Dzl #11

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REVISTA MARGINAL

/ JUNIO 2017 / # 11

Uruguay / Argentina / Colombia / Venezuela / México


FOTOGRAFÍA DE PORTADA: Lucía Melgarejo Frediani

EQUIPO EDITOR: Fabiana Lapalma Batko Gloom Amanda Rojo Gastón Morán Mosquera

DIFUSIÓN: Leonor Courtoisie Andrea Correa Prates Arturo Restuccia

CORRECCIÓN: Marcela Castro Fabiana Lapalma Leonardo Martínez Mato Holando Pelogrosso Claudia Álvarez Pittamiglio

DISEÑO: Lucía Melgarejo Frediani

ADMINISTRACIÓN DE GRUPO DZL: Amanda Rojo Juan Manuel Sánchez

CANAL DE YOUTUBE: Amanda Rojo

SITIO WEB Y MANTENIMIENTO: Lucía Melgarejo Frediani

COLABORAN EN ESTE NÚMERO: Marcela Castro, Sol Pez, Ricardo Rojas Lazarte, Lucia Melgarejo Frediani, Arturo Restuccia, Leonardo Martínez Mato, Holando Pelogrosso, Claudia Pittamiglio, Isis Reyes Matías, Fabiana Lapalma, Marié Uría.

©2017 DZL Revista Digital Montevideo, Uruguay.



C ONTENIDO Marcela Castro A los locos hay que seguirle la corriente Otro cuento de Raúl “El Dandy” Bitex 9 Amén Chabón

6 7 8 10

Marié Uría Selección de textos Decálogo del contador de ovejas La baldosa Floja [ 11 ]

11 14 15

Lily Gar Un poco de otoño

16

Isis Reyes Matías Ángel sin alas

24

Ricardo Rojas Lazarte Carne Picada Algunas notas de otoño

30 31

Claudia Álvarez Pittamiglio 32


Holando Pelogrosso Deposiciones Viernes santo Polípotes Poema XVI

38 39 40 41

Fabiana Lapalma Renuncia Acordes

42 43

Leonardo Martínez Mato Ministros y sicarios Sueña de una noche de verana

44 50

Lucía Melgarejo Frediani 11011 km

53

Arturo Restuccia Qué atrevimiento Jan Dark

60

Sol Pez Musicoterpia y arte

62


A los locos hay que seguirle la corriente

Mi madre siempre quería tener el control del barrio mirando desde su ventana todo lo que sucedía alrededor. Un día de los más fríos de aquel invierno estaba muy conmovida viendo como un joven indigente dormía en la calle, frente a su casa. Ese muchacho tenía un aspecto débil y mostraba grandes alteraciones mentales, tenía costumbre de pasar hablando solo, mantenía grandes conversaciones con algunos personajes imaginarios. Siempre me gusta imaginar cómo serían las personas antes de llegar a ese estado, incluso me gusta ponerles nombre, creo que debe de llamarse Raúl, porque tiene cara de llamarse así. Un domingo invernal ella lo vio a lo lejos y decidió cruzarle un plato de comida calentita para que el pobre sobrellevara mejor su situación y lo quedó observando desde la ventana para disfrutar el placer de haber hecho una obra de bien. Era hermoso ver su cara de felicidad y agradecimiento al ver el plato humeante de guiso de lentejas recién hecho. Raúl comenzó a comer con muchas ganas, mientras conversaba con una serie de amigos imaginarios que lo rodeaban. Pienso que tal vez hacía varios días que no comía algo caliente y sus amigos tampoco, él se alimentaba de lo que encontraba en los contenedores de basura y de lo poco que le alcanzaban los vecinos del barrio. En un momento determinado, el joven empezó a gritar y a pelear con uno de los personajes que había creado en su mente porque este le quería robar su comida y en eso se la tira lejos y le grita: “tomá, no me mires más, está bien, cómela vos”, y ahí se retiró enojado, diciendo: “este loco de mierda necesita más que yo y a los locos hay que seguirle la corriente”. Al instante vi a Ricardo irse muy feliz con el regalo que le hizo Raúl y comiendo con gran felicidad el plato humeante de lentejas.


M ARCELA C ASTRO Otro cuento de Raúl “El Dandy” El joven que se pasea hablando con personajes imaginarios por mi barrio, Raúl, el mismo que me llevó a conseguirle un nombre, porque creo que las personas deberían llamarse de alguna manera, sino caeríamos en las etiquetas que no son nada agradables. Ya es la segunda vez que hablo de este personaje y creo que es el momento de describirlo. Porque si lo cruzamos algún día, podremos decir: ahí va Raúl, tal como me lo imaginaba. Raúl es un muchacho alto, flaco, de piel morena y los cabellos largos como Michael Jackson en sus primeras épocas, parece un cantante de disco de los 70 y siempre va vestido con la ropa que encuentra. Pero lo que llama la atención es que lleva medias extremadamente blancas por encima de los pantalones, como si llevara calentadores. Supongo que es para que no le entre el frío. Alguna vez también se lo vio deambulando con una túnica vieja, seguramente de alguna maestra que la había tirado. Un día, falleció un vecino del barrio y su viuda tiró mucha de la ropa del finado. Este señor tenía una buena posición económica, por lo tanto la ropa era de muy buena calidad y se podría decir que tenía buen gusto. Había desde ropa interior hasta trajes de buena confección. Raúl se acercó y vio una bolsa llenita de ropa y comenzó a probársela como si estuviese en una tienda, revisó hasta sacar un sobretodo largo, se lo probó y se lo vio muy satisfecho. Salió muy contento con su nueva adquisición. Siempre me pregunté por qué eligió solo esa prenda, dejando las otras bolsas llenas. Después razoné que lo único que podía cargar era lo que llevaba puesto, él no tenía casa, dormía donde lo agarrara la noche. Al ponerse el sobretodo caminaba diferente, se ve que le gustaba y se sentía bien. En ese momento recordé un cuento de Benedetti en el cual conocía a un indigente en una plaza del barrio Capurro, que siempre andaba muy bien vestido, de traje, y por ese motivo en el barrio le decían el dandy, aludiendo a los hombres de principio de siglo que vestían muy bien imitando la moda europea. Desde ahí, pasó de ser simplemente Raúl a ser Raúl “el dandy”.


