbeda y Baeza. Junto a todas ellas se recogen también algunas inscripciones de época ibérica, visigoda, islámica y cristiana, siendo Rodrigo Amador de los Ríos el encargado de hacer las traducciones de las inscripciones escritas en árabe.

Del conjunto de bienes muebles e inmuebles “prehistóricos”, Enrique Romero de Torres hizo aflorar y publicó algunos no conocidos por la comunidad científica del momento como los procedentes de Torredelcampo y Alcalá la Real. En el primer caso se trataba de un ídolo (hoy clasificado como calcolítico) de la necrópolis (entonces identificada como prehistórica y hoy reconocida como tardoromana o visigoda), y de la fortaleza ibérica de Cerro Miguelico (Romero de Torres, 1916). Especial es el caso del bajorrelieve ibérico de la colección arqueológica que poseía Daniel Jiménez en Alcalá la Real porque en la actualidad se encuentra desaparecido y se dispone de su imagen gracias al Catálogo (Lam. 1). Enrique Romero de Torres lo describía de la siguiente manera: “(…)

Las inscripciones romanas que se descubrieron durante la elaboración del Catálogo fueron publicadas inmediatamente en las revistas citadas anteriormente: es el caso de las procedentes de Alcaudete, Torredonjimeno, Porcuna, Arbuniel, Jimena, Mengíbar, Torredelcampo (Romero de Torres, 1914a, 1914b, 1914c, 1914d, 1914e) Junto e ellas destacaban las llamadas ruinas romanas de Arbuniel (Romero de Torres, 1914c) y las de Cabeza Baja de Encina Hermosa en Castillo de Locubín, aunque en este último caso ya eran conocidas parcialmente gracias a las ya comentadas excavaciones de Fernando Montijano y al trabajo de Alfredo Cazabán Laguna que había publicado un croquis y un embrión de estudio espacial sobre los materiales encontrados en el

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Lám. 1. Bajorrelieve ibérico de Alcalá la Real (Catálogo Monumental, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

Lám. 2. Romero de Torres en Navas de San Juan (Catálogo Monumental, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

edificio romano (Cazabán Laguna, 1914; Romero de Torres, 1915b). Otras aportaciones publicadas fueron la estatua de Hércules de Alcalá la Real y las inscripciones o marcas de cerámica romana de Castellar de Santisteban (Romero de Torres, 1915c y 1915d).

En el texto del Catálogo dedicado a Villacarrillo Enrique Romero de Torres hacía referencia a dos bajorrelieves (Lám. 3), hoy desaparecidos, cuya aparición y situación geográfica sirve para plantear una propuesta sobre el origen de otro relieve depositado actualmente en el Museo de Jaén y conocido como el relieve de Mogón (Lam. 4). Esta última obra reproduce la escena de un joven entre caballos rampantes y sigue un estilo semejante a los bajorrelieves recogidos por Enrique Romero de Torres.

los del Teatino y de Las Irijuelas, localización que precisó más cuando los publicó en la revista Don Lope de Sosa en 1914 declarando que fueron recogidos en sus excavaciones en el sitio antes citado, en la margen izquierda del Guadalquivir, junto a la desembocadura del río de la Vega o Cañamares (Román Pulido, 1914). La tradicional adjudicación del relieve a Mogón se debe sin duda a la proximidad de esta pedanía de Villacarrillo, donde existe otro sitio ibérico conocido por Los Castellones de Mogón, lugar clásico en la bibliografía por ser allí donde se localizó un tesorillo de plata a comienzos del siglo XX entre cuyas piezas destaca la conocida cabeza de Górgona (Sandars, 1916). Esta vinculación se perpetuó en la bibliografía a partir del trabajo monográfico sobre el conjunto arqueológico que publicó Augusto Fernández de Avilés en 1942 y en el que se recogía un relieve del Museo de Jaén tratado por diversos autores y hallado en el entorno de Mogón (Fernández de Avilés, 1942; Nicolini, 1973; Blázquez, 1983; Chapa, 1986). Sin embargo, esta pieza a raíz de los datos que suministra el Catálogo y los trabajos de Tomás Román Pulido es muy presumible que no tuviera su origen en Mogón sino en Los Turruñuelos y formara parte de alguna estructura arquitectónica junto a los dos bajorrelieves anteriormente referidos.

Es interesante destacar que los citados bajorrelieves procedían de las excavaciones realizadas por Tomás Román Pulido en el sitio denominado Los Turruñue-

Otros datos aportados por la documentación del Catálogo Monumental de Jaén son los referentes a piezas cuyo paradero se desconoce en la actuali-

A pesar de todo lo anterior, debe destacarse que fue el descubrimiento de los baños árabes de Jaén el logro que le hizo adquirir mayor fama y reconocimiento, quedando como referente del trabajo realizado en Jaén (Cazabán Laguna, 1913), y convirtiéndose los baños con el tiempo en uno de los símbolos de la ciudad y en atractivo turístico destacado. 3.4. ALGUNOS AJUSTES DE INTERÉS

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Lám. 3. Bajorrelieves de Los Turruñuelos del Teatino y de las Irijuelas (Catálogo Monumental, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

Lám. 4. Relieve de Mogón (Museo Provincial de Jaén).

dad (Beltrán Fortes, 2002), como el ya citado relieve ibérico procedente de Alcalá la Real o, por el contrario, piezas cuya procedencia se desconocía y que gracias a las referencias del Catalogo pueden ubicarse con más precisión. Este último caso es el de un fragmento escultórico ibérico consistente en una cabeza de toro con una roseta en espiral entre sus ojos (Chapa Brunet, 1985) depositado en el Museo de Jaén (CE/DA01780) con procedencia desconocida y que por información del Catálogo debe situarse en Torredelcampo (Lam. 5).

3.5. AUSENCIAS

Finalmente, también es importante la información aportada sobre determinados sitios arqueológicos. En la relación a las estructuras ciclópeas, basada en los trabajos de Manuel de Góngora y Martínez (1868 [1991]), se citan, además del ejemplo de la muralla de Ibros, dos recintos similares: Los Corralejos (La Guardia) y Puente Mazuecos (Úbeda). El caso de Los Corralejos es interesante, porque aunque recientemente se han realizado varias prospecciones en el entorno de La Guardia, no se ha logrado localizar el sitio fotografiado por Enrique Romero de Torres, quedando la fotografía del Catálogo como única información sobre el lugar y sus características arqueológicas (Lam. 6).

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Llama la atención de manera notable la falta de referencias a dos contextos arqueológicos claves en la historia de la arqueología en la provincia de Jaén y fundamentales para la investigación sobre la cultura de los iberos: el santuario de Collado de los Jardines de Despeñaperros en Santa Elena y la cámara sepulcral de Toya en Peal de Becerro. En ambos casos ya existían noticias de su descubrimiento cuando Enrique Romero de Torres trabajaba en el Catálogo. El Collado de los Jardines de Despeñaperros era conocido desde 1903 cuando Horace Sandars empezó a trabajar en el distrito de La Carolina, y especialmente desde 1906 cuando el mismo investigador publicó la ya referida Pre-Roman bronce votive offerings from Despeñaperros, in the Sierra Morena, Spain. Aunque su publicación en inglés y en una revista extranjera tal vez hiciera más difícil su difusión, no era esta la única referencia sobre el lugar con la que podría contar dado que su relación con Juan Cabré Aguiló podría haberle aportado información adicional, y existía una referencia en la Revista Don Lope de Sosa sobre una sesión de la

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Lám. 5. Cabeza de toro de Torredelcampo (Catálogo Monumental, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

Lám. 6. Recinto de Los Corraleros, La Guardia (Catálogo Monumental, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).

Real Academia de la Historia de 1914 en la que José Ramón Mélida y Alinari informaba sobre el lugar. Tampoco Horace Sandars era un autor desconocido o poco empleado como fuente de información ya que Enrique Romero de Torres había utilizado sus trabajos sobre las Piedras Inscritas de Los Escoriales y la Solana de Cerrajeros, así como el realizado sobre las inscripciones del Puente de la Quebrada sobre el río Guadalimar cerca de Linares.

4. CONSIDERACIONES FINALES

En cuanto a la cámara de Toya, su descubrimiento se había producido en 1909 y el hallazgo se dio a conocer oficialmente en 10 de septiembre de 1914 en el Noticiero Granadino, es decir, en pleno trabajo de elaboración y redacción del Catálogo. A todo ello hay que sumarle que Alfredo Cazabán Laguna publicó en 1915 La necrópolis de Toya en la revista Don Lope de Sosa (Cazabán, 1915), y que el lugar presumiblemente no había dejado de ser objeto de continuas rebuscas por la habitual presencia de Tomás Román Pulido, cuyo trabajo era conocido por Enrique Romero de Torres por haberlo utilizado como referencia en la catalogación de Villacarrillo, y para quién las investigaciones del médico de Villacarrillo eran merecedoras de toda clase de alabanzas.

La ejecución del Catálogo Monumental de Jaén debe contextualizarse en un periodo de consolidación de las nuevas instituciones vinculadas a la investigación histórico-arqueológica y a la gestión del patrimonio histórico (Ordieres, 1995; Tortosa y Mora, 1996; Díaz-Andreu, 2004; López Trujillo, 2006). Paralelamente, el proyecto del Catálogo Monumental habría sufrido sus propias vicisitudes. Liderado entre 1900 y 1908 por Manuel Gómez-Moreno, pasaría a partir de esa fecha a repartirse entre distintos autores. No debe obviarse tampoco la polémica suscitada por el propio nombramiento de Manuel Gómez-Moreno, dejando de lado a las academias y los académicos (Gómez-Moreno, 1995), y la trascendencia de su entrada en la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades y en el Centro de Estudios Históricos. En torno a la actividad de Enrique Romero de Torres en la provincia de Jaén confluyeron, por lo tanto, varios elementos: a) Dos modelos de gestión del patrimonio, el primero en clara decadencia y basado en la gestión de la información a través de los académicos co-

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rrespondientes, cuyo ejemplo más sobresaliente fue el proceso de descubrimiento del santuario ibérico de Castellar de Santisteban, frente al segundo, ejemplificado en el santuario del Collado de los Jardines, gestionado a través de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades (Ruiz Rodríguez et al., 2006b). b) El desarrollo de la investigación sobre las pinturas rupestres, liderado en la provincia de Jaén por Henri Breuil, Juan Cabré Aguiló pero del que también participaría Manuel Gómez-Moreno con el análisis de las pinturas de la cueva de La Graja (Jimena, Jaén). Es en este contexto en el que Enrique Romero de Torres, próximo a la Real Academia de la Historia, con buenas relaciones con su director Fidel Fita Colomer, consigue cierto equilibrio, al obtener, por parte de Juan Cabré Aguiló, toda la información disponible sobre las pinturas rupestres de la provincia en un momento de enfrentamiento del investigador aragonés con Henri Breuil por la publicación del Arte rupestre en España (Díaz-Andreu, 2012). Pese a lo anterior, Enrique Romero de Torres no tuvo problema en mostrarse más próximo a las tesis de Henri Breuil que a las propuestas realizadas por Manuel Gómez-Moreno sobre la interpretación del conjunto de pictografías de la cueva de La Graja. Por otro lado, es bien extraño que dos de los hitos arqueológicos de la provincia, como el santuario del Collado de los Jardines y la cámara sepulcral de Toya quedasen al margen del Catálogo Monumental porque, como se ha comentado, ya existían noticias de su descubrimiento. La explicación de estas ausencias puede tener una doble lectura. En primer lugar, que no conociera los sitios arqueológicos por no haberse desplazado hasta allí y por falta de información precisa. En el Collado de los Jardines, no existió un intermediario como en el caso del santuario de Castellar con Tomás Román Pulido o una actuación directa de la Real Academia de la Historia, tampoco otro implicado en su posterior análisis, Juan Cabré Aguiló, quien le había facilitado la información sobre las pinturas rupestres de la provincia, le comunicó en este caso su intención de iniciar excavaciones en Despeñaperros, solicitadas y concedidas por la Junta Superior de Excavaciones en 1914.

144

En el caso de Toya tampoco Enrique Romero de Torres tuvo informante, a pesar de que Tomás Román Pulido se proclamaba descubridor de la cámara sepulcral en correspondencia fechada a principios de 1915 con José Ramón Mélida y Alinari, director del Museo Arqueológico Nacional (González Reyero, 1999a). No contó además con la asistencia de Manuel Gómez-Moreno, quien estuvo informado del hallazgo desde que fue publicado en la prensa en 1914 (González Reyero, 1999b), posiblemente molesto por el intento de Enrique Romero de Torres de llevar a cabo el Catálogo Monumental de Granada antes de ejecutar el de Jaén (Gómez-Moreno, 1995). La segunda opción se fundamenta en que la imposibilidad de visitar los pueblos de Santa Elena y Peal de Becerro perdería fuerza ante la evidencia de haber incluido información relevante como las pinturas rupestres vinculadas a la zona de Santa Elena, y la de otros pueblos que tampoco visitó como Aldeaquemada y Baños de la Encina. Partiendo entonces de la base de que era difícil que no conociera los hallazgos, se puede plantear que ambos lugares fueran zonas delimitadas por los intereses de otras instituciones como la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, a quien Juan Cabré Aguiló habría solicitado permiso de excavación en el Collado de los Jardines, y del Centro de Estudios Históricos y su sección de Arqueología bajo control de un bien informado Manuel Gómez-Moreno acerca de la importancia del descubrimiento de Toya.

AGRADECIMIENTOS Los autores expresan su agradecimiento al Dr. Manuel Molinos y a la Dra. Carmen Rueda por la ayuda prestada en la elaboración de este trabajo.

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ENRIQUE ROMERO DE TORRES Y EL CATÁLOGO MONUMENTAL DE JAÉN

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Copa argรกrica procedente del yacimiento del Cerro de la Encina (Monachil, Granada) . Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia


ESTUDIOS

ESTRUCTURA TERRITORIAL Y ESTADO EN LA CULTURA ARGÁRICA Borja Legarra Herrero1

Resumen: La cultura de El Argar es habitualmente presentada como una formación estatal en la que varias comunidades ejercieron un control social, económico y político sobre amplios territorios. Sin embargo esta configuración geo-política de las sociedades argáricas ha comenzado a ser reconocida como problemática y nuevas investigaciones han revelado discrepancias entre la evidencia y este modelo territorial clásico. Este artículo explora la organización territorial de El Argar a través de estudios paleo-demográficos y de análisis de áreas de captación y sugiere una nueva forma de entender los patrones de asentamiento, la organización territorial y la estructura política en el sureste ibérico durante la Edad del Bronce. El estudio propone que el territorio argárico se encontraba dividido en pequeñas unidades socio-políticas interconectadas en una configuración flexible y fluida.

Palabras clave: El Argar, territorio, estado, áreas de captación, patrón de asentamiento.

TERRITORIAL STRUCTURE AND STATE IN THE ARGARIC CULTURE Abstract: El Argar culture is usually presented as a state in which a few communities exerted social, economic and political control over large territories. Recent research has recognised this model as problematic highlighting discrepancies between the archaeological evidence and this ‘classic’ view of the Argaric territory. This article explores the territorial organization of El Argar through palaeo-demographic studies and catchment area analyses and suggests a new way of understanding settlement patterns, territorial organization and political structure in the Iberian southeast during the Bronze Age. A fragmented landscape emerges, with small territories linked in a fluid and flexible manner.

Keywords: El Argar, territory, state, catchment areas, settlement patterns.

1

University College London [b.legarra@ucl.ac.uk]

Recibido: 11/03/2013; Aceptado: 16/09/2013

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BORJA LEGARRA HERRERO

1. INTRODUCCIÓN: LA IDEA DEL ESTADO ARGÁRICO Y LA IMPORTANCIA DE SU HUELLA TERRITORIAL La interpretación de la cultura argárica como un estado nació en la década de los 1980 (Lull Santiago y Estévez Escalera, 1986; Schubart y Arteaga Matute, 1986) en oposición a su caracterización como una sociedad jerarquizada al nivel de jefatura (Gilman, 1981). No fue hasta los años 1990 cuando el modelo se presentó de una forma más explícita (Arteaga Matute, 1992; Lull Santiago y Risch, 1995) y se ha convertido rápidamente en el paradigma dominante en los estudios argáricos, bien sea de forma manifiesta (Contreras Cortés et al., 2004; Lull Santiago et al., 2009; 2010) o bien simplemente asumida (Castro Martínez et al., 2001; Afonso Marrero y Cámara Serrano, 2006; Cámara Serrano y Molina González, 2006a; Moreno Onorato et al., 2008). La idea de estado presentada originalmente por Vicente Lull está fuertemente influenciada por una concepción materialista de la realidad social (Lull Santiago y Micó Pérez, 2011). El estado argárico es definido por la aparición de unas relaciones sociales y de producción desiguales, en las cuales una minoría ejerce un control material, ideológico y social sobre la mayoría de la población (Arteaga Matute, 2000; Lull Santiago et al., 2010). Esta desigualdad es institucionalizada y se manifiesta en un esquema social de clases, en la que la élite ha conseguido ser el exclusivo poseedor de los poderes económicos, políticos e ideológicos (Lull Santiago y Risch, 1995; Chapman, 2003; Lull Santiago et al., 2009; 2010). Esta interpretación del estado argárica está ligada a unas bases ideológicas marxistas (Chapman, 2008a; Lull Santiago y Micó Pérez, 2011; Legarra Herrero, 2013) y se sustenta en investigaciones arqueológicas que reflejan este paradigma materialista. Los análisis se han concentrado principalmente en la organización de la producción y la forma de control de los recursos básicos (Risch, 2002; Moreno Onorato y Contreras Cortés, 2010) y en el reconocimiento de la diferenciación socio-económica en el ámbito funerario (Lull Santiago y Estévez Escalera, 1986; Lull Santiago et al., 2005; Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2006; Cámara Serrano y Molina González, 2010). Como parte del enfoque marxista, la teoría del estado argárico ha defendido una organización

150

territorial basada en amplias unidades político-territoriales formadas por al menos tres niveles de asentamientos (Arteaga Matute, 2000; Cámara Serrano y Molina González, 2004). Uno de las principales críticas a esta interpretación estatal es la difícil conexión entre la escala de la evidencia arqueológica y la idea de una compleja organización estatal, es decir, la información recuperada del registro arqueológico no parece compatible con la compleja organización de la sociedad argárica que el modelo estatal presupone (Serrano Ariza, 2012; Gilman, 2013; Ramos Millán, 2013). En esta crítica, el aspecto territorial es especialmente interesante ya que uno de los puntos que estos autores identifican como particularmente problemático es la escasa evidencia de complejas organizaciones territoriales que puedan identificarse con sociedades de clases (Bartelheim, 2012; Gilman, 2013: 21-22; Ramos Millán, 2013). Parece claro por tanto, que uno de los puntos clave en el debate sobre la existencia de un estado argárico es su configuración territorial: ¿Podemos identificar grandes unidades político-territoriales en El Argar formadas por tres o cuatro niveles de asentamientos que sean consistentes con una estructura estatal - según proponen autores como Oswaldo Arteaga Matute (2000)? ¿O nos encontramos por el contrario con pequeños territorios independientes, ordenados bajo simples patrones de asentamiento típicos de organizaciones socio-políticas menos complejas según han señalado otros (Bartelheim, 2012; Ramos Millán, 2013)? La respuesta a esta pregunta pasa no sólo por una revisión de cada posición teórica sino por un nuevo análisis que ofrezca nuevas formas de investigar la organización territorial de las sociedades argáricas.

2. ESTADO Y TERRITORIO EN EL ARGAR A pesar de las diferencias a la hora de entender las bases del estado argárico (Cámara Serrano y Molina González, 2006b), la forma de concebir su configuración geo-política y geo-social ha sido relativamente homogénea. Las sociedades argáricas han sido normalmente presentadas como organizadas en rígidas estructuras territoriales en las que un pequeño grupo afincado en un asentamiento central domina y explota un amplio territorio (Arteaga Matute, 2000; Lull Santiago et al., 2009; 2010). Este

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ESTRUCTURA TERRITORIAL Y ESTADO EN LA CULTURA ARGÁRICA

asentamiento central normalmente se encuentra ubicado en un alto dominando valles fluviales y otras áreas de interés agrícola (Arteaga Matute, 2000; Molina González y Cámara Serrano, 2004; Lull Santiago et al., 2010). Los asentamientos indicados habitualmente como centrales son: El Argar (Antas, Almería), Fuente Álamo (Cuevas del Almanzora, Almería), Cerro de la Encina (Monachil, Granada), Cerro de la Virgen (Orce, Granada), Bastida de Totana (Murcia), Lorca (Murcía), El Oficio (Cuevas del Almanzora, Almería), Laderas del Castillo (Callosa de Segura, Alicante), Cuesta del Negro (Purullena, Granada), Cerro de las Víboras de Bajil (Moratalla, Murcia), San Antón (Orihuela, Alicante) y Cabezo Redondo (Villena, Alicante) (Arteaga Matute, 2000; Eiroa García, 2004; Molina González y Cámara Serrano, 2004; Cámara Serrano et al., 2007; Jover Maestre y López Padilla, 2009; Lull Santiago et al., 2010) (Figs. 1 y 2). Todos estos asentamientos coinciden en tener un tamaño por encima de la media, alrededor de 2 ha (Tab. 1) con la salvedad de La Bastida (4-6 ha), (Lull Santiago et al., 2009) y Lorca (10-12 ha), (Fontella Ballesta et al., 2004). El

emplazamiento en altura de estos asentamientos varía; Fuente Álamo o Cerro de la Encina se encuentran en lugares escarpados de difícil acceso mientras que asentamientos fundados en época calcolítica o durante el Bronce Antiguo como El Argar o Lorca se sitúan en cerros amesetados de más fácil acceso lo que parece indicar un aumento en la preocupación por asegurar la defensibilidad de los asentamientos al comienzo del Bronce Pleno, coincidiendo con la época de madurez de la cultura argárica (Ramos Millán, 2013). Tanto el tamaño como la posición pero también la presencia de recintos amurallados en el centro indican la preponderancia de estos asentamientos (Serrano Ariza, 2012). Estos complejos amurallados son el lugar de residencia de la élite y marcan el centro desde donde dirigen la actividad política, social y económica del territorio. Alrededor de estos asentamientos se extendería un territorio socio-político bajo su control (Arteaga Matute, 2000; Eiroa García, 2004; Molina González y Cámara Serrano, 2004; Jover Maestre y López Padilla, 2005; Molina González y Cámara Serrano, 2009; Lull Santiago et al., 2010) y articulado a través de una serie de asen-

Fig. 1 . Mapa con los asentamientos argáricos normalmente considerados como centrales y yacimientos mencionados en el texto.

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BORJA LEGARRA HERRERO

Yacimiento

Superficie del yacimiento estimada en ha

Estimación alternativa

Uso Calcolítico

Uso en la Edad del Bronce

Uso posterior

x

x

Referencias

Estimación de población (100-300 habitantes/ha)

Yacimientos normalmente considerados centrales Cabezo Redondo

Fumanal et al. 1996

1,00

Cástulo

100-300

Cámara Serrano et al. 2007

Cerro de la Encina

2,00

Lull Santiago et al. 2010

100 - 600

Cerro de la Virgen

0,70

Lull Santiago et al. 2010

70-210

Cuesta del Negro

1,50

El Argar

2,19

La Bastida de Totana

4,00

x

x

6,00

Lull Santiago et al. 2010

150-450

Cámalich Messieu y Martín Socas 1998

219-657

Lull Santiago et al. 2010

400-1200

Laderas del Castillo

1,30

Lull Santiago et al. 2010

130-390

Lorca

12,00

Fontenla Ballesta 2004

1200-3600

Peñalosa

>1

Terrera

>1

x

Contreras Cortés 2000

100-350

Lull Santiago et al. 2010

100-300

Lull Santiago et al. 2010

50-150

Otros yacimientos mencionados en el texto Castellón alto

0,50

Yacimientos mayores de 1 ha en la zona de Vera (Cámalich Messieu y Martín Socas 1998) Barranco La Ciudad

2,72

Cabecicos Negros

11,09

Caldero De Mojacar

1,00

Campos

1,90

Cerro Cañico

2,66

x x x

x

272-816

x

x

1109-3327

x

x

190-570

x

266-198

Cerro De La Fuente Del Negro

1,26

x

x

126-378

Cerro De Los Cerrillos

6,08

x

x

608-1824

Cerro De Los Moros

1,56

Cerro Del Barranco Oscuro

1,01

x

x

156-468

x

101-303

Cerro Del Castillico 1

1,24

x

124-372

Cerro Del Castillico 2

2,54

x

254-762

Cerro Del Castillo

1,53

Cerro Del Corral

1,65

x

Cerro Del Cortijo De Gatas

1,20

x

Cerro Del Pajarraco

7,72

x

x

153-459

x

165-495 120-360

x

x

772-2316 339-1017

Cerro Del Visco

1,05

x

Cerro Montroy

3,39

x

x x

Cerro Pelado

1,06

x

Cerro Plana

2,62

x

105-315 106-318 262-786

Cuartillas

2,39

x

x

El Argar

2,19

x

x

Cámalich Messieu y Martín Socas 1998

219-657

El Oficio

1,83

3,00

x

Lull Santiago et al. 2010; Cámalich Messieu y Martín Socas 1998

183-549

2,10

x

Cámalich Messieu y Martín Socas 1998; Schubart et al. 2000

183-549

x

Lull Santiago et al. 2010; Cámalich Messieu y Martín Socas 1998

200-600

x

Lull Santiago et al. 2010

El Peñón de La Cerra

2,66

Fuente Álamo

1,83

Fuente Vermeja

2,00

Gatas

1,05

La Cueva 2

1,16

x

1,50

239-717

x

x

266-798

105-315 116-348

La Hoya 2

2,90

x

La Risca

0,55

x

x

55-165

Las Pilas

5,44

x

x

544-1632

x

x

Loma de Almansa 2

2,62

x

Lugarico Viejo

1,42

x

Piedra Verde

1,40

x

290-870

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262-786 142-426

x

Tab. 1 . Asentamientos argáricos incluidos en este trabajo con estimaciones de su extensión y población.

152

100-300

x

140-420


ESTRUCTURA TERRITORIAL Y ESTADO EN LA CULTURA ARGÁRICA

tamientos secundarios que también tienen una prominente situación en el paisaje pero que son de menor tamaño (0.3 – 2 ha) y que permitirían el control de zonas geográficas demasiado alejadas para un control directo por parte del asentamiento central. Yacimientos como Fuente Álamo incluyen un alto número de útiles relacionados con la producción alimentaria que sugieren el control de recursos básicos por la élite a través de estos centros secundarios (Risch, 2002). Finalmente, a un tercer nivel, encontramos asentamientos más pequeños (0.1 – 0.3 ha) que forman el nivel inferior de la jerarquía territorial. Estos asentamientos han sido divididos según su funcionalidad. Aquellos que se encuentran en emplazamientos altos fueron usados para extender el control de ciertas zonas por el asentamiento central. Otros localizados en áreas llanas tenían como prioridad la explotación de zonas agrícolas fértiles (Arteaga Matute, 2000). Aunque se han indicado diferencias regionales en la organización territorial (Molina González y Cámara Serrano, 2004), el esquema básico de tres niveles de asentamientos ha sido considerado común a todas las regiones argáricas. La dimensión de estos territorios es normalmente definida por la aplicación de polígonos Thiessen alrededor de los asentamientos centrales conocidos (Jover Maestre y López Padilla, 1999b; Molina González y Cámara Serrano, 2004).

3. EL ESTUDIO DE TERRITORIOS SOCIALES Y POLÍTICOS EN EL ARGAR Los estudios que han profundizado en la investigación de la organización territorial de las sociedades argáricas son relativamente escasos (Chapman et al., 1987; Gusi i Jener y Olaria i Puyoles, 1991; Maroto Barchino, 1992; Moreno Onorato, 1994; Jover Maestre y López Padilla, 1997; Cámalich Massieu y Martín Socas, 1998; Castro Martínez et al., 1998; Arteaga Matute, 2000; Cámara Serrano et al., 2004; Jover Maestre y López Padilla, 2005; Verhagen, 2007; Serrano Ariza, 2012; Ramos Millán, 2013). En su mayor parte, estos análisis se han concentrado más en la prospección del territorio en relación al abastecimiento de materias primas (Haro Navarro et al., 2006; Risch, 2002) que en cuestiones demográficas o la identificación de patrones de asentamiento y muy pocos de ellos proveen una metodología específicamente diseñada para el estudio de la ocupación del territorio.

Un claro ejemplo de los problemas metodológicos es la falta de publicaciones en detalle de prospecciones intensivas de superficie en el sureste español. A pesar de que varios proyectos han incluido prospecciones de superficie en las últimas tres décadas, incluyendo Gatas (Turre, Almería) (Castro Martínez et al., 1998; 1999), Cúllar (Cúllar, Granada) (Moreno Onorato et al., 1991-92), Aguas (Turre, Almería) (Castro Martínez et al., 1998), Vera (Vera, Almería) (Delibes de Castro et al. 1996; Cámalich Massieu y Martín Socas, 1998), Vinalopó (Villena, Alicante) (Jover Maestre y López Padilla, 1999a), y Lorca (Ayala Juan, 1991) en la mayoría de los casos su publicación no ha incluido información relativa a la metodología, un lista exhaustiva de yacimientos o la extensión estimada de los yacimientos (aunque hay excepciones que se presentan en la siguiente sección). No es de extrañar que dada estas limitaciones, los análisis basados en el uso de sistemas de información geográfica (SIG) sean aún más difíciles de encontrar (Cámara Serrano et al., 2004; Cámara Serrano, 2010; García Sanjuán, 2010). Los estudios pioneros en la aplicación de herramientas analíticas digitales como áreas de captación de recursos (ACR) (Gilman y Thornes, 1985; Maroto Barchino, 1988, 1992) han tenido muy poca influencia en el estudio de la configuración político-espacial de las comunidades argáricas. Tal vez el interés del trabajo de Antonio Gilman y John Thornes en el estudio de estrategias agrícolas de irrigación en el Calcolítico y la Edad del Bronce ha impedido la aplicación de este tipo de análisis al estudio de otros aspectos como los patrones de asentamiento. La situación actual es que el modelo de ocupación del territorio jerárquico de tres niveles está mayormente basado en el análisis del territorio a través de polígonos Thiessen (Ayala Juan, 1991; Jover Maestre y López Padilla, 1999b; Molina González y Cámara Serrano, 2004), aún cuando los polígonos Thiessen han resultado ser una herramienta analítica problemática para el estudio de la organización política y económica de un paisaje (Bevan, 2010). En el específico caso de El Argar la aplicación de polígonos Thiessen alrededor de los yacimientos considerados como centrales (ver figura 4 en Molina González y Cámara Serrano, 2004) ha producido un modelo con territorios comparable en extensión con estados en el Mediterráneo oriental (Wilkinson, 2000; Wilkinson et al.,

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153


BORJA LEGARRA HERRERO

2007; Casana, 2009; Bevan, 2010) que tienen asentamientos centrales de más de 40 ha y aparatos de control burocrático. Los problemas en la aplicación directa de polígonos Thiessen son varios. El primero es que se asume que conocemos todos los grandes yacimientos, lo cual es muy poco probable. Hay que tener en cuenta que no existe un conocimiento arqueológico extensivo del SE peninsular, y que muchas zonas carecen de cartas arqueológicas detalladas y las prospecciones arqueológicas han añadido sólo en contadas ocasiones información básica para entender el patrón de asentamiento de la Edad del Bronce (Cámalich Massieu y Martín Socas, 1998; Castro Martínez et al., 1999). Los casos mejor documentados como los de la región de Galera y del valle del Rumblar han demostrado que los asentamientos en alto de cierta entidad son muy comunes y proliferaron en los diferentes paisajes del sureste ibérico (Contreras Cortés y Cámara Serrano, 2002; Cámara Serrano et al., 2004; Spanedda et al., 2004). Una reciente revisión de poblaciones fortificadas, una característica típica de asentamientos centrales, demuestra lo común de este tipo de asentamientos en la Edad del Bronce del sureste Ibérico (Serrano Ariza, 2012). Paralelamente a esta excesiva dependencia de los polígonos Thiessen, existe una falta de una metodología arqueológica que permita identificar las zonas de influencia de estos asentamientos centrales y examinar la relación entre varios de estos poblados. Esto da lugar a ciertos razonamientos circulares. Por ejemplo, Fuente Álamo es normalmente considerado como subordinado a El Argar (Schubart y Arteaga Matute, 1986: 305; Arteaga Matute, 2000) a pesar de no ser mucho menor en tamaño y de poseer elementos típicos de asentamiento central como evidencias de almacenamiento central y producción (Gilman, 2013). Las evidencias proporcionadas por nuevos estudios son interpretadas dentro de este modelo territorial de subordinación (Molina González y Cámara Serrano 2004) en vez de abrirse un nuevo debate sobre la relación entre ambos asentamientos. Esta primera aproximación a los datos sugiere que los territorios asociados a estos asentamientos han sido simplemente asumidos, y nos advierte de que la organización del territorio en tres niveles jerarquizados no está demostrada por un claro análisis de las

154

evidencias arqueológicas. El siguiente paso lógico es la investigación en profundidad de la configuración geo-política de una región argárica, preferiblemente un área significativa históricamente para el estudio de las comunidades argáricas con una buena información arqueológica.

4. PATRONES DE ASENTAMIENTO Y ORGANIZACIÓN TERRITORIAL EN LA DEPRESIÓN DEL VERA En las décadas de 1980 y 1990, en la Cuenca de Vera (formada por los ríos Almazora, Aguas y Antas) intervienen tres equipos de investigación diferentes que desarrollan prospecciones sistemáticas: el equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona liderado por Vicente Lull, el equipo de la Universidad de La Laguna liderado por Dimas Martín y María Dolores Cámalich y el equipo de la Universidad Complutense de Madrid liderado por Manuel Fernández y Germán Delibes. Los tres tenían entre sus objetivos recoger información primaria para entender la ordenación del territorio y los patrones de asentamientos argáricos en la depresión de Vera. El Proyecto Gatas (Chapman et al., 1987) fue el primero en publicar una lista de yacimientos en la depresión de Vera. El catálogo de yacimientos no parece haberse basado en una prospección intensiva del territorio pero fue uno de los primeros proyectos en considerar la forma de ocupación del territorio a través de estudios de captación de recursos bióticos y abióticos alrededor del yacimiento de Gatas. En el proyecto Aguas, a través de herramientas SIG (Verhagen et al., 1995; Castro Martínez et al., 1998; Verhagen et al., 1999) se intentó cuantificar y localizar las áreas de cultivo necesarias para sustentar la población estimada para cada periodo en la región. El estudio fue basado en un análisis meticuloso de edafología, geomorfología, hidrografía y topografía, pero sus bases arqueológicas no son tan claras, ya que no fue acompañado por una clara presentación de los yacimientos arqueológicos en la zona (Castro et al., 1998). La publicación presenta mapas de uso agrícola para toda la región, sin hacer distinciones entre las áreas de captación de cada yacimiento. Sin una clara idea sobre los yacimientos individuales y los patrones de asentamientos que sostienen el modelo SIG es muy difícil aplicar los resultados del proyecto Aguas al estudio de la organización territorial de la región.

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El proyecto Vera (Cámalich Massieu y Martín Socas, 1998) ha proporcionado la publicación más detallada de una prospección arqueológica de superficie en la zona, con un catálogo de yacimientos que incluye una estimación de su extensión. Está información debe sin embargo tomarse con precaución. Las estimaciones no están divididas por periodos, por lo que no sabemos si corresponden a la época argárica. A su vez, la división de la información en Edad del Bronce Antigua y Tardía deja dudas sobre la exacta ocupación del territorio en el Bronce Medio, principal época argárica. A pesar de estas limitaciones, el proyecto Vera culmina un largo proceso de estudio arqueológico de la región de más de 100 años (Siret y Siret, 1890) que ha resultado en un conocimiento arqueológico relativamente exhaustivo de la región que no tiene paralelo en ningún otra área argárica y permite la calificación de la información para su uso en este estudio. El detallado análisis de esta región puede proporcionar una sólida base de análisis contra la que contrastar la información proveniente de otras zonas argáricas para producir un nuevo modelo geo-político para la cultura del El Argar. Un mapa que incluye la información proporcionada por todos estos proyectos en la depresión de Vera

(localización de los yacimientos, extensión y cronología) presenta una región densamente poblada que incluye varios yacimientos mayores de 2 ha (Tab. 1, Fig. 2). Varios de estos asentamientos deben su gran tamaño a la ocupación fenicia o medieval (p.e. Cabecicos Negros). Cerca de la costa, la situación es particularmente confusa; la falta de excavaciones y la reutilización de muchos de estos yacimientos en épocas históricas hace más difícil identificar un asentamiento central y tanto Cerro Montroy, Mojácar como Cabezo de las Zorreras han sido considerados como asentamientos argáricos de cierta entidad (Cámalich Massieu y Martín Socas, 1998: 154-155). A pesar de que las intervenciones arqueológicas han mostrado escasas evidencias de ocupación durante la Edad del Bronce, caso de Cerro Montroy (Fernández Ugalde et al., 1991), este estudio sigue las indicaciones de Cámalich Massieu y Martín Socas (1998: 154) en considerar los yacimientos de Cerro Montroy y La Cueva como asentamientos centrales. Lugarico Viejo y Fuente Vermeja están suficientemente distanciados para considerarlos como dos asentamientos diferentes, pero parecen haber perdido importancia según El Argar se consolida como el yacimiento central en esta zona en el Bronce Medio (Lull, 1983:

Fig. 2. Principales asentamientos de la Edad del Bronce en la cuenca del Vera según Cámalich Massieu y Martín Socas 1 998.

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248-252). El yacimiento de El Garcel muy probablemente formó parte del asentamiento de El Argar. Una vez analizados estos pormenores parece posible asumir que El Argar, Gatas, El Oficio, Cerro Montroy, La Cueva y Fuente Álamo fueron los asentamientos argáricos mayores en la zona y que estuvieron ocupados simultáneamente durante el Bronce Pleno. La caracterización y adscripción cronológica de los asentamientos más pequeños es mucho más difícil, principalmente debido a la falta de investigaciones arqueológicas y a que asentamientos de tan reducido tamaño tienden a no ser ocupados por más de varias décadas (Tab. 1, Fig. 2). Una forma de analizar la posible relación entre estos asentamientos centrales es a través del estudio de las áreas isócronas de captación de recursos (el cálculo de la relación tiempo/esfuerzo en moverse a través del paisaje tomando como punto de partida cada asentamiento). La principal razón de utilizar el análisis de áreas de captación es que a diferencia de los polígonos Thiessen, este modelo se basa en estudios etnográficos y arqueológicos sobre cómo las sociedades humanas utilizan los recursos de su entorno. Diferentes autores han demostrado que la mayoría

de las comunidades agrarias no emplean más de una hora para acceder a los terrenos de explotación agrícola (Vita-Finzi y Higgs, 1970; Marchetti, 1994; Bintliff, 2002). Para explotar recursos más lejanos son necesarias organizaciones sociales y políticas más complejas con asentamientos secundarios que extiendan el alcance de un asentamiento principal. El área de una hora permite la comparación directa con los trabajos realizados sobre la explotación de varios recursos en la zona de Vera. Los análisis llevados a cabo en Gatas (Haro Navarro et al., 2006; Castro Martínez et al., 1999) y Fuente Álamo (Risch, 2002; Carrión Marco, 2004) han coincidido en indicar que la mayoría de las materiales encontrados en estos yacimientos provienen de un área de 5 km alrededor del asentamiento, una distancia que equivale aproximadamente a una hora caminando. El análisis de las áreas isócronas de captación presentado en este estudio se ha conducido a través de la función r.walk en GRASS 6.4.2, basado en un modelo digital del terreno con paso de malla de 5 m proporcionado por el Centro Nacional de Información Geográfica (Fig. 3). Esta función presenta un cálculo anisotrópico (es decir, toma en cuenta la dirección

Fig. 3. Asentamientos centrales argáricos en la zona de Vera con sus áreas de captación isocrónicas anisotrópicas de 60 y 90 minutos.

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de movimiento para calcular el impacto de la inclinación del terreno en los desplazamientos) lo cual permite calcular con más exactitud la distancia máxima que es posible caminar en una hora ya que toma en cuenta la dificultad presentada por la orografía del terreno y calcula las rutas de desplazamiento de menor coste (la utilidad de esta función en arqueología ha sido presentada en detalle con anterioridad, ver Bevan, 2011). El cálculo de las áreas de captación de una hora y el análisis del resultado junto al estudio de los recursos agrícolas dentro de cada área de captación así como de la investigación demográfica de cada territorio permite la creación de una base empírica para la interpretación de la estructura social, económica y política de la cuenca de Vera. Mientras este análisis provee un modelo aproximado, que es susceptible a cambios según varios parámetros como la función utilizada en el cálculo del área de captación o el detalle del modelo digital de elevación, estos no supondrían grandes alteraciones de los resultados presentados en este estudio (ver Tab. 2 para una comparación de los datos provenientes de este estudio con los provistos por Gilman y Thornes 1985). Por

tanto, el análisis puede aportar con un otro grado de certeza información sobre la configuración territorial en la zona de Vera: ¿Ocupan las áreas de captación una porción similar del paisaje? ¿Indican un acceso a terrenos similares o una especialización en la explotación de diferentes nichos geográficos?, ¿Existen dentro de cada área suficientes recursos agrícolas para mantener a la población?, ¿Es el límite de una hora significativo para entender la relación espacial de los diferentes yacimientos?, ¿Cuál es la posición de los asentamientos menores en relación a estas áreas de captación? Los resultados de este análisis nos presentan un mapa en el que las áreas de captación de una hora encajan complementariamente en el paisaje y solo se solapan más allá del límite de una hora (Fig. 3) lo cual podría indicar que el territorio dominado por cada asentamiento se extiende algo más de una hora. Los yacimientos de menor tamaño parecen localizados en la mayoría de los casos cerca del límite de una hora y podrían indicar que estos asentamientos ampliarían ligeramente el hinterland de los yacimientos centrales (Ramos Millán, 2013: 89). La excavación de pequeños yacimientos en llanura

Fuente Álamo

El Argar

Cerro Montroy

La Cueva

Gatas

El Oficio

Cerro de la Encina

Superficie total del área de captación 1 hora

4411

5312

3857

4469

4479

5213

3097

Superficie total estimada por Gilman y Thornes 1985

2969

4878

3303

4076

3707

2110 (47,8%)

3696 (69,6%)

2267 (50,6%)

2485 (47,7%)

830 (26,8%)

316 (10,2%)

Superficie de menos de 11 grados de pendiente dentro del área de captación

2694 (69,8%)

2257 (50,5%)

Clasificación de Suelos según su calidad agrícola Buena o excelente

901 (20,4%)

1517 (28,6%)

2009 (52,1%)

1332 (29,8%)

1790 (40%)

801 (15,4%)

Moderada

2180 (49,4%)

1285 (24,2%)

1111 (28,8%)

2285 (51,1%)

921 (20,6%)

2007 (38,5%)

492 (15,9%)

Marginal

1330 (30,1%)

2510 (47,3%)

737 (19,1%)

852 (19,1%)

1768 (39,5%)

2405 (46,1%)

2289 (73,9%)

Uso de suelos en 1956 Secano

160 (3,6%)

554 (10,4%)

452 (11,7%)

620 (13,9%)

1260 (28,1%)

1036 (19,9%)

481 (15,5%)

Regadio

570 (12,9%)

1257 (23,7%)

1276 (33,1%)

554 (12,4%)

808 (18%)

238 (4,6%)

511 (16,5%)

Cultivo heterogeneo

698 (15,8%)

1327 (25%)

151 (3,9%)

198 (4,4%)

116 (2,6%)

261 (5%)

201 (6,5%)

Estimaciones de uso de suelo por Gilman y Thornes 1985 Secano

479 (16,1%)

2257 (46,3%)

684 (20,7%)

924 (22,7%)

1101 (29,7%)

Terrazas

172 (5,8%)

696 (14,3%)

429 (13%)

424 (10,4%)

0

Boquera

133 (4.5%)

71 (1,5%)

326 (9,9%)

68 (1,7%)

0

Regadío

187 (6.3%)

105 (2,6%)

277 (8,4%)

94 (2,3%)

1491 (40,2%)

1998 (67.3%)

1749 (35,8%)

1587 (48%)

2566 (62,9%)

1115 (30,1%)

Monte

Tab. 2. Número de hectáreas y porcentajes de la superficie total dentro de cada área de captación por superficie con menos de 11 grados de inclinación, potencial de cultivo y uso de suelos en 1956 comparado con valores publicados por A. Gilman y J. B. Thornes (1985).

