El discurso homogeneizador y la resistencia africana en «Changó, el gran putas» de Natalia Pimienta

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Colección Altair de Ensayo


El discurso homogeneizador y la resistencia africana en «Changó, el gran putas» Natalia Pimienta Vargas

ediciones awen VE • PE • BR


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«El negro es bello —¡lo es! — pero su verdadera hermosura reside en la conciencia que tiene de su libertad». (Zapata, 2010, p. 586)


Natalia Pimienta Vargas

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Introducción En este ensayo desarrollaré un análisis de la novela Changó, el gran putas, del escritor colombiano Manuel Zapata Olivella, para ello utilizaré algunas reflexiones de autores como Patricia Jimena Pinto, Virginia Soledad Martínez y Eduardo Restrepo, que han profundizado en las nociones de identidad. Como veremos a lo largo del texto, utilizaré, en su mayoría, los aspectos teóricos aportados por Restrepo. Según Restrepo no podemos dar cuenta de la identidad como si fuera una cosa inherente a cada sujeto, sino que en cada individuo se dan una serie de identidades, con carácter mutable, transformable. Es decir, que la identidad no debe ser entendida de manera homogénea, sino más bien, por el contrario, de forma heterogénea, donde la misma heterogeneidad que la caracteriza, cambia. Por ello resulta problemático dar cuenta de la identidad, por su carácter cambiante y escurridizo. En esta novela, veremos bajo una nueva perspectiva, la historia de la esclavitud, contada por los mismos africanos. Zapata Olivella les dará voz y potestad a estos, mostrándonos, a lo largo del recorrido histórico-ficcional de la novela, sus rituales, sus creencias, su fe en el oricha Changó, su sentido de pertenencia y su resistencia a una identidad atribuida por el europeo que los marca, deshumaniza, y los cataloga como negros en oposición a ellos, los blancos.


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De la historia a la ficción: la historia dentro de la ficción

[6] En Changó, el gran putas coexisten elementos que podrían considerarse históricos, “reales” o pertenecientes al universo extraliterario, y otros de carácter ficcional o propios del universo de la novela. En la obra de Zapata Olivella se toma lo histórico y se traduce estéticamente para lograr lo mejor a partir de ambos mundos. En este apartado pretendo exponer algunos de estos y su vinculación con la identidad. La propia maldición del oricha Chango, en el inicio de la novela, da cuenta del aspecto ficcional, a partir del cual se abre el universo creativo de la misma. Se explica por medio de la maldición, el origen de la esclavitud, suceso que se puede constatar en la realidad empírica de gran número de los países del mundo. Es el destierro, al cual condena Changó a los hijos de Iyáa, la explicación al origen de la esclavitud y no el ansia acumulativa de poder del europeo. Otro elemento histórico que se incluye en la obra son los nombres de espacios del universo extraliterario (calles, barrios, países y hasta continentes) como Xemaní, Haití, Cartagena, África, Palenque, El cabrero, entre otros. También se toman los nombres de algunas figuras históricas como lo son: Benkos Biohó, Toussaint, Simón Bolívar, Malcom X, Juan de Mañozca, Pedro Claver, Napoleón, Pedro Romero, entre otros. La existencia de estas figuras se puede constatar en la historia, pero en el texto de Zapata estas poseen características propias de las cuales no hay registro. Por ejemplo, a Napoleón se le reconoce como emperador falso, el cual como castigo debe portar una corona que aun siendo un bazimu le es imposible quitarse: «(...) Esta corona me pesa y doblega mi frente, pero los remordimientos, ahora mis únicos dioses, no permiten que me la arranque. Condenado estoy a pasear en la muerte la falsa grandeza de mis glorias. Afortunado tú que rechazaste a mis carceleros de hoy cuando quisieron coronarte.» (Zapata, 2010, p.243)

Al darle característica de bazimu, o muerto con voluntad, Napoleón figurará como un ser completamente diferente al “real”.


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El Napoleón ficcional tiene vida y lógica dentro del universo de la novela. Este, aunque remite al histórico no se reduce a sus mismas características. Lo mismo sucede con los otros personajes traducidos estéticamente en la obra literaria.


