Cumpleaños de chavez

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contenido Consejo Editorial

Jorge Rodríguez Gómez Freddy Ñáñez Felipe Saldivia Gustavo Borges Revilla

Directora

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— uno de nosotros

Mercedes Chacín y Franklin Alviárez

04 08

— Mi pana Chávez

Gustavo Mérida y Kizzy Lugo

Malú Rengifo y Pablo El Kalaka

Reinaldo González

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Redacción

Rodolfo Porras y Zouky Luck

Nathali Gómez y Daniel Duque

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Roberto Malaver y Nathaly Bonilla

Freddy Fernández y Omar Cruz

Fotógrafos

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CORRECTOR

Rocío Cazal y Alfredo Rajoy

Yosjuan Piña y Melany Pérez

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William Serafino y Luis “Razor” Balza

Jessica Dos Santos y Jessica Mena

Mauricio Sánchez y Antonio Aponte

Mercedes Chacín

Editor Jefe

Carlos Cova

DirecTORa de Arte

Edarlys Rodríguez

COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA

Asdrúbal Briceño

Asesor Editorial

Rocío Cazal Mabe Chacín Kay Yam Hung Gustavo Mérida

Diseñadoras

Zonia García Melany Pérez

Ilustrador

Alfredo Rajoy

Ambrosio Plaza Jonathan Mendoza Rodolfo Castillo

LOGÍSTICA

Idania Bracamonte Daniela Fernández Ilustración de portada: Oscar Hernández

Impresión

Editorial Metrópolis, C.A. epale.ciudadccs@gmail.com/@epaleccs Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114 Distribución: 0212-3686750 Depósito Legal: pp201202dc4166 Una publicación de la

— un toro

Marlon Zambrano y Kayfu Hung

— Apenas Chávez

— un día en la vida de hugo

— le llamaban tribilín

— La batalla por convencer

María Gabriela Blanco y Trinchera Creativa

— chávez siempre vigente

— El responsable

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— gulliver inverso

— CHÁVEZ Y LA IGNORANCIA

— El pop transgresor

— Llanero comunicador

— el educador

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— corazón exagerado

Clodovaldo Hernández y Flores Solano

Premio Nacional de Periodismo, 2014. Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.

Revista Gratuita Circula los domingos con el Diario Ciudad CCS búscala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jacinto, edif. gradillas "c", piso 1, al lado de la taquilla única de servicios municipales


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CUMPLEAÑOS 60


uno de nosotros

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POR Mercedes Chacín ILUSTACIÓN franklin alviÁrez

Se podría decir que hay millones de Chávez en las cabezas de millones de personas. Por eso quisimos en Épale CCS, a propósito de que mañana cumpliría 60 años, dibujarlo y escribirlo muchas veces. Convocamos a su gente y aquí están 30 “miradas” de Chávez. Y es que su “aparición”, como la de los cuentos de la sabana, no pudo ser más fulgurante y más impactante. Apareció como un espanto barinés para unos y como ángel salvador para otros. Fue una aparición mágico-realista: un militar con un vozarrón de locutor con su perfecto uniforme planchadito asumiendo su peo. La escritora Sol Linares lo describe así (recuerdos de un 4 de febrero de 1992) desde sus ojos de niña: “Era un hombre de cara alargada, ni feo ni bonito, distinguido y delgado, de voz que sonaba como un quejido sincero y responsable”. Desde allí comienza el Chávez político que, a su vez, perfiló una de sus características más resaltantes: un tipo responsable de sus actos, de sus decisiones y de sus acciones. Un palo de hombre, pues, como decimos en los llanos. Pero no es ese el único Chávez. Hay otros. Para el periodista José Vicente Rangel, era un “coloso de la palabra, un inmenso ser que fue capaz de resumir lo mejor de la condición humana”. Para el profesor de la Universidad de París, Ignacio Ramonet, “Chávez era un pedagogo inaudito, sabía de instinto colocarse al nivel de quien lo escuchaba”. Para Jorge Legañoa Alonso y Orlando Oramas León, compiladores de Cuentos del arañero, “Chávez dialoga, tutea, narra al detalle, se adelanta a veces, va a atrás, superpone historias; rompe la lógica gramatical sujeto-verbo-predicado. Es parte de su estilo, su técnica narrativa, con la cual mantiene en vilo, enseña, polemiza, pone a pensar y convence”. Para mi hija María Victoria, lo mejor de Chávez es que era pana. Pero si me preguntan a mí, lo mejor de Chávez era su parecido con nosotras y nosotros. Nos parecíamos demasiado. Chávez amaba echar cuentos. Cada vez que veo un caimán, recuerdo su risa juguetona y su fábula del “Patrullero del Arauca”, el caimán de 14 metros. Cada vez que alguien arranca a cantar en una fiesta, en una tasca, en un viaje, rememoro sus innumerables “conciertos”. Cantaba cuando quería. Su voz era de barítono, muy afinada. ¿Quién no canta canciones de Nino Bravo, rancheras, joropo, boleros, en medio de las postrimerías de una buena rumba? Chávez las cantaba con nosotros en sus fiestas domingueras, en Miraflores, en una tarima, en el Teresa.

Chávez tenía una mente cochambrosa. Le encantaban las frases de doble sentido. Era un picaflor. Amaba a las mujeres. Coqueteaba con ellas. Era un jodedor nato. Era un trabajador de los buenos. Acabó con aquella mentira tantas veces repetida de que los venezolanos somos flojos. Chávez declamaba, animaba las fiestas. Chávez fue anfitrión de concursos de belleza en la Academia Militar. Trabajó de niño y amaba a los animales. Amaba a su abuela. Le encantaba manejar carros. Tenía un niño muy desarrollado. No era buen bailarín; par de cachapas en sus oídos. Me recordaba a mi hermano Pedro en lo sordo para bailar. Mi hermano Pedro alguna vez me dijo que le simpatizaba porque era un “tipo muy generoso, arriesgó su carrera militar por nosotros”. Le gustaban los deportes. El boxeo, el automovilismo, el atletismo, el ciclismo, el fútbol… amaba el beisbol y, a pesar de ser un deporte “imperial”, nunca ocultó su afición y sus ganas de ser pícher, para lo cual se hizo primero soldado. Y, ¡carajo!, era magallanero. Era un excelente estratega. Hasta su muerte, la oposición venezolana, ayudada por el imperio, no pudo con él. Para cada revés tenía una explicación, un “por ahora” no lo logramos, pero ya lo lograremos, y para los triunfos la arenga oportuna y el sigamos cabalgando. Chávez amaba la tecnología. Bastante rápido la usó en el ejercicio como Presidente. Difería con él en eso de que las matemáticas son “imprescindibles”, pero no le quito algo de razón y tampoco tiene la culpa de los malos profesores que me tocaron en suerte. Pero lo que más admiro de Chávez es que era un patriota. Le dio vida y valor a esa condición. Hizo que nos reconociéramos como pueblo. Nos devolvió a Bolívar y a nuestros próceres. Nos devolvió la dignidad. Y cuando ya todos éramos patriotas, nos parecimos igualitos. Claro, este perfil le gustará más a los chavistas, pero también es para los no chavistas que se sienten patriotas, jodedores, trabajadores, galanes, cantantes… Este perfil, estos perfiles, estas ilustraciones, son también para los que lo adversaban en buena lid y para quienes no sepan que su triunfo, que su imbatibilidad, su invicto, no solo tenía que ver con sus dotes de político, también tenía que ver con nosotros. Era uno de nosotros. Y es que, a fin de cuentas, la simbiosis del Comandante con el pueblo venezolano entero no era perfecta, pero simbiosis era.

Caracas, 27 de julio de 2014.

