Señorita Estrella

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SeĂąorita Estrella Mireya Viacava-Raab /Alejandra VIacava




E

sa mañana, mientras esperábamos en la clase a la nueva maestra, Roxi me chistó:

-¡Nacho chist chist! ¿Pensás que la nueva maestra tendrá los ojos verdes de víbora como la del año pasado? ¿O dientes de vampiro como el director? -¡Pero no! ¡Vos tenés cada idea! Seguro que tiene ojos marrones, el pelo brillante como… una reina y que es muy simpática – le contesté -¿Y si se come la mascota de la escuela como un ogro? -¡Pero no! Ahí viene. ¿Le ves cara de ogro? ¿Ojos de víbora? ¿Dientes de vampiro? ¡No!!! ¡Guauuuu Nacho! ¡Se parece a una reina de verdad! – dijo Roxi al verla llegar. La nueva maestra no caminaba por la clase, flotaba. Tenía una sonrisa que parecía una media luna dibujada y olía a pétalos de rosas recién cortadas. Llevaba un rodete altísimo, zapatos plateados, anteojos en forma de estrella y una cartera de donde desbordaban hojas y tizas de colores. Al verla tan linda, toda la clase decidió portarse muy bien, y no el primer día, sino todos los días. Nos pondríamos en fila de a dos, sin tirarnos de los pelos. No haríamos muecas horribles y nos sentaríamos en silencio, sin zapatear, sin empujar y sin silbar. Todos eso, todos los días. -Buenos días, chicos. Me llamo Estela…. no… no…Estrella, me llamo Estrella. Hoy vamos a empezar por ver quién se queda a comer al mediodía en la escuela. Veamos…VIVI- Bife con puré…mmm… TOMA la vinagreta…uuuyy…CAROLA rallada…mmm… PA..PAU…fritas…mmmm… Macedonia de FLOOOOR…perdón Florencia…ay ay...Pera a la bella… ELENA – decía la maestra muy confundida - ¡Ay, ay ay! Lo siento mucho chicos. Les estoy haciendo una verdadera ensalada con sus nombres y el menú, pero es que retener 25 nombres y el menú un primer día de clase es muy difícil ¡Todavía estoy en la luna! Entonces, Roxi me chistó otra vez. -Chist …Nacho…chist…tengo el presentimiento que ¡LA NUEVA MAESTRA TAN LINDA ES UNA EXTRATERRESTRE y que acaba de llegar de su planeta! Es por eso que se confunde todo. En su planeta, seguro que los alumnos se llaman Celuloide o Intergaláctica, no Paula y Tomás como acá. Estoy segura que comen cápsulas, como los astronautas en las naves espaciales. Nada de papas fritas y pollo. -¡Shhh! ¡Mirá si te escucha! – le contesté enojado



Aún enredada, la nueva maestra se acercó al pizarrón y con las tizas de colores empezó a dibujar una cosa rarísima. -Señorita ¿Qué es eso? ¿Un puercoespín? - pregunté -¿Una pelota con alfileres? – preguntó Lucas -¿Y porque no un tomate con flechas? ¡burros! ¿No ven que son antenas, antenas de un extraterrestre? – gritó Roxi -¡Ay, ay, ay! ¡NO LOGRO BAJAR DE LA LUNA! No es ni un puercoespín, ni una pelota con alfileres, ni un tomate con flechas… es un….un…hombrecito con los pelos parados, pero tienen razón: parece un extraterrestre – dijo la maestra riéndose. Ahí empecé a dudar. ¿Y si Roxi tenía razón? -¡Ey, Roxi! – la llamé en voz baja – estoy seguro que la maestra debe venir de otro planeta o de la luna porque si fuera terrestre como nosotros, sabría dibujar a un humano. En el primer recreo, la Señorita Estrella se sentó en una silla a la sombra de un árbol. Enseguida, el Director se le acercó. Y nosotros nos arrimamos disimuladamente para escuchar la conversación. -¡Qué calor!- dijo el director. ¡Uf! Sí… yo no estoy acostumbrada a estos calores – le explicó la maestra -Te lo dije – me susurró Roxi -Dígame Señorita ¿Anoche vio las informaciones? -¡Oh no Señor Director! EN MI CASA NO TENEMOS TELEVISOR -¿Ves, ves qué es una extraterrestre? – me alertó Roxi – Dice cualquier cosa. ¿Quién no tiene un televisor? ¡Todo el mundo tiene un televisor en la tierra! Para mí, ella no se anima a decir que vive en la luna…y te voy a decir otra cosa: le vi las antenas…mirá bien su rodete… Y haciéndome el distraído, mirando de reojo, las vi. -¿Entonces crees que puede recibir mensajes lunáticos?– le pregunté a Roxi. De pronto, una brisa empezó a soplar y refresco el ambiente. Pero cuando la brisa se hizo más fuerte, el rodete de la Señorita Estrella se desarmó enterito y la maestra dio un pequeño grito. En ese momento DOS PINZAS PLATEADAS cayeron al suelo. ¡Eran SUS ANTENAS! Rápido, corrí y me apresuré a levantarlas del piso y en lugar de devolvérselas me las guardé en el bolsillo del pantalón. -¡Roxi las tengo! ¡tengo sus antenas! – le dije tanteándome el bolsillo -¿Qué? ¡mostráme! -No, después de la clase de gimnasia. Tenemos que descubrir LO QUE PUEDE HACER UNA EXTRATERRESTRE CUANDO PIERDE SUS ANTENAS– dije con voz de jefe.



