CHIMED RIMPOCHÉ
LA ASPIRACIÓN RADIANTE CON UN COMENTARIO DE
JAMES LOW TRADUCCIÓN:
Marta Pérez-Yarza REVISIÓN DE ESTILO:
José Alias
Ediciones Dharma
© James Low, 2015 www.simplybeing.co.uk
© de esta edición: Ediciones Dharma, 2017 Elias Abad, 3 bjos. 03660 Novelda (Alicante) www.edicionesdharma.com E-mail: dharma@edicionesdharma.com
Diseño de la portada: Jorja Mollà ISBN: 978-84-945327-8-8 Depósito Legal: A 526-2017 Impreso en España. Printed in Spain Impreso por Podiprint
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En Recuerdo de Xavi Alongina Una llama brillante difundiendo la luz del Dharma y el Yoga.
Dedicado a todos los oprimidos por la oscuridad de otros. Nuestra naturaleza es radiante y sin embargo se oculta de nosotros. Pueda la luz de la no dualidad clarificar esta paradoja.
ÍNDICE PREFACIO 13 INTRODUCCIÓN 17 PRIMERA PARTE La lámpara de mantequilla de Chimed Rigzin Zilnon Lingpa 25 SEGUNDA PARTE Un comentario a La lámpara de mantequilla de James Low 45 TERCERA PARTE La práctica de la ofrenda de la La lámpara de mantequilla 169
PREFACIO
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a plegaria de La lámpara de mantequilla es el corazón de este libro y surgió de la aspiración para beneficiar a una persona y a todos los seres. Esa persona era Tulku Tsorlo que residía en Tíbet. Su discípulo más cercano, Chimed Rigdzin, vivía en India y habitaba en retiro en Tsopema, escenario de uno de los grandes milagros de Padmasambhava. Chimed Rigdzin, también conocido como Lamaji, C.R. Lama y Zilnon Lingpa, no volvió a ver a su maestro nunca más, debido a la invasión china del Tíbet. No obstante, a menudo sentía su presencia y se lo encontraba en los sueños. Esta plegaria de aspiración fue escrita por él de una sentada, para proteger de las dificultades a Tulku Tsorlo que entonces tenía sesenta y un años, una edad considerada de transición y relacionada con problemas. El lazo entre el estudiante y su maestro es infinito, sin límites. Ni el tiempo ni el espacio pueden interrumpir la corriente de conexión. Ocurre así porque la verdadera función de ese lazo es iluminar la naturaleza de nuestra existencia. Al experimentar la inseparabilidad que continúa a lo largo de los cambios que suceden despertamos a la base de nuestro ser, la apertura que es el origen de todo. El maestro nos devuelve a nuestro propio ser y a partir de ahí comenzamos a ser útiles para los demás. La devoción, aspiración y el deseo de bienestar para los demás son los grandes vehículos que nos transportan en el viaje a casa. La primera vez que traduje la plegaria de La lámpara de mantequilla lo hice con C.R. Lama hace treinta y cinco años y muchas veces he revisado aquella traducción. Para C.R. Lama este texto
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era vital ya que de una forma resumida y condensada nos recuerda los puntos claves del camino del darma. Durante muchos años, hasta su muerte en 2002, celebró una ofrenda de cien mil lamparillas y esta plegaria de aspiración era la práctica fundamental de dicho acontecimiento. Hoy en día, aún se siguen haciendo estos retiros de ofrenda en Polonia e India. Cualquiera que esté interesado puede leer los textos de este libro como una práctica del darma, el punto clave reside en comprometerse de todo corazón en el intento de beneficiar a los demás. Cuando yo era un niño todavía funcionaban los faroles de gas en nuestra calle, cada noche llegaba el farolero con su escalera y encendía cada lamparilla con una chispa de la lanza que usaba; somos afortunados si en la vida alguien enciende nuestra lamparilla con una chispa de la suya. El linaje, la transmisión de la lamparilla, es vital. Afortunadamente hay muchas personas moviéndose en nuestras vidas que pueden encender esa llama en medio de la oscuridad. Todos poseemos el combustible y la capacidad básica, nuestra tarea es romper el aislamiento que nos rodea y aprovechar esa llama fugaz. Incluso un libro puede servir para este menester. Cuando se tradujeron y se imprimieron estos textos por primera vez en India, todo el trabajo se llevó a cabo en el pequeño patio de la casa de C.R. Lama en Shantiniketan. Era un local sencillo cedido por la universidad en la que trabajaba. La versión en inglés se mecanografió sobre papel encerado y el texto tibetano se escribió sobre la cera con una pluma de metal. La hoja se puso sobre un tambor entintado y sirvió para imprimir unas cien copias, hasta que empezó a romperse. A través del tiempo ha habido muchas personas que han contribuido a imprimir el texto de la plegaria de la lamparilla de manteca y a traducirlo en distintas lenguas. Trabajar en el darma nos permite estar conectados dulcemente con la energía del corazón de muchas personas. Es un gozo y un sustento. Esta edición ha sido posible gracias a la ayuda de Sarah Allen,