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La maldición de Changó: resistencia y lucha

[8] «Esta es la concepción de mundo que ordena toda la trama histórica de la novela y el destino de los esclavos africanos que llegaron a América en los barcos negreros, según la explicación mítica, por la maldición de Changó» Henao (citado por Nascimento, 2006, p.95)

El oricha Changó castiga a sus descendientes con el destierro de África hacia el continente americano. En la novela se nos muestra a partir de los sueños del mensajero Ngafúa: «escuché su terrible maldición: Los descendientes de Obafulom /los hijos de lyáa/ los que alzaron contra mí su puño /los amotinados/ los soberbios/que de Ile-Ife /la morada de los dioses/ /me expulsaron /arrancados serán de su raíz /y a otros mundos desterrados.» (Zapata, 2010, p. 67)

Esta maldición del Dios africano a los descendientes de Obafulum se expresa entre sueños. Dicha condenación no puede llegar a los hombres sino en versos, para así evocar al lenguaje oral y su carácter sonoro primordial. La representación repetitiva de este lenguaje oral, no es más que una evocación del ritual africano para dar entrada a la iluminación de las deidades, que son las que permitirán recordar y contar la historia: «Dame, padre, tu palabra, la palabra evocadora de la espada de Soundjata la sangrienta espada cantada por tu kora la que bañó en sangre el suelo de Krina solo para que Changó-Sol todas las tardes allí manchara su máscara roja.» (Zapata, 2010, p.44)

La condenación del oricha a sus descendientes se vincula con la teoría de la identidad según la cual: «las identidades constituyen sitios de resistencia y empoderamiento. No solo ejercicios de dominación y sometimiento» (Restrepo, 2007, p.27). Por momentos los personajes de Changó se asumen como negros-creyentes en los


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orichas. Teniendo en cuenta esto, se unen a pesar de sus diferencias y actúan en pro de resistir la violencia que los aqueja y cómo forma de revelarse contra el orden —impuesto por la Loba Blanca— que los trata como animales. En esta medida, se alían para luchar contra sus esclavistas: «El grito de guerra recorre las bodegas. (…) La cacería ha comenzado. Los puños clavan el garfio, los talones quebraban las costillas. Las lobas, atrapadas, tratan de huir por las claraboyas, trepándose por los andamios. De la sentina subían los ashantis, esgrimiendo trozos de cadenas. Los ngalas y calabares todavía atados, muerden las argollas con los dientes. Persigo a la vieja loba aún con el pene erguido, pero al saltar le faltó impulso y cae al fondo de las galeras donde las malinkés se lo arrancan a dentelladas.» (Zapata, 2010, p. 141. Las cursivas son mías)

Como vemos en el fragmento anterior, distintas tribus (ngalas, calabares, malikés, ashanthis,y ekobios) luchan juntas sin que su diferencia de lengua les impida unirse en pro de vencer a sus captores y apoderarse del barco. Se constituyen así en aliados con el propósito de ganarse la libertad. La cual los llevará a pasar por un sinnúmero de adversidades. Otra forma de resistencia muy marcada en el universo creativo del relato, que evoca a lo africano, son los cantos y juegos de palabras que a lo largo de toda la novela dan cuenta de lo oral. Estos son una forma de resistir y mantenerse en la lucha en el universo dominado por las lobas blancas y rojas. Son una forma de recordar los orígenes y de revivirlos con la repetición y la transmisión de generación en generación. «En Changó, el gran putas, para dar cuenta del acento afro, además de la filosofía y la noción del tiempo, se incorporan muchos elementos de la literatura tradicional africana —proverbios, juegos de palabras, adivinanzas, trabalenguas, cantos, cuentos de hadas y canciones— que a pesar de su notable influjo permanecen invisibilizados en el mundo occidental.» Restrepo (citado por Nascimento, 2006, p.99)


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El discurso religioso: una forma de dominación europea

[10] La obra de Zapata me permite mostrar otro elemento que viene a formar parte de la identidad de algunos de los malditos por Changó, como lo es la fe, equiparada por algunos como religión. La relación de Sacabuches con la cristiandad puede servir de ejemplo para esto: «—Quiero besar la Santa Biblia: padre Claver, ¿dónde te hallas que no acudes en mi socorro? Tú sabes que siempre fui atento a tu prédica. Traduje fielmente palabra por palabra cuanto me dictaste del cristiano al fula, del gelofe al cristiano. Nunca mezclé lengua extraña ni cambié la verdad santa por la herejía» (Zapata, 2010, p. 168)

