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AMLO FIEL A TRUMP Y
AMLO FIEL A TRUMP Y APASIONADO POR EL BEISBOL
TEXTO DR. MARIO ORTIZ MURILLO |
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EL MAGO DE LAS PARADAS CORTAS
El desenlace del proceso electoral en los Estados Unidos dejó a Andrés Manuel López Obrador arrinconado, con la carabina al hombro, ponchado, con lo tres strikes y comiéndose un ponche que todavía sigue sin digerir. Al parecer en los cálculos de un juego que presagiaba la derrota del anaranjado republicano, el robusto Donald Trump, no estaba considerado como un escenario posible para el torpedero de las mañaneras.
Por extraño que parezca, AMLO fue incapaz de leer los signos que advirtieron la caída del amigo Trump, por quien apostaba que sería reelecto. Ambos hábiles peloteros del juego político: con la audacia necesaria, y el costal de mañas, para batear los embates de la prensa liberal, y comunicar a sus huestes desde las redes sociales. El binomio Trump-López Obrador
mantiene demasiados paralelismos, sus métodos vaticinaban que ambos llegarían con aliento a la novena entrada; muy a su pesar, el encopetado empresario apenas llegó a la quinta entrada sin condiciones para anunciar que ya es juego legal, al cuestionar los resultados y lanzar a su ejército de abogados contra los colegios electorales de los estados columpio (swing states). Instalado en su etapa de negación (muy común en él), el de Macuspana luce contrariado, insiste en resucitar el reclamo del voto por voto, estado por estado del derrotado republicano.
Quizás los fantasmas del fraude del 2006 siguen atormentando por las noches (y días) a López Obrador, y éste sienta lástima por el político estadounidense, al que como él debe pensar que “le arrebataron la presidencia”. La amistad con Trump ha cegado al jefe del ejecutivo de haber actuado a tiempo, especialmente cuando los intereses con los Estados Unidos se construyen cuando se actúa a tiempo en diplomacia la política también es fondo. Como decimos en el beis, “hay que saber correr la base antes de que te pongan out”. Recordemos cuando el mismo martes 4 de noviembre 2008, a unas horas de alcanzar el triunfo en las elecciones, Felipe Calderón pegó un triplete ganador reconociendo la legitimidad el triunfo del candidato Barack Obama e invitándolo a visitar México. El gesto conmovió de inmediato al político afroamericano. La cancillería mexicana logró una reunión a ocho días de tomar posesión con el presidente electo; los presidentes se reunieron en Washington. El encuentro permitió alcanzar un acuerdo en materia de lucha contra el tráfico de drogas, revisar la venta ilegal de drogas y revisar el Tratado de Libre Comercio. Calderón construiría una relación fructífera con el gobierno norteamericano y así apuntalar el rumbo de la política económica y seguridad, el respaldo otorgado por Barack Obama había sido vital para lograrlo.
II
En el selecto club de gobernantes conformado por Putin, Bolsonaro y AMLO, los torpederos autoritarios del mundo no conceden que el candidato del partido demócrata, Joe Biden , hubiera logrado arrebatarle la presidencia al amigo y socio más carismático de la política estadounidense. Como si se tratara de alguna república bananera, el jefe de la 4 T olvidó aquella
máxima de la difícil relación con los Estados Unidos: “amigos de todos, enemigos de nadie” que obliga a mantener una buena convivencia con el socio y vecino sea o no de la preferencia del presidente. Resulta contradictorio entender la fidelidad de un político que surgió de los movimientos sociales, la oposición a la derecha por un político de la calaña de Donald Trump. No hay muchas explicaciones a esta contradicción ideológica, sin embargo López Obrador como un hábil animal político es más pragmático que doctrinario, de ahí su luto por la derrota de Trump, político con el que comparte el pragmatismo y franqueza para alcanzar acuerdos favorables para los intereses políticos de ambas partes.
