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Exuma

Water colors to come back for Aguas que seducen

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Text & Photos by | Texto y Fotos por ZUZANA PROCHAZKA

Three things strike you as you cruise the Exumas chain of the Bahamas: the islands cover a lot of territory, the water is really shallow, and you’ll never – ever – find the right words to describe the colors of the sea. I’ve seen beautiful water in different parts of the world – the Cyclades Islands of Greece, the reef over Huahine in French Polynesia and the perfection that is the Tobago Cays in the Grenadines. But never have I seen so many shades of blue and green as I witnessed in the Exumas. As a cruiser, it’s easy to get lost in the Exumas eddy. Boats enter and stay – for years. But with a weeklong charter, you have a packed schedule which is both a blessing and a curse. A curse for obvious reasons – you can’t stay forever. A blessing for the same reason and that means you’ll have to find your way out of the eddy and back to doing something productive with your life. We chartered Malouna, a 45-foot Lagoon catamaran with Sunsail out of Nassau. The chain starts about 20 miles south of Providence Island after you cross Yellow Bank, a bar of nasty looking coral heads. With a short itinerary, the challenge with the Exumas is what to cover on the way down, versus what Tres cosas te sorprenden mientras navegas por las islas de Exuma en las Bahamas: cubren una gran cantidad de territorio, sus aguas son muy poco profundas y jamás encontrarás las palabras adecuadas para describir el color de sus aguas. He visto aguas hermosas en diferentes lugares del mundo: las que rodean las islas Cícladas de Grecia, el arrecife sobre Huahine en la Polinesia Francesa y los Cayos de Tobago en las Granadinas. Pero nunca había visto tantos tonos de azul y verde como presencié en las Exumas. Como crucero, es fácil perderse en el remolino de las Exumas. Los barcos entran y permanecen durante años. Pero con un chárter de sólo una semana, tienes un horario tan lleno que puede ser tanto una bendición como una maldición. Una maldición por razones obvias: no puedes quedarte para siempre. Una bendición por la misma razón y eso significa que tendrás que encontrar la manera de salir del torbellino y volver a hacer algo productivo con tu vida. Charteamos Malouna, un catamarán Lagoon de cuarenta y cinco pies con Sunsail desde Nassau. La cadena comienza a unas veinte millas al sur de la isla de Providence después de cruzar Yellow Bank, una barra de cabezas de coral de aspecto

