Revista Socios Dic 2021

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◆ Columna de Opinión ◆

CARTA A LOS PUROS, A LAS ALMAS BELLAS DE CHILE Por Cristián Warnken L.

“El proceso de canonización de Karina Oliva, de Rojas Vade y de todos los ‘santos’ de nuestra izquierda jacobina ha terminado y el veredicto es definitivo: ellos no son santos”, señala en esta carta publicada en PAUTA; y que incluimos en esta sección estable de revista Socios.

Ustedes llegaron a la política chilena como lo hiciera Carlos Ibáñez del Campo en los años 50, con una escoba para barrer con los políticos corruptos, con la élite, con la casta abusadora. “Toda escoba nueva barre bien”, dice un viejo refrán que me enseñó mi abuela. Nunca había visto una escoba tan nueva estropearse en tan poco tiempo. Ahí está La Lista del Pueblo, ahí está la mentira de Rojas Vade, ahí el candidato Ancalao y sus firmas truchas con un notario muerto, ahí está ahora Karina Oliva con sus millonarios sueldos a asesores de su campaña. Mentiras, firmas falseadas, platas desmedidas: los puros, los cátaros de la política chilena develan ahora su propia “sombra” (el concepto es de Jung), sombra que siempre proyectaron en los otros, porque siempre el mal está afuera, nunca adentro. Nuestras “almas bellas” por fin dejaron de serlo. Nada más intolerable que tener una legión de puros, impolutos, irguiéndose

como jueces morales, predicadores de la “buena nueva”, dando lecciones a todos nosotros pecadores, miembros de la “casta”, “amarillos”, “fachos pobres”, etcétera. Las almas bellas por fin se sentaron con el diablo, y el olor a azufre y a fuego de condenados (o chamuscados) se siente en el aire. Bienvenidos a la política real, al fango de la vida, a la rugosa realidad, bienvenidos hermanos y hermanas puras, sus manos manchadas por el “lucro” y el demonizado dinero y el amor al poder nos hacen por fin verlos como lo que son, como lo que somos todos, “un embutido de ángel y de bestia” (Nicanor Parra dixit). Aquí no hay ángeles, aquí no hay seres superiores a otros, el bien y el mal están repartidos en partes iguales en la derecha y la izquierda, ya nadie tiene superioridad moral, todos hemos sido manchados por el “pecado original”, por lo tanto ya nadie puede ofrecer el Paraíso original a nadie. Todo lo que construyamos en la ciudad de los hombres es más parecido al Purgatorio. 38

Ya no hay santa Karina Oliva, ni san Rojas Vade: la hagiografía de la nueva izquierda se cae a pedazos. ¿Quién podrá ahora salvarnos? Nadie. Nada más peligroso que los salvadores, nada más sospechoso que los predicadores del Bien en estado puro: ahí está la Iglesia Católica intentando salir de su propio Infierno. El espíritu religioso y redentor de nuestra izquierda millennial tiene que morir para dar paso a una izquierda más humilde, menos predicadora, con los pies bien puestos en la tierra, una izquierda conectada con la realidad y consciente de su propia precariedad e insuficiencia, porque nadie es dueño ni de la Verdad ni del Bien. Eso es la esencia de la democracia liberal, a veces tan denostada por ustedes los puros: la concepción filosófica liberal es escéptica sobre la condición humana, sabe que es imperfecta y por lo tanto la democracia es imperfecta. Es dolorosa tal vez esa verdad, pero nada peor que construir proyectos políticos y sociales sobre purezas que no


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