En política todo es posible, así dos adversarios en el discurso ideológico lograron construir una amistad fructífera: ganar-ganar. En síntesis: las contradicciones de esta bizarra relación pueden explicarse en términos beisboleros: es como si un equipo de ligas menores no reconociera el triunfo en la Serie Mundial que lograron los Dodgers de Los Ángeles en una complicada temporada. Así las cosas. Seguramente Biden, no olvidará y tendremos que nadar contracorriente, a menos que la Suprema Corte de Justicia cambie el fallo y toda esta marea política solo haya servido para que Trump permanezca en la Casa Blanca. Suena remoto, pero como en el beisbol: esto no se acaba hasta que se acaba, y para el 20 de enero y la toma de posesión del demócrata, podría pasar cualquier cosa, la política con Trump, siempre es impredecible. Así que a lo mejor a ese escenario le apuesta el presidente mexicano, quien por cierto, podría haber aconsejado en estos menesteres a un novato de las derrotas electorales, recordemos que el veterano López Obrador en estos oficios postelectorales se las sabe todas.
III
A propósito de Serie Mundial quien se trepó al carro de los triunfadores fue el astuto presidente, el jefe máximo de la república beisbolera, ni más y menos que el residente de Palacio Nacional, quien nunca ha tenido pudor por declarar que el beisbol es para él “una pasión enfermiza”, pronosticó el triunfo del equipo de los Dodgers de Los Ángeles.
Los Dodgers, equipo emblemático del viejo circuito, son el equipo más popular en México porque ahí jugó el “Toro” Fernando Valenzuela, el mejor pelotero de todos los tiempos. En los ochenta, Valenzuela logró que un país futbolero volteara al rey de los deportes, desde 1981,
cuando surgió la “Fernandomanía”, México ama al equipo angelino.
López Obrador, seguidor de los Cardenales de San Luis, se vistió de Dodgers en los playoffs y vivió un octubre soñado en su gran pasión. Como epopeya épica, el último juego lo ganaron un par de mexicanos, González y Urías. Así, en la culminación de un capítulo que quedará para historia del beisbol, Urías y González se vistieron de héroes: AMLO estalló de alegría cuando el sinaloense lanzó una joya de pitcheo y culminó la hazaña al lograr el último out, con un soberbio ponche propinado al último bateador de las Rayas de Tampa Bay.
El más beisbolero de todos los presidentes y mandamás de la República Beisbolera Mexicana, dejó a un lado las formas y su más grande pasión, se desbordó para mandar a un lado la banda presidencial y aparecer en un casero video colocado en redes sociales con la gorra del campeón a unos minutos del sonado triunfo de los Dodgers alzándose campeones de la Serie Mundial. Mandando al diablo a las instituciones, a sus detractores y a quien no ame al beisbol, felicitó al relevista azteca al que nombró oficialmente “el nuevo Valenzuela”, y en ese éxtasis por venerar al joven Julio Urías, apenas otorgó al otro artífice del histórico trabajo de pitcheo, el nayarita Víctor González, quien a la postre sería el serpentinero ganador del decisivo juego, un discreto saludo.
En esa noche de lunes poco importaron los muertos de la pandemia, la crisis económica y hasta las protestas de las organizaciones feministas. Dos mexicanos estaban ya en los libros de la historia del beisbol por su contribución para llevar a los Dodgers a la obtención de una Serie Mundial 2020, misma que no ganaban desde 1988.
Por su parte, la mezquina clase política, esa que de seguro solo ama el futbol con sus horribles empates 0 a 0, y no entiende el fervor del beisbol, criticó con dureza la pasión del presidente por su amor a un juego en el que no hay empates. Los ataques fueron exagerados, algunos dirían que razonables, sin embargo, esa noche solo los beisboleros entendimos la alegría desbordada por el presidente. ¡¡Cómo reprocharle el tributo al
pitcheo mexicano!!
AMLO es un aficionado de toda la vida, por esta ocasión las calamidades y los problemas sociales, solo por el tiempo que duró el juego, quedaron de lado: la Serie Mundial con mexicanos es prioridad nacional. Vaya alegría y felicidad insuperable, ya habrá tiempo de recuperar la furia contra la 4T, al menos esa noche mágica del 25 de octubre, todo México apoyó a los Dodgers y sus látigos aztecas.
Ha caído el último out, el presidente y la nación beisbolera pueden regresar a la dura realidad, la temporada acabó, la última alegría del año se vivió en el Clásico de octubre, regresemos a los informes de López Gatell, al rescate de la economía, a la campaña por el cubrebocas e incluso a prohibir la navidad para que nadie salga a casa. El presidente beisbolero y los fanáticos del rey de los deportes nos unimos en la efímera alegría de un juego que solo eso, un juego, pero cómo nos alegró un sombrío año.
@mariopuma
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