La trampa de las palabras

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La trampa de las palabras

Mireya VIacava-Raab / Alejandra Viacava



Para Caroline, mi hija


Yo

Me llamo Joaquín. Tengo 10

años y soy escritor. En mi cuarto. Tengo una

computadora, hojas, cuadernos, lapiceras, pedazos de

papel y libros por todos lados: sobre mi escritorio, mis bibliotecas,

sobre la cama, en los cajones… me gustan las palabras, las lindas frases, me gusta jugar con las letras, me

gustan las palabras inventadas, difíciles, diferentes, las palabras cruzadas y entrecruzadas, en una palabra: lo que me gusta es usar todo eso y ¡ESCRIBIR!

El problema es que me gusta tanto escribir que me

olvido de ¡todo!. A lo lejos, en medio de la tormenta de mis ideas y de las palabras, escucho:

¡Joaquín a la mesa! ¡Joaquín, Rafael te espera afuera desde hace quince minutos! ¡Joaquín, tu papá necesita ayuda! ¡Joaquín tus deberes!

Si, si y si… ya voy – respondo y escribo una palabra más en una de mis mil historias, mientras bajo las

escaleras con mi cuaderno a la mano y un lápiz en la boca.


Pero Joaquín, ¿Podés dejar ese cuaderno un momento? – protesta papá.

Pero Joaquín, te dije veinte veces que no quiero ver tu cuaderno en la cocina – insiste mamá

El cuaderno mal querido es el que me ofreció mi tío Pedro. Tiene hojas de todos los colores para escribir “según mi humor” como él dice. Mi cuaderno es como mi sombra, me sigue a todos lados. Entonces, si una idea genial aparece, paro el mundo y el tiempo, abro mi cuaderno y escribo frases disparatadas en las páginas amarillas, apasionadas en las rojas, serias en las azules y títulos interesantes en las blancas. Por eso voy con él a todos lados.

jjj


Mis amigos ¡Ey Joaquín! ¿siempre con tu novia bajo el brazo? – se burlan mis amigos señalando mi cuaderno multicolor. Yo me río. Ellos saben que entre nosotros no hay secretos y conocen mi manía por la escritura. A veces, después del partido de fútbol nos sentamos en las gradas de la cancha y les leo algunas líneas. Se ríen cuando leo las páginas amarillas, me pregunten de quién estoy enamorado se les leo las rojas y me miran raro cuando leo las azules porque dicen que escribo cosas complicadas.


Los martes Es el día del taller de periodismo en

la escuela. Toda la clase está en ebullición. León corta los diarios para hacer títulos, Sofía hace un reportaje ecológico,

Guillermo saca una foto del profesor de gimnasia,

Nicolás y Sabina dibujan una historieta y Laura, la directora del diario me pide:

Joaquín, ¿nos podés contar el último libro que leíste? Joaquín ¿nos podés hacer un poema? ¿O una historia de miedo?

Y yo siempre listo a escribir. Tomo mi cuaderno, busco

ideas, y rápido, sentado frente a la compu de la clase,

creo… sueño...pero debo confesarles que lo que más me gusta, lo que más me gusta es escribir cartas ¡Ese es mi estilo! ¡Me encantan las cartas!

Tomás me pide hacer una linda carta para el

cumpleaños de su tía Elena, la que le hace unas tortas

fabulosas para las fiestas de la escuela. Claudia quiere

mandar una carta a su padrino que vive en otro país. Juan Martín, elige una carta postal muy divertida para su primo y a Flor… a Flor le encantan las cartas de amor, como las que me gustan a mí.


Flor Flor está enamorada de

Ignacio, mi mejor amigo. Ignacio tiene

mucha suerte, porque Flor es la chica más linda de la clase ¡qué les digo de la clase! Les diría que es la más linda de la escuela y quizá ¡del mundo entero!