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como Rincón de Almendricos (Lorca, Murcia) (Ayala Juan, 1993) y Los Cipreses (Lorca, Murcía) (Martínez Rodríguez et al. 1999) han descubierto asentamientos compuestos por media docena de estructuras domésticas que forman un grupo demasiado reducido para ser viable económica y socialmente y parece lógico asumir que estuvieran asociados con asentamientos de mayor tamaño. La localización de estos pequeños asentamientos en Vera dentro de las áreas de captación ratificaría su relación con los asentamientos centrales. En el caso de Fuente Álamo, esta configuración permitiría a este grupo humano extender su influencia hacia el valle del Almanzora, donde varios pequeños yacimientos de la Edad del Bronce han sido identificados en el área de Campos. Dada la ubicación de Fuente Álamo en un terreno agreste, tendría sentido que este asentamiento hubiese estado interesado en expandir su zona de influencia hacia áreas más propicias para la agricultura. La relación entre El Argar y Fuente Vermeja/Lugarico Viejo es más difícil de definir. Dada la posible diferencia entre la cronología de los asentamientos, es posible que Fuente Vermeja y Lugarico Viejo se deban considerar como peque-

ños asentamientos dentro de la esfera de influencia de El Argar dada su ubicación dentro del límite del área de captación, expandiendo el territorio de El Argar hacia el oeste. Los resultados también indican la posibilidad de que uno de los varios yacimientos argáricos identificados en la zona de Mojácar (Figs. 3 y 4; Cámalich Massieu y Martín Socas 1998: 154156) podría haber dominado esta micro-región que parece fuera del alcance de los otros yacimientos centrales. Como hemos indicado con anterioridad, el área isócrona de una hora concuerda a grandes rasgos con el área de 5 km alrededor de cada asentamiento de donde provienen la mayoría de las materias primas usadas en los yacimientos (Fig. 4). Igualmente, las áreas de captación de una hora serían en todos los casos suficientes para abastecer las necesidades alimentarias de cada asentamiento (Fig. 5 y Tabs. 1 y 2), un dato que concuerda con investigaciones de áreas de captación realizadas con anterioridad en la región por el Proyecto Gatas (Verhagen et al., 1995) y el seminal trabajo de Antonio Gilman y John B. Thornes (1985). Esta afirmación se basa en el análisis de varios parámetros (Tab. 2).

Fig. 4. Áreas de captación isocrónicas comparadas con áreas de radio de 5 km alrededor de los asentamientos principales.

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Los cálculos del potencial agrícola de cada área de captación se han realizado partiendo de la base de que una hectárea de cebada es suficiente para alimentar a una persona por un año (Verhagen et al., 1995; Araus Ortega et al., 2003). Para estimar el número de hectáreas cultivables dentro de cada área de captación se han utilizado tres tipos de datos diferentes para intentar contrarrestar las debilidades metodológicas que presenta cada uno. Primero, se ha calculado el potencial de cultivo dentro de cada área de captación siguiendo los datos proporcionados por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía (Fig. 5a; el mapa es resultado de la combinación de los datos de relieve, suelo, clima, agua, uso actual, vegetación y erosión). Segundo, se ha calculado el uso de suelos dentro de cada área en 1956. Estos datos son también proporcionados por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía (por claridad se ha utilizado los datos a escala de reconocimiento). Los datos de 1956 presentan un paisaje agrícola que precede los mayores avances en la tecnología agrícola en la zona y que permite adquirir una cierta idea de la explotación agrícola de la región con técnicas tradicionales (Verhagen et al., 1995; Gilman y Thornes 1985, 41-42). Tercero, se ha calcu-

lado la cantidad de terreno de menos de 11 grados de inclinación dentro de cada área de captación. Normalmente se considera que el arado tradicional sólo es apto para el uso en terrenos de menos de 11 grados de pendiente (MacGregor, 1957), lo cual impide el uso agrícola de pendientes más pronunciadas. A pesar de que cada cálculo nos da unos valores diferentes (Tab. 2), todos los datos provenientes de estos cálculos producen un número de hectáreas suficiente para alimentar a la población de cada asentamiento, incluyendo la posibilidad de barbecho, que doblaría la necesidad de superficie de cultivo. No debemos olvidar que estos cálculos ofrecen datos mínimos sobre el potencial agrícola de cada área de captación. Técnicas como el aterrazamiento o el uso de irrigación pueden aumentar significativamente la superficie arable, aunque no existen evidencias claras del uso de estos métodos en el mundo argárico (Araus Ortega et al., 1997a; Gilman y Thornes, 1985: 39-40). También habría que tener en cuenta que en la Edad del Bronce el paisaje pudo ser más húmedo y fértil que el actual (Araus Ortega et al., 1997b) lo cual aumentaría la productividad de muchos de los terrenos en la cuenca de Vera. Por último no debemos olvidar que este análisis solo tiene en cuenta la explotación de cereales, a la

Fig. 5a: Potencial agrario de las áreas de captación de una hora en la Zona de Vera: Uso potencial del terreno.

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Fig. 5b. Potencial agrario de las áreas de captación de una hora en la zona de Vera: uso de suelos en 1956.

Fig. 5c. Potencial agrario de las áreas de captación de una hora en la zona de Vera: área con menos de 11 grados de inclinación.

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que debemos sumar otros cultivos y la ganadería, que aumentarían los recursos alimenticios disponibles para cada comunidad. La complementariedad de las zonas de captación en el paisaje de Vera y la capacidad de estas para proveer a cada comunidad de la mayoría de los recursos básicos parece indicar que los asentamientos están localizados cuidadosamente para no tener que competir por el mismo territorio de explotación. Sin embargo, no podemos negar que la primera prioridad de cada asentamiento es la ubicación en lugares defendibles. En la mayoría de los casos, los terrenos con mayor potencial agrícola se sitúan a cierta distancia del asentamiento y parece que la defensa del asentamiento es más importante que el fácil acceso a los terrenos cultivables. Pequeños asentamientos al borde de la zona de captación de una hora podrían ayudar a la explotación de los terrenos más lejanos. Esta organización del territorio en dos niveles de asentamientos pone en cuestión la asunción de que la comunidad de El Argar controlase toda la depresión de Vera (Arteaga Matute, 2000; Molina González y Cámara Serrano, 2004).

5. PALEO-DEMOGRAFÍA, ESTRUCTURA DEL ASENTAMIENTO Y UN PAISAJE SOCIO-POLÍTICO SOSTENIBLE EN LA REGIÓN DE VERA Esta primera aproximación al territorio pone las bases de la estructura espacial, pero para la comprensión de la organización social y política de la cuaneca de Vera en época argárica es necesario añadir un factor clave, el análisis demográfico de la región. La primera reconstrucción paleo-demográfica de la cultura argárica fue presentada por los hermanos Siret (Siret y Siret, 1890: 203-206) en un análisis extremadamente detallado y metodológicamente complejo para su tiempo. Los Siret utilizaron la combinación de dos metodologías diferentes para la estimación de la población de El Argar: el cálculo del número de unidades domésticas dentro de la extensión de los asentamientos de El Argar y Fuente Vermeja y la extrapolación de habitantes a partir del número de tumbas estimado, teniendo en cuenta las tasas de mortalidad en la Edad del Bronce y el periodo de ocupación de ambos asentamientos. Este estudio concluyó que El Argar fue ocupado por entre 200 a 600 habitantes, mientras

que asentamientos de menor tamaño como Fuente Vermeja fueron ocupados por 150 habitantes. El trabajo de los Siret demuestra la variedad de cálculos disponibles que en muchos casos han llegado a conclusiones que son difíciles de comparar por lo diferente de las metodologías (Mederos Martín, 1994: 52-53). Roberto Risch utilizó el número de molinos en Fuente Álamo para estimar la población total del territorio que este yacimiento habría podido controlar (Risch, 2002) con un resultado de unas 1400-1800 personas. Manfred Kunter utilizando la información funeraria calcula unos 150 habitantes en el yacimiento de El Argar (Kunter, 1990: 116-117). Robert Chapman supone unos 300 habitantes por hectárea en los principales asentamientos argáricos (Chapman, 1990: 157) basado en estimaciones realizadas para el Egeo (Renfrew 1972), elevando la estimación de El Argar a 420 habitantes en 1.6 ha. Las cifras propuestas por R. Chapman han sido recientemente revisadas a la baja, con estimaciones de 100-250 personas por hectárea (Castro Martínez et al., 1998; Rodríguez Díaz et al., 2010). Estos últimos valores son similares a otros estudios recientes en zonas medioambientalmente análogas en el Mediterráneo como el Egeo y Mesopotamia (Wilkinson, 1999; Whitelaw, 2004), aunque los asentamientos argáricos pudieran no estar tan densamente ocupados como estos referentes. Para cubrir varios tipos de escenarios este trabajo usa una estimación de 100-300 habitantes por hectárea (Tab. 1) y los aplica a los datos recogidos en la región de Vera (Cámalich Massieu y Martín Socas, 1998), aunque las estimaciones de alrededor de 150 personas por hectárea parecen más probables. Esto significaría que un asentamiento central de 2 has de extensión albergaría un población de unos 200 a 600 habitantes. A esto debemos añadir los habitantes de los pequeños asentamientos que hemos identificado dentro de las zonas de captación. Mientras estos yacimientos son difíciles de identificar arqueológicamente, también es muy improbable que fueran todos habitados ininterrumpidamente durante el periodo argárico. Siguiendo los datos de Vera, la asunción más posible es que cada asentamiento central este complementado por dos o tres aldeas, que siguiendo el patrón del Rincón de Almendricos y Los Cipreses no estarían nunca ocupadas por más de 50 habitantes. Por tanto, la población total de cada unidad territorial no llegaría a las 1000 personas, con una estimación de 350 a 800 habitantes (Tab. 1).

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Estos números parecen insuficientes para sostener un sistema de clases o una distribución social jerarquizada en la región de Vera (aunque como veremos en otras áreas argáricas esto pudiera ser posible). Desde un punto de vista antropológico, los asentamientos de 500 a 1000 habitantes normalmente corresponden a estructuras sociales con una mínima diferenciación social (Feinman, 2011) y aunque estas comparaciones interculturales son problemáticas y ocultan idiosincrasias culturales, establecen ciertos parámetros básicos para la organización de sociedades jerarquizadas de clases. Estos datos son corroborados por la información proveniente de otras sociedades estatales mediterráneas. Por ejemplo, en el momento de aparición de estructuras estatales en Creta alrededor del 1900 ANE, Knossos posiblemente aumentó su población rápidamente hasta los 8000 habitantes (Whitelaw, 2011: 142-144). En el caso de Etruria, al inicio de la Edad del Hierro, un rápido proceso de cambio tuvo como consecuencia la aparición de asentamientos de más de 10000 habitantes (Riva 2010, 13-29). Independientemente del número absoluto de habitantes, en ningún momento de la historia argárica presenciamos estos cambios drásticos en el tamaño de los asentamientos centrales que indiquen cambios fundamentales en la estructura socio-política con respecto a épocas anteriores.

6. TERRITORIO EN OTRAS REGIONES ARGÁRICAS Sería un error pensar que la situación en la cuenca del Vera se puede extrapolar directamente a todas las regiones argáricas (Eiroa García, 2004; Molina González y Cámara Serrano, 2004; Aranda Jiménez, 2013). En primer lugar, la región de Vera presenta una población inusualmente densa dentro de la cultura Argárica. Mientras que asentamientos centrales existen en todas las regiones argáricas (Jover Maestre y López Padilla, 1999b; Chapman, 2008b) estos parecen encontrarse dentro de paisajes menos densamente habitados. Patrones de asentamiento en el valle del Rumblar (Jaén) (Cámara Serrano et al., 2004; Spanedda et al., 2004; Cámara Serrano et al., 2007) y el área de Níjar (Almería) (Haro Navarro, 2004) presentan asentamientos centrales mucho más espaciados entre ellos, y parece que no existe una clara yuxtaposición de territorios como la registrada en Vera. La mayoría de estos asentamientos centrales no alcan-

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zan un gran tamaño; el Cerro de la Virgen en Orce parece no ser mayor de 0.7 ha aunque no está claro si esta extensión pueda referirse a su uso en la Edad del Cobre o en la Edad del Bronce (Schüle y Pellicer Catalán, 1966; Schüle, 1986). Aun en el caso que el Cerro de la Virgen fuera un centro importante en el periodo argárico, Castellón Alto podría haber constituido un centro independiente en tiempos argáricos ya que su extensión de 0.5 ha no es significativamente menor que la del Cerro de la Virgen. En Granada, el asentamiento de El Cerro de la Encina (Fig. 6) se encuentra en un terreno escarpado con un reducido acceso a terreno cultivable (Tab. 2). Los datos son difíciles de interpretar, ya que varían dependiendo de la información utilizada para el análisis, pero en general confirman que el acceso a terrenos de cultivo es muy limitado, especialmente si tenemos en cuenta que el uso de técnicas de irrigación parece haber tenido un papel menor en la Edad del Bronce (Araus et al., 1997a; contra Gilman y Thornes, 1985: 158-161). No obstante, en este asentamiento se ha documentado un número muy alto de restos de équidos (von den Driesch, 1974; Fesch, 1987), lo cual puede indicar un tipo de explotación del territorio muy diferente con la amplia utilización del caballo para acceder a la fértil planicie de la vega de Granada. Sin embargo nuevas excavaciones en el Cerro de San Cristobal (Ogíjares, Granada) a menos de 5 km del Cerro de la Encina han descubierto un tipo de asentamiento argárico e (0.6 ha) con fácil acceso a terrenos de cultivo (Aranda Jiménez et al. 2012) que concuerda con el tipo de asentamiento reconocido por este trabajo en la cuenca del Vera. La situación vuelve a cambiar en la zona de Lorca, en la cual el asentamiento debajo de la moderna ciudad parece ser inusualmente extenso (12 ha) y que se encuentra no lejano de otro gran yacimiento, La Bastida de Totana (4 ha). Estos dos asentamientos indican una situación muy diferente en esta región (Eiroa García, 2004: 96; Delgado Raack, 2008) y abren la posibilidad dado su entidad demográfica de una organización específica del territorio en unidades de mayor extensión y que pudo dar lugar a una relación jerarquizada entre asentamientos. La relación entre ambos asentamientos es por el momento desconocida, y tanto la posibilidad de que La Bastida sea subordinado a Lorca como que represente un foco independiente son por ahora factibles.

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Fig. 6a. Área de captación isocrónica del El Cerro de la Encina (Monachil, Granada) y su potencial agrario: área de captación isocrónica anisotrópica de 60 y 90 minutos.

Fig. 6b: Área de captación isocrónica del El Cerro de la Encina (Monachil, Granada) y su potencial agrario: uso potencial del terreno dentro del área de captación de una hora.

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Fig. 6c: Área de captación isocrónica del El Cerro de la Encina (Monachil, Granada) y su potencial agrario: uso de suelos en 1956 dentro del área de captación de una hora.

Fig. 6d. Área de captación isocrónica del El Cerro de la Encina (Monachil, Granada) y su potencial agrario: área con menos de 11 grados de pendiente dentro del área de captación de una hora.

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7. NOTAS PARA UN NUEVO MODELO TERRITORIAL ARGÁRICO Los asentamientos centrales, normalmente localizados en altura, con un poblamiento concentrado y con una extensión que varía entre 0.5 y 2 ha son la clave para entender el patrón de asentamiento del sureste peninsular durante el periodo argárico pleno. Estos asentamientos parecen controlar y explotar su territorio más cercano directamente, posiblemente no mucho más allá del límite de una hora. Alrededor de estas poblaciones encontramos asentamientos en llanura de unas cinco a diez unidades domésticas. Dado su pequeño tamaño es difícil de imaginar que estos pudieran sobrevivir sin un referente socio-económico mayor y su principal papel sería el de explotar áreas alejadas del asentamiento central (Ramos Millán, 2013: 89). Esta simbiosis no requiere necesariamente una estrategia de dominación política y económica directa a través de impuestos o control militar y es posible que fuera estructurada a través de lazos sociales, como el parentesco, entre los asentamientos. En el caso de la cuenca de Vera, los datos indican que el patrón de asentamiento parece organizarse a través de territorios de aproximadamente una hora en el cual se encuentran disponibles la mayoría de los recursos básicos necesarios para mantener a cada poblado (Risch, 2002; Haro Navarro et al., 2006). Pero no debemos dejarnos llevar por las líneas marcadas por el análisis de áreas de captación y es muy posible que nunca existieran claras separaciones entre los hinterland de cada asentamiento y que los límites fueran tanto cambiantes dependiendo de las circunstancias como permeables a relaciones sociales y económicas. A su vez, mientras este tipo de organización del territorio parece reproducirse en la mayoría del sureste peninsular es probable que existieran amplias áreas que no estuvieron bajo el control directo de un asentamiento central y que fueron explotadas bajo otros principios políticos, sociales y territoriales (Aranda Jiménez, 2013). En cualquier caso, con la posible salvedad del área de Lorca, no existen datos que indiquen patrones de asentamiento jerarquizados más allá de los dos niveles anteriormente señalados. No existen grandes diferencias en el tamaño de los asentamientos centrales (Tab. 1), ni existen indicios de una base demográfica suficientemente grande como para sostener organizaciones territoriales complejas de más de dos nive-

les. El análisis de áreas de captación no aporta indicios de un territorio organizado regionalmente a través de asentamientos especializados y cada asentamiento central parece tener una estructura territorial similar con acceso a una gran variedad de recursos. Por otra parte, no podemos considerar el territorio argárico como la simple confluencia de diferentes unidades socio-políticas. La estructura territorial y geo-política que se desprende del registro arqueológico demuestra cierta organización y debemos recordar que existen múltiples aspectos materiales e ideológicos que son compartidos entre estas comunidades (Lull Santiago, 1983). El pequeño tamaño de cada unidad tanto espacialmente como demográficamente también apunta a la necesidad por establecer lazos sociales y económicos con otras comunidades como forma de defensa ante adversidades naturales (Halstead and O’Shea 1989; Horden y Purcell 2000), así como para asegurar el acceso a ciertas materias primas como el cobre. Nos encontramos por lo tanto en un paisaje fragmentado pero a su vez interconectado. La localización de los asentamientos centrales en altura revela una preocupación primaria por asegurar un emplazamiento defensivo y es muy posible que diferentes formas de violencia puedan haber sido una forma común de interacción entre comunidades durante la Edad del Bronce Pleno (Ramos Millán, 2013). Complejos amurallados dentro de los asentamientos como los encontrados en el Cerro de la Encina (Arribas Palau et al., 1974) y el Cerro de la Virgen (Schüle y Pellicer Catalán, 1966), no tienen un claro uso doméstico, y no existen pruebas evidentes para interpretar estos recintos como el centro de poder de una élite. Una interpretación alternativa de estas áreas amuralladas es la de su utilización como bastiones o lugares defendibles para salvaguardar a los habitantes del asentamiento central y poblaciones cercanas en casos de ataque (Serrano Ariza, 2012: 60). La ubicación de posibles graneros como en Fuente Álamo (Schubart et al., 1986) y cisternas como en Peñalosa (Moreno Onorato et al. 2008) en el centro del asentamiento puede deberse a una estrategia de defensa de ciertos productos básicos para la supervivencia de la comunidad. Pero el asentamiento central también es clave para facilitar la creación de relaciones sociales a escalas regionales. El asentamiento en altura comunica una clara identidad a través de la definición visual de una

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comunidad en el paisaje. Pertenecer a la comunidad no solo otorgaría el derecho a acceder ciertos recursos agrícolas alrededor del asentamiento, sino que también proveería una plataforma socio-política e ideológica que favorecería el establecimiento de relaciones entre sus miembros e individuos de otras comunidades. Es quizás la necesidad de un lenguaje común que permita la negociación dentro este territorio fragmentado lo que puede explicar la homogeneidad en ciertas prácticas a través del mundo argárico (Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2007; Montero Ruiz y Murillo Barroso, 2010). Una serie de objetos y actividades rituales podrían proporcionar espacios comunes de encuentro entre las diferentes comunidades. Las cerámicas bruñidas típicas del repertorio argárico pueden estar relacionadas con ritos estandarizados de hospitalidad y comensalidad, y los ritos funerarios pueden haber sido eventos que reunieran a individuos de varias comunidades (Aranda Jiménez, 2008; Aranda Jiménez y Montón Subías, 2011). Estas prácticas culturales comunes podrían garantizar interacciones en este paisaje socio-político tan fragmentado, particularmente relaciones entre comunidades distantes con pocos lazos regulares, algo necesario para la obtención de metales y otros materiales menos comunes (Montero Ruiz y Murillo Barroso, 2010). Esto tiene consecuencias para el estudio de la estructura socio-política de la cultura argárica. La compleja red de alianzas y conflictos entre pequeñas unidades daría como resultado continuos cambios en la balanza de poder dependiendo de variados factores sociales, económicos e ideológicos tanto dentro de cada comunidad como a nivel regional. Este factor sumado a las diferencias culturales dentro de esta gran entidad cultural argárica (Aranda Jiménez, 2013), así como a las diferencias en la riqueza de los recursos naturales, bióticos y abióticos, crearían trayectorias históricas divergentes en cada región: la entidad de los asentamientos Lorca y La Bastida de Totana parecen indicar un modelo territorial diferente para esta zona (Delgado Raack, 2008); en el valle alto del Guadalquivir y en el valle del Rumblar, tanto el control de las zonas agrícolas como de las rutas de acceso a las zonas metalíferas pudo a su vez configurar un modelo territorial muy distinto (Spanedda et al., 2004; Cámara Serrano et al., 2007). La flexibilidad de la organización territorial permitiría el desarrollo de secuencias socio-políticas específicas a cada región con estrategias de diferenciación social propias a cada caso.

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8. CONCLUSIÓN Quizás la conclusión más importante de este estudio es que el debate sobre si la sociedad argárica es un estado o no eclipsa preguntas más interesantes y posiblemente más pertinentes para entender la cultura argárica. El principal resultado de este análisis no ha sido el descarte de la organización de asentamientos a tres niveles sino el descubrimiento de una organización territorial flexible y fluida que permite una gran variabilidad en las relaciones sociales, económicas y políticas. Debajo de los elementos culturales comunes encontramos una gran variedad organizativa. En este sentido este artículo sólo ha presentado un modelo general que debe modificarse para el estudio de regiones específicas y que posiblemente sólo sea aplicable a la época de apogeo de la cultura argárica. Nuestros esfuerzos deberían encaminarse a identificar las diferentes secuencias y configuraciones políticas, económicas y territoriales que se esconden dentro de la cultura argárica y la riqueza de las interconexiones entre ellas.

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Puntas de proyectil procedentes de la Motilla del Azuer. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.


ESTUDIOS

BRONZE AGE BONE AND ANTLER WORKING: THE OSSEOUS ASSEMBLAGE FROM MOTILLA DEL AZUER (DAIMIEL, CIUDAD REAL, SPAIN) Manuel Altamirano García1

Abstract: In this paper I aim to present both a typological and technological analysis of the bone industry documented at the Bronze Age site of Motilla del Azuer, in Daimiel (Ciudad Real, Spain). The traceological study has shown that both flaking and shaping techniques were partially standardized for the production of each type of artefact. Two main flaking methods have been documented for points made from long mammal bones: bipartition and fracture. Either scraping or abrading could be used for shaping.

Keywords: Worked Bone, Manufacturing Techniques, Motilla del Azuer, Bronze Age, Iberian Peninsula.

EL TRABAJO DEL HUESO DURANTE LA EDAD DEL BRONCE: EL CONJUNTO ÓSEO DE LA MOTILLA DEL AZUER (DAIMIEL, CIUDAD REAL, ESPAÑA)

Resumen: Presentamos un avance sobre el estudio tecnológico y tipológico que se está desarrollando sobre la industria ósea documentada en el yacimiento de la Edad del Bronce de la Motilla del Azuer, en Daimiel (Ciudad Real, España). Gracias al estudio traceológico, se ha observado que tanto las técnicas y métodos para la obtención de los soportes, como aquéllos empleados en la manufactura, estaban totalmente normalizados para la producción de cada tipo de artefacto. Se han documentado dos métodos principales para obtener soportes a partir de huesos largos de mamíferos de cara a realizar diversos tipos de útiles apuntados: bipartición y fracturación. Por otro lado, tanto la técnica de raspado como la abrasion fueron usadas para la manufactura.

Palabras clave: Hueso trabajado, técnicas de manufactura, Motilla del Azuer, Edad del Bronce, Península Ibérica.

1

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [maltamirano@ugr.es ]

Recibido: 05/07/2013; Aceptado: 20/09/2013

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MANUEL ALTAMIRANO GARCÍA

1. INTRODUCTION Animals species have been an important source for raw material in tool manufacture for many past societies. Whether playing a prominent role in household activities or as personal ornaments to be shown as elements of identity, even acquiring a special symbolic meaning, these tools and ornaments comprise precious material evidence that allows us to get closer to both socio-cultural and economic aspects of prehistoric cultures. Technological analysis may be understood as a process that begins with the acquisition of the raw material and ends with the discarding of the objects. Identification of various techniques through traceology and experimentation, helps us to understand the procedures and methods realized by both flaking or shaping. Such research provides us with an approximate idea about how this kind of raw material was worked in the past following sometimes specific rules and strong cultural traditions, and other times following much looser rules. In this article I will focus on the typological and technical approaches found in the osseous material industry documented at the Bronze Age archaeological site of Motilla del Azuer, in Daimiel (Ciudad Real, Spain). Altogether 290 items including tools and ornaments have been found in the course of several archaeological seasons carried out between 1974/86 and 2000/05 (Altamirano García, 20091, 2010). Only tools have been included in the present technical study.

2. THE ARCHAEOLOGICAL CONTEXT Settlements defined as “motillas” are common in the central region of the Iberian Peninsula (western La Mancha) during the Bronze Age (2200-1350 cal BC). They are artificial mounds produced by the destruction of concentric lines of fortification. The “motillas” are located in the plain, in low-lying areas, distributed regularly each 4-5 km along the rivers. Their presence can be related to the management and control of different economic resources such as water and cereals (Molina González and Nájera Colino, 1978; Nájera Colino, 1984).

A research team from the University of Granada began systematic excavations on the archaeological site of Motilla del Azuer in 1974, followed by several archeological seasons of excavation and restoration work that are still in progress (Molina González et al., 1979; Nájera Colino et al., 1977, 1979, 1981, 2006). During field works it was discovered that the settlement had a complex system of fortification. Inside the defense works three different areas could be distinguished. First, there was a central tower made of stone surrounded by several lines of walls. Then there was a big trapezoidal open area (patio or court) with a well to obtain water from underground. And finally, there were two concentric spaces separated by a wall with an inner and an outer part. The inner part was used for different purposes which changed over time, such as a pen for animals and for storing cereals. In the outer part several ovens and rectangular storage pits for cereals came to light (Nájera Colino and Molina González, 2004). Both the settlement and necropolis lie outside the fortification. The funerary ritual consists of inhumations inside pits with bodies in a flexed position near the walls of dwellings or next to the outer line of fortification (Molina González et al., 2005; Nájera Colino et al., 2006, 2010).

3. THE OSSEOUS ASSEMBLAGE AND RAW MATERIAL As previously noted, only 255 artifacts considered tools were taken into account in this paper. Tools are defined here as artifacts whose main function was related to the transformation or production of other goods, acquiring activities (hunting, fishing, etc.) or even for warfare (López Padilla, 2001: 250; Provenzano, 2001: 111; Altamirano García, 2010: 42). Bone and deer antler are the main raw materials used in tool manufacturing, with a notable predominance of domestic species compared to wild ones. Normally, the bones come from medium-size mammals, generally caprines and suids, followed by red deer and cattle. There is a selection of long bones used for

1 La industria de hueso trabajado de un yacimiento arqueológico de la Edad del Bronce: La Motilla del Azuer, Trabajo de Investigación Fin de Máster. Inédito.

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BRONZE AGE BONE AND ANTLER WORKING: THE OSSEOUS ASSEMBLAGE FROM MOTILLA DEL AZUER (DAIMIEL, CIUDAD REAL, SPAIN)

flaking, mainly tibia, metapodia and fibula as well as some radius (Altamirano García, 2010: 41; 2011). In contrast to several hypotheses which proposed a significant decrease in bone manufacture due to the progressive implementation of metal (Tarradell Mateu, 1963: 145; Enguix, 1980: 157), this site as with others Bronze Age settlements in Eastern Iberia or Northern Italy, displays a quantitative reduction although bone tools and ornaments remain important displaying the emergence of a new dynamism and technical diversification during this period (Altamirano García, 2009, 2010, 2011, forthcoming; Provenzano, 2001). This significant fact may be due to an accumulation of factors, where cultural and social aspects, on the one hand, and an unequal and differential access to different resources such as metal, on the other hand, are responsible for this remarkable survival of bone industries in various Bronze Age social contexts (Choyke, 2000, 2005; Choyke and Bartosiewicz, 2009; Sofaer et al., 2010).

4. TYPOLOGICAL APPROACH The bone tools have been organized typologically following various morphological and metrical criteria, also taking into account some aspects related to the raw material from which the tools were made. We have created two groups based on the morphology of the active end: points and bevel. Only one beveled tool has been documented, made on deer antler, with double bevel (Fig.1a). Points are divided into several subgroups, types and subtypes, depending on the raw material and the degree of modification of the blanks: epiphyseal based points, non-epiphyseal based points, bi-points, projectile points and undetermined (Altamirano García, 2010: 42-46; 2011). Epiphyseal based tools are defined as objects where the natural bone morphology is almost unchanged. Flaking, in the case of this material, has been used to eliminate one of both epiphyses, preserving the other one or most of it. They are mainly made from caprine tibia and metapodia (Fig.1g), bones with a medullar cavity, and, the ulna (Fig.1e) and swine fibula (Fig.1h), which basically have no medullar cavity. Presence or absence of the cavity greatly affects how the tools are manufactured.

On the other hand, non-epiphyseal based points made on long bone shafts lack any evidence of either of the epiphyses as these were removed during manufacturing. Points made on bone splinters (Fig.1d) are a good example of such tools (Altamirano García, 2010: 44). Bipoints also represent another interesting group among tool types defined here. Both ends are pointed and normally are quite symmetric (Altamirano García, 2011: 45). Some bi-points display several concentric incisions medially on their medial part, that could be related to their function, a question that is still quite controversial (López Padilla, 1994: 180). These bi-point artefacts have been identified as projectile points (Pape, 1980: 145), fishhooks (Rodanés Vicente, 1987) or buttons (Rozoy, 1978). It seems likely that, some of them were probably used as projectile points, because of morphological features, specially the incisions mentioned before that appear to separate the body from a sort of tang (Fig.1f). Finally, projectile points and undetermined points. The first group is really special and varied, where five types have been defined (Fig.1c). The predominant type is featured by the presence of two barbs and a tang (Altamirano García et al., forthcoming). Undetermined points group (Fig.1b) includes distal pointed fragments that due to their degree of fragmentation cannot be classified into any of the types mentioned before (Altamirano García, 2010: 45-46; 2011).

5. TECHNICAL APPROACH The identification of the technological procedure (for all artifact types) reveals a broad variety of precious information about different economic and cultural aspects of society. Raw material acquisition, its selection, as well as the transformation procedures and shaping techniques, can be interpreted through the analysis of the material culture and the archaeological record. Focusing on the manufacturing process for this assemblage (technical transformation sequence), three different stages can be distinguished:

• Preparation of raw material • Flaking • Shaping

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Fig. 1. Bone tools from the Motilla del Azuer site: a) Bevelled tool; b) Undetermined pointed tool; c) Red deer antler projectile point; d) Pointed tool on a one splinter; e) Pointed tool on ulna; f) Double point tool; g) Pointed artifact on a caprine tibia; h) Pointed artifact on a pig fibula.

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Each of these three stages may comprise several methods, procedures and techniques; these techniques could also be divided, in turn, into two groups: breaking the raw material block in two or several fragments (cassure) and the gradual removal of fine material particles (usure) (Averbouh and Provenzano, 1999: 6-9; Provenzano, 2001: 161). In order to analyze all the working techniques used in tool manufacturing on hard animal tissues used in particular assemblages, it is important from the beginning to develop a methodology whose main pillars are the traceological study and experimentation. Comparison between the archaeological tools and the artifacts made by experimentation strengthen the analysis, because it can be understood which type of marks are the result of the particular technique used. 5.1. PREPARATION OF RAW MATERIAL Before starting with the manufacturing process the raw material may sometimes be pre-prepared (heating, cleaning, etc). In general, this preparation work cannot always be observed on the archaeological material, as it is covered up or removed by the subsequence flaking and shaping techniques over the surface. The artifacts studied here do not show any clear evidence of these kinds of preparation work, apart from some objects where the bone surfaces were cleaned before manufacturing. This cleaning is carried out by scraping with the edge of a flint or metal tool to eliminate all the remains of tendons, muscles and nerves, and, sometimes, the periosteum. However, the absence of this kind of evidence could be due to the fact that the tool manufacturing was begun when bones were still quite fresh (Provenzano, 2001: 156).

5.2.1. Fracture Three main fracture techniques have been observed on the worked osseous material studied here: two different kinds of direct percussion (hard hammer and bronze axe) for bone and antler flaking, and flexion (snapping) for particular kind of bones. On the one hand, direct percussion with a hard hammer consists of breaking the raw material block into two or more fragments by hitting it with a hard hammer (Averbouh and Provenzano, 1999: 10). This technique is systematically observed for points manufacturing on bone shafts or long bones such us tibia, metapodia or radius, normally from sheep or goat. These tools usually have several lines of fracture caused by percussion over the diaphysis walls. Sometimes these types of marks have not been completely obliterated by using other techniques during the shaping process (Plate 1 and 2). The same marks that characterize fracturing techniques, have also been documented on a large number of points made on bone splinters, which are produced by percussion. These bone splinters usually display quite irregular cross-sections and profiles on both sides, provided that subsequent shaping work did not eliminate them. The second observed technique also consists of direct percussion using a bronze axe, an artifact that has been documented on the site (Nájera Colino, 1984). Use of a bronze axe causes gradual loosing of portions off the raw material block, where the negative marks produced by each impact with the axe can still be seen. This technique was only used on red deer antler flaking apparently and several tines and beams were discovered during the excavation seasons.

5.2. FLAKING Flaking methods include all the necessary operations to achieve the division of the raw material block into two or more fragments (Averbouh and Provenzano, 1999: 8). Three different flaking methods defined by how they affect the raw material were noted during the study of this material:

By analyzing their surfaces it is possible to distinguish the typical marks made by a metal axe (Plate 3). These marks of percussion display clear differences from marks produced by a stone axe, with their slightly concave profile and lower part forming a quite straight edge. This edge is usually a bit more curved on those impacts made by ground stone artifacts.

Finally, flexion or snapping could have been the third flaking techniques used to fracture the raw material used at Motilla del Azuer. This technique is com-

• Fracture • Bi-partition (Splitting) • Extraction

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Plate 2. Evidence of fracture on a pointed tool made from a caprine tibia.

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Plate 1. Pointed tool on a caprine radius. Note the irregular profile as result of a fracturing process to obtain the blank.

Plate 3. Slightly concave marks produced by a metal axe on a red deer antler tine.

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5 Plate 4. Pointed pig fibula.


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monly used to divide bones with suitable physical qualities, such as the fibula or ulna of certain animal species (Plate 4 and 5). Taking the bone with both hands, it is necessary to apply a continuous pressure on the bone in order to fracture it and obtain two segments (Averbouh and Provenzano, 1999:11). Nevertheless, it should also be considered that fibulae and ulnae could also have been fractured using direct percussion. Actually, it is not possible to distinguish between the two techniques (in the absence of distinctive marks), used here due to the subsequent shaping procedures that have usually erased the marks left by either percussion or snapping. Despite all that, our hypothesis is that it was snapping instead of percussion that was the chosen technique for flaking, because of the ease with which these bones can be fractured due to the thinness of the medial section. At this site, one of the epiphyses is removed (normally the proximal end), preserving the distal epiphysis. 5.2.2. Bipartition (Splitting) The next flaking method used by the artisans at the Motilla del Azuer is bipartition (splitting), that is the division of the bone into two parts that can be used as blanks for tool manufacturing. This method produces elongated blanks for shaping points, mainly epiphyseal-based points made on tibia or metapodia (Plate 6).

5.2.3. Extraction The last of the flaking methods documented at Motilla del Azuer seems to have been extraction. However, no clear evidence of this method has actually been found, but the hypothesis is that this method was used to obtain blanks for shaping projectile points from red deer antler at this settlement. Some clues suggest its use. First, the morphology of some finished artifacts (slightly curved) and the features found on a projectile point preform (Plate 8), may indicate that extraction was used to obtain blanks made from red deer antler, probably from beam part A or B (merrain A or B) (Fig. 2). This fact is also strengthened by the existence of objects in some other archaeological worked osseous assemblages from the same time period, in which this method has been clearly documented for projectile point manufacturing from red deer antler (Provenzano, 2001: 216; Lรณpez Padilla, 2011). Furthermore, this has been compared with the results of experimentation, where several kinds of evidence has emerged that strengthen this hypothesis that extraction may have been the first stage in the manufacturing process of antler arrowheads during the Bronze Age in this area.

Several procedures and techniques can be used to carry out this bi-partition, including double parallel grooving, sawing and direct or indirect percussion. However, no evidence neither of grooving nor of sawing has been documented, perhaps obliterated by subsequent shaping works. Otherwise, some pointed tools worked on bi-partitioned caprine tibia display irregular profiles on both sides of the medullar cavity. These irregularities may be due to a more complex bipartition method because of the natural features of this skeletal element, which make it more difficult to work in this way. These irregularities on both sides of the tibia could be evidence of a bi-partition method employing direct or indirect percussion, normally using the side without the tibia tuberosity for manufacturing strong, elegant and quite standardized-points (67). On the other hand, the natural morphology of metapodia makes bi-partition resulting in two similar halves easier (Plate 7).

Fig. 2. Different parts on a red deer antler (Billamboz, 1979).

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5 Plate 6. Marks produced by the bi-partition of the caprine tibia.

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5 Plate 5. Pointed caprine ulna.

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Plate 7. Fragment of a pointed tool made on a bi-partitioned caprine metapodial.

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Plate 8. Red deer antler projectile point preform.


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5.3. SHAPING TECHNIQUES Once the blanks are ready, the next stage in the technical transformation sequence is shaping (façonnage). It consists of transforming blanks into finished objects using several techniques or procedures. The traceological study has shown that different kinds of techniques were used to transform the blanks and shape the artifacts. Observing the worked osseous assemblage, it is possible to distinguish between preforms and finished objects, on whose surface may or may not be left marks from working and use. In general, the shaping process does not excessively affect the natural morphology of the blanks, because the transformation normally modifies the active end at this site, except for the projectile points that underwent a complex and delicate process of shaping until the final object was ready to be used. Shaping techniques can be organized into two groups according to how they affect the raw material: superficially or deeply. Both groups result in the gradual loosing of little particles of material (Averbouh and Provenzano, 1999: 13). I have already mentioned that various techniques or their combination (procedure) were used for shaping. Sometimes, only the marks left by the last technique to be applied are visible on the bone´s surface, while others marks are obliterated by previous techniques used before. 5.3.1. Scraping Scraping was not only used for shaping blanks but also it was the usual way to clean the bone surface before manufacturing. It seems to have been especially common in some regions in the Bronze Age to shape the points of some types of artifacts (Averbouh and Provenzano, 1999: 14). After analyzing the artifacts surface, there is really very little evidence from the worked bone material at this site that indicates that scraping was used to clean the bone surface in the first stages of manufacturing. In addition, scraping was frequently employed in the first stage in the transformation of the morphology of the blanks. Sometimes, it is followed by abrasion to achieve the final shape of an object before it was

actually used. On the other hand, there are some other pointed tools whose active end was directly worked or curated by scraping (Plate 9), which is represented by the longitudinal and parallel wavy marks normally produced by a lithic tool on bone surfaces. This technique was systematically used at this site for shaping and sharpening the point of the tools made from swine fibula (Plate 10). 5.3.2. Abrasion The surface of any osseous artifact can be regularized or reduced not only by scraping, but also by abrading. This technique consists on the bone surface being rubbed against an abrasive. This technique has been documented in this worked bone assemblage to achieve certain results. On the one hand, this technique was used to sharpen the active end of some points (epiphyseal-based points made on tibia or metapodia and bone splinters, etc.). The surface of these objects displays groups of parallel marks whose direction can change depending on the angle the tool is held at and the movement and pressure used for abrading (Plate 11). The thickness and depth of these marks will depend on the grain-size of the abrasive material. At this site the abrasive is normally fine-grained. As mentioned before, a first stage of scraping can be differentiated in the manufacturing of some type of bone tools. Sometimes, these scraping marks are covered by other kind of much thinner marks and whose direction changes compared to the first ones. This is result of a second stage in the shaping process where the object is given a final form before its utilization. This abrasion is commonly used to regularize the surface of some artifacts manufactured on blanks produced by fracturing the raw material block, smoothing the rough edges of fracture lines and improving the aesthetic appearance of an object. Several researchers mentioned smoothing as a different technique, but it is actually a kind of very fine-grained abrasion. It is mainly used to achieve the final appearance of some special items, such us some particular tools or personal ornaments. This kind of abrasion has been recorded for very few tools and it is often hard to differentiate such wear from use wear.

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Plate 10. Scraping marks on the distal end of a pointed pig fibula.

Plate 9. Parallel wavy marks procuded by scraping on the distal part of a pointed tool.

Plate 11. Abrading parallel marks on the medial portion of a pointed tool.

5.3.3. Carving Carving refers to a technique where the surface of the bone is removed. It is normally made by pressing on the bone or antler surface with a sharpen edge to get the desired shape (similar to sharpening a pencil with a knife), making gradual little cuts. It is this technique that was used to carry out part of the manufacturing process of the antler projectile points at the Motilla del Azuer archaeological site (Altamirano García et al., forthcoming). These morphologically variable projectile points, normally have two barbs and tang, which has sometimes a widening in its middle part as a limit for handling. The groups of little cuts were observed on the tangs (Plate 12), and are related to the final shaping of the objects. These kinds of cuts were certainly made with a metal knife, of which several examples

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Plate 12. Evidences of carving on the tang of a red der antler projectile point.

have been discovered on this site (Nájera Colino and Molina González, 1977: 256). The only beveled tool in the worked bone assemblage was manufactured using this technique. Progressive cuts can be seen on both sides of this double beveled tool. 5.3.4. Sawing The last of the shaping techniques observed during the traceological analysis was sawing. Sawing consists of cutting and dividing the raw material with a sharp object, in a perpendicular direction with respect to the osseous fibers (Averbouh and Provenzano, 1999: 16). This technique could also have been used to make bi-partition of long bones easier, although there is no evidence to confirm this idea.