Dicho personaje muestra un deseo por mimetizarse con los españoles, un rechazo de sus raíces y el acogimiento de un orden ajeno e impuesto por sus esclavistas. Como lo explica Montenegro: «la imposición de un discurso de poder ante la mentalidad subalterna, logrando que el dominado adoptara un criterio similar a su dominador, es decir, conseguir que el dominado sustituya sus características culturales por las del dominador» (2014, p.61). Este acogimiento a la religión del amo le reserva a Sacabuches el rechazo de sus compatriotas descendientes de África, que lo rechazan por no aceptar a sus orichas: «Andrés Sacabuche, negra la piel, podrida el alma, lleva los apuntes con nuestros nombres cristianos y las castas africanas a las que pertenecíamos» (Zapata, 2010, p.207). Al hacer “suya” la religión de sus amos rechaza lo que aparentemente le estaba reservado a su ser y aunque cristiano en apariencia sigue siendo considerado inferior por los españoles, por su ser “negro”. A diferencia de Sacabuche otros de sus compatriotas acogen la religión como una forma de resistencia, con el objetivo de eliminar la violencia dirigida hacia ellos y para así cuando tengan la oportunidad revelarse y mostrarse tal cual como son. Tal es el caso de Domingo Falupo, Benkos Biohó y Orobia Morelos. Esta última es llamada ante el tribunal de la santa inquisición para que declare en el proceso que


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se lleva a cabo contra Domingo Falupo, ex lenguaraz del padre Claver, tras acusarlo de corromper los bautismos y no permitir una verdadera aceptación de la cristiandad: «Es cierto que el babalao, al ver salir la luna —eso debió ser a las siete de la noche— nos pide tirarnos al suelo y oramos repitiendo palabras en ñáñigo, pero sabiendo, como nos predica Claver, que la luna y el sol y las estrellas y todo lo que ven nuestros ojos es salido de la mano del Dios todopoderoso de los cristianos.» (Zapata, 2010, p.180)

Esta esclava cuando se encuentra ante el tribunal hace un proceso de transculturación ,ya que reconoce a los orichas y a la vez al dios cristiano. Lo anterior, para evitarse los latigazos o la muerte en la horca.


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La homogenización de la identidad: la dominación sobre el “otro”

[12] Bajo la lógica de los esclavistas es preciso la asignación de algo inherente en los esclavos que los diferencie de los blancos. Es así como se les asigna una identidad enmarcada en la homogenización. Implicando una dicotomía enfocada en diferenciar tajantemente a un “nosotros blanco” de un “eso negro”, ya que no existe un reconocimiento de humanidad hacia ese “otro negro”. Hecho que sin duda da cabida a afirmar una superioridad blanca: «Me pregunto si estos animales realmente tienen razón y si muertos, sus almas pueden hallar en el cielo lo que no han tenido en su mísera vida terrena» (Zapata, 2010, p.126). Es decir, como lo afirma Said: «requieren la existencia de otro alter ego diferente y competitivo. La creación de una identidad (...), implica establecer antagonistas y “otros” cuya realidad esté siempre sujeta a una interpretación y a una reinterpretación permanentes con “nosotros”» Said (citado por Montenegro, 2014, p.61). En Changó se les asigna una “identidad” a los africanos para así someterlos, dominarlos y justificar en esta medida la esclavitud. Como lo plantea Restrepo: «las identidades existentes son al mismo tiempo asignadas y asumidas» (p.28). Lo cual implica que el otro acepte o se acoja a la identidad que le quieren imponer, en el caso de los esclavos, en su mayoría, carecen de la libertad de elegir y deben someterse. En la novela las “lobas blancas” y “rojas”, como les llaman los africanos a los españoles e ingleses, homogenizan a los esclavos para así crear una “esencia” o “identidad” negra que sería opuesta y en ninguna medida equiparable con la hegemonía blanca. Les asignan la identidad, que algunos de estos asumen como Sacabuche, y otros, en cambio, como Domingo Falupo o Benkos Biojó, rechazan: «—Sepa padre —le dijo con resentimiento— que poca diferencia hace usted en las obras de Señor. Al burro le hizo torpe y bien hace en callar, pero a los hombres nos dio entendimiento. Si yo fuera un asno no aspiraría a tener una corona aunque fuera de papel.» (Zapata, 2010, p.205)