islands to pick up on the way back north. Even if we explored only the Northern and Central Exumas, we’d be covering over 170 miles round trip and no matter how you slice it, the first crossing is long and into the wind. Early afternoon on the first day brought us to Allan’s Cay and its famous iguanas that come running when they see a dinghy pull up on the beach. They love fruit but so do the seagulls which are nasty little bandits that will attack you, your goodies and the iguanas. Feeder beware. We had some fun with the lizards and with plenty of daylight left, we set course for Shroud Cay at the top of the Exuma Cays Land and Sea Park, a 176-square-mile preserve with 15 major isles. Shroud has tidal creeks, one of which allows motorized traffic. A meandering dinghy trip through the mangroves with turtles all around brought us to Driftwood Beach that looks like a Hollywood set of a desert island. We pulled the dinghy up on the beach and then waded back into the water to catch a wonderful drift ride toward the Exumas Sound (east side of the chain). A sandbar stops you from being washed out to sea so you just walk back up the beach and do it again, and again – like a ride at Disneyland. The colors of the water as they swirl between the sandbars give your camera a workout but no matter how hard you try, it’s impossible to capture what can be seen by the naked eye. Warderick Wells was the next stop with a walk to Boo Boo Beach, a pile of driftwood inscribed with boat names. It’s a sort of cruisers’ shrine that keeps a silent record of all who pass, until the next hurricane blows it clean off the island. Having paid for a mooring ($100), we opted to stay the night. The next morning, we headed down to Big Major on Fowl Cay for the world-famous swimming pigs. There are about 50 of them, all jostling for whatever food arrives via dinghy. Some are big and demanding, some are tiny and shy, but all enjoy a treat. Just around the corner is Thunderball Grotto, a cave desagradable. Con un itinerario corto, el desafío con las Exumas es qué cubrir en el camino hacia abajo y qué islas recorrer en el camino de regreso al norte. Incluso si exploramos solo las Exumas del norte y el centro, cubriremos más de 170 millas de ida y vuelta y, sin importar cómo se mire, la primera travesía es larga y contra el viento. La tarde del primer día nos llevó al Cayo Allan y sus famosas iguanas que vienen corriendo cuando ven que un bote se detiene en la playa. Les encanta la fruta, pero también le gusta a las gaviotas, pequeñas bandidas que te atacarán a ti, a tus golosinas y a las iguanas. No se recomienda alimentarlas. Nos divertimos un poco con las lagartijas y, con mucha luz del día, pusimos rumbo a Shroud Cay en la cima del Exuma Cays Land and Sea Park, una reserva de 176 millas cuadradas con quince cayos principales. Shroud tiene arroyos de marea, uno de los cuales permite el tráfico motorizado. Un viaje serpenteante en bote a través de los manglares con tortugas por todas partes nos llevó a Driftwood Beach que parece un estudio de Hollywood de una isla desierta. Detuvimos el bote en la playa y luego regresamos al agua para dejarnos flotar a la deriva hacia Exumas Sound (al lado este de la cadena). Este es un banco de arena que sirve de protección para evitar ser arrastrados al mar, así que caminamos de regreso a la playa y volvimos a dejarnos flotar a la deriva una y otra vez, como en un maravilloso paseo en Disneyland. Los colores del agua mientras se arremolinan entre los bancos de arena te tentarán a tomar varias fotografías, pero no importa cuánto te esfuerces, es imposible capturar lo que se puede ver a simple vista. Warderick Wells fue la siguiente parada con un paseo hasta la playa de Boo Boo, un montón de madera flotante inscrita con nombres de barcos. Es una especie de santuario de cruceros que guarda un registro silencioso de todos los que pasan, hasta que el próximo huracán lo borra de la isla. Habiendo pagado el amarre ($ 100), optamos por pasar aquí la noche.

that was once a site for a James Bond movie. Two tips on this cave: 1) try to go at lowish tide in the morning when there are fewer visiting dinghies and 2) take some reef shoes to walk up to the top to jump through the hole in the ceiling and drop forty feet into the water below. We were only a few days in but not having the luxury of time like real cruisers, we had to turn back north so we set course for O’Brien’s Cay and the “Aquarium”. We picked our way there carefully and at one spot the crew thought we were anchoring because we came so close to land. There were at least five different hues of aquamarine waters around us that changed with the sand and water depth. It was distracting but so was the narrow pass we were threading. The Aquarium is a small rocky cove with tons of fish that are well trained. Bottles filled with oatmeal and water will cause a fish frenzy. Nearby is a small plane in about 10 feet of water that’s an excellent snorkeling target. Of course, it comes with a price because everyone then has to get back in the dinghy from deep water. That’s always hard and never pretty. We had stretched our itinerary as far as we could and it was time to turn around so we enjoyed a nice sail north to Norman’s Cay to check out the real sunken airplane attraction – a much larger plane that sits just below the surface. In the A la mañana siguiente, nos dirigimos a Big Major en Fowl Cay en busca de los famosos cerdos nadadores. Hay alrededor de cincuenta, todos luchando por cualquier comida que llegue a través de un bote. Algunos son grandes y exigentes, otros son pequeños y tímidos, pero todos disfrutan de un buen bocado. A la vuelta de la esquina está Thunderball Grotto, una cueva en la que se rodó una película de James Bond. Dos consejos sobre esta cueva: 1) intente ir con la marea baja en la mañana cuando hay menos botes visitantes y 2) póngase unos zapatos de arrecife para caminar hasta la cima para saltar por el agujero en el techo y caer 40 pies en el agua debajo. Solo llevábamos unos días, pero al no poder darnos el lujo de pasar más tiempo como verdaderos cruceristas, tuvimos que resignarnos a emprender el regreso al norte, así que pusimos rumbo a O’Brien’s Cay y el “Aquarium”. Elegimos nuestra ruta hacia allí con cuidado y en un lugar la tripulación pensó que estábamos pensando en fondear, por lo cerca de tierra que nos encontramos. Había al menos cinco tonos diferentes de aguas color aguamarina a nuestro alrededor que cambiaban con la arena y la profundidad del agua. Fue una distracción, pero también lo fue el paso estrecho que estábamos cruzando. El Acuario es una pequeña cala rocosa con toneladas de peces bien entrenados. Las botellas llenas de avena y agua provo-