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Gordon Ellis, Ruth Rickard, Johanna Stoll y Barbara Terris. Hans-Jörg Burkhart patrocinó la impresión. Pueda la luz de nuestros corazones iluminar nuestra carga y guiarnos a casa. En la edición española no se ha incluido el texto en tibetano. Si necesita acceder a él puede encontrarlo en la edición inglesa de Radiant Aspiration en la página www.simplybeing.co.uk
Chimed Rigdzin RimpochĂŠ
INTRODUCCIÓN
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a aspiración de beneficiar a todos los seres es el corazón de la práctica del darma. El deseo expansivo e inclusivo del bienestar universal ilumina la red de interconexión en la que vivimos. La claridad nos conecta y es la base de nuestra existencia. Hablamos de la iluminación, de nuestra inclinación a que todos los seres puedan residir para siempre en la luz del despertar y puedan ser a la vez despertados y capaces de iluminar. Este libro es una exploración de la aspiración que se recita mientras se ofrecen las lamparillas. El texto raíz se llama La plegaria de la lámpara de mantequilla. Fue escrito por Chimed Rigdzin Rimpoché (C.R. Lama, 1922-2002) como un medio para remover los obstáculos en la vida de su maestro, Tulku Tsorlo. Además de esta plegaria hay una sección en La aspiración de buenas obras (bZang sPyod sMon Lam) que establece el camino de la multiplicación infinita de la actividad virtuosa como medio para trascender nuestra percepción habitual, limitada y racional. Existe un tercer texto corto, El sutra de la historia del rey de la mano dorada y su aspiración que cuenta la historia de un noble sacrificio cuyos beneficios continúan manifestándose en nuestro tiempo. Estos textos se unen en la aspiración para beneficiar a todos por medio de una actividad real, una práctica, que realmente tenga un impacto en todos los seres y contribuya al despertar y su beneficio. Mientras imaginemos que la noción limitada que tenemos de nosotros mismos es una descripción precisa de nuestro potencial y nuestra capacidad, es muy probable que nos sintamos abrumados por las dificultades del mundo. Hay tantos seres con
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sufrimiento que viven en circunstancias complicadas ¿qué podemos hacer? Sin embargo, gracias a la amabilidad del Buda y de los maestros de los numerosos linajes de práctica, existen muchos medios efectivos y compasivos que podemos aprender y utilizar. Un método central es la práctica de la ofrenda. Las ofrendas se pueden hacer con sustancias reales, comida, salud, lamparillas, flores y demás. Se ofrecen al Buda y después se donan a las personas necesitadas, así como a las personas venerables para honrarles y ayudarles en su trabajo. Ello permite que el simbolismo que manifiestan resuene en nuestro ser. Las ofrendas también se pueden hacer con la imaginación, de tal manera que ofrecemos los contenidos del mundo y de todo lo que pueda ser agradable para los seres de los distintos reinos de existencia y para los budas, bodisatvas y para los que residen en las tierras puras. Podemos ofrecer nuestro cuerpo tal como se hace en la práctica del Chöd y de este modo la transformación agrada a los invitados de los cuatro estados, desde los más altos hasta lo más bajos. Esta ofrenda también nos libera de la identificación con nuestro cuerpo ilusorio ordinario al que estamos tan apegados. En la práctica tántrica, la luz irradia como un ofrecimiento a todos los budas que a su vez devuelven luz para purificar y liberar a todos los seres. Cuando hacemos ofrendas se establece una forma de conectarse a todo aquello que nos parece ajeno y separado. A la vez nos ayuda a despertar ante la verdad del origen interdependiente y experimentar directamente la corriente incesante de influencia mutua de todo lo que se manifiesta. A partir de ahora podemos experimentar la ausencia de una naturaleza innata; es decir, la ausencia de una esencia personal e individual en todos los seres y fenómenos. La apertura infinita, la vacuidad infinita, es la realidad de todo lo que se manifiesta, formas ilusorias que se mueven juntas sin estar esencialmente separadas ni tampoco unidas. Esta exposición clara no ofrece una base para el apego ni tampoco para fantasías de control.