Bitex 9 El próximo mes se lanza al mercado el nuevo Bitex 9, que puede realizar muchísimas funciones que no son conocidas hasta ahora, con miles de nuevas aplicaciones. Esa fue la noticia del día. Como se sabe Bitex siempre es noticia, desde el lanzamiento del primero, cuando llegó para revolucionar el mercado tecnológico mundial. Todos estaban expectantes con la llegada de ese nuevo dispositivo que cambiaría sus vidas. Solo se enviarán 6 unidades por país, por lo tanto, los primeros que acudan serán los acreedores del innovador equipo. Su costo será de 17000 zips (pesos chinos). El noticiero en este momento es protagonista en todas las casas y lugares con acceso a TV, esperando saber más y más sobre el mismo y también esperando la información bancaria para ver a cuanto se cotiza el zip, parece que uno es equivalente a 0,5 dólares, por lo menos la semana pasada estaba cotizando así, pero se ha registrado un leve ascenso. Se ha generado un caos porque todos quieren estar dentro de los 6 compradores, y en los diferentes países se van sucediendo variadas estrategias por parte de los fanáticos de la marca. A medida que pasan los días, todo es entusiasmo. pero al mismo tiempo miedo o ansiedad de no poder a llegar a tenerlo. El primero de la fila es un joven que viajó 700 km. También están los periodistas cubriendo tan importante evento. P_ ¿Cómo es tu nombre? J_ John Méndez P_ ¿Sabes que vas a ser uno de los compradores del Bitex 9? Contános que te motivó a viajar de tan lejos. J_ Quiero tener el último porque siempre tuve los modelos que iban saliendo y no quiero romper con la tradición. P_ ¿En qué trabajas? J_ En una fábrica de vegetales, como casi todo el mundo, desde que escasean los vegetales naturales. P_ ¿Hace mucho que venís juntando el dinero? J_ En realidad no, fue fácil, sabemos que hoy en día pagan mucho por piel joven


Otro para las cirugías estéticas. En ese momento llega una muchacha muy apurada. P_ Felicitaciones, eres la segunda en llegar ¿vienes de lejos? M_ Si, he viajado desde el país limítrofe ya que allá comenzaron a hacer cola hace una semana y hay unas quinientas personas intentando robarle el lugar a las primeras seis que llegaron. P_ ¿Cómo has hecho para conseguir el dinero? M_ Bueno, en realidad tenía una casa y la acabo de hipotecar, pero al Bitex 9 no me lo puedo perder. Llega corriendo una pareja de unos 40 años aproximadamente queriendo acceder a uno de los primeros lugares. P_ Vinimos caminando 86 km, hace unos días que salimos, pero por fin llegamos a tiempo, creímos que no lo lograríamos porque la pareja que quería comprar a uno de nuestros hijos no se decidía por cuál de ellos. Así sucesivamente hasta completar los seis, todos con historias increíbles. Vienen con mucho cargamento a esperar la llegada en la puerta misma de la tienda que lanzaría el producto dentro de 13 días. El gran día llegó y la prensa volvió al lugar, ya con unas tres mil personas esperando para ser de las seis primeras. P_ Hola soy Romina Ferreira corresponsal de CTV15 cubriendo por fin la llegada del Bitex 9, en pocas horas ya lo estarán disfrutando, pero lamentablemente no todo es color de rosa, como siempre se ha presentado una problemática ya repetida en nuestro país desde que aparecen a la venta artículos exclusivos. Ninguno de los antes entrevistados se encuentra ya, no se sabe el paradero de ellos, se esperan más desapariciones hasta que abran las puertas de la cabina que los transporta, el ministerio está trabajando para solucionar estos problemas que se han generado en los últimos tiempos.


M ARCELA C ASTRO Amén Chabón

Había terminado semana de turismo y viajando en el ómnibus escuché que una adolescente le dijo a su abuela: "estoy contenta porque el chabón resucitó" refiriéndose a Jesús. La abuela se horrorizó por la falta de respeto. Recordé la película Miss Tacuarembó de Dani Umpi, donde la niña hablaba con él como si fuese un amigo y muchos habrán pensado en la misma falta de respeto, pero esa parte me conmovió porque creo que, por lo que leí de Jesús en la Biblia, me hace deducir que le encantaría que los jóvenes se refirieran a él como un amigo. Seguramente todo lo que la iglesia cree que está mal, lo debe de pensar de esta forma: ¡¡¡estos no entendieron nada!!! Acaso no le lavé los pies a una prostituta, recorrí el pueblo con las personas más marginadas por la sociedad para que estos entiendan todo mal?? Tendré que volver a pasearme con gays, transexuales y otros para que entiendan y decirle a esta adolescente: gracias piba por alegrarte por mi resurrección, de tarde nos tomamos unas en la placita con los gurises. Eso sí, después de buscar a todas las ovejas perdidas que en realidad necesitan mi ayuda. Saludos a la barra.

§


M ARIÉ U RÍA Selección de textos 1. Algunas veces, los finales son analgesias imprescindibles, redentoras como suspiros. Llegar ahí...donde lo que queda no pesa, donde los adornos son más importantes que el árbol (y ni idea de por qué lo son). Situarse en ese punto en que no se nombren, no se hablen, no se piensen, ni se recuerden. Despertar sin memoria del sueño, quedar donde no anida tribulación alguna. Andar liviano sin pensar en el otro (y liviano aún recordando), absolver culpas sin anestesias, disculpar a mansalva, flotar calmo a la deriva, dejarse ir, hundir y emerger en defensa propia. Recordar al otro como a esa palabra que no hallamos, como el espejismo que fue. Sin reproches ni llantos. Dejando al olvido, como único efecto secundario de los finales emancipadores.

2. A veces tenemos vecinos que sacan a pasear en sus rutinas a sus amigos invisibles. Les hablan, se nota que les contestan (de lo contrario no harían la pausa para escucharlos y reformular las cuestiones de las que venían hablando). A veces nos acompañan seres que casi imperceptibles deambulan el interregno en el que venimos divagando, si nos hablan: debemos contestarles. (eso solo pasa cuando nos convertimos en vecinos paseando rutinas).


Amén Chabón 3. Algunas veces, a algunas faltas, las siento exactamente igual, que aquella mañana cuando iba a salir y al abrir la puerta la reja había desaparecido... -una amputación instantánea...algo que raya la violencia de un saqueoComo abrir una puerta y quedar colgando del picaporte ante un abismo al otro lado.