En la clase de gimnasia, la nueva maestra decía: -¡Arriba los brazos! ¡más alto! ¡más! ¡más! Como si quisieran tocar el sol o la luna. -¡Uf, ug, uch! ¡hace mal! …si sigo así voy a tocar un extraterrestre – dije en voz alta para ver qué cara ponía la Señorita Estrella. -Quizá, Nacho– me respondió la maestra jadeando. -Mirá Roxi, la maestra se puso pálida de un golpe ¿no te parece que desde que perdió sus antenas le falta el aire? Mirá los gestos que hace con los brazos… debe faltarle el aire sin sus “cositas”. -Tenemos que devolverle las antenas sino va a desmayarse ¡No tiene más fuerzas! – dijo Roxi muy asustada -No, después – respondí - esta es nuestra única oportunidad de conocer una marciana. De pronto la nueva maestra recuperó sus colores. Se río y dijo: -¡Vamos chicos! ¡energía! ¡hop! ¡hop! ¡hagan como yo! – dijo levantando los brazos una y otra vez. -Te equivocaste – me dijo Roxi – Ella respira muy bien en la tierra y SIN sus antenas. Seguramente algún amigo espacial le envió ondas de fuerza. ¡Pobrecita! Debe extrañar a sus amigos. Tiene que esperar hasta esta noche para volver a su planeta. -¿Te parece? – pregunté un poco frustrado con mi experimento.



Cuando llegó la hora del almuerzo, mi tesoro extraterrestre estaba todavía intacto en el bolsillo de mi pantalón. -Ahora TENEMOS QUE SABER SI UN EXTRATERRESTRE, SIN ANTENAS PUEDE COMER Y TOMAR – le dije a Roxi. -Eso no está bien Nacho. ¿Mirá si se desintegra en el comedor? ¡hay que devolvérselas! – me ordenó La Señorita Estrella. No comió ni una papa frita, ni un tomate. Nada. Solo tomó una taza de café -¡Nacho! Seguro que la maestra no puede masticar sin sus antenas. ¡Solo puede tomar! Pobre. Ni siquiera le puso azúcar... De repente, vimos que la maestra saco una cápsula blanca de su cartera. La puso en el café. Y de un golpe se tomó todo y se puso a conversar amablemente con los otros maestros. -Ahora sabemos que los extraterrestres no pueden comer sin antena. Solo pueden tomar A CONDICIÓN de tragar una cápsula de astronauta– comenté -¡Qué tonto! - se burló Roxi - Quizás en la luna, o en su planeta, comen más tarde. -No, te juro que cuando vio el menú terráqueo ¡puso una cara! Estoy seguro que allá arriba comen raíces de tierra de luna o granos de estrellas.



Esa tarde, nuestra clase iba por primera vez a la piscina de la escuela. Y yo tenía que averiguar SI UN EXTRATERRESTRE, SIN ANTENAS, PODÍA FLOTAR EN EL AGUA -Eso es muy arriesgado – me dijo Roxi - Hay que devolverle las antenas, Nacho, mirá si se ahoga Al borde de la piscina, empecé a temblar. No quería ver. Sería mi culpa si la nueva maestra caía a pique o se transformaba en rana. Y cuando me tapé los ojos, Roxi me gritó: -¡Mirá Nacho! ¡flota sin salvavidas y sin antenas! Abrí los ojos bien grandes y la vi nadando como una sirena. Ahora sabía lo que mi maestra extraterrestre era capaz de hacer sin antenas, entonces, rendido, decidí devolvérselas. Volvimos a los vestuarios, le envolví las antenas en una hoja de cuaderno, le dibujé una luna y le escribí este mensaje:

“Querida maestra: Le devuelvo las antenas que usted perdió en el recreo. Seguramente va a ser muy difícil para usted trabajar en la tierra hasta las cinco de la tarde. Pronto se va a acostumbrar. Yo la voy a ayudar. Su alumno Nacho”.



A la salida, le dí el paquete. La maestra Estrella lo abrió, me sonrió con su sonrisa de media luna y se acomodó nuevamente las antenas en su rodete. Todo había terminado cuando oigo a Roxi balbuceando: -¡Na Na Nacho mirá ! – dijo señalando la puerta de la escuela. Afuera había estacionado un objeto extraño no identificado. Era un plato volador con forma de moto gigante. Al volante: un marciano envuelto en un traje verde luminoso, con un casco lleno de antenas. La señorita Estrella se subió flotando y el plato volador se encendió soltando una inmensa nube de polvo de estrellas. Nos dijo adiós despidiendo fuego y los dos se evaporaron en dirección desconocida. Esa noche, Roxi y yo esperábamos impacientes la salida de la luna. -¿Estás seguro que se fueron para allá? ¿la vamos a ver? – me preguntaba Roxi muy nerviosa. -¡Claro! solo es cuestión de tiempo….la luna queda lejos. – le expliqué. -Pero ¿Y si no aparece? ¿Y si mañana no va a la escuela? – insistía Roxi -¡Mirá Roxi! ¡mirá! ¡ahí van! ¡ahí está! ¡esa es nuestra Señorita Estrella! – grité entusiasmado al ver a lo alto, a los lejos, casi en el infinito, a nuestra linda maestra extraterrestre cruzando los valles de la luna llena.






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