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The only clear evidence of sawing in bone tool manufacture was observed on only one artifact, whose morphological and technical features make it special. It is a pointed object made on a long bone shaft, with a square section and broken at its “proximal” end, with its rounded and thinner cross-section. Each face displays a regularization with fine-grained abrasion, with very fine oblique groups of marks all over the surface. Beneath these marks, it is possible to distinguish some other striae produced during a first shaping stage using scraping. The “proximal” end, a kind of tang, also has several marks on it produced by scraping with a metal object, as shown by their morphological features (Plate 13). The most interesting thing on this object is a group of narrow gorges located on each corner and invading each surface face. There are five different lines of these gorges, whose length gets shorter the closer they are to the “distal” end. These gorges have a V-shaped cross-section. The walls so of these gorges display groups of straight and parallel marks, probably produced by a sharp metal blade. The function of this artifact is not clear at all, although two interpretations can be proposed here. On the one hand, the gorges may just have been ornamental with the object being a sort of pendant for personal adornment, its “proximal” end used to hang it. On the other hand, the gorges may have more functional than decorative. If this artifact was some kind of pointed tool that perhaps it may have been a projectile point. The morphological features of its proximal end are quite similar to those that seen on the projectile points with two barbs and tang. Furthermore, it is also quite similar to elements considered projectile points made from a long bone shaft and whose manufacture involved the same documented techniques and procedures: scraping and abrasion. This type of projectile point displays the same square cross-section in its medial part, tending to be more rounded closer to both the “distal” and “proximal” ends, and the tang not clearly separated from the rest of the projectile point body. The only elements that really make this object both special and different from the other objects similar in shape, are the gorges. They were made using sawing with a metal tool, whether they were purely decorative, functional or even a combination of both.

Plate 13. Notches made by sawing with a metal blade on the surface of a pointed tool.

6. DISCUSSION a) The raw material analysis (Altamirano García, 2011), has demonstrated a clear dominance of skeletal elements from domestic species as the source of raw materials for tool manufacturing at Motilla del Azuer archaeological site. Some wild species are also important in the production of certain types of artifacts (red deer antler for projectile points production, for example). The animal species providing raw material for making bone tools coincide with those species identified in the faunal, showing the importance of livestock with a predominance of caprines in this craft work (Driesch and Boessneck, 1980). b) There are a high proportion of pointed tools in this worked osseous assemblage among others types of artifacts, similar to some others bone tool assemblages dating to Bronze Age in the Iberian Peninsula. c) Flaking methods were also identified. Fracturing techniques dominate (54%), followed by bi-partition (34%) and, if we accept our hypothesis for projectile points manufacture, by an extraction technique (6%).

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d) There is a general use of scraping to regularize the artifacts’s surface and sharpen their active end as regard the transformation and manufacturing techniques and procedures used to make blanks. On the other hand, there is also a manufacturing procedure in which regularization of the surface was first carried out by scraping. This is then followed by abrasion to finish the object before using it. e) The results from present study enable us to talk about the parallel existence of several working patterns in the technical transformation sequence. Especially for some types of artifacts, there is a systematic selection of animal species and skeletal elements chosen to manufacture into a specific tool type. Furthermore, this tool type is normally worked using the same flaking and shaping methods, procedures and techniques. Is it possible to speak of some tool type standardization related to strong manufacturing traditions? There is evidence for some of the tool types described here (epiphyseal-based points made on caprine tibia, for example), being found in contexts dating to the III millennium BC from the center and south of the Iberian Peninsula, that could be related to this possible cultural tradition, at least for some special types of tools. It will be important to carry out the technical study of this bone equipment from such Copper Age sites and some others dating to Bronze Age. This would indicate whether we are looking at a real cultural and technological tradition over time within some cultural regions.

ACKNOWLEDGEMENTS This study has been carried out within the framework of the Research Project “Paleoantropología y contexto arqueológico en la Motilla del Azuer. Una aproximación bioarqueológica a las poblaciones de la Edad del Bronce en La Mancha (2010-2013)”. To Trinidad Nájera and Fernando Molina, directors of the fieldworks carried out at Motilla del Azuer within the framework of the Research Project about Bronze Age in Western Mancha. To Noëlle Provenzano and Alice Choyke, for making me see “people” and “ideas” behind the bones, for

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sharing their time and experience with me and for their constant guidance. Thanks. To all those people who have made possible all the archaeological work carried out at Motilla del Azuer, Martín Haro, Sergio Fernández, Gonzalo Aranda and Margarita Sánchez. Thanks.

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Stela 2 of AlmadĂŠn de la Plata (Sevilla, Spain). Photo: Miguel Ă ngel Blanco de la Rubia.


ESTUDIOS

ROCK ART AND DIGITAL TECHNOLOGIES: THE APPLICATION OF REFLECTANCE TRANSFORMATION IMAGING (RTI) AND 3D LASER SCANNING TO THE STUDY OF LATE BRONZE AGE IBERIAN STELAE Marta Díaz-Guardamino y David Wheatley1

Abstract: In spite of a long-standing research tradition, the study of Late Bronze Age Iberian stelae has been severely limited by a very fundamental shortcoming: the inaccuracy of the methods and techniques that have been employed to record, examine and reproduce these stones and their engravings. This paper will describe the recent application of two innovative techniques, namely Reflectance Transformation Imaging and 3D laser scanning, to record various Late Bronze Age stelae found in the South of the Iberian Peninsula. It will then comment on the preliminary results of this undertaking and their implications for current research on Late Bronze Age Iberian stelae. Finally, it will assess the potentials and limitations of these techniques for recording and interpreting Late Bronze Age Iberian stelae in particular, and prehistoric Rock Art in general.

Keywords: Rock Art, Late Bronze Age Stelae, Digital Technologies, Recording Techniques, Polynomial Texture Mapping, Reflectance Transformation Imaging, 3D Laser Scanning.

ARTE RUPESTRE Y TECNOLOGÍAS DIGITALES: LA APLICACIÓN DE REFLECTANCE TRANSFORMATION IMAGING (RTI) Y ESCANEADO LÁSER 3D AL ESTUDIO DE LAS ESTELAS DEL BRONCE FINAL DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Resumen: A pesar de contar con una larga trayectoria, la investigación dedicada a las estelas decoradas del Bronce Final en la Península Ibérica ha estado seriamente limitada por un aspecto fundamental: la inexactitud de los métodos y técnicas que se han empleado para el registro, examen y reproducción de sus soportes y grabados. Este artículo describe la reciente aplicación de dos técnicas innovadoras (Reflectance Transformation Imaging y escaneado láser 3D) para el registro de varias estelas decoradas del Bronce Final documentadas en el Sur de la Península Ibérica. Se ofrecen algunos resultados preliminares y reflexiones en torno a sus implicaciones para la investigación actual dedicada a las estelas del Bronce Final. Para acabar, el artículo valorará el potencial y limitaciones de estas técnicas para el registro e interpretación de las estelas del Bronce Final en particular y del Arte Rupestre prehistórico en general.

Palabras clave: Arte rupestre, estelas del Bronce Final, Tecnologías Digitales, técnicas de registro, Mapeado de Texturas Polinomial, Reflectance Transformation Imaging, Escaneado Láser 3D.

Archaeological Computing Research Group, Department of Archaeology, University of Southampton, United Kingdom. [M.M.Diaz-Guardamino-Uribe@soton.ac.uk]; [D.W.Wheatley@soton.ac.uk]

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Recibido: 25/06/2013; Aceptado: 30/09/2013

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MARTA DÍAZ-GUARDAMINO Y DAVID WHEATLEY

1. IBERIAN LATE BRONZE AGE STELAE AND TRADITIONAL GRAPHIC RECORDING METHODS “Late Bronze Age (decorated) stelae” is used in this article as a conventional term that encapsulates a variable and complex phenomenon1. It refers to a series of stone stelae that are inscribed with engravings reproducing varied, more or less conventionalized, iconographies which may bear broad geographic distributions. These stelae are known in various regions of the Iberian Peninsula but are particularly dense in the Guadalquivir Valley (South) and the South-West of the Central Meseta. Their chronological attribution has been a matter of some debate. Various authors have considered their possible relationship with previous engraving and sculptural traditions (i.e. Almagro-Gorbea, 1993; Bueno Ramírez et al., 2005a, 2010; Díaz-Guardamino, 2010: 327-46, 2011). Within this perspective, it has been recently suggested that their ‘emergence’ as differentiated iconographic traditions could have taken place during the late Middle Bronze Age or early Late Bronze Age (ca. 1425/1250 cal. BCE) and their manufacture could have lasted in some regions until the beginning of the Iron Age (ca. 800/750 cal. BCE) (Díaz-Guardamino, 2010: 346-61, 2012). Late Bronze Age (hereafter LBA) decorated stelae are striking visual displays. They have variable sizes but are generally large sized (between ca. 0.50-1.60 m), and usually present regularized shapes. Typically, in one of their surfaces, they present a series of engraved, more or less standardized, motifs of variable size that are arranged over the surface of the stone following broadly shared conventions. Their iconography is centred on the ‘presentation’ of personages, who are generally represented through static bodies adorned or surrounded by various ‘things’, such as elements of dress and adornment, weapons, and other elements of ‘prestige’. In some occasions there are stelae with various personages, which are represented either as static or active beings that may be part of broader narratives. These were conspicuous monuments, for they were set in the landscape, usually nearby older remains, contemporary settlements and/or passageways (for a recent review see: Díaz-Guardamino, 2010).

Research on LBA decorated stelae has a long-lasting history. The first stela known to scholars was published in 1898 by Mario Rosso de Luna (Rosso de Luna, 1898). Since then, more than one hundred articles publishing newly discovered stelae and various books or lengthy book sections dedicated to the topic have been published (Almagro Basch, 1966; Pingel, 1974; Almagro-Gorbea, 1977: 159-94; Gomes and Monteiro, 1977; Barceló, 1989; Galán Domingo, 1993; Celestino Pérez, 2001; Harrison, 2004; Díaz-Guardamino, 2010). Despite this long-standing research tradition, there are many aspects of LBA stelae that remain largely unexplored and/or unknown, such as the contexts in which they were placed, their surrounding landscapes or the social contexts in which they were produced. To a great extent this situation is the result of the research interests that have guided the study of LBA stelae, generally focused on the formal analysis of their iconography. Until now little attention has been placed on innovative questions, such as their landscape dimension or the technological aspects involved in their manufacture, for instance. This situation has also resulted in the application of very traditional methodological standards, which, apart from a few exceptions, are still preponderant. Already since the late 1990s and early 2000s, other comparable research themes in the Iberian Peninsula, such as Palaeolithic, Levantine or Megalithic Rock Art, have benefited from innovative research questions that have promoted the application of modern techniques such as Geographic Information Systems (i.e. Fairén-Jiménez, 2002; Cruz Berrocal, 2004), Photogrammetry (i.e. Buchón Moragues et al., 2002), Digital Image Enhancement techniques (i.e. Domingo and López Montalvo, 2002; Bueno Ramírez and Balbín Behrmann, 2006), Digital Image Analysis (i.e. Montero Ruiz et al., 1998; Rogerio Candelera, 2007) or direct C14 dating of paintings (i.e. Carrera Ramírez and Fábregas Valcarce, 2002). Occasionally, research on Early and Middle Bronze Age stelae and statue-menhirs has also included the application of advanced technologies such as Digital Image Enhancement techniques (Teira Mayolini and Ontañón Peredo, 2000; Bueno Ramírez et al., 2005b) and Geographic Information Systems (Fábrega-Álvarez et al., 2011).

1 This term includes the stelae that are typically known as “Warrior stelae” “South-western stelae” or “Extremaduran stelae”, as well as the so-called “Diademated stelae” or “Stelae with headdress” attributed to the Late Bronze Age.

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ROCK ART AND DIGITAL TECHNOLOGIES: THE APPLICATION OF REFLECTANCE TRANSFORMATION IMAGING (RTI) AND 3D LASER SCANNING TO THE STUDY OF LATE BRONZE AGE IBERIAN STELAE

Research on LBA stelae profited from the application of quantitative analysis methods for the examination of their iconographic variability in two works during the late 1980s and early 1990s (Barceló, 1989; Galán Domingo, 1993). Yet, since then and until very recently, neither quantitative nor other ‘new’ methods have been applied for the recording and/or analysis of LBA stelae. Recently, some works have employed Geographic Information Systems to map and assess their spatial setting at different scales (García Sanjuán et al., 2006; Díaz-Guardamino, 2010; Celestino Pérez et al., 2011) or to analyse their spatial relationship with passage ways in a particular region (Celestino Pérez et al., 2011: 142-4; Rodríguez Zamora, 2013).

directly drawn from the stela with the use of polyvinyl plastic sheets and permanent markers, all probably aided by the visualization of the stela’s surface with oblique light. Nowadays, tracing from digital photographs or direct tracing are usually supported by vector graphics software (such as Adobe Illustrator or Corel Draw). Direct tracing is commonly used for the graphic recording and reproduction of engraved rock art in Spain (i.e. Domínguez García and Aldecoa Quintana, 2007: 18-9; Seoane Veiga, 2009). In the case of LBA stelae, direct tracing seems to be the preferred method among Portuguese scholars, who tend to note the techniques they have employed more frequently (i.e. Alves and Reis, 2011: 191; Vilaça et al., 2011: 299).

Regarding the graphic recording of LBA stelae, there has been a total absence of innovation. The documentation of LBA stelae has been generally focused on the two-dimensional recording of engraved motifs through traditional recording methods. This has been particularly detrimental, for the quality of the primary data is in some cases rather low, not even capable of contributing to traditional research questions, which are typically concentrated on the identification and interpretation of motifs. In some occasions researchers have been faced with two rather different interpretations of the engraved motifs found on the same stela. Attempts to answer more innovative questions such as the techniques employed in their manufacture (i.e. Díaz-Guardamino, 2010; Enríquez Navascués and Fernández Algaba, 2010) or the different interventions involved in their present configuration (i.e. Harrison, 2004; Díaz-Guardamino, 2010) have been restricted by the limitations of the recording techniques used or/ and the lack of detail with which many of the published reproductions have been undertaken.

Traditional recording techniques such as scale drawing, direct tracing or tracing from conventional photographs, all pose relevant limitations. The very process of retrieval and assemblage of primary information (measurements, tracing, photographing) involved in the elaboration of the resulting reproductions is selective and interpretative. At this stage recorders have to make several decisions and, depending on the method employed and on the quantity and quality of the data recorded, namely its richness, the resulting reproduction will have more or less empirical resonance. These recording methods do not provide a lot of accuracy, neither enough information to help constrain interpretations. Additionally, the recording process may be conditioned by environmental circumstances, especially in terms of light and weather, which may influence to a high degree the quality and quantity of the recorded data. This kind of graphic recording techniques and the renderings they produce are two-dimensional by definition. They have inherent problems to capture and reproduce the very essence of these monuments and the engravings they bear, that is, their three-dimensionality. As a consequence, the resulting reproductions are deprived from relevant information, such as the volume of these monuments or the micro-topography of their surfaces. These aspects would potentially provide us with clues about the technologies involved in their production, their subsequent re-use or the effects of weathering on them through time. Finally, we should consider that LBA stelae could have been painted and, until very recently, no technique has been applied to detect possible preserved pigments on their surfaces (but see below).

Interestingly, most works that have included the publication of new recordings, of either newly documented or already known stelae, do not comment upon the techniques employed for their documentation (i.e. Celestino Pérez, 2001; Domínguez de la Concha et al., 2005). This lack of explicitness has also been unfavourable, for it has prevented researchers to be able to assess the quality of the reproductions that have been published. By considering the time in which particular stelae have been studied or the resulting interpretative drawings, it is possible to infer that most of them are either scale drawings, tracings made from photographs or

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MARTA DÍAZ-GUARDAMINO Y DAVID WHEATLEY

It is true that, as David Whitley reminds us about the graphic documentation of rock art that “There is simply no way that every empirical fact can be recorded about a site.” (Whitley, 2011: 48). As he mentions, there are various general views regarding which aspects are essential to be documented. These general views, and the standard approaches derived from them, are dependent upon broad shared research interests and theoretical orientations. Additionally, the funding available for rock art research also conditions the kind of recording approaches that are considered standard, for many of the innovative technologies enabling richer data recording have been, and at times still are, too expensive to be contemplated as part of the basic methodological approach of most rock art research projects. In conclusion, consensus about standard approaches to recording may vary with time, depending not only on prevailing theoretical orientations and research interests, but also on the availability of certain technologies. As it will be put forward in this paper, new technologies that demonstrate an innovative potential at providing rich and high quality documentation at low cost, such as Reflectance Transformation Imaging, have the potential of triggering the reformulation of Rock Art research interests and the standard approaches to document Rock Art. During the last decade, interpretative and phenomenological approaches have raised awareness of the importance of documenting and analysing dimensions of Rock Art that had been previously overlooked (i.e. Wilson and David, 2002; Jones, 2006; Jones et al., 2011). As a result, current standard approaches for the graphic recording of Rock Art tend to include, when possible, a broader variety of aspects. In the case of the Rock Art panel itself, this includes various interrelated aspects, such as the identification (delineation) of motifs and the techniques employed for their elaboration, the position of motifs on the stone and the spatial relation between each other, including their superimposition, the micro-topography of the stone, the eventual techniques employed in its shaping, its texture and colour, or the geometry of the stone and of the engraved and/or painted motifs (i.e. Bueno Ramírez et al., 2008; Fahlander, 2012; Domingo et al., 2013). Ideally, the documentation of Rock Art, including LBA stelae, should provide a dense and high quality matrix of primary data, capable of enabling other researchers to assess the degree of subjectivity drawn into

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the interpretative syntheses of the recorders, that is, the renderings that are published as ‘final’ reproductions. As noted before, we should consider that rock art recording itself is already an interpretative process. Nonetheless, if we compare the process of recording and the process of elaboration of a reproduction to be published, it becomes apparent that the latter synthesises more information, involves more selection regarding the aspects that are held relevant to be reproduced, and therefore, is more subjective than the primary data recorded during fieldwork (i.e. photographs aided by oblique light). In this context it is important to note that the richer and the more accurate the recorded primary data are, the more constrained will be the scope of possible interpretations involved in the elaboration of reproductions for publication. Richer primary data will also facilitate the assessment of the robustness of those reproductions by the rest of the community of researchers. Nowadays there are various techniques capable of producing very rich and accurate documentation, both for painted and engraved Rock Art. Photogrammetry and 3D laser scanning have already been applied to Rock Art for some time (i.e. Delluc and Delluc, 1984; Buchón Moragues et al., 2002; Muzquiz Pérez-Seoane and Saura Ramos, 2003; Díaz-Andreu et al., 2006; Chandler et al., 2007; Mañana-Borrazás et al., 2009). They are capable of producing three-dimensional models, which, in the case of 3D laser scanning, have sub-millimetric accuracy. This level of accuracy is especially relevant for documenting rock engravings, for in many occasions carved motifs have millimetric depths and may only be recorded through 3D laser scanning. The software needed for photogrammetry is becoming more affordable with time but laser scanners and their renting are still very expensive. In both cases data processing requires specialized knowledge and is very time consuming. Other innovative technologies are Digital Image Analysis (hereafter DIA) and Reflectance Transformation Imaging. DIA includes the application of remote sensing techniques for the enhancement, among others, of possible existing pigments (Rogerio-Candelera et al., 2011; Rogerio Candelera, 2011). Currently it is being applied by Miguel Ángel Rogerio Candelera for the analysis of two of the stelae that we are addressing in this paper (Mirasiviene and Montoro). Reflectance Transformation Imaging, on the other hand, is a technique developed by HP Labs that is capable of enhancing surface details,

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ROCK ART AND DIGITAL TECHNOLOGIES: THE APPLICATION OF REFLECTANCE TRANSFORMATION IMAGING (RTI) AND 3D LASER SCANNING TO THE STUDY OF LATE BRONZE AGE IBERIAN STELAE

enabling their interactive real-time visualization and documentation (Malzbender et al., 2000, 2001). Its implementation and further development for the documentation and communication of cultural heritage has been undertaken by “Cultural Heritage Imaging” (CHI) in collaboration with HP Labs (Mudge et al., 2006). Its introduction in Europe has come through the hand of researchers of the Archaeological Computing Research Group (ACRG) and the Web and Internet Science group (WAIS), at the University of Southampton, in collaboration with HP Labs through various projects2 (Earl et al., 2010a, b). The application of RTI to Rock Art is still incipient but the initial case studies, which, apart from the examples here described, include cases from Portugal and South East France (Mudge et al., 2006)3, Sudan4 (Kleinitz and Pagi, 2012), Libya or the British Isles (Earl et al., 2010a, b), have provided outstanding results (Mudge et al., 2006, 2012). In this paper we will present the recent application of 3D laser scanning and Highlight Based Reflectance Transformation Imaging for the documentation, visualization, interpretation and representation of various LBA stelae found in the South of Spain (Tab. 1.). It will briefly describe the techniques, their application to these particular case studies, the preliminary results and an assessment of their potential and limitations, not only for LBA stelae but also for Rock Art in general.

STELA NAME

DIMENSIONS OF THE DECORATED FACE

2. REFLECTANCE TRANSFORMATION IMAGING (RTI) AND 3D LASER SCANNING: BRIEF DESCRIPTION Reflectance Transformation Imaging (hereafter RTI) is a technique that uses the transformation of the reflectance properties of any surface through contrast enhancement to improve the perception of its micro-topography by using Polynomial Texture Maps (Malzbender et al., 2000, 2001)5. Polynomial Texture Maps are image-based representations of functions of two independent parameters (lu and lv), contained in every pixel, specifying how the red, green and blue bands (RGB) vary according to the direction of a light source. Polynomial Texture Maps are produced by taking multiple photographs of a fixed object from a fixed camera with varying lighting directions6. The combination of Polynomial Texture Mapping and RTI provides real-time rendering, interactive visualization of changing lighting conditions and performance of enhancements of the captured reflectance functions, revealing the most subtle details of a surface. In comparison to photometric stereo, another image transformation method aimed at enhancing the three-dimensionality of surfaces, RTI does not involve 3D geometry, making it more affordable in terms of economic costs and processing time (Mudge et al., 2006).

RECORDING METHOD

PREVIOUS STUDIES AND PUBLICATIONS

HEIGHT (CM)

WIDTH (CM)

RTI

ALMADÉN DE LA PLATA 2

76

53

*

-

García Sanjuán et al. 2006

MIRASIVIENE

181

24

*

*

-

MONTORO

150

85

*

*

Rosas, 2005

SETEFILLA

170

45

*

-

Bonsor and Thouvenot, 1928; Almagro Basch, 1974; Celestino, 2001

3D LS

Table 1 . List of the decorated stelae that we have recorded through the application of 3D Laser Scanning and/or Reflectance Transformation Imaging.

2 AHRC funded RTISAD project (http://acrg.soton.ac.uk/projects/rtisad/#about), which has been given continuation through further AHRC funding (http://acrg.soton.ac.uk/projects/ahrc-rti-project/). 3 See also: http://culturalheritageimaging.org/What_We_Do/Fields/rock_art/index.html 4 Project “Musawwarat Graffiti Archive. Exploring Pictures in Place”, http://musawwaratgraffiti.mpiwg-berlin.mpg.de/ 5 See also: http://www.hpl.hp.com/research/ptm/se.html and http://www.hpl.hp.com/research/ptm/ri.html 6 See also: http://www.hpl.hp.com/research/ptm/

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MARTA DÍAZ-GUARDAMINO Y DAVID WHEATLEY

The adoption of RTI for the documentation and visualization of cultural heritage has experienced a degree of delay due to restrictions of existing PTM capture methods until very recently. In order to perform RTI it is necessary to know the position of the light. The initial approach to retrieve this information included the use of a physical structure, typically with the shape of a ‘dome’, with fixed light sources of known location. While effective, this method imposed various limitations for its application to large surfaces and its implementation in fieldwork. As an alternative, CHI and Tom Malzbender, from HP Labs, have developed a new method for capturing PTMs called Highlight Based RTI (Mudge et al., 2006; see also Earl et al., 2010b). In this case, instead of using a physical structure with fixed light sources, this method resorts on a glossy sphere (i.e. a blackball) that is positioned within the field of view of the camera. The direction of the light will be then estimated from its highlight location on the sphere assuming a distant camera. This method increases the flexibility of RTI and lowers its costs considerably, as the equipment needed to capture PTMs is reduced to the following: an SLR camera, a light source (it can be a flash or a continuous light, i.e. a conventional torch), remote triggers for camera and flash, a blackball, a measuring tape, string and tripod/s7. After the images have been captured, ideally saved both in RAW and JPEG formats, a graphics editing software (i.e. Adobe Photoshop) is employed to prepare the images for RTI building, including the

correction of white balance. Once this stage is fulfilled, there are two alternative RTI/PTM Builders offered for free by CHI and HP Labs respectively8. RTI/ PTM processing is reasonably straightforward and fast. Once complete, we will be able to view interactively and scrutinize the resulting PTM file through any of the viewers provided for free by CHI or HP Labs9. These viewers offer the possibility of employing various methods to transform the reflectance properties of the surface and maximize its perception, revealing, in this manner, subtle details that may not be visible to the naked eye. Two of the transformation methods that afford more potential for the examination of Rock Art engravings are Diffuse Gain and Specular Enhancement (Malzbender et al., 2000). Both are based on the estimation and use of each per-pixel surface normals. Diffuse gain increases the reflectance properties of the surface by maintaining the estimated normals fixed and increasing the curvature of the reflectance function of each pixel. Specular enhancement estimates the lighting direction that maximizes pixel brightness and then uses these normals to relight the surface by adding synthetic specular highlights (Plate 1). 3D laser scanning is a non-contact active technology aimed at capturing data of the shape of real-world objects for the creation of three dimensional models of them. 3D laser scanners capture three-dimensional data through the emission of a laser beam. There are various methods to calculate the location of a point surface targeted by a laser beam. Most commonly

Plate 1. Detail of the stela of Montoro (Córdoba, Spain): (A) Default image, without mathematical enhancement; (B) Image with Diffuse Gain enhancement; (C) Image with Specular enhancement. All images have identical light directions and intensities.

7 For more information on how to capture PTMs with this method: http://culturalheritageimaging.org/What_We_Offer/Downloads/Capture/index.html 8 http://culturalheritageimaging.org/What_We_Offer/Downloads/Process/index.html http://www.hpl.hp.com/research/ptm/HighlightBasedPtms/PTMBuilderSoftwareLicense.htm 9 http://culturalheritageimaging.org/What_We_Offer/Downloads/View/index.html http://www.hpl.hp.com/research/ptm/downloads/agreement.html

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ROCK ART AND DIGITAL TECHNOLOGIES: THE APPLICATION OF REFLECTANCE TRANSFORMATION IMAGING (RTI) AND 3D LASER SCANNING TO THE STUDY OF LATE BRONZE AGE IBERIAN STELAE

used for Rock Art and small objects in Cultural Heritage are triangulation based scanners. In this case, after the laser beam has reached the surface point that is being targeted, it is reflected and acquired by an integrated CCD camera. The scanner calculates the coordinates of the measured point by triangulation, using the readings of distance and angle provided by the path covered by the laser beam through its emission and reflection between the laser emitter, the point hit on the object surface and the sensor of the CCD camera. In this manner, each scan produces a series of point clouds that are used to create three-dimensional polygon models (also called unstructured meshes), which are then managed and processed through specific software (i.e. MeshLab). There are varied software systems for processing and editing unstructured 3D triangular meshes. Particularly relevant for Cultural Heritage in general and for Archaeology in particular is MeshLab, an open-source software created at the University of Pisa (2005), and maintained by the Institute of Information Science and Technologies of the Italian National Research Council (CNR) with the support of the 3D-CoForm project10. MeshLab provides tools for editing, cleaning and merging the individual scans, remeshing, rendering and converting 3D models. Mesh models are very large datasets. Their processing can take a lot of time and requires powerful computers. One of the most remarkable advantages of 3D laser scanning is that it offers a very accurate 3D geometry. The most common triangulation based laser scanners provide sub-millimetric accuracy, an operating range between 0.1m and 25m, fast measuring speed and capture. However, one of the most obvious drawbacks of 3D laser scanning is its high cost in terms of equipment (laser scanner, powerful PCs) and also in terms of time investment given that, while the process of scanning itself may be fast, the post-processing is usually time-consuming.

3. THE APPLICATION OF RTI AND 3D LASER SCANNING TO THE STUDY OF LATE BRONZE AGE STELAE 3.1. BACKGROUND We have applied RTI and 3D Laser Scanning within the framework of two fieldwork projects aimed at providing enhanced contextual data and visual recording of two decorated stelae found some years ago in the Cortijo of Mirasiviene (Lora del Río, Sevilla, Spain) and the Cortijo of Torre de Villaverde (Montoro, Córdoba, Spain)11. These aims are derived from research questions that we are exploring within broader lines of enquiry. These include aspects such as the technological and social dimensions of LBA stelae production, the roles played by these monuments and the places where they were set in prehistoric societies, and their life-histories. In this context, the recording of the stelae of Mirasiviene and Montoro was a good occasion for testing the potential of new technologies to overcome the limitations of traditional recording techniques and to provide us with richer primary data to explore the production and biographies of these monuments. The experience accumulated by the ACRG in the application of 3D laser scanning and RTI to a variety of cultural heritage media and the results derived from it (see above), led us to consider the application of both methods in combination to test its applicability and potential for the study of LBA stelae. Two of the main reasons for combining them were, on the one hand, the sub-millimetric accuracy of 3D laser scanning, which until now has not been paralleled by any other technique, and, on the other, the potential of RTI to enhance the visualization and interpretation of subtle details (i.e. engraved motifs) of the surface of stelae. The stelae of Mirasiviene and Montoro were discovered by locals some years ago and are currently under study within the already mentioned projects. We under-

10 http://meshlab.sourceforge.net/ 11 These fieldwork projects are being codirected by the authors, jointly with Dr. Leonardo García Sanjuán (University of Sevilla, Spain), in collaboration with José Antonio Lozano Rodríguez, researcher of the “Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra” (CSIC-Universidad de Granada, Spain) and Miguel Ángel Rogerio Candelera, researcher of the “Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla” (CSIC, Spain). The projects are titled “La estela ‘de guerrero’ de Mirasiviene y su contexto arqueológico (Lora del Río, Sevilla): Documentación gráfica, caracterización petrológica y prospección de superficie” and “La estela prehistórica de Montoro y su contexto arqueológico (Montoro, Córdoba): Documentación gráfica, caracterización petrológica y prospección de superficie”. 12 A preliminary study of the stela of Montoro was published some years ago by Esperanza Rosas (ROSAS ALCÁNTARA, E. (2004): “En torno a la estela decorada hallada en Montoro”, Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba, 5, pp. 1 24-34.), but it still lack a comprehensive examination of its engravings and the site where it was found.

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took their recording during our fieldwork season in September 2012. They were located, respectively, in the buildings of the Cortijo of Mirasiviene and in the Archaeological Museum of Montoro (Museo Arqueológico Municipal de Montoro). The capture of PTMs and the 3D laser scanning work best when undertaken under controlled light conditions. In the case of Montoro this was not a problem, for the stela is part of the permanent exhibition of the Archaeological Museum of Montoro. In the case of Mirasiviene, on the other hand, the stela was initially located outdoors and we decided to displace it to an indoor room of the cortijo to avoid eventual problems with the interference of natural light. After processing the PTMs of the stelae of Mirasiviene and Montoro it became clear that RTI offered a great potential to examine and interpret the engravings of LBA stelae. RTI provided such a detailed reading of their surfaces that, if applied to other cases, it could potentially clarify unclear or debated aspects of already known stelae, and provide data about previously unexplored aspects, such as the engraving techniques employed in their manufacture or their life-histories. With these aims in mind, we decided to apply Highlight Based RTI to the stelae of Setefilla and Almadén de la Plata 2, which are part of the permanent exhibition of the Archaeological Museum of Sevilla (Museo Arqueológico Provincial de Sevilla). The stela of Setefilla (Lora del Río, Sevilla, Spain) was initially detected by George Edward Bonsor and Raymond Thouvenot during their archaeological excavations in the necropolis of the eponymous site (Bonsor and Thouvenot, 1928: 35-7), which is located only 3km towards the West of the site where the stela of Mirasiviene was found. Bonsor and Thouvenot briefly inform about its discovery and location, and provide a preliminary interpretation of its decoration (Bonsor and Thouvenot, 1928: Fig. 25). Some years later, Martín Almagro Basch undertakes a more detailed study and reproduction of the stela that only differs in some details from the sketch published by Bonsor and Thouvenot (Almagro Basch, 1974: 11-5 and fig. 5). Finally, in 2001 Sebastián Celestino publishes a new interpretation of the stela, based on a new recording, which differs from the previously published reproductions in some substantial aspects (Celestino Pérez, 2001: 417-8). Apart from exploring the engravings of this stela in order to clarify their interpretation, it was relevant for us to examine the

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engraving techniques involved in their manufacture, for the proximity of this stela to Mirasiviene and the similarity of their iconographic structures could be relevant when considering their social context of production (Plate 2). The stela of Almadén de la Plata 2 (Sevilla, Spain) was discovered in the mid-2000s during the exploration of the find-spot of another LBA stela (Almadén de la Plata 1) (García Sanjuán et al., 2006). Its graphic study was carried out through a series of high-quality studio photographs which already showed many of the relevant details that were not visible to the naked eye (see the image included in the half-title page for one example). Still, there were areas of its surface whose interpretation remained unclear and, therefore, were not drawn in the final interpretative reproduction. The application of RTI would, eventually, aid us in the clarification of its interpretation (Plates 3 and 4). 3.2. IMPLEMENTATION 3.2.1. Highlight Based Reflectance Transformation Imaging (RTI) We have applied Highlight Based RTI to four decorated stelae, namely the stelae of Mirasiviene, Montoro, Setefilla and Almadén de la Plata 2 (Table 1, Plates 1-4, 6-7). Given that this was the first time that this technique has been applied to decorated stelae, we have undertaken more than one RTI for each stela. Each finished RTI file entails a capture session of around 20-30 minutes long in which, in our case, between 90-150 images were taken. These are more captures than the regular number of photographs taken to build an RTI, but we decided to increase their number, with light from more directions, as suggested in MacDonald (2011: 162), to compensate the space restrictions we had to face. The recommended practice for performing the capture of PTMs is to have a regular distance between the photographed subject, on the one hand, and the camera and flash on the other. The distance of the latter (camera and light source) should be between 3 and 4 times the maximal length of the surface that is being captured. In this manner it is guaranteed that the reflection qualities of the entire surface are recorded under equal conditions. In our cases we had to conduct the capture sessions in rooms that either restricted the possibility of photographing the stela from some angles or limited the maximal dis-

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Plate 3 Plate 2. Stela of Setefilla (Lora del Río, Sevilla, Spain): (A) Preliminary reproduction published by G. E. Bonsor and P. Thouvenot in 1928; (B) Reproduction published by M. Almagro Basch in 1974; (C) Reproduction published by S. Celestino in 2001; (D) Detail of the engravings of the upper part of the stela with applied Diffuse Gain enhancement. Plate 3. Image of the stela of Almadén de la Plata 2 (Almadén de la Plata, Sevilla, Spain) with Diffuse Gain enhancement.

Plate 2

Plate 4. Detail of the stela of Almadén de la Plata 2 (Almadén de la Plata, Sevilla): (A) Default image, without mathematical enhancement; (B) Image with Diffuse Gain enhancement; (C) Image with Specular enhancement. All images have identical light directions and intensities.

Plate 4

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tance of the camera and the flash from the subject. We have undertaken some partial RTIs, but most of the RTIs are intended to capture the whole stela. The results in the cases of Montoro, Mirasiviene and Almadén are very good, for it was possible to capture the information required from most of their surfaces. In the case of Setefilla there were spatial restrictions in various angles (areas around 0º/360º and 180º) and, as a result, the RTIs are not so informative regarding some parts of its surface, especially the upper part of the stela. To undertake the capture of PTMs we have used the following equipment: • Camera: Canon EOS 5D with sensor resolution 3744 x 5616 (21.1 megapixels) and EF 24-70mm f/2.8L USM zoom lens (Mirasiviene and Montoro) and Nikon D300 with sensor resolution 2848 x 4288 (12.3 megapixels) and Nikon 18-70 mm f/3.5-4.5 lens (Almadén de la Plata 2 and Setefilla). • Tripod • Light source: Flash connected to the camera through radio remote triggers. • Blackball • Measuring tape and/or string Given the weight of the image capture files, which ranged between 25 MB and 5 MB, for raw and jpeg files respectively, we could process the PTMs in our fieldwork laptop, which has a 2.66GHz processor, 4GB of RAM and a 250GB hard drive. As it can be seen in Table 2, the sum of the images required to build one PTM may weigh up to 2.2 GB (.jpg & .cr2), as in the case of Mirasiviene, while its finished PTM weights 0.09 GB13.

3.2.2. 3D Laser Scanning We have laser scanned the stelae of Mirasiviene and Montoro (Table 1). To undertake this task we have used a Konica Minolta VIVID 910 3D, a triangulation based laser scanner. This scanner may be accurate to X=±0.22mm, Y=±0.16mm and Z=±0.10mm to the Z reference plane when using the “tele” light-receiving lens (focal distance f=25mm) in “fine” mode. We wanted to test the level of accuracy provided by laser scanners to record subtle details of stelae surfaces, such as traces left by the preparation of the surface of the stone and its engraving or very slight engravings, for instance. Therefore, in both cases we undertook a complete middle resolution scan of them (using the “middle” light-receiving lens, with focal distance f=14 mm), which, in the case of Mirasiviene, came up to a total of 94 scans of an average of 200.000 vertices, and a high resolution scan of the engraved face, which in the case of Mirasiviene entailed 57 more scans with an average of 300.000 vertices each (Table 2 and Plate 5). The processing of laser scanning products is very time-consuming and requires adequate hardware. The initial processing entails importing the raw data from the laser scanner as point clouds (.cdm) and their conversion into unstructured meshes (.obj) that are edited and cleaned. The next step includes the alignment or merging of the individual scans in order to obtain a complete mesh that is them remeshed into more simplified meshes that complete the 3D model. As indicated above, this task can be undertaken with MeshLab, an open-source, comprehensive and user friendly software. Table 2 specifies the summed size of every scan taken to build a middle resolution 3D model of the stela of Mirasiviene, whose final size

STELA OF MIRASIVIENE

NUMBER OF CAPTURES

RESOLUTION

SIZE OF CAPTURE FILES TOTAL SUM

RESULTING FILE TOTAL SIZE

RTI (1 PTM)

90

21 Megapixels

2.2 GB (.jpg & .cr2)

0.09 GB

3D LS

94

Medium Lens Fine mode

2.9 GB (.cdm & .obj)

1 .8-2 GB

3D LS

57+39

Tele + Medium Lenses Fine mode

4.4 GB (.cdm & .obj)

2.8-3 GB

Table 2. Table that summarizes information about the files (i.e. number, size) involved in the operations of image and scan capture and PTM and scan processing.

13 The resulting RTI files will be incorporated into an RTI digital infrastructure funded by JISC and the AHRC (see note 2).

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Plate 5. Stela of Mirasiviene (Lora del Río, Sevilla): (A) Partial view of the 3D high resolution model of the stela (Poisson mesh); (B) Sample area corresponding to the square indicated in (A) that displays the point cloud in which the Poisson mesh is based.

before simplification reaches 2GB. When merging the high resolution scans from the front face of the stela with the middle resolution scans form the other three faces, the total sum surpasses 4GB, while the resulting 3D model, before simplification into a Poisson mesh, for instance, weights almost 3GB. 3.3. PRELIMINARY RESULTS RTI has provided us with outstanding results that will be soon detailed in forthcoming publications. Nonetheless, we can already mention some preliminary results that give us an idea of the potential of this technology for the study of decorated stelae and, more generally, for the recording and interpretation of engraved rock art. By using PTM, RTI affords robust primary data that are empirically based on the reflectance properties of object surfaces. This establishes a neat difference between RTI products and the use of photographs with conventional texture maps that are applied contrast enhancement filters provided by common graphics editing programs (i.e. Adobe Photoshop). Furthermore, RTI enables the interactive visualization of surface details and the application of various transformations or ‘rendering modes’ that provide enhanced visualizations of the micro-topography of engraved rocks. By producing this versatile and rich matrix of information, RTI greatly facilitates our interpretation of the cues offered by the rock’s surface, for its

current relief may be the product of natural processes, in which weathering should be considered, and/ or the result of various human interventions, intentional or unintentional, that may have been involved in the shaping of its present form. The application of RTI to our case studies has provided us with relevant information on two main questions. On the one hand, it has aided us in the clarification of aspects that remained unclear or debated in the stelae of Setefilla and Almadén de la Plata 2. On the other hand, it has produced relevant information about the technological dimension of stelae production. In the case of Setefilla (Plate 2) the application of enhancement filters has rendered images that facilitate the interpretation of, among others, the anthropomorphic figure represented in its upper part and the elements associated to it. As it has been previously noted, the stela of Setefilla has been studied in detail at least twice, and the interpretations of its engraved motifs have diverged greatly (Almagro Basch, 1974; Celestino Pérez, 2001). The RTI image that we include here only provides a small fraction of the information delivered by its RTI file. Still, it offers some valuable visual cues that demonstrate the potential of RTI to assess previous renderings and advance the interpretation of these engravings. Among others, this particular RTI capture of Setefilla suggests that the reproduction of Almagro Basch (Plate 2: B) seems to be the most faithful. It also indicates the existence of two aspects that had gone

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previously unnoticed and which seem to be confirmed through the further visualization of its RTI file. On the one hand, there is a connection between the engraved line that delineates the interior of what has been interpreted as a ‘helmet’ and the horizontal line that crosses the neck of the anthropomorphic figure, completing the depiction of a triangular figure, possible ‘helmet’, that encloses the head. On the other hand, there is a small round cupule under the right arm of the human figure, a motif that acquires relevance when considered in relation to comparable cupules documented in other stelae of the Guadalquivir valley such as Écija 1, Ategua and Mirasiviene (Plate 6, Almagro Basch, 1974; Díaz-Guardamino, 2010: Figure 200). Regarding Almadén de la Plata 2 (García Sanjuán et al., 2006), one of the areas whose interpretation remained unclear in its initial study is located in the centre, underneath the arms of both anthropomorphic figures. RTI provides a clearer and more detailed graphic rendering than previous regular photographs (Plates 3 and 4). Additionally, it seems to become clear that the existing ‘cupmark’ on the right arm of the ‘warrior’ could be the result of intentional engraving, possibly the representation of a bracelet bearing resemblance to the one figured on the stela of Ategua (Almagro Basch, 1974). Overall, if we compare the result provided by existing high-quality studio photographs (see half-title page) with the results offered by RTI as seen in Plates 3 and 4, the added information provided by RTI becomes noticeable. RTI has also provided us with relevant information about the practices involved in the production of decorated stelae. In the case of Mirasiviene, for instance, different rendering modes with equal (Plate 6) or variable light directions (Plate 7) afford detailed reproductions of the micro-topography that enable the identification of differentiated traces that, most probably, were the product of varied engraving techniques. This level of detail can also be grasped in the stela of Montoro (Plate 1). The RTI files of Almadén and Setefilla deliver less detail but still enough information to offer a general characterization of the engraving techniques employed in their manufacture. As Plates 2 and 4 show, the motifs of Setefilla are composed of wide lines made through shallow pecking, while the engravings of Almadén de la Plata 2 seem to have been made with a combination of pecking, incision and abrading. The information provided

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by the multiple renderings produced through the RTI viewer can be used to create interpretative reproductions (line drawings) through their use as layers within vector graphics software (i.e. Corel Draw) (Figure 1). This process is time consuming and entails a degree of subjectivity, aspects that may be overcome in the near future by a new open source tool that is currently being developed by CHI named CARE, which will enable the production of scientific illustrations through algorithmic rendering (Mudge et al., 2012). RTI produces very rich information about very subtle details of the surface, added to texture and colour, but it does not provide us with 3D geometry. Here is where 3D laser scanning is incomparable, especially when our recording needs to reach sub-millimetric accuracy. We have applied both, high and middle resolution 3D laser scanning, to test the capabilities of this technology in the recording of LBA stelae. If we compare the resulting 3D models of the stela of Mirasiviene, it becomes clear that we need higher resolutions to be able to record rock engravings properly (Plate 8). High resolution scanning (Plate 8: (A)) produces very accurate models that fulfil very well our needs for the recording of 3D geometry accurately. Furthermore, 3D models can be manipulated in many different ways for different purposes beyond providing accurate renderings. They enable taking measurements and drawing sections, which may be necessary to assess the engraving techniques employed in the manufacture of stelae. Nevertheless, one of the main drawbacks of 3D models is that the textures and colours they may be given are not as versatile and empirically robust in terms of the reflectance properties of the surface as the renderings offered by RTI. This is one of the reasons why, at times, the interpretation of engraved rock art through 3D models is severely limited.

