Experimentos de vigilia, el primer libro de Loro, es una obra circular e irracional. Sin embargo —y sin que resulte para nada contradictorio— sus cuatro cuentos no resultan en absoluto experimentos (no al menos los experimentos de un autor novel) sino bombas cuyo mecanismo ha sido bien calculado, piezas que guardan una suerte de temática común, la de la vigilancia, la del odio venenoso contra el ojo que todo lo ve, contra el estado policial; la reivindicación de lo real frente a la aparente libertad de lo virtual. Tal vez esto suene reaccionario, pero -y aquí Loro habla en nombre de todos los e;bés- no queremos ser recopilados en bases de datos: no queremos que ese monstruo llamado Google decida qué podemos saber y qué no. También: nos negamos a registrar un ISBN, a que nos recluyan triplemente en la Biblioteca Nacional. Queremos que nuestros libros huyan de esa viscosa doble vida que todo lo impregna.