Zombi

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NĂşmero 11

Literatura

Septiembre 2015


Annie Owens


GLOSARIO 11 EDITORIAL Moscas y Mosquitos.

CRÓNICAS SOLFERINAS Diario de una Ex-zombie, Teatro de la Muerte.

PUZZLE DE POEMAS Sucia Pared, Matanza, Zoom VIP, Naturaleza Muerta, Saltar al vacío.

EL TINTERO Zombieveg-Zombiend, Zombis de corazón laiente, Viaje a la dimensión zombie.

LENGUA DE GATO Cerebro sin gratinar y Polillas crudas.

RELATOS ASOMBROSOS RELATOS ASOMBROSOS Orinoco zombi, Día soleado, La combustión.

PERICO COMIX Zombie, Zombis Anónimos.

duendeverdelit@hotmail.com Ilustración de la portada: Daniel Artiles Rodríguez

Ediciones Duendeverde



Larvas, cucarachas, ratas y arañas. Escorpiones, cuervos y tritones. Piojos y pulgas. Chinches, babosas, hormigas rojas y aladas. El demonio tiene muchas formas, muchas formas posee el demonio. Muchos cuerpos poseídos por la bestia... ¿informe? Detrás del champú o encima de las tostadas. Mientras esto escribo un crack ha sonado detrás mío. El demonio no cree en la casualidad. ¡Un ejército de zombis! Aléjate, aléjate. Corre lo más rápido que puedas. Y no mires atrás.


Lady in Black by AlyziaZherno DeviantArt


Una exzombi me dijo hace poco: la luz de la mañana miente. Sacó de su bolsa un cuaderno manchado con sangre y arrancando una hoja me susurró al oído "publica su contenido en Duendeverde". Mi asombro fue mayúsculo, pues ni yo le había hablado de Duendeverde ni Duendeverde se da a conocer.

5 Mayo 2007

Interior y exterior. Cadáveres y buitres. Cuatro palabras me bastan para describir la ciudad. Cuatro palabras para enunciar la morada de los zombis. El gris se funde con el verde. Un despojo comienza a pudrirse. Acudimos como moscas a la irradiación y al ruido, mientras, los buitres merodean por las cornisas de los edificios ennegrecidos por la radiación. O por los malos pensamientos. Por la envidia. Los falsos ecos del lenguaje. Tengo hambre y sed. Mi apetito primitivo reclama alimentos ya olvidados. Cruzo la frontera de los brazos vacíos y el precipicio se ha borrado. Vacío. Una pátina en blanco. Un blanco y negro que mis ojos, convertidos en canicas se niegan a ver. No me importa. Me curaré. Estoy segura de que me curaré.

Cuando terminé de leer el escrito arrancado del que debía ser su único confidente, la exzombi había desaparecido dejando el pétreo olor a ciudad desolada.

Ágata



Existen muchas formas de transformarse en un zombi. Desde sortile gios como El Golem o virus como los de La Corporación Umbrella, pasando por el contagio u, otras formas, más comunes: el mordisco directo, sanguinolento, en Bla nco y Negro (B/N). George A. Romero (La noche de los muertos vivientes (Night of the living dead, 1968) puso las bases del género, aunque parece que permanec ían ocultas en el inconsciente colect ivo. Pero, el veneno puro, ataca a las mentes que, aterradas, cesan de mirars e al espejo, dejan a entrever culebras en los ojos. Ahora bien, nutriéndose a ras de piel, mezclan la infinitud de seres microscópicos. Contagiando su mentira y tirándose desde los octavos pisos maquillados como mimos.

Daniel Artiles Rodríguez




Entre estas paredes sucias Avanza la cuenta atrás Acumulando ladridos y orgasmos Sábanas de sangre En una extensa y espuria pausa dramática Contrayendo los músculos En silencio Mientras los peces nadan en agua limpia En la sala de espera abandonada No hay viaje sin retorno Pues todo viaje retorna al dolor Al desgarro del olvido Entre tumbas de oxígeno La sombra de un gato callejero Portando un corazón entre los dientes Carne de mi carne Que desapareces y apareces Haciéndome un nudo en la garganta Para que no devore tu presa Desde el cielo escribo Derramando semen sobre las calles Para que tú me oigas1 Para evadir el cáncer Que en tus ojos enfermos Dictas el pecado del hambre


Annie Owens Terribly Happy

Y caigo lento, pesado Sin entender la mecánica de mis alas Que, al mirarlas, se inundan de larvas Y son arrastradas por el viento Hacia un pantano deletéreo Donde me ahogo, me asfixio Pero no muero, como el moderno Prometeo2 Torturado eternamente Entre estas paredes sucias

1Veinte

Daniel Artiles Rodríguez

poemas de amor y una canción desesperada/Pablo Neruda o el moderno Prometeo/Mary Shelley

2Frankenstein,



Los buitres sobrevuelan mi casa. De cuando en cuando se cansan, escucho el taconeo de sus pezuñas sobre el tejado. Esperan. Esperan por mi carne muerta. Los carnívoros ya están de camino, avisados por el baile de los carroñeros. Ya llegan.

Ágata


Mirábamos desde 100 metros cuerpos destrozados Atrincherados entre los coches en la acera Había tacones creando pajas en el aire

El local lleno arreventar de gente Con gente que esperaba por la asfixia Había amistades también tan falsas como esta vida

C 'est une pipe Desquebrajada vuestras ropas de putas sin la calidez de Ella Vuestros bolsos de imitación Vuestras risas grabadas otras mil veces Vuestra competición por destacar como los gallos más listos sin cabeza

para deshuesar

Dónde la copa llena de Magritte se mantiene en la humedad y fría apariencia

de un cuadro

Hombres o aparecidos de peinados clonados y muertos

Y mio en algún instante vuestros bolsos, vuestras risas, vuestra competición Vuestras miradas de desprecio por encima de mi hombro