4. Cuando una caca de perro dura como una piedra le rompió el zapato: quiso volver. Ya habían caminado mucho...llevaban tres minutos y casi llegaban. -no sé qué mierda comen los perros de hoy que ya me está doliendo la planta del pie -es por la hambruna que hay en el campo, dice el Coco, que los perros han llegado a comer caparazón de mulita. También contaba Jacinta, la vieja del rancho blanco, la mujer de Vicente, que para el invierno pasado vino gente de Santa Zapatilla y usando como carnada algo que faenaron lograron subir a todos los que vagabundeaban en el pueblo para un camión con dos zorras. Era peligroso andar por ahí caminando...siempre había riesgo que te mordieran o te dieran muerte mientras te comían. Ay gurí! Cómo cambió todo en tan poco tiempo! - ¿poco tiempo? no se crea, para mí fue hace un montón y veo casi todo igual. El buen gusto (en general) estaría devaluado y su buen gusto (en particular) en franca retirada... [¿Será que se desgastó con el tiempo o que jamás fue?


s ¿Será que se acomodó cerquita de alguien más que le lamiera el ego y lentamente fue olvidando su jerarquía? ¿O fue su "jerarquía", la que sembró la presunción de laureles eternos? ¿Cuánto respeto podría haber perdido (o no ganado) Freud sí hubiera tomado en serio a Romanes y su psicología por analogía? ¿Y si hubieran noticias de Umberto Eco comprando un libro de Cohelo aunque fuera para leer en el baño, no afectaría nuestro respeto hacia él? ¿Si Roque Dalton hubiera demostrado públicamente su gusto por poemas miserables de baldosas flojas en poesía lamentable, eso no lo haría bajar algún punto en nuestra escala de respetos (si es que la hay)? ¿Y qué si Dostoyevski hubiera podido acompañar a Lacan a comprar un ejemplar de "tus zonas erróneas", mientras Egberto Gismonti agitaba al mango con la música Arjona; a la vez que Buster Keaton se tiraba en aquel sofá, muerto de la risa a ver Stand up mal subtitulado en Hbo?] No queda mucho por hacer...Caminemos testigos del siniestro crujido de los caracoles al aplastarlos en el jardín por la noche.


Decálogo del contador de ovejas Presentarse con cada una (no sea cosa que se asusten y corran en círculos de distinto tamaño por toda la noche!) Hablar con todas, en la medida que empiezan a aparecer (En una segunda fase) Esperarlas con pasto engordado con las canciones que más calma te den Cerrar los ojos (También los ciegos pueden contarlas) Ellas deberán entender, que no tienen obligación de saltar ningún cerco (A menos que así lo deseen) Ponerle nombre a cada una y permitirle también a cada una bautizarte con el nombre que deseen Prometer suavizante para cuando sean prenda y abrigo (Tenerlo a la vista para que estén tranquilas que no se trata de un engaño) Integrarse a la baaalada Estar dispuesto a peinar a la que lo necesite o lo desee Notar que en ese terreno no necesitamos llevar calzado ni ellas pisar (Estamos en la misma sala de espera.*) *ellas también se quieren dormir


La baldosa floja [ 11 ]

que tu mirada apruebe en cada escrutinio a esa pobre alma que decretó vagar por la eternidad sin reparo ni amparo que ese censo que descifra y ratifica jamás presente malignidad que aunque alguno de nosotros claudique/abdique haya valido la pena que mientras dure contenga que quede escrito por si la amnesia pesa, por si me siento triste nuevamente por no tener a quien querer porque este hoy que me satisface tanto, tiene que estar documentado porque creo, a esta hora en que las aves de nuestro nido aturden al alba con tanto alboroto que con esto que tenemos hace un tiempo: yo ya estoy contenida para toda la vida Si mañana estuviera sola para siempre, que esta tinta me recuerde que juré soltarte sin perderte

§



L ILY G AR U N POCO DE OTOÑO

Playa Hermosa



Playa Hermosa



Atlรกntida



ยง


Ángel sin alas

Hoy la cama número 33 del Hospital Conde de Sevilla, después de tres años, está vacía. Las enfermeras se miran de reojo porque ninguna quiere cambiar esas sábanas, mucho menos hacer algo con las escasas pertenencias del paciente. El tres de marzo de 1993, llegó Caleb, un niño de 3 años de edad, acompañado de su madre, una señora con cara preocupada que pidió hablar en privado con el doctor. Era una mujer adinerada gracias a la muerte de su marido. “No puedo hacerme cargo de mi hijo, está sumamente enfermo, tiene fiebres y estas le producen convulsiones, y no se le bajan. Le he intentado dar baños casi con agua helada, pero nada. Yo tengo una vida sumamente ocupada y necesito que aquí tengan y atiendan a mi hijo, lo vendré a ver a diario y si es menester pagaré grandes sumas por esta encomienda”. El doctor aceptó, y la mujer cumplió su palabra de ver al niño a diario, por tres meses. Después, sólo aparecía una cuantiosa suma de dinero en la cuenta del médico. Caleb se compuso de sus calenturas, pero le afectaron el cerebro y tenía un retraso mental considerable, sin mencionar que padecía deficiencia motriz. Al cabo de un año, el pequeño Caleb era el consentido de las enfermeras y de los demás pacientes. Era un niño sumamente educado, a pesar de sus condiciones, sonreía con una mueca que todos aprendieron a identificar y todos se conmovían cuando llegaba alguien con alguna enfermedad terminal, pues Caleb se sentaba junto al enfermo, sostenía y acariciaba su mano hasta que la hora llegaba y él mismo cubría el rostro y


I SIS R EYES M ATÍAS Poemitas

acomodaba las sábanas. Además, ayudaba a las enfermeras a bañar a los enfermos, a darles de comer o a darles sus medicamentos.