4. RTI AND 3D LASER SCANNING: POTENTIAL AND LIMITATIONS FOR THE STUDY OF ROCK ART 3D laser scanning is, in terms of accuracy, the ideal method to record the 3D geometry of engraved rock art. Nonetheless, as it has been put forward previously, its applicability is severely restricted due to the high economic cost it entails and also to the time needed for post-processing. 3D models also pose

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Figure 1

Plate 6

Plate 7

Plate 8

Figure 1. Detail of the interpretative schematic drawing of the stela of Mirasiviene (Lora del Río, Sevilla, Spain), in which varied aspects involved in its production and subsequent life-history are differentiated. Plate 6. Detail of the stela of Mirasiviene (Lora del Río, Sevilla, Spain): (A) Default image, without mathematical enhancement; (B) Image with Diffuse Gain enhancement; (C) Image with Specular enhancement. All images have identical light directions and intensities. Plate 7. Detail of the stela of Mirasiviene (Lora del Río, Sevilla, Spain): (A and B) Images with Specular enhancement and different light directions; (C and D) Images with Diffuse Gain enhancement and different light directions. Plate 8. Detail of the high-resolution (left) and medium-resolution (right) 3D models of the stela of Mirasiviene (Lora del Río, Sevilla, Spain).

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important limitations for the interpretation of engraved rock art as well as for the transferability of the resulting renderings. RTI provides an affordable opportunity to overcome some of the limitations posed by 3D models, for it affords an inexpensive, flexible and robust complement for exploring and interpreting the surfaces of decorated stelae or rock art panels. Its main drawback is, nevertheless, its inability to provide 3D geometry. These two methods should not be viewed as alternatives, for they provide different products that complement each other perfectly (Earl et al., 2010b). Researchers are already exploring varied alternatives for combining RTI with 3D technologies14. The ideal would be to get at 3D models with sub-millimetric accuracy that can be ‘textured’ with PTMs and manipulated in the same way as 3D models and PTMs are (Mudge et al., 2006, 2012). Recent research by Lindsay MacDonald has demonstrated how high quality 3D data can be derived from the same sets of images used for RTI using, in this case, photometric stereo methods (MacDonald, 2011). In the meantime, the application of RTI would bring several advantages to stelae and, more generally, to rock art research. It is a cheap and easy-to-implement technique. It provides better documentation than standard recording methods and it facilitates its dissemination among researchers and the general public, as it is based on freeware. Ultimately, RTI affords robust primary data and the tools to enhance its interpretation, promoting the exploration of innovative questions, such as the technology of engraved rock art, which may have far-reaching effects on the theory and practice of future rock art research.

ACKNOWLEDGEMENTS The authors would like to thank Dr. Graeme Earl, Dr. Miguel Ángel Rogerio Candelera and two anonymous reviewers for their valuable comments on the manuscript. MDG would like to thank James Miles and Hembo Pagi, researchers of the ACRG at the University of Southampton, for their invaluable

training on 3D Laser Scanning and RTI. Also, many thanks to Victor Rodríguez Zamora, Master student of Archaeology at the University of Sevilla, for his help in the capturing of the PTMs of the stelae of Setefilla and Almadén de la Plata 2, in the Archaeological Museum of Sevilla. We are also indebted to D. Eugenio and D. Pedro Antonio González Sanz, owners of the Cortijo of Mirasiviene, D. Pepe and D. Manuel, workers at the cortijo, D. José Romero Pérez, councillor of the Municipality of Montoro, D. José Ortiz García, director of the Archaeological Museum of Montoro, Dña. Concepción San Martín and D. Pablo Quesada, director and curator, respectively, of the Archaeological Museum of Sevilla, for their valued support while undertaking our image capturing sessions in the Cortijo de Mirasiviene and the archaeological museums of Montoro and Sevilla. This research has benefited from the financial support of a postdoctoral fellowship granted to MDG by the Spanish Ministry of Education (Programa Nacional de Movilidad de Recursos Humanos del Plan Nacional de I-D+i 2008-2011). Finally, we would like to thank Dr. Leonardo García Sanjuán for inviting us to participate in the study of the stela of Mirasiviene and its context, the case that set in motion this research.

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CRÓNICA MEMORIA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2012 María del Carmen Andújar Gallego Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera [mariac.andujar@juntadeandalucia.es]

La presente Memoria da cuenta de las actuaciones desarrolladas en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (en lo sucesivo CADA) durante el año 2012.

DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA

la Historia, la Arqueología, la Literatura, la Sociología, la Antropología o la Arquitectura para reflexionar y debatir los siguientes aspectos del uso del espacio por parte de niños y niñas: • El uso del espacio dentro de las casas, con sus reglas y sus procesos de organización y negociación; los espacios utilizados exclusivamente por niños; los lugares para el aprendizaje y/o el juego; los lugares compartidos con otros grupos de edad. • Individuos infantiles y espacios funerarios. • Lugares y condiciones de trabajo de la infancia.

1. PROGRAMA INSTITUCIONAL 1.1. COLABORACIÓN EN LA ORGANIZACIÓN DEL VI CONGRESO INTERNACIONAL DE LA SOCIETY FOR THE STUDY OF CHILDHOOD IN THE PAST. El CADA colaboró con la Universidad de Granada en la preparación del VI Congreso Internacional de la Society for the Study of Childhood in the Past (en adelante SSCIP) bajo la temática Children and their living spaces. Sharing spaces, sharing experiences. Celebrado en la Fundación Euroárabe de Altos Estudios (Granada - España) del 19 al 21 de octubre de 2012, el congreso de la SSCIP, como en ocasiones previas, pretendió ampliar el conocimiento y generar nuevas perspectivas sobre lo que sabemos de niños y niñas en las sociedades del pasado, impulsando nuevas vías de investigación para el futuro. En esta edición (Lám. 1), el objetivo fue reunir a investigadores e investigadoras pertenecientes a un amplio rango de disciplinas académicas que incluían

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• Cómo podemos hacer visibles a niños y niñas en el registro arqueológico, en los textos o en la arquitectura. • El lugar de los niños y niñas en los museos.

2. PROGRAMA PATRIMONIAL 2.1. LÍNEA DE DEFINICIÓN 2.1.1. Inscripción de la candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera en la Lista Indicativa de Patrimonio Mundial El 27 de enero del año 2012 se incluyó en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial la candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera con el número de referencia 5668 (http://whc.unesco.org/en/tentativelists/5668/). Se trata de un paso más, indispensable para formar parte de los bienes Patrimonio Mundial, en un proceso que se inició hace ya dos años.

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04 MENGA

Lám. 1. Asistentes al VI Congreso Internacional de la Society for the Study of Childhood in the Past (Granada, del 19 al 21 de octubre de 2012).

Siguiendo las indicaciones de la Convención de París, el primer paso que debe llevar a cabo un país miembro es la realización de un inventario de los bienes susceptibles de ser declarados Patrimonio Mundial en un futuro. Este inventario, denominado Lista Indicativa, es de suma importancia ya que si un bien no figura en él al menos con un año de antelación, el país no podrá elevar al Comité de Patrimonio Mundial su propuesta de candidatura. Además, las Listas Indicativas de todos los Estados Parte son una herramienta de planificación ya que ayudan a prever el futuro de la Lista de Patrimonio Mundial y a conseguir que ésta sea más representativa y equilibrada.

El expediente del Sitio de los Dólmenes de Antequera aspira a llegar a la lista de la Unesco en la categoría de Bien Cultural con una importante relación con el paisaje. Es por ello que incluye no sólo a los dólmenes de Menga y Viera y el tholos de El Romeral sino, también, al Paraje Natural del Torcal y La Peña de los Enamorados. Y es que las relaciones que se establecen entre los elementos del patrimonio cultural y su marco natural contribuyen al entendimiento de los procesos de equilibrio e interdependencia cultural y naturaleza alcanzados de forma excepcional durante la Prehistoria.

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El conjunto que conforman los monumentos de Menga, Viera y El Romeral es un ejemplo destacado de la arquitectura megalítica y se encuentran entre los más reconocidos y citados del mundo. Los dos primeros son Monumentos Nacionales desde 18861 y 19232 respectivamente. El Romeral fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 19313. Recientemente, mediante el Decreto 25/2009, de 27 de enero, el ámbito arqueológico de los Dólmenes de Antequera se inscribió en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Arqueológica. La formación natural de El Torcal de Antequera debe su nombre a las dolinas o torcas, unas curiosas formaciones en forma de depresiones circulares. Sus cuevas y simas, como las de El Toro y Marinaleda I, albergan evidencias de la presencia del ser humano desde el Neolítico. El Torcal es señalado como Sitio Natural en 1929, describiéndose como “paraje de excepcional belleza”, siendo declarado Paraje Natural4 en 1989 junto a otros espacios inventariados. En este espacio kárstico se encuentra El Tornillo, una formación geológica que por su singularidad, rareza y belleza y por la importancia de sus valores científicos y paisajísticos reúne un interés especial, lo que le ha hecho merecer ser objeto de una protección especial: es declarado Monumento Natural de carácter geológico en 20015. Por su parte, el yacimiento arqueológico de La Peña de los Enamorados se inscribió el pasado año 2011 en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural con la tipología de Zona Arqueológica6. La propuesta de inclusión en la lista representativa del Patrimonio Mundial plantea una amplia zona que

incluye el bien propuesto, los tres sitios de monumentos megalíticos que forman parte del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera, y una zona de amortiguación compuesta por conos visuales que los conectan con los monumentos naturales antes mencionados. Para obtener más información sobre el procedimiento recomendamos la consulta del artículo de Margarita Sánchez Romero (2012). 2.1.2. Declaración de los Abrigos de Peñas de Cabrera y el dolmen de Tajillo del Moro como Bien de Interés Cultural con la tipología de Zona Arqueológica El Decreto 530/2012, de 4 de diciembre, delimita e inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la tipología de Zona Arqueológica, el Bien de Interés Cultural denominado Abrigos de Peñas de Cabrera y Dolmen del Tajillo del Moro (Casabermeja - Málaga)7. Los dólmenes de Antequera tienen una especial relación territorial y cultural con el Enclave Arqueológico de Peñas de Cabrera. Es por ello que desde aquí se ofrecen visitas guiadas especiales además de haberse editado una guía de este conjunto rupestre. Comprometidos con la necesidad de transmitir a la sociedad el conocimiento generado a partir de la investigación, el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera pone en marcha en enero de 2008 el programa “Viaje a la Prehistoria”. Se trata de una visita guiada por los lugares y paisajes prehistóricos de las Tierras de Antequera, en concreto al Enclave Arqueológico de Peñas de Cabrera; un conjunto de abrigos rocosos con manifestaciones

1 Real Orden de 1 de junio de 1886. Información extraída del Acuerdo capitular del Ayuntamiento de Antequera de 19 de febrero de 1887. 2 Real Orden de 12 de julio de 1923 por la que se declaran Monumentos Nacionales los dólmenes de Menga y Viera, publicado en la Gaceta de Madrid del día 26 de julio de 1923. 3. Decreto de 3 de junio de 1931 declarando Monumento Histórico Artístico el tholos de El Romeral. Publicado en La Gaceta de Madrid de 4 de junio de 1931, nº 155, p. 1183. 4 En virtud del art. 6 de la Ley 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, y se establecen medidas adicionales para su protección, publicado en BOJA núm. 60 de 27/7/1989. 5 En virtud del art. 1.1.a del Decreto 226/2001, de 2 de octubre, por el que se declaran determinados Monumentos Naturales de Andalucía. 6 Decreto 245/2011, de 12 de julio. BOJA núm. 150 de 02/08/2011. 7 BOJA núm. 246 de 18/12/2012.

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MEMORIA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2012

rupestres, tanto pinturas como grabados (Lám. 2). Siempre previa reserva, las personas participantes (tanto adultos como público infantil) conocen in situ los abrigos mejor conservados, más interesantes y accesibles, recibiendo en este lugar una explicación de las representaciones rupestres esquemáticas en general y de las descubiertas en este enclave en particular. Se comentan los motivos de cada abrigo y las diferentes interpretaciones propuestas. En ésta misma línea, dos años después, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía edita a través del CADA, la publicación Peñas de Cabrera: Guía del enclave arqueológico, obra de Rafael Maura Mijares y descargable en la Web del Portal de Museos de Andalucía8. Aunque la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español ya reconoce en su articulado que

los lugares con manifestaciones rupestres tienen la consideración de Bienes de Interés Cultural, el expediente para la inscripción y delimitación de los abrigos de Peñas de Cabrera fue incoado en diciembre de 2011. Justo un año después han sido finalmente inscritos y delimitados en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con la más alta categoría, Bien de Interés Cultural, una singular protección y tutela respecto al resto de los bienes de catalogación general. 2.2. LÍNEA DE INCREMENTO En cuanto a los bienes muebles e íntimamente relacionado con Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía, se han incorporado a la biblioteca del CADA 103 publicaciones en concepto de intercambio científico, que se suman a las 178 del año anterior, todas centradas en temáticas de Arqueología en general y Prehistoria en particular. El intercambio científico se comenzó en febrero del año 2011 y su principal objetivo es la divulgación nacional e internacional de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía, así como el mantenimiento de una comunicación fluida con instituciones de referencia, ampliando las perspectivas de gestión al conocer nuevos enfoques de tutela del patrimonio prehistórico. Hoy, tras cerca de dos años de andadura, hemos cerrado 2012 intercambiando activamente con 34 instituciones, de las que 10 son andaluzas, 18 del resto de España y 6 extranjeras. 2.3. LÍNEA DE DOCUMENTACIÓN 2.3.1. Gestión de los fondos bibliográfico, documental y gráfico

Lám. 2. Figura antropomorfa pintada en el interior de la visera que cubre el abrigo nº 20. Zona Arqueológica Peñas de Cabrera. Fotografía de Javier Pérez González

Durante la anualidad de 2012 se han mejorado los procesos de gestión de la documentación producida por el CADA así como de sus fondos gráficos y bibliográficos para su control y posterior servicio entendiendo que, tal como se indica en el Plan Director, el objetivo principal es contar con unos fondos bien descritos y conservados que puedan ser fácilmente consultados y reproducidos tanto a nivel interno como externo.

8 http://goo.gl/vV1oLt

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MARÍA DEL CARMEN ANDÚJAR GALLEGO

El fondo bibliográfico tiene como ámbitos temáticos aquellos que definen al propio CADA como institución (es decir, las Tierras de Antequera, el Megalitismo y la Prehistoria de Andalucía) y cuenta con 749 monografías y libros y 80 títulos de publicaciones periódicas, éstas últimas con más de 500 ejemplares. El centro de documentación cuenta ya con un importante fondo documental y gráfico, en diferentes formatos, incluyendo planos y producciones audiovisuales, procedente de los diversos proyectos de investigación, intervención y de las actividades de difusión del CADA. Aunque desde el año 2008 se viene trabajando en su inventario y descripción, la ingente cantidad y diversidad de la documentación generada ha hecho necesaria la reorganización, normalizando e identificando los procesos y departamentos productores, con el fin de generar una base de datos que facilite el trabajo de la propia gestión del CADA.

Este proyecto, que constituye una de las dos líneas de investigación del Plan Director del CADA, se encuentra bajo la dirección de Leonardo García Sanjuán, profesor titular de Prehistoria del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. Su objetivo principal es el conocimiento de los patrones de asentamiento de las sociedades del territorio de Tierras de Antequera durante la Prehistoria Reciente y su relación con la construcción y uso de los enterramientos megalíticos que conforman el CADA, desarrollándose en tres líneas de investigación:

Además, esta institución cuenta con copia de documentación histórica de fondos externos, recopiladas en el proyecto de la Compilación Bibliográfica y Documental y que han sido cedidas por diferentes instituciones culturales.

1. Prospección sistemática, análisis del territorio y geoarqueología. Coordinación a cargo de Leonardo García Sanjuán, de David Wheatley, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Southampton y de José Antonio Lozano Rodríguez, investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC-Universidad de Granada) (Lám. 3).

En enero del año 2012 las instalaciones en las que se ubica la sede administrativa han sido sustituidas por otras más amplias y adecuadas, por lo que tanto la biblioteca como el archivo han sido emplazados en este nuevo espacio.

2. Análisis de las grafías rupestres y megalíticas. Coordinación a cargo de Rodrigo de Balbín Behrmann y de Primitiva Bueno Ramírez, ambos catedráticos de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares.

2.4. LÍNEA DE INVESTIGACIÓN

3. Estudios y análisis de los materiales procedentes de intervenciones realizadas en los megalitos antequeranos y sitios prehistóricos asociados. Coordinación a cargo de Gonzalo Aranda Jiménez, profesor titular de Prehistoria de la Universidad de Granada.

2.4.1. Proyecto General de Investigación Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria Reciente de Antequera El artículo 79 de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía insta a los Conjuntos Arqueológicos a desarrollar, entre otros, programas de investigación de los bienes tutelados. En su cumplimiento, el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera propicia la ejecución de diferentes proyectos de investigación, ya sean promovidos directamente ó apoyando los de origen externo que cuenten con una valoración favorable por parte de la institución. Tal es el caso del Proyecto General de Investigación Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria Reciente de Antequera aprobado por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de

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Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía para el período 2013-2018 por resolución de fecha 18 de abril de 2012.

Se trata de una actuación conveniente para profundizar en el conocimiento de las sociedades prehistóricas que se asentaron en la región de Tierras de Antequera y, sobre todo, una oportunidad para cualificar y procesar la información arqueológica que en los últimos años ha ofrecido esa zona. Todo ello contribuirá tanto a construir el marco de interpretación científica de los grandes megalitos antequeranos, así como a mejorar la tutela del Patrimonio Arqueológico prehistórico en ese ámbito, ya que a partir de sus resultados podrán replantearse nuevas estrategias de cara a su gestión.

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Por tanto, el proyecto Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria Reciente de Antequera persigue un doble objetivo: el primero orientado hacia el enriquecimiento científico en sentido estricto y el segundo dirigido hacia la socialización de los conocimientos adquiridos. 2.4.2. Estudio de los restos faunísticos recuperados en la parte superior del relleno del pozo de Menga. Aparecidos durante la intervención arqueológica de 2005 ejecutada bajo la dirección de Verónica Navarrete Pendón y Luis Efrén Rodríguez Fernández, los análisis han determinado la presencia de bóvido doméstico y perro, con una cronología radiocarbónica de época moderna, según el estudio publicado por José Antonio Riquelme Cantal (2012). 2.4.3. Levantamiento tridimensional por combinación de escaneo láser y fotogrametría digital del tholos de El Romeral En julio del año 2012 fue entregado a la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte de Málaga, el proyecto “Levantamiento tridimensional por combinación de escaneo láser y fotogrametría digital del tholos de El Romeral” cuyos trabajos fueron ejecutados por un equipo de Dryas, en virtud de un contrato realizado por la UTE Antequera encargada de los trabajos de la obra LAV Antequera – Granada Tramo Nudo de Bobadilla-Antequera, cuyo promotor es el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF). Este proyecto ha combinado la utilización de un registro sistemático mediante el GPS, escaneo láser y fotogrametría digital, en el interior y en el exterior de El Romeral, con el objetivo de obtener plantas y secciones de su arquitectura, así como un modelo tridimensional en nube de puntos. Esta nube de puntos, georreferenciada en coordenadas UTM, constituye por sí misma un documento de enorme potencial de análisis y divulgación.

Lám. 3. Prospección geofísica realizada en septiembre de 2013 en La Peña de los Enamorados (Antequera, Málaga).

a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, desde su construcción en el Neolítico hasta nuestros días. Sin embargo, Menga en la actualidad presenta diversas afecciones debido, principalmente, a persistentes problemas de infiltraciones, que afectan a la materialidad del bien y que es preciso corregir. Éste fue el motivo por el que se redactó el Proyecto de Consolidación y Puesta en Valor del Dolmen de Menga, autorizado en 2011 y aplazado por cuestiones presupuestarias. Los autores son los arquitectos José Ramón Menéndez de Luarca Navía Osorio y Pau Soler Serratosa, y el arqueólogo José Antonio Linares Catela. Durante la anualidad 2012, personal técnico del CADA han redactado un informe que pone de manifiesto estas cuestiones, señalando la necesidad de acometer, a la mayor brevedad posible, este proyecto. Así mismo se ha mantenido la toma de datos relativos a temperatura y humedad mediante estaciones medidoras instaladas en cada uno de los megalitos, iniciada en 2009.

2.5. LÍNEA DE CONSERVACIÓN

3. PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 2.5.1. Proyecto de consolidación y puesta en valor del dolmen de Menga El dolmen de Menga es una valiosa muestra del megalitismo europeo, un monumento de gran riqueza por la diversidad de valores que han convergido en él

En el año 2012 aún se encuentra en marcha la redacción del proyecto de adecuación del edificio sede mediante el Proyecto Básico y de Ejecución de Reforma y Adaptación del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera.

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En el mes de mayo de 2011 fue adjudicado definitivamente, tras la celebración del debido concurso, al equipo Arquitectura Campos Alcaide S.L.P. el contrato de servicio denominado Redacción de Proyecto y Dirección Facultativa de Obras para la Adecuación de Inmueble para Centro de la Prehistoria de Andalucía en Antequera, Málaga (publicado en BOJA núm. 125, de 28 de junio de 2011). El programa arquitectónico tiene un carácter transversal que hace que esté vinculado a los demás programas del Plan Director pero especialmente al programa de Musealización y Exposición Permanente.

4. PROGRAMA DE MUSEALIZACIÓN Y EXPOSICIÓN PERMANENTE 4.1. LÍNEA DE MUSEALIZACIÓN 4.1.1. Proyecto básico de señalización del patrimonio natural y cultural de Antequera Se trata de una iniciativa del CADA en respuesta a una necesidad ampliamente manifestada por sus usuarios (el 67% del total de reclamaciones recibidas en el periodo 2004-2011). Un proyecto redactado por el personal técnico del CADA que afecta a vías de titularidad estatal, autonómica y local y con el que se pretende garantizar el fácil acceso a las instalaciones desde cualquier punto de origen. Posteriormente, y ante la voluntad de hacer más accesible la riqueza patrimonial de Antequera por parte del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía, se acuerda realizar un nuevo proyecto más completo para la correcta y suficiente señalización de tres aspectos fundamentales de ese patrimonio, dos de carácter cultural, el Conjunto Histórico y la Zona Arqueológica de los dólmenes y otro de carácter natural, el Paraje Natural de El Torcal, una vez se incluya Antequera en el Catálogo de destinos SISTO (Sistema de Señalización Turística Homologada de la Red de Carreteras del Estado). El objeto del proyecto es informar de la existencia de dichos recursos, incrementando así el número de visitantes potenciales, lo que favorecería a una de las industrias más importantes de la Comunidad Autónoma, el turismo, inmerso desde hace tiempo en un proceso de diversificación y ampliación de la oferta.

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Una vez captada la atención del visitante es preciso dirigirlo para que acceda fácilmente a los recursos, mejorando así la calidad de la experiencia patrimonial y el grado de satisfacción. 4.2. LÍNEA DE EXPOSICIÓN PERMANENTE En el año 2009 fue entregado el Programa museológico de la Exposición Permanente “Antequera Milenaria” en la sede del CADA con el propósito de: • Definir el carácter de la exposición permanente que musealiza los contenidos. • Integrarla dentro del programa de usos del edificio sede y sus recorridos. • Dar las claves patrimoniales para el planteamiento de una propuesta museográfica a partir de la definición de unas áreas y módulos temáticos. • Aportar los materiales y bibliografía de referencia para su desarrollo. • Sugerir los recursos museográficos de interés de acuerdo a unas recomendaciones de diseño. • Garantizar la adecuación entre los espacios, contenidos y sistemas expositivos. Se trata de la primera vez que un documento, manifiestamente técnico, aborda la cuestión en toda su complejidad y amplitud, demostrando la viabilidad de dicha exposición y organizando los posibles contenidos y objetos a musealizar en un edificio existente. Está previsto que este discurso incorpore una serie de materiales arqueológicos procedentes de la región de Tierras de Antequera, que formarán la colección fundacional, con el fin de mostrarlos en la exposición permanente del mismo e, igual e independientemente de este objetivo, servir como material de investigación en el ámbito del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. En reunión mantenida en Antequera el día 16 de abril de 2012 conjuntamente entre la Secretaría General de Políticas Culturales, Dirección General de Bienes Culturales, Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera e integrantes del equipo redactor del Documento de Avance del Plan Director del Conjunto Arqueológico se estableció la necesidad de articular los pasos necesarios para crear esta colección fundacional.

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5. PROGRAMA DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN Tal como viene siendo habitual, el programa de difusión y comunicación ha sido el que mayor desarrollo ha tenido. 5.1. USUARIOS En el año 2012 se ha recibido un total de 78760 visitas presenciales, la gran mayoría procedente de Andalucía, seguida por el resto de la Unión Europea (Fig. 1). Al igual que en años anteriores se observa una alta estacionalidad marcada en los meses de primavera (marzo, abril y mayo), en los que se ha recibido más del 40% del total de visitantes del año (Fig. 2). Sin embargo, las usuarias del Conjunto Arqueológico no son únicamente las personas que se trasladan al yacimiento para visitarlo, sino también las que solicitan servicios de documentación y biblioteca así como los que vienen denominándose usuarios virtuales. No podemos obviar que el desarrollo de las nuevas tecnologías de información está provocando un profundo cambio en la comunicación con el público que, aún no habiéndose personado en el yacimiento, se convierte en usuario en cuanto se informa, participa, interactúa y, en ocasiones, difunde los Dólmenes de Antequera a través de medios electrónicos.

En julio del año 2011 se inaugura la sección dedicada al CADA dentro de la web del Portal de Museos de la Consejería de Cultura y Deporte (http://www. museosdeandalucia.es/culturaydeporte/museos/ CADA/). Contiene la información básica para la visita y actividades organizadas así como la descarga de algunas de las publicaciones de esta institución, apostando de esta manera por el acceso abierto al conocimiento, principalmente el generado a partir de presupuestos públicos. En el año 2012 las visitas a nuestra sección han alcanzado la cifra de 2500, aumentado en un 82% con respecto al año anterior. Por otro lado, conscientes del potencial de las redes sociales como medio de comunicación, en noviembre de 2009 nace el perfil de Facebook del CADA como una herramienta más de difusión. En poco más de un año alcanzó el límite de los 5000 amigos (máximo permitido para los perfiles) y, ante la amplia demanda recibida y, con el objetivo de poder aceptar sin límites, en enero de 2011 abrimos nuestra página oficial hoy con más de 2200 seguidores de 20 países diferentes que reciben información puntual de nuestras actividades así como de noticias y eventos relacionados con la Prehistoria en general, y de Andalucía en particular, tanto desde el punto de vista de la investigación como de la tutela ( http://goo.gl/YIDs3m ). Enmarcado también en la línea de comunicación, más de 2000 personas han sido informadas puntualmente de las actividades del CADA.

12.000

Resto de mudo 2.887 (4%)

10.808 11.044

11.345

10.000 Resto de la Unión Europea 21.213 (27%)

8.000 6.924 6.279

6.510

6.000 4.800 4.000

3.781

4.592 3.763

4.639

4.275

2.000

Resto de españoles 12.964 (16%)

Andaluces 41.696 (53%)

0

Fig. 1. Procedencia de los visitantes que acudieron al Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera durante el año 2012.

ENE

FEB

MAR

ABR

MAY

JUN

JUL

AGO

SEP

OCT

NOV

DIC

Fig. 2. Evolución mensual del público recibido en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera durante el año 2012.

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Las personas usuarias de los servicios del CADA han cumplimentado más de un centenar cuestionarios de valoración de la Red de Espacios Culturales de Andalucía durante la anualidad 2012. El análisis de los mismos arroja una valoración global de nuestros servicios de 4,9 sobre una puntuación máxima de 5.

los fenómenos de cambio demográfico, tecnológico, económico, social e ideológico. Para ello presentaron trabajos alrededor de 30 especialistas de diferentes universidades e instituciones, tanto nacionales como extranjeras, dentro de un programa organizado en las siguientes mesas de debate:

5.2. LÍNEA DE ACTIVIDADES

1. Arqueologías de contacto: nuevos modelos explicativos y metodologías. Presidencia: Antonio Gilman (California State University)

A continuación se detallan las actividades llevadas a cabo durante la anualidad 2012: 5.2.1. II Congreso de Prehistoria de Andalucía. Movilida, Contacto y Cambio En febrero se celebró el II Congreso de Prehistoria de Andalucía bajo el título Movilidad, Contacto y Cambio (Lám. 4). Promovidos desde el CADA y organizados por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, los Congresos de Prehistoria de Andalucía persiguen los siguientes objetivos:

2. Circulación, objetos y territorios. Presidencia: Dimas Martin Socas (Universidad de la Laguna). 3. La Cooperación: instrumentos de las políticas culturales. Presidencia: Ana Navarro Ortega (Museo de Almería). 4. Prácticas sociales: emulación, resistencia e hibridación. Presidencia: José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga).

• Crear una plataforma de debate para la transferencia del conocimiento, tanto de los nuevos modelos de gestión como de las últimas investigaciones.

Casi 130 personas, entre asistentes y ponentes, participaron activamente en los debates, conferencias y posters (Lám. 5). Los Congresos de Prehistoria de Andalucía abren a la comunidad científica la posibilidad de participar mediante la organización de una sesión de posters. Con esta sesión se pretende que se den a conocer propuestas específicas que se centren en aspectos tales como la investigación, conservación, difusión y tutela del patrimonio prehistórico y protohistórico, conectados con cuestiones actuales de la ciencia arqueológica.

En su edición de 2012 el CADA le encargó la presidencia del comité científico a Eduardo García Alfonso, Conservador de Museos de la Junta de Andalucía. Celebrado los días 15, 16 y 17 de febrero, debatió el tema de los contactos a corta, media o larga distancia entre sociedades diversas y su repercusión en

En ésta misma línea se enmarca la Medalla Menga instituida en el año 2009. Este galardón se otorga a personas y entidades que hayan destacado en la investigación, conservación, difusión, protección o defensa del Patrimonio Prehistórico de Andalucía. El premio, que no conlleva dotación económica, es,

• Crear un espacio común de reflexión sobre la Prehistoria de Andalucía. • Aunar propuestas de trabajo procedentes tanto de la administración cultural como de la universidad.

Lám. 4. II Congreso de Prehistoria de Andalucía: Movilidad, Contacto y Cambio. Fotografía de Juan Antonio López Moreno.

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Lám. 5. Participantes del II Congreso de Prehistoria de Andalucía: Movilidad, Contacto y Cambio. Fotografía de Juan Antonio López Moreno.

ante todo, un reconocimiento institucional a una trayectoria de compromiso con la ciencia y con la salvaguarda, crecimiento y progreso de la herencia arqueológica colectiva. La Comunidad Autónoma de Andalucía tiene uno de los legados prehistóricos más importantes de Europa, un legado que, además de su dispersión por un territorio muy extenso, está sometido a diversas amenazas. Por ello, la Consejería de Cultura, consciente de que la labor que realizan muchos/as investigadores/as, organismos y entidades ciudadanas es esencial para la salvaguarda de este Patrimonio, desea reconocer públicamente a quiénes, con su dedicación, esfuerzo y talento, han contribuido de manera destacada a su conocimiento y conservación. La concesión de la Medalla de Menga es competencia del Comité Científico que se constituye en cada edición del Congreso de Prehistoria de Andalucía. En su seno se debaten las propuestas de concesión del galardón y los méritos para el mismo. El número de medallas concedidas y la naturaleza de las mismas es decisión de dicho Comité. Igualmente, se puede entregar indistintamente la distinción a título individual o colectivo. En el II Congreso de Prehistoria de Andalucía, Movilidad, Contacto y Cambio, los galardonados de la Medalla de Menga fueron los siguientes: Hermanfrid Schubart, director durante 10 años (1984-1994) de la sección española del Instituto Arqueológico Alemán e investigador con una dilatadísima trayectoria en la investigación de la Prehistoria ibérica y andaluza; Antonio Gilman Guillén, catedrático emérito de la Universidad del Estado de California en Northridge (Estados Unidos de América) que ha dedicado su carrera a investigar e impulsar la Prehistoria española y andaluza; y la Asociación de Amigos de los Íberos de Jaén. Ésta última, nacida en 1997 con el objetivo de conservar y difundir el Patrimonio Arqueológico de época

ibérica de la provincia de Jaén, y que ha tenido como objetivo central movilizar a la ciudadanía para impulsar la creación del Museo de Arte Ibérico en la capital jiennense, con acciones caracterizadas por su civismo y su originalidad (Lám. 6). 5.2.2. Actividades sistemáticas De todas las personas que han acudido al Conjunto Arqueológico en el año 2012 más del 40%,(31.466) han participado en alguna de las actividades sistemáticas que han sido desarrolladas a lo largo del año. Podemos distinguir 3 paquetes de actividades: Visitas Guiadas: Se trata de una oferta permanente que se puede realizar en cualquier momento durante el horario habitual de apertura al público, existiendo tres programas diferentes: • Visitas guiadas: Dirigidas a un público especialmente adulto se trata de la actividad que más éxito tiene, habiendo dado servicio en 2012 a 20.837 personas. • ¿Te gustaría conocer la Prehistoria?: Con un matiz más didáctico están diseñadas para la comunidad escolar e infantil/juvenil. Se han atendido a 6.964 usuarios/as en este año (Lám. 7). • Viaje a la Prehistoria: Visita al Enclave Arqueológico de Peñas de Cabrera (Casabermeja, Málaga). Tal como se ha explicado más arriba (línea de definición), se trata de un importante conjunto de abrigos rocosos con manifestaciones rupestres (pintura y grabado). A pesar de ser un producto muy atractivo tiene poca demanda por lo que sólo han participado 51 personas. Jornadas de Puertas Abiertas: • Día de Andalucía (28 de febrero): Con afán de difundir la importancia del arte megalítico en nues-

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MARÍA DEL CARMEN ANDÚJAR GALLEGO

Lám. 6. Galardonados con la Medalla Menga en el año 2012 junto al Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Directora General de Bienes Culturales, y los/as vocales y presidente del Comité Científico del II Congreso de Prehistoria de Andalucía. De izquierda a derecha: Gonzalo Aranda Jiménez (vocal), Carmen Rueda Galán (vocal), Antonio Morgado Rodríguez (vocal), Margarita Sánchez Romero (Directora General de Bienes Culturales), Ana Delgado Hervás (vocal), Hermanfrid Schubart (galardonado), Leonardo García Sanjuán (vocal), Paulino Plata Cánovas (Consejero de Cultura), Ana Navarro Ortega (vocal), Pilar Palazón (galardonada en nombre de la Asociación de Amigos de los Íberos de Jaén), Francisco Contreras Cortés (vocal del Comité Organizador), Antonio Gilman Guillén (galardonado), Bartolomé Ruiz González (Director del CADA y del Comité Organizador) y Eduardo García Alfonso (presidente del Comité Científico). Fotografía de Juan Antonio López Moreno.

tra comunidad el tema elegido para este día fue “Sitios y Paisajes Megalíticos de Andalucía”, en el que participaron 418 personas. • Día Internacional de los Monumentos y los Sitios (18 de abril): El contenido seleccionado en 2012 fue el Patrimonio Mundial, en relación con la celebración del 40º aniversario de la Convención del Patrimonio Mundial, realizándose visitas guiadas a los tres sepulcros a las que asistieron 648 personas. • Día Internacional del Museo (18 de mayo): Teniendo en cuenta que el día en cuestión fue un lunes, se preparó una actividad especialmente dedicada al público escolar, “Detectives de la Prehistoria”. El número total de visitantes durante el día fue de 298 personas. Celebraciones del Sol: Con esta denominación genérica se designa una actividad que esta institución realiza cuatro veces al año coincidiendo con los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de

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verano e invierno. Es bien conocido que la mayoría de los megalitos de la Península Ibérica se orientan hacia la salida del sol en algún momento del año. El CADA se convierte, en este sentido, en un auténtico muestrario ya que cada uno de los megalitos se encuentra orientado a una dirección diferente: Viera hacia el orto solar de otoño, El Romeral hacia la mitad occidental del horizonte y Menga hacia la majestuosa Peña de los Enamorados. Es por ello que, conscientes de que durante la Prehistoria los ciclos astronómicos marcaban los ritmos de vida, el CADA retoma la importancia del inicio de cada uno de ellos a modo de celebración y abriendo las puertas al público en un horario más temprano de lo habitual (en primavera, otoño y verano; en invierno se observa al mediodía) para que los fenómenos lumínicos que se producen en los monumentos puedan ser observados por el público que lo solicite (aforo limitado por razones de conservación). Así mismo, la jornada se completa con visitas guiadas a los tres sepulcros, haciendo especial hincapié en las características

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particulares de orientación de cada uno de ellos. En el año 2012 cerca de 800 personas han acudido al CADA en los días señalados. Semana de la Prehistoria: Se celebra dos veces al año coincidiendo con los meses de febrero y noviembre y está especialmente diseñada para el público escolar. Consta de tres partes bien diferenciadas: Visita guiada especial “Tras las huellas del pasado”, teatralización “La constructora de El Romeral” y taller de pintura rupestre “Signos, trazos y figuras”. Más de 1.700 niños y niñas disfrutaron de estas actividades durante el año 2012 (Lám. 8).

Lám. 7. La actividad sistemática Te gustaría conocer la Prehistoria comenzando en el Centro de Recepción. Fotografía del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

5.3. LÍNEA DE PUBLICACIONES En enero del año 2012 salió a la luz el Monográfico número 2 de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucia titulado Menga en el siglo XIX. “El más bello y perfecto de los dólmenes conocidos” / Menga in the nineteenth century “The most beautiful and perfect of the known dolmens” 9 (Lám. 9).

6. REFERENCIAS MAURA MIJARES, R. (2011): Arte Prehistórico en las Tierras de Antequera, Sevilla, Junta de Andalucía RIQUELME CANTAL, J. A. (2012): ”Estudio de los restos óseos animales recuperados en la parte superior del relleno del pozo de Menga (Antequera, Málaga) en la intervención arqueológica de 2005”, Menga: Revista de Prehistoria de Andalucía 3, pp. 231-236.

Lám. 8. Celebración de la Semana de la Prehistoria (teatralización “La constructora de El Romeral”) en el segundo recinto, donde se encuentra el tholos. Fotografía de Mª del Carmen Andújar Gallego.

SÁNCHEZ ROMERO, M. (2012): “La inscripción de los Dólmenes de Antequera en la Lista de Patrimonio Mundial de UNESCO”, Menga: Revista de Prehistoria de Andalucía 3, pp. 219-222.

Lám. 9. Portada del Monográfico 2 de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía.

9 Es posible la descarga del pdf en la web del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (http://goo.gl/HjZDkJ ).

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Vista aérea del Recinto 1 con el cerro Marimacho en primer término. Foto: Ikarum. Archivo del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.


CRÓNICA

SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA María del Carmen Moreno Escobar1 y Leonardo García Sanjuán2

Resumen: ARCA (Archivo de Contextos Arqueológicos) es una base de datos en línea creada por el Grupo de Investigación ATLAS (HUM-694) de la Universidad de Sevilla que incluye 2300 registros de yacimientos arqueológicos de las comunidades autónomas de Andalucía y Extremadura. Una parte muy significativa de esta información (casi 1500 registros) corresponde al inventario de yacimientos arqueológicos de Tierras de Antequera (Málaga). Este artículo se divide en dos partes. En la primera se explica la génesis de esta base de datos, los criterios que rigen su estructura, diseño y uso, así como las fuentes de información compiladas para su puesta en funcionamiento. En la segunda se hace una síntesis (en buena medida cartográfica) de los datos disponibles para el estudio del poblamiento en Tierras de Antequera a lo largo de la Prehistoria, la Protohistoria y la Antigüedad.

Palabras clave: Tierras de Antequera, inventario, yacimiento arqueológico, base de datos, modelo de datos, Sistema de Información Geográfica (SIG).

SISTEMATISATION AND COMPUTERISATION OF THE LANDS OF ANTEQUERA INVENTORY OF ARCHAEOLOGICAL SITES: THE ARCA DATA-BASE Abstract: ARCA (Archive of Archaeological Contexts in its Spanish acronym) is an on-line database created by the Research Group ATLAS (HUM-694) of the University of Sevilla (Spain). This database includes 2300 records of archaeological sites located within the autonomous regions of Andalusia and Extremadura. A very significant part of this information (almost 1500 records) corresponds to the Lands of Antequera inventory of archaeological sites. This article is divided in two parts. The first part details the background of this database, the criteria that have been used in its structure and design, as well as the information sources compiled to set it up. The second part presents a (largely cartographic) synthesis of the data available for the study of settlement patterns in the Lands of Antequera throughout Prehistory, Protohistory and Ancient History.

Keywords: Lands of Antequera, Inventory, Archaeological Site, Database, Data Model, Geographic Information System (GIS).

