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MENGA 06 CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA AÑO 2015 ISSN 2172-6175

REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA · JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY



MENGA 06 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 5 // Número 06 // 2015

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 250 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Crónica y Recensiones. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. La última sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Chronicle and Reviews. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. The last section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Exvoto ibérico. Figurilla femenina realizando un rito de paso. Bronce. Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta (Granada). Fotografía: Carmen Rueda Galán.

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ÍNDICE 07 EDITORIAL 14 DOSSIER: FEMINISMO, MUJERES Y ARQUEOLOGÍA

Coordinado por Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García

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Representaciones figurativas, mujeres y arqueología Trinidad Escoriza-Mateu, Andrea González-Ramírez y Pedro V. Castro-Martínez

33

Arqueología feminista, de las mujeres y del género en la Prehistoria de Andalucía Eva Alarcón García y Margarita Sánchez Romero

61

La Arqueología ibérica y los estudios de género en Andalucía: avances y desafíos Carmen Rísquez Cuenca

92 ESTUDIOS

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95

Datación radiocarbónica y arqueología: la experiencia del Centro Nacional de Aceleradores (Sevilla) Francisco Javier Santos Arévalo, Lidia Agulló García, Aurora Diéguez Ferrari e Isabel Gómez Martínez

113

Paleoecología y cultura material en el complejo tumular prehistórico del Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real) Luis Benítez de Lugo Enrich, Norberto Palomares Zumajo, Honorio Javier Álvarez García, Rosa Barroso Bermejo, María Benito Sánchez, Hugues-Alexandre Blain, Primitiva Bueno Ramírez, Rodrigo de Balbín Behrmann, Sergio Fernández Martín, José Antonio López Sáez, María Ángeles Galindo-Pellicena, Mª Antonia Garrido Martínez, César Laplana Conesa, Enrique Mata Trujillo, Gabriel Menchén Herreros, Ignacio Montero Ruiz, Jaime Moraleda Sierra, Antonio Morgado Rodríguez, Carlos Odriozola Lloret, Estíbaliz Polo Martín, Mónica Ruiz-Alonso, Paloma Sevilla García,Thomas. X. Schuhmacher y Domingo Carlos Salazar-García

143

Hoyos y tumbas en la Edad del Bronce peninsular: la cuenca del Tajo y el sureste Alberto Pérez Villa


168 CRÓNICA 171

Memoria del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera 2014 María del Carmen Andújar Gallego

191

Sobre la orientación de la Cueva del Marimacho (Antequera, Málaga) César Esteban López

201

Nuevas aportaciones al estudio métrico y geométrico del dolmen de Viera (Antequera, Andalucía) José Antonio Benavides López, Francisco Javier Esquivel Sánchez y José Antonio Esquivel Guerrero

211

Evidence of Neolithic Activity at La Peña de los Enamorados (Antequera, Málaga, Spain): Intensive Surface Survey, Geophysics and Geoarchaeology at the Site of Piedras Blancas I Leonardo García Sanjuán, David W. Wheatley, Marta Díaz-Guardamino Uribe, Coronada Mora Molina, Olga Sánchez Liranzo y Kris Strutt

253

Evidencias de asentamiento y prácticas funerarias en los dólmenes de Menga y Viera en la Antigüedad: la intervención de 1988 Gonzalo Aranda Jiménez, Leonardo García Sanjuán, Coronada Mora Molina, María del Carmen Moreno Escobar, José Antonio Riquelme Cantal, Sonia Robles Carrasco y Jacobo Vázquez Paz

290 RECENSIONES 290

Luis Grau Lobo Manuel Ramos Lizana: Guía del Museo de Almería

293

Alfredo Mederos Martín Gonzalo Aranda Jiménez, Sandra Montón-Subías y Margarita Sánchez Romero: The Archaeology of Bronze Age Iberia: Argaric Societies

296

José Suárez Padilla María Oliva Rodríguez Ariza: La Necrópolis Ibérica de Tútugi (2000-2012)

299 NOTICIAS

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DIRECTOR/DIRECTOR Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) EDITORES/EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) COORDINADOR DE RECENSIONES/REVIEWS COORDINATOR José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY María del Carmen Andújar Gallego (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Dolores Camalich Massieu (Universidad de La Laguna) Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) Francisca Hornos Mata (Museo de Jaén) Víctor Jiménez Jaimez (Universidad de Southampton) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna) Ana Dolores Navarro Ortega (Museo Arqueológico de Sevilla) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Carlos Odriozola Lloret (Universidad de Sevilla) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada) CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Xavier Aquilué Abadias (Centro Iberia Graeca, L´Escala, Girona) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla) Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València) Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid)

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Robert Chapman (University of Reading) Miguel Cortés Sánchez (Universidad de Sevilla) Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Silvia Fernández Cacho (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) José Luis López Castro (Universidad de Almería) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaíno (Universidad de Jaén) Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París) Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London) Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (Universitat de Barcelona) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura PRODUCCIÓN/PRODUCTION Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Gerencia de Instituciones Patrimoniales Manuela Pliego Sánchez Eva González Lezcano


DISEÑO/DESIGN Carmen Jiménez del Rosal MAQUETACIÓN/COMPOSITION Francisco José Romero Romero (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales) IMPRESIÓN/PRINTING PodiPrint LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN Sevilla

Salvo que se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported Creative Commons. Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las condiciones siguientes: • Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador.

FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS

• No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales.

Portada / Front cover: Representación femenina de la Cueva de Ardales (Málaga) / Female representation in the Cave of Ardales (Málaga).

• Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.

INSTITUCIONES COLABORADORAS/SUPPORTING ENTITIES Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla). Grupo de Investigación: GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada). Grupo de Investigación: PERUMA. Prehistoric Enclosures Research (Universidad de Málaga). Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna).

ISSN 2172-6175 Depósito legal: SE 8812-2011

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EDITORIAL

LA ARQUEOLOGÍA DE GESTIÓN Y SU SITUACIÓN EN ANDALUCÍA En 2012 editorializamos sobre el futuro de que presentaba la arqueología como disciplina en esta coyuntura de crisis que estamos viviendo. Dando una oportunidad a la esperanza y haciendo de la necesidad virtud, veíamos algunas consecuencias “no necesariamente negativas” en aquel contexto. Entre éstas citábamos el frenazo de la destrucción patrimonial por un urbanismo que se reveló finalmente como una gigantesca burbuja, la diversificación de servicios profesionales freelance en la arqueología y el patrimonio, las posibilidades de estudio de la ingente cantidad de materiales acumulados en los museos, la sistematización y digitalización de la información científica en poder de las diversas Administraciones Públicas, la búsqueda de financiación externa para una investigación en sana y leal competencia… En resumen vislumbrábamos en aquellos momentos unas ciertas oportunidades. Tres años después no se ven germinar estas semillas. Lamentablemente, el deterioro y la destrucción de sitios arqueológicos han continuado, ya sea por erosión, por tareas agrícolas, por infraestructuras, por detectoristas, por clandestinos… La diversificación de servicios de las empresas dedicadas al patrimonio, pese a los intentos de adaptación al mercado, no termina de despegar porque la profundidad de la crisis es mucho mayor de lo que nos habían contado y escasean medidas de incentivo. El estudio de materiales de los museos sigue esperando un programa solvente, pero también el interés de los agentes que mueven la investigación en nuestra comunidad. La sistematización de la documentación no se ha iniciado, aunque la nueva Ley de Transparencia ha venido a poner las bases para una consulta más ágil, salvo las restricciones en materia de propiedad intelectual. Las vías de financiación que se pretendían buscar en otras consejerías competentes en turismo o innovación y en las administraciones municipales, provinciales, estatal o europea continúan paralizadas por una falta absoluta de coordinación. En parte, todo esto ocurre en medio del gran recorte de presupuestos que ha sufrido la administración autonómica. La ahora recuperada Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha suprimido muchas de sus líneas de crédito y, lo que es peor, la mayor parte de sus programas de actuación a largo plazo. La realidad actual se puede resumir como sigue: los cuadros técnicos de que se disponía en la administración cultural eran en buena parte contratados externos que, con la austeridad, han sido despedidos, quedando los escasos funcionarios existentes y algunos efectivos de personal en régimen de contratación laboral como casi los únicos gestores de las actividades arqueológicas. Por otro lado, bastantes técnicos de patrimonio se han ido marchando a otros destinos. La razón última de esta migración se debe a que, en nuestra administración autonómica, se priman mucho más los puestos de estructura burocrática que los de carácter técnico, cuyas perspectivas de carrera funcionarial y

Medalla de Menga (Anverso). Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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salarial son mucho menores. Con ello, la organización que se ha construido en los últimos treinta años se ha desmantelado. Esta falta de personal se ve agravada por las carencias de medios en las delegaciones territoriales. Las primeras se evidencian en lo más básico: falta de vehículos para inspecciones y salidas al campo, no renovación de los equipamientos de oficina más imprescindibles y escasez de programas informáticos para la gestión diaria. Unos presupuestos raquíticos implican que apenas hay inversión en investigación, en protección, en catalogación o en conservación. Solo se sostienen a duras penas las partidas de gasto de personal y mantenimiento de los museos de gestión autonómica, los conjuntos arqueológicos y los enclaves de la red patrimonial de Andalucía. La situación de estos últimos es especialmente delicada. En el mejor de los casos siguen abiertos mediante convenio con determinados ayuntamientos Mientras, otros languidecen olvidados y tienen que cerrar durante días por descanso vacacional o sencillamente por compensación horaria. Pero es la ausencia de objetivos lo especialmente sangrante en una administración autonómica a la que el mandato estatutario exige la planificación de las diferentes áreas que afecten al desarrollo de Andalucía. No se han dado instrucciones para la aplicación de normas que se prestan muchas veces a confusión, no terminan de salir las actualizaciones de decretos que se llevan años demandando, los planes generales de la Consejería de Cultura se han quedado en meros libros blancos. Estas carencias conviven con la ausencia de criterios básicos en lo referente a restauración, consolidación, musealización de yacimientos y gestión de los mismos. Los problemas se abordan con soluciones improvisadas ad hoc, puesto que no hay orientaciones de la propia Consejería que avalen los tratamientos prescritos por los técnicos, muchas veces dejados absolutamente solos en el momento que surgen problemas que exigen un compromiso institucional. Esto revela un mal acrecentado en los últimos tiempos: la descoordinación. Las reuniones de puesta en común entre los servicios centrales de la Consejería y los órganos periféricos hace al menos una legislatura que no se celebran. Esto implica que las delegaciones territoriales han ido sin guía, organizándose a su manera para resolver las cuestiones planteadas por los ciudadanos y agentes intervinientes en el patrimonio arqueológico. Se han impuesto así, en ocasiones, multitud de procedimientos, diferentes según las provincias, sin que los servicios centrales regulen en un marco colaborativo. Esta descoordinación implica incoherencia normativa. Así, mientras, los servicios centrales se reservan la autorización de las excavaciones arqueológicas, cada provincia tiene delegada de manera parcial la decisión sobre qué hacer con los restos. Algo falla cuando el desmantelamiento de estructuras arqueológicas depende de las delegaciones territoriales y las autorizaciones para excavar cualquier cosa, por pequeña que sea, requiere la resolución de la Dirección General de Bienes Culturales y Museos o de la Secretaría General de Cultura en Sevilla. La situación no acaba de colapsar porque se mantiene mínimamente en funcionamiento el sistema de protección, debido a las cautelas legales y herramientas jurídicas que amparan al patrimonio. El ordenamiento vigente y el cada vez más precario aparato administrativo que lo sostiene explica que se puedan seguir realizando actividades arqueológicas con garantías de legalidad, abrir los museos, conjuntos y enclaves, así como de mantener una mínima difusión del patrimonio. El agotamiento de la administración cultural ha coincidido con una radicalización de aquellos sectores que ven en la protección del legado histórico una cortapisa a sus intereses, con la aquiescencia de ciertos representantes públicos, cuya primera consecuencia ha sido la bajada del nivel de cumplimiento de las normas legales. Así, se ha impuesto cierta una desregulación en la materia. Los primeros pasos se dieron en 2009 con la promulgación del Decreto-Ley 1/2009, de 24 de febrero, por el que se adoptaron medidas

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urgentes de carácter administrativo que afectaron a la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, desarrollado reglamentariamente por el Decreto 379/2009, de 1 de diciembre, por el que se modificó el Reglamento de Actividades Arqueológicas de Andalucía, aligerando el procedimiento en las intervenciones arqueológicas por causas ambientales. Así, se agilizan las actuaciones pero a cambio de abaratarlas, precarizando aún más el trabajo arqueológico. Al mismo tiempo, se imponen cautelas que obligan a otras administraciones y a los particulares a gastar dinero en la investigación y, en su caso, conservación de restos arqueológicos. Sin embargo, nada con fuerza de Ley obliga a la Comunidad Autónoma, última responsable de estos bienes, a invertir en el patrimonio, quedando todo en la retórica de los principios inspiradores de la legislación vigente. Esta difícil situación no solo es achacable a la actual crisis, la administración cultural se vio desbordada en la segunda mitad de la década de 1990 por la avalancha incontenible de la expansión urbanística. En aquellos momentos la salida fue dejar paso a la práctica empresarial libre de la arqueología. Esto no es negativo per se. Sin embargo sí lo fue el contexto en que se insertó, porque eran los promotores y constructores quienes de facto decidían dónde y cuándo actuar, en función exclusivamente de intereses urbanísticos. Entonces, tuvimos la sensación de que en Andalucía se estaba excavando más que nunca, que el conocimiento sobre nuestro patrimonio avanzaba a una velocidad impensable diez años atrás. Y efectivamente así fue, pero se trataba de otra burbuja más que iba en paralelo a la inmobiliaria. La proliferación de excavaciones ocultó una realidad que apenas era audible en medio de tanta fanfarria: la progresiva disminución de la inversión pública en patrimonio arqueológico, la cual se había conseguido aumentar poco a poco en los años anteriores a aquel gran castillo de fuegos artificiales que fue la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Por ello, la crisis actual que padecemos es tan profunda. Quedando el aporte público en meramente testimonial, el final del dinero privado que regaba la arqueología andaluza construyendo inmuebles ha puesto de manifiesto la crudeza de la situación. Igualmente, la terminación de las grandes infraestructuras públicas aún en fase de ejecución en nuestra Comunidad Autónoma, que se anuncia próximo, será la puntilla que remate la faena. Tristeza produce pensar que la historia de la arqueología andaluza de los últimos años es la de una decadencia imparable, sin que se haya sabido reaccionar. De ser un modelo de referencia, se ha convertido en irrelevante. Hemos de reivindicar que el artículo 33 del Estatuto de Autonomía y el preámbulo de la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía no sean pura retórica. El legado histórico constituye la expresión de la identidad del pueblo andaluz, que explica su diversa configuración actual como integrante de España, Europa y los mundos atlántico y mediterráneo. Se trata de la esencia del pueblo andaluz, una herramienta fundamental para reconocerse a sí mismo y presentarse ante los demás. Ya cansa tener que repetir que la arqueología es para Andalucía es un recurso de primer orden, capaz de producir riqueza económica, social, cultural, pedagógica, simbólica. El patrimonio arqueológico implica ampliar el dominio público, los derechos públicos y del conjunto de la sociedad frente a los intereses individuales. Esto siempre es costoso y difícil y no se produce sin conflicto jurídico. Hemos excavado enormes extensiones de muchas de nuestras ciudades y la información sobre su evolución ha aumentado exponencialmente con respecto a lo que sabíamos hace 20 años, pero no ha existido una correspondencia entre el trabajo realizado y el conocimiento histórico que se ha trasladado a la sociedad. Los libros de texto de educación primaria y secundaria siguen repitiendo los viejos tópicos y es muy poco lo que se ha puesto a disposición de la ciudadanía de estos nuevos restos. Hoy el recorrido cultural por el patrimonio histórico andaluz que se ofrece al público no es muy diferente a lo que se podía contemplar

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hace dos décadas, con el mismo nivel de falta de interpretación y de explicación. Ciertamente han mejorado las infraestructuras que se ofrecen, pero no hay demasiados cambios en el patrimonio que se presenta, al menos en lo que respecta a los espacios gestionados por la Consejería de Cultura. En esta labor de difusión, algunos ayuntamientos sí que han tomado conciencia de la importancia que tiene su patrimonio arqueológico como tarjeta de presentación y promoción y han apostado decididamente por su conservación y puesta en valor, en la medida que le permiten sus disponibilidades presupuestarias, aunque lamentablemente no han sido muchos los municipios que se han sumado a esta corriente. Igualmente, cuando las escasas inversiones llegan al patrimonio arqueológico y se decide invertir en la conservación, revalorización e institucionalización, siguen primando las grandes manifestaciones de las clases dominantes, como Itálica, Baelo Claudia, Madinat Al-Zahra o la Alhambra. No decimos que tendrían que dejarse a su suerte estos significativos conjuntos, porque también actúan como poderosos reclamos y, en algunos casos, proporcionan unos recursos económicos nada desdeñables, aunque a veces demasiado mercantilizados. Esta priorización absoluta de los elementos de élite tenía sentido bajo el régimen franquista y sus exaltaciones, pero a estas alturas ya deberíamos haber diversificado a los actores de nuestra historia dignos de estar representados en nuestro patrimonio arqueológico visitable, para lo que los restos de época prehistórica y protohistórica son referentes inexcusables. Mal lo estamos haciendo si en las escasas intervenciones que promueve la Consejería de Cultura se pretende, más que consolidar, restaurar y rehabilitar, cambiar los usos de aquellos espacios que, en la mayoría de los casos, simplemente deben conservarse para ser mostrados, interpretados y conocidos. Convertir el patrimonio arqueológico en una sucesión de parques temáticos para pasacalles, espectáculos y actos sociales desvirtúa su naturaleza y la finalidad prevista en la legislación. Sin embargo, en el mundo mediático en que vivimos parece que los máximos responsables de las instituciones solo aspiran a eso. Se han rechazado iniciativas modestas, con poco presupuesto, que quizás no permitirían el lucimiento de los representantes públicos, pero que sí que introducirían un desarrollo real, especialmente en un medio rural como el andaluz, tan necesitado de actuaciones pequeñas pero sostenibles y con arraigo en la sociedad local. Han sobrado en nuestra tierra iniciativas basadas en lluvias de dinero ajeno que el tiempo ha demostrado que sólo eran tigres de papel. Quizás la causa haya estado en el miedo de la administración autonómica a emprender intervenciones que implicasen proyectos de musealización a desarrollar con cargo a su presupuesto, con el resultado de la paralización de actuaciones que llevan lustros de retraso. Si definitivamente el modelo de administración cultural autonómica que se lleva gestando desde hace tiempo ha venido para quedarse, deberían de implementarse una serie de medidas programáticas que sirvan para adecuar sus funciones a su tamaño real, pero también para cumplir los mandatos estatutarios, legales y normativos. Estas medidas deberían ir encaminadas a: 1. Cambiar el concepto de la gestión de las intervenciones que realizan los agentes privados. Hasta ahora, el fin último de este trabajo ha sido la liberación de solares para el mercado inmobiliario y de franjas de territorio para la realización de infraestructuras. Con ello, la administración cultural ha asumido objetivos que son de otras consejerías, con escasísimas compensaciones. Para Consejería de Cultura lo prioritario debe ser la defensa del patrimonio y su puesta al servicio de la sociedad. 2. L a Consejería de Cultura debería reservarse para sí la gestión directa de los bienes de su titularidad y aspirar a administrar aquellas propiedades de otras consejerías y organismos

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de la Junta de Andalucía cuyo valor fundamental sea albergar patrimonio histórico. Sobre el resto del patrimonio, la consejería debe reservarse las funciones que marca la Ley. 3. La Consejería de Cultura tendría que focalizar sus inversiones hacia los bienes de su propiedad o gestión directa. No sé entiende que durante varias décadas se haya estado sosteniendo económicamente proyectos en espacios culturales ajenos, fundamentalmente de ayuntamientos, fundaciones de derecho privado y de la Iglesia Católica, mientras muchas de las unidades propias mostraban alarmantes señales de abandono. 4. A nivel de organización, habría que estudiar seriamente la agrupación de los actuales Departamentos de Protección, Conservación e Investigación y Difusión en un nuevo Servicio de Arqueología donde residieran todas estas funciones, para evitar la descoordinación. También se deben estudiar las funciones de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, evitando duplicidades e invasión de competencias, que hasta ahora siempre han ido en detrimento de las delegaciones territoriales. 5. Territorialmente sería necesario acometer una serie de reformas inaplazables. La gran extensión de las provincias andaluzas imposibilita muchas veces el control efectivo de todas las incidencias que se producen. Los museos locales juegan un papel esencial en este contexto, dada su dispersión geográfica. Es necesario crear una auténtica red de museos de Andalucía que supere el marco meramente burocrático de la actual Ley 8/2007 de Museos y Colecciones Museográficas. La Consejería de Cultura arrastra un problema: su amplísimo arco de competencias. Caben en ella desde los dinosaurios al flamenco, desde los espectáculos teatrales a la arqueología, desde las bibliotecas a las romerías. En esta amalgama el patrimonio histórico encaja con mucha dificultad. Para actuar sobre el patrimonio arqueológico hemos admitido que la mejor herramienta es el proyecto técnico, documento mucho más cercano al campo de la construcción o la ingeniería civil que a la visión tradicional de las humanidades. Queda por tanto muy lejos de los estímulos propios de otras manifestaciones de la cultura (danza, música, teatro y artes plásticas), donde lo fundamental son las emociones, al tiempo que la distancia con sus procedimientos de financiación (productores, subvenciones, becas, certámenes, premios y beneficio de taquilla) es enorme. El perfil de la profesión arqueológica es eminentemente técnico, volcado en el planeamiento urbanístico, los impactos ambientales, los proyectos de investigación o conservación, la puesta en valor y el impacto objetivo en la sociedad. Esto encuentra acomodo en otras consejerías con las que se comparten objetivos, centrados en el medio ambiente, la ordenación del territorio y el turismo, e incluso la educación. Ya es momento de entender el patrimonio arqueológico como uno de nuestros activos principales, lo que supone no reducir su administración a conservar un catálogo, sino a gestionar el derecho al disfrute social de los bienes patrimoniales, artísticos y paisajísticos de Andalucía, como señala el Estatuto de Autonomía. Pero además, nuestro legado arqueológico es un recurso económico nada desdeñable. En una región como Andalucía, donde el turismo es cada vez más importante en la economía, la promoción de nuestro pasado como proyecto de futuro debe estar entre los objetivos de la gran política. El patrimonio prehistórico y protohistórico tiene una enorme capacidad de generar atención social. Permite establecer redes de colaboración con otras comunidades de España, Europa y el Mediterráneo y puede comunicar un discurso de diálogo entre comunidades y con el medio natural, no sin sus crisis, pero que reflejan un mundo muy diferente al que vivimos, antes de que los nacionalismos y las ideas totalizadoras de la realidad hicieran de este planeta lugar mucho más conflictivo.

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Pese a este panorama sombrío, la esperanza siempre se abre paso. En este año 2016 se resolverá el expediente de Declaración de Patrimonio Mundial de los Dólmenes de Antequera, confiamos que favorablemente. Por primera vez, un elemento esencial del patrimonio prehistórico de Andalucía puede que sea reconocido internacionalmente con esta categoría. Sin duda, esto puede ser un revulsivo para que quienes tienen en sus manos el grifo de la planificación y las inversiones reflexionen sobre la importancia estratégica que tiene la arqueología para Andalucía, un campo que se ha ido dejando abandonado en los últimos tiempos, más allá de ir tirando y sin corregir los defectos que se veían en la práctica administrativa al uso en el día a día. Nuestra comunidad autónoma tiene recursos en la materia suficientes como para plantear más opciones a patrimonio mundial de carácter prehistórico y protohistórico a medio y largo plazo, entre otros periodos, pero es necesario empezar a trabajar ya y dotar a la arqueología andaluza de un marco de gestión digno. Ahora estamos en el inicio de una nueva legislatura y puede ser un buen momento para que nos pongamos manos a la obra.

Medalla de Menga (Reverso). Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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Figurillas antropomorfas del hipogeo de Cueva Carada (HuĂŠscar, Granada). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.

DOSSIER


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DOSSIER: FEMINISMO, MUJERES Y ARQUEOLOGÍA Coordinado por Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García Representaciones figurativas, mujeres y arqueología Trinidad Escoriza-Mateu, Andrea González-Ramírez y Pedro V. Castro-Martínez Arqueología feminista, de las mujeres y del género en la Prehistoria de Andalucía Eva Alarcón García y Margarita Sánchez Romero La Arqueología ibérica y los estudios de género en Andalucía: avances y desafíos Carmen Rísquez Cuenca


Mujer con criatura (Sinu, Colombia). Foto: Walters Art Museum (Wikimedia Commons).


DOSSIER

REPRESENTACIONES FIGURATIVAS, MUJERES Y ARQUEOLOGÍA Trinidad Escoriza-Mateu1, Andrea González-Ramírez2 y Pedro V. Castro-Martínez3

Resumen: En este trabajo abordamos el estudio de las Representaciones Figurativas. Para ello proponemos la utilización de claves teórico-metodológicas alejadas de presupuestos relativistas, esencialistas y universalistas y que tienden a mostrar a los sujetos sociales y sexuales abocados a destinos casi inevitables. De ahí la necesidad de contar con una teoría arqueológica que favorezca el estudio no apriorístico ni arbitrario de las mismas. Apostamos por una Arqueología como ciencia social comprometida con la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y hombres. Así, frente a idealismos y mitificaciones, y ante el androcentrismo imperante, reivindicamos un uso no sexista del conocimiento científico. Consideramos que el estudio de las Representaciones Figurativas ha servido para la instalación y refuerzo de estereotipos misóginos perversos de la mano de una Arqueología Capitalista y Patriarcal cada vez más inmovilista y conservadora.

Palabras clave: Representaciones figurativas, Arqueología feminista, Teoría arqueológica, Realismo epistemológico.

FIGURATIVE REPRESENTATIONS, WOMEN AND ARCHAEOLOGY Abstract: In this essay we tackle the study of archaeological figurative representations. To that end, we propose the use of theoretical and methodological strategies which may be far from relativist universalist and essentialist positions, because it usually shows the social and sexual subjects associated with unavoidable fates. Therefore, we would like to raise the need for an archaeological theory that do not allow arbitrary and pre-constructed studies. We argue for an archaeology like social science committed to improving the living conditions of women and men. Hence, for address the problem of idealism and prevailing androcentrism, we claim the no-sexist use of scientific knowledge. Moreover, we consider that Figurative Representations studies promote -due to the conservative presence of the Capitalist and Patriarchal Archaeology- the strengthening of perverse and misogynous stereotypes.

Keywords: Figurative Representations, Feminist Archaeology, Archaeological Theory, Epistemological Realism.

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Departamento de Historia, Geografía y Humanidades. Universidad de Almería. [tescoriz@ual.es]

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Carrera de Arqueología, Facultad de Educación y Estudios del Patrimonio Cultural. Universidad SEK, Chile. [andre.gonzalez.ramirez@ gmail.com]

Departamento de Prehistoria. Universitat Autónoma de Barcelona. [pedro.castro@uab.cat]

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Recibido: 15/05/2015; Aceptado: 10/09/2015

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Lo mismo que no es posible pensar objetos espaciales fuera del espacio y objetos temporales fuera del tiempo, así no podemos pensar ningún objeto fuera de la posibilidad de su conexión con otros. (Wittgenstein, 1973: 37)

1. INTRODUCCIÓN ¿Qué papel juegan en las prácticas político-ideológicas de las sociedades ágrafas las Representaciones Figurativas (en adelante RF)?, ¿cuáles son los problemas teórico-metodológicos a los que tenemos que hacer frente?, ¿cuáles son las consecuencias políticas que el colectivo femenino padece derivadas de la puesta en marcha de dispositivos sutiles que inculcan significados ficticios en torno a las mismas?, ¿por qué ese cierto dirigismo y autoritarismo de quienes (los Otros) las saben y reconocen como imprescindibles para la reproducción de las ideologías y ordenes dominantes? Estas son solo algunas de las muchas preguntas que recurrentemente nos hacemos al abordar el estudio de las RF. Ahora bien, antes de continuar es conveniente señalar algunos supuestos sobre los que articulamos nuestros argumentos y que deberían permitir evitar lecturas desilusionadas (Escoriza-Mateu y Castro-Martinez, 2011; Castro-Martinez y Escoriza-Mateu, 2014). En primer lugar, no hablaremos de arte, iconografía, lenguajes plásticos y/o estilos, y en general dejaremos las ficciones para que engrosen una buena o mala literatura. En segundo lugar, entendemos por representación un modelo de exteriorización de hechos, de cosas-objetos o de ideas-pensamientos acerca de algo, que en el caso de nuestra disciplina debe contar con un sustrato físico para ser percibido y, por lo tanto, abordado en su estudio. Esto quiere decir que existen múltiples formas de representación y que sólo tenemos acceso a una porción, conservada, de la materialidad social. Finalmente, pensamos que toda representación es materia base transformada mediante el trabajo de mujeres y hombres, y está inserta en redes de funciones y/o usos sociales específicos que habrá que intentar determinar (Escoriza-Mateu, 2007). Creemos que es necesario reflexionar y ofrecer otras alternativas teórico-metodológicas para el estudio de este tipo de objetos, calificables como productos singulares (porque no forman parte de procesos de trabajo económico, como materia base ni como medios de trabajo). Solo haciendo frente a la

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tiranía de las propias RF, a ese estar “presos/as” y a la “cárcel” que conlleva el hecho de la propia representación, es como podremos elaborarlas, revertirlas y, así, hacerlas explicativas en alguna dirección. Además, es necesario insistir que la Arqueología Patriarcal ha construido, en base a las RF, un discurso perverso y ficticio sobre el colectivo femenino en el pasado, imprescindible para afianzar las relaciones de dominio en el presente, basándose para ello en lo que se supone debió ser y debe seguir siendo. Este tipo de imposturas fijan a las mujeres en lugares que pretenden en muchas ocasiones ser ejemplificantes ejerciendo un dominio sobre el presente. Un ejemplo de este tipo de práctica patriarcal es gestionar la diferencia sexual como la causa y desencadenante de situaciones de dominio, violencia y explotación, cuando en realidad no es así. De ahí la necesidad de sexuar el pasado, siempre que el registro arqueológico nos lo permita. Por ello es vital saber cómo y bajo qué circunstancias se ha construido la representación sobre un determinado colectivo social y sexual. Fundamentalmente, porque hay una tendencia a mostrar como socialmente relevantes unas determinadas series de formas de relación económica y política. Y si bien han existido aportaciones interesantes, como ocurre con la llamada Arqueología Social Iberoamericana, orientada a la resolución de preguntas de índole sociológica, y en ocasiones centradas en ámbitos político-ideológicos, se ha atendido escasamente a las RF como productos sociales con información relevante. Sin duda, la herencia que el estudio del denominado “Arte Prehistórico” ha acarreado desde las versiones más conservadoras de la historia del arte, a las visiones simbólicas relativistas y/o cognitivas adoptadas desde la antropología culturalista, han sido decisivas. Ambas herencias se han orquestado muy bien con un substrato común: una Arqueología y una ciencia androcéntrica funcional para la reproducción social del Patriarcado Capitalista. Creemos que para superar los errores lógicos y los peligros políticos de estas herencias es necesario desarrollar una teoría arqueológica de las RF. De ahí que abordemos los principales problemas teóricos, metodológicos y políticos que observamos en las prácticas científicas que intentan interpretar las mismas. Una vez ofrecidos los factores que explican dichas prácticas, se delimitarán aquellos elementos centrales que deberían tenerse en cuenta para superarlas desde una visión teórica, política y epis-

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temológicamente explícita. Finalmente, se discuten proyecciones analíticas y requisitos metodológicos coherentes con la teoría propuesta.

2. REPRESENTACIONES FIGURATIVAS: ¿UN PROBLEMA ARQUEOLÓGICO? Si existe una materialidad en Arqueología a partir de la cual se generan discursos variopintos y se realizan asunciones escasamente relevantes, esas son las RF. La iconografía, el imaginario, el “Arte Prehistórico”, o los estilos decorativos, son términos habituales en Arqueología para referirse a la pretensión de acceder al pensamiento y a las mentes de los sujetos sociales y sexuales del pasado, y de esta manera alcanzar el ansiado significado que se esconde tras éstas. Ahora bien, para poder caracterizar el escenario que sustenta la problemática del estudio de las RF en Arqueología, resulta necesario distinguir los ámbitos que fundamentan su funcionamiento y sus consecuencias, especialmente las políticas. Una revisión pormenorizada puede consultarse en trabajos anteriores (Escoriza-Mateu, 2002; Escoriza-Mateu y Castro-Martinez, 2011; González-Ramírez, 20141), por lo que aquí nos limitaremos sólo a apuntar cuestiones de índole general.

2.1. ACERCA DE LOS PROBLEMAS TEÓRICOS Es posible diferenciar dos ontologías, una empirista, la llamada “Nueva Arqueología”, y otra idealista, característica de los enfoques del Historicismo Cultural, y también identificable en buena parte de los diversos post-procesualismos. La primera considera a la representación, como epifenómenos de la adaptación (Binford, 1965; Renfrew, 1975, 1982; Trigger, 1989; Flannery y Mar­cus, 1996) y, en consecuencia, no comportarían información de mayor interés a la Arqueología. Para la segunda, contrariamente los sistemas simbólicos, no son otra cosa que la fijación o apertura de significados. Fruto de ello resulta que la denominada “cultura material” es la materialización misma del significado. Además de estas dos ontologías también es posible localizar dos importantes influencias disciplinarias: la Historia del Arte y la Antropología culturalista. La primera, determinó

el empleo de presupuestos y términos como el de “arte” y “estilo”, y propició el uso de metodologías con una notable carga humanista empática. De la segunda derivan la utilización de herramientas de anclaje interpretativo, como las analogías etnográficas, que en ocasiones, asumen continuidades de “Culturas” estables, que histórica y metodológicamente son muy discutibles. En las últimas dos décadas del siglo pasado, a las anteriores dos influencias, debe sumarse el impacto que supuso en Arqueología la crítica postmoderna a la ciencia y la declaración de muerte de los meta-relatos. Es decir, la crisis del sujeto del proyecto moderno y la disolución, con ello, de los objetivos de la ciencia y de la posibilidad de acceder al conocimiento verdadero. Es en ese contexto, donde se produce una vuelta al interés por la representación y por ende por la iconografía y el simbolismo, (Hodder, 1982; Shanks y Tilley, 1982, 1987, 1992; Hod­der y Hutson, 2003 [1982]). En resumen, los problemas teóricos del estudio arqueológico de las RF pueden concretarse, por una parte, en una sublimación poco reflexionada que instala una esencia estética, en cuanto son consideradas “obras de arte”; en una confianza en el acceso a los significados subyacentes, por cuanto se restringe o se selecciona una definición actualista o limitada de la teoría del signo/símbolo; y, finalmente, en un reduccionismo funcional, en la medida que se le asignan de forma excluyente propósitos y funcionamientos universales, como los comunicativos o cognitivos.

2.2. ACERCA DE LOS PROBLEMAS METODOLÓGICOS Es sin duda, en los procedimientos analíticos y en la metodología en general donde se evidencian más claramente las carencias teóricas de partida. Así, en la visión esteticista, los estudios suelen recurrir al método iconológico de Panofsky (2002 [1982]), complementado ocasionalmente con floridas ideas surgidas al fragor de la crítica del arte. El resultado son interpretaciones con una enorme dosis de ambigüedad y ficción. En el caso de la “Nueva Arqueología” el problema con respecto a las RF es otro, pues son sistemáticamente desplazadas al margen de lo social e identificadas como mera “curiosidad”, ya que no son informativas para lo que realmente importa: la adap-

1 GONZÁLEZ-RAMÍREZ, A. (2014): Las Representaciones Figurativas como Materialidad Social: Producción y Uso de las Cabezas Clavas del yacimiento arqueológico Chavín de Huántar, Perú. Tesis Doctoral Inédita. Universidad Autónoma de Barcelona.

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tación sistémica. Uno de los efectos de la desatención fue precisamente la cristalización de conceptos incorporados directamente desde la práctica histórico-cultural (v.g. Ford, 1949) a través de la cual, a su vez, se habían incorporado los usos más ortodoxos de algunos términos de la Historia del Arte, como el concepto de “estilo” (Sedlmayer, 1929; Hautecoeiur, 1968; Hauser, 1985; Wölfflin, 2004 [1915]). Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de estilo?, ¿dónde se encuentra la definición de los límites de un estilo?, ¿en los dibujos que se parecen?, ¿parecidos respecto a qué?, ¿cómo se mide dicha semejanza?, ¿qué es lo que refleja la dispersión espacial y temporal de un estilo? (Binford, 1972; Sackett, 1973, 1982; Wobst, 1977; Wiessner, 1984, 1990). Pensamos, que la respuesta a estos interrogantes está abortada de partida, pues el estilo, en su capacidad de ordenamiento exclusivamente limitante, desatiende las condiciones materiales y la vida social en las que se producen y usan las RF (Hegmon, 1992). Sin embargo, es en su uso como propiedad de la realidad, donde el polisémico “estilo” adquiere su dimensión más preocupante (Conkey y Hastorf, 1993; Conkey, 2006). Así, pasó de ser una herramienta ordenadora de la realidad, a una propiedad de la misma. Frente a la pasividad que se veía en el normativismo culturalista, el post-procesualismo arremetió con una inyección de idealismo creativo y el estilo adquirió por fin vida propia (Hodder, 1990; Tilley, 1991; Herrera, 2003). Se convirtió en una especie de naturaleza activa, o sea en expresión de significado (Earle, 1990). Y es que desde las versiones de la teoría de la información, que veían en el estilo una forma de comunicación de las identidades sociales, hasta la versión derridiana utilizada en el estilo como discurso, éste subyace como un dato de la realidad de todo grupo humano. Así, sería una manifestación no sólo de la capacidad cognitiva sino de su potencia, que expresa el pensamiento y las identidades. Con argumentos de este tipo el “estilo” supone un peligro pues se sustenta en la creencia de la posibilidad de acceso al contenido de las mentalidades y en definitiva al pensamiento o a la relatividad de su interpretación (Dietler y Herbich, 1998; Conkey, 2006).

2.3. ACERCA DE LAS SECUELAS POLÍTICAS Apostamos por una Arqueología como ciencia social que nos permita acceder al conocimiento de la realidad de las condiciones materiales de mujeres y

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hombres, y donde el trabajo social y sus implicaciones en la producción y mantenimiento de la vida sean un objetivo de análisis crucial (Sanahuja Yll, 2002; Castro-Martínez y Escoriza-Mateu, 2005). También hemos sostenido (Castro-Martínez et al., 2006) que el conocimiento científico no debe ser objeto de manipulación y/o falsificación, ni que hacer ciencia suponga generar secuelas en los sujetos sociales, justificables a modo de “daños colaterales”. De igual forma hemos reflexionado acerca del cómo y el por qué se socializan determinadas visiones sin existir indicadores materiales para ello, y cómo en muchas de las historias divulgadas sobre las mujeres, a través del análisis de las RF, éstas han sido tratadas como un colectivo de segunda, subalterno, y desde una mirada falocéntrica. Estamos ante propuestas generadoras de los consabidos estereotipos femeninos y que siguen ordenando las vidas de estas, a través de la familia, las producciones (actividades económicas), y las religiones (actividades político-ideológicas). Y fundamentalmente, donde la contribución en el trabajo y mantenimiento de la vida de las mujeres ha sido invisibilizado y/o “deformado” en su realidad económica. Cuando hablamos de “secuelas políticas”, nos referimos precisamente a todo ello, y a las consecuencias que para nuestras propias vidas poseen las reconstrucciones que se esbozan y reafirman para el pasado. Por eso es necesario hacer visible las secuelas políticas acumuladas a lo largo del tiempo. Pero veámoslos un poco más detenidamente. La representación del cuerpo femenino ha sido y es sin duda un tema de interés central para la Arqueología. Así, por ejemplo, lo bello es lo que se considera generalmente erótico y sexualmente estimulante para la mirada masculina hegemónica. De ahí el uso de descriptores de cualidad que son, más bien, juicios de valor éticos y fundamentalmente morales: rostro sereno, adiposidad extrema, apariencia sumisa y asténica, diosa virginal, ramera, ídolo de la fertilidad…. Valoraciones estéticas caracterizadas por un marcado sexismo, desprecio y misoginia. Juicios que pretenden explicar lo figurado en sí mismo, pensando que quizás la empatía, o ciertas dotes de psicología, permitan hacerlo con más solidez y hablar, por fin, de la verdad que se esconde tras lo que se representa. En definitiva, de la “verdad” que se esconde tras el signo. Aproximaciones que han generado marcadores de identidad femenina fundamentados en la presencia de signos erróneamente traducidos a supuestos significados, y que socia-

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lizan la idea de un colectivo femenino abocado por naturaleza a ser madres, cuidadoras y/o constituir la pieza clave de la familia y el hogar. Así, en algunos casos, se llega a admitir que el sentido de la figuración no puede ser otro, y con ello se trata de reforzar el papel, por ejemplo, de la maternidad como fin y objetivo principal de todas las mujeres en el pasado y en el presente. Afortunadamente desde hace tiempo contamos con aportaciones que han comenzado a cuestionarse y desmantelar este tipo de presupuestos patriarcales tan arraigados en el estudio de las RF (Hachuel y Sanahuja Yll, 1996). De igual forma la sexualidad femenina ha sido cancelada por la mirada falocentrica. El cuerpo femenino desnudo generalmente se contempla desde esa perspectiva erótica

con anterioridad mencionada, nunca desde la posibilidad del disfrute y goce del propio cuerpo, lo que supone igualmente una cancelación de la libertad femenina. Otro tema abordado de una manera interesada es el de las representaciones de los distintos trabajos y actividades, tanto económicas como político/ideológicas, que el colectivo femenino pudo llevar a cabo y, por ende, de la división sexual del trabajo representada (Escoriza-Mateu, 2002, 2004, 2008) (Fig. 1). Es cuanto menos significativo, que las interpretaciones realizadas desde el presente, y muchas de las imágenes socializadas desde el pasado, coincidan en ocasiones en una máxima: ocultar el papel de

Fig. 1. Figuras femeninas en escenas rupestres de Estilo Levantino del Arco Mediterráneo Ibérico. Escenas donde se representan mujeres en relación a actividades económicas (siembra-recolección-cosecha) y con instrumentos de trabajo (posibles palos cavadores). (Escoriza-Mateu 2002). (a) Barranco del Pajarero, Albarracín, Teruel. (b) Covacho Ahumado, Barranco del Mortero, Alacón, Teruel. (c y d) Abrigo del Ciervo, Dos Aguas, Valencia.

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las mujeres en la producción y mantenimiento de la vida. Así, por ejemplo, la maternidad es interpretada únicamente en su dimensión biológica y nunca económica. O bien, la mayoría de las actividades económicas representadas y llevadas a cabo por las mujeres en diferentes momentos históricos: recolección, siembra, caza, mantenimiento de criaturas, lactancia, fabricación de útiles, procesado de alimentos…etc., no son consideradas actividades económicas ni fundamentales. Contrariamente, son contempladas como tareas propias de la esfera doméstica familiar o una extensión de la “virtuosidad asistencial” que se les supone a las mujeres en razón de su sexo. Estamos ante una división sexual del trabajo construida desde los poderes dominantes en función de la arbitrariedad que supone esa oposición binaria, espacios públicos/espacios privados, institucionalizada. En este tipo de recreaciones todo ese sobretrabajo que realizan las mujeres es invisibilizado. Este trabajo, denominado por algunas autoras como “reproductivo”, es un trabajo que las mujeres, en el presente, hacen sin remuneración, y que en la sociedad actual constituye la base sobre la que se asienta y sostiene el Capitalismo Patriarcal (Federici, 2011). A ello habría que añadir la estrategia de la no representación, lo silenciado, lo censurado, lo que no se muestra, como ya analizamos una de nosotras, en relación al denominado “Arte Levantino” y al hecho de dar vida y, en definitiva, a la desaparición de las futuras madres de los paneles levantinos (Escoriza-Mateu, 2002). Todo ello ha redundado y condicionado no sólo el empleo de determinadas metodologías, como ya mencionamos con anterioridad, sino que también ha impedido profundizar en aspectos y problemáticas relevantes como: la gestación, la división sexual del trabajo existente y/o las diferencias detectables entre las propias mujeres como colectivo. Sostenemos que los olvidos, desconsideraciones, omisiones y homogenizaciones que se instalan sobre la representación del pasado humano pueden ser, a veces, inconscientes, pero no inocentes. Son esos olvidos los que permiten que los estereotipos respecto a la diferencia sexual, o los políticamente correctos roles de “género”, se proyecten a toda la humanidad, con las secuelas de padecimiento que ello supone para las mujeres en el presente. Pero además, se han propiciado recreaciones sobre las posibles relaciones acaecidas entre los sexos que, en la mayoría de los casos, sin contar con datos objetivos, contribuyen a perpetuar esa nefasta idea de la “lucha entre los sexos”.

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3. ¿POR QUÉ UNA TEORÍA ARQUEOLÓGICA SOBRE LAS REPRESENTACIONES FIGURATIVAS? Partimos de la asunción de que la Arqueología de las sociedades ágrafas cuenta con unas limitaciones evidentes. Por ello también sugeríamos en otro trabajo que quizás el papel de nuestra disciplina podría ser más el de dar un apoyo a la conciencia de lo que se está falsificando sobre el pasado, que el de intentar redondear un conocimiento exhaustivo de todas las prácticas sociales acaecidas. Máxime si tenemos en cuenta que la materialidad social (sujetos y objetos), documentada por la Arqueología, son residuos y/o fragmentos de lo que aconteció (Castro-Martinez y Escoriza-Mateu, 2014). De entrada, consideramos que una teoría arqueológica de las RF debe descartar la búsqueda del significado de la representación y del sujeto volitivo (o intención subjetiva), en el sentido de “individuo” finito y autodeterminado que desde el liberalismo ilustrado han incorporado buena parte de las Arqueologías postprocesuales. El estudio y análisis de las RF procedentes de los grupos sociales del pasado es de vital importancia, pues como ya hemos planteado en otros lugares, constituye “una hábil guía e instrumento para socializar aquello que es del interés de los grupos dominantes” (Escoriza-Mateu y Castro Martinez, 2011). Y es en esta línea que insistimos nuevamente en la necesidad de sexuar el pasado, y, por esta razón, nos interesa sobretodo abordar el estudio de las RF sexuadas, por la mayor capacidad explicativa que tienen al hacer referencia a cuerpos sexuados de mujer u hombre en relación a las diferentes prácticas económicas y político-ideológicas (Escoriza-Mateu y Sanahuja Yll, 2002). Ahora bien, esto no significa desechar las que carecen de este tipo de indicador, pues la no sexuación igualmente “nos habla” acerca de las normas que rigen las RF en las prácticas político-ideológicas implementadas. Es importante también señalar que del estudio de las RF sexuadas no podremos aprender los géneros, consensuados por los poderes dominantes, ni tampoco los elementos identitarios, supuestamente identificativos de los individuos e igualmente fabricados por los poderes hegemónicos. Estas circunstancias no quedan materializadas como evidencia en los contextos arqueológicos y,

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por lo tanto, nuestra disciplina no puede recuperarlas, de ahí nuestra propuesta de no utilizar este tipo de conceptos. Es por ello que afirmaciones del tipo: “la identidad femenina en la prehistoria” o “el género en los grupos sociales del pasado” nos parezcan propuestas teórico-metodológicas inviables y, por lo tanto, una falacia a nivel de investigación. Por otro lado, colaboraríamos a visibilizar la progresiva institucionalización y conservadurismo que cada vez más van adquiriendo los feminismos de estado. Este hecho se refleja, como sostienen algunas autoras, en el “uso y abuso” de conceptos como el de “género” (Izquierdo, 1994; Falcón, 2012). De igual manera contribuiríamos a cuestionar la heteronormalidad impuesta y a desnaturalizar el “género” que tiende a enmascarar el concepto de dominación, explotación y hasta el de violencia (Rivera Garretas, 1994; Butler, 2007, 2008). Pero, sobre todo, nos desprenderíamos definitivamente de un concepto-tópico sin un poder analítico real (Scott, 1999). Ahora bien, sabemos que este tipo de planteamientos suponen un reto, y que reconocer las diferencias produce una cierta sensación de desasosiego, a veces insoportable. Finalmente, insistimos en que solo la información procedente del contexto arqueológico de la representación podrá tener la capacidad de “desmaquillar” los alegatos sublimados y construidos fruto de ficciones y manipulaciones convenientes. A veces olvidamos u obviamos la ecuación principal: solo nos encontramos ante signos objetivizados en objetos (Escoriza-Mateu, 2002). Y como ya abordaremos más adelante, el signo solo indica, no significa. Por otro lado, debemos considerar que la significación es un proceso mental que se da a nivel individual, de modo que su concreción a nivel de la conciencia viene dada por las condiciones materiales de los sujetos sociales y sexuales. Además, un signo puede ser multisimbólico y un símbolo contener múltiples sentidos. Desde la arqueología sólo tenemos acceso a la materialización del signo, el cual no es una “ventana hacia la mente”. No creemos que exista una voluntad subjetiva pura, salvo si aceptásemos la idea de representación subjetiva del mundo del idealismo kantiano y/o schopenhaueriano, donde el mundo es la representación que tengo de él (Kant, 1978 [1787]; Schopenhauer, 2005 [1844]).

4. REPRESENTACIONES FIGURATIVAS: SIGNOS, SÍMBOLOS Y SIGNIFICADOS Definimos las Representaciones Figurativas como materialidad social con un evidente carácter político-ideológico. Modelos que pretenden representar hechos, objetos y/o ideas-pensamientos, y pueden tener como función comunicar, es decir, transmitir algún tipo de información, aunque la misma representación no la defina. Esto último es importante por la tendencia al reduccionismo funcional que se las ha asignado a veces desde nuestra disciplina. Ahora bien, en lo que compete a la Arqueología, sólo podemos aprender la porción material de la representación como exteriorización y socialización. Pretender abordar la representación como interiorización sensorial y/o cognitiva del mundo, como buscan las arqueologías basadas en la percepción, es metodológicamente inviable. De ahí que su estudio deba enfrentar el para qué y el cómo de la representación, no el porqué. La universalidad de las prácticas de representación reside exclusivamente en su concreción, no en su función, organización y/o significado. Sin embargo, antes de seguir adelante profundizando en varios aspectos acerca de las RF creemos conveniente abordar, a nivel explicativo, algunos conceptos tales como: signo, símbolo y significado, pues son fundamentales en la articulación de nuestra propuesta. El signo lo definiríamos como la parte del símbolo perceptible por los sentidos, de ahí su riqueza y también su gran ambigüedad (Wittgenstein, 1973: 61). En cuanto a los símbolos, tienen una doble dimensión, ya que por una parte pueden definirse como condensadores de significados, pero además, como medios indispensables para su materialización a través de los signos. Pensemos que desde el presente interpretamos un signo y/o conjuntos de signos que percibimos una vez realizados sobre distintos soportes materiales y que son la expresión de símbolos aglutinadores de ideas, pensamientos y/o hechos. Ahora bien, el significado de la representación no se halla en el signo, el cual solo indica, sino en el símbolo. En este sentido, el símbolo posee, en algunas ocasiones, una referencia empírica, el objeto material, que podemos analizar (Escoriza-Mateu, 2002). Sin embargo, no siempre podemos representar todos los estados de la realidad, de manera que puede haber RF que no incorporen muchos aspectos de la misma. También pueden existir combinaciones de signos, que a primera vista puedan parecernos

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que quieren sugerir algo, pero de los que no podemos explicitar más, fundamentalmente porque desconocemos su contexto de uso. Con ello queremos decir que hay signos que se muestran, pero que desconocemos lo que pretenden expresar. No existe el signo puro, auto-significativo y compartido a través del tiempo, cual esencialidad fija e inmutable para todos los sujetos sociales y sexuales. Además, contrariamente mujeres y hombres frente a estos no son inmunes, pues están socializadas/os en unas condiciones materiales específicas. Por lo tanto, desde disciplinas como la Arqueología de las sociedades ágrafas únicamente podremos acceder a los signos, es decir, a aquellos esquemas formales que se encuentran materializados a través de figuraciones, nunca a los símbolos que carecen de referente empírico en nuestra realidad. Ahora bien, si sólo es posible acceder a los signos esto significa que únicamente podemos acercarnos a lo “representado” a través del signo y que tiene presencia material. Sólo partiendo de esta certeza podremos evitar la continuidad que supone la “falacia simbólica”, como ya señalamos con anterioridad. Sin embargo, a través de la figura representada (signo) nunca podremos acceder al pensamiento de quien tuvo que pensarla, y es aquí donde se encuentra el gran límite de nuestra investigación. Si no contamos con un “diccionario de signos”, donde se descodifiquen los significados, si no tenemos la “Piedra Rosetta”, ni contamos con “intérpretes” que conozcan los símbolos, la “traducción” se hace inviable. De no aceptar esta circunstancia podemos caer en el despropósito de suponer que podemos acceder al pensamiento pasado. En definitiva, la figura representada no nos va a mostrar la lógica de los hechos y/o sucesos acaecidos y que intervinieron y/o determinaron su ordenación. No olvidemos que “la figura lógica de los hechos es el pensamiento” y “el pensamiento contiene la posibilidad del estado de cosas que piensa” (Wittgenstein, 1973). En otras palabras, el pensamiento sería la proposición que significa, al cual irremediablemente no podemos acceder. Una vez aclarados estos conceptos nos hacemos la siguiente pregunta, ¿cómo pueden ser utilizadas, gestionadas y actuar las RF? Ya en anteriores trabajos se abordó este tema ampliamente, por lo que aquí solo lo enunciaremos de manera general (Escoriza-Mateu, 2006). Las RF pueden actuar: a) como instrumentos de coerción y de presión psicológica; b) como medios de alienación; c) como voces y formas

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transgresoras a las normas establecidas; d) como provocadoras de sufrimiento. Para entender el tipo de “secuelas” posibles que sobre los sujetos dejarían este tipo de prácticas, hay que partir de que las RF están pensadas con una exigencia, la de ser percibidas, y que incluso el empleo de mecanismos para distanciarse de las mismas pueden resultar o no efectivos. A ello hay que añadir que todos/as nacemos en unas determinadas condiciones materiales y que disfrutamos y/o padecemos de una socialización diferente, por lo que la incidencia de estas en los sujetos también será distinta. En la actualidad, por ejemplo, los Estados Capitalistas Patriarcales constituyen el marco idóneo de legitimación donde las ideologías dominantes fabrican las normas de los modos de representación a utilizar. En el caso del colectivo femenino el uso de las RF en temas como el de la maternidad, es por todos/as conocido, en cuanto a la construcción de un imaginario en torno al hecho de dar vida como una impostura (Sau, 1994). Un aspecto a destacar es que cuando afirmamos conocer el significado de una Representación Figurativa, lo hacemos por la analogía que establecemos con otras de las que ya creemos conocer su significado y, por lo tanto, podríamos decir que estamos “reconociendo” de alguna manera. Es decir, empleamos un mecanismo tendente a establecer similitudes en función de diferentes tipos de rasgos que previamente hemos seleccionado. En otras ocasiones, nos hallamos ante determinados tipos de RF que nos resultan obvias (por sus propiedades morfométricas, por sus características anatómicas o estructurales, o por las asociaciones entre ellas) y que casi no las interpretamos para poder determinar lo representado. Pero también es cierto, que a veces tratamos de interpretar otras, y para ello debemos buscar necesariamente un referente, pues la morfometría, características o asociaciones no serían suficientes. En este último caso, el supuesto contenido explicativo que le damos a una representación está vinculado, en parte, con algún aspecto de la realidad ya existente y a partir del cual intentamos establecer analogías en torno a su posible modelo en la realidad. Este es un procedimiento altamente peligroso. También es importante señalar que la representación no es, ni puede llegar nunca a ser, especular respecto a la realidad, pues ahí reside su complejidad y su modo particular. Sin embargo, a diferencia de la noción de representación social empleada en psicología social, la nuestra debe ser necesariamente más amplia que la idea de conocimiento social que emplea Jodelet (Jodelet y Guerrero, 2000).

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En consecuencia, una teoría de las RF como la propuesta propicia un conjunto determinado de preguntas y sugiere algunos aspectos observacionales para llegar a recuperar la información empírica que permita responderlas. Es básico acceder a los contextos arqueológicos de prácticas sociales a través de los cuales poder concretar cuáles son las condiciones materiales de los grupos sociales y sexuales que producen, usan, se benefician y/o padecen del “exhibicionismo” de las RF. En definitiva, estamos proponiendo la posibilidad de seguir variados “atajos” y de aprovechar múltiples “grietas” para acercarnos al estudio de las RF desde una perspectiva no normativista. Así, por ejemplo, para frenar los muchos inconvenientes y evitar posibles incertidumbres, sostenemos que habría que diferenciar lo que son representaciones con figuraciones explícitas de cuerpos sexuados y lo que son signos a modo de atributos sexuales explícitos sobre soportes no antropomorfos. De igual forma, para evitar todo tipo de ambigüedad, nuestra propuesta se resume en la utilización de las RF a nivel arqueológico en tres dimensiones o planos distintos (Escoriza-Mateu, 2008, 2011): 1. Lugares Sociales: En relación a las áreas de actividades sociales en las que documentan. Es importante discriminar el tipo de lugar social y las actividades documentadas en el mismo (económicas y/o político ideológicas, o ambas) y las relaciones de transitividad o no mantenidas por estos objetos en sus respectivos contextos de uso social. Teniendo en cuenta que como Soportes-Signos en su asociación y disposición de uso social, forman parte de determinadas prácticas sociales. 2. Soporte Material: En relación al tipo de soporte material en el que están fabricadas. Se trata de un acercamiento en relación con los indicadores que atañen exclusivamente a la materialidad del producto social en sí, como segmento de la naturaleza apropiado y transformado mediante el trabajo de mujeres y hombres. De esta manera, se llama la atención acerca de la necesidad de analizarlos también como productos finales, resultado de un proceso de trabajo y de una actividad económica determinada. 3. Modelos Reales de los Signos: En cuanto a los referentes a los que se remite lo representado (actividades, sujetos, objetos, asociaciones), porque evidenciarán un determinado componente de

realidad (de presencia, de asociación, de disposición) que resultará informativo sobre el conjunto de elementos expuestos explícitamente por la ideología que guía las RF. En definitiva, los aspectos centrales que proponemos para una teoría arqueológica de las RF reivindican la idea de que el registro arqueológico conserva acciones (prácticas sociales) y no pensamientos. Los objetos que se fabricaron lógicamente debieron ser pensados en algún sentido, como también hubo pensamientos que no llegaron a materializarse en objetos. Aunque cuando hablamos de “figuración” estamos aceptando que lo representado se refiere al mundo real, a través de los signos, y que podemos identificar las morfometrías, cualidades y asociaciones que nos remiten a modelos utilizados en las “figuraciones”. Es por ello que será el para qué y el cómo de la RF a lo que deberán definitivamente hacer frente nuestros estudios. Poder concretar cómo se producen estos objetos, quien tiene acceso o no a los mismos mediante su uso, qué se representa y qué no, y cómo, e, igualmente, verificar si se dieron cuerpos antagónicos de representaciones, políticamente contestatarias y antagónicas a las legitimadas desde los poderes dominantes, evitaría generar posturas victimista y/o terapéuticas en la interpretación de las RF.

5. UNA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN DE LAS RF EN LOS ANDES CENTRALES Nos gustaría, concluir brevemente, mostrando los resultados obtenidos en la última investigación que hemos realizado siguiendo las formulaciones teóricas propuestas. Se trata del estudio de un conjunto de esculturas líticas de cabezas con figuraciones antropomorfas y zoomorfas que se emplearon para su uso en sendos muros megalíticos de un sitio con una compleja arquitectura monumental de los Andes Centrales en Perú, Chavín de Huántar, cuyos límites temporales de producción y uso han sido situados entre el 1200-700/500 cal ANE (González-Ramírez, 2014) (Fig. 2). Destacamos la importancia del yacimiento para los debates en torno a los “orígenes” del Estado en los Andes, y la aparición de grupos sociales dominantes y de explotación social, es decir, la “emergencia de la Civilización”. Todo ello sumado a la profusión de la producción litoescultórica e iconográfica reconocible en la implementación de espacios singulares de uso colectivo, tradicionalmente

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Fig. 2. Cabezas Clavas de Chavín de Huantar. (a) Vista frontal de Cabeza Clava del grupo antropomorfo (Fotografía: Andrea González Ramírez 2009). (b) Vista Frontal de Cabeza Clava del grupo zoomorfo (Fotografía: González-Ramírez 2009). (c) Vista Frontal de Cabeza Clava del grupo 2º (Fotografía: González-Ramírez 2009). (d) Cabezas Clavas in situ de la esquina suroeste del Edificio A de Chavín de Huántar. La de la derecha se desprendió por un aluvión el año 1945. (Fotografía: Archivo Tello MNAAHP;Mesia 2008: foto 6).

conllevó la asignación de una función teológica/discursiva y estético/iconográfica no sólo al conjunto de cabezas, sino también a todo el repertorio de RF. Como hemos apuntado más arriba, el problema subyacente a la mayor parte de las investigaciones fue no contemplar los contextos de la vida social, como los lugares donde localizar las evidencias para comprender el sentido de las acciones reiteradas de producción y uso de las RF. Frente a ello, se elaboró una teoría de la observación que orientó las metodologías para recuperar información empírica con el fin de, primero, caracterizar las formas de trabajo en la producción litoescultórica y, segundo, su reinserción en la producción de la arquitectura y su relación con los datos de la vida social disponibles. Se realizó un análisis sistemático de las medidas y propiedades de distintos indicadores, que caracterizan el trabajo

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de talla escultórica, sobre las propiedades físicas de la materia (morfometría geométrica bidimensional y lineal, sobre la forma, análisis anatómicos y de estados de movimiento de los atributos morfofigurativos). Todos los datos primarios cuantitativos y cualitativos (mediciones y descripciones), fueron sometidos a análisis multivariantes, que permitieron cruzar información interna y de otra investigación como factores causales de la variabilidad observada. Resultado de todo ello, fue la obtención de un panorama distinto, pero sobre todo menos arbitrario y más detallado, respecto a las actividades relacionadas con la presencia y ubicación de estas cabezas de piedra. Tradicionalmente, desde explicaciones intuitivas se había planteado que estas litoesculturas correspondían a la representación de la supuesta transformación de estados humanos a

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sobrenaturales, debido a la ingesta de substancias psicoactivas, lo que se relacionaba con los discursos asociados a prácticas de chamanismo (Burger, 1995) Sin embargo, nuestros resultados muestran dos esquemas de representación que indican dos mundos figurativos que no se cruzan: el antropomorfo y el zoomorfo híbrido. Sin posibilidad de sexuación, al menos por el momento, y a pesar de la creencia común ofrecida por la bibliografía arqueológica, se trataría de la representación de dos cuerpos de personajes que no muestran “tránsitos”, al menos empíricos. Asimismo, la regularidad en la transformación de las propiedades físicas de la materia y en la estandarización de los esquemas de representación, supone que el trabajo fue especializado, no sólo a nivel de las técnicas, sino también en el contenido que debía representarse. Ello nos lleva, inevitablemente, a preguntarnos si hizo falta algún tipo de mecanismo institucionalizado de la transmisión de los conocimientos especializados, es decir, “escuelas”. Los datos disponibles de la vida social en Chavín de Huántar refuerzan esta posibilidad. Efectivamente, si bien es escaso aún el conocimiento que se tiene de los contextos domésticos y, más aún de las disimetrías existentes a nivel de la formación social de los cuerpos, puede decirse que la evidencia sugiere diferencias sociales importantes respecto al trabajo invertido y su retribución efectiva. Variaciones sustantivas en lo que se refiere a calidad de alimentos, acceso a bienes especializados o singulares importados, concentraciones amortizadas de objetos alóctonos, entre otros, sugieren un acceso diferencial de las personas a los beneficios que reportó la construcción y mantenimiento de un espacio muy costoso social y económicamente (Lum­breras, 1977, 1989, 1993; Burger 1984, 1995; Druc, 1998; Rick et al., 1998; Kembel, 20013, 2008; Rick, 2005, 2008, 2009; Con­treras, 20072; Mesía, 20074; Sayre, 20105). Junto con la desconsideración en lo que podría denominarse las “formas oficiales” de la represen-

tación de aspectos centrales en la continuidad de la vida social, como camélidos, cuyes, maíz o quínoa, se exaltaron personajes irreales y personas ancianas. La violencia no fue explícita, pero se recordó su existencia en la representación de armas y en la insistencia en el uso de colmillos felínicos y garras rapaces. De modo que si algo le interesó a los grupos responsables de la representación, al menos a aquellos que las formularon, fue la instalación de un mundo de las ideas completamente ajenas a la realidad que las hizo posible, ocultando, silenciando o, simplemente, no considerando a quienes hicieron viable su existencia. No existe ninguna representación documentada de parto, de lactancia, de trabajo agropecuario, de procesado de alimentos, de tareas artesanales, ni de algún aspecto de las acciones de la vida cotidiana (Tello, 1960; Rowe, 1962, 1967; Lum­ breras, 1974, 1977, 1989, 1993, 2007; Bischof, 1994, 2008; Tellembach, 1998; Rick et al., 1998; Rick, 2005, 2008, 2009; Lumbre­ras y Gonzáles, 2012). Así, concluimos que este tipo de RF de Chavín sirvieron para la instalación de una institucionalización de un cuerpo de ideas y conocimientos que omitieron las diferencias existentes en la realidad social y que proclamaron un mundo de ideas seleccionadas según los preceptos de una doctrina adecuada para la reproducción social, es decir, para la conservación del statu quo. Pensamos, en definitiva, que resultados como los obtenidos deberían llevarnos a plantear la búsqueda de formas alternativas de representación: ocultas, marginales y, eventualmente, transgresoras y/o disidentes a la oficial, que cuestionaran la rígida normatividad observada y que, llegado el caso, puedan haber comprometido la continuidad del proyecto social y su quiebre. Es importante en esa tarea poder visibilizar a los colectivos sociales y sexuales a quienes se les omite y a los que se orienta la ostentación de los contenidos, precisamente porque en esa distinción podrán caracterizarse los niveles de disimetría que están soportando la producción, mantenimiento y final quiebre de sociedades como Chavín.

2 CONTRERAS, D. A. (2007): Sociopolitical and Geomorphologic Dynamics At Chavín de Huántar. Tesis Doctoral Inédita. Stanford University. 3 KEMBEL, S. R. (2001): Architectural sequence and chronology at Chavin de Huantar, Peru. Tesis Doctoral Inédita. Antropological Stanford University, Stanford. 4 MESIA, C. (2007): Intrasite Spatial Organization at Chavín de Huantar During the Andean Formative: Three Dimensional Modeling, Stratigraphy and Ceramics. Tesis Doctoral Inédita. Stanford University, Stanford. 5 SAYRE, M. (2010): Life across the River: Agricultural, Ritual, and Production Practices at Chavín de Huántar, Perú. Tesis Doctoral Inédita. University of California, Berkeley.

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El análisis de Chavín es un primer paso, en la dirección de desarrollar nuevos estudios sobre las RF en las sociedades de los Andes Centrales, y se enmarca en una línea de investigación sobre la materialización de las prácticas político-ideológicas entre c. 1400 cal ANE y c. 400 cal DNE, el marco cronológico de nuestro proyecto sobre las relaciones sociales entre mujeres y hombres en las comunidades de la región, tanto en las formaciones estatales, como en las situaciones aestatales.

6. AGRADECIMIENTOS La investigación de la producción y uso de las cabezas clavas de Chavín de Huántar fue parte de la investigación doctoral de una de nosotras, financiada por la Beca Presidente de la República de Conicyt, Chile, y por la Beca para estudios doctorales MAEC-AECID del Gobierno de España. En este momento nuestras investigaciones sobre las RF están vinculadas al “Proyecto La Puntilla (Nasca, Ica, Perú): Prácticas Sociales y Producción de la Vida Social en los Horizontes de Formativo-Paracas, c. 1400-400 cal ANE”, financiado desde el año 2005 por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y Archivos y Bibliotecas (Ministerio de Cultura-Secretaría de Estado de Cultura), así como a la contextualización de la materialidad social en espacios sociales domésticos y extradomésticos, objeto del proyecto de I+D “Asentamientos y Ámbitos Domésticos de las Comunidades Prehistóricas Andinas (Horizontes de c. 1400 cal ANE-400 cal DNE), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (HAR2013-44276P).

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REPRESENTACIONES FIGURATIVAS, MUJERES Y ARQUEOLOGÍA

Detalle de la representación antropomorfa de la estela de la sepultura megalítica “Moreno 3” (Fonelas, Granada). Foto: Miguel A. Blanco de la Ruiba.

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Vivienda argárica del poblado de Peñalosa. (Baños de la Encina, Jaén). (Proyecto Peñalosa).


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ARQUEOLOGÍA FEMINISTA, DE LAS MUJERES Y DEL GÉNERO EN LA PREHISTORIA DE ANDALUCÍA Eva Alarcón García1 y Margarita Sánchez Romero1

Resumen: Desde hace más de una década la investigación sobre las mujeres y las relaciones de género es un tema recurrente en la Prehistoria de Andalucía. El objetivo de este trabajo es doble, por un lado, analizar lo conseguido hasta el momento desde la Arqueología de mujeres, género y feminista; para ello, se presentan los trabajos realizados sobre tres actividades básicas: las prácticas culinarias, el cuidado y la producción textil. Por otro lado, se exponen las nuevas perspectivas referidas a la difusión del conocimiento sobre estos temas.

Palabras clave: Arqueología feminista, género, mujeres, Actividades de Mantenimiento, Prehistoria Reciente, difusión.

FEMINIST, WOMEN AND GENDER ARCHAEOLOGIES IN ANDALUSIAN PREHISTORY Abstract: For more than a decade, women and gender relationship are a recurring theme in the Prehistory of Andalusia. The aim of this paper is, firstly, to analyze the achievements of Feminist, Gender and Women Archaeology; in order to do it, this work is focused on three basic topics: food preparation, care practices and textile production. In the second part of the paper, innovative dissemination practices are discussed.

Keywords: Feminist Archaeology, gender, women, Maintenance Activities, Late Prehistory, dissemination.

1

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [eva@ugr.es] ; [marsanch@ugr.es]

Recibido: 20/09/2015; Aceptado: 01/12/2015

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EVA ALARCÓN GARCÍA Y MARGARITA SÁNCHEZ ROMERO

1. CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ: COMPROMISO Y DIVERSIDAD En los últimos años la Arqueología feminista, de las mujeres y de género se ha convertido en una de las perspectivas con debates más intensos y fértiles de nuestro país (Sánchez Romero, 2009; Díaz-Andreu y Montón-Subías, 2013; Montón-Subías, 2014). A los focos iniciales de las universidades catalanas y madrileñas se han sumado las universidades andaluzas con una característica muy singular desde sus inicios: la importancia del trabajo en red. Las relaciones establecidas entre las investigadoras a través de congresos, cursos y reuniones se han plasmado en la participación conjunta en proyectos de investigación y en diferentes publicaciones (Sánchez Romero, 2005a, 2007; González Marcén et al., 2005; Montón-Subías y Sánchez Romero, 2008; Prados Torreira et al., 2012), lo que ha permitido la fluidez en la transmisión de conocimiento generado en los distintos ámbitos. El dinamismo de esta aproximación teórica y metodológica a las poblaciones del pasado queda reflejada en las primeras tesis doctorales realizadas desde enfoques feministas y de género en las Universidades de Sevilla (Sánchez Liranzo, 2001)1, Jaén (García Luque, 2008)2 y Granada (Alarcón García, 2010)3. Además, desde 2002, se han venido celebrando diferentes cursos y seminarios. Este es el caso de las dos ediciones del seminario Encuentro de Mujeres y Arqueología (2002 y 2006) celebradas en Almería (Escoriza Mateu et al., 2006), los dos cursos sobre Arqueología y Género realizados en Granada (2003 y 2005) (Sánchez Romero, 2005a, 2007) o el realizado en el marco de los cursos de Otoño Antequera Milenaria Mujeres, Géneros y Arqueología (2015). El panorama teórico y metodológico en Andalucía es rico y diverso. En realidad, no existe una única manera de hacer/ser feminista; el feminismo supone una reflexión y las prácticas que derivan de ésta, comprometidas con la definición y los límites de lo que es la ciencia, su objetividad y las implicaciones

que conlleva adoptar un punto de partida teórico explícito (Cruz Berrocal, 2009: 25). La producción científica de las investigadoras andaluzas se sitúa teóricamente desde la preocupación por las relaciones entre el marxismo y el feminismo, hasta posiciones vinculadas –aunque con matices– al posprocesualismo, sobre todo en lo que se refiere a conceptos tales como la identidad, el cuerpo y el espacio. En cualquier caso, todas las aproximaciones han tenido el mismo objetivo, situar a las mujeres en el centro de la explicación histórica y reivindicarlas en sus distintos roles. La perspectiva feminista y materialista ha tenido un ámbito de desarrollo muy relevante en la arqueología andaluza. Desde esta perspectiva se apuesta por la reformulación teórica y metodológica del marxismo que no ha escapado al androcentrismo debido a dos hechos fundamentales. El primero, tiene que ver con la consideración de la desigualdad de clase como la única existente en las sociedades, el segundo con la dicotomía establecida entre producción y reproducción que ha llevado a privilegiar las actividades productivas masculinas frente a las femeninas (Sánchez Liranzo, 2005). Para estas autoras es fundamental generar un feminismo materialista que reivindique a la mujer como sujeto de conocimiento político, en un proceso que no trate sólo de explicar el mundo, sino que quiera transformarlo (Pérez Rodríguez, 2011). Esa necesidad de transformación empieza por el reconocimiento de la existencia de desigualdad social en el pasado a través de diversas estrategias de investigación como el estudio del registro funerario (Cintas Peña, 2012, 2013, 2014) o la representación del cuerpo femenino y las reflexiones sobre cómo esas representaciones figurativas han servido para la creación y refuerzo de estereotipos sobre mujeres, hombres y las relaciones que mantienen (véase Escoriza Mateu et al., en este dosier) (Escoriza Mateu, 1996, 2002a, 2002b, 2007, 2008, 2011). La segunda de las tendencias teóricas que han protagonizado los estudios de las mujeres, y en la que nos situamos las autoras de este artículo, es algo

1 SÁNCHEZ LIRANZO, O. (2001): Planteamientos Feministas para la praxis de una arqueología social. Un Análisis Crítico de la historiografía marxista. Tesis doctoral Inédita. Universidad de Sevilla, Sevilla 2 GARCÍA LUQUE, A, (2008): Arqueología del género en la cultura íbera: una lectura desde la muerte. Tesis doctoral Inédita. Universidad de Jaén, Jaén 3 ALARCÓN GARCÍA, E. (2010): Continuidad y Cambio Social. Las Actividades de Mantenimiento en el poblado argárico de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén). Tesis doctoral Inédita. Universidad de Granada, Granada.

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compleja de clasificar. Compartimos con la crítica, que no paradigma, posprocesual el reconocimiento de nuestra posición ideológica explícita como investigadoras y la necesidad de una perspectiva multivocal que incluya a aquellos grupos (especialmente en nuestro caso mujeres e individuos infantiles) que no han formado parte de la explicación histórica. Para ello, partimos de una posición marcadamente política, nuestra pretensión es acabar con las desigualdades entre mujeres y hombres y situar a las primeras en el centro del discurso histórico a través de la práctica científica. Para ello, partimos de las reflexiones realizadas desde perspectivas materialistas por las pioneras de la arqueología feminista en nuestro país (Sanahuja Yll, 2007), principalmente en su preocupación por sexuar el pasado y por reivindicar los procesos de producción y reproducción de las sociedades; pero lo hacemos desde nuevas aproximaciones como la arqueología del cuerpo, la identidad o el estudio de espacio como forma de entender a las sociedades desde posturas fenomenológicas, y siempre usando la cultura material como el elemento básico explicativo de los procesos históricos, enriquecida, que no dirigida, por el avance en las técnicas analíticas. Quizá sea lo que Robert Preucel y Stephen Mrozowski (2010) llaman el “nuevo pragmatismo” en el que no es necesaria la primacía de ninguna teoría, que no es lo mismo que no tenerla, sino la integración explícita de la arqueología y su contexto social de manera que sirva a las necesidades contemporáneas, que nos ayude a pensar y a comprender las sociedades (pasadas y presentes) generando discursos intelectualmente poderosos que podamos compartir y debatir, y no quedarnos sólo en la mera generación de conocimiento relativo a las sociedades del pasado (González-Ruibal, 2014: 44).

2. ¿Y CÓMO LO HACEMOS? EL ESTUDIO DE LO COTIDIANO Y SU RELEVANCIA EN EL CONOCIMIENTO DE LAS SOCIEDADES PREHISTÓRICAS Es bien cierto que el registro funerario ha ocupado gran parte de la literatura arqueológica feminista sobre las sociedades prehistóricas en Andalucía. De esta perspectiva se han beneficiado los estudios realizados sobre las sociedades argáricas (Montón-Subías, 2007; Sánchez Romero, 2008a; Aranda Jiménez

et al., 2009; Alarcón García y Sánchez Romero, 2011; Sánchez Romero y Alarcón García, 2012) y los realizados para época íbera (Prados Torreira e Izquierdo Peraile, 2003; Rísquez Cuenca y Hornos Mata, 2005; García Luque y Rísquez Cuenca, 2005; Prados Torreira et al., 2011)4. Sin embargo, consideramos que una de las aportaciones más interesantes ha sido el uso y desarrollo del concepto de actividades de mantenimiento y su aplicación al análisis de las sociedades de la Prehistoria Reciente. Ya hemos mencionado en diversas publicaciones la importancia del concepto de actividades de mantenimiento para definir las estrategias de los grupos humanos para su supervivencia. Ésta depende no sólo de la reproducción biológica, sino y sobre todo, de los trabajos en el ámbito de la vida cotidiana que garantizan la reproducción del sistema económico y social de cualquier comunidad (Picazo Gurina, 1997; Alarcón García, 2006, 2012; Montón-Subías y Sánchez Romero, 2008; Sánchez Romero, 2014a). Unos trabajos que, hasta la construcción del concepto de actividades de mantenimiento, eran tan poco valorados que ni siquiera teníamos una categoría analítica que pudiera utilizarse para estudiarlos. Desde esta perspectiva, se han analizado desde las razones por las que la historia no ha valorado las actividades de mantenimiento (Hernando Gonzalo, 2005), hasta cómo se gestiona la producción y consumo de alimentos (Montón-Subías, 2005; Alarcón García, 2010, 2011; Sánchez Romero, 2014a), pasando por cómo se organiza el aprendizaje y la socialización de individuos infantiles (Sánchez Romero, 2008b, 2008c), las prácticas de cuidado (Alarcón García, 2010; Montón-Subías, 2010) o la vinculación al espacio de la cotidianeidad (Sánchez Romero 2015a) (Lám. 1). Pero además, la aplicación de esta categoría de análisis ha generado nuevas miradas sobre la manufactura cerámica (Colomer Solsona, 2005), los procesos de producción metalúrgica (Sánchez Romero y Moreno Onorato, 2005; Alarcón García y Sánchez Romero, 2010) o lítica (Sánchez Romero, 2005b) y ha cuestionado los roles y modelos de masculinidad proyectados desde el presente (Sanahuja Yll, 2007; Aranda Jiménez et al., 2009). En las siguientes páginas analizaremos tres de estas actividades de mantenimiento: las prácticas culinarias, el cuidado y la producción textil. Todas ellas for-

4 Ver el trabajo de Carmen Rísquez en este dosier.

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Lám. 1. Suelo de ocupación de la vivienda XVI de Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.

man parte importante de la investigación realizada por las autoras de este trabajo para explicar los procesos históricos de las sociedades de la Prehistoria Reciente del sureste de la Península Ibérica.

2.1. LAS PRÁCTICAS CULINARIAS Las prácticas culinarias, es decir, el conjunto de procesos aplicados a los alimentos bien para transformarlos en productos aptos para el consumo, bien para conservarlos, juegan un papel esencial en cualquier comunidad. Para lograr sus objetivos se implementan acciones como el abastecimiento de materias primas y su procesado, se utilizan diferentes técnicas de cocinado o se crean estrategias para la conservación y el almacenaje del alimento transformado. Sin embargo, y a pesar de la importancia de los procesos tecnológicos que implican y de la cantidad de aspectos relacionados con la transmisión de conocimiento y el aprendizaje, con la mezcla entre tradición e innovación, o con elementos como la identidad y la memoria, en muy pocas ocasiones se han utilizado para estudiar a las sociedades del

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pasado (Sánchez Romero, 2015a). Analizar cómo se suceden los distintos procesos nos servirá para comprender la verdadera dimensión, tanto tecnológica como social, de estas prácticas, de manera que podamos situarlas en el centro de la organización de las comunidades del pasado. En los siguientes apartados, expondremos algunas de las estrategias que hemos utilizado para acercarnos al conocimiento de las prácticas culinarias, en concreto el estudio del almacenamiento y la molienda de cereales, las técnicas de cocinado, y por último, las prácticas relativas al consumo de los alimentos. 2.1.1. El almacenamiento y la molienda de los cereales De entre todas las materias primas consumibles los cereales han jugado un papel muy relevante en las estrategias de alimentación en el pasado; no sólo porque son una fuente de carbohidratos, y por lo tanto un alimento energético, sino porque la poca cantidad de grasa y agua les proporcionan unas excelentes condiciones para la conservación pudiendo prolongarse su almacenamiento en niveles óptimos por un

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MOLINO

Fig. 1. Distribución interna de la cabaña 149 de Marroquíes Bajos (Serrano Peña et al., 2011).

prolongado tiempo (Buxó Capdevila, 2008: 45). Tras su cosechado es necesario desarrollar una serie de acciones: la trilla, el aventado, el cribado y, en ocasiones, el torrefactado; actividades que dejan huella en el registro arqueológico. Un claro ejemplo lo tenemos en el poblado argárico de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén) dónde sabemos que, al menos el cribado y la limpieza previa a su almacenamiento, se realizaba en el exterior de las viviendas; así lo apunta la presencia carbonizada de raquis y malas hierbas en las entradas de algunas de las casas (Peña Chocarro, 2000; Alarcón García, 2010). En otros yacimientos está documentado arqueológicamente el torrefactado, como atestigua la aparición de abundantes semillas entre las cenizas de algunos hogares/horno durante el Neolítico Medio en el yacimiento de Los Castillejos de las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada); mediante este método de torrefacción se consigue la inactivación de las encimas y por tanto su conservación; sin embargo, la esterilización mediante el fuego disminuye los nutrientes, particularmente las vitaminas, y reduce la calidad nutricional de las proteínas, por lo que probablemente se utilizara de manera limitada (Sánchez Romero, 2000). Una vez limpio el cereal debe ser almacenado mediante la utilización de recipientes o estructuras que lo aíslen y lo mantengan en unas condiciones ade-

cuadas de humedad y temperatura. La elección del lugar para su almacenamiento, ya sea en el interior o al exterior de las viviendas y el tipo de estructura utilizada, serán claves para entender los cambios que se producen en la organización social y económica de una comunidad, sobre todo teniendo en cuenta el uso cotidiano que las poblaciones harían de estos lugares. En lo que se refiere a Prehistoria Reciente del sur de la Península Ibérica, los cambios en la ubicación de las estructuras de almacenamiento indican el paso desde estrategias compartidas en la provisión del cereal a fórmulas cada vez más restringidas para su acceso. Por ejemplo, frente a las fosas y silos de la fase I del poblado de la Edad del Cobre de Marroquíes Bajos (Jaén), que ocupan espacios comunales en los que el acceso a los productos podría ser comunitario, durante la fase II los silos subterráneos de la etapa anterior se sustituyen por recipientes contenedores de gran capacidad como los aparecidos en la estructura de cabaña 149 (Fig. 1) (Sánchez Romero, 2015a). Estas estrategias de restricción del acceso al cereal se imponen durante la cultura de El Argar, cuando el almacenamiento se produce, bien en grandes orzas, bien en silos al interior de las cabañas, e irán situándose, cada vez con más frecuencia, en espacios resguardados y poco visibles. Buen ejemplo de ello es el Complejo Estructural XVIa de Peñalosa. Si en los primeros momentos de ocupación (fase IIIA)

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se produce una alternancia en el uso de estructuras de almacenamiento y recipientes cerámicos –siempre al interior de los espacios domésticos, en lugares techados– en la fase III0 los recipientes cerámicos se sitúan en espacios construidos específicamente para el almacenaje, con mayores dificultades para su acceso (Lám. 2) (Alarcón García, 2010; Sánchez Romero, 2015a). También la escala del almacenamiento puede ser significativa, el estudio de estas estructuras en Peñalosa muestra como en cada una de las terrazas del asentamiento aparece una vivienda en la que la presencia e intensidad de esta actividad es mayor, lo que mostraría cierta concentración y centralización en las estrategias de distribución del cereal (Alarcón García, 2010). La mayor parte de los cereales pudieron consumirse a partir de alimentos elaborados con harinas o sémolas obtenidas mediante la molienda. Todo el proceso dependerá de varios factores: la limpieza previa del cereal, la cantidad de fuerza aplicada por la persona que la realiza, el modo y la intensidad de la molturación y, por supuesto, las características de los molinos utilizados (Meyer, 2005; Alarcón García y Sánchez Romero, e.p.) (Lám. 3). Igual que sucedía con la organización del almacenamiento, la localización de las estructuras de molienda nos da información precisa sobre las estrategias de organización del trabajo. En la fase I de ocupación calcolítica de Marroquíes Bajos, las estructuras de molienda aparecen agrupadas en zonas de trabajo especializadas. No sabemos si esta disposición es el reflejo de una producción en la que se aúnan esfuerzos para ser más eficaces a la hora de producir harinas, es decir, un número determinado de personas molerían lo necesario para proveer a todos los “complejos familiares” (Serrano Peña et al., 2011). O, por el contrario, los espacios serían lo único compartido y la moltura se realizaría de manera independiente por cada uno de los grupos familiares. En uno otro caso, el sentido de comunidad estaría presente en estas poblaciones. Esta situación empieza a cambiar en la siguiente fase en la que ya no aparecen las estructuras de molturación en espacios compartidos sino que pasan al interior de las cabañas, como ocurre, por ejemplo en la mencionada estructura 149 (Fig. 1). Este proceso queda igualmente constatado durante El Argar, donde la molienda se realizaría de forma individual en el interior de las casas (Sánchez Romero, 2015a). Por ejemplo, en Peñalosa, en cada una de las viviendas se documentan una o dos estructuras compuestas por molinos barquiformes. Estas estructuras

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Lám. 2. Estructura y vasijas de almacenamiento en la vivienda XVI de Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.

normalmente aparecen adosadas a los muros traseros o de compartimentación y asociadas a estructuras de lajas hincadas destinadas a recoger lo molido, en ocasiones también se ha documentado una gran laja horizontal sobre la que se dispondría la persona encargada de realizar dicha actividad (Alarcón García, 2010) (Lám. 3). Si los cambios en el uso del espacio son significativos, tecnológicamente las variaciones en el proceso de producción de las harinas entre la edad del Cobre y del Bronce son mucho menos evidentes, aunque de enorme importancia. Aunque se sigue utilizando el mismo tipo de molino, la tendencia observada en los molinos argáricos es de una considerable mejora en las cualidades técnicas y un mayor grado de estandarización de las superficies activas, lo que indicaría un uso y un mantenimiento más especializado (Risch, 2002: 252). Significativa es también la aparición en los momentos finales de El Argar de espacios en los que se produciría el almacenamiento y procesado a gran escala del cereal, como ocurre en la última fase de Fuente Álamo. Las interpretaciones que se han hecho de estos espacios vincularían el desarrollo de esta actividad a la aparición de talleres especializados en los y las trabajadoras, en ocasiones procedentes de poblados agrícolas cercanos, serían forzados a moler el mismo grano que producían en sus lugares de origen (Risch, 2002: 269). Sin embargo, otra hipótesis es posi-

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sos las huellas de la fuerza aplicada, el tiempo dedicado y el gesto técnico, es decir, los movimientos corporales necesarios para manejar y controlar las herramientas y que implica diferentes niveles de potencia, precisión y complejidad. Al menos para la Edad del Bronce, los estudios antropológicos realizados permitirían señalar a las mujeres como el grupo que principalmente realizaría este trabajo. El estudio realizado sobre los individuos de las necrópolis del Cerro de la Encina (Monachil), Castellón Alto (Galera), Cuesta del Negro (Purullena), Fuente Amarga (Galera), Cerro de la Virgen (Orce) y Terrera del Reloj (Dehesas de Guadix) (Jiménez-Brobeil et al., 2004) y Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén) (Alarcón García, 2010) indicaría que las mujeres presentan una mayor intensidad y concentración de patologías degenerativas como la artrosis en la columna vertebral, manos, caderas, rodillas y pies (tobillo y dedos), articulaciones relacionadas directamente con la posición adoptada para llevar a cabo la molienda (Alarcón García y Sánchez Romero, e.p.). 2.1.2. Las técnicas de cocinado

Lám. 3. Estructura de molienda al interior de una de las viviendas de Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.

ble, que esos lugares fuesen espacios comunales en los que la producción final podría ser o no compartida, lugares que recordarían a los usos comunales del espacio durante la Edad del Cobre (Sánchez Romero, 2015a). Dos son los factores que nos indicarían este hecho, por un lado la presencia en los mismos espacios de otro tipo de producciones: fabricación y mantenimiento de productos de madera, piedra y metal, reparación y mantenimiento de hoces y molinos, la aparición de hogares y sobre todo la producción textil; por otro lado, la presencia de tumbas de todos los grupos de edad y sexo en muchos de estos denominados talleres (Risch, 2002: 258-261). Estos dos hechos podrían indicarnos la creación de lugares en los que se produciría el intercambio de información, la mejora de las tecnologías, los procesos de aprendizaje y socialización por parte de un sector de la población, pero no tendría que significar la existencia de trabajadores forzados por una élite que es la única que se aprovecha de lo producido. Conocer quienes realizaron esta actividad durante las Edades del Cobre y Bronce requiere utilizar la antropología física para poder observar en los hue-

Una vez obtenidas y procesadas las materias primas, el siguiente paso del proceso culinario será la transformación de esos recursos vegetales y animales en productos comestibles a corto y largo plazo. Básicamente, se incluyen los diferentes sistemas culinarios (hervir, freír, asar, cocinar al vapor, ahumar, marinar, fermentar, etc.). Además, se necesitan dos acciones que pueden discurrir de forma paralela, por un lado la obtención de aquellos recursos que resultan imprescindibles para la conversión de las materias primas en alimento, básicamente agua y combustible, y por otro, el mantenimiento de los lugares (hornos, almacenes, basureros) y artefactos (utillaje de cocina, vasijas, molinos...) (Montón-Subías, 2000). Normalmente todos los útiles y estructuras relacionadas con la producción de alimentos han sido estudiadas desde una perspectiva muy concreta: las cerámicas de cocina se cuentan y muestrean para conocer la procedencia de las arcillas con las que se fabricaron, los estudios sobre los restos faunísticos están destinados a conocer el tipo de cabaña ganadera; los restos vegetales nos indican cuestiones medioambientales, la utilización de sistemas de regadío o los cultivos en zonas áridas; los vasos de consumo se estudian para conocer elementos relacionados con la jerarquización social. Sin embargo, en muy pocas ocasiones esta cultura material se pone en relación en el contexto de las

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prácticas culinarias, en esa concatenación de procesos tecnológicos que sirve para producir alimentos de forma cotidiana. Sin duda ninguna, la inclusión de estas prácticas en el contexto de las actividades domésticas, entendidas como rutinarias, cíclicas, carentes de tecnología y conocimientos, está en la base de esta consideración. Muy al contrario, estas prácticas presentan una gran variabilidad y capacidad de adaptación dependiendo de las condiciones medioambientales, económicas, sociales y políticas (Brumfiel, 1991: 243) lo que las hace altamente dinámicas e innovadoras. El registro arqueológico nos proporciona evidencias claras de la singularidad de estas prácticas; vamos a detenernos en el estudio de tres de esas evidencias: las vasijas cerámicas, el registro arqueofaunístico y las muestras sedimentológicas, las tres nos proporcionan información relevante sobre los procesos de preparación del alimento. Una de las estrategias más utilizadas en los estudios de los conjuntos cerámicos es el análisis de la relación forma-contenido (Aranda Jiménez, 2001). En el caso de la cerámica destinada a la cocina, en Peñalosa aparecen fundamentalmente dos tipos, las ollas con perfil ovoide y las de paredes rectas, ambas con fondos convexos. Estas formas apuntarían a técnicas de cocinado relacionadas con el hervido de alimentos líquidos o semisólidos. La aparición de recipientes con distintos grosores en sus paredes hace evidente la utilización de tiempos y cocciones diferentes y adecuadas a cada tipo de alimento. Elemento igualmente interesante es la aparición de un gran número de tapaderas de pizarra relacionadas con procesos reductores en la preparación de comida (Alarcón García, 2010). Por otra parte, la caracterización de los residuos orgánicos de recipientes cerámicos está proporcionando datos relevantes acerca tanto de los alimentos cocinados como del tipo de proceso culinario llevado a cabo. Los primeros análisis realizados para cerámicas argáricas se hicieron sobre vasijas procedentes de contextos funerarios (Parras Guijarro et al., 2011; Juan i Treserras, 2004), en el caso de Peñalosa se ha optado por analizar recipientes cerámicos procedentes de espacios domésticos y utilizados en el proceso culinario (ollas y cuencos). Los resultados obtenidos en una de las ollas globulares nos proporcionan datos, por un lado, sobre la variabilidad de los productos cocinados: grasa animal, pescado y aceites vegetales, además de documentarse la presen-

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cia de resinas y ceras, y por otro, la constatación del cocinado en un ambiente cerrado y reductor (Manzano Moreno et al., 2015). Igualmente revelador resulta el análisis arqueofaunístico de este asentamiento. Las marcas de descuartizamiento realizadas sobre todo en bóvidos, caballos y ovicápridos, indican una gran pericia a la hora de realizar el despiece de las piezas cárnicas y una especial preferencia por las partes anatómicas axiales y apendiculares. Estas partes son las más propicias para su consumo bien mediante el hervido, ya constatado por los tipos cerámicos mencionados con anterioridad, o bien asados, indicado por la aparición en estos restos de marcas de exposición al fuego (Sanz Bretón y Morales Muñiz, 2000; Alarcón García, 2010). El análisis de la localización y el tipo de hogares utilizados para el cocinado nos orienta sobre las distintas formas de llevar a cabo esta actividad. En el asentamiento de Marroquíes Bajos las estructuras de combustión se sitúan al aire libre en zonas cercanas a las cabañas. Esto indicaría, si no la preparación de comidas comunitarias, al menos un uso compartido del espacio. Esta disposición continúa en la segunda fase del asentamiento; aunque la mayoría de las actividades compartidas en momentos anteriores han dejado de serlo (molienda o almacenamiento), la preparación del alimento debió seguir produciéndose en lugares comunes (Sánchez Romero, 2015a). Por lo que respecta a la Edad del Bronce, y particularmente en el caso de Peñalosa, se han identificado un escaso número de hogares; en su lugar, aparecen tanto improntas en negativo o manchas de cenizas con una potencia estratigráfica que pueden alcanzar los 0,30 cm que nos permitiría apuntar que cada vivienda estaba provista de, al menos, una estructura de combustión (Alarcón García, 2010). La dificultad de su localización puede aminorarse con el uso de la micromorfología y sedimentología, como demuestra la identificación mediante estas técnicas de un hogar la vivienda X de Peñalosa (Rivera Groennau y Alarcón García, 2014). 2.1.3. Las prácticas de consumo En los últimos años se ha despertado un gran interés por conocer cómo participa el consumo de alimentos en la construcción y negociación de identidades sociales (Fischler, 1988; Curtin, 1992; Falk, 1994; Lupton, 1996; Montón-Subías, 2005; Sánchez Romero, 2008d).