Fin

Juan González Domínguez

para la zona vip

Mia mi lástima y de nosotros vuestro desprecio, vuestro no aptos



Mi mente se pudre en una cesta de frutas La lozanía del rojo, azul, amarillo, verde Hacen brillar el ojo de cristal El hombre se mueve hacia mí “Mi alma borracha de cerveza es mas triste que todos los árboles de navidad juntos”. Charles Bukowski. Salpica en sus dientes el líquido amniótico Corrompiendo su tráquea Después de columpiarse en su lengua molesta 0,3 grados más y explotaría imperturbable vomita su camisa imperturbable relame su nausea Todo está limpio, impecable Menos la prosa Empobrecida por la ausencia de estímulos Caigo en lo negro, profundo negro Como un disco roto retomo la vida Pues, a la luz nacen monstruos sonoros Relamo las sobras De mi triste y jubilosa espesura Implorando un tacón que me pise Y pulverice mi alegría De no ser nada útil Sin concreción Las sombras lo transfiguran todo Dando lugar a otro lugar Confundiendo el espacio con otro espacio Negando cualquier lugar común Del fango nace un lago De un nido de ratas brotan orquídeas En mi camino merodean ojos y bocas



La muerte del Gallo Claudio y su puta madre. Serie: Naturaleza podrida. FotografĂ­a: Yorgenis RamĂ­rez

Los

E

Me afer


Desprendidas de cualquier rostro Los enamorados echan raíces Buscando un claro de luna Lejos de la luz brota el signo Y, al poco, son cipreses balanceándose al unísono El sol sale por la vagina de una anciana Ocultándose en el pene deformado de un transexual s negros tocan la flauta y el clarinete en la gasolinera abandonada Una joven muy sensual para a respostar La música no cesa y ella mira los grafittis del auto-lavado Hace rugir su motor y los negros bailan frenéticamente Estoy en un club de Jazz o a viajando por el intestino grueso de un alcohólico? En otro lugar Botas altas Ojos cetrinos Bolsillos rotos Cae una moneda Al agacharse, exploro mi libertad Retraído, siento Que es mejor estar allí que en el útero materno La calle no le sienta bien a nadie Además he sido devorado y masticado rro a la vida como otra de aquellas almorranas que habitan su ano Porque la vida es sueño Prefiero morir aplastado que salir de este agujero oscuro No creo en la redención Me sustraigo al vaivén acalorado de quien merodea En busca de nada A la caza de un ogro pervertido A la caza de un sueño insondable Abrazando al cáncer Cual naturaleza muerta

Daniel Artiles Rodríguez


Cubren negras las tinieblas mis esbozos, inundando en fango los ojos y en pasos viejos de lentas arcas vienen a comer de mis entrañas los monstruos...

Vuelve a florecer la flor del loto, pero en un plano más oscuro y menos obvio, lamentable azar de muerte y de sintaxis, lamentable la realización de la praxis, más lejana, y al tiempo más temprana al consorcio vaga la luminosidad y el espacio es inhóspito...


Esta noche salgo a cazar, y entre los muertos vivientes de esta ciudad no soy más que otro, uno que camina en sociedad otro que se muestra peligroso y el azar, ahora es tonto y vaga a derramar la sangre con las cuencas vacías de los ojos, con la lengua fuera y los dientes afilados como escorpios, venenosos como acacias, las uñas astilladas y largas la baba cuelga los codos parecen espuelas de hierro, de óxido, los pies pesados como el plomo arrastrando el peso muerto de la carne en descomposición... Daniel

Artiles Rodríguez


Y así uno detrás de otro, así la mayoría, así todos!

Siguiendo el olor del vicio, la decadencia del entorno, ya bien sea con el móvil, el whatsapp, la tele, o los toros...

Todos Zombis corruptos todos deplorables todos demagogos...

Tú quieres salvarte? Solo hay un antídoto...

Luis S.I



Poema Recuperado XXX

A veces se me juntan las palabras en la punta de la lengua y nada sale como debe. Un embrujo se apodera del paisaje y el mundo se da la vuelta, una ortiga se nos cambia por los ojos y al respirar cada mirada pica, dormir requiere de una bruja, tengo hambre de cerebros y al gritar, un deja vú sube el volumen; es imposible concentrarse en la canción pero ésta avanza como el suelo hacia la frente y a lo lejos, tras kilómetros y meses, unas flores nos recuerdan que ha muerto la belleza pero a veces se levanta de la tumba poseída como un zombi que anda buscando su pasado bajo el cráneo de la masa sin esperar recuperarlo.


Hasta que el disparo de un crĂ­o le revienta la cabeza hasta que se apaga la pantalla, las paredes tiemblan, la luna crece, el mundo sigue, aunque nadia haya en la tierra.

Sergio Escribano




Una nueva civilización de zombies comenzó a invadir un pueblo oscuro del antiguo mundo. Se dice que eran radicalmente distintos, no transmitían su condición a través de una mordida, si no por sólo unos segundos de mirada fija. La causa de esto era por que sus organismos eran intolerantes a la carne, sólo consumían vegetales. El principal problema de estos radicaba en su falta de cordura, por lo cual asaltaban las casas en busca de vegetales frescos para poder vivir. Los vecinos de este sector estaban muy asustados ya que la mirada de ellos podía contagiarlos. Se caracterizaban por tener unos ojos intensos y tenebrosos, de fondo verde, y una pupila de color rojo que parecían tener luz propia. Fue ahí donde conocimos la historia de Estela, una zombie normal que conoció a Demian, un Zombieveg. Fue un amor apasionado y al mismo tiempo contenido, ambos controlando sus instintos para poder dar rienda suelta a la pasión que los envolvía. Demian no la mordía y Estela no lo miraba fijamente a los ojos por mas de dos segundos.


Luego del primer tiempo juntos, debían tomar una decisión por que sus vidas eran muy incompatibles. Entonces tenían que decidir, pero algo se les adelantó. Estela quedó embarazada. Este suponía ser un extraño ser al que ambos temían profundamente desde los inicios de su vida.La leyenda dice que la unión entre estas especies esta prohibida, cosas terribles pasarían. En ese momento la población completa de zombies estaba conmocionada con la noticia, todos temían lo que podía ocurrir. Gracias a que Estela nunca desistió de su embarazo, se pudo descubrir algo jamás pensado e increíble. Y es que con este niño llegó la cura a toda condición Zombie, ya que nació totalmente normal y los padres se convirtieron en seres mortales inmediatamente luego del acontecimiento. Ante esto el mundo entero que revolucionó. Estela y Damian pudieron vivir su amor hasta sus últimos días de Zombies. Y desde ese entonces se comenzó a colonizar el mundo de sólo humanos y los zombies lentamente se extinguieron. Texto e ilustración