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En el fragmento anterior existe un reconocimiento por parte de Domingo Falupo de su conciencia, ser y entendimiento. Este no se reconoce en la identidad que le han asignado de esclavo-animal, sino que se identifica como un creyente en los orichas, negro, pero sin la carga peyorativa que le agrega los españoles, entre ellos el padre Clavel.


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La reinvención y cambio de la identidad: la identidad como un proceso histórico

[14] «Las identidades son construcciones históricas y, como tales, condensan, decantan y recrean experiencias e imaginarios colectivos» (Restrepo,2007, p.25). Lo anterior se refleja en Changó ya que en la novela la identidad “propia” de los malditos por Changó no es fija, sino que depende del lugar y momento histórico desde el cual se narre. Por ejemplo, en la parte denominada «El mundo americano» que narra el proceso de esclavitud y trata negrera a estos se les construye en oposición a sus esclavistas, como animales-negrosobjetos, a estas características se limita su “ser”. En cambio, en la cuarta parte denominada «sangres encontradas» con el ejemplo del Zambo José María Morelos nos muestra una identidad que según los españoles ya no está enmarcada en la animalidad sino en la condición de indigno o pecador: «—Me dicen que hay unas disposiciones del Papa Clemente XII que prohíbe a nosotros los pardos seguir la carrera de cura por considerarnos indignos para dirigir almas.» (Zapata, 2010, p.422) A diferencia de las partes anteriores, en «los ancestros combatientes», enmarcado en Estados unidos (otro lugar geográfico) y basado en la realidad extraliteraria de los años 80 y 90 se habla de el “renacimiento negro” de cierto orgullo de ser negro y de una identidad enmarcada en aspectos favorable con un reconocimiento de la capacidad creativa o estética de los mismos: «despertando de la pesadilla de los siglos, comienzan a andar erguidos el negro limpiabotas, el estibador de los muelles, la cocinera de las grandes mansiones, el obrero a quien sus compañeros blancos niegan sentarse en la misma mesa del sindicato» (Zapata,1980,p.507)

Considero que estas partes de la novela antes mencionadas nos muestran como las identidades se apoyan en las ideas o imaginarios que los centros de poderes legitiman. En esta medida a la identidad debe entenderse como un elemento contextual y social que no existe como esencia, sino más bien, como una forma de justificar la dominación de unos sobre otros. Debe verse como una creación humana, variable y para nada homogénea.


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El sujeto como poseedor de múltiples de identidades: Agne Brown y la complejidad del individuo Aunque por momentos se le asigna a «los hijos de Changó» una identidad homogénea, también a estos se les describe en la novela con lo que se podría denominar «identidades particulares», las cuales los muestran como sujetos con características, creencias, y rasgos propios. Es lo que Restrepo expresa al decir: «las identidades son polifónicas y multiacentuales. Ninguna identidad supone un significado estable y compartido por todos los individuos y colectividades de forma homogénea» (p.31). Es decir, lo que una comunidad o persona acepta como la identidad de un “otro” no implica necesariamente que todos lo vean de la misma manera. El caso de Agne Brown muestra lo anterior. La mayoría de los españoles, entre ellos su tía Harriet la ven como una simple negra inferior, su padrastro, el reverendo Robert, la ve como una igual y ella misma se ve como diferente a los blancos. Entendiendo lo anterior, Agne Brown muestra «identidades múltiples», que como bien lo afirma Restrepo, dan cabida a “amalgamas” que permite que se les reconozca con más de una identidad y se les admita en su carácter «de sujeto nacionalizado, de sujeto sexuado, de un sujeto ‘engeneracionado’ (por lo de generación)» (p.26). En el caso de Brown se le describe más que como una simple mulata en proceso de “blanqueamiento”, se le reconoce su carácter femenino y en su atracción por Joe. Lo curioso de este personaje es que no se le muestra como una simple mulata que contribuye a la libertad de los negros en Estados Unidos, sino como una mulata en proceso de “blanqueamiento”, ya que su padrastro la trata como blanca sin que su piel realmente lo sea: «Todo cuanto recuerdo no es más que la memoria prestada, el doloroso proceso por el cual me fui convirtiendo en blanca sin que mi piel se me haya aclarado. Tú no eres el caso común de los mulatos que se han desteñido gradualmente a través de dos o tres generaciones en las que siempre hubo una negra, abuela o madre» (Zapata, 2010, p.457)