Entonces, durante el recreo más largo,

el de la tarde, Flor se sienta a mi lado. Mientras ella sueña, yo, con tal de tenerla

cerca, ejecuto sus órdenes y escribo con

una linda letra, prolija, con mucho esmero, una carta para Ignacio. Y cuando Flor mira



hacia el cielo buscando las palabras, yo la miro

románticamente… ¡porque Flor es más linda que una rosa!

¿Qué pensás de una frase así: “el sol se ilumina cuando

vos me mirás”? - le pregunto interpretando su sonrisa - ¿es eso lo que querés decir? – insito un poco celoso.

¡Eso es Joaquín! ¡Exactamente eso es lo quiero decirle! Gracias, muchas gracias “mi Cyrano” dice Flor, y la veo irse con sus amigas y mi carta en la mano.

Y cada vez que Flor se va, yo me quedo, en silencio, escribiendo sobre mis hojas rojas, las hojas del amor,

esta frase: “Quiero a Flor. Ignacio es mi amigo y mi rival. ¿Cuál será nuestro destino?”

jjj


El sábado

Mi tío vino a almorzar. En cuanto lo

vi, le salté encima y le murmuré en el oído:

Tío, Flor, una amiga, me trató de Cyrano. ¿Eso es un cumplido o no?

¿Por qué? ¿le escribís sus cartas de amor? ¿Cómo adivinaste?

Escucha bien esta historia - y mi tío empezó a contar. “Cyrano de Bergerac era un hombre que adoraba

escribir, sobretodo cartas de amor, como vos. Estaba enamorado de la bella Roxana. Desdichadamente,

Cyrano tenía una nariz desmesuradamente fea, ultra fea y grande, mega grande...”

¿Entonces Flor me llama Cyrano porque mi nariz es horrible? – dije tocándome la nariz para ver si se alargaba o se parecía a una zanahoria.

¡Pero no Joaquín! – respondió mi tío riéndose – prestá atención:

“Y Roxana estaba enamorada del guapo Cristian, un joven y elegante soldado”

Sentí una punzada en el corazón. Pensé en Ignacio.


La esperanza de que un día Flor se enamorara de mi se esfumaba. Sin embargo, seguí escuchando a mi tío Pedro.

“Contrario a tanta belleza, Christian no era hábil para conquistar a una chica y menos a una tan linda como Roxana. Y como Roxana no sólo apreciaba la belleza de un hombre sino también las lindas palabras y el genio…”

¡Uf! Eso está mejor – dije aliviado - ¿Entonces tengo alguna posibilidad de conquistar a Flor? Mi tío continuó:

“Entonces Cyrano, generosamente, a pesar de estar

enamorado de la misma mujer, le ofreció prestado a Cristián su talento de escritor para seducir a Roxana.

Sus cartas estaban tan bien hechas, mostraban un

amor tan sincero que Roxana más las leía más se enamoraba del joven militar”

Esto es parte de la historia – terminó diciendome mi tío ¡No es justo! - grité – ¡Ese amor le pertene a

Cyrano porque es él el que escribía las cartas! Tendría que haberle dicho a Roxana: ¡Soy yo el que te quiero! Si Joaquín, a veces esas cosas hacen mal… pero

bueno ahora sabés porque Flor te llama Cyrano…

porque le prestás tu talento – me dijo palmeándome la espalda.


Si… además porque

yo estoy enamorado de Flor y ella, como Roxana, está enamorada de otro…. Quedé aturdido

toda la semana.


Un domingo Estábamos listos para irnos a la casa

del abuelo cuando sonó el teléfono.

Joaquín, es para vos. No hablés mucho porque nos tenemos que ir. – me dijo mamá Hola ¿Ignacio? - pregunté

No, soy yo – respondieron dulcemente del otro lado

Silencio eterno. ¿Era Flor, mi rosa, la más linda? ¿O era una broma?