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mi pana Chávez

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POR GUSTAVO mÉRIDA ILUSTRACIÓN kizzy lugo

Fue al contingente de enero de 1986 al que le tocó que volviera —o empezara— la duración de 24 meses del servicio militar obligatorio. Antes eran 18. Ahora, por ley, la duración mínima es de un año y está prohibido el reclutamiento forzoso. En aquella época de recluta, la diferencia básica entre un oficial y un soldado era que el primero casi siempre se quería quedar y el segundo casi siempre se quería ir. La cuenta de los días que faltaban para irse de baja es algo que se hacía, valga la redundancia, todos los días. “Clavarse de cabeza” consistía en colocar cuidadosamente la frente en el piso y luego, aguantando el dolor, levantar el cuerpo de modo tal que uno se convertía en trípode. La frente y la punta de los pies. Las manos en la espalda. Fue una práctica que se utilizó como sanción entre la soldadesca por la década de los 80. En 1986 Chávez es capitán, yo llego a Conejo Blanco y todo esto es importante solo porque estuve cerca de donde estuvo Chávez. Y Chávez, que estuvo y anduvo en toda la patria, es la patria. Se entiende mejor a Chávez cuando se le quiebra la voz en Apure luego de ver la “Y”. Se entiende y se ama al hombre cuando él habla de salvar a la especie humana y cuando saborea un pedacito de galleta de la boca de un carajito. Venerar no es jalar bola. Chávez trotó por la colina del gato, yo también. Chávez disparó en el polígono, yo también. Chávez le echó un cerro de bolas a toda vaina, yo no. Chávez asumió sus peos, yo a veces. En este país la gente se conoce, pero a veces no se reconoce. Desde las mentes estólidas se subestima al chavismo. Chávez, en diciembre de 1999, decidió que su cena de Navidad era con los damnificados dignificados. Al batallón Bolívar se fue a compartir. Una carajita —ahora de 17 años—, que entonces estaba en brazos, levanta su vocecita y lo llama: “¡Chávez, Chávez!”. Él se acerca sonriente y la carga de brazos de su mamá. Ese recuerdo lo lleva esa familia con orgullo para todos lados. Todos comieron sabroso y olvidaron, por un momento, que se quedaron sin casa. Estaban seguros ahí, dentro de Fuerte Tiuna, el mismo fuerte que rodearon el 12 y 13 de abril de 2002 porque amor con amor se paga.

El legado de Chávez es muchos niños y niñas que nacieron y nacerán en esta tierra. Porque a nosotros nos falta mucho para parecernos a él, aunque él mismo sea como nosotros. Pero nos toca contarles, y contarles bien.

“Mi hipótesis es que Chávez es idéntico al pueblo y por eso triunfó. ¿Cuál es la tuya?”, me pregunta una gran amiga chavista y, lamentablemente, magallanera. Yo no tengo hipótesis. O mi hipótesis y mi esperanza es el mismo Chávez: el tipo duro con ternura. Es el tipo del que, salvo su fanatismo por un equipo de beisbol que se llama como se llama, uno puede exclamar, orgulloso: “¡Este es mi pana!”. Un tipo que se equivoca. Un tipo que le hace caso a su mujer cuando le dice “yo me encargo del vino” en una Cumbre Iberoamericana en la que Chávez es el anfitrión y ella, que es de Estas ganas de contarle a mis hijos, a mis hijas, a todos los hijos e Barquisimeto, escoge el vino y Fidel lo prueba y lo llama aparte hijas lo arrecho y grande y gigante que fue, que es... Que querer la para advertirle que ese vino no es tan bueno. Es que más allá de las patria es también decir la verdad y que los judíos están exterminan- bondades de Carora, si el dueño del viñedo es un arrogante hijo do a los palestinos. Que Chávez ya hubiese increpado al líder israelí de puta que administra el “consumo masivo” sin que le importe la para exigirle que pare esa matanza y se hubiese limpiado el culo con sabrosa sensación que disfrutan todos sus compatriotas al no tener el chantaje del antisemitismo. Bueno, tal vez limpiarse el culo no hambre, pues entonces el vino nunca le va a quedar bueno. Y la suene bien: los hubiese mandado a la mierda. Aunque mandarlos a cerveza tampoco sirve. Siempre queda el retrogusto aterciopelado la mierda no basta. de la hipocresía. Caracas, 27 de julio de 2014.

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Un toro

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POR Marlon Zambrano ILUSTRACIÓN kayfu hung

Cuando ese señor entró por la puerta en medio de un barullo extraordinario, arremolinado en un pasillito de apenas medio metro de ancho y quizás dos de largo, yo tragué grueso. A mi lado, la otra moderadora del programa ni imaginaba que mis manos se diluían en un líquido viscoso superior al sudor y que la sequedad de mi garganta solo era comparable en intensidad con el bamboleo sísmico de mi pie izquierdo, bendito catalizador de mis peores miedos. Entró como una exhalación, mugiendo, resoplando, blandiendo sus crines, y hasta juro haberle visto aposentar su yunta en un rincón de la cabina mientras movía los belfos y relamía sus ollares. Eso no era un ser humano, era un toro vestido con un liquiliqui impoluto de color crema y con una mirada desgarradora. Yo tampoco era un ser humano: desde el momento de esa mañana de 1998, cuando decidí destruir a mi entrevistado con el arrojo del astuto y mordaz reportero, hasta el momento de nuestra encerrona, había pasado de joven promesa del periodismo a piltrafa humana, como los mozos que son corneados por un astado salinero de 600 kilos en medio de la calle Estafeta de Pamplona, el séptimo día de los sanfermines. No sé si de pronto alguien sacó un trapo blanco y distrajo a la bestia o yo logré zafarme en un descuido, pero para salvar el pellejo, lancé 17 preguntas en ristra que provocaron sorpresa. Respiré profundo, se hizo un silencio de dos segundos y, mientras curaba las tres corneadas de la primera media hora del programa, me dijo: “Calma, muchacho, yo sé que te quieres comer el mundo, pero déjenme ordenar mis ideas”. Pensé que le había ganado una y estaba a salvo detrás de la valla, pero con una raja en el muslo.

para terminar de desbaratarme, se despidió como un querido amigo que se marcha a la guerra. Lo vi salir al trote con la misma fuerza con la que entró, llevándose en su tropel mis convicciones políticas y pretensiones profesionales, que eran inocentes y presumidas en esa época. De ñapa me dejó, al menos, tres boquetes y contusiones generalizadas. Cuatro años después nos volvimos a ver en una entrega de premios de periodismo, cuando ya gobernaba y su ímpetu arrollador había transformado todo. Le recordé esa faena con la seguridad absoluta de que su memoria, atareada por tantos acontecimientos, la había mezclado con las siglas de las miles de estaciones de radio que visitó arengando al país en su primera campaña electoral. Me miró rebuscando, me jamaqueó nuevamente con su típico saludo devastador y me dejó ir como quien suelta a una capón en un corral. Incluso, muchos años después, cuando lo vi navegar Los Próceres, como quien baja por el Ganges en su último recorrido terrenal, no he sabido si ese toro tenía vestigios humanos o ese humano llamado Hugo Chávez era realmente un ser de este mundo. P.D.: La entrevista está grabada en casete y, por un sortilegio macabro, no he podido desprenderme de ella. Aunque la lance en el Guaire, sé que va a reaparecer entre mis cosas.

Lo que hizo fue tomar fuerzas. Si mal no recuerdo, embistió con terquedad delirante sobre lo dicho y no dicho; explicó la historia del país, del pasado al presente y viceversa, con una potencia demoledora; definió el camino de los venezolanos frente al panorama caricaturesco que se debatía entre una ex miss Venezuela, un carcamán antediluviano y él; enamoró a mi compañera de programa hasta el punto de quedar completamente muda y enceguecida, soltando babas; y provocó una ovación de las gradas que aún resuena en la trastienda de mi memoria, a la que he obligado en vano a borrar cualquier vestigio de aquella mañana de lidia, en la que quedé postrado en medio del tendido esperando a los camilleros y debatiéndome entre dedicarme a la repostería criolla o irme detrás de aquel Apis del trópico. Ni lo uno ni lo otro, pero tampoco todo lo contrario. Después de que me dio su mano y blandió con fuerza mi cuerpo maltrecho Caracas, 27 de julio de 2014.