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Las prácticas de consumo no son un acto puramente biológico, más bien al contrario, se muestran como eventos cargados de significados normativos relativos a tabúes religiosos, aspectos simbólicos y significados culturales integrados plenamente en el ejercicio cotidiano de alimentarnos (Bourdieu, 1988; Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2006, 2007; Aranda Jiménez, 2008; Sánchez Romero y Aranda Jiménez, 2006; Aranda Jiménez et al., 2011; Hayden, 2015). Reconocer el consumo diferencial de alimentos en una población por razones de identidad o constatar los cambios en los lugares y utensilios en diferentes momentos culturales, resaltará el carácter fundamental de estas prácticas en la configuración de las redes sociales en cada comunidad. Respecto al consumo diferencial de alimentos tenemos varas referencias en Peñalosa. Por un lado, en lo que se refiere al cereal, se ha constatado la presencia de diferentes variedades, la más frecuente es la cebada vestida que predomina sobre la desnuda, seguida de cerca por la presencia de trigo desnudo y, en último lugar, vestido (Mora González, 2012)5. Los análisis estadísticos realizados hasta la fecha sobre la presencia de estos macrorestos muestran dos zonas bien diferencias; en la denominada acrópolis oriental predomina el trigo sobre la cebada, situación inversa a la que se produce en el resto del poblado (Peña Chocarro, 2000). Por otra parte, los análisis preliminares de la composición isotópica de carbono realizada sobre ambas variedades de cereal, apuntan a diferencias en las estrategias de cultivo; la cebada procede de suelos con bajos niveles de humedad, mientras que el trigo proviene de zonas de cultivo mucho más ricas en agua. De llegar a confirmarse6 estas dos circunstancias, localización en el asentamiento y composición isotópica, hablarían de un consumo diferencial de los recursos cerealísticos en un mismo poblado. Por otro lado, el análisis de oligoelementos realizado en Peñalosa sobre los restos de cinco mujeres y nueve hombres muestra una gran disimetría en sus patrones alimenticios. Mientras que los hombres presentan un consumo muy homogéneo y rico en proteínas animales, las mujeres presentan una

mayor heterogeneidad. Los alimentos consumidos por la mayoría de ellas responden a una dieta vegetariana: frutos secos, legumbres, cereales o fruta; sin embargo, existen dos excepciones importantes que merecen ser destacadas. Por un lado, la mujer de la sepultura 18 es la única que ingirió proteínas procedentes de pescado y crustáceos; por otro, la ocupante de la sepultura 28 presenta una dieta muy rica en lácteos y en proteínas procedentes de la carne, incluso mayor que algunos de los hombres (Alarcón García y Sánchez Romero, 2011; Alarcón García y Mora González, 2014). Además, el análisis de dos de los individuos presentes en la sepultura siete, una mujer adulta y un individuo juvenil masculino constata, de nuevo, diferencias importantes en lo que al aporte cárnico se refiere con niveles más elevados en el varón. Sin duda alguna, el consumo diferencial tanto en lo que se refiere a los cereales como en lo referido a la variedad de productos consumidos debe responder a la expresión de distintas identidades sociales, en primer caso relacionada con el estatus, en el segundo con el sexo de los individuos (Alarcón García, 2010; Alarcón García y Sánchez Romero, 2011). Otro ejemplo de lo que significan los cambios en las prácticas de consumo podemos verlo entre dos momentos culturales diferentes del sureste de la Península Ibérica: las sociedades argáricas y el Bronce Final. Dos son los aspectos a observar, el primero de ellos tiene que ver con los recipientes cerámicos. Mientras observamos que en las comunidades argáricas predominan las formas cerradas (Lám. 4), en el Bronce Final se documentan formas abiertas o muy abiertas (Fig. 2); esto tiene consecuencias a varios niveles, por ejemplo, si nos referimos a la preparación de alimentos, el uso de recipientes más abiertos durante el Bronce Final, podría estar relacionado con nuevas estrategias en su preparación y procesado por las que los alimentos sólidos o semisólidos cobrarían un mayor peso. En lo que se refiere a los recipientes para el consumo, las formas cerradas del Argar pudieron estar vinculadas a estrategias de consumo individual, mientras que las formas abiertas del Bronce Final nos remiten a un uso colectivo de los mismos.

5 MORA GONZÁLEZ, A. (2012): Una aproximación al análisis de isótopos estables (δ13C y δ15N) en restos carpológicos a través del poblado argárico de Peñalosa. Límites y perspectivas. Trabajo Fin de Máster Inédito. Universidad de Granada. Granada 6 Para su confirmación es necesario aumentar la muestra analizada. Este trabajo se está llevando a cabo en estos momentos por Adrián Mora González.

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Lám. 4. Vasos de cocina y consumo procedentes del poblado argárico del Cerro San Cristóbal. Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

Esto hecho, unido a un tratamiento superficial más cuidado durante esta último periodo, con un fuerte bruñido, pastas de alta calidad y motivos decorativos podría significar que durante el Bronce Final, las formas cerámicas no sólo estaban pensadas para contener la comida, sino especialmente para mostrar y exhibir su contenido. Estas innovaciones y cambios inciden directamente sobre la forma en que el alimento es consumido, participando directamente en la construcción de la identidad individual y colectiva (Sánchez Romero y Aranda Jiménez, 2006). En conclusión, la preparación y consumo de comida y bebida deben ser consideradas actividades socialmente construidas y por tanto elementos fundamentales para la reconstrucción e interpretación de nuestro pasado. Tanto las formas y las técnicas de preparación, como los alimentos, los recipientes, el utillaje empleado y los espacios donde se llevan a cabo estas actividades nos permite visibilizar estas prácticas y reconocer cómo estructuran el tiempo, cómo intervienen en las relaciones sociales, cómo participan en la construcción de identidades (entre ellas las de género y edad) y cómo generan relaciones de poder. Nos sirven para explorar aspectos

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tan cruciales para cualquier grupo humano como la memoria, transmisión de conocimiento, las innovaciones tecnológicas o el uso del tiempo y el espacio. Y por último, nos sirven para reivindicar las experiencias vitales de un gran número de mujeres del pasado y presente.

2.2. EL CUIDADO Las prácticas de cuidado comprenden aquellas acciones que contribuyen a cubrir las necesidades físicas y afectivas de las personas. Podría pensarse que la mayoría de estas actividades dejan poca huella material en el registro arqueológico. Sin embargo, la mejor prueba de que se realizan y de que se hacen de manera eficaz y exitosa es precisamente la supervivencia de quienes por cuestiones relacionadas con la edad (individuos infantiles o personas de edad avanzada) o por su salud (de forma temporal o permanente) están en situación de riesgo y necesitan de atención (Sánchez Romero, 2007). Las prácticas de cuidado no sólo se ocuparían de la salud y la enfermedad sino que también de las necesidades de higiene, resguardo y afecto (Sánchez Romero, e.p.).

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Fig. 2. Vasos de consumo del poblado del Bronce Final del Cerro de los Infantes, Pinos Puente, Granada (Dorado, 2012).

A pesar de que en la literatura arqueológica aparecen algunos ejemplos de esas prácticas de cuidado, en la mayor parte de las ocasiones se tratan bien como elementos anecdóticos, que demostrarían la “humanidad” de las poblaciones del pasado acercándolas a nosotros, bien como parte de la descripción de los análisis antropológicos; y no como la práctica de trabajos cotidianos que requieren esfuerzo, conocimiento, experiencia y que forman el núcleo del bienestar de las poblaciones. Desde la perspectiva de la arqueología feminista, el cuidado está empezando a tener su lugar propio en

la literatura arqueológica (Fregeiro Morador, 2005; Alarcón García, 2007, 2010; Montón-Subías, 2010). El estudio de estas prácticas nos indica no sólo las condiciones sociales y económicas que provocan momentos de crisis (carencias nutricionales, modos de vida, accidentes, caídas...) sino, sobre todo, las condiciones y el tipo de organización social que posibilitan su práctica. La enfermedad, la necesidad de cuidados no se puede considerar sólo desde un punto de vista biológico, sino que debe observarse como un problema social; cualquier síntoma de dolencia o necesidad de protección pone en movimiento de manera automática por parte de quién cuida, una

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serie de conocimientos, trabajos, actitudes y experiencias; pero además es necesario que se le facilite a la persona cuidada una buena alimentación y la posibilidad de descanso para su recuperación (Fregeiro Morador, 2005). El cuidado tiene su reflejo en la cultura material, fundamentalmente en los huesos humanos, pero también en los objetos relacionados con el proceso de curación (bastones, recipientes, tejidos), en elementos orgánicos vinculados a la administración de medicamentos o en el procesado de determinados restos vegetales. 2.2.1. Las prácticas maternales, estrategias de cuidado En lo que se refiere a las prácticas de cuidado, hemos puesto en los últimos años el énfasis en lo que denominamos prácticas maternales, aquellos trabajos que tienen como objetivo lograr que los individuos infantiles alcancen la vida adulta en condiciones óptimas, no sólo en lo que se refiere a su desarrollo biológico sino también en el social, identitario y afectivo. El estudio de las prácticas maternales (cuidado, alimentación, procesos de socialización y aprendizaje) y de cómo estas estrategias de las sociedades se negocian y organizan, resulta una excelente fuente de información acerca de cuestiones relativas a las prácticas sociales, económicas e ideológicas de los grupos humanos del pasado. La enorme dependencia de los niños y niñas durante sus primeros años de vida requieren estrategias definidas por avances tecnológicos, conocimientos y experiencias (Hernando Gonzalo, 2005; Sánchez Romero, 2006, e.p.). La falta de interés por estas prácticas maternales responde a la incapacidad de reconocer la importancia explicativa de procesos como la maternidad, la crianza, el aprendizaje o la socialización. En esta situación ha influido de manera evidente la naturalización de todos estos conceptos y su vinculación esencialista al ámbito femenino. En este sentido, debemos considerar que existe una maternidad biológica y una maternidad social que pueden ser desempeñadas por la misma persona o por personas distintas. Los mecanismos reproductivos ciertamente necesitan de los cuerpos de las mujeres para que se pueda producir el embarazo y el parto y esto es un fenómeno universal, ahora bien, lo que le sucede al niño o la niña una vez deja el útero materno supone múltiples posibilidades. Aunque entendemos que es muy probable que en las sociedades prehistóricas las prácticas maternales fueran desarrolladas

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en la mayor parte de las ocasiones por las mujeres, debido al hecho fundamental que constituyen las necesidades alimenticias de los niños, no debemos olvidar que la maternidad, precisamente porque es una construcción cultural y social cargada de significados sociales, económicos, culturales, políticos, psicológicos y personales, dependerá de las necesidades y estrategias de organización de cada una de las sociedades a estudio (Sánchez Romero, 2006). Observar a los individuos infantiles como receptores de cuidados y de prácticas de socialización, verlos como actores dentro de los procesos productivos y de generación del registro arqueológico o como protagonistas de estrategias sociales de jerarquización nos brinda nuevas perspectivas y oportunidades que hasta ahora no habían sido exploradas; pero, sobre todo, plantea nuevos retos e interrogantes en cuestiones como la capacidad de actuación de los individuos infantiles: niños y niñas que aprenden, que cuidan, que se relacionan, en definitiva, que participan en la toma de decisiones y que transforman espacios y objetos (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012; Sánchez Romero et al., 2015; Sánchez Romero, e.p.). En el caso de las prácticas maternales, la mejor prueba de la eficacia en la realización de las mismas es la llegada al mundo adulto de los individuos infantiles. Por ello, para poder comprender cómo se gestionan y se organizan estos trabajos hemos de recurrir a aquellos casos en los que no se cumplió el objetivo, es decir, que los individuos infantiles murieron en algún momento de este proceso, y siempre teniendo en cuenta que la infancia no es un periodo de transición hacia el mundo adulto sino que es un proceso de transformación constante y específico en cada sociedad (Sánchez Romero, 2004, 2008c). El análisis de los restos óseos de individuos infantiles de la mayor parte de las sociedades prehistóricas muestra que existen dos conjuntos de factores que provocan la alta mortalidad de estos grupos: causas endógenas, influenciadas por las condiciones antes o durante el parto y causas exógenas, originadas por la calidad del medioambiente postnatal. De los primeros, para la cultura de El Argar, poseemos ejemplos de partos fallidos (Malgosa-Morera et al., 2004) y de fetos prematuros (De Miguel Ibánez, 2010: 145) con tratamientos muy cuidados a la hora de su inhumación. Respecto a las causas exógenas, el destete es el momento más crítico para los individuos infantiles; el paso de la seguridad de la leche materna a

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la ingesta de leche de aportación animal o a la preparación de alimentos con aguas con condiciones de salubridad insuficientes, pudieron provocar diarreas y alergias debido a sistemas digestivos e inmunológicos no totalmente formados, lo que provocaría carencias nutricionales y procesos infecciosos en algunos casos mortales (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012). La constatación arqueológica de las estrategias de lactancia y destete puede realizarse a través del estudio de los isótopos estables de carbono y nitrógeno en los restos óseos de los individuos infantiles. Aquellos que sólo se alimentan mediante leche materna presentan patrones isotópicos enriquecidos en δ15N, normales en una dieta a base de proteínas de origen animal, en muchos casos incluso más altos que los típicos carnívoros. Durante el proceso del destete, cuando la lactancia se sustituye progresivamente por papillas o gachas de cereales, los individuos infantiles se sitúan en el extremo más bajo en nitrógeno, hasta que se van introduciendo en su alimentación productos de origen animal y sus valores se van asemejando a los de la mayoría de los adultos (Fuller et al., 2006). En algunos casos se ha comprobado que, ante procesos infecciosos o parasitarios, se pudieron amamantar a los lactantes durante más tiempo de lo habitual para su edad en esa comunidad, aportándoles un suplemento alimenticio rico en proteínas (Nájera Colino et al., 2010). Estrategias fundamentales dentro de las prácticas maternales son los mecanismos de aprendizaje y socialización. En las sociedades argáricas se han analizado desde dos perspectivas teóricas distintas (Aranda Jiménez et al., 2015). La primera reflexiona sobre las formas en que se materializan y reproducen las asimetrías sociales (Lull et al., 2004) y la segunda sobre cómo se construyen la identidades individuales y colectivas mediante procesos de socialización y aprendizaje a través de la cultura material y el estudio del espacio (Sánchez Romero, 2004, 2008b; 2008c; Alarcón García, 2010; Sánchez Romero y Alarcón, 2012; Sánchez Romero et al., 2015). A través de esta última aproximación reivindicamos la agencia de los individuos infantiles, un momento de la vida de las personas crucial no sólo para su desarrollo y formación, sino también para la propia continuidad social del grupo. Es durante este periodo cuando los procesos de socialización y aprendizaje aseguran la transmisión de patrones culturales,

tecnológicos y simbólicos y garantizan que niños y niñas aprendan a desenvolverse en su entorno de acuerdo a la normativa social, algo imprescindible para la pervivencia de cualquier comunidad. Aunque aprendizaje y socialización son procesos que ocurren en paralelo, el primero se refiere a la adquisición de habilidades y conocimientos específicos y al uso de ciertas tecnologías que permiten que los individuos infantiles sean capaces de realizar tareas productivas. La socialización, por su parte, introduce a niños y niñas en la particular cosmovisión del grupo. De este modo, llegan a ser capaces de manejarse en esferas relacionadas con la identidad social y con las formas de compresión de la realidad (Sánchez Romero, 2008c; Aranda Jiménez et al., 2015). En este sentido, hemos utilizado la denominada arqueología del cuerpo y el espacio funerario para estudiar cómo se crean, manipulan y modifican las identidades a lo largo del tiempo en el ámbito de la cotidianeidad y cuáles son los aspectos más relevantes de las biografías concretas de las personas enterradas. Dos de los yacimientos con una buena muestra de sepulturas infantiles son los asentamientos argáricos del Cerro de la Encina (Aranda Jiménez y Molina González, 2006; Sánchez Romero, 2008b, 2008c) y de Peñalosa (Alarcón García, 2010). En el primer caso, se estudiaron ocho individuos, de los que tres procedían de sepulturas individuales y cinco de enterramientos de más de un individuo. Cinco no superaban los cuatro años de edad, uno tenía entre cinco y siete años y dos más se situaban entre nueve y diez años. En cuatro casos pudo sugerirse además el sexo: una niña de tres años y tres niños de dos y cuatro años. En Peñalosa se estudiaron 13 individuos infantiles de entre 18 meses y seis años, de los que nueve se habían enterrado en tumbas individuales, tres en tumbas dobles y uno en una sepultura triple. En ambos yacimientos los individuos infantiles representan aproximadamente el 30% del total de los individuos enterrados. La muestra analizada evidencia la participación de los individuos infantiles en los rituales funerarios y el reconocimiento social que este hecho supone, igualando a todos los individuos al margen del sexo o la edad. Niños y niñas aparecen tanto en sepulturas individuales como en dobles, triples o cuádruples, en estos casos acompañando a individuos adultos de ambos sexos (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012). Sólo la sepultura 22 del Cerro de la Encina, donde se documentaron dos individuos infantiles, se sale de la norma, siendo además un caso excepcio-

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Lám. 5. Sepultura 22 del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Enterramiento infantil doble. Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

nal en el ámbito argárico (Lám. 5). En cualquier caso, esta diversidad de prácticas de enterramiento debió estar ligada a las formas de entender los vínculos de consanguinidad y de identidad colectiva del grupo familiar. En unos casos se habría enfatizado la posición del niño o niña como miembro de pleno derecho; en otros, se habría sumado además las relaciones de parentesco (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012; Aranda Jiménez et al., 2015). De las sepulturas analizadas, el 25% de los infantiles del Cerro de la Encina no presenta ajuar, porcentaje que se eleva al 38,5% en el caso de Peñalosa. Los ajuares que pudieron asociarse a niños y niñas concretos, bien porque procedían de sepulturas individuales bien porque aparecían asociados a sus restos antropológicos, están integrados por elementos de adorno, vasijas cerámicas y útiles metálicos. Dado que los adornos constituyen el 80% de los ajuares, podemos considerarlos como marcadores de identidad social. Así, resulta especialmente relevante el uso del oro y de la plata como indicador de alto estatus social, lo que reproduce la misma situación que se documenta en las sepulturas de adultos. Por ejemplo, destaca el individuo infantil de unos cinco años de edad de la sepultura ocho del Cerro de la Encina que posee, entre otros elementos de ajuar,

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un brazalete de oro y cuatro clavos de plata (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012; Aranda Jiménez et al., 2015) (Lám. 6). En lo que se refiere a otros rasgos de identidad como por ejemplo el género, no parecen ser especialmente significativas las diferencias durante los primeros

Lám. 6. Ajuar funerario metálico de la sepultura 8 del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

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Lám. 7. Ajuar funerario del enterramiento doble infantil de la sepultura 22 del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

años de vida. Esta situación empezaría a modificarse a partir de los cambios en los ciclos reproductivos de mujeres y hombres y de sus roles productivos. En el caso particular del Cerro de la Encina se constata también un aumento progresivo de útiles metálicos como dagas, cuchillos y punzones a partir de los cinco años aproximadamente (Sánchez Romero, 2004, 2008a). Los procesos de aprendizaje pueden estar en la base de la aparición de cerámicas de tamaño muy pequeño y aspecto tosco, son vasijas que imitan formas típicamente argáricas aunque con unas características que evidencian una escasa pericia en su manufactura (por ejemplo, el tratamiento grosero de sus superficies, la utilización de desgrasantes inadecuados, los grosores excesivos o la asimetría de sus paredes). Aparecen especialmente en contextos domésticos, aunque su presencia en sepulturas como la 22 del Cerro de la Encina, un enterramiento infantil doble, corrobora y enfatiza su relación con los individuos infantiles (Lám. 7). Todos estos aspectos permitieron identificar estas miniaturas con juguetes mediante los que se reproducirían comportamientos del mundo adulto, a la vez que pudieron formar parte del proceso de aprendizaje de la cerámica (Sánchez

Romero, 2008b). Como en otros casos, a través del juego y el uso de juguetes los niños y niñas argáricos no solo habrían experimentado y aprendido nuevos conceptos y técnicas, sino que se habrían situado dentro del universo argárico, reforzando comportamientos propios de la edad, género, condición social o etnicidad (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012; Aranda Jiménez et al., 2015).

2.3. TEJIENDO LA HISTORIA: LA PRODUCCIÓN TEXTIL Otra de las actividades de mantenimiento que podemos reconocer en el registro arqueológico es la producción textil. Esta actividad, a veces incluida en el grupo de las artesanías y por tanto sacada del ámbito de lo doméstico, ha sido vinculada desde los inicios de su estudio a las mujeres. La elaboración de vestimentas posee una doble vertiente, por un lado cubre las necesidades de abrigo y protección, y por otro sirve como indicador de identidades sociales, marcadas por las diferencias que se pudieron establecer por razones de estatus social, género o edad, funcionando, en ocasiones, como marcador de la memoria colectiva (por ejemplo, trajes regionales). Su análisis nos acerca a tecnologías cambiantes a lo largo del

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tiempo, con una alta dosis de innovación, e incluso de especialización dada la complejidad que a veces representa su proceso tecnológico. Al igual que la preparación de alimentos, la producción textil es un proceso con múltiples de fases, desde la elección de la materia prima, la preparación de la misma –la seda, el lino, el algodón o la lana requieren tratamientos previos a la obtención del hilo–, la elaboración del tejido, el diseño de la vestimenta y su manufactura y la aplicación o no, de motivos decorativos. Sin duda, una larga cadena de producción que requiere como en los casos anteriores la aplicación de conocimiento, experiencia, sabiduría, innovación, experimentación, imaginación y sobre todo un largo proceso de aprendizaje que muy probablemente se iniciase durante la infancia. La principal característica de la producción textil, es su compatibilidad con otras actividades de mantenimiento. Los trabajos de hilado y tejido pueden ser interrumpidos y reanudados con facilidad, lo que permite a los sujetos desarrollar otras muchas actividades en paralelo a esta. Su visibilidad en el registro arqueológico no es una tarea sencilla, sobre todo, porque como sucede en los casos anteriores, su producto no siempre se conserva. Sin embargo, durante la Prehistoria Reciente podemos reconocer fácilmente la práctica de estas actividad fijándonos en dos ámbitos diferenciados, por un lado los espacios que ocupan en la viviendas, y por otro las estructuras y herramientas necesarias para su ejecución. Pero, además, el registro arqueológico demuestra la incidencia que esta actividad tuvo en la organización de la producción. Las especiales características que requiere el desarrollo de esta actividad hacen que tanto en Peñalosa, como en otros yacimientos de la Edad del Bronce, se documenten asociadas a puntos de luz: ventanas, puertas, zonas de paso, tragaluces, etc. (Alarcón García, 2010). La acumulación de pesas de telar, la aparición de punzones, agujas o leznas, incluso las improntas de las estructuras de madera que debieron componer los telares son elementos que nos permiten identificar arqueológicamente este trabajo (Lám. 8). Sin embargo, para el sureste de la Península ibérica, las condiciones medioambientales relacionadas con la temperatura y humedad hacen extremadamente difícil la conservación de los tejidos elaborados. Sin duda alguna, el estudio de varias piezas de lana y lino en la sepultura 121 del yacimiento

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Lám. 8. Localización de la estructura de telar y pesas en la vivienda XVI de Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.

argárico de Castellón Alto (Galera) nos podría proporcionar información muy valiosa sobre aspectos tan importantes como las técnicas de manufactura utilizadas y los tipos y diseños del entramado (Molina González et al., 2003). Un buen ejemplo de ello es el estudio realizado sobre los restos de tejido documentados en la Cueva Sagrada en la sierra de la Tercia (Lorca, Murcia) (Ayala, 1987). Las transformaciones de los sistemas tecnológicos relativos a la producción textil durante la Prehistoria Reciente, demuestran el dinamismo de las innovaciones en esta actividad. Los cambios se produjeron con relativa rapidez; desde los cuernecillos de arcilla utilizados en la Edad del Cobre que aparecen, por ejemplo, en la cabaña F de El Malagón (Cúllar, Granada), pasando por las estructuras de telar en madera y las pesas circulares en arcilla mencionadas para el caso de Peñalosa o el Cerro de la Encina, hasta las fusayolas en piedra aparecidas en el suelo de la cabaña B del poblado del Bronce Final de Cabezuelos (Úbeda, Jaén) (Sánchez Romero, 2015a). Pero sin duda si hay un elemento característico y diacrónico relacionado con esta producción, ese el punzón. Durante Prehistoria Reciente aparecen dos tipos diferenciados por su materia prima, hueso y metal. Los primeros, en el mundo argárico, aparecen vinculados a los contextos domésticos. Las marcas de desgaste analizadas tanto a nivel macro como micro de estos punzones de hueso de Peñalosa, nos indican

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Fig. 3. Punzones de hueso trabajado recuperados en Peñalosa (Altamirano y Alarcón García, e.p.).

su participaron en el procesado de tejidos (Altamirano García y Alarcón García, e.p.) (Fig. 3). Por otro lado, los punzones de metal aparecen, en su mayoría, asociados al ámbito funerario formando parte del ajuar de las sepulturas y con significados simbólicos.

situación frecuente en sociedades históricas donde generalmente las mujeres se reúnen para realizar trabajos de producción, cosido y reparación de ropas y tejidos (González Marcen y Picazo Gurina, 2005; Alarcón García, 2010).

La aparición de punzones de hueso, pesas y estructuras de telar en el yacimiento de Peñalosa nos proporciona datos muy significativos en lo que se refiere a su distribución espacial y, por tanto, a la organización del trabajo. La presencia de estos tres elementos en sólo una vivienda de cada una de las terrazas ocupadas nos indica que la elaboración del tejido sólo se está llevando a cabo en estos espacios específicamente. En el resto de viviendas, se han documentado otros elementos, como las leznas, vinculadas a la práctica de remendar y coser tejidos ya elaborados (Altamirano García y Alarcón García, e.p.). Dos son las hipótesis que explicarían este comportamiento, por un lado podríamos estar ante una actividad especializada e incluso supradoméstica como han apuntado algunos autores (Gilman, 2006); por otro lado, quizás, podríamos hablar de espacios de reunión cuyo eje central sería la producción textil,

El segundo tipo de punzón, el realizado sobre metal, apoyaría esta vinculación simbólica de la producción textil a las mujeres. La presencia de estos objetos metálicos entre los ajuares funerarios ha sido objeto de investigación desde los años 80 del siglo pasado. A lo largo de más de 500 años, las leznas y punzones metálicos tuvieron una presencia recurrente en las tumbas femeninas, independientemente de la categoría social y de la edad (Siret y Siret, 1886; Montón-Subías, 2007; Sanahuja Yll, 2007; Aranda Jiménez et al., 2009, 2015). El estudio de 140 sepulturas en diferentes necrópolis argáricas del sureste de la Península ibérica ha proporcionado un total de 27 punzones que formaban parte de los ajuares funerarios. 25 de ellos en metal y sólo dos de hueso trabajado. Es interesante observar cómo los únicos ejemplares en hueso trabajado aparecen asociados a un individuo adulto varón y un individuo infantil. Los

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análisis estadísticos realizados sobre esta muestra dan un valor significativo y altamente representativo a la asociación entre mujeres y punzones. Indudablemente, estos útiles formaron parte de la identidad social e individual de las mujeres argáricas, no cabe duda de que dicha actividad tuvo una significación social determinada en la vida cotidiana de los grupos argáricos del sureste hasta tal punto que sobrepasó la esfera de lo cotidiano para reflejarse en lo simbólico y ritual (Aranda Jiménez et al., 2009).

culino y heterosexual modelo que se subvierte en muy pocas ocasiones. La Arqueología construye uno de los discursos más directamente relacionados con la identidad del grupo social, ya que crea, referentes comunes que son recordados, reiterados y compartidos por todo el grupo. El patrimonio se convierte así en una representación simbólica de la identidad, en un factor de cohesión, en un espacio referencial. En definitiva, un poderosísimo instrumento de transformación social (Sánchez Romero, 2015b).

Entre las estrategias de cancelación de las mujeres en los discursos sobre la (pre)historia, una de las más eficientes ha sido sin duda la invisibilidad de estas en las narraciones que generamos sobre el patrimonio arqueológico y, por tanto, su omisión en la memoria colectiva. Entre las graves consecuencias que esto tiene, está el que las mujeres no han tenido modelos femeninos que seguir, impidiendo la institución de una genealogía femenina. Debido a que los discursos científicos que se han escrito sobre los grupos humanos del pasado casi nunca han prestado atención a las mujeres, éstas no aparecen en los textos divulgativos más allá de los estereotipos que se han construido sobre ellas, bien la mujer exuberante, sexualmente receptiva, bien la mujer madre, guiada por el instinto biológico de cuidar. Un simple recorrido por libros de texto, revistas de divulgación científica, imágenes en medios de comunicación e incluso exposiciones en museos nos situarán a las mujeres o en uno de estos dos lugares, o en la más absoluta invisibilidad (Sánchez Romero, 2014b, 2015b).

En nuestra comunidad autónoma hemos de reconocer y valorar las iniciativas que se han desarrollado en museos como los Arqueológicos Provinciales de Almería, Córdoba y Jaén, debido sobre todo al empuje de sus directoras, Ana D. Navarro (en la actualidad en la dirección del Museo de Sevilla), Mª Dolores Baena y Francisca Hornos Mata respectivamente, espacialmente preocupadas por este posicionamiento. Es necesario hacer hincapié en la capacidad explicativa de las instituciones que trabajan con el patrimonio histórico, que las convierten en potentes herramientas de deconstrucción de estereotipos sobre las mujeres, sobre los hombres y sobre las relaciones que mantienen entre ellos. Desgraciadamente, a pesar de que existe una legislación absolutamente clara y contundente en este ámbito, estos relatos igualitarios no siempre tienen cabida ni en los discursos museológicos ni en la plasmación museográfica de los mismos y en la mayor parte de las ocasiones, el apostar por actividades y narrativas que potencien la igualdad y que den el valor que les corresponde a las mujeres de nuestro pasado, reposa en la voluntad de iniciativas personales concretas más que en la elaboración de un proyecto a mayor escala (Sánchez Romero, 2014b).

Esto no es banal, las mujeres, las niñas que no se ven reflejadas, o lo hacen de manera estereotipada, en museos, exposiciones temporales, centros de visitantes y en sus textos divulgativos entienden que no forman parte de los hechos que han constituido nuestra historia, o que lo han hecho sólo de manera restringida lo que las relega a posiciones de desigualdad a la hora de explicar cómo hemos llegado a ser lo que somos. Y eso no solo es falso, sino que además es injusto. El objeto y el sujeto del patrimonio histórico se convierte en un individuo adulto mas-

Ante esta situación caben dos estrategias, la primera de ella consiste en detectar y denunciar aquellas representaciones, tanto en las citadas instituciones museísticas (Hornos Mata y Rísquez Cuenca, 2000; Hornos Mata y Rísquez Cuenca, 2005; Querol Fernández y Hornos Mata, 2011; Bécares Rodríguez, 20137) como en otro tipo de formatos de divulgación (documentales, folletos, guías, revistas de divulgación científica). La segunda consiste en concebir nuevas imágenes y nuevos discursos, más sólidos científicamente y más justos socialmente y para ello debemos

3. CÓMO CONTAR LO QUE HACEMOS: ESTRATEGIAS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA

7 BÉCARES, L. (2013): Visibilidad de las mujeres en los proyectos museísticos del Museo Arqueológico de Asturias y Museo Arqueológico de Córdoba. Dos modelos para el siglo XXI. Trabajo Fin de Máster Inédito. Universidad de Granada.

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Fig. 4. Recreación de una vivienda argárica. Dibujo: Miguel Salvatierra Cuenca. Fuente: Proyecto Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: Renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramientas de transmisión de valores (I+D+i exp.: 002/07) (www.pastwomen.net).

generar conocimiento de calidad y hacer divulgación de excelencia. El convencimiento de esto último, el compromiso con la calidad de las narraciones sobre el pasado, queda demostrado en la existencia de proyectos de investigación dedicados a generar imágenes y relatos en este sentido. Dos de ellos tienen un fuerte componente de investigación sobre las sociedades de la prehistoria y la protohistoria en Andalucía. Los proyectos Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramienta de transformación de valores coordinado por Paloma González Marcén (González Marcén et al., 2012)8 y sobre todo Recursos para la investigación de la arqueología de las mujeres y del género en España (GENDAR) HUM 1904 Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía coordinado por Carmen Rísquez Cuenca (ver artículo en este dosier) son buena prueba de ello.

La explicación de las sociedades argáricas con nuevas imágenes y protagonistas forma parte del primero de estos proyectos. Representaciones construidas a partir de la información generada por las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años. Las nuevas miradas a estas poblaciones han posibilitado crear una serie de representaciones que ponen el acento en diversos aspectos de su cotidianeidad. A partir de cinco elementos: el cuidado de las personas, construir comunidad, procurar el alimento, los espacios de vida y las tecnologías cotidianas, se va desgranando la realidad de las poblaciones argáricas con mujeres, hombres, niños y niñas como protagonistas con distintas responsabilidades pero el mismo nivel de implicación en los distintos trabajos (Fig. 4). En la misma línea se trabaja en otra de las estrategias de reivindicación de las mujeres en los textos divulgativos. La publicación Las mujeres en la histo-

8 GONZALEZ MARCÉN, P., ALARCÓN GARCÍA, E., COLOMER SOLSONA, L., GARCÍA LUQUE, A., MASVIDAL FERNÁNDEZ, C., PICAZO i GURINA, M., RÍSQUEZ CUENCA, C., SÁNCHEZ ROMERO, M. y SOLER MAYOR, B. (2012): Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramientas de transmisión de valores. Memoria científica inédita (2007-2010). Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Instituto de la Mujer.

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Fig. 5. Recreación de una vivienda argárica. Dibujo: Carmen Merino Rodríguez (Birriel Salcedo y Robles Vizcaíno, 2012).

ria: itinerarios por la Provincia de Granada pretende contribuir al conocimiento de la historia de las mujeres en este territorio, haciendo accesible a diferentes tipos de público la experiencia de vida de mujeres de diversos periodos históricos. Utilizando la reflexión cercana, afectiva, a escala de lo cotidiano y de lo próximo se trata de comprender la trayectoria vital de mujeres singulares, pero también de aquellas cuyos nombres no nos han llegado (Birriel Salcedo y Robles Ortega, 2012). En el caso de la arqueología prehistórica, el itinerario discurre por el altiplano granadino, visitando las poblaciones de Orce, Galera y Baza. Un territorio que destaca por su riqueza arqueológica y que permite acercarse a la historia, las experiencias, los conocimientos y las actividades de las mujeres durante más de un millón de años. Desde las primeras poblaciones que se asentaron en la Península Ibérica y que ocuparon las riberas lacustres de la cuenca de Orce, pasando por el poblado argárico del Castellón Alto en Galera, hasta el mundo ibero que se desarrolló de manera espectacular en esta zona, con una necrópolis como Tútugi o una ciudad como Basti (Sánchez Romero, 2012) (Fig. 5). A través de los restos arqueológicos dejados por los distintos grupos humanos se pretender dar a conocer los trabajos, las tecnologías y las experiencias de las mujeres. Así, frente a otros discursos androcéntricos,

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se habla de cooperación como clave de la evolución humana; se explica la importancia real de estrategias como la caza o el carroñeo; se reta la atribución sexual de determinadas producciones como la lítica; se enfatiza la importancia de las actividades de mantenimiento; y se habla de la construcción de la identidad de las mujeres a través del registro funerario, o de su participación en las estrategias políticas, sociales, rituales y religiosas de los grupos humanos en los que vivían (Sánchez Romero, 2012, 2014b). Un interesante precedente lo tenemos en “Las mujeres en la Prehistoria” la exposición itinerante del Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia. Una muestra que por primera vez se dedicaba de manera monográfica a la difusión del estudio de las mujeres en la Prehistoria. Inaugurada en 2006 sigue viajando por todo el país en la actualidad (Soler Mayor, 2008). Durante los meses de abril y mayo de 2008 esta exposición realizó su itinerancia en el Parque de las Ciencias de Granada, la adaptación del montaje en esta ocasión incluyó la colocación de paneles de creación propia referidos al ámbito doméstico (Peñalosa, Baños de la Encina) y funerario (Cerro de la Encina, Monachil) para mostrar las investigaciones que se estaban llevando a cabo desde la Universidad de Granada. Además se programó un ciclo de conferencias abierto al público en

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general en el que se trataron temas como los mecanismos de creación de estereotipos sobre la identidad femenina en el pasado, el proceso de creación de la propia exposición o la metodología necesaria para generar nuevas propuestas de creación de imágenes en la literatura científica y divulgativa de la prehistoria; por último, se dedicó una mesa redonda a las representaciones femeninas en la Prehistoria. Para completar la estrategia de transmisión de conocimiento, la revista Arenal dedicó un monográfico a esta temática (Sánchez Romero, 2008e).

4. ¿HACIA DÓNDE VAMOS? Aunque el camino recorrido hasta aquí ha sido sin ninguna duda muy fructífero, aún nos queda mucho por hacer. Los estudios sobre las mujeres, las relaciones de género o la infancia aún tienen que pelear para ser considerados necesarios dentro de cualquier proyecto de investigación, y por ende formar parte imprescindible de cualquier estrategia de divulgación del conocimiento que se genera sobre las sociedades del pasado. Ya hemos manifestado en alguna ocasión nuestra creencia de que el no reconocimiento de estas investigaciones por parte tanto de investigadores como investigadoras se debe a que la arqueología feminista, de las mujeres y del género pretende no sólo visibilizar mujeres, sino también reconfigurar la manera de hacer arqueología, introduciendo nuevos temas y protagonistas en el debate, reconsiderando el papel que tenemos como profesionales ya sea desde la academia, las instituciones o desde la profesión libre (Sánchez Romero, 2014a), y provocando un giro epistemológico que haga de nuestra disciplina un instrumento para la transformación por medios pacíficos del sufrimiento humano (Martínez Guzmán, 2005). No hay duda de que la implantación de nuevas técnicas de análisis va a permitir un acercamiento mucho mayor a la realidad de las poblaciones. Es cierto que ahora podemos conocer prácticamente la biografía de cada uno de los individuos encontrados. A través del análisis de sus cuerpos podemos conocer dietas, esfuerzo físico realizado, tipo de trabajo, enfermedades, procedencia, edad, sexo entre otras cuestiones pero no podemos correr el riesgo de entender que esos datos nos dicen exactamente cómo fue el pasado (González-Ruibal, 2014). Insistimos en la necesidad de una lectura más abierta que mantenga, obviamente, el rigor metodológico trabajando con una base empírica en el registro arqueológico, pero intentando entender

los múltiples significados de las experiencias de la gente a través de aproximaciones tales como la fenomenología (Sánchez Romero, 2015a). Desde ese posicionamiento, consideramos que hay varios asuntos que en los próximos años van a ocupar buena parte de nuestras preocupaciones y que nos ayudaran a tener una mejor comprensión y mayor conocimiento sobre la vida cotidiana de los grupos sociales del pasado. Ya hemos expuesto el enorme potencial explicativo que tienen las prácticas culinarias en la reconstrucción de las sociedades del pasado. En este sentido, debemos seguir trabajando hasta conseguir convertir estas actividades en una categoría de análisis reconocida para el estudio de las sociedades prehistóricas e históricas. Para ello, necesitamos mejorar metodológicamente en cuestiones relativas a la definición y caracterización de las técnicas de cocinado y preparación de alimentos. Es necesario aumentar la muestra tanto de individuos analizados mediante técnicas de isótopos de nitrógeno y carbono; como de residuos químicos orgánicos conservados en el interior de los recipientes cerámicos y debemos hacerlo mediante un análisis diacrónico de estas actividades, para observar cambios y/o continuidades en estas prácticas. En lo que respecta a la producción textil debemos seguir avanzando en conceptos tales como la tecnología o los procesos de aprendizaje. Para aumentar nuestro conocimiento sobre su proceso, técnicas de manufactura y herramientas empleadas, necesitamos incorporar técnicas de análisis concretas. Por ejemplo, estudios de huellas de uso, que nos permitan determinar qué tipo de materia prima fue trabajada (lino, lana, cuero, etc.) y concretar en qué fase del proceso de producción intervienen determinados objetos como punzones, leznas y agujas. Asimismo, es necesario realizar un estudio diacrónico sobre los tipos de estructuras de telar y pesas que encontramos a lo largo de la Prehistoria Reciente. Todo ello, nos daría la oportunidad de profundizar en el carácter social, económico e identitario de esta actividad. Una vez probada la capacidad de la infancia como categoría explicativa de las sociedades algunas de las cuestiones que permitirán seguir avanzando tienen que ver con la solución de problemas metodológicos relacionados, por ejemplo, con la capacidad de lectura de estos restos humanos debido a la preservación diferencial de los huesos inmaduros, o con la identificación del sexo de los individuos. Otras

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cuestiones están más relacionadas con la normalización de determinados estudios sobre cuestiones asociadas con las prácticas maternales, por ejemplo, la lactancia y el destete. Y, quizá uno de los retos más complejos sea el análisis de la cultura material y de los espacios no vinculados al ámbito funerario. La capacidad de reconocer aquellos lugares y objetos dedicados al aprendizaje, al juego o a la socialización, marcará de manera evidente nuestro conocimiento de los grupos humanos del pasado.

BIBLIOGRAFÍA

Debemos, por último, reforzar los mecanismos de transmisión de conocimiento, con una doble estrategia, por un lado mediante la continuación de los proyectos de investigación como los mencionados en este texto; por otro, generando espacios de discusión, debate y articulación de propuestas. Con ese propósito está concebido el Seminario de Arqueología Feminista del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera, con tres líneas de actuación programadas, la primera tiene que ver con convertirse en un punto de encuentro de investigadoras e investigadores interesados en esta perspectiva a través de la realización de seminarios específicos; la segunda de las propuestas es la programación de cursos y conferencias destinados a un público amplio; la tercera y última, el diseño de una serie de publicaciones de carácter divulgativo que incluya desde manuales universitarios hasta literatura infantil y destinados a transmitir los conocimientos generados desde esta perspectiva.

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AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado en el marco de dos proyectos de investigación: “La materialidad de la identidad femenina: tecnologías para la equidad” (CP12015), III Convocatoria de Microproyectos de I+D+i del Campus de Excelencia de la Universidad de Granada, e “Innovación, continuidad e hibridación. Las sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el sur de la Península Ibérica” (HAR2013-42865-P), Plan Nacional I+D+I, Ministerio de Economía y Competitividad.

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ARQUEOLOGÍA FEMINISTA, DE LAS MUJERES Y DEL GÉNERO EN LA PREHISTORIA DE ANDALUCÍA

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Estela de la Diosa de la Puerta del Sol. Oppidum de Puente Tablas (Jaén). Foto: Francisco Gómez Cabeza. Archivo Fotográfico del IAI.


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LA ARQUEOLOGÍA IBÉRICA Y LOS ESTUDIOS DE GÉNERO EN ANDALUCÍA: AVANCES Y DESAFÍOS Carmen Rísquez Cuenca1

Resumen: En este artículo se repasa en primer lugar el impacto que han tenido los estudios de género y lo que representan hoy en el panorama general de investigación de las sociedades iberas. En segundo lugar, nos centraremos en cuales han sido nuestras aportaciones, a partir de algunas experiencias y propuestas que venimos desarrollando con este enfoque desde el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén. Finalmente se presentan diferentes reflexiones sobre los desafíos que tenemos por delante.

Palabras clave: Género, sociedades iberas, mujeres representadas, relaciones sociales, espacios funerarios, espacios de culto.

IBERIAN ARCHAEOLOGY AND GENDER STUDIES IN ANDALUSIA: PROGRESS AND CHALLENGES Abstract: In this paper I will analyse firstly the impact of gender studies in the research agenda of Iberian societies. Secondly, I will focus the attention on the research works undertook by the Department of Iberian Archaeology at the University of Jaen (Spain). Finally, current challenges and working hypothesis will be discussed.

Keywords: Gender, Iberian Societies, Representations of Women, Social Relationships, Funeral Spaces, Places of Worship.

1

Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén. [crisquez@ujaen.es]

Recibido: 20/07/2015; Aceptado: 19/10/2015

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1. INTRODUCCIÓN En el último cuarto del siglo XIX se produjeron una sucesión de relevantes hallazgos, que son reconocidos hoy como pilares importantes en la construcción de la cultura ibérica. Entre ellos, las esculturas del santuario de El Cerro de Los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete), descubiertas en 1860, con una importante serie de imágenes femeninas o la misma Dama de Elche, hallada en 1897. Las publicaciones sobre ellas, no las definieron en esos momentos como las producciones significativas que son ahora en el marco de las sociedades iberas. Las primeras se consideraron egipcias o a lo sumo ibero-egipcias, para hacer notar su relación con las culturas orientales y la segunda, es descrita por un cautivado Pierre Paris, que la compró para el Museo del Louvre, como:

“... asiática por sus lujosos aderezos ..., helena y aún ática gracias a una indecible gracia genial de flor que le presta el mismo aroma de sus

hermanas de la acrópolis y sobre todo española, no solo por su tocado ... Sino por la turbadora rareza de su hermosura. Es más española, si cabe, España misma, Iberia resurgiendo aún radiante de juventud de la tumba en la que ha estado sepultada durante más de veinte siglos” (Olmos Romera y Tortosa Rocamora, 1997). No será hasta iniciado el siglo XX, momento en el que arrancan los primeros trabajos de excavación en sitios emblemáticos1, cuando los restos arqueológicos asociados a ellos, se relacionen con esos pueblos denominados iberos por autores clásicos como Polibio o Estrabón, y se utilicen para explicar la Historia de los Iberos. Los largos debates que dan de sí 100 años de investigación arqueológica dejan hoy unas sociedades iberas, integradas en el espacio que fue el Mediterráneo en la antigüedad, de gran riqueza y pluralidad de manifestaciones, a las que se ha dotado de un marco espacial, desde el Languedoc occidental hasta la Alta Andalucía, y temporal, entre el siglo VI y el I ANE.

Lám. 1. Izquierda: Dama de Torres (Jaén). Foto: José Manuel Pedrosa Luque (Archivo Fotográfico del IAI). Derecha: Dama de Baza (Granada). Foto: Los iberos Príncipes de Occidente. Fundación La Caixa, 1998:113.

1 Buenos ejemplos en Andalucía son los santuarios de Collado de los Jardines, en Santa Elena (Calvo Sánchez y Cabré Aguiló, 1917, 1918, 1919), la cueva de La Lobera, en Castellar (Lantier, 1917) y la cámara sepulcral de Toya en Peal de Becerro (Cabré Aguiló, 1925), todos ellos en la provincia de Jaén o la necrópolis de Tútugi en Galera, Granada (Cabré Aguiló y de Motos Fernández, 1920).

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LA ARQUEOLOGÍA IBÉRICA Y LOS ESTUDIOS DE GÉNERO EN ANDALUCÍA: AVANCES Y DESAFÍOS

Las investigaciones durante este tiempo se han multiplicado, abriendo y ofreciendo nuevas claves para la comprensión de los muchos aspectos que las configuran (la economía, la política, las relaciones sociales, las representaciones simbólicas e ideológicas…) desde una disciplina actualmente reconocida como es la arqueología ibérica. En este campo Andalucía ha tenido y tiene un papel importante, no sólo desde el punto de vista patrimonial, con una amplia representación de sitios de distintas tipologías –Oppida, necrópolis, santuarios– o de elementos escultóricos de enorme trascendencia –conjuntos como los de Cerrillo Blanco de Porcuna, o El Pajarillo, de Huelma, la Dama de Baza o la no tan conocida Dama de Torres (Lám. 1)– sino también de la investigación, con una dilatada trayectoria a la que obedece la creación del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (en adelante IAI), ubicado en la Universidad de Jaén2. Sin embargo, a pesar de las miradas de rostros femeninos, que han estado presentes en el imaginario de estos pueblos desde sus inicios, las mujeres apenas fueron incluidas en los estudios salvo para darnos unas detalladas descripciones estilísticas de ellas. Ante imágenes tan conocidas como la Dama de Elche o la Dama de Baza, la tendencia más frecuente ha sido relacionarlas con las esferas de lo simbólico y lo sagrado, y no con otras como la política y la económica. Por el contrario, los comentarios sobre las imágenes masculinas no se quedaban en detallar su aspecto sino que, investigadores e investigadoras, no dudaban en identificarlos con “príncipes iberos”, “héroes”, “guerreros”, adjudicándoles directamente un papel importante en espacios, en los que las primeras habían sido excluidas, que les vinculaba con la figura aristocrática y el poder. ¿No es eso una clara muestra de desigualdad en el tratamiento de unas y de otros?, parafraseando a Carmen Aranegui, nos preguntamos ¿acaso hay alguna razón para negar al sexo femenino un estatus social como el que tiene el masculino? (Aranegui Gascó, 2008a: 208) lo cierto es que no lo hay. ¿No hubiera sido más interesante analizar cómo se ha formado la construcción simbólica del género en la sociedad ibérica, cómo ésta ha configurado, canalizado y transformado determinados valores sociales asignándolos a hombres y a mujeres?

De ahí la importancia y el interés fundamental de los estudios de género en arqueología, ya que éstos han obligado a replantear muchas perspectivas, hasta entonces sesgadas por una mirada androcéntrica al registro arqueológico, transformando así la forma de entender y visualizar cuestiones fundamentales, como las relaciones entre los sexos y cómo éstas se conectan con las estructuras sociales, económicas, políticas (sistemas de prestigio, sistemas de parentesco, estrategias matrimoniales), las actividades de mantenimiento, la formación de identidades o las representaciones simbólicas, entre otras, interesándose particularmente en cómo se van a expresar esas relaciones en la cultura material. En este marco se desenvuelven las distintas perspectivas feministas en nuestra disciplina, a las que la arqueología ibérica no ha sido ajena, al menos, en las dos últimas décadas. Proponemos en este artículo, siguiendo las indicaciones que marcaron las coordinadoras del dossier, repasar brevemente el impacto que éstas han tenido y lo que representan hoy en el panorama general de investigación de las sociedades iberas, para centrarnos finalmente en cuales han sido nuestras aportaciones, a partir de algunas experiencias y propuestas que venimos desarrollando con este enfoque desde el IAI, que nos permiten reflexionar, al mismo tiempo, sobre los desafíos que tenemos por delante.

2. DE “LA MUJER IBERA” A LOS ESTUDIOS DE GÉNERO EN LAS SOCIEDADES IBERAS En el ámbito de la arqueología ibérica, si bien hay un número importante de publicaciones que introducen a la mujer ibera como objeto de estudio, lo han hecho de una manera puramente descriptiva. No será hasta finales de los años 90 del siglo XX cuando encontremos los primeros trabajos que asumen el enfoque de género, utilizándolo como categoría analítica, como una manera de organizar las relaciones sociales y como criterio de identidad. Ese proceso lo podemos seguir, de forma más extensa, en varios trabajos (Prados Torreira e Izquierdo Peraile, 2003; Rísquez Cuenca y Hornos Mata, 2005; García Luque y Rísquez Cuenca, 2005; García Luque, 2008; Prados Torreira et al., 2011). A modo de síntesis diremos que, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, imperarán descrip-

2 Un Instituto de reciente creación cuyo precedente ha sido el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, CAAI, con más de 15 años de trayectoria.

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ciones minuciosas de las imágenes femeninas, tratadas desde un punto de vista artístico sin entrar en otras valoraciones más allá de su consideración en el ámbito de lo sagrado (Paris, 1903-4; García y Bellido, 1943; Pericot García, 1950; Millán García de Cáceres, 1956; Tarradell i Mateu, 1968). A lo largo de la década de 1970, en los diferentes trabajos se perpetua el enfoque estilístico y artístico de años atrás, donde las investigaciones siguen centradas en la imagen, desarrollando ahora estudios en torno al atuendo y al ornamento femenino en los que tampoco se entra a analizar en profundidad el significado de las piezas en sus respectivos contextos (Llobregat Conesa, 1972; Maestro Zaldívar, 1975; Bandera Romero de la, 1977, 1978; Prada Junquera, 1979, Almagro Gorbea, 1981). Ya en el decenio de 1980 se ampliará la temática, si bien, seguimos encontrando corpus de imágenes, entre ellas dos tesis doctorales publicadas, una la de Encarnación Ruano Ruiz (1987) y otra la de Elena María Maestro Zaldívar (1989). Ambas abordan la figura humana en dos soportes muy distintos, la piedra y la cerámica respectivamente. El desarrollo de la iconografía como línea de investigación en esos momentos, donde cabe señalar las publicaciones de Ricardo Olmos Romera (1991, 1999, 2000-2001), supondrá acercarse a la interpretación de las imágenes, desde el punto de vista de la sociedad que las encarga y las utiliza y de sus contextos. Los trabajos de Beatriz de Griñó Frontera (1987, 1992), Mónica Ruíz Bremón (1989), o la tesis doctoral de Lourdes Prados Torreira (1992), ofrecen un buen ejemplo de ello, introduciendo ya a las mujeres iberas como parte del discurso, y valorando cómo los códigos de las imágenes, en función de su contexto, ofrecen interesantes lecturas sobre los espacios de culto en esta época, fundamentalmente a partir del siglo IV ANE, mostrando las diferencias gestuales en función del sexo. A finales del decenio de 1980 y sobre todo ya en el de 1990, empieza a resultar obvio que los debates que se estaban produciendo en otras áreas de la Arqueología prehistórica de la que estos estudios se nutrirán especialmente y también la Historia Antigua3, en torno a cómo abordar el conocimiento de las sociedades del pasado desde un enfoque teórico y metodológico de género, implicaron préstamos e influencias sobre la arqueología ibérica, que han ayudado a su desarrollo, si bien éste ha sido algo posterior en el tiempo.

En esa época, en el marco de los Seminarios e Institutos que fueron surgiendo bajo el paraguas de los estudios feministas de las mujeres y de género, las historiadoras de la Antigüedad empezaron a desarrollar, asumiendo esos planteamientos, sus investigaciones, arrancando de la etapa prerromana. Una de las pioneras en formular estas cuestiones sobre las mujeres fue Cándida Martínez López, desde el Instituto de la Mujer de Granada. Si bien sus investigaciones se han venido centrando en la etapa romana, cabe señalar que ella también proporcionó algunas de las primeras y sugerentes aportaciones sobre las relaciones de género, incluyendo esta nueva perspectiva en el análisis de la sociedad ibérica. En sus trabajos señaló el parentesco como una de las bases fundamentales de la estructura social, económica y política en estas sociedades, sobre todo en las familias dirigentes. En éstas, el matrimonio era una relación fundamental, aportando ejemplos, en los que se interpretan las referencias que aparecen en las fuentes, sobre matrimonios de las princesas iberas con los generales cartagineses Asdrúbal y Aníbal, a partir de los cuales éstos se convirtieron en miembros de estas comunidades, señalando que no se trata de casos únicos sino modelos que se repiten en todo el ámbito mediterráneo. En el caso que nos concierne, reflexiona sobre cómo esa funcionalidad político parental de las mujeres, con la consiguiente proyección social, se pone de manifiesto en las abundantes imágenes femeninas, que indican su participación en la vida social, y se pregunta de qué manera incidirían en esas relaciones familiares la conquista y la presencia romana (Martínez López, 1991, 1994a, 1994b). En ese mismo ámbito de estudios destacaremos, para esos momentos, los textos de Mª Teresa Picó Soler (1994), relacionada con el grupo de investigación granadino, acerca del trabajo de las mujeres iberas, basándose en una lectura de las fuentes clásicas con la dificultad que éstas entrañan al tratar estos temas de manera marginal. También el monográfico sobre Historia de las mujeres en España, que coordinó Elisa Garrido González (1997), en el que ella misma abordó contenidos referentes a los ciclos de la vida, la cotidianidad, educación, religiosidad o trabajo, junto con la identidad, bajo los epígrafes Impulso colonizador hacia las desigualdades de género para tratar la colonización fenicia y griega, o Sistemas de género entre los pueblos prerroma-

3 Ésta se acerca a los pueblos iberos, como una de las culturas Prerromanas que estudia.

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nos al referirse, entre otras, a la cultura ibérica. Asimismo, incluiríamos aquí la publicación que, de forma análoga, llevaba a cabo Carmen Alfaro Giner (1997) centrada en la vida cotidiana de las mujeres iberas. Cabe señalar respecto a éstos últimos que, aunque se adscriben a las investigaciones de género, muestran un relato más convencional. También, desde la Prehistoria, empiezan a llegar, en esos años, las nuevas propuestas que se incorporan a trabajos centrados en las sociedades iberas. En este sentido cabe destacar los planteamientos de Pierre Guérin en su tesis doctoral (leída en 1994, aunque se publicará en 2003). En ella llevó a cabo una interesante lectura para el poblado de Castellet de Bernabé (Llíria, Valencia), perteneciente al horizonte Ibérico Pleno en el área edetana, siguiendo los trabajos de Ruth Trigham. La identificación de los espacios femeninos, a partir de la ubicación en los mismos de los hogares, los molinos y los elementos vinculados a posibles telares (Guérin, 1999, 2003), le permitieron observar el peso y la importancia que estas actividades adquirían en el asentamiento, poniendo en valor las actividades de las mujeres más allá del contexto puramente doméstico y trascendiendo a la esfera económica. Algo que confirmaba con sus interpretaciones sobre algunos de los plomos con textos escritos, localizados debajo de los molinos de piedra que las mujeres usaban para la molienda de grano, al sugerir que se trataba de algún sistema de contabilidad sobre el que éstas ejercerían el control (Silgo Gauche y Guérin, 1996; Guérin, 2003). En la línea iconográfica, Margarita Díaz-Andreu García y Trinidad Tortosa Rocamora (1998), analizan el papel de la imagen antropomorfa en distintos soportes –piedra, bronce y cerámica– en la estructuración y negociación de las relaciones de género desde el Ibérico Antiguo hasta el momento final en el siglo I ANE, donde los elementos básicos de esas representaciones se forman ya en el periodo inicial, conformando los roles masculinos que se definen de un modo más completo que los femeninos, una característica que se mantendrá, según las autoras, a lo largo de los tres períodos ibéricos. Examinan igualmente cómo la codificación de la relación entre lo divino y lo mortal va cambiando a través del tiempo, valorando los cambios temporales significativos a la vez que las continuidades, y cómo hay casos en que los esquemas básicos de representación se transgreden.

Se asimilarán nuevas categorías, como la de actividades de mantenimiento (Bardavío Novi y González Marcén, 1996; Picazo Gurina, 1997; Colomer i Solsona et al., 1998), que se convertirán en una de las más utilizadas, no solo en lo que hace referencia a las reflexiones teóricas y conceptuales, sino que han tenido una gran implicación en las investigaciones a la hora de analizar pormenorizadamente distintas actividades o para detallar cómo inciden en las dinámicas sociales en diferentes periodos, junto con los cambios que experimentan y las transformaciones que implican en momentos considerados de transición. En este sentido, Cristina Masvidal Fernández, Marina Picazo Gurina y Elisenda Curià Barnés (2000) llevan a cabo un trabajo, que centran en el Noreste de la Península, en el área catalana durante el Ibérico Pleno, donde la lectura que se hace del aumento de la actividad textil, y de las actividades productivas vinculadas con la transformación de alimentos, que recaen sobre las mujeres, implican según las autoras una reorganización del trabajo doméstico para lograr una mayor productividad que se relaciona directamente con el creciente poder de las élites, que controlan unas tareas que venían siendo propias de ámbitos domésticos. Explican así que una parte de las trasformaciones que se relacionan con la emergencia de la desigualdad política, sean canalizadas a través de prácticas de relación social preexistente, iniciándose ese control, sobre algunas formas de trabajo, como las actividades de mantenimiento. Asimismo, Helena Bonet Rosado y Consuelo Mata Parreño (2002), en la monografía sobre otro asentamiento edetano como es El Puntal dels Llops (Olocau, Valencia), incluyen ya un apartado para a analizarlas, si bien como una de ellas matizaba recientemente, cuando tuvieron que dotar de imágenes algunos de los contenidos, dos hombres mueven el molino fijo del departamento 4, y aunque es cierto que tanto hombres como mujeres pueden llevar a cabo esa acción, en esos momentos no se lo plantearon así, sino que supusieron simplemente que al ser más pesado tendrían que hacerlo hombres (Mata Parreño, 2014: 45). Ese comentario, aunque reciente, pone de manifiesto la carencia que mostraban, también, las ilustraciones gráficas, y evidencia la necesidad de re-leer las representaciones incluidas en las publicaciones y también en otros ámbitos. Este sería el caso de los museos, donde se habían empezado a tratar, desde la perspectiva de género, los discursos y las imágenes, y que se abordaron también en el área que nos concierne (Rísquez Cuenca y Hornos Mata, 2000; Hornos Mata y Rísquez Cuenca, 2005).

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La Reunión de Arqueología Teórica (RAT), celebrada en Santiago de Compostela en 1992, supuso un punto de inflexión en lo que hace referencia a la progresiva implantación del análisis de género en arqueología en nuestro país, en la que se observa un acrecentamiento de las publicaciones. En lo que respecta a la incorporación de estos planteamientos a la investigación de las sociedades iberas, el aumento importante de los trabajos en este campo se reflejará a partir de los encuentros que se desarrollaron en la Universidad de Granada, bajo el formato de cursos, que se llevaron a cabo en 2003 y 2005. Si en el primero, Arqueología y Género, de las 19 aportaciones que se acaban recogiendo en la publicación (Sánchez Romero, 2005), tan sólo una hace referencia al contexto ibérico, en el segundo, celebrado dos años después, Arqueología y Género: Vida cotidiana, relaciones e identidad, el número de ponencias supuso la mitad de las que se presentaron, (seis de 12) poniendo de manifiesto el auge que estos estudios estaban adquiriendo para la investigación de esta etapa (Sánchez Romero, 2008). Éstos son una muestra de cómo se incrementan las publicaciones, en gran parte resultado de cursos y congresos y también del desarrollo de proyectos de investigación interesados por introducir los nuevos enfoques y crear los marcos oportunos para reflexionar teórica y metodológicamente, en casos concretos de las sociedades iberas4. También las nuevas publicaciones sobre Historia de las mujeres, incluyen las sociedades iberas como un capítulo específico (Chapa Brunet, 2005), y una de las últimas monografías que abordan estas sociedades, trata de “las gentes ibéricas”, donde la presencia de lo femenino forma parte del planteamiento general de la obra (Aranegui Gascó, 2012). Se pone así de manifiesto cómo la producción bibliográfica, que ofrece diversas perspectivas sobre las mujeres iberas, aumenta de manera considerable, si bien, el grupo de iberistas que centran su labor científica en el marco de la arqueología de género no son tantas, reflejando en sus investigaciones una evolución similar, tanto en las temáticas como en las perspectivas metodológicas, a lo que ocurre en otras etapas históricas. Entre las últimas propuestas destacan: Chapa Brunet, 2005; Rísquez Cuenca y García Luque, 2007a, 2007b; 2012; Aranegui Gascó, 2010, 2011; Rísquez Cuenca et al., 2010; Prados Torreira,

2011, 2012; Prados Torreira et al., 2011; Izquierdo Peraile, 2012, 2013; Rueda Galán, 2013a, 2013b; 2015a; Rísquez Cuenca, e.p.

3. SOBRE QUÉ SE INVESTIGA La imagen femenina que, como ya hemos visto, supone un rico catálogo sobre el que investigar y permite una reflexión sobre las variables de edad, género y grupo social, ha centrado la atención de distintas investigadoras, sobre todo a partir del Ibérico Pleno (siglos IV y III ANE). Carmen Aranegui Gascó ha trabajado ampliamente sobre la construcción de lo femenino a partir de la figura de las Damas, incluyendo el propio desarrollo del término (Aranegui Gascó, 1997, 2006, 2011), con una serie de reflexiones que van más allá de testimoniar la presencia de lo femenino, con todo el interés que ello tiene, adentrándose en su significación como símbolo de estatus asociándolas, al igual que se ha hecho en representaciones masculinas, a un modelo cultural de representación del poder (Aranegui Gascó 2008a, 2008b). Nos encontramos así con propuestas que indagan en cómo se codifican los signos identitarios sociales, de sexo y edad en distintos contextos, tanto funerarios como en espacios de culto (Izquierdo Peraile, 1998, 2007, 2008a, 2008b, 2012, 2013; Prados Torreira, 2007, 2012; Rueda Galán, 2007, 2015b; Aranegui Gascó, 2010), que evidencian lenguajes nuevos en la plástica figurativa pero también una participación creciente y plural de las mujeres en los rituales que se realizan en éstos. En lo que hace referencia a los santuarios (espacios de culto, de encuentro entre la divinidad y la sociedad, y de exposición social), una lectura de género permite analizar las relaciones entre los sexos y pone de manifiesto la participación de las mujeres en estos espacios públicos sagrados, posibilitando un acercamiento al papel que éstas adquieren como protagonistas en las nuevas relaciones sociales (Prados Torreira, 1997, 2007, 2011; Izquierdo Peraile, 2002, 2006; Rueda Galán, 2011). Esta línea enlaza directamente con la llamada arqueología del cuerpo, que tiene uno de sus ejes de análisis desde la arqueología del género en la imagen (la otra sería en los huesos, y la información que nos aportan desde

4 Algunos ejemplos los encontramos en González Marcén et al., 2005, 2007; Prados Torreira y Ruiz López, 2008; Domínguez Arranz, 2010, 2013; Prados et al., 2012.

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el ámbito funerario), entendiendo el cuerpo como una herramienta fundamental para descifrar cómo se construyen y se expresan las diferencias y similitudes sexuales y de género, poniendo el acento, como señalábamos, en cómo se plasman sobre ellas las normas sociales que imperan en cada momento, en nuestro caso, en estas sociedades iberas. Algunos de los últimos trabajos profundizan en distintos casos de estudio (Rueda Galán, 2007, 2008, 2013a, 2013b, 2015a; López Beltrán y Aranegui Gascó, 2011; López Beltrán, 2014) la primera, centrándose más en las terracotas femeninas de necrópolis púnicas entre los siglos VI-II ANE, la segunda, sobre exvotos –tanto masculinos como femeninos– de los santuarios ibéricos del Alto Guadalquivir fundamentalmente (Cueva de La Lobera de Castellar, y Collado de los Jardines en Santa Elena), sosteniendo que se trata de imágenes de mujeres que tendrían un papel destacado en los rituales, ya sean funerarios o en los santuarios, argumentando que muestran su estatus y su autoridad a través de sus cuerpos, donde tanto el vestido, como el peinado y los distintos adornos las hace visibles socialmente. Se llevarán a cabo reflexiones, desde planteamientos arqueológicos, sobre la imagen femenina en contextos urbanos ibéricos, centrados en el caso edetano, a partir del estudio exhaustivo de las decoraciones cerámicas de Llíria (Aranegui Gascó et al., 1997). Éstos han revelado la participación de las damas de alto rango en escenas de género, en el marco de la ciudad y en el contexto mediterráneo. Sobre esta misma documentación, la decoración figurada en los vasos cerámicos de prestigio, se ha observado, también, la participación femenina en escenas concretas –de danza y música– en el periodo que va del siglo III a mediados del II ANE (Bonet Rosado e Izquierdo Peraile, 2004). Finalmente, cabe nombrar algunos de los proyectos de investigación realizados bajo esta temática. Tal es el caso de La imagen de la mujer en el mundo ibérico, que buscaba precisamente organizar toda la información, a partir de una recopilación exhaustiva de imágenes femeninas en el mundo ibérico, con sus precedentes del ámbito orientalizante y sus paralelos mediterráneos. Éste tuvo su continuidad, en cierta

forma, con Arqueología y Género. Mujer y espacio sagrado. Haciendo visibles a las mujeres en los lugares de culto de época ibérica5, centrado ahora en los santuarios y las necrópolis. Ambos generaron una importante literatura (Prados Torreira et al., 2011) y propiciaron sendos encuentros en la Universidad Autónoma de Madrid, igualmente publicados (Prados Torreira y Ruiz López, 2008; Prados Torreira et al., 2012). Otro de los campos abiertos actúa, desde la perspectiva de género, sobre los contextos funerarios ibéricos. A partir de análisis sobre los ajuares, los restos osteológicos, los contenedores o el espacio, entre otros, se van tejiendo las evidencias que nos permiten establecer nuevas lecturas, no sólo de cómo se organizan las relaciones entre los sexos y las edades o cómo se van construyendo las identidades de los grupos familiares, sino también, del prestigio y autoridad de algunas mujeres (Rísquez Cuenca y García Luque, 2007a, 2007b, 2012; García Luque, 2008; Prados Torreira, 2010a; 2010b; Rísquez Cuenca et al., 2010; Rísquez Cuenca e.p.; Ruiz Rodríguez et al., e.p. a.). Esta es una de las líneas que venimos desarrollando desde el IAI, que trataremos más ampliamente en el siguiente apartado. Desde la cultura material, en relación con la imagen en distintos contextos, se han abordado algunas tecnologías de la producción, sobre todo aquellas relacionadas con el tejido, como indicador de prestigio de las élites, que en el plano simbólico adquieren una gran pluralidad de riqueza y significados, pero donde sin embargo se ha minimizado el aspecto productivo. Trabajos sobre contextos sacros en torno al universo simbólico del tejido y el vestido y su asociación con la mujer (Izquierdo Peraile, 2001, 2008a), o los ritos de paso (Izquierdo Peraile y Pérez Ballester, 2005). Aceptando como cierto que en sociedades mediterráneas, caso de la ibérica, el tejido tiene una gran carga simbólica, también la tiene económica, social y política (Masvidal Fernández et al., 2000), convirtiéndose en indicador no solo de identidad de género, sino también de identidad social (Rafel Fontanals, 2007; Rísquez Cuenca y García Luque, 2012; Rísquez Cuenca e.p.; Rueda Galán y Rísquez Cuenca, e.p. a). Por ello, se

5 Ambos coordinados por Lourdes Prados. El primero se desarrolló entre los años, 2002 y 2004, con la participación de Isabel Izquierdo Peraile, Trinidad Tortosa Rocamora, Alicia Arévalo González, Mar Zarzalejos Prieto y Clara López Ruiz. En el segundo que se extendió entre 2006 y 2009, han participado Lourdes Prados Torreira, Isabel Izquierdo Peraile, Carmen Sánchez Fernández, Juan A. Santos Velasco, Clara López Ruiz, Ana Grací Castañeda y Javier Parra Camacho.

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debería ir más allá de los aspectos simbólicos y profundizar más en los productivos, un campo todavía por desarrollar. Algunos elementos de prestigio, sobre todo la orfebrería, también se han acometido en trabajos relevantes. Alicia Perea Caveda, desde las nuevas orientaciones teóricas sobre materialidad y agencia, que estudian el objeto arqueológico bajo la perspectiva de su interrelación con el individuo y la sociedad, ha planteado un modelo explicativo en el que los objetos gozan de un estatus de género (Perea Caveda, 2010, 2012). Igualmente importantes resultan sus trabajos en esta línea, rastreando los códigos semánticos que pueden establecer la representación de lo femenino en algunas piezas que formaban parte de tesorillos (diademas, torques, collares y colgantes), poniéndolos en relación con personajes femeninos y con posibles dotes en el marco de la política de alianzas matrimoniales (Perea Caveda, 2006). También la infancia tiene cabida en estos estudios, una línea que se viene desarrollando sobre todo en la última década, en la que los individuos infantiles han surgido del olvido por su indudable vinculación al ámbito femenino. El concepto de infancia es en sí un tanto confuso, si bien ha sido definido como la fase de la vida que va desde el nacimiento hasta la pubertad (Chapa Brunet, 2008). Se analizan así, las relaciones de esos segmentos de edad (de ambos sexos) en el seno del grupo social, explorando por una parte, las posibilidades de estudio de elementos de la cultura material en los distintos contextos (espacio doméstico, funerario y de culto) que se conectan tanto con las prácticas de aprendizaje y socialización cómo con las de cuidados, un tema ampliamente tratado por Mª Antonia García Luque en su tesis doctoral (2008), junto con otros trabajos que han revisado las evidencias de la presencia infantil en contextos funerarios (Chapa Brunet, 2002, 2003, 2008), en los santuarios (Prados Torreira, 2013), o en una lectura articulada de ambos (Rueda Galán et al., 2008). Por otra parte, nos encontramos la visión de la infancia desde la osteoarqueología, que abre nuevas vías para reflexionar sobre su relación con otras personas (mujeres u hombres), su ubicación bien en las necrópolis o en lugares de hábitat, el tratamiento recibido tras su fallecimiento, el tipo de ajuar que les acompaña etc… (Miguel Ibáñez de, 2010). La definición de los grupos de edad se ha introducido también cómo aspecto de estudio iconográfico (Izquierdo Peraile, 1998-99, 2013; Chapa

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Brunet y Olmos Romera, 2004; Izquierdo Peraile y Pérez Ballester, 2005; Rueda Galán, 2008, 2013a). Otros desarrollos están teniendo una creciente influencia. Nos referimos en concreto a los estudios de género en el marco de la arqueología postcolonial. Por lo que respecta a nuestra etapa de estudio cabe significar las investigaciones llevadas a cabo en el ámbito fenicio por Ana Delgado Hervás y Meritxell Ferrer Martín, que buscan romper con el marcado carácter colonial y androcéntrico que ha caracterizado hasta hace poco a la arqueología fenicia (Delgado Hervás y Ferrer Martín 2007, 2011; Delgado Hervás, 2011) y que nos da una nueva perspectiva de las relaciones de estas sociedades con las autóctonas, como es la ibera. En algunos de sus últimos trabajos, sobre el mundo funerario, vuelven su mirada hacia otros protagonistas en los funerales, no sólo en quien ha muerto, sino el resto de participantes. Un enfoque alternativo, poco desarrollado y con un enorme potencial para visibilizar la agencia de las mujeres que participan en estas prácticas rituales, a la vez que otorgan un valor social a sus acciones y conocimientos (Delgado Hervás y Ferrer Martín, 2012). Por último cabe señalar el impacto que ha tenido y tiene la arqueología de género en todos los campos relacionados con la difusión de aquello que investigamos, la transferencia de todo ese conocimiento. Los nuevos discursos y representaciones, están obligando a replantear distintos marcos relacionados con el patrimonio arqueológico. Entre ellos los museos como espacios de comunicación social. A los trabajos ya citados anteriormente habría que unir los últimos que se vienen desarrollando (Querol Fernández y Hornos Mata, 2011; Izquierdo Peraile et al., 2012, 2014; Querol Fernández, 2014; Izquierdo Peraile, 2015), donde tienen cabida proyectos como: La discriminación de la mujer: los orígenes del problema. La función social y educativa de los museos arqueológicos en la lucha contra la violencia de géneros (2013-2015), coordinado por Lourdes Prados Torreira, Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramientas de transmisión de valores (2007-2010), coordinado por Paloma González Marcén, o el de Recursos para la investigación de la arqueología de las mujeres y del género en España (2014-2018), cuya coordinación recae entre otras, en la autora de este artículo desde el IAI, y del que hablaremos más adelante.

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4. NUESTRAS APORTACIONES: AVANCES Y DESAFÍOS Analizar la dinámica de las relaciones sociales en las sociedades iberas ha sido una constante en las investigaciones que se vienen desarrollando en el IAI. Desde la arqueología de género, una de las líneas de investigación de este Instituto, se ha continuado en esa dirección, con una pretensión añadida que no podemos obviar: la de hacer visible la participación de las mujeres en las diferentes esferas, sociales, políticas y económicas. Para ello resulta imprescindible examinar los distintos contextos analizando cómo, a partir del registro arqueológico y del estudio de la cultura material, se puede inferir la participación de éstas en diversas prácticas sociales, y también, si algunas de ellas tuvieron, al igual que ciertos hombres, un prestigio social notable. En este punto, nos resulta muy útil recoger el concepto que proponía Yolanda Aixelá Cabré (2005), isogenérico que permite redefinir aquellos contextos en los que las mujeres o tuvieron un prestigio social notable, o bien fueron socialmente activas en las prácticas sociales, o ambas cosas al mismo tiempo, articulándose en términos de igualdad relativa con los hombres. Creemos que éste puede ser utilizado para significar el papel que adquieren las mujeres en una sociedad aristocrática como es la ibérica, pudiendo acentuarse en momentos de cambios importantes que suponen modificaciones en las estructuras sociales, como pueden ser el orientalizante y los inicios del período Ibérico Antiguo, VII y VI ANE, en el que asistimos a la emergencia de la aristocracia (que sigue un proceso semejante al desarrollado por la cultura tartesia, aunque en un proceso algo posterior en el tiempo), o a finales del siglo V-IV ANE, con la consolidación del modelo aristocrático, que supondrá un nuevo concepto del poder. Por ello, si en el apartado anterior se pueden seguir nuestras investigaciones en las distintas líneas de trabajo expuestas, en éste pretendemos mostrar algunas de las principales aportaciones que hemos realizado, centrándonos en esta ocasión en los dos contextos que más hemos venido trabajando: el ámbito funerario y los espacios de culto. Esta elección no es baladí, pues si como hemos indicado entre nuestros objetivos está poner en valor la agencia de las mujeres, no es posible entender cómo establecen su posición social,

ni los papeles que van a desempeñar si no tenemos en cuenta al resto del grupo. Partimos de que el género se construye y se transforma a lo largo del ciclo de vida de las personas, en sus distintas fases desde que nacen hasta que mueren. Estos contextos seleccionados, nos permiten contar con las personas –por una parte tenemos a quienes se entierran, junto a quienes participan en esos rituales de la muerte, y por otra la imagen votiva (los exvotos en los santuarios)–, pero al mismo tiempo, ambos nos permiten obtener una lectura de las diferentes etapas de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Somos conscientes de que no se observa en ellos a toda la sociedad, sino a una parte que se corresponde con las élites, en un primer momento, y también la clientela a partir del siglo IV ANE. Mujeres y hombres no están solo definidos por su género, sino también por su posición social. Desde este punto de vista, aplicar el género como categoría de análisis sobre esos segmentos sociales, nos permitirá no solo reflexionar sobre cómo se organizan las relaciones entre lo femenino y lo masculino, sino analizar de qué manera se van a ir construyendo esas identidades, y comprender la complejidad de las relaciones sociales, las relaciones de poder y la forma en que se estructuran los diferentes niveles sociales que conformarán el sistema aristocrático ibérico.

4.1. RE-DESCUBRIENDO EL UNIVERSO FEMENINO EN LA MUERTE Una de las líneas de investigación que venimos desarrollando desde el IAI, desde hace ya algunos años, trata de estudiar el diálogo que se establece entre el espacio de la muerte y la sociedad aristocrática ibera. Cuando hace 25 años se celebraba el Congreso de Arqueología Ibérica Las Necrópolis, que supuso un riguroso estado de la cuestión sobre el mundo funerario ibérico, presentamos una lectura sobre la necrópolis del Cerro del Santuario en Baza que nos permitió acercarnos a la estructura de un grupo gentilicio clientelar, en el que concluíamos la existencia de una serie de niveles: el aristocrático y el clientelar (Ruíz Rodríguez et al., 1992). En aquellos momentos la investigación prestaba escasa atención, salvo excepciones, a las sepulturas femeninas, y una de ellas era la tumba de la Dama de Baza6.

6 La tumba de la Dama se corresponde con la nº 155 de la necrópolis Cerro Santuario, Baza (Presedo Velo, 1982).

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Desde entonces, se ha avanzado enormemente en el estudio del mundo de la muerte en las sociedades iberas, pero destacaremos sobre todo dos aspectos de gran interés: el incremento sustancial de los estudios osteoarqueológicos, que han permitido sexuar y determinar edades, además de aportar sugerentes informaciones sobre paleodietas, enfermedades, movilidad etc., junto a la incorporación del enfoque de género, que permite una aproximación a las relaciones de parentesco, a las estructuras familiares, al matrimonio, a la transmisión de derechos y también al prestigio y autoridad de algunas de estas mujeres así como de su rol, fundamental, para el mantenimiento del orden social. En 2008 se leyó la primera tesis doctoral que recogía todos estos planteamientos7, en la que su autora Mª Antonia García Luque, proponía la necesidad de afrontar la relación género espacio funerario, con la creación de una red teórica y un cambio epistemológico que pusiera en relación la arqueología de género con la arqueología funeraria, de forma que se pudieran superar las limitaciones de las investigaciones tradicionales respecto al género como categoría analítica. Era fundamental, para una lectura social del registro arqueológico funerario, la interactuación de las distintas escalas de análisis (macro y micro) y la articulación de los diferentes espacios, incorporando las variables género y edad. Presentaba a lo largo de su trabajo, cómo el registro funerario proporcionaba distintas vías de sexuación del pasado (las asociaciones recurrentes entre ajuar tipo y sexo de las personas enterradas, los análisis osteoarqueológicos y las representaciones figurativas), y reclamaba homogenizar y homologar el método para poder realizar lecturas de género a partir del estudio de las prácticas funerarias (García Luque, 2008). Nuestras investigaciones, que se han establecido en el marco de lo que se ha venido a llamar “una arqueología social del mundo funerario”, desde un enfoque de género, nos han abierto la posibilidad de

reformular cómo se organizan las relaciones entre los sexos y las edades y de qué manera se pueden correlacionar las prácticas funerarias con la organización social. Todo ello, a partir de un análisis detallado de ese registro funerario, aún teniendo en cuenta la importante carga simbólica que éste tiene (Ruiz Rodríguez et al., 1992; Rísquez Cuenca y Hornos Mata, 2005; Rísquez Cuenca y García Luque, 2007a, 2007b; Ruíz Rodríguez et al., 2007; García Luque, 2008; Rísquez Cuenca et al., 2010; Rísquez Cuenca y García Luque, 2012; Rísquez Cuenca, e.p.; Ruíz Rodríguez et al., e.p., a; e.p., b).

4.2. PARA EMPEZAR: ¿QUÉ NOS DICEN LOS NÚMEROS?8 Nos fijaremos, para ello, en los resultados que nos muestran los estudios demográficos, realizados sobre algunas de las necrópolis en las que hemos centrado nuestro interés, aquellas del momento orientalizante, que estarían en el germen de los nuevos modelos – Setefilla, (Aubet Semmler et al., 1996), La Angorilla (Fernández Flores et al., 2014; Belén Deamos, 2012), Medellín (Almagro Gorbea, 2006, 2008; Belén Deamos, 2012), Cerrillo Blanco (Torrecillas González, 1985; Peláez Cortés, 20139), La Noria (Ruiz Rodríguez et al., e.p. b)– y, las que pertenecen ya al momento ibérico, en el que se irá consolidando el modelo aristocrático –Pozo Moro (Alcalá Zamora, 2003), Cabezo Lucero (Aranegui Gascó et al., 1993), El Cigarralejo (Cuadrado Díaz, 1987; Santonja Alonso, 1985, 1986, 1989, 1993), Las necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho (García Cano, 1999), Los Villares (Blánquez Pérez, 1990); Castellones de Ceal (Chapa Brunet et al., 1998). Una primera observación, sobre los resultados de análisis osteológicos, nos permite establecer, que las necrópolis orientalizantes, presentan unos porcentajes más igualados en cuanto a la presencia de hombres y mujeres (Fig. 1a). Medellín, sobre un total de 172 tumbas, presenta un 44% masculinas y

7 GARCÍA LUQUE, A. (2008): La arqueología de género en la Cultura Ibérica. Una mirada desde la muerte. Tesis doctoral inédita. Universidad de Jaén. 8 Ya hemos señalado como hasta hace relativamente poco tiempo no hemos contado con información osteoarqueológica. Quizás cabe señalar que la sociedad ibera utilizaba el rito de la cremación, que es el que tendremos fundamentalmente a partir del siglo VI ANE, de manera generalizada, en tanto que en las fases previas, en las que también nos detendremos, por lo que suponen para entender el desarrollo de las sociedades iberas, encontramos tanto inhumaciones como cremaciones. Las técnicas para determinar estas últimas y la especialización en las mismas, se han desarrollado más tardíamente, lo que explica que muchos de los análisis se vengan conociendo en las últimas décadas, y que para una gran parte de las necrópolis que se excavaron hace tiempo no contemos con esa información. 9 PELAEZ CORTÉS, M. (2013): Estudio descriptivo de la Necrópolis Tartésica de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén). Trabajo Fin de Máster Inédito. Universidad de Granada, Facultad de Medicina. Departamento de Medicina Legal. Toxicología y Antropología Física.

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a

60% 50% 40% 30% 20% Mujeres

10% 0%

Hombres Necrópolis orientalizante de Medellín (Badajoz)

Necrópolis orientalizante de La Angorrilla, Alcalá del Río (Sevilla)

Necrópolis orientalizante de Cerrillo Blanco, Porcuna (Jaén)

b

Necrópolis ibérica de Los Villares, Hoya Gonzalo (Albacete)

Necrópolis ibérica de Pozo Moro, Chinchilla de Monte-Aragón (Albacete)

Necrópolis ibérica de Cabezo Lucero, Guardamar (Albacete)

Mujeres Hombres Infantiles Indeterminados Necrópolis ibérica del Cigarrajejo, Mula (Murcia)

Necrópolis ibérica de Castellones de Ceal, Hinojares (Jaén)

Fig. 1. 1.a. Distribución porcentual de Mujeres y Hombres en necrópolis orientalizantes. 1.b. Distribución porcentual de Mujeres y Hombres en necrópolis ibéricas

un 40% femeninas. La Angorilla, de las 78 excavadas, tenemos un 49% frente a un 51%; en Setefilla, se indica que hay prácticamente la misma proporción de hombres que de mujeres en los dos túmulos funerarios A y B, sobre 82 casos en los que se pudo precisar la edad, y Cerrillo Blanco muestran de igual modo un porcentaje similar, sobre las 24 tumbas y la cámara (con un enterramiento de pareja) localizadas en el interior del túmulo funerario. En la Noria (Fuente Piedra, Málaga) si bien en la intervención última, sobre la que se han extraído los resultados, muestra un número muy superior de mujeres, el porcentaje podría ser también igualado al faltar una parte importante de la documentación de la zona excavada con anterioridad por la empresa ArqueoSur

(Ruíz Rodríguez et al., e.p. b). La presencia infantil, en general, es baja exceptuado Cerrillo Blanco, este túmulo de mediados del siglo VII ANE, presenta un 26% de infantiles (siete). Por lo que respecta a las necrópolis ibéricas, si bien es cierto que no se han analizado el total de las tumbas, y que en muchas de ellas hay un número muy alto de indeterminados, los porcentajes varían sustancialmente (Fig. 1b). En casi todas ellas, a excepción de El Cigarralejo, la proporción de hombres es claramente superior a la de mujeres. Con todo, no podemos olvidar, las diferencias territoriales que se observan ya en el siglo IV ANE, que podrían explicar comportamientos diferentes.