Hola, hola ¿Cyrano Joaquín? – repitió Flor

Sí, soy yo… dije en voz muy baja.Ya estaba en el cielo.

Yo “el rey de las palabras”, tenía a Flor del otro lado del teléfono y no sabía que decir - ¿Necesitas otra carta? – pregunté tímidamente y inundado de celos. Quizás… – dijo Flor con un curioso tono

Mañana en la escuela, porque hoy está toda la familia acá. Tenemos que salir.- respondí

No, Cyrano no puedo esperar hasta mañana. Sería muy tarde – insistió Flor

¿Tarde? ¿Querés que nos veamos ahora? ¿Querés venir a la casa de mi abuelo? – le pregunté con el corazón latiendo a toda velocidad.


Cuando llegamos a la casa del abuelo, todos entraron, salvo yo. Me quedé esperando a Flor sentado en la vereda con mi cuaderno en la mano, listo para redactar una nueva carta de amor para “mi rival y amigo”.Pero

cuando la vi dar vuelta la esquina, toda mi sabiduría de escritor se me cayó al piso. Flor me sonrió de lejos.

Yo le respondí con una mirada chispeante. ¡Estaba tan linda con su remera turquesa que me dejó sin aliento!

La invité a pasar. Era la primera vez que invitaba a Flor.

Estaba orgulloso. Mi papá tosió a propósito para hacerme bajar de las nubes y mamá dijo:

¿Flor se queda a almorzar con nosotros? Flor me miró y yo dije que sí.

Entonces a la mesa, mi pollito – dijo mamá

Detesto que mamá me llame así delante de mis amigos,

pero como Flor sonrió, por una vez encontré el sobrenombre bien simpático.

jjj


El gran amor Después de almorzar, Flor y yo nos

pusimos a trabajar. La invité a sentarse bajo el gran pino

del jardín. Era un lindo día, el perro de mi abuelo se

acostó al lado, las hojas rojas de mi cuaderno brillaban más que nunca y escribí:

“Carta de amor para Ignacio, número 9”. Después miré a Flor para que ella me diera alguna pista antes de que la máquina de mi imaginación se pusiera en funcionamiento.



Flor empezó:

Mi pollito, Yo no sé escribir como vos pero….

¿Estás seguro que querés decir eso? – pregunté sorprendido

Si, si, exactamente eso – dijo y siguió - Hoy es mi turno de decirte la verdad ¡Eso es!

¿El “eso es” también lo escribo? – le pregunté cada vez más ansioso.

Flor no me contestó y siguió, palabra por palabra. Me dictó frases divertidas, algunas llenas de fantasías,

otras sinceras como solo una chica enamorada puede hacerlo.

Y después de muchas líneas, Flor suspiró y me dijo: Ya terminé.

Estaba contenta por ella, pero al mismo tiempo triste.

Estaba seguro que esa sería mi última carta. Flor

seguramente ya escribiría sin mi ayuda. No me pediría más cartas y yo me quedaría solo.

Ignacio va estar muy contento con tu carta.

¡Felicitaciones! ¡Ahora sos vos la escritora! – le dije.

¡Esperá! Me falta una frase híper y súper importante para terminar – me dijo Flor acariciando al perro del abuelo.

Retomé el aliento antes de responder y fingiendo estar


contento dije:

Ok, estoy listo.

Escribí esto: Y ahora que estoy sentada a tu lado, después de haber escritos tantas cartas juntos, me hundí en “la trampa de tus palabras”…

Mi mano temblaba, sentí mis mejillas rojas, tenía sed, tenía hambre, tenía ganas de bailar, de cantar… ¡de besarla!

Mi “Cyrano” ¡Ya no puedo estar sin vos! Un beso. Yo, tu Flor, desde el fondo de mi corazón.

Entones Flor, la chica más linda del universo, bajo estas palabras firmó y dibujó una inmensa flor sobre las hojas rojas de mi cuaderno y sobre mi corazón para siempre.



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