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el responsable

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POR malú rengifo ILUSTRACIÓN pablo el kalaka

Desde hacía varios años se había radicalizado una crisis económica que mantenía la desigualdad social en índices injustificables para una nación de tan abundantes riquezas como la nuestra. La rebelión militar de aquel febrero simbolizó, entonces, un gesto de solidaridad de las Fuerzas Armadas, no hacia los habituales designios de las élites políticas blancas y verdes, como era norma hasta entonces, sino hacia el pueblo. Asumir la responsabilidad y las consecuencias de aquel acto, como lo hizo entonces Hugo Chávez, llevó a los venezolanos a identificar en él al líder necesario para, por fin, derrotar las cadenas que oprimían al pobre de aquellos tiempos, quien muchas veces en su choza, si es que la tenía, no contaba con nada de comer.

II

I

“Primero que nada, quiero dar los buenos días a todo el pueblo de Venezuela. Este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el regimiento de paracaidistas de Aragua y en la brigada de Valencia: Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre. Ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra. Oigan al comandante Chávez quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos. Compañeros, oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias.” El 4 de febrero de 1992, un desconocido comandante Hugo Chávez, 37 años, rostro delgado, moreno, común como el que más, asumió ante todo el país la responsabilidad de aquel intento de golpe que cambió para siempre el rumbo de Venezuela y enarboló la bandera del bolivarianismo, logrando con ello difundir un mensaje que, lejos de parecer una alocución de la derrota, encendió en los venezolanos la esperanza y la curiosidad.

Fueron innumerables las muestras de responsabilidad que el comandante Chávez dio al pueblo venezolano, muchas veces en detrimento de sus propias ideas iniciales. Muchas fueron las retiradas tácticas en defensa del pueblo, muchos los planes para cumplir con el deber y la responsabilidad asumida, en serio, cuando recibió por primera vez su banda presidencial. Chávez hacía y decía las cosas en serio siempre, hasta cuando echaba broma. Cuando mandaba al carajo a los yanquis de mierda, también lo hacía en serio, dispuesto a asumir la responsabilidad por cada una de sus palabras. De manera responsable realizó sus alocuciones de memoria y cuenta. Informó al pueblo, por primera vez en la historia de nuestro país, de cada uno de los planes a ejecutar por el gobierno y de sus resultados, incluso cuando estos últimos no fueran del todo favorables. Reconoció en cada niño de la calle una necesidad, y cuando dijo que acabaría con la miseria, lo dijo tan en serio y fue tan responsable que en el año 2004 la cantidad de niños en situación de calle se había reducido a una décima parte de la registrada en 1999. Me pidieron para la realización de esta semblanza que me limitara a datos pragmáticos y evitara a toda costa reflexiones subjetivas sobre Hugo Chávez, pero me siento en la necesidad de caer en el más repetido lugar común de los últimos años (mis disculpas a la querida compañera Mercedes Chacín, a cuyas palabras haré irremediablemente caso omiso en las próximas líneas): para Chávez cada problema de un venezolano era asunto suyo. El hombre entendió de tal manera su responsabilidad como presidente de este país, que cambió —incluso a veces pasando por encima de las leyes, como en el caso de la Misión Barrio Adentro— de manera positiva la forma como los venezolanos accedían a derechos tan fundamentales como la vivienda, la salud, la educación, el trabajo y la igualdad. Creo que de ahí el origen de esa frase que suena en tantas bocas: “Chávez para mí es como un padre”. Claro que sí, un padre responsable.

Caracas, 27 de julio de 2014.

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Apenas Chávez

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POR Rodolfo Porras ILUSTRACIÓN Zouky Luck

La fotografía, el cine y el video se apropiaron del concepto de “imagen”, tanto que en muchos ámbitos se opone a la palabra y se cita aquello de “Una imagen vale más que mil palabras”. Como si cada palabra que emitimos no fuese una imagen. Como si las metáforas necesitaran de papel fotográfico o de proyectores. La obra literaria, sea oral o escrita, está conformada por imágenes, y lo es en sí misma, igual que una coreografía, una obra de teatro, una pieza arquitectónica o una alocución política, como a las que nos acostumbró Chávez.

palabra. En ese mismo sentido llama “Frijolito” a Salas Römer, y lo iguala, con esa imagen implacable, a su caballo. De allí no pudo levantarse más el pobre ricachón valenciano. Se opone al ALCA y en Argentina la manda al carajo delante de miles de personas. Imagen Para una enorme mayoría de los venezolanos, Chávez augurando pura que completa con la idea de la ALBA. Y cuando afirma, ante la el “por ahora” es un ícono imborrable. No nos referimos solo a lo presencia atónita del planeta, en la ONU, que “aquí huele a azufre”, visual, de hecho es lo menos importante. hace una afirmación de la presencia del demonio subsumido en En ese momento recibimos la imagen de lo militar como cosa distin- Bush, que hace imposible un argumento razonable para avalar o ta al gorilato, aun en un contexto de golpe de Estado. Recibimos una contradecir esa imagen, olfativa, política, irreverente, desafiante y, sobre todo, inolvidable. Igual cuando se pasa por el forro los protoimagen de valentía. Más aún, presenciamos la conjugación de conciencia y honorabilidad: asume sus responsabilidades, reconoce que colos más rígidos como los de la reina de Inglaterra o el emperador no logró su cometido, que falló en los objetivos que le correspondían japonés Akihito. Nos presenta un imaginario de la política internacional accesible, entre seres humanos con los mismos derechos y asume la consecuencia por el intento de derrocamiento; pero se y deberes. Le presta dimensión cercana a lo que parecía olímpico. compromete y compromete al futuro. Cada palabra valió más que Además, parece insistir en cada gesto que cambiar las cosas es más un millón de fotografías. que posible. Su accionar construyó un discurso que se hizo alma y sentimiento, se hizo imagen de la ética libre y revolucionaria. Cuando advierte de la imposibilidad de darle continuidad a aquel estado de cosas, Chávez se hace a imagen y semejanza del hartazgo de un pueblo, de la valentía de un pueblo. Chávez se hace imagen de Chávez, nuestro Chávez que puso en nuestros corazones a un nuevo y verdadero Simón Bolívar, que nos devolvió la imagen del pueblo una fuerza enorme que es deseo y necesidad de justicia. Por ello, se libertario que siempre hemos sido. Cuando se fue a luchar su última instala en el lugar más imperecedero en donde se puede instalar un batalla contra la enfermedad, nos cantó Patria, nos arrulló con una ser humano: en el alma de un colectivo. sonrisa, nos hizo perentoria la necesidad de la unidad, nos siguió cuidando en su despedida. Y la imagen de su adiós es heroica, soseCuando habla, y habla bastante, procura no llenar el silencio con cifras y conceptos abstractos o, por lo menos, no solamente con eso. gada, eterna. Procura hacerse entender. Busca ejemplos, anécdotas. No solamente Se le nombra como el Comandante Presidente, Líder de la Revohabla desde la razón, habla desde la historia que es memoria más lución. Se le nombra como Hugo Rafael Chávez Frías, como el que academia, habla desde la anécdota que hace cuerpo en quien Comandante Supremo de la Revolución, como El Arañero, a veces lo escucha. Habla desde los sentimientos, desde lo amoroso. Se ríe, canta, hace chistes, recuerda lo simple, hace alusión al sueño grande. como Hugo. Cada una de estas denominaciones son epítetos, nominaciones para contextualizar a un ser humano que para todos, hasta Juega como juegan los niños. Sus discursos están sostenidos por para los enemigos, es simplemente Chávez. Un nombre de pila, una imágenes visuales, acústicas, poéticas… el resto es la información forma de representar, de evocar, de nombrar a un ser humano único necesaria, pero que podría dar cualquiera. y cercano. Chávez nos habla con imágenes y él mismo comienza a habitar el Chávez a secas, más que un nombre es una imagen. Y por ello está imaginario, como sustancia viva, y hoy sabemos que imperecedera. Él describe a la oposición como “escuálidos”. Es una imagen simple, cargado de sentimiento, de alma, de memoria, de evocación, de afecto, de emoción. No se dice Chávez y todo queda como si nada. descriptiva, no solo del número que eran para aquel momento sino por lo árido, fútil y vacío del planteamiento político y de la casi total Se dice Chávez y pasa algo, se mueve algo. Porque la grandeza, la transformación, el estremecimiento histórico, el terremoto político, ausencia de pensamiento. Tan efectivo fue el recurso que hasta la la develación del mal, el ascenso de la justicia, el renacer de la idea misma oposición asumió el remoquete. Hoy la semántica venede libertad se evoca con apenas decir Chávez. zolana desplazó, casi por completo, el significado tradicional de la Caracas, 27 de julio de 2014.