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La ofrenda de lamparillas o de luz es un modo particular y efectivo para hacernos despertar a la claridad de nuestra condición natural. La actividad de preparar las lamparillas, llenarlas e iluminarlas y posteriormente limpiarlas nos ayuda a vivir la fugacidad, ¡algo especialmente poderoso cuando nos disponemos a encender 100.000 lamparas! Estas actividades y las tareas de recitar y visualizar forman parte del movimiento, es decir, de la corriente incesante de la manifestación. No obstante, si solo prestamos atención al aspecto de la corriente podemos convertir el darma en otra manera de estar ocupados, por lo que debemos integrar todas estas clases de movimiento con la quietud de la naturaleza inmutable de nuestra mente. Así, antes de empezar las ofrendas nos sentamos de una forma relajada pero también alerta y con la presencia de todos nuestros maestros en el centro de nuestro cuerpo nos abrimos en el estado natural por medio de una lenta y profunda exhalación. Mientras reposamos en esa presencia abierta e inmutable somos inseparables del origen y la base de todas las cosas. Entonces, manteniéndonos en ese estado y desde ese estado, comenzamos la recitación y la experimentamos como la corriente de energía del Darmakaya, la experiencia de la naturaleza de nuestra propia mente. Cuando mantenemos la presencia en la integración de la quietud y el movimiento permanecemos alerta y con atención consciente. De este modo nos protegemos de la tendencia habitual a poner el piloto automático para seguir el movimiento sin estar del todo presentes. Cada momento de nuestra existencia es fresco, pero el poder de nuestros hábitos embotados y de nuestras suposiciones es grande. Esta práctica, como cualquier otra, puede fácilmente convertirse en un pasatiempo en el que permanecer adormecidos ante la potencia plena de la situación. Aquí es donde la fe es vital. Si no tenemos fe en la transmisión, en la fuerza vital de las enseñanzas, podemos volver a caer en nuestras limitadas preocupaciones. La fe nos devuelve a la presencia viva del
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darma en nuestro interior. Las enseñanzas no son meras teorías abstractas: tratan sobre quién y qué somos. Cuando el darma se convierte en una actividad más de las que hacemos pierde el poder de despertarnos de las suposiciones que nos limitan. ¡Algo está en juego! El samsara puede ser una ilusión pero no es una broma cuando nos llega un sufrimiento intenso. De aquí que cada momento de práctica, es decir, cada momento de la vida, sea vital La aspiración de buenas acciones del bodisatva Samantabhadra nos muestra la verdad de la declaración del Buda en el Dammapada: “la mente es el jefe, la que guía todas las cosas”. Nuestras mentes que siempre están activas atribuyen significados a los fenómenos y posteriormente reaccionan antes esas proyecciones como si el objeto tuviese el valor, positivo o negativo, que le atribuimos. Es una actividad habitual que nosotros damos por sentado hasta el punto de que se vuelve invisible. Si estamos centrados en nuestros propios gustos y aversiones pintamos el mundo con los colores de nuestra mente, los tonos de nuestro condicionamiento y limitaciones. Es algo que nos impide ver el potencial dinámico de lo que está ahí y que, a su vez, nos mantiene atrapados en la primacía de nuestro yo de referencia. En verdad, no hay entidades que existan por sí mismas. Cualquier cosa que se pueda ver, oír o tocar está desprovista de cualquier sustancia esencial y no es más que una ilusión, una apariencia surgida de causas y condiciones pero sin ninguna existencia sustancial. Somos nosotros quienes decidimos si queremos habitar en nuestro pequeño mundo de auto referencia o en el vasto universo de la conexión amorosa. Los demás no son otros ni tampoco son los mismos que nosotros; cada uno somos único y sin embargo inseparables, porque nuestra conectividad es real, mientras que la noción que tenemos de una esencia individual es una ilusión. Cuando el bodisatva Samantabhadra estableció su gran aspiración, liberó y transformó el poder de la imaginación. Su enfoque