Jota Loris


Suena el despertador y me arrastro fuera de la cama después de unas horas de un descanso que dista mucho de ser reparador. Tomo café, combustible para mis agotados músculos, mientras veo las noticias. Una ducha para liberar el rigor del cuerpo abotargado y me visto sin casi mirarme al espejo. La cuchilla de afeitar queda sin tocar sobre el lavabo. No pasará nada por negrear un día más, después de todo ¿quien me va a mirar al rostro? Las calles están inusualmente vacías hoy y me pregunto si es algún puente del que no me he enterado. Consulto el reloj confirmando que en realidad he salido un poco antes de lo acostumbrado, de todas formas el autobús llega tarde así que no gano nada. En la oficina intercambiamos los gruñidos habituales y comenzamos la jornada. Hay que solucionar todo lo que salió mal el día anterior y preparar los envíos para el día de mañana. No es apasionante, pero me permite ganarme la vida. Miro hacia la mesa de Gemma. Está colocando una foto en la que sale con su nueva pareja y pienso en aquella tarde que le confesé lo que sentía por ella hará ya medio año. Las cosas no volvieron a ser iguales y perdí a la única persona con la que me gustaba hablar de allí. Pasan lentas las horas y nos vamos turnando para ir a comer. Salgo a la calle pero el cielo está nublado y el sol llega cansado a mi pálida piel. Sandwich y ensalada donde siempre, pido sin casi hablar con el personal y me siento en un rincón para perder el tiempo leyendo un poco. No es un gran libro, pero me mantiene levemente entretenido.


Hago el propósito de traer mañana una libreta y un bolígrafo para intentar recuperar mi sueño de escribir una novela. Llevo casi un año haciéndome ese propósito a la hora de comer y nunca lo cumplo. Supongo que tengo miedo de fracasar, o de intentarlo siquiera. No me gusta ser así, pero no tengo fuerzas para tratar de cambiar. Después vuelta al trabajo con la misma rutina y no puedo reprimir un largo suspiro al traspasar el umbral de la oficina. El jefe ha anunciado que saldrá tarde hoy, así que nos toca calentar la silla hasta que se marche. Las horas siguen pasando lentas mientras redondeamos un trabajo que ya está completo y que mañana tendremos que arreglar por los errores que se produzcan en la noche. Cuando salimos es tarde y llueve. Algunos, Gemma incluída, van a tomar algo para cerrar la jornada pero renunció a la invitación y voy hacia casa. Cada vez estoy más cansado, y cada vez me apetece menos la compañía de los demás.


Caliento la cena congelada y ni siquiera sigo leyendo, pues el libro solo me sirve para cuando quiero refugiarme de las miradas ajenas. Conecto la tele y viajo entre los canales hasta que encuentro una película que me interesa levemente. La ví en el cine hace años, cuando tenía una vida que valía la pena y no la parodia gris en la que me arrastro ahora, cuando vivía con Martha y todo iba a ir bien. Miro la película mientras mi mente divaga en recuerdos pasados. No es demasiado buena pero me pareció entretenida cuando era más joven, una epidemia diezma a la humanidad convirtiéndo a sus víctimas en cadáveres ambulantes hambrientos de carne humana y pronto la estupidez de los hombres causa que la situación empeore y los muertos no tarden en superar a los vivos. Fiel a la tradición de las películas de Romero no se dice en ningún momento la palabra zombi, y recuerdo que mientras veíamos la película se lo comenté a Martha y ella me llamó cariñosamente friki con una de esas sonrisas que me hacían saltarme un latido. Herido por el reminiscencia dejo de pensar mientras los minutos transcurren y los supervivientes van siendo devorados uno a uno. El típico final agridulce del género transcurre en la pantalla y decido que es hora de ir a la cama.

Miguel Ángel Facé Allué


En Relatos Asomboros



Ojos mentirosos. Nadie te ve como te veo

Nadie

te

observa

ni

contempla

como mi enfermo amor Te miro y al ver la

imagen

distorsionado

puedo

percibir un aroma el aroma de ti y de tu

cuello

mientras

El

mismo

entraba

en

que tus

apretaba

pensamiento

abstractos Miro una realidad hermosa Giro la mirada y ya es otra cosa Eres y no eres lo que me gusta Eres lo que me atrapa y al mismo tiempo me engaĂąa Como algo tan hermoso puede ser tan engaĂąoso Erick

Muerete

Ruiz.

Vive

y y

acaba dĂŠjame

una realidad inexistente

conmigo: vivir

en



Laura no soportaba ver números. Números que le llamaban la atención. Cada vez que veía las películas su reproductor se detenía en aquellos números: 14:14, 21:12, ya no era casualidad. Laura era muy analítica, investigaba lo que muchos no hacían. Desde niña tenía un don, escuchar. No eran las típicas voces humanas. Eran mensajes que llegaban como en sueños. Hasta tenía la extraña sensación de que salía de su cuerpo. Cuando vio aquella película de Zombis pensó que era tan fantástica. Siempre las criticaba porque eran lo mismo. Cuerpos sin alma, comiendo cerebros. Quizás nunca hubiera imaginado que estos zombis existieran, pero en otra dimensión. Esto le sucedió a Laura. Aquel viernes cansada, desesperada de sentirse sola, algunas cosas se le escapaban de su lógica. Ya no era lógico sentir cosas extrañas. Alguien un día, la llamó Maia. Laura ese viernes no salió de su casa, estaba investigando acerca de tantas culturas, tantas personas que sabían secretos ancestrales, como la vida después de la muerte. Hasta que encontró una leyenda que decía “Almas del Purgatorio.” Sonaba algo extraño para estos tiempos modernos, el decir que las almas iban a un lugar a limpiarse. ¿Para qué? ¿de qué? A dónde sería el siguiente nivel que deberían ascender. ¿Y el infierno? ¿Dónde está? ¿Existe lo que llamamos cielo? ¿O lo que llaman infierno? Laura creía que ya era tiempo de llamar a todo por su nombre. Se sentía cansada y muy triste, estaba siendo presa de tantas energías y ellas las sentía. Una tarde sintió que la observaban, hasta que sacó su celular y con la cámara de este apuntó a la esquina de su habitación. Y capturó una imagen. Laura grito “¡te tengo!". E inmediatamente miró la foto y, para su sorpresa, había una luz púrpura con un rostro.