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gulliver inverso

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POR Nathali Gómez ILUSTRACIÓN daniel duque

Desde muy pequeño Hugo supo cómo, a través de muchos cuerpos apretujados, se fundía el olor a sudor mezclado con tierra seca, sol, rancho de lata, agua en pipote, muchachito llorón en brazos, manos cansadas de tanta cal sin arena y aliento a aguardiente. Año a año esperaba las fiestas patronales de Sabaneta para vender sus arañas. No es difícil imaginárselo rodeado de manos que querían el manjar que vendía. Hasta se puede oír el chancleteo de alguno que tuvo apurarse para llegar antes de que se terminara. El verbo pícaro de Hugo comenzaba a soltarse con la brisa de la tarde: “Arañas calientes pa’ las viejas que no tienen dientes”, “arañas sabrosas pa’ las muchachas buenamozas”, recoge el libro Cuentos del arañero. Ese montón de alpargatas desordenadas que se pisoteaban en las fiestas de Sabaneta fueron las primeras multitudes que vio Hugo. Con los años conocería otras formaciones compuestas por alineaciones de lustrosas botas, que tal vez habían dejado atrás el rancho de tierra como él, que lo rodeaban y escuchaban atentamente. Ya no esperaban sus arañas, esperaban sus ideas. El chancleteo incansable de los que no cargaban nada, porque nada tenían, continuaba. Por ahora, iban a paso lento y decidido. Sabían que ya se habían echado a andar por el camino bolivariano, luego de ver al teniente coronel Hugo Chávez en la televisión, aquel 4 de febrero de 1992, cuando dio los buenos días, asumió su responsabilidad y prometió que vendrían nuevas situaciones para que el país se enrumbara “definitivamente hacia un destino mejor”.

Después de la rebelión de 1992, posiblemente los pasos que más escuchaba eran los suyos, en los ecos de su celda en Yare. Pasos recortados y páginas de libros que caminaban y volaban más que sus pies. Cuando salió de la cárcel, volvió a sentir la fuerza de lo incontenible. Una avalancha de gente que lo esperaba desde siempre lo arrastró la tarde del 26 de marzo de 1994. De nuevo sol, cerro, esperanza, mujer barrigona, chancleta gastada, desorden de manos morenas que de tanto zarandearlo le rompieron el liquiliqui que tenía puesto. Ese día, como contaría después, comprendió cuál era su destino en las llamadas “catacumbas del pueblo”. Los años que siguieron arden en la memoria reciente. El militar del 4-F, el candidato, el presidente, el líder o simplemente Chávez. La masa fue llamada chusma, desdentada, lumpen, horda, huracán, marea, poder popular, fuerza revolucionaria. “Como siempre, está la masa del pueblo y yo me echo encima de la masa, me abrazo con ella, sudo con ella, lloro con ella y me consigo”, dijo en alguna oportunidad. Quien recuerde la espiral de cabezas y brazos en continuo movimiento que iban de un punto a otro en la avenida Bolívar, e incluso en el Balcón del Pueblo, solo podrá describirlo con piel erizada, sudor, llanto, sonrisa, brillo en la mirada o gritos. Una fuerza natural como la de Chávez no puede explicarse de otra manera. Con su aplomo de búfalo también recorrió los pueblos del mundo, ávidos de saber que la esperanza estaba hecha carne. En Haití, en 2007, una multitud de pies negros corrió 45 minutos tras él. Tal fue la energía de los haitianos que, protocolo fuera, el Comandante se bajó del carro que lo transportaba y empezó a trotar con ellos. Aunque Chávez mismo se conseguía en la masa, como individuo apreciaba los momentos de soledad, como aquellos cuando se comía a escondidas las paticas de las arañas que hacía su abuela; cuando quería visitar la tumba de Mamá Rosa o cuando se imaginaba sobre un chinchorro en un rincón perdido de la sabana. Cuando aún podía, burlaba los anillos de seguridad y salía a la calle con peluca, como si fuera un Gulliver inverso: un gigante que se hacía mínimo para así poder ver los pequeños detalles que se escapaban del sentimiento de la masa. Sin embargo, sabemos que en tantos caminos que quedan por andar, millones de pies que pisan diferentes realidades trotan a su lado.

Caracas, 27 de julio de 2014.

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UN DÍA EN LA VIDA DE HUGO

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POR Roberto Malaver ILUSTRACIÓN nathaly bonilla

El domingo 12 de enero de 2003, el presidente Chávez se levantó preocupado. El paro que Gente del Petróleo había iniciado el 5 de diciembre de 2002, cuando decidieron incorporarse al llamado de Fedecámaras y la central obrera, continuaba. A pesar de que parecía que estaba perdiendo fuerza, todavía contaba con algunos recursos, no solo en Pdvsa sino en los medios de comunicación. Después de una ligera comida y un saludo a los que siempre lo acompañaban a esas horas de la mañana, el Presidente se acercó a la mesa donde estaban los periódicos del día. De allí tomó el diario El Nacional y el titular de primera página engrandeció su preocupación: “Murió trabajador que sufrió quemaduras en la refinería El Palito”. Por un momento pensó en llamar al ministro Rafael Ramírez, pero esperó y siguió leyendo en silencio: “El presidente de Gente del Petróleo, Juan Fernández, informó que el trabajador petrolero Alirio Carrasquero murió ayer como consecuencia de las quemaduras que sufrió en el incendio que se produjo en la refinería El Palito de Puerto Cabello, el pasado martes”. Iba a continuar leyendo, pero en ese momento sonó su celular, vio quién llamaba y dijo: “Buenos días, camarada. Dígame… Así es la cosa… Entonces organicen bien eso y nos vemos al mediodía en Aló, Presidente... Okey. Nos vemos”. Después, se encaminó hacia el salón donde hacían las reuniones para el programa Aló Presidente y les dijo a los muchachos: “Llamen a Teresita y a Felicia que vamos a ver lo que tenemos para hoy en Aló Presidente”. Ese domingo el Aló Presidente se trasmitiría desde la aduana de La Guaira. Ya el superintendente, Trino Alcides Díaz, y el intendente de Tributos, Elías Eljuri, estaban al tanto y habían preparado todo lo relativo a las cifras de recaudación y al proyecto Sidunea, que se estaba poniendo en práctica. El Presidente vio por encimita el guión que la gente del programa elaboraba y comentó: “Yo no sé por qué lo hacen tan largo, si yo casi nunca termino de leer uno de estos guiones. Ji, ji, ji”. Había cambiado un poco su actitud. Ahora había recuperado el ánimo que, al saber la noticia del trabajador muerto, había perdido. —¿Y en esta casa no hay quién le brinde un café a uno? Le sirvieron rápidamente el café en su taza de siempre y se puso a leer informes acerca del paro, de cómo avanzaba, qué estaba pa-

sando en Oriente, en Maracaibo, en Occidente, en fin, qué estaba haciendo Gente del Petróleo por destruir la industria petrolera. —Muchachos, pónganme por allí la canción “Al pie del arpa”, de Luis Lozada, El Cubiro. Y parecía que allí conocían tanto al presidente Chávez que todo estaba programado. Al instante se escuchó la música recia y el cantar de El Cubiro: Yo no es mucho lo que canto / sino lo que me acomodo / entre las cuerdas del arpa, cámara… A las 11:30 de la mañana estaba el presidente Chávez llegando a la aduana de La Guaira. Una multitud estaba afuera esperándolo. Estiró los brazos, le dio la mano a todo el que pudo en ese momento y entró al salón donde se iba a transmitir Aló Presidente. En la entrada estaba Freddy Fernández, periodista, y el Presidente lo saludó efusivamente. Entonces, abrió una puerta y descubrió que allí estaba Roberto Malaver y le dijo: “Tú siempre en la retaguardia. Ji, ji, ji”. Llegó saludando a todos los que estaban sentados allí, tomó asiento y se preparó para salir por el canal 8 en vivo y directo para toda Venezuela. Contento estaba el Presidente. Después de saludar y dar los buenos días, tomó el diario El Nacional y leyó la noticia que había leído en la mañanita: “Murió trabajador que sufrió quemaduras en la refinería El Palito. El presidente de Gente del Petróleo, Juan Fernández, informó que el trabajador petrolero, Alirio Carrasquero, murió ayer…”. Párate Alirio. Y en ese momento, entre los que estaban sentados en el salón, se puso de pie el trabajador Alirio Carrasquero. Un fuerte y prolongado aplauso llenó la sede de la aduana de La Guaira. El lunes 13 de enero, el presidente Chávez, en la mañanita, fue directo a los periódicos, tomó El Nacional y leyó en alta voz el titular: “Juan Fernández informó sobre fallecimiento sin haberlo confirmado”. El presidente Chávez soltó la risa y dijo: “Están derrotados”. Y así fue.