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Otro dato muy significativo, lo encontramos en las edades de muerte que se han determinado para ambos sexos. En las primeras, por ejemplo para Setefilla, la media de edad para los hombres era de 33 años, en tanto que para las mujeres se situaba en 22, y tan sólo el 6,67% superaban los 40 años, cuando el porcentaje de hombres que superaban esa edad estaba en torno al 29% (Rísquez Cuenca y Hornos Mata, 2005). Algo parecido sucede en Medellín donde se establece en 42 años para los hombres y tan solo 35 para las mujeres, con la salvedad de que se da una fuerte mortalidad de éstas entre los 15 y los 40 años (Belén Deamos, 2012: 184). Se ha apuntado que, estas altas tasas de mortalidad femenina, obedecerían a causas que pueden estar relacionadas con el parto y el embarazo. Algo similar ocurre también en el momento plenamente ibérico. En El Cigarralejo las tumbas femeninas se situan entre los 16 y los 30 años, donde un número muy importante de ellas están por debajo de los 20 años (Rísquez Cuenca y García Luque, 2012) y en Castellones de Ceal se fija entre los 21 y los 30 años, mientras que la de los hombres se situa en el intervalo 30-40 años (Chapa Brunet et al., 1998; Rísquez Cuenca y Hornos Mata, 2005). Todo ello parece apuntar pues que las

mujeres podían contraer matrimonio a edades muy tempranas, y que muchas de estas muertes podrían obedecer a momentos relacionados con el parto o post-parto.

4.3. UNA EVIDENCIA CONSTATADA: SEPULTURAS FEMENINAS DE PRESTIGIO Otro de los aspectos que se han evidenciado en estos trabajos, es el hecho de que algunas de estas mujeres fueron receptoras de bienes de lujo. Se trata de objetos que transmiten prestigio y constituyen un valor importante en la legitimación del poder que van adquiriendo las élites, amortizándose en sus tumbas, que se conforman claramente como sepulturas de primer nivel social. Recientemente María Belén Deamos (2012) ha señalado como la tumba 85B/36 de Medellín, fechada entre el 650 y el 625 ANE, con identificación femenina, incluía en su ajuar dos peines de marfíl, con una exquisita decoración de iconografía claramente oriental, que se adscribiría a la élite local (Fig. 2). Lo relevante, en este caso, es como señalan los investigadores que unicamente cuatro tumbas presentaban peines de marfil, de ellas dos identifica-

Fig. 2. Peine del Grupo Medellín A, tumba 85B/36 de la necrópolis de Medellín, perteneciente a una mujer de 30-40 años, 650-625 ANE. Arriba: diosas solar alada, abajo: dos toros pastando loto. Fuente: Almagro Gorbea, M. 2008: 419 y 425.

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das claramente con mujeres y el resto sin una adscripción precisa, situándose la edad de todas ellas entre los 30 y los 40 años (Almagro Gorbea, 2008: 444). En La Angorilla, la tumba I (382), la única cremación secundaria de las 12 documentadas, correspondía a una mujer cuyos restos se habian introducido en una urna tipo Cruz del Negro, con un ajuar que incluía elementos de marfíl, identificados como tensores de un arco y varias puntas de flechas identificando un carcaj, junto con un envase de alabastro (Fernández Flores et al., 2014: 87-92). Estos no son los únicos casos para las necrópolis tartésicas (Belén Deamos, 2012). En otros ámbitos, que pueden mostrar las relaciones y alianzas que se establecian entre las comunidades del área tartésica y su hinterland más septentrional, destacamos la tumba de La casa del Carpio en Belvís de la Jara (Toledo) de la primera mitad del siglo VII ANE (Pereira Sieso, 2012). Ésta contiene una doble inhumación de una mujer y un recién nacido, que presentan materiales orientalizantes en su ajuar, como un alabastrón, y una jarrita con incustraciones de pequeños botones de cobre, probablemente al igual que la anterior para perfumes, un brazalete en plata y un pequeño vaso, también de este metal, junto a dos cuchillos de hierro. Destaca igualmente un caldero de bronce y un rico conjunto de cerámicas a las que se unen otros elementos como anillos, pulseras y un broche de cinturón. Este enterramiento sirvió de base para interpretar otros hallazgos como los de la Sierra de Santa Cruz, o el conjunto de la Aliseda, ambos en Cáceres, asignándoles su pertenencia a mujeres de élites de la zona del Suroeste, que se casarían con señores locales del hinterland tartésico con la finalidad de establecer lazos de parentesco, que asegurarían el mantenimiento de circuitos de intercambio comercial (Pereira Sieso, 2012: 206). En otras zonas alejadas, como la costa alicantina, nos encontramos también en ese horizonte orientalizante una necrópolis muy interesante al presentar particularidades, tanto en sus ritos como en los ajuares, en un marco temporal que iría desde el último cuarto del siglo VII hasta mediados del VI ANE: Les Casetes, en La Vila Joiosa (García Gandía, 2009). Su registro arqueológico ofrece las claves para profundizar en la hibridación entre la población local y otros grupos. Entre las tumbas femeninas, algunas de ellas con elementos que vienen a mostrar el alto estatus de las mujeres allí enterradas, destaca la

nº 17, con una compleja estructura funeraria, que parece articular a su alrededor otra serie de enterramientos, y contiene en su ajuar una pieza excepcional y simbólica, un thymaterium de bronce, como los que se podían encontrar en las necrópolis del Sur, junto con dos aretes de plata y un broche de cinturón de clara filiación tartésica. Estos ejemplos ponen de manifiesto la existencia de prácticas exogámicas, atendiendo al territorio, lo que nos llevaba también a hablar de patrones de residencia que podrían ser patrilocales o matrilocales en función de donde estableciera su residencia el nuevo matrimonio. Las mujeres, en estos casos pertenecientes a las élites aristocráticas, contribuían a través del matrimonio a la perduración de la clase dominante asegurándose su descendencia y la herencia de su estatus. También para el Ibérico Pleno hemos estudiado algunos casos como la tumba 200 de El Cigarralejo, en la que planteábamos la relevancia que la mujer enterrada tendría para su comunidad, ante los símbolos de riqueza que contenía su ajuar, representativos de su prestigio, que vienen a señalar por una parte su diferenciación respecto a otras tumbas, y al mismo tiempo indica su pertenencia a un grupo social bien definido. Sugeríamos una intencionalidad por vincularse directamente a la tumba 277, sobre la que descansaba en parte, y que podría significar una relación familiar, que daría continuidad al linaje, mostrándonos que el prestigio le venía dado por su condición y sus funciones (Rísquez Cuenca y García Luque, 2007b). Otro ejemplo sería el de la tumba 155 de la necrópolis del Cerro del Santuario en Baza, que evidencia el prestigio y singular poder de la mujer allí enterrada (Rísquez Cuenca et al., 2010).

4.4. LAS MUJERES COMO GARANTES DE LA LEGITIMIDAD DEL GRUPO FAMILIAR Las necrópolis se van a constituir como uno de los mejores referentes para poder estudiar y analizar los cambios en las relaciones sociales o las relaciones de parentesco (que en la comunidad local se van a definir en las relaciones de género y edad). Varios de nuestros trabajos han ido en esa línea, destacaremos aquí dos ejemplos, que no desarrollaremos, al haber sido tratados ampliamente en otras publicaciones, si bien incluimos las últimas novedades en su interpretación.

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NECRÓPOLIS TARTÉSICA (SIGLO VII A.N.E.) DE CERRILLO BLANCO, PORCUNA (JAÉN)

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Tumba principal

Tumbas masculinas

Tumbas femeninas

Hombres maduros

Mujer madura

Decúbito lateral izquierdo Decúbito lateral derecho Decúbito supino

Tumbas infantiles

Fig. 3. Túmulo Funerario de Cerrillo Blanco. Elaboración propia a partir de Torrecillas González, J.F. (1985). Diseño: Carmen Rísquez Cuenca y Ana Herranz Sánchez.

En el primer caso, el análisis pormenorizado de los datos que aportaban las distintas necrópolis (sexo, edad), junto con la adscripción de determinados elementos de ajuar, como los broches de cinturón, nos llevó a señalar por ejemplo, que en el túmulo funerario de Cerrillo Blanco (VII ANE) el grupo femenino local, gracias a la posesión de éstos elementos, se constituiría en la guarda de la legitimidad del linaje. En este túmulo se enterraron ocho mujeres, todas ellas adultas (entre 20 y 40 años) excepto una, madura (mayor de 40 años). A éstas habría que sumar la que aparecía en la cámara formando la pareja que organizaba el espacio funerario y fundadora del linaje.

En este caso, ambos cuerpos aparecian en posición decúbito lateral izquierdo, con los cráneos orientados hacia el oeste y mirando hacia el Norte. Cuatro de ellas, que guardan la misma posición en el interior de la tumba, que la pareja de la cámara, tienen como elementos distintivos de su ajuar, los broches de cinturón. Las otras cuatro, que no presentan este elemento, aparecen mayoritariamente decúbito lateral derecho mirando al Sur10. Por el contrario, las tumbas masculinas carecían todas ellas de estos objetos, y cabe destacar igualmente la posición distinta de los cuerpos, exceptuando dos de ellas (nº 3 y nº 14) que sí están decúbito lateral izquierdo mirando al Norte, el

10 Tan sólo un caso, la tumba nº 8 aparecería decúbito lateral izquierdo, si bien se señala en su descripción que tiene una posición poco clara (Torrecillas González, 1985: 58).

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resto están decúbito supino o decúbito lateral derecho mirando al Sur (Fig. 3). En nuestros primeros trabajos, en los que establecíamos comparaciones con otras necrópolis como Setefilla señalábamos, que las mujeres del túmulo de Cerrillo Blanco que no tenían en su ajuar los broches de cinturón serían exógenas al linaje, algo que podría estar también confirmando, ahora, la diferente posición de sus cuerpos al ser enterradas, guardando lo que podría ser un rirual diferenciador. Éstas llegarían al grupo por matrimonio, sin tener nada que ver con la guarda simbólica de la legitimidad del linaje, que recaería en las primeras, que sí conservan ese signo distintivo, en el que se convierte el cinturón. Se nos abre así la posibilidad de reflexionar acerca de las prácticas matrimoniales y la residencia de la nueva pareja, planteando para este caso la uxorilocalidad o matrilocalidad, recogiendo el término utilizado por la antroplogía social para referirse a un sistema de convivencia postmatrimonial con o cerca de la familia de la esposa (Rísquez Cuenca y García Luque, 2007a; Ruíz Rodríguez et al., 2007; Ruíz Rodríguez et al., e.p. a). De igual forma, la disposición de los enterramientos parece responder a un proyecto de espacio diseñado desde el primer momento, cuando se construye la cámara, donde el sexo, la filiación, y la edad, parecen jugar un papel importante en el espacio del túmulo. Una mención especial merece el alto número de infantiles presentes, y la ausencia del segmento de edad que correspondería con jóvenes que no están presentes. Un trabajo en curso nos permitirá avanzar algo más sobre esta cuestión. En el otro ejemplo que proponemos, nos trasladamos a un momento más avanzado, en el siglo IV ANE, donde las relaciones de parentesco de carácter genealógico, desde el punto de vista de la descendencia y la memoria del linaje, se articulan en el marco de un nuevo modelo de relaciones sociales definido por la clientela. Un discurso que vemos representado en la necrópolis del Cerro del Santuario de Baza, a partir de la lectura que nos va a proporcionar la tumba 155, el enterramiento de la Dama de Baza, una tumba singular (Presedo Velo, 1982; Chapa Brunet e Izquierdo Peraile, 2010). Sin entrar a describir minuciosamente el ajuar, ni su distribución en el interior de la tumba (Rísquez Cuenca et al., 2010: 267-269), ya señalábamos, en ese mismo trabajo, aquellos elementos que se vincularían con la legitimación del linaje. De igual forma, se resaltaba la importancia que parecía tener el número cuatro en el espacio de la tumba. Por una parte el número de panoplias (Quesada Sanz, 2010), pero también los vasos de cuello acampanado (en

los que centrábamos nuestra atención) y las ánforas. Destacábamos la presencia de los primeros, una forma cerámica que hemos visto cómo se repite además en otros enterramientos singulares, la tumba 20 de Tútugi, Galera, en la que se encontró la Dama de Galera (Rodríguez Ariza, 2014) o la tumba 11/145 de Castellones de Ceal, una de las más complejas de la necrópolis (Chapa Brunet et al., 1998), insistiendo en el hecho de que todos esos objetos fueron seleccionados premeditadamente, para ser depositados en esta tumba, como reconocimiento a la memoria de un pasado, una intencionalidad por anclarse a la tradición, en la que esta mujer, allí enterrada, quería mantener la memoria que la legitimaba y que manifestaba su pertenencia al linaje principal. Partiendo, pues, de que la cultura material puede actuar como un indicador en los procesos de creación de identidades, y que determinados objetos pueden ser pensados como símbolos que se utilicen por un grupo dado para comunicar un significado, defendíamos, que estos tipos cerámicos podían tener un papel importante en la articulación del linaje que se enterraba en esta necrópolis. Un análisis detallado de la distribución de estas formas nos permitió observar cómo existían un grupo de tumbas que presentaban los vasos de cuello acampanado, destinados a ser la urna cineraria, en tanto que en otro grupo de tumbas era el kalathos (de diferentes tipos), el que cobraba ese protagonismo. Por otra parte, la disposición de los primeros en el espacio funerario quedaba bastante restringida a una zona relacionada básicamente con un posible ámbito de influencia de la sepultura de la Dama. Este hecho nos llevó a plantear la hipótesis de que estábamos ante un grupo que mantenía, a través de este recipiente, su identidad dentro del grupo parental directo con respecto a la mujer enterrada en la tumba 155, a la que estarían unidos por lazos de consanguineidad, donde la importancia y la relación les venía dada también por el espacio que ocupaban en la necrópolis. El grupo parental directo (parientes) se auto-reconocería, y a su vez era reconocido por el resto del linaje, por la posesión de este tipo de recipiente. En los segundos, se advertía un reparto claramente distinto al anterior (Fig. 4). No estaríamos pues, en este caso, ante una relación directa de parentesco, sino ante una relación clientelar. Esta situación nos brindó la oportunidad de establecer nuevos marcadores, que nos permitieran valorar otras posibles distribuciones, relacionadas con la circulación de dones y bienes de prestigio, que se han abordado recientemente en otro trabajo (Ruíz Rodríguez et al., e.p. a).

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Necrópolis del Cerro del Santuario, Baza

Grupo parental directo

Grupo clientelar

Fig. 4. Distribución en el espacio de la Necrópolis de El Cerro del Santuario de Baza del grupo parental directo (parientes) y el grupo clientelar (clientes). Elaboración propia a partir del plano y la publicación de Presedo Velo, F. (1982). Diseño: Carmen Rísquez Cuenca y Ana Herranz Sánchez.

4.4. CULTURA MATERIAL E IDENTIDAD DE GÉNERO Una de las cuestiones más barajadas en los estudios sobre necrópolis ibéricas, ha sido el poder determinar la existencia de ajuares normalizados que permitieran establecer diferencias según los diversos grupos sociales o, entre los enterramientos masculinos y los femeninos. Se trata así de examinar, como ya habían apuntado otras investigadoras, la capacidad del ritual funerario para expresar y construir identidades, prestando especial atención a la forma en que interactúan mecanismos individualizadores y relacionales, que pueden llegar a denotar singularidades personales o atributos grupales (Hernando Gonzalo, 2008; Montón Subías, 2012: 27). En este sentido, queremos insistir una vez más sobre los broches de cinturón, que en el periodo orientalizante parecen desempeñar un papel relevante como símbolo de prestigio y de valor social. En la publicación de la necrópolis de Medellín, cuando se analiza la presencia de éstos materiales, se hace hincapié en el hecho de que los broches de cinturón tartési-

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cos del tipo A3 y A4, pertenecientes a la primera fase de la necrópolis (mediados del siglo VII ANE), se asocian siempre a mujeres adultas, siendo un elemento característico de este sexo (López Ambite, 2008: 524). De igual forma, y también en ese periodo, determinadas formas cerámicas parecen vincularse exclusivamente a mujeres. Nos referimos concretamente a los caliciformes a torno, como ya poníamos de manifiesto en Setefilla, exclusivamente en enterramientos femeninos (Ruíz Rodríguez et al., 2007; Rísquez Cuenca y García Luque, 2007a), y sobre los que recientemente se ha señalado la misma práctica en la necrópolis de Medellín (Belén Deamos, 2012: 187). Tiempo después de esos primeros trabajos, centramos una de nuestras propuestas en esa premisa, entendiendo que el espacio funerario podía ser un marco apropiado para examinar los posibles marcadores sociales, si los había, que podrían haber sido seleccionados por el grupo para construir la identidad femenina. El estudio se centró en la necrópolis de El Cigarralejo, al ser ésta una de las que cuenta con un mayor número de tumbas sexuadas, lo que

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nos permitió indagar sobre cuáles eran los atributos que podían conferir la identidad de género a las mujeres, y que podían denotar también la participación en los procesos sociales y económicos de su grupo. Un trabajo detallado de todos estos aspectos (Rísquez y García Luque, 2012; Rísquez Cuenca, e.p.), nos proporcionó una serie de asociaciones, que nos llevó a sugerir que la vinculación observada entre las plaquitas de hueso decoradas (tensadores) (Lám. 2) y las fusayolas, constituiría un símbolo claro de identidad femenina en esta necrópolis, enmarcándonos a un grupo de mujeres de alto estatus. En contraste con este hecho, en las tumbas identificadas osteológicamente como masculinas no se producía esta asociación, lo que reiteraba que estaríamos ante unos objetos indicadores de género. Con ello se ponía igualmente de manifiesto que la producción textil debió tener gran importancia para las gentes de El Cigarralejo, a tenor también del amplio conjunto de objetos relacionados con esta actividad que están presentes en la necrópolis. Además, vinculaba un trabajo realizado por mujeres a un proceso económico, que en esos momentos, siglo IV ANE, empezaba a adquirir cierta especialización ocupacional, y otorgaba no sólo prestigio, sino también una posición social destacada a las mujeres allí enterradas. El hecho de que el trabajo textil trascienda para la sociedad ibérica y sea representado no sólo simbólicamente en las tumbas, sino también iconográficamente en las cerámicas, tendría que ser inter-

pretado tanto en relación con los cambios sociales, que entonces se estaban produciendo, junto al protagonismo que las mujeres cobran a partir del siglo IV ANE. Es entonces, cuando se empiezan a representar algunos de los elementos que transfieren identidad, lo que sin duda tiene mucho que ver con el nuevo modelo social que se irá consolidando, un modo de vida urbano. Algunos materiales interesantes en este sentido, como husos, que no teníamos documentados en necrópolis ibéricas, salvo el que interpretábamos como tal en la tumba 200 de El Cigarralejo (Rísquez Cuenca y García Luque, 2007b), se han reconocido en algunas tumbas de la necrópolis de la Carada, en Espeluy (Jaén), pertenecientes al fondo de la colección Marsal (Rísquez Cuenca y Molinos Molinos, 2014), siendo además el único contexto funerario del Alto Guadalquivir en el que hemos podido constatar, también, las plaquitas de hueso de la zona murciana (Lám. 2). Se han abordado otros roles fundamentales de las mujeres, entre ellos, la procreación y socialización de la prole, afrontando por una parte, el análisis detallado de sepulturas dobles que se correspondan con mujeres e infantiles/neonatos, y que son interpretadas habitualmente como correspondientes a madres e hijos/as y por otra, la cultura material documentada en algunos contextos funerarios que está asociada a la maternidad (askos o palomas biberón, sonajeros, etc.), junto con las terracotas que representan a curótrofas. Todo ello ha permitido acercarse a la maternidad a través del registro funerario (García Luque, 2008).

Lám. 2. Plaquitas de hueso, “tensadores” relacionados con la actividad textil. Fuente: www.florayfaunaiberica.org.

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Hay otro conjunto de prácticas que hemos relacionado con los cuidados en la muerte, en los que también se han centrado algunas de las publicaciones de Ana Delgado Hervás y Meritxell Ferrer Martín (2007, 2012). Éstas sostienen como determinados enseres que forman parte de los ajuares, y que pueden ser relacionados con la comida o con el cuidado del cuerpo, materializarían las relaciones entre las personas enterradas y las mujeres que las han alimentado y cuidado en vida, prolongando así ese cuidado en el más allá y participando en la construcción de las identidades y las relaciones de género. Siguiendo estos planteamientos hemos propuesto, cómo, a partir de los materiales hallados en los enterramientos, se refuerza la idea de la implicación familiar, e incluso de la participación activa de las mujeres en el ritual de enterramiento. De hecho, hemos podido constatar este tipo de prácticas en la necrópolis de El Cigarralejo (Rísquez Cuenca y García Luque, 2007b). Cabe destacar también la posibilidad de poder reconocer parte de algunos rituales que se habrían llevado a cabo en torno a determinadas tumbas de esta necrópolis, la visita a las mismas o el depósito de ofrendas. En este sentido, nos parece interesante la observación realizada por Mª Rosario Lucas Pellicer sobre algunos de los materiales encontrados sobre la tumba 200, un kantharos ático, unos agujones de hueso, un vaso en miniatura y, en el margen del túmulo, un lote de fusayolas, interpretados por ella misma a modo de ofrendas (Lucas Pellicer, 2001, 2002). El hecho de que se trate en todos los casos de elementos vinculados a las mujeres podría indicar, no sólo que eran ellas quienes habían hecho esas ofrendas, sino también que ellas eran las encargadas del cuidado de la sepultura, manteniendo así vivo, por tanto, el recuerdo de las personas allí enterradas en la memoria colectiva.

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relaciones de poder y con un modo de vida urbano. Ese es el contexto en el que se desarrollarán los santuarios territoriales de Collado de los Jardines (Santa Elena) y de la cueva de La Lobera (Castellar). Ambos se asocian al espacio político del oppidum de Cástulo (Linares), convirtiéndose en puntos de referencia, cohesión y encuentro, ya que a ellos peregrinarían las distintas comunidades de ese territorio, con el fin de celebrar rituales fundamentales para el mantenimiento de las relaciones sociales básicas. La principal ofrenda en estos santuarios eran los exvotos de bronce. El importante número del que se tiene conocimiento (superan los 6000 ejemplares), los convierte en indicadores arqueológicos vitales para inferir identidades de género vinculadas a la edad o al grupo social al que se pertenece, todo ello codificado por el rito. Una de las principales aportaciones en el análisis de los exvotos, fue romper con una tradición metodológica que estudiaba por separado los exvotos masculinos de los femeninos, creando tipos formales. Carmen Rueda Galán, planteó ya en su tesis doctoral una lectura conjunta de los mismos y la necesidad de reconducir las interpretaciones hacia la identificación de tipos rituales, para lo que fue preciso introducir variables nuevas, basándose en el análisis gestual y simbólico donde criterios como el estatus social, la edad o el género se convierten en aspectos esenciales de clasificación (Rueda Galán, 2011: 116). Por otra parte, se han realizado apreciaciones importantes que hay que tener en cuenta, entre ellas, el propio carácter del exvoto que, independientemente de la materia o la escala de representación, posee una dualidad intrínseca a su propia funcionalidad:

4.5. LA PRÁCTICA SOCIAL DE LAS MUJERES IBERAS EN LOS ESPACIOS DE CULTO

a) se trata de un elemento de significación social, con una doble vertiente individual-social/privado-pública, y un significado colectivo, en el que la donación contribuye al fortalecimiento de vínculos identitarios.

Los cambios sociales que se van a producir entre finales del siglo V e inicios de IV ANE, llevan aparejada la consolidación de la aristocracia y un nuevo modelo de relaciones sociales, la clientela. Esto trae consigo, sobre todo a partir de finales de esa última centuria, una progresiva visualización de las clases sociales (aristocracia y sus clientelas más próximas) y un aumento considerable de las representaciones femeninas vinculadas con las nuevas

b) asimismo, hay que contemplar la individualidad frente a la seriación. La individualidad de la imagen es una forma de diferenciación de clase y, por el contrario, la seriación es un recurso que recientemente relacionamos con la representación de las clientelas, que se ajustan a una serie de códigos de estandarización de aspectos como el vestido, el gesto o el atributo ritual (Rueda Galán y Rísquez Cuenca, e.p. b).

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Desde el enfoque de género, la relectura de estos santuarios, frecuentados por mujeres (a tenor del amplio número de representaciones femeninas), nos permite poner en valor toda una serie de prácticas femeninas que se desarrollan en esos espacios públicos. Éstas, son reconocidas por la sociedad que las sustenta y, están fuertemente relacionadas con el sistema de relaciones de poder que se establecen en un momento determinado. Su estudio contribuye a subrayar el papel que las mujeres juegan como protagonistas en las nuevas relaciones sociales. A través de estas prácticas se sancionan los momentos más importantes en la vida social, según se advierte en los ritos de iniciación, donde a diferencia de lo constatado en momentos anteriores ya no sólo son protagonizados por el hombre, en su acepción ideológica de héroe. Las prácticas femeninas demarcan el espacio de manifestación y representación asociado a peticiones en ocasiones propias, mientras que en otras serán compartidas con el género masculino. Los lazos de cohesión se manifiestan a través de la pareja, en los ritos nupciales, en los ritos de fertilidad y reproducción, pero también en la construcción social de la pareja aristocrática, fundamental para el equilibrio de las relaciones sociales. De esta forma, el espacio social de las mujeres sale de las fronteras de las relaciones de vecindad intraoppidum para manifestarse en los espacios comunales contribuyendo, al mantenimiento y fortalecimiento de los lazos sociales y de las fórmulas de agregación propias de las relaciones de parentesco (Rueda Galán y Rísquez Cuenca, e.p. a).

Se han llevado a cabo propuestas que han permitido un acercamiento a los múltiples aspectos del rito, algunos fundamentales para aproximarnos a la propia liturgia: las y los protagonistas, el propio espacio de culto y la praxis –práctica ritual en desarrollo– ó el gesto. Se pueden así precisar distintos momentos del rito, importantes en la celebración y básicos para la comunicación individual con la divinidad y social con la comunidad, situaciones que quedan fosilizadas a través de la imagen votiva (Rueda Galán, 2013a; 2015b), que se convierte en memoria de la persona/s, que permanece en el santuario (Olmos Romera, 2010). Imágenes hechas para la divinidad que vienen a reflejar un culto organizado y que tendrá su materialización entre otros aspectos en la implantación de una serie de normas en el atuendo, el peinado, los adornos y en la utilización de un lenguaje gestual y corporal homologado, ampliamente estudiado (Rueda Galán, 2013b). Desde un punto de vista metodológico, ha sido necesario introducirse en el análisis de modelos de comportamiento que residen, por ejemplo, en la contrastación de la regularidad e irregularidad del registro arqueológico (Rueda Galán, 2015a; Rueda Galán y Rísquez Cuenca, e.p. b). Las últimas propuestas (Rueda Galán, 2015a; Rueda Galán y Rísquez Cuenca, e.p. a; e.p. b) han abordado aspectos de identidad femenina a través de la práctica ritual. Por una parte, rituales compartidos donde lo masculino y lo femenino se complementan. Encontramos aquí las prácticas de agregación, que enmarcarán toda la secuencia ritual, y resultan muy importantes a nivel identitario ya que se relacionan con el

Lám. 3. Los gestos de agregación en la imagen femenina en bronce. Fotos: Archivo G. Nicolini; Álvarez-Ossorio, 1941 y Rueda, 2012).

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reconocimiento de pertenencia a una comunidad, donde la homologación del gesto es determinante (Lám. 3). Éstas incluyen, los ritos de presentación o salutación. También comprenden aquellas que se asocian a los ritos de paso de edad, con la presencia de jóvenes que poseen su propio lenguaje gestual, donde tanto ella como él se representan con una misma actitud de ofrecimiento, un mismo atuendo y peinado ritual (dos trenzas acabadas en aros o en nudos). El rito conllevaba el corte del cabello, proceso que también se ha recogido en otros contextos del Mediterráneo (Torelli, 1984: 34). De igual forma hay que ver los ritos nupciales, fundamentales para establecer los lazos comunales que adquieren una importante dimensión social, política y económica. En ellos cabe destacar la igualdad total, no solo se comparte el peinado, también el atuendo, siendo el único ritual en el que el hombre asume atributos que pertenecen al universo femenino, como el velo o el collar de lengüetas. Con ellos se entra en la edad madura, que conllevará una nueva forma de representación. En recientes investigaciones, en curso, abrimos la posibilidad de que estos santuarios pudieran ejercer de lugares válidos para el intercambio de dones o la entrega de la dote enmarcada en la esfera matrimonial. Asimismo, cabe valorar en este marco los ritos de fertilidad en pareja, una necesidad básica para la reproducción social. Aquí la gestualidad será variada, y el desnudo apunta a una igualación en el espacio ritual y sagrado, incluso a una complementariedad (Rueda Galán y Olmos Romera, 2012: 109-110). En cuanto a los rituales exclusivamente femeninos, englobarían aquellos relacionados directamente con la fertilidad y fecundidad, en los que se constatan algunos gestos que hacen una alusión directa a la petición, como las manos sobre el vientre, las manos apoyadas en el pecho, con o sin ofrenda, etc. Destaca aquí, un gesto diferenciador, exclusivamente femenino, que se plasma a modo de desnudo parcial, donde algunas representaciones de damas abren sus ropajes y muestran, intencionalmente, el pecho, el sexo o el vientre. Por otra parte se constatan los ritos de protección del embarazo (un proceso de gran importancia social y cultural), aunque con muy pocos ejemplos (Prados Torreira, 2013; Rueda Galán, 2013a). Interesa remarcar la participación de las mujeres en otras prácticas rituales, como la libación con un cuenco (Fig. 5) que adquiere importancia al relacionarse con un tipo específico de cuencos grises documentados de manera abundante en el santuario de la

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Ofrendas

(panes, frutos y aves)

Vaso de libación

Cuchillo curvo para el sacrificio

Figura 5. Mujeres y culto: la participación activa en las prácticas rituales (Fotografías: Archivo G. Nicolini y Álvarez-Ossorio, 1941). Dibujos y diseño: Ana Herranz Sánchez.

cueva de La Lobera, o el sacrificio, simbolizado en un exvoto femenino que porta un cuchillo curvo. En este caso, los elementos del atuendo como las rodelas y el tocado nos indicarían que estamos ante mujeres adultas. Los cuchillos, por otra parte, se han documentado en contextos arqueológicos, esto podría indicar que fueron ofrendados una vez utilizados. Además, son imágenes que introducen la posibilidad de hablar de sacerdocio, ya que la propia configuración de las prácticas desarrolladas y del culto, indicarían la necesidad de contar con personas dedicadas a realizar esas tareas, junto con la preparación y mantenimiento de los espacios de depósitos de ofrendas. Estos aspectos, ya señalados, de atuendo, peinado y otros atributos que los acompañan, han posibilitado diferenciar la edad de quienes se representan junto al estatus (Rueda Galán, 2013a, 2013b, 2015a) (Fig. 6). Vestidos ricamente decorados, que no sólo hay que vincular al rango social (acceso a bienes tan preciados como serán los lujosos tejidos), sino tam-

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PEINADO RITUAL DE LAS MUJERES IBERAS Peinado de las niñas Llevan el pelo trenzado alrededor de la cabeza y dos trenzas con anillas en los extremos

Peinado de las mujeres en los ritos de paso Cortan su pelo y se peinan con cofia y turbante

Peinado nupcial Toman el velo, diademas y collares. Nuevos signos de edad

El peinado de las mujeres en la edad adulta, símbolo de su estatus social Adoptan diademas, mitras, velos, mantos y otros elementos de joyería

Fig. 6. Esquema del peinado femenino por edades, desde la juventud hasta la adquisición definitiva de los atributos de género y estatus (Rueda Galán, 2015a). Diseño: Carmen Rueda Galán y Ana Herranz Sánchez.

bién al uso que éstos tengan en el marco del santuario, donde se observan ejemplos fantásticos de la expresión de riqueza de las prendas con un uso ritual (Rueda Galán, 2013a, 2013b). Destacamos el hecho de que uno de los recursos elegidos para expresar poder y rango, sea la utilización de prototipos del pasado, como modelos de prestigio que tienen que ver con la tradición, y sobre todo con el propósito de legitimación en esas genealogías anteriores. Un ejemplo lo tenemos en las damas mitradas, con rodetes que enmarcan el rostro y grandes collares dobles o triples, de los que se documentan algunos ejemplos excepcionales de bronce o plata en estos santuarios (Rueda Galán, 2013a).

Otras investigaciones recientes tienen que ver con las importantes propuestas que se han realizado al insertar el análisis iconográfico en la matriz territorial, donde los exvotos cobran sentido como demarcadores territoriales, al convertirse en materiales característicos de un espacio político y, consecuentemente, con rasgos propios e identificativos del mismo (Rueda Galán, 2008). El análisis de colecciones amplias asociadas no sólo a los dos santuarios, sino también a los oppida, que participan de este modelo político, está permitiendo profundizar en la definición de grupos de linaje, al mismo tiempo que en los ritos que se desarrollarían en las ciudades (Ruíz Rodríguez y Rueda Galán, 2014; Rueda Galán, 2015b).

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Fig. 7. Recreación de un oppidum ibérico. Dibujo Miguel Salvatierra Cuenca (Fuente: Proyecto Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: Renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramientas de transmisión de valores (I+D+i 2007 exp.:002/07 www.pastwomen.net).

A partir de ahí, el registro arqueológico, nos ofrece un campo de trabajo apenas iniciado para indagar en las asociaciones de lo que nos muestran las imágenes, y lo que nos ofrecen los materiales documentados en las distintas excavaciones, fíbulas, vinculadas a distintas prendas de vestir que pudieron ofrendarse en el santuario, agujas que se podrían encontrar entre las ofrendas vinculadas al peinado ritual, o los mismos aros asociados a los ritos de paso de edad (Rueda Galán, 2015a). A ellos habría que añadir la presencia de otros materiales vinculados a producciones concretas como la textil, que se puede rastrear en la presencia importante de fusayolas y pesas de telar, que nos muestran los retos que tenemos por delante. Trabajos que están en curso, se centran en la relectura de los contextos arqueológicos, y forman parte de la tesis doctoral que está rea-

lizando Miriam Vílchez Suárez, “Tejido y rito en los Santuarios Ibéricos: Aspectos sociales, funcionales, simbólicos y de género de la cultura material rela­ cionada con la fabricación del tejido”.

5. NUEVOS RETOS … En estos momentos, seguimos avanzando en aspectos relacionados con el parentesco, el matrimonio, la filiación, temas de residencia, no solo en contextos funerarios, y espacios de culto sino también en el oppidum. En los primeros, a partir de las nuevas líneas que estamos incorporando, actualmente en curso, como son los análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno (δ13C and δ15N), para investigar la paleodieta (en este caso de la población de Cerri-

11 Las muestras se están analizando por Marta Díaz Zorita en el laboratorio de isótopos estables dirigido por el Prof. Hervé Bocherens (Departamento de Ciencias Geológicas, Universidad de Tübingen, Alemania), en el marco del Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía Recursos para la investigación de la arqueología de las mujeres y del género en España (GENDAR) HUM 1904. 12 Éstos se están llevando a cabo por Maribel Torres López, en el laboratorio de Biología molecular de la Universidad de Jaén, en el marco del mismo proyecto que hemos indicado.

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llo Blanco) y también la movilidad a partir de análisis de estroncio y de oxígeno combinado11, junto a los de ADN12. En otros contextos, los espacios de culto y el oppidum, profundizando a partir del estudio de la cultura material, en las relaciones sociales, relevantes para la elaboración del género, investigando las reglas y mecanismos que pueden regir la diferenciación del estatus en estas sociedades. Para ello tenemos que seguir reflexionando sobre cómo se han construido los “sistemas de prestigio” siguiendo las aportaciones de Marta Lamas (2003), pues, consideramos de especial relevancia, el modo en que el prestigio es asignado, regulado y expresado, ya que esto constituye la lente a través de la cual se perciben culturalmente los sexos y las relaciones sociales (Lamas, 2003: 150). Una de las labores que tenemos pendientes, es acercarnos de manera más explícita y continuada a los estudios de género en contextos domésticos y también a esos espacios de culto desde un análisis del espacio y de las estructuras. Son temas iniciados, que esperamos ir desarrollando en los próximos tiempos. Un aspecto que si querríamos reseñar, tiene que ver con cómo trasladamos todo este conocimiento hacia la sociedad. En este sentido cabe destacar los dos proyectos de investigación, mencionados anteriormente13, que aunque abarcan una temporalidad más amplia (desde el Paleolítico a las colonias griegas), incluyen a las sociedades iberas como una de las estudiadas. En el primero, coordinado por Paloma González Marcén se pretendía elaborar un repertorio de imágenes, consistentes tanto en reconstrucciones históricas para cada uno de los períodos analizados, como de la cultura material asociada a los distintos contextos, que pudieran ser fácilmente usadas, facilitando así su uso en todos los ámbitos divulgativos. Al mismo tiempo se acometió la elaboración de una información básica para los cinco ámbitos que se querían analizar: el cuidado de las personas, construir la comunidad, espacios de vida, procurar alimento y tecnologías cotidianas, que se veían igualmente recogidos en una lámina general para cada

Fig. 8. Logo del proyecto de investigación GENDAR-HUM-1904. Diseño: Ana Herranz Sánchez.

momento cultural (Fig. 7). El segundo, GENDAR, (Fig. 8), quiere ir un poco más allá, donde una parte importante del proyecto se dirige a la elaboración documental y gráfica a partir de recursos tecnológicos avanzados, en los que se pretende llevar a cabo el desarrollo de contenidos informativos / formativos para su uso on-line y su traslación a soportes interactivos. Para nuestra área de estudio, hemos vinculado este aspecto al turismo, concretamente al Plan turístico Viaje al Tiempo de los Iberos, con la intención de profundizar en las interpretaciones que se hacen de los distintos sitios arqueológicos visitables, preparándolos para comunicar y transmitir la información con un enfoque de género. Estos trabajos, que están recién iniciados, favorecerán el reconocimiento de las mujeres como sujetos activos, contribuyendo así a cambiar la mirada androcéntrica que caracteriza, también, al patrimonio arqueológico.

AGRADECIMIENTOS Este artículo se ha escrito utilizando el plural de manera intencionada. Desde aquí, el agradecimiento a las compañeras y compañeros del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología ibérica de la Universidad de Jaén, con quienes se han trabajado muchas de las publicaciones a las que hace referencia el texto, y las reflexiones que en él se vierten, así como a las compañeras que hoy están en otros ámbitos y departamentos y que también han sido parte importante en la elaboración de los mismos. De manera especial, a Carmen Rueda Galán y Ana Herranz Sánchez, por el tiempo prestado en las revisiones del trabajo y su colaboración en la elaboración y reelaboración de las imágenes.

13 Nos referimos al coordinado por Paloma Gonzaléz Marcén Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos: renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramienta de transformación de valores (González Marcén et al., 2012), y al coordinado por nosotras mismas Recursos para la investigación de la arqueología de las mujeres y del género en España GENDAR, Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía, convocatoria 2012, que reúne a un grupo de investigadoras de diferentes universidades de dentro y fuera de nuestra comunidad autónoma, y otras Instituciones Culturales, como son Paloma González Marcén, Mª Antonia García Luque, Eva Alarcón García, Begonya Sóler Mayor, Paula Jardón Giner, Marta Díaz-Zorita, Cristina Masvidal Fernández, Carmen Rueda Galán, Ana Herranz Sánchez, Marina Picazo Gurina, Margarita Sánchez Romero, Laia Colomer Solsona, Francisca Hornos Mata y Carmen Rísquez Cuenca, y empresas como AYCO INTERNET S.L y OBRADOR D’IDEES MUSEOGRAFÍA. Algunas de las reflexiones aquí vertidas, obedecen a un trabajo conjunto del equipo.

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Este artículo se realiza en el marco del proyecto Recursos para la investigación de la arqueología de las mujeres y del género en España (GENDAR) HUM 1904 Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía, convocatoria 2012.

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CARMEN RÍSQUEZ CUENCA

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CARMEN RÍSQUEZ CUENCA

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Ajuar cerรกmico de la sepultura 21 del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.

ESTUDIOS


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Datación radiocarbónica y arqueología: la experiencia del Centro Nacional de Aceleradores (Sevilla) Francisco Javier Santos Arévalo, Lidia Agulló García, Aurora Diéguez Ferrari e Isabel Gómez Martínez Paleoecología y cultura material en el complejo tumular prehistórico del Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real) Luis Benítez de Lugo Enrich, Norberto Palomares Zumajo, Honorio Javier Álvarez García, Rosa Barroso Bermejo, María Benito Sánchez, Hugues-Alexandre Blain, Primitiva Bueno Ramírez, Rodrigo de Balbín Behrmann, Sergio Fernández Martín, José Antonio López Sáez, María Ángeles Galindo-Pellicena, Mª Antonia Garrido Martínez, César Laplana Conesa, Enrique Mata Trujillo, Gabriel Menchén Herreros, Ignacio Montero Ruiz, Jaime Moraleda Sierra, Antonio Morgado Rodríguez, Carlos Odriozola Lloret, Estíbaliz Polo Martín, Mónica Ruiz-Alonso, Paloma Sevilla García,Thomas. X. Schuhmacher y Domingo Carlos Salazar-García Hoyos y tumbas en la Edad del Bronce peninsular: la cuenca del Tajo y el sureste Alberto Pérez Villa


Laboratorio del CNA. A la izquierda muestra รณsea y a la derecha grafito prensando en un cรกtodo metรกlico listo para su mediciรณn por AMS.


ESTUDIOS

DATACIÓN RADIOCARBÓNICA Y ARQUEOLOGÍA: LA EXPERIENCIA DEL CENTRO NACIONAL DE ACELERADORES (SEVILLA) Francisco Javier Santos Arévalo1, Lidia Agulló García1, Aurora Diéguez Ferrari1 e Isabel Gómez Martínez1

Resumen: Una de las herramientas más utilizadas en la arqueología moderna es la datación por radiocarbono. Una técnica que se ha demostrado básica para establecer cronologías fiables, y que cada vez es más y mejor conocida por parte de los usuarios. En esta contribución pretendemos dos objetivos. Por un lado, dar una breve explicación técnica del método, haciendo hincapié en los últimos avances tecnológicos. Por otro lado, valorar la experiencia del laboratorio de datación del Centro Nacional de Aceleradores, inaugurado en el año 2007, y el primero en utilizar la técnica de Espectrometría de Masas con Acelerador en España. Con cerca de 2500 dataciones realizadas, se analizan los tipos de muestras datadas, sus primcipales aplicaciones y dispersión geográfica. Asimismo, se valorará la experiencia obtenida de la comunicación directa con los usuarios, atendiendo a las dudas más frecuentes y problemas con que nos hemos encontrado en este tiempo.

Palabras clave: Datación radiocarbónica, cronología, Espectrometría de Masas con Aceleradores.

RADIOCARBON DATING AND ARCHAEOLOGY: EXPERIENCE AT THE CENTRO NACIONAL DE ACELERADORES (SEVILLE) Abstract: Radiocarbon dating is one of the most used tools in modern archaeology. It has demonstrated itself to be fundamental to establish reliable chronologies. In this contribution we pretend two objectives. On one hand, we will try to explain briefly the method, emphasizing the latest technical developments. On the other hand, we will analyse the experience in the radiocarbon dating laboratory at the Centro Nacional de Aceleradores, inaugurated in 2007, being the first one using the Accelerator Mass Spectrometry technique in Spain. With almost 2500 dates performed, we will try to show the kind of samples studied, their main applications and geographical distribution. Additionally, we will evaluate the experience in the laboratory gained through the direct communication with users, the most frequently asked questions and problems encountered during this time.

Keywords: Radiocarbon Dating, Chronology, Accelerator Mass Spectrometry.

Centro Nacional de Aceleradores. [fj.santos@csic.es], [lagullog@us.es], [adieguez@us.es] y [igomart@us.es]

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Recibido: 25/06/2015; Aceptado: 26/09/2015

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FRANCISCO JAVIER SANTOS ARÉVALO ET AL.

INTRODUCCIÓN La datación por radiocarbono ha demostrado en sus ya más de sesenta años de historia ser una herramienta de gran valor para múltiples aplicaciones científicas. Es sin embargo en la arqueología donde posiblemente ha tenido una influencia mayor, y a día de hoy, es posiblemente el campo científico en el que se utiliza con mayor frecuencia. Y es, desde luego, una técnica de datación viva y en constante desarrollo. Empujados por las necesidades cada vez más específicas de los usuarios de estas dataciones, la investigación en torno a los fundamentos y la práctica de la datación por radiocarbono ha estado en continua evolución desde las primeras pruebas realizadas a finales de los años cuarenta del siglo XX (Arnold y Libby, 1949). Así, a pesar de que los fundamentos más básicos de la datación por radiocarbono son relativamente simples, en ocasiones puede ser difícil aproximarse a la técnica y fácil perderse en los detalles. Sin embargo, en nuestra opinión, es importantísimo que los usuarios comprendan de la mejor manera posible qué les puede ofrecer esa herramienta, para no esperar algo que sencillamente no se puede obtener de ella. Es preciso un esfuerzo por parte del usuario, para comprender una técnica que lógicamente implica ciertas nociones de física, química y estadística, normalmente muy alejadas del usuario en general, y del arqueólogo en particular. Desde luego, es preciso un esfuerzo igual en la dirección contraria, por parte de los laboratorios, por explicarlo de una forma accesible. En la primera parte del artículo intentaremos llevar a cabo esta tarea, explicando de forma muy sucinta los fundamentos más básicos que sostienen la idea de la datación por radiocarbono, de modo que, al menos conceptualmente, el usuario pueda comprender el significado de los términos que se presentan habitualmente en los informes que generan los laboratorios. Además, daremos unas pinceladas de algunos de los avances más representativos que han surgido en los últimos años. Quede claro desde este momento que no pretendemos, ni podemos, ser exhaustivos en este punto. Intentaremos, eso sí, mostrar avances en lo que respecta a la propia medida del 14C, la preparación de las muestras, y el análisis de datos, de modo que sea una visión relativamente amplia.

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En la segunda parte, nos centraremos en la experiencia obtenida en el laboratorio del Centro Nacional de Aceleradores (CNA en adelante) desde su inauguración en el año 2007. Daremos una visión de cuántas y qué tipo de muestras han llegado al laboratorio, reflejando la evolución temporal del mismo. Además, hemos llevado a cabo una revisión de las muestras datadas para obtener la mejor información posible sobre su procedencia geográfica, escala temporal y aplicación de las mismas. Es preciso aclarar que dado el carácter de servicio externo que tiene el laboratorio del CNA, esta información es a veces incompleta. Por último, intentaremos valorar la relación directa que hemos experimentado con los usuarios, analizando los problemas y las consultas más habituales.

FUNDAMENTOS BÁSICOS DE LA DATACIÓN POR RADIOCARBONO Uno de los usos más frecuentes al estudiar isótopos radiactivos es su función como cronómetro de determinados procesos. Qué procesos y cómo puede funcionar ese cronómetro dependerá del caso particular, pero en líneas generales, se basa en el principio de que un isótopo radiactivo desaparece a un ritmo conocido. De modo que si sabemos cuanto hay en dos instantes diferentes, podremos calcular el tiempo transcurrido entre ambos instantes, utilizando una ecuación matemática muy simple. El problema a resolver es, lógicamente, saber esa cantidad en ambos instantes de tiempo. En el caso que nos interesa, nos basamos en la presencia del isótopo 14C en todos los seres vivos. El 14C es el único isótopo radiactivo natural del carbono, y se forma constantemente en la atmósfera debido a reacciones nucleares entre el 14N presente en ella y la radiación cósmica procedente del espacio. Una vez formado, se oxida rápidamente y forma una molécula de 14CO2, que se integra en el ciclo del carbono junto con los isótopos estables del carbono, 12C y 13C, e ingresa en la biosfera. Por un lado, puede disolverse en el agua de los océanos y a partir de ahí ingresar en la cadena trófica marina, y por otro, puede ser fotosintetizado por las plantas terrestres e integrarse igualmente en la cadena trófica terrestre. De este modo, el 14C generado en la atmósfera se redistribuye por toda la biosfera terrestre, adquiriendo una proporción similar en todos sus compartimentos. Cualquier ser vivo intercambia constantemente car-

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DATACIÓN RADIOCARBÓNICA Y ARQUEOLOGÍA: LA EXPERIENCIA DEL CENTRO NACIONAL DE ACELERADORES (SEVILLA)

bono con el ambiente (fotosíntesis, alimentación y descomposición), y por tanto mantiene una concentración de 14C similar a la del ambiente que le rodea hasta el momento de su muerte. A partir de ahí, mientras que el carbono estable permanece inalterado, el 14C desaparece debido a su desintegración, y su concentración será cada vez más baja. Es decir, el número de átomos de 14C respecto al total de átomos de carbono disminuirá paulatinamente hasta desaparecer por completo. Dado que conocemos el ritmo con el que se desintegra el 14C, podremos calcular el tiempo transcurrido desde el momento de la muerte del ser vivo hasta el momento de nuestra observación, determinando la concentración de 14C actual y comparándola con la inicial. La ecuación con la que se calcularía el tiempo transcurrido es, como vemos, muy sencilla:

t=−

 14 C  ln  14  λ  C0  1

donde λ es una constante conocida relacionada con la velocidad con que se desintegra el isótopo, y ln es la función logaritmo neperiano aplicada al cociente entre la concentración final e inicial de 14C. La determinación de la concentración actual de 14C es un problema meramente técnico, que en esta discusión se puede considerar básicamente resuelto. Sin embargo, la concentración inicial de 14C implica una serie de problemas conceptuales que es preciso señalar y desarrollar brevemente. Idealmente, la concentración inicial 14C0 la podríamos considerar una constante, de modo que todos los reservorios de carbono hayan tenido siempre la misma concentración inicial. Sin embargo, esto no es así en varios sentidos: a) Fraccionamiento isotópico: los procesos físico-químicos no se producen exactamente igual para todos los isótopos de un mismo elemento químico, debido a su diferencia de masa. Por tanto, la concentración inicial de dos materiales coetáneos, inmersos en el mismo reservorio, no tiene por qué ser igual (Craig, 1953). A modo de ejemplo, la fotosíntesis se realiza más eficazmente con los isótopos ligeros, por lo que las plantas incorporan proporcionalmente más moléculas de CO2 con 12C que con 13C y con 14C. De este modo, la concentración inicial de 14C en una planta es menor que en la atmósfera y en apariencia, una planta es más antigua que la propia atmósfera que la rodea. Este efecto, ya sea en un sentido

u otro, se da en todas las transformaciones físico-químicas que sufra el carbono: digestión, respiración, descomposición, etc. La resolución de este problema se consigue mediante la determinación de las concentraciones de los isótopos estables, 12C y 13C, y el cálculo del parámetro δ13C, que nos permite “transformar” matemáticamente la concentración de 14C de cualquier material a la que hubiera tenido si fuese madera, considerada como material de referencia. Este valor de δ13C es característico de cada material y varía entre aproximadamente +2‰ para carbonatos marinos y -32‰ para turbas. El valor de referencia de la madera es -25‰ (Stuiver y Polach, 1977). b) Efecto reservorio: no todos los seres vivos interaccionan con el mismo ambiente. El ejemplo más claro es el grupo de seres vivos que obtienen el carbono a partir de la atmósfera, de forma más o menos directa, o del mar. La concentración de 14C en estos ambientes puede ser diferente, y por tanto, materiales coetáneos pero que están inmersos en diferentes reservorios de carbono, presentan concentraciones iniciales de 14C distintas. A modo de ejemplo, la concentración de 14C en el mar es menor que en la atmósfera, y por tanto los seres vivos marinos aparentan una edad más antigua que sus coetáneos terrestres (Stuiver y Braziunas, 1993). Este efecto también puede verse en lagos y ríos, y su tratamiento no es trivial, ya que depende del conocimiento que se tenga de las características propias de cada reservorio. c) Variación temporal: la producción de 14C en la atmósfera no ha sido constante a lo largo del tiempo. A diferencia de los dos efectos anteriores que plantean un problema de precisión más o menos grande, este efecto nos imposibilita utilizar la ecuación previa, ya que para determinar el tiempo transcurrido debemos conocer una variable que depende de ese mismo tiempo. La solución, por tanto, pasa por un compromiso drástico, que es definir la llamada Edad de Radiocarbono (Edad BP) (Stuiver y Polach, 1977), en la que se asume que la concentración inicial de 14C en la atmósfera ha sido constante a lo largo de la historia. En esta definición, el año 1950 se convierte en el origen y las edades se expresan en años BP (del inglés Before Present). Además, se ha debido realizar la normalización por fraccionamiento al valor de δ13C=-25‰.

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Como hemos indicado, los problemas de fraccionamiento y de efecto reservorio, aun siendo importantes, no son fundamentales, en el sentido de que no impiden una aplicación conceptual del método. Son desde luego importantes para aplicar el método con la mayor precisión posible, pero incluso en el caso de que no aplicáramos las correcciones correspondientes, las dataciones podrían considerarse como aproximaciones más o menos buenas. Sin embargo, el hecho de que la concentración de 14C no haya sido constante a lo largo del tiempo tiene consecuencias más complejas, ya que el método se basa en un supuesto que no es cierto, y por tanto los cálculos que se hagan no pueden ser realistas. La solución a este problema ha sido la calibración de las fechas radiocarbónicas, para transformar la edad BP en una fecha de calendario. Para ello, se construye la llamada curva de calibración a partir de muestras de edad conocida, típicamente anillos de árboles. A estas muestras de edad conocida se les calcula su edad BP, y se obtiene una relación entre ambas edades. En el caso de muestras desconocidas, tras el cálculo de su edad BP, se debe buscar en esta relación qué edad de calendario le corresponde. El problema fundamental de este método es que precisamente debido a la variación temporal de la concentración inicial de 14C, la relación entre ambas edades no es biunívoca. Es decir, a cada fecha de calendario le corresponde una única edad BP, pero una edad BP determinada le puede corresponder a varias fechas de calendario distintas. Además, tanto las relaciones como las medidas y cálculos realizados llevan asociados errores que hacen que el proceso de calibración no sea trivial. Afortunadamente, existen diversos programas informáticos de libre acceso que permiten llevar a cabo este proceso de calibración, tales como OxCal 4.2 (Bronk Ramsey, 2009), BCal (Buck et al., 1999) o Calib 7.0 (Stuiver y Reimer, 1993). El resultado final es una distribución de rangos de fechas, con su probabilidad correspondiente. Estas sí son las fechas de calendario que debemos usar en nuestros análisis, y salvo que tengamos alguna información extra, no podemos descartar ninguno de los rangos obtenidos. Por ejemplo, la fecha 4350±40 BP, nos da como resultado la siguiente distribución al realizar la calibración con un 95%, y sin redondear:

3089 BC – 3053 BC, 8.8% 3032 BC – 2894 BC, 91.2%

A pesar de representar una probabilidad pequeña, no se puede descartar que la fecha real de esta muestra esté entre el 3089 y el 3053 BC. Profundizaremos en este aspecto, y el significado de calibrar al 68% o al 95% (1 o 2 sigmas) en la última parte de este trabajo.

AVANCES EN LA DATACIÓN POR RADIOCARBONO Debido al uso masivo de la técnica de datación, desde el primer momento ha habido grandes esfuerzos por avanzar y mejorar su aplicación. De esta forma, se han realizado avances en torno a la propia medida del 14C, en la preparación de las muestras, y en el análisis de los resultados para que la información obtenida tenga la mayor representatividad y utilidad práctica.

MEDIDA DEL RADIOCARBONO Desde el punto de vista de la medida del 14C en las muestras, posiblemente la aparición de la Espectrometría de Masas con Acelerador (EMA)1 ha sido el aspecto más revolucionario (Tuniz et al., 1998). Como elemento radiactivo el 14C puede detectarse a través de la radiación que emite en su desintegración, y es así como se realizaron las medidas durante más de 30 años. Surgida a finales de los años 1970, en la EMA la medida no tiene en cuenta el carácter radiactivo del 14C, sino que se realiza una identificación de las partículas en función de su masa. Para ello se utiliza un sistema de campos eléctricos, magnéticos y un acelerador de partículas. Las dos grandes ventajas que presenta la medida por EMA es, por un lado, el tiempo de medida, y por otro, la cantidad de material necesaria para la preparación de muestras. Mientras que con el uso de técnicas radiométricas las medidas se prolongan durante varias horas por muestra, y se necesita el uso de varios gramos para la preparación de las mismas o hasta un kilogramo en el caso de huesos, en la EMA las medidas se realizan normalmente en menos de una hora, y la cantidad de muestra necesaria se mide en miligramos alcanzando aproximadamente un gramo en el caso de muestras óseas. Esta gran reducción en el tamaño de las muestras, y la mayor rapidez en el análisis, facilitan enormemente la aplicación de la

1 Habitualmente se designa como AMS, del inglés Accelerator Mass Spectrometry.

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Lám.1. SARA, la primera instalación de EMA en el CNA y en España, diseñado para poder detectar diferentes radionúclidos. Instalado en 2005.

Lám. 2. Micadas, el segundo sistema de EMA instalado en el CNA, dedicado en exclusiva a la detección de radiocarbono. Instalado en 2012.

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técnica de datación a casuísticas mucho más variadas. Como contrapartida, es evidente que el equipo y la instalación necesaria son muy costosos y relativamente difíciles de mantener y manejar. Un segundo salto adelante en la EMA fue la aparición de sistemas que trabajaban en condiciones de energía menores. En los primeros sistemas, los aceleradores alcanzaban voltajes de varios millones de voltios, lo que implica instalaciones realmente grandes y complejas. Al reducir estas necesidades energéticas las instalaciones se simplifican y abaratan enormemente, poniendo al alcance de muchos más laboratorios la posibilidad de realizar dataciones. En el CNA disponemos de un sistema de un millón de voltios, denominado SARA (Spanish Accelerator for Radionuclide Analysis) (Chamizo et al., 2008) y el sistema utilizado en la actualidad, Micadas (Synal et al., 2007) de tan solo 200000 voltios, y un tamaño de 3x2 m2, que pueden verse en las Láminas 1 y 2 respectivamente. El tamaño de estos sistemas contrasta con los iniciales que podían medir varias decenas de metros de longitud en todo su recorrido. En la actualidad se están investigando sistemas sin acelerador, pero aún no alcanzan las sensibilidades necesarias para hacerlos competitivos en todas las aplicaciones. Un último punto que nos gustaría señalar en cuanto a avances técnicos es la utilización de las denominadas fuentes de iones gaseosas. Para medir muestras por EMA es necesario transformar las muestras originales en grafito, lo que implica una serie de procesos relativamente costosos y laboriosos. En el caso de muestras muy pequeñas, de algunas decenas de microgramos o incluso menos, este proceso de conversión puede ser inviable, y la mejor opción pasa por realizar la medida por EMA directamente sobre el dióxido de carbono producido al combustionar la muestra, y no sobre el grafito (Ruff et al., 2007). Esto exige equipamientos adecuados y no puede considerarse como una técnica estándar, pero sin duda posibilita la datación de muestras especialmente escasas o valiosas, si bien hemos de señalar que la precisión es menor en estos casos.

PREPARACIÓN DE MUESTRAS Tan importante como la propia detección del radiocarbono es la preparación de las muestras en el laboratorio. Desde su misma recepción, es de vital

100

Lám.3. Hueso tratado en ácido. La parte mineral prácticamente ha desaparecido y nos queda solo la gelatina protéica.

importancia que se sigan los protocolos más adecuados para que el resultado sea satisfactorio. En la preparación de la muestra se persiguen tres objetivos básicos: extraer el carbono intrínseco de la muestra, transformarlo químicamente en una forma adecuada para su medida, y evitar la contaminación, tanto que pueda traer la muestra, como añadida en los procesos que se sigan. El problema de la contaminación es sin duda especialmente importante en EMA ya que la cantidad de muestra que se maneja es muy pequeña, y cualquier grado de contaminación puede afectar de forma importante. Sin embargo, los procedimientos desarrollados a día de hoy permiten controlar esta contaminación hasta niveles suficientemente bajos para la inmensa mayoría de las aplicaciones. Conseguir desarrollar estos procedimientos para muestras tan diferentes como carbones, huesos, sedimentos o conchas marinas no es trivial, y son incontables las publicaciones científicas que aportan metodologías adecuadas para cada caso. Uno de los puntos más interesantes en este aspecto es el de la búsqueda de la fracción de carbono intrínseco de la muestra más representativa. Tomemos como ejemplo las muestras de hueso. Durante años se consideró que no era un material adecuado dado que los resultados obtenidos no concordaban con lo esperado. La razón es que en la datación se utilizaba el hueso completo, incluyendo la parte mineral, que puede presentar recristalización y contaminación. Al aplicar métodos específicos para

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Láms. 4 y 5. A la izquierda, colágeno cristalizado. A la derecha, colágeno liofilizado. Ambos procedimientos son válidos y nos dan la muestra lista para su grafitización.

extraer el colágeno de los huesos, los resultados concuerdan. En los últimos años se ha incorporado una técnica conocida como ultrafiltración, en la que se seleccionan las moléculas de colágeno que se mantienen íntegras, eliminando aquellas moléculas rotas y que pueden estar contaminadas (Fülöp et al., 2013; Brock et al., 2013). Este es un ejemplo de una discusión que sigue viva en la comunidad científica. En las Láminas 3 a 5 podemos ver este colágeno extraído de los huesos. El proceso de grafitización también ha sido objeto de intensa investigación, para conseguir la mejor reproducibilidad posible en todas las muestras. Esencialmente consiste en combustionar la muestra una vez limpia, y generar dióxido de carbono, para transformarlo en grafito sólido en unos reactores adecuados. Existen una amplia gama de diseños en los diferentes laboratorios, pero es destacable un sistema muy novedoso y automatizado que permite la preparación simultánea de siete muestras evitando el uso de nitrógeno líquido, lo que facilita el trabajo del personal técnico. Dicho sistema se denomina AGE (Automatic Graphitization Equipment) (Wacker et al., 2010), y el CNA dispone desde 2012 de un equipo con el que se preparan las muestras, que podemos ver en la Lámina 6. Y si antes comentábamos la posibilidad de medir por EMA muestras muy pequeñas gracias a las fuentes de iones gaseosas, es necesario señalar que también estas muestras pueden prepararse mediante grafitización con la instrumenta-

Lám. 6. Equipo de grafitización AGE instalado en el laboratorio del CNA.

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ción adecuada (Shah Walter et al., 2015), lo que permite atacar el problema de este tipo de muestras desde dos vías, cada una con sus ventajas e inconvenientes.

ANALISIS DE LOS DATOS Por supuesto, una vez que las muestras han sido preparadas y medidas, es básico que el análisis posterior de estos datos se haga de forma adecuada. Sin lugar a dudas, el aspecto más importante en este sentido es la generación de la curva de calibración que nos permite pasar de las edades radiocarbónicas a edades calendáricas. La curva de calibración está en constante evolución, y de hecho existen varias de ellas, en función del origen de la muestra. El último conjunto de curvas fue presentado en 2013 en un número especial de la revista Radiocarbon, IntCal13 Calibration Issue (Reimer et al., 2013), y en él encontramos, entre otras utilidades, toda la información acerca de las curvas IntCal13, Marine13, y SHCal13, aplicables a la biosfera terrestre del hemisferio norte, al medio marino, y a la biosfera terrestre del hemisferio sur respectivamente. Estas curvas se extienden hasta casi 50000 años BC, por lo que es posible aplicar la calibración para todas las muestras hasta el límite de detección de la técnica, algo que no ocurría con curvas anteriores que no permitían calibrar muestras más allá de cierta edad BP. Las versiones anteriores se presentaron en 2009 y 2004, lo que nos da una idea del intenso trabajo realizado en este pilar fundamental de la técnica. Es interesante saber que la resolución de esta curva es de cinco, 10 o 20 años, según el tramo, por lo que variaciones más rápidas en la concentración del 14C atmosférico son eliminadas. También es importante conocer que la propia curva de calibración tiene un error asociado. Para las muestras más modernas el error es de menos de 10 años, ya que hay un buen banco de datos, y la medida es más fácil. Para las muestras más antiguas, cerca de los 50000 BP, el error asociado llega a los 280 años. El uso de la curva de calibración adecuada es fundamental para obtener conclusiones realistas a partir de los datos. Y uno de los aspectos en los que se está trabajando más intensamente en los últimos años es el análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno contenidos en el colágeno de los huesos, para el estudio de la dieta de los individuos. Se ha comprobado que la dieta puede influir notable-

102

mente en la edad aparente del individuo, y se hace necesaria una corrección, modelable a partir de las relaciones δ13C y δ15N, que nos dan idea del consumo de proteína marina y del nivel trófico respectivamente. Gracias a estos análisis, pueden realizarse modelizaciones que nos llevan a utilizar curvas de calibración “mezcla” entre la terrestre y la marina, obteniendo cronologías más realistas, aunque sin duda los problemas a resolver son importantes, y dista mucho de ser trivial (Cook et al., 2015). Un paso más en la calibración de las fechas es la aplicación de la estadística bayesiana. Esencialmente, consiste en aplicar una serie de condicionantes externos al proceso de calibración, basados en un conocimiento previo y ajeno a la propia datación por radiocarbono. Por ejemplo, que de algún modo sepamos que una muestra es más antigua que otra, o que debe ser posterior a una determinada fecha. Se pueden aplicar modelos de mucha complejidad, con series de muestras ordenadas según ese conocimiento previo, y como resultado, los rangos finales del proceso de calibración son más ajustados. Si bien la matemática intrínseca es compleja, existen varios programas de calibración como los citados OxCal y BCal que permiten realizar dichas calibraciones mediante el uso de comandos relativamente sencillos. En los últimos años se ha incrementado mucho el uso de estos análisis que permiten obtener resultados y cronologías más fiables y ajustadas (Bronk Ramsey, 2009; Aranda y Lozano, 2014).

EL SERVICIO DE DATACIÓN POR RADIOCARBONO DEL CENTRO NACIONAL DE ACELERADORES El servicio de datación por radiocarbono del CNA fue inaugurado en mayo de 2007, tras la instalación y puesta a punto tanto del sistema de EMA SARA como del laboratorio de preparación de muestras. Se concibe como un servicio externo, abierto a cualquier usuario que lo demande, no solo de la comunidad científica española y del extranjero, sino también para usuarios particulares o empresas. En los siguientes bloques nos centraremos, en primer lugar, en una revisión estadística del trabajo desarrollado en estos años y, en segundo lugar, trataremos el funcionamiento del servicio desde un punto de vista más personal, atendiendo a la relación con los usuarios.

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Muestras anuales (desconocidas)

800

689

700 600 500 377

400 330 282

300 227

252

261

2010

2011

200 100

78

0 2007

2008

2009

2012

2013

2014

Fig. 1. Número de muestras de radiocarbono por año analizadas en el CNA.

ESTADÍSTICAS DEL SERVICIO DE DATACIÓN A lo largo de estos años el servicio ha evolucionado de forma drástica, tanto en equipamiento como en personal, lo que se evidencia en la evolución del número de muestras datadas anualmente, como se puede ver en la Figura 1. En lo referente al personal, el servicio comenzó con tan solo dos personas, y a finales de 2014 ya está integrado por cuatro personas (un Doctor en Física, dos Licenciadas en Química, y una Técnica de Grado Superior en Análisis y Control). Sin duda, el capital humano es básico para poder agilizar la prestación del servicio, puesto que a pesar de que los equipamientos han mejorado, muchos procesos del laboratorio requieren de mucho tiempo y esfuerzo por parte del personal. Durante estos años el CNA ha proporcionado casi 2500 fechas a los usuarios. Debemos indicar que en esta cuantificación no tenemos en cuenta los patrones, muestras blanco para el control de la contaminación, ni muestras de referencia necesarias. Solo contabilizamos las muestras de

edad desconocida, es decir, las muestras enviadas por los usuarios para su análisis. Nos parece importante señalar que tampoco están cuantificadas aquellas muestras que durante el proceso de preparación o medida han sufrido algún problema y finalmente no han dado un resultado válido. Se trata por tanto de

Aplicaciones de las muestras datadas REVIRA 74; 3%

Física 50; 2%

Desconocido 29; 1%

Arte 77; 3%

Arqueología 999; 40%

Medio Ambiente 1.267; 51%

Fig. 2. Distribución de las aplicaciones de las muestras datadas en el servicio de radiocarbono del CNA.

2 Los datos a partir de este punto se refieren a la situación del laboratorio hasta el fin de 2014.

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muestras con un resultado final válido en toda la discusión que seguiremos a partir de aquí. La evolución anual la podemos ver en la Figura 1. Resulta muy interesante comprobar las aplicaciones para las que se ha utilizado el servicio, lo que podemos ver en la Figura 2. Posiblemente la primera aplicación en la que se piensa para la datación por radiocarbono es la arqueología, y sin duda ha ocupado un lugar destacado en nuestro laboratorio, alcanzando el 40% de las muestras analizadas. Sin embargo, han sido las aplicaciones medioambientales las que han sido más solicitadas con más de la mitad de las dataciones. Entre ambas aplicaciones han ocupado más del 90% de las muestras datadas en el CNA. El resto de categorías no superan el 10% de las dataciones realizadas. En la categoría “Arte” se engloban las dataciones realizadas de muestras tales como libros, pergaminos, cuadros y similares. La categoría “REVIRA” se refiere a la Red de Vigilancia Radiológica instaurada por el Consejo de Seguridad Nuclear. Dicha red se encarga de la detección de determinados radioisótopos en sustancias tales como aerosoles, agua potable o en la dieta. En concreto, en el CNA hemos recibido muestras trimestrales de una dieta tipo de tres localizaciones diferentes, como medida de control. Es este un interesante ejemplo de uso de la detección de radiocarbono con una finalidad totalmente ajena a la datación, centrada en la seguridad y vigilancia radiológica. También nos gustaría señalar que esta división en categorías de las muestras debe

600

considerarse una aproximación ya que en muchas solicitudes de datación no aparece explícitamente qué tipo de estudio pretende realizarse. Cuando no ha sido posible determinar su finalidad hemos preferido clasificarla como “Desconocido”. Centrándonos en el caso de las muestras de aplicación arqueológica, existen varios parámetros que pueden ser de interés. El primero de ellos es el tipo de material utilizado, que podemos ver en la Figura 3. Como se puede apreciar, hay una clarísima predominancia de los huesos y de los carbones, a pesar de que ninguno de ellos está exento de problemas. Es más, aunque no lo hemos podido cuantificar para este trabajo, el material que sin duda ha producido mayor número de muestras fallidas ha sido el hueso, por lo que su predominio puede pensarse que es mucho mayor de lo que muestra el gráfico, donde representan el 55% de las muestras, por un 34.4% de las muestras de carbón. Los huesos son lógicamente uno de los recursos habitualmente más accesibles en una excavación, y gracias a la EMA pueden realizarse dataciones a partir de fragmentos de pequeño tamaño. Sin embargo, en determinadas circunstancias su conservación no es suficientemente buena como para producir una cantidad suficiente de colágeno, y en consecuencia no se pueden datar. Además, como hemos señalado en el caso de restos óseos humanos, el problema de la dieta del individuo no es fácil de resolver, y en muchos

Materiales datados

549

500 400

344

300 200 100

35

31

0

Fig. 3. Materiales datados en las muestras arqueológicas.

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13

6


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contextos puede tener mucha importancia. También debemos indicar que en estos huesos se incluyen además las muestras de dientes, que en un principio no se han clasificado por separado. Las muestras de carbón, si bien son relativamente sencillas desde un punto de vista técnico, pueden estar afectadas del problema de la edad intrínseca de la madera, es decir, que estemos datando una anillo formado mucho tiempo antes del evento que realmente queremos fechar. Para resolver esto, es importante realizar estudios previos para asegurarnos de que se utilizan especies de vida corta. En este sentido, las semillas son materiales realmente adecuados. En cuanto a las muestras de carbonato y conchas marinas, su principal problema analítico reside en que en general están afectadas por el efecto reservorio, y no siempre es sencillo realizar la corrección apropiada. Un segundo punto de interés es la distribución temporal de estas muestras, es decir, qué fechas son las más habitualmente datadas. Atendiendo a una clasificación de periodos históricos, es interesante ver cuántas dataciones se realizan de cada periodo, lo que presentamos en la Figura 4. Realizar esta clasificación no es sencillo, y hay que adquirir un compromiso, ya que, en primer lugar, los periodos no pueden acotarse con absoluta precisión y pueden existir importantes variaciones geográficas, y en segundo lugar, las propias fechas se expresan como intervalos, y pueden solapar sobre dos periodos. Teniendo esto en cuenta, hemos optado por una solución que sin duda no es perfecta, pero que al menos nos permite hacer esta clasificación, aunque debamos enfatizar que se trata de una aproximación. Para cada periodo histórico hemos tomado unas fechas de comienzo y fin, y a partir de la curva de calibración IntCal13 hemos calculado la edad BP aproximada de esas fechas, de modo que hemos podido asignar una edad BP mínima para que una muestra pueda considerarse de un periodo histórico determinado. Como decimos, es la solución más viable que hemos encontrado a la hora de recopilar toda la información que teníamos en nuestras bases de datos, y se presenta en la Tab. 1. Realizar un análisis de esta distribución es complejo. Un primer factor, muy determinante, es sin duda, la propia edad. Es de esperar que se conser-

Distribución de edades Paleolítico Mesolítico 21; 2% 45; 5%

Medieval y posterior 315; 31%

Neolítico 210; 21%

Cobre 129; 13% Romana 62; 6%

Bronce 168; 17% Hierro 49; 5%

Fig. 4. Distribución de las aplicaciones de las muestras datadas en el servicio de radiocarbono del CNA.

ven más materiales de épocas más recientes, y así, vemos como el Paleolítico y el Mesolítico son los dos periodos de los que menos muestras se han datado. Sin embargo, deben existir otros factores menos directos. Sin ir más lejos, qué proyectos de investigación ha podido haber en marcha en estos últimos años, y que hayan sido convenientemente financiados como para poder realizar dataciones, o incluso la propia utilidad de datar mediante radiocarbono determinados periodos, que puedan ser datados con otros métodos. En el caso de las muestras de época medieval o posterior es preciso señalar que incluyen en muchos casos muestras de estructuras totalmente desconocidas, o excavaciones de obra pública, que en la mayoría de los casos resultan ser materiales realmente modernos, con apenas 100 o 200 años de antigüedad.

Periodo histórico

Fechas aproximadas

Edad BP mínima

Paleolítico

Anterior a 9000 ANE

9500

Mesolítico

9000-5500 ANE

6565

Neolítico

5500-3200 ANE

4425

Edad del Cobre

3200-2200 ANE

3700

Edad del Bronce

2200-850 ANE

2680

Edad del Hierro

850-218 ANE

2165

Época Romana

218 ANE - 476 AD

1545

Medieval y posterior

Posterior a 476 AD

Tab. 1. Periodos históricos y su correspondencia aproximada en edad BP.

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Origen geográfico de las muestras datadas 0

50

100

150

200

250

Andalucía

226

Asturias

22

Baleares

13

Cantabria

7

Castilla la Mancha

8

Castilla y León

14

Cataluña

161

C. Valenciana

24

Extremadura

14

Galicia

1

La Rioja

1

Madrid

Muestras procedentes de Andalucía 0

38

Navarra

7

Almería

País Vasco

47

Murcia Andorra

2

Granada

Europa

2

Huelva

África Hemisferio Sur

33 3

100

20 65 13 15

Sevilla Gibraltar

80

12

Málaga

35

Asia

60

2

Jaén

7

40

11

Cádiz Córdoba

7

América del Sur

20

86 2

Fig. 5. Distribución geográfica de las muestras arqueológicas datadas en el CNA.

Por último, hemos realizado una recopilación de los datos para extraer la distribución geográfica de las muestras analizadas, presentada en la Figura 5. En este caso hemos puesto especial hincapié en la región de Andalucía, en la que se encuentra el CNA, que además tiene como patronos a la Universidad de Sevilla y a la Junta de Andalucía, junto al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. De modo que las muestras que proceden de Andalucía se muestran en un gráfico separadas explícitamente por provincias. Atendiendo a motivos geográficos, Gibraltar se ha considerado dentro de Andalucía a efectos de contabilización. Como puede verse, Andalucía y Cataluña son las dos regiones que aportan más muestras, aunque debemos señalar que en este caso hay 327 muestras de las que no conocemos su origen (y que no se han representado en el gráfico, así como las regiones sin presencia de muestras). Dentro de Andalucía resulta interesante como Sevilla y Huelva suponen dos tercios del total de muestras.

106

EL SERVICIO Y SUS USUARIOS La datación por radiocarbono es una técnica compleja, basada en principios físicos de relativa complejidad, y como hemos visto aunque brevemente, con un buen número de dificultades que no pueden considerarse triviales, y que es necesario tener en cuenta para una correcta aplicación y para obtener unos resultados precisos. Esto se traduce en que, debido a la formación recibida por parte de los arqueólogos, pueda resultarles de muy difícil comprensión. De la misma forma, para los expertos en datación por radiocarbono, puede ser muy complicado comprender las necesidades exactas y el modo de trabajo que se tiene en una excavación arqueológica, ya que su formación suele estar ligada a lo que tradicionalmente se ha llamado “ciencias”, como la física o la química. La conclusión que debemos sacar de esto es que se hace muy necesaria una comunicación fluida entre ambas partes. Es más, teniendo en cuenta que la datación por radiocarbono puede tener múltiples aplicaciones, no es

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obvio que todos los laboratorios tengan a expertos en cada una de estas aplicaciones, y por tanto, es más que recomendable que los propios usuarios sean los que hagan un esfuerzo importante en comprender la herramienta que están solicitando, sus posibilidades reales, y qué información van a obtener de ella. A lo largo de estos años nos hemos encontrado con muchas consultas de todo tipo, y puede ser interesante señalar las más importantes y frecuentes. En cualquier caso, insistimos en la importancia de establecer una comunicación previa con el laboratorio para tener en cuenta el mayor número de aspectos posibles en los que pueda haber dudas. Muestreo, manipulación y envío Una duda muy habitual es cómo manipular las muestras obtenidas en la excavación. Lo más sensato es actuar con prudencia y sentido común. Por tanto, dentro de las posibilidades, trataremos de manipular la muestra lo menos posible, usando guantes, pinzas o similares, y guardándolas en recipientes adecuados, de cristal o plástico, o papel de aluminio, evitando envolverla en papel, algodones u otros materiales orgánicos que lógicamente puedan contaminar. ¿Quiere esto decir que si tocamos la muestra queda invalidada? En nuestra opinión, no es así. El laboratorio va a someter a la muestra a procesos de limpieza y purificación bastante estrictos, y si son capaces de eliminar la contaminación producida por siglos o milenios de enterramiento, parece lógico pensar que el hecho de tocarla unos segundos no debe invalidarla. En ocasiones el laboratorio extraerá moléculas internas de la muestra, como el colágeno o la celulosa, y no es lógico pensar que estas puedan verse alteradas. Sin embargo, resulta tan sencillo evitarlo, que sin duda merece la pena utilizar guantes. Es importante además señalar que en muchas ocasiones las muestras se utilizan para otros estudios, como análisis de ADN, o isótopos estables, en los que quizá esto cobre otro nivel de importancia. Es fundamental asegurarse antes con los laboratorios responsables. El envío debe hacerse en contenedores como los mencionados anteriormente, como viales de vidrio o plástico, o bolsitas con autocierre, y con una identificación muy clara, en un embalaje que nos asegure que no se rompen. Un laboratorio de radiocarbono puede procesar en un año centenares o miles de

muestras, y es obvio que la identificación de las mismas es crucial para evitar confusiones. En cualquier caso, lo normal es que cada laboratorio tenga una normativa al respecto, que incluirá además algún tipo de solicitud en la que habremos de exponer la información de la muestra. Por las mismas razones, es muy importante que estas solicitudes se rellenen con todos los datos necesarios. Materiales más adecuados Es un tema realmente importante, y sin una respuesta obvia. Obviando el hecho de que necesariamente hay que adaptarse a aquellos materiales de los que disponemos, es importante decidir cuáles entre estos serían los más adecuados para nuestros intereses. Como hemos visto en la Figura 3, los materiales más habituales en arqueología son los carbones y los huesos. Ambos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Los huesos suelen ser muy representativos del evento, y su concentración de radiocarbono es representativa de los últimos 5-20 años de la vida aproximadamente, que es un margen suficientemente corto. Gracias al uso de la EMA, se pueden preparar muestras para su datación con cantidades del orden de un gramo de hueso. La aplicación de la ultrafiltración, si bien mejora la calidad del colágeno obtenido y en principio mejora los resultados, restringe el rendimiento, y por tanto dificulta la obtención de muestra suficiente en cantidad. Otro aspecto a valorar en las muestras de hueso humano es la posibilidad de que estén afectados por efecto reservorio. Los carbones son técnicamente más sencillos, y el problema fundamental que tienen a la hora de su interpretación es la edad intrínseca de la madera. Las muestras de carbonatos y conchas pueden ser muy difíciles de interpretar debido al efecto reservorio. La curva de calibración marina, Marine13 (Reimer et al., 2013), es una modelización, y puede haber importantes desviaciones respecto a este comportamiento promedio en función de la localización y del período histórico. Estas desviaciones vienen caracterizadas por el parámetro ΔR que puede o no ser conocido para el caso que nos ocupe (Stuiver y Braziunas, 1993; Ascough et al., 2005; Russell et al., 2011). Existe una base de datos de libre acceso donde pueden consultarse estos valores para la zona geográfica que nos interese (http://calib.qub.ac.uk/

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marine/) así como las referencias a partir de las cuales se ha construido. El caso de carbonatos terrestres es análogo, y es muy importante estar seguros de que el efecto reservorio es conocido para poder corregir las edades obtenidas. A la vista de esta situación, es claro que es importante sopesar las posibilidades, de nuevo de forma coordinada con el laboratorio si es posible, para obtener la mejor información posible a partir de las muestras disponibles. Interpretación del informe Lo más habitual es que tras la obtención de los resultados, el laboratorio emita un informe con los datos relevantes (Fig. 6). Aunque puede variar ligeramente, podemos tomar como ejemplo los informes que emite el CNA (Millard, 2014). En primer lugar, aparecen los códigos identificativos de la muestra, tanto el del usuario, como el código interno del laboratorio. Le sigue el tratamiento aplicado, adecuado al material, y en el caso de los huesos, se indica además el rendimiento de extracción de colágeno, la concentración de carbono y nitrógeno en el colágeno, y la relación entre ambos elementos. Estos parámetros nos dan información acerca de la calidad del colágeno, y nos pueden llevar a no considerar algún resultado si estos son anómalos (Klinken 1999). A continuación encontramos los valores de la edad de radiocarbono y δ13C. Es muy importante señalar que estos valores de δ13C no son los de la muestra original, sino los del grafito que se mide en el sistema de EMA, y por tanto no deben ser usados para correcciones por efecto reservorio en estudios de paleodieta, por ejemplo. Para ello, debe medirse aparte este δ13C en un sistema adecuado. Esto es así porque el proceso de grafitización y la propia medida en el sistema de EMA introducen fraccionamientos. Por tanto, el valor del δ13C que aparece en el informe es el que debe utilizarse para el cálculo de la edad BP, pues tiene en cuenta todos los procesos de fraccionamiento, pero no se corresponde necesariamente con el de la muestra original. También aparece el valor pM, que es la relación en tanto por ciento de la concentración de 14C en la muestra respecto a la concentración que consideramos estándar en los cálculos. Se trata en realidad de un cálculo previo al cálculo de la edad BP,

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y es una forma útil de expresar la concentración de radiocarbono para las muestras posteriores a 1950 y para las muestras utilizadas como blanco, sin 14C. Este punto puede resultar confuso en ocasiones ya que la nomenclatura no está todo lo estandarizada que debiera dentro de la comunidad científica. Es muy habitual encontrar la expresión F14C, equivalente a pM, pero expresada en tanto por uno, en lugar de tanto por ciento. Por último, encontramos la calibración de la edad BP acompañada del gráfico correspondiente. Si bien toda la información anterior es muy importante, es obvio que a efectos prácticos el resultado de la calibración es el dato más relevante, y es interesante hacer algunas consideraciones. La calibración se presenta a dos sigma, aunque no es raro verla a un sigma. Sin embargo, en nuestra opinión, la calibración a un sigma es insuficiente, ya que solo tiene en cuenta un 68.5% de los valores posibles de la edad BP. Al realizar el proceso de calibración a un sigma estamos dejando de lado más de un 30% de edades BP que pueden ser la real, mientras que a dos sigma tenemos en cuenta el 95.5% de estos posibles valores. Calibrar a tres sigma implicaría rangos finales realmente mucho más grandes ofreciendo simplemente un 5% más de fiabilidad, y no es habitual encontrarlo. En cualquier caso, en la presentación de los resultados debe indicarse el proceso seguido, de modo que el lector pueda realizar las interpretaciones correctamente. En el resultado de calibración encontraremos una serie de rangos de fechas, junto con su probabilidad. Es muy habitual encontrar dos o más rangos, y es fundamental tenerlos todos en cuenta si queremos disponer de la información completa. No existe ninguna forma matemáticamente correcta de eliminar rangos, o tomar una fecha exacta, como se obtienen a partir del método de intercepción, salvo que dispongamos obviamente de alguna información extra ajena al análisis por radiocarbono. En el gráfico se presentan las curvas de distribución de la edad BP, en forma de gaussiana en el eje vertical, la curva de calibración utilizada, y la distribución de fechas calibradas. Indicará qué curva específica se ha usado, y si hay alguna corrección de reservorio aplicada. Por último, se indica el programa de calibración utilizado y la referencia correspondiente.

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Fig. 6. Ejemplo de informe de evaluación.

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CONSIDERACIONES FINALES

BIBLIOGRAFÍA

La datación por radiocarbono está asentada como una herramienta imprescindible en la arqueología moderna. Como prueba, basta con ser conscientes de las decenas miles de dataciones que se llevan a cabo anualmente en los cada vez más numerosos laboratorios de datación en todo el mundo. Especialmente desde la llegada de la EMA, con su capacidad de análisis de muestras mucho más pequeñas que las técnicas radiométricas. Esta potencialidad sin duda ha movilizado a la comunidad arqueológica, que cada vez más participa de forma totalmente activa en el desarrollo de la técnica de datación, en el análisis de los problemas y en su resolución. Se hace por tanto casi imprescindible que los usuarios comprendan de la forma más profunda posible los fundamentos, las posibilidades y las limitaciones de una técnica que puede proporcionar información muy valiosa si es bien aplicada. Como hemos visto, estos fundamentos, a pesar de basarse en conceptos físicos y químicos complejos, pueden expresarse de un modo que sea comprensible para los no expertos.

ARANDA JIMÉNEZ, G. y LOZANO MEDINA, A. (2014): “The chronology of megalithic funerary practices: a Bayesian approach to Grave 11 at El Barranquete necropolis (Almería, Spain)”, Journal of Archaeological Science 50, pp. 369-382.

El CNA se ha asentado como laboratorio de referencia para la datación por radiocarbono mediante la EMA, complementando así laboratorios ya existentes que llevan años realizando dataciones por técnicas radiométricas. Es sus ocho años de servicio, el CNA ha proporcionado cerca de 2500 fechas a todo tipo de usuarios, en una importante proporción arqueólogos, y ha incorporado de forma progresiva avances técnicos que permiten ofrecer un servicio mejor y más rápido. El trabajo conjunto de toda la comunidad implicada a buen seguro que permitirá que las dataciones por radiocarbono sean una herramienta cada vez más útil y versátil para un mayor número de investigadores.

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AGRADECIMIENTOS

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Los autores quieren agradecer los comentarios de Gonzalo Aranda Jiménez en las primeras versiones del manuscrito.

KLINKEN, G.J. van, (1999): “Bone collagen quality indicator for palaeodietary and radiocarbon measurements”, Journal of Archaeological Science 26, pp. 6687-695. MILLARD, A., (2014): “Conventions for reporting radiocarbon determinations”, Radiocarbon 56 (2), pp. 555-559. REIMER, P.J., et al. (2013): IntCal13 Special Issue, Radiocarbon 55 (4).

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Vasijas cerámicas del Castillejo del Bonete. Dibujos de Sergio Fernández Martín


ESTUDIOS

PALEOECOLOGÍA Y CULTURA MATERIAL EN EL COMPLEJO TUMULAR PREHISTÓRICO DEL CASTILLEJO DEL BONETE (TERRINCHES, CIUDAD REAL) Luis Benítez de Lugo Enrich1, Norberto Palomares Zumajo2, Honorio Javier Álvarez García2, Rosa Barroso Bermejo3, María Benito Sánchez4, Hugues-Alexandre Blain5, Primitiva Bueno Ramírez3, Rodrigo de Balbín Behrmann3, Sergio Fernández Martín6, José Antonio López Sáez7, María Ángeles Galindo-Pellicena8 y 14, Mª. Antonia Garrido Martínez9, César Laplana Conesa10, Enrique Mata Trujillo2, Gabriel Menchén Herreros2, Ignacio Montero Ruiz7, Jaime Moraleda Sierra2, Antonio Morgado Rodríguez11, Carlos P. Odriozola12, Estíbaliz Polo Martín3, Mónica Ruiz-Alonso7, Paloma Sevilla García13, Thomas X. Schuhmacher14 y Domingo Carlos Salazar-García15

Resumen: Castillejo del Bonete es un complejo tumular situado en el borde meridional de la Meseta Ibérica, ocupado en fechas calcolíticas y de la Edad del Bronce, vinculado a la Cultura de las Motillas. Materiales arqueológicos muy diversos han sido recuperados asociados a las arquitecturas del lugar (túmulos, corredores, potentes muros, etc.). Se presenta un avance de la investigación paleoecológica sobre las colecciones de carbón, polen y microvertebrados. Además se presentan cuentas de piedra y madera, colgantes de concha, material lítico, la colección cerámica, nuevas metalografías e industria metálica y botones de marfil. El conjunto de estas evidencias arqueológicas pone de manifiesto la celebración ritual de banquetes y ofrendas durante la Prehistoria Reciente en una cueva monumentalizada mediante túmulos en el interior de la Península Ibérica.

Palabras clave: Edad del Cobre, Edad del Bronce, Paleoecología, cultura material, Península Ibérica.