El día del cumpleaños de Caleb, las enfermeras y doctores compraron pastel, gorros de fiesta y adornaron el cuarto con globos de colores. El pequeño aplaudía torpemente con esa mueca de sonrisa, estaba sumamente feliz. Nunca preguntaba por su madre. Todos le cantaron las mañanitas y recibió algunos obsequios. Cansado, se quedó dormido. Esa misma noche, la enfermera en turno pasó la ronda por el cuarto donde descansaba Caleb y lo vio sentado, pálido, con la mirada fija en el piso frente a su cama. Ella se acercó y se sentó junto a él, le preguntó qué le pasaba, a lo que Caleb señaló el suelo. “Él viene. Arrastra piso. Llevarme. Ángel no alas” La enfermera se confundió al oír esas palabras del pequeño y lo abrazó. Caleb se calmó y ella se retiró. Poco rato después el niño empezó a gritar desesperado, los pacientes intentaban calmarlo, pero el pequeño no podía controlarse, gritaba mirando al mismo lado de rato atrás. Al llegar los doctores, Caleb se convulsionaba con fiebre de 40 grados. “Viene. Tres veces. Llevarme. Ángel no alas” Sólo eso decía el niño a las preguntas de todos. El episodio pasó entre comentarios supersticiosos de algunos, pero calmados por las explicaciones médicas y lógicas de los doctores. La vida de Caleb siguió su curso, seguía ayudando y aprendiendo de las cosas, a sus cuatro años lo habían sacado de paseo. Su doctor le dijo que si se portaba bien lo llevaría al parque y lo cumplió. Caleb estaba maravillado por todo, por los árboles, el pasto, la gente, la música que se escuchaba, y maravillado por el sabor del helado que su doctor le compró. Eso sí, como siempre obediente, nunca se separó del que ya llamaba “Amigo”, lo tomaba de la


mano y ni siquiera se daba cuenta de las miradas de lástima o extrañeza de las personas que se cruzaban con él, tan delgado, bajo, de cabello oscuro y tez blanca que caminaba con cierto rengueo de la pierna derecha y tenía el rostro contraído por la infección. En el cumpleaños número 5 del pequeño, los doctores y enfermeras decidieron llevar a Caleb a un restaurante, pues sus gastos se solventaban muchos más que suficientes con la cuantiosa suma que seguía apareciendo en la cuenta del médico. Comieron y rieron, el niño estaba emocionado, había hecho amistad con algunos niños que jugaban en el área de toboganes, se escuchaban risas y todos comían cómodamente. Ya en el coche del doctor, Caleb descansó en el regazo de su enfermera, Paty, hasta que de nuevo, como un año atrás, se despertó gritando, mirando hacía el camino de frente, convulsionándose de nuevo. Lo llevaron inmediatamente al hospital, donde pudieron controlar su fiebre y las convulsiones por esa noche. Nadie quiso hacerle preguntas hasta el día siguiente. “Ángel no alas. Venir tres veces. Vino dos y llevarme. Se arrastra”. La enfermera Paty le dijo que los ángeles son seres de Dios que tienen alas y que son buenos, y que nadie se lo iba a llevar porque era un niño sano y muy obediente. Pero Caleb seguía insistiendo en sus palabras que no daban sentido a sus malestares. La enfermera, espantada y confundida le pidió que dibujara a ese ángel sin alas, y se sorprendió al ver que el pequeño, con esfuerzos, pero entendiblemente dibujaba a un hombre en el suelo con dos agujeros en la espalda. Nadie volvió a tocar el tema, pero nadie quiso hacerle más preguntas a Caleb. A los cinco años el pequeño andaba por todo el hospital, era conocido y querido por todos, desde el personal de limpieza hasta por el director del


hospital. Caminaba entre camillas y cuartos esperando a que alguien pidiese su ayuda. En varias ocasiones, extrañamente Caleb se acercaba a alguna persona herida del área de Urgencias, y tomaba su mano para que muriera acompañado. En una ocasión el doctor Guillén, médico con alto prestigio en el hospital, observó atónito cómo Caleb tomaba la mano de un anciano en fase terminal, por un cuadro de tuberculosis, y le contaba algo en voz baja, casi al oído. El niño pasó largo rato así, hasta que se retiró, no sin prometerle al anciano que regresaría en un rato, que sólo quería ir a ver si a Paty no se le ofrecía nada. El doctor Guillén se acercó al anciano y le cuestionó acerca de lo que Caleb le había dicho, y grande fue su sorpresa al escuchar del anciano, con voz apagada, áspera y pausada las palabras del niño. “Me ha contado acerca del final de la vida… me habló de los ángeles sin alas, dijo que cuando uno muere, un ángel sin alas se arrastra hasta nosotros intentando arrancarnos las alas que nos crecerán en el momento justo de nuestra muerte y que debo tener cuidado de no dejarme engañar, y no tener miedo porque él podrá ver al ángel antes que yo y me podrá ayudar”. El doctor se despidió del anciano en el momento en que Caleb aparecía en la puerta del cuarto, con esa mueca de sonrisa. Guillén iba a decirle algo, pero prefirió callar, pensando en que, quizá el anciano moriría más tranquilo imaginando que aquel niño discapacitado podría ayudarlo contra un ser ladrón de alas y que quizá el niño habría escuchado eso de alguno de los pacientes, pues entre camillas se escuchaban constantemente historias sobre lo que hay al final de la vida, de almas que penan por el hospital y de la forma de ahuyentar a los seres malignos.


Y así pasó otro año más, sin ninguna novedad, hasta que dos días antes del cumpleaños número seis de Caleb, Paty la enfermera le hizo saber al médico su preocupación por la coincidencia en que los cumpleaños anteriores el niño sufriera aquellas convulsiones y alucinaciones. El doctor la calmó diciendo que no tuviera cuidado. Le festejaron su cumpleaños con una pequeña fiesta en su cama, la número 33, con regalos, pastel, dulces y un payaso que lo animó aún más de lo habitual. Al terminar el festejo, Caleb le pidió a Paty que no se alejara de él, que por favor tomara su mano por esa noche y que no fuera a quedarse dormida. Paty intentó alentarlo a dormir, pero el niño insistió tanto que ella accedió. Ella presentía algo malo, no era normal en Caleb ese tipo de peticiones y más aún le preocupaba que él mismo, que tomaba y acariciaba la mano de los desahuciados, pidiera que hicieran lo mismo con él; pero se animó al tomarle los signos vitales y verlo sonreír. La pequeña manita de Caleb estrechó la de Paty y con mucha seriedad y con balbuceos intentó explicarse “Hoy viene, hoy tres veces. Ángel sin alas, se arrastra. Por mi viene” Paty se espantó, y le dijo que por favor no siguiera con eso, porque a ella le daba miedo, que eso no era cierto, que estaba sano y que nadie lo iba a lastimar. Miró a su alrededor para que los demás pacientes del cuarto la apoyaran, pero todos estaban dormidos. Caleb esperó un poco y siguió. “Ángel sin alas, quiere llevarse mis alas. No te alejes o me robará mis alas. No me sueltes”. Ella siguió con su sermón atropellado de consolación no sólo para el niño, sino para ella misma y prometió que no lo soltaría. Caleb durmió y después de un par de horas, tranquilizada por el respirar acompasado del niño y el calor de su mano entre la suya, ella también se quedó dormida y soltó la mano de Caleb. Después de un rato, un ruido despertó al niño, que abrió los ojos, espantado, pero sin gritar, el miedo se lo impedía. Un hombre albino se arrastraba trabajosamente hacía su cama, con una mano estirada. Gemía