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Chávez y la ignorancia

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POR Freddy Fernández ILUSTRACIÓN omar cruz

animal. Tiene las pestañotas como las de las muchachas cuando se maquillan pa’ ir bien bonitas pa’ una fiesta. Son unas pestañas largas y coquetas”. La cita anterior la inventé y ofrezco disculpas por ello, pero no creo que importe mucho. He querido acercarme a cómo nos hubiese contado Chávez su descubrimiento. Lo esencial es que la afirmación que había puesto mi interlocutor era cierta. Y uno puede agregar: maravillosamente cierta. En efecto, si algo hizo normalmente Chávez fue compartir su aprendizaje. Como líder de la Revolución Bolivariana, creó una situación de constante aprendizaje y revisión colectiva de muchos temas y teorías, en la que incorporó a todo el pueblo venezolano y a vastos sectores revolucionarios de todos los continentes. Quizá la situación del país, o las características de la Revolución Bolivariana, así lo exigían. Pero el hecho cierto es que con Chávez nos vimos invitados, involucrados y comprometidos en el más profundo debate político, cultural, ideológico y económico de los Lo descubrí en una discusión de esas de cafetín, con un amigo de mil discusiones buenas y malas. Me lo soltó para desubicarme, para últimos 50 años. sacarme de juego. Me lo dijo en el momento más elocuente y agresivo de su argumentación, luego de cuestionar todas las apariciones Con Chávez estudiamos el capitalismo, el socialismo y la tercera vía. Con él nos atrevimos a revisar la Historia de Venezuela y la públicas de Chávez. del continente. A su lado estudiamos los postulados económicos de moda y vimos cómo contenían y justificaban la injusticia y la “Lo que más me molesta es que él cree que su ignorancia la compartimos todos y, lo peor, piensa que tenemos que acompañarlo en desigualdad. su aprendizaje”, enunció la idea y me miró expectante. En ese afán de aprendizaje colectivo no faltó Nietzsche, Victor Hugo, Cervantes, Neruda, Galeano, Mészáros, Arvelo, Pereira, Me pareció que era una conclusión que había pensado, medido, pulido y guardado para un momento importante. Parecía seguro de Gallegos, el Che, Marx y Jesucristo, entre tantos otros que su vorahaber encontrado un argumento irrebatible y lo ancló sobre la mesa cidad lectora le hizo revisar y compartir. Era una actividad de tal contundencia que condujo a un esfuerzo editorial sin precedentes de ese café. en Venezuela y que alcanzó hasta para motorizar a gigantes de la El hecho es que no entendí bien lo que quiso decir. Sabía que había industria del libro de escala planetaria. llamado “ignorante” a Chávez. Eso no era una novedad, era la costumbre de cualquiera de oposición que tuviera al menos un cer- Lo hace con una suerte de humildad creadora, de orgullo de niño tificado de haber terminado el sexto grado. Me interesó, y pregunté que comprende y explica, de muchacho de pueblo que llega a la capital y descubre que todo se está haciendo mal y se sorprende, y por el otro aspecto que contenía el hilo de su argumentación, eso empieza a decir lo que nadie se atreve y a proponer otras cosas. de “acompañarlo en su aprendizaje”. Ciertamente, Chávez es una suerte de compañero de clases que tiene un entusiasmo contagioso. Uno nota que disfruta cuando transforma ideas complejas en palabras sencillas y las transmite. Uno no sabe dónde están los límites entre esa teoría del valor que comenzó a desarrollar y esa jugada de un partido de pelota que Tal afirmación era rigurosamente cierta. “Es verdad. Así es Chávez”, está contando simultáneamente, pero entiende y sabe cuál es la inmediata utilidad práctica que tiene ese concepto que él acaba de pensé. Y lo imaginé , entre risas, echando el cuento del camello en aprender y de compartir. un Aló Presidente: “Compadre, mire, hay que ver los ojos de ese Me dijo que si yo no había notado que Chávez iba a un país árabe y se sorprendía de conocer un camello, y luego venía y nos contaba a todos su asombro por cómo era aquel animal: “Como si todos no hubiéramos visto nunca un camello”.

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Le llamaban Tribilín

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POR rocío cazal ilustración alfredo rajoy

Si hay que hablar de Chávez en el ámbito deportivo, todos recordarán que era un furibundo magallanero, de esos que se alegraba cual niño chiquito cada vez que ganaban los turcos o, seguramente, agarraba aquellas arrecheras cuando pasaba lo contrario. Tanto era su fervor que, siempre que podía, le dedicaba una frase a su equipo durante la temporada de beisbol. ¡No podía dejarlo pasar ni a viva voz, en sus alocuciones o en alguna red social 2.0! Pero su pasión por el deporte no venía solo de ser fanático: cuando era candidato presidencial, ya demostraba preocupación por darle apoyo a todo tipo de disciplina: “Hacer deporte es hacer patria, que eso no se quede en una mera consigna hueca, no. Hagamos deporte, rescatemos el deporte, impulsemos el deporte porque es una manera de impulsar la patria, la educación, la salud, la recuperación de nuestros propios valores, la camaradería, la amistad verdadera, la lucha”.

Asimismo, por primera vez en la historia venezolana seríamos sede de la Copa América en 2007 y desde ese entonces el fútbol se convertiría en una nueva pasión para los venezolanos, después del beisbol y el basquetbol. Por supuesto, el Zamora FC de Barinas era el equipo favorito de Chávez, sin dejar atrás a la selección nacional Vinotinto, que apoyó en todo lo que necesitara sin titubeo alguno. La reivindicación de las glorias lo convirtió en el “Presidente de los deportistas” porque, por primera vez, se sintieron reconocidas. No en vano, Chávez también es reconocido por deportistas nacionales e internacionales, no solo por su pasión sino porque hizo tangible su preocupación en torno a este tema. Sí, el beisbol, fútbol, basquetbol, voleibol, boxeo, automovilismo, ciclismo, judo y pare de contar fueron dignificados por este gran Tribilín. ¡Cumplió con su promesa!.

Su verbo se hizo práctica, incluso, hasta en su entorno: jugó una que otra caimanera de beisbol y softbol siendo Presidente de la República con su equipo ministerial, y no podía dejar de hacerlo con los peloteros de la selección cubana, quienes le echaron una gran vaina al salir disfrazados de ancianos con barbas. Su particular risa no podía faltar ante tremendo encuentro. Y si nos vamos más lejos, fue el primer presidente latinoamericano en lanzar la primera bola en un juego de los Mets de Nueva York en una temporada de Grandes Ligas. Hasta con el ex pelotero dominicano Sammy Sosa compartió campo y Chávez tuvo el tupé de poncharlo. ¡Increíble! Claro, este no se quedó con esa y después le dio seis jonrones. Al Presidente nunca se le olvidaría. Y es que el deporte venía en las venas de Chávez desde chiquito, cuando jugaba con chapitas y peloticas de goma en Sabaneta. Era pícher no profesional y con una buena zurda siempre lanzaba su famosa “rabo ‘e cochino”. Por su altura, delgadez y pies grandes era conocido como Tribilín, antes de ser mandatario nacional, por supuesto, pero seguramente el chalequeo entre los más cercanos permanecía. No quería defraudar al pueblo y por eso prometió darle prioridad a los temas sociales, sin dejar a un lado el deporte. Fue así como nació la Misión Barrio Adentro Deportivo, promulgó la Ley Orgánica del Deporte, le dio rango constitucional e instauró el Fondo Nacional del Deporte. Caracas, 27 de julio de 2014.