PALEOECOLOGY AND MATERIAL CULTURE IN THE TUMULAR COMPLEX OF CASTILLEJO DEL BONETE (TERRINCHES, CIUDAD REAL) Abstract: Castillejo del Bonete is a tumulus complex located on the southern edge the Iberian Plateau, occupied during Chalcolithic and Bronze Age periods, and linked to the Culture known as Motillas. Diverse archaeological objects have been recovered in association with their architectures (barrows, corridors, walls, etc.). Based on charcoal, pollen and microvertebrates a paleoecological study will be discussed. Furthermore, the analysis of different materials such as wood, shell, stone and ivory ornaments together with pottery vessels and metallic objets will also be carried out. All this evidence could be related to feasting practices and offerings.

Keywords: Cooper Age, Bronce Age, Paleoecology, Material Culture, Iberia. 1

Departamento de Arqueología y Prehistoria. UNED Ciudad Real. [lbenitez@valdepenas.uned.es]

9

2

Anthropos, S. L. www.estudio-arqueologia.es. [anthropos@estudio-arqueologia.es]

10

Área de Prehistoria. Universidad de Alcalá de Henares. [p.bueno@uah.es]; [rodrigo.balbin@uah.es]; [rosa.barroso@uah.es]; [estibaliz.polo@edu.uah.es]

11

Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. [cesar.laplana.conesa@madrid.org]

3

Laboratorio de Antropología Forense. Universidad Complutense de Madrid. [m.benito.sanchez@gmail.com] 4

IPHES, Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social.

5

Arquenatura S. L. [info@arquenatura.com]

6

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [morgado@ugr.es] Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Sevilla. [codriozola@us.es] 12

Departamento de Paleontología. Universidad Complutense de Madrid. [psevilla@geo.ucm.es] 13

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad Autónoma de Madrid. 14

Instituto de Historia. CCHS-CSIC. [ignacio.montero@cchs.csic.es]; [monica.ruiz@cchs.csic.es]; [joseantonio.lopez@cchs.csic.es] 7

Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos. [mgalindo@isciii.es] 8

Servicio de Patrimonio y Arqueología. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. [mgarridomartinez@jccm.es]

Department of Archaeology. University of Capetown. [domingo_carlos@eva.mpg.de] 15

Recibido: 21/03/2013; Aceptado: 20/07/2015

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1. INTRODUCCIÓN Las excavaciones arqueológicas en Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real) han permitido descubrir un conjunto tumular prehistórico adscrito a la Cultura de las Motillas, emplazado en la cuenca alta del Guadalquivir y en el borde meridional de la Meseta, al norte de Sierra Morena (Benítez de Lugo Enrich, 2010 y 2015; Benítez de Lugo Enrich et al., 2014a y 2014b; Benítez de Lugo Enrich y Mejías Moreno, 2014 y 2015; Mejías Moreno, Benítez de Lugo Enrich, López Sáez y Esteban López, 2015). La contribución que aquí se presenta consiste en un avance de los resultados de la investigación interdisciplinar desarrollada para analizar y explicar el contexto paleoambiental y arqueológico del enclave. Los resultados a nivel de estructuras, evolución y finalidad del complejo se publicaron en un artículo en el anterior número de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía (Benítez de Lugo et al. 2014a), siendo este trabajo una continuación de aquél. En Castillejo de Bonete hasta el momento se han encontrado dos túmulos –el más grande de ellos ubicado sobre una cueva natural que presenta arte rupestre y construcciones en su interior–, corredores de comunicación entre túmulos –alguno con más de veinte metros de longitud– y corredores abocinados,

además de materiales arqueológicos muy diversos. El yacimiento cuenta con una cueva natural en cuyo interior existen diversas construcciones de mampuestos y lajas que organizan el espacio y separan tres galerías que descienden en zig-zag y han sido denominadas 1, 2 y 3 de superior a inferior. Esta cueva se encuentra bajo el túmulo 1, al que se adosaron los recintos 1, 2 y 3, los corredores A y B –al oeste y al este del túmulo, respectivamente– y una serie de aterrazamientos al sur, donde se crearon diversas fosas monumentalizadas de carácter oferente. Los corredores A y B, de planta abocinada, se construyeron orientados a los equinoccios y al solsticio de invierno. Su forma de embudo permite que los rayos solares incidan en el interior del túmulo durante varias semanas, no sólo un día al año. Además de estos corredores abocinados orientados al sol, el túmulo 1 cuenta con tres corredores más, excavados parcialmente en la roca y denominados 1, 2 y 3. Los corredores 2 y 3 se encuentran aún en estudio, pero del corredor 1 –que tiene más de 20 m de longitud y una altura transitable de 1,30 m– sabemos que comunica al túmulo 1 con el túmulo 2. Ubicado al este del túmulo 1 se sitúa el recinto 4. Es una construcción aproximadamente elíptica exenta, cuyas dimensiones son 15 por 7 m, y que no está directamente conectada con el resto de las estructuras, parcialmente excavada en la actualidad (Benítez de Lugo Enrich et al., 2014a).

Castillejo del Bonete

Ref. Lab

Edad 14C BP

cal. BC (1σ)

cal. BC (2σ)

Tumba 4 (Fémur Ind. 2)

Rome-1687

3720 ± 70

2271-1984

2340-1920

Interior cueva (Falange humana)

Beta-350768

3870 ± 30

2456-2293

2466-2211

Interior cueva (Quercus ilex, UE 26007)

Poz-67167

3385 ± 35

1736-1636

1769-1565

Interior cueva (Rhamnus, UE 26015)

Poz-67168

3695 ± 35

2136-2034

2199-1977

Tab. 1. Dataciones de Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real). Las dataciones han sido calibradas a partir de la datación estándar BP y su respectiva desviación típica a partir del programa OxCal 4.2.4, que trabaja con los datos de la curva INTCAL13 (Reimer et al., 2013).

Fig. 1. Dataciones absolutas de niveles de uso de la cueva (ref. lab. Poz-67167 y Poz 67-168).

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PALEOECOLOGÍA Y CULTURA MATERIAL EN EL COMPLEJO TUMULAR PREHISTÓRICO DE CASTILLEJO DEL BONETE (TERRINCHES, CIUDAD REAL)

Entre los elementos asociados a estas estructuras cabe destacar una abundante colección de piezas metálicas (Montero Ruiz et al., 2014), cerámicas (Fernández Martín et al., 2015), arte rupestre con restos humanos a sus pies (Polo Martín et al., 2015a, 2015b) y botones de marfil (Benítez de Lugo Enrich et al., 2015), además de restos óseos humanos y de fauna, conjuntamente con numerosos adornos personales: una colección con decenas de cuentas de variscita (Odriozola Lloret et al., e. p.), además de otras de madera o hueso. Algunas personas enterradas en este lugar del interior peninsular puede que consumieran algo de proteína marina (Salazar García et al., 2013). Con los datos disponibles es posible afirmar que Castillejo del Bonete fue un lugar funerario dotado con una alta carga simbólica, monumental y ritual. Se sabe que el yacimiento fue usado, al menos, entre 2465 y 1565 cal. ANE (2σ) (Tab. 1 y Fig. 1).

2. CERÁMICA En Castillejo del Bonete se ha recuperado un abundante repertorio cerámico, que ha sido objeto de un estudio específico que detalla detenidamente sus características y respectivos contextos arqueológicos (Fernández Martín et al., 2015). Las cerámicas aparecen en Castillejo del Bonete, tanto como elementos de ajuar dentro de tumbas –conteniendo en ocasiones piezas metálicas en el caso de la tumba 4 (Montero Ruiz et al., 2004: 115, fig. 5)–, como empotradas sobre los muros laterales de los corredores abocinados –como recipientes colocados en los accesos al túmulo–, o bien rotas y mezcladas con huesos humanos y de fauna consumida en los rellenos arqueológicos. A partir del análisis de la muestra cerámica recuperada durante la campaña de 2012, sobre un total de 3.198 fragmentos localizados tanto en la cueva, en los túmulos 1 y 2, en los corredores A y 2 y en el recinto 4, se ha llegado a los resultados expuestos a continuación (Fig. 2). Entre la vajilla de cocina existen ollas ovoides simples (Fig. 2, nº. 9), relacionadas por su forma, características tecnológicas y alteraciones térmicas, con la preparación de alimentos o el almacenaje de productos. Asimismo existen formatos globulares

(Fig. 2, nº. 6), conectados de forma general con la conservación de líquidos. Las ollas de perfiles ovoides y globulares con el cuello terminado en un borde más abierto forman parte del grueso de la vajilla de cocina y están relacionadas, por sus parámetros morfológicos y evidencias de uso, con la cocción de alimentos que pudieran requerir un nivel de evaporación lento. Las de mayor volumen pudieron ser usadas también para el almacenaje. Dentro del conjunto de contenedores de gran tamaño se han identificado también perfiles ovoides, carenados y con el cuerpo inferior globular u ovoide, cuello marcado y borde saliente. Por el momento no conocemos el tipo de productos que contendrían en Castillejo del Bonete. No obstante, en yacimientos como la Motilla del Azuer (Nájera Colino y Molina González, 2004; Fernández Martín, 2012) o la Motilla del Retamar (Lenguazco González, 2012) las orzas están asociadas al almacenamiento de grandes cantidades de cereal. El grupo de cuencos y vasos estaría dedicado al consumo de diferentes alimentos sólidos o líquidos, de forma individual o colectiva, dependiendo del tamaño (Fig. 2,1). De cualquier manera debemos señalar que muchos de los elementos cerámicos prehistóricos serían polifuncionales, sobre todo los tipos básicos y aquellos que abarcan un abanico de tamaños extenso o poco especializado en cuanto a su relación forma-contenido, como es el caso. Con la salvedad de un ejemplar de perfil en S, todos los demás vasos documentados son carenados. Los hay con carenas a media altura y proporciones equilibradas entre el diámetro de la boca y la altura (Fig. 2, nº. 4) y aplanados (Fig. 2, nº. 3). En la mayor parte de los casos las paredes son finas y las carenas se encuentran definidas al exterior. En el caso de las fuentes y cazuelas carenadas es aún más difícil determinar el uso. Las primeras son una expresión volumétrica desarrollada de los cuencos y las segundas lo son de los vasos carenados. Solo una fuente muestra alteraciones térmicas, mientras que ninguna cazuela presenta evidencias de exposición al fuego, de manera que pudieron ser empleadas tanto para el consumo, como para la preparación o almacenamiento puntual de productos a nivel doméstico. Precisamente el tamaño, unido a los atributos tecnológicos de los vasitos muy pequeños, los hace singulares dentro de la muestra examinada. Los tres ejem-

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Fig. 2. Clases cerámicas presentes en el yacimiento.

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5 cm


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plares ovoides sin cuello documentados (Fig. 2, nº. 9) evidencian una factura muy elaborada, con paredes muy finas y tratamientos cuidados. El producto es semejante al de algunos tipos de cerámica naranja de la Edad del Cobre. Estas características se manifiestan y resultan más evidentes en uno de los vasitos, semejante incluso en el color. En vista de su tamaño y rasgos, su función estaría bastante especializada. Para esta forma proponemos un uso conectado con el consumo de algún producto particular, que fuese preciso o apropiado ingerir en pequeñas dosis. También pudo ser de algún producto aplicado, como un cuenco de este tamaño detectado en el dolmen de Lagunita I que tenía ocre y grasa animal. Las queseras que, en mayor o menor medida, están presentes en los asentamientos prehistóricos desde el Neolítico, han generado a lo largo de tiempo controversia sobre su función y denominación. Actualmente, gracias a las analíticas de lípidos, cada vez son menos los que dudan sobre su vinculación con la elaboración de queso u otro producto lácteo (Itan et al., 2009; Salque et al., 2013). Los fragmentos encontrados siguen los patrones característicos, con perforaciones circulares, realizadas desde el exterior, por las que saldría el suero sobrante, al presionar la pasta láctea cuajada. Uno de los fragmentos, que conserva el borde de la boca, pertenece a un ejemplar troncocónico con cuello ligeramente indicado cerca del borde (Fig. 2, nº. 5). En cuanto a otras actividades asociadas a la cerámica, solamente indicar que hasta el momento no hemos encontrado ningún fragmento de crisol, o que muestre evidencias relacionadas con la producción, transformación o reciclado de metal. Alguna de las cerámicas encontradas, como es el caso del galbo TE08 BO17 UE106, presenta un residuo seco adherido a su pared interior. Esa adherencia fue analizada mediante cromatografía iónica Metrohm 732 IC detector con bomba cuaternaria Varian ProStar 240. El resultado permitió conocer que la concreción contenía ácido acético, que se halla en productos como aceite, vino, bebidas alcohólicas que contengan etanol, etc. La muestra no contenía ácido tartárico, por lo que quedó descartada la presencia de vino. Este hallazgo supone el posible uso de cerámicas amortizadas en Castillejo del Bonete para el consumo de bebidas alcohólicas, como sucede en otros yacimientos funerarios del tercer milenio cal. ANE (Bueno Ramírez et al., 2005).

Con independencia de las cuestiones meramente formales o funcionales, la segregación y estudio de cada una de las variables tecnológicas ha hecho posible que conozcamos parte del proceso productivo. Para saber dónde se produjo la captación de materias primas, sería necesario promover analíticas futuras. Lo que sí sabemos es que las pastas se decantaron y que el desgrasante se preparó con antelación al amasado, machacándolo, si nos atenemos a las aristas que presentan los granos examinados. En algún caso aislado también se empleó desgrasante vegetal o chamota –cerámica triturada–. En cuanto al modelado, las técnicas no serían muy diferentes a las investigadas en otros lugares: ahuecado o pellizcado, obteniendo una vasija a partir de una sola pella de arcilla; superposición de aros o churros de arcilla, y, finalmente, molde. La diferencia con respecto a otros yacimientos la marca el número de vasijas elaboradas con esta última técnica, siendo bastante mayor en nuestro caso. Las cerámicas se rematarían con el aplique de los elementos de sujeción y la decoración, cuando la pasta aún estaba blanda. En la terminación de las superficies se optó principalmente por el alisado, usando instrumentos como espátulas o escobillas y regularizando las dos caras, generalmente. Por otra parte, aunque también las superficies de una amplia variedad de formas fueron bruñidas, los datos muestran una preferencia por utilizar esta técnica en vasos y formas carenadas. En cuanto a la cocción, los colores de las superficies y pastas marcan los parámetros propios de cocciones al aire libre o en hoyos, con la salvedad de una parte de la muestra, que presenta deficiencias de temperatura y para la que no descartamos su cocción en entornos aún más simples, como pequeños hogares. De la suma de las observaciones y de lo visto hasta el momento se puede extraer que existe un conjunto de cerámicas con cocciones deficientes, en las que predominan los colores y tonos claros de superficie, junto a acabados alisados. También hemos descubierto que algunas de estas cerámicas se fabricaron con molde (Fig. 2, nº. 7), aunque en ningún caso hemos detectado que este molde fuera completamente vegetal, como sucede en yacimientos próximos (Benítez de Lugo Enrich y Menchén Herreros, 2008: 24, fig. 8). A través de las pastas hemos podido detectar que suelen tener una fase cromática, y que la adecuación de la cantidad de desgrasante y otras técnicas a la forma de la

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0

5 cm

Fig. 3. Selección de formas cerámicas incisas.

vasija, no está generalizada. Dentro de este grupo se encuentran tipos característicos de las fases finales del Cobre y del Bronce Antiguo, si consideramos los tipos existentes en otros yacimientos de la región, que conocemos, y que están aún por publicar. Por otra parte contamos con otro grupo de cerámicas con coloraciones y tonos más oscuros, un mayor porcentaje de bruñidos y con predominio de matrices con varias fases cromáticas. A este nivel, no se han identificado deficiencias claras de cocción, y es obvio que en su confección se dio un mayor control de la selección de materias primas, inclusión de los desgrasantes, tratamientos y acabados, con respecto a cada tipo o grupo formal. Esta cuestión, es percep-

118

tible en tipos de ollas, cuencos y fuentes, característicos del Bronce de La Mancha, y encuentra su máxima expresión en algunos tipos de contenedores de almacenaje, en cuanto a la regulación en el añadido de desgrasante. Pero, sobre todo, se pone de manifiesto en los vasos y cazuelas carenadas, en los que la simetría y regularidad de las paredes, además de la cantidad de desgrasante, tratamiento de superficie, superan en calidad al resto. Por tanto, su elaboración debió requerir una mayor dedicación de tiempo y medios, con un resultado más vistoso, y a buen seguro, estéticamente más valorado. Como elementos distinguidos a nivel tecnológico y simbólico debemos incluir también a los vasitos

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muy pequeños de forma ovoide simple, así como a los fragmentos decorados con incisiones y motivos geométricos, entre los que se encuentran los campaniformes, que parecen pervivir en la región manchega en momentos avanzados y que en ocasiones fueron decorados con pasta blanca (Fig. 3). Especialmente interesante es el hallazgo de ciertos motivos simbólicos, como el caso de un soliforme inciso de tipo esquemático localizado sobre el interior del fondo de una vasija recuperada en el nivel superficial al sur del yacimiento, asociada a unos depósitos de materiales aún pendientes de excavación (Fig. 19).

3. METAL El yacimiento ha proporcionado abundantes útiles de cobre que han sido estudiados de manera detallada en sus respectivos contextos hasta la campaña de 2013 (Montero Ruiz et al., 2014). Incorporamos en este trabajo la información sobre los materiales de las campañas de 2014 y 2015, valorando de nuevo todo el conjunto metálico. En general, todas las piezas metálicas se han encontrado tras ser depositadas intencionalmente en unos pequeños recintos o fosas que fueron tapados con piedras y tierra. Buena parte de ellas han aparecido asociadas dentro de la cueva, en las fosas oferentes, en el interior de los rellenos del túmulo 1, en el interior de la cueva y en el recinto 4. A pesar del elevado número de objetos encontrados sigue sin identificarse cualquier elemento destinado al adorno personal, ni existe evidencia de actividad metalúrgica en el lugar. Los análisis han sido realizados con el mismo espectrómetro de fluorescencia de rayos X que los ya publicados y muestran las mismas tendencias ya señaladas en cuanto a su composición de cobres o cobres arsenicados (Tab. 2). El conjunto ahora analizado, integrado por 10 elementos, ofrece un valor medio de 2,5% de arsénico; medida inferior a la primera serie publicada, que tenía un valor medio de 2,9% de este elemento. Este descenso se debe a que en los nuevos materiales predominan valores inferiores al 2% de arsénico, especialmente entre los punzones. En cuanto a los elementos minoritarios la tendencia general es similar. Sólo esporádicamente se detectan pequeñas cantidades de plomo. El fragmento de puñal de lengüeta PA24539 pre-

senta la singularidad de que se ha detectado 1,14% de níquel, siendo la única pieza con tasas elevadas de este elemento en toda la serie. Los principales tipos son punzones –también hay punzones elaborados con hueso–, puntas de flecha de tipo Palmela –también las hay de sílex–, puñales o cuchillos y numerosas agujas (Figs. 4 y 5). Algunas de estas piezas presentan ciertas singularidades tipológicas que se detallan a continuación. En este sentido es posible resaltar tres útiles. En primer lugar el objeto que identificamos como puñalito de lengüeta (TE15BO/26013-57), en el que apenas quedan restos de hoja del puñal (Fig. 4, nº. 5). Los bordes se muestran irregulares y fragmentados por la corrosión, pero la zona de la lengüeta, con el borde redondeado y pequeñas escotaduras típicas de este sistema de enmangue, se aprecian con cierta claridad. Se trataría, si nuestra interpretación es correcta, de una pieza muy desgastada y en la que apenas queda hoja para cumplir con su función de puñal. Esta pieza apareció asociada a un considerable número de material arqueológico: gran cantidad de fragmentos cerámicos, fauna de ovicápridos, cérvidos y coprolitos, restos humanos –vértebras, huesos largos, falanges y cráneos fragmentados– y material lítico con presencia de gneis, canto rodado con marcas de uso, piedras de afilar y puntas de flecha de sílex. Completan el repertorio de material asociado algunas piezas excepcionales, como son una cuenta de madera fósil (vid. infra), un colgante de concha marina (vid. infra.) y un posible ídolo sobre hueso plano simple, de probable adscripción calcolítica. Todo ello apareció dentro de un paleocanal que ha erosionado varios niveles del interior de la cueva, en la zona de acceso entre las galerías 2 y 3. La segunda pieza a destacar es una punta de flecha (TE14BO/182-3), asociada a la estructura elíptica denominada recinto 4. En dicha punta los hombros aparecen ligeramente marcados (Fig. 4, nº. 1). Se trataría de una pieza de transición desde las puntas lanceoladas y Palmela hacia las puntas con aletas. En este caso se marcan levemente los hombros en cada lateral de manera simétrica y el pedúnculo se mantiene algo más engrosado en su primer tramo, por lo que apenas destacan esos hombros. El paso siguiente sería marcar de manera más clara los hombros y posteriormente desarrollar las aletas, pudiéndose mantener el pedúnculo engrosado en algunos tipos.

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ANÁLISIS

OBJETO

INVENTARIO

Fe

Ni

Cu

Zn

As

Ag

Sn

Sb

Pb

PA23411

Punta lanceolada

TE13BO/197-1

nd

nd

98,39

nd

1,61

nd

nd

nd

nd

PA24537

Punta Palmela

TE14BO/LIM-1

0,06

nd

96,0

nd

3,86

nd

nd

nd

0,06

PA24538

Punta hombros

TE14BO/182-3

nd

nd

98,4

nd

1,53

nd

nd

nd

0,08

PA24539

Puñalito de lengüeta

TE15BO/26 I 8

nd

1,14

97,6

nd

1,19

nd

0,05

nd

0,03

PA24540

Punzón doblado

TE14BO/182-2

0,16

nd

98,9

nd

0,88

nd

0,09

nd

nd

PA24541

Varilla-Instrumento?

TE14BO/182-4

0,06

nd

98,9

nd

1,07

nd

nd

nd

nd

PA24542

Lamina-Pedúnculo?

TE15BO/163-1

nd

nd

99,1

nd

0,92

nd

nd

nd

nd

PA24543

Punzón doblado

TE14BO/184-4

0,18

nd

97,7

nd

2,15

nd

nd

nd

nd

PA24544

Punzón recorte

TE14BO/184-2

0,14

nd

98,2

nd

1,63

nd

nd

nd

nd

PA24545

Punzón fino (frag).

TE14BO/184-3

0,3

nd

97,8

nd

1,76

nd

nd

nd

0,17

Tab. 2. Análisis por espectrometría de fluorescencia de rayos X. Valores expresados en % en peso.

3. TE15BO/163-1 1. TE14BO/182-3

4. TE14BO/LIM 1

2. TE13BO/197-1 0

1

5. TE15BO/26013/57

2 cm

Fig. 4. Puntas de flecha y puñalito de lengüeta.

5. TE14BO/184-3 3. TE14BO/184-4

1. TE14BO/182-2

4. TE14BO/184-2 0

1

2 cm

2. TE14BO/182-4 0 1 2 cm Fig. 5. Castillejo del Bonete. Selección de punzones y agujas metálicas.

El tercer objeto a destacar es un punzón (TE14BO/184-2) que se ha confeccionado a partir de un recorte de metal (Fig. 5, nº. 1) y que también se asocia al recinto 4, al igual que el anterior. Los lados de la pieza son irregulares y la punta asimétrica. La sección es variable, según el tramo que se represente. A diferencia de los punzones habitualmente encontrados en los yacimientos calcolíticos y de la Edad del Bronce, realizados a partir de una varilla de sección cuadrangular o rectangular con caras

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perfectamente regulares, esta pieza señala un reaprovechamiento de un metal (aparentemente recortado de un elemento mayor por la irregularidad de los bordes) que adapta su forma, apuntando uno de sus extremos. De la muestra ya estudiada anteriormente se concluye que la mayoría de los objetos metálicos estaban fuertemente arsenicadas, siendo la media del conjunto de 3,2% de arsénico. El análisis de isótopos

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de plomo sugiere que una parte del metal procede del área de Linares, especialmente los elementos con mayor contenido de arsénico. El resto de metales parecen tener otras procedencias aún sin precisar, aunque claramente pueden descartarse las minas del Valle de la Alcudia y de las provincias de Murcia y Almería1. Entre las piezas encontradas sobresalen varios cuchillos y puntas de flecha del tipo Palmela, además de numerosas agujas y punzones. Todos ellos son útiles contextualizados en rellenos de fosas oferentes y rellenos asociados al túmulo 1, en el interior de la cueva y en el recinto 4. En cuanto a los aspectos tecnológicos de manufactura de las piezas metalografiadas sólo en una se ha detectado la cadena larga con uso del recocido. Todo parece indicar que todavía no se ha alcanzado

el dominio tecnológico de cadena larga en la manufactura de objetos. Los objetos metálicos recuperados han sido entregados al Museo de Ciudad Real, en su mayor parte consolidados y restaurados. El cuchillo encontrado como ajuar junto a la cadera del individuo 2 –masculino– enterrado en la tumba 4 es de lengüeta con un remache (Montero et al., 2014: 113, fig. 3, 3) –TE04BOUC15, tumba 4–. En torno al remache se conservan restos del mango de madera y, sobre la hoja del puñal se aprecian adherencias de su funda de cuero, que probablemente fue fabricada con piel de cabra. Dicho material fue parasitado por artrópodos de la clase de los crustáceos –isópodos–, varias de cuyas improntas permanecen fosilizadas sobre la pieza (Fig. 6).

4. PIEDRA Útiles y cuentas elaborados sobre piedra se han documentado en Castillejo del Bonete. Cabe destacar una cazoleta de piedra de 8 cm de diámetro y 3 cm de profundidad procedente del nivel de uso del túmulo 2, que actualmente se halla en proceso de datación absoluta. Es pieza similar a otras encontradas en diferentes lugares sin contexto arqueológico ni posibilidad de adscripción cronocultural. La mayoría de los útiles líticos del yacimiento han aparecido depositados en fosas o en los rellenos de los túmulos. Los tipos más repetidos son hachas pulimentadas, lascas y núcleos de cuarcita, molinos y manos y soleras de molinos barquiformes, además de puntas de flecha o dentados de sílex. Por el momento sólo se han podido estudiar los elementos manufacturados sobre sílex encontrados dentro de la cueva, en los túmulos 1 y 2 y en el recinto 4.

Fig. 6. Detalles del cuchillo TE04BOUC15 (Tumba 4): Nº. 1. Impronta fósil de artrópodo parásito en la funda de cuero del mismo cuchillo. Nº. 2. Restos de madera conservados en torno al remache del cuchillo.

El análisis de las materias primas sobre las que fueron elaborados los artefactos líticos recuperados en Castillejo del Bonete permite determinar que la mayor parte de las rocas utilizadas son sílex procedentes de cuencas sedimentarias evaporíticas –silificaciones continentales–, con la singular presencia un único sílex perteneciente a un medio sedimentario marino y algún jaspe (Fig. 7).

1 Los análisis de isótopos de plomo se han realizado gracias al proyecto “Provincias Metalúrgicas Euroasiática y Europea del II milenio a.n.e.: investigación de sus interacciones a partir de métodos científico-naturales”, cofinanciado por el CSIC y la Russian Foundation For Basic Research (2011-2012, Nº referencia 2010RU0086).

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1

2

3

4

Fig. 7. Detalle de las materias primas utilizadas como soporte para la fabricación de la industria lítica de Castillejo del Bonete.

La meseta central española, en donde se enclava el yacimiento, cuenta con medios sedimentarios continentales con formaciones geológicas de diferente naturaleza que potencialmente poseen secuencias en la que se enclavan silificaciones que han generado niveles de sílex y/o ópalo, en algunos casos bien reconocidos en la bibliografía (Pérez-Jiménez et al., 2005; Bustillo Revuelta y Pérez-Jiménez, 2005). A expensas de futuras prospecciones geoarqueológicas sobre el territorio inmediato de Castillo de Bonete, es posible considerar que a nivel regional existe un potencial óptimo para su captación y abastecimiento. Más exótico parece el sílex procedente de medio sedimentario marino (Fig. 7, nº. 4), asociado a un soporte laminar sobre el que se ha realizado un elemento dentado que presenta lustre de cereal. Sus características –packestone–, con presencia de peloides adscritos a plataformas someras pelágicas, son asimilables a formaciones geológicas con sílex jurásico, de sobra conocidas en el ámbito de la Cordillera Bética (Morgado Rodríguez et al., 2011). Entre las piezas de piedra encontradas son mayoritarias las clasificables en dos grandes grupos: los ele-

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mentos foliáceos –puntas de flecha– y los elementos dentados, tradicionalmente denominados dientes de hoz (Fig. 8). El último grupo mencionado presenta en sus filos denticulados superficies pulidas con rasgos macroscópicos afectados por fitolitos, que viene siendo considerado “lustre de cereal” (Fig. 9). El soporte sobre el que se han confeccionado los mejores ejemplos de esta clase son láminas prismáticas coincidentes con la materia prima de mayor calidad, que es de grano fino y excelente fractura concoidea –como la descrita previamente–, que puede tener una procedencia más lejana. A ello podemos añadir que sólo se ha descrito un único ejemplo de fragmento de lámina sin modificación mediante retoque, aunque en este caso elaborada sobre un sílex evaporítico (Fig. 8, nº. 3). El grupo de los elementos foliáceos presenta como característica tipológica la existencia de un notable pedúnculo central y pequeños apéndices laterilizados. En algunos casos destaca su elaboración sobre producto de talla, conservando una de sus caras

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2 1

5

4

6

0

5 cm

Fig. 8. Elementos foliáceos (puntas de flecha) y dentados de Castillejo del Bonete.

Fig. 9. Lustre de cereal en denticulados de Castillejo del Bonete.

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sin que el retoque a presión cubriente afecte a la totalidad de su superficie, coincidente con la cara de lascado. Una maza “de minero” elaborada sobre piedra ofítica de 12 cm de longitud ha sido recuperada del interior de uno de los depósitos registrados en este yacimiento, distante aproximadamente 100 km en línea recta del poblado argárico metalúrgico de Peñalosa, emplazado en la vertiente opuesta de Sierra Morena (Contreras Cortés, 2000). Es probable que esta maza no se usara aquí en labores de minería, pero sí en las labores de cantería necesarias para construir este monumento (Fig. 10). Además de las herramientas líticas se ha encontrado una colección de cuentas de piedra en el interior de la cueva, en asociación a huesos humanos de varios individuos, huesos de fauna y otros materiales arqueológicos. En la UE 26019 del sondeo oeste, excavado en la Galería 2, concretamente en un rincón que no es de paso, se han documentado 32 cuentas y tres preformatos de variscita o moscovita (Fig. 11). La matriz estratigráfica está integrada por un sedimento pardo anaranjado. La potencia del nivel es de 8 cm. En su interior se documentan algunos huesos humanos pertenecientes a dos individuos –un adulto y un adolescente–, con presencia

de dientes, falanges y fragmentos de cráneo. Asociados a los huesos humanos se encontraron restos de fauna, así como las cuentas y preformatos de piedra verde. Completan la colección arqueológica de esta unidad estratigráfica una aguja metálica de cobre arsenical (Montero Ruiz et al., 2014: 119, fig. 8), restos de fauna, fragmentos de cerámicas carenadas de superficie bruñida, otras campaniformes sin decorar y un borde de cerámica incisa con punteado. El primer metacarpiano de una mano derecha permitió obtener una datación absoluta calibrada a 2σ de 2465-2211 cal. ANE (3870 ± 30 BP Beta-350768). Estamos ante un enterramiento que fue abierto en tiempos prehistóricos para retirar de él sus componentes más visibles y trasladarlos a otro lugar. Lo que ahora se ha documentado son los restos de ese enterramiento alterado. El hecho de que no aparezcan en este depósito huesos grandes ni largos –cráneos, fémures, tibias, húmeros, etc.– es una evidencia más del movimiento al que fueron sometidos los restos humanos en estos túmulos, siendo los cadáveres trasladados de unos lugares a otros, probablemente ya esqueletizados, tras el enterramiento primario. En este caso concreto la tumba fue abierta para retirar los huesos más aparentes y sin ánimo de exhaustividad, pues quedaron en el lugar los huesos menores del esqueleto y otros elementos que a buen seguro resultaron invi-

0

TE12/BO/UE174

Fig. 10. Maza de cantero.

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5 cm


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O

5 cm TE 12 BO/26019/10

Fig. 11. Colección de cuentas de piedra verde.

sibles en el momento de la remoción. Es el caso de estas cuentas. Todas se encontraban en el mismo lugar. Tampoco fueron vistas en el momento de la excavación arqueológica, realizada con potentes focos, pero fueron recuperadas al cribar el sedimento extraído de esta unidad estratigráfica.

ficha 25-18 no implica una correlación directa de la procedencia de las cuentas con el afloramiento de Palazuelo de las Cuevas ya que los minerales analizados de otras fuentes ibéricas también coinciden con esta ficha (Odriozola Lloret et al., 2010) (Fig. 11).

Se han analizado 35 muestras de esta piedra –32 cuentas de collar y 3 preformatos– mediante difracción de rayos X, con el objeto de conocer la mineralogía de las mismas. Los difractogramas se obtuvieron usando un difractómetro PANalytical X´Pert Pro equipado con un goniómetro θ/θ, un espejo parabólico de haz incidente y un detector PIXcell de estado sólido 2D. Las condiciones de medida utilizadas fueron: radiación Cu Kα(1.5406 Å) operado a 45 kV y 40 mA, paso de 0.053º2θ y rango de medida entre 8º y 60º 2θ con un tiempo de adquisición de 35 segundos por paso a temperatura ambiente (25ºC). El detalle de estas analíticas ha sido objeto de estudio monográfico específico (Odriozola Lloret et al., en prensa). La caracterización mineralógica de las cuentas indica que las elaboradas en piedra verde son, en todos los casos, variscita. Los difractogramas coinciden plenamente con la ficha 25-18 de la variscita de Zamora (Salvador y Fayos, 1972). Tan sólo en los casos de los 3 preformatos se ha determinado una mineralogía distinta, que se corresponde con moscovita. La coincidencia con la

En Castillejo del Bonete fueron depositados varios brazaletes de arquero en diferentes clases de contextos. La mayoría de ellos aparecen o bien en fosas votivas o bien en el relleno de los túmulos. De entre todos ellos queremos ahora presentar dos brazaletes, ambos con una perforación en cada uno de sus extremos. El primero fue encontrado junto al antebrazo del individuo 2, de sexo masculino, enterrado en la tumba 4 (Fig. 12, nº. 1). Se trata de una tumba que contiene dos individuos en posición anatómica, que fue cubierta por una capa de tierra sobre la que se encendió una hoguera cuyo calor alteró los materiales del interior de la tumba –huesos, botones de marfil, etc.– y en la cual debió clavarse una punta de flecha de la clase Palmela, a la cual se dobló el pedúnculo (Montero Ruiz et al., 2014: 116; fig. 6, 1; Benítez de Lugo Enrich et al. 2015: 32, fig. 3, 7). Todo el conjunto se sitúa dentro del recinto 1 y resultó cubierto con piedras y tierra (Benítez de Lugo Enrich et al., 2004: 166-167).

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El segundo de los brazaletes es singular tanto por tratarse de una pieza completa como por sus notables dimensiones, que invitan a pensar en su posible uso como colgante o con alguna otra funcionalidad distinta de la de brazal de arquero. Su anchura máxima de 4,2 cm y su longitud es de 18,6 cm (Fig. 12, nº. 2). Fue recuperado en la UE56. Formó parte del relleno del túmulo 1, caracterizado por su sedimento ocre con abundantes piedras y material arqueológico asociado, tanto lítico –dos cantos rodados alóctonos, lascas de cuarcita– como cerámico –galbos, una pesa de telar con perforación excéntrica–, además de un punzón de hueso y huesos de fauna. 1. TE04BO/D10E10UE26

5. MADERA Se ha localizado una cuenta elaborada con madera fósil pleistocena, lo que la convierte en una pieza excepcional (TE15BO/26013-58). La datación de la materia prima estaría entre 40277 y 37896 cal. BP (2σ) (CNA3222.1.1), evidentemente no válida para el yacimiento. Se recuperó dentro de la cueva, en la unidad estratigráfica 26013 del sondeo este, dentro de la galería 3. Esa unidad corresponde a un paleocanal o sumidero que tiene una potencia de 80 cm. Su contenido procede de la parte superior de la galería y buza hacia el interior, en dirección norte. El paleocanal tiene un desnivel de 2 m, una longitud de 6 m y una anchura de 1,8 m. Es un estrato arenoso, pardo claro, con una textura suelta. En su interior aparecen restos de mampostería, posiblemente procedentes del muro que separa artificialmente la galería superior de la inferior. Este nivel contiene también abundantes fragmentos cerámicos (105 formas), con bordes salientes, entrantes, redondeados y ungulados, pertenecientes a recipientes de superficie alisada o bruñida, algunos carenados. Corresponden a cerámicas de almacenaje y ollas campaniformes sin decorar. Se aprecian asimismo restos de fauna, a base de vértebras, metápodos de herbívoros, un cráneo de cánido y un coprolito. No faltan restos humanos, como vértebras, huesos largos, falanges o cráneos fragmentados, y líticos –un proyectil de honda y un afilador de arenisca–, puntas de flecha de sílex con aletas, el puñal de cobre descrito con anterioridad y un colgante de concha marina. Por ello, el contexto arqueológico de esta cuenta no difiere desde el punto de vista cronológico del resto del yacimiento. Esta cuenta ha sido estudiada con una lupa binocular Leica con la finalidad de entender mejor su fabricación y para realizar la preparación de su estudio pos-

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2. TE08BO/D4UE56

0

5 cm

Fig. 12. Brazaletes de arquero. La pieza 1 se encontró junto al antebrazo del individuo 2 (masculino) enterrado en la tumba 4.

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Fig. 13. Cuenta de madera: Nº. 1 y 3. Fotografías realizadas con lupa binocular Leica (Nº. 1, visión polar; Nº. 3, visión ecuatorial). Nº. 2 y 4. Fotografías realizadas con microscopio electrónico de barrido. (Nº. 2, detalle de perforación de cuenta TE15BO/26013-58; Nº. 4, detalle de la superficie pulida).

terior. Se han realizado fotografías de la cuenta (Fig. 13, nº. 1 y 3). Posteriormente se ha llevado a cabo una observación microscópica, en un microscopio de luz incidente Leica DM 4000M (50x/100x/200x/500x), con la finalidad de identificar la madera sobre la que estaba fabricada la cuenta, a través del estudio de la anatomía de la misma. Esta identificación no ha sido posible ya que la anatomía se encontraba distorsionada debido al proceso de fosilización y manufactura. En paralelo a su observación en el microscopio se ha realizado un estudio en un Microscopio Electrónico de Barrido de presión variable Hitachi 3400n, Type II del Laboratorio de Microscopía Electrónica y Microanálisis (Microlab) del CCHS-CSIC. Se han tomado imágenes para apoyar las identificaciones e ilustrar el trabajo realizado (Fig. 13, nº. 2 y 4).

6. MALACOFAUNA Se ha encontrado un trozo muy usado de concha de un molusco marino de la familia Collumbellidae (TE15BO

UE26013-19) (Fig. 14). Está tan pulido por desgaste en sus dos caras que prácticamente no conserva ninguna estructura externa ni interna, llegando incluso hasta haber desaparecido la columela –eje interno en torno al cual giran los caparazones de los gasterópodos–. Presenta un orificio que denota su uso durante algún tiempo como colgante. Las especies de esta familia se encuentran en todos los mares del mundo, aunque son más abundantes en aguas poco profundas y cálidas. Esta concha apareció en el estrato de relleno de un paleocanal detectado en el interior de la cueva, a unos 20 cm de una pequeña hornacina artificial excavada en la pared de roca, de donde podría proceder originalmente. En esta hornacina se encontró un vaso de carena baja prácticamente completo. El estrato del cual fue recuperado cuenta con una potencia de 80 cm y colmata un sumidero que procede de la parte superior de la galería, dirigiéndose hacia el interior en dirección norte con un buzamiento de 2 m en 6 m de longitud y un desnivel del 33%, con una anchura de 1,8m. La matriz es arenosa, pardo clara, con una

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Este caso se trata de un gasterópodo terrestre, con la peculiaridad de que su área de distribución habitual se sitúa principalmente entre Francia y Rumanía, si bien esta especie también habita en España. Conchas de esta clase han sido encontradas en yacimientos arqueológicos del Pleistoceno (Jordá Pardo, 2006). También se han encontrado dos trozos pequeños de conchas correspondientes a moluscos bivalvos, de los cuales no es posible determinar su procedencia marina o dulceacuícola.

TE15BO/26013-19

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2 cm

Fig. 14. Colgante elaborado sobre concha de un molusco marino de la familia Collumbellidae.

textura suelta. En su interior aparecen fragmentos de mampuestos procedentes del muro ubicado al sur, que separa de forma artificial la galería 1 de la galería 2. El material asociado a este contexto es abundante, e incluye grandes fragmentos cerámicos –bordes salientes, entrantes, redondeados, ungulados o de superficie alisada, cerámicas de almacenaje, carenas bruñidas, ollas campaniformes sin decorar, etc.–, restos de fauna –vértebras, metápodos de herbívoros, un cráneo de cánido, un coprolito con restos óseos–, restos humanos –vértebras, huesos largos, falanges, cráneos fragmentados– y instrumental lítico –cantos rodados con marcas de uso, piedras de afilar, puntas de flecha de sílex de apéndices laterales–. Otros elementos destacados son una cuenta de madera, un puñalito triangular de cobre y un posible ídolo plano sobre hueso simple. Este hallazgo se suma a otras evidencias encontradas en Castillejo del Bonete, como variscitas, marfiles y personas enterradas en este lugar que se alimentaron con proteína marina, que ponen de manifiesto la gran movilidad de ciertos productos e individuos durante la Prehistoria Reciente y que Castillejo del Bonete fue el destino final de todos ellos. Un ejemplar de Jaminia quadridens también parece haber sido introducido artificialmente en la cueva.

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Varios ejemplares de Rumina decollata se han encontrado en otras unidades estratigráficas. Las conchas encontradas de este común gasterópodo terrestre, voraz depredador de otros gasterópodos que se entierra en momentos especialmente fríos o secos, pueden constituir intrusiones postdeposicionales, no coetáneas al momento de uso del yacimiento arqueológico. Cabe recordar que aproximadamente a 100 km al noroeste de Terrinches, en Los Parrales (Arenas de San Juan, Ciudad Real) fueron encontrados en superficie 290 colgantes ovales, así como fragmentos de conchas de diversas especies marinas (Pecten máximus y chamalea) y dulceacuícolas (Potomida littoralis), asociadas a láminas de sílex, escoria y fragmentos cerámicos –tres de ellos campaniformes–, en lo que se ha considerado era un taller de elaboración de esta clase de colgantes (Benítez de Lugo Enrich et al., 2008).

7. MARFIL En Castillejo del Bonete se han encontrado cuatro botones de marfil, que han sido objeto de un estudio monográfico específico para explicar detenidamente sus características y respectivos contextos arqueológicos (Benítez de Lugo Enrich et al. 2015) (Fig. 15). Los botones 1 y 2 fueron recuperados conjuntamente en la tumba 4, junto al húmero derecho del individuo 1, probablemente femenino. Se trata de dos elementos con perforación en V de probable procedencia argárica, vinculados a una pieza de tela o piel que no se ha conservado y que servía de vestidura, mortaja o, simplemente, de envoltorio funerario. La cuidada excavación del conjunto y los análisis realizados han permitido descubrir en

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1. TE 04/BO Tumba 4 Ind 1 0

2. TE 04/BO Tumba 4 Ind 1

3. TE 12/BO C12 UE84-2 0

5 cm

4. TE 13/BO UE194-2 1 cm

Fig. 15. Botones de marfil.

el interior de los agujeros del botón restos de fibra trenzada de esparto, utilizada para coser el botón a la tela. Análisis isotópicos sugieren que esta persona pudo haber consumido algo de proteína de recursos marinos (Salazar García et al. 2013). Cabe señalar que la costa más cercana, sita en Cartagena, se halla aproximadamente a 170 km, aunque atravesando la escarpada región de la Sierra de Segura. La costa alicantina –sector entre Elche y Santa Pola– está a 200 km, pero sin accidentes geográficos de relevancia que obstaculicen el camino. Siguiendo el itinerario romano de los Vasos de Vicarello, cuyo trazado pasa muy cerca del yacimiento, la costa atlántica gaditana está a unos 390 km y la mediterránea de Valencia a 260 km. La costa de El Argar se encuentra a 240 km de Castillejo de Bonete. La datación realizada al colágeno del fémur del Individuo 2 de esta tumba permite establecer una datación para estos botones de 2271-1984 cal. B. C. (ver Tab. 1). El botón 3 fue localizado en las labores de reperfilado del perfil norte de la cuadrícula C12. Dentro de la perforación del botón fueron detectadas fibras vegetales, aún por estudiar. Respecto al botón 4 es posible decir que apareció asociado a un pavimento de arcilla encontrado en el túmulo 2, asociado a hueso quemado, cerámica –2,8 kg de galbos y 10 formas reconocibles–, fauna, restos humanos, una cazoleta de piedra y fragmentos de un punzón de hueso. La datación absoluta de este nivel se encuentra en proceso.

La amortización del preciado marfil enterrado junto a los difuntos en este complejo funerario de la Cultura de las Motillas es, como en el caso del metal o las cuentas, sobresaliente, indica que esas piezas hubieron de llegar a esta zona desde lugares lejanos a través de los corredores naturales de paso usados como vías de comunicación. Los datos expuestos parecen indicar que Castillejo del Bonete participó de una red de intercambio argárica con marfil llegado al estuario del Segura –San Antón– y desde allí distribuido hacia el interior, a través del territorio argárico –Cerro de las Viñas, Molinos de Papel, Cerro de las Víboras– hasta llegar finalmente al interior de la Meseta.

8. MICROVERTEBRADOS La mayor parte de los sedimentos procedentes del interior de la cueva de Castillejo del Bonete se caracterizan por su extraordinaria riqueza en restos de microvertebrados. Con el objetivo de recuperar este material, el sedimento de las unidades estratigráficas de los sondeos Este y Oeste de la Galería 2, en el interior de la cueva, está siendo recuperado y sometido a un proceso de lavado y tamizado coincidiendo con las campañas de trabajo de campo. Se utilizan cuatro tamices superpuestos de luces de malla decrecientes de 10, 5, 3 y 1 mm. Como resultado, se han recuperado hasta el momento unos 250 kg de residuo entre las distintas granulometrías, que están siendo triados en la actualidad. El triado de las fracciones por encima de 3 mm se

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realiza a simple vista, mientras que el de la más fina se realiza con la ayuda de una lupa binocular a 10 aumentos. Los resultados obtenidos hasta ahora –de los que en este momento sólo es posible presentar un avance y deben ser considerados todavía preliminares, ya que el triado de las muestras no ha concluido y se prolongará unos meses– confirman la presencia de abundantes restos de micromamíferos, anfibios y reptiles en la mayor parte de los niveles excavados. En total, se han identificado al menos 27 especies de microvertebrados, 13 de ellas micromamíferos, siete de reptiles y siete de anfibios. Los micromamíferos están representados por varias especies de roedores y soricomorfos, así como por dos especies de lagomorfos y un erinaceomorfo. Entre los roedores, las especies que cuentan con un material más abundante son el ratón de campo (Apodemus sylvaticus) y el ratón moruno (Mus spretus), además de dos topillos, el topillo de Cabrera (Microtus cabrerae) y el topillo mediterráneo (Microtus duodecimcostatus). La especie más frecuente entre los soricomorfos es la musaraña gris (Crocidura russula), mientras que entre los lagomorfos, el conejo (Oryctolagus cuniculus) es mucho más abundante que la liebre (Lepus granatensis). Llama la atención la ausencia de restos de murciélagos, que suelen ser relativamente abundantes en yacimientos en cueva (Fig. 16).

La mayoría de la especies de micromamíferos presentes en Castillejo del Bonete se encuentran en la actualidad en el entorno del yacimiento. Especialmente significativa es la presencia de representantes del género Mus. La entrada de este género en la Península Ibérica parece producirse en torno a principios del quinto milenio BP (Guillem Calatayud, 1995), y sus citas se hacen más abundantes a partir del cuarto milenio BP (Morales Muñiz et al., 1995), lo que indica para el conjunto de las asociaciones de microvertebrados de Castillejo del Bonete una edad posterior a esta fecha. Esta interpretación es congruente con las dataciones disponibles en el interior de la cueva. Es interesante también la ausencia de restos del género Rattus. Este género comensal llegó a la Península probablemente a partir del IV siglo a. C. (Audoin-Rouzeau y Vigne, 1994), y su ausencia en Castillejo del Bonete podría indicar que las asociaciones de microvertebrados son previas a este momento, con las reservas que supone utilizar una ausencia como elemento de datación. De ser así, este hecho apoyaría la interpretación de que la entrada de la cueva fue sellada por un derrumbe antes del siglo IV a. C. Quedó así restringida la intrusión de macro y microfauna tras su clausura, creándose una reserva de primer orden para el estudio de la microfauna de la Prehistoria Reciente. En cuanto a los anfibios y reptiles, un primer estudio del material recuperado muestra una herpetofauna abundante y diversa con un urodelo, seis anuros,

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Fig. 16. Restos de micromamíferos de algunas de las especies representadas en Castillejo del Bonete: Apodemus sylvaticus: Nº. 1-3. Mandíbulas derechas con la serie dentaria yugal completa; Nº. 4. Maxilar derecho con la serie dentaria yugal completa / Microtus cabrerae: Nº. 5. Mandíbula izquierda con el primer molar inferior / Talpa occidentalis: Nº. 6. Fragmento de maxilar derecho con el primer molar superior / Mus spretus: Nº. 7. Maxilar derecho con la serie dentaria yugal completa; Nº. 8. Mandíbula derecha con la serie dentaria yugal completa / Eliomys quercinus: Nº. 9. Maxilar derecho con el premolar y el primer molar.

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un anfisbénido, dos lagartos y cuatro serpientes. El lagarto ocelado (Timon lepidus), la culebra de escalera (Rhinechis scalaris), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), el sapo corredor (Epidalea calamita) y en menor medida la salamandra (Salamandra salamandra) son particularmente abundantes. Basándonos en los atlas de distribución modernos (Ayllón López et al., 2003; Pleguezuelos Gómez et al., 2002), todas las especies encontradas en la muestra fósil viven hoy en día en la zona del yacimiento –cuadrícula de 10 por 10 km–. En su conjunto, esta asociación sugiere unas condiciones ecológicas y climáticas similares a las actuales, con presencia de especies de altos requerimientos hídricos como la salamandra –zonas frescas, aguas limpias, terrenos forestales– mientras que otros taxones claramente termófilos sugieren un clima mediterráneo cálido (Rhinechis scalaris, Malpolon monspessulanus, y la posible presencia de la culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) (Fig. 17). Las observaciones tafonómicas iniciales indican que los restos de microvertebrados fueron introducidos en la cueva por carnívoros de tamaño pequeño-mediano que la frecuentaron. Los huesos de microvertebrados serían por consiguiente los restos de las presas consumidas por estos pequeños carnívoros. Evidencias que sustentan el origen escatológico de la asociación son la presencia de coprolitos de pequeño tamaño que contienen fragmentos de huesos de

microvertebrados, la frecuente fragmentación de los restos, y las claras e intensas evidencias de corrosión química por digestión en gran parte de los huesos y dientes recuperados. Además de los restos de microvertebrados, el triado del sedimento está permitiendo recuperar restos de otra naturaleza, como cáscaras de huevo de aves, conchas de gasterópodos, carbones, semillas, pequeños huesos y dientes de animales de talla grande y de seres humanos, y algunas cuentas de variscita.

9. CARBÓN Los fragmentos de carbones estudiados hasta el momento fueron recuperados en la campaña de 2012, principalmente en los rellenos que componían los túmulos 1 y 2 y aquellos que colmataban la tanto cueva como los corredores A y 2. Los carbones se han localizado dispersos en el sedimento, con la excepción de tres muestras que se asocian a concentraciones en hogueras. Las muestras proceden en su mayor parte de dos sondeos de cuatro metros cuadrados excavados en el interior de la cueva: el Sondeo E y el Sondeo W (Benítez de Lugo Enrich et al., 2014b). Una muestra interesante que no pertenece a los sondeos es la relacionada con una mancha cenizosa donde se localizó un puñal de remaches en el interior de la cueva (Montero Ruiz et al., 2014: 113,

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Fig. 17. Restos de anfibios y reptiles de algunas de las especies representadas en Castillejo del Bonete: Salamandra salamandra: Nº. 1. Vértebra troncal en vista dorsal, ventral y lateral izquierda / Discoglossus sp.: Nº. 2. Ilion izquierdo en vista lateral / Epidalea calamita: Nº. 3. Ilion derecho en vista lateral; Nº. 7. Húmero / Bufo bufo s.l.: Nº. 4. Húmero izquierdo de macho en vista ventral.; Nº. 5. Escápula izquierda en vista dorsal / Malpolon monspessulanus: Nº. 6. Vértebra troncal en vista ventral y posterior / Rhinechis scalaris: Nº. 8. Vértebra troncal en vista dorsal y ventral / Timon lepidus: Nº. 6. Dentario derecho en vista lingual.

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fig. 3, 4). Otro grupo de carbones se ha recogido de las muestras de sedimento recuperado por toda la superficie del yacimiento, destinado a la realización de análisis diversos. Por último, varios carbones han sido recogidos en los interiores del recinto 3 y de la cámara del túmulo 2, dos importantes estructuras del yacimiento. La mayoría de los carbones, todos recogidos a mano durante el transcurso de la excavación, se han localizado dispersos en el sedimento, con la excepción de tres muestras que se corresponde con concentraciones en hogueras. Ambas clases, ya sean carbones concentrados o dispersos, reflejan resultados similares. La madera más utilizada es la de encina/ coscoja (Quercus ilex/coccifera, 71,2%). Junto a esta, con porcentajes muy inferiores, se ha identificado madera de enebro/sabina (Juniperus sp., 14,4%). Este morfotipo incluye especies y hábitats diversos, ya que de igual manera que las anteriormente mencionadas, las diferentes especies del género Juniperus no se pueden diferenciar en base a sus características anatómicas (Schweingruber, 1978 y 1990). Estos dos taxones se ven acompañados en algunas ocasiones por otros como Quercus caducifolio, fresnos, leguminosas, o rosáceas, de forma meramente puntual. Tanto Quercus ilex como Quercus coccifera son propios de la región mediterránea. Tienen una madera dura y pesada, muy estimada para el fuego por su gran poder calorífico. Además, la madera de la encina se ha empleado en la fabricación de piezas que debían sufrir resistencias elevadas. Juniperus sp. es el segundo taxón en importancia. Se trata de maderas compactas, densas, muy resistentes a la putrefacción y a los cambios bruscos de temperatura, dando buenos pilares y vigas (López Lillo y Sánchez de Lorenzo Cáceres, 1999; López González, 2002; Ortiz, 2006). En base a los resultados de los análisis antracológicos, teniendo en cuenta que se utilizarían las maderas procedentes del entorno más o menos cercano del yacimiento, potencialmente la vegetación arbórea del territorio correspondería al encinar manchego basófilo del piso mesomediterráneo, dominado por especies perennifolias del género Quercus, probablemente Q. ilex. subsp. rotundifolia –encina–,

sin descartar también a la coscoja –Q. coccifera– en situaciones más degradadas. En orientaciones norte, a nivel regional, o en aquellas zonas de mayor humedad y desarrollo edáfico, aparecerían bosquetes de elementos caducifolios como el quejigo –Quercus faginea–. En cuanto a Juniperus, su identificación puede hacer mención tanto al enebro –J. oxycedrus–, elemento frecuente en el seno de los encinares; como incluso a la sabina albar –J. thurifera–, la cual ocuparía predominantemente zonas de paramera bajo condiciones climáticas más rigurosas tendentes a la continentalidad (Rivas-Martínez, 1987)2.

10. POLEN El estudio palinológico que aquí se presenta procede de seis muestras recuperadas, en orden estratigráfico, en el seno de la denominada columna 9, obtenida en el sondeo este de la galería 2 –interior de la cueva–, del cual se han obtenido dos dataciones radiocarbónicas (vid. Tab. 1). El tratamiento químico de éstas, así como las consideraciones tafonómicas y estadísticas aplicadas, son las usuales en esta disciplina (Burjachs et al., 2003; López Sáez et al., 2003, 2006). El histograma polínico de Castillejo del Bonete (Fig. 18) muestra claramente tres fases de evolución de la vegetación diferenciadas, que responden tanto a la dinámica antrópica como a la paleoclimática en la zona de estudio. La base de la secuencia paleoambiental (UEs 26014, 26015 y 26016) documenta valores de polen arbóreo relativamente altos (>50%), en los cuales el palinomorfo dominante es Quercus ilex/coccifera, haciendo referencia con ello al desarrollo de un encinar basófilo bien conservado localmente, al que acompañarían algunos elementos leñosos típicos de estas formaciones, caso de Juniperus, Ephedra nebrodensis, Rhamnus y Prunus. La presencia constante de Pistacia lentiscus señalaría el carácter eminentemente termófilo de estos momentos, pero también su procedencia a partir de otros encinares cercanos, de carácter silíceo. Entre otras especies arbóreas cabe destacar también los valores de quercíneas caducifolias –Quercus pyrenaica– que, regionalmente, ocuparían ciertas navas y umbrías. La presencia de pino salgareño –Pinus nigra– hace mención a su proce-

2 El estudio antracológico se ha desarrollado en el marco del Programa Consolider de Investigación en Tecnologías para la valoración y conservación del Patrimonio Cultural -TCPCSD2007-00058.

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dencia extra-regional, probablemente a partir de las estribaciones occidentales de las sierras de Alcaraz y Segura donde hoy prospera esta especie en cotas más elevadas. Entre las herbáceas, en todo momento está presente Artemisia, reflejando un clima árido y continental, térmico según lo señalado, aunque no tanto como en la fase que luego se comenta, ya que en estos momentos en los bosques riparios prosperaría por entonces una copiosa fresneda –Fraxinus 10%– y los elementos hidro-higrófilos –Cyperaceae– muestran valores reseñables (7-10%). Las evidencias polínicas de antropización son prácticamente nulas en las dos muestras basales (UE 26015 y 26016), en buena correspondencia con el hecho de que ambos estratos correspondan a un momento previo a la ocupación de la cueva sin apenas material arqueológico. En cambio, a partir de la UE 26014, toda vez que ésta fue ocupada, el porcentaje de árboles disminuye ligeramente, se incrementan notablemente los palinomorfos antrópico-nitrófilos –Cardueae, Aster, Cichorioideae– y ciertas herbáceas –Poaceae– se hacen preponderantes confirmando la apertura del bosque y el predominio de zonas de pasto. En base a la datación disponible para la UE 26015 (2199-1977 cal. ANE), esta primera fase podría ubicarse cronológicamente entre ca. 2200-1950 cal. ANE. El espectro polínico de la UE 26012, aunque semejante a los tres descritos antes, muestra algunas diferencias sustanciales. La dinámica antrópica es una constante, toda vez que se reduce aún más la cobertura arbórea (<40%), especialmente de enci-

nar, aumentan los elementos arbustivos propios de las etapas degradativas de estos bosques –Cytisus, Rhamnus– y con ello los palinomorfos antrópico-nitrófilos, pero sobre todo se aprecia una presión de pastoreo hasta ahora no documentada, debido a la abundancia en estos momentos de ciertos elementos antropozoógenos –Plantago lanceolata– y hongos coprófilos –Sordaria, Sporormiella, Podospora– diagnósticos de tal actividad (López Sáez y López Merino, 2007). No obstante, la principal característica de estos momentos es la existencia de un clima térmico como antes, con presencia constante de Pistacia lentiscus, pero ahora extremadamente árido. Toda vez que Artemisia ofrece sus valores máximos en la secuencia, un 13%, aumentan también otros elementos xerófilos –Juniperus, Pinus nigra, Ephedra nebrodensis– y se reduce hasta casi desaparecer la fresneda y lo hacen completamente los elementos de pastos húmedos, como Cyperaceae. Teniendo en cuenta las dos dataciones radiocarbónicas disponibles en esta secuencia del Sondeo E, podría ubicarse la UE 26012 en un marco cronológico aproximado entre c. 1950-1800 cal. ANE. Finalmente, si bien la dinámica antrópica se continua en las dos muestras de techo del perfil (UEs 26005 y 26007), donde siguen siendo abundantes los elementos antrópico-nitrófilos y antropozoógenos, así como los hongos coprófilos, la dinámica paleoclimática parece derivar hacia condiciones de mayor humedad ambiental. Aumentan considerablemente los porcentajes de Cyperaceae, de

Figura 18. Histograma polínico de Castillejo del Bonete.

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especies del bosque ripario –Fraxinus– así como de especies mesófilas, como Quercus pyrenaica, mientras se van reduciendo los taxones xerófilos ya citados, en especial Artemisia. Según la datación disponible para la UE 26007 (1769-1565 cal. ANE), esta última fase de la secuencia paleoambiental de Castillejo del Bonete se ubicaría entre c. 1800-1500 cal. ANE, en un momento especialmente húmedo y menos contrastado estacionalmente.

11. CONCLUSIONES En Castillejo del Bonete se han documentado estructuras de muy diversa índole, algunas con orientación constatada a eventos astronómicos solares, tales como equinocios y solsticios. Por el momento no se han definido espacios de habitación. La cultura material asociada al monumento es muy similar a la encontrada en otros yacimientos coetáneos como puedan ser las motillas manchegas. Por lo que respecta a los artefactos de piedra, en Castillejo de Bonete se aprecia la escasez de objetos líticos tallados, que se complementa por una agrupación reducida a dos grandes grupos tipológicos: foliáceos y dentados. Destaca la presencia de pedúnculos centrales notables y pequeños apéndices laterilizados, en ocasiones elaborados sobre producto de talla, conservando una de sus caras sin que el retoque a presión cubriente afecte a la totalidad de su superficie. Esta tipología repite los tipos ya conocidos en todo el ambiente del centro peninsular y región levantina, no habiéndose detectado hasta el momento en Castillejo de Bonete las puntas de flecha de base cóncava, tan características del sur y oeste de la Península Ibérica. Estos caracteres apuntan a la separación sociocultural entre estos ámbitos regionales. Las unidades estratigráficas definidas y la superficie de excavación son lo suficientemente extensas como para poder afirmar que no se ha documentado procesos de actividad vinculada a la transformación lítica que tenga como materia prima el sílex. La presencia de una maza debe estar reflejando, más que un uso minero del lugar, las labores de cantería relacionadas con la construcción de las arquitecturas del complejo tumular. En consecuencia, en Castillejo de Bonete los objetos líticos han sido amortizados como productos finales, sin que en ningún momento se hayan documentado elementos significativos de las primeras fases de la cadena operativa de producción lítica, con una ausencia de

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productos de decalotado o semidescortezado. Este hecho podría responder también al reaprovechamiento sistemático de cualquier resto de talla de esta roca, dado que algunos elementos foliáceos del tipo punta de flecha son realizados sobre lascas cuya superficie dorsal presenta córtex, si bien la ausencia de restos de talla del proceso de transformación de estos elementos foliáceos impide poder afirmar que dicho proceso se haya llevado a cabo en el yacimiento. A pesar de lo anterior, algunos elementos de descortezado se han localizado, pero éstos son de cuarcita, sin ningún tipo de modificación mediante retoque. Los casos observados responden a lascas producto de la fractura de percutores de esta materia prima y, por tanto, no auténticos productos intencionales de talla. No obstante, aún considerando lo reducido de los grupos y el escaso número de elementos líticos tallados, se puede señalar que las características de estos artefactos no están exentas de una cierta diversidad. En definitiva, la colección de artefactos líticos de Castillejo del Bonete sigue la pauta de otros lugares que se vienen fechando en los momentos finales del tercer milenio ANE, culturalmente marcado por una etapa de transición entre las Edades del Cobre y del Bronce. La colección cerámica de Castillejo del Bonete contiene todo el repertorio de formas características de un asentamiento estable de la Prehistoria Reciente, con vasijas propias de las actividades cotidianas que son corrientes en cualquier poblado coetáneo. Los porcentajes y recurrencia de cada conjunto formal y funcional también coinciden con esta afirmación. Sin embargo, junto a estos tipos se encuentran en el yacimiento otras piezas relevantes por su diferente nivel tecnológico y claro valor simbólico, como son los pequeños vasitos ovoides o los fragmentos decorados con incisiones y motivos geométricos. Entre estos se encuentran los campaniformes, que parecen pervivir en la región manchega en momentos avanzados, pero también otros con decoración incisa de soliforme esquemático, como el localizado sobre el interior del fondo de una vasija recuperada en el nivel superficial al sur del yacimiento, asociada a unos depósitos de materiales aún pendientes de excavación (Fig. 19). Este símbolo, que no puede dejar de ser relacionado con las orientaciones solares constatadas en varios de los elementos arquitectónicos del monumento, encaja sin problemas con los detectados al interior de la cueva en asociación a depósitos funerarios, señalando el largo decurso de las fórmulas gráficas del arte esquemático ibé-

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Figura 19. Cerámica con decoración incisa soliforme.

rico. Soles y oculados conforman las temáticas más comunes en el ámbito clásico de estas expresiones, Jaén, cuya relación con nuestro yacimiento es muy próxima. A ello habría que sumar indicios de relaciones externas como las señaladas para el metal que conducen en la misma dirección. Todo ello sin descartar un fondo de materiales y ocupaciones de la mitad del tercer milenio cal. BC. al que apuntan las fechas del interior de la cueva, junto con la de la tumba 4, así como la reiteración de rituales muy próximos a los documentados en la necrópolis de Valle de las Higueras. Muy especialmente: asociaciones de metal y cerámicas lisas, entre éstas y cerámicas campaniformes, o poyos externos a las tumbas con ofrendas como los descritos en la tumba 4. Prácticas de comensalidad tanto al interior de las tumbas como en hábitats próximos al Valle de las Higueras son otra evidencia a tener en cuenta. Por el momento no es posible proponer un modelo productivo para la cerámica de Castillejo del Bonete, puesto que no se ha realizado un estudio completo de la muestra cerámica. Los primeros resultados mueven a plantear una producción no estandarizada ni normalizada de la cerámica que aparece en el lugar, cuyos tipos y características tecnológicas son similares a las de una manufactura de carácter doméstico del Bronce de La Mancha y, en consecuencia, sin la presencia de un artesanado especializado. A este repertorio hay que sumar algunas piezas habituales en momento calcolíticos, lo que constituye un argumento más que avala la utilización del enclave en fechas calcolíticas y no tardías de la Edad del Bronce. Las prácticas oferentes son palpables en Castillejo del Bonete, en forma de objetos metálicos o de comida. También se han documentado objetos de adorno personal como son botones de marfil,

colgantes de hueso o concha marina y decenas de cuentas de piedra verde. Todas estas piezas fueron amortizadas en buen estado de uso en un complejo arquitectónico en el que no se ha detectado por el momento de forma clara un conjunto de estancias de habitación y sí diversos corredores megalíticos, túmulos y enterramientos. Los restos carbonizados de maderas duras muy valoradas para la construcción y el fuego, como encina/ coscoja y enebro/sabina principalmente, podrían constituir evidencias de elementos arquitectónicos lígneos; pero también, dada en ocasiones su asociación a pequeñas hogueras no claramente vinculadas a lugares de hábitat, podrían corresponder a fuegos rituales. Los análisis antracológicos realizados hasta el momento señalan que la elección de la madera destinada al lugar, habida cuenta de la poca variedad de taxones encontrados, puede haber sido condicionada por la presencia mayoritaria en su entorno de estas formaciones, que ofrecen un combustible de excelente calidad y son aptas para la construcción. Los abundantes restos de micromamíferos prehistóricos que aporta Castillejo del Bonete constituye la muestra con mayor riqueza de especies del intervalo cronológico que nos ocupa en el sur de la Península Ibérica y contribuirá sin duda a precisar el proceso de formación de las actuales asociaciones de microvertebrados en esta región. Es de esperar que el estudio detallado de Castillejo del Bonete proporcione información paleoambiental relevante sobre estos materiales, en un intervalo temporal en el que los datos son muy escasos. Yacimientos de la provincia de Ciudad Real como la Motilla del Azuer (von den Driesch y Boessneck, 1980), el Cerro de la Encantada (Morales Muñiz, 1985, 1986) y la Motilla de los Romeros (Morales Muñiz et al.,

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1987) u otros ubicados en tierras de Jaén, caso de Pontones (López Martínez y Sanchez y Gil de Avalle, 1981) y Peñalosa (Cereijo Pecharromán, 1993) han proporcionado algunos datos de esta clase sobre los microvertebrados del Holoceno de este ámbito geográfico, aunque en general a partir de conjuntos con poco número de muestras. Los detallados estudios palinológicos realizados en Castillejo del Bonete, de los cuales ahora se presenta este avance, vienen a sumarse a los realizados en la Motilla del Azuer y en las secuencias turbosas de las inmediatas Tablas de Daimiel. Estas tres secuencias permiten reconstruir la historia de la vegetación en La Mancha durante la Edad del Bronce y correlacionarla tanto con la dinámica antrópica como con la variabilidad paleoclimática. Esta información contribuye a establecer un marco general de la evolución vegetal y del clima durante la Edad del Bronce en el entorno inmediato de la Cultura de las Motillas. Una fase de extrema aridez se verifica entre c. 19501800 cal. BC, pudiendo encontrarse esta contingencia climática en relación directa con la existencia de las motillas. El registro paleoambiental de Castillo del Bonete ofrece pruebas sustanciales sobre la historia de la vegetación del entorno inmediato al yacimiento entre c. 2200 y 1500 cal. ANE, desde un momento previo a la ocupación de la cueva en el que la antropización del medio es nula, a otro posterior en el que la cobertura arbórea va disminuyendo progresivamente y la presión del pastoreo se manifiesta. Todo ello en un marco paleoclimático típico de la transición Calcolítico-Bronce que se corresponde con el denominado cambio climático abrupto hacia 4200 cal. BP (Magny et al., 2009), que en el caso de nuestra área de estudio se manifiesta por un periodo excepcionalmente árido entre 2200-1800 cal. BC, que se continúa con otro de incremento progresivo de la pluviosidad en los tres siglos posteriores. En Castillejo del Bonete hay evidencias que denotan movilidad a larga distancia, no sólo de materiales, sino también de personas: los análisis de isótopos estables realizados a los difuntos aquí enterrados delatan que varios de ellos pudieron haberse alimentado con algo de proteína marina. No fue una cantidad grande, pero sí la suficiente para haber dejado muestra en el colágeno de sus huesos. El hallazgo en el yacimiento de numerosas cuentas de variscita alóctona puede ponerse en relación con otros hallazgos de materiales foráneos en el borde

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meridional de la Submeseta Sur durante la época calcolítica. Es el caso, por ejemplo, de la cuenta de ámbar y el botón de marfil localizados en el cercano yacimiento de El Castellón –Villanueva de los Infantes, Ciudad Real– (Espadas Pavón, Poyato Holgado y Caballero Klink, 1986: 236). También habría que citar los centenares de colgantes ovales documentados en un taller de cuentas de adorno personal elaboradas con hueso y concha, encontradas junto con materia prima de procedencia atlántica en Los Parrales –Arenas de San Juan, Ciudad Real– (Benítez de Lugo Enrich et al., 2008). Igualmente, en este grupo de elementos alóctonos señalaremos el hacha de piedra verde pulida encontrada casualmente en La Manchuela albacetense, concretamente en el término municipal de Carcelén y depositada en el Museo de Albacete. Para terminar, en la cercana cueva 1 del Valle de las Higueras –Huecas, Toledo– ha sido encontrado un collar de piedras verdes y ámbar, asociado a campaniforme y utilizado como ajuar de un individuo datado en 3890 ± 40 BP (Beta 45275) (Bueno Ramírez et al., 2005: 74). Para esta pieza estaríamos en una cronología muy similar a la fecha del laboratorio Beta de la tumba 4 de Castillejo del Bonete. La obtención de dataciones radiocarbónicas bien contextualizadas es fundamental para entender el fenómeno diacrónico del megalitismo, de gran intensidad en todo el tercer milenio B. C. pero que pervive en el segundo y primer milenio B. C. e incluso en épocas históricas (Linares Catela y García Sanjuán, 2010: 148). Las dataciones absolutas del complejo tumular del Castillejo de Bonete confirman las conclusiones del análisis de los materiales recuperados. Además, resultan de gran interés por proceder de muestras tomadas en contextos arqueológicos cerrados, de alta calidad y también por proceder del primer enclave fechado de forma absoluta vinculado al fenómeno megalítico en el borde sur de la Meseta y en el noreste de Andalucía, donde no existe ni una sola fecha publicada con anterioridad a estas investigaciones (Linares y García Sanjuán, 2010: 136). Estas dataciones contribuyen a rellenar el déficit de investigación en esta amplia zona del interior peninsular en un momento de tránsito entre el tercer y segundo milenio ANE en el que las relaciones entre los asentamientos en altura, y los de las llanuras no están aún suficientemente explicadas. La hipótesis tradicional interpreta los yacimientos en altura, caso de La Encantada –Granátula de Calatrava, Ciudad Real–, como centros del poder polí-

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tico y económico, a los cuales los asentamientos en llano estarían subordinados (Nájera Colino y Molina González, 2004). Sin embargo, recientes estudios han señalado la inconsistencia y falta de argumentos para sustentar esta hipótesis. Los ajuares funerarios del Bronce de La Mancha, la cultura material presente en los yacimientos, la proliferación de asentamientos en altura frente al limitado número de motillas y asentamientos en llano o los indicadores antropológicos que sirven de marcadores de actividad física en los restos humanos hallados han sido factores utilizados para sugerir que la sociedad del Bronce de La Mancha hubiese estado fuertemente jerarquizada. Esta sociedad se dedicó, de forma generalizada, a la agricultura y al pastoreo, sin que existan bases sólidas para afirmar que estuviera dirigida por una élite social, que pudiera diferenciarse biológica o arqueológicamente del resto de la población (Monsalve Romera et al., 2014). Lo más lógico es pensar que los yacimientos en llano son instalaciones adaptadas al medio y no reductos fortificados de gentes procedentes del área valenciana –dentro de un paradigma difusionista– o sometidos por una clase dominante –dentro de la dialéctica de la lucha de clases–. Ambos paradigmas plantean este territorio como un paisaje fortificado sometido a tensión bélica. La reciente incorporación al estudio del Bronce de La Mancha de argumentos hidrogeológicos, paleoambientales y simbólicos permite avanzar en este campo. Castillejo del Bonete es pieza clave en la formulación del nuevo paradigma. Las “torres” y “murallas” pudieron tener funciones militares, pero combinadas con otras diferentes. Las motillas podrían no ser estrictamente poblados fortificados en llano. Algunos enclaves identificados tradicionalmente como morras o motillas podrían ser en realidad túmulos (Benítez de Lugo Enrich, 2015; Benítez de Lugo Enrich y Mejías Moreno, 2014; 2015). La investigación en Castillejo del Bonete, además, pone de manifiesto la necesidad –como ya se señaló en la necrópolis de Valle de las Higueras (Bueno Ramírez et al. 2005: 84)– de una reflexión en profundidad sobre el uso de las terminologías Calcolítico, Bronce Antiguo, Bronce Argárico y Bronce de La Mancha. Tanto en las necrópolis hipogeas del área madrileña, como en Andalucía y Suroeste, cronologías del tercer milenio cal. ANE conjuntan materiales argáricos y campaniformes en contenedores funerarios de alta implementación simbólica (Bueno Ramírez et al. 2008: 785).

En definitiva, Castillejo del Bonete constituye una reserva arqueológica sin paralelos conocidos, cuya investigación interdisciplinar está aportando claves fundamentales para la comprensión de los procesos culturales y ambientales sucedidos durante la Prehistoria Reciente en La Mancha y su conexión con la cuenca alta del Guadalquivir.

AGRADECIMIENTOS Al pueblo de Terrinches, al personal de su Ayuntamiento y especialmente a su alcalde, Nicasio Peláez Peláez, sin cuyo apoyo institucional, económico y logístico la investigación sobre Castillejo del Bonete no habría sido posible. A Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, que facilitó el relavado de las muestras de microvertebrados de Castillejo del Bonete coincidiendo con las campañas de excavación de Pinilla del Valle (Madrid). A todos los alumnos del grado en Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid que han colaborado en el triado de las muestras de microvertebrados, y que han hecho posible la recuperación de este material. Al Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil, quien por iniciativa propia incorporó a Castillejo del Bonete a sus rutas de inspección. A Pilar Delgado García (Gemosclera), Rafael Araujo Armero y Teresa Aparicio Rodríguez (Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC), su ayuda en la identificación zoológica de la malacofauna. A Alberto Notario Molina (Instituto de Tecnologías Química y Medioambiental del Departamento de Química Física de la Universidad de Castilla-La Mancha) por las analíticas realizadas al residuo detectado en el recipiente cerámico TE08 BO17 UE106.

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PALEOECOLOGÍA Y CULTURA MATERIAL EN EL COMPLEJO TUMULAR PREHISTÓRICO DE CASTILLEJO DEL BONETE (TERRINCHES, CIUDAD REAL)

Vista del Castillejo del Bonete. Foto: Audiovisual Factory.

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Enterramiento de la UE 2784 del yacimiento de Casa Montero (Madrid) (Cortesía de Susana Consuegra y Pedro Díaz del Río).


ESTUDIOS

HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE Alberto Pérez Villa1

Resumen: Más allá de las evidentes semejanzas formales que presentan los registros funerarios de la Meseta y del Bronce Argárico, subyacen una serie de diferencias que en muchas ocasiones no han sido debidamente reconocidas. En este estudio se analizan ambas, mediante una recopilación sistemática de las características de sus componentes materiales: la estructura, los ajuares y los restos óseos. Se ha tomado como referencia del interior peninsular la cuenca media y alta del Tajo, al ser una zona con un importante número de evidencias funerarias. La comparación nos indica dos distintas respuestas sociales ante la muerte, aunque con algunos puntos en común.

Palabras clave: Arqueología de la Muerte, Edad del Bronce, Península Ibérica, Bronce argárico.

PITS AND GRAVES IN IBERIAN BRONZE AGE: THE TAGUS RIVER BASIN AND THE SOUTH-EAST Abstract: Beyond the formal similarities in the funerary rituals between Central Iberia and the southeastern Argaric Culture, some differences that often have not been properly recognized can be emphasized. In this paper we compare the funerary practices of both social groups throug hits main material components: the structure, rave goods and skeletal remains. For Central Iberia the middle and upper Tagus river basin has been the region considered due to the large number of funerary evidence. The comparison indicates two different social responses to death.

Keywords: Archaeology of Death, Bronze Age, Iberian Peninsula, Argaric Culture.

Doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. [albertopvai@yahoo.es]

1

Recibido: 27/05/2015; Aceptado: 09/09/2015

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ALBERTO PÉREZ VILLA

1. INTRODUCCIÓN Las manifestaciones funerarias en la Meseta durante la Edad del Bronce han protagonizado un gran auge cuantitativo en las últimas décadas, pasándose de unos pocos hallazgos dispersos a un gran volumen de evidencias que en algunos yacimientos pueden ser equiparables a otras regiones como el Sureste o el Bronce Manchego (Aliaga Almela y Megías González, 2011; Blasco Bosqued et al., 2011). Ello ha permitido una necesaria revitalización de las investigaciones en este campo, aplicando metodologías que hasta hace poco se creían poco efectivas con un registro arqueológico considerado como poco representativo. Pero en algunos casos, el empleo de esas herramientas analíticas se ha realizado sobre la base de ciertas asunciones que se han mantenido sin la suficiente verificación. La historiografía tradicional de la Prehistoria Reciente tendía a explicar las características del registro arqueológico de gran parte de la Península, en base a las supuestas influencias “civilizadoras” de ciertos grupos localizados en determinadas áreas geográficas. Así, la investigación de la Edad del Bronce de la Meseta quedaba supeditada a los modelos propuestos para la denominada “cultura argárica”, identificada como uno de los más importantes focos de avances tanto tecnológicos, como económicos o sociales. La lógica difusionista dominaba las tendencias teóricas histórico-culturales, por lo que la explicación resultaba plenamente convincente, a pesar de la evidente simplicidad del argumento. Sus inconvenientes se pusieron de manifiesto hace años (Martínez Navarrete, 1989), razón por la que hoy en día han perdido gran parte de su importancia. Sin embargo, aún se percibe su influencia en algunos aspectos concretos, manteniendo ciertas presunciones sin la suficiente verificación analítica. Un campo en el que su sombra aún se hace sentir con cierta fuerza es en el de las prácticas funerarias (Pérez Villa, en prensa b). La generalización durante la Edad del Bronce de los enterramientos en fosa en la Meseta, se interpretó como una clara influencia de las costumbres argáricas. En ambos casos hay una presencia frecuente de enterramientos en los yacimientos de la Edad del Bronce, realizados en el interior de las áreas de habitación, con los cuerpos normalmente colocados en posición flexionada y recostados sobre uno de sus lados. Esas características son casi exclusivas de algunas regiones específicas, como son la Meseta, el Sureste, las Motillas

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del Bronce de La Mancha, así como el Suroeste donde la naturaleza ácida de los suelos provoca que en muchos casos no se conserven los restos óseos (Manuel-Valdés et al., 1998), no presentándose en el resto del registro funerario peninsular. Además, tanto en la Meseta como en el entorno argárico, aparecen ciertas modalidades sepulcrales específicas, como son las inhumaciones en nichos así como las realizadas en el interior de tinajas o urnas, documentadas igualmente en las Motillas de la Mancha. Esas claras similitudes dieron mucha fuerza a la premisa difusionista, permitiéndola pervivir en gran medida hasta nuestros días (Ortiz del Cueto y López Covacho, 1997; Blasco Bosqued, 2004: 366; Aliaga Almela y Megías González, 2011: 180; Ríos et al., 2011-12). La cuestión importante no es la existencia o ausencia de esas semejanzas formales, sino su elevación a la categoría de modelo explicativo. Es decir, si limitarnos a constatar dichas similitudes proponiendo una difusión de las mismas desde un área geográfica a otra, nos aporta alguna información sobre los grupos humanos que habitaron en ambas regiones. Lo fundamental en este caso, al igual que ocurre en otros muchos, es la razón por la que las sociedades de la Edad del Bronce en la Meseta adoptaron esas prácticas funerarias, independientemente de su origen, tanto si las “copiaron” del Sureste como si fueron una respuesta dada por sus propias estructuras sociales. Para comprenderlo es necesario un análisis exhaustivo de las mismas, que nos ayude a identificar las semejanzas y diferencias que puedan existir entre la Meseta y el Bronce argárico. Pero no para emplearlas como medida de las similitudes o disparidades culturales, tal y como hacia la arqueología tradicionalmente, sino tratando de explicarlas en términos sociales (Binford, 2009: 195-196). El estudio va a comparar por tanto las prácticas funerarias de la Edad del Bronce en ambas regiones, con un margen cronológico situado entre el 2200 y el 1200 a.C., dado que a partir de esa fecha las evidencias funerarias en la Meseta son bastante escasas, habiendo igualmente desaparecido las características básicas que definen la denominada Cultura argárica. Ello supone una cierta diferencia entre ambas regiones, ya que mientras en el Sureste ese periodo viene homogeneizado por esa cultura arqueológica argárica, en la Meseta se suceden una serie de clasificaciones crono-culturales, desde los momentos finales del horizonte Campaniforme, pasando por el Bronce Antiguo o Clásico, hasta el

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

Protocogotas y los inicios del Cogotas I. Sin embargo, esas diferenciaciones se han realizado en base a las distintas tipologías cerámicas, en ocasiones con una escasa presencia porcentual en el registro arqueológico. Por el contrario tanto el tipo de asentamiento, como el resto del registro material o las prácticas funerarias, muestran un gran grado de continuidad en ese periodo cronológico únicamente interrumpido en el momento de plenitud de Cogotas I (Díaz del Río, 2001: 33-76). Parece por tanto razonable su estudio en conjunto, más allá de las diferencias en las decoraciones cerámicas (Pérez Villa, en prensa b). Nos vamos a centrar en el componente material del registro funerario (Vicent García, 1995: 15), por lo que se analizarán por separado los tres elementos principales del mismo: las estructuras, los ajuares y los restos óseos. Indudablemente el examen comparativo de esa creciente cantidad de datos, excedería con mucho los límites del presente trabajo. Por ello, se ha

Yacimiento Ampliación Aguas Vivas Arenero de Soto Calle Príncipe 11 Camino de las Yeseras Casa Montero Caserío de Perales del Río Caserío de Perales II El Congosto El Espinillo El Muladar El Negralejo ERAR Butarque Euskalduna Fábrica de Ladrillos Fuente de la Mora Gózquez de Arriba 085 Gózquez de Arriba 087 Humanejos La Dehesa La Loma del Lomo Las Matillas Los Berrocales Los Chorrillos M-45-4 Pista de Motos Presa del Rey Reina I Soto de Henares Tejar del Sastre Terrazas del Manzanares Ventaquemada I Yuncos Sector 22

elegido a la cuenca media y alta del Tajo, básicamente las provincias de Madrid, Toledo y Guadalajara, como referencia del resto de la Meseta. Ello es debido a que en esa zona se concentran gran cantidad de nuevas evidencias funerarias (Cantalapiedra Jiménez e Ísmodes Ezcurra, 2010; Aliaga Almela y Megías González, 2011; Blasco Bosqued et al., 2011; Barroso Bermejo et al., 2011), siendo además un área en el que se han realizado varios estudios referidos a la Prehistoria Reciente (Blasco Bosqued, 1997b, 2004; Díaz del Río, 2001; Aliaga Almela, 2014, Pérez Villa, en prensa b). Por esa razón a partir de este momento cuando nos refiramos genéricamente a la Meseta, debe quedar claro que hacemos referencia a esta región, sin que pretendamos con ello hacer automáticamente extensibles las conclusiones al resto. Para comparar se han recopilado datos de gran número de yacimientos de la totalidad del área geográfica identificada con la “Cultura argárica”, es decir, las provincias de Almería, Granada, Murcia, Jaén y Alicante (Tab. 1).

Cuenca del Tajo Provincia Bibliografía Guadalajara Cantalapiedra Jiménez e Ísmodes Ezcurra, 2010 Madrid Martínez Navarrete y Méndez Madariaga, 1983 Madrid Ortiz del Cueto y López Covacho, 1997; Ortiz et al., 1999 Madrid Blasco Bosqued et al., Eds., 2011 Madrid Consuegra Rodríguez et al., 2004 Madrid Blasco Bosqued et al., 1991 Madrid López Recio et al., 20031 Madrid Martín Bañón, 2007 Madrid Baquedano Beltrán et al., 2000 Madrid Galindo San José y Sánchez Sánchez-Moreno, 20032 Madrid Blasco Bosqued, 1979 Madrid Ungé Plaja y Ruiz Pedraza, 20043 Madrid Almagro Basch, 1960 Madrid Blasco Bosqued et al., 2007 Madrid Vigil-Escalera Guirado, 20034 Madrid Díaz Del Río, comunicación personal Madrid Presas Vías y Consuegra Rodríguez, 20065 Madrid Blasco Bosqued et al., (Eds.), 2011 Madrid Macarro Rodríguez, 2000; Marinas, 2014 Guadalajara Valiente Malla, 1987; 1992 Madrid Díaz del Río et al., 1997; Díaz del Río, 2001 Madrid Aliaga Almela y Megías González, 2011 Madrid Vírseda Sanz, 20066 Madrid Romero Salas et al., 20027 Madrid Vírseda Sanz y Domínguez Alonso, 20088 Madrid Geanini Torres, 1991; Martínez Mendizábal y Rosas González, 1991 Toledo TAR, Trabajos de Arqueología y Restauración, Sin Fecha b9 Madrid Arqueoestudio S. Coop., 201010 Madrid Quero Castro, 1982 Madrid Gaibar-Puertas, 1974 Toledo TAR, Trabajos de Arqueología y Restauración, Sin Fecha a11 Toledo Barroso Bermejo et al., 2011

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ALBERTO PÉREZ VILLA

Sureste Yacimiento Castillo de Lorca Calle Zapatería, 11 de Lorca

Provincia Murcia Murcia

Cerro de la Encina

Granada

Cerro de las Víboras de Bajil Cerro del Rayo Cerro de San Cristóbal Convento de Madres Mercedarias de Lorca Cuesta del Negro El Castillejo (Gádor) Fuente Álamo Gatas Iglesia del Convento de Madres Mercedarias de Lorca Illeta dels Banyets La Almoloya Las Herrerías Los Cipreses Los Tintes Peñalosa Tabayá

Murcia Almería Granada Murcia Granada Almería Almería Almería

Bibliografía Gallardo Carrillo y González Ballesteros, 2006 Martínez Rodríguez et al., 1996 Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2006; Aranda Jiménez et al., 2008 Eiroa García, 1993-94 Schubart, 1980 Aranda Jiménez et al., 2012 Rihuete Herrada et al., 2011 Molina González y Pareja López, 1975 Pérez Casas y Paoletti, 1977; Botella López y Souich, 1977 Pingel et al., 2008; Schubart et al., 1985; 1991; 2000; 2006 Buikstra et al., 1992; Castro Martínez et al., 1991; 1995a; 1995b

Murcia

Martínez Rodríguez y Ponce García, 2002a

Alicante Murcia Almería Murcia Murcia Jaén Alicante

López Padilla et al., 2006 Cuadrado, 1945 Brandherm, 2000 Martínez Rodríguez et al., 1999 Martínez Rodríguez y Ponce García, 2002b Contreras Cortés (Coord.), 2000 Hernández Pérez y López Padilla, 2010

Tab. 1. Yacimientos de ambas regiones incluidos en el estudio, indicando la bibliografía básica de referencia.

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

2. COMPARACIÓN ANALÍTICA 2.1. LAS ESTRUCTURAS La primera diferencia que se constata al comparar ambos registros funerarios es la relacionada con la forma de las estructuras. Así, mientras en la Meseta la casi totalidad de ellas son circulares u ovaladas, en el Sureste de la Península suelen presentar formas rectangulares u ovaladas. Además, aunque en la primera región aparecen algunos recubrimientos de grandes bloques de piedra en algunas sepulturas, lo cierto es que no hay ni un solo caso de enterramiento en cista, tan característico del grupo cultural argárico. Únicamente la tumba localizada en la calle Príncipe número 11, en Aranjuez, parece salirse de esa norma al presentar una planta rectangular y una delimitación pétrea en tres de sus cuatro lados (Ortiz et al., 1999). A grandes rasgos es más similar a las cistas argáricas que el resto de sepulturas de la zona, pero no llega a presentar las mismas características, siendo además un caso único y aislado. Por otra parte, son escasas las inhumaciones realizadas dentro de recipientes cerámicos, bastante frecuentes en algunas áreas del Sureste (Chapman, 1991: 269). La ausencia o escasez de ambas modalidades funerarias, que suponen un cierto grado de inversión de trabajo en la elaboración del contenedor funerario, unido a las características de las fosas de inhumación, exactamente idénticas a las consideradas de uso doméstico, ha llevado en ocasiones a proponer que las sepulturas no eran realizadas ex profeso sino reutilizaciones de hoyos posiblemente destinados al almacenaje de alimentos (Díaz del Río, 2001: 162, 292). En un estudio reciente (Pérez Villa, en prensa b) hemos comprobado que las dimensiones de la estructura no están relacionadas con el contenido de la misma, sino que es el cadáver inhumado en ellas el que se adapta al tamaño de la fosa, por lo que se puede concluir que probablemente en su mayor parte son fosas domésticas reutilizadas con fines funerarios. De ser así, ello marcaría una notable diferencia con los grupos del Sureste, donde como hemos visto la abundante presencia de inhumaciones en cista y en contenedores cerámicos indica una clara intencionalidad en la elaboración de las estructuras funerarias.