Claramente alguien la había estado observando, alguien de otra dimensión. Miró el reloj y eran las 23:32. Ya no tenía dudas era como estar en un espejo. Quizás los números anunciaban eso. Las puertas de una dimensión paralela se abrieron. Pero después de esa sorpresa, después de pensar tanto Laura se durmió. Cuando Laura despertó, descubrió que no estaba en su cama. No era su casa, o parecía serla. Miró por la ventana y el cielo estaba gris. Las calles todas sucias y había vestigios de un incendio. Cenizas por todos lados, Laura no sabía que había pasado en su ciudad. Es como si fuera un pueblo fantasma. Salió a la calle y comenzó a caminar, alguien tenía que quedar en aquel lugar. Una cruz de cemento inmensa estaba en medio de la avenida. Estaba toda quemada, alguien hizo fuego a los pies de aquella cruz. Cuando un chistido la detuvo. Había una chica escondida, la agarró del brazo y escondió a Laura mientras le decía: -"No levantes la voz, pueden escucharnos, ellos, los malditos". -Laura respondió- ," ¡No veo a nadie!, ¿de quien hablas?” Fue cuando vieron los encapuchados. Caminaban arrastrado los pies, su piel era tan oscura como las cenizas. -Laura pensó-,"estoy en otra dimensión, ¿cómo hice para llegar aquí? -Maia le dijo- ,"Mi nombre es Maia y estoy atrapada aquí”. Cuando Laura escuchó ese nombre entendió que ella se había comunicado todo este tiempo con ella. No pronunció ni media palabra y Maia le tapó la boca. Ya los malditos zombies estaban cerca. Si la atrapaban le absorberían toda la energía y nunca más podría salir de allí. Maia esperó que pasaran - y le habló - “No pienses que estas a salvo. Aquí nadie es libre, en esta dimensión nada es lo que parece.


Ellos, los malditos, ni ellos saben por qué están aquí, alguien se ocupó de traerlos. En su vida mortal fueron asesinos, violadores, la peor raza humana. La de los malditos perversos. Cada vez que los números aparecen como su reflejo entiende que las puertas de la dimensión se abren. Y vine a terminar con esta infección, esta dimensión no era así. Éramos una dimensión de luz. Pero no podía dejarlos así. No hay peor zombi que aquel que no puede morir. Tú eres yo pero en otra dimensión. Necesitaba de ti porque juntas tenemos una llave que cierra ese portal”. Laura estaba deseando que fuera un sueño. No era una típica película, era algo que existía. -Maia siguió hablándole,- " Eres una líder, y ellos lo saben, si despiertas antes de las 3:33 podrás cerrar el portal. -Laura le dijo- "Ayúdame, no entiendo cómo”. Maia le pidió que la siguiera, le pidió su mano y juntas uniendo sus manos unieron su energía. Laura nerviosa respiro hondo y con sus manos unidas lograron abrir un portal de luz . Cuando Laura sintió que la jalaron hacia atrás. Eran los zombis malditos, estaban rodeándolas. Mientras Maia sólo cerraba los ojos -Y le gritaba a Laura- , "cierra tus ojos y piensa en cómo te gustaría verlos. Laura pensó en mariposas, y los zombis adoptaron las formas de mariposas, pero eran muy feas y lastimaban su cara. Maia y Laura corrieron y se ocultaron. No pudieron abrir el portal. Allí estaban atrapados los seres de luz. Maia, sabía que Laura podría estar siendo absorbida por los oscuros. Sólo tenía que vencer el miedo. Laura al hacerlo podría controlar sus pensamientos. Podía transformar lo que quisiera. En un momento Maia desapareció. Laura quedó sola estaba sintiéndose algo mal. Su corazón latía muy rápido. No podía controlarlo, sólo pensaba que quería volver a su dimensión. Fue cuando Laura despertó y volvía a su realidad.


No había zombis, Maia no estaba, su ciudad era la misma. No sabía si había sido un sueño. No dejaba de pensar en Maia. Encendió la computadora y lo Primero que apareció fue un cartel que decía, "Portal Cautivo". Aún seguía recibiendo señales. Miró la hora y eran las 7:07. Y durante el día los Números sólo se repetían. 10:10,12:12,13:13,14:14. Eso indicaba que Maia estaba conectada con ella. Podía sentirla. Sólo que se dedicó a buscar información acerca de los portales. Cómo poder volver y ayudarla. Encontró algo muy interesante que podría ayudarla muchísimo, sólo que sus ojos se llenaron de lágrimas. Creyó que sería la única solución y así poder viajar a la dimisión zombi.

Era

de

noche

y

comenzó

a

ver

la

hora

capicúa.

20:02,21:12,23:32. Sabía que su alma tenía libre albedrío. Sólo pensó en Maia y se durmió, sólo tenía en la cabeza volver a aquel lugar. Cuando despertó estaba otra vez en aquel lugar oscuro. Esta vez podría ayudar a Maia. Laura buscó por todos lados. Los zombis estaban esperándola. Tenían a Maia. Laura vió a Maia toda lastimada, estaba siendo absorbida por los zombis. -Maia gritaba,"¡Concéntrate, y libérame!" Laura comenzó a pensar en Maia como un ángel de la muerte y Maia se convirtió en un ángel alado con una tremenda espada de fuego. Atacó a los Zombis y los convirtió en cenizas. Laura estaba fascinada. La llave la tuvo todo el tiempo, la llave era vencer el miedo.

-Maia se acercó y le dijo a Laura-

,"conviérteme de nuevo”. Entonces Laura pensó en Maia, cómo la había conocido. Y Maia volvió a ser la misma. Unieron sus manos y abrieron el portal de los seres de luz. Una enorme energía podía sentirse. Pero Maia empujó a Laura dentro de aquel portal. -Y le decía-,"Lo siento Laura pero tu dimensión es mía". Aquella dimensión ZOMBI fue creada por Maia. Ella era el alma maldita. Una Zombi que sólo quería la energía de los seres de luz.


Maia viajo a la dimensión de Laura y entró en su cuerpo. Cuando ocupó el cuerpo de Laura estaba tieso. No tenía vida. Laura antes de viajar encontró una información sobre el peligro de entrar en otras dimensiones. Más si se trataba de almas malditas. Entonces Laura antes de viajar tomó un veneno. Así nadie volvería con ella de aquella dimensión. Y nadie podría infectar su mundo. Aquella alma maldita encontró la oscuridad. Maia término en el mismísimo infierno. Nunca más volvería a sentir. Quedó atrapada en el cuerpo sin vida de Laura. Cuando veas la hora asegúrate que no sea la hora capicúa. Y mantente despierto, puede ser la hora que se abren los portales. Pudiera ser la dimensión ZOMBI.

