“Libélula” Autor: Josemartí Castro Villarreal Grabado: Xilografía 40x35cm, 2019.
De mi existencia No sé el momento exacto es difícil recordar las nueve lunas donde coincidió nitrógeno y carbono en mi alma vieja viajera En qué lluvia exacta eclosionó el cardumen de mis células Es difícil recordar la cama dónde... la piedra que fui la espuma de antes las palabras cortejando a mi madre el olor de las flores seductoras La tierra cómplice donde broté como una hierbabuena siempre hierbamala El viaje útero hasta llegar muerte La bienvenida del viento
El sol, pezón ardiente agua dulce en mis labios Quizá si hago un intento puedo visitar a Memoria al abuelo Río A mis pulmones regalando suspiros debajo de una jacaranda A mis ojos persiguiendo la lluvia de junio atravesando siglos de historia Pero, aun así no recuerdo cuando me salieron estas piernas para huir Pero pronuncio mi único primer nombre en silencio: Nuvia Soy así una osamenta llamada Llamada a las tres de la mañana
Son mis ancestras me han dejado las caderas igual de anchas en la cama Cabellos olor café lluvia de noche Junio, lo repito nuevamente En dónde se archivó mi folio mi boleto del bus mi contraseña mis luciérnagas anemonas de mis noches La única luz que me queda es la memoria Es el agua hirviendo en la estufa de la abuela Es un danzón y mis primeras deudas con el día
Quisieron las montañas darme un corazón flotante encima de una hoja Quiso mi corazón escapar de estas manos diminutas pero lo guardé en una caja de cristal donde le doy de comer tres veces al día… Nadie sabe la exactitud de la danza fecundadora de cielo/libertad Nací como Nuvia pero viví como Isis, Wyrd o Kali fue Junio que trajo a mi generación condenada lentamente al abismo Fue la época de hasta aquí… Donde las geopolíticas delimitaron nuestros sueños sueños de vagones hacía lo incierto.
Trébol de cuatro hojas que no cosechamos todas en el camino fangoso Suerte que se escapa en las puertas de un autobús nómada Puertas cerradas son nuestros labios ante la inmensidad de la tierra Ciudad Asfalto hecha de miedos Osamenta de nosotras las viajeras Hemos llegado a una linterna de miles de vagabundos
Hemos llegado a la urbe después de un mar Miles de palmeras El rezo de mi madre disparó a todos mis depredadores Nadie detuvo mis pasos, pero no soy la misma en esta tierra desconocida Quizá mi nombre no sea Nuvía, Tal vez ladrona, mulatita, extranjera, mi amor… ATENTO AVISO Mi nombre fue extraviado en las calles bajo la banca de un parque vacío Cerca de las zonas de tolerancia
Al sur de los trabajos sucios Al sur “Por la izquierda emigran los pájaros”1 decía Centroamérica, Al sur, muy lejos quedó Santitos Vos no te acordás Abel, porque sólo yo en mis ojos puedo verte Porque sólo yo puedo recorrer todas las olas de tu piel rocosa Porque mientras vos veías debajo de mis ojos yo guardaba todas las palabras de amor, dentro de mi lengua
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Del poema “El sur queda a la izquierda” del autor Fabricio Estrada
Xibalbá, está en mi mente y desde hace rato te escribo Abel: Quizá nuestro amor es un ilegal, pero está vivo. Mis pestañas se cierran: Trébol de cuatro hojas que no nació para todas Ciudad cuántica sin suerte me has dado una hija llamada Soledad Nacerá en mayo cuando el sol estallé mangos mientras plagio sonrisas a desconocidos caminantes.
De mi viaje infinito No sé qué llevarme quizá el canto petirrojo El ímpetu del mar Sobre todo el mar Principio innegable de toda locura Abel me llevo también tu beso resistente los atardeceres Santitos las ipoemas del patio de mi madre TODAS LAS PALABRAS inexistentes también me las llevo Con ellas puedo construir
otro mundo menos enemigo Decido caminar junto a la muerte porque nadie me preguntó si quería venir Decido terminar con mis obligaciones con las filas interminables con los papeles donde no soy yo con los juzgados y la distancias con el mandato de ser cuerpo con la necesidad volar Termino con las vacunas para evitar el dolor/Cada ocho horas durante un milenio Con los golpes a mi vida devaluada en este mundo aparente En este abandono siempre al asecho
Me fastidie de la calle de sus aceras llenas de basura Me fastidie de los trabajos en los mercados de la existencia Vendí pan para el hambre del indigente Di placer al burócrata Limpié suciedad en las habitaciones del destierro Puedo decidir irme Ya he cumplido Con mi “ética” aquí Ya he pagado mi sentencia
por ser ilegal Decidí llevarme todo pero no puedo llevarme nada No sé qué misterios guarde la lluvia en sus átomos vitales No sé cómo un bambú creció en mi pecho antes de partir No sé cuál es el secreto De la energía en rocas que parecen muertas No sé cómo cruzar el río sin ahogarme No sé regresar al mismo lugar donde mis huellas
las borró la migra Me deporto Decido el silencio Decido vivir mi propia muerte como símbolo de mi eterna transmutación como testimonio de libertad que siempre me fue negada Me pongo el vestido más elegante me pinto las uñas escribo a mi madre Envío últimas palabras: Cuando mi cuerpo no se mueva
deja en mi ataúd algunas rendijas donde puedas introducir tus mensajes Te contestaré por medio de la lluvia siempre a las tres de la tarde A las tres de la tarde también voy ascendiendo Vuelo por primera vez en primera clase Me sirven fermentados frutos amargos Voy dejando en mi vida difusas escenas de mi peregrinar Ya puedo verte querida abuela Ya quiero abrazarte querida hija
Ya era necesario poner un bálsamo a esta llaga infectada de tristeza Ya vino la obscuridad a traerme Me toma de la mano entre otras sombras Vuelvo a comenzar: No sé el momento exacto Es difícil recordar las nueve lunas donde coincidió nitrógeno y carbono en mi alma vieja viajera.
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