CHINA I Hagamos economía de lenguaje, no pregunten cómo, no pregunten qué, estoy en china viendo la NBA.
Es una ráfaga. La vida como juego es una ráfaga, dos aros, dos oquedades, el molusco materno, el pozo hondo en la muerte.
Juego de poeta. La más fugaz de las piedras pasa incandescente, mi deseo damas y caballeros, bienaventurado público de las canchas, es que mis palabras sean como Yao Ming aunque torpes altos, enérgicos. En el furor del combate, en lo más igualado del marcador es mi deseo dar la espalda a la florida belleza del discurso, dar la espalda a los preciados recursos del talento,
a la destreza lirica con la que los pivotes atacan la canasta, dar la espalda y escribir un poema que se titule el gancho, escribir una tesis que se titule el gancho, una partitura para un ensamble de lápices que se llame el gancho, que postule las homínidas ventajas de tener extremidades:
Para colocar en la cesta las manzanas, para asir los frutos antes que se pudran.
ANDEN I Nos aferramos a esta sombra perfumada, a la hora fúnebre en que los andenes quedan como inútiles contenedores. Agitan por las ventanillas algo más que las palmas, agitan las dunas y las olas, el arribo de los ovíparos, agitan la playa entera el recinto en el que resignados los vemos partir.
Porque parte puntual. No hay nada más agridulce que un adiós a la hora exacta.
CAGUAMA I Del amigo en estas tierras apreciamos el silencio placido, o sea, el dialogo ocular con las nubes. La disposición de sus lanzas para querernos, lo que es un dialogo muscular sobre las nubes.
Y el dialogo espiritual a pesar de las nubes, o sea, abrir las caguamas con los filos del alma. Permítanme extenderme: En principio postular, la apertura en contra posición al feo y desdeñable acto de clausurarle a la oquedad sus propiedades. Que son esas pretensiones de negarles a las niñas sus nieves, de prohibirles el consumo incontrolable de chispas multifacéticas en sus nieves.
No se muestra, los emisores de este discurso no decimos que implícito va el chirrear, la falta de aceite, la bisagra sujeta, el manillar clausurado.
Cerrar la puerta nunca retuvo a los gatos en nuestros corazones, cerrar la puerta es solo una toma fuera de campo la vida sigue apareciendo en los créditos.
Profanar la imagen de la botella cerrada es lo que de las amigas y de los amigos toleramos. Basta con sustituir el fermento en el vaso por una docena de intrépidos abrazos, ¡y sí! que suenen los ¡Aaaa! los tiernos ¡Uuuu! docenas de intrépidos y afelpados abrazos. Niéguenle al amigo capaz de abrir con una superficie el mítico objeto sellado, niéguenle, si se atreven su entrada al olimpo de los osos, al vaso rebosante de osos, el tarro embriagante de osos, la yarda que te ubica hasta las manitas de osos, el barril con sus tonos medios su perfume a cedros con el que rellenamos misiles repletos de osos. Evitemos el evangelio según las piedras,
respetemos la decisión de estas a permanecer en silencio. No se gana con el destapador, con los objetos diseñados para fines concretos, pertenecen a la razón, a la rueda, al incesante río, al desbordado, el que ¡pam! y ¡pum! a latigazos humedece los cuerpos de violencia. Ahí el hilo, no descubro nada, el problema es que hay agua, las frutas aún cantan la égloga de las estaciones, hay pan y mermelada, la cátsup requiere el sacrificio de los tomates, esos blandos y dóciles que pagan caro sus investigaciones sobre la huerta. ¿Qué ganamos con el destapador? ¿La inmediatez del oso? No hay como un tinto de oso tibio, resbalando con la gracia de una estopa por nuestras laringes, asumamos el riesgo a la asfixia, no le niegues al poema la posibilidad de decir
de gritar: ¡Esquiiiiiiiiiiteeeeesss! ¡Esquiiiiiiiiiiteeeeesss! Un cucurucho de esquites, amarillos y tiernos soles como guirnaldas colgando del poema, sin maíz no hay poema ni sociedades estratificadas consagradas al consumo también tendrá que decirse.
No por eso pretenderemos que al poema no le otorguen su diploma, el documento que lo avala como objeto, como mundano ente tridimensional, con relieve, peso, aristas filos primordiales con que llegado el caso, abriríamos la última para -como se debepoder encaminarnos.
BUZÓN DE QUEJAS Estimado corporativo, les dirijo esta hoja electrónica en su buzón de quejas:
El pasado veintidós del mes en turno se suscitó una polémica entre una distinguida clienta y su servidor, quien redacta esto por la noche y por el día surte el más variado cóctel papelero; siendo yo un humilde empleado al mostrador. El altercado empezó cuando la clienta me pidió dentro de la amplia gama de plastilinas que maneja su marca, el color carne.
En primera instancia le alcance una barra carmín, que rebanada en finas capas y marinada de gran forma podría degustarse en el más suculentos de los tacos. El gesto de repudió albergó la cara de la compradora, insinuando mi ignorancia con una leve genuflexión de ceja. Color carne pero de piel,
de gente, de persona, me indicó. Momentos más tardes, estupefacta me dedicó una letanía de madres y distancias que recorrer, cuando a su disposición puse las tonalidades de cafés que su distinguida línea maneja. Sobra explicar los detalles que me llevaron al desempleo.
Les ruego tomar cartas en el asunto. No sé, empezar por eliminar la palabra carne del color rosa claro, sería de gran ayuda. Tengo entendido que su rúbrica se comercializa en todo la República de las Lágrimas, siendo nosotros sus habitantes más obscuros que el propio Batman. Por el momento me despido, pendiente de su respuesta queda su amigo y servidor: El negro Brannan.
TOC TOC Abro la puerta, soy yo, me pregunto qué quiero, si se me ofrece algo, acaso ¿azúcar? ¿sal? ¿café?
Toc, toc. Abro la puerta, me predico las buenas del libro me ofrezco salvación en sencillos dos pasos, el paso uno es no cerrar la puerta. Toc, toc. Abro la puerta, me vendo un amplio cardumen de enciclopedias en cómodas letras.
Toc... Abro la puerta y me la azoto en la cara, estoy harto de molestarme justo cuando intento hacer este poema.
REGADERA Se puso en huelga la regadera, gira solo ahora las perillas para firmar en el aire su lista petitoria. Deja caer una gota de nada como clara solidaridad gremial.
Antes que ella se pusieron en huelga los tubos y los codos, anteriores a estos los ríos, los mares, el agua toda dio la espalda al contrato que aseguran nunca firmaron con la humanidad. A los clavadistas empezadas las evoluciones los toma en descenso el retiro de los agremiados, haciendo de la alberca un cubo amargo. Con vecinos organizamos tan pronto los días se hicieron meses violentos grupos de choques, con marros y palos, golpeando a ratos, maldiciendo con la boca seca a ratos, apestando a ratos. Hoy se hizo público, también nos abandona la última gota de sangre.
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