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El pop transgresor

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POR yosjuan piña Narváez ilustración melany pérez

Sin edulcorantes

La espectacularización de la política no es nada nuevo. El mundo del pop es un terreno que a “la izquierda” le cuesta pisar. Chávez caminó por esas arenas entendiendo que lo popular y lo masivo van de la mano, y más con nuestra cultura televisiva-farandulera. Se conectó con el star system global. Capitalizó caminar por la alfombra roja del festival de Venecia, el beso de Courtney Love y fue suspicaz cuando Naomi Campbell dijo: “El presidente Chávez no es un gorila, es más bien un toro”. Chávez, una figura subvertising en el mundo fancy y bello del pop. Se convirtió en un branding contestatario, una marca política global de resistencia, un pop-transgresor. Apareció en la camisa del cantante de Calle 13 en los MTV, catapultó las ventas de Las venas abiertas de América Latina en Amazon luego de regalárselo a Obama. Era un disparador de memes, de recursos para la viralidad, materia prima para marketing político global. No es un dios y no sé si quería serlo. No sé si estuviera de acuerdo con el adjetivo de “supremo” que le fue asignado. No sé qué diría al ver la reproducción fordista de suvenires con su rostro. Capaz se hubiese cagado de la risa como cuando el piquito con Obama en esa campaña de Benetton. Se decía feminista y poseía un peculiar sex appeal: respondía con picardía las preguntas de Patricia Janiot y, “sin titubeos”, besó a Thybi, famoso transexual brasileño. Fue un outsider que asaltó el mundo del espectáculo y lo politizó. Ese Chávez ego-falo-conquistador (citando a su amigo Dussel) no hubiese pasado la prueba que le hizo la activista boliviana María Galindo a Evo: ¿qué pasaría si Evo hubiese nacido Eva? Cambiemos el personaje: ¿una mujer pobre de Sabaneta, zamba, con cuatro muchachxs, hubiese sido militar y luego presidente de Venezuela? No lo sé. Pero forma parte del privilegio “heterosexual” del show-man, ese que hace gala de la intimidad, para demostrar cuán varón es: “Marisabel, prepárate, que esta noche te voy a dar lo tuyo”. Chávez mostró sus costuras sin pudor. Este nuevo personaje es dicharachero: “Yo andaba con un cólico, compae. Tenía diarrea, a veces a la gente se le olvida que soy un ser humano como cualquiera de ustedes”. Es el Chávez sin aditivos, el Tribilín (personaje de Disney, noble y torpe amigo de Mickey).Hugo, quien asumía sus “errores” y se reía luego de caerse en vivo de una silla, o de una bicicleta.

Expropió la cultura del pop

La pop transgresión era su arma, que la izquierda que corea el himno de la Internacional Socialista, viste con boina y franela

Ovejita unicolor poco entiende. El pop llega a quienes no poseemos las claves para decodificar un discurso marxista-leninista. Chávez lo usó y se posicionó en la geopolítica de las imágenes. Resultados: aplausos por la ruptura de protocolo y rechazo a lo kitsch y tierrúo de la pop transgresión de Chávez. Con Maradona, Danny Glover, Sean Penn, Oliver Stone, con la miss, con Michael Moore, con Chomsky, con Marulanda. Encarnó la frase de Warhol: “Que hablen mal de mí, pero que hablen”. Agitó las masas y el escenario internacional, ocasionando las más burdas reacciones, aún después de su muerte. Justin Timberlake, en el famoso programa gringo Saturday Night Live, se disfraza de Elton John y en tono burlesco interpreta “Candle in the Wind”, canción usada para homenajear a Marilyn Monroe y, posteriormente, a Lady Di. El performance hirió muchas sensibilidades, pero alimentó la audiencia de uno de los shows con más de 30 años en la TV estadounidense. Como dijo Oscar Wilde: “Que hablen mal de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”. Chávez reinventó la política en Venezuela. Despertó otras sensibilidades: multimedia, 2.0 y de movilización política. Fue una maquinaria llanero-tropical de agitprop en sí mismo. Especialista en generar desórdenes afectivos en el mundo: risas, arrecheras, mentadas de madre, lágrimas de emoción y de (des)ilusiones, lágrimas de escenarios posibles, o no.

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la batalla por convencer

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POR maría gabriela blanco ilustración trinchera creativa

De niña no recuerdo la primera vez que escuché o vi hablar al Comandante. Recuerdo sí haber visto en una pared de la calle El Cují, en Higuerote, la frase “Viva Chávez”. Iba camino al colegio con mi mamá y al preguntarle quién era, me dijo que estaban pasando cosas en Caracas. Creo que mi mamá tampoco entendía mucho, tenía otras cosas en mente, como criar a una hija de nueve años y trabajar para mantenerla. A falta de herramientas comunicacionales que respondieran mi pregunta, esa frase me hizo creer que este rebelde militar era algo así como un pelotero obteniendo un logro en las mayores, como Omar Vizquel y los Marineros en 1989, de lo que todo el mundo habla en el pueblo. Catorce años después tuve mi primera pelea real con la mujer de mi vida y yo no entendía la magnitud del problema. Había participado en una protesta a favor de un canal de televisión golpista y al contárselo en el almuerzo, ella se levantó, colocó en la basura un regalo que le había llevado y se alejó, volviendo a su trabajo editorial, no sin grabar en mi cabeza la frase: “Yo no salgo con antichavistas”.

Cabalgando sobre la unidad

Afortunadamente no era tan antichavista como aquella chica espetó, solo carecía de información o, al menos, eso creyó un amigo de ella que, colaborando con la relación sentimental y con los procesos de cambio que vivía el país, me regaló el libro Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñángara, de Alí Gómez García, ideario bolivariano que coincide con la visión sociopolítica del comandante Chávez y que yo desconocía.

“La unidad es diversa, va evolucionando. Se fortalece, se debilita. Como el huracán, sopla fuerte y de repente se va el viento. Como la lluvia, llueve fuerte y de repente deja de llover”, dijo Chávez una y otra vez, para que no olvidemos de dónde venimos.

Y entonces, la organización

El Coman se jugó la vida por la movilización organizada y popular. Eso de estar encerrado y hablar solo con asesores no era lo suyo. Mi generación comenzó a hablar con él, a responderle y a exigirle también. Quien no haya asistido a una de sus marchas podrá entender lo que digo viendo nuestros diálogos en videos, como el 13 de abril de 2012, cuando nos preguntó desde el Balcón del Pueblo si debía asistir o no a la Cumbre de las Américas en Cartagena y le pedimos “¡reposo, reposo!”, que Nicolás podía cumplir ese compromiso. “Solo en los libros se hacen las revoluciones en línea recta y en cómodas autopistas”, nos decía el general Omar Torrijos y lo aprendí de un líder como Chávez, que a diario combatía con el enemigo interno y externo mientras le consultaba al pueblo su visión socialista del mundo.

Un relámpago de lluvia

Como un relámpago, llegó el 4 de octubre de 2012 a la avenida Bolívar, frente a una pancarta con la bandera de Palestina y Venezuela que decía: “Juntos por siempre, hasta la victoria, venceremos”. Apoyo que para otrxs significa “meternos donde nadie nos ha llamado”, mientras que para nosotrxs siempre fue su forma de decirle a Israel, Estados Unidos y sus plataformas continentales domesticadas: no aceptamos más humillaciones ni invasiones. “Hoy ya no hay en el mundo presidentes como Hugo Chávez, que amen al pueblo palestino y apoyen su causa”, le escuché a Emad Mahmud, residente de Ramala hace un año. Hoy contamos con Nicolás para que Palestina sepa que no está sola.