Para ello se va a extender el citado estudio sobre el grado de adaptación de la estructura funeraria a su contenido, o bien del cadáver a las dimensiones de la tumba, aplicando los mismos análisis al registro funerario argárico y comparándolo con la cuenca del Tajo. Se ha recogido información de ambas regiones, referida en todo momento a enterramientos considerados primarios, ya que los secundarios o alterados están sujetos a una serie de variables no siempre fáciles de identificar. También se han excluido las inhumaciones en urna, frecuentes en el área litoral argárica pero menos numerosas en las zonas del interior (Chapman, 1991: 269) y escasas en la Meseta, ya que la relación entre la estructura y el cadáver viene determinada por ese contenedor funerario, no por la sepultura. Su minoritaria presencia en la cuenca del Tajo, casi exclusivamente centrada en el yacimiento de La Loma del Lomo (Guadalajara) (Valiente Malla, 1987, 1988, 1992), con algunos ejemplos aislados más como en Tejar del Sastre (Madrid) (Quero Castro, 1982) y en Ventaquemada I (Toledo)12, impiden una correcta valoración estadística de los mismos al tener que contrastarlos con un registro funerario como el del Sureste, en el que son abundantes al menos en ciertas áreas. Indudablemente lo ideal sería comparar entidades similares, es decir, ya que en la Meseta se presentan mayoritariamente enterramientos en fosa simple deberían ser contrastadas con el mismo tipo de contenedor funerario del entorno argárico. Sin embargo, ello reduciría considerablemente el tamaño de la población muestral disponible, restringiéndolo sobre todo a las tierras altas del interior del Sureste donde son más habituales las fosas (Chapman, 1991: 269). La capacidad de análisis y los resultados se verían así seriamente comprometidos, por lo que hemos optado por una comparativa más amplia a pesar de los inconvenientes que pueden derivarse de ello. Las variables que se van a tener en cuenta son la longitud de la estructura, que en las de forma ovalada o circular se corresponde con el diámetro máximo, el número de inhumados en ella, su edad, la presencia o ausencia de ajuar y su cantidad, así como la posición del cuerpo referida al ángulo de flexión de las piernas. La elección de la longitud como referencia de las dimensiones de la sepultura, se debe a una

12 TRABAJOS DE ARQUEOLOGÍA Y RESTAURACIÓN (sin fecha a): Memoria del yacimiento arqueológico de Ventaquemada I, Olías del Rey (Toledo). Memoria de excavación inédita.

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300

250

200

150

100

50

0 1

2

Sureste 16

0,45

14

0,4

0,35 0,3 0,25 0,2 0,15 0,1

0,2

6

0,15

4

0,1

264,13

252,54

240,95

229,36

217,78

206,19

194,60

183,01

171,42

159,84

148,25

136,66

125,07

0 113,48

0,05

0 90,31

2

0

101,90

0,05

253,93

244,98

236,03

227,07

218,12

209,17

200,21

191,26

182,31

173,35

164,40

155,45

146,49

137,54

128,59

119,63

110,68

92,77

83,82

101,73

74,87

65,91

56,96

48,01

39,06

0

0,25

8

78,72

2

10

67,13

4

0,3

55,54

6

0,35

12

43,96

8

32,37

10

0,45 0,4

9,19

12

20,78

Tajo

Fig. 1. Diagrama de caja y bigotes de la longitud de las estructuras de cada región por separado. La caja está formada por los tres cuartiles, los bigotes señalan los valores máximo y mínimo dentro del margen de 1,5 veces el rango intercuartílico, la línea discontinua verde indica la media y los puntos rojos señalan los valores atípicos. Debajo los histogramas de frecuencias comparándolos con la distribución normal.

cuestión práctica ya que es la medida que más se cita en la bibliografía, muchas veces de hecho es la única. Indudablemente sería mejor usar en el análisis el volumen total de la tumba, pero la escasez de información al respecto lo hace bastante complicado, principalmente en la Meseta donde las estructuras presentan habitualmente formas irregulares. En total se han recopilado datos de 75 fosas funerarias de la cuenca del Tajo y 64 del Sureste. El número no es demasiado elevado, dada la falta de información o de publicación de la misma en muchos yacimientos. Sin embargo, es suficiente para obtener algunas conclusiones válidas. También conviene recordar que no se trata de un estudio pormenorizado del registro funerario de ambas regiones, sino de un análisis con el fin de identificar pautas que

148

puedan ser semejantes o diferentes en cada caso. Por ello, las inferencias que se hagan a partir de las mismas, estarán sujetas a una completa verificación en trabajos más extensos y detallados. En primer lugar es necesario comprobar la variabilidad interna que existe en las estructuras funerarias de cada región, para posteriormente compararlas entre sí (Fig. 1) y tratar de definir en cada caso las posibles causas. Aparentemente hay una mayor diferencia de longitudes en el Sureste, ya que presenta un valor máximo de 260 cm y mínimo de 45 cm, con una media de 113,48 cm. Por su parte en la cuenca del Tajo la distancia es menor, entre 240 y 98 cm con 146,49 cm de media. Sin embargo, en la Meseta la distribución de la mayor parte de los casos, es decir los que se encuentran en el rango

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

260

Cuenca del Tajo

240

220

L ongitud de la fosa

200

180

160

140 Individual 120

Doble

100

80 1

250

3

5

7

9

11 13 15 17 19 21 23 25 27 29 31 33 35 37 39 41 43 45 47 49 51 53 55 57

Sureste

230 210

L ongitud de la fosa

190 170 150 130 110 90

Individual

70 Doble 50 30 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39

Fig.2. Distribución de las longitudes de las tumbas diferenciadas entre individuales y dobles, en cada región por separado.

intercuartílico, se produce en torno a la media aritmética aunque con unas frecuencias irregulares con respecto a una distribución normal. Todos los casos entran dentro de los márgenes por lo que no se producen valores atípicos. Por el contrario en el Sureste la mayoría de los ejemplos se concentran justo por debajo de la media, en el rango

definido por una desviación típica (es decir entre 67,14 y 113,47 cm de longitud), donde se sitúan 33 de los 64 ejemplos analizados (el 51,56%). Además, se constatan cuatro valores atípicos, por encima de los márgenes constituidos por la suma de 1,5 veces el rango intercuartílico y el de las tres desviaciones típicas. En ambas regiones se constata una cierta

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149


ALBERTO PÉREZ VILLA

tendencia hacia una distribución asimétrica positiva en las frecuencias, más acentuada en el Sureste debido a la presencia de los valores atípicos. El siguiente paso es tratar de entender las causas de esa variabilidad interna, analizando cómo se relacionan las dimensiones de la estructura, definidas por su longitud, con los otros componentes materiales del registro funerario, es decir los cadáveres inhumados y los objetos de ajuar. La primera causa normal de variación en el tamaño de la sepultura es lógicamente el número de individuos enterrados en ella. Para analizarlo se han incluido únicamente los enterramientos individuales y dobles, ya que los triples y cuádruples son cuantitativamente más escasos (Fig. 2). Las distribuciones gráficas de las muestras no parecen indicar claras diferencias, por lo que es necesario valorarlas estadísticamente. Para ello hemos optado por el Análisis de la Varianza con un factor (ANOVA), una técnica paramétrica de comparación de distribuciones entre dos poblaciones muestrales (Tab. 2). El resultado indica que en la cuenca media y alta del Tajo

las diferencias entre tumbas individuales y dobles no son significativas, ya que el valor de la probabilidad es de 0,249 (superior por tanto al 0,05 que marcaría el nivel de significación estadística), siendo el valor de F de 1,354 inferior al que resultaría crítico (3,980). El caso del Sureste es completamente diferente, ya que el p-valor es de 0,002, inferior al 0,05 de significación, mientras que F es superior (10,756) al nivel crítico (4,023). Se puede suponer con ello que el número de cuerpos que se van a introducir en la sepultura, determinan en parte la longitud de la misma en el ámbito argárico pero no en la Meseta. El tamaño de la estructura de inhumación también puede venir condicionado por la edad del difunto, debido principalmente a las diferencias en el tamaño del cuerpo, pero también al posible estatus social adquirido en vida que lógicamente será mayor en individuos de más edad. Para verificarlo hemos relacionado la longitud de la sepultura con la edad de los individuos inhumados, utilizando únicamente los enterramientos individuales ya que en el resto, al incluir más de un cuerpo, puede verse

Análisis de varianza de un factor (Cuenca del Tajo) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Individual

58

8721

150,362

1447,112

Doble

13

1787

137,462

633,436

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos Dentro de los grupos TOTAL

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

1767,373

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

1

1767,373

90086,627

69

1305,603

91854

70

F

1,354

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,249

3,980

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,002

4,023

Análisis de varianza de un factor (Sureste) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Individual

39

3869

99,205

1085,062

Doble

16

2178

136,125

2331,183

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

Entre grupos

15464,727

1

15464,727

Dentro de los grupos

76200,109

53

1437,738

TOTAL

91664,836

54

F

10,756

Tab. 2. Análisis de la variancia de los enterramientos individuales y dobles, tanto en la cuenca del Tajo como en el Sureste.

150

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

300

Cuenca del Tajo

250

L ongitud de la fosa

200 R² = 0,078 150

100

50

0 0

10

20

30

40

50

60

Edad del difunto

180

Sureste

160 140

L ongitud de la fosa

120 100 R² = 0,002 80 60 40 20 0 0

10

20

30

40

50

60

Edad del difunto

Fig. 3. Distribución de las longitudes de las estructuras relacionada con la edad del individuo inhumado en ella.

alterada esa relación (Fig. 3). Los datos son bastante concluyentes en ambas regiones, no pudiendo detectarse en ninguno de los dos casos una relación clara entre las variables, ya que en ambos el coeficiente de determinación (r2) es muy bajo (0,0784 en la cuenca del Tajo y 0,0029 en el entorno argárico). En el Sureste resulta especialmente significativo, ya

que sí se ha detectado esa relación en la necrópolis de Gatas (Almería) (Buikstra et al., 1992: 273-274; Castro Martínez et al., 1995a: 148-149, 162). Hay que tener en cuenta que nosotros hemos considerado sólo la longitud y no el volumen total de la estructura. Además, hemos excluido los enterramientos en urna, que representan la mitad de los localiza-

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151


ALBERTO PÉREZ VILLA

dos en ese yacimiento. Se ha comprobado que en el Sureste el volumen del contenedor cerámico varía en relación con la edad del difunto (Lull et al., 2004: 252-254), por lo que en ese caso sí habría una relación entre las variables, pero que no parece ser extensible al resto de modalidades sepulcrales.

Otra posible fuente de variación en la longitud de la sepultura puede ser la presencia o ausencia de ajuar funerario, además de su cuantía. Esto es así ya que sí aceptamos la presencia de ajuares como un indicador de la diferenciación social entre los individuos inhumados, está debería refle-

Cuenca del Tajo

300

Sin ajuar Con ajuar

250

200

150

100

50

0 0

10

20

250

30

40

50

60

Sureste Sin ajuar Con ajuar

200

150

100

50

0 0

5

10

15

20

25

30

Fig. 4. Distribución de las longitudes de las estructuras diferenciada entre las que no tienen ajuar y las que sí. La línea punteada indica la media y los recuadros el rango de la desviación típica.

152

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

jarse igualmente en el contenedor funerario (Lull y Picazo, 1989: 17).En está ocasión también hemos trabajado exclusivamente con los enterramientos individuales, por la misma razón que lo hicimos anteriormente (Fig. 4). En el primer caso, el de su presencia o ausencia, se comprueba que la distribución de los ejemplos en la Meseta presenta algunas diferencias entre los que contienen ajuar y los que no. Sin embargo la variación es mínima, situándose las dos medias muy próximas entre sí. Vemos además que las dos únicas tumbas con ajuar que se salen del rango de las desviaciones típicas, presentan valores que entran dentro de la variabilidad general de las sepulturas sin ofrendas. Entre las argáricas la situación es muy similar, encontrándose todos los enterramientos sin ajuar dentro de los márgenes formados por la distribución de las tumbas con ajuar. Únicamente hay una sepultura que contiene ofrenda funeraria que se aparta bastante de ambas distribuciones, en concreto la Tumba 1 de Fuente Álamo, aunque hay que tener en cuenta que es una de las cuatro que presentaba un valor atípico en la distribución general de

las longitudes. Para verificarlo estadísticamente hemos recurrido también al Análisis de la Varianza con un factor (ANOVA) (Tab. 3). El resultado indica un p-valor de 0,533 en la cuenca del Tajo y de 0,697 en el Sureste, en ambos casos superior al 0,05 de significación estadística, con un valor de F de 0,393 en la primera región y de 0,154 en la segunda, los dos muy por debajo de sus niveles críticos (4,013 y 4,105 respectivamente). Podemos concluir que en ambas regiones no se muestra diferencias significativas, presentando longitudes similares las tumbas con ajuar y sin él. Sí llama la atención la distinta proporción entre la Meseta y el Sureste, siendo las sepulturas con ajuar bastante escasas en el primer caso, mientras que resultan mayoritarias en el entorno argárico. Con respecto al número de objetos que acompañan al difunto, su baja presencia y cantidad impide un correcto análisis en la cuenca del Tajo, por lo que nos hemos limitado a hacerlo en el Sureste. Al igual que con la presencia, no parece existir una clara relación entre el tamaño de la tumba y

Análisis de varianza de un factor (Tajo) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Sin ajuar

51

7609

149,196

1454,521

Con ajuar

7

1112

158,857

1530,810

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

574,500

1

574,500

Dentro de los grupos

81910,896

56

1462,695

TOTAL

82485,397

57

F

0,393

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,533

4,013

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,697

4,105

Análisis de varianza de un factor (Sureste) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Sin ajuar

11

1128

102,545

810,273

Con ajuar

28

2741

97,893

1220,692

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos

SUMA DE CUADRADOS

170,953

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

1

170,953 1109,768

Dentro de los grupos

41061,406

37

TOTAL

41232,359

38

F

0,154

Tab. 3. Análisis de la variancia de los enterramientos sin ajuar y con ajuar, tanto en la cuenca del Tajo como en el Sureste.

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ALBERTO PÉREZ VILLA

180

Sureste

160 140 L ongitud de la estructura

R² = 0,017 120 100 80 60 40 20 0 0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Número de objetos en el ajuar

Fig. 5. Distribución de las longitudes de las estructuras relacionada con el número de objetos de ajuar.

la “riqueza” cuantitativa de los ajuares (Fig. 5), ya que el coeficiente de determinación (r2) es de tan solo 0,0175. En definitiva, en ninguna de las dos regiones parece cumplirse la máxima que acabamos de exponer, no reflejándose en el tamaño de la estructura la posición social del difunto representada por sus ajuares. Queda claro por tanto que en la Meseta, o al menos en la cuenca del Tajo, la longitud de la fosa funeraria no está determinada en ningún caso por el contenido de la misma. Por el contrario en el Sureste, parece que las dimensiones de la estructura vienen exclusivamente condicionadas por el número de individuos inhumados en ella, salvo en el caso de las urnas. Por tanto cabe preguntarse si es el cuerpo del difunto el que se adapta en cierta medida a la sepultura, adoptando posturas más o menos flexionadas según el tamaño. Para verificarlo hemos relacionado la longitud de las tumbas con el grado de flexión de las piernas de los cadáveres, tratando de comprobar que relación puede haber entre ambas variables. Esta ha sido una de las partes más complicadas del estudio, no por sí misma sino por la dificultad de obtener datos precisos al respecto. A la falta de información en muchos casos de las dimensiones de la estructura funeraria, hay que unir en esta ocasión la casi total ausencia de

154

aclaraciones precisas sobre la posición exacta de los cuerpos, más allá de las habituales y genéricas expresiones del tipo “flexionado”, “muy flexionado”, etc. Por ello se ha tenido que recurrir a la documentación gráfica de los yacimientos, cuando estaba disponible y ofrecía una mínima calidad, para calcular el grado exacto que forman las piernas, en su caso el fémur, con el resto del cuerpo. Ello introduce indudablemente un cierto grado de incertidumbre en los datos. A pesar de los problemas, los resultados son suficientemente claros (Fig. 6). En la Meseta el coeficiente de determinación presenta un valor medio (r2=0,43), mientras que en el registro argárico es bastante menor (r2=0,20). A pesar de la evidente diferencia entre ambos, no es suficiente como para afirmar que en la primera región exista una relación clara entre las variables. Por ello hemos optado por realizar un nuevo Análisis de la Varianza con un factor (ANOVA) (Tab. 4), en el que hemos diferenciado entre cuerpos con una posición semiflexionada (los que presentan un ángulo entre las piernas y el cuerpo de entre 179º y 90º), y los que adoptan una postura flexionada (entre 89º y 1º). Se han excluido los que se situaron extendidos (180º) y los altamente flexionados (0º), dada su escasa representación cuantitativa. El resultado

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

Cuenca del Tajo

300

250 R² = 0,430 L ongitud de la fosa

200

150

100

50

0 0

20

40

60

80

100

120

140

160

180

Ángulo de disposición del cadáver

160

Sureste

140 R² = 0,203

L ongitud de la fosa

120

100

80

60

40

20

0 0

20

40

60

80

100

120

140

Ángulo de disposición del cadáver

Fig. 6. Distribución de las longitudes de las estructuras relacionada con el grado de flexión de las piernas.

en la cuenca del Tajo indica una relación significativa entre las variables (p-valor de 0,048 inferior al 0,05 de significación estadística, con un valor de F de 4,569 por encima del nivel crítico de 4,494). Por su parte en el Sureste la situación es distinta (p-valor de 0,056 superior por tanto al 0,05 de sig-

nificación estadística, con un valor de F de 4,407 inferior al nivel crítico de 4,667). Ello indica que en la Meseta, al menos en cierta medida, el grado de flexión de las piernas viene condicionado por las dimensiones de la tumba, algo que no ocurre en el entorno argárico.

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ALBERTO PÉREZ VILLA

Análisis de varianza de un factor (Cuenca del Tajo) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

Semiflexionados (1790 - 900) Flexionados (890 - 10)

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

7

1236

176,571

2183,619

11

1516

137,818

939,364

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

6424,427

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

1

6424,427 1405,959

Dentro de los grupos

22495,351

16

TOTAL

28919,778

17

F

4,569

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,048

4,494

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,056

4,667

Análisis de varianza de un factor (Sureste) RESUMEN GRUPOS

Semiflexionados (1790 - 900) Flexionados (890 - 10)

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

3

360

120

700

12

1129

94,083

304,992

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

Entre grupos

1612,017

1

1612,017

Dentro de los grupos

4754,917

13

365,763

TOTAL

6366,933

14

F

4,407

Tab. 4. Análisis de la variancia en la longitud de las fosas según la posición del cuerpo, tanto en la cuenca del Tajo como en el Sureste.

2.2. LOS AJUARES Tanto en este apartado como en el siguiente, si se han tenido en cuenta los enterramientos en urna dentro de la recopilación de datos que hemos realizado. En el estudio de las estructuras ya nos pudimos hacer una idea de la desigual presencia de ajuares entre la cuenca del Tajo y el Sureste. En concreto, en la primera región cuentan con ajuar el 18,06% de las sepulturas, mientras que en los yacimientos argáricos el 59,59% de las tumbas contenían algún objeto como ofrenda. Es un porcentaje casi idéntico al obtenido en el estudio realizado en la necrópolis de Gatas, donde se calculó que el 59,46% de las sepulturas del yacimiento poseían algún ajuar funerario (Castro Martínez et al., 1995a). En la cuenca media y alta del Tajo, los ajuares funerarios suman un total de 51 objetos. Ello supone una media de 1,38 objetos por cada difunto, que se reduce a 0,25 si tenemos en cuenta al conjunto de la población enterrada. En el Sureste hemos contabilizado 627 objetos, lo que supone un promedio de 3,07

156

objetos por individuo con ajuar, 1,98 si contabilizamos al conjunto de la población. Esto ya nos proporciona una panorámica aproximada de las distintas capacidades de acumulación de bienes materiales. En ambas regiones el elemento material más frecuente que acompaña a los difuntos es la cerámica, presente en el 78,38% de las tumbas argáricas. Es un valor claramente superior al obtenido en la Meseta, que es de un 46,43%, lo que representa el 37,25% del total de objetos depositados como ofrenda. El panorama queda aún más claro si comparamos los elementos metálicos. En la cuenca del Tajo aparecen en el 14,29% de los ajuares, representando el 11,76% de los objetos de ofrenda funeraria. En la mayoría de los casos se trata de punzones realizados en cobre o bronce, siendo muy escasas las armas que sólo aparecen en algún caso. En concreto contamos únicamente con las dos puntas de lanza de bronce del enterramiento de Terrazas del Manzanares (Gaibar-Puertas, 1974), de cronología dudosa, y una punta de flecha de cobre del yacimiento de

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Los Chorrillos13, localizada en el relleno de la fosa y sin conexión directa con los restos óseos, por lo que podría considerarse como parte del material de colmatación de la estructura más que como un auténtico ajuar funerario. En todos los ejemplos los objetos metálicos aparecen vinculados a individuos adultos, casi siempre masculinos. La situación es muy diferente en el entorno argárico, ya que el 64,86% de las tumbas con ajuar contenían algún elemento metálico. Es frecuente la presencia de distintos tipos de armas, así como adornos personales y punzones, no sólo realizados en bronce o cobre como ocurre en la Meseta, ya que también aparecen algunos elementos elaborados en plata y oro. En general aparecen asociados a cualquiera de los sexos, siendo más frecuentes en individuos adultos pero sin estar ausentes en enterramientos infantiles. Sin embargo sí se dan ciertas regularidades en esas asociaciones, siendo las alabardas y las hachas exclusivamente masculinas, los punzones principalmente femeninos, mientras que los puñales aparecen asociados a individuos de cualquier sexo y edad (Lull, 1997-1998: 71). Resulta interesante la diferencia en la presencia de los punzones metálicos, ya que en el Sureste se encuentran mayoritariamente en enterramientos femeninos, de forma estadísticamente significativa, con un amplio rango de edad de los individuos inhumados incluyendo por tanto un cierto número de subadultos (Montón-Subías, 2010). Sin embargo, en la cuenca del Tajo su presencia es casi exclusiva de enterramientos masculinos y adultos. Hay que tener en cuenta que se trata de un útil aparentemente de uso cotidiano, que aparece también en contextos domésticos o al menos no funerarios, por lo que las desigualdades en los ajuares entre las dos regiones deben responder a factores sociales o ideológicos. Por otra parte, en lo referente al uso del oro para la elaboración de adornos personales, en la cuenca del Tajo se documentan algunos pocos ejemplos en enterramientos con ajuares campaniformes de estilo Ciempozuelos, concretamente en los yacimientos de Camino de las Yeseras y Humanejos, ambos en la Comunidad de Madrid, mayoritariamente asociados también a individuos adultos y masculinos (Blasco Bosqued et al., 2011), a diferencia de lo que ocurre en el entorno argárico. Probablemente se correspondan

con los momentos finales del Calcolítico, desapareciendo ese tipo de objetos durante la Edad del Bronce. Aparte de estas evidentes diferencias entre las dos regiones, existen otras similitudes igualmente importantes. La primera es que la gran mayoría de los objetos de ajuar son elementos “tecnómicos” (Binford, 1962: 219-220), entendidos como aquellos que son propios de las actividades económicas y productivas, entre los que podemos incluir la cerámica y toda una serie de útiles elaborados en distintas materias primas. También son habituales los artefactos “sociotécnicos” que nos remiten a la naturaleza social del individuo enterrado, casi siempre en forma de objetos de adorno personal. Estos últimos son más frecuentes en el Sureste, aunque tienen también una cierta presencia en la cuenca del Tajo. En ambas áreas hay una total ausencia de artefactos “ideotécnicos”, que hagan alusión a los sistemas ideológicos o religiosos de las sociedades que realizaron los enterramientos. Es una característica que ya se ha identificado en el registro argárico (Gilman, 2013:22), pero también en el Suroeste donde se ha interpretado como un cambio en la ideología funeraria, desplazándose el énfasis puesto en los ídolos habituales en los enterramientos colectivos calcolíticos, hacia objetos de uso personal durante la Edad del Bronce (García Sanjuán, 2006: 162). El segundo punto en común entre la Meseta y el entorno argárico lo encontramos en la vinculación entre los ajuares y la edad del difunto (Fig. 7). Al comparar en las dos regiones la presencia de elementos de ofrenda distribuida por rangos de edad, con el peso porcentual que suponen esos mismos rangos en los datos demográficos, comprobamos que existe una clara relación. En la cuenca del Tajo los individuos maduros y seniles representan el 10,88% de la población enterrada, sin embargo concentran el 23,22% de los objetos de ajuar. Por su parte los infantiles suman el 38,78% del total de individuos, disponiendo únicamente del 27,90% de las ofrendas. En el Sureste la situación es muy similar, ya que los maduros y seniles suponen el 22,43% de la población enterrada, pero acumulan el 30,92% de los objetos de ajuar. Por su parte los infantiles representan el 37,85% de la población, mientras que sus ofrendas funerarias suman el 19,72% de todos los objetos de ajuar.

13 VÍRSEDA SANZ, L. (2006): Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento “Los Chorrillos” (Término municipal de Estremera). Memoria de excavación inédita.

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Cuenca del Tajo 50,00 43,54

45,00 40,00

36,66

35,00 30,00 25,00

23,13 19,35

20,00

15,07 15,00

11,56 8,55

10,00 5,00

12,22 8,15

8,16

6,80

4,08

2,72

0,00 Perinatal

Infantil 1

Infantil 2

Juvenil Población

Adulto

Maduro

Senil

Ajuares

Sureste 50,00 45,00 40,00 35,51 36,06 35,00 30,00

27,10

25,66

25,00 20,00

17,76 14,71

15,00 10,00 5,00

13,29

7,01 3,74

4,67 5,27

4,21

3,51 1,50

0,00 Perinatal

Infantil 1

Infantil 2

Juvenil Población

Adulto

Maduro

Senil

Ajuares

Fig. 7. Distribución porcentual de la población enterrada y los objetos de ajuar, diferenciados por rangos de edad.

En cualquier caso parece claro que, si bien los ajuares no son ni mucho menos exclusivos de los individuos adultos, la capacidad de acumular bienes amortizables en la muerte está vinculada con la edad del individuo enterrado, y por tanto con la mayor oportunidad de la adquisición en vida de esos objetos, tal y como ya se ha señalado en el caso del Sureste (Gilman,

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2013:18). La importancia de la edad en la diferenciación social de los individuos es típica de sociedades poco jerarquizadas, y aunque puede mantenerse en cierta medida en grupos estratificados, en estos últimos suele perder trascendencia en la configuración del estatus individual en favor otros factores (Binford, 1971: 21; Appleby, 2011: 232). Eso es precisamente lo

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que se ha propuesto en el entorno argárico, restringiendo la importancia de la edad a “ciertos sectores sociales”, por lo que resultaría un elemento secundario en la diferenciación social dentro de una“estructura general de desigualdad” (Lull et al., 2004: 263267). Sin embargo, esa explicación no es factible en el caso de la cuenca del Tajo, ya que en ningún momento se identifican otros rasgos de jerarquización social. Las similitudes en los datos provenientes de ambas áreas, podrían indicar que en la sociedad argárica la edad seguía suponiendo un factor de estatus mucho más importante de lo que se ha propuesto.

2.3. LA POBLACIÓN ENTERRADA Uno de los principales problemas al que nos enfrentamos al realizar un estudio del registro funerario, es la duda acerca de su representatividad. Habitualmente se ha aceptado, tanto en la Meseta como en el Sureste, que este tipo de enterramiento estaba reservado únicamente a una parte de la población, dado el número relativamente escaso de individuos inhumados (Blasco Bosqued et al., 1991: 69; Chapman, 1991: 274). La puntual presencia de restos humanos de la Edad del Bronce en estructuras de enterramiento

colectivo, detectada tanto en la cuenca media y alta del Tajo (Bueno Ramírez et al., 2005) como en el área argárica (Aranda Jiménez, 2013), parecía confirmar dicha suposición. Sin embargo en el primero de esos casos, se ha demostrado que la población enterrada en este periodo muestra grandes similitudes con datos demográficos obtenidos de grupos etnográficos, por lo que parece que no existe ningún sesgo cultural en el acceso a la inhumación (Pérez Villa, en prensa a). La cuestión es entonces comprobar si existen diferencias o semejanzas entre la población enterrada en el Tajo con la que recibió sepultura en el Sureste. Para ello hemos recopilado información de ambas regiones, referente a los estudios antropológicos de los restos óseos. En total contamos con 147 individuos de la cuenca del Tajo y 214 del entorno argárico, provenientes de los yacimientos recogidos en este estudio (Tab. 1). Con esa información hemos comparado las curvas de mortalidad de la población, divididas en rangos de edad genéricos para evitar los problemas derivados de los márgenes de error en las estimaciones de edad (Fig. 8). Además hemos empleado el test de Kolmogorov-Smirnov, una prueba no paramétrica de significación estadística que resulta adecuada para la comparación de las distribuciones

100,00

90,00

80,00

70,00

60,00

50,00

40,00

30,00

20,00

10,00

0,00 Perinatal (0-6 meses) Infantil 1 (0,6-6 años) Infantil 2 (7-12 años) Juvenil (13-18 años) Adulto (19-40 años) Maduro (41-60 años) Cuenca del Tajo

Senil ( 61 años)

Sureste

Fig. 8. Comparación de las curvas de mortalidad de la cuenca media y alta del Tajo y del Sureste.

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Edades

Totales Tajo

Porcentajes

Acumulados

Sureste

Tajo

Sureste

Tajo

Sureste

Diferencia

F

6

8

0,04

0,04

0,04

0,04

0,00

I1

34

58

0,23

0,27

0,27

0,31

-0,04

I2

17

15

0,12

0,07

0,39

0,38

0,01

J

10

9

0,07

0,04

0,46

0,42

0,04

A

64

76

0,44

0,36

0,89

0,78

0,12

M

12

38

0,08

0,18

0,97

0,95

0,02

S

4

10

0,03

0,05

1,00

1,00

0,00

TOTALES

147

214

1

1

Dmax0,05

0,15

Tab. 5. Prueba de Kolmogorov-Smirnov comparando las poblaciones enterradas en la cuenca del Tajo y en el Sureste de la Península Ibéricadurante la Edad del Bronce.

de edad en poblaciones (Chamberlain, 2006: 43-44) (Tab. 5). Las semejanzas son evidentes, situándose ambas distribuciones en valores muy similares, tal y como demuestran los datos estadísticos, ya que las diferencias entre los porcentajes acumulados de las distribuciones por edad en ningún caso alcanzan el límite crítico (Dmax0,05 = 0,15). Por otra parte, la población enterrada en la cuenca media y alta del Tajo presenta un índice de masculinidad, es decir una proporción entre hombres y mujeres, perfectamente compatible con una población real, presentando un valor de entre 87,23:100 y 91,67:100 según la distinta confianza que otorguemos a los análisis antropológicos (Pérez Villa, en prensa a). En el Sureste la ratio sexual que hemos calculado para este estudio, basada en los datos demográficos recogidos, es de 106,49:100. Es casi idéntica a la media de la población española entre 1975 y 2011, que se sitúa en 106,96:100, (según el Instituto Nacional de Estadística www.ine.es), ligeramente superior al 104:100 que presentan los Tsembaga Maring de Nueva Guinea y algo inferior a los 119:100 calculados para la Edad del Bronce en la Península Ibérica (Pérez Villa, en prensa a). No parece existir por tanto un acceso diferencial al enterramiento en ninguna de las dos áreas, al menos en virtud a la edad o al sexo de los individuos fallecidos. Puede deducirse entonces que, independientemente de la reutilización de sepulturas colectivas por estas comunidades, lo cierto es que una parte significativa de la población tenía un pleno acceso a las prácticas funerarias individualizadas. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que toda o la mayor parte de la población fuese enterrada así, ya que los

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cálculos realizados en el Sureste parecen indicar lo contrario (Chapman, 1991: 274, Cuadro 25). Lo único que implica es que no se detecta un claro sesgo de carácter cultural en el acceso a ese tipo de inhumación, independientemente de la convivencia en los mismos periodos de distintas modalidades sepulcrales. Esa parece ser la mejor explicación posible a la aparente contradicción, previamente identificada en el entorno argárico (Gilman, 2013:18), entre el escaso número de inhumaciones que parece implicar un tratamiento selectivo de determinados difuntos, y el hecho de que las características de las estructuras de edad y sexo de la población enterrada se puedan corresponder con una población preindustrial (Pérez Villa, en prensa a).

CONCLUSIONES Es necesario volver a recordar que lo que hemos tratado de obtener no son respuestas definitivas, sino únicamente identificar determinadas pautas en el registro funerario de ambas regiones, con el fin de poder compararlas para ver el grado de similitud o diferencia entre ellas. Por tanto, todas las conclusiones deberán ser verificadas en estudios más completos, determinando hasta qué punto pueden ser o no significativas. Lo que se ha intentado es contextualizar la Edad del Bronce de la Meseta dentro del panorama peninsular, yendo más allá de los habituales análisis particulares centrados en yacimientos concretos o áreas geográficas limitadas. La elección del Bronce argárico como referencia comparativa se debe a su importante registro arqueológico, que ha provocado que muchas veces se le utilice como referente sin un suficiente carácter crítico.

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Las modalidades de enterramiento individualizadas, que no necesariamente individuales, aparecen ocasionalmente en varios periodos y regiones peninsulares. Sin embargo, se ha comprobado su recurrente presencia en los yacimientos de la Edad del Bronce en gran parte de la Meseta, principalmente en los tradicionalmente adscritos al Bronce Clásico (Díaz del Río, 2001: 150). Es una característica en común que presentan los registros funerarios tanto del Sureste como del Suroeste, siendo las únicas áreas regionales donde el uso de esa forma de enterramiento se hace común durante este periodo. Si bien se continúan reutilizando puntualmente las sepulturas colectivas, lo cierto es que desde finales del III Milenio hasta la mitad del II Milenio en las tres zonas se generaliza la inhumación individualizada dentro de las áreas habitacionales (Balsera et al., 2015: 144-146). Sin embargo, se pueden detectar algunas diferencias evidentes entre los registros funerarios del Tajo y del entorno argárico. En la primera región nos encontramos con estructuras funerarias que son fosas domésticas reutilizadas, posiblemente construidas originalmente como espacios de almacenamiento de alimentos. No hay por tanto una inversión de trabajo en la realización de los contenedores funerarios, más allá de mínimas labores de acondicionamiento o las realizadas en las inhumaciones en urna o en nicho. En concordancia con eso los ajuares son escasos y poco importantes, sin mostrar un acceso diferencial a los mismos salvo en función de la edad del difunto. La mayoritaria presencia en ellos de elementos que nos remiten a la esfera productiva de esos grupos está claramente relacionada con la realización de los enterramientos en silos de almacenaje, dentro de las zonas de trabajo de sus entornos familiares más inmediatos. Tampoco se pueden detectar sesgos en la población enterrada, por lo que no debían de existir unas restricciones claras en esa modalidad funeraria. De todo ello podemos deducir que nos encontramos con unos grupos sociales sin grandes desigualdades que no reflejan ningún tipo de jerarquización en sus prácticas mortuorias. Por su parte en el Sureste hay una mayor elaboración de las estructuras funerarias, con la habitual presencia de inhumaciones en cista y en urna, las primeras inexistentes en el Tajo y las segundas muy escasas. Los ajuares son muy abundantes e impor-

tantes, con la habitual presencia de armas y adornos corporales metálicos. Las diferencias cuantitativas y cualitativas que se pueden detectar en los mismos pueden reflejar desigualdades sociales. Sin embargo, el acceso a la inhumación no estaba restringido a un segmento determinado de la población, sino que aparentemente todo el mundo podía ser enterrado de esa manera. El alcance de esa jerarquización es difícil de establecer desde la perspectiva de este estudio. La relación detectada entre la edad y la capacidad de acumular objetos en el ajuar parece indicar una cierta limitación en la importancia de otros factores a la hora de determinar el estatus de un individuo. Sin embargo, la presencia de enterramientos infantiles con cuantiosos ajuares demuestra que esos factores existen independientemente de su influencia. Un buen ejemplo de ello es el enterramiento nº 6 del yacimiento Los Cipreses (Lorca, Murcia) que presentaba como ajuar un puñal de cobre, un brazalete del mismo material y dos recipientes cerámicos (Martínez Rodríguez, 1999). Pero aparte de las claras diferencias que existen basadas en los distintos sistemas sociales de cada una de estos grupos, existen algunas semejanzas igualmente evidentes. En ambas áreas la estructura funeraria ha dejado de tener importancia en favor de otros componentes del registro. Frente a los monumentos megalíticos del Neolítico y Calcolítico, las tumbas pasan a ser subterráneas e invisibles externamente, en un proceso que en la Meseta se ha denominado de “ocultación de la muerte” (Díaz del Río, 2001: 148-149), pero que también se ha identificado en el Suroeste definiéndolo como “desmonumentalización” funeraria (García Sanjuán, 2006). Es un fenómeno mucho más acentuado en la primera región donde como hemos visto la inversión de trabajo en las sepulturas es mínima. En el entorno argárico sigue habiendo un cierto interés en las estructuras, principalmente en las habituales cistas, aunque mucho menor que en periodos anteriores. Vemos así que en el Sureste la longitud de la tumba varía según el número de inhumados, a pesar de que en algunos casos los enterramientos no individuales corresponden a reutilizaciones posteriores de la misma tumba, a veces realizadas muchos años después de la primera (Lull, 19971998). Sin embargo, no ocurre lo mismo con la edad o el ajuar de los difuntos, lo que parece indicarnos que el prestigio social se manifiesta en las ofrendas pero no en la propia estructura.

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Esto está relacionado con otra de las características comunes a las dos áreas geográficas. Frente a los enterramientos colectivos y situados fuera de los poblados habituales hasta este momento, en la Edad del Bronce las inhumaciones se individualizan realizándolas en el interior de las zonas habitacionales. En el mundo argárico se hacen incluso debajo de las viviendas, aunque no faltan ejemplos de algunas situadas en tramos libres de edificaciones (Lull, 1997-1998: 72). Esto se interpretó como una sustitución de las relaciones de parentesco de los clanes calcolíticos por otras de dependencia basadas en las funciones sociales del individuo (Lull, 1983: 456-457). La responsabilidad del enterramiento deja de estar en manos de grandes segmentos del grupo social unidos por el parentesco, para pasar a ser una responsabilidad del entorno familiar del difunto, bien se trate de una familia nuclear o extensa, estando todo este entramado doméstico integrado por unas instituciones políticas de mayor envergadura (Lull, 1997-1998).

ter doméstico-individual” (Díaz del Río, 2001: 292), que no sería exclusivo de la Meseta sino que podría detectarse igualmente en el Sureste. Se vincula de esta manera a los antepasados con la unidad habitacional y productiva básica, bien en la propia vivienda como en el entorno argárico o bien en estructuras de almacenaje de alimentos en la Meseta.

Los modelos teóricos del difusionismo extendieron esta explicación a la otra región, la Meseta, ya que si las características formales de las prácticas funerarias eran similares, debían serlo también las causas culturales que las motivaron. Pero como hemos tenido ocasión de demostrar, esa explicación resulta insostenible al simplificar demasiado dos trayectorias de transformación social diferentes, aunque tengan aspectos en común.

En definitiva, vemos que las semejanzas formales en las formas de inhumación presentes en las dos regiones, pueden responder a procesos similares de transformación social. Pero más allá de esas similitudes, existen una serie de profundas diferencias entre ambas comunidades, en un caso tendente a un mantenimiento de las desigualdades y en el otro hacia su disolución en favor de una organización más equilibrada. Desde este punto de vista, poco importa si las comunidades de la cuenca del Tajo “copiaron” o no las modalidades sepulcrales del ámbito argárico. Lo que importa es que responden a una dinámica social divergente con respecto a la del Sureste, aunque ambas compartan un mismo proceso en común.

Efectivamente, en los dos casos se parte de una situación similar, que coincide en el tiempo con el abandono de los grandes poblados monumentales, del tipo de Los Millares en el Sureste o los recintos de fosos de la Meseta. Este fenómeno tiene lugar en la segunda mitad del III Milenio, de manera sincrónica con el abandono generalizado de las estructuras funerarias igualmente monumentales (Balsera et al., 2015). Parece por tanto que, tal y como se ha propuesto para el Sureste, en ambas regiones los grandes grupos de descendencia perdieron su papel protagonista en la configuración social en un proceso que se ha denominado la “ruina de los linajes” (Gilman, 2001: 81). Ello se traduce en una transformación de las prácticas funerarias, que abandonan la “colectivización de la muerte” que se percibe en los monumentos megalíticos y las cuevas sepulcrales, típicos de la Meseta y gran parte de la Península durante el Neolítico Final y el Calcolítico. Frente a ello en la Edad del Bronce parecen reflejar un “carác-

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Sin embargo ahí terminan las similitudes, ya que en cada región el proceso seguirá una trayectoria totalmente diferente. En el Sureste se traducirá en un mantenimiento y transformación de un cierto tipo de desigualdad entre los individuos, ahora tal vez más institucionalizada. Por el contrario, en el interior peninsular desembocó en un sistema en el que se acentuó la tendencia hacia la escisión de los segmentos en unidades autónomas vinculadas por la “solidaridad mecánica” (Sahlins, 1961: 342), por lo que quedaba poco espacio de maniobra para la institucionalización de ningún tipo de liderazgo, provocando una organización social con pocas disimetrías.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación con referencia HAR201347776-R “Dieta y movilidad humana en la prehistoria de la Península Ibérica (3100-1500 ANE). Los casos de la cuenca media del Tajo y el Alto Guadalquivir” financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Debo agradecer al investigador principal de ese proyecto, Pedro Díaz del Río, sus comentarios al primer borrador de este artículo. También quisiera agradecer los comentarios de los evaluadores anónimos, ya que han contribuido notablemente a mejorar el artículo.

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

Interior del dolmen de Menga. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.

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LEONOR PEÑA-CHOCARRO, ET AL.

Vista general del Centro Solar Michel Hoskin. Foto: Javier Pérez González.

CRÓNICA

DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA

Memoria del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera 2014 María del Carmen Andújar Gallego Sobre la orientación de la Cueva del Marimacho (Antequera, Málaga) César Esteban López Nuevas aportaciones al estudio métrico y geométrico del dolmen de Viera (Antequera, Andalucía, Spain) José Antonio Benavides López, Francisco Javier Esquivel Sánchez y José Antonio Esquivel Guerrero Evidence of Neolithic Activity at La Peña de losEnamorados (Antequera, Málaga): Intensive Surface Survey, Geophysics and Geoarchaeology at the Site of Piedras Blancas I Leonardo García Sanjuán, David W. Wheatley, Marta Díaz-Guardamino Uribe, Coronada Mora Molina, Olga Sánchez Liranzo y Kris Strutt


… Y LLEGARON LOS AGRICULTORES: AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO

06 MENGA

Evidencias de asentamiento y prácticas funerarias en los dólmenes de Menga y Viera en la Antigüedad: la intervención de 1988 Gonzalo Aranda Jiménez, Leonardo García Sanjuán, Coronada Mora Molina, María del Carmen Moreno Escobar, José Antonio Riquelme Cantal, Sonia Robles Carrasco y Jacobo Vázquez Paz


Cubierta de la cámara principal del Tholos de El Romeral. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia. MARÍA DEL CARMEN ANDÚJAR GALLEGO

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CRÓNICA

MEMORIA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2014 María del Carmen Andújar Gallego1

Resumen: La memoria anual da cuenta de las actividades desarrolladas en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en el año 2014 con la finalidad de contribuir a la adecuada evaluación de las previsiones del Plan Director de la institución. Tras 27 años como unidad administrativa el Conjunto Arqueológico entra en 2014 con grandes proyectos en marcha. Durante esta anualidad se han dado los pasos necesarios para impulsar el expediente del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su incorporación a la Lista Representativa de Patrimonio Mundial de UNESCO, se ha terminado de redactar el proyecto básico y de ejecución de museografía del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera y han continuado los trabajos de investigación en el marco del Proyecto General de Investigación Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria Reciente de Antequera (2013-2018).

Palabras clave: institución, Plan Director, actividades, evaluación, incremento, conservación, musealización, difusión y comunicación, Patrimonio Mundial.

ANNUAL REPORT OF THE DOLMENS OF ANTEQUERA ARCHEOLOGICAL SITE 2014 Abstract: This yearly report summarizes the activities carried out by the Dolmens of Antequera Archeological Site in2014 in order to contribute to the suitable evaluation of provisions made in the institution`s Master Plan. After 27 years as an administrative unit, the Archaeological Site entered 2014 with major projects underway. During this year it took the necessary steps to promote the bid of the Antequera Dolmens Site to the UNESCO World Heritage List and completed the Basic Project and Implementation of Museography for the Site Museum of the Dolmens of Antequera. The research activities of the General Project of Research Societies, Territories and Landscapes in the Recent Prehistory of Antequera (2013-2018) have continued.

Keywords: Institution, Master Plan, Activities, Evaluation, Expansion, Conservation, Museum Project, Dissemination and Communication, World Heritage.

1

Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. [mariac.andujar@juntadeandalucia.es]

Recibido: 18/11/2015; Aceptado: 22/12/2015

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MARÍA DEL CARMEN ANDÚJAR GALLEGO

En la presente memoria se detallan las acciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (en lo sucesivo CADA) durante el año 2014. La organización sigue el esquema del Plan Director de la Institución.

1. PROGRAMA INSTITUCIONAL 1.1. INSTRUCCIONES Desde la dirección del Conjunto se han establecido tres instrucciones relativas a la actividad editorial de la institución. Instrucción 1/2014, de la Dirección del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera por la que se regula la línea de actividad editorial del programa de difusión y comunicación de la institución.

Colaboración con el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén) en la creación de la Ruta de los Fenicios en España (junio 2014). Colaboración con las Universidades de Sevilla, Granada, Málaga, La Laguna y Jaén para la edición de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía. Desarrollado la Línea de Incremento del Programa Patrimonial.

Instrucción 2/2014 de la Dirección del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera por la que se regula Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía/ Journal of AndalusianPrehistory.

Colaboración con el Instituto de Enseñanza Secundaria Pedro Espinosa para la celebración del curso de Otoño Antequera Milenaria, el III Congreso de Prehistoria de Andalucía y el Seminario de las primeras producciones cerámicas. Desarrollado en la Línea de Actividades del Programa d Difusión y Comunicación (septiembre / noviembre 2014).

Instrucción 3/2014, de la Dirección del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, por la que se nombra a los editores, vocales de los consejos editor y asesor y secretaría técnica de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía/Journal of AndalusianPrehistory

Colaboración con el Ayuntamiento de Antequera para el desarrollando la actividad Luz de Luna consistente en visitas guiadas al atardecer a los dólmenes de Menga y Viera durante los meses estivales (junio/ septiembre 2014).

1.2. COLABORACIONES Se ha impulsado desde este servicio administrativo, a solicitud de la Universidad de Málaga, la tramitación delconvenio de colaboración entre la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y la Universidad de Málaga para la realización de prácticas curriculares de formación académica por estudiantes universitarios (marzo 2014). Colaboración con la Universidad de La Laguna para la realización del I Seminario de Prehistoria: La cueva de El Toro (Antequera, Málaga) y el Neolítico en Andalucía (Antequera 22/23 de enero de 2014). Colaboración con la Universidad de La Laguna para la realización del Seminario Las primeras producciones cerámicas en el Mediterráneo occidental: Andalucía, sur de Portugal y norte de Marruecos (Antequera 27/28 de noviembre de 2014).

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Colaboración con el Ayuntamiento de Archidona en la celebración de los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga. Bartolomé Ruiz González, director de este servicio, asumió la dirección del curso “La Hoya de Archidona” (Archidona7-11 de julio de 2014).

Servicio de traducción de documentación técnica para solicitar patrocinio a la Fundación Leakey, efectuado por Morote Traducciones, aprovechando una visita que realizaban al Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

1.3. PREGUNTAS PARLAMENTARIAS Respuesta a pregunta parlamentaria de Antonio Garrido Moraga (diputado del Grupo Parlamentario Popular Andaluz) a la Mesa del Parlamento con respuesta por escrito: ¿Qué actividades de Difusión ha realizado la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en el Patrimonio histórico-artístico a 15 de junio de 2014 en la provincia de Málaga, con expresión de su cuantía y el objeto en cada caso? (16 de junio de 2014). Respuesta a pregunta parlamentaria de Antonio Garrido Moraga (diputado del Grupo Parlamentario

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MEMORIA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2014

Popular Andaluz) a la Mesa del Parlamento con respuesta por escrito: ¿Qué actividades de Restauración ha realizado la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en el Patrimonio histórico-artístico a 15 de junio de 2014 en la provincia de Málaga, con expresión de su cuantía y el objeto en cada caso? (16 de junio de 2014). Respuesta a pregunta parlamentaria de Antonio Garrido Moraga (diputado del Grupo Parlamentario Popular Andaluz) a la Mesa del Parlamento con respuesta por escrito: ¿Qué actividades de Conservación ha realizado la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en el Patrimonio histórico-artístico a 15 de junio de 2014 en la provincia de Málaga, con expresión de su cuantía y el objeto en cada caso? (16 de junio de 2014). Respuesta a pregunta parlamentaria de Ana María Rico Terrón (diputada del Grupo Parlamentario Popular Andaluz) a la Mesa del Parlamento con respuesta por escrito: ¿Cuántos proyectos de investigación tiene actualmente la Consejería de Educación, Cultura y Deporte con las Universidades andaluzas? Indicando periodo de duración, nombre de la universidad, título del proyecto, responsable y cantidad asignada al mismo (1 de diciembre de 2014).

1.4. REUNIONES Reunión de los Comités organizador y científico del III Congreso de Prehistoria de Andalucía: I+D+i en la Prehistoria del sur peninsular en la sede administrativa del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (7 de febrero de 2014). Reuniones del Consejo Editorial de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía con motivo de la coordinación para la finalización del número 5 (2014) y comienzo de los trámites del número 6 (2015), en la sede administrativa del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (21 de marzo y 21 de octubre de 2014). Reunión con Primer Teniente Alcalde y Concejala de Juventud del Ayuntamiento de Archidona para colaboración de un curso sobre la Hoya de Archidona. Reuniones con el Servicio de Museose Infraestructuras Culturales (Dirección General de Instituciones Museísticas, Acción cultural y Promoción del arte)

y la empresa adjudicataria (Arquitectura Campos Alcaide y Tiquitoc para la museografía) con motivo de informe y evaluación del Proyecto Museográfico del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera (Sevilla 21 de enero, 4 de febrero y 18 de marzo de 2014). Reuniones de coordinación con la Secretaría General de Cultura y el Servicio de Bienes Culturales de la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte de Málaga con motivo de la formación de la colección del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera (Sevilla 18 y 30 de julio de 2014 y Málaga 14 de agosto de 2014. Reuniones de coordinación con el Servicio de Protección del Patrimonio Histórico de la Secretaría General de Cultura con motivo del Formulario del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su inscripción en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial (Sevilla, 22 de enero, 12 de marzo, 4 de abril, 2 y 3 de junio de 2014. Reuniones con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con motivo del Formulario del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su inscripción en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial (11 de marzo (Madrid), 27 y 28 de marzo (Consejo de Patrimonio Histórico Español, Plasencia. Defensa de la candidatura) de 2014 (Lám. 1). Reuniones con el Ayuntamiento de Antequera y la Delegación Territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio con motivo de la coordinación en el Formulario del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su inscripción en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial. Reuniones de coordinación entre las instituciones museísticas de la provincia de Málaga convocada por la Secretaria General de la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte en la propia Delegación (Málaga) ( 30 de enero y 14 de julio de 2014). Reunión con Consejero de Educación, Cultura y Deporte en el Palacio de Altamira (Sevilla) con motivo de nuevas formas de gestión de organismos culturales (6 de febrero de 2014). Reunión con la Dirección General de Instituciones Museísticas, Acción cultural y Promoción del arte en el Palacio de Altamira (Sevilla) con motivo de los horarios de las instituciones culturales (3 de octubre de 2014).

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Lám. 1. Consejo de Patrimonio Histórico Español, Plasencia. Presentación de la candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su inscripción en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial. De izquierda a derecha Bartolomé Ruiz González (Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera), Luciana AlonsoAlonso (Consejero de Educación, Cultura y Deporte), Francisco Pérez Moreno (Director de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales) y Manuel Barón Ríos (Alcalde de Antequera).

1.5. ASISTENCIAS Y PARTICIPACIONES Asistencia del director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera a la inauguración del Museo Arqueológico Nacional (31 de marzo de 2014). Asistencia del director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera a la creación de la Ruta de los Fenicios y la presentación de la Carta de Jaén (3 de junio de 2014). Asistencia del director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera a la VIII Edición del Encuentro Nacional de Gestores de bienes declarados Patrimonio Mundial organizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y celebrado en Tarragona. En esta ocasión el encuentro versó sobre “El patrimonio inteligente: hacia modelos de innovación y progreso sostenible” (2 y 3 de octubre de 2014).

1.6. DISTINCIONES La Comisión de Honores y distinciones del Ayuntamiento de Antequera, acordó elevar a Pleno la propuesta de nombramiento de Bartolomé Ruiz Gonzá-

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lez, director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, como Hijo Adoptivo de Antequera (distinción entregada en acto celebrado el 16 de septiembre 2014). El Comité Científico del III Congreso de Prehistoria de Andalucía: I+D+i en la Prehistoria del sur peninsular, reunido en Antequera el día 21 de octubre de 2014, acuerda conceder por mayoría suficiente, el galardón MedallaMenga a las siguientes personas y entidades para reconocer públicamente su trabajo y dedicación a la tutela, valorización y defensa del Patrimonio Prehistórico de Andalucía (Lám. 2): • Al programa de RTVE Arqueomanía por su labor de difusión del Patrimonio Pre y Protohistórico. • A la labor de protección, conservación y restauración de la cueva de Ardales. • Al Dr. Oswaldo Arteaga Matute por su contribución a la investigación del Patrimonio Prehistórico. • Al Dr. Arturo Ruíz Rodríguez por su contribución a la investigación del Patrimonio Protohistórico.

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Lám. 2. Galardonados con la medalla Menga junto al Comité Científico del III Congreso de Prehistoria de Andalucía. De izquierda a derecha José E. Márquez Romero, Ana Delgado Hervás, José Ramos Muñoz, Arturo Ruiz Rodríguez, Oswaldo Arteaga Matute, Carmen Rísquez Cuenca, Primitiva Bueno Ramírez, Leonardo García Sanjuán, Bartolomé Ruiz Rodríguez, María del Mar Espejo Herrerías, Pedro Cantalejo Duarte, María Dolores Camalich Massieu, Manuel Pimentel, Dimas Martín Socas, Gonzalo Aranda Jiménez y Eduardo García Alfonso. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

1.7. VISITAS INSTITUCIONALES El consejero de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, presenta en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera el expediente del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial. Le acompaña el delegado de la Junta de Andalucía en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, el alcalde de Antequera, Manuel Barón, y el director del Conjunto Arqueológico, Bartolomé Ruiz ( 2 de marzo 2014). Visita de la presidenta y del vicepresidente de ICOMOS ESPAÑA al Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera para realizar una primera valoración de la candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera a la Lista Representativa de Patrimonio Mundial (4 de marzo 2014).

Visita de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, al Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (21 de mayo 2014).

2. PROGRAMA PATRIMONIAL 2.1. LÍNEA DE DEFINICIÓN Redacción de textos para la mejora del documento “Sitio de los Dólmenes de Antequera. Propuesta para la inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial” realizados por Leonardo García Sanjuán, Gonzalo Aranda Jiménez y Margarita Sánchez Romero. El documento entregado en enero de 2014 al Gobierno de España (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) ha sufrido modificaciones en virtud de una serie de informes emitidos por el Grupo de Trabajo

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del Ministerio. En septiembre se envió a UNESCO el documento mejorado, produciendo otro informe (en esta ocasión de la propia UNESCO) solicitando nuevas mejoras. Todo ello ha provocado la necesidad de solicitar la redacciónde nuevos documentos.

• Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla). • Grupo de Investigación: GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada).

2.2. LÍNEA DE INCREMENTO Suministro de foco de iluminación para el pozo del dolmen de Menga efectuado por la empresa Montajes Rapo. Suministro de equipo audiovisual para el Centro de Recepción de visitantes efectuado por Vistalegre. Suministro de mobiliario de oficina (37 estanterías para almacenes de arqueología, libros y digital y 2 taburetes para el personal encargado de atender al público en el Centro de Recepción) efectuado por Vistalegre.

• Grupo de Investigación: PERUMA. PrehistoricEnclosuresResearch (Universidad de Málaga). • Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna). De los ejemplares impresos (200) se han dedicado 15 al protocolo institucional de la Consejería, 36 a intercambio científico y 149 a universidades y bibliotecas públicas nacionales e internacionales.

2.3. LÍNEA DE DOCUMENTACIÓN Suministro y colocación de motor en la puerta de acceso al primero recinto, realizado por Geprosur. Mejora de la instalación de luminarias en el Centro de Recepción para que pueda programarse su iluminación nocturna, realizado por Geprosur. Suministro y colocación de 2 fuentes de fundición con surtidor (una en cada recinto), realizado por Rofez Construcciones, S.L.

Solicitud de alta de la Biblioteca del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera a la red IDEA (Red de Centros de Documentación y Bibliotecas Especializadas de Andalucía del Sistema Andaluz de Bibliotecas y Centros de Documentación).

Suministro y colocación de 3 bancos en el segundo recinto, realizado por Rofez Construcciones, S.L.

Alta del Archivo Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en el Sistema de Información @rchivA.

Servicio de mensajería para la remisión de los ejemplares de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía a las instituciones con las que se mantiene intercambio científico, efectuado por MRW. La incorporación a nuestra biblioteca en 2014 de 38 ejemplares procedentes del intercambio. La impresión de la revista no ha ocasionado gasto alguno a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte ya que, aún siendo editada por la Junta de Andalucía, los siguientes grupos de investigación (con representación en el Consejo Editorial) financian la impresión: • Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén).

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Inventario del Fondo Documental y Bibliográfico Antonio Arribas Palau y de la Biblioteca del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

2.4. LÍNEA DE INVESTIGACIÓN Estudio sobre la Historiografía de la Prehistoria de Málaga (Siglo XX: 1971-2000) realizado por el Doctor en Historia Rafael Maura Mijares. III Congreso de Prehistoria de Andalucía: I+D+i en la Prehistoria del sur peninsular. Desarrollado en la Línea de Actividades del Programa de Difusión y Comunicación. Seminario Las primeras producciones cerámicas en el Mediterráneo occidental: Andalucía, sur de Portugal y norte de Marruecos. Desarrollado en la Línea de Actividades del Programa de Difusión y Comunicación.

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Colaboración con la Universidad de Sevilla en el Proyecto General de Investigación Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera (2012-2018). En la anualidad 2014 se ha avanzado en el estudio de los materiales recogidos en las prospecciones intensivas de Piedras Blancas I y El Perezón, los procedentes de las excavaciones llevadas a cabo en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en el año 1988 así como de los proyectiles de 9mm encontrados en la excavación de 1991 en el atrio del dolmen de Menga. Así mismo, se ha estudiado la colección Gómez Moreno depositada en el Instituto Rodríguez Acosta (Granada) y valorado los resultados de las geofísicas realizadas en Piedras Blancas I y El Perezón (2013). Colaboración con la Universidad de Sevilla en el Proyecto Naturaleza, Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera (2014-2017) (Plan Nacional de I+D+iHAR2013-45149-P). Colaboración con la Universidad de Granada en el Proyecto Bioarqueología de las sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el sur de la Península Ibérica (Ministerio de Ciencia e Innovación, Programa de generación de investigación de referencia internacional en materia de Patrimonio cultural y natural. Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio, Patrimoniun-10).

Sociedades Productoras de Andalucía Occidental (2013-2019). Colaboración con la Universidad de La Laguna en el Proyecto Sociedad, Tecnología y Especialización Artesanal. Las Primeras Comunidades Campesinas y la Jerarquización Social en el sur de la Península Ibérica (V-III Milenios A.C.) (2012-2015) (Plan Nacional de I+D+i 2011, HAR2011-29068). Colaboración con la Universidad de La Laguna en el Proyecto Tecnología y Sociedad: especialización y diversificación artesanal en Andalucía oriental entre el V-III milenios AC (2013-2015) (Plan Nacional de I+D+i 2012, HAR2012-38857). Colaboración con el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén en la redacción del proyecto Arqueología del sol y otros astros (Ministerio de Ciencia e Innovación, Programa de generación de investigación de referencia internacional en materia de Patrimonio cultural y natural. Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio, Patrimoniun-10)

2.5. LÍNEA DE CONSERVACIÓN

Colaboración con la Universidad de Granada en el Proyecto Innovación, continuidad e hibridación. Las sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el sur de la Península Ibérica (2014-2017) (Plan Nacional de I+D+i HAR2013-42865-P).

Actividad preventiva de control de movimientos de tierra en el cerro de Marimacho (entorno de la Zona Arqueológica de los Dólmenes de Antequera) con motivo de actuación de seguridad vial en Travesía Antigua N-354 realizado por David García González y gestionado de la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte en Málaga (diciembre 2013- marzo 2014).

Colaboración con el Máster Interuniversitario en Arqueología y Territorio (Universidades de Granada y Sevilla) mediante el acceso a la documentación y asesoramiento a Sergio Morón Muñoz para el Trabajo Fin de Máster dirigido Gonzalo Aranda Jiménez y Leonardo García Sanjuán, Los Megalitos de Antequera en la Colección Gómez-Moreno: ordenación, catalogación y análisis del Corpus Documental.

Informe a solicitud de la Secretaría General Técnica de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte sobre reclamación de responsabilidad patrimonial presentada contra esta Consejería, por D. Félix Gallego García, en nombre y representación de la entidad Benioil S.L. y D. Rafael Calderón Mármol, en nombre y representación de la entidad Calderón y Vera S.L. (referida al PGOU de Antequera).

Colaboración con la Universidad de La Laguna en el Proyecto General de Investigación Primeras sociedades productoras de alimentos en las tierras bajas del sureste peninsular (2011-2017).

Suministro de contendores específicos de conservación de material fotográfico, negativos, diapositivas y grabados efectuado por Arte Papel - Mª Isabel Gómez Díaz.

Colaboración con la Universidad de La Laguna en el Proyecto General de Investigación Las Primeras

Servicio de actuaciones de conservación y adecuación en los recorridos de visita al recinto primero del

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Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, realizado por Jardines de Icaria S.L.

4. PROGRAMA DE MUSEALIZACIÓN Y EXPOSICIÓN PERMANENTE

Cerramiento de la finca de El Romeral mediante vallado, realizado por Vallados Chamizo, S.L. El 17 de junio personal de este Conjunto Arqueológico comprueba la desaparición de 156 metros del vallado del recinto 2. Al no estar completo el cerramiento cualquier persona tenía acceso libre a la totalidad del recinto, por lo que se hizo urgente el cerramiento y delimitación del recinto.

Servicio de transporte para pesado de piezas arqueológicas, efectuado por Transportes Cristóbal Medina, S.L. Durante el proceso de redacción del Proyecto Museográfico del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera, la empresa adjudicataria solicitó el peso aproximado de las estelas de Menga y El Romeral, con el fin de diseñar un soporte adecuado al mismo.

Trabajos de colocación de cerramiento en la cueva de El Toro, sierra de El Torcal, Antequera (Málaga), efectuado por Arqueotectura, Estudios de Patrimonio Arqueológico, S. L.diciembre de 2014 (realmente ejecutado en agosto-septiembre de 2015). Redacción del proyecto básico y de ejecución, redacción de estudio de seguridad y salud y dirección de los trabajos de colocación de cerramiento en la cueva de El Toro, sierra de El Torcal, Antequera (Málaga), efectuado por Yamur Arquitectura Arqueología, S.L. Suministro e instalación de cubierta de chapa en el almacén de publicaciones, realizado por Rofez Construcciones, S.L.La sede administrativa de este Conjunto Arqueológico cuenta con un almacén de publicaciones anexo consistente en una caseta de obra prefabricada de aproximadamente 50 m2 que desde el momento de su instalación presentaba goteras

3. PROGRAMA ARQUITECTÓNICO La oficina de Supervisión de la Secretaría General Técnica de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte emite informe favorable al proyecto “Intervención arquitectónica de adecuación del edificio para el Centro de Visitantes del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera”, redactado por Antonio Campos Alcaide. Según información del Servicio de Infraestructuras el proyecto arquitectónico se va a desarrollar en varias fases, tramitándose la primera en 2015 por un importe de 1.563.000 € con cargo a Fondos Europeos y con un plazo de ejecución de seis meses. Las siguientes fases están previstas para las anualidades 2016, 2017 y 2018 igualmente con cargo a Fondos Europeos

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Servicio de estudio y diagnosis de la situación de los bienes arqueológicos dispersos en la provincia de Málaga como primera fase para la redacción de un Plan de Reordenación Fondos de la Colección Museística de Andalucía, efectuado por Arqueotectura, Estudios de Patrimonio Arqueológico, S.L. Servicio de digitalización de los inventarios de materiales arqueológicos de los expedientes de autorización de actuaciones arqueológicas en las Tierras de Antequera custodiados en la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte, efectuado por Rafael Ángel Gallardo Montiel. Íntimamente ligado al Servicio de estudio y diagnosis de la situación de los bienes arqueológicos dispersos en la provincia de Málaga. Con el fin de poder cotejar el listado de los bienes arqueológicos efectivamente depositados en el Museo de Málaga y el listado de los que deberían haberse depositado. Servicio de redacción de inventario de los bienes arqueológicos de Tierras de Antequera que formarán la colección fundacional del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera (primera fase) realizado por Arqueotectura, Estudios de Patrimonio Arqueológico, S.L. Servicio de redacción de inventario de los bienes arqueológicos de Tierras de Antequera que formarán la colección fundacional del Museo de Sitio de los Dólmenes de Antequera (segunda fase) realizado por Notum Creaciones.

5. PROGRAMA DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN DE RECURSOS HUMANOS 5.1. LÍNEA DE PÚBLICO Record con 95.691 visitas desde que en 1999 se empezara su registro. El 50% de las visitas procede de Andalucía. Igualdad entre el resto de España y de

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la Unión Europea. Similitud entre visitas locales y el resto del mundo. Según el tipo de visita, los que se acercan de manera individual superan a los que vienen en grupo; y cuando son en grupo, normalmente son mayores, la mayor parte de las veces de la tercera edad. En cuanto al género, muy igualado, aunque el número de mujeres es mayor.

• Edad: ‐‐ Adultos: 7.808. ‐‐ Escolares: 7.377 infantiles/juveniles. • Idiomas: Las visitas se ofrecen, además de en español, en inglés y francés. ‐‐ 15.157 en castellano. ‐‐ 24 en inglés. ‐‐ 4 en francés.

5.2. LÍNEA DE ACTIVIDADES Visitas guiadas Los recorridos se realizan cada hora durante el horario de apertura. Participaron 15185 personas (7026 hombres y 8158 mujeres) (554 en grupo) en el recinto de Menga y Viera, donde comienza la actividad, de los cuales 2404 visitaron, también, el tholos de El Romeral. Los perfiles fueron los siguientes (Lám. 3). • Procedencia: ‐‐ 754 locales (Antequera). ‐‐ 11.440 del resto de Andalucía. ‐‐ 2.360 del resto de España.

‐‐ 517 del resto de la Unión Europea. ‐‐ 114 del resto del mundo.

¿Te gustaría conocer la Prehistoria? El Centro de Recepción se convierte en una especie de “aulario de la Prehistoria”, donde se profundiza en conceptos como los distintos períodos, los modos de vida, conocimientos astronómicos, la importancia de la muerte, sus utensilios, herramientas, esfuerzo colectivo y capacidad de construcción. Participantes: 346 (172 hombres y 174 mujeres) (8 grupos) en el recinto de Menga y Viera, donde

Lám. 3. Visita guiada al dolmen de Menga. Junio de 2014. Foto del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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comienza la actividad, de los cuales 123 visitaron, también, el tholos de El Romeral. Los perfiles fueron los siguientes: • Procedencia: ‐‐ 4 locales (Antequera). ‐‐ 342 del resto de Andalucía. ‐‐ • Edad: ‐‐ Adultos (38). ‐‐ Escolares (308). Se trata de una actividad dirigida fundamentalmente al público escolar.

Semana de la Prehistoria Actividad didáctica dirigida, fundamentalmente, al público escolar y diseñada por este Conjunto Arqueológico. En febrero se realizaron con las siguientes actividades: • Visita guiada “Tras las huellas del pasado”. • Teatralización “Una mujer pionera en la Arqueología: Vera Leisner” • Taller “Los mensajes de la cerámica prehistórica”.

Viaje a la Prehistoria Visita guiada al Enclave Arqueológico de Peñas de Cabrera (Casabermeja, Málaga) (Lám. 4). Participaron 65 personas (30 hombres y 35 mujeres; 4 grupos). En cuanto a la procedencia, 63 personas vinieron de Andalucía y 2 del resto de España. 50 adultos y 15 infantiles/juveniles (22 de febrero, 23 de marzo, 5 de abril y 10 de septiembre de 2014).

En noviembre del 2014, se diseñó un nuevo formato, denominándose Investiga tu pasado. Consistió en conocer la importancia que han tenido y tienen ciertas profesiones para entender la historia de un monumento o sus aspectos científicos. El grupo se dividía en tres (fotógrafos, geólogos y arqueólogos), cada uno con una misión diferente; debían apuntar, a lo largo de su visita, la información que aprendían en cada uno de sus talleres con el objetivo de que, al finalizar la jornada, un portavoz de cada grupo leería

Lám. 4. Centro de recepción de visitantes. Foto del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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esta información en voz alta en el Centro de Recepción y lo pondrían en común. Participaron 816 personas (390 hombres y 426 mujeres). Todos/as infantiles/juveniles. 70 procedían de la misma Antequera, siendo la mayoría (746) del resto de Andalucía. Actividad desarrollada del 18 al 21 de febrero y del 18 al 21 de noviembre de 2014.

• Procedencia: ‐‐ 16 locales (Antequera) ‐‐ 159 del resto de Andalucía. ‐‐ 2 visitantes del resto de la Unión Europea

Las Celebraciones del Sol en el Equinoccio de Primavera (20, 21 y 22 de marzo de 2014)

Jornada de Puertas Abiertas con motivo del Día de Andalucía

Contemplación de la entrada del Sol en el dolmen de Viera (07:15 horas) y visitas guiadas a los tres sepulcros durante el resto de la jornada.

Se realizaron dos actividades dirigidas a todos los públicos sobre los sitios y paisajes megalíticos de nuestra comunidad (charla sobre la cultura megalítica andaluza y visitas guiadas). Dos pases (10:00 y 12:00 horas) (Lám. 5).

El número total de visitantes en estos días de jornadas de puertas abiertas fue de 1246, de los cuales 431 (202 hombres y 229 mujeres) participaron en alguna de las vistas programadas. Los perfiles fueron los siguientes:

El número total de personas que acudieron al Conjunto Arqueológico durante este día fue de 766, de los cuales 177 (85 hombres y 92 mujeres) participaron en alguna de las actividades programadas. Los perfiles de los participantes fueron los siguientes:

• Edad: ‐‐ 259 adultos (123 hombres y 136 mujeres) = 7 grupos. ‐‐ 172 escolares (79 hombres y 93 mujeres) = 4 grupos.

Lám. 5. Visita guiada al dolmen de Menga. Foto del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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• Procedencia: ‐‐ 21 locales (10 hombres y 11 mujeres) ‐‐ 362 del resto de Andalucía (174 hombres y 188 mujeres) ‐‐ 48 del resto de España (18 hombres y 30 mujeres).

Jornada de Puertas Abiertas. Día Internacional de los Monumentos y Sitios (18 de abril de 2014) Visita guiada a los sepulcros, haciendo hincapié en el Patrimonio Mundial y explicando el estado del expediente del Sitio de los Dólmenes de Antequera para ser declarado como tal. El número total de visitantes en la celebración del día Internacional de los Monumentos y Sitios fue de 806 personas, de las cuales 184 personas (83 hombres y 101 mujeres) participaron en las visitas guiadas. Los perfiles fueron los siguientes: • Procedencia: ‐‐ 8 locales (4 hombres y 4 mujeres). ‐‐ 115 del resto de Andalucía (52 hombres y 63 mujeres) ‐‐ 29 del resto de España (12 hombres y 17 mujeres). ‐‐ 32 del resto de Europa (15 hombres y 17 mujeres).

Jornada de Puertas Abiertas. Día Internacional del Museo (18 de mayo de 2014) Durante el Día Internacional de los Museos se ofreció la oportunidad de conocer los bienes culturales que están previstos exponerse en el futuro Museo de Sitio. Esta explicación se llevó a cabo a través de dos formas: en primer lugar, a través de las visitas guiadas y, en segundo lugar, mediante la conferencia La colección expositiva del Museo de los Dólmenes de Antequera impartida por el arqueólogo José Suárez Padilla quien resaltó las piezas que se expondrán en el propio museo. El número total de visitantes durante esta jornada de puertas abiertas fue de 332 personas (158 hombres y 174 mujeres). De este total, 57 (27 hombres y 30 mujeres) participaron en las visitas guiadas y la ponencia. Los perfiles fueron los siguientes: • Edad: ‐‐ 21 adultos llegaron en grupo (10 hombres y 11 mujeres) = 1 grupo.

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‐‐ 36 adultos individuales (17 hombres y 19 mujeres) = 2 grupos. • Procedencia: ‐‐ 5 locales (3 hombres y 2 mujeres). ‐‐ 29 del resto de Andalucía (13 hombres y 16 mujeres). ‐‐ 23 del resto de España (11 hombres y 12 mujeres).

Las Celebraciones del Sol en el Solsticio de Verano (19, 20 y 21 de junio de 2014). Contemplación de la entrada del Sol en Menga (6:40 horas). Durante el resto de la jornada, visitas guiadas a los tres sepulcros. El número total de visitantes durante estos días fue de 675 personas (306 hombres y 369 mujeres), de los cuales 68 (20 hombres y 39 mujeres) tuvieron la oportunidad de observar el amanecer en el dolmen de Menga Los perfiles de éstos últimos fueron los siguientes: • Edad: ‐‐ 66 adultos individuales (28 hombres y 38 mujeres) ‐‐ 2 escolares (1 niño y 1 niña) • Procedencia: ‐‐ 18 locales (8 hombres y 10 mujeres). ‐‐ 48 andaluces (20 hombres y 28 mujeres). ‐‐ 2 europeos (1 hombre y 1 mujer).

Luz de Luna. Jueves y viernes desde el 26 de junio al 12 de septiembre de 2014(horario de 20:30 a 22:30) Programa del Ayuntamiento de Antequera que consiste en visitas nocturnas a los distintos monumentos antequeranos. El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera se suma por segunda vez a esta actividad tras la excepcional acogida que tuvo el pasado año, ofreciendo visitas guiadas al atardecer a los dólmenes de Menga y Viera (Lám. 6). Participaron 791 personas (365 hombres y 426 mujeres), todos adultos excepto 5 infantiles/juveniles. Los perfiles de procedencia fueron los siguientes: • 231 locales (118 hombres y 113 mujeres). • 397 del resto de Andalucía (172 hombres y 225 mujeres).

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Lám. 6. Observación astronómica. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

• 139 del resto de España (63 hombres y 76 mujeres). • 22 del resto de la Unión Europea (8 hombres y 8 mujeres). • 2 del resto del mundo (4 hombres y 4 mujeres). Cursos de Otoño Antequera Milenaria: Paisajes de la Prehistoria. Investigación y Gestión Dentro de nuestro programa de Difusión y Comunicación, los Cursos de Otoño Antequera Milenaria, iniciados en 2009, se presentan como una herramienta cuyo principal objetivo es la transferencia a la sociedad de los conocimientos generados a partir de la investigación. En el caso de esta anualidad, 2014, se ha celebrado el curso Paisajes de la Prehistoria. Investigación y Gestión. Fecha de celebración 25, 26 y 27 de septiembre de 2014 (Fig. 1). Participaron 31 personas (16 hombres y 15 mujeres), todos adultos. Los perfiles de procedencia fueron los siguientes: • 15 locales (Antequera; 8 hombres y 7 mujeres). • 16 del resto de Andalucía (8 hombres y 8 mujeres

Fig. 1. Cartel de los cursos de Otoño Antequera Milenaria: Paisajes de la Prehistoria. Investigación y Gestión.

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III Congreso de Prehistoria de Andalucía: I+D+i en la Prehistoria del sur peninsular Siguiendo la línea comenzada en el año 2009 con el Memorial Siret, se celebró en Antequera el III Congreso de Prehistoria de Andalucía: I+D+i en la Prehistoria del sur peninsular. La temática principal se centró en los avances producidos en el conocimiento de las sociedades que se desarrollaron a lo largo del tiempo prehistórico en el sur peninsular y centrando la discusión en un contexto espacial específico, el que se entiende en sentido amplio como Tierras de Antequera (Lám. 7). • Participantes: 179 ‐‐ 86 matrículas (42 hombres y 44 mujeres). Los perfiles fueron los siguientes: • Procedencia: ‐‐ 13 locales (Antequera) ‐‐ 61 del resto de Andalucía (21 de la provincia de Málaga, 9 de la provincia de Granada, 4 de la provincia de Huelva, 3 de la provincia de Jaén, 9 de la provincia de Cádiz, 9 de la provincia de Sevilla, 5 de la provincia de Córdoba y 1 de la provincia de Almería).

‐‐ 8 del resto de España (2 de Canarias, 1 de las Islas Baleares, 1 de Cáceres, 1 de Valencia, 1 de Ciudad Real, 1 de Madrid y 1 de Girona). ‐‐ 4 del resto de la Unión Europea (1 de Alemania, 1 del Reino Unido y 2 de Portugal). • Perfiles académicos: ‐‐ 60 personas licenciadas/graduadas en las ramas de Geografía e Historia, Filosofía y Letras (especialidad Historia), Historia del Arte y Antropología. La gran mayoría profesionales de la arqueología, profesores/investigadores de Universidad o bien estudiantes de tercer grado y/o becarios. ‐‐ 8 graduados de otras licenciaturas afines (Documentación, Bellas Artes y Turismo) ‐‐ 1 estudiante de 4º grado de Historia (Universidad de Málaga) ‐‐ 1 inspector de urbanismo del Ayto. de Vélez Málaga. ‐‐ 12 personas de otros perfiles (profesores jubilados, administrativa del Ayto. de Antequera, miembro de Fundación Tierras del Sur, arquitecto de interiores, escritora, socióloga, ciencias de la salud colaboradora de FORUM MMX, BUP y estudios primarios).

Lám. 7. Desarrollo de las sesiones del III Congreso de Prehistoria de Andalucía. Foto: Victoria Eugenia Pérez Nebreda.

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A este número hay que añadirle 48 personas (29 hombres y 19 mujeres) ponentes y/o miembros de alguno de los Comités (organizador y científico) así como una media de 15 participantes diarios que acudieron como oyentes sin estar matriculados. Fecha de celebración22, 23 y 24 de octubre de 2014.

Las Celebraciones del Sol en el Equinoccio de Otoño Contemplación de la entrada del Sol en Viera a las 8:15 horas. Durante el resto de la jornada, visitas guiadas a los tres sepulcros. El número total de visitantes durante estos días fue 959 (467 hombres y 492 mujeres), de los cuales 34 fueron los que tuvieron la oportunidad de observar el equinoccio en el dolmen de Viera. Los perfiles de éstos últimos fueron los siguientes: • Edad:: ‐‐ 34 adultos individuales (18 hombres y 16 mujeres)= 3 grupos. • Procedencia: ‐‐ 1 local (1 hombre). ‐‐ 28 del resto de Andalucía (15 hombres y 13 mujeres). ‐‐ 5 del resto de la Unión Europea (2 hombres y 3 mujeres). • Fechas: 21, 23 y 24 de septiembre de 2014.

Seminario Las primeras producciones cerámicas en el Mediterráneo occidental: Andalucía, sur de Portugal y norte de Marruecos El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, con la iniciativa y dirección de la Universidad de La Laguna y la colaboración de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, han promovido la organización de un nuevo foro de debate, con el formato de Seminarios Internacionales, en un intento de que sirva de referente de discusión sobre problemas específicos de la Prehistoria Reciente. El objetivo de este tipo de reuniones es crear un espacio común de reflexión y contrastación sobre la Prehistoria Reciente del Mediterráneo occidental, con especial repercusión en Andalucía, al tiempo que aunar propuestas de trabajos de diferentes equipos de investigación de España y países limítrofes, así como crear una plataforma de deliberación y transferencia del conocimiento de las últimas investigaciones. La temática de la convocatoria de 2014 se ha centrado en el análisis de las primeras producciones alfareras de la historia, centrado en la zona del Mediterráneo occidental, sirviendo como hilo conductor de la programación los resultados obtenidos en la cueva de El Toro (El Torcal, Antequera) (Lám. 8). Fecha de celebración27 y 28 de noviembre de 2014.

Lám. 8. Celebración del seminario Las primeras producciones cerámicas en el Mediterráneo occidental: Andalucía, sur de Portugal y norte de Marruecos. De izquierda a derecha LaureSalanova,María Dolores Camalich Massieu y Dimas Martín Socas.

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MARÍA DEL CARMEN ANDÚJAR GALLEGO

• Participantes: 48 ‐‐ 31 matrículas (18 hombres y 13 mujeres). Los perfiles fueron los siguientes: • Procedencia: ‐‐ 9 locales (Antequera) ‐‐ 29 del resto de Andalucía ‐‐ 5 del resto de España ‐‐ 5 del resto de la Unión Europea A este número hay que añadirle 17 personas (13 hombres y 4 mujeres) ponentes del Seminario de diferentes Universidades (Autónoma de Barcelona, Valencia, Algarve, La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Córcega – Francia – y Cardiff – Reino Unido) y entidades científicas (Centre National de la RechercheScientifique de Nanterre, Francia) de la Unión Europea.

sociedades tuvieron los ciclos astrales. Este año se ha contado, además, con la Sociedad Malagueña de Astronomía que trajo sus telescopios para una observación solar así como con la empresa NOTUM quien preparó una serie de talleres de Arqueoastronomía, construcción de un dolmen y de elaboración de soliformes (Lám. 9).Fecha de celebración 21 y 23 de diciembre de 2013. • Participantes: 163 (84 hombres y 79 mujeres). El número total de visitantes de los días 21 y 23 de diciembre fue de 490 (224 hombres y 266 mujeres), de los cuales 53 (23 hombres y 30 mujeres) participaron en la observación del sol en el tholos de El Romeral. Los perfiles de éstos últimos fueron los siguientes:

Las Celebraciones del Sol en el Solsticio de Invierno

• Edad: ‐‐ 53 adultos individuales (23 hombres y 30 mujeres) =2 grupos.

Contemplación de la entrada de la luz del Sol en el tholos de El Romeral sobre las 14:00 horas. Durante el resto de la jornada se realizaron visitas guiadas a los tres sepulcros haciendo hincapié en la orientación de los mismos y en la importancia que para estas

• Procedencia: ‐‐ 7 locales (3 hombres y 4 mujeres). ‐‐ 42 del resto de Andalucía (18 hombres y 24 mujeres) ‐‐ 4 del resto de España (2 hombres y 2 mujeres).

Lám. 9a-d. Talleres para público infantil dentro de la actividad Las Celebraciones del Sol en el Solsticio de Invierno. Fotos: María del Carmen Andújar Gallego.

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5.3. LÍNEA DE COMUNICACIÓN El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera difunde su labor a través de las siguientes Webs: Agenda Cultural de la Web de la Consejería de Cultura y Deporte (se nutre de ACCUA): http://www.juntadeandalucia.es/cultura/web/agenda. Agenda Tu Cultura (se nutre de ACCUA): http://www. juntadeandalucia.es/cultura/andaluciatucultura/. Correos masivos: http://web01cpd002.epgpc.epgpc/ correomasivo/. Listado de correos electrónicos de personas que han solicitado ser informadas de nuestras actividades (2.142 personas). Portal de Museos de Andalucía: http://www.museosdeandalucia.es/cultura/museos/CADA/. Web del Sitio de los Dólmenes de Antequera (Patrimonio Mundial): http://www.juntadeandalucia.es/ culturaydeporte/web/areas/museos/sites/consejeria/areas/museos/Dolmenes_Antequera.html. Nacida en diciembre de 2014 aunque gestionada por el Servicio de Información y Difusión de la Viceconsejería, los contenidos textuales, fotográficos e incluso el Tour Virtual, han sido suministrados por este servicio administrativo. Blog de la Cultura y el Deporte de Andalucía. Durante la anualidad 2014 este servicio ha colaborado mediante dos artículos publicados:

La Peña de Menga. Escrito por Mª del Carmen Andújar Gallego (técnica del CADA) y publicado el 07/07/2014 (http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/ blog/la-pena-de-menga-2/).

Se trata una valiosa vía para mantener informada puntualmente a cualquier persona interesada en la actividad del Conjunto. Así mismo es práctica habitual difundir a través de este medio de información sobre la investigación, protección y difusión del Patrimonio Prehistórico en Andalucía así como noticias de otros museos y conjuntos relacionados. Directorio de Museos y Colecciones de España: (http://directoriomuseos.mcu.es/dirmuseos/mostrarBusquedaGeneral.do). Página web gestionada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Los datos textuales y gráficos de la ficha del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera han sido incorporados por este servicio administrativo. Se mantienen actualizados ante cualquier cambio. Web del Seminario Internacional de Megalitismo, celebrado en Antequera en 2011: http:// www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/ worldheritagemegaliths/. Cuenta de Google. Este servicio tiene y gestiona su propia cuenta de Google con el fin de poder usar los servicios de Google Maps, incorporándose la ubicación exacta del Conjunto Arqueológico con el fin de facilitar la llegada a los visitantes. Además, la información suministrada sobre horarios, contacto y página web se convierte en punto de referencia en las búsquedas de los usuarios. Trypadvisor. Aunque no es una página gestionada por el propio servicio, este Conjunto Arqueológico se encuentra incluido en la aplicación Trypadvisor en la se pueden observar los comentarios de los usuarios de nuestros servicios. En éste sentido, en el mes de junio de 2014 recibimos el Certificado de Excelencia de la aplicación con una puntuación de sus clientes de 4,5 sobre 5 en el dolmen de Menga. Medios de comunicación

Las Celebraciones del Sol. Firmado por el equipo del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera y publicado el 28/07/2014 (http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/blog/las-celebracionesdel-sol/) Página oficial de Facebook del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera: http://www.facebook. com/pages/Conjunto-Arqueol%C3%B3gico-D%C3%B3lmenes-de-Antequera/137121849669851?ref=hl.

El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ha aparecido en los medios de comunicación en un total de 300 ocasiones (237 veces más que en 2013). La prensa se ha hecho eco principalmente de la candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su incorporación a la Lista Representativa de Patrimonio Mundial (191 en prensa escrita), siendo el resto de la visita de la presidenta de la Junta de Andalucía (11), del futuro Museo de Sitio (10) y de

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MARÍA DEL CARMEN ANDÚJAR GALLEGO

las actividades y visitantes del CADA en general (70). Por su parte hemos podido registrar la presencia del Conjunto en tres ocasiones en la radio (Cope, RTVE y Canal Sur Radio) y en 16 en la TV (Canal Sur).

5.4. LÍNEA DE PUBLICACIONES

Menga 04. Revista de Prehistoria de Andalucía Maquetación por parte de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales. Impresión: Grupo de Investigación GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada), Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén), Grupo de Investigación PERUMA. Prehistoric Enclosures Research (Universidad de Málaga), Grupo de Investigación ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla) y Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna).

Menga 05. Revista de Prehistoria de Andalucía Durante el año 2014 se ha realizado el trabajo de edición y maquetación por parte tanto del propio Conjunto Arqueológico como de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales. La publicación, incluida en el PAP 2014 y siguiendo el modelo de financiación citado en el anterior número, se imprime en febrero de 2015.

5.5. LÍNEA DE SERVICIOS DE DOCUMENTACIÓN Y BIBLIOTECA. SUGERENCIAS Y RECLAMACIONES En el año 2014, se han tramitado 56 solicitudes de los Servicios de Documentación y Biblioteca de esta institución. La institución está atenta en todo momento a las sugerencias y necesidades de nuestros usuarios. Las principales vías que utilizamos para ello son las siguientes: Encuestas de calidad. Los usuarios de los servicios del Conjunto suelen cumplimentar unos cuestionarios RECA suministrados y analizados por la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales. Hojas de Sugerencias y Reclamaciones: durante el año 2014, 5 usuarios de nuestros servicios han hecho uso del Libro de Quejas y Reclamaciones.

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De las 5 opiniones, 3 son reclamaciones propiamente dichas y 2 son sugerencias. Las primeras se refieren al nivel organizativo en cuanto a la señalítica de acceso a los recintos y actualización de los horarios en la cartelería de información. Si bien es cierto que durante el último trimestre del año 2013 el Ayuntamiento de Antequera colocó en las vías urbanas las señales direccionales a ambos recintos del Conjunto Arqueológico, se mantuvieron algunas señales (en concreto al tholos de El Romeral) que, por su antigüedad y suciedad, no cumplían debidamente su función. Informado al Ayuntamiento, se ha procedido a su sustitución. Seguimos estando a la espera de la ejecución del resto del proyecto de señalítica en vías de titularidad autonómica y estatal. Al respecto de la cartelería informativa de los horarios de acceso al Conjunto, también se ha procedido a su actualización. Las sugerencias recibidas invitan a anunciar aún más la existencia de los megalitos, cobrando una entrada de acceso con el fin de ponerlos más en valor. Por último, en noviembre de 2011 una visitante proponía el diseño y disposición de un sello de caucho para sellar a los visitantes que lo requieran a modo de pasaporte. En éste sentido, la propuesta ha sido trasladada a la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales para su valoración. Las reclamaciones y sugerencias han sido contestadas en los plazos legalmente establecidos agradeciendo la colaboración. Teniendo en cuenta que en el año 2013 el número total reclamaciones fue de 17, podemos decir que en ésta anualidad se ha reducido considerablemente.

6. COMISIÓN TÉCNICA Órgano colegiado consultivo y de asesoramiento del Conjunto Arqueológico. Creada con el DECRETO 280/2010, de 27 de abril, por el que se instituye el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera como servicio administrativo con gestión diferenciada. La ORDEN de 4 de febrero de 2011 (BOJA núm. 37, de 22/02/2011) nombró a las siguientes personas como vocales por un periodo de tres años renovables: Leonardo García Sanjuán, José Enrique Márquez Romero, José Ramón Menéndez de Luarca Navia Osorio, Marisa Olmedo Ponce, Mª del Carmen Rodríguez Oliva y Aurora Villalobos Gómez. El 4 de febrero de 2014 caducó la vigencia de los vocales.