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es universal para el bienestar de todos los seres. Cuando desarrolla una visión de los innumerables budas y bodisatvas va más allá de lo que es una transacción en el mercado: yo te doy esto y a cambio tú me das eso. Él se imagina la totalidad del espacio llena de seres iluminados que irradian amor y compasión para todos. Es algo inconcebible que vaya más allá de las matemáticas totalizadoras de nuestra preocupación diaria con la ganancia y la pérdida, la ecuanimidad y el equilibrio. Si además podemos imaginar este campo de irradiación experimentaremos la disolución de la identidad de nuestro ego cotidiano. El contable de nuestra cabeza se disolverá y nuestra generosidad innata, que es la irradiación de nuestro corazón abierto, se liberará sin hacer cálculos. La inmensidad de la perspectiva revela la naturaleza infinita de aquel que mantiene la visión. Tal y como ocurre en todas las prácticas profundas del darma, la compasión hacia los demás abre la sabiduría en uno mismo y cuando surge, alimenta la dulce llama del altruismo. El texto de Samantabhadra es claro y precioso y no necesita ningún comentario, tan solo el compromiso del corazón. El sutra de la historia del rey de la mano dorada y su aspiración es un texto breve y poderoso que ejemplifica el espíritu de la heroica práctica del mahayana. La historia nos cuenta que el rey de la mano dorada preguntó al Buda Dipamkara, “aquel que se convirtió en lamparilla de manteca”, cómo había generado la virtud que le llevó a irradiar luz infinita de su cuerpo. Este Buda describe que puso mil mechas de manteca en su cuerpo y las prendió fuego como ofrenda a los budas. Esta acción nos puede resultar horrorosa si nuestra mente se concentra en el dolor que imaginamos que sufrió. Pero Buda Dipamkara dice que la ofrenda se hizo con calma, “sin esperanza ni expectativa”. No se trataba de un trato o un negocio si no de una ofrenda de amor abierta. La intención no era castigar al cuerpo si no una manera de modificar el centro de nuestras preocupaciones. El deseo de honrar a los seres iluminados trasciende nuestra fijación habitual en la comodidad del
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cuerpo. Cuando nos concentramos en las buenas cualidades de los demás y de los budas ocurre una transformación alquímica. La fe transforma la limitación auto referencial en una conectividad infinita y de ahí, surge la claridad que irradia del cuerpo de Dipamkara. Inspirado por la acción del Buda, el rey desarrolla su propia intención expansiva. La aspiración del rey es vasta y capaz de transformar un hecho específico que ocurre en algún punto finito en el espacio y tiempo en un gesto infinito para el beneficio de todos los seres. El altruismo del Buda Dipamkara suscita un cambio altruista en el rey que le permite trascender sus limitaciones, su temor al dolor, su autocompasión y todos los demás hábitos de autocomplacencia que mantienen nuestras intenciones limitadas y al servicio de uno mismo. Una acción íntegra se magnifica por la intención que conlleva. No es la acción en sí misma y por sí misma la que determina su valor, sino el propósito al que sirve. Quemarse la mano se convierte en un medio para un fin: el despertar de todos los seres en el sacrificio puede ser perverso cuando forma parte de una gratificación tardía que nunca llega. Si alguien sacrifica su vida por una vida en el cielo, por la victoria de la revolución, etc. se convierte en un rehén de la fortuna movido por la gran idea que ha capturado su vida. Sin embargo en este contexto budista el sacrificio y el resultado emergen juntos ya que la acción de dar algo a otro trae consigo simultáneamente la liberación de uno mismo. Sólo la apertura del corazón puede resistir tal sacrificio y cuando se hace el sacrificio ¡uno se da cuenta de que tiene el corazón abierto! No se trata de un concepto sino de una experiencia vívida que nos hace más ligeros, conectados con los demás y libres para participar en la coemergencia no dual más allá del comercio, el regateo, la ganancia y la pérdida. Cuando el Rey transforma su mano en una lamparilla de manteca reza para que la luz se extienda a cualquier parte del universo. El texto describe muchos ambientes y gentes e indica que el camino de la simple intención de beneficiar a todos los seres, se