Adriana Escalante






Zombis Paletos Título original Redneck Zombies Año 1987 Duración 90 min. País Estados Unidos Director Pericles Lewnes Guión Fester Smellman (Historia: Zoofeet, P. Floyd Piranha) Música Adrian Bond Fotografía Ken Davis Reparto Steve Sooy, Anthony M. Carr, Keith Johnson, Ken Davis, Stan Morrow, Brent Thurston-Rogers, Lisa M. DeHaven, Tyron Taylor Productora Full Moon Pictures / Trans World Entertainment (TWE) Género Comedia. Terror Zombis. Gore. Serie B


Al otro lado del Cine

Película de finales de los 80 que, a partir, de un guión detestable, narra el fortuito accidente que sufren los paletos de un pueblo al destilar un bidón radiactivo y venderlo entre los habitantes como una bebida alcohólica casera.

Sin venir a

cuento, unos excursionistas deciden acampar cerca del lugar. Los Zombies paletos ya tienen el cebo y los espectadores un subproducto de Troma que añade el entorno de pueblo profundo de EEUU al universo Zombie.

Si te gusta la caspa,

aquí encontrarás tanta que no te la podrás quitar ni con el mejor champú H.S.

Daniel Artiles Rodríguez


Diabolus Las mil caras del diablo a lo largo de la historia. (fragmento) "Diversos testimonios dan cuenta de zombis que han vivido diez o más años después de haber abandonado la tumba. Casi siempre, para trabajar en una plantanción de caña de azúcar de Haití, cuyo propietario suele ser practicante de vudú o al menos contar con un buen bokó entre sus colaboradores. Los zombis no suelen hablar con nadie ni darse a entender por escrito, realizan movimientos y gestos como de autómatas, trabajan gratis -de ahí su interés económico-, comen poco y sin sal."

Un m

bajo e

maqu


Parálisis permanen te (Autosuficiencia ). Extracto. Y me baño en agua y me corto con cuch fría sin parar y me corto con cuch illas de afeitar, Me tumbo en el su illas de afeitar. el y veo mi cuerpo eno de mi habitación y veo mi cuerpo en descomposición descomposición. Grabaciones complet as 1981-1983. Sólo los cadáveres

pueden resucitar.

Para los vivos es m ás di Stanislaw Jerzy L

Pensamientos desp ei

fícil.

ec

nados.

Verano muerto (Los bichos)

millón de esqueletos, caminan en silencio,

el cielo plateado. Un millón de esquel etos

uillados como putas, en el verano mu erto. Los bichos/ Color Hits/ 1989.


. Cerebro sin gratind ar no Advertencia: si uste to. es un zombi, no lea es

r Te diriges a cualquie nserve supermercado que co r humano electricidad y a un se po con vivo. Devoras su cuer sta el lentitud, de los pies ha llado al cuello. Habiendo dego antes, lo individuo unas horas producto empaquetas como un to para de consumo cรกrnico ap el consumo. un plato Servir gentilmente en es de extrema calidad protocolaria.

Ingredientes: (si no Un cerebro humano, sesos se tiene, arrancarle los a otro Zombi). Receta de Fritz


Polillas crudasd no

Advertencia: si uste to. es un zombi, no lea es

Ingredientes: Polillas

Receta de Ágata

. cualquier Farolas, velas, flexos.. de la foco de luz en mitad reunión noche es un punto de polilla. de diversas clases de finge del Mi favorita es La Es tas y Roble. Caza unas cuan de cristal, mételas en un tarro siguiente, sécalas al Sol del dia abusa de mientras la sociedad cíjate ti y, por la noche, rego ntes. masticando alas crujie

to rFo u t Na





Es el año 2016 y el Ébola ha mutado nuevamente, resistiendo cualquier vacuna creada para erradicarlo. El Ébola se ha convertido en el “EBOV HK-6”, un virus que se propaga más rápido que la Gripe Española, impidiéndole a los infectados escapar con la muerte, muerte que era el único recurso de librarse de tan devastadora enfermedad. Como todos los países, Venezuela no pudo evitar que aquella terrible enfermedad traspasase sus fronteras, llegando hasta las ciudades detrás del río Orinoco. Pero la batalla aún no está perdida, porque un grupo de supervivientes de primer orden, se resisten a extinguirse. Entre ellos están José Müler, joven deportista experto en esgrima y la Primer Teniente Camejo María; miembro de las Fuerzas Especiales de Ejercito (Caribes). Que junto a otras personas usan “los antiguos túneles” de la enigmática Ciudad Bolívar como refugio ante un grupo de innumerables EXHUMANOS (Zombis).


No quería escribir los acontecimientos que se están dando actualmente en el mundo, durante este año, el 2016, porque conservo firmemente la esperanza que la raza humana no se extinga por completo, porque dentro de mí existe un poderoso anhelo, de que estas palabras, plasmadas en papel y tinta, lleguen a otra generación, una generación que brotará tierna y pura, así como brota el pasto al caer la lluvia, luego de haber sido arrasado por las llamas. Así que espero que cada letra, cada palabra, quede inmortalizada, como un testimonio de lo que vivió un humilde hijo de Venezuela, un hijo de Ciudad Bolívar, un hijo de la Humanidad. Me encantaría decir, que esto que voy a escribir no es cierto, que es una historia de ficción; pero no… no lo es…Desearía que esto fuese un mal sueño, una pesadilla más y poder despertar; pero esa… lamentablemente, no es mi realidad. Si ustedes me pudiesen ver en este momento, solo verían a un hombre llorando, enjugando sus lágrimas para que no mojar el papel de la libreta donde está escribiendo. Verían a un hombre de veinticinco años sollozando como un niño de seis. Es que no ha sido nada fácil, ver a tus amigos convertirse en “esas vainas”, en “esos monstruos” que ni se cómo catalogar, ni sé qué carajo son, pareciese que el Infierno se ha abierto de par en par, dejando escapar a los demonios para apoderarse de los hijos de Dios. No hay duda que mis amigos no son esas vainas en las que se han transformado, perdieron toda su humanidad; incluso, no existe ningún salvaje animal que se compare con esos engendros. Pareciesen tener un hambre insaciable. Pero estos engendros no son los peores, hay también un segundo grupo, aunque muy reducido, que los superan en monstruosidad, rapidez, fuerza e inteligencia. A ese grupo yo les llamo “Las Bestias” Después buscaré el momento para hablarle de ellos y del primer grupo también, de cómo se comportan y cómo atacan a cualquier cosa que tenga vida. Mi nombre es José Müller, en estos momentos estoy escondido con mi padre “Lorenzo Müller” en un sótano amplio, con algunas entradas a túneles, que comunican a otros lugares de la zona donde me encuentro, esta zona es el Casco Histórico