con cada esfuerzo por arrastrarse. El pequeño miró a Paty de reojo, que dormía junto a él, sentada y sin su mano entre la suya. Él mismo quiso tomar la mano de ella, pero el miedo lo tenía paralizado. No podía ni parpadear. Miró las dos grandes llagas en la espalda del ángel, que desentonaban con la blanca piel, por ser de un color rojo; por los pedazos de carne al descubierto de donde estuvieron sus alas. Y con más terror miró la mano del ángel posada en su cama. Horas después, algo despertó a Paty, le costó micro segundos recordar qué estaba haciendo allí y miró a Caleb, que estaba sentado en su cama, con una mirada inerte hacía adelante. Ella preguntó que le pasaba, tomó su rostro y le alarmó su frialdad. Se dio cuenta de que el pequeño Caleb estaba muerto. Gritó y los pacientes quedaron azorados por la escena y por la expresión en la cara del niño. Al entrar al cuarto, enfermeras y doctores también se sorprendieron por tan trágico hecho, pero más aún se sorprendieron cuando, al desvestirlo, notaron en la espalda del pequeño, dos grande llagas abiertas.

§


Carne picada [11/2016] Somos carne picada, algo de mortaja, en trozos que no trazan por la góndola, Somos un subproducto foráneo inundado por el lodo de las neuronas adormecidas. Sin sustento al alcance, sin porvenir colapsamos en paralelo y en espejo, con la alienación en medio de lo oscuro. Estamos esperando los días por venir con la luz oculta por el control del ojo negro, el que nos condiciona en lo cotidiano.

[11/2016]


R ICARDO R OJAS L AZARTE Algunas notas de otoño

Con las hojas que parecen muy secas, más: -Un viento de a 3 km/h -Unos 13 ° -7 millones de inquilinos sin huelga -La angustia del 2 x 1 que se va -Un lugar nuevo para dormir -Y comer??? -Plantas a regar -Un locro pa compartir -Sin abrelatas ni tirabuzones -Con Silencios junto a Silencios -2 marchas en la semana a devenir -Una guitarra sin tocar x días -Unas letras y Sartre con su novela -Extraño a algun@s. -Unas altas en curso -Los miedos cotidianos -Una mujer más asesinada -La bronca consecuente -Una estación muy cercana -La belleza de esos tangos -La 92.7 -Corea son dos Coreas -La del Norte mete miedo -Siguen muriendo Siri@s -El mundo es un otoño x acá y NO se mezcla en cotidianeidades -No puedo tocar algunos acordes -El tinitus se hizo amigo -Llovió ayer y hoy hace frío de otoño -La melancolía aflora en espacios sin límites -Vivir es una pesada carga [20/5/2017]

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C LAUDIA Á LVAREZ P ITTAMIGLIO

“En las nubes” Acrílico sobre cartón entelado 45,5 x 35,5 cm.



“Grisalia” Acrílico sobre tabla.

“Sin título” Pastel tiza sobre caballito 50 x 49,7 cm.



“La bella estación” Lápiz blando, témpera blanca y acrílico azul de Prusia sobre caballito. 34,5 x 17 cm. §


Deposiciones

Qué sutil y vano es el trazo de quien escribe solo para ayudar a su memoria. Mas de otra vanidad y sutileza es aquella de quien lleva a letra las soñadoras voces, los humores que su alma hasta desbordar produce y acumula en las continentes copas del espacioso y oscuro carácter humano. Allí el llanto, allí la risa, el miedo y la bronca se destilan como miel en panal de fiebres para transformarse luego en inquietudes incómodas, en combustibles apetitos, solícitos símbolos que cayendo sobre palabras así las van llenando sobre el lugar que mejor les queda, en la secuencia que más honesta suene, en la huella que al rastro mejor le siga. Ya visten su máscara y articulan la danza sobre la melodía que el fuego espiritual sopla. Ideas fotografiadas sobre el puente de la alegoría, retrato de pasiones que empañan el cristal que las mira. Sombras cálidas emanadas del vital perfume, gritos emplumados en el cielo de la juventud, aullidos o relámpagos roncos en el desierto del mundo que luego en su calco purga el cazador de cartas; el ficcionante que a sus escurridizos suspiros captura en jaulas de tinta.


H OLANDO P ELOGROSSO Viernes santo

Así, como gota que cayera en hierro al rojo la gota es toda el agua y el agua es menos que la gota Su sed era suprema mas no absoluta y por la gota que era más que el agua ardía de anhelo No por hambre, sino tentada la garra cae y come con más que hambre y su mordisco es menos que un bocado y lo blanco es más que lo profanado Boca, cobriza y dilatada que bebe con más que sed, en esa agua que su sorbo es menos que un sorbo y que la gota es toda el agua Su lluvia, su impulso licencioso manantial desesperado dispara compasiva sobre el pecho de la fragua La fiebre se devora a ambos para extinguirse después. Esa gota es más que el agua y se toma con más que sed, quien la mata la alimenta.


Polípotes

Por Pipolo Poralpoppero 1.

2. Coronas corolarias de colores acalorados, coloradas caries en la cara de Carina. Crines de coral y coros cacareantes, caricias sacarinas cabriolas y carambolas ¿corpiños y niños? ¡Sueños y guiños!

Comilla sencilla bolsillo amarillo canales banales morrones matones me encierras, me entierras, canilla y rodilla me sacas petacas colocas tus bocas machacas las cacas.


Poema XVI

Qué mal compañero el mundo y cuán malo el minuto aciago que sólo en bostezos enseña sus muelas perezosas y amarillas. Sería mejor si no tuviera días el cielo porque la tierra ya no los tiene. Nadie hace vibrar el aire, nadie lo perfuma caen las olas del gelatinoso patetismo, egoísta estribillo, espejo, rocío sobre la mala hierba, y ya en nada se distingue el remedio del mal que es a un mismo tiempo resaca y mala ebriedad. Tiempo que ningún mal aplaca y es en sí mismo sutil y obrera enfermedad. Cruel reloj, pendulante gotera, oficio indiferente de encadenar con bruma. ¡Ah! Qué condena respirar, estremecer este petulante acordeón con penosos suspiros de fétido asombro y viejo. Contraer su cintura huyendo del ceñido, tragando recuerdos fallecidos, viscoso llover como almas condenadas y negras que resbalasen hacia el infierno y leen en los labios el epitafio-bienvenida: “en este pozo no habita la esperanza” ya entra por la boca el lúgubre bocado de su procesión verdinosa; las palabras que me niego las ensoñaciones que me mueren.