De cada necesidad una política

Este año Hugo estaría recibiendo el beneficio de la pensión, misma que él reivindicara años atrás para nuestrxs adultos mayores y pienso en el chalequeo hacia él mismo. En televisión diría mensualmente, antes de comenzar su alocución, “hoy en la cola en el banco, hablando con un viejito pensionado como yo…”, y con mano firme y dura denunciando: “¡No podemos esperar tanto en el banco para cobrar la pensión!”. Porque así era él: de cada experiencia, una enseñanza; de cada política implementada, su defensa. De un Viva Chávez pintado en la pared a un Chávez-Pueblo convencido en la piel. Caracas, 27 de julio de 2014.

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Llanero comunicador

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POR william serafino ilustración luis "razor" balza

Durante toda la historia de Venezuela gobernó el secreto y la macolla. La tesis maquiavélica sobre la conservación del Estado, por el solo hecho de mantenerlo, fue aprendida con lúcida rapidez por los operadores del neoliberalismo. Tenía que llegar Chávez, ese guerrero indestructible del llano, para mover las placas tectónicas de la política tradicional, esa de corte y costura, elegante, perfumada y bien hablada que no fue más que el vil ejercicio diplomático e hipócrita para poner en venta el sudor y el esfuerzo de la gente.

a la lógica publicitaria, mucho menos a la propaganda en términos de mercado: era un asunto de guerra sin cuartel, cada palabra fue convertida en misil buscando torpedear al enemigo de clase en su lado más débil.

La improvisación, la inmensa capacidad de reacción y el salto recurrente de las alcabalas establecidas por las buenas costumbres para manejar discursivamente el Gobierno, fueron muestras de su implacable y clasista práctica comunicacional: no respondió nunca a guiones prefabricados, hechos en una oficina con tres días Es necesario preguntarse, ¿qué fue lo que constituyó culturalmen- de anterioridad. El mismo curso de los acontecimientos le daba orientaciones hacia dónde apuntar y, cuando el instinto cazador te al Comandante para que hiciera de la comunicación un arma lo anunciaba, no se engatillaba a la hora de soltar el carajazo. de guerra permanente? El Comandante es el resultado histórico del escape y la resistencia en busca de la vida en colectivo. La La memoria histórica, el abolengo llanero y la potente habilidad fundición política del negro africano escapado de las haciende explicar temas, hasta ese día complejos (economía, finanzas, das oligárquicas del Norte con los aborígenes cazadores de la ciencia, etc.), marcaron un nuevo hito en cuanto a narrativa cozona (arahuacos, yaruros, yaguas, cuibas y arichunas) tiene una consecuencia cultural de implicaciones abismales: despegarse del municacional se refiere. Solo basta revisar los discursos anteriores de todos los presidentes de la historia republicana para encontrar mito de la ganancia y la producción para el beneficio del amo. Hizo converger a todos aquellos comunes que buscaban refundar una gran y diversificada gama de ausencias, tales como la espontaneidad, la sinceridad, la franqueza y la naturalidad. Basta nada el país colectivo desde las profundidades del monte. Tuvimos más buscar, al azar, cualquier Aló Presidente y encontrar al llaneque esperar un rato largo. Desde las lejanías del llano trajimos ro, con todo el arsenal cultural y de resistencia que llevaba sobre ese caldo hirviente de arrechera e injusticia llamado Chávez y su lomo indio, hablándonos como nunca nadie nos habló. Basta, lo montamos, de una, en la silla presidencial, la misma que fue tomada, durante siglos, por nalgas blancas hipotecadas al capita- de igual forma, buscar el discurso de cierre de campaña de Capriles en la Plaza Caracas para observar cómo la envidia se apoderó lismo global. de él y, tratando de imitar al Comandante, se quedó con el tarugo La mirada seria fijada en el objetivo, la posición defensiva y la pa- oligarca que caracteriza al oportunista, al aparentar algo que no se labra oportuna al momento del ataque demuestra que la estrategia puede comprar ni con todo lo que han saqueado durante siglos: la comunicacional que ejecutó siempre el Comandante no respondía sangre luchadora y guerrera. Caracas, 27 de julio de 2014.

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Chávez siempre vigente

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POR Jessica Dos Santos jardim ILUSTRACIÓN jessica mena

“Hugo Rafael Chávez Frías, militar, político, presidente de Venezuela desde el 2 de febrero desde 1999 hasta…”. Sería sencillo, y periodísticamente acertado iniciar así este perfil. Sin embargo, para mí Chávez fue algo más. Ante los nuevos ataques criminales de Israel contra Palestina, aparecen en mi memoria sus reiteradas palabras de repudio: “Buscan excusas para invadir, matar, asesinar y ahora bombardear. El plan que tienen es barrer la Franja de Gaza”. En esos momentos Chávez, seguramente, aún no imaginaba las raras similitudes que tendría su historia con la del líder Yasser Arafat. De repente, leo con asombro que Colombia emitió un comunicado donde condena “los actos de violencia y terrorismo ocurridos contra el territorio israelí” y pienso nuevamente en él: “Aquí en América Latina han tratado de crear israeles”, algo que al presidente Juan Manuel Santos lo hizo sentirse “orgulloso”, pero que bajo ningún concepto debe servir de excusa para justificar la xenofobia que algunos han querido sembrar entre nuestros pueblos. Durante este mundial de fútbol vimos a los miles de colombianos residentes en Venezuela gritar con una emoción que seguramente habría contagiado a aquel Chávez que decía: “Yo soy colombiano de origen. Nosotros somos colombianos de origen, de la Colombia originaria, de la Colombia bolivariana. Yo me siento colombiano hasta la más profunda médula de mis huesos”. Pero esto no me pasa solo a mí. Cuando el rey Juan Carlos de España abdicó a favor de su hijo, los medios tornaron viral nuevamente el video donde Chávez exponía: “El rey es tan jefe de Estado como

soy yo. Solo que yo he sido electo tres veces con 63%. Somos tan jefes de Estado el indio Evo Morales como el rey Juan Carlos de Borbón y yo”. Por cierto, Bolivia trasladó su lucha por una salida soberana al mar a la corte de La Haya y, a lo mejor, al presidente se le cumple el deseo: “Yo sueño con bañarme en una playa boliviana”. Mientras tanto, Venezuela ha estado preparando la Cumbre Social de Cambio Climático 2014 con una temática similar a la de Copenhague, donde Chávez reivindicó las protestas de los movimientos ambientales que los grandes medios habían silenciado y defendió la consigna “no cambiemos el clima, cambiemos el sistema”. Hoy la sequía nos vuelve a golpear y seguro él nos daría claras instrucciones: “Tres minutos es más que suficiente para bañarse, tres minutos he contado yo y no quedo hediondo, se los garantizo”, y nosotros reiríamos (o nos arrecharíamos) ante la incapacidad que tenemos de internalizar lo grave de nuestro despilfarro. Chávez, el rebelde que una tarde nos recomendó leer El arte de la guerra y lo convirtió en el libro más vendido del país. El historiador que admiraba a Bolívar, bajó de los altares a José Antonio Páez y analizó a profundidad el papel de José Tomás Boves al reconocer: “Los negros, los pardos, los pobres y los más pobres se fueron detrás de quien les ofreció la libertad. Boves no era realista, era una guerra de clases”. El campesino que creía en la tierra como herramienta de liberación: “Hay que utilizar la agricultura no solo para producir alimentos sino para producir dignidad”. El poeta que recitaba al “Chino” Valera Mora y recordaba con dulzura a Nazoa: “Aquiles vivió sabiéndose pueblo”. El proteccionista de animales que afirmó que nuestra capacidad de amar debía ser infinita: “A mí nunca me han gustado ni los toros toreados ni los toros coleados, aunque llanero soy. En verdad, una cucaracha sale y yo no la mato, yo la empujo para que se vaya”. El cristiano enfermo que durante una misa rogó: “Dame tu corona, Cristo, dámela que yo sangro. Dame tu cruz, cien cruces que yo las llevo, pero dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo, por esta patria. No me lleves todavía...”, y se quedó. Chávez, el verbo capaz de sobrevivir al paso de los años.