de Ciudad Bolívar. Dicho Casco tiene 251 años de antigüedad, fue fundado cuando Venezuela era una Colonia de España. Este lugar ha sido el epicentro de muchos hechos importantes a lo largo de la historia, mayormente marcados por guerras. Desde aquí El Libertador dio inicio a “La Gran Colombia” y pronunció su más importante discurso de toda su gloriosa y agitada vida, “El Discurso de Angostura”. Gracias a tanta historia y a tantas guerras que vivió esta ciudad, su Casco Histórico posee “kilómetros de túneles”, que fueron construidos por los españoles durante la colonia y ampliados en la época independentista. Afortunadamente para mi padre y para mí, los Bolivarenses contemporáneos nunca supieron de la existencia de esos pasadizos subterráneos. Aunque siempre se habló de unos supuestos túneles; pero estos fueron mitificados, convertidos en cuentos y leyendas, por tal razón nunca se preocuparon en comprobar su existencia, excepto algunos hombres como mi abuelo “Ralf Müller”, quién fue un “desertor nazi” durante la invasión de las tropas Alemanas sobre el pueblo de Polonia. Mi abuelo por pura supervivencia se alistó en el ejército del Tercer Reich, pero con la intención premeditada de desertar en el momento más oportuno. Cuando los Nazis invaden a Polonia, mi abuelo Ralf apenas pudo escapar de ellos, internándose a través de los bosques, hacia el suroccidente de Polonia, cerca de una Ciudad llamada Katowice que está próxima a la República Checa o Checoslovaquia para la época. [ Deseo escribir todos estos hechos de manera libre en cuanto a todo lo que concierne a la gramática española, usando el tiempo pasado y el tiempo presente en mi narrativa, dejándome guiar por todo lo que he vivido, y que sea mi alma quien suelte las palabras y no una retórica vacía. Porque ya de nada sirve impresionar a los académicos, quizás ellos sean “esas cosas” o esas vainas carentes de humanidad. Solo deseo, que esto quede como una documentación de lo que pasó, y que lleve toda la carga de múltiples emociones que he vivido, para que ustedes (generación del futuro) puedan entender lo que vivimos esta apocalipsis. ]



Estaba marchito como la flor que nace alrededor de un hueso. Nadaba en un sueño, ahogado en la piscina, como el personaje principal de Sunset Boulevard. Y narraba la historia de cómo acabé allí, flotando, con balas mortales sobre mi pecho, corazón y costado. Pero, yo no había formado parte de ese asesinato. Eso creía. No quiero que pienses que era un hermano gemelo: no, no, no; era yo muerto. “Era yo muerto”, le repito a la emisora holográfica que encontré entre las dunas y el abismo. Tan sólo, un entretenimiento. Mi cabeza rebotaba contra escalerilla de la piscina. Con casi apenas fuerzas salí del agua y me palpé el cráneo porque el cerebro estaba al descubierto e iba a caerse. Agarré una toalla y me estampé contra una pared; con una sombrilla plegable que así con la otra mano. Escuché las sirenas de la policía. Pronto llegarían y me matarían. Adentrándome en aquella casa de lujo, a trompicones, me escondí en el sótano que tenía una vidriera y un horno caliente, por si las cosas iban mal. Entonces, me percaté de unas piernas con zapatos de tacón que descansaban bajo mantas y un montón de herramientas. A través de la vidriera, sujetándome el cerebro observé, como la muchedumbre formaba milicias contra los nomuertos. Desempaqueté a la mujer, temblando y supurando pus. Quise caerme de espaldas, puesto que recordaba vagamente haberle causado la muerte, pero opté por arrancarle la pistola de su mano muerta. Me la comí lentamente. Luego, apagué el hornillo sin dejar de mirar afuera.


Comenzó a helar, comencé a roer los huesos y tendones. Las milicias se fueron y yo tenía hambre de muerte y miedo. Cavé honda una fosa en la sala de estar, detrás de la biblioteca secreta. Estaba muy débil y, al cerrase la puerta ficticia, me dejé llevar por la hibernación con el estómago vacío. En cuestión de segundos, congelado, meditaba. Anduve en mi mente, pero no recordé nada. Huelga decir, que odiaba la eternidad, odiaba no dormir. Mi mente siempre activa prorrumpía en mi contra y el hielo se resquebrajaba durante mi ascetismo emergente debido al microchip destellante. Alguien había estado jugando violentamente conmigo, al igual que yo con la mujer del horno. Laboratorios Stark, pude leer. Fue un trasiego enorme sacarme aquel objeto, hundiéndome, con mi peso muerto, en la piscina encubierta, para cubrirla de luz intensa y calor como el que destruyó a los dinosaurios. Fui y soy pasto del fuego de aquella casa tenebrosa. Intenté, vanamente, ser un no-muerto pensante. Parecía que ese rol no me estaba asignado, de ninguna manera. Así que ardo y hago arder este señuelo, para que te acerques a mí, quién demonios seas. Desfallece a mordidas, sé un monstruo igual que yo, quema esta carta y recuerda mi voz: “No estoy muerto”.


Daniel Artiles RodrĂ­guez


Todavía puedo recordar mi pasado, tenía mujer y perros, una acogedora casa. Trabajaba como profesor de química. La química. Salvó y destruyó mi vida. Antes de que mi vida ardiese por esta extraña enfermedad infecciosa, podía salir a la calle a plena luz del día, las personas me daban los buenos días y mis alumnos me respetaban. Antes de enfermar y haber masacrado a mis perros, adoraba pasar las tardes de otoño paseando y jugando con mi familia en el parque. Apenas he salido de casa en los últimos meses, buscando sin descanso una cura. Fórmulas, experimentos, antídotos. Cuando algo parece funcionar se desmorona en el momento inesperado. Repasemos los hechos: un extraño letargo parece haberme acompañado toda la vida, con diferentes variaciones a lo largo de las épocas, me impide ser el hombre que una vez me creí o imaginé ser. Siempre apartado, tras la barrera infranqueable, me hallo lejos, muy lejos de la que debería ser mi manada. Ante este frío invernal no puedo sino comportarme como una bestia herida, siempre huyendo de los depredadores que me quieren dar caza, débil y sin rumbo, maltrecho y cansado, navego a la deriva. Mi única fuente de sustento es encontrar el antídoto que me cure de la fragilidad que me cubre.