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Renuncia

Desaparecer, renunciar. Vagar en las calles La máquina suena y resuena Golpea la tierra como un huracán

Como la vida misma al nacer Golpea Pasto húmedo, lluvia transformada Huir, ser ciudad hundida… Y mi alma se destroza y desintegra Mi cabeza se mueve en torbellino Soy ciudad succionada por la máquina Que golpea y que golpea. Soy La máquina…


F ABIANA L APALMA Acordes Velas se van, Inciensos se van y la música cambia. Tu olor permanece aquí. Acompaña al igual que tu cuerpo ausente. Percibir los acordes de una guitarra Allá en la lejanía Estremece la piel Congela el corazón Marea. Te hunde la carne contra el hueso frágil Más rápido, más rápido corazón Más rápido y te vas. Y una lágrima negra se escapa El alma corre y corre y corre Hasta golpearse contra el muro. El alma corre y corre y corre Hasta sangrar. Los senos arden hasta inmolarse Más rápido, más rápido corazón. Velas se van Inciensos se van Y solo escucho los acordes de una guitarra Allá en la lejanía.

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Ministros y sicarios A Paula Morales, por hacerme levantar las pelotas del piso.

Luego dirán que el tipo estaba enfermo, que se le escapaba el perro a cada rato y mordía a cualquiera sin que se diera cuenta. Sus razones tendrán, todas distintas, según sus propias dolencias. La mente controla, pero es un Calderón en el océano. No es un estadio, es algo mucho más pequeño y a la vez infinito, para un solo cuerpo entre millones. Uno que es millones, pues para jugar, pelear, odiarse o amarse a sí mismo se requiere de un dos por uno, mínimamente. Podrán descuartizarlo en fragmentos de ser, pero tan solo hay un espejo donde se miran dos. El cuerpo subió al bondi, su forma, humana. Se cercioró de llevar los explosivos. Portaba el uniforme de OSE que heredó de un amigo, jubilado hace un par de años. Se jubiló de respirar. Bajó y se acercó a la vereda en reparación. El lugar es seguro, había una cierta calidad de vida en términos de supervivencia, opuesto a los bordes y sobre todo a la hipodermis del lugar en que ascendió al 405. Existen diferencias ambientales entre los de su especie. Al lado de la casa con la vereda intervenida con cintas amarillas, y cavada a medias, vivía el asesino de su hermana. Las hembras de su especie son muy fuertes, capaces de parir y alimentar cachorros desde su nacimiento. Cuando era niño desarmaba mini componentes sin dificultad aprendiendo la


L EONARDO M ARTÍNEZ M ATO Acordes

función de cada pieza; desmantelaba una bicicleta y a los problemas pequeños demoraba segundos en resolverlos. El aparato pequeño pero letal fue colocado hábilmente en el contador interno de la casa vecina al agujero. En el ómnibus hasta las pelotas le pareció ver las flechitas etéreas, venenosas, que desprendía el grupo de personas sin percibirlo. Nadie asumía su locura, la adjudicaban al que viniese a contramano, y seguían. Golpeó las manos. Recordaba una frase de la que desconocía su origen, pero escuchó en canciones y leyó en algún mini Larousse de arte: “cada uno tendrá sus quince minutos de gloria, o fama”, algo así. Pero estos ñeris son de manual y te los tienes que fumar. Salió el jerarca que pagó al sicario, preguntó qué deseaba. –Asegurarme de que la fuga no esté en su terreno. ¿Me dice lo que marca? Disculpe la molestia. El comisario vivía en zona de confort y tenía en el jardín un césped que parecía artificial de tan prolijo con esas mangueritas giratorias que no desprenden hilos de veneno. Dicen que era del barrio, se mudó cuando lo ascendieron. Pero si hasta un jacobino, de paso por el barrio, le sugirió que se mudara, que así no se podía vivir; como si esa gente no existiera fuera de nuestro campo visual. ¿Qué podíamos esperar de éste alma de botón y botón de alma? Lo que el chusmerío es a la solidaridad. Porque si fuéramos una balanza antigua nos cansaríamos de ver el plato de la izquierda vacío, en lo alto y dejaríamos de existir, recién nacidos. Pensó: mis sobrinos existen, y ahora son huérfanos. ¿De qué cargo me haré cargo? ¿Habré actuado bien? Eso que puse ahí no es un petardo, es para


hacerlo mierda, otra bicicleta desmantelada, nada de se le soltó la cadena o se le fue la moto. -Si, como no, ¿quiere pasar? -No, dígamelo nomás. -Lindo día, ¿no? Dijo el jerarca, de paisano, antes de abrir la cuevita de cemento donde corren los numeritos. Esta realidad entretejida se parece mucho a un videojuego. Si alguien tiene la capacidad de pagar para matar a un semejante que sabe algo y luego almorzar con la familia como si nada. Después de la explosión que lo salpicó con una quemadura en el hombro, ante la realidad de aquel otro cuerpo desparramado, sembrado de esquirlas, y aquel rostro del que colgaba un ojo, tomó cuenta de que su avatar en el juego había movido la pieza equivocada, y de lo efímero de la huida. La respuesta al “¿lindo día no?” había sido: -esta va por mi hermana. Lo que hizo que el comisario, en simultáneo con el detonar alzara el rostro. Entonces voló su mentón y se borró su cara de abajo a arriba. Caminó de forma normal aparentando que le ardía el hombro. Más que la adrenalina era el pensamiento lo que pesaba. Él decía buen día al chofer y al guarda y se apilaba correctamente. Era de los que daban el asiento. Mientras anduvo, se quitó la campera quemada donde se podía leer la marca del Estado y se puso el canguro que llevaba como rueda auxiliar. Se entreveró en la manada que esperaba bajo aquel techo sin paredes donde no estabas a reparo ni de la lluvia, ni del mormazo, ni del granizo, porque entre otras cosas existe el viento. “Lo sabe un niño pero no un ingeniero”, pensó. Lo vio venir. Hizo la señal al mismo tiempo que tres o cuatro fichas más; saludó al guarda