Grupo de Investigación GIEST (HUM-396) Universidad Pablo de Olavide [mcmoresc@upo.es]

1

Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla [lgarcia@us.es]

2

Recibido: 26/06/2013; Aceptado: 02/09/2013

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MARÍA DEL CARMEN MORENO ESCOBAR Y LEONARDO GARCÍA SANJUÁN

1. INTRODUCCIÓN: PRECEDENTES Y CONTEXTO El trabajo de sistematización e informatización del inventario de yacimientos arqueológicos de Tierras de Antequera1 tiene su génesis en el desarrollo de la base de datos relacional Antikaria, resultante de la actuación arqueológica puntual “Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria Reciente de la Depresión de Antequera (Málaga)”, llevada a cabo en 2006 (García Sanjuán y Wheatley, 2009; García Sanjuán et al., 2011). Esta base de datos contenía básicamente los 217 registros contenidos en esa fecha en el PGOU de Antequera así como la información disponible en la literatura arqueológica, y fue objeto de una explotación cartográfica básica mediante SIG. Posteriormente se realizó un amplio trabajo de compilación del inventario de los yacimientos del ámbito geográfico de Tierras de Antequera de cara a su sistematización e inclusión en el Plan Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (en adelante CADA)2. Este segundo inventario, muy ampliado con respecto al incluido en Antikaria, pues contaba con 1493 registros, estaba asimismo plenamente georreferenciado, por lo que era susceptible de manejo mediante SIG. Este inventario fue desarrollado y ampliado posteriormente como parte de un Trabajo de Fin de Máster desarrollado en la Universidad de Southampton (Reino Unido), integrando para ello información procedente de las compilaciones de datos acerca de la Prehistoria, Protohistoria y época romana de Tierras de Antequera previamente realizadas3. Con la aprobación en abril de 2012 por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de

Andalucía del Proyecto General de Investigación “Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga)” se ha dado un nuevo impulso al trabajo de sistematización e informatización del inventario de yacimientos arqueológicos de Tierras de Antequera. Al formar parte de un programa de investigación más amplio4, que abarca otras regiones del suroeste de España, este impulso ha contado con mayores recursos, lo que ha permitido desarrollar una plataforma más robusta y ágil para el manejo del inventario. De hecho, esta plataforma, denominada ARCA (Archivo de Contextos Arqueológicos), integra el inventario de yacimientos de Tierras de Antequera con inventarios de otras regiones del sur y suroeste de España que han sido objeto de investigación por parte del Grupo de Investigación ATLAS (HUM-649) de la Universidad de Sevilla. El diseño y desarrollo de ARCA son asimismo parte de una tesis doctoral5 que analiza de forma comparativa las dinámicas de ocupación en época prerromana y romana tanto en la región de Tierras de Antequera como en Sierra Morena Occidental (Moreno Escobar, 2011a; 2011b; 2012). Estrenada en 2012, ARCA es una base de datos en línea6 que almacena información de más de 2300 yacimientos de las provincias de Sevilla, Huelva, Badajoz y Málaga, incluyendo 1358 yacimientos de Tierras de Antequera, ocupados desde la Prehistoria a época moderna. A continuación se exponen de forma resumida el diseño y estructura de esta base de datos así como sus características actuales en lo que concierne al inventario de yacimientos de Tierras de Antequera.

1 De acuerdo con el Plan Director del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera (CADA), el concepto general de Tierras de Antequera se refiere al marco territorial de estudio de las dinámicas sociales y culturales más inmediatas en las que se insertaron los megalitos antequeranos objeto de tutela por parte de esta institución, abarcando una región de 2640 km2 que incluye los términos municipales de Alameda, Alfarnate, Alfarnatejo, Almargen, Almogía, Antequera, Archidona, Ardales, Campillos, Cañete la Real, Carratraca, Casabermeja, Colmenar, Cuevas Bajas, Cuevas del Becerro, Cuevas de San Marcos, Fuente de Piedra, Humilladero, Mollina, Periana, Sierra de Yeguas, Teba, Valle de Abdalajís, Villanueva de Algaidas, Villanueva de Tapia, Villanueva del Rosario y Villanueva del Trabuco (AAVV, 2011: 119). 2 MENÉNDEZ DE LUARCA NAVIA OSORIO, J. R. (2008): El Paisaje de las Tierras de Antequera. Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera. Antequera. Informe Inédito. 3 MORENO ESCOBAR, M. C. (2009): Settlement Patterns in Ancient Antequera (Malaga, Spain): An Archaeogeographic Approach to the Concept of Romanisation. University of Southampton, Southampton. Trabajo de Fin de Máster Inédito. 4 Proyecto I+D “Análisis Comparativo de las Dinámicas Socioeconómicas de la Prehistoria Reciente en el Centro-Sur de la Península Ibérica (VI-II milenios ANE): El Suroeste” llevado a cabo por la Universidad de Sevilla en el trienio 2010-2012, bajo patrocinio del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España. El desarrollo del software ha corrido cargo de la empresa SIACROS Soluciones Tecnológicas S.L. 5 MORENO ESCOBAR, M. C. (2014): Continuidad y Transformación en la Configuración de los Paisajes Rurales de la Bética Romana. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Tesis Doctoral Inédita. 6 http://institucional.us.es/arca/

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SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA

2. ARCA: DISEÑO Y ESTRUCTURA

pliera una serie de objetivos fundamentales que, de forma resumida8, eran los siguientes:

2.1. CONDICIONANTES DEL DISEÑO El diseño de ARCA ha estado condicionado por varios factores importantes que tienen que ver tanto con la génesis de los propios datos del inventario de yacimientos de las Tierras de Antequera, como de aquellos otros inventarios con los que el mismo se ha integrado (básicamente concernientes a Sierra Morena occidental, bajo valle del Guadalquivir y cuenca media del Guadiana) al objeto de lograr una mayor eficacia de trabajo y amortización del esfuerzo invertido. Los dos problemas principales a resolver han sido, por una parte, la disparidad de los formatos de las fuentes de información a integrar (que incluía ficheros shapefile7, hojas de cálculo MS Excel y tablas de datos en formato MS Access, así como información en documentos de texto simples), y por otra la necesidad de crear un marco de accesibilidad multi-usuario y en línea, de forma que los datos contenidos en un repositorio único pudieran ser consultados y actualizados simultáneamente en tiempo real por varias personas en condiciones de seguridad. La unificación de estas fuentes de datos, que en algunos casos venían siendo mantenidas y manejadas por distintos usuarios del Grupo de Investigación ATLAS desde finales de los años 1980 de forma completamente independiente, ha exigido un proceso de análisis, revisión y adaptación de la información almacenada que, una vez finalizado, ha dado como resultado su unificación en una estructura única de datos. Esta unificación ha de verse dentro del contexto de puesta en valor de una información científica y técnica de calidad cuya vida útil puede (y debe) prolongarse más allá de la duración de los proyectos en el marco de los cuales se generaron o utilizaron y que pueden tener una significativa proyección y explotación ulterior por parte de usuarios/as diversos/as. Sin embargo, la puesta en práctica de esta iniciativa se reveló desde sus momentos iniciales como muy compleja, tanto por la diversidad de fuentes de información como por la necesidad de integrar los datos en una estructura unitaria y bien articulada que cum-

1. Creación de una estructura lógica robusta que permitiera no sólo unificar la información procedente de bases de datos con organizaciones y formatos muy diversos, sino también identificar y generar nuevos vectores de información no considerados anteriormente. 2. Garantía de acceso remoto a la nueva base de datos a todos los/as usuarios/as, permitiendo asimismo la consulta y edición de los registros. 3. Dotación a la nueva base de datos de una articulación y estructuración flexibles, que permitiera la inclusión de nuevos registros y la migración de contenidos desde otras bases de datos. 4. Creación de un sistema de consultas que permitieran poner en relación todos los vectores de información representados en la estructura de datos. Considerando estos condicionantes y necesidades, se optó por dar a ARCA una estructura de sistema de base de datos de tipo relacional, que permitiera crear y ejecutar consultas acerca de todos aquellos vectores de información vinculados entre sí y presentes en la base de datos (Rolland, 1998: 1). En este modelo, una realidad compleja es dividida en partes vinculadas entre sí a través de rasgos o atributos comunes a todas las partes, de forma que la información se halla distribuida en una serie de tablas vinculadas a través de valores identificativos que se repiten a lo largo de éstas (Fig. 1), estableciéndose así relaciones lógicas que permiten de forma muy sencilla: (1) evitar (potencialmente) la duplicación de registros, (2) tener un mayor control sobre la redundancia y la inconsistencia de los datos almacenados, y (3) ahorrar a la vez tiempo y esfuerzo, cuestiones todas ellas de gran importancia en la gestión de bases de datos. Esta base de datos relacional se ha integrado en una aplicación web, con un interfaz de usuario en el que se conjuga un diseño atractivo (atendiendo especialmente al diseño gráfico de la aplicación para evitar en lo posible la fatiga visual) (Fig. 2) y una uti-

7 Shapefile es uno de los formatos de almacenamiento de datos del software de Sistemas de Información Geográfica ArcGIS, desarrollado por la empresa ESRI. 8 Más detalles en Moreno Escobar (2009: 42-49).

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MARÍA DEL CARMEN MORENO ESCOBAR Y LEONARDO GARCÍA SANJUÁN

ID

Nombre

Municipio

Provincia

Periodo

1

Corta del Lago

Minas de Riotinto

Huelva

Edad del Hierro I

1

Corta del Lago

Minas de Riotinto

Huelva

Edad del Hierro II

2

La Alcalaboza

Aroche

Huelva

Alto Imperio romano

3

San Sixto

Encinasola

Huelva

Edad del Hierro II

3

San Sixto

Encinasola

Huelva

República romana

3

San Sixto

Encinasola

Huelva

Alto Imperio romano

ID

Nombre

Municipio

Provincia

ID

Periodo

1

Corta del Lago

Minas de Riotinto

Huelva

1

Edad del Hierro I

2

La Alcalaboza

Aroche

Huelva

1

Edad del Hierro II

3

San Sixto

Encinasola

Huelva

2

Alto Imperio romano

3

Edad del Hierro II

3

República romana

3

Alto Imperio romano

Fig. 1: Ejemplo de distribución de datos siguiendo el modelo relacional. Fuente: Elaboración propia.

lización sencilla e intuitiva (user-friendly) (Fig. 3). Además, dada la existencia de información “sensible” como es la localización espacial precisa de multitud de yacimientos arqueológicos, muchos de ellos sin excavar, se ha optado por proteger el acceso a la base de datos mediante un sistema usuario-contraseña y hacia el interior mediante la creación de tres perfiles de usuario con diferentes privilegios de acceso y edición de los datos. 2.2. MODELO DE DATOS El modelo de datos empleado en ARCA se articula en torno al yacimiento arqueológico como unidad conceptual básica, descrita y definida a través de una serie de entidades y atributos que incluyen la denominación (o denominaciones) a la que responde, su ubicación espacial, los elementos de cultura material hallados en él, sus características formales y la bibliografía y datos científicos asociados, entre muchos otros (Fig. 4). Dada la multitud de entidades y atributos que pueden asociarse a un yacimiento arqueológico, cada uno de ellos resultando en uno o más campos, se optó por organizarlos jerárquica-

mente en secciones, apartados y campos (Tab. 1). Este modelo de datos, que ha sido modificado y complementado a lo largo del proceso de creación de ARCA, recoge categorías de información tales como datos de identificación, de localización espacial y de características locacionales de los yacimientos (Fig. 4), prestando especial atención a las relaciones establecidas entre ellos, y en particular entre las entidades cronología y funcionalidad, que precisan una relación lineal y dependiente que vincule cada tipo de ocupación con el momento temporal en que éste se desarrolla9. Al haber implicado el análisis de la organización de diversas fuentes de información previamente desarrolladas, el proceso de diseño del modelo de datos se constituyó en un excelente medio para la reflexión sobre la estructuración y organización de la propia base de datos ARCA, que de hecho se convierte así en mucho más que la suma de unas partes previamente existentes. Entre las nuevas entidades y atributos que se han introducido, y que no estaban incluidos en las bases de datos originales a partir de las cuales ARCA ha sido desarrollada, destacan las siguientes:

9 La relación lineal entre las entidades cronología y funcionalidad no siempre ha sido reconocida, pues modelos tan consolidados como SIPHA-Arqueos no explicitaban ninguna relación entre ambas entidades, lo que en la práctica equivalía a no poder vincular tipo de ocupación con cronología de ocupación. Este error ha sido posteriormente corregido en MOSAICO (Comunicación personal de Valle Muñoz Cruz, 2012).

220

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SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA

Fig. 2: Pantalla de acceso a la base de datos ARCA. Fuente: www.institucional.us.es/arca

Fig. 3: Área de Gestión de yacimientos de la base de datos ARCA. Fuente: www.institucional.us.es/arca

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MARÍA DEL CARMEN MORENO ESCOBAR Y LEONARDO GARCÍA SANJUÁN

Nombre

Nombre alternativo

ID 1 1 Geología

1

Es indentificado por

1 Uso agrícola

Reconocimiento

M

1

1

1 YACIMIENTO

1

1 M

Información procede de

M

Bibliografía

M

Se localiza mediante

Coordenadas UTM

Cerámica

1 M

1

Se caracteriza por

1

Cronología 1

1 Función

Interpretación Histórica

1

1

Litología

Siglos de ocupación

Tamaño

1

Contexto geoedaf.

1

1

Es descrito por

M

Otros

1

Metal

1

Estructuras

Lítico

Fig. 4. Modelo conceptual simplificado de ARCA: Por motivos de espacio, se han representado algunas de las entidades y atributos presentes en ARCA. Fuente: Elaboración propia.

• Control del origen de los registros, no sólo en el caso los migrados desde recopilaciones preexistentes, sino también de los de nueva creación, con campos relacionados con la bibliografía y la cartografía de la que se ha derivado la información o con comentarios adicionales sobre los distintos segmentos de información. • Control de la calidad de la información a partir de la descripción de las condiciones y circunstancias del descubrimiento o hallazgo y/o conocimiento de cada yacimiento, permitiendo su clasificación por niveles de fiabilidad (e.g. no tiene la misma calidad la información derivada de contextos arqueológicos excavados que la que ha sido derivada de campañas de prospección superficial). • Índices numéricos dedicados a la valoración de la información acerca de la fiabilidad de las adscripciones cronológicas (Tab. 2), de las metodologías de investigación empleadas (Tab. 3)

222

y de la información disponible para cada uno de los yacimientos (resultado de la media aritmética de los anteriores), índices que ya han sido empleados con anterioridad (Moreno Escobar, 2009: 42-49; Garrido González, 2011: 326-327) y que responden a las inquietudes de las denominadas fuzzy databases (Niccolucci et al., 2001). • Formatos nuevos para formalizar las cronologías de ocupación de los yacimientos, por periodo histórico y por siglo, estableciéndose la relación entre las entidades cronología y tipología funcional a partir de la clasificación por periodo histórico, quedando la definición por centurias como un atributo meramente temporal. Además, se ha incluido en ARCA una entidad denominada Dataciones radiocarbónicas, que busca recopilar información acerca de la realización de este tipo de análisis y sus características y resultados en relación a cada uno de los yacimientos incluidos en ARCA.

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SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA

Sección Información Acceso

Apartado

Campos

Identificación

Nombre, Provincia, Municipio, Código SIPHA/Arqueos, PGOU, Base de datos de origen, Código de identificación previo, Otras denominaciones

Intervención

Actividad, Tipo de intervención, Año, Responsables, Proyecto, Descripción

-

Acceso, Propietario, Tipo de propiedad

Descripción

-

General, Superficie, Observaciones, Conservación, Observaciones conservación, ¿Fortificado? (S/N), ¿Foso? (S/N), Nº contenedores funerarios, Tipo de contenedores funerarios, Reconocimiento, Baremo cronología, Baremo reconocimiento, Valoración final, Descripción valoración final, Fecha de visita, Pendiente, Visibilidad al norte, Visibilidad al oeste, Visibilidad al sur, Visibilidad al este, Descripción y valoración de la visibilidad.

Registro arqueológico

-

Cerámica (artefactos), Hueso, Lítico, Metal, Estructuras y materiales constructivos, Otros, Dispersión de materiales

Medio ambiente

Geología, Observaciones geología, Vegetación, Observaciones vegetación, Usos de suelo, Observaciones usos de suelo,

Medio ambiente

Río Bibliografía

UTM

Localización espacial

Coordenadas geográficas Mapa Cronología

Cronología y tipología

Material generado

Dataciones radio-carbónicas

Nombre, Distancia, Orientación Tipo de obra, Título, Autor /autores, Revista / Obra colectiva, Año, Ciudad, Editor, Páginas de la publicación en que se menciona el yacimiento, Localización, Resumen de la obra, Comentarios, ´Tópico, Área geográfica, Provincia, Periodos históricos que engloba (y/N), Tema. Punto, Descripción, X, Y, Z, Descripción, Observaciones Punto, Longitud, Latitud, Observaciones Denominación, Hoja, Escala. Periodo general, Periodo específico, Función genérica, Función específica, Adscripción cronológica no segura (Y/N), Observaciones. Sí/No, Observaciones

Siglos

Siglo, AC/DC, Observaciones

Gráfica

Tipo, Título, Autor, Fecha de creación, Escala, Localización, Descripción, Observaciones

Imágenes

Título, Localización.

Tab. 1. Distribución de la información atribuida a cada una de las entidades y atributos de los yacimientos arqueológicos en ARCA. Fuente: Elaboración propia.

Valor

Significado

0

Sin mención expresa

1

Prospección extensiva o criterios metodológicos poco claros o definidos

2

Prospección con criterios metodológicos claros o definidos, resultados publicados

3

Excavación o prospección combinada con la aplicación de otras técnicas de investigación no convencionales (muestreos probabilísticos, prospecciones geofísicas…)

4

Combinación de prospecciones y excavaciones que presentan resultados convergentes.

Tab. 2: Valores y significados asociados del campo Baremo cronología. Fuente: Creación propia a partir de Garrido González, 2011: 327.

Valor

Significado

1

Cronologías adscritas sin ningún tipo de argumento

2

Citas genéricas de los materiales recogidos en superficie

3

Citas detalladas y representación gráfica de los diversos tipos cerámicos hallados

4

Información procedente de secuencias excavadas

Tab. 3: Valores y significados asociados del campo Baremo cronología. Fuente: Creación propia a partir de Keay y Earl, 2007.

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• Atributo meramente descriptivo en relación a la entidad Coordenadas UTM, con el objetivo de proporcionar información de las características de los restos cuya localización espacial se está facilitando, en caso de que se trate de los puntos de la delimitación poligonal del yacimiento o de la localización específica de un elemento singular dentro del propio sitio, o de la propia delimitación espacial. Con motivo de la migración de los datos contenidos en las bases de datos originales, se llevaron a cabo una serie de modificaciones formales relacionadas con la atomicidad, la redundancia y la estandarización de esta información, con el objeto de aportar una mayor consistencia a los registros y optimizar la estabilidad de ARCA como diseño de datos: • Atomicidad: Definida como la capacidad de un campo de almacenar uno (y sólo un valor) (Rolland, 1998: 41-42), es una de las condiciones de las bases de datos relacionales. Es decir, si un sitio fue ocupado durante la Edad del Bronce y la época romana, estos periodos deben almacenarse como dos registros diferentes asociados al sitio. Esta condición no era cumplida en algunos campos de las bases de datos y registros usados como fuente para la creación de ARCA, lo que hizo necesarias la revisión y corrección individual de cada uno de estos registros. • Redundancia: Otro de los aspectos clave de las bases de datos relacionales, establece que un mismo valor no debe almacenarse en dos campos diferentes de la base de datos (Rolland, 1998: 72). De nuevo, se detectaron datos redundantes en campos y tablas las bases de datos fuente, lo que hizo necesaria la revisión y corrección individualizada de los registros duplicados. • Estandarización del contenido en relación a (1) los formatos, (2) las unidades de medida y, más importante, (3) las clasificaciones cronológicas y funcionales de los yacimientos. En los dos primeros de casos, y una vez establecidos los estándares de ARCA, se realizaron revisiones y modificaciones registro por registro. Sin embargo, con respecto a la clasificación cronológica, todos los

valores presentes en las bases de datos originales se tabularon y contrastaron con la lista de periodos cronológicos presentes en el Tesauro de Patrimonio Histórico del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (Agudo Torrico et al., 1998), con el objeto de establecer equivalentes entre todas aquellas categorías y hacer posible la estandarización de los registros cronológicos en ARCA. En relación a las categorías tipológicas, se tabularon todos los términos utilizados en las bases de datos originales para establecer equivalencias con una nueva categoría de tipología funcional genérica, almacenando los valores originales en ARCA en el campo Tipología funcional específica (Tab. 4). De este modo, ARCA permite clasificar un sitio de forma genérica como “Asentamiento” y de forma específica como “Villa” o “Almunia”, siguiendo clasificaciones tipológicas más adaptadas a cada contexto histórico. 2.3. INTERFAZ Tras la definición del modelo conceptual de ARCA se procedió a su implementación en un sistema de base de datos relacional MySQL asociado a una aplicación web como interfaz, en un intenso proceso de diálogo entre las partes implicadas en el diseño, dada la particular naturaleza y caracterización del registro arqueológico y su problemático modelado semántico, y por otro lado, la inexperiencia de la empresa responsable10 en este campo de la investigación científica. Esta estructura en MySQL, caracterizada por ser un sistema de gestión de bases de datos de código libre, muy flexible y potente, cuya utilización está muy difundida tanto como gestor de bases de datos como en sitios web dinámicos (Ullman, 2012: xiii-xiv), ha sido complementada con una interfaz atractiva y sencilla que permitiera la creación, edición, eliminación, consulta y exportación de los registros a los/as usuarios/as registrados/as de ARCA. Esta interfaz se diseñó como una aplicación web programada en PHP, y en la que se equilibran tanto cuestiones estéticas como funcionales, dando lugar a una aplicación atractiva pero que minimiza en lo posible la fatiga visual, a través de un empleo reducido de imágenes, el uso alterno de colores de fondo neutros y sombreados, la ausencia de tonos intensos, y una estructuración clara de las diferen-

10 Siacros Tecnología de la Información S.L. (http://www.siacros.com/).

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Función genérica

Función específica Guadiana

Baeturia

Antequera

-

Ritual (arte rupestre)

Arte Rupestre

Asentamiento

Asentamiento, asentamiento (?)

Termas, Villa, Villa?, Villa [pars rustica], Villa [pars urbana], Explotación agraria, Villa?/Necrópolis?, Asentamiento?, Asentamiento [aljibe], Asentamiento [Villa], Asentamiento y alfar

-

-

-

Idem

Funerario (cistas), funerario (cistas) (?), construcciones funerarias

Necrópolis, Necrópolis de cistas, Necrópolis de cuevas artificiales, Necrópolis?

Edificios religiosos

Ritual (estelas)

Ritual

Fortificaciones

Idem

-

Torre, Fortificación

Indeterminada

Idem

-

Idem

-

-

Acueducto, Puente, Hidráulico, Calzada, Pozo

Megalito

Funerario (cista megalítica), funerario (megalítico) (?), funerario (megalítico), ritual (menhir)

Enterramiento megalítico

-

Mina

Idem, Escorial (incluye fundición y/o escorial), Explotación minera, Cantera, Mina

Taller y útiles líticos

Taller lítico, taller lítico (?)

Taller lítico

Zonas de actividad

-

-

Alfar, Alfar?

Zonas de captación

-

-

Zona de captación, Zona de captación de recursos

Otros

-

-

Tesorillo

Arte rupestre

Asentamientos

Asentamiento + Estructuras funerarias Estructuras funerarias Estructuras y edificios religiosos

Infraestructuras

Megalitos

Minería y canteras

Talleres y útiles líticos

Tab. 4: Tabla de equivalencias de las categorías funcionales empleadas en las bases de datos originales y las categorías creadas para el nuevo campo “Función genérica” en ARCA. Fuente: creación propia.

tes áreas y contenidos, todo ello para hacer más sencilla y agradable la experiencia de uso de ARCA (Figs. 2, 3 y 5). Una importante herramienta que hace más amigable y eficaz el interfaz de ARCA es el asistente de búsqueda, consulta y exportación de datos, que permite la transferencia de la información entre distintos soportes (e.g. MS Office, ESRI ArcGIS,

gvSIG…) por parte de los/as usuarios/as (Fig. 6). En este asistente de exportación se observan dos áreas diferenciadas: la superior, en la que se hallan los posibles criterios de búsqueda, y la inferior, donde se pueden seleccionar los vectores de información a exportar en formato MS Excel 2003. Además, se proporcionó la posibilidad de exportar ARCA en su totalidad, para proporcionar aún mayor flexibilidad de uso y consulta.

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MARÍA DEL CARMEN MORENO ESCOBAR Y LEONARDO GARCÍA SANJUÁN

Fig. 5. Instantánea de la sección Información, apartado Identificación, de ARCA. Nótese el uso de sombreado para hacer destacar el área activa del formulario. Fuente: www.institucional.us.es/arca

Fig. 6. Vista general del área de Consultas. Fuente: www.institucional.us.es/arca.

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3. EL INVENTARIO DE YACIMIENTOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA EN ARCA Como se ha mencionado anteriormente, en el momento de escribir estas líneas (marzo de 2013) ARCA almacena información de muy diversa naturaleza relativa a más de 2300 yacimientos arqueológicos repartidos entre el valle medio del Guadiana, Sierra Morena Occidental y Tierras de Antequera11 (Fig. 7), mostrando una cronologías de ocupación que se centran principalmente en la Prehistoria Reciente en el primer caso (Fig. 8), de manera más equilibrada entre la Prehistoria Reciente y la época romana en el segundo caso (Fig. 9), y en la época romana en Tierras de Antequera (Fig. 10). Actualmente, ARCA almacena datos de 1425 yacimientos arqueológicos de Tierras de Antequera, lo que supone una densidad de yacimientos muy elevada de 0,526 sitios/km2)12, con una distribución espacial centrada principalmente en las cercanías de los cursos fluviales y láminas de agua (Fig. 11) y en las áreas de pendiente más suave, si bien también se hallan un buen número de yacimientos en zonas de relieve más abrupto (Fig. 12). Sin embargo, el nivel de conocimiento sobre estos yacimientos varía mucho de unos casos a otros, de forma que por ejemplo es sólo posible determinar el modo de detección para algo más de un tercio de yacimientos (505), entre los que destacan por su alto número aquellos conocidos a través de prospecciones de superficie (Fig. 13), hecho derivado de la creación de cartas arqueológicas en muchos municipios de la zona (Martín Ruiz et al., 1996; Recio Ruiz, 1996) y de las actividades de reconocimiento previas a los desarrollos de obras de infraestructura y vivienda (Recio Ruiz et al., 1997; El Amrani Paaza y Aznar Pérez, 2004; etc.)13. Esta disparidad en la calidad de la información arqueológica también se trasluce en el detalle de la cronología conocida para cada yacimiento, pues si en general es posible su adscripción a los grandes periodos históricos (Prehistoria Antigua o Reciente,

Protohistoria, época romana, época medieval y post-medieval), discernir periodos de ocupación más específicos resulta (en general) más complicado. Así, y a modo de ejemplo, de los 910 yacimientos de época romana identificados en Tierras de Antequera se han podido identificar 92 ocupaciones durante la época republicana, 375 en el Alto Imperio, 254 en el Bajo Imperio y 4 en el Tardo-Imperio, que contrastan con las 515 ocupaciones para las que no ha sido posible establecer una cronología específica (Fig. 14). Otro de los aspectos a considerar en cuanto a la calidad de la información arqueológica contenida en ARCA y referida a Tierras de Antequera es la tipología funcional adscrita a los yacimientos, cuya fiabilidad depende en gran medida del método de detección y del número y naturaleza de los estudios que se han realizado en cada uno de los sitios, circunstancias que pueden ser valoradas en ARCA a partir de los índices de baremación explicitados anteriormente. No obstante, todos los yacimientos de Tierras de Antequera representados en ARCA están asociados al menos a una tipología funcional genérica (tab. 5). En su estado actual, ARCA constituye una importante herramienta de investigación para el conocimiento de la Arqueología de Tierras de Antequera debido a que: • Reúne información muy diversa y de alta calidad y precisión sobre 1425 yacimientos arqueológicos, derivada tanto de revisiones bibliográficas como de trabajos de campo, en una estructura de base de datos relacional que clasifica características como la cronología y la tipología funcional a partir de términos extraídos de terminologías estandarizadas en la literatura arqueológica o de tesauros con una larga tradición. • Permite un acceso y exportación de esta información de una manera más clara y sencilla, haciendo posible una utilización más productiva del conocimiento de la Arqueología antequerana.

11 Este número es susceptible de incrementarse a través de la migración de nuevas bases de datos a ARCA, de forma paralela a la mejora de la calidad de la información a partir de la realización de nuevas revisiones bibliográficas que permitan completar registros ya existentes en ARCA. 12 Frente a las densidades en el valle medio del Guadiana (0,008 sitios/km2) y Sierra Morena Occidental (0,110 sitios/km2). 13 Hay una cantidad importante de literatura gris en este terreno. Un trabajo consultado en este caso ha sido: ARCAS BARRANQUERO, A. V., CORRALES AGUILAR, P., ROMERO PÉREZ, M. y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, L. E. (2006): Informe Preliminar de la Prospección Arqueológica Superficial en la Zona del Futuro Aeropuerto de Antequera. Informe Inédito.

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Fig. 7: Número de yacimientos por áreas geográficas. Fuente: Elaboración propia.

Figs. 8, 9 y 10: Número de ocupaciones en los yacimientos del valle medio del Guadiana (arriba), Sierra Morena Occidental (centro) y Tierras de Antequera (abajo), i.e. un yacimiento se contará dos veces si estuvo ocupado en la Prehistoria y en la Protohistoria. Fuente: Elaboración propia.

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SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA

Fig. 11. Distribución de sitios arqueológicos (por periodos de ocupación) en Tierras de Antequera. Fuente: Elaboración propia.

Fig. 12. Distribución de sitios arqueológicos en Tierras de Antequera sobre el mapa de pendientes (medida en grados sexagesimales). Fuente: Elaboración propia.

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Fig. 13. Porcentaje de yacimientos de Tierras de Antequera según su modo de reconocimiento (entre paréntesis se cita el número de casos correspondientes a cada categoría). Fuente: Elaboración propia.

Fig. 14. Número de ocupaciones durante la época romana según su cronología específica. Fuente: Elaboración propia.

Cronología genérica Prehistoria antigua

Prehistoria reciente

Protohistoria

Época romana

Época medieval

Época moderna

Indeterm.

Tipología genérica

Arte rupestre

2

39

0

0

0

0

13

Asentamiento

17

629

131

1231

10

2

41

Asentamiento y estructuras funerarias

0

0

0

8

0

0

1

Estructuras funerarias

1

185

18

137

0

0

18

Estructuras y Edificios religiosos

0

3

2

1

0

0

2

Fortificaciones

0

35

62

84

5

0

7

Indeterminada

1

95

15

49

4

0

16

Infraestructuras

0

0

0

41

1

0

0

Megalitos

0

265

2

0

0

0

4

Minería y canteras

0

57

19

98

0

0

0

Otros

0

0

0

1

0

0

0

Talleres líticos

6

115

0

4

0

0

3

Zonas de actividad

15

12

0

15

0

0

12

Zonas de captación

0

10

1

1

0

0

0

Tab. 5: Recuento de yacimientos de Tierras de Antequera clasificados según su adscripción tipológica funcional y su adscripción cronológica genérica. Fuente: Creación propia a partir de los datos almacenados en ARCA.

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SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA

• Permite la continua actualización y mejora de la información contenida en ARCA a través del acceso online y multi-usuario, estableciendo vínculos con otras fuentes de información independientemente de su naturaleza y procedencia (trabajo de campo, proyectos de investigación, revisiones bibliográficas…), permitiendo asimismo la caracterización y valoración de esta nueva información a través de su baremación en función de las evidencias arqueológicas y el modo de obtención de esa información.

4. COROLARIO La base de datos ARCA supone un avance muy sustancial en el proceso de sistematización e informatización del inventario de yacimientos arqueológicos de la región de Tierras de Antequera. Por una parte, aporta un punto de entrada y consulta único, lo que compensa en parte el carácter local que la investigación ha tenido tradicionalmente, con datos generalmente muy dispersos entre múltiples publicaciones, fondos de archivo de administraciones e instituciones públicas y en archivos personales, con la dificultad añadida (en el caso de los fondos digitales) de la disparidad de formatos y la (generalmente) escasa organización de la información que obra en poder de las administraciones públicas, lo que dificulta (y en ocasiones imposibilita) el acceso y utilización de este conocimiento adquirido. Por otra parte, dado que toda investigación arqueológica tiene siempre una primera etapa relacionada con la búsqueda y compilación de información existente sobre el aspecto puntual a tratar, un recurso como ARCA puede simplificar y facilitar el inicio de los estudios e investigaciones arqueológicas futuras. Además, cabe resaltar el potencial que ARCA tiene para incrementar la continuidad en el tiempo y la transferibilidad

entre personas y equipos de los datos producidos: tradicionalmente, en la investigación arqueológica cada individuo o equipo ha desarrollado sus propias recopilaciones de información, adaptadas a las necesidades de la investigación en curso, y con una vida útil que empieza y acaba (generalmente) con dicha investigación, pues esas recopilaciones son raramente reutilizadas o cedidas fuera del ámbito de las relaciones personales. La literatura reciente muestra el elevado y positivo impacto que la sistematización e informatización de los inventarios regionales y nacionales de yacimientos tiene en la investigación y tutela del patrimonio arqueológico. De ello son ejemplo las iniciativas llevadas a cabo en Andalucía, como la base de datos SIPHA-Arqueos del Instituto de Patrimonio Histórico de Andalucía (Fernández Cacho, 2002), recientemente renovada como Mosaico (Ladrón de Guevara Sánchez, 2007; Muñoz Cruz, 2007). En el ámbito español destacan la IDE Casa Montero del CSIC, el Proyecto Life-Tiermes y la IDE Zona Arqueológica de las Médulas, mientras que en el ámbito internacional la iniciativa Open Context15, que desarrolla herramientas para la publicación, difusión y reutilización de datos, los inventarios de yacimientos Sites and Monuments Record (SMR) en Inglaterra, Gales y Escocia16, Endovélico en Portugal (e.g. Bugalhão, 2002; Vaz et al. 2010) y Patriarche en Francia (e.g. Cottenceau y Hannois, 2002; Chaillou y Thomas 2007), el proyecto ROCEEH (“The role of culture in early human expansion”)17 y su SIG asociado ROAD (“The ROCEEH Out of Africa Database”)18, acerca de las dinámicas de expansión de las primeras comunidades de homínidos, y Fasti on line19, la base de datos de intervenciones arqueológicas centradas en el mundo romano promovida por la International Association for Classical Archaeology.

14 Tanto en un sentido físico (diferentes instituciones, diferentes investigadores…), como también digital, pues el extraordinario desarrollo de la informática en las últimas décadas y la expansión del uso de los ordenadores personales han permitido pasar del registro de la información en papel al almacenamiento digital, en formatos muy diversos que varían no sólo en función del tipo de documento sino también dependiendo del año de creación y el software y versión empleado. 15 http://opencontext.org/ 16 http://www.wosas.net/search.php 17 http://www.roceeh.net/roceeh/index.php) 18 https://www.roceeh.uni-tuebingen.de/roadweb 19 http://www.fastionline.org

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MARÍA DEL CARMEN MORENO ESCOBAR Y LEONARDO GARCÍA SANJUÁN

ARCA es un recurso en continuo desarrollo, que a pesar de su limitado alcance, ha conseguido la puesta en valor de información derivada de otros proyectos de investigación y su uso en nuevos contextos académicos. Con el incremento y mejora de la información almacenada a partir del concurso de los/as usuarios/as interesados/as, la capacidad de ARCA para contribuir al progreso de la investigación y gestión del patrimonio arqueológico antequerano puede ser muy considerable.

5. BIBLIOGRAFÍA AAVV (2011): El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Documento de Avance del Plan Director. Tomo II. Programación. Antequera. Junta de Andalucía. AGUDO TORRICO, J., FERNÁNDEZ RUTKOWSKI, D., GARCÍA GUTIÉRREZ, A., GARCÍA SANJUÁN, L., HERNÁNDEZ LEÓN, E., HURTADO PÉREZ, V., MARTÍN PRADAS, A., ONTIVEROS ORTEGA, E., PÉREZ HUMANES, M., RAMOS LIZANA, M. y ROLDÁN SABORIDO, J.C. (1998): Tesauro de Patrimonio Histórico Andaluz. Versión 0, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Sevilla. BUGALHÃO, J. (2002): “The experience of the Portuguese Institute of Archaeology in AMR and GIS”, Mapping the Future of the Past. Managing the Spatial Dimension of the European Archaeological Resource, (García Sanjuán, L. y Wheatley, D. eds.), Universidad de Sevilla, Sevilla, pp. 97-102.

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SISTEMATIZACIÓN E INFORMATIZACIÓN DEL INVENTARIO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS DE TIERRAS DE ANTEQUERA: LA BASE DE DATOS ARCA

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Distribución de los sitios del periodo Neolítico excavados o estudiados en Tierras de Antequera: Diseño: María del Carmen Moreno Escobar y Leonardo García Sanjuán.

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Corredor del Dólmen de Viera (Antequera, Málaga). Foto: Javier Pérez González. Archivo del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.


CRÓNICA

NUEVAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA). LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO Gonzalo Aranda Jiménez1, Leonardo García Sanjuán2, Águeda Lozano Medina1 y Manuel Eleazar Costa Caramé3

Resumen: Se presentan dos nuevas dataciones radiométricas de muestras óseas de origen animal pertenecientes al dolmen de Viera y procedentes de la Colección Gómez-Moreno, actualmente depositada en el Museo de Málaga. Las nuevas fechas sitúan el uso ritual de Viera en la primera mitad del III milenio cal BC con al menos un episodio de reutilización durante la Edad del Bronce. Estos resultados son discutidos en el marco de la cronología absoluta de la Prehistoria Reciente de las Tierra de Antequera.

Palabras clave: Megalitismo, dataciones radiocarbónicas, cronología, dolmen de Viera.

NEW RADIOCARBON DATINGS OF THE VIERA DOLMEN (ANTEQUERA, MALAGA). THE GOMEZ-MORENO COLLECTION Abstract: Two new radiocarbon dates from samples of animal bones belonging to the megalithic tomb of Viera are presented in this paper. The bones are part of the Gómez-Moreno Collection, currently curated in the Museum of Malaga. The new dates situate the ritual use of Viera in the first part of the 3rd millennium cal BC with at least a reuse episode during the Early Bronze Age. These results are discussed within the framework of the Lands of Antequera’s Late Prehistory.

Keywords: Megalithic Phenomenon, Radiocarbon Dating, Chronology, Viera Dolmen.

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [garanda@ugr.es], [aguedalozanomed@gmail.com]

1

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es]

2

Grupo de Investigación ATLAS. Universidad de Sevilla [eleazarcosta@us.es]

3

Recibido: 01/09/2013; Aceptado: 29/10/2013

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GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

1. INTRODUCCIÓN El estudio y análisis de los materiales muebles recuperados en las diferentes intervenciones realizadas en el Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera y yacimientos prehistóricos relacionados (asentamiento de Cerro de Marimacho, Peña de los Enamorados y necrópolis de Alcaide entre otros) constituye una de las líneas de actuación del Proyecto General de Investigación “Sociedades Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera”, aprobado por la (entonces) Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía por resolución de fecha 2 mayo de 2012 para su desarrollo en el periodo 2013-2018. Las excavaciones realizadas en algunos de estos sitios, especialmente en las últimas tres décadas, han generado un registro arqueológico bastante sustancial cuyo análisis y publicación ha tenido un carácter fundamentalmente preliminar (de hecho la mayor parte del mismo permanece sin estudiar e inédito). Por ello, la catalogación, inventario y cualificación científica de toda esta información supone un objetivo principal del PGI citado. En este contexto, la actuación llevada a cabo dentro de su primera anualidad (correspondiente a 2013) se ha centrado, en parte, en el estudio de los materiales que componen la denominada Colección Gómez-Moreno actualmente depositada en el Museo de Málaga y de la documentación existente sobre la misma en el Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta (Granada). En el presente trabajo se ofrecen los primeros resultados obtenidos dentro de la primera anualidad de esta línea de investigación, consistentes en la datación radiocarbónica de dos muestras óseas de origen animal pertenecientes al dolmen de Viera (Antequera, Málaga)1. En primer lugar se describen las características y particularidades de la Colección Gómez-Moreno a la que pertenecen las muestras objeto de estudio radiométrico. En segundo lugar se presentan los resultados de los análisis radiocarbónicos realizados y, finalmente, se plantea una discusión general que contextualiza las nuevas fechas en el marco de la Prehistoria Reciente de Tierras de Antequera.

2. EL DÓLMEN DE VIERA EN LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO Del dolmen de Menga hay referencias escritas que se remontan al siglo XVI DNE (Sánchez-Cuenca López, 2011: 15-16). De hecho, los datos arqueológicos sugieren que este magno megalito antequerano no quedó nunca olvidado después de su construcción, sino que siempre fue conocido, usado y frecuentado, no sólo a lo largo de la Prehistoria Reciente, sino incluso durante la Antigüedad y el Medievo, lo que precisamente explicaría que la información disponible sobre las etapas prehistóricas de su uso sea tan exigua (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa a y b). De los monumentos megalíticos de Viera y El Romeral, en cambio, no parece haberse tenido constancia en periodos históricos recientes, por lo que cuando fueron descubiertos para la ciencia arqueológica moderna por los hermanos José y Antonio Viera, en 1903 y 1904 respectivamente, atrajeron de inmediato la atención de numerosos investigadores. Entre ellos destacó especialmente Manuel Gómez-Moreno Martínez, quien en un plazo de tiempo bastante corto, después de los sensacionales descubrimientos, publicó un trabajo (Gómez-Moreno Martínez, 1905) en el que se recogía una detallada descripción de las nuevas sepulturas megalíticas y un inventario de los materiales arqueológicos en ellas recogidas, origen de la actual Colección Gómez-Moreno. La descripción proporcionada por M. Gómez-Moreno Martínez revela el estado en que fue hallado Viera, con numerosas evidencias de lo que este autor interpretaba como actuación de expoliadores y buscadores de tesoros: “Desgraciadamente al volver a la luz ahora el monumento, resultó ya robado y maltrecho desde época incierta, pero muy antigua, en que fue objeto de exploración tenaz…” (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 86). En cuanto a los objetos recuperados en su interior, este estudioso detalla lo siguiente: “No es de admirar, en vista de ello, la escasez de objetos que ahora se obtuvo aquí: la cámara no dio sino tierra negra y algunos huesos pequeños; en el corredor aparecieron dos cuchillos de pedernal, el uno primoroso, de tajos largos como facetas, al modo ordinario y de 45 por 7 mm.; el otro

1 Además se han obtenido cinco dataciones radiocarbónicas sobre hueso humano de la necrópolis de cuevas artificiales de Alcaide (Antequera) que serán objeto de una publicación separada.

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NUEVAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA). LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO

es fragmento de uno más largo, encorvado por la punta y con anchura de 12 milímetros; además, una loseta de caliza blanca, ovalada, de 75 por 60 mm., y 20 de grueso, provista de concavidades redondeadas como tacillas, por ambas haces; dos esferas de caliza agrisada […] tiestos de vasijas de barro negro y una entera semiesférica, a modo de cuenco […] más un pedazo de tégula, o sea teja romana con rebordes, que pudo venir con los primeros exploradores, y cerca, en la masa del túmulo ahora socavada para formar puerta, halláronse restos de animal con parte de quijada y muelas… (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 87-88). Algunos años después, Cayetano de Mergelina (1922) recogería de nuevo los hallazgos recuperados por M. Gómez-Moreno Martínez, profundizando en su descripción y presentando las primeras ilustraciones de los materiales tanto en fotografías como en dibujos (Fig. 1). En lo referente al dolmen de Viera, se incorporaron además nuevos objetos a los ya dados a conocer en la publicación de M. Gómez-Moreno

Fig. 1. Conjunto de materiales procedente del Dolmen de Viera (modificado de Cayetano de Mergelina 1922).