No recuerdo cuándo comenzó este extraño corportamiento antinatural que vengo arrastrando los últimos años. Tal vez fruto de las ánsias por escapar de las garras de la cruel naturaleza en la que, como termitas hambrientas de calor hogareño, orbitamos sin denscanso. En un momento de mi vida todo pareció cobrar sentido, mi mujer me daba un calor que por entonces no atisbé, y ahora, pétreo ante el recuerdo de cómo la destripé para comerme sus entrañas, mi único consuelo es subirme a un árbol y soñar. Ansiar con convertirme en rapaz nocturna, regurgitar su delicado cuerpo y pedir al Universo que me perdone. O volver atrás en el tiempo y rogar a las estrellas un destino diferente. Ahora, me agarro a mi última esperanza, seguir investigando a través de manos invisibles, con la ilusión de que todo tenga un propósito inteligible.

Ágata


A un golpe seco de la mano apagó el despertador. Los niños aún dormían, pero era hora de empezar a preparar sus desayunos. Abre la puerta de la habitación de los niños, dejando que la luz del pasillo se cuele a hurtadillas en las paredes azules del cuarto. Carlos está destapado y Roberto, en la cama de al lado, entreabre los ojos. Vamos, es hora de levantarse. Entre los murmullos, los ronroneos y las quejas, ambos hermanos comienzan a desperezarse, sentados en sus camas. Venga, sino llegaremos tarde. Sube a medias la persiana y ojea el cielo. Hoy está despejado y por fin ha dejado de llover. Abre el armario y escoge una muda para cada uno. Y se va a la cocina. Arranca el mes de septiembre, ya obsoleto, aun colgando en el calendario y mira las citas médicas para ésta semana. La primera de octubre. Después del tintineo del fluorescente de la cocina, prepara dos tazas de desayuno, un bote de cacao y un paquete de galletas. Se sirve un poco de café, frío y del dia anterior, le añade leche y lo pone a calentar junto a una jarra con leche para los pequeños, mientras los escucha murmurar, todavía somnolientos. Acuden a la cocina, ataviados con un pijama estampado en superhéroes y unas zapatillas que arrastran hasta la silla. Carlos le dice a Roberto que si no desayuna mas deprisa volverán a llegar tarde al colegio. Roberto apura su tazón y se levanta eufóricamente de la silla con unos bigotes de cacao y leche dibujados en la boca. Ella los mira en silencio, mientras revuelve el café y está en otro sitio. Va a su cuarto, se viste con lo primero que encuetra y va en busca de los niños, que estan poniéndose los calcetines en medio de una carrera por ver quién es más rápido.


Gozilla 1 silk & wool rug, Modern Weave.

No es justo. Tú eres más mayor. Tienes que dejarme ganar. No voy a dejarte ganar solo porque seas más pequeño, porque yo soy mas rápido. ¡Mamá! Roberto no me deja ganarle, dile algo. Carlos, Roberto: Nada de carreras. Nos vamos. La luz del día la cegó nada más salir del garaje y todos los padres querían dejar a sus hijos en el colegio a la misma hora, asi que se sumió en el atasco matutino y rutinario al que la ciudad la tenía acostumbrada. Mientras Carlos jugaba con un coche de carreras verde, Roberto era una especie de Gozilla tratando de impedirle el paso. Eran tan distintos a pesar de ser gemelos.


Los dos se despidieron de ella con un beso y se adentraron, cogidos de la mano, en su clase. Y justo en ese momento, comienza la carrera contrareloj hacia el trabajo. Semáforos y rotondas. Stop, ceda. Verde. Claxon. Primera. Segunda. Tercera. Y en diez minutos está frente a la fábrica, para desempeñar su función en un trabajo que odia. Lo odia. Odia aquella fábrica de conservas. Trabaja en la cadena de destripe y no hay día que no recuerde cómo vomitaba la primera semana que empezó a trabajar. Le hace falta el trabajo, asi que se adaptó a la sangre del pescado y a aquel olor constante. Las escamas ya formaban parte de su piel. Las diez de la mañana. Las once. Las doce. El parón de los veinte minutos y la salita. Allí se encuentra con Elena. Una amiga de toda la vida y la que llamó para el puesto vacante en la cadena de destripe. Elena prepara café para las dos, mientras la salita va llenándose de compañeras. -¿Y a ti qué te pasa? Niega con la cabeza. Se encoge de hombros. Tiene la vista en otro tiempo y en otro lugar. Está lejos de aquella salita. -A mi no me engañas. ¿Los niños están bien? Asiente con una mueca triste. -¿Vas a contármelo o no? -Un mal día. -¿Por qué? -Volvamos antes de que arranque la cinta. La una. Las dos. Parón para comer. Elena habla mucho y muy rápido. Es bastante ocurrente y divertida. Hace años que son amigas. Las tres y media. Las cuatro. Las cinco. Las seis y media. El coche. El atasco. El garaje. Las llaves de casa. La luz del fondo el pasillo encendida y el barullo de los niños jugando con Natalia.


-Hola. ¿Qué tal se han portado? -Bien. Ya han merendado y hemos ido al parque un rato. -Gracias. Sonrie agradecida. ¿Te llevo a casa? -No, gracias. Vienen a buscarme. Natalia trabaja de canguro de los niños desde hace dos años. Cuando sale de la universidad los recoge en el colegio y los lleva a casa. La comida queda lista de la noche anterior asi que al llegar a casa, tan solo ha de calentar la comida y sentarse a comer. Se despide de Natalia hasta el día siguiente. Haba con los gemelos sobre su jornada escolar, revisa sus tareas para casa y los obliga a leer un poco antes de bañarlos, darles la cena y mandarlos a la cama. Los arropa y los besa en la frente. Va a la cocina y apaga el guiso que está cocinando para el día siguiente. Prepara un café y recorre el pasillo, taza en mano, hacia el comedor. Se ve reflejada en el espejo del pasillo. Está pálida y delgada. La larga y oscura melena, está recogida en ese moño que ahora llama su atención. La ropa le queda grande y los huesos del cuello se notan más de lo habitual. Ha perdido peso. Se ve ridícula y ojerosa. Sigue. Se sienta en el sillón que está junto al ventanal. Revuelve sin ansia. Sin ganas. Los pequeños ya se han dormido. Enfrente, junto al televisor, está la interminable lista de DVD's, de cuando le gustaba ver películas. Se levanta y repasa los títulos con el dedo índice. Se para en una caja blanca y enciende todo. Mete el disco y lo pone a funcionar. Se sienta y espera. Deja de estar en donde está. Respira y cierra los ojos. Le tiemblan las manos y en su pecho se ha anclado la angustia y la agonía, que hacía tiempo que venía avisando. Abre los ojos. Las lágrimas lo nublan todo. Se deja llevar por los sonidos, las voces. Una y otra vez. Una y otra vez. Ni recuerda ni le importa las veces que lo ha visto.