y al chofer que eran el mismo. Empresarialmente la duplicidad es asumida más fácilmente que por cada empleado, patrón o dueño. Sabemos que esta especie animal procrea, a veces vive o simula vivir en familia. Principalmente cuando pequeños. A veces se van dos de los cuatro, mínimamente. Eso caracteriza más al género masculino. A veces quedan, pero separados. Otras se aman u odian. El duelo y el crimen en paralelo y simultáneamente chocaban dentro suyo. Uno no podía dejar de ver a su hermana en el piso, la moto que se iba, los sobrinos gritando, -¡mamá¡ ¡mamá¡ El otro veía onomatopeyas de estallido y un cuerpo tirado, con la cabeza rota. Él no sangraba, era una sensación como cuando se dormía en la playa y quedaba como un camarón. Solo tenía dos mejillas, bastante abofeteadas. Su hermana, un solo cráneo, atravesado por la bala. Saludaba a gente anónima por cortesía; pero si alguien, así lo conociera desde tiempos remotos, le jugaba mal, o su ética pudiera perjudicar ulteriormente a quienes amaba, e incluso a muchos de los anónimos, lo cortés era no saludar, como quien bloquea en redes sociales, solo cambiar “perfil” por derecho viejo, con volumen y cuerpos que pueden ser heridos. Demoró segundos en deducir quién liberó la zona y llamó al delivery. Su hermana vio lo que no debía. Ya dijimos que la especie forma familias, las deforma, tiene vínculos emotivos y sangre en común. Por separado se rigen por leyes que a veces otorgan derechos y otras los condena. Que manejan dinero y quien tiene más puede comprar la ley y ejecutarla inversamente. Pero hay leyes que no podrán cumplirse por lógicas razones. Cuando distinguió entre banderines, unos pocos libros y algunas


herramientas, un arma de juguete sobre la campera de marca, por fuera del bolsillo, supo que era la contraseña. -¿Tenés de verdad?, preguntó a boca de jarro. Luego de estudiarlo, intensa la mirada, el otro dijo, –Sí, claro, pero acá no. No fueron lejos, entraron a una vivienda de aspecto sombrío aunque le diera el sol de frente. Un niño jugaba a que la pared le devolviera la pelota a cada segundo. -Cinco mil, y no la descartes, hacela desaparecer. Dijo el feriante. -No llego. -¿Y cuánto tenés? -Tres mil quinientos. -Dame, tomá y rajate. Fue lo que hizo. Eso de desaparecer el arma sería difícil, como lo fue para su hermana no ver cómo cargaban el baúl, con un cadáver envuelto en una manta, frente a su casa. No estaba al tanto. No quería llegar tan tarde. Pero su amigo le gustaba. Dos años atrás se había separado de su pareja, no era mala persona el flaco. Los dos habían cambiado y ya no querían estar juntos. Él decidió dejar a los sobrinos en el almacén. La doña es piola, quiere a los pibes. Es un micro hábitat pasable dentro de la pobreza. Tomó el ómnibus en sentido contrario, observó el estanque, el castillo, el Franzini y su verde césped, muy prolijo, parecido al del policía mafioso; solo que vivo, no parecía artificial. A él le gustaba Defensor, nada de Sporting.


Descendió y puso destino rocas, luego de caminar unas tres o cuatro cuadras. Se sentó lo más cerca del mar posible y pensó antes de dispararse: “qué disparate que el suicidio sea un delito”, y para rematar, sonriente, sabía que juzgarían a un cadáver limpio. Había pasado de adicto a consumidor social gradualmente, al tiempo que los impuestos roían su taller, hasta que hubo de sacar los carteles y trabajar a puertas cerradas con los clientes fijos. Entonces fue cuando el tercer yo escribió la última frase, cerró la libreta y puso la birome dentro del espiral. Se imaginó que era editado y le preguntaban cosas, como sobrándolo: -¿Por qué escribís así, tan sórdido? -Para no tomarme un par de vinos con pastillas y salir a matar algún hijo de puta, perdón, hijo de puto, sería la neo frase. -No creo que sea una manera adecuada de expresarse en este contexto. Petuleó el crítico literario. -Querés escribirme las respuestas. Capaz que si mudo de barrio los demás dejan de existir. ¿Sabes qué? Tomate también este café. Y salió tropezando con las sillas, cual Lydon de una entrevista pelotuda realizada por un futuro yuppie, dando un portazo, y sin saludar, por cortesía.


Sueño de una noche de verana

Primero eran imágenes como de cine checo, conocidos de mucho tiempo atrás, desconocidos y yo, en una institución, charlando en una especie de comedor. Caían imágenes de una antigua película llamada Sexmision, polaca ella. Charlábamos de "Las margaritas", de Chitilova, “eso es feminismo, no estas conchudas que ni leyeron a Simone pero citan frases”, dijo una compañera del curso, de las más amigas, muy parecida a una de las protagonistas. “Tranqui, che, que nos van a venir a buscar”, replicó otra que se parecía a la otra. “Y hablá bajito, que no nos conocemos todos”, dije mientras descubría abochornado que no llevaba pantalones, iba con un blazer de segunda mano sobre camisa a cuadros y borceguíes punkis. La C.O.F, Central Obrera Feminista, era mayoría en lugares claves, como salud y educación y en algunos entes. Los hombres que podían afiliarse con la esperanza de zafar de la Central Central (vieja enseña que flamea majestuosa), que colaboraba con los empresarios e integraba el gobierno, debían respetar ciertas “cláusulas de paz”, así denominadas. Las condiciones eran tener medio voto y ser llamadas de modo femenina, palabra que solo tenía la acepción del antiguo femenino, palabra a punto de ser quitada y por el momento bloqueada. “-Tiene media palabra la Cra. Alejandro.” “-Pienso....” “-Suficiente.” Había que ser rápido en las asambleas. En el sueño era joven y estudiaba cine o guión, y al revés del emperador, imaginaba ir desnudo e iba vestido. Era Freud soñando conmigo. En eso estaba, queriendo cubrir los vellos de las piernas con el viejo saco, cuando llegó la orden de desalojar el centro de estudios, pensamos en principio que era por ser 151 varones versus 149 mujeres. Luego nos acordamos del paro y que estábamos carnereando mal, en este caso por uso de conciencia de clase y género, aunque nos juzgasen al revés. Un pequeño batallón de sexo