(1905). Así, se describen un total de 13 artefactos en sílex tallado, una esquirla de hueso, una punta de asta, un trozo de vidrio oscuro poliédrico, una mandíbula y varios molares de bóvido, dos hachas pulimentadas, un punzón de cobre, varias conchas y un vaso de piedra2 (Mergelina, 1922: 87-90). Los trabajos que con posterioridad recogen información sobre los objetos hallados en los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral remiten sistemáticamente a las publicaciones de Manuel Gómez-Moreno (1905) y de Cayetano de Mergelina (1922). El caso quizás más destacado por la transcendencia de la obra sea el corpus megalítico de Georg y Vera Leisner (1943), donde se analizan detalladamente las características de las tres sepulturas megalíticas y de sus ajuares (Fig. 2). Con fecha de 10 de junio de 1945 se produjo la donación de los materiales recuperados por M. Gómez-Moreno Martínez al Museo de la Alcazaba de Málaga, germen del actual Museo de Málaga, donde se encuentran depositados hoy día. En los libros de registro del Museo quedó constancia del ingreso de los materiales, listados en la Tabla 1. Se trataba de 38 piezas adscritas a los dólmenes de Viera, El Romeral y a una tercera e imprecisa denominación de “Dolmen de Antequera”. Para tratar de identificar los materiales adscritos con esta incierta designación se ha cruzado la información de los diferentes inventarios del Museo de Málaga con los publicados por Gómez-Moreno (1905) y Mergelina (1922) y con las signaturas que aparecen sigladas en las piezas. De esta forma, ha sido posible establecer que los materiales identificados como “Dolmen de Antequera” pertenecen mayoritariamente a Viera y en menor medida a Menga y El Romeral. También se ha identificado un error en la pieza con número de inventario 357 que aparece como adscrita a El Romeral cuando debe ser considerada como perteneciente al dolmen de Viera (véase columna “Procedencia Revisada y Estatus Actual” de la Tabla 1). El cruce de los datos registrados en las diferentes fuentes de información citadas ha permitido además identificar la ausencia en la donación de M. Gómez-Moreno Martínez al Museo de Málaga de algunos materiales de relevancia que habían sido

2 Esta última pieza pertenecía a la colección del Sr. Antón, correspondiente de la Real Academia de la Historia.

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GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

Fig. 2. Materiales pertenecientes al Dolmen de Viera según Georg y Vera Leisner (1943).

citados en su propio estudio de 1905. Es el caso, por ejemplo, del conjunto de restos óseos humanos documentado en la cámara principal de El Romeral o de varios objetos pertenecientes a Viera, concretamente de dos esferas de caliza y fragmentos de vasijas cerámicas que ya en el trabajo de Mergelina (1922) aparecen como desaparecidos. Del conjunto de 38 ítems ingresados en el Museo de la Alcazaba de Málaga en 1945, actualmente sólo están localizadas en el Museo de Málaga 28 piezas, el 73,6% del total, encontrándose el resto en paradero desconocido. Estas piezas constituían el único registro existente de los materiales de los megalitos antequeranos cuando a mediados de los 1980 se inició una nueva etapa en las investigaciones, fundamentalmente a partir de las excavaciones llevadas a cabo entre 1986 y 1991 en los dólmenes de Menga y Viera por el Área de Prehistoria de la Universidad de Málaga (Ferrer Palma, 1997a; 1997b; Ferrer Palma et al., 2004; Marqués Merelo et al., 2004). Posteriormente, el registro

de materiales obtenido mediante excavación se ha ampliado considerablemente, primero con la excavación de Viera en 2003 con motivo de su consolidación y restauración (Fernández Rodríguez et al., 2006), así como con las excavaciones llevadas a cabo en Menga entre 2005 y 2006 para la instalación de un nuevo sistema eléctrico3 y su estudio geoarqueológico por parte de la Universidad de Granada4. Desde la puesta en marcha en 2004 del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera, se han logrado importantes avances en el conocimiento del contexto geológico, territorial y paisajístico de los megalitos antequeranos (García Sanjuán, 2009; García Sanjuán y Wheatley, 2009; Carrión Méndez et al., 2009, 2010; Bueno Ramírez et al., 2009; Peña Ruano y Teixidó, 2009; García Sanjuán et al., 2011a; Maura Mijares, 2011; entre otros). Pero el amplio registro de materiales obtenido en las excavaciones mencionadas permanece esencialmente sin estudiar e inédito.

3 Navarrete Pendón, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga. Informe Inédito. 4 Carrión Méndez, F., Muñiz López, T., García González, D., Lozano Rodríguez, J. A., Félix, P. y López Rodríguez, C. F. (2006a): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga). Granada. Universidad de Granada. Informe Inédito. Carrión Méndez, F., Lozano Rodríguez, J. A., García González, D., Muñiz López, T., Félix, P. y Esquivel Guerrero, J. A. y Mellado García, I. (2006b): Estudio Geoarqueológico de los Sepulcros Megalíticos de Cueva de Menga y Viera y Romeral (Antequera, Málaga). Granada. Universidad de Granada. Informe Inédito.

238

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 04. 2013. PP. 235-248. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA


NUEVAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA). LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO

Núm. de entrada

Núm. del Inventario General

Descripción del objeto

Dimensiones

Conservación

Procedencia según M. Gómez-Moreno

Procedencia Revisada y Estatus Actual

13

328

Concha de molusco

L. 30 – A. 22

Buena

Viera

Desaparecido

38

353

Cerámica. Barro cocido

L. 35 – A. 46

Fragmentado

Viera

Desaparecido

11

326

Punta de flecha. Pedernal

L. 30 – A. 16

Buena

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

19

334

Cuchillo. Sílex

L.28 – A. 12

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

21

336

Punta de flecha. Pedernal

L.30 – A. 20

Buena

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

28

343

Vasija. Barro cocido

L. 85 – A. 32

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

30

345

Lasca. Feldespato

L. 16 – A. 7

Buena

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

31

346

Lasca. Feldespato

L. 18 – A. 8

Buena

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

32

347

Lasca. Feldespato

L. 30 – A. 17

Buena

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

35

350

Cerámica. Barro cocido

L. 40 – A. 28

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Desaparecido

26

341

Triángulo. Barro cocido

L. 81 – A. 92

Buena

El Romeral

El Romeral

33

348

Ovoide. Barro cocido

L. 49 – A. 27

Buena

El Romeral

El Romeral

40

355

Vaso. Barro cocido

L. 180 – A. 100

Fragmentado

El Romeral

El Romeral

41

356

Vaso. Barro cocido

L. 64 – A. 46

Fragmentado

El Romeral

El Romeral

24

339

Cerámica. Barro cocido

L. 70 – A. 50

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

El Romeral

34

349

Cerámica. Barro cocido

L. 82 – A. 90

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

El Romeral

25

340

Hacha de mano. Pizarra

L. 81 – A. 40

Buena

“Dolmen de Antequera”

Menga

6

321

Cuchillo pedernal

L. 71 - A. 17

Fragmentado

Viera

Viera

7

322

Cuchillo pedernal

L. 66 – A. 17

Fragmentado

Viera

Viera

8

323

Cuchillo pedernal

L. 47 – A. 25

Fragmentado

Viera

Viera

9

324

Esquirla agujada. Hueso

L. 66 – A.9

Fragmentado

Viera

Viera

14

329

Cuchillo. Sílex

L. 57 – A. 18

Fragmentado

Viera

Viera

15

330

Cuchillo. Sílex

L. 48 – A. 11

Fragmentado

Viera

Viera

16

331

Cuchillo. Sílex

L. 38 – A. 12

Fragmentado

Viera

Viera

18

333

Cuchillo. Sílex

L. 24 – A. 13

Fragmentado

Viera

Viera

22

337

Cuchillo. Sílex

L. 83 – A. 20

Fragmentado

Viera

Viera

39

354

Cerámica. Barro cocido

L. 39 – A. 64

Fragmentado

Viera

Viera

43

358

Punzón de cobre

L.100 – A. 30

Buena

Viera

Viera

42

357

Vaso. Barro cocido

L. 110 – A. 63

Fragmentado

El Romeral

Viera

10

325

Cuchillo pedernal

L. 34 – A. 12

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Viera

12

327

Cuchillo pedernal

L. 30 – A. 13

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Viera

17

332

Cuchillo. Sílex

L. 32 – A. 11

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Viera

20

335

Cuchillo. Sílex

L. 43 – A. 5

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Viera

23

338

Hacha de mano. Pizarra

L. 73 – A. 37

Buena

“Dolmen de Antequera”

Viera

27

342

Hacha de mano. Pizarra

L. 90 – A. 42

Buena

“Dolmen de Antequera”

Viera

29

344

Disco. Arenisca

L. 73 – A. 59

Buena

“Dolmen de Antequera”

Viera

36

351

Punta de asta

L. 32 – A. 10

Fragmentado

“Dolmen de Antequera”

Viera

37

352

Poliedro. Vidrio

L. 13 – A. 15

Buena

“Dolmen de Antequera”

Viera

Tab. 1. Transcripción de libro de registro del Museo de Málaga con indicación de los materiales de la Colección Gómez-Moreno. Se ha añadido la columna “Procedencia Revisada y Estado Actual” que incorpora diferentes aclaraciones.

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3. DESCRIPCIÓN DE LAS DATACIONES El deficiente anclaje cronológico del registro material obtenido en las excavaciones citadas puede considerarse como uno de los problemas más importantes que presenta el estudio científico de los megalitos antequeranos, especialmente a la luz de la complejidad de las biografías que, hasta donde sabemos por ahora, presentan al menos dos de ellos: Menga y Viera. A pesar de la gran cantidad de excavaciones realizadas desde mediados de los 1980 en estos dos megalitos, a fecha de hoy sólo se han obtenido 10 dataciones radiocarbónicas (Tab. 2), de las cuales tres corresponden a Viera (incluyendo las dos que presentamos en este trabajo), y siete a Menga. Para El Romeral todavía no se ha obtenido ninguna. En realidad, con anterioridad a 2006, el conjunto megalítico antequerano sólo contaba con una datación, correspondiente a Viera (Ferrer Palma y Marqués Melero, 1993; Ferrer Palma, 1997a; 1997b).

varios objetos de naturaleza orgánica susceptibles de datación. Se trata de dos fragmentos óseos localizados en el dolmen de Viera, muy probablemente en su cámara funeraria. Según Manuel Gómez Moreno Martínez la “cámara no dio sino tierra negra y algunos huesos pequeños” (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 87), que posteriormente Cayetano de Mergelina describiría con más precisión como “una esquirla aguzada y una punta de asta” (Mergelina, 1922: 88). Si tenemos en cuenta que del conjunto faunístico de Viera actualmente conservado como parte de la Colección Gómez Moreno estos son los dos únicos “huesos pequeños” y que el resto pertenecen a una mandíbula y varios molares de bóvido hallados en el corredor “en la masa del túmulo ahora socavada para formar puerta” (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 87), parece razonable la identificación de estos huesos como los registrados en el interior de la cámara, y por tanto como posible vestigio de las prácticas funerarias y/o cultuales que allí tuvieran lugar.

Para intentar subsanar esta carencia, la Colección Gómez-Moreno proporcionaba una excepcional oportunidad dado que entre sus materiales incluye

Ambas piezas han sido sometidas a un proceso de caracterización5 previo a su datación (Fig. 3). El primer hueso (Viera-324)6 se corresponde con un

Megalito

Contexto

Laboratorio

Muestra

Fecha BP

1σ Cal BC/AD

2σ Cal BC/AD

Referencia

Menga

Estructura negativa (atrio Menga)

Ua-24582

Carbón

4935 ± 40

3760‐3650 BC

3790‐3690 BC

García Sanjuán y Lozano Rodríguez, e.p. b

Menga

Estructura negativa (atrio Menga)

Ua‐24583

Carbón

4865 ± 40

3700‐3635 BC

3760‐3530 BC

García Sanjuán y Lozano Rodríguez, e.p. b

Menga

Base del túmulo

Ua‐36216

Carbón

4760 ± 30

3634‐3522 BC

3639‐3384 BC

García Sanjuán y Lozano Rodríguez, e.p. b

Menga

Sepultura atrio

CNA‐1174

Hueso Humano

1250 ± 35

686‐805 AD

676‐871 AD

Díaz‐Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2012

Menga

Sepultura atrio

CNA‐1173

Hueso Humano

1100 ± 45

894‐998 AD

783‐1022 AD

Díaz‐Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2012

Menga

Pozo

Beta‐322311

Fauna

120 ± 30

1685‐1927 AD

1679‐1940 AD

Riquelme Cantal, 2012

Menga

Pozo

Beta‐322312

Fauna

150 ± 30

1670‐1943 AD

1667‐1951 AD

Riquelme Cantal, 2012

Viera

Base del túmulo

GrN‐16067

Carbón

4550 ± 140

3498-3030 BC

3631-2916 BC

Ferrer Palma, 1997b

Viera

Cámara funeraria (Viera-324)

Beta-353820

Fauna

4090 ± 30

2830-2580 BC

2860-2500 BC

Este artículo

Viera

Cámara funeraria (Viera-351)

Beta-353822

Fauna

3580 ± 30

1950-1890 BC

2020-1880 BC

Este artículo

Tab. 2. Dataciones radiocarbónicas de Menga y Viera.

5 La identificación de los fragmentos faunísticos ha sido realizada por José A. Riquelme Cantal y el estudio traceológico por Manuel Altamirano García. 6 Código que identifica a la pieza en el inventario del Museo de Málaga (Véase Tabla 1).

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NUEVAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA). LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO

Fig. 3. Materiales objeto de datación del la Colección Gómez-Moreno: 3a hueso largo de macromamífero y 3b fragmento de asta de ciervo.

fragmento de un posible artefacto (indeterminado) realizado sobre diáfisis de hueso largo de macromamífero, posiblemente bóvido adulto. En el estudio traceológico se ha observado en su cara externa estrías longitudinales, posiblemente de raspado, que han hecho desaparecer parte del periostio que aún se observa en su superficie (Fig. 3a). Las marcas identificadas pueden corresponder al proceso de limpieza previo a la manufactura para eliminar restos orgánicos (grasas, tendones…) o a la transformación del soporte para convertirlo en útil. Por su parte, el segundo hueso (Viera-351) pertenece a un fragmento distal de candil de asta de ciervo (cervus elaphus) que presenta una fuerte alteración térmica y concreciones calcáreas en aproximadamente la mitad de su superficie (Fig. 3b). La parte no afectada por las concreciones muestra un intenso suavizado y lustre de origen natural. No se han observado evidencias de transformación antrópica.

Las dataciones han sido realizadas en el laboratorio Beta Analytic mediante AMS, presentando ambas buenos niveles de carbono que han permitido mediciones de alta precisión7. Los resultados han sido los siguientes: la primera muestra, Viera-324 (Fig. 4), se sitúa en momentos avanzados de la primera mitad del III milenio cal BC (Beta-353820, 4090 ± 30 BP, 2860-2500 cal BC a 2σ) y la segunda, Viera-531 (Fig. 5), en los primeros siglos del II milenio cal BC, dentro del periodo tradicionalmente definido como Bronce Antiguo (Beta-353822, 3580 ± 30 BP, 20201880 cal BC a 2σ). Dado que, según se ha expuesto anteriormente, ambos objetos datados parecen proceder de la cámara de Viera, y que muy posiblemente habrían sido depositados allí como objetos de ajuar funerario (u ofrendas en un sentido general), cabe razonablemente asumir que ambas dataciones fechan episo-

7 El informe completo remitido por el laboratorio se encuentra a disposición de la comunidad científica en la siguiente página web: http:// webgea.es/

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dios y procesos de uso del interior del megalito. Con ello se fecha por primera vez la actividad relacionada con el uso (probablemente funerario) de los monumentos megalíticos antequeranos en la Prehistoria Reciente. Las dataciones de cronología prehistórica obtenidas con anterioridad en los mismos, derivadas de las excavaciones realizadas en Menga y Viera desde la década de los 1980 (Ferrer Palma, 1997a; 1997b; Ferrer Palma et al., 2004; Marqués Merelo et al., 2004; Fernández Rodríguez et al., 2006; Carrión Méndez et al., 2009), habían logrado fechar muestras de carbón procedentes del relleno de los túmulos o de estructuras exteriores a los megalitos, pero no eran necesariamente representativas de la actividad funeraria o cultual llevada a cabo en el interior de los mismos. Otras fechas obtenidas sobre muestras de hueso humano (Díaz-Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2012) o animal (Riquelme Cantal, 2012) de Menga se relacionan con su uso en periodos históricos más recientes. Además, las dos fechas obtenidas permiten ampliar la base empírica para un análisis de la biografía de Viera como monumento, muy probablemente de parecida complejidad a la de Menga.

4. VALORACIÓN DE LAS DATACIONES EN EL CONTEXTO DE LA OCUPACIÓN PREHISTÓRICA DE TIERRAS DE ANTEQUERA No se dispone de ninguna datación radiocarbónica que feche con precisión la cronología en la que se construyó Viera. La datación GrN‐16067, obtenida en el marco del Proyecto General de Investigación “Reconstrucción Arquitectónica y Paleoambiental en la Necrópolis Megalítica de Antequera” (1986-1991) a partir de una muestra de carbón recogida de la base del túmulo de Viera, ofreció como resultado una fecha de 4550 ± 140 BP (3631-2916 cal BC 2σ)8 (Fig. 6) (Ferrer Palma y Marqués Melero, 1993; Ferrer Palma, 1997a; 1997b). Se trata de una datación con una desviación estándar excesiva que, dado el contexto donde se documentó, debe considerarse una fecha post quem para la construcción del megalito, y así fue de hecho interpretada por los excavadores: “…tuvimos la fortuna de localizar en una de las áreas de excavación un resto de paleosuelo que había sido sellado por las primeras deposiciones de sedimentos tumulares. De este paleosuelo

se obtuvieron muestras de carbón que, enviadas al laboratorio de C-14 de Groningen, dieron como resultado la fechación, para el momento inmediatamente anterior a la edificación tumular, de 2600 ± 140, única datación que hasta el momento se posee para la necrópolis de Antequera” (Ferrer Palma, 1997b:135). A pesar de la amplitud de su intervalo cronológico (36312916 cal BC 2σ), la datación GrN‐16067 es coherente con la fecha Beta-353820, la más antigua de las dos nuevas aquí presentadas, y que muestra un probable episodio de uso de Viera en 2860-2500 cal BC 2σ. La cuestión de la fecha de construcción de Viera debe ser vista a la luz de la cronología disponible para Menga. Las tres dataciones más antiguas de Menga, todas ellas obtenidas sobre muestras de carbón, parecen datar también eventos previos a su construcción (Tab. 2): dos de ellas se obtuvieron de muestras recogidas en una fosa situada en el atrio (Ua-24582, 3790‐3690 cal BC 2σ y Ua-24582, 3760‐3530 cal BC 2σ) y una tercera en la base del túmulo (Ua‐36216, 3639‐3384 cal BC 2σ) (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa b). En la valoración de estas dataciones deben tenerse en cuenta dos limitaciones importantes. En primer lugar, se trata de muestras de carbón de naturaleza indeterminada, lo que introduce un factor de incertidumbre dado que se desconoce si han podido verse afectadas por el denominado “efecto madera vieja”, en cuyo caso podrían ser más antiguas que el acontecimiento que supuestamente datan. En segundo lugar, se desconoce, igualmente, la distancia temporal entre las prácticas que los carbones fechan y el inicio de la construcción de Menga. En cualquier caso, la suma de probabilidades de estas tres dataciones permite sugerir que entre 3711-3528 cal BC 1σ9, o en un momento cercano, debió iniciarse la edificación de Menga, o Menga ya estaba edificado. Si se cruzan esta fechas con la de Viera (3631-2916 cal BC), dos posibilidades aparecen como las más probables, que ambos dólmenes fueran construidos de manera casi simultánea o que Menga lo fuera en primer lugar. En apoyo a esta segunda opción se han planteado razones mecánicas y logísticas relacionadas con el transporte de los grandes ortostatos y cobijas de Menga, para cuyo paso el espacio ocupado por Viera habría supuesto un obstáculo muy serio (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa a y b). En resumen,

8 La calibración ha sido realiza utilizando el programa Oxcal 4.2 y la curva IntCal 13. 9 La suma de probabilidades ha sido realizada con el programa Calib (Rev 7.0.0).

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NUEVAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA). LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO

teniendo en cuenta que al menos desde la primera mitad del III milenio tuvieron lugar las primeras prácticas rituales en Viera, parece razonable afirmar que la construcción de este dolmen pudo producirse en un momento indeterminado de la segunda mitad del IV milenio, en un plazo relativamente corto después de la construcción de Menga (Fig. 7). El hecho de que entre el registro de materiales de Viera de la Colección Gómez Moreno del Museo de Málaga se encuentre un punzón o lezna de cobre de 8 cm de longitud ya hacía suponer que este megalito había sido utilizado durante la Edad del Cobre y/o la primera fase de la Edad del Bronce (o Bronce Antiguo), que es cuando se constata el uso de utensilios de esta materia prima y morfología (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa a y b). El uso de Viera durante el III milenio es consecuente con la amplia serie de evidencias que constatan la intensa actividad humana que se da en Tierras de Antequera en este periodo, y que se refleja en varias de las dataciones radiocarbónicas disponibles para otros sitios de la región (Tab. 3; Fig. 8). Concretamente, en la necrópolis de cuevas artificiales de Alcaide se obtuvieron dos dataciones, correspondientes a las cuevas 19 (GrN16062, 2900-2200 cal BC 2σ) y 20 (GrN-19198, 29001700 cal BC 2σ), que sugieren su utilización durante la Edad del Cobre, aunque ambas presentan desviaciones estándar muy amplias. Una de las dataciones de la cueva de El Toro (I-17553), aunque de nuevo con una desviación estándar demasiado grande, corresponde al III milenio (3050-2300 cal BC 2σ), cuando este sitio parece experimentar un uso discontinuo o esporádico por oposición a la ocupación más constante que pudo tener entre mediados del VI y comienzos de IV milenios BC. Otras tres dataciones radiocarbónicas, con un desarrollo combinado entre c. 2600 y 2000 cal BC 2σ, han sido obtenidas del asentamiento de El Silillo, ubicado a escasa distancia de los megalitos antequeranos y en el que se identificaron estructuras negativas con vestigios de actividades domésticas (Fernández Rodríguez et al., 2011). Otros sitios del entorno que han sido excavados, pero para los que no se han obtenido dataciones radiocarbónicas, muestran igualmente la importancia e intensidad de la ocupación calcolítica de la vega de Antequera y del entorno inmediato: es el caso de Marimacho, situado a un centenar de metros escasos de los dólmenes de Menga y Viera, o de Arroyo Saladillo, excavado en 2013 con motivo de la construcción de la línea AVE entre Antequera y Granada y que actualmente se encuentra inédito.

Fig. 4. Datación radiocarbónica de la muestra Viera-324.

Fig. 5. Datación radiocarbónica de la muestra Viera-531.

Fig. 6. Datación radiocarbónica GrN‐16067.

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Fig. 7. Distribución combinada de las dataciones de Viera y Menga.

Fig. 8. Distribuciones acumuladas de las dataciones disponibles para la Prehistoria Reciente de Tierras de Antequera.

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NUEVAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA). LA COLECCIÓN GÓMEZ-MORENO

PERIODO

NEOLÍTICO

EDAD DEL COBRE

EDAD DEL BRONCE

SITIO

BP

REF. LAB.

ANE (1 σ)

ANE (2 σ)

CONTEXTO

REFERENCIA

Cueva de El Toro

6540 ± 110

Beta-174305

5620-5370

5670-5290

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

6320 ± 70

GrN-15443

5460-5140

5480-5070

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

6160 ± 40

Beta-174308

5210-5000

5260-4950

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

6030 ± 70

GRN-15444

5020-4800

5210-4720

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5820 ± 90

GRN-15440

4780-4550

4910-4450

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

6400 ± 280

UGRA-194

5650-5000

4900-4600

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5320 ± 230

Gak-8059

4450-3800

4700-3600

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5450 ± 120

Gak-8060

4450-4050

4550-3950

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5380 ± 45

GRN-15445

4330-4050

4340-4040

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

4910 ± 190

I-17552

3950-3510

4300-3100

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5250 ± 60

GRN-15436

4220-3970

4250-3950

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5240 ± 70

Beta-174306

4220-3960

4250-3820

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5200 ± 60

GrN-15437

4220-3950

4230-3800

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

5205 ± 40

GRN-15439

4045-3960

4220-3940

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Cueva de El Toro

4800 ± 80

Beta-174307

3660-3380

3720-3360

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Alcaide (Cueva nº 19)

4030 ± 110

GrN-16062

2860-2350

2900-2200

Cueva artificial

Marqués Merelo et al., 2004

Cueva de El Toro

4120 ± 120

I-17553

2880-2500

3050-2300

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Tesorillo de La Llaná

4055 ± 35

GrA-37339

2831-2493

2848-2474

Megalito

Márquez Romero et al., 2009

El Silillo

3980 ± 40

Ua-35081

2569-2467

2618-2346

Estructura negativa

Fernández Rodríguez et al., 2011

El Silillo

3965 ± 40

Ua-35082

2570-2410

2577-2344

Estructura negativa

Fernández Rodríguez et al., 2011

Alcaide (Cueva nº 20)

3830 ± 180

GrN-19198

2600-1950

2900-1700

Cueva artificial

Marqués Merelo et al., 2004

El Silillo

3775 ± 40

Ua-35080

2282-2139

2339-2039

Estructura negativa

Fernández Rodríguez et al., 2011

Cortijo de El Tardón (Tumba B)

3745 ± 25

GrN1-16066

2200-2060

2275-2039

Cista megalítica

Fernández Ruiz et al., 1997

Cortijo de El Tardón (Tumba A)

3530 ± 60

UGRA-260

1940-1740

2040-1680

Cista megalítica

Fernández Ruiz et al., 1997

Alcaide (Cueva nº 15)

3340 ± 90

GrN-16064

1740-1510

1880-1430

Cueva artificial

Baldomero Navarro, 2001

Alcaide (Cueva nº 14)

3180 ± 100

GrN-16061

1610-1310

1750-1100

Cueva artificial

Baldomero Navarro, 2001

Cueva de El Toro

3090 ± 130

UGRA-189

1500-1130

1700-950

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Tesorillo de La Llaná

3250 ± 40

GrN-26488

1610-1450

1620-1430

Megalito

Márquez Romero et al., 2009

Tesorillo de La Llaná

3250 ± 50

GrN-26475

1610-1450

1610-1450

Megalito

Márquez Romero et al., 2009

Alcaide

2910 ± 100

NO CONSTA

1270-970

1400-850

Cueva artificial

Baldomero Navarro, 2001

Cueva de El Toro

2880 ± 50

GRN-15446

1190-940

1260-910

Cueva Natural

Martín Socas et al., 2004

Tab. 3. Dataciones radiocarbónicas disponibles para la Prehistoria Reciente de las Tierras de Antequera.

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GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

La segunda de las dataciones que se presenta en este trabajo confirma un fenómeno sospechado pero del que hasta este momento no se disponía de una evidencia sólida: la continuidad y reutilización de los monumentos megalíticos antequeranos en la Edad del Bronce. La datación Beta-353822 (2020-1880 cal BC 2σ) supone que Viera fue escenario de prácticas rituales durante (al menos) la primera Edad del Bronce, cuando en las regiones vecinas del sureste se están produciendo importantes cambios culturales y sociales en el contexto de la cultura argárica. El intenso uso de monumentos megalíticos en la Edad del Bronce ya había sido constatado con anterioridad en el tercio norte de la provincia de Málaga (Fernández Ruiz, 2004) y muy particularmente en el dolmen de Tesorillo de la Llaná (Márquez Romero et al., 2009). Por otra parte, en El Tardón (Antequera) se excavaron dos estructuras megalíticas de forma rectangular excavadas en la roca de una longitud aproximada de cuatro metros por un metro de ancho, delimitadas, compartimentadas y enlosadas con lajas de piedra, en la que se obtuvieron dos dataciones radiocarbónicas correspondientes a la Edad del Bronce (Ferrer Palma et al., 1987; Fernández Ruiz et al., 1997). La continuidad del fenómeno megalítico en la Edad del Bronce en Tierras de Antequera, parece haberse dado, por tanto, en forma de reutilización de construcciones megalíticas y cuevas artificiales10 más antiguas, de lo que es ejemplo Viera, así como también mediante la erección de megalitos de reducidas dimensiones, algo que coincide con la amplia casuística que se viene revelando por todo las regiones del Sur de la Península Ibérica con respecto a la permanencia del fenómeno megalítico en la Edad del Bronce (García Sanjuán, 2005; 2011; García Sanjuán et al., 2009; 2011b; Aranda Jiménez, 2013; etc.). La biografía del dolmen de Viera es con seguridad aún más compleja, ya que las evidencias materiales de su uso (funerario y de otro tipo) se extienden hacia la Antigüedad y el Medievo, exactamente al igual que ocurre en Menga (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa a y b). Dataciones recientemente obtenidas para Menga permiten comenzar a comprender su uso y significado en época medieval (Díaz‐ Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2012) y moderna/ contemporánea (Riquelme Cantal, 2012). En el caso

de Viera no existen todavía dataciones radiocarbónicas análogas, pero las excavaciones de apoyo a su consolidación llevadas a cabo en 2003 revelaron que en el corredor de Viera, en el lado derecho del atrio según se entra al dolmen, se localizó una inhumación romana delimitada por ladrillos que no fue excavada, por lo que sigue actualmente in situ (Fernández Rodríguez y Romero Pérez, 2007: 416). Igualmente, diversos vestigios materiales sugieren patrones no determinados por ahora de uso o frecuentación durante la Edad Media (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa a y b). Esperamos que el desarrollo del PGI “Sociedades Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera” durante el periodo 2013-2018 contribuya a precisar mejor las complejas biografías de los megalitos antequeranos, tanto mediante el estudio y caracterización de algunos de los registros materiales obtenidos en las excavaciones anteriores como mediante su datación radiocarbónica.

AGRADECIMIENTOS Nuestro más sincero agradecimiento al Museo de Málaga y en especial a su directora María Morente del Monte y a José Suárez Padilla por todas las facilidades dadas en el estudio de la Colección Gómez-Moreno. Agradecer igualmente a José A. Riquelme Cantal la identificación de muestras óseas datadas y Manuel Altamirano García el estudio traceológico. Las dataciones radiocarbónicas han sido realizadas en el marco del proyecto de investigación I+D+i “El contexto social de consumo de alimentos y bebidas en las sociedades de la Prehistoria Reciente del sur peninsular” (HAR2009-07283).

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10 Cinco dataciones radiocarbónicas obtenidas dentro del PGI “Sociedades Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera” y actualmente en proceso de estudio revelan la intensa utilización de las cuevas artificiales de Alcaide durante la Edad del Bronce.

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CRÓNICA

SECUENCIAS DE ARQUITECTURAS Y SÍMBOLOS EN EL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA, ESPAÑA) Primitiva Bueno Ramírez1, Rodrigo de Balbín Behrmann1, Rosa Barroso Bermejo1, Fernando Carrera Ramírez2 y Carlos Ayora Ibáñez3

Resumen: La continuación en 2013 de los trabajos de documentación de programas gráficos en los monumentos de Antequera ha revelado la espectacular decoración del dolmen de Viera. Pinturas, grabados y estelas convierten este sepulcro en uno de los más importantes del arte megalítico del Sur de Europa. Este género de documentación incrementa el conocimiento sobre las cadenas operativas de la construcción de los megalitos. Presentamos un avance de resultados con algunas líneas de análisis de una investigación que está en su fase inicial.

Palabras clave: Arte megalítico, Andalucía, estelas, grabados, pintura. Neolítico, Calcolítico.

SEQUENCES OF ARCHITECTURES AND SYMBOLS THE CASE OF THE VIERA DOLMEN (ANTEQUERA, MÁLAGA, SPAIN) Abstract: The documentation of graphic programs on the Antequera monuments has revealed the spectacular decoration of the Viera dolmen. Paintings, engravings and stelae make this sepulchre one of the most important monuments of Southern European megalithic art. This kind of documentation increases the knowledge about the “chaines operatoires” of the European megaliths. This paper presents a preliminary description of some of the lines of analysis of a research project that is currently in its initial phase.

Keywords: Megalithic Art, Andalusia, Stelae, Engravings, Painting, Neolithic, Chalcolithic.

Area de Prehistoria. Universidad de Alcalá. [p.bueno@uah.es]; [Rodrigo. balbin@uha.es]; [rosa.barroso@uah.es]

1

Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia. Universidad de Vigo. [fcarrera@edu.xunta.es]

2

Instituto Jaume Almera CSIC. [caigeo@idaea.csic.es]

3

Recibido: 20/11/2013; Aceptado: 30/12/2013

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PRIMITIVA BUENO RAMÍREZ ET AL.

1. INTRODUCCIÓN Una de las líneas de investigación adscritas al proyecto Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera (PGI 2012-2017), ha sido la del estudio de las decoraciones de los soportes de los megalitos antequeranos (García Sanjuán, 2009). De los resultados obtenidos tanto en los propios megalitos como en estelas, menhires y yacimientos del territorio de los dólmenes de Antequera se han publicado sucesivos trabajos (Bueno Ramírez et al., 2008; 2009a; en prensa). Probablemente el uso de antiguas estelas y menhires sea una de las novedades de mayor repercusión que ha aportado nuestro trabajo, pues asegura una antigua ocupación, que precedió a la construcción de los dólmenes, materializada en grandes piedras erigidas durante el Neolítico. Una fase de grandes piedras visibles en el paisaje de los primeros agricultores es el hecho diferenciador que se argumentó para establecer el origen de parte del megalitismo europeo en la Bretaña francesa. En esta región, algunas cronologías permiten referirse a la primera mitad del V milenio en fechas calibradas (Cassen, 2000), lo que coincide con algunas cronologías de menhires ibéricos (Bueno Ramírez et al., 2007a; 2007b). Antequera apunta en esa dirección con el posible espacio monumentalizado de Piedras Blancas I (Bueno Ramírez et al., 2008: 189), a la espera de una confirmación arqueológica más allá del conjunto de industria microlítica allí documentado (García Sanjuán y Wheatley, 2009). Las novedades que aporta la campaña realizada en el año 2013 en los soportes de Viera incide en ese mismo panorama de grandes piedras reutilizadas como origen de los espectaculares monumentos antequeranos. La cronología de estos monumento no está dentro de las más antiguas del megalitismo atlántico, pero sí señala otro factor de análisis: que la sistemática de remonumentalizaciones fue constante y no se circunscribió de manera exclusiva a la primera etapa de los megalitos europeos (Bueno Ramírez et al., 2007a: 614-615). Las posibilidades de análisis de secuencias más precisas de uso de los monumentos tienen en el estudio minucioso de los grabados, pintados y repintados de los monumentos una baza funda-

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mental para aportar referencias contextuales a la biografía de los monumentos. Viera es un caso de estudio en esa dirección. Los dólmenes de Antequera se erigen en el ejemplo más importante, monumental y visible de construcciones de un megalitismo avanzado, originadas en grandes piedras que les precedieron, posiblemente en el mismo espacio que ocupan los monumentos en la actualidad. Sus refacturas y actualizaciones tienen en la secuencia de grabados, pintados y repintados un argumento novedoso.

2. METODOLOGÍA DE TRABAJO Son varias las ocasiones en las que hemos explicado los protocolos teóricos y prácticos que presiden nuestro acercamiento al estudio de las decoraciones megalíticas. En el caso de Antequera dos trabajos recientes nos permiten aligerar esta parte del texto (Bueno Ramírez et al., 2009a; en prensa). Aún así nos parece necesario señalar algunas cuestiones básicas. Nuestra hipótesis a la hora de estudiar las pinturas, grabados o talla de cada soporte megalítico es la de que en muchos casos, éstos fueron objeto de modificaciones dirigidas a presentar estas piezas como representaciones humanas (Bueno Ramírez y Balbín Berhmann, 1996, 1997). Es relativamente común obtener evidencias de decoraciones geométricas que se distribuyen en cada uno de los “paneles” que configuran el espacio gráfico de los megalitos. Pero para ello hemos de realizar una documentación específica, pues no puede documentarse algo acerca de cuya existencia o ausencia ni siquiera nos preguntamos. Reiteradamente usamos el ejemplo del arte paleolítico para explicar este principio. A nadie se le ocurriría excavar en la cueva de Altamira haciendo caso omiso a la decoración de sus paredes, pero se excavan megalitos sin desarrollar análisis específicos de los tratamientos que han recibido sus ortostatos Nuestro sistema de trabajo habitual parte de la documentación fotográfica en todas sus versiones. Jamás tocamos los soportes, ni hacemos calcos directos cuya inutilidad va pareja a la poca información que aportan. Por otra parte UNESCO dispone de normativas que explícitamente desechan estos

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SECUENCIAS DE ARQUITECTURAS Y SÍMBOLOS EN EL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA, ESPAÑA)

sistemas de calco directo como inviables para la conservación de los soportes con arte prehistórico. Buenas imágenes obtenidas con aplicaciones de filtros y uso de luces artificiales son la mejor base de trabajo para la elaboración de calcos digitales (Balbin Berhmann et al., 2012). La fotografía se organiza en varias fases. La primera es la de posicionamiento de los paneles en el espacio del monumento, bien mediante scanner 3D, bien mediante fotogrametría. Posteriormente, desarrollamos secuencias ortostato por ortostato, trabajando con iluminación natural y artificial. El barrido se hace panel por panel en luz diurna con distinta inclinación solar, con nubes (si las hay) y con luces artificiales. Estas últimas se sitúan frontalmente para rastrear indicios de pintura. Usamos luces de led 9430 y 9440 Remote Area Ligthing System Peli, combinándolos con focos de incandescencia y pantallas de lámparas fluorescentes multidireccionales. Buscamos con ello intensificar la luminosidad directa, que es la que facilita la visión de la pintura, pero hay que añadir tonos más calientes; de ahí el uso de luces de incandescencia. Es evidente, para quien dispone de conocimiento fotográficos, que este género de luces han de ir asociadas a distintos filtros. Nosotros usamos los que potencian los colores cálidos, lo que asociado al tratamiento en programas de gestión de imágenes incrementa notablemente la onda de lecturas en esta dirección (Bueno Ramírez et al., 2012: 125). La siguiente secuencia de fotos se hace con luces oblicuas. Con ello pretendemos destacar posibles grabados. El desarrollo de esta secuencia puede ser muy dificultoso. No hay nada más complicado para un fotógrafo que lograr una buena iluminación y, si el espacio la condiciona, algunas de las tomas pueden llevar mucho tiempo. Ese es el caso de corredor cubierto de Viera en el que el trabajo de este tipo es lento. En una primera parte del trabajo, la detección de pintura se realiza de visu, además de con procedimientos fotográficos al uso. Hemos incorporado también imágenes de microfotografías que permiten ratificar la presencia de pigmentos. Con estas evidencias, nuestra próxima campaña incluirá muestreos con RAMAN y tubo de Fluorescencia, métodos que ya hemos aplicado en otros monumentos andaluces. La Tabla 1 resume los resultados obtenidos hasta el momento.

El proceso en laboratorio es una fase más adelantada del trabajo que aún no podemos emprender. Necesitamos de más trabajo de campo para disponer de las imágenes suficientes que nos permitan realizar restituciones fotográficas de cada uno de los soportes con las distintas iluminaciones. A partir de ellas trabajaremos para conseguir calcos digitales. Estos se obtienen tras la finalización del complejo proceso fotográfico descrito que incluye comprobación sobre el terreno en más de una ocasión. Utilizamos programas del paquete Adobe para potenciar colores y evidentemente el DStrech. Pero no hay un solo método que permita una lectura única, final y definitiva. Solo la mezcla de varios métodos, la paciencia y la experiencia permiten llegar a resultados aceptables para reconstruir una decoración que, como la de Viera, ha sufrido diversos procesos de deterioro. Para el desarrollo de un protocolo de estudio de los soportes de Viera contábamos con algunas expectativas favorables. La primera, la evidencia de encontrarse formando parte de un conjunto megalítico de indudable consistencia: la asociación Menga-Viera y el túmulo de El Romeral. Los trabajos llevados a cabo previamente en Menga constituían un precedente positivo al haber permitido recuperar indicios de pinturas y grabados en varios ortostatos. Un fragmento de menhir detectado a la entrada de El Romeral (Bueno Ramírez et al., 2008), se sumaba a estos indicios favorables para Viera. Ya en la documentación de planos procedentes de las excavaciones de Fernández Rodríguez et al. (2006), pudimos observar una estela reutilizada como cobertura en el dolmen de Viera (Bueno Ramírez et al., 2008). A ello se sumaba que en las fotografías obtenidas en esta última intervención se percibía una franja blanca coincidiendo con lo que había sido levantado de tierra. Teniendo en cuenta la experiencia en algunos dólmenes pintados del Oeste peninsular, dicha franja podía ser un resto de pintura conservado precisamente por el depósito arqueológico que lo cubría. Un primer contraste de esta hipótesis fue obtenido por Fernando Carrera Ramírez (2009) en su valoración inicial del estado de los monumentos antequeranos (Fig. 1).

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CÁMARA

C O R R E D O R

PRIMITIVA BUENO RAMÍREZ ET AL.

Pintura

Sigla

Materia prima

VCo1

Calcarenita

VCo2

Calcarenita

Cazo, triang.Estela

VCo3

Calcarenita

Rectas

VCo4

Calcarenita

Zig-zag

VCo5

Calcarenita

Zig-zag; Estela

VCo6

Calcarenita

Círculo; Zigzag; Estela ?

VCo7

Calcarenita

Triáng. Cazoletas

VCo8

Calcarenita

Zig-zag; Ondulados naturales

VCo9

Calcarenita

Triang, lineas sinuosas

VCo10

Calcarenita

Triáng, círculo, zig-zag. Estela

VCo11

Calcarenita

Cazo, banda, triang. Antropo pintado

VCo12

Calcarenita

Círculo; Banda

VCo13

Calcarenita

Zig-zag; Delimitación estela

VCo14

Calcarenita

Zig-zag

VCo19

Calcarenita

Sinuosa; Círculo; Zig-zag

Vco20

Calcarenita

Zig-zag; Círculo; Graffiti

Vco21

Calcarenita

Cir, triang,zig-zag, Estela

Vco22

Calcarenita

Caz, banda, triang, zig-zag

Vco23

Calcarenita

Zig-zag; Círculo.Estela

Vco24

Calcarenita

Cazi¡ol, zig-zag, triang,

VCo25

Calcarenita

Círculo; Zig-zag, triang

VCo26

Travertino

Cazo.

Vco27

Calcarenita

Cazol.Triangulos.Estela

Vco28

Calcarenita

Círculo; Posible estela frag.

Vco29

Calcarenita

Zig-zag; Círculo en rectángulo

Vco30

Calcarenita

Círculo

Vco31

Travertino

Cazol. Circulo

Vco32

Calcarenita

Círculo

VCa16

Calcarenita

Banda; Estela;

VCa17

Calcarenita

Círculo; Estela; Banda

VCa18

Calcarenita

Banda; Estela; Círculo

VCa 15 Int.

Calcarenita

Oblícuos; Estela

VCa 15 Ext.

Calcarenita

Sinuoso; Zig-zag

Perfil

Piqueteado

Rectangular fragmentado

Abrasión

Relieve

Roja

Blanca

Rectangular

Tab. 1. Técnicas y temas detectados en la campaña del 2013 en los soportes del dolmen de Viera.

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Motivo

Negra

Rectangular. Enmarque tallado


SECUENCIAS DE ARQUITECTURAS Y SÍMBOLOS EN EL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA, ESPAÑA)

Fig.1 Planta del dolmen de Viera con la estela de la cubierta destacada en rojo, a partir de Bueno Ramírez et al. 2009.