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7. INGRESOS EN EL PUNTO DE VENTA

25.000

Desde enero a diciembre de 2014: 19.499,47 € suponiendo un aumento de más de 5.000 € con respecto a la anualidad anterior (14.011,24 €). A continuación el desglose mensual de ingresos (Tab. 1 y Fig. 2).

Total (€)

Enero

1.195,50

Febrero

1.115,11

Marzo

1.064,75

Abril

3.006,28

Mayo

2.040,68

Junio

1.645,03

Julio

1.521,08

Agosto

1.603,27

Septiembre

1.637,36

Octubre

1.624,55

Noviembre

1.710,91

Diciembre

1.334,95

TOTAL

14.011 €

15.000 10.000

Fecha

19.499 €

20.000

8.943 €

5.000 0 2012

2013

2014

Fig. 2. Evolución de los ingresos del punto de venta en el último trienio.

8. TABLA DE INDICADORES En el Plan Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera se prevé el seguimiento y evaluación continua de la labor de esta institución a través de la siguiente tabla de indicadores. Se presenta aquí la tercera de ellas (la primera se presentó en la memoria de 2012), constituyendo de esta manera un elemento de diagnosis (Tab. 2).

19.499,47

Tab. 1. Desglose de ingresos del punto de venta del año 2014.

DEFINICIÓN

2012

2013

2014

Actos Públicos

2

1

3

Colaboraciones

0

1

18

Adquisiciones (depósitos, compras, intercambio científico)

101

32

82

Sistemas de información implantados

2

0

0

Bienes inventariados en base de datos

2.770

56

0

27

12

29

0

0

0

Personas investigadoras que han usado los servicios Obras ejecutadas Actividades anuales

13

17

15

31.828

24.679

30.111

939

631

566

78.760

76.582

95.691

1

1

1

6.281 €

36.550 €

19.499 €

59

63

300

0

230

292

8.943

14.011

19.499

Solicitud de información sobre la visita (Facebook, presencial, telefónica, oficio/correspondencia, correo electrónico…). Número aproximado (90% visitantes).

70.884

68.323

86.122

Solicitud de información/documentación/publicación de biblioteca y/o archivo (presencial, telefónica, oficio/correspondencia, correo electrónico…)

37

12

56

Participantes en actividades Grupos de Visitas Guiadas, ¿Te gustaría conocer la Prehistoria? y Viaje a la Prehistoria Visitantes Publicaciones editadas por el Conjunto Entradas en la Web y otras redes sociales (2014 sin contar con las entradas al Portal de Museos, pues aún desconocemos el dato) Apariciones en Medios de Comunicación Horas de formación para el personal del Conjunto Ingresos obtenidos (punto de venta, patrocinios y otros)

Tab. 2. Seguimiento del Plan Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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Centro Solar Michel Hoskin. Lámina de bronce en la que se reproducen las orientaciones del dolmen de Viera al orto solar en los equinoccios y de Menga hacia la Peña de los Enamorados. Foto: Javier Pérez González.


CRÓNICA

SOBRE LA ORIENTACIÓN DE LA CUEVA DEL MARIMACHO (ANTEQUERA, MÁLAGA) César Esteban López1

Resumen: Se presenta un breve estudio sobre la orientación de la cueva artificial situada exactamente en el extremo oriental del cerro del Marimacho, en la zona arqueológica de los dólmenes de Antequera (Málaga). La cavidad apunta hacia una franja del horizonte que comprende el orto solar en los equinoccios, similar a la orientación del corredor del vecino dolmen de Viera. Aunque se ha sugerido que podría tratarse de una iglesia rupestre mozárabe, el dato de orientación es incompatible con el patrón que siguen los recintos sagrados prerrománicos españoles de este tipo.

Palabras clave: Arqueoastronomía, Orientación, Antequera, Gómez-Moreno.

ABOUT THE ORIENTATION OF CUEVA DEL MARIMACHO (ANTEQUERA, MÁLAGA) Abstract: I present a brief study about the orientation of the artificial cave located at the eastern end of the Marimacho hill, in the archaeological area of the dolmens of Antequera (Málaga). The cavity is pointing toward a zone of the horizon comprising the sunrise at the equinoxes, similar to the orientation of the corridor of neighbouring dolmen of Viera. Although it has been suggested that it could be a Mozarabic cave church, its orientation is incompatible with the pattern followed by Spanish pre-Romanesque sacred precincts of this type.

Keywords: Archaeoastronomy, Orientation, Antequera, Gómez-Moreno.

Instituto de Astrofísica de Canarias y Departamento de Astrofísica, Universidad de La Laguna. [ cel@iac.es ]

1

Recibido: 20/07/2015; Aceptado: 13/09/2015

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CÉSAR ESTEBAN LÓPEZ

INTRODUCCIÓN El cerro del Marimacho forma parte de la zona arqueológica de los dólmenes de Antequera, específicamente del recinto que engloba a los monumentos funerarios de Menga y Viera y la villa romana conocida como la Carnicería de los Moros (Martín Pradas y Menéndez de Luarca Navia Osorio, 2011: 50, ver Figura 1). Manuel Gómez-Moreno Martínez fue el primero en plantear la posible relación del citado cerro con la vecina necrópolis megalítica debido al hallazgo de distinto material lítico y cerámico (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 88). Poco más tarde, esta interpretación también fue recogida por el arqueólogo francés Pierre Paris (Paris, 1921: 17). Juan Antonio Leiva y Bartolomé Ruiz publicaron un primer estudio sobre materiales encontrados en superficie, situando el yacimiento en el Calcolítico Pleno (Leiva Rojano y Ruiz González, 1977). Un segundo estudio de materiales realizados posteriormente revisó su cronología, ampliándola hasta el campaniforme (Ferrer Palma et al., 1987).

Las primeras excavaciones arqueológicas en el cerro se llevaron a cabo en 1997, limitadas a la zona baja de la ladera oriental (Marqués Merelo et al., 2004). En dichos trabajos se localizaron varias estructuras excavadas comunicadas entre sí mediante canales, documentándose un enterramiento sobre el piso de una de las estructuras. Marqués Merelo et al. (2004) interpretan el cerro del Marimacho como el núcleo habitacional principal relacionado con los dólmenes, que estaría ocupado durante todo el Calcolítico. En 2004, el Servicio de Prospecciones Arqueológicas de la Universidad de Southampton realizó un estudio geofísico de la tumba de Menga1, incluyendo un transecto en la parte oriental del cerro del Marimacho y detectando estructuras tanto en la cima como en la ladera oriental. La última intervención arqueológica en el cerro del Marimacho se llevó a cabo a comienzos de 2014, debido a la construcción de unas infraestructuras viales en la vertiente sur (García González et al., 2014). Dichos trabajos pusieron al descubierto una estructura identificada como foso, cuyos materiales de relleno indican que su amorti-

Fig. 1. Situación del cerro y cueva del Marimacho así como de los vecinos dólmenes de Menga y Viera (plano cortesía del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera). Nótese que la cueva se localiza justo en el extremo oriental del cerro. Sus coordenadas geográficas son 37º 01’ 29.34” N y 4º 32’ 29.88” W.

1 STRUTT, K. (2005): The tomb of Menga and Site at Marimacho, Antequera, Geophysical Survey Report, University of Southampton, Southampton. Trabajo inédito.

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SOBRE LA ORIENTACIÓN DE LA CUEVA DEL MARIMACHO (ANTEQUERA, MÁLAGA)

zación debió acontecer durante el Calcolítico Pleno, en consonancia con las dataciones anteriores de la población asentada en el cerro y reafirmando su relación con la necrópolis megalítica. En la falda oriental del cerro del Marimacho, casi al nivel de la carretera Antequera-Archidona N-354, se encuentra la cueva objetivo del presente estudio (Fig. 1), con coordenadas geográficas 37º 01’ 29.34” N y 4º 32’ 29.88” W. Se trata de una cavidad excavada artificialmente con una amplia entrada (de unos cuatro a cinco metros de vano) orientada hacia levante que, en gran parte, se encuentra colmatada por escombros y tierra apilada. Consta de tres estancias de planta aproximadamente rectangular de entre dos a ocho metros cuadrados de superficie, dispuestas de norte a sur, separadas por muros de corta longitud y compartiendo, todas ellas, la misma abertura de acceso al exterior hacia el este. Hasta la fecha, no ha sido objeto de ningún tipo de estudio y sólo se la ha mencionado brevemente en contados trabajos. La primera vez que se cita es en un croquis dibujado por Narciso Díaz de Escovar que se encuentra en el archivo de correspondencia y notas de dicho autor custodiado por la Fundación Unicaja de Málaga, caja 107, legajo I (Maura Mijares, 2011: 90). Sin embargo, el mejor dibujo disponible hasta la fecha de la planta y el alzado de la cueva del Marimacho es el realizado por Manuel Gómez-Moreno Martínez, fechado entre 1904 y 1905, que se encuentra entre los documentos de la Colección Gómez-Moreno que alberga el Archivo de la Fundación Rodríguez-Acosta2 y que reproducimos en la Figura 2. Aunque los dibujos están idealizados y no son precisos en cuanto a la orientación y longitud relativas de estructuras, recogen comentarios y dimensiones de algunos elementos de la cueva. Según Maura Mijares (2011: 90), la única alusión a la cueva aparecida, aunque breve, en algún trabajo publicado es de Rafael Puertas Tricas, para el que la cavidad presenta paralelos formales y tipológicos con las iglesias rupestres mozárabes de Archidona, Coín y Ronda (Puertas Tricas, 2006). El objetivo del presente trabajo es determinar la orientación de la cueva. No es nuestra intención esta-

blecer su cronología ni funcionalidad, cosa que sólo será posible cuando se aborde su necesaria excavación arqueológica, pero sí el incluir el dato de orientación en su estudio y realizar una pequeña discusión sobre sus posibles implicaciones. En la siguiente sección describiremos cómo se realizaron las medidas y en la tercera y última parte del trabajo discutiremos los resultados obtenidos y lo que éstos nos sugieren.

DETERMINACIÓN DE LA ORIENTACIÓN El trabajo de campo para determinar la orientación de la cueva del Marimacho se llevó a cabo el 22 de abril de 2015. La entrada a la cavidad se encuentra casi obstruida por un amontonamiento de tierra y escombros realizado de forma deliberada además de por la abundante maleza que la rodea, por lo que las medidas tuvieron que realizarse desde el exterior y por medio de una brújula de precisión. Se midió la dirección general de la abertura de acceso y de tres de las paredes rectas más largas de la cavidad y que son perpendiculares a la entrada (Fig. 3). Además de la brújula, también se utilizó un teodolito, un receptor GPS de navegación y una cámara fotográfica digital. El teodolito se colocó en la terraza situada justo sobre la cueva para obtener simultáneamente una visión despejada del Sol y del horizonte visible desde la entrada a la cavidad. Con este instrumento se midió la posición de varios elementos topográficos conspicuos del horizonte. Los ángulos horizontales medidos con el teodolito se transformaron a acimutes referidos al norte magnético mediante medidas de la posición del centro del disco solar cronometradas con el GPS. Los acimutes geográficos de los elementos topográficos seleccionados se compararon con los ángulos horizontales medidos con la brújula para esos mismos elementos y la diferencia promedio nos proporcionó la declinación magnética. Esta es la magnitud que hay que sumar algebraicamente para transformar los ángulos medidos con la brújula a acimutes geográficos. Posteriormente, con dicho valor de la declinación magnética (que resultó ser de -2º aproximadamente3) corre-

2 Reproducida en la página 171 de MORÓN SÁNCHEZ, S. (2015): Los megalitos de Antequera en la Colección Gómez Moreno: ordenación, catalogación y análisis del corpus documental, Trabajo Fin de Máster, Universidad de Granada. Trabajo inédito 3 Aunque en calculadores web como el del Instituto Geográfico Nacional obtenemos un valor de -1º15’ para la declinación magnética en la fecha en que se realizó el trabajo de campo, tenemos que tener en cuenta: a) que pueden existir alteraciones magnéticas locales, b) que no todas las brújulas señalan exactamente hacia el norte magnético (pueden presentar algunas pequeñas derivas sistemáticas, en el caso de la brújula empleada, la deriva es de alrededor de -1º) y c) la precisión de la brújula empleada, que en nuestro caso es del orden de 0.5º.

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Fig. 2. Dibujos de la planta y alzado de la cueva del Marimacho realizados por Manuel Gómez-Moreno Martínez y fechados entre 1904 y 1905. Se encuentran en el documento 13.1EXP1 de la Colección Gómez-Moreno que alberga el Archivo de la Fundación Rodríguez-Acosta. Los dibujos están idealizados y no son precisos en cuanto a la orientación y longitud relativas de estructuras pero recogen comentarios y dimensiones de algunos elementos de la cueva. Se ha aumentado el contraste en esta reproducción.

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SOBRE LA ORIENTACIÓN DE LA CUEVA DEL MARIMACHO (ANTEQUERA, MÁLAGA)

Fig. 3. Reproducción parcial de la Figura 2 donde mostramos únicamente la planta de la cueva. Las flechas indican los elementos cuya orientación se ha medido en este trabajo así como el valor del acimut geográfico de las medidas.

gimos las medidas de las orientaciones obtenidas en la cueva (ver Esteban y Escacena Carrasco 2013 para una descripción más detallada). Varios de los puntos del horizonte que se midieron con el teodolito se eligieron expresamente en la zona hacia la que apunta el acceso a la cueva con el fin de explorar posibles relaciones astronómicas de interés. A partir del par de coordenadas acimut (A) y altura sobre el horizonte (h) de dichos puntos y conocida la latitud del lugar con ayuda del GPS, calculamos la declinación celeste4 (δ) del astro que tiene su orto u ocaso por dicho punto a través de una sencilla ecuación de transformación de coordenadas (ecuación 5 de Esteban y Moret, 2006). Las tres paredes internas de la cueva que se midieron y la perpendicular a la dirección de la abertura (Fig. 3) apuntan hacia el este con una dispersión bastante elevada (10º). El azimut promedio definido por estos cuatro elementos es de 99 ± 10º, unos 9º al sur del este. En la Figura 4 mostramos la zona del horizonte que cubre aproximadamente dicho rango angular. Parece necesario comentar que estos cuatro ele-

mentos estructurales de la cueva definen dos grupos de orientaciones diferenciadas, la pared situada más al sur y la perpendicular a la abertura se orientan a un azimut de 88º-89º, prácticamente coincidente con el este geográfico teniendo en cuenta la incertidumbre de las medidas individuales obtenidas con la brújula (que estimamos del orden de 2º). Mientras que, por otra parte, la pared central y la norte apuntan hacia 108º-110º, unos 19º al sur del este.

DISCUSIÓN La cueva que nos ocupa en este estudio se encuentra situada exactamente en el extremo oriental del Cerro del Marimacho, por lo que la orientación de su entrada apunta necesariamente a la dirección este. Este hecho particular podría sugerir que su orientación fue quizás relevante a la hora de determinar la localización espacial de la cueva. En el caso de que tuviera una relación astronómica, la orientación general de 99 ± 10º nos proporciona un amplio abanico de posibilidades, pues corresponde una ancha

4 La declinación corresponde al ángulo sexagesimal entre un astro y el ecuador celeste medido a lo largo del círculo máximo que pasa por los polos celestes y dicho astro. Es una de las coordenadas ecuatoriales (junto con la ascensión recta) que se utilizan para posicionar los astros sobre la esfera celeste, el rango de valores posibles va de +90º a -90º.

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Fig. 4. Zona del horizonte hacia donde apunta la orientación medida en la cueva del Marimacho. Se indica el punto por donde se produce el orto solar en los equinoccios. El círculo representa el tamaño aparente del Sol y la flecha su trayectoria sobre la esfera celeste. El marco rectangular muestra la zona aproximada del horizonte visible a través del corredor del dolmen de Viera desde el interior de su cámara funeraria. Como vemos, esta zona está incluida en su totalidad dentro del rango angular definido por la orientación de las estructuras medidas en la cueva del Marimacho. El orto de los equinoccios visto desde el dolmen de Viera se produce en el centro del marco rectangular.

franja de declinación celeste, desde +4º a -12º, comprendiendo la posición solar desde mediados de febrero a principios de abril y desde mediados de septiembre a finales de octubre5, la Luna y planetas en ciertos momentos de sus órbitas, así como gran cantidad de estrellas y asterismos relevantes. Si nos atenemos a la orientación definida por la perpendicular a la entrada y la pared sur de la cueva, las posibilidades son bastante más restringidas, y podríamos tener una relación con los equinoccios o en una fecha cercana a éstos (ver la posición del orto solar en los equinoccios en la Figura 4). En el caso de considerar la orientación definidas por las paredes central y norte de la cueva, la relación podría ser con el Sol de mediados de febrero o finales de octubre. Michael Hoskin determinó la orientación de los corredores de los cercanos dólmenes de Viera, Menga y El Romeral (Hoskin, 2001: 69-70, 228) encontrando distintos acimutes para cada uno de ellos. En particular,

el dolmen de Viera presenta un acimut de entre 93º y 96º debido a que las paredes del corredor no son completamente rectilíneas y hay secciones orientadas de forma ligeramente distinta (Hoskin, 2001: 69, 228). Este rango angular es similar a la orientación general de la cueva del Marimacho (99 ± 10º). En la Figura 4, mostramos también la zona aproximada del horizonte hacia donde apunta el corredor del dolmen de Viera mediante un marco rectangular. Como vemos, esta zona está incluida en su totalidad dentro del rango angular definido por la orientación de las estructuras medidas en la cueva del Marimacho. Debido a que la cueva y el dolmen de Viera no se encuentran sobre una misma línea común esteoeste y las montañas que forman el horizonte son relativamente cercanas, el punto por donde se produce el orto solar en los equinoccios no es el mismo desde ambos lugares. El orto de los equinoccios visto desde el dolmen de Viera se produce en el centro del marco rectangular inserto en la Figura 4.

5 Estas estimaciones están realizadas para el año 2015, aunque no variarían de forma sustancial si nos retrotraemos varios siglos e incluso unos pocos milenios hacia el pasado.

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SOBRE LA ORIENTACIÓN DE LA CUEVA DEL MARIMACHO (ANTEQUERA, MÁLAGA)

Como ya se indicó en la introducción, Puertas Tricas (2006) comenta que la cueva del Marimacho presenta paralelos formales y tipológicos con las iglesias rupestres mozárabes malagueñas de Archidona, Coín y Ronda. Aunque está fuera del ámbito del presente trabajo discutir los argumentos de dicho autor, vamos a centrarnos únicamente en lo que atañe a la orientación de los recintos. Puertas Tricas recopila las plantas de alrededor de 50 iglesias prerrománicas españolas edificadas entre los siglos VIII al XI (Puertas Tricas, 2006: 229-259) donde, en todas ellas, se indica la posición del norte, presumiblemente el magnético. Hemos realizado una pequeña estadística de la orientación de la muestra de edificios de Puertas Tricas encontrando que sus ábsides se encuentran, en su totalidad, apuntando hacia la mitad oriental del horizonte, como era preceptivo en las iglesias cristianas de época medieval, pues tanto el altar o el creyente al orar debían mirar hacia el sol naciente, lugar por dónde Jesucristo vendría en el final de los días (McCluskey, 2015: 1704-1705; González-García y Belmonte, 2015: 1696). En particular, la inmensa mayoría de las iglesias recopilada por Puertas Tricas, un 78%, se encuentran con su ábside apuntando hacia el este (en el rango 70º - 110º), mientras que un 7% lo hace al SE y el restante 15% hacia el NE. Otra muestra de alrededor de 100 iglesias prerrománicas españolas estudiada por González-García y Belmonte (2015) son enteramente consistentes con este patrón, donde los ábsides de prácticamente todos los edificios se orientan dentro del arco formado por el orto solar a lo largo del año y ninguno de ellos apunta hacia la mitad oeste del horizonte. En el caso de la muestra de iglesias rupestres malagueñas de Puertas Tricas (2006: 229-259), estas presentan ciertas diferencias con el comportamiento antes citado, pues aunque la mayoría muestra el ábside orientado hacia el este, hay dos que parecen presentarlo hacia el norte pero, de nuevo, ninguna se orienta hacia el oeste. Considerando la planta de la cueva del Marimacho que presentamos en la Figura 2, si el ábside (o los ábsides) de la presunta iglesia mozárabe coincidieran con las naves central y/o norte ambas estarían apuntando hacia el oeste y si, por el contrario, el ábside de la iglesia fuera la nave sur, debido a su geometría podríamos plantear incluso su posible orientación hacia el sur. Como vemos, ambas posibilidades de orientación absidal de la presunta iglesia son incompatibles con las típicas que muestran las iglesias prerrománicas españolas.

CONCLUSIÓN La cueva del Marimacho merece un estudio arqueológico para esclarecer su cronología debido a estar situada en un contexto de excepcional interés y su origen artificial. Somos conscientes que el presente estudio no puede proporcionar una datación pero sí plantear algunos datos que pueden ser de interés para comprender mejor el yacimiento. En primer lugar, destacamos el hecho de que la cueva, la única localizada en el cerro, se encuentra situada exactamente en el extremo oriental de esta elevación, lo que sugiere quizás una intencionalidad en la elección de su ubicación y orientación. La cueva está mirando hacia el horizonte oriental en un rango de acimut de 99 ± 10º, que incluiría la posición del orto solar en los equinoccios y en fechas cercanas a éstos. La orientación general es similar a la que presenta el corredor del vecino dolmen de Viera, dato de interés si se confirmara una cronología similar para la cueva. Finalmente y debido a que se ha sugerido que pudiera tratarse de una iglesia rupestre mozárabe, encontramos que nuestros datos son claramente incompatibles con el patrón de orientaciones típicas de las iglesias prerrománicas españolas, que muestran, por otra parte, una notable regularidad. Agradecimientos. Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación “Arqueología del Sol y otros astros” financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad en el marco del Programa Campus de Excelencia Internacional. Agradezco a Bartolomé Ruiz González y Victoria Eugenia Pérez Nebrera, del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, por su indispensable y amable colaboración.

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CÉSAR ESTEBAN LÓPEZ

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SOBRE LA ORIENTACIÓN DE LA CUEVA DEL MARIMACHO (ANTEQUERA, MÁLAGA)

Vista aérea de Marimacho desde el Este, con los dólmenes de Menga y Viera al fondo. Foto: IKARUM.

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Vista del corredor del dolmen de Viera. Foto: Conjunto Arqueolรณgico Dรณlmenes de Antequera.


CRÓNICA

NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO MÉTRICO Y GEOMÉTRICO DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA) José Antonio Benavides López1, Francisco Javier Esquivel Sánchez2 y José Antonio Esquivel Guerrero3

Resumen: La utilización de las nuevas tecnologías en el análisis de la investigación arqueológica está dotando a la disciplina, a pasos agigantados, de nuevos métodos, algoritmos y técnicas. En este trabajo se ha modelizado el dolmen de Viera, utilizando scanner laser 3D de última generación, análisis fotogramétricos, algoritmos HDRI o HDR de análisis y tratamiento de imágenes, vuelos con “drones” por control remoto y topografía electrónica. El proceso de datos y la obtención de documentos gráficos se ha realizado mediante el software de scanner 3D Riscan-pro y programas BIM (Building Information Modeling) Autodesk Revit.

Palabras clave: Datos algorítmicos, dolmen de Viera, fotogrametría, scanner 3D.

NEW CONTRIBUTIONS IN THE STUDY OF THE METRIC AND GEOMETRIC STUDY OF THE VIERA DOLMEN (ANTEQUERA, MÁLAGA) Abstract: The utilization of the new technologies in the archaeological investigation is providing to the discipline, by leaps and bounds, with new methods, algorithms and technologies. In this work has been modeled the dolmen of Viera using scanner laser 3D of last generation, photogrametric analyses, HDRI or HDR algorithms of analysis and treatment images, flights with drones for remote control and electronic topography. The data processing and the obtaining of graphical documents there have been realized by means of the software of 3D laser scanner Riscan-pro and programs BIM (Building Information Modeling) Autodesk Revit.

Keywords: Data algorithm, Viera dolmen, photogrammetry, 3D scanner.

Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica y en la Ingeniería. Universidad de Granada. [jbenavidd@gmail.com]

1

Departamento de Estadística e Investigación Operativa. Universidad de Granada. [jesquivel@ugr.es]

2

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [esquivel@ugr.es]

3

Recibido: 09/06/2015; Aceptado: 30/09/2015

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JOSÉ ANTONIO BENAVIDES LÓPEZ, FRANCISCO JAVIER ESQUIVEL SÁNCHEZ Y JOSÉ ANTONIO ESQUIVEL GUERRERO

1. INTRODUCCIÓN El dolmen de Viera, situado en la zona dolménica de Antequera, a pocos metros de distancia del dolmen de Menga, está formado por un corredor con lados paralelos entre sí, segmentado en dos tramos y que finaliza en una cámara cuadrada. A esta cámara se accede por una puerta perforada cuadrangular, de bastante menor tamaño, a modo de pequeña cámara (Láms. 1-2). La construcción del dolmen se llevó a cabo mediante la técnica de ortostatos. Tiene un recorrido interior de algo más de 21 m, longitud que puede ampliarse a más de 22 m teniendo en cuenta la dimensión de la losa de cubierta de la cámara y la que probablemente cubriera su acceso exterior. La anchura interior es bastante regular, oscilando entre 1,3 m en su tramo inicial y 1,6 en se tramo final.

izquierdo y 15 en el derecho, mientras que la cabecera está compuesta por una sola losa. De la cubierta se conservan cinco losas íntegras con fragmentos de otras dos, y aunque algunos investigadores suponen la existencia de tres o incluso cuatro losas más, desaparecidas en la actualidad. La altura interior media del sepulcro es de poco más de 2 m estando cubierto por un túmulo. La dirección longitudinal del sepulcro está orientada a levante, ligeramente hacia el sur (acimut de 96º), siguiendo los patrones estándar ibéricos. Con esta orientación se consigue que la cámara sepulcral reciba la cantidad máxima de luz solar durante el equinoccio de primavera y el de otoño. Actualmente se interpreta como otro monumento funerario colectivo y posiblemente con carácter ritual, habiéndose datado su construcción mediante C14 entre 3631-2916 cal BC 2σ (Aranda et al., 2013; Ferrer Palma, 1997a;1997b) en pleno Calcolítico antiguo.

Cada lateral del sepulcro debió estar formado por 16 losas, de las que se conservan 14 en el lateral

Lám. 1. Dolmen de Viera. Pasillo exterior.

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NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO MÉTRICO Y GEOMÉTRICO DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA)

Lám. 2. Dolmen de Viera. Pasillo interior.

2. MATERIALES Y MÉTODOS En este trabajo se ha utilizado un scanner Riegl VZ-400, que permite procesar digitalmente la forma de onda en tiempo real y, una vez identificado el pulso, el análisis estima de forma precisa la amplitud y el tiempo de llegada de la señal. Este análisis se lleva a cabo utilizando instrumentos capaces de realizar 1.5 millones de medidas por segundo. Con el láser scanner Riegl VZ-400 pueden regularse los pulsos con razón de repetición de 100 kHZ tanto en modo long range (42.000 medidas por segundo) como en modo high range 300 kHZ (125.000 medidas por segundo), lo que corresponde a entre 5 y 10 ecos por disparo. El dispositivo Riegl VZ-400 modelizan los ecos simples, el primer eco, el último eco y otros ecos intermedios (Doneus et al., 2009; RIEGL, 2009) (Lám. 3). Un problema importante consiste en intentar discriminar entre dos ecos consecutivos, valor que depende de la anchura del emisor del pulso láser y de la anchura de banda del receptor para determina la distancia mínima, que permita discriminar entre las dispersiones para un disparo láser sin que se superpongan las señales; en el Riegl VZ-400 esta distan-

Lám. 3. Imagen del scanner 3D con indicación de los ejes de captura láser y captura de imagen.

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cia es de 0,8 m, aunque en circunstancias especiales puede mejorarse algo dicha estimación. Las características técnicas de este instrumento permiten llevar a cabo la digitalización de los ecos (Tab. 1).

APLICACIÓN RANGO DE MEDIDAS REFLECTIVIDAD REPETIBILIDAD Y PRECISIÓN

Terrestre 500 m 80% 3/5 mm

RAZÓN EFECTIVA DE LAS MEDIDAS

125.000 meas./seg.

CAMPO DE VISIÓN

100º V por 360º H

Tab. 1. Características técnicas del scanner 3D láser Riegl VZ-400.

Por otro lado se ha utilizado un UAV (Unmanned Aircraft Vehicle), vehículo aéreo no tripulado, también conocido como “dron”, modelo DJI-Inspire1 que captura imágenes de alta calidad para su posterior procesado por técnicas fotogramétricas mediante el ajuste de orientaciones (interna, relativa y absoluta) y la posterior generación del modelo mediante el ajuste de haces. Las imágenes aéreas se ha capturado con una resolución de 14 megapíxeles con un intervalo de 5 segundos entre ellas.

Para el procesado de las 509 imágenes (4.23 GB) y el proceso de alineado de los diferentes escaneos se ha necesitado un ordenador de altas prestaciones (procesador Intel Corel™ i7 2600K CPU con 16 GB de memoria RAM y tarjeta gráfica NVIDIA GeForce GTX560). El procesado del modelo 3D fotogramétrico ha sido de 15 horas a las que hay que añadir otras 10 horas para el post-procesado de las nubes de puntos obtenidas con el escáner: filtrado, eliminación de ruido, alineado, texturizado, mallado, extracción de ortofotografias.

3. METODOLOGÍA DE TRABAJO Una vez realizada cada toma de puntos se lleva a cabo la incorporación de las imágenes de alta resolución de la zona escaneada, lo que permite que el software de captura de datos las registre georreferenciadas para ser incorporadas como texturas en el modelo final. Posteriormente, el software realiza un registrado fino que aplica transformaciones rígidas en las mallas intentando minimizar la distancia entre sus

Lám. 4. Dólmen de Viera. Sección transversal con dimensiones de la galería y cámara funeraria posterior que se accede a través del hueco. En la imagen derecha se muestra la dificultad de la toma de datos por las escasas dimensiones.

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Lám. 5. Viera. Ortofotografía de la planta del túmulo y galería de entrada con superposición de curvas de nivel con equidistancia 25 cm.

puntos, usualmente mediante un ajuste por mínimos cuadrados. Aquí hay que tener en cuenta que, incluso en las partes solapadas, el conjunto de puntos puede mostrar bastantes diferencias, y que, además, una misma zona captada desde dos puntos de vista diferentes puede generar mallas muy dispares. Este proceso de registrado finaliza mediante la integración de todas las mallas en una única malla que elimina las partes redundantes y proporciona un modelo 3D compacto (Esquivel Guerrero, Benavides López y Guerrero, 2012). Entre la problemática planteada en el trabajo de campo con el láser scanner destacan (RIEGL, 2009): 1. La estrechez del pasillo dificulta la captura de datos a corta distancia (distancia mínima de captura 0,5 m). A mayor distancia, la forma longitudinal del pasillo provoca una captura tangencial del rayo láser provocando gran dispersión en los datos a medida que nos alejamos e incertidumbre en la precisión del punto capturado. 2. La captura fotográfica de imágenes para la posterior texturización de la nube de puntos

provoca importantes contraluces debido a la poca iluminación interior y a la gran cantidad de luz que penetra por la entrada (Lám. 4). Este problema se ha solucionado utilizando diferentes niveles de sensibilidad ISO de acuerdo a la cantidad de luz así como en la captura con multiexposición obteniendo imágenes HDR (High Dynamic Range). En este sentido se ha utilizado una cámara de 16 Mp dotada de la función HDR que permite uniformizar la intensidad lumínica, gracias a la fusión de tres o más imágenes con diferente rango de exposición. Este proceso de fusión, que se denomina tonal mapping, permite una ecualización homogénea en toda la imagen (Cohen et al., 2001; Myszkowski, Mantiuk y Krawczyk, 2008). 3. El paralaje existente entre el eje principal de la cámara (captura de imágenes) y el osciloscopio (punto captura de coordenadas) provoca importantes problema de colinealidad entre punto medido y el píxel capturado, necesitando un posterior ajuste de calibrado del mounting (estructura porta cámara sobre scanner) en el software de procesado.

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3 Fig. 1. Dolmen de Viera. Lateral izquierdo. Documentación gráfica de la superficie interna del ortostato y de las inclinaciones longitudinales y transversales mediante representación por curvas de nivel con equidistancia 5 mm. En línea magenta se ha representado la forma hipotética las zonas no visibles de los ortostados. Fig. 2. Dolmen de Viera. Lateral derecho. Documentación gráfica de la superficie interna del ortostato y de sus inclinaciones longitudinales y transversales mediante representación por curvas de nivel con equidistancia 5 mm. En línea azul se ha representado la forma hipotética las zonas no visibles de los ortostatos Fig 3. Plano de la superficie del techo del dolmen de Viera. reflejado en planta. Equidistancia 5 mm. Los ortostatos que cubren la galería tienen forma trapezoidal y de dimensiones mayores que los ortostatos verticales.

El trabajo de campo mediante dron DJI-Inspire1 ha consistido en: a) Situación estratégica de puntos de apoyo y medición de estos mediante instrumento GPS-RTK de precisión centimétrica. b) Planificación del vuelo para generar las pasadas suficientes para el área a documentar. c) Vuelo programado y captura secuencial de imágenes cada 5 seg. a una altura media de 25 m. Debido al fuerte viento, frecuente en la zona, ha sido necesario cambiar a vuelo manual para incrementar la potencia de los motores.

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El modelo tridimensional realizado mediante la reconstrucción con láser scanner y fotogrametría multi-imagen, muestra la topografía exterior del túmulo y galería de entrada (Lám. 5), así como la perfección de la geometría de la construcción en la parte interior. Para la mejor comprensión de la hipótesis de reconstrucción, el espesor de los ortostatos ha sido dibujado idealmente (Figs. 1-3). El tratamiento gráfico de la enorme cantidad de datos obtenidos (nubes de puntos) se ha realizado mediante el software de BIM (Autodesk Revit). Este software permite generar planos de alzados y secciones de alta precisión a partir de la interacción con las nubes de puntos.

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NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO MÉTRICO Y GEOMÉTRICO DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA)

Para generar vistas del modelo se utiliza la orden “vista de sección” o también mediante la definición de planos delimitadores. De esta forma se discrimina la parte del modelo que se pretende representar obtenido una vista ortogonal texturizada de cada uno de los paramentos. La generación de la micro-topografía de las superficies se ha realizado utilizando el programa Autodesk Civil3D a partir de los archivo DEM de resolución de malla 2 mm.

4. RESULTADOS DEL ESTUDIO Tras el estudio geométrico del modelo obtenido (Figs. 4-5), se observa: • El perfecto paralelismo existente entre los ortostatos laterales que forman el corredor.

• La sección transversal del corredor es de perfil rectangular a diferencia de la sección cuadrangular de la cámara interior. • Longitudinalmente, no se observa normalización en el tamaño de los ortostatos verticales pues las dimensiones oscilan desde 0,71 m las más pequeña hasta 1,91 la mayor, siendo lo más frecuentes entre 1,25 y 1,40 m. De acuerdo a estas dimensiones y teniendo en cuenta un peso específico del material de aproximadamente 2.650 kg/m3 se puede estimar un peso para cada ortostato entre las 3 y 7 tm. • Los ortostatos de cobertera son de mayores dimensiones (aproximadamente 3 por 2,5 m) ya que a la dimensión vista hay que añadir la superficie de apoyo sobre los verticales. Se observa en las magnitudes y forma trapezoidal de los ortostatos.

4

5 Fig. 4. Viera. Lado derecho. Hipótesis de reconstrucción a partir de los datos capturados superpuesta sobre ortofotografía. En línea gris se muestra la línea de suelo. En color magenta se muestran las zonas intervenidas y reconstruidas. Los ortostastos deben anclarse al terreno al menos en 1/3 de su altura para garantizar su estabilidad. Fig. 5. Viera. Lado izquierdo. Hipótesis de reconstrucción virtual del dolmen (trazas en rojo y trama gris) superpuestas sobre ortofotografía.

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Lám. 6. Dolmen de Viera. Imagen virtual del interior del corredor y la cámara.

• Cabe destacar que todos los ortostatos del pasillo presentan una inclinación vertical de 2º en el sentido longitudinal. • La precisión obtenida en el levantamiento nos ha permitido representar las superficies internas de los ortostatos mediante los planos con curvas de nivel con equidistancia 5 mm. El estudio geométrico nos ha permitido realizar una hipótesis de reconstrucción virtual del dolmen (Lám. 6).

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NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO MÉTRICO Y GEOMÉTRICO DEL DOLMEN DE VIERA (ANTEQUERA, MÁLAGA)

Durante los equinoccios la luz del sol atraviesa la puerta de la cámara de Viera y se proyecta en la pared del fondo. Foto: Javier P érez González.

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Magnetometer survey at Piedras Blancas I, September 2013. Photo: Leonardo GarcĂ­a SanjuĂĄn.


CRÓNICA

EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS (ANTEQUERA, MÁLAGA, SPAIN): INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I Leonardo García Sanjuán1, David W. Wheatley2, Marta Díaz-Guardamino Uribe2, Coronada Mora Molina1, Olga Sánchez Liranzo3, Kris Strutt2

Abstract: Piedras Blancas I is part of the La Peña de los Enamorados archaeological complex (Antequera, Málaga). This complex presents evidence dating from the Neolithic period to the 20th century AD. Research carried out in 2006 suggested that the northern sector of La Peña de los Enamorados had known significant activity between the Late Neolithic and Copper Age, which is basically materialized in the Matacabras rock shelter, where schematic rock art is found, and the Piedras Blancas I site. Fresh fieldwork and laboratory analysis undertaken between September 2013 and November 2015, including intensive surface survey, magnetometer prospection and geoarchaeological analysis, have provided new and more precise empirical evidence to understand this site. In this paper we present a summary of the results obtained as part of the research carried out at Piedras Blancas I, a site of major relevance given its landscape association with the dolmen of Menga.

Keywords: Neolithic, Copper Age, Lands of Antequera, Surface Survey, Magnetometry, Geoarchaeology, Thin Section Petrology, Lithic Studies.

EVIDENCIAS DE ACTIVIDAD EN EL NEOLÍTICO EN LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS (ANTEQUERA, MÁLAGA, ESPAÑA): PROSPECCIÓN DE SUPERFICIE INTENSIVA, PROSPECCIÓN GEOFÍSICA Y GEOARQUEOLOGÍA EN EL SITIO DE PIEDRAS BLANCAS I Resumen: El yacimiento de Piedras Blancas I es parte del complejo arqueológico de La Peña de los Enamorados (Antequera, Málaga), que incluye registros materiales que datan desde el periodo Neolítico hasta el siglo XX DNE. Investigaciones realizadas en 2006 sugirieron que el sector norte de La Peña de los Enamorados conoció una importante actividad en el periodo Neolítico Final y en la Edad del Cobre, básicamente materializada en el abrigo de Matacabras, con arte rupestre esquemático, y el sitio de Piedras Blancas I. Las nuevas investigaciones realizadas entre septiembre de 2013 y noviembre de 2015, que han incluido una prospección intensiva de superficie, prospección geofísica por magnetometría y un completo estudio geoarqueológico, han servido para obtener mayores y más precisas evidencias sobre el yacimiento de Piedras Blancas I. En este artículo se presenta un resumen de los resultados obtenidos, y se discuten las implicaciones de cara a futuras investigaciones en este yacimiento, de relevancia muy especial por su conexión paisajística con el dolmen de Menga.

Palabras clave: Neolítico, Edad del Cobre, Tierras de Antequera, prospección de superficie, Magnetometría, Geoarqueología, Petrología de Lámina Delgada, industria lítica. Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es], [coronada_mora@us.es]

1

Department of Archaeology.University of Southampton. [M.M.Diaz-Guardamino-Uribe@soton.ac.uk], [D.W.Wheatley@soton.ac.uk], [K.D.Strutt@soton.ac.uk] 2

Grupo de Investigación ATLAS. Universidad de Sevilla. [olgasliranzo@yahoo.es]

3

Recibido: 27/11/2015; Aceptado: 04/01/2016

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1. INTRODUCTION 1.1. GEOLOGICAL CONTEXT Located in the Antequera depression approxi‑ mately halfway between the towns of Antequera and Archidona (Málaga), La Peña de los Enamorados (henceforth La Peña) is both a wellknown natural formation as well as a major archaeological complex. Geographically speaking, it represents an elevation in the Sub-Betic zone in the Betic mountain range, the westernmost point of the Alpine system in Europe formed during the Miocene. In fact, La Peña stands as a somewhat isolated elevation within the Quaternary depression of Antequera, flanked South by the altitudes of the El Torcal karst system,dating back to the Triassic period, and North by the Guadalquivir complex and the External Sub-Betic domain (Guarnido Olmedo, 1984; Carvajal Gutiérrez and Ruiz Sinoga, 1984). On the eastern side of the Antequera plain La Peña appears as an enormous limestone outcrop with a north-south orientation, a 2,700m extension and a maximum altitude of 880m above sea level. These characteristics make La Peña clearly visible from far off in the north as well as from the east, the west and undoubtedly from the immediate surroundings of the Guadalhorce river which flanks La Peña by its southern and eastern sides. La Peña is difficult to access via the east and the west due to its steep-slope, while its northern face is formed by a vertical cliff almost 100 m high. Thus, from a geological point of view, both La Peña and the Piedras Blancas I archaeological site, studied in this article, are located within the first of the units which make up the External Zones of the Betic Cordillera, more specifically within the Internal Sub-Betic. The Internal SubBetic is the area of sedimentation located farthest away from the emerged continent (South-Iberian Palaeomargin). It was a Pelagic swell between the mid Early Jurassic and the Late Jurassic, that is, an elevated region within the marine basin with scarce subsidence that during certain epochs was even partly emerged, as is demonstrated by the frequent paleokarstic levels. This Pelagic swell became increasingly shallower up until the end of the Jurassic, while during the Cretaceous period it formed part of a deep-furrow that was uniform throughout the entire South-Iberian Palaeomargin.

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At La Peña, the stratigraphic sequence consists of: 1) The Early Jurassic, formed by limestone mainly by micrite (microcrystalline limestone) with occasional oncolites and pellets; 2) The Middle-Late Jurassic, formed by oolitic limestone with some lamellibranchia and foraminifera in a carbonated cement which forms La Peña’s northern vertical face; 3) The Late Jurassic-Early Cretaceous, formed by red, nodular limestone that erodes more easily and thus enabled the formation of the cliff in the proximity of Piedras Blancas I; 4) and finally, material from the CretaceousPalaeogene period formed by pink marlstone and marl-limestone (Fig. 1). Clay and sandstone from a different paleo-domain were superimposed over the aforementioned SubBetic series as a result of tectonic activity. These overlapping materials date back to the Palaeogene-Aquitanian age from the mantle of Aljibe among the Numidian materials from the Campo de Gibraltar Complex (Fig. 1). These materials constituted the facies of the furrow of Betic flyschs (Martín-Algarra, 1987; Reicherter et al., 1994). Sandstone from Aljibe, or Numidian sandstone, is made up of very pure, ultra-mature quartzose arenites. It is predominantly a rounded, commonly recrystallised, medium to coarse mean grain which was derived from Africa (Didonet et al., 1984; Guerrera et al., 1990; Esteras et al., 1995). Below the sandstone from Aljibe we can find the ‘’Base Series’’: Sub-Numidian coloured clay from oceanic facies dating back to between the Late Cretaceous and the Late Oligocene-Late Aquitanian. From a geological and geographical viewpoint, Piedras Blancas I holds a very strategic position given its location in a natural corridor that connects the Antequera basin with the Granada basin along the reliefs that belong, geologically speaking, to the Sub-Betic System (Fig. 1). The intra-orogenic basins are important communication routes within the Betic mountain range as well as key sites for accessing biotic, and particularly abiotic, resources –primarily flint, although ophites and iron oxides as well– (Aguayo de Hoyos et al., 2006; RodríguezTovar et al., 2010a, 2010b; Morgado Rodríguez et al., 2011; García-Alíx et al., 2013; Morgado Rodríguez and Lozano Rodríguez, forthcoming).

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Fig. 1. A: Geological map of the southern Betic mountain range with the location of the study area. B: Detailed geological map of La Peña de los Enamorados and Piedras Blancas I. Legend: 1) Triassic (Subbetic (SB); gypsum, clays and dolomites); 2) Late Jurassic (SB; micrite limestones withoncoliths and pellets); 3) Middle Jurassic (SB; oolithic limestones); 4) Upper Jurassic (SB; red limestones with nodules); 5) Cretacic – Paleogene (SB; marls and pink limestone marls); 6) Eocene (Flysch; calcarenites with nummulites); 7) Paleogene (Flysch; brown clays with banks of sandstones with quartzs); 8) Pliocene (Breccia cemented with carbonated pebbles); 9) Quaternary (piedmont, hillside deposits); 10) Quaternary (fluvial and flood plain deposits); a) Minor fault; b) Major fault between domains; c) Concordant normal contact; d) Discordant contact. Design: José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera and Fernando Pérez Valera.

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1.2. ARCHAEOLOGICAL CONTEXT From and archaeological point of view, La Peña is a complex of the greatest interest presenting evidence of occupation not only during the Neolithic period (the purpose of this study) but also, as previous publications have shown, during the Copper Age, the Bronze Age, the Iron Age, Antiquity, the Middle Ages and even the Modern and Contemporary Ages. The first archaeological study carried out on La Peña, based on a small collection of 55 knapped lithic objects collected from the surface, led to the suggestion that a lithic workshop dating back to the Copper Age or the Early Bronze Age had existed on the south-east face of the mountain (Moreno Aragüez and Ramos Muñoz, 1983: 71). A later study mentioned that new field surveys on the western face helped to identify, apparently on the ground, the outlines of circular huts with a central post and abundant archaeometallurgical evidence including two rivet-head daggers from a private collection, a square-shaped punch and more than a dozen metal fragments as well as a crucible. These items were also dated to the Copper Age and the Bronze Age (Rodríguez Vinceiro et al., 1992: 227). A third study of La Peña site identified surface Chalcolithic materials consisting of plates with thickened edges and Bell-Beaker pottery (Suárez Padilla et al., 1995: 74), in addition to ceramic remains from the Late Bronze Age featuring carinated vessels and excellent burnish (Suárez Padilla et al., 1995: 78). As far as the Iron Age and Antiquity are concerned, in the vicinity of the La Almagra stream on the left bank of the Guadalhorce just before passing La Peña to the south, possible defensive structures dating back to the Iron Age were discovered. It has been hypothesised that these structures were related to the control of a local iron ore (Suárez Padilla et al., 1995: 82). Excavations carried out in 1984 at the site of La Angostura, located on the southern face of La Peña, uncovered more than 50 tombs dated to between the 2nd and 5th centuries AD. These tombs were individual inhumations in rectangular pits under gabled tegulae as well as multiple inhumations (with two or three individuals) in rectangular pits covered by horizontal limestone slabs (Cisneros Franco and Corrales Aguilar, 1994; Fernández Rodríguez and Romero Pérez, 1997:

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426). Another Roman-time activity area is found at a short distance to the north of this necropolis, at the foot of La Peña´s west face. This site, which is unpublished and (to our knowledge) not included in the Antequera municipal inventory of archaeological sites, displays substantial architectural remains and is not to be mistaken with the site called Cerro de la Virgen (or Jardín), located a further 300m to the west. In addition to evidence of occupation of La Peña during Late Prehistory, Protohistory and Antiquity, there is also clear surface-level evidence (which has never been studied nor published), pointing to its occupation during the Middle Ages as well as the Modern and Contemporary Ages. In the highest part of the mountain’s northern half, on the eastern slope, there is abundant construction material and ceramic remains from an undetermined period of time during the Middle Ages. During recent historical times, La Peña was primarily used as an agricultural production space and limestone quarry, both for its use in construction as well as for the production of lime. This activity has left ample material evidence in the form of quarry fronts (of large size on the eastern side), and several lime kilns across the mountainside. Surface field surveys conducted in 2006 in the north sector of La Peña (García Sanjuán and Wheatley, 2009; García Sanjuán et al., 2010), uncovered the Piedras Blancas I site which is situated at the foot of the cliff on the mountain’s northern face (Fig. 2). This site is within the 90 minute isochrone from the Menga and Viera dolmens and about four kilometres from El Perezón, a Late Neolithic settlement which was also discovered in 2006 (Fig. 3). In 2006 abundant knapped flint artefacts, a fragment of a quern and some hand-made pottery fragments were found in connection with a large block of local limestone measuring about three metres in length and roughly parallelepipedic in shape that appears to be associated with other smaller blocks of stone that are located nearby (García Sanjuán et al., 2010: 3721-3722). From a techno-morphological point of view, the knapped lithic artefacts (mostly microlithic, including chipping debris, small blades and geometrics) were characterised as an Neolithic assemblage of Epipaleolithic tradition (García Sanjuán and Wheatley, 2009: 139). Subsequent visits to the site in 2009, during a time of the year when surface

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Fig. 2. Distribution map of Neolithic sites known in the Lands of Antequera. Source: García Sanjuán et al., forthcoming.

Fig. 3. Distribution map showing the relative positions of Menga, Viera, Piedras Blancas I and El Perezón. Source: García Sanjuán et al., forthcoming.

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Fig. 4. Map showing the location of the 2006 and 2013 study areas together with the large stones visible on the surface. Design: Leonardo García Sanjuán.

Pl. 1. Balloon photograph of Piedras Blancas I looking west, with Antequera at the background and Stone 8 at the foreground. Photo: ICARO.Courtesy of Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (CADA).

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Pl. 2. Balloon photograph of Stone 8. Photo: ICARO. Courtesy of Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (CADA).

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visibility conditions were better, allowed for confirmation of the nearby presence, further to the east, of other stones of sizes and shapes similar to the one identified in 2006 (Fig. 4, Pls. 1 and 2), as well as a large quantity of surface material including knapped flint, hammers and grinding tools manufactured from hard stones as well as small quantities of hand-made pottery fragments (Figs. 5 and 6). The Piedras Blancas I site stands barely 200m opposite to the enormous, almost 100m high cliff of intense reddish colour which makes up the northern section of La Peña. At the base of this rocky cliff lies the Matacabras rock shelter, which presents several motifs of schematic rock art. This rock shelter most likely corresponds to that briefly cited (without a specific denomination and no clear references to its location) in an article published in the early 1990s (Muñoz Vivas, 1992). The motifs painted in the Matacabras rock shelter have since been described in various studies (Bueno Ramírez et al., 2009; Maura Mijares, 2011 for example). According to the characterisation proposed by P. Bueno Ramírez et al. (2009), the Matacabras rock shelter presents a painted stela, which is located in the area most visible from the outside, whose size and location is analogous to some of the anthropomorphic figures of macroschematic art. According to these authors, two possible phases can be distinguished at this shelter, the older of the two presenting double wavy motifs strongly reminiscent of Early Neolithic rock art (Bueno Ramírez et al., 2009: 188-189). Following the survey carried out in 2006 and further observations made therein, interest in the north sector of La Peña to understand the occupation of this region during the Neolithic period has increased substantially. This is especially true if we keep in mind that the projection of Menga’s axis of symmetry does not point to sunrise, as it is common in southern Iberian megalithic monuments, but instead points directly towards Matacabras. Menga’s non-solar1 axis of symmetry

establishes a landscape connection to a place that may have had an ancestral significance before Menga was constructed (García Sanjuán and Wheatley, 2010: 28-31; García Sanjuán and Lozano Rodríguez, forthcoming). Bearing in mind these precedents, the research project “Societies, Territories and Landscapes in the Prehistory of the Lands of Antequera (Málaga)” (2013-2018), approved by the Ministry of Culture of the Andalusian regional government, has as one of its mains aims to carry out a more precise archaeological characterisation of the Piedras Blancas I site. A new survey was thus conducted in September 2013 at this site, along with a technomorphological and geological characterisation of the materials collected. Furthermore, a geophysical prospection and a geoarchaeological study on the blocks of stone discovered in 2006 and 2009 were conducted2. The purpose of this field study is to more accurately understand the nature of the site prior to beginning excavation work. Naturally, interest in this field study lies not only in the assessment of Piedras Blancas I itself, but also in the potential relevance it has for helping us to understand the background and origins of Menga. The intensive surface survey was conducted between September 16th and 17th, 2013 by Leonardo García Sanjuán, David W. Wheatley and Marta Díaz-Guardamino Uribe, with the assistance of five graduate students from the University of Southampton (United Kingdom), Joana Tonge, Josh Thomas, Thomas Hutchinson, Imogen Rogers and Luke Garland, and one post-graduate student from the University of Sevilla, Marta Cintas Peña. Kris Strutt provided further assistance concerning magnetometric data processing. The techno-morphological characterisation of the recovered surface materials was carried out by Olga Sánchez Liranzo during late 2013 and early 2014. The geo-archaeological study of the site was carried out between July and November 2015 by José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera, Fernando Pérez Valera and Juan Alberto Pérez Valera.

1 Although a recently published study has shown that sunlight did play a role in the design of Menga (Lozano Rodríguez et al., 2014). 2 LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., PÉREZ VALERA, L. A., PÉREZ VALERA, F. and PÉREZ VALERA, J. A. (2015): Estudio Geoarqueológico de Piedras Blancas (La Peña de los Enamorados, Antequera, Málaga). Unpublished Report.

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Fig. 5. Surface lithic material collected around Stone 8 in the non-systematic survey carried in March 2009. Drawing: Elisabeth Conlin.

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Fig. 6. Surface lithic material collected around Stone 8 in the non-systematic survey carried in March 2009. Drawing: Elisabeth Conlin.

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2. SURFACE SURVEY The first task was the surface delimitation of all of the stones identified by manually removing vegetation (Pls. 3, 4 and 5). This task did not fully clarify which of these stones are loose blocks and which are simply part of rocky outcrops (something that could only be confirmed with excavation work), but did however help decide which stones are the best candidates for excavation. The surface survey was conducted under favourable visibility conditions with very dry soil covered with the remains of the last harvest of grains cultivated on the plot. The survey area was divided into 12 numbered squares measuring 30 x 30m, which served as a reference for the geophysical survey as well (see description below). The prospection grid was established using a Real-Time Kinematic (RTK) Leica Viva GNSS which calculated the positions in real-time over the UTM 30N projection with ETRS 1989 datum. Wooden pegs were used at 30x30 regular intervals, all of which were geo-referenced along with all the other recorded elements, both in 2006 and in 2009. Seven of the squares (those numbered 6, 7, 8, 9, 13, 26 and 27) were extensively surveyed, thus amounting to a total surface area of 6,300m2. These squares are located adjacent to the area that was surveyed in 2006. The surveyors were positioned at 5m intervals and transects were walked once until the entire length of the 30m square was covered. The prospectors collected all materials that could be identified in their line of sight. The prospection was conducted by one experienced and six non-experienced individuals (the latter were given a prior introduction regarding the types of materials likely to be found as well as the work method). Given the lack of experience of most surveyors the resulting sample distribution is likely to be biased in favour of the most experienced one, and therefore has not been considered significant for the purpose of spatial statistics. A total 110 surface artefacts were recorded, which can be broken down as follows: hand-made pottery (13 items), wheel-thrown pottery (4 items), knapped lithic artefacts (61 items) and non-knapped lithic artefacts (32 items). A high number of non-knapped lithic tools (20 out of the total 32) were found in squares 13 and 8, mainly around stones 9 and 10, while a high number of knapped flint artefacts (19 out of the 61 objects identified) were found in squares 26 and 27 (Fig. 7).

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Pl. 3. Stone 8. Photo: Leonardo García Sanjuán.

Pl. 4. Stone 4. Photo: Leonardo García Sanjuán.

Pl. 5. Surface clearance of the stones. Photo: Leonardo García Sanjuán.

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Fig. 7. Plan showing the 2013 survey grid and finds as well as the large stones visible on the surface of Piedras Blancas I. Design: Marta Díaz-Guardamino Uribe.

2.1. CERAMIC MATERIAL The hand-made pottery (13 fragments) includes very small strongly eroded fragments (Pl. 6 and Appendix 1). Little can be said regarding the morphology of this small ceramic assemblage as all of the fragments, except for one rim, are non-diagnostic. With regard to the firing, five fragments show evidence of mixed firing environments, whereas one comes from an oxidizing atmosphere and seven from reduced ones. Except for a thin fragment, all others are rather coarse. In cases where the surfaces are more or less preserved, we can observe that they tend to be smoothed out. At the same time, fragments whose surfaces have not been smoothed out have greater thicknesses. The colours (of both the external and internal surfaces) of all the hand-made shards are brown, brownishgrey and reddish. Fragment No. 40 consists of the rim of a globular pot with a vertical rim (about half a centimetre high) that was flattened out on its edge. Overall, the small quantity of ceramic material observed in 2013 at Piedras Blancas I is in line with what was observed during the 2006 field surveys at

both Piedras Blancas I and the neighbouring site of El Perezón. This is characteristic of open-air settlements from the Neolithic period in the region.

2.2. KNAPPED LITHIC ARTIFACTS The techno-morphological classification and description of the 61 knapped lithic artefacts has been based on the logical-analytical system (Mora Torcal et al, 1991; Terradas Batlle, 1995) (Tab. 1; Pls. 7, 8 and 9 and Appendix 2), although refe-rences to traditional typologies (Bordes, 1961; Laplace, 1964, 1972, 1986; Merino Sánchez, 1965, 1994; Bagolini, 1968; Fortea Pérez, 1973) have also been made. The majority of the knapped lithics (57) are made from siliceous rocks, while only four of the pieces discovered correspond to other raw material (see discussion below). The predominant colours of the flint are beige, grey and brownish-grey, while colours such as white, pink and dark brown are less common (one item each). Almost all of the items, including the retouched areas, have patinas, while the degree of

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40

38

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25

97

117

0 Pl. 6. Ceramic ítems. Numbers refer to the full inventory shown in Appendix 1. Photo: Javier Pérez González.

erosion is not very significant. Even though we are dealing with surface archaeological material, the fracture rate of the tools is not too high. Of the 61 analysed items, only 21 display some type of fracture, while only 12 of those 21 present serious fractures that prevented us from orienting them (two 1GNB, four PB and six 2GNB). Considering the global analysis of the assemblage (Tab. 1), the majority of the material corresponds to Second-Generation Negative Bases (2GNB) (37 items) (Pl. 9), followed by the Positive Bases (PB) (15 pieces) (Pl. 8) and First-Generation Negative Bases (1GNB)(nine pieces) (Pl. 7), of which the majority (eight pieces) are from the Exploitation 1GNB group (cores) and only one piece corresponds to the Configuration 1GNB group. Only one pick is in the C1GNB group (Pl. 7). It is a piece made as a triangular-section pick with a distal knapping that forms a trihedral section (Pl. 7, nº 109). Given its morphology, it could qualify as a trihedral pick, but its association with the rest of the materials suggests that a better analogy could be the so-called ‘Asturian picks’ (“picos asturienses”) dated to the Late Neolithic period and the early Cooper Age (Ontañón Peredo, 1996: 21; Martín Córdoba, 1988: 59). A total of eight cores belong to the E1GNB group: one of them is a fragment whose morphology cannot be clearly identified; three of them would belong to the pyramidal group; two would be diverse; one would be a polyhedral piece and one would have been in the early phases of knapping. These cores, which barely have any cortical remains, are very small

222

–either from being used up or because the nodules chosen for carving were small–. In terms of the Percussion Platforms (PP) we have identified 10 smooth ones, four multifaceted ones, three dihedral ones and three punctiform ones (Pl. 8). There were also 26 suppressed butts. Moreover, following the pattern of the cores, no cortical butts were found. For the typometrical analysis of the PP, the flakes and the blades, the model followed was that proposed by Bagolini (1968) which in principle can only be applied to ‘’knapping debris’’, although in this case we have also applied it to the 2GNB that, in our opinion, are morphologically preserved. The only items not included in this analysis are the highly fractured and/or highly retouched ones. Broadly speaking, the PB and the 2GNB pieces are small and very small and can be identified as: one wide flake, one laminar flake, two small wide flakes, five micro-flakes, one wide micro-flake, two very wide micro-flakes, four laminar micro-flakes and one micro-blade. With regard to the types of PB blanks, there is a clear predominance of interior blanks, six flakes and two blades, as well as a piece that could be classified as a Levallois flake. With regard to the types of blanks used for the elaboration of 2GNB (a total of 33), the majority of the pieces were elaborated using interior blanks, 18 of which were identified as flakes and eight as blades. Yet, there is proof of other types that were used: one cortical flake, one semi-cortical flake, one Levallois flake, one pseudo-Levallois flake, one semi-cortical blade and one Levallois blade. Also just as interesting is the use of core debris.

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5 cm


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KNAPPED LITHIC INDUSTRY I. FIRST GENERATION NEGATIVE BASES (1GNB)

9

I.1. Configuration First Generation Negative Bases (C1GNB)

1

• Trihedral pick

1

I.2. Exploitation First Generation Negative Bases (Cores)

8

• Pyramidal cores

3

• Early-knapping cores

1

• Polyhedral cores

1

• Diverse cores

2

• Core fragments

1

II. POSITIVE BASES (PB)

15

• Core debris

6

• Core tablets

1

• Internal flakes

6

• Chips

2

III. SECOND GENERATION NEGATIVE BASES (2GNB)

37

• Racloirs

7

• Perforators

1

• Scrapers

2

• Retouched notches

9

• Denticulates

6

• Truncated tool

3

• Dorsal facepoint

1

• Marginal points

1

• Sickle blade elements

1

• Pieces with abrupt marginal retouch

2

• Barbed arrow heads

1

• Piece with flat retouch

1

• Scraper and dorsal face point

1

• Piece with very marginal retouch

1

TOTAL

61

Tab. 1. Full inventory of Piedras Blancas I surface knapped lithic industry.

In terms of corticality, there is a scant presence of cortical blanks both in the PB and the 2GNB in accordance with the absence of a cortex in the E1GNB and the percussion platforms. In fact, of the 37 2GNB pieces, we can observe that 33 of them do not have cortical surfaces; the rest of the surfaces are: cortical, dominant cortical over non-cortical, and dominant non-cortical over cortical. Regarding the kind of retouch applied during the elaboration of the pieces corresponding to the 2GNB group, simple retouching prevails. However, there is also a very high percentage of pieces presenting abrupt retouch. It should also be pointed out that a piece was found which, although fragmented, shows proof of what could be smooth retouch on its surface. Following to the typological classification proposed by Laplace, 27 of the pieces

can be included in the order of simple retouch: seven racloirs, one perforator, two scrapers, nine retouched notches, six denticulate pieces, one marginal projectile point and one piece with high marginal retouch, possibly attributable to use. Of the racloirs group, six are made from flakes and one is made from a blade; all are made from interior blanks except for one made from a cortical flake and another made from a semi-cortical micro-flake. We found one transversal marginal racloir (R1), another transversal racloir (R22), three lateral racloirs (R21) –one of which had a simple lateral retouch on its ventral surface–, and a diamondshaped bifacial racloir made from a cortical flake. We discovered a perforator with a retouched lateral notch (made from an interior flake, more specifically a microflake), which helps to understand the shape of the tool.

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50

36

109

13

69

18

Pl. 7. Knapped lithic tools: First-Generation Negative Bases (1GNB). Photo: Javier Pérez González.

58

57

2

47

16

61

29

1

3

39

67

7

33

68

Pl. 8. Knapped lithic tools: Positive Bases (PB). Photo: Javier Pérez González.

37

15 62

17

4

8

11 31

54

46

73

60 51

14

59

Pl. 9. Knapped lithic tools: Second-Generation Negative Bases (2GNB). Photo: Javier Pérez González.

66 0

5 cm


EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS: INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I

There are also two scrapers in the simple retouch group. The first is a frontal scraper that was laterally retouched (G12) made from a limestone Levallois blade. The second one is a snub-nosed scraper (G22) with a retouched notch. The largest group is formed by the retouched notches (D21) with a total of nine pieces out of the 37 that make up the 2GNB group. The blanks used for the notches are primarily interior flakes with the exception of one semi-cortical blade, one cortical flake and possibly two pieces of debitage. In some cases the notches have a very marginal retouch which leads us to doubt its typological affiliation. Six examples of denticulate objects were discovered: four marginal (D1) and two diamond-shaped ones (D3). Of these six objects, five were made from interior flakes and one from a semi-cortical flake. A marginal projectile point (P11) with simple retouch on its right side, was also recorded. This projectile point is made from an interior flake and has an eliminated butt. Within the group of simple retouch, we can include an object whose retouch presents a morphology that can be classified as “simple”; however, its retouch is very marginal, possibly due to factors that are different from those responsible for shaping the piece, anthropic or not. Within the order of abrupt retouch we can find nine pieces corresponding to the following typological groups: three truncated pieces, two wide-bladed projectile points, one marginal projectile point, one sickle element and two pieces with abrupt retouch. In the order of abrupt retouch we can also find three truncated pieces. Two of these truncated pieces would be oblique (T22) and made from an interior flake, while the third piece would be a marginal truncated piece (T1) made from an interior blade. The wide-bladed projectile points also fall into the abrupt retouch group. On one hand, we can observe a marginal, double-bladed projectile point (PD12) as well as an object that might be a snub-nosed scraper (G22), although we are not positive about the latter. This piece was made from an interior flake that was small but wide. On the other hand, we can observe a piece that, typologically speaking, could be considered a marginal, double-bladed projectile point (PD12) was also made from an interior flake. It is important to note the presence of a sickle element made from brown siliceous rock (Pl. 9, nº 59). It presents the typical sickle-gloss on its denticulate (marginal) edge and has a unifacial denticulate rim

with a serrated frontal side. A fracture on its distal portion appears to be relatively recent. The piece was presumably elaborated from an interior blank, most likely from a blade (Ramos Muñoz, 1991-1992). This piece would have been used as part of a tool consisting of a wooden handle with a groove where this piece would be inserted. Some other pieces with obvious abrupt retouch have also been included in this group, but they do not correspond to any of the classic types within the abrupt order proposed by Laplace (1972): two pieces (A1) with marginal abrupt retouch, one made from a fragment of a flake and the other made from an interior blade. In the group of smooth retouch, while being very prudent, we have included two pieces that are not particularly clear. On the one hand, we have a small fragment of an interior flake whose shape presents clear characteristics of possible foliaceous (leaf-like) lithic reduction on its surface. However, since the piece is fractured and quite small it is not possible to classify it into any specific category. On the other hand, there is an arrow head that appears to be in the process of being manufactured. It is an arrowhead with developed barbs made from an interior blade. Its sides are concave-convex. It would have been a mediumsized arrowhead with a short, broad morphology and a convex cross-section.

2.3. NON-KNAPPED LITHIC ARTEFACTS The assemblage of non-knapped lithic artefacts (32 items) (Tab. 2, Pls. 10, 11 and 12 and Appendix 3), presents a higher degree of breakage than the knapped lithics, which is undoubtedly attributable to their much bigger sizes, which exposes them to more frequent fracturing by ploughing. Particularly noteworthy are those related to grinding activities (including fragments of querns and grinding stones), which account for almost 75% of all of the pieces in this category.

NON-KNAPPED TOOLS ADZE

1

MALLETS

3

MULLERS

6

QUERNS

15

UNDETERMINATE

5

TOTAL

30

Tab. 2. Count of Piedras Blancas I surface non-knapped lithic industry.

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123

78 92

PB 2009 1.10

Pl. 10. Non-knapped lithic tools. Photo: Javier Pérez González.

88

120

132

108

96

133

119

103

Pl. 11. Non-knapped lithic tools. Photo: Javier Pérez González.

PB 2009 1.12

124

111

0

116

102

Pl. 12. Non-knapped lithic tools. Photo: Javier Pérez González.

10 cm


EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS: INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I

There is an adze, a piece which is similar to an axe but which has an asymmetrically-shaped edge (Pl. 10, nº 92). It is a trapezoidal piece with an irregularly-curved edge, a flat base and an oval cross-section. On its surface it presents marks of pecking and extraction; however, the piece is not polished, meaning that it was in the process of being manufactured and had not yet undergone the final phase: polishing. Two pieces have been classified as “mallets” or hammers (Pl. 10 nº 78 and 123), although one raises doubts regarding its typological classification. These tools served a hammerstones which explains why one of their ends tends to be very blunt. Another largesized hammer was found during a non-systematic surface survey carried out in March 2009 (Pl. 10, nº PB2009-1.10). A group of 15 pieces have been classified as querns (Pl. 11, nº 132 and 133), although only two of them are preserved more or less in their entirety, the remainder including small and very small fragments that rise doubts as to their typological classification. Six mullers have been identified, three of which are fragments and another three which are pieces that have more or less been preserved with the exception of some fractures (Pl. 12, nº 102 and 124). The rest of the pieces (a total of six) are difficult to classify due to the degree of fracturing and wear and tear. However, their general shape suggests their use as grinding or hammering objects.

2.4. LITHOLOGICAL CHARACTERISATION OF LITHIC MATERIAL From a lithological point of view, the most abundant materials are by far flint (for knapped tools), and ophite (a volcanic-subvolcanic rock from the Triassic period), followed by calcarenite, volcanic basalt, peridotite, dolerite, and finally conglomerates (for non-knapped lithic material) (Tab. 3)3. The flint found at Piedras Blancas I is very fine with a wakestone-packstone texture, pellet-like non-skeletal grains and skeletal grains such as

radiolaria, benthic foraminifera and sponge spicules. It is mainly characterised by visible hummocky cross-stratification (Morgado Rodríguez et al., 2011). This flint is characteristic of the Middle Sub-Betic Milanos Formation in the Betic mountain range. The remains of black flint possibly belonging to the Turón class, which is also very fine with a mudstonewackestone texture and radiolaria, abundant sponge spicules and, to a lesser extent, some filament and foraminifera4 (Lozano Rodríguez et al., 2010), are much less prevalent. The recorded ophites can be subdivided according to their texture: fine-grained, medium-grained, medium-coarse-grained and coarse-grained, basically corresponding to the size of the minerals. Showing various degrees of alteration, these ophites present a principal mineral composition made up mainly of plagioclase, clinopyroxene and, on occasion, olivine. As for secondary minerals amphibole and ore are observed (Fig. 8 C and D). These ophites belong to the Triassic period and most likely come from the Trías de Antequera formation (Morgado Rodríguez and Lozano Rodríguez, 2011). The calcarenites are mainly bioclastic with an abundance of macrofossils such as Lepidocyclinas and Nummulites from the Oligocene-Early Miocene. They tend to have some intraclasts and hard calcite cementation which make them very consistent. They originate from outcrops close to Piedras Blancas I, specifically from the area north of La Peña de los Enamorados. The materials formed from volcanic rocks-basalts tend to have a subophitic texture and, like all volcanic rock, a very fine grain. The presence of vacuoles, in this case without posterior mineral filling, is frequent. The principal mineral composition includes olivine and augite in a matrix made up mainly of plagioclase and iron oxide (Fig. 8 A and B). These minerals may have their origins in the Triassic period, although in order to ascertain this point geochemical analysis by XRF and ICP-MS data, at this point not available, would have to be obtained –in principle earlier origins cannot be ruled out given this is a very scarce typology in the Triassic period–.

3 LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., PÉREZ VALERA,L. A., PÉREZ VALERA, F. and PÉREZ VALERA,J. A. (2015): Estudio Geoarqueológico de Piedras Blancas (La Peña de los Enamorados, Antequera, Málaga). Unpublished Report. 4 Another interesting feature of this type of flint is the presence of trace fossils such as Phycosiphon and Chondrites (Rodríguez-Tovar et al., 2010 a; 2010b).

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ITEM NUMBER

LITHOLOGY

TEXTURE/OBSERVATIONS

SOURCE

PI-BL-1-10

Ophite

Fine grained

Local

PI-BL-1-11

Ophite

Medium-fine grained

Local

PI-BL-1-12

Ophite

Medium grained

Local

PI-BL-1-13

Dolerite

Coarse-medium grained

Local

PI-BL-1-14

Ophite

Coarse-medium grained

Local

PI-BL-1-15

Ophite/Dolerite

Medium grained

Local

PI-BL-1-16

Flint

Milanos type

Regional

PI-BL-1-17

Flint

Milanos type

Regional

PI-BL-1-18

Flint

Turón type

Regional

PI-BL-1-19

Flint

Milanos type

Regional

PI-BL-1-20

Ophite

Fine grained

Local

PI-BL-1-21

Volcanic Rock

Mafic, vacuolar

Regional

79

Ophite

Medium grained

Local

80

Ophite

Medium grained

Local

81

Calcarenite

Fine grained, packstone

Local

82-86-1

Calcarenite

Coarse grained, bioclastic

Local

82-86-2

Calcarenite

Coarse grained, bioclastic

Local

82-86-3

Volcanic Rock

Vacuolar

Regional

87

Basalt

Vacuolar

Regional

X

88

Ophite

Coarse-medium grained

Local

X

89

Ophite

Medium grained

Local

90

Ophite

Medium grained

Local

92

Ophite

Medium grained

Local

93

Ophite

Fine grained

Local

94

Ophite/Dolerite

Medium grained

Local

95

Dolerite

Coarse-medium grained

Local

96

Gabbro

Coarse grained

Regional

98

Ophite

Medium grained

Local

99

Calcarenite

Medium grained, bioclastic

Local

102

Ophite

Coarse grained

Local

103

Ophite

Coarse grained

Local

105

Peridotite

Coarse grained, altered

Regional

108

Ophite

Medium grained

Local

110

Ophite

Fine grained

Local

111

Ophite

Coarse-medium grained

Local

112

Ophite

Medium grained

Local

113

Peridotite

Medium grained

Regional

115

Ophite

Fine grained

Local

118

Calcarenite

Medium grained, bioclastic

Local

119

Ophite

Medium grained

Local

120

Conglomerate

Coarse grained, quartzite pebbles

Regional

121

Calcarenite

Medium grained, bioclastic

Local

123

Ophite

Medium grained

Local

124

Ophite

Medium grained

Local

129

Calcarenite

Medium grained, grainstone

Local

133

Peridotite

Coarse grained, altered

Regional

134

Ophite

Fine grained

Local

Tab. 3. Lithological and textural characterisation Piedras Blancas I surface lithic tools.

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THIN SECTION

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X

X


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Fig. 8. Petrographic thin section of lithic tools. A and B: microphotographs of item nº 87 (basalt) taken with and without crossed nicols; C and D: item 88 (ophite); E, F, G and H; items 105 and 113 (two peridotites). Pl: Plagioclase; Ol: Olivine; Aug: Augite; Anf: Amphibole; Mt: Metal ore; Px: Pyroxene; Hbl: Hornblende. Photos: José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera and Fernando Pérez Valera.

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The peridotites are ultramafic rocks which have a principal mineral composition including olivine, orthopyroxene, clinopyroxene, ore (spinel) and hornblende on occasion. These rocks present a granular texture and have generally suffered little change (Fig. 8 E, F, G and H). These rocks are particularly peculiar since they originate in the Earth’s mantle and appear in very few places. They can be found at various locations within the Betic mountain range, including Sierra Bermeja, Sierra Alpujata, Sierra de Aguas and the Sierra de Carratraca (Málaga), with a small outcrop lying in the immediate surroundings of El Torcal, Antequera’s major karst system. Finally, the dolerites present the same chemical composition as gabbro or basalt but with a slightly larger grain. The rocks studied here present a dolerite texture and a principal mineral composition of augite, plagioclase and amphibole. They may also originate from the Trías de Antequera formation, although a geochemical study would be required in order to confirm their origins. This combination of local and non-local raw materials is present in the Neolithic and Copper Age sites of the region for which characterization data are available. In the last section of this paper a discussion is made of the implications this may have in the particular case of Piedras Blancas I.

3. MAGNETOMETER SURVEY The magnetometer survey was carried out with the aim of assessing the potential presence of subsurface features possibly connected to the material found on the surface, possibly associated with the large-sized stones. The survey was conducted in September 2013 on a day when the weather conditions were sunny, warm and dry and ground visibility was favourable (Pl. 13). A Bartington Instruments Grad 601-2 dual sensor fluxgate gradiometer was used, registering measurements every 0.25 metres in transects separated by intervals of 0.5m, with zigzag data collection. Three smaller areas in the proximity of three stones visible on the surface (stone numbers 6, 8 and 9) were surveyed using a higher resolution. This survey was conducted with a higher traverse resolution of 0.25m, and reading interval of 0.125m. The survey data were processed using Geoplot 3.0 software. The processing of data was necessary to remove any effects produced by broad variations in geology, or small-scale localised changes in magnetism of material close to the present ground surface. Magnetometer data were despiked to remove any extreme magnetic values caused by metallic objects. A zero mean traverse function was then applied to remove any drift caused by changes in the magnetic field. A low pass filter was then

Pl. 13. David Wheatley and Marta Díaz-Guardamino Uribe carry out the magnetometer survey in September 2013. Photo: Leonardo García Sanjuán.

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Fig. 9. Survey grid for the magnetometry. Design: Marta Díaz-Guardamino Uribe.

applied to remove any high frequency readings, and results were then interpolated to 0.5m resolution across the traverses. The results (Figs. 9 and 10) reveal the presence of important geo-morphological elements as well as possible negative features and stones potentially associated with the prehistoric activity recorded at the site. The most significant results were obtained from the northern part of the prospected area (Fig. 10a). Here, a series of positive and negative linear anomalies were identified ([m1], [m2], [m3] and [m4]) running from the northeast to the southwest, marking possible channels and variations in the limestone that have resulted from the downward displacement of the sediments. Another set of discrete positive anomalies with diameters between 1.5 and 2m ([m5] and [m6]) point to the possibility of negative, subcircular features with a positive response area [m7] that may suggest possible occupation deposits. The presence of negative structures appears to continue towards the southwest [m8] and west

[m9], with others ([m10] and [m11]) located in the proximity of a dipolar anomaly that suggests the presence of a possible buried stone. In the southern area (Fig. 10b), analogous positive and negative linear anomalies were recorded ([m12], [m13], [m14], [m15] and [m16]) running from the northeast towards the southwest, marking possible hillside erosion. Another series of dipolar anomalies ([m17], [m18], [m19] and [m20]) indicate the presence of buried stones, while another series of positive anomalies ([m21], [m22], [m23] and [m24]) suggests the possible presence of pits or analogous negative features. The surveys that were conducted with a higher resolution in the immediate surroundings of stones 6, 8 and 9 indicated in all cases the presence of anomalies that are representative of possible negative, subcircular features close to the stones (Figs. 11 and 12). The anomaly that can be observed just west of stone nº 8 is particularly interesting (Fig. 12). Several pits are visible in the northern area, while two stones from the southern area also show evidence of possible pits or filled-in cavities in the subsoil.

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A

B

Fig. 10. Results of the magnetometry. A) North sector; B) South sector. Design: Kris Strutt.

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Fig. 11. Results of the higher-resolution magnetometry at Stones 6 and 9. Design: Kris Strutt and Marta Díaz-Guardamino Uribe.

Fig. 12. Results of the higher-resolution magnetometry at Stone 8. Design: Kris Strutt and Marta Díaz-Guardamino Uribe.

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4. GEOARCHAEOLOGY 4.1. OBJECTIVES AND METHODOLOGY The three main objectives of the Piedras Blancas I geo-archaeological study5 were as follows: (1) the overall geological and lithological characterisation of the site, with special attention to the geotechnical characteristics of the ground where the large stones are located; (2) the petrological characterisation of the large stones and (3) the lithic artefacts identified on the surface (already summarised above). Concerning the first of these objectives, it was assumed that a fine detail geological cartography was a fundamental tool for in order to identify the origin of the stones by comparing the petrology of the stones with that of their immediate geological surroundings as well as by helping to assess whether their current location is the result of anthropogenic causes or, if not, the result of purely natural (geological) causes. The detailed geological cartography was made using the 1:50.000 National Geological Map of Spain (MAGNA) (Archidona sheet) as reference. In addition, a digital cartographic base consisting of both digital orthophotographs as well as digitised analogue orthophotographs and several topographic maps on different scales was used. These were all obtained from the Spatial Data Infrastructure of Andalusia (IDEA) server via their various internet viewers6 as well as direct download. In addition, orthophotographs with the most up-to-date images at the highest resolution from the National Plan for Aerial Orthography (PNOA) were used. These have served different purposes: for field recognition since they are installed in geographical information apps (OruxMapsAndroid), and as the digital cartographic base. With this baseline data, an area of 3 km2 was marked in order to conduct a comprehensive cartographic review of the IGME (Spanish Geological and Mining Institute) cartography (Pineda Velasco, 1990). During this review, each one of the different materials and lithostratigraphic discrepancies within the selected area were characterised, primarily in those areas most lithologically similar to Piedras Blancas I. With the purpose of identifying the geotechnical characteristics of the soil, a vertical seismic profiling

borehole with continuous core rotary drilling to a depth of about one metre was carried out. A TECOINSA hydraulic drill with the following features was utilised: TP-50 model, including batteries, Widia crown bits and diamond bits with diameters of 101 and 86 mm. Adhering to the corresponding UNE and NLT standards, the following tests were carried out on the samples extracted with the drill: • U.S.C.S. classification, including a particle-size sieve analysis, according to Standard NLT-104. Atterberg limit test according to Standards UNE 103103 and 103104. Plasticity index testing according to NLT-106. • Water Content Test, according to Standard NLT-102. • Soil Density Testing, according to Standard UNE 103301. • Simple Compression Rupture Test in Soil Test Specimens (UNE-103-400). • Direct Shear Test. • Low Load Oedometer Test. Following this step, a petrographic study was conducted on four of the large stones identified at the site (numbers 1, 6, 7 and 8), as well as on different geological outcrops in order to compare the two analyses. For this step, thin sections were prepared in the laboratory for each of the chosen samples in order to observe them under an optical microscope (Olympus BHT). To contribute to the overall geological and geomorphological characterisation of the stones, the areas on the site potentially affected by gravity-induced transportation of stones from the highest part of La Peña have been marked out. For this test, a Digital Elevation Model (MDT05) with a grid (raster) spacing of 5 m was created using the PNOA orthophotographs. Landserf 2.3 software was used to generate an automatic flow accumulation model from the Digital Elevation Model of the area studied, thus obtaining a map with flow accumulation lines. In terms of the hillside, these lines reflect the courses most likely followed by the blocks as they fell.

5 What follows here is a summary of LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., PÉREZ VALERA, L. A., PÉREZ VALERA, F. and PÉREZ VALERA, J. A. (2015): Estudio Geoarqueológico de Piedras Blancas (La Peña de los Enamorados, Antequera, Málaga). Unpublished Report. 6 http://www.ideandalucia.es

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Fig. 13. Petrographic thin section microphotographs of two of the Piedras Blancas I large stones and nearby rocky outcrops (taken without crossed nicols): A, C: Stone 8; E, G: Stone 7; B, D, F and H: rocky outcrops on the NW side of La Peña de los Enamorados.Tro: Troctonita; Ool: ooliths; For: Foraminifera in a wide sense; Pel: Pellets; Ech: Echinnoderma; Lam: Thin-shell Lamellibranchia; Int: Intraclast; Mic: Micrite; Amm: Ammonite embryos. Photos: José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera and Fernando Pérez Valera.

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Finally, different aerial photos taken from 1956 up until the present were compared with the aim of examining whether or not there has been any evolution regarding the location of these four stones over time.

4.2. RESULTS Petrographic thin sections for the four selected stones were prepared in order to characterise the microfacies. Stones 8 and 7 correspond to white limestone with oolites, lamellibranchias with thin shells, bits of echinoderms, foraminifera (trocholines and orbitolinas), ammonite embryos, pellets and some intraclasts, supported by a matrix of micrite mud cementation (cryptocrystalline carbonate). These are typical of the Middle and Late Jurassic open platform (Dogger and Malm) within the interior SubBetic, and they present a packstone texture (Fig. 13). These two stones are located on the distal end of a Plio-Quaternary foothill, nourished by the same

limestone as the NW face of La Peña. These materials correspond to those present in La Peña’s northern cliff and therefore must have arrived to their present location by gravitational movement, anthropogenic action or a combination of both. Stone 6, on the other hand, is a quartz sandstone with a large percentage of somewhat rounded quartz clasts, phyllosilicates, ore and matrix glauconite supported in siliceous cement (Fig. 14 A and B). It originated from the Mantle of Aljibe or the Numidian within the Mid-Southern Sub-Betic of the Campo de Gibraltar Complex dating back to the Miocene (Aquitanian). This stone appears together with three others of different sizes, forming round intrusions in a layer of sandstone, thus deforming the interior of the Aljibe clay. It appears that is present position may be explained by the stone being basically in situ (in fact, given its size and shape, we have reasons to suspect this stone is part of a larger rocky outcrop, although only excavation will confirm this point).

Fig. 14. A and B. Petrographic thin section microphotographs of Stone 6 taken with and without crossed nicols; Mt: Metallic ore; Phy: Phyllosilicate; Gla: Glauconite; Cal: Calcite; Qtz: Quartz; C. petrographic thin section microphotograph of Stone 1 taken with crossed nicols; D. petrographic thin section microphotograph of sample taken from the Piedras Blancas II quarrying area.Lep: Lepidocyclina; Num: Nummulites; Int: Intraclast; Cem: Cement. Design: José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera and Fernando Pérez Valera.

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Finally, Stone 1, which was already explored in 2006, is a grey calcarenite with Microcodium from the Middle Sub-Betic dating back to the Palaeogene (Eocene). These calcarenites are composed of benthic foraminifera (lepidocyclina and nummulites), echinoderm spines and some intraclasts. They are strongly cemented (Fig. 14 C and D). The results of the petrographic study show that stones 1, 6, 7 and 8 at Piedras Blancas I are geologically local. If they are not in their ‘natural’ position (as could be the case with Stone 6) they may have experienced short-distance movements (of less than 75 or a 100 m) as a result of gravitational displacement (resulting from erosion or earthquakes), anthropogenic activity or a combination of both. In effect, the representation of the gravitational flow accumulation model from the Digital Elevation Model of the site shows accumulation lines which reflect the courses most likely followed by the blocks as they fell along

the La Peña hillside (Fig. 15). With certainty, Stone 8 and Stone 7 are located within the gravitational flow accumulation area and therefore the possibility that their present location is explained by natural reasons cannot be ruled out. In order to better understand the current location of the Piedras Blancas I large stones, aerial photographs available from the second half of the 20th century up until the beginning of the 21st century were evaluated and compared with each other (Fig. 16). In the aerial photo dated 1956 (called Vuelo Americano –‘’American flight’– in Spain’), none of the stones seems to be visible (Fig. 16 B and C), while in the aerial photo dated 1986 only stone 8 is clearly visible (Fig. 16D). Stone 6, on the other hand, is only visible in the aerial photos taken after 1986. Given that it is embedded within layers of sedimentary soil (as we have previously mentioned), it could be speculated that Stone 6 may have been brought to the surface by recent deep-ploughing –an

Fig. 15. Ortophotography of Piedras Blancas I and DEM-calculated accumulated flow lines of potential trajectories of stone blocks from the northern cliff of La Peña de los Enamorados by gravitational fall. Design: José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera and Fernando Pérez Valera.

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activity which can significantly change the surface of the land–. Stone 1, however, is not visible in the aerial photo dated 1956 but could be present in the 1986 one (Fig. 16). We can additionally observe the presence of other rocks in the NW area of the cultivation site in the aerial photo dated 1986. These other rocks may be attributable to blocks of material extracted from a nearby quarry (Fig. 16 D and E) that were later removed from this cultivation area. Altogether, the aerial photographs provide additional data that are useful for evaluating the presence of the large size stones which are visible on the surface of Piedras Blancas I. However, there are several factors that suggest that no final conclusions should be drawn from this dataset. Firstly, the resolution of the aerial photographs is not so high as to be certain that the apparent absence of some of the stones in some of them is not an observational problem: landuse patterns on the ground can produce significant

changes in visibility, even during the annual cycle of cultivation, something we were able to confirm ourselves during consecutive site visits. Secondly, Piedras Blancas I is a complex site in geological and geomorphological terms as well as because of the land-use patterns prevailing in the last decades; the current location of some of the large stones visible on the site’s surface may be the combined result of gravitational movements, quarrying and agricultural activity. Finally, the geoarchaeological study was completed with a geotechnical analysis including ground drilling, sample retrieval and laboratory analyses. The objective of these final analyses was to assess the suitability of the soil for possible megalithic constructions. By carrying out the Particle-Size Sieve Analysis according to Standard NLT-104 the local soil was classified as clay of intermediate plasticity, while also bearing in mind the Atterberg

Fig. 16. Comparison of 20th and 21st centuries aerial photographs of Piedras Blancas I: A) Modern aerial photograph showing the Piedras Blancas I site at the NW sector of La Peña de los Enamorados; B) Aerial photographof the same area taken in 1956; C) Aerial photograph of the study area taken in 1956 (detail); D) Aerial photograph of the same area taken in 1986; E) Modern aerial photograph of the area. Design: José Antonio Lozano Rodríguez, Luis Alfonso Pérez Valera and Fernando Pérez Valera.

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Sample depth (m) fineness

Attetberg limit

U.G.1

U.G.2

U.G.2

0.00-0.15

0.20-0.65

0.70-1.00

T-20

100

T-2

99,9

T-0.08

98

LL% (Liquid limit)

35,5

LP% (Plastic limit)

21,2

IP% (Plasticity index)

14,2

Clasificación A.S.T.M.D. Simple compression Inflation pressure

AC. Moderate plasticity clays Resistence (Kg/cm2)

3,16

Dry density (gr/cm3)

1,66

Pressure (Kpa)

214,77

Dry density (gr/cm3)

1,68

Expansivaness

Very high

Tab. 4. Results of the geotechnical analysis.

Limits according to Standards UNE 103103 and 103104 as well as the Plasticity Index according to Standard NLT-106 (Tab. 4). Moreover, the density and water content of the soil according to Standards UNE 103301 and NLT-102 respectively were also calculated. Likewise, the simple compression of the soil via the rupture test for soil test specimens (UNE-103-400) as well as the direct shear were calculated (Tab. 4). Finally, the consolidation and swelling parameters by conducting a low load oedometer test were established (Tab. 4). As a results of these tests, it can be deduced that the resistance of the Piedras Blancas I soil to simple compression is good, although its swelling and consolidation parameters are high, meaning that the soil is unsuitable for building all types of structures.