femenina, solo esa acepción para la palabra quedaba ya, al grito de “-Quieren patriarcado? acá tienen, hijos de putos, yeguos!” La palabra yegua había sido eliminada del vocabulario por la Ministra de Educación en un gesto de aproximación a la C.O.F. aplicando caballa, y el vocablo caballo solo aplicaba a un dictador caribeño muerto y a los de carrera como la señora en el ejercicio de su poder, también Ministra de cultura. Desperté un poquito mientras nos apilaban a los 300 estudiantes, sin distinción de género, en un solo cutcsa, en triple fila a cuatro por asiento sosteniendo compas sobre nosotros, acostados de cara al techo. “-Hasta el Antel Arenas, Coliseo de la Mujer, cobrales”, dijo una dirigenta y se dirigió a un cómodo coche que nos seguía escoltado por otros y un par de patrullas. El ticket para viajar salía cien pesos, hay que recaudar, pero estaba más tranquilo porque notaba que llevaba los pantalones puestos y el trayecto era breve. Había posibilidades de descender sin mayores contusiones. Se celebraba la expo-marcha-paro de cuatro horas. “El 8M.” Bajamos como una explosión del D8 casi fundido, a punto de ser descartado por la empresa. A pocas cuadras, en villa española, un oscuro rancho albergaba la simultánea historia de una mujer que era lanzada desde su puerta a la pared frontal. -Así que querés ir al festival ese de la mujer libre y estar de vaga refregándote contra los "gordos" del C.C y esas putas lesbianas del COF? Hoy no te vas a rascar las bolas cuatro horitas, cociná rico, dale. Ella se levanta llorando y comienza a mezclar pobres ingredientes mientras piensa, y si no le gusta? A todo esto en el backstage, el presidente en las sombras eternas y empresario, se reunía con parte de las cúpulas de la COF y la CC, las ministras de educación, y cultura, aparte, cultura aparte, la de salud y la de


industria, y energía, aparte, y la directora de correos. Se definía la candidatura de esta última en su cuádruple condición de mujer, afrodescendiente (no confundir con negro y menos con uno cualquiera) , vanidosa y poseedora de una ambición digna de tal destaque. El empresario de transporte miró sonriente a la candidata y le dijo con su cara pétrea, “-Te prometo no interrumpir tus discursos en campaña y tragarte, aunque hables cuatro horas. Vos podés, Mandela.” Ella "- je je je, jefe.", por una vez lacónica. Algunos estudiantes lográbamos huir de la escena. Sobretodo varones, menos controlados ese día. Callejones y baldíos, cantinas de barrio, almacenes clandestinos, talleres abandonados, nos guarecían. Otras y otros nos señalaban y algunos eran perseguidos. Era preferible morir en manos de un pendejo armado a tiro de piedra de allí. Creo que todavía estoy por despertar.

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L UCÍA M ELGAREJO F REDIANI 11011 KM







ยง


Qué atrevimiento Jan Dark

Para Jeanne Sosa, Emperora Triz, cofundadora de DZL

Determinación brutal del derecho de tomar una opción, prohibida, condenada. Y llego un fin, cuando el cielo se opacó en ese silencio escalofriante en este paraíso quieto… tu paradero no te fue tan temido.

Un pájaro hambriento, y también un lobo batiendo tambores de guerra de no estar de acuerdo de no temer a lo temido, escrito en tablas de hierro por siglos de creencias de sonidos fantasmales y atemorizantes.


A RTURO R ESTUCCIA Acordes

No has podido encontrar ningún pecado en tu vida, y no han podido derribar las puertas de tu conciencia! Te supiste al borde del mundo. Certeza de no pertenecer a nada, solo a ti. Quien llenara este tiempo, la ebriedad de tus músicas y palabras.

Tememos por nuestras vidas, ahora la misma tierra deberá cambiar su faz con sonrisas o con sangre, con flores o con odio y con tus brazos extendidos en el más cruel de los abrazos. Que atrevimiento Jean… Tus palabras volverán imponentes, como un embrujo.

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Esta colaboración para DZL es una producción grupal de los concurrentes al taller de Musicoterapia y Arte del Servicio 28 del Hospital Neuropsiquiátrico José Tiburcio Borda de CABA.

Los efectos del bloque. Una experiencia interdisciplinaria

[Extracto del informe de la actividad, escrito por la poeta y músico-terapeuta Sol Pez].

En el pabellón Amable Jhones del Hospital Neuropsiquiátrico Borda se desarrolla el taller de "Musicoterapia y Arte" a cargo de mis compañeros de musicoterapia, Ricardo Rojas y Cristian Grinberg. En el mes de Agosto (2016) fui convocada por Ricardo por mi relación con la poesía, para facilitar una experiencia con los participantes del taller. A partir de su invitación, esbocé un posible abordaje interdisciplinario entre poesía y música. Romper el aislamiento y la alienación generados por el hospitalismo, así como también conocer y enriquecer sus singularidades a partir de la expresión y socialización de pensamientos y sentimientos, son posibles en este encuentro, mediados por las propuestas artísticas, como lo son la lectura, la composición poética y la improvisación musical.


S OL P EZ

Mi vida, un mundo sin fin

Escuchar. Escuchar la palabra, como argentino, por siempre, por la paz del mundo. Son mis manos las que escriben y mi corazón que sufre por la paz del mundo. Con pasión un mensaje, no todo está perdido, el sol sigue saliendo para todos. Hay sordidez y también esperanza. Lo lúgubre. Esperanzas muertas que no volverán. Hojas muertas, hojitas muertas, rojas hojas rojas muertas. Volver al barrio me da pena. Ya no tengo mi madrecita buena. Mi rancho ya es una tapera. Ya no existe más. No escucho los jilgueros cantar ni el silbido de los zorzales que debajo de un tala se hamacan con sus alas. Y en el grito colosal son cosas camperas. Y la dignidad de mi vida, mi vida. Son recuerdos que no volverán. Sacúdase Buenos Aires el pudor de sus luceros. Mi Buenos Aires querido.


Un pecador ha besado en esta ciudad de hierro. Ha besado y anda suelto. Sociedad que reprime el amor. Prefiero morir de pie que vivir arrodillado. En este patio gris desierto es el final de una poesĂ­a. En este patrio gris desierto mi grito como una estatua temible y rojo en el centro.

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http://dzldigital.wixsite.com/dzlrd dzlrevistadigital@gmail.com Montevideo | Uruguay Š2017 DZL Revista Digital



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