3. DECORACIÓN EN EL DOLMEN DE VIERA Las diferentes lecturas sobre la decoración del conjunto dolménico de Antequera se han hecho de manera estadísticamente significativa a través del dolmen de Menga. La capacidad de este monumento de focalizar las valoraciones, las deducciones y las interpretaciones se explican en la repercusión de los protagonistas de su estudio desde el siglo XIX: Cayetano de Mergelina, Manuel Gómez-Moreno, etc. (Sánchez-Cuenca López, 2012). Por el contrario, nuestro equipo tuvo como uno de sus objetivos preferentes una valoración completa de todos los soportes de los tres monumentos conocidos para analizar la relación o autonomía de las cadenas operativas protagonistas de cada una de las tres construcciones. Ya en un trabajo anterior (Bueno Ramírez et al., 2009) señalábamos que la presencia de piezas reutilizadas en las cubiertas de Menga y Viera alertaba de algún tipo de construcción anterior en relación con el poblamiento documentado bajo el dolmen de Menga (García Sanjuán y Lozano, en prensa) y de Viera (Ferrer Palma y Marqués Melero, 1993: 359) datado por C14. Considerado a veces como un monumento “pequeño” por comparación con Menga, Viera es en realidad un levantamiento artificial de más de 30 m de diámetro y 4 m de altura, cuyo túmulo mantiene una notable proximidad física con el de Menga, en una asociación que tiene escasas comparaciones en otros lugares de la Península Ibérica y de Europa. Los monumentos 3 y 4 de El Pozuelo (Zalamea la

Real, Huelva) (Linares Catela, 2011), y algunos de los que caracterizan el sistema satelital de Knowth, en Irlanda (Eogan, 1997) plantean este género de proximidades. Esa posición marca una de las primeras evidencias arqueológicas del conjunto: Menga no puede evaluarse sin Viera, ni al contrario. Un análisis exhaustivo de los sistemas de decoración interior contribuye a valorar el nivel de proximidad simbólica y técnica de los dos monumentos, pues ambos factores son evaluables dentro de marcos culturales más amplios. Las diversas actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en Viera han tenido intereses muy distintos. Primero la exploración y después la puesta en valor para la visita al público. La primera provocó la famosa galería tras el monumento. La segunda se efectuó sin tener en consideración posibles decoraciones en el monumento, como desgraciadamente también sucedió en Menga. Hay otras actuaciones menos controladas y con menos información, pero de las que existe alguna noticia (Carrera Ramírez, 2009: 236). Los datos de la última intervención señalan algunos de los problemas que afectan a una reconstrucción integral del programa gráfico de Viera: pérdida de ortostatos en la zona del acceso, de las cubiertas en el mismo sector o de las piezas del solado (Fernández Rodríguez, 2009: 64). Las cazoletas se erigían en la única evidencia de marcas en estos soportes relacionables con expresiones conocidas en el ámbito del arte esquemático (Bueno Ramírez et al., 2004; 2008; 2009a; Maura Mijares et al., 2006).

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La lectura que podemos ofrecer tras esta primera campaña es muy diferente. Viera conserva 32 soportes verticales que sostienen cinco cubiertas completas y dos parciales. Orientada al Este, la pequeña cámara rectangular del monumento se presenta como un recinto cerrado con cuatro grandes losas, perforada la de su acceso. El corredor conserva 24 soportes y quizás pudo tener 25 ó 26. Su entrada está cerrada por otra puerta de construcción similar a la del acceso a la cámara. Al exterior cuatro soportes delimitan un atrio corto que vira hacia el Sureste produciendo la sensación de un añadido posterior al recorrido del monumento. El mejor argumento para esta hipótesis es la documentación arqueológica de una coraza superior a la construcción (Ferrer Palma et al., 2004). Esta cubre la cámara y el corredor incluyendo su puerta y sellando arqueológicamente una de las fases del monumento. El túmulo original debió ser trapezoidal y alargado, como el más característicamente asociado a algunas galerías francesas: Prajou-Menhir es un buen ejemplo (L’Helgouach, 1966). Esto nos permite plantear que Viera tuvo una fase como monumento cerrado y una fase en la que el sepulcro fue expuesto a partir del

agrandamiento de la zona de acceso, situación que reitera la documentada en algunos monumentos atlánticos del megalitismo avanzado. La definición de esta ampliación como un corredor intratumular es muy próxima a la que conocemos en El Romeral, lo que propone una interesante vía de análisis para este último monumento (Fig. 2). Si observamos de nuevo la planta del monumento, se percibe una ligera ampliación en la anchura del corredor, a modo de pequeña antecámara que coincide con un desplazamiento en la dirección de este tramo del sepulcro. La decoración de las piezas de esta zona es también distinta. Su complejidad técnica y temática es más acusada que la detectada en el resto de los soportes del corredor, además de que la conservación de la decoración pintada es notoriamente mejor que la del resto del corredor (Lám. 1). Las cubiertas añaden otra referencia para valorar más de una refactura de este espacio. Las tres últimas son piezas de tamaño mayor, destacadamente la que cubre la cámara. Este dato junto con algunas cuestiones que comentaremos más abajo valora la hipótesis de que la cámara y la antecámara estén

Fig.2- Planta del dolmen de Viera con indicación de la coraza tumular y de los sondeos realizados, según Ferrer et al. 2004.

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Lám. 1. Acceso al dolmen de Viera. Se aprecian los restos de blanco aplicados a los soportes para su preparación pictórica. Fotos: Rodrigo de Balbín.

cubiertas por estelas reutilizadas. Cuantitativamente el nivel de decoración de Viera es solo comparable con los dólmenes de Soto (Trigueros, Huelva) o Alberite (Villamartín, Cádiz), ambos ejemplos indudables de la coexistencia de distintos tipos de grabado con la pintura, como sucede en Viera (Bueno Ramírez et al., 2004, 2009a, 2013). Las cazoletas, como decíamos, son el tema que había definido la decoración de Viera, pues 11 de los 24 soportes que constituyen los dos laterales del corredor las presentan. Parte de ellas aparecen de modo natural en las calcarenitas utilizadas como materia prima, pero en ocasiones se han agrandado, como sucede en el ortostato 24, y en varios otros casos son totalmente artificiales y se agregan entre sí para configurar temas rectangulares (ortostato 29), lineales (ortostatos 28 y 32) o circulares (ortostato 30). Obsérvese la proximidad de los ortostatos en los que concurre esta circunstancia y su posición en el lateral Norte de la cámara, lo que facilita la inciden-

cia solar directa. Solo tres soportes con cazoletas se sitúan en el lateral Sur del monumento. Este tipo de agregaciones de cazoletas son conocidas al aire libre en el propio territorio de Tierras de Antequera, caso del enclave del enclave de Peñas de Cabrera (Maura Mijares, 2010) y tienen buenas referencias contextuales en las recientes excavaciones de dólmenes en el área del Tajo Internacional (Bueno Ramírez et al., 2010a: 506; 2010b), además de al aire libre en el propio río. Siendo las cazoletas formas circulares, han quedado en la investigación del arte megalítico como un tema a caballo entre los aprovechamientos naturales y los añadidos artificiales. De hecho hemos argumentado que las calcarenitas elegidas para este y otros monumentos andaluces (Bueno Ramírez et al., 2008), permitieron a los constructores de los megalitos jugar con este tipo de relieves naturales para dotar de movimiento a lecturas simbólicas del sepulcro a par-

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tir de la incorporación de historias con luz natural o con luz artificial. Como caso excepcional los relieves ondulados por erosión marina del ortostato 8 indican otras formas de aprovechamiento de soportes naturales del máximo interés (Lám. 2). Hay más temas circulares. Estos se han obtenido por abrasión en los soportes 11 y 25, por piqueteado en las piezas, 12,13, 21 y 23, o en relieve en 19, 21 y 23. Se trata de círculos dobles, concéntricos en los soportes 11, 12, 13 y 25 permitiendo relacionar estos temas con los que en el arte libre han venido denominándose sin mucha fortuna, “petroglifoides” y de los que tenemos interesantes referencias en el entorno de Antequera: Marchamonas (Maura Mijares et al., 2006; Bueno Ramírez et al., en prensa) y en otras zonas megalíticas andaluzas (Bueno Ramírez et al., 2013: 32). La presencia de temas triangulares es bastante generalizada detectándose bien como triángulos rellenos o bien como zigzags en quince soportes. En

los primeros se aprecia un color rojo bien imbricado en el soporte, sin restos de blanco, que en ocasiones aparece en la zona inferior de la pieza y en la zona media. Se trata de triángulos dispuestos en horizontal, unidos en ocasiones por su vértice lateral. Su estrechísima relación con los triángulos rojos detectados sobre los soportes de Menga aporta un dato inédito al análisis de la identidad de procesos gráficos para construir ambos dólmenes (Lám. 3). Los zigzags aparecen también en relieve, al igual que las líneas sinuosas. En ocasiones los relieves aparecen cortados, como en los soportes 8, 13, 14, 15 ó 23, lo que indica que se hicieron antes de la que la pieza se adecuase al tamaño y posición que ocupa en el monumento. O sea, que se trata de soportes reutilizados. Es interesante que rojo del mismo tono descrito en el párrafo anterior se asocie a estos relieves que consideramos de la fase antigua de la decoración (Lám. 3). No son muchas las líneas rectas, pero tenemos algunos casos. El más completo, la línea angular del soporte 24. Interesante por sus referen-

Lám. 2. Cazoletas en los soportes 28 y 29 del dolmen de Viera. Fotos: Rodrigo de Balbín.

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Lám. 3. Izquierda: triángulos encadenados en la base del soporte 14 de Viera. Sobre ellos se aprecia la capa de pigmento blanco. Derecha: detalle de triángulo rojo del Pilar 3 del dolmen de Menga en la cara que da al lateral oeste. En su tercio superior se aprecia la capa de pigmento blanco. Fotos: Rodrigo de Balbín.

cias al aire libre son las líneas que unen cazoletas en el soporte 27 reproduciendo asociaciones de canales y cazoletas tal y como conocemos ampliamente al aire libre (Bueno Ramírez et al., 1998). La pintura se conserva mejor en los soportes próximos a la cámara. Aún así se perciben sin dificultad importantes restos de la base blanca y evidencias de bandas superpuestas a esta base con zigzag en rojo oscuro y delimitaciones en negro. Las cubiertas se pintaron enteramente de blanco antes de ser insertadas en su posición. Este dato tiene su mejor argumento en la vista de la base de la cubierta de la cámara desde el corredor, que se observa sobre el soporte 15 (Lám. 4).

Una situación excepcional es la del ortostato 11. Sobre un circulo abrasionado se ha diseñado, con pincel y pintura roja, un antropomorfo con la parte inferior curva del mismo tipo que el que preside la entrada al dolmen de Menga o que los conocidos a las entradas de algunos hipogeos del área malagueña (Lám. 5). Es la cámara la que reúne la decoración mejor conservada. Podemos decir sin ambages que es el único ejemplo conservado en la Península ibérica de una decoración arquitectónica pintada y grabada en relieve al estilo de las documentadas en algunos sepulcros hipogeos franceses e italianos. Los soportes de la cámara están escuadrados de dos en dos,

Lám. 4. Detalle de la base blanca de la cubierta de la cámara aplicada hasta en los lugares donde no resulta visible, como es la zona que apoya sobre la puerta (ortostato 15). Se aprecian los relieves de la zona superior de la decoración del ortostato 15. Foto: Rodrigo de Balbín.

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configurando un rectángulo perfecto. Sus superficies están alisadas y sólo presentan el notable agujero para acceder al pasillo trasero provocado por las primeras exploraciones, muy visible en el ortostato 17. Las cuatro piezas son estelas. Su forma original presentaba una notable talla escultórica en la zona superior, destacando una forma de tendencia triangular. Las piezas se trabajaron en este sector como esculturas de bulto redondo que sacaban la cabeza del personaje de una pieza de notable espesor. Es en el frontal de la cámara, la pieza 17 donde ese trabajo se observa sin dificultad. La zona escultórica de la 17 se sitúa en la parte superior izquierda, al igual que la de la 15. Mientras que la zona escultórica de la 18 se sitúa a la derecha y la de la 16 no resulta visible, Lám. 5. Detalle de la pintura roja de antropomorfo en la parte superior del ortostato 11 del dolmen de Viera. Foto: Rodrigo de Balbín.

quizás porque es una parte intermedia de una pieza grande reaprovechada. Estos indicios apuntan a que las estelas originales que se aprovecharon para forman parte de la cámara de Viera eran de mayor tamaño de lo que podemos deducir a partir de su situación actual. A los laterales de cada una de ellas se preparó una muesca eliminando materia prima. Por ella se deslizaron desde arriba hasta ocupar su posición actual. El soporte de entrada a la cámara asegura que las estelas estaban decoradas en su totalidad, el anverso con la talla de la cabeza y anverso y reverso con una elaborada decoración geométrica de zigzags, líneas rectas como base de decoraciones complejas, líneas sinuosas y un tema solar en la trasera. Parte de esa elaboración geométrica estaba pintada en rojo, como confirman las líneas oblicuas en relieve cortadas en el lateral derecho de la pieza (Lám. 6). Esta pieza sobrepasa ampliamente el desarrollo en anchura de la cámara, extendiéndose hacia los laterales Sur y Norte del túmulo. De hecho en su posición actual sabemos que falta una parte importante hacia su lateral Sur, pues se aprecia la talla oblicua de la zona superior sólo en su lateral Norte, señalando un ángulo en el centro que alberga un conjunto de cazoletas naturales circundadas en la parte interior por una línea semicircular roja y en la parte superior por una abrasión. Interpretamos esta zona como la cara del personaje. A la derecha falta la correspondiente talla simétrica. La perforación rectangular de

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la puerta con su posición centrada asegura que ésta se esculpió una vez que la pieza estuvo asentada en su posición actual. La puerta se talló con un útil de punta ancha y cortante (hacha), con un proceso de desbastado en líneas paralelas que fueron objeto de abrasión. Por arriba está delimitada con una moldura en relieve, a modo de marco. Los cantos internos y la parte inferior conservan indicios importantes de pintura roja. Al exterior, su frontal está completamente grabado mediante bajorrelieve que conforma líneas en zigzags y líneas sinuosas entre las que se aprecia una figura circular de la que surgen varias líneas sinuosas, al estilo de decoraciones conocidas sobre algunos megalitos ibéricos. Un buen ejemplo es el menhir de Renguengos, decorado en anverso y reverso (Bueno Ramírez et al., 2008: fig.5 a y b) La puerta por este lado también está enmarcada por una moldura que culmina en un triángulo. En los cantos se aprecia el color rojo ya identificado al interior, la banda negra horizontal de la zona media y la banda blanca por debajo del escalón. El resto de las piezas de la cámara están esculpidas y después pintadas. La 16 muestra un cuerpo rectangular grabado que ocupa tres tercios de la altura de la pieza. En el centro de la zona superior una forma semicircular puede indicar la cara del personaje. Frente a ella, la estela 18 muestra un cuerpo similar, a la misma altura que la anterior. El círculo excavado se sitúa donde debería estar la indicación de la cara. La presencia de la base de cal al interior de este círculo asegura que forma parte de la decoración de una de las fases del monumento y no de una intervención reciente. La pintura se realizó encima de los grabados de las estelas. El muestreo del soporte 18 de la cámara y del soporte 19 del corredor verifica un revoco blanco sobre el que se realizó la pintura. Ésta consiste en un zócalo blanco que recorre la zona inferior de todas las piezas, una banda negra a una altura intermedia que se sigue sin problema en todos los soportes, una banda negra vertical que enmarca alguno de los soportes, caso de la puerta donde ésta aún es perceptible, y el techo completamente blanco. Cuatro estelas sirvieron para delimitar la cámara de Viera. Dos presentan una zona superior triangular que recuerda bastante la imagen que describimos en la

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Lám. 6. Anverso y reverso de la puerta de la cámara. Foto: Rodrigo de Balbín.

estela de cobertura de la cámara de Menga (Bueno Ramírez et al., 2008: 195). Grabados piqueteados, grabados en relieve y pintura roja forman parte de estas primeras estelas. Su inserción en Viera se completa con aditamentos arquitectónicos, esencialmente la puerta perforada contorneada en rojo y la decoración pictórica en bandas negras y blancas. La cubierta de la cámara está totalmente pintada de blanco.

4. IDENTIFICACIÓN DE PIGMENTOS La mayoría de las identificaciones pictóricas del arte prehistórico se hacen de visu con el apoyo de técnicas fotográficas. Las pinturas paleolíticas responden bien a ese sistema de verificación. Más del 80% se identifican a partir de técnicas fotográficas. Pero en los últimos años muchos investigadores hemos apostado por aportar analíticas como una estrategia de aproximarse a las cadenas operativas de los pigmentos, a la posibilidad de uso de recetas y, desde luego, a obtener cronologías C14 (Carrera Ramírez y Fábregas Valcarce, 2006; Carrera Ramírez et al., 2005; Carrera Ramírez, 2011).

Nos queda mucho por trabajar en Viera, pero los resultados de las analíticas realizadas sobre el pigmento blanco de los soportes son muy reveladores. Las micromuestras se obtuvieron de modo directo mediante extracción con útil metálico. Se eligieron lugares poco accesibles como garantía de mejor conservación. De hecho este muestreo formaba parte de un estudio para el programa de conservación de los monumentos dirigido por Fernando Carrera Ramírez. Dos de las muestras se hicieron en Viera y una en Menga, señalándose la posibilidad de detectar esta aplicación blanca en El Romeral. Los análisis se llevaron a cabo en el Instituto Jaume Almera del CSIC mediante DRX y observación en lupa binocular (Fig. 3). Los resultados de las tres muestras son muy similares: calcita es su componente fundamental. A eso se suman en dos de las muestras (2 y 3) la indudable aparición de cuarzo, interpretado por nosotros como arena. Su valoración como un peculiar mortero de cal es sugerente, pues comienzan a conocerse evidencias de la antigüedad de éstos. La mezcla pudo hacerse también con calcita molida y aglutinante

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Figura 3- Resultados de los muestreos de pigmentos blanco en los dólmenes de Menga y Viera. Muestra 1 (Viera): Pigmento blanco. Ortostato 18. Lateral Norte de la cámara. Zona superior. Muestra 2 (Viera): Pigmento blanco. Ortostato 19. Lateral Norte corredor. Zona inferior. Muestra 3 (Menga): Pigmento blanco. Ortostato 11. Zona superior.

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orgánico (Carrera Ramírez, 2011). Sea como fuere, es sin lugar a dudas la constatación de una base de color blanco similar a la detectada en otros monumentos decorados ibéricos. Su presencia en Los Millares ya había sido señalada en los trabajos antiguos (Almagro Basch y Arribas Palau, 1963). Esta evidencia viene a sumarse a las que en los últimos años hemos podido documentar en otros megalitos andaluces, especialmente en Soto y Alberite (Bueno Ramírez et al., 2009b; 2013). Estamos en disposición de confirmar que los revocos blancos fueron un hecho en monumentos andaluces, como lo son en los dólmenes noroccidentales. Trabajar en la determinación de sus composiciones es uno de nuestros objetivos en la hipótesis de detectar aglutinantes de composición orgánica que permitan obtener muestras de C14 directas.

5. MENGA Y VIERA. CADENAS OPERATIVAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE MEGALITOS La colina en la que se alzan los monumentos de Menga y Viera tuvo una actividad previa a los monumentos. Esta está datada sobre muestras de carbón. En Menga con tres muestras que se sitúan sin dificultad a principios del IV milenio cal BC (Garcia Sanjuán y Lozano, en prensa), y en Viera con una muestra bastante próxima a una de las de Menga (Ferrer Palma, 1997). La más que sugerente relación de estos indicios con las estelas anteriores a los sepulcros, propone algún tipo de construcción en la que estas grandes piezas tuviesen un destacado papel. Parte de ellas sirvieron para construir los dólmenes de Menga y Viera en un proceso similar al documentado en el emblemático conjunto megalítico de Table des Marchands (Cassen, 2009). El uso de la cámara de Viera en cronologías del megalitismo avanzado ibérico (Bueno Ramírez et al., 2004), se ha verificado recientemente a partir de la datación radiocarbónica de muestras de fauna (Aranda Jiménez et al., 2013). La más antigua de ellas, inscrita en la primera mitad del III milenio cal BC, coincide tanto con las referencias asociadas a monumentos hipogeos del entorno de Antequera como con los escaso materiales detectados. Su relación con las cronologías conocidas para otros conjuntos hipogeos peninsulares es muy notable (Bueno Ramírez et al., 2005).

No disponemos de fechas para el uso de Menga, aunque recientemente se ha valorado la hipótesis de que este sepulcro debió estar construido antes que Viera, pues de otro modo, no habría habido espacio para desplazar las grandes piedras que se utilizaron en él (Garcia Sanjuán y Lozano Rodríguez, en prensa). El estudio de la decoración de los monumentos aporta argumentos hasta ahora inéditos para intervenir en esta discusión. Aún de plantas diferentes, ambos son construcciones hipogeas que reproducen fórmulas arquitectónicas conocidas en otros lugares del Sur de Europa. En Menga la gran estela reutilizada como cobertura de la cámara presenta una cabeza triangular. Como las de Viera y otras piezas son parte de estelas reutilizadas del mismo aspecto que las de Viera, pero de mayor tamaño. El uso de estelas muy similares redunda en un origen común que se ratifica en la verificación de que sus decoraciones pictóricas fueron muy semejantes, incluyendo revocos blancos de idéntica composición. Una decoración de bandas negras sobre revoco blanco y algunas evidencias en color rojo, así lo ratifican (Bueno Ramírez et al., en prensa a). Sin olvidar que la materia prima es casi idéntica en los dos monumentos, mientras que difiere en el caso de El Romeral. Entre la primera mitad del IV y la primera del III milenio cal BC, los dos dólmenes estaban construidos, lo que sitúa la segunda mitad del IV milenio cal BC como una horquilla muy probable para la construcción de ambos. Esta horquilla es el momento de mayores evidencias cuantitativas de construcción megalítica en la Península Ibérica. Sin lugar a dudas, materializa la expansión mayor de los sistemas de grandes piedras como alojamiento de los restos de ancestros. Probablemente en acciones consecutivas los dos grandes monumentos sustituyeron las estelas ancestrales visibles en la colina por áreas cerradas con enterramientos de personajes importantes. Un alineamiento con piezas de tamaño muy destacado o un círculo pudieron ser las fórmulas utilizadas para el primer momento de estelas. Que estas estuvieron un tiempo al aire libre parece convincente ante las evidencias de erosión que presentan algunas de las decoraciones en relieve. Del mismo modo podríamos atribuir parte del deterioro de la masa de los soportes de Menga a esta situación, pues algunos de sus revocos blancos se dieron por encima de losas que ya tenían pérdidas de masa.

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Por la documentación de Viera y de Menga podemos caracterizar su aspecto como estelas de gran porte, más de 4m en alguno de los casos, con la zona superior esculpida en triángulo, con una vestimenta señalada por líneas sinuosas y en zigzag en relieve destacado por pintura roja. Fajas horizontales de grandes triángulos completarían esta decoración, parte de la cual aparece como la primera tanto en los ortostatos de Viera como en los de Menga. Para incluirlos en los grandes monumentos, se les aplicó un revoco blanco, y una vez incluidos en ellos, todo se igualó con una decoración de bandas horizontales delimitadas por color negro y rellenos de zigzag en rojo (Lám. 7). Tras la construcción debieron tener lugar otros momentos de refactura. Ya señalamos que nos resultaba convincente en el caso de Menga por la posición del último tramo del monumento, el más externo. En Viera no nos cabe duda pues la coraza pétrea superior autentifica arqueológicamente un primer túmulo trapezoidal que se agrandó con posterioridad. Resulta sugerente que la fecha de frecuentación de la cámara de Viera se corresponda con

un intento expreso de remonumentalizar el sepulcro, lo que podría coincidir con una operación semejante en Menga de la que no quedan vestigios por la fuerte erosión de la zona delantera del monumento. El estudio minucioso de la decoración aporta referencias inéditas al análisis de la cadena operativa relacionada con la construcción y mantenimiento de los monumentos megalíticos, poniendo en juego evidencias nunca sospechadas para reflexionar sobre el nivel de actuación constante en estos edificios funerarios. El conjunto antequerano aporta sólidos argumentos sobre el papel de estelas y menhires como elementos previos a la fundación de los megalitos en muchos lugares emblemáticos del megalitismo europeo. Los dólmenes de Antequera se incorporan a este rango y confirman que el proceso de transformación de edificios al aire libre en edificios cerrados no es exclusivo de la primera fase del megalitismo. Por el contrario forma parte ineludible de una cadena de secuencias que tiene en las grandes piedras y en su representación de personajes ancestrales una retroalimentación constante de nuevos pasados para justificar la creación de arquitecturas funerarias (Bueno Ramírez et al., 2007a: 645).

Lám. 7. Decoración pictórica de los soportes 14 y 19 de Viera: Abajo triángulos rojos. Revoco blanco y sobre el bandas delimitadas por color negro con relleno de zig-zags en rojo. Fotos: Rodrigo de Balbín.

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AGRADECIMIENTOS La documentación en Viera se ha llevado a cabo con la correspondiente autorización de la Junta de Andalucía dentro del PGI Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera dirigido por L. Garcia Sanjuán. Queremos agradecer las efectivas gestiones realizadas por el director del CADA, D. Bartolomé Ruiz González para facilitar el trabajo de campo, así como el apoyo entregado del personal del Conjunto. Esta investigación se enmarca en el proyecto HAR2008-06140 sobre Programas Gráficos de Megalitos en Andalucía y en la línea de análisis de pigmentos del proyecto HAR2012-34709 sobre Los Colores de la Muerte.

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Vista de la Peña y del túmulo de Menga desde el dolmen de Viera. Foto: Javier Pérez González. Archivo del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.


RECENSIONES Olmos, R., Tortosa, T. y Bellón, J.P. (eds.). Repensar la Escuela del CSIC en Roma. Cien años de memoria. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2010, 880 páginas, ISBN: 978-84-00-09223-8

Mariano Ayarzagüena Sanz Vicepresidente de la Sociedad española de Historia de la Arqueología [mariano.ayarzaguena@gmail.com]

La obra Repensar la Escuela del CSIC en Roma. Cien años de memoria es un monumental libro colectivo de casi 900 páginas publicado con motivo del centenario de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma (EEHAR) y coordinado por el director y la vicedirectora de la institución en ese momento, Ricardo Olmos y Trinidad Tortosa respectivamente, junto a Juan Pedro Bellón, en una edición revisada por Isaac Sastre de Diego. En el libro se condensa la azarosa existencia de la Escuela durante estos cien años, existencia caracterizada por periódicas interrupciones de su actividad debidas a motivaciones políticas y/o económicas, cambios de sede, etc., lo que no deja de ser un reflejo de lo que supuso para la arqueología y sus instituciones el convulso siglo XX y

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los inicios del s. XXI. El objetivo de la obra es muy extenso, por cuanto no pretende sólo narrar la historia de la EEHAR, sino ponerla en relación con el devenir científico e histórico de la ciencia española e internacional y, especialmente de la Arqueología. Un objetivo tan amplio da lugar a que, a pesar de que la obra presente una apariencia de gran voluminosidad, los editores afirmen que “el libro global que pretendíamos seguramente deba ser escrito por otros más adelante”. Aserción que peca de modestia, no sólo por la gran cantidad de contenidos que sobre el tema se encuentran en el libro, sino también porque entre las plumas de los que escriben están muchos de los mayores especialistas en Historia de la Arqueología, españoles y extranjeros, y eso queda patente en la calidad de los textos.


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Ya pasando a comentar a grandes rasgos el contenido vemos que tras unas palabras de diferentes autoridades políticas, científicas y académicas que inician el libro para darle prestigio (el presidente del CSIC, los embajadores de España en Roma y en el Vaticano, el director de la Escuela, etc.), Ricardo Olmos presenta la obra comentando las cinco generaciones de investigadores que pasaron por la EEHAR. El grueso de la obra se estructura en cinco grandes secciones que siguen un orden cronológico y contienen 62 textos redactados por especialistas en diferentes campos de la Historia en general, la Historia del Arte, la Arqueología, la Historia de las Religiones, de la Música, etc., muchos de ellos antiguos becarios de la Escuela; al final de volumen se añaden al conjunto varios anexos con listas de publicaciones de la Escuela, directores y demás personal científico, becarios, etc. y un CD con entrevistas a algunos de ellos. La primera sección está dedicada a los primeros años de la Escuela, desde su fundación por R.D. de 3 de junio de 1910 hasta la disolución de la Junta para Ampliación de Estudios y su sustitución por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1939. Especial incidencia tuvo la I Guerra Mundial, en la que Italia fue país beligerante, motivo por el que en 1915 vería cerradas sus puertas, permaneciendo latente la memoria de la EEHAR

durante más de dos décadas. Es la parte más extensa y en la que se hace mayor hincapié (22 textos). Se inicia con un interesante trabajo de Alain Schnapp sobre la importancia de la antigüedad romana y del papel de Roma en la transmisión de la herencia clásica desde el siglo V hasta el mundo medieval, así como otro trabajo acerca de Roma y las academias internacionales [J. García Sánchez], donde se tratan dos temas de actualidad en la Historia de la Arqueología: el imperialismo europeo y su reflejo en los estudios arqueológicos y el nacionalismo científico. Este tema del nacionalismo tuvo especial énfasis durante la I Guerra Mundial, como señala E. Saraiva en su capítulo, y este nacionalismo, especialmente el italiano es también analizado por R. Dubbini, especialmente el previo a la Gran Guerra. A partir de ahí se exponen una serie de trabajos ya centrados en la EEHAR: la historia de la Escuela y de sus actividades y publicaciones entre 1910 y 1942 [J.P. Bellón] que tiene el enorme interés de situarla en su contexto español y romano. En el aspecto bibliográfico destaca el estudio sobre los Cuadernos de Trabajo de la Escuela Española de Historia y Arqueología, realizado por la gran especialista española en Historia de la Arqueología, Gloria Mora. También hay capítulos dedicados a la Junta para Ampliación de Estudios [L. López-Ocón] y al Institut d’Estudis Catalans [A. Balcells], así como a la participación conjunta de ambas instituciones junto a la recién creada Escuela en la

Mostra Archeologica celebrada en Roma en 1911 con motivo del 50º aniversario de la unificación de Italia [J.P. Bellón y T. Tortosa]; la importancia que jugó la Scuola Archeologica Italiana di Atene [E. Greco], y las academias internacionales en Roma [J. García]. Se incluye también un raro (por excepcional) proyecto arqueológico español en Grecia [J. García, J.P. Bellón e I. Fumadó]. Se acompañan breves biografías de algunos de los protagonistas, como las de Ramón D’Alòs i de Dou y de Francesc Martorell i Treball [J.P. Bellón], Ramón Menéndez Pidal [F. Rodríguez], Francisco de Paula Nebot [R. Olmos], José Pijoan [T. Tortosa e I. Socias], Antonio García Solalinde [M. Pedrazuela], Antonio de la Torre y del Cerro [C. Jular] y Elías Tormo [J. Vega]. La segunda parte corresponde a la etapa de la refundación de la EEHAR en 1947 tras la creación del CSIC por el franquismo. Esta fase abarca hasta la muerte del dictador. Al igual que en la primera parte, el contexto se configura como elemento primordial explicativo de la evolución de la EEHAR, como demuestran los textos dedicados a la “Delegación” del CSIC tras la eliminación de las más importantes instituciones de la estructura científica de la República (JAE, CIAPP, etc…), momento en el que el Opus Dei controlará la institución [J.P. Bellón]. Se tratan las relaciones entre fascismo y arqueología [M. Torelli] y la historia de la Arqueología cristiana en Roma [I. Sastre],

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este último es un trabajo no muy extenso, pero de gran importancia para conocer el desarrollo de la Arqueología cristiana en España. Francisco Gracia abunda en su brillante línea de investigación sobre la Arqueología que se practicó en España durante la Guerra Civil y el primer franquismo y los contactos hispano-italianos existentes en la arqueología de esos momentos [F. Gracia]. Ya desde otra perspectiva se encuentra un muy interesante trabajo sobre la Arqueología e Historia Antigua que se enseñó en las escuelas durante el franquismo [A. Ruiz]. Destaca la breve historia de los primeros proyectos arqueológicos de la Escuela a partir de los años 50, en cuevas del Neolítico y la Edad del Bronce de Liguria y en el santuario romano de Juno Gabina en Gabii [T. Tortosa] y al igual que en la etapa anterior, se acompañan las biografías de algunos de sus protagonistas más importantes, Francisco Íñiguez Almech [P. Jiménez], los responsables de la Delegación del CSIC en Roma [A.B. Herranz y J.P. Bellón], Martín Almagro Basch [G. Ruiz Zapatero], Alberto Balil [G. Delibes], Luis Vázquez de Parga y Emilio Sáez [J.P. Bellón], Félix Fernández Murga [T. Cirillo], Álvaro d’Ors [R. Domingo y C. Castillo]. Es interesante señalar la inclusión de estudios sobre otros organismos españoles en Roma: el Instituto Jurídico Español [F. Sánchez Calero] y el Instituto de Lengua y Literatura en Roma [F. Díez de Velasco y P. Álvarez de Miranda].

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La tercera parte, muy breve, está dedicada a la época de la Transición (1979-1983), cuyo hecho más destacado es la pérdida de la sede de la Escuela en Villa Albani [M. Almagro-Gorbea, J.P. Bellón]. La cuarta sección traza la historia reciente de la Escuela, entre 1984 y 2010, en sus sedes de la Academia Española en Roma hasta 1992 y en Via di Torre Argentina desde entonces. Participan con sus textos los directores de esos años, Javier Arce y Manuel Espadas, así como investigadores y becarios (R. Mar, T. Tortosa, I. Fumadó…). Cabe destacar la visión que sobre la Escuela y la arqueología española dan algunos investigadores italianos y de otros países, como F. Coarelli, O. Brandt o W. Geerts; y sobre todo el texto que X. Aquilué dedica a Xavier Dupré i Raventós, prematuramente desaparecido, y a sus proyectos arqueológicos en Italia (Tusculum).

Una vez expuesto en esta reseña el contenido del libro se observa la importancia del mismo no sólo por la gran cantidad de temas que trata y la relevancia de sus autores, sino también por la visión transversal que ofrece la obra. Así pues el objetivo que se habían planteado los editores de explicar las historia de la EEHAR en relación con las estructuras científicas españolas y europeas de cada momento entiendo que se encuentra ampliamente cumplido. Sólo un detalle a la hora de enjuiciarlo, si bien la organización del libro es bastante correcta, siguiendo un criterio cronológico, diferenciando bien las distintas etapas, da la sensación de que no se encuentra muy bien estructurado y de que en el fondo es un compendio de materiales de primerísima calidad a los que sólo les faltaría un elemento cohesionador y estructurador.

La quinta y última parte se centra en los proyectos actuales de la Escuela, tanto arqueológicos como históricos, en el marco general de la arqueología mediterránea [F. Braemer] y de la colaboración hispano-italiana [T. Tortosa, A. Alvar, F. Rodríguez Mediano]. Finaliza con unos epílogos de R. Olmos y del vicepresidente del Relaciones Internacionales del CSIC sobre la situación actual y las expectativas de la Escuela para el futuro, que comenzaría con la nueva sede junto a la Columna Trajana, aún no inaugurada.

En cualquier caso es digna de alabanza esta obra cuando tan escasos son los trabajos de conjunto en los que se pueden reunir plumas tan relevantes, organizados en un tema común, en este caso la Escuela del CSIC en Roma. Deseamos desde estas líneas que este momento tan duro por el que pasa la investigación en España y su reflejo en las distintas instituciones del CSIC, pase pronto y escuelas como esta de Roma tengan una larga vida, por todo lo que han aportado y lo mucho que aún le queda por aportar

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José Ramos Muñoz. El Estrecho de Gibraltar como puente para las sociedades prehistóricas. Editorial La Serranía, Ronda, 2012. 272 páginas, ISBN 978-84-15030-54-6 Juan Manuel Jiménez Arenas Departamento de Prehistoria y Arqueología, Universidad de Granada Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos, Universidad de Granada Research Associate, Anthropological Institute & Museum, Universidad de Zurich (Suiza) [jumajia@ugr.es]

Hay libros que nos informan y libros que nos ayudan a pensar. Otros, los menos, aúnan ambas características. En esta categoría se acomoda el libro que, apenas, me dispongo a reseñar. Una apuesta de una joven editorial (La Serranía) por publicar trabajos de temática local con una clara vinculación universal.

El estrecho de Gibraltar como puente para las sociedades prehistóricas de José Ramos Muñoz es una obra que, como su propio nombre anuncia, cuestiona un aspecto del pensamiento hegemónico: que el Estrecho actúa como barrera entre mundos imaginadamente distantes a pesar de la angostura física. Sin embargo, y como este trabajo se encarga de enfatizar, existe y ha existido, una historia común a ambas riberas. Una historia que ha sido mayoritariamente silenciada y que, justamente, debe de ocupar el lugar que se merece. Una manera de contar las cosas que huye de planteamientos etnocéntricos y colonialistas. La Historia es una de las tecnologías de las que se vale la memoria y puede servir tanto para mantener un estatus como para, de manera crítica, transformarlo. Y este libro, fiel reflejo de la trayectoria de José Ramos Muñoz, es un magnífico ejemplo de ello, porque se afana en mostrar como, durante centenares de miles de años, el Estrecho ha funcionado como una región histórica configurada a partir de los contactos que se han ido produciendo entre ambas orillas.

El presente volumen tiene una estructura muy clara, lo cual ayuda en la comprensión de las principales ideas que el autor nos trata de transmitir. Y esto, que ya de por sí es un valor añadido, lo es más puesto que se trata de una obra de divulgación científica: así, el público al que está dirigida no es exclusivamente el especialista en estas temáticas (Prehistoria, Arqueología, Geología, Paleontología,…). Más tarde volveré sobre este aspecto. El Estrecho de Gibraltar ha sido, y es, un accidente geográfico dinámico. Los fenómenos de regresión y transgresión marinas asociadas a las glaciaciones han modelado sus riberas, las zonas de interior cercanas a la actual línea costa y los fondos marinos. También se ha visto afectado por los avatares de la historia. Una zona de conflictos, la mayoría gestionados de manera pacífica y en los que las interrelaciones jugaron un papel fundamental.

El Estrecho de Gibraltar… se abre con una sección dedicada a la trayectoria formativa y profesional de José Ramos Muñoz. La (auto) biografía permite al lector o lectora hacerse una idea de cómo se ha conformado el pensamiento del autor: por qué ha abrazado determinados planteamientos teóricos, las razones por las que ha trabajado en una determinada época, los motivos de elegir unas comarcas o regiones y no otras, etc. Esto nos conduce a la segunda sección del libro dedicada a la posición teórico-metodológica.

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Esto es, cuáles son los principios y los caminos elegidos para elaborar un determinado discurso sobre la realidad. Al igual que la sección anterior, ésta también resulta muy procedente por una razón: la honestidad. Podemos estar, o no, de acuerdo con José Ramos Muñoz, pero éste se muestra cristalino, adoptando y adaptando el Materialismo Histórico, y más concretamente la Arqueología Social Latinoamericana como faro que ilumina su trabajo. De aquí deviene una segunda característica general del libro: la coherencia. El Materialismo Histórico está indisolublemente unido al pensamiento marxiano y al dogmatismo marxista (Fontana i Lázaro, 1992). Del primero, deviene el internacionalismo, la solidaridad (de clase), la “historia desde abajo”, entre otras. Así, la consideración del Estrecho como una región histórica, la constitución de equipos en los que los investigadores marroquíes tienen un importante peso específico, y el concepto de patrimonio que se maneja, alejado de la exclusividad de la monumentalidad asociada a las élites, son claros ejemplos del primero. Del segundo, el sentido lineal progresivo y finalista de la evolución sociocultural humana (teleología), economicismo, biacentrismo (situar la violencia como eje vertebrador de las conductas a lo largo de la evolución humana [Jiménez Arenas, 2011]). Esta inclinación hacia el Materialismo Histórico también nos ayuda a entender el porqué del uso de algunos términos y expresiones que, fuera de este contexto, pueden tener un significado diferente al que el autor pretende transmitir (p. ej. el concepto de “apropiación” para explicar la obtención de recursos aplicado a los grupos de recolectores-cazadores1). Seguidamente, y utilizando un

esquema diacrónico clásico de más antiguo a más reciente, desde las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras, tal y como son denominadas a lo largo de El Estrecho de Gibraltar…, a las productoras, el autor nos conduce por el registro arqueológico. Me gustaría hacer en este punto una salvedad: cuando hablo de registro arqueológico lo hago refiriéndome a las evidencias arqueológicas, paleontológicas, geológicas, paleobotánicas, etc. Porque este trabajo nos muestra, y es otra de sus principales características, que la Prehistoria es interdisciplinar, algo que, lejos de convertirse en una mera declaración de intenciones, se percibe de manera nítida durante la lectura El Estrecho de Gibraltar…, afectando a la estructura general del trabajo. Así, la primera parte de este gran apartado cronológico se dedica a la Antropología. A quiénes fueron los responsables durante cada uno de los estadios cronoculturales. Seguidamente se enmarca geológica y geográficamente la región concreta como cimiento para entender el medio en cual estos grupos humanos desarrollaron sus actividades. Como esta información resulta exigua para las reconstrucciones paleoecológicas se dedica un apartado tanto a la Paleontología como a la Paleobotánica. A continuación, y vinculado al medio geológico, se realiza un estudio de las materias primas como paso previo y necesario a la inclusión de los aspectos relacionados con la tecnología lítica tallada. Para la Prehistoria reciente, la Antropología es sustituida por una sección consagrada a las cerámicas Una última cuestión respecto a la estructura. No es baladí que primero se detalle el contexto norteafricano y en segundo lugar el del mediodía peninsular, puesto que una de las conclusiones que

se puede extraer de este trabajo es que muchas de las innovaciones culturales siguieron un camino de sur a norte. Podríamos decir que José Ramos Muñoz recurre al ex Meridianum lux. Todos somos africanos. O al menos tenemos un origen en este continente con independencia de las rutas que tomaran nuestros ancestros. Los primeros representantes del género Homo se documentan en el este de África y a partir de un momento comienza un movimiento, relacionado, posiblemente, con una dispersión faunística mayor (Arribas Herrera y Palmqvist Barrena, 1999). Así las cosas, tenemos dos yacimientos que pueden ser clave para entender qué ruta fue la principal para llegar a lo que hoy día es Europa: Dmanisi en el Cáucaso y Ain Hanech en el Magreb, ambos con una cronología cercana a 1,8 Ma (Ferring et al., 2011; Sahnouni et al., 2002). Por su parte, la evidencia más antigua de presencia humana en el sur de la Península Ibérica es bastante más reciente, en torno a 1,3 Ma. (Toro-Moyano et al., 2013). Ambas rutas están, pues, abiertas, pero hay algunos argumentos que permiten plantear que la dispersión siguió una dirección E-W/N-S. La primera, que la fauna es terrestre; la segunda, que aunque coyunturalmente algunos individuos hubiesen podido pasar el Estrecho lo tenía que haber hecho en número suficiente como para que el mantenimiento de las poblaciones hubiese sido viable. Otro argumento, este más tangible, para proponer dicho camino es que los conjuntos faunísticos del Pleistoceno inferior del norte de África difieren de los registrados en el sur peninsular (Sahnouni et al., 2002; Toro-Moyano et al., 2013). José Ramos Muñoz no elude ningu-

1 Utilizo recolectoras-cazadoras por dos razones. En primer lugar, durante la mayor parte de la historia de los homininos (el nombre que actualmente se le dispensa a los homínidos) la caza es cuestionable, al menos la de fauna de gran porte. El carroñeo pudo ser la principal fuente de obtención de recursos cárnicos. Por tanto, esta actividad, en un sentido estricto, entraría dentro de las actividades de recolección. Hasta bien entrado el Pleistoceno Medio no hay evidencias de útiles específicamente configurados para la actividad cinegética: las lanzas de Schöningen (Thieme, 1997). En segundo lugar, incluso en sociedades actuales que practican este modo de vida, la recolección es la actividad mayoritaria desde los puntos de vista cuantitativo y cualitativo. Por tanto, parece que la prevalencia de la caza, que sugiere la utilización de término “cazadoras-recolectoras”, desprende un componente de género en el que se prioriza las actividades consideradas tradicionalmente masculinas (caza) frente a las caracterizadas como femeninas (recolección) (v.g. Sanahuja Yll, 2002).