3 2 8 C R A N D O N B O U L E V A R D , S U I T E 1 2 0 , K E Y B I S C A Y N E , F L . 3 3 1 4 9 P H O N E : 7 8 6 . 6 1 5 . 2 4 6 8

1980s, Carlos Lehder of the Medellin drug cartel was running a lucrative operation from this island ferrying drugs into the U.S. One of his pilots missed the runway with a load of cocaine. The fuselage is cracked open so you can snorkel inside and all around the wings and engines. A last stale baguette and our oatmeal bottles did the trick again with the fish and even a large stingray glided back from the nose cone to check out the treats. Crossing Yellow Bank back to the north was uneventful but also lacked a breeze so we motored to Rose Island and dinghied to Footprints beach bar. From here, it was an easy jump back to Palm Cay the next morning where the base drivers met us via dinghy before we reached the marina entrance. A charterer had landed his boat on the rocks just outside the entrance the week before so the base was taking no chances and insisted that we leave the driving to them. Iguanas, pigs, some heart-stopping navigation and excellent snorkeling – what’s not to love? It was all amazing but the real draw was that every day brought a new hue of blue that I’d swear I never saw before. I wished my entire wardrobe could be made of the various shades of Exuma waters. I’d never have to wear the same color twice! Those colors will make me visit the Exumas again. Oh, who am I kidding? I’d be a lifer in that chain if I could and let’s face it, being productive is overrated. carán un frenesí de pescado. Cerca hay una avioneta en unos diez pies de agua que es un excelente objetivo para bucear. Por supuesto, tiene un precio porque todos tienen que volver al bote desde aguas profundas. Eso siempre resulta algo difícil y cansador. Habíamos estirado nuestro itinerario tanto como pudimos y era hora de emprender el regreso, así que disfrutamos de una agradable navegada hacia el norte hasta Norman’s Cay para ver la verdadera atracción del avión hundido: un avión mucho más grande que se encuentra justo debajo de la superficie. En la década de 1980, Carlos Lehder, del Cartel de Medellín, estaba llevando a cabo una lucrativa operación desde esta isla transportando drogas a los Estados Unidos. Uno de sus pilotos falló al intentar aterrizar en la pista con una carga de cocaína. El fuselaje está rajado para que puedas bucear dentro y alrededor de las alas y los motores. Una última baguette rancia y nuestras botellas de avena hicieron el truco nuevamente con los peces e incluso una gran raya se deslizó hacia atrás desde el cono de la nariz para ver las golosinas. Cruzar Yellow Bank de regreso al norte resultó sin incidentes, pero como también faltaba la brisa, cambiamos el rumbo a Rose Island y nos encaminamos al bar de la playa Footprints. Desde aquí, fue un salto fácil de regreso a Palm Cay a la mañana siguiente, donde los encargados de la base de chárter nos encontraron en un bote antes de llegar a la entrada del puerto deportivo. Un cliente había embestido su barco en las rocas justo afuera de la entrada la semana anterior, por lo que la base no se arriesgaba e insistió en que los dejáramos a cargo de la entrada al puerto. Iguanas, cerdos, espectacular navegación y excelente esnórquel, ¿qué es lo que no te encantará?. Todo fue increíble, pero el verdadero atractivo fue que cada día traía un nuevo tono de azul que juraría que nunca antes había visto. Desearía que todo mi guardarropa pudiera estar hecho de los distintos tonos de las aguas del mar de Exuma. ¡Nunca tendría que usar el mismo color dos veces! Esos colores me harán volver. Oh, ¿a quién engaño? Viviría de por vida en esa cadena de islas si pudiera y, seamos sinceros, ser productivo está sobrevalorado.

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