5. CONCLUSIONS Overall, the field and laboratory study carried out at Piedras Blancas I between 2013 and 2015 has allowed us to expand on the archaeological data obtained in 2006 as well as to obtain new geophysical and geoarchaeological data. This makes possible a more robust characterisation of the site as a place of prehistoric activity. In summary, this study fully confirms the presence of an important activity area of about c. 0.6ha if we strictly consider the spatial

distribution of surface material, or over an area of about c. 1.5ha if we expand the site’s sphere of activity to the Matacabras rock shelter (located just south of both Piedras Blancas I) and Piedras Blancas III –see discussion below– which is just to the north of Piedras Blancas I. With regard to the chronology of Piedras Blancas I, in situ measurements were taken in July 2015 in order to obtain TL dating on samples of ceramic and lithic material6 (Pls. 14 and 15). This TL dating, in addition to the possibility of radiocarbon dating following the excavation planned for 2016, could foreseeably help to establish the chronology of the site with greater precision. In the absence of numerical dating, the only currently available information comes from the techno-morphological classification of the lithic industry, both knapped and non-knapped. In this regard, the study of the knapped lithic industry shows the absence of large pieces while there is a generalisation and standardisation of small and very small tools. One of the main features of the Piedras Blancas I collection is the presence of microliths, including small and very small blanks both for the PB as well as the 2GNB. With regard to the typology of the 2GNB, we can observe a strong presence – though not very large– of traditional Epipaleolithic tools such as scrapers, perforators and truncated pieces, in addition to the emergence of sickle elements that appeared during the Neolithic period

7 At the time of writing this paper (October 2015), we are awaiting approval from the Andalusian regional governmentfor the proposed sampling.

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Pl. 14. Isabel Dias and Guilherme Cardoso carry outiIn situ TL measurements in July 2015. Photo: Leonardo García Sanjuán.

Pl. 15. TL. in situ TL measurements by Isabel Dias and Guilherme Cardoso (July 2015).Photo: Leonardo García Sanjuán.

and peaked during the Copper Age. We can also highlight the presence of an example of the so-called picos asturienses –‘’Asturian picks’’– dated to the late Neolithic and the Copper Age.

to the number of flint artefacts, which seems to be a relatively widespread characteristic among Late Neolithic sites in this region. The excavators of Huerta del Ciprés, a Late Neolithic site located barely 700m north of Menga and Viera, noted “…a relatively low number of pottery with the exception of storage vessels which are intentionally embedded in the soil…”8. We were ourselves able to confirm the same pattern on our surface survey of El Perezón, located a further 6 km to the North of Menga.

In terms of the non-knapped lithic industry, it is worth noting the presence at Piedras Blancas I of hammers and mallets that are analogous (both in terms of morphology as well as the raw materials used –namely ophites and peridotites–) to those found in the infills of Menga’s shaft and mound during excavation work carried out between 2005 and 2006 by the University of Granada. Menga’s tools were interpreted by the excavators as evidence of “… the quarrying and dressing of Menga’s capstones and orthostats”7, most likely dating the tools to the early IV millennium BC. Other indirect artefactual also suggests a possible IV millennium BC chronology for Piedras Blancas I. This is the case with the low amount of surface pottery found both in 2006 and in 2013 compared

On the whole, the preliminary assessment made on the basis of the study of the lithic material found during the 2006 field survey, namely that Piedras Blancas I is likely dated between the IV and III millennia cal BC (Late Neolithic and Copper Age), seems supported. The Late Neolithic (IV millennium BC) is a period of intense activity in the Antequera depression as shown by the recently excavated settlements of Arroyo Saladillo and Huerta del Ciprés, or the megalithic monuments themselves – Menga, Viera and El Romeral–.

7 CARRIÓN MÉNDEZ, F., MUÑIZ LÓPEZ, T., GARCÍA GONZÁLEZ, D., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., FÉLIX, P. and LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. F. (2006): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga). Granada. University of Granada (UnpublishedReport), pages 65-66. 8 CISNEROS GARCÍA, M. I. (2013): Memoria Preliminar de Actividad Arqueológica Preventiva Mediante Excavación Arqueológica en el Yacimiento Huerta del Ciprés (Antequera, Málaga). Málaga. Taller de Investigaciones Arqueológicas SL (UnpublishedReport), page 264.

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With regard to the site’s character, although it is not possible to be certain on the basis of a surface survey, the newly obtained data suggest some ideas. One key issue, of course, is whether the large stones identified on the surface could have been megalithic monuments (i.e. menhirs) as has been previously hypothesised (García Sanjuán and Wheatley, 2009: 139; Bueno Ramírez et al., 2009: Figure 003). In this respect, the newly-available data must be evaluated both contextually, as a whole, and in terms of each type of evidence. The surface material suggests that hammering, grinding and polishing may have played a significant role at the site. As was previously mentioned, hammering tools analogous to those from Piedras Blancas I in terms of their morphology and raw material were discovered inside the infill of Menga’s shaft. The site excavators attributed these tools to quarry work carried out for construction of the dolmen itself. An interesting issue at Piedras Blancas I is the presence of non-local lithic raw materials. These include peridotites, which appear in very few places in the Betic mountains (Sierra Bermeja, Sierra Alpujata, Sierra de Aguas and Sierra de Carratraca, always in the province of Málaga, with the nearest outcrop located in the area immediately surrounding El Torcal de Antequera), as well as flint from the Milanos Formation (Middle Sub-Betic in the Betic Cordillera) and the ‘Turón’ type. Other lithic raw materials identified at Piedras Blancas I, however, are clearly local. This is the case with the ophites and dolerites –most likely from the “Trías de Antequera”– and the calcarenites located in outcrops near the north of La Peña. If we assume that Piedras Blancas I was a residential space, the presence of non-local raw materials could be explained by the widespread movement of people and goods during Late Prehistory in this region, which has already been established. If, on the other hand, Piedras Blancas I is hypothesized to have been a place for temporary aggregation, which would be consistent with the nearby presence of the Matacabras rock-art shelter, the presence of non-local raw materials could be explained by the periodical influx of non-local individuals. As for the geophysical survey, the results revealed the presence of discrete positive anomalies with diameters between 1.5 and 2 m in the northern part of the site which could be negative, subcircular

structures as well as a positive response area that may suggest possible occupation deposits. Likewise, the southern part of the site shows several positive anomalies that suggest the possible presence of pits or analogous negative features. Particularly interesting is the data obtained from the high resolution magnetometer survey conducted in the area surrounding stones 5, 6, 8 and 9 that pointed towards a presence of subcircular anomalies that could be representative of negative structures. The geotechnical data also provides further evidence to be considered. The gravitational analysis demonstrates that the large stones at Piedras Blancas I are located in areas where blocks and boulders tend to fall from the northern cliff of La Peña, just a few hundred metres to the south. This suggests that it cannot be assumed that the stones were moved to their current locations by human activity, though we cannot rule out the possibility of short-distance, nongravitational displacements within these fall zones either. The analysis of the aerial photographs reveals that the stones are not outwardly visible in the older photos. This may indicate that the stones either were not located in their current locations (which would obviously go against the possibility of these stones having had a social and symbolic meaning during Late Prehistory), or simply that the conditions of ground usage and surface visibility made these stones imperceptible in the photos. Our own experience after consecutive site visits during different times of the year suggestes, however that the visibility of the surface stones does indeed change drastically. Finally, the results of the geotechnical analysis show that the substratum presents elevated swelling and expansiveness parameters, thus making the soil unsuitable for erecting complex constructions. In addition to the empirical evidence described above, it should be pointed out that during the surveys conducted in 2006 a possible megalithic construction was identified in the area surrounding Piedras Blancas I (just a hundred metres to the north of the area surveyed in 2013)(Fig. 09 and Pl. 16). This possible megalithic construction was named Piedras Blancas III to distinguish it from both the current-day adjacent limestone quarry (Piedras Blancas II) and from Piedras Blancas I itself. The surface cleaning carried out at the site did not result in any artefacts that could be assessed for possible functions or chronologies. Nonetheless, the architecture and morphology of this construction suggest that it was

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Pl. 16. Overview of the possible megalithic structure at PiedrasBlancas III found after surface clearance in April 2006. Photo: Leonardo García Sanjuán.

a megalithic structure with a maximum length of about 5-6 m that took advantage of the orientation of the natural rock alignments (East-West) in order to create a closed space delimited by worked slabs. A structure of this kind, dated to the Late Copper Age and Early Bronze Age was documented at Cortijo de El Tardón (Ferrer Palma et al., 1987; Fernández Ruiz et al., 1997). The possible megalithic structure of Piedras Blancas III is visible from both Matacabras and Piedras Blancas I. In short, the surface study conducted between 2013 and 2015 at Piedras Blancas I has provided evidence that considerably clarifies and expands on the observations made following the surface field surveys in 2006 concerning the site’s chronological and functional characterisation. The data obtained, of course, is inconclusive regarding some of the more specific issues, particularly the nature of the large stones identified on the surface, an issue which only an archaeological excavation could clarify. We expect that the ongoing research project will provide further and better evidence concerning these questions.

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ACKNOWLEDGEMENTS This study has been funded by the project “Nature, Society and Monumentality: High Resolution Archaeological Investigations on the Antequera Megalithic Landscape” (HAR2013-45149-P) (2014-2017), sponsored by the National R&D Plan of the Ministry of Economy and Competitiveness (Spanish Government). It has also been carried out within the project “Societies, Territories and Landscapes in the Prehistory of Antequera (Málaga)” (2013-2018), approved by the Ministry of Culture of the Andalusian Government.

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244

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 211-250. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA


EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS: INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I

APPENDIX 1. CERAMIC MATERIAL COLOUR

FORM

FRAGMENT

21

Non-diagn.

Body

Oxidized

Fine

Smoothed

Smoothed

Brown

Brown

Hand-thrown

24

Non-diagn.

Body

Reduced

Medium

?

?

Brown

Reddish

Hand-thrown

25

Non-diagn.

Body

Reduced

Coarse

Smoothed?

Untreated

Brown

Brown

Hand-thrown

32

Non-diagn.

Body

Mixed

Medium

?

?

Reddish

Reddish

Hand-thrown?

38

Non-diagn.

Body

Mixed

Coarse

Smoothed

Untreated

Reddish

Black?

Hand-thrown

40

Bowl?

Rim

Mixed

Medium

Burnished? Burnished?

Reddish

Reddish

WheelThrown

41

Non-diagn.

Body

Oxidized

Medium

Smoothed

Smoothed

Beige

Reddish

WheelThrown

44

Non-diagn.

Body

Reduced

Coarse

Untreated

Untreated

Brown

Brown

Hand-thrown

45

Non-diagn.

Body

Reduced

Coarse

Untreated

Untreated

Brown

Brown

Hand-thrown

65

Non-diagn.

Body

Oxidized

Medium

Smoothed

Smoothed

Reddish

Reddish

WheelThrown

75

Non-diagn.

Body

Oxidized

Medium

Smoothed

Smoothed

Beige

Reddish

WheelThrown

76

Non-diagn.

Body

Reduced

Medium

?

?

Brown

Gray

Hand-thrown

77

Non-diagn.

Body

Reduced

Coarse

Smoothed

Untreated

Gray

Gray

Hand-thrown

91

Non-diagn.

Body

Mixed

Medium

Smoothed

Smoothed

Reddish

Brown

Hand-thrown

97

FIRING

THICKNESS

TREATMENT

EXTERNAL INTERNAL EXTERNAL INTERNAL

OBSERVATIONS

Non-diagn.

Body

Mixed

Medium

Smoothed

Smoothed

Reddish

Reddish

Hand-thrown

117 Non-diagn.

Body

Reduced

Medium

?

?

Reddish

Reddish

Hand-thrown

127 Non-diagn.

Body

Mixed

Coarse

Smoothed

Untreated

Brown

Brown

Hand-thrown

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245


LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

APPENDIX 2. KNAPPED FLINT LITHICS Nº

246

TIPOLOGY

COLOUR

FRACTURE

LENGTH

WIDT

Brown

Orientation not possible

Gray

Orientation not possible Orientation not possible 1.1

1.9

1.3

1

1.7

1

2.2

1.5

Beige

2.3

1.7

Beige

1.9

1.2

1.2

0.5

1

Flake fragment with abrupt marginal retouch

2

Fragmented debris

3

Flake fragment with flat retouch (foliaceous)

F

Brown

4

Retouched notch

D21

Gray

5

Retouched notch

D21

Brown

A1

Orientation not possible

6

Chip

Beige

7

Internal flake

Beige

8

Retouched notch

D21 y T22

Brown

9

Marginal point

P11

Beige

10

Core with two extractions

11

Perforator with retouched notch

12

Flake fragment

Beige

Orientation not possible

13

Core fragment

Gray

Orientation not possible

14

Denticulated

D1

Beige

Distal

15

Racloir

R21

Gray

Orientation not possible

16

Core tablet

17

Retouched notch

18

Pyramidal core

P

Orientation not possible Orientation not possible

Brown D21

Brown

Left

1.4 3.1

2.3

1.5

1.1

1.9

Gray

1.4

2.3

20

Debris

Beige

1.8

1

23

Simple marginal retouch/use?

RSm

Beige

1.3

1

26

Scrapper

G12

Brown

3.6

1.8

27

Truncated tool

T22

Gray

29

Internal flake

Gray

1.2

1.7

30

Quartz nodule

Traslucid beige

1.6

1.7

31

Racloir

33

Chip

34

Retouched notch

D21

Brown

Proximal

35

Retouched notch

D21

Gray

Orientation not possible

36

Pyramidal core

37

Racloir

39

R1

Gray

Distal

1.3

Proximal-Distal

Gray

1.4 1.3

0.9

Gray

4.2

2.9

R1

Beige

1.4

2

Fractured blade with simple-abrupt marginal retouch

RSAm

White

Distal-Proximal

42

Cortical flake with small notch

D21

Gray

Right

43

Quartz nodule

46

Racloir

47

Core debris

R22

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 211-250. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

1.8

Beige

1.7

1.2

Brown

3

3.6

Pink

2.1

1.2


EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS: INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I

THICKNESS

BASE

SECTION

PB

1GNB

2GNB

BULB

Flakef ragment

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

Debris

Non cortical prevalent over cortical

No

Yes

No

Flake fragment

Non cortical

No

No

Yes

Flat

Internal flake

Non cortical

Yes

No

No

Flat

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.3

Internal flake

Non cortical

Yes

No

No

Flat

0.5

Internal flake

Non cortical

Yes

No

No

Suppressed

0.6

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Pointed

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.9

Core

Non cortical prevalent over cortical

No

Yes

No

0.3

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Dihedral

0.3

Internal flake

Non cortical

Yes

No

No

Suppressed

Core

Non cortical

No

Yes

No

0.7

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Faceted

0.5

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.5

Core

Non cortical

Yes

No

No

0.5

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

1.5

Core

Non cortical

No

Yes

No

0.3

Debris

Non cortical

No

Yes

No

0.3

Internal flake?

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.7

Levallois blade

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.5

Internal flake?

Non cortical

No

No

Yes

Dihedral

0.4

Internal flake

Non cortical

Yes

No

No

Dihedral?

1.3

Nodule

Non cortical

No

No

No

0.5

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.3

Levallois flake

Non cortical

Yes

No

No

Pointed

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

Debris?

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

1.6

Core

Non cortical

No

Yes

No

0.8

Pseudo Levalloisflake

Non cortical

No

No

Yes

Flat

0.5

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

Cortical flake

Cortical

No

No

Yes

Flat?

0.8

Nodule

Cortical prevalent over non cortical

No

No

No

1.5

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

0.5

Debris

Non cortical

No

Yes

No

0.5

TYPOMETRY

Very broad micro-flake Micro-flake Micro-flake

Micro-flake

Micro-flake

Flat

Flat

Micro-flake Very broad micro-flake

Micro-flake

Broad micro-flake

Small broad-flake

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247


LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Nº 48

248

TIPOLOGY Dorsal facepoint

COLOUR PD12

FRACTURE

LENGTH

WIDT

Beige

2

2

49

Microflake

Beige

1.3

0.8

50

Polyhedral core

White

3.4

2.3

51

Denticulated

D3

Gray

3.6

2.6

52

Bifacial racloir

R

Beige

6.4

4

53

Core

Brown

3.1

2.4

54

Lateral racloir

Brown

3.1

1.6

55

Core

Beige

3.4

4.6

57

Core debris

Gray

2.2

1.4

58

Debris

Gray

59

Sikleblade element

EH

Light Brown

60

Racloir

R21-D1

61

PB fragment

62

Retouched notch

66

R21

D21

Proximal

2.2

Beige

Distal

2.1

Gray

Orientation not possible

Beige

4

3.2

Barbed point (in preparation)

Gray-Pink

3

2.6

67

Internal flake fragment

Gray

Orientation not possible

68

Microblade with very marginal use retouch (usage?/accidental?)

Pink

Distal

69

Pyramidal core

Beige

3.6

1.2

71

Marginal abrupt

Beige

5.1

1.7

72

Core debris

Gray

2.4

1.8

A1

0.6

73

Denticulated

D1

Gray

98

Retouche dnotch

D21

Gray

7.8

5.3

106

Truncated tool

T22

Brown

1.7

1.2

107

Retouched notch

D21

Brown

3

1.8

109

Trihedral pick

Greenish

10.4

8.2

112

Denticulated

D3

Gray

5.8

5.6

118

Scrapper

G2

Beige

2.5

2

119

Denticulated

D1

Beige

Proximal?

2.2

1.2

125

Dorsal face point and racloir

PD12

Gray

Distal

2.5

3

126

Retouched notch

D21

Brown

4.3

2.7

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EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS: INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I

THICKNESS

BASE

SECTION

PB

1GNB

2GNB

BULB

TYPOMETRY

0.4

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Pointed

0.4

Internal blade

Non cortical

Yes

No

No

Faceted

1.5

Core

Non cortical

No

Yes

No

1.5

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

2.4

Cortical flake

Cortical prevalent over non cortical

No

Yes

Yes

Suppressed

Laminar flake

2

Core

Non cortical prevalent over cortical

No

Yes

No

0.7

Semicortical blade

Non cortical prevalent over cortical

No

No

Yes

Flat

Micro-flake

1.6

Core

Non cortical prevalent over cortical

No

Yes

No

0.8

Debris

Non cortical

Yes

No

No

Suppressed

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.8

Internal blade?

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.3

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

Faceted

BP fragment

Non cortical

Yes

No

No

Suppressed

1.8

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Flat

0.7

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

Internal flake

Non cortical prevalent cortical

Yes

No

No

Suppressed

0.4

Internal blade

Non cortical

Yes

No

No

Pointed

1.1

Core

Non cortical

No

Yes

No

1.4

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

1.4

Debris

Non cortical

Yes

No

No

0.3

Internal blade

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

1.8

Cortical flake

Cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.4

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

1.1

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

2.7

Pebble

Cortical prevalent over non cortical

No

Yes

No

1.7

Semicortical flake

Cortical prevalent over non cortical

No

No

Yes

0.7

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Flat

0.5

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Suppressed

0.6

Internal flake

Non cortical

No

No

Yes

Faceted?

1.7

Coreor Debris

Non cortical

No

No

Yes

Micro-flake

Middle

Micro-blade

Suppressed

Broad-flake Micro-flake Small broad-flake

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249


LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

APPENDIX 3. NON-KNAPPED LITHICS LENGHT (cm)

WIDTH (cm)

THICKNESS (cm)

SURFACE

WEIGHT (gr)

5.7

4.6

Pecked? Polished

320

3.9

PolishedPecked

180

Polished

60

Natural? Hammered?

57

HammeredPecked

910

8.0

Pecked Polished?

1,100

3.6

Polished Pecked

313

4.5

Polished

151

Fragment

Polished

451

Fragment

Polished

198

QUERN

Fragment

Polished

441

QUERN?

Fragment

Polished

730

Polished? Hammered?

440

Polished?

582

TIPE

FRACTURE

INTEGRITY

78

MALLET?

Distal-Proximal

Fractured

79

INDETERMINED

Distal-Right

Fragment

80

QUERN?

81

INDETERMINADO

Convex

Fractured

87

MULLER?

Bi-convex

Fractured

88

QUERN?

Distal

Fragment

12.0

7.0

92

ADZE

Bi-convex

Fractured

11.6

5.7

93

MULLER

Distal

Fragment

94

MULLER

95

QUERN?

96 99 102

MULLER/MALLET?

103

QUERN?

Fragment

104

MULLER?

Fragment

105

QUERN

Fragment

108

QUERN

Fragment

110

INDETERMINED

Whole

111

QUERN

Fragment

Fragment

Left

Fractured

113

QUERN

Fragment

115

INDETERMINED

Fragment

116

INDETERMINED

Whole

118

QUERN?

119

QUERN

3.6

8.2

3 11.4

8.7

5 6

Polished?

58

Polished

439

Polished

427

Hammered

697

Polished

184

Polished

1,060

Polished?

150

2.7

Hammered

233

Fragment

7.3

Polished

1,310

Fragment

4.8

Polished

430

7.9

6.7

120

QUERN

Polished

980

123

MALLET

Distal

Fractured

Fragment 5.2

4.8

Hammered

337

124

MULLER

Distal

Fractured

9.5

4.7

Polished

540

132

QUERN

Proximal

Whole

19.2

14.8

5.6

Polished

2,600

133

QUERN

Left-Proximal

Fractured

20.5

15.6

7.8

Polished

3,100

134

INDETERMINED

14.2

11.5

Polished? Hammered?

2,800

Fractured

TOTAL WEIGHT

250

5.5

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 211-250. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

21,278 Kg


EVIDENCE OF NEOLITHIC ACTIVITY AT LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS: INTENSIVE SURFACE SURVEY, GEOPHYSICS AND GEOARCHAEOLOGY AT THE SITE OF PIEDRAS BLANCAS I

The Antequera plain from La Peña de los Enamorado’s Summit. Photo: Leonardo García Sanjuán.

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 211-250. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

251


Sepultura con cubierta de tĂŠgulas (Cata 7) documentada en las excavaciones realizadas en 1988 en el entorno del dolmen de Viera. Foto: Rafael Atencia PĂĄez.


CRÓNICA

EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988 Gonzalo Aranda Jiménez1, Leonardo García Sanjuán2, Coronada Mora Molina2, María del Carmen Moreno Escobar3, José Antonio Riquelme Cantal4, Sonia Robles Carrasco2 y Jacobo Vázquez Paz5

Resumen: La excavación arqueológica realizada en 1988 por el Área de Prehistoria de la Universidad de Málaga en el entorno del dolmen de Viera documentó importantes evidencias de poblamiento y prácticas funerarias de época antigua. En el marco del Proyecto General de Investigación “Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga)” (2013-2018) se ha procedido al estudio sistemático del conjunto de materiales asociados a esta intervención. El análisis tecnológico y tipológico, principalmente de vasijas cerámicas y objetos metálicos, junto a la caracterización de los restos antropológicos y faunísticos y su datación radiocarbónica muestran una intensa actividad funeraria entre los siglos II-IV DNE y una fase principal de asentamiento en los siglos V-VII DNE. Especialmente, la actividad funeraria evidenciaría la continuidad del significado social, ideológico y religioso de Menga y Viera durante la Antigüedad.

Palabras clave: Dólmenes de Mega y Viera, Prácticas funerarias, dataciones radiocarbónicas, Bajo Imperio y Antigüedad Tardía.

EVIDENCE FOR SETTLEMENT AND BURIAL PRACTICES AT THE DOLMENS OF MENGA AND VIERA IN ANTIQUITY. THE 1988 EXCAVATION Abstract: The archaeological excavation carried out in 1988 by the University of Málaga’s Area of Prehistory in the surrounding area of the Viera dolmen identified significant evidence of settlement and funerary practices in Antiquity. In the framework of the Research Project “Societies, Territories and Landscapes in the Prehistory of the Lands of Antequera (Málaga)” (2013-2018) a systematic study of the material culture found in this excavation has been carried out. The typological and technological studies of material, mainly pottery and metal objects, along with the bioarchaeological characterisation and radiocarbon dating of the faunal and human remains have revealed an intense funerary activity between the IInd and IVth centuries cal AD and a main settlement phase between the Vth and VIIth centuries cal AD. This burial activity suggests the continuity of the social, ideological and religious significance of Menga and Viera through the first half of the 1st millennium AD.

Keywords: Dolmens of Menga and Viera, Funerary Practices, Radiocarbon Dating, Roman Imperial Period, Late Antiquity. Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada [garanda@ugr.es]

1

Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla [lgarcia@us.es]

2

Department of Archaeology, University of Southampton [M.Del-Carmen-Moreno-Escobar@soton.ac.uk]

3

Área de Prehistoria, Universidad de Córdoba [jriquelme@uco.es]

4

Grupo de Investigación Religio Antiqua (HUM-650), Universidad de Sevilla [jacobovazquez-paz@hotmail.com]

5

Recibido: 14/09/2015; Aceptado: 19/10/2015

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1. INTRODUCCIÓN 1.A. PRECEDENTES Y CONTEXTO Sin detrimento de algunos precedentes importantes (por ejemplo García y Bellido y Giménez Reyna, 1948; Luque Moraño, 1972; Rodríguez Oliva y Serrano Ramos, 1974), fue a partir de los años 1980 cuando los estudios sobre el poblamiento de Antequera y su entorno en la Antigüedad se intensificaron, gracias a la publicación de datos más sistemáticos (Loza Azuaga, 1983) y trabajos de síntesis como la Tesis Doctoral de Rafael Atencia Páez (1986) o el estudio de las vías de comunicación de Enrique Gozalbes Cravioto (1986). A partir de esa década se desarrollaron nuevas actividades arqueológicas destacando las excavaciones en la ciudad de Singilia Barba (yacimiento también conocido como El Castillón) (Atencia Páez, 1988; Serrano Ramos, 1983, 2001; Serrano Ramos et al., 1992; etc.) y en varios otros establecimientos residenciales y villae como Huerta del Ciprés (Riñones Carranza, 1987a), Carnicería de los Moros (Arcos von Haartman y Álvarez Rubiera, 1987; Riñones Carranza, 1987b), El Batán (1995), Estación de Antequera (Romero Pérez, 1999; Melero García, 2001) y Caserío Silverio (Cisneros García, 2014) entre otros

(Romero Pérez et al., 2014). De igual forma, se excavaron necrópolis tales como La Angostura (Cisneros Franco y Corrales Aguilar, 1994), Cortijo Quemado (Fernández Rodríguez, 2005), Las Maravillas (Romero Pérez, 1994; 1997), Pozoancho III (López Tito y Salado Escaño, 2010), y la propia villa de Caserio Silverio (Ferrando de la Lama et al., 2014) además de otras (Fernández Rodríguez y Romero Pérez, 2007). Los datos obtenidos en los últimos tres decenios revelan la magnitud del poblamiento antiguo de la vega de Antequera (Figs. 1 y 2). Desde un punto de vista cuantitativo destaca la elevada densidad de la ocupación, reflejada en la gran cantidad de asentamientos, incluidas ciudades importantes como Singilia Barba o la propia Antikaria. La importancia de la ciudad de Antequera y su territorio inmediato vino derivada de la relevante actividad agraria y artesanal que conoció toda la región (Atencia Páez y Serrano Ramos, 1997; Romero Pérez, 1998) y de las posibilidades comerciales que le confirió su estratégica posición geográfica como encrucijada de rutas de comunicación Norte-Sur y Este-Oeste, claramente reflejada en la importancia de su entramado viario (Atencia Páez y Serrano Ramos, 1980; Gozalbes Cravioto, 1986; Melchor Gil, 1996).

Fig. 1. Mapa de distribución de los yacimientos arqueológicos de la Antigüedad conocidos en Tierras de Antequera. Diseño: María del Carmen Moreno Escobar.

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EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

Yacimientos romanos en Tierras de Antequera: Modos de reconocimiento

Excavados

34

Estudiados

355

Indeterminados

464 0

50

100

150

200

250

300

350

400

450

500

Nº de yacimientos Fig. 2. Distribución cuantitativa general de los yacimientos de la Antigüedad conocidos en Tierras de Antequera según grado de documentación. Diseño: María del Carmen Moreno Escobar.

En 1988 la Universidad de Málaga (UMA) llevó a cabo en las inmediaciones de los dólmenes de Menga y Viera unas excavaciones, dirigidas por el Dr. Rafael Atencia Páez, que revelaron evidencias de ocupación de dicho espacio en la Antigüedad. Estas excavaciones formaban parte del Proyecto General de Investigación (PGI) titulado “Reconstrucción arquitectónica y paleoambiental en la necrópolis megalítica de Antequera” que se desarrolló entre 1985 y 1991 con aprobación y patrocinio de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Aunque los responsables de dicho proyecto han dado a conocer algunas referencias puntuales a los resultados de esa intervención en publicaciones que tenían como objeto principal los monumentos megalíticos antequeranos (ver por ejemplo Ferrer Palma, 1997a: 143; 1997b: 356; Marqués Merelo et al., 2004: 184; Ferrer Palma et al., 2004: 207), dichos resultados no han sido nunca objeto de publicación sistemática. De acuerdo con la más prolija de las referencias publicadas, en la intervención de 1988, que supuso la apertura de 10 ’catas’ (seguimos la terminología empleada por los excavadores), se identificaron varias tumbas construidas mediante tegulae a doble vertiente en estrecha proximidad espacial con vestigios arquitectónicos que incluían varios muros y una estructura hidráulica revestida de opus signinum

(Ferrer Palma, 1997a: 136). Ya antes de la excavación, alguna de estas tumbas era visible en el talud de la carretera Antequera-Archidona que delimitaba entonces el recinto del Conjunto Arqueológico por el Sur1. Como resultado de la excavación y dentro de la denominada Cata 7 fue posible identificar un grupo de cuatro tumbas de inhumación sin ajuar, justo sobre el talud de la carretera y a escasos metros al sur del dolmen de Viera. En la Cata 8, situada unos metros más hacia el interior del recinto de los dólmenes, se excavó una quinta tumba de inhumación de similares características, con cubierta de tegulae y sin ajuar (Ferrer Palma, 1997a: 136). El registro obtenido en la intervención de 1988 tenía un gran valor científico, no solo por su potencial para ampliar el conocimiento sobre la ocupación de la vega de Antequera en la Antigüedad, sino, muy especialmente, por reflejar lo que de hecho parecía ser una intensa actividad humana en el entorno inmediato de los dólmenes de Menga y Viera, objeto epistemológico principal del PGI citado. De hecho, la significación del uso de estos dos megalitos en la Antigüedad sería de nuevo sugerida por ulteriores intervenciones que proporcionaron diferentes evidencias resumidas y valoradas recientemente (cf. García Sanjuán y Lozano Rodríguez, En Prensa).

1 De hecho, la presencia de estas tumbas romanas en el entorno de Menga y Viera ya era conocida desde principios del siglo XX: “Desde tiempos remotos hubo población a la vera de estos sepulcros [megalíticos], pues el terreno de olivar que por bajo sigue hasta la vega y el cerro inmediato de Marimacho, abundan en cascos de cerámica negra no torneada, cuchillos de pedernal y hachas de piedra, de las que una recogida por mí corresponde al tipo cilindroideo por aquí frecuente, y su materia es serpentina, de la que en grandes masas contiene el terreno diluvial granadino. Y no es ello solo, pues también menudea cascajo romano, teselas de mosaicos, sepulturas como fosas, revestidas de piedras o tégulas, formando cada una, según dicen, dos cavidades superpuestas con otros tantos cadáveres, y además cimientos de edificios, sobre todo en la ‘Carnicería de los Moros’” (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 88).

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Básicamente, en la campaña de excavaciones de 1991 del anteriormente citado PGI, en el extremo suroccidental del túmulo de Menga, prácticamente ya en la zona de contacto con el túmulo de Viera (Corte nº 26 de acuerdo con la numeración de esta excavación), se localizó otra tumba romana. Esta sepultura estaba encajada en el relleno de piedras del túmulo de Menga y presentaba asimismo tejas a dos aguas que protegían un pequeño osario. Muy cerca, en el Corte 21 y en un sedimento superficial revuelto2, se encontraron numerosos fragmentos de cerámica a torno entre los que se incluyen varios restos de terra sigillata y un pequeño trozo de vidrio romano.

la excavadora) se identificó una estructura de época romana descrita como “siliforme”, que incluía una piedra de molino y cerámica común romana3. Según la excavadora, justo fuera de esta estructura, que no parecía tener un carácter funerario, se encontró un fragmento de terra sigillata clara D. En la intervención llevada a cabo por la Universidad de Granada en el mismo megalito entre octubre de 2005 y mayo de 2006, concretamente en el Corte 3 (según la numeración de cortes de esta excavación), se identificaron numerosos restos materiales de cronología romana asociados a la estructura con muro circular, que tampoco era de carácter funerario4.

Por otra parte, la intervención de apoyo a la consolidación del dolmen de Viera llevada a cabo en 2003 reveló nuevos testimonios de actividad fechados en la Antigüedad (Fernández Rodríguez et al., 2006). El más destacado de ellos es una sepultura delimitada por ladrillos situada en el lado derecho del atrio de Viera según se entra y que no fue excavada (Fernández Rodríguez y Romero Pérez, 2007: 416); además, se identificaron unas ranuras sobre la primera cobija que, en opinión de los excavadores, podrían haber sido ocasionadas por trabajos de cantería realizados en la Antigüedad para el desmantelamiento parcial del megalito (Fernández Rodríguez et al., 2006: 95). Al hilo de estas constataciones, los excavadores señalaron la presencia en el entorno de Menga y Viera de una posible estructura de sillares “…presumiblemente un pequeño columbario, cercano al actual cementerio local” (Fernández Rodríguez y Romero Pérez, 2007: 416).

Por tanto, todas las excavaciones (sin excepción) realizadas durante las últimas décadas en los dólmenes de Menga y Viera y en su entorno más inmediato han puesto de manifiesto la importancia del sitio en la Antigüedad. Sin embargo, ninguno de estos registros empíricos ha sido objeto de un estudio pormenorizado más allá de referencias generales en los preceptivos informes arqueológicos a los que obliga la administración autonómica.

Las dos últimas campañas de excavaciones realizadas en el dolmen de Menga en 2005 y 2006, también depararon evidencias arqueológicas de actividad durante la Antigüedad. Según el informe de las excavaciones llevadas a cabo entre abril y junio de 2005, como parte de los trabajos de control de movimiento de tierras para el acondicionamiento de la iluminación y accesos de Menga, dirigidos por Verónica Navarrete Pendón, en el Corte nº 3 (siguiendo la nomenclatura de

1.B. OBJETIVOS Y CONDICIONANTES DEL ESTUDIO Atendiendo a los precedentes, contexto y consideraciones citadas, el presente trabajo se enmarca dentro de las actuaciones del PGI “Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga)”5, que tiene como uno de sus objetivos principales el estudio sistemático del registro empírico de las diferentes excavaciones realizadas en los megalitos antequeranos. En este sentido, el presente trabajo tiene como objetivo el estudio de la colección de materiales de la excavación arqueológica llevada a cabo en 1988 y que actualmente está depositada en el Museo de Málaga. Se trata de dos cajas de artefactos (básicamente material cerámico y constructivo), así como dos pequeñas bolsas de material óseo, tanto humano

2 Comunicación personal del profesor Ignacio Marqués Merelo, a quien agradecemos la información. 3 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga. Informe Inédito. 4 CARRIÓN MÉNDEZ, F., MUÑIZ LÓPEZ, T., GARCÍA GONZÁLEZ, D., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., FÉLIX, P. y LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. F. (2006): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga). Granada. Universidad de Granada. Informe Inédito. 5 Aprobado por la Secretaría de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía para el periodo 20132018, y dirigido desde la Universidad de Sevilla, con participación de las universidades de Alcalá de Henares, Granada y Southampton.

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como faunístico. Estas cajas fueron entregadas al Museo de Málaga en 2012 por la Universidad de Málaga6, donde, presuponemos, habían estado almacenadas desde 1988. El estudio de este conjunto de materiales ha consistido en la caracterización tipológica y tecnológica de los materiales muebles, fundamentalmente cerámicos, así como en el análisis bioarqueológico y datación radiocarbónica de los restos humanos y faunísticos. La principal fuente de contextualización de los materiales aquí estudiados es la colección de 21 fotografías de campo en blanco y negro y 91 en color, facilitada por el Dr. Rafael Atencia Páez, y que fueron escaneadas en su integridad por el equipo del Grupo de Investigación ATLAS de la Universidad de Sevilla. Deben mencionarse las varias limitaciones derivadas de los condicionantes inherentes a la colección de materiales investigada: 1) no se ha dispuesto del registro escrito y planimétrico de la excavación (diarios y plantas); 2) desconocemos si el material actual-

mente depositado en el Museo de Málaga constituye la totalidad del material documentado, o representa tan solo una parte del mismo derivada de una selección hecha durante la excavación o con posterioridad (tampoco hemos dispuesto de datos relativos a si el sedimento de la excavación fue cribado); 3) se desconocen las razones de la aparente contradicción existente entre el análisis bioarqueológico que solo ha deparado restos de un único individuo, y el registro fotográfico, que sugiere que fueron 5 las tumbas excavadas en la campaña de 1988; 4) la ubicación de las 10 catas no ha podido ser establecida de forma precisa, y solo en algunos casos ha podido serlo de forma aproximada gracias a la colección de fotografías de campo. La Figura 3 de este trabajo muestra la ubicación estimada de las cuadrículas. A pesar de estas limitaciones y condicionantes, creemos que el estudio realizado aporta nuevos datos de interés sobre la ocupación de la vega de Antequera en la Antigüedad y, sobre todo, en relación con la compleja biografía de los monumentos megalíticos de Menga y Viera.

CURVAS DE NIVEL PUNTO Y COTA CAMINOS INTERIORES RECINTO CADA MUROS RECINTO CADA CARRETERA ÁREA DE EXCAVACIÓN APROXIMADA DE LA INTERVENCIÓN DE 1988 UBICACIÓN APROXIMADA DEL CORTE 26 DE LA INTERVENCIÓN DE 1991

Fig. 3. Plano con la ubicación aproximada del área donde se encontraban las catas excavadas en 1988 y del corte 26 excavado en 1991. Diseño: Coronada Mora Molina a partir de la base cartográfica de TD-TEC.

6 Agradecemos la información al Sr. José Suárez Padilla.

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2. CULTURA MATERIAL De forma general, la colección de materiales de la intervención de 1988 que se conserva actualmente en el Museo de Málaga, que es listada en su integridad en el Anexo 1, presenta una amplia cronología que abarca desde posibles materiales de la Prehistoria Reciente, hasta materiales característicos de época Moderna y Contemporánea pasando por otros típicos de la Antigüedad. Ello es consistente con la intensa frecuentación que el entorno de los megalitos antequeranos ha conocido, de forma probablemente ininterrumpida, desde el Neolítico hasta nuestros días (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, En Prensa). Revisten especial interés los posibles (y muy escasos) restos prehistóricos, consistentes en un fragmento de cerámica a mano de factura tosca y una hoja de sílex tallada. Dada la ausencia de datos contextuales y de dataciones absolutas de estas piezas, por ahora no es posible descartar que daten de la Antigüedad o incluso periodos históricos posteriores, en los que tanto la cerámica a mano como los utensilios en sílex (especialmente para tareas de trillo) son comunes en la región antequerana. El grueso de la colección artefactual revela una importante actividad en la Antigüedad, principalmente durante el Bajo Imperio y Antigüedad Tardía

Lám. 1. Pileta hallada en la Cata 3. Foto: Rafael Atencia Páez.

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(siglos IV-VI DNE), reflejando de forma general un ambiente doméstico. Se trata fundamentalmente de material constructivo y cerámico cuya presencia en el sitio sería resultado del abandono de estructuras edilicias y/o de los desechos de vajillas de mesa y menajes domésticos y de cocina. La presencia en las Catas 1, 3, 4 y 6 de laterculi, que como material constructivo se emplea generalmente para la pavimentación de suelos domésticos o de talleres y espacios artesanales, de placas de mármol en las Catas 1 y 3, así como la existencia en las Catas 1 y 3 de una pileta probablemente hidráulica (Lám. 1), sugieren la existencia de una importante serie de edificaciones civiles (quizás productivas) en el sitio. Junto a estas estructuras civiles o domésticas, destacan 5 tumbas con inhumaciones sin ajuar en fosas cubiertas mediante tegulae (Láms. 2, 3 y 4). El estudio morfo-tipológico del material constructivo y cerámico, especialmente de las cerámicas de importación, sugiere la existencia de dos grandes etapas de actividad en la zona durante la Antigüedad. En los siglos I-II DNE encontramos una primera fase que se caracteriza por la presencia de Terra Sigillata Gálica (TSG) del taller de La Graufesenque con iden-

Lám. 2. Tumbas romanas con cubierta de tegulae en la Cata 7. Foto: Rafael Atencia Páez.

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tificación de la forma Dragendorff 37 de la segunda mitad del siglo I DNE (Passelac y Vernhet, 1993; Roca Roumens, 2005), y la presencia de un fragmento de cuenco en Terra Sigillata Hispánica (TSH) con decoración de friso de círculos que se data entre el último cuarto del siglo I DNE y el siglo II DNE (Mezquiriz de Irujo, 1985; Roca Roumens y Fernández García, 1999). Junto a estas cerámicas se documentan fragmentos de otras más comunes (jarras, cuencos, lebrillos, ollas, etc.), y algún fragmento de vaso de mesa de paredes finas con engobe. La segunda fase de actividad es aparentemente más significativa que la anterior, y se refleja en materiales que parecen haberse depositado como resultado de la amortización o abandono de estructuras edilicias, caso de la pileta de la Cata 3, lo que podría marcar un declive o discontinuidad de la actividad del sitio en el siglo VI DNE. Su datación se establece a partir de los materiales de importación para el servicio de mesa y de la cerámica “tosca” de uso doméstico. Se trata de numerosos fragmentos de ollas de factura tosca para la cocina que conviven con platos y cuencos de African Red Slip C y D (ARS C y D) de importación norteafricana y con cuencos y platos en Terra Sigillata Hispánica tardía meridional (TSHTM) (Figs. 4, 5 y 6). Estos materiales cerámicos datan el inicio de esta segunda fase más reciente en el siglo IV DNE sin que

Lám. 3. Proceso de excavación de la tumba romana con cubierta de tegulae hallada en la Cata 7. Foto: Rafael Atencia Páez.

existan materiales claramente fechables en el siglo III DNE. De estos momentos se documentan platos en ARS D de la forma Hayes 59 del siglo IV a inicios del V DNE (Hayes, 1972: 98; Carandini y Tortorella, 1981: 82-83), Hayes 61A del siglo IV-V DNE (Hayes, 1972: 102; Carandini y Tortorella, 1981: 83-84) y Hayes 67 (Hayes, 1972: 114). Ya plenamente del siglo V DNE encontramos el cuenco Hayes 73 en ARS C (Hayes, 1972: 122; Carandini y Saguì, 1981: 72-73), así como los cuenco en ARS D de la forma Hayes 91a (Hayes, 1972: 142; Carandini y Tortorella, 1981: 105). Las importaciones africanas vinculadas al siglo VI DNE (490-550 DNE) se corresponden exclusivamente con un fragmento de plato de la forma Hayes 104a (Bonifay, 2004: 183). Las producciones decoradas mediante la técnica del estampillado/impresión se encuentran representadas por el Estilo A (I-III) del siglo IV-V DNE en fondos de plato con motivos de palmas y círculos. Con dataciones genéricas entre los siglos IV-VII DNE se documentan 3 fragmentos de cerámicas en TSHTM; aunque se pueden vincular de forma más precisa al siglo V y a inicios del siglo VI DNE (Vázquez Paz, 2009). Los tipos identificados se relacionan con las formas de cuenco Orfila 1 y plato Orfila 9 (Ramallo Asencio, 1984; Orfila Pons, 2009; Vázquez Paz y García Vargas, 2014).

Lám. 4. Tumba romana con cubierta de tegulae hallada en la Cata 8.Foto: Rafael Atencia Páez.

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Fig. 4. Conjunto de cerámica African Red Slip C y D (ARS C y D). Dibujo: Jacobo Vázquez Paz.

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Fig. 5. Conjunto de cerámica Terra Sigillata Hispánica tardía meridional (TSHTM) y cerámica común tosca. Dibujo: Jacobo Vázquez Paz.

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Fig. 6. Conjunto de cerámica común tosca. Dibujo: Jacobo Vázquez Paz.

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Además del material cerámico y constructivo la colección aquí estudiada incluye dos objetos metálicos, consistentes en un cascabel (Lám. 5) y en una placa con perforaciones para su sujeción a un alma no conservada (Lám. 6). Desde el punto de vista de su caracterización tecnológica, ambos objetos han sido analizados por el Dr. M. Hunt Ortiz mediante Microfluorescencia de Rayos X (Tab. 1). En el caso del cascabel, los resultados muestran una composición de aleación de cobre y zinc con presencia minoritaria de estaño y plomo, lo que indica que se trata de latón. La placa presenta una composición correspondiente a un bronce binario, de cobre y estaño. En lo que respecta al encuadre cronológico y funcional de la placa de bronce poco se puede decir; sin embargo sobre el cascabel se podría apuntar que las aleaciones de cobre y zinc no eran desconocidas en la Antigüedad, denominándose oricalco. Algunos estudios sobre objetos de latón romano (especialmente fíbulas), sugieren que las piezas procedentes de Galia contienen entre un 15 y un 25% de zinc mientras que las encontradas en Hispania presentan entre el 7 y el 15% (Rovira Llorens, 1990: 138). El cascabel objeto de estudio contiene sin embargo un 29%,un contenido en zinc superior a la composición los objetos antiguos hechos en este material. Desde un punto de vista morfológico, el cascabel es en principio compatible con piezas modernas, fechables entre los siglos XVIII y XX DNE (Sánchez Trujillano y Gómez Martínez, 1995: 32-34). Esta pieza podría haber formado parte de unos jaeces con cascabeles que se disponen en collares alrededor del cuello del animal, así como alrededor de la grupa. En el contexto cronológico de la Antigüedad, el único precedente de hallazgo de este tipo de objeto en el entorno de una sepultura megalítica procede la tumba 14 de la necrópolis de Las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada) (Ferrer Palma y Rodríguez Oliva, 1978). En este caso, se trata de un tintinnabulum o campanilla que apareció asociada a un depósito que incluía material orgánico carbonizado, abundantes fragmentos de cerámica a torno, 7 monedas, un acetre o recipiente metálico para libaciones, un amuleto compuesto de dos falos en sentido opuesto, así como objetos de cobre y bronce de funcionalidad diversa (varios de ellos eran apliques). Este hallazgo ha sido interpretado como resultado de uno o más actos de carácter religioso llevados a cabo en la Antigüedad Tardía delante del megalito (García Sanjuán et al., 2007: 117). Desafortunadamente, el tintinnabulum apareció roto en varios fragmentos y nunca se ha publicado una reconstrucción gráfica del mismo.

0

5 cm

Lám. 5. Cascabel. Foto: Jacobo Vázquez Paz.

0

5 cm

Lám. 6. Placa con perforaciones.Foto: Jacobo Vázquez Paz.

Cascabel

Placa

ELEMENTO

% PESO

% ATÓMICO

FeK

00.68

00.79

CuK

65.86

68.01

ZnK

29.18

29.29

PbL

01.97

00.62

SnK

02.32

01.28

FeK

00.24

00.28

CuK

95.04

97.31

PbL

00.77

00.24

SnK

03.95

02.17

Tab. 1. Resultados analíticos de las dos piezas de metal, cascabel y placa, realizados en el metal sin pátina.

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GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

3. ANTROPOLOGÍA FÍSICA 3.1. MATERIALES Y MÉTODOS Los restos óseos humanos estudiados aquí incluyen los materiales correspondientes a la excavación de 1988 así como una bolsa con otros restos humanos etiquetados como correspondientes a la intervención de 1991 del PGI de la UMA anteriormente citado, y que consta en el Museo de Málaga en la misma caja que los materiales de la excavación de 1988. En el caso de la intervención de 1988 no existe constancia de la tumba o cata (o catas) de las que proceden los restos óseos, mientras que los de la intervención de 1991 fueron hallados, según indica la etiqueta que los acompaña, en el Corte 26, por lo que entendemos que corresponden al osario con tejas a dos aguas que fue hallado encastrado en el relleno de piedras del túmulo de Menga. Desde el punto de vista de la tafonomía, la descripción seguida ha tenido en cuenta las siguientes categorías:“agente tafonómico”, en referencia a la causa física de la modificación registrada (por ejemplo, hidrología, carnívoros, ser humano, etc.), “proceso tafonómico” como a la acción de un agente sobre un hueso o el conjunto óseo (por ejemplo, el transporte hídrico, fractura, etc.) y “efecto tafonómico” como la modificación resultante de la alteración sufrida por el hueso y el conjunto óseo (Johnson, 1985). En el caso de los restos de la intervención de 1991, se han comparado los efectos producidos en la muestra de estudio con 6 categorías aplicadas en los estudios de M. A. Gutiérrez7 y otros (Johnson y Holliday, 1997). Para calcular el NMI (Número Mínimo de Individuos) se ha considerado la clasificación dental, las regiones de cráneo que se han podido identificar entre el conjunto de fragmentos conservados, y los huesos largos identificados.

maxilar como mandibular de C. O. Levejoy et al. (1985).Por otro lado, para un estudio exhaustivo de las caries dentales (solo identificadas en las piezas dentales de la intervención de 1991) se ha registrado la localización de la lesión y su grado de afección. Se ha seguido el sistema numérico establecido por J. E. Buikstra y D. H. Ubelaker (1994), aunque se ha completado con 4 nuevas variables (Distal, Mesial, Vestibular y Lingual) que precisan la localización de la lesión cervical en la unión cemento-esmalte, y la lesión en la raíz, bajo de la unión cemento-esmalte. Para el grado de afección de la caries se ha usado el sistema de R. L. Costa (1980). Para describir la expresión del cálculo dental (igualmente únicamente observado en las piezas dentales de la intervención de 1991) se ha seguido el código de J. E. Buikstra y D. H. Ubelaker (1994). Con un fin descriptivo, todas las piezas dentales se han medido (AC: Altura de la corona, MD: Diámetro Mesodistal, BL: Diámetro Bucolingual) con un calibre digital de corredera de unos 150 mm, de la marca Medid, y se ha calculado el módulo, el índice de robustez y el índice coronal (Tabs. 2 y 3). Para la descripción del módulo de la corona se emplea la siguiente escala: Hipermicrodontes (<10,2), Microdontes (10,2-10,59), Mesodontes (10,6-10,99), Macrodontes (11,0-11,39) e Hipermacrodontes (>11,4) (Krenzer, 2006). En lo referente a patologías dentales, la descripción y análisis de la hipoplasia dental se ha llevado a cabo mediante la clasificación del grado de severidad de los defectos de hipoplasia propuesto por G. J. Trancho Gayo y B. Robledo Sanz (2001), al igual que se calcula la edad de aparición del episodio hipoplásico mediante las ecuaciones publicadas (Walker et al., 1991). Con el mismo calibre con el que se toman las mediciones dentales anteriormente referidas, hemos tomado las mediciones oportunas en los huesos largos de la intervención de 1988, así como con una cinta métrica (Tab. 4).

En cuanto a la descripción del desgaste dental y la estimación de la edad ha sido realizada por el método elaborado por D. R. Brothwell (1987), y el sistema de dientes anteriores y posteriores, tanto

7 GUTIERREZ, M. A. (2004): Análisis Tafonómicos en el Área Interserrana (Provincia de Buenos Aires). Tesis Doctoral Inédita. Universidad Nacional de La Plata, La Plata. GUTIERREZ, M. A. (1998): Taphonomic Effects and State of Preservation of the Guanaco (Lama guanicoe) Bone Bed from Paso Otero 1 (Buenos Aires Province, Argentina).Tesis de MaestríaInédita. Texas University, Lubbock (Texas)

264

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EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

MORFOMETRÍA DENTAL

NºBOLSA/ DIENTE

AC

MD

BL

Hipermicrod. < 10,2

Microdontes 10,2 – 10,59

Mesodontes 10,6 – 10,99

Macrodontes 11,0 - 11,39

Hipermacrod. > 11,4

I.CORONAL (ØBL * ØMD)/100

I.ROBUSTIC. CORONA ØBL*ØMD

ÍNDICES

VALOR Nº (ØMD+ØBL)/2

MÓDULO DE LA CORONA

1.1

-

6,03

6,94

6,48

-

-

-

-

-

0,418

41,84

1.2

-

5,18

5,83

5,50

-

-

-

-

-

0,30

30,25

1.3

-

4,65

5,68

5,16

X

-

-

-

-

0,26

26,41

Tab. 2. Morfometría dental. Intervención de 1988.

MORFOMETRÍA DENTAL

NºBOLSA/ DIENTE

AC

MD

BL

Hipermicrod. < 10,2

Microdontes 10,2 – 10,59

Mesodontes 10,6 – 10,99

Macrodontes 11,0 - 11,39

Hipermacrod. > 11,4

I.CORONAL (ØBL * ØMD)/100

I.ROBUSTIC. CORONA ØBL*ØMD

ÍNDICES

VALOR Nº (ØMD+ØBL)/2

MÓDULO DE LA CORONA

1.1

7,67

-

6,71

-

-

-

-

-

-

-

-

1.2

8

-

6,68

-

-

-

-

-

-

-

-

1.3

8,01

6,88

6,35

6,61

X

-

-

-

-

0,436

43,68

1.4

7,9

-

6,32

-

-

-

-

-

-

-

-

1.5

-

5,21

5,85

5,53

X

-

-

-

-

0,304

30,47

1.6

-

4,8

5,42

5,11

X

-

-

-

-

0,260

26,01

1.7

8,15

6,02

6,71

6,36

X

-

-

-

-

0,403

40,39

1.8

9,15

6,68

8,09

7,38

X

-

-

-

-

0,540

54,04

1.9

8,76

6,7

7,65

7,17

X

-

-

-

-

0,512

51,25

1.10

-

7,51

7,8

7,65

X

-

-

-

-

0,609

60,91

1.11

-

-

7,8

-

-

-

-

-

-

-

-

1.12

-

6,45

8,76

7,6

X

-

-

-

-

0,565

56,50

1.13

-

6,39

9,16

7,77

X

-

-

-

-

0,585

58,53

1.14

-

6,68

7,9

7,29

X

-

-

-

-

0,527

52,77

1.15

6,37

6,49

7,74

7,11

X

-

-

-

-

0,502

50,23

1.16

-

6,82

8,48

7,65

X

-

-

-

-

0,578

57,83

1.17

-

6,71

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1.18

-

10,52

9,65

10,08

X

-

-

-

-

1,015

101,51

1.19

-

9,98

10,01

9,99

X

-

-

-

-

0,998

99,89

1.20

-

-

10,17

-

-

-

-

-

-

-

-

1.21

-

-

10,5

-

-

-

-

-

-

-

-

1.22

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1.23

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1.24

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Tab. 3. Morfometría dental. Intervención de 1991.

MEDIDAS

VALOR

Diámetro sagital diafisal (anterior-posterior)

26,00 mm

Diámetro transversal diafisal (medial-lateral)

22,43 mm

Circunferencia de la diáfisis

65 mm

Tab. 4. Medidas tomadas en Diáfisis de Fémur Izquierdo.

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265


GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

3.2. DESCRIPCIÓN 3.2.1. Intervención de 1988 El material óseo identificado consiste principalmente en fragmentos de diáfisis de huesos largos de diferentes tamaños (< 19 cm) y fragmentos de cráneo (< 6 cm), además de alguna pieza dental y fragmentos de clavículas. • Piezas dentales: se han contabilizado tres piezas dentales mandibulares fuera de sus alveolos, todas pertenecientes al sector anterior y a una dentición permanente. Se trata de un canino izquierdo, un incisivo lateral izquierdo y un incisivo central izquierdo. • Cráneo: se observan pequeños fragmentos (< 6 cm) de diferentes partes del cráneo, un fragmento del temporal derecho, perteneciente al inicio del arco cigomático derecho, parte de un malar y un fragmento de una de las alas del hueso esfenoides. • Huesos largos: se han identificado cinco fragmentos que forman parte de una diáfisis de un radio izquierdo, así como gran parte de la diáfisis de un fémur izquierdo (de unos 19 cm), apreciándose perfectamente la línea áspera en su cara posterior con ausencia de ambas epífisis. Varios fragmentos han permitido reconstruir parcialmente la diáfisis de un fémur derecho y varios pequeños fragmentos de fémur. Otros fragmentos de huesos largos han quedado sin identificar por su pequeño tamaño (< 5 cm de largo). • Clavículas: Aparecen también tres fragmentos de clavículas, uno perteneciente a una clavícula izquierda y los otros dos posiblemente a una misma clavícula derecha, pues son regiones anatómicas opuestas y son muy similares en complexión. El NMI (Número Mínimo de Individuos) estimado tras el estudio antropológico de los restos óseos de la intervención de 1988 es de 1. El que las piezas dentales hayan aparecido fuera de sus alveolos óseos, mezcladas junto a todo el conjunto de restos óseos, hace imposible establecer con total certeza si pertenecieron a un mismo individuo. Sin embargo, al tratarse de piezas correlativas en posición mandibular y ante la semejanza de efectos tafonómicos y desgaste dental que presentan las tres piezas, podría-

266

mos suponer que se trata probablemente de piezas correspondientes a un mismo individuo, por lo que se podría estimar su edad según el desgaste dental en aproximadamente 24-30 años. En lo que respecta al sexo, no ha podido ser estimado por la ausencia de regiones anatómicas diagnósticas. Desde un punto de vista tafonómico, se aprecian pequeñas oquedades a lo largo de la superficie de los huesos, tanto craneales (Lám. 7) como largos, aunque se hace más evidente en estos últimos, apreciándose la pérdida de su apariencia (Lám. 8). Estas oquedades llegan en algunos puntos concretos a crear orificios en el tejido. De igual forma, las piezas dentales también presenta pequeñas oquedades, ya sea en esmalte como en raíz, aunque aparentemente son menos acusadas, probablemente debido a la mayor dureza de los tejidos dentarios. Otro efecto tafonómico observado en huesos y piezas dentales son manchas oscuras, de color azulado o negro, que se acentúan sobre todo a lo largo la superficie interna del hueso cortical de los fragmentos de huesos largos (Lám. 9), por un lado, los hoyos y/u oquedades y la modificación morfológica de los restos, obedecerían a una disolución química. Se trata de una reacción química entre el hueso y su microambiente más inmediato, resultando en la disolución y esculpido del hueso. En sus formas más severas, el hueso pierde su morfología original y la pérdida ósea es extensiva. Los hoyos comienzan siendo muy pequeños, en secciones aisladas de la superficie cortical y continúan progresivamente hasta que los mismos se hacen grandes y profundos, con los bordes pronunciados y llegando a cubrir toda la superficie del hueso (Johnson et al., 1997). La causa de estos hoyos de disolución no es conocida aún pero podría relacionarse con la génesis del suelo, como los principales ácidos de los suelos, los ácidos fúlvicos y húmicos (Stevenson, 1969; Buol et al., 1973; Birkeland, 1974, 1984). Esta modificación en la estructura ósea se ha clasificado dentro del estado 5, (efectos moderadamente severos; aún permanecen porciones de la superficie cortical, el esculpido se intensifica y los hoyos se profundizan; comienza a modificarse la forma original del hueso). Por otro lado, las manchas de coloración oscuras mencionadas, podrían igualmente tener un origen químico, pues tal y como se indica en la obra de J. Yravedra Sainz de los Terreros (2006), otros procesos como la disolución del manganeso suelen producir puntos y manchas negras de tamaño variable que se relacionan con concentraciones de agua estancada en unas

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EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

7

0

5 cm

8 10 Línea amelocementaria 9

1 2 0

5 cm

Lám. 7. Agentes tafonómicos en fragmentos de cráneo.Foto: Sonia Robles Carrasco. Lám. 8. Agentes tafonómicos en fémur izquierdo. Foto: Sonia Robles Carrasco. Lám. 9. Fragmentos de hueso largo con manchas oscuras comparándolo con otro fragmento (el de más inferior de la imagen) que no presenta manchas.Foto: Sonia Robles Carrasco. Lám. 10. Incisivo Central Mandibular Izquierdo con hipoplasia dental. Foto: Sonia Robles Carrasco.

condiciones de temperaturas frescas y húmedas no superior a 14ºC (Esteban, 1996). Por otro lado, algún autor ha propuesto que también pueden producirse en medios de una intensa actividad bacteriana (Shahack-Gross et al.,1997). Las coloraciones negruzcas pueden deberse también a la acción de óxidos de hierro o manganeso, la impregnación de componentes húmicos puede ocasionar igualmente coloraciones azules, negras, gris o marrones según el contenido orgánico y la composición de ese humus, en otros casos la coloración difusa puede ser consecuencia de acciones químicas diversas (Flanchet, 1933; Auguste, 1994).

Desde el punto de vista paleopatológico, ninguna de las tres piezas presenta caries, ni se ha observado cálculo dental. El único indicador patológico se corresponde con una hipoplasia dental de grado 3 (moderada) con dos surcos lineales horizontales en su cara vestibular, registrada en un incisivo central mandibular izquierdo. De acuerdo con la distancia desde la línea amelocementaria a cada una de las lesiones de hipoplasia, según los criterios de G. J. Trancho Gayo y B. Robledo Sanz (2001), el primer episodio de hipoplasia (número1 en la Lám. 10) tuvo lugar a los 2,6 años de edad, y el segundo (número2 en la Lám. 10) a los 3,3 años.

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267


GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

Nº BOLSAS

DESCRIPCIÓN

DESCRIPCIÓN

1

PIEZAS DENTALES

2

CRÁNEO

1.1

Incisivo Central Maxilar Derecho

2.1

Fragmentos de cráneo

1.2

Incisivo Central Maxilar Izquierdo

2.2

Esquirlas de cráneo

1.3

Incisivo Lateral Maxilar Derecho

2.3

Pirámide petrosa izquierda

1.4

Incisivo Lateral Maxilar Izquierdo

2.4

Fragmentos de conducto auditivo interno

1.5

Incisivo Central Mandibular Derecho

3

Malacofauna

1.6

Incisivo Central Mandibular Izquierdo

4

Sedimento fino resultante de la criba

1.7

Incisivo Lateral Mandibular Izquierdo

5

Sedimento grueso resultante de la criba

1.8

Canino Mandibular Derecho

6

Sin Identificar

1.9

Canino Mandibular Izquierdo

7

Restos vegetales

1.10

Canino Maxilar Derecho

8

Sin identificar

1.11

Canino Maxilar Izquierdo

1.12

Primero Premolar Maxilar Izquierdo

1.13

Segundo Premolar Maxilar Izquierdo

1.14

Primer Premolar Mandibular Derecho

1.15

Primer Premolar Mandibular Izquierdo

1.16

Segundo Premolar Mandibular Derecho

1.17

Segundo Premolar Mandibular Izquierdo

1.18

Segundo Molar Mandibular Derecho

1.19

Primer Molar Mandibular Derecho

1.20

Segundo Molar Maxilar Derecho

1.21

Primer Molar Maxilar Derecho

1.22

Resto Radicular, probablemente Tercer Molar Derecho Maxilar

1.23

Resto Radicular, Probablemente Tercer Molar Mandibular

1.24

Primer Molar Maxilar Izquierdo

3.2.2. Intervención de 1991 El material de la intervención del 1991 consiste fundamentalmente en pequeños fragmentos (< de 2 cm) y esquirlas de cráneo, además de piezas dentales. Entre los huesos craneales se observa un fragmento de una pirámide petrosa izquierda, dos fragmentos pertenecientes al conducto auditivo interno y fragmentos y esquirlas (unos 30 fragmentos de no más de 2 cm). Se han documentado 24 piezas dentales incluyendo dos restos radiculares. Todas ellas se encuentran fuera de su alveolo dental y pertenecen a una dentición permanente (Tab. 5). También se encontraron unos 10 pequeños fragmentos óseos (< de 3 cm) no identificados. El NMI estimado es, de nuevo, de 1. Según el desgaste dentario, y considerando la posibilidad de que todas las piezas pertenezcan a un mismo individuo, se estima un rango de edad entre los 18-30 años.

268

Nº BOLSAS

Tab. 5. Listado y descripción de bolsas resultantes del estudio.

Por otro lado, la estimación del sexo no ha podido llevarse a cabo ante la ausencia de regiones anatómicas diagnósticas. En cuanto a los procesos tafonómicos observados, en los restos óseos craneales destaca el importante estado de fragmentación y daño estructural, haciéndose visible ya macroscópicamente oquedades y orificios que penetran de forma aleatoria hacia el interior, formando, en algunos casos, pequeños agujeros (Lám. 11). En la corona y en la raíz de las piezas dentales estudiadas destacan marcas tafonómicas de distinto tipo: fracturas, fisuras longitudinales y transversales, oquedades y/o depresiones y pérdida del brillo natural del esmalte (Lám. 12 y13). Desde el punto de vista paleopatológico, solo se observa la presencia de caries (Lám. 14) y cálculo dental o sarro. La caries aparece en 5 piezas poste-

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EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

11

12

0

0

3 cm

5 cm

14

13

0

0

3 cm

3 cm

Lám. 11. Fragmentos de cráneo con oquedades y orificios. A la derecha ampliación de uno de los fragmentos.Foto: Sonia Robles Carrasco. Lám. 12. Pieza 1.14, Primer Premolar Mandibular Derecho, con fisuras longitudinales por raíz y corona.Foto: Sonia Robles Carrasco. Lám. 13. Pieza 1.5, Incisivo Central Mandibular Derecho; ejemplo de perfil sinuoso y oquedades. De izquierda a derecha: cara mesial, cara distal. Foto: Sonia Robles Carrasco. Lám.14. Caries en pieza 1.13, Segundo Premolar Maxilar Izquierdo.Foto: Sonia Robles Carrasco.

riores (dos premolares y tres molares), siendo dos de ellas caries generalizadas, con destrucción avanzada de la corona y parcial de la raíz, mientras que las otras tres son caries disto-cervicales, dos con grado de afección 2 (agujero, fisura o superficie lisa con moderada cavitación) y una de grado de afección 3 (agujero o fisura afectando a la cámara pulpar). Por otro lado, se han tomado las mediciones necesarias en dientes anteriores y posteriores con el fin de calcular el módulo de la corona dental (Tab. 6). El módulo de la corona es una expresión de la masa relativa coronal, calculado por la suma de los diámetros mesodistal y bucolingual dividido por dos; por eso la medición relativa del módulo de la corona se utiliza para fines comparativos y descriptivos (Krenzer, 2006). Los resultados de esta medición muestran que todos los dientes son hipermicrodontes (<10,2 mm), aunque hay que mencionar que en 10 de las

piezas no se ha podido llevar a cabo medición alguna debido a fracturas de la corona. Con estas mediciones se calculan además índices para describir la forma dental o para calcular la superficie oclusal, tales como el índice coronal y el índice de la robustez de la corona. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el desgaste de la corona dental conlleva que las mediciones no sean exactas, además, va a depender también de la edad del individuo y por ende, del tipo de dieta (Rodríguez Cuenca, 2003). Un aspecto descriptivo observado en las piezas dentales es el de la pieza 1.19, Primer Molar Mandibular Derecho, consistente en la unión completa de sus dos raíces. A veces las piezas dentales presentan raíces adicionales o raíces ausentes, al igual que se viene observando la tendencia de disminución de la divergencia y aumento de fusión de las raíces desde el primer molar hasta el tercero (Krenzer, 2006).

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GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

MORFOMETRÍA DENTAL

AC

MD

BL

Hipermicrod. < 10,2

Microdontes 10,2 – 10,59

Mesodontes 10,6 – 10,99

Macrodontes 11,0 - 11,39

Hipermacrod. > 11,4

I.CORONAL (ØBL * ØMD)/100

I.ROBUSTIC. CORONA ØBL*ØMD

ÍNDICES

VALOR Nº (ØMD+ØBL)/2

MÓDULO DE LA CORONA

1.1

7,67

-

6,71

-

-

-

-

-

-

-

-

1.2

8

-

6,68

-

-

-

-

-

-

-

-

1.3

8,01

6,88

6,35

6,61

X

-

-

-

-

0,436

43,68

1.4

7,9

-

6,32

-

-

-

-

-

-

-

-

1.5

-

5,21

5,85

5,53

X

-

-

-

-

0,304

30,47

NºBOLSA/ DIENTE

1.6

-

4,8

5,42

5,11

X

-

-

-

-

0,260

26,01

1.7

8,15

6,02

6,71

6,36

X

-

-

-

-

0,403

40,39

1.8

9,15

6,68

8,09

7,38

X

-

-

-

-

0,540

54,04

1.9

8,76

6,7

7,65

7,17

X

-

-

-

-

0,512

51,25

1.10

-

7,51

7,8

7,65

X

-

-

-

-

0,609

60,91

1.11

-

-

7,8

-

-

-

-

-

-

-

-

1.12

-

6,45

8,76

7,6

X

-

-

-

-

0,565

56,50

1.13

-

6,39

9,16

7,77

X

-

-

-

-

0,585

58,53

1.14

-

6,68

7,9

7,29

X

-

-

-

-

0,527

52,77

1.15

6,37

6,49

7,74

7,11

X

-

-

-

-

0,502

50,23

1.16

-

6,82

8,48

7,65

X

-

-

-

-

0,578

57,83

1.17

-

6,71

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1.18

-

10,52

9,65

10,08

X

-

-

-

-

1,015

101,51

1.19

-

9,98

10,01

9,99

X

-

-

-

-

0,998

99,89

1.20

-

-

10,17

-

-

-

-

-

-

-

-

1.21

-

-

10,5

-

-

-

-

-

-

-

-

1.22

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1.23

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1.24

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Tab. 6. Morfometría dental.

4. RESTOS FAUNÍSTICOS 4.1. MATERIALES Y MÉTODOS La fauna incluida en la colección de materiales de la intervención de 1988 actualmente conservada en el Museo de Málaga presenta un total de 24 restos, de los que la totalidad han podido ser identificados anatómica y zoológicamente conformando el número de restos determinados (NRD). La identificación y clasificación taxonómica de la muestra ósea se ha realizado con una colección comparativa propia (JARC), empleándose igualmente bibliografía complementaria (Barone, 1976; Pales y Lambert, 1971). La estimación del número

mínimo de individuos (NMI) se ha hecho siguiendo el criterio de escoger entre los huesos pares aquellos que contaran con mayor número de piezas de uno de los dos lados. El NMI obtenido de esta forma se ha modificado cuando la determinación de edades y sexos no concordaba con la primera estimación. Se han medido todas aquellas piezas óseas que no se encontraban quemadas, presentaban señales de manipulación antrópica o estaban deformadas patológicamente. Las medidas se han realizado con calibres convencionales (error estimado ± 0.5 mm), siguiendo la metodología propuesta por A. von den Driesch (1976)8.

8 Las representaciones de los esqueletos animales están tomadas de http://www.archeozoo.org/fr.

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ESPECIE/EDAD

INFANTIL

JUVENIL

SUBADULTO

ADULTO

SENIL

Vaca

0-5/9

5/9-24

24-60

60-180

+250

Ovicaprino

0-5/9

5/9-24

24-60

60-180

+180

Tab. 7. Edad expresada en meses.

Dentro de la categoría de ovicaprino se han incluido los restos en los que no ha sido posible diferenciar la oveja y la cabra, por tratarse de fragmentos que carecían de zonas diagnósticas para su clasificación o éstas eran poco claras. De ahí que, en general, pueda observarse cierta complementariedad entre las piezas asignadas a ovicaprino y las de oveja y cabra, siendo en el primer caso costillas, vértebras y fragmentos de diáfisis de huesos largos fundamentalmente. En los casos en que sí ha sido posible su diferenciación, se han seguido los criterios de J. Boessneck et al. (1964). Todo el material óseo se ha pesado dando en gramos los resultados. El cálculo de la edad de sacrificio se ha realizado en función de la fusión de las epífisis en los huesos largos y el desgaste y reemplazo de las piezas dentales, siguiendo los criterios elaborados por el Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Madrid (Morales Muñiz et al., 1994). La edad se expresa en meses tal y como se refleja en la Tab. 7.

• A/DJ/4470/4. Cata 4, Cava 2: Vaca. Escápula: 1. Peso: 45 gr. Ovicaprino. Dientes inferiores: 1. Peso: 4 gr. El desglose anatómico y la distribución de NRD, NMI y Peso por especies aparecen en las Tabs. 8 y 9 respectivamente. De vaca (Bos taurus) se han identificado dos fragmentos óseos (8.33%) que corresponden a un único individuo adulto (25%) (Lám. 15). Con un total de 80 gramos se sitúa en segundo lugar (26.06%) en cuanto al peso del material óseo determinado y biomasa aportada al consumo alimentario, debido en gran parte al tamaño de sus restos (Tab. 8 y Fig. 7).En cuanto a las porciones esqueléticas representadas, en todos los casos son apendiculares (Tab. 9 y Fig. 8). Sólo se encuentra representada la cohorte de edad adulta, lo cual indicaría una posible utilización previa en labores agrícolas y de transporte antes de servir como alimento.

4.2. DESCRIPCIÓN Las especies identificadas han sido dos, vaca y cabra, aunque en el material atribuido a ovicaprino también podría estar representada la oveja. Todas ellas formaron parte del consumo alimentario. Se ha hecho una valoración de la presencia de los distintos taxones representados al objeto de valorar su cuantía, su tamaño en los casos en que esto sea posible, y su importancia dentro de la economía del yacimiento. Los restos empleados para este análisis son los siguientes: • A/DJ/4470/1. Cata 3, interior de la pileta. Ovicaprino. Mandíbula: 4; húmero: 1; metacarpo: 1; tibia: 2. Peso: 126 gr. Cabra. Clavija: 3. Peso: 128 gr. • A/DJ/4470/2. Interior de la pileta. Ovicaprino. Mandíbula: 2; vértebras: 1. Peso: 52 gr. Cabra. Clavija: 3 (peso: 123 gr.); húmero: 1; radio: 1. Peso: 12 gr. • A/DJ/4470/3. Cata 4, Cava 2: Vaca. Astrágalo: 1. Pesos: 35 gr. Ovicaprino. Tibia: 2. Peso: 37 gr.

0

5 cm

Lám.15. Vaca. Fragmento de escápula. Foto: José Antonio Riquelme Cantal.

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NRD

%

NMI

%

PESO

%

Vaca

2

8.33

1

25

80

26.06

Ovicaprino

14

Cabra

8

91.67

3

75

TOTAL

24

100

4

100

Vaca

Ovicaprino

Clavija

6

Mandíbula

6

227 + 73.94 2 5 1

Dientes inferiores

1

Vértebras

1

307

Húmero

Escápula

1 1

Radio

Tab. 8. NRD, NMI y Peso de las especies animales representadas.

Cabra

1 1

Metacarpo

1

Tibia

4

Astrágalo

1

TOTAL

2

14

8

Tab. 9. Desglose anatómico de las especies animales representadas.

100

91,67

90 75

80

73,94

70 60 NRD

50

NMI

40 25

30

PESO

26,06

20 10

8,33

0 vaca

ovicaprino

Fig. 7. NRD, NMI y Peso de las especies animales representadas. Diseño: José Antonio Riquelme Cantal.

Fig. 8. Vaca. Distribución de los huesos representados según su cantidad (datos en Tab. 8). Diseño: José Antonio Riquelme Cantal.

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Fig. 9. Ovicaprino. Distribución de los huesos representados según su cantidad (datos en Tab. 8). Diseño: José Antonio Riquelme Cantal.


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16 17

0

5 cm

0

5 cm

Láms. 16 y 17. Cabra. Fragmentos de clavijas óseas. Foto: José Antonio Riquelme Cantal.

Como ovicaprino (Ovis aries/Capra hircus) se han incluido todos los restos determinados de cabra junto a los que no pudieron ser clasificados a especie y que se engloban bajo el epígrafe de ovicaprino. En total se han determinado 14 restos de ovicaprino y ocho de cabra que, en conjunto, suponen el 91.67% del material identificado, perteneciente a un número mínimo de 3 individuos (75%), con lo cual esta cabaña ganadera se sitúa en primer lugar en cuanto a NRD y NMI de todas las especies determinadas. Con un peso total de 227 gramos (73.94%) se sitúa también en primer lugar en cuanto al peso del material óseo determinado y la biomasa aportada al consumo alimentario (Tab. 9 y Fig. 9). No se incluyen en esta cantidad los 251 gramos pertenecientes a los fragmentos de clavijas óseas debido a que podrían distorsionar los resultados de la biomasa aportada por esta cabaña ganadera. Dichas clavijas óseas presentan cortes tendentes a separarlas del cráneo, posiblemente para fracturarlo con mayor facilidad. Las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales seguidas de apendiculares y axiales (Tab. 9), siendo los fragmentos de clavijas óseas (Láms. 16 y 17) y mandibulares los más numerosos. En relación con la edad de sacrificio, se encuentran representadas las cohortes de edad juvenil y adulta respectivamente (1 ejemplar juvenil y 2 adultos). En cuanto a la proporción oveja/cabra, a fin

de extraer conclusiones más relevantes respecto del tipo de ganadería que imperaba en la zona, parece que sería la cabra la más numerosa, aunque la escasez y fragmentación del material analizado impide conocer la verdadera importancia de ambas especies en la composición de esta cabaña ganadera.

5. CRONOLOGÍA Desde el punto de vista cronológico, como se ha descrito anteriormente, el estudio de la cultura material sugiere que en el espacio circundante a los dólmenes de Menga y Viera hubo en la primera mitad del I milenio DNE dos fases de actividad. La más antigua, fechable en los siglos I-II DNE estaría básicamente representada por una pequeña parte del material incluyendo cerámica Terra Sigillata Gálica del taller de La Graufesenque con identificación de la forma Dragendorff 37 de la segunda mitad del siglo I DNE y un fragmento de cuenco en Terra Sigillata Hispánica (TSH) con decoración de friso de círculos que se data entre el último cuarto del siglo I DNE y el siglo II DNE. La más reciente, representada por el grueso de los materiales estudiados, sugiere una importante actividad durante el Bajo Imperio y la Antigüedad Tardía (siglos IV-VI DNE).

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Esta valoración puede ser complementada con los resultados de las ocho dataciones radiocarbónicas obtenidas sobre muestra de los restos óseos humanos y animales descritos más arriba (Tab. 10). Las cuatro dataciones radiocarbónicas obtenidas sobre hueso humano (dos por cada uno de los dos individuos identificados en el análisis bioarqueológico), y que obviamente reflejan una actividad funeraria en la zona, se agrupan entre mediados del siglo II y mediados del siglo IV DNE. Por su parte, las dataciones sobre hueso de animal, obtenidas de muestras procedentes de la pileta de la Cata 3 y de la Cava 2 de la Cata 4 , correspondientes a cuatro especímenes de animales diferentes, se agrupan entre mediados del siglo V y mediados del siglo VII DNE (Fig. 10). Respecto a las dataciones sobre hueso humano, existe una ligera discrepancia entre las dos dataciones obtenidas para el individuo identificado entre los restos de la campaña de 1988 (dataciones Beta-412999, 1790 ± 30, y Beta-413000 1730 ± 30) y entre dos obtenidas para el individuo encontrado en la campaña de 1991 (Beta-413001, 1770 ± 30, y Beta-413002, 1700 ± 30). Esta discrepancia puede ser debida a procesos diagenéticos del hueso humano y a variaciones estadísticas en el proceso de medición de las muestras en el laboratorio, y han sido observados en otros estudios en los que se han realizados varias dataciones sobre hueso de los mismos individuos (García Sanjuán et

CAMPAÑA CÓDIGO

ÁREA/ CORTE

CAPA

al., En Prensa). En este caso creemos que las diferencias entre las dataciones no resultan estadísticamente significativas según la prueba de Chi-Cuadrado aplicada: T’=2.0; v=1; T’(5%)=3.8 para el individuo de la campaña de 1988 y T’=2.7; v=1; T’(5%)=3.8 para el individuo de la campaña de 1991. Por ello no resultan problemáticas a la hora de valorar la cronología general del conjunto. La Figura 11 muestra las dos dataciones de cada uno de los dos individuos sumadas. Estas dataciones sugieren que los dólmenes de Menga y Viera fueron utilizados como cementerio entre mediados del siglo II y mediados del siglo IV DNE, una práctica que incluyó el uso consciente y deliberado de los túmulos y espacios aledaños de los megalitos, en lo que interpretamos como una reutilización que da continuidad al espacio dolménico, al igual que ocurriría algunos siglos más tarde (Díaz-Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2013) ya en la Edad Media. Las tumbas de las que estos restos humanos fueron recuperados no presentaban ajuares, por lo cual no existe cultura material cuya cronología pueda ser contrastada con la de las dataciones radiocarbónicas. La cronología radiocarbónica de uso del espacio megalítico como lugar de enterramiento se solapa parcialmente con la cronología de la primera fase de actividad en la zona según el estudio de la cultura material registrada en la excavación de 1988 (fuera de las tumbas), y que se data entre la segunda mitad del siglo I DNE y a lo largo del siglo II DNE.

Nº MUESTRA

MATERIAL

CONTEXTO

SIGLA

BP

CAL DNE 2σ

Menga-88

A/DJ 14470/5

Muestra 1-C-14

Restos óseos humanos-fragmento de fémur derecho

Beta1790 ± 30 133-330 DNE 412999

Menga-88

A/DJ 14470/5

Muestra 2-C-14

Restos óseos humanos-pieza dental-I. L. inferior izquierdo 1.2.

Beta1730 ± 30 243-386 DNE 413000

Menga-91

A/DJ 14295/4

Muestra 3-C-14

Restos óseos humanos-pirámide petrosa (cráneo)

Beta1770 ± 30 138-345 DNE 413001

Menga-91

A/DJ 14295/4

Muestra 4-C-14

Restos óseos humanos-pieza dental- C. inferior izquierdo 1.9.

Beta1700 ± 30 253-406 DNE 413002

Menga-88

A/DJ 14470/1

Cata 3

Muestra 5-C-14

Fauna-cabra

Interior pileta

Beta1500 ± 30 432-639 DNE 413003

Menga-88

A/DJ 14470/1

Cata 3

Muestra 6-C-14

Fauna-ovicaprino

Interior pileta

Beta1540 ± 30 426-588 DNE 413004

Menga-88

A/DJ 14470/4

Cata 4

Cava 2

Muestra 7-C-14

Fauna-escápula

Beta1490 ± 30 436-644 DNE 413005

Menga-88

A/DJ 14470/3

Cata 4

Cava 2

Muestra 8-C-14

Fauna-ovicaprino

Beta1520 ± 30 428-609 DNE 413006

Tab. 10. Dataciones radiocarbónicas de muestras óseas del entorno de los dólmenes de Menga y Viera. Calibración con Oxcal v 4.2.4.

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Fig.10. Distribuciones de las ocho dataciones radiocarbónicas obtenidas sobre muestras de hueso humano y animal de las excavaciones de 1988.

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Respecto a las cuatro dataciones obtenidas sobre hueso animal, todos los resultados son muy compactos, agrupándose entre mediados del siglo V y mediados del siglo VII DNE. Estas dataciones se obtuvieron en todos los casos sobre muestras de ovicáprido, que en dos casos proceden de la estructura hidráulica (pileta) identificada en la Cata 3, y en otros de la Cava 2 de la Cata 4. Cuando se considerada estas cuatro dataciones de forma agregada (Fig. 11) su distribución no se solapa en absoluto con las muestras obtenidas sobre hueso humano, por lo que creemos que representan una fase posterior de uso del espacio9. La cronología radiocarbónica de los restos faunísticos coincide bastante con la cronología atribuida por el estudio de la cultura material a una segunda fase actividad en la zona, entre los siglos IV y VI DNE, dentro del Bajo Imperio y la Antigüedad Tardía. Representando la amortización de estructuras edilicias (caso de la pileta de la Cata 3), con una posible discontinuidad del uso de estas estructuras en el sitio en el siglo VI DNE.

6. DISCUSIÓN Y VALORACIÓN Son varios los aspectos de interés que pueden desprenderse de este estudio de materiales, a pesar de las limitaciones que, como ya se expuso al principio, impone su carácter semi-descontextualizado. En lo que respecta a la cronología, el equipo de la Universidad de Málaga dató las tumbas encontradas en la excavación de 1988 entre finales del siglo V y el siglo VI DNE (Ferrer Palma, 1997a: 136). Esta cronología de las tumbas es incorrecta a la luz de los resultados de las dataciones radiocarbónicas ya descritas, que sitúan las dos inhumaciones estudiadas entre mediados del siglo II y mediados del siglo IV DNE. Es muy posible que la datación propuesta por los colegas de la UMA se basase en la cultura material recuperada en 1988, la cual, como nuestro propio estudio señala, en buena parte representa una fase uso en los siglos IV-VI DNE, que se solapa parcialmente con la cronología radiocarbónica de

Individuo LCQ (2)

Individuo 1988 (2)

Individuo 1991 (2)

Fauna 1988 (4)

Individuo 2005-2 (1)

Individuo 2005-1 (1)

0

200

400

600

800

1000

1200

Fig.11. Diagrama comparativo de las distribuciones acumuladas de las dataciones radiocarbónicas del I milenio cal DNE para los dólmenes de Menga y Viera. Diseño: Manuel Eleazar Costa Caramé.

9 La distribución a 2σ de la fecha Beta-413003 (432-639 cal DNE) queda sin embargo muy cerca de sola-parse, aunque no lo hace, con la fecha CNA-1174 (676-871 cal DNE) obtenida del Individuo 2 inhumado en el atrio de Menga (Díaz-Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2013: 244).

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los restos de fauna recuperados (siglo V y mediados del siglo VII DNE). Lo que se demuestra ahora, sin embargo, es que la cronología de la cultura material encontrada en la excavación de 1988 no coincide con la cronología de los restos humanos inhumados –que no incluían ajuares, lo cual dificulta notablemente su datación en base a criterios no-radiocarbónicos. Una conclusión a extraer en este sentido es que también para el estudio de las prácticas sociales y de las culturas de la Antigüedad el análisis radiocarbonico es de necesaria aplicación, que es lo contrario de lo que suele suceder, dado el bajo grado de aplicación que este método científico presenta entre los/as especialistas de este periodo cronológico. Una segunda conclusión importante es que, combinando los arcos cronológicos aportados por las dataciones radiocarbónicas y por la datación de la cultura material, parece claro que el entorno de los dos grandes megalitos antequeranos, y quizás los dos megalitos en sí, fue objeto de actividad probablemente continuada a lo largo de toda la primera mitad del primer milenio DNE. En realidad, el espacio podría haber sido objeto de actividad, tanto funeraria como de otro tipo, de forma ininterrumpida a lo largo de todo el primer milenio DNE, pues las dos dataciones radiocarbónicas obtenidas de los dos individuos inhumados en el atrio del dolmen de Menga dieron fechas radiocarbónicas que, combinadas a 2σ, abarcan desde finales del siglo VII hasta principios del siglo XI DNE (Díaz-Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2012: 244). Unidos a otros datos, esto refuerza la impresión de que ambos monumentos, y especialmente Menga, fueron frecuentados y utilizados de distintas formas desde su mismo origen en el Neolítico Final, durante la Prehistoria Reciente, la Protohistoria, la Antigüedad y el Medievo, hasta, al menos, ya entrada la Edad Moderna, no cayendo nunca en el olvido (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, En Prensa: 395). Una cuestión importante a establecer es, por supuesto, si la proximidad espacial a los megalitos de las estructuras de época romana identificadas en 1988, y muy especialmente las tumbas, incluyendo las encontradas en 1991 y 2003 (esta segunda todavía in situ y sin excavar), ya que se solapan a la arquitectura de los dólmenes, constituye una circunstancia meramente casual o resulta de decisiones tomadas conscientemente por los agentes sociales involucrados y explicables por una continuidad del significado social,

ideológico o religioso de los megalitos durante la Antigüedad. En otras palabras ¿fueron Menga y Viera la razón por la que se practicaron los enterramientos precisamente allí y no en otro sitio cercano? Por supuesto, para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta que a unos 500 metros hacia el sureste de Menga y Viera se encuentra el asentamiento rural o villa de Carnicería de los Moros (Arcos von Haartman y Álvarez Rubiera, 1987; Riñones Carranza, 1987b), cuya posible relación con el uso de los megalitos en la Antigüedad ha sido ya explorada en términos de su posible función como “…ninfeo (…) espacio asimismo utilizado coetáneamente a la necrópolis, como lugar de transformación de sílex” (Ferrer Palma, 1997a: 136) o como villa (Marqués Merelo et al., 2004: 184; Fernández Rodríguez y Romero Pérez, 2007: 416). De acuerdo con los resultados de la excavación llevada a cabo en 1985 se propuso una cronología de a partir de mediados del siglo III DNE para la construcción del gran aljibe de este establecimiento, con un momento de mayor auge del uso del ninfeo en el siglo V (Riñones Carranza, 1987b: 256). Las tres tumbas de inhumación que rompían el mosaico encontrado en el lateral Oeste del aljibe no pudieron ser fechadas, por carecer de ajuares (Riñones Carranza, 1987b: 254 y 256). Los muros y la estructura hidráulica encontrados en 1988 en el borde del recinto megalítico, sobre el talud de la carretera nacional 342 Antequera-Archidona, a escasa distancia de Vera y Menga, pudieron formar parte de este establecimiento rural; la presencia de estas estructuras en el entorno de los megalitos podría, por tanto, ser producto de una mera coincidencia. Lo mismo podría incluso pensarse de las cuatro tumbas encontradas sobre el talud de la carretera, dada la proximidad de la ciudad de Antikaria. Lo que sin embargo parece mucho más dudoso es que el osario encontrado sobre el túmulo de Menga en 1991, con tegulae bien trabadas con las piedras del propio túmulo, y muy especialmente el identificado (y todavía no excavado) en 2003 en el lateral derecho del atrio de Viera, fueran colocados donde fueron colocados por casualidad. Más bien parece deducirse que las personas que practicaron aquellos enterramientos tenían una conciencia o conocimiento de la presencia de las estructuras megalíticas y que precisamente tuvieron la intención expresa de colocar los depósitos funerarios en aquel lugar por causa de su venerable antigüedad, estima religiosa y quizás vinculación emocional.

