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Escuela y Maestro Juan Antonio Duran Sánchez

ESCUELA Y

MAESTRO

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Es un espacio físico donde se imparten clases sobre determinada materia, en ella conviven alumnos, maestros, administrativos y personal de servicio; de manera indirecta interactúan padres de familia. La escuela acompaña a las sociedades en su conjunto, a veces a través de un lenguaje representativo, verbal y por escrito; siempre tiene la intención de transmitir el conocimiento acumulado a través de la historia, dando como resultado que el conjunto de habitantes, se vea beneficiado, por contar con habitantes que aprendan lo que en otro tiempo aprendieron o dejaron de aprender.

JUAN ANTONIO DURAN SÁNCHEZ.

La figura del maestro, se ve enriquecida con el diario aprender y con el reconocimiento de quienes representan a la autoridad; se les coloca en la cúspide, porque representan el eslabón primario de la cultura de los pueblos. El maestro representa la libertad de pensamiento, es la crítica permanente ante los diferentes sucesos: políticos, económicos y éticos. La figura descrita, se ve negada, desde el momento que se le utiliza para legitimar los sistemas de gobierno, para alabar la conducta de los gobernantes; a pesar de que estos actúen en contra de la libertad y la igualdad. Ser maestro es una dualidad confundible, se debe a que en lugar de guiar en camino de la ciencia, se desvía para beneficio de quienes se hacen dueños de la ciencia.

En los reinos de la tierra de los continentes del mundo, siempre contaron con escuelas de gran prestigio, las que eran guiadas por hombres sabios, teniendo como objetivo la formación de otros sabios. En ese entorno de sabiduría, se confrontó a los estados; cuando estos se veían amenazados, provocaban intriga entre los involucrados, para eliminar a aquellos guías que ya no respondían a los intereses del poder. Caso significativo de tomar en cuenta, es el conflicto entre Sócrates y los gobernantes griegos; donde fue acusado de manipular a los jóvenes para que dejaran a un lado el rito de adorar a los dioses del olimpo, de impulsarlos a que se alejaran de las buenas costumbres, acusaron al filósofo de negar la existencia de los dioses de la ciudad, obrar contra sus leyes y subvertir a la juventud. Entonces, basado en este antecedente, cuando el líder que recibe el nombre de maestro actúa con autonomía, entra en conflicto con las autoridades; las autoridades lo restringen o también lo pueden impulsar para que cumpla su papel de modificador de conciencias. En todo momento el docente, se guía por su ética o por su ignorancia; cuando lo hace por ignorancia es que tiene un pensamiento dogmático, basado en principios inamovibles, es cuando entra en contradicción con su papel de maestro y representante de la ciencia, el arte, la cultura.

La figura de maestro, que es sinónimo de guía, es necesario en todo momento; donde a pesar de que a veces equivoca el camino o se hace el desentendido, es el único que tiene contacto directo con la ciencia y las generaciones que habrán de dirigir los destinos de la sociedad.

Aludiendo los tiempos actuales, la escuela y los maestros están en el ojo del huracán; obedecen a políticas de gobierno, pero también a políticas económicas. A veces lo hacen directamente o indirectamente. Sufrieron control mediático y cuando se requiere que participen en la nueva escuela, actúan de manera desorientada; sus opiniones se basan en copias, carentes de sustento. Entonces se repite el ciclo: los que proponen los cambios, carecen de experiencia y los que tienen experiencia, dependen de los que carecen de experiencia.

Muchos han escrito sobre diversas técnicas de mejorar la enseñanza en las escuelas, entre ellas destaca la propuesta relativa al constructivismo, tiene que ver con la enseñanza basada en el contexto de las comunidades donde se aplica; pero incluso, a pesar de su bondad y su entendimiento, se ve limitada porque su aplicación vuelve raquítica a la escuela, es decir; que atiende lo primario, pero descuida lo secundario; es cuando la pobreza inmobiliaria de cada edificio sale a la luz: pequeñas construcciones, carentes de los servicios indispensables; sin adelantos tecnológicos, sin el personal docente necesario. La escuela se convierte entonces, en un dispensario que limita y condena a los estudiantes a su entorno y su ignorancia; esta no proviene ya de su deseo de salir adelante, es resultado de las condiciones sociales. Los que logran superar esa barrera y son capaces de alcanzar un máximo educativo, se ven obligados a abandonar sus lugares de origen, para ir en busca de su desarrollo personal; eso es bueno para el individuo, pero perjudicial para los habitantes que tenían la esperanza de ser auxiliados.

México, tiene una herencia cultural prehispánica, también la que le fue impuesta por la cultura española; la española negó a la prehispánica; entonces la una se impuso sobre la otra y esta otra trata de revivir. Ahí es donde se encuentra la verdad, en esa lucha cultural, impulsada por mexicanos que quieren a un ciudadano dependiente del exterior y otros que tratan de recuperar el pasado histórico; el cual regrese el orgullo y la dignidad de ser de un pueblo que se llama México. Si la escuela mexicana, además de ser impulsora de la ciencia, el arte y la cultura, lograra recuperar la identidad nacional, se podría gritar al unísono: México, México, México.

Para lograr esto, se necesita al maestro, pero para exigirle, se debe comprender que también es un ciudadano, el cual creció con maestros que le enseñaron el camino del dogmatismo, por eso es que repite esos modelos educativos, basados en una enseñanza de dominio, el cual obtuvo ese trabajo, por-

que le permite tener un salario que le permita sobrevivir. El sueldo que le asignan, es raquítico, pero en comparación de lo que gana la clase obrera, es mucho mejor, además; le da un estatus social. Deja a un lado la preparación y actualización, deja de comprender su papel histórico; actúa de esa manera, porque lo remiten a un empleado que debe estar sujeto a ordenanzas, aunque vayan en contra de su quehacer educativo.

El gobierno que tiene como bandera la 4 “T”, tiene la oportunidad de revertir los vicios de los anteriores gobiernos, lo puede hacer reorientado el papel del maestro; para bien de la sociedad y no en favor de un sistema de gobierno. Así se pueden formar a los líderes del cambio, tanto en el gobierno, como en las instituciones educativas, deportivas, artísticas.

La pandemia nos mostró que la voluntad de los maestros es grande, tiene como fin su labor docente; aunque no tuvo apoyo por parte del estado, con sus propios medios continuo su labor académica; si esto lo retoma el gobierno actual, entonces además de mejorar su salario; lo capacitará para formar al nuevo ciudadano, no para su capricho, será para una sociedad justa y digna.

El gobierno debe contratar a otros maestros, pero que estén preparados en un quehacer educativo real; que en lugar de meter a 50 o más alumnos por aula, lleguen a ella un máximo de 20, así se puede personalizar la enseñanza, sin necesidad de recurrir al examen como medio de control: se debe cuando menos en un principio, duplicar a la planta docente de las escuelas, con sueldos dignos, como garantía de un desempeño profesional. Si invierte el gobierno en las escuelas, estará invirtiendo en un futuro prometedor, el cual logre superar las condiciones sociales a las que fue sometido nuestro país; primero por el conquistador, después por el fanatismo y el conservadurismo.

El avance tecnológico, también debe ser fundamento de la educación, con el fin de aligerar el quehacer educativo. El estudiante y el maestro se diferencian de las maquinas, porque toman decisiones con base a la razón. La máquina decide de manera fría, sin sentimientos.

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