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manifiesta con muchos gestos distintos que satisfacen las necesidades específicas de cada grupo en concreto. La compasión no consiste en reclutar seguidores para nuestro dogma sino más bien en convertirnos en lo que ellos necesitan que seamos. Para conseguirlo, sin sentirnos abrumados y expuestos, necesitamos relajarnos en nuestra propia naturaleza, en la apertura y en la presencia desprendida de la lucidez inseparable de la vacuidad. Aquel que puede ofrecer todo a todos no es una persona limitada sino la emergencia de la energía radiante de la fuente que no es una entidad. La base de nuestro ser es inasible, incognoscible aunque se revela por medio de nuestra participación en la corriente no dual del devenir. Este devenir, aunque sea variado y cambie continuamente, nunca se aparta de su base, tal como el reflejo que nunca abandona el espejo Algunas prácticas se centran en el aspecto de la sabiduría, en ver las cosas como son, mientras que otras se enfocan a la compasión, en la conexión desinteresada por los demás seres. Ambas colaboran en la desaparición de los condicionamientos que oscurecen el estado natural e igualmente ambas son susceptibles de florecer, si uno tiene confianza. La fe no es algo a ganar o perder. Es una cualidad del corazón integrado, de una persona que está en paz consigo misma, capaz de morar en la presencia de la práctica sin conflictos generados por la duda o la incertidumbre. La plegaria de la lámpara de mantequilla se escribió de forma que pudiese ser practicada por cualquiera de las tradiciones budistas tibetanas y sin ninguna duda, por todo aquel que tenga interés en hacerlo. Lo habitual es comenzar la práctica con la toma de refugio, desarrollar la bodichita y concluir con la dedicación de méritos. Aquí se ofrece en un formato general y conocido, aunque los lectores pueden utilizar la versión con la que estén más familiarizados. C.R. Lama, que escribió La plegaria de la lámpara de mantequilla, vivió como un hombre casado tal y como ocurre en la tradición ñigmapa. Vivía con mucha sencillez y daba clases
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en la universidad de Bengala, India. Rimpoche, tal como se le llamaba, señaló la importancia de utilizar los mejores ingredientes posibles para las ofrendas ya que incluso las pequeñas ofrendas hechas con cuidado y atención al detalle aportan calma y un estado meditativo. Cuando respetamos a los budas, también respetamos nuestra propia naturaleza de buda y la de los otros seres. En la tradición budista, se dice que la última frase del Buda Shakyamuni fueron palabras de aliento a sus seguidores para utilizar esta enseñanza y “ser una lamparilla para uno mismo”. Cada uno de nosotros tiene que alumbrar las lamparillas del estudio, la reflexión y la meditación para que esta enseñanza se mantenga viva en nosotros. Esto incluye la interacción entre el darma que aprendemos y nuestra propia experiencia. El camino medio incluye un diálogo respetuoso entre ambos aspectos. Es importante no mezclar el darma con otros sistemas y otras ideas y así poder reflexionar sobre las enseñanzas en sí mismas. No obstante, ellas solo pueden convertirse en algo totalmente vivo por medio de su aplicación en la vida cotidiana y eso incluye el desarrollo y la confianza en nuestra propia claridad y discernimiento. La claridad natural de la presencia lúcida está siempre presente en la mente de todos los seres, aunque a menudo pase desapercibida. Por medio de la recitación de esta plegaria de aspiración y la reflexión sobre su significado podemos pasar de la claridad relativa dualista que surge del estudio y la reflexión a la claridad natural inmutable que se revela por medio de la meditación. La parte final de este volumen es mi comentario breve de esta La plegaria de la lámpara de mantequilla. Espero que anime a un compromiso profundo con este texto maravilloso y arroje algo de luz sobre nuestra inmutable integración con la naturaleza radiante de nuestro ser.