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Brown sin duda muestra una identidad aún más compleja, que tiene cabida en el libro bajo el nombre de «Los ancestros combatientes». Esta joven es llamada por sus ancestros negros para que no olvide su verdadero origen. Agne Brown no es completamente blanca, ni en esencia negra, está en un punto medio que según la maldición del oricha deben pasar los condenados para lograr la libertad. Es producto de sangres mezcladas.


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Dorothy Wrigh: “lo africano” en EEUU Cuando Agne Brown fue tomada presa aparece este personaje en el universo creativo de Zapata. A esta, aunque no se le da tanto espacio en el relato es poseedora, según mi percepción, de un gran valor, ya que no existe de su parte ninguna doblegación ante el dominio inglés, ni ante el agente encargado de averiguar sobre el culto a los orichas dirigido por Brown. Dicha mujer se reconoce en su carácter de negra, creyente en los orichas y rechaza las imposiciones hechas por los centros de poder: «Para su conocimiento, nuestra religión es más antigua que la suya. Antes de que Cristo fuera bautizado en el Jordán, los fundadores de nuestro culto se bañaban en ceremonias sagradas en las aguas del Níger.» (Zapata, 2010, p.463-464)

(…) «Sin la gracia de Changó no habrían nacido mis antepasados, ni mis hijos, ni yo misma. La evidencia de que pertenezco a la gran familia de los hombres creados por Odumare es que estoy viva.» (Zapata, 2010, p.464)

A lo largo de la obra hay un reconocimiento mayor de las raíces ancestrales, como lo evidencia el caso de Dorothy Wrigh, que aunque inmersa en un contexto histórico donde creen en la existencia de razas superiores, sigue fiel a sus deidades africanas, se reconoce como africana y promulga la africanidad.


Referencias bibliográficas ▪▪▪Restrepo, Eduardo. (2007). Identidades: planteamientos teóricos y sugerencias metodológicas para su estudio. Jangwa Pana. 5 (2007), pp. 24—35. ▪▪▪Rivero & Martínez. (2016). Cultura e identidad. Discusiones teóricas-epistemológicas para la comprensión de la contemporaneidad. pp.109—121. ▪▪▪Montenegro De la Hoz, N. (Enero – Junio de 2014). Changó, el Gran Putas: Formas de Resistencia e Identidad Esclavizada en los Estudios Poscoloniales. La Palabra (24), 59—66. ▪▪▪Nascimiento. (2016). En la huella de Changó se reescribe la historia: representación y la relectura en la narrativa latinoamericana contemporánea. pp.93—103.


Natalia Pimienta Vargas

Estudiante de Lingüística y Literatura en la Universidad de Cartagena.


CRÉDITOS El discurso homogeneizador y la resistencia africana en «Changó, el gran putas» ©2021, Natalia Pimienta Vargas © De esta edición: Ediciones Awen (Un sello de Ediciones Palíndromus) Cualquier parte de este libro puede ser reproducida, almacenada o transmitida con permiso del autor o editor mientras se esté citando la fuente. edición

Jorge Morales Corona | Verónica Vidal diseño de colección

Jorge Morales Corona diagramación

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El discurso homogeneizador y la resistencia africana en «Changó, el gran putas» de Natalia Pimienta Vargas se terminó de editar en el mes de abril de 2021 en las instalaciones de Ediciones Palíndromus ubicadas en Maracaibo, Venezuela, bajo la licencia del sello Awen y el autor. Para la colección se utilizaron las tipografías Lato de Lukasz Dziedzic para el cuerpo y Manrope de Michael Sharanda para los títulos. todos los derechos reservados



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