"Mira. ¡Mira que guapa está! ¡Ay! Ya verás cuando vea a Andrés. Pues no lo ha hecho esperar mucho. El vestido, el vestido. Psssst. Que lo estás manchando. Está guapísima. La marcha nupcial de Mendelssohn." Apaga el televisor. No necesita excusas para llorar. Tiene motivos. Y derecho también tiene. Se pregunta por qué y entre sollozos silenciosos, para no despertar a los niños, lo llama. Lo implora. Golpea el cojín con rabia. Sus manos huesudas deshacen mechones de su moño dejándolos sueltos. Llora otra vez. Otra vez como casi todas las noches del mes. Alguien la mira desde la puerta. Tarda en percatarse. Descalzo y en pijama, Roberto la observa desde la puerta. Mami... Ella abre los brazos y el niño acude a acurrucarse con ella en el sofá No estés triste, sino el tambien va a ponerse triste. Asintió. Aquellas palabras eran las mismas que ella usaba para consolar a los gemelos y aquello fué una estocada inesperada que la destrozó aún más. Sacudió las lágrimas y abrazando muy fuerte al niño lo cogió en brazos y lo devolvió a su cama. Apuró su taza, prendió la luz de su mesa de noche y se sentó al borde de la cama. Mira el teléfono. Quiere llamar a Elena. Se habla y se reprocha, se anima y se contradice. "¿Y que le digo? ¿Que la llamo para no sentirme sola? Que no lo he podido superar. Eso es. Voy a ir con el mismo rollo de siempre porque no soy capaz de pasar página y entonces me dirá que es eso, que eso es todo lo que me ha estado pasando estos días y que por eso estaba así. ¿Éstos dias? ... ojalá. Ojalá fuesen sólo éstos últimos días y no los últimos seis años. Seis putos años. Mejor ni llamarla. ¿Para qué? ¿Que va a entender ella?.


Hola Elena, soy yo, tu amiga de toda la vida y te llamo porque desde que mi marido se murió en mis brazos en el medio y medio del piso, no consigo ser feliz y no echarlo de menos cada jodido día de mi vida" Llora. Llora y se tapa la cara con la almohada para que el niño no vuelva. Llora y grita. Muerde la almohada y le falta el aire. Coge el teléfono. La llama. Un tono. Dos. Tres. Pasea por la habitación, teléfono en mano. Se desespera. Se tumba en la cama, intenta calmarse y respira. Inspira. Expira. Inspira. Expira. Lo recuerda todo como si fuese ayer. Todavía puede oler el pollo en el horno y escuchar las patatas chisporrotear en la freidora. Entró en casa y la buscó, como todos los días. Ella estaba preparando la cena con la radio encendida. Un beso. Un abrazo. -Mmm... qué bien huele. -Te he echado de menos. ¿Cómo te ha ido? -Bien. -¿Si? Te veo un poco pálido. -Estoy cansado, no he dormido muy bien. -Pues acuéstate si quieres. Termino ésto y voy contigo. -Vale Él se quita la camisa. Ella apaga el horno y busca un plato para echar las patatas. Un golpe seco y grueso. Lo llama y espera respuesta. Lo vuelve a llamar. Nada. Vuelve a llamarlo con un nudo en la garganta. Sale de la cocina y ve sus pies inmóviles en el pasillo. Lo llama. El corazón le da un vuelco. El estómago se le encoge. La voz se le quiebra. Lo llama. Le da una torta. Dos. Le sacude la cara. Mira si respira. Sí. Va a la cocina. Marca el numero de la ambulancia. Le tiemblan las manos. Responde a todo, mientras lo mira. Deja caer el teléfono tras el "están de camino" de rigor. Y lo abraza y le sujeta la cabeza. Y le habla. Tiene miedo. Lo llama otra vez. Ya no respira. Su pecho ya no se mueve. Lo vuelve a llamar.


Pone la cabeza en su pecho. Silencio. Nada. El silencio más doloroso del mundo. Intenta reanimarlo como se ve en el cine pero no sabe. La incertidumbre le debora lo poco que le ha dejado el miedo. Llora. Se desespera. Está asustada. Mucho. Ya no recuerda nada más que flashes. Lagunas, imágenes y mucho vacío. Vacío, oscuridad y soledad. Soledad durante y después. Suena el teléfono y la arranca del pasado. Es Elena, está devolviendo la llamada. Mira fijamente el móvil y lo silencia. Y sosteniéndolo en la mano, ve la marca que asoma, en una muñeca bajo el reloj y en la otra bajo una pulsera. Lo recuerda. Recuerda cuando despertó en el hospital y vió que aquella pesadilla todavía se alargaría más. Cuando el Dr. Rivera le dijo que lo que había hecho, no podría volverlo a hacer si esperaba tener a los gemelos. Ni siquiera lo sabía. No sabía que estaba embarazada. Y ellos se aferraron a la vida y ella, los dejó aferrarse. De eso se trataba al fin y al cabo, de que cada uno se aferre a lo que ame. Y a ella, esos pequeños era cuánto le quedaba del hombre al que amó. Vuelve a sonar el teléfono. Tecla verde. -Hola. -¿Estás bien? No escuché el telefono. -Si. Estoy bien. -Sara, ¿Necesitas que vaya? -Si. Necesito hablar... de lo mismo de siempre. Necesito desahogarme, Elena. -Lo sabía. Sabía que no estabas bien. Ultimamente andas como un zombi. Estás pálida y además te estas quedando en los huesos. No se por qué esperas a llegar al límite para llamarme. No quiero que hagas otra tontería. Para tonterías estoy yo, que hoy he vuelto a hacer el ridículo, cuando fuí al supermercado, porque...(...) Sara pestañea. Inspira. Sonrie.

Arensha


Ă gata



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