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no de los temas clásicos en la relación entre el continente africano y el europeo durante la Prehistoria antigua. El caso del Achelense es bien relevante. Y el autor propone que el sur de la Península ibérica debería tener un mayor peso específico. Cierto es que se alude al caso de las terrazas más antiguas del Guadalquivir, sin embargo no lo es menos que yacimientos como Cortijo del Calvillo (Fuente Camacho, Loja, Granada) y Laguna Medina (Jerez de la Frontera, Cádiz), también citados en el texto, tienen mucho que decir puesto que, desde un punto de vista tecnotipológico (la presencia casi constante de esquemas de talla trifacial, la escasa configuración de los útiles conformados y la ausencia de método levallois) (Jiménez-Cobos, 2012), presentan grandes concomitancias con materiales del norte de África, en especial con el recuperado en Thomas Quarry (Casablanca, Marruecos) y cuya datación podría alcanzar los 1,2 Ma (Raynal et al., 2001). Este aspecto trae a colación el tema de la llegada del Achelense a Eurasia, y en particular a la Península ibérica, establecido en el estadio isotópico marino (MIS) 15 (ca. 620 ka) (Baena Preysler et al., 2010). Uno de los nudos gordianos de este volumen es la presencia de Musteriense en el norte de África. José Ramos Muñoz y su equipo han dedicado parte de su esfuerzo en uno de los yacimientos, cueva Benzú, llamados a participar en los debates más interesantes y apasionantes sobre el Paleolítico medio, ya no solo en el entorno del Estrecho sino universal: la presencia de neandertales en el norte de África, la cronología de las industrias de Paleolítico medio, dónde surge el Musteriense y quiénes son los responsables de este complejo tecnotipológico. Los niveles pleistocenos de Benzú que nos ocupan en estos momentos se despliegan durante un intervalo cronológico de 180.000 años (25070 ka). Sin embargo, es interesante poner de manifiesto que la ausencia, o disminución significativa, de bifaces y la aparición de complejos

tecnotipológicos basados en las lascas y con la estandarización de las tallas centrípetas, incluido el método levallois, es una tendencia que aparece en Europa en el MIS 8 (ca. 300 ka) (Moncel et al., 2011) y, por tanto, atendiendo a las taxonomías del género Homo más al uso debería haber sido ejecutado por los pre-neandertalenses (Homo erectus s.l.). Lo que si está claro a partir de la biología molecular es que las poblaciones norteafricanas actuales portan trazas de genoma neandertal en los suyos (Sánchez-Quinto et al., 2012). La cuestión del Ateriense y su relación con el Solutrense es otro de los temas que reiteradamente aparece en la literatura dedicada al Paleolítico superior peninsular. José Ramos Muñoz se decanta por los intercambios entre ambas orillas y por la influencia del primero en la aparición del segundo. Es procedente en este momento manifestar otra de las características de esta obra: huye de postulados difusionistas vinculados a procesos de aculturación. Por el contrario los contextos que el autor presenta son de “contacto entre grupos” (p. 100) lo que disminuye la carga de simbología jerárquica en la que los llegados (colonizadores) imponen sin ningún tipo de resistencia, intercambio,… a los autóctonos (colonizados) su modelo cultural. Como bien plantea el autor, el debate sobre la influencia o no del Ateriense en la configuración de los complejos tecnotipológicos más extendidos del Paleolítico superior inicial europeo se abrió en la primera mitad del siglo XX y aún sigue vivo (ver Garcea, 2004 para un ejemplo de escenario de convergencia tecnotipológica y Straus, 2001 para otro en el que los contactos se iniciarían el Paleolítico Superior final). El tránsito entre las sociedades recolectoras-cazadoras y las productoras pone de manifiesto cómo el sustrato mesolítico debió de influir en dicho proceso. Es más, de las páginas dedicadas a este interesante tema se entiende que el autor engrosa la nómina de

las/os autoras/es que defienden procesos autóctonos de neolitización, convirtiendo el norte de África y el sur de la Península ibérica en focos de domesticación a partir de agriotipos. La Biología molecular nos puede ayudar de nuevo a sustentar lo que el registro arqueológico y arqueozoológico ponen de manifiesto. Y, efectivamente, existe la posibilidad de que se diera un fenómeno de domesticación de reses en el continente europeo y, también, que el ganado vacuno del sur de Europa tuviese un componente norteafricano (Beja-Pereira et al., 2006). La divulgación científica forma parte indisoluble y fundamental del proceso de socialización de la ciencia porque debemos revertir nuestro trabajo a la sociedad que es, en definitiva, la que nos sustenta. En este sentido, el trabajo está acompañado de un aparato gráfico imponente que ayuda a desentrañar la complejidad de lo escrito. Un aspecto reseñable es la prolija bibliografía consultada, cuando no escrita directamente, por el autor. En aras de una lectura más fluida, y sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un libro de divulgación, quizás podrían aligerarse las referencias. Puesto que el objetivo del libro es llegar a un amplio espectro de público, el uso de la terminología del sistema lógico-analítico puede dificultar la comprensión a aquellas personas no muy familiarizadas con la tecnología lítica. Igualmente, la cronología debería de uniformarse puesto que resulta un tanto heterogénea al convivir en el mismo volumen distintas formas de referirse a ellas (a.n.e., BP y a.C.). Esto no empaña un libro comprometido y que cumple con creces los objetivos que explícitamente marca el autor los cuales se pueden resumir en la siguiente frase del propio José Ramos Muñoz: “Entendemos que es posible una arqueología que aspire a conocer el pasado para obtener una mejor comprensión crítica del presente (…) centrada en lo social y en lo económico” (pp. 20-21). Para

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ello el autor se vale de una teoría sustantiva, la Arqueología Social Latinoamericana, que deberá ser sometida a la contrastación con un trabajo arqueológico basado en la metodología de las ciencias. Corresponde a las/os lectoras/es decidir qué prevalece

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José Antonio Linares Catela. Territorios, paisajes y arquitecturas megalíticas. Guía del megalitismo en la provincia de Huelva. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2011. 263 páginas ISBN: 978-84-675-5239-3 Ramón Fábregas Valcarce GEPN, Dto. de Historia I Universidade de Santiago de Compostela [ramon.fabregas@usc.es]

La Prehistoria Reciente de la Andalucía occidental posee unos rasgos que la hacen particularmente atractiva para alguien que, como el que suscribe, investiga sobre esa misma etapa en el Noroeste ibérico. Regiones ambas distantes en lo geográfico, muestran –sin embargo– interesantes convergencias y contactos en la cultura material, en parte debidos a su compartido atlantismo que, en el suroeste ibérico, se combina con la presencia de dinámicas socioeconómicas ligadas a su indudable adscripción meridional. El megalitismo onubense ha merecido desde hace décadas la atención de los especialistas, debido a la variedad de sus manifestaciones arquitectónicas y a la espectacularidad de no pocos conjuntos. Ya en 1924 H. Obermaier acometió la publicación de uno de los monumentos más emblemáticos, con una gran riqueza de grabados además (el dolmen de Soto); más tarde G. y V. Leisner dentro de su ambiciosa revisión del megalitismo peninsular, prestaron especial atención a Huelva, un interés que se materializaría en varios importantes trabajos en colaboración con C. Cerdán. La etapa más moderna de la investigación en este campo está representada por la labor del malogrado F. Piñón y -en fechas recientes- de F. Nocete y el propio autor de esta guía, J.A. Linares. Es en las últimas décadas cuando, al margen de abundar en el inventario y excavación de las construcciones megalíticas, se ha perseguido una aproximación que integre esas arquitecturas, funerarias o no, en su marco socioeconómico, vinculándolas

a procesos de creciente complejidad social y a la aparición y consolidación de nuevas estrategias de explotación del territorio, que incluyen los ricos veneros metálicos de la región. La organización autonómica de que se ha dotado España desde la restauración democrática ha tenido lógicamente importantes repercusiones en cuanto a la política cultural y, lo que aquí es más relevante, respecto al papel jugado por la arqueología. Algunos colegas han criticado el efecto deletéreo de la asunción por parte de los gobiernos regionales de las competencias sobre el patrimonio histórico-arqueológico, denunciando una proliferación de estudios “parroquiales”, excesivamente ceñidos a los límites de las nuevas unidades territoriales. Siendo esto a menudo cierto, no lo es menos que los entes autonómicos han efectuado importantes inversiones a fin de actualizar el inventario de bienes culturales, financiando excavaciones y tratando de rentabilizar ese patrimonio arqueológico mediante la restauración y acondicionamiento de yacimientos para su visita, así como también promocionando nuevas líneas de publicación. Andalucía ha seguido esta línea de actuación de un modo particularmente sistemático y la Guía que ahora revisaremos es un producto editorial de dicha política. No estamos, pese al (sub)título del libro, ante una guía al uso y de hecho carece de las indicaciones habituales en esta clase de publicaciones, referentes a accesos y otras informaciones relevantes para el potencial

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visitante. Tenemos entre nuestras manos, en cambio, una monografía de alta divulgación, que nos introduce al estado de conocimiento sobre el fértil megalitismo de Huelva, sintetizando la información obtenida en el curso de las últimas intervenciones arqueológicas, buena parte de ellas bajo la dirección del propio autor. Es por ello que este libro proporciona, sin la menor duda, un excelente acceso a esa interesante temática. A continuación, nos limitaremos simplemente a comentar algunas cuestiones suscitadas al hilo de su lectura.

una fecha aislada sino de una serie de ellas para al menos aquellos sitios de mayor complejidad, a fin de aquilatar mejor los tiempos y el tempo de esas transformaciones que el registro nos deja intuir. Por otra parte, se aprecia una concentración de fechas dentro del III milenio BC, en principio coherente con la postulada expansión del fenómeno megalítico en esa etapa, pero que en términos de cronología radiométrica deja en una preocupante nebulosa temporal el primer megalitismo, definido por las construcciones menhíricas y los dólmenes de planta trapezoidal.

La mera observación del gráfico de la página 74 nos habla de la notable diversidad que alcanza el megalitismo onubense, pues todas las grandes categorías tipológicas están presentes en la provincia, si acaso con la llamativa ausencia de las cámaras poligonales simples, de honda raigambre en el área septentrional de la Península Ibérica. Resulta particularmente llamativa la auténtica explosión que experimenta el diseño cameral durante el III milenio, tanto en el plano de las técnicas constructivas como en el de las fórmulas arquitectónicas. Sin duda, esta increíble variabilidad responde a un proceso expansivo de la economía productora y también pone sobre la mesa la compleja interacción de factores como el incremento en la desigualdad interna de los grupos sociales o la necesidad de éstos de diferenciarse de los vecinos mediante el empleo y la manipulación de la cultura material.

J.A. Linares también señala la existencia de 3 agrupaciones de grabados al aire libre (una cuarta se halla más allá del límite provincial con Sevilla), emplazados en afloramientos destacados que pudieron haber servido como referentes para la delimitación de espacios, conformando -junto con los megalitos a los que se asocian- una red de paisajes simbólicos con distintos significados y características. A este respecto, observamos coincidencias con el repertorio geométrico de los petroglifos del Noroeste ibérico, mientras que otros motivos como los ancoriformes y ramiformes son más afines al grupo esquemático. Hay, sin embargo, una gran divergencia entre ambas regiones en cuanto a la localización puntual, pues sus homólogos gallegos casi siempre evitan las rocas más conspicuas y cuando existe una asociación espacial con los túmulos, sólo está presente la imaginería más simple, a base de cazoletas. En el sitio rupestre de Los Aulagares aparecen representados temas como las cruces inscritas en círculos, que en Galicia han sido interpretados, no sin polémica, como relativamente recientes. Esto nos habla a las claras de la problemática de una lectura e interpretación cronológica del arte al aire libre en ausencia de hard evidence. Finalmente, en la página 187 representaciones de tipo astronómico (estelares, soliformes) se etiquetan como esteliformes, lo que a mi entender resulta algo confuso, pues este término se podría interpretar en el sentido de “afín a las estelas”, lo que no parece ser el caso.

El cuadro de la página 66, donde se relacionan las dataciones radiocarbónicas para el megalitismo onubense nos proporciona algún motivo para la reflexión: por ejemplo, llama la atención que en un área con fuerte tradición investigadora y donde se cuenta ya con un buen número de excavaciones, el número de fechas C-14 sea tan limitado (9 para un total de 6 yacimientos). No se trata de una pulsión cuantitativista por parte de este lector, pues en unos monumentos a menudo con alambicadas biografías –que incluyen reutilizaciones y transformaciones- sería de gran utilidad el poder disponer no de

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Hay dos aspectos que se conocen en otros lugares pero que aquí adquieren una visibilidad particular: el reaprovechamiento de elementos de construcciones anteriores, normalmente menhíricas, para levantar las cámaras ortostáticas (con un espectacular ejemplo en el Dolmen de Soto) y la normatividad que se observa en cuanto a la selección y disposición del material pétreo. Un caso nítido de esto último lo encontramos en el círculo de piedras de Posada del Abad (pp. 9293), con dos sectores bien definidos mediante el uso, respectivamente, de granito rosa y filita, al tiempo que se emplean cantos de cuarzo, cuarcita y pizarra para rellenar las fosas de cimentación. Debe hacerse notar la inversión energética que habría requerido acomodar estas construcciones a dicho normativismo, puesto que las lajas graníticas tuvieron que transportarse desde una distancia superior a los 5 km. Por otro lado, el ya aludido Dolmen de Soto, con unas extraordinarias dimensiones (más de 21 m. de longitud de su cámara) albergaba sólo 8 cuerpos, entre ellos uno infantil. Esto trae a colación algo que en otros lugares los azares de la conservación no permiten documentar: la exacta utilización (o más propiamente, intensidad de utilización) de los megalitos funerarios, especialmente de los de gran tamaño, unos receptáculos fúnebres que demandaron una inversión social sin precedentes que no parece ir acompañada de un acceso generalizado por parte de los integrantes de la comunidad constructora. Habría –al menos ante el trámite mortuorio- individuos o secciones de la sociedad que (recogiendo la expresión orwelliana) eran más iguales que los demás. Ya para finalizar la revisión de esta inusualmente elaborada guía, tenemos que señalar la impecable edición, donde la calidad de la impresión se aúna a numerosas fotografías, gráficos y reconstrucciones que suponen un complemento idóneo para un texto excelentemente escrito y con un lenguaje accesible, coronado por el glosario y la bibliografía recomendada


NOTICIAS III CONGRESO DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA: I+D+I EN LA PREHISTORIA DEL SUR PENINSULAR Entre los días 22 y 24 del mes de octubre de 2014 se celebrará el III Congreso de Prehistoria de Andalucía: I+D+i en la Prehistoria del sur peninsular, organizado por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y en colaboración con la Real Academia de Nobles Artes de Antequera. La temática principal se centrará en los avances producidos en el conocimiento de las sociedades que se desarrollaron a lo largo del tiempo prehistórico en el sur peninsular y centrando la discusión en un contexto espacial específico constreñido a lo que se entiende en sentido amplio como Tierras de Antequera. La elección de este espacio, como punto nodal de la reunión, deviene del papel que ha desempeñado históricamente como centro de comunicación e intercambio natural en el territorio andaluz. De esta manera, se “utiliza” como referente para presentar y evaluar la dinámica que caracteriza a las sociedades durante los distintos períodos de la Prehistoria del sur peninsular, teniendo en cuenta los cambios experimentados en la disciplina arqueológica, así como de la planificación y orientación en la investigación. Partiendo del principio que la actividad investigadora constituye el soporte que genera una documentación precisa y cualificada, además de motor necesario para implementar el conocimiento desde la innovación -en este caso sobre las sociedades pretéritas-, se atenderá a las formas en que éste se transmite a la ciudadanía, como última y legítima depositaria de los avances conseguidos.

dos en los últimos años, a través de los programas de fomento de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), que han significado una importante transformación del conocimiento y comunicación sobre aspectos relevantes de este periodo histórico. Desde esta perspectiva, se puede destacar que, a nivel general, ha supuesto una lectura diferente a la tradicional en la comprensión de los procesos de cambio que marcan las transformaciones desde las sociedades de cazadores y recolectores hasta la configuración de las élites aristocráticas de la Edad del Hierro, que es hacia donde se dirigirá la atención de las intervenciones.

Para lograr este objetivo, se potenciará, por un lado, la exposición de las distintas y variadas intervenciones realizadas durante las últimas décadas en la comarca, así como de la conexión que sus resultados presentan en el contexto del sur peninsular. Por otro, se demandará la explicación de los avances produci-

Al igual que en las ediciones anteriores de los Congresos de Prehistoria de Andalucía, está prevista una articulación de las exposiciones en dos apartados con estructuras diferentes. En primer lugar, una sesión de pósters abierta a la presentación de resultados generales de la investigación que se está

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produciendo sobre las diferentes áreas temáticas y territoriales del sur peninsular. En segundo lugar, las mesas de debate. La sesión de pósters aspira a convertirse en el formato idóneo para visibilizar y aproximar las investigaciones concretas que se están realizando sobre el sur peninsular. Investigaciones, por otro lado, derivadas no sólo de los trabajos de campo, sino también de las últimas propuestas metodológicas en el marco de trabajos inter y transdisciplinares. Por su parte las mesas de debate, con una participación en torno a 25 personas, se organizarán por periodos cronológicos y de estructuración socio-económica e ideológica. Estarán orientadas a exponer los trabajos realizados recientemente sobre las Tierras de Antequera, sean de intervenciones arqueológicas de campo o del análisis de los registros materiales, así como de su vinculación con los diferentes contextos del territorio andaluz. Finalmente, en el marco del encuentro, se otorgará el galardón Medalla de Menga 2014 a aquellas personas y entidades que, a juicio del Comité Científico, hayan destacado en sus aportaciones en la investigación, comunicación, conservación y restauración, y en la defensa del patrimonio prehistórico. Más información en las siguientes direcciones electrónicas: dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es dmassieu@ull.edu.es

PUBLICACIÓN DE LAS ACTAS DEL II CONGRESO DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA. MOVILIDAD, CONTACTO Y CAMBIO (ANTEQUERA, 2012) Edición electrónica CD – PDF Ilustraciones en ByN y color Sevilla, 2014 Junta de Andalucía Consejería de Educación, Cultura y Deportes Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Después de casi dos años desde la celebración del II Congreso de Prehistoria de Andalucía en febrero de 2012, que adoptó como guión temático las investigaciones en torno a la circulación de objetos y personas y sus consecuencias en la transformación de las comunidades humanas del sur peninsular, ven la luz las Actas del citado encuentro científico. La publicación de dichas Actas supone un espaldarazo a la voluntad de continuar celebrando este tipo de eventos con el formato de Congreso de Prehistoria de Andalucía, impulsado por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. En el contexto actual andaluz y español, donde estos encuentros se han reducido a niveles prácticamente desconocidos desde hace 30 años, resulta esencial mantener este tipo de reuniones con periodicidad. Es la única manera de que la sociedad pueda estar informada de la actividad de investigadores necesariamente especializados y más en un contexto como el actual, dominado por el concepto de publicación de “impacto”, pero cuya difusión no va más allá de círculos numéricamente muy reducidos. Las restricciones presupuestarias han impuesto un formato que difiere sensiblemente de la publicación que se dedicó al Primer Congreso de Prehistoria de Andalucía. Memorial Siret. Por evidente economía de medios, la actual Consejería de Educación, Cultura y Deporte ha adoptado un formato electrónico para estas Actas, que no obstante, presentan una maquetación y organización que en nada difiere de un libro tradicional en papel, quedando como opcional para el usuario la impresión del mismo. A lo largo de las más de 500 páginas de la publicación el lector podrá hacerse cumplida idea de las aportaciones que hubo en el referido Congreso, tanto por parte de especialistas y equipos ya muy consolidados, así como como debidas a investigadores que

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los temas que pudieron suscitar el mayor interés de los asistentes. La variedad de los asuntos tratados se recoge en casi una veintena de trabajos que recogen lo más destacado y novedoso que se está realizando en Andalucía o áreas limítrofes en el campo de la Prehistoria y la Protohistoria. Finalmente, la sesión de pósteres, encabezada por el correspondiente texto de su presidente, contiene las aportaciones que se enviaron al Congreso en ese formato. El Comité Científico considero importante que dichas contribuciones pudieran figurar en estas Actas en formato artículo breve, dado que muchas de ellas resumen investigaciones en curso.

están iniciando su andadura, pero que empiezan a apuntar nuevas vías de trabajo para cuestiones muy diversas. La publicación se inicia con un entrañable álbum de fotos, que recoge algunos de los momentos más destacados del encuentro. A este respecto, hay que señalar la entrega de las Medallas de Menga en su edición 2012, galardón otorgado por la entonces Consejería de Cultura a personas y colectivos que hayan destacado en la investigación, conservación, difusión y defensa del patrimonio prehistórico y protohistórico de Andalucía. En este año el premio recayó en Antonio Gilman, profesor de la Universidad Estatal de California, Hermanfrid Schubart, investigador del Instituto Arqueológico Alemán, y en la Asociación de Amigos de los Iberos de Jaén.

Finalmente, señalar que las Actas reúnen casi todos los trabajos que fueron convocados finalmente al Congreso. Inevitablemente, en este tipo de eventos, siempre hay investigadores que, por diversos motivos, no pueden acudir al compromiso que se asume cuando se acepta la invitación de los organizadores. Pero la mayoría de los autores han respondido con absoluta puntualidad al requerimiento de la organización, del Comité Científico y del personal del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, con un recuerdo especial para Rosa Enríquez Arcas. Igualmente, agradecer la dedicación de Sandra Rodríguez de Guzmán y de Luz Pérez Iriarte, funcionarias de la ya extinta Dirección General de Bienes Culturales, que han sido claves en este año y medio de incertidumbre, poniendo a salvo la edición de esta Actas de los huracanes presupuestarios que se han llevado tantas cosas por delante. Por fortuna, tras navegar por aguas procelosas y cambiantes, este barco ha llegado a buen puerto y podemos disfrutar de la nutrida carga de su bodega.

La conferencia inaugural, a cargo del Dr. Antonio Gilman, abre el contenido específico de investigación del libro. A continuación se desarrollan las cuatro mesas de debate temáticas que estableció en su día el Comité Científico del Congreso. La entrada de cada mesa está precedida por una breve introducción del presidente de cada una de ellas, donde efectúa una valoración crítica de los contenidos de la mesa y de

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ADQUISICIÓN//ACQUIRE

MENGA es una publicación del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía)

MENGA is a journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (Ministry of Culture and Sport of the Andalusian Regional Government) Precio de la revista/Journal price: 20 € Los modos de pago y solicitud pueden ser consultados en la página Web/Subscription orders can be found on the following web site: www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/libreriavirtual/ INTERCAMBIO/EXCHANGE

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NORMAS//GUIDELINES Menga da la bienvenida a trabajos inéditos en inglés o español que traten de la Prehistoria de Andalucía y regiones vecinas del sur de la Península Ibérica, o a trabajos que aborden síntesis generales de ámbito supra-regional conectando la Prehistoria Andaluza con el resto de Iberia, el Mediterráneo occidental y la Europa Atlántica. Igualmente, Menga se interesa de forma expresa por publicar trabajos que contribuyan a la formalización teórica y metodológica de la investigación prehistórica y al avance de los procedimientos y sistemas de gestión y difusión del patrimonio prehistórico. La revista Menga solo publicará trabajos originales que no hayan sido publicados o estén siendo considerados por otras revistas para su publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Desde un punto de vista formal, las normas a seguir para la presentación de trabajos son las siguientes:

Menga welcomes original manuscripts written in Spanish and English, dealing with the Prehistory of Andalusia and neighbouring southern Iberian regions as well as syntheses of a broader geographical scope that connect Andalusian Prehistory with that of the rest of Iberia, the western Mediterranean and Atlantic Europe. Menga is also open to manuscripts contributing to the theoretical and methodological formalization of prehistoric research as well as the advancement of systems and procedures of prehistoric heritage management. Menga only will publish original works and will not accept papers which are being considered for publication in other journals or have already been published. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content. From a formal stand, the guidelines for submitting articles are the following:

Texto Text Los artículos no deberán exceder los 36.000 caracteres (1516 páginas) más bibliografía e ilustraciones. En la primera página aparecerá el título en mayúsculas y su traducción al ingles o español, seguido del nombre/s del autor/es con un asterisco que remitirá a una nota a pié de página en donde se indicará la institución donde trabaja así como la dirección electrónica. A continuación se incluirá un resumen en español e inglés con una longitud entre 100-150 palabras junto a unas palabras clave (máximo 8). Deberán evitarse numerosas y largas notas a pié de página. En el caso de que se incluyan y para facilitar el trabajo de maquetación se incluirán en una hoja independiente al final del texto. En el caso de que sea necesario un apartado de agradecimientos este se situará al final del texto con anterioridad a la bibliografía. Estilo Se tendrán en cuenta las siguientes consideraciones: 1. Numerales. Los recuentos se citarán mediante palabras cuando sean menores a diez, y con números a partir de 10. Por ejemplo “se identificaron dos cuentas de collar de piedra” pero “se identificaron 184 cuentas de collar de piedra.” 2. Cronología. Los periodos y sub-periodos históricos serán siempre citados con la primera letra en mayúscula. Ejemplo “Neolítico Medio” y no “Neolítico medio”.

Articles should not exceed 36,000 characters (15-16 pages), plus bibliography and illustrations. The first page should contain the title in capital letters with its translation in English or Spanish, followed by the name(s) of the author(s) with an asterisk referring to a footnote containing the institution where the author works and their e-mail address. This will be followed by an abstract in English and Spanish of between 100 and 150 words, together with keywords (maximum 8). The use of numerous and long footnotes should be avoided. If any are included, to facilitate the page layout process they should be listed on a separate page at the end of the text. If an acknowledgement section is to be included, this should be placed at the end of the text, before the bibliography. Style The following aspects should be taken into account: 1. Numbers. Counts should be expressed in words when they are under ten, and in numbers from 10 onwards: for example, “two beads from a stone necklace were identified” but “184 beads from a stone necklace were identified”. 2. Chronology. The historical periods and sub-periods should always be quoted with the first letter in capitals:

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3. Cronología. Los años se designarán de forma numérica y sin puntuación. Por ejemplo “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1980 y 1630 ANE” y no “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1.980 y 1.630 ANE”. 4. Cronología. Cita de fechas radiocarbónicas. Cuando se mencionen dataciones radiocarbónicas se deberán citar los siguientes datos: la fecha BP con su desviación estándar, la sigla de laboratorio, la materia analizada (donde fuera posible) y la fecha calendárica calibrada, especificando si se trata de la versión a 1 ó 2 sigmas. La fecha calendárica calibrada se citará incluyendo el límite mayor y el límite menor de la distribución de la datación dentro del intervalo de confianza elegido (1 ó 2 sigmas). Por ejemplo: “La fecha más antigua de este tipo de construcciones actualmente registrada en el sur de la Península Ibérica corresponde al sitio de Castro Marim, en el Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal ANE 2σ)”. Se evitará el uso de las fechas “intercept” por ser metodológicamente incorrectas. Igualmente se indicará el programa informático y la curva de calibración utilizados. Menga no aceptará referencias a dataciones radiocarbónicas sin calibrar. 5. Género. La revista Menga promueve una visión no sexista de la Prehistoria y consecuentemente favorece un uso no sexista del lenguaje. Por tanto, se espera de los/as autores/ as el empleo de un lenguaje neutro en términos de género. Por ejemplo, se favorecerá “la evolución del ser humano” frente a “la evolución del hombre” o “la comunidad de profesionales de la arqueología” frente a “la comunidad de arqueólogos”. 6. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan artículos determinados en sus denominaciones deberán ser citados por su nombre completo, apareciendo la primera letra de los artículos en mayúscula. Por ejemplo “la necrópolis de Los Millares” y no “la necrópolis de Millares” ni “la necrópolis de los Millares.” 7. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan en su denominación términos geográficos genéricos como “cueva” o “dolmen” serán citados poniendo en mayúscula la primera letra de su denominación, pero manteniendo en minúscula la del término geográfico genérico. Por ejemplo “el esparto de la cueva de Los Murciélagos” y no “el esparto de la Cueva de Los Murciélagos” o “la arquitectura del dolmen de El Gigante” y no “la arquitectura del Dolmen de El Gigante”. 8. Denominaciones. Los nombres de las figuras, láminas y tablas, aparecerán siempre abreviados con la primera letra en mayúscula, Fig. Lám. ó Tab., tanto en las llamadas en el texto como en los pies correspondientes. 9. Citas de autores/as. Cuando se cite de forma expresa en el texto nombres de personas (autores/as, excavadores/ as, etc.) se les/as citará por su nombre completo, o bien por la inicial del nombre y su apellido (o apellidos, cuando sean autores/as de nombre hispano), pero nunca sólo por su apellido. Por ejemplo “las excavaciones de Manuel Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” y no “las excavaciones de Pellicer en la cueva de Nerja”.

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for example, the “Middle Neolithic” and not the “middle Neolithic”. 3. Chronology. Years should be designated numerically and with no punctuation. For example, “We estimate that the occupation of the village took place between 1980 and 1630 BC” and not “We believe that the occupation of the village took place between 1,980 and 1,630 BC”. 4. Chronology. Quoting radiocarbon dates. When mentioning radiocarbon dates the following data should be included: the BP date with its standard deviation, the laboratory signature, the material analysed (where possible), and the calibrated calendar date, specifying whether it is at 1 or 2 sigmas. The calibrated calendar date should be quoted with the higher limit and lower limit of the dates within the confidence interval chosen (1 or 2 sigmas). For example: “The oldest date for such kinds of constructions so far registered in the South of the Iberian Peninsula corresponds to the site of Castro Marim, in the Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal BC 2)”. The use of “intercept” dates should be avoided as they are methodologically incorrect. The software and the calibration curve used will be also specified. Menga will not accept references to uncalibrated radiocarbon dates. 5. Gender. The Menga journal promotes a non-sexist vision of Prehistory and therefore favours a non-sexist use of language. The use of a neutral language for gender is therefore expected from authors. For example, the “evolution of humankind” is to be preferred to the “evolution of mankind”. 6. Designations. Archaeological sites including definite articles in their designation should be cited by their full name, with the first letter of the article in capital letters. For example “the necropolis of Los Millares” is to be preferred to “the necropolis of Millares” or “the necropolis of los Millares”. 7. Designations. Archaeological sites that include generic geographical terms such as “cave” or “dolmen” in their designation should be cited with the first letter of the designation in capital letters, but keeping the lower case letter in the generic geographical term. For example “the esparto grass of the cave of Los Murciélagos” is to be preferred to “the esparto grass of the Cave of Los Murciélagos” and “the architecture of the dolmen of El Gigante” to “the architecture of the Dolmen of El Gigante”. 8. Designations. The names of figures, plates and tables should always be abbreviated with the first letter capitalised, hence Fig., Pl., or Tab., both in references in the text and in the corresponding footnotes. 9. Naming people. When explicitly citing names of people (authors, excavators, etc.) in the text, they should be cited by their complete name or by the first initial and their surname (or surnames, when they are Spanish names), but never just by their surname. We should write, for example, “Manuel Pellicer Catalán’s excavations in


10. Designación de métodos analíticos. Los métodos analíticos serán designados en su denominación castellana, tanto en su forma completa como en sus acrónimos, poniendo en mayúscula la primera letra de cada palabra, excepción hecha de los artículos. Por ejemplo “se realizó una datación absoluta por luminiscencia por estimulación óptica (LEO)” y no “se realizó una datación absoluta por optically stimulated luminescence” o “se realizó una datación absoluta por OSL”. 11. Expresiones. Los latinismos irán siempre en cursiva (et al., in situ…). 12. Expresiones. Los acrónimos aparecerán siempre sin puntuación y en mayúscula (UNESCO, ONU…). 13. Citas literales. Los fragmentos transcritos literalmente deberán aparecer entrecomillados y con la indicación junto a la cita bibliográfica de la/as página/as. Tales citas literales deberán ir siempre en castellano y opcionalmente podrán aparecer en su lengua original en nota a pie de página. 14. Citas de autores. Las partículas d’, de, le, von, van, etc. de los apellidos, irán en minúscula cuando estén precedidos por el nombre: Angela von den Driesch; Francisco de la Torre, pero irán mayúscula cuando se cite el apellido solo (Von Den Driesch; De la Torre). Siguiendo la norma de la RAE, para la ordenación alfabética de tales nombres en la bibliografía no se emplearán las partículas, es decir, “Balbín Behrmann, R. de” y no “De Balbín Behrmann, R.”. 15. Expresiones. Las medidas y dimensiones físicas se expresarán sin punto: centímetro(s): cm; gramo(s): g; kilómetro(s): km; metro(s): m. Las cantidades del Sistema Métrico Decimal y del Sistema Internacional de Pesos y Medidas irán con cifra (15 m). 16. Nombres de zonas geográficas. Los nombres comunes que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Jaén, el río Guadalquivir. Sólo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Sierra Nevada. 17. Expresiones. Se utilizará siempre para los porcentajes el símbolo % (25% sin espacio de separación) y nunca 25 por cien o 25 por 100. 18. Expresiones. En la denominación de los puntos cardinales se utilizará sureste, noroeste, suroeste.. y no sudeste, nordeste, sudoeste… Bibliografía Las citas se realizarán en el texto teniendo en cuenta los siguientes criterios: se incluirá entre paréntesis y en minúsculas los apellidos de los autores. En el caso de más de dos autores se incluirá et al. A continuación y separado por coma se indicará el año, y en su caso la/s página/s deberán aparecer en orden de publicación y separadas por punto y coma. Ejemplos: (Schiffer, 1987: 45) (Arribas Palau y Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). Las referencias deberán aparecer listadas al final del texto con sangría francesa y por orden alfabético siguiendo las

the cave of Nerja” or “M. Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” but not “Pellicer’s excavations in the cave of Nerja”. 10. Expressions. Words in Latin should always be in italics (et al. , in situ ...). 11. Expressions. Acronyms should always be given with no punctuation marks and in capital letters (UNESCO, UNO ...) . 12. Quotations. Word-for-word quotes should appear between quotation marks and the page(s) should be indicated in the bibliographical reference. Such textual quotations should always be in English and may optionally be given in the original language in a footnote. 13. Naming authors. The particles d’, de, le, von, van, etc. in surnames, should be in lower case letters when preceded by the name: Angela von den Driesch, Francisco de la Torre, but should start with a capital letter when the surname alone is mentioned (Von Den Driesch, De la Torre). The alphabetic ordering of such names in the references should not include such particles, i.e. “Balbín Behrmann, R. de” and not “De Balbín Behrmann, R.” 14. Expressions. Physical measurements and dimensions should be expressed without a full stop: centimetre(s): cm; gram(s): g; kilometre(s): km; metre(s): m. Amounts under the Metric System and the International System of Units should be expressed with a number (15 m). 15. Names of geographical areas. Common names accompanying geographical names (city, river, sea, ocean, mountains, mountain, cape, gulf, strait, etc.) should be written in lower case: the city of Jaen, the river Guadalquivir. If the generic name is part of the proper name, it is written with an initial capital: Ciudad Real, Sierra Nevada. 16. Expressions. The symbol % should always be used for percentages (25% with no space between the number and the symbol), never 25 percent or 25 per 100. Bibliography References will be given in the text using the following criteria: the surname(s) of the author(s) will be included in brackets. If there are more than two authors this will be shown as et al. This will be followed by the year separated by a comma and, if applicable, the page number(s) separated by a colon. If more than one work is referred to, they should appear in order of publication and be separated by a semicolon. For example: (Schiffer, 1987:45) (Arribas Palau and Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). References should be listed at the end of the text using a hanging indent and be in alphabetical order according to the following standards: surname(s) of the author(s) capitalised and separated by a comma from the initial of the first name and with the year of publication in brackets, followed by the letters a, b, c, etc. if applicable. Following this and separated by a colon will come the title in inverted

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siguientes normas: apellido/s del autor/es en mayúscula separado por una coma de la inicial del nombre y año de publicación entre paréntesis, en su caso seguido de letras a, b, c, etc. Separado por doble punto aparecerá el título entrecomillado. Los títulos de libro, monografía, actas o revistas irán en cursiva y sin abreviar. En publicaciones con editores científicos estos aparecerán en minúscula y entre paréntesis tras el título. A continuación se indicará para libros la editorial y lugar de edición, para revistas el volumen y páginas, y para las actas de congresos, el lugar y fecha de celebración, lugar de edición y páginas. En el caso de ediciones electrónicas se indicará la dirección web. Ejemplos: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): “Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food”, Archaeological Dialogues 7(2), pp. 21 7-232. DIETLER, M. (1996): “Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe”, Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-1 25. ARRIBAS PALAU, A. y SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1 969), Zaragoza, pp. 284-291. Ilustraciones Las ilustraciones que acompañen el texto se enviarán preferentemente en ficheros electrónicos, aunque también se admiten otros formatos (papel fotográfico o diapositiva). Deberán distinguirse entre figuras (dibujos, mapas o planos a línea), tablas y láminas (fotografías) numeradas en arábigo. Ninguna ilustración se compondrá dentro del texto. Los pies de figuras, tablas y láminas se incluirán en una hoja independiente con los datos completos de identificación. En el caso de las fotografías de autor, deberán enviarse con el consiguiente permiso de publicación. En ningún caso será posible la publicación de imágenes de escasa calidad técnica y estética. Para evitar errores en la reproducción de archivos digitales, se aconseja adjuntar presentación cartografiada o impresa del material gráfico. Las imágenes digitalizadas (.tif o .jpg) se aportarán con una resolución mínima de 300 dpi, para el tamaño definitivo de reproducción (mínimo: 15 cm ancho X 11 cm alto; recomendado: 20 cm ancho x 13 cm alto). Éstas deben presentarse en ficheros electrónicos independientes. Los gráficos se acompañarán de su correspondiente tabla de valores (deberá aportarse simultáneamente la imagen compuesta y los ficheros independientes), necesaria para rehacer su diseño acorde con el de la revista. Colores, tramas y tipo podrán modificarse siempre que no se altere el contenido del gráfico. Planos, mapas y composiciones. Tamaño y escala serán acordes con el formato de la publicación y tendrán en cuen-

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commas. The titles of books, monographs, proceedings or journals will be typed unabbreviated in italics. The scientific editors of publications, if applicable, will be typed in lower case in brackets after the title. This will be followed by the following information: for books, the publisher and place of publication; for journals, the volume and page number(s); for conference proceedings, the date and place they were held, the place of publication and the page number(s). In the case of e-publications, the website will be given. Examples: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): “Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food”, Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232. DIETLER, M. (1996): “Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe”, Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125. ARRIBAS PALAU, A. y SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291. Illustrations Artwork should preferably be supplied in electronic format, although other formats (photographic paper or slides) will be accepted. A distinction should be made between figures (drawings, maps or line plans), tables and plates (photographs) for which Arabic numerals should be used. Illustrations should not be included in the text. Figure, table and plates captions will be included on a separate sheet with full identification details. Photographs taken by the author should be accompanied by the applicable permission for publication. No pictures of a poor technical or aesthetic quality will be accepted for publication. To avoid errors in the reproduction of digital files, we recommend attaching a cartographic or printed copy. Digitalised pictures (.tif or .jpg) must have a minimum resolution of 300 dpi for the definitive reproduction size (minimum: 15 cm wide x 11 cm high; recommended: 20 cm wide x 13 cm high). They should be submitted in separate electronic files. Graphs should be accompanied by their corresponding table of values (the composed image and the files should be sent independently but simultaneously); this is necessary to be able to reformat their design in accordance with that of the journal. Colours, tones and types may be altered as long as they do not change the content of the graph. Plans, maps and compositions. The size and scale will be in accordance with the format of the publication and will take into account that (1) texts, legends and shading will


ta que (1 ) los textos, leyendas y sombreados irán en capas independientes; (2) el dibujo se simplificará a 3 grosores y se especificará la necesidad de uso del color; (3) imágenes enlazadas o referencias externas deberán ir copiadas en la misma carpeta en la que esté el archivo .dwg (formato preferente). Como opción alternativa podrá acudirse al formato .pdf o .tif. En estos casos el dibujo no podrá incluir información textual, que se aportará en otro archivo. Entrega de originales Para la entrega de originales deberán enviarse dos copias impresas con las figuras, tablas y láminas separadas del texto. Se incluirá así mismo un CD-Rom con todos los archivos informáticos. Todo ello deberá enviarse a la siguiente dirección:

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga)

Revisiones Una vez entregada toda la documentación se procederá a la revisión general del texto y maquetación. Posteriormente se enviará un archivo en formato pdf de cada artículo, mediante correo electrónico, a cada uno de los autores para su consiguiente revisión. Se tratará de correcciones ortográficas, o de estilo, no de modificaciones de los contenidos o diseño. En cualquier caso, el consejo editorial se responsabiliza de la revisión general de la publicación.

be in independent layers; (2) drawings will be simplified to 3 widths and the use of the colour will be specified; (3) linked pictures or external references should be copied in the same file as the .dwg file (the preferred format). Alternatives would be .pdf or .tif files. In those cases the drawing cannot include textual information, which should be sent in a separate file. Submission of originals For the submission of originals two printed copies with the figures, tables and plates separate from the text should be sent. This should be accompanied by a CD-Rom containing all the computer files. All this should be sent to:

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga)

Proofs Once all the documentation has been submitted, a general revision of the text and page layout will be carried out. A pdf file will then be e-mailed to each author for proofreading. Only spelling and style changes that do not affect the content or design should be made. In any event, the editorial board will be responsible for the general revision of the publication..

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AVANCE05

Bóvido en marfil procedente del sepulcro 1 de Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal). Fotografía de António C. Valera

Los animales en las sociedades calcolíticas del Sur de la Península Ibérica: materialidad y representación

Animals in the Copper Age societies of southern Iberia: materiality and representation

El objetivo de este dossier es ofrecer una visión innovadora y actualizada de las relaciones entre los animales y los grupos humanos del Sur de la Península Ibérica durante la Edad del Cobre. Para ello se reúnen una serie de trabajos de carácter interdisciplinar conectados a través del hilo conductor de este dossier: los animales. Estos trabajos se centrarán en diferentes líneas de evidencia que nos informan sobre aspectos distintos, aunque complementarios, y en ocasiones conectados, de las relaciones entre animales y humanos de este período en el Sur peninsular. Se examinan tanto la materialidad de los propios animales (p.e. huesos, conchas) y sus contextos de aparición, como la información ofrecida por el ámbito de la representación artística, incluyendo el arte mueble y el arte rupestre y megalítico. Desde un punto de vista formal y contextual, tanto los paneles de arte rupestre y megalítico como las pequeñas figuritas de animales nos informan de manera explícita sobre las diferentes formas en las que los animales fueron conceptualizados y categorizados, en sí mismos y en su relación con los seres humanos. Conjuntamente, estos diferentes tipos de datos nos informan sobre las prácticas sociales, costumbres y ritos en los que los animales estuvieron involucrados durante la Edad del Cobre.

The aim of this dossier is to offer an up-to-date review of the relationship between human communities and animals in the southern Iberian Copper Age. To this end, the dossier includes a series of inter-disciplinary contributions linked by the common theme of the dossier, namely animals. These contributions will deal with the different kinds of evidence that inform us about the relationships established between humans and animals in this time period. This will include both the materiality of animal remains (bones, shells) as well as their contexts. This information is complemented by that offered by artistic representations, including both portable objects and rock and megalithic art. From a formal as well as a contextual viewpoint, these plastic expressions convey the different ways in which animals were conceptualized and categorized, both in themselves and in their association with people. Together, these different types of evidence inform us about the social practices, customs and rites animals were part of during the Copper Age.




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