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A este respecto, es importante recordar que los enterramientos aquí estudiados no son las únicas evidencias de prácticas funerarias llevadas a cabo en la Antigüedad en un sitio prehistórico de la vega antequerana. En el yacimiento de Loma de Cortijo Quemado, un hábitat de pequeñas dimensiones, ubicado en la ladera media-alta de un cerro, sobre terrenos de fácil accesibilidad, se identificaron 30 estructuras negativas que contenían cultura material del IV al III milenios ANE (cerámicas, artefactos líticos pulimentados e industria en sílex tallado). En una de las estructuras negativas, muy diferente a las demás por su morfología, se identificó un depósito funerario con una inhumación (Fernández Rodríguez, 2005). Las dos muestras de hueso de este individuo analizadas por radiocarbono proporcionaron fechas10 de 1845 ± 45 BP (Ua-22988) ó 66-318 cal DNE 2σ y 1790 ± 45 BP (Ua-22989), ó 94-381 cal DNE 2σ (Fig. 11) lo que demuestra que se trata de un depósito funerario de la Antigüedad, probablemente inscrito entre los siglos II-IV DNE, en un sitio en el que la totalidad de los contextos identificados son prehistóricos. Sin embargo, en este caso, al contrario que en el de las grandes construcciones megalíticas, cabe razonablemente dudar de que hubiese una voluntad consciente, por parte quienes practicaron el enterramiento, de reutilizar un sitio ancestral, ya que los contextos prehistóricos ni son funerarios ni habrían sido visibles en superficie. Se desconoce qué significación exacta los megalitos neolíticos pudieron tener para personas que, más de 3000 años después realizaban prácticas funerarias en sus túmulos o corredores, pero en el continente europeo existen abundantísimos ejemplos de prácticas similares, especialmente en regiones atlánticas de fuerte tradición megalítica, como la Bretaña francesa (Vegby, 2015), Gran Bretaña (Howard, 1998), Irlanda (Cooney, 2015), norte de Alemania (Holtorf, 1998), o la propia península ibérica (García Sanjuán et al., 2007; García Sanjuán y Díaz-Guardamino Uribe, 2015). La posibilidad de que los megalitos tuvieran un activo papel en la vida social de las comunidades antequeranas de la primera mitad del I milenio DNE plantea por supuesto nuevas preguntas. Una pregunta interesante es qué colectivos o agentes sociales escogieron los megalitos y su entorno para enterrar a sus muertos. El equipo de la Universidad de Málaga que

realizó las excavaciones ya llamó la atención sobre el hecho de que las inhumaciones encontradas en 1988 carecieran de ajuares, lo que interpretaron en el sentido de que las personas en ellos enterrados pudieron haber formado parte de la servidumbre de la villa de Carnicería de los Moros (Marqués Merelo et al., 2004: 184). Si la cronología de uso de la villa fuese compatible con la cronología radiocarbónica obtenida para los restos humanos, esta posibilidad debería ser tenida en cuenta. Incluso, si la cronología de las tumbas no coincidiese con la de ocupación y uso, seguiría siendo válida la hipótesis de que las tumbas hubieran sido utilizadas por gente de baja extracción social. En esta dirección apuntan los dos episodios hipoplasia de grado 3 (moderada), identificados en un diente del individuo de la intervención de 1988 y que habrían correspondido a episodios de malnutrición en su infancia temprana. Unas condiciones nutricionales deficientes coinciden con lo que podría esperarse de un grupo social de extracción baja, sin recursos para procurarse ajuares en sus tumbas, como podrían haber sido esclavos o siervos. Por supuesto, desde un punto de vista demográfico un solo individuo no permite hacer generalizaciones estadísticamente válidas, por lo que esto debe ser considerado tan solo como una hipótesis que requeriría futuras contrastaciones, cuando existan más y mejores datos sobre las condiciones de vida y dieta de las poblaciones de la primera mitad del I milenio DNE en la vega de Antequera. Cabe, finalmente, señalar la cuestión del significado que estas reutilizaciones (o utilizaciones continuadas) de los megalitos antequeranos pudieron tener en clave identitaria, lo cual remite a la cuestión de los procesos de “romanización” y su desarrollo en Tierras de Antequera, un tema que está siendo objeto de estudio en la actualidad (Moreno Escobar, 2011a; 2011b, 2012). Cualquiera que sea el significado que se dé al concepto de “romanización” parece claro que durante la primera mitad del I milenio DNE las comunidades locales, o una parte de ellas, seguía utilizando los ancestrales monumentos megalíticos como espacio de referencia religioso y funerario. Todas las excavaciones practicadas en Menga y Viera en las últimas cuatro décadas han deparado, sin excepción, sustanciales evidencias de su frecuentación o uso en la Antigüedad. Incluso, en el caso del tholos de El Romeral, donde no se han llevado nunca

10 Información inédita facilitada por Luis Efrén Fernández Rodríguez, a quien agradecemos su amable colaboración.

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EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

a cabo excavaciones con metodología científica moderna, se encontraron tales evidencias tras su descubrimiento a principios del siglo XX: “El corredor arrojó pocos huesos, como de animales pequeños, y más cerámica en abundancia, de clase diversa, haciendo fe respecto de época un cacho de tégula y otro de ímbrice romanos; lo demás, o bien parece romano también, como un elegante cuello de hidria, o bien es groserísimo, hecho a mano y cocido mal...” (Gómez-Moreno Martínez, 1905: 88). La presencia de tegulae en El Romeral coincide plenamente con la constatación en Menga y Viera de estos materiales, tan frecuentemente usados para construir tumbas en la sociedad hispano-romana. Cabría especular sobre el significado social, ideológico y político específico que el uso de los megalitos antequeranos tuvo en la antigüedad. Como es sabido, el pasado es una poderosa herramienta de acción política, bien sea con el fin de subvertir el orden vigente, o con el fin exactamente opuesto de mantenerlo. La casuística del papel de los monumentos prehistóricos en tales negociaciones políticas durante la Antigüedad a lo largo y ancho de Europa es muy sustancial (García Sanjuán et al., 2007; Díaz-Guardamino Uribe et al., 2015). Ahora podemos estar bastante seguros de que los grandes monumentos megalíticos antequeranos tuvieron una similar presencia en la vida social de Antequera y su entorno durante la Antigüedad.

gráfico de la intervención; María Morente del Monte, José Suárez Padilla y el resto del personal del Museo de Málaga nos dieron todo tipo de facilidades para consultar y estudiar el material; José Beltrán Fortes y Luisa Loza Azuaga nos ayudaron con varias gestiones y consultas. Agradecemos igualmente los comentarios de Luis Efrén Fernández Rodríguez y Manuel Romero Pérez a las primeras versiones de este trabajo.

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AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado dentro de los proyectos Naturaleza, Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera (HAR2013-45149-P) (2014-2017) e Innovación, Continuidad e Hibridación: Las Sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el Sur de la Península Ibérica (HAR2013-42865-P) del Plan Nacional I+D del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España, así como dentro del proyecto Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga) (Proyecto General de Investigación de la Secretaría de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía para el periodo 2013-2018). Deseamos mostrar nuestro más sincero agradecimiento a las muchas personas que han colaborado en la realización de este estudio: Rafael Atencia Páez facilitó amablemente el archivo foto-

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ANEXO. INVENTARIO DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS DE LA INTERVENCIÓN REALIZADA EN 1988 EN EL ENTORNO DEL DOLMEN DE VIERA CÓDIGO

CATA

CAVA

Nº INVENTARIO

MATERIAL

A/DJ14470/20

01

4

1

A/DJ14470/20

01

4

2

A/DJ14470/20

01

4

A/DJ14470/16

02

1

A/DJ14470/16

02

A/DJ14470/17 A/DJ14470/17 A/DJ14470/17

SERIE

FORMA

TIPO

CRONOLOGÍA

Cerámica

Mano

Vaso globular

Metal

Escoria

3

Metal

1

Cerámica

1

2

04

2

04

2

04

A/DJ14470/17 A/DJ14470/17

Escoria

Metálica

Escoria

Escoria

Metálica

Indeterminada

Completa

Desecho

Común

Jarra

Romana

Borde

Doméstico

Cerámica

Común

Lebrillo

Romana

Borde

Cocina

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

2

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Semicompleta

Arquitectónica

2

3

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Asa

Doméstico

04

2

4

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Borde

Doméstico

04

2

5

Metal

Metal

"Tubo"

Metálica

Contemporánea

Tapón

¿Farmacológica?

A/DJ14470/18

06

1

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/18

06

1

2

Cerámica

Vidriada

Plato

Contemporánea

Borde

Mesa

A/DJ14470/18

06

1

3

Cerámica

Vidriada

Plato

Contemporánea

Borde

Mesa

A/DJ14470/18

06

1

4

Cerámica

Vidriada

Indefinida

Contemporánea

Galbo

Cocina

A/DJ14470/18

06

1

5

Cerámica

Común

Jarra

Contemporánea

Borde

Almacenamiento

A/DJ14470/18

06

1

6

Cerámica

TSG

Cuenco

I-II DNE

Galbo

Mesa

A/DJ14470/18

06

1

7

Cerámica

TSG

Plato

I DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/12

01

2

1

Cerámica

Común

Lebrillo

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/12

01

2

2

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/19

03

3

1

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/06

04

2

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/06

04

2

2

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/06

04

2

3

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/06

04

2

4

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Semicompleta

Arquitectónica

A/DJ14470/06

04

2

5

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Semicompleta

Arquitectónica

A/DJ14470/06

04

2

6

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/06

04

2

7

Cerámica

Común

Cuenco

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/06

04

2

8

Cerámica

tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/06

04

2

9

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/06

04

2

10

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/06

04

2

11

Cerámica

Común

Plato

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/06

04

2

12

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Galbo

Mesa

A/DJ14470/06

04

2

13

Cerámica

ARS D

Plato

IV-VI DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/06

04

2

14

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Fondo

Indefinida

A/DJ14470/06

04

2

15

Óseo

Fauna

Diente

Indeterminado

Completa

Indeterminado

A/DJ14470/07

03

Interior pileta

1

Cerámica

Común

Jarro

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/07

03

Interior pileta

2

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/07

03

Interior pileta

3

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/07

03

Interior pileta

4

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/07

03

Interior pileta

5

Cerámica

ARS D

Cuenco

Hayes 91a

V-VI DNE

Borde

Mesa

A/DJ14470/07

03

Interior pileta

6

Cerámica

ARS D

Plato

Estilo A

IV-V DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/08

04

2

2

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/08

04

2

3

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/08

04

2

4

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/08

04

2

5

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

284

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 253-289. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

Drag. 37

FRAGMENTO

FUNCIONALIDAD

Prehistoria

Borde

Almacenamiento

Indeterminada

Completa

Desecho


EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

CÓDIGO

CATA

CAVA

Nº INVENTARIO

MATERIAL

SERIE

FORMA

TIPO

CRONOLOGÍA

FRAGMENTO

FUNCIONALIDAD

A/DJ14470/08

04

2

6

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/08

04

2

7

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Semicompleta

Arquitectónica

A/DJ14470/08

04

2

8

Cerámica

Pintada

Plato

Prerromana

Borde

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

9

Cerámica

Común

Plato

Prerromana

Borde

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

10

Cerámica

Común

Cuenco

Prerromana

Borde

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

11

Cerámica

Común

Plato

Prerromana

Borde

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

12

Cerámica

Común

Plato

Prerromana

Borde

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

13

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/08

04

2

14

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/08

04

2

15

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/08

04

2

16

Cerámica

Común

Tapadera

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/08

04

2

17

Cerámica

TSG

Plato

I DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/09

06

3

1

Cerámica

Común

Jarro/a

Romana

Indefinido

Mesa

A/DJ14470/09

06

3

2

Cerámica

ARS D

Indefinida

IV-VI DNE

Borde

Mesa

A/DJ14470/09

06

3

3

Cerámica

ARS D

Indefinida

IV-VI DNE

Borde

Mesa

A/DJ14470/09

06

3

4

Vidrio

Vidrio

Indefinida

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/10

03

1

1

Cerámica

Común

Jarro/a

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/10

03

1

2

Cerámica

Común

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/10

03

1

3

Cerámica

Común

Plato

¿Preromana?

Borde

Cocina

A/DJ14470/10

03

1

4

Cerámica

TSHTM

Cuenco

A/DJ14470/11

04

2

1

Cerámica

Común

Ánfora

A/DJ14470/11

04

2

2

Cerámica

Común

Cuenco

A/DJ14470/11

04

2

3

Cerámica

Común

A/DJ14470/11

04

2

4

Cerámica

Común

A/DJ14470/11

04

2

5

Cerámica

Común

A/DJ14470/11

04

2

6

Cerámica

Común

A/DJ14470/11

04

2

7

Cerámica

Común

Orza

A/DJ14470/11

04

2

8

Cerámica

ARS D

Plato

Hayes 61A

A/DJ14470/11

04

2

9

Cerámica

ARS D

Plato

Hayes 104a

A/DJ14470/11

04

2

10

Cerámica

TSHTM

Plato

Orfila 9

A/DJ14470/12

01

2

3

Cerámica

Común

Tapadera

A/DJ14470/12

01

2

4

Cerámica

Común

A/DJ14470/13

08

1

1

Cerámica

A/DJ14470/13

08

1

2

Cerámica

A/DJ14470/13

08

1

3

A/DJ14470/14

07

3

A/DJ14470/14

07

A/DJ14470/14

07

Orfila 1

V-VI DNE

Borde

Mesa

Prerromana

Borde

Transporte

Prerromana

Borde

Mesa

Cuenco

Prerromana

Borde

Mesa

Lebrillo

Prerromana

Borde

Cocina

Urna

Prerromana

Borde

Doméstico

Tapadera

Romana

Borde

Cocina

Romana

Borde

Cocina

IV-V DNE

Borde

Mesa

VI DNE

Borde

Mesa

V-VI DNE

Borde

Mesa

Romana

Borde

Almacenamiento

Olla

Romana

Borde

Cocina

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

Cerámica

ARS D

Plato

IV-V DNE

Borde

Mesa

1

Cerámica

Común

Lebrillo

Indeterminada

Borde

Cocina

3

2

Cerámica

Común

Lebrillo

Indeterminada

Borde

Cocina

3

3

Cerámica

Común

Tapadera

Indeterminada

Borde

Cocina

IV-V DNE

Fondo

Mesa

Borde entrante

Hayes 67

Estilo indeterminado

A/DJ14470/14

07

3

4

Cerámica

ARS D

Plato

A/DJ14470/15

03

2

1

Cerámica

Común

Jarro/a

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/15

03

2

2

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/15

03

2

3

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/15

03

2

4

Cerámica

TSG

Copa

I DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

1

Cerámica

Común

Plato

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

2

Cerámica

Común

Plato

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

3

Cerámica

Común

¿Jarra/Urna?

Romana

Borde

Almacenamiento

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

4

Cerámica

Común

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

5

Cerámica

¿Mano?

Plato

Prerromana

Borde

Doméstico

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 253-289. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

285


GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

CÓDIGO

CATA

CAVA

Nº INVENTARIO

MATERIAL

SERIE

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

6

Metal

A/DJ14470/34

03

3-4 Testigo

7

Metal

FORMA

TIPO

CRONOLOGÍA

FRAGMENTO

FUNCIONALIDAD

Metal

Pinzas

Metal

Indefinido

Base cobre

¿Romana?

Completa

Doméstico

Hierro

Indeterminada

Vástago

Indefinida

Moderno / Contemporáneo

Borde

Mesa

A/DJ14470/31

03

Testigo

1

Cerámica

Común

Jarro trilobulado

A/DJ14470/31

03

Testigo

2

Cerámica

Vidriada

Lebrillo

Moderno / Contemporáneo

Borde

Cocina

A/DJ14470/31

03

Testigo

3

Cerámica

Común

Indefinida

Moderno / Contemporáneo

Borde

Doméstico

A/DJ14470/31

03

Testigo

4

Cerámica

Común

Lebrillo

Moderno / Contemporáneo

Borde

Cocina

A/DJ14470/30

08

Ampliación

1

Lítico

Lítico

Indefinido

Prerromana

Semicompleta

Indefinida

Borde

Cocina

Sin A/DJ14470/32 referencia

¿… oscuro?

1

Cerámica

Vidriada

Lebrillo

Moderna / Contemporánea

A/DJ14470/32

Sin referencia

¿… oscuro?

2

Cerámica

Común

¿Lebrillo?

Moderna / Contemporánea

Borde

Cocina

A/DJ14470/32

Sin referencia

¿… oscuro?

3

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Borde

Cocina

A/DJ14470/32

Sin referencia

¿… oscuro?

4

Cerámica

Común

Cántara

Contemporánea

Fondo

Almacenamiento

A/DJ14470/32

Sin referencia

¿… oscuro?

5

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Fondo

Indefinida

A/DJ14470/32

Sin referencia

¿… oscuro?

6

Cerámica

ARS D

Indefinida

IV-VI DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/33

10

Sin referencia

1

Cerámica

Común

Cántara

¿Moderna / Contemporánea?

Borde

Almacenamiento

A/DJ14470/33

10

Sin referencia

2

Lítico

Lítico

¿Hacha?

Prerromana

Semicompleta

Indefinida

A/DJ14470/29

03

Interior pileta

1

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Borde

Almacenamiento

A/DJ14470/29

03

Interior pileta

2

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/26

07

Testigo carretera

1

Cerámica

Mano

Cazuela

Prerromana

Borde

Mesa

A/DJ14470/26

07

Testigo carretera

2

Cerámica

Común

Jarra

Moderna / Contemporánea

Borde

Mesa

A/DJ14470/26

07

Testigo carretera

3

Cerámica

Común

Jarra

Moderna / Contemporánea

Borde

Mesa

A/DJ14470/26

07

Testigo carretera

4

Cerámica

Vidriada

Indefinida

Moderna / Contemporánea

Fondo

Mesa

A/DJ14470/25

06

Testigo carretera

1

Cerámica

Vidriada

Indefinida

Moderna / Contemporánea

Borde

Mesa

A/DJ14470/25

06

Testigo carretera

2

Cerámica

Vidriada

Cántara

Moderna / Contemporánea

Galbo

Almacenamiento

A/DJ14470/25

06

Testigo carretera

3

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Borde

Indefinida

A/DJ14470/25

06

Testigo carretera

4

Cerámica

ARS D

Cuenco

¿Hayes 91?

IV-VI DNE

Galbo

Mesa

A/DJ14470/25

06

Testigo carretera

5

Cerámica

ARS D

Plato

Estilo AI-III

IV-V DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/24

08

1

1

Cerámica

Mano

Indefinida

Prerromana

Galbo

Doméstico

A/DJ14470/24

08

1

2

Lítico

Lítico

Lámina

Prerromana

Semicompleta

Doméstico

A/DJ14470/22

Sin referencia

Sin referencia

1

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/22

Sin referencia

Sin referencia

2

Cerámica

Común

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/22

Sin referencia

Sin referencia

3

Cerámica

Común

Jarra

Indeterminada

Fondo

Almacenamiento

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

2

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

3

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

4

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

286

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 253-289. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA


EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

CÓDIGO

CATA

CAVA

Nº INVENTARIO

MATERIAL

SERIE

FORMA

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

5

Cerámica

Común

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

6

Cerámica

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

7

Cerámica

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

8

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

A/DJ14470/21

03

A/DJ14470/21

03

A/DJ14470/21

TIPO

CRONOLOGÍA

FRAGMENTO

FUNCIONALIDAD

Indefinida

Romana

Galbo

Indefinida

Común

Plato

Romana

Borde

Mesa

Común

Olla

Romana

Borde

Cocina

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Galbo

Indefinida

9

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Galbo

Almacenamiento

10

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Galbo

Almacenamiento

11

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Galbo

Almacenamiento

Interior pileta

12

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Galbo

Almacenamiento

Interior pileta

13

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Galbo

Indefinida

03

Interior pileta

14

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Galbo

Cocina

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

15

Cerámica

Tosca

Olla

Romana

Galbo

Cocina

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

16

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Galbo

Cocina

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

17

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Galbo

Cocina

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

18

Óseo

Fauna

Hueso

Indeterminado

Semicompleta

Indeterminado

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

19

Metal

Escoria

Escoria

Metálica

Indeterminada

Completa

Desecho

A/DJ14470/21

03

Interior pileta

20

Metal

Escoria

Escoria

Metálica

Indeterminada

Completa

Desecho

A/DJ14470/28

09

2

1

Cerámica

Común

Cuenco

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/28

09

2

2

Cerámica

Común

Mortero

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/28

09

2

3

Cerámica

Engobada

Indefinida

¿Romana?

Galbo

Doméstico

A/DJ14470/28

09

2

4

Cerámica

TSH

Cuenco

I DNE

Galbo

Mesa

A/DJ14470/28

09

2

5

Cerámica

TSG

Indefinida

I DNE

Pitorro

Mesa

A/DJ14470/23

08

Prolongación

1

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/23

08

Prolongación

2

Cerámica

¿ARS D?

¿Plato?

¿IV-VI DNE?

Galbo

¿Mesa?

A/DJ14470/41

03

2

1

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/41

03

2

2

Cerámica

ARS D

Plato

Romana

Galbo

Mesa

A/DJ14470/41

03

2

3

Metal

Metal

Cascabel

Base cobre

Romana

Completa

Indefinida

A/DJ14470/41

03

2

4

Metal

Metal

Lámina decorada

Base cobre

Indeterminada

Completa

Indefinida

A/DJ14470/40

05

Sin referencia

1

Cerámica

Vidriada

Indefinida

Moderna / Contemporánea

Galbo

Indefinida

A/DJ14470/40

05

Sin referencia

2

Cerámica

Vidriada

Indefinida

Moderna / Contemporánea

Galbo

Mesa

A/DJ14470/38

01

2

1

Cerámica

Mano

Vaso

Prerromana

Borde

Doméstico

A/DJ14470/38

01

2

2

Cerámica

Mano

Indefinida

Prerromana

Galbo

Doméstico

A/DJ14470/38

01

2

3

Cerámica

Mano

Indefinida

Prerromana

Galbo

Doméstico

A/DJ14470/38

01

2

4

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Galbo

Indefinida

A/DJ14470/38

01

2

5

Cerámica

ARS D

Indefinida

Muy rodada

Romana

Galbo

Mesa

A/DJ14470/38

01

2

6

Cerámica

ARS D

Plato

Muy rodada

Romana

Galbo

Mesa

A/DJ14470/38

01

2

7

Metal

Metal

Gancho

Hierro

Indeterminada

Completa

Indefinida

A/DJ14470/39

04

2

1

Cerámica

Común

Jarra

Indeterminada

Fondo

Doméstico

A/DJ14470/39

04

2

2

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Fondo

Doméstico

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

2

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

3

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

4

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

5

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 253-289. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

287


GONZALO ARANDA JIMÉNEZ ET AL.

CÓDIGO

CATA

CAVA

Nº INVENTARIO

MATERIAL

SERIE

FORMA

TIPO

CRONOLOGÍA

FRAGMENTO

FUNCIONALIDAD

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

6

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

7

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

8

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

9

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

10

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

11

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Asa

Doméstico

A/DJ14470/36

Sin referencia

Sin referencia

12

Cerámica

Común

Ánfora

Romana

Galbo

Transporte

A/DJ14470/37

07

3

1

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/37

07

3

2

Cerámica

ARS D

¿Cuenco?

¿Hayes 91?

Romana

Galbo

Mesa

A/DJ14470/35

04

2

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/35

04

2

2

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Asa

Almacenamiento

A/DJ14470/35

04

2

3

Cerámica

Vidriada

Jarra

Moderna / Contemporánea

Asa

Mesa

A/DJ14470/35

04

2

5

Cerámica

ARS C5

Cuenco

A/DJ14470/35

04

2

4

Cerámica

Común

Jarra

A/DJ14470/35

04

2

6

Cerámica

Paredes finas

Hayes 73

V DNE

Borde

Mesa

Indeterminada

Borde

Doméstico

Vaso

Romana

Borde

Mesa

Completa

Indefinido Cocina

A/DJ14470/35

04

2

7

Cerámica

Común

Esfera/bola

Moderna / Contemporánea

A/DJ14470/56

07

1

1

Cerámica

Vidriada

Lebrillo

Moderna

Borde

A/DJ14470/56

07

1

2

Cerámica

Vidriada

Lebrillo

Moderna

Borde

Cocina

A/DJ14470/56

07

1

3

Cerámica

Común

¿Tapadera?

Moderna

Borde

Doméstico

A/DJ14470/56

07

1

4

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Galbo

Indefinida

A/DJ14470/55

02

3

1

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Borde

Indefinida

A/DJ14470/55

02

3

2

Cerámica

TSHTM

Cuenco

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/54

03

1

1

Cerámica

Común

Jarra

¿Romana?

Borde

Mesa

A/DJ14470/54

03

1

2

Cerámica

TSG

Indefinida

I DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/49

01

Sobre muro limpieza

1

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Fondo

Doméstico

A/DJ14470/49

01

Sobre muro limpieza

2

Lítico

Lítico

Placa

Mármol

Romana

Galbo

Arquitectónica

A/DJ14470/48

01

2

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Rectangular

A/DJ14470/48

01

2

2

Cerámica

Común

Olla

A/DJ14470/48

01

2

3

Cerámica

ARS D

Plato

A/DJ14470/48

01

2

4

Metal

Escoria

A/DJ14470/48

01

2

5

Metal

Escoria

A/DJ14470/48

01

2

6

Metal

A/DJ14470/53

05

2

1

A/DJ14470/53

05

2

2

A/DJ14470/53

05

2

A/DJ14470/53

05

2

Orfila 1

Romana

Completa

Arquitectónica

Indeterminada

Galbo

Cocina

Hayes 61A

IV-V DNE

Borde

Mesa

Escoria

Metálica

Indeterminada

Completa

Desecho

Escoria

Metálica

Indeterminada

Completa

Desecho

Escoria

Escoria

Metálica

Indeterminada

Completa

Desecho

Cerámica

Común

Jarra

Indeterminada

Borde

Mesa

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Cocina

3

Cerámica

Común

Plato

4

Cerámica

ARS D

Plato

Hayes 59

Romana

Borde

Mesa

IV-V DNE

Galbo

Mesa

A/DJ14470/50

Sin Ampliación hacia referencia la carretera

1

Cerámica

Común

Lebrillo

Moderna / Contemporánea

Borde

Cocina

A/DJ14470/50

Sin Ampliación hacia referencia la carretera

2

Cerámica

Común

Tapadera

Moderna / Contemporánea

Borde

Cocina

A/DJ14470/50

Sin Ampliación hacia referencia la carretera

3

Cerámica

Común

Orza

Moderna / Contemporánea

Borde

Cocina

1

Cerámica

Vidriada

Olla

Moderna

Borde

Cocina

A/DJ14470/52

288

06

3

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 253-289. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA


EVIDENCIAS DE ASENTAMIENTO Y PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LOS DÓLMENES DE MENGA Y VIERA EN LA ANTIGÜEDAD. LA INTERVENCIÓN DE 1988

CÓDIGO

CATA

CAVA

Nº INVENTARIO

MATERIAL

SERIE

FORMA

A/DJ14470/52

06

3

2

Cerámica

Común

Indefinida

A/DJ14470/52

06

3

3

Cerámica

Común

Jarra

A/DJ14470/52

06

3

4

Cerámica

ARS D

Indefinida

Muy rodada

A/DJ14470/52

06

3

5

Cerámica

ARS D

Indefinida

Muy rodada

A/DJ14470/47

08

1

1

Cerámica

Común

Indefinida

A/DJ14470/47

08

1

2

Cerámica

Común

Indefinida

A/DJ14470/47

08

1

3

Metal

Metal

Herradura

Hierro

A/DJ14470/47

08

1

4

Metal

Metal

Herradura

Hierro

Contemporánea

Semicompleta

Ecuestre

A/DJ14470/47

08

1

5

Metal

Metal

Tapa

Metal

Contemporánea

Completa

Indefinida

A/DJ14470/44

02

1

1

Cerámica

Común

Jarro/a

Moderna / Contemporánea

Borde

Mesa

A/DJ14470/44

02

1

2

Cerámica

Común

Indefinida

Moderna / Contemporánea

Borde

Indefinida

A/DJ14470/44

02

1

3

Cerámica

Común

Indefinida

Moderna / Contemporánea

Borde

Indefinida

A/DJ14470/44

02

1

4

Metal

Metal

Bisagra

Moderna / Contemporánea

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/42

04

2

1

Cerámica

Común

Dolium

Romana

Asa

Almacenamiento

A/DJ14470/46

06

2

1

Cerámica

Constructivo

Laterculus

Romana

Completa

Arquitectónica

A/DJ14470/46

06

2

2

Cerámica

Vidriada

Plato

Moderno

Borde

Mesa

A/DJ14470/46

06

2

3

Cerámica

Común

Lebrillo

Moderno

Borde

Cocina

A/DJ14470/46

06

2

4

Cerámica

Común

Jarra

¿Moderno?

Borde

Doméstico

A/DJ14470/46

06

2

5

Cerámica

Común

Lebrillo

¿Moderno?

Borde

Cocina

A/DJ14470/46

06

2

6

Cerámica

Común

Jarra

¿Moderno?

Borde

Doméstico

A/DJ14470/46

06

2

7

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Borde

Indefinida

A/DJ14470/46

06

2

8

Cerámica

Común

Jarra

Romana

Borde

Mesa

A/DJ14470/46

06

2

9

Cerámica

Común

Olla

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/46

06

2

10

Cerámica

ARS D

Plato

IV-V DNE

Borde

Mesa

A/DJ14470/46

06

2

11

Óseo

Fauna

Hueso

Indeterminado

Esquirlas

Indeterminado

A/DJ14470/43

02

2

1

Cerámica

Común

Lebrillo

Indeterminada

Borde

Cocina

A/DJ14470/43

02

2

2

Cerámica

Común

Tapadera

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/43

02

2

3

Cerámica

Común

¿Orza?

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/43

02

2

4

Cerámica

Común

Cuenco

Prerromano

Borde

Mesa

A/DJ14470/43

02

2

5

Cerámica

ARS D

Plato

IV-V DNE

Borde

Mesa

A/DJ14470/43

02

2

6

Cerámica

ARS D

Indefinida

IV-VI DNE

Fondo

Mesa

A/DJ14470/43

02

2

7

Cerámica

ARS D

Indefinida

IV-VI DNE

Galbo

Mesa

A/DJ14470/45

03

2

1

Lítico

Lítico

Placa

Romana

Galbo

Arquitectónica

A/DJ14470/51

05

3

1

Cerámica

Común

Orza

Romana

Borde

Cocina

A/DJ14470/51

05

3

2

Cerámica

Común

Indefinida

Romana

Fondo

Indefinida

A/DJ14470/51

05

3

3

Cerámica

Común

Indefinida

Indeterminada

Fondo

Indefinida

A/DJ14470/43

02

2

8

Metal

Metal

Lámina

Indeterminada

Fragmento

Indefinida

TIPO

Hierro

Rectangular

Hayes 61a

Mármol

Base cobre

CRONOLOGÍA

FRAGMENTO

FUNCIONALIDAD

Indeterminada

Borde

Cocina

Indeterminada

Borde

Cocina

IV-VI DNE

Galbo

Mesa

IV-VI DNE

Galbo

Mesa

Indeterminada

Borde

Indefinida

Indeterminada

Fondo

Indefinida

Contemporánea

Semicompleta

Ecuestre

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 253-289. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

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RECENSIONES Ramos Lizana, Manuel: Museo de Almería, Guía oficial. Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2013, 232 páginas, ISBN: 978-84-9959-151-3. Luis Grau Lobo Museo de León. [graloblu@jcyl.es]

Con tanta guía, uno se pierde. Con tanta visita guiada, pedagogía adaptada, tutela y complemento, con tanta audio-guía, video-guía, diseños y gráficas, páginas web, visitas virtuales y mareos varios… Con tanto acompañamiento a las visitas de los museos, que parece que todo el mundo quisiera llevarnos de la mano o hacer la visita con nosotros y luego al final resulta que estamos (o deseamos estar) solos frente a la obra, comme il faut, como siempre; uno ya no sabe si son necesarias las guías impresas, aquellas antiguallas que fueron los primeros y más solícitos de nuestros cicerones. Quizás sí, porque las guías impresas son, como tituló Richard Ford (y recuerda el autor de ésta), para viajeros y lectores en casa. Están cuando requerimos de ellas, no cuando ellos (quienes quiera que sean ellos, los que se agazapen en el museo esperándonos) requieren de nosotros. No como otros recursos de esos a los que recurrimos (o no). Porque estarán en nuestra estantería, como un trocito de museo que será nuestro, que podemos abrir sin horarios

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 290-292. ISSN 2172-6175 // RECENSIONES

ni vigilancia y poner en el regazo, amorosa y morosamente, sin las tribulaciones, cansancios o premuras de las visitas (guiadas). Aunque quizás no por mucho tiempo, porque la información que nos ofrecen la alcanzamos ya a golpe de un clic (engañosamente fácil) y su actualización también, y así liberamos un espacio en casa que a saber a qué destinaremos... Otro vacío. Ahora bien, la pregunta sigue ahí: ¿es esto nostalgia de visitante a la antigua o sigue siendo deseable este género de ficción divulgativa o divulgación ficticia (como la de todo buen museo) en el añejo formato de la galaxia Gutenberg? ¿Es necesaria la guía del museo tal y como la conocimos o puede destinarse al desván de los trastos que se resisten vanamente a desaparecer (los libros en general, los vinilos, las cintas VHS, los CDs…) tras el tsunami de la galaxia Gates (o Jobs, que tanto monta)? Así que la primera cuestión sería ¿tienen sentido las guías impresas de museos? Qui lo sa. A mí, de momento, me gusta ésta.


06 MENGA

¿Por qué me gusta? Porque tiene pretensiones sin ser pretenciosa y es clásica sin renunciar a la frescura. Porque se lee con agrado y se aprende con ella, ¿quién da más? Comienza como las buenas novelas: con intriga y cuestionando lo que esperamos de ella: ¿a qué hemos venido? Sólo leyendo (que es ir sin moverse) lo sabremos. Y después, hace justicia al museo, el objeto literario y letrado de su interés. Una doble justicia, una conceptual y otra sustancial. La conceptual porque declara al museo almeriense, como es bien conocido, un museo diferente, centrado en metarrelatos acerca de la historia de unas épocas muy concretas y subrayadas (Los Millares, El Argar), tratadas a base de muy personalizadas presentaciones que, en palabras del autor, se debaten con un sentir algo desengañado y posmoderno, entre el conocimiento y el espectáculo. Y así, tomando este testigo idiosincrásico actual e intentando no traicionar la personalidad histórica del centro, el autor se muestra, sino desengañado, sí sincero y alejado de ceremoniales o formulismos. Nos dice lo que hay y qué piensa sobre ello: nos trata, al fin, sin la condescendencia o el miramiento de muchas guías. Gracias. La sustancial porque inicia su andadura con una biografía apurada en la que, aparte de reconocer las mismas habas que cuecen en otros lares aunque con los adobos de

cada terruño, tomamos conciencia de la inserción del museo en cada período histórico, en cada espíritu de época, muy distintamente de cómo solía considerarse al museo apartado de todo y de todos. El museo (y esto es una obviedad) es la primera pieza de museo. Y como tal, cuenta igualmente con su historial, sus zozobras y peligros y sus créditos y alabanzas. La coyuntura de cada momento, por ende, es subrayada gracias a referentes literarios que ahorran explicaciones y parecen manipulados como el escalpelo en las operaciones más delicadas. Salimos de su lectura, prescindible como todas pero recomendable como pocas, como sale el corazón de tinieblas mucho menos lóbregas que las citadas a propósito de Siret, Bélgica y su Congo. Esta guía oficial es preludio de la guía ampliada (en web), como es desarrollo de la breve en un esquema escalonado y complementario bien estructurado en los museos andaluces. Por ello, respecto a la parte relacionada con la exhibición permanente del centro, cabe señalar su vocación de lectura sosegada, destinada más al sillón casero que al banco corrido de la sala del museo. Nos habla de usted y hasta nos explica, convincentemente, por qué la arqueología da explicaciones… No seguiré comentando su contenido; ni soy experto en esas culturas, ni la glosa favorecería en nada al texto. Únicamente diré que la tónica previa perdura y se enriquece: a la habitual descripción compartimentada de las socieda-

des según sus pautas políticas, sociales, culturales, religiosas o los cambios reconocibles en ellas, incluyendo las dudas (bendita duda) en la interpretación de los datos, se añade un sano tono de normalidad, condimentado con citas de una vasta sapiencia traída en el momento justo y no estricta o reductivamente arqueológica (de Obélix a Baudelaire, pasando por Pedro Erquicia y acabando en… Joyce). Nos parece que tales y tan estimables mañas podrían igualmente emplearse en la diagnosis de fenómenos contemporáneos. Quizás por que toda historia lo es, que afirmó Croce: toda historia es nuestra historia. Sobre el autor, que es amigo desde hace años y a quien admiro, seré aún más breve. Tipo reflexivo y concienzudo, con excelentes publicaciones museológicas dignas de tales calificativos a sus espaldas, da gusto leer a Manolo. Lo que dice debe decirse y él lo mejora. Poco que comentar respecto al formato, pues no es elección individual, sino fruto de una hechura colectiva a mantener en una serie. Resulta cómodo, el papel es de gramaje y acabado de calidad, con una muy correcta impresión de color y diseño limpio, sin alharacas y sin resultar soso, aunque a veces el cuerpo de la letra contraste poco y dificulte la lectura; y con un tamaño natural, gobernable a la mano. Personalmente me desagradan, pese a su acomodamiento para el manejo, las anillas, pero es una manía propia e intraducible.

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 290-292. ISSN 2172-6175 // RECENSIONES

291


Si hay que responder a la pregunta del principio, diré que no sé si la guía de museos tradicional sigue teniendo razón de ser. Pero, como sucede con las generalizaciones, esa respuesta debe ajustarse a cada caso. Y esta de Manolo Ramos, la tiene, por partida doble.

292

Con esta no hay duda. Se decía en aquella película de infinitas citas: las demás quizás sean contingentes, pero esta guía es necesaria. Porque a la postre, la calidad del contenido cualifica al soporte, y al final de este tortuoso camino que caracteriza esta migración

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 290-292. ISSN 2172-6175 // RECENSIONES

tecnológica a gran escala, resulta que -dito MacLuhan- el mensaje es lo que siempre ha hecho bueno al medio. Como dice su autor: pasen y vean. O pasen y lean. León, agosto de 2015.


Aranda Jiménez, Gonzalo, Montón-Subías, Sandra y Sanchez Romero, Margarita: The Archaeology of Bronze Age Iberia: Argaric Societies. Routledge Studies in Studies in Archaeology, New York-Abingdon, Oxon, 2015, 189 páginas, ISBN-978-1-138-82133-0

Alfredo Mederos Martín Universidad Autónoma de Madrid. [alfredo.mederos@uam.es]

Dentro de los estudios sobre la Edad del Bronce en la Península Ibérica siempre el grupo arqueológico argárico del Sureste ha sido el que ha gozado de una investigación más regular, desde su identificación resultado de las excavaciones realizadas por Enrique y Luis Siret a finales del siglo XIX. La presencia de enterramientos individualizados con notables ajuares dentro de los poblados fue siempre su principal atractivo, innovación que rompía con la tradición precedente del Calcolítico, los cuales tampoco tuvieron continuidad durante la etapa siguiente en el Bronce Final. A la vez que se fue comprobando que este tipo de yacimientos continuaban en Granada por Juan Cabré en el cerro de la Encina o hacia Jaén por Juan de Mata Carriazo en el Corral de Quiñones, pronto comenzó a atraer a otros investigadores como Josep Colomines hasta Alicante por el interés de Pedro Bosch Gimpera que conocía la colección Siret, o después de la Guerra Civil a Julio Martínez Santa-Olalla hasta la Bastida de Totana. Por entonces, la tesis doctoral de Miqel Tarradell i Mateu (1949), La cultura de el Argar, sirvió para poner freno a la expansión argárica que quedó restringida al Sureste, y años después fueron identificándose nuevos grupos arqueológicos del Bronce Inicial y Medio en regiones vecinas, el país Valenciano (Tarradell, 1963), el suroeste (Schubart, 1975) o la Mancha (Nájera, 1982).

Después de un parón durante buena parte de los años 50, la investigación de campo se retomó a inicios de los años 60 del siglo XX, cuando Wilhelm Schüle y Manuel Pellicer Catalán comenzaron sus excavaciones en el cerro de la Virgen en 1963, las cuales continuaron hasta 1970. Continuando esta línea, Antonio Arribas Palau impulsó nuevas campañas en el cerro de la Encina desde 1968 y en la cuesta del Negro desde 1971, y en ellas se formaron toda una generación de futuros profesores de las universidades de Granada, Sevilla o La Laguna. Las primeras monografías de yacimientos no se publicaron hasta 1974-75, pero junto con las nuevas excavaciones en el núcleo argárico del Bajo Almanzora en Fuente Álamo por Hermanfrid Schubart y Oswaldo Arteaga desde 1977, los avances conseguidos dieron pie a las primeras síntesis sobre el grupo argárico realizadas por Vicente Lull (1981) y Fernando Molina González (1983). Desde 1979 se iniciaron varias excavaciones, que tuvieron un nuevo despegue con la cesión de competencias culturales a las regiones autónomas en 1984, las cuales invirtieron notablemente en arqueología entre 198592, destacando por su continuidad y publicación final las excavaciones en Gatas por Vicente Lull et alii y Peñalosa por Francisco Contreras, ambas iniciadas en 1986, la continuidad de Fuente Álamo, o las prospecciones en las cuencas del Almanzora, Antas

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 293-295. ISSN 2172-6175 // RECENSIONES

293


y Aguas, Lorca y Bajo Guadalentín. Las últimas décadas no han sido especialmente brillantes, salvando la publicación de importantes monografías sobre Gatas, Peñalosa y Fuente Álamo, con intervenciones urbanas importantes vinculadas a excavaciones de urgencia como Lorca y Úbeda; otras vinculadas a la restauración de yacimientos como Castellón Alto y La Bastida, que aportaran importantes monografías; la recuperación de excavaciones precedentes como la Illeta dels Banyets, o excavaciones vinculadas a la docencia de Máster como el cerro de la Encina. Teniendo en cuenta esta trayectoria, y en particular que las últimas síntesis sobre el Bronce argárico se remontan a 1983, hace 32 años, sólo puede ser una excelente noticia la publicación de esta monografía, que inicialmente se pensó para el mercado español, por una sugerencia de Alfredo González Ruibal en 2010, y donde confiamos que finalmente se publique también teniendo en cuenta el elevado costo del texto en inglés en tapa dura, 125 euros. El libro se articula en 5 capítulos, una historia de la investigación (p. 1-16), cronología y territorio argárico (17-42), asentamientos y medioambiente (43-70), economía –producción, distribución y consumo– (71-115), prácticas funerarias (116-149) y nuevas líneas de investigación (150-184). Cada uno tiene su bibliografía específica, lo que facilita su consulta si se fotocopia, pero también es un criterio bibliométrico que se sigue actualmente para su consideración de libro científico y la venta de los capítulos o artículos independientes en pdf digital con doi. Los autores muestran un conocimiento muy actualizado de toda la problemática argárica, con una bibliografía al día hasta 2013, si bien no se afronta ni una comparación con otros grupos arqueológicos de la Edad del Bronce peninsulares, ni tampoco europeos, que hubieran dado mayor peso científico al trabajo. En este sentido, el

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título para el mercado angosajón, en blanco, The Archaeology of Bronze Age Iberia, mientras se difumina en azul, el color de la portada, Argaric Societies, resulta un título más impactante desde un punto de vista de la editorial Routledge, pero que no responde a los contenidos reales ya que se trata de un marco regional, y cuando se traduzca al castellano sería más adecuado poner La Arqueología de la Sociedades Argáricas, seguramente el título que pensaban los autores cuando redactaron el libro. En cambio, el concepto en plural de Argaric Societies es una buena elección, frente a la visión monolítica de la sociedad argárica pues personalmente pensamos que se trata de un conjunto de grupos arqueológicos independientes (Mederos, 1993). Si bien es cierto que una expansión argárica pudo existir, y sus dimensiones abarcan un territorio muy considerable, superior a algunos estados constatados en fuentes en el Mediterráneo Oriental, no está nada claro que en el Bronce Medio no se trate de una serie de grupos arqueológicos independientes, y más aún en la fase final que algunos autores prorrogan hasta el 1550 y otros hasta el 1450 AC. Esta visión de Argar = Bronce ibérico es general habitualmente en muchas síntesis que se proyectan al ámbito anglosajón como puede apreciarse en el reciente libro editado por Fokkens y Harding (2013) sobre el Bronce en Europa y su capítulo Bronze Age Iberia de Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete y Roberto Risch. El capítulo más personal es sin duda el final, Interpretation of Argaric Sociopolitical Strategies, porque una vez hechas dos breves síntesis sobre dos posibles opciones de interpretar la sociedad argárica, estatal o jefatura, los autores desarrollan a partir de Nuevas narrativas: memoria, cuerpo, e identidad, una buena recopilación de sus principales aportaciones de los últimos años que desglosan en: Estudios argáricos de género; Infancia argárica; Identidad y rituales de comensalidad; ¿Armas, guerreros, y guerra?;

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o ‘Los otros’ en el mundo argárico, que responden más al libro que inicialmente Alfredo González Ruibal les sugirió sobre su current research, y los cuales reflejan el esfuerzo de los autores en la búsqueda de nuevas líneas de investigación para profundizar en la organización social del Sureste de la Península Ibérica en los inicios de la Edad del Bronce. Nos encontramos, en suma, con una excelente aportación, bien estructurada, que merece claramente también su traducción al castellano, la cual pone al día la síntesis precedente de Vicente Lull (1983), –publicado en Akal, no en Crítica como figura en la bibliografía–, la cual además era una tesis doctoral analítica, no un libro pensado como síntesis argárica, ni tampoco lo era el trabajo de Fernando Molina González (1983), pensado como un libro sobre prehistoria de la provincia de Granada, y por ello se trata propiamente de la primera síntesis pensada como tal del Bronce argárico. El libro contribuirá también a esa “segunda internacionalización” del Bronce argárico de la que habla Gonzalo Ruiz Zapatero en el prólogo del libro, un aspecto que ya ha venido siendo cubierto en las últimas dos décadas por las síntesis de Robert Chapman (1990 y 2003), pero es muy conveniente que otros investigadores europeos se acerquen directamente a los puntos de vista originales de los autores que trabajan directamente en yacimientos argáricos, dentro de una proyección hacia el exterior que los autores han venido desarrollando desde hace ya una década.

BIBLIOGRAFÍA CHAPMAN, R.W. (1990): Emerging complexity. The later prehistory of south-east Spain, Iberia and the west Mediterranean, Cambridge University Press, Cambridge. CHAPMAN, R.W. (2003): Archaeologies of Complexity, Routledge, London-New York.


FOKKENS, H. y HARDING, A. (2013): The Oxford Handbook of the European Bronze Age, Oxford University Press, Oxford. LULL SANTIAGO, V.C. (1981): La cultura de El Argar: microambiente, macroambiente, asentamientos, sociedad y economía, Resumen de Tesis Doctoral, Universidad de Barcelona. Barcelona. LULL SANTIAGO, V.C. (1983): La ‘cultura’ de El Argar. Un modelo para el estudio de las formaciones económico-sociales prehistóricas, Akal, Barcelona. MEDEROS MARTÍN, A. (1993/2004): Los Estados Incipientes del

sureste de la Península Ibérica. Repercusiones en las cuencas de los ríos Aguas, Antas y Almanzora. Almería (4500-1300 a.C./5300-1600 A.C.), Serie Tesis Doctorales. Curso 1993/94. Universidad de La Laguna, La Laguna. MOLINA GONZÁLEZ, F. (1983): “Prehistoria”, Historia de Granada, Ed. Don Quijote. Granada, pp. 1-131. NAJERA COLINO, T. (1982): La Edad del Bronce en la Mancha Occidental, Tesis Doctoral inédita, Universidad de Granada, Resumen Tesis Doctorales, 458, 1984.

TARRADELL MATEU, M. (1949): La cultura de el Argar, Tesis Doctoral inédita, Universidad Complutense de Madrid, Madrid. SCHUBART, H. (1975): Die Kultur de Bronzezeit im Südwesten der Iberischen Halbinsel. Madrider Forschungen 9, Walter de Gruyter, Berlin. TARRADELL MATEU, M. (1963): El País Valenciano del Neolítico a la iberización. Ensayo de síntesis, Anales de la Universidad de Valencia XXXVI, Valencia.

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Rodríguez-Ariza, María Oliva (2014): La necrópolis ibérica de Tútugi (2000-2012). Servicio de Publicaciones, Universidad de Jaén. Colección: Textos del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica, 6, Jaén, 2014, 80 páginas, + 1 DVD ISBN:978-84-8439-823-3 José Suárez Padilla Arqueólogo. Investigador Proyecto Plan Nacional I+D+i HAR2014-53692-P. [psuarezarqueo@gmail.com]

No es frecuente en el ámbito de la investigación arqueológica encontrar trabajos en los que se ofrezca una actitud de compromiso con el Patrimonio Histórico como la que se ha conseguido en la obra que se presenta a continuación. La conciencia del potencial del Patrimonio Arqueológico en las últimas décadas como recurso del denominado “turismo cultural” ha posibilitado la intervención sobre numerosos yacimientos. No obstante, suele ser habitual que arqueólogos y arquitectos trabajen con objetivos distintos, sin que exista un diálogo explícito entre los equipos, y mucho menos que se publiquen los criterios seguidos en las actuaciones, especialmente de forma conjunta con las memorias arqueológicas. En este caso, el proyecto dirigido por la profesora de la Universidad de Jaén Mª Oliva Rodríguez-Ariza, miembro del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica, garantiza la solvencia necesaria para abordar la investigación de un yacimiento emblemático de estas características, lo que unido a una estrecha colaboración con el arquitecto responsable de los trabajos de conservación, Juan Carlos García de los Reyes, persona con amplia experiencia en intervenciones en Patrimonio Histórico, como, entre otros, el Plan Especial de Protección de la Alhambra de Granada, dan lugar a la que puede ser considerada como una intervención de referencia. La obra consta de un formato en papel, en el que se han seleccionado

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algunos capítulos de conclusiones y resumen de los capítulos que se desarrollan en el DVD que acompaña la obra. Las referencias bibliográficas presentes en este texto deben de ser consultadas en su correspondiente capítulo en versión digital, lo que incomoda un tanto la lectura. Se acompaña de 73 figuras a color, de gran calidad, que se reparten entre fotos, planos y cuidados dibujos de plantas y secciones estratigráficas. El prólogo, redactado por la profesora Teresa Chapa Brunet, gran conocedora del yacimiento y responsable, entre otros, del estudio de los materiales procedentes de la necrópolis de Tútugi depositados en el MAN (Pereira et al., 2004), resulta especialmente esclarecedor para valorar el alcance de este trabajo. Los contenidos de la obra se han distribuido en quince capítulos, precedidos de una introducción, donde se justifica su agrupación en tres amplios apartados temáticos. La Parte I se centra en el resultado obtenido en los trabajos arqueológicos llevados a cabo entre el año 2000 y el 2012. Destaca la detallada descripción de la excavación de un total de 18 tumbas. Se presenta un capítulo específico dedicado a las técnicas constructivas empleadas en la necrópolis y otro de especial interés dedicado a la valoración del yacimiento en su contexto territorial y al propio análisis interno de la necrópolis. La Parte II consiste en una rigurosa presentación de los criterios arquitectónicos seguidos


para garantizar la protección, conservación y restauración de los elementos inmuebles investigados en el yacimiento, así como de la construcción de las infraestructuras necesarias para garantizar la difusión del sitio. La Parte III es un apartado heterogéneo en el que se incluyen capítulos correspondientes a estudios específicos, como aspectos relacionados con la historiografía del yacimiento y su significado en la Arqueología Ibérica; estudio de materiales arqueológicos procedentes del yacimiento que se conservan en la Fundación Rodríguez-Acosta; estudios arqueométricos de los materiales de construcción y de algunos objetos singulares recuperados en los sepulcros; estudios antracológicos y de orientación astronómica de las tumbas. Dentro de la primera parte de la obra se realiza una pormenorizada descripción de la secuencia estratigráfica resultante de la investigación de cada uno de los 18 sepulcros excavados, acompañada de la descripción de las unidades deposicionales y constructivas identificadas y los diagramas estratigráficos resultantes, todo ello ilustrado con el dibujo de plantas y secciones arqueológicas significativas de cada sepulcro, realizadas con gran calidad gráfica, acompañadas de fotografías a color. Resulta de especial interés la atención prestada tanto a los complejos asociados a la construcción, uso y abandono de las tumbas en época ibérica como a los vinculados al resultado de las actuaciones de expolio e investigación del que fueron objeto las tumbas desde su descubrimiento en la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad, lo que supone la práctica de una auténtica “arqueología de la historiografía” del yacimiento. En todo momento se acompaña el estudio de cada sepultura del análisis crítico de la información procedente de las pioneras excavaciones practicadas por Juan Cabré y Federico de Motos (1920) entre 1914 y 1918, tarea que en algunos

casos resulta auténticamente detectivesca, realizada con empeño y esmero, valorándose en todo momento el esfuerzo realizado por aquellos investigadores. Las secuencias estratigráficas van seguidas de los estudios de materiales recuperados en la excavación, contextualizados con los hallazgos de época, tanto los depositados en el MAN como los recientemente estudiados procedentes de la colección Fernández-Acosta, cuyos resultados se incluyen en un apartado monográfico en esta misma obra. Tras esta tarea se propone la datación de los enterramientos, reforzadas en algunas ocasiones con dataciones radiocarbónicas, que en algún caso sufren su inclusión dentro del problemático campo de la curva de calibración entre los años calendáricos 750 y 400 a.C. denominada “meseta halstáttica”, lo que no impide proponer con garantías una cronología de uso del cementerio centrado entre la segunda mitad del siglo V y el siglo III a.C. Se trata de un contexto paralelo a un momento de transformación urbanística de gran calado constatado en el asentamiento vinculado a la necrópolis, el Cerro del Real. Las técnicas constructivas son objeto de un capítulo propio. Se analizan desde los trabajos de acondicionamiento previos a la implantación de los sepulcros a su ejecución, aparejos usados en los paramentos y obras de adobe, revestimientos, suelos y sistemas de cubierta, así como de las características de los túmulos que hacían visible los complejos funerarios al exterior. El capítulo cuatro es un uno de los de mayor alcance en cuanto a la investigación. Se presenta el análisis del territorio inmediato a la necrópolis, basado en una revisión exhaustiva de la información disponible sobre el poblamiento colindante, reforzado con prospecciones puntuales. Se observa una clara jerarquización de asentamientos en torno al oppidum del Cerro del Real (Tútugi), rodeado

por poblados fortificados y aldeas. Se destaca el aprovechamiento de los recursos agrícolas en las mejores tierras de aluvión, destinadas a cereal, vid y frutales. El paisaje se consolida simbólicamente con la presencia de al menos un posible santuario y la propia necrópolis. Se destaca la clara relación visual de esta última con respecto al asentamiento principal y la separación entre ellos mediante cauces o límites topográficos naturales. Las intervenciones arqueológicas de los últimos años han aportado la ubicación topográfica precisa de todas las tumbas, lo que ha supuesto un cambio cualitativo con respecto a la información de la que se disponía sobre la necrópolis hasta los inicios del siglo XXI. Se han distinguido tres áreas de enterramiento (I, que se subdivide a su vez en tres subáreas (Ia, Ib y Ic); II y III) que contienen un total de 165 tumbas, de las cuales algo más de la mitad se concentran en el primero de los sectores, una tercera parte en el II y el resto en la III, no descartándose que la ampliación de las investigaciones mediante la aplicación de estudios geofísicos pudiese ampliar el número de enterramientos conocidos. Tútugi se caracteriza, frente a otras necrópolis coetáneas, por presentar las tumbas agrupadas en concentraciones articuladas a partir de elementos topográficos destacados. En el ámbito I, el sector mejor conocido es el Ia, donde se localizan las tumbas 20, 11 y 34, que se encuentran entre las más antiguas del cementerio y pudieron organizar el conjunto. Cada una de estas áreas presenta a su vez agrupaciones de tumbas, para las que se propone hipotéticamente su adscripción a los principales linajes del oppidum. Cada unidad presenta a su vez una jerarquización interna, de tipo aristocrático y clientelar, observada tanto por la complejidad arquitectónica y orientación astronómica específica de las tumbas de mayor entidad (equinoccio de inicio de primavera y otoño) así como por los ajuares presentes en

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las mismas, caracterizadas por la presencia o ausencia de escultura en piedra, armas (falcata, lanza, soliferrum, casco, escudo y ocasionalmente carro) y cerámicas áticas (en combinación crátera-copa o sólo copa) estando estas últimas presentes en algunas tumbas de las fases correspondientes a los siglos V y IV, desapareciendo en el III a.C. Concretamente para el entorno del subsector Ia se propone la existencia hipotética de un matrimonio fundador de un grupo familiar, estando posiblemente el varón enterrado en la tumba 11 y la mujer en la tumba 20, o ambos en esta última. La importancia del sepulcro 20 se confirma por la documentación de una segunda fase de uso en la que se convirtió en un auténtico santuario. Con respecto a la cronología y temporalidad del cementerio, se señala la existencia de un núcleo principal de tumbas correspondientes a la segunda mitad del siglo V a.C., ubicadas en el área Ia. El cementerio experimentará una gran ampliación en el siglo IV, continuando en el III, ocupándose entre los siglos II y I a.C. exclusivamente el denominado sector III. El segundo apartado aborda los criterios de “Puesta en Valor” del yacimiento, redactado por un equipo de arquitectos encabezados por Juan Carlos García de los Reyes, junto a Lucía Valero, Dionisio Olgoso y Ana Tapia Espinosa, con la participación de la propia Directora de la investigación arqueológica. Se explicitan los objetivos y se describen las técnicas empleadas en los trabajos de protección, conservación y restauración. Se parte del análisis del sustrato geológico, cuyo conocimiento resulta fundamental cara a estudiar la viabilidad y el futuro de las soluciones a emplear, teniendo en cuenta que muchas construcciones son semisubterráneas. El conocimiento profundo de las técnicas constructivas originales ha permitido el empleo de morteros, revestimientos, materiales semejantes a los originales, o la reutilización de elementos des-

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contextualizados. Los volúmenes añadidos cara a la adecuada interpretación de las tumbas, especialmente afectadas por los continuados saqueos, se han separado de la obra original, pero de forma que sólo se aprecian los añadidos en la proximidad de los sepulcros. El tercer apartado incluye una serie de estudios específicos y de naturaleza diversa, realizado por un amplio grupo de investigadores, que resultan de gran interés. Se aborda la historiografía de la necrópolis de Galera en el contexto de la emergentes historias nacionalistas del siglo XIX a nivel europeo y concretamente en España y el papel jugado por el yacimiento en la configuración de lo “ibérico” primero y de lo “hispánico” después, así como la disputa existente sobre la excavación del sitio entre arqueólogos nacionales (en pleno inicio de la “arqueología oficial” encabezada por la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades) y extranjeros, estando por medio la propia figura de Siret, que había adquirió la Dama de Galera y que acabaría finalmente donando al MAN. Otro capítulo se dedica al marco geológico en el que se inserta la necrópolis y su entorno inmediato. Los estudios propiamente arqueométricos se centran tanto en el análisis de los elementos inmuebles, como revestimientos y pinturas de las tumbas, así como determinados objetos muebles recuperados en las excavaciones. Destaca el empleo de metodologías no destructivas, como la microscopía Raman (MRS) y la microfluorescencia de rayos X. Los estudios antracológicos, una de las especialidades de la autora de la obra, han permitido conocer las maderas empleadas en la propia construcción de los sepulcros como en las combustiones realizadas para la cremación de los cadáveres. La arqueoastronomía ha resultado una herramienta de gran interés para conocer el alto carácter simbólico de la disposición de las tumbas en relación tanto a algunos

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astros como en la orientación hacia el ocaso de muchas tumbas, destacando el empleo concreto de los equinoccios para iluminar en fechas concretas el interior de las tumbas más destacadas, lo que supone el uso de estos elementos naturales como parte de cuidadas escenografías alto valor simbólico, empleadas como herramienta de legitimación del orden social establecido. En este apartado también se presentan los estudios métricos de las sepulturas, que confirman la existencia de un módulo consistente en un pié de 0’294 m. Se puede considerar que la memoria de las actuaciones llevadas a cabo en el emblemático yacimiento de la necrópolis de Tútugi entre los años 2000 y 2012 es mucho más que un trabajo científico convencional, ya que aúna una rigurosa investigación con un manifiesto objetivo de trascender el propio interés del estudio del sitio con la intención explícita de alcanzar su Puesta en Valor y propiciar con ello el desarrollo económico y cultural de la comarca natural en la que se inserta, la cuenca de Guadix-Baza.

BIBLIOGRAFÍA CABRÉ, J.; MOTOS, F. (1920): La necrópolis ibérica de Tútugi (Galera, Provincia de Granada), Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades 25, Madrid. PEREIRA, J.; CHAPA, T.; MADRIGAL, A. y LÓPEZ, M.T. (2004): La Necrópolis Ibérica de Galera (Granada). La colección del Museo Arqueológico Nacional. Ministerio de Cultura, Madrid.


NOTICIAS cazadoras y recolectoras hasta la configuración de las élites aristocráticas de la Edad del Hierro. La elección de este espacio, como punto nodal de la reunión, se planteó por el papel que ha desempeñado históricamente de centro de comunicación e intercambio dentro del territorio andaluz. De esta manera, se utilizó a nivel referencial para presentar y evaluar la dinámica que caracteriza a las sociedades durante los distintos períodos de la Prehistoria y Protohistoria del sur peninsular, teniendo en cuenta los cambios experimentados en la disciplina arqueológica, así como de la planificación y orientación en la investigación. Partiendo del principio que la actividad investigadora constituye el soporte que genera una documentación precisa y cualificada, además de motor necesario para implementar el conocimiento desde la innovación, se atendió de manera particular a las vías por las que éste se transmite a la ciudadanía, como última y legítima depositaria de los avances conseguidos.

III CONGRESO DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA: I+D+i EN LA PREHISTORIA DEL SUR PENINSULAR Entre los días 22 y 24 de octubre de 2014 se celebró, en el IES Pedro Espinosa de la ciudad de Antequera, el III Congreso de Prehistoria de Andalucía titulado: I+D+i en la prehistoria del sur peninsular. Como en las dos ediciones anteriores, fue promovido y organizado por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. En esta ocasión se contó además con la colaboración con La Real Academia de Nobles Artes de Antequera. Siguiendo los objetivos trazados con la celebración de los Congresos de Prehistoria de Andalucía, la temática principal se centró en los avances producidos en el conocimiento de las sociedades que se desarrollaron en Las Tierras de Antequera, desde las primeras

Con este objetivo,se potenció, por un lado, la exposición de las distintas y variadas intervenciones realizadas en las últimas décadas en la comarca, así como la conexión de sus resultados en el contexto del sur peninsular. Por otro, se dirigió a la explicación de los avances producidos a través de los programas de fomento de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), que han significado una transformación del conocimiento sobre aspectos relevantes de estos periodos históricos. Al igual que en ediciones anteriores, las exposiciones se articularon en dos apartados con estructuras diferentes. En primer lugar, la Sesión de Pósters, coordinada por Francisco Contreras Cortés y Eva Alarcón García, ambos de La Universidad de Granada. Podemos afirmar que esta línea abierta en 2010 se ha mantenido con el mismo interés y entusiasmo que en la primera y segunda ediciones, contando con veintiochotrabajos de alto nivel científico. Se expusieron resultados generales de la investigación, no sólo de las actuaciones de campo sino, también, de

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Imagen de los premiados con la Medalla Menga junto al presidente del Congreso y la presidenta del Comité Científico. De izquierda a derecha Pedro Cantalejo Duarte, Arturo Ruiz Rodríguez, Maria Dolores Camalich Massieu, Oswaldo Arteaga Matute, Bartolomé Ruiz González y Manuel Pimentel Sintes.

las últimas propuestas teóricas y metodológicas que se están realizando sobre las diferentes áreas temáticas y territoriales del sur peninsular. En segundo lugar, las Mesas de Debate, conla participación de veintinueveespecialistas procedentes de distintos centros nacionales e internacionales, distribuidos en seis mesas. Las cinco primeras abordaron las características y transformaciones en la estructuración socio-económica e ideológica durante la Prehistoria y Protohistoria en las Tierras de Antequera, y el ámbito inmediato de la provincia de Málaga. La Presidencia y enunciado de cada una de ellas, fue la siguiente: 1. P aleolítico. Presidencia: Javier Medianero Soto (Escuela Taller. Consorcio Guadalteba). 2. Neolítico. Presidencia: Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna). 3. Calcolítico. Presidencia: Leonardo García San Juan (Universidad de Sevilla).

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4. B ronce. Presidencia: Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada). 5. H ierro. Presidencia: Ana Delgado Hervás (Universidad Pompeu Fabra) La sexta y última se concibió, y así quedó reflejado, como la síntesis del contenido general del Congreso, al presentar de manera cohesionada cómo el proceso de investigación, desarrollo e innovación hace efectiva la transferencia de conocimiento a la sociedad. Se centró en la presentación de los Proyectos Museográficos y Museológicos en instituciones consolidadas y recién inauguradas (Museo de Almería y MueoArqueológico Nacional), así como en los que están a punto de finalizar (Museo de Málaga y Museo Íbero de Jaén), o los que se encuentran en estado incipiente con la elaboración de los Proyectos a la espera de su aprobación y financiación (Museo de Sevilla). Igualmente, se atendió a la presentación de experiencias relacionadas con la divulgación y transferencia del conocimiento desde el ámbito empre-

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sarial, para lo que se contó con la presentación del trabajo realizado desde La Algaba de Ronda, S.C.A. La Presidenciade la mesa estuvo a cargo de María Dolores Camalich Massieu e intervino en la Secretaría Bartolomé Ruiz González. En las Conclusiones generales se acordó, entre otras propuestas, trasladar de manera unánime el apoyo a la Candidatura del Sitio de los Dólmenes de Antequera para su inclusión en la Lista Indicativa como Patrimonio Mundial, por los valores excepcionales de los tres Monumentos Megalíticos, Menga, Viera y Romeral, y de los dos naturales, La Peña de Los Enamorados y la Sierra de El Torcal, con los que se relacionan de manera directa. Es de destacar en el marco del acto inaugural, y como colofón del mismo, la concesión de la Medalla Menga, galardón instituido desde la celebración del I Congreso de Prehistoria de Andalucía en 2010. Este reconocimiento de la Consejería de Cultura, Deporte y Turismo, cuya propuesta es competencia del Comité Científico designado en cada edición, va dirigido a aquellas personas y entidades que hayan destacado en la investigación, conservación, divulgación, protección y/o defensa del Patrimonio Prehistórico y Protohistórico de Andalucía. Así, en esta ocasión, los galardones entregados por el Director del III Congreso de Prehistoria de Andalucía, Bartolomé Ruiz González, fueron los siguientes: 1. A Televisión Española por el programa Arqueomanía al destacar la importante labor que realiza en la difusión del Patrimonio Pre y Protohistórico de Andalucía. La Ponderación en la concesión de este galardón fue realizada por Leonardo García San Juan, Profesor Titular de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, y fue recogida, en nombre de la entidad, por Manuel Ramón Pimentel Sintes, director del programa objeto de reconocimiento.

2. A l Museo de Ardales por la importante gestión realizada en la protección, conservación y restauración de la Cueva de Ardales. La Ponderación en este caso estuvo a cargo de José Enrique Márquez Romero, Profesor Titular de Prehistoria la Universidad de Málaga, y fue recogida por Pedro Cantalejo Duarte y María del Mar Espejo Herrerías, del Museo de Ardales e impulsores del trabajo desarrollado en este yacimiento de tanta relevancia en la Prehistoria de Andalucía. 3. L a Medalla Menga por la labor investigadora sobre la Prehistoria de Andalucía, recayó en Oswaldo Arteaga Matute, Catedrático de Prehistoria jubilado de la Universidad de Sevilla, y pronunció la Laudatio José F. Ramos Muñoz, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz. 4. L a Medalla Menga a la investigación Protohistórica de Andalucía, fue concedida a Arturo Ruiz Rodríguez, Catedrático de Prehistoria y Director del Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén. La Laudatio estuvo a cargo deDimas Martín Socas, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de La Laguna. Bartolomé Ruiz González Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera y Presidente del III Congreso de Prehistoria de Andalucía

María Dolores Camalich Massieu Profesora Titular de Prehistoria de la Universidad de La Laguna y Presidenta del Comité Científico del III Congreso de Prehistoria de Andalucía

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bién desarrolló una intensa labor investigadora en yacimientos de la Edad del Bronce, entre los que cabe destacar el del Cerro de la Encina (Monachil, Granada), que será excavado de forma sistemática desde la década de 1960, el de la Cuesta del Negro (Purullena, Granada), o el del Cerro de Enmedio (Pechina, Almería), un ejemplo de la organización clásica de los centros habitacionales de El Argar en la zona del bajo Almanzora, y cuya excavación será precedente de las importantes intervenciones realizadas años más tardes en poblados argáricos, como la de Gatas, por la Universidad Autónoma de Barcelona, o Fuente Álamo, por el Instituto Arqueológico Alemán. A esta intensa labor de campo, se añaden los trabajos desarrollados en las Motillas de Los Palacios y primeras campañas de la del Azuer, ambos localizados en Daimiel (Ciudad Real). Además, mantuvo una estrecha colaboración con Guillermo Schüle, profesor de la universidad de Friburgo, para continuar los trabajos de excavación del yacimiento emblemático del Calcolítico y la Edad del Bronce del Cerro de la Virgen (Orce, Granada).

LEOVIGILDO SÁEZ PÉREZ (1945-2015): OBITUARIO El 17 de julio de 2015 moría Leovigildo Sáez Pérez después de una larga enfermedad. Profesor Titular jubilado de Prehistoria de la Universidad de Granada, donde se formó en el marco de la llamada Escuela de Granada, bajo la tutela de Antonio Arribas Palau. Su actividad profesional como investigador se iniciará y consolidará en el intenso programa de excavaciones desarrolladas en los años 80 y 90 del siglo XX desde este centro universitario en importantes yacimientos de la Prehistoria Reciente del sur de la Península Ibérica. Este es el caso de yacimientos neolíticos como La Molaina (Pinos Puente, Granada), donde se da a conocer uno de los primeros asentamientos en superficie del Neolítico Antiguo, ycalcolíticos como Los Millares (Santa Féde Mondújar, Almería), referente fundamental para todo estudio de este periodo en el sur de la Península Ibérica, y El Malagón (Cúllar-Baza, Granada), uno de los primeros poblados metalúrgicos de la época investigados de forma sistemática en la zona. Tam-

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Como profesor tenía una gran reputación, no solo por la preparación de sus clases sino por su extraordinaria humanidad, su carácter afable y proximidad, que le llevaba a preocuparse por el alumnado más allá de la mera relación docente, lo que le convertía para éste en un referente constante entre el profesorado del departamento. Pero todos estos rasgos no eran más que la expresión de una personalidad extraordinaria, de carácter generoso, sensible, amable y de una gran honestidad. Esto le permitía concitar en su entorno un importante grupo de amigos, tenía muchos y muy buenos, entre los cuales ha dejado un profundo pozo de pesar portan sensible y temprana pérdida. Querido y añorado amigo, descansa en paz.

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Dimas Martín Socas Universidad de La Laguna


Exterior del dolmen de Menga. Foto: Javier PĂŠrez GonzĂĄlez.


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MENGA es una publicación del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía)

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NORMAS//GUIDELINES PARA LA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS//FOR SUBMITTING ARTICLES

MENGA

06 Ámbito temático

Thematic scope

Menga da la bienvenida a trabajos inéditos en inglés o español que traten de la Prehistoria de Andalucía y regiones vecinas del sur de la Península Ibérica, o a trabajos que aborden síntesis generales de ámbito supra-regional conectando la Prehistoria Andaluza con el resto de Iberia, el Mediterráneo occidental y la Europa Atlántica. Igualmente, Menga se interesa de forma expresa por publicar trabajos que contribuyan a la formalización teórica y metodológica de la investigación prehistórica y al avance de los procedimientos y sistemas de gestión y difusión del patrimonio prehistórico. La revista Menga solo publicará trabajos originales que no hayan sido publicados o estén siendo considerados por otras revistas para su publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga welcomes original manuscripts written in Spanish and English, dealing with the Prehistory of Andalusia and neighbouring southern Iberian regions as well as syntheses of a broader geographical scope that connect Andalusian Prehistory with that of the rest of Iberia, the western Mediterranean and Atlantic Europe. Menga is also open to manuscripts contributing to the theoretical and methodological formalization of prehistoric research as well as the advancement of systems and procedures of prehistoric heritage management. Menga only will publish original works and will not accept papers which are being considered for publication in other journals or have already been published. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Evaluación Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Texto Los artículos no deberán exceder los 36.000 caracteres (1516 páginas) más bibliografía e ilustraciones. En la primera página aparecerá el título en mayúsculas y su traducción al ingles o español, seguido del nombre/s del autor/es con un asterisco que remitirá a una nota a pié de página en donde se indicará la institución donde trabaja así como la dirección electrónica. A continuación se incluirá un resumen en español e inglés con una longitud entre 100-150 palabras junto a unas palabras clave (máximo 8).

Refereeing All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. Text Articles should not exceed 36,000 characters (15-16 pages), plus bibliography and illustrations. The first page should contain the title in capital letters with its translation in English or Spanish, followed by the name(s) of the author(s) with an asterisk referring to a footnote containing the institution where the author works and their e-mail address. This will be followed by an abstract in English and Spanish of between 100 and 150 words, together with keywords (maximum 8).

Deberán evitarse numerosas y largas notas a pié de página. En el caso de que se incluyan y para facilitar el trabajo de maquetación se incluirán en una hoja independiente al final del texto. En el caso de que sea necesario un apartado de agradecimientos este se situará al final del texto con anterioridad a la bibliografía.

The use of numerous and long footnotes should be avoided. If any are included, to facilitate the page layout process they should be listed on a separate page at the end of the text. If an acknowledgement section is to be included, this should be placed at the end of the text, before the bibliography.

Estilo

Style

Se tendrán en cuenta las siguientes consideraciones:

The following aspects should be taken into account:

1. Numerales. Los recuentos se citarán mediante palabras cuando sean menores a diez, y con números a partir de 10. Por ejemplo “se identificaron dos cuentas de collar de piedra” pero “se identificaron 184 cuentas de collar de piedra.”

1. Numbers. Counts should be expressed in words when they are under ten, and in numbers from 10 onwards: for example, “two beads from a stone necklace were identified” but “184 beads from a stone necklace were identified”.

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2. Cronología. Los periodos y sub-periodos históricos serán siempre citados con la primera letra en mayúscula. Ejemplo “Neolítico Medio” y no “Neolítico medio”.

2. Chronology. The historical periods and sub-periods should always be quoted with the first letter in capitals: for example, the “Middle Neolithic” and not the “middle Neolithic”.

3. Cronología. Los años se designarán de forma numérica y sin puntuación. Por ejemplo “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1980 y 1630 ANE” y no “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1.980 y 1.630 ANE”.

3. Chronology. Years should be designated numerically and with no punctuation. For example, “We estimate that the occupation of the village took place between 1980 and 1630 BC” and not “We believe that the occupation of the village took place between 1,980 and 1,630 BC”.

4. Cronología. Cita de fechas radiocarbónicas. Cuando se mencionen dataciones radiocarbónicas se deberán citar los siguientes datos: la fecha BP con su desviación estándar, la sigla de laboratorio, la materia analizada (donde fuera posible) y la fecha calendárica calibrada, especificando si se trata de la versión a 1 ó 2 sigmas. La fecha calendárica calibrada se citará incluyendo el límite mayor y el límite menor de la distribución de la datación dentro del intervalo de confianza elegido (1 ó 2 sigmas). Por ejemplo: “La fecha más antigua de este tipo de construcciones actualmente registrada en el sur de la Península Ibérica corresponde al sitio de Castro Marim, en el Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal ANE 2σ)”. Se evitará el uso de las fechas “intercept” por ser metodológicamente incorrectas. Igualmente se indicará el programa informático y la curva de calibración utilizados. Menga no aceptará referencias a dataciones radiocarbónicas sin calibrar.

4. Chronology. Quoting radiocarbon dates. When mentioning radiocarbon dates the following data should be included: the BP date with its standard deviation, the laboratory signature, the material analysed (where possible), and the calibrated calendar date, specifying whether it is at 1 or 2 sigmas. The calibrated calendar date should be quoted with the higher limit and lower limit of the dates within the confidence interval chosen (1 or 2 sigmas). For example: “The oldest date for such kinds of constructions so far registered in the South of the Iberian Peninsula corresponds to the site of Castro Marim, in the Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal BC 2)”. The use of “intercept” dates should be avoided as they are methodologically incorrect. The software and the calibration curve used will be also specified. Menga will not accept references to uncalibrated radiocarbon dates.

5. Género. La revista Menga promueve una visión no sexista de la Prehistoria y consecuentemente favorece un uso no sexista del lenguaje. Por tanto, se espera de los/as autores/as el empleo de un lenguaje neutro en términos de género. Por ejemplo, se favorecerá “la evolución del ser humano” frente a “la evolución del hombre” o “la comunidad de profesionales de la arqueología” frente a “la comunidad de arqueólogos”. 6. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan artículos determinados en sus denominaciones deberán ser citados por su nombre completo, apareciendo la primera letra de los artículos en mayúscula. Por ejemplo “la necrópolis de Los Millares” y no “la necrópolis de Millares” ni “la necrópolis de los Millares.” 7. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan en su denominación términos geográficos genéricos como “cueva” o “dolmen” serán citados poniendo en mayúscula la primera letra de su denominación, pero manteniendo en minúscula la del término geográfico genérico. Por ejemplo “el esparto de la cueva de Los Murciélagos” y no “el esparto de la Cueva de Los Murciélagos” o “la arquitectura del dolmen de El Gigante” y no “la arquitectura del Dolmen de El Gigante”. 8. Denominaciones. Los nombres de las figuras, láminas y tablas, aparecerán siempre abreviados con la primera letra en mayúscula, Fig. Lám. ó Tab., tanto en las llamadas en el texto como en los pies correspondientes. 9. Citas de autores/as. Cuando se cite de forma expresa en el texto nombres de personas (autores/as, excavadores/as, etc.) se les/as citará por su nombre completo, o bien por la inicial del nombre y su apellido (o apellidos, cuando sean autores/as de nombre hispano), pero nunca sólo por su apellido. Por ejemplo “las excavaciones de Manuel Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” y no “las excavaciones de Pellicer en la cueva de Nerja”.

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5. Gender. The Menga journal promotes a non-sexist vision of Prehistory and therefore favours a non-sexist use of language. The use of a neutral language for gender is therefore expected from authors. For example, the “evolution of humankind” is to be preferred to the “evolution of mankind”. 6. Designations. Archaeological sites including definite articles in their designation should be cited by their full name, with the first letter of the article in capital letters. For example “the necropolis of Los Millares” is to be preferred to “the necropolis of Millares” or “the necropolis of los Millares”. 7. Designations. Archaeological sites that include generic geographical terms such as “cave” or “dolmen” in their designation should be cited with the first letter of the designation in capital letters, but keeping the lower case letter in the generic geographical term. For example “the esparto grass of the cave of Los Murciélagos” is to be preferred to “the esparto grass of the Cave of Los Murciélagos” and “the architecture of the dolmen of El Gigante” to “the architecture of the Dolmen of El Gigante”. 8. Designations. The names of figures, plates and tables should always be abbreviated with the first letter capitalised, hence Fig., Pl., or Tab., both in references in the text and in the corresponding footnotes. 9. Naming people. When explicitly citing names of people (authors, excavators, etc.) in the text, they should be cited by their complete name or by the first initial and their surname (or surnames, when they are Spanish names), but never just by their surname. We should write, for example, “Manuel Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” or “M. Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” but not “Pellicer’s excavations in the cave of Nerja”.


10. Designación de métodos analíticos. Los métodos analíticos serán designados en su denominación castellana, tanto en su forma completa como en sus acrónimos, poniendo en mayúscula la primera letra de cada palabra, excepción hecha de los artículos. Por ejemplo “se realizó una datación absoluta por luminiscencia por estimulación óptica (LEO)” y no “se realizó una datación absoluta por optically stimulated luminescence” o “se realizó una datación absoluta por OSL”. 11. Expresiones. Los latinismos irán siempre en cursiva (et al., in situ…). 12. Expresiones. Los acrónimos aparecerán siempre sin puntuación y en mayúscula (UNESCO, ONU…). 13. Citas literales. Los fragmentos transcritos literalmente deberán aparecer entrecomillados y con la indicación junto a la cita bibliográfica de la/as página/as. Tales citas literales deberán ir siempre en castellano y opcionalmente podrán aparecer en su lengua original en nota a pie de página. 14. Citas de autores. Las partículas d’, de, le, von, van, etc. de los apellidos, irán en minúscula cuando estén precedidos por el nombre: Angela von den Driesch; Francisco de la Torre, pero irán mayúscula cuando se cite el apellido solo (Von Den Driesch; De la Torre). Siguiendo la norma de la RAE, para la ordenación alfabética de tales nombres en la bibliografía no se emplearán las partículas, es decir, “Balbín Behrmann, R. de” y no “De Balbín Behrmann, R.”. 15. Expresiones. Las medidas y dimensiones físicas se expresarán sin punto: centímetro(s): cm; gramo(s): g; kilómetro(s): km; metro(s): m. Las cantidades del Sistema Métrico Decimal y del Sistema Internacional de Pesos y Medidas irán con cifra (15 m). 16. Nombres de zonas geográficas. Los nombres comunes que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Jaén, el río Guadalquivir. Sólo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Sierra Nevada. 17. Expresiones. Se utilizará siempre para los porcentajes el símbolo % (25% sin espacio de separación) y nunca 25 por cien o 25 por 100. 18. Expresiones. En la denominación de los puntos cardinales se utilizará sureste, noroeste, suroeste.. y no sudeste, nordeste, sudoeste… Bibliografía Las citas se realizarán en el texto teniendo en cuenta los siguientes criterios: se incluirá entre paréntesis y en minúsculas los apellidos de los autores. En el caso de más de dos autores se incluirá et al. A continuación y separado por coma se indicará el año, y en su caso la/s página/s deberán aparecer en orden de publicación y separadas por punto y coma. Ejemplos: (Schiffer, 1987: 45) (Arribas Palau y Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). Las referencias deberán aparecer listadas al final del texto con sangría francesa y por orden alfabético siguiendo las

10. Expressions. Words in Latin should always be in italics (et al. , in situ ...). 11. Expressions. Acronyms should always be given with no punctuation marks and in capital letters (UNESCO, UN ...) . 12. Quotations. Word-for-word quotes should appear between quotation marks and the page(s) should be indicated in the bibliographical reference. Such textual quotations should always be in English and may optionally be given in the original language in a footnote. 13. Naming authors. The particles d’, de, le, von, van, etc. in surnames, should be in lower case letters when preceded by the name: Angela von den Driesch, Francisco de la Torre, but should start with a capital letter when the surname alone is mentioned (Von Den Driesch, De la Torre). The alphabetic ordering of such names in the references should not include such particles, i.e. “Balbín Behrmann, R. de” and not “De Balbín Behrmann, R.” 14. Expressions. Physical measurements and dimensions should be expressed without a full stop: centimetre(s): cm; gram(s): g; kilometre(s): km; metre(s): m. Amounts under the Metric System and the International System of Units should be expressed with a number (15 m). 15. Names of geographical areas. Common names accompanying geographical names (city, river, sea, ocean, mountains, mountain, cape, gulf, strait, etc.) should be written in lower case: the city of Jaen, the river Guadalquivir. If the generic name is part of the proper name, it is written with an initial capital: Ciudad Real, Sierra Nevada. 16. Expressions. The symbol % should always be used for percentages (25% with no space between the number and the symbol), never 25 percent or 25 per 100. Bibliography References will be given in the text using the following criteria: the surname(s) of the author(s) will be included in brackets. If there are more than two authors this will be shown as et al. This will be followed by the year separated by a comma and, if applicable, the page number(s) separated by a colon. If more than one work is referred to, they should appear in order of publication and be separated by a semicolon. For example: (Schiffer, 1987:45) (Arribas Palau and Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). References should be listed at the end of the text using a hanging indent and be in alphabetical order according to the following standards: surname(s) of the author(s) capitalised and separated by a comma from the initial of the first name and with the year of publication in brackets, followed by the letters a, b, c, etc. if applicable. Following this and separated by a colon will come the title in inverted commas. The titles of books, monographs, proceedings or journals will be typed unabbreviated in italics. The scientific editors of publications, if applicable, will be typed in lower case in brackets after the title. This will be followed

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siguientes normas: apellido/s del autor/es en mayúscula separado por una coma de la inicial del nombre y año de publicación entre paréntesis, en su caso seguido de letras a, b, c, etc. Separado por doble punto aparecerá el título entrecomillado. Los títulos de libro, monografía, actas o revistas irán en cursiva y sin abreviar. En publicaciones con editores científicos estos aparecerán en minúscula y entre paréntesis tras el título. A continuación se indicará para libros la editorial y lugar de edición, para revistas el volumen y páginas, y para las actas de congresos, el lugar y fecha de celebración, lugar de edición y páginas. En el caso de ediciones electrónicas se indicará la dirección web. Ejemplos: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): “Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food”, Archaeological Dialogues 7(2), pp. 21 7-232. DIETLER, M. (1996): “Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe”, Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-1 25. ARRIBAS PALAU, A. y SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1 969), Zaragoza, pp. 284-291. Ilustraciones Las ilustraciones que acompañen el texto se enviarán preferentemente en ficheros electrónicos, aunque también se admiten otros formatos (papel fotográfico o diapositiva). Deberán distinguirse entre figuras (dibujos, mapas o planos a línea), tablas y láminas (fotografías) numeradas en arábigo. Ninguna ilustración se compondrá dentro del texto. Los pies de figuras, tablas y láminas se incluirán en una hoja independiente con los datos completos de identificación. En el caso de las fotografías de autor, deberán enviarse con el consiguiente permiso de publicación. En ningún caso será posible la publicación de imágenes de escasa calidad técnica y estética. Para evitar errores en la reproducción de archivos digitales, se aconseja adjuntar presentación cartografiada o impresa del material gráfico. Las imágenes digitalizadas (.tif o .jpg) se aportarán con una resolución mínima de 300 dpi, para el tamaño definitivo de reproducción (mínimo: 15 cm ancho X 11 cm alto; recomendado: 20 cm ancho x 13 cm alto). Éstas deben presentarse en ficheros electrónicos independientes. Los gráficos se acompañarán de su correspondiente tabla de valores (deberá aportarse simultáneamente la imagen compuesta y los ficheros independientes), necesaria para rehacer su diseño acorde con el de la revista. Colores, tramas y tipo podrán modificarse siempre que no se altere el contenido del gráfico. Planos, mapas y composiciones. Tamaño y escala serán acordes con el formato de la publicación y tendrán en cuen-

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by the following information: for books, the publisher and place of publication; for journals, the volume and page number(s); for conference proceedings, the date and place they were held, the place of publication and the page number(s). In the case of e-publications, the website will be given. Examples: SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque. PARKER, M. (2000): “Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food”, Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232. DIETLER, M. (1996): “Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe”, Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125. ARRIBAS PALAU, A. and SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291. Illustrations Artwork should preferably be supplied in electronic format, although other formats (photographic paper or slides) will be accepted. A distinction should be made between figures (drawings, maps or line plans), tables and plates (photographs) for which Arabic numerals should be used. Illustrations should not be included in the text. Figure, table and plates captions will be included on a separate sheet with full identification details. Photographs taken by the author should be accompanied by the applicable permission for publication. No pictures of a poor technical or aesthetic quality will be accepted for publication. To avoid errors in the reproduction of digital files, we recommend attaching a cartographic or printed copy. Digitalised pictures (.tif or .jpg) must have a minimum resolution of 300 dpi for the definitive reproduction size (minimum: 15 cm wide x 11 cm high; recommended: 20 cm wide x 13 cm high). They should be submitted in separate electronic files. Graphs should be accompanied by their corresponding table of values (the composed image and the files should be sent independently but simultaneously); this is necessary to be able to reformat their design in accordance with that of the journal. Colours, tones and types may be altered as long as they do not change the content of the graph. Plans, maps and compositions. The size and scale will be in accordance with the format of the publication and will take into account that (1) texts, legends and shading will be in independent layers; (2) drawings will be simplified to 3 widths and the use of the colour will be specified; (3) linked pictures or external references should be copied


ta que (1 ) los textos, leyendas y sombreados irán en capas independientes; (2) el dibujo se simplificará a 3 grosores y se especificará la necesidad de uso del color; (3) imágenes enlazadas o referencias externas deberán ir copiadas en la misma carpeta en la que esté el archivo .dwg (formato preferente). Como opción alternativa podrá acudirse al formato .pdf o .tif. En estos casos el dibujo no podrá incluir información textual, que se aportará en otro archivo. Entrega de originales Para la entrega de originales deberán enviarse dos copias impresas con las figuras, tablas y láminas separadas del texto. Se incluirá así mismo un CD-Rom con todos los archivos informáticos. Todo ello deberá enviarse a la siguiente dirección:

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga)

Revisiones Una vez entregada toda la documentación se procederá a la revisión general del texto y maquetación. Posteriormente se enviará un archivo en formato pdf de cada artículo, mediante correo electrónico, a cada uno de los autores para su consiguiente revisión. Se tratará de correcciones ortográficas, o de estilo, no de modificaciones de los contenidos o diseño. En cualquier caso, el consejo editorial se responsabiliza de la revisión general de la publicación.

in the same file as the .dwg file (the preferred format). Alternatives would be .pdf or .tif files. In those cases the drawing cannot include textual information, which should be sent in a separate file. Submission of originals For the submission of originals two printed copies with the figures, tables and plates separate from the text should be sent. This should be accompanied by a CD-Rom containing all the computer files. All this should be sent to:

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga)

Proofs Once all the documentation has been submitted, a general revision of the text and page layout will be carried out. A pdf file will then be e-mailed to each author for proofreading. Only spelling and style changes that do not affect the content or design should be made. In any event, the editorial board will be responsible for the general revision of the publication.

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AVANCE07

Mineral de Herrerias.

LOS ORÍGENES DE LA METALURGIA: TRANSMISIÓN DEL CONOCIMIENTO VERSUS INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

THE BEGINNINGS OF METALLURGY: TRANSFER KNOWLEDGE VERSUS TECHNOLOGICAL INNOVATION

OF

Generalmente, la tecnología se asocia de forma teleológica al cambio social y cultural ya que determinadas innovaciones tecnológicas han contribuido de forma determinante a la transformación social de ciertas comunidades. Por tanto, el estudio de los orígenes de esas innovaciones y su consiguiente proceso de asimilación social es uno de los mayores debates en arqueología. En el caso de los primeros metales, la aparición de la tecnología metalúrgica ha sido tradicionalmente considerada una de las causas principales en el desarrollo de la división social del trabajo, la aparición de élites sociales y, en última instancia, el origen de estratificación social. No obstante, estas interpretaciones no siempre han ido acompañadas de análisis arqueometalúrgicos contextualizados, ni estos estudiados de forma comprehensiva a nivel regional. El dossier de Menga 07 se centrará en la información tecnológica disponible para abordar el debate actual sobre los orígenes de la metalurgia en la Península Ibérica: si existe o no de un foco independiente de desarrollo, el modo particular en el que cada sociedad adopta innovaciones tecnológicas similares o el impacto real que tuvo la metalurgia en las formaciones socioeconómicas de la Prehistoria Reciente en el Sur Peninsular.

In a teleological way, technology is usually considered of essential importance in social change as key technological innovations have caused profound social transformations. Therefore, the origin of these technological innovations and their assimilation by societies has been a major topic in archaeology. In the case of early metals, the origins of metallurgy has traditionally been considered as a major drive behind the rise of social division of labour, social elites and,as a last resort, stratified societies, starting from the premise that metallurgical technology implies great technical complexity. However, these interpretations have not always been supported by contextualised archaeometallurgical analysed, nor studied comprehensively at a regional level. Therefore, the dossier of Menga 07 will be focused on the technological information nowadays available to address current discussions on the beginnings of metallurgy in Iberia: whether it was an independent innovation or not, the specific way in which each community adopted similar technologies or the actual impact that metallurgy had on socioeconomic formations of the Late Prehistory.



MENGA 06 CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA AÑO 2015 ISSN 2172-6175

REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA · JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY

COLABORAN


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