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El Chávez educador

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POR mauricio sánchez ILUSTRACIÓN antonio aponte

Hace varios años tuve un sueño bastante extraño. Estaba en una colina, en unas instalaciones militares, tipo Fuerte Tiuna. Allí logré conseguir un radio comunicador e hice una llamada. Al momento de responder, desde el otro lado de la línea, hablé emocionado: “Presidente, usted no me conoce, pero solo quería llamarlo para saludarlo y desearle lo mejor.” Al igual que yo, imagino que millones de personas habrán soñado con Hugo Chávez, pues él, con quien tuvimos la fortuna de convivir en este país por más de 14 años, nos afectó a todas y todos por igual, a quienes lo queríamos y a quienes lo odiaban. Creo que la grandeza de Hugo se debe, además de su humildad y constante pelea por las causas justas, a su carácter multidimensional: militar, campesino, pobre, estudioso, niño, arrecho, cantante (medio malo, me parecía a mí, pero lo disfrutaba igual), showman, amigo, padre, familia y, en especial, en el sentido más freireano posible, educador y a la vez discente. Chávez cambió todos los paradigmas posibles, nos lanzaba la rabo ‘e cochino pa’ un lado y luego pa’l otro y quedábamos ponchados. A veces no se le podía seguir el juego. Cuando uno trataba de comprender algunas cosas, llegaba Chávez y, con la sapiencia de viejo chamán, de campesino que ha vivido todos los ciclos lunares, de pescador que sabe qué estrella debe seguir, explicaba, con lujo de detalles, el porqué de las decisiones que tomaba, cuáles eran sus beneficios, qué le hacía tomar determinada medida.

gunta, nosotros siempre la hemos respondido así: “No, Chávez, maestro, amigo, padre, hermano, Presidente, no lo hiciste, no nos fallaste”. Han fallado otras cosas, quizá el seguimiento para una mejor gestión; fallaron muchos que estaban vestidos de rojo pero en sus almas solo tenían el verde color del dólar como único propósito en la vida. Aún así, míranos a nosotros, Chávez, desde donde estés: ¿cuánto aprendimos de ti, quienes andábamos vivitos y coleando por el mundo, peleando por la mismas causas justas que tú nos enseñaste a querer como si fueran propias? Y, de hecho, son propias, pues la justicia no puede tener ninguna bandera. ¿Cuánto aprendimos de ti, como para mantenernos juntos, luchar por las vías democráticas y evitar una dolorosa confrontación entre hermanos? ¿Cuánto habremos aprendido de ti, que cada vez existen más comunas y más ganas de echarle bolas y ovarios por este país, unidos, peleando por el bienestar común? No, Chávez, maestro, no fallaste. Lo hiciste bien, ¡demasiado bien!

Aunque también escuchaba. Era capaz de escuchar la voz del pueblo que le decía: “No, Chávez, chico, pa’llá no es la vaina”. Así era la relación de este maestro con su pueblo: bidireccional, horizontal, en la que todos y todas aprendíamos de todas y todos y, juntos, nos llevamos la mejor de las lecciones: aprendimos a reconocernos, a vernos las caras; aprendíamos mientras se presentaba cada domingo en esos Aló Presidente que, si bien eran interminables, unían a la gente y la familia entre sancochos, parrillas y dominó, donde siempre quedaba espacio para la reflexión y el aprendizaje. En mi percepción siento que, por un momento, él se alejó y dio por sentada esa relación. Esto le llevaría a su única derrota electoral: la del referéndum por la reforma constitucional de 2007. También entendió en ese momento que ya era hora de cambios y escuchó, como buen estudiante, la voz del pueblo. En este sentido, en su última campaña, al momento de lanzar esa famosa preCaracas, 27 de julio de 2014.

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Corazón exagerado

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POR Clodovaldo Hernández ILUSTRACIÓN flores solano

He preguntado a algunas personas cómo recuerdan al comandante Hugo Chávez y, en lugar de recuerdos, quieren hablar de él en tiempo presente. La gente se empeña en verlo como el amigo que cumple 60 años y luego les pega la depresión de saberlo ausente. Es que, con respecto a este portentoso líder, la sensación predominante sigue siendo esa incredulidad que produce la muerte de alguien que estaba demasiado lleno de vida. Esto no es normal después de casi año y medio. Lo normal es que uno se acostumbre a la idea de un fallecimiento luego de unos días, unas semanas o, como mucho, un par de meses. En el caso de Chávez, seguramente por su avasallante personalidad histórica, por su dimensión universal, la resistencia a entender que murió se ha prolongado más de la cuenta. En lo personal (me permito la confidencia), a veces, cuando hablo de su desaparición física, tengo la sensación de no estar seguro de si eso ocurrió en la realidad o solo fue un sueño, un pésimo sueño. Por segundos me domina la ilusión de que sigue vivo, en Miraflores, y que, siendo domingo, podremos verlo en Aló Presidente cantando “Linda Barinas”, con sus maneras de campesino veguero, sin gran talento musical pero con un corazón exagerado.

Constitución Nacional; reivindicador de Bolívar, de Miranda y del orgullo de la nacionalidad; líder mundial antiimperialista; presidente derrocado por la canalla mediática; presidente restaurado por el binomio pueblo-Fuerza Armada; primer funcionario sometido a un Así, el Chávez de hoy es para mucha gente un hombre que muere a diario, la víctima de un infortunio condenado a repetirse una y otra referendo revocatorio; primer funcionario ratificado en un refevez. Nos resistimos a aceptar lo ocurrido y el martillo de la realidad rendo; proponente de una reforma constitucional (de la que salió gallardamente derrotado) y de una enmienda constitucional (de la nos vuelve a dar en el dedo. que salió dignamente victorioso); artífice de las nuevas formas de integración internacional (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Tal vez sea por la negativa a aceptar esta gran tragedia histórica. Nuestra América, Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Lo cierto es que todavía no se logra una mirada del Chávez que ya concluyó su ciclo vital. Cuando podamos ver al Comandante desde Caribe y Unión de Naciones Suramericanas); creador de modelos la perspectiva de vida terrenal finalizada, constataremos —asombra- de comunicación contrahegemónica (Aló Presidente, Telesur, Correo del Orinoco, Sistema Bolivariano de Comunicación e Información); dos— que apenas estuvo con nosotros, en la vida pública nacional, poco más de veinte años. Se trata de apenas un instante en términos primer presidente electo para un tercer mandato de seis años; presidente enfermo que luchó hasta los límites de su condición humana históricos, por lo que no puede hablarse sino de una deplorable mezquindad del destino. El Comandante fue efímero, como dijo de para no parecerlo; candidato que ganó su última batalla electoral sí mismo el Libertador en la conmovedora carta que le envió a Fan- casi como el Cid Campeador y aún tuvo arrestos para comenzar a ny du Villar, durante su agonía en San Pedro Alejandrino: “Me tocó gobernar y dejar firme conciencia de que era necesario un golpe de timón; presidente valiente (de nuevo, ese corazón exagerado) que la misión del relámpago, rasgar un instante las tinieblas, fulgurar salió de su lecho de enfermo y se presentó ante el pueblo solo para apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío”. dejar una hoja de ruta “tan clara como la luna llena”. Para describirlo en ese breve y trepidante período nacional de dos décadas puede bastar un puñado de palabras, pero se trataría solo de Algún día podremos retratar a ese Chávez relámpago al que le basun esfuerzo de síntesis porque esas palabras significan montones de taron veinte años para ser una figura de alcance mundial e histórico. páginas de pura vida. Chávez fue oficial insurrecto; héroe rebelde de El que podemos retratar hoy es uno que sigue cumpliendo años, uno que podría aparecer de un momento a otro con una sonrisa y grandes y chicos; preso político liberado por presión de las masas; un chiste. Y uno que muere todos los días cuando el martillo de la promotor del abstencionismo; civil forzoso recorriendo el país en autobuses y colitas; fenómeno electoral contra el bipartidismo heri- realidad nos remacha el alma. Es el presidente que nos tiene aquí, do; presidente aclamado por grandes masas; impulsor de una nueva año y medio después, negándonos a aceptar que está muerto. Caracas, 27 de julio de 2014.

Edición Número Noventa. Año 02. ÉPALE CCS


Edición Número Noventa. Año 02. ÉPALE CCS

Caracas, 